historia de perceval o el cuento del grial

Upload: mauro-rojas

Post on 07-Jul-2015

138 views

Category:

Documents


5 download

TRANSCRIPT

HISTORIA DE PERCEVAL O EL CUENTO DEL GRIAL

CHRTIEN DE TROYES

Digitalizado por http://www.librodot.com

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes

2

CHRTIEN DE TROYES

HISTORIA DE PERCEVAL O EL CUENTO DEL GRIAL

2

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes

3

PROLOGOAl extinguirse la Edad Antigua, el hombre se fue forjando una cultura nueva, es decir, tuvo que enfrentarse a la tarea de inventar moldes en que verter los contenidos nuevos surgidos de una transformacin total del mundo. En literatura, vuelta la espalda a los gneros clsicos, nace de la liturgia cristiana el teatro, y tambin, al menos en parte, la poesa lrica. La narrativa se abri primero paso a travs de la pica. Ms tarde, abandonando este camino, se inici lo que despus sera la novela. Subsistan elementos del mundo grecolatino, s, pero haban cambiado de lugar, de significado, y con ello de aspecto: como esas columnas de villas romanas que aparecen, de cuando en cuando, engastadas en las iglesias de la primera Edad Media. As, en Francia, el Roman d'Eneas y el Roman d'Alexandre, intentan recrear la historia clsica, enriquecida con elementos fantsticos. Pero al lado de esto, otros narradores parten de los escritos de historiadores como Geoffroy de Monmouth, que incorporan a la historia las leyendas clticas. El Roman de Brut, de Wace, es prcticamente una traduccin de las obras de Monmouth: la Historia regum Britanniae y la Vita Merlini. Chrtien de Troyes recoge estas dos influencias; la segunda, adems, a travs de Mara de Francia, que puso en forma de cuentecillos lricos los cantos tradicionales de Bretaa. Chrtien fue escritor cortesano, teido del espritu trovadoresco que reinaba en la corte de Champaa. Tradujo a Ovidio, para mejor internarse en la descripcin psicolgica del amor, que coexiste en sus obras con la ingenuidad bretona, y suele dotarlas de una tesis, propuesta o impuesta, generalmente, por sus protectores los Condes. Las novelas de Chrtien (aparte del Tristn, hoy perdido) llevan el nombre de un caballero de la casa de Arturo: Erec, Cliges, Lancelot, Yvain. Son, sobre todo las dos ltimas, novelas bastante extensas en versos octoslabos pareados. La novela que tenemos delante es un caso aparte entre las de Chrtien. Es una obra inconclusa; quiz la ltima de las que escribi. Con ello, es la ms extensa; y tiene un inters adicional: en ella se incorpora un sentido mstico cristiano a la novela artrica. Esto explica el xito, la aparicin en toda Europa de novelas de este tipo: aparte del Peredur gals, quiz anterior, el Parzival de Wolfram von Eschenbach y el Perlesvaus occitano; las continuaciones en verso (ms de 50.000 versos) y la gran continuacin en prosa, l'estoire del Saint Graal, en que se encuentra la obra maestra de las narraciones artricas en prosa, La mort le Roi Artu. Perceval, li contes del Graal vuelve la vista hacia el pasado; hacia la poca brumosa del surgimiento de los reinos clticos independientes y hacia la antigedad clsica, aunque de sta no haya una visin directa, salvo por dos o tres alusiones dispersas. Los nombres de los lugares nos llevan a la Britania pre-anglosajona, a Gales, a la pequea Bretaa. Los personajes son conocidos en la literatura cltica desde sus primeras manifestaciones: Peredur, el Perceval de Gales, va es nombrado en el canto de Gododdin, de Aneirin, escrito hacia el 600 en la frontera de Escocia. Pero los celtas eran pueblos sin literatura; slo muy tarde el contacto con la latinidad y el cristianismo les impuls a escribir. Por ello, cuando escriban, vestan una mentalidad latina y vean a travs de ella sus propias creencias y leyendas. As las enriquecieron con aportaciones clsicas y orientales, llegadas stas junto con los monjes siracos que fundaron el irreductible monacato cltico, y formaron juntamente una cultura peculiar, una civilizacin distinta del resto de Europa. A todo lo largo del Contes del Graal se encuentran recuerdos de ella, que nos remiten a los Mabinogion, novelas breves galesas, o a la pica irlandesa, que hunde sus races en los tiempos paganos, anteriores al siglo v. Recuerdos de la mitologa, como el valor sagrado de la copa, la herida en el muslo, o en el ojo, de que muri, en el relato de Irlanda,3

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes

4

Balor a manos de Lgh Lam f ada, en el de Gales Ysbadadden Penkawr a manos de Culhwch; viejo tema indoeuropeo que aparece en la Odisea y la Historia de Tito Livio. Recuerdos de situaciones y personajes, como el malhablado Ku, que es el Briucriu irlands y el personaje del poeta satrico gals, conocedor del poder mgico de la palabra, o el episodio de la sangre en la nieve, que se encuentra, ms brbaro pero ms ingenuo y sincero, en la historia irlandesa de Deirdr y Conchobar. Recuerdo de costumbres e instituciones, como la importancia de la relacin entre to y sobrino, el ofrecimiento de un precio en reparacin de un reto o delito, costumbre que ya not Csar, y cuya aparicin da a la aventura de Gauvain en nuestra novela un gran parecido con un relato pico irlands: la epopeya de los MacTuireinn. Y sobre todo, la visin de la monarqua, con un rey supremo y reyes inferiores. El poder del rey es ms sagrado que poltico, o ms bien, no existe diferencia entre lo sagrado y lo poltico; su misin es cuidar que el mundo funcione con arreglo a sus propias leyes, tanto en lo natural como en lo sobrenatural. Que los campos produzcan, que crezcan los ganados... Que el mundo sea cosmos y no caos. Por ello entre los vasallos de Arturo se encuentran reyes del Otro Mundo, como Maheloas, seor de la Isla de Vidrio, y Guingamor, rey de Avallon, amigo de la reina Morgana. La Isla de Vidrio, Ynyddgwtr, y Avallon, son dos nombres de la misma tierra: la de los bienaventurados. Morgana, hermana de Arturo, es su reina. Y es precisamente en las representaciones de este Ms All donde la novela de Chrtien se vuelve ms hacia las leyendas de los celtas. Introdzcanos, como a Gawain, la cierva blanca, la inevitable cierva blanca, la cierva blanca de las literaturas clsicas, como aquella que, muerta por Ascanio, fue causa de larga guerra entre latinos y teucros. La cierva blanca, tambin, de los hebreos, del libro de los siete sabios, la cierva blanca de los sirios. Y la cierva blanca de los celtas, como aquel cuyo nombre queda an en su sepultura, en el norte de Italia: AlcoVindos, Ciervo Blanco; de los celtas adoradores de Cernunnos, el dios de cabeza de ciervo; que le dedicaron al ciervo un mes de su calendario, bautizaron la bebida sagrada con su nombre: cerveza, y en fin, le dieron al ciervo el nombre que an tiene entre nosotros. La caza de la cierva o el ciervo blanco es frecuentsima en toda la literatura caballeresca; con ella comienza el mabinogi de Gereint ag Enid y la correspondiente novela de Chrtien; en Espaa lo encontramos en el caballero del Cisne y, en Catalua, en el Tirante. Suele tener la cierva la misin de conducir al hroe al ms all. Herirla suele -como en esta novela- conllevar un castigo. El desamorado Guigemar recibi as la herida mortal que le llev a cruzar los mares en una barca a la deriva. En las islas que se encuentran ms all del mar situaban los celtas el paraso, si puede hablarse de paraso entre unas gentes que desconocen el infierno. El viaje del alma hacia esos pases debi tener unas etapas fijas, unas estaciones a travs de las cuales se llegaba a la tierra de la juventud, de la vida, de las delicias. Levemente cristianizado, todo ello se encuentra en los mrma, narraciones irlandesas de viajes por mar. Ms tarde se uni a la escatologacltica la literatura de visiones ligada al desarrollo del monacato y que tiene, por tanto, numerosos elementos arbigos o siracos. La estructura fija del viaje al otro mundo, descoyuntada ya, desplazados sus elementos, transplantados a otros lugares dentro de la narracin, conservando unos su carcter sagrado, profanizados otros, aparecen en la novela caballeresca. Un buen ejemplo de ello es el tema de la terre gaste, la tierra devastada, yerma, donde nada puede crecer, . donde todo es caos, soledad, sombras. La tierra devastada, tierra de la muerte, es para los celtas una prueba que dar paso a la nueva vida, ms llena de sacralidad. Algo semejante a lo que sera, para los griegos y latinos, la tierra crepuscular por donde erraban las almas de los insepultos. Este concepto de gastet es de los ms necesarios para comprender el Con-tes: La accin comienza precisamente en un lugar as: la Gaste Fort. Ms tarde, en camino hacia Belrepeire, Perceval sigue cabalgando por bosques solitarios. Una vez llegado a la ciudad, ve que todo en ella es desolacin. Las casas estn derruidas, los hornos no trabajan, tampoco los molinos. Vagan las gentes aterrorizadas y desoladas. Y si ms tarde, pasada la guerra,4

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes

5

vuelve a Belrepeire la abundancia y la alegra -tan desmesuradas como fue la devastacinesto no es sino eco de una dualidad cltica tan antigua que los historiadores latinos dieron en sus obras cuenta de ella. Procopio, hablando de la isla de Brittia, donde reposaban segn los bretones las almas de los difuntos, relata que hay en ella una muralla, y a un lado de ella, una tierra de gran fertilidad, al otro un yermo poblado de sabandijas. En el viaje de Mael Din uno de los mrma a que nos referamos antes- aparecen dos islas; una, habitada por una compaa de danzantes que lloran desesperados; otra, por otros que ren locamente. Unos y otros atraen a s a los que osan acercarse y les arrastran a su danza. Lo curioso de esta novela es que la cualidad de gast no se aplica slo en el espacio, sino tambin en el tiempo. En el caso de Belrepeire, la vida sucede a la destruccin, la devastacin ocupa un lugar determinado en el tiempo, y en ese lugar, precedido por edades ureas y quiz sucedido por ellas, se sita la accin. No es la travesa de la tierra yerma y solitaria la nica prueba que debe superar el alma en su ascenso, como un nefito en el curso de la iniciacin. Pues en medio de estos desiertos, nuevos peligros le acechan. Quiz de ellos el ms espantable sea el puente peligroso que las almas han de atravesar a riesgo de caer en las ondas de un ro infernal. Slo las almas puras lograrn salir airosas. Este tema es frecuente entre los rabes y los persas, y de ellos debi pasar a los monjes visionarios de la alta edad media, como Adhamhnn de Iona, que vio en su descenso al infierno un puente: Un enorme puente atraviesa la corriente, de lado a lado, alto en el centro y bajo en los extremos. Tres clases de almas intentan pasarlo. Para la primera el puente es ancho de principio a fin, de modo que lo cruzan sin dificultad, sin miedo ni terror, sobre el espantable torrente de fuego. Para otros, cuando se acercan, es estrecho al comienzo, pero ancho despus, y de este modo cruzan la misma corriente con gran peligro. Pero para los ltimos, es ancho el puente al comienzo y estrecho y angosto al final, de modo que al llegar al centro caen en la peligrosa corriente, en las fauces de los ocho monstruos inflamados que habitan en el ro. Pronto debieron estas visiones impresionar la fantasa cltica, y ya en el viaje de Mael Din aparece un puente peligroso de vidrio, y en los mabinogion, puentes sumergidos o afilados como cuchillas. El puente, en vez de cruzar una corriente peligrosa, puede tenderse sobre un abismo (Annwfn, abismo, es otro de los nombres del ms all gals). El puente peligroso y el ro o abismo infernal aparecen en el Contes del Graal con frecuencia, pero a veces, desprovistos casi totalmente de su contenido sobrenatural, se ocultan tras los puentes levadizos, muy reales, de los castillos. Quedan de todos modos indicios de su verdadera naturaleza. El puente del castillo de Gornemans corre sobre un ro de agua muy veloz y negra y ms profunda que el Loira, ms ancho que un tiro de ballesta. El puente de Belrepeire es tan dbil que duda Perceval si podr sostenerle. El del castillo del Rey Pescador se alza a su paso, de manera que tiene que intentar un peligroso salto para salvar la vida. El ro sobre el que corra era de agua rpida y profunda. Ms tarde atraviesa Gauvain otro puente frgil: tanto, que no puede soportar el peso de su caballo, aunque s el del palafrn de una doncella, avezado a aquel camino. Cuando no existe el puente, la corriente ha de ser atravesada en una barca, y aqu es an ms claro el cruce de ideas y de mitologas. Los celtas conocieron en la suya al barquero conductor de las almas al ms all, especie de Caronte; es ms frecuente, sin embargo, la barca sin timn que conduce por s sola al viajero, hroe como Tristan o Guigemar o santo como san Brennin. De todos modos, all donde encontremos, en el Contes, un paraje adonde slo se puede llegar pasando un ro o un brazo de mar en una barca, estaremos en presencia de un vestigio del viaje ocenico al paraso celta. El carcter mgico del puente puede darse a conocer nicamente por los parajes a que conduce: Belrepeire, el Castillo del Grial, el de las Reinas. Estas tierras, y otras ms an, son imgenes del ms all, y seguramente los lectores contemporneos de Chrtien eran capaces de advertirlo con claridad. El pas de Galvoie, por ejemplo, de donde nadie jams ha podido regresar, es un vergel, donde, como en la joie de la cort, de la novela Erec et Enide,5

