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Revista de Filosofía versión impresa ISSN 0798-1171 RF v.24 n.53 Maraai!o a"o. 200# La abstracción científica y la posibilidad metafórica Bachelard y los fundamentos epistemológicos de la metáfora Rafael Balza-García Universidad Pedagógica Experimental Libertador / Circulo wittgensteine Cristóbal / Maracaibo – ene!uela Resumen " partir de las ideas bac#elardianas de abstracción $ racionali!ación cie propuesta de 'onald 'avidson acerca del car(cter literal de la met(&ora) responder la pregunta* +ba,o -u condiciones de posibilidad una imagen me dentro del pensamiento cient%&ico) &unciona) m(s como un s%mil o una comp como una estructura simbólica capa! de generar conocimiento $ percepción del presente art%culo es #acer notar las implicaciones epistemológicas de en el pensamiento cient%&ico) $ asimismo) su relación con el mundo del s% con el del signo. Palabras clave * Met(&ora) abstracción cient%&ica) s%mbolo) 0ac#elard) 'avids cientific !bstraction and the "etaphoric Possibility Bachelard and the #pistemological $oundations of "etaphor !bstract Starting &rom t#e 0ac#elardian ideas o& abstraction and scienti&ic ration &rom t#e proposal o& 'onald 'avidson about t#e literal c#aracter o& t#e m will be tried to answer t#e -uestion* Under w#at conditions o& possibilit metap#orical image) wit#in scienti&ic t#oug#t) can wor1 more as a simile comparison or as a s$mbolic structure capable o& generating 1nowledge and perception 2#e aim o& t#is article is to call attention to t#e epistemo implications o& metap#or in scienti&ic t#oug#t) and also) to its relation s$mbol and not wit# t#at o& t#e sign. %ey &ords * Metap#or) scienti&ic abstraction) s$mbol) 0ac#elard) 'avidson. Recibido' 34546547 8 !ceptado * 63549547

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Revista de FilosofaversinimpresaISSN 0798-1171RFv.24n.53Maracaiboago.2006 La abstraccin cientfica y la posibilidad metafrica Bachelard y los fundamentos epistemolgicos de la metforaRafael Balza-Garca Universidad Pedaggica Experimental Libertador / Circulo wittgensteineano. San Cristbal / Maracaibo Venezuela ResumenA partir de las ideas bachelardianas de abstraccin y racionalizacin cientfica y de la propuesta de Donald Davidson acerca del carcter literal de la metfora, se trata de responder la pregunta: bajo qu condiciones de posibilidad una imagen metafrica, dentro del pensamiento cientfico, funciona, ms como un smil o una comparacin, o como una estructura simblica capaz de generar conocimiento y percepcin? El inters del presente artculo es hacer notar las implicaciones epistemolgicas de la metfora en el pensamiento cientfico, y asimismo, su relacin con el mundo del smbolo y no con el del signo.Palabras clave: Metfora, abstraccin cientfica, smbolo, Bachelard, Davidson. Scientific Abstraction and the Metaphoric Possibility Bachelard and the Epistemological Foundations of MetaphorAbstract Starting from the Bachelardian ideas of abstraction and scientific rationalization, and from the proposal of Donald Davidson about the literal character of the metaphor, it will be tried to answer the question: Under what conditions of possibility a metaphorical image, within scientific thought, can work more as a simile or a comparison or as a symbolic structure capable of generating knowledge and perception? The aim of this article is to call attention to the epistemological implications of metaphor in scientific thought, and also, to its relation with the world of symbol and not with that of the sign. Key words: Metaphor, scientific abstraction, symbol, Bachelard, Davidson. Recibido: 20-01-06 Aceptado: 12-07-06El mayor hechicero (escribe memorablemente Novalis) sera el que hechizara hasta el punto de tomar sus propias fantasmagoras por apariciones autnomas. No sera ese nuestro caso? yo conjeturo que es as. Nosotros (la indivisa divinidad que opera en nosotros) hemos soado el mundo. Lo hemos soado resistente, misterioso, visible, ubicuo en el espacio y firme en el tiempo; pero hemos consentido en su arquitectura tenues y eternos intersticios de sinrazn para saber que es falso.Jorge Luis Borges, Otras inquisicionesPREGUNTA: Qu era real en el universo? RESPUESTA: El universo es el esfuerzo de un fantasma para convertirse en realidad.Juan Lus Martnez, La Nueva NovelaIHemos querido comenzar este trabajo dedicado al pensamiento cientfico citando, irnicamente, las palabras de un poeta. Es paradjico como un lenguaje tan rico en imgenes y metforas puede mostrar tan profundamente un problema epistemolgico y cientfico que, aparentemente, slo se presenta en un discurso racional-conceptual, esto es, en el problema acerca de la descripcin real y objetiva de los fenmenos fsicos. Este problema, el cual podemos enmarcar especficamente dentro del pensamiento occidental, lo ha enfrentado el pensamiento cientfico mayormente a travs de un discurso emprico y racional. Ahora bien, no es extrao sealar que el nfasis del pensamiento cientfico en lo racionalmente justificable y en lo empricamente comprobable, as como, en su idea de construir un discurso objetivo y racional que describa los fenmenos fsicos y humanos no es del todo neutral, pues si bien no es tan evidente, su nfasis en la exactitud y objetividad racional y emprica se produce, como dice Borges, a partir del encuentro con los mal llamados intersticios de la sinrazn. Ciertamente, la dinmica del pensamiento cientfico a lo largo de la historia no ha sido indiferente ante otras posibilidades de construccin epistmica. El hecho de su enfrentamiento con el discurso de la verdad revelada, el discurso mtico o el discurso potico genera en l una necesidad recurrente de fortalecer sus postulados y criterios de validacin. As, su relacin, encuentro y desencuentro con otros discursos y epistemes le ensea que el progreso consiste en sucesivas aproximaciones a la verdad sin alcanzarla nunca1. Las palabras de Borges y Martnez nos recuerdan as, un problema ampliamente analizado dentro de la epistemologa, esto es, el problema acerca de la objetividad o no objetividad del discurso racional, conceptual, terico y formal que construye el pensamiento cientfico para explicar y comprender el mundo fsico y humano2. Un problema adems, que nos lleva al siguiente tema del trabajo, a saber, la implicacin del smbolo, la imagen y la metfora en la validez objetiva del discurso cientfico. Ciertamente, referirnos hoy al problema epistmico de la objetividad de los conceptos y las teoras cientficas es acercamos irremediablemente al tema de la relacin entre ciencia, metfora, signo, smbolo3 e imagen, pues como veremos ms adelante, cuando por ejemplo, se analiza el propsito actual de la ciencia, que como nos seala Bachelard ya no es el de contestar a interrogantes epistemolgicas sobre un espacio meramente fenomenolgico sino, sobre un espacio ampliamente matemtico-abstracto, se puede observar como los vnculos entre lo racional y lo imaginariamente irracional y simblico aumentan. Al observar que actualmente la ciencia de la realidad ya no se conforma con el cmo fenomenolgico, sino que busca el por qu matemtico4, es decir, fundamentar sus presupuestos en un espacio ampliamente formal y figurativo, ello nos permite, en cierto modo, dar razn a la afirmacin de que el pensamiento cientfico necesita actualmente ms del espacio de la metfora5 y del smbolo, es decir, de elementos irracionales, que del contenido y la justificacin conceptual y emprica6. Ahora bien, a partir de esta ltima idea bachelardiana, esto es, la de que la ciencia de la realidad actualmente ya no se conforma con el cmo fenomenolgico, sino que examina el por qu matemtico, nos planteamos una interrogante, a saber, Qu provee, en un pensamiento que ha llegado en estos ltimos siglos a tal grado de abstraccin y separacin del mundo, el valor epistmico y objetivo de sus metforas, smbolos e imgenes? Cuando la ciencia actualmente explica todo en funcin de relaciones y estructuras lgico-matemticas, qu le da posibilidad referencial y validez epistmica a imgenes metafricas como el tomo, el universo inflacionario, los agujeros negros, las cuerdas csmicas, la curvatura espacio-tiempo, el cono de luz, la memoria gentica, etc.? Y con esto, no me refiero a la pregunta sobre la ubicacin fsica o el referente del significado simblico y metafrico dentro del pensamiento cientfico, ni tampoco a si dicho significado explica o refleja exactamente la realidad sino a la posibilidad de su construccin epistemolgica y objetiva dentro de la ciencia. Lo que queremos tratar de contestar es bajo qu condiciones de posibilidad una imagen metafrica funciona no slo como un smil o un tropo sino, como una estructura capaz de ser racionalmente objetivable, en el sentido de ser fuente de conocimiento y de percepciones. En otras palabras, lo que queremos contestar, tomando como base las nuevas concepciones de la metfora descritas anteriormente, es bajo qu condiciones de posibilidad una metfora y un smbolo cientfico tienen una ganancia de sentido7En tal orden de ideas, las anteriores interrogantes sern tratadas de responder a partir del estudio histrico que lleva a cabo Gastn Bachelard del pensamiento cientfico, y que nos ayuda a observar la incidencia de lo simblico y lo metafrico en la actual actividad cientfica, y a partir del anlisis que realiza Donald Davidson sobre la metfora. Para ello, partamos en primera instancia de las ideas bsicas de Bachelard que soportan este trabajo. IIGastn Bachelard8 es un terico de la ciencia que en muchos casos puede parecernos muy sencillo y claro, como muy inaccesible y oscuro. Sus obras epistemolgicas: La Formacin del Espritu Cientfico, Epistemologa9 y La Filosofa del No10, son una muestra amena de complicadas, pero a la vez, simplificadas historias que hilan la larga trayectoria epistemolgica y referencial del pensamiento cientfico. Su obra filosfica nos invita a descubrir los diferentes espacios histricos y contextos racionales en los que el pensamiento cientfico se alza sobre los peldaos de una ruptura y un obstculo.Bajo esta ltima idea, que forma parte de la intencin de muchos de los trabajos epistemolgicos de nuestra poca11, Bachelard afirma que el pensamiento cientfico