la dictadura del doctor francia
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REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
DEDICATORIA
A Dios, por darnos entendimiento, fortalezas para concluir este trabajo
A nuestros padres, quienes a lo largo de nuestras vidas han velado por nuestro
bienestar y educación siendo nuestro apoyo en todo momento depositándonos su
entera confianza en cada reto que se nos presentaba sin dudar de nuestra
inteligencia y capacidad,
A los profesores, que siempre estuvieron hay para resolvernos las dudas que
tuviéramos. Por transmitirnos sus conocimientos.
AGRADECIMIENTO
Queremos agradecer a todas las personas que de una u otra manera nos
ayudaron tanto en el desarrollo de este proyecto. Nos gustaría mencionar a
nuestros profesores que siempre apoyaron nuestros proyectos, así como a
nuestros padres y amigos que nos hicieron más grata nuestra vida.
REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
TEMA GENERAL Regímenes Dictatoriales, Autoritario y Democráticos del Paraguay y América
SUB TEMA Gobierno Dictatorial del Paraguay (Dr. Francia)
REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
¿Qué aspectos resaltantes podemos enunciar en el régimen dictatorial del Dr.
Francia?
PREGUNTAS DE INVESTIGACION
¿Qué significa dictadura?
¿Cómo fue el gobierno del Dr. Francia?
¿Cuáles fueron las consecuencias de la dictadura en su gobierno?
¿Cuáles fueron los mecanismos de protección de los derechos humanos?
¿Cita los gobiernos dictatoriales?
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OBJETIVO GENERAL
Determina la era dictatorial del Dr. Francia y las consecuencias que ocasionaron
dicho régimen
OBJETIVO ESPECÍFICOS Analiza los puntos que desencadenaron la era dictatorial del Dr. Francia
Determina las características de su gobierno en cuando a lo social, político
y económico
Toma conciencia de la efectividad de la independencia del Paraguay en su
gobierno en cuando a su desarrollo
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FUNDAMENTACIONLos hechos acontecidos con el Régimen dictatorial de la Dictadura del Dr. Francia
que fue elegido como presidente el 13 de octubre de 1814 que con mayoría de
votos campesinos apoyo al doctor Francia, quien fue designado “Dictador
Supremo de la Republica” por un periodo de cinco años. El doctor Francia
procedió con tacto y habilidad, pero al mismo tiempo que creaba un fuerte batallón
de ganaderos para su guardia personal, con elementos que le respondían por
entero y alejo de esta manera a los descontentos.
De este modo el dictador se proveía de elementos para organización del ejército y
regia el comercio con el exterior.
En el Congreso de 1814 en fines de mayo se declaró en la perpetuidad de la
Dictadura violando los principios republicanos.
En la historia de una nación hay una continuidad lógica y es la historia la que sirve
esencialmente para comprender su existencia actual, ella ofrece la existencia total
de la vida de un pueblo, crea la conexión entre en pasado, el presente y el
porvenir.
Es por lo expuesto en los párrafos anteriores que hemos optado por investigar el
tema GOBIERNO DICTATORIAL DEL PARAGUAY (DR. FRANCIA).
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INTRODUCCIONEn este trabajo se ocupa del gobierno de rodríguez de Francia desde que asumió
el consulado 1813 hasta su fallecimiento el 20 de septiembre de 1840.El desarrollo
de todas las características del gobierno del DR FRANCIA.
El proceso mediante el cual el DR FRANCIA en primer lugar consolido su poder, y
luego sus acciones como gobernante unipersonal de la república. En esta línea
también se analiza las relaciones comerciales del PARAGUAY, aportando datos
que rompen con la imagen PARAGUAY aislado totalmente y del desarrollo de una
autarquía casi absoluta, destacando los aspectos peculiares sistema impositivo así
como las polémicas relaciones de FRANCIA con la iglesia desde una visión del
estado-nación que sometió a la iglesia a sus designios.
Destaca el Carisma que le permitió a FRANCIA lograr un espacio político.
Homogéneas al ampliar las ciudadanía, y por sobre todo ser reconocido como el
salvador de la anarquía que imperaba el resto del continente. Además no deja de
tener en cuenta el clima de enfrentamiento no solo con BUENOS AIRES, si no
también con los portugueses y posteriormente con los brasileños.
Otro aspecto relevante de la investigación es el aspecto social, pues explica
detalladamente el desarrollo de una nueva dinámica social a partir de medidas
sumamente revolucionarias del gobiernos con el fin debilitar a las clases española
que controlaba el comercio y la producción.
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MARCO CONCEPTUAL Dictadura
La dictadura (del latín dictatūra) es una forma de gobierno en la cual el poder se
concentra en torno a la figura de un solo individuo (dictador) o élite, generalmente
a través de la consolidación de un gobierno de facto, que se caracteriza por una
ausencia de división de poderes, una propensión a ejercitar arbitrariamente el
mando en beneficio de la minoría que la apoya, la independencia del gobierno
respecto a la presencia o no de consentimiento por parte de cualquiera de los
gobernados, y la imposibilidad de que a través de un
procedimiento institucionalizado la oposición llegue al poder.
El dictador puede llegar al poder tras un golpe de estado efectuado por una
coalición cívico-militar o por las fuerzas armadas. De esta forma se crea
una dictadura, sostenida por el poderío del aparato militar.
Autoritarismo
El autoritarismo es un modo de ejercer el poder de una forma autoritaria. Se
entiende también como una actitud abusiva de la autoridad. Esta palabra se utiliza
especialmente para describir sistemas de gobierno autoritarios de una nación o
país. Procede del adjetivo 'autoritario'.
José Gaspar Rodríguez de Francia
(Asunción, 1766 - 1840) Estadista paraguayo, conocido como El doctor Francia,
que fue supremo dictador del país durante 26 años (1814-1840) y que, con su
fuerte e inusual personalidad, ayudó a la forja de la nación paraguaya.
Hijo de un capitán de artillería de origen brasileño y de una aristócrata asunceña,
nació en Asunción el 6 de enero de 1766. Estudió en el Colegio de Nuestra
Señora de Montserrat en Córdoba (Argentina), donde se graduó de bachiller
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licenciado y maestro de Filosofía, Cánones y Sagrada Teología. De vuelta en
Asunción (1785), dictó cátedras en el Real Colegio y Seminario de San Carlos,
pero en el año 1792 abandonó la docencia para dedicarse a la abogacía.
Desde 1808 ocupó varios cargos en el cabildo asunceño. Fue designado diputado
del Río de la Plata ante las Cortes de Cádiz (cargo éste que no llegó a
desempeñar) y se convirtió en uno de los principales dirigentes del movimiento
independentista, siendo considerado el ideólogo del proceso emancipador por su
acérrima defensa del principio de soberanía.
El 17 de junio de 1811 resultó designado vocal en la Primera Junta de Gobierno y
realizó el discurso inaugural del primer gobierno independiente. Se retiró
momentáneamente del poder como protesta por la interferencia de los sectores
porteñistas, pero volvió ante el pedido de los diputados. El 12 de agosto negoció
un tratado con las autoridades bonaerenses que, entre otras cosas, reconocía al
gobierno paraguayo; y en diciembre abandonó una vez más la junta, pero fue
convocado nuevamente.
En octubre de 1813 fue elegido por el congreso para formar un Consulado junto a
Fulgencio Yegros. Al año siguiente, el mismo congreso lo eligió dictador por cuatro
años, pero antes de que venciera dicho plazo, otro congreso lo proclamó dictador
perpetuo (1816). Pese a contar con el poder absoluto, los primeros años de su
gobierno fueron de relativa tolerancia y administración transparente, viéndose
obligado a mantener una estricta vigilancia de las fronteras ante los reiterados
intentos anexionistas de Buenos Aires.
El doctor Francia valoraba el modelo democrático del filósofo suizo Jean-Jacques
Rousseau, así como el del estadounidense Benjamin Franklin, pero las difíciles
condiciones internas y externas del país impidieron que pudiera desarrollar un
modelo más democrático. En algunos aspectos fue un visionario, más
comprendido por los sectores populares y las clases medias que por los sectores
privilegiados.
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Bajo su gobierno, el país se volvió prácticamente autosuficiente, pues el contacto
con el exterior estaba muy limitado, salvo un modesto comercio con Brasil a través
de Itapúa. Intentó varias veces romper el cerco económico en que estaba sumido
Paraguay, pero no fue posible dada la porfiada actitud de los gobiernos vecinos de
no querer reconocer la independencia.
