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Museo Nacional [email protected] de las Culturas del Mundo CORREO En este número: • Darwin: 150 años de El origen de las especies • Honran al traductor de El Quijote al chino • Evidencias químicas de remedios medicinales en el vino del antiguo Egipto • Suplemento número 2: La marcha turca • La batalla de Salamina • Las guerras de Alejandro, entrevista con Robin Lane Fox • Biblioteca Virtual Europea • El hombre y el uso del fuego • Recuperación de un monumento en la cima del mundo • 250 años del Museo Británico Vol. V, números 46-47, 1 de septiembre de 2009. CEDICULT Director: Leonel Durán Solís Sebastiano Conca, s. XVIII, Alejandro en el templo de Jerusalén (fragmento)

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Museo Nacional • Darwin: 150 años de El origen de las especies • Honran al traductor de El Quijote al chino • Evidencias químicas de remedios medicinales en el vino del antiguo Egipto • Suplemento número 2: La marcha turca • La batalla de Salamina • Las guerras de Alejandro, entrevista con Robin Lane Fox • Biblioteca Virtual Europea • El hombre y el uso del fuego • Recuperación de un monumento en la cima del mundo • 250 años del Museo Británico En este número:

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M u s e o N a c i o n a l

[email protected]

d e l a s C u l t u r a s d e l M u n d o

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RR

EO

En este número:

• Darwin: 150 años de El origen de las especies• Honran al traductor de El Quijote al chino• Evidencias químicas de remedios medicinales en el vino del antiguo Egipto• Suplemento número 2: La marcha turca• La batalla de Salamina• Las guerras de Alejandro, entrevista con Robin Lane Fox• Biblioteca Virtual Europea• El hombre y el uso del fuego• Recuperación de un monumento en la cima del mundo• 250 años del Museo Británico

Vol. V, números 46-47, 1 de septiembre de 2009. CEDICULT Director: Leonel Durán Solís

Sebastiano Conca, s. XVIII, Alejandro en el templo de Jerusalén (fragmento)

Naturalismo

150 años de El origen de las especies

Darwin realiza un esbozo de su teoría en 1842, después de su vuelta del viaje en el Beagle. A

partir de este borrador, elabora un ensayo más amplio en 1844, que muestra al doctor Joseph Hooker y al geólogo Charles Lyell. En 1858, Alfred Russell Wallace, explorador y natu-ralista, llega por separdo a las mismas conclusiones que Darwin. Envía un manuscrito a Darwin con un

pequeño ensayo donde le expone sus teorías, solicitándole que sea remitido a Lyell. Darwin valora altamente el trabajo de Wallace y lo traslada a Lyell y Hooker, quienes, conociendo previamente las teorías de Darwin, plantean una presentación conjunta de ambas aportaciones. Darwin redacta su exposición a partir de su ensa-yo de 1844. Los trabajos de Darwin y Wallace fueron presentados el 1o de julio de 1858 en la Linnean Society por Lyell y Hooker y publicados en el Journal of the Lin-nean Society. Animado por Lyell y Hooker, Darwin prepara el llamado “resumen” de su teoría, de la que tiene intención de publicar una obra mucho más extensa, logrando su objetivo el 24 de noviembre de 1859 con el título de Sobre el origen de las espe-cies por medio de la selección natural, o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la existencia, conocida popularmente como El origen de las espe-cies. En vida de Darwin se publican seis ediciones, algunas con muchos añadidos y correcciones. De la primera edición se editaron 1250 ejemplares que se agotaron el mismo día. En la 3ª edición añade una reseña histórica sobre los predecesores de la teoría de la evolución. En la 5ª edición aparece por primera vez la expresión “super-vivencia de los más aptos”, que acepta haber tomado de Spencer. La 6ª edición, de 1872, es la considerada definitiva o canónica. La primera edición en castellano se publica en 1877 a partir de una traducción de Enrique Godínez de la sexta edición inglesa. Es editada por el positivista cubano José Perojo en su Revista Contemporánea.

Fuente: Universidad Carlos III de Madrid/ www.uc3m.es/portal

Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

Reconocimiento

Honran al traductor de El Quijote al chino

El Consejo de Ministros de España ha aprobado la concesión de la Orden de las Artes y las Letras al profesor chino Dong Yansheng (Pekín, 1937), reconocido ensayista, traductor y uno de los hispanistas más

prestigiosos. La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, entregará la próxima semana, con motivo de su viaje oficial a China, la condecoración al hispanista en la embajada de España en Pekín. Dong Yansheng es autor de numerosas traducciones, ensayos y manuales de enseñanza de referencia. Desde los años 80 ha alumbrado numerosos volúmenes dedicados a la enseñanza del español, entre los que destacan El español y El Español Moderno. Su labor como traductor del español es igualmente amplia. Ha traducido las obras de Cervantes El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Poesía y teatro, Viaje del Parnaso, El trato de Argel y El cerco de Numancia. Asimismo, ha traducido al chino El señor Presidente, del Premio Nobel Miguel Angel Asturias. El hispanista ha creado escuela a través de una vida dedicada al estudio, enseñanza y difusión de la lengua y la cultura hispánicas. La concesión de la Orden de las Artes y las Letras de España, que tiene carácter exclusvamente honorífico, tiene como objeto reconocer la labor de aquellas personas físicas o jurídicas que se hayan distinguido en la promoción, puesta en valor y difusión de la cultura española y de la imagen de España dentro y fuera de nuestras fronteras, bien con sus obras, bien a través de su participación activa en diversos ámbitos de la creación artística o literaria. El ensayista, traductor y profesor de español, además de una de las figuras más destacadas del prestigioso hispanismo chino, se graduó en el Instituto de Lenguas Extranjeras de Pekín, donde ha ejercido la docencia del español. Su actividad docente se ha extendido también a España, donde fue profesor visitante de las universidades Complutense y Autónoma de Madrid. Es presidente de la Asociación de Hispanistas Asiáticos desde 2007.

Reconocimiento

Como traductor del chino al español destacan los trabajos realizados sobre las obras Sorgo rojo, de Mo Yan; El arroyo de los nueve recodos, de Ye Wenling; El Gastrónomo, de Lu Wenfu, o la Colección de cuentos chinos contemporáneos. Su labor en los campos de la traducción y el hispanismo queda acreditada por los numerosos premios y condecoraciones de los que ha sido merecedor, entre los que destaca la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica, el Premio Arco Iris de la Asociación Nacional de Escritores Chinos destinado a la mejor traducción literaria del año, el Premio a los Mejores Materiales Didácticos o el Premio a los Méritos en el Intercambio Cultural y Económico Hispano-Chino.

Fuente: EFE/

Dong Yansheng

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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

Medicina antigua

Hipócrates (ca. 460-370 a.C.), el más famoso de los médicos de la antigüedad, una vez señaló: “El vino es bueno para el hombre de una

manera maravillosa, siempre y cuando se tome con buen sentido tanto por los enfermos como por los sanos”. Ahora nuevas evidencias arqueoquímicas, respaldadas por las cada vez más sofisticadas técnicas de pruebas científicas, revelan una larga historia de remedios medicinales ensayados, probados y a veces perdidos a lo largo de milenios de la historia humana, hierbas, resinas de árboles y otros materiales orgánicos fermentados en bebidas como el vino y la cerveza. Una nueva ronda de descubrimientos, realizados por un equipo de investi-gadores liderado por el arqueoquímico Dr. Patrick McGovern del Museo de la Universidad de Pensilvania, proporciona la primera evidencia química directa de vino con productos orgánicos medicinales añadidos. Se han realizado aná-lisis de residuos hallados dentro de una vasija en la tumba de uno de los pri-meros faraones de Egipto, Escorpión I, excavado por el Instituto Arqueológico Alemán en El Cairo y de fecha ca. 3150 a.C. Un ánfora egipcia de tiempos tardíos, excavada por el Museo Real de Ontario en Toronto y que data del IV al VI siglos, de Gebel Adda en el sur de Egipto, también dio positivo para el vino con aditivos medici-nales. Juntos, estos resultados y los de otros sitios a nivel regional

