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GLOBALIZACIÓN Y SUS TENDENCIAS ECONÓMICAS Y POLÍTICAS

GLOBALIZACIÓN Y SUS TENDENCIAS ECONÓMICAS Y POLÍTICAS

Jaime Estay Reyno Coordinador

Aicela Fernández Zamora Crisóstomo Luna Zenteno José Jacobo Tepoz Grande

José Rubén Pérez Cruz María del Carmen Reyes Ugarte

María Magdalena Adela López Rivera María Erendira Sánchez Villanueva

BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA

Dirección de Fomento Editorial

BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA José Alfonso Esparza Ortiz Rector René Valdiviezo Sandoval Secretario General Flavio Guzmán Sánchez ED Vicerrectoría de Extensión y Difusión de Cultura Ana María Dolores Huerta Jaramillo Directora de Fomento Editorial Primera edición: 2016 ISBN: 978-607-525-081-6 DR © Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Dirección de Fomento Editorial 2 Norte 1404 Teléfono: (222) 2 46 85 59, Fax: 2 46 85 96 Puebla, México Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico

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ÍNDICE Prólogo 9 Introducción

CAPÍTULO I Tendencias en el escenario económico y político mundial en el periodo previo a la globalización 13 Presentación 13 I.1. El funcionamiento de la economía mundial y del orden

económico internacional desde la posguerra 14 I.1.1. Comportamiento económico del periodo: el auge

de la posguerra 1945-1970) y el deterioro posterior (1970 en adelante) 15

I.1.2. El orden internacional de posguerra: los acuerdos de Bretton Woods y ruptura (1970 en adelante) 28

I.2. La guerra fría y el papel político-militar de Estados Unidos 32 CAPÍTULO II Aparición de la Globalización y su avance en el ámbito econó-mico 49 Presentación 49 II.1. La globalización y sus significados 50 II.2. Globalización, neoliberalismo y patrones de acumulación

de capital 56 II.3. La lucha por la hegemonía y los cambios en el posiciona-

miento económico global 61 II.3.1. La hegemonía estadounidense en el ámbito

económico y su posición entre los países desarro-llados 62

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II.3.2. La creciente presencia de las economías emer-gentes y de los BRICS 67

II.4. El comercio internacional en la globalización 73 II.5. El capital financiero en la globalización 80

II.5.1. Crédito y finanzas en el funcionamiento económico 81 II.5.2. La crisis financiera y su relación con la economía

real 92 II.6. El papel de las empresas transnacionales en la globaliza-

ción 96 II.7. México y América Latina ante los contenidos económicos

de la globalización 103 II.7.1. Crisis económica de los ochenta en México y

América Latina 104 II.7.2. El patrón neoliberal de acumulación que surge a

través de la crisis 108 II.7.3. Significados e impacto de la globalización en Amé-

rica Latina y México 112

CAPÍTULO III Otros ámbitos del desenvolvimiento de la globalización 117 Presentación 117 III.1 El fin de la guerra fría y el nuevo orden político-militar in-

ternacional 117 III.2 Globalización y revolución científica-tecnológica 125

III.2.1. Los principales ámbitos de la actual revolución científico técnica 126

III. 2.2 Las brechas de la revolución científico técnica 129 III.3. Comunicación, cultura y educación en la globalización 132

III.3.1. Revolución de las comunicaciones 133 III.3.2. Los nuevos escenarios de la cultura 138 III.3.3. Los retos en la educación 145

III.4. El estado en la globalización 150

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III.5. Impactos sociales en la globalización: migración, pobreza y desigualdad, cambio climático 159

III.5.1. Globalización, pobreza y desigualdad 160 III.5.2. Estrategias internacionales frente a los proble-

mas sociales: Objetivos del Desarrollo del Mile-nio (ODM) 1990-2015 y Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2015-2030 164

III.5.3. Las actuales tendencias migratorias (sur-norte); Las políticas migratorias en los países desarro-llados (migrantes del tercer mundo) 170

III.5.4. Deterioro ambiental y cambio climático 180

CAPÍTULO IV Tendencias actuales en el escenario económico y político mundial 189 IV.1. La crisis económica mundial presente desde el 2008 190 IV.2. El orden político mundial y los nuevos conflictos y alian-

zas político-militares 203 IV.3. Problemas actuales y perspectivas de la globalización 214 Glosario 221 Bibliografía 225

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PRÓLOGO El presente libro, de la materia optativa La Globalización y sus ten-dencias económicas y políticas, ha sido elaborado colectivamente por los profesores de la Academia de Economía y Sociedad Mexicana de las escuelas preparatorias de la BUAP, para ser utilizado como biblio-grafía básica en dicha materia.

Para ello, y bajo la coordinación del autor de este prólogo, los profe-sores de esa Academia trabajaron a lo largo de más de diez meses –de mayo de 2015 a marzo de 2016– con reuniones semanales, en las cua-les se definió la estructura general del libro, así como la extensión, la bibliografía de referencia, los contenidos básicos y la autoría de los distintos capítulos, luego de lo cual se fueron presentando y discu-tiendo los avances de cada capítulo, hasta llegar a la versión final que el lector tiene en su poder.

Para el tratamiento de la globalización y sus tendencias económi-cas y políticas, se decidió dividir el texto en cuatro apartados, de los cuales los más extensos son el segundo y el cuarto.

Por una parte, en el segundo apartado se aborda el surgimiento de la globalización y sus principales contenidos económicos, vinculando dichos contenidos con el escenario mundial de las últimas tres décadas y en particular con el neoliberalismo y los patrones de acumulación vi-gentes, con lo referido a la lucha por hegemonía, y con desenvolvi-miento de las relaciones económicas internacionales –el comercio, los flujos financieros y las inversiones de las empresas transnacionales–, con un capítulo final referido a la ubicación de México y América La-tina en los contenidos económicos de la globalización.

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Por otra parte, en el tercer apartado del libro se analizan los ámbitos no directamente económicos de la globalización, para lo cual se revisa lo referido al orden político-militar, a la revolución científico-tecnológica, a las comunicaciones, cultura y educación, a los cambios ocurridos en la actividad de los Estados y a los impactos sociales que el desenvolvimiento de la globalización ha venido arrojando en aspectos tales como la pobreza, las migraciones y el deterioro ambiental.

Además de esos dos apartados, que en conjunto constituyen lo principal del libro, se han incluido un apartado inicial y otro final. En el apartado inicial, se describen las principales tendencias económi-cas y político-militares que estaban presentes hasta los años setenta del siglo pasado, y por tanto en el periodo inmediato previo a la glo-balización; y, en el cuarto y último apartado del libro, se identifica para el periodo más reciente lo que ha venido ocurriendo con la glo-balización, con énfasis en la actual crisis económica mundial, en los cambios del orden político militar y en algunos de los restantes pro-blemas que hoy caracterizan al proceso globalizador

Según consideramos, el libro que ha resultado del esfuerzo colecti-vo de los profesores de la Academia de Economía y Sociedad Mexica-na, responde plenamente a la necesidad de contar con un material básico de referencia para los alumnos de la materia La Globalización y sus tendencias económicas y políticas, en el cual los distintos te-mas se presentan de manera entendible y articulada, con una exten-sión y profundidad adecuada, sirviendo así de guía para el aprendizaje. A ello, por una parte se agrega que el esfuerzo de discusión detenida de los capítulos del libro durante los meses ocupados en su elaboración, con seguridad ha fortalecido el manejo de los distintos temas por parte de los docentes y, por la otra, que el trabajo desplegado permite una identificación y tratamiento actualizados de los temas abordados, atendiendo de ese modo a la necesidad de que a través de la materia –y del uso en ella del presente material– los alumnos efectivamente ac-cedan a un panorama de las principales tendencias y problemas que caracterizan a la sociedad contemporánea.

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En suma, con el libro que estamos entregando, la Academia de Economía y Sociedad Mexicana reafirma su práctica de ofrecer a los alumnos textos especialmente elaborados para la enseñanza de las materias a su cargo, y se reafirman, además, por cierto, las ya anti-guas relaciones de colaboración hacia dicha academia por parte de los profesores de la Facultad de Economía de la propia Universidad.

Jaime Estay Profesor-Investigador de la

Facultad de Economía-BUAP Abril de 2016

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I TENDENCIAS EN EL ESCENARIO ECONÓMICO

Y POLÍTICO MUNDIAL EN EL PERIODO PREVIO A LA GLOBALIZACIÓN

PRESENTACIÓN En este capítulo, que corresponde al primer bloque del programa de la Unidad de Aprendizaje Curricular Globalización y sus tendencias económicas y políticas, abordaremos el comportamiento de la eco-nomía mundial a partir de la crisis de 1929-1933 que inició en Esta-dos Unidos con la caída de la bolsa de valores de Wall Street, así como la recuperación y auge a partir de 1940 mediante el incremento de la demanda efectiva generada por el gasto público y el declive en el comportamiento económico mundial que inició a partir de 1965 y tomó fuerza desde el inicio de los años setenta, consecuencia de la ba-ja capacidad competitiva en la producción industrial norteamericana y la presión de la competencia global con bajos costos.

A partir de 1945 se construye un nuevo orden internacional firmado en New Hampshire para la corrección de los desequilibrios globales y la reconstrucción de las economías europeas devastadas por la guerra, principalmente la economía alemana y japonesa que fueron protago-nistas del conflicto bélico y posteriormente fueron el centro de dina-mismo de la economía mundial mediante un alto grado de desarrollo de conocimientos técnicos, un alto nivel de innovación industrial, am-plia construcción de infraestructura y mano de obra calificada barata.

Posteriormente se analiza el orden internacional de la posguerra y los acuerdos firmados en la conferencia de Bretton Woods en 1944 que regularán el nuevo orden monetario global de la posguerra, me-diante la reconstrucción de la economía de Europa y japonesa. En es-

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ta misma conferencia se crea el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el GATT, para impulsar el comercio internacional y el orden monetario y financiero mundial.

La prosperidad económica global duró de 1950 a 1970, periodo cono-cido como el plan global; dicho plan fue diseñado por los Estados Uni-dos para controlar la economía mundial mediante la exportación de sus excedentes de capital a los países protegidos en forma de inversiones di-rectas, pero al iniciar la década de los setenta se hace evidente, el declive económico mundial y en 1971 el presidente norteamericano Richard Nixon anuncia el abandono de la convertibilidad del dólar por el oro, poniendo fin al sistema de tipos de cambio fijo y dando paso al cam-bio flexible, consecuencia de la nueva crisis.

Por último analizaremos la guerra fría y el papel político militar de Estados Unidos, en el escenario de un mundo bipolar: por un lado, el bloque capitalista liderado por Estados Unidos; y, por el otro, la Unión Soviética liderando a los países socialistas europeos.

I.1. El funcionamiento de la economía mundial y del orden económi-co internacional desde la posguerra. En el presente apartado se analiza el comportamiento de la economía mundial desde la crisis de 1929 al 1933, así como el auge de la eco-nomía mundial en el periodo de posguerra de 1945 a 1970, y el decli-ve posterior en la década de los setenta y ochenta. Durante el periodo de auge Estados Unidos, Alemania y Japón fueron los países que más dinamizaron la economía mundial, sustentando su crecimiento económico mediante el gasto público, el control salarial y la represión a los movimientos laborales. A partir de 1980, las políticas económi-cas de corte keynesiano fueron sustituidas por políticas restrictivas neoliberales.

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I.1.1. Comportamiento económico del periodo: el auge de la posgue-rra 1945-1970) y el deterioro posterior (1970 en adelante).

José Jacobo Tepoz Grande

Algunos de los antecedentes del comportamiento económico del pe-riodo son la crisis 1929-1933 y la segunda guerra mundial. Estados Unidos salió favorecido por la primera guerra mundial convirtiéndo-se en proveedor de materias primas, productos alimenticios e indus-triales, así como en el principal acreedor del mundo, desarrollando su liderazgo en Europa, lo que hizo posible el boom económico hasta mediados de los años veinte, mediante la implantación del fordismo y el taylorismo1 como sistemas de producción y dirección modernos.

Durante la década de los veinte, la economía norteamericana goza-ba de un crecimiento productivo acelerado, “Entre 1925 y 1929, el número de empresas manufactureras aumentó de 183 000 a 206 700; el valor de su producción total subió de 60,8 a 68 miles de millones de dólares. El índice de producción industrial (con base en 1923-25 = 100) de la Reserva Federal estimado en 67% en 1921 había subido a 110% en julio de 1928 y alcanzó126% en junio de 1929. En 1926 la producción de automóviles alcanzó la cifra de 4 301 000 unidades. Tres años más tarde, en 1929 se conseguía aumentar dicha cifra en un millón aproximadamente (5 358 000) un equivalente productivo importante con los 5 700 000 nuevos coches fabricados en el opulen-to año de 1953”. (Kenneht, 2009: 7)

El crecimiento de la economía no duraría mucho, ya que el jueves 24 de octubre de 1929 el dinamismo de la economía norteamericana llegó a su fin con el crack de Wall Street, que se convirtió de inmedia- 1 El fordismo es un sistema de producción industrial en serie, caracterizado por el incremento en la división del trabajo, y el taylorismo se centró en el desarrollo el control de tiempos y movimientos, la especialización y tecnificación del obrero con el objetivo de maximizar la eficiencia de la mano de obra y disminuir los costos de producción y aumentar la competencia.

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to en una crisis mundial, provocada por un alto grado especulativo en la bolsa de valores, por la sobreproducción empresarial que implico grandes stocks de mercancías que no pudieron venderse y por una in-flación que creció desmesuradamente.

En 1932 se cerraron masivamente las fábricas por no poder pagar sus cuentas, no poder abastecerse de materias primas y no poder pa-gar los salarios de sus trabajadores; por otro lado el sector financiero también entró en picada: de los 23 000 bancos estadounidense, cinco mil quebraron, haciendo perder sus ahorros amillones de ciudada-nos. Como resultado de todo ello, se llegó a 40 millones de desem-pleados en todo el mundo y los empleos existentes eran contratos de tiempo parcial y con salarios precarios, incrementándose la mendici-dad y las enfermedades. (López, 2009: 10)

Durante la década de los treinta, los partidos socialdemócratas re-plantearon sus principios políticos e ideológicos, triunfando el comu-nismo Soviético. Después de que los países europeos abandonaron el patrón oro, en plena guerra mundial, en 1944, 730 delegados se re-unieron en la ciudad de Bretton Woods, en New Hampshire, para ul-timar los lineamientos para el nuevo orden internacional de la posguerra y la reconstrucción de las economías devastadas en Europa (Varoufakis: 2012). Al finalizar la guerra el mundo se polarizaría por un lado el bloque socialista liderado por la Unión Soviética y por el otro el bloque capitalista bajo la dirección de Estados Unidos.

Una visión global de la primera mitad del siglo veinte, abarca tanto al deterioro multidimensional a los años 30, como a la recuperación posterior a la gran depresión, cuando la economía estadunidense se acelera fuertemente, consecuencia de la utilización de las reservas de tecnología no utilizadas en la década de los 20 y la generación de nueva tecnología, lo que llevó a la destrucción de capital obsoleto, acompañado del rearme europeo que formó parte de los preparativos para la guerra. Entre 1940 y 1945 el beneficio del sector privado al-canzó 50% en promedio, superior al de 1929 y un 60 a 70% más alto que la media del periodo 1900-1929. (Brenner, 2009: 169)

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Entre 1938y 1950 en Estados Unidos el crecimiento de la tasa me-dia anual de la inversión bruta en el sector industrial alcanzó el 11%, en virtud de que fue la única de las economías desarrolladas que no sufrió destrucción alguna en la guerra, y en dicho país la producción por hora aumentó a una tasa media anual de 5.5% durante 1946-1950. También en Estados Unidos, durante 1945-1949 las exporta-ciones alcanzaron un promedio anual de 12 mil 500 millones de dóla-res, dos veces y media el nivel de 1929 y el triple de 1940 (Brenner, 2009: 170) y durante 1945-1950 el sector de la construcción, con in-versión del sector privado, dinamizó la economía con el desarrollo de zonas de vivienda popular y centros comerciales. (Falck, 2000: 2)

En 1950, la economía alemana había recuperado el 95% de su di-namismo desde su nivel de 1938 y dicho dinamismo se mantuvo has-ta 1974. El crecimiento de la economía alemana estuvo sustentado en la utilización de conocimientos técnicos y un alto nivel de innovación industrial, así como en mano de obra calificada y barata debido al férreo control sindical, lo que llevo a la destrucción de los movimien-tos obreros y un fuerte sometimiento del capital-trabajo, logrando así una cuota de beneficio industrial de 8% con un costo laboral de 3.2%. (Brenner, 2009: 204)

Entre 1950 y 1960 la tasa media anual de incremento de la produc-ción japonesa fue del 16% y un crecimiento del 10% del PIB. El mila-gro Japonés estuvo impulsado por una fuerte innovación tecnológica en los sectores con inversión intensiva de capital como la industria del acero, petroquímica y maquinaria pesada, apoyada por políticas institucionales como créditos baratos, bajos niveles de riesgo para el inversor, alto proteccionismo de la competencia externa, bajos costos salariales y amplia construcción de infraestructura (Brenner, 2009: 216). A ello se agregó la reestructuración administrativa, con la nueva modalidad gerencial del justo a tiempo y los círculos de calidad como sustentos de la nueva administración y planeación estratégica que se logró por la cultura de la disciplina de los trabajadores japoneses.

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Entre 1965 y 1973 finalizó el auge estadounidense y la tasa de be-neficio de su sector industrial cayó en 40.9% y un 29.3% en el con-junto del sector privado, disminuyendo la productividad. El declive de la productividad fue consecuencia de la incapacidad de los indus-triales para valorizar sus inversiones, debido al incremento de la competencia extranjera con productos de menor costo que imponían sus competidores japoneses y alemanes, lo que provocó una cuenta corriente deficitaria para Estados Unidos y un superávit sin prece-dente para Alemania y Japón. (Brenner, 2009: 234)

Para tener un panorama general del comportamiento de las varia-bles macroeconómicas más relevantes durante el periodo de posgue-rra, haremos referencia el PIB, PIB per cápita, la inflación y el déficit público.

La recuperación económica mundial de la posguerra inicia a partir de la década de los cincuenta ya que (según se puede ver en la Gráfica I.1) en ese decenio el PIB registra un crecimiento de 5% y el PIB per cápita de 3.1%, la inflación creció moderadamente, el déficit público fue de alrededor de 1.5% del PIB. Durante la década de los años 60 y hasta el inicio de los años setentas esos comportamientos favorables se mantienen, pero a partir de 1973 se deteriora el funcionamiento económico mundial disminuyendo notoriamente el PIB y el PIB per cápita, al mismo tiempo que se elevan el déficit público y la inflación.

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De esta manera, la economía mundial goza de un periodo de ex-pansión desde finales de la década de 1940 hasta 1970, dicha expan-sión fue empujada por el incremento de la demanda efectiva mediante el gasto público generado por el Estado de bienestar,2 que dio a los capitalistas para innovar y realizar nuevas inversiones, lo cual fue evidente en las economías alemana y japonesa. En Estados Unidos la economía creció a un ritmo menor que en esos países a pe-sar de tener una demanda subsidiada mediante el déficit público y el decremento salarial, lo que impulso este breve crecimiento de la pro-ductividad en 1960 apoyado sobre la intensificación del trabajo. (Brenner, 2009: 225)

2 El Estado de bienestar se entiende como la intervención del Estado a través del gasto público con finalidades sociales y redistributivas mediante subsidios al des-empleo o vejez, derecho al servicio de salud universal, así como el derecho a la edu-cación pública para todos los ciudadanos y la provisión de una vivienda, alimentación y otros servicios asistenciales gratuitos que ofrezcan bienestar social.

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Gráfica I.1 Variables macroeconómicas mundiales 1950-1980

PIB PIB per Cápita Déficit Público Inflación

Tas

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Fuente: Elaboración propia con datos de Madisoon (2006), Economistshelp (2014), TreasuryDirect (2013)Fuente:

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El expansionismo económico estuvo centrado en las exportaciones industriales principalmente en los países más desarrollados. En 1950 Alemania participaba con el 13% del total mundial de dichas exporta-ciones, Japón con el 29% y Estados Unidos con el 23%, representan-do este último país sólo el 10% de la producción industrial total mundial. (Brenner, 2009: 226)

De acuerdo con Brenner, el declive de la economía empieza a par-tir de 1965; el PIB mundial empieza a decrecer debido a la incapaci-dad de los industriales norteamericanos para valorizar su producción y a la creciente competencia internacional con bajos costes, lo que provocó la caída de la rentabilidad en el sector industrial así como la disminución de los precios de los productos de este sector. El incre-mento de la competencia del sector industrial, fue provocado por la participación de las economías que antes no gozaban de desarrollo tecnológico y que ahora producían bienes similares a los que expor-taban las economías tecnológicamente avanzadas. (Brenner, 2009: 243)

El comportamiento de las variables sociales después de la segunda guerra mundial abarca el desempleo el salario y la pobreza, lo cual revisaremos brevemente para Japón, Estados Unidos y Alemania.

