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Los principales textos acerca de la vida y obra de Julio César Tello Rojas se escribieron poco después de su muerte en 1947 (Mejía 1948, 1964, 1967a, 1967b; Lothrop 1948; Carrión 1948; Espejo 1948b; Strong 1948; Jaguande 2001). Algunos trabajos exploraron el aspecto académico de Tello (Santisteban 1956; Espejo 1959); otros, el inventario de sus docu- mentos inéditos (Valcárcel 1966). Otros tantos abordaron una época o una región específica investigada por Tello (Espinoza 1983; Astuhuamán y Guerrero 1998); la participación en sus primeras expediciones (Daggett 1992); el rol que desempeñó siendo diputado (Guzmán 1997); aun su correspondencia con otros intelectuales ha sido analizada (Castillo y Moscoso 2002). Con ocasión de conmemorarse su fallecimiento, primero los 30 años y luego el cincuentenario, diversas instituciones le dedica- ron publicaciones de homenaje y certamenes académicos (Instituto Na- cional de Cultura 1977; Universidad Nacional Mayor de San Marcos 1997; Municipalidad Provincial de Huarochirí - Fondo Documentario de la Cultura Peruana 1997; Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú 1997; Municipalidad Provincial de Huarochirí - Universidad Alas Peruanas 1998). Fue nominado para ser elegido el Peruano del Milenio. Inauguró una serie de documentales televisivos acerca de los personajes más importantes en la Historia del Perú. Finalmente, luego de muchos años de interrupción, sus cuadernos de campo empezaron a ser publica- dos en 1999 por el Museo de Arqueología y Antropología de la UNMSM. En vida, Tello obtuvo becas, distinciones y honores. Todo esto nos con- duce a preguntarnos las razones de tales merecimientos y por qué es considerado símbolo de la Arqueología peruana. En este trabajo intenta- remos responder estas interrogantes y descubrir al personaje real en el Julio César Tello Rojas: Arqueólogo. Una biografía César W. Astuhuamán Gonzáles (*) Richard E. Daggett (**) 1 [13] * Universidad Nacional Mayor de San Marcos - University of London. ** University of Massachusetts Amherst, retired. 01_astuhuamán.p65 30/11/2006, 12:15 p.m. 13

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Los principales textos acerca de la vida y obra de Julio César Tello Rojasse escribieron poco después de su muerte en 1947 (Mejía 1948, 1964,1967a, 1967b; Lothrop 1948; Carrión 1948; Espejo 1948b; Strong 1948;Jaguande 2001). Algunos trabajos exploraron el aspecto académico deTello (Santisteban 1956; Espejo 1959); otros, el inventario de sus docu-mentos inéditos (Valcárcel 1966). Otros tantos abordaron una época ouna región específica investigada por Tello (Espinoza 1983; Astuhuamány Guerrero 1998); la participación en sus primeras expediciones (Daggett1992); el rol que desempeñó siendo diputado (Guzmán 1997); aun sucorrespondencia con otros intelectuales ha sido analizada (Castillo yMoscoso 2002). Con ocasión de conmemorarse su fallecimiento, primerolos 30 años y luego el cincuentenario, diversas instituciones le dedica-ron publicaciones de homenaje y certamenes académicos (Instituto Na-cional de Cultura 1977; Universidad Nacional Mayor de San Marcos1997; Municipalidad Provincial de Huarochirí - Fondo Documentariode la Cultura Peruana 1997; Centro de Estudios Histórico-Militares delPerú 1997; Municipalidad Provincial de Huarochirí - Universidad AlasPeruanas 1998). Fue nominado para ser elegido el Peruano del Milenio.Inauguró una serie de documentales televisivos acerca de los personajesmás importantes en la Historia del Perú. Finalmente, luego de muchosaños de interrupción, sus cuadernos de campo empezaron a ser publica-dos en 1999 por el Museo de Arqueología y Antropología de la UNMSM.En vida, Tello obtuvo becas, distinciones y honores. Todo esto nos con-duce a preguntarnos las razones de tales merecimientos y por qué esconsiderado símbolo de la Arqueología peruana. En este trabajo intenta-remos responder estas interrogantes y descubrir al personaje real en el

Julio César Tello Rojas: Arqueólogo.Una biografía

César W. Astuhuamán Gonzáles (*)Richard E. Daggett (**)

1

[13]

* Universidad Nacional Mayor de San Marcos - University of London.* * University of Massachusetts Amherst, retired.

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contexto histórico en que vivió, para conocerlo y valorarlo en todas susdimensiones.

Los orígenes

Nació en Huarochirí, en la sierra de Lima, un 11 de abril de 1880, comohijo de Julián Tello García y María Asunción Rojas Erikes. Su padre fueun hombre importante en la localidad: llegó a ser autoridad; su madredescendía del último gobernador Inca de Huarochirí (Lothrop 1948: 50).Las tierras de su familia, conformadas por manantiales, huertos y parce-las denominados Tomala, Oyada y Wirmache, y situadas lejos del actualpoblado y donde originalmente tenían su humilde casa, conservaban eltopónimo Koniraya, el que nos recuerda a la ancestral deidad andina(Carrión 1948: 9; Mejía 1967b: vi; Santisteban [s.d.]). Cuando niño, Telloescuchó los relatos acerca de las antiguas deidades de la región, Pariacacay Wallallo. Allí conoció los lugares donde se desarrollaron sus hazañas,descritas en el manuscrito del siglo XVII; aprendió las costumbres de sucomunidad; entendió la importancia de la naturaleza en los ciclosagropecuarios, y que era una entidad viviente y animada (Tello y Mejía1979: 36).

Entre 1886 y 1892 asistió a la escuela de la localidad, donde recibióel apelativo de sharuko por su vivacidad, coraje e ímpetu arrollador (Mejía1948: 3-6; Mejía 1979: vi). En 1893, María Tello propuso que su sobrinoJulio continuara su educación en Lima (Mejía 1948: 6). Gracias al apoyoeconómico de su tía y la venta de las antiguas joyas de la familia, supadre y él viajaron a Lima a fines de marzo. Allí le consiguieron unapensión en la calle Sanchilla (actualmente Jirón Ilave # 460, Barrios Al-tos), para continuar el cuarto año de educación primaria en el Colegio deLima, dirigido en aquel entonces por el Dr. Pedro Labarthe (Lothrop1948: 50; Mejía 1967b: vi). Lamentablemente en 1895 su padre fallecerepentinamente y se agotan los recursos económicos necesarios paracontinuar sus estudios. A partir de entonces, Tello padeció muchas pe-nurias. Trabajó en las labores domésticas de su pensión y, posteriormen-te, como mayordomo en la residencia de un distinguido médico en Lima:esto le permitiría continuar estudiando (Lothrop 1948: 50-51; Castillo yMorán 2002: 166). Mientras penosamente buscaba un nuevo alojamien-to, conoció a Don Ricardo Palma, pues Tello estudió con uno de sushijos. Él le concedió su apoyo para que viviera largo tiempo en la Biblio-teca Nacional (Espejo 1959: 20; Mejía 1967b: vii). Prosiguió sus estudioshasta el cuarto año de educación secundaria en el Colegio de Lima y en1899 ingresó al prestigioso Colegio Guadalupe, donde terminó el ciclopreparatorio para continuar sus estudios universitarios (Mejía 1967b:

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vi). Durante sus estudios escolares, Tello destacó por su talento paramatemáticas, historia, literatura, ciencias naturales y filosofía; por ellorecibió sus primeras becas (Lothrop 1948: 51; Espejo 1959: 20).

Los años de su adolescencia fueron de dura formación(1). Lejos desu familia y terruño, afrontó dificultades, entre ellas la marginación quesufrían las grandes mayorías indígenas, pues siendo mestizo, él se sen-tía indígena. Esto le hizo formar un recio carácter ante la adversidad yfuerte voluntad para lograr metas (Carrión 1948: 8). Pero la nostalgia yañoranza por su tierra, a donde solía regresar en vacaciones, lo acompa-ñarían toda su vida.

LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA

A comienzos de marzo de 1900, Tello rindió un examen escrito e ingresóa la Facultad de Ciencias de la Universidad Mayor de San Marcos(2),como un paso previo hacia la Facultad de Medicina de San Fernando(Mejía 1967b: vi; Espejo 1959: 20-25). A comienzos de julio, Tello fuenombrado auxiliar en la Biblioteca Nacional por Ricardo Palma, lo cualle permitió pagar sus gastos de manutención durante sus estudios uni-versitarios (Espejo 1959: 21).

En 1901, Tello fue alumno del Dr. Sebastián Barranca, naturalista yanticuario, catedrático de Mineralogía, Geología y Paleontología. Barran-ca estaba muy interesado en las lenguas originarias del Perú. Así, enfebrero de 1902, Tello fue enviado a las provincias de Huarochirí y Yauyospara realizar su primer trabajo de campo y recolectar especies vegetales,datos de animales silvestres e información lingüística (Mejía 1948: 8-9;Espejo 1959: 21-24).

1 Tello nació y creció en medio de tiempos difíciles. La derrota del Perú en la Guerra delPacífico (1879-1883) no sólo significó la destrucción de la capacidad productiva delpaís, la pérdida de territorios, la postración económica, la segmentación política, eldesprestigio de los minoritarios sectores dominantes, quienes a su vez responsabilizabany marginaban a las grandes mayorías indígenas. Significó también la constatación de queno existía una nación peruana y que la sociedad tenía grandes problemas por conocer yresolver. Uno de ellos era el del indio, considerado por González Prada como el verdaderoperuano. Tras el proceso de reconstrucción nacional, comenzaría, con el gobierno dePiérola, la República Aristocrática (1895 – 1919), durante la cual el grupo que representabalos intereses de los exportadores dirigió la política gubernamental, y el Estado fue suinstrumento político (Cotler 1988: 119-120, 128; Lumbreras 1997: 7).

2 A inicios del siglo XX, la Universidad Mayor de San Marcos sufría un proceso detransformación. No sólo era importante formar profesionales competentes, sino ademásque fueran capaces de investigar y plantear soluciones a los graves problemas del Perú, yque conocieran la cultura peruana y se identificaran con ella (Espejo 1959: 11-12). Conobjetivos claros, las investigaciones de sus maestros y alumnos, y la mejora de suinfraestructura, la Universidad comenzó a progresar intelectualmente.

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A fines de marzo de 1902, Tello fue promovido a la Facultad deMedicina y también al cargo de oficial-conservador en la Biblioteca Na-cional (Mejía 1964: 73; Espejo 1959: 22). Entre los años 1903 y 1904,trabajó como conservador en el Museo Raimondi, que en aquellos tiem-pos funcionaba en la Facultad de Medicina, y estudió las colecciones deArqueología y Ciencias Naturales del sabio italiano. En este periodo desu vida, Tello se formó como investigador del pasado reuniendo infor-mación para su futura tesis (Espejo 1959: 25-26). Un día, mientras Tellotrabajaba catalogando libros en la Biblioteca Nacional, quedó impresio-nado al observar unas imágenes del artículo “Primitive Trephining inPeru”, publicado por Manuel Antonio Muñiz y W.J. McGee (1897). Allíse publicaban las fotos de los cráneos trepanados que su hermano mayorrecolectó en unas chulpas de Chuicoto por encargo de su padre, quehabía sido gobernador en Huarochirí, y quien a su vez recibió estas ins-trucciones del Prefecto de Lima (Espejo 1959: 26; Mejía 1967b: vii;). Tellohabía visto y tocado dichos cráneos cuando tenía ocho años. Este hallaz-go despertó en él la curiosidad por conocer el pasado prehispánico de sutierra y la causa de la operación quirúrgica. Así se definió su vocaciónpor la Antropología Física y Cultural (Lothrop 1948: 51; Mejía 1948: 9;Espejo 1959: 26; Mejía 1967b: vii-viii). Por ello, durante los periodos devacaciones de los años 1905 y 1906, con ayuda de su buen amigo Ricar-do Palma, hijo del tradicionalista, recolectaron restos óseos prehispánicosen las provincias de Huarochirí y Yauyos, lo cual les ocasionó más de unproblema con la policía (Espejo 1959: 26; Mejía 1967b: viii).

A comienzos de mayo de 1906, Tello, alumno del Quinto Año deMedicina, ofreció una conferencia titulada “La craniectomía en el PerúPrehistórico”, en el salón de actos de la Sociedad Geográfica de Lima,situado en la Biblioteca Nacional. En esta conferencia trató acerca de laarquitectura funeraria y las trepanaciones craneanas, y fue ilustradacon los restos óseos que recientemente había recolectado (Mejía 1948: 9;Espejo 1959: 28). Entre los asistentes se encontraba el Dr. Max Uhle,considerado en esos años el principal especialista acerca del Perúprehispánico, y quien meses después sería nombrado director de la Sec-ción de Arqueología y de las Tribus Salvajes del Museo Nacional deHistoria (Anónimo 1906; Rowe 1954: 12). Durante la primera conferen-cia de su carrera científica y al término de ella, Tello fue muy aplaudidopor la numerosa concurrencia. Tenía 26 años.

A mediados de mayo de 1907, luego de ganar la plaza por concurso,Tello empezó su internado en el Hospital Dos de Mayo de Lima (Mejía1948: 9; Espejo 1959: 51); se dedicó también a terminar su investigaciónpara graduarse. Su ambicioso plan de tesis original era sobre la cirugíaprecolombina, de la cual sólo desarrolló el capitulo de la sífilis. El 16 de

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noviembre de 1908 sustentó exitosamente su tesis “La antigüedad de lasífilis en el Perú” para optar el grado de Bachiller, la cual fue aprobadapor aclamación, distinción otorgada excepcionalmente. Su tesis, que te-nía por objetivo conocer las motivaciones que ocasionaron las trepa-naciones craneanas, es un trabajo pionero de los estudios interdisci-plinarios, pues integra información arqueológica, etnohistórica, médicay antropológica. Tello contrastó dicha información con su hipótesis: lasífilis sería autóctona y una de las causas de las trepanaciones (Espejo1959: 10, 28-40).

