la comunicación familiar desde la perspectiva sistémica · partir de los años cincuenta la...

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1 La comunicación familiar desde la perspectiva sistémica Gonzalo Musitu Sofía Buelga (Capítulo publicado en el libro “Psicología de la Comunicación”. Madrid Pirámide. (2006) Introducción Un origen incierto Los primeros pasos: Gregory Bateson y Margaret Mead La construcción de la Teoría de Sistemas: La Teoría General de Sistemas y La Cibernética - El movimiento de los procesos familiares: De Bateson a Watzlawick. La perspectiva relacional de la comunicación - Axiomas de la Comunicación Humana Las ramificaciones: - Teoría del desarrollo familiar A modo de conclusión INTRODUCCIÓN La comunicación es, como suelen ser casi todos los temas, inagotable. El término comunicación no designa una detonación significativa única y bien delimitada, sino que señala un campo semántico enormemente complejo y polisémico, de muchas significaciones y de múltiples usos. Como dice Winkin, un eminente psicólogo de la comunicación, es un término irritante, un enorme trastero en el que se encuentran las cosas de la comunicación más inverosímiles. En ese trastero se encuentran, por ejemplo, la comunicación por tierra para referirse a los medios terrestres de transporte públicos; la comunicación por aire para referirse a los medios aéreos de transporte público, fundamentalmente los aviones; la comunicación de masas; la comunicación trascendental; la comunicación en los grupos; la comunicación en la familia; la comunicación patológica; la comunicación en los animales que sabemos que también se comunican gracias a los trabajos de Konrad Lorenz, von Frish y Nico Timbergen, etc. Sin embargo, y a pesar de esta disparidad de contextos y ámbitos que nos muestran la enorme dispersión y, también, anarquía, el término sigue teniendo un enorme atractivo y, probablemente, ahora más que nunca, una gran vigencia y trascendencia. Porque, ¿hay algo más genuinamente humano y característico de nuestra sociedad y de nuestro tiempo que la comunicación? Creo que no. Es tan genuinamente humano que Watzlawik afirmará que el ser humano no puede dejar de comunicarse. Pero si los contextos comunicativos son múltiples, no lo son menos, como es fácil suponer, el de las orientaciones teóricas que tratan de darle contenido y sentido, como son, por ejemplo, el Interaccionismo Simbólico, la teoría de los Sistemas Generales con todas las ramificaciones de ambas, la teoría de la Acción Comunicativa, etc. En este capítulo he optado por estudiar la comunicación desde la perspectiva sistémica, llamada también orientación relacional. Esta opción se fundamenta en las dos razones siguientes: la

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La comunicación familiar desde la perspectiva sistémica

Gonzalo Musitu Sofía Buelga (Capítulo publicado en el libro “Psicología de la Comunicación”. Madrid Pirámide. (2006) Introducción Un origen incierto Los primeros pasos: Gregory Bateson y Margaret Mead La construcción de la Teoría de Sistemas: La Teoría General de Sistemas y La Cibernética

- El movimiento de los procesos familiares: De Bateson a Watzlawick. La perspectiva relacional de la comunicación

- Axiomas de la Comunicación Humana Las ramificaciones: - Teoría del desarrollo familiar A modo de conclusión

INTRODUCCIÓN

La comunicación es, como suelen ser casi todos los temas, inagotable. El término

comunicación no designa una detonación significativa única y bien delimitada, sino que

señala un campo semántico enormemente complejo y polisémico, de muchas

significaciones y de múltiples usos. Como dice Winkin, un eminente psicólogo de la

comunicación, es un término irritante, un enorme trastero en el que se encuentran las

cosas de la comunicación más inverosímiles. En ese trastero se encuentran, por ejemplo,

la comunicación por tierra para referirse a los medios terrestres de transporte públicos; la

comunicación por aire para referirse a los medios aéreos de transporte público,

fundamentalmente los aviones; la comunicación de masas; la comunicación trascendental;

la comunicación en los grupos; la comunicación en la familia; la comunicación patológica; la

comunicación en los animales que sabemos que también se comunican gracias a los

trabajos de Konrad Lorenz, von Frish y Nico Timbergen, etc. Sin embargo, y a pesar de

esta disparidad de contextos y ámbitos que nos muestran la enorme dispersión y, también,

anarquía, el término sigue teniendo un enorme atractivo y, probablemente, ahora más que

nunca, una gran vigencia y trascendencia. Porque, ¿hay algo más genuinamente humano y

característico de nuestra sociedad y de nuestro tiempo que la comunicación? Creo que no.

Es tan genuinamente humano que Watzlawik afirmará que el ser humano no puede dejar

de comunicarse.

Pero si los contextos comunicativos son múltiples, no lo son menos, como es fácil

suponer, el de las orientaciones teóricas que tratan de darle contenido y sentido, como son,

por ejemplo, el Interaccionismo Simbólico, la teoría de los Sistemas Generales con todas

las ramificaciones de ambas, la teoría de la Acción Comunicativa, etc. En este capítulo he

optado por estudiar la comunicación desde la perspectiva sistémica, llamada también

orientación relacional. Esta opción se fundamenta en las dos razones siguientes: la

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interdisciplinariedad y la profundidad. Respecto de la primera se podría decir que, de las

teorías más conocidas en el ámbito de la psicología social, es la que mejor recoge los

conceptos y formulaciones de otras disciplinas que, aparentemente muy alejadas entre sí,

tratan asimismo el complejo proceso de la comunicación. Este linaje con otras disciplinas la

hace intelectualmente muy atractiva y sugerente, además de dotarla de una enorme

riqueza conceptual y metodológica; y, respecto de la segunda, porque es la que mejor y

más profundamente trata el sinuoso espacio de la comunicación humana y, obviamente, de

la comunicación familiar.

UN ORIGEN INCIERTO

Nadie puede decir cuándo emerge por primera vez el concepto de sistema. Ya en

tiempos bíblicos, cuando San Pablo buscaba integrar el concepto de relaciones armoniosas

en los miembros polémicos de la congregación de los Corintios, utilizó toda una imaginería

sistémica:

«De la misma manera en que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos

los miembros del cuerpo, aunque muchos, son un cuerpo, así es con Cristo» (la iglesia

de Cristo), «Si el cuerpo total fuera un ojo, ¿dónde estaría el oído? si el cuerpo total

fuera un oído, ¿dónde estaría el sentido del olfato?.... el ojo no puede decir a la mano

"yo no te necesito", ni tampoco la cabeza a los pies "no tengo necesidad de

vosotros".... si un miembro sufre, todos sufren juntos; si un miembro es reverenciado

todos los miembros disfrutan juntos» (la primera carta de San Pablo a los Corintios,

cap. XII).

Con Aristóteles y su famoso Dictum «el todo es siempre mayor que la suma de sus

partes», se forja una idea que pasa a formar parte del pensamiento intelectual del mundo

occidental. Desde entonces hasta ahora son muchos los que han pensado como San Pablo

y Aristóteles, pero que se sepa, no es hasta el siglo pasado cuando se empieza a

desarrollar y a aplicar en el ámbito de las ciencias sociales para explicar los fenómenos y

procesos sociales.

De hecho, la mayor parte, si no toda la evolución, de la teoría sistémica, tiene lugar

en el siglo XX. Existe cierto consenso entre los profesionales con respecto a la idea de que

la teoría de sistemas no tiene un «pedigrí» o linaje simple: originalmente, evoluciona de un

conjunto de influencias diversas, tales como la antropología, la biología, la robótica y las

matemáticas.