Evidencias químicas de remedios medicinales descubiertos en el vino

del antiguo Egipto

Medicina antigua

y en todo el mundo, están sentando las bases para aún mejores y más riguro-sos estudios que detallan lo que nuestros antepasados han ingerido para curar una variedad de dolencias, y tal vez, lo que sabían pueda ser “re-excavado” y aplicado a la salud y la medicina del siglo XXI. Los recientes descubrimientos, los detalles de nuevas técnicas científicas utilizadas para identificar el ácido tartárico, el compuesto marcador de la uva en el Oriente Medio, y una variedad de resinas de los árboles y los aditivos a base de hierbas, así como sus repercusiones más amplias para la comprensión de cómo nuestros antepasados experimentaron con posibles medicamentos de materiales orgánicos, se publicó en línea en la edición temprana de PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences): los vinos del antiguo Egipto a base de hierbas. Participaron con el Dr. McGovern como autores del documento son Armen Mirzoian, División de Servicios Científicos de Alcohol y Tabaco, Impuestos y Comercio de (TTB), del Tesoro de EE.UU., Beltsville, Maryland, y Gretchen R. Hall, Investigador Asociado en el Museo de la Uni-versidad de Pensilvania. “Con estas pruebas, y nuestra capacidad para utilizar la más reciente tecno-logía en química de cromatografía líquida / espectrometría de masas (LC-MS) / espectrometría de masa (MS) —somos capaces de hacer retroceder la con-firmación de que Egipto y Levante usaban medicina a base de hierbas desde tiempos predinásticos de la historia egipcia, alrededor de 3150 a.C. Otros muy sensibles métodos más recientes se han utilizado para identificar los compues-tos de hierbas y resina de árbol en el vino”, señaló el Dr. McGovern. “La idea más importante que estamos obteniendo de esta investigación y nuestro cuerpo creciente de análisis es que, por ensayo y error, los seres humanos pueden haber descubierto los remedios naturales a lo largo de los milenios, remedios que estaban enterrados en nuestros hallazgos arqueológi-cos biomoleculares. Al analizar las antiguas bebidas fermentadas, ideales en la disolución de alcaloides de plantas y otras sustancias, somos capaces de redescubrir algunos de estos remedios”, dijo. ¿Algunos de estos remedios perdidos pueden ser útiles hoy en día? Lo podremos saber en breve. El Dr. McGovern ha comenzado a colaborar con los investigadores en Medicina de Penn Abramson Cancer Center para responder

Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

a algunas de estas preguntas. El nuevo proyecto, “ Oncología Arqueológi-ca: en busca de la droga curativa”, está poniendo a prueba los compuestos encontrados en las bebidas fermentadas de China, incluyendo la bebida alcohólica más antigua del mundo, que data de ca. 7000 a.C. de Jiahu (véase Actas de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. 101,51: 17593-98). La investigación se centra en el artesunato, un derivado de la artemisa, que se encuentra en un vino de arroz de la provincia de Henan, que data de ca. 1200 a.C. Los colegas de McGovern en el proyecto para el descubrimiento de lucha contra el cáncer y otros beneficios de medicamentos procedentes de antiguos remedios incluyen a Caryn Lerman, director científico del Centro de Cáncer Abramson y Profesor de Psiquiatría, Wafik S El-Deiry, profesor de medicina, genética y farmacología, y Melpo Christofidou -Solomidou, Profesor Asociado de Medicina.

El Dr. McGovern es autor o editor de numerosos libros sobre arqueología y la ciencia arqueológica, incluyendo, en 2003/2006, Antiguo Vino: La búsqueda de los orígenes de la viticultura. En las últimas dos décadas ha sido pionero en el emergente campo de la arqueología biomolecular.

Fuente: http://www.penn.museum / Traducción de Mariano Flores Castro

Medicina antigua

El suplemento 2

La marcha turca*

por Jean Meyer

La población no musulmana en las fronteras de la Turquía actual representaba el 19.1 por ciento de los habitantes de ese territorio a principios del siglo XX y sólo el 0.2 por ciento un siglo después. La violenta desaparición de los armenios y de los griegos otomanos es un capítulo trágico de la historia del mundo mediterráneo y del final del imperio otomano. A la dolorosa memoria de los griegos, y más aún de los armenios, se opone la amnesia oficial turca. Si bien ocurrió en 2005, en Estambul, un extraordinario y primer Coloquio sobre los armenios otomanos, la discusión del genocidio sigue siendo un tabú. Por ello, el libro del historiador turco Taner Akçam merece toda la atención y debe ser saludado como una hazaña admirable. Está dedicado a la memoria de Hazhi Halit, “piadoso musulmán turco quien salvó de la deportación y de la muerte a una familia armenia” de ocho personas, que escondió durante seis meses y puso su propia vida en peligro. En efecto, la ley preveía que el culpable de esconder armenios sería ahorcado frente al zaguán de su casa, la cual entregarían a las llamas. En su dedicatoria T. A. añade: “su gesto valiente sigue mostrando el camino de una relación diferente entre Turquía y Armenia”. El autor nació en 1953 en la provincia de Ardahan, al noreste de Turquía, provincia alguna

vez poblada por numerosos armenios. Como joven radical, director de un periódico estudiantil, fue condenado a nueve años de cárcel; adoptado por Amnistía Internacional como preso de conciencia, se le concedió asilo político en Alemania. En Hannover, se doctoró en historia en 1995 sobre el tema del genocidio. El libro reseñado es una versión revisada y ampliada de su tesis. Actualmente es profesor en el Center for Holocaust and Genocide Studies de la Universidad de Minnesota. En 2004, en Londres, publicó, From Empire to Republic: Turkish Nationalism and the Armenian Genocide. Ambos libros descansan en una enorme cantidad de fuentes secundarias, en la prensa, pero sobre todo en los archivos otomanos, turcos (que no es lo mismo), alemanes, austrohúngaros, franceses, ingleses, italianos, americanos, etcétera. El resultado es impresionante. En el presente libro, Taner Akçam no repite la historia completa del genocidio que escribió anteriormente, sino de las decisiones y acciones deuna parte de la clase política otomana que tuvieron como resultado el genocidio armenio. Los movimientos insurgentes de los cristianos de losBalcanes en el último cuarto del siglo XIX fueron decisivos para crear “la cuestión armenia” que antes no existía en el imperio. La guerra ruso-turca,la independencia de Bulgaria, cierto despertar

“La question arménienne n’existe plus.”Talat Pasha al embajador alemán, príncipe Hohenlohe-Langenburg,

�1 de agosto de 1915.

* Este texto es una amplia reseña de: Taner Akçam, A Shameful Act. The Armenian Genocide and the Question of

Turkish Responsibility. Nueva York: Metropolitan Books, H. Holt and Co., 2006, 483 pp.

nacionalista entre los armenios provocaron una represión sangrienta, puesto que se estima que en 1894-1896 las tropas otomanas habían masacrado entre 100,000 y 200,000 armenios. En los 15 años siguientes, la radicalización de los extremistas (y minoritarios) armenios se acompañó de atentados siempre seguidos de masacres; todas las intervenciones extranjeras para proteger a los armenios fracasaron, lo que dio al poder la convicción de que gozaba de impunidad. Entre los turcos, en especial entre los que vivían en “la Turquía de Europa”, a saber los Balcanes, nació un nacionalismo que cuajó en el “Movimiento Joven Turco”, dirigido por un Comité de Unión y Progreso. Se trataba de un nacionalismo moderno, “científico” que se apoyaba en las tesis racistas de Gobineau y de los alemanes darwinistas para denostar a las numerosas minorías cristianas. Radicales y violentos, llegaron al poder por la vía revolucionaria y militar en 1908, y su victoria fue bien recibida, entre otros, por los armenios, hasta que en 1909 empezó alrededor de Adana una gran matanza de armenios. El golpe de Estado de los jóvenes turcos fue motivado, entre otros factores, por la ocupación de la provincia otomana de Bosnia-Herzegovina por Viena, y la incapacidad del sultánpara resistir la presión generalizada de los cristianos en los Balcanes. Con dicha anexión empezó el éxodo de los turcos de Bosnia, Bulgaria, Rumelia, Tracia hacia Anatolia (la Turquía actual), acompañada de una hostilidad redoblada contra los millones de griegos y armenios presentes en esta región desde toda la eternidad. En 1910 el Comité de Unión y Progreso (CUP, en adelante) discutió en Salónica la solución de la cuestión de Macedonia, “por la deportación o la masacre” (p. 76). Claramente el CUP tenía ya un programa de “turquización” que llevaría a sus dirigentes a decidir, en 1915, “una completa y fundamental eliminación de esta preocupación”, a saber, la presencia armenia (carta de Talat Pasha al gran visir, 26 de mayo de 1915).

