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Los infortunios de Alonso Ramrez: Picaresca e historia Author(s): Anbal Gonzlez Source: Hispanic Review, Vol. 51, No. 2 (Spring, 1983), pp. 189-204 Published by: University of Pennsylvania Press Stable URL: http://www.jstor.org/stable/472728 . Accessed: 10/03/2011 15:19Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of JSTOR's Terms and Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp. JSTOR's Terms and Conditions of Use provides, in part, that unless you have obtained prior permission, you may not download an entire issue of a journal or multiple copies of articles, and you may use content in the JSTOR archive only for your personal, non-commercial use. Please contact the publisher regarding any further use of this work. Publisher contact information may be obtained at . http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=upenn. . Each copy of any part of a JSTOR transmission must contain the same copyright notice that appears on the screen or printed page of such transmission. JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].

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LOS INFORTUNIOS DE ALONSO RAMIREZ: PICARESCA E HISTORIAA Luce Lopez-Baralt y Arturo Echavarria

larga tradicion de escritos problematicos antecede a Los infortunios de Alonso Ramtrez (1690) de Carlos de Sigiienza y Gongora. Los infortunios es solo un eslabon relativamente pequeno en un linaje de textos "indecidibles," de textos donde la escritura misma pone en jaque sus frecuentes reclamos de autoridad y de verdad. Los antecedentes inmediatos de Los infortunios se hallan en dos vertientes textuales que se originan en el siglo xvI: por un lado, las cronicas de la conquista y las vidas mas o menos novelescas que surgen al calor del descubrimiento de America y del individualismo renacentista (pensamos en textos como los Naufragios [1542] de Alvar Nniiez Cabeza de Vaca y la mas conocida Historia verdadera de la conquista de Nueva Espana [1632] de Bernal Diaz del Castillo, asi como en vidas tan disimiles en apariencia como las de Santa Teresa de Jesus [1515-1582] y Jeronimo de Pasamonte [1555-1604]); y por otro lado, la novela picaresca, cuyas convenciones se vieron establecidas con el exito del Guzmdn de Alfarache (1599) de Mateo Aleman. Tal vez seria necesario hablar simplemente, en este ultimo caso, de una tradicion de la novela, para poder incluir asi un texto importantisimo que tambien esta en el trasfondo de Los infortunios: el Quijote (1605). Como esperamos mostrar a lo largo de este trabajo, no es nada sencillo deslindar esas dos vertientes. Para empezar, tendremos que dejar a un lado la metafora fluvial (heredada de la filologia) que hemos venido usando, y remplazarla por otra metafora de189

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aneja estirpe que describe mas adecuadamente la relacion entre los escritos: se trata de la metafora del texto, de la escritura como una red de relaciones-gramaticales, lexicas, retoricas y discurocurren en determinados momentos de la historia, y sivas-que cuyo devenir esta regido por leyes que no es posible describir a base de metaforas genealogicas o fluviales.1 Como los Naufragios, como el Estebanillo Gonzalez (1642), el texto de Los infortunios ha sido leido casi siempre desde una perspectiva historicista, como "fuente" de datos curiosos o pintorescos que permitirian completar el panorama historico-cultural del siglo xvII; pero a la vez, los diversos criticos que se han ocupado de Los infortunios, desde Menendez y Pelayo, no han dejado de sefialar su amenidad narrativa y su andadura novelesca. Lo que nos proponemos realizar aqui es analizar, y en la medida de lo posible, disolver, esa enojosa-y falsa-disyuntiva que nos obligaria a considerar Los infortunios o como texto historico o como texto de ficcion, y que nos impediria considerarlo simplemente como texto-sin apellidos-capaz de englobar ambas categorias en su especificidad, dentro del contexto y las convenciones de la literatura espaniola y colonial del sigloXVII.

Las investigaciones semiologicas recientes han venido a confirmar lo que ya era un hecho cotidiano y un serio problema moral para los hombres de los siglos xv al xvii: la imposibilidad de distinguir retoricamente a la narracion historica de la ficcion narrativa. Roland Barthes ha senialado que el unico rasgo que distingue al discurso historico de otros tipos de discurso es la paradoja de que el "hecho" solo puede existir lingiiisticamente, como termino en un discurso, y sin embargo nos comportamos como si se tratase de una simple reproduccion de algo que esta en otro plano de la existencia, de alguna "realidad" extra-estructural.2 Esta indistincion retorica de la historia y la ficcion resulto fecunda1 Para una idea de las leyes que rigen las interacciones entre los textos, puede verse el ensayo de Roland Barthes, "De l'oeuvre au texte," Revue d'Esthetique, 24 (1971), 225-32, del cual han aparecido dos traducciones al inglis en: Roland Barthes, trad. Stephen Heath (New York, 1977), pags. 155-64; y en Image/Music/Text, Textual Strategies: Perspectives in Post-Structural Criticism, ed. Josue V. Harari (Ithaca, 1979), pigs. 73-81. Puede consultarse tambien un conocido ensayo de Borges, que ha influido sobre los te6ricos franceses: "Kafka y sus precursores," en Otras inquisiciones (Buenos Aires, 1960), pags. 145-48. 2 Roland Barthes, "Le Discours de l'histoire," SSI, 6, Nim. 4 (agosto, 1967), 73.