Por acuerdo de la Facultad de Medicina se dispuso la publicaciónde su tesis. También la facultad pidió al gobierno nacional que comprasela colección de quince mil cráneos de Tello, reunida durante varios años,con el propósito de crear el Museo de Anatomía y Patología. Una peque-ña parte de esta colección sería adquirida por la Universidad de Harvarden 1911 (Espejo 1959: 28-29; Mejía 1964: 77; Daggett 1992: 3, 13). En ladedicatoria de la tesis, Tello le agradece a Don Ricardo Palma, por elejemplo, los consejos que contribuyeron a la formación de su carácter ypor la valiosa ayuda brindada (Espejo 1959: 22). Es precisamente en sutesis de 1908 donde Tello planteó la siguiente disyuntiva “o la sífilis esexótica, importada de un lugar americano más o menos distante o de otro Conti-nente, o es autóctona, de nuestro suelo” (op. cit. p. 37), la cual retomará en sustrabajos de 1921 y 1929, al plantear el problema de los orígenes de lacivilización andina, estableciendo un paralelo entre ambas.

En enero de 1909, Tello asistió a una cena en honor a los reciéngraduados y en especial a García Calderón, quien había publicado ElPerú Contemporáneo, en 1907. En la reunión, Don Ricardo Palma dijo queel homenajeado, Tello y Riva Agüero eran los mejores de su generación,posteriormente denominada del Novecientos. Todos ellos seguirían rum-bos distintos y asumirían diferentes posiciones frente a los indígenas yel pasado prehispánico (Tealdo 1942: 75; Espejo 1959: 40; Flores 1987:227, 237-239; Castillo y Moscoso 2002: 166, 181). A fines de abril de 1909,Tello recibió el grado de Médico y Cirujano, y por un tiempo tuvo suconsultorio y ejerció la profesión, pero vivía en un modesto apartamentoen la calle Chillón N° 145 (Mejía 1967b: viii; Espejo 1959: 50).

En el primer semestre de 1909 se publicó su tesis como un libro(Tello 1909; Mejía 1967b: viii). Convertido en una celebridad por susméritos, Tello fue premiado durante las Fiestas Patrias con una medallade oro por la Ciudad de Lima, debido a la excelencia de su grado acadé-mico, siendo alcalde Billinghurst. El 21 de agosto, una resolución supre-ma del gobierno de Leguía, a solicitud de la Facultad de Medicina, leotorgó una beca de perfeccionamiento por dos años para estudiar Antro-pología en la Universidad de Harvard, si bien primero Tello tuvo que

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decidir entre Francia y Estados Unidos (Lohtrop 1948: 51; Espejo 1959:50; Mejía 1967b: vi). Así, luego de renunciar a sus dos trabajos, en labiblioteca y el hospital, partió el 23 de setiembre rumbo a New York abordo del vapor Loa (Mejía 1964: 80; Mejía 1967b: viii). En 1910, el Go-bierno de Perú lo nombró su representante ad honorem ante la Junta de laAsociación de Cirujanos del Ejército de los Estados Unidos de América,con sede en Richmond, Virginia (Mejía 1948: 30). A fines de ese año fueelegido miembro de la Asociación de Antropología Americana (MacCurdy 1911: 100); participó en los encuentros anuales de 1910 y 1911.

Desde octubre de 1909, Tello fue alumno becario en la Escuela deGraduados de la Universidad de Harvard, en la Facultad de Artes yCiencias. Esto le permitió completar la beca del gobierno peruano, puesHarvard asumió los costos de la enseñanza. En el Departamento de An-tropología participó en los cursos de Antropología General y America-na, Arqueología, Etnología, Sociología y Lingüística (Mejía 1967b: viii-ix). El departamento se fundó en 1886 y formó a muchos antropólogos(3). En Harvard, Tello fue un destacado estudiante. Al comienzo, el idio-ma inglés (Lothrop 1948: 51) y el exigente nivel académico, fueron susprincipales dificultades, las cuales superó gradualmente. Fueron maes-tros de Tello mientras estudió en Harvard, William Farabee, especialistaen la Amazonía peruana y metales; Alfred Tozzer; y Roland Dixon, quienplanteaba que el movimiento poblacional explicaba el cambio en el re-gistro arqueológico y lo ayudó a mejorar su inglés, por lo cual Tello siem-pre lo recordó con gratitud (Espejo 1959: 51; Mejía 1967b: ix; Ravines1989: 115; Trigger 1995).

Mientras estudió en Estados Unidos, el interés de Tello continuóorientándose hacia el estudio de restos óseos humanos, la lingüística ylos museos. Viajó por el país; asistió a certamenes académicos; visitómuseos, en especial los que tenían colecciones de material óseo prove-nientes de Perú. A fines de junio de 1911, Tello obtuvo el grado de Masterof Arts con especialización en Antropología (Mejía 1948: 10; Espejo 1959:51-52; Mejía 1967b: ix).

3 En aquellos años era notable el crecimiento de la profesionalización en Arqueología enEstados Unidos. La Antropología norteamericana estaba fuertemente influenciada porlos planteamientos difusionistas, el particularismo histórico y el concepto de cultura deFranz Boas. Éste formó a dos generaciones de antropólogos en la Universidad de Columbiay era opositor de las teorías racistas. Boas consideraba que la principal tarea de laAntropología era recolectar y sistematizar la información acerca de las culturas, y luegoteorizar. También que existían cuatro campos de aproximación y especialización:Lingüística, Antropología Física, Arqueología y Antropología Cultural (Eriksen y Nielsen2001: 39-41). El planteamiento boasiano de reunir la mayor cantidad de información enel campo y sólo después plantear conclusiones y teorías, influiría mucho en Tello (Carrión1948: 20-21).

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A comienzos de setiembre de 1911, el gobierno de Leguía le otorgóotra beca para estudiar Antropología en Europa. Partió de New York aAlemania para asistir a los cursos de Antropología General a cargo deFelix von Luschan, experto en Antropología Física, en la Universidadde Berlín, y estudiar las colecciones peruanas del Museo Etnográfico(Mejía 1967b: ix). Luego, viajó a Inglaterra para participar en el XVIIICongreso Internacional de Americanistas, que se desarrolló en Londres,para el cual el gobierno peruano le encargó presentar una ponencia y lonombró su delegado ad honorem (Espejo 1959: 52; Mejía 1964: 81-82). Enmayo de 1912, expuso en dicho congreso su ponencia “Trepanacionesprehistóricas entre los Yauyos de Perú”. Tello informó que parte de sucolección de restos óseos se encontraba depositada en el Museo Warrende la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard (Tello 1912:76). Durante el debate que siguió a la ponencia, Tello fue felicitado porel Dr. Ales Hrdlicka, del Smithsonian Institution, quien había estudia-do el material de Tello en Harvard (Editor 1912: xxxix; Espejo 1959: 66;Daggett 1992: 3, 13).

Tello conoció las principales universidades, museos y bibliotecasde Inglaterra y Europa, aprendiendo de su organización y funciona-miento. Luego del congreso viajó a Francia para estudiar las coleccionesóseas de los museos (Tello 1913). También habría asistido esporádi-camente a los cursos de Etnología y Sociología Americana en la Univer-sidad de París (Espejo 1959: 52; Mejía 1967b: ix). Tello regresó a Londres,donde permaneció entre setiembre y diciembre de 1912, frecuentando elcentro académico conformado por la Universidad de Londres, el Museoy la Biblioteca Británica (4). Habría participado libremente de los cursosy seminarios de Antropología de dicha universidad, pues no estuvo re-gistrado como alumno regular. En Inglaterra, el difusionismo había des-plazado al evolucionismo, y emergía la Antropología Social (Mejía 1967b:ix; Trigger 1995: 152-153).

Gobernaba Inglaterra Jorge V, quien manejaba el más grande impe-rio colonial de esos tiempos. Londres destacaba como cosmopolita (White2001: 7-9, 103). Tello se enamoró y casó con Olive Mabel Cheeseman (5),el 20 de noviembre de 1912 en el distrito de Brentford, condado deMiddlesex (Lothrop 1948: 51; Mejía 1948: 10; Espejo 1959: 52). Un mesdespués de casarse, y gracias a la ayuda del Profesor Putnam (directoremérito del Museo Peabody de la Universidad de Harvard), Tello y su

4 En la biblioteca del Museo Británico, Tello trascribió varias crónicas y documentoscoloniales acerca de los Incas y el Perú (Valcárcel 1966: 86-87).

5 Cuando se casaron, él tenía 31 y ella 18. Vivían en la Avenida Ealing N° 29, en el oestede Londres, según consta en su certificado de matrimonio. Con su esposa tendrían treshijas, Grace, Elena y Rosa. Para ese entonces, Julio Tello Dueñas, primogénito de JulioCésar, ya había nacido.

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esposa se embarcaron hacia Lima (Lothrop 1948: 51; Mejía 1964: 83;Mejía 1967b: ix).

La destacada trayectoria universitaria de Tello se debió a diversosfactores, principalmente a su esfuerzo, perseverancia y a una constructi-va ambición, pues venció muchos obstáculos de orden social y económi-co; estos rasgos de su personalidad le ayudarían a lograr sus objetivos(Rowe 1954: 24-25; Espejo 1959; Mejía 1967b: vi). Pero también se debió auna serie de afortunadas coincidencias, a tomar las decisiones acertadasy conocer a personas indicadas. La sólida formación universitaria deTello en el Perú y en el extranjero (6), su origen andino, su fuerte caráctere intuiciones geniales, le permitirían perseverar en los años futuros enmedio de la adversidad y ser fiel a su vocación de investigador (Mejía1967b: ix, xiv-xv; Jave 1980: 31).

LAS PRIMERAS EXPERIENCIAS

En la primera década del siglo XX los estudios arqueológicos en el Perúestaban iniciándose, destacando los trabajos de Uhle. Los principalesproblemas eran la falta de instituciones debidamente organizadas, laescasez de investigadores nacionales, el saqueo del patrimonio culturaly la falta de apoyo económico por parte del Estado (Mejía 1967b: ix-x).Luego de la renuncia de Uhle a la dirección del Museo Nacional deHistoria (1907-1911), ubicado en el antiguo Palacio de la Exposición(Rowe 1954: 12-13), una comisión se hizo cargo y, a comienzos de marzode 1912, el historiador Gutiérrez de Quintanilla fue nombrado directorinterino (Tello y Mejía 1967a: 78).

Luego de arribar al Callao la segunda quincena de enero de 1913,Tello tramitó ante el gobierno peruano el integrar, como investigadoradjunto, la Expedición Antropológica del Museo Nacional de Washing-ton. Fue comisionado por el Ministerio de Fomento mediante un permiso

6 Estudiar becado en el extranjero le permitió a Tello dominar otros idiomas, conocerotras realidades y culturas; establecer contactos e insertarse en los círculos académicosinternacionales, y principalmente, aprender Antropología. Aprendió acerca de lasrecientes problemáticas teóricas y metodológicas de su especialidad; los primeroshomínidos y su ubicación en la secuencia evolutiva, el poblamiento de América, lasinvestigaciones acerca de la religión, la procedencia de las poblaciones a partir de susdiferencias físicas, entre otros temas (Duckworth 1913: 147-155; Marett 1913: 155-162). Todo ello le permitiría posteriormente situar sus problemas de investigación encontextos más amplios y debatir con otros científicos. También conoció las institucionesacadémicas y sus grandes proyectos de exploración; valoró la importancia de la cooperaciónentre la investigación antropológica, las universidades, el gobierno y los museos paraobtener resultados (Marett 1913: 159). Pero también observó en el Viejo Mundo losexcesos a que podían llegar la exacerbación de los nacionalismos, y que condujeron asangrientos conflictos armados (Kohl, Fawcett 1995; Diaz-Andreu, Champion 1996).

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oficial emitido a fines de enero. La expedición dirigida por Hrdlicka serealizó en febrero(7), y consistió en una exploración en Huarochirí y losvalles de Huaura, Chancay, Chillón, Rímac, Lurín, Chilca y Mala (Tello1913; Hrdlicka 1914; Mejía 1948; Mejía 1967b: xvii; Daggett 1992: 1-8).

Hrdlicka inició la exploración en Cajamarquilla, Chosica y Matucana(Daggett 1992: 5). En las proximidades de San Damián (Huarochirí) re-colectaron restos óseos en los sitios de Pueblo Viejo, Ulculla y CincoCerros. Tello acompañó a la expedición en Huarochirí pero no prosiguiócon ellos hacia el Sur. Es probable que él y Hrdlicka tuvieran problemasderivados de sus fuertes personalidades y sus diferentes relaciones conlas comunidades locales. Hrdlicka no quedó satisfecho con el trabajo deljoven Tello (op. cit. p. 7), a pesar de su manejo de idiomas, su conocimien-to de la Arqueología de la región y su gente, así como del material óseo.Otra posibilidad por la que Tello habría desistido de continuar con laexpedición de Hrdlicka, es porque debía regresar a Lima para obtener unpuesto en el Museo Nacional de Historia y reunirse con su familia. Supe-rando sus diferencias en la expedición de 1913, ambos científicos mani-festaron posteriormente su mutua admiración profesional (op. cit. p. 8).

Respecto al destino de los materiales recuperados durante la expe-dición de 1913, una parte de los restos óseos recolectados fue exhibida yestudiada en California, integrando después el Museo del Hombre deSan Diego. Otra parte permaneció en Washington D.C., en el SmithsonianInstitution, y el Museo Nacional (Lothrop 1948: 51; Rogers, citado enDaggett 1992: 12). Pero la mayor parte se quedó en el Perú y fueron labase para la posterior creación del Museo de Arqueología de la Universi-dad de San Marcos, destacando los cráneos trepanados y los huesoslargos con huellas de enfermedades (Carrión 1947: 5).

