indefension aprendida

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«La indefensión aprendida» en el hombre: Revisión crítica y búsqueda de un algoritmo explicativo C. Vázquez-Valverde A. Polaino-Lorente Universidad Complutense 1. INTRODUCC ION El término «indefensión aprendida» (JA) tiene, al menos, tres posibles significados: (a) un determinado procedimineto experi- mental consistente en someter a los sujetos a una situación inescapable generalmente aversiva, (B) el conjunto de deficits conduc- tuales, motivacionales y emocionales, que aparecen con posterioridad, como conse- cuencia de haber sido sometidos al mencio- nado procedimiento experimental, y (c) una determinada teoría que intenta explicar, entre otras muchas, los mecanismos pató- genos y los procesos intervinientes que han dado lugar a la manifestación de tales sín- tomas: la llamada «Teoría de la JA. En franca oposición a muchos tradicio- nales supestos del marco teórico E-R (véase Polaino-Lorente y Vázquez, a, en prensa, para una revisión de éste y otros problemas de la IA en animales), la Teoría de la IA propone el siguiente esquema etiológico de estos déficits: (véase Seligman, 1975): No contingencia Percepción de la Objetiva no contingencia (1) (2) Expectativas de Aparición de los no contingencia déficits (3) (4) Como puede apreciarse, el único deter- minante inmediato, y el único necesario y suficiente, de los déficts aquí propuestos, sería la expectativa de incontrolabilidad, esto es, la creencia de que, en el futuro, tampo- co habrá ninguna ralción de contingencia entre las respuestas y los reforzadores. La experimentación con animales, den- tro de este campo, comenzó con el conoci- do estudio de Overmier y Seligman (1967) sobre los efectos conductales observables en unos perros en una prueba de escape- evitación en una caja de lanzadera, que ha- bían sido sometidos a una situación previa de choque inescapable en un arnés. A par- tir de aquí los estudios con animales se multiplicaron.

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  • La indefensin aprendidaen el hombre:Revisin crtica y bsquedade un algoritmo explicativo

    C. Vzquez-ValverdeA. Polaino-LorenteUniversidad Complutense

    1. INTRODUCC ION

    El trmino indefensin aprendida (JA)tiene, al menos, tres posibles significados:(a) un determinado procedimineto experi-mental consistente en someter a los sujetosa una situacin inescapable generalmenteaversiva, (B) el conjunto de deficits conduc-tuales, motivacionales y emocionales, queaparecen con posterioridad, como conse-cuencia de haber sido sometidos al mencio-nado procedimiento experimental, y (c) unadeterminada teora que intenta explicar,entre otras muchas, los mecanismos pat-genos y los procesos intervinientes que handado lugar a la manifestacin de tales sn-tomas: la llamada Teora de la JA.

    En franca oposicin a muchos tradicio-nales supestos del marco terico E-R (vasePolaino-Lorente y Vzquez, a, en prensa,para una revisin de ste y otros problemasde la IA en animales), la Teora de la IApropone el siguiente esquema etiolgico deestos dficits: (vase Seligman, 1975):

    No contingencia Percepcin de laObjetiva no contingencia

    (1) (2)Expectativas de Aparicin de losno contingencia dficits

    (3) (4)Como puede apreciarse, el nico deter-

    minante inmediato, y el nico necesario ysuficiente, de los dficts aqu propuestos,sera la expectativa de incontrolabilidad, estoes, la creencia de que, en el futuro, tampo-co habr ninguna ralcin de contingenciaentre las respuestas y los reforzadores.

    La experimentacin con animales, den-tro de este campo, comenz con el conoci-do estudio de Overmier y Seligman (1967)sobre los efectos conductales observablesen unos perros en una prueba de escape-evitacin en una caja de lanzadera, que ha-ban sido sometidos a una situacin previade choque inescapable en un arns. A par-tir de aqu los estudios con animales semultiplicaron.

  • 71Pronto se intent estudiar los efectos de

    la inescapabilidad en seres humanos pero,como es natural, las operaciones metodolgi-cas y las explicaciones pertinentes sufrieronun proceso de complejizacin para dar ra-zn de lo que sucede en el hombre. Losmarcos explicativos propuestos para losanimales devinieron ineficaces: los proble-mas que surgieron respecto a su aplicacinen seres humanos no pudieron resolverse,de un modo inequvoco, apelando al cuer-po de conocimientos que los hallazgos enanimales ha ba n generado.

    Al comienzo, los procedimientos experi-mentales para inducir la IA eran bastantemimticos a los empleados con los anima-les (choques elctricos y/o ruidos molestos,en tareas sencillas psicomotoras insolubles:Thornton y Jacobs, 1971, 1972, Hiroto,1974); progresivamente los procedimientosexperimentales fueron suavizndose,especialmente desde la introduccin porHiroto (1974), de anagramas insolubles sinms. Esta tcnica es la que habitualmentese ha venido empleando desde entonces(Klein, Fencil-Morse, y Seligman, 1976, Grif-fiths, 1977,. Roth y Kubal, 1975, Pasahow,1980). Las tareas a travs de las cuales sehan comprobado esos dficits son tambinmuy variadas: formacin de conceptos(Roth y Kubal, 1975), tests de inteligencia(Thornton y Jacobs, 1972), solucin de ana-gramas (Hiroto y Seligman, 1975), etc.

    2. LA TEORIA EXPLICATIVA TRA-DICIONAL Y EL MODELO RE-FORMULADO

    Desde 1971 a 1978 la explicacin formalofrecida para los dficits hallados en suje-tos humanos no difera en nada de la pro-puesta, por la Teora de la IA, para explicarlos dficits en animales, a pesar de que di-cha teora haca alarde de su matiz cogniti-yo (1). La integracin de otros elementosprincipalmente la inclusin de variablesque permitan apreciar diferencias indivi-

    duales, como el locus de control (Hiroto,1974), las atribuciones del individuo respec-to a la causa del fracaso (Dwech, 1975), o elestado depresivo del individuo (Miller y Se-ligman, 1975), puso de manifiesto la limita-cin del marco terico en que se trabajaba.

    En la teora inicial (cuya mejor exposi-cin puede hallarse en Seligman, 1975) sepropona la existencia de un mediador colnitivo fundamental: las expectativas de nocontrol por parte del sujeto; sin embargo,los procesos cognitivos formadores de talesexpectativas no tenan all cabida. Cmose forman exactamente tales expectativas?,cules son los componentes de su forma-cin?, de qu instrumentos se disponepara medirlos?, eran preguntas imposi-bles de responder. La bsqueda de otrasvariables se derivaba del escaso poderpredictivo que ofreca el modelo experi-mental para inducir un estado de IA (cfrRoth, 1980). Incluso se daban resultadostan sorprendentes como el hecho de que,en algunas ocasiones, no se produca undficit en el rendimiento, sino una facilita-cin (Thornton y Jacobs, 1972, Roth yBootzin, 1974). Si la explicacin de estos fe-nmenos estaba en la formacin de expec-tativas particulares, algn mecanismo de-ba dar cuenta de esta construccin, la cual,por otro lado, no tena una relacin pun-tual con las contingencias externas dispues-tas por el experimentador y evaluadas ob-jetivamente. Igualmente, el problema de lageneralidad de los efectos no pareca tenerun buen predictor ni siquiera era posibleuna explicacin post hoc, como muy biensealan Wortman y Brehm (1975).

