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    CUADERNOSdeESTRATEGIA 141

    M I N I S T E R I O D E D E F E N S A

    LA INTELIGENCIA, FACTOR

    CLAVE FRENTE AL TERRORISMOINTERNACIONAL

    Junio 2009

    INSTITUTO ESPAOL DE ESTUDIOS ESTRATGICOSCENTRO NACIONAL DE INTELIGENCIA

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    Edita:

    NIPO: 076-09-142-7 (edicin papel)ISBN: 978-84-9781-505-5

    Depsito Legal: M-24689-2009

    Imprime: Imprenta Ministerio de Defensa

    Tirada: 1.200 ejemplares

    Fecha de edicin: junio 2009

    NIPO: 076-09-141-1 (edicin en lnea)

    CATLOGO GENERAL DE PUBLICACIONES OFICIALEShttp://www.060.es

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    DIRECCIN GENERAL DE RELACIONES INSTITUCIONALESInstituto Espaol de Esudios Estratgicos

    Grupo de Trabajo nmero 07/08

    LA INTELIGENCIA, FACTOR CLAVE FRENTE AL

    TERRORISMO INTERNACIONAL

    Las ideas contenidas en este trabajo, son de responsabilidad de sus autores, sin que

    reflejen, necesariamente, el pensamiento del IEEE, que patrocina su publicacin.

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    SUMARIO

    INTRODUCCINPor Carlos Villar Turrau

    Captulo I

    PROCESOS DE RADICALIZACIN Y RECLUTAMIENTO EN LASREDES DE TERRORISMO YIHADISTAPor Rogelio Alonso Pascual

    Captulo IIESTRUCTURA ORGANIZATIVA DEL TERRORISMO DE INSPIRACINYIHADISTA EN EUROPA: RETOS PARA LOS SERVICIOS DEINTELIGENCIAPor Javier Jordn Enamorado

    Captulo IIIMISIONES SUICIDAS AL SERVICIO DE OBJETIVOS INSURGENTES YTERRORISTASPor Luis de la Corte Ibez

    Captulo IVINTELIGENCIA GENERADA POR GRUPOS TERRORISTAS: APROVE-CHAMIENTO DE FUENTES Y RECURSOS DE INFORMACIN

    Por Diego Navarro Bonilla

    Captulo VINTELIGENCIA Y TERRORISMO INTERNACIONAL. UN PANORAMADE CAMBIOSPor Mara de los ngeles Lpez Espinosa

    COMPOSICIN DEL GRUPO DE TRABAJO

    NDICE

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    INTRODUCCIN

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    Hace algunas semanas tuvo lugar el quinto aniversario de la cadena deatentados que en marzo de 2004 sacudieron a Espaa y al mundo, y quese saldaron con doscientos muertos y un millar de heridos. No han sidolos nicos hechos de esta categora, ni los ms terribles. Muchos otrospases han sufrido ataques similares, y puede darse por hecho que en elfuturo habr ms.

    Todo ello viene a recordarnos que el terrorismo yihadista, origen de los

    ataques citados, es un desafo en toda regla a nuestra seguridad, no soloen nuestro propio territorio o en el de aquellos pases en los que desplie-gan nuestras Unidades en misiones de paz y seguridad, sino, en realidad,en cualquier lugar del mundo: recurdese que, no hace mucho, una dele-gacin espaola encabezada por la Presidenta de la Comunidad deMadrid se vio atrapada en un ataque terrorista llevado a cabo en Bombaypor un grupo, al parecer, conectado con el movimiento yihadista.

    El terrorismo de esta naturaleza es un fenmeno complejo que explotacon gran flexibilidad los descontentos existentes en diferentes comunida-

    des musulmanas en pos de la consecucin de sus propios fines. Dada laambicin de stos y la difcil solucin que tienen muchos de aquellos, esevidente que estamos ante un fenmeno que va a ser duradero. Es precisopor lo tanto analizarlo con detalle para saber a qu hemos de enfrentarnos.

    Un primer examen pone de relieve algo que por otra parte resulta obviopara cualquier observador, y es la gran diferencia (o asimetra, por emplearel trmino en boga) que existe entre los dos actores del enfrentamiento: elgrupo terrorista por un lado, y el Estado por el otro. Y en ningn mbitoaparece ms patente la diferencia que en el relativo al empleo de la vio-

    lencia por el primero y de la fuerza por el segundo.

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    INTRODUCCIN

    CARLOS VILLAR TURRAU

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    El terrorista yihadista constituye una clara minora dentro de la socie-dad en la que vive y de la que procura no diferenciarse. Esa sociedad no

    es probablemente ms proclive a la violencia de lo que pueda serlo lanuestra, por poner un ejemplo, y el terrorista ha de movilizarla o, al menos,ganarse su aceptacin pasiva. El uso de la violencia es uno de los instru-mentos que emplea para legitimarse ante esa sociedad, haciendo ver laseriedad de su propsito. A ella, pues, se dirige el terrorista en primerlugar con su violencia. Su lucha para ganar legitimidad mediante atenta-dos se libra en buena parte en el terreno meditico empleando una mezcladispar de medios que une la modernidad de Internet con el aparente pri-mitivismo del suicida que se inmola para matar. Ni qu decir tiene que,

    dada la altura de miras que atribuye a la causa por la que lucha, ningnescrpulo moral limita el dao que intenta causar.

    Muy diferente es la situacin del Estado en lo que al uso de la fuerzase refiere. Sobre todo si se trata, como es el caso de Espaa, de sussocios en la Unin Europea y de sus aliados de la alianza atlntica, deEstados democrticos de derecho: el uso de la fuerza les deslegitima enla medida en que no puedan convencer a la opinin pblica de que lohacen justificadamente y de que la emplean con precisin y slo en lamedida necesaria. Este hecho, y la propia naturaleza de la lucha contra el

    terrorismo, hacen ineficaz el empleo convencional de la fuerza como nicorecurso para enfrentarse al yihadismo. De aqu nace, por cierto, el rena-cido inters que hoy existe en los ejrcitos occidentales por las teorasque sobre la guerra insurreccional o de guerrillas se elaboraron durante losaos 60, al hilo de las guerras de descolonizacin; teoras que durantecerca de medio siglo se habran visto relegadas a un segundo plano poruna visin del conflicto armado ms convencional y orientada a la tecno-loga, pero que la evolucin de los conflictos de Irak y Afganistn ha tradode nuevo a un primer plano.

    De todo ello se deduce la importancia de combinar un empleo medidode la fuerza militar all donde sta es necesaria, con otras variadas formasde actuaciones que van desde las puramente policiales hasta las diplom-ticas, pasando por las orientadas al desarrollo poltico y econmico delgrupo social en el que haya anidado el terrorismo. Una de las ms impor-tantes, porque orienta a las restantes, es la inteligencia. Si esta es impor-tante en todo conflicto, ms an lo es en el que aqu nos ocupa. Las razo-nes son varias: nos enfrentamos a un adversario poco definido; susmotivaciones nos resultan casi siempre ajenas; su lenguaje nos es desco-

    nocido, salvo excepciones; sus cdigos de comportamiento no son los

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    Introduccin

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    nuestros, y sus formas de actuacin nos resultan extraas y nos repugnanen muchos casos.

    De ah la pertinencia de este Cuaderno, que analiza el papel vital quejuega la inteligencia frente al terrorismo yihadista. En l se dan cita cuatrode nuestros mejores especialistas del mundo universitario y un cualificadorepresentante del propio Ministerio de Defensa. Partiendo solo de fuentesabiertas consiguen entre todos darnos una visin detallada de ambascuestiones, construida desde una ptica fundamentalmente espaola ysolo limitada por la propia extensin del Cuaderno. Tal y como quedareflejado en el ndice, el esquema lgico que se ha seguido consiste enanalizar en primer lugar el terrorismo yihadista para explicar despus el

    papel de la inteligencia en la lucha contra el mismo.

    El profesor D. Rogelio Alonso abre el primero de los trabajos con unaexplicacin de los rasgos distintivos de esta clase de terrorismo que sirvede introduccin al conjunto del Cuaderno, para analizar a continuacin losprocesos de radicalizacin y reclutamiento que lo alimentan. Se trata dedos aspectos bsicos del fenmeno puesto que tratan de responder a unapregunta que es clave: cmo se genera un yihadista? Pese a ello, sonprocesos poco estudiados y tardamente incorporados a las estrategiasantiterroristas pues, como el profesor Alonso nos recuerda, en Europa elConsejo solo lleva a cabo esta incorporacin el 25 de marzo de 2004, esdecir, tras los atentados de Madrid.

    A juicio del autor, estos procesos se apoyan en una ideologa la neo-salafista que justifica la violencia ms brutal; en la socializacin en elodio que se produce en determinados entornos; en una propaganda quepresenta al terrorismo como un instrumento necesario, eficaz y honorable,y en la influencia de algunas figuras carismticas que actan como refe-rentes. Quizs nada resuma mejor estas tesis que la cita que el profesor

    Alonso recoge del sirio Setmarian: El terrorismo es un deber y matar, unaregla. Todo joven musulmn debe convertirse en terrorista. Frente a todoello propone una estrategia orientada a la prevencin y a la contencin,basada en una batera de medidas entre las que destacan el esfuerzo paraintegrar en la cultura democrtica a los grupos susceptibles de generarradicalismo, con especial atencin a la segunda y tercera generacin deinmigrantes; las iniciativas educativas y culturales que se opongan a laintolerancia y al fanatismo propios de estos grupos; y, por ltimo, la pre-sin contra las redes de radicalizacin y reclutamiento, que ha de ser poli-cial y judicial pero debe extenderse a mbitos como las prisiones o Inter-

    net. Todo ello, sin olvidar el papel y la responsabilidad que corresponde a

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    Carlos Villar Turrau

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    los medios de comunicacin social en una lucha que, como ya se hadicho, es en buena parte meditica.

    En el segundo de los trabajos, el profesor D. Javier Jordn describe laestructura y el funcionamiento de las redes yihadistas en Europa, centrandosu estudio en las de la actual tercera etapa. Con esta denominacin nosrecuerda que el yihadismo tiene tras de s una larga historia, a lo largo de lacual ha evolucionado; y que hoy ya no nos enfrentamos a los grupos nacio-nales, homogneos y reducidos, propios de la primera etapa, sino a organi-zaciones mayores y ms numerosas, que cooperan frecuentemente entre sy que no dudan en atacar objetivos especficamente europeos.