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes

6

tambin de Chrtien de Troyes, quien entre ha de realizar una prueba: si falla, muere. Slo un hroe dotado de poderes casi sobrehumanos ha de conseguir el triunfo. El ms all como vergel aparece en las ms tempranas obras clticas. Debi existir ya en tiempos paganos, aunque las visiones literarias cristianas del Jardn del Edn y del paraso terrenal debieron reforzar este tipo de representaciones. Avallon, el ms all de los bretones y galeses, se llama tierra de manzanas, y el paraso de los irlandeses es la tierra de las manzanas de Emhain. Una manzana atrajo a Conle Rad al reino de las hadas, donde an vive feliz con su amada; una manzana de plata arrastr a Bran MacFebail a su navegacin a tierras sobrenaturales. Mael Din, en alta mar, se nutri durante cuarenta das de las manzanas halladas en una de las islas que visit. En el Perceval, sin duda el lugar que acumula ms elementos de carcter sobrenatural o ultramundano es el Castillo de las Reinas. Est al otro lado de un ro que slo se puede atravesar en una barca: el barquero tiene extraas prerrogativas sobre los viajeros que por all pasan. El castillo en s tiene mucho de la morada fantstica, brillante y cristalina, de los mrma, como la ciudad de murallas de cal cuyas casas eran blancas como la nieve que vio Mael Din en una de las islas que visit. Este aspecto tienen tambin, en el contes, los castillos de Gornemans y del Rey Pescador, pero de forma menos explcita. El Castillo de las Reinas es habitado slo por mujeres, como el paraso de los celtas. Como su misma reina dijo a Conle Rad: Una tierra que alegra el corazn de cuantos la visitan: en ella slo se encuentran mujeres y jvenes doncellas. As la vieron Bran y Mael Din, as Radh, en su viaje a las tierras sumergidas, y as el gran hroe C Chulainn cuando tuvo amores con Fand, la reina de las hadas. Y este castillo de las reinas es morada de los muertos: nadie puede volver de ella. En ella encuentra Gauvain a personas que crea perdidas para siempre: all viven para toda la eternidad, pues el que pruebala comida del ms all no puede regresar a la tierra de los mortales. A pesar de lo enmaraado de los episodios, los smbolos y los personajes, la accin de la novela es aparentemente lineal, tanto en el tiempo como en el espacio. El hroe sigue un camino, a lo largo del cual encuentra sucesos, ciudades y personajes desconocidos. Slo al final la accin parece bifurcarse e ir y venir de uno de los personajes al otro. Esto divide la novela en dos partes: en la primera se trata de Perceval; en la segunda, predominantemente, de Gauvain. Observando ms de cerca la primera parte, notaremos, sin embargo, una arquitectura sabia. Los episodios no estn colocados al azar, sino que se responden y se reflejan unos en otros, y, ms an, se explican y cobran significado unos por otros. Perceval es instruido en las leyes de la caballera por su madre primero, despus por Gornemans, que ampla esta iniciacin. La primera partida (a travs de un puente) de Perceval, tiene una imagen en la partida de Belrepeire. Perceval -cosa inslita- es hecho caballero dos veces: una por Arturo, otra por el vavasor Gornemans. Los tres primeros episodios de la vida caballeresca de Perceval: la despedida de su madre, la aventura de la tienda del bosque y el combate con el Caballero Bermejo, se encuentran tambin reflejados al trmino de la visita de Perceval al castillo del Grial. Primero, Perceval pierde el Grial, imagen de la copa sagrada de Arturo, que simboliza su realeza. Despus, conoce la muerte de su madre, lo que acaba con otra de sus bsquedas, de sus qutes. Donde con ms claridad sentimos que se ha cerrado el libro de sus aventuras es a partir del combate con el Orgulloso y la salvacin de la doncella del bosque. Perceval ya conoce su nombre; hasta aqu llegan sus mocedades, su aprendizaje: los dos sentidos de la palabra galesa mabinogi.

Desde este momento Perceval desaparece prcticamente de la narracin, que se centra6

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes

7

en la partida de los caballeros de la casa de Arturo y las aventuras de Gauvain. Es difcil encontrar en ellas una estructura tan compleja y precisa como en las de Perceval. No olvidemos que la novela no est terminada. La sucesin de episodios sin gran hilacin, propia de narraciones caballerescas posteriores, se aduea del relato, por lo menos hasta el momento en que Gauvain decide intentar la qu te en que Perceval fracas. Y no es por casualidad si la narracin, precisamente en este momento, se vuelve por ltima vez a Perceval. Cuando la atencin del autor retorna a Gauvain, su aventura ha cobrado sentido, se tiende en una direccin; desde entonces, cuando sucede, el encuentro con la Orgullosa, el rescate del palafrn en Galvoie, el robo de su caballo, son peldaos que le acercan al Castillo de las Reinas, y la vergenza de Gauvain con la Orgullosa, como la de Lancelot, cuando su amor le impuls a subir en el carro de los condenados, representa una prueba ms antes de que le sea dado el triunfo, una purificacin por el deshonor, semejante al guantazo infamante que formaba a veces parte de la ceremonia de armar un caballero: smbolo de la vida pasada, de lo que jams volvera. Es en los momentos ms importantes de la narracin: al fin de las aventuras de Perceval, antes de la partida de los caballeros, antes de la qute de Gauvain, donde se sitan las tres revelaciones de la culpa de Perceval. En la primera, se le anuncia quin es el Rey Pescador, cmo ha perdido la ocasin de restaurar su reino, y, por otra parte, la muerte de la madre del caballero. La segunda aade el dato de que el reino del Rey Pescador se ha convertido, por culpa de Perceval, en terre gaste. En la tercera, la ms importante, aprende Perceval que la muerte de su madre es causa de su fracaso, que con el Grial se sirve a un rey hermano de su madre (y del propioautor de la revelacin), cuyo hijo es el Rey Pescador. En el Grial se contiene una hostia, de la cual se mantiene aquel rey. Chrtien de Troyes no ha insistido tanto en estas revelaciones sin motivo. Ellas constituyen el eje de esta segunda parte, que no es tan catica como al principio parece. Al igual que la primera, representa un camino, y su trmino est en el Castillo de las Reinas, si el de la primera es el del Grial. Es en estas tres revelaciones donde debemos ahondar para encontrar el significado profundo de la obra. La hostia contenida en el Grial, alimento de la inmortalidad, no es un elemento totalmente cristiano. Est emparentado con la cerveza que se beba en los banquetes del ms all, con las cubas sagradas de cerveza en que se baaban los hroes y con los calderos mgicos que daban la inmortalidad, como el que dio la victoria a los dioses sobre los Fomor, diablos marinos, en la batalla de Mag Tured o Moyturra. Ms lejanamente an emparentado con la ambrosa de los griegos y el amrta de los hindes, pues es frecuente que, en el terreno religioso, se establezcan insospechadas conexiones entre los dominios ms occidental y ms oriental de los pueblos indoeuropeos. El eslabn entre las manifestaciones paganas clticas y el elevado misticismo del Contes, y tambin del Peredur de Gales, tal vez sea una espiritualidad cristiana cercana an al paganismo, como la que se manifiesta en este poema irlands del siglo x: Yo quisiera organizar un festn de cerveza para el Rey de los Reyes; el ejrcito celeste en l bebera por, toda la eternidad. Smbolo ms oscuro es la lanza sangrienta, en que la cristiandad crey ver la lanza de San Longinos. La lanza, desde luego, fue objeto sagrado entre los celtas desde tiempos sin duda muy antiguos. La misma palabra, lanza, es de origen celta, y pas a Roma en tiempos de las guerras de los galos. Gaisorigs, el Rey de la Lanza, era nombre usado entre los galos y los germanos. Lanzas mgicas aparecen en la epopeya irlandesa: el Gai Bolga, la Lanza del Saco, es el arma principal del hroe C Chulainn. Perceval llega al castillo del Grial cuando anda en busca de su madre; la qute de Perceval es una bsqueda de la inmortalidad, o tal vez de lo que se encuentra detrs de la muerte. Si su pecado le impide encontrarlo, Gauvain, por su parte, va a dar feliz trmino a la7