no se desarrolla por acumulacin sino, contrariamente, por rupturas. El pensamiento cientfico construye diferentes modelos de interpretacin y anlisis de los fenmenos fsicos, a travs de los cuales, se producen dislocaciones histricas, pues cada nuevo modelo de interpretacin se convierte en una estructura de reaccin frente a modelos precedentes. De este modo, rodeado del espritu crtico francs-postmoderno, Bachelard nos seala que la ciencia se desarrolla sobre un mecanismo de fisin, es decir, sobre un dispositivo que excluye aquellas percepciones que son imposibles de asimilar en el momento en que se trata de formar nuevos sistemas interpretativos del mundo. La ciencia no funda sus modelos epistmicos reformulando viejas visiones del mundo sino, generando un horizonte de nuevas unidades que resemantizan las viejas percepciones y formulaciones tericas de la naturaleza. Pues la ciencia, en su empeo por generar sistemas formales de comprensin y descripcin, requiere una ruptura con los hbitos mentales del pasado, a la vez que sus avances se producen venciendo resistencias y prejuicios de los conceptos e imgenes dominantes en la configuracin epistemolgica que ha de superarse12.Ahora bien, este dispositivo de ruptura con el que funciona el pensamiento cientfico debe entenderse en la obra de Bachelard a partir del propio espacio de interpretacin con que el autor aborda el pensamiento cientfico, a saber, el sujeto. Desde un enfoque psicolgico, Bachelard establece que para analizar los mecanismos de fisin por los que la ciencia genera nuevos espacios de comprensin hay que observar los obstculos que enfrenta histricamente el sujeto para llegar a sistematizar coherente, conceptual y formalmente, el conocimiento cientfico. Es analizando el aspecto psicolgico del sujeto que se entiende, segn Bachelard, que el progreso de la ciencia debe comprenderse a travs de la nocin de salto pues, Cuando se investigan las condiciones psicolgicas del progreso de la ciencia, se llega muy pronto a la conviccin de que hay que plantear el problema del conocimiento cientfico en trminos de obstculos13. De este modo, un obstculo no sera ms que un impedimento o limitacin de orden subjetivo-perceptivo, no meramente mental, que se presenta en ciertas condiciones histricas dentro del conocimiento cientfico para impedir la enunciacin de un sistema formal de significado acerca del mundo. En otras palabras, un obstculo es subjetivo porque se trata de una creencia, generalmente inconciente, que tiene el cientfico y le impide avanzar en su conocimiento, pues, son confusiones o prejuicios que se dan en el acto de conocer, generando inercia tendiente a perpetuar lo conocido y a cerrarse al nuevo conocimiento14. Aunque las limitaciones son de carcter subjetivo, hay que acotar que no es plenamente en el proceso psquico-mental donde se presenta el obstculo sino, en el proceso de sntesis perceptual. Parafraseando a Kant, el obstculo se produce en el choque emprico a travs del cual el sujeto ordena bajo un cierto sentido los fenmenos15.Asimismo, el obstculo no debe concebirse simplemente como un componente externo al sujeto, por ejemplo, los fenmenos fsicos y su complejidad sino, como la actitud psicolgica que asume el sujeto frente a los fenmenos fsicos (o humanos). Es fundamentalmente el modo como el sujeto asume una condicin perceptiva frente a los objetos que le rodean lo que establece el sistema de referencia y el espacio de posibilidad sobre el que se genera un tipo de conocimiento. As, se debe entender que es en las circunstancias mismas del conocer donde se presentan las restricciones y las posibilidades para la configuracin cientfica del mundo. Es en ese mismo espacio del conocer donde Bachelard justifica su nocin de obstculo, pues como l seala, es en el acto mismo del conocer, ntimamente, donde aparecen por una especie de necesidad funcional, los entorpecimientos y las confusioneses ah donde discerniremos causas de inercia que llamaremos obstculos epistemolgicos16.El obstculo epistemolgico forma parte del mecanismo cognitivo del pensar cientfico, a su vez que lo forma y le da movimiento. ste determina el proceso cientfico de contradiccin y superacin, subjetivo y perceptual, de viejos ordenes epistemolgicos. De aqu, que el sujeto en la zona del saber cientfico conoce siempre en contra de un conocimiento anterior, eliminando aquello que impide la racionalizacin del mundo. Por otra parte, todo esto supone que a tal racionalizacin no corresponde la idea de un conocimiento que parta de cero para fundar y acrecentar sus bienes. Pues esto slo puede surgir en culturas de simple yuxtaposicin, en las que todo hecho conocido es inmediatamente una riqueza17. Por el contrario, en nuestra cultura la yuxtaposicin de los hechos y del conocimiento es una nocin que no puede formularse en trminos reales, pues como nos dice el autor, cuando se presenta ante la cultura cientfica (el conocimiento), el espritu jams es joven. Hasta es muy viejo, pues tiene la edad de sus prejuicios. Por tanto, tener acceso a la ciencia es rejuvenecer espiritualmente, es aceptar una mutacin brusca que ha de contradecir a un pasado18. Nuestra necesidad de actualizacin cientfica necesita revaluar sus saberes, necesita actualizar los resultados de sus mecanismos de comprensin e interpretacin, as, la historia de la ciencia no tiene un origen definido sino, diferentes estratos de configuracin19. Como vuelve a sealar Bachelard en efecto, las crisis del crecimiento del pensamiento implican una refundicin total del sistema del saber. Entonces la cabeza bien hecha debe ser rehecha. Cambia de especie. Se opone a la especie precedente por una funcin decisiva20.De este modo, nociones como revolucin, entendida desde el acto mismo del conocer y desde la idea bachelardiana de obstculo epistemolgico, se entenderan, utilizando conceptos de Merleau-Ponty, como redefiniciones subjetivas de un determinado campo perceptual al que se ha ordenado, de cierta manera, una serie de nociones y definiciones. Pues, a travs de las revoluciones, el hombre se convierte en una especie mutante o, para expresarlo an mejor, en una especie que necesita mutar, que sufre si no cambia21. En este sentido, podemos decir que no es la ciencia en abstracto la que sufre cambios, sino el sujeto y el campo perceptual correspondiente que la avala y le permite que exista. Es el sujeto y su condicin perceptual quien se enfrenta con obstculos epistemolgicos y quien se atreve a lograr alcanzar una razn formal del mundo.III Ahora bien, el modelo Psicolgico bachelardiano, entendido como un estudio histrico de los diferentes campos perceptuales por el que sujeto ha ordenado, cientficamente, la diversidad fenomnica, establece que el pensamiento cientfico tiende ms a construcciones figuradas y formales que ha construcciones con significado objetivo y emprico. La ciencia se ha empeado en construir, ms que discursos objetivos y fsicamente reales, configuraciones formales y metafricas. Como seala el autor, el pensamiento cientfico a lo largo de la historia ha sido arrastrado hacia construcciones ms metafricas que reales, hacia espacios de configuracin de los que el espacio sensible, en definitiva, no es sino un msero ejemplo22.La dinmica del pensamiento cientfico se ha proyectado hacia una zona de abstraccin y figuracin, pues dentro del pensamiento cientfico se considera a la abstraccin y a la ley general como patrn regulador de la diversidad fenomnica. La realidad formal y lgica coordina los principios epistmicos con los cuales se reconoce el orden de las cosas. Esta realidad despeja y aligera al espritu, lo dinamiza. Por tanto, es la importancia en la formalizacin cientfica y en la bsqueda interna de coherencias conceptuales y lgicas lo que ha instalado frente al sujeto, y en el espacio mismo del conocer, los diferentes obstculos epistemolgicos y las diferentes rupturas hermenuticas por las cuales se ha llegado a enfatizar en lo metafrico. Ciertamente, como consideramos nos muestra Bachelard, las diferentes rupturas o niveles de comprensin que ha constituido el pensamiento cientfico a lo largo de la historia han dado como resultado que se genere una importancia de la metfora en la explicacin cientfica. Estos niveles o estados por los que ha transitado el pensamiento cientfico, y que veremos a continuacin, han desembocado en una primaca por la forma y la figuracin metafrica. De este modo tenemos: a) El estado concreto: es el nivel donde se glorifica la naturaleza, la realidad del fenmeno y la diversidad de las cosas. En este espacio es donde se da el primer obstculo, a saber, la experiencia misma. Pues ella, considerada como espacio fsico, atenta contra una total formalizacin ya que en la formacin de un espritu cientfico, el primer obstculo es la experiencia bsica23. Pues sta consiste en aferrarse a lo singular o anecdtico de los fenmenos, sin captar lo esencial y ejercer una critica sobre los datos brutos de los sentidos24. Por ejemplo, conceptos como masa (concepto clave para la mecnica newtoniana y relativista), en un primer instante de investigacin cientfica, fue apreciado bajo su primera forma, esto es, un significado que se entiende bajo una valoracin cuantitativa y tosca y como glotona de la realidad. Por lo que, esta primera nocin de masa es un concepto-obstculo. Este concepto bloquea el conocimiento, no lo resume25. b) El estado concreto-abstracto: es el horizonte donde el espritu cientfico tiende a relacionar lo natural con lo formal -geomtrico-aritmtico-. Es el estado donde lo matemtico depende an de la veracidad objetiva-natural. Este nivel tiende a buscar ms lo racional que lo emprico, aunque esto ltimo siga formando parte indispensable del significado de los axiomas cientficos. Por ejemplo, continuando con el concepto de masa, este se entiende ahora dentro de un cuerpo de generalidades y ya no, solamente como elemento primitivo de una experiencia inmediata y directa. Como seala Bachelard, con Newton la masa se definir como el cociente entre la fuerza y la aceleracin. Fuerza, aceleracin y masa se establecen correlativamente en una relacin claramente racional, puesto que tal relacin esta perfectamente analizada a travs de las leyes