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RECOPILACIÓN-4LA GUERRA IMPERIALISTADiciembre, 2001

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RECOPILACIÓN-4

LA GUERRA IMPERIALISTA

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APARECEN DE NUEVO LOS VIEJOS FACTORES QUE CONDUCEN A LA GUERRA

¡CONTRA LA GUERRA IMPERIALISTA, LA GUERRA REVOLUCIONARIA!

¿QUÉ HACER EN UNA SITUACIÓN COMO LA PRESENTE?

LA NUEVA FASE DE LA CRISIS

ES LA GUERRA

MANTENER EL RUMBO TRAZADO

EL DESORDEN REINA BAJO LOS CIELOS

SÓLO EL SOCIALISMO PUEDE SALVAR A LAS MASAS DE TODOS LOS CONTINENTES

UN NUEVO PACTO DE MUNICH

EL PUNTO DE PARTIDA DE LA REVOLUCION INTERNACIONAL

MANIFIESTO PROGRAMA

5.7. LA LUCHA CONTRA EL IMPERIALISMO Y EL PELIGRO DE GUERRA

5.8. LLEVAR A CABO LA REVOLUCIÓN EN NUESTRO PAÍS Y CONTRIBUIR A QUE TRIUNFE EN EL MUNDO ENTERO

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APARECEN DE NUEVO LOS VIEJOS FACTORESQUE CONDUCEN A LA GUERRA

Fragmento de “La situación y nuestras tareas”,Informe presentado al Pleno del C.C. del Partidopor el camarada M.P.M. (Arenas). Agosto de 1990

Ahora todos esos países (ex-socialistas) tendrán que pagar lasconsecuencias de dicha política (revisionista) por partida doble: a lacrisis interna, insuperable bajo el régimen de propiedad privadacapitalista, tendrán que añadir el aislamiento y la incertidumbre de unmundo en el que apenas sí queda lugar para sus debilitadaseconomías. Por lo pronto, la Alemania unificada bajo la égida delgran capital financiero, está reclamando de nuevo su “espacio vital”.El viejo sueño de los tiburones y militaristas germanos -ladominación de Europa- parece que está a punto de cumplirse sindisparar en esta ocasión ni un solo cañonazo. En realidad, losdirigentes soviéticos se lo han puesto al alcance de la mano. La RFAno ha hecho otra cosa que prestarse a su juego, ofreciéndoles acambio el señuelo de la “neutralidad” socialdemócrata. Pero una vezmás se ha demostrado que una cosa son las promesas de losimperialistas y los tratados firmados por ellos, y otra cosa muydistinta las necesidades que, sobre todo en época de crisis, seplantean al sistema capitalista. Los nazis no eran racistas por unapropensión natural de la raza “aria” contra los judíos y los eslavos,sino porque así lo necesitaban los grandes monopolios financieros eindustriales. El “nacionalismo”, de la burguesía tiene el mismoorigen “genético”, por lo que resulta cuanto menos estúpido suponerque pueda cambiar antes de que haya desaparecido el sistema que leha dado vida.El enconamiento de las contradicciones interimperialistas es otrofactor importante de la actual situación que deberá ser tenido muy encuenta. Estas contradicciones siempre han existido, aunque más omenos mitigadas debido a la identidad de los intereses de la

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burguesía y los Estados capitalistas que les mantiene enfrentados alos países socialistas y a los movimientos revolucionarios. Peroúltimamente sus disputas y rivalidades están pasando a un primerplano. El derrumbamiento del socialismo en los países del Este deEuropa y la perspectiva de un debilitamiento de la URSS handespertado los apetitos y las ansias de reparto. El olor del botín excitaa las fieras y éstas han comenzado la lucha, desplazando el centro degravedad de las tensiones, desde otras regiones del globo, al Centro yal Este de Europa. Esta lucha habrá de traer graves consecuencias.

Como ya hemos apuntado, la evolución de estascontradicciones y luchas habrá de ser tenida muy en cuenta, pero nohasta el punto de perder completamente de vista las contradiccionesexistentes entre los dos sistemas y la que enfrenta al imperialismocon los movimientos revolucionarios. La solidaridad de “clase” de laburguesía se acaba de poner de manifiesto con fuerza arrolladora. Laexperiencia ha demostrado que los Estados capitalistas encuentransiempre un campo de interés común que les permite dejar de ladodurante un tiempo sus propias contradicciones para dedicarse acombatir al movimiento revolucionario. Ante esta evidencia, resultainútil y muy perjudicial persistir en la misma política de “distensión”que se ha venido practicando a costa de congelar los procesosrevolucionarios internos, lo cual ha permitido a los imperialistas unrespiro en sus disputas y llegar a acuerdos para desviar sus tensionesy conflictos hacia el campo contrario. Ha sido al amparo de la“distensión” como los imperialistas de los EEUU y de los demáspaíses de la OTAN han logrado la supremacía armamentística, hanprovocado la crisis económica en los países socialistas, handesarrollado sus estrategia de infiltración y subversión dentro deellos, han organizado y dirigido numerosos ejércitos mercenarios enlos cinco continentes; con todo lo cual, han logrado importanteséxitos en sus planes de “contención” del comunismo. Estos éxitos nose explican por la supuesta “falta de eficacia” del sistema económico.La superioridad del socialismo sobre el capitalismo en el terrenoeconómico es indiscutible, y se ha demostrado muchas veces. Elproblema está en la política interior y exterior del revisionismo, quefacilita los planes de la reacción.

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Se olvida con demasiada frecuencia que, frente a las fuerzasprogresistas, siempre será más lo que une que lo que pueda separar ala burguesía de distintos países, ya que, al fin ya la postre, al menosuna parte considerable de ella, preferirá la disminución de susganancias o una simple participación en el gran botín, a perderlo todoa manos del movimiento popular revolucionario. Aquí no cuenta paranada el “humanismo”, la civilización cristiana y todas esasmonsergas. ¿Qué queda del irrisorio proyecto de la “casa comúneuropea” gorbachoviano? Con el Pacto de Varsovia herido de muertey la misma Unión Soviética extenuada, completamente desorientaday rota tras treinta años de revisionismo y cinco de “Perestroika”, loque se está imponiendo con fuerza arrolladora no es otra “casa” quela que ya tenían diseñada desde hace mucho tiempo los imperialistasyankis y sus socios de la OTAN.

La catástrofe que se cierne esta vez sobre el mundo no pareceque vaya a ser pequeña, ya que este proceso está plagado decontradicciones y tensiones a cual más grave y peligrosa. La viejahistoria quiere repetirse, sólo que esta vez la representación no va aresultar, precisamente, una comedia. Si la Unión Soviética no lograenderezar su rumbo y encaminar sus pasos hacia la meta que teníafijada, una crisis mundial de incalculables consecuencias seráinevitable. Los líderes revisionistas han proclamado muchas vecessus deseos de paz y creen que la están procurando. Pero, con supolítica timorata y de cortos vuelos, lo que en realidad estánhaciendo es crear todas las condiciones para que estalle de nuevo laguerra.

La oligarquía española ya ha tomado partido. Esta vez no va apermanecer neutral. Con arreglo al desarrollo capitalista alcanzado,tratará de jugar su baza, como potencia de segunda fila, en la luchapor las fuentes de materias primas y los nuevos mercados de acuerdocon los más fuertes. Esto es, seguramente, del lado de los alemanes,pero sin abandonar su alianza estratégica con los EEUU. Francia y suproyecto de confederación europea no cuentan. Este podía ser unproyecto atractivo para la URSS y la RPCH, pero no para la GranAlemania ni para los EEUU. Además, ni éstos ni los ingleses puedenestar interesados en una Alemania neutral, como proponen los

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soviéticos, y menos aún en un Estado alemán dominando Europa.Este nudo de contradicciones sólo podrá ser deshecho, comosiempre, mediante la fuerza.

Sólo la existencia de una Unión Soviética fuerte y unida,aliada a la República Popular China ya las fuerzas revolucionarias detodo el mundo, podrá permitir una nueva paridad de fuerzas capaz deevitar una tercera conflagración mundial. No queda otra alternativapara salvar a la humanidad de la hecatombe o de la barbariecapitalista que la revolución.

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¡CONTRA LA GUERRA IMPERIALISTA,LA GUERRA REVOLUCIONARIA!

Extracto de la Declaración del C.C. del PCE(r).Enero de 1991

La III Guerra Mundial acaba de comenzar en el GolfoPérsico. Esta vez el pretexto ha sido la anexión por Irak del territoriokuwaití. Sin embargo, es seguro que, de todas formas, los EEUUhubieran encontrado cualquier otro pretexto o lo habrían provocado.Es lo que han estado buscando en el transcurso de los últimos años.Recuérdese, si no, la invasión de la isla de Granada, la agresióncontra Libia y contra la Nicaragua sandinista o la más recientebarbarie cometida en Panamá. Es cierto que ninguna de esas regioneso “adversarios” se prestaban a los propósitos guerreros de los yankis;en otros casos, como han sido las últimas provocaciones dirigidascontra la Cuba socialista, tampoco les han servido. Pero que andabanbuscando desde hacía tiempo la ocasión que les permitiera encenderla mecha, resulta ahora más que evidente. También parece claro que,al fin, la han encontrado.

No pretendemos ser agoreros. Verdaderamente, cuesta creerque pueda producirse una nueva carnicería de tales dimensiones; queuna guerra “regional”, calificada por los matarifes del Pentágonocomo de “mediana intensidad”, termine generando un conflictoarmado en el que se vean directamente implicadas las grandespotencias y sus respectivos o virtuales aliados. Sin embargo, loshechos son muy tozudos y hablan por sí solos. Al comienzo de suintervención, los norteamericanos trataron de justificarlaargumentando sobre la necesidad de proteger a la Arabia Sauditacontra un hipotético ataque iraquí. Más tarde presionaron a todos lospaíses para llevar a cabo, en nombre de la ONU, el bloqueo terrestre,aéreo y marítimo del “agresor”. Después adujeron que estas medidasno serían suficientes para hacerle soltar la presa, que sería necesarioobligarle, liberar por la fuerza el territorio ocupado; hasta que,

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finalmente, la supuesta “liberación de Kuwait”, se ha convertido enuna agresión abierta y descarada contra Irak y todo el mundomusulmán. Hoy se admite sin ningún tapujo que el objetivo no esotro que la destrucción de la economía y del ejército de Irak y laposterior desmembración y reparto de este país. ¿Qué otra cosapuede hacer Sadam Husein, sino defenderse utilizando todas lasarmas de que dispone? (...)

Esta política de agresiones y de asfixia, la ocupación deterritorios árabes y el genocidio del pueblo palestino, se inscribendentro de la estrategia de dominio y de expansión del imperialismo ydel sionismo en la zona. Sólo que, últimamente, sus planes se hanampliado y apuntan mucho más lejos. El principal obstáculo queencuentran en este camino lo constituye Irak. Por este motivonecesitan destruirlo y desmembrarlo. Otra cosa muy distinta es quepuedan conseguirlo, al menos, con la facilidad y el bajo costeeconómico y en vidas humanas que al principio habían supuesto.Desde luego, el imperialismo yanki y su cabo de varas allí en la zona(el Estado sionista), no están en condiciones de mantener por sísolos, ni por mucho tiempo, el esfuerzo bélico. La demostración defuerza se ha convertido, en realidad, en una demostración de su grandebilidad y vulnerabilidad actual, por lo que no habría que descartaruna quiebra de toda su estrategia en no muy lejano plazo. Intuyendoeste probable resultado, ya antes de emprender las hostilidadesarmadas, centraron su atención en guardarse las espaldas y enprocurarse la ayuda de sus socios de la OTAN, al tiempo que estánobligando a otros países a pagar la factura de una guerra que atentacontra sus propios intereses. Esta es una contradicción insalvable,que no tardará en manifestarse abiertamente con toda su fuerza. Estoes, precisamente, lo que hace particularmente peligrosa estaintervención, lo que la distingue de otras agresiones llevadas a cabopor los EEUU en distintos momentos y en otras regiones del mundoen la historia más reciente.

Por el momento, la escalada de la guerra sigue sin queaparezca ninguna fuerza capaz de contenerla. Turquía ya estáimplicada y está siendo respaldada, al igual que todos los demásEstados que llevan a cabo la agresión, por la OTAN. ¿Cuánto van a

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tardar en reaccionar los soviéticos ante este nuevo movimiento de laestrategia militar imperialista? ¿Podrán ser contenidas las masasárabes por los gobiernos títeres, corrompidos hasta la médula?

