historia de la independencia

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CORTANDO LOS LAZOS CON ESPAÑA, 1810-1819 Los movimientos independentistas que llevaron a la creación de la mayoría de los actuales países latinoamericanos deben sus orígenes a acontecimientos acaecidos en Europa. Los Borbones españoles, cuya familia había accedido a la corona en 1713, habían tratado de contrarrestar el declive de España, tanto en Europa como en América. Con la esperanza de apuntalar las defensas del Nuevo Mundo contra las potencias europeas rivales, a la vez que aumentar los ingresos de la corona, impusieron reformas administrativas y políticas de largo alcance. Una consistió en crear nuevos virreinatos: uno en Nueva Granada (primero en 1717 y de nuevo en 1739) y otro en Buenos Aires (1776) Además, Carlos III (1759-1788) reemplazó el complejo aparato administrativo de los Habsburgo por el sistema de intendencias. En la práctica, supuso el reemplazo de los odiados corregidores de la América española por los intendentes, gobernadores locales directamente responsables ante la corona, no ante el virrey. Casi todos ellos eran peninsulares en lugar de criollos americanos, probablemente para asegurarse la lealtad al monarca. Los intendentes estrecharon mucho el control de la corona sobre el gobierno, pero también entraron en contradicción con los prósperos criollos, muchos de los cuales se habían beneficiado de una administración relajada. Este giro puede verse en la administración de los tribunales locales. Como los Habsburgo de finales del siglo XVII necesitaban fondos de forma desesperada, pusieron a la venta los cargos de los tribunales, como ya antes había hecho Felipe II. Quienes los compraron eran criollos y, en 1750, de 93 jueces, 51 eran nacidos en América. Los monarcas borbones cambiaron la tendencia y en 1807 ya sólo 12 de los 99 jueces eran criollos. Finalmente, los criollos decidirían buscar en otro lugar puestos de autoridad y prestigio. Uno de los lugares donde los buscaron fue en los concejos municipales o cabildos, que funcionaban a duras penas a comienzos del siglo XVIII: no siempre hallaban compradores ávidos los cargos del cabildo. Sin embargo, con la llegada de los intendentes, un sistema tributario más eficiente les proporcionó un aumento de ingresos y la

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CORTANDO LOS LAZOS CON ESPAÑA, 1810-1819

Los movimientos independentistas que llevaron a la creación de la mayoría de los actuales países latinoamericanos deben sus orígenes a acontecimientos acaecidos en Europa. Los Borbones españoles, cuya familia había accedido a la corona en 1713, habían tratado de contrarrestar el declive de España, tanto en Europa como en América. Con la esperanza de apuntalar las defensas del Nuevo Mundo contra las potencias europeas rivales, a la vez que aumentar los ingresos de la corona, impusieron reformas administrativas y políticas de largo alcance. Una consistió en crear nuevos virreinatos: uno en Nueva Granada (primero en 1717 y de nuevo en 1739) y otro en Buenos Aires (1776)Además, Carlos III (1759-1788) reemplazó el complejo aparato administrativo de los Habsburgo por el sistema de intendencias. En la práctica, supuso el reemplazo de los odiados corregidores de la América española por los intendentes, gobernadores locales directamente responsables ante la corona, no ante el virrey. Casi todos ellos eran peninsulares en lugar de criollos americanos, probablemente para asegurarse la lealtad al monarca. Los intendentes estrecharon mucho el control de la corona sobre el gobierno, pero también entraron en contradicción con los prósperos criollos, muchos de los cuales se habían beneficiado de una administración relajada.Este giro puede verse en la administración de los tribunales locales. Como los Habsburgo de finales del siglo XVII necesitaban fondos de forma desesperada, pusieron a la venta los cargos de los tribunales, como ya antes había hecho Felipe II. Quienes los compraron eran criollos y, en 1750, de 93 jueces, 51 eran nacidos en América. Los monarcas borbones cambiaron la tendencia y en 1807 ya sólo 12 de los 99 jueces eran criollos. Finalmente, los criollos decidirían buscar en otro lugar puestos de autoridad y prestigio.Uno de los lugares donde los buscaron fue en los concejos municipales o cabildos, que funcionaban a duras penas a comienzos del siglo XVIII: no siempre hallaban compradores ávidos los cargos del cabildo. Sin embargo, con la llegada de los intendentes, un sistema tributario más eficiente les proporcionó un aumento de ingresos y la reafirmación de su función. De este modo, los cabildos se convirtieron en la base institucional de la autoridad criolla.Los militares eran otra fuente de poder. Para guardarse de amenazas y aplastar cualquier posible rebelión, el rey decretó el establecimiento de milicias coloniales, una excelente fuente de prestigio para los criollos hambrientos de posición. Pero también alteró el equilibrio militar, puesto que a finales del siglo XVIII la composición del ejercito en América era en su mayoría criolla. Éste fue el cimiento del ejército patriota que después lucharía por la independencia.Los Borbones deseaban de forma especial promover el desarrollo económico colonial para fortalecer su posición en Europa. En 1778, Carlos III promulgó un decreto de libre comercio, que significó que los 24 puertos de la América española podían comerciar desde

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entonces directamente con cualquier puerto español o entre sí (pero no con un puerto que no perteneciera al reino español). El comercio ya no estaría restringido a los cuatro puertos coloniales (Veracruz, Cartagena, Lima / Callao y Panamá) o sujeto al monopolio de Cádiz. De hecho, el comercio de contrabando había florecido durante mucho tiempo en esas rutas anteriormente prohibidas. Pero la corona aumentó sus ingresos de aduanas, ya que ahora cobraba impuestos a los bienes que antes pasaban de contrabando. Por esta razón en parte, la economía colonial floreció bajo los Borbones.La política borbónica parecía ser un éxito. La administración se hizo más eficiente, mejoraron las defensas, se intensificó el comercio y aumentaron los ingresos del gobierno. Pero había malestar entre los criollos por muchos de estos cambios, que amenazaban con reducir su posición e influencia. Fue este reto a su posición, más que la influencia del pensamiento ilustrado o el ejemplo de las colonias inglesas de Norteamérica, lo que acabó impulsando a las colonias americanas a optar por la independencia.Sin duda, había existido una resistencia colonial. En 1780, Túpac Amaru II, sosteniendo que era el descendiente directo de los incas, encabezó una revuelta indígena con un ejército cercano a los 80.000 hombres. Se tardaron dos años de lucha brutal en sofocar las insurrecciones que barrieron el sur del Perú y Bolivia. En 1871, los ciudadanos del Socorro, en Nueva Granada, protestaron de forma violenta contra el alza de los impuestos y el disturbio se extendió por gran parte del virreinato. Aunque la historiografía tradicional ha considerado estos sucesos como precursores de la independencia, no fue este el caso. Los que protestaron tanto en el Perú como en la Nueva Granada no buscaban la independencia de la corona española; protestaron dentro del sistema, no contra él.Entonces, cómo llegó la independencia?. Una vez más, el destino de América Latina lo determinó la política dinástica en el Viejo Mundo y la pugna entre Inglaterra y Francia por controlar el comercio mundial, y en especial, el ímpetu de Napoleón, ya que para éste poner en jaque a España y Portugal significaba dar un duro golpe a Inglaterra y dejarla reducida al papel de potencia industrial sin los mercados europeos, ni americanos. En 1806, Napoleón dictó en Berlín un decreto por el cual se declaraba el bloqueo continental. A partir de entonces, cualquier buque que hubiera tocado Inglaterra o a sus aliados tenía la entrada prohibida a Francia y viceversa.Portugal hizo caso omiso del decreto, pues seguía permitiendo que los buques ingleses atracaran en sus puertos. Napoleón obviamente no podía permitir semejante desafío y, el 12 de agosto de 1807, dio el ultimátum a la corte portuguesa para que cerrase sus puertos a los navíos ingleses. La situación para el Regente Joao era gravísima. Si aceptaba el ultimátum de Napoleón, debía enfrentarse con la potencia marítima que era Inglaterra, así que el Regente decidió que era necesario salvar por lo menos Brasil y pensó enviar a la familia real a Brasil con el apoyo de los ingleses, quienes dispusieron una flota para su traslado.En octubre de 1807, Francia y España firmaron el tratado de Fontainebleu por el que acordaron la invasión conjunta y el reparto de Portugal. Mientras las tropas de Napoleón cruzaban España para

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dirigirse a Portugal, el Regente dispuso la salida de la familia real y la corte hacia el Brasil.A su vez, España atravesaba por una gran crisis de gobierno. En España gobernaba Carlos IV desde 1788. Incapaz de hacer frente a los problemas de su tiempo, Carlos IV dejó los asuntos del gobierno español en manos de Manuel Godoy, favorito de la reina María Luisa de Parma y verdadero artífice de la política española. Aparte de haber hecho una enorme fortuna en su cargo, fue él quién nombró, entre sus amigos y parientes, toda la planta administrativa en América, con lo cual logró que los americanos lo odiaran tanto como los mismos españoles. Los abusos y deshonestidades de Godoy, unido a las intrigas de la Corte, crearon un gran descontento popular, el cual se agudizó cuando el gobierno español firmó con Napoleón el Tratado de Fontaneblau en 1807, que permitía a las tropas francesas cruzar el país para invadir a Portugal. Miles de soldados franceses atravesaron la frontera y se tomaron Portugal haciendo que la familia real se trasladara a Brasil. Pronto el pueblo español se dio cuenta que no se trataba de un ejercito aliado, sino de un enemigo.En marzo de 1807, una fracción inconforme de la nobleza se unió al príncipe de Asturias, Fernando VII, y organizó el derrocamiento del odiado Godoy y la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando, enemigo de Godoy, y en quien el pueblo colocaba sus esperanzas de renovación ante las crisis de las instituciones.Para agravar la situación, a la crisis de la familia borbónica se unía el ímpetu imperial de Napoleón, quien se aprovechó de la situación para dominar al país. Un día antes de la entrada triunfante de Fernando VII a Madrid, el 23 de marzo de 1808, un gran ejercito francés ya lo había hecho, haciendo pensar que iban dispuestos a sostener al nuevo monarca español. Fernando VII convencido que Napoleón lo reconocería como rey obedeció, junto con su padre, a viajar a la ciudad fronteriza de Bayona a solucionar el problema de la dinastía. En Bayona, Napoleón presionó a Fernando y a Carlos para que presentaran su renuncia al trono. El primero a favor de su padre, y éste en Napoleón, quien traspasó la corona a su hermano José.Ante la noticia que José Bonaparte gobernaría a los españoles con una constitución que iba a elaborarse en Bayona, se produjo un levantamiento del pueblo madrileño con manifestaciones antifrancesas, y en diversos lugares se atacó físicamente a los franceses. Joaquín Murat, cuñado de Napoleón y encargado de las tropas francesas, mandó reprimir duramente el movimiento y luego decretó el fusilamiento de la población civil que fuera encontrada con armas, hecho que fue inmortalizado por Goya en un lienzo memorable.

