historia alta edad moderna universal parte i

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TEMA 1 LA ERA DE LOS DESCUBRIMIENTOS GEOGRAFICOS 1) LAS MOTIVACIONES. 2) CONOCIMIENTOS GEOGRÁFICOS Y TÉCNICAS DE NAVEGACIÓN. 3) LAS PRIMERAS EXPEDICIONES PORTUGUESAS. 4) CASTILLA, COLÓN Y EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA. 5) VASCO DE GAMA Y LA LLEGADA A LA INDIA. 6) CONSECUENCIAS MATERIALES Y CULTURALES DE LOS DESCUBRIMIENTOS. Mapa XXXIII - Signos: 1) Imperio turco; 2) Contornos del mapa de Behaim de 1492; 3) Rutas continentales del comercio oriental; 4) Id. Marítima. En las últimas décadas del siglo XV y primeras del siglo XVI se realizó el más formidable esfuerzo para la ampliación del ecumene. Causas de orden material y moral contribuyeron a determinar esta tendencia, que iba a llevar a España a la completa realización de su destino histórico. Algunas de estas causas son de origen general. En primer término, los incentivos. A) Económico. La organización económica de la Europa del siglo XV había desarrollado el espíritu de lucro y con él el deseo de dominar los mercados y las especias, el incienso, la seda y el oro, materias básicas del gran comercio de aquella época. El afán de enriquecerse con rapidez inducía a sustituir a los árabes como intermediarios del tráfico de mercancías entre Oriente y (la India y el país de las Especias) y Occidente, mucho antes de que los turcos bloquearan en beneficio propio los puestos de Egipto y de Siria. B) Al lado del incentivo económico, el religioso; el deseo de alcanzar la fabulosa tierra del Preste Juan, de encontrar el Paraíso Terrenal y de convertir a los salvajes al Cristianismo, como reflejo del espíritu de cruzada y de catolicidad del Medioevo. C) Asimismo, el incentivo de la aventura, despertado por las narraciones de los más inverosímiles viajes y por los mitos prodigiosos de ignoradas tierras (El Dorado), que son divulgados por la imprenta y aceptados por la sociedad coetánea. El hombre del Renacimiento es el sujeto de los descubrimientos, y sin comprenderle falta el elemento esencial, el motor de los mismos. El Renacimiento crea un tipo de hombre particular: independiente, libre, de fuerte personalidad, creador del espíritu de empresa, de la aventura heroica y gloriosa y del gran capitán a estilo antiguo; que rompe los marcos intelectuales, sociales y geográficos de la Edad Media; que acepta el peligro por la fama, el renombre y el provecho personal que pueden reportarle. Finalmente las posibilidades. Los progresos técnicos (cartografía, construcción marítima, brújula, bastón de Job) corren parejos con los adelantos en las concepciones geográficas. El mundo de Tolomeo, geógrafo alejandrino del siglo II, cuyas concepciones se estudiaban entonces con ahínco, tenía una distribución equivocada de los continentes y océanos (la prolongación oriental de Asia con la consiguiente "absorción del Pacífico"). Esto permitía fomentar ilusiones sobre nuevas rutas, que la realidad irá destruyendo o desvirtuando (rutas del Sudeste y del Oeste hacia las Indias). En el gráfico se ha superpuesto el mapa del cartógrafo alemán Martín Behaim de 1492 a uno de nuestros días, lo que demuestra que era fácil

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Page 1: Historia alta edad moderna universal parte i

TEMA 1 LA ERA DE LOS DESCUBRIMIENTOS GEOGRAFICOS 1) LAS MOTIVACIONES. 2) CONOCIMIENTOS GEOGRÁFICOS Y TÉCNICAS DE NAVEGACIÓN. 3) LAS PRIMERAS EXPEDICIONES PORTUGUESAS. 4) CASTILLA, COLÓN Y EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA. 5) VASCO DE GAMA Y LA LLEGADA A LA INDIA. 6) CONSECUENCIAS MATERIALES Y CULTURALES DE LOS DESCUBRIMIENTOS.

Mapa XXXIII - Signos: 1) Imperio turco; 2) Contornos del mapa de Behaim de 1492; 3) Rutas continentales del comercio oriental; 4) Id. Marítima.

En las últimas décadas del siglo XV y primeras del siglo XVI se realizó el más formidable esfuerzo para la ampliación del ecumene. Causas de orden material y moral contribuyeron a determinar esta tendencia, que iba a llevar a España a la completa realización de su destino histórico.

Algunas de estas causas son de origen general. En primer término, los incentivos.

A) Económico. La organización económica de la Europa del siglo XV había desarrollado el espíritu de lucro y con él el deseo de dominar los mercados y las especias, el incienso, la seda y el oro, materias básicas del gran comercio de aquella época. El afán de enriquecerse con rapidez inducía a sustituir a los árabes como intermediarios del tráfico de mercancías entre Oriente y (la India y el país de las Especias) y Occidente, mucho antes de que los turcos bloquearan en beneficio propio los puestos de Egipto y de Siria.

B) Al lado del incentivo económico, el religioso; el deseo de alcanzar la fabulosa tierra del Preste Juan, de encontrar el Paraíso Terrenal y de convertir a los salvajes al Cristianismo, como reflejo del espíritu de cruzada y de catolicidad del Medioevo.

C) Asimismo, el incentivo de la aventura, despertado por las narraciones de los más inverosímiles viajes y por los mitos prodigiosos de ignoradas tierras (El Dorado), que son divulgados por la imprenta y aceptados por la sociedad coetánea.

El hombre del Renacimiento es el sujeto de los descubrimientos, y sin comprenderle falta el elemento esencial, el motor de los mismos. El Renacimiento crea un tipo de hombre particular: independiente, libre, de fuerte personalidad, creador del espíritu de empresa, de la aventura heroica y gloriosa y del gran capitán a estilo antiguo; que rompe los marcos intelectuales, sociales y geográficos de la Edad Media; que acepta el peligro por la fama, el renombre y el provecho personal que pueden reportarle.

Finalmente las posibilidades. Los progresos técnicos (cartografía, construcción marítima, brújula, bastón de Job) corren parejos con los adelantos en las concepciones geográficas. El mundo de Tolomeo, geógrafo alejandrino del siglo II, cuyas concepciones se estudiaban entonces con ahínco, tenía una distribución equivocada de los continentes y océanos (la prolongación oriental de Asia con la consiguiente "absorción del Pacífico"). Esto permitía fomentar ilusiones sobre nuevas rutas, que la realidad irá destruyendo o desvirtuando (rutas del Sudeste y del Oeste hacia las Indias). En el gráfico se ha superpuesto el mapa del cartógrafo alemán Martín Behaim de 1492 a uno de nuestros días, lo que demuestra que era fácil

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equivocarse sobre la posibilidad de llegar a la India por Occidente con más rapidez que por la ruta de Oriente.

Mapa XXXIV

En el mapa se dibujan los viajes de descubrimiento de Cristóbal Colón, verificados de acuerdo con los siguientes itinerarios:

PRIMER VIAJE (1492-1493): Palos de Moguer, Canarias, travesía del Atlántico, Guanahaní o San Salvador (descubrimiento de América), Cuba, Haití (Santo Domingo), Azores, Lisboa, Palos.

SEGUNDO VIAJE (1494-1495): Cádiz, Madera, Canarias, Guadalupe, Marigalante, Haití, Jamaica, Cuba.

TERCER VIAJE (1498-1499): Sanlúcar, Canarias, Bocas del Orinoco, Trinidad, Costa de París, Haití.

CUARTO VIAJE (1502-1503): Canarias, Haití, costa de América Central (de Guatemala al Golfo de Urabá), Jamaica, Haití.

Estos itinerarios revelan la disconformidad del rumbo seguido en el primero y tercer viajes colombino respecto al natural (llamado rumbo de loa alisios), que se utilizó en el segundo y cuarto. Este hecho responde, en el primer caso, al plan de Colón de cruzar el Atlántico desde Canarias, siempre al Oeste, hasta las que él llamaba "Islas de los mares oceánicas", en el segundo caso, se debe a la creencia de que, hacia el Sur, hallaría la buscada India, cuyas características geográficas y culturales no concordaban con las de las tierras que hasta entonces había descubierto. Fijemos también otro hecho: Colón no quiso reconocer que había llegado a un continente nuevo, desconocido de la Geografía antigua. En su cuarto viaje se empeñó en situar en el litoral de América central los accidentes que sus lecturas le indicaban en Malasia e Insulindia.

1) LAS MOTIVACIONES. La expansión europea –sobre todo atlántica– es uno de los fenómenos más reseñables de la Baja Edad Media pues es en ella en la que se sientan las bases del que iba a ser uno de los fenómenos de mayor desarrollo de la Europa Moderna. Simplemente estableceremos algunas razones que hicieron posible que este fenómeno empezara a desarrollarse precisamente en este momento:

• El afán por conocer la raíz de las cosas –típicamente humanista– está detrás del interés por investigar sobre el arte de la navegación (Infante Enrique el Navegante, de Portugal, con su Escuela de Navegación en Sagres) y por encontrar rutas nuevas que llevaran a los confines del mundo o, al menos, al mundo menos conocido.

• Las circunstancias políticas del Lejano Oriente (Pax mongolica) estimularon en gran medida los deseos de Europa por un mejor conocimiento de las rutas y posibilidades que ésta ofrecía para el descubrimiento de nuevas rutas y posibilidades comerciales, al que incitaba también la fascinación por los productos venidos del comercio asiático.

• El desarrollo tecnológico, que había generado algunas importantes novedades en cuestiones referentes a la navegación marítima y que, además, aportaría cada vez mayor cantidad de conocimientos sobre los interiores africanos y sobre el litoral atlántico, obra de algunos marineros que con medios inadecuados –las galeras, p. ej.– se habían adentrado en África.

• La propia situación estratégica y el efervescente desarrollo de los puertos atlánticos de Castilla y de Portugal, que explican el denominado “privilegio ibérico” en la denominada expansión europea.

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• El desarrollo de los nuevos sentimientos nacionales o pre-nacionales, a veces empujado por notables crisis dinásticas, hacía que las aventuras por los confines del mundo fueran ocasiones para legitimar nuevos Estados o para fortalecer débiles monarquías.

• La propia estructura social bajomedieval en la que las burguesías financieras buscaban siempre nuevas posibilidades para el enriquecimiento y la gestión económica.

No es casualidad que los pueblos ibéricos hayan realizado estos grandes descubrimientos, pues estaban en el momento preparados para llevarlos a cabo. España y Portugal, a finales del XV, rivalizan en la búsqueda de la ruta de la India, que seria la causa eficiente del descubrimiento del Nuevo Mundo. Las motivaciones que actúan en un pequeño número de personas (algunos príncipes con visión futura o idealista, negociantes y armadores, marineros y aventureros) son varias:

a) Motivaciones de orden económico: se buscan nuevas fuentes de riqueza, beneficios comerciales de materias primas indispensables, de energía barata (esclavos) y el deseo de llegar a las fuentes del oro africano y de las especias orientales. El oro fue el gran móvil de estas empresas por varias razones, entre ellas, la economía europea del s. XV estaba en plena expansión y era necesario porque las letras de cambio y otros medios fiduciarios no habían alcanzado suficiente desarrollo, además de una gran demanda de oro para joyas, vestidos y obras de arte. Otros productos buscados eran el azúcar, las drogas, los tintes, incienso... que caían bajo la denominación general de especias que no sólo incluían condimentos (canela, clavo, pimienta) sino también otros productos raros y exóticos cuya demanda era entonces grande.

b) Motivaciones políticas: España y Portugal eran reinos que se habían formado en lucha con los países islámicos, que sabían bien del peligro de los grandes Estados musulmanes de África y el imperio Turco en expansión. Las expediciones en África son una continuidad de la Reconquista. En el caso de Portugal impulsado por los soberanos de la Casa de Avis (sobre todo de Enrique el navegante) y en España por Isabel la católica.

c) Motivaciones sociales: se manifestaron de diversas formas, siempre tendentes a incrementar el status social (plebeyos que buscan riqueza, prestigio, ennoblecimiento, minorías perseguidas en busca de libertad, etc.).

d) Motivaciones religiosas: el deseo de alejar al Islam se unía también un vivo interés por ganar tierras nuevas para la fe. Actuando así el espíritu de cruzada y el espíritu misionero.

e) Motivaciones psicológicas: son todas aquellas suscitadas por el espíritu de la época del Renacimiento. Sabios y humanistas, deseosos de comprobar la verdad de los textos antiguos y de estudios matemáticos y astronómicos que se habían desarrollado en toda Europa. Asimismo la sed de aventuras de hombres de acción y de peligro que buscaban desvelar los secretos de un mundo ignoto.

2) CONOCIMIENTOS GEOGRÁFICOS Y TÉCNICAS DE NAVEGACIÓN.

Desde el s. XIII se venía gestando el salto gigantesco de los europeos, a medida que progresaban la cartografía y el arte de navegar pero también obedeciendo a motivaciones económicas (el oro de Sudán y los esclavos negros) y a la mutación geográfica (desplazamiento del centro de gravedad del Mediterráneo al Atlántico). Entre finales del s. XIII y principios del XIV, marinos genoveses y catalanes se aventuraron por las costas occidentales

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de África. Los Vivaldi, Lanzarote Malocello, o Jaume Ferrer son, entre otros, nombres significativos de las hazañas náuticas. Pero aún faltaban muchos elementos para llevar a buen fin estas empresas:

o Los navíos del Mediterráneo se mostraban inútiles para el Atlántico; o aunque se conocía la brújula, se ignoraba la declinación magnética o y no se disponía de buenas cartas marítimas.

Para explicar el empuje que a partir del S. XV tomaron los descubrimientos marítimos suele aducirse el gran perfeccionamiento de los instrumentos náuticos, pero ni estos avances técnicos eran tan grandes ni fueron tan determinantes. El conocimiento de la brújula era muy antiguo (generalizado ya en el s. XIII en el Mediterráneo), la cartografía hizo grandes progresos en la baja Edad Media, pero es evidente que no podía preceder sino seguir a los descubrimientos. Las galeras eran demasiados bajas en aguas del Atlántico, mostrando sus inconvenientes frente al oleaje , aunque se proveyera de velámenes. La innovación principal del S. .XV resulto de una fusión del tipo de navío atlántico, de un solo mástil provisto de vela cuadrada y el mediterráneo, que podía tener hasta tres palos con velas latinas, o sea, triangulares. LA CARABELA, el instrumento ágil de las empresas descubridoras, recibió de los ibéricos su forma definitiva: era un navío de pequeño tonelaje y tres mástiles, de poco calado pero muy veloz y capaz de afrontar olas de diez metros de altura y recorrer más de 250 Km. diarios con viento favorable. Era pequeño tamaño 130 a 150 toneladas, pero suficiente para llevar tripulación, alguna tropa y víveres para un largo periodo en alta mar.

3) LAS PRIMERAS EXPEDICIONES PORTUGUESAS.

La empresa africana fue protagonizada en exclusiva por los portugueses desde que, en 1415, conquistaron Ceuta e iniciaron una actividad bélica y diplomática tendente a dominar el comercio marroquí de trigo, oro, esclavos y otros productos tradicionales en la oferta magrebí de la época almohade. La presencia portuguesa en El Magreb se comprende mejor a partir de:

o la anarquía interior del emirato de Fez, o el impulso conquistador de raíz caballeresca y nobiliaria, o Así como el nuevo “espíritu burgués” emergente tras la crisis dinástica y nacional

de los años 1383-1385. Su promotor entre 1415 y 1460 fue el infante Enrique el Navegante, aunque nunca pasara de contemplar el Atlántico más allá de su residencia de Sagres en el Algarve lusitano. Aunque muy pronto los italianos sobre todo los genoveses, se habían interesados por las rutas atlánticas, los países ibéricos estaban en mejor situación para ponerse el frente de las exploraciones. Había una ventaja inicial importante: mientras el Mediterráneo era un mar compartido, en el que luchaban duramente dos civilizaciones, el Atlántico era solo cristiano y, por ello, más seguro. Las empresas africanas de Portugal vendrían exigidas por la carencia de oro que afectaba a los negocios de los mercaderes y determinaba devaluaciones monetarias que desvalorizaban las rentas fijas sobre la tierra, única fuente económica de la nobleza. A su vez, insuficiencia monetaria, aumento demográfico con la consiguiente necesidad de cultivar mas terrenos para lo que hacia falta mano de obra esclava (tan

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abundante en África) y sin olvidar que en el horizonte mas remoto estaba la India, el presumible paraíso especiero Podemos destacar varias etapas:

• Primera etapa. De 1415 a 1437. El fin esencia era rodear el m Marruecos infiel para rodearlo. El punto de partida de las empresas africanas de la corona lusitana es dirigido desde Lagos. Comienza con la conquista de Ceuta (incrementando las tierras para uso agrario y permitirles acceso a los mercados del norte de África donde llegaba el oro de Sudan) en 1415, en 1420 se instalan en Madeira y en 1427 redescubren las islas Azores. Desde la toma de Ceuta hasta la toma de Cabo Bojador en 1434 el objetivo principal consistió en cercar a los musulmanes de El Magreb occidental desde el océano mediante el dominio de las islas y su zona sur lo que lleva a explorar la costa continental. En 1434 se produce el descubrimiento del procedimiento de regreso o “volta” desde el sur del Bojador hasta las Azores y Portugal aprovechando el régimen de los vientos alisios, abriéndose la posibilidad de continuar la exploración descendiendo por la costa. El mismo Gil Eanes, el primero en emplear la “volta”, y otros navegantes realizaron expediciones en los 10 años siguientes hasta alcanzar la desembocadura del Senegal y Cabo Verde iniciando el uso de carabelas y logrando rentabilidad gracias al comercio de oro y esclavos sobre cuyo producto tenía el infante el “quinto real” desde 1443.

• Segunda etapa: De 1437 a 1444 se fue precisando el proyecto africano. Se trataba de llegar al País del Oro. Llegan hasta Río del Oro en 1441 y hasta Cabo Verde en 1444 y se instalan al sur de Cabo Blanco. Este enclave estratégico permitirá a los portugueses entrar en contacto con los circuitos caravaneros que distribuyen oro, esclavos, sal y otras mercaderías.

• Tercera etapa. De 1445 a 1475. Las cosas ya no van tan de prisa. El cambio hacia el Este de la costa africana, después de la exploración de Sierra Leona (1460), presenta nuevos problemas, y la muerte del príncipe Enrique paraliza las empresas. Pero los portugueses llegan a Costa de Oro en 1470, al Delta del Níger en 1471, y al Gabón, más allá del Ecuador, en 1475. Se precisan los relieves de la costa y se establecen las dimensiones del continente. Por lo demás, se desarrolla el aspecto económico; tráfico de pimienta, del oro de Sudán, de marfil, de negros…. La oficina de San Jorge de la Mina, fundada en 1482, es el centro de este comercio.

• Cuarta Etapa. Después de 1480. El proyecto indio alcanza prioridad. El fin es, ahora, encontrar la ruta del Este. Diego Cao alcanza y sobrepasa la desembocadura del Congo y costea Angola. En 1486 se alcanza el trópico meridional. La expedición destinada a encontrar el paso hacia oriente saldría de Lisboa al mando de Bartolomé Díaz (julio de 1487). Lleva a cabo una innovación, alejándose de las costas mas allá de Guinea (signo de los grandes progresos en el arte de la navegación y de la fiabilidad del material), pasa a lo largo del cabo y toca en febrero de 1488 las costas de Natal.

4) CASTILLA, COLÓN Y EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA.

Una cuestión que se discute mucho es la tesis si Colón buscaba solo un nuevo camino o buscaba nuevas tierras. No son finalidades incompatibles; ahora bien, las palabras y los actos de Colon indican que su idea básica era hallar un nuevo camino a las indias orientales, a los países del oro, marfil y las especias. A esta idea básica del provecho material se sumaba otra idea religiosa, incluso mística: extender la fe cristiana, hacer la Cristiandad rica y fuerte, capaz de derrotar al Islam y recuperar los santos lugares.