Sin embargo, sí se puede decir que esta teoría emerge en un momento particular de

la historia de las ciencias sociales, cuando pretende satisfacer una nueva necesidad

intelectual. Un conjunto de observaciones procedentes del movimiento de terapia familiar

crea, a finales de los años cuarenta, la necesidad de ofrecer explicaciones sociales que

superen las posiciones individualistas que se utilizan en ese momento. La insatisfacción

con la tradición reduccionista-mecanicista de la ciencia que explica los hechos mediante

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cadenas lineales de causa y efecto y cuyo método consiste esencialmente en el análisis de

elementos y procesos individuales resulta harto insuficiente para explicar y comprender la

interacción social, y de ahí, la complejidad que tiene la comunicación humana.

En este contexto de efervescencia intelectual, la cuna desde la cual se configura a

partir de los años cincuenta la perspectiva sistémica en el ámbito de la comunicación

humana, se sitúa en California en la escuela de Palo Alto y en el Instituto de Investigación

Mental (MRI). Las raíces de la perspectiva sistémica se remontan, sin embargo, a los

trabajos antropológicos de Bateson en la década de los años treinta y cuarenta, a la teoría

de la información y de la cibernética de finales también de los cuarenta y, sobre todo, a la

nueva disciplina desarrollada asimismo en esta época por Ludwing von Bertalanffy y

conocida como teoría general de sistemas.

Sobre este legado histórico, la escuela de Palo Alto, de la que Bateson es el máximo

representante, y el Instituto de Investigación Mental (MRI) formado por figuras tan

destacadas como Watzlawick, Beavin y Jackson, desarrollan a partir de los años cincuenta

y durante más de dos décadas, la orientación sistémica, considerada como una de las

perspectivas teóricas y pragmáticas más influyentes en la historia de las ciencias sociales.

En este capítulo voy a analizar la evolución de esta influyente orientación teórica

desgranando los principales hitos que han marcado su desarrollo, así como las figuras

intelectuales que han participado en este devenir. Para ello, comenzaré con las influencias

antecedentes de la orientación sistémica o relacional de la comunicación para llegar a las

ramificaciones que presenta esta sugerente perspectiva en la actualidad.

LOS PRIMEROS PASOS: GREGORY BATESON y MARGARET MEAD

La perspectiva sistémica en el ámbito de la comunicación hunde sus raíces en los

trabajos de uno de los más grandes pensadores del siglo XX. Se trata del científico social

anglo-norteamericano Gregory Bateson que nace en 1904 en Cambridge, y en cuya

Universidad estudia Zoología y Antropología. Bateson de origen británico, que adquiere la

nacionalidad norteamericana en 1956, muere en San Francisco en 1980. La influencia de

este científico en la Teoría de la Comunicación Humana y en lo que se ha dado en llamar

Escuela de Palo Alto, se encuentra, como veremos, estrechamente ligada a las brillantes

aportaciones antropológicas, sociales y psicológicas que desarrolla a lo largo de más de

cuatro décadas.

El peregrinaje intelectual de Bateson, hijo del biólogo genetista William Bateson cuya

influencia en el pensamiento de Gregory Bateson fue notable, se remonta a sus primeras

investigaciones antropológicas de los años treinta en Nueva Indonesia. A finales de los

años veinte, Bateson se propone estudiar en Nueva Guinea los pueblos de la cuenca del

río Sepik. No tiene éxito en esta primera incursión por lo que de nuevo, retorna a Nueva

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Guinea en 1932. En esta ocasión, consigue arribar a la zona del Sepik, en dónde conoce al

matrimonio de antropólogos formado por Margaret Mead y Reo Fortune, que también están

interesados, como Bateson, en estudiar la cultura iatmul. Los intereses comunes entre los

antropólogos y Bateson se sella finalmente en colaboración. De hecho, Mead y Bateson se

complementan perfectamente. Margaret Mead, psicóloga y antropóloga, es discípula de

Franz Boas de quien recibe una formación antropológica impregnada de Psicología e

Historia, mientras que Bateson, biólogo y antropólogo, tiene una formación enraizada en las

ideas Durkheimianas de Radcliffe-Brown. La sólida base teórica y epistemológica de

Bateson se complementa con la formación metodológica y psicológica de Mead. Bateson y

Mead, que contraen matrimonio en 1936, desarrollan hasta su ruptura a principios de los

años cincuenta, una brillante carrera conjunta de la que surgen, como veremos, unos

trabajos excelsos para la emergente teoría de la comunicación.

A fines de 1935, Bateson finaliza su libro Naven sobre la cultura iatmul. A Bateson

no le es suficiente con reproducir su experiencia en el seno de una cierta cultura a través

de algunas descripciones y extractos de entrevistas, sino que trata de construir una teoría

de la cultura que supere el marco de la sociedad estudiada. Bateson busca descubrir

detrás de las estructuras específicas que ha estudiado, el estilo esencial de una cultura. De

ahí, que introduzca en esta obra nuevos conceptos para construir una teoría general de la

cultura.

Bateson desarrolla el concepto de cismogénesis para reflejar la capacidad que

tienen algunas culturas, como la iatmul o la nuestra, para promover los conflictos y

divisiones (cismas) en su seno. La cultura iatmul, por ejemplo, es tan altamente

cismogénica como la occidental, siendo, como descubrirá más tarde en sus trabajos de

campo, un estilo cultural opuesto al de la cultura balinesa. La sociedad balinesa se

caracteriza en contraposición a la cismogénesis, por la zigogénesis, es decir, por un estilo

cultural que frente a los conflictos y divisiones, tiende al equilibrio y a la estabilidad.

El desarrollo de estos nuevos conceptos representan los primeros esbozos de la

naciente teoría de la comunicación de Bateson que se nutre de estas primeras nociones.

Con el concepto de cismogénesis, Bateson quiere reflejar el proceso de diferenciación en

las reglas o normas de la conducta individual que son producto de las relaciones

acumulativas entre individuos. Distingue a este respecto, dos tipos de relaciones

cismogénicas que terminan ambas por producir hostilidad y colapso en las relaciones entre

los individuos. Se trata de la cismogénesis simétrica y de la complementaria.

La cismogénesis simétrica se caracteriza por un tipo de interacción en la cual los

participantes responden en función de la respuesta del otro. Las dos partes (o más partes)

implicadas se esfuerzan por instaurar y mantener la igualdad de posiciones e intercambian

sus interacciones como si de un espejo se tratase (Muchielli, 1998). Mientras que con este

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tipo de cismogénesis se responde, por ejemplo, a la violencia con la violencia llegando

incluso a la destrucción y a la muerte, en la cismogénesis complementaria, las respuestas

no están determinadas por la igualdad, sino por la influencia cada vez mayor de unas

relaciones de dominio/sumisión. En la esquimogénesis complementaria, las posiciones

jerárquicas determinan respuestas diferentes que se ajustan recíprocamente a la posición

de poder que se tiene. Este tipo de relación se observa por ejemplo, en aquellas

interacciones en las cuales una persona utiliza su fuerza/poder para someter a otra. Los

intercambios acumulativos que se suceden con el tiempo refuerzan recíprocamente la

posición de dominación y sumisión de los participantes, hasta límites inusitados que, a

veces, desembocan en tragedias.

