hinkemann y los destructores de máquinas

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  • 8/19/2019 hinkemann y los destructores de máquinas

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    os destructores

    de máquin sy

    Hinkem annde ERNST TOLLER

    Traducciónde RodolfoHalffterEdiciónde Juancho senjo

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    Quien no escapaz de soñar tampoco escapaz de vivir.

    Personajes de la tragedia 1

    EUGENIO HINKEMANNGRETE mujer de Hinkemann.LA MADRE DE HINKEMANNPABLO GROSSHAHNMÁXIMO KNATSCHPEDRO IMMERGLEICHSEBALDUS SINGEGOTTMIGUEL UNBESCHWERTFRAENZE amiga de Grete.EL PROPIETARIO DE LA BARRACAOBREROS Y OBRERASDIVERSOS TIPOS DE LA CALLE

    La acción en Alemania. Epoca: hacia 1921:

    . IErnst Toller alude conel nombre que daa suspersonajes a la condición moralo aldefecto físico que caracteriza a cada uno de ellos. Por ejemplo: Hinke-mann significa traducido literalmente «Hombre cojo». Grosshahn .~

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    TO PRIMERO

    Cocina de una casa obrera, que sirve simultáneamentede cuarto de estar. Grete Hinkemann remuevela lumbre.Hinkemann entra. Se sienta a la ,mesa.

    En la mano derecha, que coloca sobre la mesa, ocultaun objeto pequeño. Clava su mirada en esta mano.

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    GRETE.- ¿Te dió mi madre el carbón? Hinkemann noresponde.) Eugenio, te he preguntado si mi madre tedió el carbón. ¡Contéstame Cualquiera dma' que noestás en ti... Eugenio, ¡habla'de unaNez... ¡Es desespe-rante... Ni una astilla... Ni un trozo de carbón... ¿Pre-tendes, acaso, que encienda la lumbre con nuestracama?

    HINKEMANN.- Un animalito. ¡Cómo late su corazón... Senota en la mano. Para él ya no existeel día, sí lanoche...Siempre la noche...

    GRETE.- ¿Qué tienes en la mano?HINK.- ¿Cómo puedes permanecer todavía impasible junto

    al fogón? ¿Cómo no se te caen los pucheros de lasmanos? ¿No sientes que te, envuelven unas tinieblasdensas? Un animalito... Un ser de la TieITa...Como tú,como yo... Para él, la vida era 'alegre... ¡Tirili, tirilí ...¿No le oías todas las mañanas? ¡Tirilí ... ¡Alegríaque dala luz... ¡Tirili, tirilí ... ¡Y ahora... ¡Ahora... Lleguécuando ella cegó al animal ito con una aguja al rojo. Con exaltación.) ¡Oh, oh...

    GRETE.- ¿Quién? ¿Quién?HINK.- Tu madre... Tu propia madre... Cegó a sujilguero con

    una aguja al rojo, porque leyó en el periódico quecantan mejor los pájaros ciegos... Yo aITojéel carbón a

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    sus pies... Y los diez marcos que me dió los he... ¡Grete¡Le he pegado a Wmadre Como se pega al niño quemartiriza a un animal... Luego, la'dejé... Me atormenta-ba una idea... Una idea espantosa, horrible. .. En otraocasión, ¿hubiera yo pegado a tu madre?.. ¿Qué sig-nificaban antes para mí los sufrimientos de un animal...?

    A un animal se le retuerce el pescuezo. Se le mata. Y¿qué? Cuando yo es taba sano, todo esto me parecíanatural... Como si debiera suceder así... Pero ahora, queestoy mutilado, sé que es algo monstruoso... Un crimencometido en mi propia carne.. . ¡Peor que un crimenUna tortura lenta... ¡Pero antes... ¡Un hombre sano esun hombre ciego

    GRETE.- ¿Quéhas hecho? Dime. ¿Qué has hecho? Ya no nosqueda ninguna esperanza.

    HlNK.- Piénsalo: tu madre cegó a un ser vivo. Yo no 10comprendo. Ni 10 comprenderé nunca. Grete Hinke-mann sale.)Tú, mi pobre pajarito... Tú... ¡Cómo nos hanmaltratado A t i y a mí. Han sido los hombres... Loshombres... Si tú hablases, l lamarías diablos a los quenosotros llamamos hombres... ¡Grete ¡Grete Ha sali-do... Le abUlTe,por 10visto, nuestra compañía. Buscapor la habitación.) Unas migajas... Una jaula... ¿Unajaula...? ¿Para que muestres a los demás tu desgracia?¡No No quiero ser crue1... Que tu suerte sea mejorque la mía.. . Porque yo.. . Yo te quiero... Te quiero... Sale apresuradamente. Vuelve pasados unos segun-dos.) ¡Plaf Una manchita roja en el muro... Vuelan unpar de plumas... ¡Y se acabó ¡Una idea... ¡Aquella

    idea... ¡Ytodo vacila... No sé 10que yo hubiera hechoantes, si me hubiesen mostrado a alguien como yo...Porque hay ocasiones en que uno no sabe qué ha-cer... De igual modo, uno no se conoce a sí mismo...Quizá hubiese reído... Quizá hubiese.. . ¡Reído ¿Yella.. .? Fue su madre la que cegó al jilguero... ¿Sé yo,acaso, lo que piensa hacer? Comienza a reír convulsi-vamente. Canta a gritos.) ¡Ah... ¡Ah... Mientras cantaHinkemann, entra Grete. Le mira asustada. Se tapa losoídos. Comienza, de pronto, a sollozar fuertemente.)

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    HINK.- Quizá todos los dioses, ¡juntos ,quedaron enreda-dos, ¡presos , en las alambradas;. . Ellos, que dirigentodas las batallas...

    GRETE.- Siempre tuve fe en la justicia de Dios... ¡Nadie¡Jbdrá quitármela

    PAB.- Si Dios fuese justo, sus accionesseríao también justas,

    señora Hinkemann. Y... ¿Cómo son sus acciones?¿Quiere usted que se lo diga? ¡El rey y.la patria nossacrifican en nombre de Dios ¡Se asesina a los hom-bres en nombre de Dios En nombre de Dios..asirpis-mo, los ricos nos humillan... Se diría que los poderosos,cuando se avergüenzan de sus actos, hacena,J;>iosresponsable... Yo, por mi parte, cedo la fe a quien lebeneficie... Nosotros no luchamos por el Cielo. Sí porla Tierra, por los hombres.. .

    HINK.- Luchar por los hombres... Pero... ¿Ylas máquinas quenos trituran los huesos? Le temo a cada nuevo día de

    trabajo. Cuando, por la mañana, comienzo .a.trabajar ypienso que tengo que resistir.4uran,te. t04° el día...Cuando, por la tarde, pita,la ~irena q~ la fábrica, melanzo a la calle.. . Corro como un loco.

    PAB.- A mí no me causa pavor lamáquina... Junto a ella sientouna alegría diabólica... Le hago saber que soy el amo...La pongo en marcha... Y gime... Aúlla... Gira hasta darsu rendimiento máximo... Hasta que suda sangre... ¡Pordecirlo así... Yo estallo de risa, torturándola... Grito:¡Animalejo, tienes que obedecerme.. . Eugenio;pórtate como yo, ¡como un hombre , y será~un amo...

    HINK.- En voz baja.) Hay ocasiones en que es más fácil serun Dios que un hombre...

    GRETE.- Mirando a Pablo fijamente.) Señor Grosshahn.... ¡Qué mirada la suya... ¡Tan penetranté

    PAB.- jBah

    HINK.- Esa manera de mirar no la aprendiójunto a la máqui-na.

    GRETE.- ¿Dónde, pues?HINK.- ¿Dónde? Las mujeres.. .PAB.- Señora Hinkemann... ¿Qué es la vida para un proleta-

    rio? Cuando viene al Mundo, el viejo le.maldice... ¡Es

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    una boca más Por las mañanas va hambriento a laescuela... Se acuesta, y las tripas se le retuercen dehambre... Después, vende su energía, su fuerza, parael trabajo, como si fuese un litro de petróleo.. . Perte-nece a su patrono, a su principal... Por decido así, seconvierte en un martillo, en una silla, en una palanca,en un tintero . ¿No es así? ¿Qué es, pues, lo único quenos queda? ¡El amor Yo mando en mi amor... Soy sudueño... Puedo decir a los señores patronos, a losseñores de la Policía: esto es mío. Sólo mío... Fíjese: losricos tienen tantas cosas con que divertirse... Viajes alos balnearios... Música... Libros... ¿Qué le queda auno de nosotros? Claro está: tam~ién leemos libros;pero no todos los días... Aprendimos poco en la escue-la... Además, Lohengrinl es magnífico.. . Pero yo pre-fiero las cupletistas... Las operetas... El conde de Lu-xemburgd... El ensueño de un vals... ¿Conoce ustedLa viuda alegre.. .? Cantando.) «Dulce sueño, queamoroso.. .» Para nosotros, proletarios, el amor... Elamor es la esencia de la vida... La flor... ¡Pobres denosotros cuando se marchita Entonces... Lo mejor esagarrar \lna soga y ahorcarse... ¿No es así, Eugenio?

