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1 1.-Introducción. Qué más quisiera Cristo que vivir su Pascua con todas sus comunidades eclesiales cada domingo. La presencia del sacerdote, sacramento de Cristo cabeza y Pastor en persona, es indispensable para la celebración de la Eucaristía. Por desgracia ante la escasez de ministros ordenados, no siempre es posible la presencia del sacerdote todos los domingos. Sin embargo, la voluntad de Cristo, que quiere reunirse con los suyos ese día, persiste. Y la Iglesia es consciente de ello y discierne guiada por el Espíritu Santo. Por eso ha querido facilitar la reunión dominical de los fieles con su Señor glorioso. Así reza el Concilio Vaticano II: “Foméntense las celebraciones sagradas de la Palabra de Dios en las vísperas de las fiestas más solemnes, en algunas ferias de Adviento, Cuaresma, los domingos y días festivos, sobre todo en los lugares donde no haya sacerdotes; en cuyo caso, debe dirigir la celebración un diácono u otro delegado por el Obispo” 1 Así ante la necesidad de orientar la práctica creciente de dichas celebraciones de la Palabra a veces con la Comunión. La Congregación del Culto divino, publicó un Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia del Presbítero (el año 1988). Documento que pide una clara conciencia que estás celebraciones no deberían multiplicarse sin una verdadera necesidad. Así lo expresa el directorio mismo: “Este documento no trata de promover y no siquiera de facilitar de manera innecesaria o artificial las reuniones dominicales sin celebración de la eucaristía. Quiere simplemente orientar y regular lo que conviene hacer cuando las circunstancias reales piden una decisión de este género” 2 1 Sacrosanctum Concilium, Concilio Vaticano II, 1998. 35, 4. 2 cf. J. Pablo II. Directorio preparado por la Congregación para el Culto divino para las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero. 1988.21-22.

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1.-Introducción.

Qué más quisiera Cristo que vivir su Pascua con todas sus comunidades eclesiales cada

domingo. La presencia del sacerdote, sacramento de Cristo cabeza y Pastor en persona, es

indispensable para la celebración de la Eucaristía. Por desgracia ante la escasez de ministros

ordenados, no siempre es posible la presencia del sacerdote todos los domingos. Sin embargo, la

voluntad de Cristo, que quiere reunirse con los suyos ese día, persiste. Y la Iglesia es consciente de

ello y discierne guiada por el Espíritu Santo. Por eso ha querido facilitar la reunión dominical de

los fieles con su Señor glorioso. Así reza el Concilio Vaticano II: “Foméntense las celebraciones

sagradas de la Palabra de Dios en las vísperas de las fiestas más solemnes, en algunas ferias de

Adviento, Cuaresma, los domingos y días festivos, sobre todo en los lugares donde no haya

sacerdotes; en cuyo caso, debe dirigir la celebración un diácono u otro delegado por el Obispo”1

Así ante la necesidad de orientar la práctica creciente de dichas celebraciones de la

Palabra a veces con la Comunión. La Congregación del Culto divino, publicó un Directorio para las

celebraciones dominicales en ausencia del Presbítero (el año 1988). Documento que pide una

clara conciencia que estás celebraciones no deberían multiplicarse sin una verdadera necesidad.

Así lo expresa el directorio mismo: “Este documento no trata de promover y no siquiera de

facilitar de manera innecesaria o artificial las reuniones dominicales sin celebración de la

eucaristía. Quiere simplemente orientar y regular lo que conviene hacer cuando las circunstancias

reales piden una decisión de este género”2

Como consecuencia dentro del marco del Seminario “iglesia Misterio de Comunión”

considero valioso tratar el presente tema, dado que hoy en muchos lugares, o bien ya se adecuó

el directorio o se ha autorizado a los laicos el poder animar y moderar la celebración dominical.

Surgiendo la interrogante del presente trabajo, acerca de, ¿Cómo se da, esta comunión eclesial en

dichas celebraciones, sabiendo que la comunión en el día del Señor, solo se realiza plenamente

en la celebración eucaristía?

El objetivo del presente trabajo, será pues, examinar y exponer de manera breve lo

referente al tema, en el marco del seminario y de la especialidad de teología práctica. Se observa

brevemente lo señalado por el directorio del año 1988, así como los documentos referentes al

tema. La Exhortación apostólica, Christifideles Laici, del Papa Juan Pablo II, también del año 1988,

que dedicada su atención a los laicos y a su vocación misionera, los documentos conciliares, así

como las instrucciones que siguieron al directorio del año 1988, la instrucción del año 1997

“Sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de

1 Sacrosanctum Concilium, Concilio Vaticano II, 1998. 35, 4.2 cf. J. Pablo II. Directorio preparado por la Congregación para el Culto divino para las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero. 1988.21-22.

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2

los sacerdotes” la “Instrucción Redemptionis Sacramentum. del año 2004 y otros textos del

magisterio y de otros autores que nos ayudan a iluminar los rasgos que caracterizan a dichas

celebraciones supletorias. Una comunión eclesial que se configura como comunión orgánica, del

Cuerpo vivo de Cristo.3

Para tratar de responder a la pregunta planteada, ¿sobre cómo se da comunión en estas

celebraciones supletorias? , se repasa lo más resaltante de los documentos magisteriales,

tratando de iluminar su contenido con el aporte de otros autores que ayudan a la reflexión propia

sin perder de vista la orientación dada por el directorio del año 1988.

