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Revista Atlántica-Mediterránea 19, pp. 67-83 BIBLID [11-38-9435 (2017) 19, 1-260] Fecha de recepción del artículo: 11-VII-2017. Fecha de aceptación del artículo: 9-XI-2017 INVESTIGACIÓN SOBRE LAS COMUNIDADES PREHISTÓRICAS EN LA ZONA ATLÁNTICA DEL NORTE DE MARRUECOS RESEARCH ON THE PREHISTORIC COMMUNITIES IN THE ATLANTIC ZONE OF THE NORTH OF MOROCCO Enrique GOZALBES CRAVIOTO Universidad de Castilla-La Mancha Correo electrónico: [email protected] Resumen: El trabajo desarrolla varios aspectos de la investigación desarrollada a lo largo de varias décadas acerca de la prehistoria en la zona occidental de la península Norte de Marruecos. A partir de la exposición de los planteamientos de la investigación, los principales datos de la investigación se exponen a partir de cuatro aspectos: por un lado el estudio historiográfico, por el otro la revisión de los materiales prehistóricos de los Museos Arqueológicos de Tetuán y Tánger, así como una revisión de la situación actual de muchos de los yacimientos hasta ahora publicados, y finalmente se expondrá el estudio de campo que ha conducido también a la localización de nuevas ocupaciones y al análisis del material presente en otros yacimientos conocidos. Finalmente se concluye que en los yacimientos se detecta generalmente la existencia de una mezcla de piezas de diversas industrias, siendo mayoritarios el Ateriense y el Iberomauritano. Palabras Clave: paleolítico, materiales de museos, ateriense, iberomauritano, yacimientos prehistóri- cos. Abstract: The work develops several aspects of the research developed over several decades about pre- history in the western area of the northern peninsula of Morocco. From the exposition of the approach of the investigation, the main data of the investigation are exposed from four aspects: on the one hand the historiographical study, on the other the revision of the prehistoric materials of the Archaeological Museums of Tetuán and Tangier , as well as a review of the current situation of many of the arqueological sites up to now published, and finally the field study that has also led to the location of new occupations and the analysis of the material present in other known archeological sites. Finally, it is concluded that the deposits are generally detected by the existence of a mixture of pieces from different industries, the majority being the Ateriense and the Iberomauritano. Keywords: Paleolithic, Museum materials, Aterien, Iberomaurusienne, Prehistoric sites. Sumario: 1. Planteamientos de la investigación. 2. Historiografía. 3. Revisión de los materiales de los Museos. 4. Revisión de la situación actual de los yacimientos. 5. Localización de nuevas ocupaciones. 6. Epílogo. 7. Bibliografía. El presente trabajo se ha desarrollado parcialmente en el marco de nuestra participación en el Proyec- to de I+D+i MINECO-Ministerio de Economía y Competitividad, ref. HAR2012-334033 (vigencia 2013- 2016), y actualmente (desde 2017) en el I+D+i: Arqueología e interdisciplinariedad: una investigación arqueológico-histórica sobre las relaciones interdisciplinares en la Historia de la Arqueología española (siglos XIX y XX). HAR2016-80271-P. El estudio realizado de los documentos del Archivo de los Museos Arqueológico de Tetuán y de La Kasbah de Tánger se ha realizado con los permisos correspondientes del Ministerio de Cultura del Reino de Marruecos, concedidos en 2013 y 2014, por parte del Director de Patrimonio Cultural Sr. Abdellah Alaoui. El estudio de los fondos de prehistoria de ambos Museos se realizó en los años setenta, en dos estancias en el primero de ellos y en una en el segundo, con la auto- rización concedida por el antiguo “Service des Antiquités du Maroc” por parte de la Sra. Joudia Hassar Benslimane a petición del Profesor Doctor Antonio Arribas Palau. DOI: http://dx.doi.org/10.25267/Rev_atl-mediterr_prehist_arqueol_soc.2017.v19.05

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Revista Atlántica-Mediterránea 19, pp. 67-83BIBLID [11-38-9435 (2017) 19, 1-260]

Fecha de recepción del artículo: 11-VII-2017. Fecha de aceptación del artículo: 9-XI-2017

INVESTIGACIÓN SOBRE LAS COMUNIDADES PREHISTÓRICAS EN LA ZONA ATLÁNTICA DEL NORTE DE MARRUECOS

RESEARCH ON THE PREHISTORIC COMMUNITIES IN THE ATLANTIC ZONE OF THE NORTH OF MOROCCO

Enrique GOZALBES CRAVIOTO

Universidad de Castilla-La ManchaCorreo electrónico: [email protected]

Resumen: El trabajo desarrolla varios aspectos de la investigación desarrollada a lo largo de varias décadas acerca de la prehistoria en la zona occidental de la península Norte de Marruecos. A partir de la exposición de los planteamientos de la investigación, los principales datos de la investigación se exponen a partir de cuatro aspectos: por un lado el estudio historiográfico, por el otro la revisión de los materiales prehistóricos de los Museos Arqueológicos de Tetuán y Tánger, así como una revisión de la situación actual de muchos de los yacimientos hasta ahora publicados, y finalmente se expondrá el estudio de campo que ha conducido también a la localización de nuevas ocupaciones y al análisis del material presente en otros yacimientos conocidos. Finalmente se concluye que en los yacimientos se detecta generalmente la existencia de una mezcla de piezas de diversas industrias, siendo mayoritarios el Ateriense y el Iberomauritano.

Palabras Clave: paleolítico, materiales de museos, ateriense, iberomauritano, yacimientos prehistóri-cos.

Abstract: The work develops several aspects of the research developed over several decades about pre-history in the western area of the northern peninsula of Morocco. From the exposition of the approach of the investigation, the main data of the investigation are exposed from four aspects: on the one hand the historiographical study, on the other the revision of the prehistoric materials of the Archaeological Museums of Tetuán and Tangier , as well as a review of the current situation of many of the arqueological sites up to now published, and finally the field study that has also led to the location of new occupations and the analysis of the material present in other known archeological sites. Finally, it is concluded that the deposits are generally detected by the existence of a mixture of pieces from different industries, the majority being the Ateriense and the Iberomauritano.

Keywords: Paleolithic, Museum materials, Aterien, Iberomaurusienne, Prehistoric sites.

Sumario: 1. Planteamientos de la investigación. 2. Historiografía. 3. Revisión de los materiales de los Museos. 4. Revisión de la situación actual de los yacimientos. 5. Localización de nuevas ocupaciones. 6. Epílogo. 7. Bibliografía.

El presente trabajo se ha desarrollado parcialmente en el marco de nuestra participación en el Proyec-to de I+D+i MINECO-Ministerio de Economía y Competitividad, ref. HAR2012-334033 (vigencia 2013-2016), y actualmente (desde 2017) en el I+D+i: Arqueología e interdisciplinariedad: una investigación arqueológico-histórica sobre las relaciones interdisciplinares en la Historia de la Arqueología española (siglos XIX y XX). HAR2016-80271-P. El estudio realizado de los documentos del Archivo de los Museos Arqueológico de Tetuán y de La Kasbah de Tánger se ha realizado con los permisos correspondientes del Ministerio de Cultura del Reino de Marruecos, concedidos en 2013 y 2014, por parte del Director de Patrimonio Cultural Sr. Abdellah Alaoui. El estudio de los fondos de prehistoria de ambos Museos se realizó en los años setenta, en dos estancias en el primero de ellos y en una en el segundo, con la auto-rización concedida por el antiguo “Service des Antiquités du Maroc” por parte de la Sra. Joudia Hassar Benslimane a petición del Profesor Doctor Antonio Arribas Palau.