Cuando definimos las reacciones de un individuo frente a los de otros individuos, se

hace inmediatamente evidente que debemos considerar que la relación entre dos

individuos puede sufrir alteraciones de tanto en tanto, incluso sin ninguna perturbación

procedente del exterior. No sólo debemos considerar las reacciones de A ante la

conducta de B, sino que debemos examinar la forma en que ello afecta la conducta

posterior de B y el efecto que ello tiene sobre A (Bateson, 1935).

Estas pioneras ideas de Bateson no son consonantes con el clima intelectual de la

época. En primer lugar, porque son una construcción intelectual y, en segundo lugar,

porque los datos etnográficos se consideran como materiales ilustrativos, y no como

estandartes para un «tribunal de los hechos». A este respecto, Bateson dirá que: «si los

hechos contradicen la teoría, no importa. No hay nada que valga como una buena idea».

Una afirmación que como subraya Winkin (1982) es herética en esa época.

La formación interdisciplinar y las ideas antipositivistas de Bateson representan en la

época una ruptura clara con la figura tradicional del investigador. Si a esto añadimos su

reflexión sobre los procesos de equilibrio y desequilibrio, circularidad, las posibilidades de

crisis y de rupturas, que prefiguran las formas de la cibernética, entenderemos su

«divorcio» del funcionalismo estático, equilibrado y armonioso que reinaba entonces. Como

es natural, cuando su obra Naven sale a la luz es un gran fracaso. En ese momento

Bateson se encuentra en Bali con Margaret Mead escribiendo un segundo libro que, como

Naven, sigue siendo único en los anales de la antropología cultural (Winkin,1982).

En su período de investigación en Bali, Bateson purifica las técnicas de descripción y

de análisis del comportamiento no verbal. El intenso trabajo de campo del matrimonio

Bateson-Mead durante tres años da lugar en 1944 a la publicación de la obra The Balinese

Character: A Photographic Analysis firmada por Mead y Bateson.

Esta obra revulsiva en su época, presenta un cambio en los métodos de

investigación de campo y una nueva concepción de los métodos de presentación de los

datos, además de ofrecer una nueva visión teórica original de la cultura y de los procesos

de socialización familiar. Los autores no tratan tanto de estudiar la cultura balinesa como de

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delimitar el problema de la incorporación de la cultura. ¿Cómo aprende el niño a convertirse

en miembro de su cultura; a comer, andar, jugar, bailar y dormir? Por otra parte, una de las

ideas más sugerentes de la obra para la teoría de la comunicación, es la descripción de las

relaciones que establece la madre balinesa con sus hijos. La hipótesis del doble vínculo

toma cuerpo a partir de esta descripción en la que se observa que las emociones del niño

son rechazadas y controladas por la madre. Las señales no verbales que acompañan a los

mensajes contradicen lo que se manifiesta verbalmente. Así, la madre balinesa invita a su

hijo a que se acerque del mismo modo que lo hacen la mayoría de las mujeres del mundo,

pero al contrario de lo que hacen éstas cuando el niño se aproxima y le responde

emocionalmente, ella se vuelve insensible, de modo que el intercambio entre madre e hijo

no finaliza nunca de un modo afectivo. El pequeño balinés dice Mead, está sometido en sus

interacciones con los adultos a un régimen de «duchas frías» que le conduce

progresivamente a retirarse, a evitar el contacto con el mundo adulto (el niño

progresivamente, entre los tres y seis años, se vuelve totalmente insensible a las

emociones y esta insensibilidad persiste a lo largo de toda su vida). Este será el último gran

trabajo empírico de Bateson que como él mismo decía, creía más en sus ideas que en los

datos.

LA CONSTRUCCIÓN DE LA TEORIA: La Teoría General de Sistemas y la

Cibernética

Muchas mentes lúcidas contribuyeron a la construcción intelectual de lo que se ha

llegado a conocer como Teoría Sistémica, pero dos son las figuras que mayor influencia

han tenido: El biólogo austriaco Ludwig von Bertalanffy (1901-1972) y el matemático e

ingeniero norteamericano Norbert Wiener (1894-1964).

Ya en las primeras décadas del siglo XX, Bertalanffy escribía:

“Puesto que el carácter fundamental de los seres vivos es su organización, la investigación habitual de las partes aisladas y de los procesos no puede ofrecer una explicación completa del fenómeno vital. Esta investigación no nos da información sobre la coordinación de las partes y los procesos” (Bertalanffy, 1928. Cit. en Bertalanffy, Ashby y Weinberg, 1981: 33)

Esta idea que domina el pensamiento de Bertalanffy durante más de dos décadas,

es la base desde la cual se propone construir un modelo sistemático y científico de

aproximación y representación de la realidad que supere la reducción mecanicista de la

ciencia clásica: La Teoría de los Sistemas Generales. Esta teoría presentada a la

comunidad científica en 1947, aunque conocida y reconocida a partir de 1951, representa

el esfuerzo integrador de Bertalanffy por desarrollar un nuevo paradigma desde el cual

tanto las ciencias naturales como sociales, pueden realizar su lectura de la realidad.

“Postulamos una nueva disciplina denominada teoría de los sistemas generales. La

teoría de los sistemas generales es un campo lógico-matemático cuya tarea es la

formulación y derivación de esos principios generales que son aplicables a los

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“sistemas” en general. De esta manera, las formulaciones exactas de los términos tales

como totalidad y suma, diferenciación, mecanización progresiva, centralización, orden

jerárquico, finalidad y equifinalidad, etc., llegan a ser posibles, términos que ocurren en

todas las ciencias que tratan con “sistemas” y que implican su homología lógica”

(Bertalanffy, 1947/1992: 26).

La concepción reduccionista-mecanicista de la ciencia deja paso a este nuevo

paradigma que marca el comienzo de un nuevo ciclo khuniano en las ciencias humanas

(Sheflen, 1975). La gran aportación de la teoría de sistemas, aunque hoy en día nos pueda

parecer cuanto menos obvio, es la de haber postulado que todo organismo viviente en

tanto que sistema abierto es un orden dinámico de partes y procesos entre los que se

ejercen interacciones recíprocas. Todos los seres vivos desde una célula, a una familia o a

una organización social, son sistemas abiertos que comparten, como veremos más

adelante, determinadas propiedades que afectan a su funcionamiento.

Mientras que Bertalanffy revoluciona el campo del saber con la teoría de los

sistemas generales, otro científico realiza también una contribución única y decisiva para la

ciencia. Se trata del filósofo y matemático Norbert Wiener, descrito por Escarpit como viejo

niño prodigio de las matemáticas y tranquilo americano despistado. No es de extrañar que

Wiener sea calificado como niño prodigio si se tiene en cuenta que a los cuatro años lee

literatura científica, a los siete ahonda en las teorías de Darwin y de Charcot, a los once

ingresa en la Universidad de Tufts, a los dieciocho se doctora por Harvard y a los

veinticinco años es nombrado profesor de matemáticas en el prestigioso instituto

Tecnológico de Massachusetts en dónde ejerce durante más de cuatro décadas.

