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La constitución de la burocracia sindical oficialista en la C.T.M. y la expulsión de la izquierda (I 936-1 948) Carlos Juárez Vivaz0 introducción E l proyecto de investigación sobre ia cons- titución de la burocracia sindical cetemista y la expulsión de la izquierda mexicana del seno del movimiento obrero, que presentamos, tiene un ca- rácter abiertamente inicial. Evidentemente, las afirmaciones en él contenidas no deben considerar- se como definitivas, son ante todo, hipótesis de trabajo y los elementos que las c onfm son to- davía de tipo primdo. A pesar de lo anterior, la importanciadel tema, tal y como planteamos su estudio, justifica de sobra la necesidad de consecusión de nuestras tareas de investigación, en la perspectiva de ir perfilando la historia política de nuestro país. Las limitaciones actuales que tenemos en ma- teria de información directa de documentos de primera mano, nos obliga a supiirlos, sólo con un carácter temporal, con fuentes de información indi- rectas. Obviamente estas limitaciones se reflejan en el proyecto y por eso mismo, consideramos que no debe buscarse el resultado futuro de la investigación en lo que hoy es un proyecto. De cualquiermanera, deseamosreiterar que los propósitos de investigación se inscriben en la inelu- dible necesidad de ir escribiendo la historia política de México, que aún se halla inédita en el inmenso mar historiográfico formado por las miles de cuarti- llas escritas, que en muchos c a o s no pasan del me- ro registro de los principales acontecimientos. En nuestro caso, pretendemos de manera so- bresaliente, apuntar hacia la historia política de la clase obrera y en la medida de nuestras posibilida- des, contribuir en las arduas tareas que realiia dicha 313

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Page 1: introducción - Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y

La constitución de la burocracia sindical

oficialista en la C.T.M. y la expulsión de la

izquierda (I 936-1 948) Carlos Juárez V i v a z 0

introducción

E l proyecto de investigación sobre ia cons- titución de la burocracia sindical cetemista y la expulsión de la izquierda mexicana del seno del movimiento obrero, que presentamos, tiene un ca- rácter abiertamente inicial. Evidentemente, las afirmaciones en él contenidas no deben considerar- se como definitivas, son ante todo, hipótesis de trabajo y los elementos que las c o n f m son to- davía de tipo primdo.

A pesar de lo anterior, la importanciadel tema, tal y como planteamos su estudio, justifica de sobra la necesidad de consecusión de nuestras tareas de investigación, en la perspectiva de ir perfilando la historia política de nuestro país.

Las limitaciones actuales que tenemos en ma- teria de información directa de documentos de primera mano, nos obliga a supiirlos, sólo con un carácter temporal, con fuentes de información indi- rectas. Obviamente estas limitaciones se reflejan en el proyecto y por eso mismo, consideramos que no debe buscarse el resultado futuro de la investigación en lo que hoy es un proyecto.

De cualquier manera, deseamosreiterar que los propósitos de investigación se inscriben en la inelu- dible necesidad de ir escribiendo la historia política de México, que aún se halla inédita en el inmenso mar historiográfico formado por las miles de cuarti- llas escritas, que en muchos caos no pasan del me- ro registro de los principales acontecimientos.

En nuestro caso, pretendemos de manera so- bresaliente, apuntar hacia la historia política de la clase obrera y en la medida de nuestras posibilida- des, contribuir en las arduas tareas que realiia dicha

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clase por encontrar el mejor camino para cumplir su cometido histórico.

Después de todo, por nuestra parte estamos de acuerdo con Arnaldo Córdova, cuando señala que. . . “La historia es, ante todo, memonadel pa- sado en el p-*. Es una reacción coiectiva, in- cluso cuando se convierte en ciencia, es decir, en explicación, en reopuesta a los por qué del presente y en afirmación domostrahle o sujeta a comproba- ción. Es el hogar de la conciencia de un pueblo, el contexto objetivo de su modo de pensar, de sus creencias, de su visión de la realidad, de su ideolo- gía, incluso cuando es expresión individual. No hay historia independiente de la conciencia colectiva del hombre”. . . “La esencia de la historia, como análisis y enjuiciamiento de los hechos pasados, consiste en hacer del pasado mismo un problema del presepte”.

I Los primeros años del siglo y la Revolución mexicana

El inicio del Siplo trajo para México el primer mo- vimiento revolucionario de toda América Latina. Se trataba ciertamente de un monmiento de masas que determinaría la política futura de los revolu- cionarios y del Estado Burgid0 de ella misma.

Paradójicamente la Revolución mexicana, no significó ningún cambio sustancial en la estructura económica del país. Por el contrario, el proceso re- volucionario operó en la misma medida en que iba a dar continuidad al desarrollo del capitalismo en México.’

’ córdova, Amaldo. Reforma política y reforma eco- nómica en el México actual. México, 1979, Mimeo. pp. 1 y 2.

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Se trataba en realidad, de terminar con los pri- vilegios excesivos que el porfirismo y sus ideólogos habían instaurado bajo la idea del desarrollo de un proceso natural, de la sociedad mexicana.

En suma la Revolución mexicana constituye una revolución política encaminada a modernizar al Estado, como condición previa al desarrollo capi- talista.

Evidentemente dista mucho de ser unarevolu- ción social cuyos fines fueran los de sustituu la estructura económica cimentada sobre el derecho de propiedad privada.

Dicho derecho fue siempre respetado y de- fendido por Madero y los precursores intelectuales de la Revolución, como lo fueron Orozco, Andrés Molina Enríquez y D. Luis Cabrera.

En ningún momento, se cuestionó por parte de los revolucionarios victoriosos la vigencia del de- recho de propiedad individual.

Al contrario de lo que pudiera pensatse, Ca- rranza, ObregÓn y Calles manejaron en muchas o- casiones frente a las m-, ideas que en el fondo no aceptaban el cambio social, pero que sí muchas veces lo sugerían.

Laa diferencms que existen entre un Estado como el mexicano que sqió del movimiento revo- lucionario del 10-17 y más precuu, de una revolución política y la de unoverdaderamente revolucionario surgido de una revolución social, como pongamos por caso, el de Cuba, estriba en que mientras uno, el primero, realiza reformas y plantea soluciones parciales y a largo piaeo a los problemas; el otro, el cubano, da soluciones radicales y completas a los problemas. A manera de ejemplo podemos citar el problema agrícola.*

Ibid. pp. 1 y 2

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La constitución de Is burocracia sindical oñdalista. . .

Así el verdadero carácter del Estado mexicano es el de un Estado netamente reformista, que en ningÚn momento ha sido puesto en tela de juicio.

Frente a las maw siempre ha presentado ex- pectativas de solución a sus problemas y la6 ha mo- vilizado con el fin de obtener el consenso social que legitime su poder político en la sociedad.

Por otra parte durante la primera d k d a del presente siglo, se pasó de la concepción mutualista propia del siglo pasado a una concepción más mo- derna Como en el caso de los obreros de Rio Blan- co, que plasmaron en sus demandas algo muy cer- cano a la conciencia sindical.

Dicho tránsito del mutualism0 al sindicalkmo se debió en gran parte a la influencia del pensamien- to anarquista que se enseñoreaba por aquídlos tiempos. Obviamente la influencia del desarrollo capitalista en México que exigía a la clase obrera nuevas formas de organización para la defenai de sus intereses queda fuera de toda duda?

De cualquier forma, los primerosaños de 1910 a 1934 en cuanto movimiento obrero, las podemos caracterizar como parte de una historia en la cual los protagonistas no están aún totalmente c o n f i i rados.

La primera organización de la clase obrera, verdaderamente representativa de ésta, se presentó durante la revolución: La Casa del Obrero fundada por anarquistas del grupo Luz en septiembE de 1912. A la que le agregaron el carácter de mundial, en la primera celebración en México del lo. de ma- yo en honor a los mártires de Chicago, en el año de 1913.

Chrueii de López, Francie. Lombnrdo %ledano y el mouimiento obren, mexicano (1917/1940). Ed. Extem- poráneos, México, 1977. p.p. 17 y 18.

Durante los primeros tiempos de la C.O.M. su posición frente al Estado no fue siempre la misma. Es más, podemos a f i i que los vaivenes de la Re volución influyeron notablemente en las posiciones de la C.O.M. frente al Estado, mejor dicho frente a los gobernantes, en turno.

La concepción anarquista de la C.O.M. la po- demos sintetizar en tres grandes líneas:

1) Independencia frente al Estado, lospar- tidos y grupos políticos y sectas religio- sas;

2) Aceptación de la acción directa, (huelga, sabotaje, etc.) como Única forma de lucha de los trabajadores y

3) Un marcado desprecio por la conquista del poder politico del Estado.'

S i duda estas ideas fueron herencia del anar- quismo nacional representado por los hermanos Flores Magón y Díaz Soto y Gama, por un lado; y de la influencia de anarquistas extranjeros como Moncaieano inspirador de la C.O.M.; por otro lado.

La C.O.M. permaneció fiel a sus principios ideológicos tanto durante la democracia mode& ta como durante la usurpación de Huerta.

Con Madero no llegó a tener buenas relaciones, en gran parte debido a la misma concepción liberal de Madero. Quien además de crear el Departamento de Trabajo en diciembre de 1911 también trató de impuisar la creación de la Gran Liga Obrera incon- dicional de .w gobierno para que sustituyera a la c.o.M.~

salpzar, Rosendo. Las pugna8 de la gkba. Comisión Nacional Editorial del P A L M€xico, 1972, pp. 46 a 65.

Cbrdova, Arnildo. La ideología de la Revolución Mexicana Ed. Era, México, 1979, pág.110. El citado dirur-

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Con Huerta los conflictas se iniciaron a partir de las demandas obrem y gremiales que fueron res- pondidas por el militar golpista, con la clausura de la C.O.M.

Con Venustiano Camanza las cosas empezaron a cambiar y con motivo del desconocimiento a Ca- rranza por partede la Convención de Aguascalientes. La C.O.M. abandonó su principio de independencia para adherirse al ejército constitucionaiiata y for- mar los llamados batailones mjos para ir a luchar en contra de los ejércitos agrarios?

Los esfuerzos de Obregón por lograr el enten- dimiento entre el Estado y el movimiento obrero en 1914 y 15 se vinieron abajo después de las huel- gas generales en mayo y julio de 1916 hechas por la C.O.M. demandando el pago de BalaRos en oro y

so de Madero fue pronunciado el 22 de mayo de 1910 en la Ciudad de Orizaba, en el cual d m a b a que “Dei gobierno 110 depende aumentaros el dario ni disminuir laa horas de trabajo, y nomtros, a f i 6 Madero- que encarnamos vuesti.as aspiraciones, no venimos a ofracema tal cow., por- que no es em io que vomtros deseáis; vosotros deseáis libertad, des48 que se os respeten vuestros derechos, que se 08 permita agruparos en sociedades podemma, añn de que unidos p o w defender vueciros derechoa; vosotros d W que baya libertad de emitir vuestro pensamiento, a fin de que todos los que aman al pueblo, todos los que se compadecen de vue.tm sufrimientos, puedan Bu.traros, puedpn en&aros cuál es el camino que os llevar6 a vuestra felicidad ... vosotros, no quediis pan, queréis únicamente libertad, porque la libertad os servirá para conquistar el pan”

‘ Vhse el pacto celebrado entre la Revolución Com- titucionnlirta y la Cana del Obrero Mundial. Edición facsimi- lar del CEHSMO. También 8e puede comltar en la obra de Luis Araiza, Historia del Mouimiento obrero mexicano, Ediciones Casa del Obrero Mundial México, 1976, T, 111, pp. 69 a 99. Así como la obra citada de Rosendo Saiazar, el Tomo I.

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no en papel moneda constitucioaalista que se de- valuaba durante el día. Por dichas huelgas Carranza encarceló a la wencia obrera de iaC.0.M. valién- dose de métodos alevosos; los lleva a Consejo de Guerra dos veces y condena a muerte al líder elec- tricista Ernesto Velasco, que f i e n t e fue perdo- nado por el propio Carranza.’

Con este triste epílogo, la C.O.M. llega a su fin en mayo de 1918 al celebrarse el 3er. Congreso Obrero en Wtiilo, Coahuila, patrocinado por el gobernador Espinoza Mireles, acto por el cual se dio origen a la Confederación Regional Obrera Me- xicana.*

I1 La Confederación Ragionai Obrera Mexicana

La C.R.O.M. fue inicialmente dirigida por Luis Napoleón Morones, quien también pertenecía e impulsaba al Partido Laborista Mexicano que pos- tuló a ObregÓn para la presidencia en 1920.

Con la C.R.O.M. las relaciones con el Estado cambiaron de manera notable. El entendimiento entre su principal dirigente, Luis N. Morones y Obregón fue lo suficientemente amable como para nombrar en diciembre de 1920 al líder obrero, di- rector de los establecimientos fabriles?

Ciertamente lo que Morones logró fue echar por tierra otro de los principios ideológicos de los

Véase en Rosendo Salazar, op. at. pega. 166 a 207 y en Luis Araiza op cit. pp. 144 a 175.

Luis Araiza, op cit pp. 176 a 178 y en Antonio Alonm, El Movimiento Ferrocorriiero en México 1968- 1969. Ed. Era, México 1972, pp, 24 y 26.

Antonio Alonm, op. cit. pp. 26 a 28.

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La constitución de in burocrscia sindical oficialista. . .

anarquista8 relativo a la acción directa en la lucha de los trabajadores. Morones ganó que se aceptara por el movimiento obrero de la época, la accitjn múltiple como forma de lucha sindical.

Evidentemente la concepción de Morones so- bre la acción múltiple no sólo contemplaba la utili- zación de los cargos pÚblicos para la lucha de los trabajadores; sino, en muchos sentidos la ponide- raba.

En este nuevo entendimiento entre Estado y movimiento obrero es como la C.R.O.M. fue con- virtiéndose en una gestora de las demandas de la clase obrera para llegar inclusive a enorgullecerse de que cada vez había menos huelgas, gracias a ella.

La C.R.O.M. fue sustituyendo los princip:ios sindicales por una política más programática, ins. pirada en la colaboración con el Estado. Los beiie- ficios de esta novedosa situación no se hicieron esperar. Al asumir la presidencia Elías Calles, en 1924, nombró como Srio. de Industria y Comercio Y Trabajo al Sr. Napoleón Morones.

De esta forma la C.R.O.M. pasa a convertirse en colaboradora del Estado, y a sentar las bases de las futuras relaciones entre ambas partes.’ o

Era evidente que el art. 123 constitucional buscaba conciliar a las clases antagónicas de la $10-

ciedad.’ Pero también era claro por aquellos d o s que urgía para el futuro, crear mecanismos medien- te los cuales, el Estado jugara su papel de árbitro, por encima de las clases sociales.

La injerencia del Estado en los asuntos labo- rales era imprescindible en la perspectiva de conver-

l o Ibid p.p. 28 a 30.

Córdova, -do. L<i ideología de ia Revolución Mexicans op cit. p.p. 268 a 269.

tirse en el principal promotor de la indutrialización. Ante la incapacidad de las clases sociales, resultado de su incompleto proceso de constitución a nivel nacional, el Estado mexicano tenía que suplir las deficiencias del imperfecto proceso del capitalismo mexicano.

Para loparlo, Calles, el creador de institucio- nes, que en su tiempo de candidato presidencial y durante los primeros años de su gestión se había declarado socialista (a la mexicana, es decir, sin ser- lo), expidió un deaeto el 17 de septiembre de 1927 dándole vida a la Junta Federal de Concilia- ción y Arbitraje. El pretexto fue la huelga de la Confederación de Transportes y Comunicaciones, organización que se hallaba fuera de la C.R.O.M.

La Sría, de Industria Comercio y Trabajo, dirigida por Morones, había declarado inexistente la huelga y ante un amparo solicitado por la Con- federación el Eetado respondió, a petición del buen Napoleón, con la creación de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje.

Pero aún no estaban completas las reglas del juego por parte del Estado. Faitaba una ley que en la práctica anulara los derechos básicos de los tra- bajadores, consagrados en el art. 123 constitucional.

