jose carlos mariategui tomo 8

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  • 8/7/2019 Jose Carlos Mariategui Tomo 8

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    JOS CARLOS MARITEGUI

    Historia de laCrisis Mundial

    Conferencias (aos 1923 y 1924)8

    BIBLIOTECA AMAUTALIMA-PER

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    PROGRAMA DE LAS CONFERENCIAS EN LA UNIVERSIDAD

    POPULAR*

    La guerra europea.- Sus causas econmicas y polticas. La conducta de lospartidos socialistas en los pases beligerantes. El fracaso de la II Internacional.La Triple Alianza y la Triple Entente. Mentalidad de ambos grupos belige-rantes. La Unin Sacr. La colaboracin socialista. Poltica de estadismo eintervencionismo. Caractersticas fisonmicas de la guerra. La intervencin deItalia. Primera y segunda fase de la guerra italiana. La intervencin de Estados

    Unidos. Wilson y su Programa Democrtico. Resonancia de la propagandawilsoniana en el frente alemn.

    La Revolucin Rusa.- Kerensky. Lenin. Rusia y la Entente despus de laRevolucin. Proceso inicial de creacin y consolidacin de las institucionesrusas. La Tercera Internacional. De las conferencias de Kiental y Ziemmer-wald al Congreso de Mosc.

    La Revolucin Alemana.- El gobierno de la social-democracia. El esparta-quismo. Liebknecht y Rosa Luxemburgo. Kurt Eisner. La disolucin de

    Austria-Hungra. La Revolucin Hngara. El Conde Karolyi. Bela Kun.Horthy.

    --------------* Publicado en Claridad: Ao I, N 2. Lima, Julio de 1923.

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    La Paz de Versalles.- El fracaso del programa wilsoniano. Fisonoma generaly particular del Tratado. La Liga de las Naciones. La abstencin de losEstados Unidos.

    La agitacin proletaria en Europa.- Italia al borde de la revolucin. Laselecciones de 1919. La ocupacin de las fbricas. El cisma socialista. El

    d'annunzianismo. El fascismo. La tctica de la III Internacional. La Interna-cional centrista o Internacional dos y medio.

    El problema de las reparaciones.- Los dficits fiscales de Francia, Italia, Ale-mania, etc. El problema del cambio, el problema de la desocupacin y otrosproblemas de la paz. La poltica de reconstruccin europea. Los libros deKeynes, Cailleaux, Nitti, Walter Rathenau y otros. El hambre en Rusia. LaConferencia de Gnova. La crisis poltica en Alemania. Hugo Stinnes y elPartido Popular Alemn. Sus puntos de vista sobre los problemas de

    Alemania.La crisis de la democracia.- La dictadura fascista en Italia. La democraciacristiana. El Partido Popular Italiano. El Centro Catlico Alemn. La Segunday Tercera Internacionales. El frente nico proletario.

    La paz de Svres.- La guerra greco-turca. Mustaf Kemal y el resurgimientoturco. La derrota griega. Los problemas de Egipto. La India. La cada deLloyd George. La Conferencia de Lausana.

    La crisis filosfica.- La decadencia del historicismo, del racionalismo, delpositivismo. El escep-

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    ticismo, el relativismo, el subjetivismo. Einstein. Oswaldo Spengler.

    La repercusin de la crisis en Amrica.- Los Estados Unidos. La revolucinmexicana. Su obra constructiva. La situacin argentina. La situacin chilena.La situacin peruana.

    Sntesis de la situacin actual de Europa.- La ocupacin del Ruhr. Aspectos

    de la poltica internacional francesa. La funcin del fascismo en el gobiernoitaliano. La nueva poltica econmica de los Soviets.*

    --------------* Por diferentes razones, este programa fue objeto de modificaciones en elcurso de su desarrollo.

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    PRIMERA CONFERENCIA*

    LA CRISIS MUNDIAL Y EL PROLETARIADO PERUANO

    EN esta conferencia -llammosla conversacin ms bien que conferencia- voya limitarme a exponer el programa del curso, al mismo tiempo que algunas

    consideraciones sobre la necesidad de difundir en el proletariado el conoci-miento de la crisis mundial. En el Per falta, por desgracia, una prensadocente que siga con atencin, con inteligencia y con filiacin ideolgica eldesarrollo de esta gran crisis; faltan, asimismo, maestros universitarios, deltipo de Jos Ingenieros, capaces de apasionarse por las ideas de renovacinque actualmente transforman el mundo y de liberarse de la influencia y de losprejuicios de una cultura y de una educacin conservadoras y burguesas;faltan grupos socialistas y sindicalistas, dueos de instrumentos propios decultura popular, y en aptitud, por tanto, de interesar al pueblo por el estudio de

    la crisis. La nica ctedra de educacin popular, con espritu revolucionario,es esta ctedra en formacin de la Universidad Popular. A ella le toca, porconsiguiente, superando el modesto plano de su labor inicial, presentar alpueblo la realidad contempornea, explicar al pueblo que est viviendo una delas horas ms trascendentales y grandes de la historia, contagiar al pueblo dela fecunda inquietud que agita actualmente a los dems pueblos civilizadosdel mundo.

    En esta gran crisis contempornea el proleta-

    --------------* Pronunciada el viernes 15 de junio de 1923, en el local de la Federacin de Estudiantes(Palacio de la Exposicin), con el titulo de "La Revolucin Social en marcha a travs de losdiversos pueblos de Europa". Con el ttulo que aparece en esta recopilacin se public enAmauta, N 30, Lima, abril-mayo de 1930, despus de la muerte de Jos CarlosMaritegui y cuando la histrica revista era dirigida por Ricardo Martnez de la Torre.

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    confundan. El Per, como los dems pueblos americanos, no est, por tanto,fuera de la crisis: est dentro de ella. La crisis mundial ha repercutido ya enestos pueblos. Y, por supuesto, seguir repercutiendo. Un perodo de reaccinen Europa ser tambin un perodo de reaccin en Amrica. Un perodo derevolucin en Europa ser tambin un perodo de revolucin en Amrica.Hace ms de un siglo, cuando la vida de la humanidad no era tan solidaria

    como hoy, cuando no existan los medios de comunicacin que hoy existen,cuando las naciones no tenan el contacto inmediato y constante que hoytienen, cuando no haba prensa, cuando ramos an espectadores lejanos delos acontecimientos europeos, la Revolucin Francesa dio origen a la Guerrade la Independencia y al surgimiento de todas estas repblicas. Este recuerdobasta para que nos demos cuenta de la rapidez con que la transformacin de lasociedad se reflejar en las sociedades americanas. Aquellos que dicen que elPer, y Amrica en general, viven muy distantes de la revolucin europea, notienen nocin de la vida contempornea, ni tienen una comprensin, aproxi-

    mada siquiera, de la historia. Esa gente se sorprende de que lleguen al Perlos ideales ms avanzados de Europa; pero no se sorprende en cambio de quelleguen el aeroplano, el transatlntico, el telgrafo sin hilos, el radio; todas lasexpresiones ms avanzadas, en fin, del progreso material de Europa. Lamisma razn para ignorar el movimiento socialista habra para ignorar, porejemplo, la teora de la relatividad de Einstein. Y estoy seguro de que al msreaccionario de nuestros intelectuales -casi todos son impermeablesreaccionarios- no se le ocurrir que debe ser proscrita del estudio y de lavulgarizacin la nueva fsica, de la cual Einstein es el ms eminente ymximo representante.

    Y si el proletariado, en general, tiene necesidad de enterarse de los grandesaspectos de la crisis mundial, esta .necesidad es an mayor en aquella partedel proletariado, socialista, laborista, sindicalista o libertaria que constituye su

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    vanguardia; en aquella parte del proletariado ms combativa y consciente,ms luchadora y preparada; en aquella parte del proletariado encargada de ladireccin de las grandes acciones proletarias; en aquella parte del proletariadoa la que toca el rol histrico de representar al proletariado peruano en elpresente instante social; en aquella parte del proletariado, en una palabra, quecualquiera que sea su credo particular, tiene conciencia de clase, tiene

    conciencia revolucionaria. Yo dedico, sobre todo, mis disertaciones, a estavanguardia del proletariado peruano. Nadie ms que los grupos proletarios devanguardia necesitan estudiar la crisis mundial. Yo no tengo la pretensin devenir a esta tribuna libre de una universidad libre a ensearles la historia deesa crisis mundial, sino a estudiarla yo mismo con ellos. Yo no os enseo,compaeros, desde esta tribuna, la historia de la crisis mundial; yo la estudiocon vosotros. Yo no tengo en este estudio sino el mrito modestsimo deaportar a l las observaciones personales de tres y medio aos de vidaeuropea, o sea de los tres y medio aos culminantes de la crisis, y los ecos del

    pensamiento europeo contemporneo.Yo invito muy especialmente a la vanguardia del proletariado a estudiarconmigo el proceso de la crisis mundial por varias razones trascendentales.Voy a enumerarlas sumariamente. La primera razn es que la preparacinrevolucionaria, la cultura revolucionaria, la orientacin revolucionaria de esavanguardia proletaria, se ha formado a base de la literatura socialista, sindi-calista y anarquista anterior a la guerra europea. O anterior por lo menos alperodo culminante de la crisis. Libros socialistas, sindicalistas, libertarios, devieja data, son los que, generalmente, circulan entre nosotros. Aqu se conoce

    un poco la literatura clsica del socialismo y del sindicalismo; no se conoce lanueva literatura revolucionaria. La cultura revolucionaria es aqu una culturaclsica, adems de ser, como vosotros, compaeros, lo sabis muy bien, unacultura muy incipiente, muy inorgnica, muy desordenada, muy incompleta.Ahora bien, toda

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    esa literatura socialista y sindicalista anterior a la guerra, est en revisin. Yesta revisin no es una revisin impuesta por el capricho de los tericos, sinopor la fuerza de los hechos. Esa literatura, por consiguiente, no puede serusada hoy sin beneficio de inventario. No se trata, naturalmente, de que nosiga siendo exacta en sus principios, en sus bases, en todo lo que hay en ellade ideal y de eterno; sino que ha dejado de ser exacta, muchas veces, en sus

    inspiraciones tcticas, en sus consideraciones histricas, en todo lo quesignifica accin, procedimiento, medio de lucha. La meta de los trabajadoressigue siendo la misma; lo que ha cambiado, necesariamente, a causa de losltimos acontecimientos histricos, son los caminos elegidos para arribar, opara aproximarse siquiera, a esa meta ideal. De aqu que el estudio de estosacontecimientos histricos, y de su trascendencia, resulte indispensable paralos trabajadores militantes en las organizaciones clasistas.

