la lingüística aplicada a la enseñanza de las lenguas
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Según el Diccionario de términos clave del Instituto Cervantes: La lingüística aplicada es una rama de la lingüística cuya meta es la aplicación de las teorías, métodos y conocimientos propios de la lingüística a la resolución de problemas diversos en los que está implicado el uso de la lengua; en otros términos, se interesa por las aplicaciones de la lingüística en otras áreas de la experiencia humana. Debido a que las esferas que entrañan el uso de la lengua son múltiples y muy variadas, la lingüística aplicada comprende de hecho disciplinas diversas, la mayoría de las cuales se constituyen como campos interdisciplinares del saber.TRANSCRIPT
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LA LINGÜÍSTICA APLICADA A LA ENSEÑANZA DE
LENGUAS
Gabino Boquete Martín
Fragmento de la Tesis doctoral:
Departamento de Filología
2012
El uso del juego dramático en la enseñanza de lenguas: las
destrezas orales
Disponible en Tesis doctorales: Teseo
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La lingüística aplicada
Según el Diccionario de términos clave del Instituto Cervantes:
La lingüística aplicada es una rama de la lingüística cuya meta es la aplicación de las teorías,
métodos y conocimientos propios de la lingüística a la resolución de problemas diversos en los
que está implicado el uso de la lengua; en otros términos, se interesa por las aplicaciones de la
lingüística en otras áreas de la experiencia humana. Debido a que las esferas que entrañan el uso
de la lengua son múltiples y muy variadas, la lingüística aplicada comprende de hecho disciplinas
diversas, la mayoría de las cuales se constituyen como campos interdisciplinares del saber.
Santos (1999: 10), define este campo de la lingüística como:
(…) una disciplina científica, mediadora entre el campo de la actividad teórica y práctica,
interdisciplinar y educativa, orientada a la resolución de los problemas que plantea el uso del
lenguaje en el seno de una comunidad lingüística.
Es científica, porque cuenta con unos métodos e instrumentos propios para
llevar a cabo la investigación; es mediadora entre el campo de la actividad
teórica y práctica, ya que aplica una teórica de conocimientos lingüísticos,
psicolingüísticos, sociolingüísticos y pedagógicos a la resolución de problemas
reales; es, además, interdisciplinar, puesto que se nutre de las aportaciones de
otras áreas científicas y, por último, se caracteriza por estar orientada a la
resolución de los problemas que plantea el uso del lenguaje, ya que todos los
problemas de los que se ocupa tienen en común el componente lingüístico.
Este carácter práctico de la lingüística aplicada y su separación de la llamada
“lingüística teórica” puede llevar al error de considerar que la primera carece de
esa dimensión teórica. Por ello, habría que aclarar, tal y como lo hace Payrató
(1998: 23), que lo que caracteriza a la lingüística aplicada es:
(…) la finalidad u objeto último de la teorización, que reorienta la simple adquisición de
conocimientos sobre un objeto de análisis para plantear la resolución de problemas prácticos,
propios de la interacción social y que exigen un tipo concreto de tratamiento y respuesta,
inabordable desde un tipo concreto de tratamiento y respuesta, inabordable desde un núcleo
teórico construido al margen de posibles aplicaciones.
Los rasgos fundamentales de la lingüística aplicada pueden quedar resumidos
en dos conceptos claves: interdisciplinariedad y comunicación. Su amplitud se
explica en que posee puntos en común con numerosos campos de estudio, pero
también en la diversificación y extensión de las funciones propias del lenguaje.
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La lingüística aplicada se desarrolla precisamente en terrenos de intersección en
los que existen problemas de comunicación, por ello, el concepto de
comunicación está latente en todas sus áreas, y le da unidad.