Respecto al aporte de la primera parte del Seminario correspondiente a la parte bíblica,

recordamos algunas palabras de San Pablo que sobre la constitución de la Iglesia misterio de

comunión, en su Carta a los Efesios nos recuerda que: “A cada uno de nosotros nos ha sido dada

la gracia según la medida del don de Cristo. Es él quien, por una parte, ha dado a los apóstoles,

por otra, a los profetas, los evangelistas, los pastores y los maestros, para hacer idóneos los

hermanos para la realización del ministerio, con el fin de edificar el cuerpo de Cristo, hasta que

lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre

perfecto, según la medida que corresponde a la plena madurez de Cristo”. (Ef 4, 7.11-13).

Afirmación recogida por el magisterio, de la que se desprende que es, en esta unidad y

comunión diversa de responsabilidades particulares de todos los bautizados, que la Iglesia crece y

testimonia a Cristo en el mundo. Una labor diferenciada, orgánica y estructurada jerárquicamente

en la que no todos asumen la responsabilidad “del mismo modo o en el mismo grado”. Ya que son

los ministros ordenados los que tienen la responsabilidad de animar, orientar, guiar y presidir al

pueblo en nombre de Cristo, para que sea fiel a la vocación a la que ha sido convocado, lo cual no

excluye de la corresponsabilidad adquirida en el bautismo, es el caso de los laicos, que en el tema

a exponer, participan de una función propia de la Jerarquía4.

Se inicia pues con estos aportes previos, recordando que dichas celebraciones supletorias,

miran al ministro Propio de dicha celebración y la eucarística propia del día del Señor. 5 En el

desarrollo del trabajo se exponen siete puntos siento el sexto la respuesta a la interrogante

planteada. En el desarrollo se examinan las instrucciones, algunas experiencias en el campo

practico- pastoral, y se termina con una conclusión.

3 En efecto, está caracterizada por la simultánea presencia de la diversidad y de la complementariedad de las vocaciones y condiciones de vida, de los ministerios, de los carismas y de las responsabilidades. Gracias a esta diversidad y complementariedad, cada fiel laico se encuentra en relación con todo el cuerpo y le ofrece su propia aportación. J. Pablo II, Exhortación Apostólica Post-sinodal christifideles laici, 1988. 20.4 F. J. Andrades Ledo, Misión y Ministerios eclesiales. Diversidad en la comunión. Salamanca. 2010. 68.5 La Instrucción del año 1988 junto a la del 2004 y la del año de 1997 que se examinan, mantienen el sentido de dichas celebraciones dominicales en orden a respetar y señalar al ministro propio de esta celebración y al misterio grande que se celebra, señalan su sentido, las limitaciones y condiciones que serán el marco del presente trabajo.

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3

2.- El ministro propio de la celebración dominical

Señala la constitución sobre la liturgia que “La Madre Iglesia desea ardientemente que se

lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones

litúrgicas que exige la naturaleza de la liturgia misma y a la cual tiene derecho y obligación, en

virtud del bautismo, el pueblo cristiano "linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo

adquirido"6

El catecismo nos recuerda que "todos los miembros no tienen la misma función"

(Rm 12,4). Algunos son llamados por Dios en y por la Iglesia a un servicio especial de la

comunidad. Estos servidores son escogidos y consagrados por el sacramento del Orden, por el

cual el Espíritu Santo los hace aptos para actuar como representantes de Cristo-Cabeza para el

servicio de todos los miembros de la Iglesia (cf. PO 2 y 15). El ministro ordenado es como el

"icono" de Cristo Sacerdote. Por ser en la Eucaristía donde se manifiesta plenamente el

sacramento de la Iglesia, es también en la presidencia de la Eucaristía donde el ministerio del

obispo aparece en primer lugar, y en comunión con él, el de los presbíteros y los diáconos7.

En orden a ejercer las funciones del sacerdocio común de los fieles existen también

otros ministerios particulares, no consagrados por el sacramento del Orden, y cuyas funciones son

determinadas por los obispos según las tradiciones litúrgicas y las necesidades pastorales. "Los

acólitos, lectores, monitores y los que pertenecen a la schola cantorum desempeñan un auténtico

ministerio litúrgico" (SC 29).

Señala el catecismo de la Iglesia Católica. Que así, en la celebración de los sacramentos,

toda la asamblea es "liturgo", cada cual según su función, pero en "la unidad del Espíritu" que

actúa en todos. "En las celebraciones litúrgicas, cada cual, ministro o fiel, al desempeñar su oficio,

hará todo y sólo aquello que le corresponde según la naturaleza de la acción y las normas

litúrgicas"8.

En conclusión podríamos afirmar que en la comunión de la asamblea litúrgica en las

celebraciones en ausencia de presbítero o en su espera siempre se darán referidas a la eucaristía

y al ministro sagrado que es el que la preside, en representación de Cristo cabeza y pastor de la

comunidad. Celebración en donde los distintos ministerios se ponen en ejercicio para la

edificación de la Iglesia y del mundo entero9.

