historia de las ideas estéticas en españa-1

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  • ---------------- -- ---- -

    MARCELINO MENNDEZ PELAYO

    OBRAS COMPLETAS

    TOMOI

    HISTORIA DE LAS IDEAS ESTTICAS EN ESPAA

    VOLUMEN!

  • EDICIN DEL CENTENARIO REAL SOCIEDAD MENNDEZ PELA YO

    Director

    RAMN EMILIO Mandado

    Edicin de este tomo

    Editor GERARDO Bolado

    Colaboradores FLIX Cano y ]ArME Vilarroig

    Estudios Preliminares GERARDO Bolado, RICARDO Pi ero Moral, MERCEDES Rodrguez

    Pequeo, PAULA Olmos, RosA Conde Lpez, PEDRO Cerezo Galn, M NGELES Quesada Novs, DMASO Lpez Garca, YVAN Lissorgues, ]EAN FRAN

  • Menndez Pelayo, MarceliD

    Histora de las ideas estticas en::EspaiM_~~lmo:1{eilrJdet: Pela y~? ;-'dit~?t,_-Ger"ardo_. Bldo_;- c~labora:dor-es,_Flix Cano y.Jaim~- Vil~o,ig _; hist?ria ~e Ia_:4icin,_Virgit;Ii_~__cllii~t_:-:$ant~der _:_ EditOfial de Ia Universidad de Cantbria : Real Sociedad Mennd~~}'e1~y~-D;L,J_~12-:_ ___ ._,_-_-_ _- ___ :,_--:-_----_:-_.------._-':_< __ - __ ._. . ___ - ____ . __ ,------~ 3 v. f 24_~; _- (Obfa~,:coniplcti~ l_1vfarc_ei~o_k[en~nd~zlelayo_; ti)(E

  • O on ocasin del primer centenario del fallecimiento de D. Marcelino Menndez Pelayo se inicia una reedicin de su obra completa, cuyo propsito fundamental, adems de conmemorar la efemride, es ofrecer dicha obra al pblico con exactitud documental y anlisis ponderados, exentos de sectarismo o conocimiento insuficiente. Todo ello es necesario para releer y valorar adecuadamente a un autor cuya imagen ha padecido como pocas los excesos propios en la expresin de filias y fobias, as como los ajenos en los panegricos y descalificaciones de que ha sido objeto. La Real Sociedad Menndez Pelayo (RSMP), heredera en su da de los derechos de autor de la obra de D. Marcelino, acomete la empresa de reeditarla con los propsitos expresados, consciente de que para ella constituye una obligacin inexcusable, aunque se trate de un trabajo arduo y paciente en el que deber invertir algunos aos y bastantes recursos. Un elenco de especialistas y estudiosos, socios de la propia Sociedad unos pero otros no, viene colaborando en ello desde hace algn tiempo.

    Como toda obra humana la de Menndez Pelayo tiene condicionantes de orden perso-nal y colectivo que explican sus luces y sus sombras, pero en todo caso no estamos ante una obra mediocre o efmera ni ante un personaje sin substrato intelectual, pues sus lecturas y su produccin fueron ingentes y muchos son los que han acudido y todava acuden a sus escri-tos, incluso a veces sin explicitarlo, para documentarse sobre una fuente histrica o literaria o emitir un juicio esttico. Sigue sorprendiendo todava que en cincuenta y cinco aos de vida, Menndez Pelayo pudiera haber ledo tanto (su biblioteca pasa de 42.000 volmenes que co-noce y anota personalmente) disponiendo a la vez del tiempo necesario para atender a sus obligaciones acadmicas y parlamentarias, para sus mltiples viajes dentro y fuera de Espaa y para escribir sobre materias tan variadas como Literatura, Historia, Filosofa, Bibliologa, Musi-cologa incluso ... En sus escritos ( 66 tomos alcanz la edicin mas completa, hasta el momento. de sus obras) encontrarnos estudios, monografas, traducciones de clsicos y modernos, artcu-los, reseas, conferencias, discursos, poemas ... y una extenssima correspondencia. Sin duda la figura intelectual de Menndez Pela yo se acerca al arquetipo del humanista del Renacimiento que l mismo tanto apreciaba.

    El propsito ms general que se puede reconocer en tan extensa produccin es el co-nocimiento y la reivindicacin de la cultura espaola en su conjunto por su pertenencia y sus aportaciones a tres acervos culturales de alcance universal: al europeo, en especial al de proce-dencia grecolatina, al del Catolicismo y al de Hispanoamrica. Sin embargo la constatacin de que ese objetivo general se mantiene a lo largo de todos sus escritos, no debe impedir que se reconozcan en stos diferentes modos de alcanzarlo y por tanto varios momentos o fases y una

  • X Obras completas de Menndez Pelayo

    evolucin ideolgica innegable: la que supone que el joven Menndez Pelayo comience reivin-dicando la cultura hispnica frente a la modernidad y el Menndez Pelayo de madurez acabe hacindolo ante la Modernidad.

    El acceso de Menndez Pelayo a puestos de gran relevancia en las principales institu-ciones universitarias y acadmicas espaolas, en especial a la Direccin de la Real Academia de la Historia y a la de la Biblioteca Nacional, se debi al gran prestigio que le reconocieron muchos de sus contemporneos, incluso bastantes de sus adversarios ideolgicos y polticos, en el conocimiento de la Historia, la Filosofa, la Crtica Literaria, la Literatura comparada y la Bibliologa. Y es que la figura de Menndez Pelayo, se inscribe en la amplia y variada nmina de personalidades sobresalientes de la segunda mitad del siglo XIX espaol, cuya aportacin intelectual resulta imprescindible para comprender la gnesis del esplendor cultural de Espaa durante el primer tercio del siglo xx. Por lo dems, tngase en cuenta que la vida de Menndez Pelayo concluye en 1912 y slo hasta ese ao se producen aciertos y errores en su obra. Ni su elevacin a santorales ideolgicos o polticos, ni lo que a mediados del siglo pasado se deno-min Menendezpelayismo, fueron aspiraciones de Menndez Pelayo ni hechos atribuibles a l.

    Las ediciones de obras de Menndez Pela yo habidas hasta hoy, en su variedad y diferente amplitud, han sido abundantes y por lo general plausibles. Cada una de ellas, en su particu-lar propsito, concepcin y estructura, as como en los valores que deja traslucir, expresa no slo una lectura concreta de lo escrito por Menndez Pelayo, sino tambin una determinada concepcin de la cultura e incluso de la conciencia nacional espaolas. En el actual momento de Espaa, tan diferente a los anteriores y sin embargo tan inexplicable sin ellos, la reedicin, lectura y examen de Menndez Pelayo, ofrecen una buena oportunidad para comprender y asu-mir, crticamente pero sin complejos impropios, el devenir, la dialctica incluso, de esa cultura y conciencia nacional. .. colectiva al menos, de los espaoles.

    Por lo que se refiere a ediciones de conjunto, conviene recordar que ya entre 1883 y 1908 se fueron incluyendo las Obras de D. M. Menndez y Pe/ayo, a medida que stas salan a la luz, en la Coleccin de Escritores Castellanos que durante esos aos imprimi la Imprenta de A. P-rez Dubrull primero y Sucesores de Ribadeneyra despus. Sin embargo la primera publicacin de sus Obras Completas, revisada por el propio Menndez Pelayo, fue la que promovi Adolfo Bonilla San Martn y edit la Librera general de Victoriano Surez, aunque Menndez Pela yo slo pudiera revisar, unos meses antes de su fallecimiento, los tres primeros tomos, corres-pondientes a la Historia de los heterodoxos espaoles, aparecidos en 1912. La coleccin conti-nu, hasta alcanzar 21 volmenes, bajo los ms que meritorios cuidados de Adolfo Bonilla San Martn primero y Miguel Artigas despus, pero no se complet. A la interrupcin del proyecto en 1933 no fue ajena la utilizacin de Menndez Pelayo en los enfrentamientos ideolgico-polticos del momento. Sin duda de haberse podido concluir esta coleccin, en especial si toda ella hubiera contado con la supervisin del propio Menndez Pelayo, habramos dispuesto hoy de la versin ms autorizada de su obra.

    En 1940 se comienza a publicar la Edicin Nacional de las Obras Completas de Menndez Pe layo, cuya serie de 65 volmenes {excluyendo la biografa escrita por Enrique Snchez Reyes, incluida en la coleccin) se concluir bajo los auspicios del Consejo Superior de Investigaciones Cientficas en 1959 {aunque an hubo de aadirse un tomo ms en 1974). El proyecto original

    Presentacin XI

    es de 1938 y nace en plena Guerra Civil por iniciativa del prestigioso intelectual monrquico Pedro Saiz Rodrguez, a ]a sazn Ministro de Educaoon en el Gobier~o sublevado, de cuyo

    poltico se distanci sin embargo en 1939. Sin duda es la edlClon mas completa de la regimen . . . 1 fi" .. d 1 t t obra de Menndez Pelayo y sus mritos tanto en la difuswn como e~ a Jac;on e . ex o s~n d d bl pero tambin es la que presenta una mayor connotacion IdeologiCa e mtencwn m u a es, b d difund"d ltica Posteriormente se ha editado el epistolario y la obra se ha gra a o Y I o en ~~ arte~ electrnicos. En cuanto a la presente edicin, que aqu comienza promovida por la R[MP, podernos decir que, an sirvindose de aportaciones de todas las anten~res, su concep-cin y propsito se inspiran ms en el proyecto inacabado de Bonilla San Martin Y Ar!lgas que en el de 1940. ,

    Las distintas ediciones, parciales o completas de la obra de Menendez Pelayo no presen-t 1 mismo ordenamiento interno, incluso se sabe que algn editor obr en ello sm tener d'::'m:siado en cuenta al propio autor, quien, por su parte, tampoco facilitaba la tarea, pues

    d.t y revis sus obras con numerosas modificaciones, aadidos, notas de notas, etc. Por reeio ., di tanto, importa menos publicar su obra completa segn la suces.wn crono ogica e as pnrneras ediciones, que hacerlo atendiendo a su mayor VIgenoa o mteres actual. En todo caso en la co 1 .. e ahora se inicia cada obra incluir una histona de las ediciOnes que ha temdo, una eccwn qu ' , . , clarificacin de sus variantes y aadidos, incluidas notas y notas de notas, un mdice onomas-tico y un conjunto de estudios que la interpreten y valoren desde conoornientos postenores Y pticas intelectuales vigentes en la segunda dcada del siglo xxr. .

    Los escritos de Menndez Pelayo han merecido grandes elogws dentro y fuera de Espa-a (Menndez Pida!, Sainz Rodrguez, Lan Entralgo, Pedro Cerezo ... Rubn Dara, Enrique R d R dolph Schevill Benedetto Croce, Mircea Eliade, Urnberto Eco, Vargas Llosa ... ) pero o O, u , 1 G . tambin importantes crticas (Manuel de la Revilla, Gurnersindo de Azcrate, a eneracwn del98, Ortega y Gasset ... ).En el ltimo tercio del siglo xx abundaron las desc,alificaoones de Menndez Pelayo que denotaban una escasa lectura de sus escntos y se cernw sobre ellos un cierto olvido que, sin embargo, parece remitir en los ltimos aos; de hecho en la actualidad es uno de los autores en Lengua Espaola que tiene ms entradas en Internet. Sea como fuere ha!

    ue decir que ya en su tiempo, se cont con Menndez Pelayo o con qmenes se formaron con el q ]e admirab~n (Menndez Pida!, Bonilla San Martn, Marcial Solana, Miguel Artigas ... ) para ~oner en marcha empresas culturales y cientficas modernizadoras de Espaa, corno la Junta para ]a ampliacin de estudios o el Centro de Estudios Histricos. Por otro lado ya se ha dicho que muchos de quienes discrepaban ideolgica y polticamente de D._Marcelmo no depron de apreciar su obra (Leopoldo Alas Clarn, Urbano Gonzlez Serrano, Lms Araqmstam ... ) e me! u-so cultivaron una franca amistad con l {Benito Prez Galds, Emilio Castelar ... ) no faltando tampoco quienes habiendo minusvalorado en algn momento la obra de Menndez Pelayo, rectificaron posteriormente.

