historiografía urbana y urbanística de la latinoamérica...
TRANSCRIPT
Historiografía urbana y urbanística de la Latinoamérica colonial y decimonónica. De la morfología a la Dependencia
Arturo Almandoz
Profesor Titular Departamento de Urbanismo
Universidad Simón Bolívar, Venezuela Resumen Combinando a un tiempo hitos como publicaciones, eventos y pioneros, vertientes disciplinares y paradigmas historiográficos, el presente artículo trata de registrar algunos momentos de la emergencia de la historiografía urbana y del urbanismo sobre la Latinonamérica colonial y decimonónica. Para ello se parte de un primer estrato de contribuciones provenientes de la historia artística y morfológica de comienzos del siglo XX, pasando después al momento en que los subcampos disciplinares de las historias urbana y urbanística se definieron epistemológicamente alrededor de los años 1960. A partir de entonces, se intenta dar cuenta del desarrollo de la historia urbana en función de las algunas orientaciones como el evolucionismo y la escuela de la Dependencia hasta finales de los setenta. Libros generales y comparativos provenientes de la historia de la arquitectura, las ciencias sociales, el urbanismo y otros campos conforman el cauce principal que permite trazar la emergencia, diferenciación y consolidación del campo epistemológico, en sus dos vertientes urbana y urbanística, con especial referencia al siglo XIX. Palabras clave: historiografía, América Latina, ciudad, urbanización, urbanismo
Urban and planning historiography of colonial and nineteenth-century Latin America. From morphology to Dependence.
Abstract Combining at the same time landmarks such as publications, events and pioneers, disciplinary trends and historiographic paradigms, this articles tries to register some of the moments of the emergence of the urban and planning historiography of colonial and nineteenth-century Latin America. A first layer of contributions coming from art history and morphology of the early twentieth century is a departing point, followed by the moment when the disciplinary trends of urban and planning historiography were differentiated around the 1960s. From then on, the development of urban history following some orientations such as evolutionism and the School of Dependence is tried to be accounted for. General and comparative books coming from architectural history, social sciences, urbanism and other fields provide the mainstream that traces the emergence, differentiation and consolidation of this epistemological field, both in its urban and planning trends, with special reference to the nineteenth century. Keywords: historiography, Latin America, city, urbanization, town and urban planning
Introducción
Combinando a un tiempo momentos cronológicos y conceptuales, vertientes disciplinares y
paradigmas historiográficos, el presente artículo trata de registrar algunos momentos de la
emergencia y consolidación de la historiografía urbana y del urbanismo sobre la Latinonamérica
colonial y decimonónica. Para ello se parte de un primer estrato de contribuciones provenientes de la
historia artística y morfológica de comienzos del siglo XX, pasando después al período en que los
subcampos disciplinares de las historias urbana y urbanística se definieron epistemológicamente
alrededor de los años 1960. A partir de entonces, se intenta dar cuenta del desarrollo de la historia
urbana en función de las algunas tendencias que la han marcado, tales como el evolucionismo y la
escuela de la Dependencia hasta finales de los setenta.
La conformación de la historiografía urbana de la colonia y el XIX latinoamericanos será
ilustrada a través de figuras y obras clave que se consideran especialmente influyentes en la región.
En este sentido, se pasa revista a algunos de los autores y libros de América Latina que se han
ocupado de la urbanización, la ciudad y el urbanismo de esos períodos, tratando de establecer una
distinción entre historia urbana y del urbanismo, asociando la primera a la ciudad y la urbanización, y
la segunda a la disciplina y sus modelos prospectivos. Esta distinción entre historia urbana y
urbanística, ya tradicional en otros medios,112 resulta útil de tener en cuenta al aproximarse, como
pretende este texto hacerlo, a aspectos historiográficos y metodológicos de este campo en las décadas
medianas del siglo XX; al mismo tiempo, también conviene advertir que buena parte del corpus
revisado corresponde a obras generales y comparativas, en lugar de casos de estudio.
Libros generales o comparativos provenientes de la historia de la arquitectura, las ciencias
sociales, el urbanismo y otros campos conforman así el cauce principal que permite trazar la
emergencia, diferenciación y consolidación del campo epistemológico, en sus dos vertientes urbana y
urbanística, con especial referencia al siglo XIX. Adoptado en la investigación posdoctoral de la que
se deriva este artículo, este énfasis libresco se apoya a su vez en la genealogía epistemológica, que va
de Hayden White y Michel de Certeau hasta Paul Ricoeur, según la cual la historia es un “artificio
literario”.113 El enfoque principal sobre el libro no excluye la consideración de otras variables
historiográficas que han ayudado a la conformación del campo epistemológico, tales como la
ocurrencia de eventos especializados y la labor académica y profesional de los pioneros.
112 Como ejemplos de obras de referencia distintas en el campo de historia urbana y del urbanismo, ver Rodger, Richard:, A Consolidated Bibliography of Urban History, Aldershot, Reino Unido, Scholar Press, 1996; Sutcliffe, Anthony: The History of Modern Town Planning: a Bibliographical Guide, Birmingham, Reino Unido, Centre for Urban and Regional Studies, University of Birmingham, 1977. 113 Ricoeur, Paul (1991): Temps et récit, París, Francia, Éditions du Seuil, 3 ts., t. III, 1983-85, p. 287. La investigación de la que este proyecto se deriva es “Sobre la emergencia de la historiografía urbana de América Latina”, Centro de Investigaciones Posdoctorales (CIPOST), Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FACES), Universidad Central de Venezuela (UCV).
