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UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
Departamento de Economía Española e Internacional, Econometría e Historia e Instituciones Económicas
TESIS DOCTORAL
LA INFLUENCIA DE LA EDUCACIÓN
EN LAS DECISIONES DE MATERNIDAD Y PARTICIPACIÓN LABORAL DE LAS MUJERES EN ESPAÑA
Presentada por: Nuria Legazpe Moraleja
Dirigida por:
Dra. Dña. María Ángeles Davia Rodríguez
Cuenca, 2012
A mis padres y hermano
por su cariño, apoyo y confianza
Nuestra recompensa se encuentra
en el esfuerzo y no en el resultado.
Un esfuerzo total es una victoria completa.
Mahatma Gandhi
AGRADECIMIENTOS
Es una tarea difícil sintetizar en unas pocas líneas mi profunda y sincera gratitud
hacia las personas que me han ayudado y acompañado a afrontar con ilusión y
optimismo el gran reto de realizar este proyecto.
El primer agradecimiento va dirigido a mi directora de tesis, la Dra. María
Ángeles Davia. Tu permanente apoyo y confianza en mi trabajo ha sido un aporte
invaluable, no solamente en el desarrollo de esta tesis, sino también en mi incorporación
a este difícil pero apasionante mundo de la investigación. Siempre has estado cercana y
localizable para orientarme y aconsejarme en cuantas dudas e inquietudes me han
surgido a lo largo del camino. Gracias por tu ayuda, dedicación, disponibilidad, infinita
paciencia y por tus contribuciones a mi formación profesional. Sin tu incondicional
apoyo este proyecto no habría sido posible. En todo caso, cualquier error o deficiencia
presente en este trabajo corresponde a mi exclusiva responsabilidad.
Quisiera agradecer las palabras de ánimo recibidas de todos mis compañeros del
Área de Economía Española e Internacional de la UCLM. Gracias al Dr. Juan Ignacio
Palacio y la Dra. Rosario Gandoy por la confianza depositada en mí desde mi
incorporación al Área. Al Dr. Carlos Álvarez le agradezco su asesoramiento así como
sus sugerencias y revisiones a esta tesis. A mis compañeros de Área en el Campus de
Cuenca, los profesores Guillermo Ceballos y Juan José Villanueva, os agradezco
vuestra actitud siempre colaboradora en la organización docente del Área, sin la cual no
hubiera sido posible alcanzar determinados objetivos y vuestras continuas palabras de
apoyo y ánimo. Y a la profesora Inés Manzano, tu interés en conocer los progresos que
iba realizando en esta tesis, día a día, y desear tanto como yo que todo saliese bien.
Gracias por tu inmenso y constante apoyo, especialmente a nivel personal.
Al anterior y actual equipo decanal de la Facultad de Ciencias Sociales de
Cuenca y a todos mis compañeros por vuestro incesante apoyo. Y especialmente a mis
compañeros de promoción y amigos, la Dra. María Cordente y los profesores Raúl del
Pozo y Alba María Priego. Estoy convencida de que sin vuestra ayuda incondicional,
nuestras largas conversaciones en las que hemos compartido nuestras inquietudes y
Agradecimientos
preocupaciones y todos los buenos momentos que hemos pasado juntos a lo largo de
estos diez años, el camino hubiera sido mucho más arduo. Gracias por brindarme
vuestra amistad y permitirme compartir con vosotros, además de algunos instantes de
agobio y tristeza, tantos momentos de celebraciones, risas y alegrías.
No me gustaría dejar pasar la oportunidad de recordar mi estancia en la
Universidad de Alcalá. Las aportaciones y sugerencias de los distintos miembros del
Grupo de Economía Laboral de Alcalá me han permitido enriquecer esta tesis.
Agradezco a la Dra. Inmaculada Cebrián y a la Dra. Gloria Moreno la oportunidad que
me disteis al haber hecho posible mi estancia.
A mis amigas, María Jesús, Diana, María y Elena, que habéis compartido
conmigo mis “altos y bajos”, en el plano personal, habéis sido pacientes y habéis
comprendido que durante un tiempo he estado más ausente, porque estaba realizando
“la Tesis” y, a pesar de todo, seguís ahí. Gracias por entender y compartir la alegría que
este paso supone para mí.
Y, por supuesto, el agradecimiento más profundo y sentido es para mi familia. A
mis padres, Ángel y Antonia, y a mi hermano Óscar, porque sin vosotros y sin vuestro
apoyo hubiera sido imposible llevar a cabo este proyecto. De mis padres he aprendido el
sentido de la responsabilidad, la constancia y la importancia del saber. Para mí sois un
verdadero ejemplo de lucha y superación. A ti Óscar, te agradezco tu atención y tus
continuos consejos, el estar siempre a mi lado, en los buenos y malos momentos, sin
esperar nada a cambio, y tu actitud positiva ante la vida. Por último, me gustaría
recordar a mis sobrinos Adrián y Pablo, pues ellos se han incorporado a mi vida durante
el último año que estaba trabajando en mi tesis. Pensar en vuestras cálidas sonrisas en
los momentos más difíciles me ha permitido seguir adelante en mi empeño.
“Cuando una persona desea realmente algo,
el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño”
El Alquimista, Paulo Coelho
Nuria Legazpe Moraleja
Cuenca, Junio de 2012
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
A. Motivación de la tesis ................................................................................................ 23
B. Evolución de la mujer en el ámbito educativo, familiar y laboral durante el siglo XX
........................................................................................................................................ 25
C. Objetivos de la tesis ................................................................................................... 33
D. Estructura de la tesis .................................................................................................. 36
CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO Y EVIDENCIA EMPÍRICA SOBRE
FECUNDIDAD Y PARTICIPACIÓN LABORAL FEMENINA
1.1. Introducción ............................................................................................................. 41
1.2. Modelos de oferta laboral femenina ........................................................................ 42
1.2.1. Modelos de oferta individual ............................................................................ 42
1.2.2. Nuevos supuestos .............................................................................................. 44
a) Oferta de trabajo familiar ............................................................................... 44
b) Modelos de asignación del tiempo ................................................................. 45
1.3. Evidencia empírica sobre la participación laboral ................................................... 48
1.3.1. Características personales ................................................................................. 49
a) Nivel educativo ............................................................................................... 49
b) Edad ................................................................................................................ 51
c) Estado civil ..................................................................................................... 52
1.3.2. Características familiares ................................................................................. 53
1.3.2.1. Características del cónyuge ........................................................................ 53
a) Nivel educativo ............................................................................................... 53
b) Edad ................................................................................................................ 54
Índice
1.3.2.2. Características de los hijos ......................................................................... 54
a) Número de hijos ............................................................................................. 54
b) Edad de los hijos ............................................................................................ 55
1.3.3. Características del entorno ................................................................................ 55
a) Tasa de desempleo .......................................................................................... 56
b) Área geográfica .............................................................................................. 56
1.4. Hipótesis a contrastar en el ámbito de la participación laboral ............................... 60
1.5. Modelos económicos de fecundidad........................................................................ 66
1.5.1. La calidad de los hijos ...................................................................................... 66
a) La relación entre fecundidad y participación laboral ..................................... 68
b) Retrasar la fecundidad esperando el momento óptimo de tener hijos ............ 69
1.5.2. La formación de los gustos o preferencias ........................................................ 70
1.5.3. Una explicación desde la demografía: la Segunda Transición Demográfica . 72
1.6. Evidencia empírica sobre la fecundidad .................................................................. 73
1.6.1. Características personales ................................................................................. 73
a) Nivel educativo ............................................................................................... 73
b) Edad ................................................................................................................ 75
c) Estado civil y edad a la que contrae matrimonio ............................................ 75
1.6.2. Características del cónyuge .............................................................................. 76
a) Nivel educativo ............................................................................................... 76
1.6.3. Participación laboral de las mujeres ................................................................. 77
1.6.4. Características del entorno ................................................................................ 78
a) Tasa de desempleo .......................................................................................... 78
1.7. Hipótesis a contrastar en ámbito de la fecundidad .................................................. 80
1.8. Conclusiones ............................................................................................................ 84
a) La importancia de la familia ........................................................................... 85
b) La vida es multidimensional .......................................................................... 85
Índice
CAPÍTULO 2. METODOLOGÍA: DESCRIPCIÓN DE LA FUENTE DE DATOS, LA
MUESTRA Y TÉCNICAS EMPLEADAS
2.1. Introducción ............................................................................................................. 91
2.2. Descripción de la base de datos y de la muestra: el momento de la entrevista ....... 92
2.3. Descripción de la muestra: la visión retrospectiva ................................................ 106
2.3.1. Cambios en los patrones de demanda educativa, participación laboral y
maternidad ................................................................................................................ 106
2.3.2. Circunstancias en las que se toman las decisiones de fecundidad y
participación laboral.................................................................................................. 110
2.3.2.1. Decisiones de participación laboral.......................................................... 112
2.3.2.2. Decisiones de fecundidad ......................................................................... 115
2.4. Cuestiones metodológicas ..................................................................................... 125
2.4.1. Métodos descriptivos no paramétricos............................................................ 125
2.4.2. Modelos paramétricos de la tasa de transición ............................................... 128
2.5. Conclusiones .......................................................................................................... 131
CAPÍTULO 3. DETERMINANTES DE LAS DECISIONES DE PARTICIPACIÓN
LABORAL DE LAS MUJERES
3.1. Introducción ........................................................................................................... 135
3.2. Marco teórico y evidencia empírica sobre las decisiones de participación ........... 136
3.3. Funciones de supervivencia: el tránsito hacia el primer empleo ........................... 140
3.4. Participación laboral para la muestra total de mujeres .......................................... 144
3.5. Participación laboral de las mujeres después del matrimonio o inicio de la
convivencia en pareja ................................................................................................... 154
3.5.1. Acceso al primer empleo tras la fecha del matrimonio o inicio de la convivencia
en pareja .................................................................................................................... 155
Índice
3.5.2. Salida de la ocupación tras el matrimonio o inicio de la convivencia en pareja
.................................................................................................................................. 162
3.6. Participación laboral de las mujeres después del nacimiento del primer hijo ....... 167
3.6.1. Acceso al primer empleo tras el nacimiento del primer hijo .......................... 168
3.6.2. Salida de la ocupación tras el nacimiento del primer hijo .............................. 172
3.7. Conclusiones .......................................................................................................... 176
CAPÍTULO 4. DETERMINANTES DE LAS DECISIONES DE FECUNDIDAD: LA
DECISIÓN DE TENER EL PRIMER HIJO
4.1. Introducción ........................................................................................................... 183
4.2. Marco teórico y evidencia empírica sobre las decisiones de fecundidad .............. 183
4.3. Funciones de supervivencia: el tránsito hacia la primera maternidad ................... 189
4.4. Maternidad para la muestra total de mujeres ......................................................... 193
4.5. Maternidad en las mujeres casadas o convivientes ............................................... 203
4.6. Conclusiones .......................................................................................................... 210
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS SIMULTÁNEO DE LAS DECISIONES DE
MATERNIDAD Y PARTICIPACIÓN LABORAL FEMENINA
5.1. Introducción ........................................................................................................... 217
5.2. Marco teórico y evidencia empírica sobre las decisiones de maternidad y
participación laboral ..................................................................................................... 219
5.3. Metodología y resultados ...................................................................................... 221
5.4. Conclusiones .......................................................................................................... 234
Índice
CONCLUSIONES Y FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN
A. Conclusiones ............................................................................................................ 239
A.1. Decisiones de participación laboral de las mujeres .............................................. 240
A.2. Decisiones de fecundidad ..................................................................................... 245
A.3. Decisiones simultáneas de maternidad y participación laboral femenina ............ 247
A.4. El papel de la educación ....................................................................................... 248
A.5. Políticas de conciliación de la vida laboral y familiar .......................................... 249
B. Futuras líneas de investigación ................................................................................ 253
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ......................................................................... 257
ANEXO METODOLÓGICO ....................................................................................... 269
ANEXO ESTADÍSTICO ............................................................................................. 273
ÍNDICE DE CUADROS
Cuadro 1.1. Evidencia empírica sobre las decisiones de participación de las mujeres en
el mercado laboral. ......................................................................................................... 58
Cuadro 1.2. Hipótesis a contrastar en el ámbito de la participación laboral. ................. 65
Cuadro 1.3. Evidencia empírica sobre las decisiones de fecundidad de las mujeres. .... 79
Cuadro 1.4. Hipótesis a contrastar en el ámbito de la fecundidad. ................................. 84
Cuadro 1.5. Evidencia empírica sobre las decisiones simultáneas de fecundidad y
decisiones laborales de las mujeres. ............................................................................... 87
ÍNDICE DE FIGURAS
Figura 1.1. Proceso de producción en el hogar............................................................... 46
Figura 3.1. Esquema de las variables incluidas en los modelos de decisiones de
participación laboral. .................................................................................................... 139
Figura 4.1. Esquema de las variables incluidas en los modelos de decisiones de
maternidad. ................................................................................................................... 188
ÍNDICE DE GRÁFICOS Gráfico I.1. Tasas de escolarización de la población de 16 a 19 años, España (1987-2004). ..... 26
Gráfico I.2. Relación de las tasas brutas de matrícula entre varones y mujeres, España (1977-
2006). .......................................................................................................................................... 27
Gráfico I.3. Tasa de actividad, por sexo (1977-2006). ................................................................ 28
Gráfico I.4. Tasa de actividad femenina en la Unión Europea y en España (1980-2006). ......... 29
Gráfico I.5. Edad media a la maternidad en el momento del primer y segundo nacimiento (1977-
2006). .......................................................................................................................................... 31
Gráfico I.6. Tasa de fecundidad en la Unión Europea y en España (1980-2006). ...................... 32
Gráfico 2.1. Distribución de la muestra según nivel educativo y grupos de edad en 1985, 1995 y
2005. .......................................................................................................................................... 107
Gráfico 2.2. Distribución de la muestra según experiencia laboral previa y grupos de edad en
1985, 1995 y 2005. .................................................................................................................... 108
Gráfico 2.3. Distribución de la muestra según número de hijos y grupos de edad en 1985, 1995
y 2005. ....................................................................................................................................... 109
Gráfico 2.4. Distribución de la muestra según maternidad, experiencia laboral y grupos de edad
en 1985, 1995 y 2005. ............................................................................................................... 110
Gráfico 2.5. Situación de convivencia por cohorte de nacimiento en torno a la fecha de
nacimiento del primer hijo. ....................................................................................................... 116
Gráfico 2.6. Situación de convivencia por nivel educativo en torno a la fecha de nacimiento del
primer hijo. ................................................................................................................................ 117
Gráfico 2.7. Tasa de ocupación por cohorte de nacimiento en torno a la fecha de nacimiento del
primer hijo. ................................................................................................................................ 118
Gráfico 2.8. Tasa de ocupación por nivel educativo en torno a la fecha de nacimiento del primer
hijo. ........................................................................................................................................... 119
Gráfico 3.1. Función de supervivencia. Acceso al primer empleo según cohorte de nacimiento.
................................................................................................................................................... 140
Gráfico 3.2. Función de supervivencia. Acceso al primer empleo según nivel educativo. ....... 141
Gráfico 3.3. Función de supervivencia. Acceso al primer empleo según edad de la primera
maternidad. ................................................................................................................................ 142
Índice de gráficos
Gráfico 4.1. Función de supervivencia. Acceso a la primera maternidad según cohorte de
nacimiento. ................................................................................................................................ 189
Gráfico 4.2. Función de supervivencia. Acceso a la primera maternidad según nivel educativo.
................................................................................................................................................... 190
Gráfico 4.3. Función de supervivencia. Acceso a la primera maternidad según edad a la que
comenzó el primer empleo. ....................................................................................................... 191
Gráfico 5.1. Tasa de actividad, de fecundidad y de matriculación en estudios superiores, España
(1977-2006). .............................................................................................................................. 217
ÍNDICE DE TABLAS Tabla 2.1. Características personales de las mujeres en el año 2006. ............................ 99
Tabla 2.2. Características familiares de las mujeres en el año 2006. ........................... 101
Tabla 2.3. Características laborales de las mujeres en el año 2006. ............................. 104
Tabla 2.4. Circunstancias relativas al primer empleo según cohorte de nacimiento. ... 113
Tabla 2.5. Circunstancias relativas al primer empleo según nivel educativo. .............. 114
Tabla 2.6. Transiciones laborales en torno al nacimiento del primer hijo. ................... 120
Tabla 2.7. Situación profesional que presentan las mujeres ocupadas en el momento de
la concepción del primer hijo. ...................................................................................... 121
Tabla 2.8. Jornada laboral que presentan las mujeres ocupadas en el momento de la
concepción del primer hijo. .......................................................................................... 122
Tabla 2.9. Tipo de empleador en las mujeres ocupadas en el momento de la concepción
del primer hijo. ............................................................................................................. 123
Tabla 2.10. Tipo de ocupación de las mujeres ocupadas en el momento de la concepción
del primer hijo. ............................................................................................................. 124
Tabla 3.1. Resultados de los tests de igualdad de las funciones de supervivencia de
acceso al primer empleo. .............................................................................................. 143
Tabla 3.2. Modelos de primera participación laboral para todas las mujeres. Modelo de
duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8).
Hazard ratio. ................................................................................................................ 149
Tabla 3.3. Modelos de primera participación laboral para todas las mujeres por cohorte
de nacimiento. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la
heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio. ............................................... 152
Tabla 3.4. Modelos de acceso al primer empleo tras el matrimonio o inicio de la
convivencia en pareja. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la
heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio. ............................................... 159
Tabla 3.5. Modelos de abandono de la ocupación tras el matrimonio o el inicio de la
convivencia en pareja. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la
heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio. ............................................... 164
Índice de tablas
Tabla 3.6. Modelos de acceso al primer empleo después del nacimiento del primer hijo.
Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada
(pgmhaz8). Hazard ratio. ............................................................................................. 170
Tabla 3.7. Modelos de abandono de la ocupación de las mujeres después del nacimiento
del primer hijo. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la
heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio. ............................................... 174
Tabla 4.1. Resultados de los tests de igualdad de las funciones de supervivencia de
acceso a la primera maternidad. ................................................................................... 192
Tabla 4.2. Modelos de primera maternidad para todas las mujeres. Modelo de duración
en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard
ratio. ............................................................................................................................. 198
Tabla 4.3. Modelos de primera maternidad para todas las mujeres por cohorte de
nacimiento. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad
inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio. ......................................................................... 201
Tabla 4.4. Modelos de primera maternidad para mujeres casadas. Modelo de duración
en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard
ratio. ............................................................................................................................. 207
Tabla 5.1. Modelos de participación laboral y fecundidad (biprobit). ......................... 227
Tabla 5.2. Modelos de participación laboral y fecundidad para mujeres casadas
(biprobit). ...................................................................................................................... 229
Tabla 5.3. Elasticidades de participación laboral y fecundidad para la variable “nivel
educativo” por cohorte de nacimiento, para todas las mujeres. .................................... 232
Tabla 5.4. Elasticidades de participación laboral y maternidad para la variable “nivel
educativo” por cohorte de nacimiento, para las mujeres casadas. ................................ 233
Tabla A.E.1. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos de participación
laboral de todas las mujeres. ......................................................................................... 275
Tabla A.E.2. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos de participación
laboral de mujeres casadas. .......................................................................................... 276
Tabla A.E.3. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos de participación
laboral de mujeres que son madres. .............................................................................. 277
Índice de tablas
Tabla A.E.4. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos de primera
maternidad. ................................................................................................................... 279
Tabla A.E.5. Modelos de participación laboral y fecundidad (probit). ........................ 281
Tabla A.E.6. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos bivariantes. . 283
INTRODUCCIÓN
Introducción
23
A. MOTIVACIÓN DE LA TESIS
El papel económico y social de las mujeres ha sufrido una importante
transformación en las últimas décadas. Son numerosos los estudios, tanto desde el
ámbito de la economía, como de la sociología y la demografía, que se han centrado en
analizar los factores que ha conducido a este cambio. El objeto de investigación de esta
tesis se enmarca dentro del ámbito de la Economía Laboral y de la Economía de la
Población, aunque las contribuciones realizadas desde las distintas disciplinas suelen ser
complementarias y es necesario un análisis multidisciplinar a la hora de analizar las
decisiones familiares.
El presente estudio pretende ser una contribución al análisis del comportamiento
de las mujeres españolas, que se debate entre dos ámbitos vitales: la participación en el
mercado de trabajo y la maternidad. Este es un tema de creciente importancia e interés
por parte de los economistas, dadas las implicaciones económicas que supone la
relación inversa que en España presentan estas dos actividades: el aumento de la
participación laboral de las mujeres españolas se ha visto acompañado por un drástico
cambio en las decisiones de fecundidad. Hoy en día, es inconcebible analizar las
decisiones de fecundidad sin tener en cuenta variables relativas a la maternidad y
viceversa.
Desde una perspectiva económica la incorporación de las mujeres al mercado de
trabajo es una cuestión estratégica en el desarrollo socio-económico y un factor clave
para el mantenimiento del Estado del Bienestar. Por un lado, aquellos países que
realizan una asignación poco eficiente de sus recursos ponen en riesgo su
competitividad y crecimiento. La infrautilización de la mitad de la población, del capital
humano femenino de las mujeres, supone un enorme despilfarro de recursos humanos
para la economía de un país. En este sentido, un aumento de la participación laboral
femenina, de la inclusión de su capital humano al proceso productivo de un país,
favorece y contribuye a su desarrollo económico. Por otro lado, la integración de las
mujeres en el mercado de trabajo es una vía fundamental para garantizar un desarrollo
económico sostenido y asegurar el mantenimiento del Estado de Bienestar. El aumento
en el número de trabajadoras, y por tanto, del número de cotizantes al sistema de la
Seguridad Social permite incrementar el número de recursos destinados a sostenerlo.
Introducción
24
Pero también hay que destacar que la mayor participación laboral de las mujeres
parece haber afectado de manera negativa a la fecundidad en algunos países europeos, y
muy especialmente en España. En las últimas décadas, el número de hijos por mujer ha
descendido de forma considerable en todos los países desarrollados, pero de una manera
más acusada en la población española, lo que se ha traducido en una nueva estructura de
la pirámide poblacional, que puede tener importantes consecuencias económicas y
sociales para el futuro. El descenso de la tasa de natalidad y el incremento de la
esperanza de vida están provocando un envejecimiento de la población española, con un
importante impacto en la ratio de cotizantes y pensionistas, esto es, se está produciendo
un descenso continuado del número de personas en edad de trabajar y que cotizan al
sistema de Seguridad Social y un aumento de la proporción de población de más de 65
años con el consiguiente aumento del gasto público en pensiones, sanidad y asistencia
social a los mayores. Si esta tendencia se prolonga, el equilibrio del sistema público de
pensiones de reparto prevalente en España puede estar en peligro.
Por otra parte, la mayoría de los estudios indican que a una gran proporción de
las mujeres en edad reproductiva les gustaría tener más hijos de los que realmente tienen
(Blanco et al., 2002). Por tanto, parece ser que la decisión de no tener más hijos que
están demostrando las mujeres españolas al reducir sus tasas de fecundidad no es
totalmente “voluntaria”. Por un lado, las mujeres que no consiguen acceder al mercado
de trabajo pueden tener obstáculos económicos para afrontar la maternidad y, por otro
lado, a las mujeres que tienen un empleo estable el hecho de compatibilizar el tiempo y
el esfuerzo entre el trabajo remunerado fuera del hogar y las responsabilidades
domésticas y familiares les supone un gran reto, que les puede llevar a renunciar a la
maternidad. Otras mujeres ni tan siquiera tienen un empleo estable y viven con angustia
el riesgo de perderlo o de no poder consolidar su carrera profesional en el caso de
convertirse en madres o de tener un hijo más. Desde una perspectiva individual, un
deseo de maternidad frustrado, incluso el retraso en la formación de parejas y hogares o
su temprana disolución por no renunciar a una carrera profesional, debido a la falta de
recursos, apoyos externos y/o tiempo suficiente para no descuidar las necesidades
familiares provoca una disminución de la satisfacción y felicidad (en términos
económicos, utilidad) de las mujeres.
Introducción
25
Las importantes consecuencias económicas, individuales y sociales de las
decisiones de participación laboral de las mujeres y de fecundidad, mencionadas
anteriormente, justifican este estudio. La consecución del pleno desarrollo personal y
social de las mujeres no es posible si no se consigue el tan deseado equilibrio entre los
roles productivo y reproductivo.
Adicionalmente, este estudio va a permitir detectar qué mujeres tienen más
problemas, por un lado, para trabajar, sobre todo en presencia de obligaciones familiares
y, por otro lado, para tener hijos, sobre todo cuando participan en el mercado de trabajo.
Esto permitirá extraer propuestas para el diseño y orientación de políticas de mercado
de trabajo y de apoyo a la familia.
B. EVOLUCIÓN DE LA MUJER EN EL ÁMBITO EDUCATIVO, FAMILIAR Y
LABORAL DURANTE EL SIGLO XX
El proceso de modernización social, económica y cultural de las sociedades
industriales se ha visto acompañado por un mayor acceso de las mujeres a todos los
niveles educativos y a la formación. Esta tendencia al aumento de las tasas de
escolarización de las mujeres también se ha afianzado en España. Si en el año 1987 la
tasa de escolarización de las mujeres de 16 a 19 años se situaba en torno al 58.8%, dicho
porcentaje aumentaba al 81.9% en el año 2004, situándose nueve puntos porcentuales
por encima de la tasa de escolarización de los varones españoles en el mismo tramo de
edad (gráfico I.1).
Introducción
26
Gráfico I.1. Tasas de escolarización de la población de 16 a 19 años, España (1987-2004).
50
60
70
80
90
100
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
Varones Mujeres
Fuente: Encuesta de Población Activa, segundos trimestres. Instituto Nacional de Estadística (INE).
Las mujeres españolas han tenido que recorrer un largo camino para lograr
participar en el sistema educativo al menos tanto como los varones. No fue hasta finales
del siglo XIX cuando la mujer se incorpora por primera vez a la universidad española.
En esta época las mujeres se enfrentan con mayores dificultades y obstáculos para entrar
a la universidad que sus compañeros varones. Así, hasta 1910 la mujer que quisiera
estudiar en régimen oficial, debía solicitar un permiso a las autoridades académicas y su
petición se estudiaría de forma individual, sopesando en cada caso las circunstancias de
la interesada. Cumplidos 75 años desde que la Real Orden de 8 de Marzo de 1910
reconociera el derecho de las mujeres españolas a matricularse libremente para cursar
estudios universitarios, las mujeres representan más de la mitad de los estudiantes que
cursan estudios en las universidades españolas (gráfico I.2). Si en el año 1977 la
proporción de la matrícula en educación terciaria de mujeres respecto de la de varones
en España se situaba en un 63.5%, la ratio de matriculaciones de mujeres respecto a la
de varones aumentaba hasta el 122.4% en el año 20061. Se puede afirmar que, sin lugar
a dudas, la educación puede ser considerada el área en la que las mujeres españolas han
obtenido los mayores logros en el siglo XX.
1 La información recogida aquí sobre matriculaciones universitarias se detiene en 2006 porque, en el presente trabajo de investigación, se ha explotado la Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, lo que impide tener acceso a información posterior a ese momento. De igual modo, en las páginas siguientes se recogerá información de la Encuesta de Población Activa hasta el año 2006 por la misma razón.
Introducción
27
Gráfico I.2. Relación de las tasas brutas de matrícula entre varones y mujeres, España (1977-
2006).
50
75
100
125
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
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1992
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2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Educación primaria Educación secundaria Educación terciaria
Fuente: Indicadores del Desarrollo Mundial. Banco Mundial.
La educación ha jugado un papel preponderante en la evolución de las mujeres
en la sociedad española, ya que ha influido de manera directa en sus decisiones de
participación en el mercado de trabajo y en sus decisiones familiares y, más
concretamente, en el número de hijos que tienen y el momento en que deciden tenerlos.
Un mayor nivel educativo y una amplia preparación intelectual permiten a las mujeres
competir en mejores condiciones en una sociedad altamente competitiva y optar a
mejores oportunidades para el futuro.
La incorporación de las mujeres al mercado de trabajo puede explicarse, en gran
medida, por el aumento de su nivel educativo. El aumento del nivel educativo de las
mujeres españolas en las últimas décadas les permite obtener mayores rentas laborales
resultado de su mayor productividad en el sistema productivo (Schultz, 1960; Becker,
1964). Este proceso lleva asociado un mayor coste de oportunidad de no participar, lo
que ha animado a las mujeres a incrementar su participación en el mercado de trabajo
(gráfico I.3). En el año 1977 la tasa de actividad de los varones era del 76.9% y la de las
mujeres se situaba en el 27.8%, mientras que en el año 2006 la tasa de actividad de
varones y mujeres alcanzaban el 68.7 y 46.5%, respectivamente. Por tanto, en 30 años
las diferencias en la tasa de actividad entre varones y mujeres se han acortado
significativamente: si en el año 1977 la tasa de actividad de los varones era 49.2 puntos
Introducción
28
porcentuales mayor que la de las mujeres, esa diferencia se reducía a 22.2 puntos
porcentuales en el año 2006.
Gráfico I.3. Tasa de actividad, por sexo (1977-2006).
20
30
40
50
60
70
80
90
100
1977
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2000
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2003
2004
2005
2006
Varones Mujeres
Fuente: Encuesta de Población Activa, segundos trimestres. Instituto Nacional de Estadística (INE).
Además del aumento del nivel educativo, la incorporación de las mujeres al
mercado de trabajo español responde a los importantes cambios legislativos en el
ámbito laboral durante el siglo XX que favorecieron el acceso de las mujeres a un
trabajo remunerado fuera del hogar familiar.
Fue durante la I República Española, el 24 de Julio de 1873, cuando se promulgó
la primera iniciativa legislativa sobre la protección de la mujer trabajadora adoptada en
España, conocida como la Ley Benot (Molina, 2004). Poco a poco, fue cambiando la
situación laboral de las mujeres en España. Así, durante la II República Española (1931-
1936) se intentaron llevar a cabo distintas reformas encaminadas a la modernización de
la legislación laboral. El pronunciamiento militar del 18 de Julio de 1936 divide a
España en dos sectores: la España Republicana y la España Nacionalista. Ésta última
deroga la legislación de la República, lo que supondría un retroceso en los avances
legales conseguidos por las mujeres en la etapa anterior. Se produce la vuelta a una
sociedad claramente patriarcal y a un papel de sumisión que pareció olvidado durante el
régimen republicano. Terminada la Guerra Civil se inicia la dictadura franquista que
Introducción
29
amplía la normativa encaminada a impedir la realización de trabajos, por parte de las
mujeres, fuera del hogar familiar. El comienzo de los años sesenta marcó el inicio de un
proceso liberalización económica y cambios sociales, políticos y jurídicos en España.
La Ley 56/1961, refleja dichos cambios, y reconoce a la mujer los mismos derechos que
al varón para ejercer actividades políticas, profesionales y de trabajo. La Transición
Democrática supuso el inicio de innumerables cambios en la sociedad española.
La incorporación de las mujeres españolas al mercado de trabajo se produce de
manera tardía, aunque acelerada, en comparación con la mayor parte de los países
europeos de la Unión (gráfico I.4). En los años setenta España partía de niveles muy
bajos actividad femenina mínimos que se mantuvieron más o menos estables hasta
mitad de la década de los 80. Fue a partir de la segunda mitad de la década de los
ochenta cuando se inicia un ascenso de las tasas de actividad femenina; especialmente
cabe destacar el aumento de la participación laboral de las madres casadas (Treviño et
al., 2007). En este momento se produce el inicio de un proceso de ruptura o erosión del
modelo de familia del varón sustentador (male breadwinner) (Prieto, 2007). Tal y como
señalaba Toharia (2003), la gran crisis económica de los años setenta y principios de los
ochenta y la segunda gran crisis de principios de los noventa, suponen la eclosión del
desempleo y en esas circunstancias, “despega” la actividad femenina en España.
Gráfico I.4. Tasa de actividad femenina en la Unión Europea y en España (1980-2006).
25
35
45
55
1980
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1982
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1999
2000
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2004
2005
2006
Unión Europea España
Fuente: Indicadores del Desarrollo Mundial. Banco Mundial.
Introducción
30
Cabe destacar que desde el inicio de la democracia en España se ha producido
una gran evolución en la intensidad y formas de presencia de las mujeres en el mercado
laboral. El incremento del compromiso institucional queda puesto de manifiesto con la
evolución del ordenamiento laboral, que no solo se ha preocupado por cuestiones
estrictamente laborales, tales como el salario o la jornada laboral, sino que también ha
ido contemplando circunstancias familiares o privadas de las mujeres trabajadoras. Los
cambios producidos en la sociedad española (la mayor frecuencia de uniones de hecho,
familias monoparentales, envejecimiento de la población o bajas tasas de natalidad) han
hecho necesarios cambios en la legislación que adecuen las leyes laborales a la realidad
social. En este sentido se ha modificado la definición de familia numerosa2 y se han
aprobado distintas leyes que tienen como objetivo apoyar a las mujeres trabajadoras
discapacitadas y a las que son víctimas de la violencia de género.
La actividad laboral de las mujeres depende en buena medida de su nivel
educativo, pero sigue muy condicionada por su responsabilidad en el cuidado de los
hijos pequeños, aunque las mujeres abandonan cada vez menos la ocupación al inicio
del matrimonio o convivencia en pareja y con la llegada de los hijos. Sin embargo, a
pesar de la aplicación de las distintas políticas de acción positiva encaminadas a
eliminar las discriminaciones en el ámbito laboral, la dificultad para compatibilizar la
vida laboral y familiar ha significado un retraso de la maternidad (gráfico I.5) y,
especialmente, un descenso del número de hijos por mujer. En el año 1977 la edad
media a la que las mujeres tenían su primer hijo era a los 24.9 años y el segundo a los
28 años de edad. Esta edad ha ido aumentando progresivamente hasta alcanzar la edad
de 29.3 y 32.5 años, respectivamente, en el año 2006. Sin embargo, cabe destacar, que
el aumento de la edad a la que las mujeres tienen los hijos fue aumentado en España de
forma acelerada desde la década de los años setenta hasta los inicios del siglo XXI,
momento en el que se ha producido una ralentización de la tendencia.
2 La Ley 40/2003, de 18 de noviembre, de Protección a las Familias Numerosas, considera familia numerosa a cualquiera que tenga al menos tres hijos, incluso dos si hablamos de familias monoparentales. En 2007 una enmienda a la ley 40/2003, pasaba a considerar también familias numerosas a los divorciados, viudos o solteros con dos hijos.
Introducción
31
Gráfico I.5. Edad media a la maternidad en el momento del primer y segundo nacimiento (1977-
2006).
23
26
29
32
35
1977
1978
1979
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1983
1984
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1987
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1995
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1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Primer hijo Segundo hijo
Fuente: Estadísticas del Movimiento Natural de la Población. Instituto Nacional de Estadística (INE).
España registra una de las tasas de fecundidad3 más bajas de la Unión Europea,
situándose en unos niveles preocupantes, muy por debajo de la tasa de reemplazo, fijada
en 2.1 hijos por pareja (gráfico I.6). En 1980 la tasa de fecundidad en España se situaba
en 2.2 hijos por mujer, por encima de la media de la Unión Europea (1.9 hijos por
mujer). Sin embargo, desde la segunda mitad de la década de los 80 la tasa de
fecundidad en España está por debajo de la media de la Unión Europea, alcanzando la
cifra de 1.4 hijos por mujer en el año 2006. Aunque el descenso de la natalidad en las
últimas décadas es una característica común en varios países de la Unión Europea, como
Portugal o Grecia (que presentaban las mismas tasas de fecundidad que España en 1980
y 2006) otros países como Bélgica o Alemania la han mantenido relativamente
constante e incluso países como Francia o Noruega han aumentando su tasa de
fecundidad hasta situarse en niveles superiores a dos hijos por mujer.
Las razones del acusado descenso de la fecundidad en España son de índole muy
diversa pero destaca el retraso en la formación de la pareja4, el aumento del nivel
educativo y la mayor incorporación de las mujeres al mercado de trabajo y, asimismo,
3 La tasa de fecundidad representa el número de hijos por mujer en edad fértil. 4 El decidir tener hijos más tarde supone implícitamente que aumente el riesgo de no conseguirlo, no sólo por el menor tiempo disponible para ello sino también porque aumentan las posibilidades de que haya problemas de fertilidad conforme avanza la edad (Delgado et al., 2006).
Introducción
32
las peculiaridades de éste, con marcadas tasas de desempleo y acusada precariedad, más
agudas en el caso de las mujeres (European Commission, 2002; Consejo Económico
Social, 2003). Además, cabe destacar que el Estado de Bienestar y, en especial, las
políticas de apoyo a la familia, están menos desarrolladas en España que en muchos
otros países de Europa.
Gráfico I.6. Tasa de fecundidad en la Unión Europea y en España (1980-2006).
0
1
2
3
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Unión Europea 27 España
Fuente: Indicadores del Desarrollo Mundial. Banco Mundial.
El escaso desarrollo de las políticas de atención a la infancia en España hace que
el cuidado de los hijos se configure como una variable relevante en la decisión de
participación laboral de las madres, ya que por lo general estas dos actividades
representan usos competitivos del tiempo (Connelly, 1992). Según el enfoque de
Becker, las mujeres deben repartir su tiempo entre tiempo para trabajar, tiempo para la
producción doméstica (donde se incluye el tiempo dedicado a la crianza y la educación
de los hijos) y tiempo para consumir. A medida que aumenta el nivel educativo de las
mujeres se incrementa su productividad en el mercado de trabajo a expensas del tiempo
dedicado a las labores domésticas, debido al mayor salario que pueden obtener por su
participación en el mercado laboral, de manera que aumenta el coste de oportunidad de
no participar. Adicionalmente, las mujeres más educadas prefieren tener menos hijos
pero dedicar un mayor volumen de recursos a su crianza y educación.
Introducción
33
Aquellos países que adoptan políticas y medidas legislativas, administrativas y
sociales encaminadas a fomentar la maternidad y la participación laboral de las mujeres
favorecen la compatibilización de facetas vitales. Aunque en España la tasa de actividad
femenina en las últimas décadas, al igual que en la mayoría de los países de la Unión
Europea, ha seguido una tendencia ascendente, siguen existiendo importantes
diferencias entre las tasas de actividad femenina entre España y el resto de países
europeos. España sigue siendo uno de los países de la Unión Europa con menores tasas
de actividad femenina.
Llama la atención esta paradoja en el caso de España y otros países
mediterráneos: aunque el aumento de la tasa de participación laboral femenina no ha
alcanzado niveles que podamos considerar equiparables a los países de nuestro entorno,
sin embargo se ha visto acompañado de descensos de la fecundidad más intensos
todavía que en esos otros países. Esta paradoja invita a la reflexión sobre el diseño de
las políticas públicas y la legislación laboral y, en nuestro caso particular representa un
aliciente para estudiar el caso español, sus peculiaridades y su evolución en el tiempo. A
continuación se detallan los objetivos de este proyecto de investigación.
C. OBJETIVOS DE LA TESIS
En el presente trabajo de investigación, nuestro principal objetivo es confirmar
que el nivel educativo más alto alcanzado por las mujeres es la variable clave para
explicar su mayor participación en el mercado laboral español desde la segunda mitad
de la década de los setenta y, también que su mayor formación incide de forma
importante en el retraso de la primera maternidad y en el descenso del número de hijos a
lo largo de su vida fértil. Adicionalmente al nivel educativo, se analizará qué otras
variables personales, familiares, laborales y del entorno han influido en las decisiones
de maternidad y participación en el mercado de trabajo para un conjunto de mujeres que
nacieron entre 1961 y 1980 en España. Para ello se lleva a cabo una explotación de la
Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, realizada por el Centro de
Investigaciones Sociológicas (CIS). Esta encuesta retrospectiva nos va a permitir
observar las circunstancias laborales, familiares y del entorno en las que estas mujeres
tomaron sus decisiones vitales de participación laboral y fecundidad.
Introducción
34
La construcción de hipótesis partirá del marco teórico de la Nueva Economía de
la Familia, desarrollada por Becker en los años sesenta. Entre sus argumentos
esenciales destaca el siguiente: a medida que aumenta el nivel educativo de las mujeres
aumenta su productividad en el mercado laboral a expensas del trabajo doméstico donde
se incluye la educación y crianza de los hijos. Por tanto, las mujeres más educadas
participarán más en el mercado de trabajo y tendrán un menor número de hijos.
En cuanto a la estructura empírica, en primer lugar, utilizaremos métodos
descriptivos no paramétricos, concretamente la técnica de Análisis de Historia de
Acontecimientos (y de forma más precisa, funciones de supervivencia) cuyo objetivo es
estimar funciones de supervivencia. Esta técnica nos va a permitir analizar los perfiles
de acceso al primer empleo y a la primera maternidad, teniendo en cuenta la cohorte de
nacimiento de las mujeres, su nivel educativo o la edad a la que tuvieron su primer
empleo o su primer hijo. A través de las representaciones gráficas de las funciones de
supervivencia esperamos observar, por un lado, una mayor participación laboral de las
mujeres más jóvenes y con mayor nivel educativo, a pesar del acceso al mercado de
trabajo a edades más tardías. Además la probabilidad de haber tenido un trabajo
remunerado fuera del hogar familiar será mayor para aquellas mujeres que no tienen
responsabilidades familiares. Por otro lado, se espera constatar un retraso en la primera
maternidad para las mujeres de cohortes más recientes y para las mujeres más educadas
y una mayor probabilidad de ser madres para aquellas mujeres que no han participado
en el mercado laboral.
En una posterior etapa del trabajo, se utilizarán técnicas paramétricas,
concretamente la aplicación que Meyer (1990) propone del modelo Prentice-Gloeckler
(1978) para el que Stephen Jenkins desarrolló una rutina de STATA (pgmhaz8)
(Jenkins, 1997), para analizar los determinantes de la primera incorporación al mercado
laboral (capítulo 3) y los determinantes de la primera maternidad (capítulo 4). En su
momento se explicarán las ventajas que ofrece esta técnica y sus peculiaridades
técnicas.
En el análisis de la primera incorporación laboral nuestro objetivo es contrastar
una serie de hipótesis referidas tanto a variables personales y familiares como del
entorno. Entre las principales hipótesis que se espera contrastar destacan las relativas a
Introducción
35
que la probabilidad de participar en el mercado laboral será mayor para aquellas
mujeres que:
• Tengan un mayor nivel educativo.
• Se encuentren en edades centrales de la vida.
• Pertenezcan a una cohorte de nacimiento más reciente.
• No estén casadas o no convivan en pareja.
• No tengan hijos.
• Residan en regiones con estructuras productivas orientadas al empleo
femenino o en momentos del ciclo con mayor disponibilidad de empleo.
En el análisis del acceso a la primera maternidad, al igual que en el análisis del
acceso al primer empleo, incluiremos características personales de la mujer, familiares y
del entorno. Además, se tendrá en cuenta la participación de las mujeres en el mercado
de trabajo. Los resultados más relevantes que esperamos obtener se refieren a que la
probabilidad de tener un hijo sea mayor (o, dicho de otra manera, el retraso de la
maternidad será menor) para aquellas mujeres que:
• Tengan un menor nivel educativo.
• Se encuentren en edades centrales de la vida.
• Pertenezcan a una cohorte de nacimiento más antigua.
• Estén casadas o convivan en pareja.
• No participen en el mercado laboral.
• Residan en comunidades autónomas con menores oportunidades de empleo
o sean observadas en momentos de escasas oportunidades de empleo.
Adicionalmente, en estos dos capítulos donde se analizan las primeras decisiones
de incorporación al mercado de trabajo y de maternidad de forma separada, esperamos
observar un impacto distinto de las variables fundamentales en mujeres de distintas
cohortes de nacimiento y circunstancias familiares. Para ello, por un lado, reproducimos
el análisis en cuatro cohortes diferentes (1961-1965, 1966-1970, 1971-1975 y 1976-
1980); Por otro lado, se estudian las decisiones laborales después del inicio del
matrimonio o convivencia en pareja y después de la primera maternidad con el objetivo
Introducción
36
de analizar cómo influyen las variables familiares (características de la pareja o de los
hijos) en la probabilidad de acceder o abandonar la participación laboral. Por último, se
analizarán las decisiones de maternidad para una submuestra de mujeres casadas o que
conviven en pareja, lo que permitirá detectar si las características de los cónyuges
influyen en el momento en que las mujeres toman la decisión de tener su primer hijo.
En una última etapa de la tesis analizaremos ambas decisiones, participación
laboral y fecundidad, de manera simultánea, puesto que la evidencia empírica confirma
que ambas decisiones están estrechamente relacionadas. En este trabajo se corrobora
que esta interrelación no solo existe, sino que además cada vez es más intensa, como
demuestra el análisis realizado con tres submuestras de mujeres pertenecientes a tres
cohortes de nacimiento distintas (1934-1943, 1944-1953 y 1954-1963).
D. ESTRUCTURA DE LA TESIS
El contenido de la tesis que se presenta a continuación se ha organizado como
sigue:
Tras esta introducción, en el capítulo 1 se exponen las principales teorías que
han explicado las decisiones de participación laboral y de fecundidad. Cabe destacar la
contribución realizada por la Nueva Economía de la Familia para explicar ambas
decisiones. Adicionalmente, se presentan los resultados obtenidos por otros autores,
tanto en países europeos como en países del continente americano y haciendo especial
hincapié en la evidencia empírica para España. Para finalizar el capítulo, a la luz de las
teorías revisadas y la evidencia existente, se detallarán las hipótesis a contrastar en los
capítulos 3, 4 y 5.
En el capítulo 2 se presenta la base de datos que se explota en el presente trabajo
de investigación, la Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, realizada por el
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). De cara a la presentación de la muestra se
recogen distintos gráficos que muestran las circunstancias en las que las mujeres de
distintas cohortes han tomado las decisiones de participación en el mercado de trabajo y
de maternidad a lo largo de las últimas décadas. Por último, se exponen las técnicas
Introducción
37
utilizadas para el análisis de ambas decisiones: por un lado, los modelos no
paramétricos para estimar las funciones de supervivencia y de riesgo y, por otro, los
modelos paramétricos de la tasa de transición en tiempo discreto.
En el capítulo 3 se analizan los determinantes de la decisión de la primera
incorporación al mercado de trabajo. También se analizan las decisiones laborales en
torno a la fecha de matrimonio o inicio de convivencia en pareja y del nacimiento del
primer hijo, tanto el primer acceso al mercado laboral después de dichos eventos como
el eventual abandono de la ocupación después del matrimonio o inicio de la convivencia
o de la primera maternidad. Se hará especial hincapié en el papel del nivel educativo y
se incorporarán al análisis otras variables personales como la edad y la cohorte de
nacimiento, variables familiares como el tipo de convivencia y la presencia de hijos y
variables del entorno como la zona de residencia, la tasa de paro en la Comunidad
Autónoma de residencia y la variación de ocupados en la Comunidad Autónoma. En el
modelo de participación de las mujeres casadas se incorporarán características del
cónyuge o pareja y en los modelos de participación de las madres, características
relativas al nacimiento de los hijos. En este capítulo se espera confirmar que las mujeres
más cualificadas y las de cohortes más jóvenes tendrán una mayor vinculación con el
mercado de trabajo y lo abandonarán en menor medida como resultado del matrimonio
y la maternidad.
En el capítulo 4 se estudian los determinantes de las decisiones de tener el
primer hijo. De la misma manera que en el capítulo 3, se prestará especial atención al
papel de la educación de las mujeres sobre la decisión de convertirse en madres por
primera vez. Se incluirán también características personales, familiares, del entorno y
demográficas como la edad a la que tuvieron la primera relación íntima y si han tenido
algún aborto. Además, se realizará un análisis para una submuestra de mujeres casadas
o que conviven en pareja, donde se incluirá características relativas a los cónyuges
como edad y nivel educativo más alto alcanzado. Los principales resultados que se
espera obtener en este capítulo son que las mujeres más cualificadas tendrán menor
probabilidad de ser madres, dicho de otro modo, retrasarán la decisión de tener su
primer hijo.
Introducción
38
En el capítulo 5 se analizan de forma simultánea las decisiones de participación
laboral de las mujeres y de maternidad. Para ello se estima un probit bivariante que
permite la incorporación de determinantes comunes de ambas decisiones, tales como el
nivel educativo de las mujeres o su cohorte de nacimiento. Se espera corroborar que las
mujeres con mayor nivel educativo presentan una mayor probabilidad de tener un
trabajo remunerado fuera del hogar familiar y una menor probabilidad de tener
descendencia, de forma que se aprecia una especie de trade-off entre ambas decisiones,
que es más pronunciado en las mujeres de cohortes de nacimiento más recientes (y más
educadas) que en las mujeres de cohortes anteriores.
Finalmente, el último capítulo contiene las conclusiones más relevantes que se
han obtenido en este trabajo y una propuesta de líneas de investigación para el futuro.
CAPÍTULO 1
MARCO TEÓRICO Y EVIDENCIA EMPÍRICA SOBRE FECUNDIDAD Y PARTICIPACIÓN
LABORAL FEMENINA
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
41
1.1. INTRODUCCIÓN
En este primer capítulo se van a recoger los principales argumentos teóricos que
explican las decisiones de participación laboral y fecundidad de las mujeres. Además se
recoge la evidencia empírica sobre ambas decisiones, maternidad y participación laboral
de las mujeres, en países industrializados, sobre todo europeos. De la combinación de
ambos, argumentos teóricos y evidencia empírica, se derivan las hipótesis a contrastar
en los siguientes capítulos.
El capítulo se divide en ocho secciones. En primer lugar, tras esta introducción
se exponen los rasgos esenciales de los modelos de oferta laboral femenina o modelos
de participación, donde tendrá especial protagonismo el modelo de asignación del
tiempo al mercado de trabajo y a los hijos desarrollado en los años sesenta por Gary
Becker, cuyos postulados se pueden enmarcar en lo que se ha conocido como la Nueva
Economía de la Familia. En segundo lugar se presenta la evidencia empírica inspirada
en el enfoque estándar de Becker. En tercer lugar, se detalla la relación de hipótesis más
relevantes a contrastar en el análisis empírico sobre la participación laboral de las
mujeres. En cuarto lugar, se presentan los modelos económicos de fecundidad, entre los
que destaca el análisis microeconómico de la fecundidad de Becker, que contempla la
interacción entre la cantidad y calidad de los hijos, el modelo que incluye la Hipótesis
de Renta Relativa planteada por Easterlin a finales de los años sesenta y la explicación
de la Segunda Transición Demográfica. Le sigue, en la sección 6, la revisión de la
literatura sobre determinantes de maternidad y, en la sección 7, la enumeración de
hipótesis esenciales a contrastar acerca de los determinantes de la fecundidad. El
capítulo termina con unas breves conclusiones y unas referencias a trabajos que
contemplan la endogeneidad de las dos decisiones clave de este trabajo de
investigación: maternidad y participación laboral.
En las secciones 3 y 6 se recogen los principales resultados obtenidos en la
evidencia empírica, tanto en países europeos (Reino Unido, Italia, Francia, Bélgica,
Alemania, Suecia, Dinamarca, Grecia, Portugal, Irlanda y Holanda) como en países del
continente americano (Estados Unidos, Canadá, Argentina y México). También se
expondrán los resultados obtenidos en la investigación en materia de participación
laboral de las mujeres y decisiones de fecundidad en España, que está menos
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
42
desarrollada que en otros países, pues aunque existe un amplio número de trabajos de
ciencias sociales en este campo, pocos ponen especial énfasis en variables de tipo
económico.
1.2. MODELOS DE OFERTA LABORAL FEMENINA
En esta sección se expone, en primer lugar, el modelo básico de elección trabajo-
ocio. Los agentes económicos maximizan una función de utilidad individual en la que el
tiempo de ocio representa un bien que combinar con el consumo. A continuación, se
desarrollan distintos modelos que tienen en cuenta que las decisiones laborales
únicamente pueden ser entendidas dentro de un marco familiar como el modelo de
oferta de trabajo familiar y el modelo de asignación del tiempo al mercado de trabajo
desarrollado en los años sesenta por Gary Becker, enfoque estándar que sirve como
marco teórico a la mayoría de estudios empíricos sobre participación laboral femenina y
que se conoce con el nombre de la Nueva Economía de la Familia. Para elaborar esta
sección se ha recurrido a numerosas fuentes bibliográficas, entre las que destaca, por el
orden de sus contenidos y la claridad de sus planteamientos, Alba (2000).
1.2.1. Modelos de oferta individual
La forma tradicional de enfocar las decisiones de oferta de trabajo es a través del
modelo de elección entre consumo y ocio. Este modelo tiene su origen en Jevons (1871)
y fue desarrollado posteriormente por Robbins (1930) y Hicks (1932, 1939). El modelo
parte de supuestos bastante restrictivos: la oferta de trabajo responde a la necesidad de
maximizar una función individual de utilidad en la que no se contempla el tiempo
dedicado a la producción de bienes en el hogar ni a la atención a la familia. Este modelo
nace como extensión de la teoría del consumidor. La maximización de la utilidad
individual responde a la combinación de bienes de mercado (que se logran a través de la
renta que se obtiene en el mercado) y de tiempo de ocio. La elección entre renta y ocio
está determinada por las preferencias del individuo y los precios relativos de ambos.
Dadas estas preferencias, sujetas a una restricción temporal (24 horas al día), el
individuo debe decidir qué cantidad de horas desea dedicar a trabajar y cuántas va a
destinar al ocio. Los supuestos de ausencia de préstamos, ahorro y transferencias
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
43
implican que la única forma de consumir más bienes será obteniendo más ingresos en el
mercado de trabajo, lo que significará reducir el tiempo destinado al ocio. Al maximizar
la utilidad el individuo busca la combinación óptima de ocio y tiempo de trabajo que
depende del coste de sustituir uno por el otro. El precio de una hora de ocio es el salario
al que se renuncia por disfrutarla, el salario de mercado5. De ahí que la demanda de ocio
(o la oferta de trabajo) dependa del salario vigente, que representa el coste de
oportunidad del ocio. Pero no es el único determinante, dos factores adicionales son la
renta no salarial disponible y los gustos o preferencias.
Veamos el impacto que tiene la renta no salarial en la oferta de trabajo
individual: cuando aumenta esta renta (ceteris paribus) se incrementa la demanda de
bienes, y necesariamente también la del ocio, que es un bien normal necesario para
disfrutar de los demás bienes. Si se demanda más ocio se ofertan menos horas de trabajo
¿Y si lo que cambia es el salario de mercado? Entonces no está muy claro el efecto neto,
puesto que responde a dos fuerzas contrapuestas que tienden a alterar la posición
maximizadora de la utilidad del individuo: un mayor nivel de renta permite reducir
horas de trabajo ofrecidas manteniendo o mejorando la capacidad de gasto respecto a la
situación anterior al aumento salarial. Es lo que se conoce como efecto renta. Sin
embargo, aumentos en el nivel salarial incentivan una reducción del número de horas de
ocio y una mayor oferta de tiempo en el mercado de trabajo. Esto es lo que se conoce
como efecto sustitución. El efecto sustitución indica por tanto la variación del número
deseado de horas de trabajo por una variación del salario, manteniendo constante la
renta.
El efecto neto de una variación salarial en el número de horas que desea trabajar
una persona dependerá de las magnitudes relativas del efecto renta y el efecto
sustitución. Si se incrementa el salario y el efecto sustitución es mayor que el efecto
renta, entonces las horas de trabajo aumentarán; si, por el contrario, el efecto renta es
mayor que el efecto sustitución las horas de trabajo disminuirán. En el caso de una
disminución del salario-hora, si el efecto sustitución es mayor que el efecto renta,
5 Cuando el salario de mercado coincide con la tasa de sustitución del consumo por el ocio, el individuo decide ofrecer horas de trabajo en el mercado, mientras que si esta tasa fuera mayor que el salario, el individuo decidiría no trabajar, puesto que el individuo estaría valorando más una hora de ocio que el consumo que podría realizar con el ingreso resultante de trabajar durante esa hora.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
44
entonces las horas de trabajo disminuirán, mientras que si el efecto renta es mayor que
el efecto sustitución, las horas de trabajo aumentarán.
La evidencia empírica contempla que la curva de oferta de trabajo individual
(que relaciona el salario con el tiempo ofrecido de trabajo) varía significativamente
entre varones y mujeres, siendo la pendiente de la curva de oferta femenina claramente
positiva (la curva de oferta de los hombres se vuelve ligeramente hacia atrás) y, por
tanto, en el caso de las mujeres se produce un predominio del efecto sustitución sobre el
efecto renta. Tradicionalmente las mujeres asignan una gran parte de su tiempo a las
tareas domésticas y al cuidado y la educación de los hijos y, hasta cierto punto, estas
tareas y un trabajo remunerado fuera del hogar son muy sustitutivos para muchas
mujeres y, por tanto, el efecto sustitución es muy importante.
1.2.2. Nuevos supuestos
En los siguientes apartados se exponen modelos donde se recoge explícitamente
que la toma de decisiones laborales se realiza dentro de un contexto familiar y que
contempla también el papel del capital humano.
a) Oferta de trabajo familiar
El modelo de oferta de trabajo familiar fue desarrollado inicialmente por
Killingsworth y Heckman (1986). En una primera versión del modelo (modelo de
utilidad individual) cada miembro de la familia maximiza su función de utilidad sujeta a
la restricción de los presupuestos familiares. La utilidad individual es función del ocio
individual y del consumo familiar. Un cambio en el salario de uno de los cónyuges
afecta a la conducta del otro porque los recursos familiares y el consumo tienen
economías de escala en el hogar. Por tanto, un aumento en el salario del marido genera
un efecto indirecto, negativo, sobre la oferta laboral de la mujer, pero no necesariamente
es igual al efecto renta indirecto de un cambio en el salario de la mujer sobre la oferta
laboral del marido. Este modelo suministra predicciones sobre los signos pero no sobre
las magnitudes de los efectos renta indirectos (Killingsworth y Heckman, 1986).
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
45
b) Modelos de asignación del tiempo
El modelo renta-ocio individual admite múltiples acepciones de la expresión
ocio, al recoger cualquier actividad no remunerada. Esto representa una notable
simplificación, y no cabe duda de que el modelo gana en realismo cuando se admiten
dos formas de trabajo: el que se realiza en el ámbito doméstico y el que se desarrolla en
el mercado. Esta diferenciación entre ocio “puro” y trabajo doméstico como alternativas
al trabajo en el mercado, dada la históricamente inequitativa distribución de las tareas
domésticas entre varones y mujeres6, sí que permite incorporar hipótesis sobre el
comportamiento diferenciado de varones y mujeres en el mercado de trabajo. Las
mujeres sustituyen el tiempo de trabajo fuera del hogar con tiempo de trabajo en el
hogar y el ocio, mientras que los varones sólo sustituyen el tiempo de trabajo fuera del
hogar con tiempo de ocio. Las mujeres pueden utilizar renta para consumir bienes y
servicios que reducen el tiempo de dedicación al hogar y le permiten disfrutar de más
ocio y esta demanda de bienes y servicios alternativos a la producción doméstica no
puede hacerse sino aumentando la oferta de horas de trabajo en el mercado. Los varones
sólo pueden consumir más ocio disminuyendo su tiempo de trabajo. Estos matices
fueron formulados por Mincer (1962, 1963) y las ideas de Mincer fueron retomadas y
ampliadas por Becker (1965), quien propuso una nueva teoría sobre la distribución del
tiempo entre el trabajo doméstico y el trabajo en el mercado, que dio lugar a la Nueva
Economía de la Familia.
En este modelo, existen tres usos alternativos del tiempo (tiempo para trabajar,
tiempo para la producción doméstica y tiempo para consumir) y la unidad decisora no es
la persona individual sino la unidad familiar que debe decidir conjuntamente el tiempo
que dedica al mercado de trabajo (que le permitirá obtener unos ingresos destinados a la
compra de bienes de consumo en el mercado) y el tiempo que dedica al trabajo
doméstico. En este último, por un lado, producirán bienes que no son valorados por el
mercado y son de consumo final y, por otro lado, transformarán bienes adquiridos en el
mercado para destinarlos al consumo final (como preparar la comida).
6 Esta división tradicional de roles en la asignación del tiempo en la familia en el mercado de trabajo y en el trabajo doméstico queda justificada por el propio Becker por el diferencial en productividad que tienen necesariamente (por sus condiciones biológicas) las mujeres en buena parte de las tareas del hogar, en particular en la correspondiente a la crianza de los hijos.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
46
La familia combina tiempo y bienes de mercado con el objetivo de producir
bienes domésticos (sueño, alimentación, vacaciones, tareas domésticas, etc.) que se
incorporan directamente a su función de utilidad familiar (figura 1.1)7:
Figura 1.1. Proceso de producción en el hogar.
Fuente: Elaboración propia.