La brillante carrera de Wiener alcanza su punto álgido en 1947, cuando propone una

nueva ciencia. Se trata de la ciencia de los sistemas de feedback y de tecnología de la

comunicación a la que llama cibernética (que procede del griego Kybernetes, es decir,

piloto o timonel). Las ideas desarrolladas por este asombroso matemático se gestan, como

muchos otros investigadores, en el contexto de la II Guerra Mundial. Durante la contienda,

Wiener y su grupo, que colaboran estrechamente con el experto en nuevas máquinas

computadoras Vannevar Bush, se preocupan por desarrollar sistemas de control para las

baterías antiaéreas. El grupo de Wiener se da cuenta que uno de los mayores problemas

que presentan los cañones antiaéreos se debe al lento control humano. El tiempo que

trascurre entre apuntar un avión en movimiento y luego disparar, es lo suficientemente

grande como para que el avión cambie de posición y se falle el disparo. La incorporación

dentro del cañón de un dispositivo automático que se autorregula solo y a gran velocidad

es la solución que con éxito se idea para aumentar la eficacia del arma.

Precisamente al estudiar el problema de la conducta de tiro de los cañones

antiaéreos, Wiener reconoce el principio conocido y utilizado ya desde hace tiempo del

feedback o retroacción. Con este principio, al que Wiener le da un alcance universal, la

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explicación lineal tradicional queda obsoleta: todo efecto retroactúa sobre su causa, todo

proceso debe estar concebido según un esquema circular: A actúa sobre B, B sobre C y C

sobre A. De ahí que el modelo unidireccional presentado por esas fechas por Shannon y

Weaver para describir el sistema general de la comunicación, sea rechazado firmemente

por Wiener: Frente a la linealidad, la circularidad.

Como Bertalanffy, Wiener percibe pronto las aplicaciones más generales de su

modelo al entender que la cibernética sirve tanto para describir el comportamiento de las

máquinas como el de los seres vivos. Para Wiener, por ejemplo, los principios de feed-

back, sistemas de autorregulación y procesamiento de la información, pueden aplicarse

claramente a los sistemas de control electrónico, al cerebro humano y a la estructura social.

Una descripción adecuada de estos sistemas debe hacerse como afirma Wiener en

términos de información, más que de energía. En este sentido, la retroalimentación en

estos sistemas no es simplemente un flujo circular de energía, sino una acción que tiene

como fin la de ayudar a alcanzar el objetivo y por la que se informa cualitativamente al

sistema de control sobre el resultado de las respuestas recientes. Desde esta perspectiva,

Wiener postula dos mecanismos de retroalimentación de información. Por una parte, un

mecanismo de retroalimentación negativo relacionado con la homeostasis, y por otro, un

mecanismo de retroalimentación positivo relacionado con el cambio. El feed-back negativo

consiste en respuestas destinadas a mantener el equilibrio actual, lo que supone,

obviamente, mantener con estas respuestas el mismo tipo de funcionamiento en el sistema.

En cambio, el feed-back positivo introduce respuestas nuevas en el sistema, lo que

produce una pérdida de estabilidad o de equilibrio en el funcionamiento actual del sistema.

Este tipo de feed-back que genera cambios en el estado del sistema permite, a diferencia

del feed-back negativo, el crecimiento y expansión del sistema, lo que supone la creación

de nuevos mecanismos que sirvan como base para mantener el nuevo equilibrio.

La repercusión de los trabajos de Wiener y de Bertalanffy en el ámbito de las

ciencias naturales y sociales es tan importante que finalizada la guerra, estos dos

científicos participan activamente en grupos de discusión con selectos investigadores de

diferentes disciplinas. El grupo interdisciplinar de Wiener que tiene apoyo financiero de la

fundación Josiah Macy Foundation, está integrado por veinte miembros entre los que

destacan, entre otros, los antropólogos Bateson y Mead y el psicólogo social Kurt Lewin.

Cada seis meses, los participantes se reúnen en seminarios de dos días y entregan sus

artículos para discusiones y críticas en grupo. En este marco de discusión, una aportación

interesante es la de Kurt Lewin que en 1947, fecha de su muerte, comenzaba a incorporar

conceptos cibernéticos en las explicaciones de la conducta humana. Desde esta

aproximación, Lewin defiende la idea que la conducta humana es el resultado de un

sistema de fuerzas en equilibrio entre la persona y el entorno. Lewin entiende que los seres

humanos buscan objetivos cuya estrategia vital consiste en aproximaciones sucesivas y

correcciones de la trayectoria del desarrollo. Lo importante aquí, no son los impulsos

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biológicos ni las respuestas aprendidas, sino la forma en que los individuos perciben e

interactúan con su «espacio vital inmediato». De hecho, el «espacio vital» de Lewin se

parece mucho al constructo de «ambiente» de Wiener y al de «sistema externo» de

Bertalanffy.

En este clima intelectual, Bateson se interesa por desarrollar una teoría de la

comunicación que conjugue el dominio psicológico con los principios cibernéticos y

sistémicos. De interés es mencionar la respuesta de Wiener a las reiteradas propuestas de

Bateson de aplicar los principios cibernéticos a la teoría de la comunicación humana:

"Las ciencias humanas son bancos de ensayo, muy pobres para unas nuevas

técnicas matemáticas" (Wiener, 1948: 42).

A pesar de estas críticas, Bateson escribe con el psiquiatra Jurgen Ruesch,

Communication: The social matrix of psychiatry (Ruesch y Bateson, 1951). En esta pionera

obra, los principios cibernéticos y sistémicos son utilizados por primera vez para explicar un

fenómeno social tan genuinamente humano como es la comunicación. Con esta obra, se

ponen los cimientos para el desarrollo de la teoría sistémica en el ámbito de la

comunicación humana y su aplicación en el campo de la psicología y psiquiatría.

Por otra parte, el reto por desarrollar y aplicar de forma unificada las aportaciones de

la cibernética y de la teoría general de sistemas en los distintos ámbitos de la ciencia, lleva

en 1954 a la creación de la Sociedad para el desarrollo de la teoría de los sistemas

generales (en la actualidad llamada Sociedad para la investigación de los sistemas

generales). Esta sociedad dirigida en sus inicios por Bertalanffy, integra a investigadores de

muy diversas disciplinas entre los que se cuenta, además de los antropólogos Bateson y

Mead, a otros tan relevantes como Ashby (neurobiología) Boulding (economía), Gerard

(psicología), o Rapaport (matemáticas). Gran parte del desarrollo de la teoría de sistemas,

y en particular su aplicación a los sistemas sociales se estimula y desarrolla a partir de las

discusiones y publicaciones de éstos y de muchos otros investigadores que han dejado un

sello importante en el sugerente ámbito de la investigación de la comunicación familiar.

El movimiento de los procesos familiares: De Bateson a Watzlawick

Bateson llegó a convertirse en uno de los fundadores más influyentes del

movimiento de los procesos familiares, incluso, cuando nunca fue terapeuta familiar. Como

muchos de los intelectuales de la época, mantenía una correspondencia activa que cruzaba

líneas disciplinares. Entre aquellos con los que regularmente intercambiaba ideas estaban

como hemos visto, Wiener, Bertalanffy, Lewin, y el psiquiatra Harry Sullivan.