En 1820-1821 estalló una conspiración dirigida por los líderes porteñistas, entre
los que se contaban destacadas figuras de la independencia nacional, como
Fulgencio Yegros. El movimiento perseguía asesinar a Francia para establecer un
régimen que aceptara la unión con Buenos Aires en calidad de provincia. Varios
de los conspiradores fueron fusilados un año más tarde. Durante la época de
Francia, a algunos extranjeros considerados espías se les impidió salir de
Paraguay, entre ellos el médico y botánico suizo Aimé Bonpland, a quien, sin
embargo, se le facilitó continuar con sus investigaciones, llegando a establecerse
y hacer familia en el país.
Aunque algunos historiadores sostienen que Francia sumió al país en el retraso y
la ignorancia, hay claros testimonios de que mantuvo la educación primaria,
técnica y artística, especialmente la musical, solventando problemas de las
escuelas y pagando a los maestros. También tuvo una influencia modernizadora al
fomentar la agricultura y las pequeñas industrias locales, que se beneficiaron de la
ausencia de manufacturas foráneas.
En el aspecto edilicio, durante su mandato se modificó el trazado de las calles de
Asunción, que empezó a tener las características actuales. Francia murió el 20 de
septiembre de 1840; su legado material personal consistió en una colección de
libros y 36.564 pesos de su sueldo sin cobrar. Su principal herencia fue la
autonomía política de la nación, causa por la cual luchó toda su vida y por lo que
es considerado el líder de la revolución independentista.
MARCO TEORICO
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LA DICTADURA DEL DOCTOR FRANCIA
El congreso proclama Dictador al doctor Francia.
El 13 de octubre de 1814 inició sus sesiones el Congreso. Fue elegido presidente
el doctor Francia, quien, en el discurso inaugural, aconsejó la formación de un
Gobierno personal para la mejor defensa de la independencia nacional. Había
partidario de la subsistencia del Consulado, y otros que no lo eran propusieron la
designación de Yegros para el Gobierno unipersonal. Mariano Antonio Molas
propuso al doctor Francia como dictador. La discusión se prolongó, pero terminó
cuando las tropas que obedecían a Francia hicieron un sospechoso despliegue en
torno al templo donde se reunía el Congreso. La mayoría de los votos campesinos
apoyó al doctor Francia, quien fue designado “Dictador Supremo de la República”
por un período de cinco años. Se le autorizo a constituir el Tribunal Supremo y a
ejercer potestad judicial mientras tanto. Al día siguiente clausuró sus sesiones el
Congreso, después de resolver su reunión anual, cada mes de mayo, de disminuir
el número de diputados a 250 de recoger el juramento del flamante dictador.
Asunción recibió con regocijo popular la ascensión del doctor Francia al Poder
Supremo. Las sombras cayeron sobre el Paraguay.
Se apaciguan descontentos en la tropa.
La exclusión de Yegros del Gobierno suscitó propuestas en la oficialidad de una
de las unidades militares de la capital. El capitán Pedro Juan Caballero, que había
regresado de su confinamiento, aplacó en sus comienzos el descontento de los
militares, consiguiendo convencerles de que debía acatar el nuevo Gobierno. El
doctor Francia procedió con tacto y habilidad. No adoptó ninguna medida, pero al
mismo tiempo que creaba un fuerte batallón de granaderos para su guardia
personal, con elementos que le respondían por entero, alejó paulatinamente de la
capital a los descontentos. La depuración del ejército continuó durante mucho
tiempo hasta que de él desaparecieron las trazas de toda otra influencia. Los no
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adictos al doctor Francia fueron reemplazados por individuos del interior, de baja
extracción, aunque partidarios decididos del dictador y a los cuales se cuidó de no
otorgar sino graduaciones inferiores.
Se restablecen los monopolios.
Unos de los objetivos principales de la Revolución había sido la supresión de los
monopolios. El dictador los restableció, comenzando por la madera, de gran
demanda en Buenos Aires. El Estado era el único comprador y no la revendía sino
a los comerciantes que traían armas y municiones. Poco a poco fue
extendiéndose el sistema a los demás productos. De este modo el dictador se
proveía de elementos para organización del Ejército y regía el comercio con el
exterior.
Medidas contra los eclesiásticos españoles.
El partido españolista tenía sus últimos baluartes en la clase eclesiástica. El doctor
Francia tomó medidas para suprimir el peligro. Exoneró de sus empleos y oficios a
varios de ellos y les privó de sus funciones a menos que acreditaran “adhesión
constante y decidida a la actual constitución, libertad e independencia absoluta de
esta República”. Por otro decreto desligó a las comunidades religiosas
establecidas en el país de toda sujeción extranjera, haciéndolas depender
exclusivamente del obispo diocesano. Fue suprimido todo vestigio de la
Inquisición.
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Buenos Aires pide nuevamente auxilio.
Elevado el general Carlos de Alvear al Gobierno de Buenos Aires, procuró
reanudar las relaciones con el Paraguay, suspensas desde el fracaso de la misión
Herrera. La causa de la independencia americana pasaba por un momento crítico.
En España se preparaba una fuerte expedición para la conquista del Río de la
Plata. Más que nunca era necesario el auxilio militar del Paraguay. Alvear se
dirigió a Francia solicitando el envío de tropas y efectos del país, a cambio de
cañones y armas para que las fronteras del Paraguay no quedasen indefensas. Ya
no se hacían hincapié en el tratado del 12 de octubre. Buenos Aires invocaba
ahora la adhesión del Paraguay a la causa común de la libertad. Poco después
insistió Alvear en su solicitud llegando a ofrecer a Francia 25 fusiles por cada 100
reclutas enviados. La posición de Alvear irritó a Francia. No concebía que se
quisiera negociar con la sangre de los paraguayos. ¡Hombres por fusiles! Rehusó
entrar en tratos; adoptó un nuevo e inusitado procedimiento: dejó sin respuesta la
nota de Buenos Aires y “sin embargo poco había que hacer para contestar a tales
oficios, pues no se reducen más que a remover asuntos antiguos ya ventilados
muchas veces, fenecidos y olvidados en el día”
El Paraguay es invitado al Congreso de Tucumán.
La descortés actitud del dictador no descorazonó al Gobierno de Buenos Aires.
Resuelta la reunión en un Congreso en Tucumán para decidir definitivamente el
destino de las Provincias del Río de la Plata, cuatro veces durante 1815 el director
Alvear invitó al Paraguay a enviar sus diputados. El dictador conceptuó la
invitación atentatoria a la independencia nacional; tampoco contestó a estos
oficios, y a los barcos armados que vinieron expresamente conduciendo la
correspondencia no les permitió subir más arriba de Pilar. Comenzaban a echarse
los cerrojos del país. El Gobierno de Buenos Aires no pudo conocer el
pensamiento del Paraguay, pues el dictador lo explayó sólo a sus subordinados a
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quienes explicó que era insultante “pretender que una República independiente
envíe diputado a un Congreso de las provincias de otro Gobierno”.
Se teme una invasión de Artigas.
El dictador no aceptaba entablar relaciones de ninguna clase con Buenos Aires, y
de igual modo siguió rehusando su apoyo a Artigas. El jefe oriental dominaba la
Mesopotamia hasta Corrientes y buscaba, sin ahorrar procedimientos, la alianza
paraguaya contra Buenos Aires. No tuvieron éxito sus gestiones ante Francia y
tampoco consiguió que Yegros y Cabañas, produjeran un movimiento subversivo
dirigido a formar un Gobierno favorable a sus miras. Artigas dispuso por
indiferencia paraguaya, tomó represalias. Sus tropas ocuparon Candelaria y
confiscaron en Corrientes un importante cargamento de armas destinado al
Gobierno de Asunción. Todo hacía presumir en julio de 1815 una invasión. El
dictador puso al país en estado de defensa. Envió tropas a una flotilla al Paraná;
movilizó contingentes en Asunción, Paraguari y Villa Rica, y se aprestó a resistir
con 4.000 soldados en al capital. Artigas, esperaba una invasión paraguaya,
amenazado por los portugueses abandonó sus planes hostiles. El dictador licenció
las tropas y quedó convencido de que la independencia del Paraguay tenía
muchos enemigos y que no todos ellos estaban en Buenos Aires.
Se proclama dictador perpetuo a Francia.