Cada familia elegirá la combinación óptima de bienes, que es la que maximiza
su función de utilidad, sujeta dos restricciones. En primer lugar, a una restricción
presupuestaria: la familia no puede gastar en bienes de mercado más que el presupuesto
familiar del que dispone, que viene dado por la suma de los ingresos que obtienen los
miembros de la familia por participar en el mercado laboral y las rentas no salariales, ya
que en este modelo no es posible pedir préstamos ni es necesario adoptar decisiones
relativas al ahorro. En segundo lugar, la función de utilidad está sujeta a una restricción
temporal: el tiempo total disponible durante un período de tiempo determinado viene
dado por la suma del dedicado al trabajo asalariado más el empleado en el resto de
actividades.
De este modo, los miembros de una familia han de decidir cómo van a distribuir
su tiempo entre participar en el mercado de trabajo (lo que financia la adquisición de
bienes de mercado necesarios para producir bienes domésticos) y producir bienes
domésticos. Cada miembro de la familia se especializará en aquella actividad en la que
7 El modelo es ampliamente desarrollado por Becker (1965) y Gronau (1977).
Bienes de
mercado
Tiempo
Hogar
(Bienes domésticos)
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
47
tenga una mayor ventaja comparativa, es decir, tenga una mayor eficiencia o
productividad y un menor coste de oportunidad. Es decir, si un miembro de la familia
tiene una mayor productividad en el mercado de trabajo que en las actividades
domésticas, debería participar activamente en el mercado laboral. Esta productividad
viene dada por su stock de capital humano. Un factor que contribuye a explicar la
distribución del tiempo entre trabajo en el hogar y trabajo fuera del hogar es la dotación
de capital humano de las personas. En el modelo de Capital Humano, las inversiones
que realizan las personas en capital humano tienen un impacto positivo sobre la
productividad, y se espera además que dicho impacto sea más positivo en la
productividad vinculada a la producción de mercado que en la producción doméstica. Si
el capital humano adquirido en el sistema educativo genera mayor productividad en el
mercado de trabajo, los rendimientos de esta inversión orientarán el tiempo de las
personas hacia el mercado de trabajo en lugar de a la producción en el ámbito
doméstico. La renta obtenida en el mercado de trabajo se dedicará así a adquirir bienes y
servicios de mercado que sustituyan a los de producción doméstica. De ahí que las
mujeres se especialicen en la producción doméstica, en la que tienen además ventajas
biológicas (en el nacimiento y primera crianza de los hijos), y los varones, que tienen
mayores salarios en el mercado, oferten más horas de trabajo en el mercado e inviertan
más en capital humano.
Sin embargo, en las últimas décadas se ha producido un aumento de la inversión
en educación por parte de las mujeres. Esto ha provocado un aumento relativo de su
productividad en el mercado laboral, aumentando el número de horas que las mujeres
dedican a participar en el mercado de trabajo y reduciendo el tiempo que destinan a la
producción de bienes domésticos en relación al tiempo que dedican sus cónyuges a
ambas actividades. Es decir, a medida que aumenta el nivel educativo de las mujeres, su
productividad en el hogar se incrementa en menor proporción que el salario que
obtienen participando en el mercado de trabajo, y conforme aumenta el precio relativo
del tiempo de las mujeres en el mercado laboral, aumenta su participación en el
mercado de trabajo a expensas del trabajo doméstico.
En este modelo, el salario esperado constituye uno de los determinantes
fundamentales de las decisiones laborales de las mujeres. Por un lado, un incremento
del salario por hora de la mujer incrementa la renta total, que implicará un mayor
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
48
consumo de bienes que requerirá mayor número de horas dedicadas al consumo y, por
tanto, disminuirá el número de horas trabajadas, es decir, el efecto renta es negativo (a
mayor salario-hora, menor oferta de trabajo). Por otro lado, hay que tener en cuenta que
el efecto sustitución de un incremento en el salario es positivo. Un aumento del salario
de las mujeres aumentará el número de horas de trabajo, y se traslada producción
doméstica hacia bienes menos intensivos en tiempo, es decir, se libera tiempo para
realizar trabajo fuera del hogar8.
Por tanto, en este modelo se conoce el signo del efecto renta (negativo) y el del
efecto sustitución (positivo), pero no se conoce el signo del efecto neto que dependerá
de la magnitud de cada uno de los dos efectos anteriores.
1.3. EVIDENCIA EMPÍRICA SOBRE LA PARTICIPACIÓN LABORAL
Un conjunto importante de investigaciones han tratado de analizar qué variables
determinan que una mujer decida participar en el mercado de trabajo. En ellos se
contrasta la influencia de numerosas variables explicativas que recogen desde
características personales de las mujeres y del hogar donde habitan a las del entorno en
el que viven. En esta sección revisaremos algunos de estos trabajos, tanto de ámbito
nacional como internacional. En líneas generales se observa en los últimos años un
aumento de la participación laboral de las mujeres, que además se incorporan al
mercado laboral con un mayor nivel formativo. Junto con el nivel educativo, que es la
variable con mayor capacidad explicativa, otras variables pueden influir en la decisión
de la participación laboral femenina. Entre ellas destaca la edad de la mujer,
características del cónyuge como su edad o su nivel educativo o el número o la edad de
los hijos que viven en el hogar, entre otras.
8 Por ejemplo, se comprarán más comidas elaboradas y se realizarán menos comidas caseras, y se dejará a los hijos en guarderías y al cuidado de personas que cobren por ello.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
49
1.3.1. Características personales
Determinadas características personales de las mujeres como el nivel educativo
más alto alcanzado, la edad o el estado civil, han sido contempladas por la literatura que
analiza las decisiones de participación laboral de las mujeres. Los siguientes párrafos
recogen las aportaciones más relevantes.
a) Nivel educativo
En los numerosos estudios empíricos que se han ocupado de estudiar los factores
determinantes de la participación femenina se incorporan la variable nivel educativo.
Tanto los estudios realizados en América como Moffit (1984), Leibowitz et al. (1992),
Klerman y Leibowitz (1994) o Emery y Ferrer (2009), como los realizados en Europa,
entre los que destacan Dex et al. (1998), Chiuri (2000), Grimm y Bonneuil (2001), Del
Boca (2002), Bratti (2003), Bratti et al. (2005), Gutiérrez-Domènech (2005a), Del Boca
y Vuri (2007), Gregg et al. (2007) indican que la educación es uno de los determinantes
del incremento de la fuerza laboral femenina en las últimas décadas. En la misma línea
que los estudios internacionales, destacan en la literatura académica para España los
trabajos de Bover y Arellano (1995), Álvarez-Llorente (2002), De la Rica y Ferrero
(2003), Alba y Álvarez-Llorente (2004) y Gutiérrez-Domènech (2005b).
Un primer grupo de trabajos analizan las decisiones de participación laboral de
las mujeres. Moffit (1984) estudia la participación laboral de las mujeres en Estados
Unidos y expone que la educación es, junto a los salarios, el determinante clave de su
participación. Emery y Ferrer (2009) analizan una base de datos canadiense, y
concluyen que las mujeres con educación superior participan más en el mercado de
trabajo. Finalmente, Grimm y Bonneuil (2001), utilizando una muestra de mujeres
francesas (Enquête Familie), modelizan los determinantes de las transiciones en el
mercado laboral entre 1935 y 1990. Sus resultados corroboran que las mujeres que
tienen mayor nivel educativo cuentan con más incentivos para realiar un trabajo
remunerado.
Un siguiente grupo de trabajos analiza las decisiones de participación laboral de
las madres. Leibowitz et al. (1992) plantean un modelo donde se analizan las decisiones
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
50
de regresar al mercado de trabajo en los dos años posteriores al nacimiento de un hijo.
Estos autores observan que las mujeres que no alcanzaron la educación secundaria
tienen una menor probabilidad de volver al empleo tras la maternidad que las que sí la
poseen. Sin embargo, no encuentran diferencias significativas entre las mujeres con
educación secundaria y superior. Klerman y Leibowitz (1994) también analizan los
determinantes de la vuelta al trabajo durante el primer año tras el nacimiento de un hijo.
Los resultados concluyen que las mujeres con un mayor nivel educativo aceleran su
regreso al mercado laboral. En línea con los resultados obtenidos por los trabajos
anteriores, Dex et al. (1998), analizando una base de datos británica (National Child
Development Study), destacan que el nivel educativo, junto a la edad del hijo, es el
factor que determina la continuidad en el empleo después de la maternidad. Por su parte,
Gregg et al. (2007) observan también en el Reino Unido que las mujeres más educadas
regresan antes al mercado laboral tras una interrupción motivada por la maternidad.
Entre los trabajos que analizan el caso italiano destacan Chiuri (2000), Del Boca
(2002) y Del Boca y Vuri (2007). Todos ellos utilizan la Encuesta de Ingresos y
Riqueza de los Hogares procedente del Banco de Italia, y estiman los efectos del coste
del cuidado de los hijos sobre la participación de las madres en el mercado de trabajo.
Los resultados muestran que las mujeres que tienen educación superior tienen una
mayor probabilidad de trabajar fuera del hogar familiar. Bratti (2003) encuentra que las
mujeres más educadas participan más en el mercado laboral. Bratti et al. (2005)
analizan los factores que inciden en la transición al empleo después del nacimiento de
su primer hijo, entre los que destaca un elevado nivel educativo.
Finalmente, cabe destacar otro trabajo europeo que explica la influencia del
nivel educativo sobre la probabilidad de ocupación después del nacimiento del primer
hijo en Bélgica, Alemania, Italia, España y Suecia: Gutiérrez-Domènech (2005a)
encuentra que, en general, tener educación superior aumenta la probabilidad de
participar, si bien en España y Alemania es menor esta participación tras el nacimiento
del primer hijo que en el resto de países.
La evidencia empírica para España recoge tanto el caso general de la
participación laboral de las mujeres como el de la reincorporación de las madres tras el
nacimiento de un hijo. Bover y Arellano (1995) utilizan la Encuesta de Población
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
51
Activa (EPA) para analizar la participación laboral femenina en la década de los ochenta
en España y concluyen que las mujeres con mayor nivel educativo participan más en el
mercado de trabajo.
Entre los trabajos que analizan la reincorporación de las mujeres tras el
nacimiento de un hijo, con datos procedentes de la EPA, destaca el de Álvarez-Llorente
(2002), que estima modelos probit alternantes de fecundidad y participación laboral y el
de Alba y Álvarez-Llorente (2004) basado en la estimación de modelos de duración de
tiempo discreto para analizar la actividad laboral de la mujer en torno al nacimiento de
un hijo. Sus resultados corroboran que las mujeres con un mayor nivel educativo
muestran una mayor vinculación al mercado laboral, abandonan menos la actividad
durante el embarazo y acceden antes al empleo tras el nacimiento del hijo.
Gutiérrez-Domènech (2005b), utiliza la EPA y la Encuesta de Fecundidad y
Familia (1995), así como el Panel de Hogares de la Unión Europea para analizar las
transiciones fuera de la ocupación y la baja movilidad profesional. Esta autora encuentra
que las mujeres con mayor nivel educativo tienen una mayor probabilidad de seguir
empleadas después de tener hijos.
Por último, De la Rica y Ferrero (2003), utilizando la muestra española entre
1994 y 1998 del Panel de Hogares de la Unión Europea (PHOGUE), confirma que el
nivel educativo es un determinante importante de la participación laboral de las madres.
Las mujeres con educación superior tienen un mayor coste de oportunidad de no
participar en el mercado de trabajo.
b) Edad
La edad de las mujeres es otra de las variables que pueden influir en sus
decisiones de participación laboral. Los estudios realizados por Klerman y Leibowitz
(1994), Chiuri (2000), Grimm y Bonneuil (2001), Del Boca et al. (2005) y Del Boca y
Vuri (2007) concluyen que existe una relación positiva entre la edad de la mujer y el
nivel de participación laboral femenina. Las mujeres más jóvenes han experimentado
importantes cambios en los patrones de demanda educativa. En general, las mujeres han
aumentado el número de años en el sistema educativo con el objetivo de conseguir una
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
52
mayor formación que les capacite para encontrar un mejor empleo y como estrategia
frente a la discriminación laboral. La finalización de sus estudios marcará el inicio de su
carrera profesional, que tendrá lugar a una edad más tardía. Además, su vinculación al
mercado de trabajo no estará tan sujeta a circunstancias laborales o cíclicas como las de
cohortes anteriores, como cabe esperar de los modelos teóricos, sino que vendrá
determinada por su mayor nivel formativo respecto a las generaciones anteriores.
Otras autoras, como Del Boca (2002) encuentran una relación negativa entre la
edad y la participación laboral. Este resultado podría venir determinado por el hecho de
que conforme se incrementa la edad de la mujer, aumentan las responsabilidades
familiares que desincentivan su participación en el mercado de trabajo. Finalmente,
Gutiérrez-Domènech (2005b) y Sheran (2007) no encuentran una influencia
significativa de la edad de la mujer sobre sus decisiones de participación laboral.
c) Estado civil
En cuanto al análisis de la influencia del estado civil sobre la participación
laboral de las mujeres, la evidencia empírica destaca que en los últimos años la
actividad laboral de las mujeres casadas se ha incrementado de forma considerable. A
pesar de esta tendencia, los resultados obtenidos en varios estudios como Dex et al.
(1998) y Grimm y Bonneuil (2001), muestran que la probabilidad de que una mujer con
unas determinadas características socio-laborales participe sigue siendo menor si está
casada que en el caso de encontrarse soltera. Las mujeres solteras, que suelen ser más
jóvenes, pertenecen a una generación que alarga su período educativo para conseguir un
mejor puesto de trabajo y con unas pautas socio-laborales y culturales asociadas a
modelos de participación más estables e intensos. Las responsabilidades familiares
siguen constituyendo una fuerte barrera para la participación laboral de las mujeres
casadas y además sus decisiones de empleo están sujetas a los rasgos laborales de su
marido y de su nivel educativo. En Gutiérrez-Domènech (2005a) también se corroboran
estos resultados en el caso de las mujeres alemanas y suecas. Sin embargo, el estado
civil no influye sobre la participación laboral en el caso de las mujeres belgas, italianas
y españolas.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
53
Otros autores como Leibowitz et al. (1992) encuentran que las mujeres casadas
participan en mayor medida en el mercado laboral que las solteras. Este resultado puede
responder a dos realidades: por un lado, las mujeres casadas reciben ayuda de sus
maridos que les facilita la entrada al mercado laboral; por otro lado, las mujeres casadas
tienen mayores obligaciones económicas que las solteras, lo que les obliga a buscar un
trabajo remunerado fuera del hogar familiar.
1.3.2. Características familiares
Las características familiares que han sido incluidas en la literatura sobre la
participación laboral de las mujeres se pueden clasificar en dos tipos. En primer lugar,
las características relativas al cónyuge como su edad o su nivel educativo. En segundo
lugar, las variables relativas a las características de los hijos (número total o edades).
1.3.2.1. Características del cónyuge
Diversas características del cónyuge, las más habituales en la literatura son el
nivel educativo y la edad, afectan de forma muy diferente a la participación de la mujer
en la fuerza laboral.
a) Nivel educativo
El nivel educativo más elevado alcanzado por el marido puede tener un efecto
ambiguo sobre la decisión femenina de participar en el mercado laboral. Por un lado, el
mayor nivel educativo del marido supone mayores ganancias para el hogar y por tanto
los ingresos de las mujeres no son tan necesarios para la economía doméstica y puede
permitirse así un menor grado de participación; es lo que se conoce como efecto renta.
Los trabajos de Dex et al. (1998) y Álvarez-Llorente (2002) confirman esta relación
negativa entre el nivel educativo del marido y la probabilidad de participación laboral
de las mujeres.
Por otro lado, en el trabajo de Del Boca y Vuri (2007) no se encuentra una
relación entre el nivel educativo del marido y la participación de las mujeres en el
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
54
mercado de trabajo. En este sentido, hay que tener en cuenta la creciente homogamia
educativa en las parejas, que implica que los niveles de educación de los esposos suelen
estar positivamente correlacionados, de forma que un mayor nivel educativo del marido
se corresponde con un alto nivel educativo de la esposa, que es realmente lo que la hará
más propensa a participar en el mercado de trabajo. De ahí que a veces el nivel
educativo del marido, tal y como indican las estimaciones de Del Boca y Vuri (2007),
no sea estadísticamente significativo.
b) Edad
Del Boca y Vuri (2007) indican que existe una relación negativa entre la edad
cónyuge y el grado de participación laboral de las mujeres porque ambos suelen tener
edades similares.
1.3.2.2. Características de los hijos
Otros factores importantes a tener en cuenta a la hora de explicar la participación
laboral de las madres son el número de hijos y la edad de los mismos. Las decisiones
previas de fecundidad muestran un claro efecto negativo sobre la participación laboral
de las mujeres, porque el tiempo necesario para el cuidado de los hijos entra en conflicto
con el tiempo que las mujeres desearían aportar al mercado de trabajo.
a) Número de hijos
Las madres trabajadoras tienen importantes dificultades para conciliar el trabajo
con el desarrollo de una vida personal plena y satisfactoria. El número de hijos
pequeños en el hogar familiar es un determinante de las decisiones laborales de las
mujeres. Los trabajos de Klerman y Leibowitz (1994), Chiuri (2000), Del Boca y Vuri
(2007), Emery y Ferrer (2009) y Euwals et al. (2011) muestran que las mujeres con
hijos tienen menor probabilidad de participar en el mercado laboral que las mujeres sin
hijos. El efecto esperado de un mayor número de hijos sobre la participación en el
mercado de trabajo es negativo. Cruces y Galiani (2007) confirman que en Argentina y
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
55
México existe una relación negativa entre tener más de dos hijos y la oferta laboral
femenina.
Finalmente, Alba y Álvarez-Llorente (2004) no encuentran que el número de
hijos afecte significativamente a la probabilidad de entrar en el empleo tras el
nacimiento de un nuevo hijo.
b) Edad de los hijos
La edad de los hijos también es una variable importante para explicar las
decisiones laborales de las madres. Cuanto menores sean los hijos, mayores serán los
cuidados que necesiten, y mayor la probabilidad de que las mujeres decidan no
participar en el mercado de trabajo.
En Dex et al. (1998) se observa que la edad del primer hijo no es una variable
que determine significativamente la participación laboral de las mujeres, pero sí lo es la
edad del hijo más pequeño; cuanto mayor sea el hijo más pequeño mayor es la
probabilidad de volver al empleo. En la misma línea, Klerman y Leibowitz (1994)
indica que conforme aumenta la edad de los hijos mayor es la participación laboral de
las mujeres. De la Rica y Ferrero (2003) afirman que si la mujer tiene un hijo mayor de
seis años se incrementan las posibilidades de que tenga un trabajo remunerado fuera del
hogar familiar y Cristia (2008) concluye que tener un hijo menor de un año reduce las
posibilidades de trabajar a tiempo completo. Sin embargo, Chiuri (2000) no encuentra
significativa la edad del hijo más joven en la decisión de participar en el mercado de
trabajo.
1.3.3. Características del entorno
Las principales variables que resumen las características del entorno y cuyo
impacto ha sido más analizado en la literatura académica son la tasa de desempleo
regional o nacional, que permite advertir el impacto de la coyuntura económica, y el
área geográfica donde residen las mujeres.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
56
a) Tasa de desempleo
La persistencia de elevadas tasas nacionales o regionales de desempleo
desincentiva la participación de las mujeres en el mercado de trabajo. Muchas mujeres
abandonan la búsqueda de un empleo para dedicarse a otras actividades como la
formación o la dedicación en exclusiva de las responsabilidades familiares. Es lo que se
conoce como efecto “desánimo”.
El efecto “desánimo” en la participación laboral de las mujeres provocado por
una alta tasa de desempleo nacional o regional ha sido corroborado por Bover y
Arellano (1995), Dex et al. (1998), Álvarez-Llorente (2002), Alba y Álvarez-Llorente
(2004), Del Boca et al. (2005), Bratti et al. (2005), Del Boca y Vuri (2007). Por su
parte, Chiuri (2000) no encuentra una relación significativa entre la tasa de desempleo
provincial y la participación de las mujeres en el mercado de trabajo.
b) Área geográfica
El área geográfica donde residen las mujeres y desarrollan su actividad laboral
también influye en las decisiones laborales. Dentro de un país, las oportunidades de
empleo son diferentes en el ámbito rural y el urbano o en distintas provincias. Chiuri
(2000) divide el territorio italiano en cuatro zonas: Norte, Centro, Sur y Cerdeña y
Sicilia. Los resultados obtenidos muestran que las mujeres italianas tienen una mayor
probabilidad de participar en el mercado laboral si viven en el Norte del país. Esta
autora también introduce como variable explicativa el tipo de área (ciudad o pueblo).
Esta variable no afecta de forma significativa a la probabilidad de participar en el
mercado de trabajo.
Por su parte, Álvarez-Llorente (2002) divide el territorio español en cuatro
zonas: Sur, Centro, Levante y Norte. Los resultados que obtiene indican que la
probabilidad de participación laboral femenina es mayor en el Levante y menor en el
Centro. Por su parte, Alba y Álvarez-Llorente (2004) dividen el territorio español en
tres zonas según la importancia que el sector agrícola supone para la actividad laboral
de la mujer (porcentaje de mujeres empleadas en la agricultura en comparación con las
demás actividades). Además separa como casos especiales Madrid y Barcelona, donde
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
57
la probabilidad de abandonar la actividad laboral durante el embarazo es menor.
Encuentran que Barcelona es la zona en la que la probabilidad de abandonar la actividad
durante el embarazo es menor.
A continuación, en el cuadro 1.1 se presenta un resumen de la evidencia
empírica sobre la participación laboral.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
58
Cuadro 1.1. Evidencia empírica sobre las decisiones de participación de las mujeres en el mercado laboral.
AUTORES PAÍS FUENTE PRINCIPALES RESULTADOS
Alba y Álvarez-Llorente (2004)
España Encuesta de Población Activa
1. Las mujeres con más estudios muestran una mayor vinculación al mercado de trabajo. 2. Las mujeres que parten de una situación de paro o inactividad presentan mayor volatilidad laboral frente al nacimiento. 3. Las mujeres que conviven con sus padres o suegros abandonan menos la actividad durante el embarazo y acceden antes al empleo tras el nacimiento.
Bover y Arellano (1995) España Encuesta de Población Activa La participación laboral de las mujeres incrementa si tienen educación superior y disminuye
conforme aumenta el número de hijos. Bratti, Del Bono y Vuri (2005)
Italia Longitudinal Survey of Italian Households
Trabajar en el sector público o en grandes empresas está correlacionado positivamente con la participación laboral después de la maternidad, mientras que trabajar sin contrato está correlacionado negativamente.
Chiuri (2000) Italia
Encuesta de Ingresos y Riqueza de los Hogares
(Banco de Italia)
1. Las mujeres con mayor nivel educativo tienen mayor probabilidad de estar empleadas. 2. Las mujeres con hijos participan menos en el mercado laboral. 3. Las mujeres que no tienen ayuda por parte de la familia participan menos en el mercado de trabajo.
Cruces y Galiani (2007)
Argentina México
INEGI (México) INDEC
(Argentina)
Tener más de dos hijos reduce la participación de la mujer en el mercado laboral.
Del Boca y Vuri (2007) Italia
Encuesta de Ingresos y Riqueza de los Hogares (Banco de Italia) y
Multicospo Survey
1. Las mujeres con mayor nivel educativo y las que tienen ayuda de los padres tienen mayor probabilidad de participar en el mercado laboral. 2. Las mujeres con hijos participan menos en el mercado de trabajo.
Dex, Hoshi, Macran y McCulloch (1998)
Reino Unido National Child Development Study
1. La edad del hijo sigue siendo el factor más importante que determina la participación. 2. Las mujeres con mayor nivel educativo presentan una mayor continuidad en el empleo después del nacimiento de un hijo. 3. El nivel educativo, y no la edad en la que se tiene el primer hijo, explica la continuidad en el mercado laboral.
Emery y Ferrer (2009) Canadá Family Census of Population
1. Un aumento del salario de la mujer aumenta su participación laboral, mientras que un aumento del salario del marido disminuye la participación laboral de la mujer. 2. Las mujeres con mayor nivel educativo participan más en el mercado de trabajo.
Euwals, Knoef y Van Vuuren (2011)
Holanda Dutch Labour Force Survey Las mujeres solteras tienen mayor probabilidad de participar en el mercado de trabajo, mientras que las mujeres con hijos tienen una menor probabilidad de tener un trabajo remunerado fuera de hogar familiar.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
59
Cuadro 1.1. Evidencia empírica sobre las decisiones de participación de las mujeres en el mercado laboral (continuación).
AUTORES PAÍS FUENTE PRINCIPALES RESULTADOS
Gregg, Gutiérrez-Domènech y Waldfogel (2007)
Reino Unido General Household Survey
1. Las madres con mayor nivel educativo presentan mayor experiencia laboral que las madres con menor nivel educativo en las cohortes de 1980 a 1985. Después no hay diferencias entre los distintos niveles educativos. 2. Los cambios en políticas de maternidad tienen un mayor impacto en las mujeres con mayor nivel educativo.
Grimm y Bonneuil (2001) Francia Enquête Famille
1. Las mujeres con hijos de corta edad y las mujeres casadas tienen mayor probabilidad de abandonar el mercado laboral. 2. Las mujeres jóvenes y las que tienen mayor nivel educativo participan más en el mercado de trabajo.
Gutiérrez-Domènech (2005a)
Bélgica, Alemania,
Italia, España, Suecia
Encuesta de Fecundidad y Familia
1. España y Alemania son los países donde más disminuye la participación laboral después del nacimiento del primer hijo. 2. Las mujeres con mayor nivel educativo tienen mayor probabilidad de volver al empleo después de la maternidad.
Gutiérrez-Domènech (2005b) España
Encuesta de Fecundidad y Familia (1995), Encuesta de Pobalción Activa, European Community
Household Panel
1. Después de la maternidad entre un 60-63% de las mujeres permanecen en el empleo. 2. Trabajar en el sector público o tener un contrato indefinido facilita el retorno al empleo después de la maternidad. 3. Las mujeres con mayor nivel educativo permanecen más en el empleo debido al mayor coste de oportunidad.
Klerman y Leibowitz (1994) América Current Population Survey 1. El nivel educativo acelera el regreso al mercado de trabajo a través del mayor salario.
2. A menor número de hijos, mayor probabilidad de reincorporarse al mercado. Leibowitz, Klerman y Waite (1992)
Estados Unidos
National Longitudinal Survey of Youth
1. La presencia de abuelos y los incentivos fiscales incrementan la participación laboral femenina. 2. A mayor salario mayor participación laboral de la mujer después de la maternidad.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
60
1.4. HIPÓTESIS A CONTRASTAR EN EL ÁMBITO DE LA PARTICIPACIÓN
LABORAL
El marco teórico que se recoge en la sección 1.2 inspira una serie de hipótesis a
contrastar en el análisis empírico de esta investigación respecto a la participación
laboral de las mujeres en España. Además la evidencia empírica al respecto también
contribuye completar las posibles hipótesis acerca del comportamiento laboral de las
mujeres. A continuación exponemos de forma detallada las hipótesis que tanto el marco
teórico como la evidencia empírica existente han inspirado de cara al análisis empírico
posterior.
En este trabajo de investigación la educación es una variable fundamental. La
inversión que realizan las mujeres en capital humano condiciona sus decisiones
laborales, pues las mujeres más educadas son las que más incentivos tienen a participar
en el mercado de trabajo: de éste esperan obtener más renta y el mayor salario esperado
hace más caro para ellas el tiempo de ocio y el que podrían dedicar a la producción
doméstica. Por tanto, una hipótesis esencial de este trabajo, en línea con una muy
amplia línea de investigación que abordaremos en breve, es la siguiente:
Hipótesis P1: Las mujeres con mayor nivel educativo participarán más en el
mercado de trabajo que las mujeres con menor nivel educativo. Esta mayor
vinculación con el mercado de trabajo implica:
Hipótesis P1A: Que las mujeres más cualificadas abandonarán en
menor medida la participación laboral como resultado de la maternidad
y el matrimonio, intentando compatibilizar así la vida laboral y familiar.
Hipótesis P1B: Que las mujeres más cualificadas se (re)incorporarán
antes a la actividad laboral tras la maternidad y el matrimonio, que
representan un aumento de sus compromisos familiares.
La edad de las mujeres puede condicionar las decisiones de participación laboral
que toman, al ser una proxy del ciclo vital y de la experiencia potencial en el mercado
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
61
de trabajo. Por tanto cabe la posibilidad de plantar una serie de hipótesis en torno al
impacto de la edad en las decisiones de participación de las mujeres:
Hipótesis P2: La participación laboral de las mujeres aumentará con la edad,
pero a tasas decrecientes. Una mayor edad aumenta la experiencia potencial de
las mujeres en el mercado de trabajo y con ella el salario que pueden esperar, lo
que incrementa el precio-sombra del ocio y del trabajo doméstico. Por otro lado,
es más probable que las mujeres de mayor edad estén casadas y tengan hijos, lo
que hará más necesario disponer de tiempo para la producción doméstica. De ahí
que esperemos un efecto cada vez menos positivo de la edad sobre la
participación en el mercado de trabajo.
En las últimas décadas, las mujeres españolas han demandado un creciente nivel
de educación, lo que se ha visto traducido en mayores tasas de participación laboral
femenina en las cohortes más recientes. También la evolución de la estructura
productiva (mayor protagonismo del empleo público y los servicios en general) así
como de la legislación laboral han contribuido a esta mayor participación laboral de las
mujeres. De este hecho, ampliamente documentado, se desprenden dos hipótesis a
contrastar en el trabajo empírico:
Hipótesis P3A: Las mujeres pertenecientes a cohortes más jóvenes, al estar más
cualificadas y encontrar un entorno institucional más favorable, registrarán
mayor persistencia (menos abandonos y más (re)incorporaciones) en el
mercado de trabajo que las mujeres de cohortes anteriores, ceteris paribus.
Hipótesis P3B: Las mujeres de cohortes más jóvenes, como resultado de la
expansión educativa, registran menores rendimientos de la educación, que es un
rasgo que las diferencia cada vez menos, por lo que en las cohortes más jóvenes
el papel diferenciador del nivel educativo en la participación laboral será más
reducido que en cohortes anteriores.
Otros determinantes de la participación laboral que contemplamos en el análisis
empírico son los que recogen características familiares. En particular, los relativos a la
renta no salarial de que pueden disfrutar las mujeres cuando toman sus decisiones de
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
62
participación laboral. En concreto, y dadas las singularidades de la base de datos
empleada en este trabajo de investigación, las variables que identificarán la renta no
salarial de la mujer vienen dadas por las características de su cónyuge o pareja. La
disponibilidad de esta información nos permite poder formular las siguientes hipótesis:
Hipótesis P4A: La presencia de cónyuge o pareja reducirá la probabilidad de
participar en el mercado de trabajo porque, a igualdad de condiciones, los
cónyuges contribuyen con renta al hogar (efecto renta) y la vida en pareja viene
vinculada a más producción doméstica y más necesidad de tiempo para
atenderla.
Hipótesis P4B: La presencia de cónyuge o pareja reducirá la probabilidad de
participar en el mercado de trabajo en mayor medida si el lazo que une a la
pareja es el matrimonio que cuando existe una mera convivencia. Varias son las
razones para formular esta hipótesis: en primer lugar, la percepción de renta está
más protegida por la ley si la pareja está casada, lo que favorece que la esposa
opte por el trabajo doméstico. En segundo lugar la convivencia sin matrimonio
es más frecuente en las cohortes jóvenes, donde la participación en el mercado
de trabajo es más habitual. En tercer lugar, a menudo las uniones de hecho se
convierten en matrimonios cuando la pareja toma la decisión de tener hijos. La
maternidad, como se explicará más adelante, requiere de mucho tiempo para
atender a la producción doméstica, y está negativamente relacionada con la
participación laboral.
Hipótesis P4C: El nivel educativo de los maridos o cónyuges tendrá un efecto
negativo en la participación laboral de las mujeres, al ser una proxy del salario
que obtienen en el mercado de trabajo, que constituye renta no salarial para las
esposas (efecto renta). No obstante en las cohortes más jóvenes es posible que
este efecto se vea paliado por la conocida y creciente homogamia educativa9
entre los dos miembros de la pareja.
9 La homogamia educativa se da cuando el nivel de estudios de los cónyuges es el mismo.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
63
Hipótesis P4D: La edad de los maridos o cónyuges tendrá un efecto negativo
en la participación laboral de las mujeres, al ser una proxy del salario que
obtienen en el mercado de trabajo, que constituye una fuente de renta para las
esposas (efecto renta).
Las decisiones familiares pasadas condicionan la participación laboral. En
particular, junto al matrimonio (antes mencionado) aparece la maternidad. La presencia
de hijos en el hogar representa para las mujeres importantes restricciones en el tiempo
disponible para el mercado de trabajo. Por tanto, con relación a la presencia de hijos
surgen las siguientes hipótesis de trabajo:
Hipótesis P5A: Las madres tendrán menor probabilidad de participar en el
mercado de trabajo (o, dicho de otro modo, más riesgo de abandonar y menos
probabilidades de (re)incorporarse al empleo) que las mujeres que no han tenido
hijos.
Hipótesis P5B: Cuanto más jóvenes sean los hijos, menor será la vinculación
de las mujeres con el mercado de trabajo. La edad de los hijos es un
condicionante clave del tiempo de cuidados que necesitan.
Las condiciones del medio en el que viven las mujeres influyen en sus
decisiones de participación laboral. En el entorno pueden encontrarse determinantes de
la rentabilidad del tiempo de trabajo en el mercado o del coste de oportunidad del
trabajo doméstico y del ocio: en particular, aquellas regiones que, por su estructura
productiva, ofrecen más oportunidades de empleo a las mujeres y aquellos momentos
del ciclo donde hay más empleo disponible contribuirían, ceteris paribus, a la
participación laboral de las mujeres. En concreto:
Hipótesis P6A: Las mujeres residentes en regiones con estructuras productivas
orientadas al empleo femenino, por ejemplo a través de empleo en el sector
servicios, tendrán mayor vinculación con el mercado de trabajo.
Hipótesis P6B: En momentos del ciclo con mayor disponibilidad de empleo
aumenta la participación de las mujeres en el mercado de trabajo.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
64
Por último, junto con la renta y el salario, se decía en la sección 1.2 que la oferta
de trabajo depende de los gustos y preferencias. No son éstas sin embargo variables que
aparezcan con frecuencia en el análisis económico empírico, quizá por su naturaleza
cualitativa y también, con seguridad, por la preocupación que tiene cualquier analista
por la endogeneidad en la formación de preferencias ¿es la preferencia, el gusto por el
trabajo o por el ocio lo que determina la oferta de trabajo en el mercado o son la
experiencia laboral y los sinsabores y recompensas vinculados a ésta lo que configura
estas preferencias por el trabajo? En el análisis empírico de esta tesis, concretamente al
estudiar los determinantes de la participación laboral femenina, y con las debidas
precauciones y cautelas por esta posible endogeneidad, aparece una proxy de la
preferencia por el trabajo entre los determinantes de las decisiones laborales de las
mujeres. El recurso a los valores y preferencias como variables explicativas es más
habitual en la literatura sociológica que económica, por lo que su uso se ha restringido
al máximo en este trabajo. En los capítulos empíricos de este trabajo de investigación se
explica cómo se representa la preferencia por el trabajo y su posible impacto en la
participación laboral. Se espera una correlación (y no necesariamente una relación
causal) entre la preferencia por el trabajo y la vinculación con el mercado laboral, ya sea
por una menor incidencia de los abandonos o un mayor grado de (re)incorporaciones.
A continuación, en el cuadro 1.2 se presenta un resumen de las hipótesis a
contrastar en el análisis de la participación laboral de las mujeres.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
65
Cuadro 1.2. Hipótesis a contrastar en el ámbito de la participación laboral.
Variable clave Hipótesis
Nivel de estudios
P1 Las mujeres con mayor nivel educativo participarán más en el mercado de trabajo que las mujeres con menor nivel educativo.
P1A Las mujeres más cualificadas abandonarán en menor medida la participación laboral.
P1B Las mujeres más cualificadas se (re)incorporarán antes a la actividad laboral.
Edad P2 La participación laboral de las mujeres aumentará con la edad, pero a tasas decrecientes.
Cohorte de nacimiento
P3A Las mujeres pertenecientes a cohortes más jóvenes registrarán mayor persistencia (menos abandonos y mas (re)incorporaciones) en el mercado de trabajo.
P3B En las cohortes más jóvenes el papel diferenciador del nivel educativo en la participación laboral será más reducido.
Convivencia y características delos cónyuges
P4A La presencia de cónyuge o pareja reducirá la probabilidad de participar en el mercado de trabajo.
P4B La presencia de cónyuge o pareja reducirá la probabilidad de participar en el mercado de trabajo en mayor medida si el lazo que une a la pareja es el matrimonio.
P4C El nivel educativo de los maridos o cónyuges tendrá un efecto negativo en la participación laboral de las mujeres.
P4D La edad de los maridos o cónyuges tendrá un efecto negativo en la participación laboral de las mujeres.
Hijos
P5A Las madres tendrán menor probabilidad de participar en el mercado de trabajo.
P5B Cuanto más jóvenes sean los hijos, menor será la vinculación de las mujeres con el mercado de trabajo.
Variables relativas al entorno y el ciclo económico
P6A Las mujeres residentes en regiones con estructuras productivas orientadas al empleo femenino tendrán mayor vinculación con el mercado de trabajo.
P6B En momentos del ciclo con mayor disponibilidad de empleo aumenta la participación de las mujeres en el mercado de trabajo.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
66
1.5. MODELOS ECONÓMICOS DE FECUNDIDAD
El objetivo de esta sección es plantear los modelos estáticos a partir de los cuales
se explican las decisiones de fecundidad. Entre las referencias bibliográficas utilizadas
para elaborar esta sección, destacamos a Alba (2000), que ha sido de gran ayuda a la
hora de organizar los contenidos e ideas clave. Los modelos estáticos iniciales se
basaban en la idea de que los hijos proporcionan unos beneficios a los padres pero, a la
vez, generan unos costes (Hotz et al., 1997). Los autores de los modelos neoclásicos
presentan a los padres como consumidores que eligen el número de hijos que maximiza
su utilidad, teniendo en cuenta su coste y la restricción presupuestaria. El número de
hijos que los padres desean depende positivamente de su renta y negativamente de los
costes de tenerlos. De esta manera los padres eligen el tamaño de sus familias. Los
modelos iniciales tenían ciertas limitaciones, ya que se observaba que el continuo
aumento de la renta de los hogares de las últimas décadas venía acompañado de una
disminución de la tasa de natalidad (y no al contrario, como se esperaba). Extensiones
muy relevantes de estos primeros modelos son el modelo de fecundidad de “cantidad-
calidad” de Becker o el modelo de la formación de las preferencias de Easterlin.
1.5.1. La calidad de los hijos
Gary Becker se plantea en su Tratado sobre la Familia en 1981 la aparente
paradoja que representa el hecho de que el nivel de renta esté asociado con un número
menor de hijos y no con un número mayor, como predecirían los modelos anteriores, de
inspiración malthusiana. Para poder explicar esta paradoja Becker introduce la idea de
la calidad frente a la cantidad de hijos. En términos globales la calidad corresponde al
hecho de que los hijos reciban atención y cuidado por parte de los padres, gocen de
buena salud, tengan posibilidad de recibir una buena preparación intelectual y no sean
maltratados ni forzados a trabajar.
La interacción entre la cantidad y la calidad de los hijos es la principal
contribución teórica del análisis microeconómico de la fecundidad que plantea Gary
Becker. Ambos aspectos, cantidad y calidad, determinan directamente el bienestar de la
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
67
familia, de forma que se incluirá a los hijos y el concepto de calidad de los hijos en la
función de bienestar del hogar.
El modelo de “cantidad-calidad” de hijos se basa en la fundamentación teórica
del modelo de asignación del tiempo planteado por Becker en los años sesenta. La
demanda, en términos de número de hijos, responde a la misma dinámica que la de
cualquier bien normal: los potenciales padres toman la decisión de tener hijos de forma
unitaria o conjunta con el objeto de maximizar su utilidad a lo largo del ciclo vital, lo
que, a su vez, dependerá de la renta que obtengan a lo largo de la vida. La demanda de
cantidad de hijos dependerá de la renta disponible y del precio o coste de los hijos
relativo al de los otros bienes. Si cambia la renta se producirá un efecto renta
(aumentaría también la demanda de hijos si aumenta la renta del hogar mientras se
mantiene el precio constante) y cambios en el precio de los hijos provocarán un efecto
sustitución (cuando el coste de los hijos es menor, se demandan más). ¿Qué puede
alterar el precio de los hijos? Las políticas públicas que facilitan los cuidados a través de
prestaciones monetarias para servicios o en la provisión directa de servicios públicos
educativos y de cuidado. Estas medidas pueden estimular la fecundidad al reducir el
coste directo de la crianza.
La demanda de calidad de los hijos es algo más sutil: a la hora de decidir la
asignación del presupuesto familiar entra en juego el gasto (la inversión en capital
humano) que se desea realizar en cada hijo. Los padres deciden el gasto unitario en cada
hijo que, multiplicado por el número de hijos que desean, constituye el presupuesto total
que requerirán los hijos. Dada una restricción presupuestaria, ambas magnitudes están
interrelacionadas y son importantes a la hora de asignar recursos y medir los efectos
renta y sustitución.
Al maximizar la utilidad familiar teniendo en cuenta cantidad y calidad de hijos
es interesante advertir que el precio sombra del número de niños en el hogar (coste de su
crianza) depende de la calidad y que el precio sombra de ésta depende de su número. El
coste adicional de mejorar la calidad de los hijos depende del número de hijos que se
tenga. El coste de aumentar el número de hijos depende de la calidad que se desea
conseguir para ellos. Ambas dimensiones son elegidas por los padres de forma
simultánea, y ambas responden a la renta pero con distintas elasticidades. Es decir, hay
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
68
un efecto renta sobre la cantidad y otro sobre la calidad, pero predominará el efecto o
elasticidad más fuerte. Si la elasticidad de la calidad es mayor que la de la cantidad, un
aumento en los ingresos familiares hará que se demande más calidad (y, por tanto,
menos cantidad). Por tanto se puede dar el caso de que un aumento de renta familiar dé
lugar a decisiones más restrictivas de fertilidad.
De los planteamientos de Becker se deduce que las mujeres con mayor nivel
educativo tendrán una menor cantidad de hijos. La existencia de una asociación entre la
educación y la productividad de las mujeres implica que a mayor número de años de
educación, mayor será la productividad de las mujeres en el mercado de trabajo y
mayores serán sus salarios y, por tanto, mayor será la renta que sacrifican por no
participar en el mercado de trabajo para dedicarse exclusivamente a la crianza de los
hijos. Además, cada hijo tiene unos costes de crianza independientes de las capacidades
de los padres y, conforme el valor del tiempo de las madres se incrementa, aumentar la
cantidad de hijos resulta cada vez más caro. Esto explicaría que las mujeres que tienen
un nivel de estudios más elevado tiendan a tener menos hijos que las mujeres que
poseen un nivel de estudios inferior y perciben unos salarios bajos. Por tanto, a medida
que los salarios de las mujeres se incrementan, éstas encuentran un coste creciente en la
cantidad de hijos respecto de la calidad, lo que lleva a que las mujeres más educadas,
como media, tengan menos hijos, pero mejor educados.
a) La relación entre fecundidad y participación laboral
Los hijos suponen costes al hogar más allá de los bienes y servicios que se
emplean en su crianza y educación. Parte de los recursos necesarios son tiempos de
cuidados que no se adquieren en el mercado y que directamente proporcionan los
padres. Por tanto, el cuidado de los hijos compite con otras actividades en la asignación
del tiempo de los padres, en particular el de la madre10. El coste del tiempo que las
madres dedican al cuidado de los hijos es equivalente al salario al que han de renunciar
por no ofrecer ese tiempo en el mercado de trabajo. Y cuanto mayor es el salario que
obtienen las mujeres por participar en el mercado de trabajo, mayores son los costes de
10 Por cuestiones de división del trabajo en el hogar, las mujeres tienen una mayor productividad en el ámbito doméstico que sus maridos y, por tanto, tienden a especializarse en éste más a menudo que los varones.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
69
oportunidad o precios sombra de los cuidados, más caro es por tanto criar a los hijos y
menor será su demanda.
Las parejas maximizan su utilidad a partir del consumo de un conjunto de bienes
y servicios normales, tanto domésticos como de mercado. Los cambios en la renta del
hogar tendrán distintos efectos en la fecundidad en función de si provienen del padre o
de la madre, en un contexto en el que la madre está bastante más implicada que el padre
en la crianza de los hijos. Por ejemplo, si aumenta el salario del padre aumenta el
ingreso del hogar disponible para atender a los hijos (efecto renta), lo que puede
favorecer la demanda de hijos. Pero si aumenta el salario de la madre aumenta tanto el
ingreso del hogar disponible para atender a los hijos (efecto renta) como el coste de
oportunidad de criarlos (efecto sustitución). El efecto neto dependerá de cuál de los dos
sea dominante. Si el dominante es el efecto sustitución, las mujeres que tienen la
posibilidad de acceder a mayores salarios serán las que demanden menos cantidad (pero
más calidad) de hijos.
b) Retrasar la fecundidad esperando el momento óptimo de tener hijos
La demanda de hijos no sólo depende del precio sombra de éstos sino que
también es sensible a las restricciones presupuestarias de la pareja, que vienen dadas por
la renta salarial y no salarial de la mujer y del cónyuge, así como de los costes de los
cuidados, tanto directos como indirectos. Los costes indirectos o de oportunidad pueden
cambiar a lo largo de la carrera profesional de la mujer. Por ejemplo, el coste de
interrumpir la carrera laboral o reducir el ritmo de trabajo para poder atender a los hijos
es más elevado cuando afecta a la acumulación de capital humano específico y tiene
implicaciones a largo plazo en dicha carrera. Bajo esta perspectiva tiene sentido que las
mujeres retrasen el nacimiento del primer hijo; así los hijos llegan a los hogares en
momentos de mayor capacidad para asumir sus costes de crianza y con una mayor
estabilidad en los ingresos que garanticen la disponibilidad de recursos a largo plazo.
Sin embargo, el retraso de la primera maternidad puede tener también implicaciones de
cara al número total de hijos, de forma que el número final de hijos no llegue a ser el
inicialmente deseado.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
70
1.5.2. La formación de los gustos o preferencias
Además de la relación entre cantidad y calidad de los hijos, el valor del tiempo
de la mujer y las circunstancias laborales en cada momento, la fecundidad también
responde a condicionantes biológicos y socio-económicos. En el caso de nuestras
sociedades puede ocurrir que el retraso en la primera maternidad sea tal que afecte a la
fertilidad posterior.
En 1966 Richard Easterlin plantea la Hipótesis de la Renta Relativa, también
llamada, en su honor, hipótesis de Easterlin, que niega la validez de uno de los
supuestos básicos de Becker: que los gustos o preferencias de los sujetos permanecen
constantes en el tiempo. El enfoque de Easterlin persigue integrar en un modelo los
elementos explicativos de las diferencias existentes en las tasas de fecundidad de las
parejas dentro de una misma sociedad, defendidos desde el ámbito de la sociología y de
la economía. Por tanto, este enfoque toma una perspectiva a veces más sociológica y
demográfica que económica.
Easterlin plantea que los gustos y preferencias pueden ir cambiando a lo largo
del tiempo según el contexto en el que el individuo ha sido educado, y las condiciones
de vida que ha disfrutado en su familia de origen. Así, en la medida en que se acepte
que el medio familiar es un indicador de clase social, se puede afirmar que Easterlin está
introduciendo el concepto de socialización en la modelización económica de la
fecundidad (Kyriazis, 1987).
En el modelo de Easterlin el número deseado de hijos tiene mucho que ver con
las posibilidades económicas del hogar donde uno se ha criado. Los padres que crecen
en entornos deprimidos están en mejor posición de dar a sus hijos al menos la misma
calidad de vida que ellos tuvieron (no tendrán una preferencia importante por la
calidad, puesto que ellos no la percibieron) y posiblemente por eso tengan más hijos.
Sin embargo, cuando una generación crece en la abundancia, le resulta mucho más
difícil proporcionar a sus hijos el mismo bienestar que disfrutó, estará más interesada en
la calidad de la crianza que en la cantidad y tendrá un menor número de hijos. El
entorno en el que Easterlin formula su modelo es el de una generación bastante fértil de
jóvenes de la postguerra en Estados Unidos, que crecieron sin muchos recursos,
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
71
mientras que la cohorte (mucho más numerosa) de sus hijos, al competir en el mercado
de trabajo un par de décadas más tarde, se enfrentarán a la necesidad de dotar a sus
propios hijos de tanta calidad como ellos disfrutaron, pero más dificultades para
financiar esa calidad, por lo que cae la natalidad y se sacrifica cantidad de hijos por
calidad.
De este modo, los jóvenes, en función de la infancia que han vivido, se marcan
una serie de expectativas o aspiraciones: si han vivido en la abundancia pueden esperar
a mantener su calidad de vida, lo que es incompatible con tener muchos hijos. O al
contrario, podrían tener bajos ingresos pero lo suficientemente altos en comparación con
sus padres como para entender que tienen renta suficiente para mantener a un mayor
número de hijos. Por tanto, las familias decidirán tener un hijo cuando sus expectativas
de renta superen el nivel mínimo de sus aspiraciones y así puedan satisfacer sus
necesidades de bienes y servicios y garantizar un bienestar mínimo a los hijos. Ese nivel
mínimo depende, a su vez, del bienestar disfrutado por los jóvenes durante sus años
adolescentes en el hogar paterno. Y las expectativas de renta se forman a partir de las
experiencias tempranas de los jóvenes en el mercado laboral.
Las insuficiencias del modelo anterior (no dice nada, por ejemplo, de la
influencia del nivel educativo de los jóvenes que se plantean ser padres) llevaron a
Easterlin a ampliarlo, haciendo depender la fecundidad de más factores y de las
preferencias endógenas. Estos factores son económicos (precios, rentas y restricciones
de tiempo), tecnológicos (tecnología doméstica), fisiológicos (decisiones relativas al
control de la natalidad) y demográficos (mortalidad infantil). El resultado es un modelo
mucho más elaborado y complejo, que puede presentar dificultades a la hora de verificar
su validez, y que sigue manteniendo elementos propios tanto del análisis económico
como del sociológico, pero apenas inspira evidencia empírica en la medida que no tiene
en cuenta los efectos de los años de escolarización, siendo ésta una de las variables más
importantes, como señala la literatura sobre la inversión en capital humano. Aporta, no
obstante, la atención a las preferencias y a cómo éstas se forman.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
72
1.5.3. Una explicación desde la demografía: la Segunda Transición
Demográfica
Las decisiones de fecundidad, más que económicas, son parte esencial de la
demografía, y desde esta ciencia social en las últimas décadas se está aportando amplia
evidencia empírica sobre las nuevas normas sociales en el ámbito de la natalidad. Las
sociedades occidentales han vivido un proceso de transición demográfica y, de hecho, se
encuentran actualmente en lo que se conoce como la Segunda Transición Demográfica.
En la primera transición demográfica (siglo XIX), el incremento en la renta y el mayor
desarrollo como resultado de la revolución industrial generaron un aumento de la
población. La mejora de las bases económicas de la población junto a los mayores
recursos públicos (sanidad) para atender a la infancia favorecieron una notable
reducción de la mortalidad infantil, que sostuvo importantes aumentos de la población
sin necesidad de que aumentara la tasa de fecundidad.
España ha vivido también, en consonancia con las sociedades de nuestro
entorno, su propia transición demográfica. Y actualmente estamos viviendo un proceso
en el que la natalidad disminuye con tal intensidad que la población está envejeciendo a
un elevado ritmo. De hecho, la sociedad española está viviendo esta Segunda
Transición Demográfica de forma especialmente pronunciada, en línea con lo que
ocurre con otros países de nuestro entorno, correspondientes al arco mediterráneo. Esta
transición demográfica está relacionada con la mayor formación de las mujeres y su
mayor vinculación con el mercado de trabajo, así como con nuevos valores y
preferencias. Por tanto, el análisis demográfico no dista mucho del económico ni en
supuestos, ni en hipótesis y métodos, si bien el primero pone más énfasis en las
preferencias de las mujeres.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
73
1.6. EVIDENCIA EMPÍRICA SOBRE LA FECUNDIDAD
A continuación, revisaremos las principales conclusiones obtenidas en los
análisis empíricos de la fecundidad desde un punto de vista económico en los últimos
20 años. De acuerdo a la evidencia empírica que vamos a recoger aquí, la baja
fecundidad está básicamente determinada por aspectos demográficos, sociales y
económicos que rodean a la familia: la ampliación de los años en el sistema educativo,
la inestabilidad laboral o el retraso en la formación de las familias, entre otros.
1.6.1. Características personales
Entre las características personales que influyen en las decisiones de fecundidad
se considerarán el nivel educativo, la edad y el estado civil.
a) Nivel educativo
El nivel educativo más alto alcanzado por las mujeres es un indicador de gran
importancia en el análisis de las decisiones de fecundidad. En los estudios realizados
por Moffit (1984), Blackburn et al. (1993), Francesconi (2002), Álvarez-Llorente
(2002), Del Boca et al. (2005), Gustafsson y Worku (2005), Gutiérrez-Domènech
(2008), Nicoletti y Tanturri (2008), Del Boca y Sauer (2009) y Delgado et al. (2009)
han intentando relacionar los cambios en la fecundidad con el nivel educativo de las
mujeres. A continuación se exponen los principales resultados obtenidos en estos
trabajos, clasificándolos según el país al que pertenecen las mujeres.
Los dos primeros trabajos, Moffit (1984) y Blackburn et al. (1993) se basan en
una muestra de mujeres estadounidenses, y el tercero, Francesconi (2002), utiliza una
base de datos británica. Mientras Moffit (1984) no encuentra una relación significativa
entre el nivel educativo de las mujeres y la fecundidad, por su parte, Blackburn et al.
(1993) desarrollan un modelo en el cual las mujeres realizan sus inversiones en capital
humano en función de sus preferencias sobre cuándo tener su primer hijo. Sus
resultados indican que las mujeres que tienen una mayor acumulación de capital
humano retrasan su maternidad. Por último, en Francesconi (2002) se plantea un
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
74
modelo donde se distingue entre trabajos a tiempo completo y a tiempo parcial, y se
advierte que el mayor nivel educativo disminuye la fecundidad.
El siguiente grupo de autores, Del Boca et al. (2005), Gustafsson y Worku
(2005), Nicoletti y Tanturri (2008) y Del Boca y Sauer (2009) explican cómo influye la
educación en las decisiones de fecundidad para un conjunto de países. Del Boca et al.
(2005) realiza un análisis comparativo con datos de Italia, Francia y Reino Unido (Panel
de Hogares de la Unión Europea) que permite advertir que la educación tiene un efecto
positivo en la probabilidad de tener un hijo. Sólo en Reino Unido las mujeres que tienen
educación secundaria tienen menor probabilidad de tener un hijo que las mujeres con
educación primaria. Del Boca y Sauer (2009) utilizando la misma base de datos
comparan las decisiones de fecundidad de las mujeres italianas, españolas y francesas
casadas, y concluyen que en Francia (a diferencia de lo que ocurre en otros países),
tener educación superior incrementa la probabilidad de tener un hijo.
En Gustaffsson y Worku (2005) se estudia la relación entre el matrimonio y la
maternidad según el nivel educativo, en Reino Unido y Suecia. Los resultados indican
que las mujeres contraen matrimonio a los cinco o más años de finalizar sus estudios y,
tienen su primer hijo dos o tres años más tarde. Esto explica que las mujeres con mayor
nivel educativo retrasen el matrimonio y la maternidad. Por otro lado, Nicoletti y
Tanturri (2008) utilizando el Panel de Hogares de la Unión Europea, realizan un
estudio comparativo de los determinantes de la primera maternidad para diversos países
europeos (Dinamarca, Francia, Alemania, Grecia, Irlanda, Italia, Portugal, España y
Reino Unido). En la misma línea de los resultados obtenidos en el estudio de
Gustaffsson y Worku (2005) concluyen que las mujeres con mayor nivel educativo
posponen la maternidad.
Finalmente, entre los trabajos españoles destacan Álvarez-Llorente (2002),
Gutiérrez-Domènech (2008) y Delgado et al. (2009). Álvarez-Llorente (2002), con
datos procedentes de la Encuesta de Población Activa, indica que en el caso de
participar, son las mujeres con mayor nivel educativo las que presentan una mayor
probabilidad de tener el primer y segundo hijo. Gutiérrez-Domènech (2008) utilizando
la Encuesta de Fecundidad y Familia (1995), concluye, en la línea de otros trabajos
internacionales, que las mujeres con mayor nivel educativo retrasan la maternidad. Y
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
75
Delgado et al. (2009) utilizando la Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006
confirma que las mujeres de estudios superiores tienen menor probabilidad de tener un
hijo.
b) Edad
Otro factor que influye en las decisiones de fecundidad es la edad de las mujeres.
En los últimos años se ha producido un retraso en la edad a la que se tiene el primer
hijo, lo que influye negativamente sobre la tasa de fecundidad al reducir de facto el
período fértil de las mujeres. Tradicionalmente, las mujeres de entre 25 y 29 años de
edad han presentado un mayor número de nacimientos que las de edades inferiores y
superiores. Sin embargo este grupo de edad está reduciendo el número de hijos y en
cambio aumenta en las mujeres de entre 30 y 34 años, edad a partir de la cual empieza a
disminuir nuevamente la probabilidad de ser madre. De la Rica y Ferrero (2003)
confirman que las mujeres menores de 35 años tienen más probabilidad de tener un hijo
en España.
En la misma línea que las autoras anteriores, Álvarez-Llorente (2002) indica que
la probabilidad de tener el primer hijo en España disminuye a partir de los 30 años en el
caso de las mujeres que no participan en el mercado de trabajo y a partir de los 35 años
en el caso de hacerlo. La decisión de tener un segundo hijo refleja un patrón similar,
mientras que tanto en el caso de no participar como en el caso de hacerlo la probabilidad
de tener un tercer hijo disminuye a partir de los 35 años. Sheran (2007) confirma que la
probabilidad de tener un hijo decrece con la edad en Estados Unidos. Por su parte, Del
Boca et al. (2005) concluye que la edad tiene un efecto positivo en la probabilidad de
tener un hijo en Francia y Reino Unido.
c) Estado civil y edad a la que contrae matrimonio
En la mayoría de los estudios que analizan el comportamiento reproductivo de
las mujeres se consideran solamente a las que están o han estado casadas o conviviendo
en pareja. Esto se debe a que tradicionalmente ha prevalecido (y sigue haciéndolo,
aunque en menor medida) una importante asociación entre el matrimonio y la
reproducción. Aunque en los últimos años ha aumentado el número de madres solteras,
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
76
todavía la mayoría de los hijos nacen con posterioridad al matrimonio de sus padres y
solamente una proporción muy pequeña de los nacimientos se producen en parejas que
no están legalmente casadas. Sheran (2007) incorpora el estado civil como variable
explicativa en su modelo y corrobora que las mujeres casadas tienen mayor probabilidad
de ser madres que las mujeres solteras.
Otro posible determinante de la fecundidad es la edad al casarse o el tiempo que
llevan las mujeres en el matrimonio en el momento de tomar la decisión de ser madres.
Moffit (1984) destaca que la probabilidad de tener un hijo crece en los tres primeros
años de matrimonio y luego decrece. Por su parte, Gutiérrez-Domènech (2008)
encuentra una relación negativa entre la edad a las que las mujeres contraen matrimonio
y el número de hijos. Las mujeres que se casan a edades más tardías son más propensas
a tener menos hijos a lo largo de su vida fértil.
1.6.2. Características del cónyuge
La presencia de un cónyuge en el hogar familiar supone una importante fuente
de apoyo para las mujeres, tanto emocional como instrumental y, desde luego, un
destacable apoyo económico. El nivel educativo es una de las características del
cónyuge que más se utiliza en la literatura académica sobre el tema, como proxy de su
nivel salarial y puede contribuir a explicar las decisiones de fecundidad de las mujeres.
a) Nivel educativo
El nivel educativo del marido, al igual que observamos en las decisiones de
participación laboral, puede tener un efecto ambiguo en las decisiones de fecundidad.
Por una parte, los maridos con un mayor nivel educativo tienen mayores ingresos
salariales, y si los hijos son considerados bienes normales, a medida que aumenten los
ingresos de la familia se espera que aumente el número de hijos, ya que las familias más
ricas pueden permitirse tener más hijos (efecto renta). Por otro lado, la correlación entre
los niveles educativos de los esposos, implica que los esposos más cualificados tendrán
mujeres más educadas y, por tanto, más proclives de participar en el mercado de trabajo,
lo que conlleva reducir el número de hijos.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
77
Álvarez-Llorente (2002) supone que el tiempo de cuidados que necesitan los
hijos procede exclusivamente de las madres, y por lo tanto, los hijos no afectan al coste
de oportunidad del tiempo del padre. Por tanto, la educación del marido tendrá un efecto
positivo sobre la probabilidad de tener un hijo. Por su parte, Gustaffson y Worku (2005)
indican que en aquellos matrimonios donde uno de los cónyuges tiene educación
superior se produce un retraso en la maternidad y Bloemen y Kalwij (2001) indican que
la educación del marido tiene un efecto negativo sobre las decisiones de maternidad, las
mujeres cuyos maridos tienen educación superior retrasan la maternidad.
