jean-pierre vernant - los origenes del pensamiento griego

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  • Los orfgenesdel pensamiento griego

  • Paids Studio

    ltimos ttulos publicados:

    111, M, Douglas - La aceptabildad del riesgo en las ciencias sociales112, H,-G, Gadamer - El inicio de la filosofa occidental113, E, W, Said - Representaciones del intelectual114, E, A, Havelock - La musa aprende a escribir115, C, F, Heredero y A, Santamarina - El cine negro116, B, Waldenfels - De Husserl a Derrida117, H, Putnam,- La herencia del pragmatismo118, T, Maldonado - Qu es un intelectual?119, E, Roudinesco y otros - Pensar la locura120, G, Marramao - Cielo y Tierra121, G, Vattimo - Creer que se cree122, j, Derrida - Aporas123, N, Luhmann - Observaciones de la modernidad124, A, Quintana - El cine italiano, 1942-1961125, p, L Berger y T. Luckmann - Modemidad, pluralismo y crisis de sentido126, H,-G, Gadamer - Mito y razn127, H,-G, Gadamer - Arte y verdad de la palabra ,128, F, j, Bruno - Diccionario de trminos psicolgicos fundamentales129, M, Maffesoli - Elogio de la razn sensible130, C, jamme - Introduccin a la filosofa del mito en la poca moderna

    y contempornea131, R, Espsito - El origen de la poltica132, E, Riambau - El cine frances, 1958-1998133, R, Aron - Introduccin a la filosofa poltica134, A, Elena - Los cines perifricos135, T, Eagleton - La funcin de la crtica136, A, Kenny - La metafsica de la mente137, A. Viola (comp,) - Antropologa del desarrollo138, C, Cavell- La mente psicoanafitica139, p, Barker (comp,) - Vivir como iguales140, S, Shapin - La revolucin cientfica141, j, Searle - El misterio de la conciencia142, R, Molina y D, Ranz - La idea del cosmos143, U, Beck - La democracia y sus enemigos144, R, Freixas y j, Bassa - El sexo en el cine y el cine de sexo145, M, Horkheimer - Autoridad y familia y otros escritos146, A. Beltrn - Ciencia y religin147, H,-G, Gadamer - El inicio de la sabidura148, R. A, Spitz - No y s149, j, Gmez y R, Flecha - Teora sociolgica contempornea150, G, Baumann - El enigma multicultural151, E. Morin - Los siete saberes necesarios para la educacin del futuro,152, 0, Marquard, Filosofa de la compensacin

    Jean-Pierre Vernant

    Los orgenesdel pensamiento griego

  • Ttulo original: Les origines de la pense grecquePublicado en francs por Presses Universitaires de France, Pars

    Traduccin de Marino AyerraTraduccin de la introduccin a la nueva edicinde Carlos Gmez Gonzlez

    Cubierta de Mario Eskenazi y Pablo Martn

    D:::: 1-+

  • \A Louis GernetPROWGO A LA NUEVA EDICION

    Este libro apareci hace veinticinco aos. George Dumzilme lo encarg para la coleccin Mitos y religiones que ldiriga en las Presses Universitaires de France. Todos los vo-lmenes de dicha serie -en la que el propio G. Dumzil ha-ba publicado Les dieux des Indo-Europens (Los dioses delos indoeuropeos) y posteriormente Les dieux des Germains(Los dioses de los germanos), y, donde, en el mismo ao queyo, Claude Lvi-Strauss haba dado a conocer Le totmismeaujourd'hui (El totemismo hoy en da)- estaban sometidosa determinadas normas: se quera una obra corta, que no ex-cediera, en principio, las ciento treinta pginas, accesible alpblico en general, y que abordara de manera a la vez sint-tica y personal, un gran tema, un problema controvertido, sinrecurrir a un gran aparato de notas, ni hacer un alarde de eru-dicin.

    Intentar la empresa en el sector que yo tena por misinexplorar era una tarea que no estaba exenta de cierta impru-dencia. No era demasiado pretender clarificar en unos po-cos captulos los orgenes del pensamiento griego,_esdecir bos-

  • 10 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO PRLOGO 11

    quejar el cuadro de las mutaciones intelectuales que habantenido lugar entre el siglo XII a.C., cuando desaparecen losreinos micnicos, y el siglo v, momento en que se sita el pun-to lgido de una ciudad como Atenas? Setecientos aos quehaba que examinar rpidamente, de los que la mayor parte-del siglo XIIal siglo VIII- corresponden al perodo bauti-zado por los historiadores de la Antigiedad como los si-glos oscuros porque, habiendo desaparecido entonces laprctica de la escritura, no se dispone de ninguna fuente gr-fica, de ningn texto.Por lo tanto no era posible proceder, sobre este largo pe"

    rodo de tiempo, a la manera de un historiador o un arque-logo, que moviliza para su investigacin todos los recursosde su disciplina. Bajo la forma de un simple ensayo, cuya am-bicin no era la de cerrar el debate por medio de un estudioexhaustivo, sino de reIanzarIo, orientando la reflexin por unava nueva, intent trazar las grandes lneas de una evolucinque, de la realeza micnica a la ciudad democrtica, marcel ocaso del mito y el advenimiento de conocimientos racio-nales. De dicha revolucin intelectual propuse una interpre"tacin global, que me pareca, en su coherencia, conformea los principales datos que poseemos.

    Cul es-me pregunt- el origen del pensamiento racio-nal en Occidente? Cmo naci en el mundo griego? Me pa-reci que tres rasgos caracterizaban, en lo esencial, el nuevotipo de reflexin cuya aparicin marca, a principios del sigloVI, .en la colonia griega de Mileto, en Asia Menor, el comien-zo de la filosofa y de la ciencia griegas.En primer Jugar, se constituye una esfera de pensamiento

    exterior y extraa a la religin. Los fsicos de Jonia dande la gnesis del cosmos y de los fenmenos naturales expli-caciones de carcter profano, de espritu plenamente positi-vo. Ignoran deliberadamente las Potencias divinas reconoci-

    das por el cuIto, las prcticas rituales establecidas y lasnarraciones sagradas, de las que los poetas telogos comoHesodo haban fijado, en su canto, la tradicin.En segundo lugar, surgi la idea de un orden csmico que

    ya no descansaba, como en las teogonas tradicionales, sobreel poder de un dios soberano, sobre su monarchia, su basi-leia, sino sobre una ley inmanente al universo, una regla dereparto (nomas) que impone a todos los elementos que cons-tituyen la naturaleza un orden igualitario, de tal manera queninguno puede ejercer sobre los otros su dominio (kratos).Finalmente, este pensamiento tiene un carcter profunda-

    mente geomtrico. Yase trate de geografa, astronoma o cos-mologa, concibe y proyecta el mundo fsico en un marco es-pacial que ya no se define por sus cualidades religiosas defasto o nefasto, de celeste o infernal, sino que est hechode relaciones recprocas, simtricas, revrsibles.Estos tres rasgos: carcter profano y positivo, nocin de

    un orden de la naturaleza concebido de manera abstracta yfundado sobre relaciones de estricta igualdad, visin geom-trica de un universo situado en un espacio homogneo y si-mtrico, estn estrechamente relacionados. Definen solida-riamente lo que la racionalidad griega, en su forma y en sucontenido, comporta de nuevo con relacin al pasado y deoriginal en comparacin con las civilizaciones del PrximoOriente que los griegos haban podido conocer.

    A qu estn vinculadas estas innovaciones? I:>orqu seprodujeron en el mundo griego? Responder a estas pregun-tas significaba investigar el conjunto de condiciones que con-dujeron a Grecia de la civilizacinpalacial micnica, muy pr-xima a los reinos orientales de aquel tiempo, al universo socialy espiritual de la Polis. El advenimiento de la ciudad no slomarca una serie de transformaciones econmicas y polticas:implica un cambio de mentalidad, el descubrimiento de otro

  • 12 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO PRLOGO 13

    horizonte intelectual, la elaboracin de un nuevo espacio so-cial, centrado en el gora, la plaza pblica. Desaparicin delpersonaje del Anax micnico, ese prncipe cuyo poder emi-nente controla y regula, a travs de sus escribas, toda la vidasocial; promocin de la palabra que se convierte, en su em-pleo profano, en tanto que libre debate, en discusin, argu-mentacin contradictoria, en el arma poltica por excelencia,en el instrumento de la supremaca en el Estado; carcter deplena publicidad dada tanto a las manifestaciones de la vidasocial como a las producciones del espritu, en lo sucesivoexpuestas, bajo la forma de escritos, a las miradas de todoslos ciudadanos, tanto si se trata de leyes y decretos,' someti-dos a la crtica y la controversia, como si se trata de obrasindividuales; sustitucin de las antiguas relaciones jerrqui-cas de dominacin y de sumisin por un nuevo tipo de rela-cin social fundada en la simetra, la reversibilidad, la reci-procidad' entre ciudadanos definidos como semejantes oiguales; abandono de la antigua actitud relativa a la tradi-cin que ya no se considera como una verdad inamovible, quehay que respetar y repetir sin cambiar nada; por el contrario,esfuerzo individual para liberarse, para afirmar su origina-lidad tomando sus distancias con relacin a los antepasa-dos, cuyas afirmaciones se amplan, rectifican o rechazan porcompleto: todos estos rasgos muestran que la secularizacin,la racionalizacin, la geometrizacin del pensamiento, al igualque el desarrollo de un espritu de invencin y crtica, se efec-tuaron a travs de la praxis social en el mismo momento en-que se expresaban, entre los fsicos de la escuela de Mileto,en una teora de la naturaleza. La primera sofa, la de los Sa-bios de Grecia, fue una reflexin moral y poltica. Intentdefinir los fundamentos de un nuevo orden humano que sus-tituira el poder absoluto del monarca, o de los nobles y delos poderosos, por una ley igualitaria, comn a todos. La ciu-

    /

    dad toma entonces la forma de un cosmos circular y centra-do: cada ciudadano, semejante a todos los dems, obedecien-do y mandando por turno, deber sucesivamente, siguiendoel orden del tiempo, ocupar y ceder todas las posiciones si-mtricas que componen el espacio cvico. Esta es la imagendel cosmos social, regulado por la isonoma, que en el albade la filosofa encontramos proyectada por los jonios en eluniverso fsico. Las antiguas teogonas estaban integradas enlos mitos de la soberana enraizados en los rituales reales. El

    . nuevo modelo del mundo que elaboran los fsicos de Joniaes solidario, en su marco geomtrico, con las formas institu-cionales y las estructuras mentales propias de la Polis.Esta es, grosso modo, la tesis expuesta, en 1962, en este pe-

    quefio 'volumen. Qu permanece en la actualidad? La pre-gunta conlleva dos aspectos. En primer lugar, qu nuevoselementos de informacin, qu diferentes interpretaciones pro-puestas entre tanto hay que tomar en consideracin? A con-tinuacin, en qu puntos he de completar, matizar o modi-ficar mi punto de vista?

    Comencemos por el principio: el mundo micnico. Es eldesciframiento, en 1956,realizado por J. Chadwick y M. Ven-tris, de las tablillas en Lineal B de Pilo, Micenas, Cnosos, Te-bas, Tirinte y Orcmeno, lo que bruscamente ha ampliadoy transformado por completo nuestro conocimiento del pa-sado griego ms remoto: a partir de aquel momento los hele-nistas disponan, con relacin a las instituciones sociales ymilitares, la actividad tcnica y econmica, los dioses y loscultos de los aqueos entre los siglos XIV y XII, de una docu-mentacin escrita: por incompleta y, en numerosos puntos,insegura que fuese, haca surgir una civilizaCinpalacial com-pletamente diferente de la que con anterioridad se imagina-ba, cuando se estaba limitado al nico testimonio de Horne-ro, posterior en al menos cuatro siglos. Pero, si bien los

  • 14 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO PRLOGO 15

    estudios de filologa micnica se han desarrollado, ningn des-cubrimiento de un nuevo corpus de textos ha venido, desdeentonces, aperturbar el cuadro que, a continuacin de otrosestudios, cre poder esbozar de los reinos micnicos, ni po-ner en cuestin las Iconclusiones a las que haba llegado.'

