hacia la salvaguarda del latín9f80ca34-79b8... · constitución apostólica «veterum sapientia»...

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Hacia la salvaguarda del Latín JOSE JIMENEZ DELGADO, C. M. F. 1 Con el título de «El latín en la encrucijada» acabo de publicar en Helmantica un articulo de carácter informativo en el que reúno una serie de hechos, actitudes y posturas más o menos sintomáticas, organizaciones y testimonios en pro y en contra del latín, registrados en estos últimos arios (1). A vista de ese conjunto de he- chos y opiniones diríase que verdaderamente el latín se halla ahora en la encrucijada de la cul- tura universal. Unos impugnándolo despiadada- mente, otros defendiéndolo con tesón, todos, en forma positiva o negativa, vienen a hablarnos de la vitalidad del latín. A pesar de tantos y tan recios ataques, el latín se resiste a morir; y se resiste a morir porque sencillamente es inmortal. Precisamente con este titulo de El latín in- mortal está recorriendo el mundo un libro de la historiadora María Magdalena Martín (2). Se hace resaltar en él el papel civilizador del latín a lo largo de los siglos. Lengua primero de la Roma pagana y más tarde lengua oficial de la Iglesia de Cristo, el latín fue no sólo un factor admirable de universalidad y de cohesión, sino también vehículo de comunicación entre los sa- bios, y medio de difusión de la cultura grecola- tina y cristiana. En la historia multisecular del latín la autora fija su atención en el momento presente, subrayando gozosa cómo el Vaticano II reafirma el hecho de que el latín sigue siendo aún hoy día la lengua oficial de la Iglesia ro- mana en Occidente. Como hechos sintomáticos favorables al latín apunto los siguientes, tomados de diversas fuentes: 1. En Suiza se ha impuesto el latín obligato- rio para todos los médicos. Con este motivo uno de los representantes más destacados de esta especialidad pronunció un discurso en latín elo- giando la medida adoptada. 2. Los jefes de la Iglesia británica tratan de (1) Helmantica, 19, 1967, 109-135. (2) MARIE-MADELEINE MARTIN: Le Latin inmortel (Pa- ris-Bruxelles, Edic. Reconquiste, 1966, pags. 199). reintroducir el latín en su liturgia. Esta medi- da contrasta con la ligereza con la que muchos responsables de la Iglesia católica tratan de des- terrar el latín de los actos de culto. A este pro- pósito, el difunto cardenal Godfrey, de Londres, recordaba, al final de su intervención en el Con- cilio Vaticano II a favor del latín litúrgico, ha- ber leido poco antes en el Times, de Londres, que mientras en el Concilio romano se hacia cuestión de sustituir el latín litúrgico por las lenguas nacionales, los anglicanos se esforzaban por volver al latín en el culto, en vista de las malas consecuencias de su abandono. 3. La revista del Vaticano Latinitas (3) ha- bla de la reciente fundación de nuevas socie- dades, revistas y empresas para el fomento del latín y de las humanidades en el mundo. La institución más eficaz en este sentido es el Pon- tificio Instituto Superior de Latinidad, que co- menzó a funcionar en Roma el curso 1965-1966. De este Instituto hablaremos poco después. 4. Con motivo del Concilio, algunos comercios. de Roma y varias sociedades de aviación confec- cionaron programas y anuncios comerciales en latín, a tono con la lengua utilizada por los padres conciliares. 5. También en Roma se celebró una cena de gala, a usanza de los antiguos romanos, con un menú abundante basado en el De re coquinaria,. de Apicio. 6. Al igual que otros paises. Italia ha lanzado al público una colección de discos, confecciona- dos bajo la dirección de Ettore Paratore, ordi- nario de la Universidad de Roma, para el estu- dio del latín y de su literatura a un nivel mo-- derno (4). 7. El profesor I. Coppa, en un artículo que ti- tula «Linguae Latinae per terrarum orbem for- tuna» (5), da cuenta de la reacción favorable y clamorosa con que en Checoslovaquia fue aco- gida la vuelta al latín en los centros oficiales de enseñanza. En 1948 habían desaparecido por disposición gubernativa la humanidades, y con- (3) Latinitas, 11, 1963, 298-301. (4) JIMÉNEZ DELG ADO : «Los discos en la enseñanza. del latín. Helmantica, 11, 1960, 148-149. (5) Latinitas, 14, 1966, 118.