Con la misma línea intervencionista del Es- tado en los asuntos laborales, en diciembre de 1928. Portes Gil convocó a un congreso con la partici- pación de todos los interesados para discutir un proyecto de Ley Federal del Trabajo, con el fin explícito de conciliar los intereses de obreros y capitalistas sin lesionar, hasta donde sea posible, los de éstos últimos.

En realidad los Únicos opositores a dicha ley fueron los anarquistas y los comunistas.

La comente de los socialistas dirigida por Lambardo Toledano, que se hallaba dentro de la

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C.R.O.M. consideró ai Estado representativo de los interems de los trabajadores? '

En honor a la verdad, Portes Gil resumió bas- tante bien las intenciones del Estado, al afirmar que cuando todos los indugtriales y los trabaiadores se encuentran organizados, la industria tiene su mayor desarroilo.

Claro este que esta tarea no le tocó a Portes Gil cumplirla, pero sí arios más adelante fue Cárde- nas quien la hie0 realidad con su régimen.

La Ley Federal del Trabajo entró en vigor en 1931 y completó en lo fundamental los aparatos jurídicos de control sobre la clase obrera, por parte del Estado mexicano.

Por lo que respecta a la C.R.O. M. en 1929 se hailaba ya fragmentada como resultado de la salida de ia Federación de Sindicatos Obreros del D.F. fundada el 25 de febrero de ese año, de laque surgió Fidel Velá!&quez y el grupo denominado los cinco lobitos ( J d Yurén, Fernando Amilpa, Sánchez Madariaga y Luis Quintero); de la Confederación de Transportes y Comunicaciones ( femxades) y de la Confederación Sindical Unitaria, Filial del P.C.M.

De lo anterior podemw observar la existencia de una fuerte corriente de penaamiento independen- tieta dentro del movimiento obrero que empujaba a posiciones diferentes entre la dirigen& obrera fren- te a la colaboración con el Estado mexicano.

La situación económica del país se transfor- maba como resultado de la crisis mundial del capitalismo y obligaba en más de un sentido ai sur- gimiento de diferencias en el seno del sindicalismo mexicano.

'' Momo, A. op. cit. p.p. 30 a 34.

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Los intentos de organización y unificación del movimiento obrero ai principio de la década de los años treinta, no fueron exitosos. La proposición de la Confederación General de Trabajadores de ten- dencia anarquista, para formar la Cámara Nacional de Trabejo no tuvo el éxito deseado.

de los deseos del gobierno de Portes Gil, el movimiento obrero se fragmentaba y en marzo de 1933 la más poderosa organización de la época, la C.R.O.M. se dividió.

Con Vicente Lambardo Toledano a la cabeza de sus seguidores, se constituyó la llamada C.R.O.M. depurada expulsando a Morones y sus colaborado- res, que habían formado el Grupo Acción que diri- gió a la C.R.O.M. por vanos años.

En r d d a d Lombard0 había perdido la direc- ción de la C.R.O.M. en 1932, gracias a las maniobras del Grupo Acción, ya comunes, de inflar el voto de los delegados. Desde entonces pensó en consti- tuir una nueva Central.

Pero antes se exoneraba al afmnar que la C.R.O.M. de 1920 era una organización marxista de masas obreras y campesinas de más de 2 millones de agremiados. Dato bastante dudoso.'

En octubre del mismo año se celebró la Convención de Obreros y Campesinos de la que se formó la Confederación General de Obreros y Cam- pesinos, con el objetivo expiicitado por Lombard0 de " _ . . rehacer la fuerza del proletariado, agrupn- do en un solo organismo los núcleos dispersos o antagónicos con el propósito de obtener reinvindi- caciones inapkmbles para la clase obrera".'

Al contrano

l 3 Chasren de López, op cit p.p. 165 a 158

I' Ibid. pág. 169.

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La constitución de la buroCrama sindicd oñcialista

Por lo que respecta al Estado, éste había ido transformando su posición frente al movimiento obrero, abandonando cada vez más las posiciones antiobreras, como la de Carranza, y comprendien- do la importancia fundamental que tendría en la historia de México la clase obrera.

De Obregón a Calies con la C.O.M. y de Pontes Gila Abelardo Rodriguez con la C.R.O.M. depurada y la C.G.O.C.M. se quiso y se buscó el acercamien- to entre Estado y clase obrera. En algunos casos se pretendió crear organizaciones obreras desde el gobierno mismo y siempre se fracasó.

Sin embargo se sentaron las bases más sólidas para el futuro de la Central Obrera más poderosa en la historia del país: la C.T.M. Estas bases fueron la comprensión de la necesidad de una asociacion de todas las fuenas obreras, y de la ayuda del Esta- do para constituirla.

111 La política de masas del Gral. Cárdenas

Cuando Cárdenas akmió la presidencia en 1934, los frutos de toda la actividad política de los ank- riores gobernantes se iba a recoger.

El diviionario michoacano resumía la expe- riencia de 8u8 antecesores y desde su gobierno en Michoacán había iniciado sus tareas.

Los experimentos de Cárdenas para organizar a las masas cuando era gobemador, le anticiparon, lo que le correspondería hacer en México, si liega. ba a la presidencia.

Sabía que no podía gobernar a la sociedad mexicana, a nombre de una determinada clase social, y también sabía que para lograrlo se necesi- taba del c o w m social para situarse por encima de las clases sociales.'

' Córdova, Anialdo, La política de rnosor y el fuhuo

Para alcanzar esto Último era imprescindible tener un proyecto nacional y a las masas organi- zadas.

Garantizar la organización de las clases socia- les, significaba para Cárdenas una condición inelu- dible de su proyecto de desanollo industrial.

El General Cárdenas entendió que en la organi- zación de las masas, la clase obrera estaba destinada a ocupar un papel fundamental en el d-oiio económico de México y en la consolidación del Estado.

Para la industrialización los obreros representa- ban el factor más importante de la acumulación capitalista, así como para la creación del mercado interno, a partir de la fijación del precio de la fuer- za de trabajo, redtado de su organización sindical.

Por lo que respecta al apoyo que el movi- miento obrero le pudiera brindar al Estado estaría en función de su asociación. No se trataba de subor- dinar y manipular al movimiento sindical, pues el efecto sería exactamente el contrario del deseado.

cárdenas buscaba situar al Estado mexicano como el árbitro de los conflictos entre las clases fundamentales de la sociedad y desde ahí imponer y obtener el reconocimiento de las dos clases socia- les a su autoridad para solucionar los problemas.

Subordinar al movimiento obrera significaba en primer lugar, el rechazo del m h o que aún se hallaba muy penetrado de la ideología indepen- dentista. En segundo lugar, la subordinación del movimiento obrera al Estado @nifiaba para éste, la &rdida de su poder politico como árbitro entre las clases sociales. Frente a las capitalistas perder el

de in izquierda en M&ico. Ed. En, México, 1979, p.p. 9 a 40.

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poder de negociación derivado de su posición de arbitro.

La capacidad de negociación del Estado me- xicano con Cárdenas frente a los capitalietas M- cionales y extranjeros, residía precisamente en la autonomía del movimiento. Siempre y cuando éste aceptara el arbitraje y la decisión del Estado.

Por todas estas razones la mejor forma de re- lación entre el Estado mexicano y el movimiento obrero fue la de la asociación. Asociación de todas las fuerzas y comentes representativas de la clase obrera con el Estado que les garantizaba su auto- nomía y otros beneficios.

Después de todo la asociación con el Estado llevó al movimiento obrero a subordmaree a la polí- tics estatal, como resuitado de la misma naturaleza (forma) de las organizaciones de masas obreras.

Ciertamente la organización de masas más importante, que se constituye durante el cardenis- mo, fue la Confederación de Trabajadores de Mexico, la C.T.M. Su importancia radicaba funda- mentalmente en dos razones: la primera el hecho objetivo de que el proyecto de industridizacibn del Estado, convertía a la clase obrera en factor decisivo de ese programa nacional. La segunda era el caso de que las masas organizadas del proleíaria- do pasaban a constituir la verdadera fuente del po- der político del Estado mexicano.

El eje de apoyo de las masas campesinas fue sustituído por el de la clase obrera.'

La C.T.M. para liegar a ser la Central Sindical más poderosa del país, tuvo la necesidad de nacer como resuitado de la asociación de todas las fuer- zas obreras importantes y el Estado. Estaba visto

' Ibid.

que por sí solas ninguna de las fuerzas del movi- miento obrero ni el mismo Estado, eran capaces de lograr tal empresa.

Esta empresa consirtía nada menos que en la creación de una organización obrera capaz de re- presentar a e88 clase frente a la sociedad en su con- junto y frente ai Estado.

Con su participación en la fundación de la C.T.M., el Estado mexicano le iba a imprimir a la reprem&iÓn obrera el seiio corporativista (a nivel político) característico de su política de masas.

Las fuerzas fundacionaies de la C.T.M. fueron: algunas tendencias anarquistas; las comunistas del P.C.M. representadas en el Comité de Defensa pro- letaria, las sociaiiatas de la CG.0.C.M. de Lombard0 Toledano; la futura burocracia sindical oficialista surgida de la Federación de Trabajadores del D.F. y desde luego, el Estado mexicano, representado por el Gral. Lázaro Cárdenas.

Las reglas del juego para la futura Central 0- brera, las había fdado Cárdenas, con motivo de la huelga de los obreros de Vidriera Monterrey. Al intervenir en el conflicto, el divisionario michoaca- no, en enero de 1936, en una resolución de 14 pun- t o ~ para el conflicto, marcaba claramente que los límites de las movilizaciones estaban dadas por el marco jurídico de la Constitución de 1917.' '

En realidad la Constitución del 17 representa- ba más que un simple marco jurídico, era y ha sido el verdadero programa del Estado mexicano.

' Córdova. Arnaldo, La política de mama del car- denierno. Ed. Era, Mkico, 1974, p.p. 87 a 89. Hemos ta- mado de esta obra de Cbrdova las ideas centrales que caracterizan l a etapa del cardenismo, para la parte corres- pondiente en nuestro proyecto de investigación.

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La constitución de la burocracia shdicd oficialista . .

Con este antecedente, en febrero del mismo año, según Valentin Campa, el Comite de Defensa Proletario convocó ai Congreso Constituyente de la C.T.M.

Los primeros momentos de definición política de la Confederación estuvieron en el mismo Con- greso Constituyente con las proposiciones de las planillas para integm el Comité EjecutivoNaciod.

La planilia de los comuniatas representados por el C.D.P. proponía en la Sria. General a Lom- bardo y en la Sría. de Organización a Miguel Ve- lasco éste Último miembro de la Tendencia Coniu- nista.

Por otra parte el grupo de Fernando Amilpa., al que pertenecía Fidei Velázquez, hacía otra propues- ta de Comité encabezado por Lombardo y en el puesto de organización a Fidei Velázquez.

En las votaciones ganó la planilla de los comu- nistas, sin embargo, la amenaza de la burocracia sindical de Amüpa y Velázquez, de retirarse de la C.T.M. respaldada por Lombardo, obligó a una iie- gociación cuyo punto de partida fue la unidad ain- dical.’

Los efectos de estos sucesos muy pronto se dejaron sentir en abril de 1937 al celebrarse el IV Consejo Nacional de la C.T.M. El encargado del registro de los delegados, era Fidei Velázqutm, quien desconoció a todos aquellos sindicatos for- mados independientemente de la dirección de la

I ’ b p a Salazar, Valentín “El Partido Comunista y el Movimiento Obrero Mexicano (a los cuarenta años de la fundación de la C.T.M.)”. Reviata Contmwmk, U.A P. núm. 1, México, 1976. p.p. 27 a 34. También pueden con- sultarse lu memoriai del mismo autor que llevan por título Mi Testimonio, Ediciones de CulturaPopulu, México, 1978, p.p. 111 a 121.

C.T.M. y en muchos c m s de la Tendencia Comu- nista.

Con este conflicto en donde por primera vez en la C.T.M. se hizo uso de violencia por parte del grupo de Velázquez, quedó prácticamente dividida la Central.

En la parte democrática se agruparon sindica- tos nacionales de industria, como electricistas y fe- rrocarrüeros y otros eindicatos menor-.

Paradójicamente quien jugó un papel funda- mental en la derrota de la tendencia democrática de la C.T.M., fue el socialista Vicente Lombardo Toledano. Este controvertido persoqie del movi- miento obrero mexicano, intervino en aras de la unidad sindical logrando la rectificación de la deci- sión del Comité Central del P.C.M. Dicha decisión había sido en el sentido de reconocer la división de la C.T.M.

Lombardo que gozaba de ciertas simpatías en la U1 Internacional Comunista, logró la interven- ción de Earl Brawder, Srio. General del Partido Co- munista de los E.U. y miembro del Comité, de la Internacional Comunista para que disciplinara ai Comité Central del P.C.M. y rectificara su deci- sión.’

Se impuso la unidad a toda costa y los comu- nistas y disidentes de Velázquez, regresaron a la C.T M. con la cabeza baja -apunta Campa- y sin ninguna condición? O

l 9 ~nguiano, ~rturo , et. ai. ~ á r d e w y io izquicnia

lo Campa, Valentín, op. cit. p.p. 36 a 42; también véase ms memorias, op. cit. p.p. 129 a 136. Otra interpreta- ción sobre el n.ovimiento obrem y la izquierda en Mérico, durante el cardenimno, es la de A. Anguiano, op. cit. p.p. 13 a 73 y del m i w r autor; Ef Estado y la política obrem del

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mexicana Ed. Juan Pablos,M6xico,l976, p.p. 46 a 60.

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En realidad la C.T.M. que nació con rasgos claros de independencia y democracia, había ini- ciado un proceso de depurución, que tendía a bene- ficiar, sin duda, a la burocracia sindical.

iV LS expulsión de la izquierda del movimiento obrero

La política de los socialistas los autoconvenció cada vez más de su coincidencia con el Estado mexi- cano y con el P.N.R. (después P.R.M.) de la neeesi- dad de un Frente Popular antifascista. La asociación del Estado con la burocracia sindical y los socialistas dio sus primeros frutos en 1940, cuando fueron expulsados del P.C.M el ex-secre- tan0 general Hernán Laborde, y el dirigente ferrocarrilero, Valentín Campa. Asumiendo la dirección Dionisio Encinas abiertamente simpati- zante de Lomhardo. El proceso de depuración de la izquierda en la C.T.M. se inició, con su nacimiento. A ello ayudó el hecho de que los comunistas del P.C.M. se haiiaban en el movimiento obrero, prk- ticamente suboidinados a Lombardo.

Por su parte los anarquktas, cuya principal fuerza dentro de la C.T. M. l a constituyó un con- junto de pnncipios sindicales, heredados, que básicamente se resumían en: la independencia sin- dical frente al Estado, los partidos y grupos políti- cos; el rechazo a la participación de la C.T.M. en los procesos electorales; y el ejercicio de la huelga. Para 1938, éstos fueron prácticamente liquidados.

cardenismo, Ed Era, México, 1980, pp. 106 a 140. Dede luego, que para profundizar el anolinis crítico sobre el papel que jug6 d Partido Comunista Mexicano, debe mnailtprse la excelente obra de José Revueltas de Ensayo sobre un prolelariodo sin cabeza Existe una reciente edic&n de la editorial Era, México, 1980

322

El P.R.M. corno partido de sectores integró a la C.T.M. con su evidente participación electoral. Después del 18 de marzo se acabaron las moviliza- ciones y las huelgas, cancelando, de hecho, esa vía de lucha de la clase obrera. Sin embargo, la guerra aún no terminaba, el proceso de depuración de la izquierda en la C T.M. no estaba concluído.

Si bien Hernán Laborde y Valenth Campa, ambos dingentes obreros, fueron expulsados del P.C.M. en 1940, no por elio dejaban de ser comba- tientes obreros y comunistas. Sobre todo Campa iba a dar nuevas batallas contra la burocracia sin- dical que se empezaba a consolidar con los acontecimientos del primer año de vida de la C.T.M. como lo veremos más adelante en la lucha de los f e r r o d e r o s .