Historia del arte y morfología114
La historia del arte parece haber provisto un primer substrato para la historiografía urbana en
América Latina. Con la ayuda de los Congresos Panamericanos de Arquitectos, - reunidos desde
1924 – ya para finales de la segunda década del siglo XX, los argentinos Martín Noel y Mario
Buschiazzo, el peruano Emilio Harth-Terré, y el mexicano Manuel Touissaint publicaron una serie de
obras sobre el arte y la arquitectura hispanoamericanos, que a la postre llevarían a la consolidación
del tema de la morfología urbana. Entre las tempranas publicaciones periódicas que fueron foro para
ese primer grupo de historiadores del arte se contaron los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas
de la universidad de México, en 1937; y los Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas
de la universidad de Buenos Aires, en 1948. Las búsquedas de esta generación de estudiosos criollos
condujeron a los primeros estudios de planos y de la forma urbana para Ciudad de México (1938),
Buenos Aires (1940), Montevideo (1944), Lima (1945), La Habana (1945-1946) y Guatemala (1946);
tal como ha señalado Palm, en estas aproximaciones el “edificio aislado y su morfología dejan de ser
preocupación exclusiva del historiador de arte”.115 Sobre esta base morfológica y artística, Dan
Stanislawski, George Kubler y Robert Ricard trabajarían el tema de la arquitectura y urbanismo
colonial hispanoamericanos desde los Estados Unidos, mientras Oskar Jürgens y el mismo Palm
hacían aportes desde Alemania.116
España también contribuyó significativamente dentro de este campo de la historiografía del
arte y de la arquitectura. Después de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, la cual parece
haber sido un catalizador del nuevo interés peninsular por las manifestaciones artísticas de sus
antiguas colonias, en 1935 comenzaron a publicarse los cuadernos de Arte en América y Filipinas. La
colección de planos coloniales del Archivo de Indias publicada por el español Diego Angulo Iñiguez
114 Partes de las secciones siguientes se apoyan en mi ponencia “Transfer and Shaping of Urban and Planning History in mid Twentieth Century Latin America”, 11th International Planning History Conference. Planning Cultures and the Culture of Cities, Barcelona: Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), International Planning History Society (IPHS), julio 14-17, 2004. Una versión preliminar puede encontrarse en, Almandoz, Arturo: “Historiografía urbana en Latinoamérica. Del positivismo al postmodernismo”, Diálogos, No. 7, 2003, pp. 117-156. 115 Palm, Erwin Walter: “Perspectivas de una historia de la arquitectura colonial hispano-americana”, Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 9, 1968, pp. 21-37, 22, 26-27. Me apoyo en el detallado artículo de Palm para varias de las referencias dadas. 116 Ibidem, p. 27. Ver por ejemplo los trabajos de Stanislavsky, Dan: “Early Spanish Town Planning in the New World”, The Geographical Review, No. 37, 1947, pp. 94-105; Stanislavski, Dan: The Anatomy of Eleven Towns in Michoacan, Austin, Estados Unidos, The University of Texas Press, 1950; Kubler, George: The Art and Architecture of Ancient America: The Mexican, Maya, and Andean Peoples, Harmondsworth, Estados Unidos: Pelican History of Art, 1962; Kubler, George: “El problema de los aportes europeos no ibéricos en la arquitectura colonial latinoamericana”, Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 9, 1968, pp. 105-116.
entre 1933 y 1939, fue seguida por la monumental Historia del arte hispanoamericano (1945-56),
publicada por Angulo Iñíguez en conjunto con Enrique Marco Dorta y Mario Buschiazzo, en cuyos
volúmenes se hacía referencia a los trazados coloniales de las capitales latinoamericanas. En este
sentido, valga también señalar el tratamiento dado a la ciudad en enciclopedias como la Histoire
générale des civilizations (1953-1961), dirigida por Maurice Crouzet, traducida al español y al portugués
casi que inmediatamente.117 Tal como recuerda Segre, estas obras de referencia publicadas en la
historia del arte y de la arquitectura, parecen haber sido temprano y estimulante insumo para
vislumbrar la necesidad del campo de la historiografía urbana en América Latina; entusiasmo que fue
apuntalado por la publicación de colecciones de planos antiguos de alcance nacional o local.118
Focalizándose a través de eventos y grupos
Influidos por el cambio epistemológico de una disciplina que pasaba del urbanismo orientado a
la forma y el diseño de la ciudad, al planeamiento multidimensional y procedimental que incorporaba
crecientes componentes de las ciencias sociales, los estudios urbanos de mediados del siglo XX
miraron a la relación histórica, explicada de manera casi causal, entre industrialización, urbanización y
modernización, a la manera como Kingsley Davis, por ejemplo, lo establecería para los países del
Atlántico norte que habían comenzado a industrializarse desde el siglo XIX. Estos elementos
determinarían una suerte de “ecuación de época” que trataría de explicar la conversión de la
modernidad occidental en el sentido weberiano hacia una modernización de corte habermasiano,
formulada ad hoc para la región.119 Así, aquella visión de la ciudad como principal factor de cambio
117 Iñíguez, Diego: Planos de monumentos arquitectónicos de América y Filipinas en el Archivo General de Indias. Sevilla, España, Universidad de Sevilla, 7 vols., 1933-1939.; Angulo Iñíguez, Diego; Enrique Marco Dorta y Mario Buschiazzo: Historia del arte hispanoamericano, Barcelona, España, Salvat, 3 vols., 1945-1956. La colección fue completada después por Chueca Goitia, Fernando; Leopoldo Torres Balbás y Julio González y González: Planos de ciudades iberoamericanas y filipinas existentes en el Archivo de Indias, Madrid, España, 2 vols., 1951; Crouzet, Maurice: Historia general de las civilizaciones. Barcelona, España, Editorial Destino, 7 vols., 1960-1965; Crouzet, Maurice: História geral das civilizaçãoes, São Paulo, Brasil, Difusão Européia do Livro, 1961. 118 Almandoz, Arturo: “El urbanismo: teorías, prácticas e historiografía en América Latina. Entrevista a Roberto Segre”, Ciudad y Territorio. Estudios Territoriales, Tercera Época, Vol. XXXV, No. 135, 2003, pp. 200-207, p. 201. Entre las compilaciones particulares, pueden señalarse las del Buenos Aires antiguo, por Alfredo Taullard; la de Colombia, por Carlos Martínez; y la de planos portugueses y de ultramar, de Silveira; ver Almandoz, Arturo: “De la historia del arte, la arquitectura y el urbanismo en Latinoamérica. Entrevista a Ramón Gutiérrez”, Ciudad y Territorio. Estudios Territoriales, Vol. XXXVI, No. 139, 2004, pp. 243-252, p. 244. En el caso de la capital venezolana, una referencia fundamental vino dada un poco más tarde por De-Sola Ricardo, Irma: Contribución al estudio de los planos de Caracas. Caracas, Venezuela, Ediciones del Cuatricentenario de Caracas, 1967. 119 Gorelik, Adrián: “Richard Morse y la ‘ciudad latinoamericana’: apogeo y decadencia de un ciclo”, Relea, No. 20, 2004pp. 25-54, p. 33.
