inteligencia intrapersonal · explicara los conceptos de cielo e infierno. pero el monje replicó...
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INTELIGENCIA INTRAPERSONAL
Es la capacidad que tiene el individuo de poder entender e
identificar sus emociones, además de saber cómo se mueve subjetivamente en torno a ellas. Le corresponden las siguientes
dimensiones:
CONCIENCIA DE UNO MISMO: Conciencia de nuestros propios
estados internos, recursos e intuiciones.
AUTORREGULACIÓN: Control de nuestros estados, impulsos y
recursos internos.
MOTIVACIÓN: Las tendencias emocionales que guían o facilitan
el logro de nuestros objetivos.
Según cuenta un viejo relato japonés, en cierta ocasión, un
belicoso samurái desafió a un anciano maestro zen a que le explicara los conceptos de cielo e infierno. Pero el monje
replicó con desprecio:
— No eres más que un patán y no puedo malgastar mi
tiempo con tus tonterías!
El samurái, herido en su honor, montó en cólera y desenvainando la espada, exclamó:
— Tu impertinencia te costará la vida.
— ¡Eso —replicó entonces el maestro— es el infierno!
Conmovido por la exactitud de las palabras del maestro sobre la cólera que le estaba atenazando, el samurái se
calmó, envainó la espada y se postró ante él, agradecido.
— ¡Y eso —concluyó entonces el maestro—, eso es el
cielo!
1. CONCIENCIA DE UNO MISMO
Se refiere a la conciencia de nuestros propios estados internos,
recursos e intuiciones. Vamos a desglosarlo en tres dimensiones:
Conciencia Emocional: Reconocer las propias emociones y sus
efectos.
Valoración Adecuada de uno mismo: Conocer las propias
fortalezas y debilidades
Confianza en uno mismo: Seguridad en la valoración que hacemos
sobre nosotros mismos y sobre nuestras capacidades.
1.1. CONCIENCIA EMOCIONAL
Para Goleman, las personas dotadas de esta competencia:
> Saben qué emociones están sintiendo y por qué.
> Comprenden los vínculos existentes entre sus sentimientos, sus pensamientos, sus palabras y sus
acciones. > Conocen el modo en que sus sentimientos influyen sobre su
rendimiento. > Tienen un conocimiento básico de sus valores y de sus
objetivos.
La conciencia del modo en que nuestras emociones afectan a todo
lo que hacemos constituye una competencia emocional fundamental. Y, en el caso de carecer de esta capacidad,
seremos vulnerables y nos veremos fácilmente desbordados por nuestras emociones.
«...se trata de la capacidad de permanecer atentos, de
reconocer los indicadores y sutiles señales internas que nos permiten saber lo que estamos sintiendo y de saber
utilizarlas como guía que nos informa de continuo acerca del modo como estamos haciendo las cosas».
Richard Bovatzis
La conciencia emocional comienza estableciendo contacto con el flujo de sentimientos que continuamente nos
acompaña y reconociendo que estas emociones tiñen todas nuestras percepciones, pensamientos y acciones, un
reconocimiento que nos permite comprender el modo en que nuestros sentimientos afectan también a los demás.
VIVIMOS DE AFECTO
Desde el momento en que nacemos necesitamos afecto. De hecho, está demostrado que si a un bebé se le priva de
proximidad afectiva, aunque disponga de los cuidados y el alimento para sobrevivir, tendrá problemas de salud, e incluso
podría morir (en casos extremos de aislamiento).
Cuando recibimos afecto, notamos que alguien reconoce nuestra
existencia, que le interesamos. Necesitamos sentir que importamos a alguien para que nos interese existir. Esta
necesidad de afecto es tan imperiosa que nos puede empujar a intentar sentir y ser lo que se nos pida con tal de complacer a una
posible fuente de afecto. Es más, si sólo disponemos de una fuente de afecto y esta es negativa (nos riñen, nos desprecian)
preferimos eso antes que sentirnos ignorados.
“Igual que una persona muy sedienta puede llegar a beber agua contaminada, puede arriesgar su integridad para
aplacar su sed de afecto”.
Tardamos años en entender que lo importante es lo que sentimos en nuestro interior. Comprendemos con el tiempo que, aunque
siempre necesitamos afecto, únicamente lo que sentimos en
nuestro interior importa de verdad. Es así como empezamos a desarrollar el cultivo de la comprensión de nuestros sentimientos.
En opinión de Mayer, existen varios estilos diferentes de personas
en cuanto a la forma de atender o tratar con sus emociones:
1. La persona consciente de sí misma: Como es
comprensible, la persona que es consciente de sus
estados de ánimo mientras los está experimentando
goza de una vida emocional más desarrollada. Son
personas cuya claridad emocional impregna todas las
facetas de su personalidad; personas autónomas y
seguras de sus propias fronteras; personas
psicológicamente sanas que tienden a tener una visión
positiva de la vida; personas que, cuando caen en un
estado de ánimo negativo, no le dan vueltas obsesivamente
y, en consecuencia, no tardan en salir de él. Su atención, en
suma, les ayuda a controlar sus emociones.
2. Las personas atrapadas en sus emociones: Son
personas que suelen sentirse desbordadas por sus
emociones y que son incapaces de escapar de ellas, como si
fueran esclavos de sus estados de ánimo. Son personas muy
volubles y no muy conscientes de sus sentimientos, y esa
misma falta de perspectiva les hace sentirse abrumados y
perdidos en las emociones y, en consecuencia, sienten que
no pueden controlar su vida emocional y no tratan de
escapar de los estados de ánimo negativos.
