ideal de belleza femenino

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http://www.teleantioquia.com.co/Programas/+QuePiel/Temas/ IdealdeBelleza.htm 18/11/07 EL IDEAL FEMENINO El modelo de los noventa: una mujer flaca y sin conflictos La mujer light es un modelo femenino, hijo de la reacción neoconservadora de los 80, que pregona el regreso al hogar, el culto al cuerpo y la ausencia de conflictos. Un modelo en el que ser, por sobre todas las cosas, es parecer. Llegar al ideal de belleza propuesto exige un tenaz trabajo sobre el cuerpo que exige adelgazamiento, cirugías y tratamientos antiedad. El esquema se completa con un conjunto de conductas y convicciones producto de un férreo autocontrol que se logra con técnicas que van de la autoayuda a los seminarios. Entre el sofocón y el peso de diez kilos que implican soportar un corsé y las privaciones de una dieta rigurosa o los dolores y moretones del postoperatorio de una cirugía estética median muchos años pero reina un mismo mandato: la obligación de estar bellas, que pesa en todas las mujeres, en todas las culturas, en todas las épocas. En el modelo que la periodista Silvia Itkin describe como la mujer light la apariencia física adquiere el grado de valor supremo "que hay que practicar y respetar; casi diría que en ella se juega la existencia de las mujeres, “si perteneces o no". Este modelo de mujer es una especie de criatura domada, de cuerpo y mente armónicos, sin grasa ni conflictos. En su libro La mujer light, que acaba de editar Sudamericana, Itkin define este modelo como "una nueva criatura que muestra la furia de los conversos, vive en función de su imagen y su cuerpo, y adhiere a un universo de creencias que promete el fin de los malestares gracias al amor y al perdón, mientras fortalece el poder de su voluntad mirándose al espejo”. Nueva tradicionalista La mujer light es producto, según Itkin, del discurso neoconservador de los 80. En los Estados Unidos es hija de la era Reagan y se la llama Nueva tradicionalista. El nuevo modelo pregona, además del culto al cuerpo, un "regreso a las fuentes", el hogar y la femineidad, luego de lo que se llamó la segunda ola feminista de los 60 y 70. Este modelo femenino se observa en el estereotipo que proponen los medios de comunicación y también en las actitudes políticas de las mujeres que están en el poder. "La vida pública de las mujeres ofrece un solo modelo.

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Page 1: ideal de Belleza Femenino

http://www.teleantioquia.com.co/Programas/+QuePiel/Temas/IdealdeBelleza.htm 18/11/07

EL IDEAL FEMENINO

El modelo de los noventa: una mujer flaca y sin conflictos

La mujer light es un modelo femenino, hijo de la reacción neoconservadora de los 80, que pregona el regreso al hogar, el culto al cuerpo y la ausencia de conflictos. Un modelo en el que ser, por sobre todas las cosas, es parecer. Llegar al ideal de belleza propuesto exige un tenaz trabajo sobre el cuerpo que exige adelgazamiento, cirugías y tratamientos antiedad. El esquema se completa con un conjunto de conductas y convicciones producto de un férreo autocontrol que se logra con técnicas que van de la autoayuda a los seminarios.

Entre el sofocón y el peso de diez kilos que implican soportar un corsé y las privaciones de una dieta rigurosa o los dolores y moretones del postoperatorio de una cirugía estética median muchos años pero reina un mismo mandato: la obligación de estar bellas, que pesa en todas las mujeres, en todas las culturas, en todas las épocas.

En el modelo que la periodista Silvia Itkin describe como la mujer light la apariencia física adquiere el grado de valor supremo "que hay que practicar y respetar; casi diría que en ella se juega la existencia de las mujeres, “si perteneces o no". Este modelo de mujer es una especie de criatura domada, de cuerpo y mente armónicos, sin grasa ni conflictos.

En su libro La mujer light, que acaba de editar Sudamericana, Itkin define este modelo como "una nueva criatura que muestra la furia de los conversos, vive en función de su imagen y su cuerpo, y adhiere a un universo de creencias que promete el fin de los malestares gracias al amor y al perdón, mientras fortalece el poder de su voluntad mirándose al espejo”.

