la bella despierta... al fin

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Relato e ilustración: Juan Carlos Di Pane Sánchez©

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Relato sobre la vida de la Bella Durmiente 40 años después de aquellos acontécimientos que la hicieron famosa.

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Relato e ilustración: Juan Carlos Di Pane Sánchez©

La bella despierta… al fin. Juan Carlos Di Pane Sánchez©

Tanto el relato como la ilustración están sujetos al derecho de autor

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fectivamente, era ella. Nunca olvidé su rostro, aunque hubiesen pasado tantos años desde que supe de su existencia; los suficientes como para que la flacidez de carnes y las raíces de sus canas desdibujaran la hermosura que la hizo

legendaria. Jamás esperé encontrármela en la fila del supermercado, reclinada, apoyando sus antebrazos en la manija de un carro de compras colmado de: útiles escolares, ropa infantil, cajas de leche y diversos artículos de limpieza. Sus patas de gallo delataban un cansancio añejo. - Disculpe… Es Usted ¿verdad majestad?... ¡¿Es “La Bella Durmiente”?! –fue mi perspicaz pregunta, la que por única respuesta obtuvo una transparente mirada de fastidio que podría traducirse como: “¡Otro imbécil que cree en cuentos…!”. Me deshice en presentaciones: “Que si yo era un reportero novel”, “Que si siempre estaba en la eterna pesquisa de la entrevista que me consagrase”, “Que ella era mi gran oportunidad”, “Que por favor accediera a tomarse un café conmigo para entrevistarla”, “Que por favor… ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor!”. - Lo siento mucho, pero esta princesita destronada tiene la agenda saturada. –La decepción infantil de mi rostro debió hurgar en su conciencia, porque inmediatamente, mientras guardaba la tarjeta de crédito en su cartera, retomó la palabra- …aunque en honor a la verdad, yo sola no puedo con todos estos paquetes; he dejado el coche aparcado a dos calles de aquí. Así que si eres tan amable de echarme una mano, el tiempo que tardemos en llegar será todo lo que puedo dedicarte… -raudamente tomé con la mano derecha dos de las cinco bolsas que había preparado y con la izquierda busqué en el bolsillo interior de mi chaqueta la grabadora, poniéndola en acción- …muy bien, dispara… - ¿Cómo transcurrieron exactamente los desafortunados hechos del día de su bautismo? - En primer lugar, si te refieres al gran lío que dio origen a una serie de cuentos, no fue en mi bautismo. El escándalo se produjo durante la fiesta de mis quince años. - ¡¿Todo pasó esa misma noche?! ¿Las hadas, aquellos dones fabulosos que le regalaron, la maldición y el pinchazo en el dedo? - ¡Ay los benditos regalos! No fueron tan fabulosos y más de uno estaba envenenado… ya me entiendes, no como la manzana de Blanca Nieves, sino metafóricamente hablando. ¿Qué si me otorgaron el don de “La Belleza”? ¡Ja! ¡Qué va! Simplemente me regalaron un ejemplar de “La Dieta Scardale”, un kit de depilación a la cera y una inscripción como socia vitalicia en un gimnasio; nunca me advirtieron de que las cremas y las cirugías debía costeármelas yo solita… - Bueno… Pero ¿Y qué me dice de todas aquellas habilidades artísticas que le otorgaron?… -Pregunté al detenernos en el semáforo en rojo del primer cruce. - ¡Mis habilidades artísticas las desarrollé a fuerza de constancia y disciplina! -enfatizó visiblemente ofendida-… ¡Y no porque realmente me gustaran el canto, la danza y tocar instrumentos!… desde muy jovencita demostré mi talento hacia las finanzas, pero en mi familia esos no eran temas para chicas; así que me obligaron a

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La bella despierta… al fin. Juan Carlos Di Pane Sánchez©