El origen de la lingüística aplicada está íntimamente ligado al aprendizaje de las
lenguas extranjeras, debido a la necesidad de traducir de una lengua a otra y al
desarrollo de los sistemas de escritura, las listas de vocabulario, etc. De hecho,
en ocasiones, lingüística aplicada y enseñanza de lenguas se utiliza para hablar
de una misma realidad. En todo caso, el término técnico hace referencia a las
actividades relacionadas con la solución de problemas relacionados con el
lenguaje dentro de un marco académico, con una metodología basada
fundamentalmente en la lingüística y el aporte de otras actividades científicas.
El nacimiento de la lingüística aplicada como disciplina científica debe situarse
en Estados Unidos en 1946, momento en el que se organizó un curso en la
Universidad de Míchigan con este título, y a la publicación, en 1948, de la
primera revista especializada sobre el tema: Language Learning: A Quarterly
Journal of Applied Linguistics. Su origen está ligado a la enseñanza de segundas
lenguas, pues se buscaba recoger la experiencia de numerosos especialistas
que se vieron obligados a desarrollar métodos rápidos y eficaces de enseñanza
de lenguas extranjeras para el ejército norteamericano durante la Segunda
Guerra Mundial. La disciplina tuvo un gran auge durante los años cincuenta, de
forma paralela en los Estados Unidos y en Europa (especialmente en Gran
Bretaña y en Francia), y fue ampliando paulatinamente sus campos de trabajo.
En 1964, año en que se celebra el I Congreso Internacional de Lingüística
Aplicada en Nancy (Francia) y se crea la Association Internationale de
linguistique Appliquée (AILA), la lingüística aplicada es aceptada como dominio
disciplinar, debido a factores de carácter económico y político relacionados con
el desarrollo de Europa y EE.UU. una vez finalizada la II Guerra Mundial,
momento en el que se hace patente la importancia de la traducción y de la
enseñanza de lenguas.
A la situación mencionada habría que añadir la independencia de países
africanos, asiáticos y americanos, acontecimiento asociado a los procesos de
implantación de lenguas oficiales, lo que obligó a planificar lenguas para la
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educación y a normalizar lenguas de tradición oral. Esto supuso la necesidad de
alfabetizar a la población en las variedades correspondientes, así como de
elaborar gramáticas y materiales didácticos específicos, lo que obligó a prestar
especial atención a todas las cuestiones relacionadas con la enseñanza y
aprendizaje de lenguas.
En 1969 se celebra, en Cambridge, el Segundo Congreso de Lingüística
Aplicada. En él queda de manifiesto el visible aumento de temas y disciplinas
implicadas, ya que comienza a introducirse en este ámbito trabajos relacionados
con las patologías del lenguaje, estudios de sociolingüística, investigación en
áreas de psicolingüística, etc.; paralelamente comienza a describirse con mayor
exactitud y rigor los fundamentos de la nueva corriente lingüística.
En los siguientes congresos el avance se hace más firme, al incluirse una mayor
cantidad de temas de estudio y profundizarse más en los ya tratados; de esta
manera, la lingüística aplicada se va consolidando como disciplina científica
hasta llegar a convertirse en un área de estudio e investigación de gran solidez y
de enorme importancia para el conocimiento de la comunicación. Hoy día la
lingüística aplicada es una disciplina integradora que ha logrado un gran
desarrollo institucional con la creación de asociaciones internacionales, así como
la celebración de numerosos congresos y la edición de revistas especializadas.
En España, la introducción de la Lingüística Aplicada vino de la mano de la labor
docente de algunos profesores universitarios de Filología Inglesa que, durante
los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, manifestaron su preocupación por
establecer fronteras entre la enseñanza de la lengua materna y la enseñanza de
las lenguas extranjeras. En 1958 E. Lorenzo se refirió, por primera vez en
España, al término lingüística aplicada y abrió una línea de estudio e
investigación que fue continuada por sus discípulos.
El ámbito del español como lengua extranjera ha contado con un notable
desarrollo en las últimas décadas, gracias al esfuerzo de profesores y estudiosos
que pusieron en marcha algunas iniciativas como la publicación de revistas
especializadas1, la creación de asociaciones profesionales, la puesta en marcha
1 Como: la Revista Española de Lingüística Aplicada, la Revista de Estudios de Adquisición de la
Lengua Española, Cable, Cuadernos Cervantes, Frecuencia-L o Carabela.
