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LA CENA (comedia familar) Roberto Perinelli

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Dramática

LA CENA(comedia familar)

Roberto Perinelli

Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 13 pag 1

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Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 13

LA CENA(comedia familar)

Roberto Perinelli

«El teatro era su pasión, y, sin embargo,en 20 años no había visto una sola re-presentación escénica».

Robert L. Stevenson

El extraño caso del doctor Jeckill

y mister Hyde

Personajes

La Madre.Una mujer madura

El Padre. Un hombre maduro

El Novio. Joven

Margarita. También joven

Prólogo

Se encienden las luces. La Madre surge porel foro, rápida, diligente, y enfrenta al pú-blico desde el proscenio. Lee, o recita dememoria, lo que dice a continuación. Usael tono preciso, exacto, que cabe a uninforme científico.

Madre. La cucaracha es un insectoortóptero bático. Nocturno y corredor.Tiene alas y élitros rudimentarios o nu-los, las seis patas casi iguales y el abdo-men terminado por dos puntas articula-das. La cucaracha. La cucaracha se es-conde en los sitios húmedos y oscuros.Devora toda clase de comestibles y losinfisiona de su mal olor. La cu-carachapuede estar sin comida un mes. Sobre-vive. La cucaracha. La cucaracha sopor-ta temperaturas de hielo y más de 70

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centígrados. La cucaracha. Es rápida,detecta los movimientos de su alrededory es capaz de eludir un pisotón en 44milésima de segundo. Tolera las radia-ciones nucleares y desarrolla mutacio-nes con el fin de adaptarse a los pestici-das imaginados para destruirla. La re-sistencia al insecticida se transmite a lapróxima generación: en adelante seráinmune, invulnerable. La cucaracha. Elalimento preferido de la cu-caracha es elpan negro con cerveza. Tiene 330 millo-nes de años. La cucaracha. Animal desangre fría, soporta situaciones que losmamíferos no pueden soportar. Una hem-bra Blatella germánica pone cuarentahuevos cada veinte o cuarenta días.Transmite enfermedades, puede portarcuarenta especies de bacterias patóge-nas. La cucaracha. Abunda en los bar-cos trasatlánticos, sucios, poco cuidados.La cucaracha.

La Madre sale rápida.

Fin del prólogo; apagón rápido

Acto único

Se encienden las luces

El Padre, sentado en su sofá, acecha, unpie en alto, el paso lento y cauteloso deuna cucaracha. El Padre usa bastón, aho-ra apoyado contra el sofá. Luce una batagastada que perteneció a John Lennon.

El Novio, a distancia del Padre, tambiénacecha, también con un pie en alto.

Irrumpe la Madre, ajena a todo. Trae un

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vaso de agua y canta. Cantará cada vezque pueda hacerlo: es su costumbre.

Madre. Santa Marta, Santa Marta tieneun tren, Santa Marta tiene un tren, perono tiene tranvía…

La cucaracha escapa. El Padre reaccionatardío, trata de aplastarla con el pie peroes inútil, no puede alcanzarla.

Padre. ¡Mierda, madre!. Nos hizo per-der un trabajo de horas, horas acechán-dola… Mírela Jeremías (señala a la cuca-racha que escapa.) ¡Fíjese cómo corre labendita! (a la madre.) La vio a usted,madre, y salió disparada… del susto.

La Madre ignora la agresión con un gestodigno.

Jeremías se empecina en perseguir a lacucaracha huidiza.

Padre. ¡Muy bien, Jeremías! ¡Muy bien!Aplaudo su obstinación

(aplaude.) ¡Su coraje! ¡Dele, Jeremías, delecon ese pie!

Novio. Es inútil, padre. Escapó. No hayremedio.

Padre. (a la Madre.) ¿Comprende algode todo esto?

Madre. (teatral.) Nadie aspira a com-prender el abismo. Se lo ve y se tiembla,como yo estoy temblando.

Novio. Madrecita.

Madre. ¿Hijo?

Novio. ¿Qué trae usted ahí, por qué nosinterrumpió?

Madre. La píldora para el corazón de mipobre viejito, para que siga latiendo, tic,tac, tic, tac, como un relojito…(apoya eloído en el pecho del Padre y escucha.) Toc,toc, toc…

Padre. ¿Qué escucha usted, madre?¿Late?

Madre. Ujú. Toc: tamborcito de Tacuarí.

Padre. Sigo vivo entonces.

Madre. (le entrega la píldora, le ofrece el

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vaso de agua.) De un sorbo. Rápido, pa-dre.

Padre. ¡Un momento!… (estudia la píldo-ra.)

La Madre resopla de fastidio

Padre. (al novio.) Podría tratarse de ve-neno… (la sigue estudiando, hasta la hue-le.) Usted sabe, madre, que en Irlanda,en un período de más o menos mil años,asesinaron a 31 reyes.

Madre. Mi majestad, por favor, tómeseesa píldora de una bue-na vez y déjesede joder, que no tengo todo el día paradedicárselo a usted… (fastidiada, cantaentredientes.) Santa Marta, Santa Martatiene un tren…

Padre. Todo bien. Presto mi acuerdo.Okey. ¿Dónde hay que firmar?

Madre. ¡Al buche, padre! ¡Vamos! ¡De unsorbo!

El Padre toma la píldora

La Madre recupera el vaso vacío y se alejacantando

Padre. ¡Jeremías, Jeremías! (eufórico,señala la cucaracha con un dedo rígido.)¡Ahí vuelve a aparecer!¿La está viendo?

Novio. La estoy viendo, padre. Y paga-rá por eso, Padre. Se lo prometo.

El novio se lanza sobre la cucaracha. Elinsecto esquiva el tremendo zapatazo yescapa, ilesa.

Padre. ¡Rápida, rápida como una cen-tella! Y usted lento, Jeremías. Lento, len-teja. Como una carreta tucumana.

Novio. Trabajo en oficinas, desde muyjoven. Perdí agilidad. Hay músculos quese atrofian, que ya no responden.

Padre. Practique deportes, Jeremías. Esun buen consejo que le estoy dando. Gra-tis, no le cobro nada. Rompa con la vidasedentaria y salga a correr por las calles.Hay tanta gente que lo hace. ¡Mujerestambién! Mujeres, Jeremías, el culo apre-tado y las tetas sacudiéndose… Margari-ta lo tiene prohibido.

Novio. (embobado.) Margarita.

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Padre. Claro, lo tiene prohibido. Culpadel asma, Jeremías. Margarita tiene lospulmones inflados como dos grandes pe-lotas. Reventaría la pobre. Tiene prohi-bido todo esfuerzo físico, así sea pe-gar un saltito para alcanzar una flor. Sino fuera por mi hernia de disco saldría acorrer con usted. Para hacerle compañía,alentarlo en esta tarea de alcanzar elmejor estado físico… Para que no resulteaburrido, Jeremías, sobre todo si hacesiempre, todos los días, el mismo circui-to: el parque, todo alrededor, y despuésalguna de las calles que suben, empina-das para arriba… Ufff, me fatigo con solopensarlo. Jeremías, ¿qué será esto?,¿cansarme sin haber movido un pie?

Novio. Imaginación, padre. Pura imagi-nación. Una imagina-ción que… (se que-da sin palabras.)

Padre. Hummm… Yo podría haber sidoescritor. ¿No cree usted, Jeremías?

Novio. Todavía está a tiempo, padre.Dedíquese a eso. Ponga todo el esfuerzoen…

Padre. ¡Que estamos esperando! ¡Ma-nos a la obra! ¡Lápiz y papel!

Aparece la Madre con una libreta y un lá-piz. Entrega todo al

Padre, luego desaparece.

Padre. (a Jeremías.) Colabore, Jeremías.Páseme un tema. Al-go para empezar (sedispone a escribir.)

El novio vacila.

Padre. ¡Jeremías! Me impaciento, mepongo nervioso.

Novio. ¿Una historia de amor, padre?

Padre. Lo de siempre. Una historia deamor. ¿ No se le ocurre otro tema?

Novio. ¿Qué otro tema, padre?

Padre. Usted, Jeremías, contesta unapregunta con otra pregunta. Esas sonsus maneras, de marrano, de psicoana-lista. Igual que mi maestra de sexto gra-do. Señorita: ¿qué comen los negros delÁfrica?¿Y usted qué cree que comen,Guzmán? Bananas, señorita. ExactoGuzmán. Comen bananas, pero le qui-

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tan la cáscara primero. Esos negros co-men otras cosas, además de bananas,pero de eso me enteré mucho tiempo des-pués, cuando viajé al África.

Novio. (admirado.) ¿Al África, padre?¿Usted viajó, estuvo allí?

Padre. ¡La cucaracha!

Novio. Otra. No es la misma, padre. Noes la cucaracha de

nuestros sueños. Puedo firmarlo.

Padre. ¡Firme aquí! (le extiende el lápizy la libreta.)

El novio firma.

Padre. (estudia la cucaracha, a la dis-tancia.) Tiene razón, Jeremías. Está acer-tado. Esta es otra cucaracha. Mucho másgrande. Una especie de vagón de tren.¡Véala, Jeremías! ¡Tiesa, expectante! Y nose mueve. Todo el cuerpo rígido pero lasantenas sí, se mueven, van de aquí paraallá, investigando, averiguando qué haydetrás de la frontera. ¿Acá hay peligro?No, no hay peligro. ¿Y aquí? ¡Sí, aquí sí!¡Está Jeremías con su gran zapato!

El novio ríe, prepara el pie.

Padre. Estoy viendo los dibujitos de lasuela de goma. ¿Qué hago?

Novio. Usted nada, padre. Usted quie-to. Muzzarella. Déjeme este asunto a mí

Padre. Es la cucaracha la que habla, nosoy yo. Es la cucaracha que está viendolos dibujitos de la suela de goma desdeabajo y reflexiona: ¿qué hago, qué hago?¿Escapo? Si ya me descubrieron. El vie-jo y el joven me están mirando. Fijo, aten-tos a cualquier movimiento mío. El viejoparece un viejo de mierda (el Novio ríe.) Yel joven parece un pobre pelotudo (elPadre ríe.) Está a punto de casarse, deformar una familia, de cargar con esagran responsabilidad sin saber un carajosobre la vida. Nada. Un carajo. ¿Qué esla vida para usted, Jeremías?

Novio. (con el pie en alto.) Me canso,padre.

Padre. ¡Contésteme!

