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L L a a F F e e B B a a h h á á í í S S u u s s E E n n s s e e ñ ñ a a n n z z a a s s , , H H i i s s t t o o r r i i a a y y P P r r á á c c t t i i c c a a s s

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PPoorr:: SShhaahhiinn VVaaffaaii

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CCoonntteenniiddoo IInnttrroodduucccciióónn 44

II.. AApprreennddiieennddoo ddee DDiiooss:: EEll PPaappeell ddee llaass MMaanniiffeessttaacciioonneess DDiivviinnaass 66

IIII.. CCoommpprreennddiieennddoo aa NNoossoottrrooss MMiissmmooss:: LLaa NNaattuurraalleezzaa HHuummaannaa,, eell PPrrooppóóssiittoo ddee llaa VViiddaa YY llaa VViiddaa VVeenniiddeerraa 1144

IIIIII.. CCoonnssttrruuyyeennddoo uunnaa SSoocciieeddaadd JJuussttaa,, PPaaccííffiiccaa YY PPrrooggrreessiivvaa:: LLooss PPrriinncciippiiooss ddee llaa UUnniiddaadd 2222

IIVV.. DDeessccuubbrriieennddoo eell TTrraassffoonnddoo ddee llaass EEnnsseeññaannzzaass BBaahháá’’ííss:: LLaa HHiissttoorriiaa ddee llaa FFee BBaahháá''íí 3322

VV.. AAddooppttaannddoo PPaattrroonneess EEssppiirriittuuaalleess:: LLeeyyeess yy PPrriinncciippiiooss ppaarraa eell IInnddiivviidduuoo,, llaa FFaammiilliiaa,, YY llaa CCoommuunniiddaadd 4466

VVII.. RReeccoonnoocciieennddoo llaa EEddaadd PPrroommeettiiddaa:: EExxppeeccttaacciióónn yy CCuummpplliimmiieennttoo 6600

RReeffeerreenncciiaass 6699

BBiibblliiooggrraaffííaa 6699

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INTRODUCCIÓN La Fe bahá'í es una religión mundial. Desde su nacimiento hace más de un siglo

y medio, se ha enraizado en más países que cualquier otra religión con excepción de cristianismo.1 Se hallan sus más de cinco millones de seguidores en casi 100,000 localidades alrededor del mundo y representan casi 2,100 grupos étnicos, raciales y tribales. Su literatura ha sido traducida en más de 800 idiomas. Sus instituciones locales han sido establecidas en más de 10,000 comunidades. Y sus proyectos de desarrollo social y económico operan en más de 100 países. La comunidad bahá’í que abarca a todo el mundo pueda ser un cuerpo de personas más diversas y organizadas en todo el planeta.

Que personas de casi todas las orígenes étnicas, raciales y religiosas han sido atraídas a las enseñanzas bahá'ís confirma la visión de la unidad enseñada por el fundador de la Fe bahá'í, Bahá’u’lláh (pronunciado “Ba-Ja-O-La”). En el siglo diecinueve, Bahá’u’lláh proclamó que él era el portador de una nueva revelación de Dios y aquél prometido por las religiones del pasado. Cristianos, musulmanes, judíos, hindúes, sikhs, zoroastrianos y budistas quienes han abrazado la verdad de la Fe bahá’í han sido atraídos por sus principios unificadores. Estos principios incluyen: hay sólo un Dios; toda la humanidad son hijos de Dios; y Dios ha proveído la educación espiritual de la humanidad por medio de un proceso – la sucesión de las grandes religiones mundiales. Personas de fe y de ninguna fe, las que son místicamente orientadas, y las con mentes prácticas, todas, han sido atraídas a este sistema de creencia, que es espiritual en esencia, sin embargo científico en sus métodos. Han apreciado la forma en que esta trata a su espiritualidad personal así como la promoción de una sociedad justa y pacífica.

El crecimiento de la Fe bahá’í es extraordinario no sólo por razón de la diversidad de la humanidad que ha respondido a su mensaje sino también porque ella se ha propagado a pesar de las continuas y severas persecuciones desde su nacimiento en Persia (Irán) en 1844. El precursor de la Fe fue ejecutado 1 2002 Britannica Book of the Year 302 (Encyclopaedia Brittanica, Inc. 2002) (Identificando el número de países en los cuales cada religión tiene “un significante y organizado número de seguidores”):

Religión Número de países Cristianismo 238 La Fe bahá’í 218 Islam 204 Judaísmo 134 Budismo 126 Hinduismo 114

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públicamente; su fundador fue sometido a 40 años de exilio y encarcelamiento; su principal promotor fue privado de la libertad por casi un medio siglo; y más de 20,000 de sus primeros seguidores – hombres, mujeres y niños – fueron muertos por sus creencias. A pesar de tal oposición, y a veces por causa de ésta, la Fe bahá'í ha sido propagada constantemente en casi todos los países del mundo.

Este texto ofrece una breve introducción a las enseñanzas, historia y prácticas que han despertado tal respuesta universal. Una exacta y cabal descripción de la religión fundada por Bahá’u’lláh no es posible aquí dada que sus escritos constituyen el equivalente de casi cien volúmenes. Sin embargo, la siguiente discusión cita extensivamente de los sagrados escritos bahá'ís para que el lector pueda, hasta tal punto posible, explorar las enseñanzas de la Fe en su forma pura. Se espera que esta introducción provea un vislumbre de la visión que ha inspirado a millones de personas por todo el mundo.

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Capítulo I Aprendiendo de Dios:

El Papel de las Manifestaciones Divinas ***********

Esta es la inmutable Fe Dios, eterna en el pasado, eterna en el futuro. – BAHÁ’U’LLÁH

Conociendo a Dios ¿Qué se puede aprender acerca de Dios? ¿Y cómo se puede adquirir tal

conocimiento? Éstas están entre las interrogantes más importantes en el sendero de la búsqueda espiritual. Los escritos de Bahá’u’lláh ofrecen respuestas a estas profundas interrogantes.

Bahá’u’lláh enseñó que Dios es eterno, omnisciente, y consciente de Su creación. Los signos y atributos de Dios son reflejados en la creación, pero la esencia de Dios es invisible, inaccesible, e incognoscible a los seres humanos. Porque Dios es ilimitado e infinito, pero la mente humana es limitada y finita, los seres humanos no pueden “comprender el eterno y oculto Creador.” Igual como una pintura falta la capacidad de entender el artista quien la pintó, así no es posible a la humanidad entender la esencia de Dios, el Creador de todo.

Las escrituras bahá’ís explican que porque nosotros como seres humanos no podemos tener acceso directo a ni conocer a Dios, Él ha enviado, en cada época, un alma pura e inmaculada que ha actuado como un intermediario entre Dios y la humanidad. Dios ha proveído esta conexión a Él Mismo por Su amor a la humanidad. Estos intermediarios (o “Manifestaciones de Dios”) han incluido, por ejemplo, tales figuras históricas como Moisés, Jesús, Muhammad y Bahá’u’lláh. Ellos han sido los fundadores de las grandes religiones mundiales. Las Manifestaciones son los representantes de Dios – “espejos que verdadera y fielmente reflejan la luz de Dios.” Si bien la esencia de Dios quedará siempre incognoscible a la mente humana, las cualidades de Dios – tales como el amor, misericordia, conocimiento y poder – pueden ser conocidas por medio de las Manifestaciones de Dios, quienes reflejan perfectamente estos atributos divinos. “En la Manifestación de Dios, el espejo perfectamente pulido, aparecen las cualidades de lo Divino en una forma que el hombre es capaz de comprender.”

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La analogía del sol brillando en un espejo ayuda a explicar la relación de Dios, la Manifestación, y la humanidad. Dios es como el sol, que es la fuente de vida pero que nunca puede ser aproximado de cerca o completamente comprendido por cualquier ser humano. La Manifestación de Dios es como un espejo perfectamente pulido que refleja la luz del sol. Igual por volverse hacia el espejo, se puede ver la imagen del sol, volviéndose hacia el espejo de la Manifestación, se puede ver la imagen espiritual de Dios. De acuerdo al punto de vista bahá’í, esto es lo que quería decir Jesucristo cuando él declaró que el Padre estaba en él, es decir, que “la realidad de aquel Sol eterno se había hecho reflejado en su gloria en Cristo…”

Porque cada uno de las Manifestaciones es el camino que conecta este mundo con el reino de Dios, quienquiera reconozca la Manifestación ha reconocido a Dios. Y porque la naturaleza infinita de Dios no puede ser comprendido por la finita mente humana, Dios “nunca puede ser conocido excepto por medio de Su Manifestación.” Un entendimiento del papel llevado a cabo por la Manifestación de Dios como el único vínculo directo entre Dios y la humanidad, ofrece nuevas perspectivas a tales declaraciones escripturales como, “Yo soy el camino, la verdad, y la vida: ningún hombre llega al Padre sino por mí.” Tales pasajes, que aparecen en las tradiciones escriturales de las religiones mundiales, pueden ser comprendidos como algo más que reclamos de la salvación exclusiva. Pueden ser vistos como declaraciones profundas acerca de los medios por los cuales la humanidad pueden conocer a Dios – por medio de la Manifestación que aparece en cada época. “Por lo tanto, si un hombre alcanza el conocimiento de las Santas Manifestaciones, alcanzará el conocimiento de Dios; y si sea negligente del conocimiento de las Santas Manifestaciones, será privado del conocimiento de Dios.” Las Manifestaciones siempre han sido los representantes y portavoces de Dios en la tierra, así que su palabra es la palabra de Dios, su mandamiento es el mandamiento de Dios, y su prohibición es la prohibición de Dios.

Las Manifestaciones de Dios como Educadores Divinos Según las enseñanzas bahá’ís, “El propósito de la aparición de las

Manifestaciones de Dios es la educación de la gente.” Dios envía las Manifestaciones a la humanidad para educar las almas y realizar una transformación en el carácter de la humanidad. Como la historia demuestra, las Manifestaciones han aparecido a menudo y entregado su mensaje a gente que fue decayendo rápidamente o ya había llegado al abismo de la degradación moral y espiritual. En otras palabras, Dios envía Sus Manifestaciones al mundo cuando las gentes se han alejado de Dios. Por ejemplo, en varios períodos en la historia, la religión – o, más precisamente, la corrupción de la religión – ha causado conflicto,

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división, fanatismo, y la violencia en el mundo. Las Manifestaciones aparecen de nuevo para hacer conocido la voluntad y propósito de Dios y restaurar la religión como una fuerza positiva en la sociedad, más bien que destructiva.

Las Manifestaciones han transformado los seres humanos por medio de educarlos espiritualmente, eso es, promoviendo el conocimiento de Dios y adelantando la unidad entre la gente. Así que para descubrir si un individuo fue realmente una Manifestación de Dios, se debe investigar los hechos circundantes de su vida e historia y examinar si él haya educado la humanidad espiritualmente. Si tal individuo fuera un verdadero educador – si él hubiera educado una población entera, causando a la gente elevarse del abismo de la ignorancia a las alturas del conocimiento y conducta espirituales – eso ofrecería evidencia que él era una Manifestación de Dios.

Por ejemplo, Moisés fue un educador divino. Cuando Moisés apareció, las tribus de Israel estaban en un estado de desunión y miseria como cautivos de los faraones. Por medio de la ley divina que reveló, Moisés estableció la unidad entre su pueblo. Él les guió desde el cautiverio hacia la Tierra Santa, les elevó de la ignorancia y desesperación, y los educó a tal grado que se levantaron de una condición de cautiverio a una de honor. Los israelitas llegaron a ser proficientes en las ciencias y artes y desarrollaron una civilización que llegó a ser la envidia de otros pueblos. La influencia de Moisés en moldear la ley y moralidad ha durado por siglos.

Del mismo modo, Jesucristo, quien la Biblia identificó como el Hijo de Dios, fue un educador divino de la humanidad. Apareció en un tiempo cuando los israelitas habían caído desde las alturas de gloria hasta una condición de decaimiento espiritual, cultural y moral. Jesús emplazó a todos a la rectitud, amor, y renacimiento espiritual. Últimamente sacrificó su propia vida para que otros pudieran ser edificados por sus enseñanzas. Aquellos que le aceptaron y vivieron de acuerdo con sus principios fueron levantados y regenerados espiritualmente. En tiempo, la religión de Jesús unificó los varios pueblos y naciones, uniéndolos en la hermandad y acuerdo. Las enseñanzas de Jesús trajeron bajo una sola bandera las previamente guerreando grupos como los griegos, romanos, egipcios, asirios, caldeos, y fenicios. En los últimos 2,000 años, las palabras y ejemplo de Jesús han tocado y ennoblecido las vidas de cientos de millones de personas alrededor del mundo.

La transformación espiritual y social que Muhammad realizó en los pueblos de Arabia demuestra que él también fue un educador divino. En el siglo siete, las tribus de Arabia fueron conocidas por su bárbara crueldad, adoración de ídolos, e inmoralidad. Las tribus árabes estuvieron en un casi continuo estado de guerra

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unos con otros, matando, saqueando, y tomando cautivos mujeres y niños. Tal fue el salvajismo de algunos árabes que aun enterraron vivas a sus propias niñas recién nacidas. Muhammad apareció entre esta gente. Enseñó a las tribus árabes de adorar a un Dios, hacerse unidos como un pueblo, usar armas sólo para propósitos defensivos, y respetar los derechos de los demás, incluyendo a los judíos y cristianos. Por medio de la educación de Muhammad a los árabes – quienes previamente habían sido destituidos de la educación y la ciencia – una impresionante civilización emergió en el Medio Oriente, África del Norte, y España. Mientras Europa estaba en el medio de la Edad Oscura, la civilización que Muhammad había inspirado llegó a ser renombrada por sus descubrimientos científicos en varios campos, incluyendo adelantos en medicina y química; la introducción del sistema numérico arábigo; el establecimiento de universidades asistidos por estudiantes de muchas naciones; la fundación de bibliotecas conteniendo cientos de miles de volúmenes; la traducción de obras clásicas de antigüedad; el desarrollo de las artes; y la promoción de negocio y comercio. Con el paso de tiempo, muchos de estos adelantos serían adoptados por los países occidentales.

Bahá’u’lláh es la más reciente Manifestación de Dios quien ha educado espiritualmente a grandes números de personas. En los años de 1800, él apareció en Persia, (hoy día Irán), que había caído desde su antigua gloria, y había llegado a ser una sociedad muy decadente. Los eruditos, diplomáticos y viajeros occidentales han descrito en detalle la corrupción, intolerancia, e inmoralidad de la sociedad persa en el siglo diecinueve. Leyes no guiaron los asuntos públicos; en vez, los oficiales gubernamentales rigieron arbitrariamente. Sin recurso a cualquier sistema de justicia, el acusado fue salvajemente castigado y torturado – enterrado vivo, disparado de cañón, mutilado o desmembrado. El gobierno y comercio operaron por medio de sobornos, que fueron abiertos, sinvergüenzas y universales. La intolerancia religiosa caracterizó la vida cotidiana. Tal fue el prejuicio religioso entre las comunidades de distintas fes en Persia que los miembros de una religión no pudieran asociarse de ninguna manera con los de otras. La matanza de los que adhirieron a otras creencias fue considerada un acto de adoración. La galopante inmoralidad fue otra característica de la sociedad persa durante ese período. Por ejemplo, los valores morales habían caído a tal grado que los líderes religiosos sancionaron y beneficiaron financieramente de un sistema de prostitución.

En tal entorno, Bahá’u’lláh enseñó los principios de la honestidad, la unidad religiosa, y la rectitud moral. Bahá’u’lláh instiló tan alta norma de moralidad y confiabilidad en sus seguidores que llegaron a ser respetados por su conducta y fueron a menudo confiados con posiciones de responsabilidad. Además, él tuvo éxito en unir a cristianos, judíos, musulmanes y zoroastrianos quienes comenzaban

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a asociarse unos con otros como una familia, como resultado de las enseñanzas de Bahá’u’lláh sobre la unidad religiosa. A pesar de continuos y sistemáticos esfuerzos (que aún persisten hoy) por parte de las autoridades religiosas y gubernamentales en Persia para suprimir la Fe bahá’í, esa ha sobrevivido y crecido. A la fecha, varios cientos de miles de personas han adoptado las enseñanzas de Bahá'u'lláh en el país de su nacimiento. Aun más grandes números han aceptado sus principios en otros países, en cuanto miembros de previamente antagónicos grupos étnicos, raciales y religiosos han sido unidos por las enseñanzas de Bahá'u'lláh.

En suma, la historia ha mostrado que la prueba de la validez de una Manifestación de Dios es el poder transformador de sus palabras, la cultivación de virtudes en los corazones y vidas de sus seguidores, y la aparición de la educación divina en el mundo.

Se debe hacer hincapié que las Manifestaciones de Dios no son simplemente inteligentes líderes o influyentes filósofos. Más bien, la naturaleza de la Manifestación de Dios difiere de la de los seres humanos ordinarios. La Manifestación de Dios es de un reino más alto y tiene una percepción y conocimiento desiguales de cualquier ser humano. Cada una de las Manifestaciones ha encarnado y revelado la Palabra de Dios –ellas son la Palabra “hecha carne.” Además, ellas son dotadas con el conocimiento divino y no son dependientes de conocimiento adquirido de otros a través del aprendizaje o estudio personal. Si bien los filósofos pueden ofrecer la educación intelectual y educarse a sí mismos y un limitado número de otras personas, las Manifestaciones, por medio de su conocimiento innato, educan y transforman el alma humana y tienen la capacidad de educar a civilizaciones enteras. Aun los filósofos y otros líderes sociales, quienes han levantado su pueblo en varias eras, han sido directa o indirectamente influenciados por las enseñanzas de las Manifestaciones y a menudo han confesado la inspiración provista por las Manifestaciones.

