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OLGA PUEYO DOLADER

LA ALFARERÍADE RUBIELOS DE MORA

Esteban Pastor Goicoa, último alfarero

Teruel, 2003

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Ayuntamiento de Rubielos de Mora

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© Olga Pueyo Dolader© Ayuntamiento de Rubielos de Mora© Instituto de Estudios Turolenses

Fotografías: Olga Pueyo Dolader y José Giménez Corbatón

ISBN: 84-96053-04-0

Dep. Legal: Z-2186-03

Imprime: Sistemas de Impresión Industrias Gráficas S.L.Pol. Industrial “El Portazgo”, nave 52 • Tel. 976 32 22 11 • 50011 Zaragoza

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Agradecimientos

Al Ayuntamiento de Rubielos de Mora, y a su alcalde Ángel Gracia Lucia, por facilitarme el acceso al Archivo Municipal.

A Isabel Álvaro Zamora, por leer el borrador de este trabajo, y darme los consejos necesarios para llevarlo a buen término.

Y, sobre todo, a Esteban Pastor Goicoa, último eslabón de una cadena de alfareros, quien en todo momento

mostró su buena disposición abriéndome las puertas de su casa, de su alfar y de su memoria.

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PRÓLOGO

La cerámica tradicional dio respuesta en el pasado a buena parte de las nece-sidades que demandaba la vida cotidiana por medio de las distintas especialida-des del barro (tinajería, cantarería, ollería y cerámica estannífera) y con la inven-ción de una gran variedad de piezas de funciones diversas. Se fueron creando nue-vas formas cuando lo requirieron los cambios en los hábitos domésticos a la vezque se eliminaban aquellas que quedaban en desuso, en un proceso evolutivosiempre vivo y en directa relación entre cada forma y su función. La cerámica tra-dicional sobrevivió en tanto fue útil y el siglo XX trajo su fin, pues con él llegó uncambio total en las formas de vida, se produjo una masiva emigración del campoa la ciudad, aparecieron nuevos materiales y técnicas de trabajo y la cerámica fuepaulatinamente desplazada, en un proceso de rápida decadencia que se precipitóen muchos casos por el brusco corte que supuso la guerra civil, tras la cual buenaparte de los alfares cerraron definitivamente; sólo algunos mantuvieron su pro-ducción con una última generación de alfareros que ya no tendrían continuado-res en un oficio que ofrecía muy pocas posibilidades de subsistencia económica.Y así, al desaparecer la mayoría de los obradores, la cerámica tradicional quedóen el olvido, convirtiéndose en una desconocida para las nuevas generaciones queya no la identificaban como algo próximo ni propio y quedando únicamente en elrecuerdo de los últimos alfareros vivos o de algunos de los que habían sido testi-gos directos de su evolución final.

La cerámica tradicional es parte de nuestra historia pasada, conformando unpatrimonio que no podemos dejar perder. Con esta idea comenzamos su investi-gación unos pocos estudiosos del tema –hace ya bastantes años– en diferentes par-tes de España, para lo cual tuvimos que comenzar por recorrer nuestra tierra de unextremo a otro, indagar en el pasado y remover los recuerdos con un trabajo decampo que incluía la localización de los obradores olvidados, la búsqueda de laspiezas conservadas, la entrevista a los últimos alfareros y testigos de las produc-ciones finales, la reconstrucción de las técnicas de trabajo y la reunión de su léxico

La alfarería de uso común de Rubielos de Mora.Esteban Pastor Goicoa, último alfarero

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específico, distinto y variable según las zonas, a la vez que iniciábamos la con-sulta de muy diversos fondos documentales. En mi caso, la amplitud de la geo-grafía aragonesa y el número de alfares que pude localizar (en torno al centenar)requirió que en muchos centros no pudiera hacer sino una primera aproximacióna su conocimiento, a partir de la cual podría seguirse profundizando en el futuro.Así sucedió en el caso de la alfarería de Rubielos de Mora.

Su estudio monográfico nos llega ahora, bastante tiempo después, de la manode Olga Pueyo Dolader. Su interés por el pasado de Rubielos de Mora nació de suestrecha relación con la localidad, a la que acude todos los veranos desde haceaños. Filóloga y formada en el campo de la cerámica por sus estudios en la Escuelade Artes Aplicadas de Tarragona, ha podido así indagar desde el conocimiento delas artes del barro en lo que fueron los alfares de esta localidad turolense. Inicióde este modo su trabajo etnológico y encontró al último representante del oficio,Esteban Pastor Goicoa, centrando su estudio en esta fuente de información direc-ta a base de repetidas entrevistas y conversaciones que le han ido descubriendopoco a poco la totalidad del proceso productivo, desde la forma y organizacióndel lugar de trabajo –el obrador–, al modo de fabricación de las piezas en sussucesivas fases de producción, partiendo de la obtención de los materiales, la apli-cación de las técnicas tradicionales con sencillas herramientas, la confección deuna gran variedad de formas de cantarería y ollería acordes con las diferentes fun-ciones, piezas que eran acabadas con el proceso de cocción final, para concluirel ciclo productivo con la comercialización y difusión de lo obrado, con todos losaspectos económicos derivados de ello.

Olga Pueyo ha sabido extraer muy bien toda esta información al que fue últi-mo representante del trabajo alfarero de Rubielos de Mora, y ha sabido tambiénordenarla en la clara exposición final que encontramos en este libro. Hay que des-tacar en él la forma viva y directa de su redacción, en la que ha optado por aden-trarnos en el conocimiento de esta alfarería perdida alternando su propio relatocon las palabras textuales del alfarero que aparecen intercaladas en el texto, toma-das literalmente de las conversaciones grabadas. A la vez diferencia los términosespecíficos del oficio, en la manera como se usaban en este centro cerámico turo-lense, anotándolas en cursiva, a la par que las reúne en un glosario final. Estavisión pormenorizada de lo que fue la cantarería y ollería de Rubielos de Mora secomplementa además con dos apéndices de gran interés: en uno, traza una pri-mera aproximación histórica acerca del desenvolvimiento de esta industria entremediados del siglo XVIII y 1977, reconstruyendo las diferentes generaciones dealfareros, casi siempre ligadas por lazos familiares, todo a partir de un minuciosotrabajo de archivo; en otro recoge algunos aspectos contributivos que gravaronesta producción de cerámica común y que, en parte, justifican una problemáticaeconómica que llevaría al cierre final de los obradores. Las fotografías comple-mentan el texto dejándonos un valioso testimonio de lo que fue la alfarería deRubielos de Mora que así –aunque esté ya extinguida– no podrá quedar en el olvi-do.

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En conclusión, nos encontramos ante una valiosa investigación que nosreconstruye sencilla y fielmente un fragmento del patrimonio cerámico aragonésperdido. Espero que Olga Pueyo logre también el objetivo por el que trabaja desdehace tiempo, que se pueda salvar y recuperar el último obrador conservado deRubielos de Mora como testimonio de la importancia que tuvo esta actividad enel pasado.

Zaragoza, 10 de marzo de 2003María Isabel Álvaro Zamora

Catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza

La alfarería de uso común de Rubielos de Mora.Esteban Pastor Goicoa, último alfarero

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La alfarería de uso común de Rubielos de Mora. Esteban Pastor Goicoa, último alfarero

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INTRODUCCIÓN

Ya en el primer coloquio sobre arte aragonés, Álvaro Zamora resaltaba laimportancia, significación y necesidad de estudio de las artes populares (1978a).Un arte en el que se dan la mano el proceso de elaboración y su utilidad poste-rior; que aúna en un mismo ámbito anónimo tanto a sus creadores como a sususuarios y que, siendo una producción local y con una difusión más o menosextensa según los canales de venta, es, desde un punto de vista artístico, históri-co, social y económico, de carácter universal, como así lo atestiguan a través dela historia sus formas y significados.

Pero, paradójicamente, serán esos mismos factores que acabo de citar y quedefinen el arte popular, los estribos donde se apoyen las causas que, a partir de ladécada de los cincuenta, facilitarán la extinción de las artesanías. Así, la emigra-ción de la población rural hacia las ciudades, la aparición de nuevos materiales yde nuevas formas de producción que cambiarán hondamente los hábitos de con-sumo y contribuirán a una mejora de las condiciones de vida, acabarán reducien-do un mercado ya de por sí local, constriñendo la producción, mostrando su exi-gua rentabilidad y propiciando la ausencia de continuadores. A esta situación seune la falta de conciencia artística que conlleva el anonimato, la escasa trascen-dencia de unas actividades cuyo fin primordial es la funcionalidad, y el enfoquevalorativo de una sociedad concreta que, amparándose en la utilidad, conviertelas formas estéticas en objetos de uso cotidiano. Y es que las artes populares, comomanifestaciones culturales que son, están sujetas a una dinámica social concreta.Y cuando las estructuras económicas, sociales y tecnológicas que alumbraron sucreación y su desarrollo se agotan, lo hacen también los modos de producción ylos objetos.

Recoger, inventariar y fijar ha sido siempre el objetivo de quienes desde haceaños, conscientes del valor de las artes populares, de la antigüedad de sus técni-cas tradicionales, y ante su inminente desaparición, han centrado en ellas suesfuerzo. En el caso de la cerámica popular aragonesa y en concreto de su alfare-

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Olga Pueyo Dolader

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ría, Álvaro Zamora, que inició hace más de dos décadas su estudio, ha desarro-llado una enorme labor plasmada en numerosos artículos en prensa y en revistas;en libros, imprescindibles en cualquier bibliografía sobre el tema; en catálogospara exposiciones, en folletos, etc. Además, tanto su metodología, como la queaportan otros autores desde la etnología y la etnografía, han servido de guía a otrosestudiosos para ahondar con monografías específicas en el tema de la alfarería. Ypor supuesto, de todo este esfuerzo disciplinar anterior, resumido aquí pero deta-llado en la bibliografía final, me he servido yo misma para realizar este trabajosobre la labor de Esteban Pastor Goicoa, último alfarero de Rubielos de Mora(Teruel).

Hace medio siglo que para la alfarería tradicional comenzó la cuenta atrás demodo irremediable. Las diferentes propuestas (Álvaro Zamora, 1978a, b y 1984;Gastón, 1979) encaminadas a su recuperación no han contado con el apoyo ins-titucional necesario. Además, soy consciente de haber trabajado al borde mismode los límites cronológicos, pues los creadores de esa alfarería han desaparecidoen su mayoría. Por ello, la finalidad de este libro no es otra que la de preservar delolvido un oficio en el que tanto sus artífices como sus destinatarios han servido decorrea de transmisión de una técnica y de unos usos que arrancan con la mismahistoria del hombre. La sociedad actual debería, al menos, guardar celosamenteesa memoria.

En esencia el trabajo se divide en dos partes. La principal y más extensa estábasada en la actividad de Esteban Pastor Goicoa, que en largas conversaciones fuedesgranando su quehacer de ollero. En la posterior escucha de las grabacionesmagnetofónicas, su relato resultaba en todo momento tan nítido que mi únicalabor ha consistido en esquematizar la narración en los siguientes apartados: dis-tribución del alfar, proceso completo de producción, formas y usos de las piezas,descripción y empleo de las herramientas –un asterisco indica su aparición porprimera vez en el texto–, sistemas de venta y aspectos económicos y sociales rela-cionados con la actividad y un glosario –en cursiva en el texto–. Al mismo tiem-po, la estructura del trabajo, en la que he intercalado la voz narrativa del propioEsteban Pastor, permite valorar no sólo los aspectos técnicos sino también losetnológicos.

Los anexos finales pretenden ser un esbozo histórico y socioeconómico de laalfarería de Rubielos de Mora. Su antigüedad queda patente en la nómina de alfa-reros que reflejan los árboles genealógicos. Para su confección he partido de losnombres evocados por Esteban Pastor y de los que aparecen en un documento de1889. A partir de ahí, se hizo necesario bucear en el Archivo del municipio. A tra-vés del Registro Civil fui desenmarañando la enorme madeja de parentescos:bodas, nacimientos, defunciones y cualquier dato que pudiera servir para estable-cer una cronología. Al mismo tiempo, la consulta de diversos censos, padrones ycatastros me permitía situar las tres ollerías y los alfareros que en ellas trabajaban.El anexo II, sobre aspectos contributivos, muestra la gran incidencia que tuvo tam-bién en la desaparición de la alfarería la aplicación de unos impuestos excesivosque, a partir de 1920, penalizaron gravemente la producción.

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ESTEBAN PASTOR GOICOA

Nació en Rubielos de Mora en el año 1925 en una familia de alfareros.“Nosotros siempre hemos trabajao aquí, mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo y mitatarabuelo trabajaban ya en la ollería. Los olleros más antiguos, nosotros. Familiadebíamos de ser todos de antiguo, pero así parentesco, mi padre y mis tíos:Vicente era primo hermano de mi padre y Fermín, hermano”.

Su relación con el oficio es temprana. “Desde chiquitín no había visto otracosa, iba a los terreros con mi padre y ayudaba a cribar el polvo. A lo primero nome gustaba, mi padre me puso una rueda* en casa y yo subía una pella y cuandoiba a hacer un cacharro, no me salía y tiraba el barro enrabiao. Luego mi padrefaltó, y me puse en la ollería. Yo aún no sabía bien, hacía las piezas pero mal. Yasí, haciendo, haciendo, a la segunda hornada ya las hacía mejor”.

El cambio de vida general que se operó a partir de los primeros años sesentacontribuyó de manera decisiva al abandono de la actividad alfarera. La emigra-ción rural, tanto del campo a la ciudad como de las masías aisladas hacia los pue-blos, supuso la eliminación del potencial comprador. “Aquí había mucha produc-ción, se hacía de doscientos a trescientos cántaros diarios, y con las masías todotenía salida. Luego la gente se fue marchando, no ganaban, había mucha miseriaentonces, se iban a Barcelona, a Valencia, a Zaragoza, y los que no se bajaban alpueblo”.

La aparición de nuevos materiales y la aplicación progresiva de ciertos avan-ces (red de alcantarillado, instalación de agua potable, sustitución del fuego bajopor cocinas económicas, hornillos, etc.), que mejoraban las condiciones de vidade los pueblos, determinaron igualmente un descenso de las ventas. “Salieron lasporcelanas, las uralitas, el plástico... Además, las fábricas se tiraron a hacer piezasen serie”.

Si bajan las ventas desciende también la producción, y la actividad alfarera tra-dicional deja de ser ya no sólo rentable sino necesaria. Así, la falta de continua-dores en el oficio se muestra como consecuencia y no como causa de este proce-

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so paulatino de abandono de los alfares. “Mi tío Vicente trabajaría hasta el añocincuenta, y Andrés Pastor hasta el año sesenta y uno o sesenta y dos. Luego sóloquedé yo. Me marché a primeros del setenta y siete, mi hija se sacó el secretaria-do en Barcelona y se vino a Valencia. El chico, no le gustaba el oficio, y se bajótambién allí. Y yo dije: si no me voy ahora me tendré que ir dentro de cinco o seisaños, y me fui, sin faena ni nada”.

Tras abandonar su actividad en Rubielos trabajó en Manises en la fábrica decerámica de Vicente Montaner Lerma. “Aquello no es como aquí, tenían amasa-doras para el barro y unos hornos grandiosos. Yo me preparaba el barro a mano,y me acuerdo que el primer día me encontraba un poco torpe, porque el barro deValencia tiene menos correa que el nuestro. Allí se trabaja mucho con molde. Erauna empresa grande, se hacían pedidos de Japón y Alemania, pero al morir elseñor Vicente lo cogieron los hijos y aquello duró poco. Yo me marché antes deque cerraran. Trabajé allí nueve años, y lo que me faltaba para la jubilación me lodieron de paro”.

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EL ALFAR

Las diferentes dependencias de la ollería se alzan en torno a una era central.Su superficie plana facilitaba tanto la molienda de la tierra como la fabricación deladrillos y, por tratarse de un espacio abierto, servía también para el oreado de laspiezas.