A fines de marzo de 1913, Tello solicitó al gobierno de Billinghurts(8) la creación de una sección de Arqueología en el Museo Nacional deHistoria con la finalidad de detener el vandalismo que afectaba a losmonumentos prehispánicos, petición que fue aceptada en junio (Tello yMejía 1967a: 82-83). A mediados de julio, Tello propuso en el informe“Presente y Futuro del Museo Nacional” que dicho museo fuese reorga-nizado con base científica bajo la forma de un museo nacional de Ar-

7 Las principales razones de Hrdlicka para venir al Perú en 1913 eran recolectar restosóseos para una exposición internacional, y continuar sus investigaciones acerca delpoblamiento americano iniciadas en 1910. Los objetivos de la expedición fuerondeterminar la relación antropológica entre el hombre de la sierra y el de la costa,observar la distribución del tipo costeño, caracterizar al tipo de población del grupoNasca, y ampliar las investigaciones escritas con relación a la patología andina yprecolombina (Daggett 1992: 2-3).

8 En 1912 Guillermo Billinghurts había sido elegido Presidente de la República y gobernaríahasta 1914, representando las exigencias populares y a los sectores progresistas de laclase dominante (Davies 1974: 44; Cotler 1988: 171).

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queología. Esto condujo a comienzos de diciembre de 1913, y con el apo-yo de Billinghurts, a la creación de un independiente Museo de Arqueo-logía y Antropología, con Tello como director (op. cit. p. 84-95). Este he-cho acrecentó el conflicto con Gutiérrez de Quintanilla, debido a la auto-nomía y creciente poder de Tello (Gutiérrez 1922; Mejía 1967b; xix; Telloy Mejía 1967a: 82-84; Silverman 1996: 9-10). De esta época también datanlas polémicas periodísticas entre Horacio Urteaga y Tello (e.g. Tello 1914),acerca de las disciplinas encargadas de estudiar los sitios prehispánicosde la Nación, en concreto los de Lima.

Debido a los conflictos internos existentes en el museo, a la falta deapoyo económico del nuevo gobierno, y a los sentimientos antinortea-mericanos imperantes en el país, Tello renunció a su puesto de director amediados de marzo de 1915, tras el golpe de estado de Benavides en1914 y la elección de Pardo como presidente (1915-1919) (Tello y Mejía1967a: 96-100; Davies 1974: 44; Cotler 1988: 176; Castillo y Moscoso 2002:168). Gutiérrez de Quintanilla continuaría siendo director del Museo deHistoria Nacional hasta 1935, y se convirtió en uno de los más fuertesadversarios de Tello durante muchos años. Quintanilla era la expresiónde la minoritaria élite costeña dominante, para quien el museo debíaenfatizar el Arte y la Historia, mientras que Tello proponía que estuvieracentrado en la Arqueología y la Antropología (9).

En las primeras décadas del siglo XX comenzó a desarrollarse elindigenismo en los círculos intelectuales limeños y provincianos. Telloparticipó activamente de este movimiento en sus inicios al integrar laAsociación Pro-Indígena, de la cual se alejaría en 1922 por discrepan-cias metodológicas, teóricas y políticas con sus principales exponentes.Tello consideraba que no era un problema étnico sino sociopolítico yeconómico derivado de la conquista europea (Tello y Mejía 1967b: 51;Shady 1997: 4; Castillo y Moscoso 2002: 167, 179-180; Arroyo 2003).Aunque heredó apellidos hispanos, Tello se sentía y tenía rasgos indíge-nas, que han quedado descritos por Rebeca Carrión: “...rostro curtido porel sol de las alturas, frente de profundo pensador, mirada honda y triste, nariz deáguila, mentón altivo y rebelde cabellera...” (1948: 7). El fenómeno más im-portante en la cultura peruana del siglo XX fue el aumento de la toma deconciencia sobre los indígenas entre los intelectuales, científicos y políti-cos. Sin embargo, siendo una actitud que invitaba a encontrar la esenciadel país en el mundo andino, el indigenismo no fue un movimientocohesionado (Flores 1987: 241-248, 266-267, 280).

9 A partir de la presencia emergente de los migrantes en las ciudades, la clase obrera y lasnuevas corrientes ideológicas, las instituciones culturales y el Estado fueron cuestionadosen su concepción, organización y utilidad a la sociedad (Jave 1980: 15-16).

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En 1915, Tello exploró el sur del Perú con el auspicio de VictoriaAguirre, de Argentina, y el Profesor Putnam, del Museo Peabody, y res-paldado por los delegados de la Asociación Pro-Indígena en la región(Castillo y Moscoso 2002: 167, 170-171). Realizó exploraciones en Puno,Cuzco y Tiahuanaco; luego, excavaciones en los valles de Chala, Atico,Sabandia, Yauca, Acarí, Río Grande de Nazca, Ica, Pisco y Chincha.Principalmente registró tumbas y cementerios Nasca (Tello 1959: 44-47;Mejía 1964: 87-91; Mejía 1967b: xvii); estudió la colección de cerámicaNasca de Enrique Fracchia (conformada por dos mil cuatrocientos arte-factos) y compró una colección de textiles por encargo. Los artefactosrecuperados durante esta expedición integraron posteriormente el Mu-seo de Arqueología de la Universidad de San Marcos (Carrión 1947: 5-6;Lothrop 1948: 51; Mejía 1967b: xviii; Daggett 1992). Una parte de losmateriales de Nasca se encuentra actualmente en el Museo Peabody dela Universidad de Harvard. También en 1915, Tello publicó diversosartículos periodísticos acerca de la Arqueología de Lima y trepanacionescraneanas en diarios de la capital, como era usual en esos tiempos antela falta de revistas especializadas (Espejo 1948b: 14; Valcárcel 1966: 87).

A fines de diciembre de 1915 asistió, como representante del Perú ycon apoyo de la Fundación Carnegie, al XIX Congreso Internacional deAmericanistas desarrollado en Washington D.C., donde presentó unaponencia y exhibió los materiales recolectados en su exploración en el surdel Perú (Hodge 1915: xviii, lii). En enero de 1916, Tello expuso su ponen-cia “Los antiguos cementerios del valle de Nasca” en el II Congreso Cien-tífico Panamericano, que se realizó en Washington D.C., y también ayudóa realizar algunas transacciones con el Museo de Bellas Artes de Boston(Tello 1917; Gutiérrez de Quintanilla 1922: 134-137; Daggett 1992: 8).Hrdlicka asistió al certamen y elogió su trabajo (Tello 1917: 291).

A inicios de abril de 1916, Tello fue nombrado Socio Correspondien-te de la Academia Nacional de Historia de Colombia (Mejía 1948: 30). Amediados de año, Tello exploró diversos sitios arqueológicos en los va-lles del Santa, Virú, Moche, Chicama, Jequetepeque y Lambayeque, en lacosta norte (Mejía 1964: 93). Luego, en el mes de julio, se unió en Piura ala Expedición Peruana de la Universidad de Harvard, auspiciada por elMuseo de Zoología Comparativa y la Escuela de Medicina Tropical dedicha universidad. La expedición fue dirigida por el Dr. William Moss.Tello fue el antropólogo de esta exploración (10), a la cual se había com-prometido a apoyar en su reciente viaje a Estados Unidos.1 0 El principal objetivo de la Expedición de 1916 fue “realizar un reconocimiento zoológico

y antropológico de una de las regiones menos conocidas del país” (Noble, citado enDaggett 1992: 8). Sus integrantes tenían diversos intereses, desde el arqueológico yantropológico hasta la investigación de los grupos sanguíneos y las enfermedades tropicales,además de recolectar especímenes de reptiles, serpientes, anfibios y aves (op. cit. 8-9).

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Integrando la Expedición de 1916 (11), Tello exploró la costa piurana,las provincias de Huancabamba, Ayabaca y Jaén; registró cerámicamonocroma con decoración incisa (Mejía 1967: xv), que después consi-deraría una de las primeras evidencias de cerámica Chavín. De Huan-cabamba la expedición partió hacia Tabaconas, y de allí a Perico, dondeestableció otra base operaciones. Tello hizo investigaciones etnográficasy lingüísticas acerca de los Aguaruna (Daggett 1992: 16, nota 27). Prosi-guieron a Tutemberos (Amazonas) y Bellavista; descendieron luego a lacosta por Querocotillo, Huambos, Chongoyape y llegaron finalmente aChiclayo a mediados de octubre.

Así, gran parte de los materiales reunidos por Tello durante las ex-pediciones de 1913, 1915 y 1916, también formaron parte del Museo deArqueología de la Universidad de San Marcos (Carrión 1947: 5; Mejía1948: 19; Daggett 1992: 11, 16). Sin embargo, una pequeña parte del ma-terial arqueológico fue enviado a los Estados Unidos, especialmente alMuseo Peabody de la Universidad de Harvard, donde permanecen has-ta la actualidad. Suponemos que las condiciones del permiso del gobier-no así lo estipulaban, pues la legislación peruana sobre antigüedades(patrimonio arqueológico), vigente entre 1911 y 1921, y promulgada porel presidente Leguía en agosto de 1911 (un mes después del redescu-brimiento de Machu Picchu por Hiram Bingham), en el artículo 4º indica:“...queda prohibida absolutamente la exportación de ellas, cualquiera que sea suclase y condición, excepto el caso de duplicado...” (12).

1 1 La reconstrucción del itinerario que siguió la expedición se puede realizar a partir de laspublicaciones de Moss y Noble (Daggett 1992); de la relación de una parte de losmateriales arqueológicos recolectados y enviados al Museo Peabody de la Universidad deHarvard; y de los cinco cuadernos de campo de Tello de 1916. La expedición llegó aSullana a fines de julio de 1916 y luego partió hacia Huancabamba. Durante la travesía,Tello describe las colecciones y sitios arqueológicos; también los problemas logísticosderivados de la conducción del proyecto. Al llegar a su primer destino, a mediados deagosto, establecieron su primera base de operaciones en una casona de Huancabamba yexploraron los alrededores durante casi un mes en un radio de 40 Km. Tello registróevidencias arqueológicas en una cueva de cerro El Burro, Baño del Inca (Caxas), lagunaWarinja, Sondor, Huancabamba y cerro Pariakaka (Astuhuamán 1998). Del cerro SanAntonio, al norte de Huancabamba, Tello recuperó fardos funerarios, vestimentas yutensilios (Ramírez 1966: 34). En base a los asentamientos y cementerios reportados,Tello planteó la fuerte presencia Inca en la región. En la laguna Shimbe, en las Huarinjas,registró las prácticas y rituales curanderiles, así como las creencias acerca de las deidadesque moran en los cerros y lagunas, en lo que podría considerarse uno de los primerosregistros de Antropología médica y etnografía religiosa.

1 2 Bajo el amparo de dicha ley, Uhle, a fines de 1911, ya como Director del MuseoNacional de Historia, reunió y exportó una colección de objetos arqueológicos derepresentativos estilos prehispánicos al Museo Paulista, pasando por alto las restriccionesexistentes para las exportaciones de antigüedades, por ser un pedido oficial del gobiernode Brasil y, en aquellos tiempos, una expresión de cortesía internacional (Rowe 1954:14, nota 2). También Hiram Bingham, a fines de octubre de 1912, mediante un decreto

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Las primeras investigaciones de Tello estuvieron principalmente re-lacionadas a restos óseos humanos. Reunió la información necesaria parala elaboración de su tesis doctoral, la cual seguiría la misma orientaciónde su tesis de bachillerato. Es necesario contrastar la información de loscuadernos de campo de Tello durante su participación en las primerasexpediciones, con los materiales depositados en los museos de Perú yEstados Unidos, con la finalidad de conocer su gradual proceso de apren-dizaje en las tareas de dirección y registro arqueológico, que le permiti-rían tener la experiencia y madurez para dirigir grandes proyectos.

4. LAS GRANDES EXPEDICIONES

En enero de 1917, a pedido de los pobladores de su tierra, Tello inició sucampaña para obtener un escaño en la Cámara de Diputados por Hua-rochirí, compitiendo contra un poderoso personaje de Lima. Integró elPartido Nacional-Democrático, formado por el joven Riva-Agüero, al quese unió por una solidaridad generacional y por el ideal de buscar unarenovación de la clase política antes que por una aproximación ideológi-ca. Ganó la elección en junio y fue el único miembro electo de su partido.Destacó por ser independiente y progresista (Mejía 1964: 94-96; Jave 1980:18-22). Como diputado, Tello presentó un proyecto de ley sobre el controltécnico y administrativo del Museo de Arqueología de la Universidad deSan Marcos (Jave 1980: 16).

En 1918, Tello comenzó a dar clases de Arqueología en la Universi-dad de San Marcos. A mediados de julio se graduó como Doctor en Cien-cias Naturales en la Facultad de Ciencias. El título de su tesis fue “El usode las cabezas humanas artificialmente momificadas y su representaciónen el antiguo arte peruano”, la cual daría a conocer en la Revista Univer-sitaria (Espejo 1948b: 14; Santisteban 1956: 20; Espejo 1959: 20-21).

A fines de 1918 elaboró un proyecto para la Universidad con lafinalidad de realizar una expedición arqueológica (Mejía 1967a: 4). En-tre enero y junio de 1919 dirigió la Expedición Arqueológica al departa-mento de Ancash, la primera de gran envergadura. Realizó investigacio-nes en los valles de Huarmey y Culebras, el Callejón de Huaylas, Chavínde Huántar, Yauya, Pomabamba y Huari, entre otras provincias aleda-ñas; y explicó la importancia de la reconstrucción histórica de la antiguacivilización en un conferencia en Huaraz (Mejía 1947; Espejo 1948b: 14;

supremo, exportó los objetos duplicados excavados en Machu Picchu y otros sitios delCuzco a los Estados Unidos, donde permanecen hasta el presente en el Museo Peabodyde Historia Natural de la Universidad de Yale. Sin embargo, el Gobierno de Perú sereservó el derecho de exigir la devolución de los objetos únicos y los duplicadosextraídos (Ravines 1989: 22).

