la actual política de alianzas del pc: un análisis desde la perspectiva del leninismo
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La actual política de alianzas del PC: un análisis desde la
perspectiva del leninismo
Juan Andrés Lagos
Miembro de la Comisión Política y Encargado Internacional del Partido
Comunista de Chile
He pensado en una exposición de tres componentes. La primera, es que
frente a lo que Lenin hizo, escribió y reflexionó hay cuestiones principales
que siguen teniendo plena vigencia y que ayudan a la conducción de los
procesos emancipadores en esta etapa de la humanidad. Lo segundo, es que
quiero relacionar esto con lo que ha sido, de una u otra manera, la
trayectoria de la política emancipadora del Partido Comunista en la
historia. Más bien para marcar algunos hitos, y esto tiene un componente
histórico. Y lo tercero, es hablar desde la política actual. Por lo tanto, desde
antemano, espero y repito no extenderme mucho y que esto sea interesante
para todos ustedes.
Lo primero es que creo que a Lenin hay que tomarlo desde el aporte de lo
que significa la conducción de una estrategia y una táctica que orienta la
transformación y la lucha emancipadora. Esto es algo que todavía es
importante tenerlo como un elemento principal puesto que el punto de
arranque de Lenin, el punto de partida de Lenin y el precedente a lo que
Lenin produce en su reflexión teórica y reflexión revolucionaria está en
Marx y Engels.
Lenin recoge cuestiones sustantivas de Marx y de Engels respecto de la
elaboración de una estrategia y una táctica de transformación y de lucha.
Qué es lo que uno puede considerar como cuestiones principales en el
pensamiento de Marx y Engels, a propósito de una estrategia y una táctica
de emancipación, entre sus tesis principales. No todas, pero las principales.
Cosas que podrían aparecer evidentes hoy, pero que sin embargo, desde el
punto de vista de la historia es importante tenerlas como componentes de
una construcción de análisis y también de acción.
Las menciono solamente:
La supeditación de las tareas cotidianas del movimiento obrero y popular a
los objetivos finales de la lucha del proletariado en su conjunto.
La Revolución como concepción de revolución permanente. Eso está en
Marx y está en Engels.
La unión de la lucha de los trabajadores con las luchas emancipadoras que,
desde el punto de vista de alianzas, se van construyendo y, particularmente
en tiempos de Marx y Engels ellos explicitan la necesidad de esa alianza
particularmente con el campesinado.
La unidad nacional e internacional de los trabajadores y de la construcción
de los movimientos emancipadores desde esta perspectiva.
La insurrección armada como una posibilidad que en un momento
determinado puede ser necesaria para el proceso de transformación y
emancipación.
El apoyo del proletariado a las reivindicaciones progresistas de la pequeña
burguesía.
Los bloques temporales que el proletariado y los trabajadores pueden
construir con partidos pequeño burgueses.
Y la elaboración de una táctica teniendo en cuenta las peculiaridades de
cada país.
Estas son las cuestiones que, más menos, se pueden recoger en lo que son
las aproximaciones principales que Marx y Engels hacen a las definición de
una estrategia y una táctica emancipadora.
A Lenin le toca vivir un tiempo cualitativamente distinto. Después de la
muerte de Marx y Engels, en el movimiento de trabajadores que ya se
empinaba con una perspectiva mundial, se produce lo que se denomina el
período, el dominio, en cierto tiempo del oportunismo en la II Internacional
que tratan de erradicar las tesis marxistas, principalmente, las de estrategia
y táctica. Las que hemos mencionado.
No hay tanto un cuestionamiento a las aproximaciones teóricas de Marx y
Engels en otro ámbito sino que lo que se produce ahí por parte de estos
sectores, que posteriormente Lenin combate y los denomina los sectores
reformistas, repito, no es un cuestionamiento, no es un intento, de
derrumbar las tesis de Marx y Engels respecto de componentes filosóficos
y de la interpretación de la historia, sino que apuntan principalmente a
aquellas cuestiones que tienen que ver con la estrategia y la táctica. Es
decir, con aquellas cuestiones que en un momento determinado producen la
transformación.
Lenin entra al protagonismo de la historia en este contexto, pero también, y
eso es súper importante tenerlo presente, entre finales del siglo XIX y
comienzos del siglo XX, este viejo capitalismo da pasos al capitalismo
premonopolista y que desplaza rápidamente esta fase para entrar en la fase
imperialista.
O sea, del capitalismo monopolista de especulación financiera, que si uno
mira respecto de la interpretación marxista - en los Gründrisse Marx lo
predice -, Lenin lo desarrolla como teoría. Y está la actual, la que vivimos
ahora, el tiempo de la mundialización de este capitalismo monopolista en
su fase financiera.
Esta, una etapa de maduración de un estado superior y que algunos
marxista actualmente denominan como la mundialización del capital, que
era una fase que evidentemente se consideraba como una probabilidad
desde el punto de vista de la perspectiva histórica.
Lenin entra a esta fase de la historia. Su pensamiento y su acción están en
el contexto de esta situación. Y en esa perspectiva, Lenin desarrolla una
serie de concepciones, una serie de orientaciones y reflexiones que podrían
denominarse “la estrategia y táctica leninista” porque son propiamente
parte de una reflexión, evidentemente colectiva, pero que está puesta en lo
que es la literatura que Lenin desplegó y desarrolló con mucha pulcritud y,
por otro lado, con mucho sentido de la incidencia en las condiciones
concretas en las cuales le tocó vivir. Es imposible separar dialécticamente
la riqueza del pensamiento de Lenin de las condiciones históricas concretas
que vivió. Incluso muchas de sus reflexiones apuntan y tienen como
referente este tipo de cuestiones.
Un paréntesis: muchas veces uno de los grandes debates en el campo de la
reflexión revolucionaria - yo me pongo en el campo de la reflexión
revolucionaria - es cómo hacer que el pensamiento revolucionario leninista,
o cómo enfrentarlo de tal manera que tampoco se nos transforme en una
especie de paradigma estático, ahistórico, cuando tiene ese componente
muy fuerte. Es decir, mucho de los textos leninistas tienen que ver con
situaciones histórico concretas que Lenin enfrentó en la construcción del
proceso de estrategia y táctica revolucionaria. Pero eso lo digo sólo como
un paréntesis de reflexión para ubicarnos en nuestro asunto principal.
Lenin ya dijo algunas cuestiones que es importante rescatar hoy que “toda
táctica y estrategia revolucionaria debe ubicarse en una situación histórico
concreta”. O sea, una estrategia y una táctica revolucionaria tiene sentido
en la medida en que se ubica en esa situación histórico concreta. Tanto en
el ámbito de la situación histórico concreta nacional como también
internacional o mundial. No es algo que se pueda separar.