Nueva tradicionalista

La mujer light es producto, según Itkin, del discurso neoconservador de los 80. En los Estados Unidos es hija de la era Reagan y se la llama Nueva tradicionalista. El nuevo modelo pregona, además del culto al cuerpo, un "regreso a las fuentes", el hogar y la femineidad, luego de lo que se llamó la segunda ola feminista de los 60 y 70.

Este modelo femenino se observa en el estereotipo que proponen los medios de comunicación y también en las actitudes políticas de las mujeres que están en el poder. "La vida pública de las mujeres ofrece un solo modelo. La vida pública de las mujeres es la aparición pública en determinados lugares muy convocantes, el fashion o la política", dice Itkin.

La periodista observa que las luchas de las mujeres por un lugar diferente en la sociedad, por la igualdad, se reemplazan por el reclamo de uniformidad: "Lo que hacemos es parecernos todas cada vez más. Tenemos un solo patrón de belleza, un solo molde que también incluye conductas, actitudes, una visión del mundo; nos pone a todas en un mismo lugar, borra las desigualdades y las diferencias y lo que aparece es un ejército

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adaptado, moldeado por una femineidad que a mi forma de ver es bastante artificial.

Cuerpo

La imagen física de la mujer light es la de un cuerpo adelgazado, esculpido y congelado en la eterna juventud. Para lograrlo cuenta con una variedad de dietas y programas de ejercicios, en el primer caso; cirugías, siliconas y liposucción, en el segundo, y los inventos de la cosmética y los laboratorios (suplementos dietarios, parches de estrógeno) y nuevamente el bisturí, en el tercero.

"La mujer light predica que lo que vale, lo que importa, es estar bien Y el bienestar (provenga tanto de una técnica espiritual como del esfuerzo del gimnasio o de la precisión de un bisturí) debe traducirse, inevitablemente, en la apariencia."

Sólo que el ideal de belleza propuesto es cada vez más inalcanzable. Cita un estudio que demuestra que desde 1950 hasta fines de los 80 las modelos que aparecían en las páginas centrales de la revista Playboy fueron perdiendo aproximadamente un kilo por año. Una mujer común, sin estar gorda, pesa diez kilos más que una modelo de su misma estatura.

Esta distancia con el modelo hace que casi ninguna mujer se sienta satisfecha con su cuerpo. El 85 por ciento de las personas que pagan tratamientos para estar flacas y el 60 por ciento de las que se someten a alguna clase de cirugía estética son mujeres. La necesidad de adelgazar a toda costa sostiene un negocio que genera 50 mil millones de dólares al año en todo el mundo. Cuando el adelgazamiento y la gimnasia no alcanzan para igualar el ideal de belleza, se recurre a la cirugía. Existen técnicas, como la lipoescultura, que moldea el cuerpo extrayendo lo que "sobra".

El ideal femenino de mujer light complementa la belleza exterior con un férreo autocontrol interno. Los libros de autoayuda -un best-séller indiscutido es Las mujeres que aman demasiado- y técnicas como el insight (un seminario de autoconocimiento) son las herramientas más efectivas con las que cuenta para borrar de su vida conflictos y tensiones.

Y es que para poder cumplir con el modelo, la mujer light debe recurrir a un tenaz control del cuerpo y de las emociones que la convierten en una verdadera mujer heavy. Un ejemplo de esto es el testimonio de J. -incluido en el libro de Itkin-, una joven que a los 19 años se operó los pechos para cambiar del talle 85 al 90. "La cirugía me hizo sufrir porque no me tomó la anestesia -dice J.-, pero por suerte no tuve ningún problema. Mis amigas se operaron y se les encapsularon las prótesis. Perdí algo de sensibilidad en los pezones, pero no importa. En última instancia, para una mujer light es más importante la apariencia que el propio placer.