La economía japonesa crecía lentamente debido a su incursión tardía en la dinámica del desarrollo. Durante la década de los 30 bajo un gobierno autoritario, los japoneses habían destruido los débiles movimientos sindicales, pero tras la derrota de la Segunda Guerra Mundial, los movimientos obreros se fortalecieron, desde luego apo-yados por las autoridades ocupantes estadounidenses (encabezadas por el Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas, SCAP). A finales de 1940 el movimiento obrero japonés había adquirido una gran fuerza mediante sus huelgas activas, cuyo objetivo era influir en la di-rección de la producción para defender los salarios y evitar despidos. En 1947, la ocupación era del 46% de la población japonesa, además de que los sindicatos tenían una gran fuerza política capaz de orientar los gobiernos hacia la izquierda.

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Entre 1946 y 1947, el general Douglas Mac Arthur, representante del SCAP, junto con los gobiernos japoneses, acuerdan el control polí-tico laboral mediante represiones a los movimientos obreros y a fina-les de 1948, las autoridades de ocupación tanto en Japón como en Alemania, impusieron el plan Dodge, cuyo propósito era destruir los movimientos obreros arrebatándoles todas sus conquistas logradas con anterioridad. En 1949 se impusieron nuevos contratos de trabajo, se eliminaron a los líderes sindicales comunistas y se sustituyó el Congreso de Sindicatos Industriales de todo Japón por un Consejo General de los sindicatos de Japón. Los resultados fueron el despido de 750 000 trabajadores y un total de más de 4 millones de personas desempleadas (Brenner, 2009: 208). Según Madisson (2006a: 134) el desempleo en promedio entre 1950 y 1973 fue de 1.6% de la pobla-ción y según Brenner (2009: 414) de 1969 a 1979 fue de 1.7%.

En la década de 1950 el movimiento obrero norteamericano todav-ía era fuerte, al igual que las organizaciones obreras alemanas y japo-nesas, a pesar de la burocratización de los sindicatos durante 1940 y las represiones del gobierno a los sindicatos de izquierda y al movi-miento obrero mediante la aprobación de la Ley Taft-Hartley3 de 1948.

Entre 1949 y 1950, la tasa de desempleo en Estados Unidos era de 5.6%, y entre 1951 a 1953 se redujo al 3% como consecuencia de haber iniciado la Guerra de Corea, además de que en que en estos años aumento el porcentaje de sindicalizados y se logró que los in-crementos salariales se ajustaran al mínimo incremento de rentabili-dad, haciendo disminuir los beneficios y aumentando la pérdida de competitividad.

3 Es la ley federal del Trabajo de Estados Unidos que además de fijar las bases que determinan los derechos de los trabajadores a sindicalizarse en el sector privado, también invalidó la mayor parte de las leyes locales y estatales que pretendieran re-gular esta área y cedió a los patrones el derecho a regular el salario.

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Durante los años 50 y 60 la organización sindical tuvo significati-vas derrotas, sus triunfos laborales disminuyeron de 73.5% entre 1950-1955 al 56% entre 1960-1965. La lucha de clases se agudizó, y entre 1958-1965 los patrones triunfaron sobre los movimientos obre-ros y los salarios reales cayeron en un 40%, a pesar de que la acelera-ción económica redujo de manera importante el desempleo, pero los despidos ilegales fueron en aumento. Entre 1950-1973 el desempleo en Estados Unidos registro un 4.6% (Madisson, 2006a: 134) y entre 1969 y 1979, la tasa de desempleo fue de 6.2% (Brenner, 2009: 414), aunque los salarios reales se incrementaron en un promedio de un 2.6%, lo que significó un aumento de la productividad y beneficio empresarial. (Brenner, 2009: 175-187)

En Alemania el aumento de los salarios era muy lento debido a la relación entren sindicatos y patrones. Los patrones estaban organi-zados apoyados por la Ley Constitucional del Trabajo, esto les per-mitía contener los incrementos salariales y reducir la influencia obrera en las negociaciones salariales. Entre 1951 y 1955 el nivel de sindicalización cayó de 36 a 32%. En la década de 1960, el desempleo estaba por debajo del 1% y los sindicatos lejos de aprovechar su capa-cidad de negociación cedieron a las presiones patronales; hasta 1958 solo se había producido una huelga por año tendiendo a desaparecer a finales de 1960. El desempleo registrado en Alemania entre 1950 y 1973 fue de 2.5% y durante el periodo de 1969 a 1979 fue de 2.1% (Brenner, 2009: 202, 414) y el incremento de los salarios reales de 5.7% en promedio (Madisson, 2006a: 134). El movimiento obrero alemán cedió voluntariamente un modelo de sensibilidad a los reque-rimientos de rentabilidad del capital. (Brenner, 2009: 102)

Las políticas económicas instrumentadas en Estados Unidos, Ale-mania y Japón desde los años 40 se movieron en el marco del keyne-sianismo, el cual aparece durante la crisis de 1929 para dar respuesta a los problemas de la deflación, el alto desempleo y la reducción de salarios, proponiendo una alta participación del gobierno a través del gasto público en busca del pleno empleo aún con inflación. La pre-

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ocupación de Keynes4 era la caída de la demanda efectiva5 y la reduc-ción de la inversión, ante lo cual la inflación pasaba a segundo plano y el objetivo principal era el pleno empleo.

De 1945 a 1980 la economía norteamericana se caracterizó por la adopción del modelo del círculo virtuoso6 keynesiano, sustentado con la premisa de pleno empleo y con el crecimiento salarial ligado al cre-cimiento de la productividad. En este periodo los salarios fueron el motor de crecimiento de la demanda mediante el control salarial propuesto por el New Deal;7 entre 1965 y 1970, el Estado estimuló la productividad empresarial, mediante la reducción de impuestos, el incremento de subsidios y la generación de apoyos para el endeuda-miento privado y así enfrentar la competencia externa y generar con-diciones favorables para evitar una nueva depresión.

Entre 1971 y 1973, Japón experimenta la crisis más severa del capi-talismo de los países avanzados, generada por la crisis del petróleo y la revaluación del yen, por lo que el gobierno japonés opta por res-tringir el crédito para paliar la crisis del embargo petrolero y el em-pleo industrial se reduce en 12% durante 1975, cayendo el salario real 4Si el gobierno incrementa el gasto público en periodos de recesión, el Estado incu-rrirá en déficit, pero la demanda agregada crece incrementándose también el nivel de empleo, estimulando al mismo tiempo la inversión. (Ornelas. 2010 :329) 5 La demanda efectiva, es el consumo de un país durante un tiempo determinado (un año), que es igual a la demanda total de bienes de consumo, la demanda de bienes de inversión, la demanda del sector público y la demanda neta de bienes del exterior (exportaciones menos importaciones). 6 El círculo virtuoso empieza con el crecimiento de la productividad que propulsó al crecimiento salarial, lo que hace crecer la demanda generando el pleno empleo y como consecuencia el crecimiento de la inversión, lo que a su vez impulsa nueva-mente el crecimiento de la producción. (Palley, 2011: 247). Este modelo se aplicó en varios países del mundo, entre ellos Estados unidos, Alemania y Japón. 7El “nuevo trato”, es la política intervencionista del Estado, implementada por el presidente Roosevelt para paliar los efectos de la gran depresión en Estados Uni-dos, cuyo objetivo era apoyar a los grupos sociales más pobres de la población, re-formar los mercados financieros y reanimar la economía afectada por el desempleo y quiebras en cadena por el crack de 1929.

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en 2.8%. Entre 1975-1979 se dio un aumento de la productividad debi-do a “una dedicación de los trabajadores más eficiente e intensiva, las empresas dejaron de sustituir personal jubilado, redujeron las horas extraordinarias, remplazaron los varones por mano de obra femenina peor pagada” (Brenner, 2009: 325).También se implementaron los círculos de calidad y el justo a tiempo, como una nueva forma de or-ganización gerencial para facilitar la aceleración de la producción y la competencia.

Durante la década de 1970, Alemania sustentaba su economía en las exportaciones industriales, razón del porqué se revaluó el marco, lo que provocó en 1969-1973, una disminución en su rentabilidad y debi-litó su competitividad, a pesar de que entre 1975 y 1979 el sector indus-trial tuvo la capacidad de reducir los costos laborales, cuya disminución anual fue de 3.1%.

En todo el capitalismo desarrollado, durante este periodo la de-manda fue estimulada mediante el déficit del gasto público, así como el control salarial para mejorar la competitividad industrial. A finales de los años setentas Estados Unidos comienzan a orientar su mirada hacia el monetarismo, lo mismo hace el gobierno Alemán y el gobier-no del Reino Unido, limitando la oferta del crédito y llevando la eco-nomía a una nueva recesión mundial. (Brenner, 2009: 340)

Otro importante elemento que se debe tener presente, es que al fi-nalizar la segunda guerra, Estados Unidos se convierte en la potencia hegemónica mundial a nivel militar, económica y política. En lo económico, la hegemonía comercial, industrial y financiera se susten-taba en las nuevas funciones del dólar y la creación de los nuevos or-ganismos internacionales, así como en el desarrollo tecnológico y el uso de los nuevos conocimientos en la industria de bienes. A partir de la década de los setenta con la constitución de los tres grandes blo-ques económicos en el mundo “(el de América del Norte, liderado por Estados Unidos; la Unión Europea, con liderazgo de Alemania y Francia; el bloque del Sudeste asiático, con fuerte presencia de Japón y China, pero sin integración institucional), comparte la hegemonía

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económica. La hegemonía financiera que empezó a retroceder en los sesenta se retoma en los ochenta, con el dólar fuerte y la liberaliza-ción de los mercados financieros mundiales, bajo la influencia del FMI y los intereses de Estados Unidos Así, Estados Unidos es el principal beneficiario de la liberalización financiera y es el mayor receptor de capitales desde 1980; y en la industria armamentista mantiene su hegemonía hasta la actualidad”. (Couriel, 2004: 168)

El poderío de Estados Unidos es el resultado de la segunda guerra mundial, primero porque la guerra se peleó fuera de su territorio y segundo porque se instalaron en Estados Unidos todos los organis-mos estratégicos para controlar el mundo, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), la Organización Interna-cional de Comercio (OIC), (que terminó siendo el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por su sigla en inglés) y actualmente es la Organización Mundial del Comercio (OMC)) y el Comité Europeo de Cooperación Económica que luego se convertiría en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

En julio de 1944 se diseña el orden monetario internacional en Bretton Woods, cuyo objetivo, en palabras de Roosevelt, estaba moti-vado porque “la salud económica de cada país es un verdadero asunto de interés para todos sus vecinos, cercanos y remotos”, por lo que era necesario el apoyo financiero para la reconstrucción de las economías europeas devastadas por la guerra, lo que ocurriómediante el Plan Marshall, que obviamente no era una ayuda solidaria, sino más bien era para salvar al capitalismo de otra crisis como la de 1929. El resul-tado fue positivo, ya que la producción industrial europea durante la vigencia del Plan creció cerca del 35%, generando una demanda y una estabilidad política mundial, lo que coadyuvó a la recuperación de la economía alemana y a la ampliación del comercio de Estados Unidos. (Vaourofakis, 2012: 106-108).

Estados Unidos, durante la guerra fría, se caracterizó por ser el líder del bloque capitalista encabezando el objetivo de frenar o de ser

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posible derrocar al comunismo, y de esta manera mantener libre el proceso de la acumulación internacional del capital y controlar al grupo del tercer mundo, grupo que sería disputado por Estados Uni-dos y por la URSS, ya que el mundo se había divido en primer mundo representado por los Estados Unidos, el segundo mundo dirigido por la Unión Soviética y el tercer mundo por todos los países que no inte-graban ninguno de los bloques y que económicamente tenían cierto grado de dependencia con respecto a las grandes potencias. (Zurita, 2007)

Estados Unidos mantenía un dominio sobre los restantes países desarrollados, incluidos tanto Alemania y Japón –que estaban inter-venidos por Estados Unidos– como el resto de Europa, debilitada por la guerra, la cual dependía de los dólares y de las importaciones nor-teamericanas (Gowan, 2003: 57). Por ello Estados Unidos se convir-tió en el protector de los países aliados, incapaces de defenderse de una invasión comunista8, al menos hasta que duró el plan Marshall, 1951, para dar paso a la segunda fase del plan americano, que sería el proceso de integración comercial e industrial europea, que serían las premisas que darían origen a la Unión Europea.

La situación de la economía mundial para los años 70 y comienzo de los 80 puede sintetizarse en los siguientes términos:

En 1973 con la crisis del petróleo y el fenómeno de la inflación en Estados Unidos, se agudizaron las críticas al keynesianismo; esto ayudó al surgimiento de la corriente monetarista, que influyó en las políticas económicas neoliberales para que se instrumentara una economía de libre mercado, donde no debería intervenir el Estado en las actividades económicas, además de la privatización de las empresas públicas y la reducción de la inflación como obje-

8Para Hobsbawm la guerra fría era una guerra ideológica (1997: 5), en este contexto se era capitalista o comunista, los países del tercer mundo pertenecían o estaban dentro de algún bloque, pasando a ser países periféricos o colonias de cualquier bando (Zurita: 2007a).

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tivo principal, mediante la disminución de la oferta monetaria, todo ello a diferencia del pleno empleo keynesiano que se busca-ba obtener con mayor gasto público.

Entre 1970 y 1980 se desarrollan las bases para el neoliberalismo (oposición histórica del keynesianismo), que impulsó el control de los movimientos sindicales y el freno a los incrementos sala-riales (Palley, 2005: 139), dando paso al monetarismo, teoría que daría respuesta a la nueva crisis capitalista mediante políticas económicas restrictivas, provocando una disminución en la de-manda de consumo debido a la disminución de los salarios y del gasto público, cuyo efecto inmediato fue la disminución de la demanda agregada9 y de la producción. (Brenner, 2009: 310)

Así, con toda fuerza a partir de 1980, el modelo de crecimiento del círculo virtuoso Keynesiano fue remplazado por el cajón de las políticas neoliberales, donde se abandona el compromiso de pleno empleo por metas de baja inflación priorizadas en la políti-ca monetaria, y se rompe la relación entre los salarios y la pro-ductividad. La globalización pone a los trabajadores en una competencia internacional, aumentando la inseguridad laboral y la reducción de la presión salarial vía sindical. (Palley, 2011: 248)

En dicha década, se impone la idea de que el mercado es el orga-nismo más eficaz para organizar la economía, poniéndose en du-da la capacidad del Estado para alcanzar el bienestar general. En palabras de Héctor Guillen Romo (2013: 50), el mundo solo tiene dos formas o tipos de política económica posible: la primera es la vieja política burocrática, en la cual el Estado decide todo de ma-nera despótica mediante su aparato y la segunda, la economía de mercado. A partir de esa década, los gobiernos ortodoxos hacen a

9 La demanda agregada la podemos definir como la suma de los gastos planeados de un país en bienes y servicios que los consumidores, las empresas y el Estado están dispuestos a comprar a un de precio determinado durante un periodo deter-minado.

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un lado las políticas keynesianas, bajo el argumento de que el Es-tado destruye las libertades individuales que ofrece el mercado, y en los países atrasados empiezan a instrumentar las políticas económicas neoliberales impuestas por Washington.

El estado de bienestar que se basó en el gasto público desde la crisis de 1929 hasta 1980 para dinamizar la economía mediante la demanda efectiva, solo benefició al sector social económicamente más poderoso; para la clase media y baja, aunque tuvieron cierto nivel de vida más holgado, su situación no se puede comparar con los beneficios que logró la burguesía industrial y financiera.

I.1.2. El orden internacional de posguerra: los acuerdos de Bretton Woods y ruptura (1970 en adelante).

José Rubén Pérez Cruz

En Julio de 1944, un año antes de que terminara la Segunda Guerra mundial, se reunieron delegados de 44 países en la ciudad de Bretton Woods, New Hamsphire, en donde debatieron en torno a las caracterís-ticas de las medidas y de las instituciones que regularan el nuevo orden monetario global de la postguerra.

Los delegados enviados “por orden del presidente Roosevelt, cuya administración del New Deal estaba decidida a ganar la paz, después de haber perdido la guerra contra la gran depresión. La lección que los partidarios del New Deal habían aprendido era que el capitalismo no se puede dirigir de manera efectiva a un nivel nacional”. (Varoufa-kis, 2012: 91)

Eran 2 aspectos de acuerdo a Varoufakis, los que fueron esenciales para la conferencia: El diseño del sistema monetario de postguerra y la reconstrucción de las economías de Europa y Japón, destrozadas por la guerra, que sin embargo, para el autor en referencia, la verda-dera cuestión radicaba en quien controlaría este marco institucional que se derivara de Bretton Woods.

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Fue de esta manera en que en esta Conferencia se enfrentaron el

representante de Estados Unidos Harry D. White, y el afamado John

Maynard Keynes, del lado británico, que propuso crear una Unión

Monetaria Internacional (UMI), una moneda única, (el bancor), con

un banco central internacional para todo el mundo capitalista y sus

instituciones adjuntas; sin embargo se impuso la propuesta del re-

presentante estadounidense: un mundo determinado por un régimen

de tipos de cambio fijos, con el dólar como centro, al cual, las mone-

das de los países estarían vinculadas.

Por su parte “los Estados Unidos, para crear la confianza necesaria

en el sistema internacional, se comprometía a vincular el dólar al oro

al tipo de cambio fijo de 35 dólares por onza de oro y a garantizar la

completa conversión a oro a cualquier persona, americana o no, que

quisiera cambiar sus dólares por oro”. (Varoufakis, 2012: 93)

Al finalizar la conferencia de Bretton Woods se creó el FMI y el

Banco Mundial. En 1947 se sumó a esos organismos internacionales

el GATT. Todos ellos forman parte del sistema de Bretton Woods, que

sin duda dio nuevo impulso al comercio internacional.

Bretton Woods visualizó la función del Fondo Monetario Interna-

cional de proteger el comercio internacional, y la del Banco Mundial

de promover el desarrollo económico. Ambas instituciones queda-

ron controladas y financiadas por sus estados miembros (el FMI, con-

taba con 39 países miembros al fundarse), aunque también se

estableció que algunos países miembros que proporcionaran más di-

nero y recursos ejercieran una mayor influencia en la toma de deci-

siones. Estados Unidos inició como el país con mayores acciones.

Las responsabilidades del FMI fueron las siguientes:

Como regulador, guardián o vigilante del comportamiento mone-

tario internacional.

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Como fuente crediticia, orientada a proporcionar asistencia fi-nanciera a los países miembros para solucionar problemas de ba-lanza de pagos.

Como consultor y asesor para la discusión de los problemas mo-netarios internacionales.

A la etapa posterior a los acuerdos de Bretton Woods, algunos auto-res como Eric Hobsbawm lo denominaron como “los años dorados”:

“Para los Estados Unidos, que dominaron la economía mundial tras el fin de la segunda guerra mundial, […] apenas supuso la prolongación de la expansión de los años de la guerra, que fueron de una benevo-lencia excepcional para con el país: no sufrieron daño alguno, su PNB aumentó en dos tercios y acabaron la guerra con casi dos tercios de la producción industrial del mundo.

“En el resto de países industrializados, incluida la indolente Gran Bretaña, la edad de oro batió todas las marcas anteriores, [aunque] en realidad, para aquéllos, económica y tecnológicamente, esta fue una época de relativo retroceso, más que de avance. La diferencia en pro-ductividad por hora trabajada entre los Estados Unidos y otros países disminuyó, y si en 1950 aquéllos disfrutaban de una riqueza nacional (PIB) per cápita doble que la de Francia y Alemania, cinco veces la de Japón y más del 50 por 100 mayor que la de Gran Bretaña, los demás estados fueron ganando terreno.

“La recuperación tras la guerra era la prioridad absoluta de los paí-ses europeos y de Japón, y en los primeros años posteriores a 1945 midieron su éxito simplemente por la proximidad a objetivos fijados con el pasado, y no el futuro, como referente. En los estados no co-munistas la recuperación también representaba la superación del miedo a la revolución social y al avance comunista”. (Hobsbawm, 1998: 261)

A esta etapa de prosperidad de la postguerra, Varoufakis la ha lla-

mado “la era del Plan Global”, que permitieron una etapa de creci-

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miento económico global, bajo la hegemonía de los Estados Unidos, aunque con un circuito monetario diseñado por Estados Unidos, que de acuerdo al autor los incrementos de la actividad comercial se tra-ducía en una mayor necesidad de contar con dólares ¿Cómo se puede asegurar un cambio en oro si cada vez hay más dólares en circulación?

