juicio a las rutinas / graciela martínez y carolina sena
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7/24/2019 juicio a las rutinas / Graciela Martnez y Carolina Sena
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juicio a las rutinas
Graciela Martnez
yCarolina Sena
La vicia cotidiana permite pensar a la sociedad en su
compleja pluralidad de smbolos y de interacciones, ya
que se trata del espacio donde se encuentran las prc
ticas y las estructuras del escenario de la reproduccin
y simultneamente de la innovacin social. Quocurre
en ia vida cotidiana de las escuelas, cuando tantas cer
tezas y valores se derrumban y reinventan en la tarea
pedaggica? Qu riesgos, confusiones y posibilidades
las conforman?
Las rutinas -coordenadas que organizan la vida coti
diana en las instituciones- se han colmado de incerti-
dumbres y sinsentidos. Quizs, detrs de los intentos
por resignificar sentidos, haya una amenaza de prdidade la identidad pedaggica de las instituciones educa
tivas y a la vez una esperanza de construccin de nue
vos sentidos.
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"Todas las capacidades fundamentales,
los afectos y modos de comportamien
to con los cuales trasciendo mi ambien
te y que yo remito al mundo 'entero'alcanzable por mi, en realidad yo me
los he apropiado en el curso de la vida
cotidiana."
A. Heller
Las rutinas en la vida
cotidiana: un lugar
estratgico en las
instituciones educativas
Armada sobre la certeza de su repeticin, la cotidianidad es ante todo tejida
de tiempos y espacios que organizanpara los maestros los innumerablesrituales que garantizan la existencia delorden construido.
La naturalidad con que se despliega lavida cotidiana
"la vuelve ajena a toda sospecha y
amparada en su inofensivo transcu
rrir selecciona, combina, ordena el
universo de sentidos posibles que le
confieren a sus procedimientos y a
su lgica el estatuto de 'normali
dad'" (Reguillo, 2003).
La organizacin de la vida cotidiana enuna escuela supone la reproduccin dehbitos, ideas, valores y comportamientos individual y socialmente consolidados y legitimados por la estructura
arraigadas en la comunidad educativa yen la sociedad, que tienen influenciadirecta en las posibilidades y limitacio
nes del trabajo docente y que operancomo culturas de "normalidad" escolar.Un ejemplo de estas situaciones es loque podemos denominar "la llegada yla espera". Las docentes afirman que alingresar al jardn los nios pequeosesperan junto con las docentes parahacer la "ronda de la entrada". Lo insti
tuido es esperar en la entrada. Lasdocentes sealan que
"este ritual de la ronda inicial que
abre la jornada fue pensado para
nios ms grandes, no para los
bebs o los nios ms pequeos".
Esto nos hace reflexionar acerca de ciertos sistemas rituales que se han extrapolado del jardn de infantes al jardnmaternal bajo el supuesto de que estamos en presencia de dos institucionesque tienen el mismo funcionamiento.Se toma esto como una matriz institucional que "rutiniza"' las acciones cotidianas, que en su apariencia organiza eltiempo y el espacio, pero que, ante lapresencia de las necesidades de losms pequeos, pasa a ser cuestionada.
"Los bebs lloran, no pueden esperar al saludo de la entrada. Ellos
necesitanotra cosa,una mirada, la
palabra conocida..."
En el escenario de la complejidad,
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equilibrio constantemente inestable. Sepresentan incertidumbres, indeterminaciones y azar a medida que aumentanlas interacciones y la diversidad, que la
mayora de las veces derivan en conflictos.
"Todo sistema complejo tiene la
capacidad o la habilidad de empe
zar a encontrar respuestas a las
nuevas preguntas y problemas que
su propia complejidad plantea"
(Guebel, 2002).
Las rutinas, los sistemas rituales, hbitos|o acciones significantes en el jardnmaternal tienen varias peculiaridades:
Funcionan como organizadores del[tiempo y el espacio y, tal como lo afir
man las docentes, se adecuan en funcin de los ritmos de cada nio y delgrupo.