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La insurrección se extendió a otras ciudades y provincias, donde comenzaron a formarse Juntas Provinciales de Gobierno para dirigir la resistencia contra el invasor francés y asumir la autoridad en nombre del rey Fernando VII. Especial significación para el devenir de las colonias americanas tuvieron las juntas de Sevilla y Madrid, que rivalizaron desde sus inicios por el reconocimiento de su autoridad en América.

1. Las juntas de gobierno en América.

Las juntas españolas, guardianas de los derechos de Fernando VII, hicieron dos invitaciones a las colonias americanas para colaborar con el gobierno provisional. La Junta Central asentada en Sevilla rechazó a José Bonaparte, mantuvo su lealtad a Fernando, y propuso gobernar a España y a sus colonias en nombre del legitimo rey hasta cuando éste recuperara el trono, señalando también la incapacidad de los americanos para enfrentar a Napoleón y la necesidad de establecer un refuerzo de guerra en España financiado por las posesiones coloniales.La crisis española conmocionó a América. Tan pronto se supo que el pueblo español luchaba por restituir a Fernando VII en el trono comenzaron a formarse juntas a imitación de las organizadas en la metrópoli. Sus fines inmediatos implicaron la salvaguardia del territorio americano para el rey Fernando VII, ante la posibilidad que España llegara a ser ocupada totalmente por Napoleón. De esta manera se celebraron las juntas en México, Montevideo, Buenos Aires, La Paz, Quito y la Junta Extraordinaria de Santa Fe en septiembre de 1809, que reconoció el liderazgo de la Junta de Sevilla y juró fidelidad a Fernando VII.

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2. El estallido revolucionario de 1810

A comienzos de 1810, la noticia alarmante del avance francés hacia Sevilla para encarcelar a los integrantes de La Junta Central y que el movimiento de resistencia había sido reducido a poco menos que el puerto de Cádiz llegó a la Nueva Granada al igual que a las otras colonias americanas. Para éstas era necesario formar juntas de gobierno autónomas alegando que como España no tenía gobierno, la soberanía recaía en el pueblo. Así las juntas americanas pasaron a ser movimientos que decretaron la autonomía política de la metrópoli deponiendo a las autoridades españolas en América y los revolucionarios criollos comenzaron a hacer una serie de reformas para aliviar las frustraciones socioeconómicas y desmontar el régimen colonial.El estallido revolucionario en la Nueva Granada empezó en Cartagena, verdadero núcleo del comercio exterior del virreinato en el que existía una pequeña burguesía mercantil que recibía del exterior todas sus manufacturas y hasta su alimento a cambio de lo que podía exportar, siendo uno de los territorios de la Nueva Granada más vulnerables a una parálisis comercial como la que se avecinaba ante su posible incorporación a Francia. A principios de mayo de 1810 arribaron a dicho

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puerto los comisionados regios Antonio Villavicencio y Montufar con noticias de lo ocurrido en España y en Caracas, donde habían visto triunfar la revolución con la creación de la Junta Suprema de Caracas, compuesta fundamentalmente por criollos acaudalados, para gobernar en nombre de Fernando VII. Los criollos cartageneros convocaron a un cabildo el 10 de mayo que decidió crear un gobierno integrado por el gobernador y dos regidores del cabildo. El gobernador siguió actuando en solitario y el cabildo pidió el 14 de junio su dimisión. Se le depuso y se colocó en su lugar al teniente Blas de Soria.A medida que las noticias se recibían en otras ciudades del virreinato, se creaban más juntas. Lo ocurrido en Cartagena se supo pronto en Santa Fe, a donde emprendió viaje el comisionado Villavicencio. El partido españolista, encabezado por el virrey Amar y Borbón, veía con gran preocupación su próxima llegada a la capital; mientras, los criollos se aprestaron a hacerle un gran recibimiento. Un grupo de patriotas santafereños preparó un banquete como homenaje al comisionado y solicitó al comerciante español Llorente un florero para adornar la mesa. Se trataba obviamente de un pretexto, pues podían haber conseguido el florero de múltiples maneras y sin tener que recurrir a Llorente. Pero se buscó un altercado y el comerciante español era la persona idónea para ello.El día 20 de julio se presentaron los criollos en la tienda de Llorente, que estaba situada junto a la plaza mayor. Al solicitar el florero, Llorente insultó a los criollos y se produjo un alboroto callejero que se extendió pronto a la plaza próxima, donde había mercado. El pueblo instigado por los conspiradores, comenzó a pedir cabildo abierto, que se reunió aquella misma tarde. Se trataba, en realidad, de un cabildo extraordinario convocado para estudiar los sucesos de la mañana, pero los criollos lograron que fuese abierto y con la presencia de un diputado del pueblo que fue don José de Acevedo.El cabildo fue manejado con enorme habilidad. Se le amplió primero con nuevos diputados populares y se le purgó luego de los vocales españoles, llamados intrusos porque habían sido designados por el virrey. Finalmente, se procedió a formar una Junta de Gobierno que presidía el propio virrey Amar. A los pocos días se depuso al virrey y se le mandó a España. La Junta de Gobierno de Santa Fe de Bogotá, totalmente criolla, asumió el poder político y juró fidelidad a Fernando VII aún cuando reclamaba para sí autoridad total para gobernar en su nombre durante su cautiverio.

3. La Patria Boba neogranadina (1810-1816)

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Tras el 20 de julio de 1810, la Junta de Gobierno de Santa Fe de Bogotá convocó un congreso en diciembre de ese mismo año para formar una representación nacional. No concurrieron al mismo Quito, Venezuela y Panamá, tampoco las provincias realistas de Popayán, Pasto y Santa Marta. Cartagena se declaró independiente y soberana en 1811, rechazando la unión con las otras provincias neogranadinas emancipadas. El congreso representaba únicamente a Cundinamarca, Boyacá, Santander y algunas zonas del Magdalena, y aún así se dividió internamente al discutir el establecimiento de una fórmula federal para gobernar el territorio. Cundinamarca deseaba un estado centralizado y las restantes provincias el federal. Las últimas se retiraron a Tunja, donde crearon las Provincias Unidas de la Confederación de Nueva Granada en 1811, con Camilo Torres como su presidente. Cundinamarca quedó aislada y tuvo los presidentes Jorge Tadeo Lozano y Antonio Nariño.Hasta cierto punto, esta desunión política era inevitable. Sin duda, ninguna región de América española enfrentaba tantas dificultades, tantos obstáculos de transporte y comunicaciones, como la Nueva Granada, con una población esparcida en núcleos aislados en las cordilleras andinas y en los asentamientos de la costa. De esa manera, la separación geográfica, vino a reforzar todas las diferencias socioeconómicas básicas que existían entre las grandes regiones y el resultado fue un marcado regionalismo que complicó enormemente los primeros intentos de organización política.Las Provincias Unidas constituyeron una federación débil estructuralmente, pues las autoridades federales dependían totalmente de la cooperación voluntaria de las provincias y a esto se unía el hecho de que ni siquiera abarcaba a todas las provincias. Cundinamarca, por su parte, con Nariño como presidente, quien asumió poderes dictatoriales, no cesó de destacar las debilidades del sistema federal, abogando por un gobierno más centralizado que pudiera ejercer poder real en todo el territorio de la nación.Mientras los patriotas luchaban entre ellos, los contrarrevolucionarios o realistas fueron dominando la costa caribe desde Santa Marta. Cartagena quedó prácticamente incomunicada. Por el sur avanzaban también los realistas de Pasto y Popayán. Así, la receta de Nariño de un gobierno central fuerte para dirigir la lucha era preferible a una disgregada alianza de provincias autónomas como lo proponía las Provincias Unidas. Sin embargo, Nariño no poseía los medios para exigir que las otras provincias aceptaran sus ideas y, al mantener a Cundinamarca fuera de la unión porque ésta no tenía un gobierno lo suficientemente fuerte, simplemente aumentó su debilidad. Para

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agravar la situación, Nariño intrigó en varios lugares para tratar de derrocar a las autoridades locales y obligarlas a unirse a Cundinamarca, desencadenando un estado de guerra civil entre los dos gobiernos, que se inició en 1812 y continuó esporádicamente hasta 1814, cuando las tropas federales de las Provincias Unidas conquistaron Bogotá con la ayuda de Simón Bolívar, que había sido expulsado de Venezuela.La revolución política de 1810 y la declaración de la independencia absoluta ocurrida en el lapso de 1811 a 1813, pues Cartagena la declaró en 1811 y, Cundinamarca, Antioquia y Tunja en 1813, representan el ascenso al poder de los patriotas granadinos. Es la fase política de la revolución, cuando los americanos reasumieron sus derechos e instauraron la soberanía política de los nuevos Estados nacionales.Numerosas ceremonias se hicieron para festejar la revolución de Independencia; y en los escritos que profusamente se divulgaron, se resaltaron los errores de España en el coloniaje, los sistemas de opresión, la crisis de la economía colonial, la ignorancia de los pueblos y los derechos para construir los Estados de acuerdo con las nuevas ideas revolucionarias. Los símbolos de la revolución fueron el gorro frígido y el árbol de la libertad; es por ello que en las fiestas de conmemoración de la revolución, se acostumbró la siembra del árbol de la libertad, principalmente en los años 1813 y 1814. Si en 1808 la reacción de los granadinos fue contra Napoleón, en el lustro 1810-1815 se presenta contra la "pérfida España", causante, según los patriotas, de todo los males del pueblo americano.