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes

8

inquisicin de Perceval: guiado por un hada, llegar a la tierra de las doncellas, al Castillo de las Reinas, e incluso a salir de l, uniendo as los dos mundos. En este aspecto, s queda concluida la novela. De aqu la importancia de la nocin de iniciacin para comprender el Contes del Graal. Por la iniciacin adquiere el nefito la inmortalidad; ms cargado de sabidura, conociendo los misterios de la naturaleza y la creacin, y a travs de nuevas muertes y nacimientos, se accede a la sacralidad del sacerdote o el guerrero. Del mismo modo a la muerte le seguir otro nuevo nacimiento que desvelar nuevas parcelas del mundo. Perceval ha pasado ya la muerte terre gaste, puentes peligrosos) y nace de nuevo al fin de su aventura: por eso adquiere un nombre entonces. Pero despus de esto, pasar cinco aos errante en el bosque, olvidado de Dios, como un animal (del mismo modo que Yvain, en la novela del mismo nombre, tambin de Chrtien de Troyes). Esto no puede ser sino otra muerte mstica, muy semejante de hecho a las que sufran los germanos y los celtas antes de pasar al estado de guerreros, dotados de una segunda naturaleza animal. El nuevo nacimiento, repleto de sacralidad, surge despus de la revelacin del ermitao. Prueba inicitica es, para Gauvain, como hemos visto, el tiempo que pasa con la Orgullosa, que es, al mismo tiempo, quien le ayuda a entrar al otro mundo, la meta tan deseada. Aadiendo una dimensin colectiva a estas quetes de los hroes, aparece un segundo significado de la novela, quiz ms importante an. El mundo, desde la muerte de Uterpendragn, padre de Arturo, vive una edad de hierro, segn se nos advierte al comienzo de la historia; los tiempos han venido siendo desde ese da revueltos y turbios. Es tarea del rey Arturo restaurar el orden perfecto (identificado por Chrtien con el orden caballeresco); ha de hacer del mundo un todo ordenado, crear la paz y la armona eternas. Arturo, como se sabe, fracas y muri a manos de .su sobrino Mordred en la batalla de Camlann; pero este sueo no ha dejado de obsesionar a los galeses, entre cuyas leyendas se encuentran las de la futura resurreccin de Arturo, que llegar de la Ciudad de Vidrio para conquistar Roma, es decir, todo el mundo conocido. Como demuestra el transparente ejemplo de Belrepaire, la aventura de Perceval es un constante arrancarle a la muerte fragmentos de terre gaste para hacer de ella terre de liesse, tierra de alegras. Y si Perceval fracasa en el Castillo del Grial, quiz Gauvain -esto Chrtien de Troyes no nos lo dice-consiga vencer a Guiromelans y extender a todo el mundo las delicias del Castillo de las Reinas. Este contenido pico-mstico no deja de ser actual, y nos llega sin perder fuerza; tampoco desaparece la belleza lrica de episodios, como el de Belrepeire o el de la sangre en la nieve, y ni siquiera las imgenes se han marchitado, como ver quien se detenga ante estas descripciones brillantes, llenas de color, sin sombras, que nos recuerdan a las vidrieras de las catedrales, contemporneas suyas. En el dominio de lo hispnico arraigaron aspectos de lo narrativo y lo potico comparables a lo que vemos en esta novela. El romancero encierra una mezcla semejante de pica, narrativa y lirismo, y hay momentos de verdadera convergencia, como puede mostrar la comparacin de estos dos fragmentos: Todas las gentes dorman en las que Dios haba parte; mas no duerme Melisenda, la hija del Emperante, que amores del Conde Ayuelos no la dejan reposar. Salto diera de la cama como la pari su madre, vistirase una alcandora8

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes

9

no hallando su brial, vase para los palacios donde sus damas estn. Romance de Melisenda. Mientras l duerme a pierna suelta, ella considera que ya no le quedan defensas en la batalla que se est librando en su interior. Mucho se inquieta, mucho se estremece, muchas veces se vuelve y agita. Se echa sobre la camisa un manto de seda color grana y se lanza a la ventura como audaz y valiente... Perceval, p. 31. La novela caballeresca que floreci en la pennsula desde el siglo xiv es heredera muy directa de sta, desde sus inicios, en la Gran Conquista de Ultramar (todos los tpicos ultramundanos de la literatura bretona estn acumulados en los primeros captulos del Caballero del Cisne) hasta el Amads de Gaula, donde se encuentra, en la Ynsula Firme, un lugar muy parecido al Castillo de las Reinas, con su lecho mgico y todo, cargado quiz de un abarrocamiento ms otoal, y las posteriores narraciones de este gnero. La entrega mgica de la espada al caballero, la llegada del retador a la corte donde sirve el hroe... Todo esto son elementos que prcticamente aparecen en todas nuestras novelas caballerescas. De ellas pasarn al Quijote. Veamos, como un ejemplo entre muchos, el episodio de los disciplinantes, ltima aventura de Perceval, convertido en aventura burlesca por Cervantes en el ltimo captulo de la primera parte del Quijote. Pero aparte de estos lejanos parentescos que el tiempo va diluyendo, la cultura europea ha resucitado en pocas posteriores las maravillas de la fantasa cltica, a travs sobre todo de Irlanda. MacPherson, en el romanticismo, recuper las del Fianna Fnn, con visin quiz no ms deformadora que la nuestra, pero extraa a nuestros ojos. El surgimiento de los nacionalismos en el XIX ayud a ello. El Barzaz breizh, recopilacin de poemas bretones, el surgimiento en Gales del grupo de Y Cymmrodorion, estn ligados a l, as como en Irlanda una generacin de poetas, entre los cuales -aunque algo apartado- destaca W. B. Yeats, que, a la vez que buscaba en sus races clticas el anuncio de la libertad de su tierra, ahond en aspectos esotricos no siempre existentes. El surrealismo fue el gran descubridor de la poesa contenida en el ciclo bretn. Ms tarde, novelistas como Tolkien y Mocrcock, ms reciente an, han devuelto a la novela europea aspectos narrativos inexplorados desde la Edad Media. En el Contes del Graal hay algo muerto; algo de museo donde contemplamos reliquias inmviles de la Edad Media, interesantes slo desde el punto de vista histrico. Pero tambin hay algo que acude a nosotros con la fuerza de la vida desde tiempos mucho ms desconocidos y remotos; y lo intuimos intacto, naciente. Con su mezcla de ingenuidad infan- til y de orgullo de ser quien es, nos recuerda aquella cruz de piedra levantada en el atrio de la Iglesia Negra de Llangadwaladr por Cadwallaun en honor de su padre, rey de la isla de Anglesey, a mediados del siglo VII, en que an hoy, a pesar del viento, se lee: Cadfan el rey: el ms poderoso y el ms nombrado de todos los reyes. JUAN RENALES.

9

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 10

A ttulo de muestra ofrecemos a continuacin una serie de interpretaciones etimolgicas de algunos de los nombres que aparecen en esta novela. Garduel (Castillo donde reuna cortes el rey Arts): Nombre compuesto por Car y duel. Car significa fortaleza y duel posiblemente venga del galo Duboglassio, verde y negro, nombre de un ro. Escavalon: Contiene la palabra Avallon. Esta es una palabra muy antigua, que denomina a la manzana, smbolo del ms all. Esta palabra desapareci en el latn, pero sobrevive en el topnimo Abelia, que Virgilio califica de malifera, portadora de manzanas. Carlion: Como la ciudad espaola de Len, proviene de un campamento romano. Urbe legionis=Car Lion. Gauvain: En gals, se trata de Gwalchmai, de la antigua palabra gala Ualcos Magesos, el halcn de la llanura. Melian de Lis: Melian proviene de Maglos, en galo, prncipe. Lis, del galo Lisso, es nombre frecuente de poblaciones. Ygernia: Contiene la raz luer- con que denominaron los habitantes de Gran Bretaa a los irlandeses, siempre identificados con la brujera y lo misterioso. Yvain es el equivalente gals de nuestro Eugenio. En cuanto a Perceval, aunque no se conoce su etimologa exacta, podemos notar que se ha considerado en la Edad Media como palabra compuesta de Perce y Val, lo que vendra a querer decir cruza valles. De ah que algunos de sus sucesores han llevado nombres como Perceforest.

10

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 11

LA HISTORIA DE PERCEVAL O EL CUENTO DEL GRIALDedicatoria (vs. 1-68) Quien poco siembra, poco recoge, y el que desee obtener algo, esparza su grano en tal lugar que Dios se lo torne doscientas veces ms abundante, porque en tierra balda la buena semilla seca y desfallece. Chrtien siembra, y lo que siembra es una novela que empieza, y en tan buena tierra lo hace, que no puede quedar sin provecho, ya que lo hace para el ms digno y leal del Imperio de Roma: Felipe de Flandes, que vale ms de lo que vali Alejandro, de quien se dice que fue tan noble y honrado. Pero yo he de demostrar que el conde est muy por encima, ya que est limpio y exento de todos los vicios y males que guardaba en s aquel rey. Nuestro conde es de tal condicin que no escucha burlas groseras o necedades, ni soporta las maledicencias se refieran a quien se refieran. Ama la recta justicia, la lealtad y la santa iglesia, y odia toda vileza. Es ms generoso de lo que se sabe, ya que da sin hipocresa y sin engao, segn el Evangelio: No sepa tu izquierda el bien que haga tu derecha. Que lo sepa el beneficiado y Dios, que ve todos los secretos y conoce lo ms ntimo del corazn y las entraas. Por qu el Evangelio dice: Oculta las ddivas a tu mano izquierda? La izquierda, segn la tradicin, significa la vanagloria, hija de hipcrita falsedad. Y en cuanto a la diestra, qu significa? Caridad, que no alardea de sus buenas obras, sino que se esconde de manera que slo lo sepa Aquel cuyo nombre es Dios y Caridad. Dios es Caridad, y quien vive en caridad segn el espritu (lo dijo San Pablo y as lo le yo), permanece en Dios, y Dios en l. Sabed, pues, en verdad que los dones que el buen conde reparte son de caridad. Con nadie los consulta salvo con su recto y bondadoso corazn, que le incita a hacer el bien. Acaso no vale ms que Alejandro, que jams se ocup de caridad ni de bondad alguna? S, no lo dudis jams. Por tanto, no caer en saco roto el esfuerzo de Chrtien, que se afana en rimar por orden del conde la mejor historia que se haya narrado en corte real: es el CUENTO DEL GRIAL1, cuyo libro le dio el conde. Od cmo se las arregla.

El hijo de la Dama Viuda 2 (vs. 69-635) Era el tiempo en que florecen los rboles y se tornan verdes la hierba, los bosques y los prados; cantan suavemente los pjaros en sus latines por la maana y todo ser se inflama de alegra, cuando el hijo de la Dama Viuda se levant en la Yerma Floresta Solitaria. Sin pereza ensill su corcel y tomando tres venablos sali de la mansin de su madre. Pens ir a ver a los labradores que ella tena, que por entonces le sembraban la avena con doce bueyes y seis rastras. Nada ms entrar en la floresta su corazn se regocij en las entraas, por el dulce tiempo y por el canto que oa de los pjaros alegres; todo esto le daba placer. Por la dulzura del tiempo le quit el freno al corcel, y lo dej ir paciendo por la fresca hierba verdeante.Esta traduccin se basa en la edicin de William Roach, publicada por L. Minard, Pars, 1959, en su segunda impresin, que sigue el texto del ms. fr. 12.576 de la Biblioteque Nationale, uno de los quince manuscritos que se han conservado del Perceval. He conservado la alteracin propiamente medieval de los tiempos verbales, que agiliza una narracin escrita para ser narrada. (N. del T.) 2 Los ttulos episdicos no pertenecen al original, que no tiene ni maysculas ni divisiones entre prrafos o captulos. Para estos ltimos he seguido el criterio adoptado por W. Roach. A continuacin de cada ttulo doy la medida que abarca en los versos del original. (N. del T.) 111