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en terminos literarios, pues ademas de generar numerosas imposturas como los "falsos cronicones" que circularon en Espania desde 1594,3 y el Libro del emperador Marco Aurelio (1529) de Fray Antonio de Guevara,4 estimulo la redaccion del Quijote y de esas falsas "relaciones" que son las novelas picarescas.5 En Los infortunios, como veremos a lo largo de este trabajo, las convenciones del discurso historico se truecan por las convenciones de un genero de la ficcion narrativa: la picaresca; la hisahora-se vuelve protoricidad de Los infortunios-anticipamos blematica en la medida en que no puede ser corroborada extratextualmente. No obstante, decir que Los infortunios es una novela, no solo seria cometer un anacronismo, sino que implicaria escamotear las alegaciones de historicidad que se hacen en el prologo y el texto, y seria atribuirle una sutileza cervantina a una obrita cuyas sutilezas son de otro tipo. Por otro lado, llamar a Los infortunios un simple "relato de viajes" para luego elogiar la "viveza del relato y de la accion" como lo hace un biografo de Sigiienza y Gongora, es aceptar la ambivalencia del texto acriticamente.6 En este trabajo, hemos preferido conservar la naturaleza problematica de Los infortunios con miras a establecer su especificidad retorica, y apuntar aquellos rasgos que lo hermanan con otros textos del periodo colonial. Nada mas justo que explicitar nuestra nocion de lo que constituye "lo historico" de un texto antes de lanzarnos a examinar la historicidad de Los infortunios. Durante el Renacimiento, segun apunta William Nelson, "the simplistic conception of history as 'the declaration of true things in order set forth' (so Thomas Cooper's Thesaurus defines historia) was often asserted as the ideal to be striven for."7 En aquella epoca, Jacques Amyot presenta su traduccion de Plutarco con la aseveracion de que la historia, a3 Bruce Wardropper, "Don Quijote: Story or History?," MP, 63 (1965), 8. Nelson, Fact or Fiction: The Dilemma of the Renaissance Storyteller (Cambridge, MA, 1973), pags. 35-36. 5 Wardropper, "Don Quijote .. ..," pg. 9. 6 Jose Rojas Garciduenias, Don Carlos de Sigiienza y G6ngora, erudito barroco (Mexico, 1945), pag. 155. Acaso no est6 demas indicar aqui que ni la biografia de Rojas Garcidueiias ni nuestro propio trabajo habrian sido posibles sin la labor pionera del Prof. Irving A. Leonard, verdadero descubridor y en buena medida "autor" del Sigiienza y Gongora que conocemos, con su Don Carlos de Sigiienza y Gongora, a Mexican Savant of the Seventeenth Century (Berkeley, 1929). 7 Nelson, Fact or Fiction, pig. 40.4 William

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diferencia de la poesia, trata solo "la nue verite."s Y Thomas Blundeville, historiador ingles del mismo periodo, declara en su libro The True Order and Methode of Wryting and Reading Hystories, que "hystoriographers ought not to fayne anye Oration nor any other thing, but truely to report every such speach, and deede, even as it was spoken or done."9 Pero ya en el siglo xvII Cervantes ironiza sobre esta asociacion entre "historia" y "verdad," en un pasaje del Quijote que Borges ha vuelto notorio: "habiendo y debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos, y no nada apasionados, y que ni el interes ni el miedo, el rencor ni la aflicion, no les hagan torcer el camino de la verdad, cuya madre es la historia, emula del tiempo, deposito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir."10 Lo cierto es que, como apunta Barthes en el pasaje citado anteriormente, el discurso historico no puede diferenciarse del discurso de ficcion por ninguna particularidad retorica. Tampocoes lo que implica Cervantes-puede distinguirse recurriendo a criterios de "verdad" o "mentira." De modo que si existen las categorias de "historia" y "ficcion" ello tiene que deberse a un esfuerzo deliberado de separarlas convencionalmente. Para ser breves, diremos entonces que el discurso historico y el discurso de ficcion difieren solamente en el hecho de que, al ser anunciados como tales (Historia de la literatura espanola, o Novelas a Marcia Leonarda, por ejemplo) despiertan en nosotros diferentes expectativas, o sea diferentes "esquemas de lectura." El "esquema de lectura" historico, por ejemplo, nos exige que vayamos a ciertos contextos y co-textos, y que creamos que esos contextos y co-textos respaldan la "verdad" de lo escrito. El "esquema de lectura" de la ficcion, en cambio, nos exige la fe en ciertos contextos y cotextos solo en la medida en que los necesita para alcanzar la "verosimilitud"; esto, claro esta, no excluye los casos en que el texto de ficcion juega con nuestras expectativas, con nuestros "esquemas de lectura": en ultima instancia, la convencion "social" se encarga de poner el texto "jugueton" en su lugar, colocandole el rotulo de "novela" o de "historia."8 Nelson, Fact or Fiction, pag. 40. 9 Nelson, Fact or Fiction, pag. 40. 10 Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (Madrid, 1973), pag. 52.