DOI: http://dx.doi.org/10.25267/Rev_atl-mediterr_prehist_arqueol_soc.2017.v19.05

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1. Planteamientos de la investigación

En el arranque de su estudio sobre la exten-sión del Paleolítico final en el Norte de Marrue-cos el profesor Georges Souville afirmaba hace ya bastantes décadas: “on connaît insuffisamment la Préhistoire de cette región malgré les recherches des pioniers comme P. Pallary, H. Obermaier, le R. P. Koehler et surtout M. Tarradell. Toutefois il n´y a pratiquement pas de gisements ayant livré une stratigraphie nette. Ce son essentiellement de stations de surface que nous connaisons, stations découvertes souvent au hazard des prospections; ces gisements ne sont pas homogènes et on peut y reconnaitre des elements aussi bien atériens, voire plus anciens, qu´épiléolithiques ou néolithi-ques, sans qu´il soit possible de donner un quali-ficatif précis à telle ou telle station, toujours mal delimité” (Souville, 1975: 119). Indudablemente, la consideración concluyente responde a la reali-dad tal y como hemos podido investigar a lo largo del tiempo, y además alcanzada por parte de un buen conocedor de los materiales obtenidos por

los investigadores anteriores, en la medida en la que rastreó los principales datos para establecer la cartografía de su monografía del Atlas préhisto-rique du Maroc (Gozalbes, 2010-2012; 2012). El objetivo de la presente aportación es el de la presentación de las principales características de la investigación que desde hace muchos años veni-mos desarrollando respecto a la arqueología pre-histórica de la zona atlántica del Norte de Marrue-cos. Las zonas que están siendo objeto de estudio por nuestra parte corresponden a las comarcas de la vertiente atlántica, situadas al Norte de Rabat y que se extienden hasta la costa del Estrecho y del Mediterráneo, y de una manera más fundamental entre las ciudades de Tánger y de Larache. De for-ma básica, en relación con las divisiones geográfi-cas (europeas) tradicionales, se trata de un estu-dio respecto a las grandes comarcas marroquíes de El Fahs (la Campiña) tangerina, de unas alturas en buena parte cultivables y con zonas inundables, de las rojas y onduladas tierras de La Gharbia de la zona de Arcila (Asilah), de las arenosas plani-cies del Sahel de Larache junto al curso del Oued Loukkos, así como finalmente las tierras en borde de montañas de Reissana y de Beni Gorfet. Así pues, el ámbito territorial que es objeto de nuestro trabajo resulta plenamente complemen-tario con aquel en el que se está desarrollando la investigación por parte de J. Ramos Muñoz y sus colaboradores, respecto a la prehistoria, una in-vestigación sobre todo integrada en la elaboración más amplia de la Carta arqueológica del Norte de Marruecos, por tanto un trabajo de prospección y estudio de materiales que se ha desarrollado en las zonas orientales de la península tingitana (Ramos, Zouak, Vijande et alii, 2015). Y con ello también completamos los trabajos del equipo belgo-ma-rroquí dirigido por parte de M. Otte igualmente en relación con la prehistoria de esta región, y que se centró en la prospección de las zonas más cerca-nas, al Norte y Sur, del curso del río Tahadart (Otte, Bouzouggar y Kozlowski, 2004). Sin duda este conjunto de trabajos permite disponer ya de una amplísima documentación que posibilita el esta-blecimiento de un moderno y actualizado estado de la cuestión de la prehistoria en el ámbito de la península Noroeste de Marruecos. Cuatro aspectos fundamentales corresponden a nuestro trabajo y que, de una forma resumida, presentaremos en los siguientes epígrafes de esta exposición: - El primero de ellos es el que corresponde a Figura 1. Zona atlántica del Norte de Marruecos, obje-

to fundamental de la investigación.

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la Historiografía de la arqueología, una temática general que sin duda y en gran parte se encuentra hasta de moda en los últimos tiempos. Toda esta revisión de documentación y también de la pro-ducción bibliográfica antigua, con análisis de la aportación concreta efectuada por parte de cada uno de los investigadores, así como del registro escrito conservado en los Museos y que sirve para documentar diversos hallazgos (pero también constatar la ausencia de registro en otras ocasio-nes). El hecho nos parece muy relevante, por cuan-to en la bibliografía antigua podemos detectar la existencia de datos viables para ser revisados y reactualizados a la luz de los conocimientos actua-les. - En segundo lugar, integramos en el ámbito de nuestra investigación la revisión de los materiales prehistóricos de los yacimientos de superficie del Marruecos septentrional, que se encuentran con-servados en los Museos Arqueológico de Tetuán y de La Kasbah de Tánger. En realidad, la mayor parte de este trabajo de estudio del material esen-cialmente paleolítico fue efectuado por nosotros hace ya muchos años, como indicamos al princi-pio de esta exposición. Sobre esos materiales que estudiamos poseemos diversas notas y dibujos antiguos, cuyo estudio hemos retomado en estos momentos. De hecho, en el presente trabajo pre-sentaremos nuestra propia visión o interpretación por vez primera, especialmente relevante en este caso en relación con el Museo de La Kasbah de Tánger que, como veremos, presenta en la actua-lidad notables dificultades para el estudio. - En tercer lugar, incorporamos la visita y la re-visión del emplazamiento de algunos de los yaci-mientos de superficie que fueron documentados en los trabajos antiguos desarrollados por otros investigadores. Esta labor de revisión en el campo ha sido efectuada en los diversos viajes realizados a la zona entre los años 2013 y 2016, una labor en la que me acompañaron y colaboraron, con entre-ga y suma eficacia, mi hermano Carlos Gozalbes, entonces de la Universidad de Málaga, y mi hija Helena Gozalbes García, de la Universidad de Gra-nada. - En cuarto lugar, y de una forma complemen-taria con lo anterior, en el trabajo de campo he-mos alcanzado la identificación de numerosos nuevos lugares, más o menos interesantes según cada caso, así como el estudio de algunos de los materiales líticos que identificamos en todos estos nuevos yacimientos. Tanto ésta actividad como la

anterior se encuentran todavía abiertas a una con-tinuidad próximamente, tanto en lo que se refiere al análisis definitivo y más completo de las piezas, como sobre todo en la realización de nuevas pros-pecciones, por lo que irán siendo objeto de sucesi-vas publicaciones. Por esa razón, en esta ocasión nos limitaremos a ofrecer una breve noticia preli-minar acerca de los resultados.