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Mejía 1967b: xv-xx). Más de mil artefactos fueron recolectados con lafinalidad de implementar un centro de investigaciones y para la ense-ñanza de la Antropología.

En este contexto, el Museo de Arqueología de San Marcos empezó afuncionar el 21 de octubre de 1919. Se añadieron otras colecciones y lasque Tello recolectó entre 1913 y 1918 (Carrión 1947: 4-5; Carrión 1948: 27;Mejía 1964: 97-98; Mejía 1967b: xix-xx). El análisis de los hallazgos de laExpedición de 1919 le permitirían elaborar nuevos planteamientos acercadel origen de las culturas peruanas (Tello 1921; Carrión 1948: 11-12, 30).

En 1919, luego del golpe de Estado de Leguía y el inicio de su segun-do gobierno (1919-1924), Tello es reelecto como diputado por Huarochirí.Presentó en el nuevo Congreso mociones y proyectos de ley a favor de sutierra natal, la cultura, la educación y la investigación. Fue identificadocon el gobierno de Leguía, líder inicialmente de un movimiento de clasemedia y de raíces populares, que luego asumió una naturaleza autorita-ria (13).

A comienzos de julio de 1919, Tello fue nombrado Miembro Corres-pondiente de la Academia Nacional de Historia del Ecuador (Mejía 1948:30). Entre 1919 y 1921, Tello ayudó a Víctor Larco Herrera en reconoci-mientos arqueológicos entre Nazca y Piura, destinados a la compra decolecciones privadas para establecer un museo arqueológico en Lima. Elestudio de estas colecciones le permitió identificar los estilos cerámicosChavín, Muchik y Nasca. El Museo Arqueológico de Víctor Larco Herrerafue fundado el 3 de noviembre de 1919, con motivo del Centenario de laIndependencia, y estaba integrado por más de veintitrés mil artefactos(Carrión 1948: 12-13; Mejía 1948: 20-21; 1964: 98; 1967: xv, xx). Luego, en1920, Tello estudió los objetos de oro de la colección Brünning deLambayeque (Valcárcel 1966: 87). Ese año inició los más importantesdebates orientados a la creación de la Asociación Peruana para el Pro-greso de la Ciencia (Editor 1921a: 5-6); coordinó el contrato de Meanscon la finalidad que se hiciera cargo de la Sección de Arqueología delMuseo Nacional, y planificó la edición de una revista de Arqueología(14) (Castillo y Moscoso 2002: 171-172, 184).

1 3 Leguía, autodenonominado Viracocha, a pesar de sus promesas y discursos en favor de losindígenas, sólo los utilizó como un medio para conseguir sus objetivos políticos. Duranteel Oncenio (1919-1930), no cambiaron sus condiciones de vida aunque se dieron algunosavances en su integración al Perú oficial (Davies 1974: 58, 69, 75-76, 91-93; Jave 1980:17-18, 33; Flores 1987: 253-254; Cotler 1988: 188-191, 389; Basadre 1997: 2). Lasprioridades de Leguía eran otras: industrializar y modernizar el país, la estabilizacióneconómica, la defensa nacional, fortalecer las relaciones comerciales con Estados Unidosy los tratados internacionales (Davies 1974: 54-55; Cotler 1988: 199).

1 4 Sin embargo, ante la indiferencia y oposición que percibía con relación a sus planes, Telloestuvo tentado de abandonar el Perú e irse a vivir a los Estados Unidos con su familia(Castillo y Moscoso 2002: 167, 172-173).

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En 1921, Tello publicó Introducción a la Historia Antigua del Perú, unasíntesis de los resultados de la Expedición de 1919 e importante trabajoteórico donde describe por primera vez a Chavín como una civilizaciónavanzada con orígenes amazónicos, y cuyos primeros indicios ya habíaobservado en la Expedición de 1916 y en varias colecciones. Planteó lanaturaleza autóctona y no importada de la civilización peruana, la cualse extendería de oriente hacia occidente, de la montaña a la costa, dife-renciando además entre las culturas Chavín y Huaylas. Las ideas deTello eran opuestas a los planteamientos de Uhle, desarrollados entre1904 y 1917, acerca de las conexiones entre las culturas de América Cen-tral y Sudamérica (Tello 1921; Lothrop 1948: 51; Carrión 1948: 11-12;Rowe 1954: 21; Mejía 1967b: xxi). Las ideas de Uhle y anteriores pro-puestas difusionistas, habían sido bien acogidas por el minoritario gru-po étnico dominante para justificar su supuesta superioridad y proce-dencia foránea, y plantear que históricamente los indígenas eran depen-dientes y sin capacidad de crear civilización propia; que eran, además,un problema para el desarrollo del país, el cual era necesario solucionar.La dominación estaba cargada de un fuerte componente étnico (Cotler1988: 235-236; Lumbreras 1997: 7). También el racismo ideológico estu-vo presente en la Literatura entre 1907 y 1919, a través de los intelectua-les oligárquicos (Flores 1987: 238-239).

A mediados de mayo de 1921, Tello renunció al cargo de Director delMuseo Larco, del cual fue iniciador, investigador y donde planificabaformar su gran instituto de Arqueología (Tello y Mejía 1967a: 121-122;Castillo y Moscoso 2002: 174-175). En la sesión inaugural de la Asocia-ción Peruana para el Progreso de la Ciencia pronunció su discurso acer-ca de la investigación científica (Espejo 1948b: 15). Investigar, para Tello,no significaba cultivar una ciencia o ser erudito; el investigador persiguemetódica, objetiva y placenteramente la solución a un problema científi-co y ambiciona el prestigio de la institución que lo acoge.

En la correspondencia mantenida entre Tello y Pedro Zulen, entrefebrero y junio de 1922, ambos exponen la necesidad de reformar o mora-lizar la Universidad, que había sido recesada en 1921 (Castillo y Moscoso2002: 169, 174, 178-179). A mediados de junio, Tello hizo una exposiciónsobre la Expedición de 1919 en un encuentro desarrollado en la Asocia-ción Peruana, donde abordó también el tema de la Reforma Universitaria(Editor 1921b: 149, 151). En Fiestas Patrias recibió la Medalla del Cente-nario de la Independencia y la condecoración de Gran Oficial de la Or-den del Sol del Perú, otorgada por el gobierno de Leguía (Mejía 1948: 30).En diciembre de 1921, Tello expuso en la Cámara de Diputados el infor-me “La Universidad y el Museo Nacional”, y propuso que éste deberíaestar bajo el control de San Marcos, lo cual produjo el rechazo de los

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círculos sociales, literarios, culturales y parlamentarios (Silverman 1996:10). Como respuesta recibió los agravios contenidos en la publicación deGutiérrez de Quintanilla (1922). Así, la lucha a nivel de las institucionesculturales se reprodujo también en otros planos de la vida política (Jave1980: 17).

A fines de julio de 1922, Tello fue el orador principal en un certamenpúblico de la Asociación Peruana, al que asistió el Presidente Leguía yotras autoridades. Expuso la necesidad del desarrollo de la ciencia, lareforma universitaria y el establecimiento de seminarios en la Universi-dad que abordaran problemas específicos (Editor 1922: 155-167). En lapropuesta de Reforma Universitaria de 1922, elaborada junto con Enci-nas y presentada a la Cámara de Diputados, Tello planteó la creación deorganismos dedicados a la investigación y nuevos métodos de enseñan-za. Dicha reforma fue impulsada por el gobierno de Leguía (Carrión1948: 25-27; Cotler 1988: 190-191), pero fue criticada por diversos inte-lectuales, entre ellos Pedro Zulen y Angélica Palma, por considerar quese trataba de implantar el modelo norteamericano en San Marcos (Casti-llo y Moscoso 2002: 179, 183).

En 1922, Tello realizó una exploración arqueológica y una investi-gación de etnografía religiosa en San Pedro de Casta, Huarochirí, cuyosresultados fueron publicados el año siguiente en la revista Inca por elMuseo de Arqueología de la Universidad (Espejo 1948a: 21-22; Mejía1967b: xvii). En dicho artículo en torno a Wallallo, una de las principalesdeidades de la sierra de Lima, se integra armoniosamente la informaciónarqueológica, la etnohistórica y la etnográfica (Tello y Miranda 1923;Arroyo 2003). Propone que los asentamientos prehispánicos de la zonaestaban dispuestos alrededor de cerros (moradas de los apus), y todosellos en torno al templo de Wallallo, ubicado en Marcahuasi. En trabajosposteriores, editados póstumamente (Tello y Mejía 1979; Shady y Novoa1999), Tello reconstruye el sistema religioso, el panteón de dioses y hé-roes del centro andino.

En 1923, Tello publicó su inconcluso artículo “Wira Kocha”, tam-bién en la revista Inca, valioso desde un punto de vista teórico ymetodológico: integra diferentes fuentes de información acerca de la másimportante deidad andina, analiza el aspecto iconográfico y adopta unaperspectiva que hoy podría ser considerada estructuralista. Tello plan-teó que los grandes estilos artísticos de los Andes Centrales fueron larepresentación de las ideas religiosas en torno al dios felino y que laestructura de los mitos que analizó era esencialmente la misma. Así, losantiguos peruanos habrían compartido un común panteón de dioses(Silverman 1996: 10-11). En la revista Inca, editada por Tello en 1923 conel apoyo de Mario Vicente Villarán, rector de la Uninersidad de San

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Marcos, publicó no sólo acerca de Arqueología, sino también de Lingüís-tica, Folklore y Arte Prehispánico (Espejo 1948b: 15-19; Jave 1980: 28;Cotler 1988: 190-191).

En 1923, Tello fue nombrado catedrático de la Universidad de SanMarcos y director de su Museo de Arqueología (Lothrop 1948: 51). Tam-bién fue profesor de Antropología General y Peruana en la Facultad deCiencias (15), cátedra que tendría hasta 1927 (Carrión 1947: 4; Buse 1974).Debido a sus múltiples actividades, Tello empezaba sus clases a primerahora; tenía pocos pero entusiastas y constantes pupilos, tal como lo re-cuerda Basadre, quien era un alumno libre. Muchos de ellos llegarían aser importantes personajes en la vida política y económica del Perú(Lothrop 1948: 51; Jave 1980:22).

A comienzos de junio de 1924, Tello fue nombrado Miembro Corres-pondiente de la Sociedad de Americanistas de París. Ese mismo mes secreó, también bajo su dirección, el Seminario de Antropología Nacionalen el Museo de Arqueología, orientado a la investigación, destinado alos alumnos de Ciencias y Letras, y del doctorado (Carrión 1947: 4; Mejía1948: 30; Buse 1974). A comienzos de diciembre, el reelecto gobierno deLeguía (1924-1929), que durante su campaña repitió la promesa de laintegración indígena, inauguró muchos monumentos y obras públicascon motivo de las celebraciones por el Centenario de la Batalla deAyacucho. También compró el Museo Arqueológico de Víctor LarcoHerrera y lo convirtió en el Museo de Arqueología Peruana, con Tellocomo director. Fue inaugurado el 12 de diciembre en la avenida AlfonsoUgarte. Allí Tello leyó su siempre vigente discurso “El Museo de Arqueo-logía Peruana: sus fines y propósitos”, y destacó el rol del museo en laconservación del patrimonio cultural, la investigación para incrementarel conocimiento y la educación destinada a fortalecer la identidad nacio-nal (Mejía 1964: 99; Mejía 1967b: xx; Davies 1974: 84; Ludeña 1998). Aeste lugar también se trasladó parte de las colecciones reunidas por Uhle(Rowe 1954: 24-25), aunque la mayoría permaneció en el extranjero. Lanecesidad de conocer la procedencia y el contexto arqueológico de lascolecciones adquiridas por el museo, lo impulsaría a realizar diversasexpediciones en el Perú (Carrión 1948: 13).

1 5 Tello como profesor, hablaba sin retórica. Planteaba problemas e hipótesis, incentivabaa sus alumnos en el conocimiento del pasado para iniciarlos en la Arqueología y tratabade formar una escuela con ellos. Pero la falta de vocación o las elevadas perspectivaseconómicas lo desanimaba. Por eso, Tello empezó a formar su escuela con el personal desu equipo técnico (Carrión 1948: 28). Durante las sesiones del Consejo de la Facultad deLetras, especialmente cuando Horacio Urteaga era decano, Tello interrumpía los debatesdiciendo “Pido la palabra para oponerme”. Era un convincente orador; le agradabadebatir. Ante quienes exponían sólo teorías arqueológicas, él presentaba ardorosamenteevidencias para refutarlos. Fue muy difícil discutir con él (Lothrop 1948: 53; Jave 1980:23; Basadre 1997: 2).

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En febrero de 1925 fue nombrado miembro de la Real SociedadAntropológica de Londres (Mejía 1948: 30). De abril a junio, Tello realizóuna investigación arqueológica con el personal del Museo de Arqueolo-gía, entre ellos Mejía Xesspe, en la Huaca Malena, en el valle de Asia, enel sur de Lima, cuyos resultados han sido publicados recientemente.Destacan los hallazgos de un cementerio Inca con más de trescientosfardos funerarios pertenecientes a una colonia de mitimaes (Carrión 1947:5; Carrión 1948: 13; Valcárcel 1966: 29; Shady y Novoa 2000). Tello tam-bién trabajó en mayo con Alfred L. Kroeber, de la Universidad de Cali-fornia (16), en Cerro de Oro, valle de Cañete (Kroeber 1926: 34; Valcárcel1966: 87; Eriksen y Nielsen 2001: 101).