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Page 1: Hacia la salvaguarda del Latín9f80ca34-79b8... · constitución apostólica «Veterum Sapientia» de nuestro predecesor. Las primicias cosechadas de esta escuela en el primer ario

Hacia la salvaguardadel LatínJOSE JIMENEZ DELGADO, C. M. F.

1

Con el título de «El latín en la encrucijada»acabo de publicar en Helmantica un articulo decarácter informativo en el que reúno una seriede hechos, actitudes y posturas más o menossintomáticas, organizaciones y testimonios enpro y en contra del latín, registrados en estosúltimos arios (1). A vista de ese conjunto de he-chos y opiniones diríase que verdaderamente ellatín se halla ahora en la encrucijada de la cul-tura universal. Unos impugnándolo despiadada-mente, otros defendiéndolo con tesón, todos, enforma positiva o negativa, vienen a hablarnosde la vitalidad del latín. A pesar de tantos y tanrecios ataques, el latín se resiste a morir; y seresiste a morir porque sencillamente es inmortal.

Precisamente con este titulo de El latín in-mortal está recorriendo el mundo un libro de lahistoriadora María Magdalena Martín (2). Sehace resaltar en él el papel civilizador del latína lo largo de los siglos. Lengua primero de laRoma pagana y más tarde lengua oficial de laIglesia de Cristo, el latín fue no sólo un factoradmirable de universalidad y de cohesión, sinotambién vehículo de comunicación entre los sa-bios, y medio de difusión de la cultura grecola-tina y cristiana. En la historia multisecular dellatín la autora fija su atención en el momentopresente, subrayando gozosa cómo el Vaticano IIreafirma el hecho de que el latín sigue siendoaún hoy día la lengua oficial de la Iglesia ro-mana en Occidente.

Como hechos sintomáticos favorables al latínapunto los siguientes, tomados de diversasfuentes:

1. En Suiza se ha impuesto el latín obligato-rio para todos los médicos. Con este motivo unode los representantes más destacados de estaespecialidad pronunció un discurso en latín elo-giando la medida adoptada.

2. Los jefes de la Iglesia británica tratan de

(1) Helmantica, 19, 1967, 109-135.(2) MARIE-MADELEINE MARTIN: Le Latin inmortel (Pa-

ris-Bruxelles, Edic. Reconquiste, 1966, pags. 199).

reintroducir el latín en su liturgia. Esta medi-da contrasta con la ligereza con la que muchosresponsables de la Iglesia católica tratan de des-terrar el latín de los actos de culto. A este pro-pósito, el difunto cardenal Godfrey, de Londres,recordaba, al final de su intervención en el Con-cilio Vaticano II a favor del latín litúrgico, ha-ber leido poco antes en el Times, de Londres,que mientras en el Concilio romano se haciacuestión de sustituir el latín litúrgico por laslenguas nacionales, los anglicanos se esforzabanpor volver al latín en el culto, en vista de lasmalas consecuencias de su abandono.

3. La revista del Vaticano Latinitas (3) ha-bla de la reciente fundación de nuevas socie-dades, revistas y empresas para el fomento dellatín y de las humanidades en el mundo. Lainstitución más eficaz en este sentido es el Pon-tificio Instituto Superior de Latinidad, que co-menzó a funcionar en Roma el curso 1965-1966.De este Instituto hablaremos poco después.

4. Con motivo del Concilio, algunos comercios.de Roma y varias sociedades de aviación confec-cionaron programas y anuncios comerciales enlatín, a tono con la lengua utilizada por lospadres conciliares.

5. También en Roma se celebró una cena degala, a usanza de los antiguos romanos, con unmenú abundante basado en el De re coquinaria,.de Apicio.

6. Al igual que otros paises. Italia ha lanzadoal público una colección de discos, confecciona-dos bajo la dirección de Ettore Paratore, ordi-nario de la Universidad de Roma, para el estu-dio del latín y de su literatura a un nivel mo--derno (4).

7. El profesor I. Coppa, en un artículo que ti-tula «Linguae Latinae per terrarum orbem for-tuna» (5), da cuenta de la reacción favorable yclamorosa con que en Checoslovaquia fue aco-gida la vuelta al latín en los centros oficialesde enseñanza. En 1948 habían desaparecido pordisposición gubernativa la humanidades, y con-

(3) Latinitas, 11, 1963, 298-301.(4) JIMÉNEZ DELG ADO : «Los discos en la enseñanza.

del latín. Helmantica, 11, 1960, 148-149.(5) Latinitas, 14, 1966, 118.

