la esencia de la asintota

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Comienzo de la novela que estoy escribiendo.

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La esencia de la asintota

César Colomer

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Prólogo

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Un encuentro

Me llamo Gabrielle, vivo en Argentina aunque granparte de mi corazón se encuentra a la otra parte de losAndes, en Chile, la cuna de mi padre. Desde hace treceaños trabajo de auxiliar de vuelo. Comencé trabajandopara Aerolíneas Austral, pero por mis conocimientos deidiomas, al fusionarse con Aerolínea Argentinas, me des-tinaron a los vuelos con América del Norte. Las cosas novan nada bien, mi país sufre una terrible crisis y mi com-pañía prácticamente ha desaparecido a causa de la ges-tión de Iberia. De todas formas mi situación es más des-ahogada que la mayoría de mis compatriotas, mi trabajome permite tener mis recursos en dolares fuera de lasfronteras, no tengo familia que dependa de mi y la vidame ha proporcionado experiencia para saber defender-me en cualquier parte del mundo. Si como dicen Aerolí-neas Argentinas suspende sus actividades y vamos to-dos a la calle, buscaré trabajo en alguna compañía deEstados Unidos que es un país donde me siento muy agusto.

No es normal que mi trabajo me lleve a este aero-puerto de Newark, pero nuestros problemas nos hanobligado a vender nuestro servicios a otras compañías yen este caso he sido embarcada en el vuelo de la UnitedAirlines de Buenos Aires a New York. Me gusta estéaeropuerto, es grande pero sin el caos del JFK, es mo-derno y tiene todos los servicios sin necesidad de salirde él como en el de La Guardia donde suelo aterrizarcon mi compañía.

Hoy es un día de esos donde la nostalgia se apode-ra de mi ser, no puedo evitar que acuda a mi mente queun día como hoy, hace 28 años, apenas hacía un mesque había cumplido los ocho, y si no recuerdo mal tam-

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bién era martes. Yo tenía clase de ballet, me sentía feliz,la profesora me había seleccionado para interpretar elsolo del Lago de los Cisnes en la representación queíbamos a hacer, estaba deseando llegar a casa de miabuela en Buenos Aires para contar la noticia, pero al en-trar me encontré a toda la familia llorando, yo no sabía loque podía haber pasado, aun no era consciente del mun-do de los adultos, pero pronto me explicaron el motivo,en Santiago habían dado un golpe militar y a mi padre,que era un periodista conocido por sus sensibilidad so-cial y su proximidad al Presidente Allende, le habían dis-parado mientras tomaba imágenes de Palacio de la Mo-neda.

Durante años negué ese hecho, esperaba que deun momento a otro mi padre entraría por la puesta, perotres años después me desperté con absoluta dureza, elgolpe le toco a mi país y en casa vivimos aterrorizadosdurante dos años, temiendo lo que al final sucedió: unanoche de invierno vinieron cinco militares preguntandopor mi madre, nada se pudo hacer, se la llevaron para in-terrogarla y jamás supe nada más de ella. Afortunada-mente mi abuela se sobrepuso e hizo de madre, comootras muchas abuelas. Dejó su vida en sacarme adelan-te, para ella no había reloj, se dedicaba horas y horas alimpiar las casas de los demás, de aquellos que aplau-dían a los asesinos de mis padres, con el corazón llenode hiel por el desenfado con el que sus señores habla-ban de las perrerías que había que hacer de aquellos co-munistas, como si de simples alimañas se tratara.

Su corazón no pudo soportar tanta ignominia y tan-to esfuerzo, poco a poco sus fuerzas, el brillo de sus ojosse fue perdiendo en ríos de lagrimas y apenas habíacumplido yo los veintiuno cuando se acostó un día agota-

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da como los demás, pero ya no se despertó, su corazónse paro mientras dormía.

Así es fácil comprender como desde muy joven nohe tenido raíces a las que someterme, he tenido que va-lerme yo sola para salir adelante. Me hubiera gustadoser periodista como mi padre, pero era una carrera impo-sible en mi país para una persona a la que le han ense-ñado a pensar por su cuenta. La ocasión de volar mesurgió por casualidad, por un amigo que trabajaba comotécnico en mi primera compañía que me informo de laexistencia de plazas libres. La verdad es que es un tra-bajo en el que me siento muy a gusto, me permite cono-cer muchos sitios, muchas culturas y mucha gente, unaprofesión que me ha mostrado la necesidad de permane-cer abierta ante las novedades.

Aunque mi forma de vida me ha impedido el esta-blecer relaciones firmes y duraderas, no por ello puedeconsiderarse que he permanecido alejada del amor, nosoy una mujer cortada ni hago remilgos a la proximidadcon los demás, esto me ha permitido vivir el amor conpasión varias veces aunque no hayan durado.

Aprovechando que había llegado la noche anteriorhabía pasado la noche con un amigo de Irvington quehacía tiempo que no veía y con el que me unía una rela-ción muy sincera y abierta. Las sabanas se nos pegarony él tenía que salir corriendo hacía Staten Island, aunqueinsistí en venirme por mi cuenta con el autobús 37, él seempeño y me dejó en el aeropuerto. Como era tempranopara presentarme en la oficina centrar de UA, decidí to-marme un desayuno tranquilamente.

La cafetería a primera hora de la mañana estaballena a rebosar, parecía que todos hubieran decididodesayunar a esa hora, no había ni una mesa vacía y ne-

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cesitaba tomar algo caliente para dar comienzo a la jor-nada.

Mi única opción era sentarme una silla libre de unamesa que estuviera ocupada, pero eso es un tema deli-cado, en los aeropuertos la gente con frecuencia mantie-ne conversaciones bastante intimas o reservadas y no esplan de meterse en medio de dos señores que discutensobre negocios o en medio de la despedida de una pare-ja.

Recorrí con mi vista toda la amplia sala en búsque-da de un sitio donde no molestara demasiado, en un la-teral, junto a la pared vi a un señor un poco mayor queyo, de estatura mediana, algo grueso y con una barbalarga, algo desaliñada, pero sin estar abandonada. Aun-que estudiaba con interés unos papeles no parecía unhombre de negocios, su vestimenta no pretendía marcarningún estatus, empleaba un jersey no muy gordo sobreuna camisa de cuadro sin que sus colores armonizaran,y el pelo lo llevaba bastante largo, más por descuido quepor gusto. Estaba claro que no sentía preocupación porsu imagen, tenía que carecer de una mujer a su lado, sino ella no le consentiría tanto descuido. Después de esteanálisis superficial llegue a la conclusión de que deberíatratarse de algún profesor, soltero o viudo, entregado asu materia. Estaba claro que era un buen candidato, difí-cilmente iba a decir que no a la compañía de una azafataguapa y de buen ver, y hasta podría resultar interesante.