racionales que rigen la aritmtica26. El concepto de masa, tan transparentemente emprico y realista en su primera forma, es absorbido racionalmente cuando se traslada, con la mecnica clsica, de su aspecto esttico a su aspecto dinmico pues, antes de Newton, se estudiaba a la masa en su ser, como cantidad de materia. Despus de Newton, se la estudia en un devenir de los fenmenos como coeficiente de devenir27. Ahora bien, a pesar de esto, esta vinculacin intermedia entre lo racional y lo emprico, que lleva a una excesiva generalizacin, se muestra como un obstculo para que la forma abstracta encuentre su realizacin completa, pues las variables que describen lo general ensombrecen las variables esenciales, y las generalizaciones apresuradas muchas veces conducen a equvocos28.c) El estado abstracto: es el momento donde el espritu se despeja totalmente de la realidad fsica y tiende a desarrollar un conjunto de conocimientos cientficos fundados en las relaciones internas de los conceptos abstractos. La razn, en este campo de representaciones, es una actividad autnoma que tiende a completarse29. Aqu, lo ms cercano a una objetividad, es el conjunto relacional de pautas racionales dispuestas en la coherencia formal de la teora. El sentido epistmico y referencial de un concepto se estipula primero en el orden de la forma y, posteriormente, en el orden de lo fctico. Parafraseando a Foucault30, diramos que en este espacio de comprensin, la representacin es, en cuanto es representacin de s misma.En esta organizacin racional-abstracta del mundo, caracterstica de la ciencia contempornea, es necesario preparar el dominio de definicin antes de definir, exactamente de igual manera que en la prctica de laboratorio hay que preparar el fenmeno para producirlo31. Primero se ordena la coherencia abstracta de los conceptos y, posteriormente, se le asigna un contenido. De este modo, conceptos como el de masa se presenta primero en su definicin y construccin racional que en su configuracin objetiva. La nocin de masa se abre a un anlisis interno del propio concepto, pues se observa que la nocin de masa posee una estructura funcional interna debido a que hasta entonces todas las funciones de la nocin de masa eran de alguna manera externas, puesto que slo se las encontraba en composicin con otras nociones simples32. A partir de aqu por ejemplo, la nocin de tomo, parte fundamental en la comprensin contempornea del concepto de masa, puede, por tanto, ser objeto de anlisis puesto que por primera vez una imagen tan abstracta puede llegar a descomponerse. El tomo, entendido como imagen o concepto, es definido en el interior de un conjunto de magnitudes que son, ellas mismas, slo nociones funcionales que dan coherencia a la teora, como en el caso de las nociones de propagacin, fuerza, carga, rbita, momentos magnticos, spin, etc.El concepto de masa, antes de ser definido dentro de un significado objetivo, es manejado dentro de una relacin de categoras. Por ejemplo, el trmino propagacin, clave para entender la dinmica atmica, es entendido primero en un espacio de configuracin de vectores y, posteriormente, en un espacio de definicin que refiere a un objeto que se propaga. Como dice el autor es la manera de propagarse la que definir despus aquello que se propaga33. Lo que se intenta es constituir un conjunto de estructuras formales y lgicas que muestren que las realidades cunticas no son un sinsentido metafsico imposible de definir sino, un sinsentido epistmico capaz de ser racionalizado y explicado. Lo que se quiere presentar con un excedente de formas y metforas es que la nocin de tomo no es un concepto trascendental, sino un concepto real que es definido por un conjunto de magnitudes utilizadas para proporcionar coherencia epistmica al mundo que se trata de ordenar cientficamente.A partir de aqu podemos observar como la experiencia y los textos cientficos de nuestra poca estn desligados parcialmente de los fenmenos fsicos bsicos. Puesto que, cuando en la actualidad se lee un texto de ciencia, si es entendible este no refiere al mundo y la vida sino a formulas y relaciones, a teoras de conjuntos y categoras. Por el contrario, si abrimos un libro de siglos pasados, como nos advierte Bachelard, nos damos cuenta que en l la relacin texto-lector es ms ntima y ms dialctica. No existan relaciones de poder, pues los textos no llevaban la conversacin, sino que la haca surgir con el lector: Abrid un libro cientfico del siglo XVIII, advertiris que est arraigada la vida diaria. El autor conversa con su lector como un conferencista de saln. Acopla los intereses y los temores naturales. Se trata, de por ejemplo, de encontrar la causa del trueno?, se hablar al lector del temor del trueno, se tratar de mostrarle que este temor es vano, se sentir la necesidad de repetirle la vieja observacin: Cuando estalla el trueno, el peligro ha pasado, pues slo el rayo mata34. Parafraseando a Gadamer, podramos decir que en la ciencia contempornea ya no hay una interpretacin del texto, pues el texto cientfico plantea sus propios criterios e impone sus propias respuestas y preguntas. As como tambin, la ciencia impone una constitucin formal y metafrica de la realidad, plagada de mundos imaginarios. IV Hasta aqu, la interesante descripcin y exposicin bachelardiana de la historia de la ciencia35. Descripcin que nos lleva hacia la interrogante presentada al comienzo de este trabajo, a saber, cmo puede un pensamiento, que ha llegado hasta las esferas mismas de la razn y la forma a travs de la superacin de obstculos epistemolgicos, dar condicin de posibilidad epistmica y referencial a sus conceptos y postulados tericos? o, parafraseando a Eduardo Nicol, Cmo puede garantizarse el valor epistemolgico, objetivo y descriptivo de una ciencia si el conjunto de sus conceptos son de carcter simblico y metafrico?, y adems, Cmo lograrlo si no est garantizada univoca, objetiva y apodcticamente evidenciada la existencia de su objeto propio36? Ms an cmo pueden aprovecharse para la teora los resultados obtenidos experimentalmente, y a la vez atribuir a esa teora un valor puramente simblico37?38.Pues bien, plantear estas interrogantes es, de algn modo, presentar un problema que sigue vigente en la reflexin epistemolgica, a saber, como vimos al comienzo del trabajo, el problema acerca de la referencia real y objetiva de los conceptos, metforas y smbolos cientficos. Nicol, refirindose por ejemplo a la fsica, dice que a veces es la imposibilidad de resolver (...) este problema ontolgico (ni siquiera negativamente)... lo que mejor confirma la actualidad del problema39. Ahora bien, presentada as la cuestin queda por distinguir un ltimo punto que nos dar claridad en esta problemtica, a saber, el punto acerca de la diferencia entre signo y smbolo y su implicacin en la construccin de la metfora como recurso epistemologico en el pensamiento cientfico. Partiendo de los criterios con los que definimos y diferenciamos en la tercera cita al comienzo del trabajo entre signo y smbolo, si un signo, en trminos medievales, es aquello que supone, es decir, esta en lugar de otra cosa diferente de s, parece claro entonces, tomando en consideracin que la ciencia esta construida conceptualmente, que los conceptos cientficos, en tanto que signos lingsticos, deben hacer siempre referencia a algo, sea un fenmeno, una relacin, etc. Los conceptos de la ciencia, en tanto estructuras de carcter formal, conceptual y sgnico, se deben reconocer como estructuras que dicen algo y que representan algo, ms no, como en el caso del smbolo, como estructuras que se refieren a s mismas. Con este presupuesto se puede entender, en parte, por ejemplo, por qu para corrientes como el positivismo y el neopositivismo se hace tan importante justificar de qu modo el concepto cientfico dice algo y cmo habla de los fenmenos. Pues, como nos dice nuevamente E. Nicol, es el percatarse, ms o menos oscuramente, de que los conceptos de la ciencia tienen un significado ontolgico, lo que permite que sus postulados no ofrezcan contradiccin: Si algunos aspiran actualmente a eliminar este significado (ontolgico), y a constituir a la teora como un mero sistema simblico de representaciones funcionales, dicha eliminacin pretendida no deja de ofrecer caracteres crticos; los cuales se denuncian en esa especie de nostalgia del ser que invade al fsico cuando comprueba que l mismo abri una brecha que le parece despus infranqueable, entre sus sistemas de leyes y la realidad que aspira a representar. Y representar es la palabra justa: la fsica sera quimera, y no la metafsica tradicional, si sus leyes no entraasen la certidumbre ontolgica de un objeto fsico real40. Slo en la medida en que se justifica su fundamento ontolgico y se organiza coherentemente una serie de signos capaces de hablar, la ciencia puede justificarse como un sistema terico de alta implicacin epistmica. Y slo, como lo pretendi el positivismo lgico, haciendo de su lenguaje un sistema de signos coherentemente referenciales, puede la ciencia justificarse como modelo epistmico ante sistemas de alto contenido imaginativo, simblico y metafsico como la religin, la poesa o el mito. Sin embargo, como nos ha sealado G. Bachelard, la ciencia, paradjicamente, ha buscado desembarazarse de su fundamento ontolgico ya que desde sus inicios siglo XV, se ha visto replegada hacia una serie de relaciones internas de carcter formal y metafrico. Parafraseando a Foucault, su constitucin epistemolgica, por una necesidad formal y metafrica, se ha desplegado hacia el espacio mismo de la representacin. En cuanto es representacin de s misma y no, representacin sgnica del mundo, la ciencia se mueve slo hacia la justificacin epistmica y referencial de la forma y el concepto y no del contenido fenomenolgico. Pues todo concepto actual de la ciencia se despliega en el espacio abierto en el interior de s por la representacin cuando sta se representa a s misma41. Por ejemplo, Las nociones de tomo, antimateria y contraccin temporal, las leyes internas de la evolucin, etc., se hicieron posible slo sobre el fondo de esa mutacin radical en el orden general del espacio referencial y epistmico; se hicieron posible, como dice Bachelard, gracias