No esperó el doctor Francia los cinco años que le señaló en Congreso de 1814
como plazo de duración de su gobierno. Convocado para fines de mayo de 1816
un nuevo Congreso, sus emisarios propagaron la necesidad de declarar la
perpetuidad de la Dictadura. En la capital surgieron disidencias. Las encabezaba
Mariano Antonio Molas, hasta entonces partidario de Francia, quien sostenía que
la perpetuidad en el gobierno violaba los principios republicanos. En la sesión
inaugural del 30 de mayo de 1816, el Congreso no llegó a ningún acuerdo; cuando
el 1º de junio prosiguió sus sesiones, cuatro compañías de infantería estaban
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formadas frente al templo de la Merced. La precaución era innecesaria. El
diputado Manuel Ibáñez, representante por Villa Real, ensalzando la personalidad
del doctor Francia, pidió que el Congreso le proclamase dictador perpetuo “con
calidad de ser sin ejemplar”, la Asamblea, puesta en pié, así lo hizo. Resolvió que
el Congreso General se reuniera cada vez y cuando el dictador lo tuviese por
conveniente. Mientras vivió el doctor Francia no creyó necesario convocarlo. Hasta
1840 el Paraguay no conoció más voluntad que la suya.
La concentración de poderes.
Los dos Congresos que crearon la Dictadura y la perpetuaron, no la
reglamentaron, ni siquiera la definieron. Ignoraron en que consistía. Sólo sabían
que su objeto era la conservación de la independencia nacional. Dejaron que el
nuevo sistema de gobierno se constituyera según el criterio del doctor Francia, en
cuyo patriotismo tenían que confiar. Jamás se construyó el Tribunal Supremo;
Francia legislaba y juzgaba. El único órgano del Estado era el dictador, que
concentró en sus manos todos los poderes, incluso el religioso. Francia no solo
fue jefe de Estado sino también de la Iglesia paraguaya. Suspendió al obispo sin
consultar con Roma y declaró que el Gobierno “no está, ni puede, ni debe estar
ligado y ceñido a ninguna de las llamadas prácticas y disposiciones canónicas;
siendo y debiendo ser solamente su regla el interés del Estado”. Francia decretó
que para poder alistarse en las cofradías o congregaciones religiosas debía
acreditarse previamente un verdadero patriotismo y adhesión a “la justa, Santa y
Sagrada causa de la Soberanía de la República”.
El doctor Francia se convirtió en el único motor de la Administración, y sin su
autorización nada se hacía. Dotado de capacidad de trabajo y de aptitudes
variadas, resolvía todos los asuntos, era el juez que entendía en todas las causas,
el general e instructor de las tropas, el ingeniero y maestro de obras de los
trabajos públicos, el director de las maestranzas, ejercitado, con incansable ardor.
En el campo se hacía sentir su celo con no menor minuciosidad, a través de las
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más largas distancias. En correspondencia constante y extensa con los
delegados, éstos recibían instrucciones detalladas sobre los más variados e
insignificantes detalles. La menor desobediencia acarreaba graves penalidades, y
el dictador sabía, por medio de una vasta red de espionaje, si sus órdenes eran
cumplidas. El doctor Francia cumplía esta labor personalmente. Los tres ministros
de Estado no eran sino amanuenses o autorizantes de los oficios que el dictador
no se dignaba firmar.
Supresión de actividades políticas.
Establecida la dictadura, fue suprimida toda clase de actividad política. La simple
emisión de opiniones desfavorables al Gobierno era castigado como un crimen
ordinario; las cárceles se poblaron de desafectos a al Dictadura y a ella se iba a
parar por simples delaciones. Las persecuciones estaban principalmente dirigidas
contra las clases pudientes. A la prisión seguían las confiscaciones de bienes;
muchas familias de la aristocracia quedaron en la indigencia.
El clero no escapó de los rigores dictatoriales. Las ejecuciones se efectuaban
después de sumarios juicios, dirigidos personalmente por el dictador. Los
simplemente sospechosos fueron destinados a la colonia penal Tebegó, en el Alto
Paraná, en un lugar insalubre. El orden y la tranquilidad imperaron en el interior.
La conspiración del año 20 (1820).
Al compás de las medidas de rigor, el descontento cundía en las clases
superiores. Los españoles estaban privados de todos sus derechos; la vieja
aristocracia reducida a la impotencia, perseguida y empobrecida. Más que nadie,
la clase militar, autora de la Revolución, se veía oprimida y vejada. Los héroes de
Paraguarí y Tacuarí ni siquiera tenían libertad de dedicarse a sus actividades
particulares, obligadas a vegetar en la inacción y en la oscuridad. En 1818 el
coronel Baltasar Vargas emisario secreto del dictador supremo de las Provincias
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Unidas, había concebido el plan de sojuzgar al Paraguay, después de enterarse
de los informes de Manuel José de Olavarrieta, estuvo en la capital y mantuvo
contacto con los principales caudillos militares, ofreciéndoles la ayuda argentina
para derribar al dictador. Vargas fue descubierto y medito a la cárcel, pero las
reuniones de descontentos continuaron realizándose clandestinamente en
Asunción. Los planes subversivos tomaron fuerza con tal motivo. Anónimos
delataron al doctor Francia la conspiración, pero éste no atinaba a tomar medidas
contra la flor y nata de la sociedad paraguaya y los más prominentes jefes
militares que aparecían complicados. Ya no vaciló cando uno de los conjurados,
en el secreto de la confesión, descubrió los planes. El viernes Santo de 1820 el
dictador debía ser asesinado al salir por la tarde a dar su paseo de costumbre. El
capitán Montiel era el jefe del complot. Inmediatamente fueron apresados todos
los sindicados, entre ellos los Yegros, Iturbe, Montiel, Aristegui y Acosta. La
sombra cayó sobre Asunción.
El reinado del terror.
El descubrimiento de la conspiración del año 20 señaló el comienzo del terror.
Francia castigó con terrible rigor la abortada rebelión, para extirpar de raíz
cualquier oposición posible contra su gobierno. Durante un año dirigió
personalmente el proceso de los complicados, que fueron sometidos a tormentos
para que delataran a sus cómplices; sus familiares fueron reducidos a la
indigencia. Nadie podía visitar a los reos de Estado. Para alejar cualquier peligro,
Francia ordenó que en sus paseos por la ciudad los transeúntes se alejasen y las
puertas y ventanas se mantuvieran cerradas; quienes espiaban sus pasos eran
encarcelados. Francia paseaba por una ciudad muerta. Las calles eran muy
angostas y arboladas, propicias a emboscadas. Su pretexto de urbanización,
fueron ensanchadas, siendo derribadas, sin miramientos, centenares de casas y
desguajados millares de árboles que daban característico encanto a la ciudad
tropical. El temor y la desconfianza entraron en los hogares; cesaron las reuniones
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sociales. Pedro Juan Caballero, para escapar a la humillación del tormento, se
suicidó en su calabozo.
El 17 de julio de 1821 fue puesto frente a un piquete de fusileros Fulgencio
Yegros, el jefe militar de la Revolución. Los fusilamientos continuaron durante los
días siguientes, siendo ajusticiados cerca de un centenar de personas, lo más
caracterizado de la sociedad paraguaya. No quedo ninguna cabeza saliente;
desaparecieron las fortunas. Francia gobernó, desde ese momento, solo y sin
rivales, escaparon a apartados sitios del campo. Todos los españoles, sin
excepción con el obispo y el ex gobernador Velazco a la cabeza, fueron
encarcelados. Permanecieron en la prisión durante años, y sólo fueron liberados
después de pagar exorbitantes multas, que les arruinaron. Velazco murió en una
celda. Los santafecinos fueron arrojados a la cárcel, donde permanecieron
ignorantes de la causa de su prisión hasta la muerte del dictador. Los argentinos
en general fueron objeto de persecución implacable.
Artigas se refugia en el Paraguay
En los comienzos del terror se produjo un episodio que contrastó notablemente
con la crueldad con que el dictador persiguió a sus opositores. En septiembre de
1820 el caudillo oriental José de Artigas, traicionado por su lugar teniente
Francisco Ramírez, pidió asilo al doctor Francia. Este tenía larga cuenta de
agravios con el dirigente uruguayo, le acogió hospitalariamente, señalándole la
villa de Curuguaty como lugar de residencia y asignándole una pensión, aunque
se negó a recibirle como eran los deseaos de Artigas. Ramírez, por intermedio de
dos emisarios, pidió la extradición de Artigas a cambio de ventajas comerciales y
la entrega de paraguayos adversarios del Gobierno refugiados en su jurisdicción.
