la ceiba

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M a yo 2005 5 La Calle de los Antojos La Segunda Av. Entre la Cuarta y la Quinta Transversal U na Calle llena de árboles, un sitio agradable para tomar un café, y varias opci- ones divertidas para comer. En otra urba-nización esto sería una calle excepcional pero en los palos grandes es otra más de nuestras vari- adas e internacionales calles.

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revista La ceiba

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La Calle de los

An t o j o s

La Segunda Av. Entre la Cuarta y la Quinta Tr a n s v e r s a l

Una Calle llena de árboles, un sitio agradable para

tomar un café, y varias opci-ones divertidas para comer.En otra urba-nización estosería una calle excepcionalp e ro en los palos grandes es otra más de nuestras vari-adas e internacionales calles.

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Sus fieles defienden esta urbanizacióncomo la más “europea” de Caracas. Lo ciert oes que en esta zona de edificios bajos y acerasdonde se pre s e rvan las caminatas, se ha con-figurado un particular mapa gastro n ó m i c ocon sabor cosmopolita. En locales pequeños,atendidos por sus dueños, se ofrecen desderecetas griegas hasta especialidades cata-lanas. Buena parte de su encanto reside enque allí conviven los pioneros y las nuevasgeneraciones de re s t a u r a n t e s .

Arboles en la Ciudad

En una calle cercana, Valentina Quintero saludará amedia humanidad en su caminata matutina y luego aten-derá personalmente a la clientela de su Tarantín, donde lacomida sabe a nostalgia criolla y casera. En cualquieresquina de Los Palos Grandes, algunas doñas en despre-ocupado look mañanero (vestido-bata, cholas y mediasblancas) cambiarán las impresiones del día, mientras unosm e t ros más abajo, el chef Laurent Cantineaux llegará en subicicleta al Café Atlantique para pre p a r a r, entre otro splatos, su ensalada tibia con queso estilo Camembert en elrestaurante más trendy de Caracas.

Los vecinos de Los Palos Grandes asisten a estas ru t i n a scon la familiaridad de la costumbre. En el fondo, todos sesaben parte de una re s e rva particular de la ciudad: el lugardonde aún se pre s e rvan las caminatas, el saludo entre veci-nos y donde se ha configurado un interesante mapag a s t ronómico con gusto cosmopolita. En esta urbanizaciónde edificios bajos, respetuosos del fantasma sísmico, sepuede optar por comida italiana de trattoria en Mediterr á-neo o recetas catalanas en Can Truita, hacer compras en unm e rcado japonés, adquirir delicatessen en El Rey David,a l m o rzar una olleta criolla en Tupé, apostar por un mezem e d i t e rráneo en Vlassis Le Med o comer japonés en uno delos restaurantes nipones más antiguos de la ciudad. To d oatendido por sus propios dueños.

“Aquí, los dueños de los restaurantes cocinamos. Poreso, son lugares más humanos. Cada uno tiene su estilo ypersonalidad. Lo raro es que tal variedad no haya sido pla-

La Cuadra del Mes

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Tras sus lentes de montura amplia, lamirada de Antonio Fabiano se pierd eal re c o rdar cómo era la urbanizacióncuando se creó Oltre Mare. Era el año1959, él tenía 14 años y su padre lad e t e rminación de comenzar un inédi-to negocio de delicatessen en LosPalos Grandes donde, según sus

2 C a t h a yFusion Asiatica

Tras sus lentes de montura amplia, lamirada de Antonio Fabiano se pierd eal re c o rdar cómo era la urbanizacióncuando se creó Oltre Mare. Era el año1959, él tenía 14 años y su padre lad e t e rminación de comenzar un

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n i ficada. Esto no es como en otros lugares de la ciu-dad donde en todos los restaurantes te ponen lamisma ensaladita de salmón”, hace su dictamenG i l b e rto Martínez, uno de los dueños –y cocinero s –de Vlassis Le Med, un pequeño local que apuesta porrecetas mediterráneas de Grecia, Tu rquía o Líbano.En el local vecino, con el que comparte pared y salu-dos matutinos, se cuecen las sazones locales queo f rece El Tarantín de Valentina. Con el orgullo devecina emblemática desde hace seis años, Quinterod i f e rencia a su vecindario. “Aquí todo el mundo seconsigue caminando y conversa. Así nos enteramosde todo. Y si abre un lugar nuevo, la gente se enterarápido. Nos vemos en la Aída comiendo caracolas oen el Excelsior que es el lugar de reunión. Nos senti-mos como en un mundo aparte”, sentencia Quintero .Sentado en la terraza de su Arábica Café, y mientras saluda a su clientela de buen porte e indis-pensable T-Motion, Jean Paul Coupal llega as i m i l a res certezas. “Todo el mundo se conoce. Inclu-so sabemos qué perro tiene cada quien. Aquí todavíala gente se saluda”.