1.6.3. Participación laboral de las mujeres
Una de las grandes asignaturas pendientes de las sociedades contemporáneas es
la conciliación de la vida familiar y laboral de los varones y, sobre todo, de las mujeres.
En algunos países europeos las madres cuentan con largas bajas remuneradas de
maternidad (44 semanas en Finlandia, 50 en Dinamarca, 52 en Noruega y 64 en Suecia),
flexibilidad horaria y altas tasas de teletrabajo. Sin embargo, en España, cuando se
termina la baja de 16 semanas, las mujeres que desean dedicarse a tiempo completo o
parcial a la crianza de sus hijos deben renunciar a sueldo, a prestigio social y al
desarrollo de su carrera profesional. Esto explica que las mujeres que participan en el
mercado de trabajo y que no están dispuestas a sacrificar su desarrollo profesional
renuncien a tener muchos hijos. Los trabajos de Gutiérrez-Domènech (2008), Alba et al.
(2009) y Haan y Wrohlich (2011) confirman que las mujeres empleadas tienen menor
probabilidad de tener un hijo.
Por otro lado, Nicoletti y Tanturri (2008) muestran que las mujeres alemanas que
nunca han trabajado tienen menor probabilidad de tener un hijo que aquellas que tienen
experiencia laboral. Además, encuentran una correlación entre la edad a la que las
mujeres tienen su primer hijo y la edad a la que tuvieron su primera experiencia laboral.
Las mujeres, después de empezar su primer empleo, esperan una media de entre tres y
siete años antes de decidirse a tener descendencia. Esto explica que las mujeres con
mayores niveles educativos, que se incorporan más tarde al mercado laboral, retrasen
más la maternidad. Finalmente, Del Boca y Sauer (2009) indican que las mujeres
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
78
españolas e italianas que acumulan experiencia laboral tienen menor probabilidad de
tener hijos.
1.6.4. Características del entorno
El momento de ciclo económico puede influir en la toma de decisiones de
maternidad. Una de las formas más habituales de recoger el ciclo económico y las
condiciones del mercado de trabajo es a través de la tasa de paro.
a) Tasa de desempleo
La existencia de elevadas tasas de desempleo regional o nacional puede tener un
efecto positivo sobre la maternidad. Anteriormente hemos advertido que la mayoría de
los trabajos coinciden en que la participación femenina está negativamente relacionada
con la maternidad, un mayor salario está relacionado con una menor descendencia. Por
tanto, las mujeres que se encuentran en situación de desempleo y que disponen de más
tiempo para dedicarlo al cuidado de los hijos, pueden plantearse tener un mayor número
de hijos. Sin embargo, mayores tasas de desempleo y sobre todo la propia experiencia
del desempleo significan menores recursos económicos para mantener a los hijos, por lo
que el efecto esperado del desempleo en la fecundidad resulta ambiguo. Gutiérrez-
Domènech (2008) encuentra que la tasa femenina de desempleo regional tiene un efecto
negativo en el primer, segundo y tercer hijo, y especialmente en los dos primeros;
mientras que Del Boca et al. (2005) y Gustafsson y Worku (2005) no encuentran una
relación significativa entre la tasa de desempleo y las decisiones de fecundidad.
A continuación, en el cuadro 1.3 se presenta un resumen de la evidencia
empírica sobre los determinantes de la fecundidad en España y otros países.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
79
Cuadro 1.3. Evidencia empírica sobre las decisiones de fecundidad de las mujeres.
AUTORES PAÍS FUENTE PRINCIPALES RESULTADOS Blackburn, Bloom y Neumark (1993)
Estados Unidos
National Longitudinal Survey of Young Women
1. Las mujeres que cobran altos salarios retrasan la maternidad. 2. El capital humano acumulado es la variable clave que explica las diferencias en las decisiones de participación laboral y fecundidad de la mujer.
Delgado, Zamora, Barrios, Cámara, Alberdi y De Rose (2009)
España Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores
1. Las mujeres de estudios superiores tienen menor probabilidad de tener un hijo. 2. Cuanto más joven es la mujer al iniciar la convivencia, mayor es la probabilidad de tener un hijo. 3. Las mujeres cuya primera convivencia fue en matrimonio, presentan una mayor probabilidad de tener un hijo.
Gustafsson y Worku (2005)
Reino Unido, Suecia
British Household Panel Survey (Reino Unido)
Household Market and NonMarket Activity Survey
(Suecia)
1. Las mujeres con menor nivel educativo se casan y tienen hijos a edades más tempranas. 2. Después de finalizar los estudios, las mujeres esperan más de cinco años en contraer matrimonio y dos o tres en tener el primer hijo. 3. Las mujeres suecas se casan más tarde pero después tienen hijos antes que las inglesas, debido a las generosas políticas familiares de Suecia.
Gutiérrez-Domènech (2008) España Encuesta de Fecundidad y Familia
1. Una elevada tasa de desempleo femenina tiene un efecto negativo sobre la fecundidad. 2. Las mujeres con mayor nivel educativo retrasan la maternidad y tienen menor probabilidad de tener un tercer hijo.
Nicoletti y Tanturri (2008)
Bélgica, Dinamarca,
Francia, Alemania,
Grecia, Irlanda, Italia,
Portugal, España, Reino Unido
European Community Household Panel Survey
1. Las mujeres con mayor nivel educativo posponen la maternidad. 2. Las mujeres esperan entre tres y siete años después de tener el primer empleo para tener su primer hijo. 3. La probabilidad de ser madre aumenta hasta los treinta años y disminuye a partir de esa edad. 4. Tanto las medidas destinadas a conciliar la vida familiar y laboral, como las medidas destinadas a fomentar la participación laboral de las mujeres jóvenes tienen impacto sobre las decisiones de fecundidad.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
80
1.7. HIPÓTESIS A CONTRASTAR EN ÁMBITO DE LA FECUNDIDAD
Posiblemente, por su vinculación con la opción por la cantidad y la calidad de
los hijos, así como por la vinculación con el mercado de trabajo, una de las variables
más relevantes en cualquier modelo de fecundidad es el nivel educativo de las mujeres.
Las mujeres más cualificadas han disfrutado de una mayor inversión en el hogar donde
se criaron y, siguiendo las ideas de Easterlin, podemos esperar que tengan la intención
de proporcionar a sus hijos también una buena dotación de capital humano. Por ello las
mujeres más cualificadas, conocedoras de la rentabilidad monetaria y no monetaria del
capital humano, tengan una preferencia por la calidad, con lo que tendrán menos hijos.
Por otro lado, las mujeres más cualificadas, como se recogía en la Hipótesis P1,
participan más en el mercado de trabajo porque tienen una mayor rentabilidad de
hacerlo o, dicho de otro modo, un mayor coste de oportunidad de no hacerlo. Por tanto,
podemos establecer la siguiente hipótesis:
Hipótesis F1: Las mujeres más cualificadas tendrán una menor probabilidad
de ser madres, o bien retrasarán más la maternidad que las mujeres de menor
cualificación.
También se ha recogido en secciones anteriores la idea de que la decisión de la
maternidad cambia a lo largo del ciclo profesional y vital de las mujeres. Los hijos
proporcionan muchas satisfacciones, son una fuente importante de afectividad. Esto
induciría a tenerlos cuanto antes, para disfrutarlos más tiempo. Sin embargo, las
familias tenderán a procurarse cierta cantidad y estabilidad en ingresos que les permitan
hacer frente con seguridad a los costes directos de la crianza. Pasada una cierta edad, la
probabilidad de maternidad disminuye, bien porque ya se ha conseguido la maternidad
deseada, bien porque comienzan a aparecer las inevitables limitaciones biológicas a la
maternidad. Por tanto, la hipótesis a contrastar respecto al efecto de la edad en la
maternidad a lo largo de este trabajo es la siguiente:
Hipótesis F2: La edad tendrá un efecto positivo pero decreciente en las
decisiones de maternidad.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
81
Las mujeres de distintas cohortes de nacimiento han registrado diversos niveles
de inversión en capital humano, así como un dispar grado de implicación en el mercado
de trabajo. Es más, las cohortes más jóvenes están retrasando la propia vida en pareja
debido a estos dos factores, lo que por sí solo garantiza una maternidad más tardía. Por
último, en el proceso de la Segunda Transición Demográfica que afecta en mayor
medida a las cohortes más jóvenes, hay un importante cambio en los valores y
preferencias, que constituyen un determinante de la utilidad que puede reportar la
maternidad. Por tanto, podemos esperar que:
Hipótesis F3A: Las mujeres de cohortes más jóvenes retrasarán en mayor
medida las decisiones de fecundidad que las de cohortes más antiguas, pues
están más educadas, tienen una mayor vinculación con el mercado de trabajo y
se emparejan más tarde.
Hipótesis F3B: En las mujeres de cohortes más jóvenes las decisiones de
fecundidad estarán menos condicionadas por el nivel educativo que en las de
cohortes más antiguas, porque como resultado de la expansión educativa la
educación marca menos diferencias entre las mujeres de las cohortes más
jóvenes que en las cohortes más antiguas.
Las decisiones de fecundidad son, por lo general, tomadas en el ámbito de la
pareja. Por eso es relevante el contraste de hipótesis que hagan referencia al cónyuge, y
en este sentido el análisis empírico de este trabajo de investigación contrastará las
siguientes hipótesis:
Hipótesis F4A: Las mujeres que están casadas con sus parejas tendrán más
probabilidad de ser madres que aquellas que conviven sin casarse. Esta
hipótesis responde a que las consecuencias legales del matrimonio garantizan en
mayor medida la disponibilidad de recursos para atender a la crianza de los hijos
incluso en el caso de separación, divorcio o viudedad. También se recoge en
párrafos anteriores el hecho conocido de que muchas parejas conviven sin
casarse hasta que toman la decisión de tener hijos.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
82
Hipótesis F4B: El nivel educativo del cónyuge tendrá un efecto positivo sobre
la decisión de tener hijos. Esto responde al hecho de que el nivel educativo de la
pareja es una proxy de la renta que puede obtener en el mercado de trabajo, que
representa menores costes directos de la maternidad sin alterar (en un contexto
en el que sólo las mujeres cuidan de los hijos) los costes de oportunidad de la
misma. Cabe, no obstante, la posibilidad de que encontrar retrasos en la decisión
de la maternidad entre las mujeres que tienen parejas más cualificadas por el
hecho de que ellas mismas también están cualificadas. Tales resultados serían
entonces indicativos de una notable homogamia educativa en las parejas
españolas.
Hipótesis F4C: La edad del cónyuge tendrá un efecto positivo sobre la decisión
de tener hijos. Esto responde al hecho de que la edad de la pareja es una proxy
de la experiencia laboral y, por tanto, conforme avance la edad del cónyuge
aumentará la renta disponible para la crianza de los hijos. Como en la hipótesis
anterior, suponemos que sólo las mujeres cuidan de los hijos y, por tanto, no se
alteran los costes de oportunidad de la maternidad.
Mientras las características de los esposos constituyen proxies del coste directo
de la maternidad, el coste indirecto viene recogido por la renta salarial que puede
esperar la mujer. La primera indicación de la renta potencial en el mercado de trabajo
puede derivarse del nivel educativo, pero la presencia efectiva de participación laboral
es, en sí, un indicador clave de los costes indirectos o de oportunidad de la maternidad.
Esperamos en este sentido corroborar que:
Hipótesis F5: Las mujeres tendrán una menor probabilidad de ser madres
cuando estén participando en el mercado de trabajo. El uso competitivo del
tiempo que supone para las mujeres estas dos actividades: participación laboral y
crianza de los hijos, hará que, conforme aumente la participación laboral en el
mercado de trabajo de las mujeres, disminuya la probabilidad de tener un hijo.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
83
Hubiéramos deseado plantear en este contexto más hipótesis relativas a las
características de los puestos de trabajo de las mujeres, pero lamentablemente la
información acerca de los puestos de trabajo ocupados a lo largo de la vida laboral es
bastante deficiente, al adolecer de un notable número de casos no válidos.
Por último, incluiremos en el análisis características del entorno que pueden
contribuir a apoyar la maternidad. Plantearemos hipótesis concretas sobre las
diferencias entre territorios y entre momentos del ciclo. En el primer caso se planteará
una serie de variables dicotómicas que identifican grupos de regiones españolas. En el
segundo, se identificará el ciclo económico a través de la tasa autonómica de
desempleo.
Hipótesis F6A: Las mujeres que residan en municipios con estructuras
productivas orientadas al empleo femenino, por ejemplo a través de empleo en
el sector servicios, tendrán menor probabilidad de tener un hijo, ya que tendrán
una mayor vinculación al mercado de trabajo.
Hipótesis F6B: En momentos del ciclo donde hay mayor disponibilidad de
empleo disminuirá la probabilidad de que las mujeres tengan un hijo, como
consecuencia de su mayor participación laboral.
A continuación en el cuadro 1.4 se presenta un resumen de las hipótesis a
contrastar en el ámbito de la fecundidad.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
84
Cuadro 1.4. Hipótesis a contrastar en el ámbito de la fecundidad.
Variable clave Hipótesis
Nivel de estudios F1 Las mujeres más cualificadas tendrán una menor probabilidad de ser madres.
Edad F2 La edad tendrá un efecto positivo pero decreciente en las decisiones de maternidad.
Cohorte de nacimiento
F3A Las mujeres de cohortes más jóvenes retrasarán en mayor medida las decisiones de fecundidad que las cohortes más antiguas.
F3B En las mujeres de cohortes más jóvenes las decisiones de fecundidad estarán menos condicionadas por el nivel educativo que en las de cohortes más antiguas.
Convivencia y características delos cónyuges
F4A Las mujeres que están casadas con sus parejas tendrán más probabilidad de ser madres que aquellas que conviven sin casarse.
F4B El nivel educativo del cónyuge tendrá un efecto positivo sobre la decisión de tener hijos.
F4C La edad del cónyuge tendrá un efecto positivo sobre la decisión de tener hijos.
Trabaja F5 Las mujeres tendrán una menor probabilidad de ser madres cuando estén participando en el mercado de trabajo.
1.8. CONCLUSIONES
De todos los argumentos expuestos en este capítulo que explican las decisiones
de participación laboral de las mujeres y fecundidad, la explicación teórica desarrollada
por la Nueva Economía de la Familia es la más utilizada en el análisis empírico. De
acuerdo con los planteamientos de Becker, esperamos corroborar en dicho análisis que
las mujeres con mayor nivel educativo participan más en el mercado de trabajo, por el
mayor coste de oportunidad que les supondría no participar. Además tendrán un menor
número de hijos pero invertirán más en la calidad de los mismos.
Después de revisar los argumentos teóricos sobre las decisiones de participación
laboral y maternidad cabe enunciar dos importantes afirmaciones a modo de síntesis de
las principales hipótesis analizadas: la primera se refiere a la importancia de la familia y
la segunda al carácter multidimensional de la vida.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
85
a) La importancia de la familia
Cuando se analizan las decisiones de maternidad y participación laboral
femenina es importante aceptar el supuesto de que las mujeres (posiblemente en mayor
medida que los varones) toman sus decisiones teniendo en cuenta las circunstancias de
sus familias (Alba, 2000). Para los economistas la familia es una unidad de decisión: los
lazos que unen a sus miembros (afecto, solidaridad, altruismo) favorecen la adopción de
decisiones personales pensando en el bienestar (función de utilidad conjunta) de toda la
unidad familiar. La familia proporciona por tanto claves para entender comportamientos
individuales. Por eso, a lo largo del análisis empírico que se va a desarrollar en este
proyecto de tesis se incorporarán siempre características familiares (de la pareja y de los
hijos) como determinantes, junto a las características personales (educación y cohorte de
nacimiento, entre otras), de las decisiones de participación en el mercado de trabajo y de
fecundidad de las mujeres. Tal y como se verá a lo largo del análisis empírico (y muy
especialmente en el capítulo 5) ambas decisiones están además mutuamente
interconectadas: las mujeres toman en consideración a la familia cuando deciden
participar o hacerlo con una determinada intensidad en el mercado de trabajo y a su vez
hacen depender decisiones relativas a sus familias (el número de hijos, el momento de
tenerlos, la atención que les dedican) de su participación o implicación en el mercado de
trabajo.
b) La vida es multidimensional
A lo largo de todo este capítulo se ha puesto mucho énfasis en que las decisiones
de participación laboral y las de maternidad están interconectadas. Esto es así porque las
decisiones de participación laboral marcan los costes directos (efecto renta) e indirectos
(efecto sustitución) de la maternidad, y porque las decisiones de maternidad condicionan
el tiempo disponible ofrecido en el mercado de trabajo. Estas decisiones, además, no se
toman en un momento dado y de forma definitiva para toda la vida. Por eso el análisis
empírico que se va a desarrollar en el último capítulo de este trabajo de investigación
contempla dos cuestiones esenciales: en primer lugar, la endogeneidad o mutua
dependencia entre ambas decisiones y, en segundo lugar, la forma en la que se ha
construido la base de datos para ese capítulo en particular permite observar la posible
evolución de estas decisiones a lo largo de 27 años de vida de las mujeres españolas.
Capítulo 1. Marco teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
86
La evidencia empírica también ha recogido esta posible endogeneidad o
simultaneidad de las decisiones de maternidad y participación laboral de las mujeres.
Muchos de los trabajos citados anteriormente en este capítulo abordan este importante
matiz y sirven de inspiración para nuestro propio análisis. El cuadro 1.5 recoge un
resumen de esta literatura, tanto de los trabajos realizados en Estados Unidos (Moffit,
1984; Sheran, 2007; Cristia, 2008) como de los realizados en distintos países europeos:
Bloemen y Kalwij (2001) en Holanda, Francesconi (2002) en Reino Unido, Del Boca
(2002) y Bratti (2003) en Italia y Haan y Wrohlich (2011) en Alemania. En el cuadro
1.5 también se recogen otros estudios que comparan varios países europeos como: Del
Boca et al. (2005) y Del Boca y Sauer (2009) y, finalmente, se mencionan un conjunto
de estudios que analizan el caso español: Álvarez-Llorente (2002), De la Rica y Ferrero
(2003) y Alba et al. (2009).
Capítulo 1: Marco Teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
87
Cuadro 1.5. Evidencia empírica sobre las decisiones simultáneas de fecundidad y decisiones laborales de las mujeres.
AUTORES PAÍS FUENTE PRINCIPALES RESULTADOS Álvarez-Llorente (2002) España Encuesta de Población Activa 1. El nivel educativo de la mujer determina su participación.
2. La participación tiene un efecto negativo sobre la fecundidad. Alba, Álvarez y Carrasco (2009)
España Encuesta de Población Activa 1. La participación laboral reduce la probabilidad de tener hijos. 2. Los efectos de la maternidad sobre la participación laboral dependen del trimestre en el que tiene lugar el nacimiento del hijo.
Bloemen y Kalwij (2001) Holanda Survey of Households
(Social Science Research Council)
1. Un incremento de los años de escolaridad de la mujer y/o del marido provoca un aplazamiento de la maternidad. 2. Las mujeres más jóvenes participan más en el mercado laboral. 3. Las mujeres más jóvenes tienen una menor probabilidad de tener más de dos hijos. 4. El aumento de la tasa de actividad femenina y la disminución del número de hijos en las últimas tres décadas es debido a un cambio estructural.
Bratti (2003) Italia
Encuesta de Ingresos y Riqueza de los Hogares
(Banco de Italia)
1. El mayor nivel educativo incita una mayor participación laboral, también en el período en torno al nacimiento de un hijo. 2. Las mujeres con estudios universitarios aplazan el matrimonio y la maternidad.
Cristia (2008)
Estados Unidos National Survey of Family Growth Tener un hijo menor de un año reduce la probabilidad de trabajar a tiempo completo.
De la Rica y Ferrero (2003) España PHOGUE
(muestra española) El efecto global de la fecundidad sobre la participación es negativo, y además muy fuerte para las mujeres más educadas.
Del Boca (2002) Italia
Encuesta de Ingresos y Riqueza de los Hogares
(Banco de Italia)
1. La escasez de oferta de trabajos a tiempo parcial y la poca disponibilidad de guarderías explican la baja participación laboral de las mujeres italianas. 2. Las mujeres con apoyos familiares (transferencias o presencia de abuelos) tienen mayor probabilidad de participar en el mercado de trabajo y tener hijos.
Del Boca y Sauer (2009)
Italia, España, Francia
European Community Household Panel
Las mujeres españolas e italianas incrementarían sustancialmente su participación laboral si el mercado de trabajo de estos países tuviera la misma flexibilidad que el mercado laboral francés.
Del Boca, Pascua y Pronzato (2005)
Italia, Francia, Reino Unido
European Community Household Panel
1. La participación laboral de las mujeres italianas es menor que la de las mujeres francesas e inglesas. 2. Las características personales de las mujeres tienen efectos más similares en los distintos países que las variables ambientales. 3. El impacto del trabajo a tiempo parcial sobre la fecundidad es muy negativo e importante en Italia.
Capítulo 1: Marco Teórico y evidencia empírica sobre fecundidad y participación laboral femenina
88
Cuadro 1.5. Evidencia empírica sobre las decisiones simultáneas de fecundidad y decisiones laborales de las mujeres (continuación).
AUTORES PAÍS FUENTE PRINCIPALES RESULTADOS
Francesconi (2002)
Reino Unido
National Longitudinal Survey of Young Women
1. El mayor nivel educativo disminuye el número esperado de hijos. 2. Cambios en el salario y el número de años de experiencia laboral, tienen un fuerte efecto sobre el número esperado de hijos.
Haan y Wrohlich (2011) Alemania German Socio-Economic Panel Las mujeres sin hijos tienen mayor probabilidad de participar en el mercado de trabajo y mayor
probabilidad de tener un hijo. Moffit (1984)
Estados Unidos
National Longitudinal Survey of Young Women
Un aumento del salario incrementa la participación laboral y disminuye la probabilidad de tener un hijo.
Sheran (2007)
Estados Unidos
National Longitudinal Survey of Youth Las mujeres más educadas participan más en el mercado laboral.
CAPÍTULO 2
METODOLOGÍA: DESCRIPCIÓN DE LA FUENTE DE DATOS, LA MUESTRA Y
TÉCNICAS EMPLEADAS
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
91
2.1. INTRODUCCIÓN
En el análisis de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
es necesario contar con bases de datos que contemplen ambas esferas de la vida y que
además sean longitudinales. El seguimiento de las trayectorias individuales (laborales y
familiares) puede conseguirse a través de encuestas de panel y encuestas retrospectivas.
Dentro de las segundas, tienen ya tradición en la literatura las llamadas encuestas de
fecundidad. La primera Encuesta de Fecundidad en España fue la realiza en 1977 por el
Instituto Nacional de Estadística (INE) a la que le sigue la realizada en 1985 también
por el INE. En 1995 el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realiza la Encuesta
de Fecundidad y Familia (FFS) en el marco de un proyecto promovido por Naciones
Unidas con un diseño que permite comparar los resultados en veinte países occidentales.
En 1999, el INE realiza una nueva encuesta de fecundidad, a la que le sigue la Encuesta
de Fecundidad, Familia y Valores 2006 realizada por el CIS, la cual es la más reciente
elaborada en España.
En este capítulo se pretende, en primer lugar, presentar la base de datos utilizada
en este trabajo de investigación, la Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006,
realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Se describen sus
características técnicas esenciales, incluidas las incidencias que presenta y las
decisiones que se han tomado al respecto. En la siguiente sección se describen
(mediante un análisis exhaustivo apoyado en un conjunto de cuadros y gráficos11), los
cambios que se han producido a lo largo de dos décadas (de 1985 a 2005), respecto a los
patrones de demanda educativa y las decisiones de participación laboral y maternidad en
las mujeres de la muestra.
En concreto, se caracterizan las circunstancias en las que las mujeres toman las
decisiones de participar en el mercado laboral, como, por ejemplo, si conviven en pareja
o si tienen hijos. También se puede advertir el tiempo que transcurre entre el primer
empleo y la primera convivencia y el primer hijo. Adicionalmente se puede identificar
variables que influyen sobre las decisiones de tener el primer hijo: la situación de
convivencia, la situación laboral y las características del empleo, haciendo especial 11 Algunos de los gráficos están inspirados en Delgado et al. (2007), con la finalidad de, al tiempo que se describe la base de datos, demostrar que se hace de forma coherente con un trabajo relevante ya probado, lo que corrobora que el resto de análisis descriptivo es correcto.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
92
hincapié en las diferencias por cohorte de nacimiento y, especialmente, por nivel
educativo de las mujeres que componen la muestra en el año 2006.
Posteriormente se presentarán los métodos descriptivos no paramétricos de
Análisis de Historia de Acontecimientos (en particular, funciones de supervivencia). Y
para finalizar con este capítulo se presentarán los modelos paramétricos que se
utilizarán para estimar las funciones de supervivencia y de riesgo. Se parte del modelo
Cox, de tasa de transición en tiempo continuo, para llegar más tarde a un modelo de la
tasa de transición con tiempo discreto, considerando la aplicación que Meyer (1990)
propone del modelo Prentice-Gloeckler (1978) y que posteriormente ha sido
incorporado por Stephen Jenkins a la rutina de STATA a través de la aplicación
pgmhaz8 (Jenkins, 1997).
2.2. DESCRIPCIÓN DE LA BASE DE DATOS Y DE LA MUESTRA: EL
MOMENTO DE LA ENTREVISTA
Las encuestas constituyen una herramienta fundamental para obtener
información sobre la población objeto de estudio, y estudiar la evolución de los
fenómenos demográficos, sociales y económicos de la misma. Entre las técnicas más
utilizadas para la obtención de datos que permitan el estudio de las decisiones de
participación en el mercado laboral y las decisiones de fecundidad de las mujeres, se
encuentran las encuestas tanto prospectivas como retrospectivas. Las encuestas
prospectivas estudian al colectivo de interés de manera continua, desde una fecha
concreta y durante un período de tiempo determinado, como por ejemplo las encuestas
de entrevistas repetidas o renovables. Un ejemplo de encuesta de este tipo es la
Encuesta de Población Activa (EPA)12.
La EPA, utilizada en Álvarez-Llorente (2002), Alba y Álvarez-Llorente (2004) y
Alba et al. (2009), permite obtener información sobre la fuerza de trabajo y de sus
diversas categorías (ocupados, parados), así como sobre la población ajena al mercado
12 La EPA es una investigación continua realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) desde 1964 (aunque los ficheros de microdatos sólo están disponibles desde 1976), de periodicidad trimestral y rotativa. Cada nuevo grupo de rotación permanece seis períodos (un año y medio) en la muestra, que consta de 64.000 hogares, lo que representa, aproximadamente 150.000 individuos adultos entrevistados.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
93
laboral (inactivos), el nivel educativo y características familiares. Sin embargo, no
contiene información sobre salarios y otras fuentes de ingresos.
La EPA también adolece de otras limitaciones (Jiménez-Martín y Peracchi,
1999): en primer lugar, no es una encuesta estrictamente personal, ya que una única
persona responde por todos los miembros de su hogar a todos los cuestionarios
individuales. Por otro lado, tal y como recogen Jiménez-Martín y Peracchi (1999) en la
EPA se produce un problema de desgaste muestral (además del hecho de ser un panel
rotatorio). Este problema consiste en que en un hogar que ha sido seleccionado para
participar en la muestra puede tener lugar transiciones vitales de uno de los miembros
del hogar como ir a la universidad, encontrar un nuevo empleo, enlace matrimonial o
divorcio, jubilación o muerte, que haga imposible obtener más información de dicha
unidad muestral en el siguiente tránsito. Este desgaste muestral puede reducir la
representatividad de la muestra sobre la que se trabaja, sobre todo si el evento que tiene
lugar constituye el objeto de estudio o está directamente vinculado con él. Por ejemplo,
si se estudia la transición del desempleo al empleo, es posible que una persona
desempleada que consiga un empleo tenga que trasladarse a otra ciudad para
desarrollarlo o simplemente pase menos tiempo en el hogar una vez ocupada, de forma
que deje de pertenecer al hogar o incluso deje de ser entrevistada.
Las encuestas retrospectivas, en cambio, preguntan sobre las fechas en que en
que se produjeron los acontecimientos objeto de estudio, lo que permite reconstruir la
historia demográfica y laboral de los individuos entrevistados. El cuestionario se aplica
una sola vez a cada individuo, lo que hace que estas encuestas sean sencillas, rápidas y
baratas. Sin embargo, las encuestas retrospectivas son susceptibles de adolecer de tres
tipos de error: errores de memoria, sesgos de selección y sesgos de condicionamiento.
Los errores de memoria son consecuencia de despistes o incapacidad para recordar
eventos pasados. Los sesgos de selección y de condicionamiento surgen cuando en las
encuestas retrospectivas el reclutamiento y la selección de la población objeto de
estudio se producen después que ocurra el evento (algo que, como indicaremos más
adelante, no ocurre en la base de datos aquí utilizada), mientras que en las encuestas
prospectivas la selección de los encuestados se realiza de manera independiente al
evento, ya que éste todavía no ha sucedido, lo que asegura la representatividad de la
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
94
muestra. No obstante, las encuestas retrospectivas son las que ofrecen mayor cantidad
de información al investigador.
Para desarrollar este trabajo de investigación se ha optado por una encuesta
retrospectiva, la Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006 (en adelante,
EFFV2006), realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en 2006 (el
trabajo de campo se concentró entre el 17 de abril y el 31 de mayo). La población objeto
de estudio en la encuesta son todas las mujeres de 15 o más años de edad residentes en
España en 2006. En este trabajo se prestará atención al periodo de vida reproductiva (de
16 a 40 años) de las entrevistadas y se estudiarán las decisiones que tomaron cuanto se
encontraban en ese tramo de edad. El tamaño total de la muestra es de 9.737 mujeres.
En el Anexo Metodológico pueden verse más detalles sobre el diseño muestral y la
estructura del cuestionario.
Esta base de datos tiene una gran riqueza de información acerca del pasado que
puede contribuir a entender el presente. Sin embargo, el uso de información acerca del
pasado no permite explicar el comportamiento de todas las mujeres de las cohortes
anteriores. La razón es la siguiente: esta encuesta de corte transversal es representativa
de la población femenina residente en España en 2006. Sin embargo, la realidad de estas
mujeres observada, por ejemplo, en 1996, no es representativa de la población española
de 1996, sino de la situación que las entrevistadas de 2006 en 1996. La cuestión es que
las mujeres entrevistadas en España en 2006 no tienen por qué ser representativas de las
mujeres españolas de 1996. ¿Qué ha podido pasar para que esto sea así? En primer
lugar, fallecimientos: algunas mujeres de 1996 ya no viven en 2006; en segundo lugar,
abandonos del país (algunas mujeres de 1996 pueden haber emigrado en 2006); en
tercer lugar, puede haber incorporaciones de mujeres a la realidad española: inmigrantes
observadas en 2006 que no vivían en España en 1996. Bien, ¿cómo afrontamos en este
trabajo de investigación este posible problema? Lo hacemos de dos formas:
a. Seleccionamos a mujeres cuya edad máxima en 2006 es 44 años. La tasa
de mortalidad de este colectivo es muy reducida. Tenemos por tanto
prácticamente la certeza de que no hemos tenido apenas abandonos de la
muestra por fallecimiento. Por otro lado, las migraciones al exterior en el
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
95
período en el que se tomaron las decisiones que hemos analizado aquí
(1977-2006) fueron muy limitadas.
b. Seleccionamos a mujeres no inmigrantes. Aunque esto supone renunciar a
un colectivo muy relevante para configurar la realidad social en España,
lamentablemente no podemos contextualizar las decisiones que tomaron en
el pasado, muy probablemente en su país de origen y, por tanto, en un
entorno muy diferente del nuestro.
A pesar de las limitaciones de esta base de datos, la EFFV2006 permite observar
las transiciones hacia el primer empleo, del empleo a la maternidad y de la maternidad
al empleo en un contexto de ciclo vital de las mujeres teniendo en cuenta que dichos
procesos son complejos y que requieren un período de observación suficientemente
largo para ser analizados, algo que las encuestas prospectivas difícilmente consiguen.
Por otro lado, tal y como se recogía en párrafos anteriores acerca de las encuestas
prospectivas, si hubiéramos tenido a nuestra disposición una encuesta prospectiva, de
tipo panel, la muestra habría adolecido de sesgos también resultado del desgaste y la
falta de respuesta, máxime si esa encuesta hubiera sido un panel rotatorio. Finalmente,
nuestro análisis longitudinal se habría enfrentado a un serio problema estadístico de
censura por la izquierda (un detalle que será abordado más adelante).
Además la EFFV2006 tiene una gran utilidad analítica, ya que proporciona
información exhaustiva de los comportamientos de mujeres de cohortes diversas,
alejadas en el tiempo y con vivencias en entornos socioeconómicos muy diferentes, lo
que va a permitir enlazar los principales eventos y reproducir en el tiempo la biografía
de las mujeres objeto de estudio, y estudiar así los factores que en su momento
determinaron las decisiones de participación laboral y fecundidad de estas mujeres,
relacionando ambos tipos de decisiones entre sí. El cuestionario está organizado de
forma que permite reconstruir el historial de las relaciones de pareja, matrimonios y
ceses de convivencia de hasta 19 relaciones, la trayectoria profesional de hasta 19
empleos con duración de tres o más meses, y el historial de maternidad de hasta 20
hijos, así como las transiciones entre formación, empleo y maternidad.
La encuesta se diseñó con un procedimiento de muestro polietápico, estratificado
por conglomerados, con selección de las unidades primarias de muestro (municipios) y
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
96
de las unidades secundarias (secciones) de forma aleatoria proporcional, y de las
unidades últimas (individuos) por rutas aleatorias y cuotas calculadas sobre las tasas de
actividad femenina y la edad. Los estratos se formaron por el cruce de las 17
comunidades autónomas con el tamaño de hábitat clasificado en 7 categorías: menor o
igual a 2.000 habitantes; de 2.001 a 10.000; de 10.001 a 50.000; de 50.001 a 100.000; de
100.001 a 400.000; de 400.001 a 1.000.000, y más de 1.000.000 de habitantes.
La ponderación responde al reparto de entrevistas mediante un procedimiento
mixto por el que se asigna un número fijo de 400 entrevistas por Comunidad Autónoma
(6.800) y un reparto del resto de entrevistas proporcional al peso de la población objeto
de estudio hasta completar las 10.000 prefijadas. Para un nivel de confianza del 95.5%
(dos sigmas), y p=q, el error real es de ±1.1% para el conjunto de la muestra y en el
supuesto de muestreo aleatorio simple. Los errores muestrales para cada Comunidad
Autónoma nunca superan el ±5.0%. El menor error por su tamaño poblacional corresponde
a Andalucía: ±3.27%, y el mayor a La Rioja: ±4.99%.
El cuestionario cuenta con nueve secciones donde se detallan la composición del
hogar en el momento de la entrevista y de la familia de origen de la entrevistada, el
historial de relaciones de pareja y las características del cónyuge o pareja, el historial de
fecundidad (hijos, otros embarazos, regulación de la fecundidad) y opiniones sobre
cuestiones relativas a los hijos y la familia, el nivel educativo y el historial de
ocupación.
Esta encuesta adolece de ciertos problemas, propios de su naturaleza
retrospectiva, como los errores de memoria. Los problemas principales ya fueron
detectados y expuestos por Barrios y Cámara (en Delgado et al., 2007) en un estudio
publicado por el CIS. Dichos problemas son:
• Falta de coherencia entre la fecha de nacimiento y la edad que decían tener
las mujeres en el momento de la entrevista (217 casos).
• Falta de coherencia entre la fecha que empezó la convivencia y la edad que
decían tener las mujeres al evento (60 casos).
• Falta de coherencia entre la fecha final de convivencia y la edad que decían
tener las mujeres al evento (2 casos).
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
97
• Falta de coherencia entre la fecha de nacimiento de los hijos y la edad que
decían tener las mujeres al evento (85 casos).
• Falta de coherencia entre la fecha de comienzo de cada empleo y la edad que
decían tener las mujeres al evento (139 casos).
• Falta de coherencia entre la fecha final de cada empleo y la edad que decían
tener las mujeres al evento (50 casos).
Dada la importancia que tiene conocer con exactitud la edad de las mujeres en
momentos claves de su ciclo vital para el estudio de las trayectorias de fecundidad y
empleo, y al ser fundamentales las diferencias de comportamiento y actuación entre
distintas generaciones, se ha optado por eliminar del estudio a aquellas mujeres que
presenten algunas de las inconsistencias anteriormente mencionadas13. Con el objetivo
de realizar un análisis exhaustivo de las características de las mujeres de la muestra,
tanto por cohorte de nacimiento como por nivel educativo, también se ha procedido a
eliminar de la muestra final aquellas mujeres que no responden a la fecha de nacimiento
(45 casos) o al nivel educativo más alto alcanzado (123 casos). La pérdida total es de
610 casos, lo que representa algo menos del 6.2 por ciento de la muestra total (9.737
mujeres). Posteriormente, se ha eliminado de la muestra a las mujeres extranjeras por
nacimiento, ya que comentábamos anteriormente no se conoce el contexto en el que
tomaron sus decisiones vitales La muestra final disponible para el análisis es de 8.483
mujeres. Respecto a la edad de las mujeres, se ha decidido retrotraer la edad de la mujer
a 1 de enero de 2006, de forma coherente con otros estudios como Delgado et al.
(2007).
Entre los problemas que recogíamos al inicio de esta sección en las encuestas
retrospectivas destacábamos el sesgo de selección y condicionamiento. Estos problemas
no son aquí relevantes: la entrevista se realiza a mujeres de todas las edades en el mismo
momento del tiempo, independientemente de que hayan tenido o no hijos, o que hayan
trabajado alguna vez. Por tanto, los eventos o hechos que se pretende estudiar aquí
(decisiones laborales y de maternidad) no sirven para seleccionar las muestras. El único
posible factor de sesgo muestral estaría en el hecho de que las mujeres entrevistadas de,
13 La autora agradece a Laura Barrios, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la sugerencia de eliminar de la muestra el grupo de mujeres de las que no se conoce fiablemente la edad que tenían cuando ocurrieron los eventos objeto de estudio.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
98
por ejemplo, más de ochenta años de edad, han disfrutado de una longevidad mayor que
otras mujeres nacidas al mismo tiempo. El mayor problema de esta base de datos puede
radicar en las dificultades para comparar a las generaciones más jóvenes con las demás,
puesto que en algunos casos ni siquiera han terminado los estudios, y en otros apenas
han iniciado su historia laboral y de convivencia o maternidad, de forma que resulta
difícil comparar historias de maternidad y laborales de muy distinta duración. Para
paliar estos problemas, en el análisis multivariante las cohortes más jóvenes
seleccionadas tenían un mínimo de 25 años en el momento de la entrevista y las
cohortes más mayores no tenían más de 44 años en ese momento. De ese modo
facilitamos que se hayan podido terminar los estudios e iniciar la trayectoria laboral y de
convivencia o maternidad en el caso de las más jóvenes, y las mayores no tienen el
posible problema de sesgo derivado de su longevidad.
Otra limitación de la EFFV2006, al igual que sucedía en la EPA, es la falta de
variables de renta monetaria, tanto relativas a la entrevistada como a su hogar. Para
solucionar esta restricción se ha intentado aproximar la variable omitida por una proxy.
Como variable proxy de los ingresos laborales se ha optado por el nivel de educación
más alto alcanzado, de la propia entrevistada y de su pareja.
A continuación se describe la composición de la muestra en el momento de la
entrevista (año 2006) a partir de características personales (tabla 2.1), familiares (tabla
2.2) y laborales (tabla 2.3).
La tabla 2.1 muestra las características personales de las mujeres en el año 2006.
La edad media de las mujeres en el momento de la entrevista era de aproximadamente
47 años. Algo más de una quinta parte (23.7%) de las mujeres nacieron antes de 1941 y
un 29.8% nació después de 1970. Las restantes (46.5%) nacieron entre 1941 y 1970.
Por otro lado, el estado civil más frecuente en el momento de la entrevista era el de
casada (56.8%), mientras que más de un cuarto de las entrevistadas (26.2
%) estaban solteras en aquel momento. El resto se dividía entre viudas (12.3%) y
separadas o divorciadas (4.6%). La edad media de inicio de la primera convivencia en
pareja o matrimonio era de 24 años.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
99
Otras cifras relevantes que aparecen en la tabla 2.1 se corresponden con el nivel
educativo más elevado alcanzado por las mujeres: un 22.2% presentaba estudios
superiores, un 41.1% educación secundaria obligatoria o post-obligatoria, un 23.8%
estudios primarios y un 12.9% no tenían estudios o eran analfabetas. Otros resultados
indican que un 89.2% de las mujeres profesaban la religión católica, y un 58.8% definen
su ideología política como “de centro”, mientras que una de cada tres mujeres reúsa
responder a esta última cuestión. Por último, las comunidades autónomas de Andalucía
(10.3%), Cataluña (8.8%) y la Comunidad Valenciana (7.6%) reúnen un mayor número
de entrevistas, y las comunidades autónomas de La Rioja (4.0%), Comunidad Foral de
Navarra (4.4%) y Cantabria (4.7%) representan un pequeño porcentaje de la muestra14.
Tabla 2.1. Características personales de las mujeres en el año 2006.
Características sociodemográficas
Cohorte de nacimiento (%)
1981- 1990 14.02 1971-1980 15.77 1961-1970 18.12 1951-1960 15.17 1941-1950 13.19 1909-1940 23.73 Total 100
Estado civil (%)
Soltera 26.16 Casada 56.78 Viuda 12.34 Separada o divorciada 4.61 No contesta 0.11 Total 100
Nivel educativo (%)
Analfabetas 2.47 Sin estudios 10.44 Estudios primarios 23.79 Educación obligatoria 24.52 Educación secundaria post-obligatoria 16.61 Educación superior 22.17 Total 100
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
14 Las cuotas se cumplieron razonadamente, ya que la distribución de la muestra por comunidades autónomas en la muestra coincide frente a la esperada (fue comparada con la de la Encuesta Población Activa).
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
100
Tabla 2.1. Características personales de las mujeres en el año 2006 (continuación).
Valores
Ideología política (%)
No sabe 16.67 No contesta 15.43 Izquierda 6.44 Centro-izquierda 22.29 Centro 27.35 Centro-derecha 9.20 Derecha 2.62 Total 100
Religión (%)
Católica practicante 39.11 Católica no practicante 50.08 Otra religión 1.28 Ninguna 8.56 No contesta 0.97
Lugar de residencia en el momento de la entrevista
Comunidad Autónoma (%)
Andalucía 10.30 Aragón 5.13 Asturias (Principado de) 4.89 Baleares (Islas) 4.09 Canarias 5.05 Cantabria 4.70 Castilla La Mancha 5.36 Castilla y León 6.27 Cataluña 8.76 Comunidad Valenciana 7.61 Extremadura 5.25 Galicia 6.51 Madrid (Comunidad de) 7.10 Murcia (Región de) 4.87 Navarra (Comunidad Foral de) 4.40 País Vasco 5.75 Rioja (La) 3.96 Total 100
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
La tabla 2.2 muestra las características familiares de las entrevistadas, y se
refieren tanto a la composición del hogar donde viven y las características del cónyuge e
hijos, como a quién es sustentador principal del hogar.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
101
Alrededor de un 60% de las mujeres compartían el hogar con su cónyuge, siendo
la situación más habitual convivir con el cónyuge e hijos (38%). Una cuarta parte de las
mujeres vivían solas o con sus padres (9.7 y 15.7%, respectivamente). Respecto a las
características de los cónyuges de las entrevistadas, poco más de una décima parte eran
analfabetos o no poseían estudios, un 24.4% tenía estudios primarios y casi una cuarta
parte presentaba educación superior. Un 63.7% de los cónyuges tenían un trabajo
remunerado fuera del hogar familiar, y la situación más habitual era la de asalariado fijo
(61.7%), en una empresa privada (79.4%) y que, como término medio, trabajaba entre
35 y 44 horas semanales (52.2%). Finalmente, y al igual que en el caso de las mujeres,
la mayor parte de los cónyuges declaraban profesar la religión católica (85.8%).
En cuanto a las cifras concernientes a las decisiones de maternidad, casi un
tercio de las mujeres entrevistadas (29,4%) no ha tenido hijos antes de la fecha de la
entrevista. De las mujeres que los han tenido, un 22.7% tiene un hijo, un 42.2% tiene
dos hijos y un 35% tiene tres o más hijos. Un 70.9% de estas mujeres fueron madres
entre los 20 y 29 años y, para casi la mitad de estas mujeres, la maternidad supuso
cambios en su vida profesional, bien reduciendo la actividad laboral o bien
interrumpiéndola durante un año o más. Finalmente, la mitad de las mujeres indican que
la persona que aporta mayores ingresos al hogar es su cónyuge o pareja.
Tabla 2.2. Características familiares de las mujeres en el año 2006.
Miembros en el hogar familiar
Composición del hogar familiar (%)
Vive sola 9.63 Vive con padres 15.68 Vive con hijos 7.71 Vive con padres e hijos 1.21 Vive con cónyuge 20.48 Vive con cónyuge y padres 1.08 Vive con cónyuge e hijos 38.03 Vive con cónyuge, hijos y padres 2.94 Vive con personas que no son pareja, hijos o padres
2.89
No contesta 0.36 Total 100
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
102
Tabla 2.2. Características familiares de las mujeres en el año 2006 (continuación).
Características del cónyuge Vive con cónyuge o pareja (%) 60.53
Nivel educativo (%)
Analfabetos 0.91 Sin estudios 9.41 Estudios primarios 24.35 Educación obligatoria 25.01 Educación secundaria post-obligatoria 14.03 Educación superior 21.73 No contesta 4.55 Total 100
Situación laboral (%)
Trabaja 63.68 No trabaja 33.30 No contesta 3.02 Total 100
Situación de empleo (%)
Asalariado fijo 61.67 Asalariado eventual o interino 11.32 Empresario 6.32 Trabajador autónomo 14.98 Otra situación 0.72 No contesta 4.99 Total 100
Tipo de empresa (%)
Administración Pública 12.78 Empresa pública 6.37 Empresa privada 79.40 Otro tipo 0.60 No contesta 0.86 Total 100
Horas semanales que trabaja (%)
Menos de 35 2.77 Entre 35 y 44 52.21 Más de 44 35.16 Irregular 4.34 No contesta 5.52 Total 100
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
103
Tabla 2.2. Características familiares de las mujeres en el año 2006 (continuación).
Características del cónyuge
Religión (%)
Católica practicante 28.52 Católica no practicante 57.23 Otra religión 1.06 Ninguna 8.67 No contesta 4.51 Total 100
Características de los hijos
Ha tenido hijos (%) 70.57
Número de hijos (%)
Un hijo 22.67 Dos hijos 42.16 Tres hijos 18.94 Cuatro o más hijos 16.01 No contesta 0.22 Total 100
Edad a la que tuvo el primer hijo (%)
Menos de 20 años 6.67 Entre 20 y 24 años 34.10 Entre 25 y 29 años 36.78 Entre 30 y 34 años 15.29 Más de 34 años 4.97 No contesta 2.18 Total 100
Cambios en la vida profesional por haber tenido hijos (%)
Reducción actividad laboral 21.87 Interrupción trabajo durante un año o más
21.44
Limitación en las oportunidades de promoción
15.76
Discriminación en el trabajo 5.79 Dejar definitivamente el trabajo 13.89
Características económicas
Aporta mayores ingresos al hogar (%)
La propia entrevistada 19.02 Cónyuge o pareja 50.85 Los dos aportan de forma similar 9.74 Otra persona 19.53 No contesta 0.87 Total 100
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
104
En la tabla 2.3 se observa, por un lado, que en el momento de la entrevista un
31.4% de las mujeres tenían un trabajo remunerado fuera del hogar familiar. De las
mujeres que trabajaban, más de la mitad lo hacían como asalariadas fijas (54.5%),
mientras un 27.7% eran asalariadas temporales, y menos de un 13% eran empresarias o
trabajadoras autónomas. Otras características laborales indican que las mujeres tenían
empleos en empresas privadas mayoritariamente (57.1%) y, como media, trabajaban
entre 35 y 44 horas semanales en el momento de la entrevista. Por otro lado, un 70.7%
de las mujeres registran algún tipo de experiencia laboral a lo largo de su vida y la
primera experiencia laboral, para casi la mitad de estas mujeres, tuvo lugar antes de los
veinte años de edad.
Tabla 2.3. Características laborales de las mujeres en el año 2006.
Características de los empleos en el momento de la entrevista (31.35% de las mujeres están ocupadas en el momento de la entrevista)
Situación de empleo (%)
Asalariada fija 54.46 Asalariada eventual o interino 27.68 Empresaria 2.82 Trabajadora autónoma 9.51 Otra situación 4.85 No contesta 0.68 Total 100
Tipo de empresa (%)
Administración Pública 14.97 Empresa pública 5.34 Empresa privada 57.09 Servicio doméstico 3.38 Otro tipo 0.94 No contesta 18.28 Total 100
Horas semanales que trabaja (%)
Menos de 35 10.27 Entre 35 y 44 21.10 Más de 44 4.17 Irregular 1.62 No contesta 62.84 Total 100
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
105
Tabla 2.3. Características laborales de las mujeres en el año 2006 (continuación).
Características de los empleos en el momento de la entrevista (31.35% de las mujeres están ocupadas en el momento de la entrevista)
Tiene experiencia laboral (% mujeres que manifiestan
haber tenido al menos un empleo de más de tres meses) 70.67
Edad a la que tuvo el primer empleo (%)
Menos de 16 años 17.33 Entre 16 y 19 años 30.12 Entre 20 y 24 años 22.35 Entre 25 y 39 años 13.94 Más de 39 años 2.75 No contesta 13.66 Total 100
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
En resumen, la muestra final analizada está compuesta por 8.483 mujeres. La
distribución de la muestra por nivel educativo refleja que un 87.1% de las mujeres
presenta como mínimo estudios primarios en el año 2006 y más de la mitad de las
mujeres ya habían finalizado su ciclo reproductivo en el momento de la entrevista (44
años). La mayor parte de las mujeres de la muestra estaban casadas y trabajaban entre
35 y 44 horas semanales como asalariadas fijas en una empresa privada, tenían dos hijos
y su cónyuge o pareja era quien aportaba más ingresos al hogar en el momento de la
entrevista.
Una vez presentadas las principales características de base de datos y la muestra
extraída de la EFFV2006, en la siguiente sección se realiza un análisis descriptivo
exploratorio, con objeto de mostrar a grandes rasgos la evolución de la participación
laboral y de maternidad de un conjunto de mujeres representativas de las mujeres
españolas en el año 2006.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
106
2.3. DESCRIPCIÓN DE LA MUESTRA: LA VISIÓN RETROSPECTIVA
En esta sección, se muestra, por un lado, los cambios en los patrones de
demanda educativa, participación y maternidad que han tenido lugar en España durante
el período 1985-2005 y, por otro lado, se analizan algunas variables que influyen en la
toma de decisiones laborales y de maternidad, tales como la situación familiar y laboral,
entre otras.
2.3.1. Cambios en los patrones de demanda educativa, participación laboral
y maternidad
En este apartado se pretende mostrar las diferencias entre mujeres de distintas
cohortes respecto a los patrones de inversión en demanda educativa y las decisiones de
participación laboral y maternidad adoptando un marco temporal de veinte años (de
1985 a 2005). Para llevar a cabo este análisis se han elegido tres momentos relevantes
de las vidas de las mujeres de la muestra: el inicio de la etapa reproductiva (20-24 años),
el ecuador de la misma (30-34 años) y las etapas finales (40-44 años).
Con este primer análisis exploratorio se pretende cuantificar la influencia del
progresivo avance en el nivel educativo de las mujeres sobre sus patrones de maternidad
y participación laboral. En el gráfico 2.1 podemos observar el incremento del nivel
educativo de las mujeres de la muestra en las últimas dos décadas. El porcentaje de
mujeres entre 40 y 44 años que en 1985 tenía educación superior ascendía al 8.4% y se
incrementó hasta el 29.5% en 2005 (último año de nuestro período de observación).
Dicho incremento es incluso superior en las mujeres de entre 30 y 34 años, pasando del
12.8% al 42.7%. Asimismo, se observa una disminución del peso relativo de las mujeres
analfabetas, que representa un 4.3% de las mujeres de entre 40 y 44 años en 1985, a
menos de un 1% de las mujeres en 2005. Las cifras anteriores muestran un proceso de
expansión educativa que supondrá un retraso en la incorporación al mercado de trabajo
(aunque también una mayor participación en el mismo) y a la maternidad.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
107
Gráfico 2.1. Distribución de la muestra según nivel educativo y grupos de edad en 1985, 1995 y
2005.
0
20
40
60
80
100
1985 1995 2005 1985 1995 2005 1985 1995 2005
20‐24 30‐34 40‐44
Analfabetas Sin estudiosEstudios primarios Educación obligatoriaEducación secundaria post-obligatoria Educación superior
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
La creciente participación de las mujeres en el mercado laboral se refleja en el
gráfico 2.2. Para el grupo de edad más avanzada (40 a 44 años) se observa que un
67.9% de las mujeres tenía algún tipo de experiencia laboral en el año 1985, cifra que
aumenta casi veinte puntos porcentuales en el año 2005. En el caso de las mujeres de 30
a 34 años en 1985, un 80.3% había tenido como mínimo un trabajo remunerado de al
menos tres meses de duración, porcentaje que se eleva al 91.5% en 2005 para el mismo
grupo de edad. Dado el aumento del nivel educativo en la población femenina, puede
deducirse de este análisis descriptivo preliminar que tal cambio tiene que influir sobre la
participación y la fecundidad. No obstante, precisamente analizar la relación entre el
nivel educativo, la participación laboral y la fecundidad será uno de los principales
objetivos de los posteriores análisis.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
108
Gráfico 2.2. Distribución de la muestra según experiencia laboral previa y grupos de edad en
1985, 1995 y 2005.
0
20
40
60
80
100
1985 1995 2005 1985 1995 2005 1985 1995 2005
20‐24 30‐34 40‐44
Con experiencia laboral Sin experiencia laboral No contesta
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
El aumento del nivel educativo de las mujeres residentes en España en el año
2006 no sólo ha tenido un gran impacto sobre su participación laboral, sino también
sobre decisiones de fecundidad, puesto que la maternidad más temprana está
relacionada con una mayor fecundidad. El gráfico 2.3 muestra que en 1985 un 84.3% de
las mujeres de la muestra menores de 35 años ya tenían al menos un hijo frente a un
55.3% en el año 2005. Las mujeres de la muestra pertenecientes a cohortes de
nacimiento más antiguas tenían un mayor número de hijos a esa edad. Así, en los
últimos años de edad fértil de las mujeres (entre los 40 y 44 años), en 1985 casi el 50%
de las mujeres tenían tres o más hijos, mientras que dicho porcentaje disminuye a menos
del 18% en 2005. En el grupo más joven (20-24 años), entre el 79% (en 1985) y el 89%
(en 2005) de las mujeres no habían sido madres todavía en ninguna de las cohortes de
nacimiento consideradas. Estos resultados muestran que se ha producido un retraso en la
maternidad en las mujeres de la muestra, que viene acompañado de un menor número
de hijos a la edad de 40-44 años, si bien es cierto que algunas mujeres no habrían
agotado su ciclo reproductivo a esa edad en 2005. El gráfico 2.3 apunta a un progresivo
retraso en la edad a la que se tiene el primer hijo, lo que viene acompañado de una
reducción en el número total de hijos por mujer.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
109
Gráfico 2.3. Distribución de la muestra según número de hijos y grupos de edad en 1985, 1995 y
2005.
0
20
40
60
80
100
1985 1995 2005 1985 1995 2005 1985 1995 2005
20‐24 30‐34 40‐44
Ningún hijo Un hijo Dos hijos Tres hijos Cuatro o más hijos No contesta
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
La evidencia empírica apunta a que ambos tipos de decisiones, participación
laboral y maternidad están íntimamente ligadas. En el gráfico 2.4 se aprecia la
combinación de la experiencia de maternidad y laboral en los tres momentos del tiempo
analizados (1985, 1995 y 2005) y para las mujeres de las tres cohortes objeto de nuestro
análisis. Por un lado, se puede observar que en veinte años (de 1985 a 2005) aumenta en
nueve puntos porcentuales el número de mujeres de la muestra que a los 24 años no
habían experimentado un episodio de maternidad ni de experiencia laboral, es decir, se
ha producido un retraso en la maternidad y en la incorporación al mercado laboral
previsiblemente como resultado de la prolongación de los estudios que se advertía en el
gráfico 2.1. Por otro lado, disminuye casi veinte puntos porcentuales el de las mujeres
que entre los 30 y 34 años tienen hijos y experiencia laboral, aunque aumenta en quince
puntos porcentuales en las mujeres entre los 40 y 44 años. Se advierte entonces una
mayor intensidad en la participación laboral acompañada del retraso en la maternidad,
como ilustra el aumento en 29 puntos porcentuales de mujeres que, entre los 30 y los 34
años, ya tenían experiencia laboral pero no habían sido madres todavía. Como resultado
del retraso en la maternidad pero la mayor participación laboral, aumenta en el siguiente
grupo de edad el porcentaje de mujeres que combinan ambas experiencias, maternidad y
participación laboral.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
110
Gráfico 2.4. Distribución de la muestra según maternidad, experiencia laboral y grupos de edad
en 1985, 1995 y 2005.
0
20
40
60
80
100
1985 1995 2005 1985 1995 2005 1985 1995 2005
20‐24 30‐34 40‐44
Hijos y trabajo No hijos y trabajo Hijos y no trabajo No hijos y no trabajo No contesta
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
En general, las mujeres analizadas muestran un incremento de su nivel
educativo, una incorporación cada vez más tardía al mercado laboral en las mujeres
pertenecientes a cohortes más jóvenes, pero una creciente participación en el mismo
(hecho que puede estar relacionado con el mayor número de años que las mujeres pasan
el sistema educativo) y un progresivo retraso de la primera maternidad, que en muchos
casos se corresponde con un menor número de hijos.
2.3.2. Circunstancias en las que se toman las decisiones de fecundidad y
participación laboral
En este apartado se describen algunas variables que influyen en las decisiones de
participación laboral de las mujeres y maternidad. Más concretamente, aspectos tales
como la edad a la que se tuvo la primera experiencia laboral y el porcentaje de mujeres
que convivía en pareja y tenía hijos en ese momento o el tiempo que transcurre entre el
primer empleo y la primera convivencia, según las distintas cohortes de nacimiento y el
nivel educativo más alto alcanzado por las mujeres. Respecto a la primera maternidad
aquí se describe cuál era la situación de convivencia y la situación laboral (si participaba
o no en el mercado de trabajo, y en caso afirmativo, las características de dicho empleo)
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
111
en el momento de la concepción, del nacimiento y un año después de tener el primer
hijo.
Una vez eliminadas todas las inconsistencias de la muestra que se han recogido
en la sección de descripción de la base de datos (sección 2.2), en esta sección se han
tomado decisiones encaminadas a mejorar la calidad de la muestra analizada y su
tratamiento. Se han encontrado valores perdidos en el mes y año en que ocurrieron
sucesos como el nacimiento de los hijos, el inicio y finalización de las relaciones de
convivencia o de los empleos.
La falta de información en acontecimientos tan señalados como el nacimiento de
los hijos o el inicio de la convivencia ha sido menos frecuente que en el caso del
historial de trabajo. Así, 129 mujeres no responden el año de nacimiento de su primer
hijo y 558 al mes, 148 mujeres no recuerdan el año de inicio de la primera convivencia
y 787 el mes, 23 no contestan al año de fin de la primera convivencia y 193 al mes. Y
respecto al empleo, 472 mujeres no recuerdan el año de inicio del primer empleo y
2.848 el mes y, 844 no recuerdan el año de finalización del primer trabajo y 2.558 el
mes. Se ha procedido a eliminar a aquellas mujeres que no recuerdan el año en el que se
produjeron alguno de los eventos anteriormente citados15.
También se ha restringido la muestra a mujeres nacidas antes de 1980 (y por
tanto tenían al menos 25 años en el momento de la entrevista), porque son muy pocas
las mujeres de cohortes posteriores que fueron madres antes de 2006. Además las tasas
de ocupación de las mujeres de este grupo de edad (entre 16 y 24 años) alcanzan muy
bajos niveles, un 35.8% frente al 68.8% de las mujeres entre 25 y 34 años en el año
2005 (Instituto Nacional de Estadística). Por tanto la mayoría de las mujeres menores
de 25 años en 2005 no han iniciado todavía su vida laboral y de maternidad.