Francia no contesto los oficios de Ramírez retuvo prisioneros a los emisarios por
considerar que “era un acto no sólo de humanidad, sino a un honroso para la
República, el conceder asilo a un jefe desgraciado que se entregaba”.´
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Despachado, Ramírez se aprestó a invadir el Paraguay con un ejército de 4.000
hombres y una escuadrilla que aprestó en Corrientes; Francia organizó
inmediatamente la defensa. Ramírez trató de comunicarse con los caudillos
militares encarcelados en Asunción, pero las cartas dirigidas a Yegros y Caballero
no hicieron sino apresurar el fin de los infortunados conspiradores. Ramírez tuvo
que abandonar sus planes, obligado por las alternativas de las luchas civiles en la
Argentina, poco después moría en el campo de batalla.
El dictador quiere entrar en tratos con Inglaterra y Francia
El dictador pensó que la solución de los problemas económicos del Paraguay
estaba en el restablecimiento de la antigua ruta trasatlántica. El Paraguay colonial
había construido embarcaciones que cruzaron los mares, llevando sus productos a
Europa. Cuando los hermanos Roberston, comerciantes ingleses que gozaban de
su privanza, le anunciaron su propósito de retornar a Inglaterra, el dictador se
explayó de sus planes. Les propuso hacerles sus intercambios ante el Gobierno
inglés. En ausencia de los Roberston, el dictador permitió, en 1819, el ingreso al
país del capitán francés Pedro Saguier, que se decía enviado del Rey de Francia,
para abrir negociaciones mercantiles. Comerciando directamente con Inglaterra y
Francia, el Paraguay estaría en condiciones de librarse de la servidumbre que le
imponía su situación mediterránea. Pero Saguier no pudo mostrar credencial
alguno que se aprobó que no era sino agente de su Gobierno encargado de
contrarrestar la influencia de Inglaterra en América. El dictador miró desde
entonces con gran desconfianza a todos los franceses; víctima de ese recelo fue
el sabio naturalista Aimé Bonpland. El dictador vio en el otro agente secreto del
Gobierno francés, y lo mantuvo confinado durante cerca de diez años.
Francia desea asegurar la libertad de navegación
Francia sostuvo con gran fuerza el derecho del Paraguay a navegar libremente por
los ríos hasta el mar, sin cuyo ejercicio sería vano intentar todo comercio con
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Europa. El Paraguay no era dueño de navegar sus ríos. Entorpecían su
navegación comercial miles de trabas. Los barcos eran constantemente
registrados o saqueados por bandas que acechaban los convoyes paraguayos. El
dictador veía en estos actos intentos de someter al Paraguay por la persecución
económica, sostuvo incansablemente el derecho de disponer libremente de los
ríos. En 1818 mandó bombardear Corrientes, y en lo sucesivo replicó cada
depresión con la suspensión temporal de la navegación. Poco a poco el tráfico
mercantil proveniente del Paraguay se volvió más escaso; las provincias del litoral,
que vivían en buena parte, del comercio paraguayo, comenzaron a alarmarse.
Estanislao López, que había reemplazado a Ramírez, escribió al dictador pidiendo
la normalización del comercio y garantizando el libre tránsito de los buques. El
nuevo gobernador de Corrientes Juan José Blanco y el Cabildo de esa ciudad se
dirigieron a él en el mismo sentido. El doctor Francia no se dignó a contestar a los
oficios y por toda réplica acumuló grandes efectivos sobre el Paraná. No confiaba
en la promesa de los gobernantes argentinos, para garantizar la libertad de
navegación no encontraba sino un camino: la sujeción de Corrientes, centro de las
tropelías que sufría el comercio paraguayo.
Se frustra el acuerdo con Inglaterra
La guerra con Corrientes entrañaba la radical rectificación de la política de
aislamiento y neutralidad del dictador. Dirigida a asegurar la libertad de
navegación, que le era indispensable para entablar negociaciones comerciales
con Europa, estaba condicionada a la posibilidad de ese comercio. Una
comunicación con el cónsul general de Inglaterra en Buenos Aires, Mr. Woodbine
Parish, alentó sus esperanzas. El dictador sabía que Inglaterra era el campeón de
la libertad de navegación y esperaba que concurriera a obtener lo que el Paraguay
reclamaba. Sus expectativas quedaron amargamente defraudadas. Parish
condicionó a su vez el envío de un cónsul y el establecimiento de relaciones entre
el Paraguay e Inglaterra a un acuerdo previo con las provincias del Río de a Plata.
El dictador se enteró del contenido del oficio y por toda respuesta se lo devolvió.
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Descartada el comercio directo con Inglaterra, la expedición a Corrientes ya no
tenía objeto; los planes agresivos del dictador fueron abandonados. El comercio
con Europa era imposible, el que se realizaba tropezando con tantos obstáculos,
con los países del Sur debía desaparecer. El dictador ordenó que cesara la
navegación comercial al Río de la Plata. Los ríos quedaron desiertos; los puertos
parecían cementerios de buques. Los productos se pudrieron en los depósitos. Se
prohibió la entrada de todo comerciante. “Cuando la República sea libre de
navegar hasta el mar se admitirá el que venga a comerciar”, declaró el dictador.
La clausura del Paraguay
Con la detención del tráfico fluvial al Sur se completó la clausura del país. Desde
entonces, invisibles e impenetrables montañas se levantaron en torno del
Paraguay. El territorio de la República fue señalado como cárcel inviolable de
todos sus habitantes. Había órdenes estrictas para impedir la salida de ninguna
persona y el solo intento se pagaba con la muerte. Los extranjeros que se
hallaban en el Paraguay, en su mayoría comerciantes tuvieron que acompañar a
los nativos en su suerte. Cuando el cónsul inglés en Buenos Aires se interesó por
la suerte de sus compatriotas, Francia le contesto que habiendo ellos aportado por
su voluntad “era natural que se acomodasen con las leyes temporales que
exigiese la situación y circunstancias políticas del país”. Si el alejarse del país era
empresa quimérica, el entrar en él era peligroso. Los miembros de una expedición
dirigida por el francés Pablo Soria, que estudió las posibilidades de navegación del
Bermejo, fueron enviados en Villa Real.
La defensa de los límites paraguayos
Toda correspondencia con el exterior quedó cortada. Los oficios que venían para
el dictador eran admitidos, pero no contestados, y sus portadores quedaban
prisioneros. Traer una carta para el doctor Francia se volvió empresa suicida. Ya
nadie quería hacerlo, en vista de lo cual idearon los gobernantes de Corrientes el
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recurso de valerse de los indios y el dictador ordenó que éstos fueran
“severamente escarmentados”. El dictador necesitaba divulgar en el exterior sus
puntos de vista sobre los derechos territoriales del Paraguay. Así se supo que el
Paraguay reivindicaba enérgicamente sus derechos sobre todo el Chaco, hasta el
río Jaurú al Norte y hasta la isla del Atajo al Sur, y sobre la Misiones hasta el río
Uruguay. Estas reivindicaciones eran reivindicadas por varios fuertes y se
procedió a la ocupación permanente de las Misiones al Sur del Paraná. La
violación de la soberanía nacional aparejaba terrible sanción. El mundo supo que
no se violaba impunemente derechos territoriales del Paraguay.
El Paraguay se abastece a si mismo
Clausurado el país, el dictador lo organizó con el objetivo de abastecerse a sí
mismo como una condición esencial para sostener la efectividad de su
independencia. El dictador impuso normas para que el país produjera todo aquello
de que se abastecía en las provincias del Sur, señalando a cada región la cantidad
de especie de los cultivos. El Paraguay ya no necesitó de los cereales y algodón
que introducía de Corrientes y Santa Fe. El Estado, convertido en el principal
propietario como resultado de las confiscaciones, daba trabajo en las “estancias
de la Patria” y en sus manufacturas a muchos ciudadanos. El Paraguay produjo
todas las materias primas esenciales para su subsistencia. Para desarrollar su
industrialización hacía falta artesanos y el dictador apeló al terror, cuando fue
necesario, a fin de despertar las innatas aptitudes de sus compatriotas.
Se permite el comercio terrestre con Brasil por Itapúa
El Paraguay no podía producir todo cuando necesitaba. Le hacían falta armas,
ciertos tejidos y drogas; necesitaba dar salida al excedente de su producción. No
era posible mantener la clausura absoluta, sin peligrar los objetivos que con ello se
perseguía. En 1823 el dictador había decidido abrir un respiradero al país,
permitiendo que en Itapúa se efectuara intercambio de productos entre
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comerciantes paraguayos y brasileños. El comercio estaba sujeto a reglas
estrictas para que no se perjudicara a la economía paraguaya ni se burlase el
régimen del aislamiento. Itapúa era un sitio muy apropiado para la vigilancia. Los
comerciantes brasileños podían pagar en numerario sus adquisiciones, pero de
ningún modo admitir que los paraguayos hicieran lo propio: los primeros enviaban
muestrarios de sus mercaderías a Asunción. El dictador elegía aquello que debía
quedar para el Estado e imponía, a su arbitrio, los precios en productos
nacionales. El resto quedaba entregado al juego de la competencia. Este comercio
por Itapúa se mantuvo durante todo el periodo dictatorial.
