itinerario lector
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15 / 9 / 2014
Índice
Siempre vuelves, ¿Por qué?
¿Crees que eres menos de lo que eres?
Dos manos estrechadas y un abrazo de victoria…
Primero yo, después tú
¿Pueden existir padres tan distintos a sus hijos?
Cuando los niños ya no son tuyos
La misma historia de nuevo…
¡Llegué a él porque no tenía otra opción!
Dar la vida: sólo así se vive
Videos para ti…
¿En conclusión?
Referencias
¿Alguna vez te has insertado realmente en una obra? Probablemente sí, pero quizás no.
Algunas veces es necesaria una buena novela para enganchar con la lectura. Por esta razón,
hacemos las siguientes propuestas.
No te vamos a aburrir con largos discursos, al contrario, te haremos más fácil el camino.
Para comenzar esta edición, quisimos enfocarnos en algunas temáticas en particular.
En primer lugar, nos llamó la atención la cantidad de obras que hacen referencia a las
relaciones humanas, pero más específicamente a la amistad. Aún más específico: a la amistad
cuando se hace cuesta arriba. Es decir, la lealtad.
En estos textos se puede observar la intertextualidad a la que hace referencia Bajtín, “tanto
los enunciados como los textos son inherentemente intertextuales, puesto que están constituidos
por elementos de otros textos” (Bajtín en Marinkovich, 2000, s.p.).
En segundo lugar, se presentan las relaciones padres-hijos, que a veces parecen tan
complejas. Padres que no quieren dejar a sus hijos, y padres que los quieren dejar. Así es la vida, y
así son también las obras que aquí te presentamos. Pero para analizarlas se debe tener muy
presentes todas las obras de las que se hablarán, ya que para tener una buena competencia
literaria es necesaria la intertextualidad (Mendoza, 2008).
Por último, encontramos la valentía. Podemos observar historias prácticamente iguales,
pero de tiempos y lugares muy distintos. Por esa razón fueron elegidos, para que se evidencia lo
que sucede en la literatura infantil y juvenil. Como dice Bodoc, “cuando de LIJ se trata, es
frecuente la redundancia, en lo formal, en lo temático, en lo argumental; es frecuente la
preeminencia de la repetición por sobre la originalidad” (2012, p.141).
Lo que más se quiere recalcar es cómo se puede observar la intertextualidad y la repetición
en la literatura. No significa que exista una intención explícita, pero es algo interesante de analizar.
¡Bienvenido!
Siempre vuelves, ¿Por qué?
¿Es posible que dos obras significativamente distintas tengan un elemento tan notorio y
relevante, en común? Al parecer sí: a un lado de la cancha tenemos a Oliver Jeffers con “Perdido y
encontrado”, y al otro lado, a Joanne Kathleen Rowling con “Harry Potter y las reliquias de la
muerte”. Dos estilos literarios distintos, pero un elemento que los une. ¿Qué hay detrás de esto?
“Perdido y encontrado” narra la historia de cómo un niño encuentra un pingüino e intenta
devolverlo a su lugar de origen: en teoría, el Polo Sur. Finalmente comprende que el pequeño
pingüino no estaba perdido, si no que se sentía solo. (Jeffers, 2005).
Rowling por su parte, presenta el séptimo libro de su saga. En esta ocasión Harry, junto con
Ron y Hermione, deciden no asistir a la escuela (Hogwarts), ya que deben encontrar los
Horrocruxes que faltan para destruir a Voldemort. La travesía es larga y compleja, ya que
Dumbledore murió sin dejarles muchas pistas, salvo un libro para Hermione (“Los cuentos de
Beedle el Bardo”), un desiluminador para Ron y la snitch que Harry tomó en su primer partido de
quidditch. Finalmente, después de difíciles trances, peleas mágicas y muchos descubrimientos,
logran destruir a Voldemort. (Rowling, 2011)
A primera vista se podría decir que entre estas obras no hay una relación directa, lo que es
cierto. Se debe ir más hondo, hasta darse cuenta de que a ambas obras literarias las trasciende un
mismo elemento que podría pasar desapercibido: la lealtad.
Pero, ¿Qué relevancia tiene esto? Bodoc da la primera respuesta: “la literatura para niños y
jóvenes es uno de los ámbitos donde las sociedades tramitan los temas culturalmente relevantes o
neurálgicos” (2012, p.140).
En estas fantásticas obras literarias, la temática central no es la lealtad. Sin embargo, en
ambas se presenta de un modo evidente, en situaciones concretas, aunque no haya sido una
intención explícita del autor. Por ejemplo, en “Harry Potter y las reliquias de la muerte”, Hermione
le borra la memoria a sus padres muggles para acompañar a su mejor amigo (Rowling, 2011, p.90);
y por otra parte, en “Perdido y encontrado”, el niño que encuentra al pingüino hace todo por
ayudarlo, hasta llegar al Polo Sur.
Se puede ver cómo en dos obras tan distintas se muestra una temática, o más bien un
elemento, que dentro de la cultura es considerado relevante.
Por su parte, Mendoza reafirma esto al decir que una de las funciones de la Literatura
Infantil y Juvenil es “proyectar y mantener los valores, formas, estructuras y referentes de la
cultura” (2008, p.9). Al analizar estas obras, junto con lo escrito por estos autores, se puede decir
que la lealtad es uno de los valores que se quiere mantener en la cultura, a través de la Literatura
Infantil y Juvenil, aunque no se trabaje de manera explícita.