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Al acercarnos a Los infortunios con la intencion de realizar una lectura hist6rica del texto, tendremos forzosamente que intentar remitirnos a evidencia extra-textual (pero no por eso menos textual) de que el tal Alonso Ramirez si existio y paso por las peripecias que Sigiienza "describe." El texto de por si no es confiable en lo absoluto. Nos encontramos ante una situacion cuyos origenes se remontan a la Edad Media, cuando era cosa corriente el que los autores reclamaran la rigurosa verdad de las mentiras que escribian. Con el paso del tiempo, claro esta, los lectores europeos se fueron volviendo mas suspicaces, y los reclamos de historicidad en los romances y en las novelas de caballeria apenas se tomaban en serio. Pero aun asi, como senala William Nelson, "if the tale was circumstantially documented and neither improbable nor in conflict with the known, the question as to its verity could have no certain answer."11Algo parecido nos sucede con Los infortunios; el origen hist6rico del texto esta envuelto en la circunstancialidad: un naufrago espafiol llega a las costas de Yucatan; lo recoge un comerciante cualquiera llamado Juan Gonzalez; lo llevan al pueblo de Tejozuco, donde habla con el cura; luego lo conducen a la villa de Tixcacal y alli se entrevista con dos alcaldes y un encomendero; luego peregrina hasta Merida, donde por primera vez declara su historia ante un escribano y un sargento; a todo esto, se ve envuelto en pleitos y manipulaciones que le hacen los alcaldes de Tixcacal para intentar apoderarse de los restos del navio en el que habia la encallado; por fin lo llevan-un tanto misteriosamente-ante presencia del virrey, Conde de Galve, quien oye su historia, se divierte con ella, y lo envia a donde Sigiienza para que le haga su relato, a la vez que actua para que se le haga justicia al pobre naufrago en lo referente al pleito contra los alcaldes de Tixcacal.12 Acabamos de referir, en forma condensada, lo acontecido en el capitulo vii, el ultimo, de Los infortunios; en el abundan los mas prolijos detalles de nombres, lugares y fechas, y hasta se incluye al virrey como testigo de los hechos. Ademas, se alude a un pleito legal, el cual debio generar toda la papeleria corriente en esos casos. Pero de todos esos papeles no se conserva ninguno de que tengamos conocimiento. Quiza ocultos en algun archivo recondito esten los documentos legales relativos al pleito con los alcaldes de11Nelson, Fact or Fiction, pag. 106. 12 Carlos de Sigiienza y G6ngora, Obras hist6ricas (Mexico, 1944), pags. 63-83. Todas las citas de Los infortunios y de Trofeo seran de esta edicion.

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Tixcacal; quiza entre los archivos del propio Sigiienza hubiera quedado algo. Pero muchos manuscritos y legajos de Sigiienza y Gongora-asi como otra documentacion de ese periodo-se perdieron cuando los norteamericanos invadieron Mexico en 1847.13 Doia Concha Melendez, en un articulo de 1957, vincula con el protagonista de Los infortunios una alusion que hace Francisco Perez Salazar a un tal "canonigo Alonso Ramirez" en las notas biograficas que anteceden una edicion de las obras historicas de Sigiienza.14 Hemos cotejado esa alusion, que reza como sigue: En el mismo Diario al referirse a las noticias correspondientesal mes de junio de 1693 se asienta "Cajonesde aviso. Jueves 2 a las nueve entraron los cajones de cartas de Espafia y tienen las novedades siguientes . . . Chantrede esta Iglesia de Mexicoel Dr. D. ManuelEscalante y Mendoza," para ocupar el puesto que dejo vacante la muerte del canonigo D. Alonso Ramirez. Tenemos pues circunscripto el tiempo dentro del cual se escribio la Piedad Heroica15 Incluimos la primera linea del parrafo que seguia inmediatamente, para que se aprecie el contexto en que aparece el nombre del canonigo Ramirez: a Perez Salazar le interesa tan solo fijar la fecha de composicion de una de las obras historicas de Sigiienza; en ningiun momento dice que el tal canonigo sea (o pueda ser) el Alonso Ramirez de Los infortunios. Ademas, si suponemos que la cronologia que nos ofrece el texto de Los infortunios es correcta, se nos hace dificil ver como Ramirez pudiera pasar de marinero (cuyo uinico oficio anterior habia sido el de carpintero) a chantre de la Catedral de Mexico en un abrir y cerrar de ojos, para morir a los tres anos de publicarse Los infortunios: el "canonigo Alonso Ramirez" fallecio en 1693, Los infortunios se publicaron en junio de 1690, y suponemos que Alonso Ramirez le narro sus infortunios a Sigiienza alrededor del mes de abril de ese mismo ano.1613 "Sigiienza y G6ngora, Don Carlos de," Diccionario de escritores mexicanos (Mexico, 1967), pag. 366. 14 Concha Melendez, Obras completas (San Juan, 1972), ii, 394. 15 Francisco Perez Salazar, "Biografia," en Obras de Carlos de Sigiienza y G6ngora (Mexico, 1928), pig. lxxviii. 16 En la pag. 82 se nos dan seis fechas corridas en el mes de abril, relativas al arribo de Ramirez a la ciudad de Mexico despues del naufragio, pero no se nos dice el afio. No obstante, de abril a junio Sigiienza pudo tener tiempo-si nos decidimos a creer en la "realidad" de Alonso Ramirez-para redactar la obrita y mandarla a imprimir junto con su Libra astron6mica y filos6fica (pag. 11).

