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Revista Diocesana correspondiente a la primera quincena de Abril de 2011

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Carta

del DirectorCarta

del Director Antonio Garrido de la Torre

[email protected]

Esta frase es una buena definición de loque celebramos en la Semana Santa. La citaes de San Pablo, ensu carta a los gála-tas. El apóstol viviócon tal intensidad suvida que tras perse-guir ferozmente alcristianismo se con-virtió a la fe del Na-zareno. Un giro deeste calibre solo secomprende desdeun profundo amorhacia Jesucristo yuna perfecta confi-guración con él. Ydesde esa convic-ción se convirtió enuno de los más acti-vos pregoneros delamor de Dios alhombre. San Pablopredicó el evangeliode Jesús porquetuvo la experienciade encontrarse conÉl camino de Da-masco. Y desdeaquel encuentro, suvida no tuvo sentidosin la presencia delSeñor. Por eso, tam-bién en la carta a los

«ME AMÓHASTA ENTREGARSE

POR MÍ»gálatas dice: «estoy crucificado con Cristo:vivo yo pero no soy yo, es Cristo quien vive

en mí» (Gal 2,20).¿Se podría decir esomismo de nosotros?¿Vive Cristo en no-sotros? ¿O sencilla-mente lo tenemosrelegado a una pre-sencia puntual y pa-sajera, carente deimportancia?

Vamos a cele-brar el momentofundamental de lavida de Cristo: sumuerte, precedidade una terrible pa-sión, y su gloriosaresurrección. EseCristo, cuya imagenva a pasar antenuestros ojos en lasnumerosas proce-siones que se cele-bran por toda la geo-grafía jienense, es laimagen de una per-sona que me amaprofundamente.Más incluso de loque yo creo. Y queme comprende másincluso de lo que yo«IGLESIA EN JAÉN»

AGRADECE LA COLABORACIÓN FOTOGRÁFICA DE

D. CÉSAR CARCELÉN2

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puedo comprender a los demás. Ese Cristo conrostro dolorido está ahí por ti, por mí, por cadauno de nosotros. Y la sangre de su rostro yde sus llagas son la muestra más palpabledel amor que nos tiene. Ciertamente es lo quedice San Pablo: «Me amóhasta entregarse pormí». Y aunque puedasestar distante de Cristo,nunca olvides que Jesússe ha entregado por ti,para perdonar tus peca-dos, para salvarte, parademostrarte el profundoamor que te tiene, aunquetal vez ese amor no sea su-ficientemente correspon-dido por ti.

Vamos a ver, mejordicho, vamos a acompa-ñar en esta Semana San-ta a un Cristo que ora consudor de sangre en Getse-maní, que está amarradoa la columna recibiendo ellátigo cruel, que lleva conesfuerzo la cruz sobre sushombros, que cae bajo elpeso del madero, quemuestra su amor clavadoen la cruz y que resucitavictorioso en una mañanallena de luz. Y junto a Je-

sús, su madre. La Santísima Virgen María.Ella, como todas las madres, siente especial-mente lo que le ocurre a su hijo. Y a ella, des-de la cruz, su Hijo Jesús nos la dejó tambiéncomo madre nuestra. Acudamos a María en

nuestras oraciones, por-que la madre benditasiempre intercede ante suHijo por nosotros. Y queeste tiempo de SemanaSanta sea, de verdad, untiempo propicio para pen-sar en que la pasión deCristo es la manifestaciónelocuente del amor másgrande que ha visto la his-toria de la humanidad.

Con este objetivo ospresentamos este númeroespecial de «Iglesia enJaén» dedicado a la cele-bración de la semana ma-yor de los cristianos. Unnúmero distinto, en el quehemos dado prioridad a lasfotografías, y en el quequeremos que las imáge-nes de nuestro rico patri-monio imaginero que vana ser procesionadas pornuestras calles hablen porsí mismas de este amor deCristo hasta el extremo.

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PEREGRINAMOS PARA UN NUEVOENCUENTRO PASCUAL

CON DIOSMuy queridos hermanos:

1El tiempo de cuaresma quehemos vivido nos ha servido para preparar-nos a la celebración del Misterio Pascual. La

Iglesia nos ha ofrecido este tiempo propicio comoun verdadero catecumenado bautismal, como untiempo privilegiado de peregrinación hacia Dios mi-sericordioso. Sabemos que sepultados en el Bau-tismo con Cristo, con él también resucitaremos(cf. Col 2, 12).

El mismo Dios nos acompaña a través deldesierto de nuestras pobrezas. Nos sostiene en elcamino, alimentándonos con su Palabra y la Eu-caristía por este «valle oscuro» del que nos hablael salmo 23. Pone en nuestras manos cada año laluz nueva, el fuego nuevo, el agua nueva, lavida nueva de nuestro bautismo renovado enla gran Vigilia de la Noche de Pascua.

El punto de partida es convencernos a no-sotros mismos de que necesitamos convertirnos.