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 12

Saba lanzar con destreza los venablos que llevaba, e iba arrojndolos a su alrededor, uno hacia atrs, otro al frente, uno por arriba, otro por abajo, hasta que oy venir por el bosque a cinco caballeros pertrechados con todas sus armas. Grande era el ruido que venan haciendo las Armas de los que llegaban, ya que a cada paso chocaban con las ramas de los robles y las hayas. Entrechocbanse lanzas y escudos, rechinaban las lorigas; resonaba la madera y el hierro de escudos y lorigas resonaba. El doncel oye, pero no ve a los que se encaminan hacia l. Mucho se maravilla, y se dice: Por mi alma, verdad deca mi madre y seora cuando me dijo que los diablos son la cosa ms horrenda del mundo! Para instruirme me dijo que para protegerme de estos diablos deba santiguarme, pero desdear esta enseanza, porque en verdad no he de santiguarme, sino que herir lo antes posible al ms fuerte de ellos con uno de estos venablos que traigo, y as pienso yo que ninguno de los otros se acercar ya a m. Esto se deca a s mismo el doncel antes de verlos, pero en cuanto el bosque los descubri y los vio a campo abierto, y vio las lorigas relumbrantes, y los yelmos claros y lucientes, el blanco y el bermejo reluciendo frente al sol, y el oro y el azur y la plata, se le hizo tan hermoso y agradable, que dijo: -Ah, seor Dios, perdn! Son ngeles estos que aqu veo. Verdaderamente he pecado mucho y he hecho muy mal diciendo que eran diablos. Mi madre no menta cuando me contaba que los ngeles son las cosas ms bellas que existen, despus de Dios, que es ms bello que todos. Pero este que bien estoy viendo debe ser Nuestro Seor, porque es tan hermoso que los otros, Dios me guarde, no valen ni la dcima parte. Mi madre me deca que sobre todo a Dios hay que adorar, suplicar y honrar, y yo le adorar a El primero y a todos los ngeles despus. Al instante se tira al suelo y recita todo su credo y las oraciones que su madre le haba enseado. El principal de los caballeros lo ve y dice: -Quedaos atrs! De pavor ha cado a tierra un doncel que nos ha visto. Si vamos todos juntos hacia l me parece que morir de espanto y no podr contestar a nada de lo que le pregunte. Aqullos se detienen y l va hacia el joven galopando. Le saluda y le tranquiliza, dicindole: -Muchacho, no tengis miedo. -No lo tengo, por el Salvador en quien creo -dice el doncel-. No sois vos Dios? -No, a fe ma. -Quin sois, pues? -Caballero soy. -Jams conoc a caballero -dice el muchacho-ni vi ninguno ni jams o hablar de ello, pero vos sois ms bello que Dios. Ojal fuera yo igual, tan luciente y tan bien hecho! Ahora se ha colocado a su lado, y el caballero le interroga: -Has visto hoy por esta landa cinco caballeros y tres doncellas? El doncel otras cosas quiere saber y preguntar; tiende la mano hacia la lanza, la coge y dice: -Gentil y querido seor, vos que os nombris caballero, qu es esto que llevis? -Bien apaado me veo! -dice el caballero-. Yo pretenda, mi hermoso y dulce amigo, saber nuevas por ti, y t quieres orlas de m. Te lo dir: esto es mi lanza. -Queris decir que se lanza como hago yo con mis venablos? -Ni hablar, garzn, qu tonto eres! Ms bien hiere sin soltarla. -Pues entonces ms vale uno de estos venablos que aqu veis, porque cuantos pjaros y bestias quiero mato de lejos y a placer, como con una flecha.Muchacho, de eso no se me da nada. Dame cuenta de los caballeros. Dime si sabes dnde estn. Viste a las doncellas? El doncel le coge la punta del escudo y le dice con aplomo: -Qu es esto y para qu os sirve? -Muchacho, esto es una burla. Me hablas de otras cosas, y no de lo que te pido. Pensaba, Dios mediante, que t me dieras nuevas antes de obtenerlas de m, y t quieres que12

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 13

te las d. Te lo dir de todos modos, ya que de buena gana me acomodo a ti: escudo se llama lo que llevo. -Escudo se llama? -Pues claro -dice l-, y no debo tenerlo en poco, porque es tan leal, que si alguno lanza o tira sobre m, se interpone a todos los golpes. Este es el servicio que me hace. Mientras tanto, los que se haban rezagado vinieron a galope tendido hacia su seor, preguntndole as como llegaron: -Seor, qu os dice este gals? -Ignora las buenas costumbres -dice el seor-, as Dios me guarde, porque no responde rectamente a nada de lo que le pregunto, sino que quiere saber el nombre y la utilidad de todo lo que ve. -Seor, sabed de una vez por todas que los galeses son tontos por naturaleza, ms brutos que el ganado que pace; y ste es tambin como una bestia. Necio es el que se entretiene a su vera, como el que bromea con chanzas y pierde el tiempo en disparates. -No s -responde-, pero as vea a Dios, que antes de seguir el camino le contestar a todo lo que quiera. No me ir de ningn otro modo. -Y vuelve a preguntarle: -Muchacho, no te enojes, pero dime algo de los cinco caballeros, y tambin de las doncellas, si las viste o encontraste hoy. Y el muchacho le tena cogido por la loriga y se la estiraba. -Ahora decidme, buen seor, qu es lo que llevis puesto? -Muchacho, es que no lo sabes? -Yo, no. -Muchacho, es mi loriga, tan pesada como el hierro. Como que es de hierro, ya lo ves t bien. -De eso nada s -dice l pero es muy bonita, as Dios me valga. Qu haceis con ella y para qu os sirve? Muchacho, eso es fcil de explicar. Si quisieras lanzarme un venablo o dispararme una saeta, no podras hacerme ningn dao. -Seor caballero, de tales lorigas guarde Dios a las corzas y a los ciervos, porque no podra matar ninguno y nunca ms correra en pos de ellos. Y el caballero replic: -Muchacho, Dios te valga, puedes darme nuevas de los caballeros y las doncellas? Y l, que tena poco seso, le dijo: -Nacisteis as vestido? -No, muchacho, es imposible que ningn hombre nazca as. -Entonces quin os visti de tal guisa? -Muchacho, yo te dir quin. -Decidlo, pues. -De buena gana: no han pasado an cinco aos desde que me diera todo este arns el rey Arts, que me arm caballero. Pero ahora decidme de una vez qu ha sido de los caballeros que por aqu pasaron llevando a las tres doncellas. Y l dijo: -Seor, mirad hacia el bosque ms alto que veis, el que rodea aquella montaa. All estn los desfiladeros de Valbone. -Y qu hay de eso, buen hermano? -All estn los labradores de mi madre, que siembran y aran sus tierras. Y si esas gentes pasaron por all y ellos los vieron, os lo dirn. Le dicen que si los gua irn con l hasta donde rastrillan la avena. El doncel coge su corcel y se dirige adonde los labradores rastrillan las tierras aradas en donde se sembr la avena. En cuanto vieron a su seor, todos temblaron de miedo. Sabis por qu? Por los caballeros que le acompaan, armados, pues saban muy bien que si ellos le haban declarado su oficio y condicin, el querra ser caballero, y la madre perdera el juicio. Crean haber13

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 14

evitado que viera a caballero alguno ni supiera nada de caballera. Y el doncel dijo a los boyeros: -Habis visto pasar por aqu a cinco caballeros y tres doncellas? -No han dejado en todo el da de pasar por estas caadas -respondieron los boyeros. Y el doncel dijo al caballero que tanto le haba hablado: -Seor, por aqu han pasado los caballeros y las doncellas, pero ahora dadme ms nuevas del rey que arma caballeros y del lugar donde suele estar. -Muchacho -contest-, decirte quiero que el rey mora en Carduel. No hace an cinco das que l estaba all, porque yo le vi. Y si all no le hallas, alguien habr que te diga dnde se encuentra, por muy lejos que sea3. El caballero se aleja al galope porque le urge alcanzar a los que busca, y el muchacho no se demora en retornar a la mansin donde su madre tena el corazn doliente y sombro por su tardanza. Al verle llegar siente una gran alegra, y sin poder ocultar su emocin, como madre que mucho le ama corre hacia l llamndole buen hijo, buen hijo ms de cien veces. -Buen hijo, mucho ha sufrido mi corazn por vuestra tardanza. El dolor me ha afligido tanto que por poco no muero. Dnde estuvisteis hoy tanto tiempo? -Dnde, seora? Os lo dir, en nada he de mentiros, ya que he recibido gran contento por algo que he visto. Madre, no solais decir vos que los ngeles y Dios Nuestro Seor son tan hermosos que jams Natura cre tan hermosas criaturas, ni hay nada en el mundo tan bello? -Buen hijo, lo sigo diciendo. Te lo digo en verdad y lo repito. -Callad, madre! Acaso no he visto yo hace un momento los ms hermosos seres que existan, que van por la Yerma Floresta? Son ms hermosos, a mi juicio, que Dios y todos sus ngeles. La madre le toma en brazos y dice: -Buen hijo, Dios te guarde, porque tengo gran temor por ti. T has visto, me parece, a los ngeles de quienes las gentes se quejan, porque matan cuanto alcanzan. -No es eso, madre, de verdad que no lo es! Dicen que se llaman caballeros. La madre se desvanece al or esta palabra, y al volver en s dice como mujer muy disgustada: -Ay, infeliz de m! Dulce buen hijo, crea teneros tan bien apartado de caballera, que jams oyeseis hablar de ella ni vieseis caballero alguno. Caballero hubierais sido, buen hijo, si a Nuestro Seor le hubiera placido que vuestro padre y vuestros otros amigos velaran por vos. No hubo en todas las islas del mar caballero de tan alto precio, tan temido y terrible, buen hijo, como lo fue vuestro padre. Buen hijo, bien podis enorgulleceros, porque en nada desmentas su linaje ni el mo, pues soy nacida de caballeros, y de los mejores de estas tierras. En mis tiempos no haba linaje mejor que el mo sobre las islas del mar, pero los ms nobles han En la traduccin de Martin de Riquer, colecc. Austral, encontramos entre parntesis el siguiente pasaje, que pertenece slo a dos manuscritos (A y L), y que ofrecemos a continuacin por considerarlo de indudable inters: (Pero ahora te ruego que me digas con qu nombre debo llamarte. -Seor -dijo l-, ya os dir: yo me llamo buen hijo. -Buen hijo? Me figuro que tienes adems ctro nombre. -Seor, a fe ma, me llamo buen hermano. -Te creo bien; pero si me quieres decir la verdad, quisiera saber tu nombre verdadero. -Seor -dijo l-, os lo puedo decir bien, porque mi verdadero nombre es buen seor. -Vlgame Dios!, es un buen nombre. Tienes ms? -No, seor, jams tuve otro alguno. -Vlgame Dios! He odo las cosas ms sorprendentes que jams o y que nunca pienso or.) (N. del T.)143