Los años 50

Las modas y tendencias que hace siglos duraban décadas, en la actualidad pueden permanecer tan solo unos años. Hoy en día los cambios sociales son

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apresurados, y los nuevos estilos e ideales de belleza se imponen con rapidez.

Por ejemplo, a partir de los años 50, algunas actrices de Hollywood pusieron de moda las curvas y las formas redondeadas como un ideal de belleza en el cuerpo de la mujer. Personalidades como Marilyn Monroe o Sofía Loren fueron mujeres admiradas por su belleza y modelos a seguir de su época, a pesar de que nunca usaron una talla 36.

Sin embargo, este canon de belleza fue derivando, a partir de los años 70, hacia un ideal de belleza del cuerpo de la mujer cada vez más delgado y estilizado, influido por las vanguardias, las modas de la alta costura y la irrupción en las pasarelas de nuevos diseños que han influido sobremanera en la estética femenina.

A partir de los 90

El progresivo adelgazamiento en el arquetipo de belleza en la mujer ha llegado al extremo de imponer, a partir de los años 90, un canon de belleza dominado por una delgadez extrema, en muchos casos antinatural. Este ideal de belleza, impuesto por las estrellas del cine, la música, la publicidad y la moda, ha derivado en algunos casos, en problemas físicos basados en alteraciones en los hábitos alimenticios y de la autoestima ya que el ideal de belleza imperante se percibe como algo inalcanzable y la mujer de hoy puede llegar a sufrir que su cuerpo es inadecuado. Dejar atrás esta obsesión por la perfección inalcanzable como ideal de belleza es un reto para las mujeres de hoy día.

¿Quién dice que sólo existe la belleza en la extrema delgadez y las tallas pequeñas? La mujer que se cuida, mima su piel cada día y se siente a gusto consigo misma, independientemente de contar con el impuesto 90-60-90 o una talla XL, es capaz de proyectar su belleza al exterior, gustándose a sí misma y a los demás.

Lo que nos rodea

Si echamos un vistazo a nuestro alrededor… ¿Cuántas de nuestras amigas, conocidas o familiares tienen una talla 36 o 38? La realidad es muy diferente de la imagen que se proyecta en nuestra sociedad. De hecho, la realidad es que las mujeres europeas cuentan con una estatura media de 1,65 m. y 69 kilos de peso, frente a la imagen convencional de las revistas o las películas, en las que abundan mujeres de 1,80 m. y sin un gramo de grasa.

Las curvas y formas naturales de la mujer, envueltas en una piel delicada, cuidada y tersa, son femeninas y bellas. Es el momento de mostrar el cuerpo con orgullo.Además, las mujeres de hoy en día tienen un mundo de posibilidades que nunca antes se hubiera podido sospechar. Los avances científicos y el conocimiento profundo de las causas de muchos problemas estéticos han ayudado a mejorar los métodos y tratamientos utilizados históricamente para solucionar dichos problemas.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX se reforzó el ideal femenino de la mujer como reina del hogar, identificada con la virgen María, reina

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de los cielos y madre de Cristo. Esta «angelización» de la mujer le permitió ocupar el trono del hogar a cambio de practicar virtudes como la castidad, la abnegación y la sumisión. La maternidad era reivindicada como la función femenina por excelencia, pero dejando absolutamente claro que el acto reproductivo nada tenia que ver con el disfrute de la sexualidad.

Este ideal femenino continuó, en lo fundamental, vigente durante la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, las necesidades de una sociedad burguesa en camino hacia la modernización, requerían que la mujer asumiera tareas prácticas y eficaces. La Iglesia le asignó la misión de disciplinar al esposo y educar a los hijos en valores católicos, pero al tiempo funcionales en el nuevo modelo capitalista. Virtudes como el trabajo, la honradez, la responsabilidad, el ahorro y la limpieza debían ser transmitidas por las mujeres en su hogar. La economía del hogar, las tareas domésticas, la educación y disciplinamiento de los hijos, la integridad moral de todos los miembros de la familia, los cuidados de salud e higiene fueron todas tareas femeninas elevadas a la categoría de oficio bajo el título de «ama de hogar».

