isal - responsabilidad social del cristiano

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    GUIA DE ESTUDIOS

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    C O N T E N I D O

    PRIMERA PARTE: BASES BBLICAS Y DOCTRINARIAS

    I. Bases bblicas de la preocupacin so-cial del cristianoRodolfo Obermller

    II. Fundamentos teolgicos de la respon-sabilidad social de la IglesiaJos Mguez Bonino

    III. Algunas referencias teolgicas actua-les al sentido de la accin socialJulio de Santa Ana

    IV. Relaciones entre ila Iglesia y la So-ciedadRicardo Chartier

    V. El ministerio social de la iglesia localRubem Alves

    VI. Nuevas reas para la responsabilidadsocial cristianaAugusto Fernndez Arlt

    15

    22

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    45

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    67

    SEGUNDA PARTE: EL CUADRO SOCIAL

    I. La situacin actual de Amrica Latirna (aspectos sociales)Luis E. OdeU

    II. El marco ideolgico de la revolucinlatinoamericanaHiber Conteris

    III. La comunicacin del Evangelio enmedio de los rpidos cambios socialesRichard Couch

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    91

    A P N D I C E

    1. Vocabulario de los aspectos social, po-ltico y econmico de Amrica Latina.

    2. Preguntas y cuestiones d

  • INTRODUCCIN

    Esta Gua de Estudios que ponemos ahora en manos dellector, responde a una larga aspiracin de la Junta Latinoame-ricana de Iglesia y Sociedad: suministrar un material de primeramano, escrito por las personas ms capacitadas para el desarro-llo de cada tema, capaz de estimular la reflexin de las congre-gaciones locales sobre la responsabilidad social de la Iglesia.

    En el camino hacia el descubrimiento de esta responsabilidadfrente a la situacin que atraviesa Amrica Latina los tantasveces sealados "rpidos cambios sociales" hay dos hechoque forzosamente deben ser destacados toda vez que se intenterecapitular el proceso. El primero de ellos fue la Consulta Evan-glica Latinoamericana de Iglesia y Sociedad, realizada en Huampa, cerca de Lima (Per) en julio de 1961. En esta oportunidad se encontraron ms de cuarenta delegados de diecisis pai-ses latinoamericanos y casi otras tantas iglesias evanglicasdispuestos a considerar juntos cual deba ser el mensaje y larespuesta de la Iglesia frente al desafo implcito en los cambios, choques, conmociones, revolucin, en fin, de esta agitadahora que vive el continente. El encuentro no defraud las espe-ranzas puestas en l por organizadores y participantes. Huam-pan sirvi para confirmar la disposicin de la Iglesia a actalizar su mensaje y sumisin frente a un mundo cambiante, yencontr a las distintas denominaciones congregadas dispuestaa afirmar su unidad bsica en Jesucristo admitiendo una rcNpnnsabilidad comn frente a esa situacin. El segundo de los hechos mencionados arriba, fue la concrecin de la cNperans.a

  • e iniciativa abierta por la misma Consulta de Huampan, en elmovimiento conocido como Iglesia y Sociedad en Amrica La-tina (I.S.A.L.). Este movimiento adquiri cuerpo al recibir elapoyo inicial de cinco organismos interdenominacionales deAmrica Latina (hoy el nmero asciende a ocho), y quedar cons-tituida as la "Junta Latinoamericana de Iglesia y Sociedad", inte-grada por delegados de los concilios y ederaciones participantesy con sede en la ciudad de Montevideo, Uruguay.

    La labor desarrollada por la Junta en sus dos aos deexistencia, tom como punto de partida los resultados del en-cuentro de Huampan, buscando dar expresin concreta a lasconclusiones alcanzadas en esa ocasin. Esta primera etapa detrabajo culminar con la realizacin de la Segunda ConsultaLatinoamericana de Iglesia y Sociedad, prevista para mediadosde 1965. Mientras tanto, la conviccin unnime de las personasconsagradas a esta tarea, ha llegado a ser la necesidad de alcanzar a los miembros de cada congregacin local con un liamado urgente a descubrir la responsabilidad de los cristianosfrente a la convulsa situacin de Amrica Latina. Esta situacinofrece nuevas oportunidades y desafos; nunca como ahora lapredicacin del Evangelio y la aspiracin bblica a la justiciasocial ha encontrado odos ms vidos y campo ms propicio.Pero de nada vale estar convencidos en abstracto de la respon-sabilidad de la Iglesia en general, si esta afirmacin no se hacecarne simultneamente en cada una de las congregaciones loca-les que constituyen el cuerpo visible de la Iglesia Universal, yen cada uno de los miembros que dan vida y cohesin a supropia congregacin.

    Esta Gua de Estudios pues, busca cumplir con esa finalidad.Los editores conflan en que las comisiones nacionales vinculadasal campo de intereses de Iglesia y Sociedad u organismos equi-valentes, compartan esta misma conviccin, y se sirvan de laGua no slo para su propio estudio y reflexin, sino tambinpara alcanzar a las congregaciones evanglicas localizadas encada pueblo o ciudad de Amrica Latina, de cuya prdica res-ponsable, de cuyo testimonio y obediente disposicin a cumplirla voluntad de su Seor en medio de los rpidos cambios socialesque afectan a su comunidad y a sus prjimos, depende en ltimainstancia el ejercicio de nuestra comn responsabilidad cristiana.

    Los Editores.

    La Secretara de la Junta Latinoamericana, desea dejar expresaconstancia de su deuda con el Departamento de Iglesia y Sociedad dela Federacin Argentina de Iglesias Evanglicas, por haber tomado lainiciativa en la publicacin de esta GUIA DE ESTUDIOS y habercumplido la tarea de solicitar una parte de los manuscritos.

    10

    COMO USAR LA GUIA DE ESTUDIOS

    Como se ha expresado en la "Introduccin", el propsitoltimo de esta Gua es llegar a la congregacin local y promo-ver el estudio de la responsabilidad social de la Iglesia entre susmiembros. Ese objetivo puede alcanzarse por diversos caminos.Sugerimos aqu algunos de los que nos parecen ms eficaces,entendiendo que cada pas o Iglesia puede aadir a stos otrosusos igualmente importantes.