15 En el caso no de conocerse únicamente el mes del evento, se les ha imputado el mes cinco en el caso concreto del nacimiento de los hijos, el mes nueve para el inicio de las convivencias o fin de los empleos, el mes dos en el caso de fin de la convivencia y el mes seis como inicio de los empleos, por ser los meses donde se produce la mayoría de esos eventos.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
112
2.3.2.1. Decisiones de participación laboral
El objetivo central en este apartado es analizar cómo ha evolucionado el
calendario vital con relación al acceso al primer empleo en las distintas cohortes de
nacimiento de las mujeres de la muestra (tabla 2.4). Adicionalmente, y dada la
importancia de la formación de las mujeres en sus decisiones de participación laboral,
analizaremos estas mismas características del calendario vital para distintos niveles
educativos (tabla 2.5). La descripción del calendario vital de las mujeres se ha llevado a
cabo a través de la explotación de las variables retrospectivas de la encuesta, sobre las
fechas de inicio del primer empleo, la primera convivencia en pareja y la primera
maternidad.
Si atendemos a las distintas cohortes de nacimiento, se observa, en primer lugar,
que se ha producido un retraso en la incorporación de las mujeres al mercado laboral
(tabla 2.4): mientras las mujeres de la muestra que nacieron entre 1941-1945 iniciaron
su carrera laboral a los veinte años, las mujeres que nacieron dos décadas más tarde
retrasaron su incorporación en el mercado de trabajo unos diez meses de media.
Respecto a la situación de convivencia y maternidad en el momento de tener el
primer empleo se puede afirmar que la mayoría de las mujeres no habían experimentado
todavía ninguno de estos dos eventos cuando iniciaron su vida laboral. Las mujeres de
la cohorte más joven registran la probabilidad más alta de no haber convivido en pareja
y de no tener hijos al inicio de la carrera laboral de toda la muestra. Así,
aproximadamente una cuarta parte de las mujeres de la muestra que nacieron antes de
1941 ya convivían en pareja y tenían hijos cuando iniciaron su primera experiencia
laboral, porcentaje que va disminuyendo hasta alcanzar poco más de la décima parte de
las mujeres en la cohorte más joven, mujeres que nacieron entre 1971 y 1980.
Finalmente, se estudia la relación que mantiene el acceso al primer empleo con
el inicio de la primera convivencia en pareja y la primera maternidad. La tabla 2.4
muestra que, como media, transcurren algo más de tres años y medio entre el primer
empleo y la primera convivencia y cinco años y medio entre el acceso al mercado
laboral y la primera maternidad. Las mujeres de la muestra que pertenecen a la cohorte
1951-1960 son las que registran menos tiempo de espera entre el primer trabajo y la
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
113
primera convivencia (2.5 años) y el primer hijo (4.1 años); por el contrario, las mujeres
de cohortes anteriores registran una mayor distancia temporal entre los distintos
acontecimientos.
Tabla 2.4. Circunstancias relativas al primer empleo según cohorte de nacimiento.
Edad 1er empleo
Convive en pareja (%)
Tiene hijos (%)
Distancia 1er empleo - 1º convivencia
(años)
Distancia 1er empleo - 1er hijo
(años)
1909-1940 20.27 26.47 23.92 4.93 6.31 1941-1950 20.45 23.41 21.45 3.41 4.80 1951-1960 20.99 26.15 22.99 2.52 4.14 1961-1970 21.28 22.84 19.38 3.51 6.05 1971-1980 20.81 12.30 8.05 4.38 6.77 Total 20.61 20.35 17.53 3.65 5.52 Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
La tabla 2.5 muestra que, independientemente de la cohorte de nacimiento, las
mujeres de la muestra que pasan más años en el sistema educativo, como es evidente,
acceden más tarde al mercado de trabajo. La edad media del primer acceso al mercado
de trabajo es de 18.5 años en el caso de las mujeres analfabetas y 22.4 años en el de las
mujeres con educación superior. Por otro lado, las mujeres analfabetas y sin estudios en
el año 2006 tienen la mayor probabilidad de convivir en pareja y tener hijos cuando
inician su primer empleo de toda la muestra y la mínima corresponde a las mujeres con
educación superior.
En cuanto al tiempo que transcurre entre el primer empleo y la primera
convivencia en pareja y la primera maternidad, no se advierte un patrón claro según el
nivel educativo más alto alcanzado por las mujeres. La menor distancia entre el primer
empleo y la primera convivencia corresponde a las graduadas en educación secundaria
post-obligatoria y estudios primarios. La mayor distancia la encontramos en las mujeres
con educación obligatoria y sin estudios. Respecto al tiempo que transcurre entre el
primer empleo y la primera maternidad, es mayor en los dos extremos (en las mujeres
con formación universitaria y en las analfabetas)16 y menor en las mujeres con
educación secundaria post-obligatoria.
16 Este mayor retraso corresponde a circunstancias muy distintas: en el caso de las analfabetas responde a que inician su vida laboral muy pronto (cuando la inician) y muchas de ellas no la inician nunca. En el
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
114
Tabla 2.5. Circunstancias relativas al primer empleo según nivel educativo.
Edad 1er empleo
Convive en pareja
(%)
Tiene hijos (%)
Distancia 1er empleo - 1º convivencia
(años)
Distancia 1er empleo - 1er hijo
(años)
Analfabetas 18.48 33.33 28.26 3.83 5.90 Sin estudios 20.06 31.28 29.26 3.83 5.01 Estudios primarios 20.04 24.50 23.76 3.43 4.88 Educación obligatoria 19.35 18.88 16.73 4.04 5.74 Educación secundaria post-obligatoria 20.54 18.63 16.63 3.46 5.36
Educación superior 22.40 16.20 10.69 3.51 6.30 Total 20.61 20.35 17.53 3.65 5.52 Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
Por tanto, se puede concluir que se observa un aumento de la edad que tienen las
mujeres de la muestra cuando se incorporan a su primer empleo, hecho relacionado con
el aumento del nivel educativo en las últimas cuatro décadas, pues se observa que para
las mujeres que tienen formación universitaria la finalización de sus estudios marca el
inicio de su carrera profesional. Por otro lado, el esquema más habitual de los distintos
acontecimientos vitales continúa siendo el siguiente: primera experiencia laboral,
convivencia en pareja y, posteriormente, primera maternidad, confirmándose un retraso
en los distintos eventos para las mujeres con mayor nivel educativo. Sus primeras
experiencias laborales se inician en torno a los 23 años de edad, la primera convivencia
alrededor de los 26 años y la primera maternidad a los 29 años. La diferencia es notable
en comparación con las mujeres analfabetas, que acceden por primera vez al mercado de
trabajo cuando alcanzan, en media, los 19 años de edad, tienen su primera relación de
convivencia en pareja a los 22 años y su primer hijo a los 25 años.
Una vez observado, a grandes rasgos, el calendario vital en torno al acceso al
primer empleo, en el siguiente apartado se presta atención a las circunstancias de las
mujeres en torno al nacimiento del primer hijo.
caso de las universitarias responde a que necesitan acumular experiencia laboral hasta alcanzar el salario y la estabilidad laboral que les permite tomar la decisión de ser madres.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
115
2.3.2.2. Decisiones de fecundidad
La decisión de tener un hijo es una de las más importantes que una mujer puede
tomar a lo largo de su vida y cada vez se toma de forma más planificada. En la
actualidad las mujeres apuestan por realizar primero otros proyectos de vida como
cursar estudios universitarios, iniciar y consolidar su carrera profesional o convivir en
pareja y consolidar la relación, antes de tener su primer hijo.
A la hora de estudiar las decisiones de fecundidad resulta de gran interés
observar la situación de convivencia y en el mercado de trabajo que presentan las
mujeres en torno a la fecha de nacimiento de un hijo y observar cómo la maternidad
puede influir en la decisión de iniciar una convivencia en pareja, dejar de trabajar o
cambiar de tipo de empleo o de jornada laboral. Con este objetivo, en este apartado se
analiza la situación laboral y de convivencia cuando las mujeres se quedaron
embarazadas de su primer hijo (consideramos la fecha de concepción, que es una proxy
del momento en el que se decide tener un hijo, ocho meses antes del nacimiento), en el
momento del nacimiento y un año después del nacimiento del primer hijo, tanto por
cohorte de nacimiento como por nivel educativo.
En los gráficos siguientes se muestra la situación de convivencia de las mujeres
en torno a la fecha de nacimiento del primer hijo, por cohorte de nacimiento (2.5) y
nivel educativo (2.6)17. Como apuntaba la evidencia aportada en la sección anterior, en
España la mayor parte de las mujeres de la muestra toman la decisión de ser madres una
vez que conviven en pareja (81.6%), porcentaje que aumenta al 92.1% en el momento
del nacimiento del hijo. Sin embargo, queda de manifiesto una creciente disociación
entre el matrimonio y la reproducción: para las mujeres de la muestra pertenecientes a
las cohortes más jóvenes, la convivencia en pareja y, sobretodo, el matrimonio, es cada
vez menos el ámbito exclusivo en el cual formar una familia. Aún así, el 81.2%, de las
mujeres de la muestra que nacieron entre 1971 y 1980, convivía en pareja en el
momento de la concepción y el 91.6% cuando se produce el nacimiento del hijo (gráfico
17 De las 5.749 mujeres que responden a la fecha de nacimiento del primer hijo, un 2.3% y un 12.3% no proporcionan información sobre la situación de convivencia y sobre la situación laboral en torno a la fecha de nacimiento del primer hijo, respectivamente.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
116
2.5), cifras que superan los niveles que predominan en la mayoría de los países europeos
(Delgado, 1993).
Gráfico 2.5. Situación de convivencia por cohorte de nacimiento en torno a la fecha de
nacimiento del primer hijo.
0 20 40 60 80 100
1971‐1980
1961‐1970
1951‐1960
1941‐1950
1909‐1940
Concepción Nacimiento Un año después nacimiento
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
Se observa además (gráfico 2.6) que, conforme aumenta el nivel formativo de
las mujeres, hay una mayor probabilidad de que tanto la concepción como el nacimiento
del primer hijo se produzca dentro de una relación estable de convivencia. Un 95.9% de
las mujeres con educación superior conviven en pareja cuando nace su primer hijo,
frente al 87.3% de las mujeres analfabetas.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
117
Gráfico 2.6. Situación de convivencia por nivel educativo en torno a la fecha de nacimiento del
primer hijo.
0 20 40 60 80 100
Ed. Superior
Ed. Sec. Post‐Obligatoria
Ed. Sec. Post‐Obligatoria
Ed. Sec. Post‐Obligatoria
Sin Estudios
Analfabetas
Concepción Nacimiento Un año después nacimiento
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
Además de la situación de convivencia en pareja, otra circunstancia importante
para las mujeres a la hora de decidir tener el primer hijo es su situación laboral. En los
dos gráficos siguientes se muestra el porcentaje de mujeres que estaban ocupadas en
torno al nacimiento del primer hijo.
En primer lugar (gráfico 2.7), cabe destacar que las mujeres de la muestra
pertenecientes a las cohortes más jóvenes muestran, en general, una mayor participación
en el mercado laboral en el momento de decidir su primera maternidad y poco después.
Así, más de la mitad de las mujeres que nacieron entre 1971 y 1980 estaban ocupadas
en el momento de la concepción de su primer hijo, mientras que sólo un 18.2% de las
nacidas entre 1909 y 1940 se encontraban ocupadas en ese momento. En segundo lugar,
se observa que el porcentaje de las mujeres que presentan un empleo remunerado fuera
del hogar familiar disminuye conforme se acerca el momento del nacimiento del primer
hijo y más aún un año más tarde. Las dificultades para conciliar vida familiar y laboral
pueden explicar que algunas mujeres decidan dejar el mercado de trabajo y centrarse
exclusivamente en sus responsabilidad familiares, especialmente en los primeros años
de vida del primer hijo, dadas las necesidades de un mayor cuidado y atención en las
edades más tempranas.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
118
Gráfico 2.7. Tasa de ocupación por cohorte de nacimiento en torno a la fecha de nacimiento del
primer hijo.
0 10 20 30 40 50 60
1971‐1980
1961‐1970
1951‐1960
1941‐1950
1909‐1940
Concepción Nacimiento Un año después nacimiento
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
Se puede intuir la influencia del nivel educativo sobre las decisiones laborales en
torno a la fecha del nacimiento del primer hijo en el gráfico 2.8: las mujeres con mayor
nivel educativo en el año 2006, que suelen corresponderse con las mujeres
pertenecientes a cohortes más jóvenes, participan más activamente en el mercado
laboral. En el momento del nacimiento del primer hijo, la tasa de ocupación entre las
mujeres con formación universitaria (63.8%) casi cuadriplicaba la de mujeres que no
tenían estudios (16.2%). Además, las mujeres con educación superior tienen una mayor
vinculación con el mercado laboral, y su tasa de abandono del mercado de trabajo un
año después del nacimiento de su primer hijo es inferior a la de mujeres menos
cualificadas, lo que puede estar relacionado con el mayor coste de oportunidad que le
supondría el abandono (temporal o definitivo) del mercado laboral.
Las mujeres analfabetas y sin estudios de la muestra también presentan una
mayor persistencia en el mercado de trabajo un año después del nacimiento del primer
hijo que el resto de mujeres con otros niveles educativos, si bien en este caso puede
responder a la necesidad de permanecer en el trabajo por razones económicas y se
podría afirmar, siguiendo el argumento explicado en el capítulo del marco teórico, que
para estas mujeres un salario mayor incrementa el precio relativo del ocio. Este
incremento del precio les impulsa a consumir menos ocio y a incrementar las horas
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
119
deseadas de trabajo. Por tanto, si se incrementa el salario y el efecto sustitución es
mayor que el efecto renta, entonces las horas de trabajo aumentarán.
Gráfico 2.8. Tasa de ocupación por nivel educativo en torno a la fecha de nacimiento del primer
hijo.
0 10 20 30 40 50 60 70
Ed. Superior
Ed. Sec. Post‐Obligatoria
Ed. Obligatoria
Est. Primarios
Sin Estudios
Analfabetas
Concepción Nacimiento Un año después nacimiento
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
Los gráficos 2.7 y 2.8 muestran cambios en las tasas de ocupación en
determinados momentos, pero no transiciones hacia o desde la ocupación. La
permanencia o abandono de empleo en torno a la fecha de nacimiento del primer hijo se
analiza más detalladamente, tanto por cohorte de nacimiento como por nivel educativo,
en la tabla 2.6, que recoge el resumen de una matriz de transición en la que se ha
escogido el porcentaje de mujeres ocupadas en el momento de la concepción
(nacimiento) que deja de trabajar en el nacimiento (un año después del nacimiento) y, a
la inversa, el porcentaje de mujeres no ocupadas en el momento de la concepción que sí
lo están en el del nacimiento (un año después del nacimiento).
La tabla 2.6 muestra que del total de mujeres que trabajan en el momento de la
primera concepción, un 9.5% abandona su empleo cuando se produce el nacimiento del
hijo y, un 18.6% de las mujeres deja de trabajar durante el primer año de vida del primer
hijo. El porcentaje de mujeres que abandona el mercado laboral tras la primera
maternidad es más elevado en aquellas mujeres de la muestra de cohortes de nacimiento
más antiguas y en las menos cualificadas, a excepción de las mujeres analfabetas que
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
120
presentan un patrón de decisión más similar al de las mujeres universitarias (aunque,
como se indicaba anteriormente, puede ser por distintas razones). En torno al 3% de las
mujeres se incorporan a trabajar durante el embarazo y primer año del hijo, si bien dicho
porcentaje es mayor en las más jóvenes y las que presentan mayor nivel educativo.
Tabla 2.6. Transiciones laborales en torno al nacimiento del primer hijo.
Concepción Nacimiento Nacimiento Un año después
% de mujeres que deja de trabajar
% de mujeres que se incorpora
a trabajar
% de mujeres que deja de
trabajar
% de mujeres que se incorpora
a trabajar
Coh
orte
de
naci
mie
nto
1909-1940 16.60 1.01 18.45 0.65 1941-1950 11.20 2.06 19.57 1.24 1951-1960 8.70 2.75 15.99 2.50 1961-1970 7.24 4.89 18.26 6.31 1971-1980 7.08 8.94 21.60 10.12
Total 9.45 2.82 18.57 2.82
Niv
el e
duca
tivo
Analfabetas 3.03 1.90 11.76 0.00 Sin estudios 16.51 2.43 24.04 0.56 Estudios primarios 12.46 1.27 20.43 1.67 Educación obligatoria 11.86 3.14 25.30 2.79 Educación secundaria post-obligatoria 8.75 2.91 19.14 5.54
Educación superior 4.86 8.58 11.21 8.58 Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
Las decisiones de maternidad no sólo dependen de si la mujer participa o no en
el mercado de trabajo, sino también de las peculiaridades de los puestos que ocupan, la
situación profesional, las horas que dediquen al trabajo u otras características como el
tipo de empleador o el tipo de ocupación en el momento de tomar la decisión de tener el
primer hijo.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
121
Tabla 2.7. Situación profesional que presentan las mujeres ocupadas en el momento de la concepción del primer hijo.
Asalariada fija
Asalariada eventual
No asalariada Otra
situación No contesta
Coh
orte
de
naci
mie
nto
1909-1940 44.53 17.36 13.21 24.15 0.75 1941-1950 56.80 17.20 14.40 11.60 0.00 1951-1960 64.01 21.26 7.97 6.04 0.72 1961-1970 55.65 28.98 9.01 6.18 0.18 1971-1980 54.77 31.08 9.23 4.31 0.61
Total 55.93 24.29 10.17 9.18 0.43
Niv
el e
duca
tivo
Analfabetas 33.33 48.48 3.03 12.12 3.04 Sin estudios 37.61 29.36 12.85 20.18 0.00 Estudios primarios 45.89 20.96 12.47 20.39 0.29 Educación obligatoria 49.66 32.21 9.62 7.38 1.13 Educación secundaria post-obligatoria 64.63 18.66 10.50 6.12 0.09
Educación superior 67.48 20.93 8.79 2.80 0.00 Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
En la tabla 2.7 se observa que no habido grandes cambios entre las cohortes de
nacimiento 1940 a 1970 en cuanto a la situación laboral: más del cincuenta por ciento
de las mujeres deciden tener su primer hijo una vez que han alcanzado cierta estabilidad
laboral (son asalariadas fijas). Sin embargo, las mujeres más jóvenes de la muestra
(cohorte 1971-1980) presentan una menor estabilidad laboral en el momento de la
concepción (una de cada tres mujeres de esa cohorte trabajaban como asalariadas
eventuales, casi el doble que las mujeres que nacieron entre 1941 y 1950). La situación
profesional está ineludiblemente relacionada también con el nivel educativo. La tabla
2.7 muestra que las mujeres que presentan mayor educación formal tienen una mayor
estabilidad laboral en el momento de la concepción de su primer hijo, lo que puede
responder al hecho de que los empleos más estables se caracterizan mayoritariamente
por la exigencia de una determinada titulación académica universitaria o similar para
ejercerlos.
A continuación, en la tabla 2.8 se observa la distribución de mujeres que estaban
ocupadas en el momento de la concepción del primer hijo por la duración de la jornada
laboral.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
122
Tabla 2.8. Jornada laboral que presentan las mujeres ocupadas en el momento de la concepción del primer hijo.
Menos de 35 h./sem.
De 35 a 44 h./sem.
45 h./sem. o más
Irregular No contesta
Coh
orte
de
naci
mie
nto
1909-1940 15.10 35.47 37.36 9.43 2.64 1941-1950 12.00 54.80 24.80 6.80 1.60 1951-1960 15.22 62.80 18.84 1.69 1.45 1961-1970 20.49 61.66 15.55 1.94 0.36 1971-1980 21.54 61.54 13.85 2.46 0.61
Total 17.52 57.14 20.44 3.74 1.16
Niv
el e
duca
tivo
Analfabetas 24.24 21.21 45.45 6.06 3.04 Sin estudios 17.43 32.11 37.61 10.09 2.76 Estudios primarios 14.45 45.04 31.16 7.93 1.42 Educación obligatoria 16.56 59.06 20.13 2.91 1.34 Educación secundaria post-obligatoria 17.78 64.43 15.45 1.17 1.17
Educación superior 19.82 66.17 11.78 1.87 0.36 Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
La tabla 2.8 indica que la mayoría de las mujeres de la muestra que trabajaban
cuando concibieron su primer hijo tenían una jornada de entre 35 y 44 horas semanales.
En cuanto a las jornadas laborales de más de 44 horas semanales de duración, se
observa que disminuyen conforme aumenta el nivel educativo: en el momento de la
concepción un 45.5% de las mujeres analfabetas trabajaban más de 44 horas semanales,
porcentaje que se reduce casi ocho puntos en el caso de las mujeres con estudios
primarios y 30 puntos en las mujeres con educación superior. Por otro lado, las jornadas
laborales más breves, es decir, menos de 35 horas semanales, son más frecuentes en las
mujeres analfabetas que en el resto.
Finalmente, las tablas 2.9 y 2.10 muestran otras características laborales de las
mujeres que se encontraban ocupadas en torno a la fecha de nacimiento del primer hijo
por cohorte de nacimiento y nivel educativo: tipo de empleador y ocupación.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
123
Tabla 2.9. Tipo de empleador en las mujeres ocupadas en el momento de la concepción del primer hijo.
Administración Pública
Empresa pública
Empresa privada
Servicio doméstico
Otras No contesta
Coh
orte
de
naci
mie
nto
1909-1940 8.54 4.27 70.12 12.20 3.05 1.82 1941-1950 11.35 6.49 76.22 4.32 0.54 1.08 1951-1960 17.56 5.95 71.67 3.97 0.57 0.28 1961-1970 17.95 3.97 71.82 5.22 0.84 0.20 1971-1980 7.53 3.23 84.95 2.51 0.72 1.06
Total 13.97 4.66 74.66 5.07 0.96 0.68
Niv
el e
duca
tivo
Analfabetas 0.00 3.70 66.67 25.93 3.70 0.00 Sin estudios 0.00 4.11 75.34 13.70 4.11 2.74 Estudios primarios 2.12 2.12 84.32 9.32 1.27 0.85
Educación obligatoria 4.37 1.91 83.88 7.92 1.09 0.83
Educación sec. post-obligatoria 14.39 2.81 79.30 2.11 0.35 1.04
Educación superior 30.02 9.30 60.25 0.00 0.42 0.01
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
En la parte superior de la tabla 2.9 se refleja la dispar distribución del tipo de
empleador de las mujeres en el momento de la concepción del primer hijo para mujeres
de distintas cohortes entrevistadas en 2006. La mayor parte de las mujeres trabajaban en
una empresa privada en el momento de tener su primer hijo. Sin embargo, las mujeres
de la muestra pertenecientes a las cohortes de nacimiento 1951-1960 y 1961-1970
presentan una mayor presencia relativa en la Administración Pública y en empresas
públicas. Si se suman ambas categorías se observa que un 23.5% de las mujeres de la
cohorte de nacimiento 1951-1960 y el 22% de las de la cohorte 1961-1970 trabajaban en
el sector público en el momento de la concepción de su primer hijo, en comparación con
el 10.8% de las mujeres de la cohorte más joven (1971-1980). Por otro lado, la parte
inferior de la tabla 2.9 refleja que las mujeres con educación superior en el año 2006
tiene una mayor probabilidad de tener un empleo en la Administración Pública que las
mujeres que tienen estudios primarios en el momento de la concepción de su primer
hijo. Así, un 39.3% de las mujeres con formación universitaria registraba un trabajo en
la Administración Pública o en una empresa pública en ese momento, frente al 4.2% de
las mujeres con estudios primarios, lo que refleja una mayor estabilidad en el empleo a
la hora de enfrentarse a la maternidad en aquellas mujeres que tienen estudios
superiores.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
124
Tabla 2.10. Tipo de ocupación de las mujeres ocupadas en el momento de la concepción del primer hijo.
Directivas y profesionales
Técnicas y empleadas
de tipo administrativo
Trabajadoras comercio,
restauración, servicios
profesionales, protección y
seguridad
Ocupaciones cualificadas
en agricultura, industria y
construcción
Ocupaciones no
cualificadas
No contesta
Coh
orte
de
naci
mie
nto
1909-1940 12.45 6.04 9.43 26.41 44.53 1.14 1941-1950 13.20 17.20 21.20 19.60 24.80 4.00 1951-1960 20.28 23.43 20.29 14.49 19.81 1.70 1961-1970 19.62 28.97 24.03 9.72 16.61 1.05 1971-1980 16.31 26.46 32.31 8.00 15.07 1.85
Total 13.97 17.25 22.31 22.14 14.28 22.25
Niv
el e
duca
tivo
Analfabetas 0.00 3.03 12.12 3.03 78.78 3.04 Sin estudios 5.51 1.83 8.26 22.94 60.55 0.91 Estudios primarios 5.10 3.97 20.96 29.74 39.09 1.14
Educación obligatoria 6.26 10.29 32.44 19.68 29.08 2.25
Educación sec. post-obligatoria 8.16 41.40 29.45 10.20 9.61 1.18
Educación superior 43.74 37.57 13.08 1.12 2.24 2.25
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
En cuanto al tipo de ocupación (tabla 2.10), por cohorte de nacimiento de las
mujeres de la muestra, destaca la considerable disminución en el porcentaje de mujeres
que trabajan en ocupaciones cualificadas en la agricultura, industria y construcción y
ocupaciones no cualificadas (un 26.4% de las mujeres pertenecientes a la cohorte más
mayor y un 8% de las mujeres más jóvenes de la muestra) y el aumento en el peso
relativo de las trabajadoras de comercio, restauración, servicios profesionales,
protección y seguridad y, técnicas y empleadas de tipo administrativo (un 9.4% de las
mujeres más mayores frente al 32.3% de las mujeres más jóvenes). Por otro lado, el
43.7% de las mujeres con educación superior son directivas, profesionales o técnicas y
empleadas de tipo administrativo en el momento de la concepción de su primer hijo,
mientras que dos de cada tres mujeres con estudios primarios trabajan en ocupaciones
cualificadas en agricultura, industria o construcción o en ocupaciones no cualificadas.
En resumen, cabe destacar que la mayor parte de las mujeres deciden ser madres
una vez que han alcanzado cierta estabilidad familiar y laboral. Sin embargo, sí se
observan algunas diferencias si atendemos al nivel educativo más alto alcanzado por las
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
125
mujeres entrevistadas en 2006. Los resultados muestran que las entrevistadas con
formación universitaria deciden asegurarse una mayor estabilidad familiar y laboral
antes de tener su primer en hijo, en comparación con las mujeres que presentan menores
niveles educativos. Por otro lado, las mujeres que con mayor formación reglada
abandonan en menor medida su empleo ante el nacimiento de un hijo que el resto de
mujeres.
2.4. CUESTIONES METODOLÓGICAS
En esta sección se detallan las técnicas econométricas que se van a utilizar en los
capítulos 3 y 4. La sección se divide en dos apartados: en primer lugar, se describe en
qué consiste la técnica del Análisis de Historia de Acontecimientos, para posteriormente
presentar los modelos paramétricos de la tasa de transición.
2.4.1. Métodos descriptivos no paramétricos
El Análisis de Historia de Acontecimientos (AHA) permite investigar cambios
entre estados a lo largo del tiempo. En nuestro caso, analizamos la transición entre la
no-maternidad y la primera maternidad o entre la inexperiencia laboral y la primera
experiencia en el mercado de trabajo. El AHA va a permitir no sólo analizar el tipo de
cambio sino también cuándo se produce (Bernardi, 2006). Ese intervalo de tiempo que
transcurre antes del cambio de estado se define como episodio o duración. La duración
de un episodio está censurada cuando su tiempo de fallo18 no ha sido observado dentro
del período de estudio. El episodio puede estar censurado por la derecha cuando finaliza
el período de observación y el evento de interés todavía no ha ocurrido. En las funciones
de supervivencia que muestran el acceso al primer empleo y a la primera maternidad la
censura por la derecha se ha fijado en los 40 años. La duración de un episodio está
censurada por la izquierda cuando la fecha de inicio del episodio es desconocida, o
truncada por la izquierda cuando el episodio está observado sólo a partir de un
determinado momento (t0) y se conoce la fecha de inicio. Se ha fijado t0 en los 16 años
de edad. 18 El tiempo de fallo se define como el momento en el que acontece un suceso particular.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
126
El objetivo del Análisis de Historia de Acontecimientos, también llamado de
supervivencia, es estimar las funciones de supervivencia y riesgo a partir de los tiempos
de supervivencia (en nuestro caso, en la no-maternidad y en el no-empleo) observados.
Siguiendo a Bernardi (2006) los fundamentos estadísticos del análisis de supervivencia
se pueden mostrar como sigue: la función de supervivencia se define como la
probabilidad de que una persona sobreviva19 en el estado inicial (no le ocurra el evento
de interés) al menos hasta el momento t. Si T es una variable aleatoria positiva (o no
negativa) con función de distribución F(t) y función de densidad de probabilidad f(t), la
función de supervivencia G(t) es:
G (t) = Pr (T>t) = 1 − F (t) (2.1)
La función de riesgo, tasa de azar o razón de fallo r(t) define como el cociente
entre la función de densidad y la función de supervivencia:
)t(G)t(f)t(r = (2.2)
se interpreta como la probabilidad de que a un individuo le ocurra el evento de interés
en la siguiente unidad de tiempo Δt dado que ha sobrevivido hasta el momento t. Por
ejemplo, en nuestro caso sería la probabilidad de que una mujer tenga su primer empleo
(o su primer hijo) en el siguiente año condicionado al hecho de que no lo ha tenido hasta
ese momento.
La función de riesgo proviene de la tasa media de fallos: dada la probabilidad
condicional de fallos en el período (t; t + Δt), dado que la persona sobrevive en el
período (0; t), la tasa media de fallos (TMF) se define como:
)t(G)t(
)t(F)tt(FTMFΔΔ −+
= (2.3)
19 El término sobrevivir en el contexto del Análisis de Historia de Acontecimientos responde al hecho de que esta técnica fue inicialmente desarrollada por epidemiólogos, que analizaban los tiempos de supervivencia a determinadas enfermedades.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
127
Tomando límites para Δt 0, queda:
)t(G)t(f
)t(G)t('FTMFlím)t(r
0t===
→Δ (2.4)
La función de riesgo acumulada R(t) se define como:
))t(Glog(dx)x(r)t(Rt
0
−== ∫ (2.5)
La estimación de estas funciones se puede realizar de dos formas: con métodos
paramétricos y con métodos no paramétricos. En este apartado se presenta el estimador
propuesto en el año 1958 por Kaplan y Meier, que es el método de estimación no
paramétrica más utilizado, mientras que en el siguiente apartado se presentan las
técnicas paramétricas. Una vez estimada la función de supervivencia, mediante
procedimientos gráficos se tratará de ver la posible distribución a la que se ajustan los
datos. Y para determinar si dos o más muestras tienen funciones de supervivencia
similares se utilizará el test de Wilcoxon y el test de Log-Rank. Ambos tests se basan en
la hipótesis nula de que las funciones de supervivencia de distintas sub-muestras (por
ejemplo, mujeres de distinto nivel educativo) no difieren entre sí. Los estadísticos de
estos tests se distribuyen con una χ2 con m-1 grados de libertad, donde m es igual al
número de grupos para los cuales se estiman las funciones de supervivencia. Los
resultados de ambos tests suelen ser equivalentes, aunque el test de Wilcoxon es más
sensible a las diferencias entre las funciones de supervivencia al principio del eje
temporal del proceso, mientras que el test de Log-Rank (Breslow) lo es a las diferencias
al final del mismo.
El estimador de la curva de supervivencia propuesto por Kaplan y Meier se basa
en el cálculo de la supervivencia como producto de probabilidades condicionadas.
∏≤
−=
tt i
iiKM
i trtdtrtS
)()()()(
^ (2.6)
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
128
donde r(ti) y d(ti) son el número de individuos en riesgo y el número de “muertes” (o de
ocurrencia del evento de interés en el momento ti).
A continuación se presenta detalladamente los modelos paramétricos de la tasa
de transición.
2.4.2. Modelos paramétricos de la tasa de transición
En este apartado vamos a exponer la técnica para estimar las funciones
siguiendo métodos paramétricos que van a permitir introducir en la especificación de la
función de riesgo un vector X de factores determinantes de la probabilidad de que una
mujer tenga su primer hijo o su primer empleo. Dentro de los métodos paramétricos, el
más sencillo y utilizado es el modelo de riesgos proporcionales propuesto por Cox. Este
modelo, que es la extensión multivariante del análisis de supervivencia, fue
originalmente propuesto por Cox (1972) y asume algunos de los supuestos del análisis
de supervivencia: el suceso debe ser irreversible, debe ocurrir sólo una vez y la censura
no debe ser informativa.
La principal ventaja del modelo Cox es que no requiere especificar ninguna
función de riesgo, es decir, el modelo no tiene una curva de supervivencia predefinida.
Esto es posible pues la estimación de los parámetros se hace a través de un método de la
verosimilitud parcial que se basa en el producto de las verosimilitudes de todos los
sucesos ocurridos.
El modelo de regresión de Cox está definido por la siguiente función:
h(t) = h0(t) * exp (x’ß) (2.7)
donde h(t) es la función de riesgo (hazard ratio) de que el evento ocurra al tiempo t,
h0(t) es la función de riesgo básica o de referencia (baseline o underlying hazard
function) que muestra cómo cambia h en función del tiempo de supervivencia; y
exp(x’ß) muestra cómo cambia h en función del valor que toman los regresores.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
129
Para simplificar la interpretación del modelo se puede plantear éste en términos
equivalentes:
(x'ß)exp=(t) h
h(t)
0
(2.8)
donde h(t)/h0(t) es la tasa de riesgo proporcional, que implica que la función de riesgo
h(t) y es la función de riesgo básica o de referencia h0(t) son paralelas.
Para estimar los coeficientes ß, Cox propuso la siguiente función de
verosimilitud:
](x'ß)x'ß) / Σk
([L (ß) expexp∏= (2.9)
Los coeficientes beta exponenciados (exp (ß)) se interpretan como la tasa o
razón de riesgo (hazard ratio) para una unidad de cambio en x. De esta forma, si exp (ß)
> 1, existe una influencia positiva del regresor sobre el riesgo de ser madre (tener el
primer empleo) y, por tanto, una aceleración del tiempo de fallo; al mismo tiempo, si
exp (ß) < 1 existe una influencia negativa o desaceleración del tiempo de fallo.
La especificación original de este modelo parte del supuesto de que la duración
es una variable que se puede observar de forma continua. Sin embargo, en el presente
trabajo, dadas las características de la base de datos utilizada, este supuesto no se
cumple debido a que el evento de interés es observable en un intervalo de tiempo
discreto (anual). Esto nos ha llevado a plantear un modelo de probabilidad en tiempo
discreto, que además permite introducir covariables que sean cambiantes en el tiempo.
En concreto, la especificación aquí utilizada incorpora además el control por la
heterogeneidad inobservada a través de una función de distribución gamma. Se trata de
la aplicación que Meyer (1990) propone del modelo Prentice-Gloeckler (1978) y que
Stephen Jenkins incorporó a la rutina de STATA a través de su aplicación pgmhaz8
(Jenkins, 1997). A continuación presentamos los aspectos más relevantes de este
modelo siguiendo a Jenkins 1997.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
130
Suponemos que existen i = 1,…, n observaciones en t = 0 y cada una es seguida
hasta que se presente el evento de interés o sea censurada. La tasa de riesgo instantánea
se especifica como:
λit
= λ0(t)exp(X
it′β) (2.10)
donde λ0(t) es la función de riesgo base en el momento t, β es un vector de parámetros a
estimar y Xit es un vector de covariables que resumen las diferencias observable entre
individuos en el instante t.
Con el fin de capturar la heterogeneidad, Meyer (1990) asume que los atributos
no observables de un individuo se pueden incorporar de manera multiplicativa en la
función de riesgo a partir de una variable aleatoria εi, de forma tal que:
λit
= λ0(t)ε
iexp(X
it′β) = λ
0(t)exp[X
it′β + log(ε
i)] (2.11)
donde εi es una variable aleatoria con función de distribución Gamma con media uno y
varianza σ2 e independiente de Xit.
La correspondiente función de riesgo en tiempo discreto está dada por:
hj(X
ij) = 1 - exp{-exp[X
ij′β + γ
j + log(ε
i)]} (2.12)
Y su función log-verosímil es:
{ }iBici)An
1i ic1(log L log +∑=
−= (2.13)
donde
[ ]⎥⎦⎤
⎢⎣⎡
∑=
++=it
1jθ(j)βijX'exp v1 iA
/v)1-(
(2.14)
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
131
⎪⎪⎪
⎩
⎪⎪⎪
⎨
⎧
>⎥⎥⎥
⎦
⎤
⎢⎢⎢
⎣
⎡∑−
=⎥⎦⎤
⎢⎣⎡ ++
−
=−
= 1i ,1
1exp1
1
1i 1
i tsi - Ait
jθ(j)βijX' v
/v)(
i ts , iA
iB (2.15)
Es importante mencionar que, cuando v 0, el modelo de Prentice y Gloeckler
resulta como un caso límite y, además, cuando la función de riesgo base es estimada no
paramétricamente, la selección de la distribución de la heterogeneidad no es relevante
(Jenkins, 1997; Meyer, 1990).
Para la estimación de un modelo de probabilidad en tiempo discreto Jenkins
(1995) recomienda que previamente se reorganicen los datos de forma que se expande
(se repite) cada observación, en este caso, tantas veces como años han transcurrido
desde que la mujer cumple 16 años (inicio de la ventana de observación) hasta que
ocurre el evento que deseamos explicar (en nuestro caso, el inicio del primer empleo, su
finalización, y el nacimiento del primer hijo).
2.5. CONCLUSIONES
En este capítulo se ha presentado, en primer lugar, la base de datos que se va a
utilizar en el presente trabajo de investigación, la Encuesta de Fecundidad, Familia y
Valores 2006. Se ha detallado sus características técnicas, así como las fortalezas que
presenta esta base de datos frente a otras utilizadas para el análisis de las decisiones de
fecundidad y participación laboral femenina y, también sus limitaciones y los problemas
de que adolece y las decisiones que se han tomado al respecto. Respecto a las fortalezas,
cabe destacar que se trata de una encuesta retrospectiva que nos permite tener una gran
riqueza de información sobre las decisiones que las mujeres, de distintas cohortes de
nacimiento, tomaron en el pasado. Y en cuanto a las limitaciones, cabe indicar, por un
lado, que esta encuesta es representativa de la población femenina residente en España
en el año 2006 y, por otro lado, que no se analizan las decisiones tomadas por mujeres
inmigrantes dado que no se puede contextualizar las decisiones que tomaron en el
pasado en su país de origen.
Capítulo 2. Metodología: Descripción de la fuente de datos, la muestra y técnicas empleadas
132
En segundo lugar, se muestra a través de un análisis gráfico los siguientes
procesos acaecidos en los últimos veinte años (de 1985 a 2005): un aumento del nivel
educativo, una mayor participación laboral y un retraso en la maternidad y en la
incorporación al mercado de trabajo en las mujeres de la muestra. Pero cabe destacar
que ha aumentado el porcentaje de mujeres que combinan experiencia laboral y
maternidad.
A continuación se han descrito algunas variables que influyen en las decisiones
de participación laboral femenina y maternidad. Se ha observado que el esquema más
habitual de los distintos acontecimientos vitales es: incorporación al mercado laboral,
convivencia en pareja y primera maternidad, produciéndose en las últimas décadas un
retraso en los distintos eventos, especialmente en las mujeres con mayor nivel
educativo, que buscan alcanzar una mayor estabilidad laboral y familiar antes de ser
madres.
Por último, se han presentado las técnicas econométricas a utilizar en los
capítulos 3 y 4. Por un lado, los métodos descriptivos no paramétricos y, por otro lado,
los modelos paramétricos de la tasa de transición, en concreto, la aplicación que Meyer
(1990) propone del modelo Prentice-Gloeckler (1978) que permitirá el control por la
heterogeneidad inobservada.
CAPÍTULO 3
DETERMINANTES DE LAS DECISIONES DE PARTICIPACIÓN LABORAL
DE LAS MUJERES
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
135
3.1. INTRODUCCIÓN
El objetivo de este capítulo es analizar y obtener evidencia empírica los
determinantes de la decisión de la primera incorporación laboral (o la primera después
del matrimonio y la primera maternidad), haciendo especial hincapié al papel del nivel
educativo. Durante gran parte del siglo XX, la vida familiar y laboral en los hogares
españoles estaba basada en un modelo tradicional de familia. El varón se especializaba
en el trabajo remunerado fuera del hogar, que le permitía obtener el salario necesario
para el mantenimiento de los miembros de la familia. La mujer se dedicaba en exclusiva
a las tareas del hogar y al cuidado y la educación de los hijos. Sin embargo, en las
últimas tres décadas las mujeres han adquirido un papel activo en la vida laboral,
registrándose un aumento significativo de su participación en el mercado de trabajo. El
aumento de su nivel educativo puede ser una de las causas que, en gran medida, animen
a las mujeres no sólo a acceder al mercado de trabajo, sino también a no abandonar su
puesto laboral a causa del matrimonio o el nacimiento de los hijos.
El orden de contenidos de este capítulo es el siguiente: en primer lugar,
revisaremos el marco teórico y la evidencia empírica sobre las decisiones de
participación laboral. Posteriormente, se mostrarán las funciones de supervivencia de
acceso al primer empleo para distintas variables de clasificación. A continuación, se
presentarán los resultados obtenidos tanto para el acceso a la primera incorporación
laboral para el total de las mujeres como las estimaciones que analizan las primeras
decisiones laborales después del primer matrimonio o inicio de la convivencia en pareja
y después de la primera maternidad. También se realizará un análisis por cohortes de
nacimiento con el objetivo de estudiar si se han producido cambios en las decisiones de
participación laboral de las mujeres de la muestra que pertenecen a distintas cohortes de
nacimiento. El capítulo finaliza con una sección que recoge las principales
conclusiones.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
136
3.2. MARCO TEÓRICO Y EVIDENCIA EMPÍRICA SOBRE LAS DECISIONES
DE PARTICIPACIÓN
En el capítulo 1 de este trabajo de investigación se pudo advertir la influencia
que ha tenido la teoría de asignación del tiempo de Gary Becker en la evidencia
empírica sobre participación laboral femenina. Según la teoría de asignación del tiempo
la unidad familiar deberá decidir qué cantidad de tiempo dedica al mercado de trabajo y
qué proporción al trabajo doméstico, lo que dependerá, a su vez, de la productividad del
tiempo dedicado en actividades domésticas frente al tiempo en actividades de mercado.
A medida que aumenta el nivel educativo de las mujeres, su productividad en el hogar
incrementa en menor proporción que el salario que obtienen participando en el mercado
laboral. Por tanto, aumenta el precio relativo de su tiempo en el mercado de trabajo, lo
que incentiva a aumentar su participación en el mercado laboral a expensas del trabajo
no remunerado en el hogar.
De esta aportación teórica desarrollada por la Nueva Economía de la Familia
sobre cuestiones de participación laboral de las mujeres se han extraído las hipótesis
más relevantes que se desea confirmar en este capítulo mediante el uso de técnicas
multivariantes. Tales hipótesis fueron enunciadas con detalle en el capítulo 1 (epígrafe
1.4), realizándose aquí una breve síntesis a modo de recordatorio. La principal hipótesis
que se esperar corroborar es que el nivel educativo influye de manera determinante en la
incorporación laboral femenina tanto al inicio de la vida laboral como después de
hechos tan determinantes como el matrimonio y la maternidad. Un mayor nivel
educativo contribuye a aumentar la probabilidad de que una mujer tenga un trabajo
remunerado, ya que conforme aumenta el nivel educativo son mayores las posibilidades
de acceder a puestos de trabajo mejores, con mayor remuneración salarial y, por tanto,
mayor es el coste de oportunidad que tendrá que asumir si no participa en el mercado de
trabajo (hipótesis P1, P1A y P1B). La importancia de la educación en las decisiones de
participación laboral queda reflejada en un gran número de trabajos, ya comentados en
el capítulo 1, como Moffit (1984), Leibowitz et al. (1992), Klerman y Leibowitz (1994),
Emery y Ferrer (2009), Dex et al. (1998), Chiuri (2000), Grimm y Bonneuil (2001),
Bratti et al. (2005), Gutiérrez-Domènech (2005a), Del Boca y Vuri (2007), Gregg et al.
(2007), Bover y Arellano (1995), Álvarez-Llorente (2002), De la Rica y Ferrero (2003),
Alba y Álvarez-Llorente (2004) y Gutiérrez-Domènech (2005b).
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
137
Además del nivel educativo, otros factores importantes a tener en cuenta son la
edad (hipótesis P2) y la cohorte de nacimiento (hipótesis P3A). Las mujeres de distintas
cohortes de nacimiento experimentan diversos patrones de participación laboral, que
están relacionados también con sus patrones de demanda educativa. Las mujeres
pertenecientes a cohortes más jóvenes han incrementado su participación laboral a partir
de los 25 años. Se ha producido un retraso en la edad de incorporación en el mercado
laboral como consecuencia del aumento del número de años que las mujeres pasan en el
sistema educativo pero, al mismo tiempo, se produce una vinculación más fuerte con el
mercado de trabajo, que no está tan sujeta a circunstancias familiares o cíclicas como en
épocas anteriores. La relación positiva entre la edad de la mujer y su nivel de
participación laboral se confirma en los trabajos de Klerman y Leibowitz (1994), Chiuri
(2000), Grimm y Bonneuil (2001), Del Boca et al. (2005) y Del Boca y Vuri (2007).
Otros factores que pueden incidir sobre las decisiones de participación laboral de
las mujeres son variables familiares como la presencia de un cónyuge (hipótesis P4A y
P4B) e hijos (hipótesis P5A y P5B) y sus características. Entre las características más
relevantes del cónyuge figura su nivel educativo (hipótesis P4C). Por un lado, si el
cónyuge tiene un elevado nivel educativo, supone mayores ganancias para el hogar y
por tanto una menor necesidad de las ganancias de la mujer; es lo que se conoce como
efecto renta (Dex et al., 1998 y Álvarez-Llorente, 2002). Pero, por otro lado, se puede
producir un efecto contagio, esto es, al aumentar el número de ocupados en el hogar, se
pueden crear lazos informales con el mercado de trabajo que facilita la incorporación al
mismo del resto de los miembros del hogar. Finalmente, hay una notable (y creciente)
homogamia educativa en las parejas: la educación de los esposos suele estar
correlacionada positivamente, de forma que un marido con educación superior se suele
corresponder con una esposa con nivel educativo medio o alto, lo que, por sí solo, le
incentivará a participar en el mercado laboral.
Además del nivel educativo, contrastaremos el efecto potencial de la edad del
cónyuge y las diferencias de edad entre los cónyuges (hipótesis P4D). Por un lado, las
edades de los cónyuges suelen estar correlacionadas y cuanto más mayor sea la edad del
marido, mayor será la probabilidad de que la edad de la mujer sea también mayor y
menor la probabilidad de que participe en el mercado de trabajo. Por otro lado, la edad
del cónyuge tiene también una correlación con sus ingresos, de modo que ésta puede
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
138
actuar como proxy del efecto renta vinculado a la renta (no observable) de los cónyuges.
Del Boca y Vuri (2007) confirman que existe una relación negativa entre la edad
cónyuge y el grado de participación laboral de las mujeres.
En el ámbito de las características familiares recogeremos la presencia de hijos
y, en el caso de haberlos, la edad del más pequeño. Al estudiar la participación laboral
(y el abandono de la misma) entre mujeres que acaban de tener su primer hijo los
modelos multivariantes contemplarán variables relativas al nacimiento (la estación del
año en la que nació, si el primer hijo fue prematuro, si la mujer tuvo un aborto previo a
la primera maternidad y la edad a la que la mujer tuvo su primer hijo). Estas variables
han sido poco utilizadas en la literatura económica que analiza las decisiones laborales
después de la primera maternidad. Se espera que las mujeres que tuvieron un aborto o
cuyo primer hijo fue prematuro tengan mayores probabilidades de abandonar el
mercado laboral para dedicarse en exclusiva al cuidado del bebé. Si el hijo nace en una
época de donde la demanda de empleo es mayor, las mujeres probablemente se
incorporarán antes al mercado de trabajo. Y las mujeres que son madres a edades más
tardías tendrán menor probabilidad de abandonar el mercado de trabajo porque tendrán
una carrera profesional ya consolidada y el coste de oportunidad de abandonar el
empleo será más elevado.
Adicionalmente, incorporaremos al análisis un conjunto de variables relativas al
entorno como la zona geográfica de residencia, la tasa de paro femenino en la
Comunidad Autónoma y la variación del número de ocupados (hipótesis P6A y P6B).
Las mujeres que residan en municipios con estructuras productivas más orientadas al
empleo femenino o en municipios con menores tasas de paro, tendrán una mayor
probabilidad de participar en el mercado laboral. Álvarez-Llorente (2002) indica que la
probabilidad de que una mujer participe en el mercado laboral es mayor en la zona
Levante y menor en la zona Centro.
Por último, esperamos que el análisis para distintas cohortes de nacimiento
confirme que el nivel educativo marca una mayor diferencia en el acceso a la ocupación
para las mujeres de la muestra nacidas en cohortes más antiguas que para las más
jóvenes, ya marcadas por un proceso de expansión educativa (hipótesis P3B). Estas y
otras hipótesis serán contrastadas en las siguientes secciones de este capítulo.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
139
A continuación, en la figura 3.1 se pueden observar las variables que se incluirán
en los modelos multivariantes que analizarán las decisiones de participación laboral de
las mujeres. Se construirán tres tipos de modelos: para el total de las mujeres
(distinguiendo por cohorte de nacimiento), para mujeres casadas o que conviven en
pareja y para mujeres que son madres.
Figura 3.1. Esquema de las variables incluidas en los modelos de decisiones de participación
laboral.
Modelo Casadas
Edad a la que comenzó la
primera conviviencia
Nivel de estudios del
cónyuge
Edad del cónyuge
Diferencia nivel
educativo con el cónyuge
Diferencia de edad con el cónyuge
Experiencia laboral previa al matrimonio
Modelo General
Variables personales
Edad
Edad al cuadrado
Cohorte de nacimiento
Nivel educativo
Variables familiares
Tipo de convivencia
Padres separados
Hijos
Variables del
entorno
Zona de residencia
Tasa autonómica
de paro
Variación de ocupados
Variable sobre
valores
Preferencia por el
trabajo
Modelo Madres
Ha tenido algún aborto
Estación del año en la que
nació su primer hijo
Fue prematuro su primer hijo
Edad a la que tuvo su primer hijo
Experiencia laboral
previa a la maternidad
Fuente: Elaboración propia.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
140
3.3. FUNCIONES DE SUPERVIVENCIA: EL TRÁNSITO HACIA EL PRIMER
EMPLEO
En esta sección se pretende describir los perfiles de acceso al primer empleo a
través del análisis de supervivencia utilizando como variables de clasificación de las
muestras la cohorte de nacimiento, el nivel educativo más alto alcanzado y la edad a la
que la entrevistada fue madre por primera vez.
Las representaciones gráficas de las funciones de supervivencia permiten
observar cómo va disminuyendo la probabilidad de sobrevivir (entendida aquí como
posibilidad de no incorporarse al primer empleo) a medida que pasa el tiempo. En el eje
de ordenadas se sitúa la supervivencia acumulada en términos de probabilidad (entre 0 y
1) y el tiempo de supervivencia medido en años en el eje de abscisas.
Gráfico 3.1. Función de supervivencia. Acceso al primer empleo según cohorte de nacimiento.
0.00
0.25
0.50
0.75
1.00
16 20 25 30 35 40Edad de la mujer
1909-1940 1941-19501951-1960 1961-19701971-1980 1981-1990
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS
Estimaciones de Supervivencia Kaplan-Meier
El gráfico 3.1 muestra que las mujeres más jóvenes de la muestra acceden en
mayor medida al mercado laboral, aunque lo hacen a edades más tardías, hecho que
puede estar relacionado con el mayor número de años que pasan en el sistema
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
141
educativo, lo que marca el inicio de su carrera laboral. Así, de las mujeres que nacieron
entre 1971 y 1980 un 89.3% había tenido un trabajo remunerado al alcanzar la edad de
30 años. Dicho porcentaje es menor en las mujeres de la muestra pertenecientes a las
tres cohortes anteriores, alcanzando un 84.8% las que nacieron entre 1961 y 1970, un
87.1% entre 1951 y 1960, un 88.2% entre 1941 y 1950 y un 86.9% las mujeres más
mayores de la muestra (las nacidas en 1909-1940). Las pruebas de los tests de Log-Rank
y de Wilcoxon (Breslow) concluyen que las diferencias observadas entre las distintas
submuestras consideradas son significativas (p<0.000) (más adelante, en la tabla 3.1).
Gráfico 3.2. Función de supervivencia. Acceso al primer empleo según nivel educativo.
Esta influencia del nivel educativo de las mujeres sobre sus decisiones laborales
se analiza más detalladamente en el gráfico 3.2, donde se observa que las mujeres que
tienen en el año 2006 un menor nivel educativo acceden al mercado de trabajo a edades
más tempranas. Como comentamos anteriormente, conforme aumenta el número de
años que las mujeres dedican a la formación, se produce un retraso en su incorporación
al mercado laboral. Más del 60% de las mujeres analfabetas había tenido un empleo a
los 16 años, mientras que para las mujeres con educación obligatoria esta proporción no
se alcanza hasta los 18 años, para las que tienen educación secundaria post-obligatoria a
0.00
0.25
0.50
0.75
1.00
16 20 25 30 35 40Edad de la mujer
Analfabetas Sin estudiosEstudios Primarios Educación ObligatoriaEducación Secundaria Post-Obligatoria Educación Superior
Fuente: Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS
Estimaciones de Supervivencia Kaplan-Meier
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
142
los 20 años, y para las mujeres con educación superior hasta los 23 años. Los resultados
de los tests de Wilcoxon (Breslow) y de Log-Rank son estadísticamente significativos, es
decir, las probabilidades correspondientes a los p-valor obtenidos en los dos tests son
inferiores al umbral del 5 por ciento (p<0.000). Por tanto, podemos concluir que existen
diferencias entre las funciones de supervivencia de los grupos identificados por el nivel
de estudios (más adelante, en la tabla 3.1).
Gráfico 3.3. Función de supervivencia. Acceso al primer empleo según edad de la primera
maternidad.
0.00
0.25
0.50
0.75
1.00
16 20 25 30 35 40Edad de la mujer
No ha tenido hijos Menos de 20 años20-24 años 25-29 años30-34 años Más de 34 años
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS
Estimaciones de Supervivencia Kaplan-Meier
Para finalizar con la descripción de los patrones laborales de las mujeres, el
gráfico 3.3 muestra la evolución de la probabilidad de participar en el mercado laboral
según la edad a la que la mujer fue madre por primera vez. La evidencia empírica
recogida en el capítulo 1 apuntaba que las responsabilidades familiares, especialmente
la presencia de niños de corta edad en el hogar, pueden desincentivar la participación
laboral de la mujer (Klerman y Leibowitz, 1994; Chiuri, 2000; Del Boca y Vuri, 2007;
Emery y Ferrer, 2009). Así, se puede advertir en el gráfico 3.3 que la probabilidad de
haber participado en el mercado laboral al final de la ventana de observación (los 40
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
143
años de edad) es más elevada tanto si la mujer nunca había tenido hijos como si tuvo el
primero a la edad de 30 años. Así, las mujeres que no habían tenido hijos muestran una
supervivencia del 3%, porcentaje que aumenta en las mujeres que tuvieron su primer
hijo con menos de 20 años (5.3%) y entre los 20 y 24 años (7.1%) y empieza a
disminuir progresivamente a partir de los 25 años. Además, más de la mitad de mujeres
que fueron madres por primera vez entre los 20 y 24 años ya presentan un episodio de
empleo a los 18 años, mientras que dicha edad aumenta hasta los 21 años para las
mujeres que fueron madre por primera vez con 35 años o más. Estos resultados pueden
apuntar hacia la confirmación de la hipótesis de que las mujeres que son madres a
edades más tempranas tienen un menor nivel educativo y participan menos en el
mercado laboral, y las mujeres con mayor nivel educativo retrasan su maternidad y
participan más en el mercado de trabajo (aunque comiencen algo más tardíamente que
las mujeres de menor nivel educativo). Las pruebas de los tests de Log-Rank y de
Wilcoxon (Breslow) concluyen que las diferencias observadas entre las distintas
categorías son significativas (más adelante, en la tabla 3.1).
Tabla 3.1. Resultados de los tests de igualdad de las funciones de supervivencia de acceso al primer empleo.
) VARIABLE (grados de libertad)
LOG-RANK WILCOXON (BRESLOW)
NÚMERO DE CASOS
CHI2 PR>CHI2 CHI2 PR>CHI2 N
Cohorte de nacimiento (5) 151.18 0.0000 529.60 0.0000 5156
Nivel educativo (5) 153.03 0.0000 771.91 0.0000 5156
Edad a la que fue madre por primera vez (5)
78.22 0.0002 330.25 0.0000 5133i
i23 mujeres no responden a la edad a la que fueron madre por primera vez. Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
A modo de conclusión, podemos destacar que el impacto del nivel educativo
sobre las decisiones de participación laboral es muy pronunciado y que la mayor
participación en el sistema educativo de las mujeres más jóvenes de la muestra está
retrasando su acceso al mercado de trabajo. De forma coherente con lo anterior, las
mujeres de la muestra que pertenecen a cohortes de nacimiento más recientes participan
más activamente en el mercado de trabajo. Por otro lado, las mujeres que no han sido
madres todavía participan más activamente en el mercado laboral que las madres.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
144
3.4. PARTICIPACIÓN LABORAL PARA LA MUESTRA TOTAL DE
MUJERES
En esta sección vamos a analizar la transición al primer empleo. El período de
observación comienza cuando una mujer cumple 16 años y termina (censura) cuando
accede por primera vez al mercado laboral o cumple los 44 años sin tener experiencia
laboral. Para ello utilizaremos métodos paramétricos, concretamente, la aplicación que
Meyer (1990) propone del modelo Prentice-Gloeckler (1978) y, que Stephen Jenkins
incorporó a la rutina de STATA y, que fue presentada detalladamente en el capítulo 2.
Se trata de un modelo que controla la heterogeneidad inobservada sobre el supuesto de
que ésta se distribuye siguiendo una distribución gamma. Recordamos que para estimar
este modelo de probabilidad en tiempo discreto es necesario reorganizar previamente
los datos, de manera que si una mujer permanece no ocupada en todo el período de
observación, estará presente 29 períodos en la muestra (fijamos los 44 años como el
momento de censura para aquellas mujeres sin experiencia laboral). Tras excluir de la
muestra a las mujeres inmigrantes (dado que no podemos contextualizar sus decisiones
tomadas en el pasado) y aquellas que no proporcionan toda la información necesaria
para el análisis de la transición al primer empleo, disponemos de una muestra de 2.472
mujeres, que nacieron entre 1961 y 1980 (lo que permite que las mujeres más jóvenes
de la muestra hayan finalizado sus estudios), a las que se observa desde los 16 a los 44
años o hasta el momento en que acceden por primera vez al mercado de trabajo.
Definimos nuestra variable dependiente como una variable binaria que toma el valor 1
si la mujer tiene su primer empleo en el año y 0 en el caso contrario.
La tabla 3.2 recoge los resultados del modelo de duración en tiempo discreto que
relacionan la participación laboral con variables relativas a la situación personal,
familiar y del entorno de las mujeres. Tal y como se recoge en la figura 3.1 el conjunto
de variables personales incluye la edad, la edad al cuadrado, la cohorte de nacimiento y
el nivel educativo; el de variables familiares consiste en el tipo de convivencia, una
variable que indica si los padres de la entrevistada separaron en algún momento y la
presencia de hijos; las características del entorno quedan recogidas a través de la zona
de residencia, la tasa autonómica de paro y la variación de ocupados y, por último, se
incorpora una variable sobre valores que se recoge a través de la preferencia por el
trabajo.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
145
Se han realizado tres especificaciones que permiten comprobar la robustez de los
resultados. La primera especificación incluye las variables personales y familiares, a la
segunda especificación se ha añadido las variables del entorno y en la tercera
especificación se ha incorporado una variable sobre valores. Además la técnica utilizada
incorpora, junto a los coeficientes habituales (“ß”), un coeficiente que recoge la
existencia de heterogeneidad inobservada en el caso de ser significativamente distinto
de cero. A continuación analizamos detalladamente los resultados de las estimaciones.
Las variables edad y edad al cuadrado son altamente significativas para las tres
especificaciones. Atendiendo a los valores del hazard ratio de estas dos variables, se
puede concluir que la probabilidad de acceder al primer empleo aumenta con la edad de
las mujeres, pero a un ritmo decreciente. Por tanto, el perfil de incorporación al mercado
de trabajo tiene forma de u invertida. Estos resultados confirman la hipótesis P2
planteada en el capítulo 1 de este trabajo de investigación.