    La edicin de las Obras Completas que se abre con este volumen debe mucho al impulso de la Junta de Gobierno de la Real Sociedad Menndez Pelayo, en especial al coordmador de su pn-rnera entrega, el Profesor D. Gerardo Bolado Ocho a. Tampoco hubiera sido posible sm el conve-nio de colaboracin que esa misma Sociedad ha suscrito con la Universidad de Cantabna, cuya Editorial realiza un trabajo de gran eficacia y profesionalidad. De igual modo se debe agradecer

  • XII Obras completas de Menndez Pelayo

    en este comienzo de obra la colaboracin que mantienen con la Sociedad el Ayuntamiento de Santander, el Gobierno de Cantabria, el Ministerio de Educacin, Cultura y Deporte as como la Universidad Internacional Menndez Pelayo. No cabe duda de que si se logra mantener esta sinergia, se podr concluir con xito la empresa que ahora comienza.

    Santander, en el sitio de Arna a 1 de enero de 2012

    Ramn Emilio Mandado Gutirrez Presidente de la Real Sociedad Menndez Pe/ayo

    ESTUDIOS PRELIMINARES

  • XVII

    XLI

    LXVII

    XCI

    CIII

    cxxvu

    CXLV

    CLXI

    CLXXVII

    CXCVII

    CCXXIII

    CCXXXIX

    CCLXXI

    ESTUDIOS PRELIMINARES

    NDICE

    Captulo primero La Esttica filosfica en la Historia de las ideas estticas en Espaa Ricardo Piflero Moral Captulo segundo La Potica en la Historia de las ideas estticas en Espaa Mercedes Rodrguez Pequeo Captulo tercero La Retrica en la Historia de las ideas estticas en Espaa Gerardo Bolado, Paula Olmos Captulo cuarto La Teora musical en la Historia de las ideas estticas en Espaa Rosa Conde Lpez Captulo quinto La Esttica alemana del siglo XIX en la Historia de las ideas estticas en Espaa Pedro Cerezo Galn Captulo sexto La teora literaria alemana del siglo XIX en la Historia de las ideas estticas en Espaa lv[a ngeles Quesada Novs Captulo sptimo La Esttica inglesa del siglo XIX en la Historia de las ideas estticas en Espaa Dmaso Lpez Garca Captulo octavo La Esttica francesa del siglo XIX en la Historia de las ideas estticas en Espaa Yvan Lissorgues Captulo noveno El Romanticismo francs en la Historia de las ideas estticas en Espaa lean Franrois Botrel Captulo dcimo Historia de las ideas estticas en Espaa en los pases de habla hispana Dra. Florencia Calvo Historia de la edicin Vrgina M a Cuat Ciscar Evolucin del texto Virgina M a Cuat Cscat; Gerardo Bolado Nota sobre esta edicin Gerardo Bolada

  • CAPTULO PRIMERO

    LA ESTTICA FILOSFICA EN LA HISTORIA DE LAS IDEAS ESTTICAS EN ESPAA

    Ricardo Piero Moral

    L a Historia de las ideas estticas en Espaa puede ser considerada como un clsico de la Historia de la Esttica entendida sta desde una perspectiva global. Como es sabido por sus lectores, y reconocido por el propio autor en su advertencia preliminar, escrita en julio de 1883 para la primera edicin, es

  • XVIII Obras completas de Menndez Pelayo

    losofa Espaola decimonnica (Bueno Snchez, 1990), escribe a su amigo notificndole una serie de cuestiones que quiere abordar: por distraerme en algo voy a proponerle una serie de proyectos que, V. mejor que nadie, puede y debe realizar, a fin de que vaya recogiendo los datos tiles para cada uno que se le ofrezcan: 1' Escritores ilustres de la provincia de Santander( ... ). 2' Los autores antiguos con-siderados en las ediciones, traducciones, comentos( ... ). 3' Polgrafos espaoles. Seneca, S. Isidoro,Ave-rroes, Maymonides, Alfonso el Sabio, Lulio, Nebrija, Vives, Arias Montano, A. Agustn, Nieremberg, Caramuel, Feijo, Mayans, )avellanos, Andrs, Eximeno, Hervas, &. Coleccin de monografias por el mismo estilo que la de los escritores montaeses, si bien ms amplias como la de Renan sobre Averroes. 4' Heterodoxos espaoles clebres. Prisciliano, !lacio, Elipando y Flix, Hostigesis, Arnaldo de Vilanova, Pedro de Osma, los protestantes del siglo 16, Serve!, Molinos, Marchena, Santa Cruz, Blanco White, &. Coleccin de monografas del gnero de la que V. tiene en proyecto acerca de Marchena. 5' Los jesuitas espaoles en Italia a fines del siglo 18' y principios del19' (I, 9).

    Conocemos, de igual manera, que, unos aos antes, en 1868, el propio Laverde haba propuesto a Juan Valera y a Ramn de Campoamor que la Academia creara un premio para quien realizara la dificil tarea de escribir la Historia de la Esttica en Espaa. Pero de este asunto no le dir nada a Menndez Pelayo cuando tiempo despus, en 1875, le haga la proposicin de realizar este magno proyecto, que le refiere como una autntica novedad y necesidad, sin llegar a comentar nada sobre la gnesis del mismo: (Menndez Pelayo, 1982-1991, !: 276). A lo largo del tiempo, ambos fueron intercambiando noticias, reflexiones y alguna que otra sugerencia sobre la esttica espaola, que aparecen en lo que finalmente seran los diversos volmenes de la Historia de las ideas estticas que fue publicando Menndez Pelayo en la Coleccin de escritores castellanos entre 1883 y 1891.

    La relacin intelectual entre Laverde y Menndez Pelayo es, pues, definitiva para entender la g-nesis de esta obra. Su relacin se extendi a lo largo de ms de tres lustros, hasta que el propio Laverde mur en el ao de 1890. Gracias a su fecundo epistolario, cuyas cartas se han conservado en buen nmero (320 remitidas por Gumersindo Laverde a Marcelino y 264 dirigidas por ste a Laverde), tenemos noticia de una profunda amistad y colaboracin. Esta correspondencia fue publicada, en un primer momento, por Ignacio Aguilera y Santiago (1967) y posteriormente en el propio Epistolario de D. Marcelino (que contiene un total de 15.299 cartas, lo que nos da una idea precisa del ingente trabajo intelectual del polgrafo santanderino).

    Sin duda es difcil encasillar a Menndez Pelayo en escuelas y, por cierto, tampoco dej una para la posteridad. Su ideal era la libertad del arte y de la ciencia, entendida sta no como actitud permisiva y degradante, sino como expresin libre del yugo de las escuelas, de la poltica y la religin (Campomar Fornieles, 1983: 87). Estos ideales los comparte con Gumersindo Laverde y Valera: con el primero, por lo que respecta al planteamiento y desarrollo de la historia de la filosofa; con el segundo, en todos aquellos asuntos que tienen como punto de encuentro el arte y la literatura. En el momento histrico concreto en el que se disea la estructura de la Historia de las ideas estticas el panorama filosfico espaol est convulso por la vehemencia con que las diversas posturas polticas y religiosas existentes pretenden convertirse en adalides de la ms pura ortodoxia. Pero, ms all del terreno fi-losfico, son tambin extremadamente conflictivos los mbitos en los que se plantean las ideas sobre

    XIX Estudios preliminares

    . ratura, sin olvidar la propia historia. La esttica es, pues, una zona de conflicto emergente arte y )te "bil. d des de confusin entre lo poltico, lo religwso, lo temporal, lo espmtual ... que revela la'~~~~d ~e\odo este escenario, es de donde parte la decisin de Menndez Pelayo de Ante la comp J . fl . , oyndose en los quele parecen los fundamentos mas sohdos blindar su propm re exwn, ap . d intentar l"d d d tJempo a saber Vicente de la Fuente, Laverde y Valera. En los trabaJOS e dl .telectuaia esu ' f" d d e a ID d de la historia eclesistica a las artes, pasando por la filoso Ja, es on e nues-tores que van es 1 d . t estos au '1 t 'r intenta encontrar un criterio firme para construir su mode o e pensrumen o. tro intelectua ~a odJC~ Belleza ya no se contemplan como monolitos conceptuales invariables e into-Verdad~e :~ie~zan a gestarse perspectivas mltiples, contradictorias entre s, teoras audaces, cables, SIDO q , . . d el panorama filosfico espaol de finales del siglo XIX. )usta-

    fi. f y polem1cas que ID Un an _ 1 con c Ivas . , l d 1876 y sobre todo la Historia de las ideas estticas en Espana son e t La Clencw espano a e ' ' ~ . 1 fil fi men e, . . 1 u . t 'tca de los errores que estn presentes en lapa estra oso ca,

    ul d del anhsis y a en ca s1s ema . b res ta o . d . d tros antes de que D. Marcelino nos ofreciera estas dos o ras h b' an Sido ya enuncia os por o , , d y q~e a ~el ensamiento espaol. Por citar tan slo a modo de ejemplo, diremos que Menen ez capitales d p del Valera de los aos 60 la polmica de corte histrico-esttico con los tomistas y Pelayo ~e~ a d 1 Vicario General de Nevers (Garca jurado, 2004), el Abate Gaume (Gaume, 1851), los disClp os e d d tectada en buen nmero de pasajes 'tericos' a lo largo de la Htstona trovema que pue e ser e ) co~ a t'(cas Lo mismo cabra decir de los Ensayos de Laverde (Laverde, 1868 , que aunque ~:b~c~;:: :sfi::le,"de los 60, ya recogen material desde los aos 50 a propsito de los errores del

    1 t. smo y que tanta presencia tienen en nuestro autor. esco as 1c1 ,

    Hacia un itinerario histrico-crtico

    Este enfo ue crtico es el que realmente define el corpus de la obra, que est co~figurado de tal q emprende tanto las disquisiciones metafsicas de los filosofas espanoles acerca del

    manera que e , . d. d fi d d conceptO de la belleza y de SU idea; las especulaciones de los m!Sl!COS,, aten Jen O a SU esr~l 'Cl t desde un unto de vista gnoseolgico; las opiniones ms o menos cnticas sobre el art: . e oso os y otros au~ores de muy desemejante ndole; todo lo que contienen de propmmente estel!co, y ~o de mecnico y prctico, los tratados de cada una de las artes (msica, pintura, arqmtectura, poellc~ retrica )y finalmente las ideas que los artistas mismos han temdo acerca de su arte. De gu

    ' ' fil 'fi ue nos ofrece otra clave para modo si observamos atentamente el panorama oso co, veremos q . el tra;amiento de algunas corrientes estticas espaolas: sobre todo la de los krauSIStas ydla de los

    ( 1860) El propio escritor santandenno eJa tras-seguidores del jesuita P. jungmann )ungmann, . . . . 1 1

    . . ,

    1 1 1 bl (La'n Entralgo 1944) derivados de intentar conClhar la h1stona, a re IgJOn, a UC!t os pro emas ' , , . 1 b. d d la inde-poltica y la filosofa en un sistema armnico, compacto: es mas facil pretender a o jeti~ a y 1 pendencia que conseguir ambas de manera efectiva. Es en este sentido en el que de emos vda orar

    1 t t 1 nte eclctico como por su po eroso la importancia de un personaje excepciOna, tan o por su a a 1 espritu crtico (II, 383): Luis Vives (Corts Grau, 1956), autntico puntode encuentro ent;e 0

    d 1' d 1 fil f' a espaola y la CienCia contemperan ea. que podramos denominar el pasa o e as1co e a oso ' , . d 1' es filosficas (algunas mas mocentes En cualquier caso en este ambiente e po emKas Y opc10n . . . ,

    ' 1 d t Marcelino fue forJndose una visJon que otras) y bajo la estricta vigilanCia de a orto ox1a tom1s a,

    ; ' '1

  • XX Obras completas de Menndez P~layo

    ~~~t;r~~J. esttica propia" Elabor una filosofa eclctica e independiente (Campo mar Fornieles, * Todo este itinerario va constituyendo un bagaje fecundo, tanto desde u . .