    Vosotros sabis, compaeros, que las fuerzas proletarias europeas se hallan

    divididas en dos grandes bandos: reformistas y revolucionarios. Hay unaInternacional Obrera reformista, colaboracionista, evolucionista y otraInternacional Obrera maximalista, anticolaboracionista, revolucionaria. Entreuna y otra ha tratado de surgir una Internacional intermedia. Pero que haconcluido por hacer causa comn con la primera contra la segunda. En uno yotro bando hay diversos matices; pero los bandos son neta e inconfundible-mente slo dos. El bando de los que quieren realizar el socialismo colabo-rando polticamente con la burguesa; y bando de los que quieren realizar elsocialismo conquistando ntegramente para el proletariado el poder poltico. Ybien, la existencia de estos dos bandos proviene de la existencia de dos

    concepciones diferentes, de dos concepciones opuestas, de dos concepcionesantitticas del actual momento histrico. Una parte del proletariado cree queel momento no es revolucionario; que la burguesa no ha agotado an sufuncin histrica; que, por el contrario, la burguesa es todava bastante

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    fuerte para conservar el poder poltico; que no ha llegado, en suma, la hora dela revolucin social. La otra parte del proletariado cree que el actual momentohistrico es revolucionario; que la burguesa es incapaz de reconstruir lariqueza social destruida por la guerra e incapaz, por tanto, de solucionar losproblemas de la paz; que la guerra ha originado una crisis cuya solucin nopuede ser sino una solucin proletaria, una solucin socialista; y que con la

    Revolucin Rusa ha comenzado la revolucin social.

    Hay, pues, dos ejrcitos proletarios porque hay en el proletariado dos concep-ciones opuestas del momento histrico, dos interpretaciones distintas de lacrisis mundial. La fuerza numrica de uno y otro ejrcitos proletarios dependede que los acontecimientos parezcan o no confirmar su respectiva concepcinhistrica. Es por esto que los pensadores, los tericos, los hombres de estudiode uno y otro ejrcitos proletarios, se esfuerzan, sobre todo, en ahondar elsentido de la crisis, en comprender su carcter, en descubrir su significacin.

    Antes de la guerra, dos tendencias se dividan el predominio en el proleta-riado: la tendencia socialista y la tendencia sindicalista. La tendenciasocialista era, dominantemente, reformista, social-democrtica, colaboracio-nista. Los socialistas pensaban que la hora de la revolucin social estabalejana y luchaban por la conquista gradual a travs de la accin legalitaria yde la colaboracin gubernamental o, por lo menos, legislativa. Esta accinpoltica debilit en algunos pases excesivamente la voluntad y el espriturevolucionarios del socialismo. El socialismo se aburgues considerable-mente. Como reaccin contra este aburguesamiento del socialismo, tuvimos al

    sindicalismo. El sindicalismo opuso a la accin poltica de los partidossocialistas la accin directa de los sindicatos. En el sindicalismo se refugiaronlos espritus ms revolucionarios y ms intransigentes del proletariado. Perotambin el sindicalismo result, en el fondo, un tanto colaboracionista yreformstico. Tambin el sindicalismo estaba dominado por una burocracia

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    sindical sin verdadera psicologa revolucionaria. Y sindicalismo y socialismose mostraban ms o menos solidarios y mancomunados en algunos pases,como Italia, donde el Partido Socialista no participaba en el gobierno y semantena fiel a otros principios formales de independencia. Como sea, lastendencias, ms o menos beligerantes o ms o menos prximas, segn lasnaciones, eran dos: sindicalistas y socialistas. A este perodo de la lucha social

    corresponde casi ntegramente la literatura revolucionaria de que se ha nutridola mentalidad de nuestros proletarios dirigentes.

    Pero, despus de la guerra, la situacin ha cambiado. El campo proletario,como acabamos de recordar, no est ya dividido en socialistas y sindicalistas;sino en reformistas y revolucionarios. Hemos asistido primero a una escisin,a una divisin en el campo socialista. Una parte del socialismo se ha afirmadoen su orientacin social-democrtica, colaboracionista; la otra parte haseguido una orientacin anti-colaboracionista, revolucionaria. Y esta parte del

    socialismo es la que, para diferenciarse netamente de la primera, ha adoptadoel nombre de comunismo. La divisin se ha producido, tambin, en la mismaforma en el campo sindicalista. Una parte de los sindicatos apoya a los social-democrticos; la otra parte apoya a los comunistas. El aspecto de la luchasocial europea ha mudado, por tanto, radicalmente. Hemos visto a muchossindicalistas intransigentes de antes de la guerra tomar rumbo hacia elreformismo. Hemos visto, en cambio, a otros seguir al comunismo. Y entrestos, se ha contado, nada menos, como en una conversacin lo recordaba nohace mucho al compaero Fonkn, el ms grande y ms ilustre terico delsindicalismo: el francs Georges Sorel. Sorel, cuya muerte ha sido un luto

    amargo para el proletariado y para la intelectualidad de Francia, dio toda suadhesin a la Revolucin Rusa y a los hombres de la Revolucin Rusa.

    Aqu, como en Europa, los proletarios tienen, pues, que dividirse no en sindi-calistas y socialistas clasificacin anacrnica sino en colaboracionistas yanticolaboracionistas, en reformis-

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    tas y maximalistas. Pero para que esta clasificacin se produzca con nitidez,con coherencia, es indispensable que el proletariado conozca y comprenda ensus grandes lineamientos, la gran crisis contempornea. De otra manera, elconfusionismo es inevitable.

    Yo participo de la opinin de los que creen que la humanidad vive un perodo

    revolucionario. Y estoy convencido del prximo ocaso de todas las tesissocial-democrticas, de todas las tesis reformistas, de todas las tesis evolucio-nistas.

    Antes de la guerra, estas tesis eran explicables, porque correspondan acondiciones histricas diferentes. El capitalismo estaba en su apogeo. Laproduccin era superabundante. El capitalismo poda permitirse el lujo dehacer sucesivas concesiones econmicas al proletariado. Y sus mrgenes deutilidad eran tales que fue posible la formacin de una numerosa clase media,

    de una numerosa pequea-burguesa que gozaba de un tenor de vida cmodoy confortable. El obrero europeo ganaba lo bastante para comer discretamentey en algunas naciones, como Inglaterra y Alemania, le era dado satisfaceralgunas necesidades del espritu. No haba, pues, ambiente para la revolucin.Despus de la guerra, todo ha cambiado. La riqueza social europea ha sido, engran parte, destruida. El capitalismo, responsable de la guerra, necesitareconstruir esa riqueza a costa del proletariado. Y quiere, por tanto, que lossocialistas colaboren en el gobierno, para fortalecer las instituciones demo-crticas; pero no para progresar en el camino de las realizaciones socialistas.Antes, los socialistas colaboraban para mejorar, paulatinamente, las condi-

    ciones de vida de los trabajadores. Ahora colaboraran para renunciar a todaconquista proletaria. La burguesa para reconstruir a Europa necesita que elproletariado se avenga a producir ms y consumir menos. Y el proletariado seresiste a una y otra cosa y se dice a s mismo que no vale la pena consolidaren el poder a una clase social culpable de la guerra y destinada, fatalmente, aconducir a la humanidad a una guerra ms cruenta todava. Las condicionesde una

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    colaboracin de la burguesa con el proletariado son, por su naturaleza, talesque el colaboracionismo tiene, necesariamente, que perder, poco a poco, suactual numeroso proselitismo.

    El capitalismo no puede hacer concesiones al socialismo. A los Estadoseuropeos para reconstruirse les precisa un rgimen de rigurosa economa

    fiscal, el aumento de las horas de trabajo, la disminucin de los salarios, enuna palabra, el restablecimiento de conceptos y de mtodos econmicosabolidos en homenaje a la voluntad proletaria. El proletariado no puede,lgicamente, consentir este retroceso. No puede ni quiere consentirle. Todaposibilidad de reconstruccin de la economa capitalista est, pues, eliminada.Esta es la tragedia de la Europa actual. La reaccin va cancelando en lospases de Europa las concesiones econmicas hechas al socialismo; pero,mientras de un lado, esta poltica reaccionaria no puede ser lo suficientementeenrgica ni eficaz para restablecer la desangrada riqueza pblica, de otro lado,

    contra esta poltica reaccionaria, se prepara, lentamente, el frente nico delproletariado. Temerosa a la revolucin, la reaccin cancela, por esto, no slolas conquistas econmicas de las masas, sino que atenta tambin contra lasconquistas polticas. Asistimos, as, en Italia a la dictadura fascista. Pero laburguesa socava y mina y hiere as de muerte a las instituciones democr-ticas. Y pierde toda su fuerza moral y todo su prestigio ideolgico.

    Por otra parte, en el orden de las relaciones internacionales, la reaccin ponela poltica externa en manos de las minoras nacionalistas y antidemocrticas.Y estas minoras nacionalistas saturan de chauvinismo esa poltica externa. E

    impiden, con sus orientaciones imperialistas, con su lucha por la hegemonaeuropea, el restablecimiento de una atmsfera de solidaridad europea, queconsienta a los Estados entenderse acerca de un programa de cooperacin y detrabajo. La obra de ese nacionalismo, de ese reaccionarismo, la tenemos a lavista en la ocupacin del Ruhr.

    La crisis mundial es, pues, crisis econmica y

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    crisis poltica. Y es, adems, sobre todo, crisis ideolgica. Las filosofasafirmativas, positivistas, de la sociedad burguesa, estn, desde hace muchotiempo, minadas por una corriente de escepticismo, de relativismo. Elracionalismo, el historicismo, el positivismo, declinan irremediablemente.Este es, indudablemente, el aspecto ms hondo, el sntoma ms grave de lacrisis. Este es el indicio ms definido y profundo de que no est en crisis

    nicamente la economa de la sociedad burguesa, sino de que est en crisisintegralmente la civilizacin capitalista, la civilizacin occidental, la civili-zacin europea.

    Ahora bien. Los idelogos de la Revolucin Social, Marx y Bakounine,Engels y Kropotkin, vivieron en la poca de apogeo de la civilizacincapitalista y de la filosofa historicista y positivista. Por consiguiente, nopudieron prever que la ascensin del proletariado tendra que producirse envirtud de la decadencia de la civilizacin occidental. Al proletariado le estaba

    destinado crear un tipo nuevo de civilizacin y cultura. La ruina econmica dela burguesa iba a ser al mismo tiempo la ruina de la civilizacin burguesa. Yque el socialismo iba a encontrarse en la necesidad de gobernar no en unapoca de plenitud, de riqueza y de pltora, sino en una poca de pobreza, demiseria y de escasez. Los socialistas reformistas, acostumbrados a la idea deque el rgimen socialista ms que un rgimen de produccin lo es de distri-bucin, creen ver en esto el sntoma de que la misin histrica de la burguesano est agotada y de que el instante no est an maduro para la realizacinsocialista. En un reportaje a La Crnica yo recordaba aquellas frases de quela tragedia de Europa es sta: el capitalismo no puede ms y el socialismo no

    puede todava. Esa frase que da la sensacin, efectivamente, de la tragediaeuropea, es la frase de un reformista, es una frase saturada de mentalidadevolucionista, e impregnada de la concepcin de un paso lento, gradual ybeatfico, sin convulsiones y sin sacudidas, de la sociedad individualista, a lasociedad colectivista. Y la historia nos ensea que todo nuevo estado social

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    se ha formado sobre las ruinas del estado social precedente. Y que entre elsurgimiento del uno y el derrumbamiento del otro ha habido, lgicamente, unperodo intermedio de crisis.

