la guerra del pacÍfico (1879 - 18884) - pierre razoux

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    La guerra del Pacfico(1879-1884)

    Pierre Razoux*

    en 1879, Chile, Per y Bolivia libraron una guerra total durante cerca de cuatroaos por el control del desierto de Atacama, que tiene un subsuelo muy rico enrecursos mineros. Por qu interesarse en este conflicto desconocido que arrojcerca de 20 mil muertos? Simplemente porque ste model de forma duradera elpaisaje geoestratgico de Amrica del Sur. Todava hoy sus consecuencias sonfuente de discordia entre Chile y sus vecinos. Ms all de la dimensin geoes-tratgica, esta guerra constituy un vasto campo de experimentacin para losestrategas, tanto en el plano de lo material, particularmente naval, como en el delas doctrinas. Ofreci una perfecta ilustracin de las teoras de Mahan, muy enboga en la poca: intentos de incursiones por parte del ms dbil; bloqueo navalestablecido por el ms fuerte; combate decisivo; libertad de accin que se derivade la maestra en el espacio martimo. Demostr, una vez ms, que la captura dela capital contraria no supone forzosamente el fin de las hostilidades y que inclusopuede engendrar una guerrilla mortal. Ah estn los acontecimientos actuales mscandentes para recordarlo.

    EN LOS ORGENES DEL CONFLICTO

    Desde que Chile, Per y Bolivia conquistaron su independencia en 1817, 1821 y1825, respectivamente, los tres pases ya se haban encontrado frente a frente.En 1836, Per y Bolivia constituyeron una confederacin que amenazaba los

    * Traduccin del francs de Arturo Vzquez Barrn y Roberto Rueda.

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    intereses chilenos, e incluso se haban arriesgado a desestabilizar el rgimenestablecido en Santiago. Chile reaccion declarando la guerra a los dos pases.Como resultado de una campaa militar eficazmente llevada, el ejrcito chilenose apoder de Lima. Los contendientes se entendieron rpidamente en los tr-minos de un acuerdo de arreglo del conflicto y todo qued ms o menos en el ol-vido. Estaban, despus de todo, entre primos... Treinta aos ms tarde, los trespases se volvieron a encontrar, esta vez en el mismo bando, para luchar contraEspaa. En 1865 y 1866 el rey de Espaa recurri a la poltica del can paraconvencer a Per de que pagara sus deudas, intentando intimidar de paso a losdirigentes chilenos y bolivianos. Fundamentalmente, la Corona espaola nohaba digerido la prdida de sus colonias. Una escuadra espaola estableci elbloqueo de los puertos de Callao y de Valparaso, y luego, despus de haberlosbombardeado, regres a Europa. Bolivia acept un tratado de asistencia conChile, que reconoca un dominio comn virtual de los dos pases sobre la regindel desierto de Atacama, comprendida entre los paralelos 23 y 24 de latitud sur.Esta regin resguardaba la puerta de Antofagasta y de importantes yacimientosmineros. Se supona que el gobierno de Chile tena que asegurar su defensa. Acambio, poda explorar libremente esta regin desrtica, potencialmente rica, co-brando de paso la mitad de los impuestos retenidos por las industrias minerasdispersas en la zona.

    El mismo ao, la invencin de la dinamita confiri al desierto de Atacama unverdadero valor estratgico. Los importantes yacimientos de nitrato que se en-contraban ah entraban, de hecho, en la composicin del famoso explosivo. Ade-ms, el nitrato remplazaba ventajosamente al guano en la fabricacin de abonosagrcolas. El salitre, que se encontraba en grandes cantidades en este desierto,permita fabricar plvora para municiones. Haba cobre y plata en abundancia.En 1868, aprovechando este contexto prometedor, el chileno Jos Santos Ossafund la Compaa Explotadora del Desierto, de la que al ao siguiente inversio-nistas britnicos compraron la mitad del capital. Rpidamente, esta sociedad seconvirti en una de las compaas punteras de produccin de nitratos en el mer-cado mundial, obteniendo beneficios colosales para Chile y Gran Bretaa. Boliviatuvo que contentarse con modestas regalas. Su situacin econmica decay. EnPer, la situacin no era mejor. El ex presidente Jos Balta haba dilapidado la

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    fortuna acumulada durante dcadas, gracias a los ingresos de las minas de oro y deplata. Se haba lanzado a una poltica de grandes obras y de gastos suntuarios quehaban arruinado las arcas del Estado. Haba hundido a su pas en una situacineconmica catastrfica cercana a la bancarrota. La poltica de austeridad, decreta-da por su sucesor, Manuel Prado, no haba bastado para enderezar la situacin.