Tomada la decisión me acerque decidida, con labandeja del desayuno, mostrando mi mejor lado y misonrisa más afable, me dirigí a él con simpatía profesio-nal y le pregunté.

- Please...

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Y dejé una pausa para darle tiempo a que levanta-ra la cabeza dejando lo que estaba haciendo y fueraconsciente de lo que tenía enfrente.

- I saw that he was alone ...

Y esperé a que admitiera la interrupción y sonrieradándome la venia para seguir

- As the room is all full ...

Su mirada recorrió toda la sala en busca de algúnposible hueco sin encontrarlo, para finalmente mirarme yver que estaba frente a él con la bandeja. No hizo faltadecirle nada más. Haciendo un gesto con la mano seña-lando una silla me contestó.

- Sit down please. Your company is a pleasure.

Deposite mi bandeja sobre la mesa y me senté enla silla más próxima. El no me quito la mirada ni retornó asus papeles, al contrarío, los recogió, los guardo en unacarpeta y la dejo en la silla junto a su abrigo, dejando cla-ro que deseaba conversación. Por educación y por inte-rés, ya que también a mi me apetecía romper la soledadme presenté.

- My name is Gabrielle. I'm a flight attendant.

- My name is Renato. But everyone calls me Nato. Iteach mathematics.

- Renato?, is a Spanish name?.

- Yes, I am Spanish.

- Pues entonces mejor que dejemos el inglés, yosoy argentina y supongo que a vos será más fácil.

- No me hables de usted, hasta mis alumnos mehablan de tu.

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- Me temo que a un argentino no le puedes pedirque te hable de tu, el vos lo llevamos en la sangre comoustedes el ole.

- Es cierto, no me acordaba. Tienes un acento mudulce, en ingles no se te notaba pero ahora no lo puedesocultar. Además eres una mujer muy bella.

- Gracias - dije acompañando con una amplia sonri-sa mostrando la satisfacción por el cumplido -, ya mues-tra su carácter español y su arte del piropo, son ustedesunos auténticos Don Juanes.

- ¡Yo!, me parece que no, siempre he sido muy cor-tado con las mujeres, no he sido muy afortunado, mismujeres se pueden contar con los dedos de una mano yni siquiera eso.

- No puedo creerlo, vos habéis de tener mucho éxi-to con las mujeres (dije con un tanto de picardía), no oshe visto titubear, os habéis lanzado a hablar de intimida-des sin problemas. A mi me costaría mucho más conta-ros sobre mis hombres.

- Eso es que me has pillado en un buen momento,en unas circunstancias en que mi ánimo se impone, mesiento seguro, sé lo que quiero. Supongo que por eso mehe alegrado de tu presencia, estaba muy aburrido y pien-so que deseaba compartir mi entusiasmo. Está claro quela suerte me ha sonreído con una compañía tan linda.

- ¡Vaya con el galán!, vas rápido, apenas llevamosunos minutos y desnuda sus sentimientos ante mi y noduda en lisonjearme.

- Tienes razón, lo siento, siempre me pasa lo mis-mo, es como si fuera nudista de alma, voy siempre conel corazón en la mano y, aunque me ha costado que me

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lo rompan, no logro escarmentar. Me has pillado solo, so-ñando, con ganas de sacar todo lo que llevo dentro y tehe encontrado, con esa sonrisa y esa simpatía que invitaa confiar y sin darme cuenta...

- Tranquilo, no me disgusta, al contrario, soy desangre caliente, prefiero la relación cercana y confiadaen lugar de la frialdad de la cortesía, pero si que me sor-prende, para ser sinceros, esa cualidad que tiene vos deabrirse con tanta confianza le hace un hombre muy inte-resante

- No, no piense que pretendo nada raro, es que alencontrarme solo, lejos de mi casa, en un momento quepara mi es muy importante...

- Entiendo, vos necesitabais desahogaros y al verosante una mujer desconocida, ante alguien que posible-mente no veáis nunca más... Tranquilo en mi trabajo esalgo que suele pasar frecuentemente, si te contará lossecretos y temores que se oyen a once mil metros...

Por unos instantes mi compañero se quedo pen-sativo, en silencio. Me dio la impresión de que se habíadado cuenta de que estaba desvelando temas muy ínti-mos y se había cortado. Yo estaba intrigada y atraída porsu sinceridad, pero comprendí su situación y decidí cam-biar el tema de conversación.

- Y, por cierto, ¿Qué hace un profesor de matemáti-cas español en la cafetería del aeropuerto de Newark?.

- Estoy en New York porque me he pasado a laUniversidad y necesito ponerme al día en muchos aspec-tos, por eso he pedido un año sabático y me he apunta-do en unos masters del Courant Institute of MathematicalSciences de la Universidad de New York.

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- Que bien. Ahora vives aquí, yo vengo bastante amenudo, podemos vernos en otra ocasión.

- Pues si, yo acabo de empezar aquí, apenas llevodiez días, ahora, por eso estoy aquí, voy a coger un vue-lo a San Francisco, allí está trabajando una vieja amiga .

- Vaya, vaya, un reencuentro.

- Si, algo así.

Me encantaba la naturalidad con que hablaba de él, mesentía en cierto modo una confidente y era algo que meatraía y me llenaba de curiosidad.

- Cuéntame algo más de tu vida.

- ¿Qué puedo contarte?. Yo vivía aparentementetranquilo en una pequeña capital de provincias impartien-do clases en un instituto, parecía que iba a ser así todala vida, pero me entró una crisis, nada me satisfacía, nohabía nada que me ilusionara, es como si estuvieramuerto, en vida pero muerto...

Estaba claro que aquel hombre carecía de todopudor a la hora de hablar de sus intimidades, parecíadispuesto a desnudar su alma ante mi y, sinceramente,era algo que me hacía sentir especial, al hacerme cóm-plice de sus interioridades causaba en mi una gran atrac-ción por él.

- ...En un mal momento decidí romper esa contra-dicción y me tome una caja entera de lorazepam. Perocuando creí que ya estaba muerto muerto, me despertéen un hospital lleno de tubos.

- ¡Pero qué me dice!, ¿está loco vos?, como pudoocurrirsele algo semejante, siempre hay opciones, haymuchas cosas bellas en el mundo.

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Me parecía increíble que alguien que hace pocos minu-tos no me conocía me estuviera contando su suicidio. Talconfianza me hizo sentir una gran ternura por su personay deseaba besarle profundamente para consolarlo.