    Presenciamos la disgregacin, la agona de una sociedad caduca, senil,decrpita; y, al mismo tiempo, presenciamos la gestacin, la formacin, la

    elaboracin lenta e inquieta de la sociedad nueva. Todos los hombres, a loscuales, una sincera filiacin ideolgica nos vincula a la sociedad nueva y nossepara de la sociedad vieja, debemos fijar hondamente la mirada en esteperodo trascendental, agitado e intenso de la historia humana.

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    SEGUNDA CONFERENCIA*

    LITERATURA DE GUERRA

    Las notas del autor:LITERATURA de guerra. La prensa, instrumento blico. Su funcin txica.

    Su calidad de instrumento capitalista. Su carencia de altas direcciones mora-les. El mito de la guerra de la Civilizacin contra la Barbarie. "Concluye lanovela; comienza la historia", dijo Bernard Shaw. In tempo di guerra pibugie che terra.

    Causas econmicas de la guerra: el desarrollo del industrialismo britnico y eldesarrollo del industrialismo alemn. La guerra econmica entre Inglaterra yAlemania. La lucha por los mercados, por las colonias. Efectos del pro-teccionismo en la economa de los pases europeos. La funcin de la finanza

    internacional. Las rivalidades de los grupos capitalistas. Entonces como ahorauna poltica de cooperacin, de solidaridad econmicas, habra podido evitarla catstrofe.--------------* Pronunciada en el local de la Federacin de Estudiantes (Palacio de la Exposicin), elviernes 22 de junio de 1923. Al no hallarse la versin completa, puede inferirse que JosCarlos Maritegui no lleg a escribirla. Solamente redact las notas que le sirvieron depauta para desarrollarla. De las versiones periodsticas que insertamos, a continuacin delos propios apuntes del autor, se colige claramente el plan que sigui Jos CarlosMaritegui en el desarrollo de esta conferencia. Al iniciarla, ofreci una visin panormicad lo que el autor denomina "literatura de guerra". Esta, a travs de la prensa, el libro, la

    ctedra, etc., nutre la mente del gran pblico de todos los pases. Maritegui disipa,metdicamente, tan densa "cortina de humo", para usar una expresin convencional demuchos periodistas de hoy. El conferenciante penetra en las races profundas de losacontecimientos mundiales y divide a las causas de la guerra en: econmicas, polticas ydiplomticas. Llama poderosamente la atencin su vaticinio: Y que se diga el proletariadosi vale la pena reconstruir la sociedad burguesa, para que dentro de cuarenta o cincuentaaos, antes tal vez, vuelva a encenderse en el mundo otra conflagracin y a producirse otracarnicera. Esto lo dijo Jos Carlos Maritegui el 22 de junio de 1923, cuando l tena 28aos de edad. Diecisis aos despus (1939) estall la nueva conflagracin.

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    El fenmeno demogrfico ocupa un puesto importante en los orgenes de laguerra. Palabras de Adriano Tilgher: pgina 106 de La Crisis Mundial. Enun siglo la poblacin europea pas de 180 a 450 millones. El industrialismo,estmulo del crecimiento de la poblacin. Reduccin de las tres causas dedespoblacin: peste, hambre, guerra. Alemania, incomunicada, no podaalimentar a 70 millones de habitantes. Italia no poda permanecer neutral.

    Causas polticas: El proceso de las causas de la guerra, segn Bernard Shaw.La poltica y la posicin tradicionales de Inglaterra, potencia insular. Eldesarrollo del poder naval de Alemania. Inglaterra, Francia y Blgica seentienden. La alianza franco-rusa. Secreta inteligencia militar anglo-francesa.La violacin de la neutralidad belga sac a Inglaterra de un embarazo. Perohay noticias y antecedentes que establecen la clase de compromiso existenteentre Inglaterra y Francia. Si Inglaterra hubiese realmente querido evitar laguerra, dice Shaw, no habra tenido sino que anunciar que combatira al lado

    de la nacin atacada. La hiptesis de un lazo, de una trampa. Ms verosmil esla hiptesis de la imposibilidad de que el gobierno ingls revelase su acuerdomilitar con Francia. Luego, desde este punto de vista, la guerra resulta unaconsecuencia de la diplomacia francesa.

    Otra causa: el revanchismo francs, el Deuschland uber elles alemn. Elnacionalismo europeo, en una palabra. Psicologa de la pequea burguesafrancesa y de .la burocracia alemana. Alemania se senta desposeda al lado denaciones privilegiadas. Poincar. El Kaiser. El Zar. Palabras de Lloyd Georgeen el Parlamento britnico; pgina 39 del libro de Cailleaux.

    Otra causa: la paz armada. El equilibrio de las potencias. Exista en Europauna atmsfera inflamable.

    La causa diplomtica: el asesinato del heredero de Austria. La guerra hapodido estallar antes. En ocasin de la guerra ruso-japonesa y del incidente deAgadir de 1912. Palabras de Viviani a Rapoport: pgina 33 del libro de ste.

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    Contraste de la organizacin capitalista. Necesita de la solidaridad internacio-nal como condicin de vida y fomenta el nacionalismo en oposicin a la luchade clases. Cmo se precipita a un pueblo a la guerra. La novela Clart.

    Guerra absoluta y guerra relativa. Guerra de naciones y guerra de ejrcitos. Elmito de la guerra democrtica. La direccin de la opinin en Inglaterra, en

    Italia, Austria y Rusia, en tanto, no hubo un ideal que solidarizara al pueblocon la empresa militar de sus gobiernos respectivos.

    La conducta de los partidos socialistas y las organizaciones sindicalistas. Laposicin de la Segunda Internacional. Las declaraciones de Stuttgart yBasilea. La cuestin tcnica de los medios de evitar la guerra fue dejada alCongreso de Viena que debi reunirse en 1914. Antes sobrevino la guerra. Lamisin de Miller en Francia. La muerte de Jaures. El caso de Gustavo Herv.

    Por encima de la contienda. El manifiesto de los 93 intelectuales alemanes. Elcontramanifiesto del fisilogo Nicolai, del fsico Einstein, del filsofo Buek,del astrnomo Foerster, sorprendido este ltimo por los 93 intelectuales.Romain Rolland.

    Medite el proletariado en las causas de esta gran tragedia. Piense en que unoscuantos hombres y unos cuantos intereses han podido desencadenar unaguerra que ha causado quince millones de muertos, que ha sembrado de odiosEuropa, que ha destruido tanta riqueza econmica y que ha intoxicadodeletreamente el ambiente moral de Europa. Y que se diga el proletariado si

    vale la pena reconstruir la sociedad capitalista, reconstruir la sociedad bur-guesa, para que dentro de cuarenta o cincuenta aos, antes tal vez, vuelva aencenderse en el mundo otra conflagracin y a producirse otra carnicera.

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    La resea periodstica:

    EN LA UNIVERSIDAD POPULAR GONZLEZ PRADA

    SEGUNDA CONFERENCIA DE MARIATEGUISOBRE LA CRISIS MUNDIAL*

    El viernes dio Jos Carlos Maritegui en la Universidad Popular GonzlezPrada la segunda conferencia de su curso sobre la historia de la crisis mundial.Haba en la sala de la Federacin de Estudiantes un pblico ms numerosoan que en la conferencia anterior.

    El obrero Paredes, de la Federacin Obrera Local, evoc la figura de KurtWilkens, en nombre de esa organizacin trabajadora, y fue vivamenteaplaudido.

    Luego, comenz Maritegui su disertacin. Habl primeramente de la litera-tura de guerra que, durante el perodo blico, haba sido utilizada por uno yotro grupo beligerante, a fin de asegurarse la solidaridad de la opinin popularinterna y captarse a la opinin extranjera. La prensa, durante la guerra ltima,ha sido usada como instrumento blico: Los Estados beligerantes se hanservido de ella para alimentar en las masas populares un estado de nimoagresivo, nacionalista, delirante. Y la prensa ha tenido as una intensa funcinde txico espiritual. Ha sido, en la gran guerra, una novsima arma decombate, una especie de gas asfixiante. Merced a la prensa, los Estadosbeligerantes han conseguido sofocar toda tentativa de indisciplina de la

    opinin popular, todo germen de protesta contra la guerra, toda reaccin delos ideales pacifistas. Y anloga funcin han tenido el libro, el folleto, lactedra. La literatura, la ciencia, la inteligencia en una palabra, han estadoabsolutamente--------------* El Tiempo, N 4166, pg. 3. Lima, martes 26 de junio de 1923. (Casi idntica versinperiodstica fue publicada por el diario La Crnica, N 4054 del mircoles 27 de junio de1923).

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    a rdenes de los generalsimos. Por eso, Bernard Shaw en su libro "PeaceConferencia Hints" deca en 1919: Comienza la historia; concluye la novela.Porque hasta despus de la paz, en uno y otro grupo de naciones beligerantes,acerca de la guerra no se ha hecho historia sino novela. Y Nitti, en su libro"Europa sin Paz", denuncia el valor convencional de la literatura de guerra yrecuerda un viejo aforismo italiano: "En tiempo de guerra ms mentiras que

    tierra". En el Per -dijo Maritegui- como en casi todo el mundo, nos hemosalimentado de la literatura de guerra de la Entente; hemos respirado elambiente blico del frente aliado. La propaganda alemana fracas fuera deAlemania y fracas tambin, finalmente, dentro de Alemania. Mientras losaliados crearon el mito de la guerra de la Democracia contra la Autocracia, dela Civilizacin contra la Barbarie, los Imperios Centrales no dieron a la guerraalemana ninguna alta meta idealista. La guerra alemana no lleg a ser slida yverdaderamente popular en Alemania misma. Los pueblos aliados creanbatirse por grandes ideales humanos. El pueblo alemn y el pueblo austraco

    crean batirse tan slo en defensa de la nacin alemana y de la nacin Aus-traca. Y fue principalmente, por esto, que Wilson, con su programa de paz sinanexiones ni indemnizaciones, quebrant la resistencia austro-alemana, mininteriormente el frente austro-alemn.

    Continu Maritegui expresando que, nicamente despus de la paz, se haempezado a escribir la historia de la guerra. nicamente despus de la paz seha dispuesto de la suficiente cantidad de documentos, de testimonios y deserenidad intelectual para analizar objetiva e imparcialmente las causas de laguerra. Este examen objetivo e imparcial ha desvanecido el folletn de la

    guerra de la Democracia contra la Autocracia y la leyenda de la responsabili-dad exclusiva y feroz del militarismo prusiano. Los mitos del perodo blicoan-

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    dan ya totalmente desacreditados. Apenas si, de vez en cuando, reaparecen enuno que otro documento de literatura oficial.

