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Gump & CO.

Winston Groom

Gump &Co.Winston Groom

Ttulo original: Gump & Co Traduccin Merc Lpez 1.' edicin: noviembre 1995 1995 by Winston Groom Ediciones B, S.A., 1995 Bailen, 84 - 08009 Barcelona (Espaa) Printed n Spain ISBN: 84-406-6077-4 Depsito legal: B. 44.637-1995 Impreso por PURESA, S.A. Girona, 139 - 08203 Sabadell Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorizacin escrita de los titulares del copyright, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el 1

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tratamiento informtico, as como la distribucin de ejemplares mediante alquiler o prstamo pblicos.

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A mi encantadora esposa, Anne-Clinton Groom, que ha compartido con Forrest tantos aos felices.

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LA PLEGARIA DEL NECIO Llegado el fin de su real festejo, porque le distrajera de cuidados, grit el Rey al bufn: Arrodillaos, Don Necio, y decid por nos un rezo. Dej el bufn sonajas y sombrero, sin demostrar dolor tras la sonrisa, y vindole la corte de tal guisa, rieron todos, del ltimo al primero. Pagndoles con venias el desprecio, en un cojn de seda arrodillado, volvi al cielo la splica el esclavo: Piedad, Seor, de aqueste pobre necio. Call la corte ante el real silencio; saliendo a su jardn, do no lo vieran, el monarca rez, la voz muy queda: Piedad, Seor, de aqueste pobre necio. EDWARD ROWLAND SlLL, 1868

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Antes de empezar, hay algo que quisiera deciros: todos podemos equivocarnos; por eso hay que poner siempre un tapete debajo de la escupidera. Y dicho esto, ah va un buen consejo: jams se os ocurra dejar que alguien convierta en pelcula la historia de vuestra vida. No me refiero a que lo haga bien o mal; eso es lo de menos. Hablo de todos los pelmazos que no pararn de acosaros, de acribillaros a preguntas, de meteros cmaras de televisin en las narices, de pediros autgrafos, de deciros qu tos tan geniales sois. Ja! Amigos, si la gilipollez pudiera embotellarse, me hara botellero y ganara ms dinero que Donald Trump, Michael Mulligan e Ivan Bozosky juntos. Pero ya volveremos a ese tema un poco ms adelante. Dejad que primero os ponga al corriente de los ltimos avatares de mi triste historia. En los ltimos diez aos y pico me han pasado un montn de cosas. Para empezar, soy diez aos y pico ms viejo, que no es moco de pavo. Me han salido unas cuantas canas y ya no soy tan rpido como antes: me di cuenta enseguida cuando intent volver a ganarme la vida en el ftbol. Eso pas en Nueva Orleans. Despus de muchas peripecias haba ido a parar precisamente all. Estaba solo y trabajaba de barrendero en un local de strip-tease llamado Wanda's que no cerraba hasta eso de las tres de la madrugada, de manera que tena casi todo el da libre. Una noche yo estaba sentado en un rincn contemplando las evoluciones de mi amiga Wanda se arm una pelea fenomenal al pie del escenario. Mientras las mujeres chillaban, el grupo de alborotadores intercambiaba insultos y coscorrones, y lanzaba por los aires sillas, mesas y botellas de cerveza. Al principio no me alarm demasiado al fin y al cabo, cada noche pasaba lo mismo al menos un par de veces, hasta que me pareci reconocer a uno de los que armaban jaleo. Era un tipo robusto, y me llam la atencin la manera como empuaba una botella que estaba a punto de convertir en arma arrojadiza. No haba visto un estilo igual desde mis tiempos en la Universidad de Alabama. Quin lo iba a decir: era el viejo Snake, el capitn de nuestro equipo, el mismo que haba enviado el baln fuera del campo en el cuarto down para detener el cronmetro. Fue el da en que jugamos aquel partido del Orange Bowl contra los comequicos del Nebraska, haca veinte aos. Por culpa de aquella jugada perdimos el partido, y por culpa de aquel partido me fui a Vietnam, y... En fin, dejemos las batallitas para otro momento. A lo que iba. Me fui a donde estaba Snake y le arrebat la cerveza de la mano. El viejo capitn se alegr tanto de verme que me arre un puetazo en todo el crneo, una idea poco afortunada visto el esguince de mueca con que acab. Mientras l segua gritando y soltando improperios lleg la poli y se nos llev a todos a la comisara. No era la primera vez que daba con mis huesos en la crcel, as que no fue lo que se dice una gran novedad. A la maana siguiente, cuando todos volvan a estar sobrios, el celador nos trajo salchichas ahumadas y pan duro y nos pregunt si queramos llamar a alguien para que viniera a soltarnos. Snake cogi un cabreo de campeonato: Forrest, cada vez que me tropiezo contigo acabo metido en un lo. Te echo la vista encima al cabo de no s cuntos aos y mira lo que pasa: me despierto en la crcel! Me limit a decir que s con la cabeza. Snake tena toda la razn. Al final vino un tipo con cara de pocos amigos que nos sac a todos bajo fianza: a Snake, a sus compinches y a m. Por cierto me pregunt Snake, puede saberse qu demonios hacas t en ese tugurio? Cuando le dije que era el encargado de la limpieza, me mir extraado. Pero

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hombre, no tenas el negocio de las gambas en Bayou La Batre? Qu se hizo de todos tus millones? Y tuve que explicarle la triste historia de cmo se hundi mi negocio. No tard mucho en hartarme de ser un magnate de la industria. Pronto decid seguir mi propio camino y dejar el timn de la empresa en manos de mam y de mis dos amigos, el teniente Dan de Vietnam y el seor Tribble, que fue quien me ense a jugar al ajedrez. El primer contratiempo fue la muerte de mam; y no tengo nada ms que decir sobre eso. Despus vino la llamada del teniente Dan dicindome que dejaba el negocio porque ya haba ganado ms dinero del que necesitaba. Y luego el remate, aquella carta de Hacienda: me acusaban de haber evadido impuestos y me decan que iban a clausurarme el negocio y a embargarme los barcos, los locales y todo lo dems. Cuando llegu a Bayou La Batre a ver qu pasaba me encontr con que ya no haba nada que ver. Quin lo iba a decir. Los locales estaban prcticamente vacos, las malas hierbas se haban adueado de todo, los telfonos haban desaparecido, la electricidad estaba cortada, y el juez haba clavado un cartelito en la entrada para advertir del embargo de todas las instalaciones. Fui a ver al padre de Bubba para averiguar qu haba sucedido. No s si os acordaris de mi compaero Bubba; nos hicimos amigos en Vietnam, que es donde lo mataron. El padre de Bubba siempre me haba ayudado, y por eso pens que estara dispuesto a contarme toda la verdad. Lo encontr sentado a la puerta de su casa, un poco alicado. Qu ha pasado con el negocio de las gambas? le pregunt. El viejo movi la cabeza como si quisiera decir que no. Forrest me dijo, lamento tener que darte noticias tan tristes. Me temo que ests arruinado, hijo. Pero cmo ha sido? insist. Traicin fue su escueta respuesta. Y entonces me cont toda la historia. Mientras yo estaba en Nueva Orleans, el bueno del teniente Dan convenci a Sue, mi amigo con cara de mono de orangutn, para ser exactos, de que lo acompaara a Bayou La Batre y le ayudara a solucionar los problemas del negocio. Los problemas consistan simplemente en que nos estbamos quedando sin gambas. Al parecer, el mundo entero quera comer gambas. Incluso en India-npolis, donde unos aos antes ni siquiera haban odo hablar del marisco, no haba chiringuito que no tuviera gambas en el men. Pescamos tantas gambas como pudimos, pero nada dura eternamente y las gambas no son una excepcin. Al cabo de unos cuantos aos las capturas se haban reducido a la mitad. De hecho, nosotros no ramos los nicos con problemas: el sector entero se haba echado a temblar. El padre de Bubba no estaba al tanto de los detalles, pero fuera lo que fuera lo que ocurri despus, lo cierto es que el negocio fue de mal en peor. Para empezar, se march el teniente Dan. El padre de Bubba me cont que lo vio alejarse en una gran limusina. Iba acompaa do de una seora con peluca rubia yey y zapatos de tacn de aguja, y sacaba por la ventanilla dos botellas de champaa gigantes. Luego se fue el seor Tribble. As, sin ms. Y despus, a medida que se acumulaban los atrasos, se fueron yendo todos los dems, hasta que slo qued una persona para atender las llamadas. Y cuando la compaa telefnica se llev los aparatos, el bueno de Sue tuvo que irse tambin. Debi de parecerle que ya no serva para mucho. Supongo que se llevaron todo tu dinero, hijo dijo el padre de Bubba. Quin? le pregunt. Todos ellos respondi. Dan, el seor Tribble, las secretarias, los pescadores, las fregonas... Todos ayudaron a vaciar el local. Hasta Sue. La ltima vez que lo vi asomaba la nariz tras una esquina con un ordenador bajo el brazo. Menuda retahila de malas noticias. La verdad es que no daba crdito a mis odos. Dan, el seor Tribble... Hasta el bueno de Sue! Resumiendo continu el padre de Bubba: te han dejado limpio. S le dije yo, no es la primera vez.

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En fin, ya no tena mucho sentido preocuparse por el dinero. Podan quedarse con l. Aquella noche fui hasta uno de nuestros muelles y me sent a meditar. Sali la luna, un hermoso semicrculo que se elev sobre el paso del Misisip y se qued flotando por encima del agua. Pens que todo aquello no habra ocurrido si mam hubiera estado all. Tambin pens en Jenny Curran o en Jenny Loquefuera, si ya no usaba el apellido de soltera y en el pequeo Forrest, mi hijo. Record que le haba prometido cederle mi parte del negocio para que el pequeo Forrest tuviera ese respaldo en caso de necesitar dinero. Qu voy a hacer ahora? pens. Estoy arruinado. Sin blanca. Ya s que eso no significa nada cuando se es joven y no se tienen responsabilidades, pero entonces... Joln. All estaba, con ms de treinta aos, intentando hacer algo por el bien del pequeo Forrest, y qu es lo que haba conseguido? Volver a estropearlo todo. La misma historia de siempre. Me levant y fui andando hasta el extremo del embarcadero. La luna continuaba flotando por encima del agua. De repente sent ganas de llorar. Me inclin sobre uno de los grandes pilares que sostienen el embarcadero y... no os lo vais a creer: la madera cedi y me arrastr con ella al agua. Deba de estar podrida. Joln. All estaba otra vez, hecho un perfecto idiota, con el agua hasta la cintura. Os aseguro que en aquel momento no me habra importado que me devorase un tiburn o cualquier bicho parecido. Pero no haba ningn escualo por los alrededores, as que sal del agua como pude y cog el primer autobs de vuelta a Nueva Orleans. Llegu con el tiempo justo para barrer el bar. Un par de das ms tarde, el viejo Snake se dej caer por el local poco antes de la hora de cerrar. Llevaba la mano vendada y entablillada por culpa del esguince y de mi cabeza dura, pero no haba venido a verme por eso. Gump, a ver si me aclaro me dijo. Despus de todo lo que has hecho en esta vida, te vas a conformar con ser la escoba de un antro semejante? T te has vuelto loco, chico. Oye, an corres tan deprisa como en la Universidad? No tengo ni idea, Snake confes. No he estado practicando mucho que digamos. Mira, vamos a hacer una cosa. No s si te habrs enterado, pero ahora soy capitn de los Saints de Nueva Orleans. Y como puede que ya sepas, no nos va dema siado bien ltimamente. Llevamos ocho derrotas y no hemos ganado ni un triste partido en lo que va de Liga. Todo el mundo nos da por muertos. El prximo fin de semana tenemos que jugar contra los Giants de Nueva York y al paso que vamos, la madre que los pari... ser el cero a nueve y seguramente mi finiquito. Capitn de ftbol? le pregunt. Sigues jugando al ftbol? Y a qu quieres que juegue, so merluzo? A las damas chinas? Oye, necesitamos algo especial para ganar a los Giants el domingo, y creo que t podras ser nuestro as en la manga. No te costar mucho ponerte al da, bastar con un par de partidillos. Y si lo haces bien... an ests a tiempo de hacer carrera en el deporte. Caramba, Snake, no s qu decir. La verdad es que no he vuelto a jugar a ftbol desde que tiraste ese pase fuera en el cuarto down para parar el cronmetro y nos quedamos sin ttulo por culpa de aquellos comequicos de... Joder, Forrest, no me lo recuerdes otra vez. Han pasado veinte aos! Ya nadie se acuerda de eso... excepto t, parece. Por todos los santos, hombre, te vas a quedar aqu, fregando un bar de mala muerte a las dos de la madrugada, en vez de aprovechar la oportunidad de tu vida ? Eres tonto o qu? Estaba a punto de contestar que s a la ltima pregunta cuando Snake me interrumpi y empez a garabatear algo en una servilleta de papel. Mira, sta es la direccin del campo de entrenamiento. Quiero que ests all maana, a la una en punto. Ensea esta nota en la puerta y di que vienes a verme. Cuando se march, me met la servilleta en el bolsillo y termin de adecentar el local. De vuelta a casa, me qued echado en la cama toda la noche, hasta el alba, pensando en lo que me haba dicho Snake. Quin sabe me dije, tal vez tenga razn. Adems, por probar tampoco