La cohorte de nacimiento de la mujer ha sido incorporada al modelo a través de
una variable con cuatro categorías: 1961-1965 (categoría de referencia), 1966-1970,
1971-1975 y 1976-1980. Los resultados muestran, por un lado, que las mujeres de la
muestra de las tres cohortes de nacimiento más recientes tienen mayor probabilidad de
participar en el mercado de trabajo que las mujeres de la categoría de referencia (1961-
1965), lo que corrobora una creciente participación en el mercado laboral de las mujeres
más jóvenes de la muestra y un descenso del porcentaje de mujeres que se dedican en
exclusividad a las tareas del hogar y el cuidado de la familia (por tanto, se corrobora la
hipótesis P3). Por otro lado, se observa que los valores del hazard ratio para las mujeres
de la cohorte de nacimiento más joven (1976-1980) son menores respecto a las otras dos
cohortes anteriores (1966-1970 y 1971-1975), lo que puede reflejar que las mujeres
pertenecientes a esta cohorte de nacimiento más joven pasan más años en el sistema
educativo y retrasan su primera incorporación al mercado de trabajo.
Para identificar el nivel educativo más alto alcanzado por la mujer se ha
construido una variable con cuatro categorías: sin estudios o estudios primarios
(categoría de referencia), educación secundaria obligatoria, bachillerato o formación
profesional y estudios superiores. Todos los niveles educativos presentan una menor
probabilidad de entrar en la ocupación que las mujeres sin estudios o con estudios
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
146
primarios. Aunque este resultado puede parecer, a priori, paradójico, cabe destacar que
en esta sección estamos estudiando el acceso a la primera participación y no la
estabilidad en ella o la participación media a lo largo de la vida de las mujeres. Así, este
resultado puede ser debido a un efecto de "retraso" pero no de "disuasión” de la
participación laboral de las mujeres más jóvenes, tal y como se reflejaba en la función
de supervivencia del acceso al primer empleo según nivel educativo (gráfico 3.2). Por
tanto, no podemos ni confirmar ni rechazar la hipótesis P1 con los resultados que
aparecen en la tabla 3.2.
Con el objetivo de analizar la influencia de características familiares sobre las
decisiones de acceso al primer empleo, se han incluido en las especificaciones las tres
variables siguientes: tipo de convivencia en pareja, si los padres de la entrevistada se
separaron en algún momento y si ésta tiene hijos en el momento en el que se está
estimando la probabilidad de emplearse por primera vez. La primera variable tiene
cuatro categorías: convivencia con matrimonio (categoría de referencia), convivencia
sin matrimonio, sin pareja y “no contesta”. Tanto las mujeres que conviven en pareja sin
estar legalmente casadas como las mujeres solteras tienen una mayor probabilidad de
participar en el mercado de trabajo, siendo casi el triple la probabilidad de participar
para las mujeres que conviven en pareja que para las mujeres casadas. Este resultado
responde, por un lado, a que las mujeres casadas habitualmente cuentan con los ingresos
del marido. Tradicionalmente se ha asignado al marido el papel de sostén económico y,
por tanto, la mujer tiene menos necesidad de obtener su propia fuente de renta cuando
está casada. La renta del marido reduce en tal caso la oferta de trabajo por parte de la
mujer, lo que se conoce como efecto renta. Por otro lado, cabe destacar que la
convivencia sin matrimonio se ha ido haciendo cada vez más común y, por tanto, las
mujeres que conviven sin casarse con sus parejas suelen ser más jóvenes y también
tienen un mayor nivel educativo. Paralelamente tendrán valores menos tradicionales, lo
que les lleva a buscar una mayor independencia económica y autonomía. Para ello,
aumentan su participación en el mercado de trabajo a pesar de vivir en pareja. Los
resultados obtenidos en esta variable confirman las hipótesis P4A y P5B planteadas en
el capítulo 1.
La segunda variable relativa a las circunstancias familiares incluida en los
modelos indica si los padres de la entrevistada se separaron en algún momento. La
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
147
probabilidad de participar aumenta si los padres se separaron en el pasado, lo que puede
reflejar la necesidad de que los hijos participen en la economía familiar dada la
separación matrimonial de sus padres, o bien que las mujeres que viven en su niñez o
juventud la separación de sus padres, perciban una mayor necesidad de independencia
económica por si en un momento se enfrentasen a una ruptura matrimonial. Además,
existe una posible correlación entre la separación de los padres y la cohorte de
nacimiento de las mujeres. La separación matrimonial es un fenómeno relativamente
reciente en España y, por tanto, será más frecuente en las mujeres más jóvenes, las que
participan más en el mercado laboral. La tercera variable incluida que recoge
características familiares está referida a la existencia de hijos y la edad del más
pequeño. Esta variable ha sido incluida a través de cuatro categorías: sin hijos (categoría
de referencia), el hijo menor tiene menos de 3 años, el hijo menor tiene entre 3 y 6 años
y el hijo menor tiene más de 6 años de edad. La literatura económica sostiene que la
maternidad desincentiva la participación laboral y los resultados de las estimaciones
corroboran dicha afirmación como muestra el hazard ratio menor a la unidad para todos
los tramos de edad del hijo más pequeño. Además se advierte que, conforme aumenta la
edad del hijo más pequeño, mayor es la probabilidad de que la mujer no acceda al
mercado laboral si no se ha participado con anterioridad. Así, la probabilidad de acceder
al mercado de trabajo por primera vez disminuye un 64.2% si se tiene un hijo menor de
3 años y un 84.7% si el hijo menor tiene más de 6 años respecto a las mujeres que no
tienen hijos (categoría de referencia).
En la segunda especificación se han incluido tres nuevas variables relacionadas
con características del entorno: zona de residencia (que es una agrupación de
comunidades autónomas), tasa de paro femenino y variación de ocupados (ambas se
refieren a la Comunidad Autónoma de residencia y cambia cada año). Estas variables
van a permitir controlar el contexto del mercado de trabajo en las que las mujeres
adoptan sus decisiones laborales. Un entorno favorable, puede animar a las mujeres a
iniciar la búsqueda de un trabajo remunerado fuera del hogar familiar y necesariamente
mejora sus oportunidades de empleo. Para la primera variable, zona de residencia, se
han construido cuatro categorías: Levante (Aragón, Baleares, Cataluña y Valencia),
Centro (Castilla y León, Castilla-La Mancha y Madrid), Sur (Andalucía, Canarias,
Extremadura y Murcia) y Norte (Asturias, Cantabria, Galicia, Navarra, País Vasco y La
Rioja), siendo esta última la categoría de referencia. Las estimaciones indican que las
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
148
mujeres que viven en una Comunidad Autónoma del Levante o Centro del país tienen
una mayor probabilidad de participar en el mercado de trabajo, siendo esta probabilidad
más del triple en las mujeres que viven en el Levante que para las que viven en el Norte,
lo que puede indicar las regiones de esta zona del país tienen estructuras productivas
más orientadas al empleo femenino, confirmándose, por tanto, la hipótesis P6A.
Las otras dos variables referidas al entorno que se han incluido en las
especificaciones son la tasa de paro y la variación de ocupados en la Comunidad
Autónoma de residencia. Conforme aumenta la tasa de paro disminuye la probabilidad
de que las mujeres participen en el mercado de trabajo dadas las menores oportunidades
de empleo, de manera que se corrobora la hipótesis P6B. La tasa de variación de
ocupados, sin embargo, no ha resultado ser significativa, aunque esto puede deberse a
una previsible correlación con la tasa de paro.
Finalmente, la tabla 3.2 recoge el hazard ratio correspondiente a la variable que
informa sobre si la entrevistada trabajaría si ganara la lotería, lo que puede identificarse
como una proxy de la valoración del trabajo fuera del hogar. Esta variable no ha
resultado significativa para explicar la probabilidad de que una mujer acceda por
primera vez al mercado de trabajo.
Por último, se aprecia que la heterogeneidad no observada resulta relevante para
las tres especificaciones y, por tanto, existen factores no recogidos explícitamente en el
modelo que inciden en la decisión de acceder por primera vez al mercado de trabajo.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
149
Tabla 3.2. Modelos de primera participación laboral para todas las mujeres. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio.
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3
Edad Edad 2.379*** (0.213)
2.010*** (0.154)
1.967*** (0.149)
Edad al cuadrado Edad2 0.992***
(0.001) 0.991*** (0.001)
0.991*** (0.001)
Cohorte de nacimiento (ref. Cohorte 1961-1965)
Cohorte 1966-1970
1.256 (0.221)
1.956*** (0.277)
1.918*** (0.267)
Cohorte 1971-1975
1.673*** (0.308)
2.040*** (0.227)
1.978*** (0.219)
Cohorte 1976-1980
1.023 (0.189)
1.576*** (0.222)
1.565*** (0.217)
Nivel de estudios (ref. Sin estudios - primarios)
Ed. secundaria obligatoria
0.792 (0.231)
0.833 (0.215)
0.845 (0.198)
Bachillerato-FP 0.232*** (0.073)
0.386*** (0.106)
0.404*** (0.109)
Estudios superiores
0.060*** (0.021)
0.153*** (0.049)
0.164*** (0.052)
Tipo de convivencia (ref. Matrimonio)
Convivencia sin matrimonio
3.901*** (1.409)
2.980*** (0.888)
2.874*** (0.843)
Sin pareja 1.407** (0.216)
1.732*** (0.225)
1.735*** (0.222)
No contesta 2.894*** (0.787)
2.376*** (0.516)
2.353*** (0.501)
Padres separados (ref. No padres separados)
Sí padres separados
2.145*** (0.515)
1.600** (0.297)
1.587** (0.288)
Hijos (ref. No hijos)
Hijo pequeño menor de 3 años
0.348*** (0.063)
0.356*** (0.058)
0.358*** (0.058)
Hijo pequeño entre 3 y 6 años
0.158*** (0.034)
0.188*** (0.035)
0.190*** (0.035)
Hijo pequeño mayor de 6 años
0.106*** (0.033)
0.150*** (0.038)
0.153*** (0.038)
Zona de residencia (ref. Zona Norte)
Zona Levante 3.322*** (0.482)
3.207*** (0.457)
Zona Centro 1.527*** (0.218)
1.496*** (0.209)
Zona Sur 0.888 (0.118)
0.886 (0.116)
Condiciones del mercado de trabajo
Tasa de paro 0.967*** (0.003)
0.967*** (0.003)
Variación ocupados 1.000
(0.003) 1.000
(0.003) Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
150
Tabla 3.2. Modelos de primera participación laboral para todas las mujeres. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3
Si ganara la lotería (ref. Sí trabajaría)
No trabajaría 0.925 (0.088)
No contesta 0.488*** (0.134)
Constante 0.000*** (0.000)
0.000*** (0.000)
0.000*** (0.000)
Heterogeneidad no observada Gamma var, exp (ln_varg)
4.018*** 2.213*** 2.103*** (0.459) (0.312) (0.307)
Número de observaciones 21.341 21.341 21.341 Número de individuos 2.472 2.472 2.472 Logaritmo de la verosimilitud -6.772 -6.629 -6.626 Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
A continuación, para corroborar si el efecto de las distintas variables sobre la
probabilidad de acceder por primera vez al mercado laboral puede variar según la
cohorte de nacimiento, se ha dividido la muestra de mujeres en cuatro submuestras
correspondientes a cuatro cohortes de nacimiento (1961-1965, 1966-1970, 1971-1975 y
1976-1980) sobre las que se ha estimado de los modelos de la tabla 3.2 una versión
simplificada.
Se espera que el análisis por cohortes de nacimiento refleje un incremento de la
participación laboral femenina de las mujeres de la muestra pertenecientes a cohortes
más jóvenes (1971-1975 y 1976-1980), asociado a los cambios estructurales que se ha
producido en la sociedad: un mayor nivel educativo de las mujeres, un descenso del
número de hijos y una mayor compatibilidad entre la vida familiar y laboral. La tabla
3.3 recoge los resultados de las estimaciones que analizamos detalladamente a
continuación.
En primer lugar, cabe destacar que se observa un efecto positivo de la edad para
las mujeres pertenecientes a las dos cohortes de nacimiento más mayores (1961-1965 y
1966-1970), es decir, conforme aumenta la edad de las mujeres más mayores de la
muestra aumenta su probabilidad de acceder al mercado laboral. Sin embargo, para las
mujeres más jóvenes de la muestra, la edad no influye significativamente en la
probabilidad de acceder por primera vez al mercado laboral. Por tanto, podemos afirmar
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
151
que el primer acceso al mercado laboral de las mujeres más jóvenes de la muestra no
depende de su edad sino de otros factores como su nivel educativo. En segundo lugar, se
aprecia que el nivel educativo más alto alcanzado por las mujeres tiene un mayor
impacto en las mujeres de la cohorte de nacimiento más reciente (1975-1980). La
probabilidad de participar en el mercado de trabajo para las mujeres con educación
superior disminuye un 50.7% para las mujeres pertenecientes a la cohorte 1961-1965 y
un 97.9% para las mujeres pertenecientes a la cohorte 1976-1980 (aunque este
resultado, como se ha comentado anteriormente, hay que interpretarlo con cautela ya
que puede reflejar un efecto “retraso” del primer acceso al mercado laboral). Este
resultado no confirma la hipótesis 3B, que planteaba que en las cohortes más jóvenes el
papel diferenciador del nivel educativo en la participación en el mercado de trabajo
sería más reducido.
En tercer lugar, se observa que el tipo de convivencia no resulta significativo
para las mujeres de las dos cohortes más jóvenes (1971-1975 y 1976-1980), mientras
para las mujeres pertenecientes a las cohortes más mayores (1961-1965 y 1966-1970),
convivir en pareja sin estar legalmente casadas o no tener pareja aumenta la
probabilidad de trabajar respecto a las mujeres casadas. Por otro lado, que los padres se
separaron en algún momento aumenta la probabilidad de acceder al primer empleo para
las mujeres de la muestra que pertenecen a la cohorte más antigua (1961-1965) y a la
cohorte más reciente (1975-1980), no resultando dicha variable significativa para las
otras dos cohortes. Y para todas las mujeres de la muestra, independiente de su cohorte
de nacimiento, la presencia de hijos en el hogar familiar disminuye su probabilidad de
participar en el mercado laboral.
Adicionalmente, la zona de residencia Levante es aumenta de forma significativa
la probabilidad de acceso al empleo para las mujeres de todas las cohortes, pero la
región Centro sólo es significativa en el caso de las mujeres de la cohorte más joven
(1975-1980) y la región Sur para las mujeres de las cohortes extremas (1961-1965
1975-1980). La tasa autonómica de paro resulta significativa para todas las mujeres de
la muestra, disminuyendo la probabilidad de acceder al mercado de trabajo conforme
aumenta la tasa de paro. Y respecto a la variable que recoge si la mujer no trabajaría en
caso de ganar la lotería, no ha resultado significativa en ninguna cohorte de nacimiento.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
152
Finalmente, se aprecia que la heterogeneidad inobservada resulta relevante en la
especificación de las tres cohortes de nacimiento más recientes (1966-1970, 1971-1975
y 1976-1980), lo que indica que existen factores no recogidos explícitamente en estas
tres cohortes que indicen en la decisión de acceder por primera vez al mercado de
trabajo, mientras que la heterogeneidad inobservable no ha resultado relevante para la
especificación de la cohorte más antigua (1961-1965).
Tabla 3.3. Modelos de primera participación laboral para todas las mujeres por cohorte de nacimiento. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio.
Cohorte 1961-1965
Cohorte 1966-1970
Cohorte 1971-1975
Cohorte 1976-1980
Edad Edad 1.302** (0.153)
2.941*** (0.746)
1.160 (0.183)
0.853 (0.263)
Edad al cuadrado Edad2 0.997**
(0.002) 0.989*** (0.003)
1.004 (0.004)
1.017** (0.009)
Nivel de estudios (ref. Sin estudios - primarios)
Ed. secundaria obligatoria
0.999 (0.273)
0.506 (0.290)
1.708 (0.960)
0.161** (0.136)
Bachillerato-FP 0.806 (0.271)
0.193*** (0.121)
0.541 (0.325)
0.068*** (0.059)
Estudios superiores
0.493* (0.204)
0.038*** (0.030)
0.257** (0.160)
0.021*** (0.019)
Tipo de convivencia (ref. Matrimonio)
Convivencia sin matrimonio
2.204* (0.933)
15.514*** (-14.283)
1.253 (0.782)
1.086 (0.793)
Sin pareja 2.399*** (0.451)
1.138 (0.351)
1.403 (0.400)
0.939 (0.366)
No contesta 0.973 (0.363)
1.993 (-1.174)
1.925 (0.794)
1.663 (0.847)
Padres separados (ref. No padres separados)
Sí padres separados
2.082** (0.631)
1.107 (0.760)
0.913 (0.315)
2.216** (0.103)
Hijos (ref. No hijos)
Hijo pequeño menor de 3 años
0.609* (0.162)
0.533* (0.179)
0.113*** (0.052)
0.216*** (0.103)
Hijo pequeño entre 3 y 6 años
0.340*** (0.104)
0.160*** (0.072)
0.145*** (0.063)
0.082*** (0.048)
Hijo pequeño mayor de 6 años
0.360*** (0.140)
0.116*** (0.075)
0.090*** (0.063)
0.147** (0.141)
Zona de residencia (ref. Zona Norte)
Zona Levante 2.329*** (0.440)
5.768*** (-2.556)
2.808*** (0.779)
6.325*** (-2.315)
Zona Centro 1.189 (0.246)
1.859 (0.778)
1.536 (0.428)
2.129** (0.667)
Zona Sur 0.584** (0.128)
0.850 (0.336)
0.752 (0.196)
1.774* (0.546)
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
153
Tabla 3.3. Modelos de primera participación laboral para todas las mujeres por cohorte de nacimiento. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación)20.
Cohorte 1961-1965
Cohorte 1966-1970
Cohorte 1971-1975
Cohorte 1976-1980
Condiciones del mercado de trabajo
Tasa de paro 0.989** (0.008)
0.958*** (0.010)
0.978*** (0.007)
0.975** (0.010)
Variación ocupados
1.005 (0.007)
1.001 (0.006)
1.003 (0.006)
0.998 (0.006)
Si ganara la lotería (ref. Sí trabajaría)
No trabajaría 0.840 (0.117)
0.824 (0.242)
1.147 (0.213)
0.837 (0.182)
No contesta 0.512* (0.186)
0.360 (0.324)
1.343 (0.985)
0.843 (0.445)
Constante 0.003*** (0.004)
0.000*** (0.000)
0.010*** (0.016)
0.332 (-1.033)
Heterogeneidad no observada Gamma var, exp (ln_varg)
0.850 (0.416)
5.280*** (-1.331)
2.080*** (0.506)
2.343*** (0.522)
Número de observaciones 6.813 5.839 4.823 3.866 Número de individuos 620 663 637 552 Logaritmo de la verosimilitud -1.715 -1.815 -1.676 -1.330 Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Como conclusión a esta sección cabe destacar que, por un lado, la edad, la
cohorte de nacimiento, convivir en pareja sin matrimonio o no tener pareja, que los
padres se separaran en algún momento, vivir en una Comunidad Autónoma en el
Levante o Centro del país tiene un efecto positivo sobre la probabilidad de participar en
el mercado de trabajo. Por otro lado, las mujeres que viven en una Comunidad
Autónoma con una elevada tasa de paro tienen menor probabilidad de participar en el
mercado laboral. Por último, conforme aumenta el nivel educativo de las mujeres se
produce un retraso de su primer acceso al mercado de trabajo.
Y el análisis por cohortes de nacimiento nos indicaba, por un lado, que la edad
sólo resulta relevante para las mujeres pertenecientes a cohortes de nacimiento más
mayores y que el nivel educativo más alto alcanzado tiene un mayor impacto para las
mujeres más jóvenes de la muestra. Por otro lado, para las mujeres de las cohortes más
antiguas (1961-1965 y 1966-1970) no vivir en pareja o convivir en pareja sin estar
legalmente casadas aumenta la probabilidad de participar en el mercado laboral respecto
a las mujeres casadas, mientras que el tipo de convivencia no es significativo para las
mujeres de las dos cohortes más jóvenes (1971-1975 y 1976-1980).
20 Los resultados de la muestra total se indican en la tercera columna (modelo 3) de la tabla 3.2.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
154
Finalmente, no tener hijos, vivir en una Comunidad Autónoma perteneciente al
Levante español o en una Comunidad Autónoma con una baja tasa de paro femenino
aumenta la probabilidad de acceder por primera vez al mercado laboral para todas las
mujeres de la muestra, independientemente de la cohorte de nacimiento a la que
pertenezcan.
3.5. PARTICIPACIÓN LABORAL DE LAS MUJERES DESPUÉS DEL
MATRIMONIO O INICIO DE LA CONVIVENCIA EN PAREJA
En las últimas tres décadas se ha producido un aumento de la participación
laboral de las mujeres, especialmente del colectivo de mujeres casadas21. El incremento
de la participación de las mujeres casadas puede explicarse, por un lado, por un mayor
acceso a la ocupación y, por otro lado, por el menor grado de abandono de la actividad
laboral tras el matrimonio o el inicio de la convivencia en pareja.
Las mujeres casadas se diferencian de las solteras en que sus decisiones sobre
participación laboral se toman dentro de un núcleo familiar, teniendo en cuenta las
características de sus cónyuges. En esta sección vamos a estimar dos transiciones
diferentes: una para mujeres que no están ocupadas el año anterior a la fecha de
matrimonio o inicio de convivencia en pareja, para las cuales estimaremos la
probabilidad de ocuparse en algún momento durante los primeros diez años de
convivencia en pareja y otra para mujeres que se encuentran participando en el mercado
laboral el año anterior al momento del matrimonio o inicio de convivencia en pareja.
Para esta submuestra de mujeres casadas analizaremos la probabilidad de abandonar la
ocupación durante los primeros diez años de matrimonio.
La muestra total asciende a 1.836 mujeres casadas, de las cuales 774 mujeres no
estaban ocupadas el año anterior a la fecha de matrimonio y 1.062 mujeres estaban
participando en el mercado de trabajo el año anterior a contraer matrimonio o iniciar la
convivencia en pareja. Entre las no ocupadas, un 52.07% consiguen emplearse antes de
cumplirse el undécimo aniversario de la fecha de matrimonio o inicio de convivencia.
21 En esta sección, con el término “casadas” nos referimos tanto a las mujeres que están legalmente casadas como aquellas que conviven en pareja.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
155
Entre las ocupadas, un 38.61% abandona la ocupación durante los primeros años de
matrimonio o convivencia en pareja.
3.5.1. Acceso al primer empleo tras la fecha del matrimonio o inicio de la
convivencia en pareja
Para la construcción de esta submuestra se utilizan observaciones de mujeres
desde el año en que contrajeron matrimonio o iniciaron la convivencia en pareja hasta el
momento en que empiezan a participar en el mercado laboral o cumplen el undécimo
aniversario de matrimonio, momento en el que se fija la censura por la derecha. La
muestra total asciende a 774 mujeres.
En este modelo de probabilidad de acceder al mercado de trabajo después del
matrimonio o del inicio de la convivencia en pareja se incluirán, además de las variables
incorporadas en la muestra total de mujeres22, variables relativas a características del
marido o pareja, como su nivel educativo, su edad, la diferencia de nivel educativo y de
edad entre los cónyuges y la edad de la mujer cuando inició la primera convivencia en
pareja. Y también una variable que recoge si la mujer participó en algún momento en el
mercado laboral antes de contraer matrimonio o iniciar la convivencia en pareja. La
tabla 3.4 recoge los resultados de las estimaciones. Se han realizado cuatro
especificaciones, uno donde se ha incluido el nivel educativo y la edad del cónyuge,
otro donde se han incluido la diferencia de nivel educativo y edad con el cónyuge y
posteriormente, se ha decidido eliminar de estas dos especificaciones el nivel educativo
de la entrevistada para comprobar la posible correlación de esta variable con las
características del marido o pareja, lo que puede resultar en una infravaloración de la
significatividad de las características del marido.
En la tabla 3.4 se observa que, por un lado, las variables edad y edad al cuadrado
dejan de ser significativas en la submuestra de mujeres casadas. Para una mujer casada
las decisiones laborales pueden estar más condicionadas por sus responsabilidades
22 Edad, edad al cuadrado, cohorte de nacimiento, nivel de estudios más alto alcanzado por la mujer, si los padres se separaron en algún momento, presencia de hijos, zona de residencia, tasa de paro femenino en la Comunidad Autónoma, variación de ocupados en la Comunidad Autónoma y una variable relativa a las decisiones laborales que llevaría a cabo si le tocara la lotería.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
156
familiares que por su edad. Por otro lado, las mujeres más jóvenes de la muestra
registran una mayor probabilidad de ocuparse tras el matrimonio o la convivencia,
siendo 1.5 veces más probable para el caso de las mujeres de la muestra pertenecientes a
la cohorte de nacimiento 1971-1975 y más del doble para las mujeres pertenecientes a la
cohorte de nacimiento más joven (1976-1980) en comparación con las mujeres más
mayores de la muestra (1961-1965).
En cuanto al nivel educativo, se observa que las mujeres que tienen educación
superior registran el triple de probabilidad de acceder al mercado de trabajo después del
matrimonio que las mujeres que no tienen estudios o tienen estudios primarios,
posiblemente por el mayor coste de oportunidad de no participar. Por tanto, estos
resultados confirman las hipótesis P1A y P1B. Además las mujeres que tuvieron alguna
experiencia laboral antes del matrimonio también muestran una mayor probabilidad de
volver a participar en el mercado laboral durante los primeros diez años de convivencia
en pareja.
En la misma línea que los resultados obtenidos para la muestra total de mujeres
las estimaciones indican, por un lado, que la probabilidad de acceder al mercado de
trabajo es mayor si las mujeres viven en pareja que si están legalmente casadas. Sin
embargo, si los padres de la entrevistada se separaron en algún momento disminuye la
probabilidad de que la mujer acceda al mercado laboral, quizá porque estas mujeres
deciden dedicarse en exclusiva a constituir su propia familia23. Por otro lado, la
probabilidad de entrar al mercado de trabajo también es mayor para las mujeres que
residen en una Comunidad Autónoma del Levante o Centro del país y conforme
disminuye la tasa autonómica de paro. En cuanto al papel que pueden desempeñar los
valores en esta decisión, la probabilidad de entrar en el mercado de trabajo es menor
para aquellas mujeres que manifiestan que si ganaran la lotería no participarían en el
mercado laboral (por tanto, se puede decir de ellas que no presentan una clara
preferencia por el trabajo).
23 Si los padres de la entrevistada se separaron el algún momento aumenta la probabilidad de que una mujer acceda al mercado laboral por primera vez (resultado obtenido en el modelo general). Sin embargo, una vez que la mujer se casa o inicia la convivencia en pareja disminuye la probabilidad de acceder al mercado de trabajo quizá porque decida dedicarse exclusivamente a las responsabilidades familiares.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
157
Adicionalmente, se ha incluido en los modelos una variable que indica la edad a
la que la mujer comenzó la primera convivencia en pareja. Dicha variable, en principio,
no resulta significativa. Sin embargo, en los modelos en los que se elimina como
variable explicativa el nivel educativo más alto alcanzado por las mujeres, observamos
que conforme aumenta la edad de inicio de la primera convivencia en pareja aumenta la
probabilidad de que las mujeres accedan al mercado de trabajo. Dicha probabilidad es
más del doble para las mujeres que inician la primera convivencia con más de 29 años
de edad respecto a las mujeres de la muestra que la inician con menos de 20 años. Estos
resultados pueden deberse a que las mujeres que cursan estudios superiores retrasan el
inicio de la primera convivencia en pareja y participan más en el mercado laboral. Por
tanto, lo relevante no es la edad al inicio de la convivencia, sino la dotación inicial de
capital humano.
Respecto a las características del cónyuge, la primera variable incluida en el
modelo es su nivel educativo más alto alcanzado. Esta variable se ha incluido a través
de las mismas categorías que el nivel educativo de las mujeres: sin estudios o estudios
primarios (categoría de referencia), educación secundaria obligatoria, bachillerato o
formación profesional, estudios superiores y “no contesta”. Si el cónyuge tiene un
elevado nivel educativo, tendrá mayores oportunidades de empleo y un salario más alto
que puede desincentivar la participación laboral de la entrevistada dadas las menores
necesidades de recursos económicos para el hogar. Sin embargo, los resultados de las
estimaciones muestran que el nivel educativo del marido no tiene ningún efecto sobre la
probabilidad de que una mujer acceda al mercado de trabajo después de contraer
matrimonio.
Como el nivel educativo de los cónyuges suele estar correlacionado, se ha
procedido a realizar un modelo donde se ha eliminado como variable explicativa el
nivel educativo de la mujer. En este modelo se observa (contrariamente a lo esperado)
que conforme aumenta el nivel educativo del cónyuge aumenta la probabilidad de que la
mujer acceda al mercado laboral después del matrimonio o el inicio de la convivencia
en pareja, y por tanto, no podemos confirmar la hipótesis P4C. Este resultado puede ser
un indicador de una homogamia educativa entre las pareja.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
158
Adicionalmente, se ha incluido una variable relativa a la edad del cónyuge. Para
la variable edad del cónyuge se construyeron cinco categorías: menos de 26 años
(categoría de referencia), de 26 a 30 años, de 31 a 35 años, más de 35 años y “no
contesta”. Los resultados de las estimaciones muestran esta variable no influye sobre la
probabilidad de que una mujer casada o que conviva en pareja decida participar en el
mercado de trabajo24. El resultado obtenido en esta variable no confirma la hipótesis
P4D.
En el tercer y cuarto modelo se han incluido como variables explicativas la
diferencia de nivel educativo y de edad entre los cónyuges. En las últimas décadas se ha
producido un aumento de la homogamia educativa de los cónyuges, por lo que sus
niveles educativos suelen estar correlacionados. Por tanto, un marido con un elevado
nivel educativo (y salario), que en principio podría desincentivar la participación laboral
de la mujer, puede corresponderse con una mujer con un alto nivel de estudios, con un
alto incentivo a participar en el mercado de trabajo. Para analizar este efecto hemos
incluido la variable diferencia educativa entre los cónyuges. Esta variable tiene cuatro
categorías: mismo nivel educativo (categoría de referencia), la mujer tiene menos nivel
educativo que el marido, la mujer tiene un mayor nivel educativo y “sin información”25.
Esta variable no ha resultado significativa. Posteriormente, hemos incluido una variable
que recoge la diferencia de edad entre los cónyuges. Esta variable tiene cinco
categorías: la mujer es mayor que el cónyuge (categoría de referencia), el cónyuge es de
la misma edad o hasta tres años mayor, el cónyuge tiene entre cuatro y siete años más de
edad, el cónyuge es más de siete años mayor que la mujer y “sin información”. Esta
variable tampoco ha resultado significativa para explicar la probabilidad de acceder al
mercado de trabajo en el caso de las mujeres casadas.
La evidencia empírica sobre las decisiones de participación laboral de las
mujeres apuntaba que las características familiares son un determinante muy importante
para explicar la participación laboral de las mujeres casadas. Sin embargo, los
resultados anteriormente comentados muestran que las características de cónyuge, tanto
el nivel educativo que actúa como proxy de la ocupación y el nivel de salario como la
24 Se ha procedido a realizar un modelo donde se ha eliminado como variable explicativa la edad de la mujer. En este modelo la edad del cónyuge tampoco ha resultado significativa. 25 No hay información cuando hay un “no contesta” en la educación de al menos uno de los dos cónyuges.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
159
edad, no influyen sobre la probabilidad de acceder al mercado laboral de la mujer. Lo
que parece ocurrir, entonces, es que el matrimonio o la convivencia no es lo
determinante, sino la presencia de hijos26. El nivel educativo más alto alcanzado por la
mujer y las responsabilidades familiares y, especialmente, la presencia de hijos de corta
edad en la familia pueden ser un elemento que condicione de forma considerable la
actividad laboral de las mujeres. Si atendemos a la variable que recoge la presencia de
hijos observamos que la probabilidad de acceder al mercado de trabajo disminuye más
de un 30% si la mujer tiene un hijo entre 3 y 6 años. Este resultado confirma las
hipótesis P5A y P5B planteadas en el capítulo 1.
Finalmente, la heterogeneidad no observada no resulta relevante para las cuatro
especificaciones y, por tanto, las variables incluidas consiguen captar gran parte de la
heterogeneidad.
Tabla 3.4. Modelos de acceso al primer empleo tras el matrimonio o inicio de la convivencia en pareja. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio.
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Edad Edad 1.042 1.062 0.990 1.026
(0.174) (0.179) (0.151) (0.157) Edad al cuadrado Edad2 0.997 0.997 0.998 0.998
(0.003) (0.003) (0.003) (0.003)
Cohorte de nacimiento (ref. Cohorte 1961-1965)
Cohorte 1966-1970 1.643*** 1.587*** 1.628*** 1.565** (0.287) (0.278) (0.285) (0.279)
Cohorte 1971-1975 1.477** 1.525** 1.457** 1.479** (0.277) (0.289) (0.273) (0.283)
Cohorte 1976-1980 2.154*** 2.258*** 2.132*** 2.272*** (0.481) (0.509) (0.473) (0.522)
Nivel de estudios (ref. Sin estudios - primarios)
Ed. secundaria obligatoria
1.731* - 1.949** - (0.520) - (0.542) -
Bachillerato-FP 2.156** - 2.558*** - (0.693) - (0.769) -
Estudios superiores 2.802*** - 3.579*** - (0.916) - -1.106 -
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
26 Se ha realizado una especificación donde se han incluido las características del cónyuge sin tener en cuenta la presencia de hijos. Los resultados mostraban que las variables que recogían las características del cónyuge (nivel educativo, diferencia de nivel educativo, edad y diferencia de edad) tampoco eran significativas.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
160
Tabla 3.4. Modelos de acceso al primer empleo tras el matrimonio o inicio de la convivencia en pareja. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4 Experiencia laboral previa al matrimonio (ref. Sin experiencia laboral)
Menos o igual a 3 años
1.628** 1.611** 1.622** 1.631** (0.325) (0.325) (0.322) (0.330)
Más de 3 años 1.519* 1.336 1.506* 1.303 (0.349) (0.307) (0.344) (0.302)
Tipo de convivencia (ref. Matrimonio)
Convivencia sin matrimonio
2.010*** 2.140*** 2.050*** 2.269*** (0.445) (0.481) (0.451) (0.517)
No contesta 1.906*** 1.989*** 2.022*** 2.124*** (0.381) (0.402) (0.406) (0.429)
Padres separados (ref. No padres separados)
Sí padres separados 0.550** 0.529** 0.544** 0.561**
(0.142) (0.139) (0.140) (0.147)
Hijos (ref. No hijos)
Hijo pequeño menor de 3 años
0.899 0.855 0.887 0.811 (0.145) (0.137) (0.144) (0.131)
Hijo pequeño entre 3 y 6 años
0.748 0.688* 0.734 0.641** (0.159) (0.145) (0.155) (0.134)
Hijo pequeño mayor de 6 años
1.222 1.092 1.187 0.979 (0.435) (0.386) (0.420) (0.345)
Zona de residencia (ref. Zona Norte)
Zona Levante 1.658** 1.705*** 1.692*** 1.743*** (0.335) (0.352) (0.342) (0.366)
Zona Centro 1.968*** 1.965*** 1.981*** 1.928*** (0.376) (0.377) (0.377) (0.374)
Zona Sur 1.220 1.166 1.233 1.139
(0.216) (0.206) (0.218) (0.203)
Condiciones del mercado de trabajo
Tasa de paro 0.980*** 0.979*** 0.981*** 0.979*** (0.007) (0.007) (0.007) (0.007)
Variación de ocupados
1.006 1.007 1.006 1.007 (0.008) (0.008) (0.007) (0.007)
Si ganara la lotería (ref. Sí trabajaría)
No trabajaría 0.737** 0.691*** 0.736** 0.673*** (0.098) (0.093) (0.098) (0.090)
No contesta 1.234 1.192 1.236 1.196
(0.369) (0.359) (0.369) (0.359)
Edad a la que comenzó la primera convivencia en pareja (ref. Menos de 20 años)
Entre 20 y 24 años 1.380 1.481* 1.381 1.530*
(0.328) (0.351) (0.326) (0.359)
Entre 25 y 29 años 1.683 1.786* 1.706 1.898*
(0.578) (0.614) (0.583) (0.646)
Más de 29 años 2.287 2.443* 2.357* 2.705* -1.179 -1.276 -1.206 -1.396
No contesta 3.441 3.067 3.492 2.900 -3.376 -3.051 -3.392 -2.851
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
161
Tabla 3.4. Modelos de acceso al primer empleo tras el matrimonio o inicio de la convivencia en pareja. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Nivel de estudio del cónyuge (ref. Sin estudios - primarios)
Ed. secundaria obligatoria
1.141 1.475* (0.288) (0.347)
Bachillerato-FP 1.444 2.090***
(0.402) (0.542)
Estudios superiores 1.423 2.256***
(0.394) (0.570)
No contesta 1.368 1.826*
(0.448) (0.577)
Edad del cónyuge (ref. Menos de 26 años)
De 26 a 30 años 0.853 0.851
(0.149) (0.150)
De 31 a 35 años 0.894 0.893
(0.194) (0.195)
Más de 35 años 0.884 0.838
(0.257) (0.246)
No contesta 0.930 0.948
(0.285) (0.292) Diferencia nivel educativo con el cónyuge (ref. Mismo nivel educativo)
Mujer menos nivel educativo
1.217 1.007 (0.242) (0.196)
Mujer más nivel educativo
0.991 1.198 (0.158) (0.185)
Sin información 1.104 1.131 (0.290) (0.299)
Diferencia de edad con el cónyuge (ref. Mujer mayor que el cónyuge)
Cónyuge mayor 0-3 años
1.194 1.256 (0.276) (0.295)
Cónyuge mayor 4-7 años
1.234 1.290 (0.305) (0.323)
Cónyuge mayor más 7 años
1.023 0.950 (0.320) (0.300)
Sin información 1.172 1.239 (0.411) (0.437)
Constante 0.077 0.089 0.121 0.160
(0.174) (0.200) (0.256) (0.334) Heterogeneidad no observada Gamma var, exp (ln_varg)
0.598 0.646 0.578 0.650 (0.293) (0.309) (0.292) (0.332)
Número de observaciones 4.539 4.539 4.539 4.539 Número de individuos 774 774 774 774 Logarit
d l i ilit d-1.209 -1.216 -1.210 -1.222
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Por tanto, podemos concluir este apartado afirmando que las decisiones de
entrada de las mujeres al mercado de trabajo después del matrimonio no están
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
162
determinadas por las características del cónyuge, sino que éstas principalmente vienen
determinadas por su formación y la presencia de hijos de corta edad en el hogar
familiar.
3.5.2. Salida de la ocupación tras el matrimonio o inicio de la convivencia en
pareja
En los últimos años se ha producido un incremento en la tasa de actividad de las
mujeres casadas. Este hecho es consecuencia, no tanto del aumento del número de
mujeres que acceden al mercado de trabajo después del matrimonio, sino de una mayor
persistencia en el mercado de trabajo después de contraer matrimonio o iniciar una
convivencia en pareja. En este apartado nos planteamos analizar cuáles son las
características personales, del entorno y del cónyuge que influyen en la probabilidad de
que una mujer casada abandone temporal o definitivamente su empleo (para,
presumiblemente, dedicarse en exclusiva a las tareas domésticas y el cuidado de la
familia). Para ello utilizaremos observaciones sobre este colectivo desde el año que
contrajeron matrimonio o iniciaron la convivencia en pareja hasta el momento en que
abandonan la ocupación o cumplen el undécimo aniversario de matrimonio, momento
en el que se fija la censura por la derecha. La muestra total asciende a 1.062 mujeres, de
las cuales 410 mujeres van a abandonar la ocupación antes de llegar a la edad de
censura por la derecha.
Las variables que incluiremos en este modelo son las mismas que analizamos en
los modelos de incorporación al mercado de trabajo tras el matrimonio o la vida en
pareja, esto es, variables personales (edad, edad al cuadrado, cohorte de nacimiento,
nivel de estudios y una variable que indica si dejaría de trabajar si le tocara la lotería),
variables familiares (si los padres se separaron en algún momento, tipo de convivencia,
edad a la que comenzó la mujer su primera convivencia en pareja, presencia de hijos,
nivel educativo y edad del cónyuge y diferencia de niveles educativos y edades entre los
cónyuges) y variables del entorno (zona de residencia, tasa autonómica de paro y
variación de ocupados). Aquí se espera que los coeficientes de las variables relevantes,
en el caso de ser significativas, tengan el signo contrario que en los modelos anteriores.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
163
En la tabla 3.5 se muestran los resultados de las cuatro especificaciones
realizadas. En la primera especificación se incluye el nivel de estudios y la edad del
cónyuge y en la tercera especificación la diferencia de nivel educativo y edad de los
cónyuges. Las especificaciones 2 y 4 son idénticas a la 1 y la 3, respectivamente, con la
salvedad que en aquellas se ha procedido a eliminar el nivel educativo de la entrevistada
para contrastar la posible influencia de un fenómeno de homogamia educativa entre los
cónyuges. Cabe destacar que sólo cuatro variables resultan significativas en los cuatro
modelos planteados: la edad, la edad al cuadrado, la tasa de paro femenino por
Comunidad Autónoma y la variable relativa a la decisión participación laboral de la
entrevistada si ganara la lotería. En primer lugar, en la misma línea que en los modelos
de participación para el total de la muestra, el hazard ratio de la variable edad está por
encima de la unidad el hazard ratio y el de la variable edad al cuadrado está por debajo
de la unidad, esto es, la probabilidad de abandonar la ocupación aumenta con la edad,
pero a un ritmo decreciente. En segundo lugar, conforme aumenta la tasa de paro
aumenta la probabilidad de abandonar la ocupación, probablemente como consecuencia
de las menores oportunidades de empleo en el mercado de trabajo. En tercer lugar, las
mujeres que responden que no trabajarían si les tocara la lotería tienen mayor
probabilidad de abandonar el mercado de trabajo después de iniciar la primera
convivencia, lo que puede ser un síntoma de una menor valoración del trabajo fuera de
casa.
En cuanto a las características del cónyuge, tampoco esta vez han resultado
significativas para explicar la probabilidad de que una mujer que estaba participando en
el mercado de trabajo en la fecha de matrimonio o convivencia en pareja abandone
temporal o definitivamente su empleo. Por tanto, al igual que en el apartado de acceso al
primer empleo tras la fecha de matrimonio o inicio de la convivencia en pareja, no
podemos confirmar las hipótesis P4C y P4D. Sólo ha resultado significativa la
diferencia de niveles educativos entre los cónyuges cuando no se tiene en cuenta el nivel
educativo de la entrevistada. Los resultados muestran que, si la mujer tiene menos nivel
educativo que su marido, tiene mayor probabilidad de abandonar la ocupación tras el
matrimonio, posiblemente porque su salario, como consecuencia de su bajo nivel
formativo, no le compense sustituir tiempo dedicado al trabajo doméstico y al cuidado y
educación de sus hijos por tiempo en el mercado de trabajo.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
164
Por otro lado, si atendemos a la variable relativa a la presencia de hijos en el
hogar y la edad del más pequeño, se observa el gran impacto que tiene la presencia de
hijos de corta edad sobre las decisiones laborales de las mujeres. La probabilidad de
abandonar el mercado de trabajo se triplica en el caso de las mujeres que tienen hijos
menores de tres años y se duplica en el caso de las mujeres con hijos entre 3 y 6 años
respecto a las mujeres que no tienen hijos (categoría de referencia). Este resultado viene
a confirmar las hipótesis P5A y P5B. Las dificultades para compatibilizar la crianza de
los hijos y tener un trabajo remunerado fuera del hogar hacen que algunas mujeres se
planteen solicitar un período de excedencia con el fin de atender al cuidado de los hijos,
o abandonar definitivamente su empleo27.
Por último, la heterogeneidad no observada resulta relevante y, por tanto, se
puede afirmar que existen factores no recogidos explícitamente en el modelo que
inciden en la decisión de abandonar al mercado de trabajo después del matrimonio.
Tabla 3.5. Modelos de abandono de la ocupación tras el matrimonio o el inicio de la convivencia en pareja. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio.
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Edad Edad 1.533* 1.631* 1.534* 1.579* (0.366) (0.428) (0.344) (0.390)
Edad al cuadrado Edad2 0.993* 0.992* 0.993** 0.992**
(0.004) (0.004) (0.004) (0.004)
Cohorte de nacimiento (ref. Cohorte 1961-1965)
Cohorte 1966-1970 1.171 1.082 1.137 1.059
(0.244) (0.240) (0.226) (0.217)
Cohorte 1971-1975 0.709 0.641* 0.742 0.699
(0.164) (0.160) (0.164) (0.163)
Cohorte 1976-1980 1.074 0.916 1.103 1.057
(0.342) (0.303) (0.335) (0.327)
Nivel de estudios (ref. Sin estudios - primarios)
Ed. secundaria obligatoria
1.551 - 1.857* - (0.561) - (0.618) -
Bachillerato-FP 0.846 - 0.986 - (0.313) - (0.344) -
Estudios superiores 0.495* - 0.624 - (0.190) - (0.227) -
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
27 También se ha realizado un modelo donde se han incluido las características del cónyuge sin tener en cuenta la presencia de hijos. Las características del cónyuge no resultaban significativas y además los indicadores de bondad de ajuste del modelo empeoraban.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
165
Tabla 3.5. Modelos de abandono de la ocupación tras el matrimonio o el inicio de la convivencia en pareja. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Tipo de convivencia (ref. Matrimonio)
Convivencia sin matrimonio
0.966 0.853 0.915 0.832 (0.258) (0.236) (0.236) (0.218)
No contesta 0.964 0.903 0.888 0.866
(0.243) (0.239) (0.218) (0.217) Padres separados (ref. No padres separados)
Sí padres separados 1.011 0.996 1.041 0.974
(0.317) (0.334) (0.314) (0.307)
Hijos (ref. No hijos)
Hijo pequeño menor de 3 años
3.772*** 4.199*** 3.453*** 3.793*** (0.749) (0.904) (0.672) (0.812)
Hijo pequeño entre 3 y 6 años
2.148** 2.595*** 1.868** 2.205** (0.667) (0.868) (0.572) (0.741)
Hijo pequeño mayor de 6 años
1.685 1.987 1.483 1.756 (0.950) -1.166 (0.824) -1.004
Zona de residencia (ref. Zona Norte)
Zona Levante 0.938 0.947 0.937 0.950
(0.204) (0.218) (0.195) (0.204)
Zona Centro 1.213 1.170 1.273 1.263
(0.298) (0.303) (0.300) (0.306)
Zona Sur 1.178 1.227 1.165 1.210
(0.288) (0.317) (0.274) (0.291)
Condiciones del mercado de trabajo
Tasa de paro 1.024*** 1.026*** 1.023*** 1.024*** (0.009) (0.009) (0.009) (0.009)
Variación de ocupados
1.002 1.003 1.002 1.003 (0.008) (0.009) (0.008) (0.008)
Si ganara la lotería (ref. Sí trabajaría)
No trabajaría 1.384** 1.378* 1.389** 1.372** (0.226) (0.236) (0.218) (0.220)
No contesta 0.656 0.623 0.754 0.735
(0.412) (0.407) (0.460) (0.454)
Edad a la que comenzó la primera convivencia en pareja (ref. Menos de 20 años)
Entre 20 y 24 años 0.383* 0.287* 0.499 0.420 (0.207) (0.184) (0.249) (0.242)
Entre 25 y 29 años 0.325 0.195* 0.450 0.323
(0.230) (0.167) (0.294) (0.253)
Más de 29 años 0.208* 0.121* 0.325 0.231 (0.193) (0.136) (0.278) (0.237)
No contesta 0.155 0.083 0.203 0.141
(0.235) (0.137) (0.299) (0.220) Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
166
Tabla 3.5. Modelos de abandono de la ocupación tras el matrimonio o el inicio de la convivencia en pareja. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Nivel de estudio del cónyuge (ref. Sin estudios - Primarios)
Ed. secundaria obligatoria
1.416 1.622 - - (0.473) (0.559) - -
Bachillerato-FP 1.724 1.631 - -
(0.612) (0.590) - -
Estudios superiores 1.404 1.005 - -
(0.491) (0.351) - -
No contesta 1.108 1.086 - -
(0.496) (0.505) - -
Edad del cónyuge (ref. Menos de 26 años)
De 26 a 30 años 1.084 1.118 - -
(0.215) (0.229) - -
De 31 a 35 años 1.073 1.098 - -
(0.272) (0.288) - -
Más de 35 años 0.843 0.816 - -
(0.292) (0.295) - -
No contesta 0.891 0.778 - -
(0.394) (0.364) - - Diferencia nivel educativo con el cónyuge (ref. Mismo nivel educativo)
Mujer menos nivel educativo
- - 1.406 1.822*** - - (0.299) (0.390)
Mujer más nivel educativo
- - 1.332 1.048 - - (0.270) (0.205)
Sin información - - 0.938 0.961 - - (0.326) (0.347)
Diferencia de edad con el cónyuge (ref. Mujer mayor que el cónyuge)
Cónyuge mayor 0-3 años
- - 0.875 0.854 - - (0.205) (0.206)
Cónyuge mayor 4-7 años
- - 1.030 0.969 - - (0.270) (0.263)
Cónyuge mayor más 7 años
- - 1.064 0.990 - - (0.382) (0.374)
Sin información - - 0.837 0.717 - - (0.363) (0.325)
Constante 0.000** 0.000** 0.000*** 0.000** (0.001) (0.000) (0.001) (0.001)
Heterogeneidad no observada Gamma var, exp (ln_varg)
2.198*** 2.712*** 1.894** 2.181** (0.629) (0.806) (0.597) (0.769)
Número de observaciones 5.881 5.881 5.881 5.881 Número de individuos 1.062 1.062 1.062 1.062 Logaritmo de la verosimilitud -1.389 -1.403 -1.389 -1.403 Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
167
En esta sección hemos analizado las decisiones laborales de las mujeres después
de contraer matrimonio o iniciar la convivencia en matrimonio. Por un lado, se ha
estudiado la probabilidad de que una mujer que no está participando en el mercado de
trabajo en el momento de contraer matrimonio decida incorporarse al mercado laboral y,
por otro lado, la probabilidad de que una mujer que tenía un empleo en el momento de
casarse o iniciar su primera convivencia en pareja abandone la ocupación. En ambos
casos, hemos observado que las decisiones laborales que toman las mujeres no están
muy influenciadas por las características del cónyuge, sino que están principalmente
determinadas por su nivel educativo (en los modelos de acceso a la ocupación) o edad
(en los modelos de abandono de la ocupación) y por la presencia de hijos de corta edad
en el hogar familiar. Las mujeres de la muestra que alcanzan elevados niveles
educativos tienen mayor probabilidad de incorporarse o permanecer en el mercado de
trabajo después del matrimonio y las mujeres que tienen hijos pequeños tienen mayor
probabilidad de abandonar o no incorporarse al mercado laboral después del inicio de la
convivencia en pareja.
3.6. PARTICIPACIÓN LABORAL DE LAS MUJERES DESPUÉS DEL
NACIMIENTO DEL PRIMER HIJO
El aumento de su nivel educativo ha producido cambios fundamentales en las
actitudes relativas a combinar el trabajo y la crianza de los hijos y es cada vez menos
frecuente que las mujeres abandonen el mercado de trabajo para dedicarse en exclusiva
al cuidado de la familia. No obstante, este proceso no está exento de tensiones: existe
cierta incompatibilidad entre ambas tareas (la participación laboral y la crianza de los
hijos) ya que por lo general suponen usos competitivos del tiempo de las mujeres y, por
tanto, la presencia de hijos menores en el hogar se configura como una de las variables
más relevantes en las decisión de participación laboral de las mujeres, como ya
corroboramos en los modelos de participación de las mujeres casadas. De los resultados
anteriores se deduce que las mujeres más cualificadas y las de cohortes más recientes
tienden a no interrumpir sus carreras laborales, y sus tasas de ocupación “resisten”
mejor a la presencia de hijos pequeños.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
168
El objetivo de esta sección es analizar tanto la entrada como la salida del empleo
tras el nacimiento del primer hijo.
3.6.1. Acceso al primer empleo tras el nacimiento del primer hijo
En este apartado analizaremos las características personales, del entorno y de los
hijos que influyen en la probabilidad de que una mujer que ha sido madre por primera
vez y no trabaja en el momento del nacimiento de su primer hijo decida incorporarse al
mercado laboral. Para ello utilizaremos observaciones de las mujeres desde el año antes
de nacimiento de su primer hijo hasta el momento en que se incorporan al mercado
laboral o el hijo alcanza la edad de 10 años, momento en que se fija la censura por la
derecha. La muestra total asciende a 696 mujeres, de las cuales un 35.78% acceden a un
empleo antes de llegar al momento de censura por la derecha. Los resultados se
muestran en la tabla 3.6. Se han realizado cuatro especificaciones, en cada una se ha
incluido una característica relativa al nacimiento del primer hijo: incidencia de abortos
previos, estación del año en la que nació el primer hijo, si el primer hijo fue prematuro y
edad a la que la entrevistada tuvo su primer hijo.
Los coeficientes (hazard ratio) relativos a las variables que recogen
características de la entrevistada indican, por un lado, que la probabilidad de acceder al
mercado de trabajo no depende de la edad de las mujeres. Por otro lado, las mujeres más
jóvenes de la muestra, las que tienen alguna experiencia laboral previa a la maternidad y
las que tienen mayor nivel educativo tienen mayor probabilidad de acceder a un empleo,
dado el mayor coste de oportunidad de no participar, corroborándose las hipótesis P1A
y P1B planteadas en el capítulo 1. Las mujeres que no conviven en pareja en el
momento de su primera maternidad también muestran una mayor probabilidad de
incorporarse al mercado de trabajo, dada la mayor necesidad de obtener renta en el
mercado de trabajo para poder criar a su hijo.
En cuanto a las variables del entorno, la zona de residencia y la tasa de paro
femenino por Comunidad Autónoma, no resultan relevantes para explicar la
probabilidad de que una mujer decida acceder al mercado de trabajo después de la
primera maternidad. Adicionalmente, las mujeres que muestran una menor preferencia
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
169
por el trabajo (manifiestan que no trabajarían si ganasen la lotería) tienen menor
probabilidad de acceder al mercado de trabajo durante los primeros diez años de vida de
su primer hijo.
Adicionalmente, en estos modelos de acceso al mercado laboral después del
nacimiento del primer hijo, se han incorporado cuatro nuevas variables. La primera
recoge la incidencia de algún aborto previo a la primera maternidad. Se han construido
tres categorías para esta variable: no ha tenido abortos (categoría de referencia), ha
tenido algún aborto y “no contesta”. Se espera que las mujeres que hayan tenido un
aborto tengan menos probabilidad de acceder al mercado de trabajo, para dedicarse en
exclusiva al cuidado de su primer hijo, dadas las mayores dificultades que ha
experimentado para tener ese primer hijo. Sin embargo, los resultados de las
estimaciones muestran que el tener un aborto previo no parece influir sobre las
decisiones de acceder al mercado laboral tras iniciar la maternidad.
La segunda variable que se ha incorporado a los modelos es la estación del año
en la que tuvo lugar el nacimiento del primer hijo. Esta variable tiene cinco categorías:
invierno (categoría de referencia), primavera, verano, otoño y “no contesta”. Cuando el
hijo nace en una estación de alta actividad y demanda de empleo, es más fácil que la
madre se incorpore antes al empleo. Además de no conseguir ocuparse relativamente
pronto, es posible que cueste hacerlo cada vez más. Los resultados obtenidos en los
modelos estimados no confirman dicha hipótesis y la probabilidad de acceder al
mercado de trabajo es independiente de la época del año en la que nace el primer hijo.
En tercer lugar, se ha incorporado en los modelos una variable que indica si el
primer hijo fue prematuro, a través de tres categorías: no fue prematuro (categoría de
referencia), sí fue prematuro y “no contesta”. Cabe esperar que aquellas mujeres cuyo
primer hijo fue prematuro tengan menor probabilidad de acceder al mercado laboral
dados los mayores cuidados que necesita un bebé prematuro. Sin embargo, esta variable
tampoco ha resultado significativa en los modelos.
Por último, cabe destacar que la edad a la que la mujer tuvo su primer hijo
tampoco influye en la probabilidad de acceder al mercado de trabajo. Esta variable tiene
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
170
cuatro categorías: menos de 20 años (categoría de referencia), entre los 20 y 24 años,
entre los 25 y 29 años y más de 29 años.
Finalmente, la heterogeneidad no observada no resulta relevante para las cuatro
especificaciones y, por tanto, las variables incluidas consiguen captar gran parte de la
heterogeneidad.
Tabla 3.6. Modelos de acceso al primer empleo después del nacimiento del primer hijo. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio.
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Edad Edad 0.822 0.827 0.822 0.977
(0.105) (0.107) (0.105) (0.148) Edad al cuadrado Edad2 1.003 1.003 1.003 1.000
(0.002) (0.002) (0.002) (0.003)
Cohorte de nacimiento (ref. Cohorte 1961-1965)
Cohorte 1966-1970 1.698*** 1.731*** 1.707*** 1.719*** (0.297) (0.312) (0.301) (0.310)
Cohorte 1971-1975 1.479* 1.477* 1.464* 1.468* (0.336) (0.343) (0.332) (0.335)
Cohorte 1976-1980 2.120*** 2.172*** 2.110*** 2.137*** (0.584) (0.617) (0.586) (0.605)
Nivel de estudios (ref. Sin estudios - primarios)
Ed. secundaria obligatoria
1.472 1.473 1.460 1.492 (0.376) (0.383) (0.372) (0.392)
Bachillerato-FP 1.785** 1.761** 1.785** 1.798** (0.481) (0.483) (0.483) (0.498)
Estudios superiores 2.355*** 2.302*** 2.332*** 2.399*** (0.659) (0.658) (0.658) (0.726)
Experiencia laboral previa a la maternidad (ref. Sin experiencia laboral)
Menos o igual a 3 años 2.952*** 2.996*** 2.909*** 2.984***
(0.653) (0.670) (0.646) (0.792)
Más de 3 años 1.487* 1.498* 1.471* 1.510*
(0.304) (0.314) (0.302) (0.322)
Tipo de convivencia (ref. Matrimonio)
Convivencia sin matrimonio
1.174 1.196 1.170 1.134 (0.314) (0.329) (0.315) (0.306)
Sin pareja 1.959** 1.947** 1.939** 1.982** (0.517) (0.522) (0.514) (0.529)
No contesta 1.653** 1.722** 1.673** 1.698** (0.406) (0.437) (0.415) (0.446)
Padres separados (ref. No padres separados)
Sí padres separados 0.627 0.622 0.635 0.658
(0.193) (0.195) (0.195) (0.210)
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
171
Tabla 3.6. Modelos de acceso al primer empleo después del nacimiento del primer hijo. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Zona de residencia (ref. Zona Norte)
Zona Levante 1.219 1.220 1.224 1.274
(0.257) (0.265) (0.260) (0.272)
Zona Centro 1.326 1.317 1.336 1.455*
(0.288) (0.293) (0.291) (0.327)
Zona Sur 0.755 0.757 0.777 0.784 (0.155) (0.159) (0.160) (0.162)
Condiciones del mercado de trabajo
Tasa de paro 0.988 0.987 0.988 0.989
(0.008) (0.008) (0.008) (0.008)
Variación de ocupados 1.014 1.013 1.014 1.014 (0.010) (0.010) (0.010) (0.010)
Si ganara la lotería (ref. Sí trabajaría)
No trabajaría 0.643*** 0.636*** 0.641*** 0.632*** (0.097) (0.099) (0.097) (0.097)
No contesta 1.366 1.375 1.402 1.354 (0.478) (0.496) (0.494) (0.478)
Ha tenido algún aborto (ref. No ha tenido abortos)
Sí ha tenido algún aborto
0.847 (0.170)
No contesta 0.888
(0.184)
Estación del año en la que nació su primer hijo (ref. Invierno)
Primavera 0.858 (0.178)
Verano 1.082 (0.487)
Otoño 0.718 (0.203)
No contesta 0.458 (0.348)
Fue prematuro su primer hijo (ref. No fue prematuro)
Sí fue prematuro 1.106 (0.291)
No contesta 0.499 (0.309)
Edad a la que tuvo su primer hijo (ref. Menos de 20 años)
Entre 20 y 24 años 0.727 (0.239)
Entre 25 y 29 años 0.560 (0.262)
Más de 29 años 0.999 (0.588)
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
172
Tabla 3.6. Modelos de acceso al primer empleo después del nacimiento del primer hijo. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Constante 0.991 0.864 0.904 0.099
(-1.892) (-1.654) (-1.715) (0.217) Heterogeneidad no observada Gamma var, exp (ln_varg)
0.455 0.588 0.491 0.493 (0.320) (0.328) (0.320) (0.452)
Número de observaciones 4.794 4.794 4.794 4.794 Número de individuos 696 696 696 696 Logaritmo de la verosimilitud -916.7 -915.8 -916.3 -913.4 Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Como conclusión a este apartado cabe destacar que las mujeres con mayor nivel
educativo, las que tienen alguna experiencia laboral antes de tener un hijo y las que no
conviven en pareja tienen mayor probabilidad de acceder al empleo después de ser
madres por primera vez. Además, las características relativas a los hijos no influyen en
la probabilidad de que una mujer acceda al mercado de trabajo durante los diez años
siguientes al nacimiento de su primer hijo.