En contra de lo que muchos suponen, para nosotros, el cambio de presidente en 1940 no signi- ficó un cambio esencial en la política del Estado mexicano. En cuanto a su actitud frente a las movi- lizaciones obreras, desde 1938, Cárdenas las consi- deró ya innecesarias.

Con la administración de A d a Camacho, la política nacional se enmarca en el contexto de la guerra mundial, que determinó la orientación de las llamadas fuerzas revolucionarias encaminadas a lograr la Unidad Nacional con el fin de alcanzar el progreso del país en el desarrollo industrial y ce- rrarle el paso a la reacción.* ’ Ciertamente el régi- men de Avila Camacho fue la continuidad lógica del proyedo estatal de industrialización, perfilado por el mismo Cárdenas.

Torres, Blanca, “México en la SegundaGuezra Mundial”, en la Historia de b Revolución Mexicam 1940- 1952 Tomo 19, editada por el Calepio de M é r i ~ , México, 1979, p.p 273 a 282.

2 1

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.., . , , , ., , ,.,.. ..... .” ...,,..-.,,.......,.... , ., ,,, , , I . , . . .

La constitución de la burocracia sindical oficialista . .

En esa linea la C.T.M. se convertía en elemen- to clave al representar uno de los llamados factores de la producción, para conquistar la armonía en las relaciones capital-trabajo y llevar a efecto los proyectos económicos del Estado para el país. ];os efectos en el seno de la C.T.M. no se hicieron espe- rar; se iba a buscar por todos los medios evitar las fricciones entre los diferentes grupos que la integra- ban. De esta situación quien mejor la habría de aprovechar fue el grupo de Fidel Velázquez quien para 1942 se encontraba al frente del Comité Na- cional.

La posición de la C.T.M. frente al Estado fue la de brindarle su apoyo y colaboración durante la guerra, evitando en lo posible las huelgas. Dicha po- sición queda plasmada en el pacto obrero de 1942 antecedente del otro pacto, el obrero industrial de 1945.a2

En lo interno la C.T.M. tenía la necesidad de asumir el cambio de la dirigencia nacional, encabe- zada por Fidel Velázquez, ya que los estatutos prohibían la reelección. En realidad el conflicto tenía un significado mayor al simple hecho de una discusión estatutaria, y Velázquez supo aprovechar la coyuntura, para terminar con otro de los princi- pios democráticos de la C.T.M. y borrar las infiuen- cias democráticas y anarco-sindicalistas.

Estalucha fue protagonizada por las fracciones de Velázquez y Lombardo, en la cual éste Úitimo terminó subordinándose al primero, en aras de la unidad. El desconocimiento de Lombardo a SUS se- guidores Vidai Díaz y Gasca quienes se oponían a

Medim. Luis, “Del cardenimno al aviiaeamachis- mo”, en la Historia de b Rewlueión Mexicana, toma 18, editada por el Colegio de México, México, 1918, pp. 113 a 114.

la reelección de Veiázquez por la pretendida situa- ción de emergencia, propició el fortalecimiento del mismo Velázquez, quien no se detuvo, en lograr su reelección pues también logró la ampliación del período del Comité Nacional de la C.T.M. a 4 años.

Los comunistas por su parte, encontraban en Lombardo a su representante más fiel y sólo en al- guna ocasión antes del 111 Congreso Nacional de la C.T.M. -se celebró en marzo de 1943- fue que condenaron la expulsión de Gasca y Vidai Díaz de la C.T.M. y del sindicato

Después de todo en el principio de unidad sin- dical y frentes popuiares no había diferencias entre Lombardo y la dirección del P.C.M.

Lombardo exigió la unidad sindical de la C.T.M. a cambio de sacrificar a su8 coneligionarios y dejar que Fidel Veiázquez continuara al frente de la C.T.M.

Los socialistas como Lombardo siguieron la tónica señalada por los gobemantesrevoiucionarios, en el sentido de hablar de un socialismo, a la mexi- cana que en la práctica implicaba el rechazo a la verdadera transformación de la sociedad.

En ese contexto explicamos por qué la unidad para Lombardo giraba en tomo a la colaboración con el Estado revolucionario y el P.R.M.; en el deseo de verlos como un frente popular.

Como de lo que se trataba era de una pugna interna, entre dos grupos de la C.T.M. que no abar- có a las bases sindicales, se puede aceptar que el problema se dirimió entre los representantes de ambas fracciones, en el mimo seno de la C.T.M. De esta manera, Lombardo en el Iii Congreso Na- cional de la C.T.M. concedió a Velázquez la conti-

l 3 Ibid p.p. 177 a 119.

323

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nuidad en la dirección de la C.T.M. a cambio de una unidad artifkid de la que se daría cuenta demasiado tarde.24

En la clausura del I11 Congreso, estuvieron presentes Aviia Camacho y Cárdenas, quienes aplau- dieron con beneplácito el discurso de Lombardo en el que se reconocía y apoyaba la intervención del Estado en los proyectos económicos del país. De tal manera que seguía existiendo la coincidencia de la dirigencia sindical cetemista, incluyendo, des- de luego, a Lombardo, con el Estado mexicano, el más importante socio de la C.T.M.

En honor a la verdad, este problema entre Lombard0 y Velázquez fue ganado por éste Último gracias a su habilidad y a la fuerza obrera que re- presentaba. Velázquez no necesitóde la intervención directa del Estado para derrotar la posición antirre leccionista de Lomhardo, le bastaron sus propias fuerzas y su innegable capacidad de maniobra y aprovechamiento oportuno de la coyuntura por la que atravesaba el país en aquellos años. Al mismo tiempo, supo fijar las bases de autosuficiencia y autonomía para el manejo de los asuntos obreros frente al Estado.

Durante el gobierno de Aviia Camacho la uni- dad nacional contempló como park de ésta a la izquierda representada por Lombardo Toledano.

V El fin de la guerra y el anticomunismo en México

En el cambio de presidente en 1946 la misma izquierda -Socialista y P.C.M.- mantuvo una posición de apoyo a Miguel Alemán. Lombardo se declaró abiertamente a favor del Lic. Alemán,

2 4 [bid. p.p. 179 y 5.8.

mientras que el P.C.M. lo hizo en favor de un pro- grama que obviamente fue el sustentado por el mismo Alemán?

La elección del candidato del P.R.M. - P.R.I. fue muy controvertii ante el deseo público de ocupar la silla presidencial, personajes como Maxi- mino Avila Camaeho hermano del presidente salien- te y como Ezequiel Padilla, importante personaje de la diplomacia mexicana y procurador en el juicio de León ToraL2

En ese contexto fue como la izquierda institu- cional cerró filas con el futuro mandatano de México. Al asumir la presidencia Alemán, el país ingreeaba a una nueva situación, diferente a la impuesta por la guerra. La unidad nacional antifa- cista dejó de ser el elemento primordial, para la aceptación de la izquierda en la política del país. El proyecto de industrialización estaba en marcha y requería de una virtual confianza de los inversio- nistas nacionales y extranjeros. El ambiente político nacional empezó a enrarecerse por el impetuoso nento anticomuniata que venía del norte. Otra vez los E.U. ocupaban la atención de los mexicanos que ahora veían en tal país el anhelo de su progreso.

La nueva situación se reflejó en el movimiento obrero, básicamente en la intención abierta de con- tinuismo en la dirección de la C.T.M. por parte del grupo de Fidel Veiázquez o de los cinco lobitos. Resultado de las maniobras de Fidel Veiázquez para

l 5 Medina, Luis “Civilirno y Modernización del autoritariemo” en le Hirforio de lo Revolución Mexicana. editada por el Colegio de México, Mexico, 1979, pp. 29-32.

‘ Ibid. Sobre los antecedente8 a la designación del candidato del PRM-PRI a la presidencia de la República se pueden leer Iss p.p. de la 11 a la 29.

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La constitución de La burocracia sindical oñciabta . .

prorrogar y ampliar su puesto de dirección en 1943 fue por lo que hasta 1947 correspondía nuevamen- te la elección de dirigentes nacionales de la C.T.M.

Nuevamente se manifestaron dos tendencias en el interior de la Central Obrera más poderosa. Por un lado, el grupo de Velázquez que había apro- vechado los cuatro años en la dirección para for- talecerse y consolidarse, deseaban su continuidad en la dirección nacional. Por el otro lado, la ten- dencia democrática de la C.T.M. representada por importantes sindicatos de industria exigía la no ree- lección en ningún cargo dentro de la C.T.M.

Quienes se impusieron conuna seriedemanio- bras en el XX Consejo Nacional de C.T.M. durante los preparativos al IV Congreso Nacional Ordinario de la C.T.M. en el que eligirían la nueva direccián, fueron el grupo de los cinco iobitos.

Así, en marzo de 1947 ai celebrarse el IV Con- greso Nacional de la C.T.M. decidieron escindirse de esa Central tres sindicatos nacionales de indus- tria importantes: ferrocarriles, electricistas y te- lefonistas, además de otros más pequeños como el de tranviarios, que con Valentín Campa y Gómez 2. a la cabeza crearon la Central Unica de Trabaja- dores.

A lo largo del conflicto en la C.T.M. por Ila dirección nacional, Lombardo pensó nuevamente en eregirse como el árbitro tutelar entre las dos posi- ciones. Y con la amenaza de provocar una división en el movimiento obrero, trató de repetir su actua- ción de 1943. Los tiempos habían cambiado y la dkigencia sindical oficialita había alcanzado la mayoría de edad. No necesitaban ya de la tutela de Lombardo y por el contrario, les empezaba a ea- torbar el obrero de la intelectualidad mexicana? ’

’’ Ibid p.p. 112 a 128

Lombardo que había logrado wibordiiar a 8u política ai P.C.M. dirigido por Dionisio Encinas, había emprendido una nueva tarea, la de formar un nuevo partido político de corte popular para impui- 88i la consecusión de los postulados fundamentales de la Revolución Mexicana.

Para alcanzar tal objetivo, Lombard0 se entre- gó a las tareas organizativas y formó la Liga Socia- lista Mexicana en 1944 y mesas de discusión mar- xietas en 1946. En éstas Últimas, Campa y Gómez 2. se mostraron adversos a las posiciones de Lom- bardo.

Los líderes ferrocaderos exigían no Sólo la condena pública de los burócratas sindicales dirigi- . dos por Velázquez sino inclusive la desaparición de la C.T.M. a lo que se oponía rotundamente Lom- bardo.

En cambio en las pláticas con el grupo de Velázquez, &e no sólo le ofrecía luchar por la unidad y crecimiento de la C.T.M. si ganaba su can- didato Fernando Amiipa, la Sría. General; a d d s apoyarían el propósito de Lombardo para formar un partido popular reivindicativo de los principios revolucionarios del 10 - 17.

Implícitamente sobre estas bases lo que se dio fue una alianza entre los socialistas, incluyendo al P.C.M. en las posiciones de Lombardo y la buro- cracia sindical para continuar en la C.T.M. política más oficialista. La salida de los integrantes de la C.U.T. fue un fuerte impacto en la C.T.M. que preocupó a los dirigentes de la misma. Sin embar- go, la alianza con los socialistas les permitió afiiiar “obreros agrícolas” para sustituir a los sindicaiiza- dos escindidos. En estas tareas contribuyeron el mismo Dionisio Encinas del P.C.M. y colaboradores cercanos de Lombardo. A pesar de ello, en la

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elección del Comité Nacional de la C.T.M., fueron eliminados loa candidatos del P.C.M.‘ *

En la nueva dirección cetemieta estaban Fidel Velázquez, Sánchez Madariaga entre otros, con Fernando Amiipa a la cabeza. En cuanto clausu- raron el IV Congreso, la nueva dirección corrió a entrevistarse con Miguel Alemán. La burocracia sindical llegó ante Alemán como una fuerza aut& noma, aún del mismo Estado, que logró gracias a su capacidad de manipulación dentro de la mima C.T.M. Así se conforma en la fuerza más importan- te de la C.T.M. después de salir victoriosa, en la lucha por la hegemonía dentro del movimiento obrero.

Durante este proceso, las bases cetemistas y sindicales no se habían movilizado aún, pero ello iba a ser inevitable. Ante este imponderable, la burocracia sindical no podía correr el riesgo de enfrentarse sola con sus bases, que también las te- nia. Necesitaba terminar el proceso de liquidación de la izquierda y de las posiciones independientes en el movimiento obrero y para lograrlo se imponía la asociación con el Estado mexicano, se trataba ya de dos fuerzas unidas en contra de una sola.

Los dirigentes sindicales hacían coincidir sus intereses con los del Estado. Amiipa lo expresó así a Miguel Alemán en ese glonoso día para la burocra- cia sindical: “Aspiramos a ser los colaboradores más sinceros de su política, y también los defensores más honestos y decididos de la clase obrera de nue% tro país”.”

VI La burocracia sindicai. Hegemonía y control obrero

Por su parte, Miguel Alemán, meses antes, había dado una muestra del tratamiento que esperaba darle ai movimiento independiente. Entre diciem- bre de 1946 y enero de 1947 el sindicato de los petroleros encabezado por Jorge Ortega, planteó a PEMEX la nivelación de salarios y una serie de reclasificaciones. El gerente de PEMEX, Antonio Bermúdez, rechazó tales peticiones argumentando falta de recursos para los proyectos de expansión.

El sindicato presionó con un paro de 24 horas el 19 de diciembre de 1947, en el que participaron aproximadamente el 80% de las secciones.

Ante esta situación, Alemán dio una respuesta inesperada.

1)OrdenÓ la intervención del ejército en las uistalaciones y distribución del combustible.

2) Ordenó a PEMEX la recesión de los contra- tos individuales de los participantes en el paro y sus dirigentes sindicales.

3) Ordenó el micio de un juicio de orden eco- nómico frente a la Junta Federal de Conci- liación y Arbitraje para reformar el contrato colectivo.

Esta política de Alemán al principio de SU go- bierno fue respaldada por Lombard0 después de un liamado que el presidente le hizo en el sentido de la necesidad de evitar la división del movimiento obre-

Ciertamente lo importante en el confiicto petrolero como despuis con los ferrocamriieros, era el factor económico y la contribución que el Estado

1 0 . ~ o

’* Ibid p.p. 128 B 131

2 9 Ibid. pág. 133

326

3 0 Ibid. p.p. 161 a 159

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La constitución de la burocracia sindical oficialista. . .

hacía al desarrollismo industrial, brindando una infraestructura indispensable.

El sindicato de Petroleros realizó una convc?n- ción en enero de 1947 en la que renunció el Comité Ejecutivo del sindicato y sentaron las bases para un arreglo. PEMEX hizo un fuerte reajuste de personal y convirtió a muchos trabajadores en empleados de confianza. El sindicato de petroleros represa- taba además una posición de independencia frente al Estado. En el movimiento obrero y en la C.T.IM. en particular se habían empezado a manifestar dos tendencias diferenciadas. Una independentista; la otra colaboracionista del Estado y por ende berib- ficiada de sus favores.

Lombardo en su afán por lograr el apoyo de la C.T.M. a la formación de su Partido Popular, se .ri- tuó del lado del grupo de Velázquez y Amilpa, condenando el movimiento de los petroleros; des pués de la aprobación de la ponencia 16 en el IV Congreso Nacional de la C.T.M., en la que ire decidía apoyar la formación del partido popular. En las resoluciones del XXXII Consejo Nacional de la C.T.M. en agosto de 1947, se resolvió seguir fiel al P.R.I. en virtud del pacto sectorial de enem de 1946 en que se transforma el P.R.M. y en gene- ral la asociación con el Estado que existía desde 1938.

Amilpa pasó lentamente de una posición a otra, interpretando la resolución 16 del IV Conge- 50. Priiero desconoció el apoyo activo a que se comprometió la C.T.M. para constituir el nuevo partido; después dejó la libre afiliación de los cete- mistas y finalmente les prohibió afiliarse a tal p a - tido; en virtud de su afiliación sectorial al P.R.I.