3. Las personas que aceptan resignadamente sus
emociones: Son personas que, si bien suelen percibir con
claridad lo que están sintiendo, también tienden a aceptar
pasivamente sus estados de ánimo y, por ello mismo, no
suelen tratar de cambiarlos. Parece haber dos tipos de
aceptadores, los que suelen estar de buen humor y se
hallan poco motivados para cambiar su estado de ánimo
y los que, a pesar de su claridad, son proclives a los
estados de ánimo negativos y los aceptan con una actitud
de laissez-faire (Dejen hacer, dejen pasar, el mundo va
solo) que les lleva a no tratar de cambiarlos a pesar de
la molestia que suponen (una pauta que suele encontrarse
entre aquellas personas deprimidas que están resignadas
con la situación en que se encuentran).
Una persona tiene una buena conciencia emocional si...
− Es consciente en todo momento de sus emociones
− Reconoce con frecuencia el modo en que le afectan físicamente
− Es capaz de expresar sus sentimientos sin dejar por ello de ser socialmente correcta.
Para poder sensibilizamos a este ruido subterráneo de
estados de ánimo es necesaria una pausa mental, una
pausa que muy rara vez nos permitimos.
Nuestros sentimientos nos acompañan continuamente pero casi nunca nos damos cuenta de ellos sino que, por el
contrario, sólo nos percatamos de nuestras emociones
cuando éstas se han desbordado.
No obstante, si les prestáramos la debida atención
podríamos llegar a experimentarlas cuando todavía son muy
sutiles y no irrumpen descontroladamente.
Para Goleman, las personas incapaces de reconocer cuáles son
sus sentimientos adolecen de una tremenda desventaja
porque, en cierto modo, son unos analfabetos emocionales
que ignoran un dominio de la realidad esencial para el éxito en
todas las facetas de la vida, En ciertas personas, esta "sordera"
emocional constituye una especie de olvido de los mensajes que
nos manda nuestro cuerpo en forma, por ejemplo, de jaqueca
crónica, dolor lumbar o ataques de ansiedad.
Nuestra vida emocional discurre de forma paralela al flujo
de nuestros pensamientos. En el fondo de nuestra conciencia
siempre existe algún estado de ánimo aunque, por lo general, no
nos percatemos de los sutiles estados de ánimo . que fluyen y
refluyen mientras llevamos a cabo nuestra rutina cotidiana. Los
sentimientos inadvertidos de tristeza o alegría con que, nos
despertamos, la leve irritación que puede provocar el frustrante ir
y venir a nuestro trabajo y, en suma, los cientos y hasta miles
de pequeñas y grandes emociones que van y vienen con los
altibajos de cada día.
Pero la urgencia y la presión que caracterizan al mundo laboral
actual hacen que nuestra mente se halle mucho más
preocupada por la corriente de los pensamientos: planificando
la próxima tarea, sumergiéndonos en la tarea que se estemos
llevando a cabo, preocupándonos por los deberes que todavía no
hemos concluido etcétera.
El conocerse a uno/a mismo/a no es tan simple como pudiera
parecer a primera vista, y menos si nos referimos a nuestras
emociones.
Si Pedro piensa que está enfadado, quizá lo esté, pero puede que
esté equivocado. Puede que en realidad tenga miedo, esté celoso o
que sienta las dos cosas.
¿Cómo hacemos para tener una conciencia exacta de lo que
nos está pasando (en el cuerpo) y qué estamos sintiendo (en
la mente)?
A esta pregunta responde el principio de la autoconciencia, porque
sólo se da cuando la información afectiva entra en el sistema
perceptivo.
La clave está en SABER SINTONIZAR con toda la información
-nuestros Sensaciones, Sentimientos, Valoraciones, Intenciones y
Acciones - que disponemos sobre nosotros mismos. Esta
información nos ayuda a comprender cómo respondemos, nos
comportamos, comunicamos y funcionamos en diversas
situaciones.
Por ejemplo, para poder controlar nuestra irritabilidad debemos
ser conscientes de cuál es el o los agentes desencadenantes, y
cuál es el proceso por el que surge tan poderosa emoción; sólo
entonces podremos aprender a aplacarla y a utilizarla de forma
apropiada. Para evitar el desaliento y motivarnos, debemos ser
conscientes de la razón por la que permitimos que ciertos
hechos o las afirmaciones negativas sobre nosotros afecten
nuestro ánimo.
No olvidemos que la emoción compromete tres sistemas de
respuesta:
Fisiológico
(cambios corporales internos)
Conductual Cognitivo
(Manifestación de conductas) (Funcionamiento mental) Ser consciente
Cambios corporales como transpirar, respirar con dificultad, la tensión o la fatiga.
Manifestaciones cognitivas (p. ej.: de emociones angustiantes), como una falta de concentración, conducta motriz o física
desacelerada, congelación o abarrotamiento y bloqueo de los procesos del pensamiento, tales como el olvido o la confusión.
Una herramienta clave es la toma de conciencia del propio cuerpo y
de sus señales de excitación.
Tenemos que llegar a ser capaces de describir nuestro cuerpo y
nuestra mente con detalle, incluida la respiración, la transpiración, el desasosiego, la falta de concentración, los pensamientos
inquietantes, el contenido de esos pensamientos (p.ej.: en el caso de miedo o preocupación, los peligros específicos que promueven esos
estados anímicos).
Si una persona tiene poco conocimiento de sí misma, ignorará sus
propias debilidades y carecerá de la seguridad que brinda el tener una evaluación correcta de las propias fuerzas.
¿QUÉ ME COMUNICAN MIS EMOCIONES?