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 15

cado: bien se ha visto en numerosas ocasiones cmo las desgracias se cebaban en los hombres honrados que se mantienen con gran honor y valenta. Maldad, pereza y vergenza no decaen, porque no pueden, pero los buenos deben decaer. Vuestro padre, por si no lo sabis, result herido entre las piernas quedando su cuerpo invlido. Sus grandes tierras, su gran tesoro que como noble posea, todo fue a la perdicin y cay en la miseria. Despus de la muerte de Uterpandragon, el padre del buen rey Arts, los hombres gentiles fueron arruinados e injustamente desheredados. Arrasadas las tierras y humillados los pobres, huy todo el que pudo. Vuestro padre posea esta mansin en la Yerma Floresta. No pudo huir, pero se hizo trasladar aqu con gran rapidez en una litera, de modo que ningn extrao supiera dnde se hallaba. Y vos, que erais chiquito, tenais dos buenos hermanos. Erais pequeo, un nio de pecho: tenais poco ms de dos aos. Cuando vuestros dos hermanos fueron grandes, con el permiso y el consejo de vuestro padre se dirigieron a sendas cortes reales para obtener armas y caballos. El primognito fue al rey Escavalon, y lo sirvi tanto que fue armado caballero. Y el otro, nacido ms tarde, fue al rey Ban de Gomorret. En un mismo da fueron los dos muchachos armados caballeros, y el mismo da se dispusieron a volver a su casa. Queran darnos una alegra a m y a su padre, quien ya no volvi a verlos, pues fueron derrotados en batalla. Los dos murieron por las armas, lo que me caus un gran dolor y una gran pena. Del mayor llegaron noticias espantosas: los cuervos y las cornejas le reventaron los ojos. As muerto fue hallado por la gente. Por dolor del hijo muri el padre, y desde su muerte yo arrastro una vida muy amarga y sufrida. Vos erais todo el consuelo y todo el bien que me quedaba, pues ya no estaba ninguno de los mos. Dios slo quiso dejarme a vos para mi alegra y contento. El muchacho entiende muy poco de lo que su madre le cuenta. -Dadme de comer -contesta-, no s que me decs. De muy buena gana ira al rey que arma caballeros, y he de ir, pese a quien pese. La madre le retiene y le cuida tanto como l se deja; le prepara y compone una gruesa camisa de camo, y unas bragas hechas a la manera de Gales, donde segn creo hacen bragas y calzas de una sola pieza, y una cota con capucha, forrada de cuero de ciervo por fuera. As lo guarnece su madre. No logr retenerle ms de tres das, porque no alcanza a ms el poder de su encomio. Entonces sinti un extrao dolor la madre, y llorando lo abraz y lo bes, y le dijo: -Siento ahora un dolor muy fuerte, buen hijo, vindoos partir. Iris a la corte del rey, le diris que os d armas. No habr ningn problema, bien s yo que os las dar. Pero cuando llegue el momento de llevar armas, entonces qu pasar? Lo que no hicisteis nunca y a nadie se lo visteis hacer, cmo vais a saberlo? Malamente, en verdad, creo yo. Careceris de destreza en todo, que no es de extraar que se ignore lo que no se ha aprendido, antes bien lo raro es no aprender lo que se ve y oye a menudo. Buen hijo, quiero daros un consejo que tenis que entender muy bien, y que si os place retener, puede que os depare grandes bienes. Caballero seris dentro de poco, hijo, si Dios quiere, y as lo creo yo. Si encontris de cerca o de lejos dama que necesite ayuda o doncella desconsolada, que vuestra ayuda les sea brindada si ellas os lo piden, porque todo honor radica en esto. Quien no honra a las damas es quetiene muerto su propio honor. Servid a damas y doncellas, y por ello seris honrado en todas partes. Pero si deseis a alguna, guardaos de enojarla con nada que le moleste. De una doncella, ya es mucho obtener un beso; si ella consiente en que la besis, el resto os lo prohibo yo, si por m queris renunciar. Pero si ella tiene un anillo en el dedo o limosnera en el cinturn, y si os lo da por amor o por ruegos, bien me parecer que os llevis el anillo. Os doy permiso para que aceptis el anillo y la limosnera. Buen hijo, quiero decirte algo ms, y es que ni en camino ni en posada tratis mucho tiempo a un compaero sin conocer su nombre; sabed, en suma, que por el nombre se conoce al hombre. Buen hijo, hablad con los hombres nobles y hacedles compaa, el hombre noble no desaconseja nunca a los que le rodean. Pero sobre todo quiero rogaros que vayis a rezar a Nuestro Seor en las iglesias y monasterios, para que os depare honor en este siglo y os permita actuar de tal manera que lleguis a buen trmino.15

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 16

-Madre -dice l-, qu es una iglesia? -Hijo, all donde se hace el servicio de Dios, Aquel que hizo el cielo y la tierra y puso en ella a los hombres y las mujeres. -Y monasterios? -Hijo, esto mismo: una casa hermosa y santsima donde hay reliquias y tesoros, y donde se sacrifica el cuerpo de Jesucristo, el santo profeta a quien escarnecieron los judos. Fue traicionado y juzgado sin justicia, y sufri angustia y muerte por los hombres y por las mujeres, ya que las almas iban al infierno al abandonar los cuerpos, y El las libr de all. Fue amarrado a una estaca, golpeado y luego crucificado, y llev una corona de espinas. Para or misas y maitines y para adorar a este Seor os recomiendo ir al monasterio No se entretiene ms; se despide y la madre llora. Ya tena la silla puesta. Iba ataviado a la guisa de Gales: calzado con abarcas, y por doquiera que fuese sola llevar sus tres venablos. Sus venablos quiso llevar, pero su madre le hizo dejar dos, para que no pareciera demasiado gals, y si hubiera podido le habra hecho dejar los tres. En la mano derecha llevaba una vara para fustigar a su caballo. La madre que tanto le quera le besa llorando, y ruega a Dios que le proteja. -Buen hijo -dice ella-, Dios os gue! Y que os d ms alegra de la que a m me queda, doquiera que vayis. Cuando el muchacho se hallaba a tiro de una pequea piedra, volvi la vista atrs y vio a su madre postrada al pie del puente. Yaca desmayada, como si estuviera muerta. Con la vara golpea a su corcel en la grupa, que avanza sin dar un mal paso y le lleva al galope por el gran bosque umbro. Y cabalg desde la maana hasta que el da vino a morir. En la floresta pas aquella noche, hasta que amaneci el claro da. El anillo de la doncella (vs. 636-833) A la alborada, con el canto de los pajarillos, el joven se levanta y monta, y tanto camin que lleg hasta una hermosa pradera donde vio una tienda plantada a la vera del arroyo de una fuentecilla. Era la tienda admirablemente hermosa: una parte era bermeja, y la otra estaba bordada de orifrs. Arriba tena un guila dorada. Daba el sol muy claro y rojizo en el guila, y del resplandor de la tienda brillaban todos los prados. Alrededor de la tienda, que era la ms bonita del mundo, haba hojas y ramajes, y unas chozas galesas recin levantadas. El doncel se dirigi hacia la tienda, y una vez all habl de este modo: -Dios, ahora veo vuestra casa, y cometera un desafuero si no fuera a adoraros. Verdad deca mi madre sin duda alguna cuando me dijo que los monasterios son la cosa ms bonita que haya, y aadi que no me encontrara con uno sin ir a adorar al Creador en quien creo. Ir a rogarle con fe que me d algo para comer, porque lo voy a necesitar mucho. Se acerca entonces a la tienda, y la encuentra abierta. Ve que en el centro hay una cama cubierta con una colcha de seda, y sobre la cama, sola, duerme una doncellita. Su acompaamiento estaba en el bosque; habanse ido las doncellas a coger florecillas recientes para esparcir por la tienda como solan. Cuando el muchacho entr en la tienda, el caballo relinch tan fuerte que la doncella lo oy, despertando sobresaltada. Y el muchacho, que era un alma de cntaro, dijo: --Doncella, yo os saludo, tal como me ense mi madre. Mi madre me ense y me dijo que saludase a las doncellas en cualquier lugar donde las encontrara. La doncella tiembla de terror, porque le parece que el joven est loco, y se considera a s misma una loca tambin porque la ha encontrado sola. -Muchacho -dice-, sigue tu va. Huye, no vaya a verte mi amigo! -Antes os besar, por mi cabeza -dice el muchacho-, pese a quien pese, porque mi madre as me instruy.16

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 17

-En verdad que no te besar jams, mientras pueda -dice la doncella-. Huye! -Que mi amigo no te encuentre, pues si te encuentra te matar. El joven tena brazos robustos, y la abraz toscamente, ya que no saba hacerlo de otro modo. La puso debajo de l toda extendida, y ella se defendi con todas sus fuerzas y se revolvi todo lo que pudo, pero no logr impedir que el muchacho la besara, quisiera ella o no, siete veces seguidas, hasta que, segn dice el cuento, vio en su dedo un anillo con una esmeralda muy clara. -Tambin me dijo mi madre que tomara el anillo de vuestro dedo, y que no os hiciera nada ms. As que dame el anillo! Lo quiero. -En verdad que el anillo no lo tendrs nunca -dice la doncella-, sbelo bien, a menos que me lo arranques por la fuerza. El muchacho la agarra por el puo, le fuerza a estirar el dedo, le quita el anillo, s lo pone en su dedo y dice: -Doncella, que os vaya bien. Ahora me ir satisfecho, y mejor beso dais vos que ninguna camarera que haya en toda la casa de mi madre, porque no tenis la boca amarga. Y ella llora diciendo: -Muchacho, no te lleves mi anillito, me haras muy desgraciada y perderas la vida, tarde o temprano, te lo aseguro. A l no le llega al corazn nada de lo que oye, pero como haba ayunado, estaba muerto de hambre. Encuentra una tinaja llena de vino, y junto a ella una copa de plata, y sobre un haz de juncos ve una servilleta blanca y nueva. La levanta y encuentra debajo tres buenos pasteles de cabrito tierno. No le repugna el manjar. Para calmar el hambre que le angustia, parte uno de los pasteles y se lo come con gran apetito, y vierte en la copa de plata el vino, que no estaba nada malo, se lo bebe con largos y frecuentes tragos y dice: -Doncella, no voy a poder yo solo con todos los pasteles. Venid a comer, que estn muy buenos. A cada uno le bastar con el suyo, y an sobrar uno entero. Mientras tanto, ella llora, y por mucho que l ruega e insiste, ella no responde una sola palabra, sino que llora an ms y se retuerce las manos violentamente. El comi tanto como quiso, bebi hasta hartarse y al instante se despidi, tras cubrir lo que sobraba, encomendando a Dios a la que no haba apreciado su saludo: Dios os guarde, bella amiga -dice-. Pero por Dios no os duela que me lleve vuestro anillo, porque antes de que yo muera de muerte, os lo recompensar. Me voy con vuestro permiso. Ella llora y dice que nunca le encomendar a Dios, porque por su culpa tendr que sufrir gran vergenza y pesar, ms de lo que jams sufri ninguna desdichada, y que ya nunca tendr socorro ni ayuda mientras le dure la vida: que sepa bien que la ha traicionado. As qued ella llorando, y al poco tiempo su amigo volvi del bosque. Vio las huellas del joven, que segua su ruta, y se enfureci. Al encontrar llorando a su amiga, le dijo: -Seora, me parece, por las huellas que veo, que ha estado aqu un caballero. -No, seor, os lo aseguro. Quien vino fue un muchacho gals, antiptico, vil y tonto, que bebi cuanto quiso de vuestro vino y comi de vuestros tres pasteles. -Y por eso, hermana, lloris? Que se lo hubiera comido y bebido todo, eso hubiera querido yo. -An hay ms, seor -dijo ella-, mi anillo entra en el pleito, porque me lo ha quitado y se lo lleva. Preferira estar muerta antes de que se lo hubiera llevado. He aqu que l se desconforta y la angustia se le introduce en el corazn. -A fe ma -dice- aqu hay ofensa. Y puesto que se ha llevado el anillo, hecho est. Pero sospecho que haya hecho algo ms. Si es as, no me lo ocultis. -Seor -dijo ella-, me bes. -Bes? -En verdad, bien os lo digo, pero fue muy a mi pesar. -Antes bien consentisteis, y os gust. No encontr ninguna oposicin -dice aquel a17