    1. Utilizacin de la Gua como base de la reflexin sobrela responsabilidad social de la Iglesia local. El estudiopuede ser encargado a un grupo especfico dentro dela congregacin o puede ser emprendido por toda lamembresa dividida en grupos. En cualquiera de amboscasos, recomendamos la creacin de un comit perma-nente destinado a continuar las lneas de este estudioy organizar el servicio social de la Iglesia en medio dela comunidad.

    2. Utilizacin de la Gua por las Comisiones o Departa-mentos Nacionales de Iglesia y Sociedad, en los pasesen que ya se encuentran constituidos, o por organiza-ciones equivalentes donde todava no existan aquellos,tales como comisiones de accin social, diversas orga-nizaciones para ayuda social y servicio cristiano, etc.La Gua puede suministrar, en estos casos, una exce-lente base para la consideracin terica y prctica delos aspectos ms amplios del problema social, y puedeconstituirse en objeto de un estudio detenido a lo largode un ciclo.

    3. Uso de la Gua en grupos y entidades interdenominacio-nales, tales como concilios o federaciones de iglesias,asociaciones de pastores, grupos del M.E.C. u otrasorganizaciones universitarias, congresos o campamentosde jvenes, etc. En todos estos casos, el Manual ayu-dar a comprender el significado de la responsabilidadsocial cristiana frente a la situacin de los pases latino-americanos.

    4. Utilizacin de la Gua como material de estudio prepa-ratorio por parte de los grupos y delegaciones invitadosa participar en ciertos acontecimientos especficos. Porejemplo: Institutos de capacitacin (segn o programapreparado por I.S.A.L. para el periodo lOM-if) y d l H l r lbuido oportunamente); Consultas regionnlos de o s l n i l l n ;

    11

  • II Consulta Latinoamericana de Iglesia y Sociedad (arealizarse a mediados de 1965), etc.

    Para cualquiera de estos casos, sugerimos seguir un proce-dimiento de este tipo:

    a) Lectura de los trabajos incluidos en las dos primeraspartes de la Gua por todos los integrantes del grupode estudio.

    b) Discusin y comentario de la exposicin, recurriendo ala seccin correspondiente en el captulo V del Apn-dice: ''Preguntas y cuestiones de estudio". Se hace no-tar que las preguntas que iguran all no buscan efec-tuar un "repaso" del texto, y por lo tanto no podrn serrespondidas en base a elementos explcitamente dadosen el mismo. Tanto las preguntas como las cuestionessealadas, tienden a sugerir aspectos relacionados conel tema, y necesitarn una informacin ms amplia porparte de los integrantes del estudio. A ese efecto, se haincluido una "bibliografa general" que permitir seguirampliando el tema de cada captulo.

    c) La seccin Vocabulario es solo un esfuerzo tentativo ysumario para ayudar a comprender la terminologa usa-da cada vez con mayor frecuencia y en un nivel msamplio de divulgacin para referirse a la situacin la-tinoamericana. Sugerimos continuar este trabajo de dosmaneras: primero, perfeccionando las definiciones su-ministradas con nuevos elementos que ayuden a clari-ficar los trminos; segundo, ampliando el vocabularioo incorporando conceptos y expresiones en lugar de vo-cablos aislados. El esfuerzo por dar un contenido osignificado cristiano a esta terminologa puede ser demucho valor para el ejercicio de la responsabilidad so-cial de la Iglesia.

    d) A menos que la Gua incite a continuar el estudio y lareflexin sobre estos temas, con especial referencia almarco latinoamericano, su finalidad ms importante nohabr sido cumplida. Los responsables de esta publi-cacin, por lo tanto, quisieran exhortar a todos los lec-tores a llevar adelante esta tarea. Una buena culmi-nacin del estudio sera el propsito de cada uno de losparticipantes de emprender una investigacin personalsobre cualquiera de los aspectos ya tratados en la Guau oros posibles. Invitamos a hacer llegar estos trabajosa la Secretara Ejecutiva de I.S.A.L., a los efectos deconsiderar su publicacin futura.

    12

    PRIMERA PARTE:

    BASES BBLICAS Y DOCTRINARIAS

  • I BASES BBLICAS DE LAPBEOCUPACION SOCIAL DEL CRISTIANO

    Rodolfo ObermiUIer

    El campo de accin del cristiano en el da actual es dis-tinto al de los tiempos pasados, porque en la sociedad modernahay responsabilidades sociales que antes no existan. El mundoindustrial es tan organizado que la mayora de los contempo*-rneos dependen de influencias que ya no pueden controlar.El mundo poltico tiene que ver con cambios sociales revolu-cionarios que exigen decisiones nuevas en pro o en contra desus movimientos.

    Antes el cristiano poda dar un testimonio personal de sufe en su Salvador. Hoy ya no es suficiente mostrar la Solucinpuramente individual de la salvacin del alma. Hoy se le pideun testimonio de vida en la sociedad y por la sociedad. Si noparticipa en la vida industrial, poltica, pblica, su testimoniono ser tomado en serio.

    Buscamos pues en la Biblia, cmo debemos orientarnos enesta nueva situacin. Sentimos la necesidad de hacernos "guiarpor el Espritu a toda verdad" (Juan 16:3), para descubrir dn-de est obrando Cristo en el da actual, para cumplir con nues-tras responsabilidades en respuesta a su voz rectora. En eseespritu investigamos dnde hay bases bblicas para la actuacindel cristiano en el da presente.

    15

  • En el Nuevo Testamento se anuncia la revelacin del Reinode Dios en Cristo. Si Jesucristo viene a establecer un reino, en-tonces, debe crear una estructura social y se interesa no sola-mente en los individuos ("almas") para salvarlas. Pero estabase bblica no suministra el punto de partida para una accininmediata en medio de las estructuras sociales en las que noshallamos, porque Jess mismo dice: "Mi reino no es de estemundo" (Juan 18:36). Es un reino venidero, es la meta de 1historia universal, y la accin que corresponde a la esperanzadel reino venidero, es ms bien una accin mediata de testimo-nio que una accin concreta de realizacin social.