    EL EMBROLLO DIPLOMTICO

    En 1871, el gobierno boliviano intent renegociar con Chile, sin xito, lostrminos del tratado de 1866. Al ao siguiente, el gobierno chileno envi a su vezuna misin diplomtica a Bolivia para intentar comprar, simplemente, el conjuntode la regin en cuestin. sta no estaba a la venta y los negociadores chilenos re-gresaron con las manos vacas. Preocupada por los apetitos chilenos, Bolivia seacerc a Per para entablar una alianza defensiva que uniera a los dos pases. Estaalianza secreta se concret el 6 de febrero de 1873 y estipulaba que cada uno delos dos pases se deba asistencia mutua en caso de agresin. Deseosos de reforzarsus posiciones, Per y Bolivia le propusieron a Argentina unirse a su alianza defen-siva. Esta propuesta no poda sino interesarle al gobierno argentino, ansioso por re-solver un espinoso diferendo fronterizo con Chile. Informado por sus espas, Chilecontraatac en direccin de Brasil. Este pas, que ya haca las veces de potenciaregional, mantena en efecto excelentes relaciones con Chile, que era el nicopas del continente sudamericano que no tena fronteras directas con l. Entonces,las autoridades brasileas alzaron la voz en direccin de Buenos Aires. Amenazatanto ms creble cuanto que un ao antes Brasil haba estado a punto de entraren guerra con Argentina. Entonces, las autoridades argentinas rechazaron corts-mente la propuesta de alianza. La situacin se apacigu por un tiempo y el nuevopresidente chileno, Anbal Pinto, lo aprovech para lanzar en su pas un vasto plande rearmamento naval. En Per, el general Mariano Prado, hroe que haba sal-vado Callao de la escuadra espaola en 1866, fue elegido presidente en 1876, sinconseguir, no obstante, mejorar la situacin econmica del pas.

    En 1878, el presidente boliviano Hilarin Daza le prendi fuego a la mecha aldecidir aumentar unilateralmente los impuestos a los que estaba sometida la prin-cipal compaa chilena que laboraba en el desierto de Atacama, y amenaz con

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    nacionalizarla en caso de que se rehusara a pagar. La Compaa del Salitre y Fe-rrocarril de Antofagasta se neg a pagar y el conflicto se exacerb. Los mediosempresariales chilenos, apoyados por poderosos grupos de presin britnicos, in-fluyeron en el gobierno liberal del presidente Pinto para obligarlo a actuar. Elpresidente chileno recurri a su Marina. El 7 de febrero de 1879, la fragata blin-dada Blanco Encalada estableci el bloqueo del pequeo puerto boliviano de An-tofagasta. Una semana ms tarde, la alcanzaron la fragata blindada Cochrane y lacorbeta OHiggins. El 14 de febrero de 1879, un destacamento de la infantera deMarina, comandado por el coronel Sotomayor, desembarc en el lugar, se apode-r del puerto, y se adentr luego en direccin del desierto rido y rocalloso paratomar las minas de plata de Caracoles. Se lanz un ultimtum al gobierno boli-viano, ordenndole abandonar sus pretensiones fiscales en contra de los intereseschilenos. Para reforzar la credibilidad de este ultimtum, el coronel Sotomayorse apoder de Calama el 21 de marzo. Los chilenos controlaron a partir de enton-ces la capital del desierto de Atacama. El ejrcito boliviano, directamente co-mandado por el presidente Daza, estaba por su parte en vas de reagruparse cer-ca de la ciudad peruana de Tacna, mucho ms al norte.

    En Lima, un importante lobby liberal, que haba entendido bien que unaguerra no hara ms que agravar la situacin de Per, intent persuadir al gobiernode no dejarse arrastrar a la guerra. El presidente Prado envi a Santiago a un emi-sario reputado, el historiador Jos Antonio Lavalle, para intentar encontrar unasalida honorable a la crisis. Sin xito, pronto se volvi evidente que el gobiernochileno buscaba convencer paralelamente a las autoridades bolivianas de unirsea su esfuerzo para apoderarse de las riquezas mineras peruanas, dispersas en laregin de Tarapac. De hecho, Chile acababa de proponerle a Bolivia que le ayu-dara a conquistar los puertos peruanos de Iquique y de Arica, a cambio de la ce-sin de Antofagasta y de una parte del desierto de Atacama! Peor an, Santiagohaba lanzado una vasta ofensiva diplomtica en direccin de Colombia para con-vencer a su gobierno de prohibir el trfico ferroviario con destino a Per. A Chilele quedaba el recurso de abastecerse por el estrecho de Magallanes, pero la ni-ca alternativa de Per era esta va frrea estratgica que une al Atlntico con elPacfico, va el Istmo de Panam. As, el presidente Prado enfrentaba una situa-cin delicada que corra el riesgo, en todos los casos, de llevarlo a la guerra. Has-

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    tiado, oficializ la alianza secreta que ligaba a su pas con Bolivia, dejando as aSantiago entre la espada y la pared. El gobierno chileno acept el reto y declarla guerra a Per el 5 de abril de 1879. La suerte estaba echada.

    LAS FUERZAS PRESENTES

    La vspera de las hostilidades, Chile dispona de fuerzas armadas poco numerosaspero bien equipadas, cuidadosamente entrenadas, muy motivadas y notablementedirigidas. La Marina, comandada por el almirante Jos Goni, acababa de moder-nizarse y dispona de dos fragatas blindadas (Cochrane y Blanco Encalada), dos ca-oneros (Magallanes y Virgen de Cobadonga), cuatro corbetas (OHiggins, Chacabuco,Abtao y Esmeralda), cuatro torpederos y diez buques de transporte. Estos 22 bu-ques totalizaban 18 mil toneladas. El almirante Juan Williams garantizaba el man-do de la escuadra destacada en Valparaso. Igualmente, tena autoridad sobre unpequeo cuerpo de infantera de marina que contaba con tres batallones que agru-paban a 1500 hombres. El ejrcito tena el apoyo de una fuerza en activo de 4500hombres y de una guardia nacional que contaba con 45 mil hombres para la mo-vilizacin. El ejrcito en activo estaba estructurado alrededor de seis batallonesde infantera, tres batallones de caballera armados con carabinas de repeticinWinchester y dos batallones de artillera equipados con potentes caones Kruppde 12 libras y con ametralladoras Gatling y Nordenfelt. Por su parte, la guardia na-cional contaba con un gran nmero de mineros y campesinos, aunque tambincon citadinos instruidos y bien entrenados. El general Justo Arteaga estaba a la ca-beza del Ejrcito. Su avanzada edad la compensaba la calidad de su Estado Mayor.