La Unidad de las Manifestaciones de Dios

Y Las Causas de las Diferencias Religiosas

Desde la perspectiva bahá'í, la aparición y enseñanzas de las Manifestaciones de Dios no son al azar ni divergente. En vez, las Manifestaciones son educadores divinos quienes han revelado el mensaje de Dios en una manera ordenada, continua y progresiva. Sus enseñanzas son parte de un singular proceso espiritual – distintas etapas en el desarrollo de una religión. Según las enseñanzas bahá'ís,

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Todas las sagradas y divinas Manifestaciones son una. Han servido al único Dios, promulgado la misma verdad, fundado las mismas instituciones y reflejado la misma luz. Sus apariciones han sido sucesivas y correlacionadas; cada Una ha anunciado y exaltado a Aquel Quien iba a seguirle, y todas han establecido la base de la realidad. Han emplazado e invitado a la gente al amor e hizo del mundo humano un reflejo de la Palabra de Dios. Por lo tanto, las religiones divinas que Ellas han establecido tienen una fundación; Sus enseñanzas, pruebas y evidencias son una; en nombre y forma Ellas difieren, pero en realidad, están de acuerdo y son la misma. Las apariciones de las Manifestaciones de Dios son como la aparición diaria del

sol. Cada día lleva un nombre y fecha distintos, pero el sol de hoy es lo mismo que él de ayer. Similarmente, las Manifestaciones de Dios difieren en nombre y apariencia exterior, pero traen la misma luz de Dios a la humanidad. La salida y puesta del sol de las Manifestaciones de Dios continuarán indefinidamente. Si bien la luz de las Manifestaciones es la misma, cada una ofrece a la humanidad una medida de guía divina que es más completa que cualquiera de las anteriores y menos receptivas edades pudiera haber recibido.

Si hay unidad entre las Manifestaciones y si sus enseñanzas representan diferentes etapas de una sola religión, ¿entonces por qué las distintas doctrinas y prácticas de las grandes religiones mundiales difieren en sus aspectos claves? Las escrituras bahá'ís ofrecen varias explicaciones.

Primera, cada una de las Manifestaciones de Dios ha traído a la humanidad dos tipos de enseñanzas: esenciales enseñanzas espirituales y temporales enseñanzas sociales. Las enseñanzas esenciales conciernen a las virtudes espirituales y cualidades divinas tales como la fe en Dios, el amor para con los demás seres humanos, justicia, rectitud, confiabilidad y humildad. Estos son mandamientos eternos que nunca serán abolidos. Como tal, las enseñanzas espirituales como la regla de oro – tratando a los demás como uno desea ser tratado – aparecen en todas las mayores religiones mundiales.

El segundo tipo de enseñanzas traídas por las Manifestaciones son las leyes y regulaciones sociales – concernientes, por ejemplo, el matrimonio y divorcio, formas de adoración, o penalidades criminales – que son sujetas al cambio según los requerimientos del tiempo y lugar. “Por ejemplo, en el tiempo de Moisés el divorcio fue ajustable a las necesidades y condiciones; Moisés, por lo tanto, lo estableció. Pero en el tiempo de Cristo, los divorcios fueron numerosos y la causa de corrupción; puesto que no fueron apropiados para el tiempo, él prohibió el divorcio y de igual manera, cambió otras leyes.” Además,

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Otras leyes encarnando drásticos castigos fueron promulgados por Moisés – ojo por ojo, diente por diente. La penalidad para el robo fue la amputación de la mano. Estas leyes y penalidades fueron aplicables a... los israelitas de aquel periodo, quienes moraban en el yermo y desiertos bajo condiciones donde la severidad fue necesaria y justificable. Pero en el tiempo de Jesucristo este tipo de ley no fue expediente; por lo tanto, Cristo abrogó y remplazó los mandamientos de Moisés. Por lo tanto, las diferencias en las enseñanzas de las grandes religiones son, en

parte, debidas a las cambiantes necesidades de la humanidad. Si bien las Manifestaciones son enviadas por Dios y reflejan Su luz, cada una ha

sido la portadora de un mensaje específico y ha tenido una misión definidamente prescrita. Dios encarga a cada Manifestación de satisfacer mejor los requerimientos de la edad en la cual aparece. Bahá'u'lláh asemeja a las Manifestaciones como médicos divinos cuya tarea es “curar la enfermedad de una humanidad dividida.” Además comentó, “No es de extrañar, entonces, si el tratamiento prescrito por el médico en este día no sea idéntico con lo que él prescribió antes. ¿Cómo puede ser de otra manera cuando la dolencia que aflige el sufriente necesita en cada etapa de su enfermedad un remedio especial?” “El médico hábil no da la misma medicina para curar cada dolencia y desorden, sino cambia remedios y medicinas según las distintas necesidades de las enfermedades y constituciones.” El remedio divino que la Manifestación prescribe podía diferir de edad en edad, dependiendo de los achaques espiritual y social afligiendo la sociedad en aquel tiempo.

La Necesidad de la Renovación de la Religión Otra razón para las diferencias en creencias entre los seguidores de las

religiones mundiales es que, a través del tiempo, las enseñanzas originales de las religiones divinas son alteradas u olvidadas, e ideas hechas por hombres son introducidas en la práctica. Según las enseñanzas bahá'ís, el cambio en la religión es similar a la progresión de las estaciones. La venida de una Manifestación de Dios es como la aparición de la primavera espiritual. Durante la primavera espiritual cuando la religión de Dios aparece inicialmente, los espíritus son renovados, los corazones son refrescados, y el progreso es logrado. La primavera es seguida por el fructífero verano cuando la ley de Dios es difundida, las enseñanzas divinas penetran al mundo, la humanidad llega a ser educada, y dignos resultados son logrados. El verano, a su vez, es seguido por el otoño durante el cual el crecimiento se detiene y comienza la declinación. Durante el otoño, la espiritualidad es cambiada, las virtudes son reemplazadas por los vicios, la santidad y pureza desaparecen, y sólo el nombre de la religión de Dios y su forma

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exterior permanecen. Finalmente, el invierno de la religión llega: el frio de la ignorancia envuelve al mundo, la oscuridad del error humano prevalece, y la gente llega a ser indiferente, desobediente, inconsiderado, e inmoral. Sin embargo, “Dios no abandona a Sus hijos sin consuelo, sino, cuando la oscuridad del invierno les sobreviene,” Él envía otra Manifestación quien anunciará la “renovación de la bendita primavera.”

Las escrituras bahá’ís también usan la analogía de la plantación de un nuevo árbol para transmitir cómo la religión de Dios es una sola religión, pero que tiene que ser renovada continuamente:

… las religiones de Dios han sido manifestadas, cada una seguida por otra, y cada una cumplió su debida función, revivió la humanidad, y proveyó la educación e iluminación… Como cada siguiente Fe y Ley llegó a revelarse, permanecía por siglos como un abundantemente fructífero árbol y a él fue comprometida la felicidad de la humanidad. Sin embargo, en cuanto los siglos pasaron, se envejeció, no floreció ni fructífero más…

** Ésta es la razón porque el Verdadero Jardinero planta de nuevo un

incomparable nuevo árbol del mismo índole y especie, que crece y desarrolla día tras día, y se extiende una amplia sombra en el jardín divino, y produce admirables frutos. Así es con las religiones; a través del paso de tiempo ellas cambian de su original fundamento, la verdad de la Religión de Dios sale enteramente, y el espíritu de ella no queda; herejes aparecen, y ella llega a ser un cuerpo sin un alma. Por esta razón es renovada. Bahá'u'lláh explicó que la renovación de la religión ocurre más o menos cada

mil años. Él declaró que anunció e inició un período de renovación espiritual como la más reciente Manifestación de Dios: “La Primavera Espiritual ha venido…”

Porque la revelación de Dios a la humanidad es continua, Bahá'u'lláh no reclamó de haber traído la revelación final de Dios. Él anticipó que, después del paso de por lo menos mil años, Dios enviará, de nuevo, a la humanidad otra Manifestación, quien como las previas Manifestaciones, renovará las esenciales enseñanzas espirituales de Dios e introducirá enseñanzas sociales necesitadas en aquel tiempo. Por medio de este proceso, Dios siempre transmitirá Su amor y conocimiento a la humanidad.

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Capítulo 2 Entendiendo a Nosotros Mismos

La Naturaleza Humana, el Propósito de la Vida, Y la Vida Venidera

********* … la verdadera vida no es la vida del carne sino la vida del espíritu.

– BAHÁ’U’LLÁH

Los Tres Aspectos de los Seres Humanos A través de la historia religiosa, las Manifestaciones de Dios han enseñado que

la vida tiene un propósito espiritual. Bahá'u'lláh ha reafirmado las enseñanzas de las previas religiones y ha ofrecido nuevas perspectivas a la naturaleza de los seres humanos, el propósito de la vida, y las características de la vida venidera.

Según las enseñanzas bahá'ís, cada ser humano tiene tres aspectos: un cuerpo, una mente, y un alma (o espíritu). El cuerpo humano tiene una forma material, es visible, y se desintegrará después de la muerte. En contraste, el alma humana no tiene una forma material, es invisible y es inmortal. La “mente forma una conexión entre el alma y el cuerpo.”

Las escrituras bahá'ís derraman luz sobre las características del alma y la mente. El alma emana, u origina, de Dios de la misma forma que las escrituras emanan del escritor, el habla del hablador, o la acción del actor – reflejando las cualidades de su creador. Como tal, el alma es un signo de Dios. Porque el “alma es modelada después de la naturaleza de Dios”, ella es pura y sagrada cuando nace. Después, sin embargo, “individuos variarán según lo que ellos adquieren de virtudes o vicios en este mundo.”

El alma llega a la existencia con la concepción del cuerpo físico. Pero desde que el alma no tiene cualidades físicas, no está contenida en el cuerpo. Más bien, el alma está conectada con el cuerpo como el sol está con el espejo vuelto hacia él. Justo como la luz del sol puede ser vista dentro del espejo (aunque el sol no está físicamente dentro del espejo), la luz del alma está reflejada dentro del cuerpo (aunque el alma no está físicamente dentro del cuerpo). Dada esta relación entre el

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cuerpo y el alma cuando el espejo del cuerpo se rompe – debido a la muerte – el cuerpo cesará de reflejar la luz del alma, pero el alma continuará existiendo.

Los seres humanos tienen poderes físicos y sentidos exteriores en común con los animales, sin embargo el poder extraordinario del alma, como es expresado por medio de la mente, ha permitido a la humanidad lograr lo que ningún animal es capaz de realizar. El poder del razonamiento consciente ha permitido a los humanos desentrañar los misterios de la naturaleza, generar invenciones, y crear arte. Este poder del alma está evidente en la capacidad de las personas de resistir las restricciones de la naturaleza. Solo entre las criaturas vivientes sobre la tierra, los seres humanos no están limitados por las restricciones de la naturaleza. El cuerpo humano, por ejemplo, no está equipado naturalmente para volar, pero hemos inventado aviones para permitirnos volar a través del cielo. Nuestros cuerpos faltan la habilidad física para nadar vastas distancias, pero hemos inventado naves que nos permitan atravesar el océano. Y aunque tenemos limitada fuerza para levantar o transportar objetos, hemos creado herramientas y máquinas que mueven toneladas. La capacidad humana para superar las restricciones de la naturaleza demuestra que permanecen dentro de cada ser humano un poder especial: el alma humana.

Las Naturalezas Material y Espiritual de los Seres Humanos A la luz de su constitución, los seres humanos tienen dos naturalezas: la

naturaleza física (o más baja) y la espiritual (o más elevada). Se hallan signos de estas dos naturalezas dentro de los seres humanos.

Nuestra naturaleza más baja actúa de acuerdo con los dictados del mundo físico. La naturaleza más baja expresa tales cualidades oscuras como el “antagonismo, odio y la egoísta lucha por la supervivencia,… el celo, venganza, ferocidad, astucia, hipocresía, avaricia, injusticia y tiranía.” Todas las imperfecciones humanas nacen de la más baja naturaleza física. Aquellos cuyas vidas sean dominadas por su naturaleza más baja “no piensan más allá de sus posesiones terrenales y no manifiestan ningún deseo salvo las pasiones de esta fugaz existencia mortal.” Las vidas de tales personas:

… están ocupadas solamente con las cosas de este mundo; sus mentes están tan circunscritas por los modales exteriores e intereses tradicionales que están ciegas a cualquier otro reino de existencia, ¡al significado espiritual de todas las cosas! Piensen y sueñan con la fama terrenal, o el progreso material. Delicias sensuales y entornos confortables limitan su horizonte, ¡sus más altas ambiciones centran en los éxitos de las condiciones y circunstancies mundanas!

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... Como el animal, no tienen ningún pensamiento más allá de su bienestar física. Por contraste, “Cada hábito bueno, cada cualidad noble pertenece a la

naturaleza espiritual del hombre,” que transciende el mundo material y está conectada con Dios. Nuestra naturaleza espiritual expresa cualidades divinas tales como el amor, misericordia, bondad, verdad, justicia, conocimiento, sabiduría, y sacrificio de sí mismo para el bienestar de otros. Esta naturaleza espiritual refleja también el intelecto, comprensión, y el poder de penetrar las verdades de la existencia.

Porque los seres humanos tienen, ambas, la naturaleza física y la espiritual, tenemos el poder para hacer el bien o el mal. Cuando la naturaleza espiritual domina la naturaleza física, el propósito espiritual de la vida se cumple. Tales personas han sido liberadas del mundo material: “Ellas viven en el mundo pero no son de él, sus pensamientos estando continuamente en el mundo del espíritu. Pasan sus vidas en santidad, y sus hechos muestran el amor, justicia y divinidad.”

Pero si un individuo nunca usa sus cualidades espirituales, ellas llegan a ser atrofiadas, debilitadas y últimamente incapacitadas para funcionar. Cuando una persona concentra sólo en su naturaleza material, las cualidades materiales “llegan a ser terriblemente poderosas – y el infeliz y errante hombre, llega a ser más salvaje, injusto, vil, cruel y malevolente que los más bajos animales mismos.” Tales individuos “planean obrar el mal, herir y destruir; están enteramente desprovistos del espíritu de la compasión Divina, puesto que la cualidad celestial del alma haya sido dominada por la cualidad material.”

Las enseñanzas bahá'ís sobre la naturaleza doble de los seres humanos ayudan a explicar la amplia alcance de los comportamientos y características de las personas, desde las que encarnan el bien y humildad hasta las que están llenas de odio y egoísmo. Por medio del ejercicio del libre albedrio para desarrollar sus cualidades espirituales o materiales, cada persona tiene el potencial de ser la luz del mundo o su oscuridad: “Dios Mismo no compele al alma llegar a ser espiritual. El ejercicio de la libre voluntad humana es necesario.”

Estando espiritualmente inclinado no significa abandonar todas las posesiones materiales, renunciar a los placeres de este mundo, u olvidar las necesidades prácticas de la vida. Uno puede tener posesiones, sin embargo no ser poseído por ellas. Uno puede disfrutar los placeres físicos de esta vida terrenal, pero no hacerlos el objeto de la vida. Y uno puede, y debe, mantener la salud y atender las necesidades prácticas de la vida sin ser obsesionado con las necesidades mundanas. Como las enseñanzas bahá’ís señalan:

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La vida es una carga que debe ser llevada mientras que estamos en la tierra, pero las preocupaciones de las cosas más bajas de la vida no debería ser permitidas a monopolizar todos los pensamientos y aspiraciones de un ser humano. ¡Las ambiciones del corazón deberían ascender a objetivos más gloriosos, la actividad mental debería elevarse a niveles más altos! Los hombres deberían guardar en sus almas la visión de la perfección celestial, y allí preparar una morada para las inagotables generosidades del Espíritu Divino. Desde la perspectiva bahá'í, uno puede disfrutar de los beneficios del mundo

material siempre que esos beneficios no interfieren con la relación de uno con Dios. Bahá'u'lláh explicó: “Si un hombre desea adornarse con los ornamentos de la tierra, arroparse con sus vestimentas, o tomar parte de los beneficios que eso puede ofrecerle, ningún daño puede sobrevenirle, si él no permite que nada intervenga entre él y Dios, puesto que Dios ha ordenado cada cosa buena, creada en los cielos o en la tierra, para tales siervos Suyos que realmente creen en Él.”

El Propósito de la Vida y el Papel de las Manifestaciones de Dios Si el objeto de la vida es desarrollar las capacidades y cualidades espirituales,

¿cómo se puede lograr tal crecimiento espiritual? Según las enseñanzas bahá'ís, las Manifestaciones de Dios son los educadores divinos quienes muestran a la humanidad el sendero del crecimiento espiritual. Las Manifestaciones nos enseñan acerca del propósito de la vida y prescriben las acciones que son conducentes al desarrollo del espíritu.