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4. Morillo y la reconquista, 1816-1819

A la fase del movimiento de las Juntas Americanas y la conformación de los primeros gobiernos, llamados en el Nuevo Reino de Granada la Primera República Granadina o Patria Boba, sucedió una etapa de reacción realista o reconquista española entre 1816 y 1819.Hacia 1814, tras el regreso de Fernando VII al trono español, se organizó el ejército para la campaña de reconquista del territorio neogranadino. Estaba formado por un total de 10.000 soldados y 291 jefes bajo las órdenes del mariscal Pablo Morillo, quien se había hecho militar, como la mayor parte de sus hombres, durante la campaña de independencia de España del yugo francés. Esta tropa fue, junto con el batallón enviado a Veracruz en 1811, la única que España envió a sus colonias durante todo el proceso de independencia, lo que demuestra que la guerra de quince años se sostuvo con americanos fundamentalmente.Mientras el absolutismo español preparaba la máquina militar de aquel ejército expedicionario, los territorios venezolano y neogranadino veían sucumbir la resistencia patriota ante la reacción de los propios criollos. El año 1814, que presidió a la invasión de Morillo, fue uno de los más nefastos para la causa de la libertad. En Venezuela, donde existía una honda división entre esclavos, negros libres y mulatos (que eran la mayor parte de la población) y una minoría de blancos, los realistas, defensores del dominio español, lograron atraer para su causa sectores de origen negro. José Tomás Boves, un español acriollado en los llanos, aglutinó una fuerza llanera de hombres de color y los lanzó contra la república que había instalado Simón Bolívar en Caracas. Era una fuerza de caballería capaz de atacar certeramente un objetivo distante con enorme velocidad y precisión, y retirarse luego a sus bases de los llanos, donde no podían entrar los republicanos sin peligro de perecer. Ante la imposibilidad de aplastar la fuerza realista y una victoria de Boves en la Puerta el 3 de febrero de 1914, motivó a Bolívar a emprender una empresa de represión contra los realistas, que logro contenerlos por espacio de tres meses. En junio del mismo año, Boves obtiene una nueva victoria en la Puerta y, al mes siguiente tomó Valencia. Bolívar tiene que evacuar Caracas y dos días después la ciudad cayó en manos de los realistas y el 16 de julio entró en ella el temible Boves, quien persiguió a los patriotas durante su marcha hacia el este. Bolívar, traicionado por algunos de sus compañeros, fue depuesto de su mando como presidente y debió abandonar su patria el 8 de septiembre, embarcándose hacia Cartagena.

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En Colombia las cosas no fueron mucho mejor. En Santa Marta, el levantamiento de los realistas quedó en permanente estado de guerra contra Cartagena. En el sur, las tropas realistas del brigadier Sámano avanzaron desde Pasto sobre Popayán, se apoderaron de Cali y Buga, amenazando con seguir hacia Santa Fe de Bogotá. El presidente de Cundinamarca, Antonio Nariño, comprendió el peligro y organizó un ejercito para detener a Sámano. En enero de 1814 tomó Popayán, donde se detuvo dos meses, y en marzo se movilizó hacia Pasto. El 10 de mayo atacó Pasto y fue derrotado. El ejercito cundinamarqués se dispersó por los alrededores y Nariño fue encontrado en las montañas por un soldado que lo entregó al brigadier Aymerich. El jefe realista lo encarceló y posteriormente, fue enviado a la Península, y en ausencia de Nariño, Cundinamarca cayó bajo la dictadura de Manuel Bernardo Álvarez, investido en sus poderes por el mismo Colegio Electoral ante el desastre de la campaña del sur.A finales de septiembre de 1814 llegó a Cartagena Bolívar, tras el desastre de Venezuela. Se dirigió a Tunja, donde fue recibido por Camilo Torres, presidente del Congreso. Inmediatamente se le concedió mando de tropa y se le dio la misión de someter Cundinamarca. Con el apoyo de 2.800 hombres penetró en la provincia rebelde y finalmente sitió y asaltó Santa Fe de Bogotá, que capituló el 12 de diciembre del mismo año. El Colegio Federal nombró gobernador interino de Cundinamarca a José Miguel Pey e invitó al Congreso Federal a instalarse en la capital, lo que hizo en enero siguiente.Bolívar recibió entonces la comisión de liberar Santa Marta. Se dirigió a la costa y pidió ayuda militar a Cartagena, que se la negó. Irritado por la falta de colaboración, puso sitio a la plaza patriótica durante un mes. Lo levantó cuando tuvo noticias de la llegada del ejército expedicionario de Morillo a Venezuela. Hizo entonces renuncia al mando y celebró un convenio de paz, embarcándose para Jamaica el 8 de mayo de 1815.Mientras tanto, el ejercito expedicionario que había salido de Cádiz el 17 de febrero de 1815, llegó a Margarita el 17 de abril. El jefe patriota Arismendi entregó la isla y fue perdonado por haberse alzado contra el rey. Tras tocar Cumaná, entro en Caracas, donde dio varias disposiciones militares que hicieron presagiar el fin del orden civil. Creó un Consejo de Guerra permanente contra los revolucionarios, sustituyó la Audiencia por un Tribunal de Apelaciones, erigió una Junta de Secuestros para confiscar los bienes de los patriotas que se habían comprometido en la lucha contra España, exigió un empréstito forzoso de 200.000 pesos y, finalmente, dio una proclama a los neogranadinos anunciándoles que sus tropas venían a restablecer el orden y la paz y no a verter sangre. Como Venezuela estaba ya pacificada, desde su punto

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de vista, la dejó al mando del general Salvador Moxó y partió hacia la Nueva Granada junto con 3.000 soldados venezolanos.El ejército expedicionario de Morillo desembarcó en Cartagena el 20 de agosto y puso sitio a la plaza durante más de cien días. Se rindió el 5 de diciembre de 1815. Era la primera vez que alguien lograba tomar dicha ciudad desde que fuera fortificada a comienzos del siglo XVII.La represión española fue muy dura. Unos 400 cartageneros fueron fusilados y otros fueron procesados por el Consejo de Guerra permanente. Morillo dejó 3.000 hombres en la ciudad a las órdenes del nuevo virrey y dividió el resto de su ejército en cuatro columnas para ocupar el territorio neogranadino: una hacia Ocaña y El Socorro, otra hacia el Chocó, la tercera a Antioquia y la cuarta por el Magdalena con dirección a Bogotá. Las tropas de la Confederación fueron derrotadas y Camilo Torres renunció, nombrándose presidente a Fernández Madrid para que hiciera la capitulación. Los restos del ejército patriota huyeron hacia los Llanos o hacia el sur y Santa Fe capituló ante la batalla de la Cuchilla del Tambo (30 de junio), donde el coronel realista Sámano venció la fuerza que dirigía el nuevo presidente de la Confederación, Liborio Mejía a quien Madrid había traspasado el cargo. La Patria Boba había dejado de existir.

La represión española en Bogotá fue sangrienta. El Tribunal de Purificación creado por Morillo enjuició a numerosos patriotas que fueron fusilados, como Antonio de Villavicencio, Miguel Pombo, Camilo Torres, Francisco José de Caldas, Liborio Mejía, etc. En Bogotá quedó Sámano como gobernador y Morillo se movilizó hacia Venezuela.

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5. El ejército de los Llanos libera la Nueva Granada

El fracaso en Venezuela y la Nueva Granada obligaron a Bolívar a efectuar un reajuste operativo que fue decisivo para la independencia hispanoamericana. En Jamaica, Haití y Angostura Bolívar comprendió que los patriotas habían sido derrotados porque su movimiento era impulsado únicamente por el grupo criollo dirigente, sin contar con el respaldo popular, que había estado de parte de los realistas. Los ejércitos criollos habían luchado contra los pardos y esclavos dirigidos por españoles y ésa había sido precisamente la causa del desastre. Era preciso invertir la situación.Bolívar pasó de Jamaica a Haití en diciembre de 1815. Con la ayuda del presidente Petión, que exigió a Bolívar la promesa de liberar a los esclavos de Venezuela a cambio de la ayuda que le pedía, reunió una fuerza de 300 hombres y se dirigió a Margarita, Capúrano y Ocumare (Venezuela), donde se desembarcó ya con 800 soldados. La persecución de los españoles le obligó a reembarcarse en Güiria, donde sus compañeros Mariño y Bermúdez le depusieron de su cargo de jefe. Bolívar regresó nuevamente a Haití y desembarcó en Barcelona (Venezuela) con nuevos refuerzos a finales de 1816. Desde allí emprendió una larga marcha hacia el sur para colocar la selva como almohada defensiva frente a los ataques realistas. En abril de 1817 estableció su cuartel en Angostura, y a finales de dicho año se movilizó hacia el Apure par encontrarse con Páez, caudillo venezolano que dominaba la zona, quien se sometió a Bolívar a condición que las tierras de los hacendados y ganaderos realistas serían repartidas entre los llaneros del ejército libertador.A principios de 1818 Bolívar movilizó su ejército hacia el norte, dispuesto a repetir un ataque sorpresa que le llevara hasta Caracas. Tras algún éxito inicial, la fuerza republicana fue derrotada por Morillo el 16 de marzo de 1818. Bolívar se retiró al sur con muchas pérdidas. Los

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patriotas comprendieron que no podían asaltar la plataforma atlántica realista y se replegaron a Angostura.Bolívar convocó un Congreso en Angostura que se celebró el 15 de febrero de 1819. En su discurso de apertura esbozó un proyecto constitucional para la nueva república con cierta semejanza del inglés (tres poderes y un legislativo bicameral con una cámara de senadores hereditarios), salvo que el ejecutivo era quizá más fuerte. El Congreso eligió a Bolívar presidente de una república que comprendería ya los territorios conjuntos de Nueva Granada y Venezuela. En agosto se adoptó la nueva constitución.El presidente elaboró entonces uno de sus planes más audaces: invadir la Nueva Granda, donde Morillo había dejado muy pocos efectivos militares, pensando siempre que podía defenderse desde la cornisa atlántica. La operación tenía el riesgo de atravesar los llanos en invierno y ascender a los Andes, así como la incertidumbre de las primeras acciones, ya que si éstas eran favorables, Morillo corría el peligro de un desastre total.