    Entr Maritegui, en seguida, en la exposicin de las causas econmicas de laguerra. Habl del desarrollo pre-blico del industrialismo britnico y delindustrialismo alemn, de la guerra econmica entre Inglaterra y Alemania, de

    la lucha por los mercados, por las colonias, por las materias primas. Y seal,asimismo, la importancia del fenmeno demogrfico en la historia de laguerra.

    Se ocup despus, de las causas polticas de la guerra y de su vinculacin conlas causas econmicas. Hizo una sntesis rpida del estudio de Bernard Shawsobre la forma como se gener el conflicto europeo. Seal la influencia delnacionalismo de uno y otro lado en este proceso de incubacin blica. Serefiri a la paz armada. Y lleg a la conclusin de que exista en 1914 en

    Europa una atmsfera inflamable, de que se haban juntado circunstanciasdestinadas inevitablemente a desencadenar la guerra. Record las palabras deLloyd George en el Parlamento britnico, en diciembre de 1920: Cuanto msse lee las memorias y los libros sobre los acontecimientos posteriores a agostode 1914, ms se comprende que ninguno de los que ocupaban los puestosdirigentes en ese tiempo ha querido realmente la guerra.

    Pas al examen de la conducta de los partidos socialistas y de las organiza-ciones sindicales en uno y otro grupo de naciones beligerantes. Expusoalgunos aspectos del ambiente de ofuscacin nacionalista que domin en

    Europa. Y tribut un homenaje a las voces aisladas que, en medio de eseambiente, afirmaron su adhesin a elevados ideales de solidaridad humana. Serefiri, por una parte, a Romain Rolland, autor de las hermosas pginas de"Au dessus de la Mele"; y, por otra parte, a los cuatro intelectuales alemanesque protestaron contra el clebre "Manifies-

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    to de los noventitrs": el fisilogo Nicolai, el fsico Einstein, el filsofo Bueky el astrnomo Foerster.

    Al terminar su disertacin Maritegui invit al proletariado a afirmarse en susideales de fraternidad universal. Sus palabras fueron vivamente aplaudidas. Yla concurrencia cant "La Internacional".

    La tercera conferencia sobre la historia de la crisis mundial tendr lugar elprximo viernes.

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    TERCERA CONFERENCIA*

    EL FRACASO DE LA SEGUNDA INTERNACIONAL

    Las notas del autor:

    NO omitir la exposicin del movimiento anarquista. No traer ningnespritu sectario. Creo oportuno ratificarme en estas declaraciones. Algunoscompaeros temen que yo sea muy poco imparcial y muy poco objetivo en micurso. Pero soy partidario antes que nada del frente nico proletario. Tenemosque emprender juntos muchas largas jornadas. Causa comn contra el amari-llismo. Antes que agrupar a los trabajadores en sectas o partidos agruparlos enuna sola federacin. Cada cual tenga su filiacin, pero todos el lazo comn delcredo clasista. Estudiemos juntos las horas emocionantes del presente.--------------

    * Pronunciada el sbado 30 de junio de 1923 en el local de la F.E.P. (Palacio de laExposicin), Lima. Debemos hacer hincapi, en primer lugar, en la importancia de la parteintroductiva que figura en los apuntes de Jos Carlos Maritegui, y que ha pasadoinadvertida en la versin periodstica. Poseen plena vigencia sus afirmaciones: Soypartidario antes que nada del frente nico proletario... Cada cual tenga su filiacin, perotodos el lazo comn del credo clasistas... Treinticinco aos despus de lanzada, esta vozde orden sigue ajustndose a una lnea justa, en el plano de las luchas reivindicativas delproletariado peruano. El autor, en viviseccin admirable, analiza las causas del fracaso dela II Internacional, el cual se gest en vsperas de la Primera Guerra Mundial y sedesarroll en el curso de la misma. Pero, tambin, debemos insistir -si cabe este trminoantinmico- en las profecas cientficas del conferenciante. Este, al escudriar lascaractersticas de la economa de las grandes potencias en el perodo blico 1914-1918,anticipa en varios lustros las caractersticas correspondientes a la segunda conflagracinmundial, en lo que a los pases capitalistas atae: trabajo abundante, salarios artificialmenteelevados, control econmico del Estado, freno a la lucha de clases, espejismo sobre elporvenir que esperaba a la clase trabajadora, cuando se apagase el estruendo blico, etc. Enla parte final, es justa su tesis de que las guerras son inevitables dentro del sistema capita-lista. Sin embargo, la aparicin de otros sistemas y el ascenso de la conciencia pacifistamundial, hoy da, hacen factible el hecho incomparable de que la guerra nuclear pueda serevitada.

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    Completaremos el examen de la conducta de los partidos socialistas y sindi-catos. Veremos cmo y por qu el proletariado fue impotente para impedir laconflagracin.

    La guerra encontr impreparada a la Segunda Internacional. No haba anprograma de accin concreto y prctico para asegurar la paz. Congreso deStuttgart. Mocin de Lenin y Rosa Luxemburgo:

    En el caso de que estalle una guerra, los socialistas estn obligados a trabajarpor su rpido fin y a utilizar la crisis econmica y poltica provocada por laguerra para sacudir al pueblo y acelerar la cada de la dominacin capitalista.

    Pero en la II Internacional haba muy pocos Lenin y Rosa Luxemburgo.

    Tres aos despus, el Congreso de Copenhague. Vaillant y Keir Hardipropusieron la huelga general. Se dej la cuestin para Viena 1914.

    En 1912 la situacin grave oblig a la II Internacional a convocar un congresoextraordinario. Basilea 1912 noviembre. De este congreso sali un manifiesto.Y de nuevo se dej la cuestin tcnica para Viena, agosto de 1914.Antes, Sarajevo. El Bureau Internacional de Bruselas convoc de urgenciapara el 29 de julio a los partidos socialistas de Europa. Por Francia, Jaurs,Sembat, Vaillant, Guesde, Loguet. Por Alemania, Haase, Rosa Luxemburgo.Apresurar el congreso. Pars 9 de agosto en vez de Viena 23 de agosto.Declaracin de la Oficina Internacional. Palabras de Jaurs en la noche del 29de julio.Dos das despus Jaurs muerto. Muller en Pars, el 19 de agosto. Esterilidad

    de su misin. La guerra ya incontenible se desencaden. El Congreso del 9 deagosto no pudo efectuarse. Pginas de Claridad describen con vivo color elambiente de delirante patriotismo y nacionalismo. La mayora ofuscada,contagiada por la atmsfera guerrera, marcial, agresiva. La prensa y losintelectuales instigadores.

    Por qu la Internacional no pudo oponer una barrera a este desborde depasin nacionalista? Por qu la Internacional no pudo conservarse

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    fiel a sus principios de solidaridad clasista? Veamos las circunstancias quedictaron la conducta socialista.Declaracin de los diputados alemanes en el parlamento el 4 de agosto.Catorce votos, contra.Declaracin de los socialistas franceses en el parlamento el 6 de agosto. EnFrancia, nacin agredida, la adhesin fue ms ardorosa, ms viva.

    La actitud de los dems partidos obreros. "De la Segunda a la Tercera Inter-nacional".La conducta de los socialistas italianos reclama especial mencin.Manifestaron mayor lealtad al internacionalismo. El 26 de julio, manifiestosocialista. Lucha entre neutralistas e intervencionistas. Los fautores socialistasdel intervencionismo. Arturo Labriola. Benito Mussolini. Ancdota de ambos.Frmula de los socialistas italianos: "Ni adherirse a la guerra ni sabotearla":Declaracin socialista en la Cmara. La reunin de Zimmerwald en setiembrede 1915. Asistieron delegaciones alemana, francesa, italiana, rusa, polaca,

    balcnica, sueca, noruega, holandesa y suiza. Inglaterra neg los pasaportes.Lenin. El manifiesto de Zimmerwald primer despertar de la concienciaproletaria.

    Pero este llamamiento no repercuta en todas las conciencias proletarias. Losfieles, en minora. La unin sagrada. El frente nico nacional. Tregua de lalucha de clases. Un solo partido: el de la defensa nacional.

    Para asegurarse al proletariado, la burguesa le dio participacin en el poder.Algunas concesiones al programa mnimo. La guerra exiga la mayor

    disciplina nacional posible. Libertades restringidas. Esta poltica pareci lainauguracin de la era socialista. Guerra revolucionaria.

    El Estado subsidiaba a las familias de los combatientes, ofreca a bajo precioel pan y subvencionaba largamente a la industria. Trabajo abundante bienremunerado. Con esto se adormeca en las masas la idea de la injusticia social,se atenuaban los motivos de la lucha de clases. El proletariado no se fijaba enque esta prodigalidad del Estado acumulaba cargas para el por-

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    venir. Concluida la guerra, los vencidos pagaran. Que el pueblo combatiesehasta el fin. Haba que vencer.

    Los aliados ms que prdica de intereses, prdica de ideales. El pueblo ingls,crea combatir en defensa de los pueblos dbiles. El pueblo francs contra labarbarie, la autocracia, el medioevalismo. El odio al boche.

    La fuerza de los aliados consisti, precisamente, en estos mitos. Para losaustro-alemanes, guerra militar. Para los aliados, guerra santa, cruzada porgrandes y sacros ideales humanos. Los lderes, en gran parte, prestaron suconcurso a esta propaganda. Adhesin efectiva de gran parte del proletariado.No hablaban slo los polticos de la burguesa. En Austria y Alemania laadhesin era menos slida. Guerra de defensa nacional. Las minoras paci-fistas ms fuertes. Liebknecht, etc., disponan de mayor ambiente. Alemaniarodeada de enemigos. Sensacin victoria. En nombre defensa nacional y

    esperanza victoria, Alemania dispona de argumentos suficientes.Todas estas circunstancias hicieron que durante cuatro aos los proletarioseuropeos se asesinasen los unos a los otros. As fracas la Segunda Interna-cional. La experiencia ensea, que dentro de este rgimen las guerras no soninevitables. La democracia capitalista, la paz armada, la poltica de equilibrio,la diplomacia secreta. Se incuba permanentemente la guerra. Y el proletariadono puede hacer nada. Ahora la experiencia del conflicto franco-alemn. Pesanan demasiados intereses y sentimientos nacionalistas.

    Conforme a estas duras lecciones para combatir la guerra, no basta el grito deabajo la guerra. Grito de la II Internacional, de todos sus congresos, hasta delos pacifistas tipo Wilson. El grito del proletariado: Viva la sociedadproletaria. Pensemos en construirla.Y la gran frase de Jaurs no debe apartarse de nuestro recuerdo:Hay que impedir que el espectro de la guerra salga cada seis meses de susepulcro para aterrorizar al mundo.

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    La resea periodstica:

    EN LA UNIVERSIDAD POPULAR GONZLEZ PRADA

    TERCERA CONFERENCIA DE MARIATEGUISOBRE LA CRISIS MUNDIAL*

    Con motivo de la tercera conferencia de Jos Carlos Maritegui sobre lahistoria de la crisis mundial, la sala de la Federacin de Estudiantes dondefunciona la Universidad Popular Gonzlez Prada, estuvo extraordinariamenteconcurrida. Hubo en ella numerossimo auditorio de estudiantes ytrabajadores.