No miremos a los demás, entremos en lo másíntimo de nuestro aposento, de nuestra «alcoba»nos dice la Palabra de Dios, para diseñar, con todahumildad y sinceridad personal, delante del «Diosque nos salva», las estructuras interiores, facha-da y tejados de toda nuestra existencia. Por fue-ra, pero más aún por dentro. Desde las raíces yen su totalidad. Pero junto a esta actitud exigen-te y sincera, debe resplandecer siempre la espe-ranza. No es tanto convertirnos y cambiar comoentrar en una ascesis personal, dejándonos con-vertir por Dios, que es quien de verdad transfor-ma los corazones y actúa en nosotros.

2Jesús cumple siempre la promesa deacompañarnos cada día hasta el fin delmundo, hasta el último instante de nuestro

peregrinaje por esta vida. Él está con los enfer-mos que sufren, unido con su dolor. Él está identi-

ficado también con los pobres ydesvalidos. Él está con el quesufre el paro, cualquier crisis,

con el que se encuentra solo Él camina con elestudiante, el niño y el anciano. Acompaña al cre-yente en cualquier trabajo. Entra en nuestros ho-gares y reuniones, Él nos convoca y nos llamapara reunir a sus discípulos, sobre todo el Domin-go, Día del Señor, para depositar en nuestras vi-das sus Palabras de ánimo, alimentarnos con elPan de la vida, transformarnos al contemplar surostro.

Cristo, en persona, nos dice, si le pres-tamos atención, que seremos felices si logra-mos tener limpio el corazón; si tenemos piedady misericordia con todos; si trabajamos por la pazy sembramos amor.

3La Iglesia, como Madre y Maestra nuestraque es, nos ha recomendado en la Cuaresma tres prácticas: la oración, el ayuno y

la limosna.Ante la realidad cruda y dura que vemos

cerca y lejos de nosotros, la indiferencia y el egoís-mo nos alejan de la mirada de Cristo. Estas prác-ticas cuaresmales, por el contrario, nos acercane identifican con su rostro en los humanos.

Con este espíritu de clima orante y austerohemos de penetrar por el umbral de este santotiempo cuaresmal hasta la celebración del miste-rio pascual.

La plegaria nos une más a Dios. Logra quenuestra vida esté más centrada en él. Nos apor-ta claridad y luz especial para discernir y anali-zar el alcance de nuestros actos, para que nues-tra escala de valores responda a las prioridadesreales. La plegaria nos ayuda a descubrir y avivir que Dios es realmente lo primero, el tesorode nuestra vida en quien se apoya nuestro co-razón.

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El ayuno se entiende y se vive desde elmomento en que ponemos a Dios en nuestra exis-tencia por encima de todas las demás cosas. Esentonces cuando caemos en la cuenta de la ca-ducidad y falta de necesidad de mucho de lo quenos rodea y anhelamos. Nos damos cuenta que nonecesitamos poseer tantas cosas como tenemos.Que más de una vez hasta nos quitan la paz paraconservarlas y dificultan nuestro camino. Ayunares prescindir y privarse de lo que no necesitamospara compartirlo con los que lo necesitan.

La limosna, desde la plegaria y el ayuno,se convierte en una respuesta de amor, de iguala igual, para quienes necesiten de nuestro apo-yo. Leer en sus rostros el de Cristo que les acom-paña con su cruz. La caridad, según San Pablo,es la cima en la vida del creyente, vínculo deperfección (cf. Col 3, 14). Recordemos tambiénlas palabras del Apóstol San Juan, que nos poneen guardia sobre verdad tan importante comocreyentes y como vía de conversión. Dice en suPrimera Carta: «Si alguno que posee bienes delmundo ve a su hermano que está necesitado yle cierra sus entrañas, ¿cómo puede permane-cer en él el amor de Dios?» (1 Jn 3, 17).

4En el momento presente en que nos entramos en una persistente crisis económica, los cristianos hemos de ser los primeros

en no mirar hacia otro lado o a ninguna parte. Sonno pocas las familias y sectores de población quese encuentran en el límite de la subsistencia o,pero aún, no disponen de nada o de muy poco ynos extienden sus manos suplicantes.

Todos hemos de colaborar en la medi-da de nuestras posibilidades, a crear unaeconomía que este, antes de nada, al servi-cio del hombre. Hemos de vencer egoísmos per-sonales y colectivos, cambiar de aptitud. Esta yno otra será la respuesta cuaresmal del cofradecristiano, y no simples deseos, sino hechos. Esla respuesta que espera Cristo, haciéndonos conÉl samaritanos de tantos necesitados. Esta esnuestra limosna y ayuno, nuestra respuesta almandamiento del Jueves Santo, la caridad cris-tiana.