    As pues, Abramson, Seligman y Teasda-le (1978) reformulan el esquema explicati-vo, incidiendo fundamentalmente en elproceso cognitivo propuesto e intentandodetallar mejor cmo se forman las expecta-tivas. El nuevo modelo es, en esencia, muysencillo. No hace sino insertar en el proce-so descrito un nuevo componente: las atri-buciones que el sujeto realiza respecto a lacausa de encontrarse en una situacin don-

  • 72de puede o no controlar los resultados. Di-cho modelo se resumira en un brevsimoalgoritmo (Abramson eta!., 1978, p.52):

    1. 0 No contingencia objetiva2.. Percepcin de no contingencia pre-

    sente y pasada3.. Atribucin para la no contingencia

    presente y pasada4.. Expectativa de futura no contingen-

    cia5.. Sntomas de indefensin

    Es as como se introduce la atribucincomo variable mediadora entre la percep-cin de no contingencia y la expectativa deno contingencia futura, enlazndose as s-tas de un modo ms coherente y articula-do. El determinante de las expectativas sernlas atribuciones peculiares que el individuoefecte respecto a la causa de la no contro-labilidad (no contigencia entre sus respues-tas y los resultados, vale decir) del medio.En ambos modelos se mantiene que el de-terminante inmediato de los sntomas de laIA son las expectativas de incontrolabili-dad.

    De este modo se introdujeron los estu-dios de los tericos de la atribucin (Hei-der, Weiner, Meyer, etc.), y trabajos tan in-teresantes como los de Dweck y su grupo(Dweck, 1975, Dweck y Gailliard, 1975,Dweck y Bush, 1976, y Dweck y Repucci,1973) referidos a la relacin existente entreel fracaso escolar una hipottica situacinde indefensin y el tipo de atribucin rea-lizada para tal fracaso. Como puede apre-ciarse, se revaloriza an ms el papel cogni-tivo activo del hombre: ...Afirmamos quecuando una persona se halla indefensa sepregunta por qu lo est (Abramson et al.,1978, p. 50).

    Con esta nueva inclusin, el modelo re-formulado gana especificidad respecto delos fenmenos de indefensin observadosen humanos (2). Como afirman Alloy y Se-ligman (1979), el nuevo modelo no parecetener utilidad explicativa respecto a orga-nismos infrahumanos, a no ser que pudi-

    sernos disponer de medidas, ms o menosdirectas de estas hipotticas operacionescognitivas.

    Segn Abramson et al. (1978) el viejo es-quema explicativo se enfrentaba con dosproblemas que eran imposibles de resol-ver:

    1) La generalidad y la cronicidad de losdficits. Eran dos caractersticas apenaspredecibles, y que reciban slo explicacio-nes post hoc

    2) Prdida de autoestima. Esta era unanueva caracterstica que apareca en algu-nos sujetos experimentalmente indefensos.Como advirtieron Abramson y Sackheim(1977) esto resultaba paradjico, pues si sesupona que el sujeto perciba que cualquierrespuesta (cfr. Seligman, Maier, y Solo-mon, 1971) era ineficaz, por qu razn ibaa sentirse daado?

    2.1. Los Dficits de la IA y las Atribu-ciones

    La Teora de la 1A la nica que ha in-tentado explicar de un modo ms acabadoel fenmeno de la IA en humanos planteala existencia de los mismos tres dficits pro-puestos en los animales:

    1) Motivacional. Es operativizado princi-palmente a travs de la latencia media derespuesta en la tarea de prueba. El indivi-duo sometido previamente a algn tipo desituacin inescapable (o problema insolu-ble) ve reducido el incentivo para escapar(o solucionar un problema) posteriormente.Normalmente se halla un aumento signifi-cativo de la latencia en el grupo experi-mental (Thornton y Jacobs, 1971, Hiroto,1974, Hiroto y Seligman, 1975, Griffiths,1977, Pasahow, 1980). Una medida tambinrelacionada con este dficit es el nmerode omisiones de respuesta (Albert y Geller,1978).

    2) Cognitivo. Este es seguramente el com-

  • 73ponente ms distintivo propuesto por laTeora de la IA. Se postula que dado que elsujeto espera que los resultados no guar-den ralacin con sus acciones y omisiones,este aprendizaje interferir con otros poste-riores aprendizajes de las relaciones exis-tentes entre respuestas y resultados, demodo que el sujeto ser incapaz de percibirtales posibles nexos.

    Este dficit se ha creido Comprobar enuna variedad de tareas claramente cogniti-vas, como tests de inteligencia (Thornton yJacobs, 1972), construccin de bloques(Dweck y Repucci, 1973), sustitucin de dgi-tos y letras (Dwedk y Bush, 1976), proble-mas de formacin de conceptos (Roth yBootzin, 1974, Roth y Kubal, 1975), etc.Pero la tarea ms tpica consiste en resol-ver una serie de anagramas y descubrir,adems, el patrn comn a todos ellos. Lamedida para evaluar el dficit cognitivo esel nmero de ensayos que necesita el sujetopara descubrir la solucin del patrn. Sinembargo, esta medida solapa efectos moti-vacionales y c:ognitivos. Esto, que ya fue ad-vertido por M iller y Seligman (1975), hasido replanteado y criticado recientementepor Alloy (Alloy y Seligrnan, 1979, Alloy yAbrarson, 1979, en prensa). Si se compro-base que las expectativas del individuo nointerfieren con la percepcin posterior decontingencias objetivas, entonces el argirla existencia de un dficit cognitivo de estetipo sera, en gran parte, redundante conel dficit morivacional comprobado. Esjustamente el mismo problema planteadoen la polmicas entre los tericos del fen-meno del la IA en animales (cfr, Polaino-Lorente y Vzquez, a, en prensa).

    No se conoce an de un modo exacto lanaturaleza de los dficits (Alloy y Abram.son, 1980) ni qu relacin pueda haber en-tre ellos (Wortman y Dintzer, 1978) caso deque se comprueben de un modo inapela-ble: hay relaciones causales o de simple.concomitancia? De hecho, el modelo deMiller y Norman (1979) ante el problemade la definicin de los dficits opta por

    apelar a un nico factor global: dficit enel rendimiento.

    3) Emocional. Miller y Seligman (1973) ad-virtieron algunas semejanzas entre los sn-tomas de la IA y ciertos sntomas depresi-vos. Efectivamente, se comprueba, median-te cuestionarios, que la depresin aumentatras una situacin de incontrolabilidad anteestmulos aversivos, aunque este aumentoparece ms bien inespecfico puesto quetambin aumenta la ansiedad, la hostilidad,etc. (Miller y Seligman, 1975, Roth y Kubal,1975, Krantz et al., 1974, Garchel et al.,1975)(3). En contra de lo que se poda espe-rar segn la Teora de la JA, Griffith (1977)encontr que sucesos positivos incontrola-bles pueden suscitar un aumento de la an-siedad pero no de la depresin.

    Teniendo en cuenta la fragilidad de estasmedidas, no se puede conluir de modo ine-xorable que exista una relacin biunvocaentre los sntomas afectivos de la IA y de ladepresin. No obstante, parece que la sen-sacin de control afecta positivamente alestado de nimo de los sujetos (4).

    Tambin se han analizado algunos con-comitantes fisiolgicos de la IA. Gatchel yProctor (1976), y Krantz et al. (1974) handescubierto que la actividad psicogalvnicadisminuye en los sujetos indefensos, y staparece ser una caracterstica comn a losdeprimidos (Miller y Norman, 1979). En untono especulativo, Seligman (1975) inclusoplantea que las muertes por vud, lasmuertes de prisioneros de guerra, las fre-cuentes depresiones de la vejez, etc., po-dran ser analizables dentro del marco con-ceptual de la IA (5).