    Maritegui al iniciar su conferencia, record que en su anterior, examinadaslas causas econmicas y polticas del conflicto, haba entrado en la exposicinde la conducta de los partidos socialistas y las organizaciones sindicales en la

    guerra mundial. La guerra -dijo- encontr impreparada a la Segunda Interna-cional. La Segunda Internacional no tena un programa de accin concreto yprctico para asegurar la paz. En 1907, en el Congreso Internacional deStuttgart, se trat la poltica colonial y de las guerras imperialistas. Y seaprob una declaracin pacifista y revolucionaria de Lenin y Rosa Luxem-burgo. En 1910, en el Congreso de Copenhague, Vaillant y Keir Nardi,propusieron que, en el caso de la guerra inminente, los obreros proclamaran lahuelga general, al menos en la industria de municiones. Pero se decidi dejarla cuestin al Congreso siguiente que deba reunirse en Viena en Agosto de1914. El Bureau Internacional de Bruselas qued encargado, entre tanto, de

    abrir una encuesta entre los partidos socialistas sobre la forma de evitar laguerra. En 1912, las inquietudes y las amenazas reinantes exigieron laconvocatoria de un--------------* El Tiempo, pg. 7. Lima, 28 de junio de 1923. (La Crnica, N 4059, pg. 12 del lunes2 de julio de 1923, reproduce esta versin con muy ligeras variantes formales).

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    congreso extraordinario. Este congreso se reuni en Basilea en Noviembre,pero no sali sino de l un brillante manifiesto pacifista. Nuevamente lacuestin tcnica de los medios de defender la paz fue dejada al Congreso deViena. Antes de que llegase la fecha de esta conferencia, sobrevino elincidente de Sarajevo. El 20 de julio, casi en vsperas de la guerra, la OficinaInternacional de Bruselas se reuni, convocada de urgencia, y resolvi apre-

    surar el congreso internacional celebrndolo en Paris el 9 de agosto en vez decelebrarlo en Viena el 23. Pero la guerra, ya incontenible, estall antes. ElCongreso de Pars, que Jaurs aguardaba como una afirmacin de la voluntadde paz y de justicia del proletariado, no pudo efectuarse.

    Pas Maritegui a ocuparse de la actitud de los diversos partidos socialistas deEuropa durante la guerra y de las condiciones polticas ambientales dentro delas cuales actuaron. Habl de la conferencia socialista internacional deZimmerwald en 1915, primer gesto internacional de protesta proletaria contra

    la guerra. En ella no estuvieron representadas sino las pequeas minoraspacifistas de las naciones beligerantes. El estruendo de la guerra ahogaba lasvoces de fraternidad universal. Y ahogaba hasta las voces de unidad moral deEuropa. En todas las naciones beligerantes se haba formado la "unin sagra-da", o sea el frente nico nacional contra el enemigo.

    Explic Maritegui las razones de la adhesin de los socialistas y lossindicatos a la "unin sagrada". El proletariado fue llamado a participar en elpoder. Hubo algunas concesiones aparentes y otras concesiones reales alprograma mnimo del socialismo. Las necesidades de la guerra exigan que el

    Estado asumiese o interviniese en todas las funciones sociales. La libertad deindustria, la libertad de comercio fueron restringidas. Fueron indispensablesmuchos sacrificios del individualismo. Las doctrinas liberales anduvieron decapa

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    cada. El Estado lo controlaba todo, lo fiscalizaba todo. Esta poltica deintervencionalismo, de estadismo, pareci a muchos la inauguracin de unaera de realizaciones socialistas. Y se dijo que la guerra era una guerrarevolucionaria.

    Adems, el Estado empleaba una parte del dinero de los emprstitos de guerra

    en subsidiar a las familias de los combatientes, al ofrecer al pueblo a bajoprecio el pan y otros artculos de primera necesidad y en enriquecer a laindustria, que, convertida en industria de guerra, no regateaba altos salarios asus trabajadores. La caresta estaba, pues, limitada; la mano de obra, solicita-da; el trabajo, bien remunerado. Estas circunstancias adormecan en las clasestrabajadoras la idea de la injusticia social, atenuaban, al menos, las causas ylos estmulos de la lucha, de clases. El proletariado no se fijaba en que estaprodigalidad del Estado le acumulaba cargas para el porvenir; en que elEstado se endeudaba fantsticamente y, concluida la guerra, tendra que

    recurrir a una poltica de estricta economa fiscal; ni en que la industria,pasado el perodo de las pinges utilidades blicas, tendra que reducir lossalarios. El proletariado no pensaba en las sombras del porvenir. Y, en todocaso, all estaban los gobiernos para decirles que los vencidos pagaran ladeuda de los vencedores. Que, justamente por esto, haba que combatir hastael fin. Para no sufrir las consecuencias econmicas de la guerra bastabavencer, el vencedor se resarcira de sus gastos y sacrificios a costa delvencido.

    Los Estados aliados, por otra parte, se aseguraban la adhesin del proletariado

    a la guerra, ms que con una prdica de intereses con una prdica de ideales.Para los pueblos aliados la guerra fue una guerra santa, una cruzada caba-lleresca por grandes y sacros ideales humanos. Para los austro-alemanes laguerra no fue sino una guerra militar, una guerra de defensa nacional.Maritegui dijo, terminando, que dejaba ex-

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    puestas sumariamente las circunstancias que dictaron la conducta de lossocialistas durante la guerra. As fue como fracas la Segunda Internacional.Y agreg que, dentro del rgimen capitalista, se incuba permanentemente laguerra.

    Sus palabras finales fueron largamente aplaudidas.

    La cuarta conferencia sobre la crisis mundial tendr lugar el prximo viernes,que, como ya hemos anunciado, ha sido elegido el da para estas conferencias.

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    CUARTA CONFERENCIA*

    LA INTERVENCION DE ITALIA EN LA GUERRA

    YO no olvido durante mis lecciones que este curso es, ante todo, un cursopopular, un curso de vulgarizacin. Trato de emplear siempre un lenguaje

    sencillo y claro y no un lenguaje complicado y tcnico. Pero, con todo, alhablar de tpicos polticos, econmicos, sociales no se puede prescindir deciertos trminos que tal vez no son comprensibles a todos. Yo uso lo menosque puedo la terminologa tcnica; pero en muchos casos tengo que usarla,aunque siempre con mucha parquedad.

    Mi deseo es que esta clase sea accesible no slo a los iniciados en cienciassociales y ciencias econmicas sino a todos los trabajadores de espritu atentoy estudioso. Y, por eso, cuando uso lxico oscuro, cuando uso trminos poco

    usuales en el lenguaje vulgar, lo hago con mucha medida. Y trato de que estosperodos de mis lecciones resulten, en el peor de los casos, parntesis pasaje-ros, cuya comprensin no sea indispensable para seguir y asimilar las ideasgenerales del curso. Esta advertencia me parece til, de una parte para que losiniciados en ciencias sociales y econmicas se expliquen por qu, en muchoscasos, no recurro a una terminologa tcnica que consentira mayor concisinen la exposicin de las ideas y en el comentario de los fenmenos; y de otraparte, no obstante mi voluntad, por qu no puedo en muchos casos emplear unlenguaje popular y elemental.

    A los no iniciados debo recordarles tambin

    --------------* Pronunciada el viernes 6 de julio de 1923 en el local de la Federacin de Estudiantes.Publicada en Amauta N 32. Lima agosto-setiembre de 1930. La Crnica en su edicindel 8 de julio de 1923 dio una resea periodstica.

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    que stas son clases y no discurso. Por fuerza tienen que parecer a veces unpoco ridas.

    En las anteriores conferencias, primero al examinar la mentalidad de ambosgrupos beligerantes y, luego, al examinar la conducta de los partidos socia-listas y organizaciones sindicales, hemos determinado el carcter de la guerramundial.

    Y hemos visto por qu sus ms profundos comentadores la han llamadoguerra absoluta; Guerra absoluta, esto es guerra de naciones, guerra depueblos y no guerra de ejrcitos. Adriano Tilgher llega a la siguienteconclusin: La guerra absoluta ha sido vencida por aquellos gobiernos quehan sabido conducirla con su mentalidad adecuada, dndole fines capaces deresultar mitos, estados de nimo, pasiones y sentimientos populares, en estesentido nadie ms que Wilson, con su predicacin cuquero-democrtica* hacontribuido a reforzar los pueblos de la Entente en la persuasin inconmovible

    de la justicia de su causa y en el propsito de continuar la guerra hasta lavictoria final. Quien, en cambio, ha conducido la guerra absoluta con menta-lidad de guerra diplomtica o relativa o ha sido vencido (Rusia, Austria,Alemania) o ha corrido gran riesgo de serlo (Italia).

    Esta conclusin de Adriano Tilgher define muy bien la significacin principalde la intervencin de los Estados Unidos, as como la fisonoma de la guerraitaliana. Me ha parecido, por esto, oportuno, citarla al iniciar la clase de estanoche, en la cual nos ocuparemos, primeramente, de la intervencin italiana yde la intervencin norteamericana.

    Italia intervino en la guerra, ms en virtud de causas econmicas que en virtudde causas diplomticas y polticas. Su suelo no le permita alimentar con suspropios productos agrcolas sino, escasamente, a dos tercios de su poblacin.

    Italia tena que importar trigo y otros artcu---------------* Cuquero, secta protestante, fundada en Inglaterra en el siglo XVII, por Guillermo Fox;pero fue William Penn quien la introdujo en los Estados Unidos.

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    los indispensables a un tercio de su poblacin, y tena, al mismo tiempo, queexportar las manufacturas, las mercaderas, los productos de su trabajo y de suindustria en proporcin suficiente para pagar ese trigo y esos artculos ali-menticios y materias primas que le faltaban. Por consiguiente, Italia estaba amerced, como est tambin hoy, de la potencia duea del dominio de losmares. Sus importaciones y sus exportaciones, indispensables a su vida,

    dependan, en una palabra, de Inglaterra.

    Italia careca de libertad de accin. Su neutralidad era imposible. Italia nopoda ser, como Suiza, como Holanda, una espectadora de la guerra. Su rol enla poltica europea era demasiado considerable para que, desencadenada unaguerra continental, no la arrastrase. No habindose puesto al lado de losaustro-hngaros, era inevitable para Italia ponerse al lado de los aliados. Italiaera verdadera prisionera de las naciones aliadas.

