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CAPÍTULO 6 Guerra y paz en el caribe colombiano

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Page 1: Guerra y paz en el caribe colombiano · y los conflictos se van generalizando en diversos escenarios de la llanura caribe. Guillermo Rodríguez, en su ponencia titulada Conflicto,

CAPÍTULO 6

Guerra y paz en el caribe colombiano

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Presentación

Al contrario de lo que sucede en otros países, nuestra fachada marítima no se constituyó en el eje del desarrollo económico, pues el Caribe no fue la sede del desarrollo económico ni en los ciclos exportadores ni en la etapa de industrializa­ción. A pesar de la importancia de la costa para las relaciones internacionales, solamente en la segunda mitad del siglo XX se establecen conexiones terrestres entre las regiones andinas y la llanura caribe, lo cual muestra una notoria tardanza en el proceso de integración nacional. Su estructura espacial muestra una organi­zación policéntrica, constituida por diferentes centros urbanos que compiten en­tre sí, al tiempo que en su historia se han presentado relevos en las primacías urbanas.

Relativamente despoblada durante el siglo XIX, cuando a mediados de esa centuria habitaba allí el 11% de la población nacional, contrasta profundamente con el panorama demográfico de principios del siglo XXI, cuando cerca del 22% de la población colombiana habita en esta región. Este "llenado" demográfico ha significado un "llenado" espacial, es decir, nos encontramos con un tardío proceso de poblamiento interno de la región, que se va a completar precisamente a finales del siglo XX, cuando los excedentes demográficos andinos bajan de las montañas a colonizar la llanura caribe más próxima a las regiones andinas.

Precisamente estas consideraciones guían el trabajo de nuestra autoría que presentamos en este Seminario, titulado Exclusión y conflicto en el Caribe colom­biano, en el que argumentamos que la historia de la región ha estado acompañada de diferentes conflictos. En este trabajo hacemos énfasis en los resultantes de la expansión de la frontera agraria. La conquista del espacio y la dominación de los pobladores nativos muestra una acción casi ininterrumpida desde medidos del siglo XVIII hasta finales del siglo pasado. En las Serranía de Perijá, así como en la llanura magdalenense, la guerra contra los chimilas y demás comunidades, marca la historia de la ampliación de la frontera agraria. Hay que esperar a que llegue la segunda mitad del siglo XX para que encontremos "la reducción de salvajes" en un estado satisfactorio para las necesidades del modelo de desarrollo económico que se estaba imponiendo en esta llanura caribe.

Al terminar la dominación española, si comparamos la región andina de centro oriente con la región caribe, es notoria la diferencia. Mientras la primera presenta un fuerte control del Estado y una clara presencia de la sociedad mayor, en el Caribe nos encontramos con amplias discontinuidades espaciales en los con­troles, en buena parte debido a la existencia de distintas fronteras: militares, agra­rias, culturales. Nos encontramos con una historia de permanente y continuo poblamiento, de desplazamiento de la frontera agraria desde el río Magdalena ha­cia los límites occidentales de la región, y desde la orilla oriental del mismo río hacia las serranías que limitan por el Oriente a esta región. Estos procesos duran

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más de dos siglos, y van produciendo el "llenando" constante del espacio regional, hasta que hacia finales del siglo XX se van copando todos los espacios internos regionales.

Es en estas dinámicas de larga duración que ubicamos los conflictos en el caribe colombiano. Mientras la frontera agraria ofrecía tierras para la colonización, los conflictos se ubicaban preferentemente en esta frontera, pero una vez se van cerrando los frentes de colonización, las posibilidades de poblar se van reduciendo y los conflictos se van generalizando en diversos escenarios de la llanura caribe.

Guillermo Rodríguez, en su ponencia titulada Conflicto, significado espiri­tual y efecto ambiental de las ofrendas entre los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, presenta un análisis de los controles ambientales de los pobladores indígenas que habitan estos territorios montañosos, donde ocurre una alta pro­porción de guerras y conflictos. Otras violencias se han presentado en estas mon­tañas, puesto que desde su primer contacto con el mundo occidental, los pueblos indígenas han sido testigos del incesante saqueo y destrucción de sus territorios, sitios sagrados, cementerios y costumbres de sus ancestros. Como lo argumenta el autor, el desarrollo sostenible que estos pobladores ancestrales han puesto en mar­cha en las montañas es un medio vital para prevenir y manejar el conflicto. Porque donde la ecología es frágil la paz también es frágil y los recursos deben ser com­partidos para evitar el conflicto. En esta ponencia se argumenta que el tiempo ha llegado para que nuestra sociedad industrializada aprenda de la sociedad indígena, para incorporar valores morales y desarrollar un entendimiento ecológico repre­sentado en acciones sociales y económicas. El conocimiento debe convertirse en parte de nuestro modo de vida y el hombre posmoderno necesita una nueva aproxi­mación al desarrollo donde se protejan los recursos básicos y se asegure la super­vivencia de toda la gente.

Un enfoque diferente plantea Francisco Avella en su ponencia El Caribe co­lombiano: de la paz al conflicto. Utilizando herramientas provenientes de la etno­grafía, el autor analiza el caso de una pequeña localidad caribeña, a donde llegan fuerzas externas para presionar a sus habitantes a tomar partido en una nueva construcción social del territorio a partir de procesos identitarios que establecen la diferencia entre el nosotros y los otros, como forma corriente de manejo del po­der político en el país. Al final, el autor concluye planteando las dificultades que las víctimas del conflicto tienen para construir estas identidades antagónicas, precisa­mente en donde la relación amigo-enemigo jamás ha existido ni en la ideología política ni en el imaginario social.

A finales de la década de 1980 comienza la presencia de organizaciones armadas de la guerrilla: el EPL en Urabá y Córdoba; un foco de las Farc y el ELN en el sur de la Zona Bananera de Urabá y las Farc en el sur de Bolívar y del Cesar. Otro foco de presencia de organizaciones armadas de la guerrilla como el deValledupar y estribaciones de la Sierra Nevada, para la época no presentaba alta violencia homicida.

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Pero para mediados de los años de 1990 la violencia homicida se intensifica en las sabanas de Bolívar, Córdoba y Sucre, Montes de María y el corredor entre Valledupar y San Alberto en el sur del Cesar. A finales de 1990 es seguro que aumenta en las zonas tradicionales de enfrentamiento que coinciden con las mis­mas zonas de la violencia de los años de 1950, a excepción de Montes de María, una de las zonas más densamente pobladas de la Costa que se vuelve un nuevo objetivo estratégico en la guerra.

La anterior caracterización busca mostrar simplemente que la mancha ne­gra del conflicto se extiende en el Caribe continental a partir de acciones que buscan controlar amplios territorios evitando conformar frentes físicos o defender posiciones desde el punto de vista militar, como en cualquier guerra convencio­nal, lo que militarmente sería un esfuerzo muy costoso. Por ello, dada la geografía del país, y la dificultad de copar los objetivos estratégicos ampliamente disemina­dos (carreteras, oleoductos, pasos clave para la logística, contrabando de armas, de drogas, fuentes de recursos, etc.), la guerra de trincheras se convierte en una "vio­lencia" difusa en donde los frentes se construyen ideológicamente a través de esfuerzos de los actores en conflicto por conformar identidades que permitan de­finir en ciertas zonas del territorio quien es el amigo y quién es el enemigo.

Esta dinámica de la guerra que llega a la localidad es el objeto de análisis de Francisco Avella. El autor describe cómo los grupos armados van introduciendo dinámicas de adscripción de los pobladores a la lucha armada, dando inicio a los desplazamientos, tanto de hacendados como de campesinos. En esta localidad se analiza la construcción social del conflicto como un proceso en que los actores políticos no son las gentes de la localidad, sino los espectadores o más bien las víctimas de estrategias nacionales.

Otra propuesta analítica es la que ofrece la ponencia titulada Programa de desarrollo y paz en los Montes de María: una propuesta desde la región, interven­ción que adelanta la Universidad de Cartagena en el marco del Plan de Desarrollo Humano Sostenible para la Región de los Montes de María, en un esfuerzo con­junto realizado por las gobernaciones de Bolívar y Sucre, junto con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y el apoyo del despacho del Ministerio de Educación y el Plante, con el propósito de atacar las causas estructurales que generan la vio­lencia en los Montes de María.

La autora muestra que en la última década, la región Montes de María ha experimentado un cambio profundo en la senda de su desarrollo regional, que a pesar del avance de los indicadores de desarrollo humano y la ubicación en los rangos medios y bajos de los indicadores de pobreza humana departamental, se percibe una pérdida sustancial de las condiciones generales de la calidad de vida como consecuencia de la violencia y el conflicto armado en su territorio. Este conflicto hace presencia a través de grupos guerrilleros y paramilitares, con el crecimiento de los actos violentos y de severidad de los mismos, acompañado de un bajo desempeño de las administraciones locales en la atención de las necesida-

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des básicas de los pobladores. Este diagnóstico sombrío lleva a que la ponencia incluya una propuesta de reconstrucción del tejido social por medio del apoyo a la sociedad civil local.

Otro escenario del conflicto en el caribe lo presenta Jairo Soto en la ponen­cia Los nuevos municipios del Caribe colombiano, 1991—2000. Papel. El autor muestra que en Colombia, luego de la Constitución Política de 1991 y hasta la expedición de la Ley 617 de 2000, se crearon 76 nuevos municipios, de los cuales 31 se hallan en la Región Caribe, 20 en la Región Pacifica, 12 en la Región Amazónica, 9 en la Región Andina y 4 nuevos municipios en la Región de la Orinoquia. Así, los 31 nuevos municipios creados en el Caribe colombiano repre­sentan el 40,79% del total nacional.

Este desarrollo de la descentralización ha obedecido a la posibilidad de los grupos armados de fijar fronteras y controlar zonas de importancia estratégica como ejes de comunicación terrestre y fluvial entre la Región Caribe y el interior del país, lo cual se evidencia en el hecho de que la mayoría de los nuevos munici­pios son límites interdepartamentales. El autor sostiene que estos grupos armados percibieron que la influencia en las zonas rurales sería incompleta y deficiente si no la lograban en territorios mayores, por lo cual aprovecharon las posibilidades de los nuevos municipios, en cuanto a lo administrativo, fiscal y político, como producto del proceso de descentralización que se viene implementando en el país.

Con respecto a las funciones que corresponden al Estado, los grupos guerri­lleros y paramilitares han ganado, en gran número de los nuevos municipios, un condicionado respaldo de sectores de la población, actuando como redes de poder e imponiendo sus propias reglas de juego en cuanto a la seguridad, la justicia y los tributos. En otras palabras, se han constituido, de hecho, en poder local. Con base en el estado del orden público, los nuevos municipios se pueden clasificar en cuatro categorías: Los municipios controlados por el Estado; los controlados por la guerrilla; los manejados por los grupos paramilitares, y aquellos que están en disputa.

Estas ponencias muestran que el Caribe colombiano se ha constituido en un nuevo escenario de conflictos. Paradójicamente, una región relativamente aislada de las regiones andinas, que cuando entra en contacto terrestre, los conflictos se disparan en la Costa. Sociedades tradicionales, aisladas y pueblerinas sufren pro­fundas desestructuraciones de sus condiciones de vida, convirtiéndose en una de las regiones de mayor desplazamiento forzado en Colombia. Si el aislamiento la había apartado de las dinámicas de violencia del interior, hoy la Costa se está con­virtiendo en la región donde se viven distintos tipos de manifestaciones violentas.

Fabio Zambrano

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EXCLUSIÓN Y CONFLICTO EN EL

CARIBE COLOMBIANO

Fabio Z a m b r a n o *

L A DIFÍCIL Y LENTA CONFORMACIÓN DE LA REGIÓN CARIBE

La región caribe, como todas las experiencias humanas de producción social del espacio, ha presentado un caso concreto de construcción de una territorialidad específica por parte de las sociedades que lo han habitado. Así como otras expe­riencias humanas, esta territorialización de las experiencias de vida no se ha efec­tuado desligada de las ofertas ambientales que el espacio caribeño ofrece. Es por ello que encontramos una distribución específica del poblamiento en los diferen­tes territorios que conforman este espacio, en razón a que los sucesivos procesos de poblamiento fueron aprovechando los distintos atributos naturales que iban encontrando, y a que disponían de culturas diferenciadas.

Resultante de esto es la producción de territorios prehispánicos bastante diferenciados entre la banda derecha y la banda izquierda del río Magdalena, esce­narios naturales caracterizados por atributos ñsiográficos diversos, puesto que en uno, al oriente, se encuentra una llanura seca habitada por comunidades nómadas, con excepción de los conjuntos montañosos; y al occidente, por el contrario, en­contramos altas humedades, condiciones que fueron aprovechadas por los pobla­dores, sedentarios y organizados políticamente. Estos espacios humanizados de manera diferente, sirvieron de base para la ocupación española, la cual aplicó una estrategia de copiar, calcar, las territorialidades que encontraron; allí donde había comunidades sedentarias y tributarias, establecieron encomiendas, mientras que donde hallaron nómadas, se establecieron frentes de guerra. No es gratuito que la red urbana que se consolida en el Caribe colombiano, tanto en la Colonia como en la época republicana muestre una clara continuidad con las densidades prehispánicas que hemos descrito.

A las anteriores condiciones estructurantes de este espacio se le agrega un atributo geográfico, como es la vocación de servir de vector de intercambios. En efecto, la condición de ser proa continental, tanto por la localización al norte de

* Profesor titular, maestro universitario, Universidad Nacional de Colombia; profe­

sor Departamento de Historia, Universidad de los Andes.

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Suramérica, como por la proyección en el Caribe de la península de la Guajira, así como por servir de conexión terrestre con Centroamérica, ha generado una voca­ción de este espacio de facilitar los intercambios entre distintos macroespacios. Este atributo, derivado de la localización, explica que el Caribe se haya convertido en un espacio de difusión de gentes y culturas en la época prehispánica entre los subcontinentes americanos, así como entre éstos y el mar Caribe.

Esta función geográfica se incrementó con la conquista hispánica, cuando se hizo necesario establecer una red de puertos que conectara el "interior", las provincias andinas y los distritos mineros, con el "exterior", Europa. De esta ma­nera, la difusión espacial de los recursos que ha caracterizado a nuestro país, con­sistente en la alta densidad andina de población tributaria, y luego la localización de las principales agriculturas de exportación en las vertientes cordilleranas del interior, ha consolidado esta vocación espacial del Caribe colombiano de servir de enlace de macroespacios distantes.

A su vez, esta vocación determinó un ordenamiento espacial durante la dominación española, el cual privilegiaba los puertos fluviales y marítimos, con cierto abandono de las llanuras. Esta valoración de las fachadas marítima y fluvial generó la conformación de redes urbanas en función de los intercambios, y se dejó a un lado el impulso de un poblamiento que tuviese en cuenta estos espacios de las llanuras no costeras. Sin embargo, los cambios iniciados con la implantación de la República permitieron la consolidación de las dinámicas en estas llanuras, las cuales se habían iniciado en la centuria anterior, y con ello se regresó a una valora­ción espacial, en cierta medida similar a aquella que había existido con anteriori­dad a la conquista española. Estas diferentes dinámicas sociales y económicas, su­madas a los distintos escenarios naturales, fueron forjando una organización del espacio con diferentes territorios y la constitución de un marcado policentrismo que pesó mucho en la construcción de discursos regionales, y más bien dio origen a un "regionalismo ambiguo", antes que a la expresión de una cultura regional claramente definida que expresara los sentimientos de sus habitantes.

Estas dinámicas espaciales nos permiten mostrar cómo la conformación de la región se da de manera lenta, al margen de los intereses del Estado español y luego el republicano, donde ha estado presente una dinámica espacial de corri­miento de la frontera agraria desde el eje del río Magdalena tanto al oriente como al occidente de sus riveras. De esta manera vamos a encontrar que el desplaza­miento constante de la frontera agraria ha estado acompañado de diferentes con­flictos sociales, los cuales han tenido diversas expresiones, desde finales del siglo XVIII hasta finales del siglo pasado. Vamos a presentar varios casos de fuertes con­flictos, que se corresponden a dos territorios que conforman la llanura caribe colombiana. En la conformación regional, los conflictos han desempeñado un pa­pel importante en la construcción de la territorialidad caribe.

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Exclusión y conflicto en el caribe colombiano

L A CONQUISTA INACABADA

En los últimos días de febrero de 1910, ya organizado el cuerpo de gendarmería por encargo del Gobierno Nacional, el general Antonio Lafaurie se dirigió a Codazzi, en el departamento del Magdalena, en donde se le recibió con las más vivas mues­tras de júbilo. "Bien sabían sus habitantes que ese grupo de hombres armados tenían como misión guardar la paz y tranquilidad de toda aquella región que, sin contar con tan valioso apoyo, hubiera sido presa fácil de los salvajes"1. Se daba inicio a las campañas militares que se prolongarían hasta los años de 1913 y 1914 contra los indios "motilones", que desde la serranía del Perijá acosaban a los po­bladores de los valles adyacentes.

Lo que nos muestra esta anécdota, muy parecida a las descripciones de las campañas de José María de Mier y Guerra cuando sale de Mompox a mediados del siglo XVIII a dominar a los indómitos chimilas, es que la conquista militar del territorio caribe aún continuaba sin descanso en diferentes frentes, y hará falta que se llegue a la segunda mitad del siglo XX para que encontremos "la reducción de salvajes" en un estado satisfactorio para las necesidades del modelo de desarrollo económico que se estaba imponiendo en esta llanura caribe. Así como este vetera­no de la Guerra de los Mil Días asume la conquista del Perijá, a mediados del siglo XVIII José María de Mier y Guerra había iniciado, desde Mompox, la conquista de la banda derecha del río Magdalena, y Antonio de la Torre y Miranda, a finales de esta centuria, se encontraba poblando las sabanas, para que los arrochelados vivie­ran en policía, y algo similar realizaba Antonio de Arévalo en la Guajira en los mismos años.

Estos esfuerzos de la Corona española por controlar dichos territorios mues­tran las tensiones que se estaban presentando a finales de la Colonia, en razón al poblamiento disperso y a la persistencia de comunidades insumisas. Todavía en el siglo XVII los cunas estaban incendiando a Montería, y el río Sinú constituía una frontera militar que marcaba el límite occidental de la expansión de la frontera hacendataria; para entonces las tierras al occidente de este río se encontraban por fuera del control de las autoridades españolas.

Al finalizar la Colonia, eran más los espacios por fuera del control de la sociedad mayor que los que ésta dominaba en los diversos territorios caribeños. De manera precaria se controlaban los corredores de circulación, conformados por el litoral y el río Magdalena, y algunos caminos reales que comunicaban las poblaciones más importantes. En la península de la Guajira la presencia del estado español se basaba en acuerdos bastante precarios con la comunidad wayuu. La Sierra Nevada de Santa Marta se encontraba en trance de la conquista espiritual a

1 Antonio G. Lafaurie C. Reducción de los indios motilones en la zona correspon­diente al departamento del Magdalena. Expedición realizada en los años 1913 y 1914. Bogotá, Imprenta de Juan Casis, segunda edición, 1989, p. 12.

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cargo de las misiones capuchinas; la Llanura Magdalenense, poblada por los chimilas, no admitía la presencia de esta sociedad mayor; la serranía del Perijá, poblada por yukos y baris, seguía presentando fuerte resistencia a su sometimiento; el sur de la región estaba cerrado por presencia de yariguíes, carares y opones, que no admi­tían la sujeción bajo las normas del orden soñado por España.

Esta resistencia no sólo se encontraba representada en los diferentes pueblos indígenas que se enfrentaban de distintas maneras al sometimiento, sino que tam­bién estaban los palenques, los cuales expresaban la lucha por la libertad de los esclavizados. Estas comunidades fueron poblando, especialmente en la banda iz­quierda del río Magdalena, los bordes de las ciénagas, las orillas de los ríos y los montes más inaccesibles2. A ellos se le agrega el poblamiento arrochelado de los Montes de María, y los mineros zambos y mulatos de la serranía de San Lucas.

Estas características del poblamiento que encontramos en la región caribe hacen que se diferencie de otras regiones. Su condición policéntrica, su función de comunicación del interior, poblado y rico en recursos mineros y de tributarios con el exterior metropolitano, son elementos que hacen que las autoridades espa­ñolas privilegien sus funciones de comunicación a cualquier otra posibilidad de ordenamiento espacial. A esto se agrega la presencia de una oferta ambiental terri­torial bastante dispersa, no concentrada en unidades ambientales que faciliten su explotación, lo cual, junto con la existencia de diferencias notables en el grado de desarrollo de la población nativa —la cual no presentó grandes unidades territoria­les bajo el dominio de una sociedad específica—, fueron determinantes para que el poblamiento español, a su vez, fuera disperso. El Estado español no centralizó estos espacios.

Esto se nota en la estructura de red urbana que establece la Corona española: sólo los puertos marítimos recibieron el título de ciudad, y todos los puertos flu­viales sobre el Magdalena el de villas, es decir, un título de menor jerarquía urba­nística. Lo importante era asegurar la conexión interior - exterior, y por ello la red urbana se organizaba siguiendo la línea del litoral y la vertical del río Magdalena.

En conclusión, al terminar la dominación española, si comparamos la re­gión andina de centro-oriente con la región caribe, es notoria la diferencia. Mien­tras la primera presenta un fuerte control del Estado y una clara presencia de la sociedad mayor, en el Caribe nos encontramos con fuertes discontinuidades espa­ciales en los controles y la existencia de distintas fronteras: militares, agrarias y culturales.

Sin embargo, estos territorios poblados de manera alternativa a los poderes centrales no generaron violencia. La figura que emplea Orlando Fals Borda de la

2 Véase Orlando Fals Borda, Capitalismo, hacienda y poblamiento en la costa Atlántica. Bogotá, Ediciones Punta de Lanza, 1976.

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Exclusión y conflicto en el caribe colombiano

"raza cósmica", nos muestra un proceso de profundo sincretismo humano y cul­tural, donde se encuentran todos los que llegan a América y producen una cultura incluyente3. Es en tiempos recientes que estos territorios se vuelven violentos, como es el caso de Montes de María, cuando se produce la crisis generalizada del sistema social y político a nivel nacional y no tanto por el tipo de conformación social que ahí se estructuró.

Nos encontramos con una historia de permanente y continuo poblamiento, de desplazamiento de la frontera agraria desde el río Magdalena hacia los límites occidentales de la región, y desde la orilla oriental del mismo río hacia las serra­nías que limitan por el oriente a esta región. Estos procesos duran más de dos siglos, y van produciendo el "llenado" constante del espacio regional, hasta que hacia finales del siglo XX se van copando todos los espacios internos regionales. Cabe señalar que a estas dinámicas internas se le suman, hacia mediados del siglo XX, las colonizaciones internas provenientes de las cordilleras andinas, Oriental y Central, especialmente desde los Santanderes, Boyacá y Antioquia, las cuales van ocupando las vertientes cordilleranas y luego las llanuras caribeñas. Los puntos de encuentro de las diferentes colonizaciones se van a constituir en territorios en disputa entre las distintas oleadas colonizadoras.

