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LA IMPORTANCIA DECISIVA DEL MATRIMONIO, LA PATERNIDAD, LA MATERNIDAD Y EL PARENTESCO, PARA EL ESTADO DEL BIENESTAR Y EL CRECIMIENTO ECONÓMICO. Instituto de Estudios del Capital Social (INCAS) Centro de Investigación y Desarrollo Empresarial (CIDE). Universitat Abat Oliba CEU

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EELL EESSTTAADDOO DDEELL BBIIEENNEESSTTAARR YY EELL CCRREECCIIMMIIEENNTTOO

EECCOONNÓÓMMIICCOO..

Instituto de Estudios del Capital Social (INCAS)

Centro de Investigación y Desarrollo Empresarial (CIDE).

Universitat Abat Oliba CEU

LA IMPORTANCIA DECISIVA DEL MATRIMONIO,

LA PATERNIDAD, LA MATERNIDAD Y EL PARENTESCO,

PARA EL ESTADO DEL BIENESTAR Y EL CRECIMIENTO

ECONÓMICO.

Dirigido por Josep Miró i Ardèvol.

Director del CIDE-INCAS.

Con la colaboración de: Jordi Garcia.

Carme Català.

Barcelona, noviembre 2006.

ÍÍNNDDIICCEE..

Introducción: no es tanto un problema de diagnóstico como de juicio. 11 1. Parte I. Por qué son decisivos el matrimonio, la paternidad,

la maternidad y el parentesco.

44

Precisando el concepto de matrimonio y familia. 5 La importancia social del parentesco. 12 Confusión social: el inicio del proceso entrópico. 15

La entropía social. 20 Las disfunciones que destruyen el modelo. 21 El modelo insubstituible socialmente valioso. 29 Por qué es tan necesario el modelo de matrimonio sostenible. 32 Instituciones sociales e institucionalización. 36 La dimensión económica de la familia. 40 Trabajo femenino y natalidad. 49 La dimensión antropológica del modelo económico. 50 La destrucción de la confianza, factor clave de sociabilidad. 52 Algunos efectos sobre los hijos. 53 La crisis del sistema de enseñanza. 56 Consecuencias de la destrucción del modelo matrimonial y familiar. 57

La implosión demográfica en nuestro país hará insostenible el sistema público de pensiones a partir del 2015.

60

2. Parte II. 6611

Los marcos de referencia de la cultura mediática de masas. 62 La ideología de género. 66 Una cuestión de lenguaje. 70 La relación entre marxismo y perspectiva de género. 71 Familia y ruptura en la ideología de género. 76 El deseo como proyecto político. 81

3. Parte III. Las leyes contrarias a las instituciones insustituibles

socialmente valiosas: la revolución española. 8899

La revolución española. 92 Las nuevas leyes. 99 Leyes elaboradas en el marco de la ideología de género. 101 Leyes relacionadas con las políticas. 102

Tabla PTítulo ág

1 Hogares familiares. 10

2 Conceptos básicos. Las instituciones insustituibles socialmente valiosas.

miliares?

igos diría que tiene usted?

ntes. (1)

10 Tasa natalidad cada 1000 habitantes. (2) 48

11 Proyección del sistema de gastos e ingresos de la seguridad Social 60

12 La nueva legislación española. 100

11

3 ¿Me podría decir el número total de fa 13

4 Aproximadamente, ¿cuántos am 13

5 Volumen de red social. 14

6 Divorcios por Comunidad Autónoma. 25

7 Pregunta 9; Estudio 2568 CIS 31

8 Progreso técnico en desaceleración en España. 47

9 Tasa natalidad cada 1000 habita 48

IINNTTRROODDUUCCCCIIÓÓNN

LLAA IIMMPPOORRTTAANNCCIIAA DDEECCIISSIIVVAA DDEELL MMAATTRRIIMMOONNIIOO,, LLAA PPAATTEERRNNIIDDAADD,,

LLAA MMAATTEERRNNIIDDAADD YY EEll PPAARREENNTTEESSCCOO,, PPAARRAA EELL EESSTTAADDOO DDEELL BBIIEENNEESSTTAARR YY

EELL CCRREECCIIMMIIEENNTTOO EECCOONNÓÓMMIICCOO..

I. INTRODUCCIÓN: no es tanto un problema de diagnóstico

como de juicio.

Las razones profundas que hacen complicado afrontar las causas que hacen

difícilmente sostenible el estado del bienestar, no nacen del hecho que

conozcamos de manera imperfecta su naturaleza, sino que pese a la evidencia,

se emita un juicio parcial y por lo tanto, erróneo. Hay toda una percepción

distorsionada de la realidad en aquello que afecta a las instituciones

insustituibles socialmente valiosas como el matrimonio, la paternidad, la

maternidad, etc. Un magnífico ejemplo de esta distorsión es un texto legal de

relevancia: el Anteproyecto de Ley del Libro del Código de Familia de la

Generalitat de Cataluña.

Y, ¿por qué un texto legal de una comunidad autónoma tiene este interés

demostrativo de la incapacidad de emitir un juicio racional por parte de los

poderes públicos, de la insensibilidad desinformada de la misma sociedad?.

Pues, por dos razones:

La primera es que Cataluña ha conservado de manera

ininterrumpida, y bajo regímenes políticos diferentes, una tradición legislativa

viva en el ámbito del Código Civil, con un origen que se remonta a las

Constituciones catalanas. Por lo tanto, estamos ante una construcción jurídica

de siglos de evolución, que a la vez nos conecta directamente con el Derecho

Romano. La columna vertebral de este marco jurídico civil es el derecho

relacionado con la familia en torno al cual la sociedad civil catalana se ha

organizado y funcionado a lo largo del tiempo. No estamos, por lo tanto, ante la

producción de una legislación de carácter autonómico, “ex novo”, sino de una

modificación radical, de una forjada tradición y sabiduría jurídica perfectamente

anihilada en el Anteproyecto. Este fue sometido a información pública, por lo

tanto tenía un grado de formalización importante, si bien la convocatoria de

elecciones anticipadas no hizo posible su entrada al Parlamento.

1

La segunda razón es que el texto que propone el gobierno de la

Generalitat incorpora una excelente síntesis de todos los problemas y

disfunciones que afectan al matrimonio y las demás instituciones a él

vinculadas. El interés del enfoque radica en el hecho de que una vez

constatados, en lugar de legislar para intentar reducirlos y limitar su efecto, lo

que hace es elevarlos a rango de canon, de modelo igualmente deseable.

Aquello que sólo debería ser considerado como la consecuencia legal del

ejercicio de la libertad personal pero que no acontece positivo desde la

perspectiva social, es convertido en norma sancionada por la ley y, en varios

casos, potenciado. Cuando se critica esta aceptación ciega de las dinámicas

sociales, la respuesta es siempre la misma: hace falta reconocer la realidad

social. No hay que hacer demasiadas elucubraciones para constatar que el

criterio del reconocimiento de la realidad social no es nunca por si mismo

determinante de ningún reconocimiento jurídico, sino que siempre hay una idea

previa de valor. No hay una aceptación legal de la violencia, pese a que esté al

orden del día, incluso en los casos de defensa propia. Se puede comprar el

vehículo que queramos pero no se puede conducir como queramos (la gran

contradicción entre la limitación legal que en el mejor de los casos no permite

circular a más de 120 Km/h y la venta de coches que logran velocidades que

duplican sobradamente este máximo). Está permitido beber alcohol en un

ejercicio de la libertad individual, pero desde el punto de vista societario hay

fuertes restricciones, por edad, los lugares, por determinadas actividades

privadas de efectos sociales, y profesionales. El caso del tabaco es

paradigmático. Es un negocio intervenido por el Estado al cual reporta grandes

ingresos, pero está sometido a una gran restricción en el espacio público. Hay

mucha violencia, mucho exceso de velocidad, mucha drogadicción, borrachera y

alcoholismo, muchos fumadores, pero la ley no va por la vía de aceptar “la

realidad social”, sino todo lo contrario. Código Penal más duro, carné de

conducir por puntos, ley antitabaco, normas para la restricción del consumo de

alcohol. Es una obviedad que en razón de un modelo socialmente deseado, un

elevado número de actividades ejercidas en privado, están intervenidas y

limitadas en la vida pública. Hay, por lo tanto, una idea de valor social previo

que determina la limitación, o por el contrario su reconocimiento legal por la vía

de la ley. Esta diferencia señala la distancia que separa lo que es la libertad del

sujeto y lo que se considera el bien de la sociedad.

2

Detrás de esta conclusión hay una tercera: los poderes públicos y

mediáticos tienen un criterio moral sobre qué es deseable o no para la

colectividad y lo aplican. El simple hecho de que se produzca como fenómeno

3

social no da pie a que lo reconozcamos como bueno. Pero esta manera

razonable de juzgar la realidad no se aplica en la concepción que guía el

matrimonio, la paternidad, la familia y por extensión el parentesco. Incluso el

fundamento de todas ellas, la dualidad hombre–mujer tiende a ser marginada.

La pregunta es, ¿por qué y bajo qué lógica es ello posible? Y también, ¿cuáles

son las consecuencias sobre la sociedad y su economía? La monografía que ha

llevado a término el INCAS (Instituto de Estudios del Capital Social) intenta

contestar, en una medida significativa y útil, a estos interrogantes.

PPAARRTTEE II

PPOORR QQUUÉÉ SSOONN DDEECCIISSIIVVOOSS EELL MM

AATTRRIIMMOONNIIOO,, LLAA PPAATTEERRNNIIDDAADD,, LLAA MMAATTEERRNNIIDDAADD YY EELL

PPAARREENNTTEESSCCOO..

4

LA IMPORTANCIA DECISIVA DEL MATRIMONIO, LA PATERNIDAD, LA

MATERNIDAD Y EL PARENTESCO, PARA EL ESTADO DEL BIENESTAR Y

EL CRECIMIENTO ECONÓMICO.

Precisando el concepto de matrimonio y familia.

5

El uso inadecuado de la denominación matrimonio y familia hace necesario

precisar su caracterización. No todos los modelos que son presentados con

aquéllos nombres tienen la misma capacidad de generar capital social y

descendencia, que son las características insustituibles socialmente valiosas

propias de ambas instituciones. Se ha introducido en el lenguaje la expresión

“nuevas familias” en querida contraposición con lo que se designa como “familia

tradicional”. Este es un planteamiento que invita a pensar que hay varios

modelos de familia, socialmente equivalentes. Unos pertenecen al pasado, y

otros serían fruto de la modernidad y de los tiempos actuales. Pero esta

contraposición no existe en la realidad. Lo que se denomina con el calificativo

de “tradicional”, básicamente los matrimonios (75%), generalmente con hijos

(55%), son los que configuran la gran mayoría de los hogares. También forman

parte de este mismo grupo, en el que tienen su génesis y desarrollo, la gran

mayoría de hogares habitados por una sola persona, viuda o viudo. Y esto

representa cerca de un 8%. Un tercer grupo son las familias monoparentales,

resultado de una desestructuración familiar, de un matrimonio que no ha

funcionado bien y no ha podido mantener la continuidad del vínculo. Pero con

propiedad no se puede calificar de nueva una situación que ha acompañado a la

sociedad desde la institución del matrimonio. La ruptura o abandono siempre

han existido, hasta el extremo de formar parte del imaginario de la literatura

popular. La única novedad sería que su número ha crecido los últimos años

hasta significar un 7% de los hogares, pero ni es un modelo familiar “nuevo”, ni

es –hay que subrayarlo- una estructura familiar deseada ni social, ni

personalmente. Nadie opta como proyecto de futuro por constituir una familia

monoparental. Se puede argumentar que algunas mujeres aspiran a tener hijos

y vivir solas con ellos, pero este es puramente un discurso teorizante, pues esta

realidad reúne a unas pocas decenas de hogares. Pese a su nula presencia

social, la idea de “mujer-sola-con–hijo” sin pareja previa, forma parte de las

concepciones ideológicamente fomentadas y promovidas por la actual

legislación: la nueva ley de reproducción asistida permite la inseminación

artificial a mujeres solas, con independencia de la edad y esperanza de vida. Es

suficiente que pueda pagarse el deseo. Estas sí podrían ser consideradas con

propiedad una “nueva familia”.

Otro grupo de hogares perfectamente diferenciados del matrimonio es el de las

parejas de hecho: personas que cohabitan maritalmente sin estar casadas. Pero

también en este caso la novedad no se da. La mayoría de adultos mayores de

40 años pueden indicar que en su infancia o juventud han conocido, por

referencia o directamente, a una pareja que vivía “juntada”, expresión por otro

lado bien tradicional. Cuando la República obviamente, pese al divorcio, pero

también cuando el franquismo, la práctica de cohabitar maritalmente ha

formado parte de las costumbres. En el campo teórico encontramos, de manera

destacada, el anarquismo y su idea de relación amorosa no contractual, el

“amor libre”. En el ámbito de las costumbres, ha sido una fórmula bastamente

practicada por algunos sectores populares de la sociedad, así como, en otro

grupo social minoritario integrado por personas de profesiones artísticas que

asumían el estilo de vida del “romanticismo expresivo”. No era obviamente un

modelo bien visto, pero existía en términos numéricamente nada marginales.

Es más, en el pasado, la importancia del modelo canónico basado en la

estabilidad del vínculo, había desarrollado entre la burguesía una forma

subsidiaria de relación familiar basada en una cohabitación incompleta: era la

“mantenida”, la “querida”.

La cohabitación completa no es nueva en ningún sentido, pero sí hace falta

señalar que su número ha aumentado hasta significar, siempre según el INE, el

6% de los hogares. Continúa siendo una magnitud modesta pero que crece

rápidamente, con un añadido que no se puede descuidar: para muchos jóvenes

es un paso previo al matrimonio; por lo tanto una figura de transición, un clase

de “compromiso+cohabitación”, bajo la errónea premisa –al menos en términos

estadísticos- de que la prueba previa significa una mayor garantía de éxito en

la vinculación institucional posterior. No es así: los fracasos entre las parejas

que han cohabitado antes son más elevados que entre quienes no lo han hecho,

como veremos más adelante.

6

El matrimonio configurado históricamente en su forma definitiva por el

cristianismo, no es asumido por la concepción burguesa por una razón religiosa,

sino porque es el modelo más adecuado para el sistema económico,

fundamentado en el derecho a la propiedad, la empresa privada y la herencia.

Es una evidencia que hoy parece olvidada. Y a la inversa, otras formas menos

formalizadas y vinculantes casan mal con las exigencias de racionalidad del

sistema económico.

El incremento de la cohabitación no es, por lo tanto, una novedad sino un

regreso al pasado donde los sistemas familiares acontecieron más confusos. El

cristianismo y sobre todo el "orden burgués" liquidaron progresivamente su

importancia, porque era contraria a la racionalidad que el orden económico

demandaba.

En conjunto, las uniones surgidas del matrimonio significan el 84% de los

hogares. Si añadimos la cohabitación se logra el 90%. La dimensión

cuantitativa que resta para referirse a las denominadas “nuevas familias”, que

se quieren presentar en contraposición con la que denominan “familia

tradicional”, es exigua. El grupo con más significación, y no llega al 2% de los

hogares, lo constituyen las denominadas familias reconstituidas, fruto de la

nueva unión entre personas en las que al menos una de las dos es divorciada.

Es, por lo tanto, un tipo de vínculo que surge a partir de la Ley del Divorcio de

1981 y que con toda evidencia la normativa reciente aprobada en el 2005 hará

crecer. Otro grupo, este radicalmente nuevo, incluso a escala mundial, es el de

los matrimonios homosexuales, pero al año de la aprobación de la ley que lo

hace posible, tan sólo se han registrado 1.275 parejas en toda España, 288 en

Cataluña. Por otro lado, el número total de parejas homosexuales de las que los

matrimonios constituyen un mínima fracción, y que viven en régimen de

cohabitación, tan sólo significan el 0.07%. Esta cifra, más los resultados en

Bélgica y Holanda, los otros dos países donde se ha legislado el matrimonio

homosexual en el mundo –el tercer caso, Canadá, es más reciente que el

español-, indican que la evolución futura todavía logrará cifras menores1.

La conclusión es evidente: la estructura básica de la sociedad es el matrimonio,

con un aumento de la viudedad ocasionada por la mejora de la esperanza de

vida, así como también en el número de familias monoparentales dada la

mayor abundancia de las rupturas matrimoniales. En un plano diferente, se da

la recuperación de la vieja forma de la cohabitación.

7

1 En Holanda, desde abril del 2001 hasta el 31 de diciembre del 2005 se habían casado 8127 parejas homosexuales. En Bélgica donde la ley es de junio del 2003, hasta finales del 2004 la cifra de casados fue de 2204. en Québec, donde es posible el matrimonio homosexual desde marzo del 2004, ha sido de 574.

En términos objetivos no deja de ser sorprendente la voluntad política de

institucionalizar una realidad numéricamente tan exigua con el nombre de

"nuevas familias". Una denominación, además, que pese a ser exacta

conceptualmente, posiblemente no es la que mejor expresa la subjetividad de

las familias reconstituidas, que se consideran “matrimonio-punto” y “familia-

punto”, sin más calificativos. En realidad todo el planteamiento sobre "nuevas"

familias difumina el problema objetivo de las disfunciones sociales: ruptura,

desestructuración, cohabitación, para dotarlas de valor normativo de modelo

equivalente al matrimonio, intentando presentarlas como “nuevas”. Este

engrosamiento que falsea la realidad tiene una segunda utilidad: permite

envolver en un concepto “lo que es nuevo” mucho más amplio, más

significativo que su exigua realidad.

8

El argumento formal para la institucionalización como familias de realidades

que no lo son, o que ya tienen un reconocimiento en el marco canónico del

matrimonio establecido por la sociedad, caso del matrimonio de personas

divorciadas, es que hace falta reconocer jurídicamente las "nuevas realidades".

De hecho, y como hemos visto, la única nueva realidad institucionalizada que

se aparta radicalmente del marco de referencia de lo que es el matrimonio

como institución insustituible socialmente valiosa, es el matrimonio

homosexual. Pero este tipo de argumento de institucionalizar una realidad

porque se da como comportamiento social, sin mesurar su naturaleza y sin más

consideraciones de interés social, incorpora riesgos obvios. Por ejemplo, una

consecuencia casi obligada a medio plazo será el reconocimiento legal de la

poligamia a partir del matrimonio islámico. No en todos los países islámicos la

poligamia es legalmente posible. Algunos han intentado limitarla, como Túnez

(Código sobre el Estatuto Personal de Túnez art. 18. 1º), pero son casos

excepcionales, dado que la mayoría de países musulmanes la admite, si bien la

somete a condiciones concretas. En Marruecos se obliga al marido a guardar

igualdad de trato entre las diferentes esposas, así como a informar a la esposa

presente del nuevo matrimonio, y la futura esposa de que ya está casado (art.

35. 2º y 30 del Código de Familia). En Argelia se exige, además del hecho de

que las esposas sean informadas, que se cumpla con determinadas exigencias

como por ejemplo el mantenimiento de la equidad dentro del trato entre ambas

esposas, o que existan motivos que justifiquen estas uniones. En los dos países

se permite que la esposa solicite el divorcio en el supuesto de que estas

situaciones comporten la carencia de entendimiento entre ellas. Pero estas

regulaciones, en nuestras circunstancias, son un factor favorable a su

legalización, porque permiten argumentar, con más o menos razón, que este

tipo de matrimonio puede salvaguardar los mismos derechos para la mujer que

el fundamentado en la pareja. A partir del momento en que la figura de los dos

sexos ha dejado de tener sentido como limitación matrimonial, parece difícil la

argumentación contra la aceptación de una realidad social, mucho más

extendida en el mundo y con un número creciente de casos en nuestro propio

país, que el matrimonio homosexual, una figura, hay que decirlo todo,

rechazada en el contexto internacional.

De manera implícita, la poligamia ya ha sido asumida por el régimen de la

Seguridad Social vía reclamación de derechos hacia la segunda mujer. Mientras

que el matrimonio homosexual sólo existe en cuatro países, de los cuales el

más poblado con diferencia es España, el matrimonio polígamo es legal en casi

todo el mundo musulmán que reúne a centenares de millones de habitantes,

que podrán considerar una discriminación el hecho de que se les niegue esta

opción.

En realidad, lo que está sucediendo es que la idea de lo "nuevo", oculta la

destrucción de la infraestructura social que hace posible el modelo social y

económico que denominamos occidental. Hemos constatado que no hay un

cambio de modelo social en los vínculos de pareja, sino un crecimiento notable

de disfunciones que son conocidas desde siempre. La novedad no radica en el

cambio sino en el hecho cultural, y sobre todo político, de considerar las

disfunciones de las instituciones sociales por primera vez en la historia, no

como tendencias a reducir y limitar, sino como realidades a institucionalizar.

Esta orientación política debe ser revisada desde la perspectiva de sus

consecuencias económicas y sociales, precisamente porque las disfunciones

crecientes tienen efectos no deseables para el crecimiento económico y el

bienestar.

9

Tabla 1

Hogares Familiares.

aa.. Familias “tradicionales”

1. Origen y desarrollo Matrimonio 90%

Matrimonio 75%

Viudedad 8%

Monoparental 7%

2. Parejas de hecho 6%

bb.. Familias “nuevas”

1. Familias reconstituidas 1.5%

2. Parejas homosexuales 0.07%

Fuente: INE

Por lo que respecta a Cataluña, una encuesta del junio del 20062 señala que –

sin considerar a los solteros- el 72% de los hogares están formados por

matrimonios; un 9% por viudos; y un 6,6% por parejas de hecho. Por su parte,

los divorciados representaban un 3% y los separados un cifra parecida. El

86,6% de los casados tenía hijos, una media de 2,2, un 25,8% con un hijo, un

48,8% con dos y el 24,6%, tres o más. La mitad de los menores de 35 años se

plantean tener más hijos, por sólo un 17,6% de los comprendidos entre los 35

y 49 años. Hay, por lo tanto, un potencial demográfico no realizado, que se

hará o no efectivo en mayor o menor medida en función de las condiciones

socioeconómicas.

10

2 Josep Miró i Ardèvol, Oriol Molas, Estudio sobre el capital social en Cataluña. Instituto de Estudios del Capital Social. CIDE. Universitat Abat Oliba CEU. Barcelona, 2006.

Tabla 2

Conceptos básicos.

Las instituciones insubstituibles socialmente valiosas.

MATRIMONIO

Vínculo contractual, civil o religioso, entre un

hombre y una mujer que tiene el potencial de

generar descendencia y educarla en la

complementariedad genotípica y fenotípica de la

especie humana.

MATERNIDAD y

PATERNIDAD

Institución resultante de la consumación de la

relación hombre-mujer, sólo posible por la

complementariedad, que tiene como misión el

cuidado y educación de los hijos.

FILIACIÓN y

FRATERNIDAD

Fruto del vínculo matrimonial y de su capacidad

para educar para la socialización.

FAMILIA

Grupo de personas vinculadas por el parentesco

de primer grado que generalmente viven juntas.

También conjunto de ascendentes, descendentes,

colaterales y afines a un linaje. Todos tienen

origen y se articulan por el matrimonio, se

articulan en redes de matrimonios, maternidad,

paternidad y filiaciones. También personas que

por razón de parentesco viven en un mismo

hogar. Generalmente se sobreentiende hoy por

familia, la llamada nuclear formada por el

matrimonio y los hijos.

PARENTESCO Vínculo por consanguinidad o por afinidad (fruto

del matrimonio).

DINASTÍA o LINAJE Parentesco extendido a lo largo del tiempo.

11

Esta es la estructura primaria básica sobre la cual se ha asentado la sociedad,

fruto de una concepción antropológica de largo alcance histórico y multi-

religioso. En base a ella funciona la economía.

El modelo estructural sobre el que se asienta la sociedad parte del matrimonio:

a partir de él se articulan relaciones ascendentes, colaterales y descendentes

de consanguinidad las más numerosas, y de afinidad. Este conjunto amplio es

el parentesco, que junto con la dinastía tiene una importancia insustituible en la

articulación de la sociedad y su actividad económica.

La importancia social del parentesco.

El parentesco había parecido que pasaba a ser una institución muy secundaria

en las sociedades urbanas post industriales, basadas en la familia nuclear. La

realidad no ha ido por aquí. El aislamiento de la familia nuclear no se ha

producido, antes al contrario, la interrelación se mantiene, y no lo hace bajo

formas arcaizantes sino como el desarrollo de nuevas respuestas dictadas por

las cambiantes condiciones. El campo afectivo no se limita a la relación entre

padres e hijos sino que se extiende más allá, especialmente hacia los

ascendentes. Puede parecer sorprendente pero en Francia, más del 75% de los

hijos casados vive a menos de 20 Km de uno u otro progenitor, porque la

proximidad permite la frecuencia de la interacción. La frecuencia de fracasos

matrimoniales o los hijos acentúan este papel principal de los abuelos. Las

relaciones reales de parentesco se extienden más allá y, si bien hay una

tendencia extraordinaria a concentrarlas en funciones afectivas, rituales o

simbólicas (una fiesta señalada, un entierro), también se desarrollan en

relación a dos funciones económicas:

Las ayudas a la subsistencia para hacer frente a dificultades imprevistas.

La promoción dirigida a la mejora del estatus de alguno de sus

miembros, función que se acentúa en la familia extensa por el papel de

la fratría.

12

En ambos casos el parentesco continúa siendo decisivo en la primera

ocupación. Pese a los adelantos educativos, las posibilidades de prosperar en la

vida todavía están hoy muy marcadas no sólo por las características de los

padres, sino precisamente por el parentesco, y cómo su destrucción deja a la

persona más inerme ante la adversidad, afectiva y económicamente. Desde

esta perspectiva, el parentesco tiene más importancia práctica cuanto menores

son los conocimientos para una buena inserción social. La destrucción del

parentesco daña a toda la sociedad, pero sobre todo a los más débiles social y

económicamente.

Si el matrimonio constituye el productor primario de capital social por la vía de

la descendencia y su educación, el parentesco es la red secundaria que lo

multiplica. Este sistema de relaciones es muy importante en Cataluña3 y

también en España4. Así, el número de familiares con quienes no comparte

vivienda pero mantiene una comunicación regular es de 11,2 en Cataluña, y de

9,1 en España, ambos son los valores más elevados de la serie de países

estudiados.

Tabla 3 ¿Me podría decir el número total de familiares con quienes

no comparte vivienda pero mantiene una comunicación regular?

CAT ESP DIN TUR ITA FR ISR MEx EUA CHI RU ALE RUS JAP

Media de familiares 11,2 9,1 8,9 8,1 7,9 7,8 7,7 7,3 7,2 7,0 6,5 5,8 4,7 3,5 Fuente: Estudio sobre el Capital Social en Cataluña. Estudio Internacional sobre el Capital Social.

Además, y en el caso de Cataluña, se ven con una frecuencia semanal o diaria

en un 70,4 de los casos, y otro 17,6 mensualmente. Hay, por lo tanto, una

relación intensa.

La red de amistades es sensiblemente menor en el caso de Cataluña, sólo 8,4

personas, y en el caso de España 8,8. En general, es más extensa la red de

relaciones familiares que las de amistades, lo cual confirma la importancia del

parentesco.

Tabla 4

Aproximadamente, ¿cuántos amigos diría que tiene usted?

CAT DIN ESP ISR RU TUR EUA FR ITA JAP RUS ALE MEX CHI

Media de amistades

8,4 11,8 8,9 8,8 8,7 8,7 8,4 7,9 7,8 7,3 6,3 5,6 5,4 3,1

Fuente: Estudio sobre el Capital Social en Cataluña. Estudio Internacional sobre el Capital Social.

3 Josep Miró i Ardèvol ob. Cit.

13

4 Fundación BBVA. Unidad de Estudios de Opinión Pública. Estudio Internacional sobre Capital Social. Abril 2006.

Considerando las dos redes, Cataluña es, junto con Dinamarca y España, el país

donde resulta más extensa la red familiar y por lo tanto con más capacidad de

generar capital social. En los casos de Cataluña y España, la familia es la causa

de la mayor extensión de la red. El potencial social de Dinamarca, muy

específico5 y que ha hecho posible uno de los estados del bienestar más

desarrollados, radica en el capital social que genera el elevado grado de

socialización, sin mengua de las relaciones familiares, pero el de España

depende más de la familia.

Tabla 5 Volumen de red social

CAT DIN ESP TUR ISR ITA EUA FR RU MEX JAP CHI RUS ALE

Media 22,7 21,9 19,8 19,6 19 17,8 17,4 16,9 16,9 15,9 13,2 12,9 12,9 12,7 Fuente: Estudio sobre el Capital Social en Cataluña. Estudio Internacional sobre el Capital Social.