El obrador se sitúa en un extremo (Fot. 1). Tiene el suelo de tierra, y tanto lasparedes como el techo están tiznados. “En invierno, como hacía tanto frío, no sesecaba la obra, cogía unas aliagas y aquí en el suelo les pegaba fuego. Por eso estátodo mascarao”. Adosadas a la pared del fondo se encontraban las balsas.“Estaban aquí, a ras de suelo, hacían un metro de hondo por un metro de ancho,y todas de losa”. Junto a las balsas, sobre una rueda grande de molino clavada enel suelo, se realizaba la labor de cribado y pisado. Allí se mantenía húmedo elbarro ya preparado tapándolo con sacos. Los pastones de barro se amasaban luegosobre una mesa de piedra cercana. “La sobadera tendría bien sus sesenta o seten-ta centímetros de alta, y encima tres losas grandes. Porque aquí, cuando trabaja-ban mi padre y mis tíos, cada uno tenía su balsa y cada uno se preparaba su tie-rra y se picaba y se hacía su barro. El barniz, lo mismo, había tres molinos*”.

A un lado de la puerta y frente a una pequeña ventana se encuentra el torno*.“Aquí trabajó mi padre, y después yo. Las otras ventanas que se ven desde fueraeran, una, la rueda de mi tío Vicente, y otra, la de mi tío Fermín”. A la izquierda,el molino de barniz recibe la luz que entra a través de la puerta abierta (Fot. 2). Elobrador comunica con otra sala que se utilizaba para almacenar las piezas crudas.

El horno se encuentra junto a la era (Fot. 3). Es una construcción de mampos-tería de dos cámaras comunicadas. La inferior o caldera se sitúa bajo el horno pro-piamente dicho o cámara de cocción y presenta una abertura a nivel del suelo porla que se introduce el combustible (Fot. 4). El interior tiene forma abovedada y estárecorrido por seis arcos de ladrillo que guardan cierta separación entre ellos (Fot.5). Sobre los arcos, una serie de ladrillos dispuestos en cuadrícula hueca confor-ma el suelo del horno. “Son los respiraderos, por aquí pasa el calor y el fuego”.

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La cámara superior del horno es de planta cuadrada. Su interior, recubierto porladrillos que evitan la pérdida de calor, tiene doscientos treinta centímetros delado por ciento sesenta de altura. En las esquinas se disponen los humerales (Fot.6). Una falsa bóveda circular de algo más de un metro de altura, y con un granhumeral en el centro, remata el horno (Fot. 7). Una puerta con arco de mediopunto permite realizar las labores de enhornado (Fot. 8). El acceso a los humera-les se realizaba a través de una escalera de obra adosada al horno y que, con pos-terioridad al cierre del alfar, fue derribada para dejar mayor espacio libre en elpatio.

Actualmente, la ollería (Fot. 9) pertenece a un pariente de Esteban Pastor.“Cuando mi tío Vicente se retiró, compramos el obrador entre un primo mío y yo.Pero ahora, ¿qué? Yo ya no tengo que trabajar, conque... ¿para qué lo queremos?Además, mi primo tiene tres hijos y yo cuatro, y estas cosas, luego, sólo son pro-blemas, ¿sabes lo que te digo?”.

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ELABORACIÓN DEL PRODUCTO

MATERIAS PRIMAS

La arcillaLos terrenos de donde Esteban Pastor y los demás alfareros de Rubielos extraían

la tierra se encuentran dentro del término del pueblo. Hay tres enclaves, cada unode los cuales proporciona tierra muy diferente tanto en plasticidad como en color.

De la partida denominada El Calvario se sacaba la tierra roja. “Es un filón muygrande, que llega desde El Calvario hasta San Roque. Aquí hay tierra de cinco oseis clases, pero toda no vale, porque hay una que luego no te queda ni un cacha-rro ni medio, se te bada todo”.

Del Plamirón extraían una tierra muy arenosa que utilizaban como desgrasan-te de la arcilla que obtenían del Calvario, más plástica. La mezcla de ambas hacíalas piezas mucho más resistentes.

De Los Praos se sacaba una tierra blanca, que destinaba a la elaboración delcántaro de reja, del botijo de tipo levantino y del botijo de carro. “Ésta no la mez-claba con arena, iba sola”.

En lo que se refiere a la propiedad de los emplazamientos, Esteban Pastor norecuerda haber pagado nunca cantidad alguna en concepto de arriendo por la tie-rra extraída. Señala también que los alfareros han obtenido siempre la arcilla delos mismos terreros. Además, tiene en su poder una notificación fechada enRubielos de Mora en el año 1889, citada por Álvaro Zamora (1980a: 197) y trans-crito por Martínez y Chueca (1998: 59), por la cual se concede el derecho de pasoa través de una finca a todos los alfareros y sus sucesores. Si bien dicha notifica-ción alude tan sólo a la concesión de paso, en ella se presupone que los terrerospertenecen a los alfareros. “Este papel me lo dio a mí un alfarero, José PastorGoicoa, y me dijo: Mira, Esteban, como tú eres el último alfarero que quedas aquí,

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te entrego este papel para que si algún día te ponen en entredicho, que no te dejansacar la tierra, tú con este papel puedes sacar”1.

Esteban Pastor nos acompaña al terrero de El Calvario (Fot. 10); lleva la azada*al hombro y mientras camina nos habla de la arcilla, de los terreros, de las car-gas... “Aquí, yo ya venía con mi padre. Solía ir siete u ocho veces al año”, aunqueen realidad la frecuencia dependía de la necesidad de materia prima. “Cuando senecesitaba tierra, iba”.

En los terreros, antes limpios de hierba, ahora crecen ontinas y aliagas. Parahacer el polvo, es necesario rascar superficialmente con la azada la capa de tie-rra, en sentido descendente (Fot. 11); “iba rascando, sin ahondar, porque si no, yate sale arcilla dura”. Se trata de facilitar la molienda posterior. Para extraer la arci-lla, en cambio, cavaba con el pico*; “íbamos cavando como en una cueva”.

Se dejaba orear la tierra unos cuantos días, “en verano se secaba antes, peroen invierno costaba un poco más. Luego la echábamos a pala* en los serones*, yse bajaba a cargas hasta el obrador”.

Notificación de 1889 por la que se concede paso franco a los olleros a través de una finca.

1 En efecto, parece ser que hubo algún conflicto con los propietarios de los huertos colindantes, que reivindicaban lapropiedad de los terreros empleados por los alfareros para extraer tierra. Hubo pleito, que ganaron estos últimos.Esteban Pastor afirma que José Pastor le dio este documento cuando “tendría ya ochenta años” y sólo quedaba élactivo en el oficio.

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La alfarería de Rubielos de Mora

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La mezcla de tierras en busca de una mayor plasticidad, y sobre todo en buscade una mayor resistencia al fuego, denota un conocimiento profundo del oficio.“El cántaro mismo no puede ser sólo de arcilla porque, a lo que lo templas ¡tac!se rompe. Yo a todas les cargaba [arena], era más difícil de levantar y sale la piezamás pesada, pero queda más fuerte. Pero a todo lo que había de ir al fuego aún lecargaba más”. Así, ollas, cazuelas, pucheros y en general todas las piezas quecabe denominar bajo el término de ollería eran elaboradas con una mezcla de tie-rras que aumentaba su coeficiente de dilatación.

La proporción es la siguiente:-Una parte de arena + tres partes de arcilla: piezas para el fuego.-Media parte de arena + cuatro partes de arcilla: las demás.-Arcilla blanca: botijo de tipo levantino, botijo de carro y cántaro de reja.

El aguaEl alfar de Esteban Pastor cuenta con una toma de agua desde que se instaló en

el pueblo la red de servicio. Anteriormente se abastecía de un pozo de unos seiso siete metros de profundidad que había junto al obrador.

El combustiblePara templar el horno, utilizaba ramas de pino, así como viruta y otros desper-

dicios que le proporcionaban en una serrería del pueblo. Sin embargo, el com-bustible fundamental era la aliaga. Él mismo la extraía del monte, de las partidasdenominadas San Miguel y Las Monjas. Normalmente iba solo, y necesitaba dossemanas para aprovisionarse de las veintiséis cargas suficientes para realizar unahornada. “Un par de semanas antes de cada hornada, iba a cavar malea. Cavabalas aliagas y las fajeaba, las dejaba en el monte unos días con una piedra encimay, si hacía bueno, en tres o cuatro días se secaban. Cuando las llevaba a la olleríaestaban casi secas, pero no del todo, si no, ni podías cargarlas con la horca* por-que se deshacían los fajos”. Cada carga tiene doce fajos, que son acarreados enmacho hasta el obrador. “Cuando venía con la caballería y la carga de aliagas, cru-zaba todo el camino”.

Las aliagas se almacenaban en el propio alfar. “La naya esta, y la era, estabanllenas. Justo me dejaba un camino para pasar. Llegaban casi hasta el horno y siem-pre miraba de ir con la precaución de empezar a quemar los fajos que estabancerca de la boquera”.

El barnizLa capa vítrea con la que se recubren las piezas destinadas al fuego o a la con-

servación de alimentos, así como a otros usos domésticos, es un barniz de plomo.Este vidriado plumbífero proviene de la galena o mineral de plomo (sulfuro deplomo). Esteban Pastor hacía el pedido de barniz a Valencia, al establecimientoubicado en la Calle Sagunto, 23; pero era de Linares (Jaén) de donde en realidadacostumbraba a proceder todo el material (Álvaro Zamora, 1980a: 200).

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Olga Pueyo Dolader

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En los últimos tiempos Esteban Pastor adquiría el barniz ya preparado, demodo que sólo debía añadir agua para obtener el caldo. Anteriormente, compra-ba el polvo en "grano" y él mismo llevaba a cabo la labor de molienda. “Teníamosun gamellón* forrado de hojalata y allí echábamos el barniz, que era como el car-bón de piedra. Con una azuela* lo partíamos un poco y luego, con una cazoleta*,echábamos cuatro o cinco partes de barniz y una o dos de tierra, y a moler. En estamuela* he llegao yo a moler hasta cuarenta kilos, y quedaba fino como harina”.

El hecho de añadir tierra tenía una doble función. Por un lado, debido a losóxidos que contenía, principalmente óxido de hierro, proporcionaba una colora-ción melada, algo verdosa, al barniz; por otro, impedía que el barniz se despren-diera durante el proceso de secado. “La tierra esta del barniz, la sacaba yo delPlamirón, un poco más arriba de donde sacaba la arena para las ollas”.

En cuanto al consumo, “con un quintal, unos cuarenta kilos, tenía para doshornadas”.

TÉCNICAS

Después de cavar la tierra, es necesario dejarla orear unos cuantos días, “treso cuatro y hasta ocho”. Transcurrido este tiempo, se transporta a cargas hasta elobrador. Allí, se almacena en un lugar cubierto, encarado al sol.

Preparación del barro Esteban Pastor emplea una técnica mixta: el sistema de balsas y el molido.

Como apunta Álvaro Zamora (1980a: 13, 55, 59 y 189) existen dos modos habi-tuales en la preparación del barro. El sistema de balsas es propio de la ollería y engeneral de la cantarería de torno, pues se obtiene un barro más libre de impure-zas. En la cantarería manual, en cambio, la labor de urdido no requiere una pre-paración de la tierra tan exigente. Los cantareros deshacen la tierra mediante elpaso repetido del rulo y preparan el barro añadiendo agua a la tierra molida.

Esteban Pastor engloba ambos sistemas, entroncando en este aspecto su que-hacer tanto con la ollería y la cantarería de torno como con la cantarería de mano.La singularidad de su proceso estriba en mezclar la tierra ablandada en una únicabalsa con el polvo molido y cribado hasta obtener el grado justo de consistenciaque le permita tornear. En este punto, su labor guarda ciertos paralelismos con lade Pablo Benedicto en Huesa del Común (Álvaro Zamora, 1980a: 61-62 y Burillo,1983: 14), quien, pese a realizar exclusivamente cantarería de torno, seguía el pro-ceso de molido de la tierra propio de la cantarería manual. En el uso de una únicabalsa para ablandar la tierra coincide con el alfar cercano de Valbona (ÁlvaroZamora, 1980a: 197).

Sistema de balsas. La tierra que ha de ir a la balsa debe ser muy escogida.“Coges los tormos, y con una azuela se le va quitando el caliche, porque el caliche

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es cal y hace saltar las piezas. Luego, con un canasto*, lo pasaba del cubierto auna piedra redonda que había en el suelo del obrador, y allí, con el mazo peque-ño*, la molía, trocicos pequeños. Después, a la balseta, que se estobara, y allí esta-ba hasta el otro día, diez o doce horas”. Una vez en la balsa, es necesario remo-ver la tierra con un palo* cada tres o cuatro horas para evitar que se apelmace,“así no se forma durullón y le entra más agua”.

Molienda. Para hacer el polvo hay que mezclar la arcilla. “A lo mejor cogíadiez cargas de tierra y tres o cuatro de arena”. Luego, con el canasto, se extiendela tierra formando una circunferencia. “Ponía tres o cuatro carretadas en la era, ycon el trillo* y una caballería lo molía”.

La utilización del trillo supone un avance en la labor de molienda pues, segúnnos dice Esteban Pastor, sus antecesores, y él mismo al principio, utilizaban con elmismo fin un mazo* de madera2. “Lo de usar el trillo se me ocurrió a mí, porqueel mazo es difícil de manejar; lo coges con las dos manos, pero cuando llega alsuelo tienes que soltar una, si no, de la misma fuerza, te pega en el brazo” (Fots.12-16).

Criba. Una vez molida la tierra, se cava con la azada al tiempo que se amon-tona, y a capazos se entra al obrador, donde se llevará a cabo la criba.

“A ese polvo, con el cribero*, le sacaba yo la flor de la tierra”. Esta labor tienecomo finalidad extraer las impurezas de la arcilla, las granzas, “lo que queda enel cribero, que no pasa”. Estas granzas, vueltas a moler, servirán de nuevo.“Cuando te apuraba, que no tenías polvo, las cogías y les pegabas otra vez con elmazo”.

Pisado. Se realiza en el mismo lugar donde se ha cribado el polvo. “Cuando yatenía un montoncito, lo escampaba como una balseta y con una legona*, y a vecescon la mano, iba sacando tierra de la balsa y la echaba allí. Entonces, con lospuños, lo mezclaba, y luego lo pisaba hasta que se endurecía a punto de trabajar.No lo podías dejar muy blando, porque si hacías cántaro grande se te bajaba”.

Estas operaciones se repiten hasta conseguir unos cuantos montones de barropisado. “Preparaba cinco o seis y hasta siete pastones, pero pastones que pesabanveinte kilos cada uno”.

Amasado/sobado. Con una hoz* se corta un pastón en porciones más peque-ñas y cada trozo de barro es llevado a la sobadera. “Allí, amasas como el que haceel pan”. Con ambas manos se va presionando el barro en un movimiento girato-rio de vaivén hasta conseguir una masa estirada. Luego se dobla sobre sí misma yse imprime de nuevo el mismo movimiento. Con el amasado, el barro obtienemayor plasticidad.

2 Un mazo similar aparece en Natacha SESEÑA, Cacharrería popular. La alfarería de basto en España, Madrid, AlianzaEditorial, 1997, p. 53.

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Una vez sobado el barro, y dependiendo del tamaño de la pieza que se vayaa realizar, el barro se vuelve a trocear para hacer las pellas. “Te preparabas diez oquince pellas, y a la rueda”.

Modelado en el tornoCentrado. De un golpe seco se coloca la pella en el centro del plato y, con las

manos envolviendo el barro, se comprime éste. Tanto en la labor de centradocomo durante todo el proceso de torneado, las manos deben estar bien lubricadaspara que el barro se deslice entre ellas sin encontrar resistencia. Para ello, el alfa-rero dispone siempre a su lado de un tiesto* con agua y restos de barro dondehumedecer las manos. Los codos se apoyan en los costados del cuerpo para con-trolar mejor la fuerza. Entonces, la pella sube; “se aprieta una vez y luego otra paraque se quede más alta, si no, la faena la tienes luego para subir el barro”.

Desde arriba se abre un agujero con los pulgares, y con los nudillos de la manoderecha se presiona hacia abajo, mientras la otra mano sujeta el barro por fuera;“has de ir bajando, pero que no te toque al plato. Hay que dejar cosa de un dedoo más, porque si no la pieza te saldrá agujereada, y aunque le pongas barro ya notiene fuerza”.

Subir el barro. Una vez abierta la pella, se hace una muesca con el dedo índi-ce de la mano derecha en la parte inferior del barro; “y con toda tu fuerza, ya pue-des apretar, que si la llevas a pulso no la romperás”.