    -pues el cuidado, la atencin y la recopilacin de fuentes primar d n punto :e VISta matenal desde un punto de vista metodolgico, poniendo de manifiesto, d::d:s el e un ngor a soluto-, como ! tona de las ideas estticas que el ttulo de la obra no h lt d comienzo mismo de la Hts- 2.' ti a resu a o ser un producto del arma parte de un proyecto intelectual en el que, sin prejuzgar los resultados finales s q:ar, smo que ::l:::: r;:~::~~:::~:~s:~~~a ue~p::~:.so de constelaciones de ideas (Muoz Jons:,s~:;:;1~~:

    . Si ~or algo se caracterizan los trabajos de Marcelino Menndez Pe! dedcacwn exhaustiva a los temas ue ab d 1 1 ayo no es so o por su esa dedicacin, ciertamente apasio~ada e~r n~na .o argo de toda su obra, sino sobre todo, porque

    d ' gun momento se dea empaar por int al que esvirte la serena y objetiva visin que desea t r H d eres guno lectual espaol es ante todo h ransm Ir. emos e reconocer que este inte-

    originales. atesar; en su pro~:n bi~l~~;~aq;:r~~:f~g~:~ :ae~~:~~:~;~!~~~eo d:i!~~:;;s ( cuyos1 que se arllculan catalogan y da fi t d 1 ' a Ico en e Este periplo de l~cturas refl . SI can o os os saberes de corte tanto literario como filosfico.

    cultural espaola. y exwnes parte de un obellvo claro y distinto: restablecer la tradicin

    Cuando nos deshacemos de algunos d . . . figura de Menndez Pela yo podemos fi e os preJUICIOS que acompaan, en algunas ocasiones, a la

    d 1 ' a rmar, con no poca sevendad que hasta que l d !~ ;s;a~a~j:::~i~~:~~:~;s~~~~p ernetce!ss Y tradiciones filobsficas releva~tes para la histori~~:ol:~s~~ti~~ a, m s1qmera am iciosa ni por 8 t b d lo que podramos calificar el ser es iritu 1 d 1 - ' ' upues o, Ien ocumentada de

    una teora de la sensibilidad y una !flexi~n seo~r:~:~~:j:~:~ ~::t~o autor, la Esttica es, ante todo, da por lo bello, revela alguno de los perfiles que constituyen la identid:~~: q~e, movi~a y conmovi-ser humano. Pero, para lograr tan alta tarea filosfica (Bonilla S . P opia, mas genuma del hemos de conocer de manera directa a y an Martm, 1912), en pnmer lugar, dos o ignorados a lo largo de la historiaquellos autores y obras que han permanecido ocultos, olvida-

    Los espaoles, hasta finales del siglo 'b recomponer, de revisar de manera exhausti:~:e~t;:t~r:~sh~~:~::n~:;:~ de la importancia de ~ru;:o, del ;alar de nuestra propia tradicin intelectual y artstica. Est~ se deb::s v~~n~e~CJ~ p~r

    a er pre endo pensar y sentir desde los marcos canee tuales d ' . '. ec o e tradiciones centroeuropeas o mediterrneas se n 1 l t' t y esde las modas estel!cas de otras ocasiones la ignorancia en otras el descu'do' g 1 as lis m a~ epocas y mcunstancias. En algunas

    ' e, me uso, ama a 1e Impidieron b d fir tarea de poner en valor la historia intelectual, filosfica y artstic; de Es aa. a or ar con meza la

    No cabe duda de que la tradi . . P ;i~~a ~:t~~:~;:~~~ ~:: :~~:;: :!~~~~;:;~~roe~ ;::~~0 P~~: ~~~~{~r:~~~:~t~~d~~:~.~~:~:~ y ordenada, se requiere una b~ena d:si;e~; ~~:e;~~ es~~r;:IcJOn pueda ser bien conocida, expuesta cuando se propuso historiar las ideas estticas espaoras. El :e:~~;:~~~~ ~s~~~dm la ~tra le faltaron, esta obra magna En b d . !canon esmerada es se examina con dete~u:,::n~~r;~u~e~~~e los:r~m~o~ momentos, que el ritmo de la historia, cuando

    ' a y o e VI a 'transnnte la necesidad de recibir lo ya vivido

    Estudios preliminares XXI

    -ideas, instituciones, acontecimientos- y, adems, de proyectar todo ese conjunto de vivencias de tal modo que sea posible obtener frutos para el presente, para todo presente.

    La historia, en efecto, tal como es concebida por nuestro autor (Palacio Atard, 1956), describe un mo~miento concatenado, sin saltos, constante, aunque no uniforme, un movimiento tensionado por grandes ideales y por sucesos concretos, todo un despliegue rotundo ante el cual el historiador, el tes-tigo fiel que examina sus fuentes directamente, no debe dejarse seducir por los muchos trarnpantojos que, de manera intencionada o inconsciente, puedan aparecer en virtud de objetivos desenfocados o de miradas empaadas por los ms diversos intereses. De esas distorsiones es de las que ha de huir el historiador. .. y para ese empeo, su labor no puede fundarse ms que en los 'hechos', los 'documentos', ]as 'obras' mismas de todos los autores, desde aquellos que se consideran de primersimo nivel, hasta los que o han sido relegados o ni siquiera se han tenido en cuenta, ya sea por razones ideolgicas, religiosas o de cualquier otra ndole, y todo ello desde una perspectiva profundamente humanista.

    An ms, en esta tarea de reconstruccin de la esttica espaola no est en juego tan slo el mrito y la honestidad intelectual de un investigador particular, sino algo mucho ms profundo: la verdad sobre la cultura de un pueblo, la verdad sobre la identidad de un pueblo. No debemos olvidar, de todos modos, que nuestro autor

  • XXII Obras completas de Menndez Pelay()

    La contundencia de estas palabras debe ser interpretada en su contexto histrico, un momento de la historia de Espaa en el que estaba mucho mejor visto, e incluso resultaba ms fcil, conocer pensar e importar los planteamientos filosficos de otras tradiciones que realizar un esfuerzo po; rescatar ideas, autores y obras de nuestra propia tradicin. De todos modos, lo que mueve el prop-sito de nuestro autor no es un espaolismo absurdo y desmedido, sino ms bien la conciencia del valor ponderado del pensamiento hispnico a lo largo de la historia. Menndez Pelayo no duda en sacar provecho de todo aquello que, siendo espaol o no, tenga que ver con nuestra propia identidad (Camn Aznar, 1956). La cuestin filosfica de fondo no es un nacionalismo chato o miope, sino una autntica bsqueda de los factores de identidad.

    En cuanto profundo conocedor de la historia, lo nico que sacia su sed de verdad -sin que esto suponga olvidar la belleza- es llegar a un conocimiento objetivo de nuestro patrimonio cul-tural. sta es la razn por la que la Esttica es mucho ms que una mera Teora de las Artes ( Garca, 1956). Desde su concepcin la Esttica tiene mucho que ver con la ciencia y con el arte, an ms, la bsqueda de la verdad, de la verdad de la historia, slo puede llevarse a cabo desde una perspectiva cientfica, en la que los hechos artsticos nos ponen en camino hacia el saber de la verdad. A Me-nndez Pelayo le debemos los espaoles el haber objetivado nuestro patrimonio cultural en. clave esttica, de la misma manera que los griegos se lo deben, entre otros, a Pausanias. Su obra nos ense a conocer lo propio, a tomar posicin cabal en nuestro propio contexto cultural. Su concepcin de la historia (Lascaris Comneno, 1956: 169-182), al estar inseparablemente unida a la de la filosofa, nos ha hecho conocer y contemplar la verdad y la belleza de nuestro pasado; a detectar nuestras capacidades y nuestras debilidades; a rescatar ideas antiguas y a proponer nuevos modelos ... pues la reconstruccin histrica est en la base misma de la renovacin cientfica. La presentacin pulcra de los hechos y su consiguiente anlisis filosfico hacen que la obra de nuestro autor no sea fruto de las apreciaciones caprichosas y subjetivistas, sino de una investigacin histrica que no puede dejar de ser filosfica ni esttica, en su sentido ms puro: se infiere que el genio filosfico de un pueblo o de una raza no ha de buscarse slo en sus filsofos de profesin, sino en el sentido de su arte, en la direccin de su historia, en los smbolos y formas jurdicas, en la sabidura tradicional de sus proverbios, en el concepto de la vida que se desprende de las manifestaciones del alma>> (Menndez Pelayo, 1948: 369).

    As pues, tal vez uno de los empeos filosficamente ms fecundos sea el hecho de que nuestro autor establece correlatos entre los perodos de la historia general y los de la filosofa y la esttica, pues esa vida del espritu no puede aislarse de ninguno de los modos de manifestacin que tiene. No importa ahora si en sus pginas podemos ver, tras los autores que analiza y expone, a un filsofo que hace historia, o a un historiador que indaga filosficamente en las entraas del pasado las claves de nuestro presente (Bons, 1954). Lo que s podemos percibir es la labor de alguien para quien escribir sobre la historia es contraer un compromiso firme de jams ocultar ni falsear, haciendo resplande-cer, por encima de los gustos y las opiniones personales, la verdad. En esta bsqueda de la autntica identidad espaola, apoyada en sus mismas fuentes documentales, se nos propone todo un tratado de venatione sapientiae que revela la interdependencia de historia y filosofa, ya que como recordar en La Ciencia espaola:

  • XXIV Obras completas de Menndez Pelayo

    lvirtuflalid~d de convertirse en perspectiva de conocimiento y comprensin de la realidad a travs de a re exwn. , . Al fin y al cabo, D. Marcelino nos invita a viajar por Espaa, y por su historia leda en clave

    estet;ca.Estamos "o~venCldos de que sin atreverse a emprender ese viaje es imposible llegar a apre-ciar a nqueza y a IVersidad que nuestra tradicin posee. A lo largo de sus muchas in . advierte la fuerza que tiene su propsito cientfico. La fuerza y la dificultad, ya que lene~;, d:~a:: a un tiempo, u,na especie de histona de la hteratura espaola, una historia de la ciencia de la bellez; ~eu~:dt:r:;o~~ll~a cfue ]~e ~ed~a a ~jar los cnones que han presidido las manifestaciones estticas podramos callfi o o e o ' ec of' a e~as, desde una profunda conviccin sistemtica que incluso