Precisamente, cuando Gregory Bateson tiene que dirigir, a mitad de los años

cincuenta, un importante e innovador proyecto de investigación con esquizofrénicos,

Sullivan que vive a cuatro mil kilómetros de su viejo amigo Bateson, le sugiere que integre

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en su equipo de investigación a un discípulo suyo. Se trata de Don Jackson quien, formado

bajo la tutela de Sullivan, trabaja como psiquiatra residente en un centro de tratamiento

para jóvenes esquizofrénicos en Mariland. Bateson, como antropólogo, no tiene interés

especial en la esquizofrenia per se, pero sí por un tipo particular de comunicación

paradójica que parece caracterizar a las familias de esquizofrénicos. La esquizofrenia es el

resultado de un vínculo paradójico del niño con la madre. La idea del proyecto presentada y

becada por la fundación Macy, describe a la madre esquizofrénica como «impulsada no

sólo para castigar las demandas de amor del niño sino también para castigar cualquier

indicación que el niño pueda expresar de que él sabe que no es amado» (Haley, 1977).

Bateson que ha viajado a Arizona para estudiar el trabajo del famoso hipnoterapéuta

Milton Erickson, cuyo rasgo más sobresaliente es el uso terapéutico de la paradoja, cuenta

en su equipo inicial de investigación de Palo Alto con Fry, Haley y Weakland. Tanto Haley

como Weakland se han interesado por determinados aspectos de la comunicación

paradójica. Haley ha realizado películas que incluyen interacciones entre dibujos animados

y actores reales (un ejemplo de discurso paradójico que interesa a Bateson), mientras que

Weakland ha estudiado el humor basado en las paradojas.

Puesto que ningún miembro del grupo de Bateson tiene experiencia con

esquizofrénicos, finalmente Don Jackson acepta desplazarse a Palo Alto para trabajar en

este ambicioso proyecto de investigación. De este proyecto surge el artículo más discutido

en la psiquiatría moderna Hacia una teoría de la esquizofrenia (Bateson, Jackson, Haley y

Weakland, 1956). La esquizofrenia en los jóvenes se atribuye a un modelo de desarrollo de

«doble vínculo» maternal. Se postula que las demandas repetidas de la madre en un nivel

del discurso (por ejemplo, quejas verbales de que ella nunca recibe bastante afecto de su

hijo), están simultáneamente contradiciendo en otro nivel esta demanda (por ejemplo,

fuerte rechazo a través del lenguaje corporal a las demostraciones de afecto del hijo).

Cuando el patrón habitual de comunicación madre-hijo se basa en paradojas entre niveles

de abstracción, la única salida del niño para poder sobrevivir es la de discriminar

falsamente tanto sus propios mensajes internos como los de los otros. La esquizofrenia

representa en este contexto, un modo de escapar de la situación.

La hipótesis del doble vínculo aporta un punto focal en la investigación y

comunicación familiar. Se empieza a observar la interacción familiar y a describir la

comunicación en las familias con esquizofrénicos. Sin embargo, esta teoría de la

comunicación tiene una manifiesta desventaja: tiende a ser esencialmente diádica. La

teoría del doble vínculo fue formulada originalmente en términos diádicos, aislando,

implícitamente, una unidad que comprende dos comunicadores, por lo que el foco de

interés es el intercambio que se produce entre dos personas.

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Weakland (1960) que forma parte del grupo original de investigadores de Bateson,

es el primer autor en romper con el molde diádico al considerar el comportamiento

esquizofrénico en tríadas. La hipótesis de Weakland sobre la doble atadura y la interacción

de tres partes constituye un cambio importante en las investigaciones sobre la

comunicación paradójica en la esquizofrenia. El interés de un creciente número de

investigadores se desplaza del estudio de la comunicación como matriz para la

sintomatología, hacia el análisis de la estructura familiar. Weakland observa que un joven

esquizofrénico puede estar recibiendo mensajes conflictivos tanto de su padre como de su

madre y sobre los que no puede hacer ningún comentario ni tampoco abandonar el campo

o espacio relacional.

Desde la aparición del artículo original del doble vínculo, considerado como el

documento fundacional del movimiento de los procesos familiares, numerosas

modificaciones han sido formuladas con respecto a algunos de sus contenidos. El propio

Bateson y sus colaboradores (1962) unos años más tarde de la publicación del artículo,

plantean que el doble vínculo no debe entenderse como una relación diádica entre verdugo

y víctima sino como una relación que se establece entre dos ó más personas que,

atrapadas en un sistema permanente, producen definiciones conflictivas de la relación.

Un hecho importante que marca el devenir del grupo de Bateson, y en particular, las

investigaciones sobre procesos familiares, es la creación en marzo de 1959 del Mental

Research Institute o MRI como se le conoce comúnmente. El fundador de esta

organización orientada clínicamente es el propio Jackson que junto a Jules Riskin y Virginia

Satir, crea esta institución mientras participa en el proyecto de investigación de Bateson.

Muy pronto se incorporan a esta nueva institución, además de Haley y Weakland, un

psiquiatra de origen austriaco llamado Paul Watzlawick, quien se convierte con el tiempo en

símbolo de las ideas del MRI. Mientras que el equipo del MRI busca fundamentar una

nueva visión de la psicoterapia desde la perspectiva interaccional, el grupo de Bateson

continúa hasta 1962 con sus trabajos de investigación produciendo numerosas

publicaciones. El grupo de Palo Alto se disuelve finalmente en 1962, y Bateson que nunca

ha llegado a formar parte del MRI, salvo como consultor, se traslada a Haway en dónde

inicia una nueva etapa en sus investigaciones sobre la comunicación.

Es en el crisol de los debates que se producen en el MRI, dónde realmente se

configura a partir de los años sesenta y durante más de dos décadas, la perspectiva

relacional o sistémica de la comunicación. El legado de Bateson se deja sentir y serán sus

propios colaboradores junto a Watzlawick, los que expresarán todo el pensamiento de esta

prolífica Escuela que sigue siendo, a mi juicio, una de las más importantes en la actualidad.

LA PERSPECTIVA RELACIONAL DE LA COMUNICACIÓN

12

La perspectiva relacional de la comunicación que, como se ha descrito

anteriormente, hunde sus raíces en la escuela de Palo Alto de Bateson, se cristaliza

definitivamente con las aportaciones realizadas a partir de los años sesenta por el Instituto

de Investigación Mental (MRI).

Un hito decisivo se produce en 1967 con la publicación del libro Teoría de la

Comunicación Humana de Watzlawick, Beavin y Jackson. Este libro, considerado como un

clásico, sigue siendo en la actualidad la obra que expresa con más profusión todo el

pensamiento sistémico en el campo de la comunicación familiar y, obviamente, humana.

Como afirma Muchielli (1998), esta obra será para siempre el referente básico y

fundamental para comprender desde una perspectiva sistémica o relacional, la teoría y

praxis de la comunicación humana. La orientación sistémica se nutre de los conceptos

básicos de la Teoría General de Sistemas que los incorpora y aplica de forma

sistematizada al estudio de la comunicación (cuadro 1).

Cuadro 1.- Conceptos básicos incorporados desde la Teoría de los Sistemas Generales

Un sistema es un conjunto de objetos así como de relaciones entre los objetos y sus atributos (Hall y

Fagen, 1956). Los objetos son los componentes o partes del sistema, los atributos son las propiedades

de los objetos y las relaciones son las que mantienen unidos al sistema.

Los sistemas pueden ser cerrados o abiertos. Un sistema cerrado es aquel en el que no existe

importación o exportación de energía o información con el medio externo. En el sistema abierto existe

un intercambio de materia, energía o información con el medio externo (Hall y Fagen, 1956).