Reforzando las enseñanzas de las previas Manifestaciones acerca del propósito de la vida, Bahá'u'lláh enseñó que Dios ha conferido al alma humana la capacidad de conocer y adorar a Dios. De hecho, Dios ha hecho al alma humana “un espejo de Su propio Ser.” Por lo tanto, el propósito de la vida está en conociendo a Dios y reflejando Sus cualidades divinas. Como fue discutido antes, la esencia de Dios es incognoscible, así que adquiriendo el conocimiento de Dios significa aprender acerca de y encarnar las cualidades divinas tales como el amor, la justicia y el perdón. Éste hace eco de la enseñanza bíblica que Dios creó los seres humanos en Su imagen: “Creamos al hombre según nuestra imagen, después de nuestra semblanza…” Como está explicada en las enseñanzas bahá'ís,

Es evidente que la imagen y semblanza mencionadas no se aplican a la forma y semblanza de un ser humano porque la realidad de la Divinidad no está limitada a ninguna forma o figura. No, más bien, la intención es los atributos y características de Dios. Aun como Dios es pronunciado ser justo, el hombre debe, de igual manera, ser justo. En cuanto Dios es amoroso y bondadoso a

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todos los hombres, el hombre debe, de igual modo, manifestar el amoroso-bondad a toda la humanidad. Como Dios es leal y veraz, el hombre debe demostrar los mismos atributos en el mundo humano. Aun como Dios ejerce misericordia hacia todos, el hombre mismo debe ser la manifestación de la misericordia. En una palabra, la imagen y semblanza de Dios constituye las virtudes de Dios… Las Manifestaciones ayudan a la humanidad cumplir el propósito espiritual de

vida por medio de emplazar a todos a “la veracidad y sinceridad, la piedad y confiabilidad, la resignación y sumisión a la Voluntad de Dios, la paciencia y bondad, la rectitud y sabiduría.” Como jardineros divinos quienes preparan la tierra de los corazones y mentes humanas, las Manifestaciones educan a la humanidad, desenraizan las malas hiervas, y transforman las tierras espiritualmente estériles en jardines donde fructíferos árboles crecen. Ellos hacen todo esto por prescribir y exigir acciones que conducen al crecimiento espiritual y por desanimar, o aun prohibir, conducta que retarda el desarrollo espiritual. Bahá'u'lláh declaró que las Manifestaciones “han prohibido a los hombres de seguir lo que pueda causarles a desviar de la Verdad, y les ha ordenado observar lo que les conducirá más acerca a Aquel Quien es el Todo-Poderoso, el Todo-Amoroso.” A través de las enseñanzas de las Manifestaciones, “cada hombre avanzará y se desarrollará hasta que alcance la estación en la cual puede manifestar todas las fuerzas potenciales con las cuales su más íntimo y verdadero ser ha sido dotado.” Porque el objetivo último de cada alma debería ser lograr la excelencia espiritual, el alma alcanza la felicidad por esforzarse para desarrollar espiritualmente:

… el honor del reino humano es el logro de la felicidad espiritual en el mundo humano, la adquisición del conocimiento y amor de Dios. El honor asignado al hombre es la adquisición de las supremas virtudes del mundo humano. Esta es su verdadera felicidad y alegría. Si la Manifestación de Dios es la fuente de la verdad y establece el camino

hacia la espiritualidad, entonces cada persona debería esforzarse en seguir este sendero, que consiste en aceptar y aplicar las enseñanzas de la Manifestación. Así, desde la perspectiva bahá'í, alcanzar la condición del cielo depende de dos factores: primero, la fe en la Manifestación de Dios de la edad en la que él aparece y, segundo, en buenos hechos. Una persona no puede reclamar que realmente cree en Dios por medio de Su Manifestación si esa creencia no sea traducida en buenas obras – viviendo una vida noble y espiritual de acuerdo con las enseñanzas de la Manifestación. Similarmente, es incompleto llevar una vida de buenas obras pero rechazando la fuente de esa bondad. Como las escrituras bahá'ís declaran: “la fe constituye tanto el conocimiento como la realización de buenas obras.”

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Preparándose para la Vida Venidera Bahá'u'lláh explicó que las Manifestaciones de Dios “han sido enviadas con el

único propósito de guiar a la humanidad hacia el recto Sendero de la Verdad”. Además, “El propósito que subyace Su revelación ha sido educar a todos los hombres, para que puedan, a la hora de la muerte, ascender, con la máxima pureza y santidad y con absoluto desprendimiento al trono del Más Alto.”

Porque el alma es eterna, el propósito de la vida en este mundo físico es preparar el alma para el próximo mundo. Aunque no podemos, mientras estamos en este mundo, comprender la naturaleza precisa de la vida venidera, Bahá'u'lláh ha ofrecido algunos vislumbres de aquel mundo. Él escribió que el “mundo del más allá es tan diferente de este mundo como este mundo es distinto de aquel del niño mientras aún está en el vientre de su madre.” La vida del embrión es confinada y limitada en comparación con el mundo que pronto entrará. Cuando el infante nace a este mundo,

Descubre que ha pasado de la oscuridad a la esfera de radiancia; ha sido transferido de un entorno tenebroso y restringido a un ambiente espacioso y encantador. Su nutrición era la sangre de la madre; ahora descubre deliciosa comida para desfrutar. Su nueva vida está llena con brillantez y belleza; mira con asombro y felicidad a las montañas, praderas y verdosos campos, los ríos y fuentes, las maravillosas estrellas; respira la vivificadora atmosfera… Similarmente, cuando una persona muere, su alma se traslada de este

restringido mundo físico al liberado reino espiritual. El alma transita de la oscuridad e incertidumbre a la luz y realidad. Uno está “libre del mundo de la tristeza, aflicción y pruebas para vivir en un mundo de sempiterna bendición y alegría.”

Igual como el embrión que comienza a ver y oír plenamente después de su nacimiento, el alma humana alcanzará la visión y audición espirituales después de trasladarse a la vida del más allá:

Cuando el alma humana toma vuelo de este transitorio montón de polvo y se levanta al mundo de Dios, entonces los velos caerán, y las verdades llegarán a lucir, y todas las cosas desconocidas anteriormente llegarán a estar claras, y verdades ocultas serán entendidas.

Considera cómo un ser, en el mundo del matriz, era sordo, ciego y mudo; cómo era privado de cualquiera percepción de todo. Pero una vez, fuera de ese mundo de oscuridad, pasó a este mundo de luz, entonces sus ojos vieron sus oídos oyeran, su lengua habló. De la misma forma, una vez que él haya salido

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de este lugar mortal al Reino de Dios, entonces él nacerá en el espíritu; entonces el ojo de su percepción abrirá, el oído de su alma oirá, y todas las verdades de las cuales él era ignorante antes llegarán a ser simples y claras. La analogía del desarrollo del embrión dentro del vientre también nos ayuda a

explicar el propósito de esta vida terrenal en relación con el próximo mundo. Cuando está en el matriz, el embrión se desarrolla ciertas facultades físicas que son primeramente intencionadas para el uso después de nacer. Por ejemplo, en este mundo, el niño necesita ojos y oídos; éstos son desarrollados mientras está en el matriz. Si el embrión no desarrolla todas las esenciales facultades físicas mientras está en el vientre, el niño será físicamente desventajado después de su nacimiento. De igual modo, el propósito de esta vida es desarrollar las facultades espirituales necesarias para de vida venidera:

El mundo del más allá es un mundo de santidad y radiancia; por lo tanto, es necesario que en este mundo él debiera adquirir estos atributos divinos. En ese mundo hay la necesidad de la espiritualidad, fe, certidumbre, conocimiento y amor de Dios. Estos él debe adquirir en este mundo para que después de su ascensión del reino terrenal al Reino celestial, él encuentre todo lo que es necesario en esa vida eternal listo para él… Ese mundo es uno de amor; el amor de Dios es esencial. Es un mundo de perfecciones; virtudes, o perfecciones, deben ser adquiridas.

La Naturaleza y Características de la Vida Venidera Cuando el cuerpo muera, el alma continúe viviendo. Después de la muerte del

cuerpo, el alma sale permanentemente de este mundo material y entra el mundo espiritual en el cual se puede avanzar indefinidamente.

Bahá'u'lláh explicó que después de la separación del cuerpo, el alma retiene su individualidad y consciencia y “continuará progresando hasta que alcance la presencia de Dios.” Porque el próximo mundo es un mundo espiritual y no tiene existencia material, es más allá del tiempo y lugar. La gente que ha pasado al siguiente mundo no asume una forma física. Más bien, asume una forma celestial, que no puede ser descrita ni comprendida completamente en este mundo. La naturaleza de aquel mundo espiritual es diferente de y superior a esta vida terrenal.

Igual como el crecimiento y desarrollo del embrión llega a ser completamente aparente sólo después del nacimiento del niño, los resultados de las acciones humanas en esta vida llegarán a ser reveladas en la vida venidera. Bahá'u'lláh escribió, “todos los hombres, después de su muerte física, estimarán el valor de sus hechos, y darán cuenta de todo lo que hayan producido.” Si los hechos llevados a

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cabo en la tierra no tuvieran resultados en el mundo del más allá, “el proceso entero sería irracional e insensible.”

El alma que ha “andado por los caminos de Dios… ciertamente, volverá y reunirá con la gloria del Bienamado.” Esa alma encontrará a sí misma investida con el honor y gloria. Y el alma pura, refinada y santificada “será dotada con tremendo poder, y se regocijará con máxima felicidad.” Como tal, desde la perspectiva bahá'í,

Las recompensas del otro mundo son la vida eternal que está claramente mencionada en todos los Libros Sagrados, las perfecciones divinas, las generosidades eternas y la sempiterna felicidad. Las recompensas del otro mundo son las perfecciones y la paz obtenidas en los mundos espirituales después de dejar este mundo… Las recompensas del otro mundo son la paz, las gracias espirituales, los varios obsequios espirituales en el Reino de Dios, y alcanzado los deseos del corazón y el alma, y la reunión con Dios en el mundo de la eternidad. Por contraste, el castigo del próximo mundo consiste en ser privado de las

bendiciones espirituales de Dios. Por lo tanto, el cielo y el infierno no son localidades, sino son condiciones

dentro de nuestros propios seres. Si un alma está en la condición de cercanía a Dios, por reconocer la Manifestación de Dios, entonces esa alma está en un estado de cielo, donde el paraíso es el amor de Dios, y el hogar celestial del alma es la reunión con Dios. Por contraste, quienquiera haya rechazado a Dios, fallando en reconocer Su Manifestación, haya condenado a sí misma a la miseria de la lejanía, que es la condición del infierno o la nada absoluta. Bahá'u'lláh enfatizó que cualquier persona que sea nacida de nuevo y vivificada por el espíritu y enseñanzas de la Manifestación de Dios ha “entrado en el ‘paraíso’ del amor de Dios.”

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Capítulo 3

Construyendo una Sociedad Justa, Pacífica y Progresiva: Los Principios de la Unidad

********* Tan potente es la luz de la unidad que puede iluminar toda la tierra.

– BAHÁ’U’LLÁH

Perspectiva General de los Principios El propósito de Dios en enviar las Manifestaciones a la humanidad es doble: “El

primero es liberar a los hijos de los hombres de la oscuridad de la ignorancia, y guiarles a la luz del verdadero entendimiento. El segundo es asegurar la paz y tranquilidad de la humanidad, y proveer todos los medios por los cuales ellas pueden ser establecidas.” Por lo tanto, en adición de asistir al individuo crecer espiritualmente, las Manifestaciones de Dios promueven el desarrollo armonioso de la sociedad. Bahá'u'lláh, como las Manifestaciones del pasado, ha revelado principios que permitirán el establecimiento de una sociedad justa, pacífica y progresiva.

Según las enseñanzas bahá'ís, el logro de la paz en el mundo involucra mucho más que limitar las armas nucleares y terminar los conflictos particulares. Tomando tales pasos no eliminará las causas primordiales de la guerra. La gente es suficientemente ingeniosa para idear nuevas formas de guerrear, y usar cualquier medio disponible, tales como comida, materiales primas, terrorismo, o el Internet, para procurar infligir daño a otros. La verdadera paz puede ser lograda sólo cuando la humanidad aborda las causas fundamentales del conflicto – incluyendo los prejuicios raciales, religiosos, y nacionales; la opresión de las mujeres; y la injusticia económica. Sólo cuando tales subyacentes causas de la guerra sean remediadas la desunión desaparecerá y la paz será alcanzada.

Los escritos de Bahá'u'lláh presentan principios y conceptos que procurar eliminar las causas del conflicto. Revolucionarias cuando fueron enseñada por primera vez hace más de un siglo, las enseñanzas de Bahá'u'lláh permanecen el remedio para las enfermedades que afligen el mundo de hoy. Estos principios y conceptos incluyen:

• La Unicidad de la Humanidad

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• La Investigación Independiente de la Verdad • La Unidad como el Propósito de la Religión • La Armonía de la Religión y la Ciencia • La Eliminación de Prejuicios • La Igualdad de las Mujeres y los Hombres • La Educación Universal • Un Idioma Auxiliar Universal • La Justicia Económica • La Paz Universal por medio de la Acción Colectiva

La Unicidad de la Humanidad El principio de la unicidad de la humanidad es la piedra angular de las

enseñanzas de Bahá'u'lláh. Dirigiéndose a la humanidad, Bahá'u'lláh declaró: “Sois los frutos de un árbol y las hojas de una rama. Tratad unos a otros con el máximo amor y armonía, con amabilidad y hermandad.” Este principio de la unidad de la humanidad significa: “Todos son los siervos de Dios y los miembros de una familia humana. Dios ha creado a todos, y todos son Sus hijos. Él cría, nutre y provee para y es bondadoso con todos. ¿Por qué deberíamos ser injustos y crueles?” Según las enseñanzas bahá'ís,

Nadie debiera gloriarse a sí mismo por encima de otros; nadie debiera manifestar orgullo o superioridad sobre otros; nadie debiera mirar a otros con desdén y desprecio; y nadie debiera privar u oprimir a sus semejantes. Todos deben ser considerados estar sumergidos en el océano de la misericordia de Dios. Debemos asociarse con toda la humanidad con cariño y afectuosidad. Debemos amar a todos con amor del corazón. Algunos son ignorantes; deben ser entrenados y educados. Uno está enfermo; él debe ser curado. Otro es como un niño; debemos ayudarle a alcanzar la madurez. Como tal, la unicidad de la humanidad es tanto un principio como una meta. Es

un principio espiritual que la ciencia confirma. La antropología, fisiología y psicología reconocen que hay solo una especie humana, aunque variada en apariencia, cultura y gustos. Al mismo tiempo, la unidad es una meta hacia la cual la humanidad está evolucionándose. Pero la unicidad no es la uniformidad. La Fe bahá'í no busca establecer la uniformidad, más bien una unidad en diversidad:

Considera las flores de un jardín… ¡Cuan desagradable a la vista si todas las flores, plantas, hojas, frutos, ramas y árboles de aquel jardín fuesen todos de la misma forma y color! La diversidad de matices y formas enriquece y adorna el jardín, y alienta el efecto de él.

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De igual manera, diversidad de cultura, pensamiento, y temperamento, enriquece la tapicería de la vida humana como gente de varias formaciones y educación ofrecen sus contribuciones a una sociedad unida.

La Investigación Independiente de la Verdad Una de las enseñanzas fundamentales de Bahá'u'lláh es la independiente

investigación de la verdad – que todos debieran “ver con sus propios ojos y oír con sus propios oídos” y no seguir ciegamente las creencias de sus ancestros. Muchos del mundo siguen un conjunto de creencias religiosas, no por causa de su propia investigación y pensamiento, sino porque sus padres siguieron aquella religión. Desde la perspectiva bahá'í, la creencia no debiera ser meramente un accidente de la naturaleza, dependiendo de qué familia o región del mundo uno, por casualidad, nació. En vez, la creencia debiera provenir del ejercicio de la investigación independiente y el libre albedrio: “Dios ha creado en el hombre el poder de la razón, por lo cual el hombre es permitido investigar la realidad... Él le ha dotado con una mente, o la facultad de razonamiento, por medio del ejercicio del cual él ha de investigar y descubrir la verdad, y lo que él encuentra real y verdadero él debe aceptar.”

La Unidad Como el Propósito de la Religión Según Bahá'u'lláh, el propósito de la religión es establecer la unidad entre los

pueblos del mundo. En el siglo 1800, Bahá'u'lláh refirió al fanatismo y odio religiosos como un “devastador fuego mundial.” La reciente historia solamente ha confirmado el peligro que Bahá'u'lláh anticipó. Desde la perspectiva bahá'í, si “la religión llega a ser la fuente de antagonismo y discordia, la ausencia de la religión es preferible.” El propósito de un remedio es curar y sanar. Si es productivo de peores síntomas, su ausencia o descontinuación es preferible.” Para superar los prejuicios religiosos, Bahá'u'lláh aconsejó: “Asociaos con los seguidores de todas las religiones con un espíritu de amigabilidad y compañerismo.” Tal asociación es conducente en promover la unidad.

La Armonía de la Religión y la Ciencia Bahá'u'lláh también enseñó que la religión debe estar en conformidad con la

ciencia y la razón. Él escribió que la facultad racional debiera ser considerada como un signo de la revelación de Dios. “El intelecto es, en verdad, la más preciosa don” otorgado por Dios a la humanidad. “Las ciencias y artes, todas las

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invenciones, oficios, comercios y sus productos han aparecido del intelecto del hombre.” Si la creencia y enseñanzas religiosas están opuestas a la razón y principios de la ciencia, no son dignas de aceptación. “Cualquier creencia religiosa que no se conforma a la prueba e investigación científica es superstición, puesto que la verdadera ciencia es la razón y la realidad, y la religión es esencialmente la realidad y pura razón; por lo tanto, los dos deben corresponder.” Además,

La religión y la ciencia son dos alas sobre las cuales la inteligencia del hombre puede volar a las alturas, con las cuales el alma humana puede progresar. ¡No es posible volar con sólo un ala! Si un hombre tratara volar con sola la ala de la religión caería rápidamente en el atolladero de la superstición, mientras por otro lado, con el ala de la ciencia sola, no hiciera ningún progreso, más bien caer en el desesperante lodazal del materialismo. “Si dijéramos que la religión está opuesta a la ciencia, faltaríamos el

conocimiento de la verdadera ciencia y la verdadera religión, puesto que ambas están fundadas sobre las premisas y conclusiones de la razón, y deben resistir su prueba.”

La Eliminación de Prejuicios Los prejuicios, sean religiosos, raciales, patrióticos o políticos, son “los

destructores de los fundamentos humanos y opuestos a los mandatos de Dios.” Bahá'u'lláh escribió: “La tierra es sólo un país, y humanidad sus ciudadanos.” Desde la perspectiva bahá'í,

La tierra tiene solo una superficie. Dios no ha dividido esta superficie por fronteras y barreras para separar las razas y pueblos. El hombre ha hecho y establecido estas líneas imaginarias, dando a cada restringida área un nombre y la limitación de una tierra nativa o nación. Por medio de esta división y separación en grupos y ramas de la humanidad, el prejuicio es engendrado el cual llega a ser una fructífera fuente de guerra y conflicto. Impelidas por este prejuicio, las razas y naciones declaran la guerra contra unos a otros; la sangre de los inocentes es derramada, y la tierra es arrancada por la violencia. La “causa del derramamiento de sangre y batalla, lucha y odio a lo largo del

pasado ha sido el prejuicio religioso, racial, patriótico o político,” y “la causa primordial del prejuicio es la ciega imitación del pasado…” Como tal, los prejuicios sociales deben ser superados si la paz ha de ser establecida.

