godelier(loidealylomaterial)
TRANSCRIPT
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
1/17
I'"'fu;'"
; i ;
fe "J * ....,,,.,1.....,
. ., ..llitjjljl
ifrifii*-
1
..~...
' iai
i.
g- ;;:
m
" "T.ii . - m . : - : > ^
:
- ^": -..;
r
.::l.,_..^,.
r+
.
f
.,.-,.
T
^ - ,
r
S
' .
. ,
,
i
Lo
ideal
y
lomaterial
Pensamiento, economas,
sociedades
Versin castellana
de A. J.
D es mon t
Donado
por Dra. J. car
yforres 2007
Taurus
H u m a n i d a d e s
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
2/17
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
3/17
-f
ilil
.^..'.^: . . . . . . - . - . T i
I' : : : - : ' ;
" , .. l
" ' ' , '
.
' ' . (
lili
s. < ( . * .
- . '
Irrl
$>^
i
f$H^
i ,
f 4:|M |'j;vi
;
i
.'^ ' liifelly'^.i
1
'
: H | * ' ' W ' |
:
''
li
' ' '
*
::
; -
' ' ' M
1 1
ndice Ivni'ffi ilP
y P R E F A C I O A L A E D I C I N E S P A O L A 1 1
^ LO
I D EAL
Y LO
M A T E R I A L
1 7
^ I. La ap rop iac in mater ia l y social de la na tu ra leza
1.
Ecosistemas y sistemas sociales 45
2.
Territorio
y
sociedad
en a lgunas sociedades
pre-
capitalistas 95
^11. L a
parte ideal
de lo
real
3. La par te idea l de lo real 153
4. El
papel
de l
p e n sa m ie n to
en la
p roducc in
de
las re lac iones soc ia les 19 9
I I I .
Considerac iones c r t icas pero n o po lmicas
5 .
K a r l
Polanyi y el lu g a r c a m b ia n t e de la
eco-
noma
en as
sociedades
20 9
6. La
po l t ica
como
relacin
ci
p roducc in .Di-
logo con douard
W i l l
24 0
IV .
Estamen tos , castas , c lases
7. Estam entos, castas, clases
26 3
A P N D I C E
28 3
B i B L O G R A F A 93
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
4/17
' i,m*-:'-rt-i-;l-*,
Wm.:
]
,
',1i .,
:
' ',
'
'
1
(; ' ' " '
' ' :
< ' . '
...... . -
,
":PPS
^4,^ff^
i
II
e.-
:
"' " '
-lr.i"v':;
l :
;; 'i:"'
" . V -
.i-''^ff.f^r:; ;
J
( . . ' . ^ . '
;
I . ' . : : , '
.
" '
:
Lo
ideal y lomaterial
: :
.
, .
- V I
'
i
'X
Este
l ibro parte de un hecho y de una hiptesis.
El
hecho:
al contrario que los dems animales sociales,
los
hombres
no se
contentan
co n
vivir
en
sociedad,
sino qu e
producen
la
sociedad para vivir;
en el curso de su
existencia
inven tan
nuevas maneras
de
pensar
y de
actuar sobre ellos
mismos as
como sobre
la
na tu ra leza
que los
rodea.
Producen ,
pues,
Sa
cul tura
y
fabrican
la
historia,
la
H is tor ia .
L os
dems animales sociales tambin
son sin
duda p roduc -
to de una
historia ,pero
de una
historia
qu e
ellos
no han
hecho ;
la
historia
de la
naturaleza,
qu e
como
se
sabe consiste
en el
proceso evolutivo de la materia viva, de las especies vegetales
y animales
que ha
engendrado
la
naturaleza
en el
curso
de las
edades
de la
t ierra
y que la
componen.
Un hecho, pues, pero en absoluto como los dems, puesto
qu e
explicarlo requiere analizar tanto
la
evoluc in
de la na-
turaleza como la especificidad de l h om bre en el seno de esa
misma naturaleza.
Un
hecho
que en
absoluto
es
como
los
dems , puesto que los dems se sitan a su luz o a su sombra ,
y
del que necesariamente ha de pa rt i r el pensamiento en la
actualidad si
pretende explicar
el
h om bre
y su
historia ,
des-
arrollar la s ciencias naturales y las h u m a na s .
Pero cmo pensar
sobre
un hecho sin una hiptesis con
la
qu e
interpretarlo? Nosotros tenemos
la nuestra , qu e
desde
luego no es nueva ,
pero
que a nuestros ojos sigue conteniendo
un inmenso potenc ia l de explicacin terica. Esta hiptesis es
la siguiente:
el
hombre tiene historia porque
transjorma la
naturaleza. Y
a s imismo,
la
na tu ra leza p rop ia
de l
h om bre
con-
siste
en
tener
ta l
capac idad .
L a
idea
esque,de
todas
la s fuer-
zas que
ponen
al
hombre
en
m ov i m i e n t o
y lo
hacen inven tar
1 7
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
5/17
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
6/17
|
v
.*4^^ i ^ j^ . t . . .w} | i ' i 4^U
j
^
|
i | '*""
>j
. : : - ; - ? '
:
' '
; :
' '
-ltlil'^'.;)''^'
Lvi-Strauss, poco
sospechoso de evolucionista , la afirmacin
de
que la
teora
de las
superestructuras, apenas esbozada
po r
Ma rx y a la cual desea con trib uir , no
pone
en tela de
juicio el principio de orden [que es] el indiscutible primado
de las
inf raes t ruc tu ras?
4
.
De ah es de
donde hemos partido
tambin nosotros en este libro cuando hemos querido explorar
las relaciones entre el pensamiento, la economa y la sociedad,
anal i zando el peso de lo ideal y de lo lo material en la pro-
duccin de las relaciones sociales, en el desenvolvimiento de
las sociedades y en su h i s tor ia .
Todo el mundo puede apreciar la
dif icultad
del empeo y
lo que hay en juego. Se trata de ana l izar cmo y hasta qu
p u n t o
la s
realidades materiales, la s
de la
naturaleza exterior
al
hombre
y
aque l las
que l
m i s m o
ha
creado
o
t r a ns fo rm a d o ,
actan
sobre
la
organizacin
de su v ida
social
y, ms profun-
d am en t e , sobre el proceso de produccin de nuevas formas de
sociedad. Pero qu significa rea l idades mate r ia les? A I exa-
minar la cuestin, parece que hay que
d is t ingu ir
muchos tipos
yd e
mate r ia l idad , segn que su exis tenc ia y su ac t iv idad
impli-
quen
o no la existencia del homb re.
; En primer lugar, existe esa parte
in f in i ta
de la naturaleza
que se encuentra siempre
fuera
del alcance directo o indirecto
de l hombre,
pero
que sin embargo en ningn momento cesa
de actuar sobre l: el clima, la naturaleza de l subsuelo, etc.
Luego, est la parte de la naturaleza previamente trans-
formada por el hombre ,pero de un modo indirecto, sin que el
hombre
haya deseado ni
previsto
la s consecuencias de su ac-
'cin: la
erosin
de l suelo, las modificaciones de la vegetacin
ligadas
al
repetido
uso de la
quema
de la
maleza
con
vistas
a la caza, la agricultura, la
ganadera...
Tambin
existe,
po r
supuesto,
la
parte
de ia naturaleza
directamente transformada por el hombre y que, en adelante,
no puede reproducirse si n ayuda
de l
hombre, sin su atencin,
su energa, su trabajo. Nos estamos refiriendo aqu, ante todo,
a las plantas y a los animales domsticos que, hasta ayer, cons-
t i tuan el
p r inc ipa l e lemento
de su
subs is tenc ia . Ais lados de
los
h om bre s
y
dejados
a s
mismos, tales plantas
y
tales anima-
les sobreviviran en condiciones precarias, se asi lvestraran o
bien seran incapaces de reproducirse y desapareceran.