A fines de julio de 1925, Tello junto con el arqueólogo norteamerica-no Samuel K. Lothrop y su esposa, exploraron los valles de Chincha yPisco. Descubrieron las Necrópolis de Cerro Colorado y Cabeza Larga enla península de Paracas, pertenecientes a dos periodos distintos (Mejía1967b: xvii; Tello y Mejía 1967b: 140). Las investigaciones en Paracaspermitieron establecer las relaciones entre las culturas del centro andino:costa, sierra y montaña (Carrión 1948: 13-14), y fueron dadas a conocerinicialmente a través de los diarios capitalinos entre febrero y junio de1926 (Espejo 1948b: 15). Entre los años 1925 y 1926, Tello habría encar-gado a Mejía Xesspe la exploración de Parinacochas, Andahuaylas, LaUnión, Condesuyos, Castilla y Arequipa (Valcárcel 1966: 88), con la fi-nalidad de aclarar dichas relaciones.

En 1926, Tello inició en la Facultad de Letras la cátedra de Arqueo-logía Centroamericana y Peruana. A fines de julio fue nombrado SocioCorrespondiente de la Sociedad Científica Argentina (Mejía 1948: 30).En agosto de 1926, Tello exploró los valles de la costa norte: Santa, Virú,Moche (Chan Chan, Huaca del Sol y la Luna) y Chicama; también elabo-ró un plano de Chan Chan (Mejía 1948: 14; Mejía 1967b: xvi). En setiem-bre de 1926, con la finalidad de conocer las relaciones entre Paracas y lasculturas de la costa, Tello trabajó con Kroeber y Mejía Xesspe en la costasur, donde realizaron excavaciones en Paracas y en los cementerios de lacuenca del Río Grande de Nazca (Carrión 1948: 14-15; Mejía 1967b: xvii;Ravines 1989: 23). Los resultados fueron expuestos en el XXII Congreso

1 6 Kroeber vino al Perú en busca de los datos de campo que necesitaba para publicar lascolecciones que Uhle envió a su universidad (Lothrop 1948: 51). Era un antiguo alumnode Boas y lideraría la Antropología en Estados Unidos luego de la muerte de su maestro.Durante la década de 1920, los antropólogos norteamericanos comenzaron a incursionaren Sudamérica y América Central en compañía de sus colegas locales. Así, en 1925 y1926, Kroeber dirigió la primera y la segunda expedición Marshall Field al Perú (Ravines1989: 23; Eriksen y Nielsen 2001: 109). Esa década fue el inicio de la fundaciónmetodológica, teórica e institucional de la Antropología a nivel mundial. Se crearonprogramas de investigación, se obtuvieron fondos, y se realizaron publicaciones yconferencias (Eriksen y Nielsen 2001: 55).

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Internacional de Americanistas, desarrollado en Roma la última semanade setiembre, en su ponencia “Los descubrimientos del Museo de Ar-queología Peruana en la Península de Paracas” (Tello 1928a; Ravines1989: 236; Daggett 1991: 45). También en 1926, realizó exploracionesdesde el valle de Lunahuana hasta Tupe, en Yauyos, donde investigó lalengua jakaru o kauki, por la cual estuvo interesado desde 1902. Con losdatos recopilados redactó el manuscrito Lengua Akaro o Kauki (Espejo1959: 24; Mejía 1967b: xvii).

En enero de 1927, Tello envió un pequeño equipo del Museo deArqueología, entre ellos a Mejía y A. Hurtado, a una nueva expedición ala cuenca del Río Grande de Nazca, al valle de Kopara y Paracas (17),auspiciada por la Comisión Organizadora de la Exposición Iberoameri-cana que se realizaría en Sevilla (Mejía 1948: 14; Valcárcel 1966: 33-35;Mejía 1967b: xvii). Luego que Tello se unió al equipo, descubrieron enKawachi (fundo Pacheco de Nazca) más de dos toneladas de grandesfragmentos de vasijas decoradas con escenas mitológicas andinas y quefueron posteriormente reconstruidas en el museo (Carrión 1948: 15; Telloy Mejía 1967a: 146, 150). Tello esclareció el origen de la cerámica dePacheco: estaba en los valles interandinos, no en la costa; y correspondíaal denominado Horizonte Medio. Esta idea fue la base para que él plan-tease la existencia de un “imperio andino” que se extendía a lo largo delos Andes ocupando las cuencas interandinas, ubicado secuencialmenteentre Chavín y los Incas, y que junto a estos constituye uno de los tresgrandes imperios del Antiguo Perú (Carrión 1948: 15, 29-30).

También registraron los acueductos subterráneos y los geoglifos dela cuenca del Río Grande, que años más tarde Mejía (1942) presentó enuna ponencia relacionándolos con el sistema de ceques del Cusco. Lasegunda quincena de octubre de 1927, el equipo técnico descubrió elprimero de más de cuatrocientos fardos funerarios en Wari Kayan(Paracas), en las faldas de Cerro Colorado. Tello se unió a ellos y super-visó las excavaciones, las cuales continuarían en 1928 (Mejía 1967b:xvii; Ravines 1989: 23; Daggett 1991: 46). En diciembre de 1927 se inau-guró una exhibición especial de Paracas en el Museo de ArqueologíaPeruana, la cual coincidió con el Congreso Latinoamericano de Medici-na que se realizaba en Lima (Tello 1959: 10). También en 1927, Tello fuenombrado Socio Correspondiente de la Sociedad Chilena de HistoriaNatural (Mejía 1948: 30).

1 7 Recientemente se han publicado las notas de campo de las excavaciones de Mejía Xesspeen los valles de Las Trancas y Nazca, los sitios de Chiquerillo y Huayuri. Las notas sonilustradas en formato digital, y allí se registran las visitas de Tello al campamento (Shadyy Novoa 2002).

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En febrero de 1928, Tello publicó su libro La Reforma Universitaria;ensayos y discursos, donde desarrolló el proyecto de reforma presentadoal Congreso por él y Encinas en 1922. En este libro expuso sus principa-les ideas acerca de la Universidad: una institución académica consagra-da a la investigación y adecuadamente organizada; una universidadcientífica que formara con nuevos métodos de enseñanza a hombres ymujeres que solucionen los grandes problemas nacionales, y no una fá-brica de profesionales (Tello 1928b; Carrión 1947: 3, 6; Carrión 1948: 27;Mejía 1948: 29; Jave 1980: 21-22). En abril fue nombrado miembro ho-norario de la Sociedad Antropológica de Washington (Mejía 1948: 30).Ese mes inició su cátedra de Arqueología Americana y del Perú en laFacultad de Letras de la Universidad (op. cit. p. 28), la cual tendría hastasu muerte.

En 1928 se realizó un festival folklórico en Lima. Tello invitó al gru-po Pariakaka de Huarochirí, y los vistió con trajes decorados con moti-vos prehispánicos, actitud criticada posteriormente por Arguedas al con-siderar que Tello perdió de vista al indígena viviente prefiriendo el glo-rioso pasado Inca (Arroyo 2003). Tello (1937) consideraba que la civili-zación Inca era sólo la parte final de un largo desarrollo histórico, queconstituyó una confederación de naciones vinculadas entre sí por fuer-tes lazos tradicionales, coordinadas armónicamente por el imperio Inca,y que fue una época de grandeza, prosperidad y estabilidad (Carrión1947: 1; Carrión 1948: 30; Espinoza 1983).

En setiembre de 1928, Tello asistió como representante del Perú alXXIII Congreso Internacional de Americanistas en New York (Mejía 1948:30). Allí presentó su ponencia “Civilización Andina: algunos problemasde la Arqueología Peruana”, la cual trataba de la Expedición de 1919 yde sus planteamientos respecto al desarrollo autónomo de la civiliza-ción en el Antiguo Perú. Es importante entender el contexto de la pro-puesta de Tello. En 1924, convencido de que tenía las evidencias necesa-rias para probarlo, Uhle había presentado una ponencia en el XXI Con-greso Internacional de Americanistas desarrollado de Göteborg, en laque propuso que las altas civilizaciones del Nuevo Mundo tenían unorigen común en el área Maya, y que, a su vez, todas ellas provenían delcentro de Asia (Rowe 1954: 17, 21-22). Las ideas hiperdifusionistas deUhle fueron cuestionadas por Tello en el certamen de 1928, al que tam-bién asistió Uhle como representante del Ecuador exponiendo sus teo-rías acerca del desarrollo de la cultura americana (ibidem). Después delcongreso y con el apoyo de la Fundación Carnegie para el Avance de laEnseñanza, Tello dio una serie de clases en las universidades del norestede Estados Unidos (Mejía 1948: 29).

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En 1929, Tello preparó una muestra de las principales culturasprehispánicas, por encargo del gobierno de Leguía, la cual fue exhibidaen la Exposición Iberoamericana de Sevilla (Jave 1980: 23-24). A media-dos de junio de 1929 se discutió y aprobó en el Congreso de la Repúblicala Ley N° 6634 (18), acerca de la Conservación de Monumentos Arqueo-lógicos. Ésta se basó en un proyecto presentado por Tello en la Cámarade Diputados. A comienzos de octubre de 1929 se instaló, tal como loestipulaba la ley, el Patronato Nacional de Arqueología. Tello fue uno desus miembros fundadores y representó a la Universidad del Cuzco(ibidem). En 1929, Tello en desacuerdo con la rereelección de Leguía,decidió no ser elegido nuevamente como diputado (Jave 1980). En 1929,Tello fue nombrado miembro del Consejo Permanente del Congreso In-ternacional de Ciencias Antropológicas y Etnológicas de Copenhagen(Mejía 1948: 30).

A mediados de octubre de 1929 se presentó en el Museo de Arqueo-logía Peruana la exposición “Arte del Antiguo Perú”, preparada en basea los materiales arqueológicos registrados en las excavaciones de lasNecrópolis de Paracas y Pacheco. En esta ocasión, y con la presencia delpresidente Leguía, Tello destacó el rol que debía cumplir el museo: nosólo estudiar, preparar y clasificar material, sino realizar investigacio-nes arqueológicas y estar en relación directa con las entidades educati-vas mediante publicaciones y conferencias, y contando con el apoyoestatal (Anónimo 1929: 2; Mejía 1967b: xvii). Esta exhibición se hizo encoordinación con el II Congreso Sudamericano de Turismo, que estabadesarrollándose en Lima (Daggett 1991: 47-48). Auspiciado por este con-greso, Tello publicó su importante trabajo de 1929, Antiguo Perú; PrimeraÉpoca. En él presentó los problemas para explicar la presencia de unaalta civilización aborigen en los Andes. Planteó la hipótesis de que lasculturas peruanas fueron el producto del desenvolvimiento y diferencia-ción de culturas primitivas llegadas al territorio andino en estado rudi-mentario. En este mismo trabajo, Tello (1929), destacó la propagación delculto al dios jaguar o Wiracocha, sosteniendo que esta deidad es la queda unidad y fisonomía propia a la civilización peruana, siendo la reli-gión el factor integrador de las diversas sociedades andinas antiguas yactuales (Campana [s.d.]).

En febrero de 1930, Tello y su equipo exploraron la quebrada deChilca, desde Pucusana hasta la cordillera de Wichuka en el distrito de

1 8 Permanentemente, el gremio de arqueólogos ha solicitado al gobierno la vigencia de laLey N° 6634, formulada por Tello, y la derogatoria de la actual Ley N° 24047, quesupuestamente ampara el Patrimonio Arqueológico de la Nación. La antigua ley es enmuchos aspectos mejor que la vigente, pues no tenía el ambiguo artículo acerca de lapresunción, y los sitios arqueológicos no necesitaban ser expresamente declarados comotales para ser protegidos.

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Olleros, en Huarochirí (Mejía 1948: 14; Mejía 1967b: xvii). Luego, en Ce-rro de la Bandurria identificaron un templo y un camino que parte de allíy se dirige hacia el Norte, se pierde en el desierto y reaparece al pie de lacordillera. El recorrido del camino Inca de la costa central es descrito eilustrado por Tello en sus cuadernos de campo (Shady y Novoa 1999,2000). Desde sus primeras expediciones, registró en los mismos sitiossus observaciones acerca de las difíciles exploraciones o excavacionesque realizaba, planteando hipótesis, describiendo el medio ambiente ysus habitantes (Carrión 1948: 19).

Las repercusiones de la crisis internacional del capitalismo en 1929,y la gran depresión que le sucedió, empezaron a sentirse en la economíanacional. El Perú fue uno de los países más afectados en América Latina.Las inversiones norteamericanas disminuyeron y el descontento genera-do por el autoritarismo del gobierno de Leguía se incrementó, iniciándoseuna época de enfrentamientos sociales (Davies 1974: 96; Cotler 1988:227, 389). Los cambios en la política peruana, derivados del violentoderrocamiento de Leguía por Sánchez Cerro en agosto de 1930, y la ani-madversión del director del diario Libertad y un exintegrante de su equi-po, ocasionaron que Tello comenzara a ser fuertemente criticado en esemedio de prensa (19). El nuevo gobierno lo reemplazó en su cargo porLuis E. Valcárcel a comienzos de octubre (Espejo 1948b: 16; Rowe 1954:25; Tello y Mejía 1967a: 172). Casi todo el equipo que trabajaba con Tellotambién renunció al Museo de Arqueología Peruana, y a mediados deoctubre juraron en Pachacamac que dentro o fuera del museo, en la pros-peridad o en la misera, serían leales a la ciencia (Lizarraga 1999: 365;Farfán [s.d.]).