    Empleando la metodologa del anlisis de redes sociales, junto conabundantes ejemplos reales que analiza con gran detalle, el profesorJordan distingue dos grandes clases de redes: las que estn integradasen organizaciones superiores y las que denomina redes de base, que nolo estn. Las primeras responden al modelo adhocrtico, que, como nosrecuerda el autor es la anttesis de los modelos weberiano y taylorista deorganizacin, que son, por cierto, aquellos en los que estamos acostum-brados a movernos y a trabajar; se consiguen as organizaciones terroris-tas particularmente flexibles y dinmicas. Las redes de base, por su parte,no estn coordinadas por escalones superiores, pero s influidas por ellos.Pese a su menor tamao, no cabe dudar de su eficacia: los atentados del11-M en Madrid fueron obra de una de ellas. En sus conclusiones, el pro-fesor Jordn pone de relieve el hecho de que pese a las dificultades apa-rentes, los servicios de inteligencia pueden actuar contra estas redesbasndose en sus puntos dbiles: la escasa cualificacin de sus recursoshumanos, producto de los sistemas de seleccin seguidos y de la ausen-cia de formacin sistemtica, entre otros factores; y su necesidad de inter-actuar con el entorno, que hace posible aproximarse a las redes yihasdis-tas a travs de otras ms accesibles (redes de delincuencia comn; redes

    sociales en torno a mezquitas, en entornos carcelarios, etc.).Tras este anlisis de la estructura de las redes terroristas, el Cuaderno

    estudia uno de sus mtodos de actuacin ms caractersticos: las misio-nes suicidas. A ellas est dedicado el tercero de los trabajos, en el que elprofesor D. Lus de la Corte examina la evolucin y caractersticas de lasmisiones suicidas que pudiramos considerar tradicionales, como de lasque tienen lugar en fechas ms recientes bajo la impronta del yihadismosalafista y de Al Qaida. De acuerdo con su anlisis, los atentados suicidasde origen islamista representaban el 24% del total durante la pasada

    dcada; en la actual, los cometidos por grupos de inspiracin salafista

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    Introduccin

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    total o parcialmente identificados con el proyecto de Al Qaida asciendenal 70%. Esta organizacin, que los emplea desde su inicio, se ha caracte-

    rizado por no limitarlos a ninguna regin concreta del mundo, buscar vic-timas civiles occidentales y judas en pases no musulmanes, alcanzarniveles inditos de letalidad y resonancia meditica, seleccionar objetivoscon una alta carga simblica y desarrollar una eficaz labor propagands-tica en torno a los atentados.

    Los ataques suicidas siguen siendo un medio muy til para el terro-rismo yihadista, y un medio barato y fcil de usar. Cierto es que para dis-poner de terroristas suicidas han de darse las circunstancias adecuadas:no bastan los procesos de radicalizacin y reclutamiento previamente

    estudiados; ha de haber y debe cuidarse lo que el profesor de laCorte denomina una subcultura del martirio, que ya exista en ciertosentornos desde el siglo pasado pero que al Qaida ha revitalizado; han dedarse tambin determinadas condiciones sociales y, sobre todo, psicol-gicas en el futuro suicida: en particular, ste debe interiorizar una visinheroica y enaltecedora de su futura accin y ha de sentir una aguda nece-sidad de trascendencia social. Partiendo de estos rasgos y del resto delas caractersticas de esta clase de misiones, el profesor De la Corte pro-pone a los servicios de inteligencia el escrutinio constante de una serie de

    indicadores de ataques suicidas para contribuir as a desarrollar una res-puesta especifica contra los mismos.

    Analizado ya el terrorismo yihadista desde la perspectiva de este Cua-derno, sus dos ltimos trabajos abordan el papel que frente a l juega lainteligencia. En el primero de ellos, el profesor D. Diego Navarro examinala que puede obtenerse de fuentes abiertas, para, a continuacin, y vistoel uso intenso que de la misma hacen los grupos terroristas, alertarnostanto sobre nuestra llamativa vulnerabilidad en este campo, como sobrelas posibilidades de actuacin que nos brinda. Para ello, analiza en primer

    lugar lo que es y lo que representa actualmente, incluso para los serviciosoficiales, la inteligencia de fuentes abiertas, que en los pases occidenta-les es muy abundante, adems de fiable y barata. Ante la imposibilidadprctica de acudir a otros medios ms complejos, como seran la inteli-gencia de seales o la de comunicaciones, entre otras, es lgico que elyihadismo haga un uso preferente de las fuentes humanas y de las abier-tas. Como el propio autor reconoce, existen tcnicas que nos permitenexplotar esta dependencia, pero su utilidad no es la misma en el nivelestratgico que en el operacional o en el tctico, donde tambin las

    emplean los terroristas.

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    Carlos Villar Turrau

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    Por otro lado, el profesor Serrano expone tambin su preocupacinpor el uso que el terrorista, real o potencial, puede hacer de una clase

    especial de informacin abierta: la que es susceptible de obtenerse ennuestras Universidades, un entorno particularmente abierto a la discusiny al intercambio de conocimiento que adems, gracias a sus especialescaractersticas, puede dar cobijo a grupos terroristas capaces de vivir ydesarrollarse en su seno hasta el momento en que decidan actuar.

    En el ltimo de los trabajos del Cuaderno se analiza el papel quejuegan los servicios de inteligencia en la lucha contra el terrorismo yiha-dista y en los retos a los que se enfrentan. Su autora, la analista Da.Mara de los ngeles Lpez, pertenece al Ministerio de Defensa, y, en con-

    secuencia, su estudio est fundamentalmente orientado hacia las activi-dades y perspectivas del Centro Nacional de Inteligencia. Su trabajo seinicia con una descripcin del escenario internacional en el que tiene lugarla lucha contra el yihadismo, y de los instrumentos y medios empleadosen la misma; a este respecto, cabe destacar la importancia que atribuyeal uso de Internet y a los medios de comunicacin. Esta importancia, yasealada al comienzo de esta Introduccin, queda recogida con toda cla-ridad en la cita que la autora hace del propio Ayman Al-Zawahiri: Os digoque estamos librando una batalla y ms de la mitad del combate se libra

    en el campo de batalla de los medios de comunicacin.Entrando ya en la lucha contra el terrorismo, la autora recuerda las tres

    funciones que en ella desempean los servicios de inteligencia (preven-tiva, investigadora y de apoyo), reconoce la prioridad que en la citadalucha tienen las fuentes humanas y explica los cambios a los que handebido hacer frente los servicios de inteligencia al tener que combinar sutrabajo tradicional, mas orientado hacia el medio y largo plazo, con el queexigen las meras tareas de seguridad en el corto plazo. Todo ello se ha tra-ducido en la necesidad de acometer cambios estructurales en los citados

    servicios, tanto en Espaa como en nuestros socios y aliados, y a unamayor cooperacin entre todos ellos.

    Especialmente interesantes resultan las consideraciones que la autorahace en torno a dos aspectos concretos de la lucha antiterrorista: sumarco legal y su incardinacin en una estrategia de seguridad nacional.Respecto del primero, es sabido que, al menos durante los mandatos delpresidente Bush, Estados Unidos se consideraba en guerra contra elterrorismo yihadista, en tanto que Espaa como el resto de nuestrossocios europeos tena al terrorismo por un crimen; es evidente que esta

    diferencia de enfoque condiciona las actividades concretas antiterroristas

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    Introduccin

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    CAPTULO PRIMERO

    PROCESOS DE RADICALIZACINY RECLUTAMIENTO EN LAS REDES

    DE TERRORISMO YIHADISTA

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    INTRODUCCIN

    A pesar de que a lo largo de las ltimas dcadas el terrorismo se hamantenido como una constante amenaza para la seguridad de democra-cias liberales occidentales, durante mucho tiempo las estrategias antite-rroristas estatales e internacionales han prescindido de dos importantesdimensiones del fenmeno terrorista como son la radicalizacin y el reclu-tamiento. La extendida y prolongada preocupacin por el anlisis de las

    causas de los conflictos violentos no sola desembocar en la inclusin dedichos procesos dentro de las lneas estratgicas de actuacin frente alterrorismo.

    Con frecuencia, la lgica inquietud ante la radicalizacin de individuosque terminaban justificando, apoyando o perpetrando acciones terroristasno se traduca en una minuciosa evaluacin de los factores que propicia-ban ese proceso y de los mecanismos precisos para su neutralizacin.Esta carencia contrasta con el enorme inters que ha suscitado estadimensin tras la aparicin y consolidacin de la amenaza del terrorismo

    yihadista, fundamentalmente a raz de los atentados terroristas del 11 deseptiembre de 2001 en Estados Unidos, del 11 de marzo de 2004 enEspaa y del 7 de julio de 2005 en el Reino Unido.

    Sin embargo, la atencin que se ha prestado a esta cuestin, comple-mentada con una considerable dedicacin de recursos, ha ignorado en cier-tas ocasiones las lecciones que previas experiencias antiterroristas permi-tan extraer. Los factores diferenciales que se aprecian al comparar elfenmeno yihadista con otras expresiones terroristas no excluyen la exis-tencia de pautas comunes, particularmente en lo referente a la radicaliza-

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    PROCESOS DE RADICALIZACIN Y RECLUTAMIENTO EN LASREDES DE TERRORISMO YIHADISTA

    ROGELIOALONSO PASCUAL

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    cin y al reclutamiento. Es por ello por lo que la perspectiva comparada serevela como especialmente necesaria a la hora de acometer el anlisis de

    estos procesos. Con estos antecedentes, este captulo analizar las dinmi-cas de radicalizacin y reclutamiento en las redes de terrorismo yihadista.

    Para ello, en primer lugar se abordarn de manera sinttica los rasgosdistintivos que permiten diferenciar a esta expresin de violencia que es elterrorismo yihadista de otras tipologas terroristas. Esta diferenciacinpermitir una mejor comprensin de las pautas comunes que emergen alexaminar los elementos caractersticos de la radicalizacin violenta y delreclutamiento, cuestin que se desarrollar en el segundo epgrafe de estecaptulo despus de haber definido ambos fenmenos. De ese modo se

    introducir el anlisis de las etapas que se aprecian en el proceso a travsdel cual determinados individuos acometen una radicalizacin violenta,evalundose los estadios que conforman el trnsito que puede concluir enla movilizacin y el reclutamiento dentro de entidades dispuestas a perpe-trar actos terroristas yihadistas.