En el capítulo 15, “La venganza de los duendes”, de la novela de Rowling, se produce un
conflicto entre Ron y Harry, ya que el primero está preocupado por su familia y el guardapelo, que
es un horrocux, está haciendo surgir relaciones tensas entre el que lo lleva y los demás. Al final del
capítulo, Ron decide volver a la casa de sus padres, dejando a Harry y a Hermione solos (Rowling,
2011).
Sin embargo, después de muchos sucesos, Ron vuelve. Salva la vida de Harry y les cuenta
todo lo que le sucedió desde que se fue. Pero los más importante es que les dice que estuvo
deseando regresar desde que se marchó (Rowling, 2011).
Aunque de una manera diferente y significativamente más sencilla, en “Perdido y
encontrado”, Jeffers narra cómo el niño después de dejar al pingüino en el Polo Sur, se va. No
obstante, en un momento de la historia se da cuenta de su error: el pingüino no estaba perdido,
sino que estaba solo, por lo que decide volver a buscarlo. Se dirige lo más rápido posible al Sur y lo
busca perseverantemente. Finalmente se encuentran en medio del mar, justo cuando el niño
estaba regresando a casa, por no haberlo encontrado (Jeffers, 2005).
Se observan aquí dos sucesos que tienen más en común de lo que se podría pensar a
primera vista. En ambos, uno de los personajes abandona a los demás. Aunque el motivo de la
partida es totalmente distinto, los dos personajes vuelven o quieren volver tras su partida, ya que
se dan cuenta de su error. Tienen amigos que los necesitan y no los quieren dejar solos.
La literatura infantil y juvenil actual es así: se presenta una “nueva constelación de valores”
(Colomer, 1999, p.109), tratada de manera más compleja, con personajes con los cuales los niños y
jóvenes se puedan identificar realmente (Colomer, 1999). A través de la literatura se pueden
transmitir valores, ya que niños y jóvenes se compenetran de manera real con las acciones que los
personajes realizan.
Después de este diálogo entre dos obras de gran nivel, se ve cómo tienen más en común de
lo que se podría pensar. El valor de la lealtad se presenta en ambas de forma clara, a través de
acciones concretas de los personajes. Analizando estas acciones, junto con distintos estudios
realizados por distintas personas, se puede concluir que la literatura toma temas que son
relevantes para la cultura, para transmitirlos a niños y jóvenes.
Sin embargo, aún cabe preguntarse cuánto de esa transmisión cultural de valores se realiza
de forma intencionada por los distintos autores, y cuánto no. Se deja planteada esta interrogante
a los lectores, ya que generalmente se tiende a pensar que no existe una intención explícita detrás
de cada obra, lo que quizás no siempre es así.
¿Crees que eres menos de lo que eres?
“El maravilloso mago de Oz” es un cuento que escribió Frank Baum en 1900. Es una historia
apasionante, pero con un final que descoloca la primera vez que se lee; no es el final que se
espera. Sin embargo, la obra que se escogió no es la que escribió Baum, si no la adaptación de Eric
Shanower, junto con las ilustraciones de Skottie Young. Se trata de un cómic de los Clásicos
Ilustrados Marvel, pero de la editorial Panini de España, del año 2011.
“El mago de Oz” trata de una niña huérfana, Dorothy, que vive con sus tíos en Kansas. Un
día un tornado la envuelve a ella y a su perro Toto, y los traslada a un lugar totalmente
desconocido para ellos. Sin saber cómo volver, se encuentran con unos extraños personajes
llamados Munchkins y con la Bruja Buena del Norte, que les dice que se dirijan donde el mago de
Oz que vive en Ciudad Esmeralda. Además, les indica que deben ir siempre por las baldosas
amarillas. En el camino se encuentran con un espantapájaros que quería tener un cerebro, con un
hombre de hojalata que quería tener un corazón y un león que deseaba ser valiente. Todos
continuaron caminando con la esperanza de que el mago de Oz les daría lo que deseaban.
Cuando encuentran al mago de Oz, éste les dice que para cumplir sus deseos deben quitarle a la
bruja mala su escoba y traérsela. En el camino, Dorothy y Toto son capturados por monos
voladores y llevados al castillo de la bruja mala. Sin embargo, Toto logra escapar y les avisa a sus
amigos para que ayuden a Dorothy. Estos van y pelean valientemente. Pero de repente, la bruja
comienza a incendiar al espantapájaros, y Dorothy le tira un cubo de agua para salvarlo. Al hacerlo
le cae agua a la bruja, quien se comienza a derretir. Así se quedan con la escoba y se la llevan al
mago, que en realidad los había estafado, porque no era mago. Llevaba mucho tiempo en Oz y
había creado un globo aerostático con el que podrían irse él, Dorothy y Toto. Así lo hicieron, pero
Toto se cayó y Dorothy se tiró para salvarlo. Finalmente la bruja buena le dice que para volver
debe pensar que el mejor lugar es el hogar; al hacerlo despertó repentinamente en Kansas,
pensando que todo había sido un sueño. (Shanower, 2011).
Este es un cuento donde no esperaba encontrarme directamente con la temática de la
lealtad, pero fue un error. Por ejemplo, los tres amigos sin pensarlo mucho corren a salvar a
Dorothy de la bruja mala, aunque tengan miedo (Shanower, 2011).