Mientras que en Cataluña una persona mantiene relaciones regulares con casi

23 personas, en quienes puede confiar -en relación a un extraño- para hacer

frente a una necesidad, servicio o información, en Francia es de 16,9 y en

Alemania de 12,7. Estas diferentes magnitudes constituyen un factor

económico, un diferencial de capital, de extraordinaria importancia, claramente

subvalorado. Este menosprecio es, en parte, debido precisamente a su

abundancia “natural”, lo que hoy inclina a actuar y legislar como si la alteración

de sus estructuras y finalidades no tuviera importancia, como si en un ejercicio

mágico la asignación del nombre “matrimonio” a la unión entre dos personas

del mismo sexo, o el de modelo “familiar” a una familia desestructurada, ya

comportara que dispongan de los mismos atributos generadores de beneficios

sociales.

Pero es objetivamente evidente que las ventajas nacen de la existencia de unas

condiciones concretas, de una identificación clara y ordenada de los estatutos y

roles, de sus interrelaciones en el espacio y el tiempo, y de una estabilidad

básica de los vínculos. En la medida en que la claridad y el orden desaparecen

del sistema, este se degrada y deja de poder cumplir con su función de

estructura que mantiene la sociedad. Se desencadena un proceso entrópico.

14

5 J.M. Servitje i Roca. “El model danès en l’Estat del Benestar”, en “Estudi de l’estat del benestar als Països Escandinaus”. Centre d’Estudis Jordi Pujol. Barcelona, 2006.

Confusión social: el inicio del proceso entrópico.

El cambio no es, por lo tanto, en el sentido de que surjan nuevas formas de

vida familiar, sino en cómo crecen las disfunciones del modelo consolidado. No

estamos delante de formas alternativas, de un cambio de modelo, sino de una

concepción que califica disfunciones y patologías como modelos familiares, lo

que constituye un hecho inédito.

Nos encontramos en una estructura social malograda, una presencia marginal

de las formas de convivencia surgidas al margen del matrimonio y de su

desarrollo, y unas nuevas leyes y una cultura mediática que alimenta la

formación de disfunciones. Las premia, mientras castiga la estabilidad y la

descendencia, y desdibuja la figura matrimonial y progenitora hasta hacerla

inidentificable. Esto, como es lógico, tiene consecuencias perjudiciales para la

sociedad, como veremos más adelante.

De hecho, hoy en España, y todavía más en Cataluña, toda formulación es

admisible: una mujer homosexual que vive en pareja es fecundada

artificialmente merced al semen de un gay, estableciendo así una nueva

relación de parentesco, con dos madres, una biológica, y un padre de esta

misma condición. Por el momento las únicas limitaciones son el número y la

edad. No parece, sin embargo, que puedan serlo por demasiado tiempo en

relación a la limitación a dos, pues ya son posibles legalmente formas como la

anteriormente aludida, dos madres y un padre biológico. También porque las

mismas razones que justifican el matrimonio entre personas del mismo sexo,

son aplicables a plurales más numerosos, con una carta a favor de la

poligamia: no son acoplamientos estériles y tienen un amplio reconocimiento

internacional.

15

Pero no se trata sólo de los musulmanes. En Holanda, un país de referencia

para la política de nuestro país, ya ha surgido un nuevo partido que postula los

doce años como edad de consentimiento para mantener relaciones sexuales –

razonando que ya se ha suprimido la “discriminación por sexo”-. El PNVD, las

siglas en holandés del Partido de Amor Fraternal, Libertad y Diversidad, no ha

sido prohibido por la justicia holandesa, pese a las denuncias formuladas,

porque el juez ha considerado que la libertad de expresión y asociación pueden

verse como las bases de una sociedad democrática y dan oportunidad a un

partido de pedir cambios legales. Y es que cuando los límites naturales se

saltan, se pierde el sentido de las fronteras, como le está sucediendo a parte de

la sociedad de los Países Bajos y a algunos de sus jueces. Cabe apuntar que en

dicho país, en la década de los noventa, se produjo una reforma legal que

estableció la edad de emancipación sexual a los 16 años, que podía disminuir

hasta los doce con consentimiento de los padres. Quien se escandalice de este

cambio, que da base a la reivindicación del PNVD, debe recordar que en España

la edad de emancipación sexual es a los 14, y tiene una legislación mucho más

de ruptura que Holanda. Este hecho, más los precedentes introducidos de

entregar la píldora abortiva a las adolescentes sin información a los padres, y la

figura del “adolescente maduro”, sitúan una barrera muy frágil al debate sobre

el adelantar todavía más la edad de emancipación sexual. Más cuando es el

propio Estado quien tiene la pretensión de introducir su visión moral de la

sexualidad de la mano de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, de

carácter obligatorio y evaluable.

Por la misma lógica es posible suprimir todas las limitaciones por

consanguinidad entre hermanos, padres e hijos. Los métodos anticonceptivos,

el aborto generalizado, el diagnóstico embrionario, y la fecundación asistida con

donantes de óvulos y semen, otorgan un bagaje instrumental más que

suficiente para liquidar todo riesgo de hacer nacer bebés tarados por el vínculo

consanguíneo. Y es que rota la lógica natural, que se expresa socialmente a

través de la historia, ¿cuál es el sentido del matrimonio y su relación con la

descendencia? ¿Dónde está el límite? Pero, ¿por qué tiene que haber límites a

la satisfacción del sentimiento amoroso, al deseo entre personas? La ciencia ya

lo resolverá.

16

En realidad, cuando se utiliza el concepto de “nuevas familias”, se está

refiriendo a un grupo heterogéneo donde no necesariamente todos sus

componentes, como hemos visto, pueden ser calificados de nuevos, sino que su

común denominador radica en otro punto: la mayoría tienen su desarrollo y

finalidad situado en el imperio del deseo o en la ruptura. Es decir, en la

supremacía de la desvinculación por encima de la solidez del compromiso. Esta

no es la condición real de la familia, que si bien puede tener su origen sólo en

el deseo, su desarrollo obedece a otras lógicas más vinculadas, dotadas de un

mayor compromiso personal y, por lo tanto, generadoras de confianza. Robert

Sternberg, profesor de psicología de la Universidad de Yale y que tiene una

amplia experiencia en el enfoque cuantitativo del análisis de las relaciones

amorosas que dan lugar a la formación de vínculos, tiene una teoría del amor

estructurada en tres componentes. Es obvio que hay otros muchos enfoques

sobre este sentimiento, pero las tesis de Sternberg tienen la virtud de soportar

bien la práctica de test de medición y predicción.

Sus tres componentes son:

La intimidad, que define como el sentimiento de proximidad que tiene una

pareja. Seguramente el concepto también lo podríamos denominar “acogida” y

“acompañamiento” sin traicionar la idea. Se expresa por la vía de hechos cómo:

La capacidad de contribuir al bienestar del otro.

La capacidad de acogerlo en todo momento.

El contar con él o ella en momentos de necesidad.

El que exista una comunicación buena.

La capacidad de comprender y sentirse comprendido.

El compartir información muy personal.

Es la manifestación del don, de la donación al otro de los sentimientos, del

tiempo y la atención.

Una cuestión importante que está en el trasfondo de estas y otras

manifestaciones es que su logro no es casi nunca espontáneo. Entregado a la

dinámica estrictamente sentimental, a aquello que se desea hacer en cada

momento, todas aquellas capacidades fluctúan, y no siempre están disponibles

precisamente cuando hacen falta. En otras palabras, la capacidad para la

intimidad, la acogida, el acompañamiento necesita imperiosamente de la

voluntad, de la decisión racional autoimpuesta de actuar de dicha manera.

Naturalmente este proceder necesario está en contradicción con la lógica del

deseo.

17

Es cierto, sin embargo, que hay un motor poderoso del amor que va de la mano

del deseo: la pasión, y esta es el segundo componente del triángulo de

Sternberg. La pasión es definida como la activación emocional y bioquímica que

lleva a la atracción física y la interacción sexual. La pasión aislada corresponde

a la fase del enamoramiento y, pese a pueda durar mucho más tiempo, su

tendencia es a decaer con los años, siendo esta bajada rápida en muchas

ocasiones. Si el motivo único del vínculo ha sido la pasión, si no ha habido

tiempo de construir la intimidad, el vínculo se hunde. La pasión hoy, además,

tiene una fuerte competidora que crece desbocadamente: la cultura de masas y

la capacidad de vehicular enormes cantidades de información. A lo largo de la

vida adulta de un hombre o de una mujer se le ofrecen centenares de modelos

del otro sexo. Si, además, como estudia Becker el coste de información para

encontrar una nueva pareja, influenciado por los estímulos externos, es bajo, la

predisposición a la ruptura en nombre de una expectativa pasional, acontece

muy elevada. La pasión es una vía de acceso pero por sí sola no construye el

edificio del vínculo estable. El factor que protege el vínculo, la llave de vuelta

del arco que une la pasión que decrece con la intimidad que hace falta

construir, es el compromiso. Es la decisión racional de amar a alguien y

mantener el vínculo con él-ella por encima de las dificultades. Es la base para la

responsabilidad social del vínculo, y lo que le da su carácter más trascendente

en el sentido de la obligación querida de proyectarse a los otros.

Si la intimidad es la acogida del otro, el situar su bien por encima del propio

deseo, y la pasión el mecanismo por el que el otro te satisface, el compromiso

une a la pareja en dirección a los hijos y la sociedad. Seguramente dos de las

expresiones que mejor lo definen son la de “siento responsabilidad por mi

pareja”; “pese a que es una persona difícil sigo comprometido/a con nuestra

relación”.

18

La exclusividad del deseo, el hecho de que haya logrado la condición de

hiperbien, está en el fundamento del número de rupturas. El deseo hoy no se

expresa por la vía de la privacidad elitista, como lo hacía el expresionismo

romántico del s.XIX. Al contrario, reclama que la sociedad sea configurada de

acuerdo con él por la vía de las leyes y la sanción legal. Bajo esta perspectiva la

galería de combinaciones, de incertidumbres que implica el concepto de

“nuevas familias” y las políticas que las promueven es casi infinita. Un reciente

caso (julio 2006) en Austria lo ejemplifica: Betina Hoffman está casada

legalmente con Sandra y tienen dos hijos de 10 y 12 años, pese a que en

Austria no existe el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Cómo es

posible? Pues porque Betina cuando se casó hace unos años era en realidad

Adolf. Pero Adolf-Betina llegó un buen día a la conclusión de que debía cambiar

de sexo porque se sentía mujer, pero a la vez quería mantener el matrimonio

con Sandra y continuar siendo padre de sus hijos. Resultado: pide que la ley

asuma esta “nueva” modalidad de familia. Un transexual casado como hombre

que ahora se considera una fémina y quiere continuar el matrimonio con su

mujer y ser padre al mismo tiempo. Nadie le impide hacer todos estos cambios,

ni vivir con los suyos y que lo consideren como quieran, mujer-padre, marido-

mujer. Pero él no tiene suficiente con el ejercicio de su libertad. Quiere que la

sociedad se modele –esto significa el reconocimiento legal– de acuerdo a su

deseo. Este es el mismo enfoque que ha justificado los cambios en España y

Cataluña. Estas modificaciones tan importantes están alterando la concepción

que fundamenta la sociedad, de hecho ya se está produciendo la gran ruptura.

Para medir sus consecuencias reales sería necesario construir modelos que

integraran las diversas posibilidades, y permitieran expresar la dimensión

cuantitativa.

No es sostenible para la sociedad la necesidad de envolver con leyes nuestros

deseos sexuales y amorosos, la emotividad que nace del impulso. Se confunde

la libertad actual de obrar en aquello que atañe a la propia vida, con el

reconocimiento social de todo comportamiento con independencia de sus

consecuencias. Esta metodología de gobierno es incompatible con la misma

naturaleza de la sociedad. Desde el punto de vista del interés de la sociedad, es

perfectamente legítimo y además bueno, “preferir el matrimonio que tiene hijos

–especialmente cuando la sociedad envejece rápidamente, a cualquier clase de

matrimonio que no los tenga. A menudo esta preferencia se refleja claramente

en las políticas de impuestos y de concesión de permisos de paternidad. Se

pueden preferir los matrimonios estables a los matrimonios en serie,

especialmente cuando hay hijos involucrados -como queda reflejado en las

leyes del divorcio (ciertamente no en España)-; o se puede preferir el

matrimonio a la cohabitación”6. Etzioni, porque de él son estas afirmaciones, da

en el clavo en relación a este último punto señalando que “vistos los resultados

de la búsqueda de Linda Waite no hay ningún buen motivo que lo justifique”7,

refiriéndose a la cohabitación.

La estrategia de la sanción legal como mecanismo para conquistar la

“normalidad” de determinadas preferencias o pulsiones del deseo, por quererlas

exhibir públicamente en lugar de mantenerlas en el ámbito privado en el

ejercicio de la libertad personal, es lo que está en el fondo de estos

6 Amitai Etzioni, en Via O1 Revista del Centro de Estudios Jordi Pujol, 2005.

19

7 The Negative Effects of Cohabitation, en The Responsive Community 10.

planteamientos. El resultado desestabiliza a la sociedad y a su sistema

económico.

La razón es única y básica. Malogra la infraestructura social que componen las

instituciones insustituibles socialmente valiosas, concretamente las ligadas a la

paternidad y la maternidad: si el matrimonio como vínculo fuerte y estable, ya

no tiene como función singular la descendencia y el compromiso personal y

social con su educación, si ya no es esto lo que señalan las leyes, la cuestión es

clara: ¿cuál es entonces la institución social que tiene como finalidad

fundamental esta misión?

Las transformaciones a las que las leyes nos abocan son colosales. La erosión

del concepto de pareja estable comprometida ante la sociedad y con voluntad

de descendencia, hace que el comportamiento de los individuos se vea

substancialmente modificado, porque el marco de referencia básico e

insustituible, matrimonio-padre–madre-hijos, se pierde. Ni la concepción sobre

la que todavía funciona la sociedad, ni las categorías jurídicas sobre las que se

asienta, son capaces de absorber esta mutación. Las nuevas leyes y medidas

de gobierno trituran el derecho de familia y el sucesorio, y alteran la lógica

empresarial que está implícita en esta cultura secular, perfilada, sobre todo, a

partir de la revolución industrial. El desequilibrio se produce porque el sistema

deja de ser progresivamente abierto, en el sentido de que la descendencia

decrece en términos de extinción a muy largo plazo y ya no es el factor decisivo

de la institución familiar. Porque lo que dota de apertura al sistema debido a las

nuevas aportaciones es la descendencia. Cuando esta adición es débil, el

resultado es el crecimiento de la entropía.

La entropía social.

20

La entropía es un proceso que se basa en la segunda ley de la termodinámica

que plantea que la pérdida de energía en los sistemas aislados (sistemas que

no tienen intercambio de energía con su medio) los lleva a la degradación,

degeneración, desintegración y desaparición. Además, establece que la entropía

en estos sistemas siempre es creciente, por lo cual un sistema tiende a

consumirse, desorganizarse y morir. El uso de esta concepción, que procede de

la Física, y su modelización se ha generalizado en el campo de las ciencias

sociales, de manera especial en las ciencias de la información.

En el ámbito de la sociedad, la entropía, la degradación del sistema social, sería

consecuencia de la incapacidad de renovarla demográficamente, debido a la

baja natalidad. La implosión demográfica del Imperio Romano es un ejemplo de

degradación hasta el colapso. La descendencia es el equivalente a la

importación de flujos de energía en un sistema físico que genera entropía

negativa, la neguentropía, fuerza opuesta al segundo principio de la

termodinámica. En la medida en que el sistema es capaz de no utilizar toda la

energía que importa del medio en el proceso de transformación, está ahorrando

o acumulando un excedente que podría ser destinado a mantener o mejorar la

organización del sistema. La vitalidad, también económica, tal y como veremos

más adelante, está ligada a la perspectiva de la descendencia. La natalidad y su

educación son los componentes neguentrópicos básicos, que se expresan en el

ámbito de las ciencias sociales en términos de capital humano y capital social.

Hay un sustitutivo de la natalidad en términos teóricos. Es la inmigración, pero

ésta a partir de un límite, genera una transformación tan profunda que hasta

que la nueva sociedad no logra un estadio de equilibrio, se da una situación

caótica o de conflicto: la implosión demográfica del Imperio Romano, y la

sustitución creciente de población autóctona por inmigrada, las migraciones

“bárbaras”, acabaron por colapsar la sociedad y sus instituciones. Las de

carácter natural, matrimonio, familia, religión, se mantuvieron, pero las

políticas quedaron destruidas por siempre más.

Las disfunciones que destruyen el modelo.

Es una evidencia que estamos ante una crisis demográfica. Para el periodo

2004-2050, España se situará a la cola de Europa en natalidad, pese a que

crezca una décima su tasa. Continuaremos siendo el país menos natalista a lo

largo de las próximas cuatro décadas, pese a que se logrará una ratio de 1,4

niños por mujer8, mientras que el de la UE-25 será de 1,60. Al mismo tiempo,

continuará creciendo la esperanza de vida que ya será de 81,7 años para los

hombres (81,6 UE-25) y de 87,3 para las mujeres (86,6 UE-25). El resultado

significa una tasa de envejecimiento brutal, insostenible, no en el año límite,

sino mucho antes9. Y también una previsión preocupante. En el marco de los 25

8 The Impact of Ageing on Public Expenditure: Projections for the EU25 Member States on Pensions, Health Care, Longterm Care, Education and Unemployment Transfers (2004-2050). Economic Policy Committee and the European Commission (DG ECFIN). 2006.

21

9 Ob cit

países de la Unión Europea, la evolución de nuestra esperanza de vida, que ha

venido siendo líder, se deteriorará sensiblemente, porque crecerá menos que la

de la mayoría de países. Para los hombres, nuestra progresión será de 5,1

años, por debajo de los 6,7 del conjunto de países de Europa. Para las mujeres

el progreso será de 3,9 años, por 5,1 del conjunto europeo. Ya no estaremos al

frente de los países que viven más años, sino que habremos pasado a las

posiciones intermedias. Si la comparación la hiciéramos con los países de la UE-

15, cosa por otro lado lógica, la pérdida todavía sería más radical y pasaríamos

a los lugares de cola10. Pese a estos hechos, las disfunciones que son su causa,

merecen una escasa atención por parte de los gobernantes. Hay un problema

de fondo del todo evidente. Se ha alentado una cultura antinatalista

particularmente fuerte tanto en el caso español como en el catalán. Nacen poco

más de 1,36 hijos por mujer, mientras que en el año 1975 el número medio de

hijos era de 2,8. La fuerza de esta concepción contraria a la natalidad la

podemos constatar ante el hecho siguiente: la esterilización quirúrgica es un

método irreversible, la forma más radical de evitar la descendencia. En el año

1995 optaron voluntariamente por ella como método anticonceptivo, un 28%

de mujeres y hombres entre los 35 y los 39 años, y un 14,7%, entre los 30 y

los 34 años11. El porcentaje resulta muy alto comparado con los países de

nuestro entorno europeo; en Francia, por ejemplo, sólo un 1,6%, y en Holanda

un 1% de la población entre 30 y 34 años han optado por este sistema

anticonceptivo. Hace apenas 10 años, y en este grupo de edad, el porcentaje

de españoles esterilizados voluntariamente no superaba el 4%, mientras que en

el grupo de edad entre los 35 y los 39 años se aproximaba al 7%. En ambos

casos estaban integrados casi en su totalidad por mujeres. ¿Qué explica la

“diferencia española”? En todo caso es un indicador de la intensidad del

problema cultural sobre el que no existen datos actualizados para ver su

evolución en el últimos años. "Esta reducción de la fecundidad, de un 57% en

sólo dos décadas, ha ido acompañada de otras novedades en la formación de la

familia y las relaciones familiares y está ocasionando rápidos cambios en la

estructura de la población; sin embargo es de destacar que pese al bajo nivel

de fecundidad actual, la mayoría de los entrevistados afirma que les gustaría

10 Ob cit

22

11 Margarita Delgado y Teresa Castro, Fecundidad y Familia. CIS y CSIC.

tener dos hijos”12. Un dato que coincide con el de otros estudios más

recientes13.

Por lo tanto, y pese a la raíz cultural del problema, hay margen para una

intervención de los poderes públicos dirigida a la familia, para ayudarla en el

objetivo de descendencia que ellas mismas se marquen. En este sentido, cabe

subrayar la existencia de un conjunto de causas de naturaleza socioeconómica

que dificultan la natalidad. Es el caso de los horarios y las jornadas de trabajo

que hacen difícil la conciliación con la voluntad de tener descendencia, y que

afecta en grado determinante a la mujer, la insuficiencia de los servicios que

puedan contribuir al cuidado de los hijos pequeños como sucede con las

guarderías. Pero la cuestión no finaliza en el déficit, ni siquiera en el coste.

Además, los horarios y calendario lectivo con unas muy largas vacaciones crean

dificultades a los padres. Actúan como factor disuasorio. Hay eventualidades no

cubiertas, como el hecho lógico de que el niño enfermo no puede acudir a la

guardería. ¿Quién se puede hacer cargo de él si los dos progenitores trabajan?.

En el terreno laboral la política de fomento para impulsar a las empresas a

otorgar facilidades a la maternidad y paternidad es muy exigua y, lo que

todavía es más grave, hay empresas que practican políticas discriminatorias

contra las mujeres embarazadas o que han sido madres. El elevado peso de los

contratos temporales, un 33% del total, una cifra que casi triplica la media

europea, no alienta precisamente a tener hijos, como tampoco lo hacen los

niveles salariales, sobre todo en aquella clase de contratos. El hecho de que el

salario medio se mantenga prácticamente congelado en los últimos años, por

efectos de la inflación, no contribuye precisamente a facilitar el matrimonio y la

descendencia, como los precios de las viviendas, extraordinariamente altos.

Existe también, hay que decirlo, un impulso consumista, que como mecanismo

de vinculación débil actúa como un sucedáneo de las vinculaciones reales, y

que convierte al hijo potencial en un competidor del cambio de coche, las

vacaciones al Caribe, la segunda residencia, o simplemente un estándar de

vida. En muchos casos actúa también la “trampa del doble sueldo”, por la cual

el margen real de ganancia del hecho de que trabaje la pareja es reducido o

inexistente, una vez descontados los costes de la falta de tiempo que llevan a la

externalización del cuidado del hogar o bien el tipo de consumo que fuerza a

12 Ob cit.

23

13 Ob cit.

hacer, especialmente en alimentación, generalmente de más coste y de menor

adecuación dietética.

Una causa central de la baja natalidad es el retardo en la edad de tener hijos,

agravado por la creciente inestabilidad de los matrimonios, que los hacen poco

propensos a proyectos a largo plazo. A la vez este retraso retracta por

flexibilidad al modelo, y en definitiva constituye una disfunción importante.

También el aborto es ya una causa substancial de la crisis demográfica14, así

como el aumento de las parejas de hecho mucho menos natalistas que los

matrimonios.

Junto con la baja natalidad, las dos otras disfunciones con significación son el

aumento de las rupturas y el crecimiento de las parejas de hecho más allá de

su impacto negativo sobre la descendencia.

La ruptura significa una quiebra en la estabilidad del modelo. Y aquí es obligado

recordar una distinción básica. Una cosa es la libertad de las personas que se

traduce en comportamientos concretos, y otra bien distinta es que todos los

comportamientos sean generadores del mismo beneficio social. La ruptura, el

divorcio, con independencia del daño personal que pueda ocasionar, no es

deseable socialmente. La institución más importante que tiene la sociedad -

junto con la maternidad y paternidad-, el matrimonio, es la única forma

contractual que puede ser disuelta unilateralmente y sin alegar ninguna causa.

Tampoco se dispone de recursos dirigidos a la conciliación, establecer periodos

de reflexión y diálogo y, en último término, pactar la ruptura en las mejores

condiciones personales y sociales posibles. Esta es otra diferencia con Europa

donde el uso de la conciliación es importante y positivo15.

Es cierto que España todavía presenta una tasa baja de divorcios, el 0,9 por

1000 habitantes en el 2002, la mitad que en la UE, si bien Cataluña logra un

número más elevado, 1.1, pero también lo es que, como en otros parámetros

relacionados con las disfunciones sociales, crecen a ritmos muy rápidos en los

últimos años. En este sentido, la nueva ley sobre el divorcio ha tenido unos

efectos inmediatos muy contundentes. En el 2005, primer año de vigencia, se

llevaron a término más de 83 mil divorcios en España, cosa que significa un

14 Margarita Delgado, La evolución reciente de la fecundidad y el embarazo en España: la influencia del aborto. Revista Española de Investigaciones Sociológicas. Julio-Septiembre, 1999.

24

15 Los índices de acuerdos en Europa llegan a ser de casi un 80%. Entrevista a Maria Sanahuja, juez decana de Barcelona. El País, 3 de septiembre, 2006.

aumento sobre el año anterior del 75,5%. En Cataluña fueron casi 17 mil, con

un aumento del 63%.

El número de divorcios aumentó considerablemente en todas las comunidades

autónomas en el año 2005, mientras que las separaciones descendieron tras la

entrada en vigor de la nueva ley. Castilla La Mancha fue la comunidad donde se

produjo un mayor aumento de divorcios, un 110,5% de incremento respecto el

año anterior, seguida de Navarra (102,7%) y La Rioja (96,5%), según los datos

recogidos en un informe del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Por

encima de la media española de incremento, del 76,5%, se situaron

Extremadura (89,6%), Andalucía (84,5%), C. Valenciana (83,8%), Cantabria

(83,7%), País Vasco (83,6%), Galicia (81,7%), Aragón (81,4%) y Castilla León

(79,8%). Con respecto al número total de divorcios en 2005, Cataluña fue la

comunidad con más rupturas: 16.923. Tras ella, Andalucía y Madrid con 14.294

y 11.911, respectivamente. La media española se situó en algo más de siete

divorcios por cada separación. Estos datos contrastan con los de unos años

antes, cuando la media era de 0,6 divorcios por cada separación, cifra en torno

a la cual se encontraban todas las CCAA. El siguiente cuadro recoge por

comunidades autónomas el número de separaciones y divorcios registrados en

el 2005, así como la variación porcentual respecto el año anterior. Las dos

últimas columnas muestran la relación entre divorcios y separaciones en el

último trimestre de 2004 y en el mismo periodo de 2005.

Tabla 6 Divorcios por Comunidad Autónoma. (Fuente: CGPJ).

25

Separaciones Divorcios Ratio D/S CCAA 2005 Dif 04 2005 Dif 04 04 05

Andalucía 9.846 -28,6 14.2 84,5 0,56 5,42 Aragón 1.177 -36,4 81,4 0,64 8,55 Asturias 1.352 -34,0 66,0 0,71 7,68 Baleares 1.273 -38,7 69,4 0,78 9,74 Canarias 2.843 -37,4 63,0 0,75 10,82 Cantabria 637 -35,9 1.056 0,59 7,71 Castilla y León 2.146 -32,4 3.211 79,8 0,58 5,11 C-La Mancha 1.882 - 110,5 0,48 5,61 Cataluña 9.430 -34,5 16.92 63,3 0,70 7,40 Valencia 6.386 -33,7 10.91 83,8 0,57 8,11 Extremadura 1.052 -19,6 89,6 0,50 4,84 Galicia 2.821 -34,1 81,7 0,66 7,89 Madrid 6.943 -31,7 11.91 74,8 0,65 7,40 Murcia 1.569 -26,1 75,9 0,65 7,09 Navarra 529 -38,8 959 102,7 0,57 6,77 País Vasco 1.941 36.3 3.659 83,6 0,64 9,61 La Rioja 247 -43,1 556 96,5 0,60 11,43

España 52.074 -32,6 87.3 76,5 0,63 7,09

El principio del periodo de separación antes del divorcio obedecía a una idea

positiva: la posibilidad de rehacer el vínculo y verificar la fuerza irresistible de la

ruptura. A diferencia de otras cuestiones sociales y pese a la importancia para

la sociedad de los matrimonios estables, los poderes públicos nunca dedicaron

atención alguna a potenciar la utilidad social de la separación previa, hasta que

han tomado la decisión más extrema y jurídicamente insólita: eliminarla. La

posibilidad de establecer asesoramientos y ayudas para la recuperación del

vínculo no ha sido implantada. Los poderes públicos españoles sufren de una

extraña y antisocial asimetría: todos sus esfuerzos los concentran en propiciar

la ruptura y judicializar la relación conyugal, y no dedican ninguna atención a

fomentar la reconstitución y la mediación. Más aún: la prohíben de manera

expresa en caso de conflicto. Como un efecto de la ideología imperante, que

considera que la sostenibilidad es deseable en todo menos en el matrimonio, la

ruptura es vista como un hecho de progreso y, en este caso, la idea de

reconciliación y negociación no tiene ningún papel. Y esto pese a que la norma

jurídica del divorcio tiene un poderoso efecto social. Weitzman16 escribe que

“las nuevas leyes del divorcio modifican la visión legal tradicional del

matrimonio como sociedad conyugal, premiando el hito individual antes que la

inversión en la sociedad de la familia. Contraría la visión tradicional de un

futuro financiero común dentro del matrimonio. Los estándares para el divorcio

sin culpa y las nuevas reglas de pensión alimentaria, propiedad, custodia, y

cuidado del niño, conducen a una nueva visión de independencia para el esposo

y la esposa en el matrimonio. Adicionalmente, las nuevas leyes confieren

ventajas económicas a los esposos que invierten en ellos a expensas de su

sociedad conyugal”.