Las emociones son algo así como los guardianes de nuestra vida,
agentes de información que avisan de lo que está ocurriendo dentro y fuera de nosotros. Son reclamos de advertencia para que corrijamos,
variemos o mantengamos el estado y las conductas en los que estamos inmersos. Pero, por supuesto, que cada indicación tiene
su propio contenido y nos advierte de anomalías peculiares al hecho. No es lo mismo la recomendación dada por la frustración
que por la cautela. De lo que trata esa señal, lo que la emoción intenta transmitirte o comunicarte, lo llamamos función
comunicativa o mensaje de la emoción. Ese oficio es como la
explicación del mensaje, o mejor dicho, el contenido funcional, la misión que cumple en ese determinado momento la emoción que
aflora o se hace consciente.
Veamos algunos ejemplos de las funciones comunicativas de las
emociones más comunes, y de los mensajes que las acompañan:
Ofuscación. En este momento se te han amontonado los pensamientos o las situaciones a las que has de enfrentarte y
ello te provoca figuraciones o ideas extrañas e infundadas. Una especie de ansiedad producida por el incierto futuro.
Mensaje: Has de priorizar, organiza tu mente, distingue entre lo
importante y lo urgente, no te precipites.
Ignorado. Te sientes como inexistente, sin que nadie preste
atención a tu existencia, como un desconocido.
Mensaje: o te haces notar o cambia de sitio, este lugar no es
para ti.
Cautela. La emoción que nos recomienda: ¡Atención! puede
haber un peligro inminente o inesperado.
Mensaje: Pon todos tus sentidos en alerta.
Culpa. Es la señal que nos informa de: Has violado alguna
norma personal, y debes asegurarte de no hacerlo de nuevo en el futuro.
Mensaje: Cuidado, ya que si sigues haciendo ese tipo de cosas no podrás mantenerte firme en tus normas.
Desorientación. Confundido, ofuscado, extraviado, como habiendo perdido la orientación en la vida y en los propósitos
de buscar el reconocimiento.
Mensaje: El camino que sigues no te conduce a ningún sitio, cambia de dirección.
Motivación. Hay algo en el futuro que ahora no tienes y que te resulta valioso o divertido y lo puedes conseguir.
Mensaje: Hay que ponerse manos a la obra, merece la pena el
esfuerzo y el sacrificio.
Remordimiento. Algo que hiciste en el pasado y que debiste o
pudiste hacer de otra manera y no lo hiciste.
Mensaje: La próxima vez ten más atención en lo que haces y evalúa
todas las acciones.
Inseguridad. Carente de seguridad, temeroso en el
acometimiento de las acciones. Una especie de agitación al no hacer lo que quieres. No sabe si lo que hace es o no lo que
debería hacer, o si es o no lo correcto.
Mensaje: Sé más objetivo, actúa, la vida se construye basándose en experiencias, y no existen los errores, todo son
experiencias.
Vergüenza: Cuando algo íntimo que no quieres descubrir es
puesto al descubierto o en evidencia.
Mensaje: Un secreto tuyo ha sido violado, ten más cuidado la
próxima vez.
Desilusión: Pérdida de ilusión por las cosas, desengaño.
Sensación que te lleva a caer en la cuenta de que las cosas no son como creías.
Mensaje: No te crees falsas ilusiones, sé objetivo, busca metas alcanzables.
2.2 VALORACIÓN ADECUADA DE UNO MISMO
Para Goleman las personas dotadas de esta competencia son
conscientes de sus puntos fuertes y de sus debilidades, reflexionan
y son capaces de aprender de la experiencia, son sensibles al
aprendizaje sincero de la experiencia, a los nuevos puntos de
vista, a la formación continua y al desarrollo de sí mismo y
cuentan con un sentido del humor que les ayuda a tomar distancia
de sí mismos.
Las valoraciones son las distintas impresiones, juicios,
estimaciones y expectativas que nos forjamos sobre
nosotros mismos. Estas se ven influidas por los diversos
factores que configuran nuestra personalidad (marco familiar,
experiencias previas, capacidades naturales y sistemas de
creencias), y por lo general adoptan la forma de
pensamientos o de diálogo interior (Esta presentación va a
ser un desastre. Voy a echar a perder el trato). Si somos
conscientes de nuestras valoraciones, sabemos de qué
forma nuestros pensamientos influyen sobre nuestros
sentimientos, actos y reacciones y, por tanto, podemos
modificarlos en consonancia.
RECUERDA. Las reacciones son una respuesta a las
valoraciones, no a las situaciones. Es importante reconocer que
son nuestras valoraciones, y no el comportamiento de otra
persona o una situación determinada, las que motivan
nuestras reacciones. Es el significado que atribuimos a los
hechos o a la actitud de las personas el que nos afecta de
forma positiva o negativa, y no los hechos mismos o las
propias actitudes de las personas.
¿Cómo podemos ser conscientes de estas valoraciones? Algunos consejos son:
Utilizar afirmaciones del tipo "Pienso que": se trata de afirmaciones que empiezan con "Pienso que": "Pienso que es una
buena idea". "Pienso que debemos reunirnos con ellos." "Pienso que no trabaja como debería." Al utilizar intencionalmente la
fórmula "Pienso que", ayudamos a aclarar lo que pensamos a la vez
que reconocemos que somos los responsables de nuestras valoraciones.
