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IntRoduCCIón Es una idea muy extendida entre los investigadores dedicados al estudio del mundo semita colonial que el registro arqueológico que proporcionan los yacimientos fenicios existentes en el sur de la Península Ibérica no suele ser muy pródigo a la hora de facilitarnos materiales que muestren textos escritos en lengua fenicia o púnica, si bien es ésta una cuestión que ha sido puesta en duda recientemente (Zamora, 2005: 155-170). Sea como fuere, lo cierto es que todavía es menos habitual que nos encontremos ante hallazgos que nos muestren grafías de raigambre ibérica como la que presentamos en las pági- nas que siguen. Tal vez contribuyan a ello la dificultad que en no pocas ocasiones existe para distinguir estos signos de los fenicios (Ruiz, Mederos, 2002: 89), así como la propia problemática que entraña la epigrafía ibérica, todavía no exenta de dilemas e incertidumbres a la hora de su lectura e interpretación (Tovar, 1987: 39-40). Esta circunstancia nos permite abordar un tema de singular interés como es la presencia de componentes poblacionales indígenas en los establecimientos fenicios del área del Estrecho de Gibraltar durante la segunda mitad del I milenio a. C. Ciertamente este asunto ha merecido menos atención por parte de los investigado- res que la presencia autóctona en los siglos pertenecien- tes a la primera mitad de dicho milenio, tal vez debido a la trascendencia que se ha otorgado al conocido período Orientalizante y, de manera muy particular, a la discusión existencia acerca de si hubo o no un proceso de aculturación por parte de los colonizadores hacia los colonizados (Wagner, 1995: 116-122). CUATERNARIO Y ARQUEOLOGÍA: HOMENAJE A FRANCISCO GILES PACHECO 263 Grafito Ibérico hallado en el Cerro del Castillo (Fuengirola, Málaga): nuevos datos sobre la presencia indígena en los yacimientos fenicios del círculo del Estrecho Juan Ramón García Carretero y Juan Antonio Martín Ruiz Arqueólogos. REsuMEn Publicamos un grafito ibérico procedente del asentamiento fenicio del Cerro del Castillo de Fuengirola, solar de la antigua Suel, el cual fue realizado sobre una píxide campaniense que puede fecharse en el siglo I a. C. Su aparición permite estudiar un tema poco tratado como es la presencia de textos en lengua ibérica en contextos fenicios, los cuales avalan la presencia de individuos indígenas en estos yacimientos. Palabras clave: Grafitos. Ibérico. Fenicio. Suel. Andalucía. AbstRACt We analyse an Iberian graffiti from the Phoenician site of Cerro del Castillo in Fuengirola, the ancient site of Suel. It was made on a Campanean pyxis which can be dated in the 1st century b. C. This unusual finding lets us deal with the scarcely debated subject of Iberian language texts in Phoenician contexts, supporting the presence of indigenous people in those set tlements. Key words: Graffiti. Iberian. Phoenician. Suel. Andalusia.

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Juan Ramón García Carretero, Juan Antonio Martín Ruiz. Cuaternario y Arqueología: Homenaje a Francisco Giles Pacheco. 2010.

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Page 1: Grafito Ibérico hallado en el Cerro del Castillo (Fuengirola, Málaga): nuevos datos sobre la presencia indígena en los yacimientos fenicios del círculo del Estrecho

IntRoduCCIón Es una idea muy extendida entre los investigadores

dedicados al estudio del mundo semita colonial que elregistro arqueológico que proporcionan los yacimientosfenicios existentes en el sur de la Península Ibérica nosuele ser muy pródigo a la hora de facilitarnos materialesque muestren textos escritos en lengua fenicia o púnica,si bien es ésta una cuestión que ha sido puesta en dudarecientemente (Zamora, 2005: 155-170). Sea comofuere, lo cierto es que todavía es menos habitual que nosencontremos ante hallazgos que nos muestren grafías deraigambre ibérica como la que presentamos en las pági-nas que siguen. Tal vez contribuyan a ello la dificultadque en no pocas ocasiones existe para distinguir estossignos de los fenicios (Ruiz, Mederos, 2002: 89), asícomo la propia problemática que entraña la epigrafía

ibérica, todavía no exenta de dilemas e incertidumbresa la hora de su lectura e interpretación (Tovar, 1987:39-40).Esta circunstancia nos permite abordar un tema de

singular interés como es la presencia de componentespoblacionales indígenas en los establecimientos feniciosdel área del Estrecho de Gibraltar durante la segundamitad del I milenio a. C. Ciertamente este asunto hamerecido menos atención por parte de los investigado-res que la presencia autóctona en los siglos pertenecien-tes a la primera mitad de dicho milenio, tal vez debidoa la trascendencia que se ha otorgado al conocidoperíodo Orientalizante y, de manera muy particular, ala discusión existencia acerca de si hubo o no un procesode aculturación por parte de los colonizadores hacia loscolonizados (Wagner, 1995: 116-122).