    Sin embargo, utilic una frmula que me parece, parla me-nos discutible. Con relacin al soberano micnico, el Anax, "habl de un rey divino, de poder suprahumano. En la actua-lidad ya no dira lo mismo. Slo escribira que el Anax, allado de sus otras funciones, asume un papel religioso, lo queno implica necesariamente que su persona est divinizada nique se pueda identificar con la figura del Rey-mago, seordel tiempo y de la fecundidad del suelo, tal y como J. G. Fra-zer lo defini en La rama dorada y que, a travs de la antro-pologa inglesa, se encuentra en ciertos textos de helenistas,en los que; en este punto, me he inspirado, en particular enlos de mi maestro; Louis Gernet.

    Sobre el perodo de los siglos 'oscuros, solamente los ar-quelogos tienen algo que decir. No se han privado de ello.En un cuarto de siglo se ha realizado una serie de descubri-mientos que han permitido precisar la manera en que, trasla 'decadencia que sigue al hundimiento dela civilizacin mi-

    o cnica, comienzan, entre los siglos XI y VIII, los cambios tc-nicos, demogrficos, econmicos, las nuevas formas de ocuepacin del suelo y de agricultura que conducen a estarevolucin estructural de la que habla el ingls A. Snod-grass y de la que ha salido la Ciudad-Estado clsica. La mu-tacin intelectual que, del mito, conduce a lo racional y quees el objeto de mi propia investigacin, se encuentra as si-tuada en un contexto ms claramente-definido.

    Para continuar en el plano de los datos, mis observacionessobre el advenimiento, con la Polis, de un nuevo espacio so-cial, isomorfo y centrado, deben nutrirse de todos los e~tu-

    dios recientes relativos al plano de las ciudades arcaicas, laorganizacin de la chora, el territorio rural de las ciudades,y sobre todo, la importancia de las fundaciones coloniales,ms alejadas de las antiguas tradiciones urbanas, y que cons-tituyen, para la emergencia de modelos espaciales ms rigu-rosos, un lugar de experimentacin y de innovacin.

    Igualmente, las observaciones que formul para destacarel papel que pudo representar, como instrumento de muta-cin intelectual, por una parte, la escritura fontica, y, porotra parte, la redaccin y la publicidad de las leyes, encuen-tran su necesaria prolongacin en el debate abierto, en el cursode las ltimas dcadas, entre los helenistas, sobre las conse-cuencias que ha tenido, para la racionalidad griega, el pasode una civilizacin oral a una cultura en la que la escrituraocupa, segn los sectores de la vida social y los mbitos dela creacin literaria, filosfica y cientfica, un lugar ms omenos preponderante.

    Sobre la homologa y la concomitancia de los temas de laley, el orden, la igualdad en el pensamiento moral y poltico,por una parte, en la filosofa de la naturaleza, por otra parte,habra que desarrollar, ms de lo que yo he hecho, las apro-ximaciones entre Saln, legislador ateniense, y Tales, prime-ro de los fsicos de la escuela de Mileto; tambin habraque -para ilustrar el papel clave que asumen, en el curso delsiglo VI, las nociones de isonoma y de depsito de poder enel centro, en mesoi, para que nadie domine a nadie- aadiral ejemplo de Menandro (Herodoto, I1I, 142), al que me re-fera, los paralelos de Demnax de Cirene, hacia 550 (IV, 61),Aristgoras de Mileto (V, 37), de Cadmo de Cos (VII, 164)y, claro est, Soln, que celebra, a principios del siglo VI, ha-ber sabido preservar lo ison, el igual.

    Pero volvamos a los problemas de fondo sobre los que esbueno explicarse, bien porque su enfoque ha sido modifica-

  • 16 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGOPRLOGO 17

    do por los progresos de la investigacin, bien porque otrosestudiosOs los han abordado desde una perspectiva diferente.Alleerme se podra suponer que el destino del pensamien-

    to griego, cuyo curso yo intentaba trazar, se ha jugado entredos trminos: el mito y la razn. Bajo esa forma simple y re-suelta, la interpretacin comportara, en mi opinin, un con-trasentido. Yoindicaba entonces muy claramente que los grie-'gos no haban inventado la Razn, como categora nica yuniversal, sino una razn, aqulla de la que el lenguaje es elinstrumento y que permite actuar sobre los hombres, no trans-formar la naturaleza, una razn poltica en el sentido en queAristteles define el hombre como animal poltico. Pero te-nemos el derecho de hablar de una razn griega, en singu-lar? Desde el momento en que uno ya no se detiene, comoyo lo he hecho, en la filosofa milesiana del siglo VI, sino quetoma en co~sideracin los desarrollos posteriores de la refle-xin filosfica, el corpus de los tratados mdicos, la redac-cin de indagaciones histricas con Herodoto y Thddides, lasinvestigaciones matemticas, astronmicas, acsticas, pti-cas, se tiene que matizar fuertemente el cuadro y hacer refe-rencia a tipos distintos de racionalidad, diferentemente aten-tos a la observacin de la realidad o a las exigencias formalesde la demostracin, y de los que el progreso, los procedimien-tos intelectuales, los principios, los objetivos no son losmismos.

    Lo que es verdad de la razn no lo es menos del mito. Losrecientes trabajos de los antroplogos nos ponen en guardiacontra la tentacin de erigir el mito en una suerte de realidadmental inscrita en la naturaleza humana y que se encontraraen todas partes y siempre, sea delante, sea alIado, sea en eltrasfondo de las operaciones propiamente racionales. Dos ra-zones, en el caso griego, nos incitan a la prudencia y nos re-comiendan distinguir en el pensamiento mtico formas y ni-

    veles diversos. La palabra mito nos viene de los griegos. Perono tena para los que empleaban en los tiempos arcaicos elsentido que hoy le damos. Mythos quiere decir palabra,narracin. No se opone, en principio, a logos, cuyo senti-do primero es tambin palabra, discurso, antes de desig-nar la inteligencia y la razn. Solamente es en el marco dela exposicin filosfica o la investigacin histrica que, a par-tir del siglo v, mythos, puesto en oposicin a lagos, podrcargarse de un matiz peyorativo y designar una afirmacinvana, desprovista de fundamento al no poder apoyarse sobreuna demostracin rigurosa o un testimonio fiable. Pero in-cluso en este caso mythos, descalificado desde el punto devista de.1o verdadero en su contraste con lagos, no se aplicaa una categora precisa de narraciones sagradas relativas a losdioses o los hroes. Multiforme como Proteo, designa reali-dades muy diversas: teogonas y cosmogonas, ciertamente,pero tambin todo tipo de fbulas, genealogas, cuentos in-fantiles, proverbios, moralejas, sentencias tradicionales: en re-sumen, todos los se-dice que se transmiten espontneamentede boca en boca. El mythos se presenta, por consiguiente, enel contexto griego, no como una forma particular de pensa-miento, sino como el conjunto que vehicula y difunde al azarde los contactos, los encuentros, las conversaciones, ese po-der sin rostro, annimo, siempre evasivo que Platn llamaPheme, el Rumor.Ahora bien, no podemos aprehender este Rumor del que

    est hecho el mythos griego. Este es un motivo suplementa-rio para tener prudencia. En las civilizaciones tradicionalesque han conservado su carcter oral, los etnlogos, cuandollevan a cabo su investigacin sobre el terreno, pueden escu-char narraciones de todo tipo que forman, por su repeticin,la trama de los saberes comunes de los miembros del grupo.Pero para Grecia slo poseemos y nicamente poseeremos tex-

  • 18 LDS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO PRLDGO 19

    tos escritos. Nuestro smitos no nos llegan vivos a travs depalabras retornadas y modificadas sin cesar por el Rumor;estn definitivamente fijados en las obras de los poetas pi-cos, lricos, trgicos que los utilizan en funcin de sus pro-pias exigencias estticas y que les confieren de este modo, enla perfeccin de su forma, una dimensin literaria. Las (co-lecciones que en la poca helenstica confeccionan los erudi-tos compilando de~anerasistemtica, transcribiendo, clasi-ficando las tradiciones legendarias para reagruparlas-yajustarlas juntas bajo forma de repertorios mitolgicos, tie-nen el mismo carcter de una obra escrita, elaborada por este 'o aquel autor.

    Por lo tanto se trata, hoy en da, no de poner uno frenteal otro, como dos adversarios bien diferenciados, cada unocon sus armas propias, al mito y la razn, sino de comparar,mediante un anlisis preciso de los textos, cmo funciona~>de manera diferente el discurso teolgico de ,un poeta comoHesodo con relacin a los textos de los filsofos o de los his-toriadores, de identificar las divergencias en los modos decomposicin, la organizacin y el desarrollo de la narracin,los juegos semntica s, las lgicas de la narracin.Es lo que, desde 1962,me he esforzado en hacer, junto con

    muchos otros, para discernir mejor, en su especificidad, lasvas que, en la antigua Grecia, poco a poco llevaron a liberarlas figuras de un mythas, pensado como fbula, en clara opo-sicin a las de un lagos, pensado como razonamiento vlidoy fundado.

    De las observaciones precedentes relativas a las formas ~elo mtico y de lo racional se desprede un nuevo problema,y no de los menores. Qu lugar reserva mi interpretacin"alas matemticas y en qu medida puede dar cuenta de las in-novaciones que los griegos han aportado en este mbito? Di-cho en otros trminos, por qu y cmo los griegos, entre el

    siglo VI Yprincipos del siglo III, iniciaron una direccin queconduce, con Euclides, a la constitucin de una ciencia de-mostrativa, que hace referencia a los objetos ideales y queprocede, a partir de un nmero limitado de postulados, axio-mas y definiciones, por encadenamiento de proposiciones ri-gurosamente deducidas las unas de las otras, de suerte quela validez de cada una est asegurada por el carcter formalde las pruebas que, en la continuacin del razonamiento, lahan establecido.

    Digmoslo de manera clara: no he abordado directamenteese problema. La razn no es slo que, al no tener las com-petencias de un historiador de las matemticas, no estaba pre-parado para resolverlo. Sino que, preocupado sobre todo porcomprender las condiciones que haban presidido a un cam-bio general de mentalidad e introducido como un corte enla historia del pensamiento, he dirigido el proyector sobre eladvenimiento de una forma completamente nueva de refle-xin moral y poltica al mismo tiempo que de investigacinsobre la naturaleza, de manera que se destacasen bien los vn-culos entre estos dos rdenes de mutacin. Desde este puntode vista, las matemticas no estaban en el centro de mis preo-cupaciones; no exigan tampoco un tratamiento especiaL Es-taba inclinado a considerar,. con los historiadores de las cien-cias, como A. Szabo, de Hungra, o como G. E. R. Lloyd,de Inglaterra, que el curso dado por los griegos a esta disci-plina se inscriba en la lnea recta de la transformacin inte-lectual de la que yo intentaba precisar el punto de partida.En este sentido mi perspectiva estaba prxima a la que A.