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de cursos de formación de profesores, la celebración de congresos y seminarios
periódicos, así como el interés de algunas editoriales por la publicación de
materiales didácticos y la innovación en la docencia. Además, hay que
mencionar la creación y arraigo del Instituto Cervantes como elemento
potenciador de esta disciplina en el ámbito hispano.
En la actualidad comprende un número muy elevado de disciplinas, entre las que
pueden destacarse las siguientes, según el Diccionario de términos clave de ELE
del Instituto Cervantes (voz: lingüística aplicada):
- Logopedia: trata de resolver trastornos en el uso del lenguaje que afectan a la
voz, a la pronunciación y al lenguaje oral en general.
- Planificación lingüística: su interés se centra en la determinación de los usos
lingüísticos que se consideran normativos y en la creación de un estándar.
Se ha desarrollado especialmente en regiones bilingües o multilingües, y, en
los últimos años, se ha preocupado por las nuevas realidades sociales que
entraña la inmigración. Es una rama de la sociolingüística.
- Lexicografía: estudia los principios teóricos que deben aplicarse en la
confección de diccionarios.
- Terminología: identifica y analiza los términos que se utilizan en las diversas
áreas del saber, con el fin de hacer propuestas de estandarización.
- Traducción asistida por ordenador: desarrolla herramientas informáticas para
servir de ayuda a un traductor; investiga en la creación de programas
informáticos capaces de hacer la traducción automática de un texto.
- Fonética aplicada: entre las aplicaciones de la fonética, destacan la síntesis y
el reconocimiento del habla, que desarrollan herramientas para que la
comunicación entre hombres y máquinas se pueda realizar mediante la voz.
- Lingüística forense: pretende identificar la autoría de un texto (escrito u oral)
con fines de peritaje.
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La enseñanza de lenguas extranjeras
Tras la mención a la lingüística aplicada y su relación con la lingüística general,
será conveniente realizar un breve recorrido por la historia de la enseñanza de
las lenguas extranjeras y las diferentes metodologías utilizadas con este
propósito; para ello, sería pertinente citar a Parkinson (1980: 153):
Mientras que los artistas están dispuestos a inspirarse en el pasado, los profesores, lastrados por
la suposición de que sus descubrimientos son necesariamente una mejora sobre lo anterior, son
reacios a aprender de la historia. Así es que, involuntariamente, descubren viejas técnicas por
medio de muy diversos métodos de investigación. (L.G. Kelly, 25 Centuries of Language
Teaching).
Las primeras civilizaciones que se vieron en la necesidad de enseñar o aprender
otras lenguas por cuestiones políticas (los sumerios y los acadios) o culturales
(egipcios, griegos y romanos), optaron por un método deductivo, basado en la
memorización de palabras y frases, (Sánchez, 1992). Desde la época romana
hasta el siglo XVI el creciente poder de la iglesia fomentó la enseñanza del latín,
griego y hebreo. Se sabe que en el ámbito escolar predominó la enseñanza
basada en lo que hoy se conoce por método gramatical, mientras que fuera de
ese ámbito se prefería una enseñanza más práctica.
Parece ser que los métodos audiovisuales, tan mencionados hoy en día como la
panacea de los profesores de lenguas, ya se utilizaban en el siglo XVI como
método pedagógico; Parkinson (1980: 154) hace referencia al uso de los dibujos
como herramienta para enseñar vocabulario: tal es el caso de Comenius y su
obra Orbis sensualium pictus, en lenguas alemana, húngara y checa y el latín
como lengua vehicular. Este obispo de Moravia abogaba por un método activo
de enseñanza, en el que el profesor mostraría el principio que quería enseñar y
el alumno, acto seguido, lo imitaría.