3.6.2. Salida de la ocupación tras el nacimiento del primer hijo
En este apartado nos planteamos identificar las características personales, del
entorno y de los hijos que hacen más probable que una mujer abandone su puesto de
trabajo después de tener su primer hijo. Para ello estudiaremos un conjunto de mujeres
que estaban participando en el mercado laboral en el momento de la concepción del
primer hijo y las observaremos hasta el momento en que abandonan el mercado de
trabajo o cuando el primer hijo cumpla diez años de edad, momento en el que se fija la
censura por la derecha. La muestra total asciende a 932 mujeres, de las cuales un
39.48% abandona la ocupación en algún momento tras el nacimiento de su primer hijo y
antes de que éste cumpla los diez años de edad.
En la tabla 3.7 se muestran los resultados de las cuatro estimaciones. La primera
especificación incluye una variable relativa a si la entrevistada ha tenido algún aborto, la
segunda una variable que indica la estación del año en la que nació su primer hijo, la
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
173
tercera incorpora información sobre si el primer hijo fue prematuro y la cuarta incluye
una variable relativa a la edad a la que la entrevistad tuvo su primer hijo.
Las variables personales indican, por un lado, que la probabilidad de abandonar
el mercado de trabajo aumenta conforme aumenta la edad de las mujeres pero dicho
incremento disminuye con cada año adicional de la mujer. Por otro lado, la cohorte de
nacimiento a la que pertenecen las mujeres de la muestra no resulta significativa para
explicar la probabilidad de que una mujer abandone el mercado laboral después de la
primera maternidad y dicha probabilidad disminuye más de un 68% en el caso de las
mujeres que tienen estudios superiores respecto a las mujeres sin estudios o con estudios
primarios (categoría de referencia). El mayor coste de oportunidad de abandonar el
empleo, al obtener mayores salarios, anima a las mujeres más educadas a permanecer en
el mercado de trabajo después de la primera maternidad. Estos resultados afianzan el
cumplimiento de las hipótesis P1A y P1B. Adicionalmente, se esperaba que aquellas
mujeres cuyos padres se hubieran separado en algún momento tuvieran mayor
probabilidad de abandonar el mercado de trabajo después de la primera maternidad, ya
que las mujeres que vivieron en su niñez o juventud una ruptura familiar pueden decidir
dejar su trabajo para disfrutar en exclusiva de la crianza de sus hijos, hecho que sus
padres quizá no pudieron realizar dadas las circunstancias familiares. Sin embargo, esta
variable no ha resultado significativa para explicar la probabilidad de abandonar el
mercado laboral después de la primera maternidad. Finalmente, las mujeres que no
conviven en pareja en el momento del nacimiento de su primer hijo tienen alrededor de
un 66% menos de probabilidades de abandonar el mercado laboral como consecuencia
de la mayor necesidad de renta para criar solas a su hijo.
En cuanto a las variables del entorno, por un lado, los resultados muestran que la
probabilidad de abandonar el mercado de trabajo es mayor para aquellas mujeres que
viven en el Levante respecto a las mujeres que viven en el Norte del país. Posiblemente
las mayores oportunidades de encontrar un empleo en cualquier momento en la zona
Levante y la mayor estacionalidad en las actividades productivas de esa región, pueda
animar a las mujeres que residen en esta zona a abandonar temporalmente el mercado de
empleo después de la primera maternidad y reincorporarse posteriormente. Por otro
lado, las mujeres que viven en regiones que presentan una tasa de paro más elevada
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
174
tienen mayor probabilidad de abandonar su puesto de trabajo quizá por las menores
oportunidades existentes en el mercado de trabajo.
Por último, las características referidas al primer hijo, esto es, si la mujer ha
tenido un aborto previo a la primera maternidad, la estación en la que nació su primer
hijo, si éste fue prematuro y la edad de la mujer cuando se convirtió en madre por
primera vez no resultan relevantes para explicar la probabilidad de que una mujer
abandone la ocupación después del nacimiento de su primer hijo.
Finalmente, la heterogeneidad no observada resulta relevante y, por tanto,
existen factores no recogidos explícitamente en el modelo que inciden en la decisión de
abandono del empleo después de la primera maternidad.
Tabla 3.7. Modelos de abandono de la ocupación de las mujeres después del nacimiento del primer hijo. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio.
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Edad Edad 1.334* 1.332* 1.326* 1.168 (0.212) (0.211) (0.210) (0.226)
Edad al cuadrado Edad2 0.994** 0.994** 0.994** 0.995
(0.003) (0.003) (0.003) (0.003)
Cohorte de nacimiento (ref. Cohorte 1961-1965)
Cohorte 1966-1970 0.981 0.981 0.982 0.992
(0.206) (0.204) (0.205) (0.192)
Cohorte 1971-1975 1.002 1.018 1.001 1.030
(0.244) (0.247) (0.243) (0.235)
Cohorte 1976-1980 1.658 1.779 1.755 1.866*
(0.598) (0.635) (0.627) (0.625)
Nivel de estudios (ref. Sin estudios - primarios)
Ed. secundaria obligatoria
0.809 0.839 0.812 0.804 (0.272) (0.280) (0.271) (0.244)
Bachillerato-FP 0.559* 0.579 0.557* 0.581* (0.197) (0.202) (0.194) (0.186)
Estudios superiores 0.300*** 0.314*** 0.302*** 0.317*** (0.107) (0.111) (0.107) (0.104)
Tipo de convivencia (ref. Matrimonio)
Convivencia sin matrimonio
0.762 0.768 0.770 0.748 (0.210) (0.210) (0.211) (0.189)
Sin pareja 0.335** 0.334*** 0.341** 0.334*** (0.143) (0.142) (0.146) (0.136)
No contesta 0.802 0.803 0.804 0.788
(0.211) (0.209) (0.210) (0.193) Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
175
Tabla 3.7. Modelos de abandono de la ocupación de las mujeres después del nacimiento del primer hijo. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4 Padres separados (ref. No padres separados)
Sí padres separados 1.415 1.348 1.380 1.439 (0.477) (0.451) (0.461) (0.444)
Zona de residencia (ref. Zona Norte)
Zona Levante 1.475* 1.437 1.455* 1.427* (0.335) (0.324) (0.329) (0.298)
Zona Centro 1.159 1.145 1.139 1.112
(0.302) (0.296) (0.295) (0.268)
Zona Sur 1.035 1.023 1.011 0.978
(0.271) (0.266) (0.264) (0.238)
Condiciones del mercado de trabajo
Tasa de paro 1.016* 1.016* 1.016* 1.016* (0.009) (0.009) (0.009) (0.009)
Variación de ocupados 1.013 1.012 1.012 1.011
(0.009) (0.009) (0.009) (0.009)
Si ganara la lotería (ref. Sí trabajaría)
No trabajaría 1.271 1.271 1.269 1.259
(0.215) (0.214) (0.214) (0.196)
No contesta 1.741 1.616 1.615 1.583
(0.883) (0.814) (0.814) (0.734) Ha tenido algún aborto (ref. No ha tenido abortos)
Sí ha tenido algún aborto
1.204 (0.299)
No contesta 0.955
(0.223)
Estación del año en la que nació su primer hijo (ref. Invierno)
Primavera 0.970 (0.232)
Verano 1.060 (0.603)
Otoño 1.123 (0.323)
No contesta 2.201 (-1.166)
Fue prematuro su primer hijo (ref. No fue prematuro)
Sí fue prematuro 0.910 (0.266)
No contesta 1.928 (0.995)
Edad a la que tuvo su primer hijo (ref. Menos de 20 años)
Entre 20 y 24 años 1.573 (0.840)
Entre 25 y 29 años 1.990 (-1.265)
Más de 29 años 3.184 (-2.317)
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
176
Tabla 3.7. Modelos de abandono de la ocupación de las mujeres después del nacimiento del primer hijo. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Constante 0.006** 0.006** 0.007** 0.035 (0.014) (0.014) (0.016) (0.094)
Heterogeneidad no observada Gamma var, exp (ln_varg)
2.100*** 2.071*** 2.081*** 1.577* (0.319) (0.317) (0.316) (0.392)
Número de observaciones 4.606 4.606 4.606 4.606 Número de individuos 932 932 932 932 Logaritmo de la verosimilitud -1.159 -1.159 -1.159 -1.158 Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Como conclusión a este apartado podemos destacar que las características de los
hijos como la estación del año en la que nació el primer hijo o que éste fuera prematuro
y otras características como que la mujer tuviera algún aborto previo al nacimiento del
primer hijo o la edad de la primera maternidad no son relevantes para explicar la
decisión de abandonar el mercado de trabajo tras esa primera maternidad. Es el nivel
educativo más alto alcanzado y, concretamente, el tener educación superior, lo que
favorece que las mujeres permanezcan en empleo. También influye la presencia de una
pareja que colabore en la crianza del hijo: las mujeres que no conviven en pareja son
sistemáticamente más proclives a mantenerse en la ocupación que las casadas, y las que
conviven sin estar casadas tienen una situación intermedia.
3.7. CONCLUSIONES
En este capítulo se han estimado distintas funciones de supervivencia para
analizar la transición hacia el primer empleo. Las funciones mostraban que las mujeres
de la muestra pertenecientes a generaciones más jóvenes y las que presentan un mayor
nivel educativo tienen mayor probabilidad de acceder a la ocupación.
Posteriormente se han estimado distintos modelos paramétricos de la tasa de
transición al primer empleo. En primer lugar, se ha tratado de identificar las
características personales, familiares y del entorno que determinan la probabilidad de
que una mujer acceda al mercado laboral. Para ello se ha analizado el tiempo que
transcurre desde que una mujer cumple los 16 años de edad hasta que accede a su
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
177
primer empleo o cumple los 44 años sin tener experiencia laboral (momento en el que se
ha fijado la censura por la derecha). Y también se ha realizado un análisis por cohortes
de nacimiento, comparando las mujeres de la muestra de las cohortes 1961-1965 y
1966-1970 con las mujeres de la muestra pertenecientes a las cohortes de nacimiento
1971-1975 y 1976-1980.
En segundo lugar, se han estimado varios modelos para analizar las decisiones
laborales de las mujeres después del primer matrimonio o inicio de convivencia en
pareja. Se ha analizado tanto la probabilidad de que una mujer que estaba trabajando en
el momento de contraer matrimonio abandone su empleo, como la probabilidad de que
una mujer que no estaba trabajando en el momento que inicia su primera convivencia en
pareja decida incorporarse al mercado laboral. En estos modelos se han incorporado
distintas variables relativas a características del marido como su nivel educativo y edad
y otras variables como la diferencia de nivel educativo y de edad entre los cónyuges.
Las características de los esposos no son especialmente vinculantes, pero sí la presencia
de hijos de corta edad en el hogar familiar.
En tercer lugar, se han planteado varios modelos para una submuestra de
mujeres que han tenido su primer hijo y se han analizado qué características de las
mujeres, de las circunstancias del entorno en el nacimiento del hijo, influyen tanto en la
probabilidad de que una mujer abandone temporal o definitivamente el mercado de
trabajo después de la primera maternidad como que acceda al primer empleo después de
ser madre por primera vez. También se han incorporado variables relativas a
características de ese primer hijo como la estación del año en la que nació y si fue
prematuro, y otras variables como la incidencia de abortos previos al nacimiento de este
primer hijo y la edad que tenía la entrevistada cuando se convirtió en madre por primera
vez.
Para realizar el análisis, tanto para la muestra total de mujeres como para la
submuestra de mujeres casadas (o convivientes) y de madres, se ha explotado la
Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006 realizada por el CIS en el año 2006 y
se han elaborado distintos modelos de probabilidad en tiempo discreto utilizando la
aplicación que Meyer (1990) propone del modelo Prentice-Gloeckler (1978) con control
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
178
por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8), incorporado a STATA en un comando de
S. Jenkins.
Entre los principales resultados obtenidos al estimar las funciones mediante
métodos paramétricos, cabe destacar la gran influencia del nivel educativo más alto
alcanzado por la mujer sobre las decisiones laborales. Una mujer con un nivel educativo
superior tiene mayores probabilidades de acceder al mercado laboral, aunque a edades
más tardías y, menos probabilidad de abandonar el mercado de trabajo por causa del
matrimonio o del nacimiento de su primer hijo. El papel clave del nivel educativo en las
decisiones laborales de las mujeres corrobora los resultados obtenidos en otros trabajos
españoles como en el de Álvarez-Llorente (2002), De la Rica y Ferrero (2003), Alba y
Álvarez-Llorente (2004).
Además, es el nivel educativo de la mujer y las posibilidades de acceder a un
mejor puesto de trabajo y obtener un mayor salario, los factores que determinan las
decisiones laborales de las mujeres casadas y de las mujeres después del nacimiento de
su primer hijo. Las características del marido no son importantes para explicar la
probabilidad de que una mujer abandone el mercado de trabajo después de contraer
matrimonio (ni para que se incorpore a un empleo), pero sí lo son las variables que
recogen la maternidad tras el matrimonio: la presencia de hijos de corta edad en el hogar
familiar. Pero entre las madres las circunstancias que rodean al nacimiento del primer
hijo no son importantes; lo importante es el nivel educativo, si la mujer tiene pareja y,
en tal caso, qué tipo de convivencia.
Las variables del entorno en el acceso al primer empleo muestran que las
mujeres que viven en una Comunidad Autónoma que pertenece al Levante o Centro del
país tienen mayor probabilidad de acceder al empleo que las mujeres que residen en una
comunidad perteneciente al Norte del país, dado que pueden existir mayores
oportunidades laborales para las mujeres en esas regiones.
Finalmente, es importante destacar que la heterogeneidad no observable resulta
relevante en el modelo general y en los modelos de abandono de la ocupación tras el
matrimonio y el nacimiento del primer hijo y, por tanto, hay algunas características no
observables (y, por tanto, que no están incluidas en los modelos) que pueden influir en
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
179
la decisión de las mujeres de participar en el mercado de trabajo. Sin embargo, la
heterogeneidad no observable no resulta relevante en los modelos que analizan el acceso
al primer empleo tras el matrimonio y la primera maternidad y, por tanto, las variables
incluidas en estos modelos consiguen captar gran parte de la heterogeneidad.
Como conclusión a este capítulo, cabe destacar que hemos podido confirmar las
siguientes hipótesis planteadas en el capítulo 1:
• Hipótesis P1A: Las mujeres más cualificadas abandonan en menor medida la
participación laboral como resultado de la maternidad y el matrimonio.
• Hipótesis P1B: Las mujeres más cualificadas se (re)incorporan antes a la
actividad laboral en torno a situaciones que, como la maternidad y el
matrimonio.
• Hipótesis P2: La participación laboral de las mujeres aumenta con la edad,
pero a tasas decrecientes.
• Hipótesis P3A: Las mujeres pertenecientes a cohortes más jóvenes registran
mayor persistencia (menos abandonos y más (re)incorporaciones) en el mercado
de trabajo que las mujeres de cohortes anteriores, ceteris paribus.
• Hipótesis P4A: La presencia de cónyuge o pareja reduce la probabilidad de
participar en el mercado de trabajo.
• Hipótesis P4B: La presencia de cónyuge o pareja reduce la probabilidad de
participar en el mercado de trabajo en mayor medida si el lazo que une a la
pareja es el matrimonio que cuando existe una mera convivencia.
• Hipótesis P5A: Las madres tienen menor probabilidad de participar en el
mercado de trabajo que las mujeres que no han tenido hijos.
Capítulo 3. Determinantes de las decisiones de participación laboral de las mujeres
180
• Hipótesis P5B: Cuanto más jóvenes son los hijos, menor es la vinculación de
las mujeres con el mercado de trabajo.
• Hipótesis P6A: Las mujeres residentes en regiones con estructuras
productivas orientadas al empleo femenino tienen mayor vinculación con el
mercado de trabajo.
• Hipótesis P6B: En momentos del ciclo donde hay mayor disponibilidad de
empleo aumenta la participación de las mujeres en el mercado de trabajo.
Sin embargo, no hemos podido corroborar las hipótesis P4C y P4D y no se ha
cumplido la hipótesis P3B:
• Hipótesis P4C: El nivel educativo de los maridos o cónyuges tendrá un efecto
negativo en la participación laboral de las mujeres.
• Hipótesis P4D: La edad de los maridos o cónyuges tendrá un efecto negativo
en la participación laboral de las mujeres.
• Hipótesis P3B: Las mujeres de cohortes más jóvenes, como resultado de la
expansión educativa, disfrutan de menores rendimientos relativos de la
educación.
CAPÍTULO 4
DETERMINANTES DE LAS DECISIONES DE FECUNDIDAD:
LA DECISIÓN DE TENER EL PRIMER HIJO
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
183
4.1. INTRODUCCIÓN
En este capítulo se estudiarán los determinantes de la decisión de la primera
maternidad y, especialmente, se analizará cómo ha influido el aumento del nivel
educativo de las mujeres en sus decisiones de maternidad. En el último tercio del siglo
XX se ha experimentado, en los países industrializados, una considerable reducción de
las tasas de fecundidad. Además, España destaca por ser uno de los países que presenta
una de las tasas más bajas, poco más de un hijo por mujer (Eurostat). Esta reducción de
la natalidad está vinculada al retraso en el nacimiento del primer hijo. El retraso en la
primera maternidad puede deberse a múltiples causas, que además coinciden en el
tiempo: el aumento del número de años que las mujeres pasan en el sistema educativo,
su mayor participación laboral, el retraso en la formación del hogar o la situación del
mercado de trabajo local, entre otras.
La organización de este capítulo es la siguiente. En la sección 2 se plantea el
marco teórico, las principales hipótesis que se pretenden contrastar y la evidencia
empírica sobre las decisiones de fecundidad; en la sección 3 se muestran distintas
funciones de supervivencia de acceso a la primera maternidad. En la sección 4 y 5 se
comentan los resultados obtenidos para el total de la muestra, así como un modelo por
cohortes de nacimiento y para una submuestra de mujeres casadas. Finalmente, la
sección 6 resume las principales conclusiones del capítulo.
4.2. MARCO TEÓRICO Y EVIDENCIA EMPÍRICA SOBRE LAS DECISIONES
DE FECUNDIDAD
Durante los años 60, se empieza a producir un descenso de las tasas de
fecundidad a medida que avanza el desarrollo económico. Además, se advertía una
relación negativa entre los ingresos y la fecundidad que sorprendió a algunos
economistas de la época que se preguntaban por qué la demanda de hijos no respondía
de la misma forma que la demanda de otros bienes, que crece cuando aumentan los
ingresos.
De esta aportación teórica desarrollada por la Nueva Economía de la Familia
sobre cuestiones de fecundidad de las mujeres se han extraído las hipótesis más
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
184
relevantes que se desea confirmar en este capítulo mediante el uso de técnicas
multivariantes. Tales hipótesis fueron enunciadas con detalle en el capítulo 1 (epígrafe
1.7), realizándose aquí una breve síntesis a modo de recordatorio
El análisis económico de la fecundidad que plantea Gary Becker (la Nueva
Economía de la Familia) ha influido de forma determinante en la literatura económica,
y explica la fecundidad en términos de maximización de la utilidad. Sintetizando
brevemente los aspectos analizados en el capítulo 1, la maternidad y paternidad reportan
utilidad a los padres. Para maximizar la utilidad, los padres eligen el número de hijos
que desean tener en función de la renta familiar y del coste de criarlos. En el coste de la
maternidad/paternidad se incluyen dos dimensiones, cantidad y calidad28 de los hijos.
Los padres más educados parecen valorar más la calidad que la cantidad de hijos y el
coste adicional de mejorar la calidad de los hijos va a depender de su número. De esta
forma, los mayores ingresos de las personas que tienen un nivel educativo más alto
pueden llevar a sustituir cantidad por calidad de los hijos. Adicionalmente, es
importante tener en cuenta el coste de oportunidad en tiempo de las madres. A medida
que aumentan sus posibilidades de tener un empleo remunerado fuera del hogar crece el
coste de oportunidad para ellas de criar a los hijos. De esta forma, se encarece
indirectamente la crianza de los hijos. Por tanto, la preferencia por la calidad lleva a
invertir más recursos en un menor número de hijos, lo que junto a una mayor
participación laboral de las mujeres, puede explicar el descenso de la fecundidad en las
últimas décadas, que se han visto caracterizadas por una expansión educativa (sobre
todo femenina) y un aumento de la participación laboral de las mujeres.
Esta explicación teórica desarrollada por la Nueva Economía de la Familia es la
más utilizada en el análisis económico de la fecundidad, y de ella se han extraído las
principales hipótesis que se desea confirmar en este capítulo mediante el uso de
técnicas multivariantes. Una de las más importantes afirma que las mujeres de distinto
nivel educativo presentan pautas de maternidad diferenciadas, de modo que una mayor
inversión en educación se traducirá en un retraso de la primera maternidad y un menor
número de hijos, a través de dos mecanismos (hipótesis F1):
28 Recursos que hay que invertir en la formación, cualificación, salud, entre otros, de los hijos.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
185
a. directamente (por una mayor preferencia de las mujeres cualificadas por la
calidad que por la cantidad de hijos)
b. indirectamente, a través de su efecto en la participación laboral femenina y
el mayor coste de oportunidad que representa para una mujer con mayor
nivel educativo la interrupción de la carrera laboral por motivos de crianza,
ya que puede obtener salarios más altos en el mercado de trabajo.
La importancia del nivel educativo en las decisiones de fecundidad queda
reflejada, como ya se indicó en el Capítulo 1, en los estudios realizados por Moffit
(1984), Blackburn et al. (1993), Francesconi (2002), Álvarez-Llorente (2002), Del
Boca et al. (2005), Gustafsson y Worku (2005), Gutiérrez-Domènech (2008), Nicoletti
y Tanturri (2008) y Del Boca y Sauer (2009) entre otros. En todos ellos se pone de
manifiesto que las mujeres más cualificadas retrasan las decisiones de maternidad,
incluso en presencia de otras variables observables importantes.
Junto con el nivel educativo, otras características personales están relacionadas
también con esta decisión. Aquí recogemos dos características sociodemográficas
esenciales, la edad y la cohorte de nacimiento. Otra variable importante es el número de
hermanos que tuvo la mujer. La Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006
incluye además preguntas adicionales sobre la familia y el valor del trabajo remunerado.
Naturalmente, la presencia de un cónyuge y sus características pueden ser asimismo
determinantes en la decisión de maternidad. Por otro lado, es necesario prestar atención
a si la mujer está ocupada en el momento de tomar la decisión de ser madre. Finalmente,
determinadas características del entorno como la zona de residencia o las oportunidades
laborales durante la juventud (aproximadas a través de la tasa de paro femenino de las
jóvenes al inicio de la vida laboral) pueden influir en las decisiones de fecundidad.
La edad identifica el momento en el ciclo vital y laboral en el que se encuentra la
mujer, que es determinante de sus decisiones vitales (hipótesis F2). La cohorte de
nacimiento puede actuar como proxy de múltiples circunstancias y características del
entorno que influyen en la decisión de fecundidad, como los valores familiares, las
oportunidades de trabajo durante la edad fértil de la mujer, el rol de varones y mujeres
en la formación de familias y en la toma de decisiones en el ámbito familiar, así como el
uso de medios anticonceptivos para la planificación familiar. Esperamos observar un
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
186
retraso en la maternidad en las mujeres de la muestra pertenecientes a cohortes más
jóvenes, lo que va a influir negativamente sobre la tasa de fecundidad al disminuir el
período fértil efectivo de las mujeres. De este modo es cada vez mayor el número de
mujeres que tienen su primer hijo a partir de los 30 años, como recogen los trabajos de
De la Rica y Ferrero (2003) y Álvarez-Llorente (2002), quienes también advierten una
disminución de la probabilidad de ser madre a partir de los 35 años de edad (hipótesis
F3A).
También contamos con información sobre el número de hermanos que tuvo la
mujer (hijos de la madre), lo que actúa como proxy del tipo de hogar (más o menos
extenso) en el que ésta creció, y conocemos si los padres de la entrevistada se separaron
en algún momento, algo que puede condicionar las preferencias de las entrevistadas en
el ámbito de la formación de sus propias familias.
Respecto a las variables que recogen características de la familia, las mujeres
casadas o que conviven en pareja tendrán una mayor probabilidad de ser madres, debido
al alto grado de asociación entre el matrimonio y la reproducción, como se corrobora en
Sheran (2007) (hipótesis F4A). Y el nivel educativo del marido puede tener un efecto
ambiguo sobre las decisiones de maternidad, que dependerá de la magnitud del efecto
renta (Álvarez-Llorente, 2002) o de la posible correlación del nivel educativo de los
esposos y el mayor coste de oportunidad que supondrá la paternidad para las parejas
más educadas (Gustaffson y Worku, 2005) (efecto sustitución) (hipótesis F4B). En
cuanto a la edad del cónyuge, se espera que esté relacionada positivamente con la
probabilidad de tener el primer hijo (hipótesis F4C). Finalmente, se espera que la edad a
la que se inicia la primera convivencia en pareja o matrimonio marque un retraso en la
llegada del primer hijo, como ya se ha obtenido en trabajos anteriores (Gutiérrez-
Domènech, 2008).
En cuanto el efecto de la participación laboral de las mujeres sobre las
decisiones de fecundidad, se espera que las mujeres ocupadas presenten una menor
probabilidad de tener un hijo que las no ocupadas, ya que muchas mujeres no están
dispuestas a renunciar a su carrera profesional para dedicarse en exclusiva a la crianza
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
187
de los hijos29, como se confirma en los trabajos de Gutiérrez-Domènech (2008) y Alba
et al. (2009) (hipótesis F5). La ocupación aumenta el coste de oportunidad de
maternidad y crianza. Por otro lado, sobre todo en las mujeres de cohortes más mayores,
es común abandonar el mercado de trabajo para dedicarse a la crianza. Finalmente es
también frecuente en el caso de las mujeres de cohortes más jóvenes utilizar períodos de
desempleo para tener hijos y dedicarse exclusivamente a su cuidado.
Además, las mujeres que vivan en regiones con mayores oportunidades de
empleo, por su estructura productiva o por registrar en el momento de la toma de
decisiones una meenor tasa de paro, tendrán una mayor probabilidad de participación
laboral que desincentivará la maternidad (hipótesis F6A y F6B).
Adicionalmente, dada la riqueza de la información que ofrece la Encuesta de
Fecundidad, Familia y Valores 2006, se van a incorporar dos variables demográficas
que no han sido utilizadas con anterioridad en la literatura económica como la edad a la
que la entrevistada mantuvo la primera relación íntima y los antecedentes de abortos. Se
espera que las mujeres que han tenido su primera relación a una edad más temprana
tengan su primer hijo antes y también aquellas que han tenido un aborto recientemente,
porque esos embarazos previos pueden ser señal del deseo de ser madres y la mayor
facilidad para el embarazo que suele seguir a una interrupción. La última variable
incluida en los modelos representa una proxy de la preferencia por el trabajo: indica si la
entrevistada dejaría de trabajar si le tocara la lotería. Se espera que aquellas mujeres que
muestren una mayor preferencia por el trabajo tengan menor probabilidad de tener un
hijo (o, dicho de otro modo, retrasen el momento de su primera maternidad).
Por último, esperamos que el análisis por cohortes de nacimiento corrobore que
las mujeres con mayor nivel educativo, pertenecientes a cohortes más recientes, retrasan
más la maternidad que las mujeres de cohortes anteriores, debido al alto coste de
oportunidad de tener un hijo (Gutiérrez-Domènech, 2008). Al mismo tiempo en las
mujeres de cohortes más jóvenes el empleo debería ser un menor obstáculo para la
maternidad. Sin embargo el efecto neto esperado no está claro porque, como resultado
de la alta temporalidad en el mercado de trabajo español, las mujeres pertenecientes a
29 Independientemente del deseo de las mujeres de no tener hijos, también existen importantes problemas de conciliación de la vida laboral y familiar.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
188
cohortes más jóvenes tenderán a esperar hasta tener una posición estable en el mercado
de trabajo para tener su primer hijo. Adicionalmente, se espera confirmar que las
decisiones de maternidad estén menos condicionadas en las mujeres de cohortes más
jóvenes por su nivel educativo que en las mujeres más mayores (hipótesis F3B).
Estas y otras hipótesis serán corroboradas en las siguientes secciones de este
capítulo.
A continuación, la figura 4.1 muestra las variables que se incorporarán en los
modelos multivariantes que analizarán las decisiones de maternidad para contrastar las
hipótesis recogidas en los párrafos anteriores.
Figura 4.1. Esquema de las variables incluidas en los modelos de decisiones de maternidad.
Modelo General
Variables personales
Edad
Edad al cuadrado
Cohorte de nacimiento
Nivel educativo
Trabaja
Variables familiares
Tipo de convivencia
Padres separados
Número de hermanos
Variables del
entorno
Zona de residencia
Tasa autonómica
de paro
Variables demográficas
Edad a la que tuvo la primera relación íntima
Ha tenido algún aborto
Variable sobre
valores
Preferencia por el
trabajo
Modelo Casadas
Edad a la que comenzó la
primera convivencia
Nivel de estudios del
cónyuge
Edad del cónyuge
Diferencia nivel
educativo con el cónyuge
Diferencia de edad con el cónyuge
Fuente: Elaboración propia.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
189
4.3. FUNCIONES DE SUPERVIVENCIA: EL TRÁNSITO HACIA LA
PRIMERA MATERNIDAD
En esta sección se pretende estudiar si el acceso a la primera maternidad de las
mujeres difiere en factores como el nivel educativo, la cohorte de nacimiento o la edad
en la que tuvo el primer empleo. Las dos primeras variables fueron ya incorporadas en
el análisis de las decisiones laborales y también son importantes a la hora de tomar las
decisiones de maternidad.
Gráfico 4.1. Función de supervivencia. Acceso a la primera maternidad según cohorte de
nacimiento.
0.00
0.25
0.50
0.75
1.00
16 20 25 30 35 40Edad de la mujer
1909-1940 1941-19501951-1960 1961-19701971-1980 1981-1990
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS
Estimaciones de Supervivencia Kaplan-Meier
El gráfico 4.1 muestra las diferencias que se han producido en las decisiones de
maternidad a través de cohortes de nacimiento. En las dos cohortes de mujeres más
jóvenes, nacidas en después de 1980 y en el periodo 1971-1980, se observa que el
porcentaje mujeres que a los 24 años no ha sido madre todavía es de 85.3% y 85.2%,
respectivamente. Dicho porcentaje disminuye en las tres cohortes anteriores hasta
alcanzar en torno al 50% en las mujeres que nacieron durante la época del baby-boom
(1941-1960), pero vuelve a aumentar hasta el 63.5% para las mujeres más mayores de la
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
190
muestra (nacidas en 1940 o antes). Las pruebas de los tests de Log-Rank y de Wilcoxon
(Breslow) concluyen que las diferencias observadas entre las distintas generaciones son
significativas (p<0.000) (más adelante, en la tabla 4.1).
Una vez que se ha observado el retraso en la maternidad en el caso de las
mujeres más jóvenes, el gráfico 4.2 muestra la función de supervivencia del estimador
Kaplan-Meier para la primera maternidad según el nivel educativo de las mujeres. La
finalidad de mostrar los perfiles Kaplan-Meier a través de esta variable es evaluar si un
aumento del nivel educativo puede explicar este retraso en la primera maternidad en las
mujeres más jóvenes.
Gráfico 4.2. Función de supervivencia. Acceso a la primera maternidad según nivel educativo.
0.00
0.25
0.50
0.75
1.00
16 20 25 30 35 40Edad de la mujer
Analfabetas Sin estudiosEstudios Primarios Educación ObligatoriaEducación Secundaria Post-Obligatoria Educación Superior
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS
Estimaciones de Supervivencia Kaplan-Meier
El gráfico muestra que las mujeres acceden antes a la primera maternidad cuanto
menor es su nivel educativo30. Así, la mitad de las mujeres analfabetas en el año 2006
habían sido madres antes de alcanzar los 24 años de edad, mientras que para las mujeres
30 Aquí se ha tomado el máximo nivel educativo que las mujeres alcanzan a lo largo de sus vidas y, se ha mantenido fijo en el tiempo puesto que son pocas las mujeres que aumentan su nivel educativo después de ser madres.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
191
con educación secundaria post-obligatoria esta proporción no se alcanza hasta los 27
años y para las mujeres con educación superior, no lo hace hasta los 31 años. Las
pruebas de los tests de Log-Rank y de Wilcoxon (Breslow) adquieren valores
significativamente distintos que cero (p<0.000). Por tanto, podemos concluir que
existen diferencias entre las funciones de supervivencia de los grupos que se derivan de
la variable nivel de estudios (más adelante, en la tabla 4.1).
Para finalizar con el análisis de supervivencia y dado que, como apunta la
evidencia empírica, existe una relación importante entre las decisiones laborales y de
maternidad, el gráfico 4.3 pretende identificar si la entrada en la maternidad es distinta
para las mujeres que nunca han trabajado y para las que sí tienen experiencia laboral y si
el retraso en la entrada en el mercado laboral puede suponer un retraso en la maternidad.
Gráfico 4.3. Función de supervivencia. Acceso a la primera maternidad según edad a la que
comenzó el primer empleo.
0.00
0.25
0.50
0.75
1.00
16 20 25 30 35 40Edad de la mujer
Nunca ha trabajado Menos de 16 años16-19 años 20-24 años25-29 años Más de 29 años
Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS
Estimaciones de Supervivencia Kaplan-Meier
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
192
En términos generales, se puede afirmar que la probabilidad de haber sido madre
por primera vez al final de la ventana de observación (los 40 años de edad) es más
elevada tanto para las mujeres que nunca trabajaron como para las que se incorporaron
al mercado de trabajo a una edad temprana. Así, las mujeres que nunca han trabajado
tienen una supervivencia31 del 1.2%, mientras que para las que han trabajado es del
1.5%, si empezaron a trabajar antes de los 16 años, del 2.4% entre los 16 y 19 años, del
4.5% entre los 20 y 24 años y del 6.8% entre los 25 y 29 años. Sin embargo, cabe
destacar que la supervivencia se reduce al 3.4% en las mujeres que se incorporaron al
mercado laboral después de los 29 años. Este resultado puede apuntar a dos realidades
bien distintas: la de las mujeres que retrasan su maternidad porque no han empezado a
trabajar hasta los 25-29 años y la de aquellas que empiezan a trabajar después de la
primera maternidad (tras los 29 años) y, por tanto, no retrasan la maternidad, sino la
incorporación al mercado laboral. En este caso, los valores que adoptan los tests de Log-
Rank y de Wilcoxon (Breslow) concluyen que las diferencias observadas entre las
distintas submuestras consideradas en función de la edad de incorporación al mercado
de trabajo también son significativas (p<0.000) (tabla 4.1).
Los resultados de los tests de igualdad de Log-Rank y de Wilcoxon (Breslow) de
las funciones de supervivencia de acceso a la primera maternidad se muestran en la
tabla 4.1.
Tabla 4.1. Resultados de los tests de igualdad de las funciones de supervivencia de acceso a la primera maternidad.
) VARIABLE (grados de libertad)
LOG-RANK WILCOXON (BRESLOW)
NÚMERO DE CASOS
CHI2 PR>CHI2 CHI2 PR>CHI2 N
Cohorte de nacimiento (5) 1076.93 0.0000 919.46 0.0000 5821
Nivel educativo (5) 991.36 0.0000 1001.81 0.0000 5821
Edad a la que tuvo el primer empleo (5)
573.26 0.0000 578.98 0.0000 5224i
i 597 mujeres no responden a la edad a la que tuvieron su primer empleo. Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
31 El término supervivencia en este contexto significa no haber sido madre hasta el momento de la censura, que se ha fijado en los 40 años de edad.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
193
A modo de conclusión, podemos destacar que las mujeres de la muestra que
pertenecen a cohortes de nacimiento más recientes tienen una menor probabilidad de ser
madres a edades tempranas, siendo las mujeres objeto de estudio que nacieron durante
la época del baby-boom (1941-1960) las que acceden más deprisa a la primera
maternidad. Además las mujeres con menor nivel educativo y aquellas que no tienen
experiencia laboral presentan mayor probabilidad de haber sido madres al final de la
ventana de observación.
4.4. MATERNIDAD PARA LA MUESTRA TOTAL DE MUJERES
A partir de la metodología desarrollada por Jenkins (1997) estimamos un modelo
condicional de la probabilidad de tener el primer hijo para la muestra total de mujeres.
De forma coherente con el análisis de la decisión de la primera incorporación laboral se
ha procedido a eliminar del estudio las observaciones correspondientes a mujeres
inmigrantes (por no poder contextualizar su primera decisión de maternidad) y a las
mujeres que nacieron después de 1980 (dado que es posible que no hayan finalizado sus
estudios). Tras excluir de la muestra a aquellas que no proporcionan toda la información
necesaria para reconstruir la historia de maternidad, queda una muestra de 2.473
mujeres, que nacieron entre 1961 y 1980, a las que se observa desde que tenían 16 hasta
que cumplen los 44 años o hasta el momento del nacimiento de su primer hijo.
Definimos nuestra variable dependiente como una variable binaria que toma el valor 1
en el año en el que la mujer tiene su primer hijo y 0 en el resto. Relacionaremos el
resultado de esta variable dependiente con variables relativas a la situación personal,
laboral y familiar de las mujeres y también variables demográficas y del entorno. Los
valores medios de todas las variables incluidas en los modelos se muestran en la tabla
A.E.4 del Anexo Estadístico.
Entre las características personales que pueden afectar a la probabilidad de que
una mujer decida tener su primer hijo hemos recogido la edad, la cohorte de nacimiento
y el nivel educativo más alto alcanzado. En la situación laboral se identifica si la
entrevistada tiene un trabajo remunerado fuera del hogar o no. Como variables
familiares incluiremos una variable dummy que indica si los padres de la entrevistada se
separaron en algún momento, si ésta tiene pareja y el número de hermanos (el número
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
194
de hijos que tuvo la madre de la entrevistada). Entre las variables referidas al entorno se
ha recogido la zona de residencia y la tasa autonómica de paro en la Comunidad
Autónoma de residencia. Entre las variables demográficas destacan la edad a la que tuvo
lugar la primera relación íntima de la entrevistada y antecedentes de abortos.
Finalmente, se ha incorporado una variable que recoge si la entrevistada seguiría
trabajando en el caso de ganar un premio de lotería, lo cual puede reflejar cierta
preferencia por el trabajo.
La tabla 4.2 recoge tres especificaciones: la primera, estándar, siguiendo las
variables típicas que se espera en un modelo económico de maternidad. La segunda
incorpora las variables relativas a las relaciones íntimas y la incidencia de abortos y la
tercera añade el matiz de la preferencia por el trabajo. La disponibilidad de tres
especificaciones permite ver que, aunque las dos nuevas aportan matices al análisis
puesto que incorporan variables significativas, el análisis económico estándar a partir de
variables sociodemográficas y del entorno es bastante robusto. A continuación
analizamos detalladamente los resultados de las estimaciones.
En cuanto al efecto de las variables explicativas, para la primera variable, la
edad, el coeficiente resulta significativo y positivo en las tres especificaciones, lo que
indica que, a medida que aumenta la edad de la mujer, aumenta la probabilidad de tener
el primer hijo. Sin embargo, el incremento en dicho probabilidad con cada año adicional
de edad de la mujer resulta decreciente tal y como demuestra el hazard ratio menor que
uno de la variable edad al cuadrado. Este resultado confirma la hipótesis F2 planteada
en el capítulo 1.
Para la cohorte de nacimiento se construyeron cuatro categorías: 1961-1965
(categoría de referencia), 1966-1970, 1971-1975 y 1976-1980. Las estimaciones indican
que las mujeres de la muestra pertenecientes a cohortes más antiguas tienen mayor
probabilidad de ser madres a igualdad de características observadas, lo que corrobora la
hipótesis F3A. Así, la probabilidad de tener el primer hijo disminuye un 16.7% para las
mujeres de la cohorte 1966-1970, un 19.9% para las de la cohorte 1971-1975 y un
20.2% para las mujeres de la cohorte 1976-1980, respecto a la categoría de referencia
(1961-1965). El hecho de que las mujeres de la muestra de las cohortes más recientes
presenten sistemáticamente, después de controlar por otras muchas variables
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
195
observables (incluidas la educación y la ocupación), una menor probabilidad de ser
madres, puede responder a múltiples razones. Por ejemplo, a las dificultades existentes
para conciliar la vida familiar y la actividad profesional, la ausencia de una verdadera
política de protección a la familia y a la natalidad que hace que las mujeres no puedan
tener el número de hijos que desearían o la mayor persistencia en la búsqueda de
bienestar material y estabilidad laboral antes de iniciar un proyecto familiar.
El nivel educativo más alto alcanzado por la entrevistada ha sido incluido en el
modelo a través de una variable con cuatro categorías. Los niveles considerados son los
siguientes: sin estudios o con estudios primarios (categoría de referencia), educación
secundaria obligatoria, bachillerato o formación profesional y estudios superiores. Los
resultados muestran que la inversión en educación retrasa la primera maternidad, como
muestra el efecto negativo que tiene sobre la probabilidad de ser madre por primera vez
y, por tanto, se confirma la hipótesis F1. Las mujeres que tenían estudios superiores en
el año 2006 son las que presentan una menor probabilidad de tener su primer hijo a
igualdad de características observables. La probabilidad de ser madre por primera vez
disminuye un 17.7% para las mujeres con educación secundaria obligatoria, un 27.7%
en el caso de las mujeres con bachillerato o formación profesional y hasta un 50.5%
para las mujeres con estudios superiores respecto a las mujeres que no tienen estudios o
tienen estudios primarios en el año 2006. Estos resultados están en concordancia con los
obtenidos en otros estudios sobre este tema, y ponen de manifiesto que para las mujeres
más educadas tener un hijo supone un mayor coste de oportunidad, ya que pueden
acceder a empleos con salarios más elevados. De hecho, algunas mujeres que alcanzan
estudios superiores no sólo posponen la decisión de ser madres, como se advertía en el
capítulo descriptivo, sino que incluso la incorporación más tardía al mercado laboral y
la búsqueda de estabilidad económica y laboral les lleva a renunciar totalmente a tener
hijos. Conforme aumenta el nivel educativo aumenta el número de mujeres que no están
dispuestas a renunciar a su autonomía personal en aras de la maternidad.
Los resultados relativos a la variable que recoge la situación laboral corroboran
que las mujeres ocupadas tienen una probabilidad de tener el primer hijo hasta un 37.6%
menor que aquellas que no lo tienen. Dicho de otro modo, la participación laboral
retrasa la primera maternidad. Por tanto, se confirma la hipótesis F5.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
196
Para analizar el impacto de la situación familiar de las mujeres sobre la
probabilidad de ser madre se han incluido tres variables en los modelos. La primera
variable describe el tipo de convivencia en pareja, esto es, matrimonio frente a
convivencia. Esta variable tiene cuatro categorías: convivencia con matrimonio
(categoría de referencia), convivencia sin matrimonio, sin pareja y “no contesta”.
Claramente, no tener pareja tiene un efecto negativo sobre la probabilidad de tener el
primer hijo. Si bien en el análisis descriptivo se advertía que el matrimonio está
progresivamente dejando de ser el ámbito exclusivo para formar una familia, la mayoría
de las mujeres deciden tener su primer hijo dentro de un proyecto familiar que
disminuya, en alguna medida, las dificultades materiales que se presentan ante una
primera maternidad. Así para aquellas mujeres que conviven en pareja sin estar
legalmente casadas la probabilidad de ser madres por primera vez disminuye en un
43.9% con respecto a las casadas. Los resultados obtenidos en esta variable corroboran
la hipótesis F4A. La segunda variable incluida en el modelo identifica si los padres de la
entrevistada se separaron en algún momento, lo que podría influir en las actitudes de la
entrevistada hacia la familia. Sin embargo, esta variable no ha resultado ser
significativa. La tercera variable que se ha tenido en cuenta en el modelo es el número
de hermanos que tiene la entrevistada. La probabilidad de ser madre aumenta conforme
aumenta el número de hermanos (por parte de madre), lo cual puede reflejar que las
mujeres tienden a reproducir similares pautas de fecundidad que las que vivieron en su
familia de origen.
Respecto a las variables del entorno se ha incorporado a los modelos la región de
residencia de las mujeres y la tasa de paro femenino en la Comunidad Autónoma en el
año de observación con el objetivo de comprobar si existen diferencias de
comportamiento respecto a la maternidad en distintas regiones32. Para ello se ha
dividido el territorio español en cuatro zonas: Norte (Asturias, Cantabria, Galicia,
Navarra, País Vasco y La Rioja), Levante (Aragón, Baleares, Cataluña y Valencia),
Centro (Castilla y León, Castilla-La Mancha y Madrid) y Sur (Andalucía, Canarias,
Extremadura y Murcia). La zona Norte es la categoría de referencia. Las estimaciones
muestran que las mujeres que residen en el Centro o Sur del país retrasan menos la
primera maternidad que las mujeres que residen en el Norte (categoría de referencia),
32 Las regiones se han identificado de varias formas, de acuerdo al PIB per cápita y a la tasa de ocupación, pero tales clasificaciones no han resultado significativas.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
197
mientras que residir en la zona Levante no resulta significativo para explicar la
probabilidad de tener el primer hijo. Este resultado no confirma la hipótesis F6A y,
puede reflejar diferencias culturales o de otro tipo. En cualquier caso la menor fertilidad
de las mujeres en el Norte de España es un hecho ampliamente documentado (Álvarez-
Llorente, 2002).
La tasa autonómica de paro es incluida en el modelo como una variable proxy de
la situación económica de la Comunidad Autonómica, es decir, las diferencias de
oportunidades de empleo pueden influir en las decisiones relativas a la maternidad. No
resulta ser significativa en ninguno de los tres modelos estimados Por tanto, no
podemos confirmar la hipótesis F6B.
Posteriormente, la tabla 4.2 recoge los resultados de las estimaciones de dos
variables demográficas: la edad de la primera relación íntima y si la mujer ha tenido
algún aborto. Para la primera variable se construyeron cuatro categorías: con menos de
18 años (categoría de referencia), entre los 18 y 21 años, con más de 21 años y “no
contesta”. Los resultados muestran que si la primera relación íntima tuvo lugar a una
edad superior a los 21 años, disminuye un 30.4% la probabilidad de ser madre en
comparación con las mujeres que mantuvieron su primera relación íntima antes de
alcanzar los 18 años. En cuanto a los antecedentes de abortos, los resultados muestran
que para aquellas mujeres que han tenido algún aborto (ya sea espontáneo o provocado)
disminuye en un 39.6% la probabilidad de ser madre. Esto puede reflejar las mayores
dificultades para tener un hijo para aquellas mujeres propensas a tener abortos
espontáneos o el deseo de no ser madre para aquellas mujeres que han tenido algún
aborto provocado, y no se corresponde con los resultados que esperábamos para esta
variable.
Finalmente, se ha incorporado a la tercera especificación una variable que
recoge si la mujer dejaría de trabajar si ganara un premio de la lotería. Aquellas mujeres
que muestran una preferencia por el trabajo pueden ser más proclives a renunciar a la
maternidad dada las dificultades para conciliar la vida familiar y laboral. Sin embargo,
dicha variable no ha resultado significativa para explicar la probabilidad de que una
mujer decida tener su primer hijo.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
198
Por último, se aprecia que la heterogeneidad no observada resulta relevante para
las tres especificaciones y, por tanto, existen factores no recogidos explícitamente en el
modelo que inciden en la decisión de tener el primer hijo.
Tabla 4.2. Modelos de primera maternidad para todas las mujeres. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio.
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3
Edad Edad 1.165*** (0.051)
1.186*** (0.054)
1.186*** (0.054)
Edad al cuadrado Edad2 0.998***
(0.001) 0.998*** (0.001)
0.988*** (0.001)
Cohorte de nacimiento (ref. Cohorte 1961-1965)
Cohorte 1966-1970
0.837*** (0.055)
0833*** (0.054)
0.833*** (0.065)
Cohorte 1971-1975
0.834** (0.064)
0.800*** (0.065)
0.801*** (0.065)
Cohorte 1976-1980
0.838 (0.090)
0.801** (0.089)
0.798** (0.089)
Nivel de estudios (ref. Sin estudios - primarios)
Ed. secundaria obligatoria
0.853 (0.087)
0.828* (0.088)
0.823* (0.088)
Bachillerato-FP 0.767** (0.084)
0.728*** (0.084)
0.723*** (0.084)
Estudios superiores
0.535*** (0.060)
0.501*** (0.059)
0.495*** (0.058)
Trabaja (ref. No trabaja)
Sí trabaja 0.655*** (0.038)
0.626*** (0.038)
0.624*** (0.038)
Tipo de convivencia (ref. Matrimonio)
Convivencia sin matrimonio
0.591*** (0.052)
0.563*** (0.051)
0.561*** (0.051)
Sin pareja 0.020*** (0.002)
0.021*** (0.002)
0.021*** (0.002)
No contesta 0.351*** (0.030)
0.340*** (0.031)
0.337*** (0.031)
Padres separados (ref. No padres separados)
Sí padres separados
1.033 (0.114)
1.045 (0.120)
1.047 (0.121)
Número de hermanos Hijos de la madre 1.039***
(0.015) 1.044*** (0.016)
1.046*** (0.016)
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
199
Tabla 4.2. Modelos de primera maternidad para todas las mujeres. Modelo de duración entiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3
Zona de residencia (ref. Zona Norte)
Zona Levante 1.119 (0.084)
1.129 (0.088)
1.131 (0.089)
Zona Centro 1.210** (0.099)
1.210** (0.103)
1.210** (0.103)
Zona Sur 1.177** (0.090)
1.185** (0.094)
1.185** (0.094)
Condiciones del mercado de trabajo
Tasa de paro 1.000 (0.003)
1.000 (0.003)
1.000 (0.003)
Edad a la que tuvo la primera relación íntima (ref. Menos de 18 años)
Entre 18 y 21 años 0.896
(0.067) 0.893
(0.067)
Más de 21 años 0.696*** (0.069)
0.696*** (0.069)
No contesta 0.675*** (0.082)
0.668*** (0.081)
Ha tenido algún aborto (ref. No ha tenido abortos)
Sí ha tenido algún aborto 0.604***
(0.058) 0.604*** (0.058)
No contesta 0.485*** (0.088)
0.483*** (0.087)
Si ganara la lotería (ref. Sí trabajaría)
No trabajaría 0.937 (0.054)
No contesta 1.110 (0.176)
Constante 0.035*** (0.022)
0.031*** (0.020)
0.032*** (0.021)
Heterogeneidad no observada Gamma var, exp (ln_varg)
0.118*** (0.037)
0.181*** (0.041)
0.183*** (0.042)
Número de observaciones 32.296 32.296 32.296 Número de individuos 2.473 2.473 2.473 Logaritmo de la verosimilitud -4.651 -4.618 -4.617 Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
En el capítulo de participación laboral corroboramos que los determinantes del
acceso al primer empleo variaban entre cohortes. A continuación, vamos a analizar si
también existen diferencias destacables en la primera maternidad entre las mujeres de
las cohortes de nacimiento que se distinguieron en el capítulo de participación, esto es,
1961-1965, 1966-1970, 1971-1975 y 1976-1980.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
200
La tabla 4.3 recoge los resultados de las estimaciones que analizamos
detalladamente a continuación. Cabe destacar, en primer lugar, que mientras para las
mujeres de la muestra pertenecientes a la cohorte más antigua (1961-1965) la edad tiene
un efecto positivo sobre la probabilidad de ser madre por primera vez, para las mujeres
de la cohorte 1971-1975 el efecto es negativo pero decreciente (la edad al cuadrado
tiene signo positivo). Sin embargo, para las mujeres de las otras dos cohortes, 1966-
1970 y 1976-1980, la edad no tiene un efecto significativo sobre la probabilidad de ser
madre. En segundo lugar, las mujeres que presentan estudios superiores en el año 2006
tienen menor probabilidad de ser madres (retrasan más la maternidad) en las cuatro
cohortes, pero dicho efecto es más pronunciado en las cohortes más recientes. La
probabilidad de ser madre para una mujer con estudios superiores disminuye un 34.4%
respecto a una mujer sin estudios o con estudios primarios en la cohorte más antigua
(1961-1965) mientras dicha probabilidad disminuye un 66.6% si pertenece a la cohorte
más reciente (1976-1980). Por tanto, para las mujeres de cohortes más jóvenes, el nivel
educativo más alto alcanzado tiene un mayor impacto sobre la maternidad. Éste último
resultado no corrobora la hipótesis F3B.
En tercer lugar, se observa, por un lado, que el trabajo fuera del hogar retrasa
más la maternidad en las cohortes más jóvenes. La probabilidad de ser madre disminuye
un 25.9% en el caso de las mujeres de las cohortes más antiguas de la muestra, mientras
que dicha reducción de la probabilidad se duplica para las mujeres más jóvenes. Se
esperaba una menor disminución de la maternidad en presencia de un empleo en las
mujeres de cohortes más jóvenes. Sin embargo, no se advierte que las medidas de
fomento de la conciliación estén teniendo mucho impacto. La mayor necesidad de
estabilidad laboral para acceder a la maternidad, que requiere una cada vez más
prolongada presencia en el mercado de trabajo, puede explicar este resultado. Por otro
lado, la tasa autonómica de paro sólo resulta significativa para explicar la probabilidad
de ser madre en las mujeres de la cohorte 1971-1975. Conforme aumenta dicha tasa
aumenta la probabilidad de ser madre en las mujeres de esa cohorte, lo que puede
reflejar que cuando existen menores oportunidades de empleo las mujeres adelantan la
maternidad dado que tienen mayor tiempo para dedicarse a la crianza y educación de
sus hijos.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
201
Finalmente, se advierte, por un lado, que para las mujeres de la cohorte más
antigua (1961-1965), la convivencia sin matrimonio reduce la maternidad más que en
las mujeres de las otras tres cohortes de nacimiento. Por otro lado, la probabilidad de ser
madre aumenta conforme aumenta el número de hermanos que tiene la entrevistada,
pero tan sólo en el caso de las mujeres de las cohortes extremas (1961-1965 y 1976-
1980). Adicionalmente, el haber tenido algún aborto no resulta significativo sobre la
probabilidad de tener el primer hijo para el caso de las mujeres más jóvenes, mientras
que para dichas mujeres tener su primera relación íntima entre los 18 y 21 años
disminuye un 43.1% la probabilidad de ser madre en comparación con las mujeres que
tienen su primera relación íntima con menos de 18 años. Sin embargo, la edad de la
primera relación íntima no resulta significativa para las otras tres cohortes de
nacimiento.
Por último, se aprecia que la heterogeneidad inobservada resulta relevante en la
especificación de las dos cohortes más mayores (1961-1965 y 1966-1970), mientras que
no resulta relevante en las cohortes más jóvenes (1971-1975 y 1976-1980) lo que indica
que las variables incluidas consiguen captar gran parte de la heterogeneidad en el caso
de las dos cohortes más mayores.
Tabla 4.3. Modelos de primera maternidad para todas las mujeres por cohorte de nacimiento. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio.
Cohorte 1961-1965
Cohorte 1966-1970
Cohorte 1971-1975
Cohorte 1976-1980
Edad Edad 1.159** (0.078)
1.078 (0.098)
0.780*** (0.003)
1.134 (0.394)
Edad al cuadrado Edad2 0.998**
(0.001) 1.000
(0.002) 1.007*** (0.000)
1.000 (0.008)
Nivel de estudios (ref. Sin estudios - primarios)
Ed. secundaria obligatoria
0.896 (0.145)
0.712* (0.129)
0.849 (0.133)
1.210 (0.470)
Bachillerato-FP 0.854 (0.151)
0.721* (0.141)
0.662*** (0.095)
0.641 (0.277)
Estudios superiores
0.656** (0.118)
0.508*** (0.100)
0.444*** (0.059)
0.334** (0.144)
Trabaja (ref. No trabaja)
Sí trabaja 0.741*** (0.076)
0.589*** (0.062)
0.587*** (0.079)
0.470*** (0.096)
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
202
Tabla 4.3. Modelos de primera maternidad para todas las mujeres por cohorte de nacimiento. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Cohorte 1961-1965
Cohorte 1966-1970
Cohorte 1971-1975
Cohorte 1976-1980
Tipo de convivencia (ref. Matrimonio)
Convivencia sin matrimonio
0.486*** (0.091)
0.576*** (0.093)
0.599*** (0.108)
0.572** (0.158)
Sin pareja 0.021*** (0.004)
0.019*** (0.004)
0.020*** (0.006)
0.024*** (0.007)
No contesta 0.331*** (0.059)
0.313*** (0.054)
0.450*** (0.081)
0.237*** (0.066)
Padres separados (ref. No padres separados)
Sí padres separados
0.896 (0.197)
0.891 (0.215)
1.013 (0.208)
1.369 (0.358)
Número de hermanos Hijos de la madre 1.048**
(0.024) 1.028
(0.027) 1.062
(0.045) 1.141*** (0.054)
Zona de residencia (ref. Zona Norte)
Zona Levante 1.036 (0.136)
1.087 (0.155)
1.554 (0.753)
1.133 (0.294)
Zona Centro 1.261 (0.183)
1.060 (0.163)
1.579 (0.620)
0.976 (0.280)
Zona Sur 1.122 (0.146)
1.157 (0.168)
1.299 (0.526)
0.834 (0.237)
Condiciones del mercado de trabajo
Tasa de paro 1.004 (0.005)
0.997 (0.007)
1.013*** (0.005)
1.008 (0.013)
Edad a la que tuvo la primera relación íntima (ref. Menos de 18 años)
Entre 18 y 21 años 0.918 (0.125)
1.119 (0.157)
0.922 (0.110)
0.569*** (0.123)
Más de 21 años 0.789 (0.130)
0.760 (0.138)
0.787 (0.181)
0.579 (0.229)
No contesta 1.057 (0.217)
0.618** (0.135)
0.659 (0.233)
0.200*** (0.115)
Ha tenido algún aborto (ref. No ha tenido abortos)
Sí ha tenido algún aborto
0.611*** (0.106)
0.612*** (0.098)
0.618*** (0.107)
0.649 (0.230)
No contesta 0.865 (0.249)
0.309*** (0.108)
0.708 (0.250)
0.107** (0.109)
Si ganara la lotería (ref. Sí trabajaría)
No trabajaría 0.883 (0.089)
0.951 (0.097)
0.992 (0.111)
1.003 (0.184)
No contesta 1.063 (0.260)
1.163 (0.310)
1.059 (0.461)
1.573 (0.806)
Constante 0.048*** (0.044)
0.086* (0.112)
1.105 (0.136)
0.019 (0.079)
Heterogeneidad no observada Gamma var, exp (ln_varg)
0.136*** (0.067)
0.188*** (0.074)
0.000 (0.000)
0.118 (0.195)
Número de observaciones 8.574 9.168 8.669 5.885 Número de individuos 655 659 624 535 Logaritmo de la verosimilitud -1.508 -1.494 -1.085 -455.2 Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
203
A modo de resumen, cabe destacar que en esta primera estimación para el total
de la muestra, por un lado, el nivel educativo más alto alcanzado por la mujer, la
participación laboral, no tener una pareja y vivir en una Comunidad Autónoma del
Norte del país tiene un efecto negativo sobre la probabilidad de tener el primer hijo. Por
otro lado, la edad, el número de hermanos que tiene la mujer, tener la primera relación
íntima a una edad más temprana y no haber tenido nunca un aborto tiene un efecto
positivo sobre la probabilidad de ser madre. Cuando se separa la muestra en cuatro
cohortes de nacimiento cabe destacar el mayor impacto del nivel educativo sobre la
probabilidad de ser madre en el caso de las mujeres de cohortes más jóvenes de la
muestra. Además, a pesar de los avances en materia de conciliación, la presencia de un
trabajo remunerado dificulta o retrasa el acceso a la maternidad en el caso de las
mujeres pertenecientes a las cohortes de nacimiento más recientes. Finalmente, es
interesante el efecto dispar de la edad en la maternidad entre cohortes de nacimiento.
Tal resultado requiere de mayor atención en el futuro, pero apunta a que el perfil de
maternidad en las mujeres de la cohorte más mayor (1961-1965) es el de una u invertida
mientras que el de las mujeres de la cohorte 1971-1975 tiene forma de u.
4.5. MATERNIDAD EN LAS MUJERES CASADAS O CONVIVIENTES
Aunque en las últimas décadas en España se ha registrado un notable incremento
en el número de madres solteras (situándose en una posición similar a otros países
europeos como Alemania, Irlanda y Portugal, pero muy por debajo de Escandinavia o
Francia), la maternidad sigue asociada, en gran medida, al matrimonio y, en menor
medida, a la convivencia en pareja sin matrimonio. Por ello, a continuación estimamos
un modelo condicional de la probabilidad de tener el primer hijo para una submuestra de
mujeres que viven en pareja (ya sean con un lazo de matrimonio o en una situación de
mera convivencia) y a las que por simplicidad llamaremos “casadas”. La muestra total
asciende a 1.904 mujeres33. Para la construcción de esta submuestra se utilizan
observaciones de mujeres desde el año de inicio de su primer matrimonio o primera
convivencia hasta el momento del nacimiento de su primer hijo o transcurridos diez
años del inicio del matrimonio o convivencia en pareja, momento en que se fija la
33 Se han eliminado de la muestra aquellas mujeres que presentaban más de un episodio de convivencia en pareja, las cuales representaban algo menos de un 3.5% de la muestra inicial. Estas mujeres, que presentan más de un episodio de convivencia en pareja, requieren un tratamiento econométrico específico.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
204
censura por la derecha. En el capítulo de análisis descriptivo observamos que el tiempo
medio que transcurre entre el inicio del matrimonio o convivencia en pareja y la primera
maternidad no llega a dos años (tablas 2.4 y 2.5) y más del 75% de las mujeres casadas
ya tienen su primer hijo cuando han transcurrido tres años desde el inicio de la
convivencia en pareja. Por ello, con el objetivo de establecer ventanas de observación lo
más parecidas posible para todas las mujeres de la muestra, se ha procedido a analizar
los primeros diez años de matrimonio o convivencia en pareja.