    Estas circunstancias condujeron a Italia a la intervencin. Las razones diplo-mticas eran, comparativamente, de menor cuanta. Probablemente no habranbastado para obligar a Italia a la intervencin. Pero sirvieron, por supuesto,para que los elementos intervencionistas crearan una corriente de opininfavorable a la guerra. Los elementos intervencionistas eran en Italia de dosclases. Los unos se inspiraban en ideales nacionalistas y revanchistas y veanen la guerra ocasin de reincorporar a la nacin italiana los territorios irre-dentos de Trento y Trieste. Vean, adems, en la guerra, una aventura militar,fcil y gloriosa, destinada a engrandecer la posicin de Italia en Europa y enel mundo. Los otros elementos intervencionistas se inspiraban en ideales

    democrticos, anlogos a los que ms tarde patrocin Wilson, y vean en laguerra una cruzada contra el militarismo prusiano y por la libertad de lospueblos. El gobierno italiano tuvo en cuenta los ideales de los nacionalistas alconcertar la intervencin de Italia en la guerra.

    Entre los aliados e Italia se suscribi el pacto

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    secreto de Londres. Este pacto secreto, este clebre Pacto de Londres,publicado despus por los bolcheviques, estableca la parte que tocara a Italiaen los frutos de la victoria. Este pacto, en suma, empequeeca la entrada deItalia en la guerra. Italia no intervena en la guerra en el nombre de un granideal, en el nombre de un gran mito, sino en el nombre de un inters nacional.Pero sta era la verdad oculta de las cosas. La verdad oficial era otra.

    Conforme a la verdad oficial, Italia se bata por la libertad de los pueblosdbiles, etc. En una palabra, para el uso interno se adoptaban las razones delos intervencionistas nacionalistas y revanchistas; para el uso externo seadoptaban las razones de los intervencionistas democrticos. Y se callaba larazn fundamental: la necesidad en que Italia se encontraba o se hallaba deintervenir en la contienda, en la imposibilidad material de permanecer neutral.Por eso dice Adriano Tilgher que, en un principio, la guerra italiana fueconducida con mentalidad de guerra relativa, de guerra diplomtica. Lasconsecuencias de esta poltica se hicieron sentir muy pronto.

    Durante la primera fase de la guerra italiana, hubo en Italia una fuertecorriente de opinin neutralista. No solamente eran adversos a la guerra lossocialistas. Tambin lo eran los giolittianos, Giolitti y sus partidarios, o sea unnumeroso grupo burgus. Justamente la existencia de este ncleo de opininburguesa neutralista consinti a los socialistas actuar con mayor libertad, conmayor eficacia, dentro de un ambiente blico menos asfixiantemente blicoque los socialistas de los otros pases beligerantes. Los socialistas aprovecha-ron de esta divisin del frente burgus para afirmar la voluntad pacifista delproletariado.

    La "unin sagrada", la fusin de todos los partidos en uno solo, el Partido dela Defensa Nacional, no era, pues, completa en Italia. El pueblo italiano nosenta unnimemente la guerra. Fueron estas causas polticas, estas causaspsicolgicas, ms que toda causa militar, las que ori-

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    ginaron la derrota de Caporetto,* la retirada desastrosa de las tropas italianasante la ofensiva austro-hngara. Y la prueba de esto la tenemos en la segundafase de la guerra italiana.

    Despus de Caporetto, hubo una reaccin en la poltica, en la opinin italiana.El pueblo empez a sentir de veras la necesidad de empear en la guerra todossus recursos.

    Los neutralistas giolittianos se adhirieron a la "unin sagrada". Y desde esemomento no fue ya slo el ejrcito italiano, respaldado por un gobierno y unacorriente de opinin intervencionista, quien combati contra los austro-alemanes. Fue casi todo el pueblo italiano. La guerra dej de ser para Italiaguerra relativa. Y empez a ser guerra absoluta.

    Comentadores superficiales que atribuyeron a la derrota de Caporetto causasexclusivamente militares, atribuyeron luego a la reaccin italiana causas

    militares tambin. Dieron una importancia exagerada a las tropas y a losrecursos militares enviados por Francia al frente italiano. Pero la historiaobjetiva y documentada de la guerra italiana nos ensea que estos refuerzosfueron, en verdad, muy limitados y estuvieron destinados, ms que a robus-tecer numricamente el ejrcito italiano, a robustecerlo moralmente. Resulta,en efecto, que Italia, en cambio de los refuerzos franceses recibidos, envi aFrancia algunos refuerzos italianos.

    Hubo canje de tropas entre el frente italiano y el frente francs. Todo estotuvo una importancia secundaria en la reorganizacin del frente italiano. La

    reaccin italiana no fue una reaccin militar; fue una reaccin moral, unareaccin poltica.

    Mientras fue dbil el frente poltico italiano, fue dbil tambin el frentemilitar. Desde que empez a ser fuerte el frente poltico, empez a--------------* El 23 de setiembre de 1917, el ejrcito italiano sufri un grave contraste militar frente alejrcito alemn, al mando del General Otto von Bellow, en un frente de 25 kilmetros cuyopunto central era Caporetto, quedando en poder de ste 200,000 prisioneros italianos: 1800caones y gran cantidad de pertrechos y municiones.

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    ser fuerte tambin el frente militar. Porque, as en este aspecto de la guerramundial, como en todos sus otros grandes aspectos, los factores polticos, losfactores morales, los factores psicolgicos tuvieron mayor trascendencia quelos factores militares.La confirmacin de esta tesis la encontraremos en el examen de la eficacia dela intervencin americana. Los Estados Unidos aportaron a los aliados no slo

    un valioso concurso moral y poltico.Los discursos y las proclamas de Wilson debilitaron el frente alemn ms quelos soldados norteamericanos y ms que los materiales de guerra americanos,es decir, norteamericanos.As lo acreditan los documentos de la derrota alemana. As lo establecenvarios libros autorizados, entre los cuales citar, por ser uno de los msconocidos, el libro de Francisco Nitti Europa sin paz.* Los discursos y lasproclamas de Wilson socavaron profundamente el frente austro-alemn.Wilson hablaba del pueblo alemn como de un pueblo hermano. Wilson

    deca: (Nosotros no hacemos la guerra contra el pueblo alemn, sino contra elmilitarismo prusiano. Wilson prometa al pueblo alemn una paz sinanexiones ni indemnizaciones.Esta propaganda, que repercuti en todo el mundo, creando un gran volumende opinin en favor de la causa aliada, repercuti tambin en Alemania yAustria. El pueblo alemn sinti que la guerra no era ya una guerra de defensanacional. Austria, naturalmente, fue conmovida mucho ms que Alemania porla propaganda wilsoniana. La propaganda wilsoniana estimul en Bohemia,en Hungra, en todos los pueblos incorporados por la fuerza al ImperioAustro-Hngaro, sus antiguos ideales de independencia nacional.

    Los efectos de este debilitamiento del frente poltico alemn y del frentepoltico austraco tenan que manifestarse, necesariamente, a rengln seguidodel primer quebranto militar. Y

    --------------* Ver el ensayo de Jos Carlos Maritegui sobre F. Nitti en La Escena Contempornea.

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    as fue. Mientras el gobierno alemn y el gobierno austraco pudieron man-tener con vida la esperanza de la victoria, pudieron, tambin, conservar laadhesin de sus pueblos a la guerra. Apenas esa esperanza empez adesaparecer las cosas cambiaron.

    El gobierno alemn y el gobierno austraco perdieron el control de las masas,

    minadas por la propaganda wilsoniana.

    La ofensiva de los italianos en el Piave encontr un ejrcito enemigo pocodispuesto a batirse hasta el sacrificio. Divisiones enteras de checo-eslavoscapitularon. El frente austraco se deshizo. Y este desastre militar y moralreson inmediatamente en el frente alemn. El frente alemn estaba, noobstante la vigorosa ofensiva alemana, militarmente intacto. Pero el frentealemn estaba, en cambio, poltica y moralmente quebrantado y franqueado.

    Hay documentos que describen el estado de nimo de Alemania en los dasque precedieron a la capitulacin. Entre esos documentos citar las Memoriasde Ludendorff, las Memorias de Hindenburg y las Memorias de Erzberger, ellder del Centro Catlico alemn, asesinado por un nacionalista, por suadhesin a la Revolucin y a la Repblica Alemana y a la paz de Versalles.Tanto Ludendorff como Hindenburg y como Erzberger nos enteran de que elKaiser, considerando nicamente el aspecto militar de la situacin, alenthasta el ltimo momento la esperanza de una reaccin del ejrcito alemn quepermitiese obtener la paz en las mejores condiciones.

    El Kaiser pensaba: Nuestro frente militar no ha sido roto. Quienes lorodeaban saban que ese frente militar, inexpugnable aparentemente alenemigo, estaba ganado por su propaganda poltica. No haba sido an rotomaterialmente; pero s invalidado moralmente. Ese frente militar no estabadispuesto a obedecer a sus generalsimos y a su gobierno. En las trincherasgerminaba la revolucin.

    Hasta ahora los alemanes pangermanistas, los alemanes nacionalistas afirmanorgullosamente: Alemania no fue vencida militarmente. Es

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    que esos pangermanistas, esos nacionalistas, tienen el viejo concepto de laguerra relativa, de la guerra militar, de la guerra diplomtica. Ellos no ven delcuadro final de la guerra sino lo que el Kaiser vio entonces: el frente militaralemn intacto.

    Su error es el mismo error de los comentadores superficiales que vieron en la

    derrota italiana de Caporetto nicamente las causas militares y que vieron,ms tarde, en la reorganizacin del frente italiano, nicamente causasmilitares. Esos nacionalistas, esos pangermanistas, son impermeables al nuevoconcepto de la guerra absoluta.

    Poco importa que la derrota de Alemania no fuese una derrota militar. En laguerra absoluta la derrota no puede ser una derrota militar sino una derrota almismo tiempo poltica, moral, ideolgica, porque en la guerra absoluta losfactores militares estn subordinados a los factores polticos, morales e

    ideolgicos. En la guerra absoluta la derrota no se llama derrota militar,aunque no deje de serlo; se llama derrota, simplemente. Derrota sin adjetivo,porque su definicin nica es la derrota integral.

    Los grandes crticos de la guerra mundial no son, por esto, crticos militares.No son los generalsimos de la victoria ni los generalsimos de la derrota. Noson Foch ni Hindenburg, Daz ni Ludendorff. Los grandes crticos de laguerra mundial, son filsofos, polticos, socilogos. Por primera vez lavictoria ha sido cuestin de estrategia ideolgica y no de estrategia militar.Desde ese punto de vista, vasto y panormico, puede decirse, pues, que el

    generalsimo de la victoria ha sido Wilson. Y este concepto resume el valor dela intervencin de los Estados Unidos.

    No haremos ahora el examen del programa wilsoniano; no haremos ahora lacrtica de la gran ilusin de la Liga de las Naciones. De acuerdo con elprograma de este curso, que agrupa los grandes aspectos de la crisis mundial,con cierta arbitrariedad cronolgica, necesaria para la mejor apreciacinpanormica, dejaremos es-

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    tas cosas para la clase relativa a la paz de Versalles.

    Mi objeto en esta clase ha sido slo el de fijar rpidamente el valor de laintervencin de los Estados Unidos como factor de la victoria de los aliados.