La eliminación de prejuicios es la consecuencia lógica y moral de reconocer la unicidad de la humanidad – que todos los pueblos son hijos de Dios. Los prejuicios sociales serán superados cuando individuos – especialmente hijos – sean educados

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acerca de la unidad de la humanidad y cuando este principio sea universalmente proclamado y aplicado. Según las enseñanzas bahá'ís, el simple acto de la informal interacción social con, incluyendo ofreciendo hospitalidad a, aquellos de diferentes razas o culturas, es un poderoso y práctico medio para acabar con los prejuicios. Superando los prejuicios demanda el abandono de cualquier subconsciente sentido de superioridad y desterrando una actitud condescendiente. La meta de conquistar prejuicios requiere también respondiendo a la extensión de la mano de otros, borrando persistentes sospechas, y dejando ir la pena de las pasadas injusticias.

La Igualdad de los Hombres y las Mujeres En un tiempo en la sociedad del Medio Oriente cuando las mujeres fueron

consideradas en el mismo nivel que animales y cuando en el Occidente las mujeres fueron privadas del derecho de votar o ser dueñas de propiedades, Bahá'u'lláh proclamó el principio de la igualdad de los hombres y las mujeres en derechos, privilegios y oportunidades. Él declaró: “Las mujeres y los hombres han sido y serán siempre iguales a la vista de Dios.” Según las enseñanzas bahá'ís, los hombres y las mujeres son como dos alas de la humanidad, y hasta que ambas alas sean igualmente desarrolladas no podrá el pájaro de la humanidad volar. “La falta de progreso y habilidad de las mujeres ha sido debido a su necesidad de iguales educación y oportunidades. Si ella hubiera sido permitida esta igualdad, no haya ninguna duda, ella sería la contraparte del hombre en habilidad y capacidad.”

En el punto de vista bahá'í, el logro de la completa igualdad entre los hombres y las mujeres es uno de los más importantes requisitos previos para la paz:

La denegación de tal igualdad perpetúa una injustica contra la mitad de la población del mundo y promueve en los hombres los dañinos actitudes y hábitos que son llevados de la familia al lugar de trabajo, a la vida política, y últimamente a las relaciones internacionales… Sólo cuando las mujeres sean bien recibidas como iguales socias en todos los campos de la empresa humana, será creado el clima moral y psicológico en el cual la paz internacional pueda emerger. Los escritos bahá'ís vinculan directamente la cesación de la guerra con el logro

de la participación plena de las mujeres en los asuntos del mundo, incluyendo en las áreas de la ley y la política.

La Educación Universal

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Bahá'u'lláh enfatizó el vital papel de la educación en el desarrollo de la humanidad: “Considerad al hombre como una mina rica en gemas de valor inestimable. Sólo la educación puede causarla revelar sus tesoros, y permitir a la humanidad beneficiarse de ellos.” Las escrituras bahá'ís declaran además:

El primario, el más urgente requisito, es la promoción de la educación. Es inconcebible que cualquier nación lograra la prosperidad y éxito a menos que este primordial y fundamental asunto sea llevado adelante. La razón principal del descenso y caída de los pueblos es la ignorancia. En consecuencia, Bahá'u'lláh promovió la educación universal, con cada

persona recibiendo la educación según su capacidad. Para lograr la meta de la educación universal, cada niño/niña debe recibir la educación. “Si los padres son capaces de proveer los gastos de esta educación, esto está bien, de lo contrario la comunidad debe proveer los medios para la enseñanza de aquel hijo o aquella hija.” Si las limitaciones de recursos prevengan en proveer la educación de todos en la comunidad, entonces la prioridad debiera ser dada a la educación de las hembras:

La falta de recursos limita la habilidad de muchas naciones en cumplir esta necesidad, imponiendo cierta ordenanza de prioridades. Las involucradas agencias que toman decisiones, harían bien en considerar dar la primera prioridad para la educación de las mujeres y muchachas, desde que es por medio de la educación de las madres que los beneficios del conocimiento pueden ser más efectivos y rápidamente difundidos a lo largo de la sociedad.

Un Idioma Auxiliar Universal Una barrera fundamental de la unidad y paz es la inhabilidad de las personas de

distintos lugares comunicarse unas con otras. Al dirigirse a este asunto, Bahá'u'lláh abogó por la adopción de un idioma auxiliar internacional. Si un lenguaje auxiliar fuera enseñado a los estudiantes en escuelas por todo el mundo, entonces en tiempo, las personas aprenderían dos idiomas: su lenguaje nativo como también un lenguaje internacional. La adopción de un lenguaje internacional “facilitaría la intercomunicación y disiparía los malentendidos que las barreras del lenguaje han ocasionado en el mundo.” “Por medio de ello las ciencias y artes serán difundidas entre las naciones, y ello resultará ser los medios del progreso y desarrollo de las razas.” Bahá'u'lláh predijo: “El día acerca cuando todos los pueblos del mundo habrán adoptado un idioma universal y una escritura común. Cuando éste sea logrado, a cualquier ciudad un hombre pueda viajar, sería como si él entrara su propio hogar.”

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La Justicia Económica Bahá'u'lláh abogó por la justicia económica. Desde la perspectiva bahá'í, una

causa principal de la inestabilidad económica en el mundo es la gran disparidad entre el rico y el pobre. Por una parte, grandes porciones de la población del mundo faltan los recursos materiales más básicos, tales como la limpia agua potable, suficiente comida, o adecuado albergue. Por otra parte, hay aquellos cuyas riquezas exceden cientos de millones, o aún billones, de dólares. Esta disparidad es contraria a la justicia. Las enseñanzas bahá'ís animan la adopción de leyes – como impuestos progresivos – que ayudarían eliminar los extremos de la riqueza y la pobreza. La meta no es la absoluta igualdad económica, que sea imposible e indeseable: “la absoluta igualdad en fortunas, honores, comercio, agricultura, e industria terminaría en desorden, caos, la desorganización de los medios de la existencia, y la desilusión…” Más bien, la meta es un estado de balance y moderación en las cuales no habrá la riqueza anormal ni la pobreza abyecta.

Es más, Bahá'u'lláh enfatizó el vital papel de la repartición voluntaria para resolver los problemas económicos. Dirigiéndose a los ricos, Bahá'u'lláh declaró: “Los pobres entre vosotros son Mi fidecomiso; guardad Mi fiduciario, y no estéis empeñados sólo en vuestro propio bienestar.” Porque la caridad es un recto acto personalmente elegido, el rico debería extender asistencia al pobre, pero de su propio libre albedrio. Tal caridad voluntaria llevará a más bienestar y estabilidad económica en la sociedad.

La Paz Universal por Medio de la Acción Colectiva El principio de Bahá'u'lláh de la unicidad de la humanidad no es meramente una

expresión de vaga esperanza o sólo una llamada para el despertar del espíritu de hermandad entre los pueblos. Más bien, Él enseñó que la unidad debe tomar forma por medio de ciertos pasos prácticos. Entre éstos están el establecimiento de una alianza de paz internacional y el ejercicio del principio de la seguridad colectiva. Bahá'u'lláh emplazó a los regidores de las naciones a convocarse para deliberar sobre “tales formas y medios que establecerán las bases de la Gran Paz del mundo” y para resolver que si un regidor “tomara armas contra otro, todos deberían unidamente levantarse y prevenirle.”

Las escrituras bahá'ís ofrecen estas percepciones concernientes a los procedimientos para tal convocación internacional de los líderes del mundo:

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La verdadera civilización desplegará su estandarte en el corazón mismo del mundo cuando quiera que un cierto número de sus distinguidos y magnánimos soberanos… se levanten, para el bien y felicidad de toda la humanidad, con firme resolución y clara visión, para establecer la Causa de la Paz Universal. Ellos deben hacer de la Causa de la Paz el objeto de la consulta general, y buscar por todos los medios en su poder para establecer una Unión de las naciones del mundo. Ellos deben concluir un vinculante pacto y establecer una alianza, las provisiones de las cuales serán seguras, inviolables y definidas. Deben proclamarla a todo el mundo y obtener para ella la sanción de toda la raza humana… En este Pacto global los límites y fronteras de cada nación deberían ser claramente fijados, los principios subyacentes a las relaciones de los gobiernos hacia unos a otros definidamente establecidos, y todos los acuerdos y obligaciones internacionales acertados. De igual manera, el tamaño de los armamentos de cada gobierno debería ser estrictamente limitados, puesto que si las preparaciones para la guerra y las fuerzas militares de cualquier nación sea permitido a incrementar, ellos provocarían el sospecho de otros. El principio fundamental subyacente a este solemne Pacto debería ser fijado de tal manera que si cualquier gobierno violara cualquiera de sus provisiones después, todos los gobiernos de la tierra se levantarían para reducirla a la sumisión total, no, la raza humana como un todo, debería resolver, con todo el poder a su disposición para destruir aquel gobierno. Si este más grande de todos los remedios sea aplicado al cuerpo enfermo del mundo, ellos ciertamente recuperará de su enfermedad y quedará eternamente seguro y salvo. En suma, Bahá'u'lláh afirmó que el “bienestar de la humanidad, su paz y

seguridad, son inalcanzables a menos y hasta que su unidad sea firmemente establecida.”

La Aplicación de los Principios Bahá'ís La paz que Bahá'u'lláh visionó para el mundo emergerá en cuanto los principios

que Él identificó sean cada vez más y prácticamente aplicados. Un análisis cabal de cómo los principios de Bahá'u'lláh han sido, o pueden ser, implementados está más allá del alcance de esta introducción. Sin embargo, un ejemplo de la aplicación práctica de un principio – la igualdad de los hombres y las mujeres – demostrará algunas de las maneras por las cuales los bahá'ís han procurado traducir las sublimes enseñanzas de Bahá'u'lláh en realidad.

Los bahá'ís se han esforzado en implementar el principio de la igualdad de los sexos por medio de la educación, aliento, y proyectos de desarrollo económico y social. Por medio de Sus escrituras y conversaciones personales, Bahá'u'lláh

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comenzó un proceso de educación de los hombres y las mujeres acerca del principio de la igualdad. Este proceso de educación ha llegado a ser más formalizado y difundido desde entonces como principios tales como la igualdad de sexos que han sido enseñando a los hijos bahá'ís, jóvenes y adultos en clases y conferencias por todo el mundo. La comunidad bahá'í ha puesto énfasis especial en la educación de las muchachas. Por ejemplo, en los primeros años de 1900, los bahá'ís de Irán, con el apoyo de sus correligionarios de América, establecieron escuelas para muchachas. Estas escuelas, que fueron abiertas al público, educaron exitosamente muchas muchachas jóvenes a lo largo del país en un tiempo cuando tales oportunidades fueron prácticamente no-existentes para ellas. Por los tempranos años de 1970 en Irán, el índice de alfabetismo entre las mujeres bahá'ís bajo la edad de 40 años había llegado a casi 100 por ciento, mientras el índice nacional de analfabetismo para las mujeres fue menos que 25 por ciento.

Este proceso educacional ha sido complementado por esfuerzos para alentar específicamente a las mujeres llevar a cabo importantes actos de servicio. Por ejemplo, en los tempranos años de 1900, el hijo de Bahá'u'lláh, quien era el jefe de la Fe en aquel tiempo, alentó a las mujeres encabezar el esfuerzo de erigir el primero templo bahá'í en el Oeste. Él pidió a otra mujer bahá'í organizar conferencias públicas de unidad racial a gran escala en los Estados Unidos. Durante los siguientes años, aún otra mujer fue encargada de ser la principal representante de la comunidad bahá'í en reunirse con los jefes del estado a lo largo del mundo. En estas y otras formas, las mujeres bahá'ís han sido animadas para llevar a cabo importantes cometidas vitales y, en el proceso, demostrar su capacidad a ambos sexos. Es más, desde los primeros días de la Fe bahá'í, las mujeres se han levantado, por su propia iniciativa, para llevar a cabo actos heroicos de servicio, poniéndolas a la vanguardia del cambio social.

Finalmente, en cuanto los recursos humanos y materiales de la comunidad bahá’í han crecido, los esfuerzos han sido llevados a cabo cada vez más para aplicar el principio de la igualdad de género por medio de los proyectos de desarrollo social y económico. Por ejemplo, en África, Asia y las Américas, los bahá'ís han iniciado proyectos de desarrollo para educar y apoderar a las mujeres en las áreas de analfabetismo, higiene, nutrición, generación de ingresos, y conservación del ambiente.

Mientras la comunidad bahá'í tiene mucho más trabajo que hacer en implementar el principio de la igualdad de los sexos, los anteriores planteamientos han resultado en significantes logros. El número sustancial de mujeres activamente sirviendo en las instituciones administrativas bahá'ís en los niveles locales, nacionales e internacionales proveen una indicación del éxito logrado hasta ahora. En la Convención Internacional Bahá'í del año 2008, las mujeres formaron casi

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40% de los delegados elegidos provenientes de más que 150 países. Que tan grande porcentaje de mujeres – muchas desde sociedades dominadas por hombres – fueron elegidas por sus correligionarios en sus países de origen demuestra el grado al cual las enseñanzas bahá'ís han influenciado positivamente las actitudes acerca de la capacidad de las mujeres para asumir posiciones responsables. Esfuerzos hechos para aplicar el principio de la igualdad de géneros muestra que las enseñanzas de Bahá'u'lláh no son meramente teoréticas, más bien son medios prácticos para la promoción de la unidad y paz en el mundo.

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Capítulo 4

Descubriendo el Historial de las Enseñanzas Bahá'ís: La Historia de la Fe Bahá'í

********* ¿Podría tal cosa ser hecho manifiesta excepto por medio del poder de una

Revelación divina…? – BAHÁ’U’LLÁH

El Báb: la Manifestación de Dios y el Precursor La Fe bahá'í gira en torno a tres figuras centrales, la primera de ellas fue Mírzá

‘Alí-Muhammad, conocido como El Báb (un término árabe que es pronunciado “Bab” y significa “puerta”). En mayo de 1844, a la edad de 25 años, el Báb presentó un reclamo doble. Él declaró que él era una Manifestación de Dios y el precursor de, o la puerta de, uno más grande que él quien iniciaría una nueva era en las historia religiosa de la humanidad. El Báb refirió a esta persona prometida como “Aquel a Quien ha de manifestar.”

El Báb recibió sola una educación elementaría como un niño y comenzó trabajando como un comerciante cuando él era un adolescente. Aunque él había recibido poca educación formal, él escribió más de 500,000 versos durante su ministerio. Estos escritos, que exponen sus enseñanzas religiosas, éticas, y sociales, desafiaron las creencias y la estructura social del pueblo de Persia (ahora Irán). En un tiempo cuando el fanatismo religioso fue la norma de su país, el Báb enseñó las ideas de la independiente búsqueda de la verdad, la unidad de la religión, y la interpretación simbólica de las escrituras. Él dijo que la humanidad estaba en el comienzo de una era que vería la reestructuración de todos los aspectos de la vida. Un tema frecuente de los escritos del Báb fue la próxima aparición de Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Aludiendo a la estación de esta anticipada figura, el Báb declaró: “Si Él apareciera en este momento, yo sería el primero en adorarle, y el primero en inclinarme ante Él.” El Báb indicó que Aquel a Quien Dios hará manifiesto aparecería dentro de diecinueve años.

Inicialmente, el Báb atrajo a su causa dieciocho discípulos a quienes él envió a lo largo de Persia y los países vecinos para elevar el llamado que la puerta del Prometido había sido abierta. Después de sólo unos pocos años, miles de personas de todas las clases de la sociedad persa aceptaron las enseñanzas del Báb. El crecimiento de su religión alarmó el clero de la nación porque ellos creyeron y

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El Santuario del Báb sobre las laderas de Monte Carmelo, Haifa, Israel

********** enseñaron que no podrían haber más revelaciones de Dios. Procurando parar el nuevo movimiento religioso, el clero alistó el apoyo de los líderes gubernamentales de Persia en perseguir los seguidores del Báb. Tal fue el impacto del Báb que noticias de él llegaron al Occidente dentro de un año y medio después de que él había afirmado sus reclamos. Un artículo acerca del Báb y la persecución de sus seguidores apareció en The Times de Londres en noviembre de 1845, y en los siguientes meses, los periódicos de América del norte y Australia reportaron similarmente acerca del Báb.

En 1847, como parte de su campaña para suprimir la religión del Báb, las autoridades le desterraron a las remotas montañas del noroeste de Persia. Mantenido cautivo allí por casi tres años, el Báb se quedó aislado de su familia y sus seguidores y, a veces, confinado en una celda solitaria. Cuando el aislamiento y el cautiverio del Báb no produjeron los deseados resultados, las autoridades cívicas y religiosas de Persia comenzaron a matar sistemáticamente muchos de los seguidores del Báb – hombres, mujeres y niños. Finalmente, concluyendo que sólo la muerte del Báb mismo podría parar la difusión de esta nueva religión, el oficial gubernamental principal de Persia ordenó que la vida del Báb fuera quitada.

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Llevando a cabo este orden en julio de 1850, el pelotón de fusilamiento consistiendo de 750 soldados ejecutó al Báb en una plaza pública de la ciudad de Tabriz antes de miles de espectadores.

En los años inmediatamente precedentes y siguientes de la muerta del Báb, casi 20,000 de sus seguidores fueron masacrados por sus creencias religiosas. Esto ha sido en adición a los miles quienes fueron encarcelados, cuyos hogares fueron saqueados, y cuyas propiedades fueron confiscadas. Por razón de su negativa de abjurar su fe, muchos fueron muertos después de sujetarlos a horrendas torturas – sus miembros desmembrados, sus órganos sacados y sus cuerpos quemados. El heroísmo de los seguidores del Báb y la forma cruel por la cual fueron muertos evocó la simpatía y admiración de un número de los escritores, viajeros y eruditos Occidentales, muchos de los cuales atestiguaron personalmente las espantosas escenas. Esta campaña de persecución casi destruyó la religión del Báb y quitó la vida de todos los eminentes partidarios del Báb excepto uno.