En este modelo se incluirá además de las variables consideradas en el modelo
anterior para el total de la muestra (edad, cohorte de nacimiento, nivel de estudios,
situación laboral, número de hermanos, zona de residencia, tasa autonómica de paro y
una variable que recoge si la entrevistada seguiría trabajando en el caso de ganar un
premio de lotería), la edad a la que la mujer inició su primera convivencia en pareja.
También se incorporarán variables referidas a las características del cónyuge como el
nivel educativo más alto alcanzado y la edad. Y por último, tendremos en cuenta la
diferencia de nivel educativo y de edad entre los cónyuges. Como algunas variables
relativas a los cónyuges son complementarias entre sí, se van a utilizar unas
especificaciones complementarias, que sirven de contraste de robustez del resto de
variables explicativas relativas a la mujer y su entorno. Los resultados de la estimación
de los modelos se muestran en la tabla 4.4.
En línea con los resultados obtenidos para el conjunto de todas las mujeres, la
cohorte de nacimiento, tener educación superior, la participación laboral y convivir sin
estar legalmente casada tiene un efecto negativo sobre la probabilidad de tener el primer
hijo para las mujeres casadas de la muestra. Por otro lado, las mujeres que viven en
comunidades autónomas del Centro y Sur del país adelantan la primera maternidad
respecto a las mujeres que viven en regiones del Norte de España, mientras que la
variable número de hermanos de la mujer deja de ser significativa.
La pérdida de significatividad de algunas variables analizadas anteriormente
puede ser debida a que, para las mujeres casadas, la probabilidad de tener el primer hijo
está posiblemente muy relacionada con características personales del cónyuge como el
nivel educativo y la edad y no tanto con variables del entorno. También ocurre que el
nivel educativo está vinculado con la edad de emparejamiento, puesto que las personas
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
205
que pasan más años estudiando tienden a emparejarse (al menos a iniciar la convivencia
o casarse) más tarde. Aun así se sostiene en buena medida la significatividad de la
variable que recoge el nivel educativo de las entrevistadas.
Adicionalmente, se ha incluido en los modelos una variable referida a la edad a
la que la mujer inició su primera convivencia en pareja. Las categorías consideradas
para esta variable han sido: menos de 20 años (categoría de referencia), entre 20 y 24
años, entre 25 y 29 años, más de 29 años y “no contesta”. Los resultados indican, como
era de esperar, que la edad a la que comienza la primera convivencia o el matrimonio
tiene un efecto negativo sobre la probabilidad de ser madre: cuanto más se retrasa el
inicio de la convivencia, más se retrasa también el primer nacimiento.
Entre las características del cónyuge, la primera variable incluida en el modelo
ha sido su nivel educativo. Esta variable puede actuar como una proxy de la ocupación
del cónyuge y sus ingresos. Es de esperar que los cónyuges con alto nivel de estudios
obtengan mayores ingresos en el mercado de trabajo. Si suponemos que el tiempo que
se dedica al cuidado de los hijos procede mayoritariamente de las madres, los hijos no
afectarán al coste de oportunidad de los padres y, por tanto, el mayor nivel educativo
éstos tendrá un efecto positivo sobre la maternidad a través de un efecto renta. Los
niveles de estudio del cónyuge considerados son los mismos que para las entrevistadas:
sin estudios o con estudios primarios (categoría de referencia), educación secundaria
obligatoria, bachillerato o formación profesional, estudios superiores y “no contesta”.
Los resultados de la estimación muestran que las mujeres emparejadas con graduados
en educación secundaria retrasan la maternidad más que aquellas cuyas parejas no
alcanzan ese nivel educativo. Sin embargo, el efecto de la educación superior en los
cónyuges no es significativo en la primera especificación. El hecho de que el cónyuge
tenga educación superior no tiene ningún efecto sobre la probabilidad de tener el primer
hijo para la mujer. Y, por tanto, los resultados apuntan a un efecto renta del nivel
educativo del cónyuge aunque no de forma consistente, por cuanto no se confirma la
hipótesis F4B planteada en el capítulo 1.
Sin embargo, también hay que tener en cuenta que en las últimas décadas se ha
producido una creciente homogamia educativa entre los cónyuges, el nivel educativo de
los cónyuges suele estar correlacionado. Para contemplar esta tendencia se ha procedido
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
206
a formular un modelo donde se ha eliminado del conjunto de variables explicativas el
nivel educativo de la entrevistada. En este modelo se observa que si el cónyuge tiene
educación superior, la probabilidad de que la entrevistada tenga su primer hijo
disminuye un 26% en comparación con las mujeres cuyo cónyuge no tiene estudios o
tiene estudios primarios. Por tanto, si el nivel educativo de los cónyuges manifiesta una
influencia significativa sólo cuando en el modelo no se está controlando por el nivel
educativo de la entrevistada, estos resultados pueden indicar homogamia educativa en
las parejas españolas.
La segunda variable incluida en los modelos es la edad del cónyuge, para la que
se construyeron cinco categorías: menos de 26 años (categoría de referencia), de 26 a 30
años, de 31 a 35 años, más de 35 años y “no contesta”. Los resultados indican que la
edad del cónyuge tiene un efecto positivo sobre la probabilidad del nacimiento del
primer hijo, confirmándose la hipótesis F4C. Cuando el cónyuge se encuentra en la
franja de edad de entre 31 y 35 años, la probabilidad de que la entrevistada se convierta
en madre por primera vez alcanza sus valores máximos, disminuyendo dicha
probabilidad ligeramente a partir de los 36 años34.
En las dos especificaciones siguientes, para completar el efecto del nivel
educativo y la edad del cónyuge sobre la probabilidad de ser madre por primera vez, se
han incorporado unas variables que recogen la diferencia de nivel educativo y de edad
entre los miembros de la pareja.
Como hemos comentado anteriormente, en las últimas décadas se ha producido
un proceso de progresiva homogamia educativa en las parejas españolas. Por tanto, los
niveles educativos de los cónyuges pueden tener un efecto ambiguo sobre la
probabilidad de tener el primer hijo. Para capturar el impacto de este fenómeno, se ha
incluido en el modelo una variable sobre la diferencia de niveles educativos entre los
miembros de la pareja. Esta variable tiene cuatro categorías: mismo nivel educativo
entre los cónyuges (categoría de referencia), la mujer tiene menos nivel de estudios que
el cónyuge, la mujer tiene mayor nivel educativo que el cónyuge y “sin información”. 34 Para analizar el efecto individual de la edad del cónyuge sobre la probabilidad de tener el primer hijo, se ha realizado un modelo donde se ha eliminado como variable explicativa la edad de la mujer. Los resultados confirman que la edad del cónyuge tiene un efecto positivo sobre la probabilidad del nacimiento del primer hijo.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
207
Las estimaciones muestran que si la mujer tiene un nivel educativo superior al marido o
pareja aumenta la probabilidad de tener el primer hijo. Sin embargo, cuando se elimina
del modelo el nivel educativo de la entrevistada se observa que las diferencias entre los
niveles educativos de los cónyuges no tiene un efecto sobre la probabilidad de ser
madre. Este resultado es interesante porque complementa el ya obtenido con los niveles
educativos de ambos cónyuges por separado y resalta la importancia del nivel educativo
de la mujer sobre la probabilidad de ser madre por primera vez.
Adicionalmente, se ha construido una variable que recoge la diferencia de edad
entre los miembros de la pareja. Esta nueva variable tiene cinco categorías: la mujer es
mayor que el cónyuge (categoría de referencia), el cónyuge es de la misma edad o hasta
tres años mayor, el cónyuge tiene entre cuatro y siete años más de edad, el cónyuge es
más de siete años mayor que la mujer y “sin información”. Los resultados de la
estimación muestran que la diferencia de edad entre los cónyuges no influye de forma
significativa en la probabilidad de tener el primer hijo.
Finalmente, la heterogeneidad no observada resulta relevante para cuatro las
especificaciones realizadas y, por tanto, existen factores no recogidos explícitamente en
el modelo que inciden en la decisión de tener el primer hijo en el caso de las mujeres
casadas.
Tabla 4.4. Modelos de primera maternidad para mujeres casadas. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio.
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Edad Edad 1.183** 1.158* 1.182** 1.125* (0.097) (0.093) (0.087) (0.078)
Edad al cuadrado Edad2 0.999 0.999 0.999 0.999
(0.001) (0.001) (0.001) (0.001)
Cohorte de nacimiento (ref. Cohorte 1961-1965)
Cohorte 1966-1970 0.775*** 0.778*** 0.792*** 0.803*** (0.062) (0.061) (0.061) (0.059)
Cohorte 1971-1975 0.826** 0.827** 0.846* 0.855* (0.076) (0.074) (0.075) (0.072)
Cohorte 1976-1980 0.804* 0.784* 0.813* 0.799* (0.103) (0.099) (0.101) (0.095)
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
208
Tabla 4.4. Modelos de primera maternidad para mujeres casadas. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Nivel de estudios (ref. Sin estudios - primarios)
Ed. secundaria obligatoria
0.917 - 0.877 - (0.126) - (0.104) -
Bachillerato-FP 0.876 - 0.767** -
(0.128) - (0.101) -
Estudios superiores 0.673*** - 0.584*** - (0.102) - (0.082) -
Trabaja (ref. No trabaja)
Sí trabaja 0.615*** 0.615*** 0.627*** 0.634*** (0.045) (0.045) (0.045) (0.045)
Tipo de convivencia (ref. Matrimonio)
Convivencia sin matrimonio
0.487*** 0.480*** 0.496*** 0.490*** (0.051) (0.050) (0.051) (0.049)
No contesta 0.355*** 0.354*** 0.366*** 0.376*** (0.041) (0.041) (0.042) (0.042)
Padres separados (ref. No padres separados)
Sí padres separados 0.911 0.928 0.901 0.874
(0.124) (0.124) (0.119) (0.110)
Número de hermanos Hijos de la madre
1.008 1.017 1.011 1.023 (0.017) (0.017) (0.017) (0.016)
Zona de residencia (ref. Zona Norte)
Zona Levante 1.147 1.168* 1.134 1.156*
(0.101) (0.101) (0.097) (0.093)
Zona Centro 1.312*** 1.317*** 1.250** 1.257*** (0.126) (0.124) (0.116) (0.110)
Zona Sur 1.238** 1.266*** 1.203** 1.241*** (0.112) (0.112) (0.105) (0.102)
Condiciones del mercado de trabajo
Tasa de paro 1.002 1.002 1.001 1.002
(0.003) (0.003) (0.003) (0.003)
Si ganara la lotería (ref. Sí trabajaría)
No trabajaría 0.964 0.988 0.968 1.006
(0.063) (0.063) (0.062) (0.060)
No contesta 1.229 1.234 1.185 1.166
(0.222) (0.218) (0.207) (0.192)
Edad a la que comenzó la primera convivencia en pareja (ref. Menos de 20 años)
Entre 20 y 24 años 0.554*** 0.577*** 0.557*** 0.615*** (0.091) (0.093) (0.090) (0.094)
Entre 25 y 29 años 0.288*** 0.309*** 0.312*** 0.375*** (0.071) (0.076) (0.077) (0.090)
Más de 29 años 0.171*** 0.196*** 0.201*** 0.263*** (0.059) (0.067) (0.069) (0.087)
No contesta 0.822 0.845 0.884 0.986
(0.436) (0.439) (0.457) (0.483) Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
209
Tabla 4.4. Modelos de primera maternidad para mujeres casadas. Modelo de duración en tiempo discreto con control por la heterogeneidad inobservada (pgmhaz8). Hazard ratio (continuación).
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Nivel de estudio del cónyuge (ref. Sin estudios - primarios)
Ed. secundaria obligatoria
0.961 0.923 - - (0.121) (0.101) - -
Bachillerato-FP 0.746** 0.691*** - - (0.103) (0.085) - -
Estudios superiores 0.869 0.738** - -
(0.120) (0.089) - -
No contesta 0.733* 0.697** - - (0.136) (0.121) - -
Edad del cónyuge (ref. Menos de 26 años)
De 26 a 30 años 0.969 0.972 - -
(0.091) (0.090) - -
De 31 a 35 años 1.423*** 1.409*** - - (0.160) (0.157) - -
Más de 35 años 1.364** 1.348** - - (0.205) (0.200) - -
No contesta 0.783 0.768 - -
(0.151) (0.145) - -
Diferencia nivel educativo con el cónyuge (ref. Mismo nivel educativo)
Mujer menos nivel educativo
- - 0.957 1.074 - - (0.084) (0.086)
Mujer más nivel educativo
- - 1.168** 1.050 - - (0.092) (0.073)
Sin información - - 0.875 0.890 - - (0.131) (0.126)
Diferencia de edad con el cónyuge (ref. Mujer mayor que el cónyuge)
Cónyuge mayor 0-3 años
- - 1.162 1.122 - - (0.116) (0.106)
Cónyuge mayor 4-7 años
- - 1.073 1.048 - - (0.118) (0.109)
Cónyuge mayor más 7 años
- - 1.074 1.058 - - (0.157) (0.145)
Sin información - - 0.764 0.749 - - (0.148) (0.139)
Constante 0.030*** 0.037*** 0.024*** 0.040*** (0.033) (0.040) (0.025) (0.039)
Heterogeneidad no observada Gamma var, exp (ln_varg)
0.250*** 0.207*** 0.186*** 0.087*** (0.081) (0.080) (0.080) (0.075)
Número de observaciones 7.781 7.781 7.781 7.781 Número de individuos 1.904 1.904 1.904 1.904 Logaritmo de la verosimilitud -3.460 -3.467 -3.473 -3.486 Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Para concluir esta sección, podemos destacar que la cohorte de nacimiento, el
nivel educativo más alto alcanzado por la mujer y por el cónyuge, la participación
laboral, convivir en pareja sin estar legalmente casada, vivir en una Comunidad
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
210
Autónoma del Norte del país y la edad a la que inicia la mujer su primera convivencia
en pareja retrasan la primera maternidad en las mujeres casadas. Por otro lado, la edad
del cónyuge tiene un efecto positivo sobre la probabilidad de tener el primer hijo.
Finalmente, las variables que recogen si los padres se separaron en algún momento, el
número de hermanos de la entrevistada, la tasa autonómica de paro, la variable que
representa una proxy de la preferencia por el trabajo y la diferencia de nivel educativo
entre los miembros de la pareja, en algunas especificaciones, y edad con el cónyuge no
son significativas en esta muestra restringida a mujeres casadas o que conviven en
pareja.
4.6. CONCLUSIONES
En este capítulo se ha tratado de analizar detalladamente qué características
personales, familiares, laborales y del entorno determinan la probabilidad de ser madre
por primera vez. Para ello, se ha explotado la Encuesta de Fecundidad, Familia y
Valores 2006, realizada por el CIS en el año 2006 y se han estimado funciones de
supervivencia así como distintos modelos de probabilidad en tiempo discreto tanto para
la muestra total de mujeres como para una submuestra de mujeres casadas.
Las funciones de supervivencia mostraban que las mujeres de cohortes más
recientes y aquellas que tienen un mayor nivel educativo retrasan en mayor medida la
maternidad que sus homólogas de cohortes más antiguas y menor nivel educativo.
En cuanto a los modelos paramétricos, se estimaron con el objeto de contrastar,
entre otras, la hipótesis de que las mujeres con mayor nivel educativo retrasan más su
primera maternidad, por el mayor coste de oportunidad de no participar en el mercado
de trabajo. Este efecto negativo del nivel educativo sobre la probabilidad de ser madre
ha sido confirmado tanto para la muestra total de mujeres como para la submuestra de
mujeres casadas. En línea con los resultados anteriores, las mujeres de cohortes más
recientes de la muestra, que cuentan con un mayor nivel educativo, retrasan más la
primera maternidad en todos los modelos estimados. Esto demuestra que,
independientemente de la situación laboral o familiar de las mujeres, el nivel educativo
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
211
es una de las variables clave para explicar las decisiones de maternidad, lo que se
corroboraba en el modelo realizado por cohortes de nacimiento.
En cuanto a la edad, tiene un efecto positivo sobre la probabilidad de tener el
primer hijo tanto para la muestra de las mujeres en conjunto como para la submuestra de
mujeres casadas o que conviven en pareja, aunque el incremento en dicha probabilidad
resulta decreciente con cada año adicional de edad de la mujer. Estos resultados son los
esperados y corroboran los obtenidos por Del Boca et al. (2005).
Entre las variables familiares analizadas, destaca el hecho de que el número de
hermanos está positivamente correlacionado con las decisiones de maternidad, lo que
corrobora que las mujeres tratan de seguir en la formación de sus familias patrones que
recuerdan a su familia de origen. También se confirma que en España sigue vigente una
importante asociación entre el matrimonio y la reproducción, siendo mucho mayor la
probabilidad de ser madre para las mujeres casadas que para las mujeres que conviven
en pareja, como se confirma por los resultados relativos a la variable tipo de
convivencia, lo que corrobora los resultados obtenidos por Sheran (2007).
Y concretamente, la edad del cónyuge tiene un efecto positivo sobre la
probabilidad de ser madre. Sin embargo, el nivel educativo del cónyuge tiene un efecto
negativo sobre la probabilidad de ser madre, lo que puede no ser sino un indicador de
una importante homogamia educativa en las parejas.
En cuanto a las variables laborales, las estimaciones de los modelos indican, en
la misma línea que los resultados obtenidos por Gutiérrez-Domènech (2008) y Alba et
al. (2009), que las mujeres que trabajan retrasan la edad a la que tienen su primer hijo,
lo que confirma las dificultades para conciliar la vida familiar y profesional en el
mercado laboral español.
Las variables del entorno muestran que la tasa autonómica de paro sólo resulta
significativa para la cohorte más joven (1971-1975), aumentando la probabilidad de
tener el primer hijo, mientras que residir en provincias del Norte de España tiene un
efecto negativo sobre la probabilidad de ser madre, lo que muestra que las diferencias
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
212
regionales en cuanto a las oportunidades de empleo tienen importantes efectos sobre las
decisiones de maternidad.
Respecto a las variables demográficas se ha observado que aquellas mujeres que
tienen su primera relación íntima a una edad más temprana y las mujeres que no han
tenido un aborto previo a la primera maternidad tienen una mayor probabilidad de ser
madres antes.
Finalmente, cabe destacar que es importante tener en cuenta la heterogeneidad
no observable cuando se analizan las decisiones de la primera maternidad, ya que
existen algunas características no observables (y que, por tanto, no se consideran entre
las variables explicativas) que sin duda pueden influir en la decisión de tener el primer
hijo. Si se ignora esta heterogeneidad inobservada los coeficientes estimados podrían
adolecer de un problema de sesgo.
En resumen, en este capítulo hemos podido confirmar las siguientes hipótesis
planteadas en el capítulo 1:
• Hipótesis F1: Las mujeres más cualificadas tiene una menor probabilidad de
ser madres, o bien retrasan más la maternidad que las mujeres de menor
cualificación.
• Hipótesis F2: La edad tiene un efecto positivo pero decreciente en las
decisiones de maternidad.
• Hipótesis F3A: Las mujeres de cohortes más jóvenes retrasan en mayor
medida las decisiones de fecundidad que las de cohortes más antiguas.
• Hipótesis F4A: Las mujeres que están casadas con sus parejas tienen más
probabilidad de ser madres que aquellas que conviven sin casarse.
• Hipótesis F4C: La edad del cónyuge tiene un efecto positivo sobre la decisión
de tener hijos.
Capítulo 4. Determinantes de las decisiones de fecundidad: La decisión de tener el primer hijo
213
• Hipótesis F5: Las mujeres tienen una menor probabilidad de ser madres
cuando estén participando en el mercado de trabajo.
Sin embargo, en este capítulo no se han verificado las hipótesis F3B y F6A y no
se han podido confirmar las hipótesis F4B y F6B:
• Hipótesis F3B: En las mujeres de cohortes más jóvenes las decisiones de
fecundidad estarán menos condicionadas por el nivel educativo de las mujeres
que en las de cohortes más antiguas.
• Hipótesis F6A: Las mujeres que residen en municipios con estructuras
productivas orientadas al empleo femenino tienen menor probabilidad de tener
un hijo.
• Hipótesis F4B: El nivel educativo del cónyuge tendrá un efecto positivo sobre
la decisión de tener hijos.
• Hipótesis F6B: En momentos del ciclo donde hay mayor disponibilidad de
empleo disminuirá la probabilidad de que las mujeres tengan un hijo.
CAPÍTULO 5
ANÁLISIS SIMULTÁNEO DE LAS DECISIONES DE MATERNIDAD Y
PARTICIPACIÓN LABORAL FEMENINA
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
217
5.1. INTRODUCCIÓN
Durante las tres últimas décadas se ha producido un aumento del nivel educativo
de las mujeres españolas y de su participación en el mercado de trabajo. Se han
producido cambios en los valores y preferencias y un mejor acceso al empleo,
particularmente en el sector servicios (y muy especialmente en el sector público), lo que
ha mejorado las perspectivas de empleo para las mujeres. Conforme ha aumentado su
nivel educativo y su participación laboral, la tasa de natalidad ha ido disminuyendo
progresivamente hasta alcanzar la cifra de poco más de un hijo por mujer en España en
el año 2006, mientras que en el año 1977 dicha tasa era superior a 2.5 hijos por mujer
(gráfico 5.1).
Gráfico 5.1. Tasa de actividad, de fecundidad y de matriculación en estudios superiores, España
(1977-2006).
0,0
0,5
1,0
1,5
2,0
2,5
3,0
0
20
40
60
80
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Tasa de fecundidad (nacimientos por mujer)
Tasa matriculación estudios superiores, femenina (% bruto)
Tasa de actividad, femenina (%)
Fuente: Banco Mundial e Instituto Nacional de Estadística (INE).
En la mayoría de los países occidentales, la mayor participación laboral
femenina se ha visto acompañada por una reducción en el número de hijos debido a la
demora de la primera maternidad. El caso de los países del Sur de Europa es paradójico
ya que la reducción en la tasa de natalidad no ha sido acompañada por un aumento
relevante en las tasas de empleo femenino, como ha sucedido en los países del Norte de
Europa (Bettio y Villa, 1998; Del Boca, 2002). En España, por ejemplo, el número de
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
218
hijos ha disminuido drásticamente, mientras que el aumento de la participación laboral
femenina ha sido bastante modesto. Esto se relaciona con los muchos factores que
impiden la conciliación de la vida familiar y laboral en los países del Mediterráneo
(Ferrera, 1996). Por otra parte, en el Sur de Europa, y especialmente en España, el
número medio de hijos ha disminuido entre las mujeres de todas las edades, lo que
significa una disminución global de la fecundidad (Vlasblom y Schippers, 2004).
Los resultados obtenidos en los capítulos 3 y 4 indicaban que un mayor nivel
educativo favorece la incorporación de la mujer en el mercado de trabajo y retrasan la
maternidad para las mujeres españolas. Hasta este momento, en los capítulos anteriores,
se han analizado las decisiones de participación laboral y de maternidad con una técnica
que nos permitía tener en cuenta el paso del tiempo, pero no la endogeneidad entre
ambas decisiones (algo que ya advertíamos en el capítulo 1 tanto en el plano teórico
como en el de la evidencia empírica). Hemos abordado ambas decisiones por separado:
en los modelos de determinación de la participación laboral, hemos tomado las
decisiones de fecundidad como exógenas, y en los modelos de maternidad, hemos
tomado las decisiones de participación también como exógenas. Esta estrategia nos ha
permitido observar que ambas realidades están relacionadas pero no permite dilucidar
cuál depende de cuál, posiblemente porque se influyen mutuamente o porque ambas
están determinadas por factores comunes inobservados. Para comprobar y tratar
adecuadamente esta mutua dependencia entre ambas decisiones se hace necesario cerrar
este trabajo de investigación con un ejercicio final que utilice una metodología
adecuada. Por tanto, el objetivo de este capítulo es analizar la influencia del nivel
educativo y de otras variables en las decisiones de participación laboral y fecundidad de
la mujer en España, pero analizando ambas decisiones simultáneamente. La estrategia
analítica se basará en la estimación de un probit bivariante (también llamado biprobit),
que permite la incorporación de determinantes comunes que afectan al mismo tiempo a
ambas decisiones. Perderemos la óptica estrictamente longitudinal, aunque se utilizarán
observaciones repetidas de las mujeres entrevistadas, pero a cambio ganaremos en el
tratamiento de la endogeneidad.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
219
5.2. MARCO TEÓRICO Y EVIDENCIA EMPÍRICA SOBRE LAS DECISIONES
DE MATERNIDAD Y PARTICIPACIÓN LABORAL
Los estudios que han tratado de analizar los factores determinantes de la mayor
participación de la mujer en el mercado laboral y de las decisiones concernientes a su
fecundidad se pueden clasificar en función de la metodología utilizada. En este sentido,
encontramos dos grandes grupos de trabajos: los que utilizan modelos de supervivencia
o duración y los que emplean modelos de decisión binaria bivariante (biprobit). Los
modelos presentados en este capítulo contribuyen a esta segunda línea de la literatura,
en la cual destacan trabajos como Colombino y Di Tommaso (1996), Di Tommaso
(1999), De la Rica y Ferrero (2003) y Ariza y Ugidos (2007), por ser los más parecidos
al enfoque adoptado en este capítulo.
Colombino y Di Tommaso (1996) estiman un modelo simultáneo de
participación laboral y fecundidad utilizando la Encuesta de Presupuestos Familiares
(Banco de Italia) para los años 1987, 1989 y 1991. Estos autores concluyen que el
salario esperado en el mercado de trabajo es la principal variable que explica la
tendencia al aumento de la participación de las mujeres en el mercado laboral italiano y
la reducción de la fecundidad en esos años. Di Tommaso (1999) estima un modelo
trivariado de participación laboral, fecundidad y salarios utilizando la misma base de
datos que Colombino y Di Tommaso (1996). Sus resultados muestran que el nivel
educativo tiene un efecto positivo en la participación laboral de las mujeres y un
impacto negativo sobre la fecundidad a través del efecto de los salarios.
Dentro de los trabajos realizados con una muestra de mujeres españolas destacan
De la Rica y Ferrero (2003) y Ariza y Ugidos (2007). Las primeras utilizan como fuente
de datos las cinco primeras olas del Panel de Hogares de la Unión Europea (1994-
1998) y concluyen que el efecto global de la fecundidad sobre la participación de las
mujeres en el mercado de trabajo es negativo y, en particular, cuanto mayor sea el nivel
educativo de las mujeres, más fuerte y más negativo es el efecto de la fecundidad sobre
la participación. Ariza y Ugidos (2007) utilizan también el Panel de Hogares de la
Unión Europea (1994-2001) y, en la misma línea que De la Rica y Ferrero (2003),
indican que ambas ecuaciones, participación y maternidad, están significativa y
negativamente relacionadas.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
220
Siguiendo, de nuevo, el enfoque de capital humano en La Nueva Economía de la
Familia en este capítulo se espera corroborar que la expansión educativa y otros
cambios sociales y políticos experimentados en la sociedad española en las últimas
décadas se han traducido en una mayor participación laboral de las mujeres, debido al
mayor coste de oportunidad de no participar, y en un retraso en la maternidad, por una
mayor preferencia de las mujeres cualificadas por la calidad que por la cantidad de
hijos.
Esto se traduce en una serie de hipótesis relevantes, muchas de las cuales han
sido objeto de atención en capítulos anteriores:
a. Las mujeres de cohortes más jóvenes, que pertenecen a cohortes más
educadas, tienen más propensión a participar en el mercado de trabajo y
retrasan más la maternidad que las de cohortes anteriores.
b. Las mujeres más educadas, independientemente de su cohorte de nacimiento,
tienen más probabilidad de participar en el mercado de trabajo pero serán
observadas un menor número de años en la maternidad (al retrasar más la
decisión de la primera maternidad que el resto de mujeres).
c. Las mujeres no casadas tienen una mayor propensión a participar en el
mercado de trabajo y menor probabilidad de ser madres (o al menos
retrasarán más la decisión de la maternidad y serán observadas menos años
en la maternidad).
d. La presencia de hijos en el hogar reduce la probabilidad de participar en el
mercado de trabajo, si bien el efecto puede depender de la edad que tengan
los hijos en el momento de tomar la decisión de participar.
La base de datos utilizada en este trabajo, la Encuesta de Fecundidad, Familia y
Valores 2006, va a permitir observar la evolución en las decisiones de fecundidad y
participación laboral de mujeres pertenecientes a distintas cohortes de nacimiento, para
así discernir cómo se refuerzan el efecto del nivel educativo (que actúa como proxy de
los logros laborales potenciales de la mujer) y el de la cohorte (que recoge los cambios
sociales y culturales además de la expansión educativa). En este capítulo se pondrá
especial énfasis en la evolución que ha experimentado el binomio maternidad-
participación, para las mujeres de la muestra que pertenecen a distintas cohortes de
nacimiento.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
221
Las hipótesis que deseamos contrastar respecto a esta evolución a lo largo del
tiempo se pueden resumir del siguiente modo:
a. La relación negativa entre maternidad y participación laboral es cada vez
más pronunciada. A pesar de una legislación laboral más favorable, las
mujeres más jóvenes tienden a postergar más la fecundidad cuando
participan en el mercado de trabajo, puesto que tienen un mayor nivel
educativo que “rentabilizar”.
b. La relación entre el nivel educativo y la fecundidad es cada vez más
negativa, lo cual está vinculado a la hipótesis anterior.
c. La relación entre el nivel educativo y la participación laboral es cada vez
menor (menos positiva) como resultado de la expansión educativa.
5.3. METODOLOGÍA Y RESULTADOS
Para analizar las decisiones de participación laboral y fecundidad de las mujeres
se ha reconstruido, año a año, la historia laboral y de maternidad de mujeres de tres
cohortes de nacimiento diferentes (1934-1943, 1944-1953 y 1954-1963), desde que
cumplieron los 16 años hasta los 42 años de edad. Para cada mujer tenemos, por tanto,
27 observaciones, una por cada año de su vida en este tramo de edad. En cada año se ha
recogido información acerca de si la mujer tuvo algún hijo, si vivía en pareja (y las
características de su cónyuge en tal caso) y si trabajaba. De este modo, las decisiones
laborales y de fecundidad se han podido conectar con las características
sociodemográficas de las mujeres que permanecen constantes en el tiempo, como la
cohorte de nacimiento y el nivel educativo y otras más cambiantes, como la edad, las
características del cónyuge, la presencia de hijos en el hogar (y la edad del hijo más
pequeño) y la participación laboral en cada momento.
Para este propósito de analizar las decisiones de participación laboral de las
mujeres, se ha estimado, en primer lugar, un modelo probit estándar sobre el pool de
observaciones anuales de las mujeres de la muestra, donde la variable dependiente es
una variable dicotómica que recoge la participación en el mercado laboral en cada uno
de los años en que son observadas. De la misma forma se estima un modelo probit
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
222
estándar de fecundidad, donde la variable dependiente toma valor 1 si la mujer tiene un
hijo ese mismo año y valor 0 en caso contrario.
En el modelo de participación laboral la fecundidad se considera como un factor
explicativo exógeno a la hora de estimar la probabilidad de participar en el mercado
laboral. Las variables que se incluyen en las decisiones de participación laboral son las
siguientes características personales de la mujer: cohorte de nacimiento, edad, nivel
educativo, una variable que indica si la mujer tiene pareja en ese momento, una variable
que informa si la mujer tiene hijos y la edad del hijo más pequeño en ese momento.
Además, se controla por otra variable geográfica como la zona de residencia35. También
se realiza una estimación de la ecuación de participación para una muestra de mujeres
casadas o que conviven en pareja, donde se incluye la duración de la convivencia hasta
el momento de la observación, y la edad y el nivel educativo del cónyuge o pareja. Los
resultados de las dos estimaciones se muestran en la tabla A.E.5.
En el modelo de fecundidad la participación laboral se incluye como variable
explicativa exógena. Otras variables explicativas son: cohorte de nacimiento, edad,
nivel educativo, la convivencia en pareja, número de hermanos de la entrevistada, edad
del hijo más pequeño y la zona de residencia. Se realiza la misma estimación para un
conjunto de mujeres que conviven en pareja (por simplificación las llamaremos
casadas)36. Los resultados de ambas estimaciones se muestran en la tabla A.E.5.
Los resultados obtenidos de la estimación de los distintos probits serían
correctos siempre y cuando tener un hijo fuese un factor explicativo exógeno de la
participación laboral de las mujeres (y, en la misma línea, el hecho de trabajar fuese una
variable exógena en las decisiones de fecundidad). Sin embargo, dichos resultados
estarían sesgados si hubiese determinantes comunes que afectaran al mismo tiempo a
ambas decisiones. Por ejemplo, el hecho de que una mujer decida invertir más en
educación puede incidir en una mayor participación en el mercado laboral y en tener un
menor número de hijos. 35 Aunque el criterio para identificar a las grandes regiones es estrictamente geográfico (Norte, Sur, Este y Centro) también responde a regiones con distinto grado de dinamismo económico y donde los sistemas productivos incentivan la participación laboral de las mujeres en distinta medida. 36 También se ha estimado una ecuación de fecundidad con una muestra de mujeres trabajadoras. Sin embargo, al incorporar al modelo variables sobre características de los empleos (situación de empleo, tipo de empleador, jornada laboral y tipo de ocupación) los resultados obtenidos no han sido significativos.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
223
Para tratar este problema de endogeneidad, en una etapa posterior se estima un
modelo probit bivariante o biprobit, el cual es una extensión de los modelos
multiecuacionales de regresión clásicos que permite, por medio de un sistema de
ecuaciones, que las perturbaciones entre ecuaciones se encuentren correlacionadas
(Greene, 2003). La especificación general de un modelo con dos ecuaciones es la
siguiente:
y1* = ß1x1 + ε1, y1 = 1 si y1
* > 0, ó 0 en caso contrario, (5.1)
y2* = ß2x2 + ε2, y2 = 1 si y2
* > 0, ó 0 en caso contrario, (5.2)
E [ε1] = E [ε2] = 0, (5.3)
Var [ε1] = Var [ε2] = 1, (5.4)
Cov [ε1, ε2] = ρ. (5.5)
El supuesto de que los términos de error están correlacionados, el biprobit
permite la incorporación de la simultaneidad en decisiones que tienen determinantes
comunes. En el estudio de las decisiones de participación laboral y fecundidad de las
mujeres, su cohorte de nacimiento o el nivel educativo más alto alcanzado, entre otros
factores, hacen que ambas decisiones no sean independientes.
En el modelo y1* e y2
* son dos variables aleatorias no observables que
representan la utilidad obtenida por una mujer con cada una de las decisiones que toma,
la utilidad de participar en el mercado de trabajo y la de tener al menos un hijo durante
el período de observación. El investigador no puede observar la utilidad de estas dos
decisiones, pero sí puede observar las decisiones cuando se toman. Por ejemplo, y1 es
una dummy que toma valor de 1 si la utilidad de trabajar (y1*) es lo suficientemente
elevada como para hacer que la entrevistada trabaje, mientras que y2 es una dummy que
toma el valor de 1 cuando la mujer tiene un hijo (lo que es indicativo de que y2* ha
superado un determinado umbral). Por su parte, x1 y x2 son matrices que contienen
todas las variables explicativas de y1 e y2 respectivamente. En este trabajo, x1 no será
igual a x2 ya que se considera que, aunque existe una relación intrínseca entre
participación y maternidad, los determinantes de ambas decisiones no son exactamente
los mismos, por lo que se estimará un modelo biprobit aparentemente no relacionado
(seemingly unrelated bivariate probit model). De este modo, x1 incluye la cohorte de
nacimiento, la edad, la edad al cuadrado, el nivel educativo más alto alcanzado, una
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
224
variable que indica si la mujer está casada o conviviendo en pareja y una variable que
informa de la presencia de hijos en el hogar y la edad del hijo menor en ese momento.
Además, se controla por la región de residencia. También se estima la ecuación de
participación en una muestra de las mujeres casadas o que conviven en pareja. En las
estimaciones para esa submuestras en particular se incluyen como variables explicativas
adicionales la duración acumulada en la convivencia y la edad y el nivel educativo del
cónyuge o pareja. Por último, x2 incluye la cohorte de nacimiento, la edad, la edad al
cuadrado, el nivel educativo, una variable que indica si la mujer está casada o
conviviendo en pareja, el número de hermanos de la entrevistada (número de hijos vivos
que tuvo su madre), el número de hijos de la entrevistada, la edad del hijo menor y el
área de residencia.
Los resultados de la estimación del biprobit de participación laboral y
fecundidad de todas las mujeres de la muestra pueden verse en la tabla 5.1. Con el fin de
facilitar la interpretación y la comparación entre las variables y las especificaciones, se
muestran los efectos marginales en lugar de los coeficientes. El análisis de los efectos
marginales ha sido generalmente omitido en los estudios donde se utilizan biprobits
porque se pueden analizar efectos marginales sobre diferentes probabilidades conjuntas
(Greene, 1996). En el presente capítulo se examinan los efectos marginales de las cuatro
probabilidades conjuntas: la columna de la P00 se refiere a la probabilidad conjunta de
no participar en el mercado de trabajo y no tener hijos, la columna de la P01 se refiere a
la probabilidad conjunta de no participar en el mercado laboral y tener hijos, la columna
P10 es la probabilidad conjunta de participar en el mercado de trabajo y no tener hijos, y
la columna P11 se refiere a la probabilidad conjunta de participar en el mercado laboral
y tener hijos37.
Finalmente, la existencia de correlación de los residuos se estudia a través de la
prueba sobre la hipótesis nula de que el coeficiente de correlación es nulo (ρ=0), de
forma que, de no rechazar dicha hipótesis, la estimación de las ecuaciones por separado,
realizada en primer lugar, sería correcta. En el presente trabajo, el test resulta ser
significativo y, por tanto, se puede afirmar que existe correlación entre las dos 37 Es interesante advertir que, aunque el vector de variables explicativas x1 difiere de x2, sin embargo el paquete estadístico utilizado arroja necesariamente efectos marginales para todas las variables de ambos vectores, mientras que los coeficientes obtenidos para cada decisión por separado responde estrictamente a la especificación que se detalló en páginas anteriores.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
225
regresiones, lo que implica que las decisiones de participación laboral y fecundidad se
determinan simultáneamente y que es correcta la estimación conjunta de ambas
ecuaciones. Además el signo negativo del athrho (la aproximación de ρ que ofrece el
paquete estadístico utilizado) confirma que las decisiones de participación laboral y
fecundidad están negativamente correlacionadas.
En la tabla 5.1 se observa que las mujeres de la muestra pertenecientes a
cohortes de nacimiento más antiguas tienen menor probabilidad de participar en el
mercado de trabajo y mayor probabilidad de tener hijos. Los resultados son consistentes
con los obtenidos por Ariza y Ugidos (2007). La probabilidad conjunta de participar en
el mercado de trabajo y no tener hijos, P10, decrece 7 y 16 puntos porcentuales
respectivamente, para las mujeres de la muestra de las cohortes 1944-1953 y 1934-1943.
Por lo tanto, las mujeres de las cohortes más jóvenes, después de controlar por un
número de características observables, tienen mayor probabilidad de participar y menor
probabilidad de tener hijos respecto a las mujeres más mayores de la muestra. A medida
que aumenta la edad de la mujer aumenta su probabilidad de participar en el mercado
laboral y de tener hijos. Sin embargo, el incremento en dicha probabilidad con cada año
adicional de edad en la mujer resulta decreciente tal y como demuestra el signo negativo
de la variable edad al cuadrado.
El nivel educativo más alto alcanzado por la mujer muestra el signo esperado en
ambas decisiones: un mayor nivel educativo contribuye a aumentar la probabilidad de
que una mujer tenga un trabajo remunerado y a disminuir la probabilidad de tener
descendencia en un año determinado, lo que corrobora los resultados obtenidos en otros
estudios como en el de De la Rica y Ferrero (2003) y Gutiérrez-Domènech (2008). La
probabilidad conjunta de participar en el mercado de trabajo y no tener hijos, P10,
incrementa 18 puntos porcentuales para las mujeres de la muestra con estudios
superiores respecto a las mujeres sin estudios. Las mujeres con mayor nivel educativo
tienen mayores posibilidades de acceder a puestos de trabajo mejores, con mayor
remuneración salarial y, por tanto, mayor es el coste de oportunidad que tendrá que
asumir si no participa en el mercado de trabajo y se dedica exclusivamente a la crianza
de los hijos.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
226
Con respecto al número de hijos y la edad del hijo más pequeño, las mujeres que
no tienen hijos (categoría de referencia) tienen mayor probabilidad de participar en el
mercado de trabajo y de tener un hijo en el año de observación que las mujeres que ya
los tienen. Estos resultados están en línea con los obtenidos por De la Rica y Ferrero
(2003). La probabilidad conjunta de no participar en el mercado de trabajo y no tener
hijos, P00, incrementa entre 11 y 12 puntos porcentuales para las mujeres que tienen al
menos un hijo en comparación con las mujeres que no tienen hijos.
Los efectos marginales correspondientes a la variable zona de residencia indican
que las mujeres que viven en comunidades autónomas del Sur del país registran una
menor probabilidad de participar en el mercado laboral que las mujeres que viven en el
Norte; mientras que ésta es mayor para las mujeres que viven en la zona Levante o
Centro, lo que puede tener que ver con las diferencias de oportunidades de empleo para
las mujeres de distintas regiones.
Otra variable que incide en las decisiones de fecundidad es el número de
hermanos que tiene o ha tenido la mujer. A medida que aumenta el número de
hermanos, aumenta su probabilidad de tener un hijo en el año de observación, lo que
puede reflejar que las mujeres tratan de reproducir similares pautas de fecundidad que
las que observan en su familia de origen.
Por último, analizamos los resultados obtenidos en la variable que indica si la
mujer convive en pareja, distinguiendo entre aquellas que están casadas y las que
conviven con su pareja sin estarlo. Las mujeres casadas tienen mayor probabilidad de
ser madres y menor probabilidad de participar en el mercado de trabajo que las que
viven en pareja sin estar legalmente casadas o ni siquiera conviven en pareja, lo que
muestra, por un lado, una importante asociación entre el matrimonio y la reproducción,
confirmado en Sheran (2007) y, por otro lado, una menor necesidad para el hogar de las
ganancias de la mujer cuando está casada, lo que se conoce como efecto renta.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
227
Tabla 5.1. Modelos de participación laboral y fecundidad (biprobit).
No participar / No hijos
No participar / Sí hijos
Sí participar / No hijos
Sí participar / Sí hijos
P00 P01 P10 P11
Cohorte de nacimiento (ref. Cohorte 1954-1963)
Cohorte 1944-1953 0.0568*** 0.0120*** -0.0694*** 0.000577
(0.00396) (0.00134) (0.00383) (0.000459)
Cohorte 1934-1943 0.136*** 0.0214*** -0.156*** -0.00127***
(0.00420) (0.00155) (0.00398) (0.000470)
Edad Edad -0.0580*** 0.0115*** 0.0398*** 0.00673***
(0.00204) (0.000724) (0.00196) (0.000325)
Edad al cuadrado Edad2 0.000823*** -0.000242*** -0.000461*** -0.000121***
(3.39e-05) (1.22e-05) (3.25e-05) (5.50e-06)
Nivel de estudios (ref. Sin estudios)
Estudios primarios -0.0236*** -0.00427*** 0.0281*** -0.000240
(0.00553) (0.00131) (0.00543) (0.000540)
Ed. secundaria obligatoria
-0.0581*** -0.00641*** 0.0639*** 0.000654
(0.00615) (0.00142) (0.00606) (0.000639)
Bachillerato-FP -0.0922*** -0.00597*** 0.0956*** 0.00250***
(0.00718) (0.00162) (0.00711) (0.000858)
Estudios superiores -0.175*** -0.00706*** 0.175*** 0.00688***
(0.00723) (0.00158) (0.00720) (0.00106)
Tipo de convivencia (ref. Matrimonio)
Convivencia sin matrimonio
-0.0577*** -0.00526*** 0.0620*** 0.000948
(0.00883) (0.00179) (0.00873) (0.000910)
Sin pareja -0.0316*** -0.0908*** 0.151*** -0.0287***
(0.00561) (0.00161) (0.00552) (0.000812)
No contesta -0.0215** -0.0173*** 0.0443*** -0.00546***
(0.00890) (0.00132) (0.00890) (0.000578)
Zona de residencia (ref. Zona Norte)
Zona Levante -0.131*** -0.00217* 0.126*** 0.00640***
(0.00441) (0.00115) (0.00435) (0.000613)
Zona Centro -0.0274*** 0.00925*** 0.0135*** 0.00466***
(0.00490) (0.00154) (0.00474) (0.000658)
Zona Sur 0.0414*** 0.0144*** -0.0578*** 0.00201***
(0.00456) (0.00153) (0.00437) (0.000534)
Número de hijos y edad del hijo más pequeño (ref. No hijos)
Un hijo Menor de 5 años
0.121*** -0.00566*** -0.109*** -0.00649***
(0.00564) (0.00125) (0.00559) (0.000361)
Un hijo Mayor de 4 años
0.108*** -0.0124*** -0.0880*** -0.00745***
(0.00642) (0.00134) (0.00635) (0.000417)
Dos o más hijos Menor de 5 años
0.175*** -0.0185*** -0.147*** -0.00956***
(0.00780) (0.00114) (0.00775) (0.000363)
Dos o más hijos Mayor de 4 años
0.209*** -0.0314*** -0.159*** -0.0193***
(0.00521) (0.00125) (0.00514) (0.000682)
No contesta 0.136*** -0.0206*** -0.106*** -0.00923***
(0.0104) (0.00173) (0.0101) (0.000446)
Número de hermanos Hijos de la madre
-0.00289*** 0.00289*** -0.00109*** 0.00109***
(0.000488) (0.000488) (0.000185) (0.000185)
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
228
Tabla 5.1. Modelos de participación laboral y fecundidad (biprobit) (continuación).
No participar / No hijos
No participar / Sí hijos
Sí participar / No hijos
Sí participar / Sí hijos
P00 P01 P10 P11
Athro -0.078*** (0.010)
Número de observaciones 86.805
χ2 14.873
-2 log verosimilitud -70.391 Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Los resultados de la estimación del biprobit de participación laboral y
fecundidad para una submuestra de mujeres casadas o que conviven en pareja se
muestran en la tabla 5.2. En primer lugar, cabe destacar que la duración de la
convivencia resulta significativa en las decisiones de fecundidad, siendo más probable
que las mujeres tengan hijos en los primeros años de convivencia que cuando ésta está
ya avanzada. La probabilidad conjunta de no participar en el mercado de trabajo y no
tener hijos en año de observación, P00, se incrementa 4 puntos porcentuales para las
mujeres que llevan casadas o conviviendo en pareja más de diez años. Las mujeres de la
muestra registran una mayor probabilidad de ser madre cuando sus cónyuges tienen
entre 31 y 35 años. Sin embargo, la edad del cónyuge no tiene incidencia significativa
en la probabilidad de trabajar de forma remunerada.
Finalmente, los efectos marginales de la variable relativa al nivel educativo del
marido o pareja son sólo significativos en la ecuación de participación. La probabilidad
de participar es mayor cuando los cónyuges tienen cualquier nivel educativo por encima
de la categoría de referencia (sin estudios) y es mayor en los niveles educativos bajos y
en la educación superior. Este resultado es una prueba de la notable (y creciente)
homogamia educativa en las parejas españolas y difiere de los resultados obtenidos por
Álvarez-Llorente (2002).
El valor del athrho (que indica la correlación entre los términos de error de las
ecuaciones) muestra que ambas decisiones, participación laboral y fecundidad, están
negativamente correlacionadas en la submuestra de mujeres casadas o emparejadas, al
igual que ocurre en la muestra total o conjunta.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
229
Tabla 5.2. Modelos de participación laboral y fecundidad para mujeres casadas (biprobit).
No participar / No hijos
No participar / Sí hijos
Sí participar / No hijos
Sí participar / Sí hijos
P00 P01 P10 P11
Cohorte de nacimiento (ref. Cohorte 1954-1963)
Cohorte 1944-1953 0.0589*** 0.0282*** -0.0861*** -0.000947
(0.00487) (0.00267) (0.00431) (0.000826)
Cohorte 1934-1943 0.131*** 0.0491*** -0.175*** -0.00577***
(0.00532) (0.00313) (0.00450) (0.000849)
Edad Edad -0.0251*** 0.0136*** 0.00571 0.00581***
(0.00404) (0.00177) (0.00376) (0.000667)
Edad al cuadrado Edad2 0.000392*** -0.000292*** 9.00e-06 -0.000109***
(6.38e-05) (2.92e-05) (5.88e-05) (1.10e-05)
Nivel de estudios (ref. Sin estudios)
Estudios primarios 0.00714 -0.00267 -0.00310 -0.00137
(0.00721) (0.00305) (0.00672) (0.00114)
Ed. secundaria obligatoria
-0.000885 -0.00746** 0.0100 -0.00167
(0.00827) (0.00342) (0.00774) (0.00130)
Bachillerato-FP -0.0766*** -0.0123*** 0.0840*** 0.00484***
(0.00968) (0.00364) (0.00930) (0.00178)
Estudios superiores -0.271*** -0.0285*** 0.277*** 0.0219***
(0.0103) (0.00308) (0.0104) (0.00276)
Zona de residencia (ref. Zona Norte)
Zona Levante -0.0973*** -0.00259 0.0895*** 0.0104***
(0.00535) (0.00234) (0.00506) (0.00106)
Zona Centro -0.0108* 0.0195*** -0.0143*** 0.00552***
(0.00602) (0.00305) (0.00543) (0.00113)
Zona Sur 0.0319*** 0.0294*** -0.0635*** 0.00215**
(0.00565) (0.00300) (0.00500) (0.000975)
Número de hijos y edad del hijo más pequeño (ref. No hijos)
Un hijo Menor de 5 años
0.120*** -0.0157*** -0.0905*** -0.0136***
(0.00598) (0.00233) (0.00570) (0.000690)
Un hijo Mayor de 4 años
0.0814*** -0.0136*** -0.0575*** -0.0102***
(0.00821) (0.00340) (0.00762) (0.00101)
Dos o más hijos Menor de 5 años
0.175*** -0.0382*** -0.119*** -0.0185***
(0.00813) (0.00246) (0.00783) (0.000666)
Dos o más hijos Mayor de 4 años
0.194*** -0.0507*** -0.109*** -0.0346***
(0.00746) (0.00322) (0.00694) (0.00154)
No contesta 0.162*** -0.0434*** -0.101*** -0.0180*** (0.0133) (0.00401) (0.0124) (0.000870)
Número de hermanos Hijos de la madre -0.00514*** 0.00514*** -0.00174*** 0.00174***
(0.000965) (0.000965) (0.000326) (0.000326)
Duración de la convivencia (ref. Menos de 5 años
Entre 5 y 10 años 0.0278*** -0.0232*** 0.00360 -0.00821***
(0.00717) (0.00259) (0.00686) (0.000981)
Más de 10 años 0.0427*** -0.0512*** 0.0250*** -0.0164***
(0.00924) (0.00384) (0.00861) (0.00146) Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
230
Tabla 5.2. Modelos de participación laboral y fecundidad para mujeres casadas (biprobit) (continuación).
No participar / No hijos
No participar / Sí hijos
Sí participar / No hijos
Sí participar / Sí hijos
P00 P01 P10 P11
Nivel de estudio del cónyuge (ref. Sin estudios)
Estudios primarios -0.0707*** -0.0118*** 0.0779*** 0.00455***
(0.00935) (0.00345) (0.00892) (0.00154)
Ed. secundaria obligatoria
-0.0722*** -0.00706* 0.0732*** 0.00612***
(0.0105) (0.00391) (0.0101) (0.00185)
Bachillerato-FP -0.0259** -0.00875** 0.0342*** 0.000491
(0.0111) (0.00424) (0.0105) (0.00177)
Estudios superiores -0.0634*** 0.00221 0.0533*** 0.00794***
(0.0110) (0.00453) (0.0104) (0.00208)
No contesta -0.108*** -0.0106** 0.109*** 0.00917***
(0.0120) (0.00439) (0.0115) (0.00220)
Edad del cónyuge (ref. Menos de 26 años)
De 26 a 30 años 0.00285 0.0179*** -0.0242*** 0.00346**
(0.00979) (0.00443) (0.00932) (0.00159)
De 31 a 35 años -0.0128 0.0182*** -0.0109 0.00551***
(0.0108) (0.00483) (0.0103) (0.00183)
De 36 a 40 años -0.00481 0.0163*** -0.0156 0.00412**
(0.0115) (0.00531) (0.0108) (0.00195)
Más de 40 años -0.00393 0.00168 0.00145 0.000811
(0.0124) (0.00557) (0.0116) (0.00207)
No contesta -0.000543 0.00822 -0.00957 0.00190
(0.0123) (0.00529) (0.0116) (0.00196)
Athro -0.078*** (0.010)
Número de observaciones 56.577
χ2 11.134
-2 log verosimilitud -49.272 Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Con el objetivo de disponer de una medida cuantitativa del efecto específico de
cada nivel educativo en las tres cohortes de nacimiento consideradas, sobre las
decisiones de participación laboral y fecundidad, en las tablas 5.3 y 5.4 se muestran los
efectos marginales de las cuatro probabilidades conjuntas de la variable más relevante
del modelo (nivel educativo) en modelos estimados sobre submuestras, para las distintas
cohortes. En la tabla 5.3 se observa que para el conjunto de todas las mujeres, un mayor
nivel educativo tiene una mayor influencia sobre la participación laboral y la maternidad
en las mujeres de la muestra correspondiente a la cohorte más mayor, mientras que se
produce una pérdida de significatividad para las mujeres de cohortes de nacimiento más
recientes. Sin embargo, para las mujeres casadas o que conviven en pareja (tabla 5.4),
tener educación superior es muy significativo independientemente de su cohorte de
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
231
nacimiento y aumenta la probabilidad conjunta de participar en el mercado de trabajo y
tener hijos. La probabilidad conjunta de no participar en el mercado laboral y tener
hijos, para las mujeres pertenecientes a cohortes más jóvenes, decrece conforme
aumenta el nivel educativo de las mujeres, tanto para las mujeres de la muestra total
como para la submuestra de mujeres casadas o que conviven en pareja.
Finalmente, cabe destacar que el valor absoluto de los indicadores de correlación
entre los errores (athrho) es mayor en las cohortes más jóvenes, tanto en la muestra total
como en la submuestra de mujeres casadas, lo que puede indicar que las mujeres más
jóvenes buscan prolongan el periodo que dedican al mercado de trabajo antes de tener
hijos, lo que les lleva a retrasan cada vez más la maternidad, pues necesitan cada vez
más tiempo para lograr estabilidad laboral. En las cohortes más jóvenes es creciente el
número de años en los que el trabajo remunerado y la maternidad no son compatibles.
Por tanto, a pesar de que en las últimas décadas se ha aprobado un importante número
de medidas encaminadas a la conciliación, hay cada vez más contradicciones entre la
vida laboral y familiar de las mujeres españolas.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
232
Tabla 5.3. Elasticidades de participación laboral y fecundidad para la variable “nivel educativo” por cohorte de nacimiento, para todas las mujeres.
No participar No hijos
No participar Sí hijos
Sí participar No hijos
Sí participar Sí hijos
No participar No hijos
No participar Sí hijos
Sí participar No hijos
Sí participar Sí hijos
No participar No hijos
No participar Sí hijos
Sí participar No hijos
Sí participar Sí hijos
P00 P01 P10 P11 P00 P01 P10 P11 P00 P01 P10 P11 Cohorte 1934-1943 Cohorte 1944-1953 Cohorte 1954-1963
Estudios primarios 0.00338 -0.00479** 0.00246 -0.00106* -0.0228* -0.00782*** 0.0526*** -0.000459 -0.0775*** -0.00473 0.0816*** -0.00131
(0.00620) (0.00233) (0.00580) (0.000614) (0.0132) (0.00231) (0.00996) (0.000898) (0.0223) (0.00296) (0.0173) (0.00202)
Educación secundaria
obligatoria
-0.0261*** -0.00385 0.0292*** 0.000706 -0.0511*** -0.0118*** 0.108*** 0.000178 -0.0338 -0.00754** 0.0848*** -0.000223
(0.00936) (0.00323) (0.00885) (0.000957) (0.0150) (0.00224) (0.0107) (0.000989) (0.0222) (0.00299) (0.0166) (0.00183)
Bachillerato-FP -0.0574*** 0.0105** 0.0409*** 0.00601*** -0.0822*** -0.0106*** 0.101*** -2.17e-05 -0.136*** -0.00952*** 0.139*** 0.000773
(0.0123) (0.00515) (0.0117) (0.00170) (0.0132) (0.00255) (0.0134) (0.00127) (0.0227) (0.00267) (0.0171) (0.00201)
Estudios superiores -0.171*** 0.00571 0.151*** 0.0146*** -0.364*** -0.0152*** 0.261*** 0.00480*** -0.286*** -0.00949*** 0.178*** 0.00314
(0.0140) (0.00487) (0.0136) (0.00264) (0.0184) (0.00220) (0.0136) (0.00176) (0.0214) (0.00277) (0.0168) (0.00218)
Athrho -0.0368** -0.0928*** -0.108***
(0.0175) (0.0185) (0.0155)
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
233
Tabla 5.4. Elasticidades de participación laboral y maternidad para la variable “nivel educativo” por cohorte de nacimiento, para las mujeres casadas.
No participar No hijos
No participar Sí hijos
Sí participar No hijos
Sí participar Sí hijos
No participar No hijos
No participar Sí hijos
Sí participar No hijos
Sí participar Sí hijos
No participar No hijos
No participar Sí hijos
Sí participar No hijos
Sí participar Sí hijos
P00 P01 P10 P11 P00 P01 P10 P11 P00 P01 P10 P11 Cohorte 1934-1943 Cohorte 1944-1953 Cohorte 1954-1963
Estudios primarios 0.00312*** -0.00479** 0.00246 -0.00106* -0.0228* -0.00782*** 0.0526*** -0.000983 -0.0775*** -0.000128 0.0694*** 0.00829*
(0.00846) (0.00233) (0.00580) (0.000614) (0.0132) (0.00231) (0.00996) (0.00190) (0.0223) (0.00660) (0.0222) (0.00451)
Educación secundaria
obligatoria
0.0135 -0.00385 0.0292*** 0.000706 -0.0511*** -0.0118*** 0.108*** -0.000853 -0.0338 -0.00158 0.0327 0.00266
(0.0123) (0.00323) (0.00885) (0.000957) (0.0150) (0.00224) (0.0107) (0.00215) (0.0222) (0.00657) (0.0219) (0.00388)
Bachillerato-FP -0.0657*** 0.0105** 0.0409*** 0.00601*** -0.0822*** -0.0106*** 0.101*** 0.000892 -0.136*** -0.0120** 0.140*** 0.00784*
(0.0178) (0.00521) (0.0114) (0.00170) (0.0182) (0.00255) (0.0134) (0.00273) (0.0227) (0.00590) (0.0228) (0.00468)
Estudios superiores -0.242*** 0.00571 0.151*** 0.0146*** -0.364*** -0.0152*** 0.261*** 0.0.172*** -0.286*** -0.0215*** 0.288*** 0.0198***
(0.0213) (0.00487) (0.0136) (0.00264) (0.0184) (0.00220) (0.0136) (0.00473) (0.0214) (0.00520) (0.0219) (0.00592)
Athrho -0.0364* -0.0847*** -0.113***
(0.0187) (0.0196) (0.0167)
Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
234
5.4. CONCLUSIONES
En este capítulo se han analizado, de forma simultánea, los determinantes de las
decisiones de fecundidad y participación laboral de mujeres residentes en España, para
un conjunto de mujeres nacidas entre 1934 y 1963 cuando tenían entre 16 y 42 años de
edad. La estrategia analítica seguida se ha basado, en primer lugar, en la estimación de
modelos probit estándar, donde la variable dependiente recoge, por un lado, la
participación de la mujer en el mercado laboral, y por otro lado, la maternidad en cada
uno de los años en los que se la está observando. Sin embargo, la evidencia empírica
apunta que las decisiones de una mujer concernientes a su participación laboral y a su
fecundidad están estrechamente ligadas, y que hay determinantes comunes que afectan
al mismo tiempo a ambas decisiones. Para evitar un posible problema de endogeneidad
se ha estimado un probit bivariante, que permite que los errores estén correlacionados y,
por tanto, estimar simultáneamente ambas ecuaciones.