    . . car como meta ISICa. La arquitectnica de este proyecto no es ajena en absoluto a una phrosodphra perenms qu~, temendo siempre en su horizonte la bsqueda de la verdad y la belleza Jamas o VI a su mcardmaciOn en nuestra propia historia. ,

    Los orgenes de la esttica filosfica: la necesidad de un marco terico

    Des fe u~a perspectiva 'moderna, podra parecer un desatino no situar los orgenes de la esttica ;:~bs~g ~ xv;r~ mo~ento en el que ven la luz, no slo la Aesthetica de Baumgarten de 1750 sino w ~~os adanes rderotianos de 1759 o, incluso, la Historia del arte en la Antigedad' de)

    :f~~Z~~:~)~~;S~~~;z:~~Ei::~~~;;~~~:~;:::~~E~~~l~ Menbndez Pelayo comoa~~~;05~e~er~~~~~~~:l~cl:;: e~eq~;~~e~f~~~,f~~~::~~~sq~eo~~r~rnd a un sa er antiguo. os e

    De este modo nos previene:

    ten:~a ::d:e aso~bre ~~e, aparezcan aqu tan antiguos los orgenes de una ciencia m a e~ m un opmwn por modernsima, como que su nombre actual slo se re-si ~nta a la mrtad del siglo xvm, en que aparecieron los trabajos de Baumgarten. Pero

    ten se mira, solo el no~bre de Esttica es moderno: la ciencia ha existido (aun ue a la verdad en estado rudrmentario) desde que hay arte en el mundo y aad' , q observacin qu d, .. . ue una . e pa~ece_ para OJica, y no lo es; a saber: que la Esttica es al mismo

    tlernpod una de las cien nas ms antiguas, y una de las ciencias ms modernas y ms atrasa as todava (!, 11).

    Q_ui~s_ ese 'atraso' se deba, entre otras razones, a que no se ha construido su . . . ~:7~s~rscrplina, ~ pr tanto, se carece del conocimiento preciso de los autores y las ob~:so~~: ~~:~~~~ . , en na; se a o ece de la perspectiva cientfica necesaria para evaluar sus capacidades de inda -

    non y sus potennahdades para constituirse, con todo fundamento h . , ga clave para el esclarecimiento de la identidad de una cultur E 'ca~ o una erramrenta filosofica trabajo de Menndez Pelayo trasciende los lmites de lo h' ap. , sen es e punto, ustamente, donde el

    IS arnco, para convertirse en una obra de

    Estudios preliminares XXV

    referencia para el conjunto de la historia de la filosofa como tal. Veamos, brevemente, el proyecto presentado en la introduccin.

    El primer captulo, dedicado a Platn, se encarga, antes de examinar su pensamiento propia-mente dicho, de recopilar los conceptos y teoras de la esttica entre los griegos, haciendo especial hincapi en las ideas socrticas transmitidas por )enofonte, sin desdear algunas cuestiones relati-vas a la crtica literaria en la comedia antigua y media. Tras haber expuesto estos planteamientos es cuando nuestro autor aborda el anlisis de la esttica platnica mostrando las teoras que aparecen en ]as obras ms destacadas a este respecto: el In, el Gorgias, el Hipias Mayor, el Fedro, el Convite, la Repblica y, finalmente, Las Leyes, obra en la que el mismo Platn parece recapitular todo su pensa-miento esttico, que sin ser sistemtico, s parece orientado a esclarecer el origen, la naturaleza y la finalidad del arte.

    Aristteles es el filsofo al que le dedica el segundo captulo de la Introduccin. De l destaca la Retrica, los Problemas, la doctrina sobre la msica que aparece tratada en el libro VIII de la Poltica y, por supuesto, la Potica, de la que analiza con todo rigor filosfico los conceptos de mimesis, dynamis, y catharsis. Don Marcelino hace dialogar crticamente a Aristteles con su maestro y nos revela un buen nmero de coincidencias y de diferencias que permiten enriquecer nuestra perspectiva ala hora de ponderar la reflexin esttica de los griegos.

    Las Enadas de Plotino, el tratado Sobre lo sublime de Longino y algunos otros autores, entre los que destacan Dionisia de Halicarnaso, Plutarco, Luciano, Dion Crisstomo o los leones de Filstrato el Viejo son examinados en el tercer captulo que da buena cuenta de la relevancia de la esttica filos-fica y estrictamente artstica y plstica en el perodo helenstico. Las escuelas Peripatticas, Estoicas y Epicreas, junto con el papel capital desempeado por algunos miembros de la Segunda Sofstica es destacado por ser corrientes de pensamiento que, an consideradas como menores por algunos estudiosos, resultan, en opinin del polgrafo santanderino, absolutamente imprescindibles para la reconstruccin de la historia de la esttica, lo que no le impide, tras realizar la exposicin de todos ellos, plantear toda una serie de requerimientos crticos.

    El cuarto captulo de la introduccin aborda, como ser una constante en nuestro autor a lo lar-go de toda la obra, mediante una heurstica impecable y una pedaggica exposicin, la tcnica litera-ria de los latinos. Parte de Cicern y de Horacio, y expone en su conjunto los caracteres fundamentales de la cultura romana, atendiendo no slo a los orgenes de la retrica y la oratoria, o a las principales ideas sobre la poesa, sino tambin se profundiza en la teora de la arquitectura de la mano de Marco Vitruvio Polin. Asconio Pediano, Valerio Probo, Sevio o Donato, entre otros, son estudiados y ex-puestos en relacin a su dedicacin a la gramtica. Persio, juvenal y Petronio son el marco en el que analizar detenidamente la stira como elemento esttico peculiar de la cultura romana, sin olvidar a Plinio el joven, Suetonio o Frontn, adems de Aula Gelio, Terenciano Mauro y Ausonio. El Satyricon de Marciano Capella, las estticas ms filosficas de Boecio y Casiodoro, junto con las teoras sobre la alegora de Fulgencio Planciades, cierran este magnfico polptico.

    Finalmente, la introduccin concluye pasando revista a la esttica de los filsofos cristianos, captulo ste de vital importancia en la concepcin global de Menndez Pelayo, para quien la religin cristiana no es un elemento sin relevancia en la historia del pensamiento tanto desde su perspectiva general, como desde su concrecin hispnica. De San Agustn, el Pseudo-Dionisia y Santo Toms, nuestro autor tomar buena parte de los elementos que constituyen la base de su propio sistema

  • XXVI

    filosfico. Para D. Marcelino la herencia catlica es, sin duda, una de las notas de identidad que guran el ser de lo hispnico, y de dicha tradicin catlica extraer su espiritualismo, su omtoJc>g>s:m

    0 v.

    su teologismo histrico, as como su antropologa. El sentido de esta introduccin va ms all de la simple erudicin histrica. La autntica mi-

    sin de estos cinco captulos es la de presentar los cimientos conceptuales de la esttica tal y COJI!loJa concibe nuestro autor. En efecto, de Platn se destacan los conceptos de imitacin y participacin; de Aristteles, su audaz concepcin de la dynamis y la katharsis; del perodo helenstico, especialmente en Filstrato el Viejo, los dos procedimientos tcnicos ms relevantes tanto para la esttica de las artes plsticas como para la de las literarias, la kphrasis y la epdeixis; de la poca romana, su carcter eclctico y prctico, que sern tau apreciados en la metodologa de Mennedez Pelayo; y, finalmente, de la esttica cristiana, justamente, la vinculacin entre lo bello y lo sagrado, que permiten establecer los vnculos necesarios entre la metafsica y la teologa, entre la antropologa y la religin. Sentados estos cinco pilares que definen el marco terico de la Historia de las ideas estticas estarnos ya en disposicin de afrontar el desarrollo heurstico y CJcpositivo de la esttica filosfica espaola, que nos llevar desde la Hispauia romana hasta la Edad Contempornea. En esos diversos momentos histri-cos, destacaremos tan slo a aquellos autores o corrientes que, a nuestro juicio, ejercen mayor fuerza en la concepcin menndez-pelayiana, y de quienes extrae con mayor profundidad o bien el aparato conceptual o bien su perspectiva metodolgica.

    La esttica hispano-romana: (!, 138). Cuando Menndez Pelayo, desde un primer momento, considera imposible que se d algn tipo de arte desvnculado de cierta teora esttica, ya sea de modo explcito o implcito, es muy probable que tenga en su horizonte, la afirmacin rotunda que plasma el propio Sneca en la Ep. ad Lucilium cuando seala no es arte lo que llega a su cumplimiento por azan> (29, 3). Es cierto que a partir de la Modernidad, incluso autes en los albores mismos del Renacimiento, artistas y tericos del arte en Europa, comienzau a defender una esttica en la que la libertad es la piedra angular, tauto de la creacin artstica como de la reflexin terica. Pero esa conquista de la libertad no es ni mucho menos una llamada a la mera irracionalidad en los procesos de creacin o recepcin de las artes, ni tiene que ver con la caracterizacin del arte como azar, que no llegar hasta los comienzos del siglo xx. La esttica de Menndez Pelayo no es la de la sinrazn ni la de la casualidad, sino ms bien una teora de la sensibilidad, en la que ambos tr-minos slo aportan su autntico sentido cuando se implican mutuamente.

    Sneca es, sin duda, una de las claves que configuran la arquitectura filosfica en la historia de la esttica, y no slo de la espaola. En l ve recogido nuestro autor lo ms fecundo de la filosofa de las artes en la Antigedad, !auto desde la perspectiva de los creadores como desde la de los espectadores, tanto desde el punto de vista sobre la efectividad de las artes y su implicacin con los procesos forma-tivos y educativos del individuo, como desde la ptica de la descripcin de la naturaleza humana en clave estrictamente filosfica. Conceptos estticos griegos y romauos, la techne, el decorum, la mime-sis, el aptum y valores, ciertamente clsicos, como la symmetra,la harmona, la moderacin, la justeza,

    -;Estudios preliminares XXVII

    ocu an un lugar destacado en las reflexiones de este hispano-romano, el equilibrio, b sophrosyne~~-la tsibilidad de que llegue a cumplimiento el idea.! nulla aesthettca sme -. el que Menenez Pelayo . p 1 s!empre trminos idnticos para Seneca (1, 148). No es ~ b ll yelb1enmora son , . d d et}c. a, pues la e eza . D Marcelino resalta su fondo platnico y academ!co y, es e

    , tor de siStema, pero . . t es el cordobes un au . de influencia en la esttica espaola de los siglos postenores e~ au or lu. ego, su gran capaodadM ill No hay escritor de quien puedan entresacarse tantas pagmas be-

    ' H b o Fax ore 0 " 1 de "''1110 Lean e reo , . e !ices (l 145) aunque esta va oraoon no e unp! - t ncias nobles y tantas maximas le ' ' Ras tantas sen e , .

    'l d terminados aspectos cnt!Cos. ;da ar e

    La esttica medieval:

  • XXVIII

    f? Obras completas de Mennd~z p l ''??

    es bello por ser bueno, la belleza del movimiento la belleza d 1 e ayo . .. ~~ ... ,;~:~,i_:; quisiciones se apoyan en siunimos como decen ' . e aspecto, la belleza natural ... Sus dis- 'k d b s, specwsus formosus Siempr u1 e elleza con lo moderado con lo equil'b d 1 1 ' .. . e vmc a su concepto

    ' 1 ra o, con a uz con lo 1um1n ')if con el brillo, con la blancura... ' oso, con o resp andeciente, J Para San Isidoro arte es lo que se realiza a partir de rece tos r , . J

    de los clsicos, el arte pertenece al mbit d 1 . p p y eglas. Asr, como para gran parte .; pero que persigue la hermosura el equilrob e olcont~gen;e, de aquello que puede ser de otra manera ;

    ' no Y a pe11eccwn La vrrt lid d d ' afecta, segn el arzobispo de Sevilla tant 1 'd . ua a e arte es tan amplia que :.!.~.