Las mujeres de las elites urbanas no sólo debían cumplir estas tareas en sus propios hogares, sino que debían convertirse en una especie de misioneras sociales que se encargaran de moralizar a las mujeres y a los niños de los sectores pobres. Su acción debía dirigirse, principalmente, a las obreras que surgen como grupo social en las ciudades donde se inició la industrialización. Estas actividades permitieron a las mujeres de los sectores pudientes trascender el espacio doméstico y tener papel destacado en sus respectivas localidades.

Femenino/Masculino La pérdida de ideales

Los ideales de masculinidad y femineidad que podríamos llamar tradicionales han cambiado o están en proceso de cambio. En estos tiempos posmodernos, en que mujeres y varones parecen ya no ser lo que eran, coexisten sin embargo lo tradicional y lo innovador tanto entre los actores como dentro de la propia subjetividad. Pero esta coexistencia es conflictiva, ya que los tiempos subjetivos no son los mismos que los tiempos históricos, y no siempre las prácticas innovadoras se acompañan de la apropiación subjetiva de estos cambios.

La imposibilidad de cumplir con él o los ideales, por los motivos que sean –sobre todo en aquellos sujetos de mediana edad cuyas identidades y códigos de género se construyeron prevalentemente bajo los estereotipos tradicionales- se viven como pérdidas yoicas que amenazan el equilibrio narcisista. Sentimientos de desvalorización, culpa, autorreproches, que acompañan y demarcan estados depresivos, "reacciones afectivas frente a una pérdida": duelo.

Ideales del yo- ideales de género

Los ideales son como varas de medida altamente investidas con las que se miden nuestros deseos, fantasías, impulsos y conductas. Como decía S. Freud, el cumplimiento de un ideal es una fuente de satisfacción narcisista, aumentándose de esa manera el sentimiento de sí. El super yo puede recompensar o castigar, dependiendo de si los pensamientos, las

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conductas, los sentimientos del sujeto coinciden con los modelos del ideal o van en su contra.

Bleichmar (1985) sostiene que el ideal del yo femenino incluye no sólo la oposición fálico / castrado, sino también el rol social de la mujer en nuestra cultura y la moral que legisla sobre él. Aún teniendo en cuenta la diferencia de origen, estructuración y contenidos, podría describirse en forma similar un ideal del yo masculino.

Ideales del yo femenino

Ser "la mujer de un hombre": El carácter narcisista de la elección radica en que el objeto es extremadamente valorado y su sola posesión es lo que le otorga el valor.

Poner la meta de su ideal en el hombre: En la elección de objeto, se delega en él la concreción de metas y deseos que supone no le son permitidos para sí misma.

La maternidad como meta suprema: prueba definitoria de la pertenencia al género femenino, garantía de su femineidad, que conlleva las exigencias de altruismo, abnegación y sacrificio.

Ideales del yo masculino

El estereotipo tradicional de masculinidad impone a los hombres sacrificios y la mutilación de una parte de sí. Un hombre "auténtico" debe estar absolutamente seguro de no contener ni un rasgo de femineidad. En nuestra cultura, la masculinidad se mide en términos de éxitos, poder y de la admiración que pueda provocar. Autonomía, independencia, autosuficiencia y certeza, son cualidades que se transmiten y fomentan en el varón desde que es pequeño, a través de múltiples canales. Los ideales de masculinidad prevalentes en nuestras sociedades han girado en torno a la destreza y fuerza física, capacidad y cualidad de penetración, potencia, fortaleza emocional. La virilidad se ha centrado en la potencia y desempeño sexual y en la capacidad reproductora. Por su sexo y su actividad sexual, el hombre toma conciencia de su identidad y de su virilidad.