- Tienes razón, pero hay ocasiones en que uno hade llegar a lo más bajo para poderse impulsar. El tiempoque paseé solo en el hospital me hizo reflexionar, mehizo darme cuenta de que no tenía vida, o mejor que novivía mi vida, había renunciado a ser yo mismo, poco apoco había ido ladeando mis inquietudes, las había deja-do a un lado por inútiles, vivía en un ambiente pobre, queno satisfacía mis necesidades...

- No era tu proyecto de vida...

- Efectivamente, no era mi proyecto de vida. Erauna jaula que me había autoimpuesto, hacía no lo quequería y me apetecía hacer, no, hacía lo que tenía quehacer, o mejor dicho, lo que se suponía que tenía quehacer.

- Y ¿Por qué lo hacía vos?

- No lo sé, era la rutina, levantarse, trabajar, comer,trabajar, cenar, la tv, dormir y empezar de nuevo. Vivíacomo drogado. En el camino fui dejando los amigos, lafamilia, la lectura, el estudio, el cariño...

- Desde luego que tenía que ser triste ¿y el amor?

- El amor. El amor es el que me hacía actuar así,por amor deje atrás todo lo demás.

- Pero, ¿como es eso posible?,

- No lo sé, el caso es que ya no me apetecía ni re-gresar a casa, me di a la bebida, solo así tenía valor pararegresar.

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- ¿Como pudo vos soportar eso?

- No lo pude soportar, por eso me tome el Orfidal.

- Pero mira que vos sois boludo, eso no se hace.Hay muchas mujeres a las que amar y tu, aunque no telo creas, eres un ser muy lindo, muy atractivo, sois muyinteresante, vos sois macanudo.

No me pude contener y cogiéndole el rostro conmis manos le di un beso en sus labios. El no pudo conte-nerse y las lagrimas surgieron de sus ojos, jamás he vis-to llorar a un hombre con tanta naturalidad. Me quedépetrificada, no sabía lo que hacer, allí, en medio de la ca-fetería, rodeada de gente, con un hombre al que apenasconocía media hora y que se me había echado a llorar.Lo único que se me ocurrió es decirle con un hilo de voz:

- Eso no puede seguir así, has de buscar un nuevocamino.

Mientras se calmaba se hizo el silencio entre los dos, micorazón estaba totalmente encogido, deseaba abrazarlo,darle mi cariño, darme a mi misma, pero la situación metenía atenazada, cuando de repente por la megafonía seescucho:

- Attention, Attention: Next departure. United Airlinesflight number ninety three to San Francisco. Dearpassengers. Embark on door seventeen. Final warning.

De repente reacciono, se levanto, cogió el abrigo y medijo.

- Ese es mi vuelo, me espera mi destino, adiós hasido un gran placer conocerla.

Y salio corriendo dejándome sola en la mesa.

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Termine mi desayuno tranquilamente sin poderquitarme de la cabeza a mi desconocido compañero.Pero no había pasado ni media hora cuando mi atenciónse centró en la televisión la imagen de una de las torresdel World Trade Center ardiendo era el punto de interésde todos. No comprendo nada, según aseguran un aviónse ha estrellado contra ella, no tiene sentido, es algo queno puede pasar, más un día de sol como hoy, haría faltala colaboración de toda la tripulación. Aun no había sali-do de la sorpresa cuando delante de las cámaras otroavión se estrella contra la segunda torre. Ahora está cla-ro, algo está pasando.

Tomo la decisión de dirigirme a las oficinas de laUnited Airlines, para la que estoy trabajando, que ellosdispongan, ante una situación similar no se sabe si unohace falta o no.

Me levanto, pido la cuenta, la pago y cuando medispongo a irme el camarero me indica que me dejo en lasilla una carpeta. Ahora caigo en la cuenta de queRenato se ha dejado su carpeta. La recojo, se que hacogido uno de nuestros vuelos, seguro que puedolocalizarlo y conseguir su dirección en San Franciscopara enviarselo y quedar con él para devolverselo.

En la central de UA el nerviosismo y el caos estotal, un tercer avión se ha estrellado contra elpentágono, se ha dado orden de aterrizar a todos losaviones en el aeropuerto más cercano. La preocupaciónva en aumento, hay un avion nuestro que parece queesta secuestrado. Pero la atención se centra de nuevoen las Torres Gemelas, ante los ojos del mundo entero,como si fuera un castillo de naipes se derrumba la torresur.

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Nadie habla, todos permanecemos con la vista fija en eltelevisor, solo podemos repetir una y otra ves No, No,No... y llorar y llorar. Yo no puedo más me tengo queapoyar contra la pared y permanezco alli durante no sécuantos minutos, solo recuerdo que abrazo fuertementela carpeta que llevo.

De repente, se escuchan unos gritos provenientes de lasala de control, unos gritos desesperados que repitenuna y otra vez:

- Our flight!, Our flight! ... Our flight has crashed! Ithas crashed!

- Where?, Where?...

- In the Pennsylvania countryside, In Shanksville

- What flight?

- It was the flight ninety three

Al oír el número me desplome, caí de rodillas, comprendíinstantáneamente lo que había pasado, lo único quequedaba de Renato era los papeles que abrazaba contrami pecho. Jamás lo vería de nuevo, jamás alcanzaría supasado y su futuro en California. Perdí la noción del tiem-po, solo recuerdo que dos hombres me incorporaron heintentaron quitarme la carpeta, pero mi fuerza era mayory tuvieron que desistir y llevarme a una habitación de unhotel donde alguien me pinchó una inyección y me que-dé dormida.

Hoy 12 de septiembre me he despertado sudada,consciente de haber sufrido una pesadilla real, en misbrazo, fuertemente agarrada, sigue la carpeta de cartónrojo llena de papeles. Me tomo un par de pastillas paratranquilizarme y voy sacando los papeles. Son un con-

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junto heterogéneo, en el hay libretas con unos diariosmuy desconexos, folios con relatos, reflexiones, cartasde varias personas y copias de cartas enviadas, no pare-ce que tengan mucho sentido.

Las voy ordenando por fecha encima de la cama yterminada la tarea me siento en el sillón a leerlas.

Cuando la luz del día deja paso a la noche, notoque mis ojos están hinchados y me duelen de tanto llo-rar, mi corazón ha saltado hecho mil pedazos con la lec-tura del trozo de vida entre un testamento y una nota desuicidio que guardaba como un tesoro en su carpeta Re-nato.

Siento hambre, pido la cena y mientra la degustotomo una decisión, cojo del cajón un folio y escribo unapetición de renuncia dirigida a mi compañía, es neces-ario que de un cambio a mi vida, tengo un nuevo trabajo,voy a buscar a Renato, voy a buscar sus sitios y su gen-tes, tengo que hacerlo mio.