    Del lado peruano, la situacin no era muy buena. El gobierno haba hechoahorros drsticos y las fuerzas armadas haban quedado reducidas a la mitad. LaMarina, considerada esencial para la proteccin del pas, la comandaba direc-tamente el presidente Prado. Por esta razn, haba sufrido menos debido a losrecortes presupuestarios que el Ejrcito. Dispona de dos fragatas blindadas(Huscar e Independencia), de dos corbetas (Pilcomayo y Unin), de dos torpederosy de dos venerables monitores (Atahualpa y Manco Capac) comprados a precio deoro a la marina estadounidense despus de la guerra de secesin. Desde enton-ces, el Atahualpa garantizaba la defensa del puerto de Callao, mientras que el

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    Manco Capac defenda la entrada del puerto de Arica. La Marina contaba igual-mente con seis navos de transporte. Estos 14 navos totalizaban apenas poco msde 10 mil toneladas. El capitn de nave Miguel Grau, un marino renombrado, esquien garantizaba el mando de la escuadra destacada en Callao. El ejrcito pe-ruano, comandado por el general Juan Buenda, no contaba ms que con 5 milhombres repartidos en cinco batallones de infantera, dos brigadas de caballeray tres regimientos de artillera. Su equipamiento era muy inferior al del ejrcitochileno. Slo una parte de los jinetes estaba armada con carabinas de repeticinWinchester. La artillera era obsoleta. El Ejrcito poda movilizar a 5 mil gendar-mes y reclutar localmente a 30 mil milicianos, esencialmente en el seno de laspoblaciones indias de origen inca. Estos milicianos, dirigidos por oficiales blancos,estaban mal equipados, pero saban dar prueba de un vigor impresionante y unadeterminacin a toda prueba, en tanto sus jefes y sus mujeres, las rabonas, per-manecieran a su lado. Los peruanos podan contar, adems, con varias fortalezasconstruidas por los espaoles, como las de Pisagua, Arica y, sobre todo, Callao.

    En cuanto a los bolivianos, stos no disponan de Marina y no podan contarms que con un ejrcito embrionario de 1 500 hombres, concentrados en tres ba-tallones de infantera comandados por el general Campero. A estas pobres fuerzasvenan a sumarse 6 mil milicianos armados con viejos rifles obsoletos. La mayorparte de los soldados eran de origen indio y sentan que les concernan muy pocolas rivalidades de Estados deseosos de incrementar su prestigio y sus recursosmineros. No eran ms que guerreros salvajes.

    Haciendo un balance, la relacin de fuerzas indudablemente favoreca enton-ces a los chilenos, particularmente en el mbito naval. Si bien el nmero de fra-gatas blindadas era idntico en una y otra parte, las fragatas chilenas eran clara-mente ms poderosas. Es ms, desde la declaracin de guerra, numerosos marinoschilenos, empleados por la marina peruana como mercenarios, haban abando-nado su puesto para unirse a su pas.

    Relacin de fuerzas Chile Per Bolivia

    Soldados en activo 6000 5000 1500Milicianos y reservistas 45000 35000 6000Navos 22 14

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    UNA PRIMERA FASE NAVAL

    Antes que nada, los contendientes tenan que conquistar la supremaca naval. Elalmirante chileno Goni decidi llevar las hostilidades al campo enemigo. Ordenal almirante Williams establecer el bloqueo de los puertos peruanos. Paralela-mente, organiz el transporte de una gran parte del ejrcito chileno a la reginde Antofagasta, que se convirti as en la retaguardia de las operaciones terrestres.

    El 16 de mayo de 1879, la escuadra chilena se hizo a la mar en direccin deCallao para intentar sorprender a la flota peruana, bombardeando de paso los espi-gones y los depsitos dispersos a lo largo de las costas. Al mismo tiempo, en te-rreno peruano, el presidente Prado haba tomado las riendas y avanzaba haciaArica, con su propia escuadra, que transportaba un importante cuerpo expedicio-nario. Su objetivo era sencillo: desembarcar en el lugar para detener el avance delas tropas chilenas y provocar una batalla naval decisiva que inclinara la relacinde fuerzas a su favor, acortando as un conflicto que amenazaba con eternizarse.Habindole advertido sus espas sobre la presencia de navos chilenos frente aIquique, solt sus dos fragatas blindadas en direccin a este puerto. Las dos es-cuadras, navegando en sentido inverso, se cruzaron a lo lejos sin percibirse. El 20de mayo, el presidente Prado desembarc, como estaba previsto, en Arica. Al dasiguiente, el almirante Williams lleg a Callao para constatar la ausencia de navosde guerra peruanos. En seguida se regres por donde haba venido y se dirigi atodo vapor en direccin a Iquique, con el fin de recuperar los dos navos chilenosque se encontraban ah. Sin embargo, los peruanos llegaron primero a Iquique. Alamanecer, las fragatas blindadas Huascar e Independencia haban llegado para sor-prender en el puerto a la venerable corbeta a vapor Esmeralda y al caonero Virgende Covadonga. El combate era manifiestamente desigual: cmo podan esperarrepeler los dos navos chilenos, insuficientemente armados, esas dos mquinasblindadas de guerra, equipadas con un poderoso espoln, con caones modernosde grueso calibre y ametralladoras Gatling? Considerando la posicin de los na-vos, el Virgen de Covadonga consigui escaparse. El Independencia se lanz inme-diatamente a su persecucin, dejando que Miguel Grau, a los mandos del Huas-car, se ocupara solo del Esmeralda. La corbeta chilena, arrinconada en el fondode la baha, con el motor debilitado, no tena esperanza de escape. Arturo Prat, su