    ' o a os sentr os como alamem ( d . ,, sensible y a lo inteligible, a todos los estr t d 1 1 ona recor atw ments), a lo ~

    a os e a natura eza humana Estos -* una extraordinaria unin de platonr'smo . t t pnnCip!Os manifiestan '* y ans o e 1smo: :

    >(!, 219).

    n a estetrca rsrdonana (Tatarkiewicz 1990 2 88-89) vergen los presupuestos estoicos de la conv: . '. . , ;o m o muestra de su enciclopedismo, con-alegricas de la luz de los platnicos A esta ntr~nticra, as leonas ilusionistas de los sofistas, las estticas d 1 , es e ca cnstrana Menndez pe] , e os arabes y judios tanto neoplatnicos (A T e'. ayo unira as aportaciones ( A vempace 01il y Ben-Gabirol ) . con verroes al frente), mostrando la fecundidad ue ' , . . ... , como penpatticos de reflexin y contemplacin de . a]' q . para la estetrca Irene la adecuada interrelacin

    fil ' racwn rsmo Y mrstrcrsmo los dos d per ar la identidad de lo hispnico Tod t . . gran es rrmtes que parecen iJi . o es e neo panorama hace que la t 1 man este que la ciencia la filosofa y 1 t d es e rca espao a medieval

    . ' e ar e e este perodo son creado h d VJVas. La vitalidad la profundidad y el li' . nes umanas po erosas y . 1 ' an srs conceptual convierten a 1 msos ayable del proyecto de la Historia d l 'd es a epoca en antecedente holstica de la realidad. e as ' eas, que siendo estticas, aspiran a una expresin

    Estudios preliminares XXIX

    Ahora bien, si se trata de rastrear la vitalidad y la profundidad de la identidad esttica de lo hispnico, no hay mejor horizonte que el que se abre en Espaa a partir del siglo XVI: la autntica Edad de Oro en la que nuestras artes y nuestras letras se convertirn en modelo esttico universaL

    La esttica platnica espaola de los siglos XVI y xvn

    El siglo xvr se caracteriza, entre otros aspectos, por la difusin del conocimiento de las lenguas an-tiguas, el estudio directo en sus fuentes de la filosofa griega, el desarrollo de las investigaciones filo-lgicas, ]a relevancia de nuevos mtodos de observacin de la realidad, los grandes descubrimientos geogrficos, el extraordinario despliegue de la creacin artstica ... Todos estos elementos, y algunos otros ms que podran enumerarse, posibilitan un enriquecimiento de la perspectiva humanista que sentar las bases del pensamiento esttico moderno. Este Renacimiento, en el que Italia y Espaa son focos bien relevantes, aunque por razones muy distintas, nos trae la restauracin, unas veces artificiosa, otras erudita y, en buena medida, con agudeza y origiualidad, de buena parte de la filosofa antigua. Ser la filosofa platnica la que, en primer lugar, se presente como hegemnica, para dar paso, posteriormente a una escolstica de corte ms aristotlico.

    En la armadura de nuestra Historia de las ideas estticas ... es fundamental la figura de Len He-breo y su filosofa del amor. En efecto, jud Abra van el (su nombre hebreo) es autor de uno de los textos que ms influyen en la esttica de Menndez Pelayo, y el mismo historiador rastrea la repercusin de ]os Dilogos de Amor en los msticos y poetas erticos del siglo XVI hispano. Lo cierto es que este texto fue editado en todas las lenguas cultas de Europa, desde que apareciera publicado en 1535 en Roma, y el propio D. Marcelino contaba con un buen nmero de ediciones tanto en italiano como en castellano. La figura de Len Hebreo interesaba especialmente a nuestro historiador que no deja de mencionar en la primera edicin los estudios crticos de Salomn Munk (Munk, 1859) en tanto que el ms auto-rizado de sus bigrafos, a los que aade en la segunda edicin de la Historia de las ideas estticas !os trabajos de Bernhard Zimmels (Zimmels, 1886).

    Len Hebreo es el creador de una nueva ciencia denomiuada Philographia. Su libro es toda una exposicin de la filosofa o doctrina del amor more platonico desarrollada a lo largo de tres dilogos en-tre Philn y Sopha. El primero de ellos versa sobre la naturaleza y esencia del amor, y en l el polgrafo santanderino destaca la habilidad del escritor judo para analizar, describir y comentar conceptos tales como lo deleitable, !o provechoso y lo honesto, enlazando estas consideraciones con el estudio sobre las condiciones del objeto amado con respecto al ser, la verdad y la bondad. En el segundo dilogo, que versa sobre la comunidad del ser del amor y de su universalidad, se aborda la clasificacin del amor en una tipologa tripartita: natural, sensitivo y racional. Pero en su exposicin nuestro historiador llama la atencin sobre la habilidad del filsofo judaico-hispano para enlazar la cosmologa platnica del Timeo y la peripattica de la Fsica, es decir, el afn de conciliar a Aristteles con Platn y a ste con Moiss y, an ms, la coherencia entre los mitos neoplatnicos y la Kbala. Para esta compleja tramoya iutelectual son decisivas las teoras pitagricas sobre los nmeros y las teoras sobre la armona de las esferas, que iuspirarn a otra de las figuras ms interesantes de la historia de la esttica espaola: Fray Luis de Len.

    Estamos, pues, ante una concepcin que posee la virtualidad de establecer relaciones ntimas entre la Metafsica y la Poesa. Siu embargo, ser en el tercero y ltimo de los dilogos, sobre el origen

    l

  • XXX Obras completas de Menndez Pelayo

    del amor, en el que se ver fundada la que podramos denominar Metafsica esttica, que arranca con un interesante anlisis sobre el concepto de xtasis que nos terminar llevando a la contemplacin ms pura de las eternas especies, las Ideas platnicas, y en cuya caracterizacin aparecern trminos bsicos para la esttica como el de hermosura, participacin,forma, resplandor, delectacin, deseo ... Incluso se nos presentar un cuidado examen de los llamados

  • XXXII Obras completas de Menndei-Pelayo

    niciones de la belleza, terminan por revelar cmo uno de los fines ms elevados del ser humano es contemplar y amar la belleza para llegar a la suprema hermosura que Dios es.Asimismo, de Fray Luis de len se destaca la relevancia de De los nombres de Cristo, toda una filosofa del lenguaje puesta al servicio de la esttica. Y, finalmente, de Cristbal de Fonseca y su Tratado del amor de Dios se hace un juicio duro y seco, al calificar la obra como libro de verdadera decadencia, farragoso y pedantesco y tal que slo debe la reputacin que disfruta, entre los que no le han ledo, a la casualidad de haberle citado Cervantes en el prlogo del Quijote( ... ). El historiador de la Esttica puede pasar de largo por delante de este libro tan ponderado, donde lo poco bueno que hay es de Platn, del falso Areopagita, y de todo el gnero humano (II, 446).

    e

    Sobre los msticos carmelitanos, Fray jernimo Gracin, Fray Miguel de la Fuente y su Libro sobre las tres vidas del hombre, corporal, racional y espiritual, excelente tratado de psicologa nstica, hemos de sealar que han sido menos estudiados de lo que su obra merece. De Santa Teresa dice D. Marcelino que (Ibdem), y de San Juan de la Cruz, que apenas pueden seguirle ms que las guilas de la contemplacin>> (Ibdem); aseveraciones lo suficientemente profundas y sentidas con las que nuestro autor nos recuerda lo radical de muchos de los textos de los msticos hispanos del Siglo de Oro.

    No debemos olvidar a los ascetas y msticos jesuitas: San Francisco de Borja, Luis de la Puen-te, Alonso Rodrguez, lvarez de Paz y a Juan Eusebio Nieremberg. De ste, autor del Tratado de la Hermosura de Dios y su amabilidad por las infinitas perfecciones del ser divino de 1641, destaca su estilo elegante, algo recargado y exuberante. Aplica la teora de la belleza a las perfecciones divinas, desde una perspectiva filosfica asctica, afectiva y muy prctica. Es muy remarcable el estudio de las condiciones que apuntan los filsofos con respecto a la hermosura: eternidad e inmutabilidad, siguiendo a Platn; orden, integridad y grandeza, de la mano de Aristteles; gracia, resplandor y claridad, en Plotino; causa eficiente, final y ejemplar, con Dionisia Areopagita; sin olvidar las refe-rencias a la luz de Hermes Trismegisto. Adems aborda con rigor, en la segunda parte del tratado, los conceptos de sabidura como belleza intelectual, y de justicia, como belleza moral. Toda esta cartografa se cerrara con los heterodoxos, entre los que no podemos dejar de mencionar a Juan de Valds o Miguel de Molinos.

    La esttica escolstica en Espaa: siglos xvr y xvn

    El platonismo y la mstica son dos perfiles estticos bsicos, pero su sola consideracin hara de la propia esttica de D. Marcelino un conjunto incompleto. Resulta, pues, imprescindible mostrar, aun-que sea con toda brevedad, el papel jugado por la escolstica, tradicin insoslayable no slo para armonizar el conjunto de su obra, sino para mostrar su compromiso de honestidad con los hechos histricos y culturales. Aunque comienza su exposicin reconociendo el severo grado de postracin y decadencia de la escolstica a finales del siglo xv, no deja de matizar algunos aspectos sobre la fecun di dad que aportaron las discusiones entre los partidarios del nominalismo y del realismo: al menos, estas disputas tuvieron el callado mrito de sacudir el polvo de los excesos de la abstraccin filosfica.

    Las enfrentadas polmicas sobre los universales, la analoga, el principio de individuacin, y otras tantas, permitieron que autores como Melchor Cano o el propio Vives introdujeran en el deba-

    Estudios preliminares XXXIII

    1 oderosa palanca del espritu crtico, que hizo despertar a la escolstica de un sueo sometido te a P li 1 fl ' fil 'fi di al desptico argumento de autoridad. Era, por tanto, necesano ~ gerar a _re exwn oso ca, na-mizarla y hacerla ms abierta: as naci la grande escuela teologrca espanola del srglo XVI, porque

    E aa casi sola se debi la iniciativa de aquel prodrgroso movrmrento y, fuera de alguno que otro a lsp 0 de Espaa salieron asimismo todos los campeones de la nueva escolstica>> (II, 456). Se ~~. . ..

    Ce Con firmeza la labor de Melchor Cano en la Crtica General, de Suarez en la Metafrsrca y recorro , . ? en la Psicologa, de Vitoria y Soto en las cuestiones del Derecho natural y de gentes. Y a la Estetrca. Sobre sta, apunta con toda rotundidad: Careci de vida propia y qued relegada a muy secundan o lugar>> (Ibdem l. , . . . .

    El modo de organizar las aportaciones de la estetrca de este movumento es el mrsmo que el que emple para exponer el mapa de la mstica: las rdenes .religiosas, especficamente, dominicos, car-melitas y jesuitas. Hemos de tener presente que los escolastrcos de este penado no contaron ent;e las obras filosficas de Aristteles ni la Retrica ni la Potica, por lo que hay que buscar sus rdeas estetrcas ms que en los comentarios peripatticos en las exposiciones de la Suma de Santo Tomas.