Bu anlisis pone de manifiesto los princigos didcticos que los sostienen.
avorecen la construccin del aprendiza-
y la autonoma del nio.
nen cierta conexin con los ritmos
.familiares" (Sena, C, 1999).
"Las acciones que se realizan a dia
rio estn regidas por un pensamien
to pragmtico cuyos contenidos son
tomados como verdades o hechos
evidentes sin explicitar las conexio
nes que los ligan con otros hechos
de la prctica. Tienen en comn un
saber que permite a los participan
tes orientarse en el espacio y en el
tiempo, pero no proporcionan una
comprensin de la realidad porque
hay un ncleo que no es visible. Las
formas de las rutinas revelan y ocul
tan, al ocultar impiden modificar la
realidad y dificultan su comprensin"(Martnez, C, y Sena, C, 2003).
Esta doble posibilidad: lo que se dejaver y lo oculto, fue indagada en una delas investigaciones de Lidia Fernn-dez(1996), quien designa con el trmino "rutinas" a tres tipos de actividadesdel adulto con nios pequeos.
Del cuidado. Vinculadas a la higiene,alimentacin y el descanso de losnios.
De socializacin institucional. Vinculadas con las relaciones sociales dentro
de la institucin, el hacerse miembro ytomar confianza en la institucin: hacerrondas, visitar las otras salas, saludar alos compaeros y las seoritas.
De preparacin a las actividades consideradas pedaggicas. Limpieza,orden de la sala, etc., que se relacio
nan a un campo de contenidos y soncoordinadas por la docente.
Segn la autora, en las rutinas escolares, las docentes se empean en lo quefunciona dramticamente como "domadel tiempo y el espacio" y logran estadoma justamente a travs de una organizacin cuyo eje son las rutinas. A travs de esta "doma",
"el tiempo vivido se abrevia porque
se divide en tiempos pequeos que
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aceleran el tiempo cronolgico y el
espacio vivido se agranda, porque
las rutinas hacen que los nios
solos, en grupitos o en grupo grande
se desplacen por un aula que al
hacerse compleja, es decir, al estar
llena de lugares que se usan para
hacer diferentes cosas, se experi
menta -en la ilusin- ms amplia".
Cmo remontar la"normalizacin"
de las rutinas?
Cmo devolverles su energa pedaggi
ca, su capacidad ldica y creativa, su
fundamento unificante?
nios, reforzando la idea de que
estas instituciones funcionan como
'depsitos de nios'"5
Otros sentidos
En el "Acta de acusacin de las rutinas",2
losargumentos de la defensay lafiscaladan lugar a las consideraciones quepreceden la acusacin.
En algunos establecimientos dedica
dos a la educacin de nios muy
pequeos existe habitualmente un
tiempo proporcionalmente excesivo
dedicado a las rutinas.
Sobre un total del 100% del tiempo
de permanencia de los nios, el 50%
est dedicado a actividades de ruti
na, el 30% se destina a actividades
consideradas pedaggicas y el 20%
restante se destina a juego libre.
Esto confirma el poco tiempo de tra
bajo pedaggico que se brinda a los
Las consideraciones siguientes surgendel anlisis de los argumentos utilizadospor las docentes para cuestionar ydefender el sentido de las rutinas, a lavez que intentan reconstruir esa energapedaggica que poseen en la prcticacotidiana.
El componente pblico
en las rutinas
La vida cotidiana es simultneamente"habilitante y constructiva" (Giddens,
1993). Sus mecanismos y lgicas deoperacin, al ser rutinizadas, constriena los actores sociales, les imponen unoslmites, fijan unos mrgenes y unosmodos de operacin. Siguiendo la lgica del ritual, en las rutinas hay un ordenamiento espacial y un encadenamiento de dramatizaciones reiteradas yestereotipadas, una serie de pasos diferenciados que van con una direccindesde la apertura al cierre de la jornada.Poner formas es dar a una accin laforma que es reconocida como conveniente, como legtima, una forma talque puede producirse pblicamente,frente a todos, una prctica que presentada de otra manera sera inaceptable.