Supresión del Cabildo
A fines de 1823, el Gobierno de Buenos Aires, a cargo de Rivadavia, intentó la
reanudación de las relaciones políticas y comerciales con el Paraguay. Fue
enviado para este efecto el doctor Juan García Cossío, quien, desde Corrientes,
comunicó al doctor Francia que venía comisionado para elevar a su conocimiento
y decisión la Convención Preliminar de Paz con España, firmada el 4 de julio de
ese año. Para entregarle personalmente las comunicaciones y promover otros
asuntos de conveniencia de ambos Estados pedía permiso para llegar a Asunción.
El dictador no contesto la carta enviada por duplicado ni permitió retornar a los
conductores. Algunos meses después, García Cossío, sin aspirar ya a ser
recibido, intentó entablar correspondencia con el dictador. Buenos Aires deseaba
que el Paraguay otorgase su presentación al plenipotenciario que a su gobierno
había designado, para que en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata
se trasladase a España a ajustar el Tratado definitivo de paz. Aunque la
pretensión porteña irritó al doctor Francia, pues significaba el desconocimiento de
la independencia del Paraguay, tampoco contesto el oficio. García Cossío regresó
a Buenos Aires sin conocer la opinión del dictador acerca de sus comunicaciones.
El Gobierno de Buenos Aires no reaccionó ante la ofensa que recibió; no deseaba
un entredicho con un país que mantenía sospechosas relaciones con el Imperio
del Brasil, con el cual la guerra era inminente.
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Primeras misiones de Correa da Cámara
Si el dictador rehusó trato con Buenos Aires, otra acogida dispensó al flamante
Imperio del Brasil. Proclamada la independencia de este país, el nuevo emperador
se propuso entablar relaciones oficiales con el Paraguay, alentado por la acogida
que los comerciantes brasileños encontraban en Itapúa. El 31 de mayo de 1824
extendió cartas patentes a Antonio Manuel Correa da Cámara, como cónsul y
agente comercial del Imperio junto al Gobierno del Paraguay. Correa da Cámara
pidió autorización para llegar a Asunción, enviando sus pasaportes. El dictador
observó que en sus pasaportes no se daba al Paraguay ni a su gobernante el
tratamiento que les correspondía, de República soberana y de Supremo Dictador.
Correa da Cámara explicó que el equivocado tratamiento en modo alguno debía
ser considerado un perjuicio de los derechos del Paraguay, y solo a la falta de uso
y correspondencia entre los Gabinetes de Río de Janeiro y Asunción. Francia
quedó satisfecho con la explicación. El 27 de agosto fue solemnemente recibido
por el dictador en audiencia pública, con extraordinarios honores. Con júbilo
escuchó Correa da Cámara de labios del dictador declaraciones amistosas para el
Brasil. El enviado brasileño permaneció varios meses en Asunción, manteniendo
numerosas conferencias con el dictador, quien en ningún momento le reconoció
carácter diplomático, pero le formuló reclamaciones por las tropelías que los indios
mbayaes hacían en el Norte bajo el ampara de los brasileños. Correa da Cámara
abandonó Asunción con la promesa de regresar suficientemente acreditado para
firmar un Tratado de reconocimiento de la independencia del Paraguay.
Correa da Cámara cumplió sus promesas. Volvió a Río de Janeiro, donde se hizo
extender credenciales como encargado de negocios ante el Gobierno del
Paraguay y con plenos poderes para ajustar y firmar con los plenipotenciarios “que
fueran designados por el Supremo Dictador Perpetuo del Paraguay” un Tratado de
Paz, de Amistad y de Comercio. Al mismo tiempo eran embarcadas en una nave
especialmente fletada las armas y municiones solicitadas por Francia y se le
dieron instrucciones para reprimir las tropelías de los indios en el Alto Paraguay, a
cuyo efecto quedó también designado comandante del Fuerte de Coimbra y sus
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fronteras. Desde el 27 de septiembre de 1827 hasta el 12 de junio de 1829 esperó
vanamente Correa da Cámara, en Itapúa, la autorización para seguir el viaje a
Asunción o que se le permitiera cruzar el territorio de la República hasta Coimbra.
En esa última fecha el delegado de Itapúa le leyó un oficio del dictador en que le
decían que no se le permitirían pasaportes por considerar inoportuna su legación,
pues sus actitudes “no manifestaban sinceridad y buena fe, sino más bien
siniestros fines y sospechosas intenciones”
Bolívar quiere conquistar el Paraguay
Si el Imperio del Brasil no reaccionó ante una ofensa semejante, el Libertador
Bolívar no recibió con la misma impasibilidad los desaires del dictador del
Paraguay. Agraviado por el doctor Francia, Bolívar, que acababa de dar cima a su
empresa libertadora, puso sus ojos en el Paraguay con inequívocos designios de
conquista. Bolívar había sido quien con mayor interés procuró obtener la liberación
del sabio Bonpland. En 1823 escribió a Francia por diversos conductos solicitado
la libertad del sabio francés, amenazando marchar sobre el Paraguay para lograrlo
por la fuerza si no era escuchada su súplica. El doctor Francia no creyó que en
honor a Bolívar debía alterar sus prácticas diplomáticas; no dio respuesta a los
reiterados mensajes del Libertador. Poco acostumbrado a este tipo de trato,
Bolívar estudió un plan invasión del Paraguay, por el Bermejo y el Pilcomayo, y dio
instrucciones, en 1825 a su agente en Buenos Aires, el deán Gregorio Funes, para
que gestionara el consentimiento del Gobierno argentino, al cual debía ser
entregado el Paraguay una vez depuesto Francia y libertado Bonpland. El
Gobierno de Buenos Aires se mostró adverso a la idea, por considerar que era
odioso usar la fuerza para obligar a una provincia a entrar en el pacto de unión.
Además temía que el primer amago de fuerza el Paraguay se adhiriese al Brasil,
se tenía esperanzas de conquistar por buenas “el corazón rebelde del gobernador
Francia”
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Los plenipotenciarios argentinos general Carlos de Alvear y doctor J. Miguel Díaz
Vélez, con la misión de solicitar la alianza de Colombia y el Perú con las
Provincias Unidas para la guerra con el Brasil, que parecía inevitable. Bolívar en la
primera conversación que tuvo con los delegados argentinos, se apresuró a
reproducirles su proyecto de invasión del Paraguay, asegurándole que el objeto
principal de la invasión tenía mucho de romántico y éste era libertar a Bonpland.
Los diplomáticos argentinos manifestaron que su Gobierno o el Congreso
argentino no autorizarían la empresa. El proyecto de Bolívar tampoco fue
aceptado por el Gobierno de Colombia. Bolívar abandonó su plan. Bonpland
continuó en su apacible cautiverio.
Borrego proyecta atacar al Paraguay
La oposición de Buenos Aires al proyecto de Bolívar obedeció a motivos del
momento. En los prolegómenos de la guerra con el Brasil, Buenos Aires no quería
crearse nuevos enemigos ni complicaciones. Temía la intervención del libertador
en los asuntos del Río de la Plata. Continuaba latente la idea de incorporar el
Paraguay al sistema bonaerense. Triunfantes en Ituzaingó las armas argentinas, el
gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, creyó en 1828 llegado la
oportunidad de someter por la violencia al Paraguay. Algunos emigrados
paraguayos le pidieron clamorosamente que hiciera la guerra al dictador Francia.
Su idea era que las tropas del general Fructuoso Rivera, con el prestigio que le
daban sus recientes victorias, marcharon desde Misiones al Paraguay. Los
informes de los emigrados paraguayos aseguraban que encontrarían escasa
resistencia. Rivera no quiso prestarse a cumplir los designios de Dorrego; recelaba
que el verdadero propósito era alejarlo. El gobernador de Corrientes, Pedro Ferrer,
acogió con igual desconfianza esos planes y se apresuró a comunicarlos al propio
dictador, que ya los conocía. Con el desplazamiento de Dorrego del Gobierno, su
proyecto quedó definitivamente descartado.
REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
No es admitido un enviado de Bolivia
Aparte del Libertador Bolívar, muchos Gobiernos de América y de Europa se
preocuparon por la suerte del naturalista Bonpland. Pero había la dificultad de
comunicarse con el dictador Francia. El presidente de Bolivia, mariscal José
Antonio de Sucre, se ofreció para hacer llegar a Asunción los oficios; el teniente
Luís Ruiz, quien llevaba la misión de invitar al Paraguay para entablar
negociaciones comerciales con Bolivia. Desde Fuerte Olimpo, donde llegó en
mayo, Ruiz pidió permiso para bajar a Asunción. Francia estalló de indignación
cuando leyó el tratamiento de “Jefe Supremo de la Provincia del Paraguay” que
traía sus oficios. Ordenó que le fueran devueltos sus pasaportes a Ruiz y que se
hiciera saber de viva voz que antes que Bolivia el Paraguay había tenido el título
de República. Francia explicó al comandante de Olimpo que era preciso tomar esa
actitud “porque de lo contrario se acostumbraría tratar con menosprecio y con tono
de mayoría al Paraguay y su gobierno”
Corrientes declara la guerra al Paraguay
El Paraguay ocupaba, conforme el Tratado del día 12 de octubre de 1811, parte
del territorio de Misiones. Empeñado el dictador en asegurar el libre tránsito de los
comerciantes brasileños que venían a Itapúa, ordenó, en el año 1832, el
reconocimiento de los terrenos hasta la caída del Aguapey en el Uruguay,
alegando que hasta ahí llegaban los derechos del Paraguay. El Gobernador de
Corrientes, Pedro Ferrer, protestó ante Francia aduciendo que esos territorios eran
correntinos y amenazando con represalias. Francia como excepción a sus
métodos, contestó a Ferrer por intermedio del comandante de Ñeembucú,
reafirmando los derechos del Paraguay, no sólo hasta el Aguapié, sino hasta los
pueblos Yapeyú y la Cruz, que ofrecía ceder o no ocupar si Corrientes se avenía a
adquirirlos en compra. Ferrer replicó declarando la guerra y ocupando Candelaria.
En una proclama reclamó el apoyo de los pueblos argentinos para sostener el
derecho y el honor de la República. Sus esfuerzos para obtener la ayuda de las
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demás provincias fueron totalmente vanos. El dictador Francia dio por ignorada la
declaración de guerra. Ya antes de que esta se produjera había resuelto el
abandono del campamento del Salto, cuya ocupación había originado la disputa;
su actitud prudente obedeció a la supuesta falta de jefes militares experimentados.
En diciembre de 1833, fuerzas paraguayas en imponente número, reocuparon
Candelaria y Salto, donde las tropas se colocaron a la defensiva. El nuevo
gobernador de Corrientes, Rafael Atienda, en vista de la actitud pacífica de las
fuerzas paraguayas, dispuso en marzo de 1834 abandonar el territorio de Misiones
y comunicó a Buenos Aires que no proseguiría la guerra, “en vista de la conducta
que constantemente ha guardado el Gobierno del Paraguay en todo el periodo de
la Revolución”. Francia le hizo saber, poco después, que no quería paz ni guerra
con nadie.
Los republicanos de Río Grande del Sur
Correa da Cámara regresó a su país humillado, pero convencido de la fuerza y
poder del dictador Francia. En el informe que presentó a su Gobierno al término de
su última misión informó que Francia tenía “inteligencias secretas en el Estado
Cisplatino” y que contaba con un partido en Misiones y en Río Grande, donde en
la primera ocasión daría la mano a los partidarios de la independencia de esta
provincia”. En 1839, Correa da Cámara se plegó a los revolucionarios
republicanos de Río Grande del Sur. Obsesionado por la idea de entenderse con
el dictador Francia, de cuya sabiduría política se había convertido en admirador,
seguramente para arrastrarlo a abrazar la causa de los separatistas
riograndenses, se hizo designar por el presidente de la República de Piratín
plenipotenciario ante el Gobierno del Paraguay. Por tercera vez, desde la frontera
paraguaya, pidió permiso para llegar a Asunción. Francia no quiso escucharle, y
de nuevo le rehusó la licencia solicitada.
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La Iglesia Católica
A pesar de las medidas iniciales contra los eclesiásticos españoles, la Iglesia
seguía balanceando el inmenso poder del dictador. El doctor Francia, lector de
Voltaire, no era creyente, pero no quiso incurrir en el error de las persecuciones
religiosas. Empleó frente a la Iglesia arbitrios destinados a minar sus prestigios. La
situación eclesiástica facilitó sus propósitos: el obispo tenía las facultades
mentales alteradas, el clero estaba corrompido, el culto adolecía de numerosas
prácticas supersticiosas. El dictador suspendió por decreto al obispo, persiguió
implacablemente los vicios eclesiásticos. La medida más radical fue la
secularización de los religiosos, con la consiguiente ocupación de los conventos e
incautación de los bienes de los Órdenes; el Estado se enriqueció
considerablemente, y el clero desde ese momento, dependió de él. Nadie podía
abrazar el estado religioso sin permiso del dictador, hasta que finalmente, con la
clausura del Seminario de San Carlos, nadie pudo ser sacerdote. En ningún
momento el dictador persiguió a la Iglesia, pero ésta dejó de ser la única
reconocida por el Estado. Se permitieron todos los cultos y ésta fue la sola libertad
admitida durante la dictadura.
La organización del Ejército
Cinco mil hombres disciplinados, que en cualquier momento podían aumentar a
40.000 montaban guardia en la capital y en las fronteras. El doctor Francia le
imprimió su cuño característico, interviniendo de una manera personal y directa
hasta en los menores detalles de su organización. El doctor Francia pudo hacer
todo menos de general. Instruía personalmente a los reclutas y llegó a vérsele al
frente de los batallones en desfiles,pero nunca asumió directamente el mando. El
abandono de sus designios hostiles para Corrientes lo atribuyó a la falta de un
general experimentado. Los comandantes del campo gozaban del privilegio de
escribir al dictador, quien los trataba con severa paternidad. El ejército así
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organizado, sin cabezas sobresalientes peligrosas, constituía el más sólido
basamento de la Dictadura.
El sistema financiero
El sistema financiero implantado por el dictador se basaba en rentas fijas y
accidentales, siendo de la primera clase los diezmos, los impuestos sobre las
tiendas, los derechos de exportación e importación, las alcabalas, el papel sellado,
impuestos al abasto y la mercado; las contribuciones forzosas, las confiscaciones
de bienes y la herencia de extranjeros. Las contribuciones forzosas eran
impuestas al elemento español cada vez que había necesidad de realizar obras
públicas y proveer a la defensa de la República. En 1823 el doctor Francia creó
numerosos impuestos. El ministro de Hacienda era el encargado exclusivo de la
percepción y vigilancia de las recaudaciones aduaneras y fiscales, bajo su
superintendencia. En las cajas fiscales había permanentemente numerario en
abundancia. El stock de armas guardadas en los aranceles, motiva principal de las
exigencias monetarias, llegó a ser tan copioso, que en los últimos tiempos que el
dictador moderó los impuestos. En 1835, 1839 y en 1840 decretó la supresión de
numerosos gravámenes.
La instrucción pública
Ninguna atención prestó el dictador a la cultura superior. El plan de la Junta
Gubernativa fue abandonado. La academia literaria dejó de funcionar. En 1818
decretó la desaparición del Seminario de San Carlos, donde él mismo había sido
catedrático; su local fue convertido en cuartel. “Minerva debe dormir cuando Marte
vela” dijo el dictador. Carlos Antonio López, que también enseñaba Filosofía en
ese Colegio. La instrucción de las primeras letras era muy extendida desde los
tiempos de la colonia; casi no había analfabetos en el país. Durante la dictadura
se prestó la misma atención a la enseñanza primaria. En 1818 se decretó la
instrucción primaria obligatoria, a expensas del Estado. se dio a la organización
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escolar carácter militar. Los niños eran llamados a las aulas al son del tambor. Se
les enseñaba un catecismo donde el dictador exponía sus ideas sobre el sistema
de gobierno del país, que llamaban “patrio reformado”, “regulados por principios
sabios y justos, fundados en la naturaleza y necesidades de los hombres y en las
condiciones de la sociedad”. La instrucción de libros no estaba prohibida, los que
los comerciantes portugueses traían, previamente a su venta, debían ser
revisados por el dictador, que impedía la entrada de aquellos que consideraba
nocivos a su teoría política o que contenían nociones equivocadas sobre el
Paraguay. Así mismo la música y la danza gozaron del favor del dictador, se
difundió mucho la afición a la lectura, única distracción de la sociedad paraguaya.