Por otro lado, Lenin dice: “es necesario para construir una estrategia y una
táctica, tener presente la correlación de fuerzas entre las clases dentro del
país y también en el ámbito mundial”. Este es un concepto genial que
Lenin desarrolla en su práctica revolucionaria y también en su reflexión. Es
decir, instala la idea de que una estrategia y una táctica necesariamente
tienen que estar ubicada en el marco de lo que son las correlaciones de
fuerzas de las clases. Aquí no está hablando de representaciones políticas,
está hablando de las clases.
Y esto es lo que Lenin denomina, en una mirada de estrategia y táctica, las
condiciones objetivas. Condiciones objetivas que Lenin las ubicas en un
cuadro donde la atención principal él la coloca, luego de “resuelto esto”, en
la perspectiva del problema de la subjetividad del movimiento. Es decir, el
problema de los trabajadores y el movimiento que va a producir la
transformación.
Es extraordinariamente interesante ver como Lenin vincula estas
condiciones objetivas a la necesaria relación de análisis dialéctico con lo
que se denomina, después de Lenin, las condiciones subjetivas; porque
Lenin lo que hace es trabajar con la idea, con el concepto, del sujeto y por
lo tanto, coloca como cuestión principal, desde el punto de vista de la
transformación, la acción de los trabajadores y de las masas. Esto es lo que
determina, en término prácticamente totales, el énfasis que Lenin coloca.
En ese contexto, qué ideas son más importantes tener presentes porque creo
que son cuestiones esenciales que hoy día siguen trascendiendo, a pesar de
todos los cambios que se han producido:
Uno, la idea de que la hegemonía del proletariado en la lucha emancipadora
debe ocupar un lugar central en la estrategia y en la táctica. Repito, la
hegemonía del proletariado. Creo que es muy importante tenerlo presente
porque uno de los ulteriores debates, incluso en este período de la historia,
ha apuntado en la perspectiva de observar en qué grado este proletariado es
capaz de producir una hegemonía dadas las circunstancias históricas en las
cuales se desarrolla.
Es un debate desde el punto de vista del diagnóstico de la fuerza principal,
pero también es un debate desde el punto de vista de la fuerza material real
que esa clase tiene, y desde el punto de vista de las condiciones concretas
históricas particularmente de cada país.
Una segunda idea que Lenin desarrolla es que la transformación – fíjense
bien – la transformación de la revolución democrático burguesa en el
cuadro de un estado nacional debe tener siempre como perspectiva la
revolución socialista. Y ahí hace una vinculación muy interesante entre lo
que es estrategia y táctica, porque siempre en el pensamiento de Lenin y en
su concepción, está la revolución democrática como un paso inicial.
Muchos de los debates que él tiene con fuerzas políticas, con fuerzas que
emergen en el proceso pre revolucionario y revolucionaria tienen que ver
con este debate sobre las condiciones objetivas y la subjetividad del
movimiento y la necesidad del proceso de revolución democrática - que
como algunos piensan o creen que estaría acuñado ahora cuando es muy
antiguo - como una condición fundamental desde el punto de vista de
abrirle paso a la construcción de este proceso de revolución socialista.
Nosotros en Chile tuvimos ese gran debate entre las fuerzas de izquierda
durante el período de la Unidad Popular, se acuerdan ustedes. Un debate
desde mi punto de vista personal, muy personal, muy poco fructífero para
la proyección histórica, pero que tuvimos. Era un debate fuertísimo, que se
daba al calor de una situación en que el movimiento era un movimiento
ascendente.
Quiero decir que en el pensamiento leninista la idea de la vinculación entre
revolución democrática y objetivo socialista o revolución socialista la
vincula al momento en el cual se ubica el movimiento emancipador. Es
decir, Lenin considera que es factible pensar que se acortan los plazos, por
decirlo así, o los tiempos, en la medida en que el movimiento obrero y de
sus aliados están en una situación de ofensiva, y ahí se puede – dice él –
producir una aproximación desde el punto de vista de los tiempos
históricos. Pero incluso lo plantea como una condición.
En tercer lugar, yo creo que es importante rescatar la concepción leninista
de que la victoria de la revolución socialista – está pensando a nivel
mundial – se puede dar en uno o varios países, y por lo tanto, depende
mucho también de las condiciones históricas y las condiciones nacionales.
Este es el debate que cruza fuertemente con lo que posteriormente se
denomina el trotkismo, que es un debate histórico, pero también es un
debate teórico y que también tiene su correlato hoy día, particularmente
con algunas expresiones de lo que se ha denominado el “altermundismo”
en donde la relevancia de las condiciones nacionales se disminuye para
darle paso a esta idea de la revolución planetaria.
Esta es una expresión bien afincada particularmente en Europa y en un
momento determinado, yo diría que hace menos de una década, cuando se
pensaba que las condiciones de la fase del imperialismo permitían pensar
en un sujeto mundializado, y créanme que a pesar de que es una reflexión
que uno pudiera desechar, sin embargo tiene asideros bastante potentes en
algunos que han ido construyendo teoría. Como por ejemplo; Negri y Hart,
cuando desarrollan lo que ellos denominan “la teoría del imperio y de la
multitud”. Estos sectores que ya tienen un arranque de reflexión teórica y
de diferencia, particularmente con Lenin, son los que de una u otra manera
han seguido tratando de desarrollar la idea de que es factible, repito, la
revolución socialista sólo en la medida en que se da de una manera
globalizada en términos actuales.
Ellos, por ejemplo, cuando se produce el proceso bolivariano en Venezuela
y si ustedes leen o miran la página electrónica Rebelión, ahí hay unos
pensadores en esta perspectiva, o la mirada que tienen del proceso
revolucionario boliviano, es muy despreciativa, especialmente porque el
sustrato de la visión teórica radica en este concepto, es decir, que es
imposible un proceso revolucionario en un estado nacional en la medida en
que no se produzcan las fuerzas que generen el cambio y la transformación
general.
Y es tan fuerte esto que cuando se produjo el golpe en Venezuela, estos
pensadores, que tienen todo el derecho a pensar y a escribir, pero también
uno tiene todo el derecho a debatir y a rebatir, la explicación que ellos dan
es que de nuevo la izquierda clásica volvió equivocarse porque no es
posible un proceso revolucionario en un estado nacional sin producir las
transformaciones en un sentido más global.
Digo esto porque también en el pensamiento de Lenin hay una reflexión
que apunta en esta dirección.
Dicho esto, creo que es importante también, de alguna manera mirar desde
el punto de vista de la concepción leninista, lo que él define
particularmente como estrategia y táctica y lo que hace como estrategia y
táctica.