    La ideologa de la intervencin americana, la ideologa de Wilson,* requiereexamen aparte. Y este examen particular tiene que ser conectado con el

    examen de la paz de Versalles y de sus consecuencias econmicas y polticas.

    Hoy dedicaremos los minutos que an nos quedan al estudio de aquel otrotrascendental fenmeno de la guerra: la revolucin rusa y la derrota rusa.Echaremos una ojeada a los preliminares y a la fase social-democrtica de laRevolucin rusa. Veremos cmo se lleg al gobierno de Kerensky.

    En la conferencia anterior, al exponer la conducta de los partidos socialistasde los pases beligerantes, dije cul haba sido la posicin de los socialistas

    rusos frente a la conflagracin.En Rusia, la mayora del movimiento obrero y socialista fue contraria a laguerra. El grupo acaudillado por Plejanov no crea que la victoria robusteceraal zarismo; pero la mayora socialista y sindicalista comprendi que le tocabacombatir en dos frentes: contra el imperialismo alemn y contra el zarismo.

    Muchos socialistas rusos fueron fieles a la declaracin del Congreso deSuttgart que fij as el deber de los socialistas ante la guerra: trabajar por lapaz y aprovechar de las consecuencias econmicas y polticas de la guerra

    para agitar al pueblo y apresurar la cada del rgimen capitalista.

    El gobierno zarista, es casi intil decirlo, conduca la guerra con el criterio deguerra relativa, de guerra militar, de guerra diplomtica. La guerra rusa nocontaba con la adhesin slida del pueblo ruso. El frente poltico interno eraen Rusia menos fuerte que en ningn otro pas--------------* Ver el ensayo dedicado a Wilson por Jos Carlos Maritegui en La EscenaContempornea.

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    50beligerante. Rusia fue, sin duda, por estas razones, la primera vencida.

    Dentro de la burguesa rusa haba elementos democrticos y pacifistas in-conciliables con el zarismo. Y dentro de la corte del Zar haba conspiradoresgermanfilos que complotaban en favor de Alemania. Todas estas circuns-tancias hacan inevitables la derrota y la revolucin rusas.

    Un interesante documento de los das que precedieron a la Revolucin es el

    libro de Mauricio Paleologue, La Rusia de los Zares durante la GranGuerra. Mauricio Paleologue era el embajador de Francia ante el Zar. Fue unexplorador cercano de la cada del absolutismo ruso. Asisti a esteespectculo desde un palco de avant scene.*

    Las pginas del libro de Mauricio Paleologue describen el ambiente oficialruso del periodo de incubacin revolucionaria. Los hombres del zarismopresintieron anticipadamente la crisis. La presintieron igualmente losrepresentantes diplomticos de las potencias aliadas. Y el empeo de unos y

    otros se dirigi no a conjurarla, porque habra sido vano intento, sino aencauzarla en la forma menos daina a sus respectivos intereses.

    Los embajadores aliados en Petrogrado trataban con los miembros aliadfilosdel rgimen zarista y con los elementos aliadfilos de la democracia y de lasocial-democracia rusas.Paleologue nos cuenta cmo en su mesa coman Milukoff, el lder de losKadetes,** y otros lderes de la democracia rusa.El rgimen zarista careca de autoridad moral y de capacidad poltica paramanejar con acierto los negocios de la guerra. Cerca de la Zarina intrigaba

    una camarilla germanfila. La Zarina, de temperamento mstico y fantico,era gobernada por el monje Rasputn, por aquella extraa figura, alrededor dela cual se tejieron tantas leyendas y se urdieron tantas fantasas.El ejrcito se hallaba en condiciones morales y materiales desastrosas. Susservicios de aprovi---------------* Palco del proscenio.** Partido poltico burgus que anhelaba una Constitucin liberal para Rusia. Se llamabaConstitucional Demcrata.

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    sionamiento, amunicionamiento, transporte, funcionaban caticamente. Eldescontento se extenda entre los soldados. El Zar, personaje imbcil ymedioeval, no permita ni tampoco perciba la vecindad de la catstrofe.

    Dentro de esta situacin se produjo el asesinato del monje Rasputn, favoritode la Zarina, papa negro del zarismo. El Zar orden la prisin del prncipe

    Dimitri, acusado del asesinato de Rasputn. Y comenz entonces un conflictoentre el Zar y los personajes aliadfilos de la Corte que, avisadamente,presentan los peligros y las amenazas del porvenir. La nobleza demand lalibertad del prncipe Dimitri. El Zar se neg diciendo: Un asesinato essiempre un asesinato.

    Eran das de gran inquietud para la aristocracia rusa, que arrojaba sobre laZarina la responsabilidad de la situacin. Algunos parientes del Zar seatrevieron a pedirle el alejamiento de la Zarina de la Corte.

    El Zar resolvi tomar una actitud medioevalmente caballeresca e hidalga.Pens que todos se confabulaban contra la Zarina porque era extranjera yporque era mujer. Y resolvi cubrir las responsabilidades de la Zarina con supropia responsabilidad. La suerte del Imperio Ruso estaba en manos de estehombre insensato y enfermo. La Zarina, alucinada y delirante, dialogaba conel espritu de Rasputn y recoga sus inspiraciones.

    El monje Rasputn, a travs de la Zarina, inspiraba desde ultratumba al Zar detodas las Rusias. No haba casi en Rusia quien no se diese cuenta de que una

    crisis poltica y social tena necesariamente que explosionar de un momento aotro.

    Vale la pena relatar una curiosa ancdota de la corte rusa. Paleologue, elembajador francs, y su secretario, estuvieron invitados a almorzar el 10 deenero de 1917, el ao de la Revolucin, en el palacio de la gran duquesaMara Pawlova. Paleologue y su secretario subieron la regia escala delpalacio. Y al entrar en el gran saln no encontraron en l sino a una dama dehonor de la gran duquesa: la seorita Olive. La seorita

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    Olive, de pie ante la ventana del saln, contemplaba pensativamente elpanorama del Neva, en el cual se destacaban la catedral de San Pedro y SanPablo y las murallas de la Fortaleza, la prisin del Estado. Paleologueinterrumpi cortsmente a la seorita Olive: Yo acabo de sorprender, si novuestros pensamientos, al menos la direccin de vuestros pensamientos. Meparece que Ud. mira muy atentamente la prisin. Ella respondi: Si; yo

    contemplaba la prisin. En das como stos no puede uno guardarse demirarla. Y luego agreg, dirigindose al secretario: Seor de Chambrun,cuando yo est all, enfrente, sobre la paja de los calabozos, vendr Ud. averme?.

    La joven dama de honor, probablemente lectora voluptuosa y espeluznada dela historia de la Revolucin Francesa, prevea que a la nobleza rusa le estabadeparado el mismo destino de la nobleza francesa del siglo dieciocho y queella como, en otros tiempos, otras bellas y elegantes y finas damas de honor,

    estaba destinada a una trgica y sombra residencia en un calabozo de algunaBastilla ttrica.

    Los das de la autocracia rusa estaban contados. La aristocracia y la burguesatrabajaban porque la cada del zarismo no fuese tambin su cada. Losrepresentantes aliados trabajaban porque la transicin del rgimen zarista a unrgimen nuevo no trajese un perodo de anarqua y de desorden que invalidasea Rusia como potencia aliada. Indirectamente, la aristocracia divorciada delZar, la burguesa y los embajadores aliados no hacan otra cosa que apresurarla revolucin. Interesados en canalizar la revolucin, en evitar sus desbordes y

    en limitar su magnitud, contribuan todos ellos a acrecentar los grmenesrevolucionarios. Y la revolucin vino. El poder estuvo fugazmente en poderde un prncipe de la aristocracia aliadfila.

    Pero la accin popular hizo que pasara en seguida a manos de hombres msprximos a los ideales revolucionarios de las masas. Se cons-

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    truy, a base de Socialistas Revolucionarios* y de mencheviques,** elgobierno de coalicin de Kerensky. Kerensky era una figura anmica delrevolucionarismo ruso. Miedoso de la revolucin, temeroso de sus extremasconsecuencias, no quiso que su gobierno fuera un gobierno exclusivamenteobrero, exclusivamente proletario, exclusivamente socialista. Hizo, por eso,un gobierno de coalicin de los Socialistas Revolucionarios y de los men-

    cheviques con los kadetes y los liberales.***

    Dentro de este ambiente indeciso, dentro de esta situacin vacilante, dentro deeste rgimen estructuralmente precario y provisional, fue germinada, poco apoco, la Revolucin Bolchevique.

    En la prxima clase veremos cmo se prepar, cmo se produjo este granacontecimiento, hacia el cual convergen las miradas del proletariado uni-versal, que por encima de todas las divisiones y de todas las discrepancias de

    doctrina contempla, en la Revolucin rusa, el primer paso de la humanidadhacia un rgimen de fraternidad, de paz y de justicia.

    --------------* Partido de tendencias utpicas y anrquicas que utilizaba el terrorismo como medio deaccin.** Despus del II Congreso de la Social-Democracia rusa, realizado en Londres, en 1903,se denomin mencheviques (minora) a quienes se opusieron a los partidarios de Lenin(bolcheviques: mayora) que vencieron en la eleccin de los organismos centrales delPartido.*** Sector poltico que bregaba por dar una Constitucin a la Rusia zarista.

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    QUINTA CONFERENCIA*

    LA REVOLUCION RUSA

    CONFORME al programa de este curso de Historia de la Crisis Mundial, eltema de la conferencia de esta noche es la Revolucin Rusa. El programa del

    curso seala a la conferencia de esta noche el siguiente sumario: La Revolu-cin Rusa. Kerenski. Lenin. La Paz de Brest Litovsk. Rusia y la Ententedespus de la Revolucin. Proceso inicial de creacin y consolidacin de lasinstituciones rusas.

    Antes de disertar sobre estos tpicos, considero oportuna una advertencia. Lascosas que yo voy a decir sobre la Revolucin Rusa son cosas elementales.Mejor dicho, son cosas que a otros pblicos les pareceran demasiado elemen-tales, demasiado vulgarizadas, demasiado repetidas, porque esos pblicos han

    sido abundantemente informados sobre la Revolucin Rusa, sus hombres, susepisodios. La Revolucin Rusa ha interesado y contina interesando, enEuropa, a la curiosidad unnime de las gentes. La Revolucin Rusa ha sido, ycontina siendo, en Europa, un tema de estudio general. Sobre la RevolucinRusa se han publicado innumerables libros. La Revolucin Rusa ha ocupadopuesto de primer orden en todos los diarios y en todas las revistas europeas. Elestudio de este acontecimiento no ha estado sectariamente reservado a suspartidarios, a sus propagandistas: ha sido abordado por todos los hombresinvestigadores, por todos los hombres de alguna curiosidad intelectual.

    Los principales rganos de la burguesa europea, los ms grandes rotativos delcapitalismo

    --------------* Pronunciada el viernes 13 de julio de 1923 en el local de la Federacin de Estudiantes(Palacio de la Exposicin). La Crnica del mircoles 18 de julio de 1923 publica unabreve resea periodstica.