La mano de dentro va aguantando y sube acompasadamente con la de fuera,formando un cilindro cada vez más alto y de paredes más delgadas. Este proceso,que debe repetirse varias veces, se denomina "estirar o subir" el barro. “Pero tam-poco le quites más de un lado que de otro, si no, a la segunda subida o a la ter-cera, donde le has quitado más cantonea”.

Modelado del cuerpo. Tras subir el barro, es necesario darle cuerpo. Cadapieza tiene un volumen y un perfil determinados que el alfarero elabora con abso-luta precisión. Al cántaro hay “que sacarle la tripa. Por dentro, mientras subes,empujas hacia fuera con los nudillos; la otra mano, con la caña*, acompaña”. Lafinalidad de la caña es doble: evita las marcas que dejan los dedos al presionar elbarro y ayuda a obtener la forma deseada.

Separación del torno. Una vez fabricada la pieza, hay que “sacarla de la rueda.Lo más malo de sacar son las cazuelas, son muy planas, tienen mucho culo. Conun alambre* gordo las cortaba, pero luego tenía que meterle una mano por bajo,y con los dedos de la otra mano levantar un poco. Se venían a torcer, pero las arre-glaba. Se padece mucho”.

Es una operación difícil que requiere mucha habilidad; “mira, una vez vinie-ron tres o cuatro jóvenes del pueblo y uno de ellos, que era muy fardón, empie-

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za, que si hacer cacharros es fácil, que él el oficio lo aprendía en una semana...Así que le hago un puchero y le digo, ¡sácalo!, lo coge y ¡pam! se plegó todo. Lehago otro, delgao como papel de fumar. Lo vuelve a tocar y se le va abajo. Conquele digo, no lo puedes sacar, mira que si los tienes que hacer...”.

Primer oreoLos cántaros, una vez elaborado el cuerpo, hay que orearlos para que “entren

en sazón”. El barro está aún tierno y no es posible la adición de partes suplemen-tarias (cuello, asas, pitorro). “Los cántaros los sacaba en una tabla* a la era. El cán-taro grande lo guardaba dentro, porque es mejor que se seque lento. Primero barría-mos aquello con una escoba*, para que no se les clavara ningún granzón, y luegohacía cuarenta o cincuenta, los que fuesen, y allí los dejaba día o día y medio”.

Adición de partes suplementariasCuellos. El proceso de elaboración del cuello requiere que el cuerpo del cán-

taro haya adquirido un cierto grado de dureza; “cuando presionas con los dedosy no se hunde”.

Para que el cuerpo de la vasija tenga un apoyo firme, se elabora un rosco debarro sobre el plato del torno y se cubre con un trapo, de modo que la base delcántaro, una vez encastrada en el aro, no se adhiera.

“Al otro día te pones y haces los cuellos sobre el mismo cántaro”. Esta técnica,que difiere de la de otros alfares, donde los cuellos se realizaban al torno por sepa-rado3, consiste en elaborar un rollo estirando el barro con las manos. Éste, colo-cado en la parte superior de la vasija siguiendo su forma circular, se tornea parahacer el cuello. “El cuerpo coge la humedad del cuello, por eso no se sueltanunca”.

Asas. “Las asas se hacen con las zurrapas del tiesto, lo que te vas quitando delas manos”, ya que resulta una pasta muy fina. El barro se amasa y se estira alter-nativamente con ambas manos, “como si ordeñaras”. Con la palma de la mano seaplana la parte exterior del asa y se coloca sobre el cántaro ejerciendo presión.“Luego, con los pulgares, vas alisando e igualando”.

“Las asas de las botijas las hacía en la rueda”. Se hace un rosco de barro de lamedida conveniente y luego se separa con el alambre. “Un lado me quedabaredondo, por el otro siempre me quedaba la marca del hilo*. Hasta que no fui aManises no aprendí, porque allí daban la vuelta al asa en la rueda y la redondea-ban por el otro lado”.

3 Álvaro Zamora señala cómo ya las Ordenanzas del Gremio de Alfareros de Teruel de fines del siglo XVII y del siglo XVIIImarcaban la forma de fabricación del cántaro en dos etapas. En la primera, se torneaba el cuerpo y se sacaba a orear; y enla segunda, se le asentaban el cuello y asas ya hechos. Este sistema es el que se ha seguido en la mayor parte de los alfaresaragoneses (Alfarería popular aragonesa, Zaragoza, Pórtico, 1980, p. 83).

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Pitorros. Los pitorros se elaboran a torno. El trabajo se realiza en el extremo dela pella. “Enseguida los tienes dispuestos; hacía la forma y con un palico* los agu-jereaba. Luego, con un cuchillo* o con la caña, se cortan”. Una vez separados dela pella, se depositan en una tabla junto al torno hasta el momento de su coloca-ción.

Segundo oreo“Al final, cuando ya tenías la pieza acabada, se le daba un último repaso con

la esponja* o con una cuchilla* para cerrarle el poro, y las ponías en las tablas, enel obrador, y hasta que no blanqueaban un poco, más de la mitad, no las sacabaafuera, porque si no se badaban por el culo”.

En la era se irán depositando las piezas para que se sequen, pero siempre aten-tos a la climatología. “Si hacía un sol muy fuerte, las ponía a la sombra. Si veíasque se cargaba una nube, las entraba al obrador, pero más de una vez me ha tocaocorrer”.

Hasta el momento de ser barnizadas, las piezas se almacenaban en un espaciocubierto contiguo al obrador.

BarnizadoEl caldo se prepara en una terriza* o en un cocio*. Debe tener una consisten-

cia adecuada: “Ni muy líquido ni muy espeso, coges con la mano y cuando aprie-tas el puño, al mismo caer que tiene ya lo ves”.

El barnizado se realiza sobre las piezas ya secas. “Cuando tenía la hornada pre-parada, sacaba los cacharros a la era y los espolsaba con un trapo”. En primerlugar se barniza el interior de las piezas; “cogía un perol* y le iba echando pordentro”. La capa de barniz debe recubrir uniformemente el interior de la vasija;para ello se le imprime un movimiento rotatorio que permita al barniz deslizarsecon facilidad. “La has de hacer girar al mismo tiempo, que se reparta bien, y ense-guida la coges por el culo y la pones boca abajo para que se escurra el barniz.Luego, cuando ya lo tienes por dentro, le vas echando por fuera”.

Toda la obra barnizada de Esteban Pastor recibe una sola cocción4. Este pro-ceso de monococción, que reduce notablemente los costes, tanto en combustiblecomo en tiempo de trabajo, añade cierta dificultad al barnizado de las piezas.“Como la pieza no estaba cocida, habías de ir con mucho tiento, ojo cómo lacogieras que se rompía”.

4 “Frente a otros alfares aragoneses, toda esta ollería turolense recibía, al menos a lo largo de este siglo, una sola coc-ción”, ibídem, p. 200.

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COCCIÓN

Frecuencia de las hornadasEn preparar una hornada invertía aproximadamente tres meses, “pero no iba

todos los días, llevaba también la tierra y mis cosas”, y al año realizaba tres hor-nadas, “en Navidad, sobre marzo y en junio”. Con el declive de la actividad alfa-rera el número de hornadas se fue reduciendo a dos y finalmente, en los últimosaños, a una sola.

Carga del hornoLa carga del horno se realiza a través de la puerta del mismo, y siempre desde

el fondo hacia el exterior, “en el horno hay que ir cerrando desde atrás”. Las pie-zas se disponen por tongadas o pisos: “Me cabían hasta siete tongadas”. Los dosprimeros se destinan a cántaros, “boca con boca y culo con culo”, y sobre éstosse coloca el resto de la obra. Para elaborar los pisos, se utilizan ladrillos* que sealzan sobre alcaduces*. Esteban Pastor utilizaba también barras* que él mismoelaboraba (de unos setenta y cinco centímetros de longitud), y que situaba hori-zontalmente, desde la parte delantera del horno hacia atrás, en los huecos quequedaban entre los cántaros. Esas barras le servían para asentar piezas más peque-ñas entre los mismos.

El hecho de cocer en una misma hornada ollería y cantarería complica unalabor de por sí delicada. A la habitual disposición, buscando siempre equilibrar elpeso de la obra, se suma la necesaria ubicación en la parte media del horno delas piezas barnizadas, de modo que la vitrificación se realice en condiciones ópti-mas de temperatura. “Siempre hay que ir buscando la combinación para cargarmucho el horno. Abajo pones los cántaros, bien centraos, con una falca* o algo,porque de lo contrario se te hunde. Luego, con el bardo, vas igualando para hacerpiso, y a media altura, que es donde mejor cuece el barniz, allí ya pones los pero-les, las orzas, los botijos de torre... Si había de cocer ladrillo, los ponía juntos,abajo, dejando un poco de separación para que pasara el fuego, formando un cua-dro. Luego ya cargaba normal”. Al mismo tiempo, debe evitarse que las piezasentren en contacto, pues al fundirse el barniz se adherirían unas a otras: “para queno se pegaran por bajo les ponía unas estraudes*”.

La parte superior del horno se carga a través del humeral central. “Cuando noalcanzaba ya, desde arriba iba llenando los huecos. Me subía cántaro pequeño ycon un gancho* los bajaba despacio, y si no me tiraba allí largo y con la mano”.

En los extremos del horno, correspondiendo con los humerales laterales, sesitúan pequeñas piezas que servirán de comprobante de la cocción.

La capacidad depende del tipo de piezas. “Has de mirar de no dejar muchoshuecos. Metes una hucha, un pucherico pequeño, una cobertera, y vas llenandovariado. Así, entre pieza grande y pieza pequeña, yo calculo que entre mil y dosmil se cocían cada vez”.

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Por último, se tapia la puerta; “con ladrillos y cascotes vas haciendo pared,como si obraras, y luego tapas con barro”.

CocciónUna vez tapiado el horno, se enciende la caldera. La combustión inicialmente

ha de ser lenta, permitiendo el desecado natural del barro. “El horno tiene unsecreto muy grande, él solo te pide la comida, como una persona. Empiezas a tem-plar, y como le eches más carga, empieza: ¡pim! ¡pam!, como una traca. Le hasde echar de ramica en ramica. En ocasiones lo que hacía era empezar a templarel horno, cuatro o cinco horas, y al primer pedo que sentía, lo paraba y me iba acasa, dos o tres horas. Dejaba que la calor se concentrara y esa calor iba pene-trando las piezas y se iban secando. El cántaro mismo, que es de mucho cuerpo,parece que está seco, pero aún tiene agua. Como no parara el horno, tenía muchaperdida”.

Mientras se caldea el horno, los humerales permanecen cerrados. “Con una tinapuesta boca abajo los tapaba, y hasta que no llevabas cinco o seis horas no desta-paba”.

Una vez transcurridas las primeras horas de templado, el horno debe quemarsin interrupción. Para una hornada hacen falta veintiséis cargas, seis de ramapequeña, para templar, y veinte de aliagas. “Había que estar echando cargas sinparar, tres o cuatro fajos, y a los dos minutos ya se los había comido. Te veíasnegro. De vez en cuando, con el hurgonero*, había que remover la ceniza paraque no se ahogara el horno”.

La cocción, templado incluido, duraba unas treinta horas. “Empezaba a cocerpor la noche, sobre las ocho de la tarde, y estaba toda la noche y al otro día, sinpoderlo dejar, y yo solo. Mi mujer, o los chicos, me traían de comer”.

El momento exacto en el que la cocción está lista no depende del tiempo decombustión, y lo fija el propio alfarero basándose en determinados indicios.“Cuando estás cociendo, cuando va a media calda, el horno bombea como unalocomotora, pero cuando está casi cocido ya no quiere malea. El horno te lo dice;el humo primero sale negro, luego, cuando se va corriendo el barniz, se poneblanco como la leche y sale menos humo, como si fuera una carbonera. Y enton-ces aún le faltan una o dos horas. El olor del casco también te lo dice, huele acocido”.

El sacado de muestras a través de los humerales también contribuye a deter-minar la cocción. “Ponía tres o cuatro perolicos y luego, con un gancho, los cogíapor el asa; cuando arriba ves el barniz corrido, pues abajo mejor aún”.

Enfriado y apertura del hornoUna vez finalizada la cocción, el horno permanece cerrado mientras paulati-

namente “pierde calor”. Es un proceso que dura “de dos días y medio a tres”,resultando más rápido en invierno.

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El enfriado se puede acelerar rompiendo parte de la obra que tapiaba la puer-ta, pero no es muy aconsejable, dado que el choque térmico que se produce haríaestallar las piezas. “A veces rebajaba la puerta para que entrara algo de aire, perose ha de ir con cuidado, que si corre mucho aire se te creban las piezas”.

Para sacar las piezas se abre con un pico la puerta del horno. En la labor devaciado, Esteban Pastor solía contar con la ayuda de su mujer. Por el humeral cen-tral se extraen las piezas superiores. El resto desde abajo, a través de la puerta. “Seha de vaciar con cuidado, retirar las piezas, los ladrillos, en fin, piso por piso”.

La obra ya cocida se deposita en la era, donde se separan las piezas buenas delas defectuosas. Luego se almacenan hasta el momento de su comercialización.“Cuando había sacado todas las piezas, me dejaba la mitad en la ollería, y la otramitad en casa”.

Fallos en la hornadaEl número de piezas defectuosas oscila de una hornada a otra, siendo mayor

en invierno. “En la hornada de Navidad salían más piezas rotas, porque la obra nose seca tanto y se badaban por el culo”.

Los fallos en la cocción se originan también por un exceso de combustión.“Una vez metí dos ayudantes para la hornada, y les dije: no echéis más que unaaliaga cada vez, que me escaldaréis el barniz, porque el horno, cuando ya estácocido, si le echas mucho sale llama, que da miedo ¿eh? Me voy un momentoadentro, nada, estaría cinco o diez minutos. Y mira si echarían calda, que a los doso tres días, cuando descargué el horno, la primera tongada y casi la segunda tuveque sacarla con pico. Los cántaros, se tocaban las ansas casi con el culo. Los boti-jos de torre, con un barniz más negro... Se pondría el horno a más de mil; ya nollevé a nadie más a jornal”.

Igualmente, un aprovechamiento excesivo de la capacidad del horno puededar lugar a que las piezas barnizadas se peguen unas a otras. “El ladrillo que yoempleaba para hacer piso no tenía mucha anchura, y claro, las piezas, si no tedabas cuenta, se tocaban”.

El procedimiento de preparación del barro influye también en el resultadofinal, pues el caliche que lleva la tierra ocasiona defectos en la superficie de laspiezas. “Por mucho que escojas la tierra, el caliche es malo y siempre sale. Hacesaltar en las piezas unas astillas...”.

En el obrador se procede a la reparación de las piezas defectuosas. “Todas nosirven; los cántaros mismos, si sólo están un poco badaos, con cemento los arre-glaba. Los botijos de torre, a veces de dos hacía uno; con un escoplo* sacabaalgún pitorro de uno y con pegamento se lo ponía al otro. Que casi no se notaba,¿sabes?”. Obviamente el precio de estas piezas reparadas era inferior al normal.

Todo lo que no era aprovechable se utilizaba como cascote para rellenar loscaminos.

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Limpieza del hornoDespués de cada hornada es necesario retirar los trozos de las piezas rotas, así

como los cascotes utilizados para nivelar las piezas. “Ahora que, las últimas veces,lo que hacía era que la primera tongada de cántaros la dejaba dos o tres horna-das. A esa de abajo siempre le pega mucho el fuego, se abrasa, y se abren muchos.Porque a mí ese cántaro no me solucionaba nada, y lo que me interesaba era queme saliera bueno lo otro. Y es que, aunque tengas cuidado, en esa primera tonga-da te salían veinte o treinta rotos”.

Asimismo, se retira la ceniza resultante de la quema, quedando la caldera listapara la próxima cocción: “La ceniza se sacaba entre dos. Uno se metía dentro conun canasto y lo pasaba al de fuera. Llegaba el montón hasta el rasante de los res-piraderos”.

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MORFOLOGÍA DE LAS PIEZAS

La obra de Esteban Pastor se inscribe dentro de lo que se conoce como canta-rería de torno y ollería. Si bien se trata de dos especialidades distintas, pues difie-ren tanto en el acabado como en el uso posterior de las piezas, ambos tipos coin-ciden con bastante frecuencia en un mismo alfar. “En Rubielos todos los alfareroshacíamos de todo: cántaros y ollas”.