CUATERNARIO Y ARQUEOLOGÍA: HOMENAJE A FRANCISCO GILES PACHECO

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Grafito Ibérico hallado en el Cerro del Castillo(Fuengirola, Málaga): nuevos datos sobre la presencia

indígena en los yacimientos fenicios del círculo del Estrecho

Juan Ramón García Carretero y Juan Antonio Martín RuizArqueólogos.

REsuMEnPublicamos un grafito ibérico procedente del asentamiento fenicio del Cerro del Castillo de Fuengirola, solar de la antigua Suel, el cual fue realizado sobre una píxide campaniense que puedefecharse en el siglo I a. C. Su aparición permite estudiar un tema poco tratado como es la presencia de textos en lengua ibérica en contextos fenicios, los cuales avalan la presencia de individuosindígenas en estos yacimientos.Palabras clave: Grafitos. Ibérico. Fenicio. Suel. Andalucía.

AbstRACtWe analyse an Iberian graffiti from the Phoenician site of Cerro del Castillo in Fuengirola, the ancient site of Suel. It was made on a Campanean pyxis which can be dated in the 1st century b. C.This unusual finding lets us deal with the scarcely debated subject of Iberian language texts in Phoenician contexts, supporting the presence of indigenous people in those settlements.Key words: Graffiti. Iberian. Phoenician. Suel. Andalusia.

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El GRAFIto Al igual que sucede con otros materiales ya publica-

dos de este asentamiento se conserva en una colecciónprivada, por lo que carece de un contexto preciso con elque vincularlo. Aun así, la presencia en él, como deci-mos, de un grafito realizado en escritura ibérica, el únicoconstatado hasta el momento de este yacimiento, haceque su estudio presente cierto interés pues acrecienta elescaso número de testimonios escritos con esta grafíaaparecidos en contextos coloniales semitas de amboslados del Estrecho de Gibraltar.El grafito en cuestión fue grabado sobre un reci-

piente cerámico (Figuras 1-2). En este caso se trata deuna píxide casi completa de cerámica campaniense, conun diámetro de 86 mm. en el borde de tendencia exva-sada, 96 mm. en su base plana y una altura de 63 mm.en su pared cilíndrica ligeramente curva, pudiendo ads-cribirse a la forma Lamb. 3 (Lamboglia, 1952: 148), asícomo a la serie 7540-7550 de J. P. Morel (1981). Lapasta compacta ofrece una coloración beige rosado enla que es posible apreciar minúsculas y abundantes in-

clusiones negras, además de algunas marrones de mayortamaño. Cubierta con un barniz negro mate, más espesoen su base, muestra reflejos metálicos de tonos castañosen la base externa e interna, los cuales se tornan más cla-ros y verdosos en las paredes, pudiendo apreciarse cómosu superficie interior se encuentra muy descascarillada. Teniendo en cuenta un examen visual de las pastas

y barnices del vaso podríamos inclinarnos en un primermomento a considerar que se trata de una campaniensebeoide. Ahora bien, lo cierto es que es preciso ser suma-mente cautos en este sentido puesto que la realizaciónde análisis de pastas a un grupo de piezas ibéricas y cam-panienses procedentes del yacimiento ilicitano de LaAlcudia, entre las que se incluyen píxides, ha puesto demanifiesto la ineficacia de este tipo de observaciones vi-suales a la hora de establecer grupos, puesto que se de-tectaron recipientes itálicos e ibéricos que fueronrealizados con las mismas arcillas, de manera que resultaobligado realizar este tipo de análisis si deseamos estarplenamente seguros de su carácter de importación (Salay Ferrandis, 1997: 229-230).En su base externa podemos ver una letra que fue es-

crita con posterioridad a su cocción, como es el go, koibérico, letra respecto a la que existe un acuerdo gene-ralizado entre los investigadores al considerar que notiene equivalencia en fenicio ni en griego, tratándosepor tanto de un signo de invención claramente indígena(Pérez, 1986: 78; Zamora, 2002: 210; Correa, 2005:145-146).