    I. Zaltzev recientemente ha desarrollado en el volumen co-lectivo publicado en Leningrado en 1985, bajo la direccinde E. D. Frolov. Zaltzev observa, siguiendo a Karl Jaspers,que entre el siglo VII y el siglo II a. C. se producen en civiliza-ciones tan alejadas entre s como China, India, Irn, Judea,

  • 20 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO PRLOGO 21

    Grecia, modificaciones profundas del universo religioso tra-dicional: el confucianismo, el budismo, el zoroastrismo, elprofetismo judo, en Grecia la bsqueda filosfica de la Ver-dad. Pero dicha aproximacin pone de relieve la especifici-dad del caso griego. No es en el propio seno de la esfera re!j-giosa donde se manifiestan los cambios. Es al margen y fuerade la religin, en ocasiones en oposicin abierta con ciertascreencias o prcticas oficiales, donde se instituye una formade pensamiento cuya ambicin es la de acceder a la verdadpor medio de una bsqueda personal, de carcter acumulati-vo, refutando cada individuo a sus predecesores y oponin-doles argumentos que podrn, debido a su naturaleza racio-nal, presta~se ellos mismos a discusin. 'Si Zai:tzev, paraexplicar este cambio, pone el acento, en primer lugar, sobrela difusin de la metalurgia del hierro, que reemplaza a la delbronce, y sobre el estremecimiento de las estructuras socialesque se derivan de la misma, tambin subraya que la origina-lidad de Grecia se debe a la forma particular que ha revesti-do el poder del Estado, a la constitucin de esta Polis anti-gua que implica participacin de todos los ciudadanos en lagestin de los asuntos comunes y plena publicidad de las ac-tividades colectivas.

    Claro est que esta tesis general no podra dispensar a losespecialistas de una investigacin comparativa sobre los co-nobmientos geomtricos y algebraicos de los griegos, sobrelos procedimientos de demostracin que utilizaban, para con-frontados con los de los egipcios y de los babilonios, de losindios y de los chinos, para establecer eventualmente las in-fluencias o las filiaciones. Es a este tipo de investigacin quese ha dedicado, en Francia, Maurice Caveing;.sus conclusio-nes, en lo referente a la originalidad de las matemticas grie-gas, confirman y reafirman, al precisada, mi interpretacin.

    No obstante, el debate se encuentra en la actualidad relan-

    zado entre los historiadores de las matemticas gracias a laobra que uno de sus ms grandes estudiosos, B. L. Van derWaerden, public en 1983, con el ttulo de Geometry andAlgebra in Ancient Civilizations. El autor se basa sobre loque denomina un triple descubrimiento. Se trata en primerlugar de las conclusiones a que A. Seindenberg ha credopoder llegar a partir de las instrucciones que, en los.manualesindios del 500 al 200 a. C., fijan las reglas de construccinde altares de sacrificio; el lugar que ocupa en esa reglamen-tacin el teorema de Pitgoras implica segn Seidenberg,que el lgebra babilonia, la geometra griega, la geometraindia tienen un origen comn. La comparacin de los tra-tados chinos de aritmtica con el corpus de problemas ba-bilonios hara emerger semejanzas tales que se impondrauna fuente comn en la que el teorema de Pitgoras repre-sentara un papel central. Finalmente, las observaciones deA. Thom y A. S. Thom sobre la disposicin de los monu-mentos megalticos en el sur de Inglaterra y en Escocia apor-taran la prueba de que dichas construcciones aplican losPythagorean Triangles, es decir, tringulos rectngulos cu-yos lados son mltiplos enteros de una sola y misma unidadde medida.A partir de este conjunto de estudios B. L. Van der Waer-

    den se considera autorizado a proponer la siguiente hipte-sis: existi una ciencia matemtica en la poca neoltica,entre el 3000 y el 2000 a. C., en Europa central; la misma sepropag por Gran Bretaa, Prximo Oriente, India y China.Es necesario decir que la mayor parte de los especialistashan acogido esta elaboracin -que quiz tena, a los ojosde su autor, la doble ventaja de atribuir a nuestros lejanosantepasados europeos la invencin de las matemticas y devincular dicho descubrimiento a fines rituales- con el ma-yor de los escepticismos, al parecerles las bases sobre las que

  • 22 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

    descansa de lo ms frgil? W. R. Knorr, en particular, ha pre-sentado una crtica precisa y densa.{No tengo capacidad para intervenir en esta discusin. Slo

    subrayara un punto que me concierne. B. L. Van der Waer-den hace notar que tambin los griegos tuvieron algn cono-

    , '

    cimiento de dicha ciencia neolti~a, pero afiade que latransformaron completamente creando una ciencia deducti-va fundada en definiciones, postulados y axiomas. Me pa-reca que precisamente esta completa transformacin, para'ser explicable, debera situarse en el contexto intelectual delque he intentado analizar los rasgos principales, sefialandosu relacin con las formas de pensamiento y de vida socialesque caracterizan la Polis griega.

    Julio de 1987.J.-P. VERNANT

    INTRODUCCION

    Desde el desciframiento de la escritura lineal B micnica, .la data de los primeros textos griegos de que disponemos haretrocedido medio milenio. Esta profundizacin de la pers-

    . pectiva cronolgica modifica todo el cuadro dentro del cualse sita el problema. de los orgenes del pensamiento helni-co. El mundo griego ms antiguo, tal como lo podemos evo-car -a-travs de las tablillas micnicas, se halla emparentado,en muchos de sus rasgos, con los reinos co'ntemporneos delCercano Oriente ..Un mismo tipo de organizacin social, ungnero de vida anlogo, una humanidad similar, se revelanen los escritos en lineal B de Cnosos, Pilos o Micenas y enlos archivos en cuneiforme encontrados en Ugarit, en Ala-lakh, en Mari o en la Hattusa hitita. Por el cpntrario, cuan-d~. se encara la lectura de Hornero el cuagro caJJ;1bia:es otrasociedad, un mundo humano diferente el que se descubre enla Ilada, como si desde la edad homrica los griegos no pu-d~.eran{ya comprender exactamente el rostro de la civilizacinmicnica a..la cual se vinculaban y que, por intermedio de losaedos, crean hacer resurgir del pasado.

  • 24 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO INTRODUCCIN 25

    Tenemos que tratar de comprender, de situar con exactitudeste corte en la historia del hombre griego. La religin y lamitologa de la Grecia clsica hunden sus races muy directa-mente, segn lo ha demostrado en particular M. P. Nilsson,len el pasado micnico. Pero en otros dominios se evidenciauna profunda ruptura. ~!l~Q~~~,igI~_)(-!I ~~t~s ct.~_,I1~~s-tra era el podero micnico se quiebra bajo el avance de las

    "0' _~._ ._0- M' ,._ . '-""'''_'_'''_ .- _, . "_ ..00. _" \.,"",-

    tribus dricas que irrumpen en la Grecia continental, no esuna simple dinasta lo que sucumbe en el incendio que devo-ra sucesivamente a Pilos y Micenas, sino que es un tipo demonarqua lo que se destruye para siempre; es toda una for-ma de vida social, que tena como centro al palacio, lo quequeda definitivamente abolido; es un personaje, el Rey divi-no, lo que desaparece del horizonte griego. El hundimieq.todel sistema micnico desborda ampliamente, en sus conse-cuencias, el dominio de la historia poltica y social. Repercu-te sobre el hombre griego mismo; modifica su universo espi-ritual, transforma algunas de sus actitudes psicolgicas. Lades,aparicin del Rey pudo des.~_entonces pn~p~rar, al trmi:no del largo y sombroyerod

  • l-

    CAPTUW 1EL CUADRO HISTORICO

    En los albores del segundo milenio, el Mediterrneo nosmarca todava, a una y otra orilla, una factura entre Orientey Occidente. El mundo egeo y la pennsula griega se relacio-nan sin discontinuidad ni tnica ni cultural: por un lado, conla planicie Anatolia, a travs del collar de perlas de las Ci-cladas y las Espradas, y, por el otro, a travs de Roctas, Cili-cia, Chipre y la costa norte de Siria, con la Mesopotamia yel Irn. Cuando Creta se separa del cicldico, en el cual ha-ban predominado las relaciones con Anatolia, y construyeen Festo, Malia y Cnosos su primera civilizacin palatina(2000-1700),queda orientada hacia los grandes reinos del Cer-cano Oriente. Entre los palacios cretenses y los que recientesexcavacioneshan descubierto en A1a1akh,en el bucle del Oron-tes y en Mari, sobre la ruta de caravanas que une la Mesopo-tamia con el mar, las semejanz"ashan parecido tan impresio-nantes que se ha podido ver en ellas la obra de una mismaescuela de arquitectos, pintores y fresquistas.1 Por la costa si-

    1. CL LEONARDWOOLLEY. A forgotten Kingdom, Londres, 1953, y AN-DR PARROr, Mission archologique de Mari, II, Pars, 1958.

  • 28 WS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO EL CUADRO HISTRICO 29

    ria los cretensesentraban igualmente en contacto con el Egiptodel Nuevo Imperio, cuya influencia sobre ellos, aun sin sertan decisiva como se poda suponer en la poca de Evans,est, sin embargo, bien testimoniada.Entre los aos 2000 y 1900a. C. irrumpe en la Grecia con-

    tinental una poblacin nueva. Sus casas, sus sepulturas, sus'hachas de guerra, sus armas de bronce, sus tiles, su cermi-ca -esas vasijas grises minianas, tan caractersticas- sonotros tantos rasgos que caracterizan la ruptura con los hom-bres y la civilizacin de la edad anterior, la heldica antigua.Los invasores, los minios, forman la vanguardia de las tribusque en oleadas sucesivas vendrn a fijarse en la Hlade, se.instalarn en las islas, colonizarn el litoral de Asia Menor,crecern en direccin al Mediterrneo occidental y hacia elMar Negro y llegarn a constituir el mundo griego tal comolo conocemos en la edad histrica. Hayan descendido de losBalcanes o llegado de las estepas de la Rusia meridional, esosantepasados del hombre griego pertenecen a pueblos indoeu-ropeos, ya diferenciados por su idioma y que hablan un dia-lecto griego arcaico. Su aparicin en las playas del Medite-rrneo no constituye un fenmeno aislado. Un empujeparalelo se manifiesta por la misma poca al otro lado delmar, con la llegada de los hititas indoeuropeos al Asia Me-nor y su expansin a travs de la planicie anatolia. Sobre ellitoral, en Trade, la continuidad cultural y tnica que se ha-ba conservado durante cerca de un milenio, desde la TroyaI hasta la Troya V (comienzo de Troya 1: entre 3000 y 2600),se ha roto sbitamente. El pueblo que edifica la Troya VI(1900), ciudad principesca, ms rica y poderosa que nunca,es pariente prximo de los minios de Grecia. Elabora la mis-ma cermica gris, torneada y cocida en hornos cerrados, quese difunde por la Grecia continental, las islas jonias, Tesaliay Calcdica.