Es importante que tengamos presente que el Caribe colombiano representa el 11 % del territorio nacional y contiene el 22% de la población nacional en el año 2000, cuando a mediados del siglo XIX sólo llegaba al 11% del total de la pobla­ción nacional. Al mismo tiempo, esta región en constante crecimiento demográfi­co, a pesar de su notorio empobrecimiento en la segunda mitad del siglo XX, no expulsa sus excedentes demográficos hacia las regiones más ricas, y por lo tanto nos encontramos con una situación de colonizaciones internas desde el Caribe pobre hacia los Andes ricos. En esta región no se ha presentado la válvula de escape de las migraciones, como es la de expulsar pobres hacia las regiones ricas, proceso migratorio que acompaña a los ajustes internos que se suceden cuando se conso­lidan los mercados internos4.

URABÁ, LUGAR DE ENCUENTRO DEL CARIBE CON LOS A N D E S

Esta situación de encuentro de las distintas colonizaciones y sus manifestaciones violentas es el caso de Urabá. Luego de los fracasos iniciales en la conquista tem­prana del golfo de Urabá, al comienzo del siglo XVI, cuando las primeras funda­ciones -Santa María la Antigua del Darién y San Sebastián de Urabá—, la navegación

3 Véase: Orlando Fals Borda. Historia de la Costa. Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1978

4 Conocido en la historia económica como el efecto mezzogiorao, nombre derivado de la historia italiana donde del sur pobre de esta península emigró la °ente al norte rico.

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por el río Atrato estuvo prohibida, en razón al control que se intentó establecer sobre el fuerte contrabando que circulaba por esta vía, por donde salía el oro proveniente de la provincia de Nóvita.

Hay que esperar a finales del siglo XVIII para que se vuelva a presentar otra presión colonizadora. En efecto, al finalizar la Colonia, las presiones sobre este territorio estuvieron a cargo de mineros que bajaron de las montañas antioqueñas, y se dirigieron a los placeres auríferos ubicados en el pie de monte cordillerano. Esta dinámica poblacional generó una invasión de los resguardos de Frontino, Dabeiba, Buriticá y Cañasgordas. Para 1832 y 1840 estas tierras comunales ya se encuentran disueltas, lo cual provoca una migración de los indígenas desplazados en dirección al alto Sinú.

Un poco más tarde encontramos otra oleada colonizadora que parte de las llanuras del Sinú hacia Urabá, en dirección al Alto Sinú, hacia finales del siglo XIX. Este poblamiento estuvo atraída por las economías extractivas asociadas a la explo­tación de la tagua, el caucho y la ipecacuana. Además, empresas norteamericanas y francesas, dedicadas a la explotación de maderas finas, incentivaron la migración de colonos, quienes, enganchados al endeude, provocaron una fuerte migración de mano de obra de las llanuras en dirección hacia esta nueva frontera agraria. Posteriormente, ya entrado el siglo XX, en los años cincuenta se volvieron a acele­rar estas migraciones al Alto Sinú, incrementando la expulsión de indígenas.

En la década de 1980 se presenta otro flujo migratorio, pero en sentido inverso a los anteriores. Ahora, los colonos fueron expulsados hacia Montería. Se daba inicio al reflujo poblacional, donde los encargados de expandir la frontera agraria, ahora se encuentran con la presesión de la hacienda ganadera que los expulsa hacia las ciudades, a donde llegan a engrosar la población habitante de los barrios de invasión.

Otro flujo poblacional que se dirigió hacia Urabá provino del Caribe costa­nero. Desde finales del siglo XVIII, libertos y cimarrones se dirigieron a poblar islas, como Barú e Isla Fuerte. Ellos estaban relacionados con el contrabando que se practicaba entre Cartagena y Panamá, y precisamente este flujo se originó en la Provincia de Cartagena y se dirigió hacia Urabá siguiendo el litoral.

Con la abolición de la esclavitud, establecida de manera definitiva en el gobierno de José Hilario López en 1851, se desatan nuevas oleadas poblacionales. La abolición de la esclavitud, junto con el incremento de la concentración de tie­rras en Cartagena y el Bajo Magdalena a causa de la expansión de la hacienda ganadera, generó una nueva expulsión de gentes a las fronteras agrarias, y es en­tonces cuando se consolidan Arboletes, Necoclí y Acandí.

Además de los tres poblamientos anteriores, se produce también el flujo poblacional proveniente del Caribe hacia el interior del Urabá antioqueño. Al irse agotando las tierras de la costa y las del golfo de Urabá, los colonos inician la penetración de la selva por los valles de los ríos Atrato y León, poblando las mon­tañas de Mulatos y Acandí. De nuevo encontramos la explotación del caucho y las

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Exclusión y conflicto en el caribe colombiano

maderas como un atractivo de la colonización. Este movimiento permite la conso­lidación de Apartado, Garepa y Chigorodó. Posteriormente, desde mediados del siglo XX, la carretera y la explotación del banano incrementan la colonización antioqueña; en especial la llamada carretera al mar, con la que Antioquia se conecta por tierra con el Caribe, precisamente en Urabá, es la que va a definir el control antioqueño sobre el golfo de Urabá.

Esta es, precisamente, la quinta oleada migratoria hacia el Urabá. La coloni­zación antioqueña va a facilitarse por la finalización de la carretera al mar en 1954. Este hecho, junto con la llegada de la United Fruit Company, se convierte en mo­tivo de atracción poblacional, que genera la consolidación de una colonización al borde de la carretera en poblaciones como Cañasgordas, Dabeiba, Mutatá, Pavarandocito, Chigorodó, Garepa, Apartado y Turbo.

Varios son los elementos que encontramos en estas sucesivas colonizacio­nes hacia Urabá. Allí se forma una sociedad heterogénea, en constante movi­miento, con permanentes desplazamientos de pobladores, motivados por las di­námicas demográficas, la expulsión de pobladores por las presiones de la ha­cienda, la atracción que ejerce la economía extractiva, la presión sobre las tierras comunales indígenas.

Lo que encontramos en Urabá no es diferente a los conflictos que se han presentado en las diversas fronteras internas que existen en Colombia y que han llamado la atención a los científicos sociales, quienes se han lanzado a estudiar los fenómenos que se están presentando en estos territorios. Es así como encontramos numerosos estudios sobre las llanuras del oriente colombiano, donde se han ana­lizado los conflictos sucedidos como resultado de los encuentros entre las dinámi­cas colonizadoras del mundo andino y el choque resultante en el mundo amazónico, así como en la Orinoquia. Algo parecido ha sucedido con el del Magdalena Medio, igual que con la región Caribe y algunas vertientes cordilleranas. En otros térmi­nos, si en el pasado los territorios de exclusión se encontraban desvalorizados en razón de haberse convertido en recipientes receptores de migrantes pobres, de los derrotados de las guerras civiles, de los excluidos de las diversas sociedades mayo­res regionales, en la actualidad se ha presentado una valorización de estos territo­rios, en razón a la localización estratégica de algunos debido a la condición de corredores de comunicación, y de la explotación de ofertas ambientales específi­cas de otros, con la inserción en los mercados mundiales a través de los llamados cultivos ilícitos.

Este es el caso de Urabá, territorio lleno de paradojas. Es el primer lugar de tierra firme donde los españoles llegaron a principios del siglo XVI a fundar ciuda­des, pero es el último del litoral Caribe en ser integrado a las dinámicas capitalistas que se imponen en la última mitad del siglo XX. Urabá se convirtió en un cruce de rutas de intercambios, legales e ilegales, en destino de una migración de distintos orígenes y en epicentro de una agricultura intensiva en capital, condiciones de las cuales se derivó el surgimiento de fuertes conflictos ñor el control de esta rica zona.

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Fabio Zambrano

Si nos remontamos a principios del siglo XX, encontramos la anexión de este territorio Caribe a Antioquia. Cabe resaltar que es el único caso que en nuestro litoral norte se presenta, bajo unas condiciones de asignarle a Antioquia la función civilizadora de un territorio considerado como bárbaro. Como nos lo muestra la autora, esta región andina se volcó a esa llanura de tierra caliente con una clara vocación de redención moral y de motivación de salvación, en claro ejercicio de oposición de la civilización a lo que se consideraba la barbarie.

Este esfuerzo de trasladar un modelo social que había sido exitoso en las condiciones de la colonización antioqueña a un territorio completamente diferen­te es esgrimido por algunos autores como uno de los motivos que, más tarde, van a contribuir a producir los desencuentros de modelos sociales que se van a mani­festar a través del conflicto armado. La sucesión de economías extractivas de tagua y madera y luego el banano, por ejemplo son mostradas por Claudia Steiner como parte de una mirada de explotación de los recursos naturales que allí ejerció Antioquia.

Gracias a los recursos analíticos y conceptuales provenientes de la antropo­logía y la historia, la autora logra realizar un significativo aporte para comprender el caso de Urabá, así como para ofrecernos propuestas metodológicas para com­prender fenómenos similares en otros territorios de exclusión que caracterizan a Colombia. Este es el caso del concepto "encuentro colonial", el cual es utilizado para lograr una mejor comprensión de las relaciones dinámicas que se desarrolla­ron entre el colonizador y el colonizado. Porque una de las argumentaciones cen­trales de la autora es la de destacar la importancia que tuvieron los primeros colo­nizadores de Urabá, como fueron los campesinos de las sabanas de Bolívar, los llamados chilapos, en la apertura de estas montañas, colonizadores que luego fueron colonizados por la avanzada del progreso que quiso establecer Antioquia en este cruce de caminos5.

E L CASO DE LAS SABANAS DE CÓRDOBA Y SUCRE

La violencia tiene límites regionales definidos, así como temporalidades específi­cas. En esta sub-región sabanera, los conflictos están asociados a las diversas mi­graciones heterogéneas, a emergencia de jerarquías sociales, a cambios en las es­tructuras de los poderes regionales, a modificaciones en las relaciones entre la región y la nación. Todos estos cambios se dan en medio de un escenario econó­mico de constante empobrecimiento de la región y con la llegada de capitales procedentes del narcotráfico, que invierten en tierras ganaderas.

Se insiste en que la persistencia de la violencia en Córdoba no se deriva tanto de la débil presencia del Estado, o de la ausencia del mismo, sino de la

5 Claudia Steiner. Imaginación y poder. El encuentro del interior con la costa en Urabá, 1900-1960. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2000.

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Exclusión y conflicto en el caribe colombiano

interacción de diversas variables: a corto plazo, la ausencia en este territorio de las autoridades legítimamente reconocidas por la población, lo cual está asociado al reto que generan nuevos actores sociales a los poderes tradicionales. A largo plazo, la privatización de las autoridades regionales, como también la baja capacidad infraestructura! del Estado central6.

Esto se da en un escenario económico donde, al parecer, la opción más productiva que tiene este territorio es el de la ganadería, cuyo desarrollo se ha limitado a la oferta de ganado en pie, sin dejar valor agregado local7. Esto se ha constituido en una causal de persistencia de la sociedad tradicional, asociada a la cultura de la hacienda, mientras que el país se ha ido modernizando progresiva­mente. Este escenario ha generado una contradicción en las relaciones entre la nación y la región.

Además, coexisten diversas formas de propiedad: latifundio, gran hacienda, pequeña propiedad, frentes de colonización, algunos resguardos, poblaciones afrocolombianas ancestrales. Junto a ello, la ganadería coexiste con la agricultura moderna. Todo esto produce un incremento de la fragmentación del poder, resul­tante de la ausencia de una actividad económica predominante, así como de la ausencia de instituciones estatales. Paradójicamente, también se han presentado los llamados macroproyectos, cuyas obras e intervenciones han producido despla­zamientos y choques con comunidades locales. Son los casos de Urrá, Cerro Matoso y El Cerrejón.

Los conflictos sociales que surgen en los años de 1960, producto del cho­que originado en la expansión de la hacienda, fueron respondidos con una tem­prana represión, la cual estuvo acompañada de una clara impunidad. Así, en vez de la mediación, se presentó la parcialidad de las instituciones, que se inclinaron en defensa de la gran propiedad.

Es en este contexto donde se produce la penetración del narcotráfico y su acción de compra generalizada de tierras, lo cual tiene varios efectos, como ha sido la sustitución de élites tradicionales por gentes extrañas a la región, con la consiguiente distensión de los lazos de control social y de la representación políti­ca. De otra parte, esta situación encuentra un caldo de cultivo que aprovecha la parcialidad de las instituciones estatales, la impunidad rampante en los aparatos de

6 Mauricio Romero, La violencia en Córdoba. Cinep. 1990, material inédito,

7 Hay que tener presente que en el valle del río Sinú se ensayaron distintos cultivos intensivos, tales como el de caña de azúcar, algodón, sorgo y ajonjolí, así como la exportación de carne en canal por el Paking House de Coveñas, que terminaron todos en el fracaso. La imagen que nos deja Gabriel García Márquez en su novela la Hojarasca recoge estas experiencias históricas del Caribe colombiano de la presencia de bonanzas que terminan en crisis. En cambio, la ganadería ha probado ser la acti­vidad económica más estable en estos territorios.

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Fabio Zambrano

justicia y la tradicional concepción patrimonial de lo público, elementos que sir­vieron de base para desatar nuevas dinámicas de exclusión y represión8.

Así, entre los años de 1960 y 1980 se producen profundas transformacio­nes institucionales, fuertes conflictos sociales, varios cambios políticos, dinámicas poblacionales, nuevos discursos alternativos frente al tradicional bipartidismo, todo lo cual se constituye en elementos que entran a generar violencia política, mani­festada bajo diversas formas.

La persistencia de la sociedad tradicional que hemos anotado ha estado acom­pañada de la permanencia de concepciones patrimoniales del Estado por parte de la élite regional. Esto ha sido una de las causas para producir una distorsión pro­funda de la presencia del Estado, lo cual, paradójicamente, ha coincidido con la descentralización. No es gratuito que coincida el incremento de la pobreza con el inicio de la descentralización en la costa caribe, al tiempo que se da una profunda privatización de lo público, todo lo contrario a lo que buscaba la Constitución de 1991.

Queremos destacar que todos estos conflictos son de reciente aparición en estos territorios que se han consolidan tempranamente. Sin embargo, hay que tener presente que la historia de la región ha estado acompañada de conflictos en sus fronteras, los cuales, posteriormente, en razón al agotamiento de la frontera, se van a extender al conjunto de las sabanas. En ello ha tenido gran responsabilidad la economía extractiva, como ya lo señalamos para el caso de Urabá. Esta forma de explotación del territorio se impuso utilizando brutalmente los recursos y la mano de obra, como fue el caso de los indígenas, los campesinos y jornaleros, en el Alto Sinú y Urabá. Allí se taló el bosque y se dio paso a la hacienda. La madera talada se trasladaba por río a los puertos o se transportaba en bueyes y muías. Esta forma de transporte generó la necesidad de potreros para el sostenimiento de las bestias de carga, y con ello se va consolidando esta economía extensiva.

Véase el trabajo de Mauricio Romero, op. cit.

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CONFLICTO, SIGNIFICADO ESPIRITUAL Y EFECTO

AMBIENTAL DE LAS OFRENDAS ENTRE LOS INDÍGENAS

DE LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA

G u i l l e r m o R o d r í g u e z Navarro*

La población de la Sierra Nevada de Santa Marta comprende cerca de 32.000 miem­bros de los grupos indígenas Kogi, Arhuaco, Arsario y Kankuamo descendientes de losTayronas y custodios de sus antiguas tradiciones. Además hay aproximadamen­te 150.000 campesinos y un millón y medio de habitantes urbanos en las tierras bajas.

Una alta proporción de guerras y conflictos ocurren en regiones montaño­sas, generalmente por su interacción con esas tierras bajas. Sin embargo, de estos grupos humanos, los únicos pobladores aborígenes y estables son los cuatro gru­pos indígenas que, a pesar de tener diferentes lenguas, comparten un mismo siste­ma de creencias.

Desde épocas prehispánicas, los indígenas de la Sierra Nevada poseen una visión del mundo, una organización social y un patrón de asentamiento que gira alrededor del manejo y conservación de este ecosistema único, el "corazón del mundo". Como comunidades de montaña tienen limitadas las posibilidades de enfrentar los retos ambientales, y sus relaciones con las tierras bajas pueden rápi­damente cambiar para precipitar una crisis cuando este balance sea disturbado.

Desde su primer contacto con el mundo occidental, los pueblos indígenas han sido testigos del incesante saqueo y destrucción de sus territorios, sitios sagra­dos, cementerios y costumbres de sus ancestros. De los cuatro pueblos que logra­ron sobrevivir a la Conquista, uno (los Kankuamo) ha sido casi totalmente inte­grado a la sociedad colombiana, mientras los otros tres se encuentran en diferentes grados de aculturación debido a influencias exógenas. Pocas personas aprecian el bagaje de conocimiento filosófico que los indígenas mantienen para la humani­dad a través de su conocimiento de la naturaleza. Sin embargo, el reconocimiento actual de prácticas adecuadas de los indígenas en el manejo de los recursos natura­les indican que las actitudes negativas que comúnmente se tenían acerca del cono-

Especialista en arqueología, consultor para la Gestión Internacional de Recursos,

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cimiento indígena desde épocas coloniales ha empezado a cambiar. El desarrollo sostenible en las montañas es un medio vital para prevenir y manejar el conflicto.

Los pueblos indígenas viven en una compleja sociedad jerárquica en la cual el linaje desempeña un papel preponderante. El verdadero poder de decisión en asuntos personales y de la comunidad está concentrado en manos de los sacerdo­tes nativos o mamas, que poseen un profundo conocimiento de su medio ambien­te en astronomía, meteorología, ecología, y utilizan este conocimiento para pla­near el calendario agrícola y hacer la distribución por linajes de tierras y cultivos. El delicado balance entre hombre y naturaleza no sólo se refiere a los recursos de subsistencia, tales como manejo de cuencas, conservación de bosques y cosechas, sino también al balance moral y espiritual del individuo que puede ser fácilmente quebrantado por acciones humanas irresponsables.

Respetuosos rituales agrícolas desempeñan un rol prominente en las prácti­cas y en la religión indígena. Sembrar y cosechar están sometidos a una variedad de reglas rituales acordes con estaciones astronómicamente determinadas; en otras palabras, el calendario ritual corresponde al ciclo agrícola.

Se cree que todas las plantas nativas tienen sus "padres" y "madres", y la fertilidad de los cultivos tiene que ser asegurada a través de ofrendas a estos seres espirituales.Tipos de suelo como arcilla, humus, etc., son ritualmente denomina­dos como lo son las categorías de lluvias, vientos, ríos y lagunas, junto con los puntos cardinales a los cuales están asociados.

La sociedad Kogi es estrictamente jerárquica. En la cima están los mamas (derivado de "mamos" o sol), los líderes espirituales o sacerdotes, cuya edu­cación es uno de los aspectos más destacados de su sociedad. Idealmente, los futuros sacerdotes son escogidos por adivinación y tienen su entrenamiento desde el nacimiento. La educación completa dura 18 años y se lleva a cabo en templos especiales en la Sierra. Durante este tiempo los "moros" o sacerdotes en entrenamiento, son privados de la luz del día como sea posible. El entrena­miento se divide en dos períodos de nueve años cada uno, con la pubertad en el medio, momento en el cual el "moro" , o su maestro, pueden decidir discontinuar el proceso. Existen los casos en los cuales las niñas también son educadas, pero en las tres o cuatro últimas generaciones esto parece haberse suspendido y tan solo a algunas niñas se les da una educación básica "como de antiguos".

Los mamas regresan a la sociedad a una edad de alrededor de veinte años, investidos con atributos morales y espirituales para guiar y liderar la comunidad, pero sin ningún conocimiento práctico. Su austera pero muy profunda educación los reserva para la delicada tarea de preservar el universo, y por tanto deben evitar el trabajo físico por los peligros de la contaminación que puede acarrear. Las cosas prácticas se le dejan al comisario, o una cabeza (mayor) reconocida en un poblado que trabaja en conjunción con el mama. Los cabos son asistentes de los mamas y los comisarios, y tienen menor autoridad. Mayores es un término dado a hombres

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Conflicto, signifícado espiritual y efecto ambiental de las ofrendas entre los indígenas

de mayor edad, de reputación, cuyo estatus les da alguna autoridad ante sus seme­jantes y los menores.

El muy cercano contacto que estos mamas y todos estos custodios (mayo­res, cabos y comisarios) tienen con la naturaleza y los fenómenos naturales les dan un claro sentido de los ciclos que deben mantener para desarrollar una cercana y única conexión con las tierras y ecosistemas en que habitan. Han establecido dis­tintos sistemas de conocimiento, innovación y prácticas relacionadas con el mane­jo de la diversidad biológica en estas tierras y ambientes como resultado de un muy complejo sistema de ofrendas (pagamentos) en los cuales cada una de las personas de la comunidad actúa como custodio de un territorio sagrado.

El conocimiento ecológico tradicional está basado en observaciones y expe­riencias, evaluadas a la luz de lo que ha sido aprendido de los mayores. Los indíge­nas de la Sierra Nevada de Santa Marta han confiado en este conocimiento detalla­do para su supervivencia; ellos literalmente han basado sus vidas en su exactitud y repetitividad que al mismo tiempo se refleja en el sistema de ofrendas. Este co­nocimiento es una importante fuente de información y entendimiento para cual­quiera que esté interesado en el mundo natural, el lugar de la gente en el medio ambiente, y su significado espiritual está inmerso en la geografía sagrada de su territorio.

Mientras la perspectiva científica es a menudo diferente de la perspectiva tradicional, ambas tienen mucho que ofrecer una a la otra, y trabajar en conjunto es la mejor manera de ayudar a lograr un mejor entendimiento común de la natu­raleza; sin embargo, aún es difícil establecer una atmósfera de confianza con los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta para participar en sus sistemas de conocimiento y creencias, que tan sólo pueden ser adquiridas con la ayuda de algunas de las autoridades tradicionales a través de los años.

Manejos participativos con mecanismos adaptativos y regulaciones para ac­ceder a los recursos y nuevas condiciones son las formas más sostenibles y realistas de obtener soluciones.

Puede ser una manera simplista de clasificar el tipo de ofrendas o pagamentos hechos por los indígenas de la Sierra Nevada, pero es un esfuerzo del autor para presentar un muy complejo sistema de controlar su territorio sagrado con ofren­das. Parece haber tres tipos diferentes de ofrendas; un grupo de rituales para man­tener los ciclos naturales funcionando, en los cuales se utilizan ofrendas de cuentas de piedra que son enterradas en ciertos lugares, arrojadas al mar o escondidas en pequeñas cuevas o grietas en los páramos o picos nevados. Un segundo tipo de ceremonias se hace para pagar por faltas personales, con pequeñas mochilas tejidas en algodón en las cuales se colocan pelos púbicos, algodones con semen o sangre menstrual que son ubicados en diferentes lugares sagrados de acuerdo con el tipo de falta. Y un tercer tipo son para pagar por el uso de los recursos naturales, que tiene muchas variaciones; esta actitud está ejemplificada con rituales donde es necesario ñapar ñor la utilización de ciertos recursos, como es el caso del uso

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particular de una especie de árbol utilizada para la construcción de un puente, que consiste en una compleja ceremonia donde las plántulas de la misma especie dis­persas en el bosque son limpiadas, atendidas y alimentadas con comida espiritual, favoreciendo así su supervivencia ( Pedro Sundenkama indígena Kogi, comunica­ción personal).