    HINK.- Puede que tengas razón. .PAB.- Señora Hinkemann, usted es una mujer casada... Puedo

    hablar con toda claridad.. . ¿Qué sería la vida para unode nosotros si no pudiese...? Si no pudiese... Todas lasnoches... Con su mujer... Hinkemann observa aGreteemocionado.) ¿Qué dice usted a esto, señora Hinke-

    mann?GRETE.- ¿Qué quiere usted que diga? Con timidez.) Todas

    las mujeres no somos iguales...HINK.- Exaltado.) Yo buscaré trabajo... ¡Grete, confía en

    mí... ¡Yo quiero regalarte algo para NochebuenaPAB.- Puedes ahorrarte el paseo...HINK.- ¡Espera, Pablo jGrete, hasta luego Sale. Pausa.)

    1 Opera romántica en tres actos de Richard Wagner.2 OperetasdeFranzLehar.Hayversiónespañolade ElCondede Luxembur-

    go , letra deJuan José Cadenas y músicade Vicente lleó y de Laviudaalegre , libretode LinaresRivas y Reparaz.

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    PAB.- Un hombre fuerte como un roble.. . Y sin trabajo.. . ¡Apesar de todo, siempre de buen humor Señora Hin-kemano, usted es muy feliz. ¿Verdad?

    GRETE.- Mirándole fijamente. Sin pestañear.) ¡SíPAB.- Cuando los veo a ustedes tan unidos, envidio a

    Eugenio. Grete Hinkemann solloza. Sujeta su cabezacon ambas manos.) ¿Qué le sucede,-señora Hinke-mano? ¡No creo haber dicho nada ofensivo Sin em-bargo, usted llora. ¿Qué le sucede? ¿Busco a Euge-nio? Quizá lo alcance todavía. .

    GRETE.- Llorando fuerte, desesp~radamen e.) Me estalla lacabeza... Me vuelvo loca... .

    PAB.- Preocupado.) ¿Se siente usted mal?~¿Puepoayudarla enalgo? Está usted muy excitada... Muy nerviosa...

    GRETE.- ¡Cristo bendito ¡Cristo benditoPAB.- ¿No se porta bien Eugenio? ¿La pega a usted, quizá,?GRETE.- Lo digo... Lo digo... Lo digo... Lo tengo qge d~cir...

    Mi Eugenio... Mi Eugenio... Mi Eugenio no es~.:No esun hombre...

    PAB.- Señora Hinkemann, usted delira. ¿Tiene usted fiebre?GRETE.- ¡No... ¡Mi Eugenio... ¡MiEugeI1io volvió asídela

    guerra Y ahora... Yo me avergüenzo... ¡.Me comprendeusted, señor Grosshahn? Mi Eugenio no es un hombre...No tiene... Asustada de lo que acaba dedecir, se tapa laboca. Pablo ríe.) ¡Cristo bendito ¿Qué es lo que hehecho? ¿Qué he dicho? ¡Cómo se ríe usted de mí ¡Ay¡Ay ¡Nunca lo hubiera creído ¡No deqí confiarme enusted

    PAB.- Perdone, señora Hinkemann. Lo hice sin querer. Esque... Cuando un hombre escucha lo que usted acaba. de decir, le da risa. Indignado.) Eugenio es un egoís-ta. ¿Por qué la retiene junto a él? ¡Eugeniono la quierea usted Si la quisiera, la dejaría libre... Gtosshahn aca-ricia a Grete. Ella se apoya en él.)

    GRETE.- Eso es más difícil de lo que parece, señor Gross-hahn... No me siento con fuerzas para abandonarlo...Surge un rayo de luz... Luego, otra vez la noche...¡Qué hombre era Eugenio antes de la guerra... Perohoy... No hace otra cosa que cavilar... Ofende a Dios...

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    Riñe con todo bicho viviente.. . Cuando me mira, susojos me traspasan... A veces, me da miedo... Entonces,no puedo soportarle... Y a veces me repugna... Merepugna... Yo quisiera sobreponerme... ¡Cristo bendi-to Yo quisiera ser de otra manera.

    PAB.- Con ternura.) Llore usted, Grete. Llore usted... Laslágrimas que no se lloran son como piedras sobre elcorazón... Esto solía decirme mi buena madre...

    GRETE.- Señor Grosshahn, no se lo dirá usted a nadie,¿verdad? Me arrojaré al río...

    PAB.- No diré nada a nadie, Grete. A él tampoco.. . Callarécomo un muerto... Ten confianza en mí... Ya estuve enla cárcel por una promesa de silencio... Ten confianzaen mí... Tú eres una mujer joven... Mírame... Si temartirizasdeese modo,no vivirásmuchotiempo. ¡Grete...¡Grete... La besa.)

    GRETE.- Ya soy una mala mujer...PAB.- ¿Mala?.. ¿Malo?.. ¿Cómo puede ser malo lo que nace

    de la Naturaleza?... Por decirlo así, de la sangre...¿Malo?.. ¿Mala?... ¡Palabras de curas y capitalistasMala serías, para ti misma, si gmúdaras fidelidad a unhombre que no es un hombre. ¿Fidelidad...? He aquí unconcepto para la gente pobre... Entre los ricos, ya no seusa más que en los cuentos infantiles de las niñeras... Unamigo mío tiene de querida a la señora de un consejerode comercio...

    GRETE.- Alguien sube por la escalera... ¡Si fuera Euge-. ,iO....PAB.- ¡Sí, prefiero irme Grete... ¿Por qué no vienes tú a

    verme? Ya sabes dónde vivo... No temas... Nadie teverá entrar... Yo no suelo recibir visitas... Y en mi casapodrás abrir tu corazón... Por decirlo así, gastar tuslágrimas... ¿Irás a verme?

    GRETE.- No lo sé todavía.PAB.- ¿Recuerdas aún cuando, en el parque Municipal, ju-

    gábamos a hacer castillos de tierra? Entonces, yo yapensaba en ti. .. Grete.. . ¿Irás a verme? Grete Hinke-mann, indecisa, mueve la cabeza negativamente. Derepente, con brutalidad.) ¡Déjate de coqueterías ¡Túirá ,.

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    GRETE.- Yo...PAB.- ¡TúirásGRETE.- Sí...PAB.- ¡Adiós, Grete ¡AdiósGRETE.- Sola. ¡Soy una pobre mujer...

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    ACTO SEGUNDO ~Il'~Jl:il

    i:iESCENA PRIMERA

    Una barraca de feria , pintada de verde. Sentado en un banco,el propietario de la barraca. Frente a él,

    Hinkemann de pie. '

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    ,¡ IINKEMANN.- Señalando sobre una hoja de periódico.¡Aquíestá

    PROPIETARIO.-¿Quéhay?HINK.- ¡Aquí está Leyendo despacio. «Para número sensa-

    cional, necesito hombre fuerte. Buena retribución. Sóloadmitiré material humano de primera calidad».

    PROP.- ¿Es eso lo que le trae a usted por aquí? ¡AcérquesePalpando a Hinkemann. ¡Elbiceps, fofo... El pecho...

    el muslo... La cadera... ¡Fofos Algo así es lo que yobuscaba. Pueden pasar por músculos de hierro. ¡Deprimera ¡Contratado ¿Le hace?

    mNK.- y ¿cuál es mi trabajo?PROP.- Nada de particular. Juego de niños. ¡Atención El

    pueblo no es un rebaño. Sólo los apóstoles de la paz se

    hacen aún ilusiones. Claro está: no tienen la menor ideade lo que son los negocios. El pueblo quiere ver sangre.¡¡¡Sangre A pesar de los dos mil años de moralcristiana. Yo entiendo bien mis asuntos. Annonizo losgustos del pueblo y mis intereses. ¿Ha comprendidousted? Coge unaflauta. ¿Qué es esto? Toca algunasnotas. ¡Alimento de solteronas ¡Achicoria ¡Brrr...¡Qué asco Coge unpar de mazos de bombo. Y esto,¿qué es? Golpea el bombo con fuerza. ¿Qué esesto? Redoble de bombo. ¡Música popular Redo-ble. ¡Borrachera Redoble. ¡Extasis ¡Vida

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    HINK.- Pero... ¿No iba usted a decinne.. .?PROP.- Sí. .. Ahora mismo. Aquí, una jaula con ratas. Aquí,

    otra con ratones. En ellas, un pequeño caudal. Y enseguida, su número. Poca cosa: atravesar de un mordis-co la garganta de una rata y de unratón. Dar dos buenas

    chupadas de sangre. Algunos gestos. ¡Y fuera Esto, entodas las funciones. El público se ret01:ceráde risa.HINK.- Pero... ¿Animales vivos? Señor,no-tengo más remedio. .

    que renuncIar.PRO P.- ¡Bah ¡Qué ñoñería Ochenta marcos diarios y todo

    pagado. Su trabajo durará escasamente cincuenta mi-nutos. Todo es acostumbrarse. Además, hay beneficiosextraordinarios. ¡Se va usted a poner las botas Amigo,tire usted la moral por la borda. Eso es fácil. Hoy, ni lahonra de las muchachas tiene importancia. Hay médi-cos especialistas que reparan virgos.

    ffiNK.- Con codicia. Ochenta marcos...PROP.- ¿Ha picado usted, eh? ¡la, ja, jaffiNK.- ¡Horrible ¡A...ni... ma... les vi... vosPROP.- Intente usted buscar trabajo en otro sitio. No lo

    encontrará. ¡la, ja, ja ¡O esto o nadamNK.- Emocionado. Todo por... mi... mujer... Con ímpetu.