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Ir a China y Japón, a los países que describió Marco Polo, navegando hacia el oeste, era una idea que ya se les había ocurrido a otros, y que se basaba en un cálculo erróneo de las dimensiones terrestres. Desde Tolomeo se habían hecho cálculos que variaban entre los 30.000 y los 43.000 Km. para la circunferencia ecuatorial (la cifra verdadera es de 40.000), Colon eligió la más corta. Las fuentes en las que bebía Colón, al menos desde 1477, cuando llegó a su poder el mapa de las costas orientales de Asia provenían de la geografía clásica: Aristóteles, Estrabón, Séneca, Plinio, Ptolomeo, entre otros. El error estaría en la distancia que separaba las costas europeas de las de Asia, calculadas en tan sólo 3.000 millas Toscanelli, reducidas a 2.400 por Colón, cuando en realidad eran 10.600 millas. La errada proximidad y la presunta rentabilidad de la empresa de alcanzar Asia y la Especiería, compitiendo con genoveses, venecianos y portugueses, sustentaban el plan de Colón.

Sin embargo, en la corte del rey Juan II de Portugal había entendidos cosmógrafos que declararon el proyecto de Colon basado en cálculos erróneos de las dimensiones terrestres. Despechado y sin arraigo en Portugal desde la muerte de su mujer llego a España; primero trato de conseguir los favores de los grandes señores andaluces; uno de ellos, el duque de Medinaceli, estaba dispuesto a realizar la empresa por su cuenta, pero la reina Isabel recabo para la Corona su realización. Varios obstáculos demoraron su realización: uno fue la guerra de Granada y otro las pretensiones exorbitantes de Colon; pretendía el cargo de almirante del Océano, gobernador y virrey de todos los países que descubriera y el diezmo de todas sus rentas para si y sus descendientes ya que de mantenerse estas exigencias, América no habría sido de España sino de la familia Colón. La primera expedición salía de Palos el 3 de agosto de 1492, llegando a las Antillas el 12 de octubre. Dos carabelas –la Pinta y la Niña- y una nao, la Santa María, se hicieron a la mar el 3 de agosto de 1492 con destino a las Canarias. Tras aprovisionarse en la Gomera, el 6 de septiembre pusieron rumbo al Oeste. El 12 de octubre alcanzaron tierra, un islote del archipiélago de los Lucayos, al que pusieron por nombre San Salvador. Con los restos de la nao Santa María, destruida el 25 de diciembre, se levantó el Fuerte de la Navidad, primer establecimiento español en el Nuevo Mundo. El 16 de enero iniciaron el regreso. Separados por las tormentas tropicales, Alonso Pinzón llegó a Bayona, desde donde hizo informar a los Reyes que se encontraban en Barcelona de su aventura, Colón por su parte llegó a Madeira. La extraordinaria pericia náutica de Colon hallo desde la primera tentativa la ruta adecuada. El 4 de marzo de 1493 llego a Lisboa, aunque no se media todavía la dimensión exacta del descubrimiento se adivinaba su inmenso alcance. No era una nueva ruta, ni eran unas islas, era un Mundo Nuevo. En cambio, Colon permaneció firme hasta el fin en su error, identificando, contra toda evidencia, las tierras que había descubierto con Asia.

Colon reconoció el Mar Caribe, descubrió las Grandes y varias de las Pequeñas Antillas, la costa de América del sur entre la desembocadura del Orinoco y el istmo de Panamá y buena parte del litoral de América Central. En 1506 murió con la amargura de que sus servicios no fueran debidamente recompensados. Aparte de las incalculables consecuencias del involuntario descubrimiento del continente americano, el primer viaje de Colon tuvo ya un resultado inmediato: la repartición del ámbito extra-europeo en dos zonas, una española y otra portuguesa; la línea de separación de

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ambas fue un meridiano situado a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, quedando el hemisferio occidental para Castilla y el oriental para Portugal (Tratado de Tordesillas, 1494). Si el primer viaje de Colón trajo como única cosecha esperanzadas informaciones de las riquezas que atesoraban aquellas Indias, el segundo, trasladó al Nuevo Mundo 1.200 hombres en 17 navíos, que salieron de Cádiz el 25 de septiembre de 1493. Pero la riqueza se mostraba esquiva, el hambre y las tensiones agravaron las disensiones entre los españoles reprimidas con mano dura por Colón. Las medidas de fuerza, los repartimientos de indios, la esclavitud devengaron en un sonado fracaso de Colón, que con la salud quebrantada regresó a España sin poder ejecutar su proyecto de seguir hacia el Oeste. Entretanto la situación insostenible en las dos coronas ibéricas tras la invalidación del Tratado de las Alcaçovas hizo que fuera sustituido por el Tratado de Tordesillas, el 7 de junio de 1494. Además de establecer el reparto del Magreb occidental entre Castilla y Portugal, se fijó la línea divisoria del océano Atlántico en el meridiano señalado a 370 leguas al oeste de Cabo Verde, quedando el hemisferio occidental para Castilla y el oriental para Portugal. Castilla podía ejercer derecho de paso por aguas de dominio lusitano hasta alcanzar las suyas propias, aunque comprometiéndose a no efectuar exploración alguna.

Una tercera expedición saldría de Sanlúcar de Barrameda el 30 de mayo de 1498. Colón alcanzó la isla de la Trinidad y vio el delta del Orinoco. A su regreso a La Española encontró a la población enzarzada en una contienda civil. El tener que dedicar atención prioritaria a la resolución de problemas domésticos limitaba muchísimo la búsqueda de los objetivos originales. Su requerimiento a los Reyes de un jurisperito para administrar justicia y poner orden en aquel caos determinaría el envió de Francisco de Bobadilla. Éste acabó instruyendo un proceso contra Colón, y lo devolvió encadenado a España en octubre de 1500.

En el último viaje que partió de Sevilla en 1502 con cuatro carabelas y 140 hombres, Colón alcanzó el golfo de Honduras, recorrió las costas centroamericanas en dirección este hasta Panamá. Regresó a Sanlúcar de Barrameda en noviembre de 1504.

5) VASCO DE GAMA Y LA LLEGADA A LA INDIA.

La unión con las Indias se prepara cuidadosamente. Se aprovechan las informaciones de Pedro de Covilha, que llegó a Asia por la ruta terrestre y viajó desde Etiopía hasta Calcuta. Vasco de Gama parte de Lisboa en julio 1497 con cuatro naves y 150 hombres, pasó el Cabo, bordeó la costa hasta Zanzíbar y tomó, gracias a los datos recogidos, la ruta tradicional del comercio musulmán. Llegó a Calcuta en mayo de 1498. A pesar de la manifiesta hostilidad de los árabes, estableció vínculos con los príncipes indios. Los portugueses necesitarán todavía 10 años para construir su Imperio en las Indias y fundar su monopolio secular. La gran aventura lusitana del siglo XVI siguió siendo la asiática donde no tuvieron ninguna dificultad en asumir el control del océano Índico, tanto desde el punto de vista náutico como comercial, los intereses lusitanos y los de los comerciantes árabes entraron en abierto conflicto. Se debe tener en cuenta las dimensiones geográfica de Portugal, en torno a 1500 eran menos de un millón y medio, y lo mares que surcaban que se encontraban con adversarios más aguerridos que los encontrados por los españoles. El tiempo que se tardaba entre Goa y Lisboa equivalía al que se tardaba entre Lima y Sevilla, a fines del siglo XVI con el sistema en su máxima perfección, se tardaba en el trayecto dieciocho meses para un viaje de ida y vuelta. Uno de ida y vuelta de Goa a Japón duraba tres años.

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La creación del Estado de la India, con capitalidad en Goa (1503) indicaba el deseo de no limitar la acción portuguesa al campo comercial; se extendería también al dominio político, aunque solo en la medida necesaria para asegurar las rutas comerciales. De esta manera se formó un Estado colonial portugués basado en el agua más que en la tierra. Era una red de puntos de apoyo para sostener una ruta marítima. En ningún momento se intento la conquista de vastas extensiones. Fue una empresa donde la grandeza y la fragilidad iban juntas. Grandeza por haber relacionado dos mundos, occidente y el extremo oriente, que antes solo tenían raros y precarios contactos; fragilidad porque aquellos puntos de apoyo, muy distantes entre si, habitados por un corto numero de portugueses, dependían del dominio del mar; cuando ingleses y holandeses tuvieron superioridad marítima solo sobrevivieron algunos eslabones de aquella cadena: Goa, Macao, Timor... En 1505 la Corona decidió recuperar el proyecto original de alcanzar el emporio especiero del Asia que era interrumpido por las tierras continentales descubiertas. El súbdito portugués Fernando de Magallanes, veterano en expediciones lusitanas hacia la especería, afirma conocer la existencia del paso. El 10 de agosto de 1519 salió la flota magallánica del puerto de Sevilla, el 27 de noviembre de 1520 llegaba al Estrecho de Magallanes y cruzaba al Océano Pacifico. Después de pasar innumerables calamidades llegaron a Cebú, estaban en el archipiélago que la posteridad conocería como Filipinas. Allí intentaron colonizar a sus gentes y en una represalia murió Magallanes el 27 de abril de 1521. Tomo el mando Juan Sebastián Elcano y tras muchas aventuras y enfermedades llegaron el 6 de septiembre de 1522 a Sanlúcar de Barrameda, tras esquivar a los marinos portugueses. Además de las expediciones lusitanas mencionadas en apartados anteriores.

Signos: 1) Líneas de partición del mundo entre españoles y portugueses (1494); 2) Territorios poco conocidos o desconocidos por el hombre europeo a mediados del siglo XV.

6) CONSECUENCIAS MATERIALES Y CULTURALES DE LOS DESCUBRIMIENTOS.

Las principales consecuencias fueron:

• Apertura de nuevos mercados. La instauración progresiva de los imperios español y portugués tuvo consecuencias importantísimas en este aspecto. Los productos tropicales fueron importados al mercado europeo en cantidades impensables hasta entonces, ya se tratase de pimienta, azúcar, algodones indios, productos tintoreros (México y Brasil), sin hablar de los metales preciosos. A cambio, la colonización del Nuevo Mundo exigió el envío, desde los puertos ibéricos de productos alimenticios europeos como vino, trigo, aceite, productos textiles y metalúrgicos y libros.

• Medios monetarios. La expansión económica iniciada a finales del siglo XV se había visto frenada por la falta de moneda en metálico, lo que motivó la explotación de viejas minas, g búsqueda de nuevos yacimientos argentíferos en Europa central y el deseo de rodear el Islam africano para llegar directamente al Oro de Sudán. Todo cambia con el descubrimiento. Colón no obtuvo el oro que esperaba, pero los pillajes de Cortés y Pizarro permiten el envío a Cádiz de cantidades importantes en 1521 y 1534. Pero lo que trastorna el mercado monetario es el descubrimiento y al explotación de los yacimientos de plata de Méjico y Perú. Una verdadera riada de plata cae sobre Sevilla por medio de los galeones de la Carrera de Indias. Desde Sevilla, esas masas de oro y plata se repartían por Europa, a consecuencia de la política imperial y de los intercambios

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comerciales. La inflación, al menos en su primera fase, constituye un importante factor de desarrollo.

• Desarrollo de los medios técnicos. El siglo XVI permite la vulgarización de los inventos del siglo XV; imprenta, metalurgia, fabricación de vidrio blanco, construcción naval. Así ocurre en el caso de la amalgama para el caso de los materiales argentíferos, que se impuso en Centroeuropa, de ahí pasó a América, o de los sistemas de ventilación y elevación de las minas.

BIBLIOGRAFÍA: BENNASAR y Cols. HISTORIA MODERNA. Editorial Akal, Madrid, 2005. FLORISTAN, A. (Coord.) y otros. HISTORIA MODERNA UNIVERSAL. Ariel Historia. Barcelona. 2002. TENENTI, A. LA EDAD MODERNA SIGLOS XVI-XVIII. Editorial Crítica. Barcelona. 2003. RIBOT, L- HISTORIA DEL MUNDO MODERNO. Ed. ACTAS, Madrid, 2006.

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TEMA 2: LA EXPANSIÓN DEMOGRÁFICA, EL AUGE DEL MUNDO

URBANO. LA SOCIEDAD.

1) FACTORES DEMOGRÁFICOS Y CARACTERÍSTICAS DE LA DEMOGRAFÍA “ANTIGUA”. 2) LAS FUENTES Y EL PROBLEMA DE LAS CIFRAS. 3) REPARTO DE LA POBLACIÓN EUROPEA. 4) LAS CIUDADES. 5) LA SOCIEDAD ESTAMENTAL Y LOS GRUPOS EMERGENTES. 6) LOS CONFLICTOS SOCIALES.

1) FACTORES DEMOGRÁFICOS Y CARACTERÍSTICAS DE LA DEMOGRAFÍA “ANTIGUA”.

El siglo XVI tiene muchas características en común con el precedente y con el siguiente en el plano de la vida cotidiana. Los progresos tanto de la higiene y de la medicina como sociales no se harán verdaderamente sensibles hasta el siglo XVIII. La mortalidad infantil sigue siendo muy elevada. En el último cuarto del siglo XVI, en Simancas (España), esta mortalidad alcanzó el 40-50 %, y en Palencia el 68 % de los nacidos murió antes de cumplir los siete años. En Beauvais en el siglo XVII, se constata que la mitad de la población no llegaba a los veinte años, mientras que la cuarta parte de los recién nacidos fallecían en su primer año de vida. La esperanza media de vida en el 1600 era de 34 años para las mujeres y 28 para los hombres. En determinadas zonas se encuentran cifras más bajas, como en Ginebra, París e Inglaterra. En proporción, no se llegaba muy pronto al matrimonio: las jóvenes se casaban entre los 20 y 25 años; los hombres, entre los 25 y 29 años. Las prácticas anticonceptivas no se habían difundido abiertamente, aunque se recurría a ellas por distintos motivos. A pesar de las plagas colectivas y las deficiencias médicas, el siglo XVI se caracterizó por un fuerte y general aumento demográfico. El incremento alcanzó valores próximos al 50 % desde Noruega hasta Castilla y desde Bretaña hasta Suiza. Este fenómeno se produjo en las ciudades de modo desigual, debido a menudo a motivos coyunturales. Entre los mayores centros europeos no hubo diferencias demasiado notables. Fueron muy raras las ciudades que llegaron a 200.000 habitantes. En el siglo XVI, así como en el XVII, muchas aglomeraciones fueron atacadas por enfermedades epidémicas: Venecia perdió casi el 30 % de su población entre 1575 y 1576; Santander el 80 % en 1599; Mantua el 70 % en 1630. Estos azotes, llamados pestes aunque la mayoría de las veces eran tifus, viruela, etc., afectaban más a las ciudades, en particular a los barrios pobres y con malas condiciones higiénicas; vehículos habituales de transmisión eran las ratas infectadas por las pulgas. Como en el período anterior, las personas acomodadas se sustraían más fácilmente a estas enfermedades. Las familias de las clases populares no fueron, normalmente muy numerosas, el número medio de hijos era de cuatro. Eran sobre todo las clases acomodadas quienes tenían más. El aumento demográfico no prosiguió y entró en crisis ya antes de finales del siglo XVI.

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Entre 1594 y 1597 las desfavorables condiciones meteorológicas causaron malas cosechas mientras la peste se difundía en España, Italia y Alemania se sufría una gran carestía. Las zonas mediterráneas resultaron más afectadas que las nórdicas. Las dificultades de aprovisionamiento de ciertas zonas de alta densidad urbana se correspondían con las de la producción agrícola circundante, a menudo inferior a las exigencias. La carestía, que ya se había hecho sentir en el Mediterráneo obligó a los estados costeros a recurrir a masivas importaciones de cereales del Báltico. Las insuficiencias hay que relacionarlas también con una inversión de tendencia en el campo. Así, en el Languedoc a fines del siglo XV muchos campesinos eran personas relativamente pudientes que con los beneficios sacados de sus propias tierras podían procurarse otros bienes. Mortalidad Llegaba a cotas muy elevadas, con tasas brutas ordinarias del 28 al 38 por mil, triplicando la actual. En general se sitúa por debajo de la natalidad. Las causas son las siguientes:

- La propia estructura económica de la época; economía agraria de escaso desarrollo tecnológico, sujeta a fluctuaciones climáticas y con una infraestructura muy imperfecta.

- Sociedad con reparto desigual de la riqueza. - Falta de higiene generalizada, tanto urbana como rural (promiscuidad, convivencia

con bestias, hacinamiento). - Medicina poco desarrollada. - Inercia y pasividad de la población ante posibles innovaciones. - La presencia continua de la muerte provocaba la aceptación pasiva y resignada de la

misma. - Fortísima mortalidad infantil (próximas al 250 por mil)), por alimentación deficiente,

nula atención sanitaria. Generalmente era más débil en el medio rural y mayor en el medio urbano; caso extremo el de los niños expósitos de muchas ciudades, con mortalidades del 80 p 90 % antes de los 6 años).

- Pero el hecho más característico del Antiguo Régimen es la aparición periódica de las denominadas Crisis Demográficas (Guerra, Hambre y enfermedades epidémicas).

o Las guerras no tanto por su mortalidad directa como por sus secuelas de hambre, asedios, bandidaje, rapiña, interrupción de la actividad económica, propagación de enfermedades.

o Loa accidentes meteorológicos provocaron enormes crisis frumentarias, que afectaban más a las zonas interiores, muy dependientes del cereal. Destaca la sufrida por Finlandia en 1696-97 o las que sucedieron en Francia en diversos periodos del siglo XVII.

o Sarampión difteria, sífilis, paludismo, tuberculosis o tifus, que le disputó a la Peste Negra su puesto entre las grandes asesinas de la historia.

Natalidad-Fecundidad. Nupcialidad. Familia. La natalidad es también muy alta (hipernatalidad), entre el 35-35 por mil, con tasas de fecundidad muy altas, pero en modo alguno natural. Esta se da en el seno de la familia legítima. Los nacimientos extramatrimoniales (condenados por la Iglesia), son escasos, en torno al 1-5 % del total.

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El matrimonio distaba mucho de ser universal. El celibato era relativamente elevado (entre el 10 hasta el 20 %). El acceso al matrimonio era, con frecuencia, más bien tardío (25-26 años mujeres y 28-30 los hombres). El último hijo lo tenía la mujer, como media a los 40 años. Así, el periodo de fecundidad efectiva resultaba muy inferior al de fertilidad biológica, no más de 15 años, en el que algunas traían hasta 15 hijos al mundo. Aunque no existía el divorcio en el mundo católico y en el protestante era muy raro, la muerte rompía muchos matrimonios, Afectaba más a los hombres. Un total de un tercio de las familias fue afectado. Los viudos contraían más segundas nuevas nupcias que las viudas. Limitación de la natalidad; coitus interruptus, abortos provocados, infanticidios incluso abandono de niños. Pero el tardío acceso a l matrimonio de las mujeres era el primer factor limitante. Junto a la alta proporción del celibato. La importancia de la edad a que se contrae matrimonio y su influencia en la fecundidad es tal que, incluso, se ha podido definir un régimen demográfico de baja presión (existente en Inglaterra) con edad al matrimonio y celibato más elevados y en el que la acción de la mortalidad como factor de regulación baja un poco, frente a otro de alta presión existente en la mayor parte de Europa, con una edad al matrimonio y celibato algo más bajos y una fecundidad algo más elevada, en la que la intervención de la mortalidad tiene mayor relieve. El matrimonio, la familia pues, se configura como el gran regulador demos gráfico de Occidente. Una familia de estructura mayoritariamente nuclear, compuesta exclusivamente por padres y por hijos que abandonaban el hogar paterno al contraer matrimonio, pero coexistiendo con otras formas más complejas. Así, de manera general:

- Es indiscutible el predominio en Europa nor-occidental el predominio de las familias complejas (extensas o polinucleares).

- Mientras que las familias nucleares abundan en la Europa central o meridional. Donde predominaban las familias nucleares, las más numerosas eran sinónimo de posición social pre-eminente, por el número de criados u otros copresidentes que podían englobar. En el dominio de las polinucleares reflejaban el número de brazos necesarios para atender la explotación agrícola.

2) LAS FUENTES Y EL PROBLEMA DE LAS CIFRAS.