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 18

quien le atormentan los celos-. Creis que no os conozco? S, ciertamente os conozco, y muy bien. No soy tan tuerto ni tan bizco que no vea vuestra falsa. En mal camino habis entrado, en negra desgracia. No comer ya avena vuestro caballo ni ser sangrado hasta que yo tome venganza. Y cuando pierda las herraduras no ser vuelto a herrar, y si muere, me seguiris a pie. Nunca os sern cambiadas las ropas que vests, y me seguiris a pie y desnuda hasta que le haya cortado la cabeza. No ser otra mi justicia. Y luego se sent y comi. El rey Arts y el caballero Bermejo (vs. 834-1304) Y el muchacho cabalg hasta que vio venir a un carbonero con un asno delante. -Buen hombre que llevas un asno delante -dijo-, mustrame cul es el camino ms recto hacia Carduel. Dicen que el rey Arts, a quien yo quiero ver, arma caballeros. -Muchacho, siguiendo por aquel lado se encuentra un castillo asentado sobre el mar. Al rey Arts, amable y dulce amigo, alegre y triste has de hallar en ese castillo si all vas. -Ahora satisfaz mi deseo, dime por qu tiene el rey alegra y duelo. -Te lo dir ahora mismo. El rey Arts con toda su hueste ha combatido al rey Rin. El rey de las islas ha sido vencido, y por eso est alegre el rey Arts. Pero sus compaeros se han marchado a sus castillos, donde viven ms regaladamente, y no sabe cmo les va: ste es el motivo de su tristeza. El joven no da ninguna importancia a las noticias del carbonero, y se encamina por donde le ha indicado hasta que ve un castillo junto al mar, muy bien asentado, fuerte y hermoso. Y por la puerta ve salir a un caballero armado que lleva una copa de oro en la mano. Con la izquierda sostena su lanza, el escudo y el freno, y con la diestra la copa, de oro. Muy bien le sentaban las armas, que eran todas bermejas. El muchacho vio las hermosas armas, todas nuevas, le gustaron y dijo: -A fe ma, he de pedrselas al rey. Si me las da me vendran muy bien, y malhaya quien busque otras. Ya corre hacia el castillo, pues le urge llegar a la corte, hasta que lleg cerca del caballero, quien le detuvo un momento y le pregunt: -Dime, muchacho, adnde vas? -Quiero ir a la corte a pedir al rey estas armas -contesta l. -Hars bien, muchacho. Ve en seguida, y vuelve. Y le dirs al mal rey que si no quiere mantener su tierra como vasallo mo, que me la entregue o que enve a alguien que me la dispute, pues yo afirmo que es ma. Te creer por estas seas: hace un momento le quit esta copa de oro que aqu tengo con todo el vino que estaba bebiendo. Que se procure otro para llevar el mensaje, porque ste no se ha enterado de nada. Ha ido sin detenerse hasta la corte, adonde el rey y los caballeros estaban sentados para comer. En la sala pavimentada, tan larga como ancha, que estaba a ras del suelo, entr el muchacho a caballo. El rey Arts estaba sentado, pensativo, a la cabecera de la mesa, y todos los caballeros rean y bromeaban unos con otros, menos l, que permaneca mudo y pensativo. El muchacho se ha adelantado, y no sabe a quin saludar, pues no conoce al rey. Se acerca a l Ivonet, con un cuchillo en la mano. -Vasallo -dice-, t que has venido hasta aqu y llevas ese cuchillo en la mano, dime cul es el rey. E Ivonet, que era muy corts, le dice: -Amigo, vedle ah. De inmediato se fue hacia l, y le salud como saba. El rey se qued pensando y no dijo nada, y l le interpel de nuevo. El rey piensa mucho, pero no suelta palabra. A fe ma -dice entonces el muchacho-, este rey no ha hecho a nadie caballero. Cmo podra hacerlo, cuando no se le puede sacar una palabra?18

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 19

Se dispone, pues, a marcharse, y hace dar la vuelta a su corcel. Pero lo haba trado tan cerca del rey, como hombre de poco seso, que delante de l, y esto no es fbula, le tir de la cabeza un sombrero de fieltro, sobre la mesa. El rey vuelve la cabeza que tena abatida hacia el muchacho, y abandonando todas sus cavilaciones, le dice: Buen hermano, sed bienvenido. Os ruego que no tengis a mal el que no contestase a vuestro saludo. De clera no he podido responderos, porque el peor enemigo que tengo, el que ms me odia y ms dao me hace, ha venido a disputarme mi tierra, y es tan loco que dice que la poseer toda entera, lo quiera yo o no. Se llama el Caballero Bermejo del Bosque de Quinqueroi. Y la reina haba venido y estaba aqu presente para ver y consolar a los caballeros heridos. No me hubiera irritado mucho el caballero con cuanto dijo, si no hubiera cogido mi copa y tan neciamente levantado que verti sobre la reina todo el vino que contena. Fue una ofensa tan fea y villana que la reina se ha retirado a su cmara inflamada de ira y rencor, donde se muere. Y, Dios me asista, yo no creo que salga viva del trance. Al muchacho no le importa nada lo que el rey le cuenta y dice de su dolor y de su vergenza, y lo mismo le da su esposa. -Hacedme caballero, seor rey, porque quiero irme -dice. Claros y rientes estaban los ojos en el rostro del muchacho salvaje. Nadie que le vea pensar que es sensato, pero todos los que le vean le consideraban hermoso y gentil. -Amigo -dice el rey-, desmontad y entregad vuestro corcel a algn paje que lo guardar y har vuestra voluntad. Caballero seris dentro de poco, para honor mo y provecho vuestro. As ha contestado el muchacho: -No desmontaron del caballo los que yo encontr en la landa, y vos queris que yo descienda. Por mi cabeza que no he de hacerlo. Pero hacedlo presto, y as podr irme. -Ah! Buen amigo querido -dice el rey-. Lo har muy gustoso, en provecho vuestro y honrndome con ello. -Por la fe que le debo al Creador -dice el muchacho-, buen seor rey, no ser caballero en todos los das de mi vida si no soy caballero bermejo. Dadme las armas de aquel que lleva vuestra copa de oro, a quien encontr junto a la puerta. El senescal, que estaba herido, se enoj con lo que acababa de or, y dijo: -Amigo, estis en vuestro derecho. Id ahora mismo a quitrselas, pues son vuestras. No obrasteis como necio viniendo aqu a por tal cosa. Al orlo, el rey se irrit, y dijo a Keu: -Hacis muy mal burlndoos de este joven: esto es una falta grave en un hombre noble. Porque si el muchacho es simpln, y si es un gentilhombre, puede ser que le venga de la educacin, o de que haya tenido un mal maestro. Todava puede ser un buen vasallo. Es una ruindad burlarse de otro y prometer sin dar. Un hombre principal no debe entremeterse a prometer lo que no puede o no quiere dar, no vaya a ganarse la enemistad de quien sin promesa ninguna es ya su amigo. Y desde el momento en que promete algo, aspira a cumplir su promesa. De esto podis colegir que es mejor no prometer nada que hacer esperar en vano. A s mismo burla y engaa quien hace promesa y no la cumple, perdiendo el corazn de su amigo. Esto dijo el rey a Keu; y el muchacho, que ya se marchaba, ve a una doncella hermosa y gentil, y la saluda, y ella a l y le sonre, y as riendo le dijo: -Muchacho, si vives largo tiempo, pienso y creo de todo corazn que no habr ni ser conocido en todo el mundo mejor caballero que t; y as lo pienso, siento y creo. Y la doncella, que no haba redo desde haca ms de seis aos, dijo esto en voz tan alta que todos lo oyeron. Estas palabras enojaron mucho a Keu, que dio un salto y le propin una bofetada tan brutal en el tierno rostro que la tir al suelo. Despus de pegar a la doncella, al volver a su sitio, hall junto a una chimenea a un bufn que sola decir de aquella doncella que no reira hasta que viera a aquel que haba de obtener todo el seoro de caballera, y con rencor y con ira le dio una patada hacindole caer en el fuego ardiente. Mientras que el19

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 20

uno grita y la otra llora, el muchacho no se detiene, y sin pedir licencia retorna adonde estaba el Caballero Bermejo. Yvonet, que conoca todos los atajos y traa de muy buen grado noticias a la corte, se echa a correr por un vergel contiguo a la sala, completamente solo, y gracias a una poterna acort tanto que lleg todo derecho al camino donde el caballero aguardaba caballena y aventura. El muchacho, con mucho mpetu, se acercaba a l para arrebatarle las armas. Mientras esperaba, el caballero haba dejado la copa de oro junto a s, sobre una losa de piedra gris. Cuando el muchacho se hubo acercado lo suficiente para ser odo, grit: -Dejad ah las armas; ya no las llevaris ms. Os lo ordena el rey Arts. Y el caballero le pregunta: -Joven, osa alguien venir a combatir para mantener el derecho del rey? Si es as, no me lo ocultes. -Cmo, diablo! Os burlis de m, seor caballero? Quitaos las armas, os lo ordeno. -Muchacho -dice ste-, yo te pregunto si viene alguno de parte del rey que quiera medirse conmigo. -Seor caballero, despojaos de vuestras armas, no vaya a ser yo quien os las quite, porque no tolero jams. Y sabed que os agredir si me obligis a hablar otra vez. Entonces el caballero se enfureci y levantando la lanza con las dos manos le asest tal golpe sobre los hombros con la parte de madera que el muchacho bascul hasta el cuello del caballo. Pero al sentir la herida que le produjo el golpe, el muchacho se encoleriz, y apuntando lo mejor que pudo al ojo de su enemigo, lanz el venablo, que sin l darse cuenta ni verlo ni orlo, entrando por el ojo le atraves el cerebro hasta el punto de que por la nuca saltaron la sangre y los sesos. Por el dolor le falla el corazn, se inclina y cae todo extendido. Se apea el muchacho, pone la lanza a un lado y le quita el escudo del cuello, pero no sabe arreglrselas con el yelmo, pues ignora cmo sacarlo de la cabeza. Quisiera tambin desceirle la espada, pero no acierta ni a sacarla de la vaina, y por eso la coge y la menea y tira de ella. Yvonet, al verle en apuros, se echa a rer. -Pero qu es esto, amigo? -dice-. Qu estis haciendo? -No s lo que hago. Crea que vuestro rey me haba dado estas armas. Pero antes habr descuartizado al muerto para asar las chuletas que logrado ninguna de las armas que lleva, porque estn tan pegadas al cuerpo que lo de dentro y lo de fuera son una misma cosa, si, como me parece, estn tan unidas. -No os preocupis de nada, yo las separar muy bien, si os place -dice Yvonet. -Hacedlo pronto -dice el muchacho- y dmelas al instante. Yvonet se pone manos a la obra, y lo desviste de pies a cabeza. No ha dejado loriga ni calza ni yelmo ni ninguna otra armadura. Pero el muchacho no quiere despojarse de su vestido, por mucho que Yvonet se lo diga, ni ponerse una cota muy cmoda, de tela de seda afelpada, que llevaba el caballero debajo de la loriga cuando an viva. Tampoco consigue que se quite las abarcas que llevaba puestas. El muchacho replica: -Diablo! Qu broma es sta? Cambiara yo mis buenos paos, que mi madre cosi anteayer, por los de este caballero? Mi gruesa camisa de camo, por la seda blanca y frgil? Querrais que yo dejara mi pelliza que no cala agua, por esa que no aguantara una gota? Maldito sea el pescuezo de quien, antes o despus, cambie sus buenas ropas por otras malas. Ardua tarea es ensear a un necio; no quiere tomar nada salvo las armas, por mucho que se le ruegue. Yvonet le ata las armas y sobre las abarcas le calza las espuelas; luego le ha puesto la loriga, que era superior a cualquier otra, y le coloca en la cabeza el yelmo, que le sienta a la perfeccin, y le ensea a llevar la espada bien holgada y con la cadena colgando. Por ltimo le pone el pie en el estribo y le hace montar sobre el caballo. Pero nunca haba visto estribos ni saba nada de espuelas, aparte de la vara o la fusta. Yvonet le trae el escudo y la lanza, y se los da. Antes de que se marche, el muchacho le dice: Amigo, llevaos mi corcel, que es muy bueno, y os lo doy porque ya no me hace falta.20