6 Concilio Ecuménico Vaticano II, Sacrosantum Concilium 14, 1965. 7 Catecismo de la Iglesia católica., 1992, 11428 Cf. CEC. 1143-11459 cf. J. Pablo II. Directorio preparado por la Congregación para el Culto divino para las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero. 1988.

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3.-Directorio preparado por la Congregación para el Culto divino y aprobado y confirmado por el Sumo Pontífice Juan Pablo II, de 2 de junio de 1988, para las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero.

Señala algunos aspectos para observar que nos ayudan a comprender mejor el marco de

dichas celebraciones así como los roles del servicio o ministerio laical en dichas celebraciones

dominicales. Su significado, carácter, los sujetos responsables, el desarrollo de la celebración, la

importancia de la Palabra de Dios, competencias entre otros aspectos:

3.1.- Significado de la terminología “ausencia de presbítero”.

El documento es claro en el sentido de la expresión del título, que habla de celebraciones

en ausencia de presbítero, señala en el número 27 que: “la comunidad podrá experimentar

verdaderamente que se reúne el domingo no “sin presbítero”, sino solamente “en su ausencia”, o

mejor, “en su espera”. Marcando que esta celebración no es una celebración ajena al sacerdocio

ministerial sino todo lo contrario, está unida y referida a este10.

3.2.- Carácter supletorio y no preceptivo de estas celebraciones.

Aclara que el precepto de la Iglesia para los domingos y días festivos es asistir a la Santa

Misa (c. 1247 y n. 14 del Directorio); Que las celebraciones sin presbítero, una vez establecidas

por la autoridad, serán ofrecidas a los fieles; pero que estos no tendrán ninguna obligación de

participar en las mismas, no como precepto. Señala que aquellos fieles que estimen oportuno dar

culto a Dios de otra manera estarán en su perfecto derecho de hacerlo así. Es categórico cuando

afirma que no existe ninguna obligación sustitutoria de la Misa, sin embargo, deja constancia en el

Directorio del valor de las celebraciones en ausencia de presbítero.

3.3.-Sujetos responsables. Las conferencias Episcopales, el Obispo y el Párroco.

En cuanto a la responsabilidad directa de cada celebración recaerá en el párroco del lugar.

“El párroco es el pastor propio de la parroquia que se le confía, y ejerce la cura pastoral de la

comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del Obispo diocesano” (canon. 519). Es al

párroco a quien primariamente le compete informar al Obispo sobre la conveniencia de organizar

estas celebraciones en algún lugar de su territorio, y una vez tomada la decisión por el Obispo, es

al párroco a quien compete “preparar a los fieles, visitarles entre tanto durante la semana, y

celebrarles en el momento oportuno los sacramentos, sobre todo la Penitencia. De tal manera

que la comunidad podrá experimentar verdaderamente que se reúne el domingo no “sin

10 J. A. fuentes, Regulación canónica de las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero (comentario al directorio de la congregación para el culto Divino.1989. 559.

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presbítero”, sino solamente “en ausencia del presbítero”, o mejor, “en su espera” Estas

afirmaciones se complementarán cuando normen luego las competencias de las conferencias

episcopales.11

Respecto al diácono señala que éste no necesitará habilitación especial alguna (obispo),

pero actuará en unión y dependencia del párroco que es de quien depende la cura pastoral

ordinaria de los fieles. Cuando no hay diáconos el párroco designará aquellos laicos a quienes

juzgue oportuno confiar la responsabilidad de “moderar” esas reuniones. El Directorio utiliza los

términos “moderar” y “moderadores”, evitando denominar esta función de los laicos como

“ministerio”; se diferencia así la actuación de los laicos de la propia de los ministros sagrados que

sería “celebrar” y ser “ministros” de los ritos litúrgicos.

3.4.- Desarrollo de la celebración.

Tal vez lo más destacado es que, en su conjunto, se considera la celebración como un acto

litúrgico. Se indica, expresamente, que el desarrollo debe ser tal que se muestre no se trata sólo

de una reunión de fieles sino de liturgicae congregationis. Es precisamente por su carácter

litúrgico12 por lo que este acto de culto tiene una total dependencia de la autoridad de la Iglesia.

En las normas de la Santa Sede se prevé el orden fundamental de la celebración. Los

“moderadores” realizan su función de manera que se distingue su actuación de la propia de

sacerdotes y diáconos, para ello, entre otras cosas, está previsto que no utilicen la sede

presidencial y que el altar solo sea empleado para depositar el pan consagrado antes de la

distribución de la comunión. 13

3.5.- Sujeto de la explicación de las lecturas.

“Puesto que la homilía está reservada al sacerdote o al diácono (cf. CIC 766-767), lo mejor

(optandus est, lo aconsejable) es que el párroco transmita la homilía por él preparada al

moderador del grupo, para que la lea. No obstante, obsérvese lo que haya dispuesto la

Conferencia Episcopal sobre este punto.

11 J. A. fuentes, Regulación canónica de las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero (comentario al directorio de la congregación para el culto Divino.198956712 En esta parte se denuncia un hecho que ocurre en estas celebraciones que se infiere de las celebraciones dominicales. “Muchos fieles son convocados no en razón de nuestra Fe o condición de cristianos, sino por razonables motivos sociales, de buena vecindad y buena crianza. De este modo se asiste a bautizos, misas protocolares de fiesta, bodas, funerales, entierros, en donde nadie canta, nadie responde o sigue con atención la evolución de la celebración”. J. M. Bernal. La celebración. Bases para una compresión de la liturgia. Navarra. 2010. 23 13. Ibíd.569.