El objeto de la demografía histórica es el estudio de las poblaciones del pasado, es decir, su estado, estructuras y movimiento tanto natural (nacimientos, matrimonios, defunciones) cómo geográfico, El carácter indirecto de las fuentes empleadas (recuentos de población de finalidad caso siempre fiscal o militar; registros sacramentales, o parroquiales) imponen una serie de limitaciones.

- Espacio-temporales. Sólo Europa y, en parte, sus colonias, y a partir del s XVI cuentan con los registros parroquiales.

- Por otro lado hay aspectos elementales o básicos, como el volumen de población, de muy difíciles esclarecimiento (ocultación de deberes fiscales o de reclutamiento).

- Los estudios han de centrase en comunidades pequeñas (parroquiales) y preferentemente en su fracción de mayor limitación geográfica.

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3) REPARTO DE LA POBLACIÓN EUROPEA. La Europa Moderna asistirá al desarrollo de un sistema urbano integrado, conformado por las necesidades de la economía comercial en progreso, Este proceso, de gran importancia económica, no acarreó sin embargo la destrucción del mundo rural, de hecho la población europea continuó siendo eminentemente rural; en 1800 únicamente el 10 % vivía en núcleos mayores de 10.000 habitantes. Pero el proceso no fue uniforme ni constante en el tiempo.

- En el ámbito mediterráneo hubo un crecimiento rápido en el XVI, con caída en el siglo siguiente y una lenta recuperación en el XVIII.

- En el resto de Europa los periodos de expansión urbana más intensa corresponden a

1550-1650 y a la segunda mirad del siglo XVIII. El poblamiento del continente presenta tres grandes diferencias regionales.

o La población es particularmente numerosa (40-56 habitantes por m km2) en el norte y en el centro de Italia, en Flandes y en Brabante, y en el centro de la región francesa (incluso sin contar París). pero esto es un hecho excepcional.

o Francia, primera nación continental, tiene una densidad media de 20 a 35 habitantes por km2.

o Todas las restantes naciones tienen una densidad sensiblemente menor. El sur de Italia, Escandinavia, Escocia, son desiertos humanos.

La densidad de cada país presenta una geografía distinta de la habitual. España tiene de 5 a 7 millones de habitantes; los Países Bajos, con más de tres millones, se equiparan a Inglaterra, que no llega a los cuatro millones. Italia cuenta con doce millones de personas a d fines de siglo, pero repartidos entre los numerosos Estados de las Península, lo mismo que el pueblo germánico, lo que hace difícil su evaluación. En todas partes las cifras en el 1600 son más elevadas, a pesar de las crisis. El crecimiento más espectacular tiene lugar, sin duda, en Rusia; de seis a once millones. Pero en este territorio en expansión permanente, la ocupación humana es muy desigual. Fuera de Europa las estimaciones tienen un carácter todavía más aleatorio. Si la población de Europa se puede estimar con bastante seguridad en 60-80 millones de habitantes, se atribuyen de 200 a 300 en Asia, África de 60 a 80 millones, que posiblemente disminuyeron a lo largo del siglo, y América en torno a 15 millones (agrupados en las altiplanicies mejicanas y andinas) a finales del siglo XVI , desde los 80 millones atribuidos a la llegada de los conquistadores, lo que nos da una idea de la magnitud de la catástrofe (enfermedades, explotación, esclavitud, represión…).

4) LAS CIUDADES

Capitales político-administrativas y ciudades portuarias fueron en general, las más favorecidas. Su tamaño, no obstante, era relativamente modesto, al menos para los criterios actuales. Cerca del 80 % de los núcleos urbanos estuvo siempre entre los 10.000 y los 40.000 habitantes. Algo más de la décima parte, entre 40.000 y 80.000. Y sólo un puñado Londres,

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París, Nápoles y Sevilla a finales del XVI, pasaron de los 100.000 Únicamente Londres, a finales del XVIII se acercará al millón de habitantes. El ámbito del norte de Italia y los Países Bajos, eran ya por tradición medieval, un ámbito altamente urbanizado, y continuarán siéndolo ahora. Durante el siglo XVI, la PI e Itálica concentraron la mitad de la población europea. El declive experimentado por ambas en el siglo XVII redujo notablemente la proporción, hasta dejarla en un tercio del total, en beneficio de la Europa nor-occidental, sobre todo las Islas Británicas (del sexto al tercio de la población total), mientras que el bloque Francia-Alemania se mantuvo constante en una tercera parte.

5) LA SOCIEDAD ESTAMENTAL Y LOS GRUPOS EMERGENTES.

Tradicionalmente la sociedad del antiguo Régimen europeo ha venido definiéndose como una sociedad estamental, de carácter jerárquico, heredera de la antigua sociedad de órdenes medievales. La sociedad europea del Siglo XVI era básicamente agraria, y en ella dominaba la nobleza en un sistema que la historiografía marxista definió como “feudalismo tardío”. Rasgos esenciales:

- Posición determinada por la sangre, que separa desde el nacimiento a los nobles de los que no son.

- Desigualdad ante la ley, diferencias jurídicas en torno al concepto de privilegio. - Articulación social en tres estamentos: la nobleza y el clero jurídicamente privilegiados

con respecto al tercer estado o tercer estado, mayoritario. - Estanqueidad de los estamentos, aunque con una cierta dinámica hasta superar la

rigidez medieval. Teóricamente, cada estamento desempeñaría una función complementaria de las funciones del resto. Los nobles velarían por la seguridad del cuerpo social. El clero se encargaría de la dirección espiritual. El pueblo, receptor de ambos bienes, sostendría con su trabajo al conjunto. Los privilegios se legitimarían como medio de recompensar la delicada función de los primeros. Dentro de los grupos privilegiados, se podría distinguir una alta, una media y una baja nobleza, así como un alto, medio y bajo clero. En el Estado llano las diferencias incluso serían más numerosas. La pertenencia al grupo social del clero no venía determinada por la cuna. El acceso podía efectuarse desde la nobleza como desde el estado llano. Se trataba, por lo tanto, de un estamento abierto, utilizado frecuentemente como vía de promoción social, por encima de la vocación religiosa.

• Para los miembros integrantes de los grupos acomodados y para los segundones de familias nobles, no llamados a heredar el patrimonio familiar, el clero representaba una forma de alcanzar un medio de vida y una posición, con posibilidades de ascender en la carrera eclesiástica.

• En cambio, para los individuos de los estratos sociales más modestos, suponía un estamento- refugio desde el que se podían eludir las fatigas de la miseria.

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En líneas generales, el alto clero (obispos, arzobispos y canónigos de los cabildos catedralicios) se nutría de elementos de la aristocracia; el clero medio (abades de monasterios, párrocos urbanos), de la mediana y baja nobleza y, en general, de las capas medias de la sociedad; el bajo clero (capellanes, párrocos rurales y frailes), de las clases más populares. Las clases privilegiadas Se trata del principal estamento privilegiado y referencia para otros grupos sociales, definida como una clase terrateniente hereditaria de origen militar. A nivel europeo, representaba entre el 1% y el 2% del total de la población. En Hungría, Polonia y España llegó al 10 % Dentro de la nobleza se diferencian dos sectores diferenciados por su origen:

- La Vieja nobleza feudal, con fuerte poder económico, de base territorial, por la acumulación de señoríos jurisdiccionales y por su grado de influencia político social. En algunos casos, los territorios bajo su jurisdicción constituían pequeños estados con una gran autonomía que obstaculizaban el poder centralizado de las Monarquías renacentistas.

- Una nueva nobleza fruto de la ascensión de oligarquías urbanas: “patriciado”. Los

reyes ante la necesidad de asistentes de formación jurídica y universitaria, para ejercer eficazmente funciones burocráticas en la Administración, recompensaron los servicios, en ocasiones, con la concesión real del estatuto de nobleza. Durante el siglo XVI los monarcas no abusaron en exceso de esta prerrogativa, pero en el siglo XVII los ascensos desde la burguesía fueron mucho mayores.

En algunos países (Ej.:Castilla) la alta nobleza evolucionó de rural a cortesana. En el siglo XVI era habitual que los grandes nobles titulados permanecieran en las localidades que eran cabeza de sus estados señoriales. Con el tiempo, se desplazaron a la corte, proceso agudizado al fijar la monarquía una capital política. La condición nobiliaria se transmitía por herencia a todos los hijos, pero el título era heredado por el hijo mayor (influencia del Derecho Romano) En lo que se refiere al reparto de bienes, se hacía entre los hijos varones por igual, contribuyendo a aumentar la fragmentación política (ej.: Alemania) Los privilegios disfrutados por la nobleza, afectaban por igual a todos los miembros independientemente del origen de su condición, eran de varios tipos:

- Fiscales : no tenían obligación de pagar impuestos - Judiciales: Derecho a ser juzgados por sus iguales, eludiendo los tribunales ordinarios;

derechos jurisdiccionales que les permitían impartir justicia en sus señoríos no podían ser encarcelados por deudas

- Militares: Estaban exentos de las levas obligatoria militares: Ocupaban los puestos de dirección de los ejércitos.

- Políticos y sociales: Nombramiento de las autoridades locales, monopolio de los altos puestos de las casas reales actuaban como embajadores de la monarquía.

- Honor: De exhibición de blasones, lugares preferentes en los desfiles, en las iglesias (incluso para sus enterramientos.

La nobleza, sobre todo de la vieja nobleza feudal, rechazaba la práctica de negocios mercantiles (excepto la nobleza inglesa) y al ejercicio del trabajo manual. La nobleza era, por excelencia una clase ociosa.

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- Vivían del trabajo de sus súbditos a la vez que dictaban las normas que regulaban su

trabajo. - Cobraban rentas a los campesinos por la cesión de la explotación de las tierras - Monopolizaban los medios técnicos (molinos, herrerías). - Cobraban impuestos sobre vías de comunicación. - Los derechos de caza y pesca eran de su uso exclusivo.

Estos elevados ingresos eran empleados para llevar una vida suntuosa, sin reparan en gastos, no eran suficientes, por lo que a fines del Siglo XVI muchas casas nobiliarias tenían serios problemas económicos y de endeudamiento.

o Las clases emergentes. La burguesía mercantil y financiera El término burgués designa al habitante del burgo o ciudad, por oposición al campesino. El desarrollo de la burguesía vino de la mano de la expansión del mundo urbano. La burguesía es una clase social que surge ya en la Edad Media los siglos medievales y que rompe con la sociedad feudal de relaciones sociales basadas en el vínculo del vasallaje, aunque se adaptó a esta forma de organización social cumpliendo ciertas funciones económicas dentro de ella. Características

- Mentalidad económica basada en el espíritu de empresa y el afán racional de ganancias.

- Concepción diferente de la vida (prudencia reflexiva, el gusto por el orden y el ahorro, etc.)

- Respeto a los convencionalismos sociales. - Grupo de composición heterogénea. - Mantenía con frecuencia aspiraciones aristocráticas. - Notable grado de diversificación en su seno, con un elevado grado de movilidad

dentro del grupo social

• En los estratos superiores de la burguesía se estaban los grandes comerciantes, fabricantes y financieros.

• En los estratos medios se encontraban funcionarios, algunos profesionales y comerciantes de mediana fortuna.

• Finalmente, en los estratos inferiores estaban artesanos prósperos, funcionarios modestos, tenderos y pequeños comerciantes en general.

La burguesía en el ámbito mercantil, fue la protagonista del desarrollo económico europeo y su evolución hacia formas capitalistas. Formaba un grupo que era experto en el manejo de las complicadas técnicas comerciales y que controlaba las redes del tráfico internacional de mercancías. Sus inversiones no se limitaron al ámbito comercial, interesándose en ocasiones por la producción industrial e ideando formas originales de romper el rígido monopolio gremial sobre las manufactura en el ámbito urbano. En el ámbito financiero, los grandes comerciantes al por mayor que negociaban con su dinero mediante la especulación y el giro de letras de cambio se dedicaron a la actividad del

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préstamo de dinero a interés, tanto créditos concedidos a particulares como al Estado.. A estos grandes financieros del siglo XVI en Historia Económica, se les denomina “comerciantes banqueros”. Parte de esta burguesía se ennobleció con la obtención de privilegios reales. La fusión entre la baja nobleza y la gran burguesía se ve favorecida por enlaces familiares entre ambos grupos y compra de posesiones agrícolas por parte burguesa. La burguesía media está ligada al desarrollo de las profesiones libres ejercidas por graduados universitarios especialmente en medicina y leyes. Estos trabajos eran considerados “honorarios”, término que ha llegado hasta nuestros días. Los monarcas se sirvieron frecuentemente de elementos burgueses para la recaudación de impuestos. Las profesiones liberales no eran incompatibles con en ennoblecimiento (sí lo era el ejercicio del comercio). Por ejemplo, en Francia se inicia la “noblesse de robe“, una nueva nobleza especial vinculada al cargo y transmisible por herencia. La baja burguesía está relacionada con la organización del trabajo en las ciudades, con un asociacionismo laboral de fuerte contenido corporativo y de origen medieval. Los gremios jugaron un papel destacado en la articulación de la sociedad urbana. En resumen, la burguesía juega un papel importante, tanto por su potencia económica como por su creciente intervención en los gobiernos municipales y en la administración pública al servicio de la realeza. A su alrededor se desarrolla el espíritu humanista renacentista, cuyas inquietudes espirituales desembocarán en la revuelta religiosa de principios del siglo XVI.

o El artesanado y el sistema gremial Los gremios: asociación laboral corporativista de origen medieval para la organización del trabajo en las ciudades, que encuadraban a los artesanos según su oficio. Fueron decisivas en la coyuntura social urbana, afectando incluso a la distribución espacial, ya que los artesanos de un mismo oficio solían agruparse en una calle o barrio. El número de gremios y artesanos en general aumentó notablemente durante e siglo XVI. Características:

- Organizaciones cerradas y exclusivistas de artesanos especializados. El acceso era restringido excluyendo por razones religiosas y étnicas, incluso a los hijos ilegítimos Igualdad entre los agremiados sin competitividad entre sus miembros.

- Casi nula innovación técnica. - Regido por ordenanzas muy estrictas que regulaban la formación profesional y el

sistema de aprendizaje, así como la organización de condiciones de trabajo, fabricación y venta.

Categorías laborales:

- Maestros: propietarios de los talleres, que generalmente se transmitían hereditariamente de padres a hijos (continuidad familiar del oficio). Controlaban la institución gremial. Para acceder a la maestría, además de demostrar su capacitación técnica, era necesaria una elevada inversión económica, así como un soborno a los examinadores. Estos pagos eran menos cuantiosos para los hijos de los maestros y para los naturales de la ciudad.

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- Mancebos, oficiales y jornaleros: trabajaban en los talleres de los maestros a cambio de un salario, generalmente pactado por las autoridades gremiales. El ascenso se limitaba al acceso a la maestría, cuyo examen casi nunca superaban. En los oficios más numerosos se agrupaban en cofradías de mancebos.

- Aprendices: jóvenes adolescentes que trabajaban a cambio del aprendizaje del oficio.

Realizaban trabajos poco cualificados. La duración y condiciones del aprendizaje se establecían en un contrato, a veces notarial, entre el padre y el maestro. El maestro se comprometía a alojarlo, alimentarlo, vestirlo y enseñarle el oficio en un plazo de tiempo determinado.

- Trabajadores no cualificados: grupo numeroso que realizaba trabajos eventuales por

un sueldo diario. Despectivamente eran llamados “ganapanes”, “peones” o “bergantes”. Los aspirantes a un ascenso de categoría eran examinados por las autoridades gremiales. La mayoría de los gremios tenían cofradías de origen religioso, con un fondo económico común formado por aportaciones de maestros y oficiales, para atender las necesidades apremiantes de los agremiados que caían enfermos y de sus familias. En ciudades pequeñas las distintas especialidades artesanales se reunían en “cofradías de diversos oficios” bajo la protección de un patrón común. Muy relacionados los gobiernos municipales, por detrás de ciudadanos y comerciantes. Participaban en Londres (Guild-Hall) y en París (Six Corps des Marchands) En Alemania disminuyeron su representación y en Italia incluso fueron excluidos. En caso necesario, los gremios podían formar compañías armadas para la defensa de la ciudad. Los artesanos solían participar en las protestas populares. Fuera de las ciudades el ejercicio de los oficios era libre, teniendo resolver tanto el acceso a las materias primas, como a la comercialización de sus productos.

o El grupo de los campesinos. Cerca del 80 % de la población europea estaba compuesta por campesinos. Las rentas del campo, percibidas por la nobleza territorial en especies hasta el siglo XV, se monetizan, y los propietarios, que cuentan sólo con esta fuente de ingresos, intentan elevarlas mediante el aumento de las cargas serviles. Esto que repercute negativamente en las clases campesinas, que experimentan un cambio desfavorable en su situación social, puesto que los grandes y pequeños señores presionaban para mantener y aumentar las rentas del campo. Existen en Europa tres tipos de campesinos de acuerdo a la organización social, desde el punto de vista jurídico:

- Campesinos libres de derechos señoriales, con libertad jurídica, que no estaban adscritos a la tierra y a las cargas de trabajo. En esta situación estaba casi toda la Península Ibérica, el sur de Italia y Francia, Inglaterra y los Países Bajos.

- Campesinos sometidos a un régimen señorial, aunque menos férreo que en la Edad

Media, sometidos a derechos jurisdiccionales y con obligación de pago de determinados impuestos al señor y, en ocasiones, cargas de trabajo. La mayor parte de Francia y Alemania se encontraba en esta situación.

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- Campesinos sometidos a un régimen feudal absoluto, donde los éstos estaban

adscritos a la tierra y dependían personalmente del señor en un estricto sistema medieval. Se daba en toda la Europa al Este del Elba.

Todos estaban obligados al pago del diezmo eclesiástico, incluso en los países protestantes, donde se pagaba a las iglesias reformadas o a la nobleza que se había apropiado de las antiguas tierras del clero. En cuanto a la tenencia de la propiedad. La mayoría no eran propietarios libres o alodiales, por lo que estaban obligados al pago de una renta de la propiedad. Los tipos de arrendamiento son:

o Contratos de arrendamiento eran los de larga duración, perpetuos y hereditarios, que consistían en cesiones de tierras no cultivadas que el campesino explotaba pagando un canon moderado, según el modelo romano de la enfiteusis. El campesino era usufructuario de la propiedad.

o Arrendamientos de menor duración en los que el campesino corría con los gastos de explotación. Los propietarios preferían los contratos de corta duración pues les eran más rentables.

o Contratos de aparcería en los que el propietario asumía parta de los gastos a cambio de percibir una parte de la producción (1/2 ó 1/3).

En la sociedad rural estaban muy arraigados las propiedades comunales y los derechos colectivos. Las parroquias tenían el derecho de uso de montes y prados (obtención de madera, pastos). Una vez realizada la cosecha, las propiedades individuales estaban sometidas a derechos de uso colectivo, para lo que era necesario que lo que los campos permanecían abiertos y que el ritmo de trabajo fuese uniforme y regulado por la comunidad.

o Capacidad económica de los campesinos:

- Solo un 5% de los campesinos eran ricos o grandes arrendatarios, los llamados “labradores honrados o villanos ricos”. Eran intermediarios del régimen señorial, tenían ganado y empleaban asalariados.

- Un 25% eran campesinos medios, independientes. - El resto de la población rural eran campesinos dependientes, con pocas tierras, que

tenían que realizar trabajos estacionales. Vivían a merced de las carestías. Estos pequeños propietarios sufrieron con mayor fuerza el proceso de deterioro de la propiedad campesina que comenzó en el siglo XVI y culminó en el XVII, debido a los desastres naturales, a la presión fiscal y al diezmo.