EL IDEAL MASCULINO

Imágenes de modelos aumentan descontento corporal de hombres

Aunque puede que no lo admitan nunca, algunos hombres comparan sus cuerpos con los de los modelos que aparecen en las portadas de revista y están descontentos cuando no consiguen el cuerpo ideal masculino, informaron investigadores. "El mensaje fundamental es que las imágenes de los cuerpos masculinos en los medios de comunicación afectan a los hombres de la misma forma que las imágenes femeninas afectan a las mujeres", dijo a Reuters Health el autor del estudio Richard A. Leit, de la Sociedad de Salud Mental Staten Island, en Nueva York.

"El ideal anunciado en los medios de comunicación puede estar afectando de forma negativa la satisfacción de los hombres con sus cuerpos",

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añadió. Leit y sus colegas estudiaron 82 estudiantes universitarios masculinos que observaron 30 diapositivas de una revista popular y anuncios de un catálogo de ropa.

Cuerpos bellos

Los hallazgos del estudio mostraron que, después de ver las diapositivas, los hombres del grupo consideraron que el cuerpo masculino ideal era el de las imágenes con cuerpos masculinos bellos. Los hombres también consideraron que sus cuerpos eran mucho menos musculares que el cuerpo de un hombre promedio, indicó el informe.

¿Qué cuerpo prefieren ellas?

Sin embargo, no se hallaron grandes diferencias entre el grupo de estudio y el grupo de comparación en cuanto a las percepciones de la imagen presente y con respecto a las proporciones corporales más deseadas por las mujeres.

La razón para esto podría radicar en que ninguno de los anuncios mostraba a los hombres relacionándose con mujeres y ninguna de las fotografías era sexualmente provocativa, especularon los investigadores. En vista de los hallazgos, Leit aconseja a los hombres que estén conscientes de que "las imágenes proyectadas por los medios de comunicación puede que no sean ideales que se puedan alcanzar de forma natural", por lo que no deberían de preocuparse excesivamente sobre su físico.

El rol masculino, estos se vuelven a transformar en machos individualistas. Existen dos alternativas de hombres exitosos: el que triunfa entre los varones y el que lo hace con las mujeres. En el primer caso se trata de varones que pueden hacerlo todo exitosamente, en ellos el look masculino cambia rotundamente, es el turno de los musculosos y de pocas palabras, los Stallone y Schwarzenegger (muchos querían ser "Rambo" o "Terminator"), que siguen la línea de Wayne y Lancaster. En el segundo caso, resaltan las varoniles actitudes de los galanes tipo Michael Douglas y Mickey Rourke, quién logró imponer su barba de tres días (al igual que Don Johnson) como la imagen del hombre de los ochenta. Y como paradigma del varón torturado, intelectual, brillante pero un tanto perdedor (looser) encarnados en Woody Allen.

Los modelos estéticos femeninos y masculinos a través de la historia.

Prehistoria.

Durante este periodo las representaciones artísticas que se han conservado nos dan una imagen de mujeres caracterizadas por el abultamiento de los senos, vientre y caderas; con estas formas tan marcadas lo que se quería representar esa el culto a la fecundidad, tanto en las propias mujeres como en la tierra encarnada en ellas.Las representaciones masculinas son más bien escasas. Los hombres son presentados de forma esquemática y siempre relacionados con las actividades consideradas propias de su sexo.

Arte clásico (Grecia y Roma).

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Las figuras masculinas son las más representadas, predominan desnudos donde se hace exaltación del cuerpo, haciendo estudios de anatomía con ellos. Por el contrario, las figuras femeninas son menos representadas, al tiempo que la aparición del desnudo es más tardía. En los primeros momentos las mujeres aparecían con sus cuerpos cubiertos de un manto que insinuaba sus formas, pero no las demostraban totalmente. Cuando aparecen desnudos femeninos, éstos responden al modelo clásico de belleza y a la idealización de los cuerpos. Figuras delgadas, cánones alargados, cuello bastante grande y rostros fríos y estereotipados.

La civilización griega viene marcada por un gusto a las representaciones de figuras masculinas jóvenes, retratándose la belleza corporal de los atletas, más que la belleza femenina. Este hecho está relacionado con la generalización de las relaciones homosexuales masculinas, las cuáles se daban con toda normalidad entre los grupos sociales más privilegiados.