    Hay que buscar pues la base bblica en otras dimensiones.Hay, por ejemplo, un mandamiento que fija la responsabilidadsocial "Amars al prjimo como a ti mismo", porque l esigual que t (Levtico 19:18.34. Mateo 22:29). Es un manda-miento que vale para toda la humanidad; no se halla estricta-mente condicionado a la fe y la obediencia de Jesucristo. Lue-go, no es la base que buscamos.

    Hay un episodio en la vida de Jess en que l seala lasolidaridad que existe entre los hombres cuando actan en po-ltica. Algunos galileos, guerrilleros por la libertad, haban to-mado las armas contra los romanos y pagaron esto con su san-gre. Entonces Jess advierte a los que le informaron diciendo:"Pensis que estos galileos, porque padecieron tales cosas sonms pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si noos arrepents, todos pereceris igualmente" (Lucas 13:2.3). Peroesto es un episodio noms, y adems de sealar la solidaridad,Jess exhorta a una actitud opuesta a la de los galileos y reco-mienda abstenerse de una poltica fantica.

    Las mismas observaciones deben formularse para otros pa-sajes del Antiguo y del Nuevo Testamento que generalmentese aducen cuando se buscan bases bblicas para la responsabi-lidad cristiana, v. gr.Gnesis 3:19 con el sudor de tu rostro comers el pan

    4: 9 Yo guarda de mi hermano?Deuteronomio: 8:1-20 Dios da poder para hacer las riquezasIsaas 65:17-19 cielos nuevos y tierra nuevaJeremas: 1:4-19 puesto sobre naciones y sobre reinosAmos 2:6-8 vendieron al pobre por un par de zapatos

    6:4-6 aborrezco sus palacios8:4-7 los que explotis a los menesterosos

    Mateo 5:13-16 sal para la tierra, luz para el mundo9:36 Jess tuvo compasin de las multitudes

    Marcos 12:13-17 Csar y Dios

    16

    Lucas: 1:47-55 quit de los tronos a los poderosos4:18 buenas nuevas a los pobres

    10:25-37 Quin fue el prjimo?Juan 10:10 para que tengan vida en abundancia

    17:15-18 los he enviado al mundoHechos 2:40-47 favor con todo el puebloI Corintios 1:26-31 mirad vuestra vocacin

    4:2 administradores fieles9:19-22 siervo de todos

    II Corintios 5:19-20 no tomar en cuenta a los hombres suspecados

    Santiago 2:1-16 vosotros habis afrentado al pobre5:1-9 el jornal de los obreros, no pagado

    I Pedro 2:6-25 pueblo de Dios, siervos de DiosEs un conjunto de enseanzas particulares con rdenes para

    la accin social que, por su propia particularidad, necesitan asu vez una base sobre la cual apoyarlas, en Un contexto de laaccin de Jesucristo que les de coherencia, profundidad y races.

    II; El resultado poco satisfactorio de esta investigacin nos obli-ga a orientar la bsqueda de una base bblica de otra manera.La bsqueda de pasajes bblicos con enseanzas concretas esinfructuosa hasta que se concentre la persona de Cristo mismo.

    El encuentro personal con El, Seor de Seores y Salvadordel Mundo, es la experiencia bsica que antecede al estudio deenseanzas aisladas o desconectadas de su persona viviente.

    La revelacin del reino de Dios en Cristo es El mismo, tantoahora como en el futuro. Orientada hacia Cristo mismo, ubi-cada en esta dimensin, la bsqueda puede descubrir bases b-blicas guindose por una pregunta que se halla por ejemploen Mateo 25:37: "CUANDO TE VIMOS?" Dnde te vemos?Dnde est Cristo actuando hoy? Adonde tenemos que ir paraencontrarle? Entonces le encontraremos actuando tal vez yaahora en medio de nuestras estructuras sociales, enviando suIglesia al mundo profano, espacio en el cual Cristo est actuandopara redimir y salvar a todos los hombres, los buenos y los malos, los injustos y los justos (Mateo 5:45).

    1) Mateo 25:31-46

    La gran parbola del Hijo del Hombre, Rey y Juez detodas las naciones (v.32), le presenta prestando servicio a to-dos los necesitados. Pero los justos responden diciendo: "Seor,cundo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, yte dimos de beber? Y cundo te vimos forastero, y te recogi-mos, o desnudo, y te cubrimos? O cundo te vimos enfermoo en la crcel, y vinimos a ti? (v. 37-39). Los justos mismospues no haban sabido nada de su responsabilidad social un

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  • versal, no haban sabido nada de la presencia de Cristo entrelos hambrientos, sedientos, forasteros, desnudos, enfermos, en-carcelados. Les haban servida, s, pero sin saber que se tra-taba de su Seor. Y los injustos responden de la misma ma-nera: "Seor, cundo te vimos? (v. 44). No haban cumplidocon su responsabilidad social porque cada uno se haba ocupadosolamente de s mismo. Ya es muy sorprendente en esta par-bola que Cristo est presente sin darse a conocer. Pero la sor-presa es an mayor: el Rey juzga con una misma medida a to-das las naciones, a los gentiles Igual que a Israel, a los no-cristianos igual que a los cristianos, y la medida utilizada noes un cdigo u de tica social, sino el encuentro personal conEl mismo. "En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis herma-nos ms insignificantes" (en las capas ms bajas de la socie-dad),.'^ m lo, hicisteis" (y. 40). Somos responsables ante Elpor; la misma razn que somos responsables los unos ante losdems, y la accin que l juzga es de carcter humano y socialen general. Esta es la base para el mandamiento de Levtico19:18-36. "Cundo te vimos?" Dnde est Cristo? En me-dio de la estructura de la sociedad, a escondidas, entre los su-frientes, los desheredados..^ Entonces, buscarlo a El es el ca-mino que nos conduce a hallar la base de nuestra responsabi-lidad social. - ,