Po r l t imo, hayque
agregar
otras do s partes de anatura-
leza
que el
hombre
ha
transformado
a
travs
de su uso en l
proceso de produccin de sus condiciones
materiales
de vida:
en
primer
lugar, las
herramientas
y las armas,
fabricadas
a
< fc
partir
de
huesos,
de
madera,
de piedra,
etc., que-constituyen
otros tantos rganos exteriores qu e prolongan el cuerpo
huma-
no y a
cuyas fuerzas suman
la s
suyas. (Esto
no
puede decirse
de las mquinas, las
cuales
no funcionan como prolongacio-
nes del cuerpo
humano.)
A continuacin,
todos
los elemen-
tos de la
naturaleza que, despus
de
haber sido cercenados
de sta por la accin de l hombre, sirven, en su forma original
o luego de haber sufrido cambios de f o rm a o de estado, de
soporte material para la produccin de la vida social en todas
sus dimensiones:
la madera, los
huesos,
la
piedra,
el
cuero
o
los metales que se utilizan para construir sencillos refugios
o templos suntuosos, escuelas y bancos, estatuas de hombres
y de dioses. Las herram ientas, las armas, los monum entos y
toda clase de objetos constituyen los soportes
materiales
de
cualquier modo de vida social . Abandonados por los hombres,
se
descomponen en ru inas , en vestigios inertes y mudos qu e
ofrece la
historia
a la
codicia
y la
imag inac in
de los
arquelo-
gos de las pocas posteriores.
La frontera entre
la
na tu ra leza
y la
c u l t u ra ,
la
distincin
entre lo material y lo ideal t ienden, por otra parte , a borrarse
cuando
se ana l iza la fraccin de la na tu ra leza que ha sido
sometida d i rec tamente
al
hombre , p roduc ida
o
rep roduc ida
por el
hombre (animales
y
p lantas domst icos ,
utensil ios , ar -
m a s , ropas...). Esta na tu ra leza ex te r ior al h om bre no esexte-
rior a la cultura, a la sociedad, a la histo ria. Es la parte de
la
naturaleza t ransformada por la accin, y por lo tanto por el
pensamiento , de l hombre . Es una rea l idad mate r ia l y almismo
t iempo una realidad ideal, o por lo menos debe su existencia a
la
accin consciente
de l
hombre sobre
la
na tu ra leza ,
accin
qu e
no puede existir ni reproducirse sin que in te rvenga ,
desde
el
pr imer m om e n t o , no slo la conciencia, sino toda la realidad
del pensamiento, consciente e inconsciente,
individual
o co-
lectivo, histrico
y
ahistrico
5
.
Esta parte
de la
naturaleza
es
4
Claude Lvi-Strauss, La pense sauvage,
Pars ,
P i n , 1962, pg. 179.
5
C/.
captulo 4: El papel del pensamientoen la reproduccinde las
relaciones
sociales.
20
21
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
7/17
. til T
...iL,
,1 : : ' ; : ;
>
,N- ' ' > ' '
'
;
:
'
:
^
: l
. ' ' i " ''
j-r
" ,
'
:
* *-. ;> ''-.i.;,.,,.
IfJL:,.:'.>lrti |tl,
-,
:
'
;
l'
' '
iil'Ji;
. ' ' r
' '
lfc'J M
. ' ' i
'r'i
'"fM.si^'r
' ,
*-U
izu'i
.,,t .^3
i
*
4k
*^tpr
/
v; , t 'N
' i i j ^ ' -
>
..,,:,
:
:
:
' .
"
, '''4,1;
'
i.l
"T?llF'
Ji
sifilil
1
:.
;
; '
'iii
''"'f.jW
,
:
:
t
1
' ' l
1
'
1
' - ^
'i-iii
" '
( ; l l P f
' [ ' ' ' ' ' i f
'i
1
'
naturaleza apropiada, huma nizada, conver tida
en
sociedad:
la
historia inscri ta en la naturaleza .
A s
pues,
ha y
cinco clases
de
mater i a l idad cuyo conoci-
miento,
cuyo eventual control
po r parte de l hombre , si el
hombre logra adquirirlo, y en cualq uie r caso cuyos efectos
sobre
el
hombre
nopueden se r
idnticos. Porque
la
naturaleza
no cesa jams
de
actuar sobre
el
h o m b r e ,
si
bien
no de
idntico
modo segn
que l la
conozca
o no, la
domine
o no.
stos
son los
problemas
qu e
abordamos
en la
pr imera par te
de
esta
obra, d onde analizamos las dist inta s form as de apropiacin ma-
terial y social de la naturaleza , t ra t ando de descubr i r , en la
organizacin de los dist intos sistemas econmicos y sociales, el
efecto
de las
constricciones materiales impuestas
por las con-
diciones
de
reproduccin
de los
ecosistemas naturales
en que
se
hal lan inmersas
las
sociedades
qu e
actan sobre ellos
co n
objeto de reproducirse.
; La nocin de adap tacin designa de hecho las dis t in ta s
estrategias inventadas por el hombre para explotar los
recur-
sos de la
n a t u r a l eza
y
para hacer
f ren te
a las
cons t r i cciones
ecolgicas
qu e
pesan tanto sobre
la
reproduccin
de los re-
cursos como sobre
su
propia reproduccin. Adaptarse
es a la
vez someterse a las constricciones, tenerlas en cuenta y am-
pliar los efectos posi t ivos para el hombre, as como atenuar los
negativos, mediante
la
reglamentacin,
po r
e jemplo ,
de la mo-
vi l idad
de los individ uos y de los grupos, l im itan do sus efec-
tivos, inve ntand o medios para a lmacenar
lo s
a l imento s , e t c . ,
en
s u m a ,
oponiendo un a
prctica material
y
social
a las
cons t r i c -
ciones
mater i a les
de la
n a t u r a l eza .
Desde luego,
las
especies
que nos
rodean tampoco
ha n
podido sobrevivi r
ms que
adaptndose has ta
un
cier to punto
a los
recursos
y a las
constricciones
de su
m ed i o am b i en t e .
Pero
n i n g u n a e s
capaz
de hacerse cargo, consciente y
social-
mente ,
como hace
el
hombre ,
de una
par t e
de las
condiciones
objetivas
de su
ex i s t encia .
Es
i n d u d ab l e
que los
procesos
de
adaptacin
de los
hombres
so n
co n t r ad i c t o r i o s ;
y
t ampoco
so n
esiables
si no es
dentro
de
ciertos
lmites qu e mani f i es tan a la
vez el contenido de sus relaciones con la naturaleza y de sus
relaciones sociales, relaciones stas cuyas caracterst icas
nopro-
ceden de su voluntad ni de su consciencia. Pero, al mismo
tiempo, en el caso del homb re los procesos de ada ptac in im-
plican desde un principio la elaboracin de represen taciones
r
',
ll
i :
f
;
: :
]
i
ti' I^
* * - f a # - * " "
'
J
'
"jj?rI,L
1
; . .1 f
.'
i
;
.
ir
:
f p - ' : : ; (
:i
'i
;. ';
tHt-
f?
|
i
'
:
^iy*n"
PlNp
: '
.'
] , _ , ,
;
.'
:
-:-k|jj
: . ; : fvt
t ( , r ' i ? ?
Vil-''
,
,:
'
.' / : ( | '. '.