social puede decirse plasmada en la interpretación de Philip M. Hauser como editor de La
urbanización en América Latina (1962),120 libro resultante de un seminario internacional que había
tenido lugar en Santiago de Chile en julio de 1959 bajo el patrocinio de la UNESCO y la Comisión
Económica para América Latina (CEPAL), entre otros organismos.121 Aunque de hecho ofreció
escasa revisión histórica, la interpretación sociológica de corte funcionalista de esa publicación sería
influyente no sólo en aproximaciones siguientes que la adoptaron, incluyendo The Growth of Latin
American Cities (1971), de Walter Harris, sino también por la reacción crítica que produjera en medios
locales, liderada por Jorge Enrique Hardoy.122
Proveniente de la arquitectura y con cierta influencia de la arqueología, el argentino Jorge
Enrique Hardoy se erigió desde comienzos de los años 1960 en tanto figura pionera de una historia
urbana latinoamericana más enfocada, especialmente a partir de su obra Las ciudades precolombinas
(1964).123 Junto a Richard P. Schaedel, de la Universidad de Texas, y Richard Morse, de Yale, entre
otros, desde mediados de los sesenta Hardoy organizó simposios sobre la urbanización continental,
especialmente en el marco de los Congresos de Americanistas: Mar del Plata (1966), Stuttgart (1968),
Lima (1970), Roma (1972), Ciudad de México (1974), y París (1976). Si bien los dos primeros fueron
sobre el proceso de urbanización de América Latina en general y a través de los diferentes períodos
históricos, buscando, al decir de Schaedel y Hardoy, “facilitar un amplio intercambio de ideas entre
arqueólogos, arquitectos, antropólogos, historiadores del arte, historiadores sociales y planificadores
urbanos”, a partir del simposio de Lima se intentó establecer un tema central, pero siempre
conservando su cobertura desde el período precolombino hasta el contemporáneo.124 Además de la
inclusión de las versiones resumidas de las ponencias en las actas generales, los textos completos de
120 Hauser, Philip M. (ed.): La urbanización en América Latina. Buenos Aires, Argentina Solar, Hachette, 1967. Ver también Davis, Kingsley: “La urbanización de la población mundial”, en La ciudad. (1965), Madrid, España, Scientific American, Alianza Editorial, 1982, pp. 11-36. 121 Fundada en Santiago de Chile en 1948 por las Naciones Unidas, la CEPAL buscaba incorporar la industrialización y otros cambios económicos en la región, para adaptarla al orden de posguerra. Bajo la guía del argentino Raúl Prebisch, la CEPAL estuvo relacionada con la formulación de la teoría de la Dependencia, la cual sería muy influyente en las políticas y ciencias sociales latinoamericanas hasta la década de los setenta. 122 Harris, Walter D. (Jr).: The Growth of Latin American Cities, Athens, Estados Unidos, Ohio University Press, 1971. 123 Hardoy, Jorge. E.: Las ciudades precolombinas, Buenos Aires, Argentina, Infinito, 1964. Esta obra fue traducida al inglés como Pre-Columbian Cities, Nueva York, Estados Unidos, Walker and Company, 1973. 124 Schaedel, Richard P. y Jorge E. Hardoy,.: “Presentación” a R.P. Schaedel y J.E. Hardoy (comps.), Las ciudades de América Latina y sus áreas de influencia a través de la historia, Buenos Aires, Argentina, Sociedad Interamericana de Planificación (SIAP), 1975, pp. 15-17, 16.
los simposios dieron lugar a varias publicaciones especializadas,125 las cuales se convertirían en
“consulta obligada” para una emergente generación de investigadores en el nuevo campo a lo largo
del continente. Tal como lo resume Ramón Gutiérrez, actual director del Centro de Documentación
de América Latina (CEDODAL) y cercano colaborador de Hardoy, en esas publicaciones “la
temática elegida era analizada desde la perspectiva de los tiempos prehispánicos hasta el presente en
aportes que tendían a anudar una visión integrada de la historia urbana americana”.126
También en términos de eventos, valga hacer notar que en Caracas había tenido lugar, en
octubre de 1967, el Seminario Internacional “Situación de la Historiografía de la Arquitectura
Latinoamericana”, organizado por el Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE) de la
Universidad Central de Venezuela; si bien las conclusiones del simposio no plantearon ninguna
resolución directa sobre el tema urbano, el deseo de trascender la escala arquitectónica se sentía en
querer dar a la historiografía “un carácter activo”, que la insertara “operativamente en el contexto de
la cultura actual latinoamericana”, buscando además extender los estudios resultantes a los siglos
XIX y XX, según lo planteara Graziano Gasparini, organizador del evento.127 Otra figura de
importancia continental en la historiografía arquitectónica y urbanística latinoamericana, Gasparini
dirigió el CIHE desde su fundación en 1963, centro que desempeño, sobre todo a través de su
Boletín, una formidable labor de difusión y consolidación del campo. Desde Kubler y el problema del
mestizaje del arte latinoamericano dependiente de las metrópolis coloniales, hasta el mapa de la
primacía de las capitales virreinales, elaborado por Hardoy y Aranovich; pasando por la crítica a los
criterios tradicionales de aparición de ciudad, planteadas desde el contexto precolombino por
Schavelzon, hasta las consideraciones de Benevolo sobre la ciudad latinoamericana como tipo
125 El I simposio (Mar del Plata) dio lugar a Jorge E. Hardoy y Richard P. Schaedel (comps.) , El proceso de urbanización en las Américas desde sus orígenes hasta nuestros días, Buenos Aires, Argentina, Instituto Torcuato Di Tella, 1968. El programa, las conclusiones y resoluciones del II simposio (Stuttgart) fueron publicados como “Simposio sobre ‘El proceso de urbanización en América’”, Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 11, mayo 1969, pp. 138-154. El III simposio fue recogido en 1972 en Urbanización y proceso social de América, Lima, Perú, Instituto de Estudios Peruanos. El IV simposio (Roma) fue recogido en el ya referido volumen de R.P. Schaedel y J.E. Hardoy (comps.), Las ciudades de América Latina y sus áreas de influencia a través de la historia. El V simposio (México) fue publicado por Jorge E. Hardoy y Richard P. Schaedel (comps.) , Asentamientos urbanos y organización socioproductiva en la historia de América Latina, Buenos Aires, Argentina, Ediciones SIAP, 1977. Las ponencias del VI simposio (París) fueron reunidas en la ya referida publicación de J. E. Hadoy, R. M. Morse, R. P. Schaedel (comps.), Ensayos histórico-sociales sobre la urbanización en América Latina. 126 Gutiérrez, Ramón: “Jorge Enrique Hardoy. Su aporte a la historia urbana de América Latina”, DANA. Documentos de Arquitectura Nacional y Americana, 37/38, 1995, pp. 6-11, 7. 127 Gasparini, Graciano: “Conclusiones”, Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 9, 1968, pp. 11-13, pp. 11-12. En ese mismo número se recogen las actas del evento.