El capítulo III explica cómo el nacionalismo joven turco dio bases ideológicas y legitimidad al genocidio por venir. Las “lecciones de la historia” pesaron mucho: entre 1855 y 1866, a partir de la guerra de Crimea, un millón de turcos había salido de los territorios antiguamente otomanos, y cientos de miles salieron de los Balcanes después de los levantamientos de Serbia, Bulgaria, de la guerra con Rusia en 1877-1878, de la insurrección de Creta, huyendo de masacres, venganzas y represión; las guerras balcánicas de 1912-1913 expulsaron otros 420,000. Entre 1878 y 1904, 850,000 refugiados fueron instalados en las seis provincias del noreste de Anatolia, una región con mayoría demográfica armenia. El movimiento recrudeció a partir de 1912. En 1911 el CUP fundó una Organización Especial, bajo el mando de Enver Pasha, que desempeñaría un papel esencial en el genocidio. Con las guerras de 1912-1913, empezó a deportar a los griegos de las provincias europeas; entre 1914 y 1918, 1’500,000 griegos fueron depor-tados y la mitad pereció (p. 106). La venganza era un poderoso motor y la “lección de la historia” era que había que anticipar un levantamiento de los griegos y armenios de Anatolia. El juego de los imperialismos agravó el sen-timiento de que la patria estaba amenazada de muerte. A partir de 1912 todo el mundo sabía queMoscú quería Estambul/Constantinopla, llamada “Zargrad”, la Ciudad del Zar, y los estrechos y también Transcaucasia; a los estrategas rusos les interesaban los kurdos y los armenios en esta última región, para manipularlos contra el poder otomano. En cuanto a Europa preparaba si no el repartoterritorial del imperio, su división en “zonas de influencia”, y la “cuestión armenia” actualizada por las matanzas de 1909 le sirvió para este fin. Pero los armenios no se encontraban en la periferia del imperio otomano, como los serbios, sino en el corazón de Anatolia, la patria de los turcos; lacreación virtualmente evocada de un Estado

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nacional armenio desde Kars en el Noreste hasta el Mediterráneo cortaría a Turquía en dos. Este temor,que no carecía de fundamentos –basta con ver el abortado Tratado de Sèvres de 1920– se encuentra en el origen del genocidio, un genocidio que, afirma Akçam (p. 102) permitió la creación del Estado nacional turco después de la guerra de 1914-1918. Así, el declive y la caída del imperio otomano es la historia de la creación de muchos Estados y, de manera inevitable, el deseo de los grupos etnonacio-nales que habían coexistido durante siglos de tener su propio Estado llevó a la “limpieza étnica” genera-lizada, con su séquito de odios, de memorias agra-viadas y de amnesias convenientes. Serbia, Bulgaria,Grecia, Irak, Siria, Líbano tienen en su historia una serie de expulsiones y masacres: recuerdan las que sufrieron, olvidan las que cometieron. Los turcos tie-nen la misma historia y recuerdan cómo los “musul-manes” han sido deportados o masacrados por los “cristianos”; olvidan las masacres de “cristianos” y castigan como delito del fuero común y traición a lapatria la sola mención del “genocidio” perpetrado contra los armenios. “Ningún armenio puede ser nuestro amigo después de lo que les hicimos” (Talat Pasha). El sistema de representaciones que autoriza y justifica el terror y la eliminación del otro es siempre el resultado de una simplificación del pensamiento político. El vocabulario usual del discurso de extermi-nio es siempre sumario. Si se examinan las operaciones características del pensamiento joven turco entre 1912 y 1915 se entiende cómo desembocó en el genocidio, a través de tres operaciones: determina-ción de la propia identidad ante un enemigo progre-sivamente identificado, reducción de la política a una relación de violencia, dramatización extrema del momento histórico –la primavera de 1915–. Walter Laqueur señaló que el terrorismo –y el genocidio es el terrorismo a escala mayor– encarna el concepto de la política según Carl Schmitt, fundado sobre el dualismo amigo/enemigo.

Para Schmitt cada orden de fenómeno descansa sobre un criterio autónomo de distinción: lo estético sobre la oposición entre hermoso y feo, lo económico sobre el binomio útil/dañino, lo político sobre amigo/enemigo. Así, las cumbres de la gran política constituyen los momentos que ofrecen una percepción clara y concreta del enemigo como tal. “Considero que la lucha de Cromwell contra la España papista es la manifestación más poderosa de una hostilidad de tal tipo.” En su discurso del 17 de septiembre de 1656, dice: “¿Por qué, en verdad, vuestro gran enemigo es el español? Es el enemigo natural, el enemigo providencial y quien lo tiene por enemigo accidental no conoce la Escritura ni las cosas de Dios quien dijo ‘pondré una enemistad entre tu posteridad y la suya’ ”. Tal teoría esencialista de la política que hace del elemento tribal el fermento de la unidad nacional, encuentra su aplicación privilegiada en el campo internacional, en la guerra, en la guerra civil. De este modo, Schmitt nos ofrece un modelo del nacionalismo extremo del cual el genocidio, en el caso que nos ocupa, el del emergente nacionalismo joven turco, no es más que una variante extrema, así como la bomba atómica no es más que una bomba extrema. El genocidio perpetrado en 1915 –prolongado de manera intermitente hasta 1922– apareció des-pués de dos olas de masacres cubiertas por ideolo-gías diferentes: la de 1894-1896 por el panislamismo del sultán Abdul Hamid y la de 1909 por los mismos jóvenes-turcos pero en su periodo constitucionalista. El genocidio no cayó como un rayo en el cielo azul ypara los armenios fue la realización de un presenti-miento pesadillesco; los turcos se habían vuelto unas bestias pardas y las palabras que acompañabanla matanza, sean las de un Islam primario, sean las de la ideología “científica” de los organizadores lo confirmaron. Los armenios eran unos “perros” antes de ser degollados como “corderos”. Los nacionalistas turcos, que renegaban del otomanismo multinacional y multicultural, se identificaban con

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el lobo gris, animal tótem de la tribu primitiva turcomongola. En 1908 muchos armenios se habían alegrado de la llegada al poder del movimiento joven turco y esperaban mucho de su discurso renovador, liberal y progresista. Cuando empezó la guerra en 1914, la modernidad del CUP se presentó bajo la forma del plan de exterminio realizado por la Organización Especial: una acción libre de toda consideración moral, el fin nacional justificando los medios. El emba-jador alemán Wangenheim pudo escribir a su canci-ller el 17 de junio de 1915: “Talat Pasha declaróque la Sublime Puerta quería aprovechar la guerra mundial para acabar radicalmente (gründlich aufzuraummen) con sus enemigos internos”, loscristianos autóctonos. En menos de diez años el joven nacionalismo turco había llegado a la conclusión de que para sobrevivir Turquía tenía que liberarse de los pueblos extranjeros. Talat Pasha explicaba: “estos diferentes bloques en el imperio turco han conspirado siempre contra Turquía; la hostilidad de estos pueblos nativos ha despojado a Turquía que ha perdido provincia tras provincia –Grecia, Rumania, Bulgaria, Bosnia Herzegovina, Egipto y Trípoli (Libia)” (p. 92). El capítulo IV contesta a la pregunta: “¿Cómo se llegó a la decisión del genocidio?”. Como consecuencia directa de las guerras balcánicas de 1912-1913 que vieron la derrota otomana, las deportaciones y matanzas de griegos en Tracia y en Anatolia empezaron a principios de 1914. Eso fue elpreludio al 1915 armenio. La lógica de esa ofensiva contra los griegos otomanos era la urgencia de tur-quizar a lo que quedaba del imperio. Al otoño de 1914, Estambul tomó la decisión crucial de entrar en la guerra al lado de los Imperios Centrales, de Berlín y Viena. En enero de 1915 el ejército sufrió una terri-ble derrota en Sarikamis que sirvió de pretexto para lanzar la mortífera acusación de la “traición arme-nia”, de la “puñalada trapera armenia”. Empezó una campaña de desinformación que coincidía con

la gran batalla de Gallipoli que duró meses y terminó con la retirada de los ingleses; pero durante un tiem-po pareció que el enemigo iba a tomar el control de los estrechos y de la capital: se preparó un plan de repliegue hacia el corazón de Anatolia para una resistencia a largo plazo confiada a la Organización Especial (OE, en adelante). En forma paralela, tam-bién se tomó la decisión de acabar con los armenios, tarea que fue encomendada también a la OE. Así que las “circunstancias”, a saber, el peligro mortal en el que se encontraba la Patria turca, tuvieron algo que ver en el momento de la decisión, más que en la decisión misma. Cuando la derrota pareció inevi-table, la organización de la resistencia en el reducto anatoliano se antojó imposible mientras siguiesen en el lugar unos millones de armenios. Shakir Pasha, jefe de la OE y gran director del genocidio, lo expre-só claramente: “la existencia de armenios cerca y a lo largo de la frontera con Rusia representa una gran amenaza para el futuro del país. Es necesario hacer todo lo posible para suprimir ese peligro. Tomar tal camino puede significar ir en contra de las leyes de las naciones y de la humanidad. Estoy dispuesto a pagar el precio hasta con mi vida. Que lo logre o no, muchos me castigarán, lo sé, pero en el futuro muchos entenderán que me sacrifiqué al servicio de mi patria” (p. 129). La tesis (¿atenuante?) de las circunstancias no explica el porqué de las medidas tomadas contra los armenios desde agosto de 1914, meses antes de la entrada en guerra; la OE recibió entonces, así como el jefe del III Ejército situado en las provincias armenias del noreste, la orden de formar “unidades especiales” con kurdos, expulsados de la Turquía de Europa, criminales, para operar en Rusia y a lo largo de la frontera, contra los armenios. En septiembre de 1914, Gobernación ordenó considerar a todos los armenios como enemigos potenciales, y en noviembre los armenios de entre 15 y 20 años y los mayores de 45 años fueron movilizados en batallones de trabajo; sufrieron