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    Otro rasgo de civilizacin subraya las afinidades de ambospueblos sobre las dos riberas del Mediterrneo. El caballo apa-rece en Troya con los hombres de la Troya VI. Rica en caba-llos es todava, en el estilo formulista que Hornero recogede una antiqusima tradicin oral, el epteto que recuerda laopulencia del pas drdano. La reputacin de los caballos deTroya, como la de sus tejidos, no fue sin duda extraa al in-ters que llevaba a los aqueos a aquella regin, incluso antesde la expedicin guerrera que, al destruir la ciudad del Pra-mo (Troya VII a), sirvi de punto de partida para la leyendapica. Como los minios de Trade, los de Grecia conocantambin el caballo: deban haber practicado su domesticacinen las estepas en que se haban detenido antes de su llegadaa Grecia. La prehistoria del dios Poseidn muestra que, an-tes de reinar sobre el mar, un Poseidn equino (Hippos o Hip-pios) asociaba en el espritu de los primeros helenos, comoocurra tambin con otros pueblos indoeuropeos, el tema delcaballo a todo un complejo mtico: caballo-elemento lqui-do; caballo-aguas subterrneas, ~undo infernal, fecundidad;caballo-viento, huracn, nu~e, tempestad ...2

    El lugar, la importancia, el prestigio del caballo en una so~ciedad, dependen en gran medida de su utilizacin para fi-nes militares. Los primeros documentos griegos que nos ilus-tran a este respecto datan del siglo XVI: en estelas funerariasdescubiertas en el crculo de tumbas en fosas de Micenas(1580-1500),escenas de batalla o de carrera representan a unguerrero de pie en su carro, que llevan al galope dos caba-llos. En esta poca hace ya mucho tiempo que los minios,estrechamente mezclados con la poblacin local de origenasitico, estn establecidos en la Grecia continental, donde

    2. CL F. SCHACHERMEYER. Poseidon und die Entstehung des Griechis-chen Gotterglaubens, Berna, 1948.

  • 30 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO EL CUADRO HISTRICO 31

    la vida urbana ha comenzado a desarrollarse al pie de las for-talezas que son residencia de los jefes. Han entrado en con-tacto con la Creta minoica, en pleno auge tras la renovacin.que siguiera a la reconstruccin de los palacios destrui~os porprimera vezhacia 1700.Creta les ha revelado un modo de viday de pensamiento enteramente nuevo para ellos. Se ha inicia-do ya esa cretizacin progresiva del mundo micnico que cul-minar, despus de 1450, en una civilizacin palatina comna las islas y a la Grecia continental. Pero el carro de guerra,el carro ligero tirado por dos caballos, no podra ser un aportecretense. En la isla el caballo no aparece antes del Minoicoreciente 1 (1580-1450). Si ha habido prstamo, los minoicosseran ms bien los deudores en este terreno. Por el contra-rio, los carros acusan todava las analogas entre el mundomicnico o aqueo, en vas de edificarse, y el reino de los hiti-tas, que adopta hacia el siglo XVI esta tctica de combate, to-mndola de sus vecinos del este, los hurritas de Mitanni, po-blacin no indoeuropea, pero que reconoca la soberana deuna dinasta indoirania. A los pueblos familiarizados ya conla cra del caballo, la carretera hubo de plantearles nuevosproblemas de seleccin y adiestramiento. Un eco de esto seencuentra en el tratado de hipologa redactado por un talKikkuli, del pas de Mitanni, y que fue traducido al hitita.En las relaciones que se establecieron a principios del si-glo XIV entre los hititas y los que ellos llaman los achaiwoi(los aqueos o micenios), tuvieron parte las preocupacionesde orden ecuestre. Los archivos reales hititas de Hatussa,entre otras naciones de la Ahhiyawa (la Acaya), consignanla residencia de prncipes aqueos, entre ellos Tawagalawas(Etoc1es?), llegados a la corte para perfeccionarse all enla conduccin del carro. Habr que relacionar con el nom-bre del rey hitita Mursilis el del auriga de Enomao, Mirti-lo? De ste se conoce el papel que represent en la leyenda

    de Plope, antepasado de la dinasta de los atridas, reyes deMicenas.

    Enomao, reina de Pisa, en la lida. Tiene una hija, Hipodamia .Quien quiera casarse con ella, tendr que ganrsela a su padre enuna carrera de caballos. La derrota significar la muerte. Se han pre-sentado muchos pretendientes. Todos ellos han sido derrotados porel rey, cuyos caballos son invencibles, y sus cabezas decoran los mu-ros del palacio. Con la ayuda de Hipodamia, Plope soborna a Mir-tilo, el auriga del rey, y obtiene su complicidad: el carro de Eno-mao, cuyo eje ha sido estropeado, se rompe en plena carrera. Plopetriunfa as en la prueba del carro, y, en una sola victoria, gana ala doncella domadora de caballos y alcanza la soberana real. Encuanto a Mirtilo, auriga demasiado hbil y demasiado emprende-dor, Plope se desembarazar de l en el momento oportuno. Losdioses lo convertirn en la constelacin del Auriga, que brilla en elcielo nocturno.Este relato de habilitacin para la realeza coloca la prueba del ca-

    rro bajo el patrocinio de Poseidn, el antiguo dios-caballo, que apa-rece, en esta fase de la civilizacin micnica, no ya en su aspectopastoril, sino como un seor del carro, guerrero y aristocrtico. Enefecto, es el altar de Poseidn en Corinto (un Poseidn Hippios yDamaios), el que, elegido para sealar el trmino de la carrera, con-sagra al vencedor a su llegada. Por otra parte, Plope est estrecha-mente asociado en su leyendl a Poseidn. El joven, despus de laprueba de iniciacin en que muere despedazado y cocido en el cal-dero de su padre, renace e inmediatamente es raptado por Posei-dn. El dios hace de l su copero, segn una prctica cuyo ar-casmo se ha conservado en las sociedades guerreras de Creta y queEstrabn nos la da a conocer, tomndola de foro:3 El rapto estsometido a un protocolo riguroso, con regalos ofrecidos por el rap-tor, cuya vida va a compartir el adolescente durante un retiro de dos

    3. ESTRABN,X, 483, e; ef. LOUIS GERNET, Droit et prdroit en Greeancienne, L' Anne Sociologique, 1951, pp. 389 Y ss.

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    meses. En el momento de su liberacin el joven recibe un conjuntode obsequios reglamentarios: su equipo blico, un buey y una copa.A Plope le ofrece Poseidn tambin el regalo que simboliza los po-deres que adquiri en su trato con el dios: un carro.

    La tcnica del carro, que exige un aprendizaje difcil, de-'bi reforzar la especializacin de la funcin guerrera, rasgocaracterstico de la organizacin social y de la mentalidad delos pueblos indoeuropeos. Por otra parte, la necesidad de dis-poner de una reserva numerosa de carros a fin de concen-trarIos en el campo de batalla, supone un Estado centraliza-do, suficientemente extendido y poderoso, en que los aurigas,cualesquiera que sean sus privilegios, estn sometidos a unaautoridad nica.Tal debi ser, en efecto, la fuerza militar del reino micni-

    co que, desde 1450 -lo sabemos desde el desciframiento dela escritura lineal B- pudo dominar Creta, establecerse en elpalacio de Cnosos y ocuparIo hasta su destruccin final,el incendio de 1400, provocado tal vez por una sublevacinindgena. La expansin micnica, que se prolong desde elsiglo XIV hasta el siglo XII, lleva a los aqueos a apoderarse,en el Mediterrneo oriental, de las paradas de postas de 'loscretenses, a quienes en mayor o menor medida reemplazanpor todas partes, con ciertos desplazamientos en el tiemposegn los lugares. Desde la aurora del siglo XIV colonizan aRodas. Tal vez haya que situar en esta isla, al abrigo de losataques del continente, el reino de Ahhiyawa, cuyo monarcaes tratado por el rey hitita con las consideraciones debidasa un igual. Desde Rodas el rey de Acaya poda controlar losdistintos puntos de la costa anatlica en que sus hombres sehaban establecido y haban fundado colonias. La presenciaaquea est testimoniada en Mileto (la Milawunda o Milawa-ta hitita), en Colofn, en Claros, ms al norte de Lesbos,

    en Trade sobre todo, con la cual las relaciones fueron es-trechas y, por ltimo, sobre la costa meridional, en Ciliciay en Panfilia. Tambin a principios del siglo XIV los mice-nios se instalan por la fuerza en Chipre y construyen en En-komi una fortaleza semejante a las de Arglida. De all pa-san a la costa de Siria, va de trnsito hacia la Mesopotamiay hacia Egipto. En Ugarit, que hace comercio de cobre conChipre, una colonia cretense, en el siglo xv influy en la cul-tura y hasta en la arquitectura de la ciudad. En el siglo si-guiente cede el puesto a una poblacin micnica suficiente-mente bien equipada como para ocupar un barrio de laciudad. En la misma poca, Alalakh, a orillas del Orontes,puerto del ufrates y de la Mesopotamia, pasa a ser un cen-tro aqueo importante. Ms al sur, los aqueos penetran hastaFenicia, en Biblos, y Palestina. En toda esta regin se elabo-ra una civilizaCincomn chipromicnica, en que los elemen-tos minoicos, micnicos y asiticos se funden ntimamente,y que dispone de una escritura derivada, como el silabariomicnico, de la lineal A. Egipto, que haba sostenido, espe-cialmente a lo largo del siglo xv, un comercio ininterrumpi-do con los cretenses, se abre a los micenios, a quienes acogelibremente entre 1400y 1340.All tambin los keftiou, los cre-tenses, son poco a poco eliminados en beneficio de sus riva-les; Creta ya no desempea, como en el perodo anterior, elpapel de intermediario entre Egipto y el continente griego.Tal vez hay una colonia micnica en EI-Amarna cuando Ame-notep IV, conocido por el nombre de Akhenatn, se estable-ce all entre 1380 y 1350, abandonando la antigua capital deTebas.

    As pues, en todas las regiones adonde los ha conducidosu espritu aventurero, los miceniosaparecen estrechamenteasociados a las grandes civilizaciones del Mediterrneo orien-tal, integradas en ese mundo del Cercano Oriente que, pese

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    34 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

    a su diversidad, constituye un conjunto por la amplitud desus contactos, intercambios y comunicaciones.

    BIBLIOGRAFA

    V. GORDON CHILDE, The dawn 01 european civilization, 6.a ed., Londres,1957; H. L. LORIMER, Homer and the monuments, Londres, 1950; A. SE-VERYNS,Grece et Proche-Orient avant Homere, Bruselas, 1960; STERLINGDow,

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    - 37bargo, an las ms opuestas interpretaciones concuerdan enalgunos puntos que quisiramos destacar y que se pueden con-siderar suficientemente establecidos en el estado actual denuestras fuentes.

    La vida social aparece centrada en torno del palacio, cuyafuncin es religiosa, poltica, mil~tar, administrati~a y eco-~mica la vez. En este sistema de economa que se denomi-na palatina, el rey concentra y rene en su persona todos loseleme.ntos del pode~, todos los aspectos de la soberana. Porintermedio de sus escribas, que constituyen una clase profe-sional enraizada en la tradicin, merced a una jerarqua com-pleja de dignatarios de palacio y de inspectores reales, el reycontrola y reglamenta minuciosamente todos los sectores dela vida econmica, todos los dominios de la actividad social.

    Los escribas contabilizan en sus archivos lo concerniente al gana-do y a la agricultura, la tenencia de las tierras, evaluadas en medi-das de cereales (monto de los tributos o raciones de semillas) -losdistintos oficios especializados, con las asignaciones de materias pri-mas y los encargos de productos elaborados-, la mano de obra,disponible u ocupada -los esclavos, hombres, mujeres y nios, losde los particulares y los del rey-, las contribuciones de toda ndoleimpuestas por el palacio a los individuos y a las colectividades, losbienes ya entregados, los que quedan por percibir -las levasde hom-bres en ciertas poblaciones, a fin de equipar de remeras los navosreales-, la composicin, los comandos, el movimiento de las uni-dades militares, los sacrificios a los dioses, las tasas previstas paralas ofrendas, etc.