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se perda nada. Pas revista a mis das de universitario en Alabama, me acord del entrenador Bryant, de Curts, de Bubba y de todos los dems. Qu tiempos aqullos! Los recuerdos me llenaron los ojos de lgrimas. No en vano haba sido probablemente la poca ms feliz de mi vida: los gritos del pblico enfervorecido, una victoria tras otra... En fin, me vest y sal de casa a buscar algo para desayunar. A la una en punto mi bicicleta y yo estbamos en la entrada del campo de entrenamiento de los Saints de Nueva Orleans. Cmo dices que te llamas? me pregunt el vigilante cuando le ense la servilleta de Snake, mirndome de arriba abajo con expresin desconfiada. Forrest Gump. Snake y yo jugbamos en el mismo equipo. Ya mascull. Eso es lo que dicen todos. Pero yo lo digo de veras. Bueno, espera aqu un momento. Volvi a mirarme, esta vez con cara de asco, y desapareci tras una puerta. Al cabo de unos minutos regres meneando la cabeza. De acuerdo, seor Gump. Sgame. Y me condujo hasta los vestuarios. Amigos, yo haba visto tipos fornidos en mi poca todava me acuerdo de los jugadores de la Universidad de Nebraska, y os aseguro que eran un puado de grandullones, pero lo que haba en aquel vestuario... Aquellos tipos no eran grandes, eran gigantes! Por si an no os lo haba dicho, mido un metro noventa y ocho y peso casi ciento diez kilos, que se dice pronto. Pero los compaeros de Snake pasaban tranquilamente de los dos metros y deban de pesar casi doscientos kilos... Uno de ellos, vestido ms o menos de reglamento, vino hacia m y me pregunt: Buscas a alguien, veterano? Sle dije, busco a Snake. Pues hoy no lo encontrars aqu. El entrenador lo ha mandado al mdico por un esguince que se hizo pelendose con un cabeza de chorlito en un bar. S, ya lo s admit. Puedo hacer algo por ti? No lo s respond. Snake dijo que me pasara por aqu a ver si querais que jugara con vosotros. Jugar? Con nosotros? el tipo entorn los ojos con incredulidad. Eso dijo. Snake y yo jugamos juntos en Alabama. Ayer por la noche me pidi que... Alto ah me interrumpi. T no sers por casualidad el famoso Forrest Gump? El mismo que viste y calza. Vaya, vaya... He odo hablar mucho de ti, Gump. Snake dice que eres ms rpido que una bala. Bueno, la verdad es que no lo s. Hace mucho que no corro. Mira, hagamos una cosa. Snake me pidi que te diera una oportunidad. Por de pronto, vente conmigo y te vestiremos como Dios manda... Por cierto, me llamo Hurley. Soy el preparador de los receptores. El entrenador me acompa a donde guardaban los uniformes y me dio un equipo completo. Caramba, cmo haba cambiado todo desde los tiempos de la Universidad. Los uniformes de hoy en da no tienen nada que ver con el que llevbamos entonces: hay goma y espuma por todas partes! Cuando acabas de ponrtelo todo pareces un marciano o algo peor, y al levantarte tienes la sensacin de que vas a caerte de bruces. En fin, cuando termin de vestirme los dems ya estaban en el campo haciendo ejercicios de calentamiento. El entrenador Hurley estaba practicando pases con su grupo y me hizo seas de unirme a ellos y ponerme a la cola.

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An me acordaba de esa parte gracias a mis das de jugador: corres diez yardas, te das la vuelta y esperas el pase. Cuando me lleg el turno sal corriendo, me di la vuelta y me encontr con un baln entre ceja y ceja. Me sorprendi tanto que perd el equilibrio y me ca. El entrenador meneaba la cabeza como si no pudiera creer lo que haba visto mientras yo me apresuraba a volver al final de la cola. Cuatro o cinco intentos ms tarde segua sin rascar bola. El resto del equipo empez a guardar las distancias como si me hubiera abandonado el desodorante. Al cabo de un rato el entrenador empez a gritar y a meter bulla hasta que los muchachos se colocaron en posicin para ensayar una escaramuza. Se dividieron en dos equipos y practicaron unas cuantas jugadas. El entrenador Hurley me llam a su lado. De acuerdo, Gump dijo. No s por qu me presto a estas cosas, pero quiero ver cmo te portas jugando de receptor. Vamos a ver si ahora coges la pelota de una puetera vez. As Snake no ser el hazmerrer del equipo cuando vuelva, si es que vuelve. Ni yo tampoco, de paso. Me reun con el resto del equipo y les dije lo que haba. El capitn me mir como si me hubiera vuelto loco, pero obedeci. Est bien. Ocho-cero-tres al crner, a la de dos. Gump, t corres veinte yardas sin parar, echas un vistazo y te das la vuelta. Entendido? Todos rompieron filas y se colocaron en su sitio. Yo no saba exactamente dnde estaba el mo, as que me puse en medio hasta que el capitn me vio y me dijo que no tan lejos. Un, dos, y alguien agarr el baln. Yo sal disparado, avanc lo que me pareci que eran veinte yardas, hice un amago y mir hacia atrs. Efectivamente, el baln vena directo hacia m, y antes de darme cuenta lo tuve entre las manos. Lo agarr fuerte y ech a correr tan rpido como pude. Haba adelantado lo menos veinte yardas ms cuando otros dos jugadores consiguieron alcanzarme y derribarme. Y entonces se arm el gran zafarrancho. Pero de qu va este to! grit uno de los muchachos. Eso no vale. Se puede saber qu cono hace este cretino? dijo otro. Dos o tres jugadores ms se acercaron y empezaron a gritar y a decir palabrotas y a hacer aspavientos hacia donde estaba el entrenador Hurley. Yo me levant del suelo y volv a la carrera junto a mis compaeros. Qu les pasa? pregunt al capitn. Son tan estpidos que no saben cmo reaccionar cuando ven algo nuevo. so es lo que les pasa. Esperaban que hicieras exactamente lo que te he dicho: veinte adelante, amago y al crner. Y t slo has seguido la mitad de las instrucciones, y al revs, adems! Esa jugada no est en el manual. Menos mal que he adivinado lo que te proponas, to. Enhorabuena. El resto de la tarde atrap cinco o seis pases ms, y todos parecan muy contentos. Bueno, todos menos los defensas. Para entonces Snake ya haba vuelto del mdico y segua el entrenamiento desde la lnea de banda, dando saltos de alegra y con una sonrisa de oreja a oreja. Forrest me dijo al acabar el partidillo, el domingo por la tarde vamos a darles una buena leccin a los Giants de Nueva York. Bendita sea la hora en que se me ocurri entrar en aquel garito. La verdad es que yo no me senta tan optimista.

En fin. Estuve entrenando el resto de la semana y debo admitir que al llegar el domingo me senta bastante en forma. Snake ya no llevaba la mano entablillada, y volva a estar al frente del equipo. Los dos primeros tiempos jug al lmite de sus fuerzas. Gracias a eso llegamos al descanso con slo veintids tantos de desventaja. Atento, Gump dijo el entrenador, escchame bien: vamos a ensear a esos Giants de Nueva York lo que vale un peine. Creo que hemos conseguido inspirarles una falsa sensacin de seguridad. Estoy seguro de que piensan que el resto del partido va a

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ser un paseo, y quiero que t les demuestres lo equivocados que estn. Hurley y los dems preparadores siguieron diciendo sandeces hasta que lleg la hora de volver al campo. En la primera jugada uno de los nuestros la pifi en el saque y tuvimos que retroceder hasta la primera yarda. El entrenador tena razn: no caba duda de que habamos conseguido inspirar a los Giants una falsa sensacin de seguridad. Hurley me dio una palmadita en el trasero y sal a jugar. La multitud enmudeci de repente, y acto seguido empez a orse una especie de murmullo. Supongo que fue porque nadie haba tenido tiempo de incluir mi nombre en el programa. Al verme pisar el campo, Snake me mir con los ojos encendidos y me dijo: Venga, chico, ahora o nunca. A por ellos! El capitn envi la jugada y yo me fui hacia la banda. Al final de la cuenta atrs sal corriendo a toda pastilla, me di la vuelta y... ni rastro del baln. Snake segua en el fondo del campo intentando quitarse de encima a cinco o seis hombres de los Giants, dando vueltas y ms vueltas en nuestra propia zona de anotacin. Deba de llevar lo menos cien yardas en posesin del baln: lstima que no hubiera corrido en la direccin apropiada. Lo siento se disculp mientras formbamos el siguiente corro. Y, antes de continuar, se agach, sac na petaquita de plstico de los pantalones y bebi un buen trago. Qu es eso?le pregunt. Zumo de naranja cien por cien, animal me espet. O es que crees que a mi edad an voy por ah bebiendo whisky? Dicen que hay cosas que nunca cambian, pero tambin dicen que los prodigios no conocen fin. Yo no lo s, aunque me alegr de que el viejo Snake hubiese sentado la cabeza. Pero volvamos al partido. Snake envi la misma jugada y yo sal corriendo otra vez. El pblico ya haba empezado a abuchearnos y a alfombrar el campo con vasos de papel, programas y salchichas mordisqueadas. Esta vez, al volverme, me di de narices con un tomate en avanzado estado de descomposicin que algn miembro del pblico se haba trado de la despensa para expresar su descontento. O eso me pareci. Como ya podis suponer, el impacto me dej un poco aturdido, de modo que me llev las manos a la cara en un acto reflejo y... quin lo iba a decir: all me estaba esperando el baln. El pase de Snake llevaba tanta fuerza que me tir de espaldas, pero al menos no perdimos el baln. Algo es algo. El partido contina. En el primer down conseguimos diez yardas de las veinte que necesitamos y el capitn vuelve a enviar la misma jugada. Mientras intento limpiarme la cara de tomate, oigo la voz de Snake: Ten cuidado con lo que cae de la tribuna. Pero no te lo tomes demasiado a pecho: por aqu es costumbre. Pues menuda costumbre, caramba. Vuelta a empezar. Esta vez, antes de colocarme en mi sitio, me llega a los odos una retahila impresionante de maldiciones e insultos dirigidos a m. Y a quin creis que me encuentro al levantar la vista? Al mismsimo Curts, el defensa de mi equipo de Alabama! Y vestido con el uniforme de los Giants de Nueva York nada menos. No s si os acordaris de Curtis. Durante un tiempo fue mi compaero de habitacin en la Universidad. Para ser ms exactos, lo fue hasta el da en que se le ocurri tirar un motor fuera borda por la ventana de la residencia de deportistas y hacerlo aterrizar en un coche de la polica. Aquel pronto le acarre ms de un problema. Ms tarde tambin trabaj conmigo en el negocio de las gambas de Bayou La Batre. Desde que lo conoc y de eso haca unos cuantos aos, nunca le haba odo decir una sola frase sin tomar carrerilla con al menos una docena de blasfemias. Por eso a veces era difcil entender lo que quera, sobre todo en momentos como aqul, cinco segundos antes de que empezara una nueva jugada. Decid saludarlo con la mano para ahorrar tiempo, y eso lo desconcert tanto que desvi la vista hacia otro de sus compaeros. En ese preciso instante acab la cuenta atrs. Pas a su lado como una exhalacin y continu avanzando