“El plan global duró de 1950 hasta 1971, se reducía a una idea: un sis-

tema de tipos de cambio fijos que vinculaban las economías capitalis-

tas, completado con un tipo particular de mecanismos global de

reciclaje de los excedentes, que garantizaba la inmunidad del sistema

frente a fuerzas centrifugas que, de otra forma lo harían trizas.

“La idea era de que los Estados Unidos retendrían su gran superá-

vit comercial de postguerra, pero a cambio exportarían sus excedentes

de capital (o beneficios) a sus protegidos en forma de inversiones in-

directas, apoyos o asistencias y permitiéndoles poder seguir com-

prando los productos americanos”. (Varoufakis, 2012: 122)

En medio del periodo de mayor crecimiento económico y prospe-

ridad social del capitalismo mundial y, particularmente, de Estados

Unidos, aparecieron los primeros signos de crisis. Se percibió en la

mitad de la década de los sesenta que el largo periodo de desarrollo

de las fuerzas productivas estaba a punto de agotarse. Todos los paí-

ses capitalistas desarrollados se encontraban en una onda de creci-

miento sin precedente, que a partir de la segunda mitad de la década

de los sesenta mostraría el agotamiento de las fuerzas que le dieron

impulso y difusión.

La relativa estabilidad del sistema monetario internacional, soste-

nido sobre principios establecidos al término del conflicto bélico y,

sobre todo, por la estabilidad y crecimiento del capitalismo, empezar-

ía a romperse en el eslabón más débil del mundo desarrollado, y,

después, a propagarse hasta convertirse en una verdadera crisis mo-

netaria mundial. Era el síntoma de problemas estructurales, entendi-

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dos, éstos, como problemas de la base económica y de las relaciones

sociales, en términos marxistas.

Pronto Estados Unidos, notó que, debido al estatus de liderazgo del dólar, podían imprimir tantos billetes como querían, y hacen uso abundante de ese privilegio, cayendo en un déficit en su rendimiento económico.

Estados Unidos venía registrando, a partir de la segunda mitad de los sesenta, problemas para sostener equilibrada su balanza de pagos; los gobiernos de otros países percibían que el dólar ya no representa-ba una moneda sólida y reclamaban el pago en oro. La tasa de infla-ción se duplicaba en relación con la primera mitad de la década, se incrementaba el déficit fiscal, se presentaban conflictos sociales, se alargaba el crecimiento del producto con políticas expansivas y de crédito privado, llegaba a su punto máximo la tasa de ganancia y se mostraba debilidad en la productividad del trabajo.

Al iniciar la década de los setenta la crisis empieza a manifestarse. Con excepción de Japón y otros países asiáticos, los demás países ca-pitalistas desarrollados occidentales entrarían en una onda larga de-presiva. Un nuevo fenómeno, la crisis productiva con inflación, porque las medidas tradicionales de política económica provocaban mayor inflación o mayor crisis. El 15 de agosto de 1971, el presidente estadounidense Richard Nixon da por finalizada la unión del dólar al oro. Luego de eso, los bancos centrales de Occidente trataron por to-dos los medios de mantener con vida al sistema de Bretton Woods. La suma de las intervenciones de divisas fue cuantiosa, sobre todo en la República Federal de Alemania. En marzo de 1973, el Gobierno de Willy Brandt anuncia que ya no respaldará al dólar. Cada vez más países siguen el ejemplo alemán, y el sistema de Bretton Woods ter-mina colapsando.

Estados Unidos no fue el primer país que presentó problemas con su moneda, pero sí quien provocó los mayores estragos en el resto de los países cuando la devaluó. Se había roto completamente uno de los principios básicos del sistema de Bretton Woods, la estabilidad mone-taria internacional; no era posible seguir con el sistema de tipos de

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cambio fijo, ahora, la inestabilidad provocaría mayor crisis, que se re-troalimentaría, hasta llegar a la comprensión del fenómeno y la adop-ción de medidas efectivas para solucionarla.

Los organismos multilaterales internacionales asumieron más y mayores responsabilidades mundiales, salieron de un cómodo letargo y se enfrentaron a problemas para los cuales no estaban preparados. La incapacidad de dichas instituciones obligó a la coordinación de los principales países industrializados, para enfrentar la crisis. Se deci-dió, finalmente, tomar medidas firmes para acabar con el principal problema del capitalismo de la década de los setenta, la inflación. El objetivo fue acabarla con mecanismos monetarios y fiscales a corto plazo; pero, posteriormente, se percibió que la inflación y los des-equilibrios mundiales eran expresiones del agotamiento de estructu-ras económicas. I. 2. La guerra fría y el papel político-militar de Estados Unidos.

José Rubén Pérez Cruz

La segunda guerra mundial culmina con la derrota del fascismo alemán, los países vencedores conforman dos bloques dirigidos por las URSS y los Estados Unidos, iniciando un periodo, caracterizado por la confrontación entre las dos superpotencias, que se ha llamado “guerra fría”. El presente apartado analiza este periodo de la historia mundial, las acciones militares, económicas y políticas de las super-potencias y tres escenarios de conflicto regional que pudieron ser de-tonantes de una nueva guerra mundial.

El 2 de Mayo de 1945, los soldados soviéticos ondean su bandera en el edificio del Reichstag (parlamento) de Berlín. Ésta imagen con-densa la derrota del nazismo hitleriano por el poderoso Ejército Rojo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Desde la invasión alemana en 1941, la URSS había soportado todo el peso de la guerra contra el ejército alemán, cuatro años más tarde,

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después de grandes sacrificios y casi 20 millones de muertos, los so-viéticos habían expulsado a los alemanes del territorio ruso, más tar-de los desplazaron de los países de Europa Central y los Balcanes, para finalmente en una ofensiva fulminante, lograr la derrota militar de Alemania.

El ejército rojo había llegado a la capital del Tercer Reich, antes que las tropas de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y otros paí-ses aliados, las cuales con la invasión de Normandía en junio de 1944 se habían propuesto la derrota total alemana.

Desde antes de que culminará la guerra, y ante la cada vez más probable derrota de Alemania, en las conferencias de Teherán (di-ciembre de 1943) y Yalta (febrero de 1945) se reunieron los “tres grandes”–Franklin D. Roosevelt, Joseph Stalin y Winston Churchill, líderes de Estados Unidos, la URSS y Gran Bretaña respectivamente–, con la finalidad de regular la suerte del mundo al terminar la guerra, en un ambiente de distensión. Sin embargo, ya para la siguiente Con-ferencia, realizada en Potsdam (julio 1945), en la que Harry Truman se incorpora tras la muerte de Roosevelt, se percibe un ambiente de desconfianza y confrontación.

El bloque unificado aliado contra las potencias del eje, devino un mundo bipolar: “desde el verano de 1945, la degradación de las rela-ciones entre los antiguos aliados no cesó, la victoria había hecho des-aparecer el único lazo que los unía (la derrota militar de Alemania). A partir de entonces todo oponía a los Estados Unidos y a la Unión So-viética, que se habían convertido en las potencias dominantes en términos de economía, de organización militar e ideología”. (Aracil, Oliver y Segura 1995: 22 y 23)

Se iniciaba un periodo, caracterizado por la confrontación entre las dos superpotencias, que se ha llamado “guerra fría”

El estallido de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, por la cual murieron cientos de miles de civiles, marcó el fin de la Segunda Guerra mundial y la supremacía militar de Estados Unidos, a pesar de que en ese momento el ejército rojo soviético era una maquinaria

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poderosísima, que había derrotado al ejército alemán. La ausencia de armamento atómico, ponía a la URSS en una situación de desventaja ante los Estados Unidos, aunque en ese momento desde la perspecti-va de las armas convencionales (no atómicas), el ejército rojo era su-perior al norteamericano.

Una consecuencia de la segunda guerra mundial fue la modifica-ción de las relaciones internacionales. El poder se desplazó del viejo continente hacia otros centros geográficos. La hegemonía demostra-da por Gran Bretaña durante el siglo anterior, y la fuerza que mantu-vo hasta las primeras décadas del siglo XX, al culminar la Segunda Guerra mundial, ya no existía.

En palabras de Aracil, Oliver y Segura: “Los nuevos grandes, los verdaderos vencedores fueron los Estados Unidos y la Rusia soviéti-ca, En 1945, su supremacía se medía por la presencia de sus tropas por todo el globo. Los norteamericanos estaban en todas partes, tanto en Europa como en Asia; los rusos en Europa Oriental y en el extre-mo Oriente. Para un gran número de habitantes del planeta, Norte-américa y la Unión soviética se convirtieron en modelos”. (Aracil et al, 1995: 22)

El poderío económico de los Estados Unidos, le permitió una su-premacía abrumadora en los territorios del mundo donde se ubicaba su área de influencia, la guerra los había enriquecido, al mismo tiem-po que sus pérdidas humanas y materiales habían sido relativamente modestas.

En la inmediata postguerra, Estados Unidos como parte de su es-trategia de posicionamiento internacional echó a andar el llamado “Plan Marshall”, que es el nombre por el que se conoce el Programa de Reconstrucción Europeo anunciado por el entonces secretario de estado norteamericano George Marshall en junio de 1947.

Pese a la campaña en contra de los partidos comunistas, dieciséis países aceptaron la ayuda ofrecida a través del Plan Marshall y se re-unieron en una Conferencia en París en septiembre de 1947. La Con-ferencia tenía un triple objetivo: “impedir la insolvencia europea que

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hubiera tenido nefastas consecuencias para la economía norteameri-cana; prevenir la expansión del comunismo en Europa y crear una es-tructura que favoreciera la implantación y el mantenimiento de regímenes democráticos”. (Ocaña, 2003)

La aprobación del Plan Marshall, por parte del Congreso nortea-mericano, fue en abril de 1948. Ese mismo mes se creó la OECE (Or-ganización Europea de Cooperación Económica), para repartir y concretar la ayuda.

Se calcula que en total el Plan supuso una ayuda de 13.000 millo-nes de dólares entre 1947 y 1952. El éxito del plan fue esencial para la recuperación económica y el asentamiento de los regímenes de los países de Europa Occidental bajo la influencia de los Estados Unidos Así como para detener la “amenaza comunista” en países como Italia, Grecia, y Francia, entre otros.

Sin embargo, dicho plan fue financiado por fondos de dólares que no contaban con respaldo en oro, lo que empujó a la multiplicación de los dólares en circulación en la economía internacional.

Desde la parte opuesta, dentro del bloque socialista los planes quinquenales y el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) fueron sin duda el primer intento de planificación económica a nivel mun-dial. En lo que respecta a los planes quinquenales, en los años 20 el gobierno soviético, tras sortear un periodo inicial de grandes dificulta-des, fue definiendo planes con duración de cinco años cada uno, los cuales llegaron a ser la insignia de la burocracia soviética, ayudando al desarrollo rápido de la industria, y en especial de la industria pesada.

En lo que respecta al CAME, fue un organismo internacional de co-operación económica, encargado de la coordinación económica y co-mercial entre los Estados del bloque soviético, fundado en 1949 por 7 países socialistas europeos (Bulgaria, Unión Soviética, Polonia, Hungría, Rumanía, Checoslovaquia y Albania), la República De-mocrática Alemana se incorpora en1950; sus objetivos eran: fomen-tar las relaciones comerciales entre los estados miembros, en un intento de contrarrestar a los organismos económicos internacionales

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capitalistas; presentar una alternativa al Plan Marshall, aunque en un ámbito geográfico mayor, organizar el trabajo entre los países inte-grantes: creando zonas productoras de materias primas, industria pe-sada, petroquímica y colectivización de la agricultura, mediante la metodología de planes quinquenales soviéticos. La incorporación de

Mongolia, Cuba, Vietnam y Yugoslavia (miembro asociado) durante las siguientes décadas, transformaron al CAME en una organización que agrupó a países de tres continentes. En los años 70 alcanzó su mayor expansión, cuando llegó a controlar el 10% del tráfico mundial de mercancías, (una buena parte basado en el sistema de trueque) y sus países miembros representaban un tercio de la producción indus-trial mundial. Con el derrumbe del bloque socialista, el CAME se disol-vió el 28 de junio de 1991. (Ecured, s/f)

En el ámbito militar, la confrontación entre los dos bloques se tra-dujo en la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) por parte de los países capitalistas y del Pacto de Varsovia por parte de los socialistas.

En lo que respecta a la OTAN, ella atravesó varias fases. En 1947, fran-ceses y británicos habían firmado el Tratado de Dunquerque teniendo aún como objetivo mantener un control sobre Alemania. En marzo 1948, bajo la tutela norteamericana, Francia, Gran Bretaña firman el Tratado de Bruselas, con el cual nace la Unión Europea Occidental, y que estaba ya claramente dirigido contra la amenaza soviética.

Durante los años de 1947 y 1948, se da la división de Alemania. La parte occidental queda bajo influencia de Estados Unidos y sus alia-dos, creándose la República Federal de Alemania, en tanto que en los territorios alemanes ocupados por la Unión Soviética se crean los ci-mientos de lo que será la República Democrática Alemana, constitui-da formalmente en 1949. Este proceso de separación de Alemania, constituye el primer episodio de grave tensión entre las dos potencias hegemónicas. Ambas potencias violan los acuerdos de Postdam, de coexistencia pacífica y de reparto de Alemania entre los vencedores. Los dos grandes bloques comienzan a formarse.

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El 11 de junio de 1948 el Congreso estadounidense aprueba la reso-lución Vandemberg, que permitía al poder ejecutivo concluir alianzas en tiempos de paz. Con ese antecedente, el 4 de abril de 1949 se firma en Washington el Tratado del Atlántico Norte o Alianza Atlántica. Lo firmaron doce países (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Fran-cia, Italia, Noruega, Dinamarca, Islandia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Portugal). En 1952 Turquía y Grecia accedieron al Pac-to y la República Federal de Alemania se agregó en 1955.

El Consejo Supremo, es el órgano máximo de dirección política de la OTAN y además tiene un Secretario General, portavoz de la Alianza, que tradicionalmente ha sido un europeo. El artículo 5 del tratado es clave y señala que en caso de una agresión contra un estado miem-bro, los demás integrantes deberán tomar las medidas necesarias “in-cluyendo el empleo de la fuerza armada para restablecer y asegurar la seguridad en la región del Atlántico Norte”.

Durante la guerra fría y en el marco de la OTAN, los Estados Unidos mantuvieron una impresionante presencia militar en Europa. La OTAN logró sobrevivir al fin de la guerra fría y actualmente sigue vigente.

En lo que se refiere al Tratado de Amistad, Colaboración y Asisten-cia Mutua (Pacto de Varsovia), éste fue una alianza militar compuesta por ocho países socialistas europeos, creada para contrarrestar el re-arme de la República Federal de Alemania y su ingreso a la OTAN. El tratado fue firmado en Varsovia (Polonia) el 14 de mayo de 1955 por Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, República Democrática de Ale-mania, Hungría, Polonia, Rumania y la URSS.

Los objetivos del pacto de Varsovia eran: la modernización de las Fuerzas Armadas de los miembros, a través de la ayuda soviética; la realización de maniobras comunes; la integración de los dispositivos de defensa aérea de los países de la Europa oriental con el de la URSS; y, un sistema común de entrenamiento de las Fuerzas militares de los países del Pacto y “planes comunes de acción coordinada”.

Desde mediados de la década de 1950 hasta la de 1980, dos fueron los órganos que ejecutaron las funciones del Pacto de Varsovia: el

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Comité Político Consultivo y el Mando Unificado de las Fuerzas Ar-madas, ambos con sede en Moscú. Según los términos del tratado, el Comité Político Consultivo coordinaba todas las actividades, excepto las puramente militares, y el Mando Unificado de las Fuerzas Arma-das ejercía la dirección sobre las tropas asignadas al Pacto por los es-tados miembros.

A pesar de que el Pacto de Varsovia fue oficialmente renovado en 1985 para otros veinte años, la transformación política de la Europa Oriental, a fines de la década de 1980, debilitó profundamente a la organización. La URSS inició la evacuación de sus tropas asentadas en otros países del Pacto de Varsovia y la República Democrática Ale-mana abandonó la alianza para unirse a la República Federal de Ale-mania, en octubre de 1990. Todas las funciones militares conjuntas cesaron a finales de marzo de 1991, y en julio los dirigentes de los seis países miembros restantes acordaron la disolución de la alianza.

La Guerra Fría no estuvo exenta de conflictos casi directos entre los dos bloques, en particular entre las dos superpotencias (Estados Unidos y la URSS). De esos conflictos, interesa destacar los tres más relevantes: la guerra de Corea, la crisis de los misiles y la guerra de Vietnam.

En lo que se refiere a la guerra de Corea, sus antecedentes se re-montan a la Conferencia de Yalta, de Febrero de 1945, en la que se aprobó que la URSS recuperara los territorios asiáticos arrebatados militarmente por los japoneses a Rusia y a China a inicios del siglo XX. Tras la rendición de Alemania el Ejército Rojo en pocas semanas ocupó Manchuria y posteriormente se dirigió hacia la península de Corea, apoyado por las guerrillas comunistas coreanas, que comba-tieron la ocupación japonesa.

En ese momento y con la finalidad de limitar el avance de la URSS en Asia, el gobierno de Estados Unidos, tomó la decisión de partici-par en la ocupación de Corea, invadiéndola militarmente por el sur. Joseph Stalin ordenó que sus tropas se detuvieran en un sitio cercano al paralelo 38, “que dividía a las dos Coreas en zonas casi iguales. Los

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años siguientes prepararon silenciosamente el conflicto que habría de enfrentar a las dos mitades de la península. En el norte, en Septiem-bre de 1948, Kim IlSung fue designado el primer presidente de la Re-pública Democrática Popular de Corea, con lo cual un gobierno de filiación comunista y pro soviético se hizo de todo el poder y llevó adelante un proceso de sovietización e industrialización rápida, que contó con el apoyo de la mayor parte de la población, satisfecha de haberse librado del yugo japonés. (Castillo, 2002)

En el sur, las potencias occidentales establecieron un gobierno en la zona más pobre y poblada del país en torno a Syngman Rhee, un político que radicaba en Estados Unidos. Las elecciones organizadas por la ONU en el sur ratificaron el gobierno de Rhee. En Agosto de 1948 nacía la primera república de Corea del Sur.

Al otro lado de la península de Corea, Mao Zedong proclama la República popular China, tras décadas de guerra civil, instaurando el 1 de octubre de 1949 un régimen de tipo comunista. La URSS recono-ció de inmediato al nuevo gobierno de Pekín como único represen-tante legítimo de China, con lo que se reforzaba enormemente el bloque socialista a nivel mundial. Este acontecimiento fundamental en la historia del siglo XX, por el hecho de compartir una frontera con la nueva potencia mundial, le proporcionó una enorme cobertura a Corea del Norte.

El 25 de junio de 1950, el ejército de Corea del Norte invade Corea del Sur, en un avance fulminante que le permitió ocupar Seúl, la capi-tal, en apenas tres días. El Norte era, en ese momento un país más industrializado que el Sur, que vivía de la agricultura y tenía un re-traso económico considerable con relación a su vecino. Desde el pun-to de vista militar, Corea del Norte, respaldada por la URSS y China, tenía una supremacía militar para afrontar un conflicto que se preve-ía de escasa duración y de baja intensidad. Súbitamente, Corea se convirtió en el frente más grave e importante de la guerra fría, ya que el bloque socialista confiado por la reacción de aparente resignación, con la que Estados Unidos, tomó la “pérdida de China” ante el triunfo

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comunista de Mao Zedong unos meses antes, y previendo además una victoria rápida que habría de ser presentada al mundo como un hecho consumado, no se esperaba una vigorosa respuesta estadouni-dense como la que se presentó.

Estados Unidos y aliados mandaron sus mejores tropas al mando del general MacArthur, que ocuparon en pocos días toda la península de Corea; el conflicto se agravó con la presencia militar de millones de “voluntarios chinos”, que recuperaron nuevamente el territorio perdido por el norte, convirtiendo la confrontación en una guerra brutal. MacArthur propuso el uso de bombas nucleares contra China, siendo destituido de inmediato por el presidente Truman, lo cual suavizó un poco la situación en los frentes de batalla, estancándose el conflicto alrededor del paralelo 38, que marca la frontera originaria de las dos Coreas. Durante largos meses se realizaron complejas ne-gociaciones, que no llegaron a ningún acuerdo en concreto. Los pla-nes de los estadounidenses de sumar fuertes contingentes procedentes de Europa y el Sudeste Asiático para iniciar una nueva ofensiva, se frenaron ante la decisión de la Unión Soviética (que ya contaba con bombas nucleares) de participar en el conflicto lo que pudo iniciar la tercera guerra mundial.

En Julio de 1953, las partes firmaron un armisticio, que hasta el día de hoy no ha sido refrendado en un plan de paz.