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    europeo, han enviado corresponsales a Rusia, a fin de informar a su pblicosobre las instituciones rusas y sobre las figuras de la Revolucin. Natural-mente, esos grandes diarios han atacado invariablemente a la RevolucinRusa, han hecho uso contra ella de mltiples armas polmicas, pero suscorresponsales, no todos naturalmente, pero s muchos de ellos, han habladocon alguna objetividad acerca de los acontecimientos rusos. Se han com-

    portado como simples cronistas de la situacin de Rusia. Y esto ha sido,evidentemente, no por razones de benevolencia con la Revolucin Rusa, sinoporque esos grandes diarios informativos, en su concurrencia, en su com-petencia por disputarse a los lectores, por disputarse la clientela, se han vistoobligados a satisfacer la curiosidad del pblico con alguna seriedad y conalguna circunspeccin. El pblico les reclamaba informaciones ms o menosserias y ms o menos circunspectas sobre Rusia, y ellos, sin disminuir suaversin a la Revolucin Rusa, tenan que darle al pblico esas informacionesms o menos serias y ms o menos circunspectas.

    A Rusia han ido corresponsales de la Prensa Asociada de Nueva York,corresponsales del Corriere della Sera,* del Messaggero** y otros grandesrotativos burgueses de Italia, corresponsales del Berliner Tageblatt,* * * elgran diario demcrata de Teodoro Wolf, corresponsales de la prensa londi-nense. Han ido adems, muchos grandes escritores contemporneos. Uno deellos ha sido Wells. Lo cito al azar, lo cito porque la resonancia de la visita deWells a Rusia y del libro que escribi Wells, de vuelta a Inglaterra, ha sidouniversal, ha sido extenssima, y porque Wells no es, ni aun entre nosotros,sospechoso de Bolcheviquismo.

    Urgidas por la demanda del pblico estudioso, las grandes casas editoriales dePars, de Londres,--------------* Correo de la tarde.** Mensajero.*** Hoja del Da Berlinesa, peridico del Partido Demcrata alemn, dirigido porWalther Rathenau. Propiciaba un entendimiento con los socialistas moderados, sobre labase de impedir el cambio violento de la economa alemana.

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    de Roma, de Berln, han editado recopilaciones de las leyes rusas, ensayossobre tal o cual aspecto de la Revolucin Rusa. Estos libros y estos opsculos,no eran obra de la propaganda bolchevique, eran nicamente un negocioeditorial. Los grandes editores, los grandes libreros ganaban muy buenassumas con esos libros y esos opsculos. Y por eso los editaban y difundan.Se puede decir que la Revolucin Rusa estaba de moda. As como es de buen

    tono hablar del relativismo y de la teora de Einstein, era de buen tono hablarde la Revolucin Rusa y de sus jefes.

    Esto en lo que toca al pblico burgus, al pblico amorfo. En lo que toca alproletariado, la curiosidad acerca de la Revolucin Rusa ha sido naturalmente,mucho mayor. En todas las tribunas, en todos los peridicos, en todos loslibros del proletariado se ha comentado, se ha estudiado y se ha discutido laRevolucin Rusa. As en el sector reformista y social-democrtico como en elsector anarquista, en la derecha, como en la izquierda y en el centro de las

    organizaciones proletarias, la Revolucin Rusa ha sido incesantementeexaminada y observada.

    Por estas razones, otros pblicos tienen un conocimiento muy vasto de laRevolucin Bolchevique, de las instituciones sovietistas, de la Paz de BrestLitovsk, de todas las cosas de que yo voy a ocuparme esta noche, y para esospblicos mi conferencia sera demasiado elemental, demasiado rudimentaria.Pero yo debo tener en consideracin la posicin de nuestro pblico, malinformado acerca de este y otros grandes acontecimientos europeos. Respon-sabilidad que no es suya sino de nuestros intelectuales y de nuestros hombres

    de estudio que, realmente, no son tales intelectuales ni tales hombres deestudio sino caricaturas de hombres de estudio, caricaturas de intelectuales.Hablar, pues, esta noche, como periodista, Narrar, relatar, contar, escue-tamente, elementalmente, sin erudicin y sin literatura.

    * * *En la conferencia pasada, despus de haber examinado rpidamente laintervencin de Italia

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    y la intervencin de Estados Unidos en la Gran Guerra, llegamos a la cadadel zarismo, a los preliminares de la Revolucin Rusa. Examinemos ahora losmeses del gobierno de Kerensky. Kerensky, miembro conspicuo del PartidoSocialista-Revolucionario, a quien ya os he presentado, tal vez poco amable-mente, fue el jefe del gobierno ruso durante los meses que precedieron a laRevolucin de Octubre, esto es a la Revolucin Bolchevique. Kerensky

    presida el gobierno de coalicin de los Socialistas Revolucionarios y losMencheviques con los Kadetes y los Liberales. Este gobierno de coalicinrepresentaba a los grupos medios de la opinin rusa. Faltaban en estacoalicin, de un lado los monarquistas, los reaccionarios, la extrema derechay, de otro lado, los Bolcheviques, los Revolucionarios Maximalistas, laextrema izquierda.

    La ausencia de la extrema derecha era una cosa lgica, una cosa natural. Laextrema derecha era el partido derrocado. Era el partido de la familia real. En

    cambio, la presencia en la coalicin, y, por lo tanto, en el ministerio presididopor Kerensky, de elementos burgueses, de elementos capitalistas, como losLiberales y los Kadetes, converta la coalicin y converta el gobierno en unaaleacin, en una amalgama, en un conglomerado heterogneo, anodino,incoloro.

    Se concibe un gobierno de conciliacin, un gobierno de coalicin, dentro deuna situacin de otro orden. Pero no se concibe un gobierno de conciliacindentro de una situacin revolucionaria. Un gobierno revolucionario tiene queser, por fuerza, un gobierno de faccin, un gobierno de partido, debe repre-

    sentar nicamente a los ncleos revolucionarios de la opinin pblica; nodebe comprender a los grupos intermedios, no debe comprender a los ncleosvirtualmente, tcitamente conservadores. El gobierno de Kerensky adoleca,pues, de un grave defecto orgnico, de un grave vicio esencial. No encarnabalos ideales del proletariado ni los ideales de la burguesa. Viva de concesio-nes, de compromisos, con uno y otro bando. Un da ceda a la derecha; otroda ceda a la izquierda. Todo esto cabe, repito,

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    dentro de una situacin evolucionista. Pero no cabe dentro de una situacin deguerra civil, de lucha armada, de revolucin violenta. Los bolcheviquesatacaron, desde un principio, al gobierno de coalicin, y reclamaron laconstitucin de un gobierno proletario, de un gobierno obrero, de un gobiernorevolucionario en suma. Ahora bien, las agrupaciones proletarias, obreras,eran en Rusia cuatro. Cuatro eran los ncleos de opinin revolucionaria.

    Los Mencheviques, o sea los minimalistas, encabezados por Martov yChernov, gente de alguna tradicin y colaboracionista. Los Socialistas-revolucionarios, a cuyas filas pertenecan Kerensky, Zaretelli y otros, que sehallaban divididos en dos grupos, uno de derecha, favorable a la coalicin conla burguesa, y el de la izquierda, inclinado a los Bolcheviques. Los Bol-cheviques o los maximalistas, el partido de Lenin, de Zinoviev y de Trotsky.Y los Anarquistas que, en la tierra de Kropoktin y de Bakunin, eran, natural-mente, numerosos En las tres primeras agrupaciones, mencheviques, social-

    revolucionarios y bolcheviques, se fraccionaban los socialistas. Porque, comoes natural, en la poca de la lucha contra el zarismo todas estas fuerzas prole-tarias haban combatido juntas. Haba habido discrepancias de programa; perocomunidad de fuerzas y sobre todo de esfuerzos contra la autocracia absolutade los zares.

    Cul era la posicin, cul era la fisonoma, cul era la fuerza de cada una deestas agrupaciones proletarias? Los mencheviques y los socialistas revolucio-narios dominaban en el campo, entre los trabajadores de la tierra. Sus ncleoscentrales estaban hechos, ms que a base de obreros manuales, a base de

    elementos de la clase media, de hombres de profesiones liberales, abogados,mdicos, ingenieros, etc. El ala izquierda de los socialistas revolucionariosreuna, en verdad, a muchos elementos netamente proletarios y netamenteclasistas, que, por esto mismo, se sentan atrados por la tctica y la tendenciabolcheviques, pero no se decidan a romper con el ala derecha de laagrupacin.

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    59Los hombres de la derecha y del centro, como Kerensky, eran los querepresentaban a los socialistas revolucionarios. Ambos partidos, Menche-viques y Socialistas Revolucionarios, no eran, pues, verdaderos partidosrevolucionarios. No representaban al sector ms dinmico, ms clasista, mshomogneo del socialismo: el proletariado industrial, el proletariado de laciudad. Los maximalistas eran dbiles en el campo; pero eran fuertes en laciudad.

    Sus filas estaban constituidas a bases de elementos netamente proletarios. Enel estado mayor maximalista prevaleca el elemento intelectual; pero la masade los afiliados era obrera.

    Los maximalistas actuaban en contacto vivo, intenso, constante, con lostrabajadores de las fbricas y de las usinas. Eran del partido del proletariadoindustrial de Petrogrado y Mosc. Los anarquistas eran tambin influyentes enel proletariado industrial; pero sus focos centrales eran focos intelectuales.Rusia era, tradicionalmente, el pas de la intelectualidad anarquista, nihilista.

    En los ncleos anarquistas predominaban intelectuales, estudiantes. Porsupuesto, los anarquistas combatan tanto como los bolcheviques, y enalgunos casos de acuerdo con stos, a los mencheviques y a los socialistasrevolucionarios de Kerensky.

    Este era el panorama poltico del proletariado ruso bajo el gobierno deKerensky. Conforme a esta sntesis de la situacin, la mayora era de lossocialistas revolucionarios y de los mencheviques coaligados.

    Las masas campesinas y la clase media estaban al lado de ellos. Y las masascampesinas significaban la mayora en la nacin agrcola, en una nacin pocoindustrializada como Rusia. Pero en cambio, los bolcheviques contaban conlos elementos ms combativos, ms organizados, ms eficaces, con elproletariado industrial, con los obreros de la ciudad.

    Por otra parte, los mencheviques y los socialistas-revolucionarios no podanconservar su fuerza, su predominio en las masas campesinas si no satisfacandos arraigados ideales, dos urgen-

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    tes exigencias de esas masas: la paz inmediata y el reparto de tierras.

    El gobierno de Kerensky careca de libertad para una y otra cosa. Careca delibertad para la paz inmediata porque las potencias aliadas, de las cuales eraahijado y protegido, no le consentan entenderse separadamente con Alema-nia. Y careca de libertad para el reparto de las tierras a los campesinos porque

    su alianza con los kadetes y los liberales, sus compromisos con la burguesa,sus miramientos con los propietarios de las tierras lo cohiban, lo coactabanpara esta audaz