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Figura 1. Dibujo y fotografía de la píxide.

Figura 2. Detalle del grafito.

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El problema surge en este ejemplar suelitano, al igualque sucede en otros casos, a la hora de interpretar estesigno, pues para los investigadores puede considerarsetanto como una marca de propiedad como un signo me-trológico (González de Canales et al., 2004: 136). Sinembargo, al tratarse la píxide de un vaso de mesa nos in-clinamos por el primer supuesto, como por otra parteya se ha indicado también para el escrito sobre el platode engobe rojo onubense (Fernández y Correa, 1988-89: 127).

los GRAFItos IbéRICos En ContExtosFEnICIosLa aparición de cerámicas que muestren en sus su-

perficies grafías ibéricas en contextos coloniales fenicioses hasta el momento bastante limitada, pues además delque aquí presentamos solamente se han documentadotres ejemplares más. Pero inclusive si nos referimos a fe-chas más antiguas el registro se reduce aún más, ya quedisponemos tan sólo de un texto ejecutado sobre unfragmento cerámico gris formado por cinco signos y queprocede del yacimiento portugués de Abul, en concretode la fase II de Abul A1 (Tavares, 2005: 759) que po-demos fechar entre finales del siglo VII a. C. y la primeramitad del VI.

El primero de los casos citados nos remite a un con-texto religioso como es la cueva santuario de Gorhamen Gibraltar, santuario que ha sido vinculado con la na-vegación (Gómez y Vidal, 2000: 113-114) y entre cuyasofrendas se localizó buena parte de un cuenco hecho atorno en cuyo interior se había grabado un grafito incisointegrado por catorce letras, alguna de ellas incompletaen su trazado (Gutiérrez et al., 2001a: 18), cuenco quepuede fecharse entre los siglos IV y II a. C.1 (Figura 3).En cuanto al texto en sí, aún no traducido, es muy posi-ble que se trate de una ofrenda propiciatoria o una in-vocación a la divinidad.

Otro más ha sido hallado recientemente en las exca-vaciones, todavía en curso de estudio, realizadas en unazona industrial localizada en la calle Granada de Má-laga2, donde se halló un fondo de terra sigillata itálicacon la letra go, ko en el fondo externo que también con-sideramos una posible marca de propiedad (Figura 4).Además, en él podemos apreciar impresa la marca delalfarero Zoilo, el cual ofrece una cronología algo másavanzada que la que podemos asignar a la pieza sueli-tana, puesto que puede datarse en la primera mitad delsiglo I d. C. (Pérez-Malumbres y Martín, 2007).

Un nuevo ejemplar, el último de los documentadoshasta el momento, nos lleva esta vez al otro lado del Es-trecho de Gibraltar, en concreto a Rusadir, la actual Me-lilla. Fue aquí donde, en una de las intervencionesefectuadas en los Jardines del Gobernador sobre unazona de probable carácter comercial, se encontró unfragmento amorfo de un ánfora posiblemente adscribi-ble al tipo Mañá C2b, el cual puede datarse entre los si-glos II-I a. C. y en el que se advierte un grafito que susexcavadores publicaron como púnico (Aragón et al.,2006: 87 y 89-90). Ahora bien, desde nuestro punto devista se trata igualmente de un grafito go, ko como losque venimos estudiando (Figura 5). El hecho de quefuese realizado con anterioridad a su cocción nos ase-gura sin ningún género de dudas que fue hecho durantelas labores alfareras, ya sea en Gadir al sugerirse éstecomo lugar de origen de estas ánforas (Aragón et al.,2006: 86), o en la propia Rusadir, extremo que debería

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Figura 3. Dibujo del grafito hallado en Gibraltar (Fuente: Francisco Giles).

Figura 4. Fotografía del grafito procedente de Malaca (Fuente: A. Pérez-Malumbres).

1 Queremos expresar nuestro agradecimiento a D. Francisco Giles y su equipo por su amabilidad al facilitarnos la cronología de esta pieza, así como por proporcionarnos eldibujo inédito de esta inscripción que publicamos en este artículo.2 Del mismo modo deseamos mostrar nuestra gratitud a D. Alejandro Pérez-Malumbres por su gentileza al permitirnos reproducir una imagen de este grafito.