Los resultados obtenidos en la estimación del probit bivariado muestran la
evolución del trade-off de empleo-maternidad a través de distintas cohortes de
nacimiento en España: las mujeres de la muestra que pertenecen a cohortes de
nacimiento más recientes tienen menor probabilidad de no participar en el mercado
laboral, y si están empleadas, tienen mayor probabilidad de no tener descendencia. Al
mismo tiempo, la combinación de trabajo y maternidad es menos probable para las
mujeres pertenecientes a la muestra más antigua (1934-1943).
La educación es uno de los determinantes más importantes que influyen en las
decisiones de participación laboral y maternidad: las mujeres con mayor nivel educativo
tienen mayor probabilidad de participar en el mercado de trabajo. Curiosamente, aunque
las mujeres más educadas tienen mayor probabilidad de estar empleadas mientras no
son madres, son más propensas también en convertirse en madres mientras están
empleadas. Este resultado apunta a dos posibles (y compatibles) situaciones: el coste de
oportunidad de no trabajar y dedicarse en exclusiva a la crianza de los hijos es mayor
para las mujeres más educadas que para las mujeres con menor nivel educativo, lo que
supondrá un retraso en la maternidad (lo cual explica la mayor probabilidad de estar
trabajando sin tener hijos pero también una fuerte persistencia en el empleo después de
convertirse en madre).
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
235
Un resultado muy interesante, bastante nuevo en la evidencia empírica para
España, se refiere a las similitudes y diferencias si atendemos al estado civil de las
mujeres, en particular en lo que respecta al matrimonio frente a la convivencia en
pareja. Las mujeres que cohabitan y las que no conviven en pareja tienen una menor
probabilidad de tener hijos y una mayor probabilidad de trabajar que las mujeres
casadas. La cohabitación aparece así como una situación intermedia entre matrimonio y
soltería en términos de participación y maternidad en la medida en que las mujeres que
cohabitan tienden a retrasar más la maternidad cuando trabajan que las mujeres casadas,
pero que una vez que tienen hijos la probabilidad de permanecer en el empleo es
bastante similar (sólo un poco más alto) a la que presentan las mujeres casadas.
Una vez en el matrimonio o en la cohabitación, las mujeres tienden a tener hijos
más temprano, lo que explica la menor probabilidad de tener un nuevo hijo (tanto si la
mujer está trabajando como si no está trabajando) después del cuarto año de
convivencia. Mientras que la edad de la pareja tiene una correlación positiva con la
maternidad, su nivel educativo parece influir más en las decisiones de participación en
el mercado laboral: las mujeres cuyo cónyuge tiene un alto nivel educativo son más
propensas a trabajar independientemente de sus decisiones de fecundidad. El impacto es
cuantitativamente más pronunciado en la probabilidad de tener hijos y no trabajar, lo
que significa que las mujeres cuyos cónyuges o parejas tienen alto nivel educativo son
más propensas a retrasar la maternidad mientras están empleadas. Este resultado apunta
a una importante homogamia educativa en España.
La correlación entre ambas decisiones (athrho), participación en el mercado
laboral y maternidad, es consistentemente negativa en todas las especificaciones.
Curiosamente, también es mayor en valor absoluto en las cohortes más recientes. Esto
significa que las mujeres de las cohortes más recientes son más propensas a dilatar la
maternidad para consolidar sus carreras a pesar de que se enfrentan a un mercado en el
que teóricamente deberían encontrar menos dificultades de inserción que sus homólogas
de cohortes previas.
Finalmente, se observan diferencias significativas de la influencia del nivel
educativo a través de las distintas cohortes de nacimiento: las mujeres menos educadas
tienen menor probabilidad de trabajar y retrasar la maternidad e incluso de combinar el
empleo y la maternidad. Mientras que las mujeres con educación secundaria post-
Capítulo 5. Análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral femenina
236
obligatoria no son más propensas a combinar el empleo y la maternidad que las mujeres
con menor nivel educativo. La educación es un factor clave que favorece la
participación en el mercado de trabajo tanto con o sin presencia de hijos.
CONCLUSIONES Y FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN
Conclusiones y futuras líneas de investigación
239
A. CONCLUSIONES
El objetivo de este trabajo de investigación ha sido analizar el impacto que había
tenido el aumento del nivel educativo de las mujeres españolas sobre sus decisiones de
maternidad y participación laboral en los últimos treinta años aproximadamente. Sin
embargo, junto al nivel educativo, otras variables son también relevantes, y hemos
completado el estudio del impacto del nivel educativo en las decisiones con la
exploración de la capacidad explicativa que tienen otras características
sociodemográficas, las características del hogar paterno, del propio hogar y de las
parejas o cónyuges de las mujeres. También hemos explorado la interdependencia entre
las decisiones de participación laboral y de maternidad.
El trabajo se ha divido en cinco capítulos. En el capítulo 1 se han recogido las
distintas teorías económicas que han intentado explicar las decisiones de maternidad y
de participación laboral de las mujeres. De entre todas las teorías descritas, la
explicación dada por la Nueva Economía de la Familia, desarrollada por Gary Becker
en los años setenta, ha sido la base utilizada para proponer una serie de hipótesis a
contrastar en los capítulos empíricos. Adicionalmente, en ese primer capítulo, se ha
revisado la evidencia empírica, tanto nacional como internacional, sobre las decisiones
de maternidad y participación laboral femenina para situar este trabajo de investigación
en el contexto de la literatura existente.
En el capítulo 2 se ha descrito la base de datos utilizada en este trabajo, la
Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006 realizada por el Centro de
Investigaciones Sociológicas. Se trata de una encuesta retrospectiva que nos ha
permitido analizar por las decisiones de participación laboral y fecundidad de las
mujeres a lo largo de varios años y en distintos momentos de su ciclo vital. El capítulo 3
se ha destinado al análisis de las decisiones de participación laboral, tanto el acceso al
primer empleo como las decisiones de entrada y abandono de la ocupación entorno al
inicio del matrimonio o de la vida en pareja y en torno al nacimiento del primer hijo. El
capítulo 4 se ha dedicado al análisis de las decisiones de maternidad. Finalmente se ha
realizado un análisis simultáneo de ambas decisiones (capítulo 5).
Conclusiones y futuras líneas de investigación
240
A continuación se ofrece un resumen de los resultados más relevantes de los tres
ejercicios empíricos. Le sigue una breve reflexión sobre el papel del nivel educativo en
las decisiones de las mujeres en España, que era nuestra variable más relevante, y sobre
implicaciones de políticas laborales y sociales de los resultados de nuestro estudio. Este
capítulo de conclusiones culmina con una sección donde se recogen futuras líneas de
investigación que ampliarán la evidencia obtenida en este proyecto de tesis doctoral.
A.1. Decisiones de participación laboral de las mujeres
En el capítulo 2 se ha analizado la situación de convivencia y maternidad de las
mujeres españolas en el momento de acceder al primer empleo en las últimas tres
décadas. Se ha observado que la mayoría de las mujeres tienen su primer trabajo
remunerado antes del inicio de la primera convivencia en pareja o primer matrimonio y
también antes de la primera maternidad. La mayor inversión en educación que realizan
las mujeres de las generaciones más jóvenes retrasa el primer acceso al mercado de
trabajo, lo que ha llevado a una reducción de los tiempos entre los distintos
acontecimientos (empleo, pareja, primer hijo). Esto puede deberse tanto a una reducción
del tiempo biológico para tener hijos (porque se retrasa el inicio de la vida laboral y en
pareja) como a una decisión estratégica en el desarrollo de la carrera profesional de las
mujeres.
La representación gráfica de las funciones de supervivencia al tránsito al primer
empleo que se ha realizado en el capítulo 3 ha permitido observar una mayor
participación laboral de las mujeres más jóvenes y de las mujeres con mayor nivel
educativo, pero con un acceso más tardío al primer empleo. Además, se ha observado
también en ellas que las responsabilidades familiares desincentivan la participación
laboral de las mujeres.
En los modelos paramétricos del capítulo 3 se analizaron los determinantes de la
primera incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, así como la primera
incorporación tras el inicio de la primera convivencia en pareja o matrimonio y tras el
nacimiento del primer hijo. Dado que el análisis descriptivo y la evidencia empírica
mostraban la gran influencia de la situación familiar de las mujeres en sus decisiones
Conclusiones y futuras líneas de investigación
241
laborales se analizó la probabilidad de abandonar el empleo para una submuestra de
mujeres casadas y para una muestra de mujeres que acababan de sido madres por
primera vez.
Para analizar el primer acceso al mercado laboral de las mujeres se han tenido en
cuenta cuatro grupos de variables: personales, familiares, del entorno y una variable
sobre valores. Dentro de las variables personales se han incluido la edad, la edad al
cuadrado, la cohorte de nacimiento y el nivel educativo más alto alcanzado por las
mujeres. Se ha confirmado, tal como esperábamos, que la participación laboral de las
mujeres aumenta conforme aumenta su edad, pero a tasas decrecientes. Según aumenta
la edad de las mujeres aumenta su experiencia en el mercado de trabajo y la
acumulación de experiencia laboral les permite obtener un mayor salario. Sin embargo,
el efecto de la edad es cada vez menos positivo conforme avanza la edad de las mujeres
y aumenta las posibilidades de tener responsabilidades familiares. Estos resultados
confirman los obtenidos por Del Boca et al. (2005) o Del Boca y Vuri (2007). Respecto
a la cohorte de nacimiento, se ha confirmado que las mujeres de cohortes más recientes
participan más en el mercado de trabajo, probablemente como consecuencia de un
mayor nivel educativo y de un entorno institucional más favorable. Sin embargo, cabe
destacar que la cohorte de nacimiento más joven considerada en este trabajo (1976-
1980) presenta un valor del hazard ratio menor que las otras dos cohortes anteriores
(1966-1970 y 1971-1975) lo que refleja un retraso en el acceso al mercado laboral en
derivado de su mayor participación en el sistema educativo. De ahí que los resultados de
la variable nivel educativo parezcan paradójicos a priori, ya que las técnicas
paramétricas no han confirmado una mayor probabilidad de acceder al mercado de
trabajo para las mujeres más educadas, tal como señalaba tanto la evidencia empírica
(Moffit, 1984; Emery y Ferrer, 2009; entre otros) como el análisis descriptivo. Lo que
puede estar ocurriendo no es que estas mujeres participen menos en el mercado de
trabajo, sino que retrasan más la entrada. Una vez dentro, si pudiéramos observarlas más
años, deberíamos advertir mayor persistencia.
El segundo grupo de variables incluidas en los modelos han recogido
características familiares. En primer lugar, se ha confirmado que la presencia de una
pareja reduce la probabilidad de participar en el mercado laboral. Estos resultados
confirman los obtenidos en Dex et al. (1998) y Grimm y Bonneuil (2001).
Conclusiones y futuras líneas de investigación
242
Adicionalmente, cabe destacar que se ha diferenciado si la pareja está legalmente casada
o existe una mera convivencia. Esta diferenciación no es algo muy habitual en la
literatura, pero el resultado obtenido es resaltable. Las mujeres casadas tienen menor
probabilidad de participar que las que conviven en pareja sin estar legalmente casadas.
Esto puede explicarse porque la convivencia sin matrimonio es más habitual en las
generaciones más jóvenes, con mayor nivel educativo y que participan más en el
mercado laboral. Además, la renta de una mujer casada está más protegida por la ley, lo
que favorece una mayor dedicación a las tareas domésticas y a la crianza de los hijos.
Siguiendo con las variables relativas al ámbito familiar, en segundo lugar, se ha
confirmado que la presencia de hijos desincentiva la participación de las mujeres en el
mercado de trabajo, confirmándose los resultados obtenidos por Klerman y Leibowitz
(1994) o Euwals et al. (2011). Además, conforme avanza la edad del hijo más pequeño
se reduce la probabilidad de que una mujer que no haya participado con anterioridad en
el mercado laboral decida incorporarse al mismo. Finalmente, se ha incluido en los
modelos una variable que indica si los padres de la entrevistada se separaron en algún
momento. Es una variable poco utilizada en la literatura, pero los resultados obtenidos
de esta variable en este trabajo son interesantes. Las mujeres que han vivido una
separación matrimonial de sus padres, ya sea temporal o definitiva, participan más en el
mercado de trabajo, quizá por las mayores necesidades económicas del hogar o porque
perciban una mayor necesidad de independencia económica.
Un tercer bloque de variables son las referidas a las características del entorno.
Se han incluido tres variables: zona de residencia, tasa autonómica de paro y variación
de ocupados. Los resultados obtenidos, por un lado, han confirmado que aquellas
regiones del país con estructuras productivas más orientadas al empleo femenino, como
el caso de la zona Levante o Centro del país, la probabilidad de que una mujer acceda al
mercado de trabajo es mayor. Estos resultados difieren en parte de los obtenidos por
Álvarez-Llorente (2002), que obtiene que la probabilidad de participar en el mercado
laboral es mayor para las mujeres que residen en el Levante y menor para las que
residen en el Centro. Por otro lado, tal como esperábamos, y avanzaba la evidencia
empírica (Alba y Álvarez-Llorente, 2004; Bratti et al., 2005), en los momentos del ciclo
donde hay mayor disponibilidad de empleo, medida a través de la tasa autonómica de
paro, la participación de las mujeres en el mercado laboral es mayor. En cambio, el
Conclusiones y futuras líneas de investigación
243
crecimiento del empleo en la Comunidad Autónoma no ha resultado significativo para
explicar la probabilidad de que una mujer acceder por primera vez a un trabajo
remunerado.
Finalmente, en el análisis del acceso al primer empleo se ha incluido una
variable relativa a los valores. Como se ha comentado a lo largo del trabajo en las
últimas décadas se ha producido un cambio en los valores y preferencias de las mujeres.
Sin embargo, estas variables son más habituales en la literatura sociológica que
económica y, por este motivo sólo se ha incluido una variable referida a la preferencia
por el trabajo que se recoge a través de una variable que indica si la mujer trabajaría en
caso de ganar la lotería. Esta variable no ha resultado significativa para explicar la
probabilidad de que una mujer acceda por primera vez al mercado laboral.
Posteriormente, se ha realizado un análisis por cohortes de nacimiento para
comprobar si el efecto de las diferentes variables consideradas, especialmente del nivel
educativo, varía dependiendo de la cohorte de nacimiento a la que pertenecen las
mujeres. Se esperaba confirmar que el papel diferenciador del nivel educativo en la
participación laboral fuera más reducido para las mujeres más jóvenes. Sin embargo, los
resultados obtenidos en esta variable muestran el signo contrario, aumentando el
impacto positivo de la educación superior en el caso de las mujeres de la muestra más
jóvenes.
A continuación, se han analizado las decisiones laborales para un conjunto de
mujeres casadas o que conviven en pareja sin casarse, al as que se las ha observado
durante los primeros diez años de matrimonio o convivencia en pareja. Esto ha
permitido incorporar a los modelos variables relativas a las características del cónyuge o
pareja y una variable que indica si la mujer ha tenido alguna experiencia laboral previa
al matrimonio o inicio de la convivencia en pareja.
Los resultados confirman tres de las hipótesis principales de este trabajo: las
mujeres pertenecientes a cohortes más recientes y las más cualificadas registran una
mayor incorporación al mercado de trabajo después del matrimonio y las madres tienen
menor probabilidad de incorporarse al empleo que las mujeres que no han tenido hijos.
Adicionalmente, las mujeres que tienen alguna experiencia laboral previa al matrimonio
Conclusiones y futuras líneas de investigación
244
y aquellas que muestran una mayor preferencia por el trabajo tienen mayor probabilidad
de acceder al mercado laboral después del matrimonio. En cuanto a las características
del marido se esperaba que el nivel educativo (Dex et al. 1998; Álvarez-Llorente, 2002)
y la edad (Del Boca y Vuri, 2007) del cónyuge tuviera un efecto negativo en la
participación laboral de las mujeres, al actuar como proxy del salario. Sin embargo, se
ha observado un efecto de signo contrario en el caso del nivel educativo, que puede
reflejar la creciente homogamia educativa de las parejas y, un efecto no significativo de
la edad del cónyuge sobre la probabilidad de acceder al mercado laboral después del
matrimonio.
En los modelos de probabilidad de abandono de la ocupación para la submuestra
de mujeres que estaban participando en el mercado laboral al inicio del matrimonio o
convivencia en pareja se ha observado que, en general, las características del cónyuge
no son relevantes para explicar que una mujer abandone el mercado de trabajo después
de casarse. Sólo se observa una mayor probabilidad de abandonar el mercado laboral si
la mujer tiene un menor nivel educativo que su pareja, posiblemente, porque el menor
salario que obtiene por su menor cualificación no le compense sustituir tiempo
empleado al trabajo doméstico y a la crianza de los hijos por tiempo en el mercado
laboral. La presencia de hijos de corta edad en el hogar familiar sí tiene un gran impacto
sobre las decisiones laborales de las mujeres. Tal como se esperaba, cuanto más jóvenes
son los hijos menor es la vinculación de las mujeres al mercado de trabajo, ya que la
edad de los hijos es un condicionante importante del tiempo de cuidados que necesitan.
Por último, se han analizado las decisiones laborales después de la primera
maternidad. En cuanto al acceso al primer empleo después del nacimiento del primer
hijo, para aquellas mujeres que no estaban empleadas en ese momento, se ha observado
que la edad, como en el caso de las mujeres casadas, no es significativa para explicar la
probabilidad de acceder al mercado laboral después de convertirse en madre. Las
variables más relevantes son el nivel educativo y la experiencia laboral previa a la
maternidad. Se ha confirmado que las mujeres más cualificadas y aquellas que tienen
alguna experiencia laboral previa se incorporan con mayor frecuencia a la actividad
laboral después de la maternidad. En estos modelos también se han incorporado algunas
variables nuevas relativas a características de los hijos y de la maternidad. Se ha tenido
en cuenta la incidencia de algún aborto previo a la primera maternidad, la estación del
Conclusiones y futuras líneas de investigación
245
año en la que tuvo lugar el nacimiento del primer hijo, si el primer hijo fue prematuro y
la edad a la que la mujer tuvo su primer hijo. Ninguna de estas cuatro características ha
resultado significativa para explicar la probabilidad de que una mujer decida acceder al
mercado laboral después de tener su primer hijo.
Finalmente, se ha analizado la probabilidad de abandonar el mercado de trabajo
después de tener el primer hijo, para una submuestra de mujeres que estaban
participando en el mercado laboral en el momento de convertirse en madres por primera
vez. Se ha confirmado que las mujeres más cualificadas abandonan en menor medida la
participación laboral como resultado de la maternidad, haciendo más compatible así su
vida laboral y familiar. Y las características particulares de los hijos y de la maternidad
recogidas en los modelos anteriores tampoco han resultado significativas para explicar
la probabilidad de que una mujer abandone un trabajo remunerado.
Por tanto, podemos concluir que se ha confirmado que el nivel educativo es una
variable fundamental para explicar las decisiones laborales de las mujeres: que la
posibilidad de obtener más renta y un mayor salario en el mercado laboral anima a las
mujeres a compatibilizar en mayor medida sus responsabilidades laborales y familiares
y a no abandonar su trabajo remunerado a causa del matrimonio o la maternidad.
Además, en el caso de las mujeres casadas también es mucho más importante la
presencia de hijos de corta edad para explicar sus decisiones laborales que las
características del cónyuge, al igual que tampoco lo son las circunstancias que rodean al
nacimiento del primer hijo para el caso de las madres.
A.2. Decisiones de fecundidad
Las técnicas no paramétricas que hemos desarrollado en el capítulo 4 muestran
que las mujeres de cohortes de nacimiento más recientes y aquellas con mayor nivel
educativo retrasan más la primera maternidad. Además, las mujeres con mayor nivel
educativo muestran una mayor persistencia en el mercado de trabajo en torno a la fecha
de nacimiento de su primer hijo. Por su parte, las técnicas paramétricas del capítulo 4
aplicadas a la estimación de la probabilidad del nacimiento del primer hijo para la
Conclusiones y futuras líneas de investigación
246
muestra total de mujeres y para una submuestra de mujeres casadas o que conviven en
pareja han arrojado los siguientes resultados:
En cuanto a las variables personales, los resultados obtenidos han confirmado,
por un lado, que la edad de las mujeres tiene un efecto positivo pero decreciente en la
decisión de tener el primer hijo, en concordancia con los resultados obtenidos por
Sheran (2007). Es decir, las mujeres retrasan la maternidad para alcanzar estabilidad en
ingresos que les permita hacer frente a los costes de la crianza de los hijos. Este retraso
es especialmente relevante en las mujeres de cohortes más jóvenes, lo que puede
responder a su mayor nivel educativo, su mayor vinculación con el mercado laboral y a
que se emparejan a edades más tardías. Respecto a la variable nivel educativo, los
resultados muestran que las mujeres más cualificadas retrasan más la primera
maternidad que las mujeres menos cualificadas, tal y como avanzaban los trabajos de
Francesconi (2002) o Nicoletti y Tanturri (2008). Finalmente, las mujeres tienen una
menor probabilidad de ser madres cuando están participando en el mercado de trabajo,
lo que puede estar vinculado a dificultades para conciliar la vida familiar y laboral.
El siguiente grupo de variables analizadas recogen características familiares. La
forma de convivencia es importante: las mujeres que casadas tienen mayor probabilidad
de ser madres que las mujeres que conviven en pareja sin estar casadas. Esto puede
explicarse porque el matrimonio garantiza en mayor medida la disponibilidad de
recursos económicos para la crianza de los hijos en caso de separación, divorcio o
viudedad. Adicionalmente, se ha confirmado que las mujeres tienden a reproducir las
pautas de fecundidad que observan en su familia de origen. Así, las mujeres de la
muestra adelantan la primera maternidad (lo que les da tiempo para tener más hijos) si
tienen un mayor número de hermanos.
En cuanto a la influencia del entorno económico en el que se toman las
decisiones de maternidad, las mujeres que residen en el Centro o Sur del país retrasan
menos la primera maternidad que las mujeres que residen en el Norte y, por otro lado,
no se ha podido confirmar que en momentos del ciclo donde hay mayor disponibilidad
de empleo disminuya la probabilidad de que las mujeres tengan su primer hijo como
consecuencia de su mayor participación laboral, tal y como se afirmaba en Gutiérrez-
Domènech (2008).
Conclusiones y futuras líneas de investigación
247
El uso de una base de datos elaborada por el CIS ha permitido aprovechar
información que raramente aparece en la literatura económica. Por ejemplo, ha
permitido advertir que las mujeres que tienen su primera relación íntima con más de 21
años y aquellas que han tenido algún aborto (ya sea espontáneo o provocado) retrasan
más su primera maternidad, mientras que la preferencia por el trabajo no ha resultado
significativa para explicar la probabilidad de que una mujer decida tener su primer hijo.
El análisis por cohorte de nacimiento permitía corroborar si en las mujeres de
cohortes más recientes las decisiones de maternidad están menos condicionadas por el
nivel educativo como resultado del proceso de expansión educativa. Los resultados
obtenidos han sido los contrarios a los esperados: el nivel educativo tiene un mayor
impacto sobre la probabilidad de ser madre en el caso de las mujeres de cohortes más
recientes: en estas cohortes la educación superior hace retrasar más la maternidad que
en cohortes anteriores.
En el caso de la sub-muestra de mujeres casadas o que conviven en pareja, éstas
retrasan la primera maternidad cuando están más cualificadas, conviven en pareja sin
estar legalmente casadas y cuando trabajan de forma remunerada. Mientras la edad del
cónyuge tiene un efecto positivo sobre la decisión de tener el primer hijo, no se ha
podido confirmar que su nivel educativo tenga un efecto positivo sobre la decisión de
tener hijos tal y como apuntaba Álvarez-Llorente (2002).
A.3. Decisiones simultáneas de maternidad y participación laboral femenina
La estrategia analítica llevada a cabo en los capítulos 3 y 4 de este trabajo de
investigación nos han permitido observar cómo influye el nivel educativo y otras
variables en las decisiones de participación laboral y de maternidad por separado. Sin
embargo, la evidencia empírica apuntaba que ambas decisiones estaban estrechamente
ligadas y que había determinantes comunes como el nivel educativo o la cohorte de
nacimiento que hacían que ambas decisiones no fueran independientes. Por este motivo,
en el capítulo 5, se adoptó una nueva estrategia que ha consistido en estimar un modelo
biprobit aparentemente no relacionado, que nos ha permitido la incorporación de
Conclusiones y futuras líneas de investigación
248
determinantes comunes que afectan al mismo tiempo a las decisiones de maternidad y
de participación laboral de las mujeres.
Los resultados de las estimaciones del biprobit han confirmado, en primer lugar,
que la probabilidad conjunta de participar y no tener hijos aumenta para las mujeres
pertenecientes a las cohortes de nacimiento más jóvenes y para las mujeres que
presentan un mayor nivel educativo. En segundo lugar, las responsabilidades familiares
desincentivan la participación laboral de las mujeres. En tercer lugar, las mujeres que
están casadas legalmente tienen una mayor probabilidad conjunta de no participar y no
tener hijos. Finalmente, la probabilidad conjunta de no participar en el mercado de
trabajo y no tener hijos en el año de observación aumenta para las mujeres que llevan
casadas o conviviendo en pareja más de diez años.
En el análisis simultáneo de las decisiones de maternidad y participación laboral
se ha confirmado que tener educación superior tiene una mayor influencia sobre ambas
decisiones en el caso de las mujeres pertenecientes a cohortes más antiguas. Este
resultado, que no se espera a priori, refleja las dificultades que encuentran las mujeres
más jóvenes y más educadas para conciliar la vida familiar y laboral a pesar de las
medidas adoptadas por distintas administraciones.
A.4. El papel de la educación
El título de esta tesis doctoral, reflejado en sus objetivos esenciales, apuntaba al
papel de la educación en general y de la expansión educativa de las últimas décadas en
particular como un elemento clave en las decisiones vitales de las mujeres españolas.
Los resultados han corroborado el protagonismo de esta variable, si bien en
colaboración con otros factores de interés: en particular, las mujeres más cualificadas
están más pendientes del mercado de trabajo durante más tiempo, lo que les lleva a
retrasar la maternidad, pero eso no significa que las características de sus familias, en
especial la presencia de hijos pequeños en el hogar.
Conclusiones y futuras líneas de investigación
249
La expansión educativa registrada en las últimas décadas hace que las mujeres
de cohortes más recientes se incorporen más tarde al mercado de trabajo y necesiten
más tiempo para consolidar sus carreras, lo que les lleva a un retraso considerable en la
formación de hogares y, por ende, en las decisiones de maternidad. Esto hace que no
hayamos podido corroborar dos procesos que esperábamos ver:
En primer lugar, la mejora de posibilidades de empleo y en especial empleo
cualificado para las mujeres de cohortes recientes, por la ampliación de oferta de
servicios públicos hiciera que el nivel educativo fuera progresivamente un
elemento menos diferenciador de las mujeres y tuviera un efecto menos
pronunciado en sus decisiones familiares.
En segundo lugar, que la expansión educativa resultara en una menor influencia
del nivel educativo en las mujeres de cohortes más jóvenes, en la medida en que
las mujeres más cualificadas compiten más entre sí y la educación representa
para las cohortes más recientes un factor menos diferenciador.
Ninguna de las dos hipótesis queda corroborada a la luz de la evidencia
obtenida. Las mujeres de cohortes más jóvenes, más cualificadas, registran un trade-off
más pronunciado que las anteriores entre vida laboral y familiar. Esto no debería ser así
y demuestra el mucho trabajo que queda por hacer en materia de conciliación, de
flexibilidad horaria, de disponibilidad de trabajo a tiempo parcial de calidad, etc. A esto
dedicaremos atención en los párrafos siguientes.
A.5. Políticas de conciliación de la vida laboral y familiar
Una de las conclusiones extraídas en este trabajo de investigación, la creciente
incompatibilidad “de facto” entre participación laboral y maternidad, apunta a que son
cada vez más necesarias políticas familiares más audaces en materia de conciliación de
la vida laboral y familiar que nos acerquen a las que se están llevando a cabo en otros
países europeos. Cierto es que, desde la década de los noventa, la aplicación de las
distintas normativas europeas ha significado cierta convergencia en las medidas de
conciliación con otros países, pero está lejos de alcanzarse un patrón común en la
Conclusiones y futuras líneas de investigación
250
estructuración de las distintas medidas, como sería el caso de las ayudas monetarias, la
provisión de centros infantiles para menores de tres años, las excedencias o las medidas
de flexibilización horaria, etc., todas ellas encaminadas a favorecer la incorporación de
las mujeres al mercado de trabajo.
España es uno de los países europeos, junto con Polonia y Malta, que dedica un
menor porcentaje del PIB en medidas de apoyo a la familia. En los países europeos
donde hay más apoyo a la familia, como Dinamarca y Suecia, las mujeres tienen más
hijos al tiempo que registran tasas de actividad y ocupación femenina superiores a las
españolas. En el año 2005 la tasa de actividad femenina en Dinamarca y Suecia
superaba el 80%, mientras que en España se situaba en el 63.7%, una de las más bajas
de la UE-15, sólo por delante de Grecia e Italia. Sin embargo, es importante resaltar que
la tasa de actividad femenina en España es la que había registrado un mayor incremento,
de más de veinte porcentuales, en el período 1995-2005.
La diferencia entre España y los países escandinavos no es sólo una cuestión de
gasto, más allá de eso, es una cuestión de modelo. En particular, se tata de distintos
modelos de Estados de Bienestar, que ponen más o menos énfasis en el papel de la
familia frente al Estado en la atención a las necesidades de los individuos. España, junto
a Grecia, Italia y Portugal, pertenece al conocido modelo de Estado de Bienestar de tipo
mediterráneo, caracterizado por el papel esencial que la familia juega en la procura de
bienestar a sus ciudadanos (Moreno, 2000). En estos países las relaciones familiares son
muy fuertes y la familia representa un agente de solidaridad central (Gracia y Bellani,
2010). Este marcado familiarismo de los regímenes de bienestar mediterráneos estaría
vinculado a la importante escasez del gasto social en familia/niños, que en España se
situaba en el 5.6 por ciento sobre el gasto social total en el año 2005, mientras que el
promedio de la Unión Europea alcanzaba el 8 por ciento.
Hay otro modelo esencial que marca los resultados laborales y la compatibilidad
entre trabajo y familia, y es el modelo de mercado de trabajo. Las mujeres españolas se
enfrentan a un mercado laboral peculiar (la inaceptable tasa de paro actual es el mejor
síntoma de esto, y no el único), sujeto a particulares rigideces e imperfecciones que han
tendido a sostener la seguridad en el empleo a tiempo completo de los participantes del
mercado de trabajo a costa de menores probabilidades de empleo para los nuevos
Conclusiones y futuras líneas de investigación
251
trabajadores y para las personas que buscan empleo a tiempo parcial (Borra, 2010). En
el mismo sentido, Ariza et al. (2005) señalan que en Francia, Grecia, Portugal y España,
el trabajo femenino a tiempo parcial es, principalmente, involuntario, mientras que en
Dinamarca, Alemania, Irlanda, Países Bajos y el Reino Unido, se puede considerar una
elección de las mujeres. Esto es una señal de que falta en el mercado de trabajo español
empleos a tiempo parcial en condiciones aceptables o favorables, lo que ha conducido a
que la mayoría de las mujeres que se incorporan al mercado laboral español lo realicen
fundamentalmente a través del empleo a tiempo completo. Estas importantes
dificultades que encuentran las mujeres para compatibilizar el trabajo doméstico y
extradoméstico han podido llevar al pronunciado descenso del número de hijos por
mujer. A la falta de oportunidades laborales con horarios flexibles y reducidos se le
suman las elevadas tasas de temporalidad en el empleo de las mujeres, que también han
debido tener un efecto negativo sobre la tasa de fecundidad. En España en el año 2005
la tasa de temporalidad femenina en el empleo alcanzaba el 35.7%, mientras que en la
Unión Europea era del 15%. La inestabilidad en las rentas laborales tiene un importante
efecto desincentivador de cara a la creación de nuevos hogares y a la maternidad. Las
mujeres españolas retrasan así sus decisiones familiares hasta el momento en que
consiguen una posición laboral relativamente estable. Y muchas no lo consiguen nunca.
Además de la peculiar estructura del mercado de trabajo en España, con una
escasa disponibilidad de empleos a tiempo parcial y una alta temporalidad, existen
importantes diferencias en la aplicación de las distintas medidas de apoyo a las familias
entre España y otros países de nuestro entorno. En primer lugar, en España la
disponibilidad de guarderías públicas para niños menores de tres años es ciertamente
limitada, lo que hace difícil para las mujeres españolas cuidar de sus hijos y participar
en el mercado laboral sin el apoyo de sus familiares. Los servicios de atención al
cuidado de menores constituyen un eje fundamental para conseguir la adecuada
conciliación entre la vida familiar y laboral. El nivel de cobertura de los servicios
públicos de atención infantil varía notablemente entre los países europeos. En España, la
tasa de escolarización de niños de 0 a 2 años se situaba en el año 2005 en torno al 20%,
cifra que se sitúa a España en una situación intermedia dentro del conjunto de la Unión
Europea, pero todavía lejos de las tasas de Suecia (40%) y Dinamarca (60%) en ese
mismo período.
Conclusiones y futuras líneas de investigación
252
En segundo lugar, otra medida encaminada a fomentar la conciliación de la vida
familiar y laboral es el permiso de excedencia por cuidado de hijos, en el que también
existen grandes diferencias entre los países europeos. En España se trata de un permiso
no retribuido y con una duración máxima de hasta 36 semanas y con reserva del puesto
de trabajo tan sólo durante el primer año. En Suecia, por ejemplo, el permiso tiene una
duración de hasta 480 días retribuidos en un 80% durante los 390 primeros días y con
una cantidad fija los últimos 90 días.
Por un último, en ayudas directas a las familias España registraba una de las
aportaciones más bajas de la UE-15 en 2005. Mientras en países como Luxemburgo el
Estado llega a aportar 181 euros cada mes por el primer hijo y hasta 1.136 euros al mes
por el cuarto (utilizando, además, un criterio de universalidad, sin tener en cuenta la
renta familiar) en España la aportación de las arcas públicas a familias con hijos era de
24.2 euros por hijo (independientemente del número de hijos) y no tenían carácter
universal, sino que hay establecido un límite de ingresos anuales por encima del que las
familias ya no percibirían dicha ayuda.
En resumen, las mujeres españolas aún afrontan series dificultades para
compatibilizar su vida laboral con la familiar. Los datos relativos a las políticas
familiares y la estructura del mercado laboral indican que en España son necesarios
nuevos programas sociales que refuercen el vínculo de las mujeres con el mercado
laboral y, a la vez, permitan aumentar la natalidad. El modelo tradicional de male
bread-winner ha dado paso a un nuevo modelo de familia de dos activos, de manera que
cada ciudadana, como madre y activa, tiene acceso a los mismos derechos que cada
ciudadano padre y activo (Martínez Herrero, 2008). Es necesario que el modelo de
estado de bienestar español se adapte a estas nuevas circunstancias y supere el excesivo
familiarismo del modelo prevalente, que condena a las mujeres a la dolorosa elección
entre familia o trabajo sin disfrutar a menudo de ninguna de esas dos facetas vitales en
plenitud.
Conclusiones y futuras líneas de investigación
253
B. FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN
Durante el desarrollo de esta tesis doctoral se han obtenido relevantes
conclusiones sobre las decisiones de participación laboral y maternidad de las mujeres
en España al tiempo que ha surgido un amplio abanico de nuevas ideas y vías de trabajo
complementarias. A continuación se presentan algunas líneas de investigación a futuro
que pueden ser de gran interés, y que representan extensiones del trabajo desarrollado
durante la tesis doctoral que implican ampliar la explotación de la Encuesta de
Fecundidad, Familia y Valores 2006.
• Una vez analizada la decisión de tener el primer hijo. sería también
interesante estudiar las decisiones de tener el segundo y el tercer hijo para
comprobar si existe un patrón diferencial en las decisiones. Las mujeres que
tienen dos hijos pueden ser distintas a las que sólo tienen uno, y las que
alcanzan tres, todavía más peculiares. En las decisiones de maternidad
posteriores al primer hijo cabe incorporar en el análisis características
relativas al último hijo que se ha incorporado al hogar.
• La segunda propuesta de trabajo futuro está relacionada con la anterior y
consiste en analizar el espaciamiento de los nacimientos. La duración de los
intervalos entre los nacimientos de los hijos ha sido una cuestión poco
analizada en España. Sin embargo, la duración del intervalo entre el primer
y segundo hijo puede responder a una decisión estratégica de las mujeres
para poder conciliar la vida laboral y familiar. En este sentido se esperaría
encontrar que el intervalo entre nacimientos es menor para las mujeres con
mayor nivel educativo, ya que, por un lado, el retraso de la maternidad en
estas mujeres reduce el tiempo biológico para tener hijos y, por otro lado,
acortar la distancia entre los nacimientos supone reducir el tiempo total de
interrupción en el desarrollo de su carrera profesional.
• Otra forma de abordar las decisiones de maternidad consiste utilizar como
variable objetivo el número de hijos que ha tenido la mujer a la edad de 40
años, lo que puede hacerse mediante un modelo de recuento. Esto podría
permitir contrastar la hipótesis de la preferencia por la calidad de los hijos
Conclusiones y futuras líneas de investigación
254
frente a la cantidad. Como posibles variables explicativas estarían el nivel
educativo de la entrevistada, la cohorte de nacimiento, la edad a la que
inició la primera convivencia en pareja, la edad a la que tuvo su primer hijo,
su situación laboral antes y después del inicio de la convivencia en pareja y
características del cónyuge. Se espera encontrar un menor número de hijos
en las mujeres más cualificadas y con mayor experiencia acumulada en el
mercado de trabajo, en especial si esta experiencia se centra en
determinados tipos de empleos.
• La cuarta propuesta consiste en analizar el acceso a la maternidad en las
mujeres solteras. La mayoría de los estudios analizan el comportamiento
reproductivo de las mujeres casadas, pero en las últimas décadas se ha
producido una creciente disociación entre ambas decisiones vitales,
aumentando el número de madres solteras y el número de hijos nacidos en
parejas que no están legalmente casadas. En este ejercicio se dividiría la
muestra total en tres colectivos (mujeres solteras, mujeres que viven en
pareja sin estar legalmente casadas y mujeres casadas) y se analizaría el
perfil de acceso a la maternidad con ecuaciones paralelas para comprobar si
hay cambio estructural entre ellos.
• La quinta propuesta propone estudiar la participación laboral de las mujeres
después del cese de una convivencia en pareja o matrimonio, es decir,
después de un divorcio o del fallecimiento de la pareja o cónyuge. Entre las
posibles variables explicativas a incluir en el modelo destacan una dummy
que representa la forma de interrupción de la vida en pareja
(viudedad/divorcio), el nivel educativo más alto alcanzado por la mujer, la
cohorte de nacimiento, la edad de la mujer en el momento que sucede el
acontecimiento de cese de la convivencia y el tiempo que estuvo casada o
conviviendo con su pareja. Adicionalmente, se incorporarían características
relativas a los hijos como el número de hijos y la edad del hijo más pequeño
cuando sucedió el acontecimiento. Se espera confirmar una mayor
participación laboral de las mujeres después del cese de la convivencia o
matrimonio, por la pérdida de ingresos familiares que éste representa.
También se esperan encontrar distintos patrones de comportamiento entre
Conclusiones y futuras líneas de investigación
255
mujeres de distintas cohortes, al ser el divorcio un fenómeno relativamente
reciente en España, más frecuente en mujeres con un mayor nivel educativo
y que, por tanto, participan más en el mercado de trabajo.
• La sexta y última propuesta de trabajo futuro consiste en el análisis del coste
que ha representado la maternidad para las mujeres en relación con sus
carreras laborales en los últimos treinta años. En la Encuesta de
Fecundidad, Familia y Valores 2006 se pregunta si el nacimiento de los
hijos representó, para su carrera, alguna(s) de las siguientes incidencias: una
reducción de la actividad laboral, una interrupción del trabajo durante un
año o más, una limitación en las oportunidades de promoción, una
discriminación en el trabajo o si tener que dejar de trabajar definitivamente.
No se trata de opciones mutuamente excluyentes, por lo que pueden ser
analizadas en cinco ecuaciones paralelas, que permitirían describir el perfil
de mujeres trabajadoras afectadas por esas incidencias a partir del nivel
educativo de las entrevistadas y de sus parejas o cónyuges, el número de
hijos antes del fin del último empleo, la ocupación en el momento de tener
su primer hijo y el tipo de empleador para el que trabajaban, así como la
cohorte de nacimiento (para advertir posibles mejoras en el coste laboral de
la maternidad a lo largo del tiempo) y características del entorno.
Esperamos con estas iniciativas completar nuestro conocimiento de las
decisiones laborales y familiares de las mujeres españolas y la interrelación de ambas.
Esta tesis no es sino el principio de todo un camino por recorrer hacia resultados más
innovadores y originales.
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SCHULTZ, T. (1960): “Capital Formation by Education”, The Journal of
Political Economy, 68(6): 571-583.
SHERAN, M. (2007): “The Career and Family Choices of Women: A Dynamic
Analysis of Labor Force Participation, Schooling, Marriage, and Fertility Decisions”,
Review of Economic Dynamics, 10 (3): 367-399.
TOHARIA, L. (2003): “El Mercado de Trabajo en España 1978-2003”, ICE,
811, 203-220.
TREVIÑO, R., E. VIDAL y D. DEVOLDER (2007): “Factores e Indicadores de
Vulnerabilidad en la Conciliación de Empleo y Familia”, Centro de Estudios
Demográficos.
Referencias bibliográficas
267
VLASBLOM, J.D. y J.J. SCHIPPERS (2004): “Increases in Female Labour
Force Participation in Europe: Similarities and Differences”, European Journal of
Population, 20 (4): 375-392.
ANEXO METODOLÓGICO
270
Anexo metodológico
271
El diseño muestral de la Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006 es el
siguiente:
• Ámbito: Nacional.
• Universo: Población femenina de 15 años o más residente en España.
• Tamaño de la muestra: Diseñadas 10.000 entrevistas (fueron realizadas
9.737).
• Afijación: No proporcional.
• Ponderación: El reparto de entrevistas se ha hecho mediante un
procedimiento mixto por el que se asigna un número fijo de 400 entrevistas
por Comunidad Autónoma 86.800) y un reparto del resto de entrevistas
proporcional al peso de la población objeto de estudio hasta completar las
10.000 prefijadas.
• Puntos de muestro: 604 municipios y 50 provincias.
• Procedimiento de muestro: Polietápico, estratificado por conglomerados,
con selección de las unidades primarias de muestro (municipios) y de las
unidades secundarias (secciones) de forma aleatoria proporcional, y de las
unidades últimas (individuos) por rutas aleatorias y cuotas calculadas sobre
las tasas de actividad femenina y la edad.
Los estratos se han formado por el cruce de las 17 comunidades autónomas
con el tamaño de hábitat divido en categorías.
Los cuestionarios se han aplicado mediante entrevista personal siempre en
los domicilio. El trabajo fue realizado exclusivamente por entrevistadoras.
• Error muestral: Para un nivel de confianza del 95,5% (dos sigmas), y P = q,
el error real es de + 1,1% para el conjunto de la muestra y en el supuesto de
muestro aleatorio simple. Los errores muestrales para cada Comunidad
Autónoma nunca han superado el + 5%. El menor error por su tamaño
población ha correspondido a Andalucía: + 3% y el mayor a La Rioja: + 5%.
• Fecha de realización: Del 17 de abril al 31 de mayo de 2006.
• Selección de las entrevistadas: La selección final de las entrevistadas se ha
hecho por cuotas de edad y actividad, teniendo como referencia la
definición de la Encuesta de Población Activa (EPA) para determinar la
actividad/inactividad de la entrevistada.
ANEXO ESTADÍSTICO
Anexo estadístico
275
Tabla A.E.1. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos de participación laboral de todas las mujeres.
Todas Edad Edad 22.67 Edad al cuadrado Edad2 551.44
Cohorte de nacimiento
Cohorte 1961-1965 31.92 Cohorte 1966-1970 27.36 Cohorte 1971-1975 22.60 Cohorte 1976-1980 18.12
Nivel de estudios
Sin estudios-primarios 8.60 Ed. secundaria obligatoria 27.88 Bachillerato-FP 21.67 Estudios superiores 41.85
Tipo de convivencia
Matrimonio 23.68 Convivencia sin matrimonio 2.90 Sin pareja 68.03 No contesta 5.40
Padres separados Padres no separados 94.81 Padres sí separados 5.19
Hijos
No hijos 78.45 Hijo pequeño menor de 3 años 6.14 Hijo pequeño entre 3 y 6 años 8.18 Hijo pequeño mayor de 6 años 7.23
Zona de residencia
Zona Norte 31.35 Zona Levante 18.45 Zona Centro 18.45 Zona Sur 31.74
Tasa autonómica de paro Tasa de paro 38.15
Variación de ocupados Variación de ocupados 0.68
Si ganara la lotería Sí trabajaría 44.83 No trabajaría 50.86 No contesta 4.31
Número de observaciones 21.341 Fuente: Encuesta de Fecundidad. Familia y Valores 2006. CIS.
Anexo estadístico
276
Tabla A.E.2. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos de participación laboral de mujeres casadas.
Entrada al mercado laboral
Salida del mercado laboral
Edad Edad 26.84 28.66 Edad al cuadrado Edad2 742.17 840.52
Cohorte de nacimiento
Cohorte 1961-1965 39.39 30.78 Cohorte 1966-1970 30.89 31.49 Cohorte 1971-1975 19.72 27.63 Cohorte 1976-1980 10.00 10.10
Nivel de estudios
Sin estudios-primarios 12.58 5.85 Ed. secundaria obligatoria 41.73 26.08 Bachillerato-FP 21.61 25.96 Estudios superiores 24.08 42.10
Experiencia laboral previa al matrimonio
Sin experiencia laboral 83.78 - Menos o igual a 3 años 8.57 - Más de 3 años 7.64 -
Tipo de convivencia
Matrimonio 78.89 71.86 Convivencia sin matrimonio 9.83 12.62
No contesta 11.28 15.52
Padres separados Padres no separados 93.85 92.74 Padres sí separados 6.15 7.26
Hijos
No hijos 46.95 63.29 Hijo pequeño menor de 3 años 24.12 19.20 Hijo pequeño entre 3 y 6 años 23.86 15.01 Hijo pequeño mayor de 6 años 5.07 2.50
Zona de residencia
Zona Norte 30.25 26.53 Zona Levante 15.97 36.95 Zona Centro 16.88 17.55 Zona Sur 36.90 18.98
Tasa autonómica de paro Tasa de paro 32.90 24.63 Variación de ocupados Variación de ocupados 3.13 4.12
Si ganara la lotería Sí trabajaría 36.15 48.33 No trabajaría 59.40 49.52 No contesta 4.45 2.16
Edad a la que comenzó la primera convivencia en pareja
Menos de 20 años 20.07 5.71 Entre 20 y 24 años 43.34 37.56 Entre 25 y 29 años 30.18 42.49 Más de 29 años 6.10 13.79 No contesta 0.31 0.44
Número de observaciones 4.539 5.881 Fuente: Encuesta de Fecundidad. Familia y Valores 2006. CIS.
Anexo estadístico
277
Tabla A.E.2. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos de participación laboral de mujeres casadas (continuación).
Entrada al mercado laboral
Salida del mercado laboral
Nivel de estudios del cónyuge
Sin estudios-primarios 15.69 7.74 Ed. secundaria obligatoria 40.01 29.55 Bachillerato-FP 16.06 20.59 Estudios superiores 18.48 32.89 No contesta 9.76 9.23
Edad del cónyuge
Menos de 26 años 18.37 11.12 De 26 a 30 años 33.14 33.46 De 31 a 35 años 27.69 32.72 Más de 35 años 13.77 16.19 No contesta 7.03 6.51
Diferencia nivel educativo con el cónyuge
Mismo nivel educativo 48.09 49.04 Mujer menos nivel educativo 16.77 15.80
Mujer más nivel educativo 25.38 25.93 Sin información 9.76 9.23
Diferencia de edad con el cónyuge
Mujer mayor que el cónyuge 9.72 14.61
Cónyuge mayor 0-3 años 47.48 49.41 Cónyuge mayor 4-7 años 27.14 22.96 Cónyuge mayor más 7 años 8.64 6.44
Sin información 7.03 6.58 Número de observaciones 4.539 5.881 Fuente: Encuesta de Fecundidad. Familia y Valores 2006. CIS.
Tabla A.E.3. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos de participación laboral de mujeres que son madres.
Entrada al mercado laboral
Salida del mercado laboral
Edad Edad 28.26 30.66 Edad al cuadrado Edad2 823.90 962.62
Cohorte de nacimiento
Cohorte 1961-1965 45.93 40.14 Cohorte 1966-1970 32.58 36.43 Cohorte 1971-1975 15.06 19.26 Cohorte 1976-1980 6.42 4.17
Nivel de estudios
Sin estudios-primarios 15.06 7.36 Ed. Secundaria obligatoria 44.56 28.29 Bachillerato-FP 23.28 25.14 Estudios superiores 17.10 39.21
Número de observaciones 4.794 4.606 Fuente: Encuesta de Fecundidad. Familia y Valores 2006. CIS.
Anexo estadístico
278
Tabla A.E.3. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos de participación laboral de mujeres que son madres (continuación).
Entrada al mercado laboral
Salida del mercado laboral
Experiencia laboral previa a la maternidad
Sin experiencia laboral 72.59 - Menos o igual a 3 años 11.16 - Más de 3 años 16.25 -
Tipo de convivencia
Matrimonio 78.77 73.23 Convivencia sin matrimonio 7.66 11.70
Sin pareja 5.13 4.86 No contesta 8.45 10.20
Padres separados Padres no separados 93.35 94.53 Padres sí separados 6.65 5.47
Zona de residencia
Zona Norte 27.20 24.45 Zona Levante 16.44 36.21 Zona Centro 15.67 18.69 Zona Sur 40.70 20.65
Tasa autonómica de paro Tasa de paro 31.42 23.05 Variación de ocupados Variación de ocupados 3.72 4.67
Si ganara la lotería Sí trabajaría 36.15 47.96 No trabajaría 59.78 49.09 No contesta 4.07 2.95
Ha tenido algún aborto
No ha tenido abortos 88.78 89.36 Sí ha tenido algún aborto 8.97 8.45 No contesta 2.25 2.19
Estación del año en la que nació su primer hijo
Invierno 25.32 24.21 Primavera 25.93 20.99 Verano 22.84 27.25 Otoño 22.86 25.86 No contesta 3.05 1.69
Fue prematuro su primer hijo
No fue prematuro 89.24 89.67 Sí fue prematuro 7.84 8.27 No contesta 2.92 2.06
Edad a la que tuvo su primer hijo
Menos de 20 años 13.62 2.87 Entre 20 y 24 años 40.43 20.52 Entre 25 y 29 años 31.81 45.87 Más de 29 años 14.14 30.74
Número de observaciones 4.794 4.606 Fuente: Encuesta de Fecundidad. Familia y Valores 2006. CIS.
Anexo estadístico
279
Tabla A.E.4. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos de primera maternidad.
Todas Casadas Edad Edad 23.12 26.87 Edad al cuadrado Edad2 563.28 741.93
Cohorte de nacimiento
Cohorte 1961-1965 26.55 26.99 Cohorte 1966-1970 28.39 32.14 Cohorte 1971-1975 26.84 27.50 Cohorte 1976-1980 18.22 13.37
Nivel de estudios
Sin estudios-primarios 5.61 6.76 Ed. secundaria obligatoria 25.52 28.94 Bachillerato-FP 23.29 24.10 Estudios superiores 45.58 40.20
Trabaja No trabaja 52.41 36.51 Sí trabaja 47.59 63.49
Tipo de convivencia
Matrimonio 16.90 63.01 Convivencia sin matrimonio 4.53 16.39 Sin pareja 71.03 - No contesta 7.54 20.60
Padres separados Padres no separados 93.31 91.79 Padres sí separados 6.69 8.21
Número de hermanos Hijos de la madre 3.54 3.65
Zona de residencia
Zona Norte 29.83 29.30 Zona Levante 25.93 28.99 Zona Centro 19.37 17.31 Zona Sur 24.87 24.39
Tasa autonómica de paro Tasa de paro 35.27 28.33
Edad a la que tuvo la primera relación íntima
Menos de 18 años 19.67 - Entre 18 y 21 años 47.73 - Más de 21 años 22.45 - No contesta 10.15 -
Ha tenido algún aborto
No ha tenido abortos 85.36 - Sí ha tenido algún aborto 9.14 - No contesta 5.51 -
Si ganara la lotería
Sí trabajaría 47.95 44.61 No trabajaría 48.76 52.47 No contesta 3.29 2.92
Número de observaciones 32.296 7.781 Fuente: Encuesta de Fecundidad, Familia y Valores 2006, CIS.
Anexo estadístico
280
Tabla A.E.4. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos de primera maternidad (continuación).
Todas Casadas
Edad a la que comenzó la primera convivencia en pareja
Menos de 20 años - 12.09 Entre 20 y 24 años - 38.18 Entre 25 y 29 años - 38.89 Más de 29 años - 10.54 No contesta - 0.30
Nivel de estudios del cónyuge
Sin estudios-primarios - 8.41 Ed. secundaria obligatoria - 30.61 Bachillerato-FP - 20.61 Estudios superiores - 28.47 No contesta - 11.90
Edad del cónyuge
Menos de 26 años - 18.31 De 26 a 30 años - 37.49 De 31 a 35 años - 24.92 Más de 35 años - 10.04 No contesta - 9.24
Diferencia nivel educativo con el cónyuge
Mismo nivel educativo - 46.32 Mujer menos nivel educativo - 15.37
Mujer más nivel educativo - 26.41 Sin información - 11.90
Diferencia de edad con el cónyuge
Mujer mayor que el cónyuge - 13.30
Cónyuge mayor 0-3 años - 46.34 Cónyuge mayor 4-7 años - 23.63 Cónyuge mayor más 7 años - 7.40
Sin información - 9.32 Número de observaciones 32.296 7.781 Fuente: Encuesta de Fecundidad. Familia y Valores 2006. CIS.
Anexo estadístico
281
Tabla A.E.5. Modelos de participación laboral y fecundidad (probit).
Todas las mujeres Mujeres casadas
Participación Maternidad Participación Maternidad
Hijos (ref. No hijos) Sí hijos
-0.143*** - -0.145*** - (0.018) - (0.019) -
Trabaja (ref. No trabaja) Sí trabaja
- -0.139*** - -0.138*** - (0.017) - (0.018)
Cohorte de nacimiento (ref. Cohorte 1954-1963)
Cohorte 1944-1953 -0.197*** 0.133*** -0.260*** 0.151***
(0.011) (0.018) (0.015) (0.020)
Cohorte 1934-1943 -0.463*** 0.206*** -0.559*** 0.232***
(0.013) (0.020) (0.017) (0.021)
Edad Edad 0.130*** 0.215*** 0.035*** 0.124*** (0.006) (0.011) (0.012) (0.015)
Edad al cuadrado Edad2 -0.002*** -0.004*** -0.000* -0.003***
(0.000) (0.000) (0.000) (0.000)
Nivel de estudios (ref. Sin estudios)
Estudios primarios 0.070*** -0.050** -0.025 -0.026 (0.015) (0.021) (0.021) (0.025)
Ed. secundaria obligatoria
0.169*** -0.060** 0.016 -0.058** (0.017) (0.024) (0.024) (0.029)
Bachillerato-FP 0.261*** -0.036 0.238*** -0.036 (0.019) (0.029) (0.027) (0.034)
Estudios superiores 0.485*** 0.017 0.785*** -0.003 (0.019) (0.029) (0.028) (0.036)
Pareja (ref. Sí pareja)
No pareja 0.269*** -1.757*** - -
(0.015) (0.031) - -
No contesta -0.156*** -0.393*** - -
(0.033) (0.044) - -
Zona de residencia (ref. Zona Norte)
Zona Levante 0.359*** 0.062*** 0.290*** 0.061*** (0.012) (0.019) (0.015) (0.020)
Zona Centro 0.048*** 0.147*** -0.022 0.148*** (0.014) (0.021) (0.018) (0.022)
Zona Sur -0.160*** 0.169*** -0.182*** 0.179***
(0.013) (0.020) (0.017) (0.021)
Número de hijos y edad del hijo más pequeño (ref. No hijos)
Un hijo Menor de 5 años
-0.363*** -0.166*** -0.335*** -0.219*** (0.019) (0.021) (0.021) (0.022)
Un hijo Mayor de 4 años
-0.303*** -0.287*** -0.215*** -0.174*** (0.021) (0.028) (0.026) (0.032)
Dos o más hijos Menor de 5 años
-0.535*** -0.492*** -0.481*** -0.507*** (0.030) (0.034) (0.033) (0.035)
Dos o más hijos Mayor de 4 años
-0.557*** -0.690*** -0.439*** -0.551*** (0.017) (0.022) (0.023) (0.028)
No contesta -0.340*** -0.546*** -0.412*** -0.592***
(0.036) (0.059) (0.052) (0.070) Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Anexo estadístico
282
Tabla A.E.5. Modelos de participación laboral y fecundidad (probit) (continuación).
Todas las mujeres Mujeres casadas Participación Maternidad Participación Maternidad
Número de hermanos Hijos de la madre
- 0.045*** - 0.043***
- (0.008) - (0.008)
Duración de la convivencia (ref. Menos de 5 años
Entre 5 y 10 años - - -0.021 -0.210*** - - (0.021) (0.024)
Más de 10 años - - 0.016 -0.441*** - - (0.027) (0.033)
Nivel de estudio del cónyuge (ref. Sin estudios)
Estudios primarios - - -0.056* 0.124*** - - (0.030) (0.031)
Ed. secundaria obligatoria
- - -0.012 0.141*** - - (0.032) (0.035)
Bachillerato-FP - - -0.033 0.121*** - - (0.034) (0.039)
Estudios superiores - - 0.007 0.016 - - (0.036) (0.045)
No contesta - - -0.030 0.061 - - (0.036) (0.041)
Edad del cónyuge (ref. Menos de 26 años)
De 26 a 30 años - - 0.239*** -0.040 - - (0.026) (0.030)
De 31 a 35 años - - 0.231*** 0.000 - - (0.029) (0.034)
De 36 a 40 años - - 0.103*** -0.053 - - (0.031) (0.038)
Más de 40 años - - 0.181*** 0.066* - - (0.031) (0.037)
No contesta - - 0.344*** 0.002 - - (0.033) (0.039)
Constante -2.574*** -3.529*** -1.094*** -2.348*** (0.082) (0.166) (0.172) (0.213)
Número de observaciones 87.021 86.805 56.730 56.577 χ2 9.737 9.779 7.242 5.606 Pseudo-R2 0.0877 0.198 0.104 0.135 -2 log verosimilitud -50.656 -19.856 -31.294 -18.031 Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.
Anexo estadístico
283
Tabla A.E.6. Valores medios de las variables utilizadas en los modelos bivariantes.
Todas las mujeres Mujeres casadas
Cohorte de nacimiento
Cohorte 1954-1963 38.72 38.52 Cohorte 1944-1953 28.90 29.13 Cohorte 1934-1943 32.38 32.35
Edad Edad 29.00 32.29 Edad al cuadrado Edad 2 901.67 1080.97
Nivel de estudios
Sin estudios 15.52 16.36 Estudios primarios 33.44 34.75 Ed. secundaria obligatoria 24.45 24.77 Bachillerato-FP 12.44 12.16 Estudios superiores 14.15 11.97
Tipo de convivencia
Matrimonio 60.02 92.09 Convivencia sin matrimonio 3.82 5.86
Sin pareja 32.46 - No contesta 3.70 2.05
Zona de residencia
Zona Norte 31.35 31.23 Zona Levante 27.37 27.67 Zona Centro 17.95 17.60 Zona Sur 23.33 23.49
Número de hijos y edad del hijo más pequeño
No hijos 42.79 18.11 Un hijo - Menor de 5 años 9.91 14.38 Un hijo - Mayor de 4 años 7.97 11.06 Dos o más hijos - Menor de 5 años 3.15 4.66
Dos o más hijos - Mayor de 4 años 34.34 50.27 No contesta 1.84 1.52
Número de hermanos Hijos de la madre 3.24 3.25
Duración de la convivencia
Menos de 5 años - 26.49 Entre 5 y 10 años - 30.50 Más de 10 años - 43.01
Edad del cónyuge
Menos de 26 años - 5.81 De 26 a 30 años - 14.79 De 31 a 35 años - 18.89 De 36 a 40 años - 19.57 Más de 40 años - 20.68 No contesta - 20.26
Nivel educativo del cónyuge
Sin estudios - 10.40 Estudios primarios - 26.54 Ed. secundaria obligatoria - 17.20 Bachillerato-FP - 9.73 Estudios superiores - 13.68 No contesta - 22.46
Número de observaciones 86.805 56.577 Errores estándar en paréntesis, *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Fuente: EFFV2006, CIS.