:
e
interpretaciones
de la
naturaleza
qu e
comparten todos
lo s
miembros de cada concreta
sociedad,
y la organizacin dedis-
t intas formas de intervencin individual y colectiva sobre la
natu ra leza b asadas en dichas rep resentaciones e interpretacio-
nes. Parece necesario, pues, analizar
po r
separado
lo s
efectos
que
t ienen
sobre
la organizacin de la
vida
social y
sobre
el
proceso de produccin de la sociedad esas material idades
pro-
fundamente dist intas, de las que unas t ienen su
origen
fuera
del hombre, en la naturaleza anterior al hombre, mient r a s
que otras proceden de ste, de su historia, y tienen su origen
dentro de una form a part icu lar de sociedad que dan por
pre-
supues ta .
Po r supuesto, todas estas distintas materialidades estn vincu-
ladas entre s , puesto que las que proceden de l hombre ha n
sido inventadas
para
actuar
(volver a actuar)
sobre
las qu e
proceden
de la
naturaleza. Pero
el
problema, nada
f c i l ,
con-
siste entonces en saber cules son las relaciones que existen
entre la s fuerzas materiales (e ideales ) que el hombre
inven ta
en una poca determinada y las relaciones sociales qu e s i rven
directamente de marco y de sostn a su accin sobre la natu-
ra leza .
O
b ien ,
po r
emplear
el
vocabular io
de
M a r x , en cules
seno
de un determinado ecosistema y las
relaciones
sociales qu e
intelectuales existentes en una sociedad que se reproduce en el
seno
de un
determinado
cosistema y las
relaciones
sociales qu e
f unc ionan en dicha sociedad como relaciones de
produccin .
L a d i f i cu l tad proviene de que n u n ca ha h ab i d o ninguna .
sociedad que exista a medias o en f ragmentos : una sociedad
existe siempre como un todo, como un conjunto art iculado de
relaciones y funciones todas las cuales so n simultneamente
necesarias para que la sociedad exista como
tal,
pero cuyo
peso sobre
la
reproduccin
es
desigual . Esto
es lo que
hace
que la
reproduccin
de tal o cual
tipo
de
sociedad
no pueda
proseguir m s al l de determinadas variaciones o al teraciones
de las relaciones
sociales
que las
componen
y de la
base mate-
rial sobre la que se apoya.
Por lo tanto,
slo
mediante la abstraccin puede el pen->
samiento separar
la s
distintas partes
de un
todo,
la s
fuerzas
productivas de las relaciones de produccin, y separar
estas
do s
real idades tomadas conjuntamente
(queen
adelante
lla-
maremos po r cos tumbre in f raes t ructura) de l resto de las
relaciones sociales
(que
pasarn
a ser las
superestruc tu ras ) .
22
23
fV l
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
8/17
*;
^ '1-;l;'T|PPl. ..:v
.
; , ; ' * .
/ , . . >
'J:;f''
J
hlr
; llA
*';?
i
-
.,. . ,., 1
,|.y,;, ,. jaiji,
u
>u
i
ltf
]
.
. : . . .
.
: ' . , 'h '.
' .
. :' : 1 i,
R e p a r e m o s d e pasada en' que
in f raes t ruc tu ra
y superes t ruc-
t u r a s
son una
mala t raduccin
de los
t r m i n o s Grundlage y
bcrbuu
u t i l i zados
po r
M a r x ,
El berbau es la cons t rucc in ,
el ed i f i c io que se levanta sobre lo s c imien tos , Grundlage. A h o r a
b ien , se v ive en la casa y no en los
c imientos .
De m an e r a q u e ,
lejos de r ed u c i r la s s u p e r e s t r u c t u r a s a una
r ea l idad
empobre-
c i da ,
o t ra t raduccin
de
Marx hubie ra
podido poner
el
acen to
en su
im p o r t a n c i a . . .
En
c u a l q u i e rcaso, cu an d o m ed i an t e
la
abstraccin
el
pen-
sa m ie n to
separa las partes de un todo y trata de analizar sus
relaciones, lo que pretende es reconstruir la operacin de la
pr imera pues ta
en
contacto
de las
p a r t e s
qu e
f orman
es e
todo
para saber
si tal
proceso
se l imi t a ser una
correspondencia
im p u e s t a
de
a lguna manera desde
el
ex ter io r ,
un
ajuste rec-
proco
de elementos de la prctica social en principio extraos
lo s unos a los
otros,
o bien si, por el con t rar io , el
proceso
fu e
algo
ms que
todo eso:
la
creacin s imul tnea
de
elementos
de la vida social que desde un princ ipio man tienen una rela-
cin de recproca correspondencia
in te rna ,
debido todo a una
puesta
en
m o v i m i en t o
de la
sociedad
qu e
t iene
su
o r igen l t imo
en la accin del hom bre sobre la natu rale za.
Es ev i d en t e q u e ,
en la
h i s to r i a ,
las dos
versiones posibles
no se exc luyen , correspondiendo l a pr imera , sobre todo , a l as
respuestas de una sociedad sumisa a las presiones, es decir, a
la s i n t r u s i o n es de l ex t e r i o r , y la segunda a una s i tuacin de
presin in te rna , a una d inm ica endgena de a sociedad. Asi-
m ism o es evidente que, en el primer caso, la produccin de
nuevas relaciones sociales
es en un
cierto sentido
un a
produc-
c i n s ecu n d a r i a , d e r i v ad a : el efecto de l encuent ro (que puede
se r ab s o l u t am en t e acc id en t a l) y del a jus te de real idades ya
presentes
y
heterogneas,
lo
cual impl ica
la
existencia
de
rela-
ciones
de
compatibi l idad parcial entre
esas
real idades.
E n
cuan-
to al
segundo
caso,
de
a lguna manera
no s
si ta
f rente
a los
mecani smos
de la
propia produccin original
de
nuevas rela-
ciones sociales, frente al mecanismo primario de la produccin
de la
sociedad.
Sera por lo menos necesario que tal mecani s -
mo exist iera. Precisamente en haber hecho de esta pi ttesis el
hi lo conductor de su pensamiento se basa
la
originalidad y la
im p o r t a n c i a , tan vigente hoy como ayer, de Marx para el des-
arrol lo de las ciencias sociales y del conocimiento del hombre.
Pero hay que
apreciar c l aramente
en qu se
convierte
la
24
:
his to r ia
segn
el
pensamiento tome part ido
por una u
otra
de
\.
las dos vers iones , o bien por las dos a la vez. En el
pr imer
caso, la
par te
del azar parece imponerse a la parte de la ne-
cesidad
en el
proceso
de
fabricacin
de la
sociedad
y de
la ,
puesta en movimiento de la historia. En el segundo ocurre lo
contrario. Y en real idad, puesto que am bas ve rsiones no se
exc luyen ,
la historia no se reduce a n i n g u n a de las dos. Surge
de su combinacin , de su concurrencia.
Lo que vara en la real idad es la parte que corresponde
al azar y a ^ a necesidad en las circunstancias de l nacimiento y
de l manten imien to , e f mero o
duradero,
de las nuevas
formas
de prctica social, de los nuevos modos de organizar la so-
ciedad. Pero lo que est presente en todos lo s casos, constitu-
yendo de a lguna manera el mnimo de necesidad intencion l
que acta en toda sociedad y
sobre
el la misma, que fabrica la
historia y la impele, es la accin misma de las caractersticas
de sus
relaciones sociales,
co n
desiguales capacidades para sur-
gi r
ydesaparecer. Desde luego, es la
accin
de los hombres
lo-*
qu e hace
nacer
y desaparecer su s
relaciones sociales,
pero las
caracterst icas
de
estas relaciones
y su
capacidad para
repro-
ducirse dentro de ciertos lmites no procede de la vo lun tad ni
de la conciencia de loshombres. Y es la necesidad insoslayable
de tener qu e someterse a esas caracterst icas lo que
pone
en
marcha y gua los
procesos
de erosin, de destruccin,
de
ajus-
te s
recprocos,
que hacen en lt imo trmino compatibles la
presencia
y la
accin
de las
relaciones sociales
surgidas por
separado o a la vez dentro de una nica total idad social , es
decir, de una sociedad local sometida a las constricciones m a-
teriales
de la naturaleza que la rodea, del ecosistema donde
est inmersa, s in que jams dejen de actuar tales constric-
ciones.