Los llamados de Lombardo a la C.T.M. para que cumpliera los compromisos adquiridos fueron respondidos por Amilpa con la destitución de Ja-

cinto López, Javier Ramos y Alfonso Palacios, los tres lombardistas, de m a puestos en el Comité Na- cional de la C.T.M. Por su parte el P.R.I. expulsó de sus filas a Vidal Díaz, Manuel Eiizondo y Alfonso Palacios, organizadores del partido popu- lar.

En realidad lo que sucedía es que cada vez más el anticomunismo se enseñoreaba en la política del país. Alemán veía con muy buenos ojos la alian- za económica con los E.U. para el desarrollo indus- trial de México. La izquierda oficial era ya indeseada por el presidente Alemán, le estorbaba en sus propósitos de acercamiento con los E.U. En el nue- vo contexto se volvían a dejar oir las voces de dos funosos anticomunistas: Abelardo Rodriguez y el buen Napoleón Morones.

Estas influencias no tardaron en llegar a la C.T.M. que después del XXXII Consejo Nacional su posición anticomunista se manifestó frente a la Fe- deración Sindical Mundial y a la Confederación de Trabajadores de América Latina. Con esta Última, rompió Amilpa en diciembre de 1947.

La C.T.M. empezó a repudiar no sólo al impe- rialismo sino también a la izquierda mexicana. El nacionalismo de Alemán se fue imponiendo como la ideología del movimiento obrero.

Pero no todo era subordinación, los indicatos nacionales de industria de los mineros, de los ferro- carrileros y petroleros, decidieron salirse de la C.T.M. a fines de 1947. Susafiliadossumabanapro- ximadamente 200,000. Casi al mismo tiempo, Lom- bardo constituía la Asociación Obrera Campesina Mexicana con el dirigente azucarero, Vidal Díaz, a la cabeza.

Las organizaciones del pacto obrero de 1942 empezaban a resentir la fuerza de los autonomistas Ante esto, la C.T.M. en junio de 1948, en que se

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constihiyó y se registró el partido popular de Lom- bardo, expulsó a éste y a sus seguidores de sus fi- las?'

La asociación con el Estado estaba asegurada y su funcionamiento no tardó en ponerse a p e ba con el movimiento del sindicato de ferrocarriieros dirigido por uno de los más brillantes y consecuen- tes comunistas, Valentín Campa.

En el mes de enero de 1948, LUIS Gómez Z., Srio. General del Sindicato de Ferrocarrileros había entregadoladirecciónde eseorganismo a Jesús Díaz de León (a) el Charro. Sin embargo, el nuevo Srio. General se enfrentaba a una fuerza democrática encabezada por el mismo Gómez Z. y Valentín Campa. Estos dos dirigentes lo eran también de la Central Unica de Trabajadores de tendencia comunista.

Díaz de León pretendía eliminar esta fuerza y acusó a Gómez Z. y Sánchez Castorena de un fraude por ZQ0,OOO pesos, ante las autoridades ju. diciales. Obviamente, ello constituía una injerencia directa del Estado en la vida interna del sindicato, sin ningún precedente.

El procurador general, Carlos Franco Sodi, sostuvo su competencia en la demanda de Díaz de León. A pegar de que d a de la mitad de las 34 secciones del sindicato eran contrarias a Díaz de León, éste, con el reepaido de una comisión mora- lizadora, presentó el conflicto sindical como un conflicto de tipo fraudulento.

En respuesta, Gómez Z., a través del comité de vigilancia del sindicato, desconoció el 12 de octubre a Díaz de León como Srio. General y nom- bró en su lugar a Francisco Quintana. Díaz de León

3 1 [bid. p.p. 136 a 150.

por su parte hizo uso del pistolerismo para ocupar las oficinas centrales del sindicato y de las seccio- nes 15, 16, 17 y 18 de la ciudad de México. Con la misma táctica se apoderó de las secciones de Mon- terrey y Coahuiia, destituyendo en t o d a 6 eiias a los secretarios locales y poniendo en su lugar a incon- dicionales suyos.

La Sría. del Trabajo no reconoció como Srio. General a Quintana y mantuvo el reconocimiento de Díaz de León. Ramúez Vázquez, a la sazón &io. del Trabajo, dictó un laudo favorable a Díaz de León supuestamente después de haber recibido abundante información del conflicto.

Díaz de León obtuvo el respaldo de varias sec- ciones del sindicato como resultado de las decisio- nes judiciales y dela supuesta campañamoraiizadora que él mismo había dirigido en todo el sindicato.

El gerente de los ferrocarriies, Manuel R. Pala- cios, había propuesto dentro de un plan de moder- nización de esa empresa, la separación de 12,000 trabajadores innecemios, además de otras medidas que afectaban directamente los intereses de los ferroviarios. Díaz de León se mostró complacido con los proyectos de modernización que el mismo presidente Aiemán había propuesto desde la direc- ción sindical de Gómez 2.

El 7 de mayo en la IV Convención Ferrocam- lera se aprobaron las reformas ai contrato colectivo del sindicato así como la adhesión ai gobierno aie- manista y la condena a los comuniatas GomÉz Z., Campa y Sánchez Castorena. En lo Único que hubo un rechazo total de la Convención y de Diaz de León, fue en lo referente a la separación de trabaja- dores de su empleo.

De esta forma las amenazas del gobierno de Alemán de iniciar un juicio económico a la empresa hasta sus últimas consecuencias, se vieron disipadas.

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La constitución de la burocracia sindical oficiaüSta

Valentín Campa y Gómez Z. fueron persegui- dos y encarcelado^.'^ Con ello el año de 1948 se signaba para la burocracia sindical oficialista por la conclusión de un proceso encaminado a la liq,ui- dación de la izquierda dentro de las organizaciones sindicales más importantes.

VI1 Algunas reflexiones necesarias

La asociación de fuerzas que dio origen a la forma- ción de la Central Obrera más poderosa del país había nido depurada. Sólo quedaban dos fuerzas: la burocracia sindical oficialista y el Estado mexicano revolucionario. En adelante, toda oposición a la política obrera diseñada y apoyada por estas dos fuerzas, habría de ser reprimida o negociada, no se permitiría más el juego democrático en las repre- sentaciones obreras.

La eliminación política dentro del movimiento obrero de los socialistas encabezados por iomhar-

3 2 Ibid. p.p. 162 a 170.

do, y de la tendencia comunista más auténtica re- presentada por Valentín Campa, configuró el mayor triunfo de la burocracia sindical para con- vertirse en los légitimos representantes de la clase obrera mexicana en ausencia de otra representación.

La política obrera dejó de ser combativa y formativa de una clase en camino de su conciencia revolucionaria. En su lugar se instaló la política reformista de la burocracia sindical, coincidente con la política de un Estado netamente reformista surgido de la revolución del 10 - 17.

A pesar de todo, la lucha de clases en el país daría lugar a nuevas y heroicas batallas del prole- tariado mexicano por conquistar la independencia y democracia sindical. Serían nuevamente los gran- des sindicatos nacionales de industria que con su perspectiva nacional iban a plantear en 1950-52 y 1958-59 la necesidad de conquistar para la clase obrera el derecho de autoafmación como la clase más revolucionaria, históricamente capaz de trans- formar la sociedad. ij$

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E n este ensayo abordamos la reflexión de la de- mocracia desde dos ~ 1 0 s : desde el punto devista de un conjunto de regias de participación pública, que hallan su expresión en formas de organización política, y desde la perspectiva de las demandas, de las aspiraciones por las que han luchado y en tomo a las cuales se han organizado las clases y sectores de clase subalternos.'

El tema de la democracia e8 recurrente en América Latina. Esto es así porque su ejercicio efec- tivo ha sido exiguo y limitado a aigunos periodos de la historia latinoamericana. Pero actualmente, el creciente proceso de cierre de canales a la partici- pación y organización políticas de las masas popu- lares, vuelve a poner sobre el tapete de la discusión política a la democracia. Uruguay 1973, Chile 1973 y Argentina 1976, marcaron en la década de los 70's la derrota de los esfuerzos democráticbs en los que de una u otra manera las alianzas de traba- jadores, sectores medios y otros sectores populares, se habían empeñado en un proyecto que involucra- ha la defensa frente a los esfuerzos de la clase domi- nante por reducir salarios, prestaciones y derechos organizativos logrados por las clases subalternas en largos periodos de luchas.

Pero paralelo a experienciasdederrota y retro- ceso de la organización popular, frente a gestores de la clam dominante que llevan adelante campañas de terror contra la población, que organizan bandas panunilitares cuyo objetivo es la paralización de los esfuerzos populares, ha surgido Nicaragua, donde se han aliado sectores populares, medios y aún bur-

' EL d e parte de la comtitución de Loa regfmenes oiigárquicos y abarea la aish de estos regímenes.

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D ~ ~ c r a c i a y golpes de Estado en América Lath8

gueses, para derrocar una dinastía dictatorial que cumplió cinco décadas en el poder.

Si bien Nicaragua representa el punto más alto del triunfo popular, los esfuerzos por ampliar la participación ciudadana y por mejorar las condicio- nes de vida, están a la orden del día en la mayoría de los países latinoamericanos, ya sea como lucha por el respeto a la voluntad electoral, como sucedió en Ecuador en 1979 y en Perú a mediados de 1980, donde después de gobiernos militares se convocó a elecciones y se abrieron canales a la participación popular, o bien como enfrentamiento violento y directo, como en El Salvador.

En estos procesos destaca el esfuerzo de organi- zación popular para extender y afianzar derecham democráticos cuya presencia ha sido, en el mejor de los casos, irregular. En muy pocos países latii- noamericanos el acontecer político ha traido con. sigo el cumplimiento de las reglas de participación ciudadana que se han lievado a cabo en los países europeos con tradición parlamentaria; en su queha- cer político, las clases dominantes latinoamencmas no han logrado implantar formas estables de demo- cracia para gobernar. Pero detengámonos un mo. mento en lo que el concepto democracia quiere decir y en la manera en que se ha desenvuelto ent los países europeos.

El concepto democracia tiene un profundo contenido de clase, es la forma que reviste la domi- nación de la bmguesía, la manera en que esta clase se ha organizado y ha organizado ai resto de la so- ciedad para gobernar; por ello, también es una forma de Estado? Supone además el conjunto de

‘ Cir. Claudln, Fernando. Introducción a Kautdry, Karl. La dietdurn del proieturiado,y Lenin, V.I. La Reuo- lución proletuno y el renegado Knutsky, Orijalbo, M€xico, 1976 p. 18.

derechos y libertades ciudadanas que se refieren a imprenta, asociación, reunión, etc. A la vez, sipni- fica la participación de todos los ciudadanos en las decisiones que interesan a la colectividad.

Fue en los países europeos, sobre todo en Francia e Inglaterra, donde los postulados democrá- ticos se tradujeron primero en una serie de reglas de participación ciudadana, que en esencia son: todos los ciudadanos tienen los mismos derechos políticos y la capacidad de expresar su opinión a través del voto; deben tener la opción de formarla libremente en una confrontación de grupos políti- cos organizados, que representan distintas aiterna- tivas. Para las deliberaciones colectivas y para las elecciones, vale el principio de mayoría numérica, aunque pueden establecerse otras formas (relativa, absoluta, cu@ficada).J

Históricamente, democracia ha significado mucho más que un conjunto de reglas de pdicipa- ción ciudadana. El combate por la democracia que encabezó la burguesía en Francia buscaba acabar con el absolutismo de los reyes, los privilegios aristo- cráticos, conseguir la libertad económica y política y la certidumbre del derecho; ahí estaban presentes los ideales de la libertad, la igualdad, la fraternidad, que permitieron la extensión de los intereses bur- gueses a otras capas y clases de la sociedad y que beneficiaron efectivamente a los sectores oprimidos. Las conquistas democráticas hies como el sufragio universal, la participación de los ciudadanos en las decisiones públicas, o el Estado democrático, son producto de luchas en que tomaron parte la peque-

Bobbio, Norbedo. “iExkteuna t e d a marúrrts del Estudo?” en Bobbio, et. d. “¿Existe mu teoria mmxistn del Estado? Ed. Un i v e r d d Autónoma de Puebla, Puebla, Múxico, 1978 pp. 33-34.

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ña burgueeía, el naciente proletariado, algunos sec- tores csmpesinos y otras fuerzas populares. Tan es así, que la alianui de estas Úitimas claws fue com- batida en Francia en 1848-60. Democracia, sufra- gio universal, iguaidad económica, eran consignas plebeyas, subversivas en el siglo XVIII y en los al- bores del siglo XIX.

A pesar de su naturaleza burguesa, la expenen- cia democrática de Inglaterra, después de la Revo- lución industrial, muestra a los trabajadores como principal entidad impulsara de los derechos y liber- tades ciudadanas que se generalizarán al conjunto de las fuerzas sociales. En 1824, después de conti- nuas luchas obreras, fue abolida la prohibición de asociación que pesaba sobre los trabsjadores desde 1799, al tiempo que la lucha por la reforma electo- ral fue mantenida tanto por la burguesía industrial como por los obreros? Así, la lucha de los trabaja- dores contribuyó a ampliar el carácter democrático del Estado.burgués.

En Inglaterra desde mediados del siglo XVIII y en Francia desde 1830, se implantó el parlamen- tario como forma de gobierno, La capacidad de la burguesía europea de absorber las demandas democráticas de las masas en la segunda mitad del siglo XIX, fue posible gracias a la expansión econó- mica del capitalismo. Esta expansión permitió que el régimen parlamentario se presentara como el conducto fundamental de la lucha democrática. La consolidación de la burguesía europea como clase hegemónica fue paralela a laabsorción de las deman- das populares, de tal forma que logró la integración

' Cfr. Abendroth, Wolfgang. Hidoria Social del MovC miento Obrero Eumpeo, Ed. Laia, Barcelona, 1978,6a. ed. p. 20.

entre liberalismo como forma de gobierno y demo- cracia como expreuíón de las demandas de las clases subaltemas. El liberalismo parlamentario como for- ma de organización politica llegó a ser confundido con los contenidos iniciales de los ideales democrá- ticos.

En América Latina en general, no se ha dado esta integración de las demandas populares a la forma de gobierno. La organización política de las clases dominantes en sistemas oliárquicos, que fue consolidada a partir del último tercio del siglo pa- sado, impiicó y confirmó la exclusión de las masas de la participación pública, ellas eran objeto y no sujeto de la política. Los regímenes revistieron un carácter coercitivo, donde la fuerza actuaba como articulador del poder frente a los sectores sociales subalternos. Hay aún dos factores centrales que ex- plican esta ausencia de fusión entre liberalismo y demandas democráticas. De un lado, la ausencia de homogeneidad de las relaciones sociales sobre las que descansa la estructura productiva, manifestada por la coexjstencia de formas precapitalistas de or- ganización para la producción, con el trabajo asala- riado, determinó una escasa integración nacional. Por otra parte, la ideología en que se sustentaron las repúblicas oligárquicas fue el liberalismo; las constituciones políticas que surgieron en las jóvenes naciones, fueron tomadas de modelos europeos o del norteamericano y, por lo menos en la palabra escrita, expresaban un ideal democrático.

SI en América Latina el liberalismo ha ado la ideología de la oligarquía terrateniente, no en todos los pa'ses ha significado una forma real de funcionamiento de los gobiernos. El insuficiente desarrollo de las relaciones capitalistas en la pro- ducción a que nos hemos referido, también fue un

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factor clave para que las luchas populares no aflora- ran exclusivamente en la díada burguesía proleta- riado, sino que la sociedad se presentara atravesada por luchas entre clases, y no sólo como un enfren- tamiento de dos clases. La lucha contra el patrón no necesariamente fue una lucha contra el gobierno y viceversa. El poder local del terrateniente media- tizó la democracia para las masas.