Si uno toma alguno de los textos, Lenin particularmente define la estrategia
como “una determinación de una línea general y de la dirección principal
de la lucha en un momento histórico concreto”. Repito: “determinación de
una línea general y de la dirección principal de la lucha”, que es lo que
traza una serie de otras cuestiones que son parte del diseño más global.
Desde esa perspectiva, desde la perspectiva de colocar la estrategia como el
elemento conductor, Lenin despliega una serie de elementos para definir la
táctica revolucionaria.
Sin embargo, anota que la estrategia de la emancipación, considerando las
condiciones concretas, tiene que sustentarse sobre la base de una cuestión
que él nos legó como un pensamiento extraordinariamente permanente y de
proyección a propósito de la definición de la fase imperialista, y que dice lo
siguiente: “la desigualdad del desarrollo económico y político del
capitalismo en la época del imperialismo trae como consecuencia la
desigualdad de la maduración de las premisas de la revolución social en los
diferentes países, y la desigualdad del desarrollo de la lucha emancipadora
en el mundo capitalista. Esta desigualdad tiene reflejos más hondos en las
diferencias de las etapas estratégicas del desarrollo de la lucha en los
diferentes países”.
O sea, aquí lo que él hace es instalar un análisis en donde caracteriza la
época, pero también refiere a lo que determina una estrategia en situaciones
histórico concretas y le da extraordinaria importancia a las condiciones
nacionales para observar las diferencias estratégicas en cada país, o en cada
situación nacional. Es lo que hace, yo creo, tan rica la experiencia
emancipadora ulterior a Lenin a propósito de lo que ocurre en África y
cómo emerge desde África una cantidad de estados nacionales muy grande
en tiempos históricos muy breves con la idea de los movimientos de
liberación nacional, lo que ocurre en otras parte de Asia y, en cierta
medida, también lo que ocurre en nuestro continente.
En ese sentido, Lenin vuelve a concebir el concepto de estrategia vinculado
a estas dos, algunos dicen fases, otros dicen continuidad, pero vuelve a
vincular el tema de la estrategia al período democrático burgués, Estado
nacional democrático burgués y al proceso de revolución socialista.
Hay pensadores más o menos contemporáneos a Lenin, más o menos, pero
en cierta forma posterior a él, en cuanto al desarrollo, como Gramsci, que
explican la idea de la construcción del proceso de revolución democrática
dialécticamente unido a la revolución socialista y a la construcción
socialista, caracterizando también de una manera, donde se hacen nuevos
aportes a la visión de la hegemonía de la clase trabajadora en un estado
burgués y de condición subordinada al poder imperial. Esa es una reflexión
que creo la motivó Lenin y de alguna manera es parte también de la
reflexión fe pensadores, repito, como Gramsci y otros. Es una reflexión que
uno encuentra en otro tiempo histórico, o muy parecida, en el Comandante
Fidel Castro, en el Che Guevara, en Chris Hanni que fue Secretario General
del Partido Comunista en Sudáfrica y Jefe de su brazo armado, que murió
en una atentado cuando se inicia el llamado proceso de la transición a la
democracia en Sudáfrica, contra el apartheid.
Es decir, hay una serie de experiencias que de alguna manera también
reflejan pensadores revolucionarios a propósito de esta idea de la
progresión histórica entre proceso de revolución democrática y
construcción socialista.
En el caso de Chile también nosotros tuvimos esa reflexión y ese debate y
de alguna manera el movimiento popular chileno, yo diría que desde el
punto de vista de su propia historia, más que recoger, construyó, creo un
camino, una perspectiva estratégica en donde este componente de la
construcción de revolución democrática y perspectiva socialista aparecía en
el horizonte como un escenario posible. Estoy hablando desde la política de
la transformación y de la emancipación.
Qué cosas creo yo que son importantes recoger desde el punto de vista de
lo que Lenin denomina táctica revolucionaria: En primer lugar: la táctica
entendida aquel proceso donde se ponen en tensión procedimientos,
medios, formas de lucha que corresponden – vuelvo a repetir – a un
situación histórico concreta y que contribuyan más a la consecución del
objetivo estratégico. Y aquí tiene una frase que a mí me parece genial y que
tiene una contemporaneidad muy grande cuando él dice: “la forma de lucha
puede cambiar y cambia constantemente en dependencia de diversas causas
relativamente particulares y temporales”.
O sea, al cambio de la forma de lucha, Lenin le dio una importancia crucial.
Y luego dice: “la historia en general y la historia de la revolución en
particular siempre es más rica de contenido, más variada, multifacético,
viva y astuta que lo que puedan concebir los mejores partidos y las
vanguardias más concientes de la clase más avanzada. Esto es
comprensible – dice Lenin – ya que las mejores vanguardias se expresa en
la conciencia, la voluntad, la pasión y la fantasía de decenas de miles, y la
revolución la realizan en los momentos de especial auge y tensión de toda
la capacidad humana, la conciencia, la voluntad, la pasión y la fantasía de
decenas de millones espoleados por la más porfiada lucha de clases”.
Creo que en este concepto hay una síntesis extraordinariamente rica de lo
que Lenin concibió en su concepción teórica, pero también en su práctica
de lo que es táctica revolucionaria.
Le tocó vivir un momento histórico donde se produjeron debates esenciales
y que creo que desde el punto de vista del leninismo es bueno recogerlas.
Cito de nuevo: “Cuando se menosprecia – dice él – la necesidad de un
riguroso análisis táctico – aquí le esta respondiendo a aquellos que están
mirando siempre en la perspectiva del objetivo estratégico pero no se meten
en la práctica. No se meten, por temor, por lo que sea, y Lenin les
responde, dice, a propósito y contra el aventurerismo y el menosprecio del
minucioso análisis de la situación de elaborar la táctica, cito textual: “De un
lado la excesiva preocupación conduce a errores, de otro, no se puede
olvidar que el cálculo sereno de la situación se cambia por el sólo “estado
de ánimo” o por la agitación de banderines rojos, puede incurrirse en un
error ya irreparable, se puede perecer en unas condiciones en que aunque
son grandes las dificultades, la muerte no es ni mucho menos de ningún
modo obligatoria.”
Esta definición de táctica, y hay que recoger porque claro, él no dice. “Mire
táctica es:”. Lo que hizo fue escribir sobre táctica a propósito de debates.
Sin embargo, lleva a la conclusión – creo yo – bastante correcta, de que en
el leninismo la táctica es prácticamente un arte, un arte revolucionario, en
donde también se corre, efectivamente, el riego real de equivocarse, pero
también se puede acertar y hacer avanzar al movimiento en su conjunto. Y
yo creo que esa vinculación entre esa mirada de incidir en la historia, o sea
de buscar la transformación, vinculada a la mirada estratégica es lo que
asegura efectivamente que la táctica sea siempre un proceso de
transformación, aun cuando en un momento determinado signifique
avanzar y aun cuando en un momento determinado aparentemente
signifique retroceder, porque así como él vislumbra el concepto de la
estrategia vinculado al proceso de revolución democrática – revolución
socialista en determinado momento, en tiempos históricos más breves, una
vinculada a la otra, en otros más largo, aquí también visualiza la táctica
como un proceso extraordinariamente contradictorio y cambiante.