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A falta de evidencia extra-textual que corrobore la "realidad" de Alonso Ramirez como ente historico, se han ensayado argumentos de indole mas o menos estilistica para "demostrar" que Sigiienza no fue sino el amanuense de Ramirez; ya en el siglo pasado Marcelino Menendez y Pelayo asevero que todo lo narrado en Los infortunios "tiene un sello tan personal y autentico, tanta llaneza de estilo, que cuesta trabajo atribuirlo a autor tan conceptuoso y alambicado como el de la Libra astronomica. Hay que suponer que recogio de labios de Alonso Ramirez la relacion de sus aventuras, y la traslado puntualmente, aiiadiendo solo de su cosecha la parte de erudicion cosmografica e hidrografica, que excede en mucho los conocimientos del pobre carpintero de ribera, cuyo viaje . . . da materia a la obra."17 El error de Menendez y Pelayo es doble: en primer lugar, acepta ingenuamente la convencion del "Yo" narrativo picaresco, como testimonio del "Yo" intimo de un Alonso Ramirez real, historico, que "expresa" romanticamente sus aventuras sin mas mediacion que la mano y la pluma de Sigiienza; en segundo lugar, no es con la escritura sin duda alambicada de la Libra astronomica que debemos comparar el texto de Los infortunios, sino, en primer termino, con el discurso de las obras historiograficas de Sigiienza, y en ultimo termino-como veremos mas adelante-con el discurso de la picaresca. Bastenos ahora, para acabar de refutar la tesis de Menendez y Pelayo, citar dos pasajes de Sigiienza, uno de Los infortunios, y otro de Trofeo de la justicia espanola (1691): En tres dias que alli estuvimos reconocieron[los piratas] estar indefenso y abierto por todas partes y proponiendoa los ciudadanos no poder detenerse por mucho tiempo, y asi se recogiesen los diamantes en casa del gobernador,donde se haria la feria, dejandonos aprisionados a bordo y con bastante guardia, subieron al punto de media noche por el rio arriba muy bien armados, dieron de improviso en el pueblo, y fue la casa delgobernador la que primero avanzaron. (Los infortunios, pag. 39)

Persuadidos los nuestros de que asi seria, y que no podrian remediar lo que en lo material de la ciudad ejecutaria su fiereza, procuraroncon emboscadas conseguir lo que con la poca gente y menos armas con que se hallaban era imposible de cuerpo a cuerpo; pero solo se logro una de veinticinco lanceros de cargo del capitan don Francisco de Ortega, que cortandolela retaguardia,con perdidade catorce hombresle mato setenta,17 Citado por Josefina Rivera de Alvarez en "Alonso Ramirez," Diccionario de la literatura puertorriquena (Rio Piedras, 1955), pig. 19.

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y sin caer en los restantes, por mudar camino, prosiguio la marcha a sus poblacionesa jornadas largas. (Trofeo,pag. 131) Exceptuando la presencia del "Yo" narrativo en el pasaje de Los infortunios, el estilo y la disposicion retorica de ambos pasajes es casi igual: oraciones largas, de numerosas clausulas, donde la narracion procede a traves de la acumulacion sucesiva de acciones separadas. El pasaje del Trofeo no es visiblemente menos "alambicado" que el de Los infortunios, por lo cual es razonable suponer que ambas son obras de Sigiienza. Desaparece asi otra "evidencia" de la realidad historica de Alonso Ramirez. Finalmente conviene destacar que el mismo nombre del protagonista de Los infortunios era sumamente comun en aquella epoca, como nombre de pila y como apellido: una fuente seleccionada al azar, la Enciclopedia Universal Sopena, recoge numerosos Alonsos (entre nombres y apellidos) que se destacaron en Espafia y America durante los siglos xvI y xvII.18 Valdria la pena dejar establecida desde ahora una pregunta cuya respuesta estaremos en condiciones de dar mas adelante, y que surge inevitablemente de las anteriores reflexiones: ^es relevante la supuesta historicidad de Alonso Ramirez para la comprension y disfrute del texto? No podremos dar respuesta a esta pregunta con el rigor necesario sin antes examinar la otra lectura que el texto, ambiguamente, nos propone desde su inicio: la lectura picaresca. Por el momento, podemos afirmar sin lugar a dudas que una lectura historica de Los infortunios es posible, ya que ha sido realizada (hasta el cansancio, diriamos) por casi todos los criticos que se han ocupado de esta obra, empezando por Menendez y Pelayo. Ahora bien, tenemos fuertes reparos que oponer a cualquier lectura de Los infortunios como texto historico: en primer lugar, nos parece que, a falta de contextos y co-textos que verifiquen la historicidad de Alonso Ramirez, la lectura historica constituye solo una de las dos lecturas posibles del texto; y, en segundo lugar, tras de ser solo una de las dos posibilidades, la lectura historica nos obliga a hacer abstraccion-a nuestro juicio indebida-de las miultiples seniales de esa otra lectura-la picaresca-que el texto nos brinda. Seniales, dicho sea de paso, que cobran mayor fuerza en cuanto menor es la posibilidad de constatacion con otros textos18