Sin embargo, el hecho de que las reglas del juego democrático de la tradición europea no ha- yan funcionado en los países latinoamericanos, y que las demandas populares sólo hayan sido parcial- mente absorbidas en la mayor parte del continente, no quiere decir que las aspiraciones democráticas del pueblo sean inexistentes. Precisamente por esta carencia de fusión existen numerosos objetivos democráticos que no pertenecen Únicamente a la burguesía, sino que son metas de los sectores popu- lares, de las clases subalternas. Aquí reside el punto de alianza de las diversas clases y sectores de clase.

Se han conformado una serie de objetivos democráticos que van más allá de meras reglas ide organización política y que recogen los contenidos iniciales de la democracia. Ya que si bien el capita- lismo ha igualado jurídicamente a los hombres, en su esencia está la desigualdad de condiciones eco- nómicas. Es en la lucha contra esta desigualdad donde se expresan los propósitos de la democracia que denominamos social. Estos objetivos han con- tenido luchas que van desde la obtención de de- rechos cívicos, tales como libertades políticas democráticas, de prensa, de organización autóno- ma, de expresión, sufragio universal y secreto, ab'o- liciÓn de la pena de muerte, no encarcelamienl,o por deudas, hasta combates de resistencia contra el despojo, protagonizadas por comunidades campsi- nas y también luchas por demandas laborales (jor-

nada máxima, salano mínimo, reglamentación de las condiciones de trabajo, educación gratuita, etc.)'

Las luchas democratizadoras han recorrido América L a t i i en el tiempo y en la historia. Sus manifestaciones no han sido siempre las mismas. Se hacen presentes las luchas anti-imperialistas, las lu- chas por la ampliación de la participacibn política, por demandas mciales.

La expansión del capitalismo y posteriormen- te del imperialirno, ocurridas a costa de las antiguas colonias, han determinado importantes luchas an- ti-imperialistas en algunos países del continente. Sobre todo México, los países del Caribe y Centro- américa han sido el escenario de la intervención de las grandes potencias. Dado que esta intervención se hizo con la alianza de los sedores dominantes locales en cuyo proyecto estaba el intento de forta- lecerse con el apoyo depotenciasextranjeras,a ellas se enfrentaron amplios sectores populares aliados al sector nacionalista de la clase dominante. A conti- nuación mencionamos algunas de estas experiencias.

A modo de ilustraci6n. recordemos del Perú los combates que en 1919 se llevaron a cabo por la regulación de Iss condicionen de trabajo Y la jornada de ocho horai y que dieron origen a la fundación del Partido Sockliita, del Partido Obrero y de l a Federaci6n Regional Peruana. O bien la protesta estudiantil que en 1923 encabezaron Mariá- tegui y Haya de la Torre. (CPr. Basedre. Chile, Boliuia y Perú independientes, Lima, 1946. pp. 536-568). En la la . década del presante siglo, o m e n en Venezuela huelgar de gráiicos, zapateros, tranvhios. t e l e g r a i i , cuyos objetivos eran la lucha por Is jornada máxima, la higienización de talleres, el deseanm dominical y que lograron que en 1911 se dictara una Ley de Tallerei y Establecimientos Públicos, la cual impiantó la jornada máxima y el desanlo dominical. (Cfr. Quintero, R. Historia del momhiento obrero en Venetuela. (Mimeo), 1978.

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En México, fueron los sectores populares los más comprometidos en la defensa del temtorio nacional, en 184648, frente ai expansionismo de Estados Unidos, en tanto los generales que tenían los recursos de las armas luchaban entre sí.6 Más tarde, el enfrentamiento de liberales y conservado- rea de las décadas 50 y 60 del siglo pasado, fue aprovechado por Francia paraintentar regir también en América, esta situacjón dio origen a la lucha contra los ~ S ~ ~ ~ I Z O S de los conservadores por un- plantar la d i n e í a de los Habsburgo en México. En esa lucha el pueblo mexicano fue el principal prota- gonista.

En Cuba, la insurrección independentista no fue sólo contra España, sino también contra Estados Unidos, y en ella el pueblo cubano combatió clara- mente contra el itnperialumio norteamericano. La sombra de la Enmienda Platt unió en la lucha a los sectores nacionaiistas de la clase dominante con los sectoren populares. La historia del combate por la democracia en Cuba ha sido presidida por el en- frentamiento anti-imperialista.

En Haití, el estallido de la ira popular contra la matanza de presos políticos que ordenó el jefe de la prisiOn, Gral. Etienne (juiio de 1915), fue aprovecheda por el intervencionismo norteamerica- no, cuyas fuerzas de ocupación permanecieron en el país de 1916a1934. En ese periodo hubo impor- tantes eaiberzos de resiatencia popuiar armada.'

' Cfr. El relato de GuiUermo Prieto: "La invasión Yankee'', reproducido en: MoGv6¡8, Carlos. A UtEde8 les consta, ERA, Mdxko, 1980, pp. 86-89.

' Cfr. Castor, Suzy. La ocupoeión norteamericana de Haití Y slul cowcumcia# (1916-1934). Siglo XXI, MQico, 1971, p. 40.

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En Nicaragua, las luchas por el control del gobierno entre liberales y conservadores en 1910, fueron utilizadas por Estados Unidos para desem- barcar marinos. A partir de 1926, la resistencia fue del pueblo (campesinos, obreros, intelectuales); la encabezó A. Sandino y no depuso las armas hasta que los marinos norteamericanos salieron del país en 1933.'

Entre los combates por la democracia ocupan un lugar preponderante los ensayos por amplii la participación política a nuevos sectores sociales. En esa línea, ha habido movimientos y organiza- ciones que trataron de lograr la absorción de las demandas populares en el Estado. Ejemplo de ellas son ias movüizaciones que desde la Última década del siglo XIX encabezaron en Argentina los secto- res medios (pequeños comerciantes, propietarios, profesionjstas), aglutinados en la Unión Cívica. Inicialmente fue una lucha contra el cerrado siste- ma de participación política, por el sufragio libre y por elecciones honestas; más tarde las demandas organizativas y sociales de los obreros fueron incor- poradas a los objetivos de la Unión Cívica Radical. Así, en 1912 fue emitida una ley de sufragio secre- to y obligatorio, descentralización de los comicio$ sistema de representación de rnin~rías.~ Experien- cias semejantea ocurrieron en Uruguay con Battle y Ordbñez, y en Chile, con el Aiessandrismo.

Todas estas luchas se desdoblan expresando simultáneamente aspiraciones tanto de ampliación

Cfr. Krehm, William. Democracia# y hranim en el curibe. Unión Demoaática Centroamericana, México, 1949.

Cfr. Pende, üeorge.Argentina. Londres, 1966, p 71.

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de la participación política, como por mejorescon- diciones de vida.

El wenso al control del gobierno por pate de sectores burgueses y medios, y los intentos lie implementar nuevos proyectos políticos aglutinan- do a las clases y sectores de clase en tomo suyo, han surgido como producto de la virtual alianza que significaron las movilizaciones y las organiza- ciones populares. Posteriormente hubo absorciones parciales de las demandas sociales en el Estado, pero a pesar de sus luchas por la democracia en sen- tido amplio, las clases subalternas no han articuiado estas luchas en un proyecto propio. Esto es provo- cado por la heterogénea estructura de clases y tam- bién por el aislamiento organizativo que produce la coexistencia de diversos modos de producción.

Cuando la dominación oligárquica entra c?n crisis (de la primera a la tercera década del presente siglo), afloran los esfuerzos democratizadores de distintos sectores, y se expresan proyectos políti- cos y económicos burgueses, que intentan la mo- dernización de la sociedad. La crisis económica de 1929 puso en evidencia la inoperancia de las bases en que descansaba el régimen oligárquico; a lo largo de todo el continente se registraron numerosos movimientos reformistas de la pequeña burguesía y oficiales militares que se ali ion a la protesta y movilización de otros sectores sociales (obreras, campesinos, inquilinos). Así, accedieron al gobirr- no regímenes nacional reformistas que se sucedírin unos a otros, expresando la inestabilidad social a nivel gubernamental.

La incapacidad hegemónica de la burguesía e m América Latina ha determinado la imposibilidad de consolidar formas de gobierno estables, solucion'es políticas duraderas, así como mecanismos demo- cráticos de participación política y una absorciún

parcial de las demandas de las clases subaltemas. La referida crisis de hegemonía es el elemento me- dular para explicar los continuos golpes de Estado, fenómeno que más adelante detallaremos.

Origen oligárquico de la democracia parlamentaria: das casos, Chile y Uruguay

Aún cuando la incorporación plena de las deman- das democráticas de las masas no ha sido la norma en el continente, hay países en los que por iargos periodos ha habido formas de representación social y reglas de participación política.

Para ilustrar la afirmación anterior, revisaremos dos experiencias de países en que se ha presentado la representación parlamenhia y la participación política acorde a las reglas de ejercicio democrático. Los dos casos surgieron en regímenes sociales oli- gárquicoa. Nos referimos a Chile y a Uruguay, los países donde por más largo tiempo prevalecieron las libertades políticas y en los que además, duran- te prolongados periodos, hubo canales para la ex- presión, organización y representación políticas.

Chile:

En el caso chileno, la manera en que se dio la alian- za de los sectores oligárquicos, permitió formas estables de participación política y de sucesión pre- sidencial, limitadas en el siglo XiX a los miembros de la claw dominante y a ciertos grupos medios. El régimen político descansó sobre la vinculación del sector propietario agrícola del Vaüe Central, con el minero del Norte, mediado por el sector comercial financiero.' o Si Diego Portales estuvo en posibili-

l o Cfr. Faietto y Juiieta Kukwood.El Liberalismo, ElCidEditoi,Caracas, 1917,pp. 34-36.

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dad de afianzar el régimen oiigárquico conservador, ello se debe a que existían vínculos de intereses económicos que acabaron con el regionalismo. Además, las anexiones territoriales hechas a costa de Bolivia y Perú (Guerra del Pacífico 1879-1884), produjeron la expansión económica. La oligarquía pa& a administrar la gran riqueza del salitre del Norte árido, cuyos beneficiarios principales resulta- ron ser los intereses británicos.

Por otra parte, la intensificación del proceso migratorio a partir del Último tercio del siglo pasa- do, favoreció la lucha por cauces democráticos. Muchos de la inmigrantes eran herederos de la tra- dición europea de lucha sociopolítica por canales institucionales. En forma simultánea, cuando advie- nen a la lucha los sectores trabajadores, ya había en el país una tradición de representación política. Una vez que las organizaciones políticas surgidas de la base obrera empezaron a actuar, su lucha utilizó también ese marco de legalidad.' No hay que olvi- dar que la primera ley de sufragio universal de America Latina fue dictada en Chile en 1884. ' ' La lucha de clams y su expresión política tomaron cauces diferentes. La crudeza y empuje con que los trabajadores defendían sus condiciones de vida y trabqio, no tuvo un correlato en el enfrentamien- to propiamente político.

El auge económico, basado en la vinculación con el mercado exterior, fue interrumpido &lo por breves periodos. Esas interrupciones quedan referi-

I' Cfr. Debray, Régia. Conversación con Allende, Si- glo XXI, México 1971, p. 27. La Federación Obrera Chilena fue fundada en 1917. En 1921 el Partido Obrero Socialista se transforma en P. Comunista.

lbid. p. 16

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das a cambios de un producto de exportación por otro (primero cereales, más tarde nitrato, a conti- nuación salitre y posteriormente cobre). Por otro lado esas rupturas dieron a los grupos oiigárquicos chilenos bases para una mayor flexibilidad y ensan- charon su capacidad de contemporaneizar con los intereses burgueses. Por estas razones, en Chile los militares no intervinieron en las luchas de los sectores de la burguesía sino en épocas de crisis. Por eso sólo se erigen en represntantes de los inte- reses de la nación cuando ha surgido un proyecto de organización económico y político que amenaza los intereses de la burguesía, de la oligarquía y del gran capital extranjero.

Uruguay:

El caso de Uruguay es distinto al chileno, aunque también allí se respetaron los mecanismos de repre- sentación ciudadana. Asimismo, han existido,am- plias vías de participación política, sobre todo para los sectores urbanos, situación que pone de mani- fiesto un notable juego democrático desde fines del

El régimen oligárquico uruguayo estuvo sus tentado en un aparato productivo relativamente sólido. El aparato productivo, basado en la expor- tación de ganado vacuno y otroa productos deriva- dos de las actividades pecuarias, constituyó el eje de la acumulación capitalista, ai tiempo que posibi- litó una mayor integración de la sociedad civil. In- cluso la no existencia de grupos indígenas estimuló ese proceso de integración. El hecho de que la Banda Oriental haya sido desde el siglo XVIII una gran ciudad-puerto y una camp& semidespoblada, con más comerciantes y funcionarios que tratantes de cueros, provocó que cuando el Uruguay surgió a

siglo pasado.

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la independencia, la ciudad tuviera mucho más peso que el campo. El sector de propietarios de estancias de ganado lanar y vacuno, que se fue inte- grando a lo largo del siglo pasado, encontró qule los sectores sociales urbanos (comerciantes, empleados y doctores), compartían con él las decisiones polí- ticas fundamentales. Esta función predominmte- mente comercial de la capital (Montevideo) y las continuas guerras civiles, retardaron la confi(wa- ción de la oligarquía como clase y dificultaron su cohesión. Más tarde, la producción extensiva y las corrientes de inmigrantes estimularon un a,cele rad0 proceso de urbanización (hacia fines del siglo XIX el 85% de la población uruguaya era urbana), el desarrollo de la burguesía urbana, y de sedores sociales intermedios.

Lo más interesante del proceso uruguayo resi- de en que la entrada de las masas urbanas a las deci- siones políticas, se procesó sin dañar los intereses de la oligarquía ganadera. De esta suerte, las leyes propugnadas por los sectores medios, que además fueron impulsadas por las luchas de los trabajado- res citadinos, respetaron el coto de las estancias. Así, la democracia devino en un fenómeno casi ex- clusivo para los sectores urbanos.

La reforma desplegada por Battle y Ordóñez, que creó el primer sistema de seguro social en América Latina, junto con la co-participación en el poder de los dos partidos dominantes, sent0 las bases para un clima político de coexistencia pacífi- ca. En ese marco, la existencia de establecimientos armados poderosos, resultó innecesaria. El respeto a la propiedad y a las relaciones de dominación existentes en la fuente original de la riqueza expor- tadora, eliminó por un periodo considerable la apa- rición de conflictos sociopolíticos en el plano de las fracciones dominantes de la formación social.

La “dictadura” de Terra, implantada en 1933, obedeció a la necesidad de tomar medidas para pro- teger los intereses agroexportadores, frente a los de sectores asalariados y frente a los intereses de la incipiente burguesía industrial.

La restricción de las libertades civiles y la cre- ciente cancelación de conquistas democráticas, es un fenómeno que aparece en la segunda mitad de la década de los 60’s. En este periodo se recrudecen las protestas y moviliiaciones populares, y se acti- van las organizaciones que presentan unaalternativa al margen de la coexistencia de los dos partidos tradicionales.’ ’ Argentina:

La manera en que ocurrió la integración político territorial en Argentina, da elementos para explicar las conflictivas relaciones entre los distintos sectores de la clase dominante y las profundas restricciones para el ejercicio de un modelo democrático. De ahí los continuos intentos para llevar adelante un pro- ceso democratizador y que cobrarían expresión como democracia social hasta el peronismo.

La relación conflictiva entre los sectores do- minantes se debió a las circunstancas de compen- tencia entre la provincia y la ciudad de Buenos Aires, de un lado, y entre las provincias del interior, por el otro. La privilegiada situación geográfica que te-

” A partir de 1968 Pacbeco Armo initauró las medi- das prontas de seguridad, congeló salanos y rompió el equi- librio de poderes del sistema demoliberal que haata enton- CB(I existía. En Beptiembre de 1971 ie encargó a las fuensl m a d a n la conducción de la lucha antiaubverliva. En febre ro de e.e año, losgnipoipolftieoideizquierdaeonitituyeipn el Frente Amplio.