Se muy bien de vuestras aportaciones ge-nerosas a favor de las caritas, sobre todo, y afavor de otros programas más concretos. Lejosde abandonar estos compromisos estos días sonmomentos propicios para privarnos de lo superfluoe innecesario y para dar otro destino a muchosrecursos. Nada pierden y es mucho lo que ganan,pues en lo que el Crucificado y el Resucitado, laVirgen Dolorosa y de la Alegría se fijan es en nues-tros corazones.

5Quiero también recordaros, querido fieles diocesanos, vuestra vocación y compromisos en la Iglesia como fieles laicos bau-

tizados. Me vais a permitir que, con brevedad,insista con cariño de pastor, en dos aspectos quetambién podrían ayudaros, camino de la Pascua yen vuestros compromisos como laicos:

a) El pasado día 30 de septiembre suscribíaSu Santidad Benedicto XVI la Exhortación apos-tólica postsinodal Verbum Domini, sobre «la

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Palabra de Dios en la vida y en la misión de laIglesia».

El Concilio Vaticano II dio un fuerte impulsoa la valoración de la Palabra de Dios por parte detodos los fieles. Es el instrumento privilegiado paranuestro encuentro con Dios, sobre todo en el ám-bito de la liturgia y muy especialmente en la cele-bración de la Eucaristía.

Puede leerse en esta reciente Exhortación,dirigiéndose a los fieles laicos: los Padres sino-dales quisieron agradecerles «su generoso com-promiso en la difusión del Evangelio, en los dife-rentes ámbitos de la vida cotidiana, del trabajo,de la escuela, de la familia y la educación» y, seañade poco más adelante, que «se ha de formara los laicos a discernir la voluntad de Dios me-diante una familiaridad con la Palabra de Dios,leída y estudiada en la Iglesia, bajo la guía de loslegítimos Pastores.» Se indica asimismo que lasdiócesis, por medio de sus instituciones, brindenoportunidades formativas en este sentido en fa-vor de esta formación del laicado (cf. n. 84).

Se trata de un importante Documento delMagisterio que hemos de estudiar con dete-nimiento todos los fieles cristianos. Puede seruna buena ocasión este tiempo para que muchoshermanos, en sus respectivas cofradías, dediquenalgún tiempo para reflexionar en los contenidosde esta rica exhortación apostólica.

Pongo también en su conocimiento que, des-pués de varios años de estudio por un grupo deespecialistas, la Conferencia Episcopal Españolaacaba de ofrecer la versión oficial de la Sagra-da Biblia, que asume como propia, en una esme-rada edición que ha preparado la Biblioteca deAutores Cristianos. Es la traducción que se utili-zará de ahora en adelante en los libros litúrgicos

correspondientes, en catecismos y otros mate-riales de formación cristiana. Es la versión quedeberá utilizarse en los actos de piedad, ense-ñanza y evangelización.

La Diócesis deberá también presentar, a tra-vés de sus instituciones, esta versión oficial paraconocimiento de su alcance, a todos los fieles.

b) Jornada Mundial de la JuventudSabéis bien que estas jornadas son como

una opción profética del que el próximo día 1 demayo será declarado Beato: el recordado y tanquerido Pontífice Juan Pablo II.

Estas jornadas, como lo será la que cele-braremos en Madrid el próximo mes de agosto yque, con tanta ilusión y empeño hemos de prepa-rar entre todos, son un verdadero desafío poracercar a la juventud de nuestro tiempo a laverdad de Jesucristo y su Evangelio.

Decía este Pontífice a los jóvenes, con in-menso cariño y seguridad, como muchos pudimosescucharle: «Vosotros sois el futuro del mundo,la esperanza de la Iglesia. Vosotros sois mi espe-ranza.» Y añadía, en otra ocasión para todos:«Tenemos necesidad de la alegría de vivir quetienen los jóvenes. En ella se refleja algo de laalegría original que Dios tuvo al crear al hombre.Esta alegría es la que experimentan los jóvenesen sí mismos. Es igual en cada lugar, pero estambién siempre nueva y original.»

La JMJ no comenzó por un programa o planpastoral, fue y es iniciativa profética de un ver-dadero testigo del Evangelio: Juan Pablo II. Enrealidad, estas jornadas las han creado losmismos jóvenes y se han convertido en unanecesidad. ¡Cuántas sorpresas incluso de los mis-mos Obispos y sacerdotes ante su respuesta!

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En nuestras manosestá ahora el testigo quenos dejó y que BenedictoXVI nos entrega a cadauno de nosotros. Sois mu-chos los jóvenes cristia-nos. Con algunos ya mereuní para animaros a par-ticipar en persona en lapróxima JMJ en Madrid. Silo vais a hacer y, si te lle-ga este mensaje de tuObispo: piénsalo. No vasa una juerga o para ha-cer turismo. No. Vas a pa-sarlo mal, con sacrificio,pero te aseguro que en-contrarás y probarás «unagua viva» que nunca hasexperimentado.

Estad atentos a lavoz de la Delegación deJuventud diocesanaporque tenemos que lograr algo grande no sólo enMadrid, sino también en el recorrido de la Cruz yel Icono, por la geografía diocesana los últimosdías del próximo mes de mayo y primeros de junio.