Aparentemente, todo se ha precipitado y se está desarrollandode manera imprevista, pero si reparamos en el curso que han seguidolos acontecimientos internacionales en los últimos cinco años, secomprenderá que han sido éstos los que, en realidad, han creadotodas las condiciones para el estallido del conflicto y su más queprobable extensión y “elevación a los extremos”. Los EEUUnecesitaban y querían esta guerra, al igual que necesitaban otras quefueron desencadenadas por ellos en las últimas décadas (desde la deCorea y Vietnam, hasta la más reciente masacre perpetrada enPanamá) para imponerse, en unos casos, como potencia hegemónicadel mundo capitalista, para hacer de guardianes de los interesesimperialistas, en otros, o para procurar mantener su tambaleanteposición, que es la que están procurando conseguir ahora. Noobstante, en esta ocasión concurren algunos factores que no habíanaparecido en situaciones anteriores: primero, el sistema capitalista sehalla inmerso en una profunda recesión económica; segundo,actualmente, la URSS no está en condiciones de desempeñar el papeldisuasorio que ha venido jugando en el plano internacional frente alos designios imperialistas; tercero, los EEUU siguen ostentando ungran poder militar, pero se muestran incapaces de ejercer por sí solosla hegemonía mundial a la que siguen aspirando, debido,principalmente, al desarrollo económico desigual que se haproducido y al potencial financiero y tecnológico que ostentan hoydía otros Estados capitalistas; cuarto, en este marco, son inevitablesla agravación de todas las contradicciones y de las luchasinterimperialistas, la aparición en la escena mundial de nuevaspotencias militares así como el “corrimiento” de algunas de ellas dellado de los países socialistas.

En nuestra opinión, la intervención militar norteamericana enel área del Golfo Pérsico responde, antes que nada, a esta nuevasituación que se ha creado en el mundo y, con lo cual, losplanificadores y estrategas yankis intentan adelantarse, tomar nuevasposiciones y obligar a los otros Estados a hacer otro tanto ante los

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grandes enfrentamientos que ya se vislumbran. Por todo lo anterior,podemos concluir, la actual guerra del Golfo supone, de hecho, laprimera gran batalla de la III Guerra Mundial. Esta es una guerraimperialista, gestada, como las anteriores, por el desarrollo de lacrisis general del sistema capitalista. Pero a ella también hacontribuido, y no en poca medida, la política engañosa y capituladoraque ha practicado durante décadas el revisionismo moderno, enparticular, los dirigentes de la URSS. La debacle de los regímenesrevisionistas, la anexión de la RDA por Alemania del Oeste, lapolítica de concesiones y de apaciguamiento de los dirigentessoviéticos, el caos que éstos han provocado en la Unión Soviética,todo eso ha incitado al imperialismo yanki a buscar una salida a lagrave crisis que padece por el camino de la guerra.

Mas no creemos que esa posición oportunista y cobarde quepreconiza la “paz” a cualquier precio -hasta el punto de pretendersacrificar los intereses vitales de la clase obrera y de la humanidadentera a los designios hegemonistas de EEUU- pueda ser mantenidadurante mucho más tiempo, ya que, entre otras razones, atenta contrala existencia de la misma Unión Soviética. La experiencia estádemostrando que los tiburones imperialistas no se conforman con unsolo bocado, sino que, por el contrario, una vez que han conseguidotragarse algunos países de Europa del Este, ahora la han emprendidocon las Repúblicas que integran la URSS. En realidad, sudesmembramiento y destrucción, así como el de China Popular, deCuba y demás países socialistas, continúan siendo el principalobjetivo del imperialismo, por lo que no dudamos que, a no tardar,los trabajadores y revolucionarios de todos esos países ajustarán lascuentas al revisionismo ya la burguesía y reemprenderán el caminode la lucha más resuelta. De hecho, en la Unión Soviética, esta luchaya ha comenzado con las iniciativas políticas y militares tomadasrecientemente en las Repúblicas Bálticas y en otras zonas del paíscontra la “quinta columna” y, seguramente, no serán las últimas. Hoyya está claro que, por más esfuerzos que hagan por uno y otro ladopor establecer una separación, ambos fenómenos (la guerra del Golfoy la guerra civil en la URSS) están entrelazados, al igual que lo estáncon la famosa Perestroika, a cuyo entierro estamos asistiendo.

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¿Qué hacer en una situación como la presente?

Si, como señalan todos los pronósticos, la guerra del Golfo seprolonga mucho más de lo que los estrategas del imperialismo habíanprevisto y se extiende (y aquí no va a ocurrir como en la isla deGranada o en Panamá); si por otra parte se levantan los pueblosárabes y musulmanes (lo cual viene a ser el verdadero objetivoestratégico de los iraquíes); si, además, los comunistas de la UniónSoviética se deciden, al fin, a parar los pies a la contrarrevolucióninterna y denuncian decididamente las tropelías del imperialismo,entonces, esto hará que se intensifiquen mucho más todas lascontradicciones entre los Estados capitalistas y los antagonismossociales dentro de cada uno de ellos. La guerra podría entrar así enuna nueva fase, adquiriendo un carácter imperialista y revolucionarioa la vez. Las consecuencias más inmediatas para la vida de las masaspopulares (que habrán de cargar con todo el peso de los costesmilitares y servir como carne de cañón) así como la aceleración delos preparativos para la confrontación general, no tardarán en hacersesentir en todas partes. De momento, los estados de excepción, lacensura militar, las deportaciones masivas y demás medidasrepresivas del movimiento obrero y popular, están a la orden del día.Los países de Europa Occidental, y especialmente España, se estánconvirtiendo en verdaderos presidios para los trabajadores. En unasituación como ésta no hay lugar para las ilusiones pacifistas ni paralas prácticas políticas más o menos reformistas. Hay que oponerresistencia al régimen capitalista en todas las formas posibles,desarrollar la desobediencia civil, negarse a pagar los impuestos,reforzar la organización clandestina y hacer preparativos en todos losterrenos para impulsar la guerra revolucionaria. Los soldados ymarineros han de desertar con las armas, sabotear la máquina deguerra del imperialismo y pasarse a la guerrilla popular. Sólo de estamanera se podrá detener la guerra e impedir la matanza, al tiempoque se crean las condiciones para la erradicación del sistemaeconómico-social de la burguesía, verdadero causante de todas lasguerras y demás lacras que amenazan con destruir a toda lahumanidad.

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¡Unamos nuestra lucha a la de los pueblos árabes para derrocar alimperialismo!

¡Contra la guerra imperialista, la guerra revolucionaria!¡Abajo el sistema capitalista!

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LA NUEVA FASE DE LA CRISIS

Fragmento del artículo “El 19 de Agosto y lacontrarrevolución rusa”.

Publicado en RESISTENCIA nº 16. Octubre 1991

La burguesía ha impuesto su dictadura de clase en lo que fuela “cuna” del socialismo, derrotando en toda la línea al EstadoSoviético y al Partido creado por Lenin y los bolcheviques. Paralograr este objetivo ha necesitado varias décadas y ha utilizado losrecursos e intrigas más inimaginables, particularmente en el últimoperiodo. Bien es verdad que de tal Partido y Estado quedaba en piemuy poco. De ahí que le haya resultado relativamente fácil acabarcon ellos. No obstante, lo que ahora se plantea es si la burguesía va apoder implantar de nuevo el capitalismo en Rusia y en los demáspaíses de su órbita. Nosotros, desde luego, negamos esa posibilidad.Pensamos que, por el contrario, lo que ahora se inicia es un nuevoproceso revolucionario, que va a tener de protagonista alproletariado, y que sólo podrá acabar con la reimplantación de sudictadura revolucionaria. La profunda crisis, en que está sumidaaquella sociedad, no podrá ser superada por la vía de la restauracióncapitalista y, menos aún, en un marco internacional como el actual,caracterizado por la profunda recesión económica y por elagravamiento de todas las contradicciones interimperialistas. Estasituación general obra a favor de esa nueva revolución. El ejemplomás claro de lo que decimos lo encontramos hoy en Yugoslavia,pionera, como se sabe, (en condiciones incomparablemente másfavorables) del camino que han emprendido ahora los rusos y demás“nacionalistas” de aquellas Repúblicas. La desintegración social, elenfrentamiento civil, la intervención directa de los otros Estados y larevolución, son ya fenómenos inevitables.

Tal como ha señalado la Dirección de nuestro Partido en unaDeclaración, publicada con motivo de los acontecimientos que aquíestamos comentando:

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“Estos episodios no han hecho sino dar paso a una nuevafase de la crisis, en la que ya no aparecen los obstáculos que veníanentorpeciendo el desarrollo a gran escala de la lucha de masas y lasiniciativas revolucionarias. Esta lucha se va a ver favorecida por elmarco de la crisis general del sistema capitalista, en el que tratan dedesenvolverse los proyectos restauracionistas e imperialistas de lanueva burguesía rusa, así como por otros muchos factores, como lamisma naturaleza y extraordinaria gravedad de los problemas a quetendrán que hacer frente”.

Tanto en los países del Este y Centro de Europa, como ahoraen la URSS, la burocracia revisionista se ha mostrado incapaz deregir los destinos de los pueblos y, más aún, de contener la avalanchaburguesa e imperialista. Ahora corresponde a esos pueblos tomar ensus manos sus propios asuntos. De ello depende no sólo su futuro,sino también el que se pueda evitar en lo inmediato una nuevaconflagración mundial. Nuestro Partido, en diversos documentos yartículos, ha advertido de los riesgos que entraña esta nuevasituación. Ya en agosto del año pasado señalábamos: “La catástrofeque se cierne esta vez sobre el mundo no parece que vaya a serpequeña, ya que este proceso está plagado de contradicciones ytensiones a cual más grave y peligrosa. La vieja historia quiererepetirse, sólo que esta vez la representación no va a resultar unacomedia. Si la Unión Soviética no logra enderezar su rumbo yencaminar sus pasos hacia la meta que tenía fijada, una crisismundial de incalculables consecuencias será inevitable. Los líderesrevisionistas han proclamado muchas veces sus deseos de paz ycreen que la están procurando. Pero, con su política timorata y decortos vuelos, lo que en realidad están haciendo es crear todas lascondiciones para que estalle de nuevo la guerra”1.

Hasta el presente, la paz ha sido asegurada por la existenciade un campo socialista. El derrumbe del Pacto de Varsovia y eldebilitamiento de la URSS podían haber sido compensados por unasólida alianza de ésta con la RPCH y un mayor acercamiento ycooperación entre los países socialistas y las fuerzas revolucionarias

1 Del “Informe Político” presentado al Pleno del CC por M.P.M. (Arenas). Agosto1990

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de todos los continentes. También esta alianza hubiera disuadido alos imperialistas y constituir un frente de resistencia a suspretensiones de imponer el “nuevo orden” del capital. Es claro atodas luces que los Estados imperialistas estaban muy interesados enel debilitamiento de la URSS, necesitaban una “Unión Soviética”desarmada, “pacífica” y sometida a la férula del capital financierointernacional, de modo que ello les permita salir de la profunda crisisy el atolladero en que todos ellos se encuentran. De esta manerapodía ser alejado momentáneamente el peligro de enfrentamientoabierto. Pero una Rusia imperial, que pretenda erigirse en potenciacapitalista, capaz de competir en los mercados internacionales yarmada hasta los dientes -tendencia que se perfila últimamente deforma nítida- aumenta los riesgos de que dicho enfrentamiento seproduzca a no muy largo plazo.

Las consecuencias que se derivan de todo ello resultan claras,al menos para nosotros: frente al pillaje y al terror imperialistas,frente a los intentos de la burguesía de confundir, dividir y enfrentara los trabajadores y de utilizarlos de nuevo como carne de cañón, noexiste más alternativa que reemprender de forma decidida la lucha deresistencia contra el capitalismo. Al mismo tiempo, debemoscontribuir, en la medida de nuestras posibilidades, a forjar un armainternacionalista que haga más eficaz esa lucha en todos los países.Desde luego, dada la situación general, va a resultar muy difícildetener o desviar el curso que siguen actualmente losacontecimientos, pero no podemos descartar un cambio favorable alas fuerzas revolucionarias. Tal podría suceder en el caso probable deun estallido de la revuelta popular en la ex-Unión Soviética, o con laprofundización del proceso de rectificación de la política revisionistainiciado hace tiempo en la República Popular de China, en Cuba,Vietnam y Corea del Norte. Particularmente China, la Chinarevolucionaria del maoísmo, puede salvar en esta hora crítica alsocialismo ya la humanidad entera del peligro que nos amenaza, ydevolver a los trabajadores de todo el mundo la confianza en elcomunismo.