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condiciones tan duras que, según las unidades, entre el 20 y el 60 por ciento murió antes de que empezara su masacre en marzo de 1915, es decir, 40-50 días antes del inicio oficial del genocidio. Los soldados armenios (de 20 a 45 años) fueron desarmados el 25 de febrero de 1915 y su liquidación empezó poco después. La deportación de los civiles había empezado en Cilicia, en febrero de 1915, en previsión de un posible desembarque franco-inglés en esa región del Mediterráneo. La derrota de Sarikamis, en enero, fue el pretexto, y la propaganda oficial responsabilizó a los arme-nios del desastre. Pero el mismo Enver Pasha que lanzó esa acusación mortal, había dado las gracias al patriarca armenio por el sacrificio y el heroísmo de los soldados armenios. El 26 de febrero, un día des-pués de ordenar el desarme de estos hombres, escri-bía al patriarca “su placer y sus agradecimientos a la Nación armenia, reconocida como ejemplo de lealtad absoluta para con el Gobierno Otomano” (p. 143). El aliado alemán confirmaba la buena conducta de los soldados armenios, pero quien quiere matar su perro, dice que tiene rabia. No hubo traición a favor de los rusos en la frontera noreste: los famosos “voluntarios armenios” del ejército zarista eran todos sujetos rusos y nunca hubo más de cuatro unidades de 1,000 hombres, las cuales operaron a partir del 18 de mayo de 1915, cuando los rusos tomaron Van (p. 203). Fue en marzo, probablemente a finales del mes, cuando el CUP en Estambul tomó la decisión, en medio del trueno de la batalla de Gallipoli: ordenó a la OE olvidarse de los rusos y emprender la liquida-ción de los armenios, no solamente en las seis pro-vincias del noreste, próximas a Rusia, donde podían servir de “quinta columna”, sino en todas partes. Esde notar que el gobierno en pleno no estuvo al tanto, fuera del triunvirato cuyos dos principales diri-gentes eran Talat y Enver. La decisión se tomóantes del levantamiento armenio de Van, en abril, presentado en la literatura histórica turca como LA

causa de la deportación (sin masacre planificada) de los armenios. Dicho levantamiento ocurrió después de la toma de decisión y 55,000 armenios habían sido masacrados en la región por los comandos paramilitares de la OE (p. 200). Las deportaciones empezaron un mes antes pero, escribe Akçam, “el giro de la deportación estratégica hacia el genocidio coincidió con el levantamiento de Van”; las poblaciones no fueron desplazadas hacia Anatolia sino hacia el desierto de Siria (telegrama del 24 de abril, fecha simbólica del inicio del genocidio). Ese mismo día empezó en Estambul el arresto y la matanza de toda la elite armenia. El CUP y Talat operaron según un mecanismo dual: la secretaría de Gobernación enviaba órdenes de deportación a las autoridades del Estado, pero las agencias locales del CUP y la OE recibían instruccio-nes para proceder a la liquidación de los deportados en camino, con la ayuda de la gendarmería y de Mehmet Kamil Pasha, comandante del III Ejército. En general había que evitar la participación del ejército. Había que destruir inmediatamente los mensajes recibidos (p. 161). El autor publica por primera vez un documento esencial, hasta ahora citado parcialmente o sinteti-zado, el memorandum que Talat Pasha, secretario de Gobernación, envió al gran visir el 26 de mayo de 1915 para explicarle que las “deportaciones” eran indispensables para “acabar de manera total y absoluta con la cuestión armenia [...] Después de consultar a las autoridades locales y los comandan-tes militares [...] empezó una acción que se estima completamente en el interés del Estado [...] hacia un final definitivo”. Hubo “justos”, civiles y militares para oponerse y desobedecer; todos lo pagaron con un cese inmediato, varios con la vida (pp. 164-170, 185-186, 201): Mezhar Bey, gobernador de Ankara, Reshit Pasha de Kastamonu, Cemal Bey del distrito de Yozgat, Huseyin Nesimi, prefecto de Lice, asesinado, así como Ferit, gobernador de Basra,

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Nedri Nuri de Müntefak, Sabit, prefecto de Beshiri, y también el prefecto de Midyat y el de Nafra. Tahsin Bey, prefecto de Erzurum, hizo lo imposible para salvar armenios y fue cesado, como Rahmi Evranos, gobernador de Izmir y Nabi Bey de Malatya. Gloria a estos justos que no aceptaron ejecutar una “deportación” (es lo que aparece en los documentos oficiales) que era una liquidación. Celal, gobernador de Alepo, transferido a Konya por su desobediencia, persistió en sus vanos esfuerzos: “Yo era como un hombre al lado de un río sin posibilidad de salvar a la gente. En lugar de agua, el río llevaba sangre y miles de niños inocentes, ancianos sin culpa, mujeres y fuertes jóvenes en camino hacia su destrucción. Los que pude alcanzar con mi mano, los salvé, los otros, se los llevó la corriente y no volvieron nunca” (p 185). La documentación otomana rescatada por Akçam no deja la menor duda: Talat Pasha fue el coordinador general de la deportación y de la masacre (p 168) que fueron decididas colectivamente por el CUP en marzo de 1915. En algunas regiones los armenios se convirtieron al Islam para salvar la vida, pero Talat envió, el 1 de julio, un telegrama para ordenar que “deben ser deportados por más que se hayan convertido” (p. 175). La “limpieza étnica” que significaba la muerte para los armenios debía aplicarse a todos los no turcos. El 26 de mayo de 1915 Talat Pasha giró instrucciones a todos los prefectos y gobernadores para que los armenios,kurdos, albaneses, bosnios y árabes no pasaran nunca de formar el 5 por ciento, excepcionalmente el 10 por ciento de la población provincial; esosignificaba la dispersión para todos y la muerte para los armenios. Así, las grandes matanzas de 1916 en Siria, alrededor de Der Zor y en la provincia de Alepo, fueron ordenadas porque la llegada de los deportados sobrevivientes había elevado el porcentaje de armenios en Siria e Irak arriba de la ¡cifra fatídica! Las cifras eran inciertas pero para diciembre de 1917 sólo 23 por ciento de la población católica de

Anatolia, especialmente defendida por los aliados de Berlín y Viena, había sobrevivido. En 1913, según el patriarcado armenio, había 2’100,000 armenios en Anatolia Sobrevivieron 600,000, quizá, a los cuales se debe añadir, quizá, 200,000 niños y jóvenes mujeres “adoptados”. El gobierno de Estambul estimóque 800,000 armenios perdieron la vida (documento del 14 de marzo de 1919); es la cifra retomada por Mustafa Kemal “Atatürk” cuando, en privado, habló el 24 de abril de 1920 de “shameful act” (pp. 345-346). En noviembre de 1918, a la hora del derrumbe del imperio, en el último congreso del CUP, Talat Pasha formuló lo que hasta la fecha es la “versiónoficial turca” del drama: “Hubo muchos incidentes durante la deportación, pero en ninguno la Sublime Puerta actuó según una decisión predeterminada. En muchos lugares, antiguos odios hicieron erupción y condujeron a abusos que nunca pensamos realizar. Muchos funcionarios desplegaron una excesiva injusticia y violencia. En ciertos lugares, un sinnúmero de inocentes fueron asesinados. Tengo que admitirlo” (p 184). Los armenios habrían sido víctimas de las “cir-cunstancias”, de las condiciones propias de la gue-rra, de la enfermedad y de la violencia espontánea, localizada y popular. El Estado no habría tenido nada que ver, por lo tanto no se puede, no se debe hablar de “genocidio”. El capítulo VI presenta los intentos pronto abortados de castigar a los “criminales de guerra” turcos, en particular los de los demócratas turcosdel partido “Libertad y Concordia” aplastado por el CUP durante la guerra. Uno de sus dirigentes, Damat Ferid Pasha leyó en el Congreso, paracondenarla, la justificación presentada durante la guerra, por el gobierno:“Si sacamos un millón de armenios de sus casas y de sus pueblos, si los zopilotes y los chacales se deleitaron sobre sus huesos en los caminos haciaBagdad, es que habrían cortado las líneas de