Como en toda relación contractual, hay una estrecha relación entre la

importancia del contrato y la dificultad para dejarlo sin efecto. En el caso

español, la nueva ley aprobada en el 2005 y que sustituye la del 1985, reduce

las causas de la resolución a cero. Al desaparecer la separación, esto es, el

periodo social de verificación y reconciliación, y no necesitar la alegación de

ninguna razón para romperlo, se ha convertido en el único tipo de contrato que

no necesita justificación para su ruptura. La concepción contractual del

matrimonio, entre los cónyuges, ante la sociedad y para la protección de los

hijos, ha desaparecido en el caso español que, subrayémoslo, es único en el

mundo, si exceptuamos el repudio islámico, con el que la nueva legislación

26

16 Weitzman (1985), The Divorce Revolution. The Unexpected Social and Economic Consequences for Women and Children in America, The Free Press, Collier Macmillan Publishers, London, págs. 374-376.

española presenta una identificación, como lo hizo patente en su día el informe

del Consejo General del Poder Judicial, sobre el Proyecto de Ley.

El divorcio tiene numerosas consecuencias. Estamos ante un proceso que se

retroalimenta en dos dimensiones temporales diferentes. Una es el actual

número de rupturas. La otra son sus efectos diferidos. En los Estados Unidos,

donde el divorcio es una fuente continuada de estudios, se ha observado que

durante los primeros cinco años de matrimonio la probabilidad de divorcio para

una pareja donde los cónyuges ya estuvieron casados es un 50% superior que

para una formada por personas que se casan por primera vez. Y es que

también en el matrimonio y el divorcio funcionan los mecanismos de decisión

racional. Como señala Gary Becker, premio Nobel en Economía: “Si cuando

están casados pudieran seguir buscando información sobre otros cónyuges de

una manera tan barata como cuando están solteros, y si los matrimonios

pudieran disolverse sin costes significativamente elevados, los participantes en

los mercados matrimoniales se casarían con el primer cónyuge mínimamente

adecuado que encontraran, a sabiendas de que ganarían aunque el matrimonio

no fuera el óptimo. Además, continuarán la búsqueda mientras permanecen

casados”17.

La política de los poderes públicos en España tiende precisamente a acentuar

los aspectos que incentivan la sustitución de la pareja, a la búsqueda del

cónyuge “mínimamente” adecuado en lugar de propiciar lo contrario. Una vez

entrado en este circuito, las rupturas se acentúan porque esta práctica es más

acusada entre quienes la han utilizado con anterioridad. Esto explica el mayor

número de rupturas entre los divorciados que se vuelven a casar y los hijos de

las parejas divorciadas18.

Las situaciones de ruptura también son la causa objetiva básica que explica el

incremento de los feminicidios de pareja y está estrechamente relacionada con

las otras dos; el tratarse de una pareja de hecho, y el pertenecer a la

inmigración de familias desestructuradas19. Mientras que el feminicidio

realizado en el marco del matrimonio ha fluctuado sin grandes alzas (1999-

2003), en torno a los 0,3 casos por 10 mil uniones (oscilando entre un máximo

de 0,39 y un mínimo de 0,3), en las parejas de hecho han registrado una

17 Becker, G. (1987), Tratado sobre la Familia, pág. 286. 18 Universidad de los Andes. Instituto de Ciencias de la Familia. Informe sobre el divorcio, 2002.

27

19 Josep Miró i Ardèvol, Estudio de las causas objetivas del Feminicidio de pareja. Instituto de Estudios del Capital Social. CIDE Universitat Abat Oliba. Barcelona, 2005.

evolución creciente de 1,79 a 4,21. De forma que en el 2003 la relación era

más de diez veces superior. En los seis primeros meses de 2006 se han

producido casi 30 mil denuncias de violencia contra la mujer (29.835)20. Una

tercera parte de las denuncias corresponden a situaciones de ruptura. También

la pareja o ex pareja de hecho tiene un papel extraordinario, 13.918 casos, por

13.862 de matrimonios y ex matrimonios, proporción que evidentemente no

tiene correlación con el porcentaje de parejas de hecho sobre el total de

matrimonios en la sociedad. Cabe apuntar que también hay denuncias de

hombres, pero son mucho menos numerosas, en proporciones en torno a 1:7.

La cohabitación, que es vista como un hecho socialmente inocuo tiene, en

realidad, consecuencias negativas que hay que reseñar. Una ya ha sido

apuntada: su prevalencia en los homicidios y violencia contra la mujer.

Los estudios constatan cómo es la disfunción más activa en la erosión sobre el

matrimonio. Las previsiones inglesas son que para el 2030 la mitad de las

personas que estarán en la cuarentena no habrán contraído matrimonio21. Lo

que impactará negativamente sobre la educación de los hijos no será ya el

divorcio sino la cohabitación y su propensión a la ruptura. Muchas mujeres de

cuarenta y cincuenta años vivirán solas, mientras que otras tendrán hijos a su

cargo, con la facilidad ya lo suficientemente conocida de caer en una situación

de pobreza. Un factor que se unirá a la ya difícil situación provocada por el

envejecimiento de la población será el número creciente de personas mayores

que vivirán solas, y tendrán una mayor dependencia de la asistencia pública.

Un gran número de estudios22 señalan que la cohabitación previa al matrimonio

dispara el número de divorcios. Por lo tanto hay una dinámica multiplicadora de

la ruptura en el modelo: “divorcios-más frecuencia de rupturas entre parejas

procedentes de divorcio e hijos de familias divorciadas-aumento de la

cohabitación–incremento de los divorcios”. Es un modelo que tiende a hacer

crecer la entropía social que sólo puede ser compensada mediante más

recursos económicos. Así la preponderancia de la cohabitación y otras

disfunciones en los países nórdicos es compensada por la existencia de una

mayor productividad y elevados impuestos. Esta situación permite lograr costes

sociales más altos por la vía de los presupuestos públicos, para compensar

20 Instituto de la Mujer. Informe sobre el primer semestre 2006. 21 Centre for Policy Studies. Octubre, 2005.

28

22 Véase, por ejemplo, Population Trends. Septiembre 2005 GB; Análisis del Informe Nacional sobre Familia y Hogares 1987-88 Larry Bumpass y James A. Swuet Universidad de Wiscosin. Canadian Social Trends 2000 A, Milan; Le Bourdais et al. Informe sobre las Familias. Deutscher Institute, 2000.

aquellas disfunciones. Pero es una situación insostenible a largo plazo, dado

que el saldo vital neto de cada nacimiento actual al final de su vida es negativo.

También en el caso de España es posible evidenciar que la cohabitación antes

del matrimonio da peores resultados que la opción de casarse directamente.

Según la Encuesta sobre Fecundidad y Familia realizada en el 1995 entre

nacidos a finales de los años sesenta, sólo el 3,7% de los que se casaron

directamente se habían divorciado tras cinco años, mientras que la cifra

aumentaba hasta el 26% entre los que primero practicaron la cohabitación.

Al apuntar estos problemas no se pretende obviamente sugerir limitaciones en

la libertad de elección privada, sino de propugnar políticas públicas que

fomenten la estabilidad matrimonial ligada a la natalidad.

Un reciente e interesante libro «The Meaning of Marriage: Family, State,

Market, and Morals» («El significado del matrimonio: familia, Estado, mercado

y moral», Spence Publishing) ha sido editado por Robert P. George y Jean

Bethke Elshtain, profesores de la Universidad de Princeton y de la Universidad

de Chicago, respectivamente, y reitera una tesis que debería ser obvia: la

alteración de la institución del matrimonio tendrá consecuencias negativas

importantes. En todas las sociedades analizadas existe alguna forma de

matrimonio, comenta en su capítulo el filósofo inglés Roger Scruton. No sólo

ocupa un papel vital en el traspaso del trabajo de una generación a otra, sino

que también protege y tiene cuidado de los hijos, es una forma de cooperación

social y económica, y regula la actividad sexual.

El modelo insustituible socialmente valioso.

Lo que históricamente y jurídicamente se ha denominado matrimonio y familia

responde a un modelo muy concreto. Es el formado por un hombre y una mujer

con vocación de permanencia, establecida en un pacto con fuerza jurídica, de

naturaleza religiosa o civil. Esta unión expresa, por lo tanto, una vinculación

fuerte personal y pública, ordenada por su misma naturaleza al bien del

cónyuge y de la descendencia.

Esto hace que las características básicas que debe reunir la institución para ser

socialmente valiosa puedan resumirme en los términos siguientes:

29

aa.. Pareja dotada de complementariedad genotípica y fenotípica.

bb.. Que tiene descendencia -si las limitaciones naturales no lo impiden- en

número de como mínimo dos hijos; entre dos y cuatro de promedio para

enmendar las disminuciones por soltería e infertilidad.

cc.. Que se mantiene unida para el cuidado mutuo, y también lo tiene de los

predecesores; una posibilidad, atención, también facilitada por el número

de hermanos.

dd.. Que mantiene la unidad familiar y el cuidado conjunto de los hijos a lo

largo de la edad básica formativa de éstos; en el peor de los casos, unos

15 años desde el inicio de la primaria.

ee.. Está preparada para asumir que su tarea primordial es la educación de los

hijos. Esta formación que es sobre todo por la vía del testimonio y el

ejemplo, más que del discurso, pasa porque el matrimonio ejerza roles

abiertos en la sociedad: formación, trabajo, participación en las redes

sociales, y ejercicio de la responsabilidad social.

Para que todo esto se produzca es necesario un fundamento de confianza y de

donación gratuita.

Este tipo de vínculo responde a una concepción antropológica del ser humano.

Es el único que se ha mostrado a lo largo de la historia capacitado para

desarrollar la sociedad tal y como la conocemos, y también el único que ha

perdurado. Pueden apuntarse formas diferentes, pero precisamente su

extinción o el situarse en los márgenes más extremos de la sociedad es la más

clara constatación de su inadecuación. El matrimonio entre hombre y mujer, la

voluntad de descendencia, y una atención no obsesiva por su desarrollo, son las

constantes más generalizadas, de valor universal. A la vez todas ellas están

relacionadas con la concepción y sistema de valores que han hecho posible la

organización económica fundamentada en un tejido empresarial concreto, la

perspectiva del largo plazo, la educación de los hijos y el estado del bienestar.

Estamos donde estamos a nivel de desarrollo, convivencia y bienestar porque

nuestra sociedad se estructuró de una manera precisa: el matrimonio y la

familia descrita. Es la única que nos garantiza los beneficios sociales logrados.

30

Tanto es así que existe una conciencia social positiva sobre ella y una actitud

crítica hacia sus disfunciones, pese a las presiones legales y mediáticas que

operan en sentido contrario: en el Estudio núm. 2.568 del CIS. Barómetro de

junio 2004, ante la pregunta 9, sobre la valoración respecto a diversos hechos

que han acaecido en la sociedad española durante los últimos años: “El

aumento de las parejas que viven juntas sin estar casadas; el aumento del

número de hijos de mujeres solteras o de parejas no casadas; el aumento del

número de parejas que deciden no tener hijos; el aumento del número de

divorcios; y el aumento del número de personas que viven solas”23.

No llegaban a la mitad las respuestas que hacían una valoración positiva o muy

positiva, (el 47%), del aumento de las parejas de hecho. En el mismo sentido

de afirmaciones positivas, poco más de una cuarta parte, el 26.9% en relación

al aumento de hijos de mujeres solteras o parejas no casadas (de donde resulta

que la pareja de hecho no se considera un ámbito idóneo para tener y criar a

los hijos). Todavía menos valorado, sólo un 17.7% el aumento del número de

divorcios, y un exiguo 13.9% valoraba positivamente el aumento de parejas

que deciden no tener hijos.

El modelo que dibujan los ciudadanos en sus respuestas es que los hijos deben

venir, y en un número superior al que lo hacen ahora, y que el matrimonio

debe ser estable. Admite con muchas reservas a la pareja de hecho, pero no

como un ámbito adecuado para tener hijos. No le gustan las parejas que

deciden no tenerlos. Tampoco considera a la familia monoparental un ámbito

idóneo para educar a los hijos, ni en su expresión de “madre soltera”, ni como

producto de un divorcio.

Aumento parejas que viven juntos sin estar casados

El aumento del nº de parejas que

deciden no tener hijos

Aumento del nº de hijos de mujeres

solteras o de parejas no casadas

El aumento del nº de divorcios

Aumento del nº de personas

23 Taula 7 Pregunta 9: respecto a cada uno de los hechos que han tenido lugar en la sociedad española durante los últimos años, me gustaría que dijese si lo considera muy positivo, positivo, negativo o muy negativo.

que viven solas

Muy positivo 6.2 0.9 1.3 1.1 1.1

Positivo 40.8 13.0 25.6 16.6 14.0

Ni positivo ni negativo

31.2 22.2 36.1 24.0 25.6

Negativo 15.5 50.9 28.0 44.1 43.6

Muy negativo 2.2 7.8 3.8 10.3 10.7

N. S. 3.8 4.4 4.4 3.3 4.1

N. C. 0.4 0.7 0.9 0.6 0.9

(N) (2479) (2479) (2479) (2479) (2479)

31

Por qué es tan necesario el modelo de matrimonio sostenible.

El valor decisivo del matrimonio y su despliegue familiar por la vía de la

descendencia y las relaciones de parentesco se hace evidente cuando se

reflexiona sobre la naturaleza de la sociedad. Una definición clásica de esta

sociedad podría ser la de Fichter: “Colectividad organizada de personas que

habitan en un territorio común, que cooperan en grupo en la satisfacción de las

necesidades fundamentales, compartiendo una cultura común y funcionando

como unidad social distinta”. En definitiva, personas e instituciones sociales, las

nacidas de la relación entre ellas. No es, por lo tanto, un bloque homogéneo

sino una realidad diversa formada por un conjunto de personas. Una multitud

se podría decir. Pero, ¿podemos decir que la multitud es quien configura la

sociedad? La respuesta evidente es que no. Está compuesta por personas pero

no son ellas las que estructuran el tejido de interrelaciones que denominamos

sociedad y que hacen posible su funcionamiento. Quien lleva a término esta

función son determinadas instituciones, y por esto son consideradas

insustituibles y socialmente valiosas (IISV). Su especificidad radica en el hecho

de que son previas al Estado y funcionan con independencia de él. El Estado

puede desaparecer o transformarse radicalmente y las instituciones socialmente

valiosas permanecer inalteradas. Polonia desapareció como Estado a lo largo de

dos siglos pero esto no incidió sobre sus instituciones socialmente valiosas e

insustituibles. La URSS estalló y dio lugar a diversos y diferentes Estados a un

ritmo acelerado con el mismo resultado.

32

Otra característica es que tienen consecuencias sobre el conjunto de la sociedad

y no sólo sobre quienes están directamente vinculados a ellas. El resultado es

que sin este tipo de instituciones, la sociedad, al menos tal y como la

conocemos, no es que no pueda existir, es que ni siquiera resulta imaginable.

Esta inimagibilidad pone de relieve una concepción teórica y práctica en la

política y cultura del país, ciertamente sorprendente. Opera los cambios, actúa

en el modelo sostenible bajo el implícito que éste, pese a todas las

adversidades, continuará funcionando. Esta forma de razonar obviamente es

absurda, tanto con respecto a la concepción, como a los resultados. No se

puede estar contra una realidad, actuando contra ella, y al mismo tiempo,

pretender que continúe constituyendo el fundamento de la sociedad. No es

responsable pensar que unas instituciones que sufren tantas disfunciones a un

ritmo creciente, se mantendrán inalteradas. Y la evidencia es, en este sentido,

acaparadora. Cada vez más las instituciones socialmente valiosas funcionan, en

relación a sus objetivos, con peores resultados. Pero lo más que se ofrece ante

esta realidad son políticas de evasión.

Estas instituciones que merecen el calificativo de ser valiosas para todos y de

no poder ser reemplazadas por ningunas otras pueden ordenarse en tres

niveles diferentes. La institución fundamental de la sociedad es el matrimonio.

Él es la única IISV que tiene la capacidad primaria básica de generar

descendencia y prepararla, conducirla –esto es, educarla– para su mejor

participación en la sociedad. Por lo tanto, la sociedad depende de esta fuente

primaria en exclusiva. No hay ninguna otra capaz de realizar esta doble

función, como lo constata la historia con los diversos intentos de sustitución por

parte del poder. Desde Esparta en la Grecia clásica, a Israel y la URSS en el

siglo pasado, ha habido intentos de varias clases, siempre marginales y fallidos,

de sustituir el matrimonio en su doble función. Históricamente el matrimonio se

justifica y explica, no porque sea un vínculo personal y a la vez social que liga

el sentimiento de dos personas, su atracción mutua –el matrimonio por amor es

un hecho recentísimo incluso en la sociedad occidental24–, como por su

capacidad de dar paso a las instituciones de la paternidad, maternidad, filiación

y fraternidad, por la vía de la descendencia. El matrimonio es jurídicamente un

contrato y, como tal, con derechos y deberes recíprocos –hecho que la ley del

divorcio española ha dejado en gran medida sin efecto–, que tiene la finalidad

social de fijar las relaciones estables entre un hombre y una mujer con vistas a

la procreación. Su fijación jurídica, el interés por estabilizarlo y darle un trato

especial que no tenían otras relaciones amatorias, pese a estar reconocidas por

la sociedad, era exactamente la descendencia. Si este hecho no define la

naturaleza del matrimonio, ya no es la causa necesaria, entonces el matrimonio

como institución fundamental de la sociedad deja de existir aunque se le

mantenga el nombre.

Para que su función se realice es necesaria la complementariedad genotípica y

fenotípica, expresada por la relación hombre-mujer, la única con capacidad de

generar descendencia. Y hacerlo, o estar en condiciones, en una proporción

suficiente para superar o igualar la tasa de reposición de 2,1 hijos por mujer.

Esta condición se incumple en Europa y de manera especialmente crítica en

Cataluña y España, que presentan una de las tasas de natalidad más bajas del

mundo, sólo superadas por Japón y ligeramente por debajo del caso italiano.

33

24 David I. Kertzer y Marzio Barbagli (compiladores), La vida familiar a principios de la era moderna (1500-1789). Ed. Paidós. Barcelona, 2002.

La capacidad histórica del matrimonio acontecido familia, una variable

vinculada al progreso técnico y por lo tanto a la productividad total, unido a la

conciencia social, es lo que ha hecho posible el estado del bienestar en Europa,

una de sus especificidades de vocación universal más positivas. Como dijo el

primer cabeza de gobierno de la Alemania Federal, tras la II Guerra Mundial,

Konrad Adenauer, cuando su ministro de economía Ehard le cuestionaba las

generosas prestaciones del régimen de pensiones: “Las familias siempre

tendrán hijos”. Sobre esta sencilla y aparentemente eterna evidencia se ha

construido el estado del bienestar. Ninguna otra condición la hace posible. Esto

explica porqué, transcurrido poco más de medio siglo desde aquella frase, la

certeza se ha esfumado y el estado del bienestar ha entrado en crisis, bien

porque no ha crecido tanto como para hacer frente a las disfunciones de las

instituciones insustituibles socialmente valiosas, bien porque la natalidad es tan

baja que no permite sostenerlo.

La segunda cuestión necesaria que aporta el matrimonio es la educación para la

socialización. En este caso, la experiencia histórica es también determinante. La

función más eficaz en relación a esta finalidad es el matrimonio real dotado de

estabilidad. Sólo la complementariedad entre el hombre y la mujer y el

mantenimiento del vínculo a lo largo del proceso educativo, garantizan las

condiciones adecuadas para la educación, que no siempre funcionan

suficientemente bien. El matrimonio estable no es que sea el mejor modelo, es

mucho más que esto: es el único que aporta resultados. Del mismo modo que

la democracia, el matrimonio estable es “el peor de todos los sistemas,

descontados todos los demás”. Su eficacia no es la del 100% y como en toda

acción humana se pueden observar fallidas, pero es estadísticamente el único y

además autorregulable, porque el error es la excepción y aprende en secuencia

histórica de sus quiebras sistemáticas, como puede observarse por ejemplo, en

la evolución de Inglaterra en el periodo comprendido entre el s.XVII y el s.XIX,

o en Estados Unidos desde la década de los años noventa del siglo pasado. Por

esto nuestra sociedad es como es, y con todos sus defectos ha conseguido una

cota de bienestar, productividad, y justicia nunca vistas: por la consolidación y

extensión de la figura del matrimonio altamente vinculado con una

descendencia que supera la tasa de reposición compatible con una educación,

que por otro lado ha sido creciente.

34

Y a la inversa, las sociedades donde el matrimonio no ha dado lugar a una

estructura claramente delimitada y hegemónica con la función prioritaria por

parte del hombre y la mujer de educar a la descendencia, la sociedad no acaba

de encontrar la vía para su desarrollo. Las dificultades del África negra para

encontrar una vía propia al crecimiento económico y la prosperidad que son de

naturaleza diferente, tienen en esta causa uno de sus componentes destacados.

No es la única, obviamente, pero sí que tiene significación25.

La extensión de la instrucción por parte de los Estados, ha acontecido posible

porque previamente la natalidad, la estabilidad social y el progreso económico

han construido el excedente económico necesario. Sin esto, la enseñanza

obligatoria, como la pensión de jubilación y tantas otras cosas no hubieran

estado al alcance. Sólo una confusión monstruosa, que parte del a priori de que

el Estado es productivo en sí mismo y capaz de suplir la estabilidad de la

sociedad, puede pasar por alto aquella evidencia histórica. Y precisamente

aquella institución insustituible que ha hecho posible el estado del bienestar y la

prosperidad económica es la que ahora está en cuestión por la vía de la

desnaturalización. Es a partir del matrimonio que se desarrolla la estructura

primaria de la sociedad: por una parte y decisiva, la descendencia, pero

también la articulación con los ascendentes que configuran otros matrimonios y

los vínculos colaterales, estableciendo la familia y el parentesco. La sociedad es

una red de familias emparentadas, unidas por núcleos vinculantes formados por

la institución familiar y las otras instituciones determinantes de la paternidad y

maternidad. Todo ser humano surge de esta dualidad complementaria

fuertemente vinculada. Este es el marco natural, biológico y cultural sobre el

que se construye el proceso del ser persona, la personalización. Cuando éste se

rompe, se producen daños en aquel proceso al formarse disfunciones sociales.

La correlación entre tasa de delincuencia y la ausencia de la figura paterna del

hogar, o el fracaso escolar y los matrimonios desestructurados son algunos

ejemplos bien conocidos, entre muchos de los posibles.

Aquella infraestructura social es tan importante que cuando se producen

determinadas condiciones que la hacen inviable el Estado asume una función

subsidiaria e intermediaria de carácter temporal, dirigida a dar al niño un nuevo

vínculo de maternidad y paternidad: es la adopción. El Estado en este proceso

substitutorio ha sido tan consciente de la finalidad del mismo y de sus propias

35

25 El caso de Estados Unidos permite una comparación más precisa. La población inmigrada hispana presenta una dinámica social y económica mocho más positiva (renta, titulaciones, índice de delincuencia) que la colectividad negra, en principio mucho más integrada en el país. Una de las causas básicas radica en la fuerza de la familia y el parentesco en el primer caso, y la importancia de los matrimonios desestructurados , madres solteras e hijos nacidos fuera del matrimonio, en el segundo.

limitaciones, que siempre ha visto su rol como temporal y cuanto más breve

mejor, centrando todo en el esfuerzo por encontrar la mejor sustitución de la

institución perdida: un matrimonio como solución general; un pariente en casos

particulares. También esta actividad substitutoria se ha visto modificada en el

caso de España y Cataluña, como antes en Holanda. Hasta ahora, el único

depositario de todos el derechos era el niño a adoptar. Fuera de casos

excepcionales, la adopción siempre se ha relacionado con el hecho de

proporcionar un nuevo padre y una nueva madre. Esto ha sido así hasta que la

nueva legislación ha supeditado los derechos del niño a la subjetividad de

intereses del adoptante, permitiendo la adopción a parejas del mismo sexo y a

parejas no casadas, esto es, no dotadas de un compromiso contractual entre

ellas y la sociedad. Es una contradicción digna de reflexión, que una sociedad

que se reclama amante de todo lo que es “natural”, rechace este principio en

relación a su propia especie: el único nido natural del niño es el padre y la

madre. Como también es una anomalía que el discurso sobre la necesidad de

promover la sostenibilidad, o en otro orden de cosas, la conciliación, tenga

como única excepción radical el matrimonio. En este caso, se celebra el divorcio

como un indicador de progreso, como manifestación de una sociedad más

“evolucionada” y se facilita al máximo la ruptura. Hay mucho de irracional en

esta guía que impregna toda nuestra sociedad.

Instituciones sociales e institucionalización.

Es necesario señalar la diferencia entre las instituciones y su

institucionalización.

Institución designa la disponibilidad de una serie de atributos, características y

misiones. La institucionalización es el reconocimiento legal de las mismas. La

institucionalización como instituciones insustituibles socialmente valiosas de

aquello que no participa de esta naturaleza constituye un grave error político y

cultural con repercusiones sobre el buen funcionamiento de la sociedad y su

economía.

Las instituciones se caracterizan por:

11.. Una estructura social estable.

36

a. ordena las actividades de los individuos conforme a unos modelos

de organización...

b. y en función de unos objetivos.

22.. Constituye un conjunto de normas interrelacionadas que definen los roles

y los estatus de los miembros del grupo.

33.. Existen para asegurar el cumplimiento y control de determinadas

funciones y finalidades.

44.. Controlan los comportamientos.

55.. Hacen posible la cohesión social.

El matrimonio y su consecuencia, la paternidad y la maternidad, así como la

relación ascendente, la filiación en su función insustituible y socialmente

necesaria debe ser necesariamente una estructura estable y, por lo tanto,

sujeto a unas normas dirigidas a:

aa.. Propiciar la estabilidad. Si las normas no empujan en esta dirección, la

institución tambalea, peor todavía si lo hacen en sentido contrario. En

estos casos la institución pierde uno de sus atributos necesarios, deja en

parte de ser ella misma y, como resultado, no cumple bien su finalidad.

La estabilidad debería guardar relación con el periodo educativo de la

descendencia para cumplir con su función. La compañía y el cuidado

mutuo, especialmente en la vejez, determinaría su completo

cumplimiento.

bb.. El modelo de organización se ajusta al cumplimiento de su función y fin:

tener hijos y educarlos. De aquí surgen los impedimentos básicos del

matrimonio:

Ser la unión de un hombre y una mujer sin lo cual la descendencia

no es posible ni tampoco su educación natural.

37

Tener una determinada edad; la que culturalmente se considera

dotada de la madurez sexual y afectiva adecuada para el ejercicio

de la maternidad y paternidad. La sociedad española desvinculada

lleva legal y vitalmente este parámetro a extremos irreconocibles:

la edad de emancipación sexual se logra a los 14 años, pero se

considera un gravísimo inconveniente ser madre a edades tan

juveniles. Por otro lado, la edad media de la primera maternidad

se sitúa ya por encima de los 30 años. Más de una generación

separa el tiempo de la emancipación de la maternidad efectiva.

Esta disfunción tiene notables patologías como el crecimiento del

aborto y de las enfermedades de transmisión sexual. Por un lado

legalmente –es obvio que también culturalmente– se promueven

las relaciones sexuales a unas edades donde científicamente la

persona no ha logrado una madurez responsable, como lo

constatan todas las otras limitaciones legales: beber alcohol,

conducir automóviles, o votar, que exigen una edad de 18 años.

También se hace evidente en el trato penal para los delitos que

pueda cometer. Ahora bien, desde el punto de vista de la relación

sexual es plenamente libre y los padres nada pueden hacer si ya

tiene 14 años. ¿Es que se necesita menos responsabilidad y

madurez para engendrar un hijo que para votar? Además, es

socialmente contradictorio una edad tan temprana de

emancipación y un periodo sin hijos tan largo, cuando el problema

central es la implosión demográfica. Retrasar la emancipación y

adelantar la edad de ser madre generaría beneficios personales y

sociales.

No estar afectados por un grado de consanguinidad que pueda

dañar la descendencia.