2. Historiografía

Desde el siglo XIX han sido numerosos los in-vestigadores que han trabajado en relación con los yacimientos prehistóricos de superficie en la zona atlántica del Norte de Marruecos. Nuestros traba-jos desarrollados al respecto de estas aportacio-nes más antiguas se han centrado ciertamente en cuestiones diferentes, a partir de documentación escrita y de la bibliografía. a) Evolución de las actividades y de los conoci-mientos sobre la arqueología prehistórica en la re-gión Norte de Marruecos. Así señalamos a este res-pecto las primeras percepciones expresadas con algunos datos de identificación de las industrias, que especialmente tuvieron su reflejo en los años veinte en las prospecciones desarrolladas por par-te de H. Obermaier y de H. Koehler, así como más tarde con las excavaciones, con una metodología muy primitiva, en la cueva de El Aliya en Tánger, desarrolladas por parte de dos aficionados nortea-mericanos (H. Doolittle y R. Nahon) que contaron con cierto y somero asesoramiento por parte de S. Coon (Gozalbes, 2008a). También contamos con el análisis de las aportaciones realizadas por parte de M. Tarradell que consideramos particularmen-te relevantes, debido sobre todo al potente valor mucho más profesional de sus trabajos arqueoló-gicos realizados en los años cincuenta del siglo XX el Norte de Marruecos (Gozalbes y Parodi, 2011). Por otra parte, nuestro análisis se ha dirigido a las hasta ahora casi totalmente desconocidas activi-dades e intentos de influencia de J. Martínez San-ta-Olalla, jefe de la arqueología española después de la Guerra Civil y que realizó algunos estudios que, a partir de la documentación consultada, he-mos expuesto en otra ocasión (Gozalbes, 2015). b) El marco ideológico en el que se fue produ-ciendo la construcción de los conocimientos. A nuestro juicio, se trata ésta de otra cuestión par-ticularmente relevante, ya que las ideas precon-cebidas, las interpretaciones y los propios temas desarrollados, se interrelacionan con los momen-

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tos (e intereses) concretos en los que se realizaron los trabajos. Así destacamos en nuestro estudio el momento en el que la arqueología prehistórica se convirtió en una ciencia con un cierto prestigio en el marco del África colonial, en especial después de la Segunda Guerra Mundial. Fue éste el momento en el que justamente al hilo de lo cual se produjo la sistematización de la prehistoria marroquí con las aportaciones de A. Ruhlmann y M. Antoine (Gozal-bes, 2014), sucesivos inspectores de arqueología prehistórica en el Protectorado francés (Almisas, 2015). De igual forma planteamos en la aportación al XVII World UISPP Congress la relación entre la investigación de arqueología prehistórica en Ma-rruecos desarrollada por los españoles y la de los investigadores de otros países (Gozalbes, 2016). Todo ello permite conocer el marco y las limita-ciones en los datos de las distintas aportaciones e interpretaciones, a partir de trazar una Historia de la investigación prehistórica en el Norte de Ma-rruecos (Gozalbes, 2017). c) Una sistematización de la localización de los diversos yacimientos de superficie con restos líti-cos. Esa relación fue iniciada, a partir de los datos hasta entonces publicados, por parte de G. Souville en relación con la zona concreta de Larache (Sou-ville, 1973). Pero es cierto que en otras comarcas más septentrionales, en Asilah y La Gharbia y en Tánger y el Fahs, los yacimientos detectados son incluso mucho más numerosos que en el territo-rio anteriormente mecionado, y aunque quedaron bajo la elaboración de una sistematización que sa-bemos desarrollada después por el mismo autor, la misma ha quedado inédita hasta el momento (Souville, 1978). En cualquier caso, reflejamos como un proble-ma importante al respecto de este conocimiento el carácter genérico que tienen muchas de las locali-zaciones propuestas. Buenos ejemplos al respec-to son las aproximaciones del citado M. Tarradell respecto a diversos yacimientos, como el del Sou-cq El Had de la Gharbia (“alrededor de las ruinas de la ciudad romana, próximo al lugar donde se halla el puesto de intervención y zoco del mismo nombre”), el Soucq El Tnin de Sidi Yamani (“situa-do en los alrededores de la intervención y zoco del mismo nombre”), o el Soucq el Khemis del Sahel (“en la intervención y zoco del mismo nombre”) (Tarradell, 1955: 379; 1956). Pero esta sistema-tización necesariamente hoy día exige, aparte de una localización territorial algo más concreta, de

una constatación acerca de la situación actual en la que se encuentra el yacimiento localizado en su momento.

3. Revisión de materiales de los Museos

Hace algunos años publicamos la revisión de los materiales recogidos en los yacimientos de super-ficie de esta región por parte de M. Tarradell y que se encuentran conservados en el Museo Arqueoló-gico de Tetuán (Gozalbes, 2008b). Como novedad más significativa en curso de estudio, destacamos la localización por parte de J. Ramos y D. Bernal del análisis detallado, con dibujos, realizado por ese mismo autor y que se conserva inédito en su archi-vo familiar. No vamos a volver ahora acerca de esta cuestión del material del Museo Arqueológico de Tetuán, por haberlo hecho de forma más detallada en nuestro estudio mencionado; baste indicar que coincidimos en el análisis de M. Tarradell en sus publicaciones de los años cincuenta, eso sí preci-sando bastante más en el mismo, en general acer-ca del predominio entre el material de las piezas del Ateriense y del Iberomauritano, pero proba-blemente también con elementos del Musteriense y del Neolítico. Y sobre todo, identificamos tam-bién, en muy pequeñas proporciones, otras piezas del Achelense, como en Soucq El Khemis de Sahel, Mezora y El Homar (Gozalbes, 2012b). Un aspecto que nos pasó desapercibido era el que se refería a la identidad concreta de un mate-rial presente en el Museo de Tetuán que, distingui-do de los yacimientos localizados por M. Tarradell, aparecía con mención expresa de su procedencia, e incluso con piezas que en su caso contenían nú-mero de registro. Con posterioridad hemos podi-do detectar que este material fue entregado por H. Obermaier como producto de sus prospeccio-nes del año 1927. En este sentido por ejemplo el yacimiento de Regaya I, sin duda coincidente con el nombrado en su publicación como Cuesta Colo-rada (Obermaier, 1928: 270), con tres puntas del Modo III (Musteriense), cementerio hebreo de Ar-cila (con diversas lascas de sílex de color marrón), otro yacimiento de Arcila (quizás el desconocido topónimo de la Huerta del Judío), igualmente con puntas más o menos típicas del Modo III, o el Zoco Zinat con unas seis piezas, tres de ellas puntas de buena calidad, y también tres piezas laminares, en un yacimiento muy destacado por Obermaier (1928: 271) por la presencia de algunas posibles piezas musterienses, pero sobre todo por un Pa-