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a pesar de que el muy bribn intent ponerme la zancadilla. El pase de Snake me cay en las manos. Ni siquiera tuve que reducir velocidad. Segu corriendo hacia el fondo del campo y... anotacin! El equipo entero se abalanz sobre m, felicitndome, abrazndome y todo eso. Mientras volva a mi sitio Curtis se me acerc y dijo: Enhorabuena, mamn lo que, viniendo de Curtis, era todo un cumplido. En ese momento alguien le arre un tomatazo en plena cara. Era la primera vez que vea a Curtis sin habla, y la verdad es que me dio lstima. Oye, Curtis lo anim, no te lo tomes demasiado a pecho. Es slo una costumbre de Nueva Orleans, como cuando llega el desfile de Carnaval y tiran cosas a la gente desde las carrozas. Pero el horno de Curtis. no estaba para bollos, as que se fue derechito hacia la tribuna gritando, insultando y repartiendo cortes de mangas a diestro y siniestro. El bueno de Curtis, siempre tan impulsivo... No se puede negar que fue una tarde muy amena. Al llegar el cuarto tiempo ya nos habamos adelantado en el marcador con un tanteo de veintiocho a veintids, y un servidor asegur la victoria con una carrera de cuarenta yardas. El pase me lo envi el capitn suplente mientras Snake estaba en la banda esperando a que acabaran de zurcirle la pierna que le haba mordido uno de los Giants. Durante la ltima parte del encuentro el pblico nos estuvo animando al grito de Gump, Gump, Gump!, y cuando lleg el final, un montn de periodistas y fotgrafos cien o as saltaron al campo y me rodearon: todos queran saber quin era yo. Despus de aquel partido mi vida dio un giro total. Los Saints me extendieron un cheque de mil dlares por aquel primer partido contra los Giants. Al cabo de una semana, jugando contra los Bears de Chicago, consegu tres puntos ms. Entonces a los directivos se les ocurri una manera de pagarme que incentivaba mi rendimiento, como decan ellos, y que consista en lo siguiente: cobraba mil dlares por cada pase que atrapaba, y diez mil dlares por cada tanto anotado. Cuatro partidos ms tarde ya tena casi sesenta mil dlares en mi cuenta corriente, habamos conseguido seis victorias consecutivas y el equipo empezaba a escalar puestos en la Liga. La semana de mi partido nmero siete, antes de jugar contra los Lions de Detroit, envi un cheque de treinta mil dlares a Jenny Curran, para el pequeo Forrest. Dimos una autntica paliza a los Lions, y lo mismo ocurri con los Redskins, los Coks, los Patriots, los 49ers y los Jets, por ese orden. Decid enviar a Jenny otros treinta mil dlares. Calculaba que para cuando llegaran las semifinales ya no tendra que volver a preocuparme por el dinero. Pero la realidad fue muy distinta.. Nos proclamamos campeones de nuestro grupo y nos clasificamos para la ltima fase de la eliminatoria. Tenamos que visitar a los Cowboys de Dallas en su propio campo, pero los pronsticos eran favorables a nuestro equipo. Los chicos estaban motivados y haba buen ambiente en los vestuarios: bromitas con las toallas y ese tipo de cosas. Incluso Snake haba dejado de beber y se encontraba en plena forma. Un buen da se me acerc uno de los muchachos y me dijo: Oye, Gump, a qu esperas para contratar a un agente? Un qu? pregunt. Un agente, so memo. Alguien que hable en tu nombre y te consiga todo el dinero que quieras. Te estn tomando el pelo, to. Bueno, nos lo estn tomando a todos, pero al menos nuestros agentes se encargan de mantener a raya a los cerdos de la directiva. Joder, to, deberas estar ganando el triple de lo que te dan. Segu el consejo de mi compaero y contrat los servicios de un agente: el seor Butterfield. Lo primero que hizo el seor Butterfield fue pelearse con los directivos de los Saints, que no tardaron en querer hablar conmigo. Era evidente que estaban muy enfadados. Gump me advirtieron, t mismo aceptaste cobrar mil dlares por pase y diez mil dlares por tanto hasta el final de la temporada. Ahora resulta que no ests de acuerdo con el contrato. Qu demonios significa esta actitud? No lo s confes. Yo slo quera al agente para...

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Butterfield! Si eso es un agente, yo soy Napolen Bonaparte. Pero no te das cuenta de que es un canalla? Cuando respond que no, me contaron que el seor Butterfield haba amenazado con no dejarme participar en las semifinales si no me triplicaban las primas. Entrate bien, Gump: si dejas de jugar un solo partido por culpa de este ridculo intento de atraco a mano armada me amenaz el propietario, no slo te echar del equipo de una patada en el culo, sino que me encargar personalmente de que no vuelvas a jugar al ftbol en toda tu vida. A no ser en el parque. Est claro? Dije que estaba clarsimo y volv al entrenamiento. Aquella semana tom por fin la determinacin de abandonar mi otro trabajo en el local de Wanda's. La verdad es que el pluriempleo empezaba a hacer mella en mis fuerzas. Wanda dijo que lo entenda perfectamente y que, de todos modos, ya tena intencin de despedirme porque no era digno que un miembro de un equipo de nombre celestial fuera conserje de un local de mala nota. Adems aadi, la gente ya no viene a verme a m, sino a ti, pazguato. En fin. El da antes de salir para Dallas fui a la oficina de correos a recoger una carta. El matasellos era de Mobile, Alabama, y la enviaba la madre de Jenny. La verdad es que siempre me haba excitado un tanto tener noticias de Jenny o de alguien relacionado con ella, pero ese da, no s por qu, tuve un mal presentimiento. Dentro del sobre haba otra carta sin abrir: la que contena mi segundo cheque de treinta mil dlares. Empec a leer lo que la seora Curran haba querido decirme, pero me di por vencido antes de llegar al final. Ojal estuviera muerto pens. Querido Forrest deca la carta, no s cmo contarte lo que ha pasado. Hace cosa de un mes Jenny se puso muy enferma, y su marido tambin. l muri la semana pasada, y Jenny al da siguiente.

La carta deca muchas ms cosas, pero no las recuerdo demasiado bien. Rele aquellas primeras lneas una y otra vez. Las manos empezaron a temblarme y el corazn me lata tan deprisa que cre que iba a desmayarme. Jenny no haba muerto. Jenny no poda haber muerto! Jenny no. Nos conocamos desde haca tantos aos, desde que bamos a la escuela, y la haba querido tanto... Jenny era la nica persona adems de mam a la que haba querido de veras. Me qued paralizado. Llor tanto que las lgrimas mojaron el papel y emborronaron toda la carta, menos las ltimas lneas, que decan: Tengo al pequeo Forrest conmigo, y puede quedarse aqu todo el tiempo que haga falta mientras yo pueda cuidar de l; pero no me encuentro demasiado bien, Forrest, as que, si te queda algo de tiempo entre partido y partido, creo que t y yo deberamos tener una larga charla. No estoy seguro de lo que hice a continuacin, pero s que de alguna manera consegu volver a casa, meter cuatro cosas en una bolsa y coger el autobs de Mobile esa misma tarde. Creo que aqul fue el trayecto de autobs ms largo de toda mi vida. No poda dejar de pensar en Jenny y en todos los aos que habamos pasado juntos, y en cmo me haba ayudado a salir airoso de todos mis problemas: en la escuela incluso despus de que le rasgara el vestido en el cine sin querer y en la Universidad. Me acord de cuando Jenny empez a cantar en un grupo de msica folk y por mi culpa la echaron porque el tipo que saqu a rastras de un coche mientras se pegaba el lote con ella result ser el del banjo, y de cuando se uni a Los Huevos Cascados en Boston y yo fui a la Universidad de Harvard y me met en la obra de Shakespeare... y de otras cosas, como de cuando Jenny estaba en Indianpolis trabajando para una ernpresa de neumticos y yo me convert en luchador profesional y ella tuvo que decirme que estaba haciendo el ridculo... No puede ser cierto, me deca una y otra vez, aunque repetir mis deseos no los haca realidad. En el fondo lo saba. En el fondo saba que era verdad. Cuando llegu a casa de la seora Curran ya eran casi las nueve de la noche.

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Forrest! grit al verme, y acto seguido me ech los brazos alrededor del cuello y empez a llorar; yo tampoco pude contener las lgrimas. Al cabo de un rato entramos en la casa. La seora Curran me trajo un vaso de leche con galletas e intent explicarme lo ocurrido. Nadie sabe con certeza lo que les pas dijo. Cayeron enfermos ms o menos a la vez, y a partir de ese momento todo fue muy rpido. Antes de que pudiramos darnos cuenta ya nos haban abandonado. Jenny no sufri nada, no te preocupes. Al contrario: estaba ms guapa que nunca. Tendida en la cama, como cuando era pequea, en su cama de siempre. Con su pelo tan largo y tan bonito, y su carita de ngel. Y de pronto, aquella maana, se... La seora Curran tuvo que hacer una pausa. Haba dejado de llorar y contemplaba la luz de la calle a travs de la ventana. Cuando entr a verla, ya haba muerto. Tena la cabeza sobre la almohada, como si an estuviera durmiendo. El pequeo Forrest estaba jugando en el porche y... bueno, no s si hice bien, pero le dije que entrara a dar un beso a su mam. As que entr y le dio un beso. Pero no se dio cuenta de nada; no dej que se quedara lo suficiente. La enterramos al da siguiente. En la parcela de la familia, en el cementerio de Magnolia, al lado de su pap y de su abuelita. Debajo de un arce plateado. En cuanto al pequeo Forrest... no s hasta qu punto entiende lo que ha pasado. No sabe lo de su pap. l muri en Savannah, en casa de sus padres. El angelito slo sabe que su mam se ha ido, pero no creo que lo entienda del todo. Puedo verla? Verla? repiti la madre de Jenny La habitacin donde estaba; donde estaba cuando... Claro que s, Forrest. Es sta de aqu. El pequeo duerme ah dentro, porque slo tengo dos... No quisiera despertarlo susurr. Por qu no? dijo la seora Curran. Tal vez le hara sentirse mejor. De modo que entr en la habitacin de Jenny. El pequeo Forrest dorma en la cama de su madre ajeno a cuanto suceda. Tena un osito de peluche entre los brazos y un rizo de oro sobre la frente. La seora Curran quiso despertarlo, pero yo le ped que no lo hiciera. Casi poda ver a Jenny en aquel rostro, plcido y dormido. Casi. Ser mejor que le dejemos descansar esta noche dije. Ya me ver por la maana. Como t digas, Forrest concedi la seora Curran. Mientras ella me daba la espalda acarici la cara del pequeo, que se volvi hacia el otro lado y suspir levemente. Dios mo, Forrest continu, an no puedo creer que todo esto sea cierto. Ha sido tan rpido. Y parecan tan felices... A veces las cosas nos salen del revs, verdad? S, seorale respond. Desde luego que s. Y salimos de la habitacin. Bueno, Forrest, ya me imagino que estars cansado. Puedo hacerte la cama en el sof del saln. Seora Curran, le molestara que durmiera en la hamaca del porche? Siempre me gust esa hamaca, sabe. Jenny y yo solamos sentarnos en ella a... Claro que no, hijo. Te traer una almohada y un par de mantas. Y eso fue lo que hice. Aquella noche el viento sopl sin descanso, y poco antes de salir el sol empez a llover. No fue una noche especialmente fra, slo una tpica noche otoal de Alabama. De todas maneras, no creo que hubiera conseguido dormir demasiado. No dej de pensar en Jenny, en el pequeo Forrest y en mi vida, que hasta entonces me dije no haba sido gran cosa. He hecho muchas cosas, pero casi ninguna bien. Adems, tengo la virtud de meter la pata cada vez que algo empieza a irme como es debido. Pero supongo que se es el castigo que merezco por ser imbcil.