Novio. Se va a escapar, nos vamos a

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descuidar y…

Padre. De ningún modo, Jeremías. Ellatambién está atenta, esperando que us-ted diga algo interesante, que se jueguecon alguna opinión que valga la pena.¡Vamos, Jeremías! ¡Qué es la vida parausted! ¡Diga una de esas frases que con-mueven al mundo! La vida es… ¡Y pum!:estalla el planeta. Hay que pensar todode nuevo. Como si Aristóteles nuncahubiera nacido, como si Hegel se hubie-ra dedicado a las artes plásticas.

El novio vacila; el Padre espera, anhelante.

La Madre se asoma.

Madre. ¿Qué sapa?

Padre. (la contiene con un gesto.) Aten-ta madre, quietita, que el cosmos está apunto de reventar. Tal vez convenga queMargarita también esté presente.

Madre. ¿Llamo a la nena?

Padre. Su novio, su prometido va a darel paso que lo mete de cabeza en la his-toria. Define a la vida de un modo que…¿Y, Jeremías? Un momento, madre, nollame a nadie (se desalienta.) Vanas es-peranzas. Este muchacho,madre…(completa con un gesto de mayordesaliento, menea la cabeza.)

Madre. Muy bien, la dejo que siga conlo suyo.

Novio. ¡No, no!… ¡Qué se apure! Avíseleque la estoy esperando.

Madre y Padre lo condenan con una mira-da acerada.

Novio. Hice el esfuerzo, puse todas misganas… Pero no se me ocurre qué es lavida.

Madre. No sabe, no contesta.

La Madre se retira.

Novio. Ese comentario me hiere, padre.

Padre. ¿Quién habló? Acá nadiedijo una sola palabra. Fue la cucaracha.Sacó sus conclusiones: no sabe, no con-testa. Para mí, sigue diciéndose la cuca-racha, para sí misma, reflexionandopara sus adentros, que este muchacho

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es un pobre pelotudo, tal como yo me lohabía imaginado…(frena una p r o t e s t ade Jeremías.) ¡Repito que no soy yo! Esla cucaracha que piensa así. ¿Por qué elviejo pícaro le habrá hecho semejantepregunta? Eso se está preguntando ellaen este preciso momento. Mírela, con sóloverla se va a dar cuenta. ¿Por qué? ¿Porqué le pregunto qué es la vida para él?Para medirlo, no hay otra razón. Lo estámidiendo, averiguando hasta dónde lle-ga,qué clase de hombre es éste que pre-tende quitarle la hija. Padre, el mes queviene nos casamos.

Novio. (desconcertado.) ¿Eso dice ella,padre?

Padre. ¿Quién?

Novio. ¿La cucaracha?

La Madre, adentro ríe.

Padre. ¡Qué confusión la suya, Jere-mías! ¿Cómo se le ocurre que la cucara-cha va a decir eso?… ¡Usted, Jeremías!¡Usted! Usted acaba de decir eso, ape-nas llegó a esta casa, apenas pasó elumbral: el mes que viene nos casamos.Eso dijo.

Novio. Cierto. Eso dije

Padre. Repítalo. A ver. Quiero oírlo denuevo. Repita en el mismo tono, con lamisma intención… Repítalo exactamente(llama hacia adentro.) ¡Madre!

La Madre se asoma.

Padre. Escuche Madre. Sin avanzar. Ahíquietita. Asomada apenas. Escuche. Ade-lante Jeremías.

Novio. (se pone en situación.) Padre.

Padre. ¿Hijo?

Novio. El mes que viene nos casamos.

Padre. Sonriendo.

Novio. ¿Sonriendo?

Padre. Lo dijo sonriendo, y ahora no loveo sonreír. Usted dijo eso con una son-risa de oreja a oreja (a la Madre.) ¿Ciertomadre?

Madre. (asiente.) Cierto. Sonreía (lo imita.)

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Novio. De felicidad, padre. Sonreía defelicidad. Margarita también sonrió, pa-dre. Cuando le comuniqué la decisiónsonrió. También de felicidad.

La Madre pega un salto hacia delante trans-formada

En Margarita: con los puñitos apretadoscontra el pecho recibe

nerviosamente al Novio.

Madre. Mi amor, me prometiste una sor-presa.

Novio. (embelesado.) Margarita.

Madre. Te escucho, mi amor. No me ha-gas sufrir. Me muero de ansiedad.

Novio. El mes que viene nos casamos.

La Madre pega grititos, exagera su satis-facción, su alegría. Sale corriendo.

Madre. Voy a decírselo a mamá

Padre. Yo también sonreí.

Novio. ¡Usted también, claro! Se le ilu-minó la cara de alegría, de pronto, comouna explosión.

Padre. Simulé, Jeremías.

Novio. ¿Simuló, padre?

Padre. Puro disimulo. Tengo que confe-sarlo porque a esta cu-caracha que nos estámirando es imposible engañarla. Tiene unasantenas muy grandes, difícil que se tragueun embuste tan enorme. Capta todo, la ver-dad y la mentira. Yo no soy feliz, Jeremías.

Novio. ¿No es feliz, padre?

Padre. No. Usted me arranca a mi hijade mi lado y yo muero de tristeza (suspi-ra desolado.) Ah, me parece tener unVesubio en el pecho.

La Madre se asoma, el Padre le pregunta.

Padre. ¿Comprende algo de todo esto?

Madre. (teatral.) Nadie aspira a com-prender el abismo. Se lo ve y se tiembla,como yo estoy temblando

La Madre desaparece.

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Novio. Padre.

Padre. (cariacontecido.) ¿Hijo?

Novio. Yo la amo.

Padre. (informa a la cucaracha.) La ama.

Novio. ¿Qué dice?

Padre. Silencio. Muda. Parece que sereserva la opinión.

Novio. Pimpollo, siempre le digo pim-pollo. Nunca puedo llamar-la de otra ma-nera, por su nombre, Margarita. Pimpo-llo, no me sale otra cosa. La amo, padre.Con sus virtudes y sus defectos.

Esperan la respuesta de la cucaracha.

Padre. (insiste, a la cucaracha.) Pimpo-llo, siempre dice pimpollo.

Novio. ¿Qué contesta? ¡Por favor, meconsumo de desespera-ción!

Padre. Vuelve a reservarse la opinión.

Novio. (enfurecido.) ¡Yo la aplasto, pa-dre! ¡Yo la aplasto de un zapatazo!

Padre. ¡Y hágalo, Jeremías! ¡Qué estáesperando! La humanidad, Jeremías…¡Qué digo, la humanidad, el planeta en-tero está esperando ese gesto suyo! ¡Ungesto de pura rebeldía! Cómo puede per-mitir que ese bicho inmundo eche dudassobre…

Madre. (se asoma.) Su amor es sincero.

Padre. Claro, su amor es sincero.

El Novio, rabioso, aplasta la cucaracha conel pie. La Madre, consumado el hecho,desaparece.

Padre. ¡Bárbaros! ¡Las ideas no se ma-tan! Terminó con mi confidente, Jere-mías. De un solo golpe. ¡Brutal! Yo yala estaba considerando una amiga, unabuena amiga, alguien en quien confiar…¿Usted tiene amigos, Jeremías? (la pre-gunta sorprende al Novio.) Insisto, se lovuelvo a preguntar: ¿usted tiene ami-gos? Amigos, Jeremías. No le conoce-mos ninguno. A ver, me dije el otro día,contemos los amigos que tiene Jere-mías. Cuántos tiene. Y estiré una mano,ésta, la derecha, para usar los dedos y

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hacer la cuenta. No pude siquiera co-menzar. Me quedé en cero. Movía losdedos así y así y no se me ocurría nin-gún nombre…

Novio. Dejé todo de lado, amistades yrelaciones, en aras de una pasión.

Padre. (sorprendido, llama.) ¡Madre!

Aparece la Madre, fumando en boquilla, congestos de vampiresa de cine mudo.

Padre. ¿Escuchó usted lo que acaba dedecir este muchacho…? ¿Desde cuándofuma, madre? ¿Vicios de la edad madu-ra?

Madre. Le robé a Margarita. Deja el ata-do tirado por cualquier parte (sensual, letira una bocanada de humo en la cara.)

Padre Pasión, madre. Dejó todo en arasde una pasión. ¿Le cree usted? (al No-vio.) Usted tiene pasión por los heladosde crema rusa, Jeremías. Se lo reconocepor eso. ¿Qué es lo que dice…? (busca lacucaracha con la mirada.)

Novio. La aplasté. Recuerde, padre, laaplasté…(muestra la suela de su zapato,donde la cucaracha luce aplastada.)

Padre. (a lo que quedó del bicho.) ¡Ca-gaste, reina! ¡Tanto meterte en asuntosajenos y al fin tuviste que pagar! De quéte valió haber opinado que este mucha-cho es un imbécil, un pobre imbécil. Yyo un viejo rufián que regenteó mil pu-tas…

La Madre se retira, con una carcajada bur-lona.

El Padre tolera la burla, la deja pasar y si-gue.

Padre. Cafishio de una legión de mere-trices…

Novio. Padre, está muerta. No lo escu-cha

Padre. Lo sé, lo sé m´hijo, pero yo nopuedo con mis recuerdos. Salen a bor-botones, aflora todo lo que tengo guar-dado aquí, en las tablillas de la memo-ria.

Novio. De pronto recordó lo de las milputas.

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Padre. ¡Ajá! Y no sólo eso, eso es unepisodio que… (le quita importancia.) Tam-bién recordé el día en que nació Marga-rita, el justo momento en que la trajeronde la sala de parto y me la mostraron porprimera vez.

La Madre aparece corriendo, con cofia deenfermera. Trae una beba en los brazos,cubierta por una mantita celeste. Llama.

Madre. Señor Guzmán, señor Guzmán…

Padre. Aquí me tiene, enfermera. Soy elseñor Guzmán.

Madre. Lo felicito, señor Guzmán. Aca-ba de ser padre de una hermosa criatu-ra.

Padre. ¿Varón? ¿Mujercita?

Madre. Fémina.

Padre. ¡Fémina! Entonces Edipo se in-corpora, va a consultar el oráculo.

El Padre deja el asiento, una maniobra quele cuesta trabajo y le

provoca dolores.

Padre. No hay hueso que no me duelani músculo que no se queje.

El Novio intenta ayudarlo, el padre lo re-chaza con un gesto.

