josé vasconcelos: ideólogo mexicano
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José Vasconcelos, ideólogo del Renacimiento artístico mexicano y pilar de la formación nacionalista y de unidad mexicana.TRANSCRIPT
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JOSÉ VASCONCELOS: IDEÓLOGO Y PROMOTOR DEL RENACIMIENTO
ARTÍSTICO DE MÉXICO
POR: KARLA GUADALUPE RAMÍREZ CRUZ
El caudillo cultural mexicano
Hijo de Ignacio Vasconcelos y Carmen Calderón, José Vasconcelos Calderón1 nació el 27 de
febrero de 1882, en la ciudad de Oaxaca. A pesar de que ambos padres provenían de familias
españolas acomodadas. Sin embargo, la calidad de ilegítimo de Ignacio, y el matrimonio a
escondidas con Carmen, hicieron que la nueva familia perdiera los privilegios de la clase
acomodada de la época, relegándolos a vivir fuera de su ciudad natal.
Sus orígenes familiares, dejarían honda huella en José Vasconcelos, quien afirmaría más tarde
sobre sus padres que, “Eugenésicamente, la pareja estaba bien concertada. Rubia y pálida,
delicada, mi madre; y su marido, sanguíneo, robusto. Criollos puros los dos. Con los años, el
cutis blanco de mi madre tomó el color de la cera de los cirios. A mi padre lo pusieron rojo
tostado los soles, los años y la cerveza”2.
En el año de 1885, la familia tuvo que trasladarse al territorio del Sásabe Sonora, punto
fronterizo entre México y Estados Unidos, en donde conoció el yugo de ese país, cuando dicho
territorio entró en jurisdicción estadounidense, obligando a la población a emigrar a otro sitio,
mientras que en “México ordenaron nuestra retirada; éramos los débiles y resultaba inútil
1 Infra. José Vasconcelos Calderón, Anexo 10
2 Vasconcelos José Ulises Criollo, México, Edit. Porrúa , 2003, p. 17.
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resistir. Los invasores no se apresuraban; en su pequeño campamento fumaban, esperaban con
la serenidad del poderoso”3.
Tales acontecimiento, lo hacían anhelar la protección de su patria, llegando a idealizar a
México hasta el punto de la obsesión, construyendo con las narraciones de sus padres o las
ilustraciones de los libros, la imagen del país que consideraba suyo, que anhelaba conocer y al
que se aferraba.
Educación en tierras enemigas
Después de su estancia en el Sásabe, la familia se trasladó a Piedras Negras, en donde José V.
tuvo que ingresar a la escuela de Eagle Pass, experiencia que reafirmó su aversión por la
cultura de Estados Unidos, pues afirmaba que no perdían ocasión para denigrar a México y a
los mexicanos.
El tratamiento que hacían de los mexicanos como raza semi-civilizada, detonaba en constantes
peleas entre los estudiantes hispanoamericanos y anglosajones, mientras cada bando trataba de
demostrar su superioridad.
Las experiencias con los Estados Unidos y la aversión de su propia familia hacia dicha cultura,
agravaron sus resentimientos, mismos que lo llevaron a burlarse de los yankees calificándolos
como la caricatura de una civilización con una pobreza espiritual no comparable al lujo
histórico y cultura espiritual del México heredero de España.
Después de vivir algunos años en Piedras Negras, los Vasconcelos tuvieron que irse
nuevamente, ante lo cual el director de la escuela de Eagle Pass, propuso a los padres de José
que lo dejaran para que estudiase en la Universidad de Austin, donde fácilmente podría
conseguir una beca.
3 Vasconcelos José Ulises Criollo, Op. Cit. p. 8.
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Ante tal proposición la indignación de la familia fue inmediata, consideraban tal acto como la
venta del hijo, “¿vender a José [Vasconcelos] en Egipto?”4. Dicho episodio, sería recordado
por él como el momento de tentación que había de decidirlo entre México y Estados Unidos,
ya que hasta entonces su educación había sido en inglés y en función de la metodología
cultural de dicho país.
Conociendo la realidad mexicana
Durante su viaje a Campeche, Vasconcelos comienza a forjar su sentimiento hacia México,
“en su infancia no había tenido mayor contacto con la realidad mexicana que a través de
leyendas, recuerdos y mitologías, sólo remotamente podía considerarse “mexicano”. La
nacionalidad y el nacionalismo no fueron para él espontaneidad, sino invención y conquista un
tanto tardías”5.
En la frontera y como miembro de la clase media, él no conocía los excesos del porfiriato,
pero en su viaje descubre la otra realidad; “Por el paseo toluqueño desfilaban indios
embrutecidos bajo el peso de sus cargamentos, que no saludaban por timidez, y propietarios en
coches que no saludaban por arrogancia”6.
En Campeche vivió la amenaza de una nueva invasión de Estados Unidos, interesados en la
península de Yucatán; Vasconcelos culpó a las masas por el poder que le dieron a dicho país
por el peligro que se corría, “las masas que como vegetación salvaje arruinaron,
resquebrajaron y arrancaron de raíz el proyecto de nación liberal que las clases medias
4 Blanco José Joaquín Se llamaba Vasconcelos, una evocación crítica, México, Edit. Fondo de Cultura
Económica, 1996, p. 24 5 Ibídem p. 24.
6 Vasconcelos José Ulises Criollo, México, Edit. Porrúa, 2003, p. 65.
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porfirianas querían cumplir, devolviendo el territorio a la prehistoria de tribus caníbales,
presas inminentes de los Estados Unidos”7.
El Ateneo de la Juventud contra las ideas positivistas
El fin de siglo marcó para José Vasconcelos su ingreso a la Escuela Nacional Preparatoria, en
donde conoció la educación positivista impartida en dichas aulas, y que había sido implantado
en la época juarista por el doctor Gabino Barreda, discípulo de Augusto Comte, y que se
convirtió en “una doctrina que pretendía preparar a los mexicanos para lograr el ideal
porfiriano liberal de orden y progreso”8.
Desde el inicio consideró al positivismo como una doctrina represora de la individualidad, lo
que lo hizo protestar pues decía que “jamás se nos permitió congregarnos ni en los patios ni en
los alrededores del colegio…, el miedo de las tiranías a las asambleas, se manifestaba vivo, así
nos reuniésemos para leer versos…si se juntaban más de cinco, en seguida venía el prefecto a
disolvernos”9.
El propio sistema lo hizo decir por la carrera de jurisprudencia, que era lo que más le permitía
la reflexión, y afortunadamente allí encontró a toda una camada de estudiantes que como él,
pretendían hacer un cambio en las doctrinas educativas para dar paso a una nueva filosofía con
tintes nacionalistas.