Pero si no todos lo s
componentes
de la vida social tienen
el
mismo
peso
en el
proceso
de
produccin-reproduccin
de
la
sociedad, s existe un a jerarqua entre la srelaciones
sociales,
segn
la o las
funciones
qu e
asuman dent ro
de ese proceso,
si bien las relaciones materiales- ideales de ios hombres con la
naturaleza y las relaciones de los hombres entre s , que sirven
precisamente de sostn, de marco de su accin mater ia l sobre
la naturaleza, pesan ms que los dems elementos de la prc-
tica social en el proceso de produccin de lasociedad, en suma,
si
existe, po r decirlo en palabras de Lvi-Strauss, un
indis\
25
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
9/17
;
1
1
cutible primado de lias infraestructuras, entonces
ha y qu e
concluir
qu e ,1a parte que corresponde a la necesidad dentro
de la
historia
no se
reduce
a;I
mnimo
de
necesidad aintencional
qu e
acta
en toda y
sobre toda sociedad, sino
que lo desborda
ampliamente, s in nunca suprimir , no obs tante , la existencia y
el pape l de l azar y de la
contingencia
dentro de la h i s tor ia .
Si
la historia es
ante todo
la
gnesis
de
nuevas formas
de pen sam iento o de sociedad y el paso de una forma de so-
ciedad o de pensamiento a otra, si ,
j u n to
a los accidentes del
azar
y las transiciones forzadas, existen asimismo gnesis si-
mul tneas de elementos diferenciados de la prctica social que
se corresponden entre s porque responden a un mismo impulso
procedente de l interior de la propia sociedad, no creados e
impuestos
por el
exterior,
y si en
todas
las
pocas
se
ejerce
algo as
como
un
p rimado
de las
in f raestruc tu ras , entonces
pa -
rece
difcil afirmar que la historia slo es, en todos los casos,
un efecto de l azar y una irreductible
contingencia.
Si n embargo,
es lo que dice Lvi-Strauss cuando escribe, a propsito de l
mi lagro
griego
y del
paso
de l
pensam iento mt ico
a la
f i l o -
sofa
en la
Grecia
antigua, que lo que
all sucedi
no fue ms
que una ocurrencia histrica que no tiene m s significacin
que el haberse producido en aque l lugar y en aquel momento,
pues to
que ni
aqu
ni
all
er a
necesario
el
paso,
y si la
his-
toria le
reserva
un puesto en primer plano, es ella la que
otorga legalidad a la contingencia
i r reduc t ib le
6
. Se dira que
la idea del primado de las
in f r aes t ruc tura s ,
tomada de Marx ,
queda amputada de una pieza indispensable, lo que le resta
lo
esencial
o
poco menos
de su
alcance. Volveremos sobre este
punto ,
pero
antes necesitamos precisar lo que nosotros
enten-
demos por la distincin entre infr aestru ctura y superestruc-
turas .
La
cuestin no es
sencil la;
ha acarreado numerosos desba-
rajustes en el pensamiento e incluso en la accin. Recordemos
que, hace bien pocos aos, determinados discpulos de M a rx ,
co n
A l t h u s s e r
a la
cabeza , organiza ron
un
gran revuelo alre-
dedor
de
esta pareja
de
conceptos
a los que
hicieron
da r
unos
pasos
de bailes forzados, por no decir burlescos, dentro de una
teora que desplegaba una
ab u n d an t e ; ab s t r acc i n filosfica
y
6
C laude Lvi -St rauss , Du miel aux cendres . Pars, Pi n, 1965, pgi-
nas
407-408.
que, debido sin duda a ese hecho, provocaba intimidacin y
propagaba la confusin' en el nimo de los especialistasen dis-
ciplinas
m s empricas, y tal vez
tambin
en el de los
hombres
de
accin.
Poco apoco, bajo la
et iqueta
de Marx, hemos visto
lanzar al terreno de juego de las
c iencias
sociales un modelo
que representaba a la sociedad como una especie de
pastes
compuesto de
capas
superpuestas y
desiguales,
de las que la
m s du ra (l a
infraestructura)
sostena a las dems ( la s su -
perestructuras); stas iban perdiendo co nsistencia a medida qu e
se acercaba uno a la capa superior, compuesta por todas las
ideas
e
ideologas
qu e
tienen
los
hombres
en la
cabeza
y que
reflejaran, de manera parcial y de formada , a la vez el interior
y
el exterior de su sociedad.
Se supona que
estas
deformaciones no nacan nicamente
del azar, del error o de la ignorancia. En una gran p arte , se
consideraban impuestas por la
necesidad,
presente en todas
as
sociedades
y
tomada
a su cargo por el
pensamiento,
de egi-
imar a ojos de cada individuo el lugar que l ocupa en la
sociedad y en el universo, hacindolo de tal modo que cada
individuo contribuya desde su puesto, inferior o superior al
de
otros,
a reproducir sus relaciones
sociales
y, en stas, el
conjunto del edificio social.
De ah que la
produccin
y la
asuncin compartida
de
estas
representaciones deformadas-deformantes sobre
los
hombres,
su
sociedad y la naturaleza que los rodea, se consideraran los agen-
tes que insti tuan inmediata y necesariamente, entre cada in-
dividuo y sus condiciones reales,
infraestructurales,
de vida,
toda una serie de relaciones imagin arias que lim itaban y se-
cuestraban el progreso del pensamiento y de su accin.
Nada haba de verdaderamente nuevo en
esta
teora ni
tampoco era del
todo falsa. Quien haya frecuentado,
po r
poco
qu e
sea,
la
historia
o la
antropologa,
o
sencillamente haya
,
observado
la
vida cotidiana,
no
ignora
que los
individuos
pueden mantener
relaciones
imaginarias
con sus
condiciones
de
existencia, luego consigo mismos
y con los
dems.
Y
todo
el mundo sabe que las ideas tambin pueden servir para legi-
timar un orden social, hacer aceptar la s relaciones de domina-
cin
e
incluso
de
opresin entre
los
estamentos,
la s
castas
y
las
clases
qu e
pueda haberse
en ese
orden social,
o
bien
se r
todo su fundamento.
Pero un a
teora
tambin debe tener en cuenta el hecho
26
27
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
10/17
L
de que esas relaciones
imaginarias
rio son tales para
quienes
la s creen
y
actan
en
consecuencia,
o
b ien
el
hecho
de que las
ideas que ha n servido para legit ima r: un orden social pueden
volverse maana cont ra
l
y
servir
para des t ru i r lo . Aunque no
todo era falso
en
es a teora, s resul t aba fa lsa f rente a los
hechos dist intos
o
contrarios
qu e
dejaba
de
l ado .
Po r
nuestra parte,
nosotros
habamos elegido
un
camino
dist into
un a
decena
de
aos antes.
En
contacto
con los
t raba-
jos de los antroplogos y de los historiadores, en especial los
de la Ant igedad y de la ^ Edad Media , no s haba parecido
imposible retomar tal cual las nociones de infrae struc tura y
superestructuras.
