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Don Quijote, ¿héroe o loco? Un estudio de técnicas literariasTRANSCRIPT
JOHN J. ALLEN
DON QUIJOTE: ¿HÉROE O LOCO?
Un estudio sobre técnica narrativa
Traducción del inglés por Benjamín Valdivia
Primera edición: 1969
Tercera reimpresión: 1980
Traducción al español: 2007
John J. Allen / Don Quijote: ¿héroe o loco?
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ÍNDICE
Introducción
1- Los “autores”
2- Revelación contextual
3- Revelación estilística
4- Niveles de la ficción
5- ¿Héroe o loco?
John J. Allen / Don Quijote: ¿héroe o loco?
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Para Tulia
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INTRODUCCIÓN
El problema de la actitud del lector hacia Don Quijote tal vez no tiene paralelo en la
historia de la literatura, tanto en su duración como en su alcance. El siguiente, de Oscar
Mandel, es el más conciso entre varios intentos por integrar las visiones opuestas: “Desde
los primeros días del siglo XVIII cuando Don Quijote dejó de ser considerado como una
mera sátira contra las novelas de caballería, los estudiosos de la novela han tendido a
afiliarse a una de las dos escuelas críticas, según su interpretación del papel representado
por el caballero. Una escuela ‘moderada’ asume que Don Quijote es el héroe tanto como el
protagonista de la novela… En el medio, este punto de vista subraya la persistente e
invencible sublimidad de la motivación de Don Quijote y la contrasta con el carácter
pedestre del buen rústico de la novela. En el extremo, se establece una analogía con
Cristo.”1 Mandel sitúa a Auden, Unamuno, Bonilla, Rubio, Casella, Ortega y Gasset,
Schelling, Menéndez Pidal, y Castro dentro de este grupo. Helmut Hatzfeld, en otro
sumario, incluye a Caballero Calderón, García Bacca, Azorín, Babelon, y Ayala en un
grupo comparable,2 y un tercer estudio, de Lienhard Bergel, de modo similar ubica a
Schiller, Novalis, los Schlegel, Byron, Grillparzer, Nietzsche, Vossler, Pfandl, Spitzer, y
Thomas Mann.3
Mandel continúa: “Los lectores tenaces que desconfían del Schwärmerei4 se han
opuesto con firmeza a todas esas interpretaciones. En Don Quijote permanece para ellos, y
1 “The Function of the Norm in Don Quixote”, Modern Philology, LV (Febrero, 1958) 154-55. 2 “Results from Quijote Criticism since 1947”, Anales Cervantinos, II (1952), 131-32. 3 “Cervantes in Germany”, in Cervantes Across the Centuries, eds. Ángel Flores y M. J. Benardete (Nueva York, 1947), pp. 321 ss. 4 En alemán en el original. El término Schwärmerei significa un entusiasmo intenso. [N. del tr.]