Mientras recorro ese camino os dejo lo que él es-cribió, lo que contenía la carpeta, tal como está, con suserrores, con sus faltas, con su mala gramática, con su le-tra descuidada, tal cual. Hasta lo malo, hasta lo incorrec-to, pertenece íntimamente al carácter de una persona.

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Diarios - 4 de agosto de 1975

La pérdida de los 16 años de vida antes de la opera-ción, ha producido en mi un profundo vació. Un gran abis-mo se abre entre los demás y yo, me siento desplazado, comoen otro mundo. Hablo, me muevo entre ellos pero es como sime encontrara a millones de kilómetros, en un mundo pa-ralelo.

Siento como si me temieran, como si fuera un mons-truo un ser estraño y repugnante, como Gregorio Samsa.Me es imposible establecer contacto con los demás, no mesiento un igual, mi relación no es equilibrada, solo yo de-pendo de ellos, yo soy un ser prescindible, un escarabajo,un bicho que se puede eliminar com un simple pisotón

Siempre había soñado acudir al colegio, el compar-tir con mis compañeros la aventura de aprender, yo creíaque todos pretendían lo mismo, a todos les hacía ilusión sa-ber, pero no podía estar más equivocado, la Academia seha vuelto para mi una auténtica tortura, no pinto nada,mi comportamiento no encaja, no sé como comportarme, soyobjeto de las burlas, se que se rién de mi, me quitán y seapropian de mis trabajos y tengo que permanecer calla-do, si digo algo se que va a ser peor. Soy el payaso el haz-me reir de la clase. Hubiera sido mucho mejor no habersalido de aquel quirófano.

Tengo miedo que un día de estos terminen por pegar-me. Sé que a más de uno le habría gustado, si no ha sucedi-do es porque hay compañeros a los que paso los examenes acambio de protección. Pero que pasará cuando no me nece-siten.

Mis relaciones con las mujeres están metidas en uncírculo vicioso: la perdida de mi primera etapa a causa

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de la enfermedad me hace que ignore como me he decomportar, la duda me hace tímido, yo no me comportonormalmente, lo que causa el rechazo e impide que puedaadquirir los conocimientos necesarios para vencer la timi-dez.

Por más que lo intento no logro adaptarme a la for-ma de vida de los demás. Soy un bicho raro, tan solo sirvopara que los demás se rían de mis numerosos patinazos. Estaincomprensión general me hace pensar cada vez con ma-yor intensidad que lo mejor sera aislarme de los demás yasí salvarme de su crueldad, dejando de intentar ser iguala los demás. Para mi resulta imposible llenar la experien-cia de esos 16 años de vida en poco tiempo. Y para colmo sinque nadie me ayude, al contrario, desconcertándome consus mofas.

Sería necesario vivir unas circunstancias semejantespara entender la importancia que puede llegar a tenerunos años, incluso unos meses de la vida de una personapara determinar su forma de ser.

Lo que nunca creí cuando estaba enfermo y he podi-do comprobar amargamente, es el poco valor que se da ala inteligencia, incluso llegandola a considerar un defec-to. Por otra parte la fuerza física se sobrevalora. Lafuersa física se admira, se quiere, se persigue, se desea,causa admiración... mientras la inteligencia se desprecia,se odia, se rechaza y causa risa. Esto me perjudica, ya quedurante mi enfermedad pude desarrollar la inteligenciapero no la fuerza, por lo cual en la primera estoy al mis-mo nivel que los demás mientras en la otra estoy notable-mente atrasado.

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Diarios - 17 de agosto de 1975

Dos semanas después del estado de desmoralización lascosas han cambiado, aunque no notablemente. Comencé ob-servando el comportamiento de los demás con las mujeres,al mismo tiempo que me hacía notar ante ellas.

Poco a poco he logrado que me conocieran y he al-canzado su trato. He superado la vergüenza de estar a solocon una mujer, aunque todavía no sé de que hablar conellas, noto una gran diferencia de mentalidad.

Quizás la conquista más importante haya sido el lo-grar sacarlas a bailar normalmente.

Animado por estos exitos me lance a la aventura, qui-zá demasiado ambiciosa, de lograr una pareja. Primeroaumente mis contactos con ella (Carmen) y mostrándomesolo interesado con ella. En dos ocasiones cometí el errorde dejarla sola a comienzo del baile lento y se me ade-lantaron. Después de pedir consejo de la forma de actuara Fernando, me decidí a pedirle que saliera conmigo.

Desgraciadamente llegó un tal "Gato", que le gusta-ba a ella, y no me dio ocasión. Anoche que ya estaba deci-dido a decírselo, no pude porque estaba muy bebida yacompañada de "Gato".

Esto me produjo una gran desmoralización, casi mesaltaban las lágrimas y estuve a punto de irme a casa.Pero en eso, una amiga que tan solo conocía de vista y quemás tarde dijo llamarse Sandra me invitó a bailar. Estuveun largo tiempo bailando con ella y luego el resto de lanoche charlando. Ese interés de Sandra por mi me llenóde ánimo, vi que la cosa no era tan grave. Terminando lanoche alegre, aguantando hasta el cierre de la discoteca.

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Diarios - 18 de agosto de 1975

En misa he vuelto a ver a Carmen y me he dadocuenta que lo que había empezado como un ensayo habíaterminado tomándole cariño.

Hoy por la tarde me he decidido y le he pedido quebailara las dos primeras canciones conmigo, al principioha dicho "ya veremos", pero ante mi insistencia a accedido.

Al llegar la hora de bailar ella se encontraba se-parada con "Gato". Me he dirigido a ellos y he dicho:

- Gato, me permites que me la lleve a bailar, ellame lo ha prometido.

Una vez en la pista le he preguntado:

- ¿Te gusta Gato?.

- Sí, creo que si.

- ¿Entonces yo no tengo ninguna oportunidad de salircontigo?

- No.

- Estoy intentando decírtelo desde hace días, ¿Si mehubiera decidido antes, hace unos días cuando no estabaél, hubiera tenido alguna oportunidad?

- No lo sé, creo que no.

Y seguimos bailando hasta terminar las dos cancio-nes sin decir una sola palabra. En un principio me sentídesolado, sentía que era un gran fracaso, pero poco apoco me di cuenta que era un éxito aunque no completo, ha-bía llegado a gustarme una chica, por primera vez me

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había atrevido a algo que me había costado mucho, yella se lo había tomado muy en serio, sin reírse. Esto enlugar de desanimarme me animó y pedí la canción quemás le gustaba,"Que tinguem sort",.

Luego me fui a bailar con otras chicas y me lance ahacer nuevas amistades.