Esto creo que tal vez es una de las cosas, desde mi punto de vista, más
jodidas que hemos heredado del leninismo porque en realidad exige un
gran esfuerzo colectivo, tanto de organización, de intelectualidad, de
producción, de acción, en fin. Creo que es algo que nos interpela y desafía
de la historia entre otras cosas porque Lenin desde el punto de vista de su
tiempo histórico expuso un proceso revolucionario extraordinariamente
vigente, particularmente en lo que es la construcción de la perspectiva
revolucionaria y su conquista del poder.
Fíjense que esto él lo vincula a la táctica. Lenin vincula la necesidad de que
el partido revolucionario establezca una relación extraordinariamente
persuasiva con la masa. O sea, la situación de agitación y propaganda, más
que nada agitación, educación de las masas, vinculación de las masas. Él
tiene una frase preciosa a propósito de cuál es la concepción leninista de la
relación partido-masa. Dice: “El revolucionario se puede perder y debiera
siempre perderse en la espesura de las masas, pero estar ahí, adentro. Lo
peor que le puede ocurrir es empezar a interpretar a las masas desde fuera”.
Y no se está refiriendo sólo a un concepto de ubicación territorial física,
sino que se está refiriendo a un concepto subjetivo clave, subjetivo clave.
Vincula también al concepto de la táctica revolucionaria, las formas de
lucha. Y sobre eso, sobre las formas de lucha, vuelve a insistir en la idea de
que una táctica, particularmente en la condición de estados nacionales,
depende del desarrollo económico del país, de la correlación de fuerzas,
pero también de la madurez política de la clase obrera. Se lo plantea como
una condición desde el punto de vista de una táctica exitosa.
Dice él: “El movimiento revolucionario internacional del proletariado no se
desarrolla ni puede desarrollarse de modo igual y con idénticas formas en
los distintos países. Cada país aporta su caudal común de acuerdo a sus
valiosos rasgos originales.” Y por eso es que el llamado a la construcción
del análisis particular desde el punto de vista de la originalidad de los
procesos produce un gran enriquecimiento en una etapa de la historia y lo
está produciendo de nuevo, compañeros.
Yo creo que América Latina ya no es el laboratorio del neoliberalismo.
América Latina es el laboratorio viviente de los nuevos movimientos
emancipadores en un corto tiempo histórico además, en donde empiezan a
surgir una serie de cosas interesantísimas desde el punto de vista de las
transformaciones políticas y sociales.
Yo diría que entes concepto, Lenin se refiere a tres cuestiones importantes:
una, la necesidad de que la táctica revolucionaria esté vinculada al más
profundo trabajo en la construcción de sindicatos. Esto es prácticamente
una condición sine qua non. En el tiempo de Lenin el sindicato es una
fuerza no solamente reivindicativa particular, sino que también es un
concepto que tiene que ver con la organización de la clase trabajadora, por
lo tanto adquiere una fuerza política muy grande. Lenin plantea como una
cuestión fundamental la construcción de sindicatos. O sea, la organización
de la clase obrera en formas de organización propias de la clase, pero que
puedan incidir en la construcción de alianzas con otras clases.
Una segunda cuestión que él plantea para una táctica exitosa es la
vinculación siempre de la táctica a las formas de luchas adecuadas al
momento concreto.
Y una tercera cuestión, compañeros, que Lenin explicita es la necesidad de
que los revolucionarios lleguen al parlamento. Y en este sentido las
definiciones y los debates son súper claros. Fíjense en un debate que él
tiene con aquellos sectores que plantean que no sólo no es necesario llegar
al parlamento sino que no es conveniente llegar al parlamento. La respuesta
de Lenin es muy fuerte. Primero califica a estos sectores de llevar adelante
una política de “izquierdismo sin destino”. Y se está hablando
específicamente de incorporarse a parlamentos burgueses, no se está
hablando de asambleas constituyentes, se está hablando de incorporar a
parlamentos burgueses.
En ese debate Lenin dice: “El parlamento es como una palestra de la lucha
de clases que refleja todos los intereses y conflictos de clases. En las
condiciones de las sociedades burguesas no hay otra institución – dice – en
la que todas las clases participasen tan ampliamente como el parlamento.
La tribuna parlamentaria tiene un gran significado ante las más vastas capas
pequeño burguesas. Por ello los comunistas no deben escatimar energías ni
tiempo para participar en la lucha parlamentaria. Es trascendental que en el
parlamento intervengan los dirigentes del partido. Esto les facilita dirigir
posteriormente la revolución”.
En otro momento del mismo debate, Lenin plantea, a propósito del
intercambio que la lucha parlamentaria no puede ser vista en términos
separados de lo que es el movimiento real en su conjunto. E incluso dice:
“Si se quiere definir esta lucha como extra parlamentaria, de acuerdo,
definámosla como lucha extraparlamentaria, teniendo claro que la lucha
parlamentaria no va a sustituir ni puede sustituir nunca la lucha del pueblo
en su conjunto. Y que siempre una lucha parlamentaria adquirirá su
importancia en la medida en que se ubique en el contexto global de la
táctica y de la estrategia revolucionaria. Renunciar, por principio, a
participar en el parlamento burgués en toda circunstancia menoscaba la
causa del proletariado revolucionario y hace el juego únicamente a la
burguesía”.
Ahí es donde el vuelve a atacar, vuelve a criticar fuertemente lo que él
denomina “las posiciones reformistas” que también creen que sólo y
exclusivamente en la institución parlamentaria se va a producir la
modificación. De hecho Lenin dice: “Hay ciertas circunstancias,
particularmente vinculadas a la situación en la cual el movimiento
revolucionario es ascendente desde el punto de vista de su correlación de
fuerzas en que es necesario reflexionar si es o no necesario, o bueno,
participar en el parlamento”. Repito, lo vincula al momento ascendente del
movimiento. ¿Por qué? Él dice: “esto puede llevar a desatender el esfuerzo
principal de la lucha”.