    4) La autoestima. Adems de estos tres d-ficits tradicionalmente sealados, en elmodelo reformulado se distingue otro nue-vo, especficamente humano: la prdida deautoestima.

    Este dficit se considera ortogonal al res-to de los dficits. Este era un hecho ya co-nocido respecto de algunas depresiones (6)

  • 74

    y que tambin era posible observar en al-gunos sujetos indefensos. Cmo se explicasto? A la luz de la teora atribucional, seafirma que cuando el sujeto cree que slo les incapaz de controlar el medio (esto es,una indefensin personal) acaecer laperdida de la autoestima, mientras que si elsujeto cree que ni l ni nadie puede contro-lar el medio (esto es, una indefensin uni-versal) no habr prdida de la autoestima.El modo en el que el sujeto se implique enel fracaso parece, pues, decisivo para la ex-presin de los sntomas; hay que recordarque Fronkel y Snyder (1978) interpretabanel bajo rendimiento observable en los suje-tos indefensos, no a travs de la Teora dela IA, sino a travs de un concepto semejan-te al de la autoestima, el egotismo; estaexplicacin surgi a partir de la observa-cin de que los estudiantes que recibieronproblemas insolubles de discriminacin,rendan mejor en la tarea de prueba (reso-lucin de anagramas) cuando se les decaque sta era una terca fcil. Segn los auto-res, esto se debe al hecho de que el indivi-duo no puede permitirse una amenaza indi-vidual para su autoestima (7).

    La distincin indefensin universal vs.personal, solventa un problema que yaapunt Blaney (1977), y es que pudierasuceder que los efectos de la indefensin sedebiesen ms que a la creencia en una faltade relacin entre el responder y los resuta-dos, al hecho de que los sujetos creyesenque ellos mismos no son inteligentes (Bla-ney, 1977, p. 206). En efecto, el individuo in-defenso no necesariamente cree que todarespuesta posible tal como se propona enel modelo inicial (cfr. Seligman, Maier, y So-lomon, 1971) no tenga consecuencia algu-na en el medio, sino que puede que creaque slo l mismo carece de ella (tambinapuntado por Rehm, 1977).

    Por consiguiente, parece confirmarse laexistencia de una dimensin atribucional,denominada universal-personal, que guardabastante semejanza con el locus de con-trol propuesto por Rotter (1966) y con lo

    que Bandura (1977) llama sentido de efica-cia personal (8). Adems, en el modelo secontempla una dimensin de estabilidad-inestabilidad (propuesta por Weiner en1971), y se propone otra nueva dimensinno contemplada por los tericos de la atri-bucin, la de la globalidad-especificidad.

    Estas tres dimensiones podran explicar,en su combinacin (2 x 2 x 2), el tipo y la in-tensidad de los dficits (9). En principio serams grave una atribucin interna, global, yestable (Wortman y Dintzer, 1978, Abram-son et al., 1978, Garber et al., 1979, Selig-man y Miller, 1979) para el fracaso comodecir, por ejemplo, Soy un intil, pues laexpectativa de incontrolabilidad sera msfirme y general, si bien esta relacin entrela gravedad de los dficits y el tipo de atri-bucin no siempre es as (10). Al hilo deesto hay que indicar que los experimentosde induccin de JA mediante apredizaje vi-cario (De Vellis et al., 1978, Breen et al.,1979, Brown, 1979, y Jackson y Larrance,1979), adems de constituir un cierto apoyorespecto de que el factor etiolgico sean lasexpectativas de que no se va a controlar elambiente, parece que lo que generan, dadoel procedimiento empleado, es una inde-fensin universal en gran parte de los casos(11).

    Con este nuevo marco pueden explicar-se hechos como el que al final del experi-mento desaparezcan fcilmente los dficits(Miller y Norman, 1979, sealan que en losexperimentos de JA se producen atribucio-nes inestables para el fracaso, y por tantoms que una conducta indefensa prefierenhablar de pseudoindefensa para todos losefectos conductuales experimentales). Estose explica por el hecho de que los sujetosefectan atribuciones ms bien externas,especficas e inestables para el fracaso. Esdecir, la generalidad y la cronicidad de lossntomas pueden ser ahora predeciblessiempre, naturalmente que dispongamosde un buen procedimiento de medida delas atribuciones.

  • 75

    Hay factores que, a su vez, influyen en eltipo de atribucin que se haga: el grado dedepresin del sujeto (Hiroto, 197-1, I liroto ySeligman, 1975), lo cual configura lo queBenin (1972) y Wortman y Dintzer (1978)denominan estilo a tribucional depresivo;el sexo del individuo (vanse los estudiosde Dweck, en los que se manifiesta que lasatribuciones de las mujeres son ms depre-sgenas); la raza (segn Seligman, 1975, losnegros efectan atribuciones ms depres-genas); el tipo de instruccin experimentaly la importancia que se le dice al sujeto quetiene la tarea insoluble que ha de resol-ver (Roth y Kubal, 1975, Klein et al.,1976...).2.2. Dficits y Diferencias Individua-

    les: La Consideracin del estiloatribucional

    Los experimentos de IA han ido descu-briendo que ciertas variables modulan losdficits observados, como ya hemos seala-do al hablar del sexo, grado de depresin.etc. Pero, sin duda alguna, la variable quems importancia tiene para el posible pa-pel de modelo que pueda jugar el fenmenode la IA, es, justamente, el estado depresi-vo del individuo: la similitud de sntomasentre sujetos deprimidos e indefensos, po-dra proporcionar una base slida a la pre-tensin de que la IA modela la depresin.

    Miller y Sligman (1975,1976), Klein y Se-ligman (1976), y Klein et al., (1976), hallaronque los sujetos deprimidos manifestabanidntico patrn de sntomas (cfr. Seligman,1978) que los no deprimidos sometidos aun tratamiento de indefensin. Todos estosexperimentos tenan el mismo diseo 3 x 2(controlabilidad x depresin): los sujetosdeprimidos y los no deprimidos eran ex-puestos a resultados controlables, no con-trolables, o a ningn tratamiento; ms tar-de se les pidi que realizasen una tarea endonde ya s era posible el control. Con esteprocedimiento se lleg a tener cierta con-firmacin emprica la propuesta de simili-tud formulada por Seligman (1974).

    Miller y Seligman (1973) y Miller, Selig-:tia ti, y K Lula nder (1975) coi proba ron quelos deprimidos perciban las larvas delidad como Si fuesen de azar (12), es decir,que t'l xito o el Iracaso en un ensayo dadono alteraba la probabilidad media esperadade xito o de fracaso; aunque ms adelantecriticaremos este procedimiento, esto pare-ca indicar que los deprimidos percibansus propias respuestas como independien-tes de los resultados. Iguales resultados ob-tuvieron Miller y Seligman (1975, 1976),Klein y Seligman (1976), y Klein at al. (1976)en sujetos indefensos mediante el tpicoprocedimiento experimental de exponerlespreviamente ante problemas insolubles.

    Hasta 1978 no comienzan a hacerse estu-dios con muestras clnicas. Abramson, Gar-ber, Edwards, y Seligman (1978) hallaronque los pacientes con depresiones unipola-res manifestaban significativamente Cam-bios menores de expectativas en tareas dehabilidad que los sujetos normales de con-trol y los esquizofrnicos (deprimidos o no).En cualquier caso, este tipo de estudios noofrece un apoyo totalmente incontestableal modelo, dado que el cambio de expecta-tivas es una medida de dudosa validez res-pecto a la percepcin del grado de relacinexistente entre el responder y los resulta-dos.