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A la maana siguiente la seora Curran sali a buscarme al porche con una taza de caf y una pasta. Llova menos, pero el cielo segua encapotado, de un color gris perla oscuro, y an se oa el retumbar lejano de la tormenta. Pareca que Dios se hubiera vuelto loco. Me imagino que querrs ir al cementerio dijo la seora Curran. S, supongo que s contest. La verdad es que no saba si quera ir o no. No s cmo explicarlo: algo en mi interior me deca que deba hacerlo, pero en realidad era el ltimo lugar adonde quera ir. El nio ya est listo anunci. No ha vuelto a ir desde... Bueno, creo que le har bien acompaarte; as se ir acostumbrando. Mir hacia donde me indicaba la seora Curran y vi al pequeo Forrest tras la mosquitera. Pareca triste y confuso. Quin eres? me pregunt. Cmo que quin soy? Soy Forrest: no te acuerdas de m? Nos conocimos hace tiempo, en Savannah. Eres el del mono? Eso es. Pero se llama Sue y no es un mono cualquiera: es un orangutn de pura raza. Y dnde est? No ha venido contigo? No, esta vez no respond. Creo que tena cosas que hacer en otra parte. Vamos a ver a mi mam anunci el pequeo, y not que se me haca un nudo en la garganta. S, ya lo s dije al fin. La seora Curran nos hizo entrar en el coche y nos llev hasta el cementerio. Me sent inquieto todo el camino. El pequeo Forrest mantena sus grandes ojos tristes fijos en la ventanilla, y yo me preguntaba qu demonios iba a ser de todos nosotros. Por fin llegamos a nuestro destino. Teniendo en cuenta que era un cementerio, debo admitir que resultaba un lugar muy agradable. Avanzamos entre magnolias y robles un buen trecho, pero la seora Curran no se detuvo hasta llegar cerca de un rbol muy grande. Era domingo por la maana, y a lo lejos se oa un repique de campanas. Al salir del coche el pequeo Forrest se puso a mi lado y se me qued mirando: lo cog de la mano y juntos anduvimos hacia la tumba de Jenny. La tierra segua empapada de agua de lluvia, y el viento haba esparcido muchas hojas por el suelo, que pareca cubierto de estrellas rojas y doradas. Es ah donde est mi mam? pregunt el pequeo. S, cario respondi la seora Curran. Puedo verla? No, no puedes verla, pero est ah dijo la madre de Jenny. Forrest era un muchachito valiente y no llor en todo el rato, que es lo que habra hecho yo en su caso. Al cabo de pocos minutos recogi una rama del suelo y se alej jugueteando con ella. An no me lo puedo creer murmur la seora Curran. Ni yo tampoco dije. No es justo.

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Gump & CO. Y dnde est? No ha venido contigo?

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No, esta vez no respond. Creo que tena cosas que hacer en otra parte. Vamos a ver a mi mam anunci el pequeo, y not que se me haca un nudo en la garganta. S, ya lo s dije al fin. La seora Curran nos hizo entrar en el coche y nos llev hasta el cementerio. Me sent inquieto todo el camino. El pequeo Forrest mantena sus grandes ojos tristes fijos en la ventanilla, y yo me preguntaba qu demonios iba a ser de todos nosotros. Por fin llegamos a nuestro destino. Teniendo en cuenta que era un cementerio, debo admitir que resultaba un lugar muy agradable. Avanzamos entre magnolias y robles un buen trecho, pero la seora Curran no se detuvo hasta llegar cerca de un rbol muy grande. Era domingo por la maana, y a lo lejos se oa un repique de campanas. Al salir del coche el pequeo Forrest se puso a mi lado y se me qued mirando: lo cog de la mano y juntos anduvimos hacia la tumba de Jenny. La tierra segua empapada de agua de lluvia, y el viento haba esparcido muchas hojas por el suelo, que pareca cubierto de estrellas rojas y doradas. Es ah donde est mi mam? pregunt el pequeo. S, cario respondi la seora Curran. Puedo verla? No, no puedes verla, pero est ah dijo la madre de Jenny. Forrest era un muchachito valiente y no llor en todo el rato, que es lo que habra hecho yo en su caso. Al cabo de pocos minutos recogi una rama del suelo y se alej jugueteando con ella. An no me lo puedo creer murmur la seora Curran. Ni yo tampoco dije. No es justo. Te estar esperando en el coche, Forrest. Estoy segura de que quieres estar a solas un rato. Me qued all plantado, anonadado, retorcindome las manos ante la tumba. Tuve la sensacin de que todas las personas a las que haba querido haban muerto o desaparecido de algn modo: primero Bubba y mi madre, ahora la pobre Jenny. Haba empezado a lloviznar, y vi que la seora Curran sala a buscar al pequeo Forrest y lo meta en el coche. Me dispona a reunirme con ellos cuando o una voz que me deca: No te preocupes, Forrest. Me di la vuelta de inmediato, pero no vi a nadie. He dicho que no te preocupes, Forrest repiti la voz. Dios mo, era... No, no poda ser. S, era Jenny! El nico problema es que segua sin ver a nadie. Jenny! exclam. S, Forrest, soy yo. Slo quera decirte que no pasa nada. Debo de estar volvindome loco, pens. Y de repente la vi. En mi imaginacin nada ms, supongo, pero la vi, tan guapa como siempre. Ahora tendrs que llevarte al pequeo Forrest me dijo, y ocuparte de que crezca fuerte, listo y bondadoso. S que puedes hacerlo, Forrest, y que tienes un gran corazn. Cmo voy a hacerlo? pregunt. No soy ms que un pobre tonto. Eso no es cierto, no eres ningn tonto replic Jenny. Puede que no seas el tipo ms listo del mundo, pero te aseguro que tienes ms sentido comn que la mayora de la gente. An tienes toda la vida por delante, Forrest. Aprovchala. Hace aos que te lo vengo diciendo. Lo s, pero... Si alguna vez ests en un verdadero aprieto, me tendrs a tu lado. Entiendes lo que quiero decir? No.

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Da lo mismo, all estar. Ahora vuelve a casa y haz algo de provecho; empieza a pensar qu vas a hacer de aqu en adelante. Jenny, no puedo creer que seas t. Pues lo soy. Anda, vete ya dijo. Forrest, a veces te comportas como si ni siquiera supieras para qu sirve un paraguas. Al final regres al coche. Iba calado hasta los huesos. Hablabas con alguien? me pregunt la seora Curran. Ms o menos respond. Conmigo mismo, supongo. Aquella tarde el pequeo Forrest y yo nos sentamos en el saln de la madre de Jenny a ver el partido de los Saints contra los Cowboys. Si es que aquello poda llamarse partido, claro. Los de Dallas anotaron cuatro tantos en el primer tiempo, y nosotros nos quedamos a cero. Intent ponerme en contacto con el equipo para explicar dnde estaba, pero en los vestuarios nadie coga el telfono. Me imagino que cuando llam ya estaban todos en el campo. El segundo tiempo fue todava peor, y al llegar el descanso ya bamos perdiendo por cuarenta y dos a cero. Todos los comentaristas estaban sorprendidos de que yo no estuviera en el campo y de que nadie conociera mi paradero. Por fin alguien descolg el telfono en los vestuarios: era el entrenador Hurley. Gump, pedazo de alcornoque! aull. Dnde cono te habas metido? Le cont que Jenny haba muerto, pero creo que no lo entendi. Y quin demonios es Jenny? grit. No era una pregunta fcil de contestar, as que me limit a decir que era una amiga. Entonces se puso al aparato el propietario de los Saints. Gump, te advert que, si dejabas de presentarte a uno solo de los partidos, te echara a patadas del equipo. Y eso es precisamente lo que estoy haciendo. Ests despedido, mamn. No lo entiende le dije, se trata de Jenny. No me enter hasta ayer mismo... Djate de pamplinas, Gump. Lo s todo de ti y de ese forajido al que llamas agente, Madame Butterfly o como se llame. Esto no es ms que otra artimaa para sacarme dinero. Pues entrate bien, Gump: esta vez no te has salido con la tuya. No te atrevas a poner un pie en el estadio nunca ms. Me oyes? Nunca ms! Se han hecho cargo de las circunstancias? pregunt la seora Curran cuando volv a la habitacin. S ment, ms o menos. As acabaron mis das de gloria en el ftbol profesional. De repente ca en la cuenta de que deba encontrar un trabajo que me permitiera ayudar a mantener al pequeo Forrest. Jenny haba puesto casi todo el dinero que le envi en una cuenta bancaria y, contando los otros treinta mil dlares que la madre de Jenny me devolvi, tendramos suficiente para cobrar una pequea renta. Pero los intereses no bastaran para cubrir todos los gastos, de manera que tuve que ponerme a buscar trabajo. A la maana siguiente ech un vistazo a la seccin de demandas del peridico. La verdad es que no haba mucho donde escoger. En la mayora de los anuncios se pedan secretaras, vendedores de coches de segunda mano y ese tipo de cosas, y yo pens que necesitaba algo... algo ms digno. Me llam la atencin cierto anuncio de la seccin Varios. Agente de promocin. No se precisa experiencia. Cuantiosos ingresos. Indicaba tambin la direccin de un motel cercano y, por ltimo deca: Presentarse para entrevista a las diez en punto. Imprescindible ganas de trabajar y don de gentes. Seora Curran, qu es un agente de promocin? pregunt. No estoy muy segura, Forrest, pero creo que es... Sabes ese hombre disfrazado de cacahuete gigante que est siempre delante de la tienda de chucheras del centro y va repartiendo muestras entre la gente que pasa? Pues creo que es algo as.