Bahá'u'lláh: El Promotor de la Religión del Báb y la Manifestación de Dios

El único prominente discípulo del Báb quien sobrevivió la campaña de persecución fue Mírzá Husayn-'Alí, conocido mejor como Bahá'u'lláh (un término árabe que significa “la Gloria de Dios”). Bahá'u'lláh nació en 1817 en una acaudalada familia. Su padre era un ministro provincial del gobierno de Persia. Al fallecer su padre, Bahá'u'lláh fue invitado a tomar el alto puesto gubernamental de su padre, pero él declinó el ofrecimiento del poder mundano. En vez, él eligió concentrar sobre actividades que servían los pobres y oprimidos. Ya por los tempranos años de 1840, la filantropía y generosidad de Bahá'u'lláh habían llegado a ser tan extensamente reconocidas que él fue llamado el “Padre de los Pobres.”

Un poco después de que el Báb declaró su misión en 1844, él dirigió a su primer discípulo viajar a la ciudad capital y entregar a Bahá'u'lláh algunos de los escritos del Báb. Al repasar estos escritos Bahá'u'lláh inmediatamente aceptó la verdad del reclamo del Báb. En los siguientes años, Bahá'u'lláh llevó a cabo un significante papel en difundir la religión del Báb y guiar su desarrollo. Por medio de la correspondencia, Bahá'u'lláh mantenía un íntimo contacto con el Báb. Un poco antes de su martirio, el Báb ordenó que sus documentos y posesiones importantes fueran entregados a Bahá'u'lláh.

Por causa del importante papel que él había llevado a cabo en la promoción del mensaje del Báb, Bahá'u'lláh fue arrestado y encarcelado en 1852. Él y otros seguidores del Báb fueron confinados en la subterránea mazmorra del capital de

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Persia infamemente conocida como el “Pozo Negro”. Esa era un calabozo hediondo e infestado por sabandijas que usualmente alojaba asesinos, ladrones y otros criminales. Durante su encarcelamiento de 4 meses en el Pozo Negro, los pies de Bahá'u'lláh fueron puestos en cepos, sus maños esposadas por la espalda, y su cuello lastrado por cadenas que excedían 110 libras (51 kilógramos). Mientras que él estaba en esa condición, la misión de Bahá'u'lláh como una Manifestación de Dios nació. Más tarde él describió cómo él llegó a ser consciente de la misión que Dios le había conferido:

No era más que un hombre como otros, dormido en Mi lecho, cuando, he aquí, las brisas del Todo-Glorioso soplaron sobre Mí, y Me enseñó el conocimiento de todo lo que había sido. Esto no es de Mí, sino de Aquel Quien es el Todo-Poderoso, el Todo-Conocedor. Y Él me ordenó levantar Mí voz entre tierra y cielo, y por ello Me sobrevino lo que ha causado fluir las lágrimas de todo hombre comprensivo. El conocimiento corriente entre los hombres no estudié; ni entré en sus escuelas… La mano de la voluntad de tu Señor, el Compasivo, el Misericordioso, Me transformó.

Los Exilios de Bahá'u'lláh Eventualmente Bahá'u'lláh fue liberado de la prisión, pero ordenado de salir

inmediatamente del país. Como resultado, en 1853, Bahá'u'lláh y algunos miembros de su familia partieron de Persia para Baghdád, Iraq. En Baghdád, que era entonces una parte del imperio turco, Bahá'u'lláh empezó a reavivar lo que quedaba de la perseguida comunidad de los seguidores del Báb. Por medio de sus enseñanzas y escritos, él fue capaz de unificar y fortalecer la comunidad. También ganó el respeto de eruditos, místicos y oficiales gubernamentales, incluyendo el gobernador de Baghdád y el cónsul-general británico. Mientras que estaba en Baghdád, Bahá'u'lláh escribió el Libro de la Certeza, dentro del cual él abordó las barreras de larga duración que han separado los seguidores de diferentes religiones y explicó cómo estas barreras pueden ser superadas. Él también escribió las Palabras Ocultas, una colección de cortas expresiones que presentan la esencia de las pasadas enseñanzas religiosas.

En 1863 – diecinueve años después de la incepción de la Fe del Báb – Bahá'u'lláh declaró a sus compañeros que él era la Manifestación de Dios a quien el Báb había anticipado. En cuanto su declaración llegó a ser conocido entre los seguidores del Báb, la vasta mayoría aceptaron el reclamo de Bahá'u'lláh.

El gobierno de Persia había esperado que el destierro de Bahá'u'lláh a un país extranjero sofocara el crecimiento de la Cause que él estaba promoviendo. Pero

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Mapa Ilustrando los Exilios Sucesivos de Bahá'u'lláh

********* cuando se hizo claro que Bahá'u'lláh estaba atrayendo la atención y admiración de personas influyentes de Baghdád y más allá, las autoridades persas presionaron a los oficiales turcos para exiliar a Bahá'u'lláh más lejos de Persia. Como resultado, en 1863, el Sultán de Turquía ordenó la transferencia de Bahá'u'lláh a Constantinopla (ahora Estambul) y pocos meses después a Adrianópolis (ahora Edirne) en la extremidad occidental del imperio. Bahá'u'lláh y sus con-exiliados vivieron en Adrianópolis desde los finales de 1863 hasta 1868.

En Adrianópolis, Bahá'u'lláh ganó otra vez la admiración de individuos prominentes. Al mismo tiempo, su religión continuó difundiéndose en Persia. Urgidos por las autoridades persas, los oficiales turcos determinaron, finalmente, aislar a Bahá'u'lláh encarcelándolo en la notoria ciudad-prisión de ‘Akká, Palestina (ahora Israel). Asquerosa, llena de enfermedades, mal de clima, faltando vegetación, y sin ninguna fuente de agua dentro de los portones, 'Akká era un lugar reservado para los criminales peligrosos y prisioneros políticos de todo el imperio turco. Aunque no habían cometido ningún crimen, Bahá'u'lláh, su familia y una compañía de sus seguidores (que incluían hombres, mujeres y niños) fueron desterrados allí en 1868. Tales fueron las condiciones en 'Akká que en breve después de su llegada, tres de los exiliados murieron de enfermedad y casi todos cayeron enfermos de malaria, disentería, y otras enfermedades.

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El rigoroso encarcelamiento de Bahá'u'lláh y sus compañeros duró dos años. En cuanto las autoridades locales llegaron a reconocer el carácter noble y las enseñanzas de Bahá'u'lláh, ellos gradualmente relajaron la severa y restrictiva condición de la prisión. Aunque su orden de confinamiento nunca fue levantado, eventualmente Bahá'u'lláh fue capaz de salir de la ciudad-prisión. Con el tiempo, los oficiales locales comenzaron a respetarlo y buscar su consejo.

Bahá'u'lláh pasó los últimos 24 años de su vida dentro y acerca de 'Akká. Sus sucesivos destierros tenían el efecto de involuntariamente transferirlo a la Tierra Santa – la tierra considera sagrada por los seguidores de judaísmo, cristiandad e islam.

Los Escritos de Bahá'u'lláh Durante su exilio, Bahá'u'lláh escribió el equivalente de 100 volúmenes – uno

de lo más grande conjunto de escritura religiosa jamás producido por un individuo. En estos escritos, él expuso sus principios espirituales y sociales, enunció sus leyes, y estableció instituciones para salvaguardar su integridad y unidad. Entre los escritos de Bahá'u'lláh están sus epístolas a los más poderosos regidores políticos y religiosos de su tiempo – Napoleón III de Francia, el Zar de Rusia, el Sultán de Turquía, el Shah de Persia, el Papa Pio IX, clérigos musulmanes y otros. En estos escritos, Bahá'u'lláh anunció el advenimiento del día de Dios, expuso su reclamo, amonestó a los regidores para que defiendan los principios de justicia y unidad, les exhortó a reducir sus armamentos, y les avisó a establecer la paz por medio del acuerdo internacional y la seguridad colectiva. Es más, él les aconsejó a poner fin a las cargas financieras excesivas que empobrecía sus súbitos, les advirtió de las consecuencias de su rechazo de Su Mensaje, y denunció, en algunos casos, su arrogancia y tiranía.

Por ejemplo, a Napoleón III, Bahá'u'lláh se dirigió una epístola en la cual él profetizó la caída de Napoleón: “tu reino será arrojado en confusión, y tu imperio pasará de tus manos…” No mucho después de esta epístola fue publicada y diseminada, Napoleón sufrió un humillante derrota en 1870 en la batalla de Sedan que llevó a la pérdida de su imperio. Similares predicciones aparecieron en las epístolas de Bahá'u'lláh a otros gobernantes. El dramático cumplimiento de las ampliamente circuladas profecías aumentó su prestigio.

Que un prisionero – cautivo en un país extranjero y sin un defensor – se dirigiera, con tanta autoridad a los que mantenían el poder de vida o muerte sobre él, presenta uno de los más notables episodios en la historia religiosa. Aun más impresionante es el contraste entre la caída de los reyes y gobernantes a quienes

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Bahá'u'lláh se dirigió, y cuyo destino él predijo con precisión, y el ascenso del movimiento que él propugnó, que, dentro de un siglo de su fallecimiento, sería propagado a casi todo país alrededor del globo.

Los Sufrimientos de Bahá'u'lláh En 1892, Bahá'u'lláh falleció en 'Akká, donde está ubicado su santuario

actualmente. Su muerte fue lamentada por sus propios seguidores, al igual que por líderes gubernamentales, intelectuales y personas importantes de las comunidades judías, cristianas y musulmanes en la Tierra Santa. Así terminó una vida que había soportado casi medio siglo de sufrimiento. Mientras que tenía más o menos 35 años, Bahá'u'lláh había sido encarcelado por 4 meses entre criminales del peor orden en una tenebrosa e inmunda mazmorra subterránea, y alrededor de su cuello había sido colocado cadenas tan pesadas que los marcos de esta tortura permanecía sobre su cuerpo por el resto de su vida. La riqueza y propiedad de Bahá'u'lláh habían sido confiscadas. Luego, él había sido expulsado de su tierra nativa. Aunque él no había cometido ningún crimen, fue compelido a vivir 40 años como un prisionero y exiliado y soportó cuatro sucesivos destierros. Durante su exilio, atentados contra su vida fueron hechos, incluyendo dos ocasiones cuando él fue envenenado, la última ocasión causando una prolongada enfermedad, dejándole con un permanente tremor. Finalmente, él había sido encarcelado en la desolada e infestada ciudad de 'Akká. Fue dentro de esta prisión de 'Akká donde uno de los hijos de Bahá'u'lláh murió ante sus ojos.

¿Por qué Bahá'u'lláh se sometió a tales sufrimientos? ¿Por qué alguien quien había sido criado en el regazo de lujo y riqueza y para quien había esperado una prominente posición gubernamental, eligió un sendero que le conduciría a tal pena y tal privación? ¿Por qué no abandonó sus creencias cuando al hacerlo hubiera cesado su persecución y le permitiera y a su familia buscar una vida de confort? Se puede hallar una respuesta de estas interrogativas en los propios escritos de Bahá'u'lláh. Refiriéndose a sí mismo mientras que estaba como prisionero, él escribió:

La Antigua Belleza (Bahá'u'lláh) ha consentido ser encadenada para que la humanidad sea liberada de su cautiverio, y ha aceptado ser hecho prisionero dentro de esta poderosa Fortaleza para que todo el mundo logre la verdadera libertad. Ha bebido hasta los posos de la copa del dolor, para que todos los pueblos de la tierra alcancen felicidad perdurable, y sean colmados de alegría.

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El Santuario de Bahá'u'lláh acerca de 'Akká, Israel

********* Es más, Bahá'u'lláh declaró: “Hemos aceptado ser abatido… para que podáis ser

exaltados, y sufrido múltiples aflicciones, para que podáis prosperar y florecer.” Bahá'u'lláh “soportó estas ordalías y sufrió estas calamidades y dificultades a fin de que una manifestación de desprendimiento y servicio pueda llegar a ser aparente en el mundo de la humanidad” y para que por medio de la promoción de sus enseñanzas, los seres humanos desarrollen sus capacidades espirituales y establezcan una sociedad que funcione según los principios de la justicia y unidad. En suma, fue por su amor para la humanidad y su deseo por el mejoramiento del mundo que Bahá'u'lláh soportó dificultades y ordalías y se sacrificó por casi un medio siglo.

'Abdu'l-Bahá: El Sucesor e Intérprete Para asegurar que su religión mantuviera su integridad y unidad y no llegara a

ser dividida o disipada después de su muerte, Bahá'u'lláh identificó explícitamente su sucesor y creó un orden administrativo que guiará su Fe por siglos en el futuro. En sus escritos Bahá'u'lláh designó como su sucesor inmediato su primogénito,

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'Abdu'l-Bahá durante su visita de los Estados Unidos en 1912

********* Abbas Effendi, quien, después del fallecimiento de su padre, adoptó el nombre 'Abdu'l-Bahá (pronunciado “Ab-Dol-Ba-Ja,”; este término árabe significa “Siervo de Bahá”). Bahá'u'lláh declaró que ‘Abdul-Bahá era el intérprete autorizado de las enseñanzas bahá'ís y el centro a quien todos los bahá'ís debieran volverse para la instrucción y guía. Como el tercero de las figuras centrales, ‘Abdul-Bahá llevó a cabo estas funciones desde el tiempo del fallecimiento de Bahá'u'lláh hasta su propia muerte tres décadas más tarde.

Nacido en 1844, ‘Abdu’l-Bahá compartió los sucesivos destierros y encarcelamiento de su padre. Oficialmente 'Abdu'l-Bahá permaneció un prisionero hasta 1908, cuando la revolución en el imperio turco resultó en la liberación de todos los prisioneros religiosos y políticos. Un poco después de que fue liberado, y a pesar de su avanzada edad y mala salud, causada por casi medio siglo de exilio y confinamiento, se embarcó en un viaje de enseñanzas de 3 años a lo largo de Egipto, Europa y Norteamérica.

Sin haber asistido a la escuela, poco familiar con los costumbres y lenguajes occidentales, y nunca habiendo afrontado una audiencia pública, 'Abdu'l-Bahá se levantó para proclamar las enseñanzas de Bahá'u'lláh en iglesias, sinagogas, universidades y otros foros públicos, ante audiencias que, a veces, excedían mil personas. En adición de conducir numerosas entrevistas privadas e informales discusiones, él dio en casi 40 ciudades de los Estados Unidos y Canadá algunos

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140 discursos, que fueron traducidos al inglés para sus audiencias. Él habló en las Universidades de Columbia, Howard, y Nueva York; dio conferencias a 1,800 estudiantes y 180 profesores en la Universidad de Stanford; y se dirigió a la cuarta conferencia anual de la Asociación Nacional del Adelanto de la Gente de Color (NAACP). Secretarios de Estado, embajadores, congresistas, distinguidos rabinos, y líderes de iglesia, presidentes de universidades y otros eminentes individuos, incluyendo Theodore Roosevelt, Alexander Graham Bell, Andrew Carnegie, y Admiral Robert Peary, constaban entre aquellos que visitaron a 'Abdu'l-Bahá durante su estadía en América en 1912.

Más allá de proclamar las enseñanzas de Bahá'u'lláh con palabras, 'Abdu'l-Bahá las demostró con acciones. Por ejemplo, la profundidad del amor de 'Abdu'l-Bahá para la humanidad y su perdón de sus enemigos fueron ejemplificados cuando en Francia él encontró un exiliado príncipe persa. Este príncipe había sido la causa de mucho sufrimiento de la comunidad bahá'í, puesto que él había ratificado, durante su gobernación, la matanza de prominentes bahá'ís. Al encontrarse con 'Abdu'l-Bahá, el príncipe intentó ofrecer excusas para su pasado comportamiento. La respuesta 'Abdu'l-Bahá fue: “Todo eso es del pasado. Nunca piensa ello otra vez.”

Además, el valiente compromiso de 'Abdu'l-Bahá a la unidad fue claro durante una era de segregación racial en América. Por ejemplo, durante un almuerzo formal realizado en su honor en Washington, D.C., él insistió que un amigo americano negro fuera permitido asistir y dado el asiento de honor. 'Abdu'l-Bahá entonces procedió de dar una charla sobre el tema de la unidad de la humanidad.

Durante sus viajes, 'Abdu'l-Bahá rehusaba toda remuneración por sus lecturas y elegía para él mismo las acomodaciones y arreglos de viaje más modestos; sin embargo él daba generosamente a los pobres y necesitados dondequiera que se fuera. En todo momento, él se esforzaba en servir a los demás, enfatizando que el servicio a la humanidad es servicio a Dios. Por razón de la obra humanitaria de 'Abdu'l-Bahá durante la primera guerra mundial en aliviar la hambruna y angustia, las autoridades británicas le confirieron el título de caballero en 1920.

El legado de 'Abdu'l-Bahá fue amplio y duradero. Como resultado de sus esfuerzos, la Fe bahá'í llegó a ser firmemente establecida en Norteamérica y Europa. Por medio de su aliento, la Fe fue llevada a Australia y el Lejano Oriente. Por su insta, los bahá'ís persas establecieron escuelas – abiertas a gente de todas las religiones – en un tiempo cuando prácticamente no existían un sistema educacional en Irán. Y bajo su guía, los bahá'ís desarrollaron consejos administrativos, a menudo en culturas poco familiares de tomar decisiones en grupo. Finalmente, él dejó para la posteridad decenas de volúmenes de escritos que interpretaron, expusieron, y aplicaron las enseñanzas de Bahá'u'lláh.

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Por medio de sus palabras y ejemplo, 'Abdu'l-Bahá ayudó a unificar la gente de varias nacionalidades, razas, y religiones. Cuando 'Abdu'l-Bahá falleció en 1921, su funeral fue un testimonio de lo que él había logrado, en cuanto no menos de diez mil personas de toda clase, raza y religión en la Tierra Santa – incluyendo los gobernadores de Jerusalén y Fenicia y dignitarios de las comunidades judías, cristianas y musulmanas – dieron tributo a sus logros en promover la unidad, paz y servicio a la humanidad.