    Posteriormente, en el tercer epgrafe, se evaluarn las ms destaca-das variables facilitadoras de la radicalizacin violenta. Entre ellas seincluyen ciertos componentes ideolgicos, racionales y emocionales, losprocesos de socializacin favorecedores de un entorno propicio para laradicalizacin y el reclutamiento, los actores que los promueven, ascomo los lugares en los que se acometen y los mtodos de promocinde los mismos. En cuarto lugar se detallarn los instrumentos de preven-cin y contencin que se entienden eficaces para combatir estos fen-menos manifestados en el terrorismo yihadista, antes de finalizar conunas breves conclusiones.

    EL TERRORISMO YIHADISTA: RASGOS DISTINTIVOS

    El atentado perpetrado el 11 de marzo de 2004 en Madrid supuso lairrupcin en nuestro pas del terrorismo yihadista. La magnitud de lamasacre cometida en Madrid por terroristas islamistas caus una enormeconmocin en Europa y Estados Unidos agudizando la sensacin demiedo y vulnerabilidad que en las sociedades occidentales ya habangenerado los atentados mltiples cometidos el 11 de septiembre de2001. El 11-M demostraba la continuidad de esta amenaza terrorista y sumaterializacin en Espaa, confirmando por tanto la posibilidad de futu-ros atentados altamente indiscriminados y letales como los perpetrados

    aquel da.

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    Procesos de radicalizacin y reclutamiento en las redes de Terrorismo Yihadista

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    Este escenario situaba a la sociedad espaola ante un nuevo desafocuyos principales rasgos resulta oportuno sintetizar con el fin de contex-

    tualizar el posterior anlisis de los procesos de radicalizacin y recluta-miento de esta modalidad terrorista (1). Si bien el fenmeno terrorista haevolucionado a lo largo del tiempo, observndose en sus diferentes mani-festaciones elementos de cambio y permanencia (2), la violencia yihadistase caracteriza por la combinacin de algunos factores particularmenterelevantes para el anlisis posterior de los procesos de radicalizacininherentes a ella. Entre ellos, pueden destacarse los siguientes:

    a) El carcter internacional del terrorismo yihadista

    El tipo de terrorismo en el que se inscriben los atentados del 11 demarzo, y otros abortados con anterioridad y posterioridad a esa fecha,se distingue por su carcter internacional (3). Es sta una peculiaridadque complementa su transnacionalidad, caracterstica sta ltima queno resulta especfica de este tipo de violencia, pues la mayor parte degrupos terroristas han actuado y continan hacindolo de maneratransnacional (4). S resulta ms especfica del terrorismo yihadista sufilosofa y orientacin internacional, definida sta no slo en funcin desu operatividad y estructuracin, sino tambin en relacin con los obje-

    tivos que persigue.La violencia promovida por radicales islamistas obedece a la inspira-

    cin de una red de alcance global cuyos objetivos trascienden los mbi-

    (1) Para un anlisis ms detallado de las caractersticas del actual terrorismo internacional,vase REINARES, FERNANDO. El terrorismo global: un fenmeno polimorfo, Anlisis delReal Instituto Elcano, ARI N 84/2008; Reinares, Fernando. Es el terrorismo internacio-nal como nos lo imaginbamos?: un estudio emprico sobre la yihad neosalafista globalen 2004, Documento de Trabajo del Real Instituto Elcano, 11/7/2005; Reinares, Fer-nando. Conceptualizando el terrorismo internacional,Anlisis del Real Instituto Elcano,

    ARI N 82/2005.(2) ALONSO, ROGELIO. El nuevo terrorismo: factores de cambio y permanencia, en BLANCO,AMALIO, DELGUILA, RAFAEL, Y SABUCEDO, JOS MANUEL (eds.). Madrid 11-M. Un anlisis delmal y sus consecuencias. Madrid, Editorial Trotta, 2005, pp. 113-150.

    (3) Para una descripcin de los principales atentados del terrorismo yihadista en el mbitointernacional, vase AVILS, JUAN. El contexto del 11-M: la yihad terrorista global 1998-

    2005, Instituto Universitario de Investigacin sobre Seguridad Interior, junio de 2006. Unasntesis de algunos de los atentados terroristas frustrados en Espaa en los ltimos aosaparece en JORDN, JAVIER. Las redes yihadistas en Espaa: evolucin desde el 11 M,Occasional Papern 17, Vol. 2, n 3, 2007, www.athenaintelligence.org, pp. 87, 102.

    (4) A este respecto resulta especialmente til la categorizacin de organizaciones terroristasrealizada por RAPOPORT, DAVID. Las cuatro oleadas del terror insurgente y el 11 de sep-tiembre, en REINARES, FERNANDO Y ELORZA, ANTONIO (eds.) El nuevo terrorismo islamista.Madrid, Temas de Hoy, 2004, pp. 45-74.

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    Rogelio Alonso Pascual

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    tos geogrficos en los cuales se cometen las acciones terroristas. Lasaspiraciones de transformacin del orden mundial, ms all de la inten-

    cin de afectar estructuras de gobierno regionales, predomina en el idea-rio de esta forma de violencia. As es puesto que se trata de actividadesllevadas a cabo por fanticos que, inspirados en una visin fundamenta-lista del credo islmico, intentan imponer a travs de la violencia sus cre-encias religiosas y polticas en un amplio espectro. Se incluyen entre stasla creacin de un nuevo califato, as como la recuperacin de territoriosconsiderados como musulmanes que se consideran ocupados, entre ellosnuestro propio pas (5).

    b) La interrelacin de componentes polticos y religiososEl alcance y naturaleza de los objetivos del terrorismo internacional

    revelan cmo la combinacin de variables polticas y religiosas constituyeun relevante factor distintivo de esta tipologa terrorista. Esta violencia sesustenta en una ideologa denominada neosalafista que propugna la vio-lencia como mtodo para realizar la yihad a escala global y la creacin deun nuevo califato, as como la recuperacin de territorios consideradoscomo musulmanes. En consecuencia el ideario neosalafista del queemana el terrorismo yihadista legitima una estrategia de doble confronta-

    cin (6). sta se dirige por un lado a aquellos gobiernos en pases demayoras musulmanas que son considerados como apstatas, as comohacia sociedades no islmicas que son definidas por los inspiradores yperpetradores de la violencia como infieles. Esta adscripcin a una ide-ologa que entremezcla componentes polticos y religiosos deriva en laidentificacin de Espaa como blanco preferente del terrorismo de inspi-racin islamista (7).

    Por un lado, nuestro pas es todava mencionado en la propagandayihadista con referencias a Al Andalus, aludindose de ese modo al

    periodo en el que la pennsula ibrica permaneci bajo dominio musul-mn. La reivindicacin de las ciudades de Ceuta y Melilla completan las

    (5) Sobre los principales fundamentos de esta ideologa y de sus interpretaciones violentas,vase ELORZA, ANTONIO. Los dos mensajes del Islam. Razn y violencia en la tradicin isl-

    mica. Madrid, Temas de Hoy, 2008; DE LACORTE, LUIS Y JORDN, JAVIER. La yihad terro-rista. Madrid, Sntesis, 2007.

    (6) A efectos de sntesis que faciliten la comprensin, en este captulo se entiende que elneosalfismo es la vertiente ms militante y violenta de una corriente como el salafismoque no siempre propugna la violencia.

    (7) Vase, por ejemplo, TORRES, MANUEL. Las menciones a Espaa en la propaganda yiha-dista,Athena Intelligence,Assessment 10/08.

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    Procesos de radicalizacin y reclutamiento en las redes de Terrorismo Yihadista

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    ansias anexionistas del yihadismo en su afn por alcanzar la umma ocomunidad de todos los musulmanes. Desde esa perspectiva cobra sen-

    tido la nocin alimentada por el yihadismo de un Islam bajo asedio quehabra sido fragmentado por occidente.

    Al mismo tiempo la presencia de tropas espaolas en Irak y Afganis-tn ha aportado al terrorismo islamista factores de legitimacin paraidentificar a Espaa como objetivo de su violencia (8). En ese contexto, labeligerancia que el Estado espaol ha mostrado en la persecucin poli-cial y judicial del terrorismo yihadista acrecienta el nivel de amenaza paranuestro pas al profundizar los agravios polticos y religiosos de susseguidores (9).

    c) La estructura organizativa multiforme y la consiguiente diversificacindel carcter de la amenaza

    Los defensores y ejecutores de esta violencia yihadista no se limitannicamente a una organizacin terrorista como Al Qaeda, sino que a ellase suman ciertas entidades y redes afiliadas (10), as como otras clulasautoconstituidas en distintos mbitos geogrficos, pero inspiradas en elreferido grupo. Si bien la estructura organizativa del terrorismo yihadistaser oportunamente analizada en otro captulo de este volumen, convieneincidir en el carcter multiforme del mismo.

    Desde algunos mbitos se ha infravalorado la amenaza que Al Qaedacomo organizacin representa, llegndose incluso a dudar de su existen-cia. En ese sentido se alude a la supuesta debilidad del liderazgo de laorganizacin como consecuencia de distintas medidas antiterroristas,aducindose por ello su incapacidad para constituirse en una seria ame-naza como la que se materializ con los atentados del 11 de septiembreen Estados Unidos (11). Sin embargo, anlisis elaborados por acadmicos

    (8) En los ltimos aos se ha incrementado en Espaa el nmero de personas detenidas poractividades relacionadas con el terrorismo yihadista. Europol. TE-SAT EU TerrorismSituation and Trend Report, 2008.

    (9) En primera lnea de fuego, Irujo, Jos Mara. El Pas, 11 de marzo de 2007.(10) ELY KARMON. The Islamist Networks. Coalitions between terrorist organisations. Leiden,

    Martinus Nijhoff, 2005, pp. 309-381.(11) A este respecto, vase SAGEMAN, MARC. Leaderless jihad. Terror Networks in the Twenty-

    First Century. Pennsylvania, University of Pennsylvania Press, 2008, as como el debateque la publicacin de ese ttulo suscit en: HOFFMAN, BRUCE, The Myth of Grass-RootsTerrorism. Why Osama Bin Laden Still Matters, Review Essay, Foreign Affairs,Mayo/Junio de 2008, pp. 160-165; Sageman, Marc, The reality of grass-roots terro-

    rism, Foreign Affairs, Julio/Agosto, pp. 163-166.