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siguientemente el latín, de la enseñanza oficial.Al comenzar el curso 1965-1966, convencidos porpropia experiencia de que la base de la culturade un pueblo no puede cimentarse sólo sobre latécnica y las disciplinas puramente científicas.han vuelto a instaurar el bachillerato humanís-tico y a revivir en la Universidad la sección deFilosofía y Letras, con el latin obligatorio. Se-gún informa el articulista, la revista LiterarnyNoviny ha publicado numerosas cartas de loslectores, alegrándose de semejante medida.

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Merece párrafo aparte la creación del Ponti-ficio Instituto Superior de Latinidad en Roma.De él me he ocupado ya en otro lugar (6), perodada la importancia del mismo, será bueno de-dicarle aquí algunas líneas.

La «Veterum Sapientia» de Juan XXIII pre-veía ya la erección de un Centro Superior deLatinidad para la tutela del latín y para la for-mación de un profesorado selecto (7). La erec-ción, sin embargo, no se realizaría sin antes su-perar las notables dificultades que a la empresase oponían. Estas dificultades se superaron gra-cias, por una parte, al desinteresado ofrecimien-to de los salesianos, que ponían al servicio de laSanta Sede un edificio moderno y bien acondi-cionado en su nuevo Ateneo o Universidad sa-lesiana en Roma, y por otra, a la decisión dePaulo VI, que con su Motu Proprio, Studia La-tinitatis (8), de febrero de 1964, ponía las basesy marcaba las directrices del nuevo PontificioInstituto Superior de Latinidad, cuya erecciónse urgía en el Ateneo Salesiano de Roma.

La insistencia, pues, del actual Romano Pon-tífice y la actividad incesante de la SagradaCongregación de Seminarios y Universidadesculminaron por fin en la erección e inicial fun-cionamiento del mencionado Instituto, coinci-diendo con la apertura del curso 1965-1966. enpleno período conciliar. Y esto debe subrayarse,por ser una circunstancia elocuente en favor dela importancia del asunto. Bueno sería que re-capacitaran sobre ello algunos que todavía pa-rece que se resisten a aceptar las orientacionespontificias, tan insistentes sobre el particular,porque piensan —y así se atreven a propalarlo—que la Santa Sede ha cambiado de orientacionesy de criterios con relación al latín a partir delVaticano II, cuando la realidad es muy contra-ria por cierto.

Del buen funcionamiento de este Instituto Su-perior de Latinidad nos habla la siguiente car-

(6) Jna.ÉnEz DELGADO : «Aplicación de la VeterumSapientia». Heltruinttca, 16, 1965, 209-234.

(7) Jost MARÍA MIR: «El Instituto de latín en Romay la tutela del latín». Helmantica, 15, 1964, 373-387.

(8) Stuclia Latinitatis, A. A. S., 56, 1964. 225-231:cfr. Heinianticci, 15, 1964, 259-270: «Pablo VI crea enRoma un Instituto Superior de Latinidad.»

ta de la Sagrada Congregación de Seminarios,cursada a todas las representaciones pontificiasestablecidas en los diferentes países para queellas la hicieran llegar a todos los obispos y su-periores mayores de religiosos. Dice así: «A unario de distancia —mientras tenemos el gusto deinformar que los comienzos del Instituto hansido plenamente satisfactorios, gracias a la co-laboración de un cuerpo de profesores altamen-te cualificados y a la diligencia de los cuarentaalumnos, que con laudable empeño asistieronallí a las clases— sentimos de nuevo (9) la nece-sidad de dirigirnos, una vez más, a los buenosoficios de esa representación pontificia, para quetenga a bien hacerse eco de nuestra solicitudante el venerable episcopado, como también antelos superiores provinciales de los religiosos deese país. Se trata, en efecto, de asegurar no sólola continuidad, sino también el mayor progresode dicha institución, que el Sumo Pontífice enfecha reciente ha erigido canónicamente a be-neficio de toda la Iglesia, poniendo en ella laviva esperanza de un vigoroso florecimiento, so-bre todo entre las filas de ambos cleros, del es-tudio y uso de la lengua latina y. en consecuen-cia, de los valores espirituales y culturales indi-solublemente unidos a ella».