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 21

Llevad tambin la copa al rey, saludadle de mi parte, y decidle a la doncella que Keu peg en la mejilla, que, si puedo, antes de que yo muera he de castigarle hasta que se tenga por vengada. Yvonet responde que devolver la copa al rey y que llevar su mensaje como hombre prudente. Y con esto se despiden y se va cada uno por su lado. Yvonet entra por la puerta donde estn reunidos los barones, y entrega la copa al rey, diciendo: -Seor, mostraos alegre ahora, porque el caballero que estuvo aqu os enva vuestra copa. -De qu caballero me hablas? -Del que hace un rato sali de aqu. -Te refieres al muchacho gals que me pidi las armas teidas de sinople del caballero que me ha hecho tantos agravios como ha podido? -Seor, de l hablaba, por cierto. -Y cmo obtuvo mi copa? Tanto le quiere y aprecia que se la ha dado de buen grado? -Al contrario, tan caro quiso venderla, que el muchacho le mat. -Y cmo sucedi esto, buen amigo? -Seor, no lo s. Slo que yo vi cmo el caballero le hera con la lanza provocndole gran ira, y el muchacho respondi lanzndole un venablo a la visera que le hizo salir la sangre y los sesos por detrs, de modo que vino a dar con tierra. Entonces el rey dijo al senescal: -Ah, Keu, qu mal os habis comportado hoy! Por culpa de vuestra lengua ofensiva, que ha pronunciado tantos disparates, me habis hecho perder a ese muchacho que tan gran servicio me hizo hoy. -Seor -dice Yvonet al rey-, por mi cabeza; me mand tambin decir a la doncella de la reina a quien Keu peg por aversin y despecho contra l, que la vengar si encuentra la ocasin. El bufn, que se hallaba junto al fuego, al or esto, dio un salto y con regocijo se acerc al rey sin parar de dar brincos. Dijo: -Seor rey, Dios me salve, se acercan nuestras aventuras. Muchas habis de ver amargas y crueles. Sabed bien, sin duda alguna, que Keu puede estar ya muy seguro de que en mala hora vio sus pies y sus manos, y su lengua necia y vil; pues antes de que pasen quince das el caballero habr vengado la patada que me dio, y ser muy bien devuelta, comprada y cara pagada la bofetada que dio a la doncella, porque le romper el brazo derecho entre el codo y la axila. Medio ao lo llevar colgado del cuello, y merecidamente; y esto es tan cierto como la muerte. Estas palabras descompusieron de tal modo a Keu que por poco no revienta de rencor y de clera, porque no iba a castigarle hasta la muerte all delante de todos, ya que esto hubiera molestado al rey, que habl .as: -Ay, ay, Keu, cunto me habis enojado hoy! Si alguien hubiera adiestrado y enseado al muchacho en las armas, al menos para poder valerse un poco con el escudo y la lanza, sin duda alguna sera un buen caballero. Pero l no sabe ni poco ni mucho de armas ni de ningn otro asunto, y seguro que si se ve precisado no atinar ni a desenvainar la espada. Ahora va as armado sobre su caballo, y encontrar a algn vasallo que por apoderarse de su montura no dudar en tullirlo. Pronto lo habr matado o lisiado, ya que no sabr defenderse. Es tan bruto y simple que no tardar en caer derrotado. As se lamenta el rey, deplorando al muchacho. con rostro sombro. Pero como no puede arreglar nada, deja a un lado las palabras. Gornemans de Gorhaut, su maestro (vs. 1305-1698) El muchacho va cabalgando por el bosque sin parar, hasta que llega a una tierra llana21

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 22

por donde discurre un ro ms ancho que el tiro de una ballesta, en cuyo recto cauce se acumula toda el agua. Se acerc al gran ro que resuena atravesando una espaciosa pradera, pero cuando vio las aguas tumultuosas y negras, ms profundas que las del Loira, no quiso meterse en ellas. Fue siguiendo la ribera. Al otro lado del ro se alzaba una gran roca, cuyos flancos bata el agua, y sobre una pendiente de esta roca que descenda hasta el mar se levantaba un castillo muy rico y fuerte. Al llegar a la desembocadura del ro, el muchacho se volvi hacia la izquierda, y vio nacer las torres del castillo, pues le pareci que nacan surgiendo de la roca. En el centro del castillo haba una torre grande y robusta. Y frente al mar que le bata los pies se opona una barbacana muy resistente, orientada hacia la baha. En cada una de las cuatro paredes del muro de macizos sillares haba una torreta baja, y las cuatro eran fuertes y hermosas. El castillo estaba muy bien situado y bien dispuesto por dentro. Frente a la redonda barbacana haba sobre el agua un puente de piedras, arena y cal. Era un puente hermoso y fuerte, rodeado de almenas. En su centro se ergua una torre, y delante un puente levadizo que estaba hecho y pensado para cumplir su cometido: ser puente por el da y puerta por la noche. El muchacho se dirigi hacia el puente, por donde paseaba su ocio un noble vestido de prpura. He aqu que llega el que vena hacia el puente. El prohombre llevaba en la mano un bastoncillo, smbolo de autoridad, y detrs de l venan dos pajes descubiertos. El muchacho no olvida lo que su madre le ense, porque le saluda y dice: -Seor, as me instruy mi madre. -Dios te bendiga, buen hermano -dice el noble, que en el habla le ha conocido su simpleza-. Buen hermano, de dnde vienes? -De dnde? De la corte del rey Arts. -Qu hacas all? -Caballero me hizo el rey, que Dios le d buena ventura. -Caballero! Dios me guarde, no pensaba yo que en estos tiempos se ocupara de tales cosas, crea que tena otras preocupaciones que la de hacer caballeros. Pero dime ahora, amable hermano, esas armas, quin te las dio? -El rey me las otorg -contesta. -Otorg? Cmo? Y l le cuenta lo que haba pasado, tal como lo habis odo en el cuento. Si yo lo contara otra vez, sera molesto y aburrido, y ningn cuento gana nada con eso. Le pregunta el caballero qu sabe hacer con el caballo. -Voy corriendo con l para arriba y para abajo como haca con el corcel que yo tena, que traje de casa de mi madre. -Y con vuestras armas, amigo, decidme, qu sabis hacer? -S ponrmelas y quitrmelas, como el paje que me arm y que ante m desarm al caballero que mat. Y las llevo con tanta ligereza que no me incomodan nada. -A fe ma, eso est muy bien, me gusta mucho -dice el prohombre-. Decidme, si no os molesta, qu necesidad os trae por aqu? -Seor, mi madre me ense a que me dirigiera a los prohombres all donde los viera, y que creyera lo que dicen, porque aquel que les cree buen provecho alcanza. Y el noble responde: -Buen hermano, bendita sea vuestra madre, que tan bien os aconsej; pero queris decirme algo ms? -S. -Y qu es? -Slo esto: que me alberguis esta noche. -De muy buena gana -dice el prohombre-, pero tenis que otorgarme un don del que recibiris muy grandes beneficios. -Cul? -Que seguiris los consejos de vuestra madre y los mos.22

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 23

-A fe ma, lo otorgo. -Desmontad, pues. Y desmonta. Uno de los dos pajes que all estaban se encarga de su caballo, y el otro le desarm, y qued en su tosco atuendo, con las abarcas y la cota de ciervo mal hecha y mal tallada que su madre le haba dado. El prohombre se hace calzar las espuelas de cortante acero que haban trado los pajes, monta en su caballo, se cuelga el escudo al cuello y tomando la lanza dice: -Amigo, aprended ahora el uso de las armas, y fijaos bien en cmo se debe llevar la lanza y cmo aguijar y retener el caballo. Luego despliega la ensea y le muestra cmo se debe coger el escudo. Lo echa un poco hacia delante, hasta unirlo al cuello del caballo, coloca la lanza en el borrn y pica al caballo, que vala cien marcos y que corra ms alegre, veloz y poderoso que ninguno. El prohombre saba mucho de escudos, caballos y lanzas, pues lo haba aprendido desde su niez, y agrad mucho al joven, que ya deseaba hacer pronto lo que l ejecutaba. Cuando hubo hecho su muestra con precisin y elegancia ante el joven, que haba prestado mucha atencin, se volvi hacia l con la lanza levantada, y le pregunt: -Amigo, sabrais vos manejar as la lanza y el escudo y aguijar y conducir el caballo? Y l responde sin dudar que no querra vivir un solo da ms ni poseer bien alguno hasta que lo sepa hacer igual. -El que quiera esforzarse y entender, buen amigo amable, puede aprender lo que ignora -dice el prohombre-. A todos los oficios les conviene corazn y esfuerzo y costumbre; estas tres cosas determinan el aprendizaje, y puesto que vos no lo hicisteis, y a nadie visteis hacerlo, si no lo sabis, no por ello merecis vergenza y menosprecio. Lo hizo montar entonces, y l llev desde el primer momento el escudo y la lanza con tanta destreza como si hubiera pasado todos los das de su vida en guerras y torneos, y recorrido toda la tierra buscando batallas y aventuras. Era que le vena de naturaleza, y cuando la naturaleza lo propicia y el corazn se da por completo a ello, no hay obstculo posible al esfuerzo de la naturaleza y el corazn. En todo se desenvolva tan bien que el seor del castillo estaba muy complacido, y se deca para s que de haber pasado toda su vida aplicado y ocupado con las armas, no lo habra hecho mejor. Cuando el muchacho hubo dado sus vueltas volvi hacia l con la lanza en alto, tal como le haba visto hacer, y dijo: -Seor, lo he hecho bien? Creis que debo esforzarme ms, si quiero conseguirlo? Nunca vieron mis ojos nada que tanto anhelase. Cunto quisiera saber lo que vos! -Amigo, si ponis corazn, lo sabris, y nada tendr que inquietaros. El prohombre mont tres veces y en tres veces le ense cuanto pudo sobre las armas, y otras tantas lo hizo montar. La ltima le dijo: -Amigo, si os encontrarais con un caballero y os atacara, qu harais? -Lo atacara a mi vez. -Y si quebrara vuestra lanza? -Despus de eso no podra hacer sino correrle a puetazos. -Amigo, no hagis eso. -Entonces qu he de hacer? -Debes requerirle que esgrima la espada. En esto, el prohombre, que tanto deseaba instruirle en las armas y ensearle a defenderse con la espada si se lo demandan, y a atacar si llega el caso, hinc la lanza bien recta en la tierra ante l, y echando mano a la espada le dijo: -Amigo, de esta suerte os defenderis si os asaltan. -Sobre eso, Dios me guarde, no hay quien sepa tanto como yo -dice l-, porque bastante aprend con las almohadas y los talegos en casa de mi madre, hasta el punto de que alguna vez acab aburrido.23