    ¡Cuando uno es amado... ¡Cuando s~ teme perder esepoco amor Señor, ¿no podría usted darme otrotrabajo?

    PROP.- ¡Oesto o nadaHINK.- Gimiendo. Oh... Oh... Oh... Ochenta marcos... Oh...

    Uno de nosotros... Viena... Tíovivos... Siempre giran-

    do... Como un tíovivo... Siempre dando vueltas... Siem-pre dando vueltas... Acepto, señor.PROP~- ¡Por fin ¡Reyes, generales, curas y dueños de barraca

    Ellos son los únicos políticos; agarran al pueblo por susinstintos.

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    ESCENA SEGUNDA

    Luz débil. Sobre la pared del fondo, las siluetasde Grete Hinkemann Y de Pablo Grosshahn.

    PABLO.- ¿Me quieres?GRETE.- A ti. A ti solamente.PAB.- Eugenio piensa...GRETE.- No te ocupes de Eugenio. Le odio, sí; le odio.PAB.- Las mujeres sois muy raras.. . ¿Por qué no huíste de su

    casa cuando él regresó..., cuando supiste...?GRETE.- ¡Ah,no lo sé Yaya no sé nada... Sentía vergüenza...PAB.- Bien mirado, Eugenio es un infeliz...GRETE.- No te ocupes de Eugenio. Yo no quiero...PAB.- Eugenio es mi amigo...GRETE.- No me hables de él. No me hables de él.PAB.- Después de una pausa. ¿Qué sucedió laprunera noche?

    ¿Intentó?GRETE.- ¡Oh,Pablo... ¡CállatePAB.- Si él hubiese estado sano, tú no hubieras ido a mi casa,

    ¿verdad?GRETE.- ¡Que Dios te prive de la palabra . .. ¡Ya mí .. . ¡Ya

    él ... ¡Ya todos ¡La palabra hizo el infierno

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    ESCENA TERCERA

    Plazuela en tiempo de feria. Una barraca, cuydsparedes,pintadas con colores chillones,se alzan sobre el

    fondo de gritos de la multitud. Música de organillo yde cornetín. Sobre un tablado;anÚ la bárraca¡

    una mujer tatuada y Hinkemann en mtii llot de color carne.,

    PROPIET ARIO.- Señores y seftoras:' Acérquense más...siempre más... y escuchen.J. y vean... y admiren...Como primer número: Monaquia, la mujer tatuada...Por delante, pinturas maravillosas 'de un ReIJ1brandt,de un Rubens... Por detrás retratos expresionsitas,fu-turistas, dadaístas, de reyes... Monaquia' no, sólo sedesnuda los brazos... Monaquia no sólo se desnuda laspiernas... Monaquia no sólo se desnuda la espalda...Monaquia os mostrará desnudas todas aquellas partesde su cuerpo cuya exhibición permiten las ordenan-zas municipales y los curas en sus sermones... Señoresy señoras mayores de dieciocho años: como interme-dio, la decapitación de un niño vivo. Vivo de verdad.No hay trampa. Esto no lo han visto ustedes nunca.

    Esto no se ve en Africa. Esto no se ve en Asia. Esto nóse ve en Australia. Esto sólo se ve, af°rtunad,amente,en América y en Europa. Y, como fIn de fIesta, Ho-munkulus, el hombre-oso alemán. Come ratas y rato-nes vivos ante los ojos maravillados del respetablepúblico. ¡El héroe alemán ¡J.,a cultura alemana ¡Lafuerza alemana ¡El capricho de las damas elegantes¡Pulveriza las piedras ¡De un puñetazo clavll un clavoen la cabeza más dura ¡Con dos, dedos estrangula atreinta y dos personas ¡Quien lo ve, le huye ¡Quien lehuye, muere por su mano ¡Quien pretenda conocer

    124

    Europa, tiene que haberle visto de cerca Y aún otrosnúmeros interesantes. ¡Sorpresas cuyos velos, fmísi-mos y trasparentes, no quiero ¡ni debo alzar. Pasen...Pasen ustedes. Hoy no se paga un marco. Ni cincuentacéntimos siquiera... Hoy cuesta la entrada, excepcio-nalmente, treinta céntimos por cabeza. ¡Una miseria

    Pasen... Pasen ustedes. Los primeros ocuparán laslocalidades mejores... La orquesta está terminando...Los artistas ya se dirigen al escenario... Suena untimbre.)jA la taquilla ¡A la taquilla

    UNA MUCHACHA.- Señalando a Hinkemann.)Oye, Teresa,si pudiéramos tocarle los músculos del brazo...

    OTRA MUCHACHA.- O los del pecho.PRO P.- Que ha oído esta conversación.)Si, señoras. Pueden

    ustedes t6carle iY no tocarán cartón Tocarán a Ho-munkulus, la encarnación de la fuerza alemana. Entran Grete Hinkemann y Pablo Grosshahn, abraza-dos amorosamente. Mientras hablan, cesa el bullicio.Lamultitud gesticula.)

    PAB.- La vida es hermosa, Grete. ¡Gritaréde alegría ¿Quieressubir otra vez al tíovivo? ¡Atenderé tus menores deseos

    GRETE.- Estoy soñando... Todo esto me parece un cuento...Enterrada durante seis largos años en penas, en angus-tias... Escondida, como una rata en su agujero, sinatreverse a salir a la luz... Yo nunca tuve grandespretensiones, Pablo. Por mi casa sabía lo que la vidapuede ofrecer a una muchacha proletaria . Si todo vabien, trabajo duro, durísimo,'hasta la vejez... Y enton-ces, a depender de los hijos. Pero, si se tuercen las

    cosas, riñas, disputas, palizas.PAB.- Ahora comenzará para ti una vida nueva.GRETE.- Pablo... Grete Hinkemann besa a Grosshahn

    apasionadamente.)PAB.- Aparte.) ¡Cómo ha perdido el pudor . .. Así, delante

    de todos... Eso ya lo sabía yo... El pudor, por decir loasí, no es más que un concepto. Se oye la voz del propietario de la barraca.)

    PROP.- Homunkulus, el hombre-oso alemán... Se extingue la voz del propietario de la barraca.)

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    quiera se lo toleraré a la Revolución ¿Te enteras? Los dos pagan y salen .

    TEJERO.- Al salir. ¡Pizarrero presumidoPIZARRERO.- Al salir. ¡Tejero andrajosoTEJERO.- ¡Señor pizarreroPIZARRERO.- ¡No te deja engordar la envidiaKNATCH.- ¡Viva la unidad del proletariado -¡Viva el frente

    único ¡Bah, bah ¡Al demonio Repara en Hinkemann,que acaba de entrary que se sienta -solo- a una mesa.Eugenio, ¿tú por aquí?

    mNK.- Tengo seca la garganta. Y, en la boca, un sabornauseabundo a sangre de animal, a veneno... Echaré untrago de aguardiente... Con rudeza. Peto... ¿Porqué teasombras? Yo no prediqué nunca la abstinencia.

    KNATSCH.- ¿Asombrarme yo? ¡No, hombre Ahora bien;a mí no me empujan a la taberna los malos sabores oeboca. Me basta con contemplar la cocina de mi casa,

    que es salón, dormitorio y lavadero a la vez. Cuandopienso en los hijos, que carecen de lo más necesario, yen la compañera, que se pasa todo el día gruñe que tegruñe... Doy media vuelta en la escalera... Ya la taber-na de Enriqueta... Nosotros, los hombres, tenemos laculpa de que nuestras mujeres se nos insolenten. Encasa nos callamos como muertos. En cambio, en losmítines soltamos, ante caras, desconocidas, toda estaretahila de cosas: la verdadera vida nueva, la felici-dad...

    Mientras habla M. Knatsch, entra Miguel Unbesch-wert.

    UNBESCHWERT.- Comenzando a hablar desde lapuerta. Hoy por hoy, la felicidad sólo reina en lospalacios, en las villas de los ricos. Disponen de veintehabitaciones. Y les parece aún poco. Pero la guerra haconmovido los cimientos de la sociedad burguesa...Los muros se agrietan... Se ven caras pálidas, se oyeun castañeteo de dientes. Y les tiemblan las piernas aaquellos que les torturan los remordimientos, que nopueden conciliar el sueño. Camaradas, ¡se hace la luz

    SINGEGOTT.- Tu luz no es la luz verdadera. ¿Piensasque todos los obreros militamos en vuestro partido?