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Ah -dije. La verdad es que esperaba no tener que empezar desde tan abajo, pero an oa el eco de las palabras grandes ingresos dentro de mi cabeza. Adems, si el trabajo consista en hacer de cacahuete o algo parecido, nadie se dara cuenta de quin haba dentro del disfraz. Al final result que no se trataba de hacer de cacahuete, sino de otra cosa muy distinta. El saber! dijo el tipo. El mundo entero depende del saber. La convocatoria haba reunido a un total de nueve o diez aspirantes a agente de promocin incluido un servidor en el motel de mala muerte que corresponda a la direccin del anuncio. Una vez all nos condujeron hasta una habitacin, amueblada con unas cuantas sillas plegables y un telfono, donde estuvimos esperando veinte minutos aproximadamente. De repente la puerta se abri y entr un tipo muy bronceado, alto y delgado, vestido con traje y zapatos blancos. No dijo quin era. Se coloc en el centro de la sala y empez a largarnos un discurro. Llevaba el pelo engominado hacia atrs y un bigotito de petimetre. El saber! grit de nuevo. Helo aqu! Acto seguido despleg una especie de pster y empez a sealar en l las diversas reas del saber. Contena ilustraciones de dinosaurios, de barcos, de cosechas y de grandes ciudades; incluso haba dibujos de cohetes y del espacio, de televisores, de radios, de coches y de no s qu ms. He aqu la oportunidad de vuestra vida clam: llevar todo este saber a los hogares de nuestros conciudadanos. Alto ah le interrumpi alguien. Tiene esto algo que ver con la venta de enciclopedias a domicilio? Por supuesto que no replic con aire ofendido. Pues lo parece insisti el otro hombre. Oiga, si no se trata de vender enciclopedias de puerta en puerta, de qu cono se trata? Nosotros no nos dedicamos a vender enciclopedias de puerta en puerta explic el de blanco. Nosotros las depositamos en los hogares de nuestros conciudadanos. Pues eso es lo que yo llamo vender enciclopedias protest. No te fastidia el... Si sa es su actitud, no creo que deba permanecer ni un minuto ms en esta habitacin. Sea tan amable de abandonarla para que pueda seguir informando a los dems. No tendr que repetrmelo mascull el primero mientras se encaminaba hacia la puerta. Ya me liaron en este embuste de las enciclopedias una vez, y no me dejar embaucar de nuevo. Vayase, en buena hora dijo el tipo de blanco, pero sepa que se arrepentir de esta decisin cuando el resto de sus compaeros sean ricos y famosos. Y dio tal portazo que la habitacin entera tembl. Yo tem incluso que el pomo de la puerta hubiese llegado a acertar las posaderas del prfugo. Tardamos cerca de una semana en finalizar el perodo de entrenamiento. Nuestra preparacin consisti en memorizar, palabra por palabra, un discurso en el cual se enumeraban las virtudes de la enciclopedia que pretendamos vender. Por cierto, sta llevaba el ttulo de Compendio de informacin universal. Nuestro instructor, el tipo del traje blanco, ocupaba tambin el cargo de delegado comercial de la empresa editorial en la zona. Su nombre era Trusswell, pero se haca llamar Fideo. Segn deca Fideo, nosotros no nos dedicbamos a vender enciclopedias de puerta en puerta, sino a depositarlas en los hogares de nuestros conciudadanos. La propuesta era la siguiente: regalbamos la enciclopedia al cliente a condicin de que l firmase un contrato comprometindose a adquirir cada ao y durante el resto de su vida un anuario por valor

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de doscientos cincuenta dlares. De este modo todo el mundo poda disfrutar de una enciclopedia gratis y la compaa poda embolsarse diez mil dlares al ao en concepto de beneficios producidos por la venta de unos anuarios cuyo coste de impresin no superaba los cinco dlares por ejemplar. El quince por ciento de cada contrato firmado correspondera a mi comisin, y Fideo se quedara con un cinco por ciento de la misma. Caray, con aquellas condiciones todo el mundo sala ganando! Por fin lleg el da un lunes de poner en prctica las enseanzas de nuestro maestro. De acuerdo con las instrucciones recibidas, bamos vestidos con chaqueta y corbata, recin afeitados y con las uas bien limpias. Quedaba terminantemente prohibido beber en horas de trabajo. Nos reunimos por ltima vez en el motel, donde nos aguardaba una camioneta. Fideo nos hizo subir como si furamos ganado y emprendimos camino hacia la ciudad. Escuchad con atencin dijo Fideo. Cada uno de vosotros se bajar en un vecindario distinto. Quiero que busquis juguetes: columpios, cajones de arena, triciclos... ese tipo de cosas. Recordad que vuestro objetivo son jvenes progenitores con toda una vida de anuarios por delante. Si no veis nios ni juguetes alrededor de la casa, no perdis el tiempo. Obedecimos. Cada uno, yo incluido, tuvo que apearse en un barrio diferente. No eran vecindarios elegantes ni mucho menos, pero Fideo dijo que era mejor as, porque la gente rica es demasiado lista para dejarse engaar. En fin. Puse rumbo a la primera casa con columpios y llam a la puerta. Me abri una mujer. Sin pensrmelo dos veces, coloqu el pie en el umbral, tal como haba aprendido a hacerlo. Seora, dispone usted de unos minutos? pregunt. Tengo aspecto de disponer de nada? respondi. Llevaba la cabeza llena de rulos y an iba en camisn. Dentro de la casa se oa alborotar a varios nios pequeos. Quisiera hablar con usted sobre el futuro de sus hijos dije. As empezaba el discurso que haba estado ensayando. Y se puede saber qu inters tiene usted en el futuro de mis hijos? replic con desconfianza. Los nios necesitan ampliar sus conocimientos ms que nadie recit. No ser usted uno de esos fanticos chiflados? dijo. No, seora. Estoy aqu para depositar en su hogar la mejor enciclopedia del mundo. Una enciclopedia? Ja! ri. Le parece a usted que me puedo permitir el lujo de comprar una enciclopedia? La verdad es que entenda perfectamente su punto de vista, pero aun as segu adelante con el discurso: Ver usted, seora, tal como le he dicho, no le estoy diciendo que compre ninguna enciclopedia. Le estoy diciendo que voy a depositarla en su hogar. Cmo? Quiere decir que va a prestrmela? No exactamente puntualic. Si me permite pasar un momento... La mujer me dej entrar en la casa y me acompa hasta la sala de estar. Fideo nos haba dicho que, si conseguamos pasar de la puerta, ya tenamos el contrato en el bolsillo. Desplegu mi material y empec a explicarle todo tal como Fideo nos haba enseado. Durante los quince minutos que dur el discurso, mi potencial dienta se limit a mirar y escuchar, incluso despus de que tres renacuajos de la edad del pequeo Forrest invadieran el saln y se le echaran encima. Cuando hube terminado la mujer rompi a llorar. Seor Gump dijo, ojal pudiera comprarle una enciclopedia, pero no puedo. Y me cont la triste historia de su vida. Su marido se haba fugado con una mujer ms joven y

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la haba dejado sin un cntimo. Logr colocarse de cocinera en una cafetera, pero la echaron del trabajo porque un da, vencida por el cansancio, se durmi mientras frea unos huevos e inutiliz la plancha. La compaa elctrica ya le haba cortado el suministro, y la telefnica estaba a punto de hacer lo mismo. Y eso no era todo: tambin me dijo que necesitaba una operacin quirrgica que no poda costearse y que sus hijos pasaban hambre muy a menudo. Aquella misma noche esperaba la visita del casero; como le haba sido imposible reunir los cincuenta dlares del alquiler, el propietario iba a ponerlos de patitas en la calle. Y an me cont muchas ms cosas, pero seguro que ya os habris hecho una idea. En fin. Le prest los cincuenta dlares que necesitaba y me fui. Cualquiera se habra compadecido de ella. Me. pas el resto del da llamando a otras puertas, pero slo en contadas ocasiones llegu a cruzar el umbral. Ms o menos la mitad de los que abrieron los ms compungidos dijeron que ya haban picado el mismo anzuelo alguna otra vez. Cuatro o cinco personas me cerraron la puerta en las narices, y otra me azuz un chucho fesimo. Al anochecer, cuando la camioneta de Fideo volvi a recogernos, me senta agotado y hundido. No os preocupis si el primer da no os ha ido demasiado bien nos tranquiliz Fideo. El primer da siempre es el ms difcil. Pensad que si hubierais vendido un solo contrato ya serais mil dlares ms ricos. Basta con un solo contrato; y s aseguro que el mundo est lleno de pardillos. Entonces se volvi hacia m. Gump prosigui, te he estado observando. Posees energa, muchacho. Y tampoco te falta encanto. Todo cuanto necesitas es practicar un poco al lado de un experto como yo. Maana por la maana vendrs conmigo. Aquella noche, de vuelta en casa de la seora Curran, ni siquiera tuve nimos para cenar. All estaba el gran agente de promocin, cincuenta dlares ms pobre y sin nada que mostrar al final de la jornada excepto unas suelas desgastadas y un agujero en los pantalones del tamao de la mandbula de un perro. El pequeo Forrest, que estaba jugando en el suelo del saln, me pregunt dnde haba estado. Vendiendo enciclopedias respond. Qu clase de enciclopedias? Se las ense. Me limit a hacer lo que saba: soltar mi discurso, abrir la carpeta donde llevaba todo el material y desplegar las muestras de los diferentes volmenes y anuarios. Cuando acab, el nio ech un vistazo a uno de los tomos y me dijo: Menuda mierda. Pero bueno! exclam. De quin has aprendido semejante vocabulario? De mi mam se justific. Pues no est bien que un chico de siete aos hable de esa manera lo reprend. Adems, por qu dices eso de mis libros? Porque es la verdad contest. Mira todo esto. La mitad de lo que pone aqu es mentira dijo sealando sobre la enciclopedia abierta. Mira insisti mientras me mostraba una ilustracin con la leyenda Buick del 1956: es un Buick del 55; los del 56 no tenan estos alerones. Y mira este otro continu: es un caza F-85, no un F-100. El pequeo Forrest sigui ensendome muchas otras cosas que, segn l, tambin estaban equivocadas. Hasta un tonto se dara cuenta de que est mal sentenci. Bueno, yo no me atrevera a generalizar. La verdad es que no saba si el chico estaba o no en lo cierto, pero desde luego tena intencin de preguntarle unas cuantas cosas a Fideo al da siguiente.

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Hay que saber pillarlas en el momento adecuado me aconsejaba Fideo. Justo despus de que el marido se haya ido a trabajar y antes de que salgan a llevar a los nios al colegio. Si ves que los juguetes del jardn son para nios por debajo de la edad escolar, apntate la direccin para ms adelante. Habamos bajado de la camioneta e bamos andando por una calle del barrio que haba elegido. Fideo me estaba enseando los trucos del oficio. Despus de por la maana continu, el mejor momento es por la tarde, despus de las telenovelas y antes de que salgan a recoger a los nios o de que el marido vuelva a casa. Oye intervine, quiero preguntarte una cosa. Me han dicho que la enciclopedia est llena de gazapos. Ah s? Quin? Prefiero no decirlo. Es verdad o no? Y cmo demonios quieres que lo sepa? dijo Fideo. Yo no leo porqueras; slo me encargo de que otros las compren. Pero qu pasa con nuestros clientes? insist. No s, no me parece justo que paguen tanto dinero por un montn de embustes. Qu ms da! replic Fideo. Si ni siquiera se dan cuenta... Adems, en serio crees que alguien la utiliza? La compran para ponerla en una estantera, y lo ms seguro es que nunca lleguen a hojear un solo volumen. En fin. Fideo no tard mucho en localizar el hogar donde efectuara la primera venta del da. La casa necesitaba una buena mano de pintura y otras reparaciones, pero lo importante es que haba varias bicicletas pequeas en el porche y una cuerda y un neumtico viejo colgados de la rama de un rbol. Ah la tenemos anunci. Lo presiento. Dos nios en edad escolar. Estoy seguro de que su madre me est esperando con el talonario en la mano. Llamamos a la puerta y enseguida apareci una mujer de aspecto cansado y ojos tristes. Fideo empez a largarle el discurso sin ms prolegmenos. Sin dejar de hablar se abri camino hacia el interior de la casa y, antes de que la seora pudiera darse cuenta, ya estbamos sentados en el saln. La verdad es que no necesito ms enciclopedias argy. Miren, ya tengo la Enciclopedia Britnica y la Enciclopedia Americana, y an tardaremos diez aos en pagarlas. Exacto! exclam Fideo. Y otros tantos en utilizarlas. He ah el problema. Ver, esas enciclopedias son para chicos mayores: estudiantes de secundaria y universitarios. Lo que usted necesita es una enciclopedia para nios, algo que sus hijos puedan utilizar ahora, mientras son pequeos, algo capaz de despertar su inters... Pues bien, aqu lo tiene. Fideo empez a ensearle las muestras, a ponderar el gran nmero de ilustraciones y a explicar cmo se haban simplificado los textos para que fueran ms fciles de entender que los de las enciclopedias que la seora ya tena. Cuando dio por terminado el discurso, estbamos bebiendo limonada y, cuando lleg a la puerta, ya llevaba un flamante contrato bajo el brazo. Lo ves, Gump? Ves qu fcil es? Fjate en esto, muchacho: acabo de ganar mil dlares en veinte minutos. Y ha sido ms fcil que quitarle un caramelo a un nio. Debo admitir que Fideo tena razn, y precisamente por eso haba algo en aquel negocio que no acababa de gustarme. Porque a ver: qu iba a hacer aquella seora con tantas enciclopedias? Fideo, en cambio, dijo que aqul era justo el tipo de dienta que prefera.