a la aparicin del estado abstracto. Por tanto, a partir de aqu, el modo de ser comn a las cosas y a su conocimiento se situ fuera del principio que define a la representacin, esto es, ser imagen de algo o, como sealamos anteriormente, suponer por algo. El conocimiento de los fenmenos se configuro de acuerdo a leyes internas de la representacin misma dispuesta en conceptos abstractos o, sobre todo, en imgenes metafricas. De este modo habr cosas con su organizacin propia, sus nervaduras secretas, el espacio que las articula, el tiempo que las produce; y despus la representacin, pura sucesin temporal, en la que ellas se anuncian siempre parcialmente a una subjetividad, a una conciencia, al esfuerzo singular de un conocimiento, al individuo psicolgico que, desde el fondo de su propia historia, o a partir de la tradicin que se le ha transmitido, trata de saber42. La representacin cientfica refiere por consiguiente, al propio individuo que la produce desde su conciencia, as como, al interior de ella misma. De aqu, como expone muy bien Bachelard, las representaciones y el desarrollo de la ciencia se comprenden mejor, cuando se entiende que el funcionamiento interno del pensamiento cientfico esta dirigido fundamentalmente hacia entramados psicolgicos y no hacia entramados objetivos, como tal vez sostendran realistas como Searle. De ah que, por ejemplo, como nos dice Zimmerman en La Naturaleza Microscpica del Espacio-Tiempo, el espacio y el tiempo no son conceptos que puedan aplicarse significativamente a realidades fenomnicas nicas, sino a realidades psicolgicas. Por lo que, hablar del espacio y el tiempo slo es posible por medio de conceptos abstractos (carga, giro, masa, extraeza, nmeros cunticos) que no hacen referencia ni la espacio ni al tiempo sino, que son conceptos macroscpicos que obran entre s de forma que deben describirse tambin abstractamente, es decir, sin referencia al espacio y al tiempo43. Las representaciones cientficas no son signos objetivos que buscan al mundo, sino conceptos psicolgicos que buscan a la conciencia. De ah la idea errnea de pensar que las metforas dentro de la ciencia son signos que deben sealar, al menos analgicamente, una realidad fsica; smiles necesarios para comunicar lo no familiar en trminos de lo familiar. O de pensar que son slo un recurso retrico y no cognitivo. Como un tropo que slo presenta nombres figurativos los cuales atribuyen sentidos que no les pertenece y que, por lo mismo, causan perplejidad. En funcin de esto es que la metfora slo se comprende en razn de una similitud que habr entre el sentido figurado y el apropiado44. Ahora bien, por la ubicacin interna del actual pensamiento cientfico dentro del mismo espacio de la representacin y la conciencia, la metfora no puede ser un simple smil, pues de ser as, la estaramos pensando como un signo que busca referir a una realidad objetiva y fenomnica y no, como una representacin, un smbolo45 o una imagen capaz de construir por si misma significados y percepciones. Adems, la estaramos pensando como un simple signo que nos hace percibir, pensar o vivir una cosa en trminos de otra46. Cosa que creemos no tendra sentido ni para la misma ciencia, pues de ser as, no estaramos accediendo nunca a formas nuevas de concebir la realidad sino a redundancias interpretativas. Si concebimos por ejemplo las imgenes y metforas del mundo cuntico en funcin de smiles, qu sentido tiene tratar de hallar en ellas nuevas formas de percepcin y comprensin, cuando de por s slo las entendemos como analogas?En tal orden de ideas, las metforas no son nociones de las que se puedan decir que son slo signos lingsticos, relaciones lgicas de conceptos o, palabras que suponen sino, imgenes y smbolos que muestran; imgenes que crean la realidad y que dan a la razn su fundamento, esto es, hablar de algo. Por ejemplo, Como nos dice M. Talbot citando a Arthur Young en Misticismo y Fsica Moderna, los objetos que observamos en la ciencia contempornea son imgenes tridimensionales integradas por ondas permanentes y mviles en virtud de un proceso electromagntico y nuclear. Todos los objetos de nuestro mundo son imgenes tridimensionales formadas de este modo electromagnticamente: imgenes de un sperholograma, si se quiere47.En este sentido, el pensamiento cientfico se ha movido desde el plano del signo al plano del smbolo y la imagen. Por ello, parafraseando a Bachelard, es necesario pasar del realismo de las cosas al realismo de las imgenes, y dirigir el estudio de la ciencia contempornea al espacio propio de la imaginacin. Pues parece que lo que la ciencia busca explicar no es la realidad fenomnica sino, el sentido de sus imgenes metafricas que entraan en s mismas una referencia y una realidad. Ante esto, el problema fundamental no es la objetividad de las representaciones metafricas que se utilizan en la ciencia sino, el espacio de posibilidad que le da valor epistmico y referencial. Para responder esto, quedan por precisar algunas cosas sobre la metfora y el smbolo.VEl hecho de que para muchos filsofos48 la utilidad de la metfora dentro la ciencia contempornea se deba concebir slo como un recurso e instrumento analgico para pensar y mostrar, por vas de una analoga, un mundo fsico, se debe a que la metfora, entendida como smil, es el medio ms pertinente y cercano a una objetividad que tiene la ciencia contempornea para conectar el mundo de sus conceptos abstractos con el mundo de la realidad fenomnica; para justificar su consistencia referencial. Pues, aunque la objetividad de las teoras (caso por ejemplo la teora cuntica o la teora de las supercuerdas) no pueda ser presentada de manera exactamente objetiva, esta se asume y se justifica por medio de la expresin de un parecido. As, la objetividad cientfica no es ms que objetividad metafrica, pues realmente es la metfora la que acerca la objetividad fsica a la ciencia.De all, que las representaciones metafricas de la ciencia deben cargar, fuera de su significado literal partcula, cuerda, agujero, memoria (gentica), otro significado, a saber, el significado que esconde la semejanza. Las representaciones metafricas seran como un tropo, el cual slo se comprende indagando la razn o similitud que siempre habr entre el sentido figurativo y el apropiado49. Las metforas seran un medio para conducir a ideas y no, la idea misma; seran un instrumento esencial para el proceso cientfico50, ms que un fin. El sentido de una metfora cientfica se produce entonces, porque se toma primero un sentido literal y ordinario, como el de agujero y rbita, y luego se le toma en un sentido extraordinario, como el de rbita atmica o agujero negro.Ahora bien, si tomamos la nocin de metfora que presenta Donald Davidson, creemos que la cuestin no es tan clara como se pretende mostrar a travs de la sola idea de la metfora cientfica como smil o analoga. Por otro lado, la nocin de Davidson tambin nos permite, a su vez, responder a la interrogante planteada al comienzo de este artculo, esto es, qu provee, en un pensamiento que ha llegado en estos ltimos siglos a tal grado de abstraccin y separacin del mundo como nos lo muestra Bachelard, la condicin de posibilidad de sus imgenes metafricas y conceptos. En otras palabras, tambin podramos decir con Davidson que el asunto principal es saber cmo se relaciona la metfora con lo que ella nos hace ver51. Con aquello, como dira Ricoeur, es una ganancia de sentido.Pues bien, planteado as el asunto sera bastante sencillo de explicar sealando, que su condicin de posibilidad viene definida por la idea de similitud o comparacin, esto es, por la referencia extensiva de algunos conceptos literales al plano de la abstraccin cientfica. Sin embargo, recordemos que en el pensamiento cientfico no slo existe el campo terico sino tambin, el campo de verificacin, por lo que, cabra preguntar: cmo puede un concepto o una teora cientfica explicada por similitud, ser verificada? o recordemos la pregunta de Nicol: cmo pueden aprovecharse para la teora los resultados obtenidos experimentalmente, y a la vez atribuir a esa teora un valor puramente simblico?52. Visto as, creemos que el asunto ya no es tan sencillo como parece, pues para atribursele a la metfora ese valor simblico, y a la vez, para poder aprovecharla dentro de la verificacin de una teora, no debera funcionar como simple instrumento comparativo, sino tambin como modelo real que se define por lo que revela. Por ejemplo, la rbita atmica, las supercuerdas o, la idea de memoria gentica, que aparentemente muestran slo analoga, se deben entender como lo que son: una rbita, una cuerda y una memoria. Siguiendo los planteamientos del llamado nuevo empirismo constructivo desarrollado por el filosofo Bas Van Fraasen en su libro, la imagen cientfica, podramos decir que los lenguajes tericos y las imgenes metafricas que lo soportan, para presentar una interpretacin justificada de la realidad objetiva, deben ser interpretados en forma literal. Pues de no ser as, cmo estaramos entonces creando una descripcin real y verdadera del mundo y, consecuentemente, cmo sera posible que las metforas funcionen. Si no tomamos las metforas dentro de su literalidad sera absurdo, al menos en parte, sostener una consistencia descriptiva y observacional de lo que se describe a partir de ella. Adems, tal vez sera ms difcil seguir construyendo la teora. El que una teora y una serie de clculos tengan consistencia y funcionen predictivamente est, muchas veces, en que lo que se representa en la metfora sucede tal cual. Calcular la energa de un fotn depende de que realmente hubiera un salto orbital de un electrn; se entiende la herencia porque verdaderamente hay una memoria gentica, o se puede representar la entropa del universo y su posible implicacin en la expansin o contraccin, porque l, realmente, es una gran goma que se estira. Por otra parte, suponiendo que no sea as, cabra entonces preguntar Cmo es entonces que se construyen las concepciones e imgenes cientficas del mundo y el universo?, no es a partir de la imagen metafrica misma. Si yo me represento la teora cuntica, no es por medio de sus imgenes que la concibo y la hago posible?.Parafraseando a Jaime Nubiola, muchas de las metforas cientficas son