Un más duradero ejemplo de la conciencia ambiental indígena está eviden­ciado por los cambios en patrones de subsistencia en los últimos 500 años, desde el ancestral manejo Tayrona con terrazas de cultivo y sofisticados sistemas de irri­gación, a formas de cultivo diversificadas donde se introducen nuevas especies de pan coger, algunos vacunos, y estableciendo complejas relaciones de intercambio como mecanismos de sostenibilidad para contrarrestar la colonización de sus te­rritorios. Todo esto como resultado de un muy complejo proceso de adivinación que permite la adopción de nuevos productos que no son originales de estos terri­torios.

Donde la ecología es frágil, la paz también es frágil, y los recursos deben ser compartidos para evitar el conflicto. Para nuestra sociedad industrializada ha llega­do el tiempo de aprender de la sociedad indígena, incorporar valores morales y desarrollar un entendimiento ecológico representado en acciones sociales y eco­nómicas. El conocimiento debe convertirse en parte de nuestro modo de vida, y el hombre posmoderno necesita una nueva aproximación al desarrollo donde se pro­tejan los recursos básicos y se asegure la supervivencia de nuestro planeta.

El significado espiritual de nuestros territorios está perdido, y sólo a través de un mejor entendimiento de los fenómenos naturales y el efecto de nuestros "juguetes" —como los indígenas denominan nuestros desarrollos tecnológicos—, seremos capaces de mejorar en tener una valoración de la naturaleza más respetuo­sa y tal vez recuperar el real significado de nuestros territorios y de nuestra vida.

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Conflicto, significado espiritual y efecto ambiental de las ofrendas entre los indígenas

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A N E X O I

L A S CAUSAS D E L D E T E R I O R O D E LA S I E R R A D E S D E LAS V I S I O N E S

T R A D I C I O N A L O A B O R I G E N

La profanación de sitios sagrados y guaquería lleva a la disminución de bosques y aguas pues, dentro de la concepción indígena, si se sigue la ley de la Madre no se generan problemas ambientales.

La ocupación de territorios cubiertos por vestigios arqueológicos indujo a la guaquería como forma de enriquecimiento rápido con la venta del patrimonio cultural y a la tala de bosques, generando deterioro ambiental. Los efectos de estos problemas son evidentes: disminución de cauces de ríos, lagu­nas y pantanos; extinción de flora y fauna; desequilibrio del ecosistema; disminu­ción de producción agropecuaria, falta de tierras para cultivo; desplazamiento de los indígenas hacia las partes altas; empobrecimiento de las familias, delincuencia común y, en general, disminución de la calidad de vida.

La Sierra Nevada de Santa Marta, desde la cosmovisión indígena, es el "corazón del mundo", y a su vez, una unidad que sostiene y armoniza la existencia no sólo de quienes la habitan, sino de todo el planeta. Por ello, cualquier proceso que tenga como escenario el macizo, por muy "blanco o civilizado" que sea, tiene una expli­cación ñlosóñca tradicional basada en las leyes de causa y efecto, de equilibrio y enfermedad.

La adivinación, el empleo de turnas, semillas y caracoles en acción de gracias a las divinidades o para pedir permiso al mundo espiritual, antes de realizar cualquier actividad que de una u otra forma afecta o interviene la dinámica de la Madre Naturaleza, forma parte de la enorme riqueza tradicional de las comunidades indí­genas serranas. En su desarrollo, la Estrategia de Conservación de la Sierra Nevada de Santa Marta se ha encontrado con que los mamas (sacerdotes aborígenes) están poniendo en práctica toda su sabiduría para ayudar los procesos que se adelantan en favor del macizo, y para detener su creciente deterioro.

CARTA DE MAMAS NABUSIMAKE, ABRIL 2 3 / 9 3

Nuestro territorio es un conjunto de comunicación y entendimiento expresivo y simbólico, interpretativo y sensitivo de carácter inefable.

Por lo cual es de significado trascendental tanto para la visión humana como para la visión espiritual junto al pensamiento, la voluntad y el querer del indígena encar­gado de cuidar nuestra madre tierra como morada materna de todos los pueblos indígenas que en ellos existimos.

Toda la realidad histórica cultural de la Sierra Nevada de Santa Marta fue violentada y usurpada por la intromisión europea quitándonos el derecho a la territorialidad y

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profanando nuestros lugares sagrados y nuestros recursos naturales que son tam­bién de existencia... La Sierra Nevada de Santa Marta como vida y como madre

posee todos los elementos sagrados para la supervivencia humana y espiritual; nos otorga la sabiduría y el conocimiento necesario para cuidar el mundo. Entre los hombres se necesita que el fuego, el agua, el viento y la tierra, permanez­can en equilibrio, cada cual en su sitio y con su función, al igual que cada horcón que sostiene la casa; así el fuego, el agua, el viento y la tierra son distintos pero ellos sostienen la misma vida... si algún elemento originario de la vida se daña, se des­equilibra toda ella. Así el fuego en vez de calentar quemará, el agua en vez de levantar semillas inunda­rá, la tierra no dará buen alimento y el aire sano se contaminará. Si estas leyes no se cumplen, las enfermedades materiales y espirituales se multipli­carán. Tampoco puede haber equilibrio entre los elementos originarios de la vida si no redistribuimos lo que esos elementos nos dan, es por eso que venimos a ofrecer pagamentos espirituales... por mandato de los primeros padres...

por ley de origen se nos ordenó a las tribus de la Sierra Nevada de Santa Marta

cuidar el equilibrio, de los elementos que originaron la vida.

Para hacer esto necesitamos de nuestro territorio originario, necesitamos de lugares sagrados para

seguir cumpliendo con la tarea espiritual ancestral...

M E N S A J E DE LOS MAMAS DE LA COMUNIDAD K O G I DE DON D I E G O

Desde el año 1992 comenzamos a trabajar fuertemente en nuestros trabajos tradi­cionales y espiritualmente con la Madre naturaleza y el mundo, para así recuperar más en la conservación de la Madre tierra, la fauna, la flora y los recursos naturales en la Sierra Nevada y en todo el mundo, porque allí existimos y comenzó nuestras vidas.

1. Por motivo de que reconocemos a la Madre Sierra Nevada, sabemos está en medio de crisis y de violencia por falta de conservación y comportamiento hacia la Madre, de todo aquello que nos rodea en el universo, el mundo y en la Sierra Nevada. 2. Nosotros, los jefes tradicionales y autoridades, llegamos a un acuerdo de trabajar espiritualmente a pagar a la Madre de todo aquello que nos rodea en el mundo y el universo, por medio de la consulta de la Ley Kogi. Porque nos damos cuenta que la estamos destruyendo, las montañas, ríos, arroyos y es por falta de conservación. Así mismo trabajamos en las tres comunidades, dos años en Ableyhy, Utuczhy y Chimilongui con las máximas autoridades tradicionales de la región o cuenca del rio Don Diepo.

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3. Después de dos años de trabajos realizados nos trasladamos aTaganga también a pagarle a la Madre espiritualmente y materialmente por medio de la ley de la con­sulta o "Zhatukua" ya que antiguamente la madre Taganga era como ser humano y hoy en día se encuentra debilitada. La madre Taganga no tiene poder como tenía en el principio de su vida y por medio de la consulta de la ley se concluye que esa madre está en espíritu en la tierra.

4. Nuestros trabajos pagamentales es espíritu aTaganga los terminamos y nos tras­ladamos a Guachaca que también por medio de la consulta de la ley "Zhatukua" se requiere que tenía una madre que dirigía desde el mar hasta los nevados.

5. Todos estos trabajos tradicionales en espiritual es por nuestra voluntad de la consulta de la ley "Zhatukua" que se nos dejó desde nuestro origen de nacimiento hasta donde hemos alcanzado nuestras vidas, todo para la conservación de la Sierra y los recursos de la madre.

Además, para realizar estos trabajos nos ruega la ley que no consumamos sal, carne de res, cerdo, gallina, nada más que algunos alimentos tradicionales. Así hasta ter­minar el trabajo que se programó. 6. Al finalizar queremos agradecer la Estrategia de Conservación de la Sierra Nevada de Santa Marta y la Universidad de los Andes que nos está ayudando en la forma del manejo y conservación de todo aquello que nos rodea. Así mismo los mamas y autoridades les estamos ayudando en espiritual para que solucionemos los proble­mas en la Sierra Nevada.

7. También necesitamos de una ayuda o colaboración de ustedes hermanos meno­res como: en la alimentación y en la carne de pescado. La ley de nosotros nos permite que estemos trabajando en las fincas con rulas, sino nada más con la ley. Si trabajamos más con la ley materiales en la tierra con nuestra ley tradicional no nos lo permite, es como pecar o perjudicándonos nuevamente. La ley nos permite que vivamos analizando solamente nuestros trabajos tradicionales en espiritualmente.

8. Hoy nos trasladamos a Quebrada del Sol que denominamos con el nombre de Mamatukuan tradicional. Esta tierra apenas cuesta la suma de dos millones quinien­tos mil pesos y nos vemos que comprarla es muy importante para nosotros, muy interesante porque son 14 hectáreas y tiene frutales. Ojalá ustedes nos puedan solu­cionar el problema de comprar esta tierra, lo más pronto posible ya que la hemos ocupado.

PROCESO DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL

El término "ordenamiento territorial" forma parte del lenguaje de la llamada "so­ciedad mayor". Pero está siendo entendido por los indígenas como un proceso que les devolverá su territorio tradicional, y que debe partir de una acción concertada con sus autoridades. Cada comunidad ha hecho público su punto de vista al respec­to, y la situación derivada del despojo paulatino de sus tierras, muy relacionada con

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la vida material y espiritual indígena. El siguiente texto aclara el concepto de territorialidad para los primeros pobladores de la Sierra. Infortunadamente, y eso ocurre con muchos documentos indígenas, no ha sido posible saber quién es su autor. ¿Sobre qué tierras se formarán nuevos territorios indígenas? Un territorio indígena tendrá que estar formado por uno o varios resguardos y por partes que nos resguarden si es que forman parte de nuestra vida. Recordemos que la mayoría de las comunidades no estamos en un solo punto. Para vivir necesitamos recorrer. Buscamos tener familiares en tierra fría y en tierra ca­liente para tener toda clase de productos. Nuestros médicos tienen sus sitios donde saben encontrar las medicinas o los pensamientos que necesitan para su trabajo. Además tenemos sitios sagrados que deben ser libres para nosotros como puede suceder en el caso de los compañeros arhuacos, kogis y arzharios, quienes además del globo central de la Sierra Nevada están reclamando 18 pequeños lugares de pagamentos y ceremonias que están situados alrededor pero lejos en este caso. Esos lugares sagrados podrían pertenecer al territorio indígena de la Sierra.

PROPUESTA DEL PUEBLO W I W A ( A R Z H A R I O )

Hasta el momento muchos han hablado por nosotros. Nuestro pensamiento y nuestra voz no han sido escuchados. Hemos sido duramente golpeados a lo largo de medio milenio. Hoy nos estamos reponiendo. Del 24 al 26 de julio de 1993 en la comunidad de El Machín, nos dimos cita las comunidades Wiwas tradicionales de Seminpke, Chema, Río Barcino, Guamaca y losWiwas no tradicionales de El Machín, Sabana Grande, Potrerito, La Peña de los Indios, Marokazo, Ulago, El Limón y la Sierrita, con la finalidad de expresar unas reflexiones e inquietudes sobre el proceso de ordenamiento territorial. 1. El ordenamiento territorial debe garantizar la unidad e integridad territoriales de la Sierra Nevada, preservando la cosmovisión acerca de la individualidad que tene­mos los pueblos indígenas que en ella habitamos.

2. En la Sierra Nevada de Santa se debe delimitar una sola Entidad Territorial Indíge­na, ETI, con un Consejo Territorial que posibilite la coordinación entre las distintas instancias de decisión que se creen. Esta ETI tendrá un estatus equivalente al de los departamentos. 3. Se debe evitar que esa ETI, dada su gran extensión y sus dificultades de comuni­cación, entre otras, centralice el poder marginado y excluyendo ciertas áreas y zo­nas. En ese sentido, proponemos por tanto, que la ETI tenga unas subdivisiones internas, en áreas étnicas, una por cada vertiente de la Sierra Nevada de Santa Marta.

4. Además del Consejo Territorial, se deben crear otras dos instancias de autoadministración y autogobierno, que propicien la generación de espacios para la descentralización y la gestión de poderes locales. Una de esas instancias estaría dada

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Guillermo Rodríguez Navarro

para cada una de las áreas étnicas, donde se recogería la representatividad y participa­ción de las comunidades indígenas de la respectiva vertiente, en tanto que la otra, sería una instancia para que cada pueblo indígena se encuentre y reflexione con la finalidad de afianzar la identidad y conciencia étnica como pueblo diferenciado.

5. Teniendo en cuenta que los mamas son la máxima autoridad de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta y que son los depositarios de toda la sabiduría ancestral, se sugiere la creación de un Consejo Supremo de Mamas, que tendría el objetivo fundamental de guiar, acompañar y asesorar permanentemente el trabajo del Consejo Territorial y de las otras dos instancias de autoadministración y autogobierno.

6. La base territorial de la ETI en la Sierra Nevada de Santa Marta estaría por los resguardos arhuaco y kogi-arzhario, adecuadamente saneados y ampliados según las necesidades económicas y culturales de los pueblos indígenas que los habita­mos, y por la creación de un resguardo y /o tierra comunal kankuama, que permita la sobrevivencia de este pueblo indígena. Sin embargo, aclaramos que la ETI des­bordaría los límites de los resguardos indígenas, para tener jurisdicción sobre las tierras hasta la Línea Negra, que sin ser propiedad colectiva nuestra, pertenecen y hacen parte de la ETI.

7. Como parte de un mecanismo de concertación y de mediación proponemos la creación de unas Zonas Culturales de Manejo Especial, para cobijar sitios de pagamentos y lugares sagrados, que sin ser parte integral de la ETI, estarían bajo la administración del Consejo Territorial.

8. Se debe adelantar un sostenido y coherente proceso de diálogo y concertación con los habitantes no indígenas, para hacer de la ETI un espacio posible y viable para la convivencia pacífica, dentro del debido respeto a las diferencias étnicas y culturales. En esa medida, consideramos pertinente que en la ETI de la Sierra pue­dan vivir no indígenas y tener participación en las distintas instancias y órganos de decisión, siempre que se comprometan a guardar respeto a la Madre Tierra y a los pueblos indígenas que habitamos en ella.

9.La sociedad occidental tiene una deuda ecológica con los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, quienes milenariamente hemos preservado el ecosistema y sus recursos naturales. El pago de esa deuda ecológica permitirá crear unas bases sólidas, que económicamente contribuya a diseñar un modelo de autodesarrollo para los pueblos indígenas Kággaba, Ijka, Kankuami y Wiwa.

10. No estamos de acuerdo con las propuestas que simplemente pretenden trasla­dar unas formas y dinámicas de organización, gobierno y administración occiden­tales a la realidad y cosmovisión de los pueblos indígenas. Para nosotros de lo que se trata es de potenciar unos espacios para el ejercicio de nuestra autonomía, donde nuestras tradicionales y ancestrales maneras de au toadminis t ra rnos y autogobernarnos se puedan preservar, enriquecer y desarrollar hacia el futuro.

11. Como el proceso de ordenamiento territorial apenas comienza, proponemos que se conforme, por parte del Gobierno Nacional, una Comisión de Ordenamiento Te-

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rritorial para la Sierra Nevada de Santa Marta, con participación de la Organización Gonawindúa Tayrona, de la Organización Indígena Kankuama, de autoridades del pueblo Wiwa, de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, y de las instituciones del gobierno pertinentes, para adelantar y hacerle un seguimiento al proceso que debe desembocar en la delimitación de la ETI, y en la conformación del Consejo Territorial y demás órganos de autoadministración y autogobierno. El Go­bierno Nacional debe garantizar el trabajo de esta comisión, poniendo todos los me­dios materiales y económicos indispensables para el buen desarrollo de esta tarea.

PROPUESTA DE LA ORGANIZACIÓN INDÍGENA KANKUAMA

Los Kankuamos somos la cuarta tribu asentada en la Sierra Nevada de Santa Marta, y somos quienes con mayor rigor hemos sufrido el proceso de aculturación; esta­mos ahora en proceso por la recuperación de nuestra identidad indígena y por el reconocimiento y tratamiento como tales por parte del Gobierno Nacional. Tradicionalmente nuestra Ley Natural consagra que la Sierra Nevada de Santa Marta es un lugar sagrado dado a las tribus Wintukua, Wiwa, Kogi y Kankuama, que la orden dada por los primeros padres es que desde la Sierra seamos los cuidadores del mundo para que por la permanencia de las formas de vida dadas en nuestra Ley de origen, haya equilibrio entre la naturaleza y el hombre, siendo el hombre tam­bién naturaleza. Por lo tanto, los kankuamos estamos de acuerdo en que en la Sierra Nevada de Santa Marta se debe conformar una Entidad Territorial Indígena (ETI), y que tenga cate­goría de departamento.

El ordenamiento territorial debe garantizar la unidad e integridad de la Sierra Ne­vada de Santa Marta, preservando la cosmovisión acerca de su individualidad que tenemos los pueblos indígenas que ella habitamos.

En cuanto a nuestro reconocimiento como pueblo indígena, demandamos el reco­nocimiento legal por parte de las instancias institucionales, ya que el reconoci­miento natural de nuestra condición lo tenemos por parte de los hermanos Wintukuas, Wiwas y Kogis, y de los Zenúes, Chimilas, Wayuús y Yapas, con quienes nos reunimos en días pasados en Atánquez, convocados por la Organización Nacio­nal Indígena Colombiana, ONIC. En dicha reunión, los pueblos indígenas coincidimos en apoyar la propuesta de crear la Región Costa Atlántica como entidad territorial, porque es un mecanismo apropiado para profundizar la descentralización y romper con el centralismo. Nuestra propuesta en este sentido concibe una región multiétnica y pluricultural, lo que implica que en las instancias de decisión que se constituya para la región, exista un espacio para la participación de todos los pueblos indígenas que habitamos la costa Atlántica.

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LA LÍNEA NEGRA

El territorio indígena está delimitado por la "Línea Negra". Pero, ¿qué es la "Línea Negra"? Es un término indígena que ha dado para muchas interpretaciones; llegó a decirse, incluso, que se trataba de los tramos de carretera que unen a los tres depar­tamentos con jurisdicción en la Sierra Nevada. Nada más alejado. En una reunión celebrada en Bunkuwaqeka, las autoridades tradicionales dieron a conocer cuáles son los puntos (sagrados) que une la mencionada "Línea" y que según sus propios conceptos comprende el área aborigen.

1. Kas'simuratu. Convento Plaza Alfonso López de Valledupar, Cesar. Lugar de Paga­mento "Yuwangawi".

2. Kickiaku. Puente Salguero del río Cesar, puerta de las enfermedades. 3. Karakul. Río arriba del Cesar hasta llegar a Guacoche, puerta de las enfermedades

de la izquierda. 4. BunkwaNariwa. Río arriba hasta llegar a Badillo, donde se hacen los pagamentos de

las enfermedades en general.

5. BunkwaNariwa. De Badillo en dirección a los Áticos, madres de los animales y del agua.

6. Imakamuke. De los Áticos en dirección a San Juan del Cesar. Madre del Aire, agua, relámpagos y truenos.

7. Jwiamuke. De San Juan del Cesar a Fonseca. Madre de los huracanes y la tempestad. 8. Seamuke. De Fonseca a Barrancas. Pagamento de las enfermedades. 9. Kukuzha. De Barrancas hasta llegar a Hatonuevo. Pagamento para todo animal y

persona.

10. Unkweka. De Hatonuevo hasta llegar a Cuestecita. Pagamento de la sabia del árbol. 11. Java Shikaka. De Cuestecita en dirección a Riohacha, hasta la desembocadura del río

Ranchería. 12. Jaxzaka Luwen. De Riohacha hasta llegar a Camarones. Lugar de recolección de

piedras para aseguranza de matrimonios. 13. Alaneia. De Camarones a Punta de los Remedios. Madre del Sol. 14. Zenisha. De Punta de los Remedios a Dibulla. Madre de los alimentos que se produ­

cen en la Sierra; se hacen cambios por los materiales del mar para pagamento.

15. Mama Lujwa. De Dibulla a Mingueo, hasta la desembocadura del río Caña. Madre de las Tinajas, alfarero.

16. Jukulwa. De la desembocadura del río Caña, hasta la desembocadura del río Ancho. Madre de los animales, hay tres lagunas por pagamento de las enfermedades.

1 7. Jwazeshikaka. Desde la desembocadura del río Ancho, hasta el cerro Jwazeshikaka, hasta llegar a la desembocadura del río Palomino. Madre de las turnas.

18. Java Kumekun Shikaka. Del cerro de Jwazeshikaka hasta llegar a la desembocadura del río Palomino. Madre de todas las flores del campo.

19. Jate Mixtendwe Lwen. De la desembocadura del río Palomino, hasta el cerro Jate

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Mixtendwe Lwen. Madre de los bailes. 20. Del Cerro Jate Mixtendwe Lwen, hasta llegar a la desembocadura del río Don Diego,

Java Mitasma. Madre de las palomas. 21. Java Mutanni. De la desembocadura del río Buritaca, hasta llegar a la desembocadu­

ra del río Guachaca. Madre de todos los animales cuadrúpedos. 22. JateTelugama. Del río Guachaca, hasta llegar al parqueTairona. Madre del oro. 23. Java Nakumake. Del parque Tairona a Chengue. Madre de la sal. 24. Java Julekun. Del parque Tairona hasta llegar aTaganga. Madre del Zirichu. 25. Java Nekun. De Taganga hasta Santa Marta en los muelles. Madre de las autoridades

espirituales. 26. Java Siñigala. De Santa Marta hasta Ciénaga. Madre del Sokunu negó. 27. Java Ñinawi. De Ciénaga a la desembocadura del río Frío. Madre de los leones. 28. JavaWaskañi Shikaka. De la desembocadura del río Frío hasta la desembocadura del

río Sevilla. 29. Java Katakaiwman. Del río Sevilla hasta la desembocadura del ríoTucurinca. Madre

de todo lo que existe en el mundo. 30. Kwarewmun. Del río Tucurinca hasta el pueblo de Aracataca. Madre del barro. 31. Seynewmun. Del pueblo de Aracataca hasta Fundación. Madre de mortuoria de to­

dos los seres. 32. Mama Neyumun. De Fundación hasta el río Ariguaní. Madre de la Tierra. 33. Ugeka. Del río Ariguaní hasta llegar a El Copey. Pagamento para evitar la guerra. 34. Miakun. Del Copey hasta llegar a Bosconia (Camperucho). Madre de la fertilidad. 35. Ku"riwa. De Bosconia hasta Caracoli. Puerta donde se controlan los animales salva­

jes.

36. Gunkanu. De Caracoli hasta Mariangola. Pagamento para los caminos espirituales. 37. Gwi'kanu. De Mariangola hasta Aguas Blancas. Pagamento para controlar las enfer­

medades. 38. Ka'aka. De Aguas Blancas a Valencia de Jesús. Lugar de pagamento para controlar la

muerte.