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ES LA GUERRA

Extracto del Informe Político del C.C. presentado por el camaradaM.P.M. (Arenas) al III Congreso del Partido. Julio de 1993.

Aún no había terminado de ser demolido el Estado Soviético,cuando las contradicciones interimperialistas comenzaron a ocupar elprimer plano de la escena internacional. Consecuencia inmediata deeste derrumbamiento y del resurgimiento de la Gran Alemania fue laguerra del Golfo, que nuestro Partido calificó, nada más comenzar,como la primera batalla de la III Guerra Mundial. Esta llamada dealerta fue recibida por mucha gente con claras muestras deescepticismo. Pero, ¿cómo? ¿Una nueva guerra mundial ahora,cuando ha desaparecido la única causa que podía provocarla? El corode la propaganda imperialista, que siempre habla de paz cuando másfebriles son sus preparativos guerreros, había logrado crear laconfusión necesaria para sus planes. Pero esta situación duró pocotiempo. A la iniciativa yanki de atacar Irak siguió el reconocimiento,por parte de Alemania, de Eslovenia y Croacia. Esta medida, que fuerespaldada por los gobiernos de la CEE, si bien es verdad quealgunos lo hicieron a regañadientes, habría de suponer la guerra enlos Balcanes, y ellos lo sabían, pues no es la primera vez que estosucede. Inmediatamente, los EEUU respondieron con el “golpe deMinsk”, que de hecho ponía a la Rusia burguesa a sus pies. Y lalucha ha continuado en Somalia y tiende a extenderse. Esta vez no setrata de “contener” al comunismo, sino de ocupar posicionesestratégicas como primer paso del enfrentamiento entre los grandesEstados capitalistas.

Este enfrentamiento aparece cada día más claro e inevitable,por más que traten de disimularlo con ataques a terceros países yutilicen a éstos como intermediarios, azucen a unos pueblos contraotros y siembren el odio y las intrigas por doquier. Es la vieja tácticade los imperialistas de dividir a los pueblos y utilizar cualquierpretexto para agredirlos y someterlos. ¿Cuánto tiempo tardarán los

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mismos imperialistas en llegar directamente a las manos? Tododepende de cómo se desarrollen los acontecimientos en Rusia y en elárea de los Balcanes (...)

Por el momento, pensamos que no se puede detener laagresión y el pillaje de los imperialistas, por lo que tendrá que ser lapropia guerra la que los debilite y ponga un límite a sus atropellos. Elviejo “orden” no se podía tener en pie por más tiempo, dada ladebilidad que aquejaba a la URSS y a los demás Estados Socialistasya desde su mismo origen. La URSS, particularmente, no ha cesadode estar en guerra y de sufrir el acoso prácticamente durante los 70años de su existencia. La experiencia de todos estos años habíademostrado que no le quedaba más que una de estas dos alternativas:avanzar en la profundización del proceso revolucionario,enfrentándose para ello al imperialismo, o detenerse a mitad decamino para terminar siendo víctima de sus propios errores einconsecuencias. Pero su derrumbamiento final no ha dado lugar a laaparición de un “nuevo orden” internacional, ni está claro todavíacómo habrá de ser creado éste en las condiciones de crisis general delsistema capitalista. Desde luego, lo que sí se puede asegurar es queEEUU no va a poder imponer la esclavitud a los pueblos por más quelo intente. Su política hegemonista, su pretensión de avasallar inclusoa los demás Estados imperialistas, está también destinada al fracaso.Esta es la fuente de la mayor parte de los conflictos actuales. Lanueva diplomacia de las cañoneras que han inaugurado, la agresión yocupación militar so pretexto de “ayuda humanitaria”, elestablecimiento de “zonas de exclusión” sin límites para ellos, lautilización de la ONU para sus fines guerreros, expansionistas yavasalladores, la violación de la soberanía de otros países y de todanorma de derecho internacional, todos estos hechos y otras muchascircunstancias, son la guerra, ano ser que consideremos como lacosa más normal, o como ese “nuevo orden,) del que tanto se hablaúltimamente, el recurso a la fuerza y las demás tropelías que estácometiendo por todo el mundo esa banda de gánsteres y matones quegobierna los EEUU. Lo cierto es que éstos pretenden controlar lasfuentes de materias primas y las zonas estratégicas, sin lo cual nopodrían tratar de imponerse a las otras potencias imperialistas. Hasta

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dónde les van a dejar éstas ir, sin verse en el papel de parientespobres, es cosa que está por ver. Pero en cualquier caso se veránimpelidas a luchar, ya que de esta lucha van a depender a partir deahora sus intereses “vitales”.

¿Qué podemos hacer ante esta situación? En un primermomento, no mucho más de lo que ya estamos haciendo. Hay quetener en cuenta las medidas de sobreexplotación que ya estántomando todos los gobiernos capitalistas para tratar de “salir de lacrisis”. Estas están siendo acompañadas de un conjunto de otrasmedidas de carácter político, policial y militar, destinadas a controlara las masas ya convertir a los llamados países “democráticos” enverdaderos presidios para los trabajadores. Son previsibles nuevas yaún más draconianas medidas represivas en previsión de la situaciónde “emergencia” que pueda presentarse a no muy largo plazo. Laformación de gobiernos de “unidad nacional”, las expulsiones ydeportaciones masivas de inmigrantes o su detención en campos deconcentración, como ya ha comenzado a suceder, serán otras tantasmedidas de uso corriente. Pero, sobre todo, se desatará una caza debrujas, una persecución feroz de todos los “sospechosos” osusceptibles de ofrecer alguna resistencia y de expresar opinionescontrarias o algo distintas de la opinión oficial. Todo esto se hará, loestán haciendo ya, en nombre de la “democracia”, de los “derechoshumanos” y de la lucha contra el “terrorismo”, naturalmente. Comodecimos, tal como se presenta actualmente la situación, estaavalancha militarista, fascista, policíaca, va a resultar muy difícil decontener en un primer momento, por lo que al mismo tiempo que ladenunciamos, alertando sobre las nuevas cargas económicas, lasnuevas masacres y los grandes sacrificios que ha de suponer para lasmasas populares, debemos prepararnos en todos los terrenos parahacerle frente y meternos en “aguas aún más profundas”, en esperade una situación más favorable que, inevitablemente, llegará. Habrá,pues, que preservar las fuerzas organizadas e incrementarlas hastadonde sea posible, sin exponerlas más de lo necesario, de manera quecuando se presente la ocasión podamos tomar la iniciativa y derrocaral régimen. Más sobre este particular no se puede adelantar en estosmomentos.

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¿Quiere esto decir que en tal situación no se puede mantenerla lucha o que cualquier forma de resistencia acabaría en una derrota?Esa sería una consideración falsa y capitulacionista, puesto que si separte de esa idea, de la consideración de que la lucha no habrá deservir para nada, ¿para qué tomarse entonces la molestia de resistir?Nosotros estamos convencidos de que al fascismo y al imperialismose les puede vencer y de que en esta derrota las masas populareshabrán de jugar el papel principal. Este convencimiento está avaladopor nuestra propia experiencia, pues creemos haber demostrado que,aun en las peores condiciones imaginables de terror fascista, siemprese puede combatir.

Esta misma experiencia es la que nos permite ser objetivos yno precipitar un desenlace que puede resultar desfavorable. Hay quetener en cuenta la correlación de fuerzas a nivel general y másconcretamente en nuestro país, la cual resulta ahora a todas lucesdesfavorable para la causa popular. Esta situación tendrá quecambiar. De hecho ya está cambiando y la guerra no hará sinoacelerar mucho más esta tendencia. Debilitará a los Estadosimperialistas, elevará la conciencia política de las masas, les mostraráclaramente el camino de la lucha armada a seguir para liberarse y, endefinitiva, posibilitará un nuevo ascenso de la revolución mundial.Mientras tanto, y hasta que llegue ese momento, debemos serpacientes y proseguir la lucha de resistencia con todos los medios anuestro alcance hasta convertirla en guerra civil revolucionaria.

La guerra imperialista, si se produce -y es lo más probable-habrá de facilitar también la obra. Esto que acabo de decir puedeparecer paradójico, pero no lo es si consideramos fríamente las cosas.Hoy no está en manos de nadie evitar o detener la guerra. Y por lomismo, resultaría un grave error lamentarnos, ponernos a lloriquearcuando ésta estalle o sea declarada. La posición del partidorevolucionario ante el fenómeno de la guerra no puede ser la deponerse de parte de los pacifistas o la de tratar de atenuar lascontradicciones, sino la de prepararse y preparar a las masas en todoslos terrenos para aprovechar dichas contradicciones y llevar a cabo larevolución.

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Por lo demás nosotros, comunistas, no somos partidarios de laguerra; incluso se podría decir que somos sus más encarnizadosenemigos, puesto que al oponer la guerra civil revolucionaria a laguerra imperialista no hacemos otra cosa sino crear las condicionesque permitirán acabar con todas las guerras. Nosotros noconsideramos que la guerra sea una fatalidad, sino resultado dedeterminadas relaciones sociales, de relaciones entre los Estados yclases que forman la sociedad; tampoco hacemos depender el triunfode la revolución socialista de la masacre y la catástrofe que suponesiempre toda guerra imperialista, pues la experiencia ha demostradoque la revolución puede triunfar sin que se haya producido antes unaguerra de ese tipo. Ahora bien, en situaciones como las que enfrentahoy la humanidad, la guerra imperialista no sólo es posible, sino quepodría convertirse en un aliado involuntario de la revolución. Esto yaocurrió durante la I y II guerras mundiales desencadenadas por losimperialistas y puede volver a ocurrir en la tercera en una escalamucho mayor y, por lo mismo, de forma posiblemente yairreversible. Pero la revolución, en cualquier circunstancia, esnecesaria e inevitable, y es lo único que, en última instancia, puedeimpedir la guerra. Ambos fenómenos tienen sus causas másprofundas en la crisis del sistema capitalista, en la contradicciónfundamental que lo corroe por dentro.

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MANTENER EL RUMBO TRAZADO

Informe Político del C”C. presentado por el camaradaM”P.M” (Arenas) al IV Congreso del Partido. Septiembre de 1998.

(Extracto)

El desorden reina bajo los cielos

“El desorden reina bajo los cielos, la situación es excelente”.Estas expresiones, como seguramente ya sabréis, no las he inventadoyo. Fueron ampliamente difundidas en China durante la GranRevolución Cultural Proletaria y expresan la posición de optimismoque debemos adoptar los comunistas ante el caos capitalista y elincremento de la marejada de la lucha de clases que sacude hoyatodo el mundo. Los comunistas celebramos ese desorden y no lotememos, debiendo hacer todo lo que esté en nuestras manos porfomentarlo, por agravar las contradicciones de la sociedad burguesa,y no por atenuarlas, ya que sólo de esa manera dichascontradicciones podrán ser resueltas para dar paso a un verdaderoorden, no al “nuevo orden” que se habían prometido los imperialistastras la caída del “muro” y del llamado “bloque socialista”. En estesentido no tenemos ningún inconveniente en suscribir aquella otrafrase que dice: “cuanto peor, mejor”. Naturalmente, el que esto seaasí no depende sólo de nosotros, ni siquiera es algo que se nos puedaatribuir en ninguna medida. Por nuestra parte no hacemos otra cosamás que reconocer esa realidad que crea el sistema capitalista en lafase última, decadente, moribunda, de su desarrollo. ¿Nos vamos alamentar por eso? ¿Vamos a meter la cabeza bajo tierra, como hacenlos avestruces ante el peligro, o vamos a proponer una reforma deeste sistema para prolongar su agonía y los sufrimientos de lostrabajadores? Cuanto antes se hunda, mejor, debiendo contribuir a

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ello aprovechando todas las posibilidades que la propia crisis delsistema nos ofrece. Bien es verdad que por el momento no sonmuchas, pero todo se andará.