7 Blanco José Joaquín Se llamaba Vasconcelos, una evocación crítica, México, Edit. Fondo de Cultura
Económica, 1996, p.29. 8 Torres Pilar José Vasconcelos, México, Edit. Planeta Mexicana, 2006, p. 13.
9 Vasconcelos José Ulises Criollo, Edit. Porrúa, México, 2003, p. 126.
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El Ateneo de la Juventud, comienza como una agrupación en contra del positivismo, entre los
miembros se encontraban: Antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, José
Vasconcelos y Cravioto, gracias a los cuales se pudo sentar las bases de la recuperación de lo
nacional y lo mexicano como único mecanismo de cohesión latinoamericano.
La conformación del Ateneo como un grupo opositor al régimen de Porfirio Díaz, resultaba
extraña debido a que sus miembros no provenían de familias afectadas por el gobierno, lo más
loable del grupo ateneísta era que con su oposición al positivismo, pretendían lograr un
cambio más educativo que político.
Vasconcelos y el Maderismo
Sin nada personal que reprochar al gobierno de Díaz más que el positivismo, la participación
de Vasconcelos en el maderismo y posteriormente en la Revolución fue meramente
circunstancial, respondiendo principalmente a su deseo de sobresalir y su ambición de
protagonizar el tan ansiado cambio en el país.
Vasconcelos conoció a Madero cuando éste lo visitó en su despacho para invitarlo a una
reunión donde tratarían los temas que ya había propuesto en su libro, La sucesión presidencial.
A pesar de haber sido aconsejado por Antonio Díaz Soto y Gama de no mezclarse con los
agitadores porque, “no valía la pena, me dijo, sacrificarse por un pueblo que nunca responde al
llamamiento de sus mejores”10
; decidió unirse al maderismo.
La concepción revolucionaria de Vasconcelos se basaba más en un sentido educativo, sabía
que el populismo y la ignorancia eran el peor lastre, por lo que se reconoció fuera de esa masa
al pertenecer al sector educado, y con ello comenzó a fraguar la estrategia que le permitiría
10
Ibídem p. 267.
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cumplir su ambición redentora de “despertar el alma de la nación o crearle un alma a la pobre
masa torturada de mexicanos”11
.
Fue de esta manera en la que quedó integrado dentro del comité original del movimiento, para
el cual afirma haber redactado el lema con el que pasaría a la historia, “Sufragio Efectivo y No
Reelección”. En 1911 Vasconcelos sale exiliado, debido a sus artículos en contra de Porfirio
Díaz y sólo regresará al país con el triunfo de la Revolución y como hombre de confianza de
Madero.
Las principales amenazas al gobierno de Madero eran, según Vasconcelos, los tres perpetuos
azotes del país; la desintegración representada por el ejército ruin y servil, las masas o
mexicanos ignorantes fáciles de manipular, pero sobre todo, los Estados Unidos a quienes no
convenía el proyecto de nación.
Vasconcelos desconfiaba principalmente del gran poder que se les otorgó a las tropas
irregulares, quienes comenzaron a presionar para el cumplimiento de sus demandas, lo cual
impedía el avance del gran proyecto de nación.
El proyecto revolucionario terminó por desmoronarse, debido a que “había demasiadas
facciones, todas hambrientas del poder y tirando en direcciones diversas”12
, lo cual
desencadenó en el asesinato del presidente Francisco Madero y la usurpación del poder por
parte de Victoriano Huerta.
Oposición a Victoriano Huerta desde el exilio
11
Blanco José Joaquín Se llamaba Vasconcelos, una evocación crítica, México, Edit. Fondo de Cultura
Económica, 1996, p.60. 12
Howard Pug William José Vasconcelos y el Despertar del México Moderno, Edit. Jus, 1958, p. 15.
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El asesinato de Madero y la usurpación del poder por parte de Victoriano Huerta, marcaron en
definitiva la actitud de Vasconcelos, quien culpó a la masa de mexicanos para quienes “se
volvió rutina elevar a un hombre o deponer a otro sin ningún alivio para sus sufrimientos”13
.
Contrario a la mayoría de los intelectuales de la época, Vasconcelos nunca apoyó a Huerta y
huyó a La Habana, tras lo cual regresó a México a unirse a los carrancistas, con el ideal de
poder rescatar el proyecto maderista de nación.
Para él las masas no eran dueñas de la Revolución, esta lucha le pertenecía a sus dirigentes, su
dueño indiscutible era Madero y se lo habían arrebatado: “El gran ideal maderista de la unión
de los mexicanos bajo un programa civilizado y legal, era generalmente relegado y cada uno
luchaba por su ambición, cada uno bajo el antifaz de reformas sociales inauditas, exageradas,
irrealizables”14
.
Después de la derrota de Huerta, Venustiano Carranza nombra a Vasconcelos director de la
Escuela Nacional Preparatoria, a pesar de que éste último no simpatizaba con la causa
carrancista, motivo por el cual es depuesto del cargo semanas después ya que se negó a
pronunciarse contra Villa y Zapata.
Dicha negativa no significaba el apoyo a dichos caudillos, pero sí su reconocimiento como
dueños más dignos de la revolución que el propio Carranza de quien decía que era “una
especie de bufonesco emperador de la barba florida ocupado casi exclusivamente en
emperifollarse para desfilar galantemente por las plazas que Villa y Zapata conquistaban”15
.
13
Ibídem p. 15. 14
Vasconcelos José Breve Historia de México, México, Edit. Compañía Editorial Continental, 1979, p. 452. 15
Blanco José Joaquín Se llamaba Vasconcelos, una evocación crítica, México, Edit. Fondo de Cultura
Económica, 1996, p.64.
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Tras un breve periodo en prisión, se dirigió a la convención de Aguascalientes como villista,
en donde reconoció la legalidad del nombramiento de Eulalio Gutiérrez como presidente
interino, mismo que no tardó en ser desposeído por los caudillos, quienes lo convirtieron en un
títere.
Eulalio Gutiérrez llamó a Vasconcelos como Ministro de Instrucción Pública, cargo que
aceptó y en donde el único ejercicio profesional posible era evitar las humillaciones y
enfrentamientos de las tropas armadas.
Finalmente, el gobierno interino huyó hacia Estados Unidos, en donde Vasconcelos gestionó
el reconocimiento del régimen hasta que se enteró de la renuncia y deposición de Gutiérrez por
las presiones caudillistas, lo cual lo decepcionó y alejó de la política, pues decía que “era
inocencia suponer que la barbarie desencadenada puede engendrar instituciones; engendra
nuevas y más feroces tiranías”16
.