También existía un considerable número de campesinos sin tierras y sin capacidad económica para acceder al mercado de arrendamientos, trabajando como asalariados por cuenta ajena, con condiciones de trabajo y vida muy precarias. Es más numerosos en las zonas de predominio latifundista. Había jornaleros (casados y con domicilio propio) y mozos de labranza (jóvenes solteros que eran acogidos temporalmente por la familia del patrón).

o La marginalidad social

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Se estima que el 10% de la población vivía en condición de pobreza. El incremento del número de pobres coincidía con las dificultades económicas, que aunque a veces eran transitorias, podían dejar consecuencias graves. Durante la segunda mitad del siglo el nivel de vida se deterioró más debido a la carestía de los productos alimenticios. Afectó a gran parte de la población rural, jornaleros, pequeños arrendatarios y aparceros, viviendo muchas veces en situación malnutrición y hacinamiento. La ciudad era también foco de pobreza donde, muchos asalariados sufrían grandes carencias.

Causas de pobreza

- La muerte o incapacidad del cabeza de familia, principal sustento familiar, reducía a la mendicidad ancianos, viudas y enfermos.

- La pérdida de las tierras de los campesinos pobres. Las instituciones asistenciales religiosas (por ejemplo las órdenes mendicantes de dominicos y franciscanos), basadas en las ideas caritativas del cristianismo medieval, resultaban insuficientes para paliar un problema que las desbordaba por sus dimensiones. Durante el primer tercio del siglo, preocupaba a las autoridades la cantidad creciente de vagabundos y mendigos, lo que propició la promulgación de disposiciones por los poderes públicos para tratar de limitar estas prácticas. Eran medidas represivas que quedaron muchas veces sin efecto por las dificultades para su aplicación. Esta política de represión de la mendicidad comenzó en los Países Bajos y Alemania, coincidente con el discurso humanista sobre la pobreza, afectando a la mayor parte de la Europa occidental. Moro y Erasmo se manifestaron en contra la mendicidad. Los reformadores religiosos consideraban el trabajo como un deber, condenando severamente la pobreza. Fue muy activa entre 1520 y 1540. Estas normas fueron promulgadas tanto por poderes centrales, como por autoridades municipales, prohibiendo mendigar y obligando a trabajar a todos los que no estuvieran físicamente impedidos. Se institucionalizó y reglamentó la asistencia social con instituciones como:

- “Aumônes generales” (Limosnas generales) o “Bureaux de pauvres” (Oficinas de pobres) en Francia.

- “Albergues de pobres” y “Montes de piedad” (instituciones que concedían créditos a las clases populares ) en Italia

- En Inglaterra el Parlamento legisló que cada parroquia se responsabilizase de sus pobres. - “Casas de misericordia” en España

La legislación penal contra delincuentes y vagabundos solía ser arbitraria y selectiva. Las condenas consistían en castigos físicos y trabajos forzados (ej. condena a galeras, que dependía más de la necesidad de remeros que del delito cometido) El bandolerismo fue un fenómeno general en Europa (en especial en el ámbito mediterráneo), provocado por los hábitos violentos de la vida social y por enfrentamientos familiares. Eran personas proscritas de su comunidad mediante un bando. Eran cobijados por grupos privilegiados (nobles y eclesiásticos)

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6) LAS REVUELTAS POPULARES.

A pesar de que había un amplio consenso sobre las jerarquías sociales, se produjeron abundantes rebeliones que afectaban a aspectos concretos de las relaciones sociales y que, en algunos casos, planteaban una subversión total. Sin embargo para tener una correcta comprensión de la violencia popular tiene que tenerse en cuenta que la sociedad del Antiguo Régimen producía elevadas cotas de violencia, y que las clases privilegiadas eran las primeras en no dar ejemplo de obediencia y de subordinación a las autoridades. Exagerando, se puede decir que las rebeliones populares hallaban su ejemplo en las abundantes revueltas nobiliarias .

o Tumultos de subsistencia Las rebeliones más sencillas eran los tumultos de subsistencia, motines del hambre o de carestía (los food-riots británicos). No se reclamaban salarios altos, sino precios asequibles para los productos de primera necesidad. La multitud creía en la necesidad de unos “precios justos”, de” una economía moral”. La revuelta obedecía a la idea de que la autoridad había hecho dejación de sus obligaciones en defensa de la moral tradicional. Sus reivindicaciones eran:

- la declaración de existencias - la prohibición de exportar granos - y la tasa popular de los precios.

Los enemigos del pueblo eran los comerciantes especuladores, los molineros y en último término, las autoridades. En la Francia del XVIII llegó a difundirse la idea de la existencia de un complot, por parte de los privilegiados, incluido el rey, para matar de hambre al pueblo. Esta idea tuvo una gran influencia en el clima psicológico que preparó la Revolución Francesa.

o Levantamientos campesinos. Los levantamientos campesinos, muy frecuentes a lo largo de toda al Edad Moderna, cambiaron sus motivaciones. Hasta la primera mitad del XVI se produjeron grandes movimientos que culminaron en la Gran Guerra de los Campesinos de Alemania (1525), un movimiento popular en sentido amplio, en defensa del “hombre común”, más que estrictamente campesino. Durante este siglo las revueltas campesinas venían configuradas por elementos religiosos, muchas veces de carácter profético, anunciando el fin del mundo, y la existencia de una sociedad sin señores ni privilegiados. Además de las revueltas violentas existía una acción sorda de los campesinos en contra de los derechos señoriales y diezmos; si las circunstancias políticas y jurídicas lo permitían, las comunidades campesinas iniciaban procesos contra determinados derechos señoriales ante los tribunales reales. En el siglo XVIII la conflictividad antiseñorial pasó a un segundo plano, pasando a ser el objetivo de los campesinos los impuestos estatales y el alojamiento militar (Los Segadores en Cataluña, 1640, contemporáneo con los Nu-Pieds o los Croquants en Francia). Tuvieron igualmente especial significado los movimientos contra los impuestos sobre la sal (“guerra de la sal”), especialmente en las regiones atlánticas de Francia o en zonas montañosas como el Piamonte o el Rosellón. La existencia de impuestos sobre productos de primera

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necesidad y en general de las tarifas aduaneras dio lugar a la existencia del contrabando, apoyada o consentida por una gran parte de la población, que no la consideraba ilegal. La ideología de los insurgentes respetaba siempre la figura del rey y se orientaba contra el mal gobierno y los impuestos, calificados como injustos e ilegales. La hostilidad popular se canalizaba contra el recaudador de impuestos, extraño a la comunidad, al contrario que el noble, que al pertenecer a la jerarquía social se le veía con una función paternalista. Las revueltas se basaban en la idea de un derecho consuetudinario, de los buenos viejos tiempos, en los cuales el impuesto era tolerable y el pueblo vivía feliz, en el derecho de imponer la justicia natural y popular por medios violentos mancomunados y anónimos.

o Revueltas urbanas. En las ciudades fueron frecuentes las luchas por la participación en el gobierno municipal. En el siglo XV se produjeron las tradicionales luchas de los plebeyos contra los supuestos patricios, En Alemania los historiadores hablan incluso de una supuesta “revolución gremial”, que fortaleció el poder de los artesanos en los consejos municipales. España conoció dos rebeliones importantes, de origen urbano de orientación antinobiliaria: las “Comunidades” de Castilla” y las “Germanías” de Valencia y Mallorca, considerada como un movimiento de menestrales o artesanos, indican en su denominación el sentimiento de igualdad y fraternidad. Estas posibles revoluciones fracasaron y no sólo en España. También en la Europa central se produjo una reacción patricia, una consolidación de las oligarquías urbanas y de las profesiones liberales frente a comerciantes y artesanos. La Edad Moderna, por lo que se refiere a revueltas o movimientos populares, resultó ser menos “revolucionaria” que la Edad Media, al menos en los últimos siglos de ésta. Sin embargo continuaron las tensiones sociales. En las ciudades alemanas del XVII o incluso den repúblicas como Holanda fueron continuos los movimientos de ciudadanos contra la oligarquía del Consejo Municipal, aunque la conflictividad se orientó hacia vías legales y abandonó los cauces violentos. En el siglo XVIII hubo una creciente conflictividad laboral, a medida d que se producía la concentración de mano de obra en fábricas y factorías. Se formaron asociaciones obreras que las autoridades intentaban desacreditar como “combinaciones” en Inglaterra, o como “cábalas” en Francia. Las primitivas acciones obreras no descartaban acciones violentas e incluso al destrucción de las máquinas, si consideraban que éstas eran la causa del desempleo. En el ambiente más libre políticamente de Inglaterra de apelaba a los desfiles y al derecho de petición. La vuelta a los “viejos tiempos”. La resistencia a los impuestos daba lugar a una compleja mitología. Rumores de la imposición de impuestos absurdos sobre artículos básicas, y se esperaba entonces la vuelta a un mundo sin impuestos, en el cual el soberano se limitaría a vivir de lo suyo, esto es, de las rentas de su patrimonio real. En cuanto a los jefes de estas rebeliones, si bien en sus narraciones las clases privilegiadas los clasificaba como la “hez del pueblo”, en muchos casos las investigaciones han demostrado que podían ser artesanos y campesinos acomodados o incluso a la pequeña nobleza, lo que confirma la importancia de las élites locales en las revueltas dirigidas hacia el exterior. En la ciudad los frailes podías ser predicadores subversivos, o el bajo clero rural. Antiguos soldados

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o algún caballero solían ser elegidos para dirigir los ejércitos espontáneos. Los gremios podían constituir una fuerza importante como milicias urbanas. Los maestros artesanos fueron los e principales encargados de las revueltas urbanas del siglo XVIII en Inglaterra. La mayor parte de los movimientos de revuelta social de la EM terminaron con la derrota y la represión. John Elliot opina que ningún movimiento de rebelión podía tener éxitos si no contaba con la inhibición o la simpatía, o la división de una parte de la minoría dirigente. El momento clave de una revuelta urbana era aquel en el que las milicias urbanas se negaban a actuar contra los insurgentes. En general el orden social se mantenía con muy pocas tropas de policía interior. Era la aceptación de la jerarquía social establecida y los propios medios de que disponían los privilegiados los que aseguraban la disciplina social. El creciente monopolio de la violencia por parte del estado, que privó a muchos grupos privilegiados de sus propias fuerzas armadas, planteó el problema de las luchas sociales bajo una nueva perspectiva. BIBLIOGRAFÍA: BENNASAR y Cols. HISTORIA MODERNA. Editorial Akal, Madrid, 2005. FLORISTAN, A. (Coord.) y otros. HISTORIA MODERNA UNIVERSAL. Ariel Historia. Barcelona. 2002. TENENTI, A. LA EDAD MODERNA SIGLOS XVI-XVIII. Editorial Crítica. Barcelona. 2003. RIBOT, L- HISTORIA DEL MUNDO MODERNO. Ed. ACTAS, Madrid, 2006.

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TEMA 3: LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS DE UN MUNDO “AMPLIADO”.

1) LA ECONOMÍA DE SUBSISTENCIA. EL RÉGIMEN SEÑORIAL. 2) LA INCIDENCIA DEL PRIMITIVO CAPITALISMO. 3) LA EXPANSIÓN AGRÍCOLA. 4) LAS MANUFACTURAS Y SU INCREMENTO. 5) COMERCIO, MONEDA, CRÉDITO Y FINANZAS. ¿HUBO UNA REVOLUCIÓN DE LOS PRECIOS? 6) FASES Y COYUNTURAS ECONÓMICAS.

1) LA ECONOMÍA DE SUBSISTENCIA Y EL RÉGIMEN SEÑORIAL.

Teóricamente, en la mayor parte de occidente los campesinos ya no eran siervos y no sólo podían disponer de sus haberes, sino también abandonar sus pueblos. Poco a poco, muchos perdieron la propiedad de las tierras, engrosando el número de quienes ya no las poseían y reducidos a menudo al papel de braceros temporeros o desocupados y vagabundos. Mientras los trabajadores agrícolas pasaban a ser mayoritarios en el mundo rural, debido al aumento demográfico, muchas haciendas resultaban demasiado exiguas e insuficientes para garantizar unos ingresos regulares. Gran parte del suelo estaba constituido por campos comunales, mientras que las haciendas pertenecían a los burgueses, al clero o a los aristócratas. Sobre la propiedad de la tierra, dentro de la diversidad de situaciones que se daban. La Iglesia, era el mayor propietario y más si le añadimos las posesiones de las órdenes militares. En Florencia, las instituciones eclesiásticas poseían entre el 25 y el 35 % de la tierra. En Suecia, en el 1500, la Iglesia poseía una quinta parte de las tierras, las rentas de los monasterios ingleses doblaban las de la corona, y así en toda Europa. La evolución de la propiedad de la Iglesia registró diferencias muy significativas. En los países católicos en general, hubo un incremento de estas, mientras que en los reformados hubo una expropiación generalizada de sus bienes. Sin embargo, tampoco las propiedades eclesiásticas quedaron del todo a salvo en los países católicos de la voracidad de unas autoridades laicas siempre necesitadas de recursos económicos. Con la propiedad de la Iglesia no podía compararse más que la de la nobleza, y el balance entre ambas era muy desigual a escala regional y local. Comarcas enteras podían ser de señorío, lo cual no quiere decir que el señor tuviese la plena propiedad de todas las tierras. Determinados vasallos podían acceder a la tierra en unas condiciones de estabilidad que les equiparaba a la condición de cuasi-propietarios. La explotación de los grandes dominios señoriales conocía variadas alternativas.

• En Polonia creció la extensión de las tierras gestionadas directamente por el señor a costa de las de los pequeños propietarios, en unas tierras explotadas en buena medida aprovechando las corveas (trabajo forzoso de los vasallos, gratuito o a precio tasado), cuya importancia se vio notablemente incrementada a lo largo del siglo XVI; es el resultado de la creciente demanda de trigo de la Europa occidental, de una mano de obra no demasiado numerosa y del fracaso de la constitución del estado moderno en estas latitudes.

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• La situación en Europa occidental era distinta. En los señoríos donde se distribuía la tierra entre las tenencias campesinas y la reserva señorial, ésta solía tener una importancia decreciente hasta poder quedar relegada a un huerto para la provisión de la mesa del señor. De forma paralela, las corveas llegaron casi a desaparecer, quedando solo como algunos servicios. En Normandía o en el reino de Valencia, la mayor parte de las tierras se cedían, en lotes en principio adecuados para unidades de trabajo familiar, en un régimen de tenencia que, con matices y distintas denominaciones, aseguraba al beneficiario estabilidad en el acceso a la tierra y unos derechos sobre la misma que podían transmitir hereditariamente o por venta.

En estas condiciones, en la configuración de las rentas agrarias percibidas por el señor predominaban los pagos en dinero y ello conducía a una baja tendencia de sus ingresos por la erosión monetaria que no podían compensar los aportados por los monopolios señoriales: molinos, tahonas… Un caso diferente es el de Italia meridional y los señoríos del sur de Castilla, sobre todo los de Andalucía occidental, donde el señor tenía la total disposición de la tierra; pues en Castilla se entendía que el mayorazgo prohibía la enajenación de los bienes vinculados, y como enajenación se entendía la cesión de la tierra de forma indefinida. Ello daba lugar a que se arrendasen estos dominios a quienes, a su vez, podían explotarlos con mano de obra asalariada o subarrendarlos a quienes hiciesen fructificar estas tierras con su trabajo.

2) LA INCIDENCIA DEL PRIMITIVO CAPITALISMO. La producción industrial tuvo también un indudable crecimiento en el siglo XVI, aunque no existió ninguna alteración sustancial de sus estructuras básicas. E efecto, no se introdujo ninguna innovación tecnológica sustancial que acelerarse el ritmo de la producción o la transformación del sistema productivo. Tampoco el mercado estimulaba estas innovaciones, puesto que la demanda de productos industriales era muy elástica, dependiendo de los excedentes de ingresos que existiesen tras la satisfacción de las necesidades alimenticias. Si bien el incremento demográfico pudo tener inicialmente un papel positivo, sus efectos se fueron atenuando a medida que la inflación reducía los ingresos reales de la población No obstante, la incidencia de la demanda de los países extraeuropeos pudo contrarrestar este último fenómeno. De todas formas, a pesar de la continuidad de las estructuras productivas bajomedievales, durante el siglo XVI se produjeron algunos cambios que favorecieron el afianzamiento del control del capital sobre la actividad industrial. Los factores fundamentales que impulsaron este proceso fueron:

- la aplicación de modelos técnicos ya conocidos. - Y la adopción de diversos modelos organizativos controlados por los

intermediarios, entre las diversas fases de producción. El desarrollo de relaciones de producción de tipo capitalista fue evidente en el caso de la minería y la metalurgia. En la primera, los alemanes fueron pioneros en la aplicación de métodos ya conocidos en la excavación, el drenaje y el tratamiento de metales (amalgama), estimulados por la explotación de las minas de plata de Bohemia, Hungría y los territorios del sudeste alemán. Esto llevo a la inversión de fuertes capitales. Si bien estas minas habían entrado en crisis a mediados del siglo XV, la revalorización de los metales impulsó su re-explotación, quintuplicándose la producción de plata entre finales del XV y el primer tercio del XVI (competencia con los metales sudamericanos. Las grandes casas comerciales alemanas

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(como los Fugger), ejercieron sobre estas explotaciones un férreo control. Similar evolución muestran las minas de cobre.

• La utilización de mercurio fue impulsada por las Minas de Almadén, que sólo a finales del XVI compartieron liderazgo con las de Huancavélica.

• El alumbre fue otro mineral importante, al resultar imprescindible en la industria

textil. El descubrimiento de las minas de Tolfa en 1461 pudo contrarrestar el monopolio turco sobre esta sustancia y de paso del genovés. Esta mina romana fue explotada por los Médicis y otros capitalistas genoveses y florentinos. Llevó la voz cantante hasta finales del XVI (agotamiento filones, competencia con Lieja e Inglaterra).

• El carbón mineral adquirió cada vez mayor protagonista al irse agotando el carbón

vegetal, Fue especialmente importante en Inglaterra, Lieja y el País Vasco. De todas maneras la manufactura textil fue la principal actividad económica del s, XVI, con un claro relevo, del norte de Italia, sur de Países bajos y sur de Alemania, pasan al norte de los Países, Bajos, Francia y sobre todo Inglaterra. Especialmente en esta última arraigaron los nuevos modelos organizativos que favorecían el desarrollo de relaciones de tipo capitalista. Al localizarse la producción en el medio rural o en pequeñas ciudades libres del régimen gremial (debido a la inestabilidad derivada de los acontecimientos bélicos), la nueva pañería facilitó la difusión del domestic system: fueron los comerciantes o empresarios los que controlaron la producción, suministrando las materias primas a unos trabajadores que habitualmente habían establecido con ellos relaciones de dependencia y elaboraban los productos en sus domicilios. Posteriormente eran también aquellos los que se encargaban de la comercialización de las manufacturas en el mercado internacional. De esta forma se fue consumando la división entre el capital y el trabajo, favoreciendo la aparición de las relaciones de producción de tipo capitalista. Las nuevas pañerías se difundieron sobre todo por Artois, Hainaut y Brabante, provocando la intensa emigración de empresarios y artesanos. Sin embargo fue en Inglaterra en donde tuvo una influencia más intensa, con un cada vez mayor peso en las exportaciones inglesas. Aparte de la difusión de las “nuevas pañerías”, la tendencia de la demanda hacia la adquisición de tejidos más ligeros y baratos favoreció el crecimiento de industrias que elaboraban telas confeccionadas con fibras vegetales, como el lino y el algodón (fustambres de finales de la Edad Media). Su área más importante se localizó en Suabia, siendo Augsburgo su centro más importante. Aunque el lino era de producción local, la necesidad de importar algodón favoreció el control de la producción por parte de los comerciantes. No en vano los Fugger comenzaron su andadura con esta actividad. Sin embargo, la inestabilidad de Alemania con motivo de la Reforma produjo la decadencia de aquella actividad, que además se vio afectada por la competencia de los tejidos de lino. Respecto a esta última fibra la propia Alemania destacó Silesia, y luego Normandía y Bretaña. Se trataba de una manufactura fundamentalmente de carácter rural, por lo que, aunque la frecuente utilización de las materias primas producidas por los propios campesinos favorecía su autonomía, la intervención de los comerciantes e intermediarios que acababan controlando el proceso fue cada vez mas evidente.