En cuanto al profesorado de este centro do-cente, tengo a la vista el calendario con el nom-bre de los que en él intervienen. Es un dato másrevelador del interés de la sagrada congregaciónal seleccionar el personal de entre los mejores.tanto eclesiásticos como seglares. Figuran en él—por citar sólo algunos nombres— los siguien-tes: Barbieri, ordinario de la Universidad de Ná-poles; Composta, ordinario de la UniversidadSalesiana de Roma; Egger, ordinario de la Uni-versidad de Letrán; Graneris, de la congrega-ción para la doctrina de la fe; Jacoangeli, sa-lesiano. nombrado director del Instituto; Künz-le, de la Pontificia Academia de Arqueología, deRoma; Mir , antiguo director de Palaestra La-tina; Paladini, ordinario de la Universidad deBari; Pighi, ordinario de la Universidad de Bo-lonia; Pozzi, de la Sagrada Congregación de Se-minarios; Riposati. ordinario de la UniversidadCatólica de Milán; Springhetti, ordinario de laUniversidad Gregoriana, de Roma; Traglia, or-dinario de la Universidad de Roma.

Una muestra del interés del Papa por este suInstituto Superior de Latinidad la tenemos enla visita que recientemente hizo al mismo el 29de octubre de 1966. La alocución que con esaocasión dirigió a directores, profesores y alum-nos es por demás elocuente. Traducimos el tex-to latino del Romano Pontífice:

«Habéis tomado entre manos una empresa no-ble y excelsa y la habéis llevado a cabo con agu-do ingenio y hasta —hay que decirlo— con in-trepidez y audacia; y ello redunda en gloria yprez de vuestra congregación religiosa. ¡Animo,mis queridos salesianos! De esta suerte habéis

(9) Ofr, la carta anterior en Seminarium, 17, 1965,39-40.

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dado un nuevo ejemplo de aquella disciplina ad-mirable que recibisteis de vuestro Fundador yPadre, desde el momento en que os disponéis apromover y prestigiar el cultivo humanístico delos griegos y romanos. Supisteis responder congenerosidad a aquella solicitud que inquieta ala Iglesia, la de promover el cultivo del latínentre los clérigos y formar maestros de entreellos, y en consecuencia pusisteis en práctica laconstitución apostólica «Veterum Sapientia» denuestro predecesor.

Las primicias cosechadas de esta escuela enel primer ario son sin duda no sólo gozosas, sinotambién esperanzadoras, pues se trata de un ár-bol que ya dió frutos y los dará más abundantesen el futuro.

Nos llena de satisfacción la noticia de que el• Gobierno italiano ha accedido benévolamente alreconocimiento de los títulos de este Instituto,en vista de la seriedad y peso de sus estudios.

Como es justo —ya que en todo hay que ten-der a la perfección— conviene que el Institutovaya creciendo y desarrollándose en todo aque-llo que a él se refiere, de suerte que sirva con-venientemente a los fines que se le han propues-to, ya que hay que distinguir dos como catego-rías, dos planes o métodos, dos objetivos asigna-dos a este Instituto: el uno corresponde a laadquisición de los estudios de esta disciplinaoculta y excelsa y al cultivo de la filología clá-sica; el otro, más bien al uso práctico del latín.que muchos deben alcanzar. En consecuencia, nosólo deben prepararse en él hombres peritísimosen latín, sobre todo en latín cristiano —ya queésta es su principal razón de ser—, sino que tam-bién eclesiásticos y religiosos constituidos en uncierto grado inferior deben encontrar aquí suescuela de latín, ilustre ciertamente, aunque algomás aligerada y abierta a muchos, para queaprendan a expresarse en latín según el uso co-rriente. En la Carta Apostólica Studia Latinita-tis, que motu proprio publicamos, se contienenprescripciones determinadas y concretas sobre lamateria, y no dudamos que aquellos a quienesles corresponde harán cuanto esté de su partepara cumplir sabia y fielmente cuanto en ellase prescribe» (10).

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El Vaticano II prestó un gran servicio a losfieles al autorizar a los obispos el uso de la len-gua vernácula en determinadas partes de lamisa, a fin de promover y dar eficacia a la ac-ción pastoral. Pero la aplicación de estas nue-vas normas episcopales, por falta de prudenciaen muchos casos o por una latente latinofobiade parte de algunos, han dado lugar a molestiase inquietud por parte de algunos cristianos, quepreferían se mantuviera la misa en latín. Uno

de los que primeramente levantaron su voz eneste sentido fue Mr. Douglas Woodruff, lamen-tándose de la desorbitante proscripción del la-tín, que puede llevar a una regresión hacía elnacionalismo, muy impopular, por otra parte, enInglaterra, donde la misa en latín, incluso enparroquias rurales, se ha demostrado hasta quépunto era viable entre los ingleses, perfectamen-te adaptados a su uso. En la nórdica Noruega.en Oslo, se ha constituido una asociación respe-tuosa con el espíritu y la letra del Concilio, peroen defensa y salvaguarda del latín y del cantogregoriano en los actos litúrgicos, de acuerdocon los artículos 36, 54 y 116 de la Constituciónconciliar sobre la liturgia. Todo esto lo recorda-ba hace unos meses el conde de los Andes en unartículo aparecido en ABC y reproducido mástarde en Estudios Clásicos (11).