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Son capaces de tragarse las patraas ms inverosmiles explic. La mayora se alegra de haber tenido la oportunidad de charlar un rato. En fin. Fideo me dijo que siguiera vendiendo enciclopedias yo slito y que, con todo lo que me haba enseado, esperaba verme regresar con un par de contratos firmados ese mismo da. Y eso es lo que hice. Finalizada la jornada haba llamado a varias docenas de puertas y, sin embargo, ni una sola vez haba conseguido pasar del felpudo. Cuatro o cinco personas se negaron incluso a abrirme la puerta: voces procedentes de la boca del buzn me aconsejaron que me fuera con la msica a otra parte. En una ocasin me acerqu a una seora que arrancaba malas hierbas frente a su casa. Al conocer el propsito de mi visita, me ech amenazndome con el azadn. Me diriga de vuelta al punto donde deba recogerme el camin cuando pas por una calle que no se pareca en nada a las que haba estado recorriendo todo el da. Era un rincn encantador, con casas bonitas, jardines y coches caros en cada entrada. Al final de la calle, en lo alto de una pequea colina, se levantaba una casa an ms grande que las dems. Lo que se dice una mansin, vaya. Qu demonios! me dije. Ya s que Fideo nos haba advertido que aquel tipo de gente no se gastaba el dinero en enciclopedias, pero decid que haba llegado el momento de probar una nueva estrategia, as que sub hasta la mansin y llam al timbre. Era el primer timbre que vea en todo el da! Al principio no obtuve respuesta, y cre que no haba nadie en casa. Llam un par de veces ms, con el mismo resultado; ya estaba a punto de irme cuando, de repente, alguien abri la puerta. Ese alguien result ser una dama vestida con un traje de seda rojo; usaba boquilla. Era mayor que yo, pero todava muy atractiva, de cabello castao y ondulado; llevaba un dedo de maquillaje. Me mir de arriba abajo dos o tres veces y despleg una gran sonrisa. Sin darme tiempo a decir nada, abri la puerta de par en par y me invit a pasar. Se llamaba seora Hopewell, pero me pidi que la llamara Alice. La seora Hopewell o sea, Alice me acompa hasta una sala enorme con el techo muy alto y un montn de muebles de lujo, y me pregunt si quera beber algo. Dije que s con la cabeza. Qu te apetece? Bourbon, ginebra, whisky escocs? Record que Fideo nos haba prohibido beber en horas de trabajo, as que me conform con una coca cola. Cuando regres con el refresco yo empec con mi perorata, que la seora Hopewell ataj ms o menos a la mitad: Gracias, Forrest. Ya he odo bastante. Me la quedo.Cmo? pregunt sin dar crdito a mis odos. Que me la quedo repiti, me quedo la enciclopedia. Me pregunt por qu cantidad deba extender el cheque y yo le expliqu que en realidad no estaba comprando la obra, sino firmando un contrato por el que se comprometa a adquirir la actualizacin anual durante el resto de sus das, pero volvi a interrumpirme con un gesto. T dime slo dnde tengo que firmar dijo. Y as lo hice. Mientras tanto aprovech para tomar un sorbo de coca cola. Puaj! Estaba asquerosa. Por un momento pens que le haba aadido algo, pero no poda ser porque la lata estaba intacta en la mesita. Si no te importa, Forrest, voy a ponerme algo ms cmodo dijo la seora Hopewell. No pude evitar pensar que ya iba bastante cmoda con lo que llevaba puesto, pero no era asunto mo. En absoluto, seoradije. Llmame Alice dijo, y s.ali de la habitacin contoneando las caderas.

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Me qued sentado en aquella sala contemplando la lata de coca cola y sintiendo una sed cada vez ms imperiosa. Ojal hubiese tenido alguna otra cosa que echarme al coleto. Calcul que la duea de la casa tardara unos minutos en volver, as que retroced hasta la cocina. Nunca haba visto una cocina como aqulla. Para que os hagis una idea, os dir que era ms grande que toda la casa de Jenny, con azulejos, madera, acero inoxidable y luces en el techo. Ech un vistazo dentro de la nevera para ver si encontraba otra coca cola, creyendo que tal vez la ma se haba estropeado, y me sorprend al ver que contena al menos cincuenta latas ms. Cog una, la destap y tom un buen trago. Puaaaj! Tuve que escupirla otra vez. Saba a estircol. Bueno, no exactamente a eso aunque no s a qu sabe el estircol, sino ms bien a una combinacin de aguarrs y manteca de cerdo sazonada con un poco de azcar y agua carbnica. Pens que alguien haba intentado gastarle una broma pesada a la seora Hopewell. En ese preciso instante ella entr por la puerta. Ah, ests aqu, Forrest. Veo que has encontrado la coca cola. No saba que tuvieras tanta sed, pobrecito. Espera, deja que te la sirva en un vaso. Se haba puesto un picardas rosa que dejaba ver todo cuanto tena, que no era poco, y unas pantuflas de peluche del mismo color. Pens que deba de estar a punto de meterse en la cama. La cosa se complicaba por momentos. La seora Hopewell cogi un vaso que lanzaba destellos irisados, puso un poco de hielo en el fondo y lo llen de coca cola. El lquido chisporroteaba dentro del vaso y yo me preguntaba cmo me las compondra para tragrmelo. La seora Hopewell sali de la cocina anunciando que volvera enseguida, que iba a refrescarse un poco. Estaba a punto de tirar la coca cola al fregadero cuando se me ocurri una idea. Tal vez pudiera mejorarla un poco. Me acord de un antojo de zumo de lima que tuve en la Universidad: como no quedaba una sola lima en todo el campus haba tenido que aprovechar unos cuantos melocotones que mam me haba enviado para prepararme un zumo de fruta exprimindolos en un calcetn. Con la coca cola, por mala que fuera, an podra hacerse algo. Tena la boca ms seca que un estropajo y quin sabe tal vez estaba a punto de morir de sed. Podra haber bebido agua, es cierto, pero ya slo poda pensar en un vaso de coca cola. Encontr una alacena repleta de tarros, frascos, botellas y paquetes de diversos tamaos y formas. Haba centenares de ellos; llenos de comino, de tabasco, de vinagre al estragn y de muchas otras cosas. Me decid por el aceite de oliva pens que amortiguara un poco el sabor de la manteca y por un tarro de salsa de chocolate para templar la acidez del aguarrs. Junt veinte o treinta ingredientes en un cuenco, los remov con los dedos y aad un par de cucharaditas de la mezcla resultante al vaso de coca cola. Durante unos instantes la pcima hirvi y silb como si fuera a explotar, pero la verdad es que, cuanto ms la revolva con el hielo, mejor aspecto tena. Al cabo de unos cuantos minutos ya volva a parecer coca cola. Para entonces me senta como un buscador de oro en pleno desierto, muerto de sed bajo un sol de justicia, as que levant el vaso con decisin y me beb el contenido de un trago. Esta vez no me supo tan mal. Ya no era precisamente coca cola, eso es cierto, pero al menos no saba a estircol. De hecho, haba mejorado tanto que me serv otro vaso. La seora Hopewell volvi a la cocina. Forrest dijo, qu tal esa coca cola? Bastante buena respond. Creo que hasta,tomar un poco ms. Le sirvo un vaso? Esto... no, gracias, Forrest. Gracias, pero no.

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Gump & CO. Y eso? No tiene sed?

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Pues ahora que lo dices, s que me apetece beber algo admiti. Pero prefiero otro tipo de libaciones. Dicho lo cual se sirvi medio vaso de ginebra con un chorrito de zumo de naranja. Sabes una cosa? coment. Siempre me ha parecido increble que la gente sea capaz de beber esa porquera. Mi marido es el tipo que la invent. Quieren llamarla Nueva Cola. Ah s? dije. Bueno, desde luego hay que admitir que no sabe igual que la otra. A m me lo vas a contar! No he probado brebaje ms infecto en toda mi vida. Sabe a... no s, a aguarrs o algo parecido. S confes, ya lo s. Un montaje ridculo de los jefazos de Atlanta. Nueva Cola... y un cuerno! concluy. No paran de cambiarlo todo para encontrar otra manera de venderlo. Quieres saber mi opinin? Va a ser un fiasco de campeonato. De veras? pregunt. Lo que yo te diga. De hecho, eres la primera persona que ha sido capaz de beberse un vaso entero sin vomitar. Mi marido es el vicepresidente de la Coca cola, sabes? Lleva el departamento de investigacin y desarrollo. Ya le dara yo investigacin y desarrollo... Bueno, si se le aade algo ms no sabe tan mal dije yo. Basta con arreglarla un poquitn. En serio? Bueno, de todas maneras me importa un bledo. Oye me dijo, no te he hecho pasar para que hablemos de las ideas descabelladas de mi marido. Yo ya te he comprado la enciclopedia; ahora te toca a ti hacerme un favor. Esta tarde tena que venir el masajista, pero al final no ha aparecido. Sabes cmo dar una friega en la espalda? Una qu? Una friega en la espalda. Yo me tiendo boca abajo y tu me frotas la espalda. Con todo lo que sabes sobre el conocimiento, no me digas que no sabes frotar una espalda, eh? Anda, si hasta un tonto podra hacerlo. Dicho as... Oye dijo, t coge la coca cola de las narices y sigeme. Me llev a una habitacin que tena todas las paredes recubiertas de espejos y una cama alta en el centro. Se oa msica por los altavoces instalados en el techo, y haba un gong chino de grandes dimensiones colocado junto al lecho. La seora Hopewell se encaram a la cama y se quit las pantuflas y el camisn. Acto seguido se anud unatoalla a la cintura y se tendi boca abajo. Intent no mirarla mientras haca todas estas cosas, pero teniendo en cuenta que la habitacin entera era como un gran espejo, no fue tarea fcil. Lista dijo, empieza a frotar. Me puse a su lado como pude y empec a frotarle los hombros. Ella comenz a soltar ays y huys. Cuanto ms frotaba yo, ms fuerte gema ella. Ms abajo, ms abajo me apremi. Obedec y frot ms abajo, y cuanto ms frotaba, ms abajo llegaba. La situacin era algo comprometida, sobre todo desde que yo haba alcanzado el borde de la toalla y la seora Hopewell haba empezado a jadear ostensiblemente. Gonggg! De repente la habitacin tembl y pareci que los espejos iban a desprenderse de las paredes. Vamos, Forrest dijo entre dientes. Adonde? pregunt.