    Entre los dominicos, Fray Bartolom de Medina, responsable de la catedra de Pnma de Sala-manca, al reflexionar sobre el tema del amor, hace gala de un hbil eclecticismo en el que intenta conciliar las doctrinas platnicas y aristotlicas. Como fuentes del amor seala la bondad y la belleza e, incluso, en algunos instantes, cuando plantea la bondad como perfeccin interior y la be-lleza como perfeccin exterior, resuenan planteamientos de la academia florentina que nos hacen recordar los comentarios de Ficino al Banquete. En esa misma ctedra le sucedi Domingo Bez, quien, citando el Fedro, el Banquete y el Ripias Mayor acepta la -~efinicin platnica de belleza, caracterizada por la gracia y el esplendor, y reafirma la tnple dmswn de la belleza: vrsual, audrtrva y espiritual. Son muy destacables las ideas de Juan de Santo Toms a propsito del arte, y la com-paracin que establece entre ste y la prudencia: hoy calificaramos sus argumentacwnes como pioneras en la concepcin del arte por el arte, ya que nos plantea aspectos tales como 1~ lrbertad, la contingencia, sus relaciones particulares con el concepto de verdad, o su rmplrcacron con un conjunto de reglas. . .

    De los carmelitas, merece especial mencin el Cursus Theologccus Salmanllcense (de 1631, aun que el ejemplar que tiene nuestro historiador es la edicin de 1716 y tambin afirma haber visto la de 1679), y, sobre todo uno de sus autores, Fray Antomo de la Madre de Dws. En este curso la fideh-dad de los carmelitas al tomismo es absoluta. Y, finalmente, entre los jesuitas, algo ms originales e independientes, destacan el Commentariorum, ac Disputationum in Primam Partem Sancti Thomae (1621) de Gabriel Vzquez (que considera que las artes son hbitos especulativos y que versan acerca de lo contingente), el Commentariorum Theologicorum (1609) de Gregario de Valencia, que tanta repercusin tuvo en Alemania (tal vez por su decidida actitud de combate contra losprotestantes),_y las Disputationes Theologicae in Primam Partem D. Thomae (1643) de Rodrigo de Amaga, que eJercw su magisterio en las universidades de Bohemia, quien acenta la separacin entre la ciencia y el arte, apuntada ya por Gregario de Valencia. Para Arriaga el arte es un hbito que dirige a hacer alguna cosa por preceptos no discutidos cientificamente. Este jesuita riojano no tena a los artrstas e~ alta consideracin, pues hasta les negaba, o poco menos, el discurso racional. Ahora bren, no era el umco que mantena esta curiosa valoracin, ya que algunos otros filsofos independientes de las rdenes religiosas mencionadas y no pertenecientes a la escolstica, relegaban la facultad esttica a los grados

  • XXXIV Obras completas de Menndez Pelayo

    ms inferiores: podemos recordar, por e emplo a Huarte de S . - ( an uan, qmen en su Exam d

    mas e eemp arque posee nuestro historiador es el de la edicin de 1593) reb . 1 d" edn dedmge-artes y se atreve a calificar a sus cultivadores como ine : a a a rgm a e las entendimiento y la memoria. ptos para todas las crencras que pertenecen al

    judo ~::~~:~~~~s;~:e;~t~:c~~::tigcala asedceierra col ntla mencin de !aPhilosophia Libera del mdico un ec ec rnsmo sm ambag , ul

    obra le dedica a la belleza, De pulchritudine cor oris bas . . .. es, y en e caprt o que en su y en la doctrina aristotlica de la simetra y 1 p ' . , a sus drsqmslClones en el Fedro y el Banquete la hermosura como fulgor o esplendor ue ~;~~~ol~\on, para ter~mnar ofreciendo una definicin de tud.Aborda, adems, el tema de !agraci; destacando suac~r';l;or~IO:- d~ las partes y de la usta magni-a la que plantear la Esttica moderna. n non mamrca, en una lnea muy similar

    El escenario europeo de la esttica en el siglo XVIII

    La Esttica de la Modernidad en Europa refle" ar la tran . . , una configuracin psicolgica y abrir lo h J t d 1 hsrcwn de una perspectiva ontolgica hacia , . ' s onzon es e egemnico canee t d b h . ambrtos como el de 0 sublime in d . . P o e e eza acra otros ' corporan o nuevos terntonos tanto d d d . lamente filosfico como plstico. En efecto ,

  • XXXVI Obras completas de Menndez Pelayo

    Esttica, 1803), sin olvidar a Mengs (que tan interesante ser para nuestro Azara), Winckelmann 0 el Laocoonte (1 765) de Lessing, y suspende la revisin de la historia de la Esttica alemana en este apartado al llegar a la obra que, en su opinin, cambiar enteramente los trminos del problema: la Crtica del juicio de Manuel Kant.

    La esttica espaola en el siglo xvm

    La Esttica en Espaa recibi la influencia de las tendencias experimentales y subjetivas que ataba-mas de exponer, a_unque algo tarde. La escolstica padeca ya de un agotamiento radical, y sus ideas ya no res~ltaban utiles para nuestra disciplina. El despliegue de la esttica espaola de este perodo arrancara con el P. Fe1oo, qmen, pese a haber sido educado en una poca en la que el gusto literario mostraba una ev1dente decadencia, tuvo la capacidad de sobreponerse a las circunstancias adversas Y lleg a plantear ciertos principios generales de libertad artstica, tan luminosos y tan amplios, de tru;ta eterna verdad y e~IdenCJa, que por s solos podran ser hoy mismo base de un crtica (11, 777). As1 es, en el Theatro cnt1co o en las Cartas eruditas este pensador alcanza a revisar los problemas fundamentales de la CJencla del arte. Especial lugar ocupan dos discursos, que aparecen por primera vez en 1733 en el tomo VI del Theatro crtico: Razn del gusto y El no s qu. En el primero de ellos

    n~s encontramos con un fino anlisis que distingue lo honesto, lo til y lo deleitable, sealando que solo lo ~ele~table pertenece al gusto (del que se aborda tanto su apreciacin subjetiva como objetiva). El no se que supone una novedad extraordinaria, incluso comparado con el estudio realizado por las lemones del ya Citado P. Andre. Esta nueva categora esttica es definida como un primor misterioso que deleitando el gusto atormenta el entendimiento: agrada, enamora, hechiza y se sita en la esfera que los gnegos caractenzaban como gracia, y que tanta extensin tendr en los tratados renacentistas y modernos.

    Otra d: nue~tras figuras cla~es, que Menndez Pelayo incorpora en su Historia, es la de Ignacio de Luzan. Mas alla de su dedJCacwn a la preceptiva literaria, de este autor se resalta su Metafsica de lo Bello como autntica Esttica general. Luzn posee el mrito de dotar a la potica de una base racwnal qne la engarza con el estudio metafsico de la Belleza. Estamos en 1737, es decir, antes de Batteux. o Marm~ntel. Siendo cartesiano, su espritu eclctico hace que sus disquisiciones sobre las matemal!cas, la fsiCa expenmental, el derecho, la arqueologa o la historia ensanchen los horizontes d_e la esttica, tanto en su consideracin intelectiva (a propsito de lo bello) como en 0 afectivo (con termmos como el de dulzura), teniendo como punto de encuentro el ingenio.

    . En el mbito de la filosofa del arte D. Marcelino destaca al mdico valenciano Andrs Piquer, qmen e.n su Philosophw Moral (la edicin que maneja es la tercera, de 1 787) ofrece una minuciosa disecCJon de conceptos de ndole esttica como la alegra, la risa, la fbula o la irona. Frente a l nos encontramos con el P. Ceballos que, contra todos los sensualistas, defiende en su Falsa Filosofa (1 775) la existencia .de un Pulcro o Bello esencial, necesario, independiente de nuestro gusto que es Dios. En esta m1sma !mea nos encontrarnos con el jurisconsulto hispalense Prez y Lpez. Su tratado sobre los Prznnpws del orden esencial de la naturaleza (1785) es toda un discurso de carcter armnico sobre cmo el orden es la piedra angular. La hermosura se vincula a Dios como una especie de perfeccin que agrada a la VIsta y engendra conocimiento.

    Estudios preliminares XXXVII

    Luis Antonio de Verney (arcediano de vora), el jesuita valenciano Antonio Eximeno con su obra Del Origen y reglas de la Msica, as como la orientacin psicolgica La Florida (1836) del P. Mu-oz, cierran la influencia sensualista que tanto se prolongar en las escuelas hasta llegar el siglo XIX. Paulatinamente se constata una enemistad terica hacia la metafsica, en obras como el Curso de Hu-manidades (1816) de Flix Jos Reinoso (que plantea la influencia de las bellas artes en la mejora del entendimiento y en el que se puede detectar la lectura del Laocoonte de Lessing) o en las reflexiones de su sucesor en la ctedra de Humanidades de la Sociedad Econmica de Sevilla, Flix Mara Hidalgo y su Discurso sobre la unin que entre s tienen la razn y el buen gusto de 1833.

    No obstante, las dos figuras emblemticas de la esttica espaola del xvm son, sin duda, Azara y Arteaga. joseph Nicols de Azara, diplomtico, escptico y volteriano es el editor de los escritos de Antonio Rafael Mengs, el pintor-filsofo. Curiosamente Azara publica los textos de Mengs sobre la pintura y la belleza en 1780 e inserta un comentario absolutamente crtico con las teoras defendidas por el pintor, a quien admira como artista de un modo incondicional (Piero Moral, 1998).Esta admi-racin plstica no le impide lanzar severas crticas a los postulados tericos de Mengs, especialmente cuando ste se apoya en las ideas de Platn, San Agustin, Wolf o Leibniz. Azara no admite la belleza como cosa real, existente por s misma, sino tan slo como una cualidad que predicamos de ciertos objetos del mundo.

    Las Investigaciones filosficas sobre la belleza ideal, considerada como objeto de todas las artes de imitacin (1 789) del jesuita Esteban de Arteaga y algunos otros escritos sobre los clsicos (Piero Moral, 2005), suponen el colofn de la esttica hispana, pues el autor de nuestra Historia de las ideas estticas no duda en afirmar: en ninguno de los filsofos espaoles del siglo xvm encontrarnos tratado especial de la Belleza, antes de llegar al libro de Arteaga (11, 793). De las Investigaciones se nos dice que es el libro ms metdico, completo y cientfico de los libros de esttica pura del siglo xvm (11, 806) y que no tiene nada que envidiar a los tratados europeos de autores de la talla de Burke, Sulzer o Mendelssohn, y que compendia perfectamente el estado de la ciencia del arte antes de la llegada de Kant.

    La exposicin breve de las obras de otros jesnitas como Joaqun Mills (Del nico principio que despierta y forma la razn, el buen gusto y la virtud en la educacin literaria, 1786), Ceris y Gelabert (Espritu de las Bellas Artes y Letras) o Pedro Mrquez (Sobre lo bello en general, 1801) cierra este rico panptico de la esttica espaola, aunque el espritu inquisitivo de Menndez Pelayo le lleva a resear algunas traducciones de autores relevantes para la esttica. Entre ellas destacan la del Tratado de la sublimidad de Longino por Miguel Jos Moreno en 1881; el Tratado de la Belleza de Andr en el Memorial Literario de 1795; el Ensayo sobre los placeres de la imaginacin de Addison por Jos Luis Munrriz en 1804; la refundicin que el mismo Munrriz hizo de las Lecciones de Retrica y Bellas Letras de Hugo Blair; o los Principios filosficos de la Literatura de Batteux que tradujo Agustn Garca deArrieta entre 1797 y 1805.