Aqu, los nios y los adultos se apropiande comportamientos fundamentalespara incluirse en una realidad ordenadaque ya fue dispuesta sin la participacinde ellos. Se organizan el espacio y el
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tiempo para orientarlos en la realidadescolar.
Las rutinas de la vida cotidiana tienen lacaracterstica de ser un momento deencuentro. El encuentro es un espaciopblico, abierto, coactivo, donde se llevaa cabo una actividad colectiva regular.Se da en el centro de la vida cotidianaescolar, es el lugar en el cual se realizams intensamente la relacin social, elencuentro afectivo, el deseo de estarall, de pertenecer. Ms an, algunasrepresentan un momento "pblico", sonactividades de intercambio de mltiplessignificados en mltiples niveles y entredistintos sujetos.
Son espacios tambin valorados portodo lo que se transmite en su seno,los smbolos, las convenciones, lasmemorias colectivas, incluyendo lo queno debe salir afuera, lo que debe permanecer en secreto (Candau, 2001).Estn ancladas en la transmisin de latradicin.
Las rutinas tambin son un tiempo, unmomento, cuya caracterstica es, por unlado, la repeticin mientras que, porotro lado, lo cotidiano permite anular laincidencia del tiempo, de los acontecimientos, especialmente aquellos quemolestan o asustan y por esta razn
producen un cierto sentimiento deseguridad personal (Balandier, 1983).
La tradicin se hace presente
l i
tenidos de la tradicin, referentes aacciones del pasado que, reactualizadasen el presente, permiten ver las significaciones de sus sentidos y construirnuevos sentidos en otros contextos.
Intentamos repensar la tradicin ya nocomo conservacin y recuperacin delos valores y sentidos del pasado, dondese asigna a los fenmenos un carcterconstante y a la novedad una ubicacindentro de un sistema de coordenadaspermanentes. Proponemos interpretar latradicin -presente en las rutinas-como una construccin que incluya ladiscontinuidad y la fractura, tanto en ellenguaje como en las prcticas, comoun proceso creador de sentidos para lareconstruccin del conjunto social.
La transmisin introduce la dea de quecada grupo, con su tradicin colectiva,partiendo de un repertorio de prcticasheredadas, se autorice a introducirvariaciones que le permitan reconocer,en lo que ha recibido como herencia,
no un depsito sagrado e inalienable,sino algo que le es propio, que puederecrear y al que puede adjudicar unnuevo sentido.
La transmisin de la tradicin es algoms bien paradjico: ofrece a quien larecibe un espacio de libertad y una
base que le permiten abandonar dealgn modo (el pasado) para (mejor)reencontrarlo (Hassoun, 1994). Desdeesta idea, existe la posibilidad de "traicionar" lo legado porque somos diferentes de quienes nos precedieron y enesta serie de diferencias se inscribe la
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las vicisitudes de los tiempos que transcurren, de los momentos histricos, delos deseos y expectativas.
Uno de los cuestionamientos que aparece est ligado a las rutinas de lamerienda o el desayuno y al sueo. Lasdocentes afirman que
"Esto se haca as antes que yo
entrara a trabajar al jardn..."
"A nosotras nos parece que en el
turno de la tarde no siempre los
bebs tienen sueo, sin embargo, el
momento del descanso est institu
cionalizado. .. es como obligatorio."
"Es ms costoso sostener este
momento que va como en contra de
lo que el beb necesita, que atender
a los ritmos de cada uno."
Siempre existe un desgarro en la tensin entre la transmisin de una tradicin y el intento de ubicarla en el espa
cio del presente.