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4.-Sentido de las celebraciones extraordinarias en ausencia de presbítero,

“Instrucción Redemptionis Sacramentum”

En la instrucción del 25 de marzo del 2004 se expone algunas cosas que se deben observar

o evitar acerca de la Santísima Eucaristía en dichas celebraciones. Señala el sentido de las

celebraciones extraordinarias así como describe las condiciones que debe tener esta para su

aplicación14.

4.1.- La eucaristía culmen de la vida cristiana.

La instrucción señala que la Iglesia, en el día del Señor, “el domingo”, se reúne fielmente

para conmemorar la resurrección del Señor y todo el misterio pascual, especialmente por la

celebración de la Misa. Afirma claramente que, “ninguna comunidad cristiana se edifica si no

tiene su raíz y quicio en la celebración de la santísima Eucaristía”. Por lo que el pueblo cristiano

tiene derecho a que sea celebrada la Eucaristía en su favor, los domingos y fiestas de precepto, o

cuando concurran otros días festivos importantes, y también diariamente, en cuanto sea posible.

Por esto, donde el domingo haya dificultad para la celebración de la Misa, en la iglesia parroquial

o en otra comunidad de fieles, el Obispo diocesano busque las soluciones oportunas, juntamente

con el presbiterio. El documento propone entre otras soluciones, que los fieles se trasladen a otra

iglesia de un lugar cercano, para participar del misterio eucarístico. Exige a los sacerdotes una

clara conciencia del don recibido “para los otros pide dar las facilidades para que todos los fieles

tengan oportunidad de cumplir con el precepto de participar en la Misa del domingo que es su

derecho15.

4.2.- Las celebraciones extraordinarias han de mirar y suscitar el hambre de la

Eucaristía.

“Cuando falta el ministro sagrado u otra causa grave hace imposible la participación en la

celebración eucarística”, dice el documento, el pueblo cristiano tiene derecho a que el Obispo

diocesano, en lo posible, procure que se realice alguna celebración dominical para esa

comunidad, bajo su autoridad y conforme a las normas de la Iglesia. Señala que esta clase de

celebraciones dominicales especiales, deben ser consideradas siempre como absolutamente

extraordinarias. Por lo tanto, ya sean diáconos o fieles laicos, todos los que han sido encargados

por el Obispo diocesano para tomar parte en este tipo de celebraciones, considerarán como

14Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos . Instrucción Redemptionis Sacramentum. 2004. 15 J. A. fuentes, Regulación canónica de las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero (comentario al directorio de la congregación para el culto Divino.1989. 162-163

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cometido suyo el mantener viva en la comunidad una verdadera hambre de la Eucaristía, que

lleve a no perder ocasión alguna de tener la celebración de la Misa.16

4.3.-Sobre la distribución de la sagrada comunión y la discrecionalidad de los obispos.

Aquí el documento señala que es necesario evitar, diligentemente, cualquier confusión

entre este tipo de reuniones y la celebración eucarística. Pide a los Obispos diocesanos, valorar

prudentemente si se debe distribuir la sagrada Comunión en estas reuniones. Además pide que

esto sea determinado, para lograr una mayor coordinación, por la Conferencia de Obispos, de

modo que alcanzada la resolución, la presentará a la aprobación de la Sede Apostólica, mediante

la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Además señala que en

ausencia del sacerdote y del diácono, será preferible que las diversas partes puedan ser

distribuidas entre varios fieles, en vez de que uno sólo de los fieles laicos dirija toda la

celebración. No conviene, en ningún caso, que se diga de un fiel laico que “preside” la

celebración.17

4.4.- Sobre el peligro de tergiversar o confundir el sentido de dichas celebraciones.

Señala el documento que, “no se puede pensar en reemplazar la santa Misa dominical con

celebraciones ecuménicas de la Palabra o con encuentros de oración en común con cristianos

miembros de dichas comunidades eclesiales, o bien con la participación en su servicio litúrgico”.18

5.- Necesidad del mandato expreso del Obispo y la aprobación de los

textos.

Aquí la “Instrucción sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos

en el sagrado ministerio de los sacerdotes del año 1997 señala la necesidad de mandato expreso,

la aprobación de los textos, entre otros19.

5.1.- Necesidad de un mandato expreso del obispo.

El documento en el parágrafo & 1. En algunos lugares, las celebraciones dominicales son

guiadas, por la falta de presbíteros o diáconos, por fieles no ordenados. Este servicio, válido

cuanto delicado, es desarrollado según el espíritu y las normas específicas emanadas en mérito

por la competente Autoridad eclesiástica. Para animar las mencionadas celebraciones el fiel no

16 J. A. fuentes, Regulación canónica de las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero (comentario al directorio de la congregación para el culto Divino.1989. 27017Ibíd. 17118 Ibíd.16719 Cf. Congregación para el Clero. Sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes. 1997.