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    Te equivocas de' pé a pá. Hay obreros que buscan suideal en otro lugar muy distinto al vuestro. Olvidáissiempre este... pequeño detalle.

    HINK.- Hablas de la luz, de la felicidad, camarada Unbesch-wert. He meditado largamente sobre este tema, y hellegado a este resultado:-no se puede hacer feliz a todoel Mundo... Creo que' la felicidad; entendámonos: laverdadera felicidad, es algo que uno posee o no posee.Es algo innato.

    UNBESCHWERT.- Ideologíaburguesa,camaradaHinkemann.Tus palabras son realmente-extrañas. Con el énfasis delorador de mitin. La nueva organización social saldrádel seno de la evolución histórica de los acontecimien-tos. Así como el Báltico y el Mar del Norte avanzan cadadía tierra adentro, sin que nos demos cuenta de ello, asícualquier día amaneceremos' en el Estado socialista,también sin habernos apercibido de ello. Bastará que

    se hayan dado las «circunstancias favorables». Estoestá demostrado científicamente. Entonces, ¿cómo esposible que no seamos todos felices? Entonces no pro-duciremos, antes que todas las demás, las camisas deseda, porque las necesiten un par de señoritingascursis. Entonces produciremos las primeras las camisasde lana, baratas, para los que carecieron de ellas. Endos palabras: constituiremos una Humanidad con sen-tido común. El sentido común allanará todas las dificul-tades. El sentido común proporcionará a todos el bie-nestar. Y entonces, el tránsIto del reino de la necesi-dad al reino de la libertad. Encarándose .con MaxKnatsch. Pero aquellos extremistas que creen quepueden saltarse a la torera las etapas de la evoluciónhistórica, aquellos ilusos y soñadores de Rusia quepretenden sustituir la ciencia por la acción... .

    KNATSCH.- ¡Escupe tus maldiciones Cuando hacéis unasfrases, las colocáis a diestro y siniestro. Para ser curano te falta más que el bonete. Amigo mío, cuando secarece de espíritu revolucionario, no sirven de nadalas circunstancias favorables. Pero, en cambio, si eseespíritu alienta en uno, todas las circunstancias son

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    131

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    buenas para comenzar una vida nueva. ¡Inmediata-mente ¡Hoy mismo Sin esperar a que lleguen' esas«circunstancias favorables». Para vosotros sólo existeuna palabra: obediencia. jy que no oS hablen' de res-ponsabilidad Por otra parte, siempre ,os habéis rajadocuando se os pedía actuar en vista de que 'había llega-do el momento oportuno, de que ;,sehabían dado las tancacareadas «circunstancias favorables».

    SINGEGOTT Tampoco tu luz es, la luz verdadera, MaxKnatsch. ¡He despertado; camaradas He visto brillar laverdadera luz. Hacia ella me'encamino en peregrina-ción. Hacia la luz del cielo.,

    IMMERGLEICH A mí meda,todoigual. Pero que nadie memoleste, porque... ¡entonces... ,

    UNBESCHWBERT Knatsch, tú no estás afiliado a,ningúnpartido. ¡Eres un anarquista Eres un, irresponsable.No vale la pena, pues, discutir contigo. Y tú, S~gegott,careces de espíritu de clase. Las «circunstancias,favo-rables», repito, son lo esencial. Lo demás, itodQ lodemás, es secundario.

    HINK Dirigiéndose a Unbeschwert. ¿Secundario? Es posi-ble... Dices cosas muy acertadas, muy sensatas, que mellegan al corazón.. . Por ejemplo, lo de las camisas deseda y lo delas camisas delana... El hombreno es buenocuando tiene hambre... Primero hay que darle un techopara guarecerse, comida y hasta un poco de lujo, parapoderle exigir, después, una conducta buena... Es po-sible que yo sea muy torpe para,comprender las cosas,

    para verlas con tanta claridad como tú... Por algo eresfuncionario del partido... Miguel Unbeschwert sesiente ofendido. Hace un gesto de desagrado. Estono significa que yo esté en contra del partido. Para unproletario, el partido es algo más que para un burgués.Para un burgués es eso: el partido simplemente. ynada más. En cambio, pata un proletario 'el partido essu religión, a pesar de los favoritismos, a pesar de loschanchullos... Un proletario consciente de sus debe-res dedica al partido sus actividades mejores. Pero,jdime , si un hombre padece una enfermedad incura-

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    ble..., una enfermedad que le destroza por dentro ypor fuera.. . ¿Pueden hacerle dichoso a un hombre asílas circunstancias favorables?

    UNBESCHWERT No te comprendo.HINK Es natural. Mira; desde que me hirieron en el frente,

    no razono como es debido... Todos los días, al levan-tarme, tengo que hacer un esfuerzo extraordinariopara poder pronunciar dos palabras seguidas, parapoder ordenar un poco mis ideas... ¡La vida es muyrara Nos torturan tantas cosas, que no acertamos acomprender. Comprender la vida... He aquí algo im-posible... Tan imposible como secar el mar o comoconocerse a sí mismo... Intentaré'explicarme con másclaridad. La guerra mutiló a muchos hombres.. . ¿Quéserá de ellos el día que se establezca la nueva organi-zación social?

    UNBESCHWERTLa sociedad les socorrerá. Si es pre-ciso, les vestirá, les alimentará. Y, sin duda, serán tan

    felices como los demás hombres.HINK ¿Y al que, por ejemplo, le falten los brazos?UNBESCHWERT Se le pondrán los brazos artificiales y,

    entonces, se le encomendarán trabajos fáciles, senci-llos...

    HINK ¿Y al que le falten las piernas?UNBESCHWERT La sociedad le socorrerá también de

    una manera parecida... 'HINK ¿Y al que tenga el alma enferma?UNBESCHWERT

    Sin sentimentalismo. Ese irá a unacasa de salud, donde será atendido con cariño. Mejor,desde luego, que en las casas de salud actuales, dondelos enfermeros tratan a los desgraciados pacientespeor que a fieras. ..

    HINK No me has entendido. No me referí, como tú supo-nes, a los enfermos mentales... Hablo de aquellos que,aun estando sanos corporalmente, tiene el alma enfer-ma...

    UNBESCHWERT Esos enfermos no existen. El que tie-ne el cuerpo sano tiene también el alma sana. Esto esde sentido común. Y si está loco, ya le encerrarán.. .

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    HINK.- Otra pregunta: ¿Y al que en la guerra un tiro lehaya... arrancado... de cuajo... los órganos sexuales...? lmmergleich ríe.

    UNBESCHWERT.- Enjugándose con un pañuelo el su-dor de lafrente. ¡Qué pregunta más enrevesada Nosé qué contestarte... En buen lío me has metido...Camarada Irnmergleich, ¿a qué viene esa_risa...? Algoasí puede suceder...

    KNATSCH.- La cosa es para llorar y no para reír.SINGEGOTT.- Dios se apiadará de él y le pr.emiará... .UNBESCHWERT.- No sé... No sé qué contestarte, camarada

    Hinkemann... Según mis noticias, nadie ha planteadotodavía ese problema a la ciencia materialista... Pero...¡Qué burro soy... ¡Ja,ja,ja La cosano puede~tar ~ásclara: en la sociedad futura, como es.natural,,no JIabráguerras.

    HINK.- Cuando se constituya la sociedad futura pueden existirya tales mutilados. Además, nos puede pillar;la,máquinay dejamos sin órganos sexuales.. . ¿Cómo ~s posibleentonces hacemos felices? .

    UNBESCHWERT.-Otra preguntita... Otrapreguntitadeaupa...KNATSCH.- ¡Sutilezas El hombre es más feliz si nopiensa en

    esas cosas... Además, nosotros, proletarios; no pode-mos perder el tiempo en buscar tres pies al gato. Nosdebemos en cuerpo y alma a la Revolución. Los hom-bres a los que les suceden esas desgracias son unosmártires. y el proletariado tienen también derecho aescribir su martirologio.