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leolítico final (“de facies capsio-tardenoisiense”) con numeroso microlitismo, y raspadores de di-versos tipos de pequeñas dimensiones y hojas de dorso rebajado. Se puede deducir que Obermaier entregó algunas contadas piezas al Museo de Te-tuán, aunque con total seguridad se reservó para sí la mayoría de las recogidas. Si publicamos en detalle datos de este material en el Museo de Tetuán, por el contrario, quedaba inédita totalmente la aproximación que hicimos también hace años en relación con el material re-cogido por M. Ponsich en los años sesenta en la zona de Tánger, y que se encuentra conservado en el Museo de La Kasbah. En fechas más recientes, sin embargo, al hilo de la valoración de su apor-tación, publicamos los datos de las piezas por él recogidas y mejor identificadas de algunos yaci-mientos en la vertiente meridional del Jbel Kbir tangerino (zona montañosa al Oeste de Tánger), ya prospectada por H. Koehler (sin publicación de los resultados, excepto la mención de nume-rosas hachas pulimentadas recogidas en Branes). En concreto señalamos la existencia de un bello material del Ateriense procedente del yacimiento de Anseur ben Ait, que él mismo Ponsich identifi-caba de forma genérica en su publicación, y sobre todo cuatro puntos concretos de recogida de sílex en torno al poblado de Ziaten, igualmente situado en la vertiente meridional del Jbel Kbir. Estas pie-zas, que no fueron identificadas en la publicación de Ponsich, son de una cierta calidad y muestran la presencia en esta zona tanto de la industria del Ateriense como del Iberomauritano (Gozalbes, 2015b). En su publicación de síntesis sobre la arqueo-logía tangerina, M. Ponsich centraba su atención, en una importante síntesis, acerca de las necrópo-lis de lajas de piedra de la Edad del Bronce en la zona tangerina. Pero en un capítulo anterior sobre la prehistoria en el territorio de Tánger procedió a la incorporación de un análisis geográfico para la interpretación de la distribución de unos 40 ya-cimientos prehistóricos de superficie, en los que se limitaba a mencionar de forma genérica la pre-sencia de “sílex tallados” (Ponsich, 1970). En dos estantes con diversos cajones del Museo de Tán-ger se encontraban los materiales recogidos por M. Ponsich a lo largo de sus prospecciones: con la excepción de los yacimientos que citamos con anterioridad, la separación de cada cajón refleja los lugares diferentes de recogida de las piezas

conservadas en los mismos, pero sin embargo en ellos no existe una identificación concreta de los mismos. Aún y así, por su elevado número, resulta absolutamente indudable que corresponden a los distintos lugares que fueron identificados en su publicación.

Figura 2. Punta pedunculada con talón facetado. An-seur ben Aït en el Jbel Kbir (Tánger).

En este sentido, dada la ausencia de la relación directa con el lugar concreto de recogida, nuestro estudio sólo puede realizarse de una forma gene-ral, clasificando las piezas procedentes de cada uno de los lugares no identificados. Así pues, el análisis se realiza en función de las características tipológicas y tecnológicas de las piezas, como en el evidente caso del Neolítico o Prehistoria reciente el tratarse de hachas pulimentadas, del paleolíti-co en la presencia de una industria de lascas y de talla, mientras del Iberomauritano en relación a una industria en sílex de carácter laminar, de unas dimensiones por lo general más reducidas. Debe-mos también indicar que, en general, las piezas están muy seleccionadas, por lo que nos hayamos simplemente ante una muestra que M. Ponsich, con sus criterios particulares, que no eran precisa-mente los de un prehistoriador, quiso realizar en la recogida. Una vez expuesto lo anterior, mostramos por vez primera los datos que hemos deducido de ese trabajo de revisión en los fondos de prehisto-ria del Museo de Tánger. Como podrá observarse, en los cajones del pri-mer estante existe un predominio bastante mayor de la presencia de materiales del Paleolítico, con la presencia de muy evidentes muestras de la indus-tria del Ateriense; en los del segundo estante, por

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Tabla 1. Fondos de Prehistoria. Museo de la Kasbah de Tánger

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el contrario, es mayor la proporción de yacimien-tos con piezas de carácter laminar, del Iberomau-ritano y de su tradición subsiguiente, criterios de clasificación que están derivados naturalmente de los conocimientos acerca de la secuencia de las in-dustrias prehistóricas en el Magreb (Balout, 1955; Camps, 1974). Ello se completa con la existencia de un posible Musteriense, así como en algunos escasos casos de piezas del Paleolítico Inferior o del Neolítico. Así pues, y a grandes rasgos, la pre-sencia de estas industrias en los yacimientos del Fahs tangerino apuntan a una coincidencia en los datos (así como en la representación) con los de-tectados en dos regiones más meridionales de La Gharbia y el Sahel documentados por M. Tarradell y revisados por nosotros mismos en el Museo de Tetuán. Y también el tenor de los materiales y en parte su propia representación proporcional coin-cide plenamente con lo estudiado en prospeccio-nes por parte de M. Otte, Bouzouggar y Kozlowski (2004). A partir de nuestra aplicación de criterios tipo-lógicos y tecnológicos, podemos deducir nueva-mente lo ajustado de las conclusiones más gené-ricas establecidas en su día por parte de Souville (1975). En su conjunto, en el material procedente de yacimientos de superficie en el territorio tan-gerino, podemos observar el predominio inicial de una industria de carácter paleolítico, dentro de ella también con un predominio del uso de la técnica Levallois, y que por su propio sentido evo-lutivo en talla y retoque, así como tendencias al pe-dunculado de algunas piezas, señala con claridad una presencia relevante del Ateriense, y que está presente en torno al 35% de los yacimientos. En segundo lugar, la existencia de una industria de láminas, claramente emparentable con el Ibe-romauritano, presente en torno al 30% de los yaci-mientos del área tangerina, si bien en una parte es susceptible de haber tenido continuidades poste-riores (como señala en algunos casos la mayor de proporción de piezas denticuladas). Por otra par-te, parece haber evidencias más o menos impor-tantes de una presencia de industrias anteriores, en especial de un Musteriense (en torno al 18% de los yacimientos), a veces muestra simplemente como industria “paleolítica” difícil de mayor defi-nición (21%), siendo mucho más raros los vesti-gios posibles del Paleolítico Inferior o del Neolíti-co y de la Prehistoria Reciente. En cualquier caso debemos insistir en la problemática de un registro recogido en los yacimientos de superficie, y efec-

tuado mediante una selección de piezas por par-te de un magnífico arqueólogo, como M. Ponsich, pero que no era especialista en prehistoria.

4. Revisión de la situación actual de los yaci-mientos El trabajo realizado sobre el campo ha permiti-do en muchos puntos el confirmar la fuerte degra-dación y la desaparición de una gran cantidad de los antiguos yacimientos que fueron reflejados en su momento por parte de los diversos investigado-res. Ello aconseja más que nunca el tener en cuen-ta los informes antiguos, y como hemos defendido, analizar los materiales conservados en los Museos pues hoy ya es imposible el trabajo en muchos de los puntos señalados, y más aún lo será en el futu-ro. Podemos destacar diversos casos que son muy diferentes, alguno de ellos por unas causas estric-tamente naturales, pero debe reconocerse que so-bre todo lo más influyente en la degradación viene representada por una presión antrópica dispara-da. Sobre la primera de las causas, destacamos un caso, algo desplazado hacia el Sur de nuestra zona prioritaria de estudio, como es el de las cercanías del santuario de Sidi Bou Ghaba, ubicado en la cos-ta unos pocos kms. al Sur de la ciudad de Mehdia. Entre el santuario y la costa, en una planicie des-cendente hacia el mar, el Padre H. Koehler identi-ficó en los años treinta un importante yacimiento de superficie, que era precisamente, por la entidad y por la diversidad del material, uno de los más relevantes de Marruecos, con una gran cantidad de piezas que se extendían al menos desde el Ate-riense hasta el Neolítico. La relación de las piezas recogidas por Koehler en este lugar era bastante grande, e incluso se conserva una fotografía del sa-cerdote en el propio yacimiento recogiendo piezas (Souville, 1973). La propia ubicación apuntaba a una ocupación prioritaria en función de recursos marinos, al menos desde luego desde finales del Paleolítico (cuando quedó fijada la línea costera). Una cuestión que nos intrigaba fuertemente era la desaparición del yacimiento de la bibliografía de los estudios realizados más tarde, el saber el porqué otros investigadores de la prehistoria ma-rroquí no visitaron el lugar con posterioridad. Ello contrastaba con la potencia del material conocido, que justificaba plenamente la necesidad de revisar las observaciones de Koehler y aumentar el volu-men de material conocido. Nuestro acceso al lugar