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    y diversos servicios de inteligencia contradicen ese diagnstico, corrobo-rando el carcter mltiple de una amenaza en la que se incluye una Al

    Qaeda probablemente en estado de mutacin (12). A ese respecto debealertarse sobre el desconocimiento de importantes facetas en relacin condicha organizacin, ignorancia que en absoluto debera equipararse con lainexistencia de la amenaza y que llevara a desconsiderar, equivocada-mente, una decisiva parte de la misma.

    d) La elevada letalidad y el alto grado de indiscriminacin

    La destructiva letalidad que el terrorismo yihadista ha perseguidomediante sus atentados le confiere otro elemento de distincin que acre-

    cienta la peligrosidad de la amenaza. Este rasgo se ha visto complemen-tado por la considerable indiscriminacin que su violencia anhela, circuns-tancia sta que ha convertido los atentados suicidas en una opcinpreferente dentro del repertorio de tcticas disponibles para el terroristayihadista (13).

    Asimismo, la letalidad como factor de riesgo se acenta ante laposibilidad del recurso a armas de destruccin masiva por parte de AlQaeda, grupo que ha mostrado su inters por obtener material desti-nado a su elaboracin. A este respecto, puede recordarse que paraOsama Bin Laden la adquisicin de armas de destruccin masivaconstituye un deber religioso que le permitira crear un nuevo Hiros-hima en Estados Unidos (14). No obstante, si bien los gobiernosdeben sin duda prever y establecer planes de contencin ante el riesgode semejante escenario, como efectivamente as han hecho, la verda-dera materializacin del mismo parece ms incierta de lo que algunosobservadores auguran.

    Las dificultades que la obtencin y diseminacin de agentes qumicos,

    biolgicos, radiolgicos o nucleares plantean obligan a interpretar esa ame-naza como posible, pero no tan probable como la que continan represen-tando los medios ms convencionales (15). En realidad, como puede

    (12) HAMILTON, LEE, HOFFMAN, BRUCE, JENKINS, BRIAN, PILLAR, PAUL, RAUFFER, XAVIER, REICH,WALTER, REINARES, FERNANDO, State of the struggle. Report on the Battle against GlobalTerrorism, Washington, Council on Global Terrorism, 2006.

    (13) Ser el terrorismo suicida objeto de atencin de un posterior captulo en este volumen.(14) BUNN, MATTHEW, WIER, ANTHONY, Y HOLDREN, JOHN. Controlling Warheads and Materials. A

    Report Card and Action Plan. Cambridge, Harvard University, 2003, pp. 1-19.(15) Sobre esta cuestin, vase Pita, Ren. Armas qumicas. La Ciencia en manos del mal.

    Valencia, Plaza y Valds, 2008.

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    demostrarse estadsticamente, los actos de terrorismo perpetrados a travsde bombas convencionales continan representando el mtodo ms san-

    griento y letal de todos los que comprende el amplio repertorio de accionesterroristas.

    e) La diversidad de orgenes, causas y motivaciones

    La correcta definicin de la amenaza que el terrorismo internacionalcomporta requiere asimismo la identificacin del origen de la misma. Lapresencia de redes yihadistas en nuestro pas se remonta a finales de ladcada de los ochenta y comienzos de los noventa, periodo en el que seasentaron en nuestro pas ciudadanos sirios que lideraran la formacin de

    lo que ms tarde llegara a denominarse como la primera clula de AlQaeda en Espaa (16).

    Asimismo, en esa poca comenzaron a gestarse redes integradas porargelinos procedentes de un pas como Argelia envuelto en un intensoconflicto civil. Las primeras detenciones de yihadistas datan de 1997,resultando ya entonces evidente la implicacin de radicales en tareas deadoctrinamiento, logstica, financiacin y refugio. La evolucin en el pro-ceso de radicalizacin de estos radicales devino en una progresin de suactivismo y de sus consideraciones tcticas hasta la identificacin deEspaa como blanco legtimo del terrorismo yihadista.

    Tras los atentados de septiembre de 2001, la creciente actividad yiha-dista llev a los servicios de inteligencia a interpretar como inevitable unnuevo atentado terrorista (17). No resultaba improbable que ste tuvieralugar en territorio espaol, como se deduca de las declaraciones en 2002del entonces presidente del gobierno Jos Mara Aznar tras la detencinde Imad Eddin Barakat, aliasAbu Dahdah, considerado como uno de losresponsables de Al Qaeda en Espaa: Todos los pases tenemos que

    (16) En septiembre de 2005 la Audiencia Nacional conden a un total de 18 personas por sucolaboracin con Al Qaeda en los aos anteriores a su detencin en 2001. Entre ellas seencontraba el ciudadano de origen sirio Imad Eddin Barakat Yarkas, aliasAbu Dahdah,que fue condenado a 27 aos de crcel por direccin de organizacin terrorista y cons-piracin para cometer los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Esta-dos Unidos. En junio de 2006 el Tribunal Supremo redujo a 12 aos su condena al con-siderar que el terrorista no haba participado en dichos atentados.

    (17) Un informe confidencial elaborado por Europol en junio de 2002 advirti en relacin conla amenaza del terrorismo islamista que La principal pregunta no es si habr otroataque, sino quin lo har, cundo y contra qu objetivos. Citado en I RUJO, JOS MARA,El agujero. Espaa invadida por la yihad. Madrid, Aguilar, 2005, p. 207.

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    estar preparados, porque todos podemos ser objeto de atentados, y entodos los pases hay clulas durmientes (18).

    En contra de las simplificaciones homogeneizadoras sobre la etiologade esta violencia, la combinacin de diversas causas y motivacionesofrece una explicacin ms rigurosa de esta variable. As por ejemplo, sibien es cierto que la existencia de conflictos internacionales como losdesarrollados en Afganistn e Irak increment el potencial de radicaliza-cin de determinados individuos (19), debe insistirse en que la aparicindel terrorismo yihadista precede a las intervenciones occidentales endichas regiones. A modo de ejemplo puede destacarse que ya en 2001 uninforme de la fiscala de Miln informaba que nuestro pas se haba con-

    vertido en la principal base de Al Qaeda en Europa como consecuenciade las actividades de redes terroristas que concluiran con las detencionesde diversos activistas a finales de ese ao (20).

    En 2003 un informe redactado por Europol adverta de los riesgos parala seguridad espaola en los siguientes trminos: Varios grupos terroris-tas que bajo el liderazgo de Al Qaeda conforman el denominado FrenteIslmico Mundial, as como aquellos que propugnan la internacionaliza-cin de la yihad a escala global continan representando la mayor ame-naza para nuestros intereses as como para los intereses del resto de losestados miembro de la Unin Europea. El apoyo del gobierno espaol a laintervencin militar en Irak por parte de los Estados Unidos y sus aliadosconstituye sin duda un factor de riesgo adicional para Espaa, si bienpuede que no sea el ms importante o peligroso (21).

    Como se desprende de tan revelador informe, y como confirma la sen-tencia por los atentados del 11 M dictada por la Audiencia Nacional enoctubre de 2007, no es posible concluir que la causa directa de los aten-tados fuese la poltica espaola respecto a Irak. As lo evidencia adems

    el que la campaa preparada por los terroristas tuviera una continuidadincluso despus del triunfo electoral socialista y de que se procediera aretirar las tropas espaolas de la regin.

    (18) Ibid, p. 164.(19) PAZ, REUVEN. From Madrid to London: Al-Qaeda Exports the War in Iraq to Europe, pp.

    4-6, Global Research in International Affairs (GLORIA) Center, The Project for the Rese-arch of Islamist Movements (PRISM), Occasional Papers, vol. 3 (2005), n 3, julio de 2005.

    (20) Al Qaeda convirti Espaa en la base principal de su red en Europa, IRUJO, JOS MARA.El Pas, 3 de marzo de 2002.

    (21) Europol. Terrorist Activity in the European Union: Situation and Trends Report (TE-SAT)October 2002-15 October 2003, 3 de marzo de 2003, p. 37.

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    Las investigaciones judiciales han corroborado que las actividadesradicales de muchos de los individuos implicados en los atentados del

    11 M antecedieron la intervencin en Irak o incluso a la de Afganistn en2001. Algunos yihadistas encontraron un fuerte elemento de motivacinen el sentimiento de venganza generado por las detenciones de desta-cados radicales islamistas a finales de 2001. En realidad, algunos deellos manifestaban ya desde 2002 una mentalidad para realizar layihaden Espaa.

    As se desprenda, por ejemplo, de uno de los sumarios judiciales rela-cionado con causas contra terroristas musulmanes en el que se reprodu-ca un sermn pronunciado en 2002 en una mezquita espaola abogn-

    dose por la yihadcon el fin de liberar no slo los territorios palestinos sinotodos los territorios rabes (22). Existe constancia de que ya en esa pocase alentaba a los jvenes radicales a embarcarse en dicha yihad violenta,compromiso que podan acometer sin necesidad de viajar a lejanos desti-nos como Afganistn, sino ms bien en lugares tan prximos como Espaay Marruecos en los que tambin apareca justificado el terrorismo.

    Asimismo, debe concluirse que la amenaza de Al Qaeda y gruposafines no slo no ha desaparecido, sino que ha aumentado, tras los aten-tados perpetrados en marzo de 2004 (23). Esta circunstancia demuestraque las causas del terrorismo islmico son ms complejas de lo que afir-maron quienes atribuyeron la matanza a una determinada decisin de lapoltica exterior del gobierno en aquella poca. Esta constatacin tam-poco debe servir para infravalorar la importancia que la intervencin occi-dental en Irak ha cobrado en los procesos de radicalizacin de extremis-tas partidarios de involucrase en actividades terroristas en nuestro pas yen el resto de Europa (24). Es preciso subrayar que, fundamentalmente, loque el escenario iraqu aport fue una justificacin propagandstica paradirigir acciones terroristas contra democracias liberales (25).

    Los elementos distintivos del terrorismo yihadista sintetizados en losprrafos precedentes permiten enmarcar el anlisis de la radicalizacin y elreclutamiento que precede y acompaa a las actividades propias de este

    (22) Audiencia Nacional, Juzgado Central de Instruccin Nmero 6, Madrid, Sumario N20/2004, Auto, 10/04/2006, pp. 1235-1236.

    (23) As lo corrobora el informe Europol. TE-SAT EU Terrorism Situation and Trend Report,2008, p. 17.

    (24) Paz (2005), op.cit.(25) DODD, VIKRAM. Police report: foreign policy helped make UK a target, The Guardian, 7

    de julio de 2006.