Todos los seres vivos desde una célula, a una familia o a una organización social, son sistemas abiertos

que comparten determinadas propiedades:

Totalidad: El todo es mayor que la suma de las partes. Este principio implica que los componentes y

propiedades de un sistema sólo pueden comprenderse como funciones del sistema total. El sistema

trasciende con amplitud las características individuales de los miembros que lo componen. No se trata

de una sumatoria de componentes sino que cada sistema tiene una complejidad, una organización y

una originalidad propia. Así, todo cambio en una de las partes afecta a todas las demás, influye sobre

ellas y hace que todo el sistema pase a ser diferente de lo que era antes.

Autorganización hace referencia al hecho de que los sistemas tienen capacidad para modificar sus

estructuras cuando se producen cambios en su medio. Generalmente, en este proceso, los sistemas

alcanzan un nivel más alto de complejidad aumentando de esta forma las probabilidades de

supervivencia.

Equifinalidad: Las modificaciones que se producen dentro de un sistema, al sucederse en el tiempo, son

totalmente independientes de las condiciones iniciales. Derivan más bien de los procesos internos del

sistema y de las pautas interactivas. Cuando se observa un sistema, estructura o función, no puede

hacerse una inferencia con respecto a su estado pasado o futuro a partir de su estado actual porque

las mismas condiciones iniciales no producen necesariamente los mismos efectos (Bertalanffy, 1956).

Idénticos resultados pueden tener orígenes distintos. Lo mismo sucede en la situación contraria:

idénticos resultados no tienen por qué proceder de iguales condiciones iniciales. (Este es uno de los

aspectos de la coevolución, Simon, Stierlin y Wynne, 1988).

Los principios básicos que sustenta la teoría general de sistemas son:

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- Cualquier sistema es un todo organizado y los elementos del sistema son necesariamente

interdependientes.

- Las influencias entre los elementos de un sistema son circulares más que lineales. Dentro de un

sistema específico en dónde ocurren una serie de fenómenos A, B, C, y D, el fenómeno D vuelve a

condicionar a A.

- Los sistemas tienen aspectos homeostáticos que mantienen la estabilidad de sus comportamientos.

- La evolución y el cambio se dan de forma inherente en los sistemas abiertos.

- Los sistemas complejos están compuestos por subsistemas.

- Los subsistemas dentro de un sistema más amplio, están perfectamente delimitados y las interacciones

entre compartimentos están gobernadas por conductas y reglas implícitas. Cada subsistema tiene su

propia integridad, definida metafóricamente por los límites que le separan de los otros subsistemas.

El punto de partida de la teoría de la comunicación humana se sitúa en el estudio de

los individuos en su nexo social, es decir, en su interacción con otros seres humanos. Así,

desde una perspectiva sistémica se plantea que toda situación interpersonal es

comunicación, puesto que la comunicación es el vehículo de las manifestaciones

observables de la relación que existe entre los individuos, sea esa relación de amor, odio,

rabia o respeto.

estos cambios, es la amplificación del campo de observación que sitúa la

comunicación dentro de un contexto más amplio; en un sistema de personas que se

comunican con otras personas siendo además conditio sine qua non situar la comunicación

en el contexto general en el que tiene lugar.

Aplicados estos conceptos a la comunicación que se define como un sistema

interaccional en el que dos o más comunicantes definen la naturaleza de su relación,

los objetos son aquí los individuos, los atributos sus conductas comunicacionales y, las

relaciones las que mantienen unido al sistema.

La comunicación como sistema interaccional, y en tanto que sistema abierto,

participa de las propiedades de los sistemas generales. En este sentido, la comunicación

no puede considerarse como la suma de sus partes. Además, y según este principio de

totalidad-no sumatividad, cualquier cambio en las pautas relacionales afecta a su

configuración total. El principio de circularidad complementa este presupuesto al afirmar

que el proceso secuencial de acción y reacción de las conductas comunicacionales que

tienen lugar en un periodo de tiempo y en un contexto espacial, siguen un patrón de

circularidad, de modo que la conducta comunicacional de cada persona afecta a la de los

otros y es, a su vez, influida por la de los demás.

Por otra parte, la naturaleza de la relación que se establece entre los comunicantes

puede modificarse frente a ciertas demandas o necesidades. Los cambios que pueden

surgir implican la consideración adicional del principio de equifinalidad. Así, se plantea que

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las interacciones comunicativas que se observan en la actualidad están determinadas, no

tanto por las condiciones iniciales del sistema, como por la naturaleza del proceso o

parámetros que rigen actualmente el sistema. Desde este principio de equifinalidad, las

características organizativas del sistema explican los hechos observados siendo el estudio

de esta organización lo más adecuado para comprender las pautas de comunicación que

existen actualmente.

Asimismo y de acuerdo con los principios de la teoría general de sistemas, se

plantea que la estabilidad y el cambio se dan de forma inherente en la comunicación. Se

utiliza la retroalimentación negativa como medida para el logro y mantenimiento de la

estabilidad de las relaciones y la retroalimentación positiva como medida para el cambio.

Ambos tipos de feed-back son necesarios para la funcionalidad del sistema familiar. Así,

por ejemplo, en el caso de que un joven quiera dejar los estudios universitarios y

comunique este deseo a su familia cuyos miembros han cursado todos brillantemente una

carrera universitaria, se hablará de feed-back negativo cuando esta información se

desestime y sea criticada por la familia. Es decir, que se utiliza la conducta comunicacional

para disminuir la desviación de la salida con respecto a una norma establecida con el fin de

mantener en definitiva, la estabilidad del sistema. Se hablará de feed-back positivo cuando

esta información se asuma y acepte por la familia, lo cual resulta desestabilizante en

relación con la tendencia existente. Puede haber también feedback positivo si el joven

decide, a pesar de la clara oposición manifestada por su familia, dejar sus estudios.

Por otra parte y en relación a los mecanismos para mantener la homeostasis, se

asume desde la teoría de sistemas que la repetición de secuencias comunicacionales es

consustancial a la estabilidad e importancia de las relaciones que aparecen en sistemas

duraderos como la pareja, los amigos o la familia. Los participantes intentan definir con sus

patrones de comunicación la naturaleza de su relación con el otro. De hecho, adaptan su

respuesta en función de su propia definición de la relación confirmando, rechazando o

modificando la definición del otro. Así, se establecen unas reglas de relación que regulan la

conducta de los participantes. Pueden observarse en un sistema de interacción estable

diversos grados de repetición o de redundancias en las conductas que, obedeciendo a las

reglas que rigen en el sistema, permiten, por una parte, reducir la entropía -

desorganización en el sistema-, y por otra, establecer relaciones recíprocas específicas

entre las partes interactuantes. En este sentido, se habla de redundancias pragmáticas, es

decir, de configuraciones de interacción basadas en la igualdad (simetría) o en la diferencia

(complementariedad). Retomando por ejemplo, estas ideas, una pareja que acaba de

conocerse define con sus intercambios el tipo de relación que quiere tener con el otro.

En este proceso de construcción, cada uno de los participantes puede aceptar o

rechazar la definición que propone el otro. Así, por ejemplo, el hombre puede intentar tomar

desde el principio todas las decisiones desestimando las propuestas de su pareja, que

15

hastiada de estas redundancias de desconfirmar la definición de la relación que intenta

imponer el hombre y de no conseguir la suya propia basada en la igualdad, rompe

definitivamente con su pareja. Los problemas de definición de la relación conducen a la

disolución de este sistema en el que no ha habido un acuerdo con respecto a las reglas de

relación que surgen de los intercambios de los mensajes.