Con respecto a la crisis de los misiles, se resume el escenario pre-vio: el 9 de Enero de 1959, el joven abogado Fidel Castro Ruz, líder del Movimiento 26 de julio, entra triunfante a la Habana, derrum-bando la dictadura de Fulgencio Batista. A pesar de que durante los días previos a su ascenso al poder los Estados Unidos hicieron todo lo posible por evitarlo, las contundentes victorias de los guerrilleros cas-tristas, el enorme apoyo popular y el incuestionable carisma del líder cubano hicieron inevitable que el gobierno estadounidense lo recono-ciera.

Tras un breve periodo de distención y cordialidad, las relaciones entre Estados Unidos y la Cuba revolucionaria se enfriaron cuando

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Castro inició medidas radicales como el reparto de los latifundios a los campesinos, la clausura de los casinos en la Habana y la naciona-lización de empresas. En 1960, el presidente Eisenhower eliminó las favorables cuotas de importación del azúcar cubana, pensando que esta drástica acción motivaría al gobierno de Castro a modificar su política socialista, ya que la estructura económica cubana se basaba en el monocultivo del azúcar.

Lo que siguió fue un estrechamiento en las relaciones políticas y económicas entre Cuba y la URSS, que se comprometía a adquirir una buena parte de la producción azucarera de la isla, a precios mayores a los del mercado internacional, y a suministrarle el petróleo necesario.

En Estados Unidos, “la cuestión cubana”, se convirtió en parte de su agenda cotidiana, el presidente autorizó el entrenamiento clandes-tino de exiliados cubanos anticastristas, para derrocar al nuevo go-bierno cubano.

Unos meses después de tomar posesión, John F. Kennedy, auto-rizó el desembarco de fuerzas regulares en Bahía de Cochinos, inte-gradas por exiliados cubanos. La invasión resultó un estrepitoso fracaso para los Estados Unidos; en tanto que para Fidel Castro, esta victoria lo estimuló a proclamar el carácter socialista de la revolución cubana, la profundización de sus medidas económicas que incluían la nacionalización de las empresas norteamericanas y su alineamiento con el bloque soviético, al que apremió a otorgar más apoyo militar, invocando la posibilidad de que los norteamericanos decidieran in-vadir directamente a Cuba para destruir la revolución.

La URSS enviaba armamento convencional y nuclear a Cuba en bu-ques comerciales, que pasaban desapercibidos para la inteligencia norteamericana, aunque la operación fue descubierta por aviones espías norteamericanos en Octubre de 1962; la CIA exhibió en foto-grafías la presencia de armas ofensivas y plataformas de lanzamiento que estaban siendo construidas en Cuba.

A partir de ese momento, el mundo asistió a la crisis más aguda de la guerra fría, al borde del enfrentamiento nuclear; las dos superpo-

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tencias se enfrentaban. Kennedy declaró un cerco naval y comercial a la isla y la situación se tensó cuando la flota naval estadounidense se puso en posición de combate ante los barcos soviéticos que viajaban hacia Cuba, obligándolos a retroceder; el presidente del Consejo de ministros de la URSS, Nikita Khrushchev, declaró con firmeza que “la Unión Soviética no reconocía derecho a los norteamericanos para es-tablecer un cerco naval alrededor de Cuba y veía al bloqueo como una agresión, por lo que advirtió que los barcos soviéticos no tenían por qué respetarlo”. (Linares, 2009: 98)

Días más tarde el mundo vivió horas de pánico cuando un avión estadounidense supersónico U2, en labores de espionaje, fue derri-bado en la isla, por un misil soviético. Las fuerzas armadas de Esta-dos Unidos, fueron declaradas en una situación de alerta máxima.

Khrushchev contribuyó a la distención, al enviar una carta a Ken-nedy, proponiéndole el desmantelamiento de las bases soviética de misiles nucleares en Cuba, a cambio de la garantía de que Estados Unidos no invadiría a Cuba ni apoyaría operaciones con ese fin.

El 28 de octubre de 1962, tras 2 días de intensas negociaciones se-cretas en las que se excluyó a Fidel Castro, ambas superpotencias lle-garon a un acuerdo, en el que admitían la supervisión de la ONU del desmantelamiento de los misiles soviéticos de la isla; por su parte los Estados Unidos se comprometieron a desmovilizar sus fuerzas des-plegadas contra la isla ya renunciar a cualquier plan de invasión a Cuba. Adicionalmente aceptaron retirar los misiles desplegados en Turquía, que amenazaban a la URSS.

Más tarde, los norteamericanos adoptaron una ley que estableció la prohibición a las empresas norteamericanas de comercializar con Cuba, bloqueo que continua hasta la fecha. Sin embargo, el régimen de Castro logró consolidarse e integrarse al bloque socialista, ante la promesa del presidente estadounidense de no intervenir militarmen-te en Cuba.

Las superpotencias evitaron el enfrentamiento directo, y no mos-traron debilidad, a pesar de que la guerra fría con este episodio al-

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canzó niveles álgidos, no llego a arribar a un conflicto militar, como había ocurrido con Corea y volvería a ocurrir, posteriormente, en Vietnam.

En lo que se refiere a la guerra de Vietnam, el antecedente es que, al finalizar la segunda Guerra mundial, tras la rendición de Japón, Francia quiso restablecer su mandato colonial en la Indochina ocu-pada por los japoneses, pero ya la Liga por la Independencia de Viet-nam (Viet Minh), de filiación socialista, encabezada por Ho Chi Minh, había declarado la soberanía de la República Democrática de Vietnam en septiembre de 1945; la negativa de Francia de reconocer-la, dio inicio lo que se ha llamado como “la primera guerra de Indo-china”, que terminó en 1954, cuando las tropas francesas fueron derrotadas por las fuerzas vietnamitas del general VoNguyenGiap.

Tras los acuerdos de Ginebra en 1954, la península de Vietnam quedó dividida en cuatro naciones, Laos, Camboya y Vietnam sepa-rado en dos territorios. El norte de Vietnam sería una zona para la reagrupación del Viet Minh, y el sur sería una zona bajo influencia de Estados Unidos, en la que colocaron al emperador Bao en el poder, que un año más tarde fue reemplazado mediante un golpe de Estado encabezado por el general NgoDinh Diem.

La dirección del Viet Minh, consideraba que la independencia de Francia constituía el primer paso dentro de una estrategia más larga que culminaría con la unificación del país. Por su parte, el gobierno de Diem generó en Vietnam del Sur un ambiente dictatorial, de enorme corrupción y represión, que abonó la creación de un movi-miento de resistencia llamado Frente de Liberación Nacional de Vietnam (FNL), mejor conocido como “VietCong”, que es la contrac-ción de “Vietnam Rojo”.

A finales de la década de los 50s, estalla la guerra civil en Vietnam del Sur, cuando el FNL emprende la guerra de guerrillas contra objeti-vos militares del régimen de Diem, apoyado desde el Norte a través de un entramado complejo de comunicaciones que se le denominó la “ruta Ho Chi Minh”, a partir del cual recibía pertrechos y tropas.

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Los Estados Unidos, desde la administración de Eisenhower, pro-porcionaron apoyo financiero y de armamento a Francia en su lucha contra el Viet Minh y dicha ayuda continuó con la dictadura de Diem y sus sucesores. Más tarde, con el ascenso del presidente Kennedy, comienza la escalada militar, que inicialmente consistía en el envío de armas y asesores militares que no participaban en las batallas con-tra el VietCong. Posteriormente el gobierno de Lyndon B. Jonhson, en 1964, optó por la intervención militar directa, ya que se valoró que el no hacerlo provocaría la caída de Vietnam del Sur por el Norte. Los asesores del presidente opinaban que, a pesar de que dicha interven-ción resultaría muy larga, costosa y sangrienta “por ser el Sur un país poco interesado en su supervivencia, de no hacerlo, Estados Unidos parecería un tigre de papel y se podría generar la Tercera Guerra Mundial, al no ver los soviéticos obstáculos insalvables para su ex-pansión” (Guerrero, 1988: 123). Días después, se produjo el “Inciden-te del Golfo de Tonkín”, un montaje en el que, sin presentar pruebas, se acusó a Vietnam del Norte de atacar embarcaciones militares esta-dounidenses, lo que justificó que el Congreso otorgara a Johnson ple-nos poderes para incrementar la cantidad de tropas en ese país y que éstas realizaran operaciones fuera de sus bases. Johnson, que estaba en campaña por su reelección, necesitaba mostrar una imagen de fuer-za frente al comunismo y al poco tiempo comenzaron los primeros bombardeos aéreos de la aviación norteamericana a posiciones nor-vietnamitas.

Se iniciaba una guerra muy costosa y compleja, porque los Esta-dos Unidos no se proponían doblegar a Vietnam del Norte, ni ocupar militarmente su territorio, ya que no tenían la menor intención de enfrentarse a la cada vez más poderosa China (con la que Vietnam del Norte compartía una gran frontera), como había sucedido en la gue-rra de Corea. Ésta era una guerra diferente, donde no existiría una capital o un territorio por ocupar. Más bien, los estadounidenses querían demostrar a Vietnam del Norte y al VietCong que no podían ganar la guerra, por las numerosas bajas que les infringirían; la flota

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estadounidense bloquearía las rutas marítimas e intensificaría las ac-ciones de sus marines en territorio de Vietnam del Sur y contra la “ruta Ho Chi Minh” para cortar el abastecimiento al VietCong.

El primer año de intervención, fue de victorias de los Estados Uni-dos en casi todas las batallas, gracias a su potencia de fuego y a su poder de abastecer a sus soldados por aire, sin sufrir los numerosos ataques que tantas pérdidas les habían costado antes a los franceses, lo cual les hizo pensar a los estadounidenses en una victoria rápida. Sin embargo, en los siguientes dos años los guerrilleros del VietCong empezaron a llevar la iniciativa, y a provocar cada vez más bajas a los estadounidenses; Westmoreland, el comandante en jefe del ejército estadounidense, solicitaba cada vez más soldados, sin que las victo-rias se presentaran.

Los guerrilleros del VietCong encontraban en sus aldeas su espacio vital de subsistencia, moviéndose en ellas como un “pez en el agua”. Ante esa situación y para contrarrestar esa influencia, los asesores es-tadounidenses crearon “aldeas estratégicas”, construyendo miles de nuevos núcleos urbanos para desplazar a los habitantes, con el doble propósito de controlar a la población y separarla de los guerrilleros, a los que alimentaban y protegían. Este programa fracasó ante los abu-sos de los soldados del Sur, que se enemistaron con la población al trasladarla por la fuerza.

Los estadounidenses y el ejército de Vietnam del Sur, luchaban tanto contra los guerrilleros del FNL, como contra un ejército regular, el del Vietnam del Norte, que contaba con la enorme ventaja de tener protegidas sus fronteras por una superpotencia, China, además de contar con el apoyo militar y económico de otra, la URSS, lo que le permitía destinar prácticamente todos sus recursos a realizar infiltra-ciones en el Sur. En la guerra de Vietnam se utilizó el armamento más moderno en ambas partes beligerantes.

A principios de 1968, en la celebración del “Tet” (año nuevo viet-namita), casi todas las capitales provinciales de Vietnam del Sur fue-ron atacadas, y muchas fueron tomadas por el VietCong. Saigón

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(capital del Vietnam del Sur) estuvo sitiada, la embajada de Estados Unidos fue atacada por un comando suicida, y la importante ciudad de Huécayó en poder de los rebeldes. La sorpresa fue total para los estadounidenses y el ejército de Vietnam del Sur; con esta ofensiva, el Norte y el VietCong esperaban que la población del Sur apoyara dicho levantamiento, hecho que no ocurrió. En unas semanas el territorio ganado por los guerrilleros fue recuperado ante el poder aéreo de los norteamericanos. Militarmente dicha ofensiva fue un fracaso, ya que cobró aproximadamente unos 50 mil muertos para el VietCong, la gran mayoría asesinados una vez que se habían rendido. Sin embar-go, este hecho tuvo un alcance propagandístico mundial, ya que la opinión pública en Estados Unidos y en el mundo se escandalizó ante los excesos de los soldados norteamericanos contra la población civil.

De poco sirvieron los comunicados dirigidos a los televidentes es-tadounidenses, informando sobre el gran número de bajas infligidas al ejército de Vietnam del Norte y al VietCong o de la resistencia mos-trada por el ejército de Estados Unidos y las tropas aliadas del Sur. Las manifestaciones de protesta en las ciudades norteamericanas se multiplicaron cuando se hicieron públicas las atrocidades que los ma-rines realizaron en las aldeas vietnamitas. La imagen de una niña quemada por napalm dio la vuelta al mundo y multiplicó las protes-tas de los grupos pacifistas.

Lyndon Johnson, renunció a competir por una reelección a media-dos de ese año, relevó al general Westmoreland y ordenó los primeros planes de retirada de las tropas. En 1969, ya con la administración de Richard Nixon, se iniciaron negociaciones secretas con Vietnam del Norte, y se retiraron paulatinamente las tropas norteamericanas de Vietnam. La guerra se había empantanado, los costos tanto humanos, como políticos eran cada vez más altos.

Finalmente, en enero de 1973 la delegación de Vietnam del Sur, la de Vietnam del Norte, la estadounidense y la del Gobierno Provisio-nal de la República de Vietnam del Sur (FNL) firmaron los Acuerdos de paz de París, en los cuales se establecía la implantación de un alto

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al fuego, el retiro de las tropas estadounidenses y la celebración de elecciones en el Sur.

Vietnam del Sur se quedaba solo en la guerra, aunque contaba el apoyo financiero y logístico de los Estados Unidos, Vietnam del Norte se preparó para la ofensiva final que reunificaría al país, la cual se inició en 1974 cuando su ejército invadió el Sur; avanzó lentamente al principio, pero para los inicios de 1975 su marcha era fulminante, an-te la desbandada del ejército del Sur, carente de moral y de espíritu de lucha.

Junto con la estampida del ejército del sur, una multitud despavori-da huía hacia los puntos por los cuales podía salir del país. Todo era el caos. Saigón, cayó en manos de las fuerzas de Vietnam del Norte y si-multáneamente el personal de la embajada de Estados Unidos quema-ba todos sus archivos, para posteriormente ser evacuados por los helicópteros apostados en las azoteas del edificio. Así, Vietnam quedó unificado bajo el control del régimen comunista del Norte y con ello concluyó uno de los episodios más significativos de la guerra fría.

Durante las décadas de los setentas y ochentas persistió la guerra fría, aunque sin los puntos álgidos que hemos descrito anteriormen-te, en los cuales las potencias mundiales estuvieron cerca del enfren-tamiento directo.

En 1985, al ascender de Mijaíl Gorbachov como líder de la URSS, echa a andar dos planes que serán decisivos para el fin del bloque so-cialista: la perestroika (apertura económica) y la glasnost (apertura política). Con ello, se estaba liberando a fuerzas muy poderosas, que Gorbachov fue incapaz de controlar, lo que a la postre provocarían el derrumbe (por sí mismo) de un imperio, con lo cual terminaba la guerra fría, al dejar de existir uno de los dos protagonistas de esta guerra.

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II

APARICIÓN DE LA GLOBALIZACIÓN Y SU AVANCE EN EL ÁMBITO ECONÓMICO

Presentación Este capítulo inicia con un análisis sobre el contexto en el que se lleva a cabo el proceso de globalización económica, analizando algunas conceptualizaciones y su avance, y trata de dar a conocer cómo se desenvuelve la globalización y su vínculo con los patrones de acumu-lación de capital y el neoliberalismo.

En uno de los apartados de este capítulo, se aborda la lucha por la hegemonía y los cambios por el posicionamiento económico global, que implica la participación de las grandes potencias económicas, en ese sentido, se aborda la hegemonía estadounidense en el ámbito económico y su posición entre los países desarrollados.

Más adelante, se analiza la creciente presencia de las economías emergentes y el papel que están teniendo en la economía global, don-de los cambios se dan de manera eslabonada y a una gran velocidad. También se analiza el comercio internacional, los cambios y las nego-ciaciones comerciales multilaterales, y el papel del GATT y de la OMC.

Por último, se analiza el capital financiero en la globalización, el papel de las empresas transnacionales, así como el papel de México y América Latina ante la globalización y los significados e impacto de la Globalización en América Latina y México.

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II.1. La globalización y sus significados.

María del Carmen Reyes Ugarte. El artículo aborda el concepto de globalización, su origen y las inter-pretaciones que de ella hacen autores como Aldo Ferrer, Vidal Villa, Anthony Giddens, Jan Aart Scholte, Boaventura de Sousa Santos, en los ámbitos que se desenvuelve, así como sus efectos en el sistema so-cial.

La globalización es un concepto polémico tanto en su definición como en su localización histórica, pues algunos estudiosos la ubican desde el descubrimiento, conquista y colonización de América, en cambio para otros autores es un fenómeno que se desarrolla desde la segunda mitad del siglo XX y en particular desde los años 80 de dicho siglo.

Entre los primeros encontramos a Aldo Ferrer, que en su libro “Historia de la globalización” –del cual se han publicado dos de tres volúmenes– analiza el Orden Económico mundial. Nos dice que la globalización no es un fenómeno reciente, ya que ella inicia en el siglo XVI, con lo que denomina el primer orden económico mundial, el cual dura hasta la revolución industrial iniciada por Inglaterra en el S. XVIII. Para el autor, el desarrollo económico europeo a finales del si-glo XV era de carácter intraeuropeo, pero con el descubrimiento de América y la llegada de los portugueses a Oriente por vía marítima se constituye un orden mundial de alcance planetario. El segundo orden mundial, abarca desde alrededor del año 1800 hasta 1913-1914, víspera de la primera guerra mundial, y el tercer orden mundial arranca al finalizar la segunda guerra mundial y continúa vigente hasta la fecha. (Ferrer, 1996: 1)

En el extremo opuesto para José María Vidal Villa, la globalización –que él denomina mundialización– todavía no se ha concretado, ya que ella “representa la etapa final de la culminación a escala planeta-ria del proceso de expansión capitalista” (Vidal, 1999). Dicha expan-

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sión, se inició hace poco más de dos siglos, al crearse los primeros mercados locales de empresas capitalistas en algunas ciudades de Europa, seguido de un segundo momento donde se da la constitución de mercados interiores de cada Estado, nacional o no; a la vez dice, que paralelo a esto, se da un proceso de expansión “exterior” del capi-talismo que origina el imperialismo.

En una posición intermedia, Anthony Giddens (1999) no percibe la globalización como algo que represente el comienzo de una nueva era o época en la historia humana. Para él, la globalización que inicia en-tre los años 70 y 80 del siglo XX, es una continuación de tendencias puestas en movimiento por los procesos de modernización de inicios del siglo XVIII en algunas partes de Europa, los cuales reemplazaron las formas tradicionales de sociedades basadas en la agricultura.

Para Jan Aart Scholte, la globalización como fenómeno significati-vo aparece hasta la primera mitad del siglo XX, en tanto que el con-cepto “globalización” ha recorrido una larga historia que describe así: “el adjetivo ‘global’ entra en circulación a finales del siglo XVII, empe-zando a querer decir a ‘escala global’. El verbo ‘globalize’ apareció en los años cuarenta del siglo pasado, junto con el término ‘globalism’. La palabra ‘globalization’ emergió del idioma inglés en 1959 y entró en el diccionario dos años después. El concepto de ‘globality’, como una condición, surgió en los ochenta del siglo pasado. El vocabulario de la globalización se ha extendido a otras lenguas en las décadas pa-sadas. Entre los muchos ejemplos existentes pueden citarse los términos lil ’alam en árabe, quanqiuhua en chino, mondialisation en francés, globalizatsia en ruso y globalización en español”. (Scholte, 2007: 18)

Refiere además que la globalización en 1990 se convierte en un nuevo campo de investigación y, desde el inicio del presente siglo, grupos profesionales de todo el mundo la presentan como el centro de un paradigma alternativo de investigación social.

Las definiciones dominantes de la globalización, por lo general provienen de aquellos grupos de elite que le dan dirección al fenóme-

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no y que lo ponen al servicio de sus intereses ideológicos, económi-cos, políticos, pero también existen interpretaciones que provienen de movimientos sociales globales de emancipación en contra de los procesos globales de explotación.

En este sentido, Scholte hace hincapié en que tanto las definiciones como los conceptos que han prevalecido hasta ahora son redundantes y conducen a confusiones, que empantanan el esclarecimiento de qué es la globalización, al grado de identificarla erróneamente con aspec-tos como internacionalización, liberalización, universalización y occi-dentalización, todos los cuales tienen como idea principal la supresión de restricciones, la apertura de la economía, la homogenei-zación de patrones culturales y la occidentalización como americani-zación, que destruye los patrones culturales pre-existentes. En oposición a esas definiciones, él considera que la globalización desde una perspectiva histórica se identifica con la extensión de las co-nexiones transplanetarias y supra-territoriales entre la gente. Desde esta perspectiva, la globalización implica reducciones en las barreras para generalizar a través del planeta los contactos sociales. La gente es cada vez más capaz, en términos físicos, legales, lingüísticos, cultu-rales y psicológicos, de conectarse e implicarse con los demás, sean de donde sean.