Además, se observa cómo cada personaje con su forma de ser, ayuda a Dorothy a lograr su
objetivo, superando su temor (el león), su poca inteligencia (el espantapájaros) y su baja capacidad
para amar (el hombre de hojalata), cada vez que se les presentaron dificultades (Shanower, 2011).
Esta adaptación realizada por Eric Shanower y Skottie Young es verdaderamente atrayente,
ya que las ilustraciones captan inmediatamente la atención del lector, probablemente más al
público femenino. Además, la primera vez que se lee, deja a la persona impresionada por su final.
Por otra parte, al presentarse en forma de cómic, ayuda a los niños a insertarse más fácilmente en
la historia, ya que los enunciados de cada personaje van unidos a una expresión en el rostro,
gestos, movimientos, acciones, lo que hace más fácil seguir la historia fijándose en cada personaje.
Dos manos estrechadas y un abrazo de victoria…
“A continuación, Shmuel hizo algo que nunca había hecho: levantó la base de la alambrada
como hacía cuando Bruno le llevaba comida, pero aquella vez metió la mano por el hueco y la dejó
allí, esperando a que Bruno hiciera lo mismo, y entonces los dos niños se estrecharon la mano y se
sonrieron.
Era la primera vez que se tocaban” (Boyne, 2008, p.174).
Así termina el capítulo número 15 de la obra de Boyne, “El niño con el pijama de rayas”. Shmuel
perdona a Bruno, después de que éste había negado ser su amigo.
Al parecer en esta obra, y específicamente en este capítulo, se evidencia la complejidad de la
lealtad: tener la valentía de afirmar que se es amigo de alguien, frente a una situación difícil.
Bruno niega su amistad con Shmuel, pero vuelve arrepentido a pedirle perdón. ¿Y cuál es la
reacción del niño del pijama con rayas? Le tiende la mano para estrechársela, como signo de
perdón.
“Sin embargo, los patriotas lograron reagruparse y en las cercanías de Santiago lograron
vencer al ejército del Rey en la batalla de Maipú el 5 de abril de 1818. El "abrazo de Maipú" entre
José de San Martín y Bernardo O'Higgins luego de la victoria, constituye un hito que marca el
camino definitivo a la independencia nacional” (Memoria Chilena).
Años después, Pedro Subercaseaux retrató esta escena en un cuadro que lleva el mismo
nombre: “Abrazo de Maipú”.
Una novela y un cuadro. Dos manos estrechadas y un abrazo de victoria. Dos niños y dos
adultos. Sin embargo, ambos son dos gestos de unidad y cercanía. ¡Cuánto se puede manifestar
solo con un gesto!
Estas obras fueron seleccionadas ya que en ellas se puede ver cómo el ser humano es capaz
de demostrarle su lealtad y fidelidad a otro sin el uso del lenguaje verbal: ni oral ni escrito. A veces
se piensa que para pedir perdón o agradecer se necesitan las palabras, que son indispensables.
Pero probablemente todo ser humano ha sentido alguna vez que las palabras no bastan o sobran
para decir lo que sentimos, para darnos a entender. Este segmento de “El niño con el pijama de
rayas” y el cuadro de “El abrazo de Maipú” son un ejemplo de la importancia del lenguaje no
verbal.
Bajtín dice que “las diversas esferas de la actividad humana están todas relacionadas con el
uso de la lengua. Por eso está claro que el carácter y las formas de su uso son tan multiformes
como las esferas de la actividad humana” (1982—1993, p.248). Esto lleva directamente a la
responsabilidad de los docentes de otorgarles a sus alumnos las herramientas necesarias para que
sean capaces de comunicarse verbalmente acorde a cada situación, y de que puedan analizar el
uso del lenguaje en la literatura.
Pero por otro lado, como se señaló anteriormente, los profesores deben tomar ejemplos
como los anteriormente vistos (el cuadro y la novela), haciendo relaciones explícitas para enseñar
la importancia del lenguaje no verbal, a sus alumnos.
Hacer este tipo de actividades podría ayudar a los estudiantes a aprender a expresarse
gestualmente de mejor manera, comprendiendo la repercusión que puede llegar a tener el
lenguaje no verbal. Esto se debe a que “la comunicación es un sistema integrado que, como tal, debe
analizarse en su conjunto. Las palabras no representan la totalidad ni siquiera la mitad de un mensaje.
Detrás de las palabras está el cimiento sobre el cual se construyen las relaciones humanas: la
comunicación no verbal” (Gutiérrez, 2007).
Además, puede ser una oportunidad para generar en ellos el interés por fijarse más en el
significado que tiene un gesto en un momento determinado de una obra literaria, o de una
manifestación cultural de éste u otro tipo.
Primero yo, después tú
“-Prefiero abandonarlos antes de verlos morir en la casa –dijo a su triste mujer.” (Perrault)
“-No puedo volver a casa de mi madrastra –se dijo-. Todavía no he vendido toda mi
mercancía” (Andersen).
Se presentan aquí fragmentos de dos cuentos clásicos que probablemente muchos han
leído: “Pulgarcito” y “La vendedora de fósforos”.
“Pulgarcito” es la historia de unos padres que deben abandonar a sus siete hijos en el
bosque, ya que no los podían mantener. Sin embargo, Pulgarcito, el hijo menor, memorizó el
recorrido, por lo que pudieron llegar de vuelta, justo cuando al padre le habían pagado un dinero
que le debían. Pudieron vivir felices por poco tiempo, ya que el dinero se volvió a acabar y
debieron abandonar nuevamente a los niños en el bosque.