Otra situación es aquella en la que el hombre acepta y confirma esta definición de la

relación que, estabilizada con el tiempo, conduce a una interacción complementaria. El

estilo idiosincrásico de esta interacción basada en la diferencia y aceptada por ambos

participantes presupone, en este caso, un mutuo encaje de la relación en las que ambas

conductas, diferentes pero interrelacionadas, tienden a favorecer la conducta del otro. Esta

interacción complementaria, establecida con frecuencia por el contexto social o cultural

como en el caso de las relaciones padres-hijos, profesor-alumno, es diferente a la

interacción simétrica, en la que las decisiones son tomadas, en nuestro caso por la pareja,

conjuntamente o con alternancia.

En definitiva, los patrones de interacción simétricos y complementarios que se

estabilizan con el tiempo, constituyen importantes mecanismos homeostáticos que,

ciertamente, pueden limitarse a determinadas áreas de contenido. Así, por ejemplo, unos

hermanos pueden tener en el hogar una interacción simétrica que resulta complementaria

en el contexto laboral si uno de ellos tiene un puesto de mayor rango que el otro.

Por otra parte, la puntuación, es decir, el modo en que los participantes evalúan las

secuencias interaccionales es fundamental para conocer el significado que asignan tanto a

su conducta como a la de los otros participantes. Así, mientras que para un observador la

puntuación se refiere a la configuración y organización de una secuencia continua de

sucesos y conductas, para cada participante su conducta es una respuesta a la conducta

del otro. Una madre dice que grita porque su hijo no le habla con respeto, el hijo dice que

no le habla con respeto porque su madre grita. Esta secuencia puede perpetuarse de modo

que llegue a formar parte de las secuencias comunicacionales propias de este sistema

interaccional. De hecho, la fuente de numerosos conflictos en las relaciones de pareja y

familiares se produce en muchas ocasiones por esa falta de acuerdo en las puntuaciones

de las secuencias de los hechos que resultan esenciales en las interacciones.

A partir de estos principios y constructos fundamentales que forman el cuerpo

nuclear de la perspectiva sistémica en el campo de la comunicación, el grupo de

Watzlawick, partiendo de la premisa de que toda conducta interpersonal es comunicación,

postula cinco axiomas básicos. Estos axiomas sobre la comunicación humana que

transcienden de la teoría a la pragmática, tienen consecuencias importantes en la definición

de las relaciones entre las personas y por ende, en los trastornos y problemas que se

originan en la comunicación familiar.

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Axiomas de la Comunicación Humana

Axioma 1

La imposibilidad de no comunicarse: no es posible no comunicarse

En una situación de interacción, toda conducta tiene valor de mensaje. La no-

comunicación es un modo de comunicación. De ahí la situación paradójica de una persona

que no quiere comunicarse y, sin embargo, se comunica con su actitud y su negación

puesto que está comunicando que no quiere comunicarse.

La comunicación esté o no dirigida al logro de un entendimiento mutuo, sea o no

intencional, consciente o inconsciente, siempre encierra un mensaje; el de la definición de

la relación. Cualquier comunicación define el modo en que el emisor concibe su relación

con las personas presentes en el contexto social; desinterés, preocupación,

distanciamiento, cordialidad, frialdad, etc.

Axioma 2

Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y otro relacional de modo que este aspecto clasifica o incluye al primero y es por ende una metacomunicación

Una comunicación no solo transmite información (aspecto referencial) sino que

contiene una metacomunicación acerca de cómo debe entenderse el contenido que se

transmite (aspecto conativo). Un aspecto referencial de un mensaje como ¡Vuelve pronto!

se interpreta de distintas formas en función de la metacomunicación y de la relación que

existe entre los participantes. Un hijo con unas relaciones afectivas y cordiales con su

familia política confirma este mensaje mientras que lo rechaza al ser formulado por un

amigo que se ha mostrado incómodo por su visita.

Axioma 3

La naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de la comunicación entre los comunicantes

La puntuación, como se recordará, se refiere a la configuración y organización que

hace un observador de una secuencia continua de sucesos y conductas. Sin embargo,

desde la perspectiva de los participantes, la secuencia de hechos se segmenta en

esquemas de causa y efecto o en diferentes estructuras de interacción. Desde esta

perspectiva lineal, en una discusión, cada participante culpa o responsabiliza al otro del

suceso. Unos amigos dejan de hablarse porque X considera que Y le ha ofendido. Y se

siente ultrajado porque X le ha recriminado este hecho delante de una persona significativa

para él. Cada uno puntúa esta secuencia de interacción de un modo particular, lo que lleva

a asignar un significado característico tanto a su conducta como a la del otro.

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Axioma 4

Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente

El ser humano es el único organismo que utiliza dos tipos de comunicación que

responden a distintos canales y, naturalmente, a la utilización de distintos signos y señales.

Cualquier manifestación no verbal de la que el organismo es capaz, incluyendo los

indicadores comunicacionales que aparecen en cualquier contexto, es considerada como

comunicación analógica. El individuo que espontáneamente y con frecuencia toma en

brazos a su hijo recién nacido, o aquel que reiteradamente abandona el campo cuando

alguien le acerca a su hijo, expresa con señales algo que tiene relación con el contenido

relacional de la comunicación.

Axioma 5

Todos los intercambios comunicacionales son simétricos o complementarios según estén basados en la igualdad o la diferencia

En el marco de las relaciones humanas como ya señalaba Bateson en sus

investigaciones antropológicas, el ser humano establece diferentes tipos de interacciones

con los demás. Algunas de estas interacciones son simétricas mientras que otras son

complementarias. Mientras que la interacción simétrica se caracteriza por la igualdad y por

la diferencia mínima, la interacción complementaria se basa en un máximo de diferencia en

la conducta, como la que se establece entre la madre y el niño, el médico y el paciente.

Ambos tipos de interacción son funcionales siempre y cuando cada participante pueda

aceptar la mismidad del otro. Esto no ocurre por ejemplo cuando las dos partes

interactuantes no aceptan estar en el mismo nivel que el otro y se esfuerzan por mantener

la posición dominante. En esta situación de escalada simétrica, cada uno trata de ser un

poco más igual que el otro, lo que puede producir auténticas luchas por el poder.

A partir de estos axiomas y de los conceptos y principios básicos que hemos

expuesto a lo largo de estas páginas, la sugerente perspectiva sistémica que alcanza su

plenilunio en el ámbito de la comunicación con la obra de Watzlawick y colaboradores, ha

tenido profundas ramificaciones. En la actualidad, uno de estos desarrollos se sitúa en el

ámbito de la familia, y en particular en el estudio de la comunicación familiar como fuerza o

recurso importante para el funcionamiento del sistema.

LAS RAMIFICACIONES Y LA COMUNICACION FAMILIAR

Entre las numerosas variaciones de la teoría de sistemas que han sido aplicadas al

ámbito específico de la familia y que se han preocupado por integrar en sus propuestas el

componente de comunicación familiar, se encuentra el acercamiento de los sistemas

generales a la familia, la teoría de los procesos familiares que se integra plenamente en el

18

ámbito de la terapia familiar y la teoría del desarrollo familiar (Gracia y Musitu, 2000).