Nosotros tuvimos también en Chile, en la experiencia de la Unidad Popular
un momento en el cual la idea de la superación del parlamento como
realmente existía estuvo puesta al calor de la fuerte agudización de la lucha
de clases que se produjo. Esa situación se dio. A tal punto se dio desde el
punto de vista de la lucha de clases real de que algunas de las últimas
protestas de lado y lado y lucha callejera de lado y lado se producían muy
cerca, o en el entorno del parlamento. O sea, ya hasta físicamente había
señales de que la agudización de la lucha de clases llegaba a ese punto,
pero también desde el punto de vista teórico cuando Allende, que desde mi
punto de vista, aunque cuando él nunca lo explicitó así, creo yo, un hombre
del cual hay mucho que aprender en el terreno de lo que es el movimiento
táctico de un proceso revolucionario. Allende, en un momento
determinado, junto con sus colaboradores, diseñan la necesidad de una
transformación estructural profunda en el Estado desde el punto de vista de
la institución política y conciben una Constitución que se denominó de
trabajadores donde una de las claves era la superación del parlamento como
existía para dar paso a una asamblea o a un parlamento con representación
muy distinta a la que tenía ese parlamento bicameral.
Si uno analiza lo que está ocurriendo en Ecuador, lo que está ocurriendo en
Bolivia, donde el problema del poder se está centrando en torno a la
definición de las Asambleas Constituyentes, lo que pasó en Venezuela, yo
creo que esta reflexión leninista a propósito del tema del parlamento, es una
cuestión crucial para nosotros, asumiendo también que nuestra historia
también tiene particularidades que necesitamos poner en primer lugar.
Creo que en ese sentido la mirada leninista también está puesta en lo que
denomina “alianzas y compromisos”. Lenin habla de la necesidad, de la
necesidad de aquellos compromisos que provienen de la heterogeneidad de
la clase obrera, del campesinado y otras clases de trabajadores, pero
también dice con la pequeña burguesía y a veces hasta con sectores de la
clase burguesa. ¿Cuál es la condición? Que esto no implique retroceder un
solo paso en lo que son los principios ideológicos, que no es lo mismo que
decir retroceder en función de sostener posiciones.
Yo creo que los que están aquí conocen más menos ese librito donde se
habla de avanzar y retroceder para poder avanzar o para poder consolidar.
En ese sentido, el concepto de alianzas – insisto – no está sólo referido en
el caso de Lenin, a las alianzas de clase, sino que también refiere a lo que él
denomina “compromisos”, e incluso es súper explícito en señalar de que
los compromisos pueden significar en un momento determinado renunciar
al conjunto de la demanda para sostener algunas que permitan producir una
transformación.
Dice Lenin:” Hacer la guerra para derrocar a la burguesía internacional,
una guerra cien veces más difícil, prolongada y compleja que la más
encarnizada de las guerras corrientes entre Estados, y renunciar de
antemano a toda maniobra, a explotar los antagonismos de intereses (
aunque sólo sean temporales) que dañen a nuestros enemigos, renunciar a
acuerdos y compromisos con posibles aliados ( aunque sean provisionales,
inconsistentes, vacilantes, condicionales), ¿ no es acaso algo
indeciblemente ridículo?” O.C. Tomo 3.
Ese debate, a propósito del concepto de compromiso, es también un asunto
que ha cruzado la reflexión, en distintos momentos de la historia a distintos
procesos históricos revolucionarios, pero también se ha hecho parte de la
concepción teórica revolucionaria.
Creo que en ese sentido, particularmente en Europa el concepto de
compromiso fue extraordinariamente enriquecido por algunos pensadores
marxistas y revolucionarios, vuelvo, como el caso de Gramsci, pero
también en el caso del Partido Comunista de Portugal, particularmente en
la etapa en la cual se produce lo que se denominó “La Revolución de las
Flores”, donde aparece de nuevo el concepto de compromiso como
concepción de Estado específico.
La visión leninista, en ese sentido, yo creo que habría que recogerla desde
el punto de vista de lo que a mi me parece que se denomina como
cuestiones esenciales.
Si uno mira la historia del Movimiento Popular chileno, particularmente la
incidencia del Partido Comunista en esa historia, quisiera en ese sentido
relacionar lo que significó particularmente la etapa que algunos
historiadores de la lucha de clases de este país han denominado “período de
acumulación de fuerzas”, que más o menos se ubica en el año 1933
adelante, porque hay adelante una etapa originaria, fundacional. Hay que
rescatarla. Es impresionante lo que significa que un grupo de pensadores y
personas que asumieron la construcción del procesos inicial y que fueron
encabezados por Recabarren sin tener, sin tener la posibilidad de un
apertrechaje teórico, ni siquiera un conocimiento teórico con todo esto,
porque no lo tuvieron, no tuvieron esa posibilidad. Sin embargo, si uno
analiza esa historia y si uno analiza el pensamiento de Recabarren y
quienes lo siguen, se van dando una serie de cuestiones súper importantes
que todavía tienen plena vigencia para entender el carácter del proceso
emancipador chileno.
O sea, mirar a Recabarren, y lo digo sin tratar de herir a nadie, pero
tampoco en un sentido tan peyorativo, mirar a Recabarren como si fuese
una especie de animita de la historia es empobrecer su pensamiento y su
acción de una manera notable. ¡Ah!, sí Recabarren, pero Recabarren
pa’trasito no más, así como si estuviera en la historia, así pegado.
Fíjense que Recabarren y quienes están con él en la construcción del sujeto
principal, en la organización de la fuerza principal, en la construcción de
sindicatos, estamos hablando de la etapa temprana, originaria, Recabarren
no tuvo la posibilidad de leer ni conversar con Lenin y sin embargo, por
reflexión, por intuición, por lo que Ud. quiera, centra su esfuerzo en la
construcción de sindicatos, en la construcción de medios de comunicación
de largo alcance, no se queda en la pura hojita. ¡Ojo! Creo que si
Recabarren estuviera vivo estaría preocupado de cómo hacernos de un
canal de televisión digital. Él levantó unos tremendos diarios, por eso que
la prensa obrera chilena es parte del acervo histórico de la prensa en
general de este país, aquí no se le puede negar ni desconocer la tremenda
incidencia que tuvo. Medios de comunicación con imprentas financiados
por los sindicatos, o sea por esa clase emergente que se organiza, que se
construye.
Y en tercer lugar, cosa que yo creo que es muy particular de la construcción
temprana y originaria del movimiento popular chileno, de la clase obrera y
de los trabajadores: el arte. El arte como construcción de identidad. Creo
que esos son rasgos súper pertinentes, pero repito, esto por un problema de
tiempo, nosotros podríamos observar que se produce este proceso de
construcción y de acumulación de originaria y temprana, más o menos, sólo
para poner un hito, 1930.