En el bosque encontraron una casa donde vivía un gigante que se los quería comer, pero una
mujer que vivía allí lo convenció de que los dejara para el día siguiente.
Los siete niños se quedaron en una cama muy grande, junto a otra cama donde dormían las siete
hijastras del ogro, que en vez de usar gorros para dormir, usaban coronitas de oro. A Pulgarcito se
le ocurrió que todos se pusieran las coronitas, para que cuando el ogro se despertara, se comiera
solo los gorros. Y así fue. El ogro se comió los gorros y los niños pudieron huir llevándose todo el
oro que el ogro se había robado. Así vivieron felices con sus padres para siempre.
“La vendedora de fósforos” trata de una niña que debe vender fósforos para Navidad,
mientras nieva y hace mucho frío, pero nadie le compra. No puede volver a casa de su madrastra,
hasta vender todo. Cuando la nieve comenzó a caer de manera más fuerte, la niña se refugió en un
portal y se atrevió a prender un fósforo para calentarse. Luego prendió otro, y vio un maravilloso
árbol de navidad. Cuando prendió el tercer fósforo, vio aparecer a su verdadera madre, quien la
tomó de la mano y la hizo subir por una escalera de nubes.
En la mañana encontraron a la pequeña vendedora como dormida bajo el portal: estaba en el
Cielo junto a su madre.
Charles Perrault vivió de 1628 a 1703. Christian Andersen, de 1805 a 1875. Son escritores de
épocas distintas, pero narran historias con una temática común, la relación de los padres con los
hijos. Aunque, como se verá más adelante, con matices relevantes.
Esto lleva a una frase de Mendoza que dice: “la materia literaria no se crea ni se destruye,
únicamente se transforma” (2008, p.8), aunque no sea una intención explícita de los autores.
Se ha estudiado que en la literatura hay “una constante presencia y reelaboración de
modelos y de convenciones” (Mendoza, 2003, p.18), lo que se evidencia en estas obras. Los
problemas económicos de los padres enmarcan estos dos cuentos clásicos. Pulgarcito con sus
hermanos son abandonados en el bosque, y la vendedora de fósforos no puede volver a su casa,
ya que su madrastra le exige vender todo. Los padres son capaces de dejar morir a sus hijos, para
ellos poder vivir.
Aunque parezca difícil reconocer, estos dos cuentos presentan intertextualidad, ya que
según Bajtín, “tanto los enunciados como los textos son inherentemente intertextuales, puesto
que están constituidos por elementos de otros textos” (Bajtín en Marinkovich, 2000, s.p.).
Vemos aquí una intertextualidad con respecto al tema tratado, pero a la vez, éste se
presenta de muy diversas maneras en cada cuento.
Los padres de Pulgarcito no querían dejar morir a sus hijos en el bosque, pero es la opción que
tomaron para sobrevivir, manteniéndose ellos dos con el trabajo del padre. En cambio, la
madrastra de la vendedora de fósforos es mencionada implícitamente como alguien que manda a
su hijastra a vender para ella poder sobrevivir, sin importarle mucho.
En fin, la intertextualidad ha sido un tema que se ha estudiado mucho en el último tiempo,
ya que la lectura efectiva de los textos dependen de la capacidad de los lectores para identificar
las relaciones existentes con otros textos; la intertextualidad es necesaria para lograr una buena
competencia literaria (Mendoza, 2008). Para ser capaz de ver intertextualidad entre “La
vendedora de fósforos” y “Pulgarcito”, se debe hilar fino, analizando situaciones concretas en cada
una de las obras, observando cómo en ambas se desarrolla una misma temática.
En este artículo no se ha analizado el por qué ambos autores tocan una temática como esta
en sus cuentos, que además son para niños. Esto nos llevaría a analizar, además de la
intertextualidad, la influencia que podría haber tenido la vida de ambos autores en sus escritos y el
por qué fueron escritos para niños y no para adultos.
¿Pueden existir padres tan distintos a sus hijos?
¿Pueden existir padres tan distintos a sus hijos? Según la novela de Roald Dahl, sí.
“Matilda”, escrito en 1988, es uno de los libros que generalmente se lee cuando se está en
el colegio. Sin embargo, no llama significativamente la atención, ya que principalmente se lee para
luego dar una prueba y obtener una buena calificación.
Al leerlo ahora, la aproximación a esta novela es distinta. Nos hace pensar, aun sabiendo
que es una exageración que hace el autor, si pueden existir padres que sean tan ajenos a sus hijos,
como lo son el señor y la señora Wormwood.
Matilda es la hija menor del señor y la señora Wormwood, a quienes les gusta ver televisión,
estafar a la gente en la venta de autos e ir al bingo. Matilda en cambio adora leer y descubre que
hace magia.
A los 5 años, la protagonista entra a la escuela Crunchem, donde conoce a la terrible
directora Trunchbull y a la querida profesora Honey, quien descubre sus altas capacidades.
La señorita Honey y Matilda se hacen muy amigas, y un día la profesora le cuenta su terrible
historia a la niña. Su madre murió primero y luego su padre, quedándose sola con su tía, quien la
trataba realmente mal. Luego decidió irse a vivir a una pequeña casa que le alquiló un granjero. Su
tía era la señora Trunchbull. Después de escuchar la historia, Matilda decide utilizar su magia para
hacer que la directora se vaya de la casa, lográndolo de manera exitosa.