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comunicación de nuestro ejército, atacado a nuestras tropas por la espalda y presentaban un peligro para el Estado” (p. 269). En consecuencia, se instruyeron 63 procesos sobre otros tantos casos concretos de masacres y en abril de 1919 fue condenado a muerte y ejecutado Kemal Bey, quien inmediatamente fue proclamado “mártir”. Lo que paró en seco los procesos fue la invasión de Izmir (Smirna) y de la costa occidental de Anatolia por el ejército de Grecia. Empezaba la “guerra de independencia” de Turquía que terminó con la victoria nacional e internacional de Kemal Atatürk en 1922, la expulsión de los griegos otoma-nos y de los turcos de Grecia, y la fundación de la república turca. Así desapareció la cuestión del genocidio, y en una Turquía “limpiada” de sus fuertes minorías cristianas quedó un solo pueblo no turco: los kurdos. Pero eso es otra historia que aún no acaba. La terrible lógica simplificadora del Estado-nación está perfectamente expresada por Bekir Sami, secretario de Relaciones de la joven república cuando contestó a una nota de la república sovié-tica de Armenia: “Cuando no quede región con una mayoría de turcos bajo la soberanía armenia, ni región con una mayoría de armenios bajo la sobera-

nía turca, entonces habrá verdadera paz y herman-dad entre los dos pueblos” (p. 331). Hasta terminar la “limpieza étnica”, pues. A principios de 2008 Turquía y Armenia siguen sin relaciones diplomáti-cas… Está prohibido hablar de “genocidio” y la ver-sión oficial es que hubo matanzas por ambos ladospero que la responsabilidad es armenia. “Puesto que el gobierno y la nación turca fueron obligados a tomar medidas punitivas y a contestar, pero siempre y sin excepción sólo después de agotar su paciencia, la responsabilidad de los desastres que cayeron sobre la comunidad armenia en el seno del Imperio Turco pertenece totalmente a la propia comunidad armenia. Mientras los elementos cristianos no abusaron de la generosidad del país en el cual vivieron durante siglos en opulencia y paz, los turcos jamás les negaron sus derechos” (p. 366). Son palabras de Ismet Inönü a la firma del tratado de Lausana en noviembre de 1922, el cual proclamó una amnistía total para los crímenes políticos y militares cometidos entre el 1 de agosto de 1914 y el 20 de noviembre de 1922.

Fuente: Revista Istor del CIDE. (Agradecemos al autor del presente texto su autorización expresa para reproducirlo en su integridad.)

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La batalla de Salaminapor Matthias von Hellfeld

La batalla de Salamina fue el mayor combate naval de la Antigüedad, ocurrido en octubre de 480 a.C., que sentó las bases, tras el triunfo de la flota griega sobre fuerzas persas, del florecimiento de Grecia y Europa.

La figura política dominante en aquellos años era el estratega militar Temístocles (aprox. 525 a.C.-459 a.C.). Ya desde el año 490 a.C. había

comenzado a construir una muralla en torno a Atenas y el puerto de El Pireo. Al mismo tiempo fortaleció la flota naval para que estuviera preparada para repeler una eventual ofensiva persa. Desde hacía años los reyes persas querían poner pie en el continente europeo. El primer intento en 490 a.C., conocido como la Batalla de Maratón, había fracasado. Aunque los persas tenían un ejército de invasión superior, fueron derrotados por una infantería griega bien capacitada que los obligó a replegarse. Pero en vez de darse por vencidos, los persas conformaron el ejército más grande de la antigüedad. Para poder transportar más rápidamente a sus tro-pas, el rey Jerjes I de Persia (519 a.C.-465 a. C.) mandó construir un canal a través de la península de Athos, así como un puente sobre el Helesponto y otro sobre el Estrimón. Estos enormes esfuerzos de los persas no pasaron inadvertidos por los griegos. Por el tamaño y despliegue del ejército persa estaba claro que Jerjes I de Persia tenía planeado llevar a cabo una guerra de conquista contra Grecia para después avanzar sobre el sureste de Europa. Para cualquier otra cosa su ejército era desproporcionado.

Historia antigua

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Temístocles había visitado el oráculo de Delfos que le había dicho la siguiente frase: “¡Busca protección tras murallas de madera!” Ello fue interpretado por Temístocles como que los griegos debían buscar el combate naval para enton-ces hallar refugio tras las paredes de madera de sus embarcaciones. Después de una inicial oposición en la Asamblea Popular, ésta consintió la construcción de más barcos de guerra.

Cuánta razón tenía Temístocles en su estimación de que las fuerzas persas eran invencibles en una batalla en tierra, lo cual quedó demostrado poco des-pués, en agosto de 480 a.C., en la llamada Batalla de las Termópilas, donde después de cinco días los persas derrotaron a los espartanos. Jerjes I avanzó hacia Atenas y la devastó. La ciudad no tenía protección ni quien la defendiera, pues los hombres aptos para el combate se habían replegado a los barcos de guerra. En vista de la ciudad destruida, tenían claro que se encontraban ante su última oportunidad. Perder la batalla hubiera sido el fin de una Grecia libre. Los griegos tomaron posición ante los persas en el estrecho occidental frente a la isla de Salamina. Después de doce horas de combates los griegos ganaron la batalla, probable-mente porque contaban con naves más pequeñas capaces de maniobrar con rapidez en el estrecho de Salamina. El triunfo de Grecia evitó el sometimiento a Persia y detuvo el avance de sus fuerzas militares hacia Europa.

Historia antigua

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La defensa griega ante los persas fue un hito en la historia europea. De haber sido derrotados los griegos, el ejército persa hubiera seguido su avance sin obstáculos, extendiendo su imperio hacia la Europa continental. Probable-mente habría quedado sepultados tanto la cultura griega como el Imperio Romano. Dado que la Europa moderna surgió de la antigua Grecia y del anti-guo Imperio Romano, de haber triunfado los persas en la Batalla de Salamina en octubre de 480 a.C., probablemente hoy se llamaría “Asia Occidental”, y tendría una población mayoritariamente musulmana. El historiador y geógrafo griego Herodoto de Halicarnaso (490 a.C.-425 a.C.) dio una connotación ideológica a la guerra contra los persas. Para él se trató de una “guerra de sistemas”. Por un lado, Europa representaba la libertad y la democracia, –en aquella época fue fundada la llamada “democracia ática”, que fue la cuna de la Europa democrática. Por otro lado, se encontraban los persas, a quienes Herodoto atribuyó despotismo y tiranía. Con ello dividió el entonces mundo conocido en opuestos: Europa contra Asia y “libertad contra cautiverio”. Fuente: www.dw-world.de

Wilhelm von Kaulbach, 1868

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Libros

En el contexto de la FLAH, el Museo Nacional de las Culturas presentará la exposición

PEDRO BOSCH GIMPERAEN LA MEMORIA HISTÓRICA DE CATALUÑA Y MÉXICO

Fotografías en torno a la figura de Don Pedro Bosch Gimpera,científico, maestro formador de generaciones y creador de instituciones,

cuya vida ejemplar constituye un patrimonio valioso para la ciencia,la historia y la cultura que une a nuestros dos pueblos: Cataluña y México.

http://feriadelibro.culturainah.org

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Entrevista

Las guerras de AlejandroJacinto Antón entrevista a Robin Lane Fox

Robin Lane Fox, autor del éxito El mundo clásico, ofrece en la monumental Alejandro Magno una sensacional aproximación a la figura del conquistador. Para el historiador, el rey de Macedonia es un personaje fascinante que repre-senta el encanto de la juventud y la gloria.