Padre. ¡Fuera! ¡No necesito ayuda! Enestos momentos soy joven, muy joven.Tengo treinta... Treinta y tres o treinta ycuatro años ¿A qué edad tuvimos a Mar-garita, madre?

Madre. Se te paraba.

Padre. ¡Perra! ¡Ahora también! ¡Levan-tate la pollera! Vamos, levantátela que teatravieso como una brochette, de lado alado…

Madre (se escucha detrás del novio.)¡Socorro doctor, socorro!…¡El señor meacosa! Necesito ayuda, protección.

Padre. ¡Te parto el culo en cuatro pe-dazos!

Madre. (al Novio, secreteándole al oído.)Es un viejo interno que ya entró en lafase terminal. Lo mantenemos con píl-

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doras e inyecciones, pero ya no hay nadaque hacerle. Muy pronto revienta, ¡pafff!

El Padre va a responder con ferocidad perose traga la rabia, prefiere volver al pri-mer tema.

Padre. ¡Exijo que esa enfermera memuestre a mi hijo!

Madre. Hija.

Padre. Hija, muy bien. Una niña a lacual llamaremos Margarita.

Madre. (al Novio.) Ubíquese usted com-pañero: son las once de una mañana muyfría y esta es la sala de espera del sana-torio. La calefacción encendida al máxi-mo y un solcito agradable que entra poresa ventana. El señor Guzmán…

Padre. (con una inclinación.) Servidor.

Madre. El señor Guzmán espera impa-ciente.

El Padre marca una impaciencia teatral.

Madre. De pronto aparece una enferme-ra con bigotes (mete la mano en el bolsi-llo y saca un corcho quemado, con el cualse dibuja bigotes.)

Padre. ¡Qué recursos, madre! ¡Me vie-nen unas ganas locas de darle un beso!

La Madre ofrece los labios, el Padre rehu-ye.

El Novio se suma a los halago, ofrece a laMadre bombones en una caja abierta.

Novio. ¿Un bomboncito? Los traje deregalo.

Madre. ¿De licor?

Novio. Los que están envueltos en pa-pel dorado son de licor.

La Madre desenvuelve el bombón pero algola desconcierta.

Novio. (le aclara.) Canto rodado, seño-ra. De utilería. Piedritas envueltas en pa-pel dorado.

La madre simula comer y deleitarse con elsabor del bombón. Cuando concluye,vuelve a su rol de enfermera. Entra co-

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rriendo con el bebé en brazos.

Madre. ¡Señor Guzmán, señor Guz-mán!…

Padre. Aquí enfermera, aquí me tiene.Yo soy el señor Guzmán. ¡Ah, que ner-vioso estoy! Me como las uñas.

Madre. Lo felicito (aparta la manta, lemuestra el bebé.)

Padre. La llamaremos Margarita. ¿Porqué una mantita celeste?

Madre. No, no es color de nena, claroestá ¿Esperaban un varón?

Padre. Exacto, mi querida enfermera.Un varón para jugar al fútbol en el par-que. Yo le pateo, ¡pum!, y él ataja los pe-nales…

Novio. (canta.) Sentado en una silla.

Madre. (furiosa por la interrupción, alNovio.) ¡Chito!

Padre. (idem.) ¡Usted mira, sólo eso!¡Mira! Y calladito la boca.

Madre. (al padre.) Lo siento, señorGuzmán. El fútbol no es para señoritas.Por otra parte este bebé sufre de asma.¿Qué deporte puede hacer? Le será ne-gado todo eso.

Padre. ¿De dónde sacaron que esta niñatiene asma? La detectaron demasiado rá-pido.

Madre. No sea tan exigente, señorGuzmán. Al doctor Brown le pareció queesta beba nació con asma y anotó asmaen la cartilla. Más no se le puede pedir,pobre doctor. Está exhausto. Quince par-tos en toda la mañana. Ya da por normaltodo lo que está ayudando a nacer, asísea un bebé con tres narices.

Padre. ¿Quince partos, madre?

Madre. (lo corrige.) Enfermera.

Padre. ¿Quince partos, enfermera?

Madre. Así es. Una mañana muy agita-da.

Padre. (teatral.) Quince nuevas almasllegan a este mundo, a este universo agre-

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sivo, árido, cruel...

Madre. ¿Filosofía, padre?

Padre. Un poco, madre (continua siem-pre teatral.) Quince almas. Nuevas am-biciones, nuevos sueños…

Madre. (retirándose.) No nos hacemoscargo de nada de eso. Tres días de inter-nación y a casa. Es todo lo que cubre laobra social, salvo que haya complicacio-nes clínicas. Pero si les salió puto, lessalió puto. A aguantarse (sale cantando.)Yo soy la morocha…

Padre. ¡Qué momento, qué momento,Jeremías! Trascendental. Un pedacito decarne, así de chiquitito, con el pulso dela vida…

Novio. Le mostró un muñeco de porce-lana.

Padre. Jeremías, hijo mío, ¿de dóndepuede sacar esa pobre vieja un bebé deverdad?

Novio. Pronto…(se calla, generando ex-pectativa.)

Padre. (receloso, atento.) ¿Pronto?

Novio. Pensamos encargar cuanto an-tes. A mí me gustan mucho los chicos yMargarita tampoco quiere esperar.

Padre. (asustado, llama.) ¡Nena!

La Madre se asoma.

Madre. ¿Papi?

Padre. ¿Cómo lo están haciendo uste-des?

Madre. Con forro, siempre con forro.

Padre. OK

La Madre desaparece.

Padre. Ayúdeme a sentarme, Jeremías.No puedo estar tanto tiempo de pie, sal-tando como una pelotita. Me tortura laespalda. ¡Ayyy! Fíjese dónde pone esamano, Jeremías. Si no hace las cosas conmás cuidado le clavo este bastón en elculo. De algún modo hay que enseñarlea usted cómo se maneja un pobre viejoque… (se interrumpe, detiene a Jeremías,

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reflexiona un instante, luego llama.) ¡Ma-dre!

La Madre se asoma.

Padre. ¿No es mejor que estemos muer-tos?

La Madre lo considera, luego lo acepta.

Padre. ¡Estamos muertos! ¡Listo! Lo de-creto en este mismo momento. ¡Muertos!

Madre. ¿Y dónde estamos? ¿En el cie-lo?

Padre. Naturalmente. Se terminaron lossufrimientos, madre. Abandonamos latierra, ese valle de lágrimas y nos dirigi-mos derechito al cielo. ¡Sssooommm!Como un cohete

Madre. Soy un angelito.

La Madre gira por el recinto, batiendo alascon los brazos.

Madre. ¿Y de qué morimos, padre?

Padre. Ah, buena pregunta… (vacila.)

Madre. ¿De puro viejos?

Padre. Eso no tiene nada de poesía, se-ñora… Algo más, más… Romántico.

Madre. ¿Un accidente?

Padre. ¡Me gusta! Aunque no del todo…¡Ya lo tengo! Un accidente, sí, un acci-dente, ¡pero un accidente de aviación! (alNovio.) No tendríamos que haber viajadojuntos, en el mismo aparato. Los directi-vos de coca cola jamás hacen eso. El pre-sidente en un avión, el vicepresidente enotro, el de atrás. Nosotros nos equivoca-mos, y fíjese que consecuencias: los dosmuertos, la madre y yo. Margarita huér-fana.

Madre. (por el novio.) ¿El señor es dios?

Padre. No, no es dios. Otro angelito delcielo, como usted y como yo. Otro ange-lito del cielo, como usted y como yo.

El Novio actúa el rol: también “vuela” comoun angelito, siguiendo los giros de la Ma-dre.

Padre. Dios usa barba, madre. Es un

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anciano de melena y barba blanca, sen-tado en una roca, desde donde contem-pla con cansancio el universo mudo. Suscabellos son siempre blancos. Nació an-ciano y no puede morir. Su soledad esatroz. Aciaga.

Madre. ¡Confesión, confesión!

Padre. ¡Epa! ¿necesita confesarse, ma-dre?

Madre. Qué es lo que estoy gritando.¡Confesión! ¿Escuchó otra cosa usted?

Y la Madre se arrodilla ante el Padre, con-trita, los ojos cerrada dispuesta a la con-fesión.

El Padre le acaricia la cabeza mientrasmusita un verso en un vago latín. Lue-go reprocha al Novio, que sigue “volan-do”.

Padre. ¡Deje de dar vueltas como unacalesita! Estamos ante un acto trascen-dente, Jeremías, y necesito quietud paraconcentrarme… (otro rezo en su latín.) LaMadre necesita confesar todos sus peca-dos, aun los más recónditos.

Madre. ¿Comienzo?

Padre. Comience.

Madre. Le robé el neceser (lo muestra.)

Padre. ¿El neceser de Margarita?

Madre. Así es. Los polvos, las pinturas…(se pinta, se maquilla, se mira en un es-pejito.)

Padre. Por lo que huelo… (huele.) Tam-bién el perfume francés.

Madre. También… (le hace oler el frasqui-to, el Padre se deleita.) Quiero ser tan her-mosa como ella, padre. La envidio. La en-vidio desde lo más profundo de mi cora-zón. Por eso le robé el neceser. Y por esola espio, siempre, todos los días, cuandose mete en el baño y se desnuda. Culitoparado, padre. Así.

Padre. Ajá

Madre. Y las tetas bien erguidas, apun-tando para adelante, como dos cañones.

Padre. (secreteando.) Madre, cuide esa

Dramática Latinoamericana de

lengua. El Novio de Margarita está muycerca, puede estar escuchando.

Madre. ¿El novio? Yo no lo conozco. Tie-ne que ser un príncipe azul, de otro modono me lo imagino.

Padre. Shhh…

Madre. (mira a sus espaldas, ignora alNovio que está ahí detrás.) Le repito queno lo conozco, padre. No lo vi, siquierauna vez.

Padre. Detrás suyo.

Madre. ¿Detrás, justo detrás de mío?

Padre. A sus espaldas.

Madre ¿Puedo darme vuelta y mirar?

Padre. Eche un vistazo, pero como si enrealidad estuviera interesada en otracosa. ¡Aproveche ahora, madre! ¡Lo va aver!

La Madre gira la cabeza. Es saludada porel Novio que, por supuesto, esperaba elgesto. La Madre se siente descubierta yvuelve a darle la espalda, enseguida.

Padre. ¿Lo vio?