"Alonso," Enciclopedia Universal Sopena, I, 1963.

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historicos, y que nos mueven a acudir con preferencia al sistema de convenciones que informa los textos picarescos para poder comprender y disfrutar a plenitud de Los infortunios. Roberto Gonzalez Echevarria ha propuesto que el modelo para el discurso picaresco debe buscarse, no en la autobiografia, como sugiere Claudio Guillen,19 ni en la carta-confesion, como arguye Fernando Lazaro Carreter,20 sino en el genero legal de la "relacion."21El Diccionario de autoridades (Madrid, 1970) define el termino "relacion" como un "Informe que un auxiliar hace de lo substancial de un proceso o de alguna incidencia de el, ante un tribunal o juez"; el mismo diccionario define la voz "relacionero" (usada en el siglo xvII) como "El que hace o vende coplas o relaciones . .. Narrador." La palabra "relacion," en su acepcion mas amplia, nos remite al acto de narrar, de contar algo; una relacion es una narracion, un relato. Pero una relacion, en su sentido forense, no es cualquier tipo de narracion, sino aquella que se cifie a la "verdad" de los hechos; "verdad" que se hace problematica de acuerdo al grado de confiabilidad que le atribuyamos al narrador. Por otro lado, la relacion nos remite a un "relator," aquel que narra los acontecimientos. El relator, en un proceso judicial, es quien lleva sobre si mismo la veracidad de lo que relata, y debe, por lo tanto, ser capaz de afirmar su "Yo"-en oposicion al de los demas-para apoyar lo que esta diciendo.19Claudio Guillen, "Towards a Definition of the Picaresque Genre," en Literature as System: Essays Toward the Theory of Literary History (Princeton, 1971), pag. 81. Vease ademas el estudio de Randolph D. Pope, La autobiografia espanola hasta Torres Villarroel (Frankfurt a.M., 1974). Lamentablemente, Pope problematiza poco en cuanto a la cuesti6n de la veracidad del discurso autobiogrifico. Afirma que "la autobiografia . .. es un genero literario en el cual un autor narra y examina su propia vida veridicamente, siendo este el objetivo fundamental de la obra" (pag. 6). Acto seguido apunta que "la verdad no esta reniida con la retorica y el autobi6grafo debe utilizar las palabras al igual que su colega el autor de ficcion o de volumenes de historia" (pag. 6). Precisamente lo que deseamos plantear en nuestro trabajo es que la verdad si esta reinida con la ret6rica, y que esto es lo que hace posible la lectura de la autobiografia como una ficci6n. Paul de Man ha escrito lucidamente sobre este asunto en "Semiology and Rhetoric," en Textual Strategies, ed. Josu6 V. Harari (Ithaca, 1979), pigs. 121-40. De Man postula ademas un acercamiento a la autobiografia distinto al de Pope y similar al de Guill6n, en su ensayo "Autobiography as De-facement," MLN, 94 (1979), 919-30. 20 Fernando Lazaro Carreter, Lazarillo de Tormes en la picaresca (Barcelona, 1972), pag. 45. 21Roberto Gonzalez Echevarria, "Jose Arrom, autor de la Relaci6n acerca de las antigiiedades de los indios," en Relecturas (Caracas, 1976), pig. 26.