    Una historia interminable ...

    Tras todo este itinerario histrico, intelectual y filosfico, el autor no duda que el libro ser un trabajo til. Adems de til, desde luego ha sido pionero, con todas las ventajas e inconvenientes que tiene ser

    l

  • XXXVIII Obras completas de Menndez Pelayo

    lo uno y lo otro. De todos modos, no nos queda sino mostrar un agradecimiento sincero a Menndez Pelayo por haber sabido articular, con ese gran afn enciclopdico, todo un conjunto de saberes de los que seguimos bebiendo, y que siguen orientando y provocando un buen nmero de investigaciones fecundas. As pues, la reconstruccin de la Historia de la Esttica filosfica en Espaa, incluso en nuestros das, debe comenzar por la lectura, el anlisis, la reflexin y la valoracin ponderada de los trabajos de investigacin sobre las diversas fuentes y tradiciones que realiz Marcelino Menndez Pe-layo, pues son estos, sin duda, el punto de referencia ms riguroso, ms estrictamente cientfico y con un preciso enfoque filosfico que se hayan hecho hasta la actualidad. An ms, deberamos establecer una adecuada valoracin filosfica {Iriarte, 1947; Monseg, 1956) del propio autor de la Historia de las ideas estticas en Espaa, pues no deja de llamar la atencin el hecho de la extraordinaria vigencia que poseen los estudios realizados por el historiador de la esttica santanderino.

    Referencias bibligrficas

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  • CAPTULO SEGUNDO

    LA POTICA EN LA HISTORIA DE LAS IDEAS ESTTICAS EN ESPAA

    Mercedes Rodrguez Pequeo

    I

    a finales del siglo xvm y principios del XIX confluyen en Europa el movimiento histo-ricista y el movimiento esttico, que, tras el canon clasicista, acogen Romanticismo-Positivisnio e Idealismo-Realismo; y por primera vez se empieza a escribir la historia ae la esttica incorporando Jos principios de la teora literaria. Hegel en su Esttica (1835) sin-tetiz las ideas de Kant, Schelling y Schiller, y como ellos, estrecha ntimos lazos entre el arte, la filosofa y la religin. En el horizonte del pensamiento terico literario de Menndez Pelayo estn los planteamientos de estos destacados filsofos interesados por la Potica y estn repre-sentadas, armoniosamente conjuntadas, varias corrientes del siglo XIX: la autonoma del arte de origen kantiano, el idealismo hegeliano y cierto determinismo de Hippolyte Taine. En este contexto que ana filosofa y potica, escribe nuestro autor la primera historia de las poticas en Espaa, donde recopila, describe y clasifica las teoras literarias dentro del marco general de la esttica, porque considera la potica una filosofa del arte>>.

    Y junto a la dimensin esttica surge el criterio histrico. El concepto de historicidad artstica y literaria que naci en el Romanticismo adquiere en la segunda mitad del siglo XIX un carcter cien-tificista, se plantea en forma de leyes que rigen la evolucin histrica; y la historicidad es estudiada a travs de Jos factores condicionantes de carcter biogrfico, geogrfico y socio-cultural. Se impone el proyecto de una ciencia literaria con un mtodo histrico-documental y una concepcin determinista de la historia que parte del idealismo alemn (de Herder, primer historiador moderno de la literatura dotado de sentido histrico y a quien Menndez Pelayo ley). La teora literaria determinista acoge la conexin de la literatura con el medio ambiente en el que nace, y aunque don Marcelino rechaza esta teora cuando se extrema, s asimila ciertas ideas, que se suman a los conceptos romnticos de nacin o poca, y, fruto del idealismo hegeliano, que influy en el Positivismo, surge la afirmacin de que las obras literarias son efecto del estado espiritual de cada poca histrica. As pues, cuando la historia

  • XLII Obras completas de Menndez P~layo literaria quiere ser ciencia, se impone el re . . r ' riador lo aplique de un modo dij) t PE sl!gwso metodo histonco-posJtlVlsta, aunque cada histo-1

    eren e. n este momento en que el id al" h 1 e positivismo historicista y con est e Ismo ege iano influye en

    ' os presupuestos Menndez Pela t ll toria de las ideas terico-literarias con un mtodo , u b . yo proyec a y eva a .cabo su bis-clasifica y deduce leyes si bien con su u] qh e usca la obetlVldad, recoge y acumula datos

    ' ' par IC arco erenc1a rompe el r h" t . . ' un matiz artstico y abundantes . al ' Igor IS onCJsta absoluto con

    UICIOS person es Su concepto de h" t . . b el clasicismo aristotlico y el cristianism (O .. S IS ona esta tam in influido por Aristteles bajo la visin hegeliana e do trosw y an Agustm); pero como Menndez Pelayo lee a 1 h

    . - , s e es a conunnn de donde pro . . 1 a Jstoria. El mismo define su mod d . VIene su parl!cu ar teora de

    d o e pensar como

  • XLIV Obras completas de Menndez Pelayo

    ria como una disciplina de especulacin apriorstica, sino que ha recorrido continua y demoradamente las obras literarias. Cabe destacar, pues, que a los muchos mritos de este primer historiador de nuestra teora potica, hemos de aadir el de poseer el conocimiento exacto, concreto y vivo del fenmeno literario y tener la genial visin de incorporarlo hbilmente en el tratamiento terico.

    Adems de esta necesaria implicacin de la historia de la literatura y la teora, es imprescindible subrayar otro de los positivos aciertos de don Marcelino en su Historia de las ideas estticas en Espaa: el de mantener la interdependencia de la teora y la crtica, complementacin e implicacin recproca que posteriormente con reiterado empeo se ha aconsejado. En su historia de la teora literaria, de forma conjunta a la recopilacin de las poticas, surgen documentos de crtica literaria llevada a cabo por los crticos o por los creadores de todas las pocas. Y as, adems de considerar la faceta de Herrera como creador de una teora literaria completa que sigue el idealismo platnico, ante la obra de Garcilaso le proclama el primero de nuestros crticos del siglo XVI, al que siguen, en el siglo XVII, Diego de Saavedra Fajardo con su Repblica literaria o Francisco Manuel de Mela con su Hospital das letras. Historia de la crtica que alcanza su mayor auge con las polmicas de los siglos xvii y xvnr.

    A esta perfecta combinacin de historiador de la teora y de la crtica, se aade su propia activi-dad como crtico, con una actividad axiolgica, valorativa y jerarquizante muy marcada, incluso a la hora de elegir el corpus de obras a partir del cual realiza la crtica. En el campo concreto de la crtica literaria, nuestro historiador se considera discpulo de Sainte-Beuve, cuyos innumerables volmenes ha consultado a cada paso, y como l, describe, clasifica y formula juicios de valor, mantiene la creen-cia romntica del genio y conjuga rasgos del positivismo historicista con las intuiciones de la crtica impresionista. A travs de su actividad crtica, que consiste en analizar, describir, clasificar y, final-mente,Juzgar, descubre principios generales. Su historia no slo ofrece una monumental erudicin de carcter descriptivo, sino que clasifica y juzga, pues su misin como crtico e historiador es investigar y fijar, estn escritos o no, los cnones que han presidido el arte literario de cada poca, deducindolos, cuando no puede de las obras de los preceptistas, de las mismas obras de arte, y llevando siempre de frente el estudio de las unas y de las otras (1, lO).

    As pues, Marcelino Menndez Pelayo procede como historiador de la teora y la crtica litera-rias, complementa esta labor como historiador de la literatura espaola, e hilvanndolo todo, acta como crtico de las teoras y preceptos presentados y de las obras de creacin elegidas. Procede como crtico -con dotes de poeta- de las poticas cuando afirma que prefiere la Rhtmica de Caramuel, la Mtrica de Andrs Bello o los Dilogos de Col! y Veh al Arte Potica espaola de Rengifo, porque las rdeas en este arte de versificacin son pocas y vulgares (II, 521 ); considera que Carvallo por sus doctrinas independientes acerca del teatro y por sn manifiesta aficin a Lope de Vega, merece ser con-tado casi entre los autores de poticas romnticas y entre los que quisieron hacer entrar en los moldes de la preceptiva antigua la amplia forma del drama nacional>> (11, 524-526), e igualmente, acierta a seleccionar las poticas del Pinciano, de Cascales y de Gonzlez de Salas como la

  • XLVI Obras completas de Menndez Pelayo

    que es ms partidario de las fu~ntes hegelianas que de las obras con fundamentos positivistas- que le lleva a c~nsrderar la lffiltacwn como un procedimiento de idealizacin, una representacin ideal cercana al1deal abstracto de Platn, segn supo ver Fox Morcillo en el siglo XVI. y este idealismo realista s: convierte para Menndez Pelayo en la tendencia adecuada al pensar espaol. Esta es la 1dea filosofica que configura las obras literarias y las teoras formuladas sobre ellas en su historia de la potica en Espaa.

    Para la exposicin de la doctrina y las reflexiones que el estudio de la Potica de Aristteles le sugiere, procede indicando que sigue la edicin alemana de Bekker (1831). No debemos olvidar que para don Marcelino lo esencial son las fuentes primarias, y su mtodo es comentar prrafo a prrafo el texto aristotlico, con una descripcin pormenorizada, y este ser el modo de presentar los suceswos trat~dos. No encuentra en la Potica el concepto de belleza, pero s la posicin subjetiva del problema estet!Co, y cnl!ca en los comentaristas de Aristteles un error en el que l mismo cae, el de aplicar a ideas antiguas un mtodo propio de escuelas ms modernas, puesto que interpreta el concepto de h1stona a la luz de la doctrina hegeliana, y sigue la posicin de kantianos y herbartianos, qmenes ven en Aristteles el subjetivismo de la esttica y la teora del arte desinteresado. y llamamos la atencin sobre el principio de la catarsis, porque cree que Zimmermann, y en general los estticos de_la ~scuela de Herbar!, le dan un sentido menos elevado que Max Schasler, y ms cercano al que senalo Lessmg en su Dramaturgia. Menndez Pelayo sabe que Aristteles, apenas conocido por los romanos, entendido perversamente por los rabes, olvidado por los escolsticos, dominar a partir del Renacnmento durante tres siglos, sirviendo de bandera a todas las escuelas literarias (1, 54).

    Respecto a la mimesis, uno de los conceptos tericos ms importantes, y que ser una constante en la presentac~n de esta historia, explica en 1881, que la imitacin que Aristteles recomienda

    Slem~re, lo que el llamaba mimesis (y debo insistir en esta interpretacin porque es gloria de la ciencia e~panola ~1 haberlo ad1vma~o en el siglo XVI antes que nadie, hasta el punto de que la potica de Aris-toteles, as1 ente~d1da, SlfV!O de bandera a los defensores del arte romntico de Lope y sus secuaces) no es la rmrtacwn de los modelos, es la imitacin de la naturaleza humana en toda su plenitud, en toda su nqueza,, en toda su variedad y hermosura. As lo entendieron los apologistas de Lope de Vega; as lo entendw el m1smo Lope sm darse tan clara cuenta de ello; pero l y sus amigos comprendieron 0 VIslumbraron qu,' era un arte naturalista, y que ellos cumplan mejor con el precepto de Aristteles, que los que seguan la forma muerta de la tragedia griega o italiana. He aqu junto ala tendencia del 1dealism~ realista, la teora de la imitacin de la naturaleza como otro esencial pilar y que garantiza la coheswn mterpretal!va de su historia de la teora literaria en Espaa.