    HINK.- Yo soy de tu misma opinión; pero no veo inconve-niente en que hablemos estas cosas. Estas cosas, al finy al cabo, son pedazos de nuestra vida... A propósito:os voy a referir una historia~Viene ahora como anilloal dedo... Es la historia de un amigo íntimo... No era unhombre de relieve... Ni siquiera funcionario del parti-do.. . Uno de tantos obreros que luchan... Yo le queríade veras... Se casó a los veinte años... Conoció a sumujer en la fábrica... Una pareja ideal... Ella, delicada,tierna... El, un hombrón, orgulloso de su fuerza... Esta-lló la gran guerra... Fue incorporado a un regimiento

    134

    de Infantería... No tenía hijos... El jornal, mezquino, nole pennitía ese lujo... Como es natural, amaba a sumujer; pero en el frente se dió cuenta cabal de lainmensidad de su amor... Pensaba en ella a todas ho-ras... Y, de pronto, tuvo un deseo... Un deseo vehe-

    Q. hi . U hi .? N , Dente... liSO tener un JO... ¿ n JO. j o os,

    tres, cuatro, cinco... Su mujer haría una buena madre...Olvidó las penalidades que afligen a una familia obre-ra numerosa... ¡Qué sabíamos allá, en el frente, de lavida, de la Naturaleza, de la Tierra, de los bosques...Durante la semana, uncidos al yugo... En un cine infec-to matábamos las tardes de los domingos... Veíamos pe-lículas... Esas películas que falsean la verdad... Un rica-chón, dueño de un castillo, que saca del arroyo a unapobre infeliz y que la eleva hasta sí... Y otras sandecespor el estilo... Vivíamos una vida de máquina... En unabatalla, mi amigo fue herido... El corazón se le llenó de

    felicidad... Pensó que así volvería a su casa... No habíadisfrutado la más pequeña licencia... Despertó en elhospital... Se tentó el cuerpo... Un vendaje le sujetabael vientre. .. Oyó una voz: «Nuestro eunuco se acabade despertar. ¿Qué cara pondrá cuando se ente-re. ..?». Hablan de mí, pensó mi amigo.. . Pero... ¿Porqué me llaman eunuco?... Se quedó de una pieza...Cerró los ojos rápidamente... Como el que quiere nover algo que le desagrada profundamente... Aquellanoche no dunnió... Supo la verdad al día siguiente... ¡Ygritó ... ¡Gritó con todas sus fuerzas ... Como un jabalí

    herido.. . Notó, de pronto, que su voz se atiplaba... Secalló... Quiso pensar en su mujer... Pero no pudo... Losojos se le nublaron... Se quedó rígido... Como cuandouno pierde el sentido... Quiso ahorcarse... Le faltóvalor.. . Volvió a su casa... Vino a verme... No en vanoéramos amigos íntimos... ¿Qué debía él hacer?~..¿Cómo decírselo a su mujer? Me quedé desconcerta-do. Su situación era realmente ridícula... Sentí compa-sión y repugnancia... ¡No sé por qué ... No supe quéaconsejarle. .. Lo observé... Observé a su mujer.. . Vicómo sufría... Pero... ¿Nos vemos los unos a los

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    ~,

    PAB.- Grete no me quiere... Busca sólo su placer... ¡Que teconste . .. Y cuando yo no la dé gusto, se,irá con otro,con otros...

    HINK.- Con ira. ¡Canalla

    KNATSCH.- ¿Qué os ocurre? ¿Por qué regañáis aquí en lataberna? ¡Hacedlo en vuestras casas Con las compa-eras...

    PAB.- No regañábamos... -

    KNATSCH.- Quisiera veros entonces cuando regañáis.PAB.- Estuvimos en la feria... Y...

    HINK.- Cogiendo a Pablo Grosshahn del lJrazo. Pablo...Cállate... Por Grete...

    PAB.- ...Yallí vimos al hombre más fuerte del MU1)do. ¡Untíocomo un oso ¡Devora ratas y ratones vivos ...

    KNATSCH.- Esa clase de espectáculos sólo divierte a loseuropeos... ,

    PAB.- Reparé en el individuo en cuesti6n... Lo conocí... Yno pude por menos de reínne a carcajadas.:. El hom-bre más fuerte del Mundo es un,conocido inío, que notiene... En la guerra... ¡Pif, pafl... Lo dejaron sin... ¡Esun pobre eunuco ... Es... Todos, inclusmSebaldus Sin-gegott y Miguel Unbeschwert, ríen a carcajadas. Estarisa pone a Hinkemann los ojos desorbitados, llenosde dolor profundo. Gritando. Es...

    HINK.- Levantándose de la silla. En el centro de un haz lu-minoso. Primero se expresa con torpeza; luego, consencillez. Es Hinkemann... Reíros todos, todos...Como se rió aquella mujer. .. Mi mujer.. . Reíros más,más... En vuestra vida no volveréis a gozar de unespectáculo semejante... Miradme todos... Soy uneunuco. ¿Queréis oínne cantar? ¿No canto igual queun jilguero ciego?... ¡Imbéciles ... ¿Qué sabéis voso-tros de los sufrimientos de una pobre criatura humana?Tenéis mucho que cambiar Para poder constituir lanueva sociedad... Combatís a la burguesía y estáisinflados de su presunción, de sus prejuicios... Os faltacorazón... Igual que a la burguesía... Os ,odiáis unos aotros porque pertenecéis a partidos distintos... Nadieconfía en el prójimo... Nadie confía en sí mismo...

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    mi

    I J.

    Ahora bien: palabras no os faltan... Palabras para pro-meter la felicidad eterna... Pero esas palabras sólosirven a los hombres sanos... No veis más allá de vues-tras narices... No os dais cuenta que existen seres a losque no puede hacer felices ningún Estado ni ningúnrégimen social... Allí donde terminan vuestros reme-dios comienzan nuestros sufrimientos. .. Allí está elhombre solo... ¡Solo ...Allí se abre un abismo a sus pies:el desconsuelo... Allí le cubre un cielo de plomo: ladesgracia... Allí le aprisiona una selva: la burla, elescarnio... Allí ruge un mar encrespado: el ridículo...Allí nos envuelven las tinieblas del encono, del odio...Allí estamos solos... ¡Solos ... Y nadie puede auxiliar-nos... Pausa. Hinkemann sale tambaleándose.

    KNATSCH.- ¿Adónde vas?IDNK.- Mi mujer se ha reído...

    La escenasiguiente ha de llevarse con gran rapidez. Elescenario se oscurece. Sólo se distingue elcontorno de lospersonajes.

    UNBESCHWERT.- Asomándose a lapuerta. ¡HinkemannL..¡Hinkemann ... Ya no lo veo... Si lo hubiéramos sabi-do... La culpa es de este Mundo de vergüenza...

    SINGEGOTT.- Acabo de apagar la luz del Cielo... Yo heescarnecido a un hombre crucificado...

    PABLO.- Sollozando. Hay que consolarle...IMMERGLEICH.- Grosshahn, eres un canalla...KNATSCH.- Todo es sencillo. Y nada es sencillo... Enriqueta,

    ¿cuánto te debo?

    9

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    ACTO TERCEROESCENA PRIMERA

    Una calle. Crepúsculo vespertino. Al levantarse el telón,aparece, en primer término, Eugenio Hin.kemann

    apoyado en un farol. Se le acerca un niño.

    NIÑO.- Mi hennana tiene trece años...~K.- Sin prestar atención. Es posible...

    NINO.- Mi hennana es bonita...Mi hennana sólo tiene treceaños...HINK.- ¿Tienes hambre?NIÑO.- Mi hennana tiene una habitación reservada... y

    trece años... Pasa una vendedora de buñuelos. Hin-kemann se acerca a ella y le compra algunos buñuelos.Se los daal niño. .

    HINK.- ¿Tu hennana sólo tiene trece años?.. y tú ¿cuántostienes? ...NIÑO.- Siete... Muchas gracias señor:.. Pero... No adelanto

    nada hablando con usted... ¡Ay ... ¡Usted es tan tonto ...Usted no me entiende... El niño sale. La luz de losfaroles se hace más intensa. Circulan por la escenatipos de la calle. Entra, sonriente, el propietario de labarraca. Viste defrac, con abrigo y chistera.

    PRO.- Pero... ¿Qué veo? Si es... Si es Hinkemann... ¡HolaHinkemann ... ¡Hombre de Dios ... ¡No se exhiba ustedde ese modo ... ¡No hay que prodigarse ¡Quien quieravedo que pase por la taquilla ¡Un número de su im-portancia ¡SU número conquistará Europa ¡Con sunúmero descubriremos América por segunda vez¿Qué munnura usted?

    HINK.- Señor director... El crimen se ha hecho dueño -delMundo. Señor director: mire usted a su alrededor.

    140

    Mire usted a su alrededor. Yo ya soy un vidente.Acaban de operarme las cataratas. ¡Luz cegadora¡Noche ¡Hágase la noche ¡Hágase la noche

    PRO.- ¡Parece que sale usted de la taberna El aguardientehace su efecto. Escúcheme Hinkemann. Es el consejode un hombre experimentado. Bebe usted mejor unabuena botella de vino que cinco copas de aguardiente.Buen negocio para su propietario una taberna así;pero ¡caramba mal negocio para los clientes.

    HINK.- Se engaña usted señor director. La visita que hice a lataberna me fue muy provechosa. Allí me operaron lascataratas. Y ahora soy un vidente. Veo la verdad de lascosas. La verdad desnuda. Veo los hombres. Y veonuestro tiempo. Señor director: la guerra ha estalladootra vez y los hombres se matan. Se matan riéndose acarcajadas.

    PROP.- ¡Bien Pero siusted es un vidente como dice verá queya nadie piensa en la guerra. Con discursos bélicos-patrióticos no se gana hoy ni un solo céntimo. Seacabaron aquellos tiempos. Ahora triunfa en Europa lacultura que proporciona el ciento por ciento de bene-ficios. ¡Todose anima Se baila se grita. ¡Abrausted losojos ¡Hayque hacer algo Hacer algo... He aquí el quidde nuestro tiempo. Ahora bien no importa lo que sehaga. Se puede ser boxeador agitador de masas popu-lares especulador en Bolsa jugador corredor de lasdoce horas general bailarín ministro fabricante dechampán profeta; divo... ¡Florecen los negocios ¡Hayque aprovechar la coyuntura La pequeña dosis nece-saria de ética se obtiene completamente gratis. ¡la jaja Bueno... Bueno... Sobre todo no olvide ustedmañana que hay que ser puntual.