Finalmente, los padres de Matilda se van a España, pero ella se queda con la señorita
Honey.
Es un libro que como futura docente se debe haber leído, ya que por su temática hace ver
que quizás muchos de nuestros alumnos se pueden sentir en parte identificados con la historia de
Matilda. Que probablemente muchos de ellos vivan situaciones difíciles con sus padres.
Es interesante, ya que posee un lector implícito (Mendoza, 2008) que se puede analizar
fácilmente con los niños, haciendo que estos se sientan aún más identificados con la historia,
haciéndoles ver que siempre se puede salir adelante. Además, cada obra literaria “requiere que
cada lector (…) atribuya valoraciones (…) a diversos tipos de obras que pertenecen a su tradición
cultural” (Mendoza, 2008, p.19), lo que con “Matilda” se puede trabajar de manera amplia,
comparando y valorando las propias situaciones de cada alumno con las del libro.
Esta obra es totalmente recomendable, ya que el autor logra unir de manera natural en un
personaje, el gusto por la lectura y luego la magia, haciendo de él alguien más original y desafiante
frente a los otros personajes. Esto podría hacer que los lectores se inserten rápidamente en la
obra.
Por otra parte, Roald Dahl es un escritor fácil de seguir para los niños. “Matilda” comienza
con una reflexión de los tipos de padres y cómo actúan normalmente, pero luego sorprende a los
lectores contando una historia donde los padres son justo lo opuesto. Además, es una novela
corta, con capítulos de máximo 10 páginas y con muy buenas ilustraciones de Quentin Blake.
Cuando los niños ya no son tuyos
“Father and Son” es una de las muchas canciones del gran artista Cat Stevens. Se trata del
diálogo entre un padre y su hijo, donde el padre le dice que no debe acelerarse, que tome las
cosas con calma, que no es tiempo de hacer cambios, que lo mire a él: es viejo pero está contento.
A su vez el hijo va respondiendo: desde que se le enseñó a hablar se le ordenó que escuchara,
siempre la misma vieja historia, ahora llegó su turno, se debe marchar.
Esta canción refleja lo que muchas veces pueden sentir los hijos y los padres. Los padres
tuvieron una vida tranquila, están conformes, y quieren que sus hijos sigan el mismo camino. Pero
los hijos, muchas veces, buscan otra cosa; quieren aventura, quieren hacer su propia vida.
Esta misma postura de los padres, pero con matices, se puede observar en algunas poesías
de la “Antología poética infantil” de María Romero. Por ejemplo, en “Miedo” (Gabriela Mistral), el
padre dice que no quiere que a su niña la vuelvan golondrina, ni princesa… Quiere que juegue en
las praderas, peinarla con sus propias manos, y que a su lado se acueste (Mistral en Romero,
1981).
Probablemente este es un tema recurrente por el hecho de que en general se ve que los
padres quieren lo mejor para sus hijos, que se preocupan de ellos. Y como dice Bodoc, “cuando de
LIJ se trata, es frecuente la redundancia, en lo formal, en lo temático, en lo argumental; es
frecuente la preeminencia de la repetición por sobre la originalidad” (2012, p.141).
En la obra de Fernández Moreno, “La cuna”, dice: “Y compramos de intento la más pobre,
mimbre trenzado a la manera rústica, cuna de labradores y pastores…Hijo: la vida es dura”
(Fernández Moreno en Romero, 1981, p.37).
En la canción de Cat Stevens, el padre le dice al hijo: “You're still young, that's your fault.
There's so much you have to know” (“Todavía eres muy joven, eso juega en tu contra. Hay tanto
que tienes que saber”).
Se observa con esta poesía y este segmento de la canción, la repetición que se mencionó anteriormente: la preocupación de los padres por transmitirles a los hijos lo que es la vida y su interés por ayudarlos.
Cuando se les presentan a los alumnos dos obras tan distintas como una canción y una
poesía se pueden extrañar si se les dice que tienen mucho en común; particularmente esta canción y estas poesías. Pero más allá de la temática que tratan cada una, el hacer el ejercicio de comparar ambos productos, puede ser una manera muy efectiva de hacer ver a los alumnos que la poesía presenta musicalidad, y que la música también puede ser poesía.
Puede ser esta una manera de introducirse en los géneros discursivos de los que habla Bajtín: “cada enunciado separado es, por supuesto, individual, pero cada esfera del uso de la lengua elabora sus tipos relativamente estables de enunciados, a los que denominamos géneros discursivos” (Bajtín, 1982—1993, p.248).
La misma historia de nuevo…
En este artículo se quiere cuestionar la relación existente entre dos obras muy famosas y
conocidas probablemente por todos: “Juan sin miedo”, de los hermanos Grimm, y “El sastrecillo
valiente”, de Arnica Esterl.
¿Qué es lo que llama inmediatamente la atención? El gran parecido de la trama entre ambos
cuentos.
Este parecido nos lleva inmediatamente al concepto de intertextualidad, que presenta Bajtín, y
que Bodoc concreta en que “la literatura para niños y jóvenes re-escribe tópicos: quizás los
resignifica, los actualiza, pero los conserva” (2012, p.141). Es decir, toda obra remite a obras
anteriores; como en este caso, donde “El sastrecillo valiente” nos remite a “Juan sin miedo”.