    2) Marcos 9:41 (Mateo 10:42)

    Algo parecido se destaca en la conocida enseanza sobreel "Vaso de agua". Entre Marcos y Mateo la desciframos asi:"Cualquiera que (os=a uno de estos pequeitos) diere un vasode agua (fra) (solamente) en mi nombre (por cuanto es disc-pulo) (porque sois de Cristo), de cierto os digo que no perdersu recompensa". Aqu se trata del servicio tan sencillo de su-ministrar un vaso de agua re roscante a alguien que va sobreuna ruta polvorienta en cumplimiento de su misin, y mediantel a Cristo mismo; y hay un elemento que muchas veces pasainadvertidos aquel que lo ofrece, no es un cristiano sino unhombre cualquiera, un hombre de "afuera" que lo ofrece alCristo "escondido". Cristo est presente en un acto de sencillasolidaridad humana por el que se logra la comunicacin entreno-cristianos y cristianos. Tanto Mateo 25 como Marcos 9, tie-nen que ver con el gran paradigma del Buen Samaritano (Lu-cas 10:25-37). y revean la base cristlgica de este paradigma.El samaritano que ayuda al hombre despojado y medio muer-to es un no-cristiano que acta con responsabilidad social; esun hombre de "afuera", profano, en cuya vida Cristo mismoest invisiblemente presente.

    3) Mateo 21:28-32 ')"'

    En el mismo horizonte aparece "tina figura qu se describe

    18

    ren la parbola de los dos hijos. El padre los manda a trabajaren la via. El primero rechaza la invitacin, pero despus co-mienza a trabajar "sin obedecer". El segundo acepta, pero nocumple con la promesa de hacer la voluntad del padre. "Culde los dos hizo lo que el padre quiso?" (v.31). "El primero".El hijo desobediente es preferible al hijo religioso que no poneen prctica lo que sabe; esto sucede en medio de la estructuraprofana del trabajo diario. El hijo desobediente, el "ateo", tienems posibilidades de arrepentimiento por cumplir la voluntaddivina en un servicio autntico que otro que es aparentemen-te religioso sin serlo verdaderamente.

    Un mensaje similar existe en la parbola de la gran cena(Lucas 14:16-25) en la que "ninguno de aquellos hombres quefueron convidados, gustar la cena", sino "los pobres, los man-cos, los cojos y los ciegos" que constituyen el mbito de lapresencia de Cristo.

    4) Hebreos 13:11-14

    Adems de los evangelios hay otra pgina en el Nuevo Tes-tamento en la que se hace hincapi en la presencia de Cristofuera del crculo cerrado de los creyentes, en contestacin a lapregunta: "Dnde est Cristo?" "Cundo te vimos?"

    Se halla en la epstola a los Hebreos, en un texto poco co-nocido. El autor medita sobre el hecho que Cristo fue cruci-ficado en las afueras de Jerusaln y busca en el Antiguo Testa-mento un antecedente de esta situacin. Encuentra en Levtico16:27, entre las disposiciones para el da de la expiacin, que"los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pe-cado es introducido en el santuario del Sumo Sacerdote, sonquemados fuera del campamento", fuera de la empalizada (v.11). "Salgamos, pues, a Jess, fuera del campamento, llevandosu vituperio, porque no tenemos aqu residencia permanente,sino que buscamos la por venir" (v. 13,14). Y enseguida se diceen exhortacin: "De hacer bien y de la ayuda mutua no o&olvidis; porque de tales sacrificios se agrada Dios" (v. 16).Cristo, pues, se halla fuera de las zonas sagradas, y el sacrifi-cio que corresponde al sacrificio de l por causa del pecado, es:hacer bien y mostrar solidaridad. De esta manera, el texto deHebreos da base para la gran inquietud que sabe que Cristaest "afuera", en medio del mundo por cuya redencin del pe-cado dio su sangre, "padeciendo fuera de la puerta" (v. 12)."La verdadera vocacin cristiana es ir hacia afuera y tomarsu lugar al lado del Cristo crucificado en medio de un mundohostil, hasta morir con l, si es necesario, en vez de mirar ha-cia atrs a las comodidades dol judaismo, sentir nostalgia deJerusaln, de su templo y retirarse temerosamente a la segu-ridad do la sinagoga" (Will iam Neill).

    1Q

  • A la luz de estos pasajes, algunos dichos de Jess cobranuna importancia notable para la bsqueda de bases bblicas quefundamenten la accin cristiana en las estructuras sociales delmundo profano; son las palabras que confirman la fe en suomnipresencia. "He aqu yo estoy con vosotros todos los das,hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20). "He aqu el reinode Dios est entre vosotros", entre los adversarios de Cristo(Lucas 17:21). "Donde yo estuviere, all estar tambin mi ser-vidor" (Juan 12:26). Y el testimonio de Juan Bautista concuer-da con esto: "En medio de vosotros est uno a quien vosotrosno conocis" (Juan 1:26). La misin, pues, que tienen los aps-toles, se caracteriza de la misma manera, se les enva a unambiente extrao, hasta hostil: "He aqu os envo como a ove-jas (corderos) en medio de lobos; sed, pues, prudentes comoserpientes, y sencillos como palomas" (Mateo 10:16; Lucas 10:3)."Como t me enviaste al mundo, tambin los he enviado almundo" (Juan 17:18).