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El discurso picaresco, al asimilarse a la relacion, adopta al relator-el "Yo" narrativo con que se inicia el Lazarillo de Tormesy a la vez hace suya la problematica verdad/mentira que el relator encarna. El "Yo" picaresco-como el relator-va a tener a su cargo la veracidad y el orden del discurso. Pero en la picaresca, a diferencia de la relacion forense, nos vamos a enfrentar con un doble proceso de ocultacion y revelacion gradual del "Yo" narrativo, que culminara con la puesta en duda de la veracidad, y por consiguiente del origen, del discurso.22 El picaro empieza por afirmar su existencia en oposicion a la del resto de la sociedad, pero a medida que su discurso va revelando lo que es el picaro-un embustero, un impostor, un mozo de muchos amos, una figura proteica como el Buscon de Quevedo-y a medida que nos percatamos de que el mismo discurso con que el picaro se nos muestra envuelve tambien un disimulo, la existencia de ese "Yo" se va tornando fantasmagorica, y el origen del discurso comienza a perderse: el texto, como su narrador, queda huerfano. El discurso picaresco se vincula entonces con el de textos posteriores, como el Quijote, en el hecho de que tiende a escamotear sus origenes; pero si en el Quijote esta infinita regresion a un origen inalcanzable se logra a traves de un juego de espejos intertextual (tenemos la version-o traduccion, si se quiere-de Cervantes, de la traduccion que le hace por encargo un morisco aljamiado, del manuscrito original de Cide Hamete Benengeli, y ademas, fuera del texto, tenemos otro Quijote apocrifo), en la picaresca la regresion se logra a traves de las indiscreciones de un "Yo" hipercritico que termina por desautorizar su propio discurso. En fltima instancia, el "Yo"picaresco nos remite a "los otros" (la "vuesa merced" a quien se dirige el discurso, ademas de los numerosos amos del picaro) sin los cuales (y contra los cuales) el picaro no existe. Si vemos el discurso del picaro como un texto parcial y parcializado, es evidente que este deja abierta la posibilidad de otros textos que suplementen y hasta contradigan su version.23 Hasta cierto punto, en la picaresca ya se encuentra latente la posibilidad del juego intertextual dentro de la problematica "historia versus ficcion" que Cervantes llevaria a efecto en el Quijote. Y, claro esta, ese entrejuego historia/ficcion no es sino una forma particular de22 23

Guillen, "Towards a Definition . . .," pgs. 81-82. Guillen, "Towards a Definition . . ," pag. 85.

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plantear el problema general de la "verdad" de los textos que la picaresca nos propone. En Los infortunios de Alonso Ramirez encontramos un "Yo" que para narrar sus peripecias procura insertarse deliberadamente dentro del marco de convenciones de la picaresca, aunque con algunas reservas expresadas en el texto, que a la vez que revelan la autoconciencia del narrador, nos sugieren la presencia de diferencias significativas entre el "Yo" de Los infortunios y el "Yo" convencional picaresco, que examinaremos mas adelante. El texto comienza asi: Quieroque se entretenga el curioso que esto leyere por algunas horas con las noticias de lo que a mi me causo tribulaciones de muerte por muchos aiios. Y aunque de sucesos que solo subsistieron en la idea de quien los finge, se suelen deducir maximas y aforismos que entre lo deleitable de la narracion que entretienen cultiven la razon de quien en ello se ocupa, no sera esto lo que yo aqui intente, sino solicitar lastimas que, aunque posteriores a mis trabajos, haran por lo menos tolerable su memoria, trayendolas a companiiade las que tenia a mi mismo cuando me aquejaban. (pag. 17) En primer lugar, observamos que el narrador de Los infortunios se muestra consciente de la costumbre moralizadora del genero picaresco, y pretende rechazarla en aras de una mayor veracidad: Alonso Ramirez rehusa moralizar como el Guzmdn de Alfaracheque es, despues de todo, una historia "fingida"-y se contenta con "solicitar lastimas" para su condicion desvalida. Mas que una excusatio propter infirmitatem (excusarse por sus defectos) de la retorica, esto ya es-si se nos permite-una narratio propter infirmitatem (narrar por-a causa de-sus defectos). Precisamente en esto de "solicitar lastimas" Los infortunios se aparta un poco de la convencion picaresca; recordemos como el "Yo" picaresco, desde el Lazarillo (1554), y aun en el Guzmdn, se proclama-ironicamente-autosuficiente: Lazaro narra sus aventuras desde "la cumbre de toda buena fortuna,"24 y Guznman,a pesar de estar en galeras, ha pasado ya por su "conversion" de picaro a desengafiado que lo situa en la posicion privilegiada de ser "atalaya de la vida humana."25La 24 vida de Lazarillo de Tormesy de sus fortunas y adversidades(Buenos Aires, 1967), pig. 127. Alberto del Monte, Itinerario de la novela picaresca (Barcelona,1971), pag. 25 77.