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a pesar de la nobleza de éste, la embestida de la sátira.” A este grupo, según Mandel,
pertenecen Hegel, Heine, Bell, Bickerman, Parker, y Mandel mismo. Ciertamente Hatzfeld
y René Girard5 son otros representantes de relevancia de esta escuela. La aparente paradoja
que surge en este choque de opiniones ha sido puesto en forma sucinta por Lester Crocker:
“Por un lado, Cervantes anuncia su asunto como una sátira; Don Quijote es un desastre del
que Cervantes hace mofa y al que desaprueba (en cierta medida al convertirlo en un villano
o anti-héroe). Por el otro lado, Don Quijote personifica la gran fuerza espiritual de las
aspiraciones humanas; y Cervantes lo presenta como superior en la fibra moral a la gente
que lo escarnece.”6
Históricamente, el proceso de la opinión crítica divergente parece haber sido algo más
complejo que el devenir de una simple dicotomía de puntos de vista, incluso cuando se
permite la sobresimplificación involucrada al dividirlos en los que están “a favor” o “en
contra” de Don Quijote. El público inicial de Cervantes vio en Don Quijote sólo un libro de
entretenimiento, una parodia.7 La segunda etapa parece haber sido la de identificación con
Don Quijote en su locura. Motteux pudo decir, en 1700, que “toda persona tiene algo de
Don Quijote en su Humor, alguna amada Dulcinea de sus Pensamientos, que lo conduce
muy a menudo hacia locas Aventuras.”8 El Dr. Johnson remarcó, en 1750, que “muy pocos
lectores, en medio de su risa o su lástima, pueden negar que han admitido visiones del
mismo tipo... Cuando le tenemos lástima, nos reflejamos en nuestras propias
insatisfacciones; y cuando reímos, nuestros corazones nos informan que él no es más
5 Mensonge romantique et vérité romanesque (París, 1961), pp. 11 y ss; traducido al inglés como Deceit y
desire in the Novel: Self and Other in Literary Structure, por Yvonne Freccero (Baltimore, 1965). 6 “Don Quijote, Epic of Frustration”, Romanic Review, XLII (1951), 177-88. 7 Ángel Valbuena Prat, Historia de la literatura española (Barcelona, 1937), II, 75; cfr. Friedrich Schürr, “Cervantes y el romanticismo”, Anales Cervantinos, I (1951), 43, y Manuel García Puertas, Cervantes y la
crisis del renacimiento español (Montevideo, 1962), p. 25. 8 Prefacio de Peter Motteux a su traducción, citada por Edwin Knowles en “Cervantes and English Literature”, en Cervantes Across the Centuries, pp. 280-81.
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ridículo que nosotros mismos, excepto que él sí dice lo que nosotros sólo tenemos
pensado.”9 Entonces, aunque antes de Schiller el siglo dieciocho en Alemania “se había
aventurado sólo con timidez para encontrar cualquier cosa encomiable en los sueños de
Don Quijote”,10 lo comentado desde Inglaterra indica que hacia la mitad del siglo el lance
hacia la idealización había ya comenzado. En 1739, a un amigo de Pope le pareció “tan
como un niño en su verdadera Simplicidad de Corazón, que lo amo; tal como él ama a Don
Quijote, considerándolo el más Moral y Razonable Loco de todo el mundo.”11 En 1754,
finalmente, Sarah Fielding pudo afirmar: “Viajar a lo largo de una obra entera sólo para
reírnos del principal acompañante con el que departimos es una carga insoportable. Y
deberemos imaginar que la lectura de tal incomparable obra de humor que nos dejó
Cervantes sólo puede dar un placer menor a aquellos que no pueden extraer de ella otro
entretenimiento o emolumento sino reírse de las ensoñaciones de Don Quijote y simpatizar
con maliciosa alegría [con sus tormentos].
...Esa fuerte y bella representación de la naturaleza humana exhibida por la locura de
Don Quijote en un punto, y el extraordinario buen sentido en los demás, sin duda es
demasiado impactante en dichos lectores como para considerarlo sólo como el objeto de sus
burlas.”12
Sin considerar la respuesta excéntrica o puramente individual, pues, el rango de la
actitud del lector hacia Don Quijote parece incluir la risa burlona, la identificación, la
lástima y la admiración. Enfrentados a esta turbadora diversidad de actitudes, resulta
tentador suspender el juicio y tomar refugio en la idea de una ambigüedad o imparcialidad
9 The Rambler, No. 2, también citado por Knowles. 10 Bergel, “Cervantes in Germany”, p. 321. 11 Alexander Pope, Correspondence, IV, 208, citado por Stuart Tave, The Amiable Humorist (Chicago, 1960), p. 154. 12 The Cry, III, 120-24; también citado por Tave.