    III

    Sobre estas bases se desarrolla la accin de los apstoles,y larga sera la lista de pasajes que interesan en este contexto.Los apstoles saben algo de su obligacin de identificarse cusolidaridad con los pecadores para llevarles el mensa jo de laredencin, de la revelacin del Reino de Dios en Cristo y delestablecimiento del Seoro de Cristo sobre el mundo, on acreacin y en su muerte y resurreccin. El apstol Pablo es-cribe a la Iglesia en Corinto: "... que los miembros todos seinteresen los unos por los otros. De manera que si un miem-bro padeciese, todos los miembros a una se duelen, y si unmiembro es honrado, todos los miembros a una se Ko/an. Puesvosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en parte" (1 Co-rintios 12:25-27). "Quin enferma, y yo no enfermo? Quinse escandaliza y yo no me quemo?" (II Corintios 11:29). "Mehice dbil a los dbiles,... a los que estn sin Ley, como siyo estuviera sin Ley"...; a todos me he hecho de todo, paraque de todos modos salve a algunos" (I Corintios 9:19-22). Elapstol est en la misma lnea que el profeta Ezequiel: "Vinea los cautivos en Tel-abib que moraban junto al ro Quebar,y me sent donde ellos estaban sentados, y all permanec sietedas atnito entre ellos" (3:15). En la epstola a los Hebreosse lee igualmente: "Acordaos de los presos, como si estuvie-reis presos juntamente con ellos; y de los maltratados, comoque tambin vosotros mismos estis en el cuerpo" (13:3).

    El apstol que "se enferma, se quema, se hace dbil, sin

    20

    Ley", lo hace porque esto corresponde a la redencin de Cristo;as 'trae en su cuerpo las marcas del Seor Jess" (GAlatas6:17 Colosenses 1:24). Aqu se halla la base de la tica social cristiana sobre la que habr que asentar todas las ense-anzas particulares que se refieren a la vida cristiana en laamilia, en el trabajo, en los negocios, en la poltica. Se resumeen el informe de la Conferencia de Tesalnica en los siguien-tes trminos:

    "Nuestra responsabilidad social se basa en la revelacin delReino de Dios en Cristo. Este reino tiene que ver con toda lahistoria del mundo y no debemos limitar nuestro reconocimien-to de l a los asuntos personales o religiosos. Estamos llama-dos a manifestar ahora el reinado universal de Dios, con fe enque ser plenamente revelado cuando a Dios le plazca. Aun-que el hombre no puede esperar establecer por sus propios es-fuerzos una sociedad perfecta en este mundo, servimos al rei-no de Dios cuando luchamos por alcanzar determinadas metasde justicia, libertad y paz.

    Los siguientes elementos de la revelacin bblica del pro-psito de Dios son especialmente relevantes para el aspectosocial de nuestra obediencia a l:

    el mandamiento de amar a nuestro prjimo, cuando seentiende concretamente que nuestros prjimos son afectados pa-ra bien o para mal por las instituciones sociales, por la con-ducta de las naciones y otros grupos sociales; y por nuestraspropias decisiones y acciones como ciudadanos;

    el nfasis sobre el cuidado de Dios por los que son vc-timas: "los pobres que se venden por un par de zapatos", "elmenor de stos" que estn hambrientos o desnudos o encar-celados;

    el llamado al arrepentimiento que nos confronta comopersonas completas, para quienes el pecado personal incluyelos pecados de los grupos a que pertenecemos; en la enseanzabblica acerca de la unidad del cuerpo y el espritu, ilustradapor nuestro conocimiento emprico de las maneras en que elbienestar espiritual de las personas es afectado para bien opara mal por las condiciones externas de su vida;

    la existencia de la Iglesia, que est colocada en mediodel mundo con responsabilidad por todos los hombres comohijos de Dios, y cuyos miembros se espera se cuiden unos aotros, porque "si un miembro padece, todos los miembros seduelen con l".

    21

  • || FUNDAMENTOS TEOLGICOS DE LARESPONSABILIDAD SOCIAL DE LA IGLESIA (1)

    Jos Mgnez Bonino

    Qu debe hacer la Iglesia cristiana en la sociedad y porella? En alguna orma, esta pregunta es inevitable. No aparecetodava en forma explcita en el Nuevo Testamento porque anno existen las condiciones histricas que la plantean: la Iglesianaciente formada principalmente de gente humilde y pocoinfluyente (I Cor. 1:26-29) no estaba en condiciones de influirapreciablemente en la sociedad de manera directa. Su testimo-nio se limita mayormente a una conducta recta, una vida inta-chable, la obediencia, el respeto y la paz (I Tim 2/lss, 1 Pe-2/13ss, Rom. 13/lss). Pero en la medida en que aumentan lasposibilidades, de inmediato crecen las responsabilidades. Tanpronto hay un "amo" cristiano se hace necesaria una tica cris-tiana de la autoridad, y Pablo comienza a desarrollarla, con re-ferencia a un caso concreto y especifico, en la epstola a File-mn. Cuando otros campos de la vida humana se van abriendoa los cristianos, la tica social implcita en el evangelio se haceexplcita. Pero a la vez hay que sealar que cada vez que latica cristiana confronta una esfera de la vida humana, no selimita a sealar normas de accin, sino que poco a poco vaponiendo en tela de juicio toda la moral que rige esa esfera,hasta proponer una transformacin radical de la misma. Laepstola a Filemn lleva la semilla de la destruccin del mismosistema de la esclavitud que otros cristianos y no cristianosinfluidos por estas ideas habran de comprender y realizarsiglos ms tarde.

    Es lgico y normal, pues, que hoy nos preocupe comonunca antes la doctrina cristiana con respecto a los problemasde nuestras sociedades. Todo un conjunto de circunstancias his-tricas en cuya gnesis el cristiano no est ajeno, nos per-mite hoy comprender el carcter y la urgencia de estos proble.mas, a la vez que nos muestra posibilidades de enfrentarlos yresolverlos. El cristiano, an antes de poder formular una doc-trina social cristiana, siente el mandato divino de interveniren este campo; lo siente como una consecuencia inevitable

    (1) El autor ha tratado el mismo terna en forma ms sistemtica, aun-que con un enfoque distinto en un artculo aparecido en "CuadernosTeolgicos" (Ao X, N 4, Oct.-Dic. 1961, pp. 231-242). Nos hemosabstenido de reiterar aqu la argumentacin ofrecida en mayor de-talle en aquel trabajo.