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Tabla 2. Fondos de Prehistoria. Museo de la Kasbah de Tánger

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exacto en el que se encontraba el yacimiento, en buena parte dificultoso por haberse cortado el ca-mino que conduce al mismo en fechas bastante re-cientes, nos deparó una fuerte sorpresa: la fuerte modificación de las condiciones naturales que ha ocasionado desde hace muchos años la formación de una inmensa duna, de muchos centenares de metros de longitud y de una gran altura. Así pues, debemos indicar que las piezas que se encontra-ban en un terreno suelto y al aire, se encuentran desde hace muchos años enterradas bajo tonela-das y toneladas de arena. Sin duda, ya al final de la Segunda Guerra Mundial el yacimiento se hallaba enteramente cubierto por la incipiente duna que hoy tiene unas proporciones auténticamente gi-gantescas y que además no cesan de aumentar y que explica esa falta de continuidad en el estudio. Pero también resulta cierto que la desaparición de una buena parte de los yacimientos es debida en su mayor parte a la acción antrópica. La misma también se deja sentir especialmente en las zonas litorales, donde los yacimientos localizados eran particularmente numerosos. El establecimiento de la zona franca en Tánger, más allá del desarro-llo económico que la misma pueda significar, ha acabado con numerosos restos, entre ellos con casi total seguridad con el yacimiento de La Fôret Diplomatique (hoy enormemente reducido) en el que el P. H. Koehler identificó la presencia de un “Musteriense de tipos pequeños”. La presión hu-mana también ha sido particularmente dura en las estaciones que se hallaban en la línea costera ha-cia el Sur en el territorio tangerino. Por ejemplo en Ben el Goulsa, playa en donde aparecían numero-sos silex tallados (Ponsich, 1970: 32) o algo más al norte, en Sidi Rouadi donde eran muy numerosos los hallazgos pero ha sido arrasado además (como en otros casos) por las obras devastadoras de una posición militar. Además en esta zona las estación más impor-tante está ya prácticamente desaparecida, la de Sidi Kacem, también como Ziaten dividida en muchos puntos, en cuya zona interior tanto el P. Koehler (estación de La Fôret Diplomatique) y la misión americana (estación de Radio Mackay) identificaron una buena industria musteriense (Howe, 1967). Pero tanto en ella, como en Charf el Akab, existen a la vez musteriense y epipaleo-lítico. En una prospección realizada hace muchos años, entre las arenas, sólo detectamos numerosas evidencias paleolíticas, de una industria del tipo musteriense, con presencia indudable de aterien-

se, pero es todo lo que podemos hoy saber. Pero la destrucción de yacimientos costeros se extiende más al Sur: por ejemplo, hemos podido detectar la desaparición práctica de la estación nombrada como “cementerio hebreo de Arcila”. La lista es más larga, y llega hasta Larache (en este caso las pérdidas son mucho más antiguas) pero los ejem-plos citados son bien representativos. Sobre todo el despegue del uso de las playas por parte de los marroquíes, una afición hace dé-cadas casi inexistente entre los nacionales, efectúa una inmensa presión en muchas zonas del Atlánti-co, y de forma muy señalada en todo el territorio de Achakar y sus cercanías. Allí no sólo la urbani-zación hace muchos años prácticamente liquidó las posibilidades de estudio del yacimiento de la meseta de Ackahar, identificado como Achelense por parte de la misión antropológica americana en 1946-1948, sino que sobre todo está afectan-do de manera muy grave a las cuevas y abrigos de El Khril. Allí acampan los bañistas y además esta-blecen numerosas fogatas, realizan agujeros en el terreno, etc., afectando de manera muy dura unos lugares de interés arqueológico que nunca, y me-nos ahora con esta presión, han sido objeto de pro-tección. En cualquier caso, algunas de esas grutas (no todas) fueron objeto de estudio en diversas ocasiones. Determinadas zonas del norte de Marruecos, muy en especial en el área tangerina, están expe-rimentando un intensivo y creciente proceso de presión humana sobre el medio, con la realización de numerosas obras, sobre todo construcciones de viviendas, así como un proceso muy negativo de extensión sin control del arrojo y del depósito de los materiales de construcción. En todas estas zonas, los yacimientos arqueológicos, y muy seña-ladamente los prehistóricos, desaparecen con una gran rapidez e intensidad. Objetivo de nuestra ex-posición es señalar esta situación que convierte en imprescindible el salvar el máximo posible de la información contenida en las publicaciones, de un lado, y también en los fondos de los museos, pues-to que es lo único que en gran parte va a quedar disponible. En la otra vertiente de la península tingitana está sucediendo algo parecido. La lectura de los resultados preliminares, respecto a Tetuán, de la “carta arqueológica” en proceso de elaboración por el equipo hispano-marroquí mencionado (Ramos y otros, 2008) nos motivó, debido a la ausencia de prospección, por recorrer una zona ampliamente

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prospectada por nosotros mismos a finales de los años setenta. Se trata del borde de las terrazas al norte del río Martil. Allí en toda la línea de peque-ñas alturas, en las llamadas por la toponimia Loma Amarilla (española) y Oued Nakketa (al Norte de Tamuda y al otro lado del río) nosotros habíamos localizado varios puntos en los que aparecían si-lex y pequeñas piezas en cuarcita con tendencia laminar, propias del Iberomauritano (vid. como ejemplo piezas del Oued Nakketa, Gozalbes, 1977: 408). Sin embargo, actualmente todo ese territorio se encuentra arrasado para la arqueología debido al nacimiento de nuevos barrios peri-urbanos que se extienden hasta el entorno de Tamuda. De esta forma, el Iberomauritano, escasamente documen-tado en el valle del Martil, ha visto desaparecer al-gunos de sus puntos de presencia. Volviendo a la zona atlántica, debemos desta-car el caso principal del Yebel Kebir, la montaña ubicada al Oeste de Tánger. Se trata de una zona que presenta un enorme interés arqueológico, sobre todo para la prehistoria, al Sur-Oeste de la cual se encuentra el vital conjunto de cuevas de Achakar y de El Khril. En la vertiente norte des-tacaba la estación de Sidi Ahmar, cuya industria fue identificada como neolítica por Pallary, y sobre todo después por Martínez Santa Olalla. El mate-rial de la prospección de 1958 fue analizado por