Se propone pensar la tradicin presenteen las rutinas como un proceso de tensin, de malestar, de conflicto, profundamente vital, que presupone simbolis
ta mos pasados, pero con una designacin,g simblica arbitraria, como un tejido que
se va armando en un entramado com-
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funcin "proteger contra el acontecimiento" (Balandier, 1983); es decir, contra aquellos eventos disruptivos quetrastocan el continuo de la vida cotidia
na. Proteccin que se opera mediantedos vas: por un lado, cerrar mediante larepeticin y la sancin el mbito de lo
normal cotidiano. Por otro lado,mediante los dispositivos rituales quepermiten la "transgresin oficial". Repeticin y ruptura como elementos ordenadores de la vida cotidiana. En estesentido, las docentes consideran que:
"las rutinas pueden ser ambientes
flexibles donde pueda aparecer la
novedad, las irregularidades,
pudiendo tomarlas como oportuni
dades".
En la batalla de lo cotidiano,lo cotidiano entra en batalla contra cierto ordenestablecido, tratando de introducir ideasde disidencia en la comunidad, islas devida cotidiana diferentes de las que propugnan las convenciones sociales domi
nantes.
"Lo cotidiano puede llegar a conver
tirse en el ltimo refugio de la resis
tencia cuando se convierte en el lti
mo lugar posible para la
insurreccin" (Balandier, 1983).
Considerar que muchas de las rutinas enel jardn maternal son producto de larepeticin y el legado de otras instituciones plantea la posibilidad de construir
sistemas rituales particulares que tomencomo referencia los deseos y las necesi
dades institucionales y comunitarias,teniendo como premisa un rasgo centralen las interacciones: la constitucin de lasubjetividad de los nios pequeos. En
este sentido, la reflexin sobre la tareacotidiana requiere espacios institucionales a fin de profesionalizar el trabajo deldocente asumiendo que la batalla contralo cotidiano se sita, al decir de Bour-dieu, como un campo de lucha.
El componente clandestino en
las rutinas. El cambio posible
Las rutinas son prcticas sociales queintentan reproducir la estructura social,a travs de la reproduccin de la ideologa dominante; se puede suponer quetransmiten los procesos de continuidad
y discontinuidad de la tradicin.
"Son los guardianes de lo dicho, de
lo instituido, de lo establecido en la
estructura social (pero tambin) por
su capacidad de recoger el sentido
afectivo de las transformaciones
sociales, la polarizacin, la discre
pancia y condensacin entre sentidos, son ms propicias que otras
prcticas, sirven para vivir y para
observar los procesos de conflicto y
transicin" (Garca Canclini, 1990).
En ellas hay una franja de indetermina
cin relativa que deja espacio para la"improvisacin", lo mismo para hacer "
o'
frente a situaciones novedosas como o"para incorporar, normalizando, d iscursos &)
y prcticas que penetran, desde el orden P
social, los mundos de la vida.4 |
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En esta franja de indeterminacin, lospoderes y los actores sociales libran labatalla simblica por la definicin delorden social, del proyecto societal. Enestos intersticios, mediante astucias y
ardides cotidianos, los actores socialessocavan el orden de la legitimidad, erosionan el poder, lo obligan a disearnuevos mecanismos de control. En la instancia del juicio, las docentes coincidenen "acusar" a ciertas prcticas rutinizadascomo las responsables del "vaciamientopedaggico de las acciones cotidianas ysu consecuente menosprecio".
Las rutinas pueden pensarse como un
espacio clandestino en el que las prcti
cas y los usos permiten reconstruir nue
vos sentidos de la vida social y de lo
pblico. Pueden ser la oportunidad de
gestionar nuevos acuerdos en lo social,entre los miembros de esa comunidad
educativa, de una vida cotidiana abierta
a la pluralidad y ocupada de lo pblico.