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    comandante, areng a su tripulacin y le record que jams la bandera de un bu-que de guerra chileno haba sido tomada en combate, y que en caso de que lmuriera, contaba por supuesto con sus hombres para seguir su ejemplo y morirdignamente! A pesar de toda su ciencia y su valenta, Arturo Prat no pudo impe-dir que el Huascar se aproximara, para despus espolear su buque. El choque fueviolento. Arturo Prat aprovech la confusin para saltar al abordaje de su adversa-rio, con la espada desenvainada, acompaado de algunos marinos. No sobrevivims que algunos instantes, abatido por la metralla enemiga. La corbeta chilenazozobr muy rpidamente, arrastrando en sus flancos a las tres cuartas partes desu tripulacin.

    Por su parte, el Virgen de Covadonga haba recorrido la costa desrtica a todo va-por sin llegar a poner distancia con el Independencia. Carlos Condell, su comandan-te, haba tenido que cambiar de rumbo varias veces para evitar las tentativas deabordaje de su adversario. De repente, no lejos de Punta Gruesa, lo haba rasgadoun banco de arrecifes salientes. Comprendiendo su suerte, inmediatamente echel ancla, presentando su flanco al Independencia. El capitn del navo peruano cayen la trampa. Despus de haberse alejado para maniobrar, regres a gran veloci-dad para intentar espolear a su adversario de lado. No logr llegar a l, pues sufragata blindada se destrip sobre el banco de arrecifes que apenas se asomaba enla superficie! Entonces, Carlos Condell se coloc en el ngulo muerto del Indepen-dencia, caoneando la fragata blindada una y otra vez hasta que aqulla no fuems que una chatarra humeante. Viendo llegar a lo lejos al Huascar, el chilenorompi el combate. Miguel Grau slo pudo recoger a los sobrevivientes y dirigirsea Arica para informar de la situacin al presidente Prado. ste cambi de es-trategia. Promovi a Miguel Grau al rango de almirante y le orden acosar las cos-tas controladas por el adversario. Despus de algunas reparaciones someras, elHuascar, transformado en navo corsario, realiz una serie de incursiones contralos intereses chilenos. En Valparaso, el secretario de Marina orden inmediata-mente la caza del Huascar. La neutralizacin de este navo fue erigida como prio-ridad absoluta. El 3 de junio de 1879, se entabl una carrera de persecuciones in-decisas entre el Huascar y la fragata blindada Blanco Encalada. Aprovechando lanoche para frustrar al chileno en sus intenciones, Miguel Grau consigui esca-parse. Durante ms de un mes, la fragata blindada peruana sembr el caos, des-

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    truyendo numerosos depsitos y hundiendo varios navos mercantes. El 10 dejulio, el Huascar afront al caonero Magallanes a la altura de Iquique. La ventajaen el combate se inclin rpidamente hacia el peruano. El caonero chileno logrhuir, dejando el campo libre al Huascar para continuar con sus operaciones deacoso. El 23 de julio, Miguel Grau logr un golpe maestro apoderndose deltransportador de tropas Rimac, que transportaba 300 caballos y varias piezas deartillera pesada. Este botn vino a reforzar las filas del ejrcito peruano desplega-do en Pisagua y Arica. Imposible de atrapar, pero dando golpes por doquier, aMiguel Grau rpidamente se le conoci como el Lobo Blanco.

    En Santiago, la opinin pblica y la clase poltica se impacientaban por la faltade resultados. El general Erasmo Escala, considerado mucho ms dinmico, rem-plaz en la direccin del Ejrcito al general Arteaga. El almirante Williams cedisu lugar al almirante Galvarino Riveros en la direccin de la escuadra. Bajo la pre-sin popular, el presidente Pinto nombr a Rafael Sotomayor Ministro de Guerray le orden acelerar el ritmo de las operaciones. El pblico quera resultados, yla Marina deba estar en condiciones de drselos! El almirante Riveros recibicarta blanca para cumplir su misin. La escuadra fue llamada a Valparaso parareparar los daos sufridos, completar las cargas de carbn y municiones, entrenar-se, reorganizarse y poner a punto nuevos procedimientos de intercepcin.

    El 1 de octubre de 1879, aprovechando la llegada de mejores das, la escuadraabandon Valparaso en busca del Huascar. El almirante Riveros se enfil hacia elnorte hasta Arica para enterarse, por sus espas, que el almirante Grau se enfilabams al sur. El Huascar y el Unin recorran, en efecto, las costas no muy lejanas deAntofagasta, en busca de presas fciles. El almirante Riveros dividi sus fuerzasen dos y se enfil rumbo al sur. La corbeta OHiggins, el transporte armado Loa yla fragata blindada Cochrane, bajo el mando del capitn de nave Latorre, fueronencargados de patrullar mar adentro a unas veinte millas nuticas de las costas.Paralelamente, el almirante Riveros, a bordo de la fragata blindada BlancoEncalada, sigui el litoral lo ms de cerca posible con el caonero Virgen deCovadonga y el navo carbonero Matas Cousio, con el fin de hacer salir al adver-sario. Gracias a este dispositivo, el almirante chileno esperaba encontrar el Huas-car y poner punto final a las hazaas del almirante Grau.