Y finalmente, en el contexto del modelo occidental, ser una

pareja. Esta es, en orden a la finalidad primigenia, la limitación

más discutible en términos objetivos, como lo constata la gran

extensión del matrimonio islámico. Esta institución establece que

un hombre constituye varias familias en base a contraer

matrimonio con mujeres diferentes, que generalmente, pero no

siempre, comparten un mismo hogar. La poligamia está penada

en la legislación occidental, pero esta limitación jurídica soporta

mal la grave alteración que ha introducido el matrimonio entre

personas del mismo sexo, que altera de una manera radical la

finalidad y, por lo tanto, la naturaleza del matrimonio, mucho más

que la poligamia.

38

cc.. La descendencia establece los roles singulares y no intercambiables de

padre-madre–hijos-hermanos. Los vínculos característicos de estos roles

y los estatus que determinan son la fidelidad y la acogida mutua

(hombre–mujer) la patria potestad (padre/madre-hijos), la obediencia y

el cuidado (hijos-padre/madre), y la fraternidad (entre hermanos). En la

medida en que estos roles son modificados hasta hacerse irreconocibles,

la institución se ve impedida para ejercer sus funciones. Deja de ser una

estructura constructora de la sociedad, sin que ninguna otra la supla.

Esta incapacidad se manifiesta por la multiplicidad de disfunciones y

patologías sociales que aparecen. Se difumina el control de los

comportamientos y con ellos de la cohesión social.

dd.. Controla el comportamiento de sus miembros en aquello que guarda

relación con el cumplimiento de los fines de la institución: la fidelidad

con objeto de concentrar las relaciones sexuales en el seno de la

institución y no generar un sistema caótico de relaciones paterno y

materno filiales. Encarrila y educa el impulso sexual para atenuar el

conflicto del diferente comportamiento sexual del hombre y la mujer. La

atención material y moral de los hijos para hacer posible la educación. La

obediencia sin la cual la educación no es posible. La fraternidad,

necesaria para la educación y la socialización. Sin estos

comportamientos, la función cohesionadora de la institución se

desvanece.

ee.. Otorga estatutos y roles en el seno de la familia, adecuados a aquellas

funciones, más o menos flexibles en función de las necesidades del

periodo histórico, pero siempre claramente identificables. Por ejemplo, la

asunción de un rol fraternal por parte del padre, o convertir el sistema

familiar, en último término jerárquico hasta la madurez de los hijos, en

un sistema de debate y negociación permanente, impide el logro de los

estatus y la realización de los roles, minimizando así la capacidad de

socialización.

Sobre la estructura primaria del matrimonio, la paternidad y maternidad, la

filiación y fraternidad, el parentesco y su expresión a lo largo del tiempo, la

dinastía o linaje, se generan y se ordenan las otras instituciones sociales

valiosas e insustituibles. Son las infraestructuras sociales sobre las que se

asienta el buen funcionamiento de la sociedad y del sistema económico. Son

previas al Estado e independientes de él. El Estado español, la Generalitat,

podrían desaparecer y ellas continuarían preservando la memoria y los valores,

educando y creando sociedad. Así ha sido muchas veces a lo largo del tiempo.

39

Estas otras instituciones básicas pertenecen a un segundo orden. Comparten

con las primeras que son insustituibles, independientes del Estado y previas a

él, pero no están tan vinculadas, ni son generadoras de descendencia. Se trata

de la escuela, las confesiones religiosas, la comunidad de trabajo que hoy

denominamos empresa, la comunidad de vida: el barrio, pueblo, ciudad; la

comunidad nacional.

Y todavía hay un tercer tipo de instituciones socialmente valiosas, pero mucho

más vinculadas a la dimensión estatal, a sus incidencias e intervenciones,

buena parte son intercambiables y generalmente de libre adscripción. Son las

asociaciones de toda clase.

El Estado no puede tener la pretensión de actuar sobre la naturaleza de las

instituciones de primero y segundo orden y transformarlas porque su origen y

desarrollo no está en las leyes parlamentarias sino en la historia, la tradición, el

derecho natural y el derecho consuetudinario. No se puede pretender alterar

por ley una institucionalización que no ha nacido del Estado sin que el conjunto

de la sociedad se resienta. Las intervenciones sobre ellas deben ser abordadas

con prudencia histórica y muy elevado consenso social y político.

Las experiencias históricas de modificar las instituciones insustituibles

socialmente valiosas, han acabado todas con grandes daños ocasionados a la

sociedad y a las personas. Pero de todas ellas, la alteración menos ensayada y

la más peligrosa, porque está en el fundamento de la sociedad, es la que afecta

al matrimonio y la familia, la paternidad y maternidad y, por extensión al

parentesco y el linaje. Precisamente aquellas que se están produciendo en

España.

La dimensión económica de la familia.

En el libro colectivo mencionado26, Harold James, profesor de Historia en

Princeton, reflexiona sobre el papel económico de la familia. Observa que se ha

prestado demasiada atención a la interacción entre el Estado y los mercados,

pero relativamente poca al impacto de la familia en la economía, no únicamente

como fuente de estabilidad, sino también de dinamismo, creatividad e

innovación. Una mirada a la historia económica y a la situación de muchos

países de hoy, revela precisamente la importancia de los negocios familiares.

Más de las tres cuartas partes de las empresas registradas en el mundo

industrializado son negocios familiares y, en Europa, algunas de estas incluyen

empresas verdaderamente grandes. Sólo hay que poner atención a la enorme

distancia que separa la atención sobre la legislación que afecta a la empresa

40

26 The Meaning of Marriage: Family, State, Market and Morals.

familiar y la indiferencia y superficialidad con que se tratan las causas que la

hacen posible, esto es, el matrimonio, la filiación y el parentesco y la dinastía,

como si unas y otras no tuvieran nada que ver.

Los efectos económicos de estas instituciones van mucho más allá de las

empresas familiares porque afectan al conjunto del funcionamiento de la vida

económica.

Es evidente que la voluntad de tener hijos mengua a partir del momento en que

se dispone de un sistema público de pensiones, y también de un sistema

financiero que hace posible la comercialización eficaz de los bienes inmuebles.

En términos de decisión económica, los hijos ya no son tanto una inversión

para la vejez como un gasto. La satisfacción en términos económicos,

provendría en una interpretación marginalista, de su papel como bienes de

consumo que aportan beneficios más bien de carácter psicológico. Esta

concepción no debe ser minusvalorada en nombre de una idea normativa del

amor matrimonial y filial, sobre todo a partir del momento en que los marcos

referenciales dentro de los cuales se adoptan decisiones están plenamente

influidos por la ideología de la desvinculación y, consecuentemente, por una

orientación del materialismo práctico. El número de hijos decrece y se retrasa

porque son tratados en muchos casos como un producto de consumo que

aporta beneficios diversos en orden a la propia realización, y que, por lo tanto,

deben competir con otras ofertas, desde la segunda residencia a las vacaciones

exóticas, o simplemente un estándar de consumo incompatible con la

descendencia. Pero todo y aceptando su utilidad explicativa, resulta

excesivamente simple. De hecho, nos dice que un individuo ata su libertad a

una función de utilidad y tan sólo a ella. Naturalmente no es así. En este

sentido, y como plantea Rubio de Urquía (1990) hay dos funciones más que

actúan: una formada por el sistema de valores y creencias, tradición y

legislación, y una segunda, que es la inserción de la libertad de elección de

cada persona, condicionada pero nunca predeterminada, por la utilidad

marginal y por el sistema de creencias. Esto explica que dos mujeres con

niveles de renta iguales deciden no tener ningún hijo una, mientras la otra opta

por tener seis o, también como se puede constatar en Europa, cómo las ayudas

y leyes favorables al matrimonio y la familia, incentivan la descendencia pero

no con la misma intensidad en todos los países.

41

Pero tan importante como la función económica “ad intra”, lo es la incidencia

del matrimonio y la familia sobre el conjunto del sistema. Se da una estrecha

relación entre el dinamismo económico y empresarial, la inversión a largo plazo

y la capacidad de emprender proyectos importantes, la disponibilidad de

ahorros para financiarlos, lo que implica un cierto grado de frugalidad, al menos

relativa, y el pago puntual. Naturalmente como no se trata de un proceso

“mágico” la razón de estas virtudes económicas no está en el nombre de la

cosa, es decir a qué llamemos “matrimonio”, sino en la capacidad de la

institución que designamos con este nombre para desarrollar determinadas

funciones y generar un determinado sistema de valores. No es suficiente que se

califique de familia a un vínculo inestable e insostenible, que no tiene voluntad

o capacidad de generar dinastía, y no está construido sobre un sistema de

valores que hace supeditar la propia satisfacción a un grado variable de

generosidad. La nueva idea del divorcio español conlleva emparejada una

reflexión. ¿Cómo podríamos hacer negocios si la ley no hiciera distinciones

entre aquellos que guardan los términos de un contrato y aquellos que no lo

hacen? Sencillamente no podríamos.

J. A. Garcia Duran27 constata citando a Irving Fisher, un economista básico por

su interpretación de la economía de Estados Unidos, que el dinamismo

económico de una sociedad depende del horizonte temporal de sus decisiones.

Cuanto mayor sea este, mayor será el ahorro, menor el tipo de interés y mayor

la inversión en I+D y la inversión de capital. Es evidente que quien conciba un

negocio en función de la descendencia -el sentido dinástico- aplicará recursos a

actividades que, como la investigación, necesitan largos periodos de

maduración. Las empresas que cotizan en bolsa serán recompensadas si hacen

investigación en el marco de una sociedad acostumbrada a valorar el largo

plazo. Es poco creíble que en una cultura donde acabe predominando el sentido

de la inmediatez y la satisfacción del deseo pueda tener demasiado futuro la

inversión en ciencia y tecnología, mientras que la construcción, la especulación

financiera, en el mejor sentido del término, y el consumo sí estarían a la orden

del día. Para que exista una cultura del largo plazo en una economía de

mercado es necesaria la existencia de una concepción dinástica; es decir, la

proyección de la familia a lo largo del tiempo por la vía de la descendencia.

Marshall ya constató la importancia de la familia numerosa en la formación de

emprendedores: los hijos aprendían a competir por la preferencia de sus

42

27 José Antonio Garcia Duran, Familia y Dinastía, Pág. 172, En ob cit.

padres. La experiencia catalana es, en este sentido, paradigmática: el

mantenimiento de la primogenitura por la vía del “hereu”, propició la revolución

industrial de las manos de los “cabalers” que tuvieron que abandonar la casa

paterna para buscar nuevas formas de ganancia. Pero en una sociedad

antinatalista, sin definición clara de la paternidad y maternidad, hasta el

extremo de que legalmente la nueva figura es la indeterminada de

progenitores, “A” y “B” , donde la perspectiva del contrato en un asunto en

principio tan importante como es el casarse, queda reducida a nada, ¿qué

cultura empresarial se desarrollará?

Cuando se habla de la capacidad competitiva de China, casi nunca se menciona

su fuerte conciencia familiar y dinástica, ni el hecho de que por una imposición

del Estado, tenga en su desequilibrada estructura demográfica (el hijo único

impuesto ha tenido como consecuencia una elevada eliminación de los bebés

hembra), la peor amenaza para su estabilidad económica y social a largo plazo.

Esta concepción dinástica también es propia de otro país emergente de grandes

dimensiones como la India y, de hecho, es común a los denominados “tigres

asiáticos” circunstancia que comparten con el único “tigre” de Europa, el céltico.

Y es precisamente Irlanda quien presenta la tasa de natalidad más elevada de

la UE-25.

José Antonio García Durán, nos proporciona un buen análisis de la cuestión:

citando a Kosai, Saito y Yashiro28 hace referencia al hecho de que la reducción

de la fecundidad en Japón, por debajo de los 2 hijos por mujer, ha llevado a

una reducción de la tasa de progreso técnico desde 1975. Algo parecido ha

pasado con Francia, Gran Bretaña y Alemania que han visto disminuir aquella

tasa del 2% al 0,5%. La afirmación es que el crecimiento de la población

determina la tasa de progreso técnico. Las razones fundamentales son que sin

crecimiento de la población es muy difícil que aumente el número absoluto de

personas con capacidad creativa, dado que el progreso técnico se debe en

buena medida al aumento del número de este tipo de emprendedor. Otros

muchos autores, además de los anteriormente citados, establecen relaciones

entre crecimiento endógeno y crecimiento de la población: Sauvy, Julen Simon,

Kremer, Kuznets, Boserup Reddaway, y Vandellós entre los catalanes:

El crecimiento de la población plantea retos que los espíritus más

creadores afrontan (Boserup).

43

28 Kosai-Saito–Yashiro, Declining Population and Sustained Economic Growth. Can They Coexist? American Economic Review. Mayo 1998.

Como su número aumenta dividen el trabajo entre ellos, intercambian

ideas, de forma que encuentran soluciones (Kuznets).

Como los costes de cada invención son los mismos, cualquiera que sea el

número de usuarios, el incremento de estos permite repartir estos costes

fijos entre mucha más gente, de forma que la productividad de cada

invento es mayor (Arrow).

Como el consumo de conocimiento no es rival, cuántos más se vuelquen

en él, mejor (Grossman).

El crecimiento de la población hace que los no herederos de un lugar

hayan de crear cosas nuevas (Pierre Villar).

En una población en crecimiento hay más jóvenes, lo que implica más

oferta de nuevas ideas y más demanda de novedades (Reddaway).

Los jóvenes son un canal privilegiado de entrada de tecnología en los

hogares.

Una población mayor y creciente permite que la cantera de donde deben

salir los espíritus creativos sea más amplia. Marshall señaló que en las

familias numerosas del s.XIX, donde se compite por el afecto de los

padres y se aprende generosidad, es donde se forjó la amplia oferta de

empresarios de aquel siglo.

Fisher subrayó también los enormes efectos positivos sobre el crecimiento

de la perspectiva dinástica de las familias amplias.

En el caso de Cataluña, Vandellós, ya en los años treinta, se preocupó por

este tipo de problemas.

La capacidad creativa en el ámbito tecnológico afecta a unos porcentajes

determinados de humanos que se sitúan entre el 2 y 3 por mil. En la medida en

que el número absoluto crece, también lo hace la capacidad creativa de aquella

comunidad. Es la razón fundamental para que la hipótesis de Malthus no pasara

nunca de ser esto, una hipótesis. El progreso productivo merced al aumento de

la capacidad tecnológica siempre ha ido de antemano de la población. El

resultado es que hoy, con el nivel más alto de toda la historia humana es

también cuando la capacidad de alimentar a la población es más completa. La

realidad describe una función inversa a la malthusiana. Es el resultado de la

función neguentrópica.

44

La tasa de crecimiento de la población humana ha sido ininterrumpida, con

excepciones, desde casi el comienzo de la humanidad hasta mitad del siglo XX.

De hecho, hay una coincidencia casi exacta entre estabilización demográfica en

Europa e inicio de la revolución de finales de la década de los sesenta del siglo

pasado, a la que genéricamente se identifica como “Mayo del 68”. El

estancamiento demográfico es su prólogo. Por aquellas fechas la humanidad se

situaba en torno a los 3000 millones de personas y había duplicado este total

en 60 años, y la tasa de crecimiento llegaba al 2%. Desde entonces, esta tasa

de crecimiento no ha hecho más que disminuir. Aún así, la población humana

se ha doblado en 40 años. Sobre la productividad las series son mucho más

cortas, pero suficientes como para constatar que han mostrado tasas de

crecimiento del 1,5%, 2%, 2,5%, y quizás incluso superiores en periodos

cortos. Ambas observaciones permiten afirmar, como señala García-Durán, que

la elasticidad del progreso técnico con respecto a la población, ha sido mayor

que 1 (1,2 según Kremer), mientras que la elasticidad del progreso técnico con

respecto al nivel de la tecnología sería inferior a 1 (0,4 según Kremer). Son las

personas creativas las que impulsan la tecnología más que a la inversa.

Existe la idea bastante extendida de que el crecimiento de la población

comporta el efecto contrario y se ponen como ejemplo países con elevadas

tasas de natalidad y poco desarrollo, pero este tipo de interpretación es muy de

brocha gorda. En efecto, el crecimiento de la población es la causa necesaria

pero no el único factor. Juega también la experiencia: si la renta es baja, la

demanda de productos sencillos predomina y las necesidades tecnológicas son

más reducidas; hay poco aprendizaje y poca copia y divulgación tecnológica,

pero pese a estos factores, todos estos tipos de países, de América Latina o

China y la India, siguen mostrando elasticidad superior a la unidad entre

progreso técnico y crecimiento de la población.

45

Con los datos de que se disponen económica y políticamente, no se puede

afirmar que si tenemos menos hijos a la larga viviremos mejor. La idea de que

a menos número más calidad no funciona. Uno de los principales defensores de

la misma teoría (Becker) ha acabado asumiendo que los rendimientos de la

especialización, de las ciudades y de la investigación y desarrollo, pueden estar

relacionados positivamente con los niveles de población y la densidad.

Poblaciones en disminución podrían tener un efecto negativo significativo sobre

la especialización y otros determinantes de la productividad (Becker, Murphy,

Tamura). Es contradictorio defender la ciudad como centro de innovación

debido a su densidad y pensar que el bajo crecimiento de la población puede

tener efectos beneficiosos, a menos que concibamos los países en términos de

macrocefalismo urbano.

Todavía hay otra razón: existe una aceptación generalizada de que el periodo

de creatividad del ser humano se da en edades más bien jóvenes, con las

lógicas excepciones. Siendo así, no tiene fundamento defender que una

población envejecida no es una limitación para este factor y, por lo tanto, para

la capacidad de generar progreso. La relación entre tasa de crecimiento de la

población y tasa de crecimiento de la productividad en Japón, Europa y Estados

Unidos, incluidos los últimos quince años, no es convergente, sino favorable al

país de Norte América. Este hecho guarda relación con las más bajas tasas de

fecundidad de Europa y Japón. Y es que cuando la tasa de fecundidad baja por

debajo de 2, la calidad no puede aumentar, porque si a dos hijos se les puede

dar 20 años de educación a cada uno, no tiene sentido dar 40 años de

educación al único hijo (Kosai, Shaito, Yashiro).

46

La inmigración puede corregir dentro de unos límites esta situación, pero en

último término dependerá de la formación de las personas; no puede producir

innovaciones en una actividad TIC una persona que nunca ha usado un

ordenador. Por lo tanto, desde el punto de vista del progreso, sus efectos a

medio y largo plazo son escasos cuando no disuasorios, porque el estímulo para

introducir tecnologías es bajo en los sectores donde abunda la mano de obra

barata. La idea central que hoy parece ganar terreno es que la inmigración

ayuda a resolver los problemas que plantea la baja natalidad. En el ámbito al

que nos estamos refiriendo, esta concepción no es lo suficientemente completa.

La inmigración es una fuente de respuestas positivas -también de nuevos

problemas y demandas sociales- pero no es suficiente para resolver el desfase

que provoca la baja natalidad. Como concreta Garcia–Durán, con una

inmigración de unos 40 millones de personas, como hipótesis, completada por

una fecundidad de 1.66, un incremento de la esperanza de vida de cinco años

en medio siglo, y una disminución del ahorro por unidad de envejecimiento de

0.14, sin que se vea afectado para nada el progreso técnico, el resultado es que

la tasa de crecimiento anual acumulativa en la primera mitad de este siglo

bajaría del 2.27% al 1.84%.

Una forma relativamente simple de expresar el progreso técnico (TPT)29 es

medir la productividad total de los factores (PTF), que es la única causa del

crecimiento a largo plazo. Esta variable no sólo recoge el progreso técnico,

además en ella se incluyen variables como la inversión en I+D, economías de

escala, externalidades, spillovers de la producción, etc. Esta variable constituye

un indicador muy útil de las fuerzas tecnológicas subyacentes de la economía,

de los que dependen nuestra prosperidad futura. Una vez que hayamos

acumulado capital y trabajo, toda producción mayor derivará de la introducción

de innovaciones de todo tipo (organizativas, de producto…) y la mejora de la

calidad de los factores capital y trabajo. Si se observa la gráfica adjunta se

puede constatar cómo la economía española se enfrenta a un grave problema,

dado que la PTF está en un camino de desaceleración desde 1990. De hecho,

desde el inicio de la medición en el 1965, se observan cuatro periodos 1965-74;

1975-89; 1990-2000 y de este año adelante, en el que la tendencia resultante

es decrecer hasta ser negativa en los últimos años.

Tabla 8

47

29 La productividad total de los factores (TFP), se estima a partir de una medida agregada de las cantidades utilizadas de los diferentes factores, conocida como a input total de los factores (TFI). La productividad total de los factores, en su acepción original, es también un cociente entre el output físico (Q) i el input total de factores. Esto es, TFP=Q/TFI, lo que se traduce en que la productividad total de los factores es una medida numérica de la variable “estado de la tecnología”. Cuando la productividad total de los factores aumenta, hay avance tecnológico, entendido en su sentido más amplio; y cuando la productividad total de los factores no crece, nos hallamos ante una situación de estancamiento técnico. La fórmula de la productividad total de los factores es simple, si bien no su cálculo, dado que la suma de las cantidades de un determinado factor con cantidades de otro factor no puede hacerse de manera directa. Las cantidades físicas de diferentes factores, de naturaleza diferente, se expresan en unidades de medida propias, que no tienen nada que ver con las otras. De ahí la necesidad de convertirlas a una unidad común.

Si lo comparamos con el comportamiento de la natalidad tanto en su referencia

anual, como por periodos significativos, constataremos la extraordinaria

identidad en el comportamiento entre ambas hasta el 2000, en la que la curva

demográfica marca una tendencia de recuperación, modesta, que nos sitúa a

nivel de 1988. La causa de la recuperación es el efecto inmigratorio: una

proporción creciente de mujeres fértiles de origen inmigratorio que pese a su

número mucho menor, producen ya un efecto sobre la natalidad debido a su

muy alta tasa de fecundidad; pero precisamente por la naturaleza inmigratoria

de la bajada no tiene efectos a corto plazo.

Tabla 9

Tabla 10

Tasa natalidad cada 1000 habitantes. Anual

48

Tasa natalidad cada 1000 habitantes. Anual

Del comportamiento demográfico nos surge una posible relación con la pérdida

de PTF, que resultaría coincidente con los argumentos mencionados. También el

comportamiento inmigratorio nos confirmaría que su papel no es inmediato,

que hay un efecto cualitativo en la dinastía, que no puede ser forzado por

medios exógenos, sino que sólo es posible a partir de las propias coordenadas

culturales y psicológicas. El efecto dinamizador de la inmigración es directo

sobre el consumo pero no sobre el proceso técnico al menos a medio plazo y en

los términos que caracteriza a la inmigración española. Sí lo podrá ser en el

transcurso de una o dos generaciones, en la medida en que los procesos de

integración sean exitosos, pero planteada la cuestión a esta escala temporal, es

lógico concluir que la mejor estrategia para dinamizar la economía a largo plazo

es la propia natalidad: la que surge de matrimonios estables que apuestan por

la continuidad, es decir, por el futuro y que tienen una perspectiva dinástica,

más o menos explícita.

Trabajo femenino y natalidad.

El trabajo femenino influye negativamente en la natalidad. Pero esta relación

primaria se ve substancialmente modificada en función de los servicios y

contraprestaciones que recibe la madre que trabaja. Esto explica que países

como Francia y Noruega que tienen tasas de natalidad de las más altas en el

contexto europeo, presenten niveles de actividad femenina muy superior a las

españolas y catalanas. Por lo tanto, la mejora de la natalidad exige unas

condiciones de conciliación de la vida laboral y familiar importantes, que en

España no se han producido, ni los gobiernos autonómicos han manifestado

ningún interés en promover, así como servicios de asistencia, empezando por el

más elemental de todos como es la guardería. El declive demográfico español,

tan singular por extremo, tiene en esta interrelación, una de sus causas

radicales. El efecto de disuasión aumenta en función del número de hijos. En la

Unión Europea y según los datos del Eurostat elaborados en el 2005, la tasa de

ocupación femenina con hijos pequeños es de 60,4% (51,2% en España), pero

para las mujeres con un hijo es del 64,8%, del 57,8% con dos, y del 41,2% con

más de dos. Hay una pérdida de 7 puntos porcentuales entre el primero y el

segundo hijo.

49

La dimensión antropológica del modelo económico.

La economía es una antropología. En la raíz constitutiva de toda persona radica

el hecho antropológico que fundamenta todo el sistema de vínculos que

estructuran la sociedad y que caracterizan a la condición humana. Esta viene

definida por una dualidad complementaria: la existencia de dos sexos y que se

expresan en el genotipo, en los gametos xy y xx, según sea masculino o

femenino. Pero además, la interacción de estos con el medio a partir de la

concepción y hasta la muerte, determina la existencia también de dos tipos de

fenotipos, también masculino y femenino. Consecuentemente, la humanidad se

divide estructuralmente en hombres y mujeres y la sociedad está formada por

las instituciones que configuran sus relaciones: el parentesco en un sentido

amplio surgido de la complementariedad hombre-mujer. Otra cosa es aquello

que hace referencia sólo a las conductas que puede presentar variaciones, y

que no siempre se articulan bien con la complementariedad de los dos sexos.

Una de ellas es la inexistencia de interés hacia el otro sexo. Otras formas de

conducta sexual son el impulso hacia las personas del mismo sexo –la

homosexualidad- hacia los dos sexos indistintamente –la bisexualidad- y el

desajuste entre el carácter sexual y la autoidentificación sexual –la

transexualidad, entre las más relevantes. Esta tipología de conductas es obvio

que no agotan, ni mucho menos, las manifestaciones en este ámbito, como por

ejemplo la atracción por los menores –la pedofilia-, la pulsión sexual

irrefrenable, el S/M, y otras muchas. Todas estas manifestaciones han existido

siempre, recibiendo un tratamiento variable según el periodo histórico y la

civilización, que ha oscilado entre la prohibición y persecución, hasta la

tolerancia dentro de unos límites establecidos. Las relaciones efébicas en la

cultura griega clásica, sería un ejemplo de ello. Pero en ningún caso se ha

llegado al extremo de confundir los comportamientos con la equiparación

hombre/mujer, y menos todavía su sanción legal por la vía de su

institucionalización. Esta es la singularidad de nuestro tiempo y específicamente

del caso español.

50

Al margen de la consideración moral, que evidentemente tiene un fundamento

antropológico, cabe subrayar que todos estos cambios conducen a crecientes

dificultades sociales y económicas. En su trasfondo, hay un error importante: el

hecho de ignorar que la economía, cada modelo y sistema económico, obedece

a una antropología concreta. Cuando se establece que la economía trata de las

actividades relacionadas con la producción, distribución y consumo de bienes y

servicios, de una parte, y de otra como el cálculo que busca maximizar el

beneficio y optimizar el medio en relación a los fines, se están formulando dos

criterios, uno dependiente de la cultura y el otro de la conducta30. Ambos a su

vez dependen del fundamento antropológico. En este sentido, Rubio de Urquía

señala: “la clave general para acceder al conocimiento de la naturaleza

fundamental de la teoría económica es la investigación de las relaciones

estructuralmente existentes entre enunciados antropológicos y enunciados

teòrico-económicos”31. Es una evidencia a la que no se le da ningún valor

práctico. La economía soviética implicaba una concepción del hombre diferente

a la que se da en Estados Unidos, porque la concepción de qué es ser persona,

sus relaciones e instituciones sociales, es decir, el fundamento antropológico,

también era diferente. Esta es la razón por la que después de años de

socialismo, las economías surgidas de la URSS, en el marco de la economía de

mercado han tenido tantas dificultades para funcionar bien. La economía de

mercado necesita un elevado margen de confianza, donde no es posible el

beneficio ilimitado a cualquier precio y de cualquier manera. Necesita también

de la responsabilidad personal hacia el resultado del trabajo que el régimen

socialista no había generado.

La antropología determina de una manera substancial la concepción y el

comportamiento económico. Pero un factor determinante de la concepción

antropológica es el relacionado con el concepto de ser humano, su división en

sexos fruto de la naturaleza, la forma cómo se relacionan y cómo construyen

instituciones estables basadas precisamente en aquella diferencia, como es el

matrimonio. El volcarse al futuro no tanto por un beneficio material de índole

personal sino en razón de hijos y nietos. El tomar decisiones económicas de

largo alcance en razón de esta perspectiva, el de constituir empresas familiares

y mantenerlas, el hecho de interesarse por algo más que por el lucro inmediato

e individual. Todas estas y otras lógicas internas forman parte de la concepción

antropológica que ha construido y sustenta nuestra economía. Es irracional

pensar que si se modifican en un grado substancial, tal y como de hecho está

sucediendo, la actividad económica y social no se resentirá. Si el único

horizonte vital posible es el de mi satisfacción, nadie plantará un roble, ni

30 J.L. Molina, Manual de Antropología Económica. UAB, 2004.

51

31 Rafael Rubio de Urquia, Estudios de Teoria Económica y Antropología. p 23. Unión Editorial. Madrid, 2005.

prevalecerá la investigación, ni la democracia sabrá hacer frente a los

problemas de largo plazo, porque cada vez más se concentrará en aquello más

inmediato pese a que no sea lo más importante. Si se altera la antropología de

la caracterización hombre-mujer como la única identitaria de la especie

humana, toda la concepción subsiguiente y el sistema de relaciones que

construye se degrada, y con él, el sistema económico.