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quedar dilucidado mediante los análisis necesarios. Encuanto a su interpretación, y dada la naturaleza del re-cipiente cerámico, en esta ocasión nos surge la duda desi se trata de un signo de alfarero o una marca de valor.

IntERpREtACIón hIstóRICAAunque la presencia de componentes poblacionales

indígenas es una cuestión que ya había sido planteadacon anterioridad, lo cierto es que la investigación se hainteresado sobre todo por el período anterior al surgi-miento del mundo ibérico y turdetano, momento esteúltimo al que aluden estos textos en lengua indígena yque aportan una interesante información escasamenteempleada hasta la fecha. Hasta el presente son varios los asentamientos y, en

bastante menor medida necrópolis, que muestran ma-teriales cerámicos de procedencia ibérica o turdetanacomo podemos apreciar, además del ya citado caso deVillaricos, en puntos como Cádiz, Málaga, Jardín, Cerrodel Mar, Morro de Mezquitilla o Almuñécar. Asímismo, cabe recordar la aparición de algunas fíbulas enCádiz, Gibraltar, Puente de Noy y Villaricos, las cualesindudablemente no deben adscribirse al repertorio ma-terial semita por cuanto las características de sus vesti-mentas no las hacían necesarias, al contrario de lo queacontece entre los indígenas, por lo que estamos clara-mente ante elementos autóctonos o bien hemos de ad-mitir la existencia de fenicios que modifican su formade vestir (Martín, 1995-96: 82).Esta presencia de contingentes poblacionales indí-

genas en la segunda mitad del I milenio a. C. se habíasugerido sobre todo en relación con el yacimiento de Vi-llaricos (Martín, 1995-96: 82), cuya necrópolis alber-gaba enterramientos de esta naturaleza, sobre todo enel denominado grupo I de M. Astruc (1951: 56-57), in-tegrado por una cincuentena tumbas que consciente-mente procuran diferenciarse del resto de individuossepulturas en la necrópolis a fin de preservar su identi-dad ritual (Sala, 2004: 64-65). Esta presencia queda de

manifiesto igualmente en el tesorillo compuesto porcerca de una veintena de monedas de Cástulo, fechablesentre los siglos II-I a. C., que se depositó dentro de unade las sepulturas de este yacimiento almeriense (Alma-gro, 1986: 333-341). Igualmente cabe valorar el fuertepeso que tiene el componente turdetano en el caso deCastillo de Doña Blanca, como se advierte en la evolu-ción que experimenta el repertorio cerámico aquí exhu-mado (Ruiz, 1987: 301-310).Un enclave algo alejado de la zona del Estrecho pero

en directa relación con él es Cartagena, la antigua Car-tago Nova en la que ha podido comprobarse con mayorseguridad esta presencia indígena. Así con anterioridada su fundación existió un hábitat constituido por caba-ñas hechas con elementos vegetales, hábitat que puededatarse con anterioridad a la segunda mitad del siglo IIIa. C. y que tendrá continuidad temporal en la ciudadde los Bárcidas (Marín, 2001-2002: 498-499). Es pues,uno de los pocos puntos donde puede documentarse laexistencia de materiales ibéricos, estructuras domésticasestables y hasta enterramientos de incineración en urnasque se datan entre los siglos II-I a.C. (Ros, 1989: 9-18),lo que pone de manifiesto que la fundación de la ciudadcartaginesa se llevo a cabo sobre un asentamiento indí-gena que podemos rastrear tanto fuera como dentro delperímetro defensivo erigido por los cartagineses en lasegunda mitad del siglo III a. C. Marín, 2001-2002:498).También al otro lado del Estrecho encontramos ma-

teriales peninsulares, generalmente en lugares próximosa la costa como acontece, además de la propia Rusadir(Aragón et al., 2006: 88), en puntos como Ceuta, Lixus,Sidi Abdeslam del Bahar, Volúbilis, Tamuda o Cartago,si bien en este último caso parece que se trata de reci-pientes indígenas, por no citar la supuesta necrópolisibérica de Orán que debemos descartar al tratarse de ob-jetos hallados en la Península Ibérica (Kouici, 2002:281-282).Aun cuando para algunos autores la importancia de

estos vasos hispanos no es muy considerable desde elpunto de vista cuantitativo, por lo que se ha sugeridoque eran aceptadas como elementos exóticos (Kbiri,2007: 205), para otros, en cambio, ya desde el siglo IVa. C. y sobre todo durante los siglos III-I a. C. su nú-mero se acrecienta, considerando que reflejan intercam-bio de productos y personas entre ambas orillas (Kouici,2002: 279-283). Por regla general estos hallazgos se re-ducen a recipientes cerámicos que aparecen tanto en po-blados como en necrópolis, destacando el kalathos sobrelas restantes formas, pero que inclusive fueron fabrica-dos localmente como ponen de manifiesto los hallazgosefectuados en los centros alfareros de Kouass y Banasa(Niveau de Villadary, 1998: 21; Kbiri, 2007: 201-203).Sin embargo, es preciso reconocer que estos mate-

riales no avalan por sí mismos la presencia de individuosindígenas, quizás algo más en el caso de las fíbulas, ya