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ordenado deberá tener un especial mandato del Obispo, el cual pondrá atención en dar las

oportunas indicaciones acerca de la duración, lugar, las condiciones y el presbítero responsable20.

5.2.- Necesidad de aprobación de los textos.

En el parágrafo § 2. Señala que tales celebraciones, cuyos textos deben ser los aprobados

por la competente Autoridad eclesiástica, se configuran siempre como soluciones temporales.

Está prohibido inserir en su estructura elementos propios de la liturgia sacrificial, sobre todo la «

plegaria eucarística », aunque si en forma narrativa, para no engendrar errores en la mente de los

fieles. A tal fin debe ser siempre recordado a quienes toman parte en ellas que tales celebraciones

no sustituyen al Sacrificio eucarístico y que el precepto festivo se cumple solamente participando

a la Santa Misa. En tales casos, allí donde las distancias o las condiciones físicas lo permitan, los

fieles deben ser estimulados y ayudados todo el posible para cumplir con el precepto21.

6.- Celebraciones dominicales extraordinarias en ausencia de Presbítero en

Alemania y Francia

A la luz de esta breve exposición de las instrucciones y siguiendo a un autor podemos

ahora examinar algunas experiencias de dicha celebración extraordinaria y en ella los ministerios

laicales, que se han desarrollado en algunas Conferencias Episcopales en este caso Francia y

Alemania. Recordar antes que estas celebraciones se caracterizan por estar centradas en la

palabra de Dios y en la oración orientadas claro a suscitar el “hambre eucarístico”, celebraciones

ya valoradas en particulares contextos históricos, y en las misiones, que encontraron una difusión

reciente en Europa y en las iglesias jóvenes como es el caso de América Latina.

6.1.- Causas y desarrollo de esta praxis.

Para el autor estudiado, esta praxis eclesial ha experimentado interesantes desarrollos a

nivel de reflexión y de organización al menos por tres motivos: la falta de sacerdotes; la

renovación de la eclesiología y de la doctrina sobre los ministerios.

6.1.1.- Falta de sacerdotes. La atención misma que la iglesia oficial ha reservado a nuevas

situaciones pastorales de emergencia. Así el autor constata como la dramática reducción

numérica de sacerdotes ha provocado, incluso en Europa, la multiplicación de comunidades

20 J. A. fuentes, Regulación canónica de las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero (comentario al directorio de la congregación para el culto Divino.1989. 90-9121 Ibíd.94.

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cristianas sin pastor, deseosas de seguir congregándose en el día del Señor dentro de su propio

ambiente de vida.

6.1.2.-Doctrina sobre los ministerios. Por otra parte, el reflorecimiento de ministerios en las

distintas iglesias y la vigorosa investigación teológica actual sobre la cuestión han favorecido la

asunción de nuevas responsabilidades en las comunidades locales por parte de diáconos,

religiosas y laicos, hasta llegar a “dirigir” la asamblea o celebración dominical cuando no se puede

contar con la presencia del sacerdote.

6.1.3.-Renovación eclesiológica. Pero, además, algunas conferencias episcopales se han

interesado activamente por el problema, desarrollando las posibilidades que dejaron abiertas los

documentos conciliares y posconciliares así como las instrucciones señaladas. La constitución

litúrgica ( año 1963), en efecto, había recomendado la celebración de la palabra en los domingos y

fiestas, "sobre todo en los lugares donde no haya sacerdote, en cuyo caso debe dirigir la

celebración un diácono u otro delegado del obispo" (cf.SC 35,4), mientras que la

instrucción Eucharisticum mysterium (1967) hablaba del caso en que, "por escasez de sacerdotes,

se distribuye la comunión incluso por un ministro que tenga esta facultad por indulto de la Sede

apostólica" (33, c). Como aplicación de cuanto había recomendado SC 35,4, la instrucción ínter

oecumenici (1964) había ya sugerido la estructura de tales celebraciones de la palabra22.

Nacía así la posibilidad de programar una celebración dominical, denominada con

nombres distintos, que, además de los ritos de saludo y despedida, podía comprender tres partes:

proclamación de la palabra; oración de la comunidad; distribución de la comunión. Podía estar

presidida por un diácono o por otro ministro, hombre o mujer, generalmente delegado por el

obispo, que hubiere alcanzado una adecuada preparación. Tal función ministerial, por lo demás,

no se limitaba sólo al momento litúrgico, sino que se extendía a todos los aspectos de la

animación de la comunidad cristiana, que únicamente raras veces, con frecúencia sólo cada mes,

podía participar en la eucaristía celebrada por el sacerdote responsable de la comunidad mayor.

El fenómeno se ha propagado en muchas iglesias de diversos países; pero para ilustrar sus

aspectos y su problemática, de manera breve juzgamos suficiente documentar la experiencia más

reciente de las iglesias de Alemania y Francia.