“Juan sin miedo” trata de un niño que quiere saber lo que es tener miedo. Su padre ya no lo
soporta, por lo que lo manda a recorrer el mundo con un par de monedas y a aprender lo que es el
miedo. Vive algunas aventuras, pero nunca siente miedo. Poco a poco se va convirtiendo en un
muchacho.
Un día llega a una posada donde se entera que el rey había prometido que el que estuviera en el
castillo encantado por tres noches se casaría con su hermosa hija. Además, en el castillo había un
tesoro guardado por espíritus.
La primera noche, lo atacaron gatos y perros, y durmió en una cama que se movía, pero no se
asustó.
La segunda noche, cayeron hombres cortados por la mitad, por la chimenea, pero no se asustó;
incluso jugó a los bolos con ellos.
La última noche, seis hombres trajeron un ataúd con un cadáver “vivo”, pero Juan no tuvo ningún
problema con él. Luego entró un hombre viejo y de larga barba blanca, de aspecto terrible, que lo
quería matar. Pero Juan no se iba a dejar ganar, así que compitieron por quién era más fuerte,
hasta que Juan lo golpeó durante un largo rato con un fierro y el hombre se rindió. Entonces le
entregó tres cofres llenos de oro: una para los pobres, otro para el rey, y otro para él.
Así fue como se casó con la hermosa princesa y fue inmensamente rico. Pero aun así, seguía sin
sentir miedo, por lo que su esposa creo un plan: una noche fue al río y lleno un cubo con agua y
pececitos, y de sorpresa se los tiró a Juan mientras dormía. Por primera vez Juan sintió miedo.
(“Juan sin miedo”, s.f.).
Por otra parte, “El sastrecillo valiente” comienza con la matanza de siete moscas de un
golpe por parte del sastrecillo. Después de su “hazaña”, recorrió el mundo entero pregonándolo,
hasta llegar al palacio real, donde el rey le ofreció un puesto en su corte. Sin embargo, los
caballeros reales estaban muy descontentos con él, por lo que fueron donde el rey para renunciar.
El rey se apenó y empezó a pensar cómo deshacerse del sastrecillo.
En primer lugar, le dijo que si lograba acabar con los dos gigantes del bosque, le daría la mano de
su hija y la mitad de su reino. El sastrecillo accedió y lo logró fácilmente y con valentía.
Pero el rey no quería darle la mano de su hija, por lo que le dijo que si acababa con el salvaje
unicornio del bosque, cumpliría su promesa. Nuevamente, el sastrecillo lo logró.
Como última opción para liberarse de él, el rey le prometió que cumpliría lo prometido si mataba
al salvaje jabalí del bosque. Como lo había hecho anteriormente, el sastrecillo salió victorioso de
las garras del jabalí.
Después de todo esto al rey no le quedó otra opción que darle lo prometido, por lo que en poco
tiempo se celebró la boda, triste para todos, menos para él.
Una noche, el joven habló dormido y delató su condición de sastrecillo, lo que fue escuchado por
su esposa, quien llorando fue a contárselo a su padre.
Así el rey ideó un plan para deshacerse de él, pero el criado lo escuchó y se lo contó al sastrecillo,
que se preparó astutamente. La noche en que se iba a realizar el plan, el sastrecillo fingió estar
durmiendo e hizo como que hablaba dormido. Con pocas palabras dijo que si había peleado con
tres bestias salvajes, cómo no iba a poder con los que estaban afuera de su dormitorio. Después
de escucharlo todos salieron corriendo, y el sastrecillo reinó alegremente el resto de su vida.
(Esterl, 2000).
Como se puede observar, estas dos obras poseen una trama común, donde fácilmente se
puede identificar la intertextualidad. Según Bajtín, “una obra es eslabón en la cadena de la
comunicación discursiva; como la réplica de un diálogo, la obra se relaciona con otras obras-
enunciados” (1982—1993, p.265).
Por ejemplo, en “Juan sin miedo”, Juan debe superar tres noches de prueba para casarse con la
hija del rey (“Juan sin miedo”, s.f.), y en “El sastrecillo valiente”, el sastrecillo debe acabar con las
tres bestias del bosque, para finalmente poder casarse con la joven reina (Esterl, 2000).
Por otra parte, cada texto se puede identificar como hipotexto o hipertexto cuando se
compara con otra obra (Mendoza, 2003). El hipotexto es aquel que es la base de otro texto
(Mendoza, 2003), por lo que en este caso “Juan sin miedo” sería el hipotexto, ya que los hermanos
Grimm son anteriores a Arnica Esterl.
Así, “El sastrecillo valiente” es el hipertexto, es decir, está levantado sobre otro texto (Mendoza,
2003).
Ejemplo de esto es que en la obra de los hermanos Grimm, la esposa de Juan se enoja
porque éste no deja de decir que quiere tener miedo, por lo que esta crea un plan para terminar
con ese problema (“Juan sin miedo”, s.f.). Por su parte, en el cuento de Esterl, también es la
esposa la que tiene un problema con su marido, al saber que éste es solo un sastrecillo, pero como
se vio, no logra resolver su problema (Esterl, 2000).
Por último, parece relevante mencionar la importancia de la contextualización, a la hora de
leer una obra, ya que según Colomer, “la necesidad de saber “más” para poder entender “mejor”
es algo propio de cualquier proceso de comprensión, incluida la lectura” (2005, p.96).