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nía Buenos Ares, le permitía controlar el comercio ultramarino. Ahí tenían arraigo los unitarios, que en general eran oficiales del ejército, comerciantes y estancieros; sus intereses los llevaron a luchar por controlar el comercio de las provincias del interior. Ahí se concentraban 108 federalkk., quienes defen- dían su autonomía comercial. Esta lucha produjo la virtual separación de Buenos Aires y el resto de las provincias hasta 1861, cuando se estableció un gobierno unificado. Los conflictos interregionales se prolongaron más allá de esta fecha y se expresa- ron en una dificultad para ejercer formas estables de negociación. Cada sucesión presidencial ponía en evidencia el frágil equilibrio en que estaba sus- tentado el juego institucional.

Por otra parte, el sistema de rentismo en la producción agrícola favoreció la clientela política. Todos estos rasgos produjeron la corrupción del ejercicio político, las prebendas y el fraude electo- ral. A diferencia de lo que ocurrió en Chile, la po- lítica no era una actividad 'respetable'.

Sin embargo, a pesar de las conflictivas rela- ciones entre los sectores de la clase dominante, la oligarquía logró implantar una república liberal, señorial, e imprimir su sello al resto de la sociedad.

El crecimiento industrial en tomo a la expor- tación ganadera y de cereales, produjo la expansión del proletariado y de sectores medios y burgueses que cuestionaron la estructura política vigente, sin que se hubieran encontrado canales estables de negociación. Las corrientes de inmigrantes vinieron a engrosar los nuevos sectores sociales. Desde fmes de la década del 90 del siglo pasado, surgieron ex- presiones organizadas que exigían sufragio libre y elecciones honestas. Paralelamente al combate por derechos cívicos y políticos, aparecieron las luchas

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de obreros y trabajadores, los movimientos de huel- ga, las movilizaciones por mejores salarios.

En este contexto surgió la Unión Cívica Radi- cal, organización que engranó las aspiraciones de mayor participación política, con demandas organi- zativas y sociales. Los partidos oligárquicos tradi- cionales se vieron obligados a ceder el control del gobierno a la dirigencia de sectores medios.'

El fracaso de la UCR, acelerado por el repunte de la lucha de clases, posibilitó que en la coyuntura de 1929, los representantes de los intereses oligár- quicos retornaran el control del gobierno.' ' Pero este esfuerzo cayó ante el peso de la nueva realidad en la que triunfa el impulso de la burguesía por la industrialización y ante el surgimiento de nuevas alternativas que incorporarían las demandas socia- les y organizativas de los sectores asalariados.

En el marco de la crisis oligárquica surge la alianza populista presidida por J.D. Perón. Durante su estancia en la Secretaría del Trabajo, Perón'sen- tó las bases para la conciliación entre los objetivos burgueses y las demandas sociales y organizativas del proletariado.' A lo largo del regimen peronis- ta, se impulsaron actividades que permitieron el deasarrollo industrial y la ampliación de la sustitu- ción de importaciones y que alentaron el objetivo

I4 Irigoyen se hizo cargo del ejecutivo en octubre de 1916; en 1922 Alvaar, apoyado por irigoyen triunfó en Las elecciones.

" A partir de 1919 ee intensificaron las huelgas, como resultado de In presión obrera, se dictaron algunos decreto6 para mejorar la aituaeión de los trabajadores.

' En este periodo fue a d o un sistema de normas favorable8 a los obrems industriales, el estatuto del p&n y nueves nonnes sobre pilendamiento.

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de cambiar el eje de la acumulación de las activida- des agroexportadoras a la industria. Si bien Perón adoptó medidas que sacrificaron los lucros poten- ciales del sector agroexportador, la estructura de la propiedad agraria no fue tocada. Esta es ima de las razones por las que inicialmente no hubo una oposición fuerte de la oligarquía.

La organización del proletariado en una gran central, la CGT, fue favorecida. A través de ella se expresaban las demandas democráticas de reivindi- caciones sociales. El auge económico debido a los altos precios internacionales de los productos de exportación, permitió durante algunos años altos niveles de vida para las clases asalariadas. La gran base de los trabajadores optó por el apoyo a un régimen que recuperaba derechos sociales y mejo- ramiento de las condiciones laborales.

El fuerte control político nulificó la democra- cia representativa y afectó sobre todo a los partiidos tradicionales y al radicalismo, pero también la posi- bilidad de organización independiente de los traba- jadores.

La a l i i za de clases en tomo a Perón repreéen- tó la posibilidad de integración nacional. A tra& de una política de nacionalizaciones (Banco Cen- tral, ferrocarriles, gas, teléfonos), aglutinó el apoyo de distintos sectores sociales y fomentó la concisn- cia de objetivos compartidos. Estas Últimas midi- das, a la vez que tendieron a crear las bases para ampliar la capacidad de decisión del Estado, diriigie- ron el apoyo de distintos sectores de clase hacia la integración de una conciencia nacional.

Pero el proyecto mostró su fragilidad cuando el auge económico cesó. En 1952-53 descendieiron los precios internacionales de las materian primas. Paralelamente, aumentaron los precios de la0 im- portaciones; conforme avanzaba la crisis, el gobier-

no peronista llevó una política de acercamiento a Estados Unidos y congeló salarios con la anuencia de la CGT. L a s medidas dictadas provocaron la cen- sura de la oposición y huelgas por aumento de sala- rios. El proceso de deterioro del régimen se acentuó y culminó con el derrocamiento de PerÓn en sep- tiembre de 1955.

Golpe de Estado y democracia

En la historia de las luchas democráticas latmoame- ricanas, siempre ha estado presente la sombra del golpe de Estado, de tal modo que ha influido en el curso de las aspiraciones populares, en el enfrenta- miento de clases y de sectores de clase. Paraanalizar el papel que ha jugado el golpe de Estado en la lu- cha política del continente, es necesario ubicarlo en la dificultad que'ha encontrado la clase domi- nante para construir su hegemonía.

La burguesía latinoamericana nació al amparo de las actividades económicas de la oligarquía, de los centros agrícola6 o extractivos, de los peculados que se hacían a expensas de los productos de expor- tación. Limitada por un mercado interno reducido, y dependiente del monto de divisa8 para poder importar, la burguesía en la mayor parte de los paí- ses latinoamericanos no pudo acabar con el poder político de la oligarquía. Para desarrollar el sistema capitalista y reproducirse como clase, la burguesía ha debido pagar una alta cuota de poder a sus alia- dos de coyuntura y a los sectores a ella subordinados. Además, el sistema imperialista y la dependencia del mercado exterior han sido una característica constante en las relaciones políticas y económicas de cada país.

Este tipo de formación de la burguesía deter- mina la ausencia de un sector de clase que ejerza el

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monopolio del poder, determina que no se hayan podido crear mecanismos estables de negociación entre los miembros de la clase dominante, ni formas de control duraderas de las clases dominadas. El consenso sobre los objetivos y logros de la clase que domina no ha sido extendido sino a una parte mínima de la sociedad. Cuando las clases populares se organizaron para luchar por objetivos democráti- cos, esta situación se agudiza, evidencia la debilidad de las vías consensuales y da cabida a la solución de fuerza. El papel tutelar que ejercen las fuerzas ar- madas en la mayor parte de los países latinoameri- canos, se sustenta en la ausencia de hegemonía.

De alguna manera, la ocurrencia de golpes de Estado expresa la incapacidad del sector gobeman- te para controlar ai resto de las fuerzas sociales por la vía del consentimiento; igualmente, expresa la no operatividad de los canales de negociación, de los mecanismos de poder. De las instituciones del Estado, el establecimento armado es el que tiene mayor cohesión, disciplina (para ser movilizado), de ahí que intervenga cuando quienes gobiernan no pueden contener el desbordamiento social, o cuan- do su base de legitimidad se resquebraja.'

La opción de la intervención militar introduce una precisión sobre losmiembros del establecimien- to armado: los militares son parte de una doble posición; de un lado están ligados a intereses y pro- yectos de clase que pertenecen a las diferentes clases y / o sectores de clase (dominantes, sectores medios y en aigunos casos a los populares), pero por otra

' ' En esta reflexión abordamos sólo el análisis del golpe de E.tndo contemporáneo, que es aquél que surge du- rante la crisis de las repúblicas oligárquicas, en un contexto de ampliación de la base de participación política y de movilización y organización de las clases populares.

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parte comparten la fidelidad a su institución, el espíritu de cuerpo y los valores que les son trans- mitidos. Este rasgo y el hecho de que no estén iiga- dos directamente a la producción, los caracteriza como una categoría social, no como la suma de las clam sociales de que proviene cada uno de sus miembros.'

La dificultad principal que reviste la reflexión sobre el golpe de Estado, es que éste es un hecho técnico que enmascara diferentes opciones políti- cas, de ahí que la interrogante a responder en el análisis de los golpes sea: ¿A cuáles intereses favo- rece? En el examen de las destituciones hay que distinguir entre los objetivos inmediatos de un sec- tor de clase y los fines estratégicos, es decir, aqué- llos que sin favorecer en lo inmediato a una fracción de la clase dominante, sirven a la conservación del mismo orden de relaciones económicas y sociales. Cumplen tareas de la burguesía cuando ésta no cuen- ta con los medios y la organización para implemen- tar y dirigir proyectos económicos y políticos; ge- neralmente implican alianzas con otros sectores de clase.

En los enfrentamientos que han involucrado nuevos proyectos económicos y políticos, y en las luchas por objetivos democráticos de los sectores populares, los fines golpistas se han expresado en dos grandes vertientes: restauradores y con objeti- vos nacionai reformistas.'

Ch.. Carranza. Estado de excepción y fuenas or- madas en Américn Latina. Siglo XXi, México, 1978, pp. 43-44. ' Además de estos dos tipos de golpes, se ban dado otros que revisten rasgos distintos, para un análisis más de- tallado, cfr. Gordon, Sara. Cronoiogía de cambwsde poder en América Latina, tesis de licenciatura. UNAM, México, 1979.

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Golpes de Estado restauredores: Implican defensa del status quo, del orden de relaciones eco- nómicas, políticas y sociales establecido. Histórica- mente, distinguimos dos subtipos en esta clase de golpes:

a) Cuando después de una larga dictadura, que la lucha y alianza del pueblo con otros sec. tores ha derrocado, los altos mandos milita- res se hacen carko del gobierno paraimpedir el desbordamiento del control político :y social. Los guardianes del orden intervienein para evitar que se ensayeun proyedo distini- to -generaimente de un nuevo sector dse c l a s e y optan abiertamente por tratar d’e contener las reformas y mantener vigentes los programas sustentados por la adrninici- tración ca’da. Este tipo de golpes ha ocurn- do sobre todo en la década de los ~ O ’ S , en países donde subsistían regímenes dictato- riales tradicionales, que prohibían el juego de partidos y la fundación de organizacio- nes gremiales. Las argucias del poder se manifestaron en forma transparente cuando Ubico, presidente de Guatemala (1931- 1944) y Hemández Martínez, presidente de El Salvador (1931-1944) fueron obligados a renunciar por movilizaciones populares y huelga general. Ambos dejaron el cargo en manos de los altos mandos militares, com- prometidos con la dictadura.

b) El segundo subtipo de golpe restaurador es aquél que dan losaltos mandos pro-oligárqui- cos del ejército, después del fracaso de una experiencia democratizadora, en la que a? han hecho intentos por poner en marcha nuevos proyectos económicos y políticos,

generalmente encabezados por sectores me- dios y que contienen demandas populares. Esto sucedió al gobierno que encabezaba H. Irigoyen (1928-1930) en Argentina. La renuncia de Irigoyen no hie 6610 resultado de un ‘‘putsch’’ militar, ya que las con- diciones creadas por la crisis económica de 1929 alentaron la movilización de sectores medios y de trabajadores que inicialmente habían apoyado a Irigoyen. Esto hieasí por las medidas antipopulares y represivas, por el abandono de los objetivos democrá- ticos con los que al principio se había com- prometido iriioyen. El movimiento opositor de base fue capitalizado por la alianza con- servadores-altos mandos militares pro-oli- gárquicos que dirigía el Gral. Unburu.

Una modalidad que inaugura el golpe brasile- ño de 1964 son los regímenes militaristas que pro- ponen y sientan las bases para un nuevo tipo de organización claramente corporativa de la sociedad. La nueva etapa en la acumulación del sistema capi- talista ocurrida en la década de los sesentas trae consigo mayores requerimientos de extracción de plusvalía de los trabajadores; la agudización de la lucha de clases que de esta mutación se deriva, ha propiciado una mayor organización y combativi- dad de los trabajadores, campesinos y sectores medios, entre ellos el estudiantado. Paralelamente, la burguesía aliada a las compañías extranjeras, la oligarquía y los sectores medios pro-imperiaiiitas subordinados, imponen su dominación a través de la represión sangrienta y ensayan abiertamente nuevas maneras de ordenamiento político y social, que impidan la posibilidad de la protesta y la estruc- turación independiente de los sectores populares. Los golpes ocurridos en Bolivia, 1971, y Uruguay y

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Chile en 1973, obedecen al mismo impulso antipo- pula.

Golpes de Estado con objetivos nacionales reformistas

Este tipo de golpes se dan como respuesta a la crisis económica. Los autores son oficiales militares que recogen l as demandaa o establecen alianzas con sec- tores populares, con sectores medios y con las frac- ciones más dinámicas de la burguesía naciente o en ascenso. Los puntos fundamentales del proyecto político que se esfuerzan en implementar son: de- fensa de los recursos naturales frente al imperialis- mo, control estatal de las principales fuentes de recursos naturaies ylo financieros, promoción del desarrollo industrial a través de la eliminación de trabas y emisión de disposiciones que alientan la inversión productiva; legislación laboral que favore- ce a los trabajadores a la vez que amplia el mercado interno. En dgunos cams impulsan la distribución de la tierra, aunque no alteran la estructura de la propiedad.

En la práctica estos intentos nacionalLstas re- formistas han sido derrotados por los representan- tes de la oligarquía, ya que plantean reformas de una manera vertical y evitan la movilización popu- lar para afianzar las modificaciones instituidas. Pronto las condiciones de crisis económica producen protestas populares que son reprimidas. Así, estos regímenes se aísian de su base de apoyo y allanan el camino para su destitución o para modificar el con- tendo de sus proyectos políticos. Este tipo de gol- pes expresan ensayos de absorción de las demandas de democracia social, ya que defienden medidas que son aspiraciones populares, tales como la defen- sa de los recums naturales. Ejemplos de golpes de

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Estado que instauran gobiernos reformistas, son los del periodo 1936-1939 en Bolivia, etapa en que los militares nacionalistas intentan modificaciones para reorientar el desarrollo boliviano.

A partir de los anos sesentas se ha expresado una nueva modalidad de los golpes de Estado refor- mistas. La diferenaia con los golpes reformistas de los años treintas, estaría dada por las nuevas rela- ciones internas (de clases), y por la nueva correla- ción de fuerzas del capitalismo. Los autores de los golpes reformistas a partir de la década de los se- sentas tienen un proyecto político de reorganización de la sociedad; plantean que la fortaleza del Estado es un requisito fundamental para la consecusión de las reformas. Los cambios que promueven tienden a acabar con los residuos ancestrales de las relacio- nes de producción en el campo y a desarticular el poder de los grupos oligárquicos. Paralelamente, emprenden una política de defensa de los recursos naturales y adscriben a su país a organismos inter- nacionales que buscan replantear las relaciones con las grandes potencias. Todos estos rasgos están pre- sididos por el verticaliismo político y por el rechazo de la movilización popular. Sin embargo, no cance- lan totalmente el juego político democrático a nivel de la sociedad. Los golpes de Estado ocurridos en Perú en 1968, en Panamá en 1968 y en Ecuador en 1972, se inscriben en esta orientación.

Conclusiones

De las reflexiones expuestas a lo largo de este ensa- yo, se desprenden las Sjguientes consideraciones:

El ejercicio de las reglas del juego demoliberal, sólo ha sido posible en aquellos países en que la estructura productiva ha permitido una vinculación poco conflictiva de los intereses económicos de las

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Democracia y golpea de Estado en América Latiun

clases dominantes en la etapa de integración y con- solidación de las repúblicas oligárquicas. Cuando además, en esta etapa, el proyecto de dominaci6n excluye de la participación política a importantes sectores subordinados de la estructura social.