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    El 8 de octubre, al amanecer, cuando volva a subir hacia el norte recorriendola costa, distinguiendo a lo lejos el puerto de Antofagasta, Miguel Grau divisjusto frente a l las fumarolas del Blanco Encalada, del Virgen de Covadonga y delMatas Cousio. Los tres navos an estaban lejos, pero le tapaban el camino. Elperuano decidi de inmediato dirigirse a alta mar, esperando as escapar de susadversarios. A las 8 horas, las fumarolas del Cochrane, del OHiggins y del Loa apa-recieron en el horizonte, cortando as toda va de retirada al Huascar y al Unin.Estratega al fin, el almirante Grau comenz inmediatamente una maniobra pararodear la Punta Angamos. Se enfil decididamente hacia el norte y orden al co-mandante del Unin aprovechar su velocidad superior para escapar, mientras lmismo iba a intentar forzar el dispositivo enemigo. Viendo que el Unin se lesescapaba, los marinos chilenos se abalanzaron sobre el Huascar. Despus de msde una hora de persecucin, el Cochrane y el OHiggins tuvieron a tiro la fragatablindada peruana. A las 9:25 los tres navos abrieron fuego con toda la potencia desus caones, al tiempo que seguan aproximndose unos a otros. El Huascar hizoefectivas varias salvas de obs de 209mm, mientras varios de sus disparos dabanen el blanco sobre el Cochrane. Los tres navos llegaron a hacer contacto, intentadoespolearse mutuamente. De una y otra parte, los pedazos de blindaje llovan ylos tiros de las ametralladoras Gatling asolaron los puentes. En pleno combate,la explosin de un obs chileno mat al almirante Grau. A las 10, el BlancoEncalada lleg al lugar de combate a la altura de Punta Angamos. Durante cercade una hora, los tres navos chilenos, a los que pronto se uni el Virgen de Cova-donga, bombardearon al corsario peruano y le infligieron daos considerables. Alas 11, despus de una ltima batalla, la tripulacin peruana entreg la bandera.La fragata Huascar fue remolcada hasta Valparaso donde sufri importantes repa-raciones. Rearmada, fue incorporada a las filas chilenas.

    Una vez resuelto este problema, el secretario de Marina restableci el bloqueoa los puertos peruanos. La marina peruana intent algunas salidas, sin xito. El 18de noviembre, al momento de una de estas escaramuzas, la fragata chilena Blan-co Encalada captur la corbeta Pilcomayo. Desde ese momento, los peruanos slodispusieron de la corbeta Unin, del monitor Manco Capac y de algunos torpe-deros emplazados en la defensa del puerto de Callao. Por su lado, la marina chi-lena poda contar con tres fragatas blindadas, tres corbetas y dos caoneros.

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    UNA SEGUNDA FASE ESENCIALMENTE TERRESTRE

    Al dominar el espacio martimo, los chilenos pudieron considerar la reactivacinde las operaciones terrestres. Al partir de Antofagasta, el cuerpo expedicionariochileno se escindi en dos. Un cuerpo del ejrcito se apoder de las principalesminas de nitrato del desierto de Atacama, mientras que un segundo cuerpo avan-zaba hacia el norte, donde se haban atrincherado la vanguardia de los ejrcitosperuano y boliviano, bajo el mando del general Juan Buenda. La marina chilenadesembarc tropas que tomaron por detrs la pequea ciudad fortificada dePisagua, enclavada en la cumbre de un acantilado y vigilada por soldados peru-anos y bolivianos. El 2 de noviembre de 1879, despus de varios asaltos mortales,las tropas chilenas tomaron Pisagua. El cuerpo expedicionario chileno, que con-taba con siete mil hombres, despus se movi en direccin a San Francisco. Ah,los chilenos repelieron una vigorosa contraofensiva emprendida por unidades pe-ruanas y bolivianas. La batalla fue feroz. Los chilenos perdieron 200 hombres, ysus adversarios, 300. Una gran parte de los soldados peruanos encontraron refugioen el pueblo de Tarapac. Los 600 hombres de la guarnicin peruana atrinchera-da en el puerto de Iquique estaban, por su parte, aislados a partir de ese momen-to. Dejando una puerta de salida a su adversario, los chilenos levantaron algunosdas el bloqueo naval del puerto de Iquique, con el fin de permitir a los peruanosevacuar la posicin. As, Iquique cay en sus manos sin que se derramara ningunagota de sangre. Las cosas fueron muy diferentes en Tarapac.

    El 27 de noviembre de 1879, los chilenos lanzaron un ataque general contraeste pueblo, enclavado en el fondo de un desfiladero, para intentar aniquilar lasfuerzas enemigas que estaban atrincheradas ah. No solamente los peruanos lle-garon a hacerles frente a los chilenos, sino que, gracias a un audaz contraataquellevado a cabo por las tropas incas dirigidas por el coronel Surez, la batalla le diola ventaja a los peruanos. Rpido, el combate se transform en una mezcla con-fusa y sangrienta de fusiles y armas blancas. Los chilenos se retiraron y slo evi-taron la derrota gracias a su caballera, que logr mantener a distancia a las sobre-excitadas tropas indias. Ese da perdieron 700 hombres y cedieron al adversarioocho preciados caones Krupp, as como unos cincuenta prisioneros. Por su lado,los peruanos acusaron la prdida de poco ms de 500 hombres. Al da siguiente,

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    las tropas peruanas, siempre aisladas, abandonaron Tarapac y emprendieron unalarga marcha, bajo un sol a plomo, a travs del altiplano desrtico para esquivar eldispositivo chileno y llegar a Arica. Llegaron ah tres semanas ms tarde, despusde haber luchado contra el hambre y la sed a ms de cuatro mil metros de altitud.