histórico del Cinquecento, todo ese catálogo de autores y temas de las tempranas búsquedas y lenguajes
de la historia urbana continental fue desplegado en los prolijos números del Boletín del CIHE.128
Además del centro venezolano y del Instituto Torcuato Di Tella en Buenos Aires, bajo la
dirección de Hardoy, hubo otros núcleos que Gutiérrez considera fundamentales para desbrozar el
campo: el Grupo de Estudios Urbanos, fundado por Mariano Arana en Uruguay; el grupo Oikos,
promovido por Patricio Randle en Argentina; el Instituto de Urbanismo de la Universidad Católica
de Chile, que editaba Eure y congregaba a Armando de Ramón, Patricio Gros y Gabriel Guarda; los
trabajos de Paulo Santos y Nestor Goulart Reis, hijo, en Brasil, así como los de Carlos Williams y
Santiago Agurto en Perú.129
A la par que las revistas de arquitectura permitían creciente espacio a los temas de historia
urbana, generalmente para casos de estudio o períodos específicos, la visión cruzada e integral de los
períodos colonial y republicano se consolidó, por aquellos años 1960 y 1970, en revisiones históricas
del proceso de urbanización continental, editadas en español o inglés por Hardoy, Morse, Francisco
de Solano y Bryan Roberts, por citar autores cuyos análisis conjugan diferentes dimensiones del
proceso.130 Entre de los libros colectivos que constituyeron a la delimitación historiográfica
continental, uno de los más exitosos fue resultante de la conjunción de expertos en arquitectura
latinoamericana, tales como Bullrich, Hardoy y Segre, entre otros que se habían reunido en Lima en
octubre de 1967, bajo el patrocinio de UNESCO, así como en Buenos Aires dos años después.
128 Además de las actas del simposio de Stuttgart, que fue sobre el “Proceso de urbanización en América” (Stuttgart: 12-16 agosto 1968) - las cuales pueden verse comentadas en el Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 11, 1969, pp. 138-154 - los ejemplos dados corresponden a las siguientes referencias: Kubler, George: “Ciudades y cultura en el período colonial de América Latina”, Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 1, 1964, pp. 81-90; Kubler, George: “El problema de los aportes europeos no ibéricos en la arquitectura colonial latinoamericana”, Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 9, 1968, pp. 104-116; Hardoy, Jorge E. y Carmen Aranovich: “Urbanización en América hispánica entre 1580 y 1630”, Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 11, 1969, pp. 9-89; Schavelzon, Daniel: “La urbanización de la América prehispánica”, Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 24, 1979, pp. 114-148; Benevolo, Leonardo, “Las nuevas ciudades fundadas en el siglo XVI en América Latina. Una experiencia decisiva para la cultura arquitectónica del Cinquecento”, Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 9, 1968, pp. 117-136. 129 Almandoz, Arturo “De la historia del arte, la arquitectura y el urbanismo en Latinoamérica. Entrevista a Ramón Gutiérrez”, Ciudad y Territorio. Estudios Territoriales, Tercera Época, Vol. XXXVI, No. 139, 2004pp. 243-252, 245. 130 Solano, Francisco de: Estudios sobre la ciudad iberoamericana, Madrid, España, CSIC, 1978; Hardoy , Jorge E. (ed.): Urbanization in Latin America: Approaches and Issues, Nueva York, Estados Unidos, Anchor Books, 1975; Hardoy, Jorge E. y Carlos Tobar (comps.): La urbanización en América Latina. Buenos Aires, Argentina, Instituto Torcuato Di Tella, 1969; Roberts, Bryan: Cities of Peasants. The Political Economy of Urbanization in the Third World, Londres, Reino Unido, Edward Arnold, 1978; Morse, Richard M.: Las ciudades latinoamericanas, México, SEP, 2 tomos, 1973; Morse, R.M., M.L. Coniff, J. Wibel (eds.), The Urban Development of Latin America 1750-1920, Stanford, Estados Unidos, Center for Latin American Studies, Stanford University, 1971, pp. 1-21.
Dentro de una colección de publicaciones del organismo internacional dedicadas a América Latina en
su cultura, la idea de esas reuniones fue producir un volumen dedicado a la arquitectura y el
urbanismo, que considerara a la región “como un todo”, así como “a partir de su contemporaneidad,
remontándose en el pasado, eso sí, cuando sea necesario para comprender el presente”. Completado
varios años después bajo la curaduría de Roberto Segre, con capítulos que abarcaban diversos
aspectos urbanos como el proceso de urbanización, la conformación de áreas metropolitanas y
marginales, la transformación del medio rural y las ciudades de nueva fundación, el volumen apareció
bajo el no muy representativo título de América Latina en su arquitectura (1975),131 a pesar de lo cual
tuvo gran aceptación como texto de historia urbana, reflejado en sucesivas ediciones hasta
comienzos de los años 1980.