La ausencia de vidriado es la característica principal de la cantarería. Su utili-zación como recipientes para contener y transportar líquidos lo hace innecesario.Por el contrario, la ollería necesita de un barniz protector, pues su uso (conserva-ción y cocción de alimentos esencialmente, aparte de otros de tipo doméstico) asílo requiere.

Pero la utilidad no sólo determina el uso o no de barniz, sino que fija tambiénlas formas (Álvaro Zamora, 1983a: 147 y 1987: 4). Se da una clara adaptación dela forma al uso. Por tanto cada alfar o zona de alfares está conectado con usos ycostumbres propios. Asimismo, las influencias recíprocas entre alfares vecinos sontanto más posibles cuanto más próximos sean estos usos, que a su vez guardanrelación con el avance socioeconómico de la zona. Ahora bien, una vez selec-cionada una forma concreta como la que mejor se adapta a un determinado uso,surge un sentido conservador que mantendrá la forma sin apenas cambios. Porello, casi la totalidad de la producción de Esteban Pastor, salvo alguna pieza queimita formas más novedosas, mantiene una continuidad histórica de perfiles yhechuras con la alfarería popular aragonesa.

CANTARERÍA

Cántaro. Vasija de cuerpo globular, cuello alto, boca y pie estrechos y con dosasas. Se utilizaba para transportar agua hasta la vivienda. “En las caballerías ibanen las aguaderas que llamábamos, tres por cada lado. Luego ya en las casas, se

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ponían en las cantareras”.-Cántaro grande (Fot. 17): 12 litros.-Cántaro mediano: 8 litros.-Cántaro pequeño: 5 litros.-Botejón: 2 litros.-De cuarto de litro.

Cántaro de reja. Tiene forma igual a la del cántaro, pero el cuerpo de la vasija estácerrado por la reja. “Este cántaro venía todo cerrado como una hucha. Luego leponías un bordón de barro y lo subías para hacer el cuello. Después, con un pali-co, se hacían cinco o seis agujeros arriba”. Este cántaro se realizaba tanto en barroblanco como en rojo. Su capacidad y uso son similares a los del cántaro.

Botijo. Cántaro de reja al que se le añade un pitorro en la parte central de la tripa.Presenta una capacidad algo inferior a la del cántaro.

-Botijo grande: 10 litros.-Botijo mediano: 5 litros.-Botijo pequeño: 1 litro.-Botijo de 1/4.Este botijo recibía también el nombre de cántaro “pionero”: “Lo llamábamos

así porque se lo llevaban mucho los peones que iban a segar”. Se empleaba tam-bién en las casas para beber agua.

Cántaro de vino. Vasija cuyo aspecto es similar al del cántaro, pero de cuellocorto, boca ancha algo exvasada y con pico vertedor. Como decoración presentanormalmente dos incisiones paralelas en la parte más abombada de la tripa. Se uti-lizaba como medida para el vino. “Los de cinco litros, al hacerlos, les tenía cogi-da la medida con la palma de la mano, y casi eran exactos” (Fot. 18). Aunque losgrandes eran normalmente de diez litros, alguna vez, y por encargo, realizó otrosde doce litros. “Los de diez y doce litros, iba luego la gente con un villabarquín yles hacían un agujerito a la medida”.

Los de diez y doce litros llevaban una tercera asa, en la parte baja del cántaro,para facilitar la operación de vertido del vino. “La gente iba con el boto a comprarvino y decía: dame tantos decalitros. Ponían el embudo en el boto y, a la hora deabocar el cántaro, venía muy bien ese asa de abajo que yo ponía. Me la inventéyo, no la hacía mi padre. Andrés Pastor, cuando me las vio, hizo alguna también”(Fot. 19)5.

5 Agradezco a Alejandro Guillén el habernos dejado fotografiar esta pieza de su propiedad.

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Puchero de vino (Fot. 20). Vasija a modo de jarro de base esférica que descansasobre un repié amplio. Presenta cuello ancho y largo que termina en una bocaexvasada con vertedor bien marcado. Lleva una sola asa que descansa en la partemás abultada de la tripa.

Se utilizaba para contener el vino que se extraía de las cubas, y para servirlo.“El puchero de vino no quiere el barniz. Es más sucio, pero es como menos se picael vino”. Había de varios tamaños, de litro y medio, de un litro y de medio litro.

Botija (Fot. 21). Su perfil es muy variado, aunque generalmente responde al boti-jo de tipo levantino. “Hacía de cinco o seis formas diferentes, más alta, chatica,recta, de esos de colgar...”.

Se fabricaba con dos tipos de barro, mayoritariamente en tierra blanca. Ésta sepreparaba aparte y sin mezcla de arena. Iba sin vidriar, pues “el barro blanco noquiere el barniz, te lo escupe todo”. Y como única decoración presenta un rebor-de en la parte superior de la tripa hecho con la caña. Las que se realizaban con latierra roja del cántaro solían llevar barniz.

Ambas se usaban para beber y su capacidad era variable.

Botijo de carro. Tiene forma de media esfera abultada por un lado y plana por elotro. Termina en un cuello corto y estrecho. Lleva dos asas, una a cada lado delcuello.

Era utilizado para transportar agua al campo y se llevaba colgado del carro, deahí su denominación. Su parte plana se adecúa bien a los laterales del mismo.“Los carros llevaban una aguadera hecha de esparto, como un saquete, y allí seencajaba el botijo para que no sufriera tanto los golpes. El tapón se sujetaba al asacon un cordel trenzado y no se perdía ni una gota de agua”.

Se realizaba en el mismo barro blanco de las botijas.

Maceta (Fig. 22). En varios tamaños. Generalmente presenta algún tipo de deco-ración incisa. “Con la caña les hacía unas rayas y a veces con josca verde les dibu-jaba como una palmera”. Lleva un agujero de evacuación de agua lateral.

Rejilla. Pieza esférica de paredes agujereadas y rematada por un cuello corto yancho. “Hacía de dos o tres tamaños. En invierno, se metía debajo de la mesa. Lallenabas de ascuas y calentaba como un brasero. Los chicos las usaban en laescuela”. Para facilitar su traslado se colocaba un alambre a modo de asa en tornoal cuello6.

Hucha. Reproduce la forma tradicional7. De base estrecha y cuerpo ovalado rema-tado en un pico, presenta ranura en la parte más abultada de la tripa para introducir

6 Reproducida por María Isabel ÁLVARO ZAMORA, op. cit., p. 81, Fig. 56.7 Ibídem, Fig. 57.

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las monedas. En dos tamaños, pequeñas y grandes. “Aquí les decimos driola, algu-na vez venía uno y te pedía una hucha, pero la palabra es driola. Las tenía por cas-tigo, ¿no ves que se vendían baratas? Cada hornada hacía unas doscientas, porquevenían muy bien para llenar el hueco que dejan los cántaros”.

Bebedero (Fot. 23). Pieza globular cuya parte superior se cierra en forma de esfe-ra. Ésta se halla rematada por un asa. En la parte inferior lleva una pequeña cazo-leta adherida al cuerpo de la vasija con el que se comunica a través de un aguje-ro. “Hacía cincuenta o sesenta cada vez. Se gastaban mucho para las gallinas y lospalomos”.

Comedero. Realizaba varios tipos. El más sencillo era un recipiente a modo decuenco destinado tanto a contener comida como agua en las jaulas de conejos.Igualmente acuencado era otro tipo de comedero más grande, entre treinta y cincoy cuarenta centímetros de diámetro, cuyo interior estaba dividido en cuatro espa-cios por dos planchas de barro en forma de cruz.

Un tercer modelo era de forma casi esférica, “todo cerrado, como una bola, yllevaba un tetón arriba para cogerlo. Cuando ya venían a estar duros, con uncuchillo les abría tres puertecitas. La comida se les ponía dentro, y así los anima-les, gallinas, palomas, no la escampaban tanto”.

“También hacía uno cuadrado, pero ése me daba más faena porque no sepodía hacer en la rueda. Con un rodillo* como el de los pasteleros estiraba elbarro, y cuando las placas estaban un poquitín duras las unía”.

Ánfora. Vasija no tradicional hecha a imitación de las ánforas clásicas; de entretreinta y cuarenta centímetros de alta, consta de un cuerpo de forma esférica y deun cuello estrecho y largo. Lleva un asa corta que parte de la boca y descansa enel cuello.

“Un día cogí un libro de "Chocolates Torras", y venían dibujadas unas ánforas,me gustaron. Así que cogí y me puse a hacerlas. Se las llevaban para poner flores,como si fuera un jarrón”.

OLLERÍA

Perol (Fots. 24 y 25). Vasija de forma globular, de cuello corto y boca ancha, queservía para guisar. Generalmente, la boca presenta un pequeño vertedor más omenos marcado y frente a éste se sitúa el asa. En ocasiones se barnizaba sólo elinterior, aunque solía ir barnizada por ambas caras. Esta pieza se identifica con lacazuela de otras ollerías aragonesas.

Se hacía en varios tamaños y se medía por comensales. “Había de dos, de tresy hasta de cuatro comedores; aparte estaban los de las bodas. La medida peque-

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ña, sobre un cuarto de litro, servía para hacerse un poleo o una manzanilla cuan-do uno se encontraba mal. Los grandes, los que se guisaba en las bodas, llevabantres asas, si no no se podían ni levantar; bien bien, cabrían nueve o diez litros”.

Puchero (Fot. 26). En líneas generales coincide en su forma con el perol. El cuerpoes algo más alto y esbelto, así como el cuello. Presenta vertedor bien marcado yun asa. Barnizado por ambas caras o al exterior parcialmente.

“El grande venía a ser de dos litros, luego había uno de 5/4, de litro, de mediolitro y de un cuarto. Se gastaban para guisar, y en la matanza para escaldar los cer-dos”.

Olla. “Es como un puchero, pero más redondo de abajo y más grande”.Generalmente de un asa, pero según su tamaño podía llevar hasta dos y tres asas.

Un tipo de olla especial es la tina (Fot. 27), de forma esférica sin pico vertedory dos asas. Presenta barniz sólo por el interior. “Para guisar se gastaban muchísi-mo. Cada hornada hacía entre doscientas y trescientas tinas. Había ya de esas deporcelana, pero eran muy caras y la gente se tiraba al barro”.

Como peculiaridad técnica hay que señalar que tanto las ollas grandes comolas tinas se hacían al revés. “Has de abrir la pella desde abajo. Luego subes el cuer-po y cierras en redondo. Entonces, con la mano le das unos golpes para aplanar-lo y ya tienes el culo. Luego, les daba la vuelta y, con el mismo barro, que allíhabía mucho grueso, lo estiraba para hacer el cuello”.

Orza (Fot. 28). Vasija alta de aspecto similar al de una tinaja aunque más peque-ña y estilizada. El perfil puede ser en ocasiones panzudo o casi recto. Lleva dosasas. Puede ir vidriada sólo por dentro o por ambas caras.

Se hacía en diferentes tamaños. “En las pequeñas, guardábamos la miel, y enlas grandes, el adobo. En la más grande me llegaba el barro a la sisa, y mira quesoy de brazo largo”.

Cobertera (Fot. 29). Para tapar ollas, peroles y pucheros, se hacían coberteras devarias medidas. Son de forma plana y presentan un cogedor central.

Las orzas se cubrían con una tapadera especial en forma de cono achatadocuyo vértice se remata plano. Podían ir barnizadas o no.

Cazuela (Fots. 30 y 31). Recipiente poco profundo de base plana o casi plana ymuy ancha que se utilizaba para cocinar. Barnizada por dentro, suele llevar dos otres asas pequeñas. Se identifica con la cazuela tipo Breda.

Aceitera. Las hacía de varios tipos. Una, de forma globular, está rematada por uncuello corto y algo estrangulado, tiene pico lobulado y un asa que descansa en laparte más abultada de la tripa. Presenta el interior barnizado y mandil exterior

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(Fot. 32). Otra, de cuerpo esférico, con cuello estrecho y alto y una pequeña bocacon pico vertedor (Fot. 33). Y una tercera, llamada “de bombo” por su forma, coro-nada por una boca que se deforma en un pico (Fot. 34). Todas se utilizaban paracontener y servir aceite.

Mortero (Fot. 35). Utensilio a modo de cuenco exvasado, generalmente con picovertedor. Tiene boca amplia y base estrecha y gruesa con repié insinuado.Totalmente barnizado, se emplea en la cocina para machacar alimentos.

Como decoración y refuerzo, presenta dos cordones de barro incisos, uno enla parte superior y el otro hacia la mitad de la pieza. “Hacía un bordón de barroy en cuanto los morteros estaban un poquitín duros, cogía veinte o treinta morte-ros y con los dedos les iba redondeando el barro”.

Quesera (Fot. 36). Recipiente acuencado que se utilizaba en la elaboración delqueso. Consta de “un pitorro central, como si fuera un exprime-limones”, que daforma a los quesos, y varios agujeros en la base para permitir la evacuación delsuero. “En las masías, hacía mucho servicio”.

Escurridera (Fot. 37). Tiene forma de media esfera y presenta la pared agujereada.Se utiliza en la cocina para escurrir verduras, caldos, etc. “Cuando se hacía lamorcilla, esa de una asa venía muy bien para sacarlas del caldero”. Suele llevarun asa, dos o ninguna. Puede estar barnizada o no.

Terriza o terrizo (Fot. 38). Especie de barreño de boca amplia y exvasada con elinterior barnizado.

“El grande se empleaba mucho en la matanza para recoger la sangre, y parapreparar la pasta del chorizo; pero a mí no me interesaba mucho hacerlo. Se rom-pía aún más que el cántaro. Tiene mucho barro. En el culo tiene lo menos tresdedos y a lo que templas, como siempre hay humedad en el barro, se rompíanmuchos”. Los de menor tamaño se utilizaban para lavar verduras.

Bandeja. Recipiente poco profundo y de perfil ovalado que servía para cocinar enel horno. “Las hacía en la rueda, y después de sacarlas, como estaba tierno elbarro, con las manos las achataba”.

Botijo de torre (Fot. 39). Consta de un repié que hace de base y un cuerpo glo-bular cerrado como el de una hucha. El cuello, que se tornea aparte, tiene aspec-to de torre y presenta diferentes aberturas como decoración. El botijo se comple-ta con dos asas altas que descansan en la parte superior de la tripa y numerosospitorros.

“Este botijo lo has de llenar por abajo, por un agujero que lleva en el culo”. Elagujero está conectado en el interior con un pequeño cilindro que llega hasta más

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de la mitad de la tripa y que impide que se salga el agua. En realidad se trata deun botijo de engaño. El agua sale únicamente por uno de los pitorros y se da porseguro un buen remojón para el embromado.

Se realizaba en tres tamaños: “De un litro, de medio litro y uno pequeño. Nohacía muchos, eran muy costosos de hacer”.

Tetera de enfermo (Fot. 40, esta pieza no es obra de Esteban Pastor, pero él la rea-lizaba exactamente igual con acabado de barniz de plomo). Se trata de una taci-ta en forma de cuenco que llevaba en su parte media un vertedor ligeramente cur-vado hacia arriba, de una longitud similar a la anchura de la taza. Se utilizaba paraalimentar con caldo o con líquidos a los enfermos, y a veces a los niños.

Jarra de enfermo. Vasija de base amplia, de unos veinte centímetros de altura, deparedes casi rectas, que servía para calentar por medio de alcohol una taza decaldo o de leche para los enfermos. Del pie arranca una abertura, “como unapuertecita”, por la que se echaba el combustible en un pequeño cuenco adosadoa la base. En la boca, unas tiras de barro forman una rejilla en la que se depositael recipiente a calentar.

Taza. Se asemeja a la taza de uso actual, aunque algo mayor de capacidad y lige-ramente más ancha en la base que por la boca. Se utilizaba para el desayuno.

Taza Luis XV (Fot. 41). Tiene forma de cono invertido y presenta un repié bastan-te acusado y un asa pequeña. “Aquí se han hecho toda la vida. Se vendían pormedia docena o por docenas. Se empleaban para vino y cerveza”.

Jarra Luis XV (Fot. 42). Vasija panzuda de base amplia. Presenta cuello estrecho,boca exvasada con vertedor y un asa. Complemento de la taza antedicha, se uti-lizaba para servir vino y cerveza.