    Muchos tericos sugieren que quizs losdeprimidos, tal como se puede vislumbraren los indefensos, tengan un especfico ycaracterstico estilo atribucional (Abramsonet al., 1978, Wortman y Dintzer, 1978,Bem, 1972, Garber et al., 1979, Alloy y Se-ligman, 1979), consistente en hacer atribu-ciones ms internas, ms globales, y ms es-tables, para el fracaso. Segn esto, Seligman(1978) llega a hablar de una personalidaddepresiva que, adems, creemos que ten-dra un apoyo indirecto en el hecho de quelas nias tienen, segn Dwedk, un estiloatribucional de este tipo y se da la circuns-tancia de que las mujeres presentan depre-siones con ms probabilidad (de 2 a 10 ve-ces, segn estadsticas) que los hombres.

  • 76Claro est que es dificil establecer esta rela-cin; primero por la dificultad de obteneruna medida vlida y fiable de la depresin(Mischel, 1974, Depue y Monroe, 1978) y,en segundo lugar, por la dificultad de me-dir las atribuciones (Nisb(t t y Wilson, 1977)y en especial la dimensin globalidad-especificidad (Tennen y (Mien, 1977, Pasa-how, 1980)(13).

    Para poder establecer relaciones cau.sale.sfiables entre el estilo atribucional insidio-so del depresivo (cfr. Selignian y Miller,1979) y la depresin, se necesitan ms estu-dios experimentales (superando la domi-nante estrategia correlacional) y longitudi-nales (Blaney, 1977)(14).

    Lo cierto es que el apoyo emprico paraestablecer la validez del modelo es anmuy escaso y de naturaleza ms bien indi-recta (15). Se supone que las instrucciones,por ejemplo, influyen en las atribuciones,aunque esto no se ha comprobado directa-mente (Douglas y Anisman, 1975, Klein etal., 1976, Tennen y Eller, 1977). Adems, lasatribuciones an no se miden directamentesegn las dimensiones propuestas (cabe se-alar, como excepcin, los estudios de Se-ligman et al., 1979, y Pasahow, 1980, vasenota n.. 13), sino que stas se infieren a par-tir de juicios generales del sujeto sobre lascausas de la no controlabilidad del medio.

    2.3. El paradjico rendimiento mejo-rado

    De pasada hemos mencionado anterior-mente el sorprendente fenmeno de que, aveces, tras una tarea insoluble, se produceuna mejora en el rendimiento en una pos-terior tarea de prueba. Exceptuando cier-tos estudios en los que hubo alguna defi-ciencia metodolgica (Wortman et al.,1976, Hanusa y Schulz, 1977), el resto de losexperimentos en los que se ha encontradoel fenmeno (Thornton y Jacobs, 1972,Roth y Bootzin, 1974, Roth y Kubal, 1975,Tennen y Ellen, 1977) plantean un serio

    reto a la teora inicial de la IA. Reciente-mente, Roth (1980) ha postulado un mode-lo explicativo que gira alrededor de estehecho.

    La formacin de atribuciones parece te-ner ms un carcter procesual, que del tipotodo/nada; este dato tal vez puede servir aotra va de explicacin. En efecto, Roth yKubal (1975) hallaron que si la cantidad deexposicin a la incontrolabilidad es peque-a, generalmente se produce una mejoraen el resultado. Adems, en s mismo, eltipo de atribucin puede que sea importan-te: si se induce a los sujetos a creer que fra-casaron en la tarea debido a la dificultad dela misma, su rendimiento posteriormentemejora en la tarea de prueba (Tennen yEllen, 1977, Frankel y Snyder, 1978) encomparacin con el grupo de control y conel que recibi una tarea soluble. En suma,hay un importante aspecto motivacional.Como seala Roth (1980), siempre quehaya una alta motivacin el problema esten su induccin se producir el fenmenodel rendimiento mejorado.

    No obstante, al examinar el enfoque deRoth surgen algunos reparon. Cmo pue-den explicarse los dficits tan concluyentesen los organismos infrahumanos a pesardel alto valor motivacional que, sin duda,tiene para ellos el escapar, en la tarea deprueba, de un choque elctrico? Igual pue-de decirse de aquellos estudios realizadoscon sujetos humanos en los que se utiliza-ron fuentes aversivas de estimulacin en latarea de prueba (Thornton y Jacobs, 1971,Klein y Seligman, 1976).

    Por todo ello, consideramos que no slohan de tenerse en cuanta los factores cogni-tivos (como la percepcin de control, las ex-pectativas, etc.), sino tambin otros de tipomotivacional (modelos comportamentales,como el de Atkinson, podran aportar unva ms integradora en la investigacin deestos problemas). De hecho, recientemente,han comenzado a enfatizarse ms estos as-pectos morivacionales para explicar el fe-

  • 77nmeno de la indefensin (Frankel y Sny-der, 1978, Alloy y Abramson, 1979, Levis,1980) y de la depresin (Layne, 1980).

    3. ETIOLOGIA DE LOS DEFICITS

    3.1. El problema de la percepcin decontrol

    Tanto en la vieja como en la nueva teo-ra se propone que las expectativas de in-controlabilidad son el determinante princi-pal de los sntomas de indefensin. En elproceso percepcin atribucin expectativa,alguno de los pasos debe estar sesgado demodo que se forme el individuo indefensolas expectativas de no control.

    Parece esencial para los organismos elposeer cierto control sobre el ambiente o,al menos, tener cierta predecibilidad sobrelo que suceder en el mismo. An no sesabe realmente a qu se debe sto (parauna revisin vase Garber et al., 1979, y, so-bre todo, Seligman y Miller, 1979), aunquelas teoras vigentes apuntan al significadoevolutivo e instrumental del control, si bienel control por s mismo es algo deseable paralos individuos, e incluso para los nios(Brigham, 1979). Langer afirma que en lossujetos normales se da un autntico sesgopercptivo sobre el control: la ilusin decontrol, es decir, las personas creen tenerms control sobre el medio del que real-mente tienen (Langer, 1975, 1977), y sto,segn este autor, protege la autoestima delas personas (16).

    El sesgo cognitivo de los indefensos sehalla en el primer paso, en la percepcin?En un principio se crey que los cambiospequeos de expectativas en tareas de habi-lidad (vase nota n.

    12) eran un ndice di-recto de la percepcin de las personas so-bre las relaciones de contingencia entre susrespuestas y los resultados.

    Se descubri que las expectativas medias

    de xito se incrementaban menos tras elxito y decrecan menos tras el fracaso, tan-to en los sujetos indefensos como en los de-primidos (Miller y Seligman, 1973, Klein ySeligman, 1976, Miller y Seligman, 1976,Abramson, Garber, Edwards, y Seligman,1978), aunque hay estudios en los que no seconfirman estos resultados (Smolen, 1978,Willis y Blaney, 1978).

    Pero este mtodo ha recibido muchascrticas. Para Rizley (1978) es una medidaconfusa, y Dweck y Gailliard (1975) seala-ron que es una medida reactiva sobre elrendimiento en efecto, el mtodo parecealgo artefactual: se le pide al sujeto, ensayoa ensayo, que evale cul ser el resultadoen el ensayo siguiente. El mtodo surgi,inspirado por Rotter, para comprobar lascreencias de los externalistas y de los inter-nalistas respecto a la relacin entre los re-sultados y sus respuestas, pero como hemosvisto, esta dimensin es ortogonal a lacreencia en la independencia entre los- re-sultados y las respuestas (es decir, la inde-fensin y el locus de control son terica-mente independientes). Adems, Weiner(1974) ha sealado que la magnitud delcambio de expectativa ms que un ndicede la percepcin entre respuestas y resulta-dos, es un ndice de la dimensin atribucio-nal de estabilidad. Esto es, en todo caso losdeprimidos y los indefensos hacen atribu-ciones ms inestables que los sujetos nor-males referidas a los resultados contingen-tes con la respuesta. Pero esto tambin hade demostrarse ms firmemente.