La revisión histórica de la “ciudad latinoamericana”, categoría que fue construida y delimitada
entre los años 1950 y 1960, puede ser vista entonces como parte de una agenda política, económica y
cultural desplegada por la CEPAL y la UNESCO en la región;132 desde una perspectiva más
epistemológica, tal agenda fue completada por la constitución de la Sociedad Interamericana de
Planificación (SIAP), que evidenciaba a la vez la transición de urbanismo a planeamiento. Pero si
tales cambios profesionales, políticos e institucionales proveyeron piedras angulares, fue a la vez el
entusiasmo y sentido de oportunidad de pioneros como Hardoy, Morse y Gasparini, entre otros, lo
que hizo posible enfocar el campo historiográfico en el marco de eventos internacionales e
interdisciplinarios.
Dominancia de la Dependencia
Concebida desde la CEPAL en relación a los programas nacionalistas de industrialización en la
América Latina de la posguerra, la teoría de la Dependencia se convirtió en alternativa a la doctrina
liberal de ventajas comparativas, la cual hasta entonces había prevalecido como explicación de la
relación histórica de la región con la economía mundial.133 Formulada originalmente por el argentino
131 Segre, Roberto (relator): América Latina en su arquitectura (1975), México, UNESCO, Siglo Veintiuno Editores, 1983, pp. 1-2. 132 Gorelik, A.: “Richard Morse y la ‘ciudad latinoamericana’: apogeo y decadencia de un ciclo”, pp. 33-34. 133 Un ejemplo de la aplicación de esta teoría de ventajas comparativas para el desarrollo decimonónico puede verse en Morse, Richard: “El desarrollo de los sistemas urbanos en las Américas durante el siglo XIX”, en J.E. Hardoy y R.P.
Raúl Prebisch, la antinomia centro/periferia fue reinterpretada como lastre estructural que sólo
podría ser superado, por un lado, a través de la intervención estatal similar a la de los Estados Unidos
durante el keynesianismo; por el otro, mediante la cooperación internacional a la manera promovida
por la CEPAL, la cual era una agencia de las Naciones Unidas.134 Con los posteriores trabajos de los
brasileños Celso Furtado, Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto, entre otros, la teoría pasó a ser
suerte de escuela marxista de las ciencias sociales, proveyendo una matriz histórica para entender el
atraso de América Latina durante las eras colonial y republicana, incluyendo las dimensiones
económica, política y social del subdesarrollo.135
En relación con los cambios urbanos propiamente dichos, la "urbanización dependiente" de
América Latina fue periodizada de acuerdo a los bloques de poder que sucesivamente condicionaron
los estadios de dominación capitalista; los resultados de tal sucesión fueron explorados por
científicos sociales en términos de las debilidades de los sistemas de ciudades nacionales y de las
deformaciones estructurales de la urbanización. Así por ejemplo, los problemas históricos de la
"urbanización dependiente" a lo largo del siglo XX fueron descritos y analizados por Manuel Castells
en Imperialismo y urbanización en América Latina (1973), así como por Marta Schteingart en Urbanización
y dependencia en América Latina (1973); los aspectos sociales y políticos de las ciudades latinoamericanas
en tanto escenarios dramáticos de esa urbanización fueron tipificados por Marcos Kaplan y Aníbal
Quijano, entre otros; esos trabajos partían del supuesto, tal como se plantea en el libro editado por
Castells, de que el proceso histórico y la estructura continental sólo podían ser “unificadas de forma
Schaedel (eds.), Las ciudades de América Latina y sus áreas de influencia a través de la historia, Buenos Aires, Argentina, Sociedad Interamericana de Planificación (SIAP), 1975, pp. 263-290. 134 Williamson, E.: The Penguin History of Latin America, Londres, Reino Unido, Penguin Books, 1992, pp. 333-334. 135 Una visión integral y representativa de la escuela de Dependencia latinoamericana puede encontrarse en Cardoso, Fernando H. y Enzo Faletto: Dependencia y desarrollo en América Latina, México, Siglo Veintiuno, 1969. En el mundo anglosajón, un ejemplo es el de Stein, Stanley J. y Bárbara: The Colonial Heritage of Latin America. Essays on Economic Dependence in Perspective, Nueva York, Estados Unidos, Oxford University Press, 1970. Sobre los fundamentos teóricos y metodológicos de la escuela, ver Palma, Gabriel: “Dependency: a Formal Theory of Underdevelopment or a Methodology for the Analysis of Concrete Situations of Underdevelopment”, World Development, No. 7/8, 1978, pp. 881-920.
válida a través de una óptica que las sitúe con respecto al imperialismo”.136 Un análisis histórico de la
constitución de las redes urbanas nacionales fue hecho por Alejandro Rofman en Dependencia,
estructura de poder y formación regional en América Latina (1974), en el que creo fue uno de los pocos
intentos desde esta perspectiva por llevar el análisis histórico al territorio.137 Porque valga señalar que
la historia “desde abajo” preconizada por la interpretación dependentista priorizó el estudio de la
urbanización demográfica y económica por sobre la ciudad y el urbanismo, lo que hace que la tesis de
Edward Soja - según la cual fue la crítica marxista la que procuró la reinserción del espacio en la
teoría social crítica, por lo que concierne a la geografía138 – no resulte aplicable al análisis
economicista de la teoría de la dependencia en Latinoamérica.