Madre. Un vistazo apenas.

Padre. ¿Su opinión?

Madre. Ningún príncipe azul. Un mar-mota.

El Novio ríe, cree festejar una broma.

La Madre lo enfrenta, agresiva.

Madre. ¿De qué se ríe usted? (el Noviocalla, traga saliva.) Sé catar hombres ycon usted no me equivoco.

El Padre acude en auxilio del agredido No-vio. Lo rodea con los brazos y lo contienepaternalmente.

Padre. ¿Por qué agita las aguas, Je-remías? Qué gana con eso. El mar seencrespa, las olas llegan hasta aquíarriba y nos tapan la cabeza… (a laMadre, un secreto a la distancia.) Sinembargo, madre, aunque usted no locrea, este muchacho baila muy bien elvals.

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Madre. (gratamente sorprendida.) ¿Cier-to eso?

Padre. Alas en los pies.

Suena un vals.

La Madre corre a meterse entre los brazosdel novio.

Madre. ¡A bailar, chicos! ¡Vamos! ¡Movien-do esas tabas!

Padre. ¡Vamos, Jeremías! ¡Empujandoel carro!

El Novio intenta comenzar el baile. Lo ini-cia con ciertas dificultades, porque noconsigue ponerse de acuerdo con la Ma-dre. Pero poco a poco se van encontran-do, armonizan y terminan girando ycreando vistosas figuras danzantes.

El Padre corre a un rincón, se esconde, ydesde ahí pedorrea con la boca.

La Madre se frena de inmediato y se apartadel Novio, con un gesto de desagrado.Responde a la mirada interrogativa delPadre.

Madre. El muy asqueroso se tiró unpedo.

Novio. ¡Yo no fui, madredita! ¡Dígaleusted, padre dígale usted que le va a creermás que a mí! ¡Yo no fui!

Padre. (a la Madre, en secreto.) Estechico sufre de meteorismo.

Novio. ¿Qué es eso?

Padre. (igual.) Y vive endrogado. Con-sume merca y se inyecta.

Novio. ¡Mentiras! ¡Nunca probé…!

La Madre se retira del recinto, con pasodigno y ofendido.

Padre. Su figura ha quedado muy dete-riorada, Jeremías. Horizonte negro parausted, eso es lo que veo por delante. Ho-rizonte negro.

Novio. ¡Es una injusticia!

Padre. Tome algo para los flatos.

Novio. ¡Es que no fui yo…!

Dramática Latinoamericana de

Interrumpe la Madre. Reaparece con unvaso de agua y la píldora. Sigue ofendi-da. Se planta junto al Padre, ofreciendola medicina, ignorando ostensiblementeal Novio.

Padre. Le informo, Jeremías, que nopodrá seguir visitando la casa.

La Madre asiente, reafirma.

Novio. (desolado.) ¡Por qué decidió eso,padre?

Padre. Yo no decidí nada, Jeremías. Us-ted siempre se equivoca. Yo no decidí. Yointerpreto la situación. Huelo el aire,intuyo, y saco la conclusión más clara yevidente: nunca volverá a ser bien recibi-do en esta casa (subrepticio señala a laMadre, la hace responsable de la decisión.)

El Novio se arrodilla ante la Madre, le rue-ga.

Novio. Madrecita.

Madre. (le da la espalda.) Tu hermanaque es más bacana.

Padre. No veo diálogo posible. Las co-municaciones están cortadas.

Novio. Convénzala usted, padre. Queme escuche, siquiera dos palabras.

Padre. Muy bien, me hago cargo delpedido. Madre.

Madre. (lo corta ácida.) Tómese la píldo-ra de una buena vez, que no tengo todoel día.

El Padre repite el rito de analizar la píldo-ra, hasta oliéndola.

Madre. (al Novio, impersonal y científica.)Le controlamos el colesterol. Con píldo-ras, no hay otra manera. Su caso es gra-ve. Todas las arterias tapadas. Una píl-dora cada ocho horas.

Novio. (desesperado, grita hacia aden-tro.) ¡¡Margarita!!

Madre. Golpeá que te van a abrir (seacerca al Novio, insinuante.) Conténtesecon su olor. Huela… (le ofrece el brazodesnudo.) Paloma Picasso.

El Novio huele.

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Madre. Ahora béseme.

Novio. (recula, cohibido.) Madre, sumarido… (señala al Padre.)

Madre. Mira para otro lado.

En efecto, el Padre mira para otro lado.

La Madre vuelve a ofrecer los labios al No-vio, en puntas de pie y con los ojos ce-rrados.

Madre. Un piquito.

El Novio la besa, apenas.

Madre. ¡Confesión, confesión!

Padre. (fastidiado.) ¿Otra vez?

Madre. Acabo de pecar… (se arrodillaante el Padre.)

Padre. Usted se aprovecha de mi bon-dad, madre (bendice a la madre, en suvago latín.) Este no es mi único trabajo.Tengo otros negocios, asuntos urgentesque atender…(vuelve a bendecirla.)

Madre. Pequé, padre.

Padre. Ajá.

Madre. Cometí adulterio.

Padre. (se asusta.) ¡Hummm! Ahora sique sonamos (al novio.) Acaban de de-nunciarlo, Jeremías. Su situación secomplica cada vez más.

Novio. ¡Secreto de confesión! ¡Ustedestá obligado a guardarlo!

Padre. Mire como se defiende el mucha-chito. Tiene razón, nos tiene agarradospor las bolas.

Madre. ¡Porque usted no las tiene bienpuestas! Cualquier marido engañado re-suelve esta situación con tres balazos (si-mula un revolver con los dedos y “dispa-ra” contra el Novio.) ¡Pum, pum, pum!

El Novio cae “muerto”.

Padre. ¡Carajo, madre! ¡Fantástica pun-tería!

La Madre le quita el vaso y se retira conaire de haber cumplido con su deber.

Dramática Latinoamericana de

Novio. (se pone de pie.) Resucité, padre.Me hice el muerto. Conseguimos que sefuera contenta, satisfecha.

Padre. Hummm… Yo no me confiaríatanto, Jeremías. Me parece que se que-dó con ganas de meterle un balazo deverdad.

Novio. (burlón.) ¡Pum!

Le responde otro pum, un balazo de ver-dad que es descerrajado desde adentro.La bala roza la cabeza del Novio.

Padre. (estudia la cabeza de Jeremías,con mucha atención.) Si yo digo llueve,Jeremías, llueve, nos mojamos todos… (lehuele la cabeza.) Olor a pelo chamusca-do. Se salvó por un milímetro, mucha-cho. Buena estrella la suya, lo felicito.

Novio. (con lo que le queda de ánimo.)Margarita ya debe estar terminando devestirse.

Padre. No sé. Esa chica tiene unos tiem-pos que no son mis tiempos. Tarda mu-cho.

Novio. Ya hace rato que estoy esperan-do… Demasiado… No, no me quejo… Su con-versación, su compañía es muy grata, pa-dre. Aprendo con usted, aprendo cosasde la vida. Yo me quedaría todo el tiem-po, pero… Seguro que Margarita está es-perando que yo vaya para… Le gusta quela ayude con los últimos toques. El pei-nado, la biyuterí… siempre tiene proble-mas con el color del lápiz labial, siem-pre… Yo no entiendo mucho de todo esopero la ayudo… Y Margarita queda con-forme… Yo le digo ponete esto y ella se lopone y… Debería ir adentro y…

El Padre no responde y el Novio no se ani-ma a avanzar.

Novio. Hoy pensamos ir al cine, comotodos los viernes… Yo saco las entradasel día anterior. Es cuando se consiguemuy buena ubicación: fila 10, al centro…Aquí las tengo… (saca un par de entradasdel bolsillo.) No miento, aquí están… A lasalida tomamos un café y comentamosla película… O cenamos, si Margarita tie-ne hambre… Conozco un buen restauran-te. ¡Con música! Un gitano que pasa en-tre las mesas tocando el violín… Un to-que romántico. ¿Qué le parece a usted,padre? (el Padre no le responde.) Siem-

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pre volvemos en taxi. Este barrio es muyoscuro, siempre se descompone el alum-brado público, se nota que nadie hace ladenuncia… No se puede vivir a oscurascomo viven en este barrio…

Padre. (llama.) ¡Margarita!

Se asoma la Madre.

Madre. ¿Llamabas, papi? (saluda al No-vio con un mohín.)

Padre. Tenés que desarmar a tu madre,quitarle eso que está usando y que no séqué es: una pistola, una ametralladora,una carabina… Recién casi mata a tu pro-metido.

Madre. (se demuda, teatral.) ¡Oh, no…!

Padre. Más énfasis, Margarita. Demu-dada, a punto de desmayarte. Recién casimata a tu prometido de un balazo.

Madre. ¡Oh, no!

Padre. (aplaude.) Mejor.

Madre. (al Novio.) La cinta es de amor.

Novio. Oh, sí. Todo ocurre en Venecia.

Padre. (impaciente.) Margarita, por fa-vor, los minutos pasan y a las armas lascarga el diablo.

La Madre sale.

Enseguida se oye otro disparo, ¡pum!, des-cerrajado entre bambalinas. Un pato caedel cielo, aterriza entre ellos atravesadopor un balazo.

Padre. ¡Carajo! ¡Estoy pidiendo que sehaga algo! ¡Rápido! ¡Esa mujer es capazde desatar una guerra mundial!

Entra la Madre con la carabina al hombro.Recoge el pato muerto. Lo alza por laspatas, lo estudia con atención.

Padre. Pato salvaje, madre. Con papas:exquisito.

Madre. (reflexiona.) ¿Con papas? (al No-vio.) Queda invitado a cenar. Hoy cocinala nena. Voy a darle el encargue (sale.)

Padre. ¡Hummm! La nena, dando losprimeros pasitos entre ollas y sartenes.

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Con poca sal, madre. Recuérdele a Mar-garita que tenemos problemas de presión(al Novio.) Los jóvenes no tienen en cuen-ta nada de eso. Agarran el salero y chufchuf, echan toneladas de sal en la comi-da. Lo invitaron a cenar. No lo escuchédarle las gracias.

Novio. Es que nos perdemos la pelícu-la, y hay un dinero invertido en las en-tradas.

Padre. ¡No nos perdemos nada, Jere-mías! Usted nos cuenta la película y lis-to.

La Madre reaparece con un banquito. Sesienta, dispuesta a escuchar.