Otro elemento que goza de gran popularidad entre los profesores actuales, la
elección entre métodos deductivos o inductivos, ya creaba controversia entre los
humanistas renacentistas: lo había avanzado San Agustín al afirmar que lo
importante es llegar a un conocimiento de los hechos en vez de un conocimiento
de las palabras, que era mejor conseguir un dominio práctico de la lengua a
memorizar sus normas.
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Durante el Renacimiento surgieron diferentes métodos inductivos y se llegó,
incluso, a la sugerencia de que se debería abandonar por completo el uso de la
gramática, como es el caso del seguidor de Erasmo, Georgious Cominius, a
pesar de que su maestro mantuviera una posición bastante ecléctica. De todos
modos, es indudable la preeminencia de los métodos gramaticales y basados en
la traducción (inversa y directa) de las lenguas clásicas a partir del siglo XVIII.
Según Parkinson (1980: 149), el desarrollo de la lingüística durante el siglo XIX,
reflejo de la búsqueda de sistemas científicos más precisos (se menciona como
claro ejemplo el avance de la lingüística histórica y, sobre todo, a juicio de la
autora, el estudio de la fonética), tuvo repercusiones en la enseñanza de las
lenguas extranjeras. A pesar de ello, el conservadurismo dominante en la
docencia fue un obstáculo para que se implantaran los adelantos conseguidos
debido a la falta de textos y material apropiados adaptados a la enseñanza.
A medida que avanza el siglo, fueron apareciendo pedagogos innovadores que
desarrollaron su propia metodología, como es el caso de Gouin, o adaptaciones
de métodos ya establecidos, como Berlitz y De Sauzé; el primero logró
popularizar el “Método de Series”, fijándose en la memorización de conceptos
ordenados, en el que se reproduce el proceso adquisitivo que se da en la lengua
materna. Los segundos introdujeron el “Método Directo”, en el que se excluía el
uso de la lengua materna y se apoyaba en métodos inductivos para enseñar la
gramática; se recomendaba la transcripción fonética y rechazaba la traducción
(sobre todo la inversa); se apoyaba en la conversación, la discusión y la acción.
Este método de “inmersión total” sigue utilizándose en las escuelas Berlizt de
todo el mundo.
La influencia de Saussure y el desarrollo del estructuralismo van marcando los
comienzos del siglo XX y su influencia en el mundo pedagógico, encaminando
sus métodos al estudio de la lengua viva: en América Franz Boas y Sapir
descubren lenguas indígenas con una riqueza de conceptos y formas lingüísticas
tan sofisticadas como cualquiera de las lenguas clásicas y que, al carecer de
formas escritas, obligaron a crear gramáticas y diccionarios; existía una
tendencia a valorar el habla como medio de comunicación que influiría de una
forma favorable en la enseñanza.
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Los principios estructuralistas en enseñanza parten de la base de que la
gramática consiste en una colección de estructuras que deben ser mostradas al
estudiante, sobre todo aquellas que difieren básicamente de su lengua nativa,
por lo que la sintaxis será fundamental.
La Segunda Guerra Mundial sirvió como catalizador en el interés por el estudio
de lenguas extranjeras: los contactos entre las tropas durante la guerra y el
desarrollo de actividades de espionaje mostraron la urgencia de cubrir
necesidades de comunicación y la mejora de los medios que la posibilitaran. Los
métodos de enseñanza convencionales eran lentos e inapropiados, por lo que se
convocó a los investigadores para diseñar un programa especial de enseñanza
para la armada americana (ASTP, Army Specialized Training Program) en el que
se combinó la técnica de Berlitz con ayudas mecánicas (grabaciones, discos,
libros, emisiones de radio, etc.) y las nuevas metodologías desarrolladas en el
estudio de las lenguas indígenas. Supondrá un desarrollo de las teorías
estructuralistas y de ejercicios repetitivos (drills) a partir de un inventario de
estructuras y de los estudios comparativos en los campos de fonética, morfología
y sintaxis.