Además de la carencia de proyección espacial y territorial, el descuido de los aspectos culturales
puede señalarse como otra debilidad de la escuela de la Dependencia; aunque de manera casi
exclusiva, esto fue superado con creces por el clásico de José Luis Romero, Latinoamérica: las ciudades y
las ideas (1976), cuya pionera historia de mentalidad, si bien partiendo del desarrollo “heterónomo” e
ideológico de las capitales criollas como plataformas de una modernidad transbordada,
afortunadamente escapó de los principios marxistas y agenda economicista de la escuela.139 Por lo
demás, tal como lo ha hecho notar François-Xavier Guerra desde una evaluación propiamente
historiográfica, los autores de la escuela de la Dependencia ofrecieron en muchos casos
“interpretaciones” más que “estudios fundados en una exploración cuidadosa de las fuentes”.140
Rara heredera de la morfología evolucionista que había sentado el primer estrato del campo
epistemológico en Latinoamérica, la influencia de historiadores y urbanistas franceses de la primera
mitad del siglo XX, como Pierre Lavedan, Marcel Poëte y Gaston Bardet, así como del organicismo
de Patrick Geddes y Lewis Mumford, puede verse en la interesante interpretación historiográfica que
136 Castells, Manuel y Patricio Vélez, “Presentación”, en Manuel Castells (ed.), Imperialismo y urbanización en América Latina, Barcelona, España, Gustavo Gili, 1973, p. 1; Schteingart, Marta (comp.): Urbanización y dependencia en América Latina, Buenos Aires, Argentina, Sociedad Interamericana de Planificación (SIAP), 1973; Kaplan, Marcos: "La ciudad latinoamericana como factor de transmisión de control socioeconómico y político externo durante el período contemporáneo", Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 14, 1972, pp. 90-124; Aníbal Quijano, Dependencia, urbanización y cambio social en Latinoamérica, Lima, Perú, Mosca Azul, 1977. 137 Rofman,Alejandro B.: Dependencia, estructura de poder y formación regional en América Latina (1974), México, Siglo Veintiuno Editores, 1977. 138 La mencionada tesis de Edward Soja está planteada en (1995), Postmodern Geographies. The Reassertion of Space in Critical Social Theory (1989), Londres, Reino Unido, Verso. 139 Romero, José Luis: Latinoamérica: las ciudades y las ideas (1976), México, Siglo Veintiuno, 1984, pp. 19-20. 140 Guerra, François-Xavier: “El olvidado siglo XIX”, en V. Vásquez de Prada e I. Olabarri (eds.), Balance de la historiografía sobre Iberoamérica (1945-1988), Pamplona, España, Ediciones Universidad de Navarra, 1989, pp. 593-631, 605.
Patricio Randle les daría en su obra Evolución urbanística (1972). Desmarcada por el profesor argentino
del evolucionismo darviniano y de sus derivaciones sociales, la suya era una categoría historiográfica
más específica que la geografía histórica urbana o que la historia de las ciudades o del urbanismo, ya
que impedía “de por sí la desespacialización que lleva tan fácilmente a entrar en conflicto con otros
enfoques de la historia”, además de que hace “una elaboración o procesamiento de datos históricos
con método y objetivo propios”.141 Esos métodos incluían, para el líder del grupo Oikos, desde la
morfología histórica y cultural de Oswald Spengler, hasta la elaboración de secuencias de cortes
temporales a partir de los surveys propuestos por Geddes. Todos esos autores, conceptos y métodos,
de gran influencia en el urbanismo, fueron reunidos por Randle en esa intuitiva y organicista
“evolución urbanística”, cuya diferenciación con respecto a otras orientaciones teóricas, fue resumida
en los siguientes términos.
“Evolución, élan vital, azar, he aquí tres palabras claves enlazadas semánticamente de una
manera compleja. Es la respuesta al positivismo, al materialismo decimonónico, al mecanicismo
darwinista. Y es la época en que se gesta esta disciplina que sin el nombre de evolución urbanística, o sin
nombre alguno, va a ser propuesta y desarrollada por un puñado de estudiosos de la más variada
procedencia. Para estos estudiosos, la preocupación por encontrar pistas, vestigios de regularidad,
normas básicas en la vida de las ciudades no los lleva a caer en un pragmatismo simplista y
anticultural, sino que, por el contrario, les hace escoger el término evolución que emplean una y otra
vez implicando esos contenidos vitales tan bien expuestos en toda la filosofía bergsoniana”.142
Entroncada con los estudios urbanos que precedían a los planes de las primeras décadas del
siglo en Argentina, esta visión evolutiva ciertamente había persistido en cursos universitarios de los
que el libro de Randle es representativo; sin embargo, como bien señala Novick para
contextualizarlo, pareciera que ese evolucionismo, por más novedoso que se proclamara, permaneció
“anclado aún en el ideario del urbanismo genético a partir del cual discute con la sociología urbana
marxista dominante en el campo intelectual argentino de los años setenta”.143 Y es que no sólo en
Argentina, donde ciertamente estaba uno de sus núcleos más productivos, este estructuralismo
marxista atravesaba las ciencias sociales latinoamericanas, penetrando buena parte de las
publicaciones de Hardoy y de los otros pioneros y grupos mencionados. Al imponerse sobre el
141 Randle, Patricio H.: Evolución urbanística, Buenos Aires, Argentina, Eudeba, 1972, pp. 13-14. 142 Ibidem, pp. 19-20. 143 Novick, A.: “El urbanismo en las historias de la ciudad”, p. 14.
evolucionismo y la morfología de los estudios que provenían de la historia del arte y la geografía, se
estableció una clara dominancia de la Dependencia en una historiografía urbana economicista y
sociologizada, que en buena medida descuidaba los referentes espaciales que le eran propios, tal
como ocurría con la práctica misma de la planificación
Tratados urbanísticos
La aparición de tratados que partieron de y abordaron las peculiaridades latinoamericanas
indicaron la madurez de la historia urbanística y su progresiva diferenciación, tanto de la
historiografía arquitectónica como de la urbana. Desde los años 1960, Marina Waisman editó la serie
de Cuadernos Summa Nueva Visión, que sirvieron para alternar el predominio de los clásicos
extranjeros en la enseñanza de la historia de la arquitectura en varias escuelas.144 Quizás uno de sus
libros más conocidos, La estructura histórica del entorno (1972), no pueda considerarse un libro de
historia urbanística, probablemente ni siquiera arquitectónica en el sentido tradicional; sin embargo,
en su intento de establecer una nueva epistemología de la arquitectura de la era industrial,
apoyándose para ello en la formación discursiva a la manera del Foucault de L’archélogie du savoir, la
profesora argentina actualiza y amplía el concepto de “entorno” en tanto “unidad cultural”, de una
manera que abre y potencia vínculos con la ciudad y el urbanismo. En este sentido, la influyente
interpretación de Waisman – de gran repercusión para una generación de críticos e historiadores de
la arquitectura en Argentina y América Latina – preconiza que la investigación histórica se apoya
“más bien en las relaciones estructurales que en los objetos contenidos en el campo”; dentro de esta
suerte de complejo vectorial que constituye el campo cultural de la arquitectura, las “relaciones de la
obra con el entorno” son reconocidas como uno de los objetos tradicionales de los “estudios
históricos” en arquitectura.145 Si bien el libro de Waisman no establece vínculos explícitos con la
ciudad o el urbanismo, es innegable que éstos pueden decirse incluidos en su noción de “entorno”,
de la misma manera como se reconoce allí que el estudio de esa relación histórica con los
componentes urbanos del entorno pertenecen por definición a la epistemología de la arquitectura.