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Figura 5. Fotografía del grafito procedente de Rusadir (Fuente: Aragón et al.).

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que muy bien pudieron haber llegado hasta estos encla-ves gracias al comercio, el cual parece que estuvo con-trolado al menos en su mayor parte por comerciantesfenicios como pone de manifiesto el caso baleárico(Guerrero y Quintana, 2000: 12), cuestión que no acon-tece con los que portan un grafito sobre todo si éstosfueron ejecutados después de la cocción.Esta presencia directa indígena en enclaves colonia-

les ha sido constatada en otros centros del Mediterráneocentral, como puede ser la isla de Cerdeña, donde cabemencionar las necrópolis de San Gorgio o, sobre todo,Tharros, dado que esta última ha proporcionando ar-mamento de tipología sarda, así como el asentamientode Monte Sirai (Bernardini, 2000: 48-49).Estos grafitos se localizan en cierta variedad de reci-

pientes como son los vasos destinados al transporte dealimentos (ánforas fenicias), así como sobre vajilla demesa ibérica (cuenco) y de filiación romana, como sonlos productos campanienses (píxide) y las terra sigillatasitálicas (páteras).Podemos ver cómo hasta el presente se trata casi

siempre de un sólo signo, go, ko, excepto el texto máslargo de Gibraltar, posiblemente debido a su carácter deofrenda. En el caso de la vajilla de mesa éstos son reali-zados con posterioridad a la cocción del recipiente ce-rámico en el que están incisos, por lo que fueron hechosno en el momento de su elaboración sino en el instantede su compra, algo que no sucede en el caso de ánforaya que aquí fue realizado antes de introducirla en elhorno, lo que podría hablarnos de un ibero que, ademásde vivir en un hábitat fenicio como evidenciaría la tipo-logía del ánfora, se inserta en una de sus actividades eco-nómicas, en concreto en el envasado de las salazones depescado. En este sentido no cabe descartar tampoco que al-

guna de estas ánforas de tipología claramente feniciapueda haber sido elaborada en contextos no semitas,como mostraría el caso de un fragmento anfórico ha-llado en Cámara (Elda, Alicante), el cual muestra unsigno descrito como un “diábolo” (Mederos y Ruiz,2000-2001: 90; Ruiz y Mederos, 2002: 94-95), el cualfue realizado antes de su cocción y para el que inclusose ha propuesto pueda haber sido realizado algún tallerrelacionado con talleres orientales (Poveda, 2000: 1865y 1873), siendo éste un signo que para nosotros muybien podría tratarse del go, ko ibérico.Por ahora se documentan en zonas de hábitat, según

acontece en Suel, si bien no debemos olvidar que igno-ramos el contexto preciso en el que apareció, industria-les o relacionadas con ellas, tal y como vemos en loscasos de Malaca (Pérez-Malumbres y Martín: 2007) yRusadir, donde se asociaba a un edificio de cierta enver-gadura vinculable con actividades de índole comercial(Aragón et al., 2006: 89-91), o inclusive en sus santua-rios, caso de la cueva de Gorham (Gutiérrez et al., 2001:

18), pero no en sus zonas de enterramiento, algo quequizás pueda deberse al poco uso que hicieron los feni-cios de los vasos foráneos, ya sean éstos griegos o itálicos,en la composición de sus ajuares funerarios. Este uso compartido de santuarios, eficacísimo mé-

todo de integración, lo encontramos también en MonteAlgaida, en la desembocadura del Guadalquivir, comoevidencia la variedad de hallazgos allí realizados, entrelos que podemos destacar, además de los vasos cerámi-cos, la presencia de más de un centenar de fíbulas, ma-yoritariamente adscribibles al tipo anular hispánico(Blanco y Corzo, 1983: 125-126).No debemos de olvidar que en estas fechas los con-