Sostener un diálogo interior permanente: es la charla que tenemos con nosotros mismos. Elegimos un momento del día y
conversamos con nosotros mismos. "Creo que mi jefa estaba siendo poco razonable”; "Aún me cuesta comunicarme con María." "Creo
que la cena salió muy bien." Gradualmente tomamos conciencia de
las pautas que siguen nuestros diálogos interiores; tal vez reflejen
siempre inseguridad, o a menudo susciten dudas, o por lo general parezcan encaminarse por vías positivas. La percepción de estas
pautas nos ayuda a averiguar si nuestros diálogos interiores trabajan a nuestro favor o en contra de nosotros. Por ejemplo, el
hecho de plantearnos dudas puede ser algo positivo porque nos fuerza a cuestionar decisiones y acciones. Un exceso de dudas, en
cambio, podría hacernos reacios al cambio, lo que probablemente no redundaría en nuestro beneficio.
3.1 CONFIANZA EN UNO MISMO
La confianza en uno mismo es el convencimiento que tenemos
sobre nuestras propias capacidades y cualidades. Se va formando
en nosotros a medida que constatamos nuestra aptitud en las
tareas que realizamos a la vez que logramos la habilidad para
mantener relaciones de calidad con los demás.
En la infancia necesitamos que el entorno, y en especial el padre y
la madre, aporten seguridad, atención y nos haga sabernos
queridos. Más tarde y a lo largo de toda la vida, aunque sigamos
necesitando ser escuchados, respetados, valorados, y queramos
saber y sentir que se cree en nosotros y en nuestras capacidades,
debemos tener presente que la confianza hemos de trabajarla
personalmente.
La confianza en uno mismo es un sentimiento que se genera en
nuestro interior y de cuyo desarrollo somos responsables. Para ello
debemos actuar y formalizar relaciones bajo la premisa de tener
paciencia, darnos tiempo, cuidar las formas y no olvidar evaluar y
valorar cada una de nuestras acciones, no con el propósito de
juzgarlas, sino con el fin de constatar nuestras capacidades y
conocer nuestras limitaciones.
Las personas con una alta confianza en sí mismos están
convencidas de que son aptas para la vida que han elegido llevar.
Quien no goza de confianza en sí mismo, posterga las decisiones, da
largas a los asuntos pendientes, va dejando cosas sin hacer por el
camino y mantienen una actitud de parálisis. Con todo esto, no
consigue sino certificar que ciertamente son personas en quienes
no se puede confiar.
La confianza en uno mismo no puede ser ciega sino que ha de estar
sustentada en el conocimiento personal. Un conocimiento
totalmente honesto sobre nuestras posibilidades y nuestras
limitaciones, de forma que al acometer cualquier tarea o iniciar
relaciones interpersonales sabremos manejar las expectativas para
conseguir éxitos y no acumular fracasos.
¿Cómo podemos potenciar la confianza en uno mismo?
• Conócete todo lo posible y de una forma continuada, ya
que vamos experimentando cambios.
• Vive de forma activa: opinando, eligiendo, escogiendo, significándote.
• Valórate y felicítate por tus capacidades y
posibilidades.
• Constata tus limitaciones, para saber ser realistas.
• Afronta retos y riesgos con prudencia y sensatez.
• Inicia y mantén relaciones de calidad, donde la
comunicación abierta, positiva y sincera sea una constante.
• Deja de lado la tensión y el control continuo.
• Permítete mostrarte tal cual eres, sin tapujos ni máscaras o escudos.
AUTOESTIMA SANA
➢ Tener confianza ➢ Ser feliz ➢ Integridad
➢ Sensación de mantener el control ➢ Pensar de forma positiva
➢ Responsabilidad
➢ Comportamiento positivo ➢ Respeto por uno mismo
➢ Vitalidad
➢ Sentirse a gusto ➢ Dinamismo ➢ Dignidad
➢ Equilibrio ➢ Tener éxito ➢ Personalidad carismática
➢ Sentirse válido
➢ Ser decidido ➢ Seguridad
AUTOESTIMA BAJA
➢ Falta de confianza ➢ Ser desgraciado ➢ Sensación de desarraigo ➢ Estar fuera de control ➢ Pensar de forma negativa ➢ Falto de capacidad ➢ Considerarse víctima ➢ Falta de respeto por uno mismo ➢ Depresión ➢ Sensación de tensión ➢ Falta de energía
➢ Vergüenza ➢ Inestabilidad ➢ Fracasar ➢ Personalidad débil ➢ Sentirse despreciable ➢ Ser indeciso ➢ Inseguridad
TENER LA AUTOESTIMA ALTA O BAJA: LA ELECCIÓN ES TUYA
Creer en uno mismo es la piedra angular de la autoestima. Si
consideras que no vales nada y que eres un incompetente, tus sentimientos acerca de ti mismo reflejarán esos pensamientos. Tu
comportamiento reflejará la baja opinión que tienes de ti mismo y, de este modo, toda tu experiencia corresponderá a la baja
autoestima.
CUANDO NOS CRITICAMOS Y NOS CULPABILIZAMOS DE NUESTRO
COMPORTAMIENTO SIEMPRE SOMOS POCO EFECTIVOS
En cambio, si tus pensamientos acerca de ti mismo son alentadores y válidos, y consideras que intrínsecamente eres una persona con
determinados valores que merece respeto, entonces tus
sentimientos hacia ti serán, por consiguiente, positivos. Y así tu comportamiento será creativo y efectivo; serás capaz de conseguir
que ocurran cosas en tu vida.
NUESTRA CONFIANZA O LAS IDEAS SOBRE NOSOTROS AFECTAN
DIRECTAMENTE A NUESTROS SENTIMIENTOS Y A NUESTRO COMPORTAMIENTO
En toda experiencia volcamos todo nuestro ser, combinamos la mente, el cuerpo, el espíritu y las emociones. Ello significa que
nuestros pensamientos, sentimientos y comportamiento existen de manera simultánea y están interrelacionados; se afectan
mutuamente y, de hecho, se crean mutuamente.