parte de Roche (1963: 185) para quien la presen-cia de láminas de dorso bien trabajados y de mi-crolitos apuntaba pero no aseguraba la presencia de Iberomauritano. Por el contrario, para Souville (1975: 123) la industria presente en Sidi Ahmar era esencialmente epipaleolítica, aunque sin duda puede tener perduración en el neolítico (Gozalbes, 1977: 407). Los accesos a las áreas se encuentran cortados desde la apropiación privada de los ca-minos, incluida sobre todo la del propio palacio real. Tan sólo en el interior del propio cementerio nosotros hemos podido detectar la continuidad de la aparición de contadas piezas (que salen con las extracciones de tierras para las sepulturas). En la vertiente meridional del Yebel Kbir existe toda una hilera de estaciones que enlazan desde la zona de las cuevas de Achakar: Rhoundak Gour con presencia de industria del musteriense y del iberomauritano (Souville, 1975: 121), Anseur ben Ait cuyo material en el Museo de Tánger muestra la presencia de un importante ateriense, que in-cluye el hallazgo de una de las llamadas “puntas marroquíes” (Tixier, 1974), así como una cadena de cuatro estaciones de superficie en Ziaten que enlazan con el poblado cercano de Branes. Si este último es un yacimiento más modesto, sobre todo con pocas piezas paleolíticas y del iberomauritano, los talleres de fabricación de piezas de Ziaten eran

Figura 3. Yacimiento litoral de Sidi Bou Ghaba. Formación de dunas que han cubierto el yacimiento

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particularmente importantes. El Ateriense parece presente de forma dominante en la estación Ziaten I, Ziaten III y Ziaten IV. Pero es sin duda la indus-tria laminar del iberomauritano la que predomina, con formas importantes en la citada Sidi Ahmar que evolucionan sin duda hasta el neolítico, así como sobre todo en todas las estaciones de Ziaten. De hecho, en la estación de Ziaten IV, el material muestra un origen Ateriense pero con la inclusión de elementos de talla y morfológicos laminares, en una hipotética mezcla. Pero los sitios de Ziaten han quedado ya eliminados por la ocupación del espacio, la construcción, y sobre todo un problema generalizado, el vertido continuo e incontrolado por todas partes de los materiales de desecho de las obras. Mientras en Branes encontramos inclu-so la existencia de obras públicas, recientemente hasta de un polideportivo aunque éste en el llano. 5. Localización de nuevas ocupaciones

La particular riqueza en yacimientos prehistó-ricos del Norte de Marruecos, y de forma señalada la vertiente atlántica, facilita el que incluso sin el desarrollo de una prospección sistemática, sino a partir de una selectiva, puedan ser localizados muchas ocupaciones paleolíticas. La mayor parte

de las mismas constituían talleres de obtención de material y fabricación de piezas, pero en otros casos (sobre todo en las zonas más cercanas a la costa) constituían unos asentamientos tempora-les para aprovechar los abundantes recursos ma-rino-terrestres de una zona particularmente que era muy fecunda en fauna y en flora. La riqueza de la ocupación de los arenales costeros, más allá de los cambios de detalle en las líneas de playa, se completa con una paralela situación en las zonas de más suaves ondulaciones del interior que po-tencialmente ofrecían recursos vegetales abun-dantes y variados. Nuestro trabajo al respecto de estas ocupaciones de cazadores-recolectores no se encuentra en absoluto finalizado, por el contrario está pendiente de realizar en el futuro unas nue-vas exploraciones, pero a estas alturas al menos podemos ofrecer un muy sucinto avance de los principales resultados obtenidos hasta el momen-to. En cualquier caso, como planteamiento de sali-da debemos confirmar lo señalado en su momento por G. Souville y que recogimos en su momento: la conclusión esencial respecto a las industrias detec-tadas es la existencia de dos tipos diferentes, una de naturaleza claramente paleolítica con predomi-

Figura 4. Parte de las grutas de El Khril en el Tánger atlántico, en la línea costera. Cuevas y abrigos con ocupación humana desde la industria Ateriense.

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nio del Ateriense, y otra de láminas y laminillas, de carácter Iberomauritano y más clasificable entre el Paleolítico Superior norteafricano y el Epipaleo-lítico. Pero en cualquier caso, también hay algunas piezas que muestran la existencia de unas claras evidencias de ocupaciones anteriores en algunos de los yacimientos, así como también indicios de una prolongación de la industria más reciente has-ta el Neolítico e incluso de la prehistoria recien-te. Los dos grandes tipos de industrias aparecen en muchas ocasiones juntas, aunque es cierto que se ha logrado aislar yacimientos con predominio muy neto de alguna de ellas y casi anecdótico de la otra. Este mismo hecho, por otra parte, ya había sido destacado por Antonio Arribas Palau, quien acom-pañó a Miguel Tarradell en parte de sus prospec-ciones realizadas en yacimientos de la zona atlán-tica del Norte de Marruecos. Señalaba A. Arribas: “estos yacimientos presentan una serie de ejem-plares en que son frecuentes las puntas triangu-lares de tradición musteriense, los raspadores so-bre lascas y sobre hojas, buriles, hojas retocadas en el dorso, algunas de ellas con un trabajo muy fino…. Raras puntas de aletas aterienses típicas. También se ha comprobado la gran riqueza micro-lítica de algunas de las estaciones mencionadas….” (Arribas, 1952: 240-241). Nuestros datos también coinciden con los señalados en su día por parte de Arribas, así como con los registros señalados del Museo de Tánger. La presencia de un Ateriense, con elementos muy evolucionados (algunas puntas peduncula-das bifaciales, e incluso hojas bifaciales) fue per-fectamente detectada en las investigaciones de la Misión americana en Tánger en la cueva de El-Ali-

ya (Howe, 1968). Igualmente los estudios de M. Tarradell (1955) confirmaron la presencia de esta industria en diversos yacimientos ubicados entre los ríos Tahadart y Loukkos, elemento confirma-do por nosotros mismos en la revisión del Museo de Tetuán (Gozalbes, 2008b; 2012b). No obstante, en relación con el Iberomauritano, han existido interpretaciones diferentes en algunos casos; “un Ibéromaurusien abondant, que j´ai pu examiner en 1953 dans les réserves du Musée de Tetouan” según Balout (1955: 370). Por el contrario, muchas más dudas han presen-tado para otros autores como M. Antoine que, sin duda por falta de información, postuló la inexis-tencia de la industria del Iberomauritano en la región, debida a la perduración de un Ateriense V que sería particularmente tardío y enlazaría con el Neolítico (Antoine, 1952: 40-41). Algo menos radi-cal era la posición del Abbé Jean Roche: “la présen-ce de l´Epipaleolithique est très probable, surtout à Sidi Yamani. Pour les autres stations, il est tou-jours difficiles de démêler la part qui lui revient et celle d´industries plus récentes” (Roche, 1963: 186), o la de A. Gilman: “hasta hace muy poco no se habían encontrado industrias epipaleolíticas en el norte de Marruecos, aparte de unas pocas co-lecciones de superficie de significación dudosa….. las colecciones de superficie no pueden atribuirse apena a horizontes particulares utilizando técni-cas analíticas corrientes” (Gilman, 1976: 187). En cualquier caso, la dificultad de identificar indus-trias en los yacimientos de superficie de la región también fue señalada por E. Ripoll: “en algunos ya-cimientos la cantidad de materiales es insuficien-te, y es probable que del estudio sobre el terreno, y del examen de una mayor cantidad de piezas tí-

Figura 5. Douar Ziaten. Piezas de la industria Ateriense.