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3) LA EXPANSIÓN AGRÍCOLA

El sector agrario es el más importante de la época. Salvo en áreas muy puntuales, de la producción agraria dependía la bonanza o penuria de las sociedades del siglo XVI. Son momentos de incremento de la producción agraria en Europa. El evidente crecimiento de la producción tuvo sus antecedentes en la segunda mitad del siglo XV. Es un aumento impulsado por el de la demanda de una población creciente, con sectores sociales con un mayor nivel de renta, de las manufacturas en auge y de los propios estados. La producción agraria tenía como objetivo fundamental proporcionar los alimentos que asegurasen la subsistencia de la población, aunque no siempre se conseguía. Con este fin el cultivo de cereales tuvo un especial protagonismo hasta convertirse en determinadas áreas en un monocultivo. No sólo era el trigo, también la cebada, el centeno y otros cereales menores, con la aparición a fines de siglo del maíz, cuyo cultivo será fundamental con posterioridad. También hubo regiones cuya producción estuvo más diversificada, quedando por ello un tanto protegida de las incidencias que pudiesen originar las catástrofes meteorológicas, y en otras se desarrollaron cultivos especializados dirigidos a satisfacer demandas más concretas. El incremento de la producción se explica en parte por la extensión del área cultivada. Hay una importante tarea de recolonización interior intentando ocupar los vacíos generados por la historia, enfrentándose al reto que suponían las áreas donde el asentamiento humano planteaba mayores dificultades; una tarea estimulada por el incremento de la demanda y de los precios agrícolas y en la que se invirtieron considerables capitales públicos y privados. La respuesta a la creciente demanda no se hizo exclusivamente por un incremento de la superficie cultivada, sino también por un aumento de la productividad del campo. Se llevaron a cabo tareas importantes de desecación, puesta en regadío, cambios en las rotaciones y en el utillaje, potenciación de cultivos con una orientación claramente comercial e introducción de otros de procedencia exótica. Entre las novedades más importantes están la intensificación de los sistemas de cultivo, pasando a rotaciones más largas donde se elimina el barbecho y se evita el agotamiento del suelo con la plantación sucesiva de especies con distintas exigencias de nutrientes, con mayor importancia de las plantas forrajeras. Es la “nueva agricultura” que permitía el desarrollo de una ganadería intensiva que aportaba a su vez el beneficio de una mayor cantidad de abono para el campo. Las mejoras que supusieron los regadíos, que se beneficiaron de la construcción de presas de gravedad. Otros importantes cambios fueron la introducción de nuevos cultivos que llegaron a modificar los hábitos de consumo de las sociedades europeas y alimentaron al creciente número de sus habitantes. Del Nuevo Mundo, procedían una gran variedad de especies vegetales, hasta el punto de que una parte significativa de los alimentos que se consumen en la actualidad tienen allí su origen. El primer cultivo americano que se consumió en Europa, parece ser que fue el tabaco y posteriormente el chocolate. El más importante fue el maíz.

4) LAS MANUFACTURAS Y SU INCREMENTO.

Las manufacturas en el siglo XVI registraron notables avances cualitativos y cuantitativos, hasta el punto de que se habla de una “primera revolución industrial”. En primer lugar cabe

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citar las labores extractivas, entre las cuales han recibido una especial atención la obtención de los metales, desde el cobre hasta el plomo. La creciente demanda forzó un aumento de la producción y obligó a cavar galerías cada vez más profundas, para lo cual era imprescindible introducir mejoras técnicas para drenar el agua y ventilarlas, también para aumentar la productividad: los altos hornos se impusieron a las fraguas en la producción del hierro. En este terreno una producción que ha alcanzado un carácter mítico es la de los metales preciosos. Eran imprescindibles, convertidos en moneda, para proporcionar los medios de pago suficientes en una etapa de expansión. En un primer momento, el metal que llegaba de América fue sobre todo oro, obtenido a bajo coste ya que procedía del saqueo a las sociedades indígenas para las que tenía un valor meramente suntuario. En el terreno de la transformación hay algunas actividades muy dispersas, por cuanto proporcionan productos elaborados de consumo masivo e inmediato: hablamos de molinos, almazaras, lagares, tahonas, etc. Hay sectores a los que se da la mayor importancia, como es el textil, aunque dentro de él hay un abanico de situaciones. Perdieron importancia centros como Bruselas, Gante y Brujas. La producción de paños castellanos pasó a la historia a fines del siglo XVI y principios del XVII. Frente a esta producción de calidad que cuando se mantuvo fue por la demanda de reducidos grupos con un alto nivel de renta, se desarrolló una manufactura textil destinada a cubrir las necesidades de un amplio sector de la sociedad. Huía de gremios y ordenanzas, buscaba su mano de obra a tiempo parcial entre campesinos, introdujo nuevos elementos técnicos como el batán, el huso de rueda o la máquina de hacer calceta. Sus productos no tenían la calidad de las manufacturas tradicionales, pero al ser mucho más económicos inundaban los mercados. Entre las manufacturas de la época algunas son de gran importancia, como la imprenta, la cual tuvo una trascendencia incuestionable y creciente en la difusión de ideas y conocimientos. La impresión con tipos móviles fue puesta a punto por Gutemberg y la primera gran obra impresa fue la Biblia. La publicación de libros se desarrolló con una inusitada rapidez, cubriendo una creciente demanda, y los impresores se expandieron por toda Europa desde la segunda mitad del siglo XV. Una segunda es la construcción naval, de la cual hay que destacar que concentra todos los avances técnicos de la época y que movilizó un volumen importante de mano de obra y capital. Eran famosas las atarazanas de Venecia, entre otras, por la construcción de la galera, la cual se mostró insuficiente cuando los europeos surcaron todos los rumbos. El nuevo reto era contar con naves capaces de adentrarse en una navegación oceánica y que podían navegar semanas e incluso meses. La carabela es una primera respuesta ya a mediados del siglo XV, con perfecta vigencia en los momentos de los grandes descubrimientos geográficos. La siguiente etapa es la del galeón que no tenía rival en los mares en cuanto a maniobrabilidad, capacidad de carga y potencia de fuego. En su construcción, pronto alcanzaron un especial protagonismo los astilleros de los Países Bajos e Inglaterra, donde también hubo un mayor grado de capitalización.

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5) COMERCIO, MONEDA, CRÉDITO Y FINANZAS. ¿HUBO UNA REVOLUCIÓN DE PRECIOS?

• Comercio, moneda, crédito y finanzas.

La llegada de los metales preciosos americanos, el crédito público y privado y la revitalizada función económica de la tierra constituyeron los aspectos económicos más nuevos de este período. La economía europea se había impuesto desde hacía siglos en estos sectores por su dinamismo y su organización, constituyendo en el Viejo Mundo uno de los polos de la producción y de los intercambios. El siglo XVI representó una gran fase de renovada expansión, no solo en el campo de las comunicaciones oceánicas. En este siglo el crecimiento de la población, el peso relativo de las ciudades, de la demanda en general, de la producción agraria y de la manufacturera, una progresiva especialización de los distintos sectores productivos fueron de gran importancia económica. Para que ello fuese posible era necesario un aumento de los intercambios. Este incremento no sólo necesitaba de barcos, carreteras y animales de tracción, eran a su vez imprescindibles las ferias y mercados, el desarrollo de los sistemas contables, la fiabilidad del correo, los seguros en los transportes y los tipos de cambio e interés del dinero; así como la seguridad en los caminos, la estabilidad política, la fluidez de las relaciones diplomáticas, etc. La articulación de los mercados se realizaba a muy distintos niveles. Había un fuerte nivel de autoconsumo en el campo donde se mantuvo la importancia de los sistemas de trueque. Aun así, una parte cada vez mayor de la producción salía al mercado por distintas vías: los mercados locales, fuertemente intervenidos por las autoridades municipales; los mercados semanales celebrados en casi cada localidad, que tenían una incidencia como mucho comarcal; las ferias, que tuvieron mayor repercusión y algunas pueden considerarse especializadas. Sin embargo, con la nueva dinámica de actividad comercial y financiera las ferias evidenciaban sus inconvenientes. Cada vez menos comerciantes viajaban con sus mercancías, pues se recurría a muestrarios y a la confianza entre corresponsales. Como una novedad en estos momentos están las bolsas, donde se negociaban de forma continua productos y capitales. La más conocida fue la de Amberes desde su fundación en 1460. También estaban los "cambistas" (auténticos banqueros) los cuales cambiaban moneda, giraban cantidades entre distintos centros financieros, recibían dinero en depósito... y (a veces) quebraban. Si bien habrá que esperar hasta el siglo XVIII, en el reinado de Carlos III, en 1782, cuando se funde el primer banco en España (el Banco Nacional de San Carlos). El auge de la moneda, es uno de los fenómenos que caracteriza el siglo XVI, viene motivado por la entrada en contacto de mundos hasta entonces independientes. Es la consecuencia de la expansión de los europeos, en primer lugar los portugueses y castellanos. Es la articulación de una "economía mundo", con todas sus limitaciones e imperfecciones por la insuficiencia de recursos que se pudieron movilizar. El comercio internacional generó un movimiento económico excesivamente condicionado por los endeudamientos, y los créditos. Y en este nuevo mercado se produjo la necesidad de contar con una moneda sólida que permitiera el comercio creciente. Las necesidades crecientes de los intercambios y las astucias técnicas cada vez más sutiles permitieron al crédito prosperar en gran medida a pesar de estas dificultades. Los bancos privados vieron minada su actividad. Para hacer frente a la incertidumbre financiera se reclamó la creación de bancos públicos. Éstos surgieron empezando por Italia. El crédito se extendió por medio del uso cada vez más habitual de la letra de cambio, ya utilizada en el periodo

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anterior, que pasó a ser recurso indispensable para gran número de inversiones y de transacciones comerciales. La circulación de las letras de cambio permitió además lucrativas y repetidas manipulaciones financieras, así como altos intereses sobre préstamos a corto plazo. El crédito se desarrolló tanto en el sector público como en el privado, fuese por las necesidades de los poderes monárquicos o ciudadanos o por la seguridad que daban los depósitos de tal naturaleza. Los estados tenían una incesante necesidad de dinero y sus gobiernos no podían sostener por lo general el ritmo de gastos que debían efectuar, por eso empeñaban sus entradas con un anticipo de hasta dos o más años. Quien prestaba al Estado tenía, además de los intereses las garantías que representaban los réditos o ingresos que eran cedidos a cambio a los acreedores. En caso de bancarrota los réditos no eran anulados. En España existieron tanto los juros, emitidos por el Estado, como los censos de las municipalidades o también de particulares. Dada la situación financiera española, con el paso del tiempo las posibilidades de reembolso se desvanecieron progresivamente y los juros se convirtieron en una de las columnas de la continuidad económica y social.

• La revolución de los precios. Los fenómenos económicos se vieron afectados por un conjunto de coyunturas insólitas y desconcertantes. La más constante, fue el aumento de los precios, que afectó en primer lugar a los estados atlánticos y, aunque de un modo más atenuado, se extendió a todo el continente. Esta alza parecería hoy por lo menos moderada, ya que el aumento correspondía a un promedio del dos o tres por ciento para los géneros alimenticios. El aumento ya era perceptible a fines del siglo XV, aunque el proceso no se hizo declaradamente inflacionista hasta después de mediados del S. XVI. Los precios agrícolas aumentaron bastante más rápidamente que los demás, desde España hasta Bélgica y desde Alemania hasta Polonia: el simultáneo incremento demográfico debió de contribuir a ello, dado que los más afectados fueron los géneros de consumo. Se ha calculado que, durante todo el siglo XVI los cereales vendidos al por mayor se encarecieron cinco veces más en Inglaterra, siete veces más en Francia y aún más en España. Tanto en España como en Inglaterra el alza de los precios de la lana fue más rápido que el de los cereales, al menos en la primera mitad del siglo. El nivel de los salarios no se elevó en absoluto de modo proporcional, fuese por la lentitud con que reaccionaron los organismos corporativos, fuese por la abundancia de mano de obra y la existencia de desocupados. Los salarios se doblaron o triplicaron en el transcurso del siglo XVI, pero hubo una innegable pérdida de poder adquisitivo (debida también a la repetida devaluación de la moneda). En aquella época muy pocos vivían únicamente de su salario. Incluso de los que no eran campesinos poseían por lo general, excepción hecha de unas pocas grandes ciudades, un trozo de tierra o un huerto, lo que redujo los efectos de la degradación salarial. El oro africano llevado a Lisboa por los portugueses y, sobre todo, los metales preciosos americanos importados por los españoles contribuyeron de forma muy importante a la transformación económica de Europa y al proceso de desarrollo del capitalismo inicial. La razón de esta realidad fue la dilatación del stock metálico del Continente y la intensificación de los circuitos de circulación monetaria. El efecto más evidente de esta nueva situación en el plano de la coyuntura fue un incremento generalizado del nivel de los precios, lo suficientemente

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importante como para ser nítidamente percibido por los observadores coetáneos, que se manifestaron con preocupación acerca del fenómeno. En 1934 un historiador-economista norteamericano, Earl J. Hamilton, daba a la luz una obra capital que ha oficiado desde entonces como eje de los estudios sobre la coyuntura europea del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, titulada "El tesoro americano y la revolución de los precios en España, 1501-1650". En esta obra Hamilton parte de los presupuestos de la teoría cuantitativa de la moneda, que pone en relación el índice de precios con el volumen de moneda circulante y la velocidad de circulación. Hamilton estudió la evolución de las remesas de oro y plata americanos arribadas a España anualmente a través de los registros de la Casa de Contratación de Sevilla, organismo oficial encargado de la organización del monopolio comercial castellano de las Indias, estableciendo que el ritmo de arribadas mantuvo una tendencia constante al crecimiento a lo largo de todo el siglo XVI. Este crecimiento fue más lento en la primera mitad del siglo, aunque luego se aceleró de forma importante a partir de 1550-1560. Durante el período 1590-1620, la llegada de metal precioso americano alcanzó su cenit, para luego comenzar una fase de fuerte contracción. En estas importaciones la plata, extraída en los grandes yacimientos de Zacatecas y Potosí, predominó de forma absoluta sobre el oro. Los efectos de esta avalancha sobre el stock monetario europeo fueron fulminantes. Durante las primeras décadas del siglo XVI desde el África occidental portuguesa llegaba a una media tonelada anual de oro, cantidad aún pequeña. Las cifras se vuelven sin embargo espectaculares cuando se refieren al metal americano. Según los cálculos de Hamilton, entre 1500 y 1650 llegaron oficialmente a España 181 toneladas de oro y 16.886 toneladas de plata. Europa aumentó de manera decisiva por esta vía sus reservas argentíferas respecto al punto de partida. Unas cifras así no pudieron por menos que influir en el comportamiento de los precios. He aquí el segundo vector de la obra de Hamilton. En efecto, este autor se propuso comprobar la correspondencia existente entre la llegada a España del metal americano a través del puerto de Sevilla -ciudad que oficiaba como cabecera del monopolio de la Carrera de Indias- y el nivel de los precios. Estudió para ello series correspondientes a productos diversos en diferentes ciudades y trazó una curva evolutiva que se correspondía sustancialmente con la de arribadas de remesas de metal precioso. A partir de esta obra muchos autores que se han referido posteriormente a la coyuntura del siglo XVI han explicado la revolución de los precios en función fundamentalmente del impacto del tesoro americano. En el conjunto del siglo, según los datos ofrecidos por Hamilton, los precios se multiplicaron en España por cuatro (1500 = 100; 1600 = 412). Ello representa unos índices medios de crecimiento anual moderados desde el punto de vista de un observador de nuestros días, pero bastante apreciables referidos a la situación del siglo XVI, ya que el siglo anterior, el XV, había asistido a un período de estancamiento de precios e, incluso, de tendencias deflacionarias. La plata americana no limitó sus repercusiones al ámbito estricto de la economía española. En teoría hubiera podido suponerse así, ya que legalmente sólo los españoles podían comerciar con las colonias americanas, y además leyes proteccionistas impedían la salida de metal precioso del reino. Pero lo cierto es que las exportaciones de moneda española alcanzaron un fuerte volumen. Este drenaje de metal se produjo por diversas vías.

• En primer lugar, el pago de la deuda de los monarcas españoles con los banqueros extranjeros que libraban jugosos empréstitos para subvenir a los altos costos económicos de la política imperial de la Monarquía hispánica en Europa. La mejor

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garantía de tales préstamos la constituían con frecuencia las propias remesas anuales de oro y plata americanos, en las que los monarcas tenían una fuerte participación a través de la fiscalidad real sobre los colonos americanos, sobre el comercio de Indias y sobre la propia producción de las minas (el llamado quinto real o quinta parte del metal precioso producido en sus posesiones coloniales).

• En segundo lugar, la plata salía de la Península como medio de pago del contravalor de las mercancías extranjeras remitidas a América. La infiltración de las compañías mercantiles foráneas en el ámbito de la Carrera de Indias constituyó un hecho consumado, a pesar de las limitaciones del monopolio. Los problemas legales quedaron fácilmente soslayados mediante la utilización de testaferros españoles que actuaban a menudo como meros agentes comisionistas de las casas de comercio extranjeras. La producción nacional de manufacturas (que fueron ocupando cada vez un mayor porcentaje de las mercancías remitidas a Indias, superando a los productos agrarios) resultó cada vez menos competitiva frente a las manufacturas extranjeras (especialmente los textiles), en buena medida como efecto del desfase al alza de los precios españoles resultado del propio proceso inflacionista que caracterizó la economía del siglo. La balanza de pagos española fue, en este sentido, claramente deficitaria, por lo que hubo de equilibrarse con exportaciones de moneda.

• En tercer lugar, los fenómenos del fraude, el comercio ilegal directo de extranjeros con las colonias y las capturas de galeones españoles por corsarios de otros países influyeron, aunque en mucha menor medida, en la llegada de metal precioso a Europa.

• Finalmente, no carece de importancia la cantidad de moneda que sacaron del país los muchos trabajadores extranjeros que llegaron atraídos por los mejores salarios que en España se ofrecían.

La inflación rebasó, de esta forma, las fronteras españolas y alcanzó al resto del Continente. Su impacto, según Hamilton, fue no obstante mayor en el epicentro del monopolio, es decir, en Sevilla y Andalucía, para ir diluyendo su intensidad conforme nos alejamos del mismo. La subida del nivel de los precios en Francia, en Italia y en otros diversos países se ha explicado en función de la concurrencia del metal precioso americano en los circuitos internacionales de circulación monetaria. Todo el sistema financiero de Europa -se ha llegado a afirmar- reposaba en último extremo sobre las importaciones periódicas de plata procedentes de los virreinatos de México y Perú. El tercer vector de la obra de Hamilton consistió en el estudio de la evolución de los salarios, de cuya correlación con la variable de precios extrajo importantes consecuencias de cara a la explicación de la coyuntura económica española en relación con la europea. En líneas generales, las conclusiones que extrajo el historiador norteamericano fueron las siguientes:

• a lo largo del siglo XVI los salarios siguieron en España la línea de evolución de los precios, lo que significó que el impacto de los efectos inflacionistas del tesoro americano quedó compensado con una situación de salarios altos y progresivos.

• La población, por tanto, no perdió capacidad adquisitiva; incluso en distintos momentos el índice de crecimiento de los salarios se situó por encima del de los precios.

• En los países de Europa occidental más avanzados desde el punto de vista del desarrollo económico la correlación de precios y salarios fue, sin embargo, diferente. En ellos los precios se mantuvieron siempre por encima de los salarios, cuyo crecimiento no bastó para compensar el crecimiento de aquellos. Tal situación resultaba ventajosa para los empresarios, que lograban mayores beneficios de la venta de sus productos sin tener que hacer frente paralelamente a un aumento proporcional de

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los costos de producción. El resultado sería lo que se denomina una inflación de beneficios o acumulación de capital susceptible de inversión en actividades reproductivas, es decir, un fortalecimiento de la orientación capitalista de la economía de estas zonas más desarrolladas.

En España, en cambio, la situación de salarios altos difuminó las posibilidades de una capitalización similar de la economía. Ello explicaría la paradoja que entraña el hecho de que el país que controló las mayores áreas coloniales productoras de metales preciosos -al mismo tiempo inmensos mercados potenciales para su producción nacional- quedara a la postre rezagado y en último extremo descolgado del proceso de desarrollo que caracterizó a otros países de Europa cuya economía demostró ser más dinámica y eficaz.