El Orden Administrativo Bahá’í Después del fallecimiento de 'Abdu'l-Bahá, su rol de liderar la Fe bahá'í fue

heredado por el orden administrativo bahá'í, cuyas instituciones y principios Bahá'u'lláh y 'Abdu'l-Bahá habían expuestos en sus escritos. Específicamente, ellos habían ordenado las instituciones de la Guardianía y la Casa Universal de Justicia como dos pilares del orden administrativo bahá'í, invistieron estas dos instituciones con la autoridad de preservar la integridad y unidad de la Fe bahá'í, y aseguraron ambas con la guía divina. Según las escrituras bahá'ís, el Guardián fue el intérprete autorizado de las enseñanzas bahá'ís, y la Casa Universal de Justicia fue investida con la función de legislación sobre asuntos no revelados expresamente en los escritos bahá'ís. Bahá'u'lláh y 'Abdu'l-Bahá apoderaron ambas instituciones de aplicar los principios de la Fe, promulgar sus leyes, y adaptar sus enseñanzas para satisfacer las necesidades de una evolucionando sociedad.

En su Voluntad y Testamento, 'Abdu'l-Bahá designó a su nieto mayor, Shoghi Effendi, como Guardián de la Fe bahá'í. Shoghi Effendi asumió este oficio después del fallecimiento de 'Abdu'l-Bahá y comenzó el proceso de edificar las instituciones locales y nacionales, llamadas Asambleas Espirituales, que sostendrían la Casa Universal de Justicia, un consejo internacionalmente elegido. Por medio de sus escritos, Shoghi Effendi educó a los bahá'ís en cómo las Asambleas fueran a ser elegidas – democráticamente por medio de elecciones con secretas-balotas desprovistas de nominaciones o campañas. También enfatizó que las instituciones bahá'ís deben usar el proceso decisorio de la consultación, que es gobernada por principios espirituales. Por su fallecimiento en 1957, Shoghi Effendi había liderado la comunidad mundial bahá'í en establecer cientos de Asambleas Espirituales locales alrededor del globo y levantado Asambleas Espirituales nacionales en 26 países. La vasta expansión de la comunidad bahá'í resultó de los

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Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe Bahá’í

********* planes sistemáticos de enseñanza que Shoghi Effendi había alentado a los bahá'ís de llevar a cabo. Porque la religión falta clero o misioneros profesionales, las enseñanzas bahá'ís son difundidas por los individuos bahá'ís que viajan o relocalizan en nuevas áreas.

Shoghi Effendi, también, desarrolló el centro internacional de la Fe bahá'í en 'Akká y Haifa, Israel. Finalmente, él profundizó la comprensión de los creyentes de las enseñanzas bahá'ís por medio de sus interpretaciones, contenidas en numerosas cartas, que numeran en los diez miles.

Después del fallecimiento de Shoghi Effendi, la Fe fue liderada por seis años por un grupo de eminentes creyentes a quienes él había designado por los propósitos de proteger y promover la Fe. En 1963, al cumplir el plan de diez años que Shoghi Effendi había lanzado una década anteriormente, los miembros de las Asambleas Espirituales nacionales alrededor del mundo eligieron la Casa Universal de Justicia. Igual a otras elecciones bahá'ís, la elección de los nueve

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Sede de la Casa Universal de Justicia, Monte Carmelo, Haifa, Israel

*********

Miembros de la Casa Universal de Justicia, 2005

********* miembros de la Casa de Justicia fue llevado a cabo por el voto de secreto-balota sin nominaciones o campaña electoral. Desde la primera elección, los miembros de la Casa de Justicia han sido elegidos de la misma manera cada cinco años. En la elección de 2008, más de 1,000 hombres y mujeres, representando comunidades bahá'ís en 166 naciones, emitieron sus votos para la elección de la Casa de Justicia.

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Con su sede sobre Monte Carmelo en Israel, en la sombra de los santuarios del Báb y Bahá'u'lláh, la Casa de Justicia ha sido, desde su formación, la institución suprema de la Fe a la cual todos los bahá'ís del mundo se recurren.

Como el Guardián antes, la Casa de Justicia ha coordinado y dirigido el trabajo de la comunidad mundial bahá'í y la ha liderado en difundir las enseñanza de la Fe bahá’í, consolidando sus comunidades, y promoviendo la educación espiritual de los niños, jóvenes y adultos. La Casa de Justicia también ha guiado a los creyentes en aplicar las enseñanzas bahá'ís – por ejemplo, en el campo del desarrollo social y económico – de maneras que mejorará las vidas de la gente y abordar los concretos desafíos encarando a la humanidad. Es más, ella ha animado la comunidad bahá'í para trabajar con organizaciones de mentalidad similar en promover la paz y desarrollo. Por décadas, la comunidad internacional bahá'í ha sido acreditada como una organización no-gubernamental en las Naciones Unidas y ha mantenido una posición consultiva en el Consejo Económico y Social y varias agencias especializadas.

Finalmente, como 'Abdu'l-Bahá y Shoghi Effendi, la Casa Universal de Justicia ha preservado la integridad de las enseñanzas bahá'ís y mantenido la unidad de la Fe bahá'í.

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Capítulo 5

Adoptando Patrones Espirituales Leyes y Principios para el Individuo, la Familia

y la Comunidad *********

Observad los estatutos y preceptos de vuestro Señor, y caminad en este Camino que ha sido trazado ante vosotros…

– BAHÁ’U’LLÁH

Los Propósitos de las Leyes y Principios Divinos En sus escritos, Bahá'u'lláh ha enunciado leyes y principios para el individuo, la

familia, y la comunidad. Estas ordenanzas no son un mero código de leyes – arbitrarias instrucciones y prohibiciones. Más bien, son patrones espirituales por medio de los cuales la humanidad pueda alcanzar la felicidad: “Felices son los que observan los preceptos de Dios…” Es más, como Bahá'u'lláh ha declarado, sus leyes proveen la llave para la libertad: “La verdadera libertad consiste en la sumisión del hombre a Mis mandamientos…”

¿Por qué la observancia de ordenanzas divinas resulta en felicidad y libertad? Como las escrituras bahá'ís explican, “la felicidad humana está fundada en el comportamiento espiritual.” En cuanto el individuo se esfuerce a comportarse según estas normas espirituales, fuerzas transformativas operan sobre el alma de él o ella. El resultado de tal obediencia a las leyes y principios de Dios es la adquisición del carácter espiritual y moral. Conformándose a normas divinas fortalece el matrimonio y la vida familiar también y promueve la unidad de las comunidades. Adherencia a estas normas espirituales permite a los individuos, familias y comunidades estar liberadas del egoísmo, odio, conflicto y opresión y ser libres para progresar espiritual y materialmente. Igual como apreciando las leyes de la naturaleza capacita a uno vivir en armonía con las fuerzas del mundo físico, la observancia de las leyes y enseñanzas de Dios nos libera de indecibles dificultades espirituales y morales.

Observancia de las enseñanzas de Dios atrae beneficios y bendiciones. Pero, según el punto de vista bahá'í, la motivación de llevar a cabo las leyes y principios divinos debería ser no meramente la esperanza de la recompensa o el temor del

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castigo. Idealmente, uno debería esforzarse a obedecer las enseñanzas de Dios para expresar el amor de uno hacia Dios. Bahá'u'lláh aconsejó: “Observad los mandamientos de Dios por amor a Su belleza…”

Abajo hay una discusión de algunas importantes leyes y principios bahá'ís aplicables al individuo, la familia y la comunidad.

El Individuo Leyes y principios para el individuo puedan ser resumidos como siguen:

• La oración y meditación diarias • El estudio regular de las escrituras sagradas • El servicio a otros • Compartiendo las enseñanzas de Dios con otros • Ofrecimiento material • Varias provisiones relacionadas a la conducta personal La oración está entre las leyes espirituales más importantes prescrita para el

individuo. Según las enseñanzas bahá'ís, la oración es conversación con Dios y el principal medio para cultivar la espiritualidad. La oración fortalece, reaviva y purifica el alma y, así, asegura su desarrollo. Igual como el cuerpo físico necesita ser alimentado cada día, el alma también necesita la nutrición diaria de la oración para crecer espiritualmente.

En la Fe bahá'í, la oración toma dos formas: las Oraciones Obligatorias diarias y otras oraciones. Bahá'u'lláh decretó que cada creyente debiera recitar diariamente una de las tres Oraciones Obligatorias según ciertos requerimientos prescritos. Por ejemplo, el individuo puede ofrecer la Oración Obligatoria corta – expuesta abajo – recitándola una vez por día entre el mediodía y la puesta del sol:

Soy testigo, oh mi Dios, de que Tú me has creado para conocerte y adorarte. Atestiguo en este momento, mi impotencia y Tu poder, mi pobreza y Tu riqueza.

No hay otro Dios más que Tú, el que Ayuda en el Peligro, Quien Subsiste por Sí Mismo. En adición de ofrecer una Oración Obligatoria diaria, el individuo es alentado a

orar en otras ocasiones. Bahá'u'lláh, el Báb, y 'Abdu'l-Bahá han revelado muchas oraciones sobre temas tales como la asistencia, los niños, las familias, la curación, superando dificultades, y el crecimiento espiritual. La oración también puede ser puramente espontánea y recitada con las propias palabras de uno.

La oración está complementada por la práctica espiritual de la meditación. Mientras que la oración es conversación con Dios, la meditación es conversación

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con la propia alma de uno mismo: “En ese estado de mente te puedes proponer ciertas preguntas a tu espíritu y el espíritu contesta: la luz irrumpe y la realidad es revelada.” “Por medio de la meditación las puertas del profundo conocimiento e inspiración puedan ser abiertas.” Como los escritos bahá'ís explican:

No es suficiente orar diligentemente para la guía, sino esta oración debe ser seguida por la meditación en cuanto a mejores métodos de acción y entonces la acción misma. Aun si la acción no produzca resultados inmediatos, o quizás no sea enteramente correcta, eso no hace ninguna diferencia, porque las oraciones pueden ser contestadas solamente por medio de la acción y si la acción de alguien sea equivocada, Dios puede usar ese método para mostrar el camino que es correcto. No hay ninguna técnica de meditación prescrita en las enseñanzas bahá'ís, así

que la manera de hacerlo se deja al individuo. El estudio regular de las escrituras sagradas es otra ley ordenada para el

individuo. Bahá'u'lláh escribió: “Sumergíos en el océano de Mis palabras, para que descifréis sus secretos y descubráis todas las perlas de sabiduría que se hallan ocultas en sus profundidades.” Por razón de la ausencia del clero en la Fe bahá'í y el principio de la investigación independiente de la verdad, cada creyente tiene la sagrada obligación de estudiar individualmente los escritos bahá'ís: “las Enseñanzas de Bahá'u'lláh deberían ser cuidadamente estudiadas, una por una, hasta que sean realizadas y entendidas por la mente y el corazón…” La comprensión de la Palabra de Dios no depende del aprendizaje humano, sino está condicionada en “la pureza de corazón, castidad del alma, y libertad del espíritu.”

Sirviendo a otros es aun otro principio espiritual para el individuo: “Servicio a la humanidad es servicio a Dios.” Una forma de servicio es tomando parte en una ocupación. Bajo la ley bahá'í, cada persona debiera estar ocupada en una profesión, oficio, comercio, o trabajo (que incluye ama/o de casa). Participar en una ocupación, cuando sea empujado por los más altos motivos y por el deseo de servir a la humanidad, constituye adoración a Dios. En adición de ejercer una ocupación, los individuos son animados de rendir servicio a otros en sus interacciones diarias: “Pensad en todo tiempo de rendir algún servicio a cada miembro de la raza humana.” Uno debiera esforzarse a hacer algún bien a cada persona cuyo camino él o ella cruza.

Otra obligación sagrada para los bahá'ís es compartir las enseñanzas de Dios con otros. Bahá'u'lláh prohibió a sus seguidores de difundir su Fe por medio de la violencia, fuerza o coerción. Más bien, la Palabra de Dios debería ser compartida con respeto y amor, como si fuera ofreciendo un regalo a un amigo. Bahá'u'lláh explicó:

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Los hijos de los hombres son todos hermanos, y los prerrequisitos de la hermandad son múltiples. Entre esos están que uno debería desear para su hermano lo que uno desea para sí mismo. Por lo tanto, le incumbe a quien es el recipiente de un obsequio interno o externo o quien participa del pan del cielo informar e invitar a sus amigos con el máximo amor y bondad. Si ellos responden favorablemente, su objeto ha sido alcanzado; de lo contrario debería dejarlos a sí mismos sin contender con ellos o expresa una palabra que causaría la mínima tristeza. Aún otra obligación espiritual para los individuos bahá'ís es hacer ofrecimiento

material para su Fe. El privilegio de hacer estos ofrecimientos es reservado para los bahá'ís solos; la Fe bahá'í no solicita ni acepta ofrecimientos de los que no son bahá'ís. Los ofrecimientos materiales toman dos formas. La primera es una ley llamada “el Derecho de Dios” bajo la cual los individuos – después de proveer por sus propios gastos esenciales – pagan un porcentaje fijo del valor restante de sus bienes a la cabeza de la Fe (la Casa Universal de Justicia). El segundo es la práctica de contribuir al Fondo Bahá i. “Contribuyendo al Fondo es un servicio que cada creyente puede rendir, sea él pobre o rico…” Los Fondos pueden ser contribuidos a los niveles local, nacional o internacional. Con respecto a ambos, el Derecho de Dios y el Fondo, las escrituras sagradas bahá'ís enfatizan la importancia del principio de la dignidad. Bahá'u'lláh advirtió: “Sería imposible concebir un acto más despreciable que solicitar, en el nombre del verdadero Dios, las riquezas que los hombres poseen.” Como tal, dentro de la comunidad bahá'í, ningún creyente puede ser acercado individualmente para pagar el Derecho de Dios o contribuir al Fondo. Es más, si o cuanto uno ha ofrecido no es una información pública. Más bien, la confidencialidad de los ofrecimientos materiales es estrictamente mantenida por las instituciones bahá'ís recibiéndolos.

En adición a las anteriores prácticas espirituales, las escrituras bahá'ís han expuesto otras leyes. Entre las más vitales está la práctica del ayuno. Bahá'u'lláh prescribió a sus seguidores ayunar desde la salida del sol hasta la puesta del sol cada día durante el periodo desde el 2 hasta el 21 de marzo (el último mes del año en el calendario bahá'í). El propósito del ayuno es fundamentalmente espiritual: un símbolo y recordatorio de la abstinencia de deseos egoístas y corporales. El ayuno es obligatorio a los de entre 15 y 70 años. Los bahá'ís quienes están enfermos, viajando, encinta, o amamantando son exentos del ayuno.

Otras leyes bahá'ís vinculantes a los individuos incluyen la prohibición de murmurar y calumniar – la práctica de discutir las faltas de otros en su ausencia. Las escrituras bahá'ís identifica la murmuración como la peor cualidad humana porque impide el crecimiento espiritual del individuo y socava la unidad de la comunidad. Bahá'u'lláh escribió que “la murmuración apaga la luz del corazón, y

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extingue la vida del alma.” Además aconsejó: “No murmures los pecados de otros mientras tú mismo seas un pecador” y “no agrandes las faltas de los demás para que tus propias faltas no sean agrandadas.” 'Abdu'l-Bahá ofreció este consejo sobre evitar la murmuración:

¡Cuandoquiera que reconozcas la falta de otro, piensa en tus propias faltas! ¿Qué son mis imperfecciones? – y trata de eliminarlas. Haz esto cuandoquiera que seas probado por las palabras y acciones de otros. Así crecerás, llegarás a ser más perfecto. Vencerás a ti mismo, y no tendrás aun tiempo para pensar en las faltas de otros… Bahá'u'lláh prohibió a sus seguidores consumir alcohol o usar drogas que

alteran la mente (tales como marihuana, opio, LSD y otras sustancias alucinogenitas) a menos que sean prescritas por un médico calificado como parte de un tratamiento medicinal. Las negativas consecuencias sociales del uso del alcohol y narcóticos son severas. Cada año, el uso de alcohol y drogas ilícitas son responsables por casi dos millones de muertes mundialmente; resulta en aun más grande número de heridas; causa significantes defectos de nacimiento; contribuye a la violencia domestica y derrumbamiento de familias; e impone pasmosos costos económicos en el cuidado de salud y pérdidas en productividad. Es más, la consumación de alcohol y narcóticos temporalmente (y a veces permanentemente) inhibe el funcionamiento apropiado de la mente humana – la cualidad esencial del alma. Por lo tanto, su uso no beneficia la estación noble con la cual Dios ha dotado a los seres humanos: “Noble te he creado, sin embargo tú te has degradado. Levántate para lo cual ha sido creado.” Bahá'u'lláh escribió: “Es inadmisible que el hombre, quien ha sido dotado con la razón, consuma lo que le roba de ésta.” Entre otras leyes y principios vinculantes al individuo son la castidad antes del matrimonio y fidelidad durante el matrimonio.

Aún mas, mientras leales al gobierno y libres de votar en elecciones, los bahá'ís no participan en las políticas partidarias; por ejemplo hacer campaña para un puesto y ser miembro de un partido político. Membrecía en un partido político necesariamente implicaría repudiar por lo menos algunos principios bahá'ís puesto que no hay ningún partido cuyos principios son completamente alineados con las enseñanzas bahá'ís. Si los bahá'ís participaran en el partido político y eligieran afiliarse a diferentes partidos, estarían trabajando unos contra otros, que sería inconsistente con la meta bahá'í de promover la unidad.

Más allá de establecer las leyes y principios que permitirán al individuo crecer espiritualmente, Bahá'u'lláh también ofreció guía sobre el papel de las pruebas y dificultades en el desarrollo espiritual del alma. Según las enseñanzas bahá'ís, las pruebas que la gente afronta son de dos tipos. Primero, hay dificultades que son las

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consecuencias de las malas decisiones. Por ejemplo, si una persona envenena su cuerpo ingiriendo drogas ilícitas o apostando y perdiendo sus ahorros, las tristezas son causadas por sus propias acciones necias. Segundo, hay las pruebas que son divinamente intencionadas para desarrollar la potencial espiritual del individuo. Como 'Abdu'l-Bahá explicó:

La mente y espíritu del hombre avanzan cuando él es probado por el sufrimiento. Más que el suelo sea arado mejor crecerá la semilla, mejor será la cosecha. Igual como el arado surca el suelo profundamente, purificándolo de malezas y cardos, así el sufrimiento y tribulación liberan al hombre de los mezquinos asuntos de esta vida terrenal hasta que él llegue a un estado de completo desprendimiento. Las pruebas y dificultades enseñan al individuo a depender de Dios.