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picas, puedan atribuir algunos de estos yacimien-tos, por la complejidad de su utillaje, al Neolítico de tradición capsiense, y otros por la presencia de fuertes piezas pedunculadas, al ateriense (Ripoll, 152: 189). Así pues, partimos de la confirmación de las principales conclusiones apuntadas por investi-gadores anteriores: importancia de la ocupación de las llanuras arenosas costeras, así como de las suaves ondulaciones del interior, existencia de un número relevante de talleres de talla por aflora-mientos de materiales adecuados, fuerte mezcla de las industrias presentes, que ha conducido a diversos investigadores a no poder negar la pre-sencia de determinadas culturas, el ateriense, pero limitar otras, el iberomauritano, tesis ésta última que no han compartido todos. De hecho, en nues-tros estudios estamos en condiciones de asegurar la proliferación en la región de la industria de lá-minas de dorso y laminillas, si bien con un mate-rial repetitivo y a veces escasamente significativo, que en algún caso se prolonga claramente hasta el neolítico. En lo que respecta al Achelense (Modo II) los hallazgos de campo realizados por nosotros han sido muy modestos, entre otras cosas por la pro-pia selección de las características de los lugares explorados. En cualquier caso, destacamos la lo-calización de dos yacimientos con algunas piezas que interpretamos pertenecientes al Modo II. Am-bos se encuentran en la zona de Raissana (al Este de Larache), un territorio que hemos incorporado al mapa prehistórico de la región. No obstante, es-tos dos lugares tienen una industria predominante que es claramente del Musteriense de tipos gran-des. Destacamos en concreto la presencia de este Achelense en el yacimiento de Oulad Soultan, del que hablaremos seguidamente. En lo que se refiere al musteriense o Modo III, debe indicarse que el primero de los yacimientos mencionados, el de Oulad Soultan, se encuentra a unos 8 kms. al Este del Soucq el Tlata de Raissa-na, en la carretera en dirección a Beni Gorfet. En el único lugar donde, en la parte izquierda de la ruta existe en la actualidad una granja, en las tie-rras suavemente descendentes del otro lado de la carretera existe un importante lugar de apari-ción de sílex tallados entre los campos sembrados. Aunque algunas piezas apuntan al Achelense, con algún ejemplo incluso Tayaciense, la mayor parte es típicamente del Modo III, un Musteriense en su mayor parte de tipos grandes, con cuchillos de di-

mensiones relativamente grandes, gran cantidad de puntas características del musteriense, un nú-mero importante de raspadores, algunas raederas e incluso buriles. Por lo general, las piezas presen-tan muy escaso retoque lateral, y el tipo de sílex y la talla muestra notables concomitancias con al-gunas de las piezas procedentes de Beni Gorfet y conservadas en el Museo Arqueológico de Tetuán. Hay una ausencia absoluta de piezas que siquiera muestren tendencia hacia el pedunculado, lo que dado el volumen elevado de material presente en el lugar, descarta la existencia de industria del ateriense. Se trata de un ejemplo muy típico de un Musteriense de predominio de los tipos grandes, si se quiere según la interpretación tradicional un “Musteriense de tradición Achelense”, probable-mente coincidente con la última fase del Achelen-se del Marruecos Atlántico de Biberson (1961). Como señalamos, la riqueza en piezas de este yaci-miento es notable. A poco menos de un kilómetro al Este de éste, en el curso de la misma carretera, se encuentra otro yacimiento al borde de la ruta y que identificamos con el nombre de Raissana II. Se trata de un lugar con unas unas producciones muy similares a las del lugar anterior, igualmente con presencia de al-guna pieza probablemente anterior (especialmen-te una pequeña hacha de mano de 8 x 5´7 cms.). Muchísimas de las piezas en este caso mantienen el cortex (como también pasa pero en menor pro-porción en el yacimiento anterior). En el material se identifican muchos cuchillos, raederas con una especialmente bella de forma casi circular. En una de las hojas alargadas (6 x 2´8 cms.) encontramos una raedera doble. Como en el caso anterior, la in-dustria de Raisana II muestra un musteriense de tipos grandes sin evidencia alguna de evolución o presencia del Ateriense. Por último, un tercer yacimiento localizado con industria musteriense, en este caso de tipos pequeños, se encuentra en el carril que une la lo-calidad de El Homar (donde hay un importante yacimiento localizado por M. Tarradell) y Oulad el Larbi, a mitad de distancia entre ambos puntos (sin nombre específico en los mapas y toponimia). En los sembrados a los lados de la pista aparecen numerosos sílex tallados. La gran cantidad de mó-dulos de sílex, así como restos parciales de otros, y numerosos fragmentos de talla, nos indican que se trataba de un lugar de afloramiento de material utilizado como taller de fabricación. La industria lítica es menos numerosa que en los yacimientos

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antes nombrados, pero nunca escasa, está forma-da sobre todo por puntas, existe una bella per-fectamente triangular, piezas con filo cortante de dimensiones que suelen oscilar entre los 4´5 y los 3´5 cms. En cualquier caso, es cierto que en el yacimiento hay mezcla de industrias, puesto que la más numerosa es de un carácter claramente la-minar, con láminas de dorso, laminillas, triángulos y algunos elementos geométricos, pero sin presen-cia de denticulados, lo que señala que se trata de un clásico iberomauritano poco discutible. En lo que respecta al ateriense, cabe indicar que el mismo en forma de industria de tradición Musteriense, evolucionada en el retoque, y con piezas que poseían unas dimensiones menores, así como con la definitoria presencia de elementos pedunculados, es particularmente numerosa en la región objeto de nuestro estudio, constatación que no constituye ninguna novedad puesto que la mis-mo había sido señalado por autores anteriores, se-ñaladamente por parte de Tarradell (1955; 1956) o por Souville (1975). En este sentido la lista de los lugares que identificamos con presencia de esta industria es relativamente numerosa, y en muchos casos en los mismos está también presente un abundante iberomauritano. Quizás los dos lugares más caracterizados en los que hemos localizado la presencia de una in-dustria indudablemente del ateriense son el Soucq