Ya vemos, apenas transcurridos unos años, cuál ha sido ese“nuevo orden” que prometían los imperialistas: la crisis y labancarrota les ahogan, en tanto aceleran todos los preparativos yplanes estratégicos, económicos, políticos, militares, diplomáticos,ideológicos, etc., para una nueva guerra mundial. Esta guerra, queenfrentará una vez más a las grandes potencias imperialistas, nopodrá ser evitada, ya que, como las anteriores, es el resultadoinevitable del régimen de explotación capitalista, de la competencia,las rivalidades y las profundas contradicciones y luchas de interesescontrapuestos que bullen en la base del propio sistema. La “derrota”momentánea del socialismo en toda una serie de países, algo quevenía desde muy lejos, no ha modificado las leyes de la competenciay la jungla capitalista, no ha puesto fin a sus contradiccionesfundamentales; por el contrario, como ya habíamos previsto que iba asuceder, no ha hecho más que agravar todavía más dichascontradicciones entre los monopolios y sus Estados, haciéndolaspasar a un primer plano. Y son estas contradicciones las queactualmente condicionan a todas las demás. Este es un rasgo de lasituación que debe ser tenido muy en cuenta en el momento dedecidir la línea de actuación a seguir y todos nuestros planes para unfuturo inmediato. De lo contrario podemos equivocamos o cometermuy graves errores.

Las tesis que hablan de la “mundialización” de la economía,presentando este hecho como un fenómeno nuevo que supuestamentehabrá de conducir a la formación de un gobierno u organismointernacional superestatal que evite los enfrentamientos entre lasgrandes potencias imperialistas -esa suerte de “gobierno mundial”,ultraimperialista, con centro en ninguna parte-, son un castillo denaipes que se viene a tierra al menor soplo de aire, tal como lo estádemostrando la experiencia, lo que no quiere decir que no exista latendencia a la concentración del capital; tampoco quiere eso decirque no se produzcan intentos, especialmente por parte de los EEUUde imponer sus condiciones y hegemonía al resto de los países

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capitalistas, de rentabilizar sus aportaciones a la “defensa común” yalos “valores de Occidente”, ni a instrumentos como el FondoMonetario Internacional y el Banco Mundial que utilizan el capitalfinanciero internacional para la explotación y el saqueo de todos lospaíses del mundo. Sin embargo, esto no evita que, a la hora deproceder al reparto de las ganancias y sobre todo de las pérdidas, lacongregación de hermanos se convierta en una manada de loboshambrientos que, por su propia naturaleza, no pueden llegar nunca aningú1l acuerdo. Ya Lenin preveía que “el desarrollo marcha haciaun trust mundial único que absorberá todas las empresas sinexcepción y todos los Estados sin excepción. Pero el desarrollomarcha hacia eso en tales condiciones, -a tal ritmo y con talescontradicciones, conflictos y conmociones en modo algunosolamente económicas, sino también políticas, nacionales, etc., etc.-que antes sin falta de que llegue a un sólo trust, a una agrupación“ultraimperialista” mundial de los capitales financieros nacionales,el imperialismo deberá reventar inevitablemente y el capitalismo setransformará en su contrario”2.

Hoy los imperialistas se encuentran más divididos yenfrentados entre sí que nunca, y la base de esa división yenfrentamiento se halla, como siempre, en la crisis desuperproducción, la cual provoca la ruina de muchos y amenaza conla bancarrota financiera a todos los demás. Esta es la causa de que sehaya acentuado la lucha de competencias, la lucha por los mercados,por las fuentes de materias primas, las áreas de inversión másrentables así como por la influencia política y militar en vista aasegurarse la tajada en el nuevo reparto que tienen previsto hacer trasla guerra de rapiña que están preparando. Para todo eso necesitanaliarse y formar bloques con grupos monopolistas y Estados de suárea y con aquellos otros cuyos intereses pueden ser más afines, yaque uno solo no puede hacer nada, quedaría aislado y no podríacompetir ni resistir en el enfrentamiento con los demás. Esto lesexige hacer ciertas concesiones en cuestiones secundarias o no

2 Lenin. Prefacio al folleto de N. Bujarin. “La economía mundial y el imperialismo”.

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vitales para ellos, a fin de poder salvar lo más fundamental en lapugna que los enfrenta.

El imperialismo no es un nuevo modo de producción, sinouna fase en el desarrollo del capitalismo, en la cual se ha establecidoel dominio de los monopolios y el capital financiero. Este cambio seha efectuado sobre la base del viejo capitalismo premonopolista ysubsiste gracias a él. Sin esta base, el capital monopolista no existiríaen ninguna parte. Esto hace que se mantenga la competencia propiade la época precedente. Este rasgo lo hizo notar Marx ya en su obra“Miseria de la Filosofía”, escrita para refutar las ideas pequeño-burguesas de Proudhon. En esa obra Marx remarca que losmonopolios pueden sostenerse tan sólo gracias a que mantienen unalucha de competencias permanente, de lo contrario no existirían, pormuy paradójico que pueda parecer .

Lenin señaló por su parte que nunca existió en ningún lugar nipuede existir “un capitalismo puro” sin la base que le proporcionanlos empresarios libres y la pequeña producción, los cualesconstituyen un amplio campo para la explotación de los monopoliosy para la lucha incesante entre ellos. Un análisis pormenorizado delas negociaciones y componendas internacionales de los monopoliosy sus Estados evidenciaría la imposibilidad de que éstos puedanresolver las contradicciones que les enfrentan y que conducen a todoel sistema a la ruina ya la bancarrota. Con la concertación de algunosacuerdos, lo Único que consiguen es retrasar el enfrentamiento ocambiar los métodos de la lucha, que de esa forma se desplazamuchas veces desde fuera de sus alianzas hacia dentro de ellas. Otrasveces la lucha se instala de manera permanente dentro de las mismasalianzas, hasta que éstas se rompen y dan lugar a la guerra o alenfrentamiento abierto. En cualquier caso, las alianzas entre losimperialistas no pueden durar mucho tiempo, ya que cualquier pactoo alianza sobre el reparto se lleva siempre a cabo “según el capital”,según la fuerza “económica, política y militar” de cada uno, por loque cada vez que cambia la correlación de dichas fuerzas, se agravanlos antagonismos entre ellos, haciendo insostenibles las antiguasalianzas y provocando conflictos bélicos. “Lo esencial para elimperialismo es la rivalidad de varias grandes potencias que tienden

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a la hegemonía, es decir, a la conquista de los territorios, no tantopor ellas mismas, como por debilitar al adversario y socavar suhegemonía” (Lenin).

La misma exportación de capital, que como todos sabemos esuna de las características más importantes del imperialismo, laconversión de algunos países en “rentistas” parasitarios, suele ser lacausa de su retraso industrial, de que se desarrollen más lentamenteque los demás y sean, finalmente, desplazados del mercado (y todossabemos con la frecuencia que esto ha sucedido a lo largo de lahistoria del capitalismo), lo que incita a los demás a ocupar susdebilitadas posiciones o a exigirles que las abandonen de “grado” opor la fuerza. Este desarrollo desigual y las luchas de competenciaque, como hemos visto no cesan bajo los monopolios, sino que seextienden a todo el planeta y se agravan, haciéndose cada día másviolentas y feroces, son la fuente de numerosas contradicciones yconflictos entre los capitalistas de distintos países y sus Estados, loque termina enfrentándoles a todos, ofreciendo así a la clase obrera laposibilidad de arrasar con su sistema y acabar con todos ellos. Lenindestacaba que “precisamente la unión de dos ‘principios’contrapuestos entre sí -la competencia y el monopolio- es lasustancial en el imperialismo, y precisamente esta unión es la queprepara la bancarrota, es decir, la revolución socialista”3. Esconveniente que insistamos una y otra vez sobre estas cuestiones,pues no es poca la confusión que están tratando de crear en torno aellas los órganos de propaganda imperialistas así como sus criadosrevisionistas y otros “líderes” e “ideólogos” pequeñoburgueses con elfin de cegar a las masas. Se habla mucho, por ejemplo, de laextensión de los tentáculos de los imperialistas por todo el mundo. yesto es muy cierto ya que se trata de una de las característicasprincipales del capitalismo en todas las épocas, con mayor razónahora en que parece no encontrar ningún obstáculo ni dificultad paraello. Y qué duda cabe de que los monopolistas están en todas partesexpoliando y masacrando a la gente, imponiendo sus draconianascondiciones a todo el mundo. No obstante, en ningún lugar

3 Lenin: Obras Completas, Tomo XXIV.

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encontramos a un único grupo monopolista dominandoabsolutamente una sola rama de la producción. Esa presenciamonopolista se da pues, en competencia con otros grupos, tanto másenconada cuanto más grave es la crisis económica. Para ello cuentancon el apoyo y los resortes que les brindan los Estados puestos a suservicio. Esta es la base que explica el enfrentamiento entre losEstados capitalistas: su entrelazamiento con los monopoliosindustriales, comerciales y financieros, así como con la oligarquíafinanciera que forman los grandes propietarios, los ejecutivos de lasgrandes empresas y los altos funcionarios del Estado; explicatambién el enfrentamiento permanente de todos ellos con la claseobrera y otros amplios sectores populares y el radical antagonismo desus intereses. Estos Estados, como la misma oligarquía a la quesirven, no pueden desaparecer bajo el sistema capitalista; lejos deeso, ya medida que avanza la crisis y el desarrollo de la lucha declases que trae consigo, se refuerzan y militarizan cada vez más, seatrincheran o bunkerizan para tratar de evitar lo inevitable.

Además, el imperialismo no sólo no ha suprimido la divisióndel mundo entre naciones ricas y muy ricas y naciones pobres ydepauperadas, sino que ha ahondado mucho más esas diferenciashasta extremos que las hacen irreversibles, condenando a centenaresde millones de seres humanos al exterminio por el hambre, lasenfermedades y la miseria. ¿Dónde está, en qué planeta de lasinnumerables galaxias del infinito universo se ha establecido ese“nuevo orden” que han estado prometiendo los apologistas delsistema capitalista hasta hace poco tiempo? Esta división ydistribución tan desigual es otro de los rasgos fundamentales delimperialismo que determina la acumulación de capital, laabundancia, el despilfarro y la plenitud de derechos para una minoríacada vez más reducida de la sociedad, y la esquilmación, la escasez,la miseria, el embrutecimiento y la falta de todo derecho para lainmensa mayoría, lo que no puede por menos que provocar las irasde las masas y la más extensa y radical lucha de clases.

Estas luchas, la crisis, los enfrentamientos interimperialistas,las guerras y las revoluciones son una clara demostración de que lasrelaciones de producción capitalista, basadas en la gran propiedad

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privada, han dejado de corresponder al desarrollo alcanzado por lasfuerzas productivas y se han convertido en una traba para eldesarrollo social, lo que exige un cambio radical que permitaestablecer nuevas relaciones. Este cambio habrá de producirsenecesariamente. De esto no podemos albergar la menor sombra deduda. Nuestra resistencia, nuestra moral de combate, se funda en eseconvencimiento, en la concepción materialista de la historia, y no enmeras ilusiones o suposiciones más o menos idílicas o utópicas.Aunque también es verdad que hay ocasiones en que los fenómenossociales que se suceden uno tras otro con tanta celeridadúltimamente, parecen negar la validez de dicha concepción y hacentambalearse todo el edificio de las ideas y principios políticos yorganizativos marxista-leninistas que se levantan sobre ella. Sinembargo, esas “negaciones” no suponen, en ningún caso, unasuperación de la realidad tan espantosa que tienen que soportar lasmasas populares bajo el capitalismo, no son tampoco el resultado deun análisis crítico, fundado científicamente, de los postuladoscomunistas, sino que obedecen más bien a la visión deformada,siempre interesada, que presenta la burguesía imperialista y susideólogos especialistas en la materia, una visión que, por lo demás,tal como hemos apuntado, el mismo sistema se encarga dedesmitificar a cada momento.

Sólo el socialismo puede salvara las masas de todos los continentes

(...) Esta perspectiva (del socialismo) no ha sido eliminadao derrotada ni podrá serlo nunca, ya que, entre otras poderosasrazones, es la más sentida aspiración de todos los explotados yoprimidos, de la inmensa mayoría del género humano que luchará, deforma parecida a como lo ha venido haciendo hasta el presente, parahacerla realidad. Pero son esos países, especialmente Rusia y China,por las circunstancias históricas que concurren en ellos, los quereúnen las mejores condiciones para abrirla de nuevo. Es ciertoque la historia no se repite, y por lo mismo tampoco puede marchar

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para atrás, por lo que cabe la certeza de que su marcha haciaadelante, la reanudación del camino que ya lleva recorrido y en elque parece haberse detenido para tomar un respiro después de lasgrandes zancadas que tuvo que dar impulsada por la crisis y lasguerras imperialistas, se tendrá que reanudar desde esos dosgrandes países, y todo apunta a que no puede ser desde otros.