El 26 de mayo de 1819 se puso en marcha el ejército llanero. Estaba integrado por unos 2.000 hombres que siguieron la ruta de Pore, Tame, Páramo de Pisba, Socha y Bonza, luego vencieron una pequeña vanguardia realista en el Pantano de Vargas. El 5 de agosto los patriotas entraron en Tunja, donde se le sumaron nuevos efectivos y dos días después se enfrentaron a la división de Barreiro en el Puente de Boyacá, obteniendo una resonante victoria. En Bogotá cundió el pánico entre los realistas, que abandonaron de inmediato la ciudad para huir hacia la costa; Bolívar se encontró con la mayor parte de la Nueva Granada liberada como consecuencia de su acción (Pamplona, Antioquia, Chocó y Popayán, además de Cundinamarca y Tunja).Bolívar dejó en Bogotá al general Santander y regresó a Angostura, presentándose ante el Congreso el 14 de diciembre. Allí fue aclamado como libertador. Presentó entonces su proyecto de formar una gran nación llamada Gran Colombia que integraría los territorios de Venezuela, la Nueva Granada, Quito y Panamá.Próximo a terminar el periodo absolutista, el ejército de Morillo había perdido una gran parte de Nueva Granada, aunque seguía dominando la costa (Cartagena, Santa Marta y la cornisa de Venezuela).

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6. Regionalismo y caudillismo: problemas de la primera república granadina

Para analizar la problemática política respecto a las formas de gobierno en el Nuevo Reino, es importante conocer algunos aspectos de la situación del virreinato en 1810, los cuales reflejan la realidad del país cuando estas ideas se presentaron. La colonia del Nuevo Reino de Granada se dividía en 15 provincias al iniciar la Primera República Granadina: Santa Fe, Tunja, Socorro, Pamplona, Santa Marta, Cartagena, Riohacha, Panamá, Veraguas, Chocó, Antioquia, Popayán, Mariquita, Neiva y Casanare. Un país con tendencias geográficas hacia la micro-región y a la diversidad de paisajes naturales y culturales que lo determinan a fortalecer un sentido regional y localista. Sumábase a esta desvertebración geográfica la escasez de vías de comunicación, que mantuvieron desunidas las diversas regiones del Nuevo Reino.Este fenómeno del regionalismo tiene sus raigambres, además de las geográficas, en la política aislacionista fomentada por la metrópoli española, tanto en sus colonias en general, como en cada una de las provincias. Unidad política en el Imperio español y una relativa

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autonomía en los cabildos para la solución de los problemas regionales. A pesar de esta discontinuidad y separación de las regiones, el sistema español estableció un régimen central que ligaba el gobierno de Santa Fe con las demás provincias, aún cuando éstas tuviesen su propia autonomía.En consecuencia, ya libres de la tutela española, las provincias neogranadinas hicieron sus planteamientos acerca de sus propios intereses regionales y políticos. Unas, como Santa Marta y Popayán, presentaron posturas realistas; mientras otras, como Cartagena, Antioquia, Santa Fe y Tunja, manifestaron tendencias patriotas. El localismo político y las rivalidades entre las ciudades y aldeas del Nuevo Reino, manifiestan el sentido regional y localista. Encontramos así rivalidades entre Tunja y Sogamoso, Cartagena y Mompox, Ambalema y Mariquita, Pamplona y Girón y otras ciudades del Nuevo Reino, que con la participación de sus cabildos quisieron hacer ejecutorias políticas y alcanzar autonomía a través de sus propias juntas de gobierno.Con el fortalecimiento del regionalismo y su aparición como fuerza geopolítica, una vez desintegrado el Imperio español, surgió el caudillismo y el gamonalismo como expresión de los valores sociales de la provincia. El estamento social criollo, una vez elevado al poder, proyectó su influencia en las distintas regiones del Nuevo Reino de Granada, fortaleciendo un caudillismo de índole sociocultural y familístico. Los caudillos surgieron tanto en la capital como en la provincia, con sentimientos propios, aspiraciones y deseos de mando en sus respectivas regiones y aldeas. En este aparataje socio-político apareció asimismo el "caciquismo" o gamonalismo de las veredas y aldeas, que asesoraron al caudillo y mantuvieron su dominio en el área de influencia. Estas formas de dominio local y regional, que se hicieron presentes en la Primera República Granadina, se fortalecieron una vez culminada la Independencia. en aquella carrera de los caudillos carismáticos por llenar el vacío de poder político.El caudillismo de las provincias y el sentimiento regionalista se presentan como fuerzas geopolíticas que influyeron en la formación de los primeros basamentos de los Estados, y es en estas fuerzas en donde se palpan muchos de los planteamientos de centralistas y federalistas en la lucha por encontrar la forma de gobierno más adecuada para el nuevo Estado, expresada claramente cuando la Junta Suprema de Santa Fe, considerándose de hecho como la depositaria de la autoridad legítima, convocó el 29 de julio de 1810 a las demás provincias, para realizar el congreso de las provincias, que definiera el problema de autoridad política para el Nuevo Reino de Granada, al cual, como se expresó anteriormente, sólo asistieron algunas de las provincias. Las demás no asistieron, pues se manifestó en ellas esa tendencia regional y caudillista que las hizo considerar soberanas dentro de su territorio y recelosas de Santa Fe, por sus intereses de arrogarse el mando y dirección de todo el Reino. Cada provincia consideraba que la independencia era portadora de la soberanía nacional para cada una de ellas, por lo cual se consideraron con autonomía para hacer sus propias declaraciones de independencia y sus propias constituciones.Desde el punto de vista de las ideas, una de las teoría políticas para definir la forma del Estado en la Nueva Granada independiente, en lo que corresponde al poder soberano, el territorio y la población, fue el Federalismo. Es una teoría política mediante la cual se pretende

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solucionar el problema de la autonomía territorial soberana. Se presenta un Estado en donde la soberanía aparece dividida, pues se reservan para el gobierno general aquellas atribuciones soberanas de carácter general y se distribuyen las otras, de carácter regional y local, entre los estados federados.Algunos federalistas alegaron que la autonomía regional institucionalizada en el federalismo estaba muy arraigada en las colonias, pues en ellas se conservaban los derechos locales, los mismos que los cabildos utilizaron para hacer la revolución política de 1810 como forma de establecimiento político. Los federalistas granadinos consideraban que la administración colonial había sido descentralizada de hecho y que la diferenciación geográfica, auspiciante del regionalismo, la falta de comunicación de las provincias entre sí, las lejanías para ejercer una administración central fuerte, los anhelos políticos para satisfacer los intereses regionales, la necesidad de un sistema político que emulara el progreso de las provincias y el ejemplo de los Estados Unidos de Norteamérica que había llegado al progreso por el camino de la federación, se convirtieron en los argumentos propios de los federalistas neogranadinos.Otra de las ideas políticas para estructurar la forma de Estado, fue el Centralismo, definida como la teoría política mediante la cual se parte del supuesto de que la soberanía es una e indivisible, ejercida en la plenitud de sus facultades por el poder único central. Esta forma unitaria del gobierno era la única que daba a los centralistas y en especial a la provincia de Santa Fe, con el ideario del Antonio Nariño, el modelo del sistema para la naciente república; tenía la fortaleza necesaria para lograr la unidad como único medio de obtener el triunfo en la lucha por la Independencia.Entre los argumentos que los centralistas expusieron para justificar esta forma de gobierno, encontramos : la necesidad de un Estado unitario, con un ejecutivo fuerte que preparara a la nación recién independiente para presentar un frente unido a la posible reacción española. Consideraban necesario el aprovechamiento de la experiencia centralista y unitaria que había establecido España en sus colonias. Consideraban asimismo como un error, querer imitar a los Estados Unidos, por cuanto su régimen federal nada tenía que ver con los hábitos, costumbres y necesidades de la Nueva Granada. Las formas federales de los gobiernos, según los centralistas, fomentan las rivalidades regionales, detienen la rapidez y la fuerza que los gobiernos nacientes deben tener, y detienen por todos los medios la unidad del país, necesitado de fortaleza para afrontar la reacción española. Con un ejecutivo fuerte, una representación nacional de todos los sectores y, en general, un Estado unitario con la concentración de todas las fuerzas se podía presentar una contraofensiva a la reacción que ya presentía, venía de la metrópoli.Para encontrar la forma de gobierno más adaptable a las realidades de la Nueva Granada, los hombres de la élite criolla tropezaron con varios problemas para remplazar el gobierno español e instaurar las ideas e instituciones democráticas y republicanas. En efecto, esta élite criolla afrontó la persistencia de una estructura social rígida, con un alto grado de concentración de la riqueza y el poder, con una propiedad latifundista de la tierra, un dominio monopolístico de los recursos naturales y constituida en general por grupos de terratenientes como grupo

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dominante, con aspiraciones caudillistas y regionalistas en sus propias áreas de influencia. La persistencia de una sociedad tradicional agraria, casi impermeable a las nuevas ideas de impulso al cambio, y representada por grandes masas de analfabetos, para quienes las nuevas ideas llevaban el estigma del mito de la igualdad.

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7. El experimento de la Gran Colombia, 1819-30

Unos meses después de la victoria de Boyacá, el Congreso de Angostura proclamó la unión de todo el territorio que anteriormente conformaba el virreinato de la Nueva Granada y, Morillo recibió la orden de jurar la Constitución, liberar los presos políticos y concertar un armisticio con Bolívar, acuerdo al que se llegó el 27 de noviembre de 1920.