D os
hechos,
sobre todo, no s
hicieron exami-
nar con
mayor detal le
la s
real idades
qu e
designaban esos tr-
minos ,
y ese examen nos oblig siempre a plantearnos la mis-
ma pregunta: qu parte
corresponde a las
ideas,
a lo ideal,
en el
funcionamiento
de las
relaciones sociales? Qu par te
corresponde
al pensamiento en la produccin de la sociedad
y
en su
reproduccin?
7
.
El primero de estos hechos fue la constatacin de que
n inguna
accin mate rial del hombre sobre la naturale za, entin-
dase ninguna accin intencional , querida por l , puede real i -
zarse
si n
recurrir, desde
su salbores en la
in tencin ,
a las
rea-
l idades ideales,
a las
representaciones,
lo s
juicios
y los
pr in -
cipios
de l
pensamiento
que en
n ingn caso ser an n icamente
reflejos mentales de las relaciones materiales originadas f ue ra
de l e n tendim ien to , an ter io res y ajenas al en t en d i m i en t o .
Y estas real idades ideales tampoco parecan ser de una
nica clase. Jun to a represen taciones de l a naturaleza y del
hombre , encont ramos represen taciones
de l
objet ivo,
de los me-
dios,
de las
etapas
y de los
efectos
que se
esperan
de las ac-
ciones de los hombres
sobre|
l a na turaleza y sobre s mismos,
representaciones que al mismo t iempo organizan una secuencia
de acciones y legit iman el lugar y el estatus de los actores en
la sociedad. Representaciones q ue explican quin debe hacer
algo, cundo, cmo
y por
qu.
En
suma,
en el
corazn
de las
7
Una pr imera formulacin de nues tras reflexiones sobre este tema fu e
objeto de un ar tculo aparecido en l H omme en 1978 y ti tulado La par t
idelle
du
rel.
En la
segunda par te
de
esta obra,
qu e
incluyeas imismo
el cap tulo a que hemos alu dido un poco antes sobre el papel del pen-
samiento en la
reproduccin
de las relaciones
sociales , presentamos
al
lector una versin ampliada y reelaborada de ese texto.
28
relaciones materialesde l hombre con la naturaleza, aparece uha
v
f ^
p a r t e
ideal
d o n d e
se
ejercen y' se mezclan
la s
tres
f unc iones
J
' ' " .
de l
pensamiento :
represen tar , o rgan izar y
legi t imar
la s rea-
;\
cones de los
h o m b r es ' en t r e
s y con la
naturaleza.*"
? ; , ; ,
La demo s t racin hecha a propsito de las
ac t iv idades
m a- :
te r ia les de los
hombres puede repet i rse as imismo para todas
la s
d em s
ac t iv idades
h u m an as , p ar a
cua lquie r
otra relacin social ,
de paren tesco , de autor ida d, e t c . Puen en toda relacin social . .. ,
ex is te un a par t e ideal qu e aparece a la vez como una de
la s
condic iones propias de l n ac i m i en t o y la reproduccin de esa
relacin
y como su esquema de o rganizacin in terna , como un a
par te de su
a r m ad u r a , com o
la
par t e
de esa
re lacin
que
existe
, ..
en el
p en s am i en t o
y
q u e ,
por eso mismo,
fo rma par te
de l
pen-
samiento ,
Pero adelan tmo nos en seguida a los contrasentidos y la s
f
f
|
acusaciones de mala fe. Porque decir que toda relacin social
existe al mismo t iempo en el pensamiento y
f ue ra
del pensa-
m ie n to
no
impl ica
en
absoluto
qu e
toda
la
relacin
se
reduzca
al
pensamien to de donde se deduce. S lo quier e deci r que e l
pensamien to no existe como
ins tanc ia
separada de las rela-
ciones sociales, como una s upe restru ctura donde iran a refle-
jarse a posteriori y deformados los dems componentes de la
real idad
social,
de una
real idad nacida fuera
de l
pensamiento
y
al m a r g en de l pensamiento , y sobre la que ste
so
ejercera
un a accin retrospectiva, accin tanto menos ef icaz cuanto que
par t i r a de representaciones m uy d e f o r m ad as de lo real .
De todos modos, lo dicho no impl ica tampoco que en el
pensamien to
todo se reduzca a las condiciones sociales e his-
tricas
en que se
ejerce,
ni por lo
t an to t ampoco
su
con ten ido ,
como se deducira en caso contrario. Porque el pensamiento del
hombre
no
consiste
en
abso luto
en el
hecho
de que el
h o m b r e
tenga un cuerpo y un cerebro, gracias a los cuales t ambin
tiene la capacidad de aprehender y de construir relaciones,
relaciones entre las relaciones, etc., en suma, la capacidad de
pensar. Siempre hay en el ejercicio de l pensamiento algo qu e
desborda el momento h i s t r i co y las condiciones materiales y
sociales
de
este ejercicio, algo
qu e
remite
a
otra real idad
y a
otra
h is tor ia
d i s t in ta
de la del
hombre, alguna cosa
qu e
remite
a la historia de la naturaleza , an ter ior y exterior,
pero
al m i s m o ;'
t i empo in ter io r ,
a la del
hombre , pues to
que lo ha
do tado
de
;
un
organismo material (el cuerpo) y de un rgano (el cerebro)
29
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
11/17
: .
-
..:"
:
l
. : i
:
:
,
h
i
, .i" 'I
^
1
'i i
' :
'
los
calusa d Florida se hin encon trado j e ra rqu as soc ia les
estables en forma de t tulos, rangos e inc luso , en tre lo s ca lusa ,
castas , en la c u m b r e de las;
cuales
la s a r is tocrac ias do m i n a n
a las gentes de l comn , l lamadas perros pestosos, hasta el
punto de tener derecho de vid'a y muerte sobre los e s c l av o s " .
Pero la arqueologa no s in fo rma a n ms, puesto que nos
p e r m i t e a d i c i o n a l m e n t e s i tuar en el
t i e m p o
y
loca l izar
en el
espacio
lo s
lugares
y las
pocas donde
se han
desar ro l lado ,
no
slo a s
p r imeras soc iedades
de
c lases , s ino
la s
p r imeras fo rmas
\
de Estado : e l an t iguo Egipto, Mesopo tamia , Mesoamr ica , Ind ia
septen t r iona l , Ch ina . Todo estos espacios, anteriorm ente poco
hab i tados
o
deshab i tados , s lo pudieron
se r
puestos
al
servicio
de los hombres y de los dioses mediante un considerable es
:
f ue rzo
mater ia l y soc ia l ,
fuera
de l
alcance de las primeras so-
ciedades agrarias o agropastoralcs del neoltico. Yall esdonde
aparecen
la s
p r imeras c iudades
12
, constru idas como
lo s
pobla-
dos neolt icos
alrededor
de un
centro ceremonial
donde
residen
y viven los dioses a los que sirven permanentemente los
sacer-
dotes, los artesanos, los criados y los
esclavos,
en suma, una
pob lac in seden ta r ia
y en
ade lan te espec ia l izada
en las
tareas
idea les
y mater ia les qu e
g lor i f i can
a los dioses y
benef ic ian
a
lo s homb res , man ten id a po r e l t raba jo de la comun idad agrcola
o ag ropasto ra l , qu e v ive den tro de la c iudad o en los alrede-
dores
y
q u e
se
iden t i f i ca
co n
el
dios o
el
rey que reina. Ah es
donde se realiz la separacin de
funciones
y de clases entre
sacerdotes,, guerreros y los que ac tua lmen te l lamar amos t ra -
bajadores
agricul to res ,
ganaderos, artesanos,
comercian tes;
y
esta
misma separacin
hace
necesario
el
Estado para volver
a combinar , en o tro p lano , lo que ha quedado separado , para
u n i f i c a r lo que se ha dividido, para mantener cada estamento,
cada casta y cada clase en su lugar dentro de la j e ra rqu a
de las cosas v i s ib les e
invis ib les
que componen e l un ivers o .
sta
es la razn de que
el
Estado, en sus orgenes, pertenezca
al m u n d o de lo sagrado y de que qu ienes lo encarnan o lo go-
biernan sean dioses qu e viven entre los hombres , como el fa-
11
C .