Por su parte, la cultura romana es heredera en gran medida de la griega, pero ésta sufre algunas variaciones por la influencia que viene de otros lugares. Así, en un primer momento, las figuras masculinas tienen grandes similitudes con las estudiadas anteriormente, pero a medida que se produce la caída del Imperio Romano por la invasión de los pueblos germanos, éstos van imponiendo otros modelos estéticos, van apareciendo hombres con cuellos más largos y con barba, cosa que no había ocurrido hasta el momento.

Edad Media

Nos hallamos ante un periodo de la historia marcado por un fuerte sentido religioso, oscurantismo, atraso ideológico y teocentrismo que va a regir todas las manifestaciones de la vida pública. Cuando aparecen imágenes alusivas a la mujer, éstas vienen a identificarse con la “Virgen”, la madre de Dios; por lo tanto, para ellos la única función de la mujer es dar vida.

No aparecen representadas las figuras, tanto masculinas como femeninas, desnudas, ya que existe un elevado control “moral” por parte de la iglesia.

Edad Moderna (Renacimiento).

El ideal de belleza masculino es la representación en todo su esplendor. Los cuerpos se idealizan. En los trabajos sobre desnudos se hace una exaltación de las proporciones humanas, los rostros son idílicos, buscando la perfección y la ocultación de los sentimientos.

Las figuras femeninas vuelven a ser estilizadas y a representarse totalmente desnudas. La mujer tiene dos dimensiones, por un lado la madre que no es representada, y por otra la del deseo, frivolidad, los placeres paganos, simbolizados con desnudos de mujeres totalmente perfectas y de rostros inexpresivos.

Con la llegada del siglo XVII asistimos a un renacer de los valores religiosos y morales con la contrarreforma. Por ello, en los países en los que se produce este movimiento se va a tender más hacia la vertiente espiritual. Así, van a proliferar las escenas religiosas donde el objeto

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era exaltar los valores cristianos, tratando de ocultar lo humano como bajo y sucio. Durante el siglo XVIII se vuelve la vista hacia los desnudos, tanto masculinos como femeninos.

Siglo XIX y XX.

La mujer, en este periodo, es la madre y la patria al mismo tiempo. Puede aparecer desnuda o semidesnuda, pero representa en cada momento algo más que un cuerpo perfectamente constituido.

Durante los siglos XIX y XX se va a producir uno de los cambios más significativos de los modelos estéticos. Las figuras humanas van a ser una parte esencial de las manifestaciones artísticas, pero en muchas ocasiones van a aparecer distorsionadas; vistas desde la subjetividad del artista que trata de expresar con su obra estados de ánimo.

Pero el gran boom del siglo XX lo va a constituir la aparición del cine. Desde sus inicios los modelos que han llegado a la calle han sido asumidos, imitados e, incluso, adorados. Desde Rodolfo Valentino, que popularizó la imagen del hombre seductor y duro, pasando por el Bogart de imagen despiadada, papel en la que la mayor parte de los hombres de la época querían verse; hasta la actualidad, en la que un Travolta hace vestir a los jóvenes de hace unos años con brillantina en la cabeza y cazadora negra, o el popularísimo Harridson Ford logra que gran parte de los hombres deje de rasurarse diariamente.

Cuántas mujeres no han soñado con la que ha constituido el símbolo sexual de este siglo: "Marilyn Monroe". Este es el modelo que ha perdurado hasta nuestra época, ya que la imagen que nos trasmite el cine es la de la mujer perfectamente constituida y hermosa, deseada por los hombres y envidiada por las mujeres. Pero los modelos estéticos no han sido siempre los mismos a través de la historia: han variado mucho desde la prehistoria hasta la actualidad.

Tomado de: Fuentes:

http://www.sexovida.com/arte/cineysexo5.htm

http://www.irudibiziak.com/castellano/pages/pag_profact_lasmujeres.html

mujer.terra.es/muj/articulo/html/mu27627.htm – www.sexovida.com/arte/cineysexo3.htm