El “Oriente rojo” aún habrá de deparar muy grandes sorpresasy sustos a los capitalistas, podemos estar seguros de ello. Asia se haconvertido de nuevo en lugar de grandes tempestades y terremotoseconómicos, políticos y sociales que están sacudiendo a todo elmundo. “La perspectiva es brillante y el camino zigzagueante”, comodecían, con toda razón, los comunistas chinos. El centro de larevolución mundial, desde que comenzara este siglo que va aterminar dentro de muy poco, se desplazó de Occidente aOriente, a Rusia y China principalmente, y aún continúa enaquellas regiones sin que aparezca nada a la vista en otras zonas delmundo que nos pueda hacer pensar en un nuevo desplazamiento sinque antes haya completado allí su obra. Este parece ser el destino quela historia ha reservado a la clase obrera y demás fuerzas popularesde esos países, lo que supone al mismo tiempo una granresponsabilidad que nosotros, el proletariado revolucionario de losdemás países, de los países occidentales especialmente, debemostener en cuenta, apoyándoles y prestándoles toda la ayuda quepodamos. Esto redundará en nuestro propio fortalecimiento y crearálas mejores condiciones para el triunfo de nuestra propia revolución.Esta realidad se impone como una ley establecida por todo eldesarrollo histórico, y habrá que reconocerla sin reservas y sinningún prejuicio. La “centralidad” del Occidente imperialista,ultrarreaccionario, hace tiempo que ha pasado a la historia, pues elmonopolismo, el parasitismo y los regímenes policíacos, militaristasy nazifascistas, han terminado por mermar todas sus energías, todoimpulso renovador, toda creación. La nueva guerra que preparan loscírculos imperialistas habrá de encontrar a los pueblos de Orientemucho mejor preparados de lo que se encontraban antes paraenfrentarlos y derrotarlos, aun a pesar de los tormentos a los que, sinlugar a dudas, los imperialistas habrán de someterlos. Por otra parte,

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las fuerzas revolucionarias de los países imperialistas, que crecenlentamente en medio de grandes dificultades, en esos verdaderospresidios denominados “Estados democráticos”, podrán encontrartambién nuevos apoyos y estímulo moral en aquellos países, en suspueblos revolucionarios y en los partidos comunistas hermanos.

Por lo demás, es necesario subrayar que, actualmente, dadala debilidad que afecta al conjunto del movimiento obrero ycomunista internacional, difícilmente podríamos encontrar un“aliado” o “auxiliar” más poderoso y eficaz de nuestromovimiento que las propias contradicciones en desarrollo delsistema capitalista, así como las rivalidades y la misma guerraimperialista que preparan. Esta parece ser otra ley ineluctable,aunque también es verdad que no son absolutamente necesarias esascarnicerías y los desastres y grandes calamidades que ocasionan paraque la revolución pueda triunfar. La cuestión que se nos plantea enestos momentos es que, de la misma forma que la revolución no pudoimpedir, en parecidas circunstancias anteriores, que estallara laguerra imperialista de rapiña, tampoco ahora va a poder impedirlo,por lo que tendrá que ser de nuevo la guerra la que haga triunfarla revolución.

Esta vez es de esperar que pueda ser con carácter permanente,es decir, que se rompa el círculo infernal en el que los períodos depaz no son más que de preparación de una nueva conflagraciónmundial, y que el triunfo de la revolución socialista en toda una seriede países siente las bases para una paz duradera entre los países yEstados que impida a las fuerzas negras de la reacción mundiallanzar a unos pueblos contra otros en una matanza sin fin.

“Los socialistas han condenado siempre las guerras entre lospueblos como algo bárbaro y feroz. Pero nuestra actitud ante laguerra es diferente por principio de la de los pacifistas burgueses(partidarios y predicadores de la paz) y de los anarquistas.Diferimos de los primeros porque comprendemos la inevitableligazón de la guerra con la lucha de clases dentro de cada país,porque comprendemos la imposibilidad de poner fin a la guerra sinsuprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo. Diferimostambién de ellos porque reconocemos plenamente que las guerras

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civiles, es decir; las guerras llevadas a cabo por la clase oprimidacontra la clase opresora (...) son legítimas, progresivas y necesarias.Diferimos tanto de los pacifistas como de los anarquistas en quenosotros, los marxistas, reconocemos la necesidad de su estudiohistórico (desde el punto de vista del materialismo dialéctico deMarx) de cada guerra por separado”4. Nuestra táctica ante laeventualidad más que probable de la reanudación de un nuevo ciclode guerras entre los Estados imperialistas, y puesto que no podemoshacer nada por evitarlo, deberá consistir en alertar a las masas a lavez que nos preparamos en todos los terrenos para convertir laguerra imperialista en guerra civil revolucionaria, aprovechandopara ello la situación de crisis general revolucionaria que va a traer eldebilitamiento y la devastación de los Estados y el odioreconcentrado de los trabajadores hacia los bandidos y criminalesimperialistas y fascistas.

No voy a entrar en detalles sobre esta táctica ni me voy aextender en consideraciones sobre la necesidad de fomentar ypracticar el internacionalismo proletario más consecuente. Sobre esteparticular tendríamos muchas cosas que decir, pero temo que esteapartado de mi Informe al Congreso esté resultando ya demasiadolargo. Hablaremos de ese asunto en otra ocasión. Tampoco me voy aextender mucho en lo que se refiere a la parte o al lugar que ocuparáel Estado imperialista español en la carnicería y lo que tieneproyectado sacar de ella. Este es un asunto que por el momento notiene que preocuparnos excesivamente, dado que, además, está aúnpor decidirse.

De los dos grandes bloques imperialistas enfrentados que seperfilan en el horizonte, ¿en qué lado se situarán los industriales,financieros y fascistas españoles? Sus intereses, su proximidadgeográfica, sus vínculos económicos, políticos y militaresestablecidos en los últimos años apuntan, desde luego, a suparticipación en el bloque imperialista europeo hegemonizado porAlemania. El largo y complicado proceso que está siguiendo laformación de dicho bloque, debido a las numerosas contradicciones y

4 Lenin: Del folleto “El socialismo y la guerra”.31

las luchas de intereses encontrados que confluyen en él, va a recibir,está recibiendo ya, un nuevo impulso y probablemente éste seacelerará si entran en vigor los acuerdos establecidos para lacirculación de la moneda única, el Euro. No obstante, todo esto no vaa suponer una unidad económica real, efectiva, y menos aún políticay militar. Tampoco les va a proporcionar una mayor estabilidad enninguno de esos campos. Al contrario, la inestabilidad y losdesajustes económicos y políticos serán cotidianos e inevitables, yclaro está que harán recaer todo el peso de los costes y sacrificiossobre los trabajadores, sobre los más débiles y desamparados. Poralgo lo están haciendo todo a sus espaldas.

Los distintos Estados y grupos monopolistas que estánimpulsando este proceso de “unión” e “integración”, no van a dejarde existir, y continuarán defendiendo cada uno, de forma aún másenconada, sus propios intereses. Estas luchas no dejarán deaprovecharlas los imperialistas yankis y sus socios ingleses (que sonel caballo de Troya que tienen metido en la “Unión”, incluso losjaponeses, para pescar en río revuelto y arrimar, finalmente, el ascuaa sus respectivas sardinas con continuos ataques a la moneda“común”, a su industria ya su comercio, penetrándolas yatenazándolas de tal forma que les resulte casi imposible desplegarsus planes y sus fuerzas.

Con el establecimiento de la moneda única, lo único que vana conseguir es legalizar el dominio que ya ejerce la economíaalemana y su moneda, el marco, sobre el conjunto de las economías ymonedas de los demás “socios”. El objetivo que persiguen con ellono es otro que situarse en mejores condiciones para poder competircon los EEUU y alzarse con la hegemonía, aprovechando susmayores tasas de crecimiento económico y comercial y otras ventajasobtenidas en las últimas décadas sobre las debilitadas posicionesindustriales y financieras de su rival. Pero del mismo modo que esedominio económico y financiero alemán sobre Europa no ha traídouna supeditación política ni militar de los otros Estados europeos, nola va a traer tampoco en un futuro previsible; en cambio, esa“legalización” a que hemos hecho referencia, sí hará que seembrollen y se compliquen todavía más sus relaciones.

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De modo que no está claro si llegará a formarse realmente elbloque como tal “bloque” y, menos aún, si el Estado español, dadossus “tradicionales vínculos”, dependencias y sometimientos respectoa EEUU podrá integrarse plenamente en él o ser admitido como unsocio fiable. Los contactos del Aznarín con los capitostes yankis y sumás que sospechosa repentina amistad con Tony Blair pueden ser unindicador del camino que finalmente puede tomar el Estado españolen el caso de que las cosas se pongan demasiado feas en la “Unión” yno vean satisfechos sus intereses. La “neutralidad” desde luego, esuna opción que no habría que descartar y no sería la primera vez enla historia que esto sucediese, aunque hoy resulte mucho másimprobable y problemática que en el pasado. Otro tanto cabe decir deotros Estados como el italiano o el portugués, por lo que no sería deextrañar que, al final, ya pesar de todas sus concesiones y esfuerzos,se vean excluidos y tiendan a quedar, como hasta hace poco, dentrodel área de influencia del dólar con la correspondiente supeditaciónpolítica y militar a los EEUU. Esto no les impedirá que continúenperteneciendo a la OTAN y combinen esta presencia en laorganización “Atlantista” con su participación en otra alianza militarmás “genuinamente” europea bajo el patrocinio de Francia yAlemania. Estas alianzas y pactos, como los acuerdos económicosconcertados por los monopolistas y sus Estados, no son ni puedensuponer en ningún caso un impedimento que les ate o les impidadefender sus propios intereses y se pueden convertir en papelmojado y romperse en cualquier momento, tal como ha sucedidomuchas veces en la historia.

De lo que no cabe albergar ninguna duda es de la estrategiaque está poniendo en práctica perseverantemente el Estadoimperialista alemán, muy semejante a la de otras épocas, destinada aapoderarse de “su” famoso “espacio vital”, así como su aspiración aconvertirse en una gran superpotencia absorbiendo con este fin,ahora de manera “pacífica”, a los países del Este europeo y, almenos, una parte considerable de los Balcanes y otras regiones. Es enesta estrategia donde sus intereses chocan, y no pueden por menosque chocar y entrar en conflicto abierto con los intereses de otrosEstados, particularmente con Inglaterra y Francia, pero también con

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Rusia y Turquía. Sin embargo, la contradicción más importante es laque enfrenta a Alemania con los EEUU. Estos son hoy en día losEstados imperialistas más fuertes, que compiten más directamentepor la hegemonía lo que tendrá que enfrentarles abiertamente mástarde o más temprano, aunque actualmente lo disimulen y entre ellosparezcan predominar los acuerdos sobre el reparto.

La diplomacia de EEUU está utilizando las contradiccionesentre los Estados europeos, especialmente de Francia y Alemania,para mantenerlos divididos, al tiempo que hace todo lo posible porreforzar las posiciones un tanto debilitadas de Inglaterra, su más fiely seguro aliado en Europa y en todo el mundo.

Este nudo de contradicciones, de luchas y rivalidadesinterimperialistas, es el que está condicionando actualmente en sudesarrollo las principales contradicciones de nuestra época,especialmente la que enfrenta al proletariado y la burguesía en todoslos países y, como ya dijimos anteriormente, debemos seguirprestándoles mucha atención, ya que, queramos o no, tambiéncondicionan la marcha de nuestro movimiento, y la seguiráncondicionado en tanto la situación general no cambie. Es desde estaperspectiva, y teniendo muy en cuenta ese contexto internacional tancomplejo, como debemos abordar el análisis de la situación enEspaña y, dentro de esa situación, de manera particular, todo lorelacionado con la crisis política del régimen y los problemas queenfrenta el movimiento de resistencia popular.

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UN NUEVO PACTO DE MUNICH

Comunicado del Comité Central del PCE(r). 27 de abril de1999.

Si quedaba alguna duda, la Cumbre de Washington, celebradacon motivo del 50 aniversario de la creación de la OTAN, haterminado por dejarlo bien sentado: Kosovo y la agresión perpetradacontra Yugoslavia (con la coartada de “evitar la limpieza étnica”) noes más que un banco de pruebas de la “nueva doctrina estratégica”imperialista, diseñada para repartirse el mundo. Por lo demás, ycomo han señalado numerosos comentaristas, no se trata de nadanuevo; esa estrategia que ahora ha sido aprobada no es sino laratificación de una práctica que ya venía siendo habitual desde laGuerra del Golfo. Entonces tuvieron necesidad de utilizar un“mandato” de la ONU que justificara su agresión contra Irak; ahorani siquiera han necesitado esa excusa, como no la habrán de necesitaren el futuro. La ONU ha muerto de la manera más vergonzosa eindigna. En adelante, la única fuente de “legitimidad” o de “derechointernacional” que existirá en el mundo es la fuerza (económica,financiera, militar) con la que cada uno de los Estados imperialistasharán valer sus exigencias de rapiña; en otras palabras, es la ley delmás fuerte la que, por el momento, se ha impuesto.