tactos entre fenicios e indígenas eran una realidad desdehacía varios siglos, así como que el nivel de complejidadsocial de estos últimos era bastante más elevado queestos últimos tenían en la etapa precedente dada su or-ganización de carácter estatal (Ruiz y Molinos, 1993:247-250). Por ello los mecanismos de integración deestos individuos, cuya cantidad resulta imposible decuantificar por el momento, debieron ser varios, entrelos que cabría citar los matrimonios mixtos, su papelcomo mano de obra, en ocasiones incluso tal vez esclava,o la formación de sociedades comerciales mixtas, as-pecto este último muy común en la Antigüedad y quecontaba con una larga tradición en Mesopotamia.Es interesante comprobar cómo estos grafitos ibéri-

cos aparecen en fechas relativamente tardías como es laetapa romana republicana y los inicios del Alto Imperio,algo que en menor medida afecta también al localizadoen Gibraltar con la incertidumbre que plantea su mar-gen cronológico. Justamente se trata de un momentoen el que el latín comenzaba a imponerse sobre todoentre los sectores dominantes (López, 1995: 218-219),extremo que podemos hacer extensible tanto al ámbitofenicio como al indígena (Bendala, 1981: 43), y que sedocumenta muy bien en las transformaciones produci-das en la onomástica por cuanto ello tenía de ascensosocial para estas elites (González, 2001: 174-177). Sinembargo, al mismo tiempo, estos grafitos nos hablan dela perduración que tuvieron ambas lenguas, fenómenode resistencia que, como es lógico pensar, tuvo mayorincidencia en las áreas rurales que en las urbanas, donderesidían las elites dirigentes de estas dos sociedades.

ConClusIonEsComo hemos podido apreciar, el grafito ibérico que

damos a conocer es un breve texto, ya que está formadopor un solo signo, el cual podemos fechar en el siglo I a.C., y al que muy posiblemente podamos asignar unvalor de marca de propiedad. Sin embargo, ejemplarescomo el localizado en Malaca ponen de manifiesto quela lengua ibérica fue utilizada, al igual que la fenicia, almenos hasta los inicios del Alto Imperio, extremo ésteque quizás debamos vincular con la pertenencia a un es-tatus social menos elevado si consideramos el interés de

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las elites, tanto fenicias como ibéricas o turdetanas, porlatinizarse.Este grafito nos informa de la existencia de estos in-

dividuos indígenas instalados en Suel en fechas relativa-mente recientes, algo que podemos hacer extensivo a lacapital malagueña y no sabemos bien si a Rusadir o alcentro donde se elaboraron las ánforas Mañá C2b allíexhumadas, en tanto el caso gibraltareño se explicaríapor tratarse de un santuario al que acudirían no sólo fe-nicios, sino también indígenas (Gutiérrez et al., 2001a:28). Aunque exiguos en número, estos textos ibéricos vie-

nen a confirmarnos la presencia de unos indígenas quesaben leer y escribir, los cuales se integran en la vida eco-nómica de estas comunidades y cuya presencia se sumaa la de otros materiales, ya sean ibéricos o turdetanos,que han ido apareciendo en diversos yacimientos colo-niales (Martín, 1995-96: 82). En estos grafitos predominan las marcas de propie-

dad, como sucede con seguridad en Suel y Malaca,siendo posible que también podamos hacer extensivaesta cuestión al caso de Rusadir, si bien dadas las carac-terísticas del recipiente en el que aparece, un ánfora, nocabe excluir que pueda tratarse de un signo con valormetrológico.Aun cuando los datos con que contamos son en ver-

dad escasos parece que estos indígenas se insertan en elcircuito productivo fenicio, pues estos vasos han apare-cido en su mayor parte en relación con áreas industria-les. Estas relaciones sobrepasan el marco geográficopeninsular para hablarnos de los contactos mantenidoscon la otra orilla del Estrecho de Gibraltar, en los que, apesar de estar bajo control semita, no cabe descartar elpapel que pudieron jugar algunos elementos indígenas.En definitiva, creemos que estos grafitos nos hablan

de un asunto merecedor de una mayor atención porparte de los estudiosos, como es la presencia indígenaen los asentamientos fenicios durante la segunda mitaddel I milenio a. C. e incluso en los comienzos de nuestraEra, en la seguridad de que ésta se desenvuelve bajo unosparámetros diferentes a los que marcaron la fase Orien-talizante pero que por el momento prácticamente des-conocemos.

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