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    tipo de violencia. Esos rasgos diferenciadores son particularmente relevan-tes para comprender los procesos de radicalizacin acometidos por aque-

    llos individuos que terminan justificando y perpetrando actos de terrorismoyihadista. As ocurre porque en la radicalizacin y el reclutamiento de extre-mistas musulmanes pueden identificarse tendencias comunes con otrasexpresiones terroristas en las que se acometen procesos similares. Portanto, para analizar el trnsito que culmina con el apoyo al terrorismo yiha-dista, conviene tener presentes esas pautas anlogas y diferenciadas. Deese modo podrn definirse las caractersticas del proceso de radicalizacinnecesario para la movilizacin y el reclutamiento de simpatizantes y acti-vistas yihadistas, cuestin sta que ser abordada en el siguiente epgrafe.

    LA RADICALIZACIN VIOLENTA Y EL RECLUTAMIENTO:DEFINICIN Y CARACTERSTICAS

    Durante dcadas la violencia terrorista ha constituido una amenazaconstante para diferentes democracias liberales, entre ellas la espaola.Desde finales de los aos sesenta, diversos han sido los grupos terroris-tas que en sociedades occidentales han utilizado la violencia con la inten-cin de imponer aspiraciones polticas nacionalistas, as como objetivos

    adscritos a ideologas consideradas de extrema izquierda o extrema dere-cha. Sin embargo, no ha sido hasta la irrupcin de la amenaza del terro-rismo yihadista cuando las estrategias antiterroristas han prestado espe-cial atencin a uno de los ms relevantes aspectos del fenmeno terroristacomo es el de la radicalizacin y el reclutamiento.

    La incorporacin de estos elementos a los programas de respuestaantiterrorista comienza a tomar forma a partir de los atentados terroristasdel 11 M. En este sentido, la Declaracin sobre la Lucha contra el Terro-rismo adoptada por el Consejo Europeo el 25 de marzo de 2004, esto es,

    pocos das despus de los atentados perpetrados en Madrid, sealabacomo uno de sus principales objetivos el de Responder a los factoresque propician el apoyo al terrorismo y la captacin de terroristas potencia-les (26). En consonancia con esa aspiracin se planteaba la necesidad deidentificar los factores que contribuyen al reclutamiento de terroristas,tanto dentro de la UE como a nivel internacional, y desarrollar una estra-tegia a largo plazo para hacerles frente (27).

    (26) Declaracin sobre la Lucha contra el Terrorismo, Bruselas, 25 de marzo de 2004, p. 16.(27) Ibid.

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    Un ao despus, la Unin Europea procedi a actualizar su Plan deaccin contra el Terrorismo adoptado tras los atentados perpetrados en

    Madrid. En diciembre de 2005, se aprobaba la nueva Estrategia de laUnin Europea contra el Terrorismo, estructurndose sta en torno acuatro pilares fundamentales: Prevenir, Proteger, Perseguir y Res-ponder. El objetivo de la prevencin era el de evitar que individuos seadhieran al terrorismo, abordando los factores y las causas estructuralesque pueden conducir a la radicalizacin y reclutamiento, en Europa einternacionalmente (28).

    Previamente, en septiembre de 2005, la Comisin Europea ya habadefinido la radicalizacin violenta como el fenmeno en virtud del cual las

    personas se adhieren a opiniones, puntos de vista e ideas que puedenconducirles a cometer actos terroristas (29). La radicalizacin violentapoda verse complementada adems con el reclutamiento en redes terro-ristas, esto es, la captacin e integracin de individuos en clulas dispues-tas a realizar acciones de violencia terrorista.

    Esta conceptualizacin ofrece una base de utilidad para analizar losrasgos caractersticos de la radicalizacin y el reclutamiento comunesa diferentes expresiones de violencia. A partir de estas definiciones,varias son las premisas que permiten trazar un marco terico con el queabordar posteriormente por qu y cmo surgen los procesos de radica-lizacin violenta, adems del reclutamiento en las redes del terrorismoyihadista.

    a) Un fenmeno en absoluto novedoso

    En primer lugar, es preciso subrayar que, tal y como ha recordado lapropia Comisin Europea, existen caractersticas comunes a distintasformas de radicalizacin violenta, ya sean stas de carcter naciona-

    lista, anarquista, separatista, de extrema derecha o de extrema iz-quierda, o derivadas de una interpretacin excesiva del Islam (30). Portanto, el proceso en funcin del cual algunos individuos asumen ideariosextremistas llegando a aceptar la justificacin y realizacin de acciones

    (28) Estrategia de la Unin Europea contra el Terrorismo, Bruselas, 1 de diciembre de2005, p. 3.

    (29) Comunicacin de la Comisin al Parlamento Europeo y al Consejo sobre la captacinde terroristas: afrontar los factores que contribuyen a la radicalizacin violenta, Bruse-las, 21 de septiembre de 2005, COM (2005) 313 final, Comisin de las ComunidadesEuropea, p. 2.

    (30) Ibid.

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    violentas en nombre de una causa no constituye un fenmeno absoluta-mente novedoso.

    Las prolongadas campaas terroristas que en Europa se han desarro-llado desde los aos sesenta confirman la existencia de procesos de radi-calizacin que han actuado como catalizadores de violencia con anteriori-dad a la irrupcin del terrorismo yihadista en nuestras sociedades. Enconsecuencia, a la hora de analizar los mecanismos de radicalizacin deindividuos que propugnan una interpretacin radical, extremista y violentadel Islam, resultar sensato extraer lecciones de las experiencias antiterro-ristas frente a grupos ideolgicamente diferenciados como ETA, IRA,Baader Meinhof, Brigadas Rojas u otros (31). As debe ser a pesar de las

    diferencias que pueden observarse en lo referente a los contextos polticosy sociales en los que han surgido esas distintas expresiones terroristas.

    b) Un fenmeno minoritario

    En segundo lugar, debe incidirse en que a pesar de la existencia denumerosas manifestaciones terroristas, y pese a la preocupacin social ypoltica que el terrorismo yihadista suscita, hoy en da la radicalizacin vio-lenta y la participacin en actividades terroristas no constituye un fenmenomayoritario en nuestro pas ni en otras democracias liberales europeas. Porel contrario aquellos individuos que muestran un respaldo hacia el extre-mismo religioso o el terrorismo en el nombre del Islam conforman nica-mente una minora. No es por tanto un fenmeno prevalente en el mbitoespaol, como sucesivas encuestas sociolgicas demuestran (32). No obs-

    (31) Sobre las motivaciones de los integrantes de los grupos terroristas ms violentos enEuropa como el norirlands IRA y el vasco ETA, puede consultarse ALONSO, ROGELIO.Individual Motivations for Joining Terrorist Organisations: A Comparative QualitativeStudy on Members of ETA and IRA, en Victoroff, Jeff (ed.), Social and Psychological

    Factors in the Genesis of Terrorism. Amsterdam, IOS Press, 2006, pp. 187-202.(32) En noviembre de 2006, una encuesta patrocinada por el Ministerio del Interior indicabaque un 4 % de la poblacin musulmana en Espaa consideraba la violencia como unmtodo aceptable para difundir creencias religiosas. En 2007, en otra encuesta auspi-ciada por varios ministerios, se sealaba que el 90 % de los musulmanes espaolesconsideraban que la violencia no deba utilizarse jams para defender o difundir creen-cias religiosas. Metroscopia, Estudios Sociales y de Opinin, Estudio de Opinin en

    2007, entre la Comunidad Musulmana de Origen Inmigrante en Espaa para el Gobiernode Espaa (Ministerio del Interior, Ministerio de Justicia, Ministerio de Trabajo y AsuntosSociales), Madrid 11 de diciembre de 2007, pp. 36-39. Ni siquiera en el mundo rabe ymusulmn puede hablarse de un amplio y generalizado apoyo a la violencia terrorista,que, no obstante, s es respaldada en significativos porcentajes en numerosos pases,como demuestran las encuestas elaboradas por The Pew Research Centre for thePeople & the Press, The Pew Global Attitudes Project, http://pewglobal.org/reports.

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    En consecuencia, la radicalizacin implica un progresivo avance haciadistintos niveles de empata con idearios radicales y extremistas. El pro-

    ceso comienza con una posicin de afinidad ideolgica hacia una deter-minada causa que gradualmente va consolidndose a travs de la asimi-lacin de visiones radicales y fundamentalistas que, en ltima instancia,pueden desembocar en la justificacin de acciones violentas e incluso enla perpetracin de las mismas. El tiempo durante el que se prolonga eseproceso, as como la intensidad del mismo en funcin de los deseos delos actores encargados de su direccin y de la vulnerabilidad del sujetosusceptible de ser radicalizado, condicionar el devenir del individuoinmerso en esa radicalizacin.

    Por tanto, la influencia de ciertas variables y actores determinar laevolucin de un proceso que puede llegar a interrumpirse. Debe subra-yase la posibilidad de que el proceso sea neutralizado impidindose sumaterializacin ms dramtica, como la que supone la comprensin deconductas violentas y la plena implicacin en actividades terroristas.Puesto que la radicalizacin constituye una transicin en la que el indivi-duo modifica su conducta, transitando un camino a medida que se veexpuesto a determinados factores, particularmente relevante resultar ladeteccin de indicadores tempranos de ese proceso con el fin de contra-

    rrestarlo e, incluso, revertirlo. As pues, la exitosa desactivacin del pro-ceso de radicalizacin puede prevenir la degeneracin de ese procesoimpidiendo que el radical llegue a aceptar su reclutamiento en redes terro-ristas o, en el caso de que ya hubiese ingresado en ellas, su definitivaimplicacin en la comisin de actos terroristas.

    e) Una heterognea caracterizacin social

    En cuarto lugar, conviene destacar que las caracterizaciones sociode-mogrficas de individuos definidos como radicales en nuestro pas y en

    otros contextos tienden a revelar una amplia variedad de perfiles (33). Uninforme elaborado a finales de 2004 por la presidencia holandesa de laUnin Europea vino a corroborar que en realidad, los terroristas o poten-ciales terroristas son tan diferentes que no se puede dibujar un claro

    (33) Se realizaron con anterioridad al 11 M varios estudios acerca de individuos involucradosen grupos yihadistas que, a pesar de su utilidad, contienen importantes limitacionesdebido al restringido acceso de fuentes en que se basan, deficiencia metodolgica moti-vada por las obvias dificultades que investigaciones de estas caractersticas entraan.Se trata de SAGEMAN, MARC. Understanding Terror Networks. Philadelphia, University ofPennsylvania, 2004; y LEIKEN, ROBERT. Bearers of Global Jihad: Inmigration and NationalSecurity after 9/11. The Nixon Center, 2004.