Esta situación recuerda a la que se dio poco antes del estallidode la última guerra mundial, cuando la Alemania nazi, Inglaterra yFrancia firmaron en Munich un pacto, mediante el cual, cada una deestas potencias capitalistas podía adueñarse de lo que le diera la ganasiempre y cuando no se metiera en el terreno de la otra. La cuestiónfue que, cuando se dispusieron a tragárselo todo, se rompió el pactodando comienzo a la segunda guerra mundial. Por todo ello cabríapreguntarse cuánto tiempo habrá de durar este nuevo pacto. Por lopronto, los bandidos de los Estados integrados en la OTAN lo hanestablecido para todo el siglo XXI, pretensión bastante más modesta,hay que reconocérselo, que la de Hitler, que prometió la existencia deun Reich nazi durante un milenio. Sin embargo, no pasará mucho

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tiempo antes de que los principales Estados imperialistas, aplicandola misma ley de la selva que acaban de aprobar, terminen por norespetar sus propios acuerdos y demás tratados, y éstos se conviertande nuevo en papel mojado.

De momento, esta nueva estrategia agresiva ha extendido sucampo de actuación desde la llamada zona “euroatlántica” a toda “laperiferia de la Alianza”, en la que se incluye la extensa área territorialde los países ex-socialistas, con el claro fin de tener las manos librespara repartírselos, contando, claro está, con la colaboración de lasburguesías de esos países. Entre las competencias de esta nuevapolicía mundial coaligada, que habrá de “administrar la guerra parapreservar la paz”, está la de intervenir por medio de la fuerza militar(por “motivos humanitarios”) en todas “las rivalidades étnicas yreligiosas, las disputas territoriales, la insuficiencia o el fracaso delos esfuerzos reformistas, las violaciones de los derechos humanos yla disolución de Estados que pueden producir inestabilidad local eincluso regional”. O sea, los Estados imperialistas compinchados enla OTAN, se arrogan el derecho de intervención en prácticamentetodos los asuntos internos de los demás países a fin de repartírselos ysometerlos a un régimen colonial, tal como ya han conseguido haceren Bosnia y Albania y quieren hacer con lo que queda de laFederación Yugoslava. De manera particular, con la nueva directivaestratégica, los Estados imperialistas se proponen intervenir directa ymilitarmente en Rusia. Se comprende que no les quede ya otraalternativa para tratar de sostener a la banda yeltsinista y las“reformas” que han saqueado y arruinado el país, sumiéndolo en lamayor crisis de su historia. Sin embargo, una cosa son los planesimperialistas y de las bandas fascistas y mafiosas, y otra muy distintalos intereses y aspiraciones de los pueblos, cuya existencia comonaciones se ve incluso amenazada. Por esta razón no se dejaránamedrentar y menos aún someter ni esclavizar por el imperialismo.La revolución socialista en Rusia y los demás países amenazados porel imperialismo es una necesidad que la historia ha puesto de nuevoen el orden del día. Estos pueblos triunfarán, pues defienden unacausa justa, la causa de la libertad y el progreso de toda lahumanidad.

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¡Unámonos a ellos prestándoles apoyo!¡Transformemos la guerra imperialista en guerra civil

revolucionaria!¡Viva el internacionalismo proletario!

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EL PUNTO DE PARTIDA DE LA REVOLUCION INTERNACIONAL

Artículo de M.P.M. (Arenas) publicado en ANTORCHA nº 8.Mayo de 2000.

Algunas personas han echado en falta en nuestra labor dedenuncia de la guerra imperialista unos planteamientos y consignasclaras o “realistas” para movilizar a las masas. ¿A qué se puedeatribuir que no hayamos propuesto nada para conseguir “la paz” y el“desarme”, llamando en cambio a “transformar la guerra imperialistaen guerra civil revolucionaria”? ¿Es que no resultaría más justoplantear otras alternativas como, por ejemplo, la consigna de “huelgageneral” como medio de “detener la guerra”? Este puede parece unprocedimiento mucho más comprensible y realizable que latransformación de la guerra imperialista en guerra civil, pero con ellono sólo no contribuiríamos a clarificar al movimiento revolucionario,sino que tenderíamos a desviarlo por un camino falso.

Ante todo hay que tener en cuenta, como ya hemos explicadootras veces, que, dada la situación de desconcierto y desorganizaciónen que se encuentra el movimiento obrero y comunista internacional,actualmente no se puede plantear, como se hizo en ocasionesanteriores, la posibilidad de revolución para antes de que estalle laguerra imperialista o como medio de evitarla. La revoluciónsocialista no ha podido impedir la guerra que hoy ya es una realidad,pero esta guerra sí puede, como ha sucedido otras veces, crear lascondiciones que hacen falta para el triunfo de la revoluciónproletaria. Entre esas condiciones que se pueden ir creando en elcurso de la guerra imperialista o hacia el final de la misma, destaca,de manera particular, el debilitamiento de los Estados, laradicalización del movimiento de masas, así como la formaciónde sus destacamentos de vanguardia capaces de organizarlas y deconducirlas a la lucha por el derrocamiento de la burguesía. Mientrastanto, debemos ser precavidos y difundir consignas que permitan

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elevar la moral y la conciencia política de los trabajadores, talescomo “contribuir a la derrota de la propia burguesía” y“transformar la guerra imperialista en guerra civil”. Puedeparecer que, actualmente, estas consignas “no dicen nada” (o dicenmenos que la que llama a la “huelga general”, por ejemplo). Sinembargo, desde nuestro punto de vista, dicen todo lo que se puededecir en estos momentos para contrarrestar la propaganda o las“alternativas” chovinistas, pacifistas y conciliadoras que propaganlos diversos grupos y partidos reformistas y revisionistas.

Puesto que no se trata de pedir a los imperialistas que se“desarmen” ni de llevar a cabo de forma inmediata una acción demasas capaz de “detener la guerra” (cosa hoy día poco menos queimposible), lo más que podemos hacer es prevenir a las masas yayudarlas a estar preparadas para que destruyan el sistema capitalista,que ha originado la guerra y todos sus males, en el momento en queaparezcan todas las condiciones favorables para ello. Estascondiciones habrán de aparecer, inevitablemente, a medida que seextienda y se agrave el conflicto, aumenten las cargas y sacrificiosque la oligarquía financiera impone siempre a las masas y éstas sevean obligadas a tomar una posición resuelta contra el sistema. Parapreparar y acercar ese momento debemos difundir las consignas quellaman a la derrota militar de la propia burguesía ya latransformación de la guerra imperialista en guerra civil, ya queno pueden existir otras consignas que expresen mejor, desde unaposición de principios, internacionalista y verdaderamenterevolucionaria, los intereses del proletariado.

Sobre este particular, no está de más recordar aquí el resumenque hizo Lenin en 1922 de las enseñanzas de la primera guerraimperialista mundial:

“A propósito de la lucha contra el peligro de la guerra,pienso que la mayor dificultad reside en vencer el prejuicio de que esun asunto simple, claro y relativamente fácil. 'Respondemos a laguerra con la huelga o la revolución': he ahí lo que dicengeneralmente a la clase obrera los más destacados dirigentesreformistas y, con frecuencia, el aparente radicalismo de estarespuesta satisface, tranquiliza, a los obreros, cooperativistas y

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campesinos. Tal vez la actitud más justa sería comenzar por refutaresta opinión de la manera más categórica: declarar que sobre todoahora, después de la reciente guerra, sólo la gente más tonta o losmentirosos más empecinados pueden asegurar que semejanterespuesta al problema de la lucha contra la guerra tiene algúnvalor; declarar que es posible 'responder' a la guerra con la huelga,así como es posible 'responder' a la guerra con la revolución ensentido literal, en el sentido más simple de estas expresiones”. Leninrecomienda a continuación: “Hay que explicar a la gente cuál es lasituación real, hasta qué punto es grande el misterio de que estárodeado el nacimiento de una guerra y hasta qué punto laorganización habitual de los obreros, aun cuando se llamarevolucionaria, es impotente ante una guerra realmente inminente”.

“Hay que explicar a la gente, de la manera más concreta,cómo ocurrieron las cosas durante la última guerra y por qué nopodían ocurrir de otro modo. Hay que explicar sobre todo laimportancia del hecho de que la cuestión de la 'defensa de la patria'se plantea inevitablemente, y de que la mayoría de los trabajadoresla zanja, inevitablemente, a favor de su burguesía”5.

Esta situación que describe Lenin y el “gran misterio” querodea o encubre el “nacimiento” de la guerra no se modificóesencialmente antes de la II Guerra Mundial, aun cuando yaentonces, como es bien sabido, se había consolidado la primerarevolución socialista de la historia y las ideas comunistas habíanconquistado a la vanguardia proletaria en prácticamente todos lospaíses capitalistas desarrollados, así como en la mayor parte de lascolonias y países dependientes. Entre los factores que intervienen eneste resultado, Lenin destaca el “defensismo” en que la burguesíaplantea toda guerra de rapiña, lo que hace que la mayoría de lostrabajadores “zanjen” la cuestión “a favor de su burguesía”. Enrealidad, Lenin no hace sino confirmar, sobre la base de laexperiencia, lo que ya Engels había anticipado que sucedería en unacarta escrita a Bebel el 22 de diciembre de 1882:

5 Lenin: Obras Completas, tomo 33, Ediciones Sociales, París 1963. 40

“Consideraría una guerra europea como una calamidad;esta vez sería terriblemente grave; el chovinismo se desataría pormuchos años pues cada pueblo lucharía por su existencia. En Rusia,todo el trabajo de los revolucionarios, que están en vísperas de unavictoria, sería aniquilado; en Alemania, nuestro partido seríainmediatamente sumergido y destruido por la ola del chovinismo. Lomismo ocurriría en Francia”.

Sin embargo, esta predicción un tanto catastrófica opesimista, cierta para el comienzo de la guerra, como la experienciapuso de manifiesto, sería corregida más tarde por el propio Engels,como el mismo Lenin habría de destacar en su artículo “Palabrasproféticas”:

“He aquí cómo juzgaba Federico Engels la futura guerramundial, hace ya más de treinta años:

'... Para Prusia-Alemania, en la actualidad no es posible yaninguna otra guerra que la guerra mundial. Y ésta será una guerramundial de escala y ferocidad sin precedentes. De ocho a diezmillones de soldados se aniquilarán mutuamente y, al hacerlo,devastarán toda Europa, hasta tal punto como nunca lo han hecholas nubes de langosta. La devastación causada por la guerra de losTreinta años, comprimida en un plazo de tres o cuatro años yextendida a todo el continente; el hambre, las epidemias, elembrutecimiento general, tanto de las tropas como de las masaspopulares, provocado por la extrema miseria, el desordenirremediable de nuestro mecanismo artificial en el comercio, en laindustria y en el crédito; todo esto terminará en la bancarrotageneral; el derrumbamiento de los viejos Estados y de su sabiduríaestatal rutinaria, derrumbamiento tan grande que las coronas severán tiradas por docenas en las calles y no habrá nadie que quierarecogerlas; es absolutamente imposible prever cómo terminará todoesto y quién será el vencedor en esta contienda; pero un soloresultado es absolutamente indudable: el agotamiento general y lacreación de las condiciones para la victoria definitiva de la claseobrera. Tal es la perspectiva si el sistema de la mutua competenciaen los armamentos, llevado a sus extremos da, al fin, sus inevitablesfrutos. He aquí, señores reyes y estadistas, a donde ha llevado a la

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vieja Europa vuestra sabiduría. y si no les queda otro remedio queempezar la última gran danza guerrera, no vamos a afligirnosmucho (...) Puede ser que la guerra tal vez nos releguetemporalmente a un segundo plano, puede ser que nos quite algunasde las posiciones ya conquistadas. Pero cuando hayan desatado lasfuerzas que más tarde no seréis ya capaces de dominar, cualquieraque sea el curso de los acontecimientos, al final de la tragedia osconvertiréis en ruinas y el triunfo del proletariado, o habrá sidoconquistado ya, o será, a pesar de todo, inevitable'“6.