    En una economa de esta clase no parece haber lugar parael comercio privado. Si existen trminos que significan ad-quirir o ceder, no se encuentra testimonio de forma algunade pago en oro o en plata o de una equivalencia establecidaentre mercancas y metales preciosos. Aparentemente, la ad-ministracin real reglamentaba la distribucin y el intercam-

    bio, as como la produccin de los bienes. Por intermedio delIpalacio, que, en el centro de la red ejerce el control del doblecircuito de prestaciones y pagos, circulan y se intercambianlos productos, los trabajos, los servicios, igualmente codifi-cados y contabilizados, ligando entre s los distintos elemen-tos del pas.

    Este rgimen se ha podido denominar monarqua burocr-tica. El trmino, que tiene resonancias demasiado modernas,subraya uno de los aspectos del sistema, pues su lgica lo lle-va a un control cada vez ms riguroso, cada vez ms amplio,hasta detalles que hoy nos parecen insignificantes. Se lo debecomparar con los grandes Estados fluviales del CercanoOriente, cuya organizacin parece responder, en parte al me-nos, a la necesidad de coordinar en una vasta escala de tra-bajos de desecamiento, irrigacin y conservacin de canalesindispensables para la vida agrcola. Los reinos micnicostuvieron que resolver problemas anlogos? Efectivamente, eldesecamiento del lago Copas se emprendi en la poca mi-cnica. Pero, qu ocurri con las planicies de Arglida, Me-senia y Atica? No parece que las necesidades tcnicas del apro-vechamiento del suelo segn un plan de conjunto hayanpodido suscitar o favorecer en Grecia una centralizacin admi-nistrativa avanzada. La economa rural de la Grecia antiguaaparece dispersada en la escala de la aldea; la coordinacinde los trabajos no va ms all del grupo de los vecinos.

    No slo en el dominio de la agricultura se distingue el mun-do micnico de las civilizaciones fluviales del Cercano Oriente.Aun reconociendo la funcin del palacio como eje de la vidasocial, L. R. Palmer ha sealado claramente los rasgos quevinculan a la sociedad micnica con el mundo indoeuropeo.La analoga es impresionante sobre todo con los hititas, quie-nes, aun orientalizndose, han conservado ciertas institucio-nes caractersticas ligadas a su organizacin militar. Alrede-

  • 38 ' LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO LA MONARQUA MICNICA 39

    dar del rey, la gran familia hitita agrupa los personajes msprximos al soberano. Son dignatario s del palacio, cuyos t-tulos destacan sus elevadasJunciones administrativas pero queejercen tambin comandos militares. Junto con los comba-tientes que estn bajo sus rdenes, forman el pankus, asam-blea que representa a la comunidad hitita, es decir que agru-pa el conjunto de los guerreros con exclusin del resto delpueblo,'segn el esquema que contrapone, en las sociedadesindoeuropeas, el guerrero al hombre de la aldea, pastor o agri-cultor. En esta nobleza guerrera, constituida en clase separa-da y, por lo menos en lo que a los ms grandes concierne,alimentada en sus feudos por paisanos afincado s en las tie-rras, se reclutan los aurigas, fuerza principal del ejrcito hiti-ta. La institucin del pankus puede haber dispuesto, en suorigen, de poderes amplios: la monarqua habra comenza-do por ser electiva; posteriormente, a fin de evitar, las crisisde sucesin, se habra sustrado a la asamblea de los guerre-ros la ratificacin del nuevo rey; finalmente, el pankus, delque se habla por ltima vez en una proclama del rey Telepinode fines del siglo XVI, habra cado en desuso; la monarquahitita se habra aproximado as al modelo de las monarquasabsolutas orientales, apoyndose menos en una clase de no-bles cuyos servicios militares fundaban sus prerrogativas po-lticas, que en una jerarqua de administradores directamen-te dependientes de] rey.!

    El ejemplo, hitita ha sido invocado por los eruditos que opo-nen a la interpretacin burocrtica de la monarqua mic-nica un esquema de rasgos feudales. En realidad, ambasexpresiones parecen ser igualmente inadecuadas y, en su mis-ma oposicin, anacrnicas. En efecto, en todos los peldaosde la administracin palatina hay un vnculo personal de su-

    1. Cf. O. R. GORNEY, The Hittites. Londres, 1952.

    misin que une a los distintos dignatario s del palacio con elrey: stos no son funcionarios al servicio del Estado sino ser-vidores del rey, encargados de manifestar, dondequiera quesu confianza los haya colocado, aquel poder absoluto, de man-do que se encarna en el monarca. Se comprueba tambin, den-tro del cuadro de la econom,a palatina, junto a una divisina menudo muy detallada de las tareas y a una especializa-cin funcional con una verdadera catarata de vigilantes y su-pervigilantes, cierta fluctuacin en las atribuciones adminis-

    trativas, que se superponen unas a otras, ejerciendo 'cad:J,representante del rey, por delegacin y en su propio nivel, unaautoridad cuyo principio cubre sin lmites todo el campo dela vida social.

    El problema no est, pues, en oponer el concepto de mo-narqua burocrtica al de monarqua feudal, sino en sealar,por detrs de los elementos comunes al conjunto de las so-ciedades de economa palatina, los rasgos que definen msprecisamente el caso micnico y que'tal vez expliquen por queste tipo de soberana no sobrevivi en Grecia a la cada delas dinastas aqueas.

    En esta perspectiva resulta frustfero el parangn ,con loshititas, porque destaca en todo su relieve las diferencias queseparan al mundo micnico de la civilizacin palatina de Cretaque le ha servido de modelo. El contraste entre esas dos mo-narquas se plasma en la arquitectura de sus palacios.2 Losde Creta, ddalos de habitaciones dispuestas en aparente de-sorden en derredor de un patio central, estn edificados enel mismo plano que la tierra circundante, sobre la que se abrensin defensa por medio de amplias calles que terminan en el

    2. J. D. S. PENDLEBURY, A handbook, lo the Palace 01 Minos. Knososwith its dependencies, Londres, 1954; GEORGE E. j'v1YLONAS, Ancienl Myce-nae, Londres, 1957.

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    40 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

    palacio. La mansin micnica, con el megaron Yla sala deltrono en el centro, es una fortaleza rodeada de muros, unaguarida de jefes, que domina Yvigila el llano que se extiendea sus pies. Construida para resistir un asedio, esta fortalezaresguarda, junto a la residencia principesca y sus dependen-cias, las casas de los familiares del rey, jefes militares y dig-natarios palatinos. Su funcin militar parece, sobre todo,.de-fensiva: preserva el tesoro real, en el cual, junto con lasreservas normalmente controladas, acumuladas y repartidaspor el palacio dentro del cuadro de la economa del pas, seacumulan bienes preciosos de otra clase. Se trata de produc-tos de una industria suntuaria: sortijas, copas, trpodes, cal-deros, piezas de orfebrera, armas artsticamente trabajadas,lingotes de metal, tapices, telas bordadas. Smbolos de podere instrumentos de prestigio personal expresan en la riquezaun aspecto propiamente regio. Constituyen la materia de uncomercio generoso que desborda ampliamente las fronterasdel reino. Objeto de ddivas y contraddivas, sellan alianzasmatrimoniales y polticas, crean obligaciones de servicio, re-compensan a los vasallos, establecen, hasta en pases lejanos,vnculos de hospitalidad; son tambin objeto de competiciny de conflicto: como se los recibe de regalo, se los conquistatambin armas en mano; se organiza una expedicin guerre-ra o se destruye una ciudad para apoderarse del tesoro. Fi-nalmente, se prestan, ms que otras formas de riqueza, a unaapropiacin individual que podr perpetuarse ms all de lamuerte: colocadas alIado del cadver como pertenenciasdel difunto, lo seguirn a su tumba.3

    El testimonio de las tablillas nos permite precisar este es-

    3. CL la oposicin de los K/ema/a, bienes adquiridos por el individuo yde los cuales tiene l la libre disposicin -en particular su parte de botn-,y de los pa/roa, bienes adscriptos al grupo familiar, que son inalienables.

    quema de la corte y del palacio micnicos. En la cima de laorganizacin social, el rey lleva el ttulo de wa-na-ka, nax.Su autoridad' parece ejercerse en todos los niveles de la vidamilitar: es el palacio el que reglamenta los comandos de ar-mas, el equipamiento de los carros, las levas, la subordina-cin, composicin ymovimiento de las unidades. Pero la com-petencia del rey no queda limitada ni al dominio de la guerrani al de la economa. El nax gobierna tambin la vida reli-giosa: ordena con precisin su calendario, vela por la obser-

    ___ ..~_ u, ~ -~. ---..+ .. _yancia del ritual y la celebracin de las fiestas en honor delos distintos dioses. Fija los sacrificios, las oblaciones vege-tales, las tasas de las ofrendas exigibles a cada cual segn sucategora. Cabe pensar que si el podero real se ejerce as entodos los dominios, ~s porque el soberano, como tal, se en-cuentra especialmente en relacin con el mundo religioso, aso-ciado a una clase sacerdotal que se presenta numerosa y po-tente.4 En apoyo de esta hiptesis, ntese que en Grecia seha perpetuado, hasta dentro del cuadro mismo de la ciudad,el recuerdo de una funcin religiosa de los reyes, y que eserecuerdo ha sobrevivido bajo una forma mtica, la del rey di-vino, mgico, seor del tiempo, dispensador de l fertilidad.A la leyenda cretense de Minos, que se somete cada nueveaos en la caverna del Ida a la prueba que tiene que renovar,mediante un contacto directo con Zeus, su poder real,5 res-ponde en Esparta la ordala que cada nueve aos imponenlos foros a sus dos reyes, escrutando el cielo en el secretode la noche, para leer en l si los soberanos no habrn come-tido tal vez alguna falta que los descalifique para el ejerciciode la funcin real. Pinsese tambin en el rey hitita, que aban-

    4. Cf. M. LEJEUNE, Prtres et pretesses dans les documents myceniens,en Hommage ir Georges Dumzil, Latomus, 45, pp. 129-139.

    5. Odisea, XIX, 179.

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    dona en plena campaa la conduccin de sus ejrcitos si susobligaciones religiosas le exigen retornar a la capital para rea-lizar en ella, en la fecha prefijada, los ritos a su cargo.

    AlIado del wa-na-ka, el segundo personaje del reino, el la-wa-ge-tas, representa al jefe del/as, propiamente el puebloen armas, el grupo de los guerreros. Los e-qe-ta, hepetai (cf.el homrico hetairOl), los compaeros que llevan como uni-forme un manto de modelo especial, son, como la gran fa-milia hitita, dignatario s del palacio que constituyen el squi-to del rey, al mismo tiempo que jefes puestos al frente de unaokha, de una unidad militar, u oficiales que aseguran las re-laciones de la corte con los comandos locales. Tal vez corres-pondan igualmente al /as los te-re-ta, te/esti, si se admitecon Palmer que se trata de hombres del servicio feudal, debarones feudales. Tres de ellos seran, segn una tablillade Pilas, personajes tan importantes como para poseer un t-menos, privilegio del wa-na-ka y della-wa-ge-tas.6 El tme-nos designa en la epopeya, en la cual es el nico de todos lostrminos del vocabulario micnico relativo a bienes races quese ha mantenido, una tierra, de labranto o vitcola, ofreci-da, con los campesinos que la ocupan, al rey, a los dioses oa algn personaje importante, en recompensa de sus servi-cios excepcionales o de sus hazaas blicas.

    La tenencia del suelo se presenta como un sistema comple-jo, que hace ms oscura an la ambigiiedad de muchas ex-presiones.7 La plena posesin de una tierra, as como su usu-

    6. La interpretacin de esta tablilla es discutida. Otros documentos pare-cen, por el contrario, asociar estrechamente los te-re-ta al damos. Se trata-ra, entonces, de campesinos sometidos a prestaciones.