39. De Valencia de Jesús a Valledupar, punto de partida.

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A N E X O 2

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3 EL CARIBE COLOMBIANO: DE LA PAZ AL CONFLICTO

Franc i s co Avella '

RESUMEN

Este ensayo caracteriza brevemente el contexto en el que la costa Caribe entra en el conflicto patriótico, a través de un esbozo etnográfico de la manera como un pe­queño caserío es presionado por los diferentes actores para tomar partido en una nueva construcción social del territorio, a partir de procesos identitarios que esta­blecen la diferencia entre el nosotros y los otros, como forma corriente de manejo del poder político en el país. Finalmente concluye planteando las dificultades que las víctimas del conflicto tienen para construir estas identidades antagónicas, pre­cisamente en donde la relación amigo - enemigo jamás ha existido ni en la ideo­logía política ni en el imaginario social.

INTRODUCCIÓN

La costa Caribe de Colombia ha tenido una historia de conflictos desde tiempos prehistóricos. A la llegada de los españoles, muchas tribus estaban en guerra según los cronistas recién llegados. Por esta razón, los conquistadores, maestros en las artes de la intriga, se dedicaron a entenderlos para poderse apropiar de la manera más conveniente del territorio recién conquistado. Para ello desarrollaron una tác­tica de alianzas que al final no parece haberles dado grandes resultados, pues bue­na parte de la administración tuvo por principal objetivo en la costa Caribe fundar pueblos para asentar a los "arrochelados" (blancos, mestizos, zambos, que no acep­taban ni la religión, ni el matrimonio, ni el gobierno, mucho menos pagar im­puestos), cazar a los esclavizados metidos a "cimarrones" en medio de las selvas y pacificar los indios "bravos".

Y aunque la administración colonial tampoco tuvo éxito, fue la República la que tuvo que asegurar, por la fuerza evidentemente, la navegación en el Magdale­na, controlar los indígenas guajiros, chimilas y yukos para asegurar el paso de la costa hacia Venezuela, principal vía de contrabando, luego de ingresos para las grandes áreas ganaderas del Caribe colombiano. Además, debía retener a la gente en los pueblos para garantizar quien hiciera el trabajo en las haciendas, pues por

ÍrOiesor umversiuau NaciOjiai ue v_ojujjiuia, JCUC ue Sajj Ajjures, agosto ue LKJKJL.

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esas inmensas extensiones el principal problema fue siempre la falta de mano de obra. También buena parte de las guerras —tanto de la Independencia, como de las llamadas "guerras de los supremos", de las primeras guerras entre liberales y con­servadores y de las últimas del XIX (terminadas a principios del siglo XX)-, tuvie­ron como escenario la costa Caribe colombiana. Y hay que recordar que la paz de Neerlandia que creía haberlas terminado, fue firmada en la hacienda de ese nom­bre en el municipio de Ciénaga en el departamento del Magdalena.

Así, desde comienzos de siglo rigió la "pax romana" de los gobiernos con­servadores hasta finales de los años treinta en que aparecieron fuerzas campesinas que, apoyando al partido liberal y su "revolución en marcha", invadieron fincas y buscaron hacer una primera reforma agraria en los tiempos de López el viejo, que aún se recuerda especialmente en lo que hoy es Urabá, Sucre, la zona tabacalera de Bolívar, la zona bananera en el Magdalena y el sur del Cesar.

Las luchas agrarias señaladas por Fals Borda en sus textos son muestra clara de que el conflicto siempre ha rondado en la costa, impulsado por los conflictos que han enfrentado políticamente a la Nación a través de facciones, unas tratando de imponer visiones progresistas ("la tierra para el que las trabaja") o reacciona­rias ("no les den tierras a los pobres porque las venden"), jamás por intereses o por condiciones puramente regionales o locales, a excepción de las vendettas entre mafiosos y entre miembros de algunas familias guajiras de los años ochenta, que son un caso de estudio aparte y que caracterizan un conflicto sub-regional que no ha sido estudiado debidamente.

Y si prácticamente la costa Caribe fue escenario de las luchas históricas del país, lo que resulta paradójico es que en el conflicto más importante del orden nacional en el siglo XX, el de la "La Violencia" de los años cincuenta, no haya participado. Basta ver el mapa de las "Áreas geográficas de la violencia" en el texto de Guzmán, Fals y Umaña (1962:97), en donde ia fachada Caribe del país aparece en blanco, a excepción de algunos sectores en el departamento de Bolívar (en el norte especialmente en los municipios tabacaleros de Montes de María y en el sur, y en algunas áreas de la Depresión Momposina lindando con el sur de lo que hoy son los departamentos de Córdoba y Sucre), en el sur del actual departamento del César, en el Urabá antioqueño y en el actual Urabá chocoano. ¿Por qué? No hay una respuesta clara en la historiografía regional, pero en las conclusiones de este artículo se plantean algunas inquietudes.

Sin embargo existieron hechos aislados en varios municipios importantes, no suficientemente estudiados, pero que no ocasionaron víctimas como para ex­tender la mancha de "la violencia" en dicho mapa. En este sentido se puede afir­mar que la región Caribe hasta ese período fue una zona de relativa paz desde principios de siglo hasta los años ochenta, en donde no faltó el conflicto latente, ni las razones para que pasara a ser un conflicto abierto.

Por esos años los movimientos políticos contemporáneos a la reforma agra­ria de 1968 produjeron una serie de situaciones conflictivas entre las que se desta-

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can las luchas por la tierra de la Línea Sincelejo de la Asociación Nacional de Usua­rios Campesinos (ANUC) a partir de 1972, que evolucionaron hasta conformar las primeras organizaciones armadas en el Caribe, especialmente el EPL en sus varia­das versiones y el M-19, que abrieron el camino al ELN y a las Farc en la región.

CARACTERIZACIÓN DEL CONFLICTO

Para hacer esta caracterización en buena hora han aparecido los mapas de autores colombianos que Pissoat y Goueset (2002) sintetizaron críticamente, y que son de una gran ayuda para entender cómo esa mancha negra de la violencia (cuya expre­sión simplista con toda razón critican), que fue pequeña para 1962 comienza a extenderse en el mapa de Alejandro Reyes de los "Municipios con alguna acción guerrillera entre 1985 y 1997", cuando de territorio de relativa paz el Caribe colombiano se convierte en un territorio en conflicto abierto según la Geografía de la Guerra editada por la Universidad Nacional de Colombia.

¿De qué tipo de conflicto se trata? Entre 1985 y 1987 la presencia de orga­nizaciones armadas de la guerrilla según Reyes (1988; 6-27) eran las del EPL en Urabá y Córdoba, con un foco en el sur de la zona bananera de Urabá de las Farc y el ELN, y las Farc en el sur de Bolívar y del Cesar, todos ellos asociados a alta proporción de homicidios. En este sentido coinciden con las áreas de violencia homicida intensa de Lozada y Vélez (1988:48) que básicamente eran Urabá y el sur de la Guajira que no parece corresponder a homicidios asociados a organiza­ciones guerrilleras sino aparentemente de carácter mañoso relacionadas con gru­pos paramilitares1. Otro foco de presencia de organizaciones armadas de la guerri­lla, como el de Valledupar y estribaciones de la Sierra Nevada, para la época no presentaban alta violencia homicida.

Sin embargo, a partir de 1986, la presencia de las Farc —que era fuerte sola­mente en Urabá, sur de Bolívar y Sierra Nevada—, se extiende prácticamente a toda la región caribe continental dejando solamente un espacio en blanco en Urabá de donde comenzó a ser desalojada, por lo menos en la zona bananera, por las Autodefensas en los años noventa. Y el incremento de zonas negras en el mapa es más marcado cuando a partir de 1985 la presencia paramilitar se extiende hasta ocupar prácticamente todo el Caribe, a excepción de la península de la Guajira y de las zonas directamente controladas por el ELN y las Farc, pues el EPL desaparece como grupo guerrillero a mediados de los noventa.

1 Lo mismo podría decirse de la violencia urbana en las capitales de departamento y posiblemente en los demás municipios, a excepción de Santa Marta en donde estas organizaciones han tomado la forma de una organización paramilitar local, autóno­ma, la primera en la historia del país en controlar desde 1986 una ciudad de más de 200.000 habitantes, hasta el presente año en que otros grupos empiezan a intervenir activamente en el proceso.

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Con la presencia física de los actores armados del conflicto se intensifican las acciones especialmente de los grupos paramilitares cuyos epicentros son a par­tir de 1995 todo Urabá, el norte de Córdoba, el sur de Bolívar, los pueblos ribereños del Magdalena, las sabanas del Magdalena y todo el sur del Cesar, en un inmenso corredor que se une con el del Magdalena Medio incluyendo Barrancabermeja ya paramilitarizada y de ahí hasta el puerto de Honda, muy cerca de Bogotá.

¿De qué intensidad es este conflicto? Según los mismos mapas analizados, en el de la representación de la violencia en los municipios con alto número de homicidios según el total de defunciones en el Caribe colombiano, eran entre 1982 y 1991 los del Urabá antioqueño y chocoano, Maicao en el sur de la Guajira y el sur del Cesar, Bolívar, Sucre y Córdoba en donde la proporción de homicidios puede estar entre el 20 y el 72% del total de defunciones. Los demás municipios señalados en la carta estarían entre el 20% y el 12%, especialmente en las ciudades capitales de departamento, el resto de los municipios por debajo del 12%, pero en su mayoría la proporción de homicidios se encuentra entre el 5 y el 2,5%. La intensidad en todo caso hasta ese período era mucho más baja en el Caribe colom­biano comparada con el centro del país y el piedemonte llanero y amazónico.

Pero para mediados de los años noventa la violencia homicida se intensifica en las sabanas de Bolívar, Córdoba y Sucre, Montes de María y el corredor entre Valledupar y San Alberto en el Sur del Cesar. Y a finales de esa década es seguro que aumenta en las zonas tradicionales de enfrentamiento que coinciden con las mis­mas zonas de la violencia de los cincuenta, a excepción de Montes de María, una de las zonas más densamente pobladas de la costa, que se vuelve un nuevo objetivo estratégico en la guerra2.

La anterior caracterización busca mostrar simplemente cómo la mancha negra del conflicto se extiende en el Caribe continental a partir de acciones que buscan controlar amplios territorios evitando conformar frentes físicos o defender posiciones desde el punto de vista militar, como en cualquier guerra convencio­nal, lo que militarmente sería un esfuerzo muy costoso. Por ello, dada la geografia tan intrincada del país, y la dificultad de copar los objetivos estratégicos amplia­mente diseminados (carreteras, oleoductos, pasos clave para la logística, contra­bando de armas, de drogas, fuentes de recursos, etc.), la guerra de trincheras se convierte en una "violencia" difusa en donde los frentes se construyen ideológica­mente a través de esfuerzos de los actores en conflicto por conformar identidades que permitan definir en ciertas zonas del territorio quién es el amigo y quién el enemigo.

Véase el análisis de Gracia (1999) para los desplazamientos en el Sinú.

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METODOLOGÍA

La exploración de este tema que apenas se inicia, privilegia desde el punto de vista metodológico la descripción etnográfica sobre la microsociológica, pues ésta tiene la tendencia a caracterizar un territorio a partir de datos relativos a las personas (tasa de homicidio por habitantes, número de combates por año, etc.), sin definir claramente la escala en la que los eventos se dan3, lo que comúnmente ha hecho lo que hoy se llama la "violentología".

Por el contrario, la descripción etnográfica sólo busca entender o interpre­tar la visión o las visiones particulares que un pequeño grupo tiene frente al con­flicto que lo acecha. Por tanto es una visión social desde los espectadores que opinan o construyen una mirada sujetiva del conflicto frente a los actores que buscan imponer una mirada objetiva, como imperativo político desde el nivel nacional. En todo caso no se trata de hacer una visión factual desde los indicadores estadísticos que permita determinar "objetivamente" el grado de "violencia" que padece un territorio, independientemente de la visión de los actores.

La descripción microsociológica tiene la ventaja de que como son datos estadísticos que aparecen en diversas fuentes, y que al parecer son bastante confiables, la medición, por ejemplo del número de homicidios en el área de un municipio, se considera objetiva. Mientras que la etnográfica tiene la desventaja de que las personas no sólo no quieren, sino que no pueden hablar, pues en los territorios en conflicto la primera ley que se impone es la del silencio. Además, las visiones de los actores siempre serán sujetiva pues en todo conflicto la primera víctima es la verdad. Pero expresan la manera como la gente lo vive sin pretender generalizar su opinión. Sin embargo son una muestra valiosa de lo que aún queda como margen de libertad para decir "su" verdad, siempre relativa a su posición de simple espec­tador o víctima del conflicto4.

Pues bien, en este caserío la objetividad estadística no funciona, pues a pe­sar de que en los municipios de alrededor de la localidad hay un buen número de homicidios considerados entre los más altos del país, al parecer no ha habido un solo muerto entre los miembros de la pequeña comunidad. Luego en términos "objetivos" no habría conflicto. Sin embargo éste se manifiesta de manera angus­tiosa en el desplazamiento aparentemente "voluntario" y en la violación perma-

' Escala que puede ser tan amplia como la de una ciudad, pero si la mayor parte de las muertes suceden en un barrio, la mancha negra señala a todo el municipio inclu­yendo el área rural en donde a lo mejor no pasa nada.

4 Es necesario aclarar que éste es el primer intento de análisis por parte de estudian­tes de un curso de pre-grado, de una información recogida a partir de conversacio­nes informales que se recuerdan de memoria; sólo en algunos casos se han podido tomar notas escritas y de ninguna manera se han hecho grabaciones o videos.

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nente de los derechos políticos de los pobladores del caserío, por los diferentes actores del conflicto armado.

E L CASERÍO5

Este caserío es un enclave de pequeños agricultores que cultivan máximo cinco hectáreas cada uno, situado en uno de los departamentos del noreste de la región Caribe continental, a una distancia de 10 km del sistema de ciénagas que inunda periódicamente el río Magdalena. En verano, para comunicarse con el municipio más próximo se requieren más de dos horas de transporte en vehículo automotor por carreteras municipales destapadas para recorrer los 31 km hasta la cabecera municipal más próxima que tiene acceso a la carretera pavimentada. De resto co­municarse en invierno puede llevar más de seis horas.

El caserío está rodeado de un mar de grandes fincas ganaderas6, cuya pobla­ción municipal total no sobrepasa los 30.000 habitantes, de los cuales, más de la mitad vive en cinco pequeñas localidades rurales y el resto en la cabecera munici­pal. La función de estas pequeñas comunidades es la de ser una reserva de mano de obra barata para las actividades de las grandes fincas ganaderas que tienen en el municipio más de un millón de hectáreas en pastos. Este enclave posee unas 65 casas, de las cuales unas 27 están habitadas actualmente, con una población de unos 120 habitantes que nunca habían vivido una situación de conflicto abierto como la que viven actualmente. Sus temores —en unas conversaciones informales que se hicieron con algunos desplazados— eran las malas cosechas, las enfermeda­des y "la mala hora" o sea el accidente que en general es asumido como "una jugada sucia del destino"7.

Estos agricultores cultivan unas 200 hectáreas de tierras comunales que los ganaderos nunca han intentado apropiarse8 .Y a pesar de que el título de propiedad no existe, han sido tradicionalmente administradas por una junta presidida por el cura párroco del municipio que decide quién ocupa las parcelas que han quedado desocupadas. Sin embargo, siempre ha existido una especie de conflicto latente

5 El nombre se oculta por razones obvias. 6 El índice de Gini es del 0.74 en un municipio que tiene más de un millón de hectáreas en pastos, siendo una de las concentraciones de tierra en pocas manos más altas del país.

7 El conflicto armado no parece tener cabida en ninguno de los recuerdos de los entrevistados.

8 Es diferente el caso del caserío vecino descrito por Mouton et Goldberg (1986:35), en donde allí "...ciertos ganaderos han intentado apropiarse..." las 4.000 hectáreas dedicadas a los cultivos.

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por la apropiación de los playones o tierras que se inundan más de cuatro meses al año y que en el verano los campesinos las utilizaban para sembrar arroz de secano (hoy en día no siembran por la inseguridad), mientras que los ganaderos, cuando se acaba el pasto en las zonas altas, las utilizan para hacer pastar el ganado en las zonas bajas. Estas tierras arenosas, que no forman parte de las 200 hectáreas de tierras comunales, están conformadas por las cubetas de drenaje de este extenso territorio hacia las ciénagas que tienen una anchura de entre 10 y 50 metros por varios kilómetros de largo y que permanecen húmedas y con pastos frescos unos dos meses más después del comienzo de los casi seis meses de verano en esta parte de la región caribe.

Esta localidad no ha sido descrita geográficamente; sólo es un punto en el mapa de los caseríos "sin historia", pero afortunadamente de una localidad vecina hay una descripción detallada del manejo de las tierras comunitarias y de los playones que corresponde en términos generales a la de la localidad de este estudio (Mouton et Goldberg, 1986:43). Esta situación que fue problema durante años, hoy parece que no existiera. Sin embargo de este conflicto que se expresó a partir de 1969 no hubo enfrentamientos ni homicidios que dieran lugar a señalar el área como vio­lenta. Todo lo contrario. Los ganaderos que se hacían elegir por los pequeños agri­cultores, los trabajadores y los habitantes de estos pequeños caseríos a los puestos de representación, manejaban la situación dentro del compadrazgo normal de la política de la costa Caribe colombiana, sin llegar al conflicto por lo menos hasta 1985, año en que fue incendiada la Alcaldía de la cabecera municipal.

EL CONFLICTO LATENTE

Esta nueva situación debida a razones de mal manejo de los servicios públicos durante un paro, alertó a los ganaderos, quienes desde mucho antes habían decidi­do no pavimentar la carretera de acceso a la cabecera municipal, rechazando varios auxilios del presupuesto nacional para evitar que "extraños vinieran a sembrar el desorden" (Ent. 1). Este hecho coincidió con la ampliación de algunos frentes de las Farc, que descendiendo de las zonas montañosas sobre la gran planicie aluvial, obligaban a los ganaderos a pagar el impuesto de guerra. Y también de otro frente del ELN que ampliaba las zona de influencia desde el río Magdalena y las ciénagas aledañas. Incluso, hubo reuniones citadas por estos grupos armados para advertir que no debería haber ningún tipo de colaboración con las autoridades militares, bajo amenaza de muerte o de destierro. Por ello hasta 1994 la situación que se vivió fue la del abandono de los ganaderos tradicionales de sus tierras ante la amenaza del secuestro y la extorsión que aJ parecer se continuaron pagando.

La actitud de los habitantes por la época fue la de que "...como no se metían con nosotros, nosotros no nos metíamos con ellos. Sin embargo la guerrilla siem­pre venía a entusiasmar a los más jóvenes para que se metieran con ellos, pero de aquí no lograron meter a ninguno. Pero entre chiste y chanza nos decían cobardes, costeños nOjos, que no merecíamos

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m t o r r i T

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como lo entendíamos como una amenaza, desde esa época muchos jóvenes que podían se empezaron a ir a estudiar a Barranquilla, o a Valledupar para evitar pro­blemas" (Ent. 3).

En esta situación el trabajo empezó a escasear y la localidad, que contaba con cerca de 400 habitantes para la época, empezó a despoblarse. Algunas casas quedaron abandonadas, otras se cayeron y prácticamente el "...pueblo se quedó sin machos jóvenes" (Ent. 1). Esta situación, según algunos entrevistados, dio lu­gar a que algunos miembros de la guerrilla consiguieran mujeres en la localidad, lo que no fue bien visto por la mayoría de los viejos. "Llegaban en burbujas y toyotas nuevecitos y claro impresionaban a las muchachas ...". "Se iban con ellos porque aquí no tenían nada que hacer..." (Ent. 1 y 3).

Pero en otras entrevistas se plantea que realmente nadie sabía quiénes eran pues "...parecían ricos o mañosos, todo menos los que uno ve en televisión..." (Ent. 4). En todo caso, la relación establecida con estos supuestos o reales guerrilleros planteó serios problemas, pues de pronto "...empezaban a decir que uno no atendía a su familia, que el otro tenía los hijos enfermos y no los Uevaba al hospital, a recibir las quejas de las mujeres para que lo ajustaran a uno". Hasta el punto en que el pueblo se dividió entre las mujeres "...que veían bien que se metieran con uno, y nosotros que nunca nos ha gustado que nos digan lo que tenemos que hacer" (Ent. 4). Y al parecer esa fue la razón por la cual se manifestó una cierta oposición a la actitud de la guerriUa que buscaba imponer un orden al cual los habitantes no esta­ban acostumbrados, ni preparados ideológicamente para aceptar.

Sin embargo la situación se oscureció más cuando en las fiestas del Santo Patrono hubo una pelea de borrachos y la guerrilla se llevó a dos hombres. "Estu­vieron perdidos como 5 días y las mujeres ya habían comenzado a llorarlos. Que iban a poner la queja a ... que le iban a decir a la policía... Pero aparecieron sanos y salvos y empezaron a contar que los iban a meter a la cárcel pero que se salvaron porque uno de ellos era medio cuñado de uno de esos muchachos. El problema fue que les habían dicho que tenían que colaborar porque ellos estaban fallos de hombres, que había que luchar contra los ricos, que si no colaboraban tenían que ajustar a todo el mundo, pues en ese pueblo nadie quería pelear contra la oligar­quía terrateniente..." (Ent. 4).

E L CONFLICTO ABIERTO

Estos hechos produjeron el primer desplazamiento, pues unas seis familias aban­donaron la población. Los recuerdos para el año de 1996 no son claros, pues al parecer la orden que se había dado, para unos, era la de un reclutamiento masivo de la Farc que permitiera defender la población en caso de un ataque de paramilitares. "Y con qué nos íbamos a defender si lo único que hemos matado es puercos y a cuchillo. Aquí nunca ha habido ni pistolas de juguete...". Para otros, se trataba del primer acercamiento de los paramilitares "...que aparecieron diciendo que eran de la guerrilla para ver cuál pendejo caía" (Ent. 3 y 4).

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La situación, aparentemente, duró más de dos años sin ninguna definición, "...solamente que empezó a aparecer el ejército y la policía de día en el pueblo y afortunadamente no se quedaban a dormir pues nos daba miedo que la guerrilla fuera a meterle candela al pueblo porque pensaran que los estábamos ayudando". Y al parecer la guerrilla se desplazaba desde la ciénaga en horas de la noche y hacía reuniones clandestinas. "La zozobra era tan grande que hubo gente que empezó a dormir en el monte. El padre XX nos calmó y nos dijo que tenía la palabra de todos que no nos iba a pasar nada. Nosotros le preguntamos que la palabra de quién y tampoco nos supo decir, por eso cuando vimos en la televisión que habían matado un poco de gente en el río, al otro día nos fuimos más de once familias". Este desplazamiento al parecer fue frenado por la guerrilla que hizo bajar a algunos habitantes de los tractores y los devolvió al pueblo diciendo que no se preocupa­ran, que ahí no iba a pasar nada. "Pero la gente por la noche se fue en los tractores atravesando las fincas que ellos conocían bien y amanecieron en la orilla de la carretera principal. De ahí cogieron para donde algunos familiares en Valledupar" (Ent. 5).