Alejandro Magno: el solo nombre lo deja a uno boquiabierto, con la mirada soñadora perdida en un horizonte infinito de grandeza, pasión y misterio. “Alejandro tenía magia, la magia de la juventud, fue un hombre de ambicio-nes apasionadas y no creía que nada fuera imposible”, afirma Robin Lane Fox (Eton, 1946), que desborda un arrebatado y contagioso entusiasmo al hablar del personaje. El autor de Alejandro Magno. Conquistador del mundo (Acan-tilado), un monumental ensayo de 800 páginas devenido un clásico y que se lee compulsivamente, entre el chasquido de bronce de las sarisas, el silbido de angustia de los elefantes mutilados en el Hidaspes y el “¡Alalalalai!” de la caballería macedonia en Isos, es un historiador muy poco al uso: capaz de emocionar profundamente, dotado de un enorme sentido del humor y una calidad literaria extraordinaria. “Alejandro es mi vida”, confiesa. Dice Lane Fox que el gran Alejandro nunca se aburrió ni hizo jamás nada aburrido. Leyén-dolo y escuchándolo a él así parece. “La historia no es verdad sólo cuando resulta aburrida”, recalca.

“Era joven, vital, conquistador del mundo, podía acostarse con quien quisiera, y lo hacía. Amó a ambos sexos”

PREGUNTA. ¿Era de verdad tan valiente Alejandro, corría tantos riesgos?

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Entrevista

RESPUESTA. Sí. Lo prueba el hecho de que sufrió muchas heridas. Esa actitud, ese valor, era crucial para sus éxitos. Alejandro siempre se pone frente al peligro. No tenía miedo.

P. Pero ¿se puede dirigir una batalla desde en medio de la misma, en pleno fragor, luchando al mismo tiempo?

R. Alejandro basaba su estrategia en movimientos rápidos, creaba un punto débil en el enemigo, un lugar de fractura y concentraba todo el ataque ahí. Empezaba con un despliegue digno del ajedrez, que mostraba y abría esa debilidad del rival. Y entonces se lanzaba liderando el ataque.

P. Entonces no podía revisar el plan...

R. No, era todo o nada. No había medias tintas. Es cierto que, recuérdelo, contaba con unas tropas enormemente profesionales y muy buenos oficiales, conducía el ejército creado, adiestrado y testado por su padre Filipo.

P. Pero él podía morir en cualquier momento.

R. Desde luego. Fue muy afortunado. Pero en la India, en el Punjab, en las murallas de Multan...

P. ¿La misma Multan Sikh del asalto británico en 1849 tras el asesinato de Agnew y Anderson y su puñado de gurkas?

R. Exacto, Alejandro, en su momento, también sitió la ciudad, una fortaleza temible. Impaciente por el lento progreso de sus hombres, tomó una de las escaleras de asalto y trepó él mismo a las almenas, seguido por uno de sus veteranos que embrazaba el supuesto escudo sagrado de Aquiles, cogido por el rey en el templo de Troya. El caso es que la escalera se rompió, dejando al heroico pero irresponsable Alejandro aislado en lo alto de la muralla y casi solo en el ataque. Repartió tajos a diestro y siniestro, pero un arquero le clavó

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Entrevista

una flecha de un metro en el pecho. Imagínese la escena. Se salvó porque finalmente sus tropas pudieron reunirse con él, pero la herida fue muy grave, posiblemente le perforó un pulmón y dejó a Alejandro casi lisiado. En fin, ése era él, energía, impulso, coraje inconsciente... Si puedes ser así, ¡qué ejemplo para tus soldados! Eso explica la devoción que despertaba, única. Sus hom-bres lo veneraban y lo seguían a todas partes. Es cierto que no es el hombre al que confiarías tus ahorros: ¡demasiado arriesgado!, aunque podría hacerte rico...

P. Pierre Briant, el eminente orientalista especialista en el mundo persa, me dijo en una conversación que en realidad Alejandro luchaba muy protegido, que se arriesgaba poco, vamos.

R. Bah, Briant es francés. Las heridas y la naturaleza de Alejandro dicen lo contrario. ¡Briant debería haberlo visto aquel día en las murallas de la fortale-za india! Filipo era igual. Filipo está poco valorado, pero él fue el que creó el ejército que usó Alejandro, era un gran militar. Filipo y Octavio Augusto son los dos grandes organizadores del mundo antiguo.

P. Hablando de Filipo, conoció usted al gran Manolis Andronikos, el arqueó-logo que descubrió la tumba del padre de Alejandro, uno de los grandes hallazgos del siglo XX. Era un hombre extraordinario.

R. Sí, estuve en 1977 con él, en Vergina, la antigua Aigai capital del reino macedónico, el mismo año del descubrimiento. ¿Ha estado allí?

P. Sí, con Valerio Manfredi, que se puso a declamar trozos de su novela Alexandros en el preciso lugar donde asesinaron a Filipo, en el teatro.

R. Vaya. Recordará la cabecita de marfil del lecho hallado en la tumba y que representa a Alejandro. Todo el ajuar funerario es asombroso. El larnax de oro con las cenizas, la coraza, las canilleras de bronce, la aljaba.

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Entrevista

P. Se puso en duda el hallazgo.

R. Desde Estados Unidos, sobre todo, se atacó a los arqueólogos griegos y se dijo que la tumba no era la de Filipo sino la del medio hermano retrasado de Alejandro, Arrideo, hijo de Filipo y una amante tesalia, quizá una bailarina. Siempre es sano cuestionar las cosas, pero la tumba es sin duda la de Filipo.

P. Dice la tradición que Alejandro olía bien. Eso siempre me ha fascinado.

R. Se dice que desprendía un olor dulce. Pero ha de entender que no se trata de un rasgo personal, de hábitos de higiene, era algo divino, un símbolo de divinidad. Supongo que, en realidad, en batalla debía oler fatal.

P. Parece que era muy guapo.

R. ¿Guapo? En las imágenes lo es. Podemos creerlo o no. Era bajo. Quizá tenía grandes ojos o los exageraría. Las mujeres lo amaban, y algunos hombres. Pero ¿no nos amarían igualmente a usted y a mí de ser nosotros también reyes poderosos?

P. Se le ha calificado de “el James Dean de la antigüedad”, ¿qué le parece?

R. Tiene gracia, ¿y por qué no el Douglas Fairbanks? Algo de estrella tenía, se anticipó a Hollywood, pero Alejandro no era un actor, era un rey.

P. ¿Cómo cree que murió?

R. Eso es un problema. En Alejandro nada es sencillo, ni su final. Desde que cayó enfermo hasta que murió transcurrieron dos semanas. Lo que parece un claro indicio de que no fue envenenado: hubiera sido muy arriesgado darle algo que no le matara rápidamente. La hipótesis del asesinato sirvió a los que aspiraban a sucederle para acusarse unos a otros.

P. Se ha propuesto que pudo morir de malaria.

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Entrevista

R. ¿Una sola persona de todo el ejército? Habría habido más casos. Y el patrón de la enfermedad no coincide.

P. ¿La bebida, entonces? Parece que era un gran bebedor.

P. Desde luego no cuando dirigía su ejército. Una tradición achaca la muerte de Alejandro a sus vicios. Nunca he estado de acuerdo. Mi opinión es que murió por causas naturales. Alejandro era seguramente un hombre devastado por los esfuerzos. Había sufrido nueve heridas en diferentes partes del cuerpo. La verdad es que no podemos saber a ciencia cierta qué pasó. En el libro he tratado de barajar todas las hipótesis.

P. La tumba, el cuerpo, ¿dónde cree que están?

R. Era un gran mausoleo, en el área pública de Alejandría. Fue muy visitado en la antigüedad. Pero ha desaparecido. Quizá sigue ahí, bajo la ciudad moderna o en la vieja zona de los palacios que ha cubierto el agua. ¿Y dónde está, por cierto, la tumba de Hefestión, su amante? Se la concibió como uno de los monumentos más asombrosos del mundo antiguo. El monumento más gran-de jamás levantado para un novio.

P. Sorprende en Alejandro el equilibrio entre vehemencia y cálculo político.

R. Alejandro es impetuoso, ésa es su naturaleza, pero es además muy inteli-gente. Es rápido en captar las situaciones: su forma de tratar a la familia de Darío, a los sacerdotes egipcios, su gesto de restaurar monumentos, la mag-nanimidad que muestra con el enemigo que se rinde... hay en todo ello gene-rosidad, sin duda, pero también mucha inteligencia, mucho arte del poder. Lo que hizo de incorporar iranios a la Administración del imperio, su idea de crear un imperio de los mejores sin tener en cuenta su procedencia, fue muy inusual, y muy inteligente. También es un conquistador, claro, pero es un error verlo sólo como el hombre de riesgo, el aventurero.