Sólo el doctor Francia tenía derecho a recibir diarios y gacetas del exterior;
mientras vivió el dictador, el país ignoró totalmente lo que ocurría en el mundo.
Organización administrativa
El territorio nacional estaba dividido, desde la época colonial, para los fines
administrativos, en dos grandes comandancias: la de Costa Arriba y a la de Costa
Abajo. El dictador disolvió estas comandancias y las sustituyó por veinte
delegaciones, siendo las principales las de Pilar, Villa Rica, Villa de San Pedro y
Villa Real de la Concepción; cada una estaba dividida en partidos. Creó
subdelegaciones en varios puntos fronterizos; Fuente Olimpo y Candelaria fueron
las más importantes. Al frente de cada partido había un juez comisionado general,
con facultades judiciales, administrativas y económicas. En un principio los
comisionados dependían de los alcaldes ordinarios, pero en 1823 pasaron a
depender del Gobierno.
Aspecto edilicio de Asunción
En los comienzos de la Dictadura, tenía las calles tortuosas, desiguales y muy
angostas. Las casas sin altos, aisladas por lo general y mezcladas con árboles,
jardines y malezas. Presentaba más bien el aspecto de una aldea; en todas partes
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brotaban manantiales que formaban arroyos y lagunas; las lluvias excavan la
mayor parte de las calles. El dictador puso gran empeño en mejorar el aspecto de
la ciudad; ensanchó las calles, hizo cubrir los zanjones y reparar los edificios
públicos, a excepción de la Catedral, que dejó, impasible, caer en ruinas. La
edificación particular recibió escaso impulso. Las casas eran, en su generalidad,
con techo de paja y al frente, con ancho corredor sostenido por horcones de
urundey. Las viviendas de los ricos eran de material, adobes crudos o de ladrillos
de mucho espesor, que conservaban el fresco reconfortante durante el verano y el
calor en invierno, con techo de lodo cocido, con corredores amplios y pilares de
material o madera dura. Poca evolución experimentó la vivienda de estilo colonial
durante la larga Dictadura.
El doctor Francia prestó preferentemente atención a las construcciones militares
para cuarteles, que los había en número de cinco: San Francisco, Santo Domingo,
Encarnación, la Merced y la Recoleta. Había alumbrado público que se
proporcionaba con candiles de sebo, pero circunscrito en la plaza de Armas, Casa
de Gobierno, cuarteles y cárceles.
La vestimenta
La indumentaria de la época está descrita por los ingleses Juan y Guillermo Parish
Roberston. Traje de etiqueta de Francia: casaca azul, sobriamente adornada con
angosto galón de oro; chaleco y calzones de casimir blanco, elegante espadín al
costado, medias de seda blanca y zapatos finos con pequeñas hebillas. El de la
mayoría de los diputados al Congreso de 1814 cuentan que era una chaqueta
blanca de madapolán, cortísima y ajustada; chaleco bordado, aún más corto que
la chaqueta; calzones a la rodilla, de pana granate, con calzoncillos cribados que
llegaban a los tobillos; faja de seda azul, como las usadas por los saltabancos
ambulantes; botas de potro abiertas en los dedos; grandes espuelas de plata;
sombrerito ordinario cubriendo la mitad de la cabeza; e inmensas trenzas de
cabellos negros colgando sobre la espalda. El de un alcalde: calzones de
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terciopelo negro abiertos en las rodillas, con botones de plata en larga y apretada
hilera y unos calzoncillos finamente bordados, colgando como volantes; la camisa
colgando fuera de la manga de la casaca, estaba sostenida por una faja colorada
atada a la cintura; ligas del mismo matiz prendida con visible ostentación sobre
sus medias de seda, y grandes hebillas en los zapatos; completaba la
indumentaria un tricornio y una capa roja. Traje de etiqueta particular, como el que
usaba el argentino doctor Vargas, en cuya casa se hospedaban los Roberston:
frac amarillo claro con grandes botones de nácar, calzones de raso verde con
hebillas de oro en las rodillas y medias de seda blancas, chaleco bordado,
sombrero tricornio, redecilla y un espadín; sus abundantes cabellos estaban
sumamente empolvados y engomados, y una porción de corbata y volado de
camisa que parecían verdaderamente monstruosos “en esta época”. Traje de
domingo del hombre del pueblo: chaqueta pantalón, y camisa blancos y un
sobrerito, sin calzado. Francia prohibió terminantemente el uso de los pantalones
largos y anchos que usaban los portugueses.
El estado social
La Dictadura produjo la completa nivelación de la sociedad paraguaya. El clero ya
no gozó de ninguna preeminencia. La burguesía mercantil, de origen europeo,
esfumadas sus fortunas con la desaparición del comercio fluvial, se vió además
proscripta de la vida civil por la prohibición del casamiento. No hubo jerarcas
administrativos; ningún militar ni funcionario civil gozó de la preferencia o amistad
del dictador. La igualdad más absoluta rigió la vida paraguaya; las clases inferiores
no se sintieron nunca halagadas, pero la Dictadura les concedió ventajas. El orden
más perfecto reinaba en el interior. No estaba permitida la vagancia; había tierras
para todos. No se sufría miseria, la delincuencia había desaparecido, los
campesinos gozaron de una seguridad nunca conocida. A Francia se le temía, se
le respetaba o se le admiraba; no se le amaba. Sus ojos vigilantes estaban en
todo el país y no se le escapaba la menor falta cometida. Poco a poco se iba
convirtiendo en una especie de deidad invisible y poderosa. Ningún campesino
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pronunciaba el nombre de “el Supremo”, sin ponerse en pie y descubrirse, lleno de
temor.
El Paraguay en el exterior
El temor que suscriba el dictador se hacía sentir aún fuera de las fronteras. Los
pocos paraguayos que habían logrado escapar del país no se atrevían a desafiar
su ira y preferían encerrarse en la más impenetrable mutismo. El temor se
adueñaba no solo de los paraguayos, sino aún de los extranjeros que habían
vivido bajo su dominación. M. Roger recordó en su informe que el capitán
Hervaux, francés que estuvo cautivo en el Paraguay hasta 1930, una vez libre en
Buenos Aires, jamás nombró “al Supremo” sin llevar la mano al sombrero. Carlyle
escribió un ensayo sobre el doctor Francia, dándose cuenta de su extraordinario
de su figura y su singular sistema de gobierno. El cautiverio de Bonpland atrajo la
atención de los institutos científico hacia el lejano Paraguay. Sacando provecho
que despertaba el Paraguay y su gobernante, un impostor que se hacía titular
Marqués de Guaraní y se decía embajador del dictador Francia, logró introducirse
en varias cortes europeas. Nuevamente el nombre del Paraguay sonaba en el
mundo, precisamente cuando nada quería saber del mundo.
Quiroga quiere conquistar el Paraguay
Si Francia no hubiera conseguido aislar al Paraguay, sin duda este hermoso país
sería hoy un miserable anexo de las miserables provincias argentinas. El
aislamiento había alejado al Paraguay de las luchas del Río de la Plata,
salvándole de los horrores de la anarquía. Francia temía que en la vorágine de las
discordias intestinas su país no pudiera conservar su independencia. La
inestabilidad de los gobiernos de la guerra civil impedían la realización de
proyectos de envergadura, y la experiencia de Belgrano estaba diciendo cuán
difícil sería la conquista militar del Paraguay. El general Quiroga acarició sin cesar
el mismo proyecto, y según M. Roger, “hubiera sido verdaderamente riguroso ver,
REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
frente a frente, al genio más malvado, más revolucionario, más sanguinario de
América del Sur, con el genio más organizador, conservador y antes que nada, a
pesar de todo, el más bienhechor”. Tampoco los proyectos de Quiroga
encontraron acogida y quedaron archivados después de su asesinato en Barranca
Yago.