Los hechos lo llevaron a alejarse de México y tratar de olvidarse de la política como protesta a
lo que calificaba como una derrota injusta, “ni un instante dejé de advertir la diferencia que
hay entre salir derrotado porque otros tienen la razón y sentirse derrotado a pesar de que se
tiene la razón”17
.
Rector de la Universidad: “Por mi raza hablará el espíritu”
Fue sólo tras la muerte de Carranza, cuando Vasconcelos regresó al país, aceptando el
nombramiento que el presidente interino Adolfo de la Huerta le hiciera como Rector de la
Universidad Nacional de México.
16
Ibídem p. 67. 17
Vasconcelos José La Tormenta, México, Edit. Trillas, 2000, p.227.
85
En su toma de protesta, se calificó como un delegado de la Revolución encargado de invitar a
los estudiantes a la lucha contra la pobreza e ignorancia y compartir con el gobierno la
responsabilidad, afirmó tajantemente: “En estos momentos yo no vengo a trabajar por la
Universidad sino a pedir a la Universidad que trabaje por el pueblo”18
.
Redactó el lema y diseñó el escudo que hasta nuestros días ostenta dicho organismo, “Por mi
raza hablará el espíritu”, el cual deja en claro la exaltación de la América Latina como
responsable del futuro del continente o la raza cósmica.
Este periodo marca el inicio de la obra de Vasconcelos, quien comenzó su rectoría con
ambiciosas obras de adquisición, reparación y acondicionamiento de edificios que servirían
para la obra educativa.
Vasconcelos y el obregonismo
Adolfo de la Huerta fue presidente interino de México del 1 de junio al 30 de noviembre de
1920, su dirección fue calificada por Vasconcelos como honorable, y sirvió para la
reorganización del gobierno pues su actitud conciliadora permitió que Álvaro Obregón llegara
al poder el 1 de diciembre de ese mismo año.
El regreso de Vasconcelos a la vida pública no pudo tener mejor marco, el sistema obregonista
le permitiría proceder de acuerdo a sus ideales, pues los métodos moderados eran la esperanza
para comenzar el camino a la civilidad del país. Él mismo decía que Obregón, “poseía el
talento superior que permite rodearse de consejeros capaces y aunque su comprensión era
rápida, sus resoluciones eran reflexivas”19
.
18
Monsivais Carlos Historia General de México, México, Edit. El Colegio de México, 2008, p. 985. 19
Vasconcelos José Breve historia de México, Edit. C.E.C.S.A., México, 1979, p. 473.
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El rechazo inicial del gobierno de Obregón hacia las políticas controladoras de Estados
Unidos, permitieron el acuerdo con Vasconcelos, el cual se muestra de inicio por la
aprobación en 1921 del proyecto de reforma constitucional, promovido por éste último, que
pedía la creación de un Ministerio de Educación Federal.
Tras una Reforma de ley, solicitada por Vasconcelos, se crea la Secretaría de Educación, de la
cual toma protesta como en octubre de 1921, iniciando el proyecto cultural-nacionalista.
Obregón vio en él al único personaje capaz de lograr la unificación social sin derramamiento
de sangre, en un México que “era un país de facciones intolerables e intolerantes entre sí”20
, en
el que otra lucha lo alejaría más de entrar al terreno universal como un verdadero estado-
nación.
El proyecto consideraba la lucha contra los grandes males que según Vasconcelos azotaban al
país y le impedían progresar; la segregación de las facciones, la ignorancia de las masas y la
dependencia hacia los enemigos yankees. La lucha debía llevarse a cabo mediante un sólo
medio a nivel masivo, que debía ser el arte.
Vasconcelos afirmaba que “Educar es establecer los vínculos nacionales. El arte –le informa a
Romaní Rolland-es la única salvación de México”21
. Su obra educativa echó mano del mayor
presupuesto concedido a la educación hasta esa fecha, utilizando hasta el último recurso para
cimentar la infraestructura y la visión y misión de lo que debía ser la educación. Comenzaba
desde el aseo y continuaba con el saneamiento del espíritu.
20
Blanco José Joaquín Se llamaba Vasconcelos, México, Edit. Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 97. 21
Monsivais Carlos Historia General de México, México, Edit. El Colegio de México, 2008, p. 986.
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Esa educación estaba estructurada con sus ideas de unificación de las facciones, pues “si los
mexicanos aprenden a leer y a vivir de acuerdo con el ideal humanista, habrán conjurado el
desastre, se habrán inmunizado contra los peligros del exterior”22
.
El eclecticismo ideológico y disciplinario que caracterizaron a Vasconcelos se hizo visible
cuando pensó educar al pueblo, en su mayoría analfabeta, mediante la estética del arte, para lo
que retomó el proyecto inconcluso por la Revolución, de pedir a los artistas plasmar en los
muros de las dependencias imágenes que estuvieran al alcance de todos.
Es de esta manera como se genera la relación simbiótica entre los ideales de Vasconcelos, el
gobierno y con el arte, sin atrevernos a decir en dónde termina uno para comenzar el otro. Lo
que para Vasconcelos representaba la cristalización de sus ideales, para el gobierno
obregonista representaba el populismo unificador que tan necesario le era en ese momento y
para los artistas, la apertura para la realización de sus obras.
De esta forma es como se marca el inicio de una de las mejores estrategias comunicativas
implementadas en el país, en la que la difusión masiva del arte se retoma como un elemento
educador y unificador que además de pretender la legitimación del gobierno, permitía la
entrada de México al escenario mundial con una propuesta artística distinta a la europea y
considerada como la primera surgida en América, lo cual resultó crucial para el
reconocimiento de Obregón, a pesar de la negación de Estados Unidos a legitimarlo.
Posteriormente, las pinturas colosales que estaban llenas de interpretaciones mexicanas,
cobraron importancia en nuestro país al ser asumidas como estrategias del gobierno
encaminadas a la integración de los sectores bajos y medios, creando por primera vez un
22
Ibídem p. 986.
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sentimiento de lo nacional desde que a finales del s.XIX, se rescataron las temáticas
prehispánicas como parte de la cimentación del México Nuevo.
La mística sincrética de Vasconcelos
La imagen de Vasconcelos como creador de la mística representada en la primera etapa del
muralismo mexicano se explica con algunos pasajes de su vida que él mismo reconoce como
los detonadores de sus ideas anti yankees y con una clara oposición a las masas por su
incapacidad de lealtad a aquellos que tratan de reivindicarlas.