No obstante, la situación comenzó a cambiar hacia el año de 1998 cuando muchos de los antiguos administradores fueron cambiados "...y empezaron a bus­car trabajadores para las fincas unos muchachos jóvenes del interior que andaban en tres o cuatro motos y que vivían en... (la cabecera municipal) donde eran bien conocidos y andaban bien armados diciendo que eran de las autodefensas. En una ocasión vinieron a buscar gente y advirtieron que la gente que trabajaba con ellos era gente que tenía que pelear contra la guerrilla, pues ellos estaban ahí para eso. Los que necesitaban con más urgencia el trabajo iban a trabajar allá y les pregunta­ban de todo. Les decomisaban las cédulas y así no se podían ir para ninguna parte. Según los informantes, el colmo de la zozobra fue cuando estos grupos comenza­ron a preguntarle a los jóvenes quiénes eran de la guerrilla en el pueblo, qué mujeres tenían amores con guerrilleros y cuándo venían a visitarlas, en dónde se veían y todo lo demás. Y a los que necesitaban trabajo les empezaron a decir que el que quería trabajo tenía que pelear" (Ent. 6). Al parecer en esos días se desplazaron más de diez familias y empezó a quedar en el poblado solamente la gente de más edad.

"Pero la estampida fue cuando aparecieron en la televisión los muertos de la ciénaga hace dos años. Ahí sí la mayor parte del pueblo quedó desocupado, ya no hay sino solo pocas casas ocupadas" (Ent. 6).

Actualmente la situación se puede sintetizar en la siguiente entrevista. "Esta gente empezaron a organizar el pueblo, a prohibir los puercos y las gallinas en los patios de las casas porque olían mal y a pedir que todo el mundo tenía que limpiar el patio, que había que vivir con higiene no como los animales. A hacer vacunar a los niños cada vez que vinieran al puesto de salud y a mandarlos todos los días a la escuela, así estuviera lloviendo. Dicen que están abriendo las zanjas para poner el acueducto. A prohibir los carros que entraran al pueblo después de la caída de la

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noche. Claro que también se pusieron a chequear de día quiénes salían y quiénes entraban pues no querían ningún extraño. Y también impusieron que nadie podía salir sin autorización por la noche, ni a la esquina" (Ent. 2).

"Pero la mejor fue para las elecciones de este año, que como no había gente, a todas las casas mandaron decir que había que llamar a los que podían votar para venir al pueblo. La gente vino porque a todos les dijeron que si no apoyaban a sus candidatos, la guerrilla les quitaba la tierra. A mí me tocó ir desde Barranquilla, imagínese el viaje con la niña. Recogieron las cédulas por la mañana y las trajeron por la tarde y nunca supimos por quién votamos porque el voto es secreto. Eso sí nos llevaron a la casa la planilla para firmar para que no fuera a haber problemas". "Y en las elecciones para presidente, cuando les preguntaron por quién había que votar, les dijeron que por el que les diera la gana, que el voto era secreto, que ellos no se metían en eso" (Ent. 5 y 6).

"¿Que qué es lo que nos piden? Que estemos de lado de ellos, que nos meta­mos en la pelea porque ellos están del lado del pueblo, del gobierno, del ejército. Porque el pueblo somos todos y todos tenemos que pelear. Pero nosotros no tene­mos nada que ver en esa pelea, aquí escondíamos a ios muchachos para que no prestaran el servicio militar, los únicos que se han metido en malos pasos es algunos que se fueron a trabajar con gente de la Guajira hace tiempo, pero no más".

A MANERA DE CONCLUSIÓN

En esta localidad se analiza la construcción social del conflicto como un proceso en el que los actores políticos no son las gentes de la localidad, sino los espectado­res, o más bien las víctimas, de estrategias nacionales utilizadas para dominar te­rritorios.

Dentro de estas estrategias, los actores armados no han podido estructurar los "juegos de dominio territorial" característicos de los "ciudadanos en armas" tanto de la ciudad como posiblemente de otras áreas rurales, que analizan Naranjo, Peralta y Hurtado (2002:43-56) para la periferia de Medellín, en donde se ha impuesto esta suerte de procesos identitarios9.

9 En donde:

- "El territorio delimitado por el actor armado se convierte en recurso estratégico que permite construir un nosotros (barrio, cuadra, zona, sector)...

- Esa delimitación brinda posibilidades de protección, pues los que están adentro gozan de derechos y atribuciones proporcionados por el grupo armado y éste a su vez reclama reciprocidad y lealtad.

- Permite la construcción de comunidad, pues los propios grupos armados parten de la idea de que se trata de una población desintegrada que ha perdido los valores de la familia y la comunidad; por lo tanto requieren de un órgano que garantice los lazos comunitarios" (Naranjo, Peralta y Hurtado, 2002:57).

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¿Por qué lo que parece que funciona en el interior del país, en donde apa­rentemente hay procesos identitarios que logran la adhesión de la población al conflicto, al parecer no funciona de la misma manera en la costa Caribe?

Para intentar responder, habría que entender cómo es etnológicamente esta nebulosa de pequeños grupos informales tanto urbanos como rurales de los cuales están formados los sectores pobres de prácticamente todo el gran Caribe que ha­blan creóle basados en el inglés, el francés, el flamenco y los que hablan español (Wilson, 2001, la, ed., 1973).

En estas comunidades domésticas, cuyas unidades familiares son básica­mente matrilocales, matrifocales y exógamas, el hombre es el centro de la vida social, pero completamente externo a la unidad familiar, y hace una vida casi inde­pendiente del núcleo, desempeñando un rol de macho que le permite tener varias uniones temporales, y por tanto varias familias en su vida. En el trabajo también existe esta especie de centralidad masculina completamente independiente de la unidad familiar. Pero en donde mejor se manifiesta es en los lugares de diversión en donde se reúnen los grupos informales de hombres.

Estos grupos de gentes pobres, por lo general se desarrollan básicamente a partir de lazos familiares que tienen una extrema importancia. Y en estas relaciones las mujeres adquieren respetabilidad ocupándose de la supervivencia familiar (de la comida, la educación, la religión, el afecto), mientras que el hombre adquiere reputación a partir del trabajo suministrando los elementos para que las familias de las cuales es responsable, sobrevivan10. En este sentido el desempeño de roles a partir de un mejor nivel de educación que permitan lograr un mejor estatus y evidentemente una mejor posición, como en cualquier estructura social moderna, no es buscado, ni apetecido. Al contrario, lo que estructura estas sociedades, según Wilson (1973) es un igualitarismo basado en una dialéctica entre las respetabili­dad y la reputación que organiza estos grupos bajo relaciones sociales comunes estructuradas por la base, pero que no tienen un denominador común por arriba, como los de identidad nacional, conciencia de clase, a través de los partidos polí­ticos, de las ideas de unidad nacional o de algo parecido. Este denominador común podría ser lo que Wilson llamó "crab ontics"11.

10 Es de anotar que como prácticamente en toda el área cultural afrocaribe (tal vez con excepción de Haití), las mujeres no se ocupan del trabajo de la tierra como en la parte indígena del Caribe o en la región andina.

1' Traducido como canasto o barril de cangrejos, para la pequeña isla de Providencia en el archipiélago de San Andrés, Colombia. El símil muestra que el cangrejo que intente subir sobre los demás es bajado y puesto al nivel de todos con el fin de preservar el bien más preciado por estos pequeños grupos informales, el de la extre­ma igualdad social, que no tiene nada que ver con la libertad política o la igualdad frente a la ley, pues ellos sólo se reconocen en una cierta "libertad de espíritu" (Ibid., Prólogo He Mintz: xiiV

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Frente a esta estructuración tan diferente de la política por debajo, evidente­mente es complejo controlar una sociedad, pues es difícil gobernar una multitud de pequeños grupos informales. Para hacerlo dentro de la estructuración política "normal" de toda sociedad a partir de la aceptación del Estado, son necesarios el consentimiento y la aceptación de la autoridad. Pero si bien estos grupos están de acuerdo en dar su consentimiento, no admiten la autoridad, ni mucho menos la amenaza permanente del conflicto, que es la manera de representarse la política en plena conmoción interna o en "estado de sitio" (Schmitt: 1992, la. ed., 1963) como ha vivido el país la mayor parte del siglo XX, y como parece que de nuevo comienza a vivir en el siglo XXI.

Por eso, es probable que durante la Violencia de los años cincuenta, y proba­blemente durante el conflicto actual a partir de los años noventa, exista un rechazo cultural a todo lo que se trata de imponer desde arriba. Llegar a esta especie de hipótesis es la inquietud que se señaló al comienzo de este ensayo, con la que se espera explicar por qué la costa caribe no participó en dicha violencia y le huye a la actual evitando los procesos identitarios de definición del territorio a partir de la relación amigo - enemigo.

Pero, ¿cuáles serían las razones para levantar estos muros ideológicos? Tal vez hacer una guerra barata, en donde los actores puedan definir fácilmente con quiénes se puede contar (los mismos, "la gente bien", los buenos colombianos, los patriotas, los pacíficos, etc.) y con quiénes no se puede contar (los otros, "la mala gente", los malos colombianos, los traidores a la patria, los violentos, etc.)12, y actuar en consecuencia.

12 Este problema de la designación mutua del amigo y el enemigo en térmi­nos patrióticos entre los actores del conflicto no parece haber cambiado desde mucho tiempo atrás de la violencia partidista de los años de 1950. Un ejemplo actual: En Cartas del Lector bajo la rúbrica "¡Clamores populares!", un lector pide "Ya no más tratamiento de 'comandantes', 'líderes' o 'jefes' a secuestradores y asesinos (El Tiempo, Oct. 4/98). En el mismo mes "El sena­dor Luis Eladio Pérez le pidió al Presidente de la República... proscribir del lenguaje de algunos estamentos oficiales calificativos como 'criminales' y 'delincuentes' cuando se refieran a la guerrilla. Según Pérez el estatus políti­co que se les reconoció a tales organizaciones 'coloca a las partes en conflic­to en pie de igualdad para el diálogo y la negociación'" (El Tiempo, Oct. 13/ 98: 6A).

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DESARROLLO Y PAZ EN LOS MONTES DE MARÍA.

UNA PROPUESTA DESDE LA REGIÓN

R o s a J i m é n e z A h u m a d a "

PRESENTACIÓN

La Universidad de Cartagena viene desarrollando en los Montes de María el Pro­yecto de Asistencia Preparatoria para el plan de desarrollo y paz con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas.

El plan responde al esfuerzo de las gobernaciones de Bolívar y Sucre con el apoyo de entidades nacionales e internacionales.

Hemos considerado importante compartir en este seminario la propuesta que desde la región se hace para armonizar el proceso de desarrollo y paz en una región azotada por la violencia y el conflicto armado.

La Universidad, como ente académico, asume el compromiso de cara a la región con miras a articular sus funciones de formación, investigación y extensión con el contexto regional.

INTRODUCCIÓN

En Colombia, el paso al siglo XXI arrastra consigo una historia reciente de más de cincuenta años de violencia y conflicto armado, que en los últimos diez años se incrementó aceleradamente en la región de los Montes de María, siendo especial­mente crítica en la actualidad. Diferentes estudios realizados por entidades nacio­nales1 y por organismos internacionales2 para el conjunto del territorio colom-

' Docente titular de la Universidad de Cartagena, Facultad de Ciencias Sociales y Educación. Directora del Observatorio para el Desplazamiento.Trabajadora social, candidata a Magíster en Educación, especialista en investigación social, especialista en Administración de Empresas.

1 Departamento Nacional de Planeación, La paz: el desafío para el desarrollo, Bogotá, Tercer

Mundo Editores, 1998.

2 The World Bank, Ensayos sobre paz y desarrollo. El caso de Colombia y la experiencia '.r.ta^nnrir.m,} T J ^ r r ^ t - n T o r e a r A J I I T ^ , ^ T7rli t ^ v c c 1 Q Q Q 111L1.1 11V1Í.1U11UÍ , LJKJ t f C I . C I , i \ _ i \ _ V _ ± Í V 1 U 1 1 M V -L.VÜ L W i V-.3, ± S S S ,

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biano, incluyendo trabajos y análisis3 que han realizado las gobernaciones de Bo­lívar y Sucre para el área de su jurisdicción, reconocen que la violencia y el conflic­to armado —tanto nacional como regional— obedecen a un complejo conjunto de factores económicos, sociales, históricos y políticos. Igualmente, el fenómeno de la globalización removió la estructura económica del país, llevándolo, en los ini­cios de la década de los noventa a la adopción del modelo de apertura internacio­nal, que inició negativamente en la base económica de los Montes de María, zona netamente agropecuaria. Para la misma época, el inicio de la aplicación de la Cons­titución de 1991, una serie de transformaciones profundas, tanto institucionales como del Estado —representadas en una mayor descentralización y autonomía de los entes territoriales-, una más amplia participación ciudadana —tanto democrá­tica como política— y una reforma de todo el aparato judicial, entre otros impor­tantes temas, representan para una sociedad tradicional como la de los Montes de María, un cambio radical de sus costumbres políticas, sociales y económicas. Al mismo tiempo, durante este período la violencia se extiende por todo el país, tanto por una mayor actividad de ios grupos subversivos —que expanden su acción en el territorio nacional incluyendo los Montes de María—, como por el incremen­to de los grupos de autodefensa que también afianzan su presencia en esta región.

Igualmente en este decenio el país enfrenta exitosamente el narcotráfico, que cuenta con algunos elementos en los Montes de María, pero cuya lucha es costosa para los colombianos en vidas humanas y deterioro de sus estamentos sociales, incluyendo a los de esta región.

Así las cosas, en el inicio del siglo XXI, el conflicto armado y la violencia en general crean inseguridad ciudadana e inestabilidad política en el país, situación que se presenta especialmente crítica en los Montes de María, hechos que deterio­ran el clima de la inversión privada (nacional y extranjera), cuya expresión en los Montes de María es la desaparición de las haciendas ganaderas4 y la reducción de las áreas de los cultivos de economía campesina (especialmente los transitorios), lo cual a su vez tiende a reducir el ritmo de crecimiento y el rezago en el país. Ante esta situación, las gobernaciones de Bolívar y Sucre, las alcaldías de los municipios que conforman la región de los Montes de María y el Gobierno Nacional deben

3 Estos análisis se encuentran en todos los diagnósticos sobre la violencia y el con­flicto armado realizados por las secretarías del Interior o Gobierno de Bolívar y Sucre, por ONG y firmas privadas contratadas por estas gobernaciones, por las alcal­días municipales de esta región, por universidades y otras instituciones con interés en el tema y la región.

4 Durante el período de 1994 a 1998, en los municipios de los Montes de María del departamento de Bolívar, el Incora negoció (Ley 160/94) unos 25 predios, que su­man unas 6.046 hectáreas. (Cálculos Gobernación de Bolívar- Secretaría de Agricul­tura, Incora)

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dedicar gran parte de sus esfuerzos a la resolución de conflictos; sin embargo, más que a apoyar esta región ha llevado a un aumento de la desocupación y de la pobreza, que es mayor en las áreas rurales, y a una reducción de los ingresos fiscales territoriales requeridos para la financiación de los programas y proyectos sociales. Además de constituir un drama permanente para la población de los Montes de María, la violencia y el conflicto armado están destruyendo distintos tipos de capital (humano, fisico, social y natural), dificultando la creación de riqueza y empeorando la calidad de vida de sus ciudadanos.

Por lo anterior, el Plan de Desarrollo Humano Sostenible para la región de los Montes de María que aquí presentamos es el esfuerzo conjunto realizado por las gobernaciones de Bolívar y Sucre, junto con la Oficina del alto comisionado para la paz y el apoyo del despacho del señor ministro de educación y del Plante, con el propósito de alcanzar la paz y atacar las causas estructurales que generan la violencia en los Montes de María, que van también en la dirección de resolver los problemas estratégicos del desarrollo.

El plan está concebido como la construcción de la paz y el desarrollo regio­nal, con la visión de desarrollo humano sostenible5 que responda a la compleja y crítica situación política, económica y social que se vive en ese territorio, aten­diendo integral y armónicamente a los diferentes frentes de trabajo en la inmensa deuda social que tiene el Estado con su población, pero que principalmente esté fundamentado en la gente, en los componentes esenciales del paradigma del desa­rrollo humano: productividad, equidad, sostenibilidad y potenciación.

Su diseño igualmente responde a las estrategias de los planes de desarrollo de los departamento de Bolívar y Sucre 1998-2000 y de los municipios que con­forman esta región, además de que contribuyen al cumplimiento de sus objetivos y metas, y de los programas de gobierno que los originaron. Asimismo, como una propuesta de acción especial para una zona en conflicto, este plan está articulado al Plan de Desarrollo Nacional 1998-2002 "Cambio para construir la paz".

5 "El desarrollo humano es un proceso conducente a la ampliación de las opciones de que disponen las personas. En principio, esas opciones pueden ser infinitas y pueden cambiar a lo largo del tiempo. Pero a todos los niveles de desarrollo, las tres opciones esenciales para las personas son: poder tener una vida larga y saludable, poder adquirir conocimientos y poder tener acceso a los recursos necesarios para disfrutar de un nivel de vida decoroso. Si no se dispone de estas opciones esenciales, muchas otras oportunidades permanecen inaccesibles. Pero el desarrollo humano no termina allí. Otras opciones, sumamente preciadas por muchos, van desde la libertad política, económica y social hasta las oportunidades de ser creativos y pro­ductivos y de disfrutar de auto-respeto personal y de derechos humanos garantiza­dos" (Programa de Naciones Unidas, Informe de Desarrollo Humano i998. Cap. 1).

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ANTECEDENTES

La formulación del presente plan ha sido un proceso que se inició desde 1997 por iniciativa de la Gobernación de Bolívar con el acompañamiento del Gobierno Na­cional.

Sin embargo, fue en 1999 cuando los gobiernos departamentales de Bolívar y Sucre tomaron la iniciativa de formular un plan para el desarroUo integral de esta región natural comprendida entre los dos departamentos, para lo cual contó desde un principio con el apoyo del Gobierno Nacional, en cabeza del ministro de Educa­ción, doctor Germán Bula Escobar y de la Oficina del alto comisionado para la paz.

FORTALEZAS Y RIQUEZAS DEL TERRITORIO

Montes de María es una región natural ubicada en el parte central de los departa­mentos de Bolívar y Sucre, de la región caribe, en la República de Colombia, de la cual forman parte quince municipios, siete del departamento de Bolívar (Carmen de Bolívar, Maríalabaja, San Juan Nepomuceno, San Jacinto, Córdoba, Zambrano y El Guamo) y ocho del departamento de Sucre (Ovejas, Chalán, Coloso, Morroa, Tolú viejo, Los Palmitos, San Onofre y San Antonio de Palmitos). En extensión es un territorio de 6.317 km2, de los cuales 3.789 km2 están en Bolívar (60,13% del total) y 2.519 km2 están en Sucre (39,88%).

La población total es de 330.889 habitantes en la jurisdicción de Bolívar (73,04% del total) y 89.214 en la jurisdicción de Sucre (26,96%). Hay munici­pios con gran número de centros poblados en su sector rural, como son los muni­cipios de Marialabaja y Carmen de Bolívar, que tienen 22 y 19 centros poblados, respectivamente. Los municipios con mayor población son: Marialabaja, que tiene 35.879 habitantes en el sector rural y 18.859 habitantes en el sector urbano; Car­men de Bolívar, con 32.210 habitantes en el área rural y 40.052 habitantes en el área urbana, y Ovejas, que tiene alrededor de 28.000 habitantes, de los cuales el 41% residen en la cabecera. Y otros, como en el caso de Zambrano, que no tiene centros poblados, se localiza el 89% de su población en su cabecera.

Su territorio comprende tres zonas claramente diferenciadas: 1) una zona plana localizada entre la carretera Troncal de Occidente (sector El Vizo -Sincelejo) y el río Magdalena (correspondiente a los municipios de El Guamo, Zambrano, Córdoba y parte de los municipios de San Juan Nepomuceno, San Jacinto y Car­men de Bolívar) pero que en gran parte están dedicadas a la ganadería extensiva y a la explotación maderera, y entre la carretera Transversal del Caribe y el canal del Dique (parte del municipio de Marialabaja), de suelos aptos para la agricultura comercial con disponibilidad de un distrito de riego en el municipio de Marialabaja; 2) otra zona montañosa localizada entre la carretera Transversal del Caribe y la Troncal de Occidente (correspondiente a los municipios de Chalán, Coloso, Morroa, Tolú viejo, Ovejas, San Antonio de Palmito, Los Palmitos y parte de los municipios de San Onofre, Carmen de Bolívar, Marialabaja, San Juan Nepomuceno y San Jacin­to) , hacia donde se fue ampliando la frontera agrícola y ocupada por la economía

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campesina principalmente, en deterioro en algunos sitios, de áreas que debían ser protegidas, pero que últimamente debido al conflicto armado han sido abandona­das; y por último, 3) una zona de litoral al occidente de los Montes de María, cuya extensión corresponde al municipio de San Onofre, con una precaria economía rural y un gran paisaje marítimo y de recursos costeros.

Montes de María es una región estratégica no sólo para los departamentos de Bolívar y Sucre, sino también para la región caribe colombiana y el país, por su localización geográfica; está ubicada entre los centros económicos de Valledupar-Bucaramanga (al oriente) y el mar Caribe (al occidente), y entre el corredor urba­no—regional de Cartagena-Barranquilla-Santa Marta (al norte) y la carretera trans­versal de la Depresión Momposina, que comunica a Sucre, Córdoba y Antioquia con el Magdalena y el Cesar (al sur).

Internamente, los ejes viales de la región son la carretera Troncal de Occi­dente (San Juan Nepomuceno-San Jacinto-Carmen de Bolívar-Ovejas-Los Palmi­tos) y la Troncal del Caribe (Marialabaja-San Onofre-Tolú viejo) que permiten la comunicación de los Montes de María con el norte y el sur del país, y la Transversal de los Contenedores (Puente de Plato-Zambrano-Carmen de Bolívar) que permite la comunicación de los Montes de María con el oriente (Norte de Santander-Cesar-Santander) y el centro del país (Cundinamarca), a través de la Troncal de Oriente. En el centro de estos ejes podemos ubicar a Carmen de Bolívar.

Históricamente los Montes de María ha sido una región con vocación agropecuaria y agroindustrial; su cultura y tradiciones giran alrededor de los culti­vos de economía campesina del tabaco, el maíz, la yuca, el ñame, la cría y levante del ganado de doble propósito y la pesca artesanal, actividades en donde su pobla­ción tiene grandes experiencias y conocimientos adquiridos por sus propias vi­vencias y gracias al trabajo institucional de las entidades descentralizadas naciona­les del sector y las Umatas de sus entidades territoriales locales.

Según los últimos datos conocidos de DAÑE (Cuentas Departamentales), en 1996 el PIB del departamento de Bolívar a precios constantes de 1975, fue de $28.759 millones, participando en el séptimo puesto en la formación del PIB nacional con el 3,09%. El valor agregado del sector agropecuario (agricultura, caza y pesca) en ese mismo año fue de $4.195 millones a precios constantes de 1975, ocupando el segundo lugar en la formación del PIB departamental, después del sector de industria manufacturera; si excluyéramos a Cartagena (en donde se ubica casi totalmente este sector), ocuparía el primer lugar.