La destrucción de la confianza, factor clave de sociabilidad.

La pérdida del aspecto religioso del matrimonio ha ocupado un papel clave en

su debilitamiento. Un voto sagrado es un compromiso mucho más recio que

una promesa civil. Y poco a poco, el Estado ha ido debilitando el vínculo

conyugal, hasta el punto de hacer desaparecer la simple condición contractual.

Pero estas uniones civiles rescindibles no puede llevar a término las funciones

tradicionales.

52

Tres factores fundamentales entran en quiebra: la capacidad de decidir a largo

plazo. ¿Cómo hacerlo si el contrato es temporal y en el caso español uno de los

dos cónyuges lo puede revocar de manera inmediata y sin que sea necesario

imputar causa alguna? El segundo es la confianza. En el matrimonio religioso y

hasta cierto punto en el civil, en un contexto en el que la ruptura era

socialmente vista como una situación excepcional por hechos excepcionales,

cada cónyuge debía depositar toda su confianza en el otro como única posición

con posibilidades de ganar en el juego de la convivencia. Esta confianza se

traducía como marco de referencia de la familia donde eran educados los hijos.

Pues bien, la confianza es el atributo básico de una sociedad para que pueda

producirse y disponer de capital social. El matrimonio secuencial propio de

nuestro tiempo, no deja ningún margen para la confianza entendida en su

sentido pleno, esto es, el tener fe en alguien o algo, que esta es el raíz

etimológica, “fidare”. Confiar es “fiar con”, es como dice Gabriel Marcel, dar

crédito. La confianza es la condición previa mediante la cual puede existir la

esperanza. Pero ¿quién puede confiar? ¿Qué puede esperar, de quién puede

fiarse hoy en día un cónyuge en relación al otro si sabe que el matrimonio es

una relación circunstancial que obliga prácticamente a nada, que no requiere

ningún esfuerzo ni compromiso construirlo o deshacerlo, y en el que el

responsable de la ruptura, por muy evidente y objetiva que sea, no tiene

ningún especial coste de disuasión? El problema de la creciente falta de

confianza y la desesperanza, que se ha convertido en inherente a nuestra

sociedad, la más opulenta de la historia, están relacionadas con esta matriz

matrimonial y educativa. El marco de referencia primario, el que establece la

familia, tiende a expulsar aquel sentido de la existencia y, por lo tanto, de la

sociedad. La cuestión es si bajo este nuevo concepto puede funcionar la

empresa y la actividad económica.

Fukuyama32 ya relaciona lo que denomina declive del parentesco con la pérdida

de capital social y su ulterior efecto sobre la producción en razón de las pautas

de confianza, participación y responsabilidad en que se educa a la familia, y que

son necesarias para un buen funcionamiento de las empresas y de la economía

de mercado. Referente a este punto es necesario deshacer un malentendido

muy extendido entre las administraciones y la misma sociedad. La educación

que se recibe en el marco familiar es vivencial y experimental. Es fijada en los

propios códigos de conducta y transmitida mayoritariamente por el ejemplo

más que por el discurso. No es un aprendizaje verbal y teórico, sino hecho por

la observación de la conducta de los progenitores y familiares y su inserción en

ellas. Sirve de muy poco teorizar sobre la confianza si no se es capaz de

sentirla. Esta es la razón por la que se hace tan difícil que esta función pueda

ser suplida de manera general por la escuela, al menos en los términos

actuales, y especialmente por las escuelas sin ideario. El sistema escolar no

puede sustituir la pérdida de capital social que se produce por las disfunciones

de las instituciones del matrimonio, la paternidad y la maternidad.

Algunos efectos sobre los hijos.

Un problema central es el que afecta a la seguridad de los hijos. De entrada y

como señala Don Browning, profesor emérito de la Universidad de Chicago,

hacer de la relación sexual y del afecto el centro de la institución del

matrimonio, ignorando sus finalidades generadoras, es un error. Los hijos ya no

son el eje central, la finalidad fundamental en la vida de la pareja, sino una

más, una adición. La cultura antinatalista tiene un importante componente de

alimentación desde esta fuente. Se afirma que los hijos, pocos y deseados

reciben mejor educación. Los resultados no lo confirman. Ciertamente disponen

de más bienes materiales, en buena parte prescindibles cuando no

contraproducentes para su educación, pero no es evidente que su salud física y

psíquica sea mucho mejor hoy, si los comparamos con aquellos grupos sociales

del pasado que podían dar a sus hijos los elementos materiales necesarios, y

que educaban en el marco de una institución estable. Las plagas de obesidad,

53

32 Francis Fukuyama, La Gran Ruptura. Ediciones B. Barcelona, 2002.

bulimia y anorexia, y la más incipiente, la vigorexia, el abundante y creciente

número de inadaptaciones, atenciones psicológicas y psiquiátricas a los niños,

violencia de los adolescentes y jóvenes entre ellos, contra terceros y ahora ya

contra los padres, la increíble extensión de la drogodependencia, son

indicadores objetivos de que los pocos hijos deseados son, demasiado a

menudo, no mejor educados, sino sometidos a un régimen de sobreprotección,

y por lo tanto de mala educación. Un problema que evidentemente no se da en

las familias numerosas. El aprendizaje de los padres a saber decir “no” a su

hijo, tan actual hoy, es innecesario cuando son diversos los hijos a atender.

El número reducido de hijos y la inestabilidad del matrimonio, a la que ahora se

unirá la indeterminación del “ser-padre”/“ser-madre”, que lleva a relativizar el

valor y significación de sus progenitores, acabará de desmenuzar la función

matrimonial en relación al hijo. Su nuevo marco de referencia ya no está

enmarcado por la confianza y la esperanza, ni por la seguridad del compromiso,

ni por la especificidad irrenunciable hasta las últimas consecuencias del ser

padre y el ser madre, sino por la desconfianza, la incertidumbre y la

intercambiabilidad de los progenitores. La sociedad y las empresas

simplemente no saben qué es funcionar bajo un cambio tan brutal de

paradigma.

La afectación negativa de las disfunciones del matrimonio, la paternidad y

maternidad, tiene una mala influencia sobre los hijos y daña todo los niveles

educacionales33 desde el preescolar hasta el universitario. En Estados Unidos el

número de hijos criados en hogares con padre y madre ha disminuido de una

manera importante. Eran el 85% en el 1968 pero se habían reducido al 70% en

el 2003, mientras que el número de niños que vivían con un solo progenitor se

ha duplicado.

Los resultados de los estudios son concluyentes. Los niños que viven con el

padre y la madre tienden a tener muchos menos problemas en comparación

con los que viven con parejas que cohabitan o con uno solo de los cónyuges.

Los aspectos observados en edades muy jóvenes guardan relación con las

dificultades con la lectura y la salud, que posteriormente se traducen en pautas

que hacen difícil un buen resultado en los ciclos educativos superiores. Es tres

veces menos probable que niños de 3 y 4 años que crecen con sus propios

54

33 Family Structure. Children’s Educational Outcomes. Center for Marrige and Families. New York, 2005.

padres casados tengan problemas emocionales o de comportamiento, que

aquellos otros que no se encuentran en esta situación. En parte los problemas

económicos que acostumbran a afectar a las familias monoparentales explican

algunos de los resultados negativos, pero esta no es explicación suficiente.

En la adolescencia las consecuencias son más importantes. Afectan al índice de

abandonos escolares, titulaciones y edad del primer embarazo. El estudio

referido34 señala que las comparaciones entre Estados Unidos y Suecia,

muestran que los hijos de las familias divididas tienen peor nivel educativo. La

tipificación de las diferencias entre los hijos adolescentes criados en

matrimonios estables y los que no, se puede resumir en los términos siguientes

por lo que se refiere a una mayor prevalencia de las disfunciones en el segundo

grupo:

Presentan más problemas psicológicos relacionados con la depresión, la

ansiedad y la baja autoestima.

Mala conducta en la escuela, propensión a un comportamiento antisocial.

Los hijos de familias divididas abandonan los estudios en una proporción

un 30% superior. La causa parece radicar en una menor capacidad de

supervisar y orientar el estudio de los hijos. Por lo tanto, otros

abandonos pueden surgir de familias que pese a la unión no son capaces

de desarrollar esta función, bien por dificultades culturales, bien porque

los dos progenitores trabajan y pueden dedicar poco tiempo a la

educación del hijo.

Más consumo de drogas y alcohol. El vínculo familiar intenso es un factor

disuasorio de primer orden.

Actividad sexual anticipada y embarazos de adolescentes. Este

comportamiento se da no solamente en los hogares donde falta uno de

los progenitores, sino que también se manifiesta en las familias

reconstituidas. Parece como si hubiera una dificultad para transmitir

pautas culturales que disuadan de mantener relaciones sexuales muy

pronto.

La posibilidad de delinquir en un hogar con un solo progenitor es mucho

más alta. Concretamente eleva a más del doble las posibilidad de que el

adolescente sea arrestado antes de los 14 años.

s

universitarios cuando los padres configuran un matrimonio estable.

Es particularmente visible que los hijos logran unos mejores resultado

55

34 Ob cit

Para ayudar a superar estos problemas el sistema público y privado, las

economías familiares deben generar un gasto más importante, que es

abiertamente insuficiente en el caso de España, sin que la paliación del daño,

pese al coste que significa, permita hablar de resolución del problema en

términos significativos.

La crisis del sistema de enseñanza.

Los Informes Pisa 2000 y 2003 han puesto de relieve las dificultades del

sistema educativo, que también se manifiesta, y con rotundidad, en los datos

sobre fracaso escolar. La tasa de abandono se sitúa en torno al 30% para el

2004, una cifra desmesuradamente elevada y además con tendencia a

aumentar desde inicios de siglo35. Aun así la tasa de graduación de secundaria

superior que se había llegado a situar en un máximo del 66% -que no es una

buena cifra– en el 2000, ha disminuido progresivamente hasta casi el 62% en

el 2004, lo que significa un registro mínimo. Por situar elementos de

comparación, hay que subrayar que en abandonos, la UE-15 se sitúa en poco

más del 18% en el 2004, y la UE-25, con una plétora de países muy

desarrollados económicamente, en el 15,5%. Las diferencias en España son

extraordinarias y revelan una situación grave.

La realidad es que España presenta una situación en el campo de la enseñanza,

inapropiada para las exigencias que se derivan de su dimensión económica. En

primer término no se trata de un problema de recursos, porque los datos

muestran cómo países con un gasto menor obtienen mejores resultados, sino

que está muy relacionado con la aplicación de la LOGSE, una situación que la

nueva LOE no ha enmendado en un grado suficiente. Pero esta explicación sería

incompleta y excesivamente culpabilizadora de las posibilidades de la ley, si no

hubiera coincidido en el tiempo con la crisis de las funciones que ejerce la

familia en el ámbito educador. Las dificultades relacionadas con la escasez de

cultura del esfuerzo y exigencia personal, de la autoridad de los maestros y

profesores y respeto a los demás alumnos, que están en la base del actual

problema escolar, pueden haber encontrado unas condiciones objetivas óptimas

para expandirse con la LOGSE, pero su origen hay que buscarlo en la

incapacidad o imposibilidad de las familias de ejercer la acción educadora,

porque dañada la confianza y la responsabilidad personal, otorgan el

predominio de la motivación a la satisfacción de los deseos, al igual que 35 Francisco López Rupérez, El Legado de la LOGSE. Fundacion FAES. Madrid, 2006. Pág. 59. El curso 2005-2006 ha registrado una leve disminución, por contra, situada en el 30%.

56

promueven los adultos. Roto el principio de autoridad en el seno de la familia e

incluso el sentido de la misma, es muy improbable que los alumnos puedan

acudir a la escuela con un bagaje receptivo a la enseñanza.

Consecuencias de la destrucción del modelo matrimonial y familiar

sostenible.

Podemos resumir algunos de los principales efectos en los términos siguientes:

11.. La extensión de una cultura antinatalista y con ella la implosión

demográfica causada por:

La cultura mediática y política antinatalista.

La elevada tasa de esterilizaciones, la más alta de Europa, con

diferencia.

El retraso en la edad de tener hijos y la limitación del número al

entenderlos como un coste.

El incremento de las rupturas matrimoniales que al unirse al punto

anterior, agrava el efecto antinatalidad.

Los matrimonios que suprimen la perspectiva de la descendencia

como la base a largo plazo de su unión.

El crecimiento del número de parejas de hecho que son mucho

menos natalistas que los matrimonios.

El aumento de los abortos.

22.. Pérdida del sentido del matrimonio entendido como vínculo fuerte

concebido para generar filiación, fraternidad, y desplegar y articular el

parentesco en el espacio y la dinastía en el tiempo. Unas instituciones

que sólo pueden existir en razón de la complementariedad biológica,

afectiva, psicológica y cultural que caracteriza al hombre y la mujer,

unidos por la condición igual y común de ser seres humanos.

33.. Presentación de la ruptura, la falta de compromiso y donación, que ya

forman parte del marco de referencia social y vital, como valores

positivos, al menos en términos de progreso y manifestación de libertad.

44.. La realización de los deseos propios por encima de cualquier vínculo

personal –tradicional, jurídico, institucional y religioso. Las costumbres,

leyes y religiones han de acoger el deseo y no limitarlo, ni reconducirlo.

55.. El debilitamiento de la fraternidad. La desaparición o limitación de los

hermanos.

57

66.. La trivialización de las relaciones sexuales. La degradación del principio

cultural que históricamente ha ordenado las relaciones sexuales

humanas, consecuencia necesaria por la que a diferencia de los otros

animales superiores, el macho está en celo permanentemente y la

hembra puede ser fecundada en cualquier época de la año en que se

encuentre en periodo fértil. La naturaleza se encarga del control sexual

de los animales. La cultura, en el sentido de concepción global de la

vida, lo hace de la especie humana. Por eso es por lo que a lo largo de la

Historia, las civilizaciones humanas coinciden en establecer unas

determinadas regulaciones. Nuestra sociedad es la primera que impulsa

el hecho de que la libertad del deseo y la búsqueda del placer personal

constituya el principio más elevado. La ética, la religión y las leyes son

vistas como frenos y las condiciones que regulan la relación matrimonial,

como una pega innecesaria.

77.. La pérdida de sentido de la complementariedad hombre–mujer, debido a

la ideología de género. El sexo como género, por lo tanto una simple

opción cultural que reduce la complementariedad a un hecho secundario

y modificable. La contradicción que representa con el conocimiento

científico. La complementariedad percibida como antagonismo y como

lucha entre el hombre y la mujer. La judicialización creciente de las

relaciones.

88.. Tendencia a sustituir la cultura de la donación: la paternidad y

maternidad como don y la fraternidad, por la satisfacción del deseo

individual como fundamento determinante de realización personal.

99.. La diferenciación del sentido de las instituciones y roles amenaza con

dañar un punto crucial del orden social: la no sexualización de la relación

entre progenitores e hijos.

1100.. El fundamento que hace posible la estructura de solidaridad36 que

caracteriza a la familia, se hace frágil y se desmenuza con facilidad. La

familia se hace más dependiente del Estado y generadora de costes para

los presupuestos públicos. El resultado fomenta una sociedad civil más

intervenida por las administraciones públicas y un Estado más

intervencionista en cuestiones relacionadas con la vida personal y

familiar. Las disfunciones y los problemas que generan ocasionan una

sociedad y una mentalidad dependiente del Estado y da lugar a una

burocracia de la despersonalización, porque la Administración, para

atender estas necesidades, debe transformar a la persona en entes

58

36 Julio Iglesias de Ussel. Familia y Estructuras de Solidaridad en España.

abstractos homogéneos para poder actuar. No puede contemplar la

singularidad propia de cada persona, sino la patología genérica de

aquello que atiende. El resultado es el debilitamiento de la sociedad civil

y de la condición de persona.

1111.. Una parte importante del gasto social se dirige no tanto a cubrir

necesidades insatisfechas, como a paliar disfunciones que en el pasado

eran garantizadas por las familias. En el caso de un estado del bienestar

limitado como es el español, esta nueva fuente de gasto constituirá un

problema añadido considerable.

1122.. Con la nueva ley sobre el divorcio se procede a la destrucción legal del

matrimonio como contrato que establece determinadas obligaciones y

responsabilidades culpables.

1133.. La estabilidad familiar y la descendencia no es vista políticamente como

una necesidad, por lo tanto no existen ayudas económicas significativas

equiparables a las europeas, ni ninguna política real para compatibilizar

vida familiar y trabajo, pese a la incorporación masiva de las mujeres a

la actividad laboral producida en los últimos años.

1144.. Pérdida del sentido de la paternidad y maternidad y su responsabilidad y

relevancia social.

1155.. Incapacidad o imposibilidad educadora de un número creciente de

padres ligada a una minusvaloración de su papel: marginación en la

elaboración de las normativas sobre educación, limitaciones crecientes a

los derechos y deberes de los padres a educar sus hijos: reducción de la

edad de emancipación sexual a los 14 años; limitación a la posibilidad de

escoger escuela en razón de la concordancia con el ideario del centro;

aplicación de actuaciones administrativas que restan capacidad a los

padres (p. ej. la dispensa de la píldora del día después a menores sin

conocimiento paterno). Horarios de los establecimientos de concurrencia

pública relacionados con el ocio nocturno y presión social y mediática en

este sentido, que dificultan la acción ordenadora familiar sobre el

adolescente.

1166.. Crisis grave de la escuela, especialmente la pública, que ya transmite

sus efectos a la Universidad.

1177.. Daños crecientes en la adolescencia y juventud.

59

1188.. La no aportación de hijos al sistema de bienestar social.

La implosión demográfica en nuestro país hará insostenible el sistema

público de pensiones a partir del 2015.37

Tabla 11

Proyección del sistema de gastos e ingresos de la Seguridad Social.

(millones euros)

2005 2010 2015 2020

Gastos 80.590,78 107.825,68 138.623,61 176.638,09

Ingresos 86.612,90 111.748,04 137.998,15 158.916,89

Superávit/déficit 6.022,12 3.922,36 -625,46 -17721,20

Relación sobre PIB (%) 0,67 0,33 -0,04 -0,96

Superávit/déficit con aplicación de fondos reserva

6.022,12 3.922,36 0 0

Relación sobre el PIB (%) 0,67 0,33 0 0

Fondos reserva al final del ejercicio

26.650 51.816,86 55.969,71 2.593,30

Fonts: Informe de estrategia de España en relación con el futuro del Sistema de Pensiones.

Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, y elaboración propia.

Con los datos oficiales disponibles parece evidente que ni siquiera en el

supuesto de hipótesis optimistas –por ejemplo sobre la evolución de la

productividad a largo plazo-, la Seguridad Social española es sostenible. Para el

2015 entrará en déficit contable que será cubierto por los fondos creados hasta

el 2020. En aquella fecha, la quiebra, si nada cambia, será inevitable. Esta es

una de las consecuencias más espectaculares de la crisis de las instituciones

socialmente valiosas, y su incidencia sobre la natalidad generada por la

ideología de la desvinculación. Las medidas adoptadas hasta ahora por el

Gobierno son muy superficiales y no significan la resolución del problema, ni

siquiera una aproximación significativa. Cuanto más tiempo pase sin actuar,

más duro será el ajuste, que lógicamente comporta disminuir la prestación real

de las pensiones y aumentar las cotizaciones, y para aquellos que puedan,

complementar los ingresos con planes de pensiones privados. Es, sin duda, la

amenaza más grave sobre el estado del bienestar y una pérdida importante de

justicia distributiva. Por otra parte, el coste por puesto de trabajo que significa

la cuota de la Seguridad Social, tenderá, al aumentar su importe, a incentivar el

paro.

60

37 Informe de estrategia de España en relación con el futuro del Sistema de Pensiones. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Julio, 2005.

61

PPAARRTTEE IIII

II. LOS FACTORES QUE ACENTÚAN LA CRISIS: CULTURA DE MASAS Y

POLÍTICAS GUBERNAMENTALES.

Los marcos de referencia de la cultura mediática de masas.

La condición cultural en gran parte de Europa y de una manera creciente en

España, especialmente en Cataluña, se fundamenta en la ideología de la

desvinculación. Esta configura los marcos referenciales, es decir, el sistema de

ideas dentro de las cuales formamos nuestras opiniones, actitudes y adoptamos

decisiones. La doctrina desvinculada considera que la autorrealización individual

sólo es posible por la vía de la satisfacción del deseo individual. Este ya no es

un componente más de las dimensiones humanas guiadas por la conciencia

construida en el raciocinio, sino el hiperbien al que hace falta aspirar y para el

que los otros, la sociedad, deben servir. El resultado es un sujeto que, por

definición, considera bueno ser libre de toda ligadura permanente, de todo

compromiso personal y colectivo, creencia, tradición e historia. Todo aquello

que le contraríe debe ser transformado o suprimido sin considerar las

consecuencias. El deseo es visto como la manifestación de la autenticidad

humana y, por lo tanto, debe ser respetado estrictamente, porque de lo

contrario se limita la libertad, más exactamente la autonomía personal. La

sociedad a que da lugar es marcadamente individualista y expresivista. En este

último aspecto quizás se podría hablar con propiedad de sociedad

neorromántica, si no fuera que el mismo concepto de romanticismo,

habitualmente mal utilizado, introduciría más confusión que claridad.

62

La sociedad desvinculada tiene como consecuencia el imperio de las políticas

del deseo, de las cuales España, y de manera complementaria la legislación de

algunas autonomías, como Cataluña y Andalucía, es un laboratorio a escala

mundial, por la intensidad, velocidad y radicalidad de las leyes introducidas. Las

políticas del deseo, como más adelante veremos, tienen un despliegue muy

influenciado por la ideología de género, cuestión por otro lado perfectamente

lógica, dada la estrecha articulación en la génesis de una y otra. También

cuenta con una variante que ha tomado cuerpo propio con los proyectos

políticos de homosociedad. Este cambio de mentalidad, se inicia a partir de las

“revoluciones del 68” y toma forma en la década de los setenta cuando se

despliegan los intentos por ensayar la articulación entre el marxismo y el

freudianismo. Posiblemente sea Jean-François Lyotard con la idea de la

economía libidinal38, importada de Freíd, uno de los autores de más influencia

en este campo. Su aplicación política arranca de aquella consideración para

llegar a la conclusión de que ninguna sociedad puede soportar una posición del

deseo sin que sus estructuras de explotación, de servidumbre y de jerarquía no

se vean comprometidas. La importancia de la pulsión sexual y su utilización

política es vista en el marco de una interpretación marxista como una vía de

lucha contra el sistema capitalista y sus estructuras de dominación. Una parte

muy exigua de este discurso queda presente hoy en día. Se produce la

paradoja de que cuanto más triunfa esta concepción, más lejos está de su

origen. El sexo ya no es visto como un instrumento al servicio de la lucha

contra el capitalismo, sino como una finalidad en sí mismo. Precisamente la

política oficial pasa por la afirmación de que se pueden alterar radicalmente los

supuestos de las instituciones como el matrimonio o la paternidad y

maternidad, al servicio del deseo, sin que las estructuras sociales y económicas

se alteren. Se afirma así todo lo contrario de lo que argumentaban los teóricos

al inicio: el sexo como instrumento de modificación radical de la sociedad y el

sistema económico. Pero la posición “tranquilizadora” no tiene a su favor ni una

sola teorización sólida y mucho menos ninguna verificación empírica. Ambas

precisamente señalan en sentido contrario. Y esta cuestión ya fue puesta de

manifiesto por uno de los padres históricos de la criatura, Freud, en el “Malestar

de la Cultura”39, donde defiende enseñar a los niños unos estándares altos de

moral, así como el hecho de que la sociedad estuviera capacitada para hacerlos

cumplir. La razón era garantizar su control, puesto que de lo contrario,

consideraba, la búsqueda de la satisfacción del placer acaba desembocando

necesariamente en violencia incontrolada.

La sociedad desvinculada es portadora de un marco de referencia específico en

el que destacan cuatro componentes:

Uno es la cultura de la trasgresión que expresa la ausencia de límites a

los deseos humanos y a su manifestación. En palabras de Leszek Kolakoswki,

“Una de las más peligrosas ilusiones de nuestra civilización es la idea de que no

hay límites a los cambios que podemos emprender, que la sociedad es una cosa

infinitamente flexible. La cuestión moderna que daría al hombre libertad total

de la tradición, lejos de abrir ante sí la perspectiva de la autocreación divina, lo

sitúa en la oscuridad, donde todas las cosas se contemplan con la misma

38 Lyotard, Jean-François, Economía libidinal. Fce. México, 1990.

63

39 Sigmund Freud, El Malestar de la Cultura y Otros ensayos. Alianza Editorial. Madrid, 1999.

indiferencia. Ser totalmente libre de la herencia religiosa o de la tradición

histórica es situarse en el vacío y por lo tanto desintegrarse”. La transgresión

significa en el ámbito de la creación artística que el canon deja de existir para

convertir toda manifestación en ruptura que compone una pretendida

vanguardia, pero esta tan sólo es posible si parte de un modelo canónico que le

sirva de referencia. Las vanguardias culturales hoy no señalan ningún camino,

precisamente por esta razón, porque sin tener un origen claro, difícilmente

pueden construir un sentido. En este caso la vanguardia surge como finalidad

predeterminada y no como fruto de la experiencia artística, no funciona tanto

por una voluntad de profundizar, sino simplemente de escandalizar. Es la

supeditación del arte al poder mediático que necesita de la anomalía para cubrir

sus necesidades de consumo cotidiano. La evolución última de la transgresión

como consecuencia de su lógica interna es la denominada “cultura basura” que

ocupa un papel tan importante en la TV, pero también está vinculada a la

expansión de la pornografía en todas sus variantes.

64

Un segundo componente es el cientismo, que tiene la pretensión de que

la ciencia ocupe el lugar de la religión, la moral y la filosofía, esto es, deje de

ser ciencia. Esta manera de operar transforma el pensar sobre los medios en

una finalidad en sí misma. El cientismo está muy ligado a la desvinculación al

renunciar al esfuerzo personal. No hay necesidad de discernimiento sobre qué

es bueno hacer, sino que es bueno todo aquello que la ciencia puede hacer. En

este camino, la valoración ética de los medios es secundaria. Ya no es

generalizable el principio de que la bondad de los fines no justifica los medios y

cada vez más el razonamiento se desplaza en sentido contrario. La biología es

uno de los campos más marcados por esta dinámica. El cientismo practica una

metodología contraria a la concepción científica: extrapola concepciones

globales a partir de conocimientos específicos sobre campos determinados con

la pretensión de explicar el sentido -o el sin sentido- de la vida, del ser

humano. La biología, la neurofisiología, la cosmología y paleontología, son

ámbitos en los que con mayor frecuencia se da esta práctica. El cientismo

incorpora un poderoso germen totalitario: toda explicación humana, toda razón

quedarían reducidas, atrapadas en versiones simplificadas irrefutables por su

pretensión científica, que a partir de teorías sobre el cómo –esto es en último

término la ciencia– serían aplicadas a los fines.

Una preocupación especial del cientismo es expulsar toda idea de Dios dado

que su presencia es incompatible con la pretensión de explicarlo todo en un

sistema autorreferenciado. Lo que Marx ensayó con el socialismo científico

desde la economía y la sociología, el cientismo lo pretende desde otras ámbitos

del conocimiento de naturaleza más específica, más especializados y, por lo

tanto, con mayores dificultades para poseer una capacidad explicativa holística.

El cientismo encuentra una corriente popular favorable en el

materialismo práctico que abjura de todo sentido de trascendencia, pero no por

ningún proceso de la razón, sino por una actitud vital que considera que no hay

necesidad de reflexión sobre los fines de el hombre. Ambos conceptos conectan

por una parte con una versión simplificada del utilitarismo y por otra con el

hiperconsumismo, que constituye una característica de la sociedad

desvinculada40: la sustitución de vínculos por sucedáneos débiles. El consumo

llevado a sus últimas consecuencias constituye para el sujeto un tipo de vínculo

no comprometido. Como el ser humano necesita de la vinculación para vivir,

construye sucedáneos, ligaduras fundamentadas en un compromiso escaso o

nulo; el vínculo guiado por el impulso del placer, al menos inicialmente. El

hiperconsumismo genera una derivada interesante como es la pasión por la

marca, una forma de vínculo y significación, que precisamente encuentra en los

jóvenes los más claros seguidores. También es una forma de vínculo

substitutorio el neotribalismo desde las bandas urbanas, los “tifossis”

deportivos. Nunca como ahora el fútbol había despertado tanta pasión y

presencia en la calle porque ahora ejerce una función sucedánea de otros

compromisos importantes. También la formación de un poderoso y a la vez

etéreo neocorporativismo: las personas se reúnen para defender un interés

muy concreto, con intensidad pero sin continuidad y generalmente de

naturaleza negativa: impedir una nueva línea eléctrica, un vertedero, etc. En

este caso, el interés del grupo es corporativo y no da lugar a una experiencia

social con continuidad como en el pasado lo hicieron las luchas obreras y más

tarde las urbanas, sino que desaparece junto con el tema que le ha hecho

nacer.