el Had de la Gharbia y Mezora. El yacimiento en el que detectamos la presencia de ateriense se en-cuentra justo al final de las casas del poblado de Had de la Gharbia, a unos 500 metros en la pis-ta arenosa que conecta con las ruinas romanas de Dchar Jdid. En el caso de Mezora se trata de un evidente taller de fabricación de piezas, ubi-cado a unos 800 metros al Norte del famoso tú-mulo-cromlech. En ambos casos es más predomi-nante la segunda industria, la del Iberomauritano, y como es corriente en el Norte de Marruecos, en realidad los elementos pedunculados son muy es-casos en la proporción de piezas paleolíticas. Esta escasez, por cierto, se confirma incluso en los re-sultados de las excavaciones en cuevas (Achakar, o Taforalt en otra región). Como indicamos, en el caso del iberomaurita-no el número de yacimientos se dispara. El tipo de industria laminar, con presencia abundante de laminillas, muchos buriles en algunos casos, muy escasos elementos geométricos, y con presencia o no de denticulados (que apuntan más en fuerte proporción al Neolítico) aparece un poco por to-das partes, obviamente contestando la interpreta-ción de M. Antoine (1952) acerca de su ausencia en el Norte de Marruecos. No es por lo general un Iberomauritano de calidad, como ya señalara para las muestras estudiadas el Abbé J. Roche (1963), pero sí tiene un predominio de cantidad y algunas contadas muestras de calidad (como ya hemos se-ñalado antes en la zona de Oulad el Larbi). Destacamos especialmente en este conjunto un yacimiento ya conocido como es el de Krimda, en la zona de transición entre la Gharbia y el Sahel, que también tiene una importante industria ante-rior, por su evidente tendencia hacia el microlitis-mo que sin embargo no es tan corriente en otros puntos. Otro yacimiento cercano es el del Sou-cq el Khemis del Sahel, sin duda desaparecido el antes conocido por otros investigadores, nuestro estudio se pudo realizar en una zona deteriora-da pero libre de construcción, aunque no de ba-surero y vertidos de obras, situada al Sureste del pueblo. Detectamos la presencia de escasas piezas paleolíticas y abundantes láminas y sobre todo de laminillas, muy pocos buriles (al contrario que en Krimda donde los mismos son muy abundantes) y ausencia total de elementos denticulados (que en una cierta proporción están presentes en Krimda). No tenemos indicio alguno de que el lugar de pros-pección coincidiera con exactitud con el prospec-tado en su día por M. Tarradell Figura 6. Pieza del yacimiento de Seguedla. Ateriense.

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En cualquier caso, debemos concluir que el nú-mero de lugares con industria del iberomauritano es muy abundante, eso sí por lo general caracte-rizado en general por una escasa calidad. En ese sentido podemos mencionar algunos puntos en los que hemos podido concretar su presencia a partir de las características de las piezas allí pre-sentes: cementerio de Sidi Ahmar al Oeste de Tán-ger, Granja intermedia en el camino entre Aulef y Beni Gorfet, poblado Daura en Beni Gorfet, El Ho-mar en la pista junto al poblado mismo, el ya cita-do Oulad el Larbi (éste de alguna mejor calidad), Mezora, Sidi Ahmar en la vertiente meridional del Jbel Kebir, etc. Materiales todos ellos que iremos explicitando en futuras publicaciones. Por último, destacamos también la localiza-ción de dos santuarios primitivos de cazoletas en esta misma región. El primero de ellos ya lo he-mos publicado en el poblado de Ziaten, en el Jebel Kebir, y tiene su pila en altura, rectángular y con paredes perfectamente trazadas y con lugares de rebosamiento, y la existencia de unas numerosas cazoletas trazadas perfectamente en el suelo roco-so, algunas de ellas con sumidero, aunque por lo general de unas pequeñas dimensiones (Gozalbes y Gozalbes García, 2015). El lugar en alto semeja haber contenido una cantera, y desde luego en los

bajos y aledaños una enorme necrópolis de cistas de piedra de las típicas de la Edad del Bronce tan-gerina (hoy ya enteramente desaparecidas), que pudieron enlazar con la época protoristórica. Ade-más, hasta comienzos del siglo XX (luego se perdió totalmente) las proximidades fueron un lugar de sanación en la religiosidad popular, con una piedra sagrada que curaba con el paso y contacto con ella (lo que parece manifestar la continuidad en un es-pacio con ritos populares de sanación). El segundo santuario se encuentra, de momen-to inédito. Nos percatamos de su posible existen-cia debido al informe de uno de los interventores territoriales de la época del Protectorado que rea-lizó un informe sobre el mismo. El lugar concreto es el de Jebabra, junto a Rfaif, ubicado a unos 6-7 kms. al Noroeste del famoso túmulo de Mezora. Consiste en una plataforma rocosa a varios nive-les, en el superior de los cuáles existen en el suelo abiertas cazoletas circulares u ovales de diversas dimensiones, algunas dobles ahuecadas, y alguna con rebosadero. Otras cazoletas son de dimensio-nes diminutas. Muy difícil de localizar, por encon-trarse en una finca particular vallada, algunas ca-zoletas han sido cementadas. Debemos agradecer el que el propietario nos permitió un rápido acce-so al lugar, aunque no autorizó que pudiéramos

Figura 7. Gran cazoleta central (60 cms. de diámetro) con arranque de sumidero en la parte inferior de Jebabra.

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limpiar las cazoletas para su fotografía. Pero mucho más interesante todavía, existen evidencias de la presencia de una especie de cír-culo o alineamiento de monolitos (hoy día tirados por tierra). Existe al otro lado de la plataforma ro-cosa, al pie de la cual hay un nacimiento de agua, una evidente cantera, de la que se obtuvieron esos monolitos, así como sillares relativamente bien cortados, todos los cuales incluso se muestran asomando debajo de la casa construida y también en parte adheridos a la misma. Los monolitos, al contrario que muchos de Mezora que son del mis-mo tipo, no parecen mostrar aparentemente res-tos de cazoletas. Pero la presencia de esos sillares muestra otro momento diferente. Existe industria prehistórica en sílex, de piezas de difícil definición pero de carácter laminar avanzado, pero ningún vestigio de cerámica pre-romana o romana.

6. Epílogo

La correlación de todos los trabajos nos ha per-mitido corroborar en realidad las principales con-clusiones alcanzadas por autores anteriores, tales como H. Obermaier, H. Koehler, A. Arribas, E. Ripo-ll, M. Tarradell y sobre todo G. Souville. - En primer lugar, la extraordinaria riqueza de las ocupaciones paleolíticas y epipaleolíticas en las comarcas atlánticas del Marruecos septentrio-nal, favorecidas por las características del terreno, llanuras costeras y suaves colinas interiores, y a la riqueza de los recursos marinos y terrestres que aportaban a los cazadores-recolectores. - En segundo lugar, la presencia en esos lugares de mezclas de piezas que muestran la presencia en momentos muy diversos de la prehistoria: una frecuentación de los mismos lugares con peque-ños asentamientos temporales, pero también con numerosos talleres de talla. - En tercer lugar, el carácter escasamente típico que en ocasiones tienen las piezas, debido a dos hechos característicos que consideramos que tie-ne la prehistoria regional: la escasez de la propor-ción de puntas pedunculadas en el ateriense, y el carácter relativamente “pobre” del iberomaurita-no, por ejemplo con escasa presencia de microli-tos. Pero no podemos olvidar las propias condicio-nes de recogida del material, pues los mismos son más difíciles de detectar. - El predominio neto de estas dos industrias es otra de las conclusiones recurrentes a las que po-demos llegar, puesto que coincide con las observa-

ciones de investigadores anteriores. - Por último, señalamos el contraste entre los resultados en estas zonas del Occidente de la pe-nínsula tingitana, y las del Oriente o Mediterráneo, que se marca sobre todo en el predominio del uso del sílex, en la primera, y de las cuarcitas o are-niscas, en la segunda, contraste particularmente interesante pero que necesariamente queda para análisis posteriores.

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