    22

    de su fe en Jesucristo, como la vea del Seor que lo impulso.Luego, cuando trata de obedecer ese mandato, se ve obligadoa reflexionar sobre las bases del mismo y la mejor manera deobedecerlo. Esto es conforme a la naturaleza de la fe cris-tiana, cuyo objeto no es una ley inerte sino una persona vivien-te, Jesucristo, "el mismo ayer, hoy y por los siglos", que no selimit a dejar a su pueblo una serie de instrucciones, sino queles prometi su presencia para guiarlos en cada momento yen cada poca. El descubrimiento del significado de las Escri-turas para los problemas de la sociedad actual no es un meroasunto de deduccin lgica sino de obediencia, oracin y pene-tracin espiritual. Esta afirmacin no nos dispensa de la obli-gacin de buscar diligentemente en las, Escrituras las bases ynormas de la accin cristiana. Precisamente porque Jesucristoes "el mismo ayer y hoy...", el cristiano tiene que escucharsu voz en conformidad con lo que el testimonio de los apsto-les nos ha enseado. Si creyramos escuchar un mandato divinopara hacer algo contrario a las Escrituras, sera evidencia deque lo que hemos odo no es un mandato divino, sino la vozde nuestras propias ideas o del espritu del mal. Las Escriturasy la teologa no es sino un esfuerzo para comprender en for-ma orgnica y ordenada el testimonio de las Escrituras en lavida actual de la Iglesia son el necesario control de nuestraobediencia en el da actual. (2).

    I. Diversas respuestas a nuestra pregunta.

    Es tambin lgico qu, a lo largo de la historia del pen-samiento cristiano, haya habido diversas formas de encarar elproblema de una doctrina cristiana de la responsabilidad socialde la Iglesia. Esto se debe en parte a la misma riqueza de lafe cristiana, que no excluye la diversidad de enfoques, en partea-la seduccin que las ideologas seculares siempre ejercen so-bre el pensamiento teolgico, desvindolo fcilmente en uno uotro sentido, en parte a que la bsqueda de una doctrina es-pecficamente cristiana de la sociedad como toda la reflexinde la Iglesia es un proceso lento, laborioso; un largo caminoen el que la Verdad divina debe abrirse paso frente si nuestrosprejuicios,, pereza para entender y renuencia a obedecer. (3).

    La teologa comnmente llamada pietista, que ejerce graninfluencia en nuestras iglesias evanglicas latinoamericanas, hatratado de responder a nuestro problema tomando como punto

    (2) El captulo precedente del Manual, preparado por el Prof. Dr. RudolfObermuller ofrece los elementos bblicos que hemos presupuesto ene.ste captulo.

    Ci) IjO. obi'u clsica que historia el desarrollo de la conciencia de res-ponsabilidad social en las iglesias cristianas sigue siendo el estudio

  • de partida al cristiano individual. Cuando el hombre se convier-te, se transforma en una nueva criatura, que ejerce una in-fluencia purificadera dndequiere que acta. La solucin de losproblemas sociales depende de la conversin de los individuos;la transformacin de la sociedad, de la de sus miembros indi-vidualmente. Sin duda hay una importante verdad en esta po-sicin: la historia da abundante testimonio de aporte de cris-tianos que, en el poder de la fe, han transformado la sociedad.Un despertar de la fe como en el avivamiento metodista in-gls del siglo XVIII ha tenido a menudo enormes consecuen-cias en el campo social. Pero, como respuesta total, este enfo-que resulta totalmente inadecuado. Por una parte, muestra unindividualismo que deriva del pensamiento secular moderno msbien que de la Escritura. Por otra parte, es extremadamenteirrealista: la sociedad no es una mera suma de individuos, ylos males sociales residen, como la sociologa y la psicologasocial moderna han demostrado hasta la saciedad, en estructu-ras y sistemas que no ceden a la mera accin individual, sinoque requieren una accin sistemtica conciente y directa, basada en un concepto orgnico y coherente de la sociedad.

    El llamado evangelio social, que tuvo enorme auge en losEstados Unidos a fines del siglo pasado y comienzos del actual,reaccion con justicia contra el individualismo pietista. Propo-na, en cambio, una participacin activa y conciente de loscristianos en la sociedad, para luchar por los ideales de la jus-ticia, la equidad y la dignidad del hombre. Un impulso genul-namente cristiano lo mova, y toda la cristiandad debe agrade-cerle el haber adquirido una conciencia ms viva y candentede estos problemas. Como solucin, sin embargo, era igual-mente defectuosa. Pretenda ofrecer como norma de la accinsocial algunos "principios sociales" tomados de las enseanzasde Jess, especialmente del Sermn del Monte y las parbolasdel Reino. Estas porciones como hemos visto en el captuloanterior no ofrecen semejantes principios. Tomarlas aislada-mente, aparte de la obra redentora de Jesucristo, de su vida,muerte y Resurreccin, es un procedimiento arbitrario que ter-mina por pervertir la naturaleza misma del mensaje cristiano.El "idealismo" del evangelio social resultaba a la postre tanirrealista como el individualismo pietista.

    El Catolicismo Romano ha venido desarrollando por siglosuna doctrina de la sociedad basada en la llamada "ley natural",os decir, aquellas normas ltimas de accin que se suponenInscriptas en la misma conciencia humana, de modo que todoslos hombres podran descubrirlas y comprenderlas mediante elredo uso de la razn y la conciencia moral. En sntesis, coin-ciden bsicamente con los mandamientos mosaicos, que seriancu lenlldnd, especialmente en su parte tica, una confirmaciny nr lmnr l i ' i n de esa ley. El movimiento neotomista ha elaborado

    .'4

    en nuestros das una doctrina social integral, que dc.'itaea fue rteniente la dignidad humana, basndose en la ley natura l . J j i .obras de Jacques Maritain son una ilustracin magnlfim