El individualismo extremo de la desvinculación daña sobre todo a los más

débiles: los viejos ingresados en centros hospitalarios en periodos de

vacaciones son símbolo elocuente de ello. La pérdida de la comunidad, la

65

40 Véase, por ejemplo, Charles Taylor. Las variedades de la religión hoy. Pág. 89-90 Ed. Paidos. Barcelona, 2003.

institución social valiosa asentada en el territorio, es consecuencia del declive

de las instituciones primarias configuradoras de la familia y el parentesco.

La sociedad de la desvinculación necesita del laicismo de la exclusión

religiosa, porque la conciencia religiosa es la causa fundamental en la

generación de vínculos. Esta manifestación del laicismo pretende excluir la

religión del espacio público, por lo tanto negarle la dimensión colectiva, social y

pública, propia de toda religión. La exclusión se fundamenta sobre una

afirmación contraria a la realidad social, al afirmar que la sociedad es laica

cuando en realidad es plural, y mayoritariamente religiosa. En consecuencia, el

Estado debe reconocer esta realidad y facilitar las condiciones para su libre

desarrollo, de acuerdo con la historia, la cultura y las tradiciones de cada país.

Este es el común denominador de las constituciones europeas –con la

excepción singular de la francesa– y de la Constitución Europea.

La desvinculación afecta ya a toda la sociedad y de manera especial a la

juventud. Incide sobre todas las instituciones insustituibles socialmente

valiosas, y también sobre todo el mundo asociativo: sindicatos, partidos

políticos, ONG, que tienen una tasa de afiliación muy baja, inferior a la de las

organizaciones católicas, pese a la crisis que atraviesa la Iglesia en relación a la

gente joven.

La ideología de género.41

La perspectiva de género constituye una verdadera ideología que propugna el

concepto de género como definitorio de la condición humana en lugar de la

diferenciación sexual. El género sería una construcción cultural y por lo tanto no

el resultado de la diferencia sexual causada por el genotipo y fenotipo

masculino y femenino, que pasarían a tener una importancia marginal. Esta

teorización comporta que lo determinante en la persona es el género y no si es

hombre o mujer, y aquél es una consecuencia cultural y, por lo tanto,

modificable. El concepto de hombre y mujer pierde en este marco de

referencia, todo sentido y plenitud de significado, dado que hombre y masculino

pueden significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; y dentro de la

misma lógica mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno

femenino. Las categorías «masculino» y «femenino» se entienden como

repetición de actos en lugar de corresponder a caracteres naturales de origen

biológico y predeterminados. Si la antropología universal sobre la cual se

66

41 Parte del presente apartado utiliza el texto de sociedad Perspectiva de Género: sus Peligros y Alcances, de Jutta Burggraf. Profesora en la Universitat de Navarra.

fundamenta toda la cultura, parte del principio de que se nace hombre o mujer,

no que se hace, la tesis del género afirma exactamente lo contrario. Una obra

básica en este sentido es la de Judith Butler, y de una manera destacada "El

Género en Disputa: el Feminismo y la Subversión de la Identidad”42, que

constituye un texto de referencia en las universidades americanas, donde la

perspectiva de género es investigada. Butler es, además, lesbiana y su

planteamiento ayuda a entrever las estrechas relaciones entre la concepción del

género y el proyecto político de la homosociedad.

Lo más sorprendente de la perspectiva de género no es la propia concepción,

sino la extensión que ha logrado, pese a sus radicales carencias. Es una de las

más grandes constataciones de la debilidad del pensamiento de nuestro tiempo

y la importancia de la cultura mediática por encima de la realidad. Ya no hace

falta que una teoría esté fundamentada en la observación y la verificación, la

falsabilidad popperiana, si esta se corresponde con lo que interesa política y

mediáticamente. Esta confusión ha llegado a las instancias políticas

internacionales. Concretamente la IV Conferencia Mundial de las Naciones

Unidas sobre la Mujer, realizada en septiembre de 1995 en Pekín, fue el

escenario de la nueva perspectiva para lanzar una nueva campaña de

persuasión y difusión. Desde entonces la “perspectiva de género” se ha

extendido en diferentes ámbitos, no sólo de los países industrializados, sino de

algunos países en vías de desarrollo, básicamente latinoamericanos.

Obviamente no está presente ni en el ámbito de culturas islámicas, sínicas,

hindúes, ni eslavas. Su rol se juega básicamente en la Europa postcristiana y

en Estados Unidos, y busca expandirse por América Latina.

En la cumbre de Pekín se estableció una primera definición: “El género se

refiere a las relaciones entre hombres y mujeres basadas en roles definidos

socialmente que se asignan a uno u otro sexo”. Naturalmente esta definición

resultaba confusa y se insistió en buscar una más precisa. Esta se formuló en

términos de que “el sentido de 'género' ha evolucionado, diferenciándose de la

palabra 'sexo' para expresar la realidad del hecho de que la situación y los roles

de la mujer y el hombre son construcciones sociales sujetos a cambios”.

Quedaba claro que lo que se proponía era que “no existe un hombre natural o

una mujer natural, que no hay conjunción de características o de una conducta

exclusiva de un solo sexo, ni siquiera en la vida psíquica". Así, “la inexistencia

de una esencia femenina o masculina nos permite rehusar la supuesta

67

42 Ediciones Paidos. Barcelona, 2001.

superioridad de uno u otro sexo, y cuestionar en lo posible si existe una manera

natural de sexualidad humana”. Es decir, el feminismo supeditaba su lucha por

la igualdad a una nueva vía radical que cuestiona toda la antropología humana.

Butler también ha aportado la concepción "Queer". El movimiento de este

nombre se presenta como una corriente de pensamiento para la comprensión

de la diversidad de sexualidades y expresiones culturales. Se autoconsidera

como una posición de resistencia política. Y es que en realidad la perspectiva de

género es antes que nada y sobre todo, una concepción política. Si Butler

teoriza sobre sexo/género es por su interés al pensar lo que califica de

condiciones de una democracia “radical y pluralista”. Es este horizonte político

el que persigue el movimiento. También para Butler y otros autores del ámbito

de la ideología de género, las luchas que intentan transformar el campo social

de la sexualidad son centrales para la economía. En su conceptualización, la

reproducción social de las personas forma parte de la esfera económica y de

aquí se puede vincular de manera directa la sexualidad con la cuestión de la

explotación y la obtención de la plusvalía.

En esta visión de la sociedad, hombres y mujeres son los sexos “opuestos” que,

como efecto de la normatividad heterosexual impuesta por el poder, se

constituyen en la base de la institución familiar, entendida como el ámbito

donde se reproduce la fuerza del trabajo. De la imposibilidad de separar la

esfera de aquello estructural-económico de la esfera de aquello simbólico-

cultural, extrae la conclusión de que las luchas de gays, lesbianas, travestidos,

transexuales, por su reconocimiento e inclusión forman parte de las luchas para

la transformación de la sociedad capitalista.

Del planteamiento brevemente resumido destacan cuatro elementos a retener.

Primero, la dependencia del marxismo en su versión menos

evolucionada, más mecanicista y dogmática.

Segundo, el alejamiento de la realidad. Es incluso grotesco referirse a la

familia en Europa como encargada, y en este sentido justificada por el

sistema, de reproducir la fuerza de trabajo, cuando la implosión

demográfica es el factor característico de este inicio de siglo, y la

dependencia de la inmigración una evidencia agobiante.

68

Tercero, la tendencial y progresiva supeditación del feminismo a la

homosexualidad. El género como discurso con pretensión liberadora de

la mujer, ejerce en realidad toda su dimensión política al justificar la

homosexualidad y castigar el heterosexismo reducido no a los dos sexos,

sino convertido en sinónimo de hombre. Este sería el responsable de

querer mantener el sistema que oprime por la vía de los roles sexuales,

a la mujer, mientras que esta se vería liberada gracias a la alianza con el

proyecto homosexual inherente a la perspectiva de género. Este

distanciamiento de la realidad hace prescindir de datos como el del

hecho de que los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres43,

su esperanza de vida es sensiblemente inferior, del orden de un 10% o

más, y su fracaso escolar medido al final de la secundaria, mucho

mayor, del orden de un 20%. O en otro campo, que sean los países con

mayor tradición de independencia femenina, Suecia, Gran Bretaña, los

que registren una mayor prevalencia de feminicidios de pareja, en lugar

de los países más tradicionales como España o Italia, en posesión, en

términos de género, de culturas patriarcales más extensas y fijadas, o

que este mismo feminicidio se dé con prevalencias más altas entre la

población más joven y las parejas de hecho, que en teoría también

siguen pautas culturales menos patriarcales.

Pero en todo caso, es el último punto el que nos interesa en este caso

remarcar: la perspectiva de género entendida como instrumento de

modificación del sistema político y económico. La destrucción del sistema

capitalista, es decir, todo lo contrario del que el discurso oficial en

España intenta plantear limitándolo a una simple cuestión de “ampliación

de derechos”.

También sin embargo, hay que apuntar en sentido contrario, que la ideología

de género o al menos parte de las corrientes como la que puede significar la

señora Butler, considera que lo que denomina “extensión de los derechos a los

no heterosexuales (unión civil, matrimonio, derecho a la adopción, etc.),

produciría, esencialmente, una ampliación de la fisura existente entre formas

legítimas e ilegítimas de intercambio sexual, al establecer normas de

legitimación que actúan remarginalizando a las otras y excluyen las

posibilidades de libertad sexual que han sido los eternos objetivos del

movimiento".44 En otras palabras, la legalización y transformación de las

instituciones para acoger la relación homosexual tiene el riesgo de integrarlas

en el sistema.

43 Datos sobre la UE a 15; UE 25; España todas son coincidentes en los mismos órdenes de magnitud. Fuente Eurostat e INE.

69

44 Butler, Laclau y Zizek, Contingencia, hegemonía, universalidad; FCE, Bs. As., 2003, p. 166

En todo el planteamiento del género hay un desplazamiento mecanicista de la

concepción marxista del papel de la clase obrera a las mujeres, y especialmente

a homosexuales, bisexuales, travestidos y transexuales, de un exagerado

optimismo. Ni las mujeres están interesadas en esta clase de revolución desde

el punto de vista de su conciencia social, ni tampoco lo están los pequeños

grupos de población que tienen pulsiones sexuales muy particulares. La

cuestión no radica en la existencia de una clase consciente del cambio social,

sino precisamente en lo contrario: se están introduciendo cambios radicales sin

conciencia de sus efectos reales. Esta dinámica es particularmente intensa en

España, porque la legalización del matrimonio homosexual no ha comportado la

canonización del matrimonio, sino todo lo contrario, como lo constatan los

cambios introducidos en la ley del divorcio, o los que se querían introducir en el

caso de la Generalitat de Cataluña con la Ley del Código de Familia.

Una cuestión de lenguaje.

La ideología de género, para imponer su marco de referencia, debe dar un

nuevo sentido al lenguaje. Los nuevos significados ayudan a comprender la

naturaleza de la concepción:

Hegemonía o hegemónico: Ideas o conceptos aceptados universalmente como

naturales, pero que en realidad son construcciones sociales. La diferenciación

sexual como reguladora del comportamiento sería una de ellas.

Deconstrucción: La tarea de denunciar las ideas y el lenguaje hegemónico con el

fin de persuadir a la gente de que sus percepciones son construcciones sociales.

Patriarcado, Patriarcal: Institucionalización del control masculino sobre la mujer,

los hijos y la sociedad, que perpetúa la posición subordinada de la mujer.

Perversidad polimorfa; sexualmente polimorfa. Los hombres y las mujeres no

sienten atracción por personas del sexo contrario por naturaleza, sino más bien por

un condicionamiento de la sociedad. En realidad el deseo sexual se puede dirigir a

cualquier persona.

Heterosexualidad obligatoria: se fuerza a las personas a pensar que el mundo

está dividido en dos sexos que se atraen sexualmente el uno al otro.

Preferencia u orientación sexual: Existen varias formas de sexualidad, que

incluyen homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y travestidos como

equivalentes a la heterosexualidad.

Homofobia: Temor a relaciones sexuales con personas del mismo sexo; personas

con prejuicios contra los homosexuales.

70

Estas concepciones, y otras, forman parte de la implicación del lenguaje en una

verdadera redefinición del ser humano. Progresivamente, una parte importante

del movimiento feminista, pero evidentemente no todo, ha sido arrastrado a

esta nueva posición que poco tiene que ver con el presupuesto de la lucha por

la igualdad en la diferencia. La idea de fondo es inherente a la lógica del

género: la teoría feminista ya no puede permitirse el lujo de proclamar una

tolerancia del 'lesbianismo' como 'estilo alternativo de vida', sino que hace falta

una crítica feminista de la orientación heterosexual obligatoria de la mujer.

Hay que subrayar las diferencias del feminismo de género y el feminismo. Este

último responde a la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos. Una

feminista de la equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: trato

justo, ausencia de discriminación. Por el contrario, el feminismo de 'género' es

una ideología que, a imitación del marxismo, se declara autoexplicativo y

omnicomprensivo de la sociedad y la historia, sostiene que la mujer está presa

en un sistema patriarcal opresivo, y deriva en la práctica política en un

movimiento antihombre45. La fracasada ley española de Protección Integral

contra la Violencia donde la condición masculina está discriminada, y la

conciliación expresamente prohibida, es un ejemplo de ello.

La relación entre marxismo y perspectiva de género.

Hay una clara vinculación entre el marxismo y la ideología de género. Esta

cómo hemos visto, pretende sobre todo intentar amalgamar parte del

pensamiento freudiano con la interpretación marxista. De hecho es uno de los

dos fundadores, Engels quien en "El Origen de la Familia, Propiedad y el

Estado"46 señala: “El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el

desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio

monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo

femenino por el masculino”. En realidad, la obra trata muy poco a la familia y

mucho a la “gens” antigua (de la mano de los iroqueses, griegos, romanos y

germánicos como contrapuesta a la familia coetánea) y en unos términos más

bien de añoranza de aquel pasado, reaccionarios podríamos decir, al hilo de

cómo desarrolla y concluye el libro, citando “Será un renacimiento de la

libertad, la igualdad y la fraternidad de las antiguas gens, pero bajo una forma

superior”. (Morgan, "La Sociedad Antigua", pág. 552). Pero del mismo modo

45 Christina Hoff Sommers, Who Stole Feminism? How Women Have Betrayed Women. Touchstone, 1994

71

46 Se puede encontrar una edición en castellano en Internet que es traducción del alemán de la 4ª edición de 1891: http://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/origen/cap9.htm

que Freud, leído completo no servía para inspirar “la liberación sexual”, Engels

tampoco desarrolla más allá de un embrión de relación entre sexo, familia y

clase. Pero esto en realidad no importa demasiado.

Es cierto que el marxismo consideraba que el sistema de clases desaparecería

cuando se eliminaran la propiedad privada, se facilitara el divorcio, se aceptara

la ilegitimidad, y se forzara la entrada de la mujer en el mercado laboral, se

colocara a los niños en institutos y se eliminara la religión. Pero estos

planteamientos que el anarquismo mantuvo en su literalidad serían en parte,

progresivamente, modificados por el sistema soviético, hasta encadenar con

una nueva “moralidad victoriana”, que condenaba la ilegitimidad, y castigaba

con dureza la homosexualidad, como todavía muestran los regímenes cubano y

chino. La diferencia de fondo entre el prácticamente extinguido marxismo y la

ideología de género, radica en que para esta última es sobre el matrimonio, la

familia, la escuela y la Iglesia donde hace falta centrar la acción de

“deconstruir”, porque en ellas radica la razón objetiva de la existencia de las

clases, y no en el modus de producción, que es una segunda derivada de ellas.

Se da una inversión del planteamiento marxista. Su fracaso es visto, en último

término, desde la perspectiva de género, como un error en las prioridades,

como una subvaloración de la lucha contra la familia que denominan patriarcal,

pero que en realidad describe a la familia estándar coetánea. La revolución

sexual abre la puerta a la revolución social y económica y no a la inversa. Una

vez más nos encontramos con la constatación de que los cambios que se

producen en Europa y de manera particular en España, tienen una finalidad

objetiva política y económica contra el sistema imperante, con independencia

del discurso oficial. Lo que no está claro es que conduzcan a un modelo

alternativo bien definido. En aquel sentido, la feminista Shulamith Firestone,

otra teórica radical norteamericana como Butler –canadiense en este caso–,

afirma la necesidad de destruir la diferencia de clases a partir de eliminar la

diferencia de sexos47, y en un obvio mimetismo marxista, el eliminación de las

clases sexuales. Pide que la clase subyugada (las mujeres) se levanten en

revolución y se apoderen del control de la (re)producción y de esta manera se

otorgue a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, así como el control

femenino de la fertilidad humana, incluido el uso de las nuevas tecnologías. La

meta definitiva de la revolución feminista debe ser -a diferencia del movimiento

feminista por equiparación- no simplemente acabar con el privilegio masculino,

72

47 The Dialectic of Sex: A Case for Feminist Revolution. Morrow 1970.

sino con la distinción de sexos: “las diferencias genitales entre los seres

humanos ya no importarían culturalmente". Yendo más allá, a partir de esta

línea afirma que aquello “natural” no es necesariamente un valor humano. Hay

en esta concepción dos constantes. Una es la relación entre modificación del

sistema económico y perspectiva de género, la otra la vocación de separar

radicalmente el hecho natural, la biología, de la condición femenina. Ann

Ferguson48 considera que las feministas deben encontrar la manera de apoyar

que la mujer identifique sus intereses como mujer, antes que sus deberes

personales para con el hombre en el contexto de la familia. Esta es la cultura

que se persigue implantar.

La perspectiva de género considera claves unas áreas concretas49:

Reclamar apoyo económico oficial para los derechos reproductivos, que

incorpora al aborto como uno de dichos derechos.

Reclamar libertad sexual, que incluye el derecho a la preferencia sexual

debe traducirse en términos de derechos homosexuales, bisexuales,

transexuales, etc.

El control feminista de la producción ideológica y cultural. Es importante

porque la producción cultural afecta a las finalidades personales, el

sentido de uno mismo, las redes sociales y la producción de redes de

crianza, afecto, amistad y parentesco social.

Establecer ayuda mutua: sistemas de respaldo económico desde redes

de identificación única con la mujer.

No hace falta un análisis demasiado detenido para constatar la doble condición

del pensamiento que impulsa este programa: la segregación masculina y

femenina y la hegemonía de la ideología feminista de género por medio de una

orientación totalitaria a partir del control feminista de la producción cultural.

Cabe subrayar además que en España el grado de logro de estos objetivos es

máximo desde el punto de vista político y mediático. No solamente por las leyes

aprobadas y las prácticas judiciales -la resistencia a la custodia compartida por

ejemplo-, sino por la existencia de recursos públicos crecientes dirigidos a la

creación de instancias oficiales y paraoficiales, dirigidas a promover redes de

exclusión femenina.

48 Sexual Democracy: Women, Oppression and Revolution. Westview, 1991.

73

49 Citado per Jutta Burggraf. Perspectiva de género: sus peligros y alcances. Profesora en la Universidad de Navarra, España.

Las líneas de acción del feminismo de género se orientan hacia estos puntos:

11.. Masculinidad y Feminidad. El hombre y la mujer adultos son

construcciones sociales porque el ser humano nace sexualmente neutral y

después es socializado en hombre o mujer. Esta socialización afecta a la mujer

negativa e injustamente. Por eso es por lo que las feministas proponen depurar

la educación y los medios de comunicación de todo estereotipo o imagen

específica de género, con el fin de que los niños puedan crecer sin que se les

exponga a trabajos “sexo-específicos”.

22.. Relaciones familiares: padre, madre, marido y mujer. Las feministas de

género no sólo pretenden que se sustituyan estos términos “género-

específicos” por palabras “género-neutrales”, sino que aspiran a que no haya

diferencias en la familia con respecto a la conducta y responsabilidad entre el

hombre y la mujer.

33.. Ocupaciones o profesiones. El tercer tipo de "roles socialmente

construidos" abraza las ocupaciones que una sociedad asigna a uno u otro

sexo.

44.. Reproducción humana que está determinada socialmente. Si

biológicamente la gente es sexualmente polimorfa y la sociedad estuviera

organizada de forma que se permitiera por igual toda forma de expresión

sexual, la reproducción sería resultado sólo de algunos encuentros sexuales: los

heterosexuales.

55.. La división estricta del trabajo por sexos, un invento social común a toda

sociedad conocida, crea dos géneros muy separados y la necesidad de que el

hombre y la mujer se junten por razones económicas. Contribuye así a orientar

sus exigencias sexuales hacia la realización heterosexual, y a asegurar la

reproducción biológica. En sociedades más imaginativas, la reproducción

biológica podría asegurarse con otras técnicas.

74

En realidad la tesis última es muy simple: el sexo implica desigualdad. Los

hombres no disfrutarían del privilegio masculino si no hubiera “hombres”. Y las

mujeres no serían oprimidas si no existiera la “mujer”. Acabar con el

sexo/género es acabar con el patriarcado y por lo tanto con la injusticia. El

trasfondo común, y este es un aspecto a subrayar, no es el de la “aceptación”

social de otras formas de relación sexual, sino el considerar intrínsecamente

negativa la heterosexualidad con roles ajustados al sexo y hacerla sinónima de

dominación machista. En realidad, la heterosexualidad es percibida desde la

perspectiva de género, como una consecuencia de la condición masculina y por

este hecho, opresora. La heterosexualidad femenina, reprimida, no se libera

por la vía de las estructuras jurídicas y la acción institucional y de las leyes, que

sería la igualdad de derechos y oportunidades, sino que sólo lo puede lograr

sacrificando su condición de mujer como rol biológico predeterminado; es decir,

dejando de ser mujer.

Pese a la radicalidad del proyecto y del propio discurso, resulta particularmente

llamativa la medida en que los puntos que hemos reseñado se van imponiendo

en la política y la agenda setting española. Muchos aspectos son ya realidades,

mientras otros como el de dar paso a otras formas de articular la procreación al

margen de la heterosexualidad, forman parte del discurso público habitual del

homosexualismo político, a la vez que cuentan con bases legales incipientes,

con la última ley sobre reproducción asistida de 6 de mayo de 2005.

Como es lógico, la educación es un caballo de batalla central. En este sentido,

tiene interés referir las palabras de una persona de línea formalmente

moderada, Vigdis Finnbogadottir, cuarta presidenta de Islandia (1980-1996) y

actualmente embajadora de buena voluntad para la organización UNESCO, y

presidenta de la Comisión Mundial de la UNESCO para la Ética y el

Conocimiento Científico y Tecnológico. Finnbogadottir considera, tal y como

planteó en una conferencia preparatoria de la Conferencia de Pekín, organizada

por el Consejo Europeo en febrero de 1995, que la "perspectiva de género",

urge deconstruir no solamente la familia sino también la educación. Las chicas

deben ser orientadas hacia áreas no tradicionales, y no exponerlas a la imagen

de la mujer como esposa o madre, ni involucrarlas en actividades femeninas

tradicionales. La educación es una estrategia importante para cambiar los

prejuicios sobre el hombre y la mujer en la sociedad. La perspectiva de género

debe integrarse en los programas. Y se han de eliminar los estereotipos en los

textos escolares y sensibilizar a los maestros.

75

Familia y ruptura en la ideología de género.

Su finalidad profesa es la eliminación de la familia biológica para, de esta

manera, suprimir la represión social. No hay ninguna duda de que la familia, la

que denominan “tradicional” en el sentido de “biológica” y “patriarcal” es vista

en términos extremadamente perjudiciales, fuente de represión y causa de la

violencia, especialmente contra la mujer. Una autora muy próxima en el

espacio como es Inés Alberdi50 y que tiene relevancia en la vida social y política

española, ha escrito en una publicación de una institución de perfil

teóricamente moderado, que la filosofía y la cultura, tal y como las

entendemos, son enemigas de la mujer. Descalifica sin ningún problema a

Homero y Aristóteles, el Génesis, la religión judeo cristiana -curiosamente no al

Islam con su omisión– y especialmente a la Iglesia Católica que con el

matrimonio católico consagra la esclavitud de la mujer y establece y simboliza

la desigualdad: “La familia es el espacio central para el aprendizaje de la

violencia”. “Bajo la ideología de la armonía, a veces hay ideas disimuladas

sobre la poca valía de las mujeres”. Considera que es necesario que los

integrantes de la familia vean el conflicto como un hecho normal y

potencialmente positivo. Considera preciso profundizar en la democratización

de la esfera privada y poner fin al mito de la familia armoniosa. “La responsable

de los problemas es la familia porque es el ámbito dónde se aprende a

confundir las diferencias entre hombres y mujeres con las desigualdades entre

inferiores y superiores.” “La violencia contra las mujeres es un aspecto

estructural del sistema social”. “La superioridad atribuida a los hombres se

sustenta en el reparto desigual de actividades productivas y reproductivas entre

hombres y mujeres. La división sexual del trabajo, incluida la reproducción

biológica, privilegia a los hombres a la vez que se inculca en todos los ámbitos

adecuados para reproducir la división mencionada”. “La violencia no se debe

sólo a las características singulares y patológicas de una serie de individuos,

sino que es una forma cultural de definir las identidades entre hombres y

mujeres”.

El enfoque de la violencia contra la mujer en las relaciones de pareja, el

feminicidio, es un caso espectacular de cómo la ideología de género utiliza una

realidad para imponer su doctrina, prescindiendo de toda evidencia científica. El

hombre como categoría, y no determinadas patologías, es el responsable de la

76

50 Violència: tolerància zero. Fundació La Caixa. Barcelona, 2005.

violencia, –de ahí que la ley española castigue por un mismo hecho mucho más

al hombre que a la mujer, no en razón de una superioridad física, sino

puramente en razón de su sexo, o que prohíba la conciliación. Sólo la

judicialización del conflicto y la represión acontece posible. Naturalmente al

actuar así se ignora la evidencia de los hechos, pero esto no parece importar. El

resultado se hace patente cuando la distorsión de la realidad se aplica a una ley

para poner remedio a un problema concreto como es el de la violencia contra la

mujer.

El fracaso de la ley es evidente. Una cosa es que sus efectos se vayan notando

a largo plazo y otra muy distinta que una vez superado el primer año de su

aplicación51, los resultados del 2006 amenacen con un macabro récord. La cifra

de muertes a 6 de septiembre ya supera las acontecidas en 1999, 2001 y 2002.

Y puede ser mayor a finales de año que el máximo de 72 homicidios del 2004.

La ley fracasa porque está ante todo construida desde la ideología de género y

no desde la interpretación de la realidad. La teoría que la sustenta es que la

violencia contra la mujer, los feminicidios, son consecuencia de la oposición del

“macho dominante” a la voluntad de independizarse de la mujer, propia de la

sociedad moderna. El hombre asentado en su papel pasado, educado por la

familia y la religión judeocristiana en el patriarcado, niega la autonomía de su

pareja y a partir de un determinado límite resuelve el conflicto matándola.

Naturalmente, no existen datos que avalen estas hipótesis. Más bien todo el

contrario.

Si la teoría fuera cierta, la violencia y, sobre todo, los asesinatos se darían en

mayor medida en las personas educadas en una cultura preexistente más

tradicional que en los jóvenes. Pero no es así, la inmensa mayoría de homicidas

tienen menos de 40 años, y el 20% menos de 30. Tantos como de mayores de

50 años, el grupo en teoría más peligroso por patriarcal.

Si la teoría fuera cierta, las personas con mentalidad tradicional deberían

cometer más homicidios que las “liberales” o “progres”. Pero no es así. Las

personas unidas por el matrimonio religioso presentan una menor prevalencia

77

51 Está vigente desde enero de 2005.

de homicidios que las unidas por el matrimonio civil y, a su vez, éstas

muchísimo menos que las que tienen vínculos basados en la pareja de hecho.

En el periodo 1999-2005, para el que existen los datos más fiables, la tasa de

feminicidios por cada 100 mil matrimonios se mueve con escasas variaciones

entre el 0,26 y el 0,35. Resulta casi constante. Para las parejas de hecho la

tasa por cada 100 mil uniones es mucho más elevada y oscila entre el 2.92 y el

4.65. Esto significa de promedio 10 veces más posibilidades de homicidio en

una relación de pareja de hecho.