Quedaba aun mucho verano y mi mundo en Carije noera tan agoviante como en la Academia, aquí no soy elcentro de atención, aquí no soy el bufón, aquí nadie mepersigue, no tengo miedo a la violencia de los demás.

Posiblemente pasé muy desapercibido, no me acerco ylos demás están a sus asuntos, pero como estoy comprobando,si me esfuerzo me hago visible.

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Diarios - 22 de agosto de 1975

En la discoteca de Belsina me he decidido a darotro importante paso: el hacer amistad con una chica queno conocía sim que nadie me la presentara. Mi sorpresa hasido la facilidad con que lo he logrado, lo que me hacepensar que todo era temor y que no es tan complicado. Sunombre es Lola, es muy guapa, rubia, ojos azules, ha acep-tado bailar nada más conocerla y no me ha puesto elbrazo para mantenerme separado, parece que se sentíaagusto conmigo. No hemos hablado mucho, lo suficiente, sa-ber como se llama, de donde es... Es de Rubiena, es el pri-mer verano que viene a veranear a Belsina. No creo quellegue muy lejos, pero es importante, me hace más indepen-diente de los demás. Su hermana me ha dicho que un amigoque había allí era su novio, pero me ha dado la impresiónque no es cierto, durante todo el rato no se ha acercado.

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Diarios - 29 de agosto de 1975

Anoche tuve una larga conversación con Alba. segúnme han contado, viene todos los años con sus hermanas y sutía a finales del verano, para fiestas, el resto del veranolo pasa con sus padres. Ella es de un pueblo pero estudia enValencia. Sabe tocar la guitarra y canta muy bien. Llevael pelo cortado como un chico, es delgada y siempre estasonriendo.

Me ha dado una excelente impresión, la encuentrodiferente a los demás, es capaz de conversar seriamente,no se pasa el día haciendo y diciendo tonterías, es inteli-gente, aficionada a los libros y a la música, no es superfi-cial como los demás. Creo que me agrada por eso, pero nosé por donde abordarla, pienso que no la puedo tratarcomo a las demás, es más seria y formal. Por otra parte,creo que no le he desagradado y ha tomado cierto interéshacía mi, me ha preguntado por mi operación y por mivida antes de ella, desde cuando iba a Carije, cuales eranmis amigos aquí, ella conoce bastante a Fernando, peroque nunca le ha hablado de mi.

Mientras estaba con ella me he dado cuenta que oliamuy bien, todas se ponen colonia, pero son colonias fuertes,pero ella no se cual llevaba pero era muy suave, como alos polvos de talco que ponen a los bebes.

Jamás me había sentido así, era una sensación ex-traña, estaba nervioso pero no era desagradable, inusita-

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damente mis palabras me salían con facilidad, incluso mesentía más suelto. He bailado con ella, pero lo mejor no hasido eso, he disfrutado mucho más hablamdo y lo mejor esque me escuchaba, atendía a lo que decía, le importaba...

Quizás durante la conversación haya insistido dema-siado sobre mi persona, por lo cual ella ha de conocermemejor, pues me he mostrado totalmente franco, con la con-fianza propia de personas que se conocen muchos años, y lomejor de todo es que no me costaba nada hacerlo. Sin em-bargo yo no conozco casi nada de ella, por tanto, si tengoocasión, he de intentar conocerla mejor. Creo que es unaamistad que me interesa, por lo cual, si no hay nada que loimpida, he de procurar prolongar su amistad despues delverano.

Según me ha contado sus padres son maestros y queella quiere estudiar lo mismo. Una casualidad, mamá quie-re que estudie magisterio que es corta, facil, con trabajo ymuchas vacaciones. La verdad es que sería fantástico, ellatiene dos años menos que yo y el curso que viene va ha ha-cer COU. Si los dos decidieramos estudiar lo mismo sería-mos compañeros durante tres años.

A las dos de la madrugada la he acompañado a sucasa y como tenía frio le he prestado mi chaqueta, ahorahuele como ella. Me voy a dormis con su olor.

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Diarios - 4 de septiembre de 1975

El día 31 por la tarde tuve otro momento de desmo-ralización en la discoteca de Carije. La sensación de sole-dad se ha apoderado de mi de nueva, no sé donde se abríametido hoy Alba, la he echado mucho de menos, he procu-rado sobreponerme y seguir su consejo de relacionarmecon los demás, pero tras diversos fracasos a la hora de es-tablecer comunicación, la tristeza me ha llevado a unrincón donde rumiar en soledad, ya no podía resirtirlomás, las lagrimas se agolpaban, necesitaba desahogarme,no quería que los demás me atendiaran por lástima, teníaque alejarme como un perro, tenía que lamerme yo sololas hereidas.

Salí de la discoteca y me puse a caminar hacia Pie-drablanca, necesitaba imperantemente estar solo, apenashabía avanzado unos metros y las lágrimas ya no me deja-ban ver, no tenía ganas de que nadíe me pudiera ver, medesvie por un camino buscando la oscuridad. Cuando ya nopodia más me paré encima del puente sobre el tren mine-ro, me deje caeer de rodillas, agache la cabeza entre laspiernas y dejé que el llanto se adueñara de mi. Pasado esemomento di la vuelta por fuera del pueblo y me fui a me-ditar solo en el huerto.

Lo veo todo negro, me siento más cerca de Alba yFernando y más distante de los demás. Me siento como un ex-tranjero, que ignora todas las costumbres y la manera deobrar del lugar y al que los demás temen y se burlan porsu actitud pasiva, pero con el agravante de no tener la es-cusa de ser forastero. Tomo la decisión de volver a ser elque era y comportarme naturalmente, en lugar de fingiralgo que no soy.

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Diarios - 6 de septiembre de 1975

Ayer decidí acudir con mi pandilla a la Santuariode la Majada. Me comentó Fernando que Alba iba todos losaños con sus hermanas y quería aprovechar la ocasión.

Cenamos todos juntos en "El Kilómetro", donde sealargó la fiesta hasta cerca de la una. Entonces decidi-mos emprender nuestra marcha monte a través, cruzamosel puente de Navarza y ascendímos por la cuesta, siemprepara arriba, bordeando la Muela. Otros muchos grupossalieron delante de nosotros, sobre los montes se veía unaserpiente de luces que nos iban indicando el camino. Todoiba bien hasta el barranco de la Capilla, allí el caminose cierra y dejamos de ver a quien nos precedía, pero elcamino no tenía perdida, no había desvíos, era una suce-sión de curvas que iban subiendo, pero cuanto más subíamosmenos se veía, poco a poco nos íbamos internando en laniebla. La cuesta es larga, prácticamente no se veía y em-pezaron a darse las primeras voces de que wra necesarioregresar. Al llegar arriba el camino se bifurcaba y noveíamos las luces que nos precedían.