Padre. Fíjese Jeremías, llegó otro espec-tador.

Madre. Me encanta, me fascina.

Padre. Es que usted, Jeremías, poseeel arte del buen narrador. ¿Cuántas ve-ces lo hemos disfrutado ya?

Madre. Millones de veces. Y volvería aescucharlo diez millones más.

Padre. Adelante, Jeremías (se sienta ensu sofá dispuesto a escuchar.)

Y Jeremías cuenta la película.

Novio. El muchacho venía por el sen-dero.

Padre. ¿Sendero? ¿Un camino será?

Novio. Un camino de asfalto, como unalínea de lápiz sobre el papel del desierto.

Madre. (deleitada.) Ay, fíjese que des-cripción.

Padre. ¿Nada de ripio?

Novio. No. Pero mucho polvo y el polvovolaba con el viento…Zzzuuunnn,zzzuuunnn… El muchacho apenas se veía,un puntito de color en medio de ese pai-saje gris. Un puntito allá lejos.

Padre. ¿Y la muchacha?

Novio. Secuestrada en la cabaña. Ata-da a una silla de paja, lo brazos atrás,así. Las piernas atadas a las patas de lasilla.

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Madre. ¡Qué crueldad!

Novio. Regules la vigilaba

Padre. ¿Regules?

Novio. El villano.

Padre. El villano, muy bien.

Novio. Traje blanco con chaleco. Zapa-tos color arena. Bigotito. Piel cetrina.Dientes torcidos. Boca grande. Morocho,pelo lustroso. Fuma en boquilla.

Madre. ¿Dedos sucios de nicotina?

Novio. Dedos sucios de nicotina.

Padre. Fíjese qué sujeto.

Madre. ¡Pobre mujer!

Padre. ¿Pero el muchacho venía?

Novio. ¡Claro! Venía, el muchacho ve-nía.

Padre. Tranquilícese, madre. Usted estáal borde del llanto.

Madre. No lo puedo evitar. Las lágrimasse me escapan.

Padre. El muchacho viene, se acerca.

Novio. Se abría paso…Zzzuuunnn,zzzuuunnn el viento… Pero él avanzaba.

Padre. Viento en contra.

Novio. Viento en contra, el pecho ade-lante. Empujando como un búfalo.

Madre. (fascinada.) Como un búfalo.

Padre. ¿Algún otro contratiempo?

Novio. Si: lo paran tres brujas.

Madre. ¡Tres brujas!

Novio. Tres, si señora.

Madre. ¿Cómo quieren ustedes que yono sufra?

Padre. Calma, señora. Tres brujas, Je-remías.

Novio. Lo paran, lo detienen. ¿Dónde

Dramática Latinoamericana de

estuviste, hermana?, le preguntó unabruja a otra. Matando puercos, contestóla bruja.

Padre. ¿Puercos?

Madre. Chanchos. Chanchos y puercosson lo mismo.

Padre. Esto se pone interesante. Pare-ce Shakespeare.

Novio. ¿Y tu?, le preguntó la mismabruja a la otra bruja.

Padre. Corresponde, si le preguntó auna tiene que preguntarle a la otra.

Novio. Castañas en su falda recogía; lamujer de un marino; y roía, roía… Algúntrocito convídame, le dije; ¡arredro, bru-ja!, gritó esa sucia ahíta de tocino.

Padre. ¡Qué bien, qué manera de…! (noencuentra la palabra.)

Madre. ¿Y el muchacho? No me lo aban-done, por favor, que yo me muero de an-gustia.

Novio. Pensaba, el muchacho pensaba.Parado en medio del camino, pensaba:jornada fea y bella, como nunca vi otraigual.

Madre. ¿Y la muchacha?

Padre. Madre, termine con sus recla-mos. Las cosas a su debido tiempo.

Madre. Soy madre, por eso quiero saberqué pasa con esa criatura. Hasta la veosufrir, como si la tuviera delante mío, ata-da a una silla de paja… (quiebra la voz,por el llanto.)

Novio. Vigilada por Regules. De tantoen tanto se dormía…De puro borracho,porque no paraba de tomar whisky. Di-rectamente de la botella. Un trago, glu,glu, y una mirada a la muchacha. Ellase estremecía de miedo y él se reía, ja, ja,ja. Las brujas…

Padre. Volvamos al camino, a las bru-jas. Estoy interesado en saber qué pasóahí.

Novio. Hablad ya: ¿Quién sois?

Padre. ¿Preguntó el muchacho?

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Novio. Claro.

Padre. ¿A las brujas?

Novio. Las tenía ahí, delante y exigióque le contestaran: ¿Quién sois? Salve,dijo la primera. Salve, dijo la segunda.Salve, dijo la tercera.

Madre. Ay, tanto saludo con la mucha-cha encerrada en una choza.

Novio. Una cabaña, señora. De troncos.Cabaña de troncos, paredes impenetrablesy una puerta cerrada de tal manera que…

Padre. ¡No siga con eso! Vuelva al ca-mino.

Novio. Salve, salve, salve.

Padre. ¿Y después?

Novio. Luego serás rey.

Padre. ¡Epa! ¿Quién dijo semejantecosa?

Novio. Una de las brujas.

Padre. ¿Y qué hizo él?

Novio. Iba a preguntar más, pedir pre-cisiones, pero las tres brujas desapare-cieron en el aire. Pluf. Al aire, dijo el mu-chacho, y lo que cuerpo parecía se esfu-mó como un soplo…¡Desearía que hubie-ran dicho más!

Padre. Lógico, humano

Madre. ¿Y la muchacha?

Novio. Encerrada en la cabaña.

Madre. Eso ya lo sé. Pero qué pasabaahí.

Novio. Nada. Siempre atada a la silla,vigilada por Regules.

Madre. ¡Ay, pobrecita!

Padre. Pero el muchacho retomó su ca-mino.

Novio. Retomó su camino. Se encontrócon un río, de diez o doce metros de an-cho, que cruzaba la ruta.

Padre. ¿Qué hizo?

Dramática Latinoamericana de

Novio. Saltó. Tomó una carrerita y volósobre el agua. Pum, cayó del otro lado.

Padre. Vea qué fácil.

Madre. ¿ Y la muchacha? Disculpen,pero no puedo parar de preguntar.

Novio. A la muchacha le empezaba afuncionar la intuición. Como unalucesita, que se iluminaba, muy al fon-do. Una lucesita de esperanza. Sintióruidos afuera y creyó que era el mucha-cho, que venía a rescatarla.

Padre. ¿Regules seguía tomando?

Novio. Litros y litros. Tenía montonesde botellas en la cabaña, todas alinea-das en un estante.

Madre. ¿Cierto que el muchacho estabacerca?

Novio. Todavía no. Primero tuvo quematar a un jaguar. Se le apareció un ja-guar.

Padre. ¡Un jaguar! ¡Fiera bestia!

Novio. Se le tiró encima y el muchacho lomató, con un puñal que siempre llevaba enla cintura. Enseguida siguió adelante. Ha-bía menos viento. La cabaña estaba rodea-da de árboles que reparaban del viento.

Madre. ¿Ya estaba cerca de la cabaña?

Novio. Ahora sí. Al ladito. Muy sigiloso,el muchacho se acercó a la ventana.

Padre. ¿Estaba abierta?

Novio. Totalmente abierta. Por el calor.Regules era muy descuidado. El mucha-cho trepó el alfeizar y se metió adentro.Se encontró en medio de la más negraoscuridad.

Padre. ¿Oscuridad?

Novio. Estaba todo oscuro. La lámparase había apagado y Regules, de tan bo-rracho que estaba, no tuvo fuerzas paravolver a encenderla. El muchacho pren-dió un fósforo y vio el cuadro: Regulesdurmiendo la mona, roncando, un hilode baba le caía por…

Madre. ¿Y la muchacha, la vio a la mu-chacha?

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Novio. La vio. Atada a una silla.

Madre. Seguro que gritó. Las mujeressomos así, tan estúpidas. Hay situacio-nes en que nos tendríamos que quedarcalladas y gritamos. ¡Ay!, por cualquiercosita, ¡ay!

Novio. Shhh… Shhh, le pidió el mucha-cho. Regules podría despertarse. ¿El patoya está en el horno?

Madre y Padre se miran desconcertados.

Novio. Fue una pregunta inocente. Seme despertó el apetito, así, de pronto.

Silencio.

Novio. Las tripas me sonaron. Cri, cri.De hambre.

Otro silencio.

Madre. Me parece que este chico no si-guió el curso de los acontecimientos

Padre. No, no. No estuvo atento. Se dis-trajo y…

Madre. Se perdió algo. Le faltan datosimportantes.

Padre. ¿Me deja que lo ayude, madre?

Madre. No me opongo. Dele una mano.Hágalo bajar de esa nube donde está su-bido.

Padre. (atrae al Novio, paternal, lo rodeapor los hombros.) No era un pato salvaje,Jeremías.

Novio. ¿No?

Padre. No

El Novio vacila, no entiende.

Madre. Ahora siga adelante, padre. Díga-le todo. No lo deje en ascuas, pobre diablo.

Padre. Está bien. Asumo la responsa-bilidad. Me corresponde por otra parte,soy el dueño de casa… Era un cóndor.

Novio. ¿Un cóndor?

Padre. Un cóndor

Madre. (recita, teatral.) Cóndor, rey de

Dramática Latinoamericana de

las alturas, señor de las altas cumbres,los picos nevados te…

Padre. Y tiene un padre.

Novio. ¿Un padre?

Padre. Miren la cara de asombro quepone este idiota. Un padre, claro que sí.¿Acaso usted no tiene un padre?

Madre. Y una madre.

Novio. Si, claro, tengo. Lejos de aquí,pero tengo.

Padre. Y en minutos nomás, acaso se-gundos… (consulta su reloj de bolsillo.) Elpadre del cóndor va a venir a preguntarqué pasó con su hijo. ¿Tiene alguna res-puesta, Jeremías?

Jeremías se alza de hombros.

Padre. Esa no es una respuesta, Jere-mías. Una cosa así (imita el alzamientode hombros.) puede enfurecerlo más.

Novio. ¡Yo no le pegué el balazo!

Madre. Ya apareció el famoso “no temetás”

Padre. Acordamos en eso, Jeremías.Está bien. Usted no le pegó el balazo. Perotiene que reconocer que fue un poco cóm-plice de la situación. Eso sí que no lo pue-de negar.