formadas por rdenes bsicos de nuestras experiencias y de nuestra manera de pensar e interpretar el mundo. La mayor parte de la coherencia y del orden conceptualizador de las teoras cientficas se basan en el modo como nuestros sistemas de metforas organizan nuestra experiencia y nuestra percepcin53. El sistema terico de las ciencias es un reflejo de imgenes metafricas sistemticas que estructuran nuestras percepciones y nuestros pensamientos, y estn vivas en un sentido fundamental: son metforas en la que vivimos54. Pues, frente a cualquier idea slo potica de la metfora, ante todo, la funcin primaria de las metforas es cognitiva55 y ocupa un lugar central en nuestro sistema perceptual de las descripciones cientficas. Pues, como dice Ricoeur, la metfora tiene la capacidad de inventar, de decir algo nuevo acerca de la realidad56Asimismo, tomando ahora en consideracin la postura de Davidson, podemos volver a subrayar que las metforas, en nuestro caso las metforas cientficas, significan lo que significan las palabras, en su interpretacin ms literal, y nada ms57. Una metfora no entraa otro significado o sentido ms que el que muestra. Son literales como las palabras. Pero, a diferencias de ellas, que son signos que relacionan un significante y un significado, en donde lo literal es la relacin univoca entre la forma escrita del signo y lo que representa, la literalidad de las metforas se construye, as como el smbolo, integrando dentro de s a la realidad que significa. Si por ejemplo, es aplicable por analoga la nocin de rbita al mundo atmico, no es porque esta metfora nos haga familiar lo no familiar sino, porque de alguna manera el universo atmico realmente mantiene la magnitud orbital. Cmo podran sino sacarse, explicarse y representarse consecuencias tericas como la antimateria, la fuerza dbil o los saltos cunticos? Para que estas consecuencias tericas sean representables en nuestro campo perceptual y representacional, los significados metafricos iniciales no se toman por analoga, sino por su literalidad, pues sino de qu otra manera se les confiere sentido? En tal orden de ideas, la consistencia epistemolgica de una teora, muchas veces es fija, porque el mecanismo cognitivo de la metfora consiste en integrar nuestras percepciones al universo mismo de la significacin metafrica, haciendo que, tomemos como significado a la imagen misma. La metfora nos integra al universo mismo de la imagen, as como, los practicantes de un grupo tnico se integran a los smbolos de la ceremonia, los cuales, construyen sus percepciones.La metfora cientfica no es slo un smil que declara comparacin, pues de ser as, el pensamiento cientfico no explicara nada, sino que slo hay cosas que se parecen, por ejemplo, el tomo y el sistema solar. Como dice Davidson, si se toma la metfora como smil, entonces no aprendemos nada, excepto que ambos tienen el mismo significado figurativo58. De aqu, como continua diciendo, debemos dejar de pensar que las metforas, al crear similitud, establecen la conexin de dos significados, del cual uno es literal y el otro figurativo o simblico. Pues esto, hara pensar que las palabras o las imgenes metafricas poseen dos significados, y que uno remite al otro. O, podra pensarse, que la metfora muestra una cosa y dice otra, por lo cual hay que buscar el sentido oculto en lo que se ve. De aqu, como reitera, que para que esto no suceda, la metfora, en trminos de significados puede, y por cierto debe, ser explicada recurriendo a los significados literales59.Partiendo de esto, podemos decir que el espacio de posibilidad epistmica y referencial de la metfora se produce dentro de una literalidad cognitiva, puesto que, la metfora es una imagen real de los fenmenos que construyen nuestras percepciones y nos permite observar y obtener consecuencias tericas que sin ella sera imposible de percibir. Pues, sin duda, a menudo las metforas nos hacen notar aspectos de las cosas que no habamos notado antes; sin duda atraen nuestra atencin hacia analogas y similitudes sorprendentes; efectivamente, proporciona una especie de lente, como dice Black a travs del cual vemos los fenmenos relevantes60. Esto, gracias a que nos integra a su campo de significados y construye nuestro espacio de interpretacin. El sistema metafrico de la ciencia proporciona una estructura coherente, destacan unos aspectos y ocultan otros. [las metforas] Son capaces de crear una nueva realidad, pues contra lo que comnmente se cree no son simplemente una cuestin de lenguaje, sino un medio de estructurar nuestro sistema conceptual, y por tanto, nuestras actitudes y nuestras acciones61. Por ello, como para Lakoff y para Johnson, muchos cambios sociales y culturales nacen de la introduccin de nuevos conceptos metafricos.Lo irnico de la imagen metafrica en el pensamiento cientfico es que pensamos que hay un contenido a captar cuando de hecho, nos concentramos todo el tiempo en lo que la metfora nos hace notar62, percibir e interpretar. No pensamos en el tomo, el universo inflacionario, los agujeros negros, las cuerdas csmicas, la curvatura espacio-tiempo o el cono de luz como imgenes metafricas a las que hay que encontrarles un significado y una similitud, sino que pensamos en ellas como lo que ellas nos muestran. Esto, gracias a que la imagen metafrica, como nos seala Davidson, nos muestra cosas que no son de carcter proposicional (o como seale anteriormente, de carcter sgnico) sino visual, imaginario y, mas ampliamente, simblico63. Nos concentramos, dentro del sistema referencial64 de significados de la imagen metafrica, en captar la esencia misma de la imagen y no lo que ella esconde.Con todo esto, podemos decir que Davidson acerca la interpretacin de la metfora, ms que a la idea de signo, a la idea de smbolo. Pues si recordamos, un smbolo es una imagen en la que existen dos significados que se entrelazan y se evocan dentro de s. Por sus caractersticas de imagen, un smbolo no puede ser sustituido por otro. Y asimismo, para Davidson, la metfora no puede ser parafraseada, pues no todo significado puede estar en lugar de otro. Los smbolos tambin, parafraseando a Dan Sperber, organizan la representacin mental de los conjuntos (conceptuales y humanos) de los que forman parte65. Los fenmenos simblicos (en nuestro caso los smbolos cientficos) organizan el contexto, proporcionan pautas de reconocimiento y de ordenamiento. Los smbolos son como fuerza, en la medida en que son influencias determinables que inducen a las personas y a los grupos a la accin66. Son fuerzas ordenadoras de las practicas y las creencias. El smbolo, al igual que la metfora, nos introduce en una realidad a la cual l mismo pertenece.De todo esto podemos desprender que el prejuicio bsico de la ciencia radica en no tomar como literal sus metforas. Pues, en el afn de querer estructurar coherentemente las nociones abstractas a las que ha llegado, el pensamiento cientfico ha necesitado proyectar un dominio referencial sobre otro, cosa que lo ha llevado a la idea errnea de pensar a sus imgenes como simples smiles. Por el contrario, la ciencia, como nos ha mostrado Bachelard, ha desembocado en un universo encerrado en su propia forma. De aqu que hayamos construido tambin nuestro mundo alrededor de esa forma. De ello podemos concluir que el mundo de la metfora es el nombre que damos a nuestra capacidad de usar los mecanismos motores y perceptivos corporales como base para construcciones inferenciales abstractas, de forma que la metfora es la estructura cognitiva esencial para nuestra comprensin de la realidad67. As, la metfora es otra manera de exponer el universo y, como dice Borges, para hacer de nuestros fantasmas, fenmenos autnomos. Referencia1. FERMN, Gabriel: Epistemologa de la Educacin y la Pedagoga. Ediciones del taller permanente de estudios epistemolgicos en ciencias sociales, San Cristbal, Venezuela, 2005, 32.[Links]2. DESCARTES, Renato: El Discurso del Mtodo. Ediciones Orbis, Barcelona-Espaa, 1978.[Links]3. HUME, David: Tratado de la Naturaleza Humana. Ediciones Espasa-Calpe, Madrid, 1923.[Links]4. KANT, Immanuel: Critica de la Razn Pura. Ediciones Losada, Buenos Aires, 1973.[Links]5. 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Ediciones del taller permanente de estudios epistemolgicos en ciencias sociales, San Cristbal-Venezuela, 2005. p. 32. En adelante, citado como EEP.2 Es extensa la polmica que se ha presentado a lo largo de la historia de la filosofa respecto al problema de la objetividad o no de los fenmenos fsicos; entre el realismo o irrealismo de los objetos sensoriales. Desde las posiciones realistas, que mantienen una objetividad del mundo, hasta los criterios antirrealistas o irrealistas, que reducen la existencia del mundo fsico a categoras, conceptos y smbolos, la epistemologa ha tratado de comprender y contestar la pregunta acerca del nivel de independencia del mundo fsico y natural respecto a nuestros mecanismos cognitivos, perceptuales, lingsticos y simblicos. Esta polmica, que recorre un largo trecho desde los planteamientos platnicos y aristotlicos, el discurso racionalista de Descartes (Cfr. DESCARTES, Renato: El Discurso del Mtodo. Ediciones Orbis, Barcelona-Espaa, 1978), la posicin empirista de Hume (HUME, David: Tratado de la Naturaleza Humana. Ediciones Espasa-Calpe, Madrid, 1923), el criticismo kantiano (KANT, Immanuel: Critica de la Razn Pura. Ediciones Losada, Buenos Aires, 1973) hasta el irrealismo de Goodman (GOODMAN, Nelson: De la mente y otras materias. Ediciones Visor, Madrid, 1995; Maneras de hacer mundos. Ediciones Visor, Madrid, 1978), el realismo de Devitt (DEVITT, M.: Realism and Truth, Princeton University Press, Princeton, New Jersey, 1991), el realismo de Putnam (PUTNAM, H.: The Many Faces of Realism. Open Court, La Salle, Illinois, 1987; Razn, verdad e historia. Editorial Tecnos, Madrid, 1988) o el realismo externo de Searle (SEARLE, J.: La construccin de la realidad social. Editorial Paids, Madrid-Espaa, 1997), sigue vigente y generando discusiones en la reflexin filosfica. Pues hay que considerar que tanto la idea de que el mundo se construye a partir de tesis semnticas o epistemolgicas apoyadas en nuestro propio lenguaje o nuestro entramado de conocimiento