ii domingo de adviento • aÑo / a• lc 3, 1 · ii domingo de adviento • aÑo / a• lc 3, 1-6...

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II domingo de Adviento • AÑO / A• Lc 3, 1-6 ● Primera lectura ● Bar 5, 1-9 “Dios mostrará tu esplendor”. ● Salmo ● Sal 125 ● “El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres”. ● Segunda lectura ● Flp 1, 4-6.8-11 ● “Que lleguéis al día de Cristo limpios e irreprochables”. ● Evangelio ● Lc 3, 1-6 ● “Todos verán la salvación de Dios”. Mt 3, 1-12 1 Por aquellos días apareció Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea 2 y diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de Dios». 3 Éste es aquel que el profeta Isaías había anunciado cuando dijo: Voz que grita en el desierto: Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos. 4 Juan tenía un vesti- do de pelo de camello y un cinturón de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. 5 Acudían a él de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán; 6 ellos confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. 7 Al ver venir a su bautismo a muchos de los fariseos y sadu- ceos, les dijo: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira que os amenaza? 8 Dad frutos dignos de conversión, 9 y no os ilusionéis con decir en vuestro interior: Tenemos por padre a Abrahán, porque os digo que Dios puede suscitar hijos a Abrahán hasta de estas piedras. 10 Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego. 11 Yo os bautizo en agua para que os arrepintáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y yo no soy digno de descalzarle las sandalias. Él os bauti- zará con Espíritu Santo y fuego. 12 Tiene en su mano el bieldo, limpiará su era y recogerá su trigo en el granero; pero quemará la paja con fuego que no se apaga nunca». Según Santa Teresa los mejores elogios de la ora- ción se vuelven contra sí misma si no los avala la vida. La oración que no repercute en la vida se desacredita a sí misma. Pero también hay que te- ner en cuenta que el trato de amistad con Dios no precisa personas inmaculadas, sino personas que quieren ser y hacerse, que quieren progresar en el seguimiento de Jesús. Me pongo en presencia de Dios. Escucho aten- tamente lo que me está diciendo. Estoy en el tiempo de Adviento preparación para la Navidad. Por medio del precursor, Juan Bautista, ¿qué es lo que me está diciendo? ¿De qué quiere Dios que me convierta? ¿De qué quiere Dios que nos convirtamos como comunidad o como equipo de vida? ¿Qué me está diciendo la figura de San Juan Bautista en vísperas de la Navidad? Llamas. Oro lo contemplado.

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II domingo de Adviento • AÑO / A• Lc 3, 1 -6

● Primera lectura ● Bar 5, 1-9 ● “Dios mostrará tu esplendor”.

● Salmo ● Sal 125 ● “El Señor ha estado grande con

nosotros, y estamos alegres”.

● Segunda lectura ● Flp 1, 4-6.8-11 ● “Que lleguéis al día de Cristo limpios e irreprochables”.

● Evangelio ● Lc 3, 1-6 ● “Todos verán la salvación de

Dios”.

Mt 3, 1-12 1 Por aquellos días apareció Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea 2 y diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de Dios». 3 Éste es aquel que el profeta Isaías había anunciado cuando dijo: Voz que grita en el desierto: Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos. 4 Juan tenía un vesti-do de pelo de camello y un cinturón de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. 5 Acudían a él de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán; 6 ellos confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. 7 Al ver venir a su bautismo a muchos de los fariseos y sadu-ceos, les dijo: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira que os amenaza? 8 Dad frutos dignos de conversión, 9

y no os ilusionéis con decir en vuestro interior: Tenemos por padre a Abrahán, porque os digo que Dios puede suscitar hijos a Abrahán hasta de estas piedras. 10 Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego. 11 Yo os bautizo en agua para que os arrepintáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y yo no soy digno de descalzarle las sandalias. Él os bauti-zará con Espíritu Santo y fuego. 12 Tiene en su mano el bieldo, limpiará su era y recogerá su trigo en el granero; pero quemará la paja con fuego que no se apaga nunca».