Las resistencias y negociaciones ante lo
que se acepta como "acertado" o
"comn" en las evidencias de maestros
y padres sobre las rutinas en la escuela
aparecen cuando se proponen otros
modos de organizaras, otras intenciona
lidades al planificarlas, que ponen en
cuestin las certezas construidas. Elj^ "desanclaje" del tiempo, el ritmo y el
"^ espacio, con un orden rgido y fijo, pen-o
'5 sndolas con una organizacin que no
2 supone slo orden, sino la necesidad de
.1 albergar mltiples temporalidades y5" diversas espacialidades y ritmos indivi-
_o
c duales.O)co
"9 "Tanto el tiempo y el espacio, enu relacin con la vida cotidiana, deben
ser entendidos simultneamente
como delimitacin que equivale al
tiempo social y como una movilidad
que refiere a las apropiaciones y
usos diferenciales del tiempo y del
espacio"(Reguillo, 2003).
La propuesta de enjuiciar a las rutinaspermiti a las docentes tomar la distancia necesaria para analizarlas crticamente y generar propuestas "clandestinas".En este sentido se preguntaron
"El encuentro cotidiano promueve
la participacin? No hay en esta
forma de recepcin un riesgo de
infantilizar las relaciones?"
Las docentes sostienen que
"la reflexin entre pares y la escucha
hacia las familias son alternativas
potentes que disminuyen la posibili
dad de estereotipos".
Las discusiones se centraron en torno aldilema que pareca superado: lo asis-tencial y lo pedaggico. Las rutinas queparecan remitir, en un primer momento, a la imagen peyorativa ligada al cuidado que las despoja de la funcin profesional docente, se fueron transformando en espacios potentes de exposicin y protagonismo. Lo clandestino seorient hacia el cuestionamiento de lossentidos de dichas prcticas y la redefinicin de la intervencin anclada en lasnecesidades de los sujetos y no en laslgicas institucionales solamente.
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Construyendo nuevos
sentidos y nuevas certezas
La intencin de "llevar a juicio" o poner
bajo sospecha a las rutinas contina
siendo un pretexto para reconstruir los
discursos orientadores que las funda-
mentan y legitiman a fin de dar lugar a
nuevas organizaciones, formas de
estructuracin, delimitaciones en los
espacios institucionales, temporales y
en los ritmos propios de los sujetos,
dentro del mundo pblico social.
Desde aqu afirmamos el valor y la clan-
destina centralidad de las rutinas en la
vida cotidiana escolar para la configura-
cin del mundo social, pues el veredic-
to, fruto del anlisis, nos propone:
Las rutinas se ubican en la dimensindel espacio pblico en las interaccio-
nes cotidianas. A travs de lo cotidia-
no se concreta la transmisin de valo-
res, el reconocimiento de las
diferencias y la aparicin del conflicto.
En el encuentro con otros en un
mismo mbito institucional y comuni-
tario, estas prcticas cotidianas dan
lugar a nuevos sentidos. El ritual del
encuentro y la despedida siguen sien-
do espacios de interaccin cara a cara,
en los que se hace pblica la pro-
puesta de la institucin y los deseos,
dudas y preguntas de los padres. Las
docentes proponen"potenciar las
posibilidades que se abren en este
encuentro cotidiano para construirverdaderas interacciones", advirtiendo
que es necesario "que se escuchen
las voces de todos y todas".
La prctica cotidiana de las rutinas
contiene una funcin orientadora y
organizadora en tanto posibilidad de
anticipacin. Las rutinas pueden ser
"ambientes flexibles"que estn al ser-vicio de la participacin y la comuni-
cacin y no del control.
Las rutinas constituyen una forma de
lucha contra lo cotidiano. Repeticin y
ruptura son elementos ordenadores
de la vida cotidiana que operan en
forma complementaria. Ambos com-
ponentes requieren ser desocultados.
Las rutinas desocultan su propia
dimensin negativa, pues generan un
determinado orden social que suele
reproducir y legitimar su rasgo hege-
mona), pero a la vez muestran su
dimensin clandestina abriendo la
posibilidad a lo nuevo.
Las rutinas contienen el legado de la
tradicin, una voz del pasado que
interpela nuestras decisiones cotidianas
dando lugar a la "traicin" y a la cons-
truccin de sistemas rituales que per-
mitan una adaptacin activa a los suje-
tos situados histrica y socialmente.