En lo cultural, las fortalezas están representadas en las tradiciones y costum­bres regionales que congregan anualmente a todos sus habitantes en festivales y concursos musicales (de acordeón y gaitas), en fiestas patronales (corralejas, car­navales) o en fiestas y concursos de cosechas de productos agropecuarios (ñame) en diferentes sitios de su geografía y en la producción de artesanías como 'hama­cas', 'flautas de millo', 'bastones de madera' etc. Igualmente importantes son los rasgos de la personalidad del monteriano, que es un hombre pacífico, extraverti-

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Rosa Jiménez Ahumada

do, franco, alegre, dicharachero, expresivo, servicial, solidario, gregario, conversa­dor, cuya principal institución es la familia y el "compadrazgo". Son gentes del campo, amantes de la naturaleza, con conocimiento de las actividades agropecuarias y la ganadera extensiva de doble propósito. En este campo es importante resaltar la cultura del tabaco, extendida por lo menos a la mitad de los municipios de la región. En las zonas ribereñas y costeras es un gran conocedor de la pesca artesanal de especies nativas.

Asimismo, y ligadas a esta vocación, en los Montes de María se encuentran importantes empresas dedicadas a la agroindustria y al comercio de explotación, como Espinoza Hermanos, Tabacos Tayrona, Casa Adfa, Monterrey Forestal, Caribean Sesame.Tecnoají, Cooperativa Coosanjose, Frigosabana, Codegán y recientemente las firma Hacienda Las Flores, quienes tienen importantes inversiones en esta re­gión, y un amplio conocimiento tecnológico en el cultivo y poscosecha de los productos que comercializan y del mercado externo. La Gobernación de Bolívar viene desarrollando exitosamente algunos proyectos en alianzas estratégicas con algunas de estas entidades, como son la siembra de la palma de aceite y el ajonjolí con fines de exportación.

Otras fortalezas de la región son la existencia y el trabajo que vienen desa­rrollando instituciones como: los Institutos Técnicos Agropecuarios, en el campo de la formación de bachilleres técnicos agropecuarios, el Centro de Investigadores Agropecuarios de Corpoica en Carmen de Bolívar, la Red de Solidaridad Social en la atención a desplazados, el ICBf en la atención a la violencia intrafamiliar, el SENA en la capacitación organizativa y comunitaria, las Umatas en la asistencia técnica agropecuaria, las Fuerzas Militares de Colombia en el campo de la seguridad ciu­dadana, las ONG en lo relativo a la convivencia democrática y la construcción de capital social, y las iglesias en el campo de la pastoral social.

En lo relacionado con la infraestructura, las principales fortalezas están re­presentadas en la red eléctrica, con una cobertura casi del 100% de los centros poblados, un cubrimiento de comunicaciones telefónicas con prácticamente todas las poblaciones de la región y servicios bancarios con un cubrimiento de por lo menos el 80% en las cabeceras municipales. Igualmente, un distrito de riego en el municipio de Marialabaja, un centro de acopio de leche en el municipio de San Onofre y otro semiconstruido en el municipio de Marialabaja y varias bodegas y plantas de secado de yuca diseminadas en los municipios de este territorio. Tam­bién existen micro-distritos de riego por lo menos en el 60% de los municipios, aunque son muy pocos los que están funcionando. En los municipios vecinos a los Montes de María también se encuentran otros equipamientos que pueden apoyar proyectos productivos de la región.

PROBLEMAS PRIORITARIOS DEL TERRITORIO

Durante la última década, la región de Montes de María ha experimentado un cambio profundo en la senda de su desarrollo regional. A pesar del avance de los

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Desarrollo y paz en los Montes de María. Una propuesta desde la región

indicadores de desarrollo humano y la ubicación en los rangos medios y bajos de los indicadores de pobreza humana a nivel departamental, en la región se percibe una pérdida sustancial de las condiciones generales de la calidad de vida como consecuencia de la violencia y el conflicto armado en el territorio, la inclemencia del modelo económico neoliberal con el sector agropecuario, factores climáticos adversos, la secesión económica nacional, el desacertado manejo financiero de los recursos públicos en los entes territoriales, una comunidad amorfa y unos cuadros políticos tradicionales sin liderazgo y capacidad de cambio, lo cual ha traído con­sigo una pérdida de los valores y la dignidad humana y una gran pobreza social y económica.

Las principales manifestaciones de la problemática actual de los Montes de María, pueden resumirse de la siguiente manera:

• Presencia de grupos guerrilleros y de autodefensas en la región, con control sobre algunas áreas del territorio. Crecimiento acelerado de los actos violentos y de severidad de los mismos. Bajo desempeño económico de la región. Demanda creciente por más y mejores servicios públicos domiciliarios y de seguri­dad social en salud, educación y asistencia social. Rezago de las acciones sectoriales prioritarias para el desarrollo territorial de la región y la competitividad. Débil capacidad de las municipalidades para actuar efectivamente en la consecu­ción de la paz y el desarrollo regional. Población civil atemorizada, dispersa y sin capacidad de reacción frente a los acto­res armados en conflicto por fuera de la ley.

LIMITANTES Y POTENCIALIDADES

Como resumen de las fortalezas y problemas que actualmente tiene la región in­cluimos los diferentes limitantes y potencialidades que presentan los Montes de María para lograr la paz e insertarse en la senda del desarrollo.

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Limi tan tes Po tenc ia l idades

Confrontación armada, secuestros, extorsiones, masacres, desapariciones, "pescas milagrosas", destrucción de la infraestructura vial, de transporte y eléctrica, causada por grupos al margen de la ley. Permanente flujo migratorio rural-urbano ligado a procesos de desplazamiento forzoso, que causan el abandono de las actividades productivas en el campo.

Baja cobertura de los servicios de educación, servicios públicos domiciliarios y del régimen de seguridad social en salud. Carencia de oferta educativa de alto nivel y predominio de sistemas tradicionales de enseñanza. Ausencia de infraestructura y de servicio de salud en gran parte de las zonas rurales del territorio. Poco apoyo al rescate, promoción y fortalecimiento de la cultura y tradiciones de la región. Carencia de centros deportivos y parques adecuados, y alta ocupación de los espacios públicos (principalmente calles, andenes y áreas de protección) Alto déficit cuantitativo y cualitativo de vivienda. Alto número de población con NBI y miseria.

Implementación del proceso de paz colombiano. Deseo y voluntad de la sociedad civil de la región por lograr la paz. Acciones del Gobierno Nacional y de los gobiernos departamentales por lograr la convivencia pacífica en esta región.

Responsabilidad de los gobiernos Nacional, departamentales y municipales y el interés de entidades internacionales de garantizar, mediante subsidios a la demanda, los servicios básicos y sociales a los grupos vulnerables. Estampilla pro-Universidad del Carmen de Bolívar. Existencia de los Institutos Técnicos Agropecuarios (ITA) en la región. Gran interés comunitario en conservar sus tradiciones y cultura. Gran número de población de niños y jóvenes (escolarizados y desocupados) aficionados al fútbol, béisbol, baloncesto y voleibol. Política de privatización de la prestación del servicio de agua potable y saneamiento básico y el gran interés del Gobierno Nacional de brindar asistencia técnica a los entes territoriales para asegurar competencia y selección objetiva y transparente del sector privado Apoyo técnico y financiero de los institutos departamentales de deportes y recreación a todas las acciones en el sector.

Política nacional de vivienda de interés social.

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Desarrollo y paz en los Montes de María. Una propuesta desde la región

Baja cultura de la participación ciudadana y escaso desarrollo de los mecanismos y espacios para su acción. Bajo desarrollo insti tucional de sus entes locales ter r i tor ia les . Dificultades en los procesos electorales de los mandatar ios locales. Limitada capacidad de los entes terr i tor iales locales en la financiación de proyectos estratégicos.

La insti tucionalización (en varios municipios de la región) de los Consejos municipales de Desarrollo Rural, como instancias de participación y concertación comunitaria del desarrollo municipal y de las decisiones de la administración pública. Las Umatas (en algunos municipios) como gestores de la planeación y gestión del desarrollo rural integral participativo. La participación de las ONG nacionales e internacionales en la ejecución de programas de fortalecimiento de capital social humano

Deterioro creciente de los recursos naturales , especialmente el recurso forestal.

Apoyo financiero y técnico de Cormagdalena, Connif, FNR, Cardique, Carsucre y gobernaciones de Bolívar y Sucre a proyectos ambientales.

CUATRO TIPOS DE CAPITAL Y SUS ACTIVOS ASOCIADOS

El capital físico (también conocido como capital producido o hecho por el hombre) incluye todos los activos producidos y físicos que generalmente se toman en cuenta en la contabilidad económica y financiera. El capital humano incluye las inversiones en educación, salud y nutrición de los individuos. La mano de obra es uno de los activos más importantes relacionados con las inversiones en capital humano. La condición de la salud determina la capacidad de la gente para trabajar; la capacitación y la educación determinan las utilidades que obtengan de su trabajo. El capital social está inmerso en las instituciones sociales, tanto formales como informales, que son fundamentales para que la sociedad funcione. En el plano local, éste se consolida por medio de la reciprocidad dentro de las comunidades y hogares, con base en la confianza mutua. Se ve fortalecido tanto por la densidad como por la heterogeneidad de las redes y asociaciones informales. Las relaciones dentro del hogar, por ejemplo, son una importante institución para aunar ingresos y compartir el consumo. El capital natural incluye las existencias de activos provistos por el entorno, tales como la atmósfera, los bosques, los minerales, el agua y los humedales. En las comunidades rurales, la tierra es un activo productivo fundamental para los pobres; en las zonas urbanas, por su parte, la tierra también es un activo clave, pero para la vivienda.

Fuente. Tomado de The World Bank, 1999, op. cit.

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Con base en esta categorización se señalan sintéticamente los principales impactos de la violencia en los Montes de María, mostrando su incidencia en los activos asociados a cada uno de los tipos de capital antes descritos, utilizando algunos indicadores de carácter económico y descripciones de tipo cualitativo.

IMPACTOS

A pesar de que no se tienen registros y sistemas de contabilidad y costos de la violencia en las gobernaciones de Bolívar y Sucre, se señalan a continuación los principales impactos que se perciben en la región.

El c o s t o de la v i o l e n c i a s o b r e d i f e r e n t e s t i p o s

d e c a p i t a l

D e s c r i p c i ó n d e l o s p r i n c i p a l e s i m p a c t o s

Capital físico

Capital humano

Pérdida de riqueza por menor producción regional. Pérdida de vivienda y enseres domésticos. Gasto en seguridad privada. Destrucción de infraestructura pública y equipamientos de t ransporte . Pérdida del sector bancario por ataques y robos de la guerrilla. Pago de secuestros y extorsiones a los grupos insurgentes. Robo de animales y productos del campo a ganaderos y campesinos. Desacumulación de capital, especialmente grave en la población campesina, por el abandono de la parcela. Pérdida de vidas humanas . Carga en salud atribuida a lesiones intencionales. Gasto total para el cuidado médico asociado con las lesiones intencionales. Gasto de atención en salud para víctimas de la violencia. Número de empleos perdidos o no invertidos en creación de riqueza, sostenimiento y seguridad familiar y personal, a causa del crimen.

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Desarrollo y paz en los Montes de María. Una propuesta desde la región

• Menor provisión de educación y salud, por limitaciones de acceso a sus instalaciones o por amenazas, secuestros o abandono de maestros y médicos a causa de la violencia y el conflicto armado.

• Pérdida del acceso a los servicios sociales y de salud para de la población desplazada por la violencia.

• Degradación de la mano de obra de las personas desplazadas.

Capital social • Mayores gastos públicos en los sistemas judicial y de seguridad.

• Crecimiento de los recursos destinados a las fuerzas armadas y la policía.

• Reducción de la confianza y la cooperación dentro de las organizaciones sociales formales e informales y entre sus miembros:

• Instituciones sociales formales: - Pérdida de la fe en el sistema

judicial, a causa de la alta impunidad.

- Pérdida de la confianza en el sistema electoral, a causa de los constantes litigios en la legitimidad de la elección para el cargo de Alcalde y Concejales de algunas de las personas actualmente electas.

- Pérdida de credibilidad en los partidos políticos y en sus dirigentes y representantes , por los constantes casos de corrupción.

- Pérdida de credibilidad en las administraciones locales por su poca efectividad en el logro de la paz y en el mejoramiento de las condiciones de vida de la población.

• Insti tuciones informales: - Reducción de la confianza y la

solidaridad entre las relaciones y las estructuras sociales que rigen las instituciones informales de la comunidad a causa del miedo originado por la violencia y la polarización de la comunidad, lo que ha despertado sentimientos de venganza, odios y pérdida de valores.

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• Reducción de la capacidad de los hogares para funcionar en forma efectiva como una unidad, ya sea por la vinculación de uno de sus miembros a la guerrilla o a las autodefensas, o porque han tenido que desplazarse forzosamente a otros sitios, o por la misma situación de desplazados del hombre o la mujer en su rol, cuando es la familia la que se desplaza integralmente.

• Reducción sistemática de la confianza entre vecinos y comunidades, a causa de las matanzas arbitrarias o de las amenazas a supuestos colaboradores de la guerrilla o de las autodefensas, a manos del bando contrario.

• Desarraigo de la población rural por el desplazamiento.

Capital natural • Ampliación de la frontera agropecuaria sobre áreas que deben ser protegidas y conservadas (bosque y ciénagas).

• Conf l ic tos de uso del sue lo .

T E N D E N C I A S

Del anterior análisis se pueden extraer los siguientes elementos como tendencias predominantes en la situación actual de la región Montes de María:

Recrudecimiento de la violencia política, específicamente por el incremento de los asesinatos y masacres por parte de los guerrilleros y de autodefensas.

• Afianzamiento y mayor cubrimiento del territorio de los grupos armados al mar­gen de la ley en la región.

• Crecimiento de las áreas con escasa presencia estatal. • Cada vez más, la violencia afectará a mayor número de población de grupos vulne­

rables: hombres y mujeres y niños de bajos ingresos y menor educación.

• Menor atención a la violencia económica y la violencia social, por la brutalidad de los asesinatos de motivación política y abusos contra los derechos humanos. La severidad de los mismos esconde otros tipos de violencia, que son pocos reporta­dos, como son los actos de agresión contra la mujer y los niños.

• Crecimiento del número de desplazados internos provenientes de las áreas rurales, que se residenciarán en las cabezas municipales de la región o en Cartagena y Barranquilla, en asentamientos marginales, con todos los conflictos culturales, eco­nómicos y sociales que esto conlleva.

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Precarios niveles de educación del residente, y de espalda a las vocaciones produc­tivas y culturales del territorio. Deterioro creciente del capital natural. Resquebrajamiento del tejido social. Desmejoramiento de las condiciones y de la calidad de vida humana. Incremento de los procesos de pérdida de identidad y pertenencia territorial. Expansión desordenada de los centros poblados, sin tener en cuenta su perímetro sanitario y sin valorar los costos ambientales de la potrerización y el abandono del suelo rural. Acelerado proceso de pérdida de gobernabilidad del territorio. Si este escenario se deja prosperar, el mayor riesgo que corre la región de Montes de María, es convertirse en un territorio de cultivos ilícitos dominado por los grupos al margen de ley.

M O D E L O DE TERRITORIO PROPUESTO

Teniendo en cuenta los factores y elementos enunciados anteriormente, se presen­ta la comparación entre el escenario deseado frente a la situación actual

Esquema general del modelo de desarrollo regional

Var iab le clave E s c e n a r i o e x i s t e n t e E s c e n a r i o d e s e a d o

Convivencia pacífica Constantes actos Paz, tranquilidad, justicia. y seguridad violentos, alta impunidad. ciudadana

Desarrollo territorial Territorio fragmentado de Territorio policéntrico, desarrollo lineal de polivalente y desarrollo incipiente crecimiento. integrado de los sectores

líderes para atenuar los impactos o externalidades.

Población residente Parcial homogeneidad de Parcial homogeneidad de la la composición social y composición social y cultural con creciente cultural con crecientes desigualdad económica. oportunidades de generación

de ingresos.

Estructura urbana y Desintegración entre las Integración entre las rural zonas urbanas-rurales y cabeceras municipales y su

creciente expansión área rural y de los urbana desordenada. municipios que conforman la

región de Montes de María.

Accesibilidad Carencia de una adecuada Existencia de un sistema de red vial interna. transversales y troncales que

integran el territorio.

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Seguridad social en salud

Reciente descentralización Consolidación del sistema de de la salud y deficiente red seguridad social y de referencia y optimización de las redes de contrarreferencia de los referencia y servicios de salud. contrarreferencia de los

servicios de salud.

Infraestructura de servicios básicos

Baja cobertura de las infraestructura de servicios públicos domiciliarios y escaso desarrollo empresarial

Creciente cobertura de la infraestructura de los servicios públicos domiciliarios y conformación de una sola empresa para su operación.

Condiciones ambientales

Explotación intensiva de Sostenibilidad de las los ecosistemas actividades económicas y de estratégicos y conflictos de la vida urbana para uso del suelo rural. promover un medio

ambiente sano.

Condiciones educativas

Sistemas tradicionales de Territorio con vocación enseñanza aprendizaje desvinculados de la identidad cultural, de la realidad social y de las vocaciones económicas de la región.

educadora, integrada a la identidad cultural y económica que promueva la investigación y el desarrollo tecnológico.

Condiciones de los gobiernos locales municipales

Sistema de gestión pública Administración eficaz, tradicional. participativa y transparente.

Niveles de asistencia Incipiente extensión de los Desarrollo de un esquema social sistemas de atención a los masivo que promueva la

grupos vulnerables prevención y promoción del (desplazados). desarrollo humano

sostenible.

Nivel de organización Escasos niveles de social organización democrática

de los sectores sociales.

Desarrollo de redes o tejidos institucionales que promuevan la construcción colectiva y el liderazgo múltiple.

Posicionamiento e imagen.

Territorio inseguro, corredor de los grupos guerrilleros y con importancia estratégica para el desarrollo regional.

Recuperación de la paz y la gobernabilidad, y reconocimiento nacional e internacional como un territorio líder agropecuario y agroindustrial, que garantize la vida humana y promueva la inversión privada.

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Desarrollo y paz en los Montes de María. Una propuesta desde la región

M I S I Ó N

El Plan debe aportar las bases estratégicas para la convivencia democrática y el desarrollo humano en la región de los Montes de María con el fin de coadyuvar a la construcción de la paz y el mejoramiento de la calidad de vida en su territorio.

Este enfoque hacia la transformación de la reahdad y no sólo hacia un acuerdo de paz firmado por los sectores armados requiere una visión a largo plazo, sin perder la agilidad para dar pasos concretos y necesarios a corto plazo. Una visión hacia el futuro permite que los actores y sectores involucrados en el conflicto armado y social puedan ver sus relaciones de interdependencia, y su necesidad de reconocerse y reconciliarse mutuamente para establecer una forma justa de coha­bitación. Se crea un marco que orienta la mirada de todos y todas hacia la misma dirección de un futuro compartido.

FUNDAMENTOS

El fundamento debe fortalecer las instituciones del Estado colombiano, a partir de un reconocimiento y apoyo a los entes y autoridades territoriales en el campo de la planeación participativa y la inversión pública, contenidos en sus planes de de­sarrollo territorial, como expresión de la voluntad popular manifiesta a través de las urnas en un programa de gobierno.

OBJETIVO GENERAL

Transformar la dinámica y las condiciones sociales, económicas y pohticas generadoras del conflicto y establecer los fundamentos para su solución no violenta.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

1. Mejorar los indicadores de la participación ciudadana en las decisiones de­mocráticas de la región.

2. Crear mecanismos de justicia alternativa y mejoramiento de los procesos de la justicia formal.

3. Direccionar la gerencia pública de los gobiernos locales hacia una gestión orientada a resultados en términos de la construcción de la convivencia democrática.

4. Construir una base productiva competitiva en alianzas estratégicas con el sector privado, el gobierno nacional, departamental y local.

5. Aumentar la cobertura y calidad de los servicios de acueducto y alcantarillado. 6. Mejorar la cobertura y calidad de los servicios de acueducto y alcantarillado. 7. Ampliar y mejorar la malla vial de la región. 8. Incrementar las áreas físicas disponibles para la recreación y el deporte.

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Rosa Jiménez Ahumada

ESTRATEGIAS Y LÍNEAS DE ACCIÓN

1. Fortalecimiento de la democracia, la justicia y los gobiernos locales.

• Construcción de ciudadanía y sociedad civil para la convivencia de­mocrática.

• Modernización organizacional y administrativa de las alcaldías mu­nicipales para municipios como empresas de paz.

• Formación continua de talento humano en los gobiernos locales para conformar equipos de desarrollo, gerentes de convivencia y desarro­llo y gestores estratégicos de paz y constructores de consenso.

• Mecanismos alternativos de solución de conflictos.

2. Desarrollo del capital humano para la reconstrucción del tejido social.

• Educando para la paz. • Salud para personas más productivas en la construcción de la paz. • Atención humanitaria a población desplazada, víctimas de la violen­

cia y niñez involucrada en el conflicto armado. • Escuelas de formación deportiva y apoyo a eventos deportivos regio­

nales como espacios de revítalización del tejido social. Capacitación en artes y oficios, y rescate y promoción de actividades culturales como mecanismos de relaciones y confianza social.

• Capacitación organizativa y comunitaria para la reconstrucción y for­talecimiento de organizaciones de base.

3. Impulsar una dinámica productiva internacionalmente, competitiva, ambientalmente sostenible y de apoyo a la seguridad alimentaria.

• Alianzas productivas para la paz. • Semilleros de empleos para la paz.

Más bosques y mejores ciénagas. • Mayor articulación e integración territorial.

4. Implementación de infraestructura fisica estratégica para el desarrollo.

• Mayor y mejor provisión de servicios de acueducto y alcantarillado. • Mayor articulación e integración regional. • Más y mejores espacios para la recreación y el deporte.

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LOS NUEVOS MUNICIPIOS DEL CARIBE COLOMBIANO

1991-2000. PAPEL DE LOS MICROPODERES LOCALES

EN LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL

J a i r o Soto Hernández*

RESUMEN

Este artículo forma parte de los resultados parciales obtenidos en el proyecto de investigación: Los nuevos municipios del Caribe colombiano, 1991-2000, financiado por el Grupo de investigación "Espacio Caribe". En él se pretende dar una mirada al papel que han desempeñado los micropoderes locales en la organización del terri­torio, partiendo de una visión muy general de la región caribe; luego realizamos un análisis de las condiciones jurídicas en las que se crearon y funcionan los nue­vos municipios.

Desde el punto de vista temporal, establecemos como punto de partida la Constitución Política de 1991, hasta la promulgación de la Ley 617 de octubre 6 de 2000, cuando se produjo de nuevo un endurecimiento de las condiciones para la creación de nuevos municipios.

Palabras clave: municipio, descentralización, autonomía.

SUMMARY

This article is part ofthe partial results obtained in an investigation projet: The new towns in colombian caribean, 1991-2000 financed by an investigation group "Espacio Caribe". It pretends to give on overview ofthe roles that local micro powers had in organizing the territory in a general way, later we will analyze the judicial conditions to créate and way these new towns work.

For now we are going to start with the constitution of 1991 until the passing ofthe law 617 of October 6th, 2000, when in became harder to créate new towns.

Key words: town, descentralization, autonomy

* Especialista en Planeación Urbana y Regional, coordinador del Programa de Cien­cias Sociales de la Universidad del Adámico y director del Grupo de Investigación "Espacio Caribe".