Tenía muy claro que las luchas armadas y los derramamientos de sangre, nada habían logrado
para evitar dichas tendencias, por lo cual queda convencido de que si había algo que hacer por
México, no podía ser otra vez por ese camino. Su exilio obligado en 1916, marca para él la
oportunidad de concretar las ideas unificadoras que habían nacido desde su época ateneísta.
Los tres años de su destierro, permitieron a Vasconcelos fijar la mística anticolonialista que
reconoce como el único camino para las razas latinoamericanas, que creía motor del progreso
del continente y que hasta el momento no habían tenido ante sí la oportunidad de recorrer el
grandioso camino que se les tenía preparado.
Durante esta época publicó cuatro obras que representan la visión que quedaría plasmada de
manera inmortal en dichos países; es de esta forma como Pitágoras, una teoría del ritmo;
Prometeo vencedor; El monismo estético y posteriormente Estudios indostánicos se convierten
en testamento de la mística a difundir y que se vería concretada con su ascenso a la dirección
de la Secretaría de Educación en México tiempo después.
En dichas obras, plasma claramente sus temores y su plan de acción hacia ellos. Para él no
existía mayor enemigo que el control que Estados Unidos ejercía sobre los latinoamericanos y
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que en el caso de México, reconocía que se debía a la ignorancia de los pueblos, misma que
era aprovechada por los adversarios.
La ignorancia la atribuía decididamente a la histórica pugna entre los indígenas y la España
conquistadora, pues lejos de que se reconocieran los avances y oportunidades que el mestizaje
aportaron a la nueva raza, los gobiernos y conflictos anteriores se habían encargado de
sostener la imagen de los indígenas vencidos, fomentando el rencor y separación entre razas
que estaban condenadas a la convivencia.
Si bien en épocas anteriores, dichas teorías habían servido para los intereses del estado, habían
sido la causa de que las invasiones de facciones extranjeras, encontraran potencial de
colonialismo en una nación dividida que no había sido capaz de defenderse entre sí por la
rivalidad existente y que terminaría por enterrar cualquier vestigio de ambas razas para
permitir el triunfo de los sajones, a quienes reconocía como los adversarios.
Para Vasconcelos resultaba tan aberrante el criollismo aplastante como el indigenismo
avasallador, afirmaba que su misión era casi mesiánica, al llevar al pueblo la idea de la
redención por medio de la aceptación del mestizaje como consecuencia natural de la creación
de la nueva raza suprema que llamaba cósmica.
El indigenismo por su parte, representaba la oportunidad de segregación y explotación a las
poblaciones indígenas, lejos de adherirlas a los cambios naturales de México hacia el
progreso. En aquellas épocas se exigía la “sajonización del alma latina para enfrentarse a la
nación gigante”23
, ante lo cual es clara la oposición de Vasconcelos.
Vasconcelos afirmaba que la negación entre unos, evitaba la unificación que frente al desastre
se necesitaba acarreando la pérdida de valores que envilecía a los individuos al punto que “sin
23
Mijares Silvia La filosofía de Vasconcelos como filosofía latinoamericana México, Edit. UANL, 1974, p.41
90
darnos cuenta servimos a los fines de la política enemiga de batirnos en detalle, de ofrecer
ventajas particulares a cada uno de nuestros hermanos, mientras al otro se le sacrifica en
intereses vitales”24
.
Ante esta postura, recordaba amargamente que los sajones no sólo nos habían derrotado en el
combate, sino que ideológicamente también nos vencían. A pesar de esta visión fatalista,
imponía en Latinoamérica la ventaja de la mezcla de razas, que nos volvía más humanos ante
los sajones que utilizaron el exterminio para implantar una sucursal de su dominio europeo.
El internacionalismo impuesto en esas épocas, era visto por Vasconcelos como el triunfo de
las naciones más fuertes, por lo que era urgente favorecer la unión interna como la mejor
defensa ante una desintegración que beneficiaría a los grandes Estados imperialistas.
La ignorancia marcaba la pauta para mantener a los pueblos, con una grandeza histórica
indiscutible, sumidos en la barbarie lo que era sinónimo de estancamiento y el
aprovechamiento de los sajones para imponerse en las naciones que no les pertenecían. Para
integrarse al mundo era necesaria la educación de las masas, lo que se entendía como una real
capacitación para la democracia.
La filosofía creadora de Vasconcelos
Es imposible explicar la cruzada cultural-nacionalista de 1920-1924 del Lic. José
Vasconcelos, tratando de reducir su visión a una sola influencia filosófica, además de
representar una injusticia, se caería en severas inconsistencias y omisiones. Las ideologías se
forjaron gracias a varias tendencias a las que la época brindaba acceso.
La primera y decisiva influencia filosófica de Vasconcelos fue la cristiana, impuesta por su
madre desde sus primeros años, y que a lo largo de su vida le generaría severas controversias
24
Vasconcelos José La raza Cósmica México, Edit. Porrúa, 2005, p. 7
91
internas y ante la cual terminaría por sucumbir en sus últimos años, cuando sus derrotas
políticas lo hicieron el más duro crítico de las políticas mexicanas y del comportamiento
humano.
Es necesario mencionar que sus ideas educadoras nacen como imitación del proyecto de la
Rusia comunista, planteadas en una exaltación social, no socialista, de las cuales admiraba los
grandes alcances. La reflexión acerca de los efectos que la propaganda había logrado durante
la Primera Guerra Mundial en Estados Unidos, es básica en su posterior visión de las masas.
Sus furiosas obras en el exilio demuestran su postura de rompimiento con las tendencias
europeas que pretendían hacer de América una Europa más pura, incluso acaso un continente
anti-Europa y para ello retoma los modelos históricos de la India y la Grecia antigua, mismos
que creía más pertinentes para la creación de una nueva civilización.
Tomando como base las ideas civilizadoras de Buda y Pitágoras, pretendía la promoción de
una cultura nueva y renaciente, en donde las hasta entonces debilidades se convirtieran en
virtudes forjadoras. Bajo este esquema la pesada etapa de barbarie y la llamada impureza de
raza se convertían en el motor del nuevo proyecto.
De alguna manera el retorno a dichas filosofías, seguían el curso básico de las civilizaciones,
reconociendo la fuerza del movimiento renacentista europeo, Vasconcelos se embarcó en la
batalla del sincretismo cultural que le permitiera cortar de tajo los anteriores años de ataque
contra la cultura de la España civilizadora para lograr la anexión de los grupos indígenas.
Pensaba que gran parte de la unificación europea tras el periodo medieval, se debía a la intensa
labor artística sustentada en el rescate de los conocimientos anteriores al llamado
oscurantismo, y admiraba la propaganda ideológica lograda mediante las artes, puestas al
92
alcance de todos los ciudadanos, quienes embebidos por la belleza estética, aceptaban sus
postulados.