6) FASES Y COYUNTURAS ECONÓMICAS. En un periodo caracterizado por los descubrimientos geográficos, cuando los hombres comprobaron que los océanos estaban intercomunicados, las rutas comerciales sufrieron importantes modificaciones, sobre todo las de larga distancia y con ello también los centros del comercio europeo. Las rutas mediterráneas, ya con dificultades por la expansión turca, perdieron protagonismo a favor de las oceánicas. A través de éstas llegaban las especias y las sedas del Extremo Oriente, los tesoros del Nuevo Mundo, los productos de las plantaciones americanas… Aunque no fue el único factor de tal fenómeno, la llegada relativamente masiva desde América de gran cantidad de metal precioso, oro y sobre todo plata, agravó notablemente la inflación. El radio casi continental de la acción política, directa o indirecta, de España, la obligó a difundir en múltiples direcciones los tesoros de cuyo monopolio disfrutaba y a inundar con ello Europa. España fue la región más afectada por el alza de los precios y probablemente la que menores ventajas reales sacó de la riqueza sobrevenida. Si bien, la Corona se había reservado el 20 % del todas las cantidades de metales preciosos que llegaran a Sevilla, fue ella misma la primera en proclamarlo insuficiente. En 1557, Felipe II declaró que no podía satisfacer las deudas que había contraído. A esta primera bancarrota, se sucedieron otras en 1575, 1607, 1627 y 1647. En 1557 el gobierno español transformó sus propias deudas en “juros” u obligaciones del Estado, pero ello no impidió una serie de quiebras en cadena. En 1557 hubo también fuertes bancarrotas en los Países Bajos, Milán y en Nápoles, así como en Francia. Se difundió por toda Europa la inestabilidad financiera, mientras las cecas procedían a múltiples operaciones de devaluación monetaria que provocaban inflación. Inglaterra, tras haber reducido en tres quintas partes el contenido de plata de sus chelines en torno a 1545, fue la única que logró restablecer la confianza en su propia moneda después de 1560. Pero el contenido de plata del grosz polaco se redujo en dos terceras partes entre 1587 y 1650, y en España, a fines del siglo XVI la plata prácticamente desapareció, cediendo su lugar al cobre. La caída de la moneda española se hizo tan grave a mediados del siglo XVII que las piezas acuñadas en cobre representaban ya más del 98 % de las que circulaban. La creciente circulación el dinero, que requería de especialistas, en un momento en el que existía con frecuencia confusión entre la actividad comercial y financiera. Los usureros estaban absolutamente prohibidos, pero existían. Estos "prestamistas" a menudo eran identificados con la minoría judaica o sus descendientes (acusados de prácticas cripto-judaicas).

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La confrontación de todos los datos anteriores, a menudo fragmentarios y a veces criticables, permite trazar la evolución secular de la coyuntura económica. Parece que se pueden distinguir tres periodos característicos:

• De 1490 a 1530 aproximadamente, se desarrolla el “hermoso siglo XVI”. Aumentan las fuerzas productivas, la producción en todos los terrenos y especialmente en el terreno agrícola, vuelve a alcanzar los niveles anteriores a la crisis de los siglos XIV y XV, y en algunos casos los supera; los productos de primera necesidad son abundantes y las crisis son bastante raras hasta 1520. Los progresos técnicos y una mejor utilización del trabajo humano permiten, quizás, un aumento de la productividad. La inflación es moderada y actúa como un factor de inversión y estímulo para producir. La apertura de los nuevos mercados estimula el conjunto de la economía europea. ¿ Se puede hablar de crecimiento en un sentido actual del término? Sí, en relación con el bajo nivel de 1450. Pero también se puede hablar de una simple recuperación. El problema sigue sin ser resuelto.

• El periodo medio del siglo, aproximadamente de 1530 a 1570, puede, al mismo tiempo, ser considerado de apogeo amenazado o de crisis latente, según el punto de vista que se considere. Las crisis de los productos de subsistencias son cada vez más numerosas y más graves, a pesar de las tentativas para aumentar las sementeras (roturaciones) o para rentabilizar la tierra (cultivos especializados, apertura al mercado). Si bien la producción artesanal continúa desarrollándose alegremente y los intercambios internacionales son más activos, se modifica el carácter de la inflación. El desfase entre el alza de los precios y el nivel de los salarios aumenta las tensiones sociales, mientras que por otra parte las exigencias fiscales de los estados se hacen cada vez mayores.

• Los últimos decenios del siglo son mediocres a excepción de algunos sectores privilegiados. Por diversos motivos (“principios de la pequeña edad glaciar”, estragos de las guerras en Francia y en los Países Bajos, posibles descensos en la productividad), la producción agrícola disminuye notablemente, lo que entraña, con una sucesión de crisis graves, un monstruoso aumento de los precios de los productos básicos de subsistencia. El fenómeno tiene repercusiones sobre el sobre el consumo de otros productos, y, por la misma razón, sobre la demanda y la producción artesanal. Por lo demás, el aumento de los gastos improductivos (el peso de la guerra), gravita sobre la economía de Francia y España. Finalmente, el desorden monetario y la inflación galopante desorganizan los mercados internacionales. En este difícil clima, algunos sectores privilegiados manifiestan la persistencia del dinamismo del siglo. Por ejemplo, la Inglaterra de Isabel I, que progresa en todos sus frentes; el comercio mediterráneo, que se abre a los marinos del Norte; el mundo báltico, que se convierte en abastecedor de cereales para las penínsulas meridionales. Así pues, los primeros años del siglo XVII constituyen un periodo estable, después del cual volverá a manifestarse la tendencia secular.

En total, si se traza un cuadro comparativo de las estructuras económicas en 1500 y 1600, los cambios registrados no parecen suficientes para justificar el concepto de “una revolución económica en el siglo XVI”. Los nuevos elementos aparecidos en el terreno del comercio del dinero, del ensanchamiento geográfico del horizonte económico y de las relaciones de producción, no deben hacer olvidar el peso decisivo de una Europa rural casi inmóvil. El primer capitalismo no puso en cuestión las fórmulas socio-económicas. Por el contrario, la “traición de la burguesía” (F. Braudel), su afianzamiento por medio de la inversión en bienes raíces y el ennoblecimiento y la venalidad de los oficios en el marco tradicional heredado de la Edad Media muestra muy bien los límites de la influencia real.

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El crecimiento demográfico del siglo XVI se ralentizó a finales de la centuria, sucediéndole una fase de estancamiento o, lento crecimiento en la primera mitad del siglo XVII y acentuándose la tendencia negativa con posterioridad. La caída de la producción agrícola resulta evidente si se compara con la del siglo XVI. La actividad industrial experimento graves dificultades que afectaron especialmente a los centros textiles urbanos que gozaban de mayor tradición manufacturera. La crisis comercial y financiera que tuvo lugar entre 1619 y 1622 a partir de la cual se experimentó un retroceso del tráfico comercial en todos los ámbitos geográficos. El cambio de la coyuntura demográfica se produjo de forma escalonada. Las primeras manifestaciones del fenómeno se produjeron en el último tercio del siglo XVI y los primeros años del siglo XVII, derivándose de:

• el estancamiento de la producción agraria • la aparición de las malas cosechas • la difusión de epidemias

Las responsables básicas de las crisis demográficas de la centuria fueron:

• las malas cosechas, cuya frecuencia se incrementó como consecuencia del desequilibrio maltusiano.

• el cambio climático. Parker y Smith, en su introducción a la recopilación de trabajos sobre la crisis que publicaron en 1978, destacan la dimensión planetaria del fenómeno, vinculándolo estrechamente con el empeoramiento de las condiciones climáticas que se produjo durante la denominada “pequeña edad glaciar”. Caracterizada por la existencia de inviernos largos y fríos y veranos frescos y húmedos, lo que perjudicaba el desarrollo de las cosechas y provocaba frecuentes carestías. Las fases más agudas se produjeron en el tránsito entre los siglos XVI y XVII,

La escasez de cereales y el brusco incremento que experimentaban sus precios provocaban el hambre y la subalimentación de la población, lo que determinaba el aumento de la mortalidad y el retroceso de los matrimonios y las concepciones. Modelo interpretativo que otorga a las epidemias una función subordinada, considerando que su difusión se derivaba del deterioro de las condiciones alimenticias de la población, apareciendo raras veces de forma independiente. Sin embargo, muchas crisis demográficas no se ajustan a las pautas descritas. Actualmente se otorga mayor importancia a diversos factores en la generación de las crisis demográficas. De entre ellas destaca la peste, que volvió a castigar a la población europea con una frecuencia e intensidad similar a la del siglo XIV. Uno de los brotes más importantes fue el de 1596-1603, que se considera la mayor catástrofe sufrida por Europa después de la peste negra. Bibliografía: BENNASAR y Cols. HISTORIA MODERNA. Editorial Akal, Madrid, 2005. FLORISTAN, A. (Coord.) y otros. HISTORIA MODERNA UNIVERSAL. Ariel Historia. Barcelona. 2002. TENENTI, A. LA EDAD MODERNA SIGLOS XVI-XVIII. Editorial Crítica. Barcelona. 2003. RIBOT, L- HISTORIA DEL MUNDO MODERNO. Ed. ACTAS, Madrid, 2006. http://www.artehistoria.com/historia/contextos/1651.htm http://www.portaldehistoria.com/secciones/articulista/detail.asp?iFaq=235&iType=15

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TEMA 4: LAS NUEVAS MONARQUÍAS DEL RENACIMIENTO 1) LOS DEBATES SOBRE EL ESTADO Y EL CONCEPTO DE ESTADO MODERNO. 2) LA CRISIS DE LOS PODERES “UNIVERSALES”. 3) BASES, CARACTERÍSTICAS E INSTRUMENTOS DE LAS NUEVAS MONARQUÍAS. 4) RESISTENCIAS Y LÍMITES DEL PODER REAL; LOS PODERES INMEDIATOS. 5) ÉXITOS Y FRACASOS. TIPOS DE ESTADOS. 6) EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE LA PRIMERA EDAD MODERNA

1) LOS DEBATES SOBRE EL ESTADO Y EL CONCEPTO DE ESTADO MODERNO.

En el Renacimiento y en el siglo XVI es difícil hablar de estados modernos en el sentido de “nacionales”. El término “nación” significaba entonces-y hasta la Revolución Francesa- el origen geográfico, regional o local, de un individuo, y no alud día a la pertenencia a una determinada formación político-territorial. Tampoco el concepto de “Estado” era similar al actual. Nadie se refería a él como una entidad abstracta diferenciada de gobernantes y gobernados, sino que se encarnaba en el príncipe y la dinastía. Las nuevas formas del poder político que se inician en el siglo XV, se oponen a la fragmentación del poder político tradicional durante la Edad Media. En el Renacimiento se inicia una nueva organización estatal en la que el poder se concentra en las manos del soberano y este unifica al mismo tiempo territorios afines por su geografía, su cultura o su evolución histórica. Este cambio significa la aparición del Estado Moderno. El triunfo del capitalismo inicial contribuye a robustecer el poder de los príncipes. Esta nueva modalidad económica exige una autoridad firme, que regule, fiscalice y acreciente la vida industrial y comercial de una nación. La monarquía centralista canalizó las luchas sociales y las energías hacia un fin colectivo y beneficioso para el Estado, y en su nombre provoca una revolución que rompe los moldes y las constituciones tradicionales, formulando un Derecho estatal inspirado en el romano justinianeo. Este nuevo-viejo corpus legislativo considera unánimemente que la autoridad de los reyes emana sólo de Dios, considera su propio desarrollo agresivo (las guerras), como necesario, y la idea utópica que sólo ese orden de cosas favorece y mantiene el bien universal. Sin embargo la monarquía no llega a ser tan radical, se mantiene en un equilibrio entre lo medieval y lo moderno. Al lado de instituciones autónomas heredadas del medievo, la monarquía crea organismos eficientes en los cuales deposita el volumen de los negocios del Estado. La monarquía autoritaria integra en el Estado nacional a los antiguos territorios, conservando estos vida propia, autónoma e independiente, respetándoseles sus antiguas constituciones pero sin generalizarlas. Pero junto a esto, se procura centralizar y uniformar la vida del Estado mediante órganos de gobierno comunes, la promulgación de leyes generales y por el fomento de ideales colectivos. Este deseo se ve auxiliado por rápido desarrollo de las culturas nacionales autónomas, que contribuyen a dar coherencia a las formaciones estatales del siglo XV.

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2) LA CRISIS DE LOS PODERES “UNIVERSALES”.

EL IMPERIO El Sacro Imperio era en 1500 un heterogéneo agregado de territorios con lazos tan tenues que resulta difícil definir sus límites geográficos. Los historiadores distinguen entre un Imperio real, que tendría su centro en Alemania, y otro virtual o teórico, que integraría también a aquellos territorios que tienen algún tipo de vinculación con el resto de territorio.

• El Imperio real era un puzzle de piezas dispares. Daba cabida a unos treinta principados –de los que cabe destacar como más importantes el Palatinado, Alta y Baja Baviera, Würtemberg, Sajonia, Mecklenburgo y Brandemburgo-, unos cincuenta dominios eclesiásticos, en torno a cien condados y sesenta ciudades libres, que eran muy abundantes en Renania y Suabia. Por lo demás, era un mundo rico y bien poblado, aunque turbado por los problemas sociales y por la vida poco ejemplar de amplios sectores del clero.

• El Imperio teórico comprendía los Países Bajos, Suiza, Bohemia y el norte y centro de Italia, pero en unos casos la pertenencia no era más que recuerdo del pasado y en otros los poderes del emperador se limitaban al nombramiento de ciertos cargos que apenas superaban la condición de honoríficos.

El Imperio continuaba rigiéndose por la Bula de Oro de 1356. El Emperador, llamado rey de romanos, era elegido por los siete electores:

• tres eclesiásticos (los arzobispos de Maguncia, Tréveris y Colonia) • y cuatro seglares (el rey de Bohemia, el duque de Sajonia-Wittemberg, el margrave

de Brandemburgo y el conde palatino del Rin). Una Cancillería áulica presidida por el arzobispo de Maguncia- un Tribunal Imperial y la Dieta –constituida por los 7 electores, la segunda nobleza y por representantes de las ciudades más importantes- configuraban todo el aparato institucional. No había ejército permanente, ni impuestos fijos, ni funcionarios que hicieran cumplir las órdenes. El título de emperador era, ante todo, prestigio. La debilidad del Imperio frente a la fortaleza de los estados explica los avatares de Carlos V con los príncipes alemanes en la cuestión de la Reforma. El progresivo fortalecimiento de los poderes regionales hizo más acusada la fragilidad del césar. Los príncipes practicaron una política de afirmación de su autoridad, centralización administrativa y articulación del territorio. Desde 1438 hasta la desaparición del Imperio, el emperador fue siempre un miembro de la familia de los Habsburgo. Sus estados patrimoniales estaban constituidos por los cinco condados que se extendían desde Viena hasta el Adriático: Austria, Estiria, Carintia, Carniola y el Tirol. Se les conocerá como Habsburgo o Austria por ser este el condado más importante. El primer emperador de la Edad Moderna, Maximiliano I, se casó en 1477 en Gante con María de Borgoña, hija de Carlos el Temerario, que aportó a su matrimonio los Países Bajos, Borgoña y el Franco Condado: es decir, la herencia de la casa de Borgoña.

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A finales del siglo XV la situación social del Imperio preocupaba tanto a los príncipes como al propio emperador. Había inquietud por acabar con ciertas pervivencias medievales, que permitían guerras privadas, y con el bandidaje de los caballeros. Los cambios económicos habían ido dejando una masa cada vez mayor de proletarios y de pobres que se veían desplazados de sus oficios y de las tierras comunales. También inquietaba en determinados ambientes la vida disipada del clero. La fragmentación territorial era asimismo motivo de preocupación. Los primeros planes de reforma fueron esbozados ya a mediados del siglo XV por el cardenal Nicolás de Cusa. Después, Maximiliano continuó con la misma política reformadora. Como cualquier soberano del momento pretendía fortalecer su autoridad imperial y la integración del territorio. Con este propósito propuso la creación de una Cancillería, que se ocuparía de sus estados patrimoniales y del Imperio, un Consejo y una Cámara. Pero nada cuajó. Los príncipes reclamaban medidas que aseguraban la paz y el orden. Las dos partes protagonizaron encendidos debates. A favor de los príncipes jugó la política exterior de Maximiliano. Esta política y sus fracasos exteriores fueron bien utilizadas por los príncipes para afirmarse sobre el emperador. Así, tras la derrota de Dormach en 1499 ante los suizos se vio obligado a aceptar en la Dieta de Augsburgo de 1500 la formación de un Consejo de Estado integrado por veinte miembros. De él dependerían las decisiones supremas. El emperador, que era reconocido como presidente, quedaba reducido a un cargo honorífico. La herencia de Maximiliano quedó reducida a la división de Alemania en circunscripciones y a la creación de una Cámara Imperial de Justicia que extendería los principios del Derecho romano a ámbitos cada vez más extensos. EL PAPADO La formación de los Estados nacionales a base de una cultura autónoma y de un gobierno autoritario, derivó en garantizar al Estado la fuerza material y espiritual de la Iglesia, propiciando la intervención de los príncipes en los asuntos del clero. El Papado retrocede ante este movimiento y llega a acuerdos con los Estados, en los que se denota la preponderancia del poder laico. De mayor gravedad aún es la conciencia de autonomía que se desarrolla en los medios eclesiásticos de ciertos países como Francia e Inglaterra. La debilitación del Papado se acentúa por sus estrechas relaciones con la cultura laica del Renacimiento que contagió a la vida espiritual de afanes egoístas y aspiraciones puramente terrenas. Como resultado de esto el Papado vio minada su situación privilegiada del Medievo, mientras la alta nobleza se apoderaba de los obispados y abadías para satisfacer meras necesidades familiares, sin tener en cuenta vocaciones ni educación religiosa. El bajo clero, pobre y mal instruido, no podía realizar su misión entre sus feligreses. Los papas, obispos y abades llevaban una vida de lujo, ostentaciones y fiestas, que desentonaban con la pobreza que el Evangelio preconizaba. En cambio el bajo clero, ignorante, malvivía con lo poco de que disponía. Los altos cargos eclesiásticos, normalmente, eran comprados y vendidos. Una misma persona podía ocupar varios cargos al mismo tiempo. El pueblo deseaba una religión más íntima y humana. En esta época que las riquezas y el poder da lugar a grandes abusos, un numeroso grupo de personas preconizaba la austeridad y daba ejemplo de ella. Los reformadores protestantes y católicos, insistieron en la necesidad de una vuelta a los principios evangélicos.

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3) BASES, CARACTERÍSTICAS E INSTRUMENTOS DE LAS NUEVAS MONARQUÍAS.

El siglo XVI se caracteriza tanto por la subsistencia de una concepción contractual de la autoridad como por el lento triunfo de una idea absolutista del estado, el soberano siguió siendo considerado legítimo en tanto que respetaba las exigencias fundamentales y tradicionales, como la de defender la fe y su propio dominio y salvaguardar las posibles prerrogativas de los distintos miembros del cuerpo social y sus delegaciones. La exigencia de la política exterior y la acción militar hicieron necesaria una acción centralizada de los asuntos públicos. A excepción de los Países Bajos e Inglaterra, todo el mundo se sentía mucho más vinculado a la fidelidad hacia el príncipe natural que al valor todavía incierto de “nación”, se admitía que era necesario obedecer al rey, aun cuando su comportamiento pareciera tiránico: oponerle resistencia era casi un sacrilegio. La evolución de los distintos organismos europeos fue lenta para que su estructura empezase a emerger y se llegase al verdadero absolutismo. Este proceso es una de las características de la Edad Moderna. 3.1. Las Bases del estado y de la autoridad del príncipe La Europa de la segunda mitad del siglo XV era un continente de príncipes. Consciente de la imagen del poder que deseaba transmitir, el príncipe buscó símbolos que resaltasen la dignidad de su magistratura. Así, la liturgia cortesana respondió a una doble función:

- recordar continuamente a los súbditos la autoridad del monarca: - impresionar al visitante extranjero.