    El Protestantismo clsico haba tentado una respuesta alproblema sin lograrlo de manera coherente. Lutero seal la di-ferencia entre "los dos reinos", el del Evangelio, donde la nicaautoridad es la Palabra de Dios, y el de la ley. La interpreta-cin de esta distincin, sin embargo, sigue siendo disputada.Algunos la han entendido como una distincin radical entre elcampo religioso, la Iglesia, donde Jesucristo es soberano, y laesfera secular, que sera totalmente autnoma hasta el puntoque algunos telogos defendieron el derecho del nazismo a des-arrollar sus teoras y prcticas en ese "campo de nadie" delestado. Otros, en cambio, particularmente entre los telogos es-candinavos, rechazan tal interpretacin de Lutero. Los dos rei-nos, segn ellos, sealan dos rdenes de cosas, pero en ambosJesucristo es Seor y el amor es el fin ltimo de ambas esfe-ras: en una el mbito de la fe ste gobierno y ste fin serealizan directamente mediante la predicacin de la Palabra;en la otra el mbito de la ley mediante el ejercicio de laautoridad al servicio de la justicia. La soberana divina en latotalidad de la existencia humana, individual y social, es tam-bin el punto de partida de Calvino. En la prctica, Calvino in-

    M > l'or mipuc.Hto, I problema do la ley natural es man complejo

  • tenta recurrir a la ley bblica para determinar el contenido deesa soberana divina con respecto a la vida pblica. Ni en unoni en otro caso se logra una articulacin adecuada de una doc-trina especficamente cristiana de la sociedad (5) . , ,

    II. El Reino da Jesucristo

    El centro de nuestra le, hemos dicho, no es una ley, ni unadoctrina, ni Una filosofa, sino la persona viviente de Jesucristo.Una concepcin verdaderamente cristiana de la responsabilidadsocial slo puede basarse en la verdad que hemos conocido enla vida, la muerte, la resurreccin y la soberana de Jesucristo,en quien conocemos el propsito, la obra y la naturaleza deDios. En el captulo anterior han sido exploradas las indicacio-nes del Nuevo Testamento, que nos sealan la presencia de Cristojunto a los pobres y los necesitados y nos impulsan, por lo tan-to, a Colocarnos junto a El, y por consiguiente junto a ellos, to-mando nuestra responsabilidad en la sociedad. Ahora debemosexaminar ese mismo fundamento en el contexto de la doctrinacristiana. Para hacerlo analizaremos muy brevemente algunas delas afirmaciones cristianas fundamentales, en lo que respecta anuestro problema.

    El mbito del inters y la accin de Jesucristo es la totali-dad de la sociedad humana, ms an la totalidad de la creacin.La teologa cristiana ha articulado esta afirmacin clara delNuevo Testamento en la doctrina acerca de la persona y obrade Jesucristo, llamada "cristologa". All encontramos elementosbsicos para una doctrina cristiana de la sociedad.

    Jesucristo est presente y activo en la creacin. El signi-ficado del pasaje de Colosenses 1:16: "En l (el Hijo), por l ypara l, fue creado todo lo que hay en los cielos y sobre latierra", y pasajes paralelos en Efesios, no es totalmente claroy es objeto de discusin entre los estudiosos. Pero es clara, almenos, la -afirmacin de que el propsito creador de Dios, lo queEl quiso hacer en la creacin del universo entero, se ha mani-festado en Jesucristo. Cuando queremos saber qu ha sucedidoy quiere Dios para el mundo y la sociedad, para qu la hizo,cual es el orden de esa creacin, debemos mirar a Jesucristo.En l se revela el sentido de la creacin.

    A la misma conclusin nos conduce la consideracin de la

    (5). En nuestra .poca el profesor reformado suizo Emil Brunner ha des-" arrollado un significativo ensayo de tica fundamentado en la jus-

    tificacin por la fe por una parte y en los "rdenes de la creacin"por otra. Pese a lo significativo y valioso de su contribucin, nosparece evidente que esa lnea de desarrollo conduce finalmente auna posicia fundamentalmente conservadora, que ahoga la demandaproftica y revolucionaria del Evangelio. Comprese la obra de Brun-ner: "Justicia: doctrina de las leyes fundamentales del orden so-cial" (Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1961). Ijaobra clsica de Brunner sobre este tema es su tica: "Das GebOtu;>d die Ordnungen" (ingls: "The Divine Imperative").

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    doctrina de la Encarnacin, es decir, la afirmacin que l ) l < m lupenetrado en la humanidad, participando directamcnle en cl in ,asumiendo la existencia humana en un hombre concrolo y real,Jess de Nazaret, Dios en la carne. Esta afirmacin os cen rala nuestro tema en ms de un sentido. Por una parte, nos revelala actitud de Dios hacia la humanidad: su inters activo y re-dentor por los hombres, que lo lleva a humillarse hasta asumirla existencia humana con todas sus debilidades y tentaciones.La afirmacin que aprendimos en el estudio bblico anterior:"Dnde est Jesucristo? Afuera, en el mundo, junto a loshombres qu sufren, que tienen hambre y sed, a los presos ya los enfermos..." adquiere una profundidad inusitada. En Je-sucristo, Dios mismo, el Dios soberano, est all afuera, en elmundo, al lado de los hombres, solidario con ellos. Por otraparte, en esa vida, muerte y resurreccin, se nos muestra laexistencia humana como Dios la quiere, la verdadera existenciadel hombre, su naturaleza original. Ese es el hombre que Dioscre. Esa entrega total por el prjimo, esa solidaridad total conlos hombres, ese servicio sin lmites de amor no son actos he^roicos y excepcionales: sa es la naturaleza de la accin divinay sa es la verdadera y normal humanidad se es el funda-mento de la existencia humana, se es el sentido de la sociedad.

    Dios, sin embargo, no se ha limitado a "ilustrar", a "reve-lar"j a "ejemplificar" la existencia humana. Su accin en Jesu-cristo es redentora, es una accin de curacin. No solamentemuestra lo que la vida debe ser, sino que abre- al hombre lapuerta de esa vida, lo llama a participar de ella. El propsitoredentor de Dios en Jesucristo es universal, tan universal comola creacin, tan universal como la persona de Jesucristo. (Cf. 1Tim. 2:17, con su nfasis en todos, repetido al menos cuatroVeces en el pasaje). Jesucristo es la esperanza nica de la vidanueva, real, sana, para todos los hombres, y ello significa parala comunidad y no slo para individuos aislados, para todas lasestructuras que articulan la existencia de los hombres en estmundo.