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Jairo Soto Hernández

ASPECTOS GENERALES DE LA REGIÓN CARIBE

La región caribe colombiana, ubicada al norte del país, tiene una extensión de 13 2.0 0 0 km2, correspondiente al 11% del territorio nacional. Se extiende de occidente a oriente desde los límites con el Urabá antioqueño hasta la frontera con Venezuela en la Guajira. Desde el punto de vista biogeográfico, la región es muy diversa, con importantes valles fértiles como los de los ríos Magdalena, Cauca, Sinú, San Jorge, Cesar y Ranchería, entre otros. El clima en la mayor parte del territorio caribe es tropical, con promedio de 28°C, aunque en la Sierra Nevada de Santa Marta se regis­tran temperaturas que llegan hasta bajo 0°C (nieves perpetuas).

El Caribe es una de las regiones de Colombia con mayores problemas socia­les y económicos, puesto que en ella se evidencian bajos índices de desarrollo social, escaso crecimiento de la economía y gran debilidad de las finanzas públicas. En lo social, el analfabetismo alcanzó en 1998 el 21,5% frente a un 11,2% del país, situación que se hace extrema en las áreas urbanas marginales de todos los depar­tamentos, siendo la parte sur de los departamentos de Bolívar, Cesar, Córdoba, Sucre y Magdalena, las más críticas, con un analfabetismo promedio del 48%.

El Caribe colombiano presenta serias deficiencias en la prestación de los servicios domiciliarios de acueducto y alcantarillado sanitario; la cobertura de acue­ducto en 1998 era del 75%, por debajo del promedio nacional del 82,2%. En cuanto al servicio de alcantarillado, en 1998 la cobertura alcanzó 54%, muy infe­rior al promedio del país.

La región tiene el 21,3% de la población total del país1. La mayor parte de ella se ubica en las áreas urbanas (63% de este porcentaje).Tradicionalmente ha presentado tasas de crecimiento poblacionales ligeramente por encima del prome­dio nacional. De igual forma, el NBI de la región, 51,5%, es superior al promedio nacional, que es del 35,8%.

En el Caribe, el 82,8% de los municipios presenta ingresos propios muy bajos, lo que les dificulta pagar gastos de funcionamiento y les limita la capacidad de ahorro, con la consiguiente baja capacidad de apalancar recursos del crédito y de cofinanciación. La presencia de sectores económicos tradicionales con poco dinamismo restringe las posibilidades de alcanzar mejores resultados de creci­miento de la economía, lo que se acentúa con el déficit en infraestructura y la baja competitividad sectorial.

Desde el punto vista político-administrativo, al Caribe lo conforman los departamentos de Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, Guajira, Magdalena, Sucre y el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, los distritos de Barranquilla, Santa Marta y Cartagena y 194 municipios.

El panorama de guerra casi permanente, las disputas de dominio territorial y demarcación de fronteras, generan un mapa de la región caribe muy diferente al

DAÑE, proyecciones del Censo de 1993, Bogotá, 2000.

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Los nuevos municipios del caribe colombiano 1991-2000

Tabla 1 Neces idades bás icas insa t i s fechas , r eg ión ca r ibe

D e p a r t a m e n t o s

Atlántico

Bolívar

César

Córdoba

Guajira

Magdalena

Sucre

San Andrés

R. Caribe

Total nacional

P e r s o n a s

96NBI

31,5

54,2

55,3

65,2

53,4

54,9

64,5

33,3

51,5

35,8

% Miseria

10,9

30,9

29,9

36,5

24,4

29,1

39,2

6,4

25,9

14,9

Fuente: DAÑE, proyecciones al Censo de 1993.

que nos muestra la división político-administrativa, donde en lugar de departa­mentos y municipios lo que se encuentran son territorios medianamente integra­dos, con una relativa presencia de la autoridad pública, lo que no impide la posi­bilidad de ser escenario de incursiones armadas violentas por parte de los actores del conflicto; y algunos territorios, donde predominan otros poderes, con referen­tes político-militares distintos.

El clima de confrontación violenta, y la presencia cercana de las fuerzas en conflic­to, hacen que la población de muchos de los municipios opte por la apatía y la desconfianza en sus propias capacidades como comunidad2.

Llama poderosamente la atención que el Caribe colombiano presentara en 1994 niveles de pobreza del 52% de la población, frente a un nivel promedio de 37% en el país; en los departamentos de Córdoba con 65%, Sucre con 64%, Cesar con 55%, Magdalena con 55%, Bolívar con 54% y Guajira con 53% es donde se registran ios mayores porcentajes; y a pesar de ello es la región del país donde mayor número de municipios se crearon en el período 1991-2000.

2 Martha Malo de Andreis y Luz Díaz Rocca, 2002. Resultados de la descentralización munici­pal en el Caribe colombiano. Bogotá, Observatorio del Caribe colombiano, Fonade, GTZ, DNP PNUD, n. 146.

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Jairo Soto Hernández

L A CREACIÓN DE MUNICIPIOS: LEGALIDAD VS. LEGITIMIDAD

La creación y supresión de municipios en Colombia es una atribución conferida por ley a las asambleas departamentales, materia regulada durante la vigencia de la Constitución Política de 1886, por las leyes 14 de 1969y 11 de 1986. Esta última tuvo como objetivo actualizar la Ley 4a. de 1913 conocida como Código de Régi­men Político Municipal, que no era más que un código obsoleto y anacrónico, reformado por tantas leyes y decretos que resultaba dificil poder establecer cuáles eran las normas vigentes.

La Ley 11 de 1986 en su Artículo 76 ordinal b, le dio al Presidente de la República facultades extraordinarias para dictar el Código de Régimen Municipal "Codificar las disposiciones constitucionales y legales vigentes para la organiza­ción y funcionamiento de la administración municipal"3. En uso de estas faculta­des, el Presidente dictó el Decreto 1333 de mayo 14 de 1986, el cual en el Título II Artículo 14 estableció entre las condiciones para que una porción de un departa­mento fuese erigida en municipio, que el nuevo ente territorial tuviera por lo menos 20.000 habitantes y que el municipio del cual se segregaba quedase con por lo menos 25.000 habitantes; de igual forma estableció que en los tres últimos años fiscales hubiera aportado en rentas y contribuciones al municipio del cual se segrega una suma no inferior a $ 1.000.000 anuales.

Esta Ley indica términos y requisitos que pretendían evitar una posible ava­lancha de intentos de creación de municipios, como consecuencia del inicio del proceso descentralizador, materializado en la nueva vida fiscal, elección popular de alcaldes y de autonomía administrativa. Por el contrario, se persiguió fortalecer a los municipios ya existentes evitando la desmembración, objetivo que se cum­plió en el Caribe colombiano, pues en la década de los ochenta se crearon diez nuevos municipios, nueve de los cuales aparecieron antes de la promulgación del Decreto 1333 de abril 25 de 1986.

En el país existen cerca de 895 municipios clasificados como no viables, la mayor parte de ellos creados en los últimos 50 años y legalizados en el Artículo 40 transitorio de la Constitución Política de 19914 y posteriormente con el Artículo 11 de la Ley 136 de 19945; pero lo que más llama la atención es que en los últimos años en los departamentos del Caribe colombiano, especialmente los que presen­tan los mayores índices de pobreza, se crearon 31 nuevos municipios que nacieron con poca viabilidad y un futuro muy incierto, pues su creación corresponde más a

3 Ley 11 de 1986 en su Artículo 76 ordinal b.

4 Con este articulo transitorio se validaron todos los municipios creados por las asambleas departamentales antes de diciembre 31 de 1990.

5 En el Artículo 11 de la Ley 13 6 de 1994 se validaron las creaciones de municipios aprobadas por las asambleas departamentales, entre el 3 1 de diciembre de 1990 y el lo. de diciembre de 1993.

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Los nuevos municipios del caribe colombiano 1991-2000

T a b l a 2

A ñ o

1980

1982

1983

1984

M u n i c i p i o

Puerto Libertador

Río Viejo

Pelaya

San Diego

San Martín

Guaranda

Santa Rosa Del Sur

Astrea

Talaigua Nuevo

D e p a r t a m e n t o

(Córdoba)

(Bolívar)

(Cesar)

(Cesar)

(Cesar)

(Sucre)

(Bolívar)

(Cesar)

(Bolívar)

S e g r e g a d o

Montelibano

Morales

Tamalameque

La Paz

Río De Oro Aguachica San Alberto

Majagual

Simití

Chimichagua

Mompox

H a b i t a n t e s

15.116

20.552

13.792

17.080

13-737

12.080

12.268

20.497

18.439

aumentar la burocracia y los micropoderes locales que a buscar el desarrollo de apartadas zonas víctimas del centralismo de las capitales de departamentos y de las cabeceras municipales.

La creación de nuevos municipios se frenó en el país con la promulgación de la Ley 617 de octubre 6 de 2000, la cual modifica parcialmente la Ley 136 de 1994, y endureció nuevamente las condiciones para que una porción del territorio de un departamento pueda ser erigida en municipio, estableciendo que además de la iden­tidad natural, económica, social y cultural, cuente con por lo menos 14.000 habitan­tes, duplicando la exigencia de lo requerido en la Ley 136 en cuanto a población, y que los municipios de los cuales se separa no queden con una población inferior a la mencionada y garantice ingresos corrientes de libre destinación equivalentes a 5.000 salarios mínimos mensuales vigentes en un período no inferior a un año, es dedr unos $ 1.430 millones, según un estudio del Organismo Departamental de Planeación sobre la conveniencia económica y social del nuevo municipio6, aunque se pueden crear municipios sin el lleno de los requisitos anteriores, previo visto bueno del Presidente de la República y por razones de defensa nacional7.

6 Congreso de la República de Colombia. Ley 61 7 de octubre de 2000, Artículo 15. Bogotá, 2000.

7 En el Caribe colombiano se crearon municipios atendiendo esta excepción, como es el caso de Lalagua del Pilar (Guajira) creado con Decreto presidencial No. 609 del 26 de marzo de 1998 y ratificado mediante ordenanza 018 del 15 de mayo de 1998.

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Jairo Soto Hernández

En la exposición de motivos del proyecto de ley 046 (posterior Ley 617 de 2000) presentado por Néstor Humberto Martínez Neira, ministro del Interior, y Juan Camilo Restrepo Salazar, ministro de Hacienda y Crédito Público, justifican claramente los criterios para su aprobación «...de no introducirse reformas al sis­tema administrativo de los municipios, se sacrificará su posibilidad de subsistir y se abandonarán los servicios públicos a su cargo». Al realizar el diagnóstico del estado de los municipios del país, ellos afirmaron que por lo menos el setenta por ciento (70%) de las entidades territoriales ya están en estado de quiebra, cuando lo que se propone con el proceso descentralizador es «...que se logren consolidar entidades territoriales fuertes, equilibradas y económicamente viables de modo que pueda garantizar cada una prestación eficiente de los servicios a su cargo».

Los municipios son creados mediante ordenanza de la Asamblea Departa­mental a iniciativa del respectivo Gobernador, de los miembros de la Asamblea o por iniciativa popular. Cuando no se haya dado la iniciativa popular, la ordenanza que crea el nuevo municipio debe ser sometida a referéndum en el que participen los habitantes del respectivo territorio.

Los especialistas en temas relacionados con municipios muestran criterios disímiles en cuanto a las condiciones para su creación, y acerca de la conveniencia o inconveniencia de la multiplicación de municipios en el territorio colombiano. Muchos de ellos sostienen que al otorgarles la condición de municipios a pobla­ciones tan pequeñas, no se garantiza el desarrollo económico y social, y muy por el contrario, este fraccionamiento territorial acompañado de la dificultad de las autoridades para gobernar, la precariedad de recursos económicos y presupuéstales propios y la pobreza de sus gentes, agudizan su escasa viabilidad.

Otro grupo por el contrario, piensa que crear municipios es llevar a buena práctica la descentralización, redistribuyendo los ingresos corrientes de la nación, al tiempo que genera los escenarios para que un mayor número de personas tenga la posibilidad y los mecanismos para lograr desarrollo local. Para ellos, «munici-palizar es civilizar», es tener la posibilidad de dotar de servicios públicos a zonas del país donde nunca existieron, darle solución a las necesidades básicas insatisfe­chas. Municipalizar es hacer visible gran parte del territorio nacional.

L o s NUEVOS MUNICIPIOS EN EL CARIBE COLOMBIANO

En Colombia, luego de la Constitución Política de 1991 y hasta la expedición de la Ley 617 de 2000, se crearon 76 nuevos municipios: 31 en la región caribe, 20 en la región pacifica, 12 en la región amazónica, 9 en la región andina y 4 nuevos municipios en la región de la Orinoquia.

Los 31 nuevos municipios creados en el Caribe colombiano representan el 40,79% del total nacional y su distribución por departamentos es la siguiente:

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0

41,94

3,23

6,45

16,12

29,03

3,23

1 0 0

0

17,1

1,32

2,63

6,58

11,84

1,32

40,79

Los nuevos municipios del caribe colombiano 1991-2000

Tabla 3 Los n u e v o s m u n i c i p i o s c r e a d o s e n el Car ibe c o l o m b i a n o

p o r d e p a r t a m e n t o s

Depa r t amen to No. de munic ip ios % en la región % en el país

Atlántico o

Bolívar 13

Cesar 1

Córdoba 2

Guajira 5

Magdalena 9

Sucre 1

Total 31

Los 31 nuevos municipios del Caribe colombiano, creados después de la Constitución de 1991, ordenados cronológicamente son:

Tabla 4 N ú m e r o d e m u n i c i p i o s c r e a d o s p o r a ñ o y d e p a r t a m e n t o

Año Bolívar Cesar Córdoba Guajira Magdalena Sucre Total

1991

1992

1993

1994 6 6

1995 3 2 5

1996 2 2 4

1997 2 1 2 5

1998 1 1 2

1999 1 4 5

2000 1 3 4

Total 13 1 2 5 9 1 31

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Luego de la Constitución Política de 1991, no se crean en el Caribe colom­biano municipios hasta la aparición de la Ley 13 6 de junio 2 de 1994, en la cual se disminuye el número de habitantes establecidos en el Decreto 1333 de 1986, a 7.000 habitantes. Esta Ley sirvió de base para que en el departamento de Bolívar se crearan mediante Ordenanza No. 30 de diciembre 13 de 1994, seis nuevos muni­cipios (Altos del Rosario, Cantagallo, Cicuco, Hatillo de Loba, Montecristo yTiquisio) y a partir de allí se continuaría la creación de municipios en este departamento, así: en 1995, los municipios de Clemencia, El Peñón y Regidor; en 1996, los municipios deArenal y San Cristóbal, y por último, en 1997, Arroyohondo y San Jacinto del Cauca, para un total de 13 municipios entre 1994 y 1997.

El otro departamento con un importante número de municipios nuevos es Magdalena, donde se crearon nueve municipios en los últimos cinco años; en 1996, los municipios de El Retén y Pijiño del Carmen, y los siete restantes entre el 24 de junio de 1999, cuando se crearon cuatro (Algarrobo, Concordia, Sabanas de San Ángel y Zona Bananera) y el 23 de junio de 2000 los tres restantes (Nueva Granada, Santa Bárbara de Pinto y Zapayán).

En la Guajira se crearon cinco municipios: Dibulla y Distracción en 1995, La Jagua del Pilar en 1998; este municipio que cuenta con tan sólo 1.613 habitantes, de los cuales 878 viven en la cabecera municipal, se creó con base en las excepciones estipuladas en el Artículo 9o. de la Ley 136 de 1994 y 2o. de la Ley 177 de 1994, mediante Decreto Presidencial No 6 0 9 d e l 9 9 8 y ratificado por Ordenanza No. 016 de 1998. Además, en 1999 se creó el municipio de Hatonuevo, luego de cinco años de lucha de sus habitantes, y por último el municipio de Albania en el año 2000.

Dos de los nuevos municipios en el departamento de la Guajira, Albania y Hatonuevo se crearon con la intención de aprovechar los ingresos por concepto de las regalías derivadas de la explotación de carbón, en producciones mayores de tres millones de toneladas, de las cuales les correspondió del total de las regalías genera­das por El Cerrejón que en el año 2001 ascendieron a $ 121.400 millones8 distribui­dos así: 42% para el departamento productor (La Guajira), 32% para los municipios productores (Barrancas, Hatonuevo, Maicao y Albania), correspondiéndole a cada uno la suma de $9.712 millones, 10% para municipios portuarios (Uribia por el muelle carbonífero de Puerto Bolívar) y 16% para el Fondo Nacional de Regalías.

En el departamento de Córdoba se crearon dos municipios: Cotorra y La Apartada en 1997, mientras que en los departamentos de Sucre y Cesar, se creó un municipio en cada uno: Pueblo Bello (Cesar) en 1997 y El Roble (Sucre) en 2000, este último confirmado luego de un largo proceso jurídico por sentencia del Con­sejo de Estado el 17 de marzo de 2000.

8 Balance Social 2001, Intercor - Cerrejón, Informe entregado por Ricardo Plata, gerente de relaciones públicas de El Cerrejón, Barranquilla, 14 de agosto de 2002, Diario El Heraldo, p. 6C.

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Tabla 5 Mun ic ip ios c r e a d o s e n o r d e n c rono lóg ico

Año Municipios creados

1991-1993

1994

1995

1996

1997

Altos del Rosario (Bol.) - Cantagallo (Bol.) - Cicuco (Bol.) - Hatillo de Loba (Bol.) - Montecristo (Bol.) - Tiquisio (Bol.)

Clemencia (Bol.) - El Peñón (Bol.) - Regidor (Bol.) - Dibulla (Guajira) - Distracción (Guajira)

Arenal (Bol.) - San Cristóbal (Bol.) - El Retén (Magd.) - Pijiño del Carmen (Magd.)

Arroyohondo (Bol.) - San Jacinto del Cauca (Bol.) - Pueblo Bello (Cesar) - Cotorra (Córdoba) - La Apartada (Córdoba)

1998 La Jagua del Pilar (Guajira) - El Roble (Sucre)

1999 Hatonuevo (Guajira) - Algarrobo (Magd.) - Concordia (Magd.) -Sabanas de San Ángel (Magd.) - Zona Bananera (Magd.)

2 0 0 0 Albania (Guajira) - Santa Bárbara de Pinto (Magd.) - Zapayán (Magd.) - Nueva Granada (Magd.)

U N A CARRERA CONTRA EL RELOJ

Como hecho curioso, y más como una muestra del supuesto rigor con que las asambleas departamentales asumen la responsabilidad otorgada por la ley en la creación de municipios, a continuación se presenta el proceso cronológico me­diante el cual se creó el municipio de Zapayán en el departamento del Magdalena:

a. En el mes de mayo, en Punta de Piedra se constituye el comité promotor integrado por nueve miembros.

b. El 11 de mayo de 2000, el IGAC seccional Magdalena certifica las áreas planimétricas y los límites generales.

c. El 15 de mayo de 2000, el IGAC certifica las áreas y porcentajes de los municipios de los cuales se segregan.

d. El 26 de mayo de 2000, el DAÑE, certifica la población estimada para el proyectado municipio.

e. El 12 de junio de 2000, el registrador municipal del estado civil de Pedraza, ±vj,ag iaiCna, certiiica ±a inscripción v±e ±a iniciativa popu±ar y ±cgis±aü.va ñor-

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mativa «proyecto de ordenanza» por la cual se crea el municipio de Zapayán (Artículo 24 Ley 134 de 1994).

f. El 20 de junio de 2000, la oficina asesora de planeación del departamento del Magdalena emite el concepto 003, por el cual se entrega el concepto previo favorable a la creación del municipio de Zapayán.

g. El 21 de junio de 2000, el vocero y presidente de la iniciativa popular, legislativa y normativa presenta ante la Asamblea Departamental del Magda­lena la documentación requerida para la creación del nuevo municipio.

h. El 23 de junio de 2000, la Asamblea Departamental del Magdalena sanciona y publica la Ordenanza 005 de 2000 creando el municipio de Zapayán.

De este proceso cronológico surgen varios interrogantes:

¿Cómo hizo la Asamblea del Magdalena para darle los tres debates reglamentarios al proyecto de ordenanza? ¿Cuál es la razón de la carrera contra el reloj para crear municipios, dado que ese mismo día la Asamblea del Magdalena creó tres municipios en circunstancias muy parecidas? ¿Será acaso temor a que el proyecto de ley 046 de 1999 (posterior Ley 617 de 2000) fuese aprobado en cualquier momento y no se pudiera entonces crear los municipios?

P A P E L DE LOS MICROPODERES LOCALES EN LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL

La creación de algunos de los nuevos municipios obedeció fundamentalmente a la posibilidad de los grupos armados para fijar fronteras y controlar zonas de impor­tancia estratégica como ejes de comunicación terrestre y fluvial entre la región caribe y el interior del país, lo cual se evidencia en el hecho de que la mayoría de los nuevos municipios son límites interdepartamentales.

Estos grupos armados percibieron que la influencia que tenían en las zonas rurales sería incompleta y deficiente si no la lograban en territorios mayores, por lo cual aprovecharon las posibilidades de los nuevos municipios, en cuanto a lo administrativo, fiscal y político como producto del proceso de descentralización que se viene implementando en el país.

Con respecto a las funciones que le corresponden al Estado, los grupos gue­rrilleros y paramilitares han ganado, en un buen número de los nuevos munici­pios, un condicionado respaldo de sectores de la población, actuando como redes de poder e imponiendo sus propias reglas de juego en cuanto a la seguridad, la justicia y los tributos (vacuna o boleteo). En otras palabras, se han constituido, de hecho, en poder local.

La Sierra Nevada de Santa Marta, triángulo montañoso del Caribe, ubicada en el espacio geográfico de los departamentos de Magdalena, Cesar y Guajira, además de ser un gran sistema ecológico y económico, es un importante núcleo

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de disputa estratégica por el control territorial entre grupos guerrilleros, las autodefensas unidas y los narcotraficantes, hecho que se refleja en un nuevo y cambiante ordenamiento territorial en la zona, a propósito del cual el Observato­rio del Programa Presidencial para los Derechos Humanos y el Derecho Interna­cional Humanitario de la Vicepresidencia de la República, afirmó en un documen­to a finales de 2001:

En el análisis de la degradación del conflicto armado en la Sierra Nevada de Santa Marta, las autodefensas controlan la vertiente norte y prestan servicio de seguridad a sectores de ganaderos y bananeros, y se nutren de ganancias procedentes del narcotráfico. Esta vertiente es especialmente estratégica para el comercio de la coca y de las armas, por ser la cara que da al mar. Uno de los departamentos de mayor presencia de las autodefensas es el Magdalena. Por su parte, las FARC y el ELN han logrado el control de las vertientes occidental y suroriental, que miran hacia las partes planas de los departamentos de Cesar, Magdalena y Guajira9.

Lo anterior explica el porqué se crearon seis municipios en el área de in­fluencia de la Sierra Nevada de Santa Marta; de éstos, tres municipios (Dibulla, La Jagua del Pilar y Distracción) pertenecen al Departamento de la Guajira, dos al departamento del Magdalena, Zona Bananera y Algarrobo, y por último Pueblo Bello en el departamento del Cesar.

La violencia se ha agudizado en la región caribe debido a la presencia terri­torial que el ELN y las Farc han logrado en regiones como el Magdalena Medio, en sectores del departamento del Cesar, La Guajira y parte del departamento del Mag­dalena; de la misma forma, han penetrado desde el sur hasta el centro de los depar­tamentos de Bolívar y Sucre. Las acciones y el dominio territorial de los paramilitares se dan en los departamentos de Córdoba, Sucre, sur de Bolívar y Magdalena, espe­cialmente en los municipios ribereños del río Magdalena, desde el municipio de Sitionuevo hasta El Banco.