La indiscreción y el abuso en la aplicación delas normas para el uso de las lenguas vernácu-las en la liturgia ha creado una situación dedescontento en muchos sectores, que ha sido elclima favorable para la erección y desarrollo enmuchos países cultos de la llamada asociación«Una Voce», cuyo objetivo principal es la salva-guarda del latín y del canto gregoriano en laliturgia católica. Dejo para otra ocasión la gé-nesis, propagación y actividades de esta confe-deración internacional, que cuenta ya con másde quince filiales. De momento sólo quiero fijar-me en varias reacciones que se han ido produ-ciendo por este motivo en diversos círculos deintelectuales, que han motivado un toque deatención de la Santa Sede a cuantos son respon-sables de la aplicación de las nuevas normaslitúrgicas referentes al uso de las lenguas na-cionales.

Los primeros en acudir a Roma en demandade protección fueron los católicos ingleses, agru-pados en una organización que lleva por título«Latin Mass Society». Los miembros de estaagrupación «suplicaban al Santo Padre prestaraatención benévola a la triste situación de susmiembros y de innumerables fieles, que experi-mentan el mismo malestar: todos aquellos paraquienes el abandono del latín en una parte de lamisa constituye una grave privación espiritualy la fuente de una gran preocupación, ya que laliturgia latina constituye un valor espiritual in-apreciable por su nobleza, su intemporalidad ysu universalidad».

También los católicos franceses, miembros de«Una Voce», acudieron respetuosos a la jerar-quía de su país presentando los siguientes votos:

1.0 Que se mantenga realmente la misa can-tada gregoriana en los domingos y días de fies-ta, según el artículo 8.° de la 2. Ordenación delEpiscopado francés y que esta misa cantada serestituya allí donde se haya suprimido, y quese celebre en la hora más a propósito para lamayor parte de los fieles.

2.° Que en las parroquias donde se celebren

( 11) ABC, 31-XI-1964; Estudios Clásicos, 8, 1964.205-208.(10) L'Osservatore Romano, 31-X-1966.

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varias misas rezadas, una de ellas, tantc los do-mingos como los días de labor, se mantenga ose restituya en latín —salvo, claro está, la epís-tola y el evangelio— y a una hora acomodadaa los fieles.

Asimismo un buen número de intelectualescatólicos y no católicos de diversos países, enfebrero del pasado ario, dirigieron una peticiónal Santo Padre, solicitando el mantenimiento dellatín y del gregoriano en la liturgia romana. Enla revista Capella Sistina (12) se registran losnombres de los firmantes y la contestación dela Secretaría de Estado, en el sentido de que «laSanta Sede vela con la mayor solicitud por elmantenimiento de tan altos intereses y agra-dece a los firmantes en nombre del Romano Pon-tífice su petición, al mismo tiempo que les trans-mite su bendición apostólica».

Sabemos igualmente que los intelectuales por-tugueses han hecho llegar a Roma un memorialen términos parecidos al de los intelectuales an-teriormente mencionados. insistiendo en Quedebe salvaguardarse el latín y el canto grego-riano en los actos de culto. El memorial iba di-rigido a Mgr. Bugnini, secretario del «Consi-lium» para la ejecución de los decretos conci-liares sobre la liturgia. Una copia del memorialha sido también dirigida al Santo Padre y otraal presidente de la comisión episcopal portugue-sa de liturgia.

Mr. De Saventhem, presidente de la Federa-ción Internacional «Una Voce», presentó a la úl-tima reunión de los obispos alemanes en Fuldauna exposición razonada sobre los objetivos dela confederación y el estado de abandono en quemuchos se encuentran por el predominio, mu-chas veces injustificado, que se está dando a laslenguas vernáculas en la liturgia católica, conmenoscabo y aun con desprecio del latín, quees la lengua oficial de la Iglesia de Roma. Aña-de el informe lo siguiente: «Despreciar el latínen la misa y suprimirlo es el fruto de una obce-cación partidista y contribuye a tergiversar losfines pastorales del Concilio. Está demostrado—añade— que en Alemania. al menos el 40 por100 de todos los católicos —y más del 45 por 100de los fieles practicantes— desean no la supre-sión progresiva del latín en la misa, sino la co-existencia viva, con igualdad de derechos, de lasantiguas y las nuevas formas litúrgicas. La so-licitud pastoral de los obispos debería tener encuenta, para las normas directivas apropiadas,estos legítimos deseos sentidos profundamentepor tantos católicos.»