Importantemente, mientras algunas pruebas parecen inaguantables, Bahá'u'lláh dio la seguridad que nadie será probado más allá de su capacidad: “Dios nunca ha cargado ninguna alma más allá de su poder.” El alma que constantemente obedece las enseñanzas de la Manifestación y sigue el principio espiritual al afrontar las dificultades crecerá espiritualmente.

En cuanto los individuos llevan a cabo las leyes y principios de Bahá'u'lláh, gradualmente verán en sí mismos los beneficios conferidos por estas ordenanzas.

La Familia Las enseñanzas bahá'ís animan el matrimonio, describiéndolo como una

institución sagrada que puede ser una fuente de bienestar, felicidad y seguridad. En el matrimonio, el esposo y la esposa deberían unirse física y espiritualmente para que siempre puedan mejorar la vida espiritual de uno a otro. Si bien el aspecto físico del matrimonio debe ser dado su debida importancia, ello está subordinado a los propósitos y funciones morales y espirituales de la institución. De primordial importancia es que el esposo y esposa debieran vivir sus vidas con amor y armonía. Si sean unidos, “pasarán por este mundo con perfecto contento, dicha, y paz de corazón, y llegarán a ser el objeto de la gracia y favor divinos en el Reino del cielo.”

Uno de los claves para fortalecer la unidad entre el esposo y la esposa es la amorosa consulta – una práctica prescrita por Bahá'u'lláh para asistir las parejas casadas, comunidades, instituciones, o cualquier grupo de gente buscando resolver problemas. Como está resumido abajo, el proceso de la consulta enunciada en las escrituras bahá'ís no es meramente una discusión grupal o la expresión de

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opiniones personales. En vez, es un proceso de llegar a decisiones basado en los principios, cualidades, and acciones espirituales.

La primera condición de la consulta es el amor y armonía absolutos entre los consultantes. La segunda condición es que los participantes deben buscar la asistencia de Dios por medio de la oración. Después de cumplir las condiciones, la pareja (o grupo) debe buscar la verdad. Los participantes deben, con completa libertad, expresar sus propios pensamientos sobre el asunto ante ellos, pero no deben despreciar los pensamientos de otros. Deben comunicarse con cortesía, dignidad, cuidado y moderación. La chispa de la verdad aparece cuando las diferentes opiniones chocan. Es más,

Él que expresa una opinión debería expresarla no como correcta y teniendo razón sino exponerla como una contribución al consenso de opiniones… Si se halla que una expresión previa es más verdadera y valiosa, debería aceptarla inmediatamente y no mantener una opinión propia obstinadamente. Por medio de este excelente método procura llegar a la unidad y la verdad. Por contraste, “la obstinación y persistencia en el punto de vista propio llevarán

últimamente a la discordia y contienda y la verdad permanecerá oculta.” En cualquier grupo, no importa cuán amorosa sea la consulta, haya veces

cuando no se puede llegar al acuerdo. Cuando el grupo consiste de tres o más personas, este dilema es resuelto por la mayoría de voto. Obviamente, no puede haber mayoría de voto cuando sólo dos personas están consultando, como con el esposo y esposa. Por lo tanto, hay veces “cuando la esposa debería deferir a su esposo, y veces cuando el esposo debería deferir a su esposa, pero ninguno debería jamás dominar injustamente al otro.” Es para cada pareja determinar bajo qué circunstancias tales deferencias deberían tomar lugar.

Una vez que una pareja o grupo llegue a una decisión en la consulta, entonces todos deben, sin reservas, apoyar el resultado, aun si uno personalmente esté en desacuerdo con la decisión. “Si se acuerdan sobre un asunto, aunque sea incorrecto, es mejor que desacordar y estar en lo correcto, puesto que esta diferencia producirá la demolición del fundamento divino… Pero si se acuerdan y ambas partes estén equivocadas, en cuanto que están en unidad la verdad será revelada y la equivocación será corregida.” Por poner en acción unidamente, y apoyar la decisión llegada durante la consulta, la pareja o grupo puede determinar si, de hecho, la decisión correcta haya sido llegada. Si llegue a estar claro que la decisión inicial no fuera correcta o efectiva, entonces la pareja o grupo consulta de nuevo, llegando a y apoyando otra decisión juntos. Manteniendo la unidad por medio de la consulta, la mejor solución será descubierta eventualmente. Desde la perspectiva bahá'í, la consulta familiar, “empleando la discusión franca y completa,

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y animada por la consciencia de la necesidad para la moderación y balance, puede ser la panacea para el conflicto domestico.”

La unidad entre el esposo y la esposa provee el ideal entorno para la crianza y la educación espiritual de los hijos. Las escrituras bahá'ís instan al padre y a la madre hacer cada esfuerzo para entrenar sus hijos espiritualmente (en morales y buena conducta) e intelectualmente (en la lectura, escritura, las ciencias, y las artes). Aproximadamente hace un siglo, 'Abdu'l-Bahá hizo esta predicción acerca de la futura condición del mundo y la importancia de la educación de los hijos.

En un tiempo venidero, los morales degenerarán a un grado extremo. Es esencial que los hijos sean criados en la manera bahá'í, para que puedan encontrar la felicidad en este mundo y en el venidero. Si no, serán acosados por las tristezas y dificultades, puesto que la felicidad está fundada sobre el comportamiento espiritual. Además él enfatizó que la prioridad más alta deberían ser dada a la educación

moral: El entrenamiento de morales y la buena conducta es mucho más importante

que el aprendizaje de la lectura. Un hijo que es limpio, agradable, de buen carácter, bien comportado – aun siendo ignorante – es preferible a un hijo que es rudo, sucio, mal humorado, y sin embargo llegando a ser profundamente versado en todas las ciencias y artes. La razón por esto es que el hijo que se comporta bien, aunque sea ignorante, es beneficioso a otros, mientras que un hijo mal humorado y mal comportado es corrupto y es dañino a otros, aun siendo educado. Si, sin embargo, el hijo sea entrenado para ser ambos, educado y bueno, el resultado es luz sobre luz. Las escrituras bahá'ís ofrecen muchas aclaraciones sobre el tema de la

educación de los hijos. Entre ellas está que es mucho más fácil entrenar moralmente a los niños cuando sean jóvenes: “los hijos, al comienzo de la vida, son frescos y tiernos como ramitas, y pueden ser entrenados en cualquier manera que desees.” Pero la educación moral llega a ser más desafiante una vez que los hijos pasan la edad de pubertad. Es más, si bien todos los padres son exhortados de educar a todos sus hijos, las enseñanzas bahá'ís especifican que si los recursos sean limitados, entonces la preferencia debería ser dada para la educación de las muchachas; el entrenamiento de las hijas es esencial porque “es por medio de las madres educadas que los beneficios del conocimiento pueden ser más efectiva y rápidamente difundida a lo largo de la sociedad.”

Al moldear el carácter moral de sus hijos, los padres son instados de aplicar el principio de la unidad en todo tiempo: la “integridad del vínculo familiar debe ser considerado constantemente, y los derechos de los miembros individuales no deben

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ser transgredidos… La injuria de uno sería considerada la injuria de todos; el confort de cada uno, el confort de todos; el honor de uno, el honor de todos.” “Si el amor y acuerdo sean manifiestos en una familia, esa familia avanzará, llegará a ser iluminada y espiritual; pero si la enemistad y odio existan dentro de ella, la destrucción y dispersión son inevitables.”

La Comunidad Las enseñanzas bahá'ís también se dirigen al asunto del desarrollo de la vida

comunitaria. La participación activa del individuo en las actividades devocionales, educacionales, sociales y administrativas de la comunidad bahá'í promueve el crecimiento espiritual porque profundiza la comprensión del individuo de los principios de la Fe bahá'í y provee un laboratorio para traducirla en la acción. Por medio de tal participación, cada persona es capaz de contribuir en la construcción de una civilización espiritual. Hay cuatro actividades básicas que la vida comunitaria bahá'í promueve: reuniones devocionales, círculos de estudio, clases de niños y grupos para el apoderamiento moral de los jóvenes. Todas estas actividades están abiertas al público.

Las escrituras bahá'ís alientan la realización de regulares reuniones devocionales, donde los individuos se juntan para “glorificar a Dios y fijar sus corazones en Él, y leer y recitar las escrituras sagradas.” Tales reuniones – las cuales pueden ser llevadas a cabo en hogares, centros bahá'ís donde hayan, o en otros lugares – son esenciales para la vida espiritual de la comunidad. En las reuniones devocionales, los bahá'ís son alentados de usar las oraciones y escrituras de Bahá'u'lláh, el Báb, y 'Abdu'l-Bahá y pueden también incluir las escrituras sagradas de otras religiones. La música, que es considerada una escalera para el alma, puede ser incorporada durante las reuniones devocionales. Ninguna forma fija es prescrita para tales reuniones. Puedan tener diferentes formatos dependiendo de los gustos y antecedencias culturales de los participantes.

'Abdu'l-Bahá también alentó la realización de reuniones para el estudio de las enseñanzas, la historia y las pruebas bahá'ís. Los bahá'ís y sus amigos se juntan en pequeños grupos llamados círculos de estudio para explorar sistemáticamente el significado y aplicación de las enseñanzas de Bahá'u'lláh. Según el punto de vista bahá'í, la comprensión aumenta cuando el estudio y el servicio sean unidos y llevados a cabo juntos. Los círculos de estudio, que son participativos en formato y facilitado por los mismos miembros de la comunidad, permiten a los individuos combinar estos elementos de estudio y servicio.

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Actividades Básicas en las Comunidades Bahá'ís: Reuniones Devocionales, Círculos de Estudio, Clases de Niños, y Grupos de Pre-Jóvenes

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Las clases de niños son la tercera actividad básica de la comunidad bahá'í. Según las escrituras bahá'ís, entre “las más grandes de todos los servicios que puedan ser rendidas por el hombre al Dios Todopoderoso es la educación y

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entrenamiento de los niños…” Las clases bahá'ís para los niños procuran nutrir las capacidades espirituales de los miembros más jóvenes de la comunidad y ayudarles desarrollar caracteres nobles y rectos. En adición, grupos de apoderamiento moral de pre-jóvenes alientan el desarrollo de la identidad espiritual por medio del estudio, servicio y las artes.

Porque estas actividades básicas proveen la alimentación y educación espirituales, son consideradas por los bahá'ís como algo esencial para el desarrollo de un entorno comunitario unificado y nutritivo. En vez de tener unas pocas actividades centralizadas para el pueblo o ciudad, los bahá'ís animan la toma de iniciativa en el nivel de la vecindad a fin de que más personas puedan tener la oportunidad de tomar parte en las actividades básicas y de modo que un sentido de comunidad emerja. Los bahá'ís invitan sus amigos, vecinos, y con-trabajadores para participar en y contribuir sus energías y talentos en promover estos elementos básicos de la vida comunitaria.

En cuanto las comunidades bahá'ís crezcan y puedan sostener las mencionadas actividades básicas, tendrán la oportunidad de desarrollar aun más introduciendo proyectos comprometidos al desarrollo social y económico. Dependiendo de su tamaño y recursos, las comunidades pueden emprender simples (y, en tiempo, más sofisticados) proyectos en los campos de la agricultura, educación, preservación del ambiente, salud, alfabetismo, desarrollo rural, unidad racial u otros. En adición a alrededor de 600 proyectos socio-económicos en marcha, los bahá'ís alrededor del mundo están apoyando varios miles de pequeños proyectos de duración fija. Sin tener en cuenta su tamaño, tales proyectos son medios para la aplicación de principios espirituales a la vida práctica de la humanidad y la promoción de la prosperidad espiritual y material.

Otra actividad comunitaria vital para los bahá'ís es la Fiesta de 19 Días – una reunión regular que enfoca en los aspectos espiritual, administrativo y social de la vida comunitaria bahá'í. La institución de la Fiesta tiene una parte devocional durante la cual oraciones y escrituras sagradas son recitadas. Esta es seguida por un segmento administrativo durante la cual la Asamblea Espiritual local (el consejo gubernamental local de la comunidad bahá'í) da informe de sus planes y actividades, comparte las noticias y mensajes, y recibe los pensamientos y recomendaciones de los miembros de la comunidad por medio del proceso de la consulta. La Fiesta, de este modo, provee una arena de democracia que conecta la comunidad local con el orden administrativo mundial bahá'í entero. La tercera parte de la Fiesta – la porción social – involucra la ingestión de refrescos y participación en otras actividades para fomentar la camaradería en la comunidad.

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Como el nombre indica, la Fiesta de Diez y Nueve Días es realizada cada diez y

nueve días, al comienzo de cada mes bahá'í. (El calendario bahá'í tiene diecinueve meses y cada mes tiene diecinueve días.) “La asistencia a la Fiesta de Diez y Nueve Días no es obligatoria pero muy importante, y cada creyente debería considerar como un deber y privilegio estar presente en tales ocasiones.” Desigual a las actividades básicas de la comunidad bahá'í, las cuales están abiertas al público, la asistencia a la Fiesta es limitada a los bahá'ís por razón de su elemento administrativo. En adición a la Fiesta, cada año, los bahá'ís observan nueve días sagradas, la mayoría de los cuales están asociados con eventos significativos en las vidas de los tres figuras centrales de la Fe. En estos días sagrados – durante los cuales el trabajo es suspendido – los bahá'ís se reúnen para las celebraciones o conmemoraciones, que están abiertas al público.

Porque no hay cleros en la Fe bahá'í, su trabajo es llevado a cabo voluntariamente por los miembros de la comunidad quienes contribuyen su tiempo y energías en su desarrollo. Cada comunidad local bahá'í es gobernada administrativamente por la Asamblea Espiritual local, de nueve miembros, que es elegida democráticamente cada año. Las comunidades también benefician por el consejo y asesoramiento de instituciones designadas sirviendo en los niveles

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locales a internacionales. Los bahá'ís no se organizan como “congregaciones” – escogiendo un grupo basado en preferencias sociales y teológicas. Más bien, para los propósitos administrativos, los bahá'ís se organizan en comunidades basadas geográficamente, según los límites civiles, pero se esfuerzan actuar en el nivel de la vecindad para muchas actividades.

Las enseñanzas bahá'ís enfatizan la importancia de la iniciativa y responsabilidad personales, y enfocan en la relación del desarrollo de la comunidad. El individuo está libre para decidir en qué manera él o ella le gustaría apoyar a las actividades de la comunidad. Uno bien no podrá estar involucrado en cada actividad de la comunidad, pero cada persona puede hallar avenidas de servicio apropiadas para sus intereses y talentos, así como las necesidades de la comunidad local. En cuanto los individuos ofrecen sus servicios por medio de distintas actividades básicas, una unificada diversidad de acción es creada dentro de la comunidad. De este modo, en vez de uno o pocos líderes religiosos sirviendo las necesidades de una congregación de miembros pasivos, cada individuo llega a ser un colaborador activo, añadiendo sus talentos dados por Dios a la tarea de la construcción de una sociedad espiritual.

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Capítulo 6

Reconociendo la Edad Prometida Expectación y Cumplimiento

********* Abrid las puertas de vuestros corazones. Verdaderamente Aquél Quien es el

Espíritu, está de pie ante ellos. – BAHÁ’U’LLÁH

*********

Expectación de la Edad Prometida Un sorprendente y común hilo que traspasa las escrituras y tradiciones de las

mayores religiones del mundo, es el de la anticipación de una edad prometida cuando la paz y rectitud prevalecerán en el mundo. Pero estas escrituras religiosas advierten que antes de alcanzar la edad prometida de Dios, la humanidad experimentará primero una oscuridad espiritual que será caracterizada por el egoísmo, odio, violencia, conducta inmoral y el declive de la religión:

Y el pueblo será oprimido, cada uno por el otro, y todos por sus vecinos… (judaísmo)

********* … la gente será avariciosa, perversa, cruel, hostil sin causa, desafortunada, y

extremadamente codiciosa… (hinduismo) *********

El mundo caerá en la promiscuidad… Entre tales humanos, hermano, reñida enemistad mutua regirá, afilada mala voluntad, intensa animosidad, apasionados pensamientos, y aun de matanza… (budismo)

********* … en los últimos días tiempos peligrosos vendrán. Puesto que los hombres

serán amantes de sí mismos, codiciosos, jactanciosos, orgullosos, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin el afecto natural, violadores de treguas, falsos delatores, incontinentes, feroces, despreciadores de los que son buenos, traidores, temerarios, altivos, amantes de placeres más que amantes de Dios… (cristianismo)

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********* Los líderes religiosos de aquel día serán los más viles bajo el cielo; sedición

y disensión saldrán de ellos y a ellos regresarán. (islam) **********

Sin embargo, las escrituras religiosas de las religiones del mundo prometen que la hora tenebrosa de la humanidad será seguida por la luz de la paz, unidad y virtud:

… cambiarán sus espadas en arados, y sus lanzas en rejas: las naciones no levantarán espadas contra otras, ni adiestrarán más para la guerra. (judaísmo)

********* Las mentes de las personas llegarán a ser puras como cristal inmaculado, y

serán como si fueran despertadas del sueño. Y estos hombres, el residuo de la humanidad, serán así transformados… (hinduismo)

********* Todas las personas sentirán iguales, y serán de una mente, expresando

mutualmente placer en encontrarse unos a otros… (budismo) *********

Y Dios enjuagará todas las lágrimas de sus ojos; y no habrá más muerte, tristeza, lloro, ni habrá más dolor: puesto que las cosas pasadas se han pasado. (cristianismo)

********* Y la tierra brillará con la luz de su Señor… (islam)

Cumplimiento de la Edad Prometida Bahá'u'lláh ha proclamado que ésta es la edad prometida en las escrituras

pasadas, cuando la humanidad está moviéndose desde el tiempo de conflicto, injusticia, y materialismo hacia la paz, justicia, y espiritualidad. Él escribió:

… el alba de la mañana de la guía divina debe… seguir la oscuridad de la noche del error. Por esta razón, en todos las crónicas y tradiciones referencias han sido hechas a estas cosas, es decir, que la iniquidad cubrirá la superficie de la tierra y la oscuridad envolverá a la humanidad.