Madre. Me parece que todo es inútil,padre. No va a convencer a este alcorno-que. Déjelo solo, abandonado a su suer-te. Que declare su inocencia ante esepadre desesperado que está a punto degolpear la puerta…

Golpean la puerta.

Padre. Tranquilo, sin nervios, Jeremías.Niegue todo, usted niegue todo. Una pa-labra de más puede comprometerlo has-ta el cuello, y después no hay abogadoque lo saque del pozo. La lengua quieta.

Novio. Pero padre, yo…

Vuelven a golpear la puerta, ahora conmayor exigencia.

La Madre le encaja la carabina entre lasmanos.

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Padre. Defiéndase, Jeremías. El mun-do no es de los débiles ni de los pusiláni-mes. ¡A balazo limpio si es necesario!¡Duro, muchacho! ¡Durísimo!

Madre y Padre desaparecen.

Golpean por tercera vez, con más fuerzaaún.

El Novio se apresta: pone rodilla en tierra yapunta con la carabina hacia la puerta.

Reaparece la Madre, ahora con delantal demucama y plumero bajo el brazo.

Madre. Deje, niño, yo voy a atender. Esuna de mis tareas.

Novio. ¡Cuidado, madre!

Madre. Usted se confunde, niño. No mellame madre. Soy la mucama, que vienea atender la puerta porque escuchó gol-pear. Es parte de mi trabajo. Limpio lacasa, me encargo de la compra de loscomestibles y atiendo la puerta, cuandollaman extraños (a la puerta.) ¡Ya va!

Novio. Pero con mucho cuidado. Es unpadre desesperado que va a entrar comouna tromba.

La Madre, muy tranquila, abre.

El Padre entra como una tromba, persi-guiendo a una cucaracha que quiereaplastar con el pie.

Padre. ¿Qué pasa con su veneno, ma-dre? En vez de matarlas, las alimenta.Las hace más fuertes, más ligeras. ¡Estacorre como una liebre!

Madre. Yo espolvorié con veneno por to-dos los rincones, como si fuera talcoPalmolive.

Padre. (ordena al Novio.) ¡Dispare, Je-remías! ¡Dispare! Está ahí, escondida enel zócalo…¡Vamos, Jeremías, me irrita tan-ta vacilación!

El Novio cambia el objetivo: apunta al zó-calo y dispara. Se escucha el clic del ga-tillo pero ningún disparo.

Padre. ¿Qué es lo que falla? (el Novio sealza de hombros, no lo sabe.) Inténtelode nuevo, Jeremías. Antes que se escon-da en lo más profundo de la cueva.

Dramática Latinoamericana de

El Novio vuelve a intentarlo y de nuevo, clic.

Padre. (quita la carabina al Novio, laestudia.) ¿Qué le pasará a este chisme?…(al zócalo.) ¡Cucaracha afortunada, hoyes tu día de suerte!… (arroja la carabina ala Madre.) Tome madre, revise esta cosa,a ver si descubre por qué está fallando.

Novio. Menos mal que no apareció elpadre del cóndor.

Padre. ¿Cóndor? Tradúzcame, madre.¿Qué dice este muchacho?

Novio. Lo que cayó del cielo, recién. Unave.

Padre. Un ave. Estamos de acuerdo.Cayó un ave.

Novio. Un cóndor.

Padre. No, un pato, Jeremías. Un patosalvaje que la nena, ni lenta ni perezosa,ya está cocinando para la cena. ¿Ciertomadre?

Madre. Bien cierto. Puede asomarse siquiere. La va a encontrar en la cocina,rodeada de ollas y de aceites… (abraza al

Padre.) Con papas y una salsa muy livianita,para que mi galancito puede digerir sinproblemas.

La Madre sale llevándose la carabina.

Padre. Ah, me parece tener un Vesubioen el pecho.

Un estampido dentro de la casa.

Voz de la Madre. Funciona.

Padre. Falla humana, entonces. Fallasuya, jeremías.

Novio. Natural, no estoy habituado ausar armas.

Padre. ¡Miren qué excusa fácil! Enton-ces, ¿en caso de guerra, no podríamoscontar con usted?

Novio. Bueno, padre… Me parece que…

Padre. ¿Si o no? Sea preciso, Jeremías,me molesta cuando vacila.

Novio. No.

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Padre. No. Muy bien. Entonces aguar-de un instante que voy a tacharlo de lalista… (saca la libreta, busca en las pági-nas.) A ver, a ver… Dónde está Jeremías…Dónde lo tengo anotado a este mucha-cho… El futuro marido de Margarita, elfuturo padre de mis nietos, incapaz deusar un fusil para defender a la patria.Totalmente inepto… ¡Acá está! ¿JeremíasRocatagliata?

Novio. Con una sola te.

Padre. Con una sola te. Rocatagliatacon una sola te. Muy bien, lo tacho de lalista (lo tacha con el lápiz.)

Novio. Yo soy contrario a la guerra.

Padre. Ajá, y yo le digo, amiguito, queen cualquier momento puede ser juz-gado por traición a la patria. Ustedvive de regalo, a un paso de que lofusilen.

Novio. Cuando yo venía para aquí, enel ómnibus, todo era paz.

Padre. ¡Engañosa paz, Jeremías! Un fe-nómeno de superficie… Ah, cuánto mehace hablar usted, Jeremías ¿Sabe us-ted por qué hablo tanto? Porque tengocon quien hablar.

Reaparece la Madre, con estola de visón.

Madre. La ópera empieza puntual. Notenemos mucho tiempo.

Padre. Nos vamos a la ópera, Jeremías.

Madre. (al Novio.) Pídanos un taxi, porfavor.

Padre. La Boheme (canta un trozo de laBoheme.) La casa queda a cargo de us-ted y Margarita.

Novio. ¿Y la cena?

Padre. Intima, Jeremías. Usted y Mar-garita a la luz de una vela (a la Madre.)¿Dónde guardamos velas en esta casa?

Madre. (preocupada.) Padre.

Padre. ¿Qué pasa, madre? Me pone unacarita que…

Madre. La casa sola, estos muchachossolos, y tantas camas a disposición.

Dramática Latinoamericana de

Padre. ¿Usted piensa que después decenar?

Madre. Van a tomar alcohol y… ¡En quéotra cosa se puede pesar, por dios!

Padre. (al Novio, una orden.) ¡Mirarántelevisión hasta que estemos de regreso!¡Con las manos en los bolsillos!

Madre. Hummm… Pero yo sigo descon-fiando, padre. Este muchacho tiene carade malandra.

Novio. Yo juro.

Padre. ¡Un momento! Va a jurar. Silen-cio madre, escuchenos ese juramento.

Novio. Yo juro respetar a Margarita.

Madre. Hummm, palabras.

Novio. Puedo jurarlo por lo que ustedquiera.

Madre. ¡Que se muera el viejo, aquí mis-mo! ¡Ahora!

Padre. Ah, vieja ladina, me ganó demano. Yo iba a pedir que se muera us-ted.

Novio. Yo juro… Que si le toco un pelo aMargarita…

Padre. Que si le toca un pelo a Marga-rita.

Novio. Usted padre se muere aquí mis-mo, pafff, de un síncope.

La Madre, contenta, aplaude entusiasmada.

Padre. ¡Ayyy!

Madre. (asustada.) ¡Padre, qué le pasaa usted…! (al Novio.) ¡El corazón! El viejitose nos va al tacho.

Novio. ¡Yo juro que no quise jurar!

Padre. Tranquilos, tranquilos… Termi-nemos con el espamento. Es la hernia.Me acaba de dar un pellizcón, ¡ay!, undolor que me tomó todo el sacro…(con di-ficultad vuelve a su sofá.) Me cuesta pen-sar en la ópera, madre. Me está pidiendouna misión imposible. No puedo acom-pañarla. Reempláceme usted, Jeremías.Acompañe a la señora.

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Madre. (se cuelga del brazo del Novio.)Vamos rápido que cogenunca nos diopermiso.

Padre. (quejoso, sufriendo.) Madre, ma-dre… No se ensañe conmigo, deje de col-garme apodos. Téngame un poco de pie-dad. Ah, me parece que tengo un Vesubioen el pecho.

Novio. (a la Madre.) No pienso ir a nin-gún lado con usted. Margarita se está to-mando el trabajo de preparar la cena yyo…

Madre. Dificulto, macho. Margarita va atener que dejar todo para atender a supapá. Tal vez tenga que llamar a la am-bulancia.

Novio. Entonces yo también me quedo.Puedo ayudar. Tengo nociones de enfer-mería.

Madre. Todos dicen lo mismo.

Padre. Cierto. Todos se muestran muydispuestos a ayudar, pero cuando las pa-pas queman.

Novio. ¿Todos? ¿Quiénes son esos to-dos?

Padre. Los novios de Margarita, de quécosa vamos a estar hablando. Todos tie-nen nociones de enfermería, pero cuan-do llega el momento de arremangarse.

Novio. Margarita jamás me habló deotros novios.

Padre. Vaya la novedad. La vieja tam-poco me habló de los suyos, y los teníaen cantidades.

Madre. (quitando importancia.) Dos otres docenas.

Padre. Jamás una palabra sobre eso. Yome enteré… ¡Ay, qué dolor!

Madre. ¿Padre, un masajito?

Padre. Suave madre, con esas maravi-llosas manos de oro que tiene usted.

La Madre masajea al Padre.

Novio. Exijo explicaciones.

Madre. Déjeme trabajar, muchacho.

Dramática Latinoamericana de

Fijese en la cruz de este pobre hombre, apunto de quedar tullido para siempre.

Padre. Ese parece ser mi destino.

Madre. Mi pobrecito…(lo abraza, lo besa.)

Novio. Necesito hablar con Margarita.Tengo que aclarar lo que ustedes dije-ron. Novios, cientos de novios… Jamás medijo nada. Quiero hablar con ella.

Padre. Que yo sepa, no tengo a esa chi-ca en el bolsillo. ¿Usted, Madre?

Madre. Tampoco… (al novio.) Está aden-tro. Ya le dijimos: encerrada en la coci-na.

El Novio corre hacia adentro.

Silencio; la Madre sigue masajeando.

Padre. Madre.

Madre. ¿Qué, mi amor?

Padre. ¿Ha visto el mar?

Madre. ¡El mar…! Extenso, infinito, unasábana celeste que se quiebra en el hori-zonte, una raya de geómetra que.