6.2.- La experiencia de las Iglesias Alemanas

En las diócesis de la República Democrática Alemana (= RDA), durante los años del

posconcilio adquirió notable estabilidad la institución de las asambleas sin

presbítero, prevalentemente conocidas bajo el nombre de celebraciones estacionales

(Stationsgottesdienste). Propagadas hoy en más de dos mil parroquias, se han desarrollado desde

22 Cf. D. Sartore y Achule M. Triacca. Nuevo diccionario de liturgia. Madrid, 1987. 182

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una praxis anterior, experimentada y discutida durante más de treinta años en la diáspora, donde

"las comunidades cristianas están de continuo amenazadas de disgregación como piedras

expuestas a la intemperie, en expresión de H. Aufderbeck, el mayor teórico e inspirador de esta

nueva experiencia eclesial. Una interpretación ,.completa de tales celebraciones bien puede partir

de esta directriz del sínodo de Dresde: "El párroco y el consejo parroquial se han de comprometer

a crear la posibilidad de que los fieles puedan congregarse con un delegado del obispo para

escuchar la palabra de Dios, recibir el pan de vida, recogerse en oración ,por todos y recorrer en

su vida ordinaria los caminos del amor y del testimonio"'. Se considera fundamental que los

ministros llamados a presidir la celebración estadiCional, para quienes se prefiere el nombre

de diáconos auxiliares, sean presentados por el párroco y el consejo parroquial y reciban una

delegación oficial del obispo, después de una conveniente formación. Progresivamente

incrementada a través de modalidades todavía en experimentación. Ha resultado muy oportuna

la adopción de un ordo estable

6.2.1.- Estructura del Ordo de la celebración: Saludo y apertura con un acto penitencial;

proclamación de la palabra con homilía; oración universal; distribución de la comunión; despedida

y bendición.

6.2.2.- La reflexión pastoral de los últimos años ha versado sobre los puntos siguientes:

a.-Una palabra seguramente decisiva para la pastoral de la diáspora es Mt 18,19; el credo

ecclesiam posee un particular significado para una pequeña asamblea de dispersos.

b.-No se infravaloran las dificultades que experimentan algunos ante las iniciativas que puedan

contener un sabor protestante y que podrían provocar una peligrosa desestimación de la

eucaristía y del sacerdocio ministerial.

c.-Se ha reflexionado mayormente sobre las diferencias entre una celebración eucarística y las

celebraciones estacionales: estas últimas no sustituyen a la primera, que sigue siendo la forma

máxima de reunión de la asamblea, y que no queda eliminada, sino que se celebra más raras

veces.

d.-Una celebración estacional tiene algunas características propias: expresa la comunión con la

comunidad parroquial, con la diócesis, con la iglesia universal; lleva a experimentar la relación

palabra-sacramento; actualiza la múltiple presencia del Señor; mantiene la antigua ordenación de

la plegaria eucarística (alabanza, acción de gracias, súplica, penitencia); no se limita a ser un

hecho verbal, sino que realiza un ritmo adecuado entre palabras, ritos, silencio y acciones.

6.2.3.- Desarrollo de nuevos tipos de ministerios y estructura de dicha celebración:

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La nueva experiencia en la RDA se ha enjuiciado generalmente de manera muy positiva: el

ministerio de los diáconos auxiliares ha sido por lo demás bien acogido y con una gran

colaboración; ha estado muy bien acentuada la relación con la eucaristía y la comunidad

parroquial; han sido muchos los frutos pastorales. La nueva praxis se ha propagado igualmente en

la República Federal Alemana (= RFA), donde "el problema más crucial de la pastoral es, tanto

para la comunidad como para los obispos, la preocupante escasez de sacerdotes, que se irá

agravando aún más por envejecimiento del clero y por las crecientes necesidades de los fieles",

como afirma la conferencia episcopal en un texto sumamente denso sobre los ministerios”. En

este contexto se han desarrollado dos nuevos tipos de ministerios: el diaconado permanente y los

teólogos laicos o asistentes pastorales (Pastoralassistenten), que son centro de una viva discusión

teológica y pastoral'. Los servicios pastorales de estos nuevos ministros se extienden a veces hasta

presidir o dirigir las "celebraciones dominicales sin presbítero" (Sonntdgliche Gottesdienste ohne

Priester), a las que dedicara el sínodo alemán (1975) suma atención en un texto que vale la pena

resumir. Se parte de unas premisas: la importancia fundamental de la celebración eucarística

dominical, como "forma primaria" de la asamblea litúrgica de una comunidad"; la inconveniencia

de multiplicar las misas dominicales de sacerdotes supercomprometidos, cada vez menos

numerosos; la necesidad de una programación zonal, con la concentración para la celebración

eucarística en algunas localidades más céntricas; la presencia, sin embargo, de comunidades

menores, sociológicamente vinculadas a su ambiente y para las que "es menester tratar de

organizar a toda costa celebraciones litúrgicas dirigidas por un diácono o por un laico". Se

iluminan las motivaciones litúrgico-pastorales de estas celebraciones, subrayando que "debieran

aprovecharse también las ricas experiencias que en este campo se han realizado ya, por ejemplo,

en la diáspora y con las ejemplares tentativas de la RDA". Se han dado distintas orientaciones

sobre la conveniencia de revitalizar y apelar a la responsabilidad de las comunidades, sobre la

preparación de ministros y la presentación de los mismos a los fieles "en una celebración

particular en la que se lea públicamente la carta del obispo que les confiere tal oficio"23.