En cuanto a lo electoral, los resultados de los comicios en los nuevos muni­cipios son distorsionados por la presencia encubierta o abierta de la presión arma­da sobre los candidatos y sobre los votantes, con el objetivo de lograr coadministrar los municipios junto con los alcaldes y los concejales formalmente elegidos. En otros casos logran «concertar» con la comunidad para hacer elegir listas únicas, tanto a Concejo como a la Alcaldía.

Las implicaciones de la guerra que escenifican guerrillas, paramilitares y militares, al recaer también sobre el corpus de los pueblos regionales, recae sobre el conjunto

9 Documento preparado por el Observatorio del Programa Presidencial para los De­rechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario de la Vicepresidencia de la República, acerca de la Sierra Nevada de Santa Marta. Fuente: Ancol, Bogotá, 20 de n n u i p m W p Hf1 7 0 0 1

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de intermediarios políticos, o sea, aquellos sujetos que tienen alguna representatividad local o regional, pues, además del territorio, la disputa es tam­bién por los pobladores del entorno, por la dirigencia de las organizaciones cívicas y comunitarias, por los líderes locales, por las burocracias situadas en esos lugares, por los espacios de acuerdo y micro-negociación, es la lucha por el control de las localidades y los conjuntos sociales que hubiesen estado en manos del enemigo, pero también, de aquellas que pueden tener un valor geopolítico o estratégico militar10.

Con base en el estado del orden público, los nuevos municipios se pueden clasificar en cuatro categorías: los municipios controlados por el Estado; los con­trolados por la guerrilla; los manejados por los grupos paramilitares, y aquellos que están en disputa.

CONCLUSIONES

Entre 1991 y 2000, en la región caribe se crearon 31 nuevos municipios, cuya creación obedeció más al interés de aumentar la burocracia y fortalecer los micropoderes locales.

Los grupos guerrilleros y paramilitares actúan en la mayor parte de los nue­vos municipios como redes de poder, imponiendo las reglas de juego en cuanto a la seguridad, la justicia y los tributos.

En la mayoría de los nuevos municipios se evidencia que su creación obede­ció fundamentalmente a la necesidad de los grupos armados de fijar fronteras y controlar zonas de importancia estratégica como ejes de comunicación terrestre y fluvial entre la región caribe y el interior del país.

En más del 70% de los municipios de la región hay ausencia de sistemas de planificación como proceso para formular, gestionar, administrar, ejecutar y eva­luar proyectos, con ausencia de mecanismos para el seguimiento, control y evalua­ción de planes de desarrollo y planes o esquemas de ordenamiento territorial.

El indicador de la dependencia de las transferencias nacionales muestra que entre mayor sea la categoría de desarrollo a la que pertenece el municipio, las transferen­cias pesan menos, empezando así con una dependencia del 64,98% para la primera categoría y terminando con un 21,63% para la categoría de los más desarrollados. Así mismo, se evidencia que la participación de los ingresos tributarios en el total de ingresos aumenta sustancialmente a medida que la categoría de desarrollo es

10 Gloria Giraldo Naranjo, "El desplazamiento forzado en Colombia. Reinvención de la identidad e implicaciones en las culturas locales y nacional", scripta nova Revista elec­trónica de geografía y ciencias sociales. No. 94 (1), Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2001.

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mayor, empezando con un 5,20% para la categoría 1 y terminando con un 38,85% para la categoría más alta. Lo anterior sugiere que solamente los municipios más desarrollados están en la capacidad de complementar las transferencias con ingre­sos propios, mientras que la mayoría de ellos continúa dependiendo de las transfe­rencias para el cumplimiento de sus competencias" .

Esto se refleja en el hecho de que cerca del 90% de los municipios depen­den de las transferencias (ICN), lo cual significa que la gobernabilidad financiera para orientar y decidir sobre la inversión es baja, lo que involucra a la cultura organizacional municipal, con pocas excepciones, en la costumbre de asignar re­cursos de inversión al funcionamiento, convirtiendo las transferencias en obliga­ciones municipales. «En los municipios de categoría 2a, 3a, 4a, 5a y 6a, la relación gastos de funcionamiento ingresos corrientes de libre destinación es superior a 95% en promedio»12.

El Peñón, en el departamento de Bolívar, representa al grupo de municipios creados con baja capacidad para asumir sus funciones por su pobreza, problemas de orden público y dependencia exclusiva de los recursos transferidos por la nación.

El proceso de descentralización político-administrativa iniciado en los ochen­ta, ratificado con la Constitución de 1991 y con la Ley 60 de 199313 -la llamada Ley de Competencias y Recursos, con la cual se busca profundizar y Dinamizar la descentralización-, entrega a los municipios, entre otros, los siguientes propósitos centrales: la mejoría en la provisión de los servicios públicos; la democratización y aumento de la participación en el ámbito local; el aumento en el esfuerzo fiscal territorial y la entrega de funciones del nivel nacional a los niveles territoriales, con la consecuente disminución paulatina del gasto a nivel central, en las acciones objeto de las nuevas competencias territoriales.

En su afán de transferir responsabilidades, la nación no evaluó la capacidad real de los entes territoriales para asumirlas y tampoco condicionó la asunción gradual de las mismas, ni la recepción de los recursos, a la demostración de avances en gestión y resultados en la administración de los sectores y de los servicios provistos14 .

11 DNP, Documento para el desarrollo territorial No. 44, "Modelo de jerarquización y categorización de los departamentos y municipios", Bogotá, D.C., julio 25 de 2001.

12 Exposición de motivos para la expedición de la Ley 61 7 de 2000 ante el Senado de la República.

13 Reglamentaría de los artículos 3 5 5 y 3 5 7 d e l a Constitución Política, con la cual se establecieron las competencias de los diferentes niveles de gobierno, especialmente en educación, salud y agua potable y saneamiento básico, y lo referente a las fuentes de recursos.

14 M j r t f c . * ' - i l " >ío l " í ) r o K " ! • • • > n Í 5 7 D n m m m nn rif r, 1 4-A

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La realidad financiera de los municipios, entidades sobre las cuales recae la mayor responsabilidad de la inversión social, es que no cuentan con los ingresos corrientes suficientes para cubrir gastos corrientes, y sus gastos de funcionamien­to son superiores a los ingresos que generan.

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Ley 134 de 1994 (mayo 31), por la cual se dictan normas sobre mecanismos de participación ciudadana. Diario Oficial,

Ley 136 de 1994 (junio 2), por la cual se dictan normas tendientes a modernizar la organización y el funcionamiento de los municipios. Diario Oficial, de 1994.

Ley 128 de 1994 (febrero 23), Ley Orgánica de las áreas metropolitanas. Diario Oficial, de 1994.

Ley 17 7 de 1994 (diciembre 2 8), por la cual se modifica la Ley 1 3 6 d e l 9 9 4 y s e dictan otras disposiciones. Diario Oficial, 1994.

Decreto No. 638 de 1995 (abril 25) por el cual se reglamenta el Artículo 13 de la Ley 136 de 1994, Diario Oficial.

Ley 505 de 1999 (junio 25), por medio de la cual se fijan términos y competen­cias para la realización, adopción y aplicación de la estratificación a que se refiere la Ley 142 y 177 de 1994, 188 de 1995 y 383 de 1997 y los decretos presidenciales 1538 y 2034 de 1996. Diario Oficial.

Decreto No. 895 de 2000 (mayo 18) por el cual se reglamenta la parte operativa de la Ley 134 de 1994. Diario Oficial.

Decreto No. 1109 de 2000 (junio 13) por el cual se reglamenta el parágrafo terce­ro del Artículo lo. del Decreto 169de2000y el Artículo 18 de la Ley 136 de 1994. Diario Oficial.

Ley 617 de 2000 (octubre 6) por la cual se reforma parcialmente la Ley 136 de 1994, el Decreto extraordinario 1222 de 1886, se adiciona la Ley Orgáni­ca de Presupuesto, el Decreto 1421 de 1993, se dictan otras normas ten­dientes a fortalecer la descentralización y se dictan normas para la racionalización del gasto público nacional. Diario Oficial.

Decreto No. 192 de 2001 (febrero 7) por el cual se reglamenta parcialmente la Ley 617 de 2000. Diario Oficial.

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Jairo Soto Hernández

A N E X O

( S Í N T E S I S I N F O R M A T I V A A C E R C A D E L O S N U E V O S M U N I C I P I O S

D E L C A R I B E C O L O M B I A N O . 1 9 9 1 - 2 0 0 0 )

D e p a r t a m e n t o d e Bol ívar

Municipio: Altos del Rosario Cabecera municipal: Altos del Rosario

Corregimientos; El Rubio, La Pacha, San Isidro y Santa Lucía Total población: 12.999 Hab.

Población cabecera: 4.681 Hab. Población resto: 8.318 Hab.

Superficie: 304 km2

Año de creación: 1994 Ordenanza N°: 30 de diciembre 13 de 1994 Segregado de: Barranco de Loba

Municipio: Arenal Cabecera municipal: Arenal Corregimientos: Buenavista, Carnizala, San Rafael Total población: 9.651 Hab. Población cabecera: 4.964 Hab. Población resto: 4.687 Hab.

Superficie: 459 kmz

Año de creación: 1996 Ordenanza N°: 18 de mayo 16 de 1996 Segregado de: Morales

Municipio: Arroyohondo Cabecera municipal: Arroyohondo Corregimientos: Machado, Pilón, Sato, San Francisco

Total población: 6.720 Hab. Población cabecera: 3.604 Hab. Población resto: 3.116 Hab.

Superficie: 162 km2

Año de creación: 1997 Ordenanza N°: 41 de diciembre 2 de 1997 Segregado de: Calamar y Mahates

Municipio: Cantagallo Cabecera municipal: Cantagallo Corregimientos: San Lorenzo

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Los nuevos municipios del caribe colombiano 1991-2000

Total población: 7.149 Hab. Población cabecera: 4.339 Hab.

Población resto: 2.810 Hab. Superficie: 870 km2

Año de creación: 1994 Ordenanza N°: 30 de diciembre 13 de 1994 Segregado de: San Pablo

Municipio: Cicuco

Cabecera municipal: Cicuco

Corregimientos: Campo Sereno, La Peña, San Francisco de Loba, San Javier Total población: 11.088 Hab. Población cabecera: 7.164 Hab. Población resto: 3.942 Hab. Superficie: 132 km2

Año de creación: 1994 Ordenanza N°: 30 de diciembre 13 de 1994 Segregado de:Talaigua Nuevo

Municipio: Clemencia

Cabecera municipal: Clemencia Corregimientos: Las Caras, El Penique, El Socorro Total población: 11.704 Hab. Población cabecera: 8.020 Hab. Población resto: 3.684 Hab. Superficie: 84 km2

Año de creación: 1995 Ordenanza N°: 17 de agosto 11 de 1995 Segregado de: Santa Catalina

Municipio: El Peñón Cabecera municipal: El Peñón

Corregimientos: Buenos Aires, Castañal, Chapetona, El Japón, La Humareda, Peñoncito Total población: 12.138 Hab. Población cabecera: 3.871 Hab. Población resto: 8.267 Hab. Superficie: 327 km2

Año de creación: 1995

Ordenanza N°: 42 de noviembre de 1995 Segregado de: San Martín de Loba

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Jairo Soto Hernández

Municipio: Hatillo de Loba

Cabecera municipal: Hatillo de Loba Corregimientos: El Pozón, Juana Sánchez, La Ribona, La Victoria, Pueblo Nuevo,

San Miguel, El Cerro de las Aguadas, Las Brisas Total población: 12.701 Hab. Población cabecera: 3.318 Hab.

Población resto: 9.383 Hab.

Superficie: 196 km2

Año de creación: 1994

Ordenanza N°: 30 de diciembre 13 de 1994 Segregado de: San Martín de Loba y San Fernando

Municipio: Montecristo Cabecera municipal: Montecristo

Corregimientos: Betania, El Dorado Total población: 10.711 Hab. Población cabecera: 5.129 Hab. Población resto: 5.582 Hab. Superficie: 2.089 km2

Año de creación: 1994

Ordenanza N°: 30 de diciembre 13 de 1994 Segregado de: Achí

Municipio: Regidor Cabecera municipal: Regidor Corregimientos: San Antonio, San Cayetano, Santa Teresa Total población: 8.914 Hab. Población cabecera: 3.006 Hab. Población resto: 5.908 Hab.

Superficie: 180 km2

Año de creación: 1995 Ordenanza N°: 40 de diciembre de 1995 Segregado de: Río Viejo

Municipio: San Cristóbal Cabecera municipal: San Cristóbal Corregimientos: Higueretal, Fincas Total población: 6.493 Hab Población cabecera: 4.615 Hab. Población resto: 1.878 Hab. Superficie: 43 km2

Año de creación: 1996

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Los nuevos municipios del caribe colombiano 1991-2000

Ordenanza N°: 36 de febrero de 1996 Segregado de: Soplaviento

Municipio: San Jacinto del Cauca

Cabecera municipal: San Jacinto del Cauca Corregimientos: Ten che, Bermúdez, Caimital, La Raya, Galindo, Méjico, AstiUeros Total población: 10.518 Hab. Población cabecera: 3.017 Hab. Población resto: 7.501 Hab. Superficie: 428 km2

Año de creación: 1997 Ordenanza N°: 13 mayo 9 de 1997 Segregado de: Achí

Municipio: Tiquisio Cabecera municipal: Puerto Rico Corregimientos: Aguas Negras, Bocas de Solís, Colorado, Dos Bocas, El Sudán, La Aventura, Palma Esteral, Puerto Coca, Quebrada del Medio, Sabanas del Firme, Tiquisio Nuevo Total población: 22.164 Hab. Población cabecera: 3.715 Hab. Población resto: 18.449 Hab. Superficie: 758 km2

Año de creación: 1994 Ordenanza N°: 30 de diciembre 13 de 1994 Segregado de: Pininos

D e p a r t a m e n t o del Cesa r

Municipio: Pueblo Bello Cabecera municipal: Pueblo Bello Corregimientos: Las Minas de Iracal, Palmarito (Nuevo Colón) Total población: 14.233 Hab. Población cabecera: 5.731 Hab. Población resto: 8.502 Hab.

Superficie: 859 km2

Año de creación: 1997 Ordenanza N°: 037 de diciembre 10 de 1997 Segregado de: Valledupar

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Jairo Soto Hernández

D e p a r t a m e n t o d e C ó r d o b a

Municipio: Cotorra

Cabecera municipal: Cotorra Corregimientos: El Bongo, Los Gómez, Los Cedros, La Culebra, El Paso de las Flores, Abrojal, Las Arepas, Trementino, Moralito

Total población: 17.484 Hab. Población cabecera: 4.465 Hab.

Población resto: 13.019 Hab.

Superficie: 79 km2

Año de creación: 1997 Ordenanza N°: 03 de abril 8 de 1997

Segregado de: Lorica y San Pelayo

Municipio: La apartada Cabecera municipal: La Apartada y la Frontera

Corregimientos: Margen Izquierda de Puerto Córdoba, Margen Izquierda de Campo Alegre, La Balsa, Margen Derecha de Puerto Córdoba, Margen Derecha de Campo Alegre Total población: 14.669 Hab. Población cabecera: 9.671 Hab. Población resto: 4.998 Hab.

Superficie: 268 km2

Año de creación: 1997 Ordenanza N°: 07 de mayo 6 de 1997 Segregado de: Ayapel y Montelibano

D e p a r t a m e n t o d e la Gua j i ra

Municipio: Albania Cabecera municipal: Albania

Corregimientos: Cuestecitas, Huareuaren, Los Remedios Total población: 8.897 Hab. Población cabecera: 5.784 Hab. Población resto: 3.113 Hab.

Superficie: 147 km2

Año de creación: 2000

Ordenanza N°: 01 de marzo 27 del 2000 Segregado de: Maicao Distancia a la capital del Departamento:

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Los nuevos municipios del caribe colombiano 1991-2000

Municipio: Dibulla

Cabecera municipal: Dibulla Corregimientos; La Punta, Las Flores, Mingueo, Palomino Total población: 17.734 Hab. Población cabecera: 4.117 Hab. Población resto: 13.617 Hab. Superficie: 1.744 km2

Año de creación: 1995 Ordenanza N°: 30 de noviembre 15 de 1995 Segregado de: Riohacha

Municipio; Distracción Cabecera municipal: Distracción Corregimientos: Buenavista, Chorreras

Total población: 7.257 Hab. Población cabecera: 4.642 Hab. Población resto: 2.615 Hab. Superficie: 232 km2

Año de creación: 1995 Ordenanza N°: 41 de noviembre 30 de 1995 Segregado de: Fonseca

Municipio: Hatonuevo Cabecera municipal: Hatonuevo Corregimientos: Tabaco Total población: 7.612 Hab. Población cabecera: 6.424 Hab.

Población resto: 1.188 Hab. Superficie: 249 km2

Año de creación: 1999 Ordenanza N°: 57 de noviembre 9 de 1994 declarado nulo el 5 de noviembre de 1998 y se crea nuevamente con ordenamiento 001 del 13 de enero de 1999 Segregado de; Urumita

Municipio: La Jagua del Pilar Cabecera municipal: La Jagua del Pilar Corregimientos: El Plan Total población: 1.613 Hab. Población cabecera: 878 Hab. Población resto: 795 Hab. Superficie: 183 km2

Año de creación: 1998

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Jairo Soto Hernández

Ordenanza: Decreto presidencial 609 del 26 de marzo de 1998 y ratificado con Ordenanza 018 del 15 de mayo de 1998 Segregado de: Urumita

D e p a r t a m e n t o del M a g d a l e n a

Municipio: Algarrobo

Cabecera municipal: Algarrobo Corregimientos: Bella Vista, Estación Lleras, Loma del Bálsamo Total población: 18.424 Hab.

Población cabecera: 9.392 Hab. Población resto: 9.032 Hab.

Superficie: 409 km2

Año de creación: 1999 Ordenanza N°: 008 de junio 24 de 1999

Segregado de: Fundación, Ariguaní y Pivijay

Municipio: Concordia Cabecera municipal: Concordia Corregimientos: Bálsamo, Bellavista, Rosario del Chengue Total población: 15.727 Hab.

Población cabecera: 6.345 Hab. Población resto: 9.382 Hab. Superficie: 111 km2

Año de creación: 1999 Ordenanza N°: 007 de junio 24 de 1999 Segregado de: Cerro de San Antonio y Pedraza

Municipio: El Retén Cabecera municipal: El Retén Corregimientos: El Bongo, La Colombia, Las Flores Total población: 25.093 Hab.

Población cabecera: 15.024 Hab. Población resto: 10.069 Hab.

Superficie: 268 km2

Año de creación: 1996 Ordenanza N°: 04 de mayo de 1996 Segregado de: Aracataca

Municipio: Nueva Granada Cabecera municipal: Granada

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Los nuevos municipios del caribe colombiano 1991-2000

Corregimientos: El Bajo, La Gloria, Las Tinas, Los Andes, Nueva Granada Total población: 14.407 Hab. Población cabecera: 2.224 Hab. Población resto: 12.183 Hab. Superficie: 11 km2

Año de creación: 2000 Ordenanza N°: 004 del 23 de junio de 2000 Segregado de: Plato

Municipio: Pijiño del Carmen Cabecera municipal: Pijiño

Corregimientos: Cabrera, Filadelfia, San José de Prevención, Casa Blanca, La Lucha, La Planada Total población: 13.700 Hab. Población cabecera: 4.982 Hab. Población resto: 8.718 Hab. Superficie: 739 km2

Año de creación: 1996 Ordenanza N°: 01 de marzo 26 de 1996 Segregado de: Santa Ana

Municipio: Sabanas de San Ángel Cabecera municipal: San Ángel Corregimientos: Casa de Tabla, Céspedes, Flores de María, Las Muías (San Roque), Pueblito de los Barrios Total población: 13.524 Hab. Población cabecera: 3.216 Hab. Población resto: 10.308 Hab. Superficie: 957 km2

Año de creación: 1999

Ordenanza N°: 006 de junio 24 de 1999 Segregado de: Ariguaní, Pivijay, Chivólo y Plato

Municipio: Santa Barbara de Pinto

Cabecera municipal: Santa Barbara de Pinto Corregimientos: Cundinamarca, San Pedro Total población: 13.287 habitantes Población cabecera: 3.822 Población resto: 9.465 Superficie: 502 km2

Año de creación: 2000

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Jairo Soto Hernández

Ordenanza N°: 003 del 23 de junio de 2000 Segregado de: Santa Ana y Plato

Municipio: Zapayán

Cabecera municipal: Punta de Piedras Corregimientos: Caño de Aguas, Capucho, Piedras de Moler, Piedras Pintadas Total población: 8.655 Hab.

Población cabecera: 2.249 Hab.

Población resto: 6.406 Hab. Superficie: 357 km2

Año de creación: 2000

Ordenanza N°: 005 del 23 de junio de 2000 Segregado de: Pedraza, Tenerife y El Piñón

Municipio: Zona Bananera Cabecera municipal: Prado - Sevilla Corregimientos: Guacamayal, Guamachito, La Gran Vía, Orihueca, Palomar, Riofrío, Santa Rosalía, Sevilla, Soplador, Tucurinca, Várela

Total población: 55.731 Hab. Población cabecera: 4.535 Hab. Población resto: 51.196 Hab. Superficie: 446 km2

Año de creación: 1999

Ordenanza N°: 011 de agosto 9 de 1999

Segregado de: Ciénaga

Departamento de Sucre

Municipio: El Roble Cabecera municipal: El Roble Corregimientos: Callejón, Cayo de Palma, Corneta, El Sitio, LasTablitas, Palmital, Patillal, Pueblo Nuevo o Grillo Alegre, San Francisco, Tierra Santa, Villavicencio

Total población: 8.116 Hab. Población cabecera: 3.140 Hab. Población resto: 4.976 Hab.

Superficie: Año de creación: 1998

Ordenanza: Decreto 356 de 1998. Confirmado por Tribunal Administrativo de Sucre, fallo 5 de mayo de 1999 y sentencia del Consejo de Estado 17 de marzo de 2000 Segregado de: Sincé, Corozal y San Benito Abad

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Los nuevos municipios del caribe colombiano 1991-2000

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Jairo Soto Hernández

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544

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Los nuevos municipios del caribe colombiano 1991-2000

CÓRDOBA

SAN BERNARDO

Mar Caribe

Antioquia

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Bolívar

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Convenciones

Minas anti person ales Presencia de grupos guerrilleros Presencia de grupos paramilitares Actividad petrolera Actividad minera Cultivos de coca Erradicación de cultivos Destino PD Municipios expulsores de PD Municipios de Uegada de PD

Lo ! Municipios de llegada o de expulsión de PD

545

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Jairo Soto Hernández

GUAJIRA

Mar Caribe

Magdalena Venezuela

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Convenciones

Presencia de grupos guerrilleros Presencia de grupos paramilitares Actividad petrolera Actividad minera Cultivos de Coca Erradicación de cultivos Destino PD Municipios expulsores de PD Municipios de llegada de PD Municipios de llegada o de expulsión de PD

546

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Los nuevos municipios del caribe colombiano 1991-2000

MAGDALENA

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Erradicación de cultivos

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Jairo Soto Hernández

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