6Para terminar quiero anunciaros que estaremos bien representados en el Via Crucis quecelebrará en Madrid por el Paseo de la Cas-

tellana en la próxima Jornada mundial.Nos hará presentes la cofradía de Nuestro

Padre Jesús de la Caída, de la ciudad de Úbeda.

Gracias, porque Jaén ysu Semana Santa ten-drá asignada una Es-tación. Lo verán millo-nes de espectadores.

No sólo debemosreconocer y agradecerla generosidad de estaquerida Cofradía, sinoque sería un gesto decomunión, el que to-dos apoyáramos y nossumáramos a su es-fuerzo para salvar susdificultades. Estare-mos atentos a suspropuestas e informa-ción.

Encomendamosel itinerario cuaresmal,camino de la nuevaPascua, a nuestraSantísima Madre, la

Virgen de los Dolores y de la Alegría. Que su for-taleza nos anime a seguir a su Hijo por el caminode la luz hasta el sepulcro de José de Arimatea,testigo de la Resurrección.

Con mi saludo y bendición,

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LARELIGIOSIDADPOPULAR ENLA VIDA DE LA IGLESIA

LARELIGIOSIDADPOPULAR ENLA VIDA DE LA IGLESIA

El fenómeno de la religiosidad popularestá presente en nuestra vida cotidiana de fe:desde un devoto Rosario hasta un piadoso Viacrucis, pasando por manifestaciones externascomo las procesiones de Semana Santa o lasdel patrón o patrona del pueblo, romerías, pe-regrinaciones, etc. Todo forma parte de la tra-

dición cultural y religiosa de nuestro pueblo yresuena a lo largo y ancho de nuestra Diócesisde Jaén, donde las manifestaciones de fe de lagente sencilla se hacen sentir fuertemente enla sociedad actual, a pesar del secularismo quepretende reducirlas a meras manifestacionesde carácter meramente estético o cultural.

Jesús Diez del Corral NavíoPárroco de Santa Elena y Aldeaquemada

LARELIGIOSIDADPOPULAR ENLA VIDA DE LA IGLESIA

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El magisterio de la Iglesia desdesiempre ha estimado y valorado la re-ligiosidad popular como un ámbito pro-picio de fe que el pueblo sencillo tienepara acercarse a la realidad divina. ElPapa Pablo VI en su Exhortación«Evangelii Nuntiandi» trató el fenó-meno de la religiosidad popular con lasiguiente definición: «Son las expre-siones particulares de búsqueda deDios y de la fe (…) que, bien orienta-das, pueden ser para las masas popu-lares un verdadero encuentro con Diosen Jesucristo» (EN 48). Como afirmael Santo Padre, estas manifestacionesson un acercamiento inicial del hom-bre hacia lo trascendente, originandoen él unos sentimientos religiosos yuna voluntad de vivir su fe en CristoResucitado.

Pero a su vez, la Iglesia constataque esta fe inicial originada por la re-ligiosidad popular ha de llevar consi-go un deseo firme de conversión en elpueblo: una fe que no conlleve un cam-bio de vida y de actitudes en el sujetoy una decisión firme de seguirle es unafe que se queda vacía, ocasionandoúnicamente un mero sentimentalismoque se queda en mera tradición o sen-timiento estético-cultural conmove-dor, pero que no mueve el corazón delpueblo hacia Dios, finalidad que llevaconsigo la religiosidad popular.

Todos comprobamos desgracia-damente como manifestaciones públi-cas de fe como las procesiones o ro-merías atraen a mucha gente, mien-tras que la participación en las cele-braciones parroquiales y el compromi-so en la vida de la Iglesia disminuyenconsiderablemente. Por ello, la Iglesiaapuesta por la religiosidad popularcomo ámbito propicio de evangeliza-ción para llevar la Buena Nueva deCristo a los hombres y celebrarlo me-diante la fe y los sacramentos. Desdelos agentes de pastoral y los respon-sables de asociaciones religiosas, es-pecialmente Hermandades y Cofra-días, todos estamos llamados a trans-mitir al pueblo sencillo la fe y el cam-bio de vida que supone el Evangelioque Cristo propone para acercarnos almisterio que nos salva. Así cobrarásentido la religiosidad popular comoámbito para acercar a la gente senci-lla hacia Cristo Jesús.