Esta inquietud por la desaparición del latínen la liturgia la comparte también el doctor Jo-sef Eberle. director del Stuttgarter Zeitung y ex-celente conocedor del latín. En mayo del ariopasado dió una conferencia en la diócesis deRottenburg , a requerimiento de las autoridadeseclesiásticas, sobre el tema «Hacia el fin de nues-tro latín», y entre otras cosas dijo: «Ha existi-

(12) Capella Sistina, Roma, sept. 1966.

do y existe aún en la misma Iglesia una tenden-cia a suprimir el latín de la misa, en beneficiode las lenguas nacionales. Es sencillamente in-comprensible que en los medios eclesiásticos res-ponsables no se den cuenta de la fuerza gran-diosa de su Iglesia, que cristianos y no cristianosadmiran y con frecuencia envidian, fuerza quedimana de la posibilidad de hablar a los fielesdel mundo entero «una voce». La tendenciaopuesta no prevaleció, ni sus argumentos fue-ron bastante fuertes para dar la victoria en elConcilio a una tal miopía, a ese «flirt» con esoque llaman «nacional», a ese «aggiornamento» dela Iglesia, tan mal entendido por muchos. Sehizo observar que sería un contrasentido, en elmomento en que las fronteras nacionales se de-rrumban más y más, por el hecho de que lospueblos viven en una simbiosis creciente, el crearuna nueva liturgia nacional. Verdaderamenteesto seria un contrasentido: no una adaptaciónal momento presente, sino al pasado, aunquenuestro pasado sea el presente de muchos pue-blos, en los que el sentido nacional comienzaahora a despertarse» (13).

En el mismo sentido, pero más profundamen-te aún, se expresa el abad del monasterio bene-dictino de Beuron, en Alemania. Sabido es e/papel predominante que en el movimiento li-túrgico mundial ha desempeñado dicho monas-terio. De ahí que el testimonio dado por su pri-mera autoridad, en este momento de confusio-nismo y voluntaria obcecación de algunos, ten-ga un valor excepcional. Dice así: «La desapa-rición del latín en la liturgia romana significa-ría un empobrecimiento y conduciría a ponernuevas fronteras nacionales dentro de la Igle-sia. El problema de las lenguas vernáculas nodebe enfocarse desde el punto de vista de unadiócesis o de un pueblo, sino de toda la Iglesiacatólia extendida por todo el mundo... Sin dudael latín litúrgico ha venido a ser el signo exte-rior de la unidad de la Iglesia. No es ciertamentela causa de la unidad, que esta función corres-ponde al Espíritu Santo. Pero hay que recono-cer que el latín, en cuanto lengua del culto, esel signo visible y auditivo de la unidad de todoslos católicos. Se ha comprobado haber sido muyútil en el Concilio... ¡Qué profunda impresióncada vez que los padres conciliares cantaban elCredo en latín en el momento de entronizar losevangelios... Se ha hecho alusión a las iglesiasorientales, que pueden celebrar su liturgia en lalengua nacional. Pero esto ¿es realmente ver-dad? Por lo que yo sé, los ritos orientales talcomo yo los conozco —y son unos doce— todostienen una misma lengua litúrgica, que no esla lengua moderna, salvo en alguna parte queotra de la liturgia, como nosotros lo podemoshacer también en la liturgia latina. Más aún:en las religiones no cristianas o paganas se sir-ven para el culto, no de una lengua común, sinode una lengua especial. Parece que esta costum-

(13) Stuttgarter Zeitung, 29-V-1966.

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bre viene exigida casi por una ley natural... (14).En nuestro siglo, en el que se está imponiendoel acercamiento de los pueblos para formar unaunidad universal, yo no llego a comprender cómoprecisamente en la Iglesia católica se atreven aeliminar barreras para el uso cada vez mayorde las lenguas nacionales en la liturgia. Muchasotras confesiones envidian nuestra lengua cul-tural, el latín, y querrían volver de nuevo al usodel mismo; así algunos protestantes de Dinamar-ca, Suecia, Noruega y muchos anglicanos de In-glaterra...» (15).