Reconocía también que tales acciones podrían funcionar en su contexto, con las
modificaciones que impidieran el extremismo. Si se había de retornar a la mística
precolombina, debía estar seguro de lograr el balance al reconocimiento igualitario de los
avances traídos por los españoles, evitando de esta manera un nuevo pretexto para la
segmentación y la proliferación del odio racial.
Quería también impedir que sus ideas fueran desechadas como tantos intentos anteriores, por
lo que trató de lograr la legitimación con la ayuda de la historia, y qué mejor ejemplo que las
grandes civilizaciones, quienes gracias a las conquistas y mezclas raciales, habían demostrado
al mundo su permanencia y su valor a pesar de los grandes periodos guerreros que tuvieron
que sufrir antes de alcanzar su consolidación.
Además de lo anterior, reconoció la mística evidente de dichas culturas, lo que apoyaba su
plan, cimentado en la necesidad del retorno a la filosofía y a la prevalencia de la metafísica
sobre las ciencias, que creía necesarias pero de alguna manera castrantes para el ingenio
popular.
Tal como lo propuso Nietzsche, dividió la tierra en zonas para explicar y justificar el mestizaje
de las razas antes puras. Si la mezcla de los blancos con indios y negros, eran el obstáculo
impuesto del anhelo que por años representó la europeización, ahora sería la legitimación del
rompimiento para el ascenso de la nueva visión racial.
93
Tomaba ejemplo de las culturas mencionadas, pues “Grecia y la India surgieron de mestizajes:
Sólo las razas mestizas son capaces de las grandes creaciones”25
. De esta forma dotaba de
nuevas visiones a quienes afirmaban que por su conformación, América estaba destinada a la
imitación de Europa.
La coyuntura entre la política educacional de Vasconcelos y el pensamiento hindú se refleja en
el estudio de la unidad, que él reconocía en la educación, en paralelo encontramos que “la
filosofía budista, que organiza el saber en torno a una doctrina de salvación y el sistema
filosófico universal del Sankara, el definidor del vedantismo”26
.
Tomó la lección de la India sobre la resistencia cultural para evitar el imperialismo invasor, y
la prueba estaba en los ritos, textos y edificios que prevalecieron a pesar de la miseria y
desastre histórico. “Trasladó este sentido a la interpretación mexicana de las ruinas
prehispánicas, confiriéndoles esa función política de resistencia “inquebrantable”27
.
Entre los grandes filósofos griegos es evidente la admiración a las teorías de Pitágoras, cuyos
conocimientos inspirados en la creencia de la composición numérica del mundo lo sedujeron,
además de sus teorías de que la realidad tiene un ritmo y una armonía, abrieron la tendencia de
la necesidad estética que imponía movimiento.
“Lo importante no eran los hechos ni las formas particulares, sino la fuerza general que los
animaba: concebimos el universo entero como la obra multiforme de la energía”28
. De los
postulados pitagóricos, también aprovechó la función de la estética como redentora, al afirmar
que era ella quien modificaba éticamente al hombre gracias a su energía.
25
Joaquín Blanco Se llamaba Vasconcelos Edit. Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p. 69 26
Basave Fernández del Valle A. La filosofía de José Vasconcelos (El hombre y su sistema) Edit. Cultura
hispánica, Madrid, 1958, p. 64 27
Blanco José Joaquín Op.Cit. p. 71 28
Loc. Cit.
94
Vasconcelos estaba en contra de las enseñanzas positivistas que veían el método científico
como única fuente de conocimiento, por lo que es contrastante su admiración al filósofo
matemático, del cual decía que su mayor obra no estaba en el número desenvuelto entre sumas
y restas infecundas, sino en que halló que todos los movimientos de la creación obedecen a un
ritmo que no se sujeta a las leyes matemáticas, a pesar de que a veces puede predecirse de esa
forma.
Fue aún más allá, al retomar la relación de los griegos con las naciones latinas, afirmando esto
como una clara diferencia entre dichos pueblos y la raza sajona, aplicado a México decía que
“puesto que los mexicanos –piensa Vasconcelos- , son de raigambre latina, son sujetos
sensibles y emocionales que no deben someterse a un adiestramiento fundado en métodos
inductivos que corresponden a la manera de pensar del anglosajón”29
.
A partir de su irrupción en la educación de México, Vasconcelos fue considerado por algunos
como el inductor a un neo-plotinismo, esto ya que identificaban su obra con las ideas de
Plotino, filósofo metafísico del que se dice que recogía niños huérfanos para brindarles
educación, lo cual recuerda la labor educativa de Vasconcelos que pretendía la redención de
las masas necesitadas, mediante los llamados apostolados culturales.
Además de los grandes griegos, reconoció en la obra de Henry Bergson las bases para la
propia. Este filósofo alemán proponía la investigación de las limitaciones científicas en
aquellas cuestiones que eran imposibles de estudiarse de esa forma. Contrario al positivismo,
defendió la necesidad de un regreso a la filosofía para estudiar el mundo del espíritu con un
camino distinto a las ciencias naturales.
29
Mijares Silvia Op. Cit. p. 30
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Además de sus estudios sobre Dios, Bergson creía en el hombre como un ser libre y
responsable cuya interioridad lo llevaba a la reflexión. El carecer de éste último elemento lo
ponía en peligro de perder su individualidad y perder su capacidad de albedrío, llevándolo
incluso a la pérdida de moralidad y a la participación autómata dentro de la sociedad.
De esta manera se determinaba que el estudio exclusivamente científico convertía al individuo
en la masa, arrastrándolo a la barbarie y haciendo peligrar el destino de una raza que se volvía
manipulable y débil frente a los enemigos.
El regreso al estudio de la grandes civilizaciones antiguas como basamento de la nueva
educación, la necesidad de la adopción de la metafísica y la virtud estética, así como las ideas
de Nietzsche sobre la supremacía de la nueva raza en conjunto con la visión unificadora de las
ideas de Plotino, impusieron en Vasconcelos la idea de la unificación mediante el
nacionalismo y su mesianismo en la labor educativa.
El eclecticismo de su ideología se comprende con su creencia de que “el filósofo debe reducir
la multiplicidad a la unidad”30
, comenzando entonces la tarea de la elaboración de un plan
unificador para combatir los males que aquejaban, a su parecer, el México en el que había
vivido y para lograr por su parte arrancar a las masas de los peligros externos que impedían su
progreso.