Comida del otro Lado del Mundo

Esa amable geografía, extinta en otras zonas de la ciu-dad, ha permitido una particular carta gastronómica a laque Valentina Quintero se sumó hace nueve meses con sub reve restaurante-tienda de exquisiteces criollas. “Aquípuedes tener locales pequeñitos: un restaurante de 100mesas no funciona. Lo bueno es que son atendidos por susdueños que también son nuestros vecinos”, cuenta.

Tito Souto, dueño del restaurante Lasserre, se despre n d eun instante de su formalidad para definir su entorno conuna frase de Chespirito. “Esto sigue siendo como la vecin-dad de El Chavo”. Desde hace 33 años, Souto llegacaminando desde su apartamento a este restaurante. Enese religioso re c o rrido de cuadra y media ha visto cómo elvecindario ha ido mutando, mientras su local se mantieneinmune a los años: espejos dorados, alfombras vino tinto,un estricto código contra la informalidad (allí están execra-dos los jeans) y la misma carta de corte francés tradicionalp reparada siempre por el mismo cocinero español, tam-bién propietario. Desde esa vitrina, Souto pueded e t e rminar la génesis del fenómeno gastronómico en Los

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Tras sus lentes de montura amplia, lamirada de Antonio Fabiano se pierd eal re c o rdar cómo era la urbanizacióncuando se creó Oltre Mare. Era el año1959, él tenía 14 años y su padre lad e t e rminación de comenzar un inédi-to negocio de delicatessen en LosPalos Grandes donde, según sus

3 Wo kComida china

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Palos Grandes. “Cuando comenzamos, aquí venía la highsociety de Caracas. El antiguo dueño abrió este lugarp o rque cerca estaba la embajada de Estados Unidos y laC reole”. El primer dueño de Lasserre apostó primero porun local llamado Le Chic Ambassador, donde los clientestenían llave propia, pero con la creación del Centro Plaza,se mudó calles más arriba en el mismo vecindario.

Una nutrida comunidad italiana despertó desde tempra-no el buen apetito en la zona. “Esos inmigrantes italianosque se instalaron en los años 50 no iban a cambiar sushábitos: buscaban su historia. Por ello, aquí comenzó laprimera tienda de delicatessen italianas Oltre Mare y laprimera carnicería de cortes italianos que todavía existe”,dictamina Coupal, con la convicción que le otorga habertenido allí su primer apartamento hace tres décadas y el ojoavizor para abrir, hace 12 años, el Arábica Café en la zona.Su veredicto lo confirma el amable Antonio Fabiano, quiendesde hace 44 años ofrece exquisiteces italianas en OltreM a re. “Mi padre tenía aquí un abasto, pero comenzamos acambiar a delicatessen porque lo pedía la clientela. El ReyDavid y nosotros fuimos los primero s ” .

Trabajos de la Alcaldía

No sólo los italianos configuraron lageografía gastronómica de la urbanización.Una buena nutrida comunidad nipona llevó aque allí se instalara uno de los primero srestaurantes japoneses de Caracas. Antes deque el sushi se extendiera como epidemia,Yozo Okada decidió poner en práctica susestudios culinarios en su patria y, junto con suesposa Esperanza, abrieron un re s t a u r a n t ere s e rvado a los japoneses o sus re s t r i n g i d o sinvitados. “Entonces había cerca de 1.000familias niponas y todas vivían cerca de lazona. Hoy quedan 14”. A estas alturas, surestaurante Sakura tiene su tercer domicilio,s i e m p re en Los Palos Grandes y obviamenteya no es necesario tener los ojos rasgadospara ser su comensal. Mientras tanto, en lazona –y según las cuentas de Coupal– existen14 nuevos sushi bar.