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estudiar música y cuanto instrumento se cruzase. Al final lo hacía bien… pero lo odiaba. - Entiendo… -En realidad estaba desconcertado; aquella historia que me contaron se caía a pedazos- ¡Pero no podrá negarme que con los dones de “La Valentía” y “La Sabiduría” acertaron! –sonreí triunfalmente, regodeándome en mi astuta observación. - ¡Jajaja!... ¡Si hasta terminarás cayéndome simpático!... Claro, como una mujer no puede ser naturalmente valiente, algún hada tuvo que inocularme semejante virtud ¿No?... y lo de “La Sabiduría”, eso depende de quién te haya venido con el cuento. Si fue el tal Perrault, nunca me otorgó inteligencia innata o regalada. Y si fueron los hermanos Grimm… pues resulta que sí, un hada me dio tal don. Al parecer es la única manera de que las mujeres tengamos inteligencia, a golpe de barita mágica. Así y todo, los Grimm solamente me dieron la sabiduría justita, que no me alcanzó siquiera para aprender a manejar una rueca sin pincharme… en fin. - ¿Entonces…? La maldición de la Bruja Malvada… Tampoco existió ¿verdad? - “Bruja malvada” no, “Maldita bruja”… es como llamaban a mi tía Ada Luz en casa. Llegó tarde a la fiesta; en realidad no la habían invitado, la consideraban “la oveja negra de la familia” y temían algún escándalo… Ada siempre fue una mente libre: a los 20 años se fue de casa, se labró su propio destino, vivió en comunidades hippies, se licenció en Antropología en París y aun hoy es una feminista militante… -Su mirada se perdió nostálgicamente entre la gente que pasaba a nuestro lado dándonos codazos-… Aquella noche traía el mejor regalo que me hayan hecho jamás. Les propuso a mis padres llevarme con ella, una vez que yo cumpliese mis 18, de viaje por distintas partes de Asia y África y dijo que si fuese mi deseo, me financiaría los estudios universitarios que yo escogiese allá, en París, donde aún vivía… -De golpe la mirada volvió al presente cargada de resentimientos- ¡Imagínate mi padre! ¡Hervía en ira!... le gritó frente a todos que nunca permitiría que su única hija se convirtiese en una bruja casquivana como ella, y la echó. Después de aquello me encerró en su castillo particular, aterrado por la idea de que le decepcionase; hasta que conocí a mi ex. Era lo suficientemente adecuado para las expectativas de papá y mamá… ¡Jajajaja!, claro ¡Si ellos mismos me lo presentaron! Lo calcularon todo. Ante mis ojos ese atractivo jovencito se convirtió en el Príncipe Azul que me rescataría del hastío. Y así fue, me sacó de aquel castillo… para encerrarme en otro. -Habíamos llegado a su coche. Depositó las bolsas en el asiento trasero, tomó las otras de mis manos, me miró y sonrió gentilmente- Bueno… Suerte con el artículo y gracias por tu ayuda. - Así que la mayor mentira fue lo de “Y vivieron felices para siempre…” - ¡Qué joven eres! ya aprenderás que no todo es blanco o negro. También hubieron buenos tiempos… tengo dos hijos hermosos que iluminan mi rostro con sus sonrisas cada vez que decaigo. Además, fui yo la que eligió cambiar un yugo por otro y preferí ponerme una venda en los ojos… Hasta que una mañana al levantarme me enfrente a la amargura que reflejaba el espejo y me dije: ¡Despierta bonita!... y se rompió el hechizo. Me divorcié, viví con varias amigas hasta que conseguí trabajo y vendí los magníficos instrumentos musicales que me regaló mi padre para pagar los estudios nocturnos en empresariales que estoy cursando, a mis casi cincuenta años...

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- Majestad, ha sido un verdadero honor… – subiéndose al coche volvió a sonreírme. Pero por favor, antes de dar por finalizada la entrevista, podría decirme ¿Cuál cree Usted que es la moraleja de su historia? - ¡Uy cuanta responsabilidad!... No sé, tal vez que no hay que esperar un beso de amor para despertar, sólo basta con el amor hacia una misma. Que tú eres tu propio príncipe o princesa azul, o rosa, o verde, amarillo o violeta… ¡¿Qué más da el color?!… y lo más importante… Que nunca es tarde para despertar. –Dicho esto, sin volver a mirarme, cerró la puerta, puso en marcha el motor y partió hacia su propio destino, el que ella, orgullosamente sola, decidió construirse.

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