Orinal. Vasija de forma esférica, cuello corto exvasado y un asa que servía pararecoger la orina y los excrementos. “Como estos de porcelana, pero pesar, pesabacomo tres veces”. Barnizado en su interior.

Perico (Fot. 43). Orinal alto barnizado por dentro y con dos asas, llamado tam-bién "Don Pedro". Tiene forma cilíndrica, ligeramente más ancha por arriba.

Pichal (Fot. 44). Orinal para enfermos. De base plana y paredes poco elevadas,presenta una abertura superior algo menor que la base. Posee un caño lateral queal tiempo que facilita su manejo permite el vaciado posterior. “En el tubo se poníaun trapo o algo que hiciera de tapón, y luego para vaciar se quitaba”.

Candil (Fot. 45, sin vidriar). Recipiente en el cual arde una mecha medio sumer-gida en aceite, y que se utiliza para iluminar. De perfil similar al de un cuenco,

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está provisto de un asa en forma de gancho para colgarlo y de un pico bien mar-cado donde descansa un extremo de la mecha.

Palmatoria. Especie de platillo con un asa. Tiene un pequeño anillo en el centrodonde se encastra la vela. Servía para alumbrar.

Juguetería. “Hacía de todo: puchericos pequeñines, orcicas, orinalicos, morteri-tos, de todo. Los vendía a una perra8 o dos y a veces los regalaba”.

Cerdito (Fot. 46). Pieza no tradicional y realizada generalmente por encargo debi-do a lo costoso de su elaboración. “Empecé a hacerlos tarde, en total habré hechounos cien. Una vez me regalaron uno y me gustó, pero costaban mucho de hacer”.

Se trata de un pequeño recipiente con la forma del animal, cuyo lomo se hasustituido por unas tiras de barro a modo de parrilla, y que se empleaba para asaro flambear chorizos y longanizas.

Mortero para la resina (Fot. 47). Especie de vaso barnizado por dentro que se uti-lizaba en el sangrado de los pinos para recoger resina.

“Se empezaron a hacer ya antes de acabar la guerra. Creo que fue en el 38,aún vivía mi padre. Yo era chaval. Después, por el año 40 ó 42, volvimos a hacer;no sé cuántos se harían, pero muchísimos. Como eran tantos, trabajábamos todoslos olleros. Para no dejar desabastecido al pueblo, hicimos trescientos o cuatro-cientos cántaros, cazuelas, ollas, y luego lo repartimos en cargas, cinco o seis paracada uno. ¿Que no estaríamos tres años para hacer los morteros? Y puede que cua-tro. Como entonces escaseaba el trigo, lo teníamos racionao y el pan que se comíaera malo, venía de Teruel el que nos encargaba los morteros y traía dos o tres sacasde harina, y partíamos: cada uno lo que le tocaba”.

OTRAS PRODUCCIONES

Pila benditera (Fots. 48 y 49). Placa de barro vertical hecha a molde* de la quesobresale, en su parte baja, un pequeño cuenco semicircular para el agua bendi-ta. Se colocaba en la entrada de las casas o en los dormitorios y su función era lade contener el agua bendecida usada para santiguarse. En una de las pilas serepresenta el Descendimiento. La figura de Cristo destaca en relieve sobre unfondo en el que apenas se insinúan los brazos de la cruz. Con una mano señalasu costado abierto del que manan sangre y agua, símbolos cristianos del Espíritu ydel perdón. El conjunto está enmarcado por dos columnas que sujetan un arco demedio punto.

8 Moneda. La llamada “gorda” valía 10 céntimos de peseta; la “chica”, cinco.

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La segunda pila, debido a lo tosco de su ejecución, apenas permite vislumbrarla figura representada. Podría tratarse de un ángel.

Ambas están totalmente barnizadas.

Alcaduz. Tubo empleado como tubería para la conducción de agua (Fig. 50). Deaproximadamente unos cincuenta centímetros de altura, presenta un estrecha-miento en la boca que permite encajar alternativamente la base de uno con laboca de otro. Estaban barnizados por dentro.

En su ejecución, Esteban Pastor no empleaba molde alguno9: “Eran malos dehacer, porque se necesita mucha fuerza. Subir medio metro a pulso... no te creasque lo sube cualquiera. Teníamos unos moldes, pero el alcabuz resultaba con unaluz muy pequeña; yo no los empleaba porque acababa antes y los hacía más gran-des”. Se fabricaban sólo por encargo. “Una vez, para la masía El Carrascal deLinares, hice medio quilómetro de tubería, y para La Val, casi un quilómetro. Éstosme los pagaron cada uno a diez pesetas”. También realizó unos alcaduces de diá-metro mayor que hacían las veces de desagües (Fot. 51).

El alcaduz resultaba igualmente un elemento indispensable para la carga delhorno. “Me guardaba siempre unos cuantos porque para hacer piso vienen muybien, son altos y dejan mucho hueco”.

Sifón (Fot. 52). Ocasionales, y previo encargo, elaboró dos tipos de sifones. “A loprimero que empecé a trabajar hacía. Luego ya, como salieron estos otros de ura-lita...”.

En forma de U. Son dos cilindros unidos lateralmente. Uno de ellos está conec-tado con la tubería de desagüe, y el otro, cerrado por uno de sus extremos, con lataza del váter.

En forma de S. Realizado por medio de planchas, presenta la forma de una Stumbada.

Ambos iban barnizados por dentro.

Taza de váter (Fot. 53). Presenta forma de tronco de cono invertido y de su baseabierta sobresale un pequeño anillo que encaja en el sifón. “También hacía lataza. Abajo iba un poco más estrecha para que encajara bien en el sifón. Los alba-ñiles después la acollaban con cemento. Menudo adelanto. Piensa que, si no,había que ir a la cuadra. Además la tapaban con una piedra de granito y no olía.Entonces los vendía yo a diez duros”. Barnizada por dentro.

La taza descrita no era en realidad más que un cono de desagüe. Iba encerra-da en una estructura de madera que, al tiempo que servía de asiento, la disimula-ba totalmente.

9 A diferencia de lo que era usual en otros alfares, como por ejemplo en Huesa del Común. Francisco BURILLO, La alfa-rería de Huesa del Común, Teruel, SAET, 1983, pp. 35-36.

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Ladrillo de ollero. “Hice ladrillos hasta los años sesenta o así”. Se empleaban parahacer tabiques. Asimismo, servían para confeccionar los diferentes pisos del hornoy para tapiar la puerta una vez cargado. Conserva los moldes*.

“Eso era obra de moros. Primero preparaba la tierra. Tenía una balseta, fuera,pegada al obrador, y la llenaba con quince o veinte cargas de tierra. Luego echa-ba agua, así como hoy, y mañana, cuando ya estaba bien estobada, la sacaba. Allíen la era hacía un montón y la pisaba, primero se pisaba y después, con la cuchi-lla de acuchillar*, la acuchillaba para que cogiera correa. Ponía unas tablas en laera y entonces, como ya tenía la tierra preparada, cogía un marco, lo embadur-naba de ceniza y lo llenaba. Luego le pasaba un listón redondo para dejarlo bienliso y lo sacaba. Como llevaban la ceniza, no se pegaban al marco. Pero eran muymalos de parar. Tenías que ir con mucho cuidao, como cuando se enladrilla unpiso, todos igual, que te cayesen rectos. Porque además, como estaban tiernos, sino ya te salían todos escalonaos.

Este ladrillo, en la época de mi padre, lo paraban las mujeres, mi hermana ymi madre. Yo me lo hacía solo”.

Baldosa. “No llegué a hacer nunca. Mi padre, sí”. Conserva los moldes*.

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HERRAMIENTAS Y UTENSILIOS

Aunque la mayoría de las herramientas de las que se servía Esteban Pastor noson propias de la alfarería, pues su utilización se extiende a otros ámbitos, princi-palmente el agrícola, he creído oportuno hacer una relación de las mismas agru-pándolas según su aplicación e indicando el uso particular en el oficio.

RELACIONADAS CON LA EXTRACCIÓN DE LA ARCILLA

Azada. Plancha de hierro cuadrangular de borde afilado; por el lado opuesto pre-senta un orificio en el que se coloca un mango de madera que forma con ellaángulo agudo. Se utilizaba para rascar el polvo en los terreros. En el obrador ser-vía para cavar y amontonar el polvo molido. Asimismo, se usaba para cavar lasaliagas en el monte.

Pala. Plancha de hierro prácticamente triangular, con un mango generalmente demadera. Se utilizaba en los terreros para cargar la tierra.

Pico. Herramienta compuesta por un hierro en cuyo centro se dispone un mangode madera perpendicular; el hierro tiene generalmente punta en uno de los extre-mos y corte como de hacha en el otro. Servía para cavar la tierra en los terreros ypara romper la puerta del horno una vez realizada la cocción.

RELACIONADAS CON EL TRANSPORTE

Carro. Vehículo que consta de una plataforma sobre dos ruedas con barandillas alos costados y dos varas delante para enganchar las caballerías. Sustituyó a la

La alfarería de uso común de Rubielos de Mora. Esteban Pastor Goicoa, último alfarero

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caballería tanto en el transporte de la arcilla como en la comercialización de laspiezas.

Serón (Fot. 54). Aumentativo de "sera". Doble bolsa, generalmente hecha de espar-to o de mimbre, que se colocaba sobre las caballerías para transportar la carga.Servía para todo tipo de transporte: tierra, combustible y material para la venta.

RELACIONADAS CON EL MOLIDO DE LA ARCILLA

Azuela. Especie de azada pequeña. El hierro sólo tiene de diez a quince centíme-tros de anchura, y en él se inserta un mango corto de madera. Se empleaba paralimpiar de caliche la tierra antes de meterla en la balsa, y para trocear el plomo.

Canasto. Cesta aplanada y ancha con dos asas, una frente a otra, hecha de mim-bre sin pelar. Se utilizaba para echar en la era la tierra que había de ser molida ypara llevar luego el polvo al interior del obrador. Asimismo, servía para transpor-tar la tierra ya escogida a la balsa y para retirar la ceniza del horno.

Mazo. Herramienta de madera formada por una pieza rectangular plana y unmango largo que se inserta en un extremo de la anterior. De madera de rebollo,servía para moler la tierra y preparar el polvo. Es de difícil manejo y su utilizacióncomporta un gran esfuerzo.

Mazo pequeño. Martillo de madera. Se utilizaba para desmenuzar los terrones detierra antes de introducirlos en la balsa.

Palo. Trozo de madera largo y delgado con el que se remueve la tierra en la balsapara evitar que se apelmace.

Trillo. Utensilio que consiste en varias tablas unidas por travesaños y que disponeen su parte inferior de trozos de pedernal incrustados. Era tirado por caballerías.Aunque normalmente usado en la trilla, su función en el obrador se reducía a lamolienda del polvo. Sustituyó al mazo.

RELACIONADAS CON LA CRIBA Y EL AMASADO

Cribero (Fig. 55). Tamiz formado por un aro de madera en el que se sujeta, comoen un bastidor, una tela metálica; el tamaño de los agujeros depende del produc-to a cribar. Servía para extraer las impurezas (piedras, palos, caliche, etc.) de la tie-rra.

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Escoba. Utensilio hecho de ramas agrupadas, generalmente de brecina10, que se uti-lizaba para limpiar el suelo del obrador de cuerpos extraños: palos, piedras, barroseco, etc.

Hoz. Hoja de acero curva y con corte en uno de los lados que está sujeta por unextremo a un mango de madera. Se usa para cortar los pastones de barro en por-ciones más pequeñas que permitan su posterior amasado.

Legona. Especie de azada cuya plancha de hierro tiene forma casi triangular y conun apéndice curvado donde se encastra el mango. Se empleaba para sacar la tie-rra, ya blanda, de la balsa y depositarla junto al polvo en el obrador para proce-der al amasado.

RELACIONADAS CON EL MODELADO DEL BARRO

Alambre/hilo. Utilizado para separar las piezas ya torneadas de la rueda.Generalmente era un hilo de alambre, de ahí su doble denominación, más omenos largo, cuyos extremos se ataban a pequeños palos, asas rotas, etc.

Caña. Sección longitudinal de un trozo de caña, que servía para alisar la pared dela pieza que se estaba torneando, evitando así los pequeños surcos que dejan losdedos.

Cuchilla. Lámina de acero sujeta por un soporte de madera. Sirve para afinar lasuperficie de las piezas una vez torneadas.

Cuchilla de acuchillar (Fot. 56)11. Instrumento de hierro de una sola pieza, con lahoja ligeramente curva y mango. Se empleaba para acuchillar la tierra con la quese confeccionaban los ladrillos. “Cuando ya tenías el montón de barro en la era,cogías la cuchilla con las dos manos y por una punta empezabas a cortar, láminasfinas, cuanto más fino mejor te quedaba el barro, porque si tenía algo de durullón,luego por ahí se partían los ladrillos. Lo que cortabas te iba cayendo hacia un ladoy, cuando ya lo habías cortado todo, lo volvías a pasar, tres y cuatro veces”.

Cuchillo. Hoja de acero con mango. Se utilizaba para separar los pitorros de lapella una vez torneados. Y para practicar el corte de las huchas.

10 Nombre común, tanto de la Calluna vulgaris como de la Erica scoparia, ambas de la familia de las Ericáceas.11 Agradezco a Vicente Villanueva Pérez su amabilidad al proporcionarme esta fotografía.

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Esponja. De uso similar al de la cuchilla, ya que borra cualquier impresión de losdedos sobre el barro.

Molde de baldosa (Fot. 57). Marco de madera con dos mangos, del tamaño de unao de dos baldosas, que servía para elaborarlas a medida.

Molde de ladrillo (Fot. 57). Rectángulo hecho a base de listones de madera, delque sobresalen dos extremos a modo de mango, y que servía para dar forma a losladrillos.

Molde de pila benditera (Fot. 58). Esteban Pastor conserva esta pieza que debía deservir a sus antecesores para elaborar los moldes de las pilas benditeras. Él la hautilizado siempre para la fabricación de las mismas, aplicando sobre ella la plan-cha de barro y alisando posteriormente la cara en hueco. De ahí la escasa defini-ción de los perfiles obtenidos, y que denomine “molde” a lo que en realidad pare-ce ser la pieza original.

Palico (palo corto). Palo redondo que se usaba para agujerear el pitorro de losbotijos y para formar la reja en el cántaro del mismo nombre.

Rodillo. Cilindro de madera que, empleado a modo de rollo sobre el barro tierno,servía para extenderlo en forma de placas.

Rueda/torno (Fot. 59). Instrumento tradicional que aprovecha la fuerza rotatoriaque el pie imprime a un disco inferior para transmitirla por medio de un eje a undisco superior o cabeza, donde se trabaja.

El disco inferior o rueda da, por extensión, nombre a todo el conjunto. Lo for-man varias planchas de madera sujetas por debajo con travesaños. En torno al ejeestá reforzado por dos pequeñas tablas rectangulares. El eje o pie, de madera ensu parte inferior, se prolonga en un hierro sobre el que descansa la cabeza. Untronco colocado de forma transversal asegura el eje.

Tabla. Había de varias medidas y servían para colocar las piezas torneadas y sacar-las a la era con el fin de que se oreasen. Su uso evitaba posibles deformaciones delas piezas aún tiernas. Asimismo se disponían sobre ellas los ladrillos.

Tiesto. Cualquier recipiente cerámico de boca ancha, a modo de cuenco, que,colocado junto al torno, sirviera para contener el agua y el barro sobrante duran-te el torneado.

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RELACIONADAS CON EL BARNIZ

Cazoleta. Cualquier tipo de vasija, más o menos acuencada. Servía como medi-dor para echar el plomo y la tierra en el molino de barniz.

Cocio. Cuenco grande habitualmente empleado para hacer la colada12. EstebanPastor lo destinaba para preparar el caldo.

Gamellón. Artesa que normalmente sirve para dar de comer y de beber a los ani-males y que, en el texto, se utiliza para triturar el barniz antes de meterlo en elmolino o muela.

Molino de barniz/muela (Fot. 60). Consta de dos gruesas piedras circulares, dis-puestas horizontalmente y unidas por un eje vertical de hierro. La superior, omuela, designa por extensión el conjunto, y presenta un agujero central llamadoorenza, por el que se introducen los trozos de mineral. Esta piedra, accionada porun palo que hace de manivela, rueda sobre otra inferior, deshaciendo así el bar-niz en un continuo movimiento circular. El barniz ya molido se va depositando enuna estructura de madera que rodea y sujeta la piedra inferior y acaba saliendopor el sobrador. La distancia entre ambas piedras se gradúa por medio de cuñascolocadas en el eje. “Esta muela la hizo mi padre. Iban a buscar la piedra y conun martillo de esos de picapedrero le daban forma”.