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UNOS DÍAS PARAUNOS DÍAS PARAUNOS DÍAS PARAUNOS DÍAS PARAUNOS DÍAS PARAPROFUNDIZAR EN EL INMEMSOPROFUNDIZAR EN EL INMEMSOPROFUNDIZAR EN EL INMEMSOPROFUNDIZAR EN EL INMEMSOPROFUNDIZAR EN EL INMEMSO

AMOR QUE DIOS NOS TIENEAMOR QUE DIOS NOS TIENEAMOR QUE DIOS NOS TIENEAMOR QUE DIOS NOS TIENEAMOR QUE DIOS NOS TIENEHermana Lucero

Mercedaria del Santísimo Sacramento

Con gozo y alegría en el Señor desentirme amada, elegida y redimida porsu Hijo Jesús con gusto os comparto miexperiencia de fe al reflexionar de cómohemos de vivir estos días de Pasión,Muerte y Resurrección del Señor. El Se-ñor una vez más nos brinda la oportuni-dad de comenzar esta semana Santa,tiempo de gracia que nos concede paracelebrar, vivir y reflexionar el MisterioPascual. Donde se centra nuestra fe.La fiesta más solemne de todo el añolitúrgico: La Resurrección del Señor.

Si por algunas circunstancias (rui-dos, activismos, problemas, ajetreos, en-vidias…) no hemos abierto nuestro cora-zón a Dios o no le hemos querido escucharen su Palabra, nunca es tarde para empe-zar y encontrarnos con él cara a cara. Di-gámosle: aquí estamos Señor, perdónanosporque no hemos querido abrir nuestro cora-zón a tu gracia. En estos días la Iglesia nosinvita a recibir el sacramento del perdón. ¡Quémejor manera de comenzar esta semana santaperdonándonos a nosotros mismos, reconcilián-donos con nuestros hermanos y con Dios! Por-que sólo así, con el alma limpia, experimentare-mos la alegría de la Resurrección de Cristo.

Recordad que el Señor nos da su gracia paraque vivamos esta Semana Santa en plenitud. Loque nos corresponde ahora es estar dispuestosa adentrarnos en el triduo Pascual, misterio deamor. Y para llegar y entrar en este Misterio Pas-cual ha de ser necesario, tener la mirada enCristo, y para ello necesitamos dejar a Dios quenos hable a lo más íntimo de nuestro corazón.Sí, digo escucharle, porque sólo escuchándolepodremos saber qué es lo que quiere de cadauno de nosotros. Pero escucharle no el ruido,sino en la oración, en su Palabra, en el encuen-tro de cada Eucaristía, en el Sagrario, y en loque María nuestra Madre nos dice: «Haced loque él os diga».

El Señor nos regala estos días para quedescubramos el inmenso amor que nos tiene. LaIglesia nos invita a participar de los oficios litúr-gicos para terminar de prepararnos a celebrar laResurrección del Señor. Pienso que la mejor ma-nera de vivir estos días será partiendo de lagratuidad, como un regalo de Dios, que sale anuestro encuentro.

El Domingo de Ramos Jesús entró en Jeru-salén, hoy quiere entrar en la Jerusalén de nues-tra persona y de nuestro mundo. Dejemos de ver-

dad entrar a Jesús en nuestras vidas porque sólocon él viviremos estos días de gracia.

El Jueves Santo Jesús nos deja instituidoel Sacramento de la Eucaristía, «la mejor forta-leza para el alma necesitada de Dios». Esa tar-de, Jesús nos invita a participar del banqueteEucarístico y alimentarnos de él. Porque es en

la Eucaristía, Pan de Vida, donde sesacia nuestra hambre ysed de él. Creo que comobuenos cristianos no po-demos dejar sólo al Se-ñor en los últimos días desu vida terrenal. Con ac-titud de agradecimientoacerquémonos al Sagra-rio para contemplarlo,

agradecerle y dejarnosamar por él.

El Viernes Santo Jesúslleva a la plenitud la voluntad

de Dios, muriendo por amor atoda la humanidad; en la tarde de

este día y en la del Sábado Santo osinvito a guardar silencio. Un silencio inte-

rior y exterior para que el silencio de Dios noshabite y nos ayude a adentrarnos en el MisterioPascual. Estemos decididos a que no pasen es-tos días, como pasa el agua sobre las piedras,sin habernos acercado a Cristo que ha muertopor nuestro amor y os invito a no dejar sola aMaría, nuestra Madre. Acompañémosle en estosmomentos de soledad y dolor.

Pero estad atentos, no caigamos en la ten-tación de quedarnos con todo lo trágico de lamuerte de Jesús en la cruz. Porque Jesús murió,es verdad, pero él no está muerto, está vivo,ha resucitado. Y está en cada Eucaristía sacra-mentalmente y en cada hermano. ¡Y alegrémo-nos porque el Señor nos ha salvado! Ya no tieneque haber tristeza sino alegría que brota desdeDios, porque gracias a Jesús se nos ha de-vuelto la vida en plenitud.

Lo que recordamos y celebramos en estosdías, que no se nos quede en la historia de unpasado, sino que repercuta en el hoy de nues-tra humanidad que se encuentra herida por tan-to dolor. Que juntos todos en fraternidad colabo-remos en construir un mundo más humano ymejor. Creo que son muchos los motivos que te-nemos que agradecer y bendecir a Dios. Sobretodo, el derroche de amor recibido. Pongámonosen las manos de Dios para vivir este tiempo degracia.