    7. La complejidad del rgimen territorial se advierte en el vocabulario,sumamente diferenciado, muchos de cuyos trminos continan oscuros. Sediscute acerca del sentido de palabras como ka-ma, ko-to-no-o-ko, wo-wo,o-na-to. Este ltimo trmino designa una locacin, sin que se pueda preci-

    fructo, parece haber implicado, como contrapartida,servi-cios y prestaciones mltiples. Es a menudo difcil resolver siun trmino tiene una significacin puramente tcnica (tierrainculta, tierras privadas con propietarios, a diferencia de lastierras de labranto, tierra de mayor o menor dimensin), osi designa un ordenamiento social. Sin embargo, se perfilaclaramente una oposicin entre dos tipos de tenencia de lastierras que designan las dos formas diferentes que puede te-ner una ko-to-na, un lote o porcin de tierra. Las ki-ti-me-nako-to-na son tierras privadas con propietarios, a diferenciade las ke-ke-me-na ko-to-na, adscriptas al damos, tierras co-munales de los demas aldeanos, propiedades colectivas delgrupo rural, cultivadas segn el sistema del open-fie/d y quetal vez son objeto de una redistribucin peridica. Tambinsobre este punto L. R. Palmer ha sealado una semejanzasugestiva con el cdigo hitita, que distingue, asimismo, dosformas de tenencia del suelo. La del hombre del servicio feu-dal, el guerrero, depende directamente .delpalacio y retornaa ste cuando se interrumpe el servicio. 'Por el contrario, loshombres de las herramientas, esto es los artesanos, dispo-nen de una tierra llamada de la aldea que la colectividadrural les concede durante un tiempo y que recupera cuandoellos se van. B Recurdense tambin los hechos indios que danprueba de una estructura anloga. Al vai;ya,el agricultor (viC,

    sar en qu formas se la realizaba. Cabe pensar, por otra parte, que en loque concierne a la tierra comunal del damos, las tablillas no mencionanms que las enajenaciones que se han hecho de ella, a ttulo transitorio odefinitivo. Haba, finalmente, aparte del damos y de los esclavos, una po-blacin servil adscripta a la tieFra? No podramos. decirlo.8. Cf. la interpretacin, propuesta por PALMER, del trmino griego de-

    miurgs: no el que trabaja para el pblico, sino el que cultiva una tierrade la poblacin; contra cf. KENTAR MURAKAWA, Demiurgos, en Histo-ria, 6, 1957, pp. 385-415.

  • 44 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGOLA MONARQUA MICNICA 45

    cf. latn vicus, griego oikos, grupo de casas), es decir al hom-bre de la aldea, se opone el ksatrya, el guerrero (de ksatram:poder, posesin), el hombre de la posesin individual, comoel barn micnico es el hombre de la ki-ti-me-na ko-to-na,de la tierra de propiedad individual, en contraposicin a latierra comunal de la aldea. En consecuencia, las dos formasdiferentes de tenencia del suelo responderan en la sociedadmicnica, a una polaridad ms fundamental: frente al pala-cio, a la corte, a todos los que de l dependen, ya directa-mente, ya en cuanto a la tenencia de sus feudos, se entrevun mundo rural, organizado en villorrios con vida propia.Esos demos aldeanos disponen de una parte de las tierrasen las cuales se asientan; reglamentan, de conformidad conlas tradiciones y las jerarquas locales, los problemas que plan-tean, en su nivel, los trabajos agrcolas, las actividades pas-toril es y las relaciones de vecindad. Es en ese cuadro provin-cial donde aparece, inesperadamente, el personaje que llevael ttulo que normalmente hubisemos traducido por rey, elpa-si-re-u, el basilus homrico. No es precisamente el rey ensu palacio, sino un simple seor, dueo de un dominio ruraly vasallo del nax. Este vnculo de vasallaje, en un sistemade economa en que todo est contabilizado, reviste tambinla forma de una responsabilidad administrativa: vemos al ba-silus que vigila la distribucin de las asignaciones en broncedestinada a los herreros que, en su territorio, trabajan parael palacio. Y, naturalmente, l mismo contribuye, con otrosricos seores del lugar, segn una cuota debidamente fijada,a esos suministros de meta1.9 Junto al basilus, un Consejo

    9. La asimilacin del pa-si-re-u al basilus ha sido recientemente discuti-da. Segn PALMER, se tratara de un oficial provincial que controlaba losequipos de metalrgicos que trabajaban para el palacio. Cf. L. R. PALMER,Linear B texts of economic interest, Sert Philologica A~nipontana, 7-8,1961, pp. 1-12.

    de los Ancianos, la ke-ro-si-ja (gerousa), confirma esta rela-tiva autonoma de la comunidad aldeana. En esta asambleaintervienen, sin duda, los jefes de las casas ms poderosas. Lossimples villanos, hombres del damos en sentido propio, queproveen de peonaje al ejrcito y que, para adoptar la frmulahomrica, no cuentan ms en el consejo que en la guerra, son,en el mejor de los casos, espectadores, escuchan en silencioa los que tienen ttulo para hablar y no expresan sus senti-mientos ms que con un rumor de aprobacin o descontento.

    Otro personaje, el ko-re-te, asociado al basilus, aparececomo una suerte de prefecto de la aldea. Cabra preguntarsesi esta dualidad de direcciones en el nivel local no correspon-de a la que hemos comprobado en el cuadro del palacio: comoel nax, el basilus tendra prerrogativas principalmente reli-giosas (pinsese en los phy/obasilis de la Grecia dsica); elko-re-te, como ella-wa-ge-tas, ejercera una funcin militar.

    Habra que relacionar el trmino con koiros, tropa arma-da; tendra el sentido del kiranos homrico, casi sinnimode hegemon, pero que, asociado a basilus, parece indicar,si no una oposicin, por lo menos una popularidad, una di-ferencia de planos. Por lo dems, el llamado Klumenos, ko-re-te de la aldea de I-te-re-wa dependiente del palacio de Pi-los, figura en otra tablilla como comandante de una unidadmilitar; una tercera le da el calificativo de mo-ro-pa (moiro-pas), poseedor de una moira, de un lote de tierra. 10

    Por incompleta que sea nuestra informacin, parece posi-ble extraer de ella algunas conclusiones generales referentesa los rasgos caractersticos de las monarquas micnicas.

    10. MAIITN S. RUIPREZ, KO-RE.:rE et PO-RO-KO-RO.:rE-RE, Remar-ques sur I'organisation militaire mycrtienne, en tudes Mycniennes. Ac-tes du Coiloque international sur les textes mycniens, pp. 105-120; contra:J. TAILLARDAT,Notules rnycniennes. Mycnien Ke-re-te et homrique, enRevue des tudes grecques, 73, 1960, pp. 1-5.

  • 46 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO LA MONARQUA MICNICA 47

    l. Ante todo, su aspecto belicoso. El nax se apoya en unaaristocracia guerrera, los aurigas, sometidos a su autoridad,pero que constituyen, dentro del cuerpo social y de la org~-nizacin t1lilitar del reino, un grupo privilegiado, con S1,lor-ganizacin particular, su modo de vida propio.

    2. Las comunidades rurales no estn, respecto del palacio,en una dependencia tan absoluta que no puedan subsistir sinl. SuprirJ1idoel control real, el damos continuara trabajan- .do las mismas tierras con las mismas tcnicas. Como en elpasado, pero en un marco en adelante ya puramente aldea-no, tendra que alimentar a los reyes y a los ricos seores dellugar por medio de entregas, obsequios y prestaciones mso menos obligatorias.

    3. La organizacin del palacio, con su personal adminis-trativo, st.1Stcnicas de contabilidad y de control, su regla-mentaci{1estricta de la vida econmica y social, presenta uncarcter de imitacin. Todo el sistema reposa sobre el empleode la escritura y la constitucin de archivos. Son los escribascretenses, pasados al servicio de las dinastas micnicas, quie-nes, transformando la escritura lineal usada en el palacio deCnosos (lineal A) a fin de adaptarla al dialecto de los nuevosseores (lineal B), les han aportado los medios de implantaren la Grecia continental los mtodos administrativos propiosde la economa palatina. La extraordinaria fijeza del idio-ma de las tablillas a travs del tiempo (ms de 150 aos sepa-ran' las fechas de los documentos de Cnosos y de PilOS)llydel espacia (Cnosos, Pilas, Micenas,pero tambin Tirinto,Tebas,OrCmeno),muestra que se trata de una tradicin man-

    11. Si se acepta, en cuanto a los documentos de CNOSOS, la datacin deA. J. EVANS, Sobre la controversia que han planteado a este propsito L.R. PALMER YS. HooD, cf. J RAISON, Une controverse sur la chronologiecnossienne>, en Bull de l~ss. Guillaume Bud, 1961, pp. 305-319.

    tenida dentro de grupos estrictamente cerrados. A los reyesmicnicos, aquellos centros especializados de escribas creten-ses les suministraron, al mismo tiempo que las tcnicas, losesquemas para la administracin de sus palacios.

    Para los monarcas de Grecia, el sistema palatino represen-taba un notable instrumento de poder. paba la posibilidad 1"de establecer un control riguroso del Estado sobre un exten~so territorio. Absorba y les permita acumular toda la rique- .. za del pas y concentraba, bajo una direccin nica, recursosy fuerzas militares importantes. Posibilitaba tambin las gran-des aventuras en pases lejanos, para establecerse en tierrasnuevas o para ir' a buscar, allende los mares, el metal y losproductos que faltaban en el continente griego. Se advierteuna estrecha relacin entre el sistema de economa palatina,. la expansin micnica a travs del Mediterrneo y el desarro-llo en Grecia misma, junto a la vida agrcola, de una artesa-na ya muy especializada, organizada en gremios segn el mo-delo oriental.La invasin drica destruye todo este conjunto. Rompe, por

    muchos siglos, los vnculos de Grecia con Oriente para con-vertirse en una barrera. Aislado, replegado sobre s mismo,el continente griego retorna a una forma de economa pura-mente agrcola. El mundo homrico no conoce ya una divi-sin del trabajo comparable a la del mundo micnico ni elempleo en una escala tan vasta de la mano de ob'ra servil.Desconoce las mltiples corporaciones de hombres de lasherramientas, agrupadas en las cercanas del palacio o si-tuadas en las aldeas para ejecutar aH las rdenes reales. Alcaer el imperio micnico, el sistema palatino se derrumba porentero; jams volver a levantarse. El trmino nax desapa-rece del vocabulario propiamente poltico. Lo reemplaza, ensu empleo tcnico, para designar la funcin real, la palabra

  • 48 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGOLA MONARQUA MICNICA 49

    basilus, cuyo valor estrictamente local hemos visto y que,ms que a una persona nica que concentre en s todas lasformas del poder, designa, empleada en plural, una catego'-ra de grandes que se sitan, tanto unos como otros, en lacspide de la jerarqua social. Suprimido el reinado del arax,no se encuentran huellas ya de un control organizado por elrey, de un aparato administrativo, ni de una clase de escri-bas. La escritura misma desaparece, como arrastrada por el

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    .d~E!~p~ede los palacIos. gyando los gri~gosy~.el,,:~ a des-cuprirla, a fines del siglo IX, tomndola esta vez de los fenicios, no ser slo una escritura de otro tipo, fontica, sinoproducto de una civilizacin radicalmente distinta: no la especialidad de una clase de escribas, sino el elemento de unacultura comn. Su significacin social y psicolgica se habrtransformado -podramos decir invertido-: la escritura notendr ya por objeto la creacin de archivos para uso.d~ reyen el secreto de un palacio, sino que responder en adelantea una funcin de publicidad; va a permitir divulgar, colocarpor igual ante los ojos de todos, los diversos aspectos de lavida social y poltica.