Según Santa Teresa los mejores elogios de la ora-ción se vuelven contra sí misma si no los avala la vida. La oración que no repercute en la vida se desacredita a sí misma. Pero también hay que te-ner en cuenta que el trato de amistad con Dios no precisa personas inmaculadas, sino personas que quieren ser y hacerse, que quieren progresar en el seguimiento de Jesús. ● Me pongo en presencia de Dios. Escucho aten-tamente lo que me está diciendo. ● Estoy en el tiempo de Adviento preparación para la Navidad. Por medio del precursor, Juan Bautista, ¿qué es lo que me está diciendo?

¿De qué quiere Dios que me convierta? ¿De qué quiere Dios que nos convirtamos como comunidad o como equipo de vida?

¿Qué me está diciendo la figura de San Juan Bautista en vísperas de la Navidad?

● Llamas. ● Oro lo contemplado.

Notas para fijarnos en el Evangelio

● Nos encontramos en Adviento, tiempo de espera, de preparación para celebrar la fiesta de Navidad.

● Ante este acontecimiento como prepara-ción la Iglesia nos presenta a algunos per-sonajes que pueden ayudarnos a disponer-nos a vivir la Navidad.

● Mateo nos presenta en este texto, que está en los comienzos de su Evangelio, a la persona de Juan Bautista y al mismo tiem-po a su acción profética.

● Mateo nos ofrece el retrato de Juan Bau-tista. La descripción que nos ofrece Mateo de Juan es impresionante: Su vivienda es el desierto, deshabitado, con poquísima ve-getación, zona inhóspita y dura para el ser humano. Su vestido: poca cosa, nada de lujos, viste de pieles. Su alimentación sal-tamontes y miel silvestre, una dieta ascéti-ca. Una vida de pobreza y muchísima aus-teridad. Con todo ello nos ofrece su estilo de vida, y además Juan invita a sus oyen-tes a un cambio de vida, a una conversión de vida.

● Juan de él mismo dirá que es “una voz que grita en el desierto”, y nada más. No adquiere un protagonismo especial, él se siente enviado por Dios.

● Sus palabras son una fuerte llamada al arrepentimiento, a un cambio radical de vida. En su predicación utiliza imágenes muy llamativas. Juan habla de preparar el camino al Señor, de allanarle las sendas.

● Sus palabras son una llamada a la espe-ranza en la venida del Salvador.

● Juan se fija sobre todo en los líderes polí-ticos y religiosos del pueblo.

● Su mensaje denuncia lo que se puede lla-mar el conjunto del judaísmo oficial, que se opone al Proyecto salvador de Jesús.

● Entre sus oyentes, y a los que de una manera especial van dirigidas sus palabras, están los fariseos y los saduceos a los que Juan les dirige unas palabras muy fuertes, para suscitarles a la conversión, al cambio de vida.

● Uno de los peligros de entonces y de ahora es el ritualismo estéril o la seguridad de unas herencias, “pues Dios es capaz de sacar hijos de Abraham de estas piedras”.

● El criterio definitivo es la conversión y la adecuación de nuestras vidas al Proyecto de Dios.

● Para ello Juan pide el arrepentimiento y la conversión pública de los pecados.

● Juan pide y proclama la conversión, la op-ción por una vida nueva exigida por la lle-gada del Reino de Dios.

● Eso es lo que se nos está diciendo a noso-tros también para poder celebrar conve-nientemente el gran acontecimiento de la Navidad: Convertíos.

● El mensaje de Juan es actual para todos. Todos ante la Navidad estamos llamados a disponernos, a convertirnos de algo o de mucho. En nuestras vidas también hay cri-terios, maneras de ser y de pensar que no encajan con la oferta de Jesús, tanto a nivel personal, como con el vecindario, con la fa-milia, en el mundo del trabajo, etc que no cuadran con el estilo de vida de Jesús, con su proyecto del Reino, y con la ayuda de Dios estamos invitados a cambiar para ade-cuarnos a nuestro modelo que es Jesús.