John
M .
Goggin
y
W il l iam Sturie rant , The
Calusa,
a
Stra t i f ied,
non Agricu l tura Socie ty, en W.
;
Goodenough (ed. ), Explorations
in
Cultural An thropology ,
Nue va Yo rk , Mc G ra w
H i l l ,
1964, pgs. 179-220.
12
Cf .
la obra clsica de Ro be r t Ada m s
Th e
Evolution of Urban
Socie ty . Early Mesopotamian and Prehstoric Mxico, Londres, Weisen-
feld and Nicolson,
1966.
3 4
f
i
.'
;
ran
13
y el
Inca,
o
bien hombres
tan
p rximos
a los
dioses,
como
es el
caso
de
los reyes
smenos , qu e
todos,
los
aos
se
u n a n
en las
p ro fundidades
de l
templo
co n
I n a n n a ,.l a diosa
de l amor, realizando as, con su directa ayuda divina, un rito
de fe r t i l idad que f ecundaba e l v ien t r e de la s mujeres y multi-
plicaba las
cosechas
y los rebaos'
4
.
Pero nada
de
esto
desborda
lo que
para nosotros
slo
es la
parte imaginaria de los servicios que prestaba el soberano. En
la lista de los deberes sagrados del monarca sumerio , su primera
ocupacin consista
en
de fender
el
te r r i to r io
de la
c iudad ,
pa -
t r imon io d el dios, hacer
la
guerra
y
proteger
a sus
subd i to s ;
la
segunda consista en crear, mantener y extender el sistema de
canales de irrigacin que aportaban al pas fe r t i l idad , prosperi-
dad y bienestar. La
l t ima ,
para terminar, consista en hacer
re inar
la
jus t ic ia ,
en
velar
por que los pobres y los
dbiles
no
f u e r a n
opr imidos
por los
ricos
y los
poderosos '
5
.
Su s
poderes
sobre e l mundo invisible deban demostrarse, pues, en el m u n d o
vis ib le donde se desar ro l laba la v ida co t id iana de su pueb lo .
Esta amalgama
de servicios, algunos de los cuales hoy nos pa-
recen
absoluta ment e imaginarios, pero otros absoluta mente rea-
les, aportaba
las
razones para
que los
miembros
de la
comun idad
aceptaran el ejercicio de su poder y su dominacin
16
.
Puede apreciarse hasta
qu
pun to
la
domesticacin
de las
13
C{ .
He n r i F ra n c k fo r t ,
La
royante
et les dieux,
Pars , Payo t ,
1961:
E n el Prximo Oriente de la Antigedad se consideraba que la realza
era la base misma de la Civilizacin. A sus ojos,
slo
los salvajes podan
viv i r sin rey. Pero si se considera la realeza
como
un a ins t i tuc in pol-
tica,
no s
colocamos
en un
pun t o
de
vista
que los
ant iguos
no
hubieran
podido comprender. En e fec to , segn nosotros, esto impl ica que la pol-
t ica
humana puede ser estudiada en s misma.Pero, a ojos de los anti-
guos y segn su experienc ia , la vida formaba parte de una vasta re d
de conexiones qu e sobrepasa la s comunidades loca les y nac ionales, ex -
tendindose
hasta las profundidades secretas de la na tura leza y de las
potencias
que la gobiernan.
Todo
lo que tena una
significacin
estaba
incrustado ,
inserto
en la
vida
de l
cosmos,
y precisamente la funcin
del rey consist a en mantener la a rmona de esa in tegrac in (pg. 17) .
14
C .
S , N. Kramer,
Le Mariage Sacre,
Pars, Bcrg
I n t e r n a t io n a l ,
1983.
Espec ia lmente
el cap tulo 2,
pgs. 55-80.
15
Ibidem, pg.
29 .
16
C .
H . F ra n c k fo r t , op. cit.: E pod er del fara n sobre sus subditos
no
acababa con la muerte y hay que recordar que tal
poder
no era per-
cib ido como una t i rana , que se aceptaba de buen o mal grado, sino que
se vea como la relacin que determinaba la funcin y el lugar que ocu-
pa ba
en e
m u n d o cada subdito (pg. 89).
35
;
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
14/17
~ M
fov
plantas y
los
animales, el
'desarrollo
de nuevos artes y oficios,
t ransformaron
las antiguas
relaciones
que mantenan las socieda-
de s preneolticas de cazadores^recolectores con la naturaleza. Si
tomamos, con todas las
reservas
que se imponen, el ejemplo de
los aborgenes
australianos
para esclarecer el funcionamiento de
esas sociedades desaparecidas hace tanto tiempo,
se
constata
qu e
en
esas sociedades, como en las sociedades de castas o de clases,
no todo el mundo tiene acceso del mismo modo a los
poderes
invisibles
qu e controlan la reproduccin de la naturalezasilves-
tre y del propio hombre; ciertas secciones o ciertos clanes se
encargan de actuar sobre
el
Sol, mientras que otros lo hacen
sobre
la Luna, otros sobre la Serpiente pitn seora de la llu-
via ,
e tc .
17
. Pero todos
tienen qu e
hacer
su
par te
y
cooperar para
rep roduc i r e l
orden
de l mundo . De l mismo modo, cuando se
trata de las ceremonias de iniciacin o de los r itualesde ferti-
l idad,
todos
cazan,
recolectan
y pescan, no
para ellos sino
para
reproducir su comunidad en tanto que tal comunidad, para co-
municarse
con las fuerzas del universo que sustentan la exis-
tencia. Y ese trabajo material adicional es puesto por todos
al servicio de
todos.
En
las sociedades de
estamentos,
de castas o de clases, las
funciones estn separadas
y el acceso a los
dioses tiende
a estar
reservado
a
unos pocos.
El
t rabajo
adicional de
todos para todos
se convierte
en
trabajoae casi todos para los
qu e
desde entonces
encarnan los intereses generales de la comunidad. Queda as
abierto el
camino
para que el
poder ligado
a la
funcin
se
con-
vierta en
poder
de
explotacin,
y
para
que el
trabajo adicio-
na l puesto al
servicio
de
todos
se
convierta
en
trabajo exce-
dente.
En tales contextos
es
donde aparecieron
el
derecho,
las ma-
temticas
y la
astronoma,
y
donde
a
veces
la filosofa
arrebat
su
puesto
a la teologa y la mitologa
18
. Es difcil pensar, como
afirma
Lvi-Strauss
d el
m undo gr iego ,
qu e
tampoco aqu
era el
paso necesario. Con lo que en
absoluto quiere decir
qu e
todo
se a con t ingen te en la o rgan izacin
in te rna
de la s sociedades,
puesto que, para l, dentro de cada una de las estructuras con-
17
C/. C . G. Branden tein , T h e M ean i n g of Section and Section
a m e s ,
en
Oceana
XVI (1)
( s e p t i e m br e
de 1970),
pgs.
39-49.
18
C/.
la
clsica obra
d e H .
F r a n c k f o r t ,
J.