    HINK.- Señor director: yo ya no quiero volver a la barraca.PRO.- ¡Hombre no bromee usted ¡Qué gracia ¡Y ahora

    que se iba usted acostumbrandoHINK.- No lo tome usted a mal señor director; pero yo no

    quiero volver a la barraca... Aún me queda dinero delanticipo... Conviene pues que arreglemos cuentas...

    No quiero que nadie pueda echarme en cara el haberengañado al público por unos marcos miserables.

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    PRO ¿Qué dice usted? Por lo visto, lo de su murria va enserio. No, amiguito, no. La broma es la broma y laseriedad es la seriedad. ¿Quién ha fmnado el contratopor toda la temporada? ¿Usted o yo? (Con brutalidad.)La Policía le obligará a trabajar... Contrato..., he aquí elsostén de la sociedad burguesa. Pretende usted lesio-nar lbs bienes sagrados de la nación. .La fuerza delEstado me protege. No hay remedio. O acude ustedmañana a la barraca o le arrastrará a ella la Policía.(Cambiando de tono.) ¡Nada de bromitas, HinkemannYo le aprecio y quiero evitar que vaya usted a lacárcel. ;'

    HINK Señor director: acaba usted de hablar de la cárcel.Las ratas y los ratones, a los que yo tengo que morderla garganta, están también,presos ,hasta queme encar-go de su muerte. Y algunos hombres libres están, sin

    embargo, también encarcelados... Y no cometierondelito alguno. Lo mismo que las ratas y ratones de minúmero... Una ventana enrejada... Muros; junto a ellosse marchita la vida... Grilletes que muerden la carne...Señor director: nada de eso me asusta... (Gritando. Conodio.) ¡Usted es Satanás ... ¡Usted es Satanás ... ¡Ustedalimenta a los hombres con sangre ... ¡Los deshonra ...¡Yo ... ¡Yo ... ¡Oh ... ¡Yo ... Pero vendrán otros... Otroshombres que... ¿Sabe usted ya que existe una mujer quese ha reído de Homunkulus? (Con amargura.) Esamujer es mi mujer. Se ha reído más que nadie.. . Ahorallorará... Pero... Tengo un tapón en los oídos... Untapón de risas y de burlas.

    PRO ¿Quién lo diría? Siempre balbu~eando, como el queno es capaz de decir tres sílabas seguidas, y ahora, depronto, un' discursito insolente. ¿Qué hago yo? ¿Quésoy yo? Yo beneficio al Estado. Como todo hombre denegocios, como todo hombré de crédito sólido. (Cam-biando de tono. Con jovialidad.) Hinkemarin: no pue-do tomarle en serio. Usted está borracho. Mañana ha-blaremos. ¡Qué lástima, Hinkemann ¡Un hombre de sutalento ¡Usted, el «clou» de la temporada Hastamañana. (lIl propietario de la barraca sale.)

    142

    ,..

    HINK (Solo.) Hasta mañana. ¡Y cómo lo dice Hasta maña-na. Como si estuviera seguro de que habrá un mañana.Yo soy un vidente. Yo veo... ¡oh , la lu~...La luz... Misojos... Mis ojos... (Hinkemann cae al suelo desmayado.Desde este momento, hasta la escena segunda, todo ha

    de suceder como si se tratara de una pesadilla de Hin-kemann. Todos los personajes parecen amenazar aHinkemann, que yace en el suelo en primer término.Luego, todos ellos se desvanecen en la oscuridad delfondo. De todas las laterales salen inválidos de la gue-rra. Unos, mancos; otros, cojos. Todos llevan ataúdessobre sus hombros. De pronto todoS se paran. Uno auno van diciendo: «¡A la orden » Permanecen quie-tos. Como se encuentran unos frente a otros, no pue-den avanzar. Repiten de nuevo: «¡A la orden » Hayunos segundos de silencio. De pronto, como obede-ciendo a una orden superior, se ponen todos en mar-cha; pero como ninguno cambia de dirección, chocanlos unos contra los otros. Igual que si pretendieran,inflamados de sentimiento revolucionario, asaltar unabarricada de la reacción, gritan: «¡Abajo los perros,abajo los perros, abajo los perros de la reacción »Golpean unos ataúdes contra los otros. Un instante,como asustados por el ruido, se detienen; pero des-pués vuelven a atacarse de nuevo en igual forma.Entran unos cuantos policías, que gritan: «¡Orden,

    orden ¡Respetad a la autoridad ¡Veteranos » Cesa lalucha. Se hace el silencioy todos dan una media vueltamilitar para salir a paso marcial y en formación pordonde habían llegado. Cantan: «¡Aplastaremos a losfranceses, aplastaremos a los franceses.. . » Cuandotodos han desaparecido, entran varios vendedores deperiódicos.)

    VENDEDOR P.- ¡Número extraordinario ¡Asunto sensa-cional ¿Apertura del Bar de la Victoria ¡Bailarinasdesnudas ¡Jazz band ¡Champán francés y cocktailsamericanos

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    VENDEDOR 2 .- ¡Edición de la noche deEl noticiero.Mantanzas de judíos en Galitzia3.La sinagoga es arra-sada por el fuego. ¡Mil personas quemadas vivas

    UNA VOZ.- ¡Bravo, bravo Todos los judíos, debían vivir enGalitzia.

    VENDEDOR 3 .- ¡Tria Trei La es~lla de la pantalla másbella del continente. Tria Trei es la protagonista de lapelícula policíacaLa vampiresa que asesinó a veintehombres. ¡Sensacional ¡Brutal ¡Sacude los sentimien-tos ¡

    VENDEDOR 4 .- ¡La peste en Finlandia ¡Lasmadres, hórro-rizadas, estrangulan a sus hijos ¡Información sensacio-nal ¡La rebelión del proletariado El Gobierno envíacien automóviles blindados para restablecer el orden.

    VENDEDOR 5 .- ¡El nuevo espíritu de Alemania ¡Nuestrotiempo bajo el signo de la cruz ¡Proyección del cinedra -ma bíblicoPasión y Muerte de Nuestro Señorlesucristo¡El célebre Glin Glanda en el papel del Salvador Comofin de fiesta, combate de boxeoeÍltTe Carpentier yDempsey. ,

    VENDEDOR 6 .-El invento más trascendental del siglo XXGas tóxico de potencia inaudita. Una escuadrilla deaviación es capaz por medio de este gas de destruir lamayor ciudad con hombres y animales. El inventor hasido nombrado miembro de honor de las Academiasde todos los países..Le ha sido concedido un título pon-tificio.

    VENDEDOR 7 .-¡La baja deldólar ¡Elasuntp deJa natalidad,según las últimas estadísticas oficialesVENDEDOR 8 .- ¡Inauguración del Banco popular ¡Dividen-dos elevadísimos ¡Hasta el ciento por ciento El pro-blema social resueltoDos viejos judíos polacos atraviesan la escena.)

    J Al final izar la 1~Guerra Mundial, los nacionalistas octavianos proclama-ron enLvov (13 -11 -18)laRepública Popular de Ucrania Occidental y el31-1-19 suunión con Ucrania. Polonia rechazó ladecisión y sehizocon elte-rritorio por las armas. El tratado deRiga (18-3-21)Y laConferencia de Em-bajadores (15-3-23)resolvieron enfavor dePolonia. Pero los Ucranianos noseplegaron habiendo una masacre, muriendo muchos judíos.

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    JUDIO 1 .- ¡Qué quiere usted que le diga ¡Nos han maltra-tado, nos han despojado de nuestras camas. Nos hanarrebatado nuestras mujeres, nuestros hijos. Dios nosha obsequiado con todos estos sufrimientos.

    JUDIO 2 .- ¡Qué importan los sufrimientos Nosotros somos elpueblo elegido. Elegido por la misericordia divina paratodos los sufrimientos. Pasa una prostituta joven Y su chulo.)

    PROS.- ¡Era tan simpático, tan inocente Pasé toda la nocheacostada con él y me conformé con un par de marcos.

    CHULO.- ¡No fastidies ¡No me vengas con tonterías Si lapróxima vez te confonnas sólocon amor, como la hija de

    . un pastor protes~te...PROS.- ¡No me riñas ¡Estoy enferma...Salen.)

    Entra la vieja vendedora de buñuelosy un comprador.)VENDEDORA.- ¡No ofenda usted al nuevo Mesías, señor No

    le ofenda. A nosotras, viejas mujeres, nos ha devuelto la

    esperanza. Ya raya la aurora en el horizonte. El reinoprometido de Sión está próximo.COMPRADO R.- Se le llevarán a usted los últimos ahorros.VENDEDORA.- ¡Y qué me importa, querido señor . A una

    vieja decrépita, como yo, ya no le puede ir peor. No measustan las plagas de este Mundo. Las he saboreadotodas, hasta hartarme. Mi alma tiene sed de salvación.El reino de Sión está próximo. Lo sé, lo sé con seguri- dad. Salen.)