    Mientras tanto, el presidente Prado haba confiado la direccin de las opera-ciones al almirante Lizardo Montero, un marino en quien confiaba plenamente,para regresar a Lima y volver a tomar las cosas en sus manos. La poblacin an es-taba en shock por la desaparicin del almirante Grau y su moral estaba de lo msbaja. El Congreso se haba negado incluso a votar los impuestos para financiar elesfuerzo de guerra. El presidente peruano pas varios das arengando a los miem-bros del Congreso. Pensando que haba logrado restablecer la situacin en el fren-te interno, se embarc el 18 de diciembre de 1879 a Europa, con el fin de nego-ciar all importantes prstamos bancarios e intentar procurarse nuevos navos deguerra. Tres das despus de su partida, la poblacin de Lima se sublev y lleval poder a Nicols de Pirola, personaje radiante y controvertido, demagogo y po-pulista, que no hizo gran cosa para mejorar la situacin de las fuerzas armadas.Confirm al general Manuel Gonzlez de la Cotera en el puesto de Ministro deGuerra y dej a sus generales, torpes en el campo de batalla, la responsabilidadde contener al invasor

    Por su parte, los chilenos se reforzaron y pasaron a la etapa siguiente: la tomade Arica. Su estrategia consista, en efecto, en apoderarse metdicamente de cadapuerto y cada ciudad costera importante, a fin de crear una red de puntos de apo-yo logsticos que les permitieran aproximarse progresivamente al corazn del te-rritorio enemigo. El 24 de febrero de 1880, la escuadra chilena desembarc a docemil hombres en el puerto de Ilo, a unos sesenta kilmetros al norte de Arica. El22 de marzo, el cuerpo expedicionario chileno se apoder del puerto de Los n-geles, aislando as al ejrcito peruano y boliviano, disperso entre Tacna y Arica.Durante cerca de dos meses, los chilenos reforzaron su dispositivo y estrecharonsu dominio alrededor de Tacna. Esta ciudad constitua el cerrojo que permita elacceso a Bolivia. Ms al sur, la divisin chilena del general Manuel Baquedanoavanzaba hacia Tacna despus de haber dejado algunas tropas como barrera fren-te a Arica. El cerco se estaba cerrando inexorablemente alrededor de los nuevemil peruanos y bolivianos atrincherados en Tacna, comandados respectivamente

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    por el coronel Francisco Bolognesi y el general Campero. Sin disponer de nin-gn medio de transporte y casi nada de artillera y de caballera, stos estabanobligados a una defensa a ultranza de sus posiciones. El 26 de mayo de 1880, loschilenos pasaron a la ofensiva. Cuatro columnas que totalizaban 14 mil hombresse abalanzaron al asalto de Tacna, apoyados por una poderosa artillera. La bata-lla se transform rpido en una carnicera. Los contraataques suicidas llevados acabo por los indios quechuas y aimaras fueron repelidos por la artillera y las ame-tralladoras. Al caer la noche, los chilenos controlaban Tacna. Pero a qu precio!2 200 de los suyos haban sido muertos o gravemente heridos, mientras que dosmil de sus adversarios murieron y otros 1 500, heridos, haban cado prisioneros.El coronel Bolognesi se refugi con sus tropas en la fortaleza de Arica. En cuantoal general Campero, ste se repleg al altiplano con los sobrevivientes del ejrcitoboliviano. Por su parte, el presidente Daza dej Bolivia, abandonando cobarde-mente a su pas a su triste suerte. La guerra del Pacfico se resuma, a partir de esemomento, en un enfrentamiento entre Chile y Per.

    Despus de reorganizar sus fuerzas, el general Baquedano se dirigi a Arica.Asuma, a partir de ese momento, el mando del ejrcito chileno en su conjunto ydispona de 12 mil hombres. Por su parte, el almirante Montero haba regresadoa Lima y le haba confiado el mando de la guarnicin al coronel Bolognesi. El 7de junio, el general Baquedano pas al ataque. Despus de una jornada de spe-ros combates realizados de reducto en reducto, la guarnicin, aislada, depuso lasarmas, despus de una ltima batalla del coronel Bolognesi, que combati hastael ltimo cartucho y sucumbi en medio de la ltima columna de tropas peruanasque todava se encontraban en buen estado. Al pie de la fortaleza, la tripulacindel monitor Manco Capac hundi su navo con el fin de no caer en manos de loschilenos.

    Mientras que el ejrcito chileno se apoderaba de la provincia de Arica, la es-cuadra endureci el bloqueo de Callao, bombardeando intermitentemente estepuerto por el que transitaban de manera regular las armas y el abastecimientocon destino a Lima. Los peruanos haban cometido el error de no defender la islaSan Lorenzo, situada frente a Callao. El almirante Riveros aprovech esto paraestablecer ah su cuartel general.