La democracia social implica sobre todo aspi- raciones, objetivos que impulsan a los sectore8 populares a luchar y organizarse. El carácter de estiis luchas ha sido aislado, desintegrado; el aislamient.o de estas luchas tiene su origen en la coexistencia cle modos de producción diversos y en la organización social para la producción, que dificulta la organiza- ción y cohesión populares. Los intereses comunos no aparecen nítidos; el enemigo no se presenis dibujado con claridad; la sociedad aparece atrave- sada por luchas entre clases y sectores de clase. Respecto al carácter de estas luchas, es interesante seiialar que tanto en Cuba como en Nicaragua, el pueblo ha tenido el nombre del enemigo: BatMia, Somoza, y en ambos ha tnunfado.

En aquellos países donde la penetración e in- tervención de potencias ha sido clara y abierta, la conciencia anti-imperialista entá arraigada entre las masas populares y configura luchas democráticas.

El punto nodal de la alianza de clases y secto- res de clase en la lucha política, reside en los com-

bates por la ampliación de la participación pública, por la vigencia de derechos civiles, por derechos económicos y sociales.

La crisis de hegemonía, la creciente penetra- ción del capital extranjero y la dificultad para que los sectores burgueses y medios puedan implemen- tar proyectos propios, salvo en México, hadetermi- nado que las demandas populares Sólo se hayan integrado de manera parcial.

En las alianzas por objetivos democráticos, se inscribe el papel que han jugado los golpes de Esta- do nacional reformistas.

Los objetivos democráticos de las masas y sec- tores popularesse han expresado fundamentalmente como luchas, como ya io hemos mencionado. For- man parte de las tareas que las clases dominantes no pudieron completar. Por esta razón, pennane- cen como metas por cumplir, susceptibles de ser incorporadas a proyectos políticos alternativos.

El golpe de Estado ha jugado un doble papel: a favor de la integración parcial de las demandas sociales, pero con características de verticalismo político, o bien de rechazo a las aspiraciones orga- nizativas del pueblo. En el primer caso se trata de golpes de Estado nacional reformistas; en el segun- do, de golpes restauradores. FQ

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E i estudio de los movimientos políticos regio- mies en México nunca ha tenido el énfasis que merece debido a distinto tipo de factores. Destaca en primer lugar lo que podríamos llamar el cosmo- politismo de nuestros intelectuales empeñados en recurrir a interpretaciones globalizantes asumiendo el riesgo de ignorar no sólo algunas de las peculiari- dades de nuestra formación social, sino ciertos mo- vimientos caracterizados por la autonomía relativa que coneervaron frente al Estado a lo largo de cierto tiempo.

Estos criterios han sido reforzados por el cen- tralismo político-burocrático que ha caracterizado al país desde su lejano pasado colonial hasta el auge del porfiriato y en el periodo posrevolucionario. Incluso la interpretación de la Revolución mexica- na, sacraiizada por la historiografía oficial, estaría influenciada por la presencia indiscutible de laclase dirigente en el área central del país, concretamente en la ciudad de México.

No pretendo poner en duda la independencia de los intelectuales interesados en este tipo de estu- dios, sino subrayar el descuido en que han mante- nido a la hmtoria política regional. Pocos intentos se conocen hasta el momento de io contrario; los estudios de Womack sobre el zapatismo, el de los in- La violencia en

Queretar0 y la telectuales de Cockroft, el de-Luis González para su Microhistoria de San José de Gracia: los trabajos

consolidación del de aigunos antropólogos, etc., pero nada suficiente hasta ahora.

Los intelectuales de la provincia mexicana, si Estado mexicano bien han conservado su carácter de estudiosos tra- dicionales -positivistas, sobre todo;-, de alguna ma- nera han contribuido a desentrañar su propia his- Carlos Martinez Assad

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La violencia en Querétaro y la consolidación del Estado mexicano

toria. Basta hacer acto de presencia en cualquier región, pueblo o comunidad para constatar ésto. La historiografía local se ha desarrollado a medida que existe una conciencia hist6rica más o merios fuerte de los actores.

Este breve escrito pretende subrayar la impor- tancia del movimiento político que tuvo lugar en Querétaro durante el auge y la caída del cacicazgo de Saturnino Osomio que logró imponer su sello particular en su &ea de influencia y alcanzó una incidencia ai nivel del sistema político nacional, llegando a manifestarse como verdadera altemati- va de poder, para luego precipitarse por el camino del despotismo y de la represión cancelando la b s e de apoyo que encontró principalmente en el conglo- merado campesino de la región.

El Osornismo coincidió históricamente con otros movimientos a los que recurrimos para (de- mostrar el papel desempeñado por los caciques en distiitas regiones, los vínculos entre los principales actores y su trascendencia a nivel nacional, y clue evidenciaron la crisis de la revolución; es decir. el momento que va de la muerte del general Alvaro Obregón a la ruptura Calles-Cárdenas, que abriría los cauces para la consolidación definitiva del Esta- do mexicano.

Durante casi una década el país vivió a la sombra del Caudillo, quien logró imponerse a la cabeza del recién Estado nacido de la Revoluciión mexicana en la fracción político-militar que remi- tara triunfante al afirmarse el Plan de Agua Prieta.'

' Por medio de ente plan los generales Obregón, Cailles y de la Huerta deoeonocfan el gobiemo del general Venus- tiano Carranza, dándose un nuevo sesgo a la Revolución mexicana, pasando del periodo constitucionalieta de orien- taci6n civilista, a la fase en que los militares se impusieron como el grupo hegem6nico.

La orientación decididamente agrarista de los pri- meros gobiernos posrevolucionarios' parte de ese momento en que se insistía en alcanzar un cierto consenso social que sólo podría lograrse pacificando al país vía el cumplimiento de las promesas reivin- dicativas que arrastraron a tantos miles de campesi- nos a los campos de batalla.

Con el tiempo el Estado mexicano fue encon- trando los medios que le permitirían gobernar, se estatuyeron las grandes confederaciones que reuni- nirían en su seno al grueso de los obreros y de los campesinos, coptando movimientos con caracterís ticas propias que fuera de ems aparatos representa- ban un serio peligro para la vida institucional. El ejército, por su parte, fue depurándose, pero algunas de sus fracciones descontentas con el control de los sonorenses3 aún incidirían en las dificultades que el Estado tendría que vencer en su búsqueda de la estabilidad política.

Pero si bien el Estado daba al nuevo régimen una orientación agrarista y obrerista, el jacobinismo permitiría evidenciar las dificultades por las que atravesaba la sociedad para aceptar el orden impues- to por el grupo dominante. Desde 1925 los excesos del anticlericalismo por parte del Gobierno enfren- taban a diversos grupos sociales; se llegó al extremo de intentar crear una iglesia de corte nacional, se expulsó a los más altos jerarcas de la Iglesia católica y se reglamentaron los cultos. La consecuencia fue la guerra civil con alto costo material para una so- ciedad que apenas nacía.

' Laa primeras leyes de reparto agrario datan de los momentos mán áigidos de Is lucha armada.

Los oficiales de mayor jerarqula dentm del ejército eran nativos del estado norteño de Sonora.

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En este marco se inscriben las intenciones frustradas de los obregonistas por llevar a su líder de nuevo a la siila presidencial'. Con la muerte del Caudillo las pugnas que oponían a callistas y obre- gonistas 8e agudizan. A fin de dar solución al pro- blema de nombrar a un sucesor imparcial, el licenciado Emilio Portes Gil es ungido Presidente (1928-1930) a fin de convocar a las próximas elec- ciones. Durante el breve lapso que permanece en el Gobierno pone fin a las hostilidades entre la Igle- sia y el Estado' y crea -a instancias de Cailes- el Partido Nacional Revolucionario. Había que al- canzar la unidad nacional y sólo pacificando al país podía ser posible; el partido oficialsería el organis mo que asegurara el tránsito del país hacia un régi- men de instituciones.

Entre 1928 y 1935 tres presidentes6 trataron de poner fin a la crisis política por la que atravesa- ba el país. Durante ese periodo se afianzaba el poder detrás del trono, el general Calles se había convertido en el Jefe Máximo, más imprescindible que el mismo presidente.

La relación de fuenas prevaleciente dará, sin embargo, un giro con el gobierno del general Lkaro Cárdenas (19341940); el nunbo es redefinido y con el llamado que hace a las clases populares y el refuerzo de sus organizaciones, logra poner en ja-

Obregón fue aaesinido por un fanático religioso en julio de 1928, luego de haber aido reconocido como presi- dente electo, 8u primer gobierno fue de 1920 a 1924.

En 1929 se firman "Lon arreglos" por mediación del embajador norteamericano, la igleaia aceptaba las disposiciones del Estado.

' Luego de PortesGii, Parud Ortíi Rubio (1930-32) y Abeiardo L. Rodríguez (1932.1934).

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que el poder del grupo callista, el que finalmente es desmembrado.

Toda esta crisis política se inscribe, no por puro azar, en el marco de una prolongada crisis económica, que hace a la primera aún más peculiar; lo que no quiere decir que la determine, ni que se exprese como un mero reflejo. Un análisis de la for- mación social mexicana de esos años tendría que contemplar las particularidades de los efectos de la crisis económica mundial, sus características re- gionales, la diversificación y el destino de su pro- ducción y sobre todo el momento histórico, cuya importancia es fundamental en este caso en que coincide con el proceso de formación de la nueva sociedad.

Sin duda fueron varios los movimientos polí- ticos y sociales presentes en esa coyuntura, sólo unos cuantos lograron trascender a nivel nacional. Querétaro, sin embargo, por los señalamientos que haremos más adelante, pareció quedarse a la mitad del camino.

Las dificultades del Gobierno de la República, con sede en el centro-sur del país, para asegurar el control político, vendrían a favorecer la presencia de cacicazgos fuertes que a nivel regional represen- tarían el poder de ese gobierno tan alejado temto- nalmente, distancia que se agrandaba por la falta de medios de comunicación efectivos, así como por el sinnúmero de accidentes geográficos tan frecuente en un país como México. Aunque a decir verdad el contacto entre la capital y Querétaro aumentaba gracias a su proximidad territorial.

El ambiente era propicio para la polémica centralismo us. federalimo. Se decía que las autori- dades regionales contaban con todo el apoyo del Gobierno del Centro, o que los poderes de los caci- ques derivaban exclusivamente del Presidente, o

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La violencia en Querétnro y la consolidaciÓn del Estado mexicano

que el federalism0 era utilizado para sostener los despotismo6 regionales, etc. No obstante, parece- na que la fuerza de los cacicazgos radicaba también en las posibilidades de llevar a cabo determinadas prácticas en sus zonas de influencia con relativa autonomía. Algunos elementos explicativos podrían dar sentido a esta paradoja, taies como el control de los medios de producción locales, la capacidd de los caciques para establecer alianzas políticas tanto a nivel regional como nacional, su relación con las clases populares, su facultad para lograr mantene,r movimientos políticos, la ideología expresada en varios casos a través de su disourso, el consenso so- cial alcanzado, los métodos de coerción utilizados, o la violencia social que desencadenaron.

Correspondería al licenciado Tomás Garrido Canabal de Tabasco -estado del sureste de Méxi,. co-, poner en evidencia las contradicciones entre e:l poder regional y el poder del Gobierno del Centro. Su proyecto antioligárquico, defendía al empresa rio modemizante, nacionalista y puritano. SU disurso estuvo constantemente encaminado a Is creación de ‘un hombre nuevo’ libre de todo pre juicio.

El caso de Veracruz es importante en la medida que nos explica cómo se franqueó una etapa en la; formas organizativas de los trabajadores campesi,. nos, capaces de proponer una organización inde pendiente de los grandes aparatos organizativofi utilizados por el Estado. Aunque la base social tuvo en este cam una amplia iniciativa, reconocíei en el coronel Adalberto Tejada a su líder principal,.

El cacicazgo del general Saturnino Cedillo en el estado de San Luis Potosí -noroeste deMéxicw haría patente el reducido alcance de un movimientci de base exclusivamente agraria de antiguo cuño, coni un sistema de organización tradicional y de ideolo.

gía atrasada. Su rebelión marcaría el Último aliento de un sistema de dominio que perecía.

En Querétaro, mientras tanto, Osomio gober- nó con mano dura, asumió un estilo de dominación tradicional, sua lazos clientelitas le permitirían con- tar con el apoyo de numerosos grupos de campesi- nos, y a sus enemigos los mantuvo con mano firme a través de una represión bnital instrumentalizada por sus numerosos pistoleros. Al igual que otros jefes regionales, Osomio optó por las grandes mues- tras de grandeza que debían ser aplaudidas. Llegó a concebir la erección del monumento a la Revolu- ción. Idea que le vaüó la simpatía de Calles y la envidia del ingeniero Alberto J. Pani, quien pro- pondría que el monumento fuese realizado en las obras inconclusas del Palacio Legislativo que la Re- volución impidiera termmar al dictador Porfirio Díaz.

En el estado de Querétaro el período posrevo- lucionario adquirió las mismas características de violencia que el proceso de centralización política y de fortalecimiento del Estado imprimió en otras pates.

La consolidación del Estado mexicano impli- caba la resolución de varios problemas, entre los que destacaban la búsqueda de una base de apoyo, entre los obreros y los campesinos; restar la influen- cia de los cacicazgos regionales más fuertes que si bien fueron fundamentales para la integración polí- tica del país, el avance institucionallos hacía menos uidispensables; y encontrar el equilibrio en las rela- ciones entre la Iglesia y el Estado. Todo lo cual fue enmarcado en un régimen de corte jacobino más comprometido con la formación y consolidación de la clase burguesa, que con un proyecto sociali- zante dispuesto a organizar y beneficiar a las clases trabajadoras.

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Las condiciones económicas peculiares de este estado, así como de la mayor parte del interior del país, se vincularían principalmente a observar el problema agrario campesino y tratar de solucionar, en consecuencia, los constantes brotes de violencia que se presentaron en la región por el reclamo de tierras y la invasión de los latifundios existentes.

La violencia campesina fue mayor a medida que Querétaro era introducido a un proceso político nacional y la consolidación de un orden nuevo siempre se realiza con violencia. A finales del callis- mo el gobemador Saturnino Osornio marcarla la vi- da política en el futuro inmediato a nivel regional.

Osomio, al igual que otros personajes dp !a época, llegaba ai máximo puesto de un ejecutivo estatal recompensado por su participación y apoyo a la formación del nuevo Estado, acuerdo tomado desde el Plan de Agua Prieta, culminación del obregonismo y cuna del callismo. Su lealtad It.

permitió su encumbramiento político a nivel local y Io colocó en un importante lugar a nivel nacional. De tal forma que las dos primeras convenciones del PNR en 1929, primero, y en 1933 después, se rea- lizarían en perfecto orden garantizado por la vigi- lancia que imponía a la ciudad de Querétaro. Su fidelidad a Calles le permitiría ocupar un papel cen- tral en ambas convenciones. En la primera tuvo la encomienda de voltear la opinión favorable a la candidatura de Aarón Sáenz y dar un golpe defini- tivo al debilitado grupo obregonista al salir triun- fante el ingeniero Pascual Ortíz Rubio.

Para 1933 Osornio apoyaría, comprometido tanto con los callistas como con los líderes agrarios, la candidatura del generai Lharo Cárdenas, aunque después de la ruptura política entre éste y Calles, se encontraría en dificultades para continuar sien- do el cacique y mantener su dominio indisputable,

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sobre todo cuando en 1935 el coronel Ramón Ro- driguez Familiar, asumió la gubernatura. Personaje que más adelante sería apoyado por el grupo car- denista para declarar conjuntamente la guerd a Osomio a fin de destruir sus canongías y poder en el estado.