El Padre detiene el arrebato de la madrecon un gesto: la invita a serenarse, amirar y escuchar. Ambos caen en la fas-cinación de admirar un mar imaginario,situado a la distancia ( se escucha el rui-do de las olas rompiendo contra el mue-lle, el graznido de las gaviotas)

El Padre deja su sofá y, en proscenio, reci-ta un poema sobre el mar.

Cuando termina, toma a la Madre del bra-zo, la incita a seguirlo.

Padre. ¡Rápido, madre! ¡Al Colón!

Madre. En limusina, padre, como si fué-ramos Anchorena y señora.

Padre y Madre salen. Aturden los primeroscompases de la Boheme. Poco a poco sesuperpone la Marcha Nupcial, que ter-mina ocupando el espacio sonoro. Estamúsica enmarca el ingreso de la parejaformada por el Novio y Margarita. Ellaviste un largo y blanco traje de novia.Marchan muy lento, en tránsito por laimaginaria nave de una iglesia, rumbo a

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un también imaginario altar.

La Madre y el Padre reaparecen y se cue-lan, subrepticios, haciéndose cargo delimaginario altar. El Padre oficia de cura,musita frases en latín. La Madre de mo-naguillo, siembra incienso con un incen-sario.

El Padre se aclara la voz, carga de solemni-dad al acontecimiento. Se dirige a un pú-blico imaginario.

Padre. Señoras y señores, tengan uste-des muy buenas noches. Dentro de bre-ves instantes vamos a dar comienzo a laceremonia de enlace del señor JeremíasRocatagliata, con una sola te…(mira al No-vio, interrogante.)

El Novio asiente.

Padre. Muy bien, con una sola te. Elseñor Rocatagliata contraerá nupcias conla señorita Margarita Guzmán.

Madre. (siembra incienso.) Amén.

Padre. (saca su libretita y el lápiz.) Co-mencemos por lo meramente administra-tivo. ¿Edad, señor Rocatagliata?

Novio. Veinticinco años.

Padre. (anota en la libreta.) Joven, edaden que la virilidad… Bueno, pasemos a laseñorita.

Madre. Amén.

Margarita. Diecinueve, diecinueve años,padre.

Padre. (anota,) Diecinueve años. Unpimpollo.

Novio. Yo siempre le digo pimpollo.

Padre. ¿Padre y Madre, Jeremías?

Novio. En la Patagonia. Muy Lejos. Im-posible hacerlos viajar. Me hubiera gus-tado, pero.

Padre. Muy lejos, viven en el carajo(anota.) Ausentes por lejanía. ¿Usted,Margarita?

Margarita. Huérfana.

Padre. Olalá, pobre criatura… (a la Ma-

Dramática Latinoamericana de

dre.) ¿Escuchó eso?

Madre. (asiente, luego echa más incien-so.) Amén.

Margarita. Huérfana. Mis dos padresmuertos en un accidente.

Padre. (anota.) ¿Qué clase de accidente?

Margarita. Accidente aéreo.

Padre. (anota.) Tragedia aérea. Los ejecu-tivos de coca cola jamás viajan en el mismoavión. Por qué no se seguirán esos buenosejemplos me pregunto yo…Muy bien, cum-plidos los trámites ya podemos pensar enformalizar esta ceremonia. Queremos unacto sencillo, austero. Nos espanta la frivo-lidad. Antes, claro, pedimos al estimadopúblico aquí presente que si alguien tienealgo que decir, que lo diga ahora o calle parasiempre (se pone en posición de escuchar, laoreja en dirección del público.) ¿Nada, ma-dre? Yo no escucho nada.

Madre. Sin cantar victoria, que nuncafalta un buey corneta (agita el incensa-rio.) Amén.

Padre. (tomando el rol de una personadel público.) ¡Un momento! (en el rol delsacerdote.) ¿Qué pasa? ¿Alguien habló?¿Fue alguien del público? Escuché algo(en el rol de opositor.) Un momento. Fuiyo, que pido que se detenga esa ceremo-nia.

Madre. Qué dije yo, padre.

Padre. (sacerdote.) Muy bien, la ceremo-nia se detiene. Lo escuchamos con sumaatención. Diga lo que tiene que decir.

Madre. Amén.

Padre. (opositor.) Ese muchacho… (comosacerdote, señala con el dedo a Jeremías.)¿Cuál? ¿Este?…(como opositor.) Ese, pre-cisamente ese… (como sacerdote, a Jere-mías.) Parece que la cosa es con usted,Jeremías… Atenti, los ojos abiertos, dis-puesto a defenderse si es necesario (alopositor.) Siga caballero. Ya tiró la prime-ra piedra, ahora sí que no puede que-darse callado.

Madre. Amén.

Padre. (opositor.) Ese muchacho les mirael culo a las chicas.

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Silencio tenso.

Margarita. (teatral, se tapa el rostro con lasmanos.) ¡Horror!

Padre. (aprobando el gesto de la mucha-cha.) ¡Muy bien! Sufriendo con esa mar-cada desesperación… (como opositor.) ¿Re-pito? (como sacerdote.) No, no es necesa-rio. Entendimos perfectamente. Pero aho-ra queremos pruebas. Nos disgusta lainjuria gratuita, el mero palabrerío… (seinterrumpe tomando el rol de opositor.)¡Tengo pruebas!

Madre. Amén.

Padre. Hummm… ¿Qué dice, madre?Escuchó con que firmeza me contestó.Tiene pruebas (al opositor.) Las pruebas,caballero.

Madre. Amén.

Padre. (como opositor.) Yo viajo todas lasmañanas con ese señor, en el subterrá-neo (como sacerdote.) Rumbo al trabajo,supongo (como opositor.) Rumbo al tra-bajo, supone bien. El no deja de mirarleel culo a las chicas, en ningún momen-to. También a algunas señoras, tambiéna algunas señoras.

Novio. No lo puedo evitar…

Padre. (como sacerdote interrumpe alnovio.) Shhh, calladito. Ya le va a tocar elturno a usted.

Madre. Que la novia haga algo, por fa-vor. Que no se quede parada como unamarmota.

Padre. Corresponde, Margarita.

Margarita. (se tapa el rostro.) ¡Qué horror!En qué infierno se está convirtiendo mivida.

Padre. Muy bien (a la Madre.) ¿Satisfecha?(la Madre asiente.) Sigamos entonces.

Madre. Amén

Padre. (en el rol de sacerdote, al oposi-tor.) Tiene algo más que agregar (comoopositor.) ¡Sí!

Madre. Amén.

Padre. (como sacerdote, a Jeremías.)

Dramática Latinoamericana de

Creo que está preparando el golpe delnocaut. Confío en su fortaleza, Jeremías,vamos a ver si resiste el embate (al opo-sitor.) Adelante (como opositor.) Tambiénmira tetas.

Novio. Es que no tengo remedio. Losojos se me van para ahí, no lo puedo evi-tar.

Padre. (frena las quejas de Jeremías conun gesto, interroga al opositor.) ¿Algo más?(como opositor.) Algo más, claro que sí.

Madre. Amén.

Un gritito de desesperación de Margarita,con los labios apretados.

Padre. (al opositor.) Adelante entonces,seguimos escuchándolo (como opositor.)Y tiene erecciones.

Madre. (estalla, al opositor.) ¡Hombre fe-roz, implacable! ¡Como el herrero que ma-chaca el hierro candente! ¡No puede ca-llar!

Padre. (como sacerdote, a la Madre.)Agrega nafta al incendio, no tiene un cén-timo de piedad, pero no podemos pedirleque se calle. Es nuestro deber. Siga ca-ballero (como opositor.) Cuando llega a laoficina revienta el pantalón

Novio. ¡Pero nadie se da cuenta! ¡Metapo con el diario! ¡Para eso me comproel diario todas las mañanas!

Padre. (como opositor.) ¡Hipocrecías!Todo el mundo está enterado. El porte-ro, el ascensorista, las secretarias… Eseasunto de la erección matutina no pasódesapercibido para nadie.

Silencio denso, se escucha sólo los aménde la Madre, que agita el incensario.

Padre. (a Jeremías, como sacerdote.)Este sí que fue un disparo certero, Jere-mías. Clavado bajo la línea de flotación.Su barco se hunde, Jeremías. Se va apique… (al opositor.) ¿Algo más, caballe-ro?

Madre. Amén.

Padre. (como opositor.) ¿No le parecesuficiente? ¿Qué otra cosa quieresaber?…(como sacerdote.) No, no, nadamás. Suficiente para mí. Con todos los

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datos que tengo a mi disposición me co-rresponde tomar una decisión.

Madre. Ese hombre sabía de qué estabahablando. Ningún charlatán.

Padre. Ningún charlatán (a Jeremías.)Mucho me temo, Jeremías, que usted noestá en condiciones de tomar a Margari-ta en matrimonio. Tengo que oponermea eso, no lo puedo permitir. Tiene fierosantecedentes, todos le pesan en su con-tra.

Margarita. ¡Qué pena! Me había hecho tan-tas ilusiones. Meses cosiendo este vesti-do blanco que ahora me parece una mor-taja blanca (se aparta del Novio y se re-fugia entre los brazos del Padre.) ¡Papá!(llora.)

Padre. (la abraza con ternura.) Ah, meparece tener un Vesubio en el pecho.

Silencio. El Novio busca alguna manera devolver a colocarse. Cree haberlo encon-trado.

Novio. (señala con un dedo rígido.) ¡Unacucaracha, padre!

Nadie le hace caso.

El Novio aplasta la cucaracha sin muchoentusiasmo, como un acto de rutina quenadie comparte.

Padre. ¿La cena, madre?

Madre. Pato salvaje con papas.

Padre. Conozco el menú. Le preguntosi está lista.

Madre. Margarita se estaba ocupando deeso (Margarita asoma la cabeza entre losbrazos de su padre y asiente con la cabe-za.) Todo está en manos de ella.

Padre. (a Margarita.) ¿Tu debut comococinera?

Margarita. Mi debut, padre. Espero que mehaya salido sabroso.

Padre. ¿Poca sal?

Margarita. Muy poca. Hay que cuidar lasalud.

Padre. Creo que a todos nos vendría

Dramática Latinoamericana de

bien probar algún bocado. Yo siento comoun vacío aquí.

Margarita. (se enjuga las lágrimas.) Voy aencargarme de la cena. El pato ya debede estar listo.