W i l s o n
y Th.
Jacobsen,
Befare Philosophy, Londres , Pel i can Books , 1949 (1 .
a
ed.), reeditada cons-
t antemente .
36
cretas que componen conjuntamente, una sociedad concreta reina
un
determinismo estricto,
el de las
propias condiciones
de
fun-
cionamiento
de esa estructura. Y en tre
estas estructuras
y las
dems existen
relacionesd ecorrespondenciay de
compatibilidad,
sin qu e ninguna necesidad interna
rija
su copresencia en el seno
de la
misma
sociedad, copresencia qu e
dependera
en
todo caso
de
inverificables
factores
probabilsticos.
Para l, la historia
parece
servir ante todo de pretexto y de
ocasin
para desencadenar
el
juego
de l
p e n sa m ie n to
salvaje o
domstico plante ndole situaciones contradictorias y est ructu ras
de contrad iccin sobre las que pensar
".
Si bien estamos de
acuerdo
con l en el
segundo punto,
no lo
seguimos
en el
pri-
mero. Puesdnde encontrar , f u e r a
de la
m u t c r i a
y
de la r iqueza
de las
contradicciones,
fuera de las situaciones y de las estruc-
turas contradictorias que el
hombre produce
al
actuar sobre
la
naturaleza
y sobres
mismo,
la s
razones
que
hacen
que las
socie-
dades
se
dividan dentro
de s
mismas,
que el pensamiento se
oponga
a s
mismo,
en
suma,
qu e
hacen
qu e
tengamos
un a
his-
toria ms abundante en necesidad que en azar?
Regresemos
al
punto
d e
partida
de
estos anlisis, puesto
q ue
conviene
volver a examinar la distincin entre
infraestructura
y
superestructura debido
a la
activa presencia
de l pensamiento
en el corazn de las actividades materiales del hombre. Las
relaciones sociales no soncosas. No existen sin la intervencin
y la accin de los hombres, que las producen y lasreproducen
a diario , lo que no implica que se reproduzcan cada vez idntica s
a como eran la vspera o el da anterior. Todas las
relaciones
son
realidades
en
f lujo,
en
movimien to ,
y en ese
movimien to
se
deforman en mayor o menor medida , se
a l te ran ,
se
erosionan
co t id ianamen te ,
desaparecen o se metamor foseana un ri tmo
imperceptible o brutal, segn el tipo de sociedad a que
perte-
nezcan.
Pero,
puesto
que el
pensamien to
no es una
instancia
separada de las
relaciones sociales, puesto
qu e n inguna
sociedad
t iene
ar r iba ni
abajo
ni se compone de capas
superpuestas,
te -
nemos
qu e sacar laconclusinde que la distincin en t re i n f r a e s -
t ruc tu ra y
superest ructuras ,
si es que
retiene
a lgn sentido, no
es una
distincin
d e
niveles
o de instancias lo mismo que no es
un a
distincin entre
inst i tuciones. Y
precis amente este hecho
h a
"C. Lvi -St rauss , La Pense sauvage, op. cit.. pgs . 124 y 127.
37
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
15/17
fiflllffl|
,. , . .
i |
:
;
'
: ; : . ' . ' : '
sido el segundo punto
de
partida
de
nuestra ref lexin sobre
la
nocin
d e
i n f r a e s t r u c tu r a .
'
,
No nos extenderemos i
sobre
este punto, pues nos parece
que se han
logrado
resultados importantes gracias a lasd iscusio -
nes de lo s
antroplogos
y
determinados historiadores
de
la
A n-
tigedad sobre
lo s
lugares
y las
fo rmas
de la
economa
en las
soc iedades an t iguas o no occidentales. L a mayor parte de los
economistas, cualquiera que sea su ideologa, tienen una visin
p r o f u n d a m e n te
e tnocn tr ica
de la
economa
que los
conduce
a
buscar es pontn eam ente, en todas las sociedades, la exis tencia
de instituciones y de relaciones econmicas separadas y
dife-
renc iadas de las relaciones sociales, como las que hay en la
soc iedad cap i ta l is ta occ iden ta l , s iendo
as que la
p roducc in
y
e l in te rca mbi o de b ienes se desenvuelve en lugares e
in s t i tu -
ciones
qu e
sirven
de
sostn
al
f u n c io n a m ie n to
de las
relaciones
de parentesco, de las prcticas religiosas y de las relaciones
pol ticas
( fami l ia ,
Igles ia, Estado ). Corresponde a K. Pola nyi el
mri to de
haber demostrado
que a
economa
no
ocupa ,
en las
sociedades y en la historia, los mismos Jugares y as mismas re-
laciones sociales, sino qu e cambia de fo rma segn qu e est o
no
empo trada
en el
f u n c io n a m ie n to
de las
relaciones
de
paren -
tesco o de las relaciones pol tico-religiosas. D e todos modos,
a u n q u e l a
teora
de
Po lany i
no s
desp ie r ta
a lgunas
reservas
20
, el
resu l tado
de
la s
d iscusione s a que d io lugar ha perm it ido vo lver
a examinar la noc in de re lac iones soc ia les de p roducc in ,
que para Marx de f ine la es t ruc tu ra econmica , lo s c imien tos
(Grundlagc)
sobre
los que se
alza
el
ed i f ic io
(berbau) de
cada
sociedad. Hemos
aislado,
pues , la s
relaciones
de
produccin
de l
con jun to de las
relaciones materiales
e
ideales
de los
hombres
con la na tu ra leza . En una p r imera
e t apa ,
hab r a que expl ic i ta r
la
de f in ic in
de
relaciones
de
p roducc in , desembarazndo las
de
toda referencia a cualquier sociedad particular. D e este modo
se hace
ev iden te
que las
relaciones
de
produccin
son las
rela-
ciones
entre
los hombres ,
cualesquiera
qu e
sean
en
concreto ,
20
Cf .
m s ade lan te , cap tu lo 5 . En 1962t u v im o s c o n o c im ie n to de la
obra de P o l a n y i a t ravs
de
la
po lmica
que
haca
es t ragos e n t r e los an-
troplogos
p a r t i d a r io s
y adversar ios
d
su s
categoras
economa
sus tan -
; tiva
y economa fo rmal. Antes que
nosotros,
C. Meil la s soux
hab a
reci-
b i d o la i n f l u e n c i a de Po lany i en Estados U n id o s . Fu e m u c h o d esp u s
c ua n do e n F ra n c i a
d e b a t i e ro n
los h is to riadores con los a n t r o p l o go s la
obra de Po lany i en la revis taAnnales ES C
( n o v i e m br e -d i c i e m br e
de 1974) .
i
que asumen
una,
o t r a ' b;las
tres
func iones s igu ien tes: de te rm inar
la
forma social del
acceso
a los recursos y
al control de ,
la s
condic iones de la produccin; organiza ' r el desenvolvimiento del
proceso de t raba jo y ^ is t r ibu ' i r a los miembros de la sociedad
en ese proceso; y determinar la forma social de la circulacin y
la red i s t r ibucin
de los
p roduc tos
de l
t raba jo ind iv idua l
y co-
lectivo.