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    perfil (34). En el caso de Espaa, dentro de esa diversidad se observantambin tendencias relevantes.

    Por un lado, la mayor parte de los detenidos por actividades relaciona-das con el yihadismo procede del Norte de frica, principalmente de luga-res como Marruecos y Argelia, pases stos que, por otra parte, constitu-yen las principales fuentes de inmigracin musulmana. Por detrs deestas nacionalidades la paquistan y la siria muestran tambin una recu-rrente incidencia en el activismo yihadista (35). Ha sido frecuente tambinla vinculacin con la delincuencia comn de muchos de los integrantes declulas relacionadas con el radicalismo yihadista que llegaron a nuestropas a travs de redes de inmigracin (36).

    Se aprecia igualmente en el colectivo de radicales una tendencia gene-ralizada a la sobrerrepresentacin de jvenes varones. Es la juventud unafase de desarrollo personal en la que la inmadurez propia de ese estadiopuede condicionar decisivamente una rigurosa comprensin de las expe-riencias objetivas vividas por el individuo. Esta situacin convierte a losindividuos durante este periodo vital en particularmente vulnerables a lamanipulacin mediante diversos incentivos y presiones. El idealismo y elemocionalismo visceral tan propio de esta etapa juvenil permiten unamayor receptividad a una serie de valores favorecedores de una conductaradical en detrimento de otros.

    Ha sido habitual en ste y en otros fenmenos terroristas que la radicali-zacin resulte especialmente eficaz en esa etapa juvenil que va acompaadade una relativizacin de los costes que la militancia trae consigo. As ocurrepuesto que en esa fase no suelen aparecer posibles condicionantes comorelaciones de dependencia que incluyan matrimonio, hijos o un empleo fijoque pudiera verse en peligro como consecuencia del activismo. De hechoresulta significativo que los factores que han favorecido la radicalizacin de

    (34) Breves extractos de este informe, que tena carcter confidencial, aparecieron reprodu-cidos en El Pas, 30 de diciembre de 2004.

    (35) GUTIRREZ, JOSANTONIO, JORDN, JAVIER Y TRUJILLO, HUMBERTO, Prevencin de la radica-lizacin yihadista en las prisiones espaolas. Situacin actual, retos y disfunciones delsistema penitenciario,Athena Intelligence Journal, Vol. 3, n 1, 9 de enero de 2008; REI-NARES, FERNANDO, Hacia una caracterizacin social del terrorismo yihadista en Espaa:

    implicaciones en seguridad interior y accin exterior,Anlisis del Real Instituto Elcano,N 34, 2006; Oficina de Relaciones Informativas y Sociales del Ministerio del Interior einformacin contenida en el informe Escenarios sobre la inmigracin elaborado por elCentro de Anlisis y Prospectiva de la Guardia Civil, Madrid 2 de julio de 2002.

    (36) NAVARRETE, MANUEL. Infiltracin terrorista en las comunidades inmigrantes, Instituto Uni-versitario de Investigacin sobre Seguridad Interior, junio de 2005.

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    recruitment (40). Es sta una manera autodidacta de acometer el proceso deradicalizacin hacia la violencia fundamentalmente a travs de los numero-

    sos recursos que la red ofrece.

    f) Un proceso originado por la confluencia de diversos factorespropiciadores y facilitadores

    En sexto lugar, hay que mencionar que no existe una nica causa queinevitablemente impela al individuo a la radicalizacin y a su participacinen acciones de violencia. Existen ms bien factores propiciadores y facili-tadores que empujan y arrastran al individuo, contribuyendo todos ellos aque el radical se sumerja en un proceso conducente a la justificacin y el

    apoyo de acciones violentas. Normalmente es la convergencia de diver-sos factores la que conforma la voluntad individual de iniciar y progresaren dicha radicalizacin e incluso en el reclutamiento. Entre los posiblesfactores contributivos de ese proceso pueden destacarse los siguientes:

    Ideologas extremistas de tipo religioso o secular; Tradiciones y contextos histricos de violencia poltica; Realidad o percepcin de victimizacin tanto directa como indirecta,

    as como de injusticias, represin y alienacin poltica, social o econmicacon su consiguiente sentimiento de frustracin;

    Sentimientos o experiencias de discriminacin por motivos de etnia,raza o religin;

    Insuficiente integracin social tras desplazamientos motivados porinmigracin, guerra civil, conflictos violentos, ruptura familiar u otras expe-riencias dramticas;

    Solidaridad con agravios externos o distantes que generan identifi-cacin por extensin o asimilacin;

    Presencia e influencia de carismticos referentes ideolgicos, fami-liares, sociales y polticos;

    Condicionantes psicolgicos e identitarios que pueden comprenderdesde traumas diversos hasta la bsqueda de refuerzos y de autoridad; Difusin de narrativas e imgenes violentas a travs de los medios de

    comunicacin de masas; Sentimientos de frustracin, odio y venganza hacia ciudadanos cate-

    gorizados como diferentes en funcin de su nacionalidad, religin y ads-cripcin ideolgica.

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    (40) NEUMANN, PETER, ROGERS, BROOKE, ALONSO, ROGELIO Y MARTINEZ, LUIS. Recruitment andMobilisation for the Islamist Militant Movement in Europe, Kings College London,diciembre de 2007, pp. 87-90.

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    EL PROCESO DE RADICALIZACIN Y RECLUTAMIENTO:VARIABLES DE INFLUENCIA

    El terrorismo es un tipo de violencia social practicado por individuosque tras acometer procesos de radicalizacin toman la decisin de perpe-trar acciones violentas justificadas en funcin de diversos factores. Aspues, si el terrorismo yihadista es un mtodo de accin al que se recurretras asumir una interpretacin fundamentalista y radical del Islam condu-cente a la legitimacin de acciones violentas, oportuno y necesario resultaanalizar el proceso a travs del cual los terroristas acometen esa radicali-zacin y las variables que intervienen en el mismo. A continuacin se exa-

    minan las ms importantes.

    a) Una homogeneizadora ideologa neosalafista

    Como se ha sealado, la radicalizacin es un fenmeno que afecta aun reducido segmento de individuos que, adems, se caracterizan poruna heterognea caracterizacin social. Esa significativa minora insatisfe-cha con el contexto sociopoltico en el que se hallan encuentra en una ide-ologa definida como neosalafista un denominador comn que, utilizadocomo aglutinador, permite profundizar en la conducta radical. Esta doc-

    trina que propugna la violencia como mtodo para realizar la denominadayihad a escala global y la creacin de un nuevo califato, as como la recu-peracin de territorios considerados como musulmanes, es instrumentali-zada con el fin de constituirse en un vnculo homogeneizador.

    Esa interpretacin extremista del Islam se constituye en eje de unadoctrinamiento que contribuye a consolidar ideas y actitudes violentas,generando una subcultura de la violencia que reafirma las conviccionesabsolutistas y los comportamientos fanatizados en la raz del terrorismo.Los contenidos doctrinales de esta ideologa, compartidos por una diver-

    sidad de activistas de heterogneo perfil sociodemogrfico, facilitan sucohesin. De ese modo, este componente ideolgico basado en unainterpretacin excluyente y violenta del credo islmico se convierte en unpoderoso factor motivacional que permite justificar acciones criminales. Ala luz de esa ideologa, los actos terroristas pueden ser presentados antelos radicales como necesarios e inevitables con el fin de responder antesupuestos agravios sufridos por la nacin islmica.

    La experiencia de los ltimos aos en nuestro pas revela que la referidaideologa ha servido para homogeneizar la militancia y la direccin empren-

    dida por yihadistas que precisaban de refuerzos con los que revalidar los

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    incentivos que les atrajeron al colectivo radical hasta comprometerse conel mismo. De forma similar a lo que ha ocurrido con otros grupos terroris-

    tas europeos nacionalistas y de izquierdas surgidos durante los aossesenta y setenta del siglo pasado, para algunos activistas la ideologa, eneste caso definida como yihadista, aporta una til retrica autojustificativade acciones puramente criminales carentes de un amplio respaldo socialentre la sociedad en general y en la comunidad de referencia en particular.

    El frecuente recurso al terrorismo suicida, amplindose as el umbral dela violencia que el yihadista est dispuesto a perpetrar, impone ademsdeterminadas exigencias que permitan la materializacin de una particu-lar brutalidad asesina. Con ese fin, la doctrina neosalafista aporta al yiha-

    dista una preparacin decisiva para consolidar su voluntad de llevar acabo salvajes acciones de violencia en nombre del Islam (41).

    El pensamiento islamista en el origen de la militancia yihadista se ali-menta de diversas fuentes doctrinales (42). Esa variedad hace posibleque en determinados momentos del proceso de radicalizacin puedansurgir discrepancias entre los objetivos del individuo y los del grupocomo consecuencia de antagnicas interpretaciones. La existencia deuna ideologa como la referida permite que ese potencial conflicto deintereses quede solventado promovindose el isomorformismo en rela-cin con las aspiraciones encuadradas en el marco doctrinal neosala-fista. Ese encuadre ideolgico aportado por el neosalafismo es utilizadocon el fin de construir una identidad colectiva en la que la violencia seerige en un componente primordial y unificador tras depurar posiblesconstricciones ideolgicas (43).

    Ser asimismo un elemento del que se beneficiarn quienes desempe-en tareas de liderazgo en el proceso de radicalizacin, al favorecer el

    (41) LIA, BRYNJAR, Doctrines for Jihad Terrorist Training, Terrorism and Political Violence, Vol.20 (2008), pp. 518-542.

    (42) Como ha sealado Elorza, el integrismo y el terrorismo islmico son el resultado de unproceso de radicalizacin apoyado en una determinada lectura del Corn y de los hadi-ces que se ha beneficiado de la orientacin aportada por pensadores procedentes delos Hermanos Musulmanes como Sayyid Qutb y del integrismo indio como MaulanaMaududi. En ese proceso, los idelogos de Al Qaeda han realizado una eficaz labor defiltro y fusin de los enfoques doctrinales ms fundamentalistas con el fin de construirsu discurso violento. Reinares y Elorza (2004), op.cit., pp. 148-176.

    (43) Sobre la evolucin del pensamiento yihadista con el resultado descrito, vase QUINTAN,WIKTOROWICK. A genealogy of radical Islam, Studies in Confict & Terrorism, vol. 28,2005, pp. 75-97; y QUINTAN, WIKTOROWICK. Anatomy of the Salafi Movement, Studies inConflict & Terrorism, vol. 29, 2006, pp. 207-240.