PENSAMIENTO
EXPERIENCIA COMPORTAMIENTOS SENTIMIENTOS
Toda experiencia es la culminación de nuestros pensamientos,
sentimientos y comportamiento. La calidad de la experiencia
depende totalmente de la naturaleza de los pensamientos y los
sentimientos que experimentamos y de la forma en que nos
comportamos. Las tablas siguientes muestran los diferentes pensamientos, sentimientos y comportamientos que juntos
forman las experiencias de autoestima alta y baja.
AUTOESTIMA
AUTOESTIMA SANA
Comportamientos
Yo actúo...
Decididamente
Efectivamente
con confianza
con creatividad
abiertamente
positivamente
Yo puedo...
Correr riesgos
Decir «no»
Mostrar mis sentimientos
Yo poseo...
Una buena capacidad de comunicación
AUTOESTIMA SANA
Pensamientos
Yo ... creo en mí mismo
confío en mi intuición
merezco lo mejor
soy digno
me respeto a mí mismo
respeto a los demás
puedo hacer que ocurran cosas
puedo cambiar
tengo éxito
hago el máximo esfuerzo
AUTOESTIMA SANA
Sentimientos
Yo soy... Espontáneo
Libre
Afectuoso
optimista
Agradecido
equilibrado
positivo
Consciente de mis emociones
Seguro
AUTOESTIMA BAJA
Comportamientos
Yo actúo... Sin decisión Con temor Críticamente Con desaprobación
A la defensiva
pasivamente/agresivamente
Yo no puedo... Correr riesgos
Decir «no»
Mostrar mis sentimientos
Yo poseo... Poca capacidad de comunicación
AUTOESTIMA BAJA
Pensamientos
Yo …
no creo en mí mismo no merezco nada
no me respeto a mí mismo
soy una víctima
soy ineficaz
soy un fracaso
no valgo nada
no puedo cambiar
soy demasiado...
no soy suficientemente bueno
AUTOESTIMA BAJA
Sentimientos
Yo soy... Nervioso
Inseguro
Antisocial
Depresivo
Culpable
Inquieto
Crítico
Temeroso de mis emociones
Una víctima
Nuestros pensamientos, sentimientos y comportamiento
siempre cambian. Nuestros niveles de autoestima se
pueden ver alterados de un minuto a otro. Podemos
hallarnos sumergidos en pensamientos positivos,
sintiéndonos bien y después... algo sucede. Ese «algo»
puede ser cualquier circunstancia que nos hace perder el
equilibrio al estimular la autocrítica. Y así los
pensamientos que estimulaban la autoestima sana cambian.
De repente nos hundimos en un remolino de pensamientos
negativos. En lugar de pensar que merecemos lo mejor y de
que podemos «conseguir que ocurran cosas», pasamos a
pensar que no valemos nada y que, por lo tanto, no somos
capaces de cambiar nada: Nos hemos convertido en una
víctima de las circunstancias!!!!
La velocidad a la que este tipo de cambio puede
producirse es realmente vertiginosa.
En el momento en que la calidad de nuestros pensamientos
cambia, lo hacen también los sentimientos y el
comportamiento. En vez de sentirnos optimistas, positivos y
afectuosos, pasamos a ser inseguros, críticos y negativos.
Nuestro comportamiento se corresponde exactamente con
nuestros pensamientos y sentimientos, y así, en vez de
actuar con decisión y creatividad, lo haremos de forma
temerosa e inefectiva.
2. AUTORREGULACIÓN
“Controla tus emociones”, “tranquilízate”. Estas expresiones
comunes solemos entenderlas como “suprime tus emociones”. Sin embargo, las emociones nos dan muchas pistas acerca de
por qué hacemos lo que hacemos. Si las suprimimos no nos llega esa información. Además, el suprimir las emociones no hace
que desaparezcan, y, en cualquier momento, vuelven a aparecer.
El control de las emociones es algo muy distinto de su
supresión. Controlar las emociones significa comprenderlas y utilizar esa comprensión para transformar las situaciones
en nuestro beneficio.
Las "conversaciones" interiores, que pueden preceder, acompañar o seguir a las emociones, desempeñan un papel importante en la
formación de nuestras experiencias emocionales.
Por ejemplo, no es difícil entender por qué la afirmación "Le mataría" sólo consigue mantener la ira, mientras que la aserción
"Mañana hablaré con mi jefe sobre esto" puede ayudarnos a reducir el enfado.
A menudo sostenemos el mismo diálogo interior una y otra vez, cada
vez que se repite la situación, sumiéndonos en destructivos diálogos interiores tan pronto vuelve a plantearse la situación.
Supongamos que una compañera de trabajo se lleva con frecuencia archivos de nuestra oficina y nunca los devuelve, a pesar de que
se lo hemos pedido en varias ocasiones. Nuestra conversación
interior podría ser algo así como Es tan egoísta. Nunca me escucha. No tiene el menor respeto. No aguanto más. Cada
vez que buscamos un archivo que no ha devuelto se dispara el mismo diálogo contraproducente. Pues bien, nuestra
compañera lo advierte cada vez con mayor frecuencia y empieza a sentir que estamos amargados y que nos cae muy
mal.