Si las hipótesis de la perspectiva de género que avala la ley resultaran ciertas,

los países más liberales, con una larga tradición de emancipación de la mujer,

como los nórdicos y anglosajones, deberían presentar una incidencia mucho

menor que las de corte tradicional y católico, como Portugal, España, Italia,

incluso Irlanda. Pero no es así, sino todo lo contrario. Suecia encabeza el

ranking junto con Gran Bretaña y los Países del Norte de Europa, mientras que

la cola corresponde precisamente a los países latinos y a Irlanda.

78

En realidad, la ley fracasa porque no contempla en absoluto la causa real de la

violencia y los feminicidios: la ruptura. Esta es la causa fundamental y la que

explica las otras dos grandes correlaciones, de hecho las únicas con

significación: las parejas de hecho y la inmigración desestructurada, sin familia

(por lo tanto, no la inmigración a palo seco). Estas tres razones numéricas

pueden reducirse a un único factor explicativo, el ya mencionado de la ruptura,

porque las relaciones de la inmigración desestructurada se traducen en parejas

de hecho y éstas presentan un grado de inestabilidad, de ruptura, por lo tanto,

muchísimo más elevado que el matrimonio. De aquí también, colateralmente,

que el aumento del número de divorcios tienda a presionar al alza el número de

homicidios. Pero la ley no quiso contemplar este hecho porque resulta

políticamente incorrecto señalar la ruptura como el factor de peligro, y porque

lo importante era criminalizar un pretendido estatus, el del hombre, y no el

encontrar la causa real del por qué en unos casos concretos la violencia

estallaba mientras que en la mayoría no. No se ha querido interrogar la causa

de lo que es claramente una patología y no una norma. Para la ideología de

género es necesario que la violencia contra la mujer sea inherente al sistema y

el feminicidio su corolario.

Esto es tan evidente que la jueza decana de Barcelona, Maria Sanahuja,

miembro de la Asociación Progresista de Jueces para la Democracia, y feminista

militante, haya afirmado en unas declaraciones52, que “la única alternativa a

esta ley es poner en marcha los mecanismos que permitan la mediación entre

las parejas, lo que supone una revisión en profundidad de la norma, puesto que

el texto legal prohíbe de manera clara esta fórmula”. La jueza apunta con

precisión la raíz del problema: evitar o atenuar la ruptura mediante la

conciliación. Esta sí es una buena vía, pero hace falta reparar en el detalle que

la ideología de la ley lo prohíbe. La jueza critica muchos más aspectos que

coinciden con lo que ha sido criticado desde otras perspectivas jurídicas. Una de

ellas es el desequilibrio que se produce por el hecho de que ante un mismo

caso la pena sea diferente si el sujeto que lo comete es hombre o mujer. Y la

diferencia no es poca: si es mujer, determinados supuestos mínimos serán una

falta, pero si es un hombre podrán ser un delito con una pena incluso superior a

los dos años, y deberá ingresar en prisión. La jueza afirma “no sólo estamos

provocando problemas con las órdenes de protección a las mujeres, estamos

también realizando miles de detenciones para nada. Con la reforma del Código

Penal hemos convertido en delincuentes a la inmensa mayoría de maridos y

parejas, como consecuencia de las tensiones que se producen en los momentos

más conflictivos de las separaciones y divorcios”. La jueza decana pide “poner

el Código Penal en el límite de lo razonable para ser, de este modo,

proporcional a los hechos”. Pero no se queda aquí, sino que plantea “suprimir

los juzgados de violencia de género y devolver al ámbito de la jurisdicción civil

y penal este tipo de conflictos, tal y como estaba antes”. Además, considera,

que “las órdenes de protección a las mujeres están paralizando a la policía”.

Pero en lo que más insiste es en la mediación familiar, que recuerda que

funciona hace más de 10 años en Europa y 25 en los Estados Unidos con

índices de acuerdo que llegan a ser casi del 80%. Por esto afirma: “cualquier

solución que trate de resolver el problema de la violencia sin mediación está

abocada al fracaso.” “Con esta ley hemos creado en los juzgados y en la policía

unos problemas que no teníamos” y pide que se restablezca el sentido común

en la redacción y aplicación de las leyes.

El objetivo político de la ideología de género es el de presentar como familias

todas las variedades de relaciones basadas en el intercambio sexual, bajo la

79

52 en El País (3 de septiembre de 2006)

denominación de “nuevas”, cuestión que ya ha sido considerada en páginas

precedentes. Se trata de destruir toda formulación canónica y ganar en

indiferenciación como paso previo a unas organizaciones indefinidas abiertas y

multirrelacionales. Como escribe Alison Jagger53: "La igualdad feminista radical

significa, no simplemente igualdad bajo la ley y ni siquiera igual satisfacción de

necesidades básicas, sino más bien que las mujeres -igual que los hombres- no

tengan que dar a luz”. La destrucción de la familia biológica que Freud nunca

visualizó, permitirá la emergencia de mujeres y hombres nuevos diferentes de

cuantos han existido anteriormente54. “Hay que escuchar las voces de mujeres

jóvenes, puesto que la vida sexual no gira sólo alrededor del matrimonio. Esto

lleva al aspecto del derecho a ser diferente, ya sea en términos de estilo de

vida -la elección de vivir en familia o sola, con o sin hijos- o de preferencias

sexuales. Se deben reconocer los derechos reproductivos de la mujer

lesbiana55". Estos "derechos" de las lesbianas, incluirían también el "derecho"

de las parejas lesbianas a concebir hijos a través de la inseminación artificial, y

de adoptar legalmente a los hijos de sus compañeras.

Pero los defensores del "género" defienden además el "derecho a la salud" que

incluye el derecho a la salud sexual y reproductiva. Esta "salud reproductiva" se

refiere básicamente al aborto. En este sentido la ideología de género es una

aliada objetiva de los grupos de presión occidentales que promueven políticas

antinatalistas entre los países miembros. "Para ser efectivos a largo plazo, los

programas de planificación familiar deben buscar no sólo reducir la fertilidad

dentro de los roles de género existentes, sino más bien cambiar los roles de

género con objeto de reducir la fertilidad"56.

Es una evidencia que la perspectiva de género es a propósito antinatalista. En

el contexto europeo amenazado por la fuerte bajada demográfica, su influencia

hasta ahora y su creciente predominio constituyen una causa básica de la crisis

del estado del bienestar y su inviabilidad. Está por estudiar con detalle las

relaciones entre la cultura mediática, la agenda setting y las políticas, con la

derrota demográfica europea. En el caso español la incidencia es y será más

aguda porque es uno de los pocos Estados que combina tres vectores: políticas

53 Alison Jagger, "Political Philosophies of Women’s Liberation", Feminism and Philosophy, Littlefield, Adams & Co., Totowa, New Jersey, 1977, p.1354 Ob. Cit. p.1455 Council of Europe, "Equality and Democracy: Utopia of Challenge?", Palais de l’Europe, Strausbourg, Febrer 9-11, 1995. Pàg.25.

80

56 "Gender Perspective in Family Planning Programs", Division for the Advancement of Women.

familiares económicamente muy mal dotadas, de las peores de Europa; unos

partidos PSOE e IU, que han asumido plenamente la perspectiva de género

unido a un Gobierno que lo está aplicando hasta extremos nunca vistos en

Europa y, finalmente, una situación previa de muy baja natalidad.

Christine Riddiough, colaboradora de la revista Catholics for a Free Choice

escribe “La familia nos da las primeras lecciones de ideología de clase

dominante y también imparte legitimidad a otras instituciones de la sociedad

civil. Nuestras familias son las que nos enseñan primero la religión, a ser

buenos ciudadanos; tan completa es la hegemonía de la clase dominante en la

familia, que se nos enseña que ésta encarna el orden natural de las cosas. Se

basa, en particular, en una relación entre el hombre y la mujer que reprime la

sexualidad, especialmente la sexualidad de la mujer57". En definitiva, el

objetivo político del feminismo sería, entonces, desestabilizar la diferencia de

género y las identidades de género que le acompañan. No consistiría en la

defensa de los derechos de determinadas identidades preconstituidas, sino en

la precariedad y el desplazamiento permanente de estas identidades. Esta

práctica política es la que cuestionaría la democracia convirtiéndola en radical y

pluralista. La liberación de las mujeres, en esta nueva teoría postmoderna,

podría interpretarse mejor como la liberación de la propia identidad, que es lo

verdaderamente opresivo. Ni la sociedad, ni el patriarcado, ni el género... ni

siquiera los hombres tendrían responsabilidad alguna en la definición de la

opresión de la mitad del planeta. Si de algo hemos de emanciparnos las

mujeres, según Butler, es de esta pesada definición ontológica represiva y

excluyente de nuestra identidad "mujer".

El deseo como proyecto político.

La perspectiva de género y su variante de la homosociedad dan lugar a una

nueva política, que encaja bien en el marco de referencia de la ideología de la

desvinculación que propugna la satisfacción del deseo como la realización

personal convertida en el máximo o único hiperbién. Se ha convertido en el

fundamento de la acción de gobierno en España.

La ideología de la desvinculación está extendida por todo el occidente en una

medida variable, sin haber cuajado en una política gubernamental compacta y

homogénea como en el caso español, sino que como máximo incide sobre

81

57 Christine Riddiough, "Socialism, Feminism and Gay/Lesbian Liberation", Women and Revolution, p. 80.

determinados aspectos de las diferentes acciones de gobierno. Esta

singularidad española explica la preferencia del gobierno de Rodríguez Zapatero

por las temáticas ligadas al deseo y, por lo tanto, las relacionadas con la

sexualidad y la descendencia, que son dos de las más importantes

manifestaciones del deseo. Este es uno de los ejes básicos que definen las

prioridades legislativas y los grandes cambios operados en España.

La concepción no es nueva porque como ya se ha apuntado al inicio, la que

podemos calificar de política “del deseo” encuentra su fundamento por

ulteriores desarrollos en Freud. Éste equipara la felicidad con el placer, y en

términos aun más precisos, en la satisfacción de las necesidades sexuales: “La

felicidad... es un problema de satisfacción de un deseo instintivo de la persona.

Lo que en sentido más estricto se llama felicidad surge de la satisfacción, casi

siempre instantánea, de necesidades acumuladas que han logrado una elevada

tensión”. “El amor sexual (genital)… ofrece… las más intensas vivencias de

placer, estableciendo… el prototipo de felicidad”58. Freud considera que el

sistema moral y las instituciones fruto de la concepción cultural imponen

restricciones y prohibiciones a nuestras necesidades sexuales instintivas y, por

lo tanto, limitan nuestra capacidad de ser felices. La violación de las reglas para

llegar a la felicidad genera un sentimiento de culpabilidad que, a su vez, nos

hace sentir menos felices. Aun así, considera que como el amor sexual

“proporciona la experiencia más agradable, poderosa y subyugante,

estableciendo así el prototipo de felicidad”59, la gente tiende a buscar la

felicidad en las relaciones amorosas y en particular sexuales, pero añade que

cuando esto se produce la relación “conduce a una peligrosa dependencia frente

al mundo exterior –frente al objeto querido que se escoge- exponiéndolo así a

experimentar los mayores sufrimientos cuando este objeto lo desprecie o

cuando lo desgarra la infidelidad o la muerte”60. Aun admitiendo que existen

otras fuentes de felicidad como el trabajo creativo, sostiene que “comparada

con la satisfacción de los impulsos instintivos groseros y primarios es muy

atenuada y de ninguna forma llega a conmovernos físicamente”.61

En este cuerpo doctrinal, brevemente esbozado, se encuentran los factores

decisivos del desarrollo posterior hasta convertir el deseo en el proyecto político

58 El Malestar de la Cultura. Alianza Editorial. Madrid, 1998. 59 Ibid p.147 60 Ibid p.147

82

61 Ibid p.149

por antonomasia. Los, digamos, sucesores de Freud en este punto, no atienden

obviamente a la línea completa de reflexión de su maestro, puesto que éste no

consideraba posible que la destrucción o modificación de las limitaciones

institucionales que se oponen a la plena satisfacción del deseo personal,

desembocaran en una solución. De hecho, Freud desarrolla un eje de crítica a

esta vía pues ve en ella, como en realidad así ha sido, la configuración de lo

que denominamos sociedad de la desvinculación, dado que si los demás

“abrigan los mismos deseos que yo, puesto que mi objetivo es la satisfacción

de mi deseo por encima de toda norma o compromiso-, resulta pues que

solamente al final puede existir un único individuo que puede llegar a ser

ilimitadamente feliz”62. Pero no importa que el propio Freud cegara este camino

anticipándose en una sumaria descripción a las contradicciones que dan pie al

deseo como proyecto político, al generar una sociedad de la desvinculación63,

porque este tipo de objeciones han sido ignoradas. El “mayo 68”, y la

denominada postmodernidad son el periodo histórico de eclosión de esta nueva

formulación que acaba siendo plenamente política. No es un hecho accidental

que fuera precisamente Lyotard, quien a partir de la inicial adscripción al

socialismo –fue miembro del grupo Socialismo o Barbarie– desarrollara una

crítica simultánea a Marx y Freud que desembocó en obras como Economía

libidinal64, donde abolía cualquier realidad que no fuera la del flujo del deseo y,

por otra parte, La condición postmoderna65 donde analizó la caída de lo

universal y desarrolló el concepto de postmodernidad. Pero es sobre todo en el

movimiento homosexual político y en el feminismo de la ideología de género,

en particular por autoras que proceden del lesbianismo militante, donde esta

concepción se concreta en objetivos políticos y programas de acción. Un

ejemplo paradigmático de cómo se estructura la concepción de las políticas del

deseo, lo podemos encontrar, una vez más, en Judith Butler66.

Explica la señora Butler, “Desde muy temprana edad he sido maestra sobre

feminismo, escribiendo sobre temas feministas. Mi disertación ha sido sobre 'el

deseo' que es una cuestión política, pero también filosófica. Siempre me he

interesado por la tradición de la libertad sexual en el feminismo. Me han

preocupado mucho las propuestas muy normativas o muy represivas del

feminismo. Yo me hice lesbiana a los catorce años y no sabía nada de política.

62 Ibid p.149 63 Para un mayor desarrollo del concepto véase: Josep Miró i Ardèvol., El desafío cristiano. Ed. Planeta. Barcelona, 2005. 64 Economie libidinale. Paris: Minuit, 1974. 65 La condition postmoderne: rapport sur le savoir. Paris: Minuit, 1979.

83

66 Entrevista realizada por Regina Michalik, de Lola Press. Mayo, 2001.

Me hice lesbiana porque amé a alguien muy profundamente. Y después me hice

política a partir de esto, pero como resultado.”

En este breve enunciado podemos encontrar unas referencias que constituyen

la lógica interna de la construcción:

El deseo como factor estructurador de la política y su toma ideológica.

Su lesbianismo militante como corolario de la conciencia personal.

El lesbianismo como el vehículo para la toma de conciencia política. Su

concepción en este campo es una proyección de su lesbianismo.

En esta formulación podemos escuchar el sonido de fondo de Freud: la única

manera de llegar a la felicidad es a través del deseo sexual convertido en

fuerza política dirigida a remover las instituciones sociales que nos impiden la

consecución de aquel deseo, y por lo tanto de la felicidad, y que su trasgresión

-otra posibilidad- nos genera un sentido de culpabilidad que daña la posibilidad

de ser feliz. Este es exactamente el trasfondo que se puede encontrar en todo

el discurso del homosexualismo político proyectado al conjunto de la sociedad.

La singularidad radica en el hecho de que de una circunstancia estrictamente

personal, el deseo por otra persona, desarrolla una concepción política que se

pretende omniexplicativa, totalizadora de la realidad y fundamento de una

política global. Es el subjetivismo extrapolado a la máxima potencia. Pero

evidentemente como esto no es posible, dado que resulta socialmente inviable

construir un proyecto colectivo a partir de una circunstancia individual, además

muy específica, la ideología procede a incorporar categorías ideológicas del

campo marxista para dar contenido a la pretensión: la dialéctica entre clases es

sustituida por otra que enfrenta al grupo opresor, la heterosexualidad, al

feminismo de género, el homosexualismo y sus articulaciones posteriores,

bisexualismo, transexualismo, incluso travestismo: cada comportamiento

personal o grupal es elevado al rango de órdago universal y, a partir de ello se

postula su institucionalización.

Naturalmente esta concepción genera dos graves problemas:

84

El primero es evidente: la modificación de las instituciones de la

sociedad, mediante el uso de dos vías simultáneas, los medios de comunicación

y ocio, que en nuestra época logra su mejor potencial de poder, y la legislación.

La política de la satisfacción del deseo no atiende a conflictos, ni costes

sociales, porque precisamente su propia lógica interna lo impide. El conflicto

social es la expresión de las viejas resistencias que deben ser vencidas y

desaparecer. No se trata de construir sobre consensos más allá de la retórica o

de una cuestión táctica, sino de la imposición legal. Nadie puede limitar el

máximo bien que es la realización personal mediante la satisfacción de los

deseos más instintivos, más sexualizados. Naturalmente, esto deriva en una

sociedad de crecientes disfunciones sociales.

Pero esta no es la única cuestión. Existe otra cualitativamente diferente y

que se añade. Si el motor fundamental de la concepción se encuentra en el

homosexualismo político y una determinada interpretación feminista surgida de

la ideología de género, que considera la heterosexualidad como un enemigo por

cuanto sus instituciones son sinónimo de represiones y culpabilidad, ¿qué

sucederá en la medida en que el sentimiento de culpabilidad perdure, porque

no está inscrito en las instituciones sino en la naturaleza vulnerada por el

comportamiento? El resultado será que las tendencias totalitarias crecerán,

porque continuarán proyectando la culpa sobre la sociedad heterosexual, la

única real como conjunto social. Esta concepción no solamente persigue

modificar radicalmente el matrimonio, convirtiéndolo en una experiencia más,

sino también la paternidad, la maternidad y el parentesco. El primero para

liquidar el sentido y necesidad del dualismo sexual, el segundo para relativizar

el parentesco biológico y fomentar el denominado parentesco cultural.

85

La característica final es que nos encontramos en un proyecto político que

cuestiona de una manera global la sociedad tal y como la conocemos. En la

mencionada entrevista, la señora Judith Butler hace una formulación muy

descriptiva: “Quizás es cómo se educa al niño lo que crea la diferencia de

género, o los papeles que tienen las madres y los padres. También algunas

mujeres quieren tener su propio hijo biológico por algún motivo. Debo decir que

nunca lo pude entender. Pero obviamente hay que respetarlo. Existen alianzas

entre hombres gays. El hombre gay ofrece su semen y puede convertirse en

parte del parentesco más amplio, ella no necesita tener relaciones sexuales con

él para obtener el semen. Este nuevo sistema de parentesco es muy

interesante. Por esto no me interesa la ingeniería social, me interesa el acceso

igualitario a las tecnologías reproductivas y me interesan las nuevas formas de

parentesco”.

86

Las políticas del deseo son adoptadas por la izquierda española, primero en el

ámbito post comunista, después por el PSOE de una forma sin parangón en

Europa. En realidad el PSOE tiene una política más semejante al que fue el

Partido Radical Italiano, es decir, “políticas del deseo + liberalismo económico”,

que al que constituye el grueso del socialismo europeo: francés, sueco, alemán

y británico, y se encuentra extremadamente alejado de la izquierda italiana.

Desde la caída del régimen soviético, una parte de la izquierda, la de mayor

influencia cultural marxista, perdió sus puntos de referencia. Los límites del

estado del bienestar y la lógica única del mercado, también han generado una

fuerte crisis de identidad en la socialdemocracia. Francia y Alemania expresan

bien esta crisis, Suecia ha marcado una evolución difícilmente asumible por un

partido que, como el PSOE, tiene todavía en el corporativismo de estado una de

sus claves. La opción Blair, la salida a través de una identidad más

comunitarista que socialista, con la introducción del sentido de la

responsabilidad -la comunidad responsable- en el diseño político, es un modelo

contemplado como contrario de tradición socialista. La vía elegida por el PSOE

ha sido otra: abandona toda propuesta de transformación social y económica, y

sustituye identidad de la transformación socioeconómica por otra radicalmente

diferente: la de la realización por la satisfacción del deseo, convertido por lo

tanto en proyecto político. Ya no se trata de una izquierda evolucionada a, sino

de una mutación, una alteración en su naturaleza. La idea de fondo al operar

en este plano, al margen de las reservas morales, es que las políticas del deseo

no tienen coste. No dañan nada ni a nadie. Presentan, por lo tanto, una relación

coste/beneficio electoral óptima. En este planteamiento la clase y el grupo

social dejan paso a las nuevas categorías derivadas del sexo y el deseo. Y así el

nuevo discurso tiene como contenidos y sujetos, la perspectiva de género, la

felicidad y la identidad sexual, los gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, el

desarrollo sin límites de la fecundación in vitro, y la utilización desmedida de la

genética, etc. Es necesario “leer” la acción de gobierno y las declaraciones de

algunos ministros clave en estos campos (Sanidad, Justicia y Trabajo y el

propio Presidente), para observar el desarrollo de aquel cuerpo teórico en

aplicaciones concretas. Así, las instituciones sólo sirven en la medida en que

son útiles a la política del deseo. “Hombre”, “mujer”, ”padre”, “madre” son

borradas del Código Civil, del cuerpo central de lo legislado sobre la

antropología de la persona. El hombre es discriminado negativamente en las

sanciones penales en los casos de violencia contra la mujer; el matrimonio

homosexual, el divorcio ultra rápido por repudio y la fecundación asistida sin

límite de edad ni necesidad de pareja, son tres componentes claves del modelo

de sociedad de género y su dimensión homosexual, caracterizada por la

fragilidad y volatilidad de las relaciones y la pulsión del deseo. El matrimonio

homosexual elimina todo sentido de culpa -como pretensión del discurso-, el

divorcio permite dar respuesta a los rápidos cambios de pareja, y la

reproducción asistida facilita la alianza gay-lesbiana y la formación del

parentesco cultural. Pero la realidad es que este tipo de políticas sí tienen una

incidencia importante sobre la estructura de la sociedad y el funcionamiento de

la economía. No son sin coste, sino, todo lo contrario y sus efectos están cada

vez más a la vista y resultan perfectamente mesurables y comparables, si bien

sus consecuencias más graves operan, como es lógico, a medio-largo plazo.

La crítica a las consecuencias de la política del deseo se fundamenta en la

falsabilidad popperiana. La defensa de su inocuidad por el contrario, carece de

toda demostración. Es, simplemente una manifestación, un deseo ideológico,

en su sentido más peyorativo.

87

PPAARRTTEE IIIIII

88

III. Las leyes contrarias a las instituciones insustituibles socialmente

valiosas: la revolución española.

A lo largo de las páginas precedentes se han relacionado ya aspectos de la

legislación vigente como factores que generan o agravan las disfunciones

sociales de parentesco. Hace falta ahora, y por último, una referencia más

específica. En nuestro tiempo las leyes tienen una doble función: como finalidad

directa de modificar la realidad de las cuestiones que tratan, pero también

poseen una segunda de gran importancia. Con la desaparición de la moral

compartida, las leyes son la principal fuente de moral de la sociedad. El bien

tiende a ser aquello que es legal, y esta es la pedagogía del propio Estado. Es el

Estado convertido en el único portador de sentido de la sociedad, en lugar de

ser constructor de las condiciones para el libre desarrollo del pluralismo civil y

el reconocimiento en la propia historia y tradición. Naturalmente, en esta

concepción siempre hay implícita la tentación totalitaria67 ejercida desde la

ingeniería social que otorga el enorme poder del estado actual: casi uno de

cada dos euros que se gastan depende de él, así como una buena parte de los

grandes medios de comunicación, bien porque son públicos, bien porque entre

los grandes grupos mediáticos, el entendimiento les proporciona más beneficios

que el conflicto.

En este sentido, la acción por la vía de las leyes y el poder mediático, España

está sometida a aquello que en la literalidad del término se denomina

revolución. Revolución tiene un claro significado etimológico, del latino re-

volvere, dar la vuelta, significa una alteración profunda, substancial del sistema

político, social y en ocasiones también económico. Una transformación de las

instituciones, de ruptura con lo precedente. Revolución es la antítesis de

reforma. Pero la circunstancia revolucionaria española no se hace directamente

sobre las estructuras económicas, ni en gran parte, políticas y judiciales, si bien

estas últimas ya presentan incidencias concretas, sino que se concentra en el

ámbito de las instituciones insustituibles socialmente valiosas y la concepción

antropológica del ser humano. En este sentido, se trata de un cambio radical

sobre los fundamentos, que a la vez y como no puede ser de otra manera,

tendrá a medio y largo plazo, efectos contundentes sobre la estructura social y

económica. Pero su incidencia en el plano de los derechos y las libertades,

especialmente de los derechos civiles, ya se nota. En el campo de la

representación política, la Ley Orgánica de Igualdad entre Mujeres y Hombres,

89

67 Vaclav Belohradsky. La vida como problema político. Ediciones Encuentro. Madrid, 1988.

al establecer la obligación de la paridad sobre listas cerradas y bloqueadas,

manipula y restringe todavía más la capacidad de los ciudadanos para escoger

a sus representantes. Si bien el debate sobre las cuotas para promover grupos

sociales concretos, las mujeres en este caso, es controvertido, en ningún caso

debería imponerse cuando su aplicación significa limitar derechos

fundamentales como es el de elegir a los propios representantes. El sistema

electoral español ya presenta una fuerte distorsión, inhabitual en los regímenes

democráticos, al presentar listas cerradas y bloqueadas, con lo que la

capacidad de discernimiento aplicado del elector, se limita a escoger un partido

político. El representante pierde su condición vinculada al ciudadano, porque ya

no es él quien lo elige, sino la dirección de su partido político, que establece

quién va a las listas electorales y el lugar que ocupa y, por lo tanto, la

posibilidad de ser escogido. El principio de que el diputado no está sujeto a

ningún mandato imperativo, y que se vota en conciencia buscando la mejor

representación de aquellos que le han elegido, que es un principio esencial de

la democracia, ha sido sustituido en España por la representación de los

intereses de partido. En el Congreso de Diputados, Senado, parlamentos

autonómicos y ayuntamientos, quienes están realmente representados no son

los ciudadanos sino los partidos, que no es exactamente lo mismo. Que en este

abanico de restricciones se imponga la paridad representa agravar la distorsión.

Dado el sistema, donde prima la fidelidad a la disciplina de partido sobre toda

otra virtud, la cuota femenina tiene todos los riesgos de expresar, en un grado

superlativo, esta condición. En estas condiciones electorales no es la calidad la

que califica a las mujeres sino la ley de paridad. Muy diferente sería aplicar el

principio a un sistema basado en la elección directa del diputado por

circunscripciones. Nadie podría formular ningún temor porque las candidatas

representaran el 40%, el 60% o el 100% de todos los candidatos de un partido

determinado, porque en definitiva sería el elector quien en cada caso concreto

decidiría. Pero la combinación de la partitocracia española con la cuota

femenina significa un deterioro del sistema democrático.

90

La cuestión de las cuotas admite más lecturas. Si la mujer ha de estar

legalmente representada en razón de la construcción de unas condiciones de

mayor igualdad, hay otros grupos sociales que también deberán poder acogerse

a este beneficio. Uno, sin duda el más importante y más discriminado, es el de

las personas mayores de 60, o 65 años, los jubilados, anticipados o en edad de

serlo. Pese a que los de 65 años y más representan el 16,84% del total de la

población, y el 21,75% los de 60 años y más68, su presencia en los ámbitos de

representación es marginal, difícilmente supera el 5% en todos y cada uno de

los ámbitos de representación. Pese a esta carencia es indudable que el

conjunto presenta una especificidad tan o más fuerte que las mujeres en

relación a los hombres en edades activas. Pensiones insuficientes, situación de

las viudas (un caso que nunca ha sido objeto de atención por las organizaciones

feministas), las condiciones del sistema de salud y dependencia, el transporte,

la fiscalidad, son algunos de los grandes capítulos que afectan a este grupo

sobrerepresentado. La cuestión de fondo, por lo tanto, es ¿por qué las cuotas

sólo tienen sentido aplicadas a las mujeres, y además, de determinada edad?.

La cuestión sólo resulta coherente en un marco de razonamiento anclado en la

ideología de género en el que la paridad constituye una reivindicación central

por encima de cualquier otra consideración. Como la representatividad del

sistema democrático español.

La penalización diferencial en razón del sexo que establece la Ley de Protección

Integral de la Violencia de Género es otro ejemplo. El hombre es condenado a

una pena mayor por un mismo delito, no en función de un agravante, sino por

su propia naturaleza masculina. En esta formulación jurídica hay una ruptura

muy importante de la unidad del ser persona y una sanción específica de lo

heterosexual masculino, es decir, una aplicación práctica de la ideóloga de

género.