Así, a sus cincuenta años, Tello se encontró nuevamente en mediode la adversidad y con sus contrincantes en el poder, afrontando lasconsecuencias de haber transitado los peligrosos senderos del poderque conectan al Estado y la Arqueología. El siguiente lustro fue muydifícil para él, su equipo y sus familias; Tello, que solía decir que suséxitos en la vida se los debía a sus enemigos, se dedicó más tiempo aenseñar en San Marcos y a editar una nueva revista de investigación,Wira Kocha, en 1931, de la que apareció sólo un número (Lothrop 1948:52-53; Espejo 1948a: 23). A mediados de abril de ese año, organizó elInstituto Nacional de Antropología en la Facultad de Letras de la Uni-versidad (Mejía 1967b: xx). Ese mismo mes se creó el Museo Nacional,con Valcárcel como director general, y también el Instituto de Investiga-ciones Antropológicas como una dependencia del museo, el cual estuvoprovisionalmente localizado en el Museo Bolivariano (Daggett 1991: 51).A mediados de junio, se dispuso mediante ley la asociación del InstitutoNacional de Antropología con el Instituto de Investigaciones

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Antropológicas, que desde setiembre de 1931 hasta fines de 1938 estuvobajo la dirección de Tello (Mejía 1967b: xx; Daggett 1991: 51). También ensetiembre se inició la transferencia de la colección Paracas desde el Mu-seo de Arqueología Peruana (en la Avenida Alfonso Ugarte) hacia lasede de la asociación en Magdalena Vieja (Mejía 1948: 14).

En julio de 1931, Tello, el equipo y Lila M. O’Neale, de la Universi-dad de California, auspiciados por la Universidad de San Marcos, ini-ciaron su expedición arqueológica hacia la cuenca del Mantaro e inves-tigaron varios sitios entre ellos Wari-Willka. Se trasladaron luego desdeHuancayo hacia Ayacucho, donde exploraron la cuenca del Huarpa yregistraron los sitios de Ocros, Conchopata, Wari-wakaurara y Auki-willka (Mejía 1948: 14; Mejía 1967b: xvii). A fines de agosto, en un diariocapitalino, Tello destacó la importancia arquitectónica de Wari, compa-rándolo con Tiawanaku y Chavín (Ravines 1989: 236). A mediados dediciembre, Tello fue nombrado miembro de la Sociedad Geográfica Ame-ricana de New York (Mejía 1948: 30).

De 1931 a 1936, Tello enseñó Antropología General, y ArqueologíaAmericana y del Perú, en la Universidad Católica (Mejía 1948: 28), queen aquel entonces funcionaba en el local de la Plaza Francia. Uno de susalumnos fue Javier Pulgar Vidal, quien recuerda que Tello “...hablabaclara y distintivamente con voz que cautivaba al alumno; lo concentraba y tor-nándolo muy atento le predisponía al más eficiente aprendizaje.” Realizabasalidas y prácticas de campo en los sitios arqueológicos de Lima (PulgarVidal 1998: 2). A inicios de agosto de 1931, y cumpliendo un encargo deTello, Pulgar Vidal presentó en clase los fragmentos de cerámica quehabía recolectado en el sitio de Kotosh (Huánuco), los cuales Tello iden-tificó como pertenecientes a una cultura pre-Chavín. En la década delsesenta, y gracias a un reporte escrito por Pulgar Vidal, una expediciónjaponesa excavó en el sitio y registró la tradición arquitectónica Kotosh,anterior a Chavín de Huántar (op. cit. p. 3-4).

En octubre de 1931, el gobierno de Sánchez Cerro ordenó el receso dela Universidad de San Marcos y se paralizaron las actividades académi-cas por un largo tiempo (Davies 1974: 99, 112; Jave 1981: 24-25; Espinoza1983). Comprometido con las luchas de su tiempo y su tierra, a comien-zos de 1932, y ante la detención de los dirigentes de la comunidad de SanMateo de Huánchor, que habían propiciado la destrucción de una em-presa minera que contaminaba el río Rímac, Tello integró en Lima elComité de Ayuda de los Detenidos (Yovera 1998: 19-20). La defensa delpatrimonio cultural también fue uno de sus principales objetivos, expre-sado no sólo en leyes o conferencias, sino en artículos de difusión publi-cados en la prensa y que llegaban a las grandes mayorías, como los quepublicó en mayo y junio de 1932 (Espejo 1948b: 16). A fines de julio de

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1932, Tello fue nombrado miembro de la Facultad de Ciencias de la Uni-versidad de Londres (Mejía 1948: 30). Durante muchos años, mantuvoestrechas relaciones con instituciones científicas de Europa, Inglaterra yEstados Unidos.

Luego del asesinato de Sánchez Cerro en abril de 1933, Benavidesfue nombrado presidente por el Congreso (Davies 1974: 112; Cotler 1988:246). En julio de 1933, Tello dirigió la exploración arqueológica a la costanor-central, desde Chicama hasta Santa (Daggett 1987: 112). Desde agos-to hasta octubre se realizaron exploraciones y excavaciones en los tem-plos de Cerro Blanco y Punkurí, en el valle de Nepeña (op. cit. pp. 113-119). Allí se descubrió arquitectura monumental y una tumba (Mejía1967b: xvi), manifestaciones de una cultura pre-Chavín en la costa. Losdescubrimientos en Nepeña fueron ampliamente difundidos en los me-dios de prensa entre setiembre y octubre (Espejo 1948b: 17). A fines deoctubre, Tello dio una charla acerca de sus descubrimientos en Nepeña,Paracas y la cultura Chavín, durante una cena ofrecida en su honor en elHotel Maury en el centro de Lima (Anónimo 1933).

En marzo de 1934, Tello criticó a través de la prensa las excavacionesque dirigía Luis E. Valcárcel en el Cusco y otras regiones, avalado por lasautoridades, con motivo del IV centenario de la fundación española dela ciudad, lo cual produjo una gran destrucción del patrimonio culturaly la perdida de información de los contextos arqueológicos al ser realiza-das por aficionados y saqueadores (Espejo 1948b: 17; Espinoza 1983;Ravines 1989: 25, 249). En mayo de 1934, Tello empezó a enseñar Histo-ria Incaica y Pre-Incaica en el Colegio Antonio Raimondi (Santisteban1956: 20, 25).

En julio de 1934, Tello acompañado de su equipo y Cornelius vanRoosevelt, inició otra expedición al norte peruano. Investigó los valles deHuaura, Fortaleza, Huarmey, Casma y Santa (en este lugar exploró laGran Muralla). Luego, prosiguió hacia el Callejón de Huaylas, donderegistró el camino Inca, la cuenca del río Pukcha y el templo de Chavínde Huántar (aquí observó cerámica con decoración incísa). También ex-ploró Chichipon y Tinyash (Roosevelt 1935; Valcárcel 1966: 27; Mejía1967b: xvi), e identificó un estilo cerámico en el Alto Marañón. Respectoa la Gran Muralla de Santa, Tello (1938b: 2-3) planteó que era un caminode penetración de la costa a la sierra, de carácter religioso y comercial.Concluyó su expedición en setiembre explorando el área de Carhuaz enel Callejón de Huaylas (Tello 1942b: 664-668).

En 1935, coincidentemente con la celebración del IV centenario de lafundación española de Lima y la publicación de Villar Cordoba, Lasculturas prehispánicas del departamento de Lima, Tello inició los trabajosarqueológicos en la capital. Así, en febrero exploró los sitios ubicados en

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los valles del Rímac, Chillón y Chancay, entre ellos Huaral Viejo y Teatino;además, levantó un plano de Cajamarquilla con su equipo técnico (Mejía1948: 15; Mejía 1967b: xvii; Shady y Novoa 1999). Entre los meses demayo y julio, Tello expuso una serie de seis clases de Arqueología, enidioma inglés, en la Embajada Británica en Lima, y también publicó artí-culos periodísticos acerca de las culturas pre-incas (Espejo 1948b: 17;Mejía 1948: 28-29).

A fines de julio de 1935, lideró un pequeño equipo que exploró lossitios arqueológicos alrededor de las ciudades de Huánuco y La Unión(Huánuco Pampa), y nuevamente el Callejón de Huaylas (Mejía 1956:320; Mejía 1967b: xvi). En Kotosh, también encontró artefactos similaresa aquellos que había registrado en Chavín de Huántar (Tello 1942b: 635),diferenciando entre cerámica pre-Chavín y Chavín, e identificando losvestigios de una cultura pre-Chavín en la región (Mejía 1967b: xvi; Pul-gar 1998). En octubre, acompañó a Valcárcel en una exploración al surdel Perú (Anónimo 1935), investigando los sitios de Churajón y Pucará,donde recolectó fragmentos de cerámica incisa pero policroma, semejan-tes a los que registró en Kotosh y Chavín, a los cuales consideró pre-Tiahuanaco y pertenecientes a uno de los tres troncos originarios de lacivilización andina (Tello 1942a: 240-241; Tello 1942b; Mejía 1967b: xviii).

En julio de 1936, Tello viajó a los Estados Unidos. Visitó museos ydurante el mes de agosto ofreció una serie de veinticuatro clases sobreArqueología Peruana en la Escuela de Verano de la Universidad de Nue-vo Mexico, en el Cañón Chaco. A fines de agosto fue nombrado miembrode la Escuela de Investigación Americana, una de las institucionesauspiciadoras de las jornadas (Lothrop 1948: 52; Daggett 1994: 58-60).En setiembre, ofreció una serie de charlas en los Estados Unidos, dondedestacó la necesidad de mejorar la cooperación interamericana y el apo-yo técnico a través de las investigaciones en el área andina (Carrión1947: 6; Mejía 1948: 29; Daggett 1994: 60). Todo ello condujo a la funda-ción del Instituto de Investigaciones Andinas, el 26 de setiembre, en laciudad de New York, con el apoyo de Truxton Beale y Robert WoodsBliss (Lothrop 1948: 52; Tello 1959: 11). Este instituto fue incorporadocomo una entidad sin fines de lucro en el Estado de New York en febrerode 1937; y fue Tello el representante científico de Sudamérica. Desdeentonces ha realizado diversas expediciones arqueológicas en el áreaandina, especialmente en el Perú (Strong 1943: 2; Carrión 1947: 6; Mejía1967b: xxiii). A fines de noviembre, Tello dio una conferencia en México,en la Academia Nacional de Ciencias Antonio Alzate (Espejo 1948b: 18).

A fines de enero de 1937, Tello dirigió las exploraciones en el vallede La Leche en Lambayeque y las excavaciones en los cementerios de LaVentana, Illimo y Batán Grande, con la finalidad de comprobar el hallaz-

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go de objetos de oro por parte de saqueadores organizados. Además,registró una sucesión de culturas costeñas y sus relaciones con Chavín(Tello 1937; Carrión 1947: 6; Valcárcel 1966: 37; Mejía 1967b: xvi). Tellodifundió estas investigaciones a través de conferencias y en los diarioscapitalinos entre enero y abril (Espejo 1948b: 18).

A mediados de mayo de 1937, el filántropo norteamericano NelsonRockefeller visitó el Instituto de Investigaciones Antropológicas y ofre-ció apoyar económicamente a Tello para la preservación de algunos far-dos funerarios de Paracas, que se encontraban allí en peligro de deterio-ro. Esta oferta fue aceptada con la aprobación del nuevo gobierno militarde Benavides. También se acordó enviar cinco fardos funerarios al Mu-seo Metropolitano de Arte o al Museo de Historia Natural, ambos enNew York, con la finalidad de conseguir más fondos (Lothrop 1948: 52;Daggett 1994: 60-61).

A mediados de junio de 1937, Tello, acompañado de su equipo téc-nico y estudiantes norteamericanos, entre ellos Donald Collier, partió deLima e inició la Expedición Arqueológica al Marañón; fue auspiciadopor Nelson Rockefeller y el Instituto de Investigaciones Andinas. Diver-sos sitios fueron explorados y excavados en los valles de Chancay,Huaura, Supe, Pativilca y Fortaleza (Ruiz [s.d.]). Luego, arribó al valle deCasma a fines de junio, donde descubrió los siguientes sitios: CerroSechín, Sechín Alto, Pampa de las Llamas, La Cantina, Moxeque y Pallka.Excavó en el primero y registró monolitos grabados (Tello 1942a: 236;Mejía 1948: 15; Mejía 1967b: xvi). En un breve reporte periodístico de losresultados de dicha expedición, Tello (1938a: 3-4) distingue tres momen-tos de ocupación en el valle de Casma y observa que el temprano es elmás importante. Planteó que Sechín Alto tiene un planeamiento arqui-tectónico similar a Chavín de Huántar pero sin la presencia de cerámicaChavín, y que era probablemente anterior. En otro artículo periodístico,Tello (1939) describe los sitios arqueológicos situados entre Lima yParamonga, y les asigna su filiación cronológica y cultural. A fines desetiembre, Tello partió del valle de Casma rumbo al Norte; exploró lossitios ubicados en los valles de Nepeña, Lacramarca, Santa, Moche yJequetepeque. El equipo arribó a Cajamarca a inicios de octubre y explorólos sitios de Otuzco, Chokta, Yanacancha, el acueducto de Kumbe-mayo,Cochabamba (Chachapoyas), Nunamarca (Pataz), Marcahuamachuco yWiracochapampa (Huamachuco). Retornó a Lima a mediados de diciem-bre (Mejía 1956; Mejía 1967b: xvi).

A partir de la Expedición Arqueológica al Marañón, Tello planteó laexistencia de una cultura regional en Cajamarca estrechamente vincula-da con Recuay, y que la zona-hábitat de la cultura Chavín era la cuencadel Marañón; además, sostuvo la existencia de una antigua cultura que

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se manifestaba en la costa y la sierra, conformando un imperio con máspoderío religioso que político, cuyos templos fueron destruidos por terri-bles fenómenos naturales que fueron cubiertos por capas aluviónicas(Carrión 1948: 16-18, 29; Bueno 1997: 12).