Desde esa perspectiva, la globalización hace referencia a un cam-bio en la naturaleza del espacio social. Esta concepción contrasta con las otras cuatro mencionadas anteriormente que presumen (normal-mente de forma implícita más que de forma explícita) una continui-dad en el carácter subyacente de la geografía social. (Scholte, 2007)

Esa perspectiva histórica, toma en cuenta a la Tierra como un todo, donde la gente se encuentra inmersa en el sistema social (sociedad to-tal), que es cambiante según su devenir histórico, contemplando no sólo un aspecto sino todos los aspectos –económico, político, social, cultural, religioso, ecológico, filosófico– que modifican su ser, como globalización a gran escala. El problema que se presenta es la resis-tencia para cambiar desde lo establecido tradicionalmente hacia una nueva visión global.

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La gente empieza a adquirir una conciencia global, que nada tiene que ver con los conceptos de homogeneidad y universalidad arriba mencionados; el mundo sigue marcando fronteras, de tal manera que la territorialidad sigue siendo importante en la actualidad, impidien-do el comienzo de un globalismo que disminuya la desigualdad de oportunidades que se derivan del carácter político (relaciones de po-der) de la globalización actual.

La complejidad de la globalización, no sólo tiene que ver con sus múltiples definiciones sino también con los intereses que ella expresa y con los múltiples ámbitos en que ella se desenvuelve. Así, por ejem-plo, Boaventura de Sousa Santos, identifica cuatro tipos: por una par-te, los “localismos globalizados” y los “globalismos localizados”, que son las formas retrogradas y conservadoras de la globalización; y, por otra parte el “cosmopolitismo” y la “herencia común de la humani-dad”, que son las formas avanzadas de la globalización (De Sousa, 2005: 275-277). Define esos cuatro tipos de globalización de la si-guiente manera:

Localismo globalizado. Consiste en el proceso cultural por el cual un fenómeno local dado es globalizado con éxito, imponiéndose y absorbiendo a otras culturas subordinadas. Ejemplo, la globaliza-ción de la comida rápida o la música popular norteamericana.

Globalismo localizado. Consiste en las repercusiones de las prácticas e intereses transnacionales en las condiciones locales, que son desestructuradas y reestructuradas con el fin de respon-der a dichos intereses. Ejemplo, enclaves de libre comercio; dete-rioro ambiental, etc.

Cosmopolitismo. Consiste en que los Estados-nación subordina-dos y diversos grupos sociales se organicen transnacionalmente en defensa para contrarrestar los efectos dañinos de las formas hegemónicas de globalización. Ejemplo, las organizaciones labo-rales mundiales; las organizaciones de Derechos Humanos; las ONG.

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La herencia común de la humanidad. La idea detrás de este con-cepto es que hay entidades naturales que pertenecen a la huma-nidad entera y que todos los pueblos tienen derecho a opinar y participar en el manejo y la distribución de sus recursos. Ejem-plo, las luchas contra la proliferación del armamento de destruc-ción masiva del medio ambiente, etc.

Así también dicho autor destaca que la globalización es un fenó-

meno multifacético, cuyas distintas dimensiones están relacionadas entre sí de modo complejo, arrojando consecuencias diversas en esas distintas dimensiones.

En lo que respecta a sus consecuencias económicas, según De Sou-sa, en la década de los ochentas, emerge una nueva división social del trabajo, basada en la globalización de la producción por parte de las empresas multinacionales como actores principales de la economía mundial y con los organismos internacionales jugando un papel cen-tral en la imposición de políticas neoliberales; él sintetiza esa situa-ción en los siguientes términos:

“La globalización económica es sostenida por el consenso económico neoliberal, cuyas tres principales innovaciones institucionales son: las restricciones drásticas a la regulación estatal de la economía; los nue-vos derechos de propiedad internacional para inversiones extranjeras, invenciones y creaciones susceptibles de entrar dentro de la regula-ción de la propiedad intelectual; (…) y la subordinación de los Estados nacionales a las agencias multilaterales tales como el Banco Mundial (…), el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio. Dado el carácter general del consenso, los recursos que de él de desprendieron fueron aplicados, algunas veces con extremo rigor (lo que he llamado el modo de la jaula de hierro), otras veces con una cierta flexibilidad (el modo de la jaula de goma). (…) Los países pe-riféricos y semiperiféricos son los que están más sujetos a las imposi-ciones del recetario neoliberal, una vez que éste es transformado por las agencias financieras multilaterales en condiciones para la renego-

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ciación de la deuda externa a través de los programas de ajuste estruc-tural. Pero ante el creciente predominio de la lógica financiera sobre la economía real, incluso los Estados centrales, cuya deuda pública ha venido aumentando, se encuentran sujetos a las decisiones de las agencias financieras de rating, esto es, de las empresas internacio-nalmente acreditadas para evaluar la situación financiera de los Esta-dos y los consecuentes riesgos y oportunidades que ofrecen a los inversionistas internacionales”. (De Sousa, 2005: 240-241)

En lo que se refiere a las consecuencias sociales, el impacto de las

empresas multinacionales en la estratificación social, da como resul-tado el nacimiento de nuevas clases que son producto de las alianzas con la élite capitalista local y la burguesía estatal, y que go-zan de un sistema de privilegios sociales, económicos, de poder polí-tico y control social, acentuando aún más la inequitativa distribución del ingreso y la concentración de la riqueza, propios de la economía capitalista. En tal sentido De Sousa plantea:

“En lo que respecta a las relaciones sociopolíticas, se ha sostenido que, aunque el sistema mundial ha sido siempre estructurado como un sistema de clases, hoy día está emergiendo una clase capitalista transnacional. Su campo de reproducción social es el globo como tal, el cual sobrepasa fácilmente las organizaciones nacionales de trabaja-dores, así como los Estados externamente débiles de la periferia y la semiperiferia del sistema mundial (…). Las Empresas multinacionales son la principal forma institucional de esta clase capitalista transna-cional y la magnitud de las transformaciones que ellas están suscitan-do en la economía mundial se evidencia en el hecho de que más de un tercio del producto industrial mundial es producido por ellas (…) y un porcentaje más elevado es manejado por ellas”. (De Sousa, 2005: 241)

En lo que respecta a las consecuencias políticas de la globalización

De Sousa plantea lo siguiente:

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“La nueva división internacional del trabajo, a la que se añade la nue-va economía política ‘promercado’, trajo también algunos cambios importantes en el sistema interestatal, la forma política del sistema mundial moderno. Por un lado los Estados hegemónicos, por ellos mismos o a través de las instituciones internacionales que controlan (especialmente las instituciones financieras multilaterales) redujeron la autonomía política y la soberanía efectiva de los Estados periféricos y semiperiféricos con una intensidad sin precedentes, a pesar de que la capacidad de resistencia y de negociación por parte de éstos últi-mos puede variar enormemente”. (De Sousa, 2005: 246)

En lo que respecta a las consecuencias culturales de la globaliza-

ción, los medios de comunicación, juegan un papel importante en la diseminación de los patrones culturales, de valores y de los universos simbólicos que se globalizan, provenientes de occidente y en especial de Norteamérica. Sin embargo, en este escenario en muchos casos los pueblos han respondido reforzando sus tradiciones o rescatándolas; la pregunta en todo caso es ¿hasta dónde podrán resistir?

El debate sobre la fuerza que tienen los cambios en el ámbito cul-tural y su importancia en relación con los demás ámbitos de la globa-lización, es planteado por De Sousa en los siguientes términos:

“La globalización cultural adquirió una especial importancia con el lla-mado ‘giro cultural’ de la década de los ochentas, es decir, con el despla-zamiento del énfasis en las ciencias sociales y en los fenómenos socioeconómicos hacia los fenómenos culturales. El ‘giro cultural’ vio re-nacer la cuestión de la primacía causal en la explicación de la vida social, así como la cuestión del impacto de la globalización cultural. La pro-blemática consiste en saber si las dimensiones normativa y cultural del proceso de globalización desempeñan un papel primario o secundario. Mientras que para algunos estas dimensiones juegan un papel secunda-rio, dado que la economía mundial capitalista está más integrada por el poder político-militar y por la interdependencia del mercado que por el consenso normativo y cultural, para otros el poder político, la domina-ción cultural y los valores y normas institucionalizadas preceden a la de-

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pendencia del mercado en el desarrollo del sistema mundial y en la esta-bilidad del sistema interestatal”. (De Sousa, 2005: 254)

II.2. Globalización, neoliberalismo y patrones de acumulación de ca-pital.

María del Carmen Reyes Ugarte.

El artículo aborda la crisis del Estado de Bienestar y a partir de ésta la instauración del neoliberalismo y la globalización, que obedecen a una nueva etapa de desarrollo del capitalismo a nivel mundial.

Independientemente de las distintas posiciones acerca de la nove-dad o antigüedad de la globalización y respecto de las múltiples defi-niciones que se le asignan, es muy claro que la globalización contemporánea se ha desenvuelto simultáneamente al patrón neoli-beral, y que en tal sentido el neoliberalismo como proyecto cultural ha constituido el marco donde la globalización ha venido ejerciendo sus efectos. Al respecto, interesa destacar que desde los años ochenta el neoliberalismo se impone a nivel mundial, y que dicha imposición implicó un escenario diferente al de las décadas anteriores, que estu-vo caracterizado por el Estado de Bienestar. En efecto, entre las cau-sas que llevan a la aplicación del Modelo Neoliberal, una de las más importantes es la crisis del Estado de Bienestar, que se manifiesta con intensidad en los setenta, la cual se acompañó con una pérdida de vigencia de la teoría Keynesiana, la cual propugnaba la participa-ción directa del Estado en la economía y como asignador de los re-cursos, actuación con la cual se logró reactivar la economía capitalista colapsada en la crisis del 29 al 33. Ese modelo de funcionamiento apoyado en una activa gestión estatal, funcionó sin grandes proble-mas debido al uso intensivo del gasto público y a una política fiscal expansiva para propiciar el crecimiento económico, con una fuerte inversión pública e incentivando la inversión privada, generando em-pleo y políticas de protección social. Esas políticas públicas llevaron

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al agotamiento del Estado de bienestar en los años 70, manifestándo-se como un Estado altamente deficitario, con dificultades para con-trolar la inflación, reducir el desempleo y contrarrestar la caída de la tasa de ganancia, acentuándose el déficit fiscal, déficit comercial, productividad y otros. En particular, la crisis de 1974 y 1975, trajo aparejado el llamado fenómeno de la “estanflación” (estancamiento productivo con altos niveles de inflación).

La globalización actual y el neoliberalismo obedecen por tanto a una nueva etapa de desarrollo del capitalismo a nivel mundial, donde la globalización neoliberal no ha impactado sólo en el aspecto económico, sino que tiene repercusiones en el conjunto de la vida en el aspecto político y social, repercusiones que se intensifican con la caída del socialismo real.

A decir de Massimo Salvadori, el advenimiento de la verdadera globalización –a la cual define como “una intensificación de relacio-nes que tiende a rebasar los límites tradicionalmente puestos por los Estados hasta la constitución de un mundo en el cual prevalecen li-bres relaciones entre sujetos que tendencialmente ya no son en pri-mer lugar los Estados, sino las entidades económicas” – se debe a “la combinación de varios factores, entre ellos (…) uno de naturaleza es-tructural y otros de naturaleza política e institucional. Indicándolos muy sintéticamente, ellos son: por una parte, el desplazamiento de la acumulación del capital y de la división del trabajo preponderante-mente más allá de los confines de los Estados o de los grupos de Es-tados, con el abandono de los sistemas más o menos <cerrados>; la estandarización dominante de los productos; la rapidísima difusión y homogeneización de las tecnologías; la revolución informática”. (Sal-vadori, 1998: 75)

Asimismo, nos dice que los factores geopolíticos y tecnológicos fueron derribados para hacer del mundo una “aldea global”, dando como resultado la formación de un mercado mundial unificado y li-derado por los Estados que afirman su control sobre los recursos es-tratégicos y desprovistos de legitimación política, poniendo en crisis

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el concepto de soberanía absoluta de los Estados (entendida como plena autodeterminación), que se verá en un apartado posterior.

Por otro lado, la existencia de un mercado mundialmente unifica-do, lleva a que las beneficiarias directas de la globalización neoliberal sean las empresas transnacionales financieras e industriales, que cre-an una red propia de control y de mandato sobre todo el mundo. El poder económico en manos de estas empresas, que son también las responsables de reforzar la globalización, rebasó las iniciativas de los Estados para llevar a cabo un libre mercado, tanto a través de los compromisos de liberalización en la OMC, como por los bloques co-merciales formalmente constituidos: la Unión Europea, los bloques comerciales en América Latina y los Tratados de Libre Comercio.

Con base en lo anterior podemos decir que la globalización neoli-beral, a pesar de su discurso a favor de la formación de una aldea glo-bal y en el cual se destacan sus bondades económicas, políticas y sociales, causa un control y dominio que deteriora esos aspectos a ni-vel mundial. Citando a Víctor Flores Olea:

“Las formas de vida y cultura prevalecientes tienen dos fuentes inelu-dibles: la sociedad industrial que se funda en el avance tecnológicos y el carácter sui generis de una globalización que es, sobre todo, globa-lización del capital (de los grandes consorcios financieros) que busca ampliar sus mercados. Globalización en una variedad de dimensiones también derivadas del avance de la tecnología moderna, que establece formas de vida características y un definido universo de valores socia-les y políticos, que incluye también valores morales, estéticos y cultu-rales”. (Flores y Flores, 1999)

Un importante elemento en el escenario de deterioro que toma

cuerpo desde los años setenta –al cual se ha hecho referencia en el primer bloque de este libro–, fueron los efectos inflacionarios por los altos precios del petróleo, provocados por la crisis energética de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP): “En 1973 es-talló la crisis del petróleo, provocada por las maniobras de los saudíes en

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los países productores de petróleo, con los Estados Unidos promoviendo y bendiciendo la operación: el precio del petróleo se disparó a niveles nunca conocidos. Los Estados Unidos provocaron el alza de precios por-que no dependían excesivamente del petróleo del Medio Oriente; y así, el alza del precio del petróleo afectó sobre todo a las economías europeas y japonesa, que eran las competidoras directas de los norteamericanos”. (Giribets, 2009)

Otro factor importante del deterioro fue el quiebre del sistema monetario internacional de Bretton Woods, dado que desde 1971 Es-tados Unidos formalizó su incapacidad de seguir manteniendo la pa-ridad dólar-oro, trasladando su déficit al resto de los países. Se inició así un período de “recalentamiento” de la economía en los primeros años de la década, acelerado por una inflación en ascenso y un creci-miento del circulante por el aumento del déficit fiscal de Estados Unidos

El conjunto de elementos recién señalados puso en entredicho la capacidad de respuesta del Estado de Bienestar, por un lado, frente a la clase empresarial que quiere seguir manteniendo altas tasas de ga-nancia, y por otro frente a las demandas sociales de la población para mejores condiciones de vida. Con todo ello se abrió paso el desarrollo de las teorías Neoliberales, uno de cuyos precursores fue Friedrich Hayek, que pregona el regreso a una economía abierta, el libre mer-cado, el Estado mínimo y la privatización de la empresa pública; este modelo de funcionamiento económico, si bien apareció desde los se-tenta en algunos países latinoamericanos, recibió su principal impul-so durante la década siguiente, del gobierno de Ronald Reagan en Estados Unidos y de Margaret Thatcher en Inglaterra.

La caída del Estado de Bienestar y la puesta en marcha del Neoli-beralismo y la globalización, trajo consigo el fortalecimiento de las mayores empresas, las cuales encabezaron un profundo proceso de concentración y centralización10 del capital dentro de los distintos 10 Se entiende por concentración del capital el aumento del volumen del capital como resultado de la capitalización, de la acumulación de plusvalía. La centraliza-ción del capital consiste en el crecimiento del volumen del capital por la unión de

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países. De entre esas grandes empresas destacan las transnacionales11 las cuales adquieren un fuerte protagonismo y liderazgo económico. Esto es posible porque las Empresas Transnacionales (ETN) –cuya presencia en la economía mundial se revisará en un capítulo poste-rior de este bloque del libro– encarnan los intereses del capital, son productoras y detentadoras de la tecnología, manejan los mercados, los flujos financieros y comerciales, y controlan gran parte de la eco-nomía mundial, lo que además les permite tener una gran influencia política en los países donde operan, influencia que les permite incidir tanto en el gobierno como en el marco jurídico y su adecuación para el logro y protección de sus intereses económicos.

Este liderazgo de las empresas transnacionales es propiciado por organismos internacionales como el FMI, la OMC y el BM, y alentado por el nuevo rol del Estado, Estado que pretende minimizar su im-portancia como Estado-nación y con ello se ve sujeto a una pérdida de su sentido, vulnerándose la soberanía del mismo en grados que dependen de la fortaleza del país donde se encuentre. A decir de Mas-simo Salvadori:

“El concepto de soberanía total presupone, en suma, que el Estado sea capaz de hacer valer eficazmente su mandato en el interior y que, al mismo tiempo, pueda hacer efectiva su política exterior.

“Se tiene soberanía en sentido pleno únicamente cuando ella puede hacerse valer tanto en el interior cuanto hacia el exterior (…) Cuando un Estado logra ejercer con eficacia la soberanía en su interior, pero no en el exterior, con base en decisiones de otros Estados, entonces se tiene una soberanía demediada. Cuando un Estado actúa tanto en el

varios capitales en uno solo o por la absorción de uno de ellos por otro; este proceso significa que entre los capitalistas se redistribuyen capitales ya acumulados. 11 Se denominan transnacionales, a las empresas que producen en más de un país, que exportan e importan capital, por lo que traen como consecuencia el incremento de los flujos de inversión extranjera directa. Son empresas que rebasan las fronte-ras nacionales, instalando activos productivos, asumiendo el control de ellos en más de un país.

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interior como en el exterior, con base en decisiones de otros Estados la suya es, una soberanía solo aparente”. (Salvadori, 1998: 72-73)

En este sentido el nuevo papel del Estado en el Neoliberalismo, es

un Estado mínimo, administrador de los intereses del gran capital, vigilante de las relaciones entre particulares, enarbolando ante todo la observación del derecho en todos sus actos, lo que hoy se llama Es-tado de Derecho. II.3. La lucha por la hegemonía y los cambios en el posicionamiento económico global.

María Magdalena Adela López Rivera

En el presente apartado, se hace una revisión de la diversidad de de-finiciones sobre hegemonía y de la hegemonía de Estados Unidos, como parte importante del estudio del proceso de globalización que ha impactado en el mundo, y de cómo si bien en el aspecto militar Es-tados Unidos sigue siendo una nación hegemónica, los cambios verti-ginosos que ha sufrido la economía mundial, han llevado a una presencia cada vez mayor de las economías emergentes y sobre todo de aquellas que conforman los BRICS, y especialmente China. II.3.1. La hegemonía estadounidense en el ámbito económico y su po-sición entre los países desarrollados. Dado que en este apartado se utilizará reiteradamente el concepto de hegemonía, es conveniente precisar la definición del término y el uso del mismo. Al revisar diversas definiciones y básicamente en diccio-narios de la lengua española, su significado tiene que ver con “domi-nio, supremacía”; y en algunos diccionarios está considerado como “predominio”, “superioridad”, “preponderancia”, “preeminencia”, “influencia”, “influjo”. Al revisar algunos autores como Antonio

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Gramsci, Immanuel Wallerstein, Raúl Ornelas y Ana Esther Ceceña, entre otros, se ve que no existe una sola definición de hegemonía y que las distintas definiciones se basan en la diversidad de interpreta-ciones y acepciones que dependen del contexto; si bien se trata de un solo término, la definición y uso del mismo se deriva de diferentes in-terpretaciones.

Antonio Gramsci, teórico marxista, es uno de los autores que más trabajó el concepto de hegemonía, enfatizando que la hegemonía no se puede concebir sólo como dirección política, sino también como dirección moral, cultural e ideológica, y que en tal sentido es el poder adicional que goza el grupo dominante para hacer coincidir sus inter-eses con el interés general, dado que el poder sólo se puede garanti-zar mediante la cohesión si los gobernados tienen confianza en los gobernantes se puede gobernar, se puede ejercer el poder sin acudir a la represión; por el contrario, cuando la confianza se desvanece lo que se tiene en todo caso es una dominación sin hegemonía.