Los pensamientos que surgen espontáneamente (le mataría; es
tan egoísta) reciben el nombre de "pensamientos automáticos". Son distintos de los “diálogos interiores” que
suponen cierta deliberación (dispongo de todos los datos; los puntos son correctos; haré una buena presentación). El control
de ambos tipos de pensamientos es un paso muy importante en el dominio de las emociones.
Los pensamientos automáticos suelen tener ciertas
características en común:
1. Tienden a ser irracionales. Puesto que son espontáneos,
no son objeto de censura. Podemos decir cosas tan
escandalosas como "le mataría", aunque jamás hayamos considerado seriamente matar a alguien. La
intensidad del pensamiento es un reflejo de la intensidad de nuestra ira. Puesto que surgen
inesperadamente, no tenemos tiempo de calibrar la lógica del pensamiento automático.
2. Tendemos a darles crédito. Los pensamientos automáticos se producen con tal rapidez que por lo
general no los cuestionamos. "No tiene el menor respeto"
surge con tanta frecuencia que lo aceptamos como una verdad.
3. A menudo son crípticos. Los pensamientos automáticos se expresan a menudo como una especie de taquigrafía:
"Imbécil", "mentiroso", "estoy jodida".
4. Suelen desencadenar otros pensamientos automáticos.
Como hemos visto en el caso de la compañera de trabajo y los archivos, un pensamiento actúa como catalizador de
otro: "Es tan egoísta. Nunca me escucha. No tiene el menor respeto. Ojalá le despidan." Con lo cual, no sólo se
prolonga y exacerba nuestra ira, sino que se hace más difícil desactivar pensamientos semejantes: es como el
efecto dominó.
5. Los pensamientos automáticos pueden conducir
a un razonamiento distorsionado. Tomemos el caso de
una jefa que nos cita en su despacho para hacernos saber que está decepcionada por la relación poco satisfactoria
que nuestro cliente dice que tiene con nosotros.
Estos son algunos ejemplos de pensamientos automáticos que
podrían venirnos a la mente:
"Estoy metido en un
buen lío"
"Creo que la he armado"
"Me van a despedir"
"No encontraré otro
trabajo"
"Lo perderé todo"
"Mi familia me
abandonará"
La emoción que experimentamos en este caso es el miedo. Pero permanezcamos un rato más en el despacho de nuestra
jefa. Está visiblemente disgustada. Deducimos que nosotros somos la causa directa de su enfado y pasamos a la defensiva.
Pero, al cabo de un rato nos enteramos de que nuestro predecesor también tuvo problemas con el cliente, y que
nuestra jefa está perdiendo la paciencia con el cliente, no con nosotros. Puesto que asistimos a la cita con escasa información
sobre la situación, los pensamientos automáticos asaltaron nuestra mente con valoraciones erróneas.
La naturaleza de las situaciones estresantes, tales como ser reprendidos por nuestro jefe o irritados por un compañero de
trabajo, es que tienden a generar pensamientos distorsionados: estilos y pautas de razonamiento que tiñen nuestra percepción
de la realidad. Aprender a evitar los pensamientos
distorsionados nos ayudan a ejercer un mayor control sobre los pensamientos automáticos y a manejar las emociones.
CONSEJOS PARA EVITAR LOS PENSAMIENTOS
DISTORSIONADOS
No generalizar
Afirmaciones como "Siempre me cuesta entender las cosas" y "Nunca me escucha" se producen en circunstancias
específicas. Al generalizar, asumimos erróneamente que estas
aserciones son siempre ciertas.
Evitar las calificaciones negativas
"Es una imbécil"
"Es tan poco considerado"
Una vez más, nuestras interpretaciones se basan en situaciones
específicas. Al encasillar a la gente de este modo, nos inducimos a creer que la situación no tiene remedio y que, por
consiguiente, no hay nada que hacer al respecto.
Evitar leerles el pensamiento a los demás
A menudo no conocemos los motivos y las intenciones ajenas. No
es difícil ver cuánta ansiedad innecesaria nos causa el pensar, por ejemplo, que nuestro jefe nos va a despedir. Lo aconsejable es
abstenernos de extraer conclusiones hasta que dispongamos de
más información. Una buena manera de obtener la información es preguntando directamente: "Pareces descontenta con mi
trabajo. ¿Es así?".
Prescindir de reglas sobre la manera en que deben
actuar los demás
Esto es lo que Platón llamaba "el factor debería":
"Mi jefe debería haberse disculpado por la manera en que me trató en la reunión".
Si establecemos reglas sobre la forma en que debe actuar la gente, nos predisponemos a sufrir decepciones y frustración,
ya que, por lo general, la gente no se comporta como esperamos.
Nos convencemos de que se está perpetrando una injusticia. Y
no sólo eso: estos pensamientos distorsionados estorban nuestra capacidad para entender al otro (entender a los
demás es un ingrediente clave en el desarrollo de buenas relaciones), ya que lo contemplamos desde nuestra propia
perspectiva.
Si reconocemos que todas las personas son distintas, puesto
que cada cual tiene sus propias reglas, y somos flexibles ante la manera de hacer las cosas de los demás, nos alejamos
automáticamente de la palabra "debe".
No exagerar el significado de los acontecimientos
Supongamos que no encontramos un informe que enviaron a nuestro jefe. Lo hemos buscado por todas partes, estamos
convencidos de que nuestro jefe nos lo dio, y sabemos que debimos hacer una copia de inmediato. Es posible que nos
digamos: Esto es una catástrofe. Me quedaré sin trabajo.
No lo soporto. Probablemente, nada de esto es verdad, salvo que a menudo perdamos la correspondencia que nos
da nuestro jefe. La situación es delicada, pero dista mucho de ser una catástrofe. Siempre podemos llamar para pedir
que nos lo vuelvan a enviar, aunque nos sintamos ligeramente avergonzados.