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    desarrollo de una solidaridad que estrechar vnculos y lealtades. Como elexamen de diversas fuentes judiciales confirma, los lderes de los grupos

    simpatizantes con la causa yihadista han explotado tan til instrumentocon la finalidad de fortalecer la cohesin interna de los mismos, creandoun ambiente favorable para la radicalizacin y su culminacin en la acep-tacin de actividades terroristas. No es por ello extrao que determinadoslderes espirituales y otras carismticas figuras hayan ejercido una notabley decisiva influencia sobre aquellos individuos que formaron parte degrupos vinculados a Al Qaeda en Espaa.

    Idntica ha sido la manipulacin y explotacin del factor ideolgicoacometida por el yihadismo en otros pases. Tamaa relevancia llevaba a

    un destacado responsable de los servicios de inteligencia britnicos adescribir la ideologa como el arma ms eficaz de la que disponen losterroristas, entendiendo el yihadismo como una corriente de pensa-miento difcil de neutralizar y eliminar debido a su rpida expansin yadaptacin a diversos contextos (44).

    No es por ello extrao que algunos estudios sealen que la integracinen el grupo radical se ha visto favorecida por los reducidos conocimien-tos previos del Islam que posea el individuo (45). As puede ocurrir porquesemejante coyuntura disminuye las defensas ideolgicas del potencialactivista, obstaculizando una posible argumentacin crtica de ideariosextremistas en los que el adoctrinamiento tanto incidir para asegurar elreclutamiento.

    Como ya se ha avanzado, experiencias previas de radicalizacin vio-lenta en movimientos sociales de carcter secular aportan interesantespautas para el estudio del terrorismo yihadista. Si bien es cierto que enEuropa determinados movimientos nacionalistas han optado por la violen-cia con la intencin de perseguir sus objetivos, no todas las expresiones

    separatistas han recurrido a ese mtodo de accin. En una lnea similar,no todas las adhesiones a una doctrina religiosa como el Islam han dedesembocar en el apoyo y la justificacin a la violencia. El componenteideolgico emerge pues como factor necesario, pero no suficiente, paraque el proceso de radicalizacin prospere hacia el reclutamiento y la impli-

    (44) OMAND, DAVID. Countering International Terrorism: The Use of Strategy, Survival, vol. 47,n 4, 2005-2006, pp. 107-116.

    (45) Hearing before the Senate Homeland Security and Governmental Affairs Committee,Hearing on Roots of Violent Islamist Extremism and Efforts to Counter It, MichaelLeiter, Director, National Counterterrorism Center, United States of America, 10 deJulio de 2008.

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    cacin en acciones terroristas. Por ello, a continuacin se analizan algu-nas de las variables que tambin influyen en dicho proceso para determi-

    nar su progresin en una direccin violenta.

    b) Socializacin en el odio, subcultura de la violencia y focos deradicalizacin

    La existencia de ideologas receptivas a planteamientos violentos,junto a la confluencia de contextos polticos y sociales conflictivos gene-radores de agravios, producen estructuras de oportunidad en las quepuede desarrollarse la radicalizacin mediante la socializacin en el odioy en una determinada subcultura de la violencia. En esos escenarios cier-

    tos marcos ideolgicos comprensivos o lindantes con el extremismocomo aquellos con los que algunos individuos interpretan sus realidadesdiarias, se ven reforzados por determinados procesos de socializacin.

    La radicalizacin y el reclutamiento se ven afectados por la proximi-dad estructural, la disponibilidad y la interaccin afectiva del individuocon otros miembros del movimiento o su entorno. En el caso de algunossujetos, estos elementos pueden llegar a ejercer una influencia ms viru-lenta que la propia ideologa (46). En numerosas ocasiones las redessociales de parentesco familiar y de amistad han facilitado la atraccin yaproximacin al entorno del grupo terrorista, determinando la progresindesde el estadio de la captacin al del reclutamiento, trnsito precisa-mente posible como consecuencia de la radicalizacin. La socializacinen el odio y la subcultura de la violencia que domina los procesos de radi-calizacin se ve as canalizada mediante el establecimiento y el desarro-llo de lazos familiares y amistosos, sometindose tambin a la gua delderes encargados de identificar lugares y entornos en los que practicarel proselitismo.

    Mezquitas y otras instituciones o asociaciones religiosas, sociales,educativas, culturales y deportivas, han constituido agentes que han per-mitido la interiorizacin de valores radicales, propiciando que algunosindividuos gravitaran hacia el terrorismo. Ha sido en ambientes de ese tipoen los que, una vez seleccionados los potenciales adeptos, se ha perse-guido su adhesin mediante el adoctrinamiento cuidadosamente guiadopor parte de predicadores radicales y lderes espirituales erigidos en

    (46) SNOW, DAVIDA., ZURCHER, LOUISA., Y EKLAND-OLSON, SHELDON. Social networks and socialmovements: a microstructural approach to differential recruitment, enAmerican Socio-logical Review, 1980, Volumen 45, octubre, pp. 787-801.

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    modelos de comportamiento. No es sta una dinmica extraa a la que seha manifestado en los procesos de radicalizacin de otros grupos radica-

    les. As ocurre puesto que es normalmente en entornos como los seala-dos, en los que el individuo desempea actividades recreativas y de ocio,interactuando con otros actores ideolgica y emocionalmente afines, enlos que existe un terreno frtil para la atraccin y la captacin.

    Debe destacarse que, evidentemente, los entornos de socializacindescritos no son por si mismos y de manera genrica ncleos yihadis-tas, sino mbitos susceptibles de ser instrumentalizados por los radica-les. La misma lgica puede aplicarse a asociaciones religiosas islamis-tas de creciente popularidad en nuestro pas como la denominada

    Congregacin para la Propagacin del Islam (Yamaa at-Tabligh al-Dawa) (47). sta organizacin, as como El Partido de la Liberacin (Hizbut-Tahrir) (48), movimiento islamista que propugna la reinstauracin delcalifato, se han convertido en ocasiones en puertas de entrada haciala radicalizacin.

    A pesar de la condena de la violencia que sus lderes articulan enpblico, la defensa de los principios que propugnan deriva en una lgicafundamentalista que revela ambivalencia frente al terrorismo, lindando confrecuencia en el radicalismo violento. No es por ello extrao que pese a surechazo verbal del terrorismo yihadista, estas asociaciones se conviertanen algunos casos en vehculos facilitadores de la inmersin en ideariosradicales que pueden evolucionar hacia una radicalizacin violenta y a laintegracin en clulas terroristas.

    En este sentido, es reveladora la trayectoria de una organizacincomo Al Muhajiroun, dirigida por Omar Bakri, durante aos uno de losdirigentes de Hizb ut-Tahrir en el Reino Unido. Bakri ha sido definidocomo uno de las ms destacados radicales y propagandistas de la vio-

    lencia yihadista, cuya entrada en dicho pas fue finalmente prohibida porlas autoridades britnicas en 2005 despus de haber realizado numero-sas proclamas incendiarias, entre ellas su descripcin de los terroristasresponsables del 11-S como los 19 magnficos. La desaparicin de AlMuhajiroun en 2004 dio lugar a otras dos organizaciones que seran pro-

    (47) Sobre las caractersticas de este movimiento y su evolucin en nuestro pas, AthenaIntelligence. Movimientos musulmanes y prevencin del yihadismo en Espaa: LaYamaa At-Tabligh Al-Dawa, Athena Intelligence Journal, vol. 2, n 1 (2007).

    (48) Sobre las caractersticas de este movimiento, Athena Intelligence. Hizb ut-Tahrir enEspaa, Athena Intelligence,Athena Intelligence Journal, vol. 2, n 2, (2007).

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    hibidas por su glorificacin del terrorismo en cumplimiento de la ley anti-terrorista britnica de 2006.

    Estas organizaciones reflejan a la perfeccin el papel de introduccina la radicalizacin violenta que determinadas instituciones religiosaspueden desempear. Por un lado se ha evidenciado la vinculacin con elmovimiento Tabligh de algunos de los activistas integrados en la red de

    Abuh Dahdah y determinados dirigentes de la clula responsable del 11-M que vieron en la referida organizacin una importante fuente de capta-cin de adeptos. Asimismo tambin ha podido constatarse la relacin dealgunas de las personas involucradas en los atentados del 7 de julio de2005 con la agrupacin dirigida por Omar Bakri (49).

    Como puso de manifiesto en 2007 el juicio tras una de las operacionesantiterroristas desarrollada en el Reino Unido en la que estaban involucra-dos jvenes que participaron en Al Muhajiroun, el papel de esta organiza-cin consisti en proporcionar una determinada cultura, convirtindose enuna suerte de escuela en la que se propugnaban una serie de valores,establecindose adems una narrativa histrica compartida entre susmiembros. Esa especie de club aportaba una red social en la que losmiembros radicalizados encontraban apoyo y recursos en aquellos casosen los que su radicalizacin progresaba hasta pasar a la accin con laintencin de perpetrar atentados terroristas (50).

    En el entorno europeo, las mezquitas han constituido sin duda uno delos ms importantes focos de magnetismo para la captacin de potencia-les radicales. No obstante, en los ltimos aos se aprecia una relativiza-cin de la relevancia de este entorno (51). As ha ocurrido debido al mayorcontrol de estos espacios por parte de las agencias de seguridad e inteli-gencia y como consecuencia de una intensificacin de la supervisin delos mismos a cargo de los propios responsables religiosos de estos cen-

    tros. Esta creciente vigilancia ha prevenido a los radicales inducindoles apotenciar otros focos de radicalizacin.

    Es sta una de las razones por la que locales comerciales, locutorios,domicilios particulares, gimnasios, y otros centros culturales o sociales de

    (49) FIELDING, NICK. Terror links of the Tottenham Ayatollah, The Sunday Times, 24 de juliode 2005.

    (50) MALIK, SHIV. The missing links, The New Statesman, 7 de mayo de 2007.(51) NEUMANN, PETER, ROGERS, BROOKE, ALONSO, ROGELIO Y MARTINEZ, LUIS. Recruitment and

    Mobilisation for the Islamist Militant Movement in Europe, Kings College London,diciembre de 2007.