De ahí para adelante empieza una nueva historia y esa nueva historia es un
proceso de acumulación ascendente, rápido, poco estudiado por nosotros,
en general. Ese es el período que explica la llegada de Salvador Allende y
de la Unidad Popular a La Moneda. Está bien que hablemos, recojamos y
rescatemos ese breve período histórico de gobierno popular, pero hay que
saber cómo se llegó ahí. ¿Qué pasó en esos decenios non el movimiento
popular chileno, con la construcción de correlación, con las alianzas, con
esta táctica de ir modificando el estado a partir del propio Estado, con un
movimiento popular ascendente que es capaz de flexibilizar su táctica y
particularmente – yo recojo en esto – con un partido comunista que desde
el punto de vista de esta artesanía, o de este arte de la táctica, en un
momento determinado – yo diría – es capaz de diferenciarse claramente y
muy flexiblemente de ciertas situaciones en las cuales aparentemente la
maduración aparente del proceso podía deriva en tácticas más rápidas o
más revolucionarias para llegar a una fase de emancipación temprana. Con
todo respeto me refiero a las fuertes diferencias que el partido comunista
tuvo, por ejemplo, con el partido socialista en este ámbito, que no son sólo
en los últimos decenios antes de la Unidad Popular, son de antes, que tiene
que ver con cómo se xxx el partido comunista con respecto al gobierno de
Eduardo Frei y cómo de alguna manera va construyendo una correlación
que implica poner en perspectiva formas de lucha que privilegian el
objetivo de alcanzar gobierno.
¿Cuál es el papel del movimiento popular? Fíjense, es verdad, no es
solamente la única fuerza, pero en Chile se produce una cuestión
extraordinariamente fundamental y que es un rasgo que sigue siendo
permanente en el carácter de la revolución chilena. Primero la condición de
la clase obrera como fuerza motriz. Segundo, la condición de unidad de esa
clase obrera. El gobierno popular es imposible de ser pensado si no es con
la unidad de es clase obrera. Es imposible, no hay otra fuerza capaz, desde
el punto de vista de la construcción de clase que tuviera la anchura para
provocar la correlación y las alianzas que permitieran aproximarse a la
perspectiva de conquista.
Y en ese contexto, no en el decenio de acumulación del 33 para adelante,
sino que mucho antes, ya mucho antes, la definición ya estaba tomada
desde el punto de vista de la participación en el parlamento. Yo siempre
recuerdo y lo digo porque fue él quien lo señaló en una intervención que
hizo en Estación Central, a propósito de rendirle homenaje al compañero
Galvarino Melo, trabajador minero y después diputado de la república por
el partido comunista, cuando Luis Corvalán dice: los dos primeros
diputados de este partido fueron Luis Emilio Recabarren y Vicente Cruz. Y
a Recabarren a la primera lo echan porque le dicen que jure y él dice yo
voy a prometer. Ah, si usted va a prometer entonces no puede ser diputado
de la República, así que pa’fuera. Pero después volvió a la pelea y salió de
nuevo. Eso son los dos primeros diputados.
Pero después viene una cantidad significativa de parlamentarios, algunos
actualmente en condición de detenidos desaparecidos, otros que marcan
historia porque no solamente tienen que ver con una construcción desde el
punto de vista de lo que son las reformas o las promulgaciones de leyes
desde el parlamento, interpelando al propio parlamento desde el
parlamento, sino también cómo se engarza eso a la construcción del
movimiento popular en lucha y a la perspectiva de alianzas. Siempre es
bueno, en ese sentido recordar porque, claro, Lenin dice, los comunistas
siempre tenemos que aspirar a estar en el parlamento aun cuando sea una
minoría, sea una pequeña minoría. Porque esa pequeña minoría, si tiene el
espacio, construye y ayuda a construir una perspectiva más global. Pero da
fe en que esos parlamentarios van a tener la característica de ser
organizadores, agitadores, promotores. Un verdadero espejo.
Si uno mira la historia de los parlamentarios comunistas, y yo diría de
izquierda para ser bien claros, en Chile yo creo que el saldo a favor del
proceso emancipador es enorme. Es enorme. Los parlamentarios de
izquierda en Chile jugaron un papel notable la mayoría. Y es cosa de
empezar a nombrarlo no más, a partir de Allende, a partir de Julieta
Campusano, de Volodia Teitelboim, Pablo Neruda, Rosendo Huenumán, el
que mencionábamos recién, Gladys Marín, en fin. Hay una expresión muy
significativa de lo que es la subjetividad puesta en la condición del trabajo
de la perspectiva transformadora.
Esa etapa de la historia es muy importante, pero también tengo la impresión
de que necesitamos hacer una reflexión, sin sólo mirar la derrota y tampoco
mirar como si fuera un proceso de victoria incólume, porque algo hicimos
mal que la cuestión no resultó. Obviamente el papel del imperialismo es
clave, pero algo hicimos mal. Y creo que ese algo hicimos mal, pienso que
nos puede ayudar a buscar una síntesis para mirar mejor el futuro en
relación al mayor estudio, más profundo, de lo que fue el período de
acumulación del período del 33 al 70 en cuanto a alianzas de clase, en
cuanto a correlación de fuerzas, en cuanto a movimiento, porque creo que
la caracterización del período desde el punto de vista de la plataforma y del
programa emancipadora era absolutamente correcto. El programa de la
Unidad Popular era absolutamente correcto desde el punto de vista de la
historia. Era lo más revolucionario que podía ser. No tenía ningún sentido,
francamente, esta obsesión de siempre ir pa´delante porque hay que ir
pa´delante. Y lo digo porque uno de los grandes debates en este período fue
éste. Avanzar sin tranzar, decían alguno. Otros decían las tareas socialistas
están en el primer orden del día.
El partido comunista hace una reflexión autocrítica, a poco andar después
del golpe, y plantea un concepto que es importante a propósito de una de
las cuestiones que ya Lenin hereda de Marx y Engels y que tiene que ver
con las formas de lucha, y con la necesidad de la defensa cuando la
burguesía y las clases dominantes ponen al movimiento ascendente en
situación que le impiden seguir avanzando y consolidar la victoria y se
requiere aplicar formas de lucha que permitan la defensa. Ahí aparece el
concepto de lucha armada. Y esa metáfora de Allende que muere
defendiendo La Moneda con un fusil defendiendo la democracia
republicana de este país es lo que heredamos. Es lo que heredamos.
Ahí hay una fase que es importante rescatar, en primer lugar por lo que
significa el período de acumulación y toda la riqueza que tiene porque fue
una acumulación exitosa, pero también lo que significa el vacío y una cierta
caracterización del estado a partir del cual los temas que tienen que ver con
la fuerza material más expresa, que es la fuerza armada, no se desplazó al
pueblo. Y repito, no tiene que ver con el programa sino que tiene que ver
con la forma de lucha y con la consolidación del avance.