"Se trata de pequeas revanchas con
que los actores subvierten lo progra
mado y afirman su existencia como
autores al imprimir las huellas de su
propio hacer en las prcticas social
mente compartidas" (Reguillo, 2003).
Aunque el fallo del juicio considera que
hay riesgo de mecanizar las rutinas coti-
dianas, es imperativo resignificar sus
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sentidos, dado que lo cotidiano nos
revela y nos oculta problemas, pero
tambin posibilidades.
Si bien hay riesgos de repeticin encada rutina, el trabajo profesional impli
ca cuestionar sus sentidos.
NOTAS
1. Harf, R., "Vida cotidiana en las institucioneseducativas, planificacin, rutinas, clima institucional y turbulencias". La dea de rutinizacinse relaciona con los procesos de enseanza yaprendizaje y alude a la cristalizacin y rigdiza-cin de las rutinas que obstaculiza los procesoscreativos y cierra la posibilidad de indagacin.
2. El sentido del deber cristalizado en la repeticin de las rutinas fue puesto bajo sospecha atravs de la estrategia metodolgica que propusimos para reflexionar sobre las rutinas en el
jardn maternal: "El juicio a las rutinas". Toma
mos la tcnica "Jurado 13", deTcnicas partici-pativas de educacin popular (Buenos Aires,Lumen-Humanitas, 1996). En este texto se dacuenta de los vnculos que unen las ideas y loshechos que fueron expresados por las maestras en la Especializacin Posttulo de JardnMaternal, que nos convocaron a aceptar razones diferentes de las propias, poniendo en telade juicio la tendencia a homogeneizar y unlversalizar las rutinas escolares.
3. Expresin tomada de la investigacin citada de
Fernndez Lidia.4. Lo que Habermas ha denominado "coloniza
cin del mundo de la vida", que puede pensarse como la penetracin de las estructuras depoder en el sentido comn de los actoressociales. Para ampliar ver Habermas, J.,Teorade La accin comunicativa I y II.
BIBLIOGRAFA
Balandier, G. (1983),La paura del quotidiana,Miln, Inchiesta.
Candau, J. (2001),Memoria e identidad, BuenosAires, Del Sol.
Fernndez, L. (1996), "Anlisis institucional y prctica educativa. Una prctica especializada o elenfoque necesario de las prcticas?" Proyectode investigacin, enRevista del Instituto deInvestigaciones en Ciencias de la Educacin
(IICE),Buenos Aires, Facultad de Filosofa yLetras, UBA.
Garca Canclini, N. (1990),Culturas Hbridas.Estrategias para entrar y salir de la moderni
dad,Mxico, Grijalbo.
Giddens, A. (1993),Consecuencias de la modernidad,Madrid, Alianza.
Guebel, G. (2002), "Pensamiento complejo y violencia", en Imberti, R.,Violencia y Escuela,Buenos Aires, Paids.
Habermas, J. (1990),Teora de La accin comunicativa I y II,Taurus, Madrid.
Harf, R. (2005), "Vida cotidiana en las institucioneseducativas, planificacin, rutinas, clima institucional y turbulencias", En0 a 5. La educacinen los primeros aos,tomo 61, Buenos Aires,Ediciones Novedades Educativas.
Hassoun, J. (1994),Los contrabandistas de lamemoria,Buenos Aires, Ediciones de la Flor.
Heller, A. (1985),Sociologa de la vida cotidiana,Mxico, Grijalbo.
Martnez, G. y Sena, C. (2003), "Las rutinas comoacciones rituales en la vida cotidiana escolar".En 0 o 5.La educacin en los primeros aos,tomo 52, Buenos Aires, Ediciones NovedadesEducativas.
Reguillo, R. (2003), "La clandestina naturalidad de
la vida cotidiana", Guadalajara, Mxico, ITESO,Dto. de Estudios Socioculturales, Maestra enComunicacin con especialidad en difusin dela ciencia y cultura.
Sena, C. (1999), "Las rutinas, oportunidad deaprendizaje". En revistaNovedades EducativasN101.