    BIBLIOGRAFA

    JOHN CHADWICK,The decpherment 01 Linear B, Cambridge, 1958; tudesmycniennes, Actes du Colloque intemational sur les textes mycniens, Pa-rs, '1956; L. R. PALMER, Achaeans and Indo-europeans, Oxford, 1955; M.VENTRISy J. CHADWICK,Documents in mycenaean greek, Cambridge, 1956.

    Sobre las estructuras sociales y el rgimen territorial: W. E. BROWN,Landtenure in mycenaean Pylos, en Historia, 5, 1956, pp. 385-400; E. L.BENNETT,

  • CAPTULO IIILA CRISIS DE LA SOBERANIA

    La cada del podero micnico y la expansin de los doriosen el Pelopone~o, en Creta y hasta en Rodas, inauguran unanueva edad de la civilizacin griega. La metalurgia del hierro~ucede a la del bronce. La incineracin de los cadveres reem-plaza en al11pliamedida a la prctica de la inhumacin. Lacermica se transforma profundsimamente: abandona las es-cenas de vida animal y vegetal y adopta la decoracin geo-mtrica. Divisin neta de las partes de la vasija, reduccinde las formas a modelos claros y simples, obediencia a prin-.cipios de aridez y de rigor que excluyen los elementos msti-cos de tradicin egea: tales son los rasgos del nuevo estilo geo-mtrico. T. B. L. Webster llega a' hablar, incluso, a esterespecto, de una verd':ldera revolucin:! en ~ste arte despoja-do, reducido a lo. esencial, reconoce una actitud del esprituque, en su opinin, caracteriza por~guallas dems innova-ciones del mismo perodo: los hombres han tomado concien-cia ya de un pasado separado del presente, diferente de l (la

    1. T. B. 1. WEBSTER, From Mycenae lo Homer, Londres,..l958.

    //

  • 52 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGOLA CRISIS DE LA SOBERANA 53

    Edad del Bronce, edad de los hroes, contrasta con los tieIt;l-pos nuevos, vaciados en hierro); ~l mundo de los muertos seha alejado, se ha separado, del mundodelos vivos (la crema-cin ha roto el nexo del cadver con la tierra); se interponeuna distancia infranqueable entre los hombres y los dioses(la personalidad del Rey divino ha desapare~ido). As, en mu-chos terrenos, una delimitacin ms rigurosa de los distintosplanos de lo real prepara la obra de Hornero, de la poesa picaque, en el seno mismo de la religin, tiende a descartar elmisterio.

    En este captulo quisiramos destacar sobre todo el alcan-ce de las transformaciones sociales que ms directamente hanrepercutido sobre los esquemas del pensamiento. El primertestimonio de tales transformaciones es el de la lengua. DeMicenas a Hornero, el vocabulario de los ttulos, de los 'gra-dos, de las funciones civiles y militares, de la tenencia del sue-lo, desaparece casi por entero. Los pocos trminos que sub-sisten, como basilus o tmenos, no conservan ya, una vezdestruido el antiguo sistema, exactamente el mismo valor.Quiere ello decir que no hay entre el mundo micnico y elmundo homrico ninguna continuidad, ninguna comparacinposible? As se ha pretendido.2 Sin embargo, el cuadro de unpequeo reino como Itaca, con su basilus, su asamblea, susnobles turbulentos, su demos silencioso en segundo plano,prolonga y aclara, evidentemente, ciertos aspectos de la mQ-narqua micnica. Cierto es que son aspectos provinciales que'quedan al margen del palacio. Pero precisamente la desapa-ricin del nax parece haber djado subsistir en forma simul-tnea las dos fuerzas sociales con las cuales haba tenido quetransigir su poder: de una parte, las comunidades aldea-

    2. Cf. especialmente M. 1. FINLEY, Homer and Mycenae: Property andtenure, en Historia, 1957, pp. 138-159.

    nas y, de la otra, una aristocracia guerrera, cuyas familias msnobles conservan por igual, como privilegio del genos, cier-tos monopolios religiosos.! Entre esas fuerzas opuestas, quepone en libertad el hundiminto del sistema palatino y que enocasiones van a enfrentarse con violencia, la bsqueda de unequilibrio, de un acuerdo, har nacer, en un perodo de tur-bulencias, la reflexin moral y las especulaciones polticas quedefinirn una primera forma de sabidura humana,:o Estasopha aparece desde el alborear del siglo VII; va unida a unaplyade de personajes bastante extraos, a quienes aureolauna gloria casi legendaria y que Grecia no cesar de celebrarcomo sus primero's, como sus verdaderos Sabios. No tienepor objeto el universo de la physis sino el mundo de los hom-bres: qu elem,entos lo componen, qu fuerzas lo dividen ylo enfrentan consigo mismo, cmo armonizadas, unificadas,para que de su conflicto nazca el orden humano de la ciu-dad. Esta sabidura ser el fruto de una larga historia, difcily llena de altibajos, en la cual intervendrn factores mlti-ples, pero que, desde sus comienzos, se ha desviado de la con-cepcin micnica del $oberano para orientarse por otro ca-mino .. ~s problemas del poder, de sus fuerzas, de sus~omponentes, se han planteado de pronto en trminos nuevos.

    En efecto, no basta decir que a lo largo de ese perodo lamonarqua se ve despojada en Grecia de sus privilegios y que,aun all donde todava subsiste, cede de hecho el puesto a unestado aristocrtico; hay que agregar que esa bast7eiano eraya la monarqua micnica. El rey n~ slo ha cambiado denombre; ha cambiado tambin de naturaleza. Ni en Greciani en Jonia, adonde ha ido a establecerse una nueva ola decolonos que huan de la invasin drica, se encuentran hue-llas de un podero real del tipo micnico. Aun suponiendoque la Liga jnica del siglo VI prolongara en la forma de unagrupamiento de ciudades-estados independientes, una orga-

  • 54 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTQ GRIEGO LA CRISIS DE LA SOBERANA 55

    nizacn ms antigua en la cual los reyes locales reconocie-ran la soberana de una dinasta que reinaba en feso,3 setratara de una supremaca anloga a la que Agamenn ejer-ce en la Ilada sobre reyes que son sus pares y cuya depen-dencia se limita al mbito de una campaa hecha en comnbajo su direccin. Distinto es, evidentemente, el predominioque npone en todo momento, sobre todas las personas, lasactividades y las cosas, el nax micnico por intermedio delpalacio.

    En lo que se refiere a Atenas, nico punto de Grecia enque la continuidad con la poca micnica no se ha roto brus-camente, el testimonio de Aristteles, apoyado en la tradi-cin de los atidgrafos, nos presenta las etapas de l que po-dramos denominar el estallido de la soberana.4 Lapresencia, alIado del rey,del polemarca, corno jefe de lo.s.ejr-citos, separa ya del soberano la funcin militar. La~nstitu-cin del arcontado, que Aristteles sita en tiempos de loscodridas -es decir, en el momento en que se embarcan para ,Jonia los aqueos de Pilos y los del Peloponeso refugiados enel tica-, marca una ruptura ms decisiva. Es la nocin mis-ma de arkh:-de mando- la que se separa de la basleia,conquista su independencia y va a definir el dominio de unarealidad propiamente poltica./Elegidos al principio por diez(,aos, despus los arcontes sonrenovados cada ao. El siste-ma de la eleccin, aunque conserva o tras unta Ciertos rasgosde procedimiento religioso, implica una concepcin nueva delpoder: la arkh es delegada de ao en ao, en virtud de unadecisin humana, de una eleccin, que supone enfrentamientoy discusin. ;Esta delimitacin ms estricta del poder poltil'

    3. CL MICHAEL SAKELLARIOU,La migration. grecque en Ionie,' Atenas,1958. ,

    4. ARI~l'TELES,Constitucin de Atenas, III, 2-4; eL C!-iESfERG. S1ARR,

  • 56 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGOLA CRISIS DE LA SOBERANA 57

    dades humanas que se contraponen en la 'sociedad se hallanintegradas y unidas en la persona del soberano. Las leyendasde Atenas describen un proceso inverso: una crisis de suce-sin que, en lugar de arreglarse mediante la victoria de unode los pretendientes sobre los dems y la concentracin detoda la arkh en sus manos, lleva a una divisin de la sobera-na, al apropiarse cada uno de ellos exclusivamente de unode los aspectos del poder, dejando los dems a sus herma-nos. No se pone ya el acento en un personaje nico que do-min'la vida social"sino en una mutiplicidad de funcionesque, contraponindose unas a otras, necesitan de una distri-bucin y una delimitacin recprocas .

    A la muerte de Pandin, sus dos hijos se reparten la he-rencia paterna. Erecteo recibe la bas17ea;Butes, esposo de Cto-nia, hija de su hermano, toma la hierosyne: el sacerdocio. Labas17eia de Erecteo radica en el podero blico: Erecteo es uncombatiente, el inventor del carro, muerto en plena batalla.Esta primera divisin no basta para reglamentar el problema. dinstico. Erecteo deja, a su vez, tres hijos: Qucrope, Me-tin y Pndoro. A partir de los dos mayores, fundadores deestirpes rivales, el conflicto por el trono salta de generacinen generacin hasta Egeo, sin interrumpir, por lo dems, uncircuito regular de intercambios matrimoniales entre las dosramas familiares. Segn lo ha demostrado H Jeanmaire, lalucha de los quecrpidas y los meti nidas expresa la tensin,en el seno mismo de la bast7eia, de dos aspectos opuestos.7Si se sita este episodio en el conjunto del relato sucesorio,se comprueba que la crisis dinstica descubre cuatro princi-pios concurrentes en la soberana: un principio especficamen-te religioso, con Butes; un principio de fuerza guerrera, con

    7. H. JEANMAIRE, La naissance d'Athena et la royaut magique deZeus, en Revue archologique, 48, 1956, pp. 12-40.

    Erecteo, la lnea de los quecrpidas, Egeo (que dividir a suvez la arkh en cuatro, guardando para s todo el Kratos); unprincipio vinculado al suelo y a sus virtudes: Ctonia, Pndo-ro (a quien hay que relacionar con Pandora); un principio depoder mgico, personificado por la diosa Metis, esposa deZeus, y que interesa ms especialmente a las artes del fuego,puesta bajo la proteccin de Hefesto y de Atena, dioses dela metis, patronos de los artesanos. Se siente uno tentado derelacionar estos cuatro principios con las cuatro tribus jni-cas que pueden haber tenido -y los griegos se lo atribuye-ron explcitamente- valor funcional. 8

    .r Lo que el mito sugiere mediante el relato de un conflictoentre hermanos, la historia y la teora poltica lo expondrn,a su vez, en forma sistemtica, presentando el cuerpo socialcomo un compuesto integrado por elementos heterogneos,de partes -mirai o mre- separadas, de clases en funcio-nes que se excluyen recprocamente, pero cuya mezcla y fu-sin, sin embargo, debe realizarse.9

    Desaparecido el nax, que, por la virtud de un poder msque humano, unificaba y ordenaba los distintos elementos delreino, surgen nuevos problemas: cmo puede nacer el ordendel conflicto entre grupos rivales, del enfrentamiento de lasprerrogativas y de las funciones opuestas?; cmo puede unavida comn apoyarse en elementos dispares?; o -para adop-tar la frmula misma de los rficos-, cmo, en el plano

    8. Las cuatro tribus jonias llevan las deneminaciones siguientes: Hpe-les, Argades, Gelontes, Aigikoris, que H. JEANMAIRE interpreta respecti-vamente, como los artesanos, los agricultores, la clase real (con funcin reli-giosa) y los guerreros (Couroi et couretes, Lila, 1939). Contra cf. M. P.NILSSON, Cults, myths, orac/es and politic in ancient Greece, Lund, 1951,App. 1: The Ionian Phylae; cf. tambin G. DUMZIL, Mtiers et classesfonctionnelles chez divers peuples indo-europens, en Annales. Economies,Societs, civilisations, 1958, pp. 716-724.