Transformar las consecuencias de un hecho negativo en una catástrofe supone multiplicar varias veces su
intensidad. En lugar de sentirnos razonablemente preocupados, nos ponemos muy ansiosos, deformado aún
más nuestros pensamientos.
Evitemos utilizar términos como catástrofe o desastre,
pero, si nos descubrimos empleándolas, seamos conscientes de que nuestros pensamientos están
magnificando la importancia de la situación. No recurramos
a la frase "No lo soporto", porque sí que lo podemos soportar.
3. LA MOTIVACIÓN
Podemos definir la motivación como el interés que una persona
tiene en realizar una conducta para obtener un incentivo.
La motivación tiene dos componentes uno psicológico y otro
conductual y ambos conducen al desempeño de una acción para obtener un resultado, por lo que podemos decir que es un
proceso que empieza en la mente de una persona y termina en la obtención de un resultado.
Todo empieza por una necesidad en la mente de una persona; ésta
hace que la persona esté insatisfecha por lo que tiene que hacer algo para reducir esa insatisfacción. Encuentra un incentivo que
parece que reduce esa insatisfacción y a partir de entonces todo lo que haga se considera que es fruto de la motivación. Al llegar al
final puede que consiga o no el incentivo. En el primer caso llega a la satisfacción (relativa y momentánea) y en el segundo se
realimentará la insatisfacción y llegará a un estado de frustración.
Maslow, en su teoría motivacional, habla de una relación de necesidades que mostramos todas las personas a lo largo de nuestra vida. Estas necesidades están organizadas según la prioridad que cada individuo le atribuye. Cada persona ha de satisfacer las necesidades más prioritarias y sólo cuando están satisfechas desea pasar al siguiente nivel de necesidades y así sucesivamente hasta alcanzar el último nivel.
Reflexión En base a la teoría de Maslow elabora tu pirámide de necesidades e identifica en qué nivel te encuentras y qué necesitas para satisfacer las necesidades
de ese nivel.
¡LA DESMOTIVACIÓN NO EXISTE!
Creemos que estamos “desmotivados” porque nos faltan razones o
motivos para actuar y esto... ¡Es falso!
Tenemos nuestros motivos pero no luchamos por ellos, no los
reconocemos, no nos lo permitimos (por culpa, por rabia,...).
Nuestro ego nos engaña haciéndonos creer que, cuando decimos
estar “desmotivados” es porque nos faltan los motivos. Los motivos siempre están, pero están escondidos en algún lugar
esperando que nos lo permitamos descubrir y vivir.
“Nadie tiene falta de motivos sino que hemos reprimido,
negado, evitado u ocultado esos motivos”.
Todo esto que llamamos “desmotivación” en la vida, en la pareja, en los objetivos profesionales, son autoimpedimentos. Excusas que nos
ponemos para no hacer realmente nuestro deseo por miedo, culpa, temor al enfrentamiento...
exigencias que sentimos como imposibles.
Pero si no lo realizamos nos sentimos incompletos. Por tanto es
un arma de doble filo:
“Me da miedo hacerlo pero si no lo
hago, me desmotivo”
La solución pasa por descubrir que, bajo el miedo, se esconde nuestra propia realización como
persona. Y lo que hará que uno se sienta mejor es un compromiso
con uno mismo.
MOTIVACIÓN
Cuando coinciden tus acciones
(aquello que haces para conseguir lo que quieres) con
tus razones o motivos (lo que quieres). Sería equivalente a
hablar de congruencia. Los mo t i vados son gen te
consecuente con lo que quieren.
DESMOTIVACIÓN
Cuando tus acciones no coinciden con tus
razones y entonces llega la confusión, ya que crees
que no puedes conseguir
lo que quieres y no es así.
Las personas “desmotivadas” no se permiten reconocer lo que
quieren y, a la primera de cambio, que empiezan a luchar por lo que quieren esperan que sea fácil, se encuentran con una
dificultad, y al no saber resolverlas, se hunden en depresión.
PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA MOTIVACIÓN
1. NADIE PUEDE MOTIVAR A NADIE. 2. TODO EL MUNDO ESTÁ PERMANENTEMENTE MOTIVADO. 3. TODO EL MUNDO TIENE UNA RAZÓN PARA HACER LO QUE HACE SI NO
FUERA ASÍ, HARÍA OTRA COSA. 4. SE PUEDEN CREAR AMBIENTES DONDE LAS PERSONAS ELIJAN
MOTIVARSE, PERO NO SE PUEDE FORZAR A ESTAR MOTIVADAS.
¿QUÉ ME MOTIVA EN EL TRABAJO?
Jerarquiza por orden de preferencia personal lo que te motiva (es decir, las razones que hacen que estés en ese trabajo).
- El logro - El reconocimiento - El trabajo en sí mismo - Tener responsabilidades - Posibilidad real y justa de promoción y posición - Crecimiento personal y profesional. - El dinero - Seguridad en el trabajo
LAS EMOCIONES QUE NO HACEMOS CONSCIENTES NOS ALEJAN DE LA MOTIVACIÓN
Los motivos que suelen alejarnos de un alto nivel de motivación tienen nombre de emociones: la culpa, la rabia o el resentimiento,
el miedo,...
Estas emociones nos hacen sentir que nos alejamos de las
sensaciones que antes teníamos. Por tanto, para recuperar la motivación no hace falta forzarse a nada, sino reparar en aquello
que nos ha podido suceder para habernos alejado de un alto nivel
de motivación.