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Entrevista

P. Venga, hablemos de su vida sexual.

R. A algunos historiadores les gustaría que sólo hubiera amado a hombres, chicos y eunucos. Pero amó a ambos sexos. Se enamoró de Roxana y de Hefestión. Tuvo amantes apasionados, dos esposas persas más y durmió con una reina india. ¡Afortunado mortal! También se dice que se acostó con una amazona, pero dejemos eso en el terreno de la leyenda.

P. Entonces, lo de Alejandro como icono gay...

R. La realidad es más poliédrica. Era joven, vital, conquistador del mundo: podía acostarse con quien quisiera, y lo hacía. Es cierto que Hefestión fue probablemente la relación verdadera más importante de su vida.

P. ¿Se recreaba a sí mismo Alejandro, se modelaba literariamente?

R. La gente lo hace. La gente cambia su vida y la modela por la literatura. Él eligió el ideal de un héroe homérico. En Troya, Alejandro hizo esperar al ejér-cito para rendir tributo a sus modelos. Corrió desnudo hasta el sepulcro de Aquiles. El acto de un romántico. No era sólo propaganda. El macedonio era un reino homérico, en el que todas esas historias estaban muy vivas. Mace-donia no era Atenas.

P. ¿Qué plan tenía? De haber podido, ¿hasta dónde hubiera ido?

R. Lo quería todo. Quiere ir hasta los confines del mundo. Explorar y conquis-tar hasta las cuatro esquinas del mundo. Va al Este pensando que el fin del mundo está en la India. Su siguiente paso era, obviamente, el Oeste. Pero su geografía era muy mala. En la India pensaba que estaba cerca de Egipto, y confundió el Hindu Kush con el Cáucaso de Prometeo.

P. Conquistarlo todo, pero ¿por qué?

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Entrevista

R. Porque era glorioso. Por eso se da el nombre a las ciudades -él a sus más de veinte Alejandrías-. Por ser inmortal.

P. Había leído mucho a Homero.

R. Lo leyó demasiado literalmente.

P. ¿Quería morir joven, había una búsqueda irracional de eso?

R. No. La gloria era más importante que la vida, pero no, no hay una pulsión de muerte en Alejandro si se refiere a eso. Tenía muchos planes. No pararía.

P. No dejó precisamente las cosas bien atadas. Eso que dicen que contestó en el lecho de muerte cuando le preguntaron a quién le dejaba el reino: “Al más fuerte”...

R. Eso son leyendas, Alejandro seguramente murió sin poder hablar. No creo que pensara mucho en su sucesión. Era muy joven. Dudo que imaginara que le fuera a pasar algo. Ése es un rasgo típico de la juventud.

P. ¿No cree que hay algo irreductible en Alejandro, algo inexplicable?

R. Es posible. Pero tuvo suerte, y tres cosas que contaban mucho: ejército, oportunidad y ambición.

P. Su colega Bosworth, en su libro Alexander and the East (Clarendon Press, 1996), pone el acento en el horror de las campañas de Alejandro y lo describe como un verdadero genocida. Dice que tenía “una estremecedora eficiencia en la matanza”.

R. A Bosworth no le gusta Alejandro. Alejandro no buscaba la masacre. No era un déspota al uso corrompido por sus grandes conquistas. Si te rendías había honor. Sólo se mostró implacable con los que se obstinaron en resistírsele, los que cuestionaban su grandeza.

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Entrevista

P. Un guerrero, un conquistador belicista, eso juega hoy contra él.

R. No nos gusta la conquista, los muertos; pero en el mundo de Alejandro la conquista era gloria. En mi libro hago una reinterpretación de Alejandro desde el punto de vista de su propia moralidad. No desde nuestro punto de vista moderno vegetariano y pacifista. Su identidad homérica, su identificación con Aquiles, no era irrelevante. Compartía esos valores heroicos. No tiene sentido criticar a Alejandro en relación con unos valores morales que, simplemente, entonces no existían. Hay que ver el mundo con sus ojos. Durante años estu-vo de moda escribir viendo a Alejandro pequeño y no grande -¡Alejandro el Mínimo: qué error, qué estafa!-, y su imperio como un reino de terror. Pero Alejandro no era Stalin ni Hitler. Los años cincuenta proyectaron en Alejandro sus propios temores. Pero, si lees esos libros de entonces, te preguntas, ¿por qué la gente seguía a Alejandro? ¿Cómo alguien se sentiría fascinado por ese tipo? Por eso escribí mi libro, para explicarlo. Alejandro era un genio, un hombre extraordinario, como sabían todos en su tiempo. Me reprocharon que mi punto de vista era el de un inglés nostálgico del Imperio Británico. Están ciegos, no ven que Alejandro no es un imperialista ni un colonialista. Las inter-pretaciones cambian pero la antigüedad no, y no debemos traicionarla.

P. Usted es un caso único entre los historiadores de Alejandro: ha podido luchar bajo su mando, entre sus filas. ¡Eso es empirismo!

R. Hice de asesor de la película de Oliver Stone y durante el rodaje en Marrue-cos, en 2004, me dejó hacer de extra como soldado de caballería macedonio en la escena de la batalla de Gaugamela. Todos, menos yo, eran expertos jinetes, la mayoría españoles -aunque en realidad Alejandro no tuvo, claro, caballería hispánica, al revés que César, al que los compatriotas de usted le dieron grandes éxitos-. Cargué como uno más, con casco y lanza en mano. Una experiencia maravillosa, impagable para un historiador que difícilmente puede experimentar sobre el terreno el movimiento de masas militares. Mi caballo, por cierto, se llamaba Gladiador.

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Entrevista

P. ¿Y qué tal los persas, estaban a la altura?

R. Eran figurantes franceses, así que era fácil matarlos.

P. ¿Qué le pareció la película?, aparte de su escena.

R. Oliver Stone admiraba mi libro pero tenía ideas propias. Se basó sólo en parte en mi Alejandro Magno. Hay cosas muy interesantes, te permite enten-der cómo eran las batallas antiguas, la escala. Eran ejércitos enormes, como no se volvieron a ver hasta la edad moderna. Yo me encontré cuestionándome asuntos de logística en los que usualmente no caes: ¿cómo alimentaban a toda esa gente?

P. Alejandro ha sido carne de novela histórica. ¿Qué opina del género y de cómo lo ha tratado?

R. El pasado siempre es más sorprendente que la imaginación del novelista. Ellos están muy anclados en su propio mundo y se toman a menudo excesivas licencias: ¡que las cosas pasaran hace sesenta generaciones no significa que no haya que respetar los hechos! Hablamos demasiado de la corrección política y poco de la corrección cronológica. Se viola demasiado a menudo el pasado.

P. ¿Hay alguna otra figura comparable a Alejandro?

R. ¿En la antigüedad? Se ha sugerido que Aníbal. La comparación con Julio César es interesante, pero éste no tenía la misma fuerza sobre el ejército, no era un rey. Después de la antigüedad... No. Alejandro era tan especial, tan capaz. Tenía un ojo geométrico, estupendo para el terreno, para dilucidar la forma de moverse y luchar en él. Para mí es el mejor, ¡sin duda!

Fuente: El País

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Entrevista

Albrecht Altdorfer, Alejandro derrota al rey persa Darío III en la batalla de Issus, 1529

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La Biblioteca Virtual Europea

Nueve meses después de su comienzo accidentado, por fin la biblioteca electrónica europea “Europeana” puede volver a retomar su actividad normal, confirmaron fuentes de la Comisión Europea. La comisaria europea de Sociedad de la Información, Viviane Reding, se lamenta no obstante de que hasta la fecha sólo esté disponible en “Europeana” el 5 por ciento de todos los libros digitalizados en la UE, según un documento interno que fue dado a conocer en Bruselas.

El sitio de Internet de “Europeana” quedó suspendido después de un inespe-rado colapso del servidor en noviembre de 2008. Desde entonces, según el Ejecutivo de Bruselas, se ha incrementado notablemente su capacidad. Gra-cias a este portal se pueden consultar “online” documentos, libros, pinturas, películas y fotografías de diversas colecciones europeas de forma gratuita.