● La llamada de Juan tiene eco en aquel momento “y la gente acudía a él”.

● También hoy hay personas sensibles al mensaje de Juan (posiblemente nosotros mismos) y están dispuestas a la conversión dando gestos en sus vidas de arrepenti-miento.

● Juan es el precursor, el que anuncia la lle-gada de la gran novedad, y como señal de purificación el que administra el bautismo, en recuerdo del paso de los israelitas por el mar Rojo.

● Nosotros, tenemos algo de Juan, y esta-mos llamados, donde nos encontramos, a ser anunciadores con nuestros hechos y pa-labras de la llegada del Reino de la venida del Hijo de Dios.

Mandas profetas, Señor

Como hiciste con Juan Bautista,

continuamente nos estás avisando

cómo tenemos que vivir.

Vas poniéndonos personas

que acompañan nuestra vida,

como una lección de austeridad,

de profundidad y de coherencia.

Nosotros preferimos andar despistados,

distraídos en lo que llamamos

las cosas importantes de la vida,

pero que sabemos muy bien

que nada tienen que ver con lo esencial,

que son nuestras rutinas

y nuestros hábitos

pero que no siempre son

la forma de vivir a tu manera

ni de construir tu Reino.

Nos mandas profetas, te las ingenias

para recordarnos,

con su hacer o su palabra,

que quizá nuestra vida no es del todo

fecunda, que podríamos dar más fruto,

que los demás no se están beneficiando

de todas las cualidades que poseemos,

que no nos regalamos bastante

en la familia, en el trabajo,

en el entorno, en la vida social,

y en este mundo que nos necesita para

llenarlo de justicia y buen reparto.

Y Tú, Padre, nos hablas al corazón,

en vivo en la oración

y a través de otros hermanos

que disfrutan de una comunicación

más intensa contigo.

Nos recuerdas que no nos quieres

fariseos, presuntuosos, seguros,

que nos quieres frágiles y disponibles,

entregados y libres al mismo tiempo,

dispuestos a vivir a tu amorosa manera,

construyendo relaciones de igualdad,

atentos a todo aquello

que le ocurre al otro.

Y, sobre todo, nos invitas

a vivir comprometidos en transformar

este mundo nuestro

en esa tierra nueva

donde todas las personas nos tratemos

como hermanos.

Sigue mandándonos profetas,

sigue despertándonos el corazón.

No nos dejes pasarnos la vida sesteando

en una mediocridad

que nada tiene que ver contigo.

Frena el hacha que está dispuesta

a cortar nuestro árbol de la vida

porque no da frutos

y vuelve a darnos otra oportunidad

para vivir una vida más fecunda,

feliz y plena.

Solos no podemos, no sabemos...,

pero contigo al lado todo nos es posible.

VER

E n Navidad es muy común hacer regalos. Y a la hora de elegirlos, lo lógico es que pense-

mos en la persona que los va a recibir: debemos pensar en sus gustos, que quizá no coincidan con nuestros propios gustos; debemos pensar en el estilo de vida que lleva, que quizá sea bastan-te diferente al nuestro; debemos pensar en lo que puede necesitar, que quizá nosotros no ne-cesitamos… Pero a veces no lo hacemos así, sino que regalamos aquello que se nos ocurre, sin pensar, o que nos va a hacer quedar mejor ante la otra persona. Pero si de verdad queremos acertar con el regalo, debemos regalar lo que al otro le guste, no lo que a nosotros nos parece mejor o más adecuado.