Es entonces cuando comienza su obra sincrética, basada en la necesidad de la supresión de las
facciones indígenas y blancas, dando de esta manera el paso libre al mestizaje como único
poder capaz de salvar a México de las garras de los sajones y de los seductores de patrias que
alejaban al país de su verdadero camino y le impedían cumplir su finalidad salvadora del
continente.
30
Basave Fernández del Valle A. Op. Cit. p. 54
96
El arte es concebido por él como el único acercamiento posible a la estética redentora y por
ende a la transgresión de la barbarie por medio de las filosofías ya mencionadas. “Aspira don
José Vasconcelos a una experiencia organizada y totalista, por un sistema que es el de los
artistas y el de los místicos”31
.
31
Ibídem p. 52
97
El monismo estético
El proyecto constructor del nacionalismo mexicano a través del arte, está cimentado a partir de
la mezcla de las ideologías ya mencionadas y se plasma en los textos, publicados a partir de
1916. Es en ellos en donde Vasconcelos explica quiénes serán los actores que han de llevar el
papel principal en su plan.
Para el filósofo, tendrán que participar en la cruzada cultural en la misma forma y medida el
gobierno, artistas y maestros. Es de vital relevancia hacer hincapié en el papel que en todo esto
desempeñaba el arte, y que corresponde a sus teorías del monismo estético, que finalmente
brindan sentido a las acciones que llevó a cabo.
En esta teoría se reconoce el ritmo pitagórico y el rechazo al conocimiento exclusivamente
científico de Bergson y por supuesto la visión unificadora y educativa de Plotino, con la
simiente de la revalorización cultural surgida por medio de las culturas antiguas. El arte
expresaba en su conjunto toda su inquietud, y cumplía con los requisitos para ser la vía
propagadora del nuevo concepto de nación.
Vasconcelos consideró que el estudio del arte implicaba un conocimiento más profundo que el
científico; lo anterior porque mientras éste último brinda conocimiento físico, el primero se
interna en el alma en el sentido más espiritual posible. Para él, la estética es principalmente
una mística capaz de penetrar en el individuo por medio de las emociones aunque no
precisamente en el razonamiento.
En su escrito sobre el monismo estético, afirma que la respuesta emocional de cada individuo
frente al arte depende de su ambiente y es exclusiva, y sostiene también que las personas
98
pueden ser educadas en un medio controlado que favorezca el nacimiento y desarrollo del
sentimiento estético.
La afirmación anterior corresponde a sus ideas sobre la propaganda efectiva en los individuos,
que actuaban en el sentido de que las masas eran controlables y moldeables por lo cual podían
ser seducidas mediante los estímulos correctos, creando en todo lo posible las condiciones
adecuadas para ello. Bajo este supuesto decidió guiar esa facilidad de convencimiento para
imponer un programa en servicio de la nación.
Vasconcelos decide confiar en la reivindicación de las masas, mediante la educación, como
prueba y arma en contra de la anterior actividad científica, “Escritores y educadores de la
antigua escuela científica expresaron a menudo la opinión de que nuestro pueblo,
particularmente los indios y la clase trabajadora, constituía una casta irredimible…el mexicano
auténtico no tenía esperanza de redención…y sin embargo, sucedió que Porfirio Díaz y su
ejercito fueron derrotados…Todas las razas son o pueden volverse aptas”32
.
La propia naturaleza del arte lo caracteriza por el mayor impacto que sostiene en la emoción
que en el razonamiento. La propia mística de nuestro filósofo está basada en la irracionalidad,
la unidad sólo es alcanzable con la acción pues lo inerte es la mejor representación de la
ciencia.
Las artes eran la salvación, olvidar el monismo materialista de los años anteriores se antojaba
urgente para dar paso al dinamismo de participación entre el gobierno emisor, los pintores y la
pintura como medio o vía y por supuesto, las masas como receptoras del nacionalismo
redentor.
32
Howard Pug, José Vasconcelos y el despertar del México Moderno, México, Edit. Jus, 1958, p. 31
99
El dinamismo del arte se contenía por completo en la estética y su catarsis provocaba la
superación espiritual que comenzaba a partir de lo inerte a las cosas existentes y
posteriormente a lo vivo, a lo humano y a lo celestial, para llegar finalmente a lo absoluto o
por el contrario, regresaba hasta derrumbar todo lo humano, degenerándolo en una masacre.
Las teorías metafísicas con las que interpretaba la función del arte, no tenían por supuesto
ningún sustento científico, por lo cual Vasconcelos debió sostener sus teorías mediante
argumentaciones creíbles de la labor estética y su papel en la supresión de la segmentación del
pueblo.
La teoría del monismo estético, es en resumen una filosofía vital basada sobre todo en la
irracionalidad de los sentimientos como respuesta a los estímulos propios del arte que deberá
mantener el ritmo y con ello el movimiento. Es sobresaliente su necesidad desesperada por
obtener la grandeza espiritual más pura y cuyo logro real quedó en la simple retórica.
Algunos de los furiosos argumentos que Vasconcelos utilizaba en su defensa al arte como
elemento educador, era la capacidad de éste de absorber al individuo para su reflexión. Insistía
en que el ritmo de la estética era capaz de emitir una vibración entre la obra material y el alma
del receptor.
Las vibraciones de las que habla Vasconcelos, se refieren principalmente al proceso de
reconocimiento y respuesta entre el receptor y la propia obra. Evidentemente, para lograr este
efecto, debía tratarse de obras con alto contenido ideológico y cuya interpretación realmente
tuviera una significación colectiva, que si bien no podría ser exacta e igual entre todos,
representara el mínimo margen de error para su entendimiento.
100
El sentido estético logra que el individuo desarrolle sus potencialidades y lo eleva a la
comunión con todos los seres, excitando así su sentido de empatía y comprensión de aquello
que ocurre a su alrededor. Todas las cosas contienen un orden rítmico que es adivinado por los
artistas; pintores, poetas, músicos o arquitectos, quienes realizan la unificación entre esto y el
sujeto activo.
La sensibilidad que atribuye Vasconcelos a los artistas, se debe -según el filósofo-, a que
resultaron elegidos para tales fines, atribuyéndoles una misión divina, como la que él mismo
se adjudicaba. Los artistas e intelectuales, formarían en conjunto con el llamado apóstol de la
educación, las huestes para la lucha en contra del analfabetismo y por ende, la barbarie.
Vasconcelos toma las teorías de Croce, en las que postula que la función cognoscitiva del arte
es la que nos entrega al conocimiento de la realidad. Lo anterior implica al conocimiento como
el conjunto de verdades que son percibidas a través de los sentidos, por la inteligencia y por la
revelación, ante lo cual deberán descubrirse los caminos más viables para su uso.