Por ejemplo, a la hora de leer “El sastrecillo valiente”, puede ser relevante que los alumnos sepan
que existe otra obra más antigua, escrita por los hermanos Grimm, donde también hay un joven
que debe superar unas pruebas para casarse con la hija del rey y con un tesoro. Así, quizás los
alumnos tendrán una mirada más crítica al leer, y una base más sólida para comprender la nueva
obra.
Se puede concluir que se encontraron dos obras, magníficas cada una, en las que se puede
observar una clara intertextualidad, un ejemplo de “la preeminencia de la repetición por sobre la
originalidad”, como diría Bodoc (2012, p.141). Se podría concluir que “El sastrecillo valiente” está
basado en gran parte, en “Juan sin miedo”, lo que no significa que haya sido la intencionalidad
explícita de Arnica Esterl.
Después de observar estos ejemplos tan claros, sería interesante estudiar a los autores de
Literatura Infantil y Juvenil actuales, y analizar si generalmente sus obras se basan en ciertas obras
de ciertos autores específicos, o si no existe una tendencia tan clara y marcada.
¡Llegué a él porque no tenía otra opción!
“Alonso, un héroe singular”, es una obra de Polly Vera, ilustrada por Gianfranco Giordano,
del año 2013.
Este atractivo cómic, editado por Chaibas Ediciones (Santiago de Chile), es muy interesante, ya que
representa algo que sucede en la realidad, aunque de manera dinámica y ridiculizada.
Alonso es un chico que comienza a leer el clásico libro de Miguel de Cervantes: “Don Quijote
de la Mancha”, porque no le queda otra opción. A medida que se va insertando en la historia, se
comienza a identificar cada vez más con el personaje principal, lo que lo lleva a realizar acciones
como las de Don Quijote. Como se imaginarán, Alonso se inserta en múltiples aventuras, de las
cuáles algunas son bastante peligrosas. Al igual que Don Quijote, Alonso se imagina cosas. Por
ejemplo, al llegar a un centro comercial intenta entrar con sus amigos, pero unos adultos
disfrazados haciendo propaganda no los dejan entrar sin un adulto que los acompañe. Para
Alonso, el centro comercial es un castillo, su amiga es la princesa, y los dos adultos son dos
grandes monstruos.
Leer una obra así lleva a reflexionar ciertas cosas, aunque no se relacionan directamente
con la temática en la que está ubicada esta crítica, que es la valentía.
Como dijimos anteriormente, Alonso comienza a leer “Don Quijote de la Mancha” porque
no le quedaba otra opción. Por sus malas notas en la escuela, Alonso es castigado en las
vacaciones sin tele, ni chat, ni videojuegos, por lo que lo único que le queda es la biblioteca, donde
encuentra el libro y lo comienza a leer (Vera, 2013). Al leer esto podemos preguntarnos por qué
hay tantos niños en Chile que no leen (Pérez, 2008), y quizás nos podemos responder que es
porque no saben lo que es el goce de la lectura o porque nadie se los ha fomentado, tarea que
cada persona debe comenzar lo antes posible.
Por otra parte, antes se describió una de las escenas del cómic, donde se refleja lo que es la
realidad y lo que se imagina Alonso (Vera, 2013). Aunque este es solo un cómic, refleja lo que le
puede pasar a algunos niños cuando leen; se identifican realmente con el personaje y pueden
llegar a realizar algunas de las acciones que éste realiza. En esto se puede ver que como dice
Mendoza (2008), cada obra presenta un lector implícito, es decir, un lector que presente ciertas
características e intereses para que se identifique con la obra.
Personalmente, recomiendo esta obra, pero no solo a los niños, sino que también a los
adultos, para que como yo, comprendan la fuerte influencia que puede tener una obra en un niño.
Además, “Alonso, un héroe singular” presenta una intertextualidad muy clara, ya que tiene como
hipotexto evidente “Don Quijote de la Mancha”, lo que ayuda a entender los principios de la teoría
de la intertextualidad bajtiniana. Por otra parte, este cómic presenta imágenes dinámicas y
diálogos fáciles de seguir. Es entretenida y original, con muy buenos dibujos de Gianfranco
Giordano. Quizás no es un libro extremadamente popular, por lo que quizás no es tan fácil
encontrarlo, pero siempre es posible acceder a él.
Dar la vida: sólo así se vive
“Corazón valiente” es una de las muchas fantásticas películas dirigidas, producidas y
protagonizadas por el estadounidense Mel Gibson.
Este film trata de la independencia de Escocia de manos de los ingleses, con el rey Eduardo I
al mando.
William Wallace es el héroe de la independencia, gracias a su astucia, perseverancia y arrastre del
pueblo escocés, pero sobre todo por su valentía. En cada escena se puede observar cómo arriesga
su vida por liberar a su querida patria de la opresión de los ingleses, sin importarle lo que pueda
ser de él.
La valentía de hacer lo que sea necesario por la patria.
Lo mismo que podemos observar en la novela de Joseph Bédier, “Tristán e Iseo”. Tristán,
sobrino del rey Marés, se pone totalmente a su disposición, para servirle en Cornualles, pasando
todo tipo de dificultades y arriesgando constantemente su vida. Probablemente la gran mayoría ya
conoce la desdichada historia de amor de Tristán e Iseo, que además no será el tema de este
apartado.
La valentía en dos personajes: Tristán de Leonís y William Wallace. La valentía para lograr los
objetivos, hasta dar la vida si es necesario.