En el comentario que sigue a esta cita de Engels que nosotroshemos extractado, Lenin explica:

“Alguna que otra cosa prevista por Engels se realizó demodo distinto, pues no podía esperarse que el mundo y elcapitalismo no sufrieran cambios en el transcurso de los treinta añosde desarrollo imperialista vertiginosamente rápido. Pero lo másasombroso es que tantas de las cosas previstas por Engels se estáncumpliendo 'al pie de la letra'. Esto se debe a que Engels hizo unanálisis de clase irreprochablemente exacto y las clases y susrelaciones recíprocas siguen siendo las mismas”7.

“Las clases y sus relaciones recíprocas siguen siendo lasmismas”. Esta afirmación hecha por Lenin en 1918, es decir,después de que se hubiera cumplido la “profecía científica” deEngels, puede parecer contradictoria y hasta fuera de lugar si no serepara en que, como comenta el mismo Lenin más adelante en eltexto que acabamos de citar, “Engels describe las consecuenciasacumuladas únicamente por la política 'exterior', sin referirse a laguerra interior, es decir; a la guerra civil, sin la cual no ha ocurridotodavía ninguna revolución importante en la historia, sin la cual nose ha imaginado el tránsito del capitalismo al socialismo ningúnmarxista serio. y si la guerra exterior puede continuar por ciertotiempo sin provocar el 'desorden irremediable' en el 'mecanismoartificial' del capitalismo, es evidente, que la guerra civil ya no esposible imaginársela sin semejantes consecuencias”.

6 F. Engels: Londres, 15 de diciembre de 1887. 7 Lenin: 29 de julio de 1918, Obras Completas, tomo XXVII.

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Ahí tenemos expuesto el cuadro completo, que describe deforma admirable la relación existente entre la guerra imperialista(“exterior” por naturaleza) y la guerra civil desencadenada por ella yque deberá conducir a la revolución socialista y cuyas consecuenciasno pueden ser otras que las de provocar el “desorden irremediable”en el “mecanismo artificial del capitalismo”, ya que sólo de estamanera se podrán cambiar las relaciones sociales que engendran laguerra. Esas relaciones sociales y la existencia de las clasesvinculadas a ellas, por una serie de circunstancias que no viene alcaso detenernos a estudiar aquí, no se han modificado en la másesencial desde el final de la primera guerra imperialista mundialhasta hoy, e incluso se podría decir que en ciertos aspectos se haproducido un “retroceso”, por la que también se puede afirmar, comoentonces la hiciera Lenin, que “las clases y sus relaciones recíprocassiguen siendo las mismas”. Lo cual significa que la guerra exteriorque ya ha comenzado podrá continuar por cierto tiempo sin“provocar el desorden”, pero que ese desorden “irremediable” llegaráel día en que las masas obreras y otros amplios sectores de lapoblación abandonen su “defensismo” o patrioterismo y pasen a laacción contra el Estado de su propia burguesía; de manera que laguerra será, con toda probabilidad, tal como ha sucedido en otrasocasiones, “el punto de partida de la revolución internacional”.

Esto no nos exime de la obligación de analizar históricamente(desde el punto de vista del materialismo dialéctico) la guerraimperialista en curso, evitando aplicar los “clichés” más al uso, talcomo desde hace ya varios años está intentando hacer nuestroPartido. Algunos de esos “jalones” que han marcado esta trayectoriason bien reconocibles, no obstante conviene recordarlos a fin desentar una línea que nos permita orientarnos en el futuro. Hace másde diez años publicamos en RESISTENCIA nº 14 (noviembre, 1990)un artículo “La contradicción Oeste-Oeste”) en el que se avanzabaun análisis del desarrollo de las principales contradicciones denuestra época, a la vez que se concretaban algunos aspectos que handado lugar a la presente situación, especialmente en Europa. Laconclusión que se desprende de dicho análisis es que, “hoy por hoy,las contradicciones interimperialistas están pasando a un primer

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lugar”. Meses antes, en medio de la borrachera “pacifista” que habíaprovocado el final de la “guerra fría”, en el Informe al Pleno delC.C., celebrado en agosto del mismo año, ya se llamaba la atenciónsobre este problema: “El enconamiento de las contradiccionesinterimperialistas es otro factor importante de la actual situaciónque deberá ser tenido en cuenta. Estas contradicciones siempre hanexistido, aunque más o menos mitigadas debido a la identidad deintereses de la burguesía y de los Estados capitalistas que lesmantiene enfrentados a los países socialistas ya los movimientosrevolucionarios. Pero últimamente sus disputas y rivalidades estánpasando a un primer plano. El derrumbamiento del socialismo enlos países del Este de Europa y la perspectiva de un debilitamientode la URSS, han despertado los apetitos y las ansias de reparto. Elolor del botín excita a las fieras y éstas han comenzado la lucha,desplazando el centro de gravedad de las tensiones, desde otrasregiones del globo, al Centro y al Este de Europa. Esta lucha habráde traer graves consecuencias”.

Una de esas consecuencias, sin duda la más importante detoda la serie de actos de piratería que venían cometiendo loS EEUUen todo el mundo -por cuanto supuso un “salto” con el que acabó deconfigurarse la nueva situación, el “nuevo orden internacional”-, fuela guerra de agresión llevada a cabo contra Irak. “Los EstadosUnidos -aseguramos entonces en la Declaración del C.C. de enero de1991- necesitaban y querían esta guerra, al igual que necesitabanotras que fueron desencadenadas por ellos en las últimas décadas(desde Corea, Vietnam, hasta la más reciente masacre perpetrada enPanamá) para imponerse, en unos casos, como potencia hegemónicadel mundo capitalista, para hacer de guardianes de los interesesimperialistas, en otros, o para procurar mantener su tambaleanteposición, que es lo que están procurando conseguir ahora. Noobstante en esta ocasión concurren algunos factores que no habíanaparecido en situaciones anteriores: primero, el sistema capitalistase halla inmerso en una profunda recesión económica; segundo,actualmente, la URSS no está en condiciones de desempeñar elpapel disuasivo que ha venido jugando en el plano internacionalfrente a los designios imperialistas; tercero, los EEUU siguen

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ostentando un gran poder militar, pero se muestran incapaces deejercer por sí solos la hegemonía mundial a la que siguen aspirando,debido, principalmente, al desarrollo económico desigual que se haproducido y al potencial financiero y tecnológico que ostentan hoydía otros Estados capitalistas; cuarto, en este marco, son inevitablesla agravación de todas las contradicciones y de las luchasinterimperialistas, la aparición en la escena mundial de nuevaspotencias militares así como el ‘corrimiento’ de algunas de ellas dellado de los países socialistas.

“En nuestra opinión, la intervención militar norteamericanaen el área del golfo Pérsico responde, antes que nada, a esta nuevasituación que se ha creado en el mundo y, con la cual, losplanificadores y estrategas yankis intentan adelantarse, tomarnuevas posiciones y obligar a los otros Estados a hacer otro tantoante los grandes enfrentamientos que se vislumbran. Por todo loanterior; podemos concluir; la actual Guerra del Golfo supone, dehecho, la primera gran batalla de la III Guerra Mundial. Esta esuna guerra imperialista, gestada, como las anteriores, por eldesarrollo de la crisis general del sistema capitalista. Pero a ellotambién ha contribuido, y no en poca medida, la política engañosa ycapituladora que ha practicado durante décadas el revisionismomoderno, en particular, los dirigentes de la URSS. La debacle de losregímenes revisionistas, la anexión de la RDA por Alemania delOeste, la política de concesiones y de apaciguamiento de losdirigentes soviéticos, el caos que éstos han provocado en la UniónSoviética, todo eso ha incitado al imperialismo yanki a buscar unasalida a la grave crisis que padece por el camino de la guerra”.

Como se ha podido leer, entre los factores que configuran lanueva situación, contábamos con la posibilidad de un “corrimiento”de algunas de las nuevas potencias militares “del lado de los paísessocialistas”. Este es, sin duda, el punto más flojo de nuestradeclaración. y se explica por la confianza que aún teníamos en que,dada la crisis en que se hallaba sumida la URSS (o lo que aúnquedaba en pie del Estado Soviético), pudiera producirse una fuerte“sacudida” en su seno capaz de restablecer en poco tiempo su antiguaposición en el mundo y de manera que obligara a un replanteamiento

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de su política interior. En ello podían estar igualmente interesadosotros Estados y países, como la India, Irán, etc., y formar un frentecomún antiimperialista favorable a la revolución popular. De ahí queprosiguiéramos en la misma declaración: “Mas no creemos que esaposición oportunista y cobarde que preconiza la “paz” a cualquierprecio hasta el punto de pretender sacrificar los intereses vitales dela clase obrera y de la humanidad entera a los designioshegemonistas de EEUU pueda ser mantenida durante mucho mástiempo, ya que, entre otras razones, atenta contra la existencia de lamisma Unión Soviética. La experiencia está demostrando que lostiburones imperialistas no se conforman con un solo bocado, sinoque, por el contrario, una vez que han conseguido tragarse algunospaíses de Europa del Este, ahora la han emprendido con lasrepúblicas que integran la URSS. En realidad, su desmembramientoy destrucción, así como el de China Popular, de Cuba y demáspaíses socialistas, continúa siendo el principal objetivo delimperialismo, por lo que no dudamos que, a no tardar, lostrabajadores y revolucionarios de todos esos países ajustarán lascuentas al revisionismo ya la burguesía y reemprenderán el caminode la lucha más resuelta”.

Nos equivocamos en los pronósticos más inmediatosinducidos en parte, a que negarlo, por nuestros propios deseos oaspiraciones, pero sobre todo por el desconocimiento en que nosencontrábamos de la situación real que se había creado en lo quefuera la URSS, la cual se hallaba mucho más deteriorada o podridade lo que cabía imaginar. Sin embargo, ¿quién, que no sea unoportunista redomado, puede poner en tela de juicio el planteamientode fondo que inspira esa declaración? Este planteamiento realizadodesde una posición internacionalista, y que apunta no sólo contra elimperialismo, sino también contra la burguesía interna y susagentes revisionistas, es la única y verdadera alternativa capaz desacar al movimiento obrero y comunista del aparente atolladero ocallejón sin salida en que se encuentra.

También las medidas concretas que propone la Declaracióndel C.C. de enero de 1991 son justas: “Las consecuencias másinmediatas para la vida de las masas populares (que habrán de

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cargar con todo el peso de los costes militares y servir de carne decañón) así como la aceleración de los preparativos para laconfrontación general, no tardarán en hacerse sentir en todas partes(...) En una situación como ésta no hay lugar para las ilusionespacifistas ni para las prácticas políticas más o menos reformistas.Hay que oponer resistencia al régimen capitalista en todas lasformas posibles, desarrollar la desobediencia civil, negarse a pagarlos impuestos, reforzar la organización clandestina y hacerpreparativos en todos los terrenos para impulsar la guerrarevolucionaria”.

Tanto aquella apreciación de las “consecuencias inmediatas”como las medidas que se proponen para hacerles frente nos parecenfundamentalmente justas y adecuadas siempre, claro está, que setomen como lo que realmente son, es decir, como una apreciación yorientación general que deberá ser precisada en cada momento osituación concreta.

Descartada toda posibilidad de retomar la iniciativa frente alimperialismo desde un “saneamiento,) de las viejas posicionesocupadas por el movimiento socialista, hoy ya prácticamente barridasen todos los países, lo que se nos plantea no es otra cosa que unrepliegue ordenado que podrá ser más o menos prolongadodependiendo principalmente de la línea ideológica y política queapliquen las nuevas fuerzas revolucionarias que están surgiendo entodo el mundo, de su capacidad para recuperar y analizarcríticamente la experiencia histórica, para unirse en un frente Únicoantiimperialista y adaptar su táctica a las condiciones de la luchacontra la burguesía imperialista en cada país. En cualquier caso, todoesto habrá de ser realizado sobre las sólidas bases revolucionarias einternacionalistas del marxismo-leninismo. La ruptura con elrevisionismo tiene que ser radical; esto no ha de suponer unarenuncia allegado histórico ya las tradiciones del movimientocomunista internacional. Tampoco habría que descartar la posibilidadde “rescatar” una parte de los viejos “aparatos” en uno u otro casoparticular, lo que podría suceder sobre todo en países como China enuna situación de grave crisis económica y política o de abiertoenfrentamiento con el imperialismo. De lo que no cabe duda es que

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la crisis del movimiento obrero y comunista ha “tocado fondo” haceya algún tiempo, y que lo que ahora se nos plantea no es otra cosaque comenzar a remontar la cuesta bajo el fuego cruzado delenemigo.