Antonio Gramsci define hegemonía como aquello que se ejerce so-bre el conjunto de grupos de la sociedad, donde el grupo dominante establece un liderazgo moral, político e intelectual sobre sectores su-bordinados, haciendo que sus intereses sean los intereses de la socie-dad. Por lo que hegemonía sería “La formación progresiva de alianzas centradas alrededor de un grupo social determinado, donde gracias a la dirección moral e intelectual éstos se van convirtiendo en aliados”. (Kanoussi, 2001: 19)

Por su parte, Immanuel Wallerstein según lo plantea Keohane, “describe a la hegemonía como un sistema normativo ‘basado en la dominación, coerción, explotación y la desigualdad, evitando el término dirección o cualquier cualidad positiva que se le atribuye’. En términos económicos, este autor define a la hegemonía como un en-torno donde los productos de un estado central ‘se producen con tan-ta eficiencia que son parejamente competitivos’ en otros estados, por lo que ese estado, ‘será el principal beneficiado de un mercado mun-dial que por excelencia es libre’”. (Keohane, 1986: 51)

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El propio Keohane, define la hegemonía como una situación en la que un “estado es suficientemente poderoso como para mantener las reglas esenciales que gobiernan las relaciones interestatales, y está dispuesto a hacerlo”. (Keohane, 1986: 51)

Otro autor que define la hegemonía es Robert Cox, para el cual ella consiste en una estructura histórica, en la que las ideas, capacidades militares e instituciones sean congruentes. (Cox, 1986)

Para Raúl Ornelas, el ejercicio de la hegemonía en su contenido económico:

“se deriva de la ‘producción estratégica’, es decir, de las actividades que son esenciales para la reproducción del capitalismo, y cuyo con-trol significa detentar el liderazgo económico a escala internacional, monopolizando mercados, recursos y ganancias.

“Cuando se habla de hegemonía, se hace referencia también de manera específica a la relación entre dos o más pueblos, naciones o Estados. Lo que caracteriza a esa relación, para el presente escrito, es que el espacio dominante hace prevalecer sus intereses ante los espa-cios dominados, sin que por fuerza se dé sojuzgamiento y, en particu-lar, sin imponer sus intereses sólo con la ocupación militar del territorio”. (Ornelas, 2001: 2)

Un punto importante a considerar es que la hegemonía se ejerce

simultáneamente en todos los ámbitos. “Si desde la mirada de Gramsci, hegemonía es la capacidad para generalizar una visión del mundo, no se circunscribe al poder económico o militar, aun cuando éstos formen parte de los argumentos de construcción de los discur-sos de verdad. El poderío militar y la organización económica, para ser eficaces, deben convencer de su infalibilidad y de su inmanencia, pero también deben estar integrados a una visión de mundo capaz de brindar una explicación coherente en todos los campos, incluso en el de la vida cotidiana” (Ceceña, 2004: 2). Es así que pueden existir va-riantes, en las que la relación hegemónica se sustenta única y exclusi-vamente en la fuerza militar pero que, a su vez, no necesariamente

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tiene que derivar en guerra, invasión y conquista, sino que bien pue-de expresarse sólo en amenaza, chantaje o presión, de manera pasa-jera o permanente, sutil o descarada.

Siempre ha existido históricamente una nación líder, un poder hegemónico que permite la existencia de un orden internacional y a pesar de sus problemas, durante una buena parte del siglo XX, Esta-dos Unidos gozó de supremacía sobre el resto del mundo, y es un hecho irrefutable que una vez finalizada la II Guerra Mundial, emerge como la potencia hegemónica, teniendo como único opositor a la Unión Soviética, principalmente en el terreno militar, e incluso esa oposición desaparece con el fin de la Guerra Fría, con lo cual en opi-nión de algunos autores como Zbigniew Brzezinski (2008: 11), Esta-dos Unidos queda como la única y primera potencia realmente global.

Noam Chomsky (1997: 9), menciona que las relaciones entre Esta-dos Unidos y otros países datan desde los orígenes de la historia nor-teamericana, pero fue a partir de la segunda guerra mundial, y sobre todo al término de la misma, que Estados Unidos se vio beneficiado enormemente de ella; al no ser atacado su territorio, tuvo la oportu-nidad de que su producción se triplicara, además de que hasta antes de la guerra ya Estados Unidos era la primera nación industrial del mundo. Es así como desde los años 30 y la primera mitad de los 40 del siglo pasado, se completará el tránsito del dominio inglés al do-minio estadounidense, el cual emerge ya consolidado al finalizar la segunda guerra mundial.

Para Antonio Gutiérrez:

“De 1945 a 1965, los Estados Unidos fueron la potencia hegemónica indiscutible del mundo capitalista. Su fortaleza económica, política y militar al fin de la segunda guerra mundial le permitió constituirse en el polo organizador y cohesionador de la economía mundial. En el plano económico su posición pri-vilegiada no se debía solamente al volumen de su producción, a su desarrollo tecnológico, al papel de su economía como acree-

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dor mundial, a la importancia de sus inversiones y de sus em-presas, sino también al hecho de que el dólar era el principio único de organización monetaria”. (Gutiérrez, 1992: 21)

Para este autor, “la presencia e identidad del dólar como dinero

mundial no era simplemente la coronación de la hegemonía estadou-nidense, sino el principio mismo a través del cual la ejercía, ya que el dinero mundial es siempre el eje centralizador de un modo de organi-zación jerarquizado de las relaciones económicas, mediante la con-frontación de las diversas monedas nacionales, y el patrón dólar no fue la excepción”. (Gutiérrez, 1992: 21)

Entre otros autores, Immanuel Wallerstein destaca que Estados Unidos llegó a controlar el mercado mundial, además de no tener competencia en materia de hacer guerras e igualmente “se convirtió en el centro cultural del mundo” (Wallerstein, 2004: 476). Para Gio-vanni Arrighi, han existido varios ciclos de acumulación hegemónicos y menciona que esos ciclos, constituyen un fenómeno inherente al capitalismo, registrando tanto la continuidad de los procesos de acumulación de capital a escala mundial en los tiempos modernos, como también las rupturas fundamentales en las estrategias y estruc-turas que han conformado estos procesos a lo largo de los siglos; para este autor, los ciclos destacan la alternancia de fases de cambio con-tinuo con fases de cambio discontinuo. (Arrighi, 1999: 15)

A partir de la revolución tecnológica y de la informática y con el apoyo de la globalización Estados Unidos ha creado valores alrededor del mundo. La urbanización, la interrelación y la interactividad humana van haciendo más pequeños y permeables los puntos donde no ha llegado la cultura de esa nación. Por otra parte, la difusión del idioma inglés ha llevado a la americanización del mundo, ya que se ha convertido en idioma base global. Muchos de los productos que se utilizan: desde el manual de funcionamiento de los electrodomésti-cos, hasta la operación de líneas áreas están en inglés. La industria del cine, series televisivas, grupos o solistas musicales, canales de te-

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levisión, Internet y juegos, entre otros, son vistos, escuchados y usa-dos a nivel global, pero hay algo inevitable y quizá más importante que lo anterior: el mundo tiende a la imitación de la cultura nortea-mericana, con lo que se confirma que Estados Unidos se convirtió en el centro del mundo. (Toro, 2007: 44)

Immanuel Wallerstein, hace énfasis en que Estados Unidos se convirtió en una potencia hegemónica en 1945, lo que significó que poseía una capacidad económica muy superior a la de cualquier otra economía en el mundo y que podía vender sus productos a menor precio que cualquier otro productor en los mercados internos del re-sto de los países y es así como durante 25 años estuvo en la cúspide del mundo. Sin embargo, este autor señala que esta situación cambió entre 1967 y 1973 debido a tres factores: el primero es que perdió su ventaja económica ante el poderío económico de Europa occidental y Japón; el segundo fue la revolución cultural mundial encarnada en el mayo francés del 68; y, el tercer factor fue la derrota de Vietnam. (Wallerstein, 2004: 476)

La respuesta a la pérdida de hegemonía estadounidense por los di-ferentes gobiernos de ese país desde Nixon hasta Clinton, incluidos Ronald Reagan y George Bush sénior, ha sido el “empleo del puño de hierro con guante de terciopelo”. Es así, que se creó la Comisión Tri-lateral y el G-7, con el argumento unificador de la amenaza soviética a lo cual se agregó para los países atrasados el llamado “Consenso de Washington”, pese a todo lo cual Estados Unidos ha perdido legiti-midad deteriorándose su situación hegemónica. (Wallerstein, 2004: 477)

Dicho deterioro, hace más de una década, era sintetizado por Jo-seph Nye en los siguientes términos:

“La agenda de la política mundial se ha convertido en un juego de ajedrez tridimensional en el que sólo se puede ganar si se juega tanto de manera vertical como horizontal. En el tablero superior, el de los temas militares, intereses clásicos, Estados

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Unidos probablemente seguirá siendo la única superpotencia en los próximos años, y tiene sentido hablar de unipolaridad o hegemonía en los términos tradicionales. Pero el intermedio, que incluye los asuntos económicos entre estados, la distribu-ción del poder ya es multipolar. Estados Unidos no puede obte-ner los resultados que quiere en términos de comercio, antimonopolio o regulación financiera sin acuerdos con la UE, Japón y otros. No tiene mucho sentido calificar eso de ‘hege-monía estadounidense’. Así mismo, en el tablero inferior, el de los asuntos transnacionales, el poder está ampliamente reparti-do y organizado de “mundo unipolar” o “imperio estadouniden-se”. (Nye, 2003: 6)

II.3.2. La creciente presencia de las economías emergentes y de los BRICS. En el presente siglo XXI, las enormes transformaciones globales y cambios en las relaciones de poder que tienen lugar desde hace varios años, y que parecen haber sido canalizados por la crisis financiera mundial que inició en 2008, han llevado a significativas modificacio-nes en la estructura piramidal de los países en el sistema mundial. El gran peso relativo de las economías avanzadas ha venido siendo desa-fiado por el resto del mundo, de tal manera que dichas economías han perdido notoriamente su presencia en el funcionamiento econó-mico global.

En tal sentido, en la Gráfica II.1 se observa que la brecha entre países desarrollados y países atrasados se ha ido reduciendo de manera importante, para las distintas variables que se presentan en dicha gráfica. En lo que respecta a la producción global, la participación de los países desarrollados ha caído de casi 80% en los inicios del presente siglo, a menos de 60% en los años recientes, en tanto que para las exportaciones mundiales y los ingresos totales de Inversión Extranjera Directa (IED) la caída de participación es incluso

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mayor, llegando esos países a una participación en los totales mundiales igual o inferior al 50% en el periodo reciente.

Dentro del conjunto de países atrasados, algunos de ellos por su rápido ascenso económico se han categorizado con el término de eco-nomías emergentes (flat teens). En tal sentido, distintos autores –como García-Herrero, Navia y Nigrinis (2011: 8) y Navarrete (2013: 5)– de-finen a las economías emergentes con base en los siguientes criterios: crecimiento económico rápido y sostenido anterior a la crisis; magni-tud económica significativa en el conjunto del mundo en desarrollo; mejoramiento sostenido y apreciable del producto real por persona; superficie territorial superior a los 500 mil Km2; masa poblacional superior a 40 millones, y esperanza de vida al nacer de por lo menos 70 años. Según esos y otros autores, se trata de más de cincuenta

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Fuente: UNCTADStat

Gráfica II.1. Países desarrollados y atrasados, participación de los totales mundiales

PIB P. Des. PIB P. Atras. Exportac. P Des. Export. P. Atras. Ing. IED P. Des Ing IED P. Atras.

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economías emergentes12, todas las cuales culminaron en 2007 un pe-riodo de expansión rápida y sostenida, con tasas medias anuales de crecimiento real superiores a 3.5% y promedio aritmético no ponde-rado de 5.2%. Posteriormente al estallido de la crisis que estalló en el año 2008, la mayoría de esas economías han mantenido crecimientos superiores al promedio mundial y al de los países desarrollados.

A su vez, dentro del conjunto de economías emergentes, han sido objeto de una especial atención Brasil, Rusia, India, China y recien-temente Sudáfrica, por ser –sobre todo los cuatro primeros– las ma-yores y más dinámicas economías dentro del total de países atrasados. El término inicial BRIC –que no incluía a Sudáfrica– surge a partir de un informe realizado en 2001 por el economista Jim O’Neal de Goldman Sachs, que es uno de los grupos de inversión más grande del mundo, y que sugirió que esas cuatro economías podrían superar en el futuro a las principales de Occidente. Ese informe men-cionaba que para el año 2050, sólo dos economías, Estados Unidos y Japón, podrían superar a los BRICS. Es importante mencionar que esas cuatro economías, suman la mitad de la población mundial y más del 40% de la superficie del planeta. (Corvalán, Del Barco y Del Barco, 2011: 2)

La importancia de este grupo de países se sustenta en que China e India son los grandes proveedores mundiales de tecnología y servi-cios, en tanto que Brasil ocupa una posición de liderazgo en biodiver-

12 Argentina, Bahrain, Bangladesh, Brasil, Bulgaria, Colombia, Corea del Sur, Chile, China, República Checa, Egipto, Eslovaquia, Estonia, Filipinas, Hungría, India, In-

donesia, Irán, Jordania, Kuwait, Latvia, Lituania, Malasia, Mauricio, México, Ma-

rruecos, Nigeria, Omán, Pakistán, Perú, Polonia, Qatar, Rumania, Rusia, Sri Lanka, Sudáfrica, Sudán, Taiwán, Tailandia, Túnez, Turquía, Ucrania, Venezuela y Viet-nam. Así también, se considera como economías industrializadas a las siguientes veintiocho: Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Chipre, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Gracia, Hong Kong, Islandia, Israel, Italia, Japón, Luxemburgo, Malta, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega, Portugal, Singapur, Eslovenia, España, Suecia, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos.

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sidad, mineral de hierro, etanol y alimentos, y Rusia posee una des-arrollada industria de armamento y es importante proveedor de petróleo y gas. Sin embargo, estos países se enfrentan a distintos problemas tales como la indiferencia de Rusia y China hacia los dere-chos humanos y la democracia, el que India y China favorecen el pro-teccionismo agrícola mientras que Rusia y Brasil están en contra, y el que China e India tienen gran cantidad de poblaciones empobrecidas en tanto que la población de Rusia está disminuyendo de forma alarmante. (CESEDEN, 2011: 8)

Según se ve en la Gráfica II.2, con la excepción de la India el pro-ducto por habitante de cada uno de los BRICS, ha ido creciendo rápi-damente. En dicha Gráfica se observa que, en 1990, para los cinco BRICS el PIB por habitante era notoriamente menor al promedio mun-dial, y para los años recientes esa diferencia se ha reducido sustan-cialmente, a tal punto que Brasil y Rusia han superado a dicho promedio.

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Sin perjuicio de sus disparidades en términos de producción, régimen político o peso en el Consejo de Seguridad de la Organiza-ción de las Naciones Unidas (ONU), y de las controversias territoria-les, los BRICS como grupo han ido avanzando en la definición de posturas comunes como ocurrió en el caso de la cuasi universal con-dena a Rusia por su anexión de Crimea como telón de fondo y la abs-tención solidaria en la votación de la Asamblea General sobre la unidad e integridad territorial de Ucrania. (Palacios, 2015)

En el ámbito de acuerdos económicos por parte de los BRICS, los principales avances se han plasmado en el “Nuevo Banco de Desarro-llo” y en el “Fondo Monetario BRICS”. En lo que respecta al “Nuevo Banco de Desarrollo”, está dirigido mancomunadamente y en térmi-nos de igualdad por los cinco BRICS y abrió puertas en julio de 2015 en Shanghái, teniendo un capital autorizado inicial de 100 mil millones de dólares y un capital inicial suscrito de 50 mil millones de dólares,

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Gráfica II.2. PIB per cápita, BRICS y promedio mundial

Mundo Brasil Rusia India China Af. del Sur

Fuente: Banco Mundial, Base de Datos

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aportados de forma equitativa por cinco países del grupo. En lo que se refiere al fondo monetario de los BRICS, es ya completamente ope-rativo con la reunión inaugural de su consejo de gobernación, cele-brada tras la reunión en el mes de septiembre de 2015 en Ankara, en paralelo a la reunión de ministros de Economía y Finanzas del G-20; dicho fondo conocido como CRA –por las siglas en inglés de “Acuerdo de Reservas Contingentes”–, aspira a ser una alternativa al FMI para la financiación de emergencia de los países miembros, los cuales han constituido el fondo con los siguientes montos: China 41 mil millones de dólares, Sudáfrica 5 mil millones, Rusia 18 mil millones, Brasil 18 mil millones, e India 18 mil millones. (SELA, 2015)

De los miembros del grupo BRICS, China merece una mención es-pecial, ya que se ha ido afianzando como una gran potencia, consti-tuyéndose en una de las principales variables geopolíticas del presente siglo XXI, lo cual se sustenta –entre otros factores– en su gran territorio y volumen de población, en el crecimiento que su eco-nomía ha tenido en las tres últimas décadas, en su presencia como potencia militar y en el relevante papel que ha venido adquiriendo en el comportamiento económico mundial; su PIB, en apenas dos gene-raciones, se ha convertido en el segundo mayor del planeta, sumando así su peso económico a su estatus como potencia nuclear y como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

China no sólo ha venido desempeñando un papel importante en Asia, ya que su influencia se ha extendido a Oriente Próximo, África, América Latina e incluso los Estados Unidos –país éste en el cual está una buena parte de las reservas internacionales de China, las cuales son las mayores del mundo y en la actualidad alcanzan un monto su-perior a 3,9 billones de dólares– , y el auge de China como gigante económico y militar ha provocado un inevitable debate sobre sus im-plicaciones para el sistema internacional.

En plena crisis global, China registró un crecimiento cercano al 9% en el año 2008 y un 8.7% en el año 2009, cifras muy por encima de las de Estados Unidos y de la Unión Europea (UE) y si bien en los

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años recientes dicho crecimiento ha disminuido a alrededor de 7%, aun así, continúa siendo superior al de dichos países.

La Gráfica II.3 muestra la participación de la economía China en los totales mundiales, respecto de la producción global, el comercio internacional y los flujos de envío y recepción de IED. Allí se observa que en todas esas variables su participación ha aumentado muy rápi-damente, sobre todo a partir del inicio de los años noventa, pasando de porcentajes de participación marginales –cercanos o inferiores al 2% de los totales mundiales–, a porcentajes superiores al 8% en el PIB, e incluso superiores al 12% en el comercio internacional.

II.4. El comercio internacional en la globalización.

Aicela Fernández Zamora

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Gráfica II.3. Participación de China en los totales mundiales

Envíos de IED Recepción de IED Exportaciones Importaciones PIB

Fuente: UNCTADStat

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En este apartado se analiza el comercio internacional, como uno de los aspectos centrales de la globalización, analizamos el dinamismo que logra el comercio internacional, y la tendencia a la regionaliza-ción. También se comenta sobre el papel de las organizaciones multi-laterales: GATT, OMC, para hablar de las negociaciones en la lucha por controlar los mercados. El comercio internacional es la base sobre la cual se levanta la globalización, donde su principal soporte es el desa-rrollo científico y tecnológico y los organismos multilaterales.

El gran aumento del comercio internacional en lo que va del siglo XXI, es uno de los componentes más representativo de la globaliza-ción, la cual además se caracteriza por la velocidad con que se despla-zan los capitales y por el proceso de acumulación de capital que avanza constantemente.

El desarrollo en las actividades del comercio internacional está re-lacionado con el uso de los avances científicos y tecnológicos. “El Si-glo XX fue pródigo en inventos que derivaron en nuevas tecnologías en beneficio de la humanidad (fibra óptica, Internet, computadora, satélites, láser), que influenciaron decisivamente en el comercio in-ternacional, con menores costos y mayor seguridad en las transaccio-nes”. (Viteri, 2008: 104)

Respecto del comportamiento del comercio internacional, Galo Vi-teri (2008: 109) presenta la siguiente síntesis: “Espino y Azar (…) afirman que una de las manifestaciones más características de la glo-balización ha sido el crecimiento extraordinario ocurrido en el co-mercio internacional: desde 1950, su volumen ha crecido 12 veces, que significa el doble de lo que ha aumentado la producción mundial. Frente al intercambio comercial tradicional Norte-Sur de bienes ma-nufacturados por materias primas o alimentos que asiste a un nuevo patrón de comercio emergente en las últimas décadas, consistente en la especialización de los países en distintos tipos de manufacturas y servicios”.

Estos cambios, se deben a que las empresas monopólicas intervie-nen la cadena de valor en el proceso productivo, en la producción de

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un determinado producto donde son líderes. Cada eslabón del proce-so productivo es intervenido para asumir el control, desde la materia prima hasta que el producto esté terminado, en cada eslabón se va agregando valor; si una empresa controla todo el proceso de produc-ción venderá más caro y obtendrá mayor beneficio.

Las cadenas de valor mundiales no son un fenómeno nuevo. Sin embargo, su importancia en el comercio internacional ha aumentado con el paso del tiempo, y también se ha incrementado la participación de los países atrasados en dichas cadenas: “Si se mide la participa-ción en las cadenas de valor mundiales en términos de contratación externa de servicios de tecnología de la información y empresariales, los países en desarrollo aumentaron su participación en las exporta-ciones globales de esos servicios del 25% en 2005 al 31% en 2012”. (OMC, 2014: 7)

En el Cuadro II.1 se observa la evolución histórica del comercio. Ahí se ve que a partir de la década de 1980 el comercio internacional se despliega rápidamente: se duplican las exportaciones de mercanc-ías entre 1983 y 1993 y luego, de 2003 a 2013, dichas exportaciones crecen más del doble, a tal punto que entre 1983 y el año 2013, se multiplicaron por casi diez veces.