Especialmente llaman la atención ciertos sucesos que estas obras tienen en común.
En el caso de William Wallace, lucha con su vida para liberar a Escocia de la lus primae
noctis, ley que obligaba a la mujer escocesa recién casada a pasar su primera noche con un inglés,
para que su primer hijo no fuera de sangre puramente escocesa, para así ir invadiendo Escocia por
“la sangre”.
Por su parte, el rey de Cornualles, tío de Tristán, era obligado por Irlanda a pagar trecientos
mancebos y trecientas doncellas de quince años de edad, pero éste se resistía. Finalmente, el rey
de Irlanda mandó a su cuñado, el Morholt, para obligarlo a pagar lo que debía, a no ser que
alguien se ofreciera para batirse a duelo y triunfara. Nadie se atrevía, sin embargo Tristán aceptó
el duelo, para matar finalmente al Morholt y liberar a Cornualles de su “deber” (Bédier, 1958).
Por otra parte, al final de la película protagonizada por Mel Gibson, Wallace es capturado
por los ingleses y torturado, para obligarlo a rendir homenaje al rey. Sin embargo, Wallace se
resiste, gritando cada vez más fuerte: FREEDOM! Así muere el gran héroe escocés, aunque su
valentía no fue en vano.
Tristán, por su lado, decide ir en busca de la bella Iseo a Irlanda, ya que su tío es “obligado” por los
barones del reino a casarse para dejar descendencia, ya que saben que quiere dejarle todas sus
posesiones a su sobrino Tristán cuando él muera. El rey decide casarse, pero solo para fingir, ya
que está seguro de su decisión, y solo se casará con la princesa de los cabellos de oro (Iseo).
Para que el rey pudiera desposar a Iseo debía ganarla. El rey de Irlanda, padre de Iseo, había
prometido que la daría por esposa al hombre que matara a la bestia que todos los días bajaba de
su cueva y se ponía en una de las puertas del reino, sin dejar que nadie entrara o saliera hasta que
se le hubiera entregado a una doncella para devorarla. El hombre que lo lograra desposaría a Iseo.
Por su puesto, Tritán vio ahí su posibilidad para llevarse a Iseo a Cornualles para que se casara con
el rey Marés. Aprovechó su oportunidad y lo logró, sabiendo que la bestia ya había destrozado a
20 hombres. He aquí otro ejemplo de la valentía de Tristán (Bédier, 1958).
Es impresionante observar cómo una película reciente como “Corazón valiente” puede
tener tanto en común con una leyenda tan antigua como “Tristán e Iseo”. Es interesante analizar
dos obras así, ya que se puede observar cómo las manifestaciones de valentía no cambian de
manera tan significativa entre todas las obras, de hecho aquí hay muchos ejemplos en común.
Según Mendoza (2003), se presenta aquí una intertextualidad muy clara.
Además, para los niños puede ser interesante observar dos ejemplos de valentía como estos,
contrastándolos con otros tipos de valentía, presentes en otras obras de Literatura Infantil y
Juvenil.
Videos para ti…
En esta sección encontrarás tres links. Son videos de cada tema. Adelante… Son tuyos!
https://www.youtube.com/watch?v=ev1ba89Z-V0
https://www.youtube.com/watch?v=8YaGY2gPVUM
https://www.youtube.com/watch?v=AhyaPZwtBok
¿En conclusión?
Es difícil concluir cuando se ha realizado un itinerario como este. Al hacerlo fui observando
cómo todo se iba uniendo.
Principalmente puede observar cómo se presenta la intertextualidad de la que habla
Mendoza (2003), en textos como “El sastrecillo valiente” y “Juan sin miedo”, que a primera vista
podrían parecer totalmente distintas.
Además, analicé lo que postula Bodoc, cuando dice: “la literatura para niños y jóvenes es
uno de los ámbitos donde las sociedades tramitan los temas culturalmente relevantes o
neurálgicos” (2012, p.140). Realmente a través de la literatura, especialmente infantil y juvenil, la
cultura transmite valores y lo que es relevante para cada una de ellas.
Sabiendo esto es más fácil llegar a pensar qué pensarán los niños al leer esta obra, qué les querrá
transmitir la cultura. Aunque no siempre sea así.
Por último, Colomer dice que “la necesidad de saber “más” para poder entender “mejor” es
algo propio de cualquier proceso de comprensión, incluida la lectura” (2005, p.96). Siempre se
debe comenzar a leer, pero cuando se termina una obra no queda en el olvido. Cada vez debe ser
mayor nuestra capacidad lectora para llegar a comprender mejor la literatura que nos rodea, pero
también el mundo.
Referencias
Bajtín, M. (1982—1993). El problema de los géneros discursivos. En Estética de la creación verbal
(pp. 248-292). España: Siglo Veintiuno Editores.
Bédier, J. (1958). Tristán e Isolda. Santiago: Editorial del Nuevo Extremo.
Bodoc, L. (2012). Una literatura no menor: La literatura para niños y jóvenes. Lectores, escritores y
mediadores, un triángulo ardiente. En Revista de Literaturas Modernas n°42 (139-142).
Boyne, J. (2008). El niño con el pijama de rayas. Barcelona: Salamandra.
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juvenil actual. (pp. 107-158). Madrid: Síntesis.
Colomer, T. (2005). El progreso del lector. En Andar entre libros. La lectura literaria en la escuela.
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