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 24

-Pues vayamos a casa- dice el seor-, que ya no s ms, y pese a quien pese, San Julin esta noche nos dar albergue. Entonces se van andando juntos, y el muchacho dice a su husped: -Seor, mi madre me ense que no hiciera compaa a ningn hombre por mucho tiempo sin saber su nombre. Y si este consejo es prudente, querra saber vuestro nombre. -Buen y amable amigo, me llamo Gornemans de Gorhaut. Y as, caminando el uno al lado del otro, llegan al castillo. Al subir las escalinatas se les acerc un agradable paje que llevaba un manto corto con el que se apresur a cubrir al muchacho, para que despus del calor no le sentara mal el fro. El prohombre posea ricas y amplias estancias, y buenos sirvientes; estaba preparado el yantar, rico, agradable y bien condimentado. Los caballeros se lavaron y luego se sentaron a la mesa. El prohombre le coloc a su lado y le hizo comer en su misma escudilla. No hace falta decir cuntos platos ni qu cosas fueron servidas, sino que comieron y bebieron lo suficiente, y ya no hablo ms de la comida. Cuando se levantaron de la mesa, el husped, que era muy corts, rog al muchacho que haba estado sentado junto a l que permaneciera all un mes. Si l quisiera, durante un ao entero lo retendra con mucho gusto, y mientras tanto le enseara, si le placa, todas aquellas cosas que le seran tiles en un aprieto. Y el muchacho contest, acto seguido: -Seor, no s si estoy cerca o lejos de la mansin, donde mora mi madre, pero pido a Dios que me conduzca hasta ella a tiempo de volver a verla, ya que la vi caer desmayada al pie del puente, ante la puerta, e ignoro si est viva o muerta. S muy bien que se desmay del dolor de verme partir, y por eso no puedo ausentarme mucho hasta que sepa lo que ha sido de ella. Me ir maana al amanecer, sin ms tardanza. El prohombre ve que de nada sirven los ruegos. No dice nada, y sin ms pltica se van a dormir. El prohombre se despert temprano y fue a ver al muchacho, a quien encontr yaciendo en la cama, y le hizo llevar como regalo camisa y bragas de cendal, calzas teidas de brasil y cota de tela de seda ndiga, tejida y hecha en India. Se lo envi para que lo vistiera y le dijo: -Amigo, si me creis, os pondris estas ropas. Y el muchacho responde: -Buen seor, por mucho que digis, acaso no valen ms las ropas que me hizo mi madre que stas? Y queris que me las ponga. -Muchacho, por la fe que debo a mi cabeza, y por la fe que debo a mis ojos, stas valen mucho ms. El muchacho replic: -Al contrario, valen menos. -Vos me dijisteis, buen amigo, cuando yo os traje aqu, que obedecerais a todos mis mandatos. -Y as lo har -dijo el muchacho- y no me opondr a vos en nada. Sin ms dilacin se pone a vestirse las ropas y deja las de su madre. El prohombre se ha inclinado y le calza la espuela derecha. Era costumbre que el que haca caballero deba calzarle la espuela. Haba otros muchos muchachos, y todos los que pueden acercarse quieren colaborar en armarlo. El prohombre cogi la espada, se la ci y le bes, y dijo que acababa de darle, con la espada, lo que Dios haba dispuesto y ordenado: la orden de caballera, que no admite vileza. Y aadi: -Buen hermano, si ocurre que os encontris en el trance de tener que luchar con un caballero, acordaos de esto que quiero ahora deciros y rogaros: si vos vencis, de manera que l ya no pueda defenderse de vos ni conteneros, y se vea en la necesidad de pediros merced, pensad en concedrsela y a pesar de todo no le matis. No seis demasiado hablador: no se puede hablar mucho sin decir con frecuencia tales cosas que se consideran necedades, pues dice el sabio y repite que quien habla demasiado se daa a s mismo. Por esto, buen amigo, os insisto en que no debis hablar mucho. Os ruego tambin que si encontris hombre o mujer, sea hurfano o dama, completamente desaconsejados, les aconsejis, y haris bien, si tenis autoridad para ello y sabis hacerlo bien. Otra cosa quiero ensearos, que no tenis que24

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 25

desdear en nada, pues no es cosa que merezca menosprecio, y es que acudis de buen grado a los monasterios para adorar al que todo lo ha creado y rogarle que tenga compasin de vuestra alma y en este siglo terrenal os guarde como cristiano suyo. El muchacho le dijo: -Que todos los apstoles de Roma os bendigan, buen seor, pues otro tanto o decir a mi madre. -Pero no digis, buen hermano, que vuestra madre os haya enseado nada, sino decid que he sido yo. Sabed que no se os tiene a mal si hasta ahora lo venais diciendo, pero desde hoy, hacedme el favor, os ruego que os corrijis en esto, porque si lo segus diciendo os tacharn de necio. Luego os pido que os abstengis de ello. Qu dir entonces, dulce y buen seor? Podris decir que el vavasor que calz vuestra espuela as os ense y recomend. Y l le da la palabra de que puede estar seguro de que mientras viva, no hablar sino de l, pues le parece muy bien que sea su instructor. Entonces el prohombre le bendijo con la mano alzada y dijo: -Puesto que deseas irte, vete con Dios, y que l te gue, ya que no te cumple permanecer aqu. La doncella sitiada (vs. 1699-2974) El novel caballero se separa de su husped; le apremia mucho llegar a ver a su madre y encontrarla sana y viva. Se va por las florestas solitarias, que prefiere a las llanuras, como buen conocedor del bosque, y a fuerza de cabalgar llega hasta un castillo fuerte y bien plantado, fuera de cuyos muros no haba nada ms que mar, agua y tierra yerma. Se encamina apresurado hacia el castillo y llega frente a la puerta, para acceder a la cual tiene que cruzar un puente tan endeble que a duras penas cree que pueda sostenerle. Sube al puentecillo, y lo atraviesa sin que le sobrevenga obstculo, vergenza ni dao alguno. Al llegar junto a la puerta,' la halla cerrada con llave. La golpea, no muy suavemente, y llama gritando no muy bajo. Golpe tanto que al cabo apareci en las ventanas de la sala una doncella delgada y plida, que dijo: -Quin llama? El mir hacia la doncella, la vio y dijo: -Buena amiga, soy un caballero que os ruega me invitis a pasar dentro y me deis posada por esta noche. -Seor -dice ella-, os ser concedido, pero me lo agradeceris poco, a pesar de que os daremos tan buen albergue como podamos. La doncella se retira, y l, que permaneca junto a la puerta, temiendo que le hicieran esperar demasiado, se pone a llamar de nuevo. Rpidamente llegaron cuatro servidores con hachas en las manos, y con una buena espada ceida cada uno de ellos, que abrieron la puerta y le dijeron: -Entrad. Si los servidores vivieran en prosperidad, seran muy gentiles, pero haban pasado tanta miseria que su estado, entre ayunos y vigilias, era cosa digna de asombro; y si el muchacho haba encontrado fuera una tierra desnuda y desierta, dentro encontr poca cosa, ya que por dondequiera que pasara tan slo hallaba calles destrozadas y vea casas en ruinas, abandonadas de hombres y mujeres. Haba en la villa dos monasterios, uno de monjas atemorizadas, otro de monjes indefensos, que en sus tiempos fueron abadas. No los encontr bellamente adornados ni con pinturas, sino que vio cados y agrietados los muros y desmochadas las torres. Las casas permanecan abiertas tanto de da como de noche. En todo el castillo no hay horno que cueza ni molino que muela; all no haba vino ni pasteles ni cosa25

Librodot

Librodot

Historia de Perceval o El cuento del Grial

Chretin de Troyes 26

ninguna a la venta que se pudiera comprar con dinero. En tal miseria encontr al castillo, donde no haba pan, ni pasta, ni vino, sidra ni cerveza. Los cuatro servidores le conducen a un palacio techado con pizarras, le apean y le desarman. En seguida baja un paje por una de las escaleras de la sala, con un manto gris que echa al cuello del caballero. Otro lleva su caballo al establo, donde haba muy poco trigo, heno y avena, ya que no quedaba ms en toda la casa. Los otros le hacen subir ante ellos por unas escalinatas hasta la sala, que era muy hermosa. Dos hombres principales y una doncella acuden a su encuentro. Los dos hombres estaban canosos, aunque no tuvieran el cabello totalmente blanco, y disfrutaran de toda la sangre y la fuerza de su juventud si no sobrellevaran duelo y pesadumbre. En cuanto a la doncella, compareci adornada con ms gracia y elegancia que gaviln o papagayo. Su manto y su brial eran de prpura oscura, tachonada en oro, y la piel, que era de armio, no estaba rada. Cubra el cuello del manto una negra y plateada cibellina que no resultaba ni demasiado larga ni demasiado corta. Si alguna vez me complac en describir la belleza que Dios puso en el cuerpo o en el rostro de una mujer, ahora me complazco en hacerlo de nuevo, sin mentir en una sola palabra. Iba descubierta, y sus cabellos le hubieran parecido oro puro a quien los viera, tan lustrosos y dorados eran. La frente era alta, blanca y lisa como modelada a mano, y por la mano de un hombre acostumbrado a tallar piedras preciosas, marfil o madera. Cejas bien formadas, amplio entrecejo, y los ojos brillantes y rientes, claros y rasgados. Mejor se avena en su rostro el bermejo con el blanco que el sinople sobre la plata. En verdad, para robar el corazn de las gentes hizo Dios tal maravilla, pues ni antes haba hecho ninguna parecida ni volvi a hacerla despus. Cuando el caballero la vio, fue a saludarla, y ella y los dos prohombres a l. La damita le tom amablemente la mano y dijo: -Buen seor, en verdad vuestro albergu no ser esta noche como conviene a un hombre principal. Si os dijera ahora cul es nuestra situacin y nuestro estado podra ser que pensaseis que yo lo deca con malicia, con la intencin de ahuyentaros de aqu. Pero si os parece bien, quedaos, aceptad el albergue tal cual es, y que Dios os depare otro mejor maana. Y lo lleva de la mano hasta una cmara retirada, muy hermosa, larga y amplia. Sobre una colcha de seda que estaba extendida en una cama se sentaron los dos, el uno al lado del otro. Vinieron tambin caballeros que se sentaron, silenciosos, en grupos de cuatro, cinco o seis, y vieron al que estaba sentado junto a su seora sin decir palabra. Se guardaba de hablar porque recordaba las amonestaciones que le haba dado, el prohombre, y mientras tanto todos los caballeros celebraban consejo en voz baja: -Dios! -deca alguno-. Mucho me maravilla que este caballero sea mudo. Sera una gran desgracia, pues jams naci de mujer un caballero tan apuesto. Le cuadra muy bien estar junto a nuestra seora, y a ella estar junto a l. Si no fueran los dos mudos... Tan hermoso es l y ella es tan hermosa que nunca hubo caballero y doncella que se avinieran tan bien: parecen hechos el uno para el otro por Dios, y para que estuvieran juntos. Y todos los que all estaban hablaban entre ellos de este tenor. La doncella aguardaba a que l arrancara con lo que fuera, hasta que comprendi claramente que l no dira nada mientras ella no empezara. Entonces dijo con toda amabilidad: Seor, de dnde vens hoy? Doncella -respondi l-, dorm en casa de un noble, en una fortaleza donde recib muy buen hospedaje. Tiene el castillo cinco fuertes y magnficas torres, una grande y cuatro pequeas. Podra describiros todo el edificio, pero no conozco su nombre, aunque s puedo deciros que el noble se llama Gornemans de Gorhaut. -Ah, buen amigo! -dijo la doncella-, vuestras palabras son muy agradables y habis hablado muy cortsmente. Que el Dios soberano os premie por haberle llamado noble, porque nunca dijisteis nada ms cierto. Bien puedo afirmar que lo es, por San Riquier. Saber que soy sobrina suya, pero que no le veo desde hace muc