    Con un nuevo mtodo (17), Alloy yAbramson (1979) descubrieron que: (a) ensituaciones sencillas de no contingencia ob-jetiva entre las respuestas y los resultados,los deprimidos segn el Inventario deBeck perciben correctamente la no contin-gencia, siendo los sujetos no deprimidosquienes sorprendentemente distorsionanestas relaciones al creer que tienen mscontrol del que realmente poseen; la distor-sin es an ms notable si las respuestas

  • 78conllevan algn tipo de reforzamiento posi-tivo (no contingente, repetimos); (b) en si-tuaciones sencillas de contingencia, ambosgrupos son precisos, no habiendo diferen-cias entre ellos; y (c) en situaciones de nocontingencia en las que hay prdida (de di-nero) ambos perciben la no contingencia, yen situaciones de no contingencia con ga-nancia (de dinero), slo los deprimidos per-ciben tal no contingencia entre los resul-tados y sus respuestas.

    Estos estudios son especialmente impor-tantes puesto que se suministra una medi-da fiable de la percepcin de contingen-cias, segregando adems los componentesmotivacionales (dada la sencillez extremade la respuesta que se le exige al sujeto) delos cognitivos; como sucede con la JA enanimales, el problema de la comprobacindel dficit- cognitivo es arduo (cfr. Polai-no-Lorente y Vzquez, en prensa). Por otrolado, se separan as, de un modo analtico,conceptos como percepcin, expectativas, ...que tanto en el modelo de la JA comoen otros (por ejemplo el de Beck, 1976,1980) forman una amalgama no bien ope-rativizada.

    La explicacin de Alloy para esta exacti-tud perceptiva de los deprimidos, gira en tor-no a un componente afectivo: la ilusin decontrol quiz tenga una funcin protecto-ra de la autoestima y, en ltimo trmino,de caer deprimido. Quiz, el sesgo de losdeprimidos est en el componente atribu-cional, dado que no parece que haya algu-na distorsin perceptiva per se, frente a loque han propuesto todas las teoras cogniti-vas de la depresin.

    Alloy y Abramson (en prensa), siguiendoeste mismo mtodo han comprobado quelos sujetos indefensos (inducida la LA segnel tradicional mtodo de Hiroto y Selig-man, 1975) juzgan el control que tienen so-bre los resultados del mismo modo que lossujetos normales de control, manifestandoambos la misma ilusin de control y dife-renciandose claramente de los sujetos de-

    primidos (18). Este es un punto crtico parael modelo de depresin que se supone quees la JA, a pesar de que la metodologa deAlloy sea an incipiente. Incidentalmente,debemos de sealar que la relacin entre laLA y la depresin clnica no es en absolutotan puntual y ajustada como se crey en unprimer momento (vase una amplia revi-sin del tema en Plaino-Lorente y Vzquez,13, en prensa).

    Comienza a investigarse la relacin cau-sal entre el estado de nimo y el juicio decontrol. Alloy, Abramson, y Viscusi (enprensa) han demostrado que cambiar el es-tado de nimo mediante la tcnica de au-toafirmaciones verbales positivas elabora-das por Velten (1968), tiene como conse-cuencia un cambio en el juicio de control.

    El dficit emocional y el motivacional ad-quieren, pues, relevancia. Abramson,Alloy, y Rosoff (1981) han comprobado quelos estudiantes deprimidos -slo infravalo-ran su grado de control cuando se enfren-tan a tareas complejas que requieren lapuesta en juego de actividades cognitivasvoluntarias. De hecho, si se da una mismaayuda a ambos grupos para hallar la solu-cin, no aparecen diferencias significativasentre sus respectivos rendimientos.

    En definitiva parece cuestionable la exis-tencia de una autntica distorsin percepti-va en los deprimidos y en los indefensos, esms, en estos ltimos se puede apreciar unsesgo pero del mismo tipo que el de lossujetos no deprimidos del grupo de control.En nuestra opinin, estos hallazgos no des-virtan completamente por s solos el mo-delo de la JA, sino que ms bien sealan lanecesidad de reformular el dficit cogniti-vo, que tradicionalmente se define como laincapacidad (debido a una interferenciaproactiva) de percibir la relacin existenteentre respuestas y resultados (aunque estoest ms matizado en el caso de la ((LA per-sonal, cfr. Rehm, 1977, Abramson et al.,1978). Quizs debamos considerar otroscomponentes cognitivos distintos a una

  • 79percepcin primariamente sesgada, sinoms bien a una atribucin sesgada y, comoresultado, a una expectativa sesgada de in-controlabilidad (A bramson y Alloy, 1980,Alloy y Abranison, 1981). Creernos que po-dra hablarse de una especie de sesgo per-ceptivo secundario dado que, por no po-ner en juego estrategias cognitivas volunta-rias (ej.: memorizacin, planteamiento dehiptesis,... cfr. Levine et al., 1977) en situa-ciones complejas, s que se minusvalora el gradode control que realmente se posee. Adems,el dficit cognitivo tambin puede conside-rarse desde una perspectiva cuantitativams que cualitativa: los deprimidos, al ex-ponerse menos a contingencias reales, de-bido a su dficit motivacional, puede queinfraestimen Sus capacidades, incurriendoas en un crculo vicioso. Se puede, por tan-to, proponer alguna ralacin de compromi-so entre estos hallazgos y la vieja teora y elmodelo reformulado. Seguramente puedehablarse de un dficit cuantitativo percepti-vo, pero mediado fundamentalmente por undficit motivacional. Esto es, el sujeto es ca-paz a priori de percibir las contingencias demodo extraordinariamente preciso, perose expone menos a ellas debido a una ex-pectativa de incontrolabilidad, y por tantoes menos probable que compruebe la efica-cia potencial de sus respuestas para gene-rar resultados deseados.

    3.2. La expectativa de incontrolabili-dad

    Si suponemos que hay un sesgo en lasexpectativas que determina la formacinde los dficits de la 1A, probablemente suantecedente se encuentre en un sesgo atri-bucional, y no propiamente perceptivo,como ya hemos sealado. Se sabe que lagente normal, no deprimida, tambin tie-ne sesgos en la formacin de expectativas,en la formacin de probabilidades subjeti-vas (20). Como afirma Levis (1976), la exis-tencia de sesgos en la formacin de expec-tativas debera tenerse en cuenta a la hora

    de especificar las condiciones bajo las quese desarrollarn las expectativas de incon-trolabilidad. No conocemos ningn mode-lo que haya integrado estos gallazgos; noobstante, un camino que puede ser viableen el futuro es el de considerar las Teorasde la Decisin (vase, por ejemplo, Lindsayy Norman, 1977) pues en ellas se tiene encuenta tanto el valor del resultado (algoque Alloy y Abramson, 1979 ya han consi-derado) como la probabilidad subjetiva dexito.