El Congreso Constituyente de Colombia fue convocado por Nariño para mayo de 1821. En él se decidió enterrar el estado federal ideado en Angostura y convertirlo en unitario, con un ejecutivo formado por un presidente (Bolívar) y un solo vicepresidente (Santander). Tendría un legislativo bicameral y un judicial con una Corte de Justicia y unos tribunales de apelación. La capital se estableció en Bogotá.Tras la batalla de Carabobo (24 de junio) en la que se derrotó al ejército realista que continuaba en el territorio venezolano, los patriotas se volcaron en la antigua Nueva Granada. En octubre de 1821 tomaron Cartagena y se dirigieron hacia Popayán para acabar con la resistencia pastusa. Después de duros combates se logró entrar en Pasto en junio de 1922.En Quito hubo que plantear dos batallas: una contra los realistas y otra contra los propios patriotas, que eran partidarios de la independencia, pero no de su integración en Colombia. En octubre de 1820 estalló un movimiento independentista en Guayaquil que instaló una Junta de Gobierno. Antonio José de Sucre fue enviado por Bolívar para convencer a los revolucionarios de la conveniencia de unirse a Colombia, lo que aceptaron al fin como una solución provisional. Sucre dirigió luego distintas operaciones contra los realistas para evitar que éstos concentraran sus fuerzas en el norte, donde estaba Bolívar empeñado en la batalla de Pasto. Finalmente, el 24 de mayo de 1822 marchó hacia Quito y dio la gran batalla de Pichincha, que fue un gran triunfo patriota y supuso la liberación del territorio que luego seria ecuatoriano. Quito aceptó integrarse en Colombia, pero Guayaquil siguió defendiendo su independencia, por lo que el Libertador tuvo que ir personalmente a dicha ciudad en julio de 1822 para convencerlos.En cuanto a Panamá, Bolívar había intentado inútilmente enviar tropas a esta zona realista, pero las campañas pastusa y quiteña le hicieron desistir del propósito. En 1820 llegó a Panamá Juan Sámano como virrey de la Nueva Granada y estableció un gobierno fuerte para impedir el progreso de la independencia. Panamá quedaba como una isla realista rodeada de países libres y los patriotas decidieron aprovechar la ocasión. Para evitar enfrentamientos con la tropa hicieron un fondo con el cual prometieron pagar a los desertores realistas, que empezaron a abandonar las guarniciones en masa. El 13 de noviembre de 1821

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estalló un movimiento independentista en la villa de los Santos y le siguieron otras poblaciones como Pesé y Natá. El 28 de noviembre un tumulto popular pidió un cabildo, que se reunió efectivamente, y decidió proclamar de forma simultánea la independencia de Panamá y su incorporación a Colombia. El 9 de febrero siguiente el ejecutivo colombiano decretó la creación del Departamento del Istmo integrado en Colombia.En Angostura no se adoptó una organización definitiva, sino que se determinó que un congreso constituyente más representativo se encargara de definirla cuando llegara el momento apropiado, congreso que se reunió al fin en Cúcuta en 1821.

8. La Constitución de Cúcuta

El Congreso de Cúcuta había sido elegido por medio de un sufragio restringido que excluía de la votación a la mayoría de los habitantes, lo cual no dejaba de ser lo normal durante el período. Más aún, se habían eliminado restricciones en beneficio del voto de los soldados del ejército revolucionario, lo cual determinó que la elección fuera inusualmente democrática para la época. En el momento de la elección del congreso, sin embargo, la mayoría del territorio venezolano, incluida la ciudad de Caracas, y casi todo el Ecuador estaban todavía bajo el dominio realista y por lo tanto sus habitantes no participaron en la votación. En todo caso, los diputados mostraron pocos escrúpulos a la hora de ratificar el acta de unión de 1919, lo cual no fue obstáculo para que reviviera en el congreso constituyente el debate entre federalistas y centralistas, tan común durante los anteriores regímenes republicanos tanto en Venezuela como en la Nueva Granada. La complejidad del asunto aumentó puesto que el territorio a centralizar o federalizar era ahora mucho más extenso.Los diputados venezolanos apoyaron en términos generales la alternativa centralista, pues insistían en que el fracaso de las anteriores experiencias federalistas que habían llevado a la anarquía bastaban para prevenir un nuevo desastre. Los jóvenes liberales de la Nueva Granada, quienes empezaban a alinearse con Santander, en aquel momento vicepresidente especial en la Nueva Granada bajo el esquema provisional adoptado en Angostura, eran en su mayoría centralistas; a pesar del atractivo teórico de la alternativa federalista, ellos vislumbraban la ventaja táctica que constituiría apoyar a Bolívar, con miras a ocupar puestos importantes en una posible república unitaria. Finalmente, el simple beneficio práctico que representaba un gobierno unificado para culminar la lucha contra España llevó al Congreso Constituyente a adoptar una Constitución rígidamente centralista. Bolívar creía que Colombia podía ser gobernada sólo a través de un poder central absoluto y rechazaba los argumentos de los que pretendían hacerla federal. Era una constitución conservadora: favorecía al presidente frente a la legislatura y restringía el derecho de voto a los que supieran leer y escribir que tuvieran además bienes raíces valorados en cien pesos, y determinaba que no sólo el presidente, sino también el Congreso, deberían ser elegidos indirectamente por un sistema de asambleas electorales. Al menos durante diecinueve años no se impondría la prueba del alfabetismo para otorgar el derecho al voto. Ser analfabeto en 1821 era considerado como un infortunado legado de la opresión española y por lo tanto no debía penalizarse.

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A pesar de la regulación del sistema electoral que impuso en la Constitución, el mismo congreso constituyente eligió a los primeros presidente y vicepresidente con el fin de que el nuevo régimen entrara en vigencia inmediatamente. La elección de Bolívar como presidente fue automática; y como él era venezolano, se decidió que el vicepresidente debía ser neogranadino. Los dos candidatos obvios eran Santander y Nariño. Luego de varias votaciones, Santander fue elegido, aunque con cierto recelo, pues su ascenso se consideraba muy reciente y no llegaba a los treinta años de edad.El Congreso de Cúcuta promulgó varias reformas básicas que no podían aplazarse. Se trataba de reformas predominantemente liberales, pues la mayoría de los diputados se alineaba al lado del credo del liberalismo decimonónico, que buscaba ampliar la esfera de la libertad individual en asuntos políticos, económicos y religiosos, así como limitar el poder de la Iglesia tradicional y del Estado. El primer decreto del Congreso fue la ley de manumisión, que en lo esencial era una ley de libertad de vientres. Al igual que la ley antioqueña de 1814, a partir de la cual fue diseñada, la nueva legislación determinaba que todos los recién nacidos de madres esclavas serían libres al alcanzar una edad especifica.El Congreso reafirmó la liquidación de los resguardos, que ya habían decretado algunas de las provincias de la Nueva Granada. También como parte del esfuerzo por reformar el sistema fiscal colonial, eliminó la alcabala o impuesto a las ventas y reiteró la abolición del tributo de indios, que había sido reimplantado durante la reconquista española. En lugar del tributo, declaró a los indígenas ciudadanos iguales en derecho, obligándolos a pagar los demás impuestos de los que antes estaban exentos. El sistema de aduanas se simplificó y se establecieron aranceles moderados, diseñados para producir ingresos y no para proteger a los productos nacionales. Si bien las obligaciones eran ahora más bajas que antes, su totalidad se pagaba ahora en los puertos suramericanos, lo cual aumentaba el ingreso local, ya que anteriormente una parte de ellas se desembolsaban en España.Otra de las reformas, de impacto tanto económico como religioso, hecha por los dirigentes políticos de la nueva nación fue la liquidación de monasterios que tuvieran menos de ocho residentes y la confiscación de sus bienes. Pero las órdenes religiosas contaban con gran apoyo de las clases populares, y por esa razón, así como por un genuino interés por promover la educación, las propiedades embargadas a los monasterios fueron destinadas a dotar las escuelas secundarias de todo el país. Otra ley que afectó a la Iglesia fue la abolición de la Inquisición. De igual manera, se eliminaron todas las formas de censura previa que antes se aplicaban a publicaciones religiosas o de otro orden, con excepción de las ediciones de la Biblia.Aunque el espíritu de las reformas era claramente liberal, el Congreso de Cúcuta no eliminó el monopolio del tabaco, pues el gobierno necesitaba los ingresos que éste producía. De igual manera, la legislación sobre la

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esclavitud, no liberó a los esclavos nacidos antes de las reformas, y aunque desapareció la Inquisición, ello no trajo como consecuencia la tolerancia religiosa.

9. La administración de Santander

El vicepresidente Santander, en quien recaía la administración del país en ausencia de Bolívar, y el Congreso conjuntamente produjeron leyes que complementaron los cambios adoptados por el Congreso Constituyente. Se decretaron reformas fiscales que reducían aún más los aranceles; el monopolio estatal del tabaco de mascar y se hicieron varios intentos para asegurar el control civil sobre el estamento militar. Pero la medida más controvertida fue la ley de 1824 que ratificaba para la nueva República el derecho del patronato, es decir, el control que tradicionalmente ejercía el Estado sobre la Iglesia en los nombramientos clericales y sobre la mayoría de los asuntos, con excepción de los doctrinales. Con esta medida se rechazaba el alegato según el cual el gobierno no podía ejercer tales poderes sin una renovación de autoridad concedida por el Papa. Por costumbre e inercia, la mayoría del clero aceptó la decisión, aunque una minoría protestaba apoyándose en términos jurídicos y en la convicción cada vez más creciente de que el nuevo régimen no siempre velaba por los intereses de la Iglesia.La mayoría de estas medidas era de poco alcance, como aquellas que suspendían el fuero eclesiástico ( la exoneración del clero de la jurisdicción laica) en número limitado de casos, o las que liberaban el pago de diezmos a las plantaciones de cacao y café. Pero ciertas medidas tomadas únicamente por el Vicepresidente ofendían a un amplio sector del clero. Uno de éstas fue su copatrocinio de la Sociedad Bíblica Colombiana, fundada en 1825 por un misionero inglés, cuya

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distribución de Biblias baratas era considerada por los católicos como una cuña introducida por el protestantismo.En materia educativa, Santander promovió la fundación de escuelas y universidades hasta donde lo permitieron los limitados recursos económicos y el número de maestros disponibles.Pese a los iniciales signos de desafecto del clero, en términos generales la Gran Colombia de los primeros años resultó notablemente exitosa. Sin embargo, a mediados de 1826, aunque los ingresos por aduanas habían aumentado paralelamente a las importaciones, otras rentas no lograban crecer. Mientras tanto, el tesoro estaba recargado con obligaciones que los virreyes nunca tuvieron que asumir, como el pago de sueldos a los congresistas y diplomáticos en el extranjero y a un estamento militar que había crecido inmensamente. Para colmo del descalabro financiero, Colombia era ya deudora morosa de un préstamo logrado en 1824 de inversionistas ingleses por la exorbitante suma de treinta millones de pesos. Pero lo peor estaba por venir, pues a los problemas financieros, se unió el espíritu separatista venezolano, sustentado en la acusación a Santander de ignorar a Venezuela en los principales nombramientos, de actuar como un déspota, de malversación de fondos y muchas otras cosas.Justificada o injustificadamente, los venezolanos en general estaban convencidos de que la Nueva Granada estaba absorbiendo una porción indebida de los beneficios que brindada la unión. En el fondo, se sentían disminuidos en dignidad e importancia por el simple hecho de formar parte de la Gran Colombia, especialmente teniendo en cuenta que el gobierno estaba centralizado en Bogotá. Así, en las elecciones nacionales de 1826, de los 176 votos electorales venezolanos, 41 fueron a favor de la reelección de Santander en la vicepresidencia.Poco tiempo después de que el Congreso grancolombiano confirmara la reelección de Bolívar y de Santander, se inició la revuelta en Venezuela y con ella la disolución de la Gran Colombia. El detonante fue el intento del Congreso de enjuiciar a José Antonio Páez, quien como comandante militar de la región central de Venezuela y estando Bolívar todavía en el Perú, constituía la figura más poderosa de la escena venezolana. El concejo de la ciudad de Caracas había acusado a Páez de conducta ilegal y arbitraria en el reclutamiento de civiles para la milicia de esta ciudad. Cuando Páez fue llamado a Bogotá para su juicio ante el Congreso, el general decidió levantarse en rebeldía. Gran parte de Venezuela se unió al movimiento, pidiendo más autonomía regional. Apoyado por los llaneros, y quizás estimulado por los militares y federalistas radicales venezolanos que lo rodeaban, empuño el estandarte de la rebelión el 30 de abril de 1926.La reacción oficial contra Páez no fue homogénea: Santander era partidario de la línea dura; Bolívar era más tolerante en la creencia de que Páez y los militares eran víctimas del liberalismo excesivo de los políticos civiles, que pretendían destruir a sus libertadores. Bolívar estaba convencido de que las cosas no habían ido bien en la Gran Colombia y atribuía los problemas en gran parte a la desmedida prisa de Santander y los suyos por adelantar las reformas liberales, que consideraba adecuadas en teoría pero prematuras. De hecho, las políticas reformistas poco tenían que ver con la revuelta de Páez, pero el descontento que provocaban había contribuido sin duda a propagar la sedición. Por lo demás, Bolívar acababa de redactar una constitución en