A
p a r t i r
de ah ha sido posible demostrar que en deter-
m i n a da s sociedades las relaciones de parentesco (aborgenes
aus-
t ra l i anos ) ,
las relaciones pol ticas (Atenas en el siglo v) e incluso
la s
relaciones pol tico-religiosas (antiguo Egipto)
funcionan
al
m i s m o tiem po como relaciones de producci n. Este r e sul tado ,
qu e
converge
con las conclusiones de Po lany i ,
nunca hab a s ido
ten ido
seri ame nte en cu enta por los antroplogos y los histo-
r iado res marxis tas . En el plano terico, cabra resumirlo como
sigue: la
d i s t inc in
en tre
la s
relaciones
de
produccin
(ss
decir ,
la in f raes t ruc tu ra
a m p u ta d a
de las
fuerzas p roduct ivas)
y las
dems relaciones sociales
(las
superestruc tu ras) es una d is t inc in
de
fu nc in
y no,
salvo excepciones,
un a
d i s t i n c i n
d e
institucio-
nes. Pero la excepcin existe: la encontramos en nuestro propio
s is tema
socioeconmico. Y esta excepcin es la que ha permitido
al
siglo
x ix
cap ta r con mayor c la r idad la impor tanc ia de las
ac t iv idades
mate riales y de las relaciones econmicas en el
m e c a n i s m o de la produccin y la reproduccin de las sociedades,
arrojando as una nueva luz sobre toda la historia (pasada y
f u t u r a )
de
la
h u m a n i d a d .
El
anl i s i s
de las relaciones sociales de produccin, de sus
lugares,
de sus
fo rmas
y de sus
efectos,
nos ha
permit ido rep lan -
tear el
p rob lema
de lo que se
l lama
el
predomin io
de tal o
cua l
ins t i tuc in
( superestruc tu ra )
sobre
e l func ionam ien to de l
conjunto
de una sociedad. L o
cua l
nos ha
conducido
a
oponernos
a Lou is D u m o n t
2I
, pues nosotros pensamos que ha hecho falta
algo
ms que la
religin para
que la
religin domine
la
vida
social y modele a s jerarquas sociales como ocurra en laa n t ig u a
Ind ia de los reinos y del sistema de castas.
En efecto ,
si
bien
en
toda
sociedad
existen relaciones sociales
qu e
o rgan izan el f u n c io n a m ie n to
d el parentesco, lo s
mecanismos
de la
au to r idad
y del poder , la
comunicacin
con los
dioses
y
con los an tepasados , no en todas predominan la s relaciones de
parentesco, las relaciones pol ticas ni las relaciones religiosas.
21
C/.
cap tu lo 3.
..-,.,
38
39
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
16/17
-
8/11/2019 godelier(loidealylomaterial)
17/17
'
; I
1
' '? > r
;
f l i , ' , ' : ' ' ' ' ''
:
Desde un
cierto
punto de vista, el concepto
falta porque,
en
la
realidad,
son las
relaciones
de,
parentesco
las que
asumen
es a
funcin en la s
sociedades cuyo "pensamiento analiza
Lyi-
Strauss, y de estas delaciones s que se ocupa en
otro
lugar y
de
otro
modo.
Pero
tambin trata
del
parentesco en su
funcin
principal, separada
de las
dems
funciones,
la s
econmicas
y las
polticas.
De ah que se
mantenga
un a
visin etnocntrica
de
la economa, lo cual no impide el anlisis estructural de l paren-
tesco
o de la
mitologa,
pero
limita
su
alcance, detiene
en
parte
su desenvolvimiento.
No se malentienda el sentido de nuestro debate con Lvi-
Strauss. A l debemos el desarrollo y la aplicacin del mtodo
es t ruc tu ra l al an lisi s de hechos sociales tan complejos e im-
portantes como las relaciones de parentesco, las formas del pen-
samiento y
las
formas
artsticas. En estos
inmensos campos,
donde
a b u n d a n
l as
pseudoteoras,
s usresultados so n
insust i tu ib les
y lo s
admiramos, retomando
el
mtodo est ructura l
po r
nuestra
cuenta cuando
hay que
avanzar
en los
campos
que no ha
abor-
dado
Lvi-Strauss. Adems, estamos convencidos de que es
errneo sostener que es el mtodo estructu ral en s lo que detiene
a Lvi-Strauss
a
:
es l, y no el mtodo, quien detiene su pen-
samiento ante fenmenos mayores que no figuran en su pro-
grama
de l
momento
26
. Pero esta detencin
no
carece
de
con-
secuencias,
que el propio
Lvi-Strauss
ha
querido subrayar:
. . . al ser
nuestro objetivo aqu
^esbozar un a
teora
de las su-
perestructuras, es inevitable,
po r
razones de mtodo, que con-
cedamos a stas un a atencin privilegiaday que d la sensacin
de que ponemos entre parntesis, o situa mos en un rango su-
bordinado , los
fenmenos mayores
que n f i g u r a n en
n u e s t r o
programa del momento.
27
No se le puede reprochar, como
serva a . . . la historia asist ida por la demograf a , la tecnologa, la geo-
graf a his t r ica y la e tnografa la tarea de desarro l lar el es tudio de
la s
i n f r aes t r u c t u r a s ;
y,
refirindose
al
efecto
de
la i n f r aes t r u c t u r a
sobre
la
mi to loga de los mu r n g i n ,
escribe
en la pgina 124: S e co mp r u eb a ,
pues ,
en un sentido, el p r i mad o de la i n f r aes t r u c t u r a : la geograf a , el
c l i ma ,
su
repercusin
en el
p lano
biolgico,
en f r en t an
al
p en sami en t o
indgena a una s i tuacin con t radicto r ia. . . .
25
Cf .
H .
Lefebvre, L ido logie
s tructuraliste,
Pars,
A n t h r o p o s ,
1971
(co leccin Point s ) , s ingularmente Claude Lvi -St rauss y el nuevo eleatis-
mo, pgs. 45-110.
26
La pense
sauvage, pg. 155.
27
Ibidem.
.
,i
' ' ' . : : ,
' .
hacen tantos crticos con
a
mayor ligereza, que haya elegido
es a
parcela dentro
de
la divisin intelectual
de l
t rabajo qu e
existe
actualmente en las ciencias
hu m a n a s .
Nuestras
ltimas palabras sern de agradecimiento a Marie-
lisabeth
Ha n d m a n .
Si los
lectores encuentran alguna claridad
en este
l ibro,
a lguna
proporcin
en la construccin, a ella se lo
deben en gran medida. Un poco ms de la mitad de esta obra
haba sido
y a
objeto
de
artculos aparecidos
en uno u
otro
lugar ;
el
resto estaba
en
estado
de manuscri to ,
donde
el
pensamien to
an no haba acabado de cuajar y el estilo segua siendo el de
los primeros bosquejos.
Todos
los textos han sido vueltos a
escribir y, con la excepcin del captulo
2
sobre la apropiacin
de la
naturaleza, todos
ha n
sido retocados
y
reconstruidos
te -
niendo
en
cuen ta
el
estado actual
de
nuestras reflexiones.
E n
cuanto a los textos inditos, ha sido menester darles forma,
reducirlos, pulir los,
ajustados. En
cada
una de
estas etapas,
Marie-lisabcth
Handman nos ha dispensado desinteresadamente
la
a y u d a
de sus
preguntas ,
que nos
ob l igaban
a
precisar mejor
e l
fondo, y la fuerza de un
r igor implacable para
l impiar ,
c l a r i f i -
car y e l iminar la s pesadeces de una fo r m a qu e nosotros qui-
siramos que fuese todo lo lmpida posible, una forma que se
negara
a
buscar
po r
adelan tado
su
pblico entre
unOs
cuan tos
cmplices, una
fo rma
qu e
slo tuviese
po r
ob je to ,
lo
cual
es
mu y d i f c i l de
conseguir , presentar
en
toda
su ampl i tud un
pensamiento
f ragmen tar io . Q ue
desde aqu reciba nuestro
agra-
decimien to .
M A U R I C E
G O D E L I E R
Pars,
13 de febrero de 1984
42
43