Para la estructuración de estas asambleas, "menos definidas por el derecho litúrgico", se

aconseja "servirse, donde sea posible, de los elementos de la misa: lecturas del día, explicación

por parte de una persona autorizada para predicar o bien por medio de un texto leído, cantos,

oración, plegaria universal, oración preparatoria y final para la distribución de la comunión". El

mismo sínodo ha dedicado igualmente a estas celebraciones una directriz pastoral y ha

presentado a la conferencia episcopal un voto, solicitando "la elaboración para las regiones de

lengua alemana de algunos modelos comunes de liturgias comunitarias dominicales sin el

sacerdote".

23 Cf. D. Sartore y Achule M. Triacca. Nuevo diccionario de liturgia. Madrid, 1987. 184

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6.2.4.- Crítica a esta nueva praxis. La nueva praxis está siendo, en la RFA, objeto de reflexiones

críticas por parte de algunos estudiosos, que la consideran un "paso en dirección equivocada": se

discuten las nuevas funciones ministeriales concedidas a los laicos; se temen confusiones y

malentendidos a nivel de diálogo ecuménico y de interpretación de la eucaristía; se expresa la

convicción de que una celebración basada en la palabra y en la oración, sin la comunión, podría

convertirse en un camino más seguro para mantener viva la estima y la espera por la celebración

eucarística y para hacer a los fieles más conscientes y responsables en el afrontar el problema de

la escasez de vocaciones sacerdotales'.

6.3.- La experiencia de la Iglesia Francesa

En Francia, a comienzos de 1971, con el acento de la escasez de sacerdotes y con el

desarrollo de la reflexión posconciliar, se ha visto ampliamente acogida la opción pastoral de

mantener en su ambiente a las comunidades locales, invitándolas regularmente a agruparse en

asambleas, animadas y dirigidas por sus mismos miembros. Estas celebraciones, conocidas más

frecuentemente con el nombre de Assemblées dominicales en l'absence de prétres (ADAP), en

1977 aparecían ya extendidas por más de mil cien parroquias, repartidas en sesenta y siete

diócesis.

6.3.1.- Estructura de dichas celebraciones.

Rito de apertura; liturgia de la palabra con homilía y oración universal; acción de gracias;

comunión; despedida. Aunque con algunos antecedentes, la nueva situación se configuró

rápidamente a principios de 1973, merced al fuerte influjo del documento de la asamblea de los

obispos sobre la corresponsabilidad en la iglesia". Sobre la situación pastoral francesa se realizó

en 1979 una reflexión orgánica, en un encuentro nacional de animadores y responsables,

preparado con el informe de 1977 sobre los diversos aspectos de estas asambleas (decisión,

actuación, funciones, contenido de la celebración)24.

6.3.2.- Logros y dificultades de dichas celebraciones.

Logros.- Esta floración de asambleas sin sacerdote está ciertamente ligada a la escasez de clero,

pero es igualmente expresión del convencimiento sobre la importancia fundamental de la

asamblea para mantener y manifestar una comunidad cristiana, teniendo una consideración

especial con aquellos que no pueden abandonar su ambiente; y ha sido posible por la presencia

de un grupo de cristianos que viven conjuntamente su fe en una comunidad local. Entre los

24 D. Sartore y Achule M. Triacca. Nuevo diccionario de liturgia. Madrid, 1987.184

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aspectos positivos del fenómeno se ha subrayado el resurgir de una iglesia más consciente y

responsable, más abierta y diversificada, más viva y fraterna.

Dificultades.-Estas celebraciones tienen varias dificultades: la precariedad de ciertos grupos; la

dificultad de construir realmente la iglesia en asambleas con escaso número de participantes o

con una presencia insuficiente de animadores; la persistencia de una mentalidad y de unos

hábitos anteriores, que contribuyen a la continuación de una práctica tradicional más que al

resurgir de un nuevo tipo de comunidad. Según informes, pueden recogerse experiencias muy

diversas sobre la preparación e introducción de la nueva praxis; sobre las funciones del animador,

en relación con los distintos servicios asumidos por los laicos dentro de la comunidad; sobre la

manera de concebir y de ejercer la presidencia (mantenida como necesaria, pero con un papel a

ser posible más discreto); sobre la sensibilidad en torno a la función del sacerdote responsable de

una comunidad mayor.

6.3.3.- Recomendaciones para las celebraciones.

Son significativas, y no sólo para la iglesia francesa, las orientaciones dadas por Pablo VI a

los obispos franceses en 1977: "Afrontad igualmente el problema de las asambleas dominicales

sin sacerdote, en los ambientes rurales donde la aldea forma una cierta unidad natural tanto para

la vida como para la oración; sería perjudicial desentenderse de él o dispersarlo. Comprendemos

perfectamente la razón y las ventajas que de ahí pueden derivar para la responsabilidad de los

participantes y la vitalidad de la población. El mundo actual prefiere estas comunidades a la

medida humana, a condición, evidentemente, de estar atendidas con suficiencia, vivas y no

cerradas en sí mismas como un ghetto. Os decimos, pues: proceded con discreción, pero sin

multiplicar este tipo de reuniones, como si fuesen ellas la mejor solución y la última posibilidad.