Cuadro II. 1 Exportaciones mundiales de mercancías entre 1948 y 2013

(miles de millones de dólares) 1948 1953 1963 1973 1983 1993 2003 2013 Mundo 59 84 157 579 1838 3684 7380 18301 Fuente: Elaborado con base en OMC, Estadísticas del comercio internacional, (2014a: 24)

El crecimiento en el comercio internacional ha sido impulsado por

la OMC, la cual “se constituye en un foro de negociación mundial en materia de comercio, propicia el fortalecimiento de las políticas co-

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merciales para afianzar un proceso sostenido de crecimiento econó-mico y actúa como eventual árbitro para dirimir en los casos en los que existan controversias entre los países”. (Viteri, 2008: 106)

La OMC nació de las negociaciones mantenidas en el período 1986-1994, durante la llamada Ronda Uruguay del GATT. La Organización inició sus actividades el 1 de enero de 1995 reemplazando al GATT y a partir de lo que ya se había avanzado en dicho organismo. La OMC funciona principalmente a través de la Conferencia Ministerial, que se reúne cada dos años. Cabe decir que de la OMC se han cuestionado distintos aspectos, entre ellos su falta de transparencia en la elabora-ción de acuerdos, pues desde la Ronda Uruguay dichos acuerdos se toman anticipadamente en la llamada Sala Verde y luego se trasladan para ser aprobados en la Conferencia Ministerial.

La OMC al igual que el GATT funciona sobre la base de rondas de negociación, cada una de las cuales abordan una agenda con una lista de temas que se van negociando, y finaliza al agotar los temas. En el caso del GATT fueron 8 rondas de negociación y en la OMC se ha defi-nido una ronda, la ronda de Doha, celebrada en Qatar e iniciada en 2001, la cual debía haber terminado en 2005.

A la Ronda de Doha, se le asignó por objeto lograr una importante reforma del sistema de comercio internacional mediante el estable-cimiento de medidas encaminadas a reducir los obstáculos al comer-cio y revisar distintas normas comerciales. La Declaración Ministerial de Doha, en la cual se definió la agenda de la ronda, establecía el mandato para negociar distintos temas, entre ellos los relativos a la agricultura, los servicios y de la propiedad intelectual.

Un tema relativamente nuevo de la agenda comercial multilateral es el diseño de estrategias de desarrollo sostenible, el cuidado de la diversidad y el uso de tecnologías “verdes”. Así también, “Se ha in-cluido últimamente en la agenda comercial el tema de la legislación laboral. La cuestión es que, en muchos países industrializados surgen voces de protesta que buscan presionar a sus gobiernos para que se establezcan restricciones comerciales a aquellos países exportadores

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con abundante mano de obra que sustentan su ventaja competitiva en los relativamente bajos costos laborales”. (Viteri, 2008: 107)

A pesar de un ritmo intenso de negociaciones, la ronda de Doha ha estado atravesada por la falta de acuerdos entre los países participan-tes, y en particular por profundas diferencias entre los países desarro-llados y los países atrasados, que hasta la fecha han impedido concluir las negociaciones, a lo cual se agrega que después de la crisis de 2008 dicha ronda ha quedado prácticamente suspendida. Lo cual, tiene a la OMC en una situación de crisis.

Paralelamente al desenvolvimiento tanto del GATT como de la OMC, se han venido firmando los llamados “Acuerdos Comerciales Prefe-renciales” (ACP) –que constituyen el llamado “regionalismo” del co-mercio internacional–, los cuales no tienen un carácter multilateral ya que abarcan a grupos de países, y que cada vez con mayor fuerza

van más allá de la tradicional reducción de aranceles e incluyen, por ejemplo, los servicios, la inversión, la propiedad intelectual, los obstáculos técnicos al comercio y la solución de diferencias. “A partir del decenio de 1950, el número de acuerdos activos aumentó cons-tantemente, y en 1990 eran casi 70. Desde entonces, la concertación de este tipo de acuerdos se incrementó notablemente, hasta casi du-plicarse en los cinco años siguientes y más que cuadruplicarse hasta 2010, hasta su número actual, cercano a los 300”. (OMC, 2011: 54)

La primera ola de regionalismo, a fines de los años cincuenta y principios de los sesenta, tuvo como eje a la integración continental de Europa Occidental, que llevó al establecimiento de la Comunidad Económica Europea en 1957 y de la Asociación Europea de Libre Comercio en 1960. La ola posterior de regionalismo, ocurrida alrede-dor de mediados de los años ochenta, estuvo marcada por una adop-ción cada vez mayor de ACP en las Américas, Asia y África, al igual que en Europa.

“La ‘oleada’ más reciente de regionalismo abarca una red mucho más amplia de participantes –comprendiendo iniciativas bilaterales, plurilaterales e interregionales– y a países con distintos niveles de

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desarrollo económico, incluyendo alianzas entre ‘países desarrollados y desarrollados’, entre ‘países en desarrollo y en desarrollo’ entre ‘paí-ses desarrollados y en desarrollo” (OMC, 2011: 53). En el Cuadro II.2 se muestra los distintos tipos de ACP que sumados para 2010 dan un total de 586.

Cuadro II. 2 Número de ACP bilaterales y tipos de ACP plurilaterales en vigor, 2010, notificados y no. Grupos de países y tipos regionales

Bilate-rales Plurilate- rales

Plurilaterales; al menos una parte

es un ACP Desarrollados-Desarrollados 6 9 8 Desarrollados-En desarrollo 29 6 41 En desarrollo-En desarrollo 135 36 18 Intrarregionales 81 39 26 Interregionales 89 12 41 Total 340 102 134 Fuente: Elaborado con base en OMC (2011: 61)

Según se puede ver en la última columna del cuadro, numerosos

acuerdos bilaterales se han consolidado en acuerdos plurilaterales a través de adhesiones o de negociaciones entre ACP existentes. Parale-lamente a las negociaciones de la OMC y a los problemas que han es-tado presentes en esas negociaciones, también en América Latina desde la posguerra se han presentado oleadas de acuerdo comerciales regionales, de los cuales, tal vez el ejemplo más destacado es el Mer-cado Común del Sur (MERCOSUR), el cual fue pensado, desde su crea-ción en 1991, como una unión aduanera plena entre la Argentina, el Brasil, el Paraguay y el Uruguay.

La creación del MERCOSUR “Expresaba, en parte, el deseo de refor-zar las relaciones políticas entre la Argentina y el Brasil, en parte el de contrarrestar otros nuevos acuerdos de integración continental, y

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en parte el de dar forma a una expresión de política comercial más fuerte y más unificada para los países asociados en el sistema multila-teral”. (OMC, 2011: 52).

También en América Latina durante las décadas recientes se revi-talizaron antiguos acuerdos de integración, como el Mercado Común Centroamericano (en el que participan Honduras, Guatemala, El Sal-vador, Costa Rica, Nicaragua) y la Comunidad Andina (actualmente formada por Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador), a lo que se agrega la creación de nuevos mecanismos de integración:

En 2004, la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), formada por Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves y Granada.

En 2008, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), integra-da por los doce países independientes de América del Sur: Argen-tina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela.

En 2011, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (CELAC), que agrupa a los 33 Estados de América Latina y El Cari-be.

En 2011 la Alianza del Pacífico, formada por Chile, Colombia, México y Perú.

A lo anterior, cabe agregar las sucesivas ampliaciones de la UE –que

a la fecha cuenta con 28 países, de los cuales 19 tienen como moneda común al euro–, así como la consolidación de pactos bilaterales entre países de Europa Oriental en el contexto del Acuerdo de Libre Co-mercio de Europa Central.

Desde 1967 en Asia se experimentan diferentes organizaciones, pe-ro hasta 2003 se conformó la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). De acuerdo a la (OMC, 2011: 53) “En Asia, el regiona-

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lismo también cobró impulso. La Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN) elaboró planes para establecer una Zona de Libre Comercio de la ASEAN (AFTA) a fin de fortalecer la capacidad de resis-tencia de los países miembros de la ASEAN a las crisis económicas y de intensificar la cooperación en esferas comerciales no tradicionales, como la ciencia y la tecnología, la agricultura, los servicios financie-ros y el turismo.”

Otra organización que se creó, fue la Asociación de Asia Meridio-nal para la Cooperación Regional; los países que la integran son: Af-ganistán, Bangladesh, Bután, India, Maldivas, Nepal, Pakistán, Sri Lanka. Su objetivo es reducir las tensiones políticas entre la India y el Pakistán, pero más adelante se transformó en la Zona de libre comer-cio del Asia Meridional. En ese mismo sentido, una de las iniciativas más ambiciosas “(…) fue la creación de la Organización de Coopera-ción Económica de Asia y el Pacífico (APEC) en 1989, con la finalidad de ‘practicar el comercio y la inversión libres y abiertos’ entre sus do-ce miembros fundadores sobre una base no preferencial (es decir, ‘regional abierta’)”. (OMC, 2011: 53)

En las décadas recientes, “También en África se adoptaron iniciati-vas para revitalizar las agrupaciones regionales existentes y crear otras nuevas, como el Mercado Común de África Oriental y Meridio-nal (COMESA), la Comunidad del África Oriental (CEDEAO), la Comuni-dad Económica de los Estados de África Occidental y la Comunidad de _Desarrollo del África Meridional (SADC), con el objetivo de acele-rar la industrialización, diversificar las economías, desarrollar la in-fraestructura regional, promover posiciones comunes de negociación y fomentar la paz y la seguridad en el continente”. (OMC, 2011: 53)

Finalmente, como parte de la tendencia al regionalismo, cabe agregar la reciente puesta en marcha del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, también conocido como TPP por sus siglas en inglés, el cual es un tratado de libre comercio multilateral en el que participan Estados Unidos y otros 11 países: Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, y los la-

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tinoamericanos México, Perú y Chile. Las negociaciones del TPP co-menzaron en marzo del 2010 y en la reunión de octubre de 2015, se acordó que se firmará a principios de 2016. Dichas negociaciones se desarrollaron en secreto y el contenido del tratado se dio a conocer en noviembre de 2015, cuando el proceso negociador ya había concluido.

En resumen, el alto dinamismo del comercio internacional se ha acompañado, por una parte, con negociaciones multilaterales cada vez más conflictivas en el interior de la OMC y, por otra parte, con la fuerza cada vez mayor que han ido adquiriendo los ACP, en buena medida como respuesta a la crisis en que se encuentra el multilatera-lismo comercial. II.5. El capital financiero en la globalización.

Crisóstomo Luna Zenteno

Desde hace un cuarto de siglo, el capitalismo ha cambiado mucho en los países desarrollados y en los subdesarrollados. Las finanzas han sido un vector decisivo de estos cambios. Globalización financiera es el nombre que se atribuye a las transformaciones que han afectado los principios de funcionamiento de las finanzas.

Este nuevo régimen financiero está profundamente anclado en las estructuras económicas contemporáneas, donde los inversores insti-tucionales son los actores dominantes de estas nuevas finanzas. A continuación se presentan algunas notas que nos permiten compren-der mejor la naturaleza de la etapa actual de la internacionalización del sector financiero y el disparo de los flujos internacionales del ca-pital a través de las fronteras en el último tercio del siglo XX; básica-mente con relación al crédito y finanzas en el funcionamiento económico, la relación entre lo financiero y lo productivo, el compo-nente especulativo en los mercados financieros, la crisis financiera y su relación con la economía real, y el orden financiero internacional y sus problemas.

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II.5.1. Crédito y finanzas en el funcionamiento económico. “Globalización financiera es el nombre que se atribuye a las trans-formaciones que han afectado los principios de funcionamiento de las finanzas. Se trata de profundas transformaciones que asocian de ma-nera muy estrecha la liberalización de los sistemas financieros nacio-nales y la integración internacional”. (Aglietta, 2000: 2)

La globalización financiera tuvo sus inicios entre finales del siglo XIX y principios del XX aunque la consolidación de dicha globalización demoró casi medio siglo a lo largo del cual la exportación de capitales se transformó en el vehículo que extendió las relaciones capitalistas de producción, llevando adelante el proceso de internacionalización de dichas relaciones, incluyendo las financieras.

La globalización financiera es una transformación de los sistemas financieros íntimamente relacionada con el cambio de régimen de crecimiento en los países de capitalismo avanzado, donde se ha hecho prevalecer los principios de las finanzas de mercado y los inversionis-tas financieros son los actores dominantes de estas nuevas finanzas.

En el último cuarto del siglo XX, tanto en América Latina, como en todo el resto de los países atrasados, sus relaciones de dependencia fueron acentuándose a medida que las exigencias de su desarrollo lo imponían. Las relaciones de dependencia en el ámbito comercial em-pezaban por la importación de maquinaria y equipo, y las transferen-cias de capital, es decir, créditos e inversiones, así como la transferencia de tecnología, lo que propiciaba una cuantiosa corriente de pagos al exterior.

Por otro lado, para la década de los setenta, la Banca Privada In-ternacional en menos de diez años multiplicó sus préstamos a los paí-ses en desarrollo en general, lo que a comienzos de los años ochenta dio lugar a la capacidad de pago de las deudas acumuladas y a la lla-mada “crisis de la deuda” que rápidamente se transformó en un dete-rioro profundo y generalizado de esos países y en particular de los latinoamericanos.

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Según lo plantean Machado y Lemes (2006: 4- 5):

“El problema de la crisis de la deuda surge en pleno despliegue de la globalización financiera asociada con la inestabilidad y volatilidad de los mercados financieros; las crisis recurrentes; la reorientación de la inversión de capitales y su refugio en la llamada especulación finan-ciera, lo que propició el cambio de las funciones de las instituciones financieras internacionales del plano de la asesoría al plano de la im-posición hasta el punto de condicionar los préstamos al cumplimiento de las medidas de ajuste neoliberal. “Se considera que una de las consecuencias más negativas de la apre-ciación del dólar fue el aumento brusco y automático de la deuda no-minada en dólares de América Latina. Esta consecuencia es conocida como crisis de la deuda de América Latina. El problema de la deuda externa de los países africanos y latinoamericanos preferentemente ha sido presentado como un resultado de la implementación por parte de sus gobiernos de políticas económicas desacertadas; este criterio está presente en el enfoque del BM y el FMI en sus informes de esa etapa. Está claro que este es un factor causal que estuvo presente en el momento en que se contrajo esa obligación financiera, no obstante, es necesario tener en cuenta que no tiene nada que ver con la aprecia-ción que sufrió la deuda en los primeros años de la década de los 80s. La deuda ya existía y se pagaba en sus plazos normales. Ahora el fenómeno conocido como crisis de la deuda surgió en los inicios de la década de los 80s, asociado con el comportamiento de las finanzas a nivel internacional. No es tampoco una situación única. Existe una re-lación entre el ciclo económico capitalista y las crisis de la deuda que han afrontado los países latinoamericanos”.

El crédito puede ser definido desde muchos puntos de vista, pero aquí se identifica como un préstamo que puede ser otorgado por un banco o por un particular; por lo tanto, es la entrega de un bien o de una determinada cantidad de dinero que se hace a una persona o conjunto de personas con la promesa de que su pago se haga en un

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futuro determinado. El crédito en el capitalismo es la forma en que se mueve el capital de préstamo13.

Algunas características o funciones que desempeña el crédito en el capitalismo moderno son:

Permite la formación de capital, o sea que una parte del dinero existente se capitalice.

Facilita el comercio, lo que hace que se estimule el consumo de mercancías y acelera la circulación de las mismas.

Estimula la producción, ya que los créditos se invierten en buena medida en actividades productivas.

Contribuye a que el capital se concentre en pocas manos, porque sólo los que tienen recursos suficientes pueden respaldar créditos cuantiosos que incrementan su capital.

Incrementa la competencia entre los capitalistas, porque el crédi-to permite introducir innovaciones tecnológicas en las plantas productivas.

Facilita la existencia de grupos financieros que obtienen intereses y dividendos debido a que son los dueños del capital de crédito, es decir, los prestamistas.

Contribuye al anonimato del capital, ya que los préstamos se hacen con base en la solvencia y confianza que se le tenga a la per-sona o a la empresa y no es necesario que se manejen los nombres de los que piden el crédito.

El movimiento de capitales se hace más rápido, por lo que se re-duce el tiempo que demora en pasar por distintas formas.

El capital circulante se moviliza ampliamente, lo que contribuye al desarrollo del mercado de dinero y de capitales. (Mandel, 1974)

El desarrollo del crédito en el sistema capitalista se debe al desa-

rrollo de la producción de mercancías y a la existencia de una eco- 13 Capital de préstamo se entiende como aquel que existe en forma monetaria y su propietario lo presta para obtener una remuneración, a la que se denomina interés.

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nomía monetaria. El hecho de que exista una separación entre el momento de la producción de las mercancías y su realización (es de-cir, su venta a quien la va a consumir) hace necesaria la existencia del crédito.

El desarrollo del capital genera que éste se diversifique, por ejem-plo, el capital de préstamo es la base de los créditos, del cual el pres-tamista o dueño del capital cede por un tiempo, mediante un interés, una cantidad de dinero, que los capitalistas industriales invierten en la producción.

Posteriormente, el capitalista industrial devuelve el capital de crédito más el interés por el derecho de usar dicho capital durante cierto tiempo. De esta manera, el prestamista incrementa su capital, que vuelve a prestar concentrándose más capital. Si llamamos D al capital de crédito y le incrementamos el interés entonces el proceso se puede representar de la siguiente manera:

D – D’ D’ – D’’ D’’ – D’’’ Donde D’’’ es el capital de crédito incrementado con los intereses re-cibidos y así se puede continuar la relación porque el interés se capi-talizará en forma continua.

En el sistema capitalista actual, el capital de préstamo constituye el capital bancario, representado por los depósitos y ahorros de miles de pequeños ahorradores. Es decir, los bancos actúan como interme-diarios profesionales entre los prestamistas y los que necesitan crédi-tos.

En los países altamente desarrollados, así como en los países de economías emergentes, existe una tendencia hacia la integración, vinculación y/o fusión del capital industrial, comercial y bancario. El predominio de las grandes agrupaciones de empresas en varios secto-res económicos constituye uno de los rasgos fundamentales del capi-talismo moderno.

Desde hace un cuarto de siglo, el capitalismo ha cambiado mucho en los países desarrollados y las finanzas han sido un factor decisivo

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de estos cambios desde la desaparición del sistema de Bretton Woods y la gran inflación de la década de los setenta.

Este nuevo régimen financiero está profundamente anclado en las estructuras económicas contemporáneas. Las fuerzas determinantes que le han dado origen se vinculan con una evolución sociodemográ-fica de largo alcance. En los países desarrollados esta evolución hace aparecer un capitalismo patrimonial en el cual una parte creciente de los asalariados se transforma en accionistas de las empresas a través de la mediación de los inversores institucionales. La influencia pre-ponderante de estos actores imprime su marca en la competencia fi-nanciera, en la asignación de créditos y de capitales y en los comportamientos de las empresas. Estos efectos microeconómicos tienen repercusiones macroeconómicas. La globalización financiera actúa sobre las condiciones de crecimiento de las economías, y se acompaña asimismo de una alta inestabilidad que alimenta las crisis financieras recurrentes. Estas crisis acompañan la extensión de la li-beralización financiera en los países en desarrollo.

En simbiosis con las megaempresas y grandes bancos comerciales se sitúa el mercado financiero, que integra al instante las bolsas de valores mundiales. Este mercado de capitales financieros moviliza di-ariamente l, 2 trillones de dólares. Para decirlo en forma gráfica: “en cuatro días de transferencias bancarias internacionales, resultado de las transacciones de divisas, se manipula más dinero que toda la pro-ducción creada por la economía de Estados Unidos en un año, o por la economía mundial en un mes” (Girón y Correa, 1997: 21). Todos somos testigos del efecto-dominó que la crisis bursátil de julio y oc-tubre 1997 generó a lo largo de ese año en todos los rincones del pla-neta, a partir del epicentro sudasiático, o países dragones, que se nos proponían como modelos económicos para el tercer mundo. La espe-culación financiera genera una inestabilidad monetaria que desesta-biliza a las mismas megaempresas y Estados.

Durante la década de los setenta, las presiones sobre el dólar, los choques petroleros, el desigual aumento de la inflación en los países

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de la OCDE, se conjugaron para transformar el sistema monetario in-ternacional. Se pasó de un sistema en que los gobiernos controlaban los movimientos de capitales a un sistema mucho más definido por los mercados, que liberó los flujos internacionales de capital, desapa-reciendo los condicionamientos de Bretton Woods respecto de dichos movimientos, donde el déficit se financiaba con las reservas oficiales en condiciones de cambio fijo. En el sistema actual, el déficit es fi-nanciado por el crédito internacional de los bancos y mercados de títulos.