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No es extraño que en vista de semejante si-tuación las autoridades eclesiásticas traten defrenar las desviaciones y demasías en la acepta-ción de las lenguas litúrgicas. Me limito a citarsólo algunas intervenciones más autorizadas.

Monseñor Antonio de Castro Meyer, obispo deCampos, en Brasil, ha publicado recientementeuna pastoral sobre la aplicación de los documen-tos conciliares. En ella se lamenta de que «confrecuencia se atrevan a dar a las Actas del Con-cilio una interpretación que hiere los sentimien-tos religiosos tradicionales de los fieles». Lamen-ta que «en muchas partes se esté llevando a cabouna campaña para desterrar el latín», lo cual—añade— «es lo contrario de lo que reclama laConstitución conciliar». Concluye diciendo que«una tal actitud no contribuye nada a la edifi-cación de los fieles».

El Boletín de la diócesis de Dax (14 de enerode 1966) trae una sugerencia de su excelenciaMgr. Robert Bezac sobre la conveniencia de con-servar los kiries en la misa. Dice así: «Desearíaque se conservaran los kiries en la misa, en es-píritu de unidad con nuestros hermanos ortodo-xos. La liturgia de las diversas iglesias orientaleses fundamentalmente litánica, y los kiries delpueblo son la respuesta a las preces del cele-brante. Por otra parte, su traducción francesaes poco eufónica y ambigua bajo el punto devista gramatical. Además, ¡es tan fácil explicara los fieles esas dos expresiones!

El «Consilium» para la ejecución de la consti-tución conciliar sobre la liturgia, con fecha 25 deenero de 1966, cursó a todos los obispos una se-rie de orientaciones y criterios, ordenados a con-tener demasías. Una de estas ordenaciones deciataxativamente: «El uso de la lengua vulgar enla liturgia es conveniente no sólo según el espí-ritu de la Constitución sobre la liturgia, sinotambién teniendo en cuenta las situaciones con-

(14) Quintiliano, al hablar del canto de los sacerdotessalíos, dice que en su tiempo resultaba ininteligibleaun para los mismos ministros sagrados; pero añade sen-tencioso que, a pesar de ello, debe conservarse. pues elrespeto religioso a lo sagrado prohibe cambiarlo; con-fróntese Quint., 1, 6. 40.

(15) Münchner Klerusblatt, 1-VI-1964: Musicae Sa-crae Ministerium., 1965. niuns. 1-2.

cretas de los diversos lugares. Ahora bien, conel uso de la lengua vulgar en la misa se han pre-sentado ciertos síntomas de inquietud. Estariabien que los ordinarios examinasen la convenien-cia de conservar en algunas iglesias, especial-mente en las grandes ciudades o lugares de tu-rismo, una o, si fuera necesario, más misas enlatín, celebradas a horas fijas y conocidas, mien-tras esto sea necesario o conveniente.»

A tono con esta recomendación —y urgiendola celebración de la misa en latín—, la SagradaCongregación de Ritos publicó una instrucciónpara los obligados a las misas comunitarias li-mitando el uso de la lengua nacional a sólo doso tres misas por semana. Más estricta aún esla Instrucción de la Sagrada Congregación deReligiosos para los obligados al coro y la co-rrespondiente a los seminaristas publicada el 25de diciembre de 1965 por la Sagrada Congrega-ción de Seminarios, cuyo artículo 15 dice así:«La lengua de la liturgia de la misa y del ofi-cio, dentro de los seminarios, será el latín, quees la lengua de la Iglesia, y cuyo conocimientose requiere en todos los clérigos (CC., n. 36, 1;número 101, 1). Sin embargo, será oportuno usaren la celebración de la misa la lengua vernáculaen ciertos días (v. gr.: una vez por semana) enla medida que fuere aprobada para cada regiónpor la legítima autoridad y confirmada por laSanta Sede, para que de un modo más adecuadolos clérigos se preparen a los ritos que habránde ejercer en dicha lengua en el servicio parro-quial. El uso de la lengua vernácula —recalca laSagrada Congregación— nunca debe hacerse deun modo general con detrimento de la latina. LaIglesia. al conceder el uso de la lengua vernácu-la, no quiere que ya por ello se sientan exentoslos clérigos de acudir a las fuentes y que de nin-guna manera descuiden en su preparación alsacerdocio la lengua común de la Iglesia la-tina» (16).