Fue gracias a estas ideas que comenzó a madurar su idea de las aportaciones al campo
educativo. Vasconcelos dividía el conocimiento en tres partes: el intelecto que es el método
adecuado para estudiar la materia la voluntad y el sentido; la voluntad para el correcto estudio
de la vida y el sentir para el estudio de la conciencia.
Si el arte era el método de rescate, los redentores debían ser los artistas, cuya participación en
el proyecto nacional era equiparable a la labor de Buda como generador de cambio; los
concebía como los seres elegidos por su capacidad creadora, ante los cuales él mismo debía
actuar como mediador en su relación con el pueblo mexicano, a quienes iría dirigida su obra.
101
Es así como Vasconcelos determina quiénes serán los elegidos para llevar el esteticismo
artístico a las masas, decidiendo que si se debía construir las bases del nacionalismo, debían
ser artistas mexicanos o aquéllos sinceramente comprometidos con la obra. Decide entonces
repatriar a aquéllos que habían estado lejos de México y brindar la oportunidad a los
emergidos de las aulas de las academias mexicanas.
El caudillo cultural propone de esta forma a los elegidos, que vislumbren y construyan las
bases de la nación, al captar en sus obras el ritmo y las entrañas mismas de todo aquello que
los rodea para el logro del que será el nuevo arte nacional. Concibe ésta obra como una
verdadera responsabilidad consistente en ser los portavoces de la historia y de las expresiones
locales que englobarán sin embargo los más altos conceptos del alma mexicana.
Muralismo: El renacimiento del Gran Arte
La pintura mural, conocida como el gran arte, existió mucho tiempo antes de la llamada
camada muralista en México, sus inicios más obvios se remontan al Renacimiento y los
intentos por retomarla se perciben siglos antes en Europa sin que haya logrado implantarse
nuevamente al nivel que era necesario.
La historia justifica la afirmación de que la pintura mural debía surgir de una manera natural y
no con los intentos forzados anteriores, “sólo en los grandes momentos renovadores de la
cultura, la pintura mural tiene un verdadero sentido”33
. La previa ruptura de los artistas
mexicanos con el esteticismo europeo marcó la pauta para el advenimiento de la nueva
pintura.
33
Ibídem p.11.
102
El arte clásico europeo, enseñado por años en la Academia, impedía la verdadera expresión
mexicana; el estudio académico de las formas humanas helénicas no correspondía con la
conformación de los indios mexicanos, y aunque reconocemos el valor de algunas obras, no
podemos olvidar que resultaron infortunadas.
Después de su participación activa en la Revolución, los artistas llegaron al punto de necesitar
expresar su postura de una manera abierta y pública, para lo cual sólo necesitaban obtener el
medio adecuado.
Resalta en el producto artístico la exaltación de la lucha revolucionaria, tratando de rescatar
mediante el arte los ideales del inicio, “Con un agregado: la tarea de reducir a términos
entendibles (o sea, manipulables) el sentido de la Revolución”34
.
Existen dos formas de estudio del llamado movimiento muralista; la primera consiste en la
concepción que los autores del fenómeno tuvieron de su propia obra y en segundo término la
interpretación que de una forma tardía se les ha atribuido.
En la época que nos ocupa, lo que actualmente se conoce como muralismo, era denominado
decoración, e inicia formalmente con la llegada de José Vasconcelos a la dirección de la
Universidad Nacional, su rescate de edificios para la función pública y su decisión de
implementar mediante el arte su labor reconstructiva.
Para llevar a cabo su propósito, Vasconcelos comienza el mecenazgo de artistas para quienes
“la preocupación por un arte mexicano ya existía; a lo que no se llegaba era a un consenso
34
Monsivais Carlos Historia General de México, México, Edit. El Colegio de México, 2008, p. 991.
103
acerca de cómo debía ser tanto en su forma como en su contenido”35
, aprovechando el
momento para poder ser él quien dirigiera la labor.
La oferta que Vasconcelos lanzó a algunos pintores, para participar dentro de la secretaría
recién creada y dirigida por él, fue atractiva para los pintores que se dejaron llevar por la
mística vasconceliana, y entre los que podemos mencionar a: Roberto Montenegro, Jorge
Enciso, Xavier Guerrero, Jean Charlot, Emilio Amero, Carlos González, Rivera, Siqueiros,
Orozco, Fermín Revueltas, Carlos Mérida, y algunos otros.
La historia no ha hecho justicia del todo a los verdaderos iniciadores de este movimiento, pues
el brillo de los llamados “Tres grandes” ha eclipsado la obra de los demás que también fueron
iniciadores y que de alguna manera son los que llevaron a cabo la mística vasconceliana.
A pesar de que actualmente se suele hablar de un muralismo como un periodo común, es
necesario aclarar que el muralismo que sucedió a las obras realizadas durante el ministerio de
Vasconcelos, es por demás contrario a la ideología inicial planteada; la corrupción del
proyecto inicial, llevó al secretario a su renuncia como protesta.
Fue durante el periodo de 1920-1924 en que “quedó claro que la educación era redención y el
programa ideológico de Vasconcelos en cuanto a lo que esperaba de los artistas, se daba por
sentado que él daba las ideas, los escultores esculpían y los pintores decoraban con grandes
lienzos”36
.
Como es de suponerse, durante esta época las acciones de Vasconcelos tuvieron detractores
como su propio secretario particular, Manuel Toussaint, quien después de darse cuenta de que
35
Acevedo Esther Las decoraciones que pasaron a ser revolucionarias en IX Coloquio de Historia del Arte,
México, Edit. IIE-UNAM, 1986, p. 179. 36
Ibídem p. 186.
104
era realmente Vasconcelos quien decretaba los murales, aseguró que la intromisión oficial es
lo peor que puede pasarle al arte, pues se atenta contra la virtud estética.
Toussaint no se conformó con esa crítica y aseguró en un artículo en 1923 que “El gobierno no
debe ayudar a los artistas, debe administrar sabiamente los caudales destinados a ellos, pero no
debe inmiscuirse en asuntos técnicos de los artistas, si no quiere producir obras falsas,
comerciales y por ende malgastar su dinero”37
.
Los artistas revolucionarios
El movimiento muralista, encuentra sus primeras inquietudes tras los festejos de “Centenario
de la Independencia”, pues a invitación de Gerardo Murillo (Dr. Atl), los estudiantes de Bellas
Artes crean el “Centro Artístico”, que tenía como propósito conseguir del Gobierno, muros en
los edificios públicos para pintarlos.