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Una semana deUna semana deUna semana deUna semana deUna semana decercanía acercanía acercanía acercanía acercanía a

JESÚSJESÚSJESÚSJESÚSJESÚS• TEXTOS DEL SR. OBISPO DE JAÉN D. RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ

• POESÍAS DEL PÁRROCO DE LA SANTA CRUZD. MARTÍN SANTIAGO FERNÁNDEZ HIDALGO

Iniciniciniciniciniciamosamosamosamosamos una semana de especialcercanía a Jesús en los acontecimientoscruciales de su pasión, muerte yresurrección. Cristo, abandonado de todos,incluso con el silencio aparente de DiosPadre, lavando los pies a sus discípulos,instituyendo la Eucaristía en el Cenáculo ydándoles a comer su cuerpo, azotado,escarnecido, clavado en la cruz y ejecutadoinjustamente, resucitando al tercer día... nosda unas lecciones memorables. La reflexiónsobre estos acontecimientos debe orientarlos pasos de nuestra vida de discípulos, darsentido al dolor y desánimo cuando sepresentan en nuestra vida, afianzar nuestraentrega en favor del necesitado, participar

de su cruz y muerte para tener también undía parte con él en el triunfo de la resurrección.Duranteuranteuranteuranteurante estos días santos nocelebramos unos aniversarios, sino «el hoycontinuado en la historia del misteriopascual de Jesucristo.»Esesesesese «hoy» que resonará muchas vecesen las celebraciones litúrgicas de estosgrandes misterios salvadores, nos habla deCristo Jesús, ahora ya glorioso y resucitado.Acerquémonos con plena confianza a estetorrente de gracia. Vivamos una verdaderay fructífera Semana Santa.

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DomingoDomingoDomingoDomingoDomingodedededede

RamosRamosRamosRamosRamos

Celebramos el pórtico de la semana grandede los cristianos. Destacamos en esta jornada dosmomentos: la entrada de Jesús en Jerusalén,acompañada del entusiasmo de las gentes senci-llas, con ramos y cantos, y su entrada también enla ciudad santa para cumplir su misión redentorade la humanidad, con su muerte en la cruz y resu-rrección gloriosa.

Jesús viajó desde Galilea a Jerusalén. Habíaya anunciado a sus discípulos que iba a morir enla cruz. Al acercarse a Jerusalén, quiere dar cum-plimiento a la profecía de Zacarías (Zac 9, 9-10),que habla de la entrada del Rey Mesías en Jerusa-lén y de la restauración del reinado definitivo deDios. Jesús conocía el alcance de esta profecía yque se cumpliría en su persona. Por ello envía ados de sus discípulos para que traigan un borricoque nadie ha montado. Montado en él, entra enJerusalén «como rey de paz». No trae armas, nipoder; no viene montado en un caballo, animalpropio para la guerra, sino en un borriquillo; es unrey y mesías pacífico. La alegría desatada y losmantos en el suelo para su paso le proclamabancomo rey, pero, además, la multitud prorrumpióen gritos de alabanza, con el salmo 118: «Benditoel rey que viene en nombre del Señor.»

Frente a la reacción de los discípulos y dequienes le aclamaban como Rey y Mesías, porquehabían escuchado sus enseñanzas y visto sus sig-nos y milagros, contrasta la de los fariseos y au-toridades religiosas. Jesús de Nazaret no puedeser el Mesías esperado. No le reconocen como taly comenzarán a maquinar su muerte ante la reac-ción del pueblo sencillo.

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ES JESUS EL QUE PASAES JESUS EL QUE PASAES JESUS EL QUE PASAES JESUS EL QUE PASAES JESUS EL QUE PASASe puebla la amarilla y tibia mañanade mil doradas y juguetonas palmasque se van meciendo alegres en los brazosde la brisa jubilosa, suave, blanda.

Y se abren las palmas y las verdes ramasdel olivo, en dorada y verde calzada,es Jesús, Buen Pastor, quien por ella pasa,camino de Cruz y Gloria, Nueva Pascua.

Y las rubias palmas, como banderolas,jubilosas vibran en el leve aire,entrecruzándose con las verdes ramas,de verde y oro, en onduladas guirnaldas

de aplausos, de ¡vivas! al Señor que vieney trae para todos vivas esperanzasde Liberación, de Salvación, de Gracia,de Amores Grandes, que de Amar no se cansan

Brillan en el cielo azul doradas palmas,se agitan en el aire las verdes ramasdel olivo, y a una voz gritan, claman:¡Es Jesús, el Nazareno, es el que pasa!