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    INTERMEDIO DIPLOMTICO

    La cada de Arica marc el fin de la fase de expansin chilena y cada bando apro-vech el invierno austral para vendar sus heridas, completar sus efectivos y pen-sar despus de las operaciones. Estados Unidos aprovech la ocasin para intentaruna mediacin entre los dos contendientes. Santiago y Lima aceptaron la proposi-cin y cada uno envi una delegacin a bordo del crucero estadounidense USSLackawanna, en el fondeadero a la altura de Arica. La conferencia comenz el 22de octubre de 1880, pero fue corta debido a que los peruanos haban consideradoinaceptables las condiciones chilenas. Contra toda lgica, el presidente peruanodecidi continuar las hostilidades. En consecuencia, el ministro de guerra chilenoorden la invasin de Per. Paralelamente, los diplomticos chilenos se esforza-ron en tranquilizar a las cancilleras europeas que amenazaban con intervenir paraterminar con este conflicto estpido que amenazaba los intereses de sus banque-ros. En efecto, el anterior gobierno peruano haba contrado deudas colosales y laspotencias europeas no estaban dispuestas a hacer borrn y cuenta nueva. Francia,en particular, se senta tanto ms concernida cuanto que, en 1869, Nicols de Pi-rola, entonces Ministro de Finanzas, le haba atribuido a la sociedad AugusteDreyfus el cuasimonopolio del comercio de guano! Por su parte, y en perfectaaplicacin de la doctrina Monroe, Washington multiplic las presiones paraconvencer a las potencias europeas de que dejaran a Estados Unidos manejar soloel problema.

    UNA VICTORIA CHILENA INAPELABLE

    En el mes de julio de 1880, un pequeo cuerpo expedicionario de tres mil chile-nos, comandados por el capitn de nave Patricio Lynch, se embarc a bordo de laescuadra con un objetivo simple: sembrar el caos en las costas peruanas para obli-gar a la poblacin a hacer presin sobre su gobierno y obligarlo a aceptar un tra-tado de paz con Chile. En cuanto a los peruanos, stos multiplicaron los intentosdesesperados de romper el cerco chileno. El 13 de septiembre, el caonero chi-leno Virgen de Covadonga fue hundido a la entrada del puerto de Chancay por un

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    navo peruano transformado en brlot.1 El 6 de diciembre, tres torpederos chile-nos cayeron en una emboscada; el Fresia se hundi, el Guacolda y el Tucapel que-daron severamente daados.

    El general Baquedano decidi golpear a su adversario en la cabeza atacandosu capital. A finales de noviembre y principios de diciembre, la marina chilenadesembarc lo esencial del ejrcito en los puertos de Pisco, de Chilca y de Cura-yaco, sin que nada pudieran hacer los peruanos para oponerse. Los chilenos es-taban listos para transportar a 26 mil hombres, de los cuales 1500 eran jinetes,para esta ltima ofensiva. Disponan de 77 caones modernos, de diez ametralla-doras y de toda la artillera de la flota. Frente a ellos, los peruanos no alineaban ams de 12 mil hombres, 800 jinetes y unos treinta caones obsoletos. El presi-dente Pirola, incluso, haba ordenado urgentemente el levantamiento en masade todos los ciudadanos que tuvieran ms de 16 aos de edad. As, poda contarcon cinco mil hombres suplementarios que, aunque valientes, no estaban menosmal preparados para la batalla.

    A principios de enero, el ejrcito chileno convergi en Lima. ste estaba divi-dido en tres divisiones y una fuerza de caballera dirigida por el coronel Letelier.El asalto a los arrabales de la capital comenz el 13 de enero. Dos das ms tarde,durante la batalla decisiva de Miraflores, la escuadra apoy el asalto de las tropaschilenas con toda la potencia de su artillera. El presidente Pirola particip direc-tamente en la batalla, yendo de un punto a otro para intentar subir la moral de sustropas, sin tener, no obstante, la menor visin estratgica, que le habra permiti-do elaborar un plan de batalla coherente. As, como el presidente simplemente sehaba olvidado de su presencia, una parte de los refuerzos peruanos permanecidescansando armas! El asalto fue particularmente brutal y sangriento. Determi-nados, los chilenos fueron derribando una a una las posiciones adversas. El 17 deenero de 1881, como resultado de esta batalla que les cost la vida a ms de dosmil combatientes en cada uno de los bandos, los chilenos hicieron su entrada aLima. La capital peruana haba sufrido combates y cerca de cuatro mil civiles ha-ban sido muertos. Fue precisa la intervencin del cuerpo diplomtico para dete-

    1 Trmino del francs antiguo que hace referencia a un navo pequeo, cargado con material inflamable ydestinado a incendiar los navos enemigos. (N. del T.)

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    ner las exacciones que se estaban desarrollando de una y otra parte. Al da si-guiente, los chilenos se apoderaron de Callao. Los marinos peruanos hundieronla totalidad de los navos que no haban cado an en las manos del enemigo.Mientras se po-nan de acuerdo sobre los trminos de un tratado de paz, el go-bierno chileno nombr a Patricio Lynch gobernador militar de Per.

    TRES AOS DE GUERRILLA

    Las tropas peruanas, derrotadas, se reagruparon fuera de Lima, y luego huyeronen direccin a Cuzco. Una verdadera guerrilla se desarroll al interior del pas.El general Cceres tom a su cargo los grupos guerrilleros activos en el centro dePer, los famosos montoneros, mientras que el almirante Montero organiz laresistencia en el norte. Los patriotas peruanos estaban decididos a batirse en cadapueblo y en cada hacienda. Rebasado por los acontecimientos, el ex presidentePirola fue hecho a un lado progresivamente. El general Miguel Iglesias, uno desus ms fieles apoyos, lo remplaz extraoficialmente como cabeza de laresistencia.