    Son necesarias y suficientes las expectati-vas de incontrolabilidad para producir losdficits? Seligman (1975) consideraba quela generalizacin de los dficits estaba limi-tada por la inmunizacin, el control discri-minativo, y la fuerza relativa de los resulta-dos, pues estos tres factores modulaban laformacin de expectativas de incontrolabi-lidad. Pero el modelo no especificaba real-mente la importancia del tipo de resultados(21). Abramson et al. (1978) sostienen unapostura ms matizada: es difcil que resulta-dos positivos incontrolables (ej.: Griffith,1977, Benson y Kenelly, 1976, Eisenberg etal., 1974) puedan producir dficits emocio-nales, aunque quiz puedan, segn Miller,Rosellini, y Seligman (1977), hacer al sujetoms vulnerable ante futuras situacionesaversivas de incontrolabilidad. Es difciloperativizar qu puedan ser sucesos alta-mente deseables o altamente aversivos(como seala Abramson et al., 1978, a todoel mundo le gustara tener un yate y, noobstante, casi nadie presenta sntomas deindefensin por no lograrlo). De cualquiermodo, el modelo reformulado debera re-coger ms sistemticamente este factormotivacional tal como hacen Miller y Nor-man, 1979, y Roth, 1980.

    Creemos que el papel de las expectativasqueda bien reflejado en los estudios en losque se han evitado estados de indefensinsin que el sujeto realice ninguna respuestade control, pero hacidole creer que podratener control sobre el estmulo aversivopresente (Glass y Snyder, 1972). Tambin se

  • 80refleja en los estudios ya citados de adquisi-cin vicaria de la JA, en los que se pone demanifiesto que no hace falta poner en jue-go el repertorio conductual de respuestasde control para volverse indefenso: la ex-pectativa de que no se va a obtener ningnresultado deseado mediante ninguna con-ducta relevante, basta para que aparezcanlos sntomas en una tarea posterior.

    Sin embargo, hemos de buscar una eva-luacin ms directa de las propias expectati-vas, de modo que nos permita concluir irre-futablemente acerca de cul es el su papelen la indefensin. Es un construct que, sibien es legtimo por su valor heurstico ex-plicativo, carece de una buena opera tiviza-cin inmediata. Segn Lacey (1979), si seconsiguiese definir las condiciones necesa-rias bajo las que se manifiestan tales expec-tativas, stas seran redundantes. Creemosque un constructo, sin embargo, tienecierta utilidad explicativa que no puede serreducida a un mero descriptiviSmo (casi sinfin) de definiciones operativas de manipula-cin. Como afirman Seligman y Miller(1979) el constructo expectativa no estanclado en la fenomenologa ni, exclusiva-mente, en informaciones verbales de lossujetos (ej.: Thornton y Jacobs, 1971). Ha-bra una serie de operaciones convergen-tes que parecen confirmar su existencia;segn Seligman y Miller, bajo condicionesde no contingencia es frecuente que se pro-duzca:

    1) Pasividad2) Problemas de aprender relaciones

    contingentes futuras

    3) Mnimos cambios de expectativas4) Informes de los propios sujetos dicien-

    do que sentan no poder hacer naday si bien estas convergencias tienen,como hemos visto, una naturalezaterica endeble, no se han ofrecido,tal como afirma Seligman (1978), enninguna de las otras hiptesis explica-tivas alternativas.

    4. INMUNIZACION Y TERAPIA

    Una de las caractersticas ms notablesde la Teora de lit IA es que despliega, des-de sus propios supuestos, una serie de pre-dicciones y estrategias teraputicas paramodificar los dficits que, segn la teora,tienen una etiologa bien definida. Al igualque en la investigacin animal, ha sido steun punto bastante descuidado, y los datosexistentes son contradictorios en muchasocasiones.

    Como puntualizan Seligman. Klein, y Mi-ller (1976), el ncleo de la mayora de las te-rapias para la 1A, reside en indtwir al pa-ciente a que descubra que responder pro-duce el reforzamiento que desea (p. 199).Desde el nuevo narco atribucional se pue-den categorizar en tres grupos los tipos deaproximacin teraput ica:

    1) Informar al sujeto al finalizar el ex-perimento. Esto se supone que es eficaz alcambiar las peculiares atribuciones que sehayan efectuado en otras ms especficas,ms inestables, y menos internas.

    2) Introducir una tarea sencilla, confeedback contingente, entre la tarea inso-luble y la de prueba (Klein y Seligman,1976, Seligman, 1975, Seligman, Klein y Mi-Iler, 1976, Garber et al., 1979, Teasdale,1978).

    Nation y Massad (1978) hallaron que unatarea en la que el sujeto indefenso obtengaun 100% de xito no es teraputica. Estocondujo a estos autores y a otros (como Ec-kelman y Dyck, 1979) a argir que la Teorade la 1A no puede predecir estos resultados.Nosotros pensamos que s puede hecerlo,puesto que una situacin del 100% de xitopuede suponer dos cosas: una, que el indivi-duo la considere no relevante dada su faci-lidad, o bien que la considere como una ta-rea incontrolable (haga lo que haga, acier-to).

    3) Reentrenamiento atribucional. Lla-mado as por Dweck (1975), pretende cam-

  • 81biar directamente las atribuciones depres-genas del sujeto (bien a travs de realizartareas sencillas en las que se refuerce posi-tivamente el xito, bien a travs de anse-fiarle a no atribuirse a s mismo la causa delos fracasos).

    Tambin la induccin de sentimientos po-sitivos hacia uno mismo mediante la tcni-ca de Velten (1968) parece tener algunaefectividad, tanto en estudiantes como endeprimidos clnicos (Raps et al., 1980), sibien la mejora parece ser muy transitoria(Raps et al., 1980, Bandura, 1977, Wolpe,1978).

    De cualquier modo, an no se ha com-probado si efectivamente tras los variadosintentos teraputicos se produce un cam-bio atribucional (cambio al que, segn Rosset al., 1975, las personas se muestran reti-centes una vez que han efectuado una de-terminada atribucin).

    Por lo tanto, habra que homologar lasdiferentes tcnicas para crear un estado deindefensin, as como los diferentes crite-rios de validez de los mtodos teraputicosempleados. Por otro lado, quiz los cambiosbruscos de xito o de fracaso en una situa-cin experimental sean un artefacto dama-siado evidente para los sujetos experimen-tales.

    Tambin se ha estudiado la inmuniza-cin en hombres: proporcionar, al igualque en los animales, una situacin escapa-ble previa a la situacin inescapable, redu-ce o impide la aparicin de una conductaindefensa? Quizs la ilusin de controlobservada en la mayora de las personas noes sino el producto de una inmunizacinevolutiva que seguramente tiene antece-dentes muy tempranos (Piaget, 1964); es de-cir, puede que se formen estilos atribucio-nales inmunizantes, pero esto es tan slouna hiptesis, para cuya confirmacin serequieren estudios de metodologa longitu-dinal.

    Dyck y Breen (1978) demostraron que el

    xito previo en una tarea de formacin debloques extrada del WAIS impeda laaparicin de dficits en una tarea de resolu-cin de anagramas. La tarea insoluble y latarea inmunizadora eran la misma (forma-cin de cubos). La inmunizacin tendra elefecto de impedir que se forme una atribu-cion global para el fracaso (Abramson etal., 1978).

    Thomton y Powel (1974), por su parte, nohallaron inmunizacin en sujetos queaprendieron a escapar previamente de unchoque, dndoles despus un choque ines-capable. Como sucede en los animales, anno se conoce un parmetro fiable y vlidode la generalizacin de los efectos, aunqueel de las atribuciones pueda ser seguramen-te vlido. Se ha confirmado que cuantoms parecidas sean fsicamente las prue-bas, mayores sern los efectos inmunizado-res (Dyck y Breen, 1978, Dweck y Repucci,1973, Eckelman y Dyck, 1979), si bien todoesto seguramente est mediado por el tipode atribucin que realiza el individuo msque por el parecido fsico en s mismo.

    5. COMENTARIOS FINALES. PRO-PUESTA DE UN ALGORITMO

    Sin querer hacer aqu un resumen pun-tual de lo tratado en este artculo, s cree-mos que puede ser til dar una sucinta pa-normica general de lo que hemos tratadoe, incluso, proponer un marco explicativomenos esttico, ms procesual.