    Esa universalidad de Jesucristo se completa en la afirma^cin de su soberana universal presente. Segn el testimoniounnime del Nuevo Testamento, El es Seor; la totalidad de laexistencia humana individual y colectiva est bajo su sobera-na. El es Seor de la historia humana, no slo de la Iglesiasino de la sociedad. Esta afirmacin osada del Nuevo Testamen-to nos coloca frente a un problema muy importante para nuestrotema: la relacin entre este tiempo entre la Resurreccin deCristo y su venida en gloria al fin de la historia en que su.soberana es real pero invisible, a menudo aparentemente con-tradicha por nuestra experiencia diaria y la soberana final,cuando Dios establezca definitivamente su Reino. Y surge tam-bin la pregunta: cul es la funcin de la Iglesia en este po-

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  • rindo intermedio?La pregunta es demasiado compleja para pretender diluci-

    darla brevemente. (6) Pero es indispensable hacer algunas obser-vaciones. Jesucristo ejerce hoy su soberana sobre toda la hu-manidad, tenga sta conciencia o no de su accin. Su propsitoen ese ejercicio es un propsito redentor: elevar a los hombres,en la totalidad de su existencia fsica y espiritual, personal ycomunitaria, a la plenitud de la vida de comunin con Dios yde amor mutuo para la cual la humanidad fue creada. Ese pro-psito se realiza en la medida en que podemos entender suaccin mediante el testimonio bblico de dos maneras. Por unlado, mediante su Iglesia, donde el Evangelio es reconocido yanunciado, llama a los hombres a esa nueva vida, a la relacinconciente y madura de la fe, a la aceptacin de su soberana, ya la participacin gozosa en su propia obra. Por otra parte, enel mundo, mediante las estructuras sociales, econmicas, polti-cas, del mundo, mantiene la paz, el orden, el bienestar, la jus-ticia y la libertad necesarias para el desarrollo de la existenciahumana. Estos dos planos de accin no son independientes, puesel anuncio del Evangelio por parte de la Iglesia slo puede hacerse cuando existe un mnimo de condiciones de orden y nor-malidad. El Nuevo Testamento no vacua en hacer la afirma-cin extraordinaria que Dios "prolonga" la historia humana, enun acto de "paciencia", a fin de dar a los hombres la oportuni-dad de escuchar y obedecer el llamado del Evangelio. Por otraparte, el mismo anuncio del Evangelio en la Iglesia contribuyea crear las condiciones de una vida mejor y ms humana en elmundo.

    No debemos olvidar, sin embargo, que la accin de Jesucris-to en nuestro mundo incluso en la Iglesia, tiene el carcterde un "conflicto", de una "lucha". Las fuerzas del mal, si bienfueron definitivamente derrotadas en la Cruz y la Resurreccin,de modo que su destino final est ya sellado y no puede rever-tirse, an tienen una cierta libertad; no han sido eliminadas ysiguen obrando en nuestro mundo. Segn lo ilustra una figurahecha famosa por el profesor Osear Cullmann, la batalla deci-siva ya ha ocurrido, pero el da de la rendicin pblica an no.El enemigo, ya derrotado, sigue oponiendo resistencia la re-sistencia desesperada y suicida de un ejrcito en fuga. El resul-tado final no puede ser cambiado, pero la medida de desorden,de injusticia, de opresin, de inhumanidad que el mal an puedecausar, se manifiesta en las angustiosas circunstancias que to-dos conocemos demasiado bien.

    Esta circunstancia encuadra la responsabilidad del cristiano

    (G) Permtasenos referir al lector nuevamente al artculo mencionadode "Cuadernos Teolgicos" (P>. 235-238) donde se ofrece una pre-sentacin ms detallada.

    y de la Iglesia. La necesidad de su participacin en la vida i li-la sociedad est determinada por la presencia de Jesucristo all su Seor cre, redimi y gobierna esa sociedad. El crlsllanodebe estar a su lado. El sentido de su accin depende do osamisma accin de Jesucristo: lo que l es llamado a hacer es l < >que Jesucristo hace. Esto significa dos cosas: por una part-, elcristiano participa en la obra de Jesucristo que, mediante .suIglesia, anuncia el Evangelio anuncio no solamente verbal sinototal, de palabra y accin del amor redentor de Dios. Por otraparte, el cristiano participa en la actividad de Jesucristo queobra en el mundo creando paz y orden, justicia y libertad, dig-nidad y comunidad. Ambas son obras cristianas. Ambas estnrelacionadas entre s: son una misma obra redentora que soejerce complementariamente. Ambas tienen el carcter de unconflicto, de una batalla donde el cristiano sufre, confa yvence con' su Seor crucificado y resucitado.

    III. La naturaleza (te la accin.

    El problema de una tica cristiana de la sociedad consistoen tratar de determinar la naturaleza de esta accin que lamisma fe cristiana reclama y hace posible. Podemos concluirnuestras consideraciones con unas pocas observaciones a esterespecto. Todas ellas deben, sin embargo, subordinarse a unaafirmacin bsica: la libertad soberana de Jesucristo. Este, enefecto, no puede reducirse a una serie de normas ticas o prin-cipios morales por ms elevados que sean. Jesucristo es unapersona viviente, libre y soberana en su accin. La funcin delcristiano no es "tener principios" sino "seguir a Jesucristo".Su accin no se determina por una especie de plataforma, dogua que pueda llevar en el bolsillo, sino por una obedienciaactiva que pregunta cada da en oracin, "Seor, qu quieresque haga?". Eso es lo asombroso, creador y revolucionario dola fe cristiana. Los lmites de la accin cristiana no estn dadospor algn esquema escrito y concluido sino nada menos quopor la amplitud inmensa del amor todopoderoso de JosuorlHto.

    Esto no significa, sin embargo, que "no haya blanco ni nogro", que estemos librados a "inspiraciones" caprichosas. Posha obrado en la historia humana; la Biblia es el rtiRlslro il- o-maccin. Y esa accin nos ha dejado ciertos "panuli^nias", "i"