Hasta la fecha hay 4.6 millones de objetos incorporados a su base de datos. Hasta 2010 está previsto que la cifra alcance los 10 millones. La Comisión dedica dos millones de euros anuales (unos 2.8 millones de dólares) para el mantenimiento de la página. Los costes de la digitalización corren a cargo de los estados miembros de la UE, aunque el reparto presenta desequilibrios. En ese sentido, Reding destacó que el mayor esfuerzo para mantener “Euro-peana” proviene de Francia, que enriquece la página con un 47 por ciento del contenido total, seguida de Alemania, con 15.4 por ciento, y Holanda, con 8 por ciento.

Fuente: DPA/ www.dw-world.de

Bibliotecas

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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

Pirotecnología

El hombre y el uso del fuego

Los seres humanos comenzaron a usar el el fuego hace unos 164 mil años para crear herramientas de piedra en lo que constituyó su primer avance tecnológico, según un estudio que publica la revista Science. “Esta tecnología exigió conocer la relación entre el fuego, el calor y su efecto sobre el cambio estructural de la piedra” , indicó Kyle Brown, del Departamento de Arqueología en la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Brown y científicos de Australia, el Reino Unido, Estados Unidos y Francia afirman en el estudio realizado en el extremo sur de África que los antepasados del hombre hacían mediante el fuego marcas simbólicas, adornos y otros indicios de conducta humana “moderna”. “Hemos demostrado que esos primeros seres humanos, hace 72 mil años y hasta 164 mil años, usaban en la zona costera del sur de Africa fogatas controladas en un complejo proceso para calentar la piedra y alterar sus propiedades”, añadió Brown. “La tecnología del calor comienza con una genialidad... alguien descubre que la aplicación de mayores temperaturas sobre la piedra produce su fragmentación”, señaló a su vez Curtis Marean, antropólogo director del proyecto. “Este conocimiento se transmitió a través de las generaciones y, en una forma que es única entre los seres humanos, se fue perfeccionado poco a poco”, añadió. Eso crea una larga cadena de procesos tecnológicos que, según los investigadores, requiere de una capacidad intelectual compleja y, probablemente, un lenguaje para enseñarlo y aprenderlo. Para su estudio los autores recogieron los restos de herramientas de silcreta encontrados en sitios arqueológicos y mostraron, usando técnicas diferentes, que las rocas fueron transformadas deliberadamente por calentamiento. La silcreta es una solidificación superficial que ocurre cuando el sílice de una roca se derrite por efecto del fuego y vuelve a solidificarse.

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Es un material duro y resistente que, aunque tiene origen y naturaleza diferentes, parece similar a la cuarcita. En Australia los pueblos aborígenes usaron ampliamente la silcreta para la fabricación de herramientas. En África se han encontrado dos tipos de herramientas de silcreta desarrolladas hace entre 60 mil y 80 mil años. “El uso controlado del fuego fue una adaptación clave en la evolución humana”, señala el artículo de Science. “El fuego primero dio calor. Después, permitió la manipulación de las propiedades físicas de los materiales para la producción de cerámicas y metales”. “El análisis de las herramientas encontradas en múltiples sitios muestra que la piedra original fue manipulada sistemáticamente para mejorar sus propiedades de fractura controlada”, añade el artículo. El tratamiento por calor “exige un conocimiento avanzado del fuego y una elevada capacidad cognitiva, y aparece aproximadamente al mismo tiempo que las muestras generalizadas de comportamiento simbólico”, según los autores. “Este fue el origen de la pirotecnología y el puente hacia la tecnología de la cerámica y la metalurgia más recientes”, manifestó Brown. Más aún, según Marean, la complejidad del conocimiento que ya tenían estos hombres en el sur de Africa es “una prueba más de que este lugar pudo haber sido el punto de origen de la línea que conduce a los seres humanos modernos, que aparecieron hace entre 100 mil y 200 mil años” en ese continente.

Fuente: Science/ EFE/isv

Pirotecnología

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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

Recuperación de un monumento en la cima del mundo

Patrimonio

Las autoridades chinas anunciaron la conclusión, tras siete años de tra-bajos, de las obras de restauración del Palacio Potala de Lhasa, capital de la región autónoma del Tíbet y antigua resi-dencia oficial del Dalai Lama. Para la restaura-ción del complejo arqui-

tectónico, cuyos cimientos de madera corrían grave peligro de derrumbe, se invirtieron 300 millones de yuanes (más de 30 millones y medio de euros), cifra que incluye también reparaciones del palacio de Norbu Longka, residencia de verano del Dalai Lama, situada asimismo en Lhasa. En las obras de reparación de los palacios participaron más de 189,000 trabajadores, encargados de reforzar los cimientos, reparar algunas de las pinturas murales y tratar químicamente las estructuras de madera para luchar contra plagas y otros peligros para la cimentación. El palacio, cuya construcción comenzó en el siglo VII, pasó a ser la residencia de los Dalai Lamas, gobernantes políticos y religiosos del Tíbet, en el siglo XVII. Es considerado la culminación de la arquitectura tibetana, con su característica fachada roja y blanca. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994, el edificio alberga además un gran número de pinturas y esculturas igualmente consideradas obras maestras en el arte tibetano.

Fuente: El País/ Edit. el Correo

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Museos

250 años del Museo Británico

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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

Museos

El Museo Británico tiene en custodia, para la población

del Reino Unido y para el mundo entero, una colección

de arte y antigüedades, tanto de los tiempos más remotos

como de las culturas vivas.

Ubicado en uno de los hitos arquitectónicos de la Gran

Bretaña, la colección es una de las mejores en existencia, y abarca dos millones

de años de historia de la humanidad. El acceso a la colección es gratuito.

El Museo se fundamenta en el principio práctico según el cual la colección

debe ser sometida a uso público y de libre acceso. También se basa en la

idea de la Ilustración de que las culturas pueden, a pesar de sus diferencias,

entenderse unas a otras mediante un compromiso mutuo. El Museo ha sido

–y sigue siendo– un lugar donde este tipo de investigaciones interculturales

de lo humano han podido ocurrir.

El Museo tiene como objetivo llegar a un público cada vez más amplio en

todo el mundo, extendiendo el compromiso con su audiencia. Éste es un

compromiso no sólo con las colecciones que tiene el Museo, sino también

con las culturas y territorios que representan, las historias que pueden ser

contadas a través de ellos, la diversidad de las verdades que pueden revelar y

su significado en el mundo de hoy.

El Museo ha tratado de poner sus colecciones a disposición de mayores y

más diversos públicos, primero en Londres, el Reino Unido y posteriormente

en todo el mundo. Durante los últimos cuarenta años, la creciente facilidad

de los viajes internacionales no sólo ha significado que más visitantes del

extranjero pueden llegar a Londres para gozar de la colección, sino que ésta

puede viajar más fácilmente hacia ellos, y ser sometida a uso público en

nuevos contextos.

El sitio web del BM no es sólo una fuente de información sobre la colección

y el propio Museo, sino una extensión natural de su propósito principal, que

es constituir un laboratorio de investigaciones culturales comparativas.

Fuente: www.britishmuseum.org

Las minorías étnicas de China: política cultural y narrativas de identidad en la República Popular China

organizado por elCentro de Estudios de Asia y Áfricade El Colegio de México con el apoyo del Instituto de Investigaciones Socialesde la UNAM

y la Coordinación General Académicade El Colegio de México

Ciudad de México,17 y 18 de septiembre de 2009

China es un Estado multiétnico. Actualmente habitan en él 55 minorías nacionales oficialmente reconocidas, que comparten el territorio del país con la mayoría han que constituye más del 90% de la población. La importancia política, económica y social de las minorías ha derivado en el desarrollo de diversas políticas culturales a lo largo de la historia china.

CONGRESO INTERNACIONAL

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INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

DIRECTOR GENERALALFONSO DE MARIA Y CAMPOS CASTELLÓ

SECRETARIO TÉCNICORAFAEL JULIO PÉREZ MIRANDA

SECRETARIO ADMINISTRATIVOLUIS IGNACIO SAINZ CHÁVEZ

COORDINADORA NACIONAL DE MUSEOS Y EXPOSICIONESMIRIAM KAISER

DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURASY DEL CORREO DE LAS CULTURAS DEL MUNDO

LEONEL DURÁN SOLÍS

ÉSTA ES UNA PUBLICACIÓN DELCENTRO DE ESTUDIOS SOBRE LA DIVERSIDAD CULTURAL (CEDICULT)

DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURAS

EDITORMARIANO FLORES CASTRO

[email protected]

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS POR LOS RESPECTIVOS AUTORES

DE LOS ARTÍCULOS, NOTAS Y FOTOGRAFÍAS.

MÉXICO, D.F., 1 de septiembre de 2009.

Directorio