Ese aire cosmopolita, mantenido con la con-stancia de los buenos inmigrantes y la

Tras sus lentes de montura amplia, lamirada de Antonio Fabiano se pierd eal re c o rdar cómo era la urbanizacióncuando se creó Oltre Mare. Era el año1959, él tenía 14 años y su padre lad e t e rminación de comenzar un inédi-to negocio de delicatessen en LosPalos Grandes donde, según sus

4 Sushi Marke tS u s h i

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hospitalidad de los venezolanos, atrajo a nuevas genera-ciones y sus iniciativas. Así, una pareja belga, diestra en ela rte de los bombones, se enamo- ró de Los Palos Grandesy en un rincón casi escondido iniciaron La Praline hace 16años. Ahora Ludo y Lissette Gillis siguen ensayandonuevos bombones en un domicilio hoorable, siempre enlas fronteras de Los PalosGrandes. Y cuando, hace sieteaños, Yanira Lander y su esposo Vincenzo Arimoni deci-d i e ron venir desde Los Roques a montar una pequeñatrattoria llamada Mediterráneo, apostaron por esa urban-ización con una razón muy precisa. “Este el lugar máse u ropeo de Caracas y como somos europeos, nos gustó”,asegura Lander que, aunque criolla, ha asimilado el gentili-cio de su esposo en porte, acento, sazón y alma.

La seducción tuvo otro nombre para Harold Kohn. “Estazona tiene el caché de ser las más multiétnica de Caracas.Es una especie de Soho. El aire que se respira es distinto:es más internacional”. Por ello, hace dos años y medioabrió Arepa Factory para ofrecer sus arepas de masa delga-da y rellenos inesperados como salmón ahumado ob e renjenas al escabeche, bien asimilados por la vecindad.Ese ambiente también sedujo a los jóvenes dueños delCafé Atlantique que decidieron apostar por la zona cuandoc o n o c i e ron la planta baja del edifico Atlantic: un re c o rd a t o-rio intacto de los años 50, creado por Angelo Di Sappio.“Este lugar tiene la talla de un sitio en Nueva York, pero esn u e s t ro”, asevera Jonás Millán.

En la vitalidad de la urbanización, La Cuadra Gas-t ronomía tiene mención necesaria. Allí, junto al nuevorestaurante Tupé, aguarda Atar, una tienda de exquisiteceselaboradas por Eliza Arcaya y Morella Atencio. Ambas lle-g a ron con lo que hay que llegar: una propuesta original yuna apuesta incondicional por la zona. “Cuando buscamosun local, nuestra única condición es que fuera en Los PalosGrandes. No había otra opción. Es una zona que tienecarácter y hay contacto personal”, resume Arcaya.

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Noticias de la Comunidad

La Policiallama al 171

Q u i n t e ro se sumó hace nueve meses con sub reve restaurante-tienda de exquisiteces criol-las. “Aquí puedes tener locales pequeñitos: unrestaurante de 100 mesas no funciona. Lobueno es que son atendidos por sus dueñosque también son nuestros vecinos”, cuenta.Tito Souto, dueño del restaurante Lasserre, sed e s p rende un instante de su formalidad parad e finir su entorno con una frase de Chespirito.“Esto sigue siendo como la vecindad de ElChavo”. Desde hace 33 años, Souto

Cambio de Hora7 a.m.

Nos sentimos como en un mundo aparte”, sen-tencia Quintero. Sentado en la terraza de suArábica Café, y mientras saluda a su clientela debuen porte e indispensable T-Motion, Jean PaulCoupal llega a similares certezas. “Todo el mun-do se conoce. Incluso sabemos qué perro tiene

Blockbuster Clausurado por el Seniat

Motion, Jean Paul Coupal llega a similare sc e rtezas. “Todo el mundo se conoce. Inclusosabemos qué perro tiene cada quien. Aquítodavía la gente se saluda”.Esa amable geografía, extinta en otras zonasde la ciudad, ha permitido una particular car-ta gastronómica a la que Valentina Quinterose sumó hace nueve meses con su bre v erestaurante-tienda de exquisiteces criollas.“Aquí puedes tener locales pequeñitos: unrestaurante de 100 mesas no funciona. Lobueno es que son atendidos por sus dueñosque también son nuestros vecinos”, cuenta.Tito Souto, dueño del restaurante L a s s e rre .Esa amable geografía, extinta en otras zonasde la ciudad, ha permitido una particular car-ta gastronómica a la que Valentina Quinterose sumó hace nueve meses con su bre v erestaurante-tienda de exquisiteces criollas.“Aquí puedes tener locales pequeñitos: unrestaurante de 100 mesas no funciona. Lo

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