Las relaciones entre Francia y Rosas
Vencida la anarquía en Buenos Aires con el predominio de Juan Manuel de
Rosas, asegurado el orden y la regular navegación, parecía llegado el momento
de cesar el aislamiento del Paraguay. Pero Francia no varió su política y Rosas no
quiso utilizar al Paraguay. La similitud de sistemas y de ideas estableció entre
ambos un tácito acuerdo y hasta llegó a asegurarse que Francia había recibido a
un emisario especial del gobernador de Buenos Aires. En la copiosa
correspondencia de Francia, rica en invectivas contra los gobernantes argentinos,
no hay una sola alusión para Rosas, la prensa de Rosas trató con consideración y
respeto al Paraguay y a su dictador, y muerto él, lo defendió con vigor de las
acusaciones de sus detractores. A Rosas le llamó la atención que el dictador no
hubiese nunca denunciado el Tratado del 12 de Octubre o protocolizado la
independencia del Paraguay, al uso solemne de la época. Formó entonces una
teoría, en cuya virtud su Gobierno mantuvo frente al Paraguay una actitud de
respetuosa expectativa: lo que el dictador buscó con el aislamiento del Paraguay
era, nada más, que evitar los estragos de la anarquía, sin que su intención fuera
separarlo de la unión argentina. Así se expedía en “La Gaceta del Mercantil”. Tal
interpretación de la política del dictador parecía justificada por el hecho cierto de
que Buenos Aires nunca había recibido la formal declaración de la independencia
del Paraguay, omisión que debió suplirse dos años después de la muerte del
dictador.
REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
Los últimos años de la dictadura
Los últimos años de la dictadura fueron más tranquilos. Desde 1830 las medidas
terroríficas se volvieron de más en más raras; el doctor Francia no se mostraba
tan uraño. En dos ocasiones recibió a delegaciones de vecinos de la capital: una
en su cumpleaños, si bien para rehusar el obsequio que le ofrecieron, y otro
cuando le pidieron el restablecimiento de las tradicionales festividades de la Virgen
de la Asunción, patrona del Paraguay. El 18 de julio de 1838 autorizó el canto de
un Tedeum en la Catedral, por la “recuperación de su autoridad del obispo
diocesano García Panés”. El 14 de mayo 1839 fue un día excepcional; se celebró
el 28 aniversario de la Revolución de la Independencia con un gran desfile militar.
La vida regular y ordenada del doctor Francia prolongaba su existencia hasta
límites pocos comunes, pero la inevitabilidad de su fin no pareció preocuparle
bastante acerca de su sucesión o de la subsistencia del sistema. En los últimos
tiempos rondaban en su alrededor el comandante Bejarano, jefes de las tropas de
la capital, y el fiel de hechos Policarpo Patiño, pero sobre ellos recaía la
animosidad popular y nadie los quería como herederos del mundo. El catecismo
político de Francia explicaba que su sistema “duraría mientras fuese útil y
conforme a las necesidades de la Sociedad”; no varió mientras vivió y subsistió
después de haber cumplido el objetivo que se trazó: salvar la independencia
nacional y al país de la anarquía. El doctor Francia murió el 20 de septiembre de
1840, a los sesenta y cuatro años de edad. Apenas se supo la noticia de su
muerte, parte del pueblo prorrumpió en llanto, pero otros salieron a la calle
gritando: “El tirano ha muerto y ha acabado la tiranía”.
Hubo conatos de motín hasta que se impusieron las tropas. Sólo cuatro días
después se confirmó al pueblo la noticia de la desaparición del Supremo. Mucho
después de sus funerales, que fueron solemnes, sus restos fueron robados de la
Catedral, donde reposaban, y arrojados al río para confundirse con las aguas que
tantas lágrimas habían llevado hacia el Sur.
REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
MARCO METODOLÓGICO
Diseño de la investigación:
Se realizara a través de encuestas, procesamiento de información a través de
procesos informáticos
Técnicas e instrumentos de recaudación de datos: Encuesta
Población investigada:
Alumnos/as del colegio Nacional Virgen del Rosario
Muestra:
40 alumnos de Educación Media del Colegio Nacional Virgen del Rosario
REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
ORGANIZACIÓN Y ANALISIS DE LOS RESULTADOS 1- ¿Conoces que significa dictadura?
SI: 33
NO: 7
El 82% de los encuestados respondieron que si conocer el significado de
dictadura, mientras que el 18% dijeron no tener idea de que se trata.
REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
83%
18%
Encuesta 1
SINO
2- ¿Conoces el Gobierno del Dr. Francia?
SI: 26
NO: 14
65%
35%
Encuesta 2
SI NO
El 65% de las personas encuestadas dijeron conocer el Gobierno del Dr. Francia y
que hizo por el país, mientras que el 35% reconoció no saber información sobre su
Gobierno.
REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
3- ¿Conoce las consecuencias de la Dictadura en su Gobierno?
SI: 18
NO: 22
El 45% respondió que no conoce las consecuencias que produjo la dictadura del
Dr. Francia, mientras que el 55% respondió no conocer
REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
45%
55%
Encuesta 3
SI NO
4- ¿Conoces los mecanismos de protección de los derechos humanos?
SI: 26
NO: 14
65%
35%
Encuesta 4
SINO
El 65% de las personas encuestadas dijeron si conocer los mecanismos de
protección de los derechos humanos, mientras que el 35% dijo desconocer tal
hecho.
REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
5- ¿Cuáles son los Gobiernos dictatoriales?
Carlos Antonio López: 15
Francisco Solano López: 5
Mariano Antonio Molas: 1
José Gaspar Rodríguez de Francia: 17
Fernando Lugo: 3
Alfredo Stroessner: 29
Carlos A. Lopez21%
Fraciso S. López7%
Mariano A. Molas1%
Jose G. R. de Francia
24%
Fernando Lugo4%
Alfredo Stroesnner41%
Encuesta 5
Carlos A. Lopez Fraciso S. López Mariano A. MolasJose G. R. de Francia Fernando Lugo Alfredo Stroesnner
REGIMEN DICTATORIAL DR. FRANCIA
CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES
Actividades Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Set Oct Nov
Investigación
del proyecto
x x
Elaboración
de objetivos
x
Elaboración
de
cuestionarios
x
Aplicación de
la encuesta
x
Recolección
de datos
x
Concreción
del proyecto
x
Defensa del
proyecto
x
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CONCLUSIÒN
En realidad todo trabajo de investigación o monografía tienen como principal
función trasmitir conocimiento , ideas , propuestas o simplemente exponer un
punto de vista razonado y coherente de manera a dejar un mínimo legado en la
comunidad educativa en la cual uno se desenvuelve. Creo haber cumplido con
este primer requisito.
No hay cosas más importante para un pueblo que apreciar y descubrir el
verdadero valor de su historia y la historia de sus ancestro, porque para explicar lo
que somos hoy , es necesario preguntarnos ¿quiénes fuimos ?, ¿de dónde
vinimos?,¿que nos ocurrió?,¿qué cambios sufrimos?.
P0r lo tanto, queda claro que es clave conocer el pasado para poder pensar y
discernir sobre el presente y sobre lo que nos espera el día de mañana , para
definir nuestra verdadera identidad y comprender la época que estamos viviendo .
Con respecto a los problemas que fueron planteados en todo el trabajo llegamos a
las siguientes conclusiones, en realidad nuestro prócer FRANCIA no fue abogado
de profesión si no teólogo, pero se desempeñó de manera brillante en el foro por
el notable conocimiento de filosofía y de leyes que tenía.
Si miramos al derecho en la época dictatorial nos damos cuenta que poseía la
rígida estructura tomada de la administración colonial. Fue en realidad un derecho
justo pero muy severo, teniendo en cuenta la crueldad de la persona y castigo.
Obviamente el fuero penal cebe ser visto en las circunstancia de aquella época,
siendo ubicado en el espacio-tiempo en que se desenvolvía. En los otros fueros la
verdad que fue un poco retrogrado, por cierto muy burocrático y administrado por
magistrados en sus mayoría ignorantes e incompetentes, y un punto a tener en
cuenta es que las teorías modernas del derechos tardarían ciertas décadas en
llegar al PARAGUAY.
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BIBLIOGRAFÍA
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ANEXOS
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GLOSARIO
AUTORITARISMO: AUTHORITARIANISM –
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DICTADOR: DICTATOR -
DICTADURA:DICTATORSHIP -
LIBERTAD: FREEDOM -
GOBIERNO: GOVERNMENT -
REVOLUCION: REVOLUTION -
ESTADO: STATE -
EJERCITO: ARMY -
IMPERIO: EMPIRE -
CONGRESO: CONGRESS -
PERPETUO: PERPETUAL -
DERECHOS: RIGHTS -
DECRETO: DECREE -
FUSILAMIENTO: SHOOTING
INTEGRANTES
*Fernando Galeano
*Hugo Arrùa
*Alex Romero
*Claudia Arce
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*Clara Arce
Coordinadora
*Nancy Del Carmen Aldama Salinas
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