    Entran un vendedor ambulante y un «pollo bien».)VENDEDOR.- Se trata de un nuevo remedio contra la im-

    potencia. «¡El Tieso »POLLO.- ¡Gracias, gracias Yo sólo uso «El Bienhechor».VENDEDOR.- Esa marca ya no se fabrica. No daba resulta-

    do. Era una porquería. «El Bienhechor» es ahora unamarca registrada de betún. Salen.)

    VOCES.- ¡Aquí hay un hombre muerto ¡Aquí hay un hom-bre tumbado en el suelo ¡La víctima de un atentado¡Guardias ¡Guardias

    OTRAS VOCES.- ¡Es Homunkulus, el héroe de la feriaTiene una indigestión de sangre de ratas. Entra un guardia.)

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    GUARDIA.- ¡Debe tratarse de un espartaquista ¡Ya tene-mos un proceso ruidoso El canallá tenía un revólveren la mano. Si no llega a suicidarse, le machaco lossesos con el rompecabezas. Esta gentuza tiene queaprender a obedecer. ¡FirmesEntra un soldado lanzador de llamas. ,

    SOLDADO.- Nuestro regimiento no ha hecho nlll cllprisione-ros. Al enemigo que cae en nuestras manos, lo hace-mos polvo. ¡Adiós He recibido la orden de pegarfuego a ese campo de trigo. Sale.Entran, por todas las laterales, prostitutas.

    PROS. P.- ¡Yo quiero acostarme conJ;Iomunkulus jTraédme-lo Le daré vino y se repondrá:

    PROS. 2i .-No, no, traédmelo a mí.PROS. 3i .-No, no, a mí, a mí.PROS. 4i .-¡Viejazorra, a ti la última Ni siqúiera tienes cartilla.

    Si no te callas se lo digo a los guardias. . ,, , Lasprostitutas 311 y 411e agarran de lospelos. Suena unamarcha militar.

    TODOS.- ¡Soldados, soldados ¡Viva, viva Todos salen dejati-do a Hinkemann. La luz de losfaroles se hace más tímidaante el brillo del acontecimiento militar. La música se

    - pierde en la lejanía. Depronto, Hinkemann se incorpora.HINK.- y sobre mí el Cielo eterno... Y sobre mí las estrellas

    eternas...

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    ESCENA SEGUNDA

    Habitación de Hinkemann. Max Knatsch, apoyado en lamesa, espera. Entra Hinkemann. Lleva en la mano unobjeto envuelto. Sus ojos tienen un brillo de fiebre.

    KNATSCH.- Te esperaba, Hinkemann... Quería explicartelas. razones...

    HINK.- Querido vecino: no es necesario. No convencen lasrazones... Sí, los sentimientos... Sabes tú qué es lo que

    tengo en la mano.KNATSCH.- ¿Cómo vaya saberlo?HINK.- Tengo la razón. No, las razones. La razón. Pasé delante

    de un escaparate y al mirar el objeto que allí se exhibíano supe si reír o llorar... Cerré -los ojos... Creí quedeliraba... Al abrirlos, vi que el objeto estaba todavíaallí, en el escaparate... Entré en la tienda... Pregunté:«¿Por qué exponen eso?» El dependiente me respon-dió: «Es una estatuilla de Príapo»4.Como el dependien-te comprendió que yo no le había entendido, añadió queen Grecia y en Roma adoraban a Príapo como a un dios.

    Yo le pregunté: «Seguramente, ¿le adorarían sólo lasmujeres?» El dependiente me dijo que le adoraban lasmujeres y también los hombres... Le pregunté si mevendía la estatuilla de Príapo a plazos. Me contestó queno, que él sólo vendía al contado. Yo me disculpé. Ledije que, como obrero, tenía la costumbre... En fin, hedejado allí mi reloj y me he traído el dios a casa.

    4 Dios de la horticultura y lafructificación, nació enAsia Menor. Se represen-ta generalmente bajo laforma de unfalo con cabeza de hombre, cuernos demacho cabrío, orejas decabra y coronado depámpanos.

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    Hinkemann desenvuelve el paquete y saca la estatui-lla de bronce del dios Prlapo., La coloca sobre elfogón. Enciende una vela junto al dios.

    KNATSCH.- Estás demacrado. ¿Te sientes enfermo?illNK.- No, no. Me encuentro bien.KNATSCH.- ¡Oye: me quedaré aquí contigo, hasta que llegue

    tu mujerHINK.- ¿Has visto tú ya hombres enla calle?KNATSCH.- ¡Quépreguntamásextraña¡HINK.- Por la calle se suele ir ciego... Pero, de pronto, se ve,

    Knatsch... ¡Es terrible cuando se ve, cuando se ven lasalmas de los hombres ¿Sabes tú lo que son las almas?Una es un pedazo de tocino. Otra, una,máquina. Otra,un casco de acero... ¿Has cegado tú, alguna vez, algúnjilguero? Sin esperar la respuesta. Los pecados de lasmadres se pagan hasta la cuarta generación,.. ¿No sedice así? Buenas noches, Knatsch., No te guardo el

    menor rencor. Yo ya sé, yo ya sé... el motivo, la razón...las razones...KNATSCH.- Será mejor que me quede aqúí, ¿no te parece?HINK.- No, vete, vete. Grete llegará'de un momento a otro...

    En la taberna... Fue el vino...KNATSCH.- Entonces... Buenas noches, Eugenio.HINK.-Buenas noches,Knatsch... ¡Oye Unapregunta:¿Cuántos

    años hace que estás casado?KNATSCH.- Veintitrés.HINK.- Alguna vez me hablaste de separarte de tu mujer.KNATSCH.- En efecto, tuve ese pensamiento. Pero des-

    pués nos hemos ido acostumbrando el uno al otro. Loshijos, sin duda, son un lazo de unión. '

    HINK.- ~os hijos... Un lazo de unión... El divorcio es laseparación en la cama y en la mesa. ¿No es así?

    KNATSCH.- Así es.HINK.- ¿Tu mujer es religiosa?KNATSCH.- No pierde una misa. ¿Qué quieres que haga?

    ¡Que vaya a la iglesia, si eso la divierteEn lapuerta.Adiós, Eugenio. Knatsch sale.

    HINK.- Solo. No hay más dios que tú... ¡Cómo nos engaña-mos cuando creemos que rezarPos al Crucificado ¡Es

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    /'

    a ti a quien rezamos Toda avemana va dirigida a ti.Todo padrenuestro es una corona de rosas para ador-nar tu desnudez. Toda procesión es una danza en tuhonor. Tú no llevas disfraz. Tú no necesitas escon-derte detrás de palabras hipócritas. Tú eres el Alfa yOmega. El principio y el fm. Tú eres la verdad... Túeres el dios de todos los pueblos... Tú me has abando-nado... Tú has abandonado'a tu siervo; pero tu siervote erige un altar... ¿Me parece que te ríes? ¡Ríete, ríetefuerte Los hombres también se han reído de mí. Aho-ra ríete tú... Se oye ruido en la escalera. ¿Será Gre-te? Mis ojos no ven... Se hace la noche... Entra la madre de Hinkemann.

    MADRE.- Buenasnoches.HINK.- ¿Eres tú?.. Buenas noches, madre. ¿Qué deseas?

    ¿Qué te trae por aquí a estas horas? ¿Desde cuándosales a la calle por la noche? Te complace acaso tomar

    el fresco en estas noches calurosas... Las golondrinasvolaron hoy bajas. Va a haber tormenta...MADRE.- Havuelto...HINK.- ¿Quién?MADRE.- El padre.illNK.- ¿Qué padre, el padre de quién?MADRE.- Tu padre.illNK.- Pero, madre, ¿qué dices? Mi padre murió cuando

    yo tenía medio año. ¿Cuántasveces no me lo has dichotúmisma...? .

    MADRE.- Te engañé. En efecto, tu padre murió. Murió

    para mí. Tú tenías medio año. Aún te alimentaba yo coneste pecho, ahora seco y marchito. Una noche tu pa-dre volvió a casa borracho. Del brazo de. una prostitu-ta... «¡Mujer, me gritó, vete hoya casa detu~ pacires¡DuerIÍle allí Yo necesito sangre joven en la cama.Siento frío a tu lado; desde que has parido ese crío.»Yo le traspasé con la mirada. De pronto, tu padre setransformó. Era una bestia... Una bestia, que queríahacerme daño. Quería arrebatarme a mi hijo. Yo cogíel cuchillo grande de la cocina. Le amenacé. El seechó a reir. Dió media vuelta y se fue con la prostitu-

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    ..,

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    ta... Aquella noche no volvió. Tampoco al día siguien-te, ni a la noche siguiente... Me abandonó... Yo meeché a la calle... Para ganar el pan para ti... En mijuventud era de buen ver... Hoy...

    HINK.- ¿Hoy?