Perol. Vasija globular empleada para cocer alimentos. En este caso se utilizabapara verter barniz sobre las piezas.

Terriza o terrizo. Vasija a modo de palangana de uso igual al del cocio.

RELACIONADAS CON LA COCCIÓN

Alcaduces (Fot. 61). Tubos realizados por el mismo alfarero, que servían de apoyopara la distribución de los diferentes espacios del horno. Tenía de dos tamaños:unos, de medio metro, los destinados a la conducción del agua, y que utilizabatambién en la carga del horno; y otros, algo más cortos, exclusivamente para estaúltima función.

Barra. Cilindro de barro que también fabricaba el alfarero, de unos setenta y cincocentímetros de largo, y que le servía en la carga del horno.

12 Operación de blanquear la ropa lavada, con lejía obtenida mediante el colado de ceniza.

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13 Nombre común que puede corresponder a varias especies de sauces (Salix fragilis, S. triandra, S. atrocinerea, S.elaeagnos y S. purpurea), de la familia de las Salicáceas.

Escoplo. Herramienta formada por una barra de hierro rectangular con corte enuno de los extremos, que se inserta en un mango de madera. Se utilizaba a golpede mazo para separar los pitorros aprovechables en las piezas defectuosas.

Estraudes (Fot. 62). Utensilio de barro cocido en forma de trípode de elaboraciónpropia. Se colocaba bajo las piezas barnizadas para evitar que éstas se quedaranpegadas a su soporte por corrimiento del barniz.

Falca. Cualquier cascote (trozos de ladrillo, de cántaro, etc.) que sirviera paranivelar las piezas en el horno.

Gancho. Varilla curva de alambre o de hierro con la que se extraían las muestrasa través de los humerales.

Horca. Utensilio en forma de tenedor formado por un rastrillo de dos o tres púasy un mango largo, que se utilizaba para cargar y descargar los fajos de leña. Si setrataba de echar leña en la caldera, la horca descrita, generalmente “de sargaparda13, me la hacía yo mismo”, era sustituida por una con dos púas de hierro: “Sela encargué a Ros, al herrero. Si no, cada vez que sacábamos la otra de la bocadel horno, teníamos que meterla en un cubo de agua porque salía incendiada”.

Hurgonero. Palo largo, de unos cuatro o cinco metros, que servía para remover laceniza, permitiendo así una mejor combustión.

Ladrillos (Fot. 63). Formaban los pisos del horno y con ellos se tapiaba la puertadel mismo una vez cargado.

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ASPECTOS ECONÓMICOS Y SOCIALES DEL TRABAJO

ECONOMÍA DEL TRABAJO

Inversiones. “Todo eran ganancias, el único gasto era el barniz”. Efectivamente, yahemos visto cómo todo lo referente a la extracción y transporte de la arcilla y alsuministro de combustible dependía en exclusiva de su fuerza de trabajo.

Por lo que se refiere a las inversiones de mantenimiento, tanto del obradorcomo de las herramientas, no suponían apenas gastos. “Cambiarle el mango a laazada, algún cribero nuevo, poca cosa”. En dos ocasiones contó con la ayuda dealbañiles para reparar el horno. “Había que poner una cindria abajo para arreglarlos arcos, y para eso has de saber”.

Una economía de subsistencia. “De la ollería se podía vivir; así como yo, quehacía tres hornadas, bien, pero con una sola, no”. No obstante, la economía fami-liar no dependía únicamente de su labor como alfarero. “Me tiraba a todo, teníaseis cerdas de cría, engordaba los cerdos y los vendía. Tenía también la tierra”.

Además, no sólo contaba con su producción, sino con los ingresos que le pro-porcionaba el comercio de piezas elaboradas en Teruel. “Con los Punter tengotrato yo desde siempre. Mira, en el año 46, cuando me fui a la mili, ya le com-praba piezas a la señora Benita, la madre de este Punter. A Górriz les compré sólouna vez, pero es que no hacían mucha cantidad. Trabajaban muy bien, la pinturay todo lo tenían mejor, pero Punter hacía más piezas, trabajaba ya el hijo y eramás joven”14. El margen de beneficios era grande. “Cogía el coche de Teruel y alo mejor me traía cuatrocientos kilos de obra, tres o cuatro sarrias grandes, que esopesa mucho: platos, cazuelitas, escullas, jarras de pico de cigüeña, jarritas peque-

14 María Isabel Álvaro Zamora coincide en esta misma valoración respecto a la producción de los Punter y de losGórriz, «Teruel, centro alfarero», Andalán, extra 13, suplemento Teruel, 1974, pp. 13-14.

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ñas, de todo; y aunque no las vendiera ese año, al año o a los dos años valía comocuatro veces. Aquello se multiplicaba”. La forma de pago, que se efectuaba pormedio de letras, le proporcionaba asimismo cierto desahogo.

Impuestos y cobertura social. Entre los gastos de carácter obligatorio se encuen-tra la contribución municipal. “Se pagaba en cuatro veces, pero claro, yo pagabala de mi casa y además la de la ollería”. El canon industrial no se pagaba. “Nopagué nunca, venían inspectores pero por casa no pasaban. Teníamos entonces unsecretario en el Ayuntamiento y le dije: Haz lo que quieras pero si me obligan apagar cerraré la ollería. No te salía a cuenta”.

El seguro de autónomo no siempre fue obligatorio. “Al principio no se pagaba,yo empecé por el año 50 ó 51, y pagábamos un duro cada mes. Cuando dejé estoy me marché a Manises, ya pagaba cien pesetas. Que luego fue de lo que cobré,porque en Manises cotizaba, pero sólo estuve nueve años. Lo que cobro de pen-sión es del autónomo”.

COMERCIALIZACIÓN

El área de comercialización era bastante amplia. Desde el alfar de EstebanPastor se abastecía la zona nordeste de la Sierra de Gúdar y algunos pueblos delAlto Maestrazgo: Linares de Mora, Puertomingalvo, Fortanete, Mosqueruela, asícomo los pueblos colindantes, a excepción de Mora de Rubielos, que tenía pro-ducción propia15, llegando incluso por el este a traspasar los límites provincialesintroduciéndose en Castellón (San Vicente).

No existió nunca competencia entre los distintos alfareros de Rubielos. Lamayoría de ellos había cesado su actividad en la década de los cuarenta; los quepermanecieron en activo se mantuvieron tan sólo hasta principios de los sesentay con una producción muy escasa. Además, hay que tener en cuenta que tanto enel término de Rubielos como en el de otras poblaciones cercanas se da un hábitatmuy disperso que requiere todavía, hasta su misma desaparición, la utilización dela obra que produce el alfar. En efecto, las masías, que se mantienen fundamen-talmente hasta finales de los años cincuenta, se sirven por su situación, la mayo-ría de las veces alejadas de las fuentes, de piezas destinadas al transporte y alma-cenamiento de agua. El tipo de actividad en que se basan, agrícola y ganadera, yel ser unidades autosuficientes posibilita un consumo mayor de piezas de alfare-ría: bebederos y comederos para animales, peroles, cazuelas y ollas para guisar,tinas para conservar los excedentes del matacerdo, etc.

15 Fue, principalmente, centro de cantarería de torno y ollería; contó también con producción de tinajería manual.María Isabel ÁLVARO ZAMORA, Alfarería popular..., pp. 31, 77-81 y 195-203; id., Léxico de la cerámica y alfareríaaragonesas, Zaragoza, Libros Pórtico, 1981, p. 108.

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Venta en casa. El mayor porcentaje de ventas tenía lugar en la casa de EstebanPastor, situada en la calle de la Taberna, n.º 14 (Fot. 64). “En el patio dejaba justoun pasillito para que pasara la caballería. En el techo colgaba peroles, pucheros,cazuelas, botijas blancas; las vigas ni se veían. Vendía de los más caros, pero aúnasí tenía mucha parroquia. ¿Qué pasaba? Pues que nosotros cocíamos mucho laobra, le dábamos a lo mejor una hora más de fuego, y entonces el barniz se corríay se hacía más verdoso. Si tú dejas la obra mal cocida, sacarás el barniz como eloro, pero al menor golpe se romperá la pieza. Las piezas sin barnizar, lo mismo.De las masías, así como El Algar, El Estacao, La Roya, venían todos a casa a com-prar cacharros. Cuando llegaba el invierno, que se helaba hasta el agua en las can-tareras, el cántaro, si estaba mal cocido, se le hacía una grieta que daba toda lavuelta, como un anillo, y al cogerlo del asa se quedaban con ella en la mano. Conel cántaro nuestro no había miedo, si estaban hasta negros de cocidos...”. Resultaevidente que tanto para el alfarero como para los clientes, antes que cualquiercuestión de índole estética, primaba la calidad del producto.

El comercio se establecía de modo directo con los particulares, tanto deRubielos como de otras localidades vecinas. “Venían de Fuentes, de Nogueruelas,hasta alguno de Mora. A las masías se iba mucho género. Todo se vendía”.Normalmente era su mujer quien se encargaba de la venta. “Yo de un vistazo cal-culaba las piezas, aunque tuviéramos el patio lleno. Como cuando un pastor dice:Me falta una oveja, pues yo con los cacharros lo mismo. Llegaba a casa y le decíaa mi mujer: Hoy sí que has vendido”.

Aunque el dinero era la forma normal de pago, en ocasiones se recurría alcanje. “De Olba también venían, sobre todo cuando llegaba el tiempo de la fruta.

Factura por la compra de barniz.

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Subían a vender aquí a Rubielos, y como aquí también había mucha fruta no teníasalida: a perra y a diez céntimos he llegao yo a ver la fruta, regalao. Esa pobregente, me daban pena y total a mí, dos cacharros más o menos igual me estaban.Así que cuando venían me quedaba la fruta, pero treinta, cuarenta y hasta cin-cuenta quilos de fruta; ese día los cerdos ya tenían comida, y se llevaban unoscuantos peroles”.

Igualmente, a través de intermediarios, se establecía comercio con otras pobla-ciones. De Fortanete y Puertomingalvo se desplazaban los revendedores hastaRubielos. “Del Puerto bajaba una señora que tenía tienda, le decían la Pomposa.De Fortanete, por diciembre o así, venía siempre un señor que aprovechaba quehabía de pasar cuentas con los amos, y se llevaba dos cargas de obra: catorce oquince cántaros grandes, otros tantos medianos, seis o siete de aquellos de beberagua para la siega, ollas de cocina, de todo. Y yo decía: ¿pero cómo este señor,por esos montes, y los machos, que a veces se esbarran? Pero no, años y años vinoa cargar allí a casa”.

Con Mosqueruela y Linares las ventas se facturaban en el coche correo. “Conel correo de Mosqueruela le mandaba cien o doscientas piezas a un tal EmilioPuerto, nunca no hubo problemas, a los tres o cuatro días ya me hacía un giro conel dinero. En Linares tenía trato con uno que le decían El Quinquillero, y tambiénle mandaba bastante”. En ocasiones, sobre todo por lo que se refiere a Linares, eltransporte se efectuaba en camión. “Un conocido mío, José Praos, tenía uncamioncete y a veces hacía viaje hasta Linares”.

Desplazamientos. “A Olba bajaba de pequeño y de chaval con mi padre. Yo solono bajé nunca, ¿no ves que ellos subían a vender fruta a Rubielos? Y luego, comoya se fue marchando la gente...”. Olba constituía un punto de venta importante,pues aunque el núcleo del pueblo es pequeño, contaba con numerosa poblacióndiseminada en barriadas a lo largo del río Mijares16. Los alfareros de Rubielos teníanestablecido un sistema de turnos que impedía una competencia que sin duda aba-rataría los precios. “Mi padre y el tío Andrés Pastor se combinaban para bajar undomingo cada uno porque, si no, se aprovechaba la gente y si bajabas uno solopues vendías como querías”. Hasta Olba el transporte se hacía en caballería.“Tardábamos dos horas o dos horas y media. Íbamos primero a Fuentes, y luego,por el barrio de Los Hornos bajábamos a Olba por una senda. Allí nos poníamosen la plaza, en los porches aquellos, pero habías de estar temprano, a misa pri-mera, sobre las siete o así. Casi todo se vendía, subían de todas las barriadas: LosPertegaces, Los Villanueva, La Tosca; y hasta de La Monzona, de Campo y deRodeche... Y lo que te quedaba lo dejabas en casa de alguna amistad y para el otro

16 Las barriadas de Olba, algunas hoy deshabitadas, son las siguientes: Los Lucas, Los Dines o Ibáñez Bajos, LosMoyas, Los Tarragones, La Hoya de Ramos, Los Ibáñez Altos, Los Ramones, La Tosca, Los Pertegaces, Los Giles, LaVerdeja, Casa Bolea, Las Ventas, La Artiga, La Civera, El Casucho, Los Diablos, Los Villagrasas, El Cerrito y LosVillanueva.

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domingo ya contabas con ello: me han quedao ocho tinas, cinco botijas... De esono bajo ya”.

La venta en San Vicente tenía lugar en torno al día del Santo (San VicenteFerrer, 5 de abril). “Aquello era una feria de las grandes. Venía gente de Zucaina,de Cirat, de Montanejos, de Cortes, de Montán, de las masías... Un par de díasestaba aquello lleno. Vendían telas, turrones, criberos, herramientas, de todo”.

El transporte se hacía en caballería, y posteriormente en carro*. “Más de cua-renta años he estado yendo a San Vicente, desde los seis años con mi padre, yluego solo. Con caballería sería lo menos veintitrés o veinticuatro años”. En elrecorrido, que difiere bastante del actual por carretera, invertía entre cinco y seishoras. “Salía de Rubielos a cruzar por el Morrón. Luego, por La Villagrasa paraarriba, a cruzar por La Erica Alta, La Marquesa, El Regallón, y por allí ya cogía aSan Vicente. Luego, cuando la carretera, iba con carro. Por Fuentes, a pasar elMorrón, hasta Cortes. De allí por La Garganchosa, que le decían, seguías la carre-tera y, diez u once kilómetros antes de llegar a Zucaina, cogías el empalme a SanVicente, que de allí habrá cinco o seis kilómetros. Y después ya fuimos alguna vezcon el camión de este José Praos”.

En la veintena de años durante los cuales realizó el transporte en caballería,hacía de dos a tres viajes. “Cogía, un par de semanas antes, y el domingo deQuasimodo17, a las tres o las cuatro de la mañana, preparaba una carga y la deja-ba ya en San Vicente. Allí, como tenía unas amistades, comía, y a la tarde me vol-vía. Y al otro domingo, otra vez”. En ocasiones requirió de algún ayudante. “Lohablaba con alguno y, si se avenía, preparábamos otra caballería y me llevaban unpar de cargas más. Cinco duros les daba por bajarme la obra, que entonces los jor-nales se pagaban a duro”. Los machos se aparejaban con serones de esparto.“Cargaba bien los serones sin dejar huecos, metía perolicas pequeñas, coberteras,para que no bailara, y casi no se rompía nada. Con el carro casi se me rayabanmás las piezas, los cántaros mismo se rayaban mucho, ahora que... iba cargaohasta la bandera, bajaba casi tres o cuatro cargas”.

Los dos o tres días que permanecía en San Vicente se alojaba y guardaba lamercancía en casa de unos conocidos. La venta se efectuaba en la plaza del pue-blo, y estaba sujeta al pago de un impuesto al Ayuntamiento. “Hasta nueve pese-tas hemos pagao por el puesto”. Allí concurría en ocasiones con otros vendedo-res. “Coincidí una vez con un señor que subía de La Vall d'Uxó. Llevaba cerámi-ca de Segorbe, cántaro de ese verde, y botija también. Y me dice: Mañana ustedno venderá nada, porque esto mío es más fino. Conque le digo: Más fino será, peromás fuerte no, además cada uno trabaja lo suyo. Y aún le digo más: Mañana a latarde a mí no me quedará género, y usted lo tendrá casi sin vender. Así que al díasiguiente, enseguida que termina la procesión, se acercan las señoras y, que si doscántaros, que si morteros, me lo quitaban de las manos. Y el hombre aquel se des-

17 Domingo de octava de Pascua, actualmente segundo domingo de Pascua.

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hacía: que no vendía. Por la tarde, tenía yo el puesto casi limpio, y el hombreandaba con una rabia... Así que voy y le digo: Al año que viene usted no vendráya. Y no subió más”.