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Bolivia, que esperaba pudiera contribuir a la unión. Se trataba de un documento que proponía una legislatura dividida en tres corporaciones y un presidente vitalicio como figura central, que además designaría a su sucesor. El presidente tendría poderes legales muy limitados, pero su ejercicio vitalicio le concedería un amplio margen de influencia moral, necesaria, según él, para gobernar las naciones latinoamericanas.En noviembre de 1926, Bolívar llegó a Bogotá, asumió formalmente la presidencia durante el tiempo necesario para expedir decretos de emergencia y luego volvió a dejar el poder en manos de Santander, para dirigirse a Venezuela y poner fin a la rebelión de Páez mediante el perdón a los rebeldes. Entre la anarquía política creciente se veía obligado a hablar de la necesidad de un gobierno fuerte. Creía que la Constitución no era acorde con la estructura social, y que se le había concedido demasiado poder a la legislatura, así que Bolívar convenció al Congreso para convocar a una convención a comienzos de 1828 en Ocaña con el animo de revisar la Carta Constitucional.Para esa época, Bolívar y Santander habían llegado al punto de desacuerdo total. Santander consideraba que el modelo constitucional bolivariano era conservador y militarista, una monarquía disfrazada y una amenaza a todos los logros liberales de los últimos seis años y se inclinó en la Convención Constituyente - celebrada en abril de 1828 - por el federalismo como medio para debilitar el control de Bolívar sobre la nación. Los bolivarianos, por su parte, que habían librado una batalla para fortalecer el poder ejecutivo nacional, se retiraron de la convención e impidieron reunir el quórum necesario para la votación final.

10. La dictadura de Bolívar (1828-1930)

Cuando la noticia del fracaso de la convención llegó a Bogotá, fue convocada una asamblea de notables para decidir los destinos de la nación. En junio de 1828 la asamblea, controlada por los bolivarianos, concedió poderes dictatoriales a Bolívar.Una vez asumido el poder, Páez recibió amplios poderes en Venezuela por su promesa de respaldo incondicional a Bolívar, la Vicepresidencia fu suprimida de un plumazo, y empezaron a aparecer los decretos que garantizarían la resolución de los más urgentes problemas nacionales.

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Se permitió la reapertura de los monasterios suprimidos, se elevaron los aranceles de las importaciones, se otorgaron privilegios especiales al ejército y se reimplantó el tributo indígena. Ya antes de asumir la dictadura, el Congreso por recomendación de Bolívar, había restituido el impuesto colonial de la alcabala. Sin embargo, una de las reformas que el dictador se negó a derogar fue la ley de manumisión de 1821, aún bajo la presión de numerosos propietarios de minas y plantaciones. En su reacción contra las medidas de los años inmediatamente posteriores a la Independencia, podemos ver la tendencia generalizada de los gobernantes latinoamericanos del momento, que pretendían moderar las ambiciones de cambio, en su intento por rebajar las tensiones políticas.A pesar de la escasa represión, los partidarios santanderistas empezaron a conspirar para derrocar la dictadura y un grupo de jóvenes exaltados intentó asesinar a Bolívar el 25 de septiembre de 1828. La dictadura se endureció después del atentado. Catorce supuestos conspiradores fueron ejecutados, y Santander y muchos amigos fueron deportados como medida preventiva. Aún así, la avalancha represiva no logró terminar con la oposición a la dictadura. En octubre estalló una revuelta en el Cauca, encabezada por José María Obando y José Hilario López, que no logró ni siquiera a amenazar al gobierno, pero obtuvo el control de la otrora región realista de Pasto. Otro levantamiento que fue fácilmente controlado se presentó en Antioquia en septiembre de 1929. Poco tiempo después tuvo lugar un golpe mucho más fuerte, esta vez, a finales del año, Páez se convirtió en cabeza de un movimiento separatista.Animados por las noticias procedentes de Venezuela, los seguidores de Santander volvieron a movilizarse, pero su verdadero retorno a la vida política ocurrió cuando en marzo de 1830, Bolívar desgastado por sus luchas y enfermo se alejó de la presidencia rumbo a su exilio voluntario en Europa. Infortunadamente, no alcanzó a realizarlo, pues murió en Santa Marta el 17 de diciembre.

11. La Nueva Granada, 1830-1849

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Luego del retiro de Bolívar, la Convención reunida en Bogotá eligió a Joaquín Mosquera como presidente y al general Domingo Caicedo como vicepresidente. Ambos buscaron fortalecer su administración ofreciendo posiciones importantes a los amigos liberales de Santander y durante algún tiempo siguieron gobernando en nombre de la Gran Colombia, pero en la práctica Venezuela y Ecuador ya se habían perdido para el gobierno de la unión.En agosto de 1830, un levantamiento militar depuso a Mosquera y lo remplazó por el general Rafael Urdaneta. El golpe, que contó con el apoyo de grupos civiles, inclusive de sectores del bajo clero, se hizo como respuesta a la administración Mosquera-Caicedo por su alianza con los liberales seguidores de Santander, presuntos enemigos de la religión. Urdaneta no duró mucho ya que por su arbitrariedad se granjeó prontamente la enemistad de todos los sectores y ante lo inevitable a comienzos de 1831 salió del gobierno sin mayores enfrentamientos. Ese mismo año los vencedores convocaron a elecciones para una convención constituyente, que en efecto se realizó y adopto medidas tales como la restauración del nombre de Nueva Granada, la elección de Santander como presidente, la reducción de la influencia de los militares en la política, el fortalecimiento del centralismo y el proteccionismo económico.La convención también redactó una Constitución par la Nueva Granada, que entró en vigencia en 1832. La Carta, bastante similar a la de la Gran Colombia, fue sancionada por el vicepresidente José María Obando, encargado del poder ejecutivo, el 1 de marzo de 1832. De nuevo restringió el derecho al voto con requisitos económicos que excluían a la gran mayoría. También moderó el extremado centralismo de la anterior constitución y las asambleas provinciales adquirieron el derecho a tomar decisiones relativas a las escuelas, caminos y otros asuntos locales. Asimismo, los gobernadores de las provincias volvieron a ser agente del poder ejecutivo nacional. El período de duración legislativa de los senadores fue aprobado de cuatro años y el de los representantes a la Cámara de dos años.Disuelta la Gran Colombia, el territorio de la Nueva Granada quedó dividido en quince provincias: Antioquia, Barbacoas, Bogotá, Cartagena, Cauca, Magdalena, Neiva, Panamá, Pasto, Pamplona, Popayán, Socorro, Tunja, Vélez y Veraguas. Cada provincia estaba regida por un gobernador dependiente del poder ejecutivo y nombrado por él. En la Constitución se pretendió armonizar la tendencia federalista con la centralista, al darle importancia a las provincias.Además de redactar la Constitución, la convención reafirmó la supresión de los conventos menores y eliminó el fuero militar, privilegio que excluía a los miembros de las fuerzas armadas de la jurisdicción ordinaria y disminuyó el tamaño y el presupuesto de la institución militar.

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12. El régimen de Santander

La Convención Nacional eligió el 9 de marzo de 1832 al general Francisco de Paula Santander para ocupar la presidencia de la Nueva Granada, hasta que empezara el primer cuatrienio constitucional. En octubre de 1832, Santander se posesionó como presidente. Inicialmente de manera provisional, pero en 1833 comenzó un período regular de cuatro años, en los cuales desarrolló un estilo de gobierno autoritario y liberal al mismo tiempo.Santander, "el hombre de las leyes", como muchos liberales, reconoció la necesidad de un gobierno central fuerte una vez hubo ocupado su cargo y se vio ante la tarea de imponer su política. Su gobierno se caracterizó por el orden, la economía y la honestidad en el manejo de la hacienda pública. En el proceso de construcción del Estado, consideró a la Iglesia un poderoso rival y trató de reducir su poder. Durante su última dictadura, Bolívar había llegado a la conclusión de que necesitaba el apoyo de las tradiciones y el clero católico para gobernar a Colombia; Santander, por el contrario, condujo a Colombia por un sendero más laico, recortando la jurisdicción de los tribunales eclesiásticos, creando cementerios no católicos y promoviendo escuelas laicas. Aunque se presentaron roces con el nuncio a propósito de patronato, las relaciones Iglesia-Estado fueron armoniosas en términos generales.En materia económica, Santander equilibró el presupuesto, controló el gasto público y abolió los impuestos de la alcabala y derecho de explotaciones. Fomentó la industria , ofreciendo privilegios especiales a los empresarios para establecer fábricas de vidrio, loza, papel y textiles de algodón. Se preocupó por la explotación de las minas de hierro de Cundinamarca y Boyacá, iniciando su explotación en Pacho, con concesiones a empresas inglesas y francesas. Pero ni el incremento de los aranceles, ni los privilegios especiales tuvieron efectos notables en el fomento de la industria doméstica. Su insistencia en oponerse a la reducción de los impuestos y su vigilancia a la nómina del gobierno y otros gastos oficiales aflojó sólo a favor de la inversión estatal en la educación. Durante su presidencia, el número de niños que asistían a las escuelas primarias del Estado pasó de 17.000 a más de 20.000; también se aseguró que se abrieran nuevas escuelas secundarias y pretendió poner punto final a la enseñanza dogmática de fundamentación escolástica.También fomentó la agricultura y la exportación de algunos productos principalmente el tabaco, el algodón y el café. La producción de tabaco fue un monopolio del Estado; se sembraba en las regiones de Mariquita, Popayán, Pamplona, Casanare y Veraguas; existió una factoría en Ambalema para la compra de la hoja. En cuanto al café, las primeras exportaciones de café con destino a los mercados internacionales se iniciaron en 1835.