Luego de eso, compañeros y compañeras, viene un período histórico en el
cual la contra revolución adquiere forma de dictadura en el continente y
luego viene algo peor todavía, y es que el campo socialista se desploma, y
el movimiento popular chileno ascendente se ve enfrentado a dos
situaciones que históricamente son simultáneas.
Uno, una salida, que es una salida pactada, influida fuertemente por el
poder imperial. Cuando el movimiento está en pleno desarrollo de ascenso.
Es como si fuéramos a destiempo, por decirlo así, como una figura. En
pleno desarrollo de ascenso aparece la salida pactada que tiene como una
condición, una condición fundamental: la exclusión de las fuerzas de
izquierda y del partido comunista en particular. Esa es la condición. Y eso
es lo que produce la división en el campo de la oposición y de resistencia a
la dictadura de Pinochet.
Pero junto con ese proceso se produce, prácticamente en tiempos histórico
simultáneos, el desplome del campo socialista. Y entramos a una fase en la
cual yo diría, la necesidad de sostener posiciones en condiciones de un
aislamiento extremo era fundamental. Pero sostener posiciones no significa
apretar los dientes, significa sostener posiciones desde el punto de vista de
clase, desde el punto de vista político, desde el punto de vista histórico,
desde el punto de vista cultural.
Ocurrió en este período que muchos partidos comunistas se desplomaron
por arriba, por el medio, y otros simplemente apretando los dientes,
también se desplomaron. Una de las cosas por las cuales algunos
consideran que éste partido logró sostener su vigencia histórica, es
precisamente toda su historia anterior, su arraigo en el proceso histórico
chilenos. Un partido que aparece frente a la perspectiva de la emancipación
con una aportación fundamental, que lo hace insustituible desde el punto de
vista de la construcción histórica del Estado Nacional. O sea, no es un
anexo, no es un apegado, es parte de la construcción del desarrollo de este
Estado Nacional. Ese acervo es una de las cosas que creo explica, con todo
lo que se produce los primeros años de transición, que el partido comunista
no desaparece.
No desaparece ahora porque lo repriman, sino que no desparece porque
esta fuerza que se produce en términos de la no existencia, hubiera
adquirido mucho mayor valor.
La exclusión, la marginalidad, la idea de un proceso “democrático”, sin la
existencia de las fuerzas que históricamente jugaron un papel
absolutamente relevante en la construcción democrática, es una de las cosas
que caracteriza realmente al proceso chileno, pero que no está escrito en la
historia presenta de las crónicas actuales del sistema de dominación. O sea,
esta voltereta, de alguna manera adquiere cierta legitimidad en este período
histórico y por lo tanto se inicia un proceso de acumulación – fíjense
ustedes, nosotros redefinimos la tesis de la revolución democrática y de la
no existencia de un estado democrático en Chile, si no me equivoco en el
XX Congreso del Partido, tomando en cuenta la situación mundial y
tomando en cuanta particularmente las acondiciones que se producen en
Chile.
Y eso es lo que de alguna manera orienta nuestras luchas y lo que también
orienta la anchura de las alianzas. O sea, si nos metemos a reflexionar más
y a trabajar más dentro del concepto de revolución democrática, como el
que hemos ido desarrollando, yo diría que tenemos un instrumental, desde
el punto de vista de la reflexión teórica, extraordinariamente importante
para seguir construyendo en esta perspectiva.
Si uno analiza la construcción de movimiento popular en este período, si
uno analiza los distintos momentos en los cuales el partido ha intentado
penetrar o incidir en las correlaciones actuales, a partir de lo que se
denominó el año 96, la Propuesta de un Acuerdo Nacional por Cambios
Democráticos, y que después continúa y se realiza en dos ocasiones más. Si
uno analiza y relaciona eso con la posición que el partido tiene respecto del
gobierno de Lagos y, después el paso táctico respecto de el gobierno de
Bachelet, y lo que hoy día estamos haciendo desde el punto de vista del
proceso táctico, creo que debiéramos hacer una reflexión, por un lado, más
histórica, y por otro lado también, más acertiva con nuestra propia política.
¿Por qué? Porque de una u otra manera esta política, desde el punto de vista
táctico, ha ido instalando cuestiones que creo que están en un proceso de
maduración extraordinariamente interesante.
La otra vez, escribí un artículo para Rebelión a propósito de otro artículo
que escribió un señor trotkista ahí, donde decía que parece ser que los
comunistas se habían cansado de luchar. Y entonces se me ocurrió hacer un
inventario de todo lo que hemos hecho desde que empezó esta llamada
transición, reconociéndoles al señor que puede ser nos ha faltado cierta
experticia, nos ha faltado cierto arte, cierta artesanía. De repente esto de
que nos llevaron al rincón y nos cuesta salir. Hay muchas cosas que
nosotros podríamos mirar desde el punto de vista autocríticos para ser más
eficaces en el proceso táctico, pero creo que no nos equivocamos en la
definición estratégica. No nos equivocamos y creo que en el sentido de la
lucha hemos hecho bastante y seguimos haciendo en la perspectiva de
colocar los sujetos principales en una disposición de correlación de fuerzas.
Compañeros, la CUT, como adquisición histórica, corrió el riesgo de
dividirse en una diáspora en el primer gobierno de la llamada transición, en
el gobierno de Aylwin, y los intentos por dividir la CUT han sido
recurrentes hasta hoy. Hasta hoy. Y yo creo que no es una falsa modestia,
pero sin la existencia y la política del partido comunista respecto de la
CUT, la CUT hace rato se habría dividido.
Y uno puede mirar a la CUT desde la perspectiva de la crítica y desde la
perspectiva de decir también que necesitamos una CUT mucho más
construida, mucho más potente, mucho más fuerza principal.
Efectivamente, yo creo que eso es así. Necesitamos una CUT con mucho
más capacidad de construir sindicalización real, y cuando decimos eso nos
estamos mirando nosotros los comunistas al espejo, porque sabemos que no
hay otra fuerza política en estos momentos que esté en esa disposición. Ni
siquiera que quiera o no, sino que esté en esa disposición.
Si uno mira lo que ha ocurrido con el movimiento de defensa de los
derechos humanos en el llamado período de transición, y particularmente
ahí el papel de la personalidad de Gladys, de Sola y de otros. Si uno mira
ese papel, a apropósito de estar constantemente produciendo una denuncia,
una revelación de un poder fáctico, que a partir de la violación de los
derechos humanos, intentó relegitimarse y mantenerse como poder. A
veces las relaciones no las hacemos nosotros, pero no porque no la
hagamos nosotros y la hagan otros no es correcta.