    Tal como sucede con los estudios conanimales, resulta dificil establecer una dife-renciacin en la naturaleza de los dficits.Los estudios de Alloy, en los que se ha em-pleado un mtodo que tericamente mini-miza los componentes motivacionales de larespuesta, han supuesto una fuerte crtica,an no resuelta, al dficit cognitivo quepropone la Teora de la LA. Igualmente fal-tan medidas ms precisas y directas de lasexpectativas de incontrolabilidad y de las

  • 82atribuciones, de manera que puedan esta-blecerse de un modo claro los nexos causa-les entre todos los componentes.

    El nuevo modelo terico propuesto porAbramson et al. (1978) tambin suscitaalgunos problemas:

    1) La medicin directa de las atribucio-nes, y no inferirlas segn el modo propues-to por Weiner (1974)(23).

    2) Establecer otras dimensiones quepuedan ser relevantes.

    3) El incidir de modo excesivo en los in-formes verbales de los sujetos que puedenno reflejar realmente bien si es que lo ha-cen en modo alguno (Hanusa y Schulz,1977), los verdaderos procesos cognitivosinternos (Nisbetty Wilson, 1977).

    4) Adems, hay algunas predicciones es-pecficas de la teora que no parecen confir-marse (recurdese los estudios de Bullmany Wortman, 1977).

    5) Un problema, aunque no exclusivodel nuevo modelo, es el del empleo de unadecuado grupo de control (Buchwald, etal., 1978, Pasahow, 1980) pues, por ejem-plo, las puntuaciones del grupo de escape(o de solubilidad) normalmente se unen alas del grupo de control, con lo cual se au-mentan artificialmente las diferencias conel grupo de incontrolabilidad, puesto queel grupo de solubilidad tiene casi siempremejores puntuaciones que el control (porej.: Hiroto y Seligman, 1975, Klein et al.,1976).

    Creemos que los estudios sobre la LA noincorporan en grado suficiente, como he-mos sealado eventualmente, el marco te-rico de la Psicologa General en especial lateora de la decisin y los procesos de for-macin de expectativas y, en general, la Psi-cologa del Pensamiento (Huesman, 1978).

    La validez externa del modelo es tam-bin un problema puesto que la seleccinde las muestras es muy restringida, limitn-

    dose casi exclusivamente a universitario;(poblacin que, segn Miller y Norman,1979, es muy sesgada en cuanto al factormotivacional). El empleo, adems, del In-ventario de Beck como nico criterio diag-nstico es cuestionable, puesto que pareceque es sensible a diversas fuentes etiolgicas.No obstante, hay que considerar que el in-ventario correlaciona .86 con la dificultaden apreciar patrones en los anagramas, .71con el fracaso en resolver anagramas (Mi-ller y Seligman, 1975), y .74 con lentitud deescape del ruido (Klein y Seligman, 1976).Del mismo modo resulta esencial parame-trizar la generalizacin de los efectos, la in-munizacin y la terapia, as como incluirformalmente elementos motivacionales etio-lgicos (Roth, 1980).

    En todo caso, y como ya hemos sealado,hay que poner muchos reparos a la validezdel fenmeno de la IA como modelo de al-gn tipo de depresin (vase, para una revi-sin, Depue y Monroe, 1978, y Polaino-Lorente y Vzquez, b, en prensa). Pero loms importante, antes de considerar a la IAcomo modelo de cualquier alteracin psi-copatolgica, es aclarar su propia naturale-za: ...resulta sorprendente que despus decinco arios de investigacin intensiva sobrela indefensin y la depresin, los postula-dos bsicos de la teora an no hayan sidocomprobados adecuadamente (Alloy yAbramson, 1980, p. 80).

    Hemos construido un algoritmo que re-fleje el proceso de formacin de los snto-mas (ver Tabla I). En l hemos reflejado elproceso de formacin de las atribuciones atravs de formacin de hiptesis tentati-vas (cfr. Levine, et al., 1977, Wortman yDintzer, 1978) ver bucle 1. El algoritmopresenta tres peculiaridades: (1) Refleja queel nico elemento necesario y suficiente parala conducta indefensa, son las expectativasde incontrolabilidad (como puede apre-ciarse en el diagrama, cualquier tipo de atri-bucin podra desencadenar los dficits, sibien con caractersticas topogrficas segu-ramente muy diferentes), (2) propone que

  • INDEFENSION

    Factores sesgo Inmuniza-. cin Anlisis coste/ /bene.' ficio de la respuesta /n-i form. previa Similitud de

    las tareas y de la situacion.Frobab. aparicin Futura

    _JFtendirnicnto mejorc.do o disminuido

    / Complejidad de Tarea Claridad Feed-back Factores de Sesgo Expectativas Fre-vias

    iEs incontrolable?Contingencias reales Registro de contingencia

    , ract n canos Instruccio-nes Estilo atrib. Di) I.Ilustraciones Estilo atrib.DO. Factorcs sesgo L Atribucin ore/in/Mar Atribucin oreliati.. Atribucion Atribu in

    / Exactas. Control Compara-/ ciones sociales. Autoeva.

    luacin

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    de. preso/. ..no depres, prelimin rno depres,

    prelimi ardepre va.

    1 I

    f _

    Tabla 1- Algoritmo propuesto para Informacin de expectativas (explicacin en el texto)

    83

    la interaccin de las expectativas con el va-lor del resultado (un componente, pues,motivacional) explica la aparicin de la in-defensin o del mejoramiento, y (3) planteade un modo tan slo tentativo, recogiendo

    Notas

    as los estudios Alloy, que las expectativasde incontrolabilidad pueden realmenteafectar al posterior registro y evaluacin delas contingencias vase el bucle sealado .por la interrogacin.

    o no

    (1) Levis (1976) quien hizo una interpretacin del fenmeno de la 1A, en trminos E-R, ya co-ment irnicamente que era sorprendente que la Teora de la IA no hiciese ninguna diferencia entrela explicacin de una conducta indefensa en cucarachas y en humanos.

    (2) Hay que sealar que, dentro de esta lnea, han surgido otras reformulaciones, como la de Mi-ne': y Norman (1979), que coinciden bsicamente con la propuesta por Abramson et al. (1978). El mo-delo de Roth (1980), simplemente recoge las variables que se han mostrado relevantes en alterarcada uno de los pasos, aunque no considera a las atribuciones como un paso especfico necesario.

    (3) Debe sealarse que estas situaciOnes experimentales (1. prueba experimental, y 2. cuestiona-rio de personalidad) son arquetpicas para que puedan introducirse indeseados efectos de la deman-da (cfr. Alvira el al., 1979)

    (4) Schulz (1976) y Langer y Rodio (1976) vase Schulz y Hanusa (1979) para una detallada revi-sin han comprobado esto en ancianos institucionalizados: en efecto, al disponer un ambiente mspredecible y controlable tiene un poderoso impacto en el nivel de salud y en la moral de los anda-nos.

    (5) Selignian sospecha que no se descubrir ningn sustrato fsico a tales fenmenos (p. 188).Desde luego esto no es (lel todo cierto. Parece que hay parmetros situacionales y fisiolgicos quepueden explicar fenmenos como el de la muerte repentina (Hughes y Lynch, 1978, 1979, Hughesy Preskorn, 1980), al menos en organismos infrahumanos, y esto plantea algunos problemas a la Teo-ra de la 1A (Binik y Seligman, 1979, p. 273).