es igualmente justificable tanto como de que existe un mundo prefabricado de antemano e independiente de nuestras teoras. Estas dos posiciones, que han marcado pautas en la reflexin filosfica del siglo XX, son posiciones antagnicas que tratan de justificar, por un lado, el carcter simblico y lingstico de la realidad, y por otro, el carcter objetivo del mundo fsico. As, podemos ver por ejemplo como la argumentacin antirrealista busca mostrar que nuestros modelos de categorizacin y simbolizacin dependen intrnsecmte de nuestras teoras y no del mundo fsico, por lo cual nuestra realidad estara determinada por nuestros conceptos e imgenes en un sentido sustancial. Segn el antirrealismo, la realidad esta plenamente conceptualizada. Como seala Goodman, uno de los representantes mas fuertes del antirrealismo, el irrealismo no sostiene que todo sea irreal, o incluso que algo lo sea, pero considera que el mundo se disuelve en las versiones y que las versiones hacen mundos, proporciona una ontologa evanescente y se ocupa de investigar aquello que convierte en correcta a una versin y hace que un mundo est bien construido (GOODMAN, Nelson. De la mente y otras materias. Ediciones Visor. Madrid, Espaa, 1995, p. 57). Es en este sentido que el mismo Goodman seala que podemos concebir palabras sin un mundo, pero no podemos concebir un mundo carente de palabras o de otros smbolos, pues slo podemos pensar un mundo o una cosa existente en la medida en que la representemos, describamos y, en general, en la medida en que la simbolicemos. A diferencia de Kripke, para Goodman el mundo se disuelve en versiones o, mejor, distintas versiones dan lugar a distintos mundos, pues no existe un solo mundo sino una multiplicidad indeterminada de mundos, tantos como versiones correctas podamos construir. Al igual que Carnap y el mismo Wittgenstein, considera que la pregunta de cmo es la realidad en s misma representa un absurdo ontolgico, pues se trata de un interrogante externa al conocimiento. Por ello, lo nico legtimo sera preguntarse con qu entidades nos comprometemos en cada marco lingstico. Ahora bien, Contrario a esto, el realismo acepta la idea de que existe una realidad objetiva construida de antemano e independiente de nuestras teoras y conceptos. Para el realismo, el mundo fsico se da como necesidad ontolgica y no slo lgica. Como seala Searle el realismo es la concepcin segn la cual las cosas tienen una manera de ser que es independiente de todas las representaciones humanas. El realismo no dice cmo son las cosas sino slo que tienen una manera de ser (SEARLE, J. Op. Cit. p., 165). En tal orden de ideas, la polmica epistemolgica entre realismo y antirrealismo o irrealismo, polmica que para muchos autores representa la esencia de la discusin filosfica, y que para nosotros es importante presentar en este trabajo debido a las implicaciones epistemolgicas que el mismo tiene dentro de esta discusin, es un debate que no se agota slo en los autores sealados, sino que toca mucha de las obras filosficas del siglo pasado. De este modo, tenemos por ejemplo, dentro de lo que es la corriente antirrealista, a autores como Wittgenstein (WITTGENSTEIN, Ludwig: Las Investigaciones Filosficas. Ediciones UNAM y Crtica, Mxico y Barcelona, 1988), Quine (QUINE, W.V.: From Stimulus to Science. Harvard University Press, Cambridge-London, 1995), Rorty (RORTY, Richard: Contingencia, irona y solidaridad. Editorial Paids, Barcelona, 1991) o, contrariamente, defendiendo la posicin realista, a Karl Popper (POPPER, Karl. La lgica de la investigacin cientfica, Editorial Tecnos, Madrid, 1962; Conocimiento objetivo. Un enfoque evolucionista. Editorial Tecnos; Madrid, 1974; Realismo y el objetivo de la ciencia (Post Scriptum a La lgica de la investigacin cientfica, I, Editorial Tecnos, Madrid, 1987).3 Respecto a la definicin del concepto de signo y smbolo en su acepcin tradicional, acepcin que a lo largo del trabajo trataremos de ampliar, podemos sealar lo siguiente. En primer lugar, la nocin de signo, que como veremos se ha construido a lo largo del pensamiento occidental como una partcula diferente u opuesta a la nocin de smbolo, se puede entender como una sea de carcter referencial que une un significado con un significante. Como seala Umberto Eco el signo es un indicio evidente del que pueden extraerse deducciones con respecto a algo latente (ECO, Humberto: Semitica y Filosofa del Lenguaje. Editorial Lumen. Barcelona, 1990, p. 21). El signo es un constructo humano por el que a travs de algo presente (el significante) se muestra algo oculto o latente (el significado). En este sentido, como seala Rafael Luciani, el signo nunca produce conocimiento sino que le presupone, por ello no es creativo ni mntico, sino semntico, as como no puede ser presencia sino representacin (LUCIANI, Rafael: La Palabra Olvidada: de la significacin a la simbolizacin. Publicaciones I.U.S.P.O, Los Teques-Venezuela, 1997, p. 199). En esta misma lnea se inscriben las primeras obras filosficas que dedicaron parte de su trabajo al anlisis del lenguaje. As, San Agustn por ejemplo, define en su obra Sobre la Doctrina Cristiana al signo como todo lo que se emplea para dar a conocer alguna cosa o, como toda cosa que, de la fisonoma que en s tiene y presenta a nuestros sentidos, hace que nos venga otra cosa distinta (SAN AGUSTN: Sobre la Doctrina Cristiana. Editorial B.A.C., Madrid, 1969, pp. I.2,2 y II.1,2 respectivamente). El signo es una cosa que, siendo algo, significa una realidad distinta a si mismo. Como seala M. Beuchot, hablando de Pedro Abelardo, el signo se concibe en los textos clsicos y medievales bajo una funcin referencial (BEUCHOT, Mauricio: La Filosofa del Lenguaje en la Edad Media. Ediciones UNAM, Mxico, 1991). En Guillermo de Occam el signo es algo que supone, entendiendo suposicin como la posicin en la oracin de algo en lugar de otra cosa. As, cuando el trmino est por algo en la proposicin, hace que se use aquel trmino (o el pronombre que le muestra) por algo de lo cual se verifica el trmino supone por aquello de que es verificado (Citado por: LUCIANI, R.: Op. cit., p. 109). El signo es un trmino que hace el papel de la cosa que se representa. Como dice Foucault, el signo encierra dos ideas, una de la cosa que representa, la otra de la cosa representada, y su naturaleza consiste en excitar la primera por medio de la segunda(FOUCAULT, Michel: Las Palabras y las Cosas. Editorial siglo XXI, Mxico, 1996, p. 70). Como tambin seala Durand, el signo es producto de la actividad consciente que funciona fundamentalmente como un mecanismo de economa, pues permite nombrar una cosa sin necesidad de hacerla presente. El signo es el lugar donde se asocia un significado con un significante, donde el primero indica al segundo, y en el cual su sentido es arbitrario. Ahora bien, frente a esta nocin clsica y tradicional de signo, aparece la nocin de smbolo. Esta nocin, en un primer momento vinculada directamente con la lingstica y con la filosofa del lenguaje a travs de autores como Ch. S. Peirce, Ch. Morris, A. Schaff, y otros, era entendida como una subclase del signo, esto es, una especie de sea que esta en lugar de algo y para alguien. Tom un gran empuje como nocin fundamental para entender la cultura humana a partir de obras como la de Cassirer, Durkheim, Mauss, Lvi-Strauss, Lvy-Brhl, Durand, Dumzil, Corbin, Geertz, Sperber o Turner. Con estos autores surge una tendencia en la que el smbolo se entiende como un espacio independiente del signo, con sus propias reglas y con su propio espacio de actuacin. Ellos reconocen que el smbolo no es un reducto del signo sino una esfera ms englobante, que involucra todos los espacios de la cultura y del hombre. El smbolo, por otro lado, articula a quien lo produce o lo recibe en un orden cognoscitivo cultural e interpela a los otros como personas. Por lo cual, no trata de dar informacin sobre la realidad, sino de dar forma a la realidad (informarla) como mundo cultural. El smbolo implica la reunin del objeto simbolizado, la expresin proclamada y los sujetos participantes. La percepcin del smbolo excluye, pues, la actitud del simple espectador y exige una participacin del actor a partir del intercambio de un saber implcito. Como seala Dan Sperber en su libro El Simbolismo en General, el simbolismo es un sistema cognitivo, un dispositivo autnomo que, junto con los mecanismos de la percepcin y con el dispositivo conceptual, participa en la constitucin del saber y en el funcionamiento de la memoria, por ello, ...No se trata de interpretar los fenmenos simblicos a partir de un contexto, sino, muy al contrario, de interpretar el contexto a partir de los fenmenos simblicos (SPERBER, Dan: El Simbolismo en General. Editorial Anthropos, Barcelona, 1988. pp. 19 y 98). No se trata como en el signo de que un significante sustituye lgicamente al significado sino, como en el caso de la msica, se trata de percibir vibraciones armnicas a travs de un sentido interior. El espacio del smbolo es el espacio del misterio y lo oculto, tras l se esconde un sentido, un mundo y unas vivencias, las cuales, por medio de procesos subconscientes, definen una estructura y un orden social y un modo de definir las instituciones y las practicas. El orden que proyecta el smbolo se guarda y tiene valor en el smbolo mismo pues ste rene los caracteres esenciales de una identidad. La funcin del smbolo es precisamente la de hacer que emerja todo el orden simblico y social al que pertenece. El smbolo nos introduce en una realidad a la cual l mismo pertenece. El smbolo, como lo define tambin Durand, es, de por s, figura, y como tal, fuente de ideas, entre otras cosas. El smbolo no es un mecanismo de economa, un medio de expresin del que se pudiera prescindir sin ningn problema, sino un autentico medio de conocimiento, mediacin de verdad. El smbolo es epifana, lo inefable, aquello por lo que no existe ningn concepto verbal. El smbolo se encarna en y por la imagen, se expresa en una figura. Por ello, toda simbolizacin es una revelacin. (Cfr. DURAND, Gilbert: La Imaginacin Simblica. Ediciones Amorrortu, Buenos Aires, 1971); O, como bien expresa Ricoeur, el smbolo da que pensar. (Cfr. RICOEUR, Paul: Freud: Una Interpretacin de la cultura. Siglo XXI Editores, Mxico, 1983, pp. 36-37).4 BACHELARD, Gastn: La Formacin del Espritu Cientfico. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1982. p. 8. En adelante, citada como FEC.5 La concepcin de la metfora como concepto clave para explicar muchos de nuestros procesos cognitivos y epistemolgicos, as como, para entender muchos presupuestos en el pensamiento cientfico no cubre mas de un siglo. La idea de la metfora como constructo epistmico surgi slo a mediados del siglo XX en autores como Max Black, Lakoff y Johnson, Nelson Goodman, John Searle y Donald Davidson. Anteriormente a ellos, en los griegos por ejemplo, y especficamente en la manos de Platn y Aristteles, la metfora era o un recurso slo retrico y potico, o un smil que transfiere el nombre de una cosa a otra. En la Republica por ejemplo Platn habla de la metfora como sinnimo de apariencia, pues los poetas, considerados los autores de metforas, no son ms que creadores de vanas imgenes (Cfr. PLATN. La Republica en, Dilogos tomo IV. Editorial Gredos. Madrid-Espaa, 1986. 605 c). Por otro lado, Aristteles en su Potica habla de la metfora como un elemento lingstico por el que se puede transferir el nombre de una cosa a otra; la metfora es un intercambio de significados por analoga (Cfr. ARISTTELES. Potica. Traduccin de A.J. Cappelletti, Editorial Monte vila, Caracas, 1998, 1457b). Ahora bien, a diferencia de estas ultimas definiciones que han perdurado a lo largo de la historia de la filosofa medieval y moderna surge, a partir de autores como Vico y Nietzsche, una revalorizacin de la metfora como unidad esencial en todo proceso perceptual de organizacin sensorial. La metfora, a partir del siglo XX, es vista as como un recurso esencial de todo nuestro sistema conceptual por el que construimos significados y sentidos. Como seala Lakoff y Johnson nuestro sistema conceptual ordinario, en trminos del cual pensamos y actuamos, es fundamentalmente de naturaleza metafrica (LAKOFF, George y JOHNSON, Mark: Metforas de la Vida Cotidiana. Ediciones Ctedra, Madrid-Espaa, 1986. p. 39.) Bajo esta idea la metfora no se concibe slo como un tropo o un smil, sino como una unidad en s misma generadora de sentido. Ahora bien, esta nocin, que consideramos apenas esta calando en los estudios epistemolgicos, y a la cual se adhiere este trabajo, echa por tierra la idea simple de carcter retrico y racionalista de considerar a la metfora como un simple recurso potico supeditado a la literalidad de las expresiones e imgenes. Esta posicin deja a un lado los prejuicios epistmicos de carcter positivista y neopositivista que consideran a la metfora slo como materia marginal de crticos literarios y poetas que, faltndole la capacidad de construir un lenguaje cientfico y objetivamente correcto, slo refieren a la realidad de manera confusa. De este modo, la concepcin tradicional, que como sealamos tiene parte de su origen en la obra platnica y aristotlica, y que en cierto sentido podramos decir que se siente an en el ambiente filosfico de nuestra poca, no permite ver el gran potencial creativo y constructor de realidades y percepciones que genera la metfora.6 Aunado a la aclaracin anterior de lo que tradicionalmente suele definirse como signo, smbolo y metfora, hay que sealar adems que el signo, por parte de algunas corrientes epistemolgicas como el positivismo lgico y el neopositivismo, adquiere un nivel de verdad mucho ms elevado que el del smbolo y la metfora, pues el concepto cientfico, transportado por el signo, y la verificacin emprica, presentan un medio descriptivo y referencial que refleja con mayor precisin la naturaleza del mundo fsico. El signo, positivamente, es el medio conceptual por el que la realidad se hace ms clara a la conciencia, sin equvocos ni deformaciones imaginarias y poticas. Ahora bien, por otro lado, respecto a la importancia cognitiva del smbolo y la metfora, suele marcrsele su valor epistmico en la construccin de la descripcin y explicacin cientfica, aparte de los autores antes sealados, en obras epistemolgicas como la de Bachelard, para quien la imaginacin simblica y creadora se convierte en precursora y rectora de los descubrimientos cientficos; a la vez, que siendo imaginacin potica, devient un accroissement de conscience, mieux, une croissance dtre (citado por VALDS, Mario J.: Con Paul Ricoeur: indagaciones hermenuticas. Monte vila Editores, Caracas, 2000, p. 47, citado en adelante como IH). As, Bachelard nos permite entender la actividad cientfica en y desde el imaginario simblico mismo, olvidando la rigurosa ascesis del pensamiento objetivo. (Cfr. BACHELARD, Gastn: La Potica del Espacio. FCE, Mxico, 1989). En funcin de esto, como trataremos de sealar ms adelante, es que creemos que si tratamos a la mayora de las construcciones cientficas ms como imgenes y smbolos, entiendo smbolo como lo definimos anteriormente, que como conceptos, formas y signos. La exploracin de las implicaciones epistmicas y referenciales de una teora o una ley seran as, objeto de una filosofa de la ciencia que apunta hacia el estudio de la metfora y la imagen y no, como seala Cavaills, una filosofa que se dirija hacia el anlisis del concepto: No una filosofa de la conciencia sino una filosofa del concepto es la que puede dar una doctrina de la ciencia. (Cfr. CAVAILLS, J.: Sobre la lgica y la teora de la ciencia. Editorial Anagrama. Barcelona 1960. p. 80).7 Respecto a esta ltima idea, es decir, aquella segn la cual la imagen metafrica cuando tiene vida posee la capacidad de inventar, de expresar algo nuevo acerca de la realidad, de operar como elemento organizador de la experiencia, en otras palabras, de producir sentido y no solamente dar a una cosa el nombre de otra, cfr. RICOEUR, P.: Interpretation Theory: Discourse and the Surplus of Meaning. Texas Christian, Fort Worth, 1975, pp. 53-56; La Metfora Viva. Traduccin de Agustn Neira, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1980. Segn este autor, es una idea errnea pensar a la metfora slo como un recurso retrico y no cognitivo. Como un tropo que slo presenta nombres figurativos los cuales atribuyen sentidos que no les pertenece y que, por lo mismo, causan perplejidad. Esta concepcin hace que la metfora slo se comprenda en razn de una similitud que habr entre el sentido figurado y el apropiado. Ahora bien, frente a esta degeneracin retrica de la metfora descansa, como bien seala Mario J. Valds: una voluntad por privilegiar la palabra, y con ella, un sentido literal, lgico y autoritario de la realidad (VALDS, Mario J.: Ob. cit. p. 40). En otras palabras, opera un privilegio por el signo y por su capacidad descriptiva, objetiva y univoca. Por el contrario, para Ricoeur la metfora sugiere la creacin de una nueva pertinencia, que conlleva a su vez, la organizacin de un estatus cognoscitivo y un valor referencial que le provee la realidad.8 En la misma medida que su actividad filosfica y cientfica era intensa, tambin lo era su actividad potica. Sus estudios sobre lo imaginario, lo potico y simblico, los toma de un psicoanlisis de los elementos. De all el nombre de sus obras: Psicoanlisis del Fuego (1938), El Agua y los Sueos: Ensayo sobre la imaginacin de la Materia (1942), El Aire y los Sueos: Ensayo sobre la imaginacin del Movimiento (1943), La Tierra y la Ensoacin de la Voluntad (1948) y por ultimo, La Tierra y los ensueos del Reposo (1948), La Potica del espacio (1957) y La Potica de la Ensoacin (1960).9 BACHELARD, Gastn: Epistemologa. Editorial Anagrama, Barcelona 1973.10 BACHELARD, Gastn: La Filosofa del No. Amorrortu Editores, Argentina, 1940. En adelante, citado como FN.11 A este respecto vase LAKATOS, Imre: Escritos filosficos: matemticas, ciencia y epistemologa. Alianza Editorial, Madrid-Espaa, 1999; Falsacin y la Metodologa de los Programas de Investigacin Cientfica en: La Crtica y el Desarrollo del conocimiento . Editorial Grijalbo, Barcelona, 1975; Pruebas y refutaciones. Editorial Alianza, Madrid, 1978. All, sobre una crtica a la nocin popperiana de falsacin, Lakatos seala que la dinmica entre conjeturas y refutaciones no se da en abstracto sino dentro de un determinado contexto de discusin racional, y en un marco determinado de ideas, prejuicios y concepciones del mundo. Vase tambin CANGUILHEM, Guilles: Lo normal y lo Patolgico. Editorial Siglo XXI, Mxico 1980. Segn este autor, lo fundamental en filosofa de la ciencia es un anlisis histrico de los conceptos cientficos. Pues ellos reflejan la contextualizacin de los modos como los cientficos interpretan y conciben el mundo, y la interpretacin implicada en la observacin. Los conceptos reflejan los espacios de posibilidades sobre los que un fenmeno y una teora se estructuran. Vase tambin FOUCAULT, Michel. Las Palabras y las Cosas. Siglo XXI Editores, Espaa, 1966; La Arqueologa del Saber. Siglo XXI Editores, Mxico, 1979. Su tesis bsica en relacin con los espacios epistmicos, en cuanto categora crtica de la investigacin histrica tradicional, es que, en una cultura y en un momento dado, slo hay siempre una episteme que define la condicin de posibilidad de todo saber (FOUCAULT, M.: Ob. cit. p. 166). En vista de esto, el autor establece dos grandes bloques histricos y dos grandes epistemes en el pensamiento occidental: Aquella con la que se inaugura la poca clsica (hacia medianos del siglo XVII) y aquella que, a principios del XIX, seala el umbral de nuestra modernidad (FOUCAULT, M.: Ob. cit. p. 7). Estos dos grandes espacios epistmicos establecen la discontinuidad del saber y los discursos, pues cada uno regula de maneras diferentes los modos de entender y conocer los fenmenos naturales y humanos. Estas dos grandes estructuras epistmicas delimitan lo que debe ser dicho y lo que debe quedar fuera de discursos, como la ciencia, la poltica, la economa o la literatura. Estos bloques epistmicos sealan tambin en que medida nuestros discursos y saberes son una ruptura con los discursos y saberes precedentes.12 EEP, p. 31-32.13 FEC, p. 15.14 EEP, p. 32.15 Cfr. KANT, Immanuel: Crtica de la Razn Pura. Editorial Losada, Buenos Aires, 1973.16 FEC, p. 15.17 FEC, p. 16.18 Ibidem.19 Esta posicin, que ya esta presente en la obra de