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Otro aspecto que interesó a la administración Santander fueron las vías de comunicación, como lo fueron el inicio de gestiones diplomáticas para abrir una línea interoceánica a través del istmo de PanamáFinalmente, Santander trató de dictar al país la elección de su propio sucesor: el general José María Obando. Los políticos civiles se pusieron en guardia contra los peligros del militarismo y el caudillismo, y se resistieron a las presiones de Santander, El general Obando tenía una reputación ambigua, pues aunque era un héroe de las guerras de independencia, también era acusado de ser el responsable del asesinato de Antonio José de Sucre, el general favorito de Bolívar. De modo que fue un civil el elegido, José Ignacio Márquez, quien gobernó entre 1837 y 1841.

13. La Guerra de los Supremos y la formación de los partidos políticos

En 1839, a mitad del periodo presidencia de José Ignacio de Márquez, éste tuvo que enfrentar una insurrección revolucionara que tuvo importantes repercusiones en el sistema político del país. Este año el Congreso tomó la decisión de suprimir los conventos menores de Pasto, que hasta entonces habían escapado de los efectos de la ley aprobada por la Convención constitucional de la Nueva Granada. Así los conventos de La Merced, San Agustín y San Francisco fueron destinados al cierra y la mitad de sus bienes a financiar las misiones de Mocoa y el resto a los establecimientos docentes de la provincia. Los habitantes de Pasto, indignados ante la medida, optaron por rebelarse, pero fueron derrotados. José María Obando, quien tenía a Pasto como una de sus bases de apoyo personal, intervino para respaldarlos y revivió el movimiento en 1840.La acción de Obando tenía mucho que ver con los últimos desarrollos políticos en el país: la administración Márquez recibía ataques permanentes de los santanderistas radicales que criticaban las alianzas de Márquez con los enemigos de Santander. El propio Santander era en el momento uno de los dirigentes de la oposición en el Congreso, así es que Obando se declaró "supremo director de la guerra en Pasto, general en jefe del ejército restaurador y protector de la religión del Crucificado" y proclamó su tendencia hacia el federalismo. Muchos otros jefes militares del resto del país, bajo el título de "jefes supremos", comenzaron a levantarse contra la administración Márquez, y en menor medida todos proclamaron que el federalismo era su metaA comienzos de 1842, las fuerzas del gobierno de Márquez lograron vencer a los revoltosos, pero los antagonismos entre Márquez y sus opositores se habían incrementado y las controversias ente liberales y conservadores se hicieron más nítidas. Además, para controlar la rebelión, Márquez tuvo que acudir a reforzar sus lazos con los bolivarianos, especialmente con Pedro Alcántara Herrán y Tomás Cipriano de Mosquera, quienes retuvieron el poder durante la década de 1840, primero bajo Pedro Alcántara Herrán (1841-1845) y luego Tomás Cipriano de Mosquera (1845-1849). A estos y a sus seguidores, al

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acaparar los cargos públicos, se les llamó "ministeriales", o "partido ministerial", que sería la forma embrionaria del partido que en 1848 tomaría el nombre de Partido Conservador. Por su parte, los oponentes adoptaron el nombre de "progresistas" y más tarde pasaron a denominarse liberales.La coalición conservadora que se convirtió en la fuerza dominante en la política colombiana a partir de 1830 se componía fundamentalmente de terratenientes, comerciantes y profesionales, que eran los herederos de los sectores de élite de la sociedad colonial. Procedían de familias que habían heredado posiciones privilegiadas en los centros establecidos de la vida colonial y su mayor preocupación consistía en preservar el orden social existente. Sus oponentes solían proceder de las provincias periféricas de la república, cuyas economías y sociedades no disfrutaban de las ventajas de los centros poscoloniales dominantes, y para los cuales el liberalismo era un medio para competir con los privilegios establecidos. Ambos bandos querían utilizar el Estado para su propio beneficio, ambos bandos deseaban una fuerte política central, ya fuera conservadora o liberal.

14. Del Federalismo a la Constitución de 1886

La historia de Colombia en los dos primeros tercios del siglo XIX está caracterizada por tres rasgos definitorios de la conflictividad del periodo. En primer término, los cambios de denominación del Estado: República de Nueva Granada (1831-1857), Confederación Granadina (1858-1862), Estados Unidos de Colombia (1863-1886). Toda una demostración de desacuerdos políticos entre federales y conservadores, que tendrá su expresión en el segundo de estos rasgos, configurado por la Constitución de 1833, liberal de corte radical, que instaura un federalismo de hecho; la de 1858, que consagra un federalismo moderado, al tiempo que refuerza los poderes del presidente de la república, y la de 1863, a través de cuyo texto se establece el federalismo radical. El tercer signo es la conflictividad política vivida por el país ya que durante el siglo XIX, Colombia vivió nueve grandes guerras civiles y decenas de revueltas regionales, especialmente durante el período federal.Conservadores y liberales se enfrentaron en Colombia al igual que en el resto de Ibero América. Pero si la ideología política liberal pudo parecer excesivamente radical en los primeros decenios de vida independiente, ya no lo fue tanto hacia finales de siglo. Las tensiones entre uno y otro bando se generaron en torno a una serie de cuestiones que establecían la diferencia ente unos conservadores que se apegaron a la tradición para evitar cambios demasiado bruscos, y los liberales que insistían en la ruptura con el pasado, la fe en el progreso y la imposición de pautas modernizadoras. Pese a todo, la violencia del conflicto estuvo centrada en el problema de la posición de la Iglesia en la nueva sociedad. Los

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liberales planteaban la separación de la Iglesia y el Estado, puesto que entendían que su influencia sobre las instituciones políticas era una rémora del pasado. Educación liberada de la influencia religiosa, libertad de culto y desarticulación del poder económico del clero por la vía de la desamortización y expropiación de sus extensas posesiones, eran otras propuestas polémicas. Sobre todo porque los conservadores propugnaban lo contrario, insistiendo en que la Iglesia debía conformar un factor básico en la familia y la vida civil. Defendían, al fin, el orden social que había consolidado las fortunas y el prestigio social de las familias pertenecientes q la vieja clase dominante. Existía un terreno p, pese a todo, donde no produjeron serias discrepancias hasta 1886. El federalismo fue, en esencia, respetado aún con variaciones por ambos bandos; es que responde a una estructura económico social donde predomina el poder periférico, representado por un señorío local. Un poder al que no deseaban renunciar caudillos conservadores o liberales que se profesaron una desconfianza recíproca: el federalismo garantizó, por mucho tiempo, la continuidad de cierto status quo.Los choques entre federales y conservadores eran realmente, desacuerdos entre grupos por el reparto del poder. Pese a todo, los sectores en pugna estaban de acuerdo en que era necesario modernizar el país; las diferencia eran de forma, sobre cuales serían las estructuras básicas a reformar, y en algunos periodos, como el que se abrió a partir de 1849, acerca de la rapidez de esas transformaciones. Estas diferencias de opinión sobre la velocidad del cambio también existieron entre liberales, que se dividieron entre radicales (o draconianos) y gólgotas o moderados.

14.1 Las reformas liberales de mitad de siglo

De la misma manera que la fuerza del liberalismo en Europa Occidental y en los Estados Unidos se asocia con la consolidación del orden

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capitalista y el ascenso de la burguesía, los desarrollos económicos crearon una atmósfera más favorable par la recepción de las ideas liberales en la Nueva Granada. El continuo crecimiento de los mercados del Atlántico Norte y las transformaciones en los términos de intercambio comercial, que determinaron una posición más favorable para los productores de materias primas, a medida que los precios mundiales de las manufacturas declinaban, brindaron a los líderes políticos y empresariales de la Nueva Granada una oportunidad que no podían desperdiciar.La repentina posibilidad de acceso a más amplios recursos y oportunidades hizo que los neogranadinos intentaran nuevas tácticas para la búsqueda de un sistema de crecimiento económico orientado hacia fuera. Precisamente, a partir de 1849 con el ascenso al poder del general José Hilario López, acelera un proceso que, en el plazo de tres años, exhibe una serie de medidas cuya influencia del liberalismo europeo es innegable. La supresión de los monopolios, como el del tabaco, separación de la Iglesia y el Estado, seguida de la expulsión de los jesuitas, creación del registro civil, legislación sobre libertad de imprenta y supresión de la esclavitud son actos impulsados por el liberalismo radical.El nuevo gobierno elevó los aranceles pero no de manera que los artesanos vieran satisfechos sus reclamos de proteccionismo efectivo; además, la producción y venta de tabaco que ya se habían privatizado en parte, en mayo de 1850 quedaron totalmente liberadas del control estatal, justo cuando la demanda mundial de la hoja comenzaba a aumentar de manera constante y Colombia cuya participación en el comercio mundial del tabaco había sido mínima hasta finales de la década de los años cuarenta, por primera vez se convirtió en un importante exportador. Para los años sesenta pasó a ser el primer producto, y de él provenía más de un tercio del total de las exportaciones, rivalizando así con la producción de metales preciosos.Otras reformas de gran impacto socioeconómico fueron la disolución de los resguardos y la abolición de la esclavitud. La distribución de la tierra entre las familias indígenas había sido repetidamente ordenada desde el movimiento de Independencia, pero nunca se había llevado a cabo en forma exhaustiva. En 1850, con miras a liberar a los indígenas de una vez por todas de este vestigio de colectivismo tradicional, el Congreso autorizó a las asambleas provinciales para regular la distribución de tierras de resguardo y explícitamente revocó el requisito de inalienabilidad que regía para las parcelas distribuidas. Esta ley llevó a la liquidación de los resguardos en los altiplanos orientales y en la mayoría de las regiones del país. El resultado de esta reforma fue que los indígenas se vieron bien pronto despojados de sus parcelas y reducidas a la condición de proletarios sin tierra. Tanto la disolución de los resguardos como la abolición de la esclavitud (1851) estaban destinadas a eliminar las restricciones a la comercialización y flujo libre de la propiedad y de la fuerza de trabajo.Las reformas no pasaron sin protestas. Los propietarios de esclavos, sobre todo los grandes hacendados, se levantaron en armas en varios estados en el año 1851 contra el presidente López. Pero el gobierno de López consiguió derrotarlos, al tiempo que congregaba en su favor el apoyo de sectores urbanos, comerciantes y grupos de artesanos. También proyecto este gobierno la redacción de una nueva Constitución,