Sobre esto, recuerda José Clemente Orozco que, “Pedimos a la Secretaría de Industria el
anfiteatro de la Preparatoria, recién construido, para decorar los muros. Nos fue concedido;
nos repartimos los tableros y levantamos los andamios. La gran exposición de pintura
mexicana había tenido lugar en septiembre de 1910. Empezamos a hacer preparativos para la
pintura mural en noviembre siguiente. El día 20 estalla la Revolución. Había pánico, y
nuestros proyectos quedaron arruinados o pospuestos”38
.
Debemos aclarar que a la par de las revueltas políticas, la Escuela Nacional de Bellas Artes
(antes Academia de San Carlos), sufriría otro gran cisma, pues en 1911, mientras era dirigida
por el ingeniero Antonio Rivas Mercado, estalló una huelga de estudiantes que trataban con
ello de poner fin a la enseñanza que consideraban demasiado ortodoxa e ineficiente, opinión
37
Ibídem p. 190. 38
Fernández Justino Arte Moderno y Contemporáneo de México. México, Edit. UNAM, 2001, Tomo 2 p.9.
105
que se agravó cuando comenzó a implementarse el Sistema Pillet, que fue considerado como
deficiente e insultante.
Algunos de los dirigentes de este movimiento llegarían a ser de los representantes artísticos
más destacados del país, entre los que reconocemos a Gerardo Murillo y David Alfaro
Siqueiros, quien en sus memorias apunta que los reclamos de la huelga eran aparentemente
pedagógicos, pero en su esencia profundamente políticos.
El contenido de las demandas de esta huelga, nos hablan acerca de las inquietudes de cambiar
el arte académico pues no sentían que pudiera llevarse a cabo con una realidad nacional, la
belleza de los mexicanos no correspondía con las helénicas; además pugnaban por conseguir
las llamadas “escuelas al aire libre”, en lugares fuera de la Capital de la República.
Con el triunfo de la huelga en 1913 gracias al apoyo del gobierno maderista, los ex-huelguistas
formaron un grupo activo contra la dictadura de Victoriano Huerta, incorporándose al Ejercito
constitucionalista, lo cual asumen como la oportunidad de conocer realmente México,
tomándolo como su posterior fuente de inspiración.
Es hasta 1917-18, cuando el llamado Congreso de Artistas Soldados, se dedicaron a realizar
un cambio de impresiones acerca de lo vivido, a analizar el arte anterior y ello les permitió
posteriormente fijar la postura acerca de la función pública del arte.
Primera etapa del muralismo:
El impacto del arte en México se refleja directamente en el estudio historiográfico que nos
brinda profundos análisis del periodo muralista, y que sin embargo es culpable de evidentes
omisiones acerca de la obra de los pintores iniciadores de dicho movimiento y que a pesar de
sus obras, son casi excluidos para dar paso a los llamados tres grandes.
106
Sin tratar de restar mérito a las obras de Siqueiros, Rivera y Orozco, es justo decir que el
periodo en que alcanzaron la inmortalidad, fue precisamente el posterior al término de la
primera etapa muralista creada por el mecenazgo de Vasconcelos, precisamente cuando de
forma radical cambiaron el esteticismo de los primeros murales, aquéllos que les abrieron la
puerta de entrada al reconocimiento mundial.
Lo anterior se explica al entender el planteamiento establecido entre Vasconcelos, Obregón y
los artistas para llevar a cabo el proyecto de educación de las masas. A la manera de César
Augusto, se decidía utilizar un programa cultural de grandes alcances para marcar la etapa de
paz que seguía a la vorágine revolucionaria de principios de siglo.
Muchos artistas plásticos creían desde antes de la Revolución en la necesidad de una
educación masiva de tintes nacionalistas, lo cual coincidía con el ideal de Vasconcelos que
consideraba la educación indígena debía ser el puente para crear el sentido de mestizaje y al
suprimir a indios y blancos, crear una sola idea de pertenencia.
Para lograr la educación era necesario poner al alcance de todos, la misma enseñanza
estandarizada que pudiera ser asimilada por los distintos sectores que entre sí presentaban
notables diferencias. Por ello se rescataron las ideas del arte público como educador, lo cual
hacía de las imágenes el mensaje y la pintura la vía por la cual se debería comunicar el nuevo
proyecto.
Fue de este modo como “el arte traspasó los espacios cerrados y elitistas y salió a las calles
para ser contemplados por todos”39
. Los artistas elegidos para dar inicio al proyecto, fueron
39
Martínez Baracs Andrea y Lara Bayón Javier Historia de México: Tercer Grado, Edit. Trillas, México 2008 p.
289.
107
convencidos por Vasconcelos, y algunos de ellos como Diego Rivera, traídos desde Europa en
donde no habían logrado el reconocimiento merecido.
No es difícil suponer que de alguna manera su participación se haya visto condicionada al
acatamiento de la estética que el gobierno, representado por Vasconcelos, había decidido. El
ministro de Educación recordaba que se dio a la tarea de invitar de Estados Unidos y Europa a
artistas desterrados o ausentes para que contribuyeran con el trabajo, “Sin exclusivismos ni
exclusiones, se abrieron las puertas al mérito y fue mi mejor amigo el que mejor trabajó en el
bien común”40
.
Es de esta manera como se inauguran los primeros murales con intenciones didácticas en el
Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo y por supuesto los que decorarían la Secretaría de
Educación Pública y posteriormente los de la Escuela Nacional Preparatoria.
Los primeros invitados fueron: Roberto Montenegro, Jorge Enciso, Gabriel Fernández
Ledesma, Xavier Guerrero para el edificio de San Pedro y San Pablo. Posteriormente llamaría
a Diego Rivera para decorar la Secretaría de Educación Pública y la Preparatoria en conjunto
con José C. Orozco, David Alfaro Siqueiros, Fermín Revueltas, Ramón Alva y Jean Charlot.
La inclusión de dichos artistas respondía al reconocimiento de su participación en el
movimiento revolucionario y en casos como el de Montenegro a que Vasconcelos veía en él
“cumplidas sus expectativas; lo colonial y lo mexicano se hacían uno y se empezaba a
construir la cultura hispanoamericana”41
.
Lo anterior se demuestra en su producción mural que se estudia en un capítulo posterior. Las
tendencias entre esos artistas será la que generaría la ruptura final de la primera etapa del
40
Tibol Raquel Diego Rivera, luces y sombras Edit. Lumen, México 2007 p. 52. 41
Acevedo Esther Las decoraciones que pasaron a ser revolucionarias en IX Coloquio de Historia del Arte,
México, Edit. IIE-UNAM, 1986, p. 179.