    Por su parte, los chilenos haban captado la dimensin del problema: les seraimposible controlar al conjunto del pas. En vez de lanzarse a una costosa guerrade guerrillas, se contentaron con mantener el control de la capital y de los puertos,apostando a un gobierno ttere para firmar un acuerdo de paz que les fuera muyfavorable. Francisco Caldern, conocido por la hostilidad que mantena en contrade Nicols de Pirola, fue designado por las autoridades chilenas como el nuevopresidente peruano. Un nuevo Congreso se instaur para intentar persuadir a lapoblacin sobre la utilidad de firmar un acuerdo de paz con el invasor. La guerri-lla no dej de intensificar su accin, incluso registrando algunos xitos notables.El espritu de resistencia era tanto ms fuerte cuanto que un sentimiento de hos-tilidad en contra de Chile estaba expandindose por Amrica Latina. Paralela-mente, Washington haba adoptado una actitud ms favorable hacia Per y habareconocido al gobierno ttere de Francisco Caldern. Es cierto que los estadouni-denses, despus de mucho tiempo, buscaban tomar el control de las minas denitrato peruanas. El 2 de agosto de 1881, Stephen Hurlbut, un ministro estadou-nidense plenipotenciario, lleg a Lima para comunicar a las autoridades de ocu-

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    pacin que Estados Unidos no poda aprobar el recurso de la guerra como mediode expansin territorial en detrimento de otra nacin, excepto como ltimo recur-so y en caso de extrema urgencia. La conclusin que sac Francisco Caldernera que Estados Unidos lo apoyaba y que poda oponerse firmemente a las ma-niobras de Santiago, que pretendan imponerle un tratado injusto. Entonces, re-chaz sin miramientos varias proposiciones chilenas. Las autoridades chilenas selo tomaron a mal, lo detuvieron y lo mantuvieron bajo arresto domiciliario. Desdeentonces, los chilenos se vieron obligados a administrar directamente el pas. Elefecto de este torpe golpe de fuerza fue que se intensific la resistencia. El surdel pas, hasta aqu relativamente en calma, se sublev contra el invasor chileno.El almirante Montero se dirigi hacia all para tomar a su cargo la guerrilla na-ciente. Sin embargo, aparecieron disensiones cada vez ms fuertes entre los tresjefes de la resistencia, quienes pretendan el cargo de presidente. En Chile, laeleccin de Domingo Santa Mara para la presidencia del pas, en septiembre de1881, calm los nimos durante algunos meses. Este liberal autntico haba vividoen Per mucho tiempo, donde haba entablado slidas amistades, muy tiles enun contexto semejante.

    Las autoridades chilenas sacaron provecho del ao 1882 para intensificar loscontactos con la clase poltica peruana, pero tambin para reorganizar su dispositi-vo militar en vista de eventuales operaciones contra la guerrilla. Medida juiciosa,dado que las negociaciones decayeron. En julio de 1883, una divisin chilenahizo huir a los montoneros del general Cceres. Algunas semanas ms tarde, otrastropas chilenas acorralaron a los guerrilleros del almirante Montero. Estas dos per-sonalidades se encontraron fuera de combate, y por esta razn el general Iglesiasse impuso rpidamente como el nico interlocutor con credibilidad. Los chilenospusieron sus esperanzas en l y le ofrecieron el puesto de presidente, a cambio deun arreglo definitivo del conflicto. Cada quien sac ventaja de esto y el nuevohombre fuerte de Per acept los trminos de un tratado de paz que fue rubri-cado el 20 de octubre de 1883 en Ancn, una pequea ciudad costera situada nolejos de Lima. La nueva Asamblea Constitucional de Per ratific el tratado deAncn el 4 de marzo siguiente. Este tratado pona fin a tres aos de ocupacin mi-litar y avalaba la cesin definitiva de las provincias de Tarapac y de Arica a Chile.Un mes ms tarde, el 4 de abril de 1884, Bolivia firm un pacto de armisticio con

  • Chile, al trmino del cual aqulla le ceda el puerto de Antofagasta y los territo-rios comprendidos entre los paralelos 23 y 24. La guerra del Pacfico haba termi-nado. Le haba permitido a Chile incrementar su territorio en ms de una terceraparte, abriendo as la va a una nueva conformacin poltica regional. Habapuesto en evidencia las rivalidades coloniales de las grandes potencias, ilustrandola voluntad de Washington de mantener a los europeos al margen del continenteamericano. Los franceses lo haban entendido algunos aos antes, en el momentode su desastrosa campaa en Mxico. Los espaoles sufriran la amarga experien-cia quince aos ms tarde, en Cuba.

    PARA SABER MS SOBRE ESTE ACONTECIMIENTO:

    Sealemos la obra de Clements Markham, The War between Peru and Chile(Sampson Low, Londres, 1883, 306 p.), el primer relato detallado que permitecomprender el desarrollo de las operaciones, con un marcado a priori a favor delbando peruano. Robert Burr perge una excelente sntesis de los aspectos di-plomticos del conflicto en su obra titulada By Reason on Force, Chile and theBalancing of Power in South America/1830-1905 (University of California Press, Losngeles, 1965, 321 p.). Fredrick Pike analiza en su libro The Modern History ofPeru (Weidenfeld & Nicolson, Londres, 1967, 386 p.) la visin peruana de estaguerra. Para un relato detallado de las operaciones, visto a travs del prisma chi-leno, conviene remitirse al libro de William Sater, Chile and the War of the Pacific(University of Nebraska Press, Lincoln, 1986, 343 p.), y tambin al artculo deSergio Jarpa Gerhard, La campaa martima de 1879, publicado en el nme-ro 744 de la Revista de Marina (Publicaciones de la Armada de Chile, Valparaso,vol. 98, sept-oct. 1981, pp. 553-562). La obra de Carlos Lpez Urrutia, Historiade la Marina de Chile (Andrs Bello, Santiago, 1969, 448 p.), sigue siendo, sin em-bargo, la mejor referencia para captar el papel fundamental de la marina chilenadurante el conflicto.

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