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que reunía en su texto los avances obtenidos y en su conjunto era radical para su tiempo.La nueva Constitución fue promulgada finalmente por la administración de José María Obando en 1853; implantaba el sufragio universal, establecía la descentralización administrativa y los poderes constitucionales de cada provincia. Asimismo, estableció la tolerancia religiosa absoluta en la Nueva Granada e incluyó la libertad de cultos en la lista de los derechos de todos los ciudadanos.En cuanto a las relaciones Iglesia Estado, éstas se habían empezado a deteriorar con el decreto de 1850, expedido por López, que expulsaba del país a los jesuitas, pero ahora que se imponía la tolerancia religiosa y la separación del Estado, los laicos más devotos se sintieron ofendidos por las secuelas que estas medidas traían consigo: el matrimonio civil y, peor todavía, la legalización del divorcio.Un año más tarde, en abril de 1854, ante la presión del ejecutivo por reducir el tamaño y la importancia del estamento militar, el general José María Melo ensayó un golpe de estado contra Obando, que lo llevó a un breve pasaje por el poder, ya que pese a contar con el apoyo del ejército y algunos sectores urbanos, se vio rápidamente derrocado por un grupo de generales encabezado por Tomás Cipriano de Mosquera.

14.2 El interregno conservador

Las elecciones convocadas en 1855 llevaron a la presidencia a un ilustrado conservador: Manuel María Mallarino, quien de hecho terminó el período de José María Obando. Este reúne un gabinete integrado por liberales y conservadores, mantiene en vigor la Constitución de 1853 e incluso amplía su contenido federalista. Será, asimismo, un conservador quien lo suceda en el gobierno durante el periodo 1857-1861: Mariano Ospina Rodríguez, quien pese a estar considerado como uno de los importantes teóricos del tradicionalismo y ferviente católico, se declara partidario del Estado federal.Durante la presidencia de Ospina se hizo una reforma constitucional que, promulgó en 1858 la creación de la Confederación Granadina, estableciendo la división del territorio en ocho estados que formaron una nación soberana, libre e independiente, con sus gobernadores y sus facultades legislativas. El periodo de 1853-1863, denominado de hegemonía liberal, alternó en el gobierno a conservadores y liberales, e incluso mantuvo una política oscilante con respecto a la Iglesia, puesto que durante la administración de Ospina Rodríguez se produjo el retorno de los jesuitas expulsados por el gobierno de José Hilario López en 1852.Las frecuentes disputas entre las administraciones regionales y el poder central no demoraron en cristalizar en una nueva contienda civil, cuyo objetivo era destruir al gobierno de Bogotá. La señal partió del Cauca, cuando Tomás Cipriano de Mosquera decidió separar este estado de la Confederación. En 1860, una revolución que se extendió a varios estados (Santander, Cauca, Boyacá, Bolívar y Magdalena) generaliza un estallido que derriba al gobierno legítimo en 1861 y eleva a Mosquera al sitio de Presidente Provisorio y Supremo Director de la Guerra. Luego de hacer prisionero a Ospina Rodríguez, decretó la ejecución de varios de sus adversarios políticos y los jesuitas fueron expulsados nuevamente del país.

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14.3 El radicalismo

La victoria liberal en la guerra civil abrió un período de activo reformismo, más radical que el de los años 1849-1853. Si el anterior periodo presidencial de Mosquera (1845-1849) le permitió el desarrollo de la navegación por el río Magdalena y la reforma monetaria, en esta nueva etapa se embarcó en una reforma destinada, según él, a consolidar el Estado federal. La Asamblea Constituyente convocada en la ciudad de Rionegro, redactó un nuevo texto constitucional que daba forma política, en 1863, a los Estados Unidos de Colombia, cuyo primer presidente sería el propio Mosquera. Se trataba de la constitución más radical que había conocido el país, en donde cada estado se convertía en soberano, y en la práctica, casi independiente; y el presidente de la república tenía su mandato reducido a dos años, de donde resultaba que el poder central quedaba sumamente debilitado y donde sus competencias más amplias eran las relaciones exteriores, salvo en periodos de guerra cuando se ampliaban sus facultades.En calidad de jefe provisional del Estado, Mosquera expidió una serie de decretos que asignaban al gobierno el derecho de tutela sobre la Iglesia, conocida como la tuición de cultos; expulsó nuevamente a los jesuitas y expropió la mayoría de los bienes eclesiásticos. Así, los bienes raíces de la Iglesia y el monto de las hipotecas eclesiásticas (censos) pasaron a manos del Estado, que prometió a cambio pagar a la Iglesia el equivalente anual de 6% del valor de lo que había tomado. Con esta expropiación los liberales pretendían poner en circulación los bienes de la Iglesia para estimular la economía y encontrar recursos para pagar las deudas a corto plazo del gobierno.Si bien es cierto hubo enfrentamientos entre el partido liberal y conservador por las reformas adoptadas, las diferencias ideológicas entre ambos se dieron principalmente frente a la cuestión religiosa y educativa. Los conservadores consideraban que los preceptos morales del cristianismo eran infalibles y universales, y que ellos eran los representantes legítimos, mientras los liberales defendieron la idea que las potestades civil y religiosa deberían girar alrededor de su propia órbita, sin que la una se inmiscuyera en la otra, dando así lugar a la ampliación de las libertades ciudadanas.Entre 1863 y 1885, la mayor parte de los integrantes de ambas agrupaciones partidistas, apoyaron el federalismo como forma de organización política, económica y administrativa. Las elites regionales liberales consideraban el régimen federal como la forma que más se acercaba a una organización política perfecta. Algunos grupos conservadores lo aceptaron, porque este sistema les permitía la oportunidad de obtener el control de uno o varios Estados, cuando los liberales dominaban el gobierno federal, y porque además este régimen les facilitaba un acelerado desarrollo económico, que estuvo asociado al mantenimiento de fuertes lealtades regionales y de maquinarias políticas locales. Sin embargo, aunque en este período el gobierno general se mantuvo en manos liberales hubo algunas fricciones entre los radicales y mosqueristas desde la Convención de 1863.A mediados de la década de 1870 se produjo una división en el partido liberal entre radicales e independientes. Los enfrentamientos políticos durante la elección presidencial de 1875 entre Rafael Núñez y Aquileo Parra (radical), las disputas sobre las condiciones financieras para la

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construcción del ferrocarril del Norte y el alcance de sus beneficios, las discusiones sobre la defensa y la violación de la soberanía de los Estados y de los principios liberales, y las diferencias acerca de la cuestión religiosa, coincidieron con el estallido de una profunda crisis económica. Por su parte los conservadores, con diversos argumentos, y en especial su oposición al decreto de 1870 que establecía la instrucción primaria gratuita y obligatoria en todo el territorio nacional, además de darle un carácter de neutralidad religiosa, se rebelaron en 1876, buscando con ello que los nuñistas se negaran a apoyar el gobierno de Aquileo Parra con el objeto de acceder al gobierno federal y darle a éste un rumbo constitucional diferente.Después de una dura contienda (1876-1877) que llevó a una victoria del ala radical del liberalismo, los temas de mayor controversia se centró en temas relacionados con la cuestión religiosa y educativa, en la aplicación de los empréstitos forzosos a los conservadores durante y después de la revolución, y a la profundización de la división del partido liberal. Durante estos años, Núñez y otros ideólogos dieron al movimiento independiente una línea de conducta reconocida en la consigna "Regeneración administrativa, o catástrofe".La controversia anteriormente señalada produjo, durante los años 1877-1885, la decadencia del grupo radical, que en 1885 se rebelaron contra el gobierno de Rafael Núñez en un enfrentamiento armado en contra del programa regenerador que ordenó el levantamiento del destierro de los obispos de Pasto, Medellín, Popayán y Antioquia, la devolución de las propiedades confiscadas a los conservadores, y una ley de orden público que autorizó al presidente a intervenir en los Estados a solicitud de las autoridades legitimas de éstos.

14.4 La Regeneración

Los ideólogos de la Regeneración fueron Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro y su proyecto político se plasmó en la Constitución de 1886 que creaba un Estado fuerte y centralizado, en lugar del federalismo. El objetivo esencial de los regeneradores era garantizar el orden del país para poder desarrollarlo económicamente. El orden se apoyaría en la centralización efectiva del ejecutivo, el apoyo a la Iglesia católica y la utilización de la religión como fuerza educativa y de control social. En cuanto al centralismo, la constitución consagraba el carácter unitario de la Nación, en la que residía la soberanía; modificaba el nombre de los Estados por el de Departamentos, ordenaba que la legislación penal, civil, comercial, minera, etc., fuese de orden nacional, y eliminaba la elección de funcionarios ejecutivos regionales. Ahora el presidente designaría a los gobernadores y éstos a los alcaldes. Los departamentos conservaban algunas rentas, aunque otras pasaban de nuevo al Gobierno central, y tendrían un organismo administrativo electivo, la Asamblea Departamental.El ejecutivo, expresión del poder central, se fortaleció con relación al legislativo. Mientras al presidente se fijo un período de seis años sin impedirle la reelección, el período ordinario de las cámaras legislativas se estableció para cada dos años.Como elemento de orden, la Constitución de 1886 estableció que la religión católica era la de la Nación, de allí que los poderes públicos la protegerían y harían respetar, como elemento esencial del orden social;

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además se le entregó la educación, la cual sería organizada y dirigida en concordancia con la religión católica y un año después estas intenciones quedaron refrendadas en el Concordato celebrado entre el gobierno colombiano y la Santa Sede.