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Gump & CO. Vamos, Forrest! grit. Ahora!

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Llegados a este punto me puse a pensar en Jenny y en un montn de cosas. La seora Hopewell intentaba agarrarse a m y segua gimiendo y jadeando sobre la cama; pareca que la cosa iba a escaprsenos de las manos cuando la puerta de la habitacin de los espejos se abri sin previo aviso. En el umbral apareci un hombrecillo trajeado, con gafas de montura metlica y aspecto de alemn nazi. Alice! exclam el tipo. Creo que ya lo tengo. Si aadimos virutas de lana de acero a la frmula, ya no sabr a aguarrs. Por Dios bendito, Alfred! grit la seora Hopewell. Qu horas son stas de volver a casa? Se incorpor e intent cubrirse con la toalla para aparentar decencia. Mis investigadores continu l han dado con la solucin. La solucin? La solucin a qu? pregunt la eora Hopewell. A la frmula de la Nueva Cola le respondi nientras se diriga a grandes zancadas hacia el centro de la habitacin como si no me hubiera visto. Creo que se nos ha ocurrido la manera de hacer que la gente se la beba. Por Dios, Alfred. Quin va a querer beberse esa porquera? La seora Hopewell pareca a punto de llorar. No tena ms que aquella toalla, e intentaba sin mucho xito ocultar todos sus atributos tras ella. Desengaada, decidi recuperar el camisn que haba ido a parar al suelo, pero cada vez que se inclinaba para recogerlo se le caa la toalla. Yo me di la vuelta para no verla, pero con tanto espejo alrededor no haba nada que hacer. Fue ms o menos entonces cuando el tipo Alfred, creo que se llamaba repar en mi presencia. Eres el masajista?me interrog. Ms o menos contest. Esa coca cola es tuya? S. Y te la ests bebiendo? A ja . Y una mierda... Hice un gesto afirmativo con la cabeza. La verdad es que, despus de haber probado su invento, no caba otra respuesta. Y no te ha parecido repugnante? me pregunt con los ojos muy abiertos. Ahora ya no respond. La he arreglado. Que la has arreglado? Cmo? Le he aadido un par de cosas que haba en la cocina. Djame echar un vistazo me dijo. Cogi el vaso, lo coloc a contraluz y lo examin como hara un analista de laboratorio con una probeta llena de alguna sustancia repulsiva. A continuacin bebi un pequeo sorbo y entorn los ojos. Me mir, mir a la seora Hopewell y volvi a beber, esta vez un buen trago. Cielo santo! exclam. No sabe ni la mitad de mal que antes. Tom otro trago y puso cara de asombro, como si estuviera viendo visiones o algo as. La has arreglado! grit. Cmo demonios lo has conseguido? Le he aadido unas cuantas cosas de la despensa dije. T? El masajista? No es exactamente un masajista intervino la seora Hopewell.

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Gump & CO. Ah, no? Qu es, entonces? Soy vendedor de enciclopedias dije.

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Conque vendedor de enciclopedias, eh? repiti Alfred. Cmo explicas tu presencia en esta habitacin? Qu estabas haciendo con mi esposa? Es una larga historia le advert. Bueno, ahora no tiene importancia dijo. Ya nos ocuparemos de eso en otro momento. Lo que me interesa saber es qu demonios has hecho con esta coca cola. Habla, por Dios, dime. No me acuerdo muy bien confes. Al principio no... bueno, no acababa de gustarme, as que pens que no le iran mal un par de retoques. Que no acababa de gustarte? No seas bruto, hombre, pero si saba a estircol... Puedes decirlo sin rodeos. Crees que no me haba dado cuenta? Y t la has convertido en algo potable. Te das cuenta de la trascendencia de lo que has hecho? Te estoy hablando de millones, de miles de millones de dlares! Vamos, hijo, intenta recordar. Qu le has aadido? Esto... por cierto, cmo te llamas? Gump contest, Forrest Gump. Entendido, Gump. Ahora presta atencin; vamos a repetir pasito a pasito todo lo que has hecho con la coca cola. Ensame lo que le has puesto. Y eso hice, aunque no me acordaba de todos los ingredientes. Volv a sacar algunos tarros y frasquitos de la alacena e intent repetir la operacin, pero el resultado nunca estaba a la altura del original. Lo intentamos una y otra vez, puede que cincuenta veces, hasta bien entrada la noche. Y una y otra vez Alfred escupa la pcima en el fregadero y deca que no era como la primera. La seora Hopewell, por su parte, ya haba mezclado con xito su vigsimo combinado de ginebra y zumo de naranja. Sois un par de idiotas nos dijo. No hay manera humana de arreglar esa bazofia. Por qu no vamos a acostarnos los tres y comprobamos si la mezcla funciona? Cllate, Alice la ataj Alfred. No te das cuenta de que cosas as slo pasan una vez en la vida? Y no es eso lo que os propongo? respondi la seora Hopewell momentos antes de regresar a la habitacin de los espejos y empezar a aporrear el gong. Alfred se apoy en la nevera y hundi la cabeza entre las manos. Gump me dijo, esto es increble. Me has arrancado de las fauces del fracaso slo para arrojarme de nuevo a ellas. Pero an no he terminado contigo. Voy a llamar a la polica para que venga a precintar la cocina. Maana har venir a mi gente para que empaqueten todo lo que puedas haber utilizado y lo lleven a Atlanta. A Atlanta? pregunt. Como lo oyes, Gump. Y el cargamento ms preciado sers t mismo. Yo? As es. Te vienes con nosotros al laboratorio de Atlanta hasta que vuelvas a dar con tu frmula. Piensa en lo que esto representa, Gump. Hoy, Atlanta; maana, el mundo entero a tus pies. Mientras me alejaba de la casa vi a la seora Hopewell sonrindome desde la ventana. A juzgar por cmo haban ido las cosas hasta el momento, el futuro se me presentaba bastante incierto.

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En fin. Aquella noche volv a casa de la seora Curran y llam al motel de Fideo para decirle que no depositara ms enciclopedias en los hogares de mis conciudadanos. Ya veo cmo agradeces mi amabilidad, Gump dijo. Clavndome un cuchillo en la espalda. Qu gran error he cometido al confiar en un tipo como t. Y concluy soltndome una sarta de insultos y colgndome el telfono. Problema resuelto. Naturalmente, cuando llegu a casa ya haca rato que el pequeo Forrest haba ido a acostarse. La seora Curran me pregunt qu pasaba. Le expliqu que tena intencin de dejar el negocio de las enciclopedias e ir a Atlanta para ayudar a Alfred con su nueva coca cola, y que pensaba que aqulla era la mejor solucin teniendo en cuenta que necesitbamos reunir algn dinero para el pequeo y que en aquella operacin haba mucho de eso en juego. La seora Curran estuvo de acuerdo conmigo, aunque le pareci que deba hablar con el nio primero: ahora que su pap y su mam haban muerto, era justo que supiera quin era yo. Le suger que sera mejor que se lo contase ella misma, pero se neg. Llega un momento en la vida, Forrest, en que una persona debe ser responsable de sus actos. Y ese moment ha llegado. Puede que no te resulte fcil, hijo, pero tienes que hacerlo. Y tienes que hacerlo bien, porque ser un da difcil de olvidar para el pequeo. Me di cuenta de que la seora Curran tena razn, pero segua sin tener ganas de hacerlo. A la maana siguiente me levant muy temprano. La seora Curran me prepar unos cereales y me ayud a hacer el equipaje. Alfred me haba advertido que pasara a recogerme a las nueve en punto, as que tena que ocuparme del pequeo Forrest inmediatamente. En cuanto acab de desayunar, le ped que saliera conmigo al porche. Tengo que ausentarme durante un tiempo le dije, y hay algunas cosas que deberas saber antes de que me vaya. Qu cosas? me pregunt. Por de pronto, no s cunto tiempo voy a estar fuera, as que quiero que te portes bien con la seora Curran hasta que yo vuelva. Es mi abuela y siempre me porto bien con ella replic el pequeo Forrest. Y quiero que estudies mucho y que no te metas en ningn lo, de acuerdo? El nio frunci un poco el ceo y me mir con ex-traeza. Oye, t no eres mi padre. Por qu me sermoneas?

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De eso precisamente quera hablarte dije. Vers, Forrest, yo soy tu verdadero padre. Mentira! grit. Mi padre se ha quedado en casa porque est enfermo, pero vendr a buscarme cuando se ponga bueno. Tambin quera hablarte de eso dije. Tu pap no se va a poner bueno nunca ms, Forrest. Se ha ido a hacer compaa a tu mam. Mentira! repiti el nio. La abuela dice que vendr a buscarme muy pronto. Cualquier da de stos. La abuela se equivoca insist. Mira, tu pap se puso enfermo igual que tu mam y tampoco se cur, as que a partir de ahora ser yo quien se ocupe de ti. T? Ni hablar! Mi pap vendr a buscarme! Forrest le interrump. Ahora tienes que escucharme, hijo. Habra preferido no tener que decrtelo, pero no hay ms remedio. Vers, yo soy tu pap de verdad. Tu mam me lo cont hace mucho tiempo, pero como t vivas con ellos y yo no soy ms que un... bueno, un vagabundo o algo peor, era mejor que estuvierais juntos los tres. Pero ahora que ellos se han ido, slo quedo yo para cuidar de ti. Embustero! me grit mientras me golpeaba con sus pequeos puos. Y entonces empez a llorar. Yo ya saba que iba a hacerlo, y aunque era la primera vez que lo vea derramar una lgrima, me pareci que le hara bien... incluso si no acababa de entender lo que estaba pasando. Jams haba tenido que hacer algo tan a mi pesar. Forrest te est diciendo la verdad, cario. La seora Curran haba estado escuchndonos desde la puerta hasta ese momento. Entonces sali al porche, cogi al pequeo en brazos y lo sent en su regazo. Yo tampoco quera decrtelo le explic, as que le ped a Forrest que lo hiciera por m. Debera habrtelo contado yo misma, pero no me senta con fuerzas. No es verdad, no es verdad! grit el pequeo sin dejar de llorar y dando patadas . Sois unos embusteros! Los dos! Mientras tanto una gran limusina negra haba aparcado ante la casa. Alfred sali del coche y me hizo seas para que me reuniera con l. La cara sonriente de la seora Hopewell asomaba por la ventanilla del asiento trasero. Cog mi bolsa y recorr los metros que me separaban del automvil sin or otra cosa que los gritos del pequeo Forrest tras de m: Mentiroso, mentiroso, mentiroso! Si eso era lo que la seora Curran haba querido decir con difcil de olvidar, huelga decir que dese con todas mis fuerzas que estuviera equivocada.