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    haba prosperado dentro del propio sistema carcelario se produjo con eldesmantelamiento en noviembre de 2004 de una clula creada en la crcel

    salmantina de Topas. Tras ese preocupante descubrimiento, se aplic ladispersin de los internos relacionados con actividades de terrorismo yiha-dista, que fueron reubicados en un total de treinta centros. Se adoptaronasimismo estrictas medidas de control en las comunicaciones de los inter-nos ante la posibilidad de que su separacin facilitara el adoctrinamientode otros presos que pudieran encontrar en la ideologa islamista un suge-rente instrumento que les atrajera a idearios radicales.

    La dispersin de presos fue una medida adoptada en los aos ochentacon el fin de debilitar la cohesin interna de la organizacin terrorista ETA

    facilitando procesos de desvinculacin con la banda al aliviar la presin quesobre el individuo ejerca el grupo en condiciones de aislamiento. La efica-cia de esta poltica penitenciaria en el caso de ETA ha quedado demostrada,si bien debe extremarse la cautela a la hora de ser aplicada a personas queabogan por una interpretacin fundamentalista y violenta del Islam.

    Mientras que la ideologa nacionalista de la organizacin terroristavasca difcilmente contribua a la persuasin de nuevos adeptos, lo con-trario puede ocurrir mediante la instrumentalizacin de un ideario neosa-lafista como el que han propugnado quienes en nuestro pas han llevadoa cabo actos de terrorismoyihadista. As sucede al constituir las prisionesun mbito facilitador para que los reclusos se muestren particularmentesusceptibles a la asuncin de una ideologa religiosa que permita la rede-finicin de las acciones criminales que tan negativas consecuencias hangenerado para ellos. Dicha ideologa, convenientemente manipulada yadaptada a las circunstancias personales, puede servir para legitimar lasconductas trasgresoras aliviando as el cuestionamiento personal quepueden motivar (56).

    c) La influencia de figuras carismticas y referentes modlicosLa radicalizacin y el reclutamiento tienden a estructurarse en torno a

    dos tipos diferenciados de liderazgo que pueden definirse como espiritualy organizativo u operativo. Los lderes ejecutan su direccin en torno aesos dos ejes, cedindose mutuamente los roles en los que cada una deesas figuras posee mayor especializacin y autoridad. Esa estructuracin

    (56) A este respecto, pueden encontrarse algunos interesantes testimonios de presos enBAQUERO, ANTONIO Y ALBALAT, J. Fervor islmico tras los barrotes, El Peridico, Cua-derno del domingo, 2 de diciembre de 2007.

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    reporta credibilidad a la labor de radicalizadores y reclutadores, proporcio-nando en cada nivel del proceso la asistencia precisa al radical o sujeto

    susceptible de ser radicalizado.En nuestro pas el proceso de radicalizacin de extremistas musulma-

    nes se ha visto influenciado por el contacto directo con otros personajesimplicados en acciones violentas en contextos geogrficos tan lejanoscomo Afganistn, Bosnia y Chechenia. Ante los nuevos adeptos inmersosen dinmicas de radicalizacin, estos actores fueron presentados comomodlicos referentes que adems les permitan establecer vnculos desolidaridad con una ms amplia hermandad musulmana. De ese modolograba suplirse la ausencia de agravios directos evidente en una socie-

    dad democrtica como la espaola, donde, no obstante, el imaginarioradical en torno a una particular versin del Islam ha encontrado fuentesde confrontacin. As es habida cuenta del pasado histrico de unaregin, conocida como Al Andalus, todava reivindicada hoy como territo-rio que debe ser liberado mediante la yihad con el fin de recuperar sucarcter musulmn.

    Particularmente relevante fue para radicales radicados en nuestro pas lainfluencia que sobre ellos ejerci un carismtico dirigente como el marroquAmer Azizi, ex combatiente en Afganistn cuya huida de Espaa lograndoeludir a la polica espaola contribuy a acrecentar su reputacin en crcu-los extremistas. Sus compatriotas los hermanos Benyaich representarontambin atractivos referentes para jvenes radicales que encontraron enestos ex combatientes a figuras a las que venerar, suscitando en muchos deellos el deseo de mimetizar su dedicacin y entrega a la causa yihadista.Enormemente revelador resulta la utilizacin, en el proceso de radicalizacinde personas involucradas en actividades terroristas en nuestro pas, de unaserie de cintas de vdeo en las que Abdelaziz y Salaheddin Benyaich, vesti-dos con indumentaria paramilitar, aparecan dirigiendo a un grupo demuya-

    hidin en Chechenia (57). El admirado Salaheddin Benyaich recibi refugio enlos hogares de estos radicales en Madrid tras perder un ojo como conse-cuencia de su participacin en acciones violentas en Bosnia.

    La relacin directa con carismticas figuras consideradas como promi-nentes dentro de Al Qaeda ha constituido otra valiosa herramienta que hafavorecido la radicalizacin de musulmanes. Este es el caso del sirio Musta-pha Setmariam, que tras haber vivido en Espaa y el Reino Unido, donde se

    (57) Audiencia Nacional, Madrid, Sumario (Proc. Ordinario) 0000035/2001 E, 17 de septiem-bre de 2003.

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    relacion con destacados predicadores radicales, recal en Afganistn. Setiene conocimiento de que ya en 2000 grab en este pas un video empleado

    para el adoctrinamiento y entrenamiento de radicales. En l, las indicacionesoperativas relacionadas con la organizacin de clulas se combinaban conmximas ideolgicas encaminadas a reforzar el compromiso individual desus alumnos, entre ellas la siguiente: El terrorismo es un deber y mataruna regla. Todo joven musulmn debe convertirse en terrorista.

    La figura del imn Omar Mahmud Toman, ms conocido por su aliasAbu Qatada, se convirti tambin en un importante referente para los radi-cales. De origen palestino, y considerado como el embajador espiritualde Al Qaeda en Europa, haba residido en el Reino Unido desde 1993. All

    ocup cargos de responsabilidad al frente de Al Ansar, publicacin delgrupo terrorista argelino Grupo Islmico Armado (GIA) de la que fue direc-tor Setmariam. En marzo de 2004 las autoridades britnicas definieron a

    Abu Qatada como un individuo verdaderamente peligroso e involucradoen grado mximo en actividades terroristas asociadas con Al Qaeda y,por tanto, como un peligro para la seguridad nacional (58).

    Algunos de sus discursos y sermones fueron encontrados en uno de losapartamentos utilizado en Hamburgo por los terroristas responsables del 11-S, as como entre las pertenencias de radicales yihadistas en Espaa. Suestrecha relacin con Moutaz y Mouhannad Almallah Dabbas, procesadospor su participacin en el atentado del 11-M, es considerada como muy rele-vante en el proceso de radicalizacin de individuos atrados hacia la clulaterrorista responsable de la masacre cometida en Madrid. Tambin ha que-dado constatada la influencia de este lder religioso sobre la radicalizacin deRichard Reid, que en diciembre de 2001 intent detonar un explosivo abordo de un vuelo con destino a Estados Unidos procedente de Pars, ascomo sobre la de Zacarias Moussaoui, que en 2005 fue condenado a cadenaperpetua por su participacin en los atentados del 11 de septiembre.

    En esa categora de influyente figura para la radicalizacin de yihadis-tas encaja tambin Abu Hamza-al Masri, imn de la mezquita de FinsburyPark en el norte de Londres, quien a comienzos de 2006 fue condenado asiete aos de crcel por su incitacin al odio y por la difusin de postula-dos radicales frecuentemente utilizados por el yihadismo como justifica-cin de la violencia. Otro predicador extremista, Abdallah al Faisal, ejerciuna considerable influencia sobre uno de los terroristas responsable de

    (58) TRAVIS, ALAN. Evidence against terror suspect extracted by torture, hearing told, TheGuardian, 10 de mayo de 2006.

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    los atentados del 7-J en Londres, siendo condenado por su incitacin alasesinato y al odio racial, as como por la distribucin de material con con-

    tenidos de odio racial (59).En el mbito espaol se aprecia una dinmica similar, como pone de

    manifiesto, por ejemplo, el papel desempeado por Hicham Tensamani,imn de la localidad toledana de Portillo, detenido en Espaa y extradi-tado a Marruecos por su relacin con los atentados de Casablanca del 16de mayo de 2003. Dentro de esa misma red result tambin muy relevanteel rol del imn marroqu Mohammed Fizazi en el proceso de radicalizacinde algunos de los yihadistas involucrados en el 11-M y en los atentadosterroristas perpetrados en Casablanca (60).

    La imagen de esos lderes tanto espirituales como organizativos u ope-rativos suele revestirse de una aura de prestigio que les confiere respetoy admiracin, incrementando por tanto el atractivo de la incorporacin auna colectividad que, como ocurri en el caso de la red implicada en lapreparacin de los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004, esadems ensalzada con denominaciones tan reveladoras como la de her-manos de los mrtires. Esta deliberada asociacin con mrtires consi-derados como vanguardia de la nacin musulmana acenta el intersdel radical por materializar su conversin en proslito (61), minimizndoseas el coste de la incorporacin al enmarcar el riesgo que la misma entraaen una ms amplia y favorable perspectiva.

    Una dinmica como la descrita en relacin con la influencia de deter-minadas y carismticas personalidades puede verse favorecida por elretorno a Europa de combatientes procedentes de Irak y Afganistn, pro-picindose con su llegada que veteranos con experiencia en una situacinblica de esas caractersticas reproduzcan narrativas y leyendas queseduzcan a individuos con el potencial de ser radicalizados. El ejemplar

    herosmo y la superioridad moral que en determinados crculos se atribuyeal suicido acometido por siete terroristas en Legans semanas despusdel 11 M, ha sido utilizado tambin como fuente de inspiracin para jve-nes inmersos en procesos de radicalizacin.

    (59) Report of the Official Account of the Bombings in London on 7th July 2005 . House ofCommons, 1087. Londres: The Stationary Office, 2006, p. 18.

    (60) ALONSO, ROGELIO Y GARCA, MARCOS. The Evolution of Jihadist Terrorism in Morocco,Terrorism and Political Violence, vol. 19, 2007, pp. 571-592.

    (61) Juzgado Central de Instruccin Nmero 6, Audiencia Nacional, Madrid, Sumario N20/2004, Madrid, Auto, 10 de abril de 2006, pp. 1212-1213.

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    Estos valores referenciales tambin han sido asignados a otros mr-tires con idnticas intenciones, como demuestra el material propagands-

    tico en poder de integrantes de las redes terroristas en Espaa y queinclua, entre otros soportes, un vdeo en el que se des