Nietzsche con el concepto de genealoga y que refiere a la idea de que es absurdo un despliegue metahistrico que busque las significaciones ideales y los indefinidos teleolgicos (Cfr. NIETZSCHE, Friedrich: La genealoga de la moral. Alianza Editorial, Madrid, 1997; Consideraciones intempestivas 1. Alianza Editorial, Madrid, 1997; La gaya ciencia. Editorial Akal, Barcelona, 1988.), tambin la desarrolla Foucault a travs del concepto de Arqueologa, que, tomado en su sentido etimolgico, se precisa como: estudio de los principios. Para este autor la arqueologa se entiende como: estudio de los principios que rigen el nacimiento de los discursos. As, la arqueologa es estudio y descripcin del archivo, esto es, investigacin y exploracin de las reglas que establecen para una cultura el nacimiento y desvanecimiento de sus enunciados. La obra de Foucault, en tanto que es una obra con intereses arqueolgicos, enfatiza en hallar esos elementos recnditos que se ocultan bajo la apariencia del discurso, como en el caso del discurso de la ciencia. Como seala Patxi Lanceros, el fenmeno arqueolgico es una bsqueda del arch, entendindolo no slo como el lugar de origen, sino como la estructura fundamental contingente, histrica-que rige los comienzos las sbitas apariciones, las emergencias- de acontecimientos discursivos (LANCEROS, Patxi: M. Foucault: El anlisis del saber, en Revista de Filosofa, Vol. 22 N 2, Centro de Estudios Filosficos-Facultad de Humanidades y Educacin. L.U.Z. Maracaibo, 1995, p. 94). El arch, como lugar de emergencia, nombra aquello de donde algo emerge, pero lugar que es condicin que domina, rige y controla lo que se dice; en otras palabras, el arch es poder que domina los enunciados. De esta manera, La arqueologa del saber, en cuanto descripcin del archivo, es exploracin del conjunto de reglas que dominan y configuran el saber y el conocimiento consciente de una poca y de un contexto. El proyecto arqueolgico de Foucault, como anlisis de aquello que hace positivo cierta forma de conocimiento (ciencias humanas o sociales), implica una excavacin de sedimentos del pensamiento que se han ido estructurando inconscientemente. A diferencia de una historia tradicional que describe los acontecimientos como etapas de acumulacin que se dirigen a un telos, la arqueologa explora las estructuras impersonales del saber que emergen imprevisiblemente en un determinado momento del pensamiento. El programa arqueolgico es un modo de explicar y mostrar que el estudio de la historia no debe presentarse como la narracin de las continuidades del conocimiento y el saber, sino como la descripcin de las distintas rupturas por la que cada poca valida sus esquemas de comprensin. Como dice el autor en esas disciplinas (historia de las ideas) que, a pesar de su ttulo, escapan en gran parte al trabajo del historiador y a sus mtodos, la atencin se ha desplazado por el contrario, de las vastas unidades que se describan como pocas o siglos hacia fenmenos de ruptura. Por debajo de las grandes continuidades del pensamiento por debajo de las manifestaciones masivas y homogneas de un espritu o de una mentalidad colectiva, por debajo del terco devenir de una ciencia que se encarniza en existir y en rematarse desde su comienzo (...) se trata ahora de detectar las incidencias de las interrupciones (FOUCAULT, Michel: La Arqueologa del Saber. Siglo XXI Editores, Mxico, 1979, p. 5).20 FEC, p. 18.21 Ibidem.22 FEC, p. 7.23 FEC, p. 27.24 EEP, p. 33.25 FN, p. 22.26 FN, p. 26.27 Ibidem.28 EEP, p. 33.29 FN, p. 30.30 Mediante el estudio de la gramtica general, la historia natural y el anlisis de las riquezas, Foucault muestra que la episteme clsica determina las configuraciones discursivas a partir del orden en las propias palabras y en el propio sujeto: el lenguaje se enraza no por el lado de las cosas percibidas, sino por el lado del sujeto en su actividad (FOUCAULT, Michel: Las Palabras y las Cosas. Siglo XXI Editores, Madrid, 1966, p. 283). La representacin, que en la poca moderna era representacin del mundo, es ahora representacin del pensamiento. Se impone el orden a las cosas, el orden del sujeto. La representacin es ahora, una representacin que se representa as misma, pues, todo el sistema clsico del orden, toda esa gran taxonoma que permite conocer las cosas por el sistema de sus identidades, se despliega en el espacio abierto en el interior de s por la representacin, cuando sta se representa a s misma. (Ibd., 207). Los seres, la vida, la naturaleza, entran en la configuracin de un nuevo espacio de comprensin, esto es, el pensamiento y la representacin misma. Ya no se piensan las cosas desde su interior, sino desde el mismo espacio que antes era representacin de ellas. Ya los objetos que aparecen en el campo del saber, no son propiamente los objetos, sino lo que se quiere ver de los objetos. En sntesis, esta episteme clsica cre un nuevo ser de las cosas y un nuevo modo de configurar los saberes. Los saberes son ya lo que los sujetos hagan de l, ya no se les impone una verdad objetiva, sino una consistencia interna.31 FN, p. 31.32 Ibd., p. 28.33 Ibd., p. 31.34 FEC, p. 29.35 Es interesante confrontar la posicin de Bachelard con la de Cassirer, aunque tal vez esto forme parte de otro trabajo de investigacin. Es interesante notar las coincidencias en cuanto a los planteamientos epistemolgicos de estos dos autores. Siguiendo los mismos criterios histricos de Bachelard, Cassirer plantea igualmente, a partir de su nocin de formas simblicas, que la ciencia ha llegado a un punto, contrario al mito y a la expresin, en el que se impone bsicamente la nocin misma de relacin sin contenido fsico. Como l seala los conceptos (cientficos) no deben su verdad a su aptitud de reflejar la realidad existente en s, sino a su capacidad de construir modelos de orden susceptibles de instaurar y garantizar el encadenamiento de las experiencias (CASSIRER, Ernst: Substance et Fonction. Elments pour une thorie du concept. Les Editions de Minuit, Paris, 1977, p. 360. El parntesis es mo). Para Cassirer, muy similar a Bachelard, la evolucin del pensamiento occidental a llegado al punto en el que en vez de medir el contenido, el sentido y la verdad de las formas intelectuales con algo ajeno que supuestamente debera ser reproducido en ellas, debemos encontrar en las formas mismas la medida y el criterio de su verdad y significacin intrnseca (CASSIRER, E.: Language and Myth. Dover, New York, 1953, p. 8). Por ello, el conocimiento no puede reproducir la naturaleza exacta de las cosas como son en realidad sino que debe circunscribir su esencia en conceptos (CASSIRER, E.: Op. cit., p. 7), en nuestro caso, en metforas y smbolos. Ahora bien, y para especular tal vez un poco ms, llama la atencin, siguiendo el planteamientos de estos dos autores, como coincide la idea de que la ciencia se ha volcado sobre la propia forma y sobre el mismo pensamiento, con los supuestos de Teilhard de Chardin del enrollamiento craneal del hombre en el desarrollo de su evolucin. La idea de que el pensamiento cientfico extrae sus conclusiones y justificaciones del mismo pensamiento, coincide, segn nuestro criterio (aunque no nos interesa exponer ahora ampliamente los argumentos) con el planteamiento chardiniano de que el eje craneal del australopiteco se ha volcado sobre s mismo para generar el crneo del homo sapiens, cosa que, segn Chardin, permite el poder de expansin del cerebro, la velocidad extrema de diferenciacin, de memorizacin y simbolizacin. (Cfr. DE CHARDIN, Teilhard : El Grupo Zoolgico Humano. Ediciones Taurus, Ma drid-Espaa, 1967, pp. 69-86).36 NICOL, Eduardo: Los Principios de la Ciencia. Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1965, p. 18. En adelante, citado como PC.37 Aqu la idea de simblico no es anloga a la nocin de smbolo expuesta al comienzo del trabajo. La idea de smbolo aqu es ms bien anloga a la idea de forma, esto es, a la forma abstracta de una teora. El smbolo, comnmente en ciencia, se define como un signo formal, que trata de operar por un mecanismo de economa haciendo sinttico un conjunto de relaciones y de explicaciones.38 PC, p. 18.39 Ibd., p. 19.40 PC, p. 18.41 FOUCAULT, Michel: La Arqueologa del Saber. Siglo XXI Editores, Mxico, 1979,p. 207.42 Ibd., p. 235.43 ZIMMERMAN, E.J.: La naturaleza macroscpica del Espacio - Tiempo, en Revista Americana de Fsica. Vol. 30 n 2, E.U.A., 1980.44 Vase: VALDS, M. J.: Ob. cit., pp. 35-55.45 Vase la cita numero tres.46 Ibd., p. 42.47 TALBOT, Michael: Misticismo y Fsica Moderna. Editorial Kairos. Barcelona, 1986. p. 69 (la cursiva es ma).48 Para una larga revisin de las siete mil referencias bibliograficas respecto a este punto, en la que la metfora, en la larga tradicin filosfica, no es analizada en todo su potencial epistemolgico, vase: SHIBLES, Warren. Metaphor: An Annotated bibliography and History. Language Press, Whitewater, 1971; VAN NOPPEN, J. P. y HOLS E.: Metaphor II. A Classified Bibliography of Publications 1985 to 1990. Amsterdam, Benjamins. Eds. 1990; VAN NOPPEN, J. P. y JONGEN, R.: Metaphor. A Bibliography of Post-1970 Publications. Benjamins Eds., Amsterdam 1985.49 IH, p. 39.50 RORTY, Richard. Objetividad, Relativismo y Verdad. Editorial Paids. Barcelona, 1995. p. 223.51 DAVIDSON, Donald. De la Verdad y La Interpretacin: fundamentales Contribuciones a la Filosofa del lenguaje. Editorial Gedisa. Barcelona-Espaa, 1980. p. 260. En adelante, DVI.52 PC, p. 18.53 NUBIOLA, Jaime. El Valor Cognitivo de las Metforas. Publicado en Verdad, Bien yBelleza. Cuando los filsofos hablan de los valores. Cuadernos de Anuario FilosficoN 103. Pamplona, 2000. p. 76. En adelante, VBB.54 LAKOFF, George y MARK, Johnson. Metforas de la vida cotidiana. Ediciones Ctedra. Madrid, 1986. p. 95. En adelante, MVC.55 VBB, p. 78.56 IH, p. 36.57 DVI, p. 245.58 Ibd., p. 253.59 Ibd., p. 255.61 VBB, p. 81.62 DVI, p. 261.63 Entindase simblico en el sentido como fue definido en la cita numero tres.64 Vase: BLACK, Max. Modelos y Metforas. Editorial Tecnos. Madrid-Espaa, 1966.65 SPERBER, Dan. El Simbolismo en General. Editorial Anthropos. Barcelona-Espaa,1988. p. 98.66 TURNER, Vctor. La Selva de los Smbolos. Editorial Siglo XXI. Madrid-Espaa,1999.p. 40.67 VBB, p. 83.