En Europa, los cambios del sistema de enseñanza comenzaron a notarse
también a partir de la Segunda Guerra Mundial, coincidiendo con el desarrollo
tecnológico, de la lingüística y del método “aural/oral” (primero se enseña la
comprensión de la lengua hablada para, posteriormente, hablar). A partir de
entonces, si se consideraba necesario, se enseñaba a leer y escribir. Se evitaba
el uso de la lengua materna, pues se veía como algo negativo para el
aprendizaje de otra lengua debido a su interferencia. En los años cincuenta y
sesenta la escuela lingüística británica, bajo la influencia de las ideas de Firth,
concede más importancia a lo que se denominaría “enfoques situacionales”: a
diferencia de la tradición norteamericana basada en la creación de hábitos
lingüísticos, Europa se centrará en la relación entre la lengua y el contexto.
La crítica de Chomsky, en una reseña de 1959, a Skinner y sus métodos de
aprendizaje conductistas (centrados en el condicionante estímulo/respuesta),
demostró que el conductivismo no puede explicar por sí solo todo el proceso de
adquisición de una lengua, materna o extranjera, pero no niega que una parte de
la adquisición requiera la formación de nuevos hábitos lingüísticos.
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El modelo teórico generativo-transformacional supuso la crisis del modelo
audiolingual, al entender que gran parte del conocimiento como sistema formal
de la lengua no puede adquirirse mediante un entrenamiento de estímulos y
respuestas positivas, tal y como proponía el estructuralismo. Aparece el
componte creativo del hablante: se pueden generar un número infinito de de
oraciones, por lo que es raro que se repita una frase o un modelo (solo ocurre
con las frases estereotipadas). Aporta, además, la idea de los “universales
lingüísticos”, es decir, características comunes a todas las lenguas, y se
promueve el uso de la lengua materna como elemento comparativo. Se produce
en este momento un cambio de perspectiva en cuanto a la figura del error como
parte del proceso de aprendizaje.
La evolución de los enfoques y métodos en la enseñanza de lenguas extranjeras
alcanzó su apogeo en la década de los setenta. Con la paz y la estabilidad
económica de buena parte del mundo occidental se hizo necesaria la adaptación
y mejora del modo en cómo se enseñaban lenguas extranjeras. Se trataba de
ajustarse a un creciente número de usuarios que necesitaban, por cuestiones
profesionales o personales, manejarse muy bien en la lengua que deseaban
aprender. Era evidente que no bastaba con el estudio de la gramática y el
vocabulario de un idioma, tal y como el método tradicional o de gramática-
traducción postulaba, sino que hacía falta enseñar a hablar, leer o escribir de
una forma rápida y eficaz.
En estos últimos años las innovaciones de la metodología y didáctica de las
lenguas extranjeras se centra en situar al estudiante como foco y eje principal del
proceso de aprendizaje; esto se ha reflejado en la reforma llevada a cabo por el
Consejo de Europa, proceso en el que se defiende la necesidad de que tanto
cursos como materiales de aprendizaje recogieran el concepto de currículo
centrado en el aprendiz, de modo que fueran las variables y necesidades del
alumno las que determinaran tanto los contenidos como la metodología de la
enseñanza de lenguas extranjeras.
Giovannini (1996) insiste en que la necesidad de convertir al alumno en eje del
currículo hizo que el enfoque comunicativo, con sus postulados integradores, de
expresión y negociación, se perfilara como la mejor manera de enseñar y
aprender un idioma. El conocimiento de una lengua implica un dominio tanto del
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sistema formal (gramática y vocabulario), como del componente discursivo, del
sociolingüístico y del estratégico, como del pragmático.
En este contexto, y dentro de una visión humanista de la educación, los
profesores e investigadores comienzan a preocuparse por analizar qué
necesidades de aprendizaje y de comunicación, qué deseos y qué expectativas
tiene un estudiante antes de comenzar un curso de idiomas. A partir de la
determinación de esas necesidades, se toman decisiones que afectan a la
fijación de objetivos, a la programación de contenidos y al establecimiento del
método o métodos de un curso, todo ello encaminado al éxito, la adecuación a la
realidad de los alumnos y a la adaptación al contexto material del aula.