Precisamente esta última teoría que se ha interesado por el estrés familiar y por la

importancia que tiene en este proceso la comunicación familiar, constituye, en la

actualidad, una de las más sugerentes perspectivas sistémicas en el ámbito de la familia.

Veamos finalmente, algunos de sus contenidos principales.

La teoría del desarrollo es considerada como pionera en tratar de comprender los

procesos de cambio en las familias (Broderick, 1990; Mattessich y Hill, 1987). Desde esta

teoría se plantea que las familias atraviesan una secuencia predecible de estadios a lo

largo de su ciclo vital. En cada uno de estos estadios se producen unos cambios que son

precipitados por las necesidades biológicas, sociales y psicológicas de sus miembros, tales

como el nacimiento del primer hijo, su paso por la adolescencia o la jubilación de los padres

(Rodgers y White, 1993). Cada uno de estos puntos nodales del ciclo vital de la familia son

fuentes de estrés normativas, al producirse cambios en el funcionamiento familiar, que

llevan necesariamente a la familia a reorganizarse. Además de estos estresores asociados

a cada etapa del ciclo vital, la familia está condicionada a vivir otros eventos estresantes

inesperados o no normativos, tales como crisis económicas, muerte repentina o

enfermedad crónica de alguno de sus miembros. Estas fuentes no normativas de estrés

familiar no son previsibles puesto que no se espera que formen parte del desarrollo familiar.

En este contexto, el ajuste de la familia depende de la intervención de fuerzas

mediadoras que amortigüen el impacto del estrés que ocurre a lo largo del ciclo vital. Uno

de los recursos más importantes para hacer frente al estrés normativo y/o situacional (y a

su acumulación) es, como muestran numerosos autores, la comunicación familiar. De

hecho, Reuben Hill considerado como uno de los padres de la teoría del desarrollo familiar,

propone, ya a finales de los años cuarenta, el modelo ABC-X de crisis familiar según el cual

un suceso estresante o estresor (A), en interacción con los recursos disponibles en la

familia (B) y con la percepción o el significado que la familia atribuye al suceso (C), produce

estrés o crisis (X). La principal idea de este modelo es que el factor X está influido por

diversos factores mediadores entre los que la comunicación familiar es uno de los recursos

más importantes para afrontar el estrés. Probablemente, uno de los representantes de la

teoría del desarrollo que más ha investigado en las dos últimas décadas en esta fuerza

familiar es David Olson que ha elaborado el modelo circumplejo para determinar el

adecuado funcionamiento familiar.

En el modelo circumplejo (Olson, Sprenkle y Russell, 1979; Olson, 1991) la conducta

del sistema familiar se describe a través de tres dimensiones: cohesión, adaptabilidad y

comunicación. La cohesión es el vínculo emocional que los miembros de la familia tienen

entre sí, y la adaptabilidad familiar es la habilidad del sistema para cambiar su estructura de

poder, las relaciones entre los roles y las reglas de las relaciones en respuesta al estrés

situacional y al propio del desarrollo.

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De acuerdo con Olson, la comunicación es la dimensión facilitadora y crítica para

que haya cohesión y adaptabilidad en la familia. De ahí, que las habilidades de

comunicación positiva, tales como empatía, escucha reflexiva y apoyo, faciliten a las

parejas y familias compartir entre sí sus necesidades y preferencias cambiantes con

respecto a la cohesión y a la adaptabilidad. Las pautas negativas tales como dobles

mensajes, dobles vínculos y críticas, disminuyen la habilidad para compartir los

sentimientos y restringen por tanto la movilidad de la pareja o de la familia en sus

vinculaciones emocionales y capacidad de la familia para cambiar. Desde esta perspectiva,

se plantea que sin comunicación no hay cohesión ni flexibilidad en la familia, siendo de

hecho, en la tipología de Olson, una de las características que permite diferenciar a las

familias funcionales de las que no lo son.

En este sentido, una aportación especialmente importante de Olson y colaboradores

es la construcción de pruebas psicométricas para medir el funcionamiento familiar siendo la

Escala de Evaluación de la Comunicación Familiar adaptada por Musitu y colaboradores

(Musitu, Buelga, Lila y Cava, 2001) uno de los instrumentos más potentes para evaluar la

comunicación familiar. Esta prueba psicométrica mide, a través de cuatro escalas idénticas

formadas cada una de ellas por 20 ítems, la comunicación familiar. Esta medición se

efectúa en dos direcciones (padres-hijo, hijo-padres) y en cuatro sentidos (hijo-madre, hijo-

padre, madre-hijo y padre-hijo), por lo que proporciona desde diferentes perspectivas una

rica y contrastada información acerca de la percepción que se tiene de la comunicación

familiar.

En definitiva, el interés que ha suscitado el modelo circumplejo entre los

investigadores se refleja no solo en el gran número de trabajos que desde su aparición se

han realizado en el ámbito de la familia, sino también en la incorporación en los últimos

años de importantes modificaciones en la conceptualización y desarrollo de este modelo,

que incluye ahora, nuevas nociones como las de cambio de primer y segundo orden y en

donde la comunicación tiene el principal protagonismo (Olson, 1991).

A MODO DE CONCLUSIÓN

Son muchas las teorías, teorías de calidad y consistencia, en las que se considera

que la comunicación es un componente, no sólo esencial, sino indispensable de su

estructura y articulación. Probablemente, las teorías más significativas y relevantes en el

amplio espacio que abarca la psicología social y en las que la comunicación es su columna

vertebral sean el Interaccionismo Simbólico y la Teoría de Sistemas. Dentro de esta teoría,

las más multidisciplinar de todas y, probablemente por ello, las más apasionante, la

comunicación y, fundamentalmente, la comunicación familiar, adquiere un especial

20

significado. Es en los modelos de estrés familiar, dentro de la teoría del Desarrollo Familiar,

donde la comunicación familiar adquiere su pleno sentido.

La teoría de sistemas, como sucede con todas las grandes teorías, ha tenido un

discurrir pleno de acontecimientos intelectuales extraordinarios. Los trabajos de Bateson y

Mead, hoy todavía vigentes, las aportaciones de Lewin dentro de un grupo de intelectuales

irrepetible entre los que se encontraban Wiener, Sabin y Bertalanffy. Este grupo de

intelectuales enriquecieron notablemente la Teoría General de Sistemas de la que mas

tarde surgiría la teoría de los procesos familiares. A partir de aquí se formaría la Escuela de

Palo Alto con miembros fundadores de la talla de Watzlawick, Jackson y el propio Bateson.

Esta escuela que siempre ha apreciado las ideas de sus predecesores, tiene en la

comunicación su principal guía y apoyo. De esta escuela se nutrirían los investigadores

como Olson y McCubbin para construir sus modelos de estrés familiar en los que la

comunicación es su columna vertebral.

Dentro de estos modelos, la comunicación familiar no sólo constituye un vehículo de

transmisión de la información entre los miembros de la familia sino que impregna

completamente la naturaleza y la calidad de la vida familiar. Por ello, la comunicación

familiar puede entenderse como un índice del clima y de la calidad del sistema familiar. La

comunicación positiva y eficaz entre sus miembros facilita la resolución de las transiciones

familiares de una manera adaptativa, mientras que una comunicación negativa obstruye el

proceso de desarrollo de la familia. En muchas ocasiones la comunicación familiar es tanto

el origen como la consecuencia de la incapacidad del sistema familiar para evolucionar de

una forma armoniosa.

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