Cuando el equilibrio de fuerzas cambió defi- nitivamente a favor de los cardenistas, Osornio se vería en dificultades para sostener su poderío. Gra- ciano Sánchez y León García se encargarían de hacerle la guerra y quitarle su base campesina al interior de la CCM , un poco como lo harían más tarde con Cedillo. Y todos ellos, eran miembros fundadores de la mencionada central. Osornio man- tuvo sin embargo su influencia en San Juan del Río, donde poseía su finca El Sitio, zona que mantuvo bajo su férula por algunos años, cuando ya no es- taba investido del poder institucionai.

Fue durante este período (1935-1938) que Querétaro fue duramente golpeado por la violencia. Proceso que se desencadenaba ante la ausencia de un verdadero poder (el de Rodriguez Familiar) y la presencia de un poder deteriorado a punto de des- moronarse finalmente (el de Osornio) todavía con el cargo de procurador de justicia en el estado.

El 15 de julio de 1935, un mes después del quiebre inicial del callisno, el diario Excélsior in- formaba las muertes de Don Alberto Prado y del administrador de la Hacienda La Laja a manos de los osornistas, cuando los primeros se disponían a tomar posesión de la propiedad de la familia Mada- leno en Tequisquiapan por órdenes de la Sría., de Agricultura. Sin embargo no era el primer hecho que levantaba polvareda. Se había acusado ya a la gente de Osomio, dirigida por su sobrino, el señor Samuel Ugalde de dar muerte al rico español señor

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La violencia en Querétaro y la consolidación del Estado mexicano

del Río, que finalmente sería definitiva en el proce- so de su caída.

Al final del año, al realizarse una asamblea de campesinos en San Juan del Río para informa los dirigentes de la entrevista sostenida con el Lic. Sil- vano Barba González, a la zaga secretario de Golaer- nación, para protestar por las depredaciones come- tidas contra los ejidatarios de la comarca, fueron ametrallados por un grupo de filiación osomista, dejando un saldo de 4 muertos y varios campesinos heridos. Eldiputado Gonzáiez, quien dirigió la age- sión, huyó con sus hombres. Mientras los carripe- sinos de Ajuchitlancito, se reunieron en la casa del gobemador Rodriguez Familiar pidiendo a gri- tos justicia y castigo para los matones o~ornist;is.~

Al comenzar el año de 1936 todo parecía fa- vorecer a los osornistas que mantienen el control del poder judicial, con el propio Osornio a la cabe- za, y el poder legislativo donde destacaba la prerin- cia de los diputados locales Simón González y de Samuel Ugalde, responsable ante la opinión pública de varios asesinatos. Fue a través de la Legislatura local que Osomio mantuvo su influencia y su posi- bilidad de presión para el gobierno en turno. Dicha legislación citó, por ejemplo, el 12 de enero a una sesión extraordinaria a fin de tratar la actitud del gobernador, quien se negó a promulgar el decreto de nombramiento de los nuevos magistrados de filiación osomista. Sin embargo, la sesión no se realizó porque el mismo día los partidarios del gobemador convocaxon a una manifestación para protestar contra los diputados nombrados por la Legislatura, considerados como elementos descali- ficados y nombrados sólo para dejar impunes los

Excéisior, 13 de noviembre de 1935.

numerosos crímenes. Antes de que se iniciara dicha manifestación, el gobernador exhortó a los manifes- tantes para que observaran perfecto orden. Así se lles6 a cabo la concentración de unas tres mil personas entre las que destacaban muchas mujeres, las que desfilaron en completo silencio por las ca- lles, protegidas por la policía y por las fuerzas del 34 batallón del Ejército Federal.

Así como a escala nacional se dio el rompi- miento entre Calles y Cárdenas, a escala local se abría una brecha infranqueable entre Osornio y Rodriguez Familiar. Finalmente el poder judicial y el legislativo fueron desconocidos de hecho, ya que se impidió el pago a los magistrados usurpadores. Rodriguez contó con el apoyo no sólo del aparato represivo del Estado, sino con el respaldo de obre- ros y campesinos que comenzaron a invadir la ciu- dad. El 18 renunciaron los magistrados cuyo nom- bramiento causara tantos problemas: los licenciados Aurelio Rodriguez y Francisco Mora, quienes fun- gían como propietarios, y los supemumerhos el Lic. Constantino Llaca y los señores Juan Paz y Jesús Malagón, que habían sido recientementedesig- nados para ocupar esos puestos. Además el mismo día, fueron cesados más de veinte empleados de filiación osomista.g

Osomio declaró públicamente que el goberna- dor Rodriguez había faltado a los compromisos que contrajera con él.

Para ese momento Osomio había dejado de contar con el apoyo que siempre le habían manifes- tado los campesinos queretanos. En la definición de esta situación fue definitiva la acción realizada por la CCM y por sus líderes para restar influencia a Osomio.

a Excébior, 18 de enero de 1936

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Las pugnas en la CCM era conocidas, si bien la organización nació anunciando premonitoria- mente el poder indiscutible de Cárdenas, varios cal- llistas permanecían en su seno, sobre todo aquéllos que no percibían la venida de tiempos nuevos. Ke- presentantes de más de diez mil campesinos quere- tanos adheridos a la CCM se reunieron a fin de des- conocer ai cacique y a las agrupaciones a f i n e ~ . ~

Osomio realizó una ofensiva tendiente a pre- sionar a los campesinos para desconocer la CCM, que 61 definió como “Confederación de individuos descalificados”. Sus secuaces más reconocidos se encargaron de visitar ejidos para que los ejidatarios estampando mi huella digital por firma, desconocie- ran a la agrupación y aceptasen formar parte de una nueva. El texto del documento decía así:

En la Congregación de. . . perteneciente al Estado de Querétaro, a las 15 hrs., del día 2 de enero de 1936, reunidos todos los miem- bros que integran el Comité Ejecutivo Agrario de este lugar, se procedió a dar lectura a la circular iiI, publicada por la llamada CCM, y después de haber cambiado impresiones, se acordó dirigirse a todos los miembros de las “Agrupaciones Agrarias Campesinas y Obreras del Estado de Querétaro”, de las cua- les es jefe nato el compañero Saturnino Osor- nio, para respaldar en todas sus partes el acuerdo tomado con fecha 21 de diciembre del año pasado por el comité central ejecuti- vo de las propias agrupaciones, separándonos de la CCM citada. Se acordó también comuni- car la resolución tomada por esta organiza- ción a todas las demás similares haciéndoles saber que la determinación ha sido inspirada

Excélsior. enero de 1936.

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en el deseo de oponernos a las intrigas politi- cas de individuos descalificados, como son los que integran la llamada CCM. Se acor- dó por último, que los compañeros que no sepan firmar pongan sus huellas digitales. Firma el comité agrario y destacan las fir- mas de los diputados Samuel Ugalde y Simón González.’

Por supuesto, los osornistas no lograron crear una nueva confederación campesina, y al interior de la CCM fueron perdiendo posiciones. El clima de violencia en el campo continuaría durante los meses de febrero y marzo, un POCO por la descon- fianza con que los peones contemplaban a los ejida- tarios, es decir a los campesinos que el Estado venía dotando de tierras. Los problemas en la ranchería Pié de Gallo y en el rancho de San Francisco, son ejemplos de este problema.’ ’ En el rancho men- cionado, el Sr. Luis Lozano Insausti instigaba a los peones en contra de los agraristas.

En medio de ese clima de asesinatos, pleitos entre agraristas y peones, entre agraristas y guardias blancas, entre pistoleros osornistas y de otros gni- pos: se llega al 12 de mayo, fecha que marcaría ya en forma definitiva la caída del osornismo. Ese día los campesinos de la comarca de San Juan del Río, realizaban una concentración por demandas de tie- rras y protestando por la situación que prevalecía en Querétaro. Osomio mismo a la cabeza de s u s esbirros, se present6 en actitud amenazante y pro. vocadora. Se entabló una balacera cuyo resultado fue un muerto y diez heridos por parte de los mani- festantes. Las fuerzas federales llegaron cuando ya

’ o Excélsior, 11 de enero de 1936

I Excéisior, 5 de mano de 1936.

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-.- . .. . . " I , I . ., . . .

La violencia en Querétaro y la consolidación del Estado mexicano

era demasiado tarde. Sin embargo, el pueblo initer- puso todas sus presiones para que Osornio fuese presentado al juez, mientras los informes oficiales lo exoneraban de cualquier responsabilidad. Al parecer varios de sus pistoleros fueron encarcelados y el cada vez más debilitado cacique tuvo que optar por esconderse durante un tiempo.'

Por lo que parece el Estado central consideraba con detenimiento el asunto y aún no se decidk a aceptar las demandas del pueblo para enjuiciair a Osornio por sus innumerables crímenes. O quizás aún representaba un cierto poder que había que mantener de su lado. De tal forma, por el momen- to sólo concede a los demandantes el reparto de sus tierras de la hacienda de Tlacote el Bajo. 'Ya desde principios del año, un numeroso grupo de obreros y campesinos había solicitado al presiderite de la Républica ei reparto de la propiedad de Osor- nio, adquirida -según los labriego- con malos procedimientos, con extorsión, ya que lo acusan también de acaparar semillas y de haber arrebatado tierras ilegalmente a otras fincas, así como de sus- traer el ganado de otras propiedades. Al mismo tiempo, pedían que Osornio regresara los bienes del Estado y de la Beneficencia Pública.'

Al mes siguiente de la matanza de junio cuya investigación se suspende porque Osomio fue tira- do por un brioso caballo, vuelve a resurgir el pro- blema del reparto de la hacienda de Osornio, éste simula su fraccionamiento y escrituró a nombre de terceras personas y de familiares;' en un recurw

l 2 Excélsior, 12-21 de mayo de 1936.

Excélsior, 9 de enero de 1936

l 4 Excélsior, lo. de julio de 1936

bastante favorecido en la época y aún en el período actual a fin de eludir la acción de la Reforma Agra- ria. El 6 de julio de 1936 los campesinos logran que las autoridades agrarias acepten su solicitud para que la hacienda Osomio fuese repartida. Pero no sería sino hasta principios del año siguiente,cuando el reparto se haría en la practica en un acto al que se le concedió gran importancia ya que contó con la asistencia del gobernador Rodríguez Familiar y del jefe de la zona militar, así como otros altos funcio- narios.'

Antes de que la medida fuese cumplida, el pue- blo encontró la forma de vengarse y un numeroso grupo de campesinos linchó ai diputado osornista SimÓn González, brazo derecho de Osornio, y pese a que el hecho fue recibido con alegría y calificados los causantes de bienhechores y héroes, el ejército federal salió en busca de los asesinos vengadores.'

El gobierno central antes de asestar el golpe definitivo al osornismo trata de desami= a su gente, pero Osomio recurre a todos los procedimientos para evitar que su gente fuese desarmada. Ocurre para ello a la Secretaría de Guerra y ante la negati- va,' ' se enfrenta directamente a las fuerzas federa- les en esporádicos enfrentamientos en los que nunca queda clara la filiación de los bandos que se enfren- tan, porque algunos simpatizantes de Osornio han sido dotados de armas en calidad de labriegos.' * Según se sabe, en cumplimiento de Órdenes dadas

I s Excélsior, 22 de febrero de 1937.

' ' ' Excélsior, 13 de octubre de 1936

' * Exdlsior, 18 de noviembre de 1936.

Excébwr, 16 de ago& de 1936

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con anterioridad por la Secretaría de Guerra aca- tando un acuerdo presidencial, se estuvo dotando de armas a los agraristas a fin de constituir las reservas del ejército. Pero resulta que entre dichos agraristas había muchos osornistas, que al encon- trarse de nuevo en posesión de las armas volvieron a cometer depredaciones.

El presidente Cárdenas decide viajar a Queré- taro a fines de ese año para poner fin a los nume- rosos asesinatos, mutilaciones y otras acciones de este tipo de que son víctimas los campesinos quere- tanos por parte de los hacendados que se oponen a la realización del programaagrario de la Revolución, y que según se ha observado, sostienen grupos arma dos, o “guardias blanca” para hostilizar a los pro- pios campesinos, el Sr. presidente de la República ordenó el inmediato fraccionamiento de todos los latifundios y la entrega de armas a los núcleosejida- les, conforme se vayan organizando, una vez que hayan recibido sus tierras, para que se defiendan contra cualquier atentado a sus vidas o sus propie- dades.’

El sesgo que toma el asunto y el hecho de qut! el propio presidente asista al estado a prometer que fueran fraccionados los latifundios, hace suponer que Osornio se había conformado en defensor de los intereses de los terratenientes y que empleb su fuerza para defender sus propiedades. Es decir que Osornio puede ser el caso más representativo de la organización y el papel desempeñado por las llamadas guardias blancas en el proceso de la refor- ma agraria.

A partir de ese momento la labor agrarista del gobierno estatal se vuelve más clara y la violencia pierde su nombre. En los primeros dos años del go-

’ y Excelsior. 12 de diciembre de 1936

bierno de Rodríguez Familiar se repartieron tierras a más de tres mil jefes de familia, sólo en 1937 se repartieron 3 285 hectáreas entre 218 jefes de familia; y el osornismo terminó por desagregarse ante la organización de los campesinos solicitantes de tierras; es decir, aquellos grupos que recurrían a procedimientos legales para satisfacer sus apremian- tes necesidades de tierras. Cuando digo que la violencia cambió dt nombre me refiero a que n« fue más la acción de los osornistas la que mantenía la inestabilidad en la región, sino pequeños grupos armados sin cabeza visible -pero muy probable- mente de cuño osornista- se especializaban en asal tar fincas y haciendas sin que los objetivos y propósitos quedasen muy claros. Muy probable- mente se trataba de partidas de campesinos mar- ginados del campo durante la revolución o de los grupos que iniciaban -lamentablemente desde 15 derecha- críticas a las formas de reparto agrario dadas con el cardenismo.

En 1938, en el año de la exmooiación Detro- .. ..~ ~ ~~ ~

leca, cuando evidentemente las realizaciones del cardenismo alcanzan su máxima expresión, en el momento de la Última rebelión con visos de rom- per la estabilidad política del país, Saturnino Osor- nio, el exgobmador y cacique de Querétaro es condenado a prisión por el asesinato del rico español del Río, en un proceso mas digno de nota roja que de dossier político. Parecía no importar el número tan elevado de campesinos muertos durante el periodo que gobernó, ni la violencia que desató al tratar de influir al gobernador que le siguió y al tratar de intervenir personalmente en los litigios y enfrentamientos por problemas de tierras; contra- riamente, se le juzgaba por haber sido el autor in- telectual del crimen de un rico hacendado, quizá porque resultaba más periodístico exhibir a una

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La violencia en Querétaro y la consolidación del Estado mexicano

viuda tocada con mantilla española, que a UM cen- tena de campesinos famélicos demandando justicia porsus familiaresmuertos y por elrobo de sus tierrais.

La violencia tuvo un saldo de varias centenas de muertes sólo en los años de influencia de Osornio, pero desgraciadamente no cesó en los anos de go- bierno de Rodríguez Familiar. Partidas de rebeldes procedentes de Guanajuato, conducidas por Guada- lupe üuillén, asolaban la región sin que quedaran claros sus fines. Sin embargo, algunos pequenos grupos armados se declaraban de filiación sinarquiis- ta. Pasó mucho tiempo antes de que Queréhro lograra encontrar la tranquüidad, cuando ya el Ek- tad0 central se había fortalecido y no había más

cabida para los cacicazgos fuertes. Aunque se recu- rrió a otro tipo de caciquismo menor y m á s fun- cional, que actuaría como intermediario entre el Estado y la sociedad, sobre todo en las regiones donde sigue predominando la presencia del campe- sinado.

Osornio por su parte, vio llegar los años cua- renta en prisión, donde permaneció unos cuantos años. Después se retiró a lo que quedó de su pro- piedad de Tlacote el Bajo dedicado a las labores agopecuarias. Murió muchos años después cuando su sombrero tejano de fieltro, con el que le recuer- dan los queretanos, parecía discordar con el pre- sente. 6$$

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