Recordé el mapa que había estado viendo y dije quepara la derecha subiendo. No parecían muy convencidospero yo me fui decidido, me siguieron Fernando y Sergiopor no dejarme solo, y finalmente los demás. Casi arribanos cruzamos con un grupo que regresaba a Carije. Yo meempeñé en seguir, tenía el mapa en mi cabeza y tan sololas pendientes me bastaban, además, Alba iba delante.Continuamos unos cuantos aunque medio grupo se volvió conlos que se retiraban. Además, las luces se veían detrás denosotros, no estábamos solos, seguro que venía alguien que seconocía el camino. Estaba en el camino correcto, al al-

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canzar el punto más alto ahí estaban el corral y la cur-va a la izquierda, tal como había predicho.

Después de una larga recta, en medio de un pinar elcamino se bifurcaba, lo recordaba perfectamente delplano, había que girar a la derecha y seguir de frente,no tenía pérdida, ese camino nos dirigía directamente ala carretera, además, la niebla se estaba despejando y vi-mos a lo lejos a la derecha unas luces. Aunque con dudas, aalguien le sonaba lo de la derecha y otra vez a la dere-cha y decidimos seguir.

Poco después encontramos una nueva bifurcación, uncamino seguía por la izquierda entre los campos de cultivoy el otro a la derecha se adentraba en el bosque. No re-cordaba muy bien aquel cruce, pero me daba la impre-sión de que ya habíamos andado mucho y deberíamos ha-ber superado la Muela, debíamos separarnos hacía abajo,lo más que podía pasar es que llegáramos a la carreteramás abajo y andáramos más. Dispuestos a arriesgarse opta-mos por la izquierda.

Al rato se despejó la niebla y vimos luces bastante le-jos a la derecha, habían cogido el camino a la derechae iban por encima del monte. Nos planteamos regresar enbusca del camino, pero en la ladera de enfrente se veíanlos faros de los coches, no podíamos estar lejos.

Efectivamente, poco después alcanzábamos la carre-tera en el "salto de la novia", donde descansamos y repusi-mos fuerzas para la subida final, detrás nuestra llegaronotros grupos a los que habíamos guiado. Arriba, cuandollegaron los que venían en coche, nos contaros que muchosgrupos se habían equivocado y habían aparecido en Belsi-na. Para mi desgracia, Alba fue una de ellas.

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Diario - 11 septiembre de 1975

Poco a poco me gusta más Alba, me toma en serio ycomprende mi problema, no sé por qué pero mi confianzahacia ella es muy grande y no me importa contarle todo.Nada más de pensar en que la voy a ver siento una especiede emoción, una euforia, se me pone la carne de gallina yel estómago se me encoge. Lo que siento por ella jamas lohe sentido, es algo nuevo, yo creo que es amor.

Lo que lamento es que debido a su forma de ser, justa-mente lo que más me gusta, no puedo pedirle así como asíque salga conmigo, no es como las demás, ella exige serie-dad. De todas formas el día 7, el domingo, le invite a unpaseo junto al río, cogí valor y se lo dije y, como me espe-raba, me contesto que no.

Me quedé callado y las lagrimas casi salen de misojos, como ella intervino enseguida con un gesto de cariñoy con sus dulces palabras, me explico que no es que yo no lomerezca, que no es que yo no sea válido para salir conella, que no piense eso, que si ella no quiere que sea su novioes porque ella ha de sentir hacía mi algo diferente.

Según me ha dicho, ella me considera uno de sus me-jores amigos, que está muy a gusto conversando conmigo, quedurante estas semanas ha podido apreciar que soy una per-sona interesante, que tengo mucho más que decir y de quehablar que la mayoría de los que conoce aquí en Carije.Pero que ese interés, esa relación de amistad no va acom-pañada por su parte de un sentimiento de amor hacia mi,que no sabe si puede algún día llegar a sentirlo, pero hoypor hoy solo siente aprecio por mi como amigo.

Según me ha dicho no debo de obsesionarme con en-contrar una mujer para novia, que las relaciones persona-

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les son mucho más, que la mejor forma de conocer a lasmujeres es hablando y siendo su amiga, que por lo que ellaha podido comprobar soy una persona muy sensible, muypreocupado por los detalles, con ganas de profundizar enlas personas. Me dijo que estaba segura de que cuando per-diera esa vergüenza iba a tener un gran éxito como pare-ja.

Yo expresé mi temor de perderle, de que pasado elverano los alejáramos y nos dejáramos de vernos. Ella medijo que no había motivos para que fuera así, que ella sesentía a gusto conmigo y le gustaría que nos viéramos devez en cuando durante el curso, me dio su teléfono y su di-rección para que pudiera contactarla.

La insistí en si había alguna posibilidad de que ellasintiera por mi ese cariño, me dijo que no insistiera, quepodía darse el caso, que podía surgir el amor pero que nole presionara, que acababa de salir de una relación yahora se sentía confusa e incapaz de establecer otra, queella ahora deseaba conmigo tener una amistad pero nadamás, que no insistiera, que no le gustaba que le presiona-ran, que si lo hacía ella se iba a sentir a disgusto, que tu-viera paciencia y que no me centrara en ella.

Me ha dado calabazas, pero me siento aliviado, a pe-sar de la negativa no me siento un gusano, no siento habersido despreciado. No comprendo el motivo pero después dehaberme rechazado me siento más unido a ella que nunca,la deseo con toda mi alma, he de cambiar, he de apren-der los secretos de las relaciones, he de ser merecedor deese cariño.

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Relato onírico - 15 de noviembre de 1975

Un sueño he tenido, un sueño que solo a ti contare, puescuando sueño, solo sueño en ti.

Era un altivo pichón, nada más salir el sol me lance enlento y continuo aleteo, volaba sobre las montañas y valles.Aquel día tenía algo de especial, el sol lucia con más intensi-dad, las flores eran más olorosas que nunca y los sonidos delcampo más melodiosos.

Súbitamente, junto a mi ala, volando silenciosamente,apareció la más blanca, la más pura, la más bella palomaque jamás había podido soñar. Mi corazón saltó al ver semejan-te prodigio y todo mi ser se puso en función de aquella apari-ción.

Allí, en aquel instante, dio inicio la más larga de laspersecuciones. Mis alas se movían al unísono de las suyas, no eradueño de mi rumbo, solo había un camino, el que ella llevaba.

Ella volaba y volaba a través de grandes llanuras, ex-tensos lagos y altivas cordilleras, y yo... detrás de ella. En oca-siones parecía que ella también percibía mi presencia, perode nuevo reemprendía con más fuerza su marcha, y yo... detrásde ella.