Vendía toda la mercancía, ya que normalmente recurría al canje para quitarselas últimas piezas. “Hasta dos o tres arrobas18 de higos secos me he subido. ¿Paraqué iba a andar a vueltas con los cacharros?”.

Salvo en contadas ocasiones en que le acompañaba su mujer, o su hija,Esteban Pastor realizaba el trayecto a San Vicente solo. Un viaje de estas caracte-rísticas comporta riesgos, especialmente en lo que se refiere a la mercancía. “Melas he visto de todos los colores. Un día, no faltarían más de trescientos metrospara llegar al puente de La Garganchosa, se me cruza un perro de estos de ganaopor la carretera, y los machos salieron desbocaos. Así que apreto a correr y mepongo a la par de la mula que llevaba el tiro, la cogí metiéndole los dedos por lanariz, y como pude la arrimé a mano izquierda contra el ribazo. Se volcó el carro.Tuve que descargarlo y volverlo a cargar, pero tuve suerte, no se me rompieronmás que una docena de piezas. Otra vez, sería por el año 50 ó 51, llegando aCortes se puso a nevuscar, y esto en abril ¿eh? Me paro, no me paro... Decidíseguir adelante; al rato comenzó a arreciar, y no me quedó más remedio que for-zar la puerta de un corral. Allí pasé la noche tapao con las mantas que llevaba enel carro para tapar los cacharros. A la mañana siguiente, las siete o así, me levan-to y más de la mitad de la puerta ni se veía, había un ventisquero de un metro dela nieve venteada durante la noche. Conque saco afuera el macho, lo enganchoal carro y al rato por la carretera, otro ventisquero. Si no descargaba el carro nopodía pasar. Así que me pongo a trabajar y en esto que llega un Mercedes. Erantoreros: cinco y el apoderao; salieron los toreros, y gracias a ellos pasamos las pie-zas al otro lado del ventisquero. El apoderao intentó romper la nieve con el coche,pero aquello se había hecho duro como piedra; por el monte tuvieron que pasarpara salvar aquel trozo”.

A la vuelta de San Vicente, muchas veces temió que lo asaltaran en el camino. “Sehacía bastante dinero, además entonces andaba la plata, luego ya vino el dinero deFranco”.

EL ÁMBITO SOCIAL

Valoración del oficio. El alfarero valora justamente la independencia que le pro-porciona su trabajo pues, a diferencia del obrero asalariado, únicamente está suje-to al ritmo que su propia producción le impone. Sin embargo, no tiene concien-cia de que su oficio conlleve prestigio alguno. Con su trabajo se limita a satisfacer

18 Medida de peso que en Teruel equivalía a 12,212 kilogramos. La arroba tenía 36 libras (Rafael ANDOLZ, Diccionarioaragonés, Zaragoza, Mira Editores, 1992, 4.ª ed.).

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las demandas concretas de una sociedad determinada que necesita de sus pro-ductos. “Estaba tirao. ¡No ves que había tanto alfarero!”. El aspecto económico semuestra pues como punto primordial de la valoración.

A este respecto, los últimos años antes de cerrar definitivamente la ollería supu-sieron un cierto cambio. Aunque la demanda era notablemente menor, el augegeneral de la artesanía en los años setenta contribuyó a una revalorización de losproductos artesanos. “Aquí ha venido gente de Zaragoza, de Valencia, de Madrid.Me daban por un cántaro lo que quisiera pedir”.

Celebraciones. Si bien la noción de gremio no se da como tal ya en el siglo XIX,con todo lo que ello supone tanto a propósito de la reglamentación en cuestioneslaborales y en producción, como en disposiciones religiosas (Álvaro Zamora,1978c: 23-42), los alfareros de Rubielos mantuvieron viva la tradición de celebrarel día de las Santas Justa y Rufina (19 de julio), patronas del oficio. Era una oca-sión propicia para la fiesta, “nos juntábamos a comer sardinas saladas”, y la com-petición amistosa. “Hacíamos apuestas a ver quién subía el cántaro en menosveces. Uno lo subió en tres veces, pero aquello no era cántaro ni era nada, comouna botella. El cántaro grande necesita siete u ocho subidas”.

El día de Jueves Lardero aprovechaban igualmente para reunirse. “Entonces secelebraba y se juntaba la gente a comer. De los alfareros venían casi todos, comíamosy se hacía broma: que si yo trabajo mejor que tú, que a ver quién cargaba antesel macho de aliagas, en fin...”.

La relación entre los alfareros era cordial; no hay que olvidar que entre ellos sedaban lazos de parentesco. Por ello no es extraño que se produjeran encuentrosocasionales. “Si un día nevaba, que no podías trabajar, pues te juntabas”.

La mayoría de los alfareros pertenecían a la Cofradía del Cristo del Hospitalico,pero se trata de una cuestión de devoción ajena al oficio. “Todos no estábamos, elque quería. En Semana Santa los cofrades sacábamos al Cristo a la procesión”.

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GLOSARIO

ACUCHILLAR. Operación que consiste en cortar el barro en láminas con la cuchi-lla para eliminar impurezas (trozos de barro duro, piedras, etc.).

ADOBO. Conserva de cerdo en aceite.

AGUADERAS. Armazón de madera o de esparto con divisiones que se colocasobre las caballerías para acomodar los cántaros en los que se transporta el agua.

ALCABUZ. Alcaduz o arcaduz.

ANSAS. En Aragón, asas.

BADARSE. En Aragón, agrietarse.

BAJARSE EL BARRO. Tendencia del barro, cuando está muy blando, a no subir alser torneado. El resultado son piezas cuya parte inferior presenta un engrosamien-to excesivo de las paredes.

BARDO. En el texto, ladrillo. En Aragón, barro o fango.

BOMBEAR EL HORNO. Efecto que produce el horno al calentarse y emitir unacantidad importante de humo.

BOQUERA. Abertura en la caldera del horno por la que se introduce el combus-tible.

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BORDÓN. Tira o cordón de barro.

CACHARRO. Cacharrería. Nombre colectivo para las vasijas (Burillo, 1983).

CALDA. Los alfareros denominan “echar calda” a la acción de abastecer el horno,a intervalos, del combustible necesario para que aumente progresivamente sutemperatura.

CALDO. Mezcla de barniz y agua (y, en ocasiones, tierra) que servía para barni-zar las piezas.

CALICHE. Piedrecilla mezclada con el barro que queda incrustada en las vasijas.Al cocer, provoca desperfectos e incluso roturas en las piezas.

CANTARERAS. Poyo de fábrica o armazón de madera que sirve para poner loscántaros.

CANTONEAR EL BARRO. Desplazarse lateralmente el barro, respecto al eje de larueda, al ser torneado.

CARGA. Unidad de medida equivalente a la cantidad de producto, ya sea tierra,combustible, piezas cerámicas, etc., con que habitualmente se carga una caballe-ría.

CASCO. En el texto, cuerpo de la vasija ya cocida.

CASCOTES. Fragmentos de piezas rotas utilizados para tapiar la puerta del hornoy para calzar las piezas en el proceso de cargar.

CINDRIA. Del catalán, “cindri” o “cintra”, estructura de madera o de otro mate-rial, con la curvatura adecuada, que se dispone para sostener un arco durante suconstrucción. En castellano, la “cintra”, término de arquitectura, designa la curva-tura de un arco o bóveda.

COMEDORES. Comensales.

CORREA. Aplicado al barro, plasticidad. Se dice tener correa el barro.

CORRERSE EL BARNIZ. Acción según la cual el barniz, al llegar al punto defusión, se fluidifica y se reparte uniformemente por la pieza. En ocasiones puedellegar a gotear si la capa es demasiado gruesa o la temperatura de cocción dema-siado alta.

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CREBARSE LAS PIEZAS. En Aragón, agrietarse o resquebrajarse.

CULO. Parte inferior o base de una vasija (Álvaro Zamora, 1981a).

DESGRASANTE. Propiedad de algunas tierras para, mezcladas con otras, dismi-nuir su plasticidad.

DRIOLA. En Aragón, hucha (Álvaro Zamora, 1981a). También, ladirola.

DURULLÓN. En Aragón, bulto duro. También, durujón o drujón.

ESCALDAR EL BARNIZ. Superar la temperatura de cocción en la que funde ymadura el barniz, y quemarse éste por la acción del fuego, ocasionando su oscu-recimiento o incluso su desaparición.

ESCULLA. En Aragón, escudilla.

ESPOLSAR. En Aragón, quitar el polvo.

ESTOBAR. En el texto, mojar la tierra para que se ablande. En Aragón, mullir oablandar.

GRANZA O GRANZÓN. Corpúsculo de arcilla dura. Cualquier impureza de latierra.

HUMERALES. Orificios que sirven de ventilación y de chimenea en el horno.

JOSCA. Hojas de pino secas que caen al suelo.

LEVANTAR EL BARRO. Acción de comprimir estirando el barro en el torno paradar forma a la vasija.

MALEA. Por maleza. Combustible para el horno.

MANDIL. Vidriado externo y parcial de una vasija que adopta forma de delantalo mandil (Álvaro Zamora, 1981a).

MARCO. Molde de ladrillo y de baldosa.

NAYA. En el texto, patio de entrada descubierto.

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OBRA. Se refiere al conjunto de piezas elaboradas por el alfarero.

OBRADOR. Lugar de trabajo del alfarero.

OREAR. Dejar que se seque la tierra exponiéndola a la intemperie. También, expo-ner las piezas entre sol y sombra para que pierdan la humedad.

ORENZA. Orificio central practicado en la piedra superior del molino de barniz,por el que se echa el mineral de plomo. En Aragón, tolva del molino.

PARAR. Disponer los ladrillos tiernos en el suelo, sobre unas tablas, para que sesequen.

PASTÓN. Masa de arcilla resultante del pisado del barro.

PEDO. Ruido que producen las piezas cuando se rompen durante el proceso decocción.

PELLA. Porción de barro amasado, dispuesto en forma cónica o troncocónica, quese coloca en el torno y del que se tornean las vasijas (Álvaro Zamora, 1981a).

PIEZAS CRUDAS. Piezas aún no cocidas.

PITORRO. Vertedor de los botijos y botijas.

PLATO. Rueda superior del torno.

POLVO. Mezcla de tierra y arena que se muele con el mazo o con el trillo.

RESPIRADEROS. Orificios para el paso del calor, humo y fuego, abiertos en el pisode separación entre la cámara de combustión y la cámara de cocción (ÁlvaroZamora, 1981a).

ROLLO. En el texto, tira de barro.

ROSCO. Base de barro para sujetar los cántaros, en el momento del añadido delcuello y de las asas (Burillo, 1983).

RULO. Piedra de forma troncocónica, con dos ejes laterales de hierro que, tiradapor caballerías, se pasaba repetidamente por la tierra para deshacerla (ÁlvaroZamora, 1981a).

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SARRIA. En Aragón, espuerta grande.

SISTEMA DE BALSAS. Hoyo, pozo o alberca donde se realiza la fase de ablanda-miento del barro. Las balsas suelen ser dos. En la primera, se mezcla tierra y agua,en tanto que en la segunda el barro se posa y se decanta (Álvaro Zamora, 1981a).

SOBADERA. Poyo de piedra rematado por losas donde se amasa el barro.

SUBIR EL BARRO. Ver LEVANTAR EL BARRO.

TEMPLAR EL HORNO (O LAS PIEZAS). Calentarlo de modo progresivo al princi-pio de la hornada.

TERREROS. Depósito de tierra arcillosa que sirve de yacimiento para los alfarerosy tejeros.

TETÓN. En el texto, agarradera pequeña de forma cilíndrica, de extremo plano yalgo más ancho.

TONGADA. Cada una de las capas de piezas que se colocan en el horno para sucocción (Álvaro Zamora, 1981a). Esteban Pastor también llama “pie” a la tonga-da.

TRIPA. Ensanchamiento central de una vasija (Álvaro Zamora, 1981a).

VILLABARQUÍN. En Aragón, berbiquí.

ZURRAPAS. Trozos de barro sobrantes que durante el torneado se acumulan en lasmanos del alfarero, y que éste deposita en el tiesto.

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ANEXO I

La alfarería en Rubielos de Mora. Aproximación histórica (1750-1977)La actividad alfarera en Rubielos de Mora no es un hecho reciente. Los árbo-

les genealógicos que se incluyen muestran una clara línea ascendente e ininte-rrumpida en la profesión. Su elaboración no ha sido una tarea fácil, pues la coin-cidencia de apellidos, si bien revela un entronque familiar común, dificulta sobre-manera el trabajo19.

Con este estudio no he pretendido agotar la investigación en torno al temagenealógico sino, sencillamente, mostrar cómo de generación en generación –ypor vía exclusivamente masculina– se ha transmitido el saber y la técnica de laalfarería. Por ello, ante determinadas lagunas documentales he evitado cualquiertipo de conjetura y especulación. Así, la falta de datos concretos, bien sea de filia-ción, de datación o de adscripción a un determinado alfar, me ha hecho optar poruna cierta prudencia. La única concesión, cuando desconocía las fechas exactas,ha consistido en establecer unas franjas de edades entre padres e hijos de veintea treinta años.

El árbol n.º 1 permite remontarnos hasta mediados del siglo XVIII. Desde estepunto, y si se toma como fecha límite 1977, año en que Esteban Pastor Goicoaabandonó definitivamente la alfarería, la diferencia arroja una antigüedad paraesta industria de no menos de doscientos años. En estos dos últimos siglos han sidomuchos los alfareros que han trabajado en las distintas ollerías de Rubielos. Parala mayoría ha sido factible fijar tanto la genealogía como la asignación a un alfar(árbol n.º 2). En algunos casos, el no tener constancia de los segundos apellidosme obliga a presentarlos en núcleos aislados, sin poder establecer entre ellos máslazos familiares que los que se deducen de padres a hijos. En otros, si bien figuran

19 Archivo Municipal de Rubielos de Mora. Caja 110: Catastro de la Contribución Industrial (sin fechar). Caja 372:Propietarios de Fincas Urbanas (1894). Caja 460: Padrón de Edificios y Solares (1922-1937). Tomos del RegistroCivil.

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en documentos como alfareros, no han podido ser incluidos en los árboles genea-lógicos por carecer de referencias precisas. Así, José y Francisco Pastor Baselga,Lucas Pastor Guillén y Viuda de Pedro Pastor Guillén: todos ellos citados en uncatastro no datado que sin duda corresponde a la primera mitad del siglo XIX, yaque entre la nómina se encontraba también Juan Julián Pastor, muerto en 1842 (veren el primer árbol). De José Pastor Mayor, la única referencia es su inclusión en eldocumento ya citado en el texto de cesión de paso, fechado en 1889. José PastorMenor, que aparecía junto al anterior en el mismo documento, sólo vuelve a figu-rar en un censo industrial de 1894 trabajando en la ollería de El Plano. Las refe-rencias sobre Francisco Pastor Igual (h. 1833-1905) son abundantísimas en todotipo de documentos, ya sea en padrones industriales (1889 y 1894), o en el pagomismo de la contribución. En el Registro Civil está consignada la fecha de sumuerte e incluso su estado civil, y sin embargo resulta imposible resolver su filia-ción: sus apellidos inducen a pensar que es hijo de Lucas Pastor Narbón y MartinaIgual (en el segundo árbol), pero consta en el Registro la muerte en 1843, a la edadde cinco años, de un Francisco Pastor hijo de los citados. Si nuestro alfarero habíanacido, según se deriva del acta de defunción, hacia 1833, es extraño que a unsupuesto hermano, cinco años más tarde, le pusieran el mismo nombre. ¿Un erroren las fechas anotadas en el Registro? Quizá. Sea como fuere, me parece sensatono incluirlo en la genealogía.