    De Horado, como remite a su Horacio en Espaa (1877), las referencias bibliogrficas son ms escasas, aunque la presentacin de los 476 versos es minuciosa. Ni Horacio en la Epstola a los Piso-nes m don Mar~elmo en su comentario siguen un sistema, sino que exponen los principios tericos a modo de afonsmos. Pero su doctrina estar presente cuando analice las preceptivas de los siglos XVI y XVII.

    Asimismo cabe destacar en esta incorporacin de las teoras clsicas -en el apartado III de la Introducc~n- c?mo Menndez Pelayo observa en las Enadas de Plotino, siguiendo la Histoire cri-

    trq~e de LEc ole d'Alexandrre de Vacherot (1851), la teora de la imaginacin artstica, ya presente en Filost~ato. Plotmo -a diferencia de Platn, Aristteles o los estoicos, que definieron la imaginacin 0 fantas1a como una memona, una facultad de conservar las imgenes de objetos percibidos- aade

    Estudios preliminares XLVII

    ag1 nacin sensible una fantasa superior que tiene por objeto

  • XLVIII Obras completas de Menndez Pelayo

    Arte de trovar o Gaya ciencia de Juan Alfonso de B . seguimiento de De los trovadores en Espaa. Estudi:~: Je~! Proemw ~el Marqus de Santillana (con el tratados de Gaya Ciencia (1876) de M"], F l gua Y poesa provenzal (1861) y !os Antiguos de Ernesto Monaci en Testi Antichi Prov;:z~ . ontana s, el estudio de Paul Meyer en Romania, VI y trovadores de la escuela provenzal , ( 1888). Nuestro histonador registra las artes poticas de

    -y sus numerosos compendios . de preceptistas de la escuela catalana como R , y d 1 -,as como as narracrones y versos influirn en las poticas castellan d 1 . 1 aman I a , que a pesar de ser de menor consideracin teora ni sistema filosfico Presentas! e bsi~ al X'ld, reducidas a artes mtricas, estudios tcnicos, s~

    . a am Ien os Kcwnarws de R d 1 . y en nota remite a las poticas gallego t 1 Imas e os preceplistas catalanes como las cantigas de amor y de ami -po~ uguesas, en as que se definen algunos gneros literario; castellanas del siglo xv, Arte de trov:~ de ~~~:~~g~: de escarnio. y finalmente, recoge las poticas Segovia y el Arte de poesa castellana de Juan d~ Encin~~;:al La Gaya cwn~!O de Pedro Guilln de nota, se cita errneamente la potica de J d 1 E . e texto, en la pagrna 468 y en la 469, en

    , uan e nema como Arte d t poesta castellana, aparece correcto en el A , d. " . e rovar, pero e titulo Arte de E , . pen Ice ,, mcorporado en el volumen I)

    stas poelicas-prlogos entraron, con la autoridad , . , la materia de estudio de Alberto Por M que Menendez Pelayo les habia otorgado, en queras ayo, en sus Notas sobr ] h'

    go en la literatura medieval castellana (1957) . e a evo ucwn Islorica del prlo-. . " y en sus trabaos post p ,

    en su edicrn de Las poticas castellanas de la Ed d M d. ( enores. rancrsco Lopez Estrada que su trabajo sigue el dictado de los m t a M e 10 1984) mamfiesta en una nota preliminar

    . ereses que enndez pe] d . tona de las ideas estticas en Espa- d d ayo puso e mamfiesto en esta Bis-Media da cuenta Benedetto Croce :~:u ;s:~i:~e~:~2~)tratamiento de las ideas platnicas en la Edad

    SI la documentacin y la visin de la potica medieval ha 1 , alcanz con la investigacin de las poe't'c 1 . . M , n resu lado fructlferas, mayores logros d

    ascaslClstas enendezPela - d'd' . o un orden cronolgico enumera los m, d t d . yo, con man 1 aclico y siguien-. ' as es aca os textos que e ti 'd b hteraria de los siglos XVI y XVII 1 on enen 1 eas so re la preceptiva , , Y os agrupa en dos grande , .

    clasica, incluidas las traducciones y los e t . 1 s seccrones: as poel!cas de tradicin . . amen arws y os dos gr d - .

    literana. Bajo esta clasificacin descubrl 1 f, d an es movimientos de renovacin m os en os un amentos de 1 t , .

    cuatro corrientes de nuestra poe't"ca cla .. 1 1 , . a eona llerma presentadas las S!CIS a: p atomca retr' t 'Ji h fluencia platnica en la esttica le ded' 1 , 1 , !Ca, ans ole ca y oraciana. A la in-

    ca os cap1tu os VI y VII d 11 otros aspectos, la actitud que adopta Herrera y 1 d t . d , e va umen , y a ella responde, entre ria formulada en los Comentarios a G 'l Ha oc nna e Carvallo. Igualmente, en la teora litera-. am aso, errera dogmatiza 1 ti Idea del genio potico, como todos los pi t, . d 1 . 1 e ero smo p atomco; mantiene la

    a ameos e s1g o XVI busca ] ili' y su concepto del arte sigue un clasicismo q d ti' , a conc acwn con Aristteles, l. . ue na a ene que ver con 1 d B il Ilerana renacentista, la teora platnica de Len Heb . e e o ea u. En la creacin Plotino, la poesa de Petrarca y Ansas March . fl . _reo fue aglutrna el Fedro de Platn, el Convite de y la poesa de Fray Luis de Len adopt 1 ,drn mra en dos miSliCos y en los poetas erticos del xvr

    , a e po er aqmeta or del art D 'fi ' Menendez Pelayo cmo Mil y Fontanals habl b d 1 , . e, su e ecto pun cador. Recuerda la Oda a Salinas y autores como C Ha a e a parafrasis crrsl!ana de la esttica de Platn en

    , amoens, errera o Cervant tr t . en la manifestacin del amor pro"a p es ans armaron las Ideas platnicas

    . 1; no. arece oportuno apunt 1

    nnnista de Menndez Pela o en su fu . , . aren es e momento el carcter deter-los msticos, que cada auto~ manifestanra:'aoqn dellh!sdtoriador de la literatura, cuando seala, al hablar de

    . ue as IsposicJOnes y tend d . caractenzan por su propia personalidad 1 ennas e su pensamiento que le

    , su raza, e pueblo a que pertenezca, y la educacin recibida.

    XLIX Estudios preliminares

    As pues, en estos creadores encontramos la teora de los antiguos, la influencia de los poetas medievales y la irrupcin renacentista. Al destacar estos rasgos, Menndez Pelayo aade su objetivo de mostrar la continuidad de las ideas clsicas en las cristianas.

    En el captulo X del volumen 11, a travs de la presentacin de cada potica, va sealando la adscripcin aristotlica del Pinciano o Gonzlez de Salas, o la horaciana de Miguel Snchez de Lima, Ferreira, el Brocense, Cascales, Juan de la Cueva o Argensola. Cuando Menndez Pelayo considera que , est recogiendo en cada uno de ellos, con precisa visin general del periodo, la corriente platnica, la aristotlica y la horaciana, respectivamente.

    En la Historia de las ideas estticas en Espaa dedica captulos independientes a la historia de la retrica. Su original y esencial interpretacin como parte de la teora literaria, junto a la potica, as como su dimensin argumentativa, ha sido muy acertadamente estudiada por Gerardo Bolado (2010). Adems, su influencia en la potica persiste a travs de la teora del estilo, expuesta cuando surgen apreciaciones de crtica literaria, o en la teora de la imitacin de modelos, en un proceso de retorizacin de la potica (Albaladejo, 1989: 33).

    En este periodo, como en el siglo XVIII, el modelo horaciano servir para legitimar la doctrina clasicista, con la excepcional circunstancia de que la primera iniciativa sobre la influencia de Horacio en estas poticas espaolas se debe a don Marcelino. Y el modelo aristotlico ser el punto de referen-cia que origine la polmica sobre el gnero dramtico y abra las puertas a las doctrinas renovadoras.

    Acert don Marcelino al anticipar la influencia de las poticas italianas de Minturno, Robor-tello, Escalgero y Castelvetro, y considerar la importancia de las traducciones, desde la primera en lengua castellana de la Potica de Aristteles a las cuatro de mayor relieve de Horacio, junto a otras de menor valor literario, sin olvidar los destacados comentarios en lengua latina y castellana. Todo ello da coherencia a su historia de la potica porque son documentos que forman parte de la teora literaria espaola y son puntos de referencia para comprender mejor la elaboracin y el desarrollo de nuestras doctrinas. Esta historia de las teoras literarias se transforma en un preciso inventario en el que incluso estn presentes poticas escritas en latn, enriquecido con eruditas explicaciones o ampliacin de datos, nutrido todo ello con los juicios del crtico-historiador.

    En cuanto a las poticas de los siglos XVI y xvn, Menndez Pelayo establece la distincin entre las artes de versificacin y las autnticas poticas, pero incluye en el primer apartado cuatro poticas que son artes mtricas sin doctrina filosfica, y entre ellas el Cisne de Apolo (1602) de Alfonso de Carvallo, y sin embargo incorpora entre las poticas principales, la de Gonzlez de Salas, Nueva Idea de la Tragedia Antigua (1633), limitada al gnero dramtico.

    Menndez Pelayo encuentra en el Pinciano la doctrina del idealismo realista que interpreta siguiendo la mimesis aristotlica y la terminologa de Schasler, y es el primero en sealar la fuente de Torcuato Tasso para la obra del Pinciano, en lo relativo a la novela y el poema pico. Otra de las ideas en las qne insiste nuestro historiador en su explicacin de las poticas, y por tanto, sobre las que for-mula su juicio de valor, es el rechazo a la finalidad docente del arte. Teniendo en cuenta su concepcin del arte por el arte y su definicin de la literatura como ciencia de la belleza traducida y realizada por medio de las palabras, tomada de Mil y Fontanals, es lgico que salve a los preceptistas partidarios de la forma y alejados de ese precipicio que es el fin tiL Del mismo modo que ante la doctrina del

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  • L Obras completas de Menndez Pelayo

    Pinciano, alaba que Cascales sea acrrimo adversario del arte didctico y considere impertinente la aplicacin de la mitologa. Slo podemos reprocharle que su apasionamiento le lleva a considerar al Pinciano superior a los preceptistas italianos (Robortello y Castelvetro ).

    La crtica negativa que don Marcelino hace del Cisne de Apolo -y del autor, a quien califica de pedagogo adocenada>>- se basa en la forma elegida, detestables octavas reales, y en el contenido ((especie de poema didctico>>, que mantiene la pesadsima metfora del Cisne. Pero observa en est~ preceptiva rasgos de libertad de ingenio y la consideracin de que el teatro nacional no necesita estar ri~urosamente ligado a los preceptos aristotlicos. Por sus rasgos de libertad de ingenio, su admira-Clon a Lope d; Vega, y por intentar acoplar el teatro nacional dentro de los moldes de la preceptiva anl!gua: Menendez Pelayo cree que Carvallo puede ser considerado entre los autores de . La potica dramtica de Gonzlez de Salas le sir-ve para exponer algunos de los rasgos que Menndez Pelayo considera esenciales en la teora literaria en Espaa, porque formula una doctrina c