La ceguera de mi obsesión no me permitió darme cuentade que sus plumas se tornaban oscuras, que sus cualidades se di-luían, que la bella paloma había dejado de serlo, y yo... de-trás de ella.

Yo volaba y mis ojos solo estaban para repetir mi ensue-ño, pero al ave a quien perseguía ya no era pacifica palomasino poderoso halcón, y yo... detrás de ella.

En mi sueño, en mi obsesión, sentí sus aceradas garrascomo si de una caricia se tratara, y yo... detrás de ella.

Su poderoso pico abría mis carnes, yo sentía su abrazo, yyo.. detrás de ella.

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Diarios - 23 de noviembre de 1975

Siempre que me pongo a escribir las ideas se agolpanen mi cabeza, pugnan por pasar al papel a expresar lossentimientos y mi forma determinada de ser. Por una seriede motivos y momentos parecen conducirme inexorablemen-te a un oscuro e incierto final, a un callejón sin salida. Lalucha por salir de esta situación es una empresa de titanes,es luchar contra ti mismo en un ambiente hostil.

Tengo la gran esperanza de que llegue algún díaen que alguien lea con detenimiento y respeto cuanto escri-bo, que llegue a comprender la gran soledad en que meencuentro, se de cuenta de la gran angustia que me produ-ce todo lo que cuento en mis escritos y cartas, la mayoríade las cuales no han sido ni serán mandadas. Son un resu-men de mi forma de pensar y de hechos que me han in-fluido.

Si alguien ha leído hasta aquí y no entiende lo quesiento, le ruego dejé de leerlo, pues le van a parecer unaridiculez sin pies ni cabeza, y por otra parte le pido detodo corazón que no rompa nada, puede llegar aquellapersona que lo comprenda y entonces tendré la satisfac-ción de que mis pensamientos y mi existencia no han sido es-tériles.

Esto tuvo el principio hace tres años y cada día quepasa está más confuso, es como una bola de nieve que ruedapor la ladera, va poco a poco aumentando y ahogándoseen la desesperación. Hasta que punto podrá aguantar laflaqueza humana, si la fuerza que nos obliga a seguir ade-

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lante y a luchar desaparece. ¿Que sucederá? Por mi ca-beza han desfilado las más extravagantes contestaciones.

El suicidio: he de admitirlo, ha pasado por mi cabe-za en los momentos de desesperación, pero hay dos buenasrazones para considerarlo un final demasiado dramáticoy propio de melodramas sentimentaloides. Una de ellas esque inadmisible para un cristiano, ya que no somos dueñosde nuestra vida y otra gran razón es que es una salida co-barde por la que se renuncia a todo por temor a algo.

Una fuga definitiva de casa que represente una rup-tura total de la vida, un intento de romper con el pasadoy dejadlo como algo inexistente. Es una solución que en teo-ría está muy bien, pero por contra es muy dolorosa y solosería reconfortante si se lograra olvidar a todo y a todos,de otra forma, con los recuerdos permanentes, es colgarseel fantasma del pasado a los hombros.

Otra idea que ha pasado por mi cabeza ha sido me-terme sacerdote, lo cual me lo impide el respeto que sientohacia ese sacramento, no tiene sentido recibirlo sin la co-rrespondiente vocación, sino como un refugio con el que es-capar de uno mismo.

Estas y otras muchas soluciones llenan mi mente en elmomento de escribir estas líneas, pienso en la pregunta,pero no me decido por ninguna opción, en todo caso aun nohe sentido la necesidad imperante de optar por una. Demomento sigo luchando, sigo intentando encontrarme a mimismo. Lo más probables es que en el momento en que leasesto, habré vencido o habré tomado una de estás soluciones,a saber cual, Dios quiera que sea la más conveniente.

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Si alguien se molesta en leer lo que he escrito que nose sorprenda de su heterogeneidad, al fin y al cabo sonuna serie de momentos en los que me he puesto a escribir yreflejan situaciones y estados de ánimo muy variados.

Aunque antes he dicho que esto empezó hace tres años,hay que hacer un pequeño inciso: esta situación no fue encasi ningún momento angustiosa hasta hace cosa de tres ocuatro meses cuando surgió el amor. Lo que menos me ima-ginaba, algo para lo que me creía inmunizado, inundó mivida creándome una necesidad imperiosa de cambiarme.Yo siempre había creído que podía vivir mi vida, que eratotalmente independiente de los demás, pero súbitamenteme di cuenta que necesitaba un contacto afectivo con losdemás, lo que me obligaba a sufrir una serie de adapta-ciones.

Si por una parte este nuevo sentimiento me proporcio-na los momentos más felices de mi vida, los sueños más bellosy los ánimos más fuertes, por otro me causa momentos deprofundo desánimo y amargura, los pensamientos más ne-gros y pesimistas y las dudas más grandes.

No creo que logre vivir momentos tan dichosos comoaquel paseo hasta Belsina, a solas con Alba, que hubiese de-seado que se dilatara indefinidamente, jamás he gozadotanto hablando de estudios y aficiones. O aquella noche enen el Mesón de Sancho, en que le conté casi todo en torno ami, alla prefería mi compañía, estar a solas conmigo, queestar con los demás, el verme escuchado fue algo increí-ble. O aquella otra en la que fue ella quien me contó suvida, mi corazón lloraba por sus sufrimientos, clamaba

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ofrecerse como balsamo, pero fui totalmente incapaz. Oaquella tarde que me encontraba desanimado en un rin-cón de la discoteca y se acercó a hablar conmigo, prefe-ría estar conmigo a divertirse, siempre con sinceridadpero sin herirme, dándome ánimos para continuar. Yocreo que si no llega a ser por esto ya me hubiera rendido.

Me basta su voz para seguir con más fuerza para ha-cer cosas que en el fondo me desagradan, para soportarlas humillaciones y superar los duros fracasos. A pesar deque es inalcanzable para mi, se ha constituido en la estre-lla que guía todos mis actos y que da sentido a todo lo quehago. Si llega el día que logre alcanzar mi meta, solo aella se lo tendré que agradecer, sin su aliento nunca po-dría superar el abismo que me separa de los demás.

Cada vez que necesito hacer algo que temo o que meda vergüenza, pienso en sus palabras, y recupero el valorpara hacerle frente. Espero que algún día todo esto hayaservido para mejorar y poder gritar de alegría ¡Hetriunfado! ¡Lo he logrado! ¡Muchas gracias por tus consejos!Pero sobre todo el que dice:

"Si algún amor en ti ha dejado huella, y ahora laindiferencia manifiesta y por él quieres cambiar, no lohagas buen amigo sino es para mejorar.