  • 84(6) Ya Freud, en 1917, distingui entre las depresiones con prdida de la autoestima (melancola)

    y sin prdida de la misma (duelo).(7) Para una revisin del concepto de autoestima (y su eventual relacin con la depresin), vase

    Epstein (1976) y Becker (1979). En ambos estudios, no obstante, se considera la autoestima como unrasgo, ms que desde una perspectiva ms situacional.

    (8) El locos (le control se refiere a si uno cree que el xito o el fracaso se deben a causas ajenas atino mismo, corno el destino, el azar... (el llamado locus externo), o a causas como el esfuerzo, la luchapersonal... (locos interno). Se ha hallado que los sujetos externalistas son ms propensos a sentirse in-delensos que los internalistas (Hiroto, 1974, Dweck y Bush, 1976, Hiroto y Seligman, 1975, Eisenbergel al., 1976, Albert y Geller, 1978). La dimensin universal-personal se refiere ms bien a la dicotomayo-otro, (es decir, soy yo slo el que est indefenso o tambin lo estn los dems?), que a la dicoto-ma dentro de la piel versus fuera de la piel (cfr. Abramson et al., 1978)

    Por otro lado, para Bandura (1977) cabe distinguir, en toda accin humana, una expectativa sobrelos resultados (que, segn l, es lo que el modelo de la IA ha considerado tradicionalmente) y una ex-pectativa sola-e la propia eficacia personal, lo cual s que es recogido, de algn modo, por el modeloreformulado.

    (9) Otra dimensin de posible importancia podra ser la de la intencionalidad de la causa (Hei-der, 1958, Weiner, 1974), recientemente denominada controlabilidad por Weiner (1979). Se refiereesta dimensin al hecho de si el sujeto cree que las causas de los resultados pueden estar o no bajo sucontrol. Abrarnson el al., (197 8) propone otra posible dimensin: la certeza de la atribucin. (Puedeverse en Abramson et al., 1978,

    respecto a los requisitos que debe cumplir cualquier dimensin quese proponga).

    (10) Bullman y Wortman (1977) han descubierto que los enfermos parapljicos a consecuencia deun accidente, reaccionan mejor a la situacin si se atribuyen a s mismos la causa del accidente. Este esun campo sumamente atractivo para la Psicologa Clnica. -

    La intensidad de los dficits parece depender de diversos factores: certeza de las expectativas (Selig-man, 1975), cantidad de exposicin a la tarea contingente (Roth y Kubal, 1975, Clifford, 1978), y laimportancia que tenga la tarea para el sujeto (Miller y Norman, 1979).

    Cabe sealar aqu que creemos que las depresiones que aparecen frecuentemente en los familia-res de aquellos individuos fallecidos que han sido atendidos en una larga enfermedad, puede ser ana-lizables coherentemente con el modelo explicativo de la IA.

    (11) Obviamente tambin se puede crear una IA personal si el sujeto observa a otro sujeto experi-mental que hace la tarea con xito, y que luego l no es capaz de hacerla.

    (12) En estas tareas (tareas de habilidad-azar), el experimentador tiene el control sobre si una se.rie de ensayos sern de resultados aleatorios, o bien si tales resultados dependern de la respuesta delsujeto.

    (13) Pasabow (1980) afirma que existe una relacin nula entre el tipo de atribucin que hace el in-dividuo y la gravedad de la depresin global o especfica, (evaludada por el Inventario de Beck).

    (14) Pero la gente normal tambin tiene una serie de sesgos atribucionales (Jones y Nisbett, 1972,Ross, 1977, Goldberg, 1978, Ross et al., 1975, Arkin et al., 1978, Wells, 1980).

    (15) Se sabe, a travs de anlisis factoriales, que las personas hacen anlisis atribucionales segntres factores generales ortogonales que se corresponden con el locus, la estabilidad, y la controlabili-dad (Meyer, 1980).

    (16) Arnkoff y Mahoney (1979) han hecho una interesante aproximacin al estudio de muchosproblemas psicopatolgicos (como la mana, la depresin, las fobias, el alcoholismo, la obesidad, lasparanoias, ...) segn el tipo peculiar de relacin de control que los sujetos establecen con el medio.

    Asimismo, el deseo de control consideramos que puede manifestarse, de algn modo, en el fen-meno del contracontrol observable en terapia de conducta (Mahoney, 1974, Wilson, 1979).

    (17) Alloy y Abramson (1979) emplearon un sencillo mtodo (modificando ligeramente el de Jen-kins y Ward, 1965), en el que la aparicin de una luz se haca no contingente o contingente en diver-sos porcentajes, con la sencilla respuesta de pulsar o no pulsar un botn.

    (18) En el experimento tambin se hall algo sorprendente, y fue que los sujetos del grupo de es-cape s mostraron una exactitud en sus juicios de control, igual a la de los deprimidos.

    (19) Naturalmente estas tcnicas pueden fcilmente incurrir en efectos de la demanda, ademsde que habr de comprobarse su eficacia con pacientes clnicamente deprimidos (Raps et al., 1980).

    (20) Vase Tversky y Kahneman (1973), Kahneman y Tversky (1973), Hogarth (1975), Wortman(1975), Lindsay y Norman (1977), Huesman (1978), y Wason y Johnson-Laird (1980).

    (21) Seligman (1975) propona que sucesos positivos (incontrolables), pueden producir indefen-sin y depresin (p.98). Miller y Seligman (1976) afirman que los problemas insolubles son un buen

  • 85ejemplo de tareas no aversivas; creemos que esto no es as, pues aqu entran en juego factores tanaversivos como la reprobacin social, la mala imagen, etc.

    (22) Kilpatrick-Tabak y Roth (1978) afirmaron que esta tcnica (bastante artificiosa, por lo dems)no era efectiva. Sin embargo, su estudio tena algunos fallos metodolgicos como, por ejemplo, elque no fuese eficaz el procedimiento para inducir un estado de indefensin en su muestra de estu-diantes.

    (23) Para Weiner (1974) una atribucin a la capacidad es una atribucin interna y estable y as laconsidera. Pero sto, para un sujeto dado, puede que no sea subjetivamente cierto.

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    Resumen

    El objetivo de este artculo consiste en efectuar una revisin terica del fenmeno de laindefensin aprendida en el hombre, y en aclarar la naturaleza del mismo. Los dficits, laetiologa, el tratamiento y la prevencin, de la indefensin aprendida, son analizados desdeel punto de vista de la teora de la atribucin. Aunque esta teora parece adecuada, se sus-citan an muchos problemas para su plena aceptacin; de hecho, el fenmeno de la inde-

    fensin aprendida puede decirse que no est en modo alguno bien comprendido. Por otrolado, y para aclarar el proceso de formacin de dicho fenmeno, los autores de este trabajohan construido un algoritmo del . mismo, afirmando, adems que es necesario tener ms encuenta, en lo . sucesivo, el cuerpo terico que suministra la Psicologa General, y en concretola Psicologa del Pensamiento.

    Summary

    The aim of this paper es to make a theoretical review of the learned helplessness pheno-menon in man, and, further, is attempted to explain its nature. Deficits, ethiology, treat-ment, and prevention, are analyzed from the point of view of the attribution theo-ry. Although this theory seems fil about the heplessness, many problems are still arising so itcan be wholly approve; in fact, the learned helplessness phenomenon isn't actually well

    known. Furtherm ore, in order to clarifil the inytervening processes in such phenomenon,these authors have buillt an algorithm of it, and is argued that, from now on, must be con-sidered theframeworkprovided by Psychology of Thinking.

    KEYWORDS: incontrolabilidad, expectativas, indefensin, atribuciones, algoritmo,depresin.