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JUEVESJUEVESJUEVESJUEVESJUEVESSANTOSANTOSANTOSANTOSANTO

Cristo quiso que a través del Pan parti-do y el Vino compartido de la Eucaristía par-ticipáramos íntimamente de su presencia, desu muerte y resurrección, de su Pascua siem-pre actualizada. Dijo Jesús a sus discípulosal comienzo de su última cena antes de mo-rir: «Con ansia he deseado comer esta Pas-cua con vosotros» (Lc 22, 15). Era su deseoen aquella tarde y continúa siéndolo hoy:estar con los suyos, los de ayer y los dehoy, incluidos nosotros. Era su último día devida, su última tarde que estaría con ellos.Los había elegido para sí, había cuidado deellos, los había amado a cada uno. Jesús tie-ne apenas treinta y tres años, está en laplenitud de la vida y, sin embargo, en menosde veinticuatro horas yacerá en el sepulcro.

Ese pan y ese vino eucarísticos son me-dicina y sostén en el alma limpia para nues-tras vidas: curan las enfermedades, nos li-bran del pecado, nos alivian de la angustiay tristeza. Sobre todo, nos hacen semejan-tes a Jesucristo, nos ayudan a vivir como Élvivía y a desear las cosas que Él deseaba.Ese pan y vino consagrados hacen surgir ennosotros sentimientos de bondad, de servi-cio, de afecto, de amor, de entrega, de per-dón. Son los mismos sentimientos de Jesúsmismo.

Jesús ama a sus discípulos y a cadauno de nosotros con un amor ilimitado, esdecir, sin fin. Para el Maestro, la dignidad noestá en quedarse de pie, erguido delante delos suyos, sino en amarles a cada uno hastael fin, en arrodillarse a sus pies.

Era la última lección: «¿Comprendéis loque he hecho con vosotros? Vosotros mellamáis «el Maestro», «el Señor» y decís bien,porque lo soy. Pues si yo... os he lavado lospies, vosotros también debéis lavaros los piesunos a otros. Os he dado ejemplo para quetambién vosotros hagáis como yo he hechocon vosotros» (Jn 13. 12-15).

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OLIVOS DE GETSEMANIOLIVOS DE GETSEMANIOLIVOS DE GETSEMANIOLIVOS DE GETSEMANIOLIVOS DE GETSEMANIVelan, en la noche clara y serena,los olivos añosos de Getsemaní.Velan, en la noche de luna llena,los verdes olivos, que me hablan de Ti.

El alma de tu Presencia se llena.y, en la noche, tanto me dicen de Ti,de tu sudor de muerte…, de tu pena,olivos..., olivos de Getsemaní.

Recios olivos, que estuvisteis aquívelando, junto a Jesús Nazareno,en aquella noche, tan triste y tan gris,

en la que con un beso, el Amigo Buenoy, por unos dineros, fue vendidopor el que por su egoísmo fue vencido.

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VIERNESVIERNESVIERNESVIERNESVIERNESSANTOSANTOSANTOSANTOSANTO

Sabemos que para enderezar el curso de lahistoria humana, descarriada por el pecado, DiosPadre no se contentó con dirigir esta historiadesde fuera, sino que quiso entrar en nuestrapropia historia, enviando a su Hijo, nacido de laVirgen María. Como escribe el Apóstol San Juan:«Dios ha amado tanto al mundo que no dudó enentregar-le a su Hijo único, para que todo el quecrea en El, no perezca, sino que tenga vida eter-na» (Jn 3, 16).

La muerte de Jesucristo en la Cruz fue unmisterio de amor salvador por nosotros. Estamuerte puede convertir en riqueza nuestras po-brezas, en fuerza nuestras debilidades, en ale-gría y esperanza nuestras tristezas y fracasos,en vida eterna nuestra propia muerte. Así es parael verdadero creyente.

Ese rostro de Cristo en la cruz nos revelanos descubre el verdadero rostro de Dios: su in-agotable amor por nosotros. Un amor que superatodo lo que nosotros podamos entender, que des-borda todas nuestras experiencias humanas, aúnla del perdón más heroico y generoso que se pu-diera concebir. Un amor en el que sólo cabe creery confiar.

«Mirarán al que atravesaron». Y ¿qué ve-mos? Un hombre con el corazón abierto por elque brota el amor de Dios y la salvación de lahumanidad. Es el Hijo de Dios que tomó sobre síel pecado de muchos. Es el buen Samaritano quecura nuestras heridas. Es el Buen Pastor que car-ga sobre sus hombros todos nuestros crímenes.

No es el viernes santo un día triste, sino demeditación contemplativa y de interiorización, parallegar a plantar, en lo más profundo de nuestroser, ese árbol de vida que es la cruz para con-vertirlo en árbol nuestro, frondoso y rico en flory fruto.

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AMOR CLAVADO EN UNA CRUZAMOR CLAVADO EN UNA CRUZAMOR CLAVADO EN UNA CRUZAMOR CLAVADO EN UNA CRUZAMOR CLAVADO EN UNA CRUZCuando a solas te contemplo, en esa cruz,

lacerado, de dolores transido,con rojo manto, tu cuerpo vestido,

tus ojos opacos sin su viva luz.

Al alma, ata la duda de que seas Tú,el que está, en ese madero, cosido,en suma de dolores convertido,

cual vil criminal muriendo en una cruz.