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Asi en Los infortunios nos enfrentamos con un "Yo" picaresco singularmente humilde, respetuoso de las leyes y de la autoridad superior. Los ironicos acontecimientos que ocurren hacia el final de la obra, cuando Ramirez se ve envuelto en un pleito contra los alcaldes de Tixcacal sobre la posesion de su barco, recalcan, ante todo, la honradez del pobre naufrago en oposicion a la villania de los dos funcionarios municipales (pags. 79 y ss.). Ya anteriormente la figura del "sevillano Miguel," un espafiol renegado que trabaja con los piratas, se contrapone a la del narrador como para subrayar la lealtad de este ultimo a la corona espafiola y la fe catolica (pag. 53). Rara vez el "Yo" de Los infortunios es critico, en el sentido que apunta Claudio Guillen cuando afirma que "the total view of the ptcaro is reflective, philosophical, critical on religious or moral grounds. As an autobiographer and an outsider, he collects broad conclusions-il met le monde en question."26En lo que respecta al pleito con los alcaldes, a pesar de ciertas ironias que vierte el narrador, sorprendido de verse victima de los suyos luego de haberlo sido de los piratas (dice en una parte: "quise pasar a las playas a ser ocular testigo de la iniquidad que contra mi y los mios hacian los que por espaiioles y catolicos estaban obligados a ampararme y a socorrerme con sus propios bienes" [pag. 82]), a fin de cuentas el orden quebrantado lo restaura-si se nos permite-un virrey ex machina, de forma analoga a como ocurre, por ejemplo, en Fuenteovejuna (1613?) y El mejor alcalde el rey (1621?), las dos conocidas comedias de Lope: el monarca (aqui el virrey) hace su aparicion providencial para restablecer la justicia y otorgar honra.27 A persuasiones, y con el fomento de D. Cristobal de Muros volvi a la ciudad de Merida, y habiendo pasado la Semana Santa en el Santuario de Ytzmal llegue a aquella ciudad el miercoles despues de Pascua. Lo que decret6 el gobernador,a peticion que le presente, fue que tenia orden del Excmo. Sr. Virrey de la Nueva Espaia para que viniera a su presencia con brevedad ... El viernes siguiente bese la mano de Su Excelenciay correspondiendo sus cariios afables a su presencia augusta, compadeciendoseprimero de mis trabajos y congratulandose de mi libertad con parabienes y placemes,26

27Charles V. Aubrun, La comedia espaiola: 1600-1680 (Madrid, 1968), pags. 124-

Guillen, "Towardsa Definition ...," pg. 82.

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escucho atento cuanto en la vuelta entera que he dado al mundo queda escrito, y alli solo le insinue a Su Excelencia en compendio breve. (pags. 82-83) Podemos afirmar, sin embargo, que el "Yo" de Los infortunios si exhibe, desde las primeras paginas, como sefiala Guillen, una and self-revelation."28 doble perspectiva de "self-concealment Aunque el narrador de Los infortunios se niega a enriquecer la retorica de la relacion con digresiones moralizantes o con alusiones cultas (como se sabe, en el Lazarillo se cita o se alude a Homero, a Plinio, y a Ciceron; en el Guzmdn es todavia mas abundante este Terencio, y Ciceron, hasta los tipo de alusion, desde Aristoteles, de amor de Leon Hebreo y los Apothegmas de Erasmo),29 Dialogos esto no significa, entre otras cosas, que no le interese aparecer lisu mascara como lo que no es; solo que su disfraz, va a estar subordinado a su proposito inicial de "solicitar teraria, lastimas," de modo que lo que le conviene al narrador de Los infortunios no es aparentar un mejor estado, sino hasta cierto punto lo contrario. Es interesante comparar, a este respecto, lo que en el siglo xvI escribio Giangiorgio Trissino, un tratadista italiano que realizo una parafrasis de la Poetica de Aristoteles, de la cual las partes en que define las causas de la compasion en la tragedia nos parecen (aunque no se trate de una tragedia, obviamente) muy relevantes para nuestro caso: The things for which there can be commiseration are matters of sufferings and sorrows that are death-bringing and excessive, and all those great ills of which Fortune is the cause. The things grievous and excessive are deaths, wounds, and afflictions of the body, such as old age, diseases, and need of necessary [sic] food . .. Pity is also caused by ugliness, weakness, the lack of some member of the body, and the receiving of evil from a person from whom good should be received . . . Pity is excited by those whom we know but are not closely connected with . . . We have pity for those who are like us in age or characteristics or disposition or dignity or race, because in such as these it clearly appears what things can happen to us. So it can be generally said that all those things which we fear as able to happen to ourselves move compassion in us when we see them happen to someone else.3028

Guillen, "Towards a Definition . .., pags. 81-82.

29Del Monte, Itinerario, pags. 82-83.

30Allan H. Gilbert, Literary Criticism: From Plato to Dryden (New York, 1940), pag. 222.