El primer semestre de 1938, Tello estuvo dedicado a la edición ypublicación del segundo y último volumen de la revista Inca (Espejo1948a: 22). A mediados de agosto, el presidente Benavides visitó el Insti-tuto de Investigaciones Antropológicas y dispuso que los textiles Paracasfuesen puestos nuevamente en exhibición. Debido al interés de Rockefellery a que Lima sería en diciembre la sede del VIII Congreso Panamericano,Benavides autorizó a Tello a construir un nuevo museo en el cual sedepositaría la colección Paracas y le prometió los fondos para ello (Lothrop1948: 52; Daggett 1994: 61). A fines de setiembre, una ley ordenó la reor-ganización de los museos de la Nación, y a comienzos de octubre, elMuseo de Antropología fue creado, por un decreto presidencial, a partirdel Instituto de Investigaciones (Mejía 1967b: xx; Daggett 1994: 62). En lanavidad de 1938, el Museo de Antropología abrió sus puertas en unlocal más amplio y moderno en Magdalena Vieja. Tello fue nombradooficialmente como director el 3 de enero de 1939 (Daggett 1994: 62).

En agosto de 1939, Tello asistió a la primera sesión del XXVII Con-greso Internacional de Americanistas en la Ciudad de México y presentósu ponencia “Sobre el descubrimiento de la Cultura Chavín del Peru”(Tello 1942a; Carrión 1947:6). En setiembre, se desarrolló en el Museo deAntropología una recepción para los delegados de la segunda sesión delXXVII Congreso Internacional de Americanistas, llevada a cabo en Lima,y en la cual Tello tuvo una activa participación. Había dispuesto la cons-trucción de una impresionante réplica del templo de Nepeña en el patiode ingreso del museo; dio la bienvenida a los asistentes al congreso y losguió a los sitios de Cajamarquilla y Pachacamac (Basadre 1942: lv-lvi;Lothrop 1948: 52; Wong 1997: 6). Con este motivo, en 1938 Albert Gieseckehabía dirigido los trabajos de limpieza y escombramiento de estructurasarquitectónicas de dichos sitios, de modo que se encontró en Pachacamacun ídolo de madera que actualmente se exhibe en el Museo de Sitio(Valcárcel 1966: 47; Ravines 1989: 26).

En la segunda sesión (21), Tello presentó su brillante ponencia, con-siderada su obra de madurez, “Orígenes y Desarrollo de las Civilizacio-nes Prehistóricas Andinas” (Tello 1942b), en la cual trató acerca de lasculturas que integran la civilización andina, su caracterización y clasifi-cación, distribución espacial y ubicación cronológica. Tello planteó queexistían tres troncos originarios de la civilización andina, uno de ellosChavín-Kotosh, los cuales dieron origen a diversas culturas en los An-des occidentales y orientales. Según Tello (1942: 88-93), la civilización

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Chavín-Kotosh se caracterizó por presentar edificios de roca, obrasescultoricas exponentes de un arte lítico avanzado, cerámica monocromay representaciones de seres en torno al motivo felínico. También propusola existencia de cuatro grandes edades y civilizaciones, la más antiguade las cuales abarcaría desde el segundo milenio antes de la era cristia-na, y la más reciente era la civilización Inca (Tello 1942c; Carrión 1948:18-19, 30). Es importante destacar que aún no se conocía la datación porradiocarbono y que recientes investigaciones en la costa central (Caral)plantean que la civilización andina se inició en el tercer milenio antes deCristo.

A fines de setiembre de 1939, junto a Valcárcel y otros investigado-res, se debatió sobre la formación de una nueva entidad arqueológica.Este encuentro originó la creación de la Asociación Peruana de Arqueo-logía. Las reuniones se desarrollaron normalmente en el Museo de Ar-queología de la Universidad de San Marcos (Editor 1940: 78-84) y Telloparticipó en el comité editorial de su publicación oficial, Chaski. Tresnúmeros fueron presentados durante el periodo 1940-1941 (Espejo 1948a:22). También entre setiembre y octubre, Tello habría comisionado a MejíaXesspe para desarrollar exploraciones y excavaciones en el Callejón deHuaylas, especialmente en los sitios de Katak, Chinchawas y Katey(Valcárcel 1966: 25-27; Mejía 1967b: xvi).

A mediados de mayo de 1940, y con el auspicio del Ministerio deFomento, Tello, el equipo técnico y los obreros, empezaron lasexcavaciones en Pachacamac, las que continuarían hasta 1946 (Tello1943; Daggett 1988: 17-20). Entre 1940 y 1941, los trabajos se desarrolla-ron en el sector Mamacunas o Acllawasi, el templo del Sol, la Plaza delos Peregrinos y en el ushnu Inca (Anónimo 1940a, 1940b; Tello 1940,1943). Las excavaciones y el inicio de la restauración en Mamacunas,donde trabajaron Cirilo Huapaya y Luis Cossi, permitieron registrar cons-trucciones de rocas, una red de cisternas y acueductos que desaguan enUrpay Wachak, y definir dos momentos de ocupación: el primero, aso-ciado a construcciones con bloques de roca labrada; el segundo, asocia-do a los adobes paralelepípedos Incas (Tello 1940; Valcárcel 1966: 47-48;Tello y Mejía 1967b; Mejía 1967b: xviii). Tello distinguió cuatro sectoresde edificaciones en Pachacamac: templos, palacios cercados, aposentosmenores no cercados y las residencias del pueblo. También planteó queUrpay Wachak sería contemporáneo con el templo de Pachacamac, debi-do a la presencia de adobes pequeños; además, que el templo del Sol y laocupación tardía de Mamacunas serían edificaciones gemelas (Tello1940).

En setiembre de 1940, Tello, Valcárcel y William Strong (represen-tando al Instituto de Investigaciones Andinas), realizaron una investi-

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gación arqueológica en el valle de Nazca (Strong 1948: 55-56). Asimis-mo, Tello encargó a Luis Cossi, Hernán Ponce y Cirilo Huapaya realizartrabajos arqueológicos en Tambo Colorado, mientras Mejía exploró laprovincia de Chocorvos en Huancavelica (Valcárcel 1966: 54-55; Ravines1989: 26). A mediados de setiembre, Tello fue autorizado por un decretopresidencial a investigar en Chavín de Huántar, y otra resolución minis-terial le dio el permiso para liderar el equipo del Museo de Antropología.Las excavaciones fueron desarrolladas de noviembre a diciembre; se des-cubrió la fachada completa del templo y ciento diecinueve artefactos,principalmente esculturas de roca que la adornaban, los cuales fueroncolocados en el museo de sitio inaugurado a mediados de diciembre(Tello 1960: 135, 361; Valcárcel 1966: 52). Lamentablemente, a mediadosde enero de 1945, un aluvión arrasó el museo y gran parte de los materia-les se perdieron. Por fortuna se habían obtenido moldes de la mayoría delas esculturas (Mejía 1967b: xvi; Silva 1997: 10). También en 1940, JulioEspejo Nuñez realizó una exploración de la cuenca del Pukcha, regis-trando diversos sitios arqueológicos. Las investigaciones en dicha cuen-ca fueron continuadas posteriormente por él en la década del cincuenta(Ravines 1989: 26, 112).

En 1941, el Instituto de Investigaciones Andinas envió algunos equi-pos de investigadores al Perú. Así, Tello y Lothrop fueron los codirecto-res de un proyecto relacionado con los fardos funerarios de Paracas; sedescubrió en Ocucaje (Ica) manifestaciones del periodo Cavernas (Strong1943: 7; Carrión 1947: 16; Ravines 1989: 26). Las publicaciones acerca deParacas y las sociedades del centro andino, a las que Tello dedicó susúltimos años, fueron editadas póstumamente (Carrión 1948: 29; Tello1959; Tello y Mejía 1979). A fines de mayo de 1941, Tello fue nombradomiembro honorario del Real Instituto Antropológico de Gran Bretaña eIrlanda (Mejía 1948: 30). En mayo y junio de 1941, Tello encargó a LuisCossi y Mejía Xesspe la exploración de las provincias de Pisco yCastrovirreyna, quienes investigaron y continuaron consolidando lasedificaciones de los sitios Inca de Tambo Colorado, Huaytará, Inkawaside Huaytará y otros (Valcárcel 1966: 54-56; Mejía 1967b: xviii). Tambiénse realizaron exploraciones en los valles de Supe, Chilca, Mala y Arequipa(Carrión 1948: 16). A fines de 1941, Tello regresó a Chavín con el equipotécnico, entre ellos Julio Espejo, quien en octubre realizó trabajos de ex-ploración en la región (Mejía 1948: 15; Valcárcel 1966: 52).

En febrero de 1942, Tello habría comisionado a Cirilo Huapaya laexploración del valle de Asia (Valcárcel 1966: 29). A mediados de juniode 1942, Tello partió de Lima liderando una expedición arqueológicaauspiciada por la Viking Fund de New York y por la Fundación WennerGren para la Investigación Antropológica. Esta última había auspiciado

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también los trabajos de Paul Fejos en el Alto Urubamba (Cusco), en 1940y 1941 (22), y quien compartió informaciones con Tello (Ravines 1989:26; 115; Valcárcel 1966: 58-59). Luego de explorar los sitios arqueológi-cos cercanos a Jauja y Huancayo, en la cuenca del Mantaro, continuaronhacia Huanta, Ayacucho y Cangallo. Tello llegó al Cuzco, a mediados dejulio, para recorrer las cuencas del Urubamba y Vilcanota (Mejía 1967b:xviii). Realizó investigaciones en Machu Picchu y Ollantaytambo. A fi-nes de agosto descubrió el sitio de Wiñay Wayna, donde la expedición(conformada también por Mejía, Llanos, Cossi, Huapaya y Chávez Ballón)trabajó hasta mediados de octubre o noviembre (Valcárcel 1966: 56-57;Mejía 1967a: 7). En noviembre, Tello fue nombrado Doctor Honoris Causaen la Universidad Nacional del Cusco (Mejía 1948: 30). En 1942, dirigiólas exploraciones en los valles de Moquegua, Locumba y Tacna, espe-cialmente él hizo exploraciones entre Paracas y Atico (Valcarel 1966: 59;Mejía 1967b: xviii).

A mediados de agosto de 1943, un decreto autorizó la construcciónde un nuevo local para el Museo de Antropología. En julio de 1944 secolocó la primera piedra, pero sólo eso (Daggett 1994: 63; Espejo 1948b:20). También en 1943, Tello continuó dirigiéndo las exploraciones en elsur del Perú, especialmente en los valles de Ocoña, Majes, Chorunga y enCondesuyos. Encargó tales labores a Mejía Xesspe, Abelardo Santistébany Flores García (Valcárcel 1966: 81-82; Mejía 1967b: xviii). Tello trabajotambién ese año en Ocucaje, un sitio que consideraba del tipo Paracas, yque había descubierto anteriormente (Lothrop 1948: 53).

Tello continuamente realizaba inspecciones y trabajos en los sitiosarqueológicos de Lima, muchos de los cuales han sido destruidos por laexpansión urbana. Realizó supervisiones entre 1935 y 1941, y dirigió lostrabajos en Jicamarca en 1938 y 1944; en Cajamarquilla registró entierrosestratificados; también trabajó en Huallamarca en 1939; Makat Tampuen 1944; Orrantia en 1945, entre otros. Luego, comisionó a su equipotécnico la exploración de sitios en el valle alto del Rímac y Santa Eulalia,entre ellos San Pedro de Mama (Lothrop 1948: 53; Mejía 1948: 16-17;Valcárcel 1966: 60-63; Mejía 1967b: xviii). Los cuadernos de campo acer-ca de sus trabajos en los valles de Lima han sido editados recientemente(Shady y Novoa 1999). También en mayo de 1944, Tello habría comisio-nado la exploración de Huallanca en el Callejón de Huaylas (Valcárcel1966: 26) y de la cuenca del Pampas, desde Choclococha hasta su con-fluencia con el Apurímac (Mejía 1967b: xviii).

En 1945, Tello dirigió el primer programa nacional de rescate ar-queológico en Ancón (23), en representación del museo y por encargo delPatronato Nacional de Arqueología (Tello 1946; Ravines 1989: 28). Enun artículo periodístico denunció la destrucción de la Necrópolis por

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parte de la Compañía Urbanizadora Miramar, lamentando la pérdida devaliosa información cultural acerca de entierros tempranos y la desidiade las autoridades. Sostenía que el reconocimiento arqueológico debenecesariamente preceder a la urbanización moderna (Tello 1946: 3, 6;Lothrop 1948: 53).

A fines de enero de 1945, el Museo de Antropología abrió sus puer-tas en su nueva y actual ubicación en Pueblo Libre, con la denominacionde Museo Nacional de Antropología y Arqueología, y con Tello comodirector. Mientras, el Museo Nacional de Historia quedó bajo la direc-ción de Luis E. Valcárcel (Mejía 1967b: xx; Daggett 1994: 63). En 1945,Tello dirigió los trabajos en Pachacamac, especialmente en el Acllawasi,y preparó una memoria para enviarla a la Junta Departamental de Lima(Valcárcel 1966: 49, 52). También publicó “El país de los Incas”, donderesume sus planteamientos acerca de ellos y presenta un completo mapade sus caminos (Espinoza 1983). En 1946, dirigió las excavaciones enKuntur Wasi (Cajamarca) y las exploraciones en la parte superior de lacuenca del Jequetepeque (Mejía 1967b: xvi). Los resultados de las inves-tigaciones en Kuntur Wasi y Ancón serían presentados posteriormentepor Rebeca Carrión (1948b).

En 1946 se creó el Instituto de Etnología y Arqueología de la Univer-sidad de San Marcos, bajo la dirección de Luis E. Valcárcel y Tello. Amediados de mayo, el Consejo Universitario de San Marcos acordó lafederación de su Museo de Arqueología con el Museo Nacional de An-tropología y Arqueología (Mejía 1967b: xx). Además, Tello logró ser ele-gido representante de la Facultad de Letras ante el Consejo Universita-rio. El ambicioso proyecto de Tello, por el que trabajó tenazmente cuaren-ta años, se había concretado. Dio lugar al museo más completo que hayaexistido en el Perú y América del Sur. Reunía en un solo archivo a lasprincipales colecciones destinadas a la investigación y difusión, y eraintegrado por más de ochenta y dos mil artefactos (Carrión 1948: 34).Además, era el primer centro de formación profesional de antropólogosy arqueólogos. Tello no disfrutaría mucho tiempo de su gran logro.