Ante todo, estad vosotros mismos convencidos de la necesidad de seleccionar con prudencia y de

preparar a los animadores, laicos o religiosos, y de que ya en este nivel aparece de importancia

capital el papel del sacerdote. Por lo demás, el objetivo debe seguir siendo la celebración del

sacrificio de la misa, la única verdadera realización de la pascua del Señor. Y pensemos sobre todo

en serio que estas asambleas del domingo no pueden bastar para construir comunidades vivas e

irradiantes, en un contexto de población poco cristiana o que está abandonando la práctica

dominical. Es menester crear al mismo tiempo otros encuentros de amistad y de reflexión, grupos

de formación cristiana, con el concurso de sacerdotes y de laicos más formados, que puedan

ayudar al ambiente a establecer relaciones de caridad y a tomar una mayor conciencia de las

propias responsabilidades familiares, educativas, profesionales, espirituales'.

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7.- ¿Cómo se da la comunión en las celebraciones dominicales en ausencia

o espera de Presbítero?

Después de haber recorrido, lo mandado por los documentos eclesiales del magisterio, la

experiencia de la conferencia episcopal Alemana y Francesa, podemos resumir algunos puntos

entorno a como se desarrolla y vive la “comunión eclesial en dichas celebraciones”, sus

características.

Constata la imposibilidad de que muchos fieles puedan participar el domingo en la

celebración eucarística por ausencia del ministro ordenado u otras causas graves y que

une a todos los bautizados en la oración continua por ministros ordenados, “obreros para

mies”.

Una celebración que transcurre anhelando su plenitud, la celebración eucarística, que

realiza la comunión plena.

Una celebración en donde la participación del sacerdocio común de los fieles es visible y

activa que se relaciona, anhela, espera la presencia del sacerdocio ministerial, en la

comunidad. Anhela la presidencia de un ministro ordenado.

Una celebración que refleja la importancia y necesidad de la celebración dominical para la

vida cristiana.

Que Promueve la disciplina y recto desempeño de las funciones propias y específicas. Que

cuida el animar la colaboración laical y denunciar y evitar los abusos. Que observa la leyes

eclesiásticas

Una celebración de suplencia no preceptiva.

Es una celebración “comunidad de bautizados” que se edifica en la comunión orgánica de

sus miembros según los diversos ministerios y carismas.

Es una celebración que procura la participación activamente todos sus miembros. Que

hace un signo de la identidad cristiana y elemento irrenunciable de la Iglesia. Que pone de

relieve la comunión en la misión entre fieles y la jerárquica.

Una celebración que da la posibilidad de que las comunidades puedan reunirse en una

asamblea litúrgica dominical bajo la presidencia de un religioso o laico especialmente

designado y bien formado.

Es una celebración que canaliza los diversos carismas y funciones eclesiales en beneficio

de la comunidad y de toda la Iglesia según su carácter específico normado.

Que es consciente de la centralidad y preeminencia de la Eucaristía.

Consciente del carácter de suplencia y referencia a la Eucaristía y al presidente de ésta, el

sacerdote.

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Una celebración en donde los laicos colaboran, salvaguardando su identidad eclesial,

evitando la clericalización de los laicos.

8.- Conclusión.

Para terminar considero un dato significativo a valorar, la pauta que da D. Sartore, el

autor estudiado en la parte última, que ve un último dato significativo, signo de la evidencia, un

eco vivo para las iglesias jóvenes. El hecho de que las asambleas sin sacerdotes son el lugar donde

más vivamente se plantea el problema de los ministerios a partir de las necesidades reales y de

los carismas que se ponen de manifiesto en las comunidades, sin excluir "la posibilidad de admitir

como elegibles para la ordenación sacerdotal a líderes reconocidos, salidos de niveles de

comunidades cristianas de base de índole distinta. En una palabra ve estas nuevas experiencias,

que aunque son recursos provisionales y precarios de una pastoral en difíciles situaciones, pueden

llegar a ser punto de partida de una vigorosa renovación eclesial, capaz de desembocar en una

profunda reestructuración de las comunidades cristianas, en donde se viva una comunión mas

autentica, en el compromiso de los laicos en su corresponsabilidad en la Misión encomendada por

el Señor, en su Iglesia, misterio de Comunión y participación, que busca la Santidad.

Al traer a la memoria alguna anécdota de la experiencia de ver a comunidades sufriendo

por no tener la celebración eucarística, recuerdo como hace algunos años en Perú, este tema fue

acogido por la conferencia episcopal Peruana que asumiendo la preocupación de los sacerdotes,

quienes por la extensión geográfica de las comunidades parroquias no pudieron asumir tantos

compromisos de misas dominicales, adecuaron, el directorio y las instrucciones generando la

figura de los “agentes de Pastoral”, para las comunidades rurales o del campo en su mayoría.

Comunidades lejanas que por la geografía accidentada no tenían celebraciones durante muchos

años, siendo los fieles, llamados “agentes de pastoral” los que mantuvieron la fe con sus rezos.

Por evocar una anécdota, recuerdo peregrinar en mi etapa de formación sacerdotal de

misión por unos meses y visitar varios de estos pueblos andinos. Recibir la petición sincera de la

gente sencilla, de querer que le celebre la misa, de que los case en matrimonio, de que los

bautice, confundiéndome en todo momento con un sacerdote, percibir el hambre por el Señor,

sigue siendo una realidad en muchos lugares del mundo La humanidad tiene hambre del Dios de

Vida, y la Iglesia “misterio de comunión y participación”.

P Alex.