Con esta perspectiva, ya en los albores del siglo XXI, se oye hablar cada vez
más de un método aparentemente innovador, pero con un planteamiento
sencillo, y que centra el procedimiento en el “cómo” aprender más que en el
“qué” aprender: el método o “enfoque por tareas”. Sánchez (1992: 346) explica
de forma clara el concepto de tarea:
Una tarea, en general, es un conjunto de actividades debidamente organizadas y enlazadas entre
sí para conseguir un fin o una meta determinada. Pero en cuanto aplicada a la enseñanza de
idiomas, una tarea debe precisarse y adaptarse en parte al entorno de la clase. Por lo tanto, cabe
concluir que una tarea para la enseñanza de idiomas consiste en un conjunto de actividades
debidamente organizadas y enlazadas entre sí para conseguir un fin o una meta determinada
usando para ello la lengua objeto del aprendizaje.
La utilización de las tareas en clase puede propiciar el uso lingüístico y así
conducir a la adquisición de un determinado sistema lingüístico. La tarea, no es
un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar otro fin de naturaleza muy
distinta. La “organización de una visita al Museo del Prado” no es un objetivo
relevante para la clase de lengua extranjera: en el enfoque por tareas es
necesario percibir la diferencia existente entre las tareas de la vida real y las
tareas puestas en marcha en el aula. Uno de los elementos constitutivos de este
enfoque es la presencia de una finalidad última, ya que la tarea pedagógica
persigue o se plantea un fin lingüístico, aprender una lengua determinada; en
consecuencia, los fines propios de las tareas reales pocas veces coincidirán con
lo que se va a requerir en la tarea académica.
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Se puede concluir este breve recorrido por la enseñanza de lenguas extranjeras,
y las diferentes metodologías utilizadas para ello, haciendo notar cómo desde el
comienzo de esta actividad docente se ha contrapuesto el método gramatical al
método conversacional. Así, mientras que el primero, según Sánchez (1997),
busca y se apoya en la racionalización, en la abstracción, en la sistematización
del saber sobre la lengua, el segundo busca una “vuelta a la naturaleza”, a la
experiencia primera del ser humano cuando aprende la lengua materna. Frente
al sistema escolar y al método gramatical que suele ir asociado con él, el método
conversacional ofrece libertad, ya que parece, según el autor, no estar sujeto a
reglas, a preceptos o a normas; además, el contenido sobre el que se
fundamenta está más cercano al hablante, tiene mayor conocimiento real y vital,
por lo que resulta más atractivo.
En cuanto a la pregunta de cuál de los métodos mencionados es el mejor, o qué
metodología usar en la programación, no se trata de estar radicalmente a favor o
en contra de uno de ellos, sino que, como se ha podido ver a lo largo de los
años, en vez de la oposición, la realidad asigna la confluencia y la
complementariedad; esta postura ecléctica es la que se ha impuesto tanto en la
forma de enseñar como la manera de crear los manuales de enseñanza de
lenguas, que optan, en ambos casos, por seguir un estilo que selecciona los
aspectos más positivos de los distintos métodos de enseñanza de lenguas.
En el trabajo de investigación y diseño de una propuesta didáctica que persigue
la tesis que nos ocupa, se seguirá esta visión ecléctica; no solo por la necesidad
de adaptarse a la realidad de la enseñanza de lenguas extranjeras, sino por la
condición poco usual del tema elegido, la prosodia española, así como lo poco
convencional de la metodología con la que se va a reforzar el aprendizaje,
centrada en el juego dramático y las técnicas vocales del teatro. Ese aspecto
aparentemente “divertido” y “motivador” tiene que estar muy bien sustentado en
una base teórica seria y científica que ayude, a aquél que quiera ponerlo en
práctica, a explicar los procesos de una forma clara y fundamentada.
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Para citar:
Boquete, G. (2012): El uso del juego dramático en el aula de
lenguas: las destrezas orales. Tesis doctoral. Universidad de
Alcalá.