As empez el viaje a Atlanta. La seora Hopewell no dej de acariciarme la pierna y dems durante todo el camino. Alfred, mientras tanto, hablaba solo y haca juegos malabares con un montn de papeles y libros. Al llegar al cuartel general de la Coca cola vimos una gran multitud que nos esperaba para darnos la bienvenida. Todo el mundo quera estrechar mi mano y darme palmaditas en la espalda. Me condujeron a travs de una gran sala hasta una puerta con un rtulo que deca: Laboratorio de investigacin experimental. Estrictamente privado. No entrar. Cuando cruc el umbral falt poco para que me desmayara. Haban construido all dentro una cocina igualita que la de la seora Hopewell, incluidos los vasos medio vacos en que me haba bebido la coca cola. Aqu lo tienes todo, Gump, tal y como lo dejaste en Mobile anunci Alfred. Ahora presta atencin, hijo. Lo que queremos es que repitas exactamente lo que hiciste cuando

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intentabas arreglar aquella coca cola. Hazlo paso a paso, y pinsalo bien, muchacho, porque el destino de toda la compaa podra estar en tus manos. Pens que aqulla era una carga demasiado pesada para mis hombros. Al fin y al cabo, yo slo me haba preparado un refresco. Bueno, me enfundaron en una bata blanca, como si fuera uno de esos mdicos que salen en la tele, y empec con el experimento. Primero cog una lata de la nueva coca cola y vert su conteni do en un vaso con cubitos de hielo. La prob, igual que haba hecho en casa de la seora Hopewell, y efectivamente, segua sabiendo a estircol o a algo parecido. A continuacin me dirig hacia la despensa, con todos los estantes llenos. La verdad es que no me acordaba muy bien de lo que haba metido en la coca cola para arreglarla, pero decid continuar con las mezclas de todos modos. A mi alrededor haba siempre cuatro o cinco tipos que me seguan a sol y a sombra para tomar nota de todo lo que haca. Para empezar, aad al refresco un puadito de clavos de especia y una gota de crmor trtaro; despus le ech unas pizcas de extracto de cerveza sin alcohol, de ablandador para la carne y de condimento de queso para palomitas; a continuacin, melaza y huevas de cangrejo. Luego abr una lata de chile con carne, recog la grasa anaranjada que flotaba en los bordes y la aad a la mezcla. El ltimo toque final consisti en espolvorear un poco de levadura. Al final lo remov todo con el dedo, tal como haba hecho en casa de la seora Hopewell, y tom un buen trago. Todos aguantaban la respiracin y me miraban con los ojos fuera de las rbitas. Tras saborear la pcima unos instantes, dije lo nico que se me ocurra: Puaj! Qu pasa? pregunt uno de los que tomaba notas. Pues que no le gusta, no lo ves? replic otro. A ver, djame probarla dijo Alfred momentos antes de beber un sorbo y escupir el lquido al suelo. Por todos los demonios! Esto sabe an peor que lo que nosotros hacemos... Seor Hopewell intervino uno de los tipos, usted escupe la muestra al suelo; Gump la escupe en el fregadero. Con esta falta de rigor no iremos a ninguna parte. Est bien, est bien... concedi Alfred agachndose para limpiar con un pauelo el lquido derramado. De todas maneras, qu ms da el sitio donde se escupa? Lo importante, Gump, es que hay que volver a poner manos a la obra. Y eso hicimos. Todo el da y parte de la noche. Llegu a tener la cabeza tan espesa que en una ocasin vaci medio salero en la coca cola en vez de ponerle polvo de ajo pens que eso suavizara un poco el sabor a aguarrs; al probar la mezcla enloquec durante un rato, como dicen que sucede a los nufragos que han bebido agua de mar. Al final Alfred tuvo que darse por vencido: Bien, creo que ya basta por hoy. Maana temprano volveremos a empezar. De acuerdo, Gump? Bueno dije, aunque empezaba a creer que se trataba de una causa perdida. Pasaron das, semanas y meses, y yo segua intentando arreglar la coca cola. No haba manera. Le aad pimienta de chile, azafrn espaol y extracto de vainilla. Prob con comino, colorante y pimienta inglesa, y hasta con glutamato monosdico. Los tipos que me pisaban los talones haban gastado al menos quinientos cuadernos, y todo el mundo tena los nervios de punta. Cada noche regresaba a la suite del hotel donde nos alojbamos todos y, cmo no, all estaba la seora Hopewell, luciendo el palmito prcticamente en cueros. Un par de veces acced a darle una friega en la espalda, pero cuando me sugiri un masaje frontal tuve que decir hasta aqu hemos llegado.

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Empezaba a estar harto de toda aquella farsa. Me daban de comer y tena un techo sobre la cabeza, es cierto, pero an no haba visto un puto dlar. Al fin y al cabo, sa era la nica razn de mi estancia en Atlanta: conseguir suficiente dinero para poder ocuparme del pequeo Forrest. Una noche, mientras estaba echado en la cama preguntndome qu deba hacer, me puse a pensar en Tenny y en los viejos tiempos. De repente vi su cara delante de m, igual que aquel da en el cementerio. Te parece bonito, grandsimo zoquete? me dijo. Es que no te das cuenta de lo que pasa? Qu quieres decir? pregunt. Jams conseguirs que ese mejunje sepa a algo be-bile. Si lo conseguiste una vez fue porque la flauta son por casualidad. Y qu voy a hacer ahora? Dejarlo, tirar la toalla! Bscate un trabajo de verdad o te hars viejo persiguiendo un imposible. S, pero cmo? Toda esa gente cuenta conmigo. Dicen que soy el nico que puede salvar la Coca cola del desastre. Deja que los parta un rayo, Forrest. T tampoco les importas un pepino. Slo te estn utilizando para conservar sus puestos de trabajo. Ya, gracias dije. Supongo que tienes razn. Siempre la tienes. Jenny se march y yo volv a quedarme solo.

Al da siguiente me levant al amanecer. Alfred pas a buscarme, como siempre, y nada ms llegar a la cocina de pruebas volv a la rutina de los experimentos. Tras media jornada de intentos infructuosos beb un sorbo de la ltima mezcla, y en vez de la reaccin de costumbre puaj y escupitajo, sonre, me relam los labios y tom otro trago. Qu ocurre? grit uno de los tipos. Le gusta? Creo que ya lo tengo dije. Dios sea loado! clam Alfred dndose una palmada en la frente. Dame eso orden otro de sus secuaces antes de tomar un sorbito y saborearlo largamente. Oye, no es ni la mitad de asquerosa que antes. Djame probarla. Alfred bebi un trago y puso una cara rarsima, como si estuviese experimentando una sensacin poco usual. Mmm! exclam al fin. Est riqusima! Dejdmela probar a mi tambin pidi otro. Ni hablar se opuso Alfred. Tenemos que guardar lo que queda de esta porquera para que lo analicen en el laboratorio. El contenido de este vaso vale miles de millones. Me os? Miles de millones! Acto seguido sali de la habitacin a toda prisa, llam a un par de guardias de seguridad y les dio instrucciones de llevarse el vaso de coca cola a la cmara acorazada, donde deban custodiarlo al precio de sus vidas si era necesario. Gump, lo has conseguido! grit. Entonces empez a golpearse las rodillas con los puos y a ponerse ms rojo que un tomate. Los otros tipos se daban la mano, alborotaban y saltaban de alegra. La puerta de la cocina no tard en abrirse para dejar paso a un hombre alto de sienes plateadas y aspecto distinguido vestido con un traje azul marino.

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Gump & CO. Qu est pasando aqu? pregunt.

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Seor, hemos obrado un milagro anunci Alfred. Gump, ste es el presidente del consejo de administracin y segundo comandante en jefe de la Coca cola. Ve y estrecha su mano, hijo. De qu milagro hablan? pregunt el tipo canoso. Gump ha conseguido que la Nueva Cola sepa bien respondi Alfred. Ah s? Y puede saberse cmo? No lo s admit. Cuestin de suerte, supongo. En fin. Al cabo de pocos das, la compaa organiz una fiesta en el cuartel general de Atlanta para presentar oficialmente su nuevo producto. El evento reuni a ms de cinco mil personas, entre las cuales se encontraban numerosos periodistas, polticos, personajes conocidos, accionistas y otra gente guapa, as como quinientos alumnos de las escuelas de la zona. En la calle se haban instalado varios reflectores que surcaban el cielo con sus haces de luz. Los curiosos que no disponan de invitacin permanecan tras los cordones de seguridad y saludaban con la mano a los ms afortunados. Los hombres llevaban esmoquin y las seoras se haban puesto de tiros largos, y todos iban de un lado para otro contando chismes. De repente se abri el teln que ocultaba el escenario y aparecimos Alfred, la seora Hopewell, el presidente de la Coca cola y un servidor. Damas y caballeros anunci el presidente, tengo algo extraordinario que comunicarles. Todo el mundo se call y volvi la vista hacia nosotros. La empresa se enorgullece de anunciar el lanzamiento de un nuevo producto que reactivar definitivamente nuestras finanzas. Como ustedes ya saben, hace ms de setenta aos que pusimos en marcha esta compaa, y desde entonces no habamos alterado ni una sola vez la frmula original, en la creencia de que nuestro producto gustaba a todo el mundo. No son stos, sin embargo, los mtodos de los aos ochenta; y todos debemos adaptarnos a los nuevos tiempos. La General Motors cambia de imagen cada tres o cuatro aos, igual que los polticos. La gente se cambia de ropa una o dos veces al ao... Aquel ltimo comentario provoc murmullos entre el pblico. Lo que quera decir continu el presidente es que los diseadores de moda introducen cambios en sus creaciones con bastante regularidad, y no se puede decir que el negocio les vaya nada mal. Tras una pausa algo incmoda, prosigui con el anuncio: Tanto es as que nos hemos decidido a prescindir de nuestra aeja frmula y a probar algo distinto. Lo hemos llamado Nueva Cola, y debemos agradecer esta innovacin a un joven y brillante cientfico, el seor Forrest Gump, creador de este producto incomparable. En estos momentos nuestro personal est distribuyendo entre ustedes botellas y latas de Nueva Cola. Antes de empezar a disfrutar de ella, sin embargo, creo que a todos nos gustara or unas cuantas palabras de boca de su inventor. Damas y caballeros, les presento a Forrest Gump. El presidente me acompa hasta el estrado. Yo tena la mente en blanco, y estaba tan asustado que no poda pensar en otra cosa que en hacer pis, pero esta vez no iba a decirlo. No seor. As que me limit a decir lo siguiente: Espero que les sepa bien y me alej enseguida del micrfono. Bravo! grit el presidente al disminuir la intensidad de los aplausos. Y ahora, veamos qu tal sabe! Por encima del auditorio se elevaron los estallidos de las latas y botellas al abrirse, y entonces los presentes empezaron a beber Nueva Cola. Al principio hubo algunas

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exclamaciones de aprobacin, invitados que se miraban y afirmaban con la cabeza, pero pronto se dej sentir la decepcin de uno de los escolares: Puaj, menuda porquera! exclam instantes antes de escupir. El resto de sus compaeros lo imit enseguida y, antes deque pudiramos darnos cuenta, todo el mundo estaba escupiendo, vomitando y soltando maldiciones. Hubo quien opt por dirigir los salivazos contra otros invitados, lo que provoc cierto alboroto entre el pblico. Al cabo de unos minutos la agitacin haba degenerado en batalla campal. Pronto empezaron a lanzar las botellas y las latas de Nueva Cola contra-nosotros y otros miembros de la concurrencia, y a darse puetazos y empellones hasta que todas las mesas estuvieron patas arriba. Algunas seoras, al ver que les arrancaban la ropa, salieron corriendo a la calle. Los fotgrafos disparaban sus flashes y los de la televisin intentaban inmortalizar el acontecimiento con las cmaras. El presidente de la compaa, Alfred, la seora Hopewell y un servidor nos habamos quedado en el escenario, esquivando latas y botellas sin saber qu hacer. De repente alguien grit: Llamen a la polica, aunque a la vista de semejante turbamulta yo habra jurado que la polica ya participaba plenamente en el jolgorio. El altercado no tard en extenderse hasta la calle, donde se oan sirenas de todo tipo. El presidente, Alfred, la seora Hop