144 Torre,Susana: “Teaching Architectural History in Latin America: The Elusive Unifying Architectural Discourse”, Journal of the Society of Architectural Historians, Vol. 61, No. 4, 2002, pp. 549-556, 554, 557. 145 Waisman, Marina: La estructura histórica del entorno, Buenos Aires, Argentina, Ediciones Nueva Visión, 1972, pp. 43, 47, 59.
Mientras la arquitectura desarrollaba su propia agenda historiográfica, revisiones de los
orígenes del urbanismo fueron incluidas en tratados sobre la disciplina del peruano Emilio Harth-
terré y el argentino Patricio Randle, entre otros manuales locales publicados durante los años 1960.146
El primero se preocupó más por la derivación epistemológica del urbanismo a partir de las
disciplinas precedentes, lo que le llevó a una revisión filosófica más que histórica, mientras que el
segundo fue allende el recuento para abocarse a una búsqueda historiográfica propia, tanto urbana
como urbanística, conducente a una tipología. Inspirada en el vitalismo de Oswald Spengler y en el
evolucionismo de Henri Bergson, la “evolución urbanística” preconizada por Randle fue ilustrada a
través de “mentores” como Patrick Geddes, Marcel Poëte, Lewis Mumford y Gaston Bardet.147
Aunque Novick ha visto como involuntario y paradójico el hecho de que, sobre la base de su curso
de planeamiento en la Universidad de Buenos Aires, el grupo Oikos que lideraba, y su posición en la
Asociación de Planificadores Urbano-Regionales, el énfasis puesto por Randle en la dimensión física
y profesional apuntara hacia una historia operativa que prefiguraba los planteamientos de la
arquitectura urbana de la década de los ochenta,148 creo que en el fondo es consecuente resultado del
rol de aquél en tanto raro representante del evolucionismo y morfología de comienzos de siglo.
Si bien el argentino Jorge Enrique Hardoy puede ser visto como figura central de la
historiografía urbana desde los años 1960, cuando publicó su ya mencionado clásico Las ciudades
precolombinas, pienso que su obra, durante esta etapa, estuvo más centrada sobre la tipología de
ciudades latinoamericanas y el proceso de urbanización. Quizás eso tenga que ver con que, si bien no
estuvo directamente asociado con la escuela de la Dependencia, Hardoy fue cercano a trabajos de
corte marxista, para los que el espacio urbano obedece a procesos propios del sistema capitalista,
evidenciando un interés por la urbanización que se superpone al urbanismo, a la vez que éste se ve
desplazado por un planeamiento desespacializado, sin planos ni diseño.
Si uno busca historias generales de la disciplina, fue Roberto Segre quien emprendió la difícil
tarea – único intento desde Latinoamérica, hasta donde conozco - de reconstruir la emergencia del
urbanismo de los siglos XIX y XX con relación a la arquitectura, dentro del contexto del mundo
146 Harth-terré, Emilio: Filosofía en el urbanismo, Lima, Perú, Editorial Tierra y Emilio Arte, 1961; Randle, Patricio H.: Qué es el urbanismo, Buenos Aires, Argentina, Columba, 1968, pp. 26-43. Valga señalar también AA. VV., Planeamiento: cinco enfoques, Córdoba, Argentina, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional de Córdoba, 1963; La Padula, Ernesto: La edad moderna y el urbanismo contemporáneo. Metodología del planeamiento regional y urbano, Córdoba, Argentina, Biblioteca de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional de Córdoba, 1964. 147 Randle,P. H.: Evolución urbanística. 148 Novick, A.: “El urbanismo en las historias de la ciudad”, p. 15.
desarrollado. Ello se debió en parte al hecho de trabajar en la facultad de arquitectura de la
Universidad de La Habana, que por obvias razones ideológicas, era la que más esfuerzo invertía en
construir una historia propia de la arquitectura occidental, alejada de la supuesta interpretación
capitalista de autores tradicionales. Además de su copiosa producción arquitectural, en el campo
urbano, Segre venía con una formación marxista influida por Le droit à la ville (1968) de Lefebvre, la
docencia marxista llevada adelante por Gino Germani en su instituto de Buenos Aires, y el ensayo La
ideología urbanística (1970), de Fernando Ramón, entre otras muchas referencias de su desarrollo como
docente en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría de La Habana.149 Aunque no
desde una perspectiva propiamente histórica, Segre había ya desarrollado un similar enfoque marxista
para diferentes casos de estudio en Las estructuras ambientales de América Latina (1977), donde se
paseaba por problemas territoriales y espaciales de distinta escala: desde las debilidades de las grandes
redes urbanas heredadas de la Colonia hasta los amenazas de los centros urbanos de las ciudades en
proceso de modernización, todo ello en el marco de los intereses del capitalismo dentro de la
región.150 A pesar de sus limitaciones y vacíos históricos creo que ese libro estaba el dando el salto al
análisis espacial y territorial que no dieron otros teóricos de la dependencia urbana que, según Segre,
influyeron en su obra: Martha Schteingart, Emilio Pradilla Cobos, Fernando Carrión, Raquel Rolnik,
Paul Singer y Oswaldo Sunkel, entre otros.151
El titánico intento de Segre se materializó en Historia de la arquitectura y del urbanismo. Países
desarrollados. Siglos XIX y XX (1985). Partiendo del “tronco interpretativo principal del Movimiento
Moderno”, en el que incluye a historiadores del urbanismo como Benevolo, Sica y Ragon, y
especialmente muy a la manera de este último, el arquitecto argentino combinó los hoy desdibujados
bloques de países socialistas y capitalistas, cruzados en una balanceada matriz arquitectónica y
urbanística, aunque reconociendo “la primacía otorgada a los valores estéticos y simbólicos de la
arquitectura, cuyo desarrollo evolutivo mantiene cierta autonomía respecto a los factores
estructurales del contexto histórico”. Concibiendo las formas del espacio social como resultados de
“la correlación existente entre necesidad (material y espiritual) y posibilidad (económica, técnica, estética,
149 Lefebvre, Henri: Le droit à la ville / Espace et politique, París, Francia, Anthropos, 1974, traducido como El derecho a la ciudad, trad. J. González-Pueyo, Barcelona, España, Península, 1978. Ramón Fernando (1974), Ideología urbanística (1970), Madrid, España, Alberto Corazón Editor. Estas influencias fueron acotadas por el autor en A. Almandoz, “El urbanismo: teorías, prácticas e historiografía en América Latina...”, pp. 6-7. 150 Segre, Roberto: Las estructuras ambientales de América Latina, México, Siglo Veintiuno, 1977. 151 Para precisar estas influencias, ver nuevamente Almandoz, A.: “El urbanismo: teorías, prácticas e historiografía en América Latina...”, p. 7.