También en esta misma ley y la misma lógica ideológica (de la afirmación del

conflicto inherente a la dualidad hombre-mujer en el marco de la

heterosexualidad) se da otra norma jurídica singular: la prohibición de la

conciliación. Cuando un problema entre una pareja llega a un juzgado, y es

suficiente en el marco legal vigente con un insulto, el proceso sólo puede tener

como resultado un culpable. Es una lógica perversa, que sólo hace que avivar el

fuego del conflicto, cuando en la mayoría de casos y según los propios jueces,

como precisaremos más adelante, la mejor vía para evitar ulteriores

complicaciones sería la conciliación. Aquella ley apuesta por la ruptura y la

judicialización de las relaciones de pareja en lugar, como es común en Europa,

de la reconciliación. Puede sorprender su fracaso en evitar el feminicidio de

pareja.

91

68 A 1 de enero de 2006, según el INE.

La revolución española.

92

La revolución española está centrada en las instituciones que son fruto de un

largo proceso histórico, que se han estructurado sobre el derecho

consuetudinario, el mos maiorum de los romanos. Normas producidas a lo largo

de la historia, producto de la conciencia popular, perfeccionada por la

legislación y con un origen que en muchos casos se remonta al origen de los

tiempos: son instituciones insustituibles como el matrimonio, la paternidad y

maternidad, y por extensión, la filiación y fraternidad, la familia, el parentesco

y el apellido o la dinastía. Son instituciones que ya eran antiguas en tiempos de

Homero. Son precisamente ellas las que configuran el eje transversal que une

el legado judeocristiano con el helenismo y Roma, pasando por la denominada

Edad Media, el Renacimiento y las revoluciones inglesa, americana y francesa

de los siglos XVII y XVIII, con todos los cambios extraordinarios que el paso del

tiempo y las civilizaciones han significado. Más allá de occidente, nuestro

común denominador con el Islam y la sociedad sínica formada en torno al

Taoismo, Budismo y Confucionismo, son precisamente las instituciones

insustituibles socialmente valiosas. Así, el concubinato oriental no elimina ni

sustituye el rol histórico del padre y la madre, del matrimonio y la familia, todo

lo contrario, la presencia de esta última es todavía más poderosa en la

actualidad que en occidente. La poligamia islámica no es una familia formada

por un hombre y más de una mujer, sino por un hombre que configura tantas

familias diferentes como mujeres con quienes se ha casado. Toda aquella larga

historia de pueblos, culturas y civilizaciones está compuesta por unos sistemas

de relaciones perfectamente inteligibles en nuestros días y marcos de

referencia, porque poco han cambiado en cuanto a su concepción primigenia. Y

todavía más atrás, las condiciones previas que hacen posible aquellas

instituciones se asientan sobre la condición objetiva de la naturaleza biológica

del ser humano constitutivamente dividido entre hombres y mujeres, sólo entre

hombres y mujeres. Todo esto es lo que ha aportado y aporta el sentido de la

vida. Pertenecemos a una cultura, a un calendario y celebraciones, Navidad,

Reyes, Semana Santa, que se fundamenta en un Dios, Jesucristo nacido en el

seno de una familia. Su presencia en la Historia no tenía porque ser presentada

bajo este tipo de narración. Los Evangelios podían haber empezado exponiendo

la vida de un adulto que un buen día, desde el desierto, se presenta en medio

de su pueblo. No habrían sido necesarios más antecedentes, pero el Evangelio,

por el contrario, narra una historia familiar, y más allá, la de un parentesco y

un apellido: para unos es la voluntad de cómo Dios se presenta y determina la

importancia de las instituciones, para otros, sólo expresión de un mito, pero

que como todos los mitos comporta la existencia de un solidísimo sustrato

consuetudinario. Todo esto es lo que por la vía de las leyes, que no de las

costumbres, está siendo radicalmente transformado en España. Por esto no

solamente es apropiado sino necesario hablar de revolución.

Pero, atención, por inercia histórica se asocia aquella palabra a la idea marxista

de la misma, y la hacemos sinónimo de transformaciones radicales de las

estructuras económicas, sobre todo ligadas a la pérdida o muy substancial

limitación de la propiedad privada, las nacionalizaciones a gran escala y la

desaparición o reducción del mercado. A la cultura inercial sólo le preocupa la

revolución cuando afecta a la economía, a la propiedad, las empresas y las

rentas del capital. Marxismo y economicismo liberal permiten esta confusión.

Esta pérdida de la perspectiva real hace que la revolución se esté produciendo,

no sin resistencias, porque es bien visible que las hay, pero sí sin la conciencia

y dramatización de lo que realmente se está destruyendo. Hay una

interpretación de lo que está sucediendo de perfil bajo por parte de los sectores

representativos de la economía, porque erróneamente creen que lo que hace el

Gobierno no afectará a la marcha de sus negocios ni de los puestos de trabajo.

Es una insensibilidad que ya le conviene a quien gobierna y a aquellos que le

apoyan, que no tienen ningún interés en subrayar la naturaleza radical de los

cambios, sino que con buen sentido estratégico, prefieren presentarlos como un

hecho “normal” en nuestro contexto de civilización y como una cuestión de

derechos “formales”, en lugar de la gran ruptura que significa con nuestro

propio derecho y tradición, y también con occidente y el resto del mundo.

93

Es un error grave y decisivo pasar por alto la intensidad revolucionaria de los

cambios porque no atañen directamente y a corto plazo a la economía. Pero la

realidad es que las revoluciones son de muchas clases y, la mayoría, a lo largo

de la historia, no han sido económicas, inicialmente económicas, sino políticas y

sociales. Sólo hace falta recordar la históricamente decisiva, de hecho más que

la francesa, revolución inglesa de 1688. Europa ha vivido muchas, y muchos

periodos revolucionarios en los últimos quinientos años. En su inmensa mayoría

han sido esencialmente políticas. La revolución democratizadora de finales de

siglo XX, en países del centro y este de Europa, así como en el ámbito de la

antigua URSS son, en primer término, políticas, transformaciones en aras de la

libertad y de los derechos de las personas, que se traduce, como en casi todo y

siempre, antes o después, en el terreno económico como una consecuencia

inducida. La importante revolución del ‘68 del siglo pasado en los Estados

Unidos, Francia, Italia, y Alemania, es, sobre todo, pretendidamente política y

económica, pero en su resultante práctica acontece primero una potente

revolución cultural y progresivamente social, porque ella es la gestora del

cambio vivido en Occidente con la sociedad desvinculada, el individualismo

expresivo transformado en cultura de masas, y la ideología de género, que hoy

logran sus máximos resultados. Esta es exactamente la revolución que de la

mano del Gobierno triunfa plenamente en España.

Las revoluciones son de muchas clases, y no siempre negativas. La medida

siempre guarda relación primero sobre aquello que pretenden alterar, “dar la

vuelta”, y después la claridad y bondad del nuevo estadio social hacia el que se

encaminan. En medio de ambos factores, la situación de inicio y el objetivo

final, cabe considerar también los medios que utiliza. Esta misma interpretación

debe servir para juzgar la situación revolucionaria española.

94

Las revoluciones pueden empezar como revueltas dispersas o como grandes

movimientos de masas, como enfrentamientos civiles, surgidos del pueblo o de

sectores de él. Pero también son fruto de la intervención del propio Estado. Son

las revoluciones “desde arriba”, más infrecuentes pero no extrañas. En la

trayectoria histórica española los grandes cambios revolucionarios han sido casi

siempre impulsados desde la gobernación del Estado y, en este sentido, son

inicialmente de “guante blanco” o, al menos, poco incruentas en su principio,

porque una gran parte de la lucha por el poder ya ha sido resuelta cuando

empiezan. También es cierto que si el inicio es relativamente “soft”, su

desarrollo y final siempre promueven grandes conflictos sociales y

consecuencias negativas para largos periodos. La revolución Ilustrada del

Despotismo, la liberal, la cultural, social y política de la IIª República son

buenos ejemplos. El post mayo del "sesenta y ocho" que hoy nos gobierna, la

ideología de la desvinculación, responde a la misma naturaleza hecha desde el

aparato del Estado inicialmente soft, en un proceso que se va endureciendo y

crispando progresivamente. Recoge concepciones de determinadas minorías

sociales pero tan heterogéneas y reducidas que en sí mismas no eran capaces

de imponerse por su propio peso político. Hoy, su presencia social parece

avasalladora, si bien su dimensión social no se ha modificado. La diferencia

entre uno y otro estatus radica en un punto: el peso que otorga a su favor el

aparato del Estado.

La anomalía española de las revoluciones desde arriba ayuda a explicar la

carencia de estabilidad que históricamente caracteriza al país. Tilly identifica

medio centenar de episodios revolucionarios, es decir revoluciones o intentos,

desde 1492 hasta 1981 (la última insurrección militar), prácticamente un

episodio de inestabilidad de riesgo efectivo o potencial por cada periodo que no

llega a 10 años. Por lo tanto, el periodo comprendido entre el 1982 y el 2005

sería uno de los más largos y favorables, tanto por su estabilidad como por el

progreso económico y bienestar social. Es un periodo insólito en la historia

española. Posiblemente se podría convenir que la principal dificultad para el

desarrollo español ha sido precisamente la acusada incidencia de los episodios

revolucionarios y las revoluciones.

Las revoluciones no empiezan repentinamente, todas tienen precedentes más o

menos lejanos de naturaleza cultural. Siempre son llevadas a cabo por

minorías, con o sin la conformidad popular, y nacen de una concepción

doctrinal previa, de su desarrollo cultural y difusión social. La revolución

francesa tiene precedentes que se sumergen en el conflicto religioso por una

parte y la génesis del pensamiento ilustrado, por otra. Lo que caracteriza el

periodo revolucionario no es la novedad de las premisas sino la intensidad con

que se transforman en factores que alteran el funcionamiento de la sociedad,

así como la clara direccionalidad que poseen. Lo que antes eran

manifestaciones dispersas ahora son hechos encadenados que se articulan en

un mismo sentido, en una misma contienda política que se puede “leer”

conceptualmente.

Pero la singularidad del actual periodo español iniciado en el 2005 con las

primeras leyes del Gobierno del presidente Rodríguez Zapatero, radica en su

voluntad de transformar instituciones básicas e insustituibles de la sociedad, así

como el sustrato antropológico en que se sustentan funciones y estructuras

fundadoras de la sociedad.

95

Esta es una singularidad que no tiene paralelismo en Europa con la excepción

de los Países Bajos. También es singular, sin duda, en su intensidad, esto es, el

ritmo, el tiempo de aplicación. España es, y lo será más todavía, una alteración

radical en occidente. Es el uso inmoderado de las leyes hecho con la intención

de acelerar un cambio cultural preexistente, pero que en sí mismo no tenía la

amplitud social necesaria para lograr la capacidad transformadora que una

revolución, “el dar la vuelta”, implica. La post izquierda española ha encontrado

en los grupos feministas de la ideología de género, del homosexualismo político

y sus reivindicaciones, el sucedáneo de la clase obrera a la vez oprimida y

portadora del cambio histórico. Hay en todo esto una alianza objetiva también

en forma de sucedáneo en lo que Gramsci denomina “fuerzas de la cultura”,

pero que en este caso corresponden a la cultura comercial, de masas, y en

aquella industria del ocio que se fundamenta en la pulsión instintiva del deseo.

La influencia social e intelectual de la ideología de género, del homosexualismo

político, del discurso del deseo y las políticas a su servicio generadoras de la

desvinculación, han tenido mucho más peso cultural en Francia o en los Estados

Unidos que en España, pero en ninguno de los dos casos se ha conseguido

traducirlo en leyes, en cambios en las instituciones, simplemente porque ningún

partido político lo ha asumido en su literalidad. En España, por el contrario, sus

publicaciones, libros, revistas, webs, lograban querencias y asistencias

migradísimas, y sus actos públicos mostraban una capacidad movilizadora

marginal. Sus organizaciones, incluidas las políticas, no tenían ninguna

posibilidad de incidir decisivamente en la agenda política. El feminismo en

España es de los más débiles de Europa. El homosexualismo todavía presenta

una dimensión organizativa inferior. De hecho, tanto era así, que su cultura era

-continúa siéndolo- una cultura de ghetto, en el sentido de que sólo se

encuentran bien en sus pequeños habitats sociales exclusivos, donde pueden

mostrarse con más sinceridad y menos inhibiciones. Sus publicaciones

continúan interesando a una migradísima minoría, y sólo la cultura de masas

televisiva, sobre todo por lo que se refiere a la homosexualidad, ha insistido en

presentar unos personajes dotados de connotaciones siempre eminentemente

positivas, por contraposición con la mayoría de los heterosexuales.

96

Sin la nueva dinámica introducida por el partido socialista de Rodríguez

Zapatero la ideología de aquellas minorías no acabaría siendo la concepción

guía para construir la nueva sociedad desvinculada, marcada por la ideología de

género y orientada a asentar, por primera vez en la historia de la humanidad,

una homosociedad, en el sentido no de remover aquellas condiciones que

podían penalizar determinados comportamientos personales en el ámbito de las

relaciones privadas, sino en el de modificar las instituciones sociales para

señalar y propiciar la primacía de la concepción y práctica homosexual. Porque

hay que dejarlo claro, la agenda política del PSOE no estaba públicamente

centrada en estos puntos, ni estos obedecían a una agenda común del

socialismo europeo, muy alejado de los planteamientos españoles. Ser

socialista, socialdemócrata, no significa promover el programa revolucionario

que está aplicando Zapatero en este campo, es propio de los pequeños partidos

radicales que prácticamente no tienen propuestas en el campo socioeconómico,

alternativas del sistema liberal de mercado que impera.

En cierto modo la nueva orientación radical de la política, ha entrado por la

última puerta, del mismo modo que la revolución cubana de naturaleza

nacionalista y social cristiana y liberal acabó en manos del partido comunista.

España vive inmersa en cambios legales que se traducen, y lo harán todavía

más en el futuro, en efectos contundentes sobre las instituciones y el

funcionamiento de la sociedad. El problema es que esta afectación se hará

evidente a medio y largo plazo y, por lo tanto, se produce una separación

conceptual entre las nuevas medidas legales en el presente y los daños que

ocasionará en el futuro, si bien ya es posible valorarlos de manera

suficientemente completa.

97

Estamos ante una revolución que si se consolida tiene un alcance

extraordinario, porque incide sobre aquello que es más esencial de la persona y

la sociedad. Afecta al significado y práctica de lo que es ser hombre y mujer, y

por lo tanto, del ser persona, lo que significa ser padre y madre y sus deberes y

obligaciones y funciones sociales, lo que representa la filiación y la pérdida de

sus derechos ante el deseo. Implica la destrucción de sentido del matrimonio y,

como consecuencia, de su papel fundador de la sociedad y, por extensión de la

familia, que también queda como una realidad “abierta” a cualquier

interpretación y nueva propuesta. “Familia” es ya cualquier agregación de

personas. A la vez estas modificaciones institucionales tienen su reflejo en la

liquidación del sentido de concepciones valiosas esenciales como la tradición. El

fundamento del derecho ha sido enterrado, porque ha dejado de ser un

argumento que posea la más mínima autoridad; al contrario, se ha convertido

en un contra argumento: ¡“esto es tradicional”!. La vinculación entendida como

el compromiso más allá del propio deseo, la responsabilidad que significa la

aceptación lúcida de los propios actos y la capacidad para intentar reparar las

consecuencias no queridas, el canon y su búsqueda como elemento integrante

de una vida exitosa, la educación de las pulsiones, el Eros y el Tanatos

freudiano, y en último término el sentido de la vida. Todo esto está siendo

legalmente desmenuzado y, por lo tanto, se verán fuertemente alterados los

comportamientos individuales y colectivos. El resultado es la degradación de la

vida social y de nuestra capacidad económica porque los resultados incidirán

deteriorándolos sobre dos capítulos esenciales: el capital humano y el capital

social.

98

España presenta, además, una característica diferencial con la mayoría de

procesos revolucionarios. Las revoluciones se producen porque hay un modelo

de referencia hacia el que avanzar. No siempre es así, pero sí que se da en la

mayoría de ocasiones. El resultado final no tiene por qué responder al proyecto

inicial, pero el modelo previo ha existido, al menos en su vertiente utópica. Así,

las revoluciones avanzan hacia un estadio definido situado en el futuro que para

lograrlo necesita de las transformaciones radicales, que caracterizan por su

naturaleza y velocidad la condición revolucionaria del fenómeno. En otros

términos: las modificaciones concebidas una a una como hechos aislados no

justifican la revolución, son únicamente los medios necesarios para lograr el

nuevo modelo, porque es en él donde radica la significación revolucionaria. Hay

una utopía social presente, más o menos dibujada, pero holística, integral. En

los casos en que no es así la revolución evoluciona hacia situaciones caóticas.

Se puede citar la experiencia de los primeros años de la República, cuando

hasta tres modelos se contraponían: el republicano de izquierdas, de perfil

liberal; el revolucionario socialista que tenía como referencia la revolución

bolchevique en Rusia y sus consejos de trabajadores, campesinos y soldados

con cargo al sector largocaballerista de PSOE y la UGT, la JSU y el PCE; y la

utopía anarquista. El resultado fue un estadio de desorden profundo que

malogró la República. Retrocediendo más en el pasado podemos encontrar otra

situación caótica, un ejemplo clásico, utilizado por Marx críticamente, en la

Comuna de París del 1871. Porque la cuestión no es tanto “dar la vuelta” al

marco institucional imperante sino tener definidas las características del nuevo.

La situación española actual se caracteriza precisamente porque une una

voluntad decidida de dinamitar las instituciones sociales, dotándolas de un

nuevo significado, con la carencia de un proyecto de sociedad basado en esta

nueva orientación. Se altera, se destruye, se producen unos discursos llenos de

tópicos, pero no hay ninguna formulación de cuál es el modelo de llegada. Es,

en este sentido, la primera revolución postmoderna, porque no fija un modelo,

no es holística. Funciona por acumulación de cambios radicales y parciales, que

son presentados aisladamente pese a que inciden sobre unos mismos ejes de la

estructura de la sociedad. Pero también es una revolución hipermoderna, si

seguimos la idea de Alain Touraine, de que la modernidad históricamente se ha

caracterizado por destacar en la crítica69 y ser altamente deficiente en la

construcción de una sociedad basada en sus valores. Tienen una gran

capacidad de destruir lo que hay, pero no tienen ninguna para definir un

modelo alternativo de sociedad sostenible fundamentado en las nuevas

instituciones que están formulando. En definitiva, estamos ante una revolución

que no se sabe dónde nos conduce.

Las nuevas leyes.

Cuando se defiende el modelo de sociedad debe tenerse en consideración que

éste descansa sobre unas instituciones y sistemas de valores determinados. Si

éstos son alterados, obviamente el modelo se transforma. Si, además, lo hace

sin guía de cómo se quiere el resultado, lo que se genera es una dinámica de

desorden social y económico a largo plazo. Las leyes que inciden sobre las

instituciones sociales y la concepción antropológica del ser humano tienen unos

efectos particularmente graves, porque se hacen sobre todo visibles a largo

plazo, mientras que a corto plazo se manifiestan, como hemos visto, en la

dinamización de un conjunto de disfunciones que pueden presentarse como

desconectadas entre si, y sin relación con la causa originaria.

Las nuevas leyes inciden sobre las personas y la sociedad de tres maneras

fundamentales:

La primera y decisiva, alterando aquello que existía previamente. Nadie

puede desobedecer una ley, y si lo hace, su actuación será penalizada.

El segundo efecto de la legislación española revolucionaria es la pérdida de

acceso a la realidad. José Antonio Marina, en su ensayo “Teoría de la

inteligencia creadora”70 declara: “El uso indiscriminado de un término no

sería grave si las palabras no fueran un instrumento para analizar la

realidad. Pero lo son. Sus significados indican senderos abiertos en las

cosas, que las hacen transitables. Una palabra perdida es, tal vez, un

acceso a la realidad perdida”.

El tercer efecto de las leyes es la pedagogía. Ellas son hoy las principales

fuentes de moral. Erróneamente se cree que el bien es aquello que es

legal, cuando en realidad la norma sólo designa la obligación pero no nos

69 Alain Touraine, Crítica de la modernidad. Temas de Hoy. Madrid, 1993.

99

70 MARINA, J.A.: Teoría de la inteligencia creadora. Anagrama, Barcelona, 1993.

dice nada de su calidad moral. Por ejemplo, hacer ejercicio regularmente

es una actitud moral responsable hacia uno mismo y la sociedad porque

garantiza unas mejores condiciones de salud, pero ninguna ley obliga a

hacerlo, y a la inversa: que sea posible legalmente que una mujer de

sesenta años que vive sola pueda ser madre por la vía de la inseminación

artificial, como permite la legislación española, no es un acto virtuoso

propio de una comunidad responsable, ni un signo de progreso, sino un

desgracia moral por su irresponsabilidad, y una vulneración de los

derechos del futuro niño.

Las principales normas jurídicas de la revolución española son las que figuran

en la tabla siguiente. En unos casos es el conjunto de la ley, en otras sólo

algunos artículos concretos, pero el conjunto es único y de un efecto

socioeconómico extraordinario.

Tabla 12 La nueva legislación española.

Título Características Fecha

aprobación

Ley Orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género

Ley de afectación parcial 2004

Ley por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio.

Ley de afectación plena 2005

Proyecto de Ley por la que se modifican el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de separación y divorcio)

Ley de afectación plena 2005

Ley sobre técnicas de reproducción humana asistida. Ley de afectación plena 2005

Proyecto de Ley Orgánica de Educación. Ley de afectación parcial 2005 Proyecto de ley de igualdad Ley de afectación parcial En trámite

Proyecto de Ley sobre Identidad sexual Anuncio de proyecto de ley afectación plena

2006

Proyecto de ley de investigación en biomedicina Anuncio de proyecto de ley de afectación parcial

En trámite

Anuncio de la incorporación del cambio de sexo en catálogo de prestaciones sanitarias obligatorias

Anuncio de medida de afectación parcial

Otoño 2006

100

A ellas cabe añadir las que son propias del ámbito autonómico, con contenidos

ideológicos de mucho interés, especialmente en Andalucía y Cataluña.

Concretamente, en el caso catalán hay que señalar la modificación de la norma

vigente con el fin de que las parejas de hecho homosexuales también puedan

adoptar, y una extraña medida en el marco de una ley de conciliación de la vida

profesional y familiar para el personal de la función pública (Medidas de

Conciliación de la Vida Personal, Familiar y Laboral del Personal al Servicio de

las Administraciones Públicas de Cataluña), que en su Disposición Transitoria

Cuarta 1 establece que “las personas que asuman mediante un documento

público la maternidad o paternidad compartida del hijo o hija de otra persona

son consideradas progenitoras de éste”. Se establece así que mediante una

actuación notarial, uno de los dos miembros de una pareja de hecho pueda

lograr ante la Administración de la Generalitat el reconocimiento como

progenitor. Es un precedente a la maternidad o paternidad no ligada ni a la

biología, ni a la adopción. La extrapolación es fácil. Si este derecho especial es

válido para las personas que trabajan en la administración pública, ¿por qué no

debe serlo para el conjunto de la población? Y también una segunda. Si se

puede ser progenitor a efectos laborales, ¿por qué no se puede extender a

otros campos, hasta constituir un sucedáneo de la patria potestad?

En definitiva, esta es la vía que se siguió en la legislación sobre parejas de

hecho. Primero se efectuó una equiparación conceptual con la figura

matrimonial, para preparar el poder extender a los homosexuales el matrimonio

de pleno derecho.

También es singular el texto de la ley sobre el nuevo Código de Familia que

suprime la obligación de la fidelidad en el matrimonio y la sustituye por la

lealtad. Andalucía presenta una característica que cabe subrayar: su legislación

actúa como precursora de la legislación estatal, como la legalización de la

investigación con embriones humanos, y las operaciones de cambio de sexo con

cargo a la Sanidad pública.

Las leyes mencionadas en la tabla precedente, afectan radicalmente a la

naturaleza antropológica del ser humano y las instituciones socialmente

valiosas e insustituibles que aquella naturaleza configura. Son los factores

pilares de la persona y de la sociedad los que están siendo alterados y

sustituidos por otros muy distintos. La mayor parte de ellos han sido ya citados

en relación a disfunciones y consecuencias a ellos ligadas. Es, por lo tanto,

suficiente efectuar una sumaria relación final dirigida a exponer su articulación.

Básicamente pueden adscribirse a dos grupos:

1. Leyes elaboradas en el marco de la ideología de género.

101

Reúne este bloque la ley sobre protección contra la violencia de género,

caracterizada por la penalización de la condición del ser-hombre, la

judicialización de las relaciones de pareja y el rechazo a la conciliación en la

lógica de la dialéctica de enfrentamiento. También forma parte una ley de

escasa significación cuantitativa pero dotada de una formidable carga de

demolición antropológica y de las instituciones: la modificación del Código Civil

para dar pie al matrimonio y la adopción homosexual. La modificación llega al

extremo de alterar el sentido del lenguaje, de forma que la institución del padre

y la madre y la realidad biológica hombre-mujer pasan a un segundo término,

sustituidos por los “progenitores” y “cónyuges” asexuados en cuanto a

concepto, y abiertos a cualquier práctica sexual. Es la manifestación política

más exitosa que se puede encontrar en el mundo, Holanda incluida, de

aplicación de la ideología de género.

El proyecto de la ley de igualdad introduce un tema central para la perspectiva

de género: las cuotas y la generación de conflicto por esta causa en el ámbito

privado, las empresas, y la restricción ya comentada de la capacidad de

elección del ciudadano en el ámbito de las listas electorales. Las mujeres dejan

de ser valoradas “per se”, y pasan a formar parte de una “clase” y ser

presentadas en bloque. Es obvio que existían vías bien diferentes basadas en

las políticas positivas y de fomento, pero éstas reducen o excluyen la formación

de la “clase” y la posibilidad de una dialéctica de enfrentamiento. El anunciado

proyecto de identidad sexual completará el marco conceptual de las políticas de

género al incorporar otros tipos de conductas a las homosexuales, como los

transexuales. Constituirá un paso muy definido hacia la configuración legal de

la teoría de que no existen hombres y mujeres sexualmente hablando, sino

múltiples opciones sexuales. Una aplicación concreta de esta concepción es la

incorporación del cambio de sexo en el catálogo de las prestaciones sanitarias

obligatorias.

2. Leyes relacionadas con las políticas del deseo.

Todas las normas que se formulan dentro la doctrina de la perspectiva de

género pertenecen a la vez a este bloque del deseo, pero además y

específicamente hay que considerar otras, como la nueva legislación sobre el

divorcio. Su articulación con la regulación sobre el matrimonio homosexual

tiene una doble lectura. Por una parte, el nuevo divorcio se ajusta mejor a la

inestabilidad crónica de la relación homosexual, especialmente la masculina,

pero sobre todo la interacción de ambas deja vacío de sentido al matrimonio:

un contrato que por definición puede ser estéril y disuelto por deseo unilateral,

es una forma de convivencia confusa, débil e inestable.

102

La cuestión de fondo no está en la abundancia de matrimonios homosexuales,

que nunca superarán unos pocos millares sobre millones de matrimonios

heterosexuales, sino en la destrucción del sentido de la institución para las

parejas heterosexuales: casarse y no tener hijos es socialmente perfecto y

romper a la primera también.

La ley que regula la reproducción asistida es un prototipo de política del deseo:

el sujeto de protección, el embrión primero, y el hijo después, pasan a un

segundo plano: sólo cuenta el deseo de ser madre. Es una ley singular en el

contexto internacional.

La ley orgánica de la educación pertenece parcialmente a este bloque, en la

medida que continúa evitando la introducción de la cultura del esfuerzo, del

trabajo, y el principio de autoridad en la escuela, como concepción general; es

decir, rechaza todo aquello que por el marco referencial de la política del deseo

presenta una contradicción inasimilable, con independencia de su necesidad

pedagógica. En un plan muy específico, la introducción de la asignatura de la

Educación para la Ciudadanía, representa la voluntad de adoctrinar

precisamente en la lógica de la ideología de género y las políticas del deseo.

El proyecto de ley sobre investigación en biomedicina establece también una

singularidad española en el ámbito de las políticas del deseo, en lo que

constituye el núcleo material fundador de la condición humana, el embrión.

España se inscribe así en el ámbito de los pocos países que permiten el uso,

con escasas limitaciones, de los embriones, incluida la clonación, una opción

esta última que la ONU recomienda no aplicar, tanto en la vertiente

denominada terapéutica, como en la reproductiva.

El resultado define un sistema único en el mundo que articula las diferentes

partes legales y que produce unos efectos, que si bien han sido considerados en

una primera aproximación, deben ser mucho más estudiados desde un punto

de vista holístico, para integrar mejor sus interrelaciones, sobre todo sobre tres

campos diferentes: el de las instituciones sociales, sus disfunciones y su

resultado sobre el funcionamiento de la sociedad. También con respecto a la

sostenibilidad del estado del bienestar. Finalmente, por sus efectos directos

sobre la economía, tanto en el ámbito macro como microeconómico.

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