En la medida en que ha sido posible, he tratado de situar a los alfareros en lostres obradores que existían en el municipio. A grandes rasgos, el reparto coincidecon las distintas ramas familiares y pone de manifiesto el carácter hereditario dela alfarería. Las ollerías se encontraban situadas fuera del antiguo recinto amura-llado de la población: una en el barrio de El Plano, y dos en el de Las Ollerías, ysu denominación coincide con la actual de las calles Plano, Cerezo y Callecica.De ellas, sólo una queda en pie, la de Esteban Pastor (calle Cerezo). La que se ubi-caba en Callecica cerró hacia mediados de los años cuarenta, fue derribada ysobre ella se construyó una vivienda. La situada en El Plano cerró en los añossesenta; fue desmantelada y comprado el solar por los vecinos de las fincas colin-dantes.

Este conjunto de datos corrobora la entidad de Rubielos de Mora como centroalfarero, al menos en los dos últimos siglos. Sin duda se trataba de la actividadindustrial más importante después de la textil (bayetas, ligas, lanas, etc.). Aunqueeconómicamente precaria, pues nunca superó el marco de una actividad artesanay familiar.

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La alfarería de Rubielos de Mora

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1750

1757

(4) Juan JULIÁN ? _?_ Ignacia PASTOR ?

(4) Juan JULIÁN PASTOR(h. 1776-1842)

(4) Lucas PASTOR ? _?_ Carmen JULIÁN HERRERO

(4) Pedro PASTOR JULIÁN

(4) Ángelo EDO ? _?_ Isabel FORTEA ?

(4) Domingo EDO FORTEA(h. 1805-1844)

(4) Basilio JULIÁN ? _?_ Florentina GARGALLO ?

(4) Pascual JULIÁN GARGALLO h. 1840 Bárbara RUIZ ?

(4) Francisco ARANDA SANTAFÉ h. 1840 Teresa MARTÍN ?

1764

1771

1778

1785

1792

1799

1806

1813

1820

1827

Árbol n.º 1

(4) Ollería sin determinar.

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1771

1783

1795

1807

1819

1831

1843

1855

1867

1879

1891

1903

1915

1927

(4) Lucas PASTOR MONTÓN _?_ Catalina NARBÓN CUBEROL

José EDO IGUAL _?_ María PASTOR IGUAL

Lucas PASTOR IGUAL_?_ IsabelGOICOA GUILLÉN

(1) Pedro PTomasa VILLANUEVA

(3) José PASTOR GOICOA (1873-?) 1900Joaquina LIZONDO VILLAGRASA

(3) Juan EDO PASTOR (1865-?) 1888 Dolores CASTELLOTE CASANOVA

(3) José EDO PASTOR (h. 1863-?) 1888 Concepción BAYO PASTOR

(3) Pedro Joaquín EDO BAYO (1889-1940) _?_Dolores PERTEGAZ CERCOS

(3) Joaquín EDO PERTEGAZ (h. 1917-h. 1937)

(3) Lucas PASTOR LIZONDO (1902-?)

(1) Andrés P

(2) Nicolás PMaría ESCRICHE ESCOLANO

(1) Lucas PASTOR NARBÓN (1807-?) _?_Martina IGUAL ?... 1842 Joaquina BERTOLÍN... _?_ Teresa REUS MONTOLÍO

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La alfarería de uso común de Rubielos de Mora. Esteban Pastor Goicoa, último alfarero

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Árbol n.º 2

N CUBEROL

?

Manuel PASTOR ESCRICHE (1851-?) 1875 María EDO CATALÁN

Manuel PASTOR EDO (h. 1876-?) _?_ Carmen GÓRRIZ SALVADOR

1) Pedro PASTOR REUS (h. 1867-1931) 1892omasa VILLANUEVA CONEJOS

ndrés PASTOR VILLANUEVA (1894-?)

(2) Esteban Eugenio PASTOR EDO (h. 1886-1950) _?_Felicidad GOICOA ESCAT

(2) Esteban PASTOR GOICOA (1925) _?_ Marina MONFERRER GIMENO

(4) Pedro PAST

(1) José PASTOR FERRER _?_María SANTAFÉ PÉREZ

(2) Joaquín EDO MARTÍN_?_Ramona CATALÁN PEÑA(h. 1821-?) ..._?_Manuela CATALÁN PEÑA

colás PASTOR NARBÓN (1815-?) _?_ESCRICHE ESCOLANO

(2) Miguel EDO MARTÍN (h. 1847-1936) _?_ Trinidad PASTOR SANTAFÉ

(2) Vicente EDO PASTOR (h. 1873-1958)

(2) Fermín Silverio PASTOR EDO(1893-1979)

(1) José Julián PASTOR SANTAFÉ (h. 1852-1938) Francisca GÓMEZ VILLANUEVA

(1) Rafael PASTOR BLASCO (1791-?)

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1771

1783

1795

1807

1819

1831

1843

1855

1867

1879

1891

1903

1915

1927

ASTOR MONTÓN _?_ Teresa BLASCO ?

(4) Pedro PASTOR BLASCO_?_ Isabel TORÁN ?

(4) Simón PASTOR FERRER _?_Inés NARBÓN ?

?_

1958) 1894 Agustina SOLER BERTOLÍN

(1) José PASTOR GÓMEZ( 1879-1966)

(1) Rafael PASTOR NARBÓN (1880-?) _?_Purificación BESANTE GIL

(1) Ollería en El Plano.(2) Ollería en C/ Cerezo.(3) Ollería en C/ Callecica.(4) Ollería sin determinar.

(1) Rafael PASTOR SANTAFÉ (h. 1856-1926) 1878 María NARBÓN BERNAD...1885 Pilar ESCRICHE ?

FÉ (h. 1852-1938) 1879

BLASCO (1791-?) _?_ Joaquina FERRER ?...1841 Ramona GUARQUE SIMÓN

(1) Pedro PASTOR TORÁN (1825-?) _?_ Joaquina PERTEGAZ IZQUIERDO

(1) Tomás PASTOR PERTEGAZ (h. 1864-1921) _?_Máxima REDÓN SEBASTIÁN

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La alfarería de uso común de Rubielos de Mora. Esteban Pastor Goicoa, último alfarero

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ANEXO II

Aspectos contributivosLa contribución industrial suponía para el alfarero un gasto fijo a deducir de los

ingresos anuales que le proporcionaba su profesión. Según los datos obtenidos enel Archivo Municipal20, he elaborado tres gráficos que ilustran las variaciones dedicho pago a lo largo de 57 años. En ellos consta el nombre del contribuyente, lacantidad anual expresada en pesetas y el tipo de tarifa, pudiendo corresponderésta bien a la 1.ª ("tienda de cacharrería"), o a la 3.ª ("fábrica de vasijería ordina-ria"), bien a ambas. La selección de determinados años como marcadores dentrodel período que va desde 1880 hasta 1937 es un intento por reflejar cualquiercambio en la cuantía de la cuota (considerando por tanto innecesario anotar losaños que no sufren variaciones), así como por señalar la aparición de nuevos tri-butarios.

Una ojeada al cuadro n.º 1 muestra cómo paulatinamente hay menos alfarerossujetos a tributo industrial: en los últimos tres años (1921-1923) tan sólo RafaelPastor Santafé pagaba dicha contribución. Por el contrario, sabemos que había tresollerías y que en cada una de ellas trabajaban varios alfareros. La comparaciónentre un padrón general fechado en marzo de 1889, con motivo de una inspec-ción de la contribución industrial, y la notificación de cesión de paso, con fechade mayo del mismo año, desvela en parte este desajuste. En el padrón figuran tresalfareros: Francisco Pastor Igual, Manuel Pastor Escriche y Rafael Pastor Santafé,mientras que en el documento se citan ocho: ¿se trata quizá de asalariados, ycomo tales no sujetos a pago en lo referente a la contribución industrial? En unCenso de Propietarios de Fincas Urbanas fechado en 1894 figuran: José Edo Pastor,Francisco Pastor Igual, Rafael Pastor Santafé, José Pastor Menor, Tomás PastorPertegaz y Manuel Pastor Escriche, entre los que ya contaban en el documento de

20 Caja 99: Matrícula de Subsidio Industrial y de Comercio (1880-1906). Padrón Contribución Industrial (1889). Caja461: Contribución Industrial (1907-1937).

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1889, y aparecen por vez primera Pedro Pastor Reus y José Pastor Santafé. Pareceevidente que, si son propietarios, ya sea de “1/2 ollería”, “1/4 de ollería”, “1/8 deollería”, o de la parte que suscriban, no son meros operarios21.

No es extraño pues el baile de altas y bajas que desde fines de 1923 hasta 1926aparece en el padrón municipal, siempre coincidiendo con la intermitencia de lashornadas. Tomemos un ejemplo ilustrativo: Esteban Pastor Edo y Pedro Pastor Reusse dan de baja en enero y febrero de 1925 respectivamente, para darse de nuevode alta el mes de octubre del mismo año (cuando ya se había pasado a cobro lamatrícula), lo cual les exime ese año del pago correspondiente a la tarifa 3.ª. Losdocumentos evidencian que era más fácil eludir el pago de la tarifa 3.ª de la con-tribución (“fábrica de vasijería ordinaria”), que el de la tarifa 1.ª (“tienda de cacha-rrería”, es decir, la venta directa del producto elaborado).

Y es que la adición de esta tarifa 3.ª, introducida a partir de 1924, cifra paraalgunos alfareros el pago de la cuota en una cantidad considerable. Si se cotejanlas cantidades que figuran en el libro de ventas (cuadro n.º 3), obligatorio desde1927, según se refleja en los pliegos de cobranza de la matrícula y del que úni-camente hay constancia los años 1927 y 1930, con las cuotas que aporta el cua-dro n.º 2, la contribución supuso para Esteban Pastor Edo un 10,4% de sus ingre-sos en el año 1927, y un 20% en 1930; y para Pedro Pastor Reus, un 31% y un51,8% en los mismos años. Ciertamente para este último el margen de beneficiosquedaba bastante estrecho, si consideramos ciertas las ventas declaradas.

1937 es el último año que aporta datos sobre el pago de la contribución. Enadelante, ningún alfarero efectuará pago alguno.

21 Se trataría, pues, de evitar el pago de dicha contribución. Algo comprensible dentro de una lógica de la superviven-cia: no hay que olvidar que los ingresos de la alfarería eran sólo una parte de la economía familiar.

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Contribución industrial

T. 1ª: tienda de cacharrería.T. 3ª: fábrica de vasijería ordinaria.

T. 1ª: tienda de cacharrería.

49,9149,9149,9141,3642,7142,7142,7142,71T. 3ªT. 1ªT. 3ªT. 1ªT. 3ªT. 1ªT. 3ªT. 1ªT. 3ªT. 1ªT. 3ªT. 1ªT. 3ªT. 1ªT. 3ªT. 1ª

19371936193319321930192619251924

Rafael PASTOR SANTAFÉ109,2042,71109,2042,7142,71118,3642,71Pedro PASTOR REUS

127,6049,91127,6049,91127,6049,91109,2041,36109,2042,71109,2042,7142,71118,3642,71Esteban PASTOR EDO42,71José PASTOR GÓMEZ

49,9149,9149,9141,3642,7142,7142,71José Julián PASTOR SANTAFÉ49,9166,5542,71Pedro Joaquín EDO BAYO

127,60127,60127,60109,20109,20José PASTOR GOICOA49,9149,9149,9149,91Andrés PASTOR VILLANUEVA

Francisco PASTOR IGUALPedro PASTOR TORÁNManuel PASTOR ESCRICHERafael PASTOR SANTAFÉ

18,56 22,26 20,01 21,65 27,80 19,5818,56 22,26 20,0118,56 22,26 20,01 21,65 27,80 19,58 22,8718,56 22,26 20,01 21,65 27,80 19,58 22,87 34,16 42,71 53,40

T. 1ª T. 1ª T. 1ª T. 1ª T. 1ª T. 1ª T. 1ª T. 1ª T. 1ª T. 1ª1880 1881 1882 1885 1893 1894 1901 1921 1922 1923

Esteban PASTOR EDOPedro PASTOR REUS

1.455,72 687,40488,72 292,85

1927 1930

CUADRO N.º 1

Contribución industrial

CUADRO N.º 2

Cantidades en pesetas consignadas en el “Libro de Ventas”

CUADRO N.º 3

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CATÁLOGO DE IMÁGENES

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Fot. 1. Obrador de Esteban Pastor. Fot. 2. Interior del obrador. Torno y molinode barniz.

Fot. 3. Horno. Fot. 4. Boquera.

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Fot. 8. Puerta del horno.Fot. 7. Bóveda del horno: humeral central.

Fot. 5. Caldera: arcos de ladrillo. Fot. 6. Interior del horno: humeral lateral.

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Fot. 11. Terrero del Calvario. Rascando elpolvo.

Fot. 12. Manejo del mazo.

Fot. 10. Terrero del Calvario. Al fondo,Rubielos.

Fot. 9. Vista exterior de la Ollería.

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La alfarería de Rubielos de Mora

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Fot. 15. Manejo del mazo. Fot. 16. Manejo del mazo.

Fot. 13. Manejo del mazo. Fot. 14. Manejo del mazo.

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Fot. 19. Cántaro de vino grande de tresasas (alambrado).

Fot. 20. Puchero de vino.

Fot. 17. Cántaro. Fot. 18. Cántaro de vino pequeño.

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Fot. 23. Bebedero (falta el asa y la cazole-ta para beber).

Fot. 24. Perol de tres comensales.

Fot. 21. Botijas de tipo levantino. Fot. 22. Maceta.

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Fot. 27. Tina. Fot. 28. Orza.

Fot. 25. Peroles de cuarto de litro. Fot. 26. Puchero.

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Fot. 31. Cazuela. Fot. 32. Aceitera.

Fot. 29. Coberteras. Fot. 30. Cazuela.

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Fot. 35. Mortero. Fot. 36. Quesera.

Fot. 33. Aceitera (muestra sin barnizar). Fot. 34. Aceitera de bombo (barniz moderno).

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Fot. 39. Botijo de torre.

Fot. 40. Tetera de enfermo (con barnizestannífero).

Fot. 37. Escurrideras. Fot. 38. Terriza pequeña.

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Fot. 43. Perico.

Fot. 44. Pichal.

Fot. 41. Taza Luis XV (barniz moderno). Fot. 42. Jarra Luis XV (barniz moderno).

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Fot. 47. Mortero para la resina. Fot. 48. Pila benditera representando elDescendimiento.

Fot. 45. Candil (muestra sin barnizar).

Fot. 46. Cerdito.

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Fot. 51. Alcaduz de desagüe.

Fot. 52. Sifones.

Fot. 49. Pila benditera con figura de ángel. Fot. 50. Alcaduces.

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La alfarería de Rubielos de Mora

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Fot. 55. Cribero.

Fot. 56. Cuchilla de acuchillar el barro.

Fot. 53. Taza de váter y sifón. Fot. 54. Serón de mimbre.

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Olga Pueyo Dolader

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Fot. 59. Rueda o torno. Fot. 60. Molino de barniz o muela.

Fot. 57. Moldes de baldosas y ladrillos. Fot. 58. “Molde” de pila benditera.

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La alfarería de Rubielos de Mora

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Fot. 63. Ladrillo empleado en la elabora-ción de los pisos del horno.

Fot. 64. Casa-tienda en la calle Taberna,n.º 14.

Fot. 61. Alcaduces empleados comosoportes en el horno.

Fot. 62. Estraudes.

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La alfarería de uso común de Rubielos de Mora. Esteban Pastor Goicoa, último alfarero

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ÍNDICE

Prólogo 7

Introducción 11

Esteban Pastor Goicoa 13

El alfar 15

Elaboración del producto 17

Materias primas 17

Técnicas 20

Cocción 25

Morfología de las piezas 29

Cantarería 29

Ollería 32

Otras producciones 36

Herramientas y utensilios 39

Relacionadas con la extracción de la arcilla 39

Relacionadas con el transporte 39

Relacionadas con el molido de la arcilla 40

Relacionadas con la criba y el amasado 40

Relacionadas con el modelado del barro 41

Relacionadas con el barniz 43

Relacionadas con la cocción 43

Aspectos económicos y sociales del trabajo 45

Economía del trabajo 45

Comercialización 46

El ámbito social 50

Glosario 53

Anexo I: La alfarería en Rubielos de Mora. Aproximación histórica (1750-1977) 59

Anexo II: Aspectos contributivos 67

Bibliografía 71

Catálogo de imágenes 73

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La alfarería de uso común de Rubielos de Mora. Esteban Pastor Goicoa, último alfarero

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Se terminó de imprimir el día 31 de julio de 2003en Sistemas de Impresión Industrias Gráficas, S.L.

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