etc.)”, el entonces profesor de historia de la arquitectura en La Habana se opuso a “los patrones
universales sobre la validez estética de las realizaciones estudiadas sin las referencias concretas a la
sociedad que las formula, o sea, a las clases sociales, usufructuarias o no de espacios o edificios”.
Toda esa visión marxista la completó Segre con una concepción de la historia que tomaba distancia
del nostálgico y evasivo recetario de formas y estilos a través de los cuales el postmodernismo de
entonces comenzaba a registrar el pasado. Más profundo y contextualizado aspiraba ser el “uso
operativo de la historia” preconizado por el autor en el prólogo de 1984 a la edición española de su
obra:
“Se trata de asumir la historia como proceso de conceptualización, surgido de una realidad
socio-económico-cultural concreta, que define las soluciones implícitas en el sistema ambiental que la
comunidad requiere para su desarrollo. Proceso que alcanza su evidencia en las formas y espacios,
cada uno con su particularidad específica, pero integrados dentro de un sistema de signos unitarios,
en términos de base conceptual y de referencias a un marco teórico.”152
A pesar de que las “tintas ideológicas” en ese libro estaban “demasiado cargadas”; a pesar
también del “triunfalismo sustentado en relación al desarrollo de los países socialistas”, defectos que
el mismo autor me reconoció en entrevista reciente, creo que ese libro dejó el aporte de tratar en
detalle la evolución de las estructuras urbanas de los países del bloque soviético posterior a la
Segunda Guerra, tema muy poco abordado en textos europeos o norteamericanos.153 Por lo demás,
repito que el arquitecto argentino-cubano fue de de los pocos investigadores que hizo resonar los
últimos ecos de la teoría de la Dependencia en el campo de la historia urbanística, ya que tal enfoque,
hasta entonces, parecía haber estado más vinculado a los ya referidos estudios de Castells y Rofman
sobre el proceso de urbanización, o del rol histórico de la ciudad en Kaplan y Quijano. Sin embargo,
fue una suerte de canto de cisne, no sólo por el ya mencionado agotamiento del enfoque
dependentista en la historiografía urbana latinoamericana para comienzos de los ochenta, sino
también por el desdibujo de los límites entre los bloques capitalista y soviético después de 1989.
Epílogo y conclusión
152 Segre, Roberto: “Prólogo a la edición española” (junio 1984), en Historia de la arquitectura y del urbanismo. Países desarrollados. Siglos XIX y XX, Madrid, España, Instituto de Estudios de Administración Local (IEAL), 1985, pp. 13-17. 153 Almandoz, A.: “El urbanismo: teorías, prácticas e historiografía en América Latina...”, p. 7.
Siguiendo una reacción contra la teoría de la Dependencia que también se dio en otros campos
de la historia económica,154 buena parte de su lógica marxista sería desechada en tanto explicación
histórica a partir de los años 1980, aunque algunos de los postulados urbanos de la escuela
mantendrían sentido en aproximaciones ulteriores, pero reinterpretados desde perspectivas y
contextos diversos. Este alejamiento del cientificismo puede decirse internacional, si tomamos en
cuenta que Peter Burke señala que después de las explicaciones economicistas apoyadas en el
marxismo; así como las de énfasis geográfico y de la longue durée inspiradas en Braudel y la escuela de
los Anales; o incluso las de énfasis demográfico del así llamado “modelo malthusiano” de cambio
social, los cultores de la Nueva Historia se hicieron más abiertos sobre nuevas fuentes para las
explicaciones.155
Este breve epílogo nos advierte a la vez que un artículo como éste no debe formular
conclusiones, ya que posteriores momentos resultantes de esos nuevos paradigmas históricos,
combinados con las vertientes urbana y urbanística, aparecieron en la historiografía de la
Latinoamérica colonial y republicana desde los años 1980. Sin embargo, creo que, al haber
considerado desde la morfología hasta la Dependencia, las décadas de emergencia y consolidación del
campo estaban ya superadas, lo cual daría lugar, desde finales de los ochenta, a un prolífico
tratamiento de períodos y aspectos específicos para una casuística innumerable; aunque lo he
intentado para las ciudades burguesas de finales del siglo XIX y comienzos del XX,156 no me he
atrevido aquí seguir adelante con su estructuración para los períodos colonial y comienzos del
republicano. Por lo demás, creo que concluir con este momento de la Dependencia es, además de
honesto, sano recordatorio de que este artículo se deriva de una investigación que sigue en curso.
154 Mauro, Frédéric: “La dependencia económica de América Latina en los siglos XIX y XX”, en V. Vásquez de Prada e I. Olabarri (eds.), Balance de la historiografía sobre Iberoamérica (1945-1988), Pamplona, España, Ediciones Universidad de Navarra, 1989, pp. 633-656, 641. 155 Burke, Peter: “Overture. The New History. Its Past and its Future”, en Peter Burke (ed.), New Perspectives on Historical Writing (1991), Cambridge, Reino Unido, Polity Press, 2001, pp. 1-24, 15. 156 Almandoz, A.: “Historiografía urbana en Latinoamérica. Del positivismo al postmodernismo”. Ver también Almandoz, Arturo, “Notas sobre historia cultural urbana. Una perspectiva latinoamericana”, Perspectivas Urbanas/Urban Perspectives. Studies in Urbanism and Urban Processes, No. 1, 2002, pp. 39-51.