Pero el documento más importante en favordel latín en la liturgia es la Carta Apostólicade Paulo VI, que con fecha de 15 de agosto delpasado ario dirigió a los superiores generales delas órdenes religiosas obligadas al coro. Cito aquíalgunos párrafos de la misma, donde se revelala amorosa solicitud del papa en un momentode general desorientación sobre una materia detanta importancia para el porvenir de la Iglesia.Comienza el Pontífice refiriéndose a la excelenciadel rezo coral o Sacrificium laudis, que tal es eltítulo de la Carta de referencia. Luego añade pe-saroso: «Mas las cartas de algunos de vosotros yuna información procedente de otras fuentes nosha dado a conocer que en vuestros monasteriosy en vuestras provincias religiosas —nos referi-mos sólo a las de rito latino— se han ido intro-duciendo formas nuevas de celebrar la SagradaLiturgia. Los unos quieren, sin duda, retener atoda costa el latín; otros, por el contrario, recla-man el uso de las lenguas vernáculas en el oficio

(16) Instructio cíe sacrorum alumnorum liturgica ins-titutione. Romae, 1965, pág. 12.

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coral; otros, querrían reemplazar aquí y allí elcanto gregoriano por cantinelas a la moda; másaún: hay quienes quieren llegar hasta exigir laabolición del latín.» El Papa recuerda luego lasdirectrices conciliares y las instrucciones pos-conciliares emanadas de la autoridad competen-te, en orden a la celebración de los oficios coralesen los monasterios y en la misa conventual. Enseguida, con acento paternal. añade: «Esto recla-ma una obediencia, en la que los religiosos, hijosmuy queridos de la Iglesia, deben ir a la cabezade los demás.» Poco después, el Romano Pontí-fice continúa diciendo: «No se trata sólo, enefecto. de conservar en el oficio coral la lengualatina —esa lengua digna de ser defendida congran tesón, lejos de ser vilipendiada, porque ellaes en la Iglesia latina la fuente más abundantede la civilización cristiana y el más rico tesoro dela piedad—, sino también de conservar intactoel esplendor, la belleza, el vigor originario de laspreces y de los cantos litúrgicos.» Aún sigue elPapa hablando en tonos patéticos en defensa dellatín litúrgico y del canto gregoriano. y, a pesarde reconocer algunas dificultades practicas, ter-mina con esta seria recomendación: «Así, pues,obedeced con tranquilidad y sinceridad de áni-mo estas prescripciones. No están dictadas porun apego excesivo a viejas tradiciones, sino ins-piradas por un amor paternal hacia vosotros yun celo por el culto divino» (17).

Unas semanas más tarde, el 30 de septiembre,el mismo Paulo VI, en una alocución a los abadesbenedictinos, se refería a la Carta anterior enestos términos: «Vosotros estáis consagrados al

(17) Notitiae, sept.-oct. 1966.

conocimiento de la divina presencia. el arte dela inefable conversación con Cristo y con Dios.Sois los peritos de las cosas invisibles, que son lasmas verdaderas, las más reales...» Y añadía lue-go: «Permitidme recordaros que las normas queNos hemos establecido recientemente a propósitodel uso del latín en el rezo del Oficio divino, enNuestra Carta Sacrif icium laudis, no ciertamentepara imponeros una nueva carga, sino más bienpara defender vuestra tradición secular y prote-ger vuestro tesoro humano y espiritual, concier-nen también a los monjes...» (18).

A la luz de estas palabras de Paulo VI y de lasdeclaraciones anteriormente aducidas de la com-petente autoridad eclesiástica, queda patente elpensamiento de la Santa Sede a favor del man-tenimiento del latín en la Liturgia, y, en general.del estudio y fomento del latín como base de lacultura occidental, a la que durante tantos siglosha prestado servicios inapreciables. Salvaguar-dar esta lengua, que tantos tesoros encierra, yfomentar el sentido de ecumenismo que su usolitúrgico entraña, es lo que pretenden las aso-ciaciones conocidas con el nombre de «UnaVoce» (19). De ellas hablaremos tal vez otro diacon mayor detenimiento.

Salamanca, 12 de marzo de 1967.

(18) Doeumentation Catholique, n.o 1.480, 15-X-1966.(19) En Madrid acaba de constituirse la agrupación

«Una Voces, asociación para la salvaguarda del latin, delcanto gregoriano y de la polifonía sagrada en la liturgiacatólica. La Comisión Organizadora va encabezada por elconde de los Andes. Anuncian para el 7 de abril. a las7,30 de la tarde, en la iglesia de los Padres Benedictinosde Montserrat, San Benito, número 79, un acto públicopara la constitución oficial y reglamentaria de la aso-ciación, que promete tener una gran vitalidad.