Destacan los rituales cortesanos de Polonia, Moscovia o de la corte borgoñona de Carlos el Temerario. Mas allá del efecto público, al que únicamente tenía acceso un reducido círculo de personas, era preciso un discurso legitimador sólido y amplio.

- En este sentido, el primer argumento tenía que ser religioso (defensa de la tradición ortodoxa en los Grandes Duques de Moscovia, tradición taumatúrgica de Francisco I de Francia…).

- Aparte de la religión, la tradición jugó un papel fundamental en la consolidación del príncipe. Dentro del concepto de tradición cohabitaban diversos contenidos, unos ligados al pasado histórico de las comunidades, otros a la herencia dinástica. La iconografía artística, la literatura oficial y otras manifestaciones propagandísticas tendieron a representar al príncipe como heredero del pasado más glorioso. Así, en la apologética castellana se consideraba a Isabel I heredera de la tradición goda, los Tudor se emparentaban con el legendario Arturo y Matías Corvino de Hungría nada menos que con Zeus.

- Allí en donde no había tradición principesca fue difícil la justificación de los nuevos poderes principescos, como fue el caso de los Médici en Florencia, que solventaron con una política de reforzamiento de la autoridad, basado en obras públicas y artísticas, que ligase el esplendor de la ciudad-estado con el de la familia gobernante.

Junto a ello los gobernantes tuvieron que demostrar sensibilidad para con las tradicionales libertades de su país, pese a las aspiraciones monopolísticas de poder. Esto dio lugar a que en muchos lugares el príncipe jurase explícitamente el corpus constitucional y la defensa de las libertades de sus súbditos. Este trámite nunca fue un mero formulismo y se mantuvo

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como requisito para el acceso al trono del nuevo soberano y la jura del heredero. Al mismo tiempo, los proyectos absolutistas encontraron algunos de sus límites en la autoridad de los órganos y cuerpos representativos, teóricamente garantes de la tradición. 3.2. Medios y límites del poder estatal. Sobre estas bases, los estados desarrollaron un amplio programa de reformas internas y una política de prestigio exterior que corrió diversa suerte. No se trataba de un marcó teórico del que emanó una acción, sino el resultado de una práctica política que integró diversas actuaciones. 3.2.1. LAS EMPRESAS BÉLICAS. EJÉRCITO PERMANENTE. La guerra fue el medio fundamental del príncipe. Sustancialmente agresivos, los estados encontraron en ella un instrumento polivalente que satisfacía diversas necesidades. La actividad bélica protagonizó la actividad tanto exterior como interior de los gobernantes. Ejemplos de la misma fueron las llevadas a cabo por los Reyes Católicos (Granada, Navarra, Italia…) o la dinastía Tudor en Inglaterra. Las empresas bélicas habían demostrado su valor para unificar el país en proyectos comunes, dirigir las energías de los más inquietos, conquistar nuevos territorios y fundamentar la política exterior. La actividad política exterior de las monarquías autoritarias se apoya en la utilización de un ejército permanente, que paralelamente contribuye a reforzar su predominio interior. Algunos autores han calificado el los cambios en la guerra durante el Renacimiento y el siglo XVI como una verdadera “revolución militar”, que permitió a los estados protagonistas obtener una ventaja decisiva en la lucha por la hegemonía:

- el uso masivo de la artillería y - desarrollo de la ingeniería militar, decisivos en los asedios; - Armas personales de fuego. Que otorgan el protagonismo a una infantería disciplinada

y oscureció a la caballería. - Crecimiento de los ejércitos, creación de unidades más operativas. Y

especialización de los soldados. - La aparición de una renovada generación de jefes, con experiencia acumulada y dotes

de mando. - La guerra como una rentable actividad para los especialistas.

La nueva organización desterró poco a poco la dependencia de las milicias privadas y colocó definitivamente a la actividad bélica dentro de la esfera estatal. Las guerras de Italia contribuyen a la difusión de la “táctica suiza” de formaciones cerradas y de soldados instruidos y disciplinados. Estos nuevos métodos requieren tiempo y dinero, originándose el soldado profesional y los ejércitos mercenarios que son sostenidos con los bienes del príncipe y los del Estado. 3.2.2. POLÍTICA HACENDÍSTICA. El mantenimiento y pago de los ejércitos permanentes exige la intervención de los grandes capitalistas en las haciendas reales, provocando de esta manera uno de los contactos más fecundos para el desarrollo ulterior del capitalismo inicial. La estructura de la monarquía autoritaria se presenta de la siguiente manera: rey, corte (donde se inicia una somera distribución

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de funciones en los Consejos), administración de justicia, aparto gubernativo territorial y local, y ejército permanente. Aunque el gasto militar no dejó de ocupar el porcentaje más alto del gasto del estado, otras partidas, relacionadas con los nuevos medios del poder-justicia, administración, política de prestigio, también crecieron. Todo esto se tradujo en cambios en el sector hacendístico, implicando reformas administrativas y especialmente de la presión fiscal. Los esfuerzos para aumentar la capacidad recaudatoria chocaron con los privilegios de diversos grupos y los problemas derivados de la propia estructura recaudatoria. En general abundaron dos líneas básicas:

- Diversificación de los intereses tributarios, especialmente de los impuestos indirectos…Como estos gravaban el consumo y también el comercio, permitían obtener rendimientos fiscales de aquellos cuerpos ajenos a la tributación directa, y eran a los ojos de la sufrida masa sin privilegios, como igualitarios. Los impuestos sobre el consumo permitieron a muchos príncipes obtener suficientes ingresos sin verse obligados a convocar al parlamento (Enrique VIIII y su impuesto de aduanas).

- Impuestos directos. Sin embargo, el aumento del gravamen sobre productos básicos, o la imposición de tasas en artículos anteriormente exentos, podían tener consecuencias peligrosas si se avisaba de tales medidas: Ejemplo son las rebeliones campesinas en Alemania, 1525 o Guyena en 1548. Estos impuestos, cuyas repercusiones recaían en los no privilegiados, tuvieron una influencia nefasta y aguda en las modestas economías campesinas.

Todos los esfuerzos para obtener más tributos no alcanzaban a sufragar los ambiciosos proyectos de los gobernantes. El dinero se recogía con retraso y drenaba numerosos bolsillos antes de llegar al gobierno. Se hubo de recurrir a expedientes diversos que paliasen el problema de liquidez. Si todos los gobiernos gobernaban por encima de sus posibilidades, destacaron por su imprudencia el proyecto imperial de Carlos V y la Monarquía hispánica de Felipe II. Los servicios de las casas bancarias alemanas e italianas-tamben castellanas- se cobraron a intereses exorbitantes y lastraron las finanzas de los Habsburgo, llegando a provocar diversas bancarrotas en 1557,1575 y 1596. El recurso a los prestamos de los banqueros o “asientos”, se complementó con al edición de deuda pública o “juros”. Estas soluciones distaban mucho de racionales y sus consecuencias, a largo plazo, fueron desastrosas. Aquí estuvieron algunos de los límites más caracterizados del estado; la inadecuación de la organización hacendística a los ambiciosos proyectos de dominio y al alto costo de los grandes ejércitos. Rentas reales, derechos fiscales, territorios, títulos de nobleza y otros fueron enajenados y vendidos a particulares. Si a ello añadimos la existencia de influyentes aristocracias, la realidad de la autoridad de los monarcas era muy irregular. 3.2.3. DIPLOMACIA En sus relaciones con otros Estados nacionales, la monarquía autoritaria despliega una actividad diplomática y jurídica extraordinaria. Venecia inició el sistema instalando embajadores permanentes en las principales capitales europeas, seguida rápidamente por el Papado. Estos contactos permanentes modificaron en sentido favorables las relaciones internacionales, favoreciendo los tratados comerciales y los primeros tratados políticos con proyectos de federaciones europeas.

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La política exterior constituyó en el siglo XVI la principal ocupación de los soberanos. En raras ocasiones esta política persiguió metas que puedan clasificarse como de nacionales. Los estados de cada Príncipe consistían en un agregado de territorios que la Corona intentaba incrementar, sobre la base de pretensiones más o menos jurídicas, con el fin de superar a los rivales. En una Europa construida por una intrincada red de obligaciones feudales y de reclamaciones surgidas l por la práctica secular de los matrimonios dinásticos, el status quo podía ser alterado por un fallecimiento afortunado o por la exhumación de un antiguo derecho. Las fronteras carecían del carácter lineal y rígido de la actualidad, aunque los avances de la cartografía e o el desarrollo de las aduanas contribuyeron a darles más consistencias., Aparte, la dispersión de los dominios territoriales de muchos o príncipes era algo común. Durante el Medievo, las relaciones en los pueblos se habían limitado o poco menos, que a relaciones de vecindad. De repente, con los nuevos descubrimientos geográficos se ponen en contacto con territorios apenas conocidos o no explorados (América, África Ecuatorial y Meridional, y extremo Oriente). Pero aunque se extienden poderosamente las redes de relaciones internacionales siguen contando, antes que nada los espacios conocidos, y el occidente europeo constituye aun en centro nervioso de las relaciones entre las monarquías más poderosas. Es en la Italia renacentista donde se encuentra el origen de las embajadas permanentes, La Paz de Lodi (1454) que estableció un relativo equilibrio entre os principales territorios italianos, sirvió también de estímulo para que los príncipes se decidieran a mantener un agente con carácter estable en las demás cortes con el fin de vigilar su política. Los venecianos ganarán pronto fama de maestros en el arte de la diplomacia, como modelo a imitar. Entre los grandes monarcas, Fernando de Aragón fue el primero en imitar a los grandes estados italianos. Desde 1480 tuvo representación diplomática en Roma, y años más tarde, en Venecia e Inglaterra. Francia siguió esta tendencia en tiempos de Luis XII, pero la mayoría de los príncipes prefirieron enviar representantes temporales, ya que los gastos eran mucho menores. Predominaron pues los representantes extraordinarios comisionados para negociar algún punto importante o ejercer funciones protocolarias. Los embajadores generaron desconfianza en muchos casos, al encargarse de informes e investigaciones, para los que necesitaban una tupida red de colaboradores, por lo que a menudo eran acusados de espionaje o de tejer conspiraciones. .La Reforma no hizo más que agudizar esta desconfianza. La disparidad de credos generaba conflictos protocolarios, lo que motivó a la larga la reducción de las redes diplomáticas, y los monarcas católicos, a excepción del francés, dejaron de enviar representantes a los países protestantes. 3.2.4. LA BUROCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN Si la guerra y la administración ocuparon gran parte de los esfuerzos de los estados, el desarrollo de la administración fue otro sector en expansión, y ligado a aquellos. Aunque al final del período estemos aún muy lejos del “estado burocrático”, es ahora cuando se ponen sus bases. El campo administrativo permitió realizar avances sustanciales en cuanto a la centralización del poder, puyes en la mayoría de los casos se partió de cero y en todos los casos se aprovecharon las rudimentarias instituciones medievales desde criterios nuevos. Sin embargo este crecimiento burocrático se produjo sin una planificación adecuada y atendió a las necesidades de cada momento. El procesos de burocratización adoptó además fórmulas contradictorias, como la patrimonialización de los oficios. Los funcionarios entendieron al administración como un

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medio nuevo para obtener recompensas sociales y económicas que hasta entonces estaban copadas por la nobleza en virtud de sus privilegios de nacimiento. En los estados europeos no existía un gobierno como el sentido actual, no había ministros con competencias muy específicas y sectoriales, salvo en el terreno financiero, eran colaboradores laicos que desempeñaban diversas funciones o bien parientes consanguíneos que asistían al monarca o incluso altos dignatarios eclesiásticos de alto prestigio. A medida que se iban organizando y articulando los Consejos Reales, se perfilaba una lucha entre los que pretendían pertenecer a él por su rango y los que procedían de una clase más modesta, la burguesía. La figura del canciller dominó en los siglos XIV y XV y los secretarios se impusieron en el XVI en grandes monarquías como la inglesa y la francesa. El secretario de Enrique VIII, Thomas Cromwell se convirtió en la persona más importante del estado en 1533 cuando sustituyó al Cardenal Wolsey. En Francia, los secretarios del rey pasaron a formar parte de su consejo a partir de 1547. Desempeñaban la función de embajadores, de pronunciar discursos elocuentes y redactor documentos oficiales y de utilizar en beneficio del rey sus conocimientos de derecho y administración. El derecho romano ejerció una función cada vez más notable en la afirmación de la soberanía imperial. No faltaron contrastes y resistencias, en los Estados de Carlos el Temerario y en el Imperio Germánico los esfuerzos centralizadores que tendían a aplicar normas más uniformes provocaron revueltas en las poblaciones apegadas a sus costumbres más ancestrales y a su antigua “libertad”. En suelo inglés el derecho consuetudinario no fue nunca suprimido , salvo en los tribunales militares y eclesiásticos, mientras en cuestiones matrimoniales y testamentarias estaba en vigor el derecho canónico, fue el Parlamento el paladín del derecho consuetudinario para establecer un contrapeso al poder monárquico. Un hecho estaba surgiendo con claridad: el príncipe y su corte constituían la suprema instancia decisoria, que se iba potenciando cada vez más. La teoría del derecho divino de los reyes se formuló y se sostuvo hacia finales del siglo XVI. La autoridad real se impuso como autoridad laica en conflicto con el papado o aprovechando las debilidades de la Iglesia. Lo que contribuyó a aumentar la autoridad del príncipe fue la asignación de los distintos cargos y funciones públicos. Fue un proceso lento pero irreversible que llegó a su plena madurez a finales del siglo XVII, con el triunfo del absolutismo. El instrumento de la vasta acción monárquica era ya la burocracia. Los funcionarios constituyeron una categoría muy emprendedora y activa, cada uno estaba directamente interesado en su cometido, la remuneración era, a menudo, un factor totalmente secundario, porque no estaba garantizada de modo regular o no constituía el atractivo principal del cargo desempeñado. Mientras en Inglaterra varios cargos siguieron siendo honoríficos, en Francia se practicó la elección de los funcionarios (recaudadores y miembros del Parlamento). El estado se asemejaba a una empresa de gestión pública, que se estaba montando y cuyos beneficios eran cada vez mayores, muchos acudieron a servir al soberano para invertir del mejor modo posible su prestigio, sus energías y su saber. El más alto de los objetivos sociales seguía siendo el de la nobleza. Un cargo público además de para obtener ganancias era el mejor medio para acrecentar la propia influencia, por lo menos a nivel local y satisfacer las ambiciones sociales. Al irse formando la administración central de los estados se dio vida a un conjunto enmarañado y confuso de competencias. La distinción entre dominio privado del príncipe y

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patrimonio nacional era casi inexistente al principio, se fue precisando con extrema lentitud. Faltaba también el debido acoplamiento entre los poderes locales y centrales. La incoherencia de las situaciones se veía favorecida por la vía simultánea de sistemas jurídicos diversos, como el derecho romano, el canónico y el consuetudinario, de éstos resultó el incremento de la fortuna de las profesiones jurídicas ya que sus profesionales eran los únicos capaces de orientarse entre el laberinto de normas y trámites reglamentarios. Los cargos más elevados no fueron nunca vendidos y siguieron dependiendo siempre de la concesión soberana, su disponibilidad equivalía a la posibilidad de un gobierno efectivo y se reveló como una de las vías maestras del absolutismo. Era un fenómeno corriente que el soberano tuviese en cuenta solamente sus preferencias personales o recompensar algún servicio. No existía estabilidad en el ejercicio de los cargos más elevados: la muerte del soberano podía comportar su pérdida, aunque en el siglo XVI existieron, en la monarquías europeas, auténticas dinastías de funcionarios. La continuidad era casi la regla en las administraciones ciudadanas y provinciales, donde los cargos públicos se convirtieron en monopolio de una especie de aristocracia que veló tenazmente para retenerlos. Los señoríos y principados de la Italia centro septentrional constituyeron los prototipos de un género de poder político: el de un príncipe que era aceptado no solo por su legitimidad, sino porque aseguraba la función soberana por encima de sus propios intereses. 3.2.5. JUSTICIA Y LEGISLACIÓN Otro de los pilares fundamentales del nuevo estado fue el ejercicio de la justicia, cuya estructura experimentó un proceso similar al de los órganos administrativos. El punto de partida se encontró en la plenitud jurisdiccional del rey, que provenía de la Edad Media, aunque en la práctica existía un abanico de jurisdicciones privadas y situaciones excepcionales. Los logros más importantes fueron:

- por un lado la racionalización de las diversas instancias judiciales en función de su jerarquización.

- y por otro, la implantación de jueces reales en los niveles medios e inferiores y la fijación de tribunales superiores para las apelaciones y recursos.

- Si embargo, pese a los esfuerzos realizados, no se pudo eliminar la constelación de ámbitos jurisdiccionales que siguieron situados al margen de la justicia real.

Durante el siglo XV, apareció en Francia una constelación de prestigiosos tribunales de justicia que se convirtió en bastión de la presencia y jurisdicción monárquicas: los Parlamentos. El primero fue el de París, que hacia 1360 adquirió autonomía separándose del Consejo del Rey, Tolosa en 1420, los del Delfinado —en Grenoble en 1476—, de Guyena — en Burdeos en 1462—, de Borgoña —en Dijón en 1476— y de Normandía —en Ruán en 1515—. El derecho consuetudinario francés fue codificado en 1454. La monarquía aumentó su dominio sobre el país, aunque los gobernadores fueran todavía grandes feudatarios. Los Estados Generales fueron perdiendo su función al no ser convocados y los representantes de las clases sociales se reunieron con mayor frecuencia en los <estados> provinciales. Desde principios del siglo XIV, la monarquía francesa estaba regida por leyes fundamentales, que se reducía a la ley sálica —excluía del trono a las mujeres— y a la imposibilidad de enajenar el patrimonio territorial el estado y renunciar a la propia soberanía. A lo largo de la segunda mitad del XV, el rey pudo dominar cada ves mejor el Grand Conseil —administrador supremo de

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justicia—. Francisco I constituyó un consejo más restringido —Conseil des Affaires—. Simultáneamente , con Enrique VIII, Thomas Cromwell creaba en Inglaterra el Privy Council.

4) RESISTENCIAS Y LÍMITES DEL PODER REAL; LOS PODERES INMEDIATOS.

LA NOBLEZA: EVOLUCIÓN DE SU PODER POLÍTICO Y ECONÓMICO Algunos autores han considerado a la nobleza del siglo XVII menos protagonista de las acontecimientos que la del XV o la del XVII, oscurecida por los fuertes poderes principescos. Hay que matizar esta idea.

- no pueden hacerse generalizaciones. Si bien es cierto que en Rusia los boyardos se vieron desplazados del poder o que la nobleza castellana ligó su suerte a la de la Corona, Polonia, con su “república nobiliaria” o la Francia de la segunda parte del XVI, atenazada por guerras de religión dirigidas por príncipes, son excepciones a esta afirmación.

- Tampoco conviene considerar a la nobleza como un grupo homogéneo, y hay que distinguir entre los miembros de la pequeña nobleza y la de las grandes familias principescas (p.e. los Guisa en Francia).

- Por otra parte parece incontestable que la nobleza, como estamento privilegiado, y a pesar de sus enormes diferencias internas, mantuvo en el Quinientos su posición predominante.