JUZGAR

E stamos ya en el segundo domingo de Advien-to. La semana pasada dijimos que, para que

esta Navidad sea “histórica”, para que Dios pue-da entrar de verdad en nuestra historia personal, en nuestras circunstancias actuales, necesitamos llevar a cabo desde ahora mismo nuestra propia campaña de Navidad, viviendo intensamente el Adviento. Y del mismo modo que entre nosotros intercambiamos regalos, podemos ir pensando “qué le vamos a regalar a Dios”.

En este sentido, en el Evangelio hemos contem-plado a Juan Bautista predicando: Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos. Y como recuerda el evangelista Mateo: Éste es el que anunció el profeta Isaías diciendo: “Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”.

Convertirse, preparar el camino… son palabras que nos suenan, son propias de estas fechas, y nos invitan a responder a ellas. Pero para res-ponder correctamente a esa llamada a la conver-sión y a preparar el camino del Señor, necesita-mos tener en cuenta también otra frase, que puede pasarnos desapercibida, y que Juan Bau-tista dirige a fariseos y saduceos: Dad el fruto que pide la conversión.

Es muy común que, a la hora de “convertirnos y preparar el camino del Señor”, pensemos en qué podemos hacer, qué tenemos que cambiar… Pero esta última frase nos ofrece un matiz importan-te: no se trata de hacer o cambiar lo que a noso-tros nos parece mejor o más adecuado, sino de pararnos a pensar, como cuando vamos a hacer un regalo: ¿Qué le gustaría a Dios que “le rega-lase”, qué me pide Él que haga o cambie, para que sea un verdadero fruto de conversión?

Y para descubrir qué me pide Dios que haga o cambie, una herramienta es el Proyecto Personal de Vida Cristiana, que no es una lista de cosas que “debo hacer”, sino una ayuda para vivir la propia experiencia de fe, porque me permite descubrir que “esto es lo que Dios me pide” en mi situación actual y en las diferentes dimensio-nes que componen mi vida: maduración huma-

na, relaciones y afectividad, trabajo o estudio, formación, economía, vida espiritual, dimensión eclesial y social…

El Proyecto Personal de Vida Cristiana nace de una historia de amor. Es mi respuesta, “mi rega-lo” ante la llamada de Jesús; una respuesta, un “regalo” que realizo con mi vida entera, porque quiero que mi vida sea respuesta de amor a la llamada que Jesús, por amor, me hace. Y el Pro-yecto Personal de Vida Cristiana nos ayuda a responder no como yo quiero, sino como quiere el Señor. De este modo tendremos la certeza de “acertar con el regalo”, de que este “regalo” que es mi vida sea lo que Él espera y desea de mí, porque estaré dando el fruto que pide la conver-sión.

ACTUAR

A la hora de hacer un regalo, ¿pienso en los gustos y necesidades de quien lo va a reci-

bir, o regalo lo que a mí se me ocurre o me pa-rece mejor? ¿Cómo estoy llevando a cabo mi propia “campaña de Navidad” durante este Ad-viento? ¿He pensado qué “voy a regalar” al Se-ñor? ¿Sé lo que el Señor espera de mí? ¿Tengo un Proyecto Personal de Vida Cristiana? Si no es así, ¿me gustaría tenerlo?

Disponemos del tiempo de Adviento para dete-nernos a pensar qué “regalo” vamos a entregar al Señor como fruto de nuestra conversión, y para elaborar o revisar nuestro Proyecto Perso-nal de Vida Cristiana. Aprovechemos el Adviento,

no dejemos que lo impidan los afanes de es-te mundo, como hemos pedido en la oración colecta. Dios nos regala a su propio Hijo para que podamos participar de su vida. Procuremos dar el fruto que pide la conversión para que tam-bién nuestra vida sea la respuesta de amor a ese regalo que es el Dios que nace por puro amor a nosotros.

Acción Católica General Alfonso XI, 4 5º 28014 Madrid

www.accioncatolicageneral.es [email protected]

Ver ● Juzgar ● Actuar “¿Qué le vamos a regalar?”

“¿Qué le vamos a regalar?”