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Estos principios son los que, probablemente sin conocer a Trisel narrador de Los inforsino-aunque si a Aristoteles-siguio tunios. Como un boton de muestra, aludiremos tan solo a un pasaje del capitulo iv; en este, los piratas se debaten entre libertar a Ramirez y a sus companeros, o darles muerte; entonces comenta Ramirez: "Presuponiendo que a todo ello me halle presente, pongase en mi lugar quien aqui llegare y discurra de que tamanio seria el susto y la congoja con que yo estuve" (pag. 46; subrayado nuestro). Tambien nos interesa notar el hecho de que la retorica del "Yo" en Los infortunios oscila siempre en las fronteras entre un discurso "culto" y otro discurso "bajo." El discurso "bajo" es el que asociamos a los pasajes del texto donde se relata lo que le sucedio a Ramirez incluyendo a veces pormenores bastante crudos-valga la palabra-como el canibalismo de los piratas (pag. 35), el castigo que consistia en beber "excrementos desleidos en agua" (pag. 51), y las penurias que padecen los naufragos en la costa de Yucatan (cap. v). El discurso "culto" asoma frecuentemente cada vez que el narrador explica con lujo de detalles los pormenores de la navegacion, o describe los lugares del globo que ha visitado mas desde la perspectiva de un geografo que de un marinero, o cuando hace el elogio de ciertas partes de Mexico; entonces los lectores, si conocemos la obra de Sigiienza y Gongora, podremos recordar otros textos cuyo discurso es muy semejante: los escritos historicos de Don Carlos de Sigiienza y Gongora. Nos parece que este doble discurso que se observa en Los infortunios cumple en la obra la funcion picaresca de "auto-revelaci6n" y "auto-ocultacion" que sefiala Guillen, pero con una diferencia fundamental: lo que se revela y se oculta en Los infortunios no son dos aspectos de un mismo "Yo"; se trata, nos parece, de dos "Yo" distintos pero inseparables: uno es Alonso Ramirez, que es-como diria Borges-"a quien le ocurren las cosas," y el otro es el personaje Don Carlos de Sigiienza y Gongora. Estas dos personas, estas dos mascaras, permanecen indisolublemente unidas en el discurso, y solo se separan (un poco) hacia el final, cuando Alonso Ramirez visita-especie de pirandellismo avant la lettrea su "autor," Sigiienza y Gongora, quien a su vez es otro personaje de la ficcion. Si volvemos por un momento a la cuestion de la "paternidad" de los textos, veremos ahora que Los infortunios posee la clausura

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necesaria para ser catalogada como obra de ficcion, pues como las novelas picarescas (y como las demas novelas en general), Los infortunios no tiene "padre"; sus origenes se pierden desde el instante de su inscripcion, cuando no nos enfrentamos ni siquiera a un "Yo" con pretensiones de autonomia, sino a dos "Yo" cuyo dialogo irrecuperable ha producido el texto que estamos leyendo. El propio Sigiienza, al ficcionalizarse, provoca ese vacio vertiginoso, esa ausencia, que en otras obras, como el Lazarillo, el Guzmdn, o el Busccn, es fruto de las transformaciones interminables del "Yo" narrativo. Esto explica en parte la humildad y la circunspeccion del "Yo" de Los infortunios; es que se trata de un "Yo" que se sabe ser otro, que se reconoce, en cierta medida, ausente o desechable. Para terminar, entonces, nos preguntamos: /podriamos catalogar el "Yo" de Los infortunios como un "Yo" picaresco, a pesar de las diferencias que hemos sefialado (su caracter poco dado a la critica y a la reflexion, y su "humildad")? En realidad, para los propositos de nuestro trabajo, poco importa que el discurso de Los infortunios se conforme, punto por punto, a las convenciones predominantes del genero picaresco: lo que nos parece mas importante es que, a traves del examen del "Yo" narrativo en Los infortunios, hemos podido asentar sobre bases mas solidas la ficcionalidad del texto. No obstante, tendriamos que responder afirmativamente a la pregunta anterior. Aunque el "Yo" de Los infortunios no se parece al del Lazarillo o al del Guzman, en uiltima instancia se deriva de ellos (aunque acaso de manera imperfecta; Sigiienza no era, despues de todo, un literato como Aleman o el anonimo autor del Lazarillo), y se inserta a plena conciencia dentro de la tradicion del genero picaresco (recordemos la alusion a los "sucesos que solo subsisten en la idea de quien los finge" [pag. 17]). Ademas, como ha seiialado Claudio Guillen, "a genre is an invitation to form";31 de modo que aunque la deuda de Los infortunios con sus antecesores inmediatos en la picaresca no sea mas que formal,32 esto bastaria, a nuestro parecer, para que pudieramos leer Los infortunios como si fuera una novela picaresca.31Claudio Guillen, "On the Uses of Literary Genre," en Literature as System: Essays Toward the Theory of Literary History (Princeton, 1971), pag. 109. 32 Si comparamos la fuerte ironia moralizante del Guzmdn con los tenues comentarios ir6nicos de Los infortunios, esta ultima obra quedaria s6lo como una amable figuraci6n barroca, un entretenimiento gentil para la corte virreinal.

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Habiendo constatado el caracter deliberadamente picaresco de Los infortunios y su intencion expresa de constituirse en literatura de entretenimiento, en-si se quiere-"voluta" barroca, dejando a un lado la moralizacion tipica de las obras capitales del genero picaresco, estamos en posicion de responder en la negativa a la pregunta con que finalizamos la primera parte de este trabajo: ,es relevante la historicidad de Alonso Ramirez para la comprension y disfrute de Los infortunios? Claramente, no importa si Alonso Ramirez existio o no, y por otra parte, el texto mismo no problematiza sobre su historicidad de la misma manera que lo hace, por ejemplo, el Quijote. A nivel del texto, la historicidad de Ramirez, o la historicidad del mismo personaje "Sigiienza y G6ngora" no es mas que un seudoproblema.ANIBAL GONZALEZ

University of Texas, Austin