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de Cervantes semejante a la de Dios, o decidir, con Américo Castro, que para Cervantes
“las acciones, actitudes u opiniones de cada personaje no aparecen como buenas o malas,
inteligentes o estúpidas, juzgadas desde afuera.”13 Pero el trabajo reciente sobre la
orientación ética en la novela hace difícil dicha evasión del juicio, pues ahora parece
establecido que “un novelista no sólo puede sino que debe controlar sutilmente nuestros
sentimientos acerca de los personajes, actos y pensamientos representados en cada parte de
la novela si ha de lograr un efecto coherente.”14
Éste, pues, será el objeto del presente estudio: elucidar los recursos de Cervantes para
revelar la propia perspectiva ética hacia Don Quijote, esas “variables formales que afectan
nuestras reacciones ante los personajes, sus actos y pensamientos”,15 con la meta de no
simplemente establecer otro —más sofisticado— juicio sobre Don Quijote, sino apreciar
cómo es que han surgido tantos juicios aparentemente en conflicto; y además ver los varios
fundamentos de tales juicios como partes de una interpretación coherente e integral.
El capítulo 1 trata la cuestión de las relaciones lector-autor-personaje y examina la
omnisciencia autoral, la supresión u omisión de información, y la confiabilidad, a fin de
juzgar los comentarios autorales sobre Don Quijote y el grado en el cual el lector puede fiar
en ese cuento de las actividades del caballero. El capítulo 2 se enfoca en las derrotas de
Don Quijote, con énfasis en los recursos de develamiento en el contexto inmediatamente
cercano que determina los deseos y expectativas del lector para el resultado de cada
encuentro. El capítulo 3 discute varios de los recursos estilísticos que afectan el juicio del
lector sobre Don Quijote. En el capítulo 4 se identifican varios niveles distintos de ficción, 13 “Incarnation in Don Quixote”, trad. Zenia Sacks da Silva [de “La estructura del Quijote”], en Cervantes
Across the Centuries, p. 144. 14 Sheldon Sacks, Fiction and the Shape of Belief (Berkeley, 1967), p. 65. otra importante contribución reciente al problema del papel y los recursos del narrado es la de Wayne Booth, The Rethoric of Fiction (Chicago, 1961). 15 Sacks, p. 65.
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así como la violación de la verosimilitud en la Parte II, lo cual se discute en relación con los
juicios del lector sobre los falsos supuestos que hace Don Quijote. El capítulo 5 concluye
esta obra con un juicio sobre Don Quijote.
La aparición del volumen IV de la obra de Otis Green Spain and Western Tradition ha
coincidido con la conclusión del capítulo 2 del presente estudio. Esa obra contiene una
presentación perceptiva y maravillosamente sucinta de los efectos de las técnicas
destacadas aquí, y presta fuerza a las conclusiones aquí aducidas como la orientación ética
del lector por parte de Cervantes. En tanto investigación exitosa, se examina cómo
Cervantes logra los efectos, los cuales el profesor Green, cimentado en un “artículo
luminoso” (“The Concept of Reality in Don Quijote”, de Alexander Parker), también básico
para este estudio, ha descrito tan lúcidamente.16 En toda obra sobre Cervantes la deuda a la
crítica previa es enorme; por ello no intentaré reconocer específicamente esta deuda más
allá de lo que será obvio a partir de las notas al pie.
Debo expresar mi profunda gratitud al profesor Mack Singleton, de la Universidad de
Wisconsin, quien me inició en el estudio de Cervantes y Don Quijote; a los profesores
Alfred Hower y Murray Lasley por su lectura crítica de mi manuscrito; a la Concejalía de
Humanidades del Colegio de Artes y Ciencias de la Universidad de Florida por un apoyo
bajo el cual mucho del presente estudio ha sido escrito; y a la familia Krahe Schmid de
“Los Cerillos”, cerca de Argamasilla de Alba, por tan inspiradora estancia en La Mancha.
16 Otis H. Green, Spain and the Western Tradition: The Castilian Mind in Literature from “El Cid” to
Calderón, IV (Madison, 1966), 60-73.