5. EL OCASO

A fines de julio de 1946, Tello empezó a sentirse enfermo. Viajó a losEstados Unidos para un tratamiento en setiembre. Retornó a fines denoviembre (Mejía 1948: 30), pero su enfermedad estaba ya muy avanza-da. A mediados de abril de 1947, escribió una carta al presidenteBustamante y Rivero (1945-1948) en que le pedía apoyo estatal para queel museo continuara con su marcha progresiva para prestigio y gloria dela Nación, destacando la necesidad de que peruanos y extranjeros co-

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nozcan su importancia y magnitud (Vega 1998: 81-82). Meses antes defallecer, Tello recomendó a Rebeca Carrión que el museo no fuera aparta-do de su tarea científica y las misiones que debía cumplir. Ella sería susucesora en la dirección del mismo (Carrión 1948: 23). Días antes demorir, en su testamento, Tello reconoció que “no obstante mi empeño, no meha sido posible analizar y estudiar en forma definitiva todo el inmenso materialdocumental descubierto y acumulado durante largos años de labor...”. Destacóla necesidad de continuar las investigaciones iniciadas y la publicaciónde sus resultados.

El 3 de junio de 1947, a las 8:10 pm, Julio César Tello Rojas murióluego de meses de dolorosos tratamientos en la clínica del Hospital Ar-zobispo Loayza. Tenía 67 años (24). El 6 de junio su féretro fue traslada-do desde la rotonda del museo hacia el Cementerio General de Lima(Mejía 1948: 30; Mejía 1967b: v), donde fue enterrado con honores deMinistro de Estado. Un año despúes, y tal como lo dispuso en su testa-mento, sus restos fueron sepultados en un mausoleo en el museo que contanto esfuerzo creó y siempre amó.

EPÍLOGO

En su testamento, Tello dejó instrucciones para que sus documentosy libros pasaran a ser parte de su Alma Mater (Valcárcel 1966). Así, loscuadernos de campo y textos inéditos fueron depositados en el ArchivoCentral. Actualmente, constituyen el Archivo Tello, que forma parte delMuseo de Arqueología y Antropología de San Marcos, que él mismofundó; y que está bajo la custodia de su familia y la Universidad.

Tello era de la opinión de que debía dejar sus notas de campo ycolecciones ordenadas para que otros investigadores las publicaran(Lothrop 1948: 53). Por ello, sus principales obras fueron editadaspóstumamente por su leal colaborador, Toribio Mejía Xesspe, y publica-das por la Universidad y el Instituto de Investigaciones Andinas, hastaque la muerte de Mejía en 1983 interrumpió estas publicaciones. Ellasfueron retomadas en 1999 por el Museo de Arqueología y Antropologíade la Universidad en forma de Cuadernos de Investigación del ArchivoTello. Asimismo, sus libros y revistas reunidos durante toda su vida, eintegrada por más de doce mil libros y folletos encuadernados en 7,662volúmenes, pasaron a ser parte de la Biblioteca Central de la Universi-dad (Carrión 1948: 28; Valcárcel 1966: 21). Esas eran sus únicas riquezasy su legado a la posteridad, pues vivió y murió modestamente.

En comparación con la inmensa información reunida, Tello publicópocas monografías, en las que no abundan los detalles técnicos de susexcavaciones, exploraciones y análisis de materiales, pues presentó prin-

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cipalmente los resultados (Lothrop 1948: 53). Ello provocó una sensa-ción equivocada acerca de su pericia como arqueólogo. Pero el registrodetallado se encuentra contenido en sus notas de campo y en las de suequipo técnico, que se hallan depositadas en el Archivo Tello.

La casa de la familia Tello en Huarochirí, que tanto influyó en suobra, fue declarada Monumento Histórico-Artístico por el Instituto Na-cional de Cultura en 1996. En la placa recordatoria está escrito: “En estacasa nació el eminente sabio peruano Julio César Tello el 11 de abril de1880; la ciudad de Huarochirí rinde este homenaje de admiracion y gra-titud a su hijo ilustre”. Recientemente, la Municipalidad de Huarochirí yla Universidad Ricardo Palma han inaugurado, en la plaza principal dela ciudad, han inaugurado un monumento en su memoria. Debería tenerel mismo destino que su casa de Huarochirí aquella casa en la cual vivióreservada y modestamente con su familia en Miraflores, Lima, construi-da en estilo prehispánico y conocida como Inkawasi, donde se reuniócordialmente con Basadre y otros intelectuales (Basadre 1997: 2) y quefue su templo del conocimiento. Respecto a su familia, Julio Tello Due-ñas asumió la defensa activa del legado de su padre a partir de 1974.

El museo que con tanto esfuerzo Tello creó, inspirado en los grandesmuseos europeos que conoció, es uno de sus principales legados y sigueexistiendo con la denominación de Museo Nacional de Antropología,Arqueología e Historia. La concepción museográfica que Tello dejó, or-denada secuencialmente por culturas y temas y destinada a la enseñan-za (Carrión 1948: 21), fue transformada en la década del setenta. Mien-tras tanto, el viejo proyecto de un nuevo museo continúa siendo un eso,un proyecto, por la falta de apoyo estatal o privado. Cada 11 de abril, losarqueólogos nos reunimos para conmemorar su nacimiento en el mauso-leo donde se encuentra descansando.

La actual universidad peruana conserva muchas de las propuestasde Tello contenidas en su Reforma Universitaria, entre ellas las especia-lizaciones, los cursos de cultura general, los institutos de investigación,la escala de docentes, los cursos obligatorios y electivos, especialmenteel espíritu científico (Carrión 1948: 27). Es una institución con la cualTello se identificó toda su vida y que, pese a los problemas que atravieza,intenta satisfacer las necesidades del país, estando a la par con las uni-versidades privadas y extranjeras.

Se ha especulado que Tello no creó escuela de investigadores y queno formó arqueólogos, y eso no es cierto. Aún existe el Instituto de Inves-tigaciones Andinas que él contribuyó a crear en 1936. Esta entidad aus-pició también los trabajos de John Murra en 1941 en la Sierra Central y elProyecto Virú en 1946. Tanmbién están las publicaciones donde Tellopropone la creación del Instituto Nacional de Antropología en el Perú

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(1931), el Instituto Internacional de Arqueología (1939) y una EscuelaInter-americana de Arqueología, ya que para él era decisiva la contribu-ción de la Arqueología en la solución de los problemas nacionales ylatinoamericanos, pues fortalecía la autoestima colectiva, no sólo de losindígenas sino también de los criollos y mestizos. Así, lainstitucionalización de la Arqueología era necesaria (Carrión 1948: 32-33; Espejo 1948b: 16, 19). Pero en el Perú, Tello no disfrutó del respaldoeconómico de instituciones adecuadamente organizadas, estables y equi-padas. Por ello, conciente de esta limitación, concentró sus esfuerzoscrearlas y organizarlas (Jave 1980: 28). Recién un año antes de la muertede Tello, se crearon el Museo Nacional y el Instituto de Etnología y Ar-queología, donde se formaría la aún vigente primera generación dearqueólogos y antropólogos profesionales peruanos, muy influenciadospor la emergente escuela norteamericana (Morales 1997, 1998).

La Escuela dejada por Tello, ante la falta de seguidores en la Univer-sidad, la constituye su equipo técnico, algunos de ellos sin formaciónacadémica (en una profesión que aún no existía), pero sí con una vastaexperiencia de campo, compenetrados en el estudio del pasado peruanoy la protección del patrimonio. Ellos continuaron con las investigacio-nes iniciadas por Tello y publicando hasta la década del ochenta. Nopocas veces fueron incomprendidos y maltratados. Gracias al equipotécnico, la obra personal de Tello aparece sobredimensionada, porqueellos y él fueron uno solo para conseguir sus objetivos; muchas explora-ciones y trabajos los realizaron cumpliendo las instrucciones de Tello.

A partir de la Conferencia de Chiclín de 1946, donde se redefinió la termi-nología y periodificación de la Arqueología peruana, y de los trabajos de Roween la década del cuarenta, la escuela peruana de Arqueología creada por Tello(caracterizada por su perspectiva indigenista, su aproximación a la religiosidadandina y su compromiso con el presente) empezó a sentir los embates de la cadavez más creciente influencia de los arqueólogos extranjeros que trabajaban en elPerú y su tendencia histórico-cultural, de fases y estilos, y funcionalista. Así, laagenda de la investigación arqueológica nacional empezó a ser escrita por ellos(Silverman 1996: 10-14; Morales 1997: 13) (25). Esta situación se acrecentócon la muerte de Rebeca Carrión Cachot en Guatemala en 1960, con el tempranoalejamiento y desaparición de Eugenio Yacovleff en 1934, y los posterioresfallecimientos de Mejía Xesspe en 1983, Julio Espejo en 1984 (Ravines 1989), yrecientemente de Chávez Ballón. Debe tenerse presentes a Pedro Rojas, HernánPonce, Cirilo Huapaya, Genaro Farfán y Luis Cosi, entre otros.

Respecto a los planteamientos de Tello acerca del carácter autócto-no de la civilización andina, en esencia siguen plenamente vigentes. Suantigüedad y origen pre-Chavín son temas que las recientes investiga-ciones aclararán en los próximos años. Aunque ahora ya es otro tiempo,

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una relectura integral de las obras de Tello es necesaria, pues han sidopoco leídas y entendidas, pero bastante plagiadas, criticadas o ignora-das. También es necesario continuar con la publicación de sus cuader-nos de campo. De esta manera, trascendiendo a la muerte, Tello y suequipo continuarán reconstruyendo las historias de nuestros antepasa-dos y, vinculándolas con el presente, reivindicarán a mujeres y hombresandinos de ayer y hoy.

Para Tello, el Perú era básicamente indígena e intentó mejorar lascondiciones de vida de la población nativa, desde su posición de médi-co, congresista, catedrático y arqueólogo (Lothrop 1948: 53). En el Perú,Tello fue una de las personas que más contribuyó a la revaloración eintegración de los indígenas durante el siglo XX, y a la idea de que eranla parte fundamental de la Nación. Su legado se extiende a toda Américalatina y a todos los grupos étnicos que la habitan.

1 9 En este periodo, al igual que otros personajes, Tello fue muy maltrado debido a suidentificacion con el gobierno de Leguía, a quien había apoyado en el Congreso. Fuecalumniado, atacado e incluso detenido. Pero también por un fuerte prejuicio étnico yrecelo contra él (Jave 1980: 27, 32-34; Castillo y Moscoso 2002: 168, 182). En estecontexto político adverso, Tello no se identificó, ni antes ni despúes, con los partidos deHaya de la Torre y Mariategui, aunque existieron algunas coincidencias ideológicas, masno pragmáticas, con el Amauta con relación a la reinvindicación del indio y el campesinoante el real problema de su explotación. Por ejemplo, Tello no escribió en la revistaAmauta (fundada en 1926) y tampoco aparece citado en Los 7 Ensayos (publicado en1928), lo cual se explicaría en parte por el hecho de que Mariátegui estuvo en Europaentre 1919 y 1923, y dos de las obras tempranas de Tello se publicaron en 1921 y 1929.Es probable que Mariátegui no tuviera acceso a ellas. Además, ambos personajes asumierondiferentes posiciones frente al indigenismo (Flores 1987: 271-273, 280; Cotler 1988:214, 216; Vega 1998: 99).

2 0 A esta segunda sesión, Tello invitó a Uhle, a quien admiraba pese a estar en desacuerdocon sus ideas. En aquellos años, Uhle había perdido gran parte de la lucidez que locaracterizó y que lo ha hecho ser considerado, junto a Tello, uno de los padres de laArqueología peruana (Rowe 1954: 18-19; Mejía 1967b: xii; Jave 1980: 34). Uhle vivióbajo la protección del gobierno peruano hasta 1942. Debió regresar a Alemania, dondemurió en 1944, pues el Perú le había declarado la guerra a Alemania dentro del contextode la Segunda Guera Mundial (Rowe 1954: 18-19). El gobierno de Manuel Prado (1939-1945) se alineó contra del nazismo y mantuvo una campaña proindígena. Su políticaplanteaba que el potencial económico del Perú se lograría cuando los indígenas fueraneducados e integrados a la sociedad (Davies 1974: 130; Cotler 1988: 253-254). Fuedurante su gobierno cuando el mito “del peruano Tello que derrotaba al alemán Hule”comenzó a crearse hasta convertirse en el discurso oficial del Estado. Tello fue consideradohéroe nacional y símbolo del grandioso pasado del Perú. Fue un nacionalismo acrecentadoademás por la victoriosa campaña militar contra el Ecuador en 1941.

2 1 Los trabajos continuaron hasta 1947 bajo la dirección de Tello, y luego fueron asumidospor Rebeca Carrión (Ravines 1989: 28). Este proceso de expansión urbana ymodernización, muchas veces en perjuicio del patrimonio cultural, fue acelerado por lasoledas migratorias de la década del 40 hacia las ciudades, originadas a partir de 1935 porla expansión de la red vial y los flujos mercantiles entre la costa y la sierra (Flores

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Galindo 1987: 291).2 2 Siguiendo sus instrucciones, el Dr. Weiss embalsamó su cadáver, extrajo su corazón, y una

mascarilla mortuoria fue elaborada por Luis Cossi Salas (Wong 1997: 6). Las causas de suenfermedad son desconocidas.

2 3 El Perú no fue un caso aislado. A partir de la década del 50, la Antropología y Arqueologíaen Latinoamerica estuvieron fuertemente influenciadas por la escuela norteamericana(Boas-Kroeber-Rowe), la Antropología francesa de Levi-Straus, y los planteamientosecológicos de Steward y White (Eriksen y Nielsen 2001: 109).

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