    MADRE.- Hoy ha vuelto tu padre. Andrajoso. Enfermo. Yo

    lo conocí por las pisadas. «¿Qué vienes a hacer aquí?,le pregunté, después de veintinueve años...?» Tupadie murmuró como tonto: «No 'me pegues; Quieromorir junto a ti.» . .'., ;

    HINK.- ¿Y tú qué le contestaste, madre?MADRE.- Yo le dije que se desnudase, que se metiese en la

    cama... Que en la cómoda hallaría ropa limpia. Que enel fogón había agua caliente. Y que en el cajón encon-traría jabón. .. , .

    HINK.- ¿Lo has perdonado?

    MADRE.- Con firmeza. No. Y no le perdonaré nunca. Lecuidaré, eso sí, hasta que llegue su fm. Ese:es mi deberde humanidad. Cuando muera, le cerraré los ojos paraque no se los cierre ningún extraño; pero, cuando selo lleven al cementerio, cerraré las ventanas y laspuertas. No marcharé detrás de su cuerpo, y gentesextrañas lo enterrarán. Esa será mi venganza por to-dos los males que me ha hecho. Pausa.J.

    HINK.- Madre: ¿Qué fue lo más amargo de todo cuanto tútuviste que soportar? ¿Fue acas,o;el hecho de que sebebiese el jornal mientras tú pasabáshambre?

    MADRE.- No. r,HINK.- ¿Fue, acaso, el hecho de que te abandonara por unamujer de la calle?MADRE.- No.

    HINK.- ¿Fue el hecho de que no quisiera, acostarse cont i-. go?

    MADRE.- No.

    HINK.- ¿Fue, entonces, lo que más te dol ió el hecho de queél se riera a carcajadas cuando tu alma s.edefendió enaquel momento de desesperación suprema? .

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    MADRE.- Hijo mío: eso fue lo más amargo.HINK.- Madre, tienes razón. Yo tampoco quiero volver a

    ver a mi padre. Tampoco marcharé detrás de su entie-rro. Pausa.

    MADRE.- Eugenio... Eugenio... Yo necesito... Yo necesito un

    traje para tu padre.. .HINK.- Abre elarmario y saca un traje. Se lo da a sumadre.Toma. Es mi traje de los días de fiesta.

    MADRE.- Le sentará bien. Tu padre ha sido siempre muyexigente con los trajes. ¿Está Grete en casa?

    HINK.- Llegará de un momento a otro.. . Madre.. . Tú sopor-tas tu dolor y yo soportoel mío... Tú puedes decir a losdemás la causa de tu desgracia.. . Pero.. . Yo no puedohablar a nadie de mi desgracia... Temo las burlas...

    MADRE.- Cada cual tiene que llevar su cruz a cuestas. Lavida es más fuerte que nosotros.. . Eugenio, tengo quevolver a casa... Tu padre está hambriento... Adiós,buenas noches.

    HINK.- Buenas noches. La madre de Hinkemann sale.HINK.- Solo. Para mi madre, lo más amargo fue que mi

    padre se riera de ella cuando su alma, al sentirseherida, intentó defenderse. ¿Lo has oído? ¿Lo hasoído tú, gran dios? ¿Estás contento? Dos seres se tehan sacrificado. ¿Quieres que bai le en tu honor? Notienes más que ordenármelo. Yo soy capaz de hacerlatodo: de beber sangre de ratas por veinte cént imos laentrada, de bailar sobre la vida rota de dos seres. Ríe. jJa,ja, ja .

    Entra Fraenze.FRAEN.- Te encuentro triste. El aire es dulce esta nochecalurosa de verano. Yo voy al baile. ¿Quieres acom-pañarme?

    HINK.- Tú, hombre... jAh, perdona Estaba con mis pensa-mientos.

    FRAEN.- Tú, Eugenio.. .mNK.- Sí...FRAEN.- Tú, Eugenio.. .HINK.- Habla...FRAEN.- Tú, Eugenio, eres todavía el más fuerte de todos.

    El más bello.

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    HINK.- No tengo derecho a reprocharte que te fueras conPablo. Si tú le quieres, hiciste bien.

    GRETE.- No comprendiendo las palabras de Hinkeinann.Entonces, ¿tú no me quieres?

    HINK.- Precisamente, porque te quiero...GRETE.- Sin comprender aún. No,no. <HINK.- Grete: tú debes irte inmediatamente... Sí, inmediata-

    mente... O, si no, me marcho yo... No te pido-nada... Losmuebles son tuyos... Adiós.

    GRETE.- ¡Eugenio, Eugenio, yo te he traicionado Me heportado contigo como tú no lo mereciste...

    HINK.- ¡Oh, oh ¿Quién te ha enseñado a mentir? Yo estabaantes sordo... Ciego... No sabía quiél1 vivía bajo mitecho... Se ha trasformado la Naturaleza... Creía alber-gar una mariposa.. . Y ahora veo que la mariposa es ungusano... Un gusano con ojos que tienen la virtud deengañar... Como los ojos de las prostitutas callejeras...

    Peor aún... Porque los ojos de las prostitutas tienen queengañar para vivir... Fuera de sí. Gritando. ¡No metoques, no te acerques a mí ¡Deja rnlS manos Micuerpo, mi cuerpo acribillado a balazos te ha causadorepugnancia; pero, ahora, tú me das asco a mí. Tusmanos: sapos. Tus pechos, redondos, duros, pequeñi-tos, de punta: cieno... Tu boca, fresca y dulce: una cloacamaloliente... Tu cuerpo, sano y espléndido, se pudre entoda su primavera... Te veo... Te veo, convertida en unacarroña...

    GRETE.- Arrodillándose. ¡Insúltame,

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    Piénsalo: sola... Sola en la vida... Sola en la selvapobla-da de fieras... Hoy nadie es bondadoso... No me dejessola... No me dejes sola... Dios'escribió mi sino... Yo tepertenezco.. .

    HINK.- Lo que está en pugna con la Naturaleza no puedeser de Dios... Inténtalo, Grete..., Lucha fiLo Tú eresuna mujer sana... Comienza una vid~ nueva... Luchapor un Mundo nuevo... ,

    GRETE.- (Encogiéndose de hombros.) AW1,queo...~AunqiIeyoquisiera... No puedo más.. . No' ten,gq valo:r:.,.,Estoyd h h D . N ' 1

    .'.es ec a... ¡lOS mlo o se ya eua es ffil camlIlo...

    Hemos caído en una tela de araña... Y'laaraña está 8hí ...No nos deja libres... Apenas puedo mover la cábeza...He perdido la noción del tiempo, de las cosas. Y TU:, miSeñor Jesucristo, l íbrame del mal. (Grete sale lentamen-te.)

    HINK.- ¿Dónde está el principio?... ¿Dónde eSta el fin?::.¿Quién es capaz de decírmelo, de una tela deaiima?...(Arroja a la lumbre del fogón la ,estatuilla Je{ diosPríapo.) Dios mentiroso... ¡Miserable .. ,(Pausa.)

    HINK.- ¿Quién tiene derecho a juzgar al prójimo?,.. Cadacual está condenado a juzgarse a sí mismo... ¡Salva-ción ... En todas las calles del Mundo se oye estegrito... El francés, cuyo tiro me mutiló, o el negro, cuyotiro me mutiló, están gritando... Piden, a voces, su

    salvación... ¿Viven todavía?... ¿Y cómo viven?... ¿Cie-gos?... ¿Mancos?... ¿Cojos?... Ellos me hirieron.., Otrosles hirieron... ¿Quién no hace daño a los demás?... Enla guerra, los hombres han odiado, a los tiranos; peroles-han obedecido y han asesinado Y habrá nuevasguerras... Los hombres volverán a odiar a los tiranos...Pero les volverán a obedecer... Cometerán nuevosasesinatos... Así son los hombres... Si quisieran, po-drían ser de otra manera... Pero no quieren... Podríanser ricos y no necesitar la felicidad del Cielo; peroprefieren ser pobres: todos ellos están ciegos... (Seoyen gritos. Se abre la puerta violentamente,.,Entra ungrupo de personas. Max Knatsch, a.la cabe~(l ~

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    KNA TSCH.- ¡Al patio ... ¡Al patio ... ¡Al patio ... Tu mujer...Tu mujer se ha tirado al patio.. . ¡No mires. .. Es terrible.(Entra otro grupo de personas con el cadáver de Greteenvuelto en una sábana.)

    HINK.- (Con la mirada perdida.) Dejadme solo... ¡DejadnJ.esolo ... ¡Dejadme solo con mi mujer... (Salen todos.)Ella estaba sana... Ella rompió la tela de ar~a... Y yo'estoy aquí... ¡Todavía ... Colosal Y ridículo... En todoslos siglos ha habido hombres tan ridículos como yo... ¿Ypor qué me ha tocado a mí precisamente...? La suertees ciega: a ese le toca, a ese le toca y a ese no le toca...¿Qué sabemos nosotros...? ¿De dónde venimos...?¿Hacia dónde vamos...? Cada día puede traemos elParaíso Terrenal ; cada noche, el Diluvio Universal...

    TELÓN

    FIN DE LA TRAGEDIA

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