Madre. ¿Cubiertos para tres, padre?

Padre. Para tres, muy bien.

Silencio.

Novio. No merezco semejante castigo.Pido una nueva oportunidad.

Nadie quiere escucharlo.

Novio. ¡Estoy dispuesto a recuperar elamor de Margarita, señor Guzmán! Harélo que haga falta.

Margarita. (lo enfrenta.) ¡Guacho, hijo demil putas, la puta que te parió!

El Novio retrocede, como si los insultos fue-ran golpes.

Margarita sale.

El Padre acude en auxilio del muchacho,lo contiene con un abrazo

Padre. Habla desde su dolor, Jeremías.No tiene que responderle. Calladito. Laboca chiusa y la lengua en el culo.

Novio. Yo.

Padre. ¿Usted, Jeremías? Sí, ¿qué?¿Qué se le ocurre decir ahora? Tenga cui-dado. Una palabra de más y su situa-ción, que es pésima, puede empeorar mástodavía.

Novio. (no se atreve.) Nada, padre.Nada.

Padre. Tómese un taxi, Jeremías. Segasta unos pesos pero viaja cómodo. Yen su casa tírese a mirar televisión, tratede no pensar en nada. Para eso la televi-sión es lo mejor. Distrae, nos pone lamente en blanco. Es como un narcótico(lo empuja hacia la calle.)

El Novio se retira, vencido, la cabeza y loshombros gachos.

Padre. (a la Madre.) ¿Comprende algode todo esto?

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Madre. Nadie aspira a comprender elabismo. Se lo ve y se tiembla, como yoestoy temblando.

Entra Margarita, con una olla humeante.Ya no viste de novia. Lleva un delantalde cocina.

Margarita. ¡A cenar, vamos! ¡Queridos pa-dres míos, a cenar! ¡Vamos, vamos!

Madre y Padre se precipitan hacia la olla,espían el interior.

Margarita. Padre, sin remilgos, por favor.Sírvase la presita que más le gusta. Metala mano sin vergüenza. Aunque se ensu-cie los dedos.

Padre. (caviloso.) Muslo.

Margarita. Muslo para usted (mete la manoen la olla, extrae un muslo de pato queentrega al Padre.) Un muslito para miquerido padre. ¿Madre?

Madre. Muslo también. Es mi hábito.Siempre como muslo. Me resulta lo mássabroso del ave.

Margarita. El otro muslito para mi madre(mete la mano, retira y entrega.)

Padre. (masticando.) ¡Qué aroma apeti-toso!

Margarita. Consumí especias de proceden-cia varia, padre. Orégano, albahaca, co-mino. Y vigilé muy de cerca la cocción.Salió muy rico.

Madre. (masticando.) Cierto. Delicioso.

Silencio. Padre y Madre comen, con gusto.

Margarita deja la olla en el suelo y se dirigea proscenio.

Relata al público.

Margarita. Luego Emma comenzó a gemir,aunque al principio débilmente. Grandesescalofríos le recorrían los hombros y seestaba poniendo tan blanca como la sá-bana a la que se aferraban sus dedos cris-pados. El pulso, de ritmo desigual, ha-bía llegado a hacerse ahora casi imper-ceptible.

Madre y Padre se miran. No entienden. Si-guen comiendo.

Dramática Latinoamericana de

Margarita. (continua.) Por su caraazulona que parecía congelada por laemanación de un vapor metálico, corríangoterones de sudor. Daba diente condiente, miraba alrededor extraviadamen-te con sus ojos agrandados y a todas laspreguntas que se le hacían se limitaba aresponder con una inclinación de cabe-za. En dos o tres momentos, llegó inclu-so a sonreir. Poco a poco sus gemidos sefueron intensificando. Se le escapó unaullido sordo. Dijo que se encontrabamejor y que enseguida se iba a levantar.

Madre y Padre vuelven a mirarse. Siguensin entender. Comen.

Margarita. (continúa.) Pero las convulsio-nes hicieron presa de ella.

Padre y Madre dejan de comer, de inme-diato.

Margarita. (continúa.) ¡Ay, Dios mío! –ex-clamó- ¡Esto es una cosa atroz! Charlesse arrojó de rodillas junto a la cama:

-¡Habla, en nombre del cielo! ¿Qué es loque has tomado? Contesta. Y la mirabacon una expresión tan amorosa como ellajamás había visto en sus ojos.

-Pues mira… allí…allí…-contestó con voz des-fallecida. Charles se abalanzó al escrito-rio y leyó. Se quedó paralizado…

Madre y Padre se paralizan. Esperan algograve.

Margarita. (continúa.)…Se pasó la mano porlos ojos y luego continuo leyendo.

-¿Cómo es posible? ¡Ay, Dios mío, socorro!Envenenada, envenenada.

Y Margarita desaparece del escenario, re-pitiendo “envenenada, envenenada”.

Padre y Madre se miran. El Padre huele sumuslo de pato.

Madre. ¿Qué huele usted, padre? ¡Qué haydetrás del comino y de la albahaca? ¿Olora cucatrap etiqueta negra?

El Padre sigue oliendo. La Madre le alargasu pata, para que le huela también.

Padre. Usted, padre sospecha que.

Madre. El veneno provoca dolores de

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vientre, retorcijones.

Padre. Vómitos…

Silencio: se auscultan.

La Madre, precavida, arroja su comida a laolla. El Padre hace lo mismo. Toc toc gol-pean las presas en el fondo de la olla.

Padre. ¿Qué siente usted, madre? ¿Al-gún malestar? ¿Usted me ve palidecer?¿Ve algún cambio en mí?

La Madre se ausculta. Eructa.

Padre. Usted

Madre. ¿Yo? ¿Qué, padre?

Interrumpe el batifondo del motor de unamotocicleta potente, que frena muy cer-ca. Entra el Novio con casco de motoci-clista.

Novio. ¡Padre, padre! Un número. Deluno al diez, un número por favor (sacaun folleto del bolsillo, busca una páginadeterminada.)Un número cualquiera, pa-dre. Sin tantas vacilaciones, pero quesea del uno al diez (encuentra la página,espera la decisión del Padre.) Vamos,padre. Tiente a la fortuna. Un número.

Padre. Pido su ayuda, madre. Un nú-mero. Es una decisión difícil para mí. Nose me ocurre cuál.

Madre. ¡El tres!

Padre. Agradezco, madre (al Novio, muydecidido.) El tres.

Margarita. (desde adentro, se lamenta.) Uy,uy, uy, ¡Qué error!(se asoma, ya no llevael delantal de cocina sino un casco de mo-tociclista que lleva bajo el brazo.) ¿Escu-ché bien? ¿Eligió el tres?

Novio. Eligió el tres.

Margarita. Padre, por qué el tres.

Padre. Me pidieron un número, del unoal diez. Elegí el tres. Tengo derecho. De-fiendo mi elección.

Margarita. Pero por qué justo el tres.

Padre. Se le ocurrió a tu madre. Tuvoun pálpito.

Dramática Latinoamericana de

Madre. Una iluminación. Una luz quevino del…

Margarita. (se alza de hombros.) Entoncesjeremías le va a leer lo que le correspon-de. Número tres, Jeremías.

Novio. ¡No! ¡Jamás! No me atrevo. Cómole voy a leer esto que… (le entrega la revista aMargarita.) Fijate lo que dice ahí. Sería ungolpe muy dificil de asimilar. Pobre viejo.

Madre. Viejos son los trapos.

Margarita lee, interesada.

Padre. (ansioso.) ¿Qué dice ahí, hija?Léeme.

Madre. (igual.) Parece que no le favore-ce el horóscopo, padre.

Margarita. ¡Para nada! Yo tampoco me atre-vo, esto es terrible. No puedo leerlo.

Margarita se desembaraza de la revista.

Margarita. ¿Cenaste, Jeremías?

Novio. No. Y tengo mucho apetito. Vinemuy rápido por eso.

Margarita. Entonces vamos a cenar (secalza el casco.)

Novio. ¿A Pipo?

Margarita. A Pipo, cómo no. Tengo ganasde comer fideos.

El Novio y Margarita salen. La motocicletaarranca con gran estrépito y parte a granvelocidad.

El Padre se precipita sobre la revista, revi-sa las páginas buscando.

Padre. ¿Qué carajo nos depara el desti-no, madre? ¿A usted se le ocurre dóndedice eso? Madre, ayúdeme. ¡Busque lapágina que corresponde!

La Madre busca sin éxito.

Madre. ¿De qué signo es usted, padre?Necesito alguna pista. ¿Cómo puedo en-contrar una aguja en un pajar?

Golpean a la puerta.

Padre y Madre se paralizan.

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Padre. Vaya a ver quién es, madre. Peroespíe con cautela. Identifíquese solamen-te. No se dé a conocer.

La Madre espía, descubre algo que la es-panta y vuelve a la carrera.

Madre. ¡El padre del cóndor! (se abrazaal Padre.) ¿Ahora qué vamos a hacer? Elpadre del cóndor, padre, con toda su sedde venganza.

Padre. ¡Claro que sí, dispuesto al escar-miento! Aplaste esa cucaracha, madre.La tiene muy cerca del pie izquierdo.Estira el pie y.

La Madre aplasta la cucaracha, con el piederecho.

Siguen abrazados. Esperan.

Vuelven a golpear, ahora con más exigen-cia.

Padre. Ah, me parece tener un Vesubioen el pecho (grita, pide, ruega.) ¡Telón!

Madre. (un susurro temeroso.) Apagón,padre. En este teatro no hay telón. Unasalita con poca estructura.

Padre. (a la cabina de luces.) ¡Apagón!¡Operador, por favor! Es un ruego.

Madre. ¡Una súplica!

Madre y Padre, abrazados, esperan el apa-gón.

Las luces de escena se van apagando, unaa una, hasta la oscuridad total.

En medio de la oscuridad, vuelven a gol-pear la puerta. Muy fuerte.

Fin

Dramática Latinoamericana de

Roberto Perinelli. Correo electrónico:[email protected]

Todos los derechos reservadosBuenos Aires, Argentina. Abril de 2000

CELCIT. Centro Latinoamericano de Creación eInvestigación TeatralDirector: Carlos IanniBolívar 825. (1066) Buenos Aires. ArgentinaTeléfono/fax: (5411) 4361-8348. e-mail:[email protected]: http://argen-guia.com/celcit

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