Los mecanismos financieros cada vez más sofisticados tejen una integración financiera de la economía mundial cada vez más estrecha. Pero tanto la diversificación de los instrumentos de colocación y préstamo como la aparición de mercados de derivados14, son proce-sos que se originan en la mutación de los sistemas financieros nacio-nales.

El régimen capitalista, predominante en el mundo actual, avanza sobre la base de un acelerado proceso de innovaciones y de una ex-traordinaria velocidad de los cambios tecnológicos. El capitalismo industrial generó un fuerte crecimiento e importantes transforma-ciones económicas. Pero también generó enormes diferencias entre países desarrollados y subdesarrollados, con procesos de exclusión y de regresivas distribuciones del ingreso. En las últimas tres décadas ese capitalismo industrial se torna en capitalismo financiero y en la actualidad sufre una de las más importantes crisis.

14 Así se le conoce donde se negocian instrumentos financieros, valorados estos en función de una o más variables relacionadas con el activo en cuestión, (moneda, materias primas, producto, tasa de interés, divisas, acciones, etc.), con el objetivo de proteger a los tenedores, (empresarios, productores, consumidores de materias primas, bancos, seguros, etc.), contra los riesgos financieros del mercado, provoca-do por la volatilidad en el tipo de cambio, tasa de interés, divisa, acciones, etc. Permitiéndoles a estos tomar decisiones con un alto grado de certidumbre con res-pecto a sus planes futuros.

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Hay, sin duda, un proceso de globalización real, aunque también existen discursos que se pueden denominar como ideología de la glo-balización centrada en la concepción neoliberal. Se plantea, por ejemplo, que la globalización obliga a la necesidad de las privatiza-ciones, también se dice que la globalización requiere de la apertura y liberalización del comercio exterior.

En materia financiera la globalización es real, no es ideológica. Un movimiento de la tasa de interés en el mundo desarrollado tiene efec-tos inmediatos en el resto del mundo, influyendo además sobre las relaciones cambiarias.

La globalización financiera es fruto de un proceso de liberalización de las finanzas, impulsado por Estados Unidos a través de los orga-nismos financieros internacionales como el FMI y el BM y, especial-mente, por los avances tecnológicos en materia de informática. Estas innovaciones permiten utilizar el dinero en múltiples operaciones diarias de carácter especulativo para obtener ganancias. Por ello, los movimientos financieros superan ampliamente las necesidades fi-nancieras del comercio internacional y de las inversiones directas ex-tranjeras.

Estas operaciones adquieren un alto grado de autonomía e inclusi-ve, las grandes empresas transnacionales obtienen mayores ganan-cias por la vía de operaciones financieras que de sus propias actividades productivas.

La propia globalización financiera les otorga un enorme poder na-cional e internacional a las grandes instituciones financieras que in-fluyen, nítidamente, en las políticas económicas de los distintos países.

Por lo tanto, lo financiero pasa a predominar sobre lo productivo. La estabilidad financiera, la estabilidad de precios, el déficit fiscal, la garantía de pagos de los servicios de la deuda externa y alcanzar una buena imagen en el mercado financiero internacional, pasan a ser ob-jetivos prioritarios de la política económica.

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Entre distintos economistas, hay consenso en que, durante los últimos dos decenios, la fracción financiera del capital mundial ha adquirido unas dimensiones que le dieron la posibilidad de comandar en el proceso de globalización, adaptándolo a sus intereses peculia-res. Tarassiouk (1997: 2) menciona a L. Abalkin, quien considera que “en la práctica mundial se dio una clara separación entre el capital que tiene profundas raíces en la economía y el capital especulativo, que juega en el mercado cambiario y de valores y se identifica como el capital-migrante”. Y que dicha separación es un “rasgo sistémico del mercado financiero contemporáneo”.

Tarassiouk plantea que los intereses (y las políticas que concreti-zan) al capital financiero y al capital que opera en el sector real de la economía son opuestos; por ejemplo:

En el campo de las políticas cambiarias, para el sector financiero es de primordial importancia la estabilidad del tipo de cambio de la moneda nacional; por el contrario, el sector real está interesado en lo que se llama un tipo de cambio competitivo.

En el campo de los precios, el sector financiero apuesta a la máxima reducción de la inflación, al insistir en una política mone-taria restrictiva (para no presionar sobre el tipo de cambio, entre otras cosas); al contrario, el sector real prefiere una mayor diná-mica de la demanda –con una moderada inflación– que una de-manda estancada con un nivel bajo de inflación (y por tal razón, tolera más que el sector financiero la elevación de los salarios).

En el campo del precio del dinero (tasa de interés), el sector fi-nanciero requiere de un dinero caro y el sector real, al contrario, necesita dinero barato.

En el ámbito presupuestal, el primero exige finanzas públicas su-peravitarias, para mantener la solvencia del Estado frente a sus obligaciones financieras internas y externas; el segundo, al con-trario, está dispuesto a soportar un moderado déficit público, si

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éste se debe a las eficaces políticas industrial, social y de infraes-tructura.

El denominador común de las políticas económicas del capital fi-

nanciero consiste en sus orientaciones a la creación de varios meca-nismos de redistribución del ingreso a su favor, en detrimento de la esfera real de la economía y de la población. Esta distribución se da a través de la retención del crecimiento salarial; de las altas tasas de in-terés bancario; de la reducción de créditos para el sector real; del aumento de los precios de los servicios públicos; de los recortes pre-supuestales; de los pagos crecientes de los intereses sobre la deuda; de las cuantiosas intervenciones del Banco Central en el mercado de divisas para mantener la estabilidad cambiaria; etc.

A nivel mundial, esta tendencia se manifestó en tres procesos si-multáneos: el robustecimiento del capital ficticio15, la desaceleración de la producción y la explosión de la pobreza. Lo más alarmante de estos procesos es que pierden su dinamismo la producción e inver-sión en capital fijo, y la actividad económica tiende a ubicarse en el ámbito financiero.

Es así que, dentro del mercado financiero uno de los componentes especulativos es la tasa de interés jugando un papel fundamental, cu-yos factores determinantes son la inflación, el riesgo y la tasa real de interés. El riesgo es el grado de variabilidad y contingencia para el re-torno de una inversión y es valorado arbitrariamente. La valoración del riesgo es subjetiva, basada en la premisa de ¿pagará o no pagará?

Por ejemplo, en México, si Teléfonos de México (TELMEX) solicita vía teléfono un préstamo, éste le es otorgado inmediatamente, sin mayores trámites a una tasa muy reducida, mientras que si el solici-

15 Según la concepción marxista, capital ficticio son todo tipo de títulos financieros (bonos, acciones) que proporcionan rentabilidad a quienes los poseen. Se sostiene que, a diferencia del capital real, el ficticio no constituye riqueza social, ya que los títulos no poseen valor intrínseco.

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tante del préstamo (por un monto muchísimo menor) es un empresa-rio independiente, ubicado en una zona popular, el banco le exige cumplir con todos los requisitos y documentos que sustenten los bie-nes personales y de su patrimonio empresarial. Es más, probable-mente le recorta el monto solicitado como préstamo y le cobra una tasa de interés anual muy superior a la que le cobra a TELMEX. ¿Qué ha sucedido?, el banco asume que TELMEX tiene riesgo cero, mientras que el pequeño empresario representa riesgos elevados y por la mis-ma razón le añade varios puntos al interés que le cobra.

Los prestamistas y trasnacionales financieras, como parte de la es-peculación, crearon el llamado “riesgo país” (aquel riesgo que se rela-ciona con posibles cambios en el entorno macroeconómico del país en el cuál se desenvuelve el receptor del préstamo), el cual incremen-ta la tasa de interés que se cobra medida unilateral, impuesta a la mayoría de países latinoamericanos, de Europa del Éste y África.

El riesgo implica la posibilidad de que el deudor pague con perma-nente retraso o simplemente que no pague; pero en el caso de un deudor que ha pagado con puntualidad sus obligaciones, no se ha producido el temido riesgo y consecuentemente se le debería com-pensar o reintegrar el equivalente a la tasa de riesgo pagada, lo cual no ocurre.

En la actualidad se advierte una enorme actividad de inversionis-tas en los mercados de acciones, bonos y todo tipo de títulos financie-ros en escala mundial. En teoría, estos inversionistas constituirían el canal mediante el cual los ahorros de un país se colocan a disposición de empresarios dispuestos a establecer o expandir negocios.

Sin embargo, toda esta actividad inversionista escasamente se re-fleja en las estadísticas sobre incrementos en la inversión neta y la producción real. En tal sentido Paul M. Sweezy, según lo menciona Puyana (1999: 64), “cuando analiza la actual hipertrofia en todo el orbe de las inversiones de tipo especulativo, identifica dos tipos de actividades en una economía capitalista desarrollada. Una es la com-pra de pedazos de papel con valor –por cuanto contienen promesas

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de pagar sumas fijas o variables de dinero según condiciones estable-cidas–, y la otra es comprar activos físicos reales que permitan pro-ducir bienes y servicios que se vendan para obtener ganancia.”

Alguna vez en el pasado distante se dio por hecho que estas formas de inversión estaban vinculadas: el ahorrador compraba el pedazo de papel del productor, quien usaba los recursos para adquirir activos reales. Desde luego, ésta no es la manera en la que hoy funciona el proceso de inversión. De hecho, no hay conexión necesaria entre in-versión financiera e inversión real.

En efecto, como apunta Jaime Puyana, durante la mayor parte del siglo pasado las finanzas estaban supeditadas a la inversión y sólo adquirían cierta autonomía y dinámica propias al final de las fases expansivas, cuando se presentaban excesos especulativos. En la ac-tualidad, y en particular desde los años ochenta del siglo pasado, el sector financiero-especulativo relativamente independiente ha co-brado relevancia mundial, básicamente cuando la rentabilidad de la agricultura y la industria no alientan su expansión. Esto explica el re-lativo estancamiento de la inversión privada real.

Por lo menos en estos últimos treinta años, nos encontramos en una nueva etapa económica caracterizada por el poder desmedido del capital financiero (el que se mueve principalmente en las bolsas de valores) sobre el resto del sistema. Hoy el capital financiero domina sobre los capitales comercial, industrial, etc.; este poder mundial pa-rece invencible y se muestra de forma descarnada.

Una de las vías para la especulación a través de mercados financie-ros, es provocada principalmente por decisiones gubernamentales, por ejemplo, con la emisión de dinero por exceso de gasto (lo que hace que el mercado se sature de dinero y provoque inflación); o la fi-jación de tasas de interés muy bajas por parte de bancos centrales, para estimular la inversión con créditos de bajo costo, que estimula la entrega de créditos de alto riesgo.

El libre movimiento de capitales derivado de las reformas financie-ras de los 70, unido al aumento de la polarización de la riqueza, traer-

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ía consigo el aumento desmesurado del capital total que se dedica a las transacciones financieras, realizadas por los inversores-especuladores que se encuentran incrustados en las bolsas de valores –casinos financieros–. “Entre 1990 y 2000 la cantidad de capitales en las bolsas con relación al PIB se duplicó en Estados Unidos y se multiplicó por cuatro en Francia. Los beneficios para los especulado-res fueron astronómicos, entre 1999 y 2005, los 30 grupos industria-les más importantes de la bolsa de París, vieron como los dividendos por acción se duplicaron. En los primeros años del siglo XXI el mo-vimiento diario de estos capitales se cifraba en cerca de 2 billones de dólares, de ellos el 90% no son inversiones productivas, sino movi-mientos especulativos (que se vuelven a mover en menos de una se-mana)”. (Climent y Meneu, 2007: 5)

Dicho capital y esos movimientos financieros frecuentemente están en la práctica libres de impuestos, además siempre cuentan con un sinfín de paraísos fiscales donde esconderse si fuera necesario.

En resumen, el actual orden financiero global con su espíritu anti-ético, por su decisiva influencia en la vida económica de los países y fundamentalmente en los países subdesarrollados, impide el desarro-llo económico por su naturaleza especulativa. II.5.2. La crisis financiera y su relación con la economía real. “Los orígenes de las crisis y los momentos en los cuales han estallado están íntimamente ligados al ritmo de la economía mundial y princi-palmente a la de los países industrializados. Las fases preparatorias de los estallidos, durante las cuales la deuda ha aumentado fuerte-mente, corresponden en cada caso al final de un largo ciclo expansivo de los países más industrializados lo que es generalmente provocado por una recesión o por un crack que golpea a las principales econom-ías industrializadas”. (Toussaint, 1989: 1) De hecho, por los altos rendimientos que ofrecen la enorme variedad de instrumentos financieros disponibles, las corporaciones y sus ac-

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cionistas, los fondos de pensiones, los bancos y las instituciones fi-nancieras en general vierten enormes sumas de dinero en los merca-dos mundiales.

“A mediados de los años sesenta la actividad bancaria no represen-taba más de 1% del PIB de todas las economías de mercado; en la ac-tualidad constituye algo más de 80% del mismo, y excede con creces el volumen total del comercio internacional de todas las economías de mercado” (Toussaint, 1989: 3). Esto ha llevado a una explosión de endeudamiento en todos los niveles (corporaciones, gobierno, con-sumidores), con el consecuente incremento de carteras vencidas en muchos sistemas bancarios nacionales frágiles.

Tal es el caso de México, donde la cartera vencida ascendía a 18.65% de la cartera total, y su “rescate por parte del gobierno ascen-dió a un total de 37 230 millones de dólares, es decir, 14% del PIB de 1996”. (Puyana, 1999: 65) El caso de los países de Asia entre 1998 y 1999, llegó a ser aún más dramático.

En general, la proliferación de instrumentos financieros de todo tipo, estimulada por la actual revolución tecnológica en los terrenos de la comunicación y la informática, permite expandir la base del sis-tema de crédito y abrir con amplitud las vías a la especulación sin controles. Los mercados financieros de futuros y los mercados de trueques y permutas (swaps) de intereses y divisas, casi desconocidos antes de los años ochenta, representan en la actualidad varios billo-nes de dólares.

Hoy es posible desplazar sumas enormes de dinero de un país a otro en brevísimos lapsos de tiempo, con lo que en muchos casos se provoca que las reservas internacionales se agoten y las monedas na-cionales se colapsen en cuestión de días. Esto ocurrió en México cuando del 16 al 20 de diciembre de 1994 se esfumaron las reservas del Banco de México. Algunos años después, también fue el caso de los países asiáticos en crisis. Obviamente, tales circunstancias cues-tionan la idea misma de una política monetaria independiente y de una moneda nacional soberana. En términos generales, en la actuali-

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dad se presenta una fase transicional de restructuración del sistema capitalista mundial; en ella la acumulación de capital, proceso central de dicho sistema, transita por un camino tortuoso: una acumulación de capital realmente inestable, por una parte, acompañada de finan-zas hipertrofiadas relativamente autónomas con un carácter cada vez más especulativo.

Como se sabe, antes de los años setenta se obtuvieron abundantes excedentes en la balanza de pagos de los países miembros de la OPEP, y grandes déficit en la balanza de pagos de los países en desarrollo importadores de petróleo. Gran parte de esos déficit fueron financia-dos por los excedentes de la OPEP reciclados por la Banca Internacio-nal, de esta forma el crecimiento en los países en desarrollo fue mantenido en todo el decenio de los setentas, superficialmente esqui-vando a la vez la recesión mundial que se cocinaba, pero con un costo general de alto endeudamiento absorbido por la mayoría de países de América Latina.

El alza de los precios del petróleo en los años setenta provocó in-flación en los países desarrollados que en réplica redujeron la de-manda agregada, por medio de políticas restrictivas de impuestos y gastos en la mayor parte de Europa, y a través de políticas monetarias restrictivas en Estados Unidos y el Reino Unido, cuyos resultados pa-ra los países atrasados fueron:

“a) Un aumento en la tasa real de interés que los países en desarrollo afrontaron con graves consecuencias, ya que la tasa de interés real su-bió de 4,1% entre 1970-1980 a más de 14.5% entre 1981 y 1985; b) una convulsión en el crecimiento del comercio internacional y los merca-dos de exportación de los países en desarrollo; y c) una disminución del crédito externo a los países en desarrollo, después de un tiempo de préstamos fáciles”. (Girón y Correa, 1997: 24)

La crisis en México, estalló en el segundo semestre de 1982, cuan-

do el Gobierno se declaró incompetente para seguir cumpliendo los

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compromisos de pagos de la deuda, repercutiendo a su vez, en todos los países en desarrollo que se encontraban con la misma imposibili-dad de cumplir con sus obligaciones financieras contraídas en la década de los años setenta. La respuesta no se hizo esperar por parte de los acreedores, fue dura y se impusieron a los angustiados países deudores condiciones que, en vez de conducir a soluciones con la Banca Internacional, los obligaron a aplicar a estos países una políti-ca económica contraria a su desarrollo a través del FMI y del BM.

Ugarte (2000: 2) menciona con referencia a la década de los ochentas, que “la evolución de la deuda externa era alarmante, en 1979 América Latina adeudaba 100,000 millones de dólares, en 1996 el monto de la deuda externa total desembolsada de 22 países de la región superó los 600,000 millones de dólares; como lo señalaban los indicadores de desarrollo humano, un continente en que cada ni-ño nacía endeudado con un promedio de 1,000 dólares. En general había en 1985 más de 1,100 millones de pobres en el mundo, la ma-yor parte en Asia Meridional y Oriental (unos 800 millones, de los cuales 420 millones en la India, 210 millones en China y 60 millones en Bangladesh). En el África subsahariana había 180 millones de po-bres, con una incidencia del 47% de la población, casi tan alta como en la India o en Bangladesh (55%), pero con indicadores sociales mu-cho más desfavorables. En América Latina, incluido el Caribe, la inci-dencia era menor (70 millones, equivalente al 19% de la población) pero con indicadores sociales muy desfavorables.”

Los mercados financieros impactados por la progresiva globaliza-ción y la influencia determinante de la economía mundial sobre las economías nacionales, que han tenido lugar durante las últimas décadas, provocan que la problemática, los desafíos y las actividades relacionadas con las finanzas a escala mundial, pasen a ocupar hoy en día una situación predominante, en comparación con las finanzas que acontecen en escalas inferiores y especialmente en detrimento de los sistemas financieros nacionales.

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En la actualidad el sistema financiero se caracteriza por dominar a la economía real, por el mayor valor y la mayor inmediatez de sus transacciones, en un contexto en el que los dos compiten en el mismo terreno (uso de los mismos medios de cambio, concretamente el mismo sistema monetario).

Desde una óptica geopolítica, el sistema financiero mundial con-temporáneo se caracteriza por una transferencia creciente de influen-cia hacia los países emergentes a causa de la expansión económica de sus mercados. La Crisis financiera del 2008 ha puesto sobre la mesa el debate respecto a la necesidad de una política que responda a las expectativas del conjunto de actores del sistema financiero.

A raíz de esta crisis, un número cada vez mayor de autores con-cuerdan en la necesidad de dejar atrás el modelo financiero actual, caracterizado por el corto plazo y la especulación, y entrar en otro que recupere su función original de apoyo a la eficacia de la economía productiva como uno de los factores generadores de bienestar social.

La globalización y el financiamiento de la vida económica no han venido acompañados de un régimen internacional de las finanzas, ni de una adecuada arquitectura institucional referida a ese régimen, y más bien han sido los técnicos y los profesionales quienes han reac-cionado de manera insuficiente, creando comités y asociaciones para adoptar acuerdos tendientes a dar seguridad a las transacciones.

Desde hace 50 años las Instituciones Financieras Internacionales (IFI) han atravesado una larga historia económica y política. El con-texto en que trabajan y su verdadero rol han evolucionado radical-mente sin que su mandato y su modo de funcionamiento hayan evolucionado paralelamente. Las IFI han mantenido una estructura básicamente no modificada a pesar de la evolución radical de su en-torno.

Las IFI han promocionado remedios contraproductivos: la receta más ampliamente generalizada para combatir tanto a la pobreza (BM) como a las crisis financieras (FMI), ha sido la liberalización de los mercados, y en la práctica ésta ha favorecido en la mayoría de casos

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inversiones financieras de tipo especulativo en lugar de inversiones de tipo productivo. Como ejemplo de las ventajas de no atender a esas imposiciones se puede citar Malasia, país que sufrió en mucha menor medida las consecuencias de la crisis financiera asiática en 1997-1998, por no haber seguido la receta de la liberalización y apli-car en su lugar una política intervencionista. II.6. El papel de las empresas transnacionales en la globalización.

Aicela Fernández Zamora

En este apartado se analizan a las empresas transnacionales en cuan-to a sus características, su dinamismo, su despliegue y su papel como principales actores en el proceso de globalización. Reflexionamos so-bre la forma en que expanden