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Relato onírico - 26 de noviembre de 1975

He tenido un sueño, un sueño que solo a ti te conta-re, pues cuando sueño solo sueño en ti. Un sueño que meha llenado de felicidad y que me ha sumido en laamargura.

En un radiante amanecer, me encontraba a ori-llas de un inmenso océano, el sol le daba un tono bron-cíneo y le daba una apariencia de espejo de metal. Enél eche mi caña. Inmediatamente el mar hirvió de ac-tividad, miles, millones de peces bailaban en el agua aritmo de una música diabólica. Yo movía de aquí paraallá mi caña en busca de las mejores piezas.

En este trasiego un pez de incomparable bellezatrepo por el sedal. Cuando comenzó a subir una inmen-sa felicidad inundó mi corazón, mi cuerpo se estreme-ció y mi mente se centró en la tarea de traerlo a tie-rra.

En el mar, en torno a mi tesoro, saltaban ingen-tes cantidades de peces, peces que eran la personaliza-ción de lo deforme, intentaban que mi pez no se afe-rrase al cordón salvador, querían mantener mi feli-cidad en las profundidades del abismo donde la nochese une a la noche, en su lucha le infringían cuantiososdaños y el bello pez iba perdiendo su belleza.

Estos hechos me tenían angustiado, no podía creerque algo pudiera ser despreciado por su belleza, porqué destrozaban a aquel que era digno de un pescador.

Terminada la tarde yo había perdido mi felici-dad arrastrada por la vorágine al fondo del océanoy regresaba a casa con la cesta vacía.

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Diarios - 28 de noviembre de 1975

Antes de la operación yo sabia que era complicada,había mucho riesgo de fracaso, sin embargo aquella pre-sencia de la muerte no me inquietaba, tan grande era miilusión por lo que durante dieciséis años había soñado quela más mínima posibilidad de éxito me hubiera bastado.

El momento que un año antes pensaba que no llega-ría, estaba a punto de pasar a la historia dando un vio-lento giro a una vida condenada a consumirse poco a pocoen soledad. En contra de lo que imaginaba me lo tomé conla más absoluta calma, no sentía ningunos nervios, no en-tendía las lágrimas de los que me rodeaban, no sé por quela muerte tenía que imponer tanto.

Mi heredero, aquel nuevo yo que iba a nacer no ten-dría mis limitaciones, podría ir al colegio, podría cono-cer a mucha gente, podría moverse con libertad, compar-tir las ilusiones con todos. Yo me había preparado, no ha-bía perdido el tiempo, yo sabía lo que había que hacer,sabía que el secreto estaba en la sinceridad, que si la gen-te no se entendía era por estar siempre escondiéndose, minuevo Nato predicaría con el ejemplo, enseñaría que eldecir la verdad solucionaba muchos problemas.

Aquella mañana la enfermera me aplico el somní-fero inyectandomelo, los camilleros llegaron y me tras-ladaron desde la cama, cuando salía de la habitación,mi tío Ignacio me dio la bendición y recuerdo que dijeadiós. La camilla se deslizaba a lo largo de un largo pa-sillo, se metía dentro de un gran ascensor, las puertas secerraron, la vista me comienza a fallar, siento un pro-fundo sueño, todo pasa ante mi como si el tiempo no trans-curriera, los más variados pensamientos acuden a mi men-

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te, los recuerdos se cruzan ante mi, me doy cuenta de queya no resisto más, los ojos ya casi no distinguen, tan solo seaprecian las sombras, el ascensor se detiene, la camillareanuda su marcha, sobre mi se desliza una serie intermi-nable de luces, noto que voy a perder el conocimiento, enese instante se cruza por mi cabeza un pensamiento que aunrecuerdo: "Nato, aquí se acaba tu vida, en este momentomueres, más vale así, solo de esta manera puedo nacer denuevo y realizar aquello que he imaginado.

---No sé donde me encuentro, siento un calor tremendo,

pero no un calor seco, es húmedo y pegajoso, apenas puedorespirar, me duele todo el cuerpo, siento que algo ocupami garganta, tengo la sensación de estar ahogándome,quiero toser y no puedo. Estoy en una húmeda celda de unpaís tropical, en Colombia o en Venezuela, como Papillon,estoy atado, no veo nada, siento mucho dolor, agobio, creoque estoy sudando... pasa el tiempo... oigo voces, lejanas, de-formadas, no se entienden nada de lo que dicen, son comogruñidos, quiero llamarlas pero no puedo hablar, algoatenaza mi garganta.

Por mi imaginación desfilas personas que apenas co-nozco, pero no están emparejadas correctamente, se hanequivocado, es necesario arreglarlo, se lo quiero decirpero no puedo, los intento colocar moviendolos, pero cuan-do casi he terminado me doy cuenta que me he equivocado,tengo que empezar de nuevo...

Las voces regresan, esta vez parecen más humanas, lasllamo de nuevo, intento pronunciar unas palabras, no pue-do, logro sacar un tenue gruñido, quiero moverme, arran-carme lo que atenaza mi garganta y me impide hablar.

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Ahora oigo claro, dicen "estate quieto", "no te muevas", "Nointentes hablar", pero no puedo resistir, he de lograrlo,me desespero... noto un frescor en el brazo, algo me ocu-rre, todo está desapareciendo, estoy desapareciendo entero,ya no me duele, ya no oigo...

---Poco a poco recupero el conocimiento, recuerdo que

he sido operado, que estoy en una cama recuperándome,recuerdo, como si no hubiera pasado el tiempo, mis últimosmomentos, mi último pensamiento y como contestación, sin-tiendo una profunda satisfacción me dije; "he vencido, helogrado salir de aquello que detestaba, he alcanzado loque deseaba, tu ya has muerto, yo acabo de nacer, aceptotu testamento, acepto la misión, hacer real lo que tu hassoñado"

Cuan lejos estaba de mi imaginación cuan diferentesiban a ser las cosas y la de problemas que iba a tener. Nopodía pensar lo duro que tenía que ser la diferencia en-tre aquello que soñó aquel pequeño invalido y la realidaden la que me tocaría vivir.

Jamás pasó por la cabeza de aquel que ofreció su es-plendida vida para que yo naciera y tuviera la asquerosavida que me ha tocado sufrir, que él, entregándose a aquelsueño artificial, produciría en su interior una mutacióntan grande. ¿Qué efecto habré producido en aquel que contanta decisión se durmió?. Desde luego que desastroso, inclu-so se habrá arrepentido. Quizás si no lo hubiera hecho, nohubiera vivido mucho tiempo. ¿Pero vale la pena lo queha nacido? ¿Soy digno de las ilusiones de aquelmuchacho?

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