    9. En particular, ARISTTELES, Pof{tica, II, 1261 a.

  • 58 LOS ORGENES DEL PENSAMIENID GRIEGOLA CRISIS DE LA SOBERANA 59

    social, puede surgir lo uno de lo mltiple y lo mltiple dejouno? 10

    Poder de conflicto-poder de unin, eris-ph/a: estas dos en-tidades divinas, opuestas y complementarias, sealan comolos dos polos de la vida social en el mundo aristocrtico quesucede a las antiguas monarquas.tLa exaltacin de los valo-res de lucha, de concurrencia, de rivalidad, se asocia al senti-miento de pertenencia a una sola y misma comunidad, a unaexigencia de unidad y de unificacin sociales.\El espritu deagn, que anima a los genes nobiliarios, se manifiesta en to-dos los terrenos. En la guerra, antes que nada: latcnica delcarro ha desaparecido, con todo lo que ella implicaba de cen-tralizacin poltica y administrativa; pero el caballo no ase-gura menos a su poseedor una calificacin guerrera excep-cional; los hippis, los hippobofes, definen una elite military, a la vez, una aristocracia terrateniente, ya que la imagendel caballero asocia el valor en el combate, el lustre delnaci-miento, la riqueza en bienes races y la participacin de dere-cho en la vida poltica. Despus, en el plano religioso: cadagenos se afirma dueo de ciertos ritos, poseedor de frmu-las, de relatos secretos, de smbolos divinos especialmente efi-caces, que le confieren poderes y ttulos de mando. Todo eldominio del prederecho, en fin, que gobierna las relaciones

    10. V. EHRENiJERGcomprueba que hay, en el ncleo de la concepcin grie"ga de la sociedad, una contradiccin fundamental: el Estado es uno y ho-mogneo; el grupo humano est formado de partes mtiples y heterogneas.Esta contradiccin se mantiene implcita, no formulada, porque los griegosno distinguieron claramente nunca entre estado y sociedad, entre plano po-ltico y plano social. De ah la dificultad, por no decir la confusin, de Aris-tteles cuando trata de la unidad y de la pluralidad de la polis (V. EHREN-BERG, The greek state, Oxford, 1960, p. 89). Vivida implcitamente en laprctica social, esta problemtica de lo uno y de lo mltiple, que se mani-fiesta igualmente en ciertas corrientes religiosas, se formular en todo su ri-,gor al nivel del pensamiento filosfico.

    entre familias, constituye en s una suerte de agn, un com-bate codificado y reglamentado, en el cual se enfrentan gru-pos, una prueba de fuerZa entre gene, comparable a la quedisputan los atletas en las carreras de los juegos. Y la polti-ca, a su vez, adopta tambin forma de agn: una justa orato-ria, un combate de argumentos, cuyo teatro es el gora, pla-z pblica lugar de reuniones, antes de ser un mercado.11 Losque se enfrentan con palabras, los que contraponen discur-sos; forman en esta sociedad jerarquizada un grupo de igua-Ts. Como Hesodo lo har notar, toda rivalidad, toda eris,~;:;'p~nerelaciones de igualdad: la concurrencia no puede darsejams si nO es entre iguales.1 Este espritu igualitario, en elseno mismo de una "concepcinagonstica de la vida social,es unOde los rasgos que caracterizan la mentalidad de la aris-tocr:;tcia guerrera de Grecia y contribuye a dar a la nocindel poder un nuevo contenido. La arkh no poda ser ya lapropiedad exclusiva de un individuo cualquiera; ,el Estado es,p-recisamente, el que se ha despojado de todo carcter priva-do, particular; el que, escapando a la incumbencia de los gene,aparece ya entonces como asunto de todos.Las expresiones que utiliza el griego en este respecto son

    notables: dir que ciertas deliberaciones, ciertas decisiones,deben ser planteadas es fo koil}n; que los antiguos privile-gios del rey, que la arkh misma, han sido puestos es fo me-son, en el medio, en el centro. El recurso de una imagen es-pacial para expresar la conciencia de un grupo humanoadquiere de s mismo, el sentimiento de su existencia comounidad poltica, no tiene simple vator comparativo. Refleja

    11. El trmino perpeta el recuerdo de la asamblea de los guerreros, dellaos reunido en formacin militar. Entre la antigua asamblea guerrera, laasamblea de los ciudadanos en los estados oligrquicos y la Ecclesia demo-crtica 'se advierte como una lnea continua.

    12. HESloDO, Los trabajos y los dfas, 25-26.

  • 60 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

    el advenimiento de un espacio social enteramente nuevo. Efec-.tivamente, las construcciones urbanas no estn agrupadascomo antiguamente en derredor de un palacio real, cercadode fortificaciones. La ciudad est ahora centrada en el go-ra, espacio" comn:~edede la hesta koin, espacio pblicoen el que se debaten los problemas de inters general. Es laciudad misma la que se rodea de murallas, para proteger ydelimitar en ~u totalidad el grupo humano que la constituye.All donde se alzaba la ciudadela real -residencia privada,privilegiada-, edifica ella templos, que abre al culto pbli-co. Sobre las ruinas del palacio, en esa Acrpolis que consa-grar en adelante a sus dioses, es la comunidad como tallaque se proyecta a s misma en el plano de lo sagrado, as como,en el plano profano, se realiza a s misma en la amplitud delgora. Este cuadro urbano define, de hecho, un espacio men-tal; descubre un nuevo horizonte espiritual. Desde que la ciu-dad se centr~ en la plaza pblica, es ya, en el pleno sentidodel trmino, una polis.

    CAPTULO IVEL. UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA POLIS

    La aparicin de la polis constituye, en la historia del pen-samiento griego, un acontecimiento decisivo. Sin duda, tan-to en el plano intelectual como en el terreno de las institucio-nes,slo al final llegar a sus ltimas consecuencias; la polisconocer mltiples etapas y formas variadas. Sin embargo,desde "su advenimiento, que se puede situar entre los siglosVIII y VII, marca un comienzo, una verdadera creacin; porella, la vida social y las relaciones entre los hombres adquie-ren una forma nueva, cuya originalidad sentirn plenamente!(),s'griegos.l.El sistema de la polis implica, ante todo, una extraordina-

    ria preeminencia de la palabra sobre t.odos los otros instru-'mentos del poder. Llega a serIa hramienta poltica por ex-

    '. "',

    celencia, la llave de toda autoridad en el Estado, el medio demando y de dominacin sobre los dems. Este poder de la

    1. CL V. EHRENBERG, When did the Polis rise?, en Journal 01Helle-nie studies, 57, 1937, pp. 147-159;Origins of democracy, en Historia, 1,1950, pp. 519-548.

  • 62 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA POLIS 63

    palabra -del cual los griegos harn una divinidad: Peitho,la fuerza de persuasin- recuerda la eficacia de las expre-siones y las frmulas en ciertos rituales religiosos o el valor,atribuido a los dichos del rey cuando soberanamente pro-nunCia la themis; sin embargo, en realidad se trata de algoenteramente distinto. La palabr~ po es ya el trmino ritual,la frmula justa, sino 'el debate contradictorio, la discusin,

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  • 64 LOS ORGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGOEL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA POLIS 65

    las otras sean igualmente sometidas a rendiciones de cuen-tas, udyna!.:-No se imponen ya por la fuerza de un presti-gio personal o religioso; tienen que demostrar su rectitud me-diante procedimientos de orden dialctico.

    La palabra constitua, dentro del cuadro de la ciudad, elinstrumento de la vida poltica; la escritura suministrar, enel plano propiamente intelectuate medio de:ua cultura co-mn y permitir una divulgacin completa de los conocimien-tos anteriormente reservados o prohibidos. Tomada de los fe-nicios y modificada para una transcripcin bs precisa delos fonemas griegos, la escritura podr cumplir cori"esta fun-cin de publicidad porque ha llegado a ser, casi con el mis-mo derecho que la lengua hablada, el bien comn de todoslos ciudadanos. Las inscripciones ms antiguas en alfabetogriego que conocemos muestran que, desde el siglo VIll, nose trata ya de un saber especializado, reservado a unos escri-bas, sino una tcnica de amplio uso, libremente difundida en

    el PblicoA!unto a la recitacin memorizada de textos deHornero o de Hesodo -que contina siendo tradicional-,la escritura constituir el elemento fundamental de lapaideiagriega:

    Se comprende as el alcance de una reivindicacin que sur-gi desde el nacimiento de la ciudad: la redaccin de las le-yes. Al escribirlas no se hace ms que asegurarles permanen-cia y fijeza; se las sustrae a la autoridad privada de los basilis,cuya funcin era la de decir el derecho; se transforman enbien comn, en regla general, susceptible de ser aplicada porigual a todos. En el mundo de Hesodo, anterior al rgimen

    2. JOHN FORSDYKE, Greece before Homer, Andent chronology andmythology, Londres, 1956, pp. 18 Y ss.; cL tambin las observaciones de CLPREAUX, Du linaire B crto-mycenien aux ostraca grecs d'Egypte, enChronique d'Egypte, 34, 1959, pp. 79-85.

    de la Ciudad, la dik actuaba todava en dos planos, comodividida entre el cielo y la tierra: para el pequeo cultivadorbeocio, la dik es, aqu abajo, una decisin de hecho que de-pende del arbitrio de los reyes, devoradores de dones; 'enel cielo es una divinidad soberana pero remota e inaccesible.Por el contrario, en virtud de la publicidad que le confierela escritura, la dik, sin dejar de aparecer como un valor ideal,podr encarnarse en un plano propiamente humano, realizn-dose en la ley, regla comn. a todos pero superior a todos,norma racional, sometida a discusin y modificable por de-creto pero que expresa un orden concebido como sagrado.Cuando los individuos, a su vez, deciden hacer pblico su

    saber mediante la escritura, sea en forma de libro, como losque Anaximandro y Fercides seran los primeros en haberescrito o como el que Herc1ito deposit en el templo de Ar-temisa en feso, sea en forma de parpegma, inscripcin mo-numental en piedra, anloga a las que la ciudad haca grabaren nombre de sus magistrados o de sus sacerdotes (los ciuda-danos particulares inscriban en ellas observaciones astron-micas o tablas cronolgicas), su ambicin no es la de dar aconocer a otros un descubrimiento o una opinin persona-les; quieren, al depositar su mensaje es lo meson, hacer del el bien comn de la ciudad, una norma susceptible, comola ley, de imponerse a todos.3 Una vez divulgada, su sabidu-ra adquiere una consistencia y una objetividad nuevas: seconstituye a s misma como verdad. No se trata ya de un se-creto religoso, reservado a unos cuantos elegidos, favoreci-dos por una gracia divina. Cierto es que la verdad del sabio,como el secreto religioso, es revelacin de lo esencial, descu-brimiento de una realidad superior que sobrepasa en muchoal comn de los hombres; pero al co