En el proyecto de estado, la guerra canalizó gran parte de las expectativas de la gran nobleza, por lo que la aristocracia rebelde y orgullosa de la centuria anterior se convirtió en fiel servidora de la Corona. Donde se mantuvo la independencia política de los linajes- por ejemplo Escocia, o donde rebrotó ligada a otros conflictos.- por ejemplo en Francia con las luchas de religión, se vivió un clima de inseguridad poco favorable a todos los sectores comprometidos. Los monarcas adoptaron otra actitud con la nobleza media y baja, ya que se observa desde un primer momento el interés por promocionarlas en la administración y la justicia. La transformación económica que se viene produciendo desde el siglo XV provocó la ruina del mundo feudal y la aparición de la burguesía de las ciudades y los agricultores libres. LAS IGLESIAS Y LOS ASUNTOS RELIGIOSOS Desde mediados del siglo XV todos los proyectos estatales incluyeron a las respetivas jerarquías eclesiásticas y se preocuparon tanto por la legitimación religiosa de la autoridad real como por las relaciones con Roma. Pero todo cambió en la centuria siguiente, cuando la Reforma conmovió Europa. Desde entonces, los asuntos religiosos cobraron unas dimensiones políticas de nuevo contenido e inusitada intensidad. Ya antes la religión había servido como aglutinante en torno al príncipe (la fe ortodoxa en Rusia, el carácter de Cruzada de la conquista de Granada por parte de Castilla o la colonización americana). Sin embargo, desde que Lutero lanzó sus tesis y el problema saltó de los límites de los teológicos, la religión se mezcló con los asuntos políticos y terminó por condicionar el proceso de estatalización. Algunos de los puntos reformados afectaban a la autoridad eclesiástica y a

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la obediencia, y esos principios de pusieron el tela de juicio en Alemania, precisamente en un territorio en que se vivía un delicado equilibrio entre el ámbito imperial, el papal y el de los príncipes laicos y eclesiásticos. Una vez roto el postulado de la autoridad papal y cuestionado el papel del emperador en la querella, se abrió un amplio campo a la especulación política y religiosa sobre la esencia del poder y su justificación divina. El principio de la Iglesia Nacional, independiente de cualquier injerencia exterior, se entendió bien con las ambiciones de algunos príncipes. Las nuevas jerarquías eclesiásticas y el proceso anejo de desaparición de órdenes religiosos e incautación de sus bienes permitieron encajar dentro del estadio una ayuda ideológica y económica de gran valor. Los clérigos se convirtieron en funcionarios del estado u la nueva ortodoxia fue fijada bajo la protección de la autoridad civil. De esta manera el luteranismo tuvo participación social en los estados bálticos (Suecia y Dinamarca), o el calvinismo en Suiza. El caso inglés tuvo una dinámica propia. En el ámbito europeo que se mantuvo fiel a la ortodoxia católica, el elemento confesional reforzó la cohesión en torno a la dinastía. En España, la rígida defensa de la unidad de la fe había sido uno de los pilares básico del proyecto iniciado por los Reyes Católicos y seguido por los Austrias. Sin embargo, las relaciones con la Iglesia Romana, fluidas en asuntos teológicos, no tuvieron un correlato con los aspectos económicos, jurisdiccionales y de nombramientos, Los Austrias se valieron, a partir de las bases sentadas por los Reyes Católicos, para aumentar su poder y riqueza, reforzando la tutela regia, con frecuentes enfrentamientos con Roma por cuestiones jurisdiccionales. Pero el balance fue positivo para los reyes, ya que la amenaza común, la Europa protestante, favoreció el entendimiento. LOS MUNICIPIOS Y LOS PODERES URBANOS A la Edad moderna pasaron las ciudades y muchas villas medievales con una amplia tradición de autogobierno. Gobernadas en muchos casos por potentes oligarquías locales, a veces con la participación de la nobleza y otras muchas con las de mercaderes y letrados las ciudades aumentaron su importancia demográfica y monopolizaron gran parte de la actividad económica. En Italia, Francia, Alemania, en Francia, las oligarquías ciudadanas capitalizaron gran parte del poder y pudieron negociar directamente con ls monarquías su incorporación al estado

o La monarquía, aunque no pudo eliminarla en Cataluña, Aragón y Valencia, redujo casi del todo la autonomía de las ciudades de Castilla, que con las contribuciones que éstas votaban en las Cortes mantuvo el núcleo de un ejército permanente. La disolución de las autonomías municipales en Castilla fue casi total tras la represión de la revuelta de los comuneros (1520-1521), donde las ciudades se sublevaron contra la pretensión de instaurar en ellas a corregidores como supervisores administrativos y contra la exigencia real de que a sus delegados en las Cortes se les otorgasen plenos poderes para aprobar las contribuciones fiscales. Las ciudades reclamaban el derecho de nombrar a sus propios funcionarios y reunirse en las Cortes cuando lo creyesen oportuno. Los representantes de Carlos V cedieron ante la nobleza y recibieron a cambio el apoyo armado que derrotaron a los comuneros fácilmente en abril de 1521. Más tarde, cuando Carlos V trató de poner un impuesto a los nobles, éstos se negaron a aceptarlo (1538) y el monarca se abstuvo de convocar a la nobleza a las Cortes de Castilla, aunque siguieron fieles al soberano y éste les reservó gran parte de los cargos administrativos y eclesiásticos. Pero la derrota de los Comuneros no significó el fin de la autonomía urbana, que mediante el control de las Cortes en las negociaciones del aumento de los tributos.

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o En Italia la importancia política de las ciudades fue enorme. Aquí, las ciudades italianas, con una larga tradición medieval, se opusieron a las tentaciones absolutistas de las familias poderosas.

o En el Imperio, determinadas ciudades, por su poderío económico y político, mantuvieron una virtual independencia respecto al Imperio.

o En el este europeo, la escasez y pequeña importancia de los núcleos urbanos impidieron a los burgueses participar en los acontecimientos políticos

Sobre los núcleos más pequeños, igualmente con su propio régimen municipal y sus privilegios locales el Estado articuló una doble red en el sentido de:

- velar por el cumplimiento de la ley regia (organización de la justicia real en diversas instancias)

- Recaudar impuestos, mediante una actitud intervencionista y nombrando cargos locales (corregidores castellanos, jueces de paz inglesas y diversos cuerpos oficiales en Francia. En general se trataba de una superestructura que vigilaba el funcionamiento del régimen local, pero que en ningún caso implicó actuaciones más profundas.

LAS ASAMBLEAS ADMINISTRATIVAS Existían en toda Europa asambleas, que en origen habían pretendido ostentar la representación política de los tres órdenes estamentales y constituirse en el símbolo del reino reunido con el Rey para decidir sobre las cuestiones primordiales. Aunque su convocatoria dependía del rey, la teórica representatividad le permitió hacer frente a las exigencias regias y negociar contrapartidas. En realidad en ningún país las asambleas representativas actuaron como voz de todo el conjunto social. La nobleza había dejado de interesarse por ellas, ya que tenía otros medios para conseguir sus fines. Los campesinos y el mundo rural en general no tenían acceso a ella (salvo en Suecia). En definitiva, las asambleas eran coto reservado para los grupos urbanos. Apoyadas en su valor simbólico y también en su poder para sancionar nuevos impuestos, el príncipe juraba ante ellas el acatamiento a los principios tradicionales del reino-sus leyes y sus libertades. En la práctica, este periodo contempló un juego continuo entre las monarquías y sus respectivas Asambleas.

i. En Inglaterra los Tudor lograron fuentes fiscales sin pasar por el Parlamento, pero en cambio procuró implicarlo en la toma de decisiones que afectaban a las cuestiones delicadas, como por ejemplo la ruptura con Roma o la reforma religiosas.

ii. En Castilla las pugnas entre el monarca y las Cortes se referían fundamentalmente a cuestiones fiscales.

iii. En Francia pocas veces se reunieron los estados Generales-únicamente en cuestiones agudas. En Centroeuropa las asambleas mantuvieron su superioridad sobre el estado. La nobleza polaca utilizó las dietas y las dietinas para dominar la vida política

iv. En el Imperio, la Dieta, que rigió los destinos políticos desde el siglo XIV, con una composición arbitraria y poco representativa, limitó el poder de los Habsburgo e impidió la aplicación de reformas centralizadoras..

En definitiva, en donde las Asambleas gozaban de competencias fiscales, militares o legislativas, la monarquía hubo de pactar con ellas. Por el contrario, en los estados en

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donde los monarcas podían convocarlas a su voluntad o buscar otras fuentes de financiación para sus empresas, se las arrinconó.

5) ÉXITOS Y FRACASOS. TIPOS DE ESTADO.

LA CRISIS DE LA IDEA IMPERIAL Si bien en toda Europa hubo cambios fundamentales en la configuración del poder, no en todos los sitios se produjeron en la misma dirección. Una perspectiva general obliga al admitir el progreso de la centralización administrativa y el afianzamiento de las instituciones estatales, pero no debemos olvidar que el siglo XVI contempló un intento de revivir la vieja idea romano-cristiana del Imperio. La entronización en España de la casa de Habsburgo con Carlos I, marca el comienzo de una etapa de nuevas directrices como consecuencia de la vinculación de la monarquía a los intereses europeos. España se convertirá en el eje sobre el que han de girar los dominios de la Casa de Austria. La idea imperial de Carlos V vino alentada por la posesión de vastos territorios. Se trataba de reunir a todos los reinos cristianos bajo la bandera de la más alta jerarquía feudal del emperador, y de extender la religión católica frente a los infieles. Esta concepción universalista cuajó sólo en una minoría de intelectuales, el paso del tiempo demostró la imposibilidad del proyecto. El Imperio no logró ser nunca ni un Estado, ni tan siquiera una monarquía centralizada. Solamente fue una unidad jurídica, con escasa cohesión material y espiritual, y con fuertes enfrentamientos en el interior peninsular y en el marco europeo. En este último, la progresiva tendencia a la creación de estados nacionales, la ruptura religiosa entre católicos y protestantes, y la constante amenaza del Imperio otomano, fueron otros tantos obstáculos insalvables para el triunfo del proyecto imperial. EL TRIUNFO DE LAS MONARQUÍAS Durante las décadas que quedan de siglo será Felipe II que detente el poder y la supremacía en Europa, gracias a sus inmensas posesiones. Pese a cierta continuidad con la obra política de su padre, imbuido de la Republica Christiana, Felipe II no pretende en ningún momento convertirse en el Campeón de la Contrarreforma en Europa. Cierto que comparte el anhelo de restaurar la unidad religiosa y de erradicar al protestantismo, tarea que lleva concienzudamente en el seno de sus estados, pero el objetivo de su reinado será, antes que todo, el mantenimiento de la Monarquía Católica- integridad en sus territorios y seguridad en sus comunicaciones, frente a los enemigos que la amenazan. Los grandes conflictos de la primera mitad del siglo XVI van agotándose a medida que van cayendo o sucumbiendo sus protagonistas. Felipe, abandonando los proyectos centroeuropeos y asumiendo la división político-religiosa asume un nuevo proyecto imperial, la Monarquía Hispánica configurada por un triángulo con sus bases en el mediterráneo Oriental (España y las posesiones en Italia – y el vértice en los Países Bajos, aparte de los dominios de Ultramar. Felipe II profundizó en la idea universalista de la autoridad regia, aunque con una marcada vocación centralizadora según el modelo de la Corona de Castilla, el territorio de mayor tradición estatal y en donde encontró los medios más fiables para desarrollar su política. La monarquía encarnó la Unidad de Fe y la plena autoridad regia, a través de un complejo entramado de instituciones administrativas-la polisinodia- y mecanismos burocráticos en la toma de decisiones. La Monarquía Hispánica se mantuvo íntegra hasta mediados del XVII. Otros modelos monárquicos de tradición absolutista se desarrollaron en esta época, en ligares como Inglaterra, Francia, Escandinavia o Portugal.

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LOS ESTADOS PEQUEÑOS También existían una constelación de estados más o menos pequeños más o menos independientes, que si no pudieron sustraerse a los grande conflictos, tampoco lo hicieron a la evolución de del concepto de autoridad. Un caso fueron los estados italianos. Italia se conformó como un mosaico de principados, sin una unidad política y a merced de las grandes potencias. Únicamente subsistieron dos grandes estados: La República Veneciana y los Estados Pontificios. Venecia inicia una lenta decadencia que desde le punto de vista político implicó la aristocratización de su élite. Los Estados Pontificios respondieron a un modelo especial entre la autoridad espiritual del papa y el dominio señorial de diversas familias aristocráticas romanas. Pero no todos los estados pequeños se debilitaron. El caso suizo es un ejemplo excepcional. Separados del Sacro Imperio y anulada la influencia austriaca, los cantones se agruparon en función de fuertes poderes urbanos. La Reforma religiosa y las guerras europeas proporcionaron el fermento de una conciencia nacional y además les obligó a dotarse de una estructura estatal propia. A finales de siglo las Provincias Unidas protagonizarán una interesante evolución igualmente bajo un modelo republicano, nacido de un conflicto con Felipe II, pero cuya evolución se afianzará durante el siglo siguiente:

6) EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE LA PRIMERA EDAD MODERNA La ideología renacentista planteó una nueva visión del político y de los fines a que debía tender sus obras. Uno de los más sagaces tratadistas de todas las épocas fue Nicolás Maquiavelo (1469-1527), que vivió uno de los momentos más interesantes de la política de su patria, Florencia, y de Italia entera, actuando activamente desde 1498 a 1512 como secretario del Consejo de los Diez. Tras ser destituido de su cargo por los Medici, Maquiavelo escribe El Príncipe (1513), sus “Discursos sobre la primera década de Tito Livio” (1519), de los que se desprende una política de gobierno y una teoría sobre la vida. Descubre al hombre como una fuerza de la Naturaleza cuyo dinamismo se traduce en acciones dignas de ser consideradas por el valor que tienen como acontecimiento y experiencia. Maquiavelo pudo plantear el problema político en el ámbito histórico y convertir la política en una ciencia empírica. Sentó los principios de la secularización radical de la política y de la moral. Maquiavelo se propone rehacer al ser humano, llevarlo por el camino que sugieren sus propias facultades y señala la experiencia de la vida, primando la virtud, la necesidad, la fortuna y la gloria; y considerando la virtud como la condición necesaria de la escena política, aún prescindiendo de las reglas de la moral colectiva. La virtud se redime por el éxito, y ella sola puede proporcionar el imperio. El maquiavelismo es una doctrina política positiva, en laque los grandes principios han de someterse a las experiencias fortuitas del momento y a una táctica oportunista. Desaparece el soberano moderado, y da paso al príncipe que sólo tiene en cuenta el interés supremo del Estado, que es el suyo propio, y el de la opinión que secunda sus ideas. Simultáneamente a Maquiavelo, publica sus obras el inglés Tomás Moro. Su obra Utopía es de muy distinto orden que las de aquel. Moro es evasión, disgusto por la mezquindad del mundo que lo rodea. Construye su propio edificio político, en el que le gustaría vivir, una sociedad que ha alcanzado la felicidad renunciando a la propiedad, al dinero, al ejército.

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Un Estado previsor, regido por magistrados consentidos y elegidos por el pueblo, organiza el trabajo de los utópicos y distribuye entre ellos los víveres y los bienes producidos por la colectividad. Nadie es rico, pero a nadie le falta nada.

Bodino (Jean Bodin, Angers, 1529 - † Laón, 1596) fue un destacado intelectual francés que desarrolló sus ideas en los campos de la filosofía, el derecho, la ciencia política y la economía. Sus aportes a la teoría del Estado, en particular mediante el concepto de soberanía, han sido de gran importancia para la modernidad y conservan en gran medida valor.

Jean Bodin escribe y piensa en el contexto de las guerras de religión entre calvinistas (hugonotes) y católicos de la Francia del XVI. Estima que para que haya prosperidad es necesario que haya un poder fuerte que aúne los intereses contrapuestos que hay en la sociedad. Estima que el origen de la autoridad está en el pacto que se da entre las diversas familias que componen las élites de una sociedad, quienes se ponen de acuerdo en una persona o institución para que ejerza la autoridad y gobierne. Por ello, el poder político es resultado de un pacto, pero una vez concretado ese pacto, la persona que detenta la autoridad tiene todo el poder y ha de ser obedecida por todos. Bodin es partidario de una autoridad fuerte que se haga obedecer y sea de facto obedecida. Solo una autoridad fuerte es capaz de asegurar el orden, la seguridad y la prosperidad económica.

Ahora bien, el soberano debe respetar las leyes divinas, a la Iglesia y el bien de la sociedad. Si no lo hace, es legítimo desobedecerle, si bien se opone al tiranicidio. Solo aceptar el tiranicidio cuando el gobernante es un usurpador. Dios es el fundamento de la razón y de la naturaleza. Y luego los Hombres se ponen de acuerdo para buscar una autoridad. Por tanto Dios no es fundamento del Estado de modo directo, aunque sí de modo indirecto. Por ello el Estado no ha de estar determinado por la Iglesia, pero sí ha de respetarla. Existen diversas formas posibles de gobierno:

a) En la democracia el poder deriva directamente del pueblo.

b) En la aristocracia, el poder viene de un grupo pequeño.

c) La monarquía se deriva de un acuerdo entre individuos y grupos que dan el poder a uno. El rey puede dar acceso a los cargos públicos a miembros de las élites o a gente del pueblo, o a ambos a la vez, a ricos y a pobres.

Hay una monarquía tiránica, en la que el rey gobierna sin tener en cuenta las leyes naturales, y la monarquía no tiránica en la que los reyes obedecen las leyes de la naturaleza y los súbditos las leyes del rey. Ese tipo de monarquía es el ideal para Bodin. El Rey debe tener todo el poder en sus manos (absolutismo) y todo debe de estar bajo el soberano, quien no se equivoca. Todos deben obedecerle (absolutismo) Además el Rey es el Estado.

En relación con las guerras de religión en Francia, los protestantes, primero, y los católicos después, intentan justificar su rebelión contra el poder legítimo, basada en antiguas referencias, escriturarias o históricas. Este gran movimiento dio lugar a innumerables libelos, a eruditos tratados y a largas controversias. Cualquiera que fuera el partido, los autores empleaban las mismas armas:

a) en primer lugar la crítica al absolutismo, a medida que este se va afirmando. Se apoya, como François Hotman, en la Franco-Gallica, en argumentos históricos; la monarquía es electiva y el consentimiento del pueblo es necesario. Por ello los estados generales

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deben recuperar su papel de consejero natural y de defensor de la costumbre. Por lo demás, los “magistrados han sido creados para el pueblo y no el pueblo para los magistrados”. Lo que implica una especie de contrato que implica a las dos partes. Se defiende el derecho a la insurrección cuando ya no se defiende el bien común, sino que degenera en tiranía. Entonces es cuando los Grandes y los estados tienen que presionar sobre el soberano para que corrija su acción. De todos estos escritos surge el rechazo a la centralización y el deseo de preservar los privilegios locales. Pero la propia monarquía no es rechazada como la forma normal del poder.

b) Después de 1584 la discusión se centra en el problema de la sucesión.

Los escritos políticos plantean también el problema del tiranicidio. Si bien todos están de acuerdo en considerar que el poder procedes de Dios, las actitudes divergen sobre la actitud que hay que tener frente al mal ejercicio de la autoridad legítima, en particular cuando se cuestionan los “derechos de Dios”. Teodoro de Beza rechazaba las rebeliones particulares,, pero los protestantes, después de San Bartolomé parecen aceptar la rebelión colectiva, dirigida por los demás poderes del Estado. Los miembros de la Liga iban más lejos, reconociendo la legitimidad del tiranicidio cuando “el pueblo” rechazaba al soberano; este no es más que una persona particular, privada de la protección divina. Estos ideales inspiran los atentados católicos al Rey Enrique IV y a Rabaillac en 1610.

Si bien se pueden ver en estos escritos ce circunstancias los gérmenes de ideas futuras sobre la naturaleza del poder y sus límites, conviene no exagerar. La masiva vinculación de los franceses al soberano legítimo, la actitud de los funcionarios y del Parlamento de París en 1593 atestiguan la profundidad del fervor monárquico. En el momento culminante de la crisis, en 1576, Jean Bodin, en La República, daba una definición estricta de la soberanía absoluta, única, inalienable y perpetua y exaltaba la superioridad de la monarquía en la que reside por completo la soberanía, concentrada en una persona. Bibliografía: BENNASAR y Cols. HISTORIA MODERNA. Editorial Akal, Madrid, 2005. FLORISTAN, A. (Coord.) y otros. HISTORIA MODERNA UNIVERSAL. Ariel Historia. Barcelona. 2002. TENENTI, A. LA EDAD MODERNA SIGLOS XVI-XVIII. Editorial Crítica. Barcelona. 2003. RIBOT, L- HISTORIA DEL MUNDO MODERNO. Ed. ACTAS, Madrid, 2006.