Para ver que eres Tú, quien está en la cruz,pon, Señor, en estos mis ojos ciegos

unas gotas de tu viva y clara luz,

con ella rompe Tú sus negros velos,descubra así con unos ojos nuevos

que es tu Amor, quien está clavado en la cruz

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DOMINGO deDOMINGO deDOMINGO deDOMINGO deDOMINGO de

RESURRECCIÓNRESURRECCIÓNRESURRECCIÓNRESURRECCIÓNRESURRECCIÓN

DOMINGO deDOMINGO deDOMINGO deDOMINGO deDOMINGO de

RESURRECCIÓNRESURRECCIÓNRESURRECCIÓNRESURRECCIÓNRESURRECCIÓNGracias a las mujeres que vieron va-

cío el sepulcro del Señor, y a los numerosostestigos que a lo largo de la Pascua con-templaron al Señor resucitado, nosotros te-nemos fundamentos sólidos para creer quela Resurrección del Señor no fue un hechosimbólico, sino real. No una mera perviven-cia del recuerdo y del mensaje del Maestroen la mente y el corazón de sus discípulos,sino un hecho plenamente real.

Sin la Resurrección, ni la Encarnacióndel Hijo de Dios podría entenderse, ni sumuerte nos habría redimido. Sin la Resu-rrección, podríamos haber considerado aJesucristo como un genio del espíritu hu-mano, pero no como el Hijo de Dios, el Me-sías, el Señor. Por eso mismo no exagera,ni mucho menos, San Pablo cuando escri-be: «Si Cristo no resucitó, vana es nues-tra fe…» (1 Cor 15. 14-20), es decir, sinfundamento.

Por esta misma razón, el cristianismono es una doctrina o ideología, sino un ca-mino y verdad que se hace vida, porque sucentro y fundamento es una persona vivaque ha resucitado. Él es el Camino mismo, yla Verdad. Él es esa vida que transforma ysalva, y que, por obra del Espíritu Santo,hace presente y eficaz su salvación en fa-vor de todos los hombres.

Bien podemos confesar, con profundoagradecimiento personal, que Jesucristo es«El Señor» de los hombres, de su historia ytodo el cosmos. Él y sólo Él ha sido entroni-zado por el Padre Dios como Señor de vivosy muertos. Su sacrificio en la cruz ha sidoaceptado por el Padre y en su carne llaga-da y ahora triunfante hemos sido salvados.

Que el Resucitado nos llene interior-mente de su gozo, de su alegría y de sufuerza redentora.

POR TUS CAMINOSPOR TUS CAMINOSPOR TUS CAMINOSPOR TUS CAMINOSPOR TUS CAMINOSTE ENCONTRÉ RESUCITADOTE ENCONTRÉ RESUCITADOTE ENCONTRÉ RESUCITADOTE ENCONTRÉ RESUCITADOTE ENCONTRÉ RESUCITADOPor tus caminos anduvo mi viday en ellos contemplé tu cielo, mi cielo,tu mar, mi mar. Sentí tu vivo anhelode entrega, de tu corazón nacida.

En ellos vi tu Luz Esclarecida,siempre sin sombra, sin tupido velo,que ocultara, de tu Amor, el desvelopor mi alma, por tu gracia renacida.

Tus pasos contemplé, hice tus caminosy te encontré Resucitado, Vivo,prendiendo en mí, de tu Amor, fuego vivo,

nuevo ardor, para seguir tus caminoscon el alma de tu Pan hambrientay, de tu Agua pura y viva, sedienta.

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Mañana soleada de Viernes Santo,con paso pausado, lento y serenova Jesús con su cruz, va el Nazareno,plena su alma de pena y de quebranto.

Su cruz, suma de otras cruces, llevando,son las cruces de su pueblo jaenero,que le llama con cariño «el Abuelo»;pueblo que le reza y clama implorando

que le dejen ir junto a El, a su vera,y abrazarse a la cruz del Jesús Bueno,que, con paso de Amor y de Paz lleno,

entre rojas rosas de primavera,en la mañana azul del Viernes Santo,va, con su cruz, Gracia y Amor sembrando.

Martín Santiago Fernández HidalgoPárroco de la Santa Cruz, de Jaén

A NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO,«EL ABUELO»

Mañana soleada de Viernes Santo,con paso pausado, lento y serenova Jesús con su cruz, va el Nazareno,plena su alma de pena y de quebranto.

Su cruz, suma de otras cruces, llevando,son las cruces de su pueblo jaenero,que le llama con cariño «el Abuelo»;pueblo que le reza y clama implorando

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que le dejen ir junto a El, a su vera,y abrazarse a la cruz del Jesús Bueno,que, con paso de Amor y de Paz lleno,

entre rojas rosas de primavera,en la mañana azul del Viernes Santo,va, con su cruz, Gracia y Amor sembrando.

Martín Santiago Fernández HidalgoPárroco de la Santa Cruz, de Jaén

A NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO,«EL ABUELO»