La motivación es un estado natural del ser
humano. Y la desmotivación el aviso para
buscar en las causas que nos han hecho perder
la motivación, y no para buscar razones
externas que nos motiven.
CÓMO SALIR DE LA DESMOTIVACIÓN
➢ Reconocer las emociones que están molestando.
➢ Reconocer el estado mental que las mantiene. ➢ Aceptar los errores cometidos y que están en la base de la
sensación de abatimiento.
➢ Pasar a la acción, actuar: corregir errores y aclararse sobre lo que queremos.
➢ Clarificación de los objetivos personales. ➢ Comenzar a realizar esos objetivos.
➢ Ante las dificultades: poner remedio.
➢ Reconocer los logros.
CUESTIONARIO DE INTELIGENCIA INTRAPERSONAL TMMS
LA CONCIENCIA DE UNO MISMO ES UNA HABILIDAD QUE
PUEDE SER CULTIVADA
TMMS-24
A continuación encontrarás algunas afirmaciones sobre tus
emociones y sentimientos. Lee atentamente cada frase e indica el grado de acuerdo o desacuerdo con respecto a las
mismas. Señala la respuesta que más se aproxime a tus preferencias. No hay respuestas correctas o incorrectas, ni buenas o
malas. No emplees mucho tiempo en cada respuesta.
1 2 3 4 5
Nada de
acuerdo
Algo de
acuerdo
Bastante de
acuerdo
Muy de
acuerdo
Totalmente de
acuerdo
1. Presto mucha atención a los sentimientos. 1 2 3 4 5
2. Normalmente me preocupo mucho por lo que
siento. 1 2 3 4 5
3. Normalmente dedico tiempo a pensar en mis
4. emociones. 1 2 3 4 5
4. Pienso que merece la pena prestar atención a mis emociones y estado de ánimo.
1 2 3 4 5
5. Dejo que mis sentimientos afecten a mis
pensamientos. 1 2 3 4 5
6. Pienso en mi estado de ánimo constantemente. 1 2 3 4 5
7. A menudo pienso en mis sentimientos. 1 2 3 4 5
8. Presto mucha atención a cómo me siento. 1 2 3 4 5
9. Tengo claros mis sentimientos. 1 2 3 4 5
10. Frecuentemente puedo definir mis sentimientos. 1 2 3 4 5
11. Casi siempre sé cómo me siento. 1 2 3 4 5
12. Normalmente conozco mis sentimientos sobre las
personas.
1 2 3 4 5
13. A menudo me doy cuenta de mis sentimientos en diferentes situaciones.
1 2 3 4 5
14. Siempre puedo decir cómo me siento. 1 2 3 4 5
15. A veces puedo decir cuáles son mis emociones. 1 2 3 4 5
16. Puedo llegar a comprender mis sentimientos. 1 2 3 4 5
17. Aunque a veces me siento triste, suelo tener una
visión optimista.
1 2 3 4 5
18. Aunque me sienta mal, procuro pensar en cosas agradables.
1 2 3 4 5
19. Cuando estoy triste, pienso en todos los placeres de la vida.
1 2 3 4 5
20. Intento tener pensamientos positivos aunque me
sienta mal.
1 2 3 4 5
21. Si doy demasiadas vueltas a las cosas,
complicándolas, trato de calmarme.
1 2 3 4 5
22. Me preocupo por tener un buen estado de ánimo. 1 2 3 4 5
23. Tengo mucha energía cuando me siento feliz. 1 2 3 4 5
24. Cuando estoy enfadado intento cambiar mi estado de ánimo.
1 2 3 4 5
CORRECCIÓN
La escala contiene 3 dimensiones con 8 items cada una: atención emocional, claridad de sentimientos y reparación
emocional. Para corregir y obtener una puntuación en cada uno de los factores, hay que sumar los items del 1 al 8 para el factor
atención emocional, los ítems del 9 al 16 para el factor claridad emocional y del 17 al 24 para el factor reparación de las
emociones.
Se muestra los puntos de corte para hombres o mujeres, pues
existen diferencias en las puntuaciones para cada uno de ellos.
Atención: “Soy capaz de sentir y expresar los sentimientos
de forma adecuada”.
Puntuaciones
Hombres
Puntuaciones
Mujeres
Debes mejorar tu atención:
prestas poca atención < 21
Debes mejorar tu atención: prestas
poca atención < 24
Adecuada atención 22 a 32 Adecuada atención25 a 35
Debes mejorar tu atención:
prestas demasiada atención > 33
Debes mejorar tu atención: prestas
demasiada atención > 36
Claridad: “Comprendo bien mis estados emocionales”
Puntuaciones Hombres
Puntuaciones Mujeres
Debes mejorar tu claridad < 25 Debes mejorar tu claridad < 23
Adecuada claridad 26 a 35 Adecuada claridad 24 a 34
Excelente claridad
> 36
Excelente claridad > 35
Reparación: “Soy capaz de regular los estados
emocionales correctamente”.
Puntuaciones
Hombres
Puntuaciones
Mujeres
Debes mejorar tu reparación < 23 Debes mejorar tu
Reparación< 23
Adecuada reparación 24 a 35 Adecuada reparación 24 a 34
Excelente reparación > 36 Excelente reparación > 35
La TMMS-24 está basada en Trait Meta-Mood Scale (TMMS)
del grupo de investigación de Salovey y Mayer. La escala original es una escala rasgo que evalúa el metaconocimiento de los estados
emocionales mediante 48 ítems. En concreto, las destrezas con las que podemos ser conscientes de nuestras propias emociones así
como de nuestra capacidad para regularlas.