También he escrito en El Siglo, en estos días, una cuestión que me parece
súper importante como argumentación real, histórica, cuando Andrés
Aylwin y otro abogado, defensores de los derechos humanos presentan ante
la Corte Interamericana de Justicia una acusación en contra del Estado
chileno por denegación de justicia, a propósito de casos de detenidos
desaparecidos, y el argumento principal de Aylwin es que en Chile hay
denegación de justicia en el caso de los detenidos desaparecidos porque
existe una ley de amnistía, un Decreto Ley de Amnistía impuesto por la
dictadura de Pinochet y que permanece vigente, y que no se puede cambiar
– dice Andrés Aylwin, esto fue antes de entrar al 2000 – porque el sistema
binominal que existe en Chile sobredimensiona la representación en el
parlamento de quienes violaron los derechos humanos y ejercieron el
terrorismo de Estado y excluye del parlamento a quienes fueron víctimas de
esas violaciones de derechos humanos. Y la Corte Interamericana de
Justicia acogió el planteamiento y los argumentos de Andrés Aylwin y es
una de las tantas exigencias que se le ha hecho al Estado chileno que aquí
se esconden bajo la alfombra y le demando al estado chileno producir los
cambios que permitan la anulación de la Ley de Amnistía.
O sea, uno dice el arma ética y política para empujar en la dirección de un
cambio en el sistema binominal no sólo tiene que ver con lo que algunos
nos tratan de imponer como que esto está hecho a la medida de los
comunistas, si estos son tecnicismos. O sea, aquí hay un debate en la
sociedad chilena de una dimensión muy profunda.
Otra entrada, la aplicación de la ley antiterrorista al pueblo mapuche. Llega
aquí, hace algunos años atrás, un relator de Naciones Unidas, un ciudadano
mexicano, antropólogo, pero que es relator, delegado por Naciones Unidas
para ver el caso, la situación del pueblo mapuche.
Conclusión de este Señor y conclusión, por lo tanto, de Naciones Unidas:
que en Chile se ha judicializado una demanda histórica de un pueblo
originario, y por lo tanto, no solamente no corresponde aplicar ley
antiterrorista, sino que además es legítima la reacción de ese pueblo frente
al proceso de usurpación. Y no lo está diciendo ni un terrorista, ni un
encapuchado, lo está diciendo un tipo que se guía a partir de los
paradigmas y los códigos del Derecho Internacional, que entre otras cosas
ha logrado avanzar algo respecto del reconocimiento de los pueblos
originarios en varias partes del mundo.
Da la impresión de que esta “institucionalidad chilena”, heredada y
reactivada en esta etapa de los consensos, se le puede entrar a partir de una
serie de cuestiones que la deslegitiman en el terreno de la construcción de
Estado. Y, por lo tanto, se trata principalmente de una gran lucha de masas,
de un gran debate de ideas, como se dice ahora y que es muy correcto
decirlo, que tiene dimensiones valóricas, que tiene dimensiones éticas, pero
por cierto, tiene también dimensiones políticas.
Creo que el Señor Hernán Larraín cuando dijo que el cambio al binominal,
a propósito de ser un pequeño cambio el proyecto que el gobierno envía al
parlamento, cuando se refiere a ese proyecto y dice: nosotros no vamos a
votar por un proyecto que le entrega a una minoría, los comunistas, el
arbitraje de la administración del poder en Chile.
Creo que si uno lo mira en el presente inmediato uno dice que el tipo está
exagerando, pro yo creo que el tipo está mirando la historia, está mirando
lo que puede ocurrir en el futuro. En ese sentido, desde el punto de vista de
clases, él está en una posición de defensa de su clase con mucha audacia,
con mucha inteligencia.
Creo que esas son las cuestiones que de una u otra manera caracterizan lo
que uno pudiera definir la táctica que en este momento implementa el
partido comunista.
Y desde el punto de vista de las alianzas, creo que en este sentido, producto
de la historia, producto – y hay que decirlo así, porque es así, creo yo –
producto del retroceso que se ha tenido, pero producto también de los
nuevos desafíos y de las contradicciones nuevas que emergen, la
posibilidad de construir alianzas donde aparecen nuevas, no solamente
clases, sino sectores también, que puedan asumir un proyecto emancipador
se multiplican en la medida en que la contradicción fundamental del
período está puesta en la dimensión que está.
Si hoy día este planeta, y los pueblos que habitan este planeta, o salvan al
planeta del exterminio o simplemente desaparecemos todos con esta forma
de capitalismo salvaje. Yo creo que una de las cosas en las que más ha
aportado el Comandante Fidel Castro es esta, advertir de este carácter de la
época, que no era el mismo que le tocó vivir a nuestros antecesores y
tampoco era el mismo que le tocó vivir al propio Lenin.
Hoy día las cosas están puestas, en ese sentido, de radicalidad mucho
mayor. Una señal clarita nada más es el informe, que nadie ha podido
negar, sobre el calentamiento global. Pero eso es una contradicción de
nuestro tiempo. Y el calentamiento global es provocado por las economías
“más desarrolladas”. Y el calentamiento global significa que en 50 años o
tal vez menos, se va a producir escasez de agua en la mayoría de los
continentes del mundo y se va a producir la destrucción de varias zonas
agrícolas. Aquí en Chile no se ha dicho mucho, pero prácticamente vamos
a ser fuertemente golpeados a nivel de la producción de las especies
pesqueras, pero también a nivel de lo que significa especialmente de lo que
va quedando de bosque nativo.
Entre otras cosas el pronóstico es que en estos próximos años las
hambrunas y las sequías pueden provocar la muerte de más de cincuenta
millones de personas. Ese escenario para el mundo nosotros no lo habíamos
imaginados. Y se nos vino encima. Y quien dice esto no es alguien que esté
en una sinagoga – con todo respeto – o detrás de un templo anunciando el
Apocalipsis, es que el Apocalipsis lo tenemos como horizonte posible si es
que no logramos cambiar el rumbo de la historia.
Eso hace, por ejemplo, de que ya no sea solamente un problema de aliados
los movimientos que defienden el eco sistema, tiene que ser parte nuestra.
Es una definición estratégica la incorporación de estos asuntos que ya no
son siquiera los temas ecológicos porque tiene que ver con la necesidad y la
sobrevivencia del planeta.
Creo que eso también es un componente que da la posibilidad de analizar
las llamadas concepciones de alianzas desde el punto de vista tanto de la
perspectiva estratégica como también de los movimientos tácticos.
Pero como esto tenía que ver con Lenin, yo quiero terminar señalando de
que estamos frente, tal vez, al pensador más importante del movimiento
revolucionario mundial, pero a mí lo que me gusta mucho de Lenin, es que
estamos frente a alguien que cuando uno lo lee es como si estuviera
conversando con él en el tiempo presente. Y eso no es tan fácil de lograr, y
creo que uno, como él lo logró y es muy importante que hoy día estemos
reunidos aquí en torno a su figura, a su pensamiento y a su acción.
Gracias