Es en esta nueva situación y con esa perspectiva de“recuperación” de las fuerzas revolucionarias, indispensable paraorganizar y dirigir a las masas en la lucha contra el imperialismo ysus agentes revisionistas, como ha sido planteado el problema de laguerra y de la táctica a seguir en el Informe presentado al IVCongreso del Partido:

“Por lo demás, es necesario subrayar que, actualmente, dadala debilidad que afecta al conjunto del movimiento obrero ycomunista internacional, difícilmente podríamos encontrar un'aliado' o 'auxiliar' más poderoso y eficaz de nuestro movimiento,que las propias contradicciones en desarrollo del sistemacapitalista, así como las rivalidades y la misma guerra imperialistaque preparan. Esta parece ser otra ley ineluctable, aunque tambiénes verdad que no son absolutamente necesarias esas carnicerías ylos desastres y grandes calamidades que ocasionan para que larevolución pueda triunfar. La cuestión que se nos plantea en estosmomentos es que, de la misma forma que la revolución no pudoimpedir; en parecidas circunstancias anteriores, que estallara laguerra imperialista de rapiña, tampoco ahora va a poder impedirlo,por lo que tendrá que ser de nuevo la guerra la que haga triunfarla revolución (...)

“Nuestra táctica ante la eventualidad más que probable de lareanudación de un nuevo ciclo de guerras entre los Estadosimperialistas, y puesto que no podemos hacer nada por evitarlo,deberá consistir en alertar a las masas a la vez que nos preparamosen todos los terrenos para convertir la guerra imperialista enguerra civil revolucionaria, aprovechando para ello la situación decrisis general revolucionaria que va a provocar y el debilitamiento ydevastación de los Estados, así como el odio reconcentrado de lostrabajadores hacia los bandidos y criminales imperialistas yfascistas”.

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Esta misma posición queda recogida en forma sintetizada enel Programa del Partido aprobado en el IV Congreso, en lossiguientes términos: “El Partido se opone a la guerra imperialista yen el caso de que ésta se produzca deberá declararse derrotista; esdecir; abogará y hará todo lo que pueda para lograr la derrota delEstado de nuestra propia burguesía y la transformación de laguerra imperialista en guerra civil revolucionaria”.

Oponerse a la guerra y, en el caso de que estalle, combatirlaresueltamente desde una posición derrotista, de derrota del Estadode la propia burguesía, es la única posición consecuente en favor dela paz y al mismo tiempo internacionalista, la única que puededetener la máquina de la guerra del imperialismo y reforzar la unidadcombativa de la clase obrera y los pueblos de todos los paísesbeligerantes para poner fin a la carnicería y derrocar al régimen de laburguesía monopolista causante de ella. Pero, como vemos, laconsigna de “transformar la guerra imperialista en guerra civilrevolucionaria” se inscribe en la situación de “crisis general” que “vaa provocar”, de manera inevitable, la guerra; se inscribe en el“debilitamiento y la devastación de los Estados” y en la situación de“odio reconcentrado de los trabajadores hacia los bandidos”imperialistas. No se trata, por tanto, de desencadenar la guerra civilantes de que comience la guerra imperialista, como resultaría depreconizar la “huelga general” (y la huelga general, como indicóLenin con toda la razón -en el supuesto, claro está, de que pudiera serllevada a cabo con posibilidades de éxito- sería el comienzo de laguerra civil), sino de aprovechar las mismas contradiccionesinterimperialistas y sus consecuencias sobre las condiciones de viday la conciencia de decenas de millones de trabajadores, paraencender la llama de la revuelta, desencadenar la guerra civil yarrasar con el sistema moribundo de la burguesía.

Esta es la única táctica acertada, la que corresponde aplicar ala situación que hemos descrito, pues tiene en cuenta no sólo lasituación actual y la que se puede crear llegado un momento, sinotambién los intereses fundamentales del proletariado internacional.

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MANIFIESTO PROGRAMA

Aprobado en el IV Congreso del PCE(r). Septiembre de 1998(Fragmento)

5.7. La lucha contra el imperialismo y el peligro de guerra

La crisis capitalista mundial y la bancarrota del revisionismomoderno han hecho surgir nuevos centros imperialistas de poder yhan agravado todas las contradicciones del sistema. De ahí que sehaya agudizado la lucha entre los Estados capitalistas más fuertes porun nuevo reparto del mundo y se perfilen nuevas estrategiaseconómicas, políticas y militares, así como nuevas alianzas. En elplano mundial, las contradicciones que enfrentan entre sí a losgrupos monopolistas ya los Estados imperialistas se destacan hoydía, nuevamente, como la contradicción principal.

El imperialismo no es un todo homogéneo, ya que suimposición exacerba y complica todavía más las contradicciones delcapitalismo. Esto sucede porque su peculiaridad esencial no son losmonopolios “puros”, sino los monopolios junto con el intercambio,el mercado, la pequeña y media producción, la competencia y lacrisis.

En la carrera por vencer a sus competidores, los Estadosmonopolistas toman medidas de tipo proteccionista que luego seechan en cara unos a otros, practican el dumping, limitan lasinversiones, exigen contrapartidas, etc. A diferencia de la primeramitad de siglo, en que las zonas de fricción se encontraban,principalmente, en las colonias y semicolonias, hoy el eje de lasluchas monopolistas se ha desplazado a los mercados interiores delos propios países imperialistas, lo que imprime a la competencia unamayor agresividad.

Bien es verdad que no todo en las relaciones entre laspotencias capitalistas está basado en la política de fuerza y en la

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confrontación. También existen las alianzas y los acuerdos de paz,que vienen a ser como treguas entre las guerras. Sin embargo, enépocas de crisis general como la actual, tales acuerdos son sóloaspectos parciales que, a la vuelta de pocos años, se pueden romper ose vuelven papel mojado. De esta forma, los acuerdos y tratadosentre los Estados capitalistas van pasando a un segundo lugar,mientras que las luchas internas, los antagonismos, las viejasrivalidades y las disputas ocupan cada vez más un primer plano.Estas rivalidades, que en otro tiempo fueron motivo de frecuenteschoques, conflictos y guerras, conducen a nuevos enfrentamientosentre los Estados imperialistas por el reparto y el saqueo del mundo.Como decía Lenin: “Bajo el capitalismo no se concibe otrofundamento para el reparto de las esferas de influencia, de losintereses, de las colonias, etc., que la fuerza económica general,financiera, militar, etc.”8.

El Estado español no se mantiene al margen de este conflictoy participa como un país imperialista más en la carnicería, el repartoy la rapiña. Todo esto, el peligro de guerra, el apoyo por parte delcomplejo militar e informativo de la OTAN al aparato represivo y alejército español, los gastos militares que recaen sobre las clasespopulares y la posibilidad de utilización de nuestra juventud comocarne de cañón en las expediciones agresivas del imperialismo, sonproblemas, entre otros, que afectan a millones de personas. Estasituación está configurando un amplio movimiento de protesta yrechazo que cuenta no sólo con la participación de la clase obrera yla juventud (su verdadero motor y mantenedor), sino también conotros importantes sectores sociales. Es de esta manera, como elmovimiento contra el militarismo, contra las bases yankis instaladasen nuestro territorio y contra la OTAN, se va vinculando cada vezmás al conjunto del Movimiento de Resistencia que lucha por elderrocamiento del régimen y de los pilares que lo sostienen.

Dentro del marco del capitalismo nunca podremos evitar sustendencias agresivas e imperialistas; antes es necesario acabar con lascausas y el poder que las alimenta y origina. Por este motivo, si la

8 Lenin: “El imperialismo, fase superior del capitalismo”.51

lucha contra el imperialismo estuviera desprovista de objetivosrevolucionarios, no conseguiría, en el mejor de los casos, otra cosaque arrancar determinadas promesas del Gobierno. De ahí que, sindescartar que en el transcurso de la lucha se pueda hacer retroceder alas fuerzas imperialistas, debamos considerar que sólo elderrocamiento del régimen de los monopolios será lo que, enúltima instancia, desmantele las bases yankis en nuestro país, nosaleje del bloque imperialista y, a la postre, debilite a la reacciónmundial.

Nosotros consideramos que actualmente existen tres frentesde lucha contra el imperialismo: el frente que componen los paísessocialistas, el frente que forman los pueblos y las nacionesoprimidas, y el frente de lucha que se halla en el interior de losmismos países imperialistas. Estos tres frentes forman parte de unmismo combate general contra el imperialismo y la reacción y secomplementan y apoyan mutuamente.

El desarrollo de la lucha de clases en cada país, especialmentela lucha revolucionaria del proletariado, constituye uno de losfactores más importantes de la desintegración imperialista. Hoy día,el imperialismo de los EEUU y su instrumento militar, la OTAN,continúan siendo el principal enemigo de todos los pueblos delmundo, debiendo éstos, por tanto, mantenerse alerta y concentrartodas sus fuerzas contra él. Ahora bien, ante la eventualidad de queestalle una III guerra mundial, el proletariado revolucionario no harádistinción entre los bandos contendientes, pues dado el curso quesiguen los acontecimientos, ésta tendrá seguramente por ambaspartes un carácter de guerra imperialista, injusta y de rapiña.

El Partido se opone a la guerra imperialista. y en el caso deque ésta se produzca deberá declararse derrotista; es decir, abogaráy hará todo lo que pueda para lograr la derrota del Estado denuestra propia burguesía y la transformación de la guerraimperialista en guerra civil revolucionaria.

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5.8. Llevar a cabo la revolución en nuestro país ycontribuir a que triunfe en el mundo entero

Los intereses de la clase obrera son los mismos en todos lospaíses. Con la extensión a nivel mundial del modo de produccióncapitalista se refuerza la relación de interdependencia de los obrerosde los distintos países, y cobra mayor significación aún el principiode que el comunismo sólo puede vencer como revolución mundial.Consecuentemente con este principio, el PCE(r) se declara parteintegrante del partido internacional del proletariado.

En la situación de crisis generalizada del imperialismo y degrave peligro de guerra, se hace tanto o más necesaria y perentoriaque nunca la unidad de los obreros, de los pueblos y nacionesoprimidos de todo el mundo, para llevar a cabo hasta sus últimasconsecuencias la lucha contra la burguesía monopolista y elimperialismo. En este amplio frente de lucha, la clase obrera y lospartidos y organizaciones comunistas se destacan como la fuerzaprincipal y más decididamente revolucionaria. También los Estadossocialistas ocupan un lugar destacado, por lo que no pueden serconsiderados aisladamente, ya que forman parte de la revoluciónmundial, a la cual deben servir como avanzadilla y medio de acelerarsu desarrollo. Es en base a esta concepción como el proletariadorevolucionario ha de afrontar la duplicidad de sus tareas nacionales einternacionales. “Sólo hay un internacionalismo efectivo -explicabaLenin- que consiste en entregarse al desarrollo del movimientorevolucionario y de la lucha revolucionaria dentro del propio país, yen apoyar (por medio de la propaganda, con la ayuda moral ymaterial) esta lucha, esta línea de conducta y sólo ésta en todos lospaíses sin excepción”9.

Hoy más que nunca es totalmente válida la idea de que “losobreros no tienen patria”. Pero mientras existan los Estadoscapitalistas y las diferencias nacionales, la lucha entre los explotadosy los explotadores seguirá teniendo un marco nacional o estatal. Larevolución es un asunto del pueblo de cada país y depende de su

9 Lenin: “Las tareas del proletariado en nuestra revolución”.53

grado de madurez política que pueda llevarse a cabo. Esto no excluyela necesidad de un organismo que “represente” al gran ejército delproletariado internacional.

A este respecto consideramos un factor positivo la aspiracióna la constitución de un “centro” revolucionario mundial, cuyanecesidad se hace sentir cada vez más. Sin embargo, esto no puedesuponer repetir viejos errores. La unidad de la táctica internacionaldel movimiento obrero comunista de todos los países, decía Lenin,“exigirá, no la supresión de la variedad, no la supresión de lasparticularidades nacionales (lo cual es, en la actualidad, un sueñoabsurdo) sino una aplicación tal de los principios fundamentales delcomunismo... que modifique acertadamente estos principios en susdetalles, que los adapte, que los aplique acertadamente a lasparticularidades nacionales y nacional-estatales”10. De acuerdo conesta táctica, y siguiendo la fórmula aplicada por la I Internacional,abogamos más bien por la creación de una central deorientación, comunicación y cooperación internacional, queposibilite el apoyo mutuo y el intercambio de experiencias entre lasorganizaciones y partidos comunistas de todo el mundo, y que seacapaz, al mismo tiempo, de organizar acciones conjuntas.

10 Lenin: “La enfermedad infantil del 'izquierdismo' en el comunismo”.54