********** El Día, prometido en todas las Escrituras, ya ha llegado.

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********* ¡Grande, en verdad, es este Día! Las alusiones que se hacen a él en todas las

Escrituras sagradas como el Día de Dios atestiguan su grandeza. *********

Las escrituras bahá'ís ofrecen adicionales perspectivas en cómo el mundo está moviéndose desde la oscuridad hasta la luz. Desde la perspectiva bahá'í, dos procesos están obrando en el mundo hoy. Un proceso es el declive y derrumbamiento de un viejo orden – social, económico, político y religioso – que es materialista en su planteamiento o está aferrándose a normas y prácticas que ya no satisfacen las necesidades de la edad. Se puede ver este proceso de desintegración en las guerras, el terrorismo, la confusión moral, y en la inhabilidad de los líderes de responder a los problemas del mundo. Bahá'u'lláh escribió: “Los vientos de la desesperación, ay, están soplando desde cada dirección, y la contienda que divide y aflige la raza humana está aumentándose diariamente. Los signos de las inminentes convulsiones y caos pueden ahora ser discernidos, en cuanto el prevaleciente orden aparece ser lamentablemente defectivo.”

El segundo proceso que está ocurriendo en el mundo es la edificación de un nuevo orden social basado en principios espirituales, incluyendo la ideal de la unidad. En este proceso de integración, los individuos y varios grupos promueven valores morales y se esfuerzan para crear nuevos modelos de interacción que son cooperativos y constructivos.

El proceso de declive y desintegración es parecido al deterioro de una casa cuyas fundaciones y soportes se han debilitado – igual como la estructura de la corriente sociedad ha sido socavada por el conflicto, injusticia y abandono de valores morales. Al mismo tiempo, incrementando números de personas están contribuyendo al proceso de crecimiento – construyendo una nueva casa que descansa sobre una fundación sólida de la unidad, rectitud moral, justicia, y espiritualidad. Ambos procesos están ocurriendo simultáneamente. En cuanto pasa el tiempo, los defectos e la inestabilidad de la vieja casa llegan a ser más claras, y la solidez de la nuevamente emergente estructura llega a ser más obvia.

Según el punto de vista bahá'í, la largamente prometida edad de la paz y la unidad no aparecerán en el mundo instantánea y mágicamente. Más bien, se manifestará gradual y crecientemente en cuanto un nuevo orden social basado en la espiritualidad, sea establecido por medio del gran esfuerzo a través de un largo periodo de tiempo. La humanidad tendrá que superar muchos obstáculos y aprender por medio de ensayo y experiencia que las soluciones a los mayores problemas

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en el mundo no son fundamentalmente políticos, económicos ni sociales. Más bien, al raíz, los profundos desafíos afrontando la humanidad son espirituales en naturaleza y por lo tanto, requerirán soluciones espirituales. La clave a la transformación positiva del mundo será educar grandes números de personas acerca del propósito espiritual de la vida y ayudarles a aplicar los principios espirituales en sus vidas personales y en la vida de la sociedad.

En esta edad, la educación espiritual de la humanidad comenzó cuando el Báb plantó las semillas de una nueva forma de vida a lo largo de Persia. Ese proceso ganó impulso durante la vida de Bahá'u'lláh cuando las enseñanzas bahá'ís fueron difundidas a aproximadamente una docena de países, principalmente en el Medio Oriente. Se aceleró aun más durante el ministerio de 'Abdu'l-Bahá cuando la Fe bahá'í fue establecida en casi 20 más países, incluyendo en Europa, Norteamérica, Australasia, y el Medio Oriente. Por los primeros años de la década de 1950, el mensaje bahá’í había extendido a más de 100 países y territorios en el Este y el Oeste. Y para 1992, sólo un siglo después del fallecimiento de Bahá'u'lláh, su Fe había sido establecida en más de 200 países del mundo y dio lugar a una comunidad que refleja la diversidad de la humanidad.

Una vez que las enseñanzas bahá'ís habían enraizado en todos los rincones del globo, los bahá'ís comenzaron a desarrollar un sistema educacional que podía

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entrenar grandes números de personas en los principios espirituales bahá'ís y su aplicación práctica. En 1990, bajo la guía de la Casa Universal de Justicia, las comunidades bahá'ís a lo largo del mundo comenzaron programas de entrenamiento consistiendo en una secuencia de cursos. Estas clases de entrenamiento, usualmente ofrecidas en pequeños grupos llamados círculos de estudio, combinaron el estudio y el servicio. En adición de aprender acerca de las cualidades espirituales y su aplicación, los participantes adquirieron las destrezas y cualidades para contribuir positivamente a la educación espiritual de otros. Por medio de este proceso de entrenamiento, los individuos podían aprender también cómo educar a los hijos en el desarrollo de su carácter y animar a los pre-jóvenes desarrollar su identidad moral y ofrecer sus energías para la construcción de un mundo mejor.

Este proceso educacional ha crecido exponencialmente desde que fue establecido. En 2001, dentro de cinco años del lanzamiento del programa, alrededor de 94,000 individuos a través del mundo habían completado las clases bahá'ís de entrenamiento. Por 2006, ese número había subido a casi un cuarto de millón de personas quienes habían completado casi 575,000 cursos, y desde entonces, el número de participantes ha continuado subir. Porque este proceso educacional está abierto al público y está basado en vecindarios, a menudo tomando lugar en hogares, ello permite a grandes números de personas llegar a ser participantes activas en la erección de espiritualmente basadas comunidades. Los participantes están bienvenidos a tomar parte en las actividades sin tener en cuenta si tengan interés en enrollar en la Fe bahá'í. Es más, porque el sistema se auto-perpetúa – en cuanto más individuos sean entrenados, más individuos tendrán la capacidad de servir y entrenar a otros – ello ha mostrado el potencial de llegar a cada vez más grandes números de personas alrededor del mundo. Se espera que este proceso de entrenamiento llegue a millones de personas en los años venideros. Por lo tanto, la meta de ofrecer la educación espiritual a la humanidad no es meramente una inverosímil esperanza, más bien es una realidad práctica que los bahá'ís metódica y gozosamente están procurando de llevar a cabo.

En cuanto el proceso educacional instituida por la comunidad mundial bahá'í continúe a crecer, más personas se comprometerán a llevar vidas centradas en los principios espirituales y desarrollar comunidades locales basadas en esos mismos principios. A su vez, los valores morales comenzarán a impregnar esas comunidades. A medida que estas comunidades crezcan en recursos humanos, aumentativamente abordarán y resolverán los problemas sociales y económicos por medio de la consultación y la aplicación de principios espirituales. Y en cuanto la consciencia espiritual comience a tomar posesión y motivar a más elementos de la sociedad, las leyes e instituciones reflejarán, aumentativamente, las normas de la

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justicia y unidad. Con el paso de tiempo, la humanidad verá la emergencia de una nueva civilización que cumplirá las promesas de las edades pasadas.

Dos factores asegurarán que la meta de establecer una civilización espiritual será realizada. Primero, la experimentación y aprendizaje están en el corazón del enfoque bahá'í de abordar los desafíos de la humanidad. Este enfoque involucra un ciclo de consulta acerca de cómo los principios espirituales pueden ser aplicados para resolver los problemas prácticos, tomando acción sobre las decisiones llegadas por medio de la consulta, y reflexionado sobre los resultados de la acción. Cuando el ciclo de aprendizaje sea repetido, lecciones emergen y soluciones son descubiertas. Porque el proceso está fundamentado en el aprendizaje, el proceso es asegurado.

El segundo factor que asegurará que la Fe bahá'í alcanzará su meta última de establecer una civilización espiritual es la Alianza de Bahá'u'lláh – un arreglo espiritual que él dejó para preservar la integridad y unidad de su Fe. En el pasado, la desunión, división, y deviación de las enseñanzas originales surgieron en la religión de Dios por causa del desacuerdo acerca de tales cuestiones básicas como quién debería liderar y qué creer (por ejemplo, la autoridad de instituciones, la autenticidad de las escrituras, y la naturaleza de la interpretación). Las provisiones de la Alianza de Bahá'u'lláh encaran estos temas. Durante su vida, Bahá'u'lláh de manera explícita y por escrito designó a su sucesor y estableció un orden administrativo que protegerá y guiará su religión. Sobre la cuestión de la autenticidad de las escrituras bahá'ís, sólo los escritos de Bahá'u'lláh, el Báb, y 'Abdu'l-Bahá – de sus propios puño y letra o dictados y firmados por ellos – son considerados auténticos; testimonios de oídos no tienen ninguna autoridad. Es más, mientras los individuos son animados de llegar a su propia comprensión de los escritos bahá'ís y compartirlas con otros, estas interpretaciones no son vinculantes y no pueden ser impuestas a otros. Por más que un siglo, estas provisiones han preservado la integridad y unidad de la Fe bahá'í a pesar de atentados de crear divisiones dentro de ella. En suma, Bahá'u'lláh no sólo ha proclamado que éste es el día para “construir de nuevo al mundo entero”, sino también ha proveído la visión y medios para construirlo.

La Figura Prometida En adición de predecir el advenimiento de una edad de paz y rectitud, las

escrituras sagradas de las mayores religiones del mundo anticipan la aparición de una figura prometida quien inaugurará esa edad:

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… la excelencia de Carmelo y Sharon verán la gloria del SEÑOR, y la excelencia de nuestro Dios… y la gloria del SEÑOR será revelada, y toda carne las verá juntas: porque la boca del SEÑOR ha hablado. (Judaísmo)

********** Cuando quiera que haya la decadencia de la rectitud,.. y haya la exaltación

de la inequidad, entonces Yo Mismo vengo; para la protección del bienhechor, para la destrucción de los malvados, para firmemente establecer la rectitud, Yo nazco de edad en edad. (Hinduismo)

********** En aquel período, hermanos, se levantará en el mundo un Exaltado llamado

Maitreya , abundante en sabiduría y bondad, feliz, con conocimiento de los mundos, insuperado como un guía de los mortales listos para ser guiados, un Maestro de dioses y hombres, un Exaltado, un Buda, aun como Yo soy ahora. (Budismo)

********* Aun tengo muchas cosas que deciros, pero no pueden sobrellevarlas ahora.

Sin embargo, cuando, él, el Espíritu de Verdad, venga, él os guiará a toda verdad: puesto que no hablará de sí mismo; sino todo lo que oiga, lo hablará… (Cristianismo)

********* ¿Qué pueden esperar sino que Dios debería venirlos sombreados con

nubes…? (Islam) **********

Bahá'u'lláh reclamó inequívocamente, que él era el Prometido de los pueblos del mundo:

Aquel Cuyo advenimiento ha sido predicho en las Escrituras celestiales ya ha venido, si pudierais comprenderlo.

********** El Llamamiento de Dios ha sido elevado, y la luz de Su semblante ha sido

alzada sobre los hombres. *********

Lo que habéis sido prometidos en el Reino de Dios ya está cumplido. Ésta es la Palabra que el Hijo veló cuando Él dijo a los alrededor de Él que en aquel tiempo no podían soportarla… Verdaderamente el Espíritu de la Verdad ya ha

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venido para guiaros hacia toda verdad… El Confortador Cuyo advenimiento todas las escrituras han prometido ya ha venido para que Él pueda revelaros todo conocimiento y sabiduría. El papel de Bahá'u'lláh como el prometido de todas las edades, servirá como un

punto de unidad para los pueblos del mundo. En invitar a la humanidad de considerar su desafiante reclamo, Bahá'u'lláh no

pide la ciega aceptación, sino una imparcial investigación: En verdad, Yo digo, éste es el Día en el cual la humanidad puede contemplar

el Rostro, y oír la Voz del Prometido… Incumbe a cada hombre borrar el vestigio de toda palabra vana de la tablilla de su corazón, y considerar, con una mente abierta e imparcial, los signos de Su Revelación, las pruebas de Su Misión, y las señales de Su gloria. ¿Qué es el criterio de prueba que ha de usar en asegurar la verdad del reclamo

de Bahá'u'lláh? Jesucristo proveyó el criterio para determinar la verdad de cualquiera reclamando un mensaje divino: “Los conoceréis por sus frutos… Aun así cada árbol bueno producirá buenos frutos; pero un árbol corrupto producirá malos frutos. Un árbol bueno no puede producir malos frutos, ni puede un árbol corrupto producir buenos frutos.” Los “frutos” que Bahá'u'lláh ofrecen para apoyar su reclamo son su vida, sus enseñanzas, y sus palabras.

Al examinar la vida de Bahá'u'lláh, se puede bien considerar cuestiones como las siguientes: ¿Fue su conocimiento innato, o fue adquirido de otros por medio del estudio? ¿Buscó Bahá'u'lláh la riqueza y poder terrenales o renunció estos para servir a la humanidad? ¿Escogió una vida de confort y comodidad, o se sometió voluntariamente a sufrimientos para difundir sus enseñanzas? y ¿Reflejó la vida de Bahá'u'lláh santidad, virtud y auto-sacrificio que han caracterizado las vidas de las previas Manifestaciones de Dios?

En cuanto a las enseñanzas de Bahá'u'lláh, ¿fueron las verdades espirituales que Él enfatizó consistentes con las enseñanzas religiosas del pasado? ¿Fueron los principios de Bahá'u'lláh (tales como la unicidad de la humanidad, la unidad de la religión, la armonía de la ciencia y la religión, y la igualdad de los hombres y las mujeres) corrientes en el pensamiento del Medio Oriente en el siglo 1800 (o aun hoy en día), o fueron principios únicos y revolucionarios en el Este y Oeste en el tiempo que fueron expuestos? ¿La verdad de los principios de Bahá'u'lláh fueron confirmados por su creciente reconocimiento y aceptación en la sociedad moderna? ¿Adicional aplicación de las enseñanzas abordarían las necesidades espirituales y sociales de la humanidad de hoy?

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Con respecto a las palabras de Bahá'u'lláh, ¿reflejan el mismo espíritu que las escrituras sagradas del pasado? ¿Las predicciones expuestas en sus escrituras han sido cumplidas? Y, más importante, ¿las palabras de Bahá'u'lláh han transformado las vidas de aquellos que se han vuelto a ellas y han unido las personas previamente separadas por divisiones de estatus económica, nacionalidad, raza y religión?

Un bahá'í es cualquier persona quien ha concluido que Bahá'u'lláh es la Manifestación de Dios para esta edad. Mientras que un conocimiento pleno y detallado de sus enseñanzas no es requerido para hacerse bahá'í, lo que es importante – en adición de prender una chispa de fe – es llegar a ser básicamente informado de las tres figuras centrales de la Fe y comprender que Bahá'u'lláh ha revelado leyes y un orden administrativo que han de ser seguidos. No hay ningún ritual asociado con llegar a ser un bahá'í – solo un compromiso personal de corazón y mente. Mientras que en muchos países nuevos bahá'ís llenan una tarjeta de ingreso para propósitos administrativos, lo que es más importante es si el individuo cree en la verdad del mensaje de Bahá'u'lláh y está dispuesto a esforzarse para seguir el sendero espiritual que Bahá'u'lláh ha expuesto.

Palabras de Bahá'u'lláh a Edward Granville Brown En 1890, Edward Granville Browne, un erudito de la Universidad de

Cambridge, visitó a Bahá'u'lláh en la Tierra Santa. Browne, quien era uno de los pocos occidentales que han encontrado a Bahá'u'lláh y el único conocido de haber dejado un relato escrito de su experiencia, escribió la siguiente descripción de su experiencia:

“…y me encontré en una gran habitación, a lo largo de cuyo extremo superior había un diván bajo, mientras que en la pared frente a la puerta estaban colocadas dos o tres sillas. Aunque no tenía una vaga idea del lugar adonde iba y a quien había de contemplar (pues, no me había sido proporcionada ninguna información precisa), pasaron unos segundos antes de que, estremecido de asombro y reverente temor, tuviera conciencia de que la habitación no estaba vacía. En el ángulo donde el diván se apoyaba en la pared distinguí una extraordinaria y venerable figura… El rostro de aquel a quien contemplé nunca lo podré olvidar, y, no obstante, no puedo describirlo. Esos ojos penetrantes parecían leer en mi propia alma; en su amplia frente había poder y autoridad, ¡No necesitaba preguntar en presencia de quien me encontraba al inclinarme ante aquel que es objeto de una devoción y un amor que los reyes podrían envidiar y por los cuales los emperadores suspiran en vano!”

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“Una voz digna y suave me pidió que me sentara, y continuó: ‘¡Alabado sea Dios porque has llegado hasta Mí!... Has venido a ver a un prisionero y un desterrado… Nosotros sólo deseamos el bien del mundo y la felicidad de las naciones; sin embargo, nos consideran causantes de sedición y de rivalidades, merecedores de la prisión y del destierro… Que todos las naciones tengan una fe común y todos los hombres sean hermanos; que se fortalezcan los lazos de afecto y unidad entre los hijos de los hombres; que desaparezca la diversidad de religiones y se anulen las diferencias de raza. ¿Qué mal hay en esto?... Pero esto se cumplirá; esas luchas sin objeto, esas guerras desastrosas desaparecerán y la “Más Grande Paz” reinará… Ustedes, en Europa, ¿no necesitan también de esto? ¿No fue esto mismo lo que anunció Cristo?... Sin embargo, vemos a vuestros reyes y gobernantes disipando sus tesoros más en medios de destrucción de la raza humana que en lo que conduciría a la felicidad de la humanidad… Estas luchas, este derramamiento de sangre y esta discordia cesarán y todos los hombres serán como miembros de una sola familia… Que ningún hombre se gloríe de que ama a su patria; que más bien se gloríe de que ama a sus semejantes…”

“Éstas son, más o menos, las palabras que puedo recordar y que, además de muchas otras, yo escuché de Bahá’u’lláh. Que aquellos que las leen consideren por sí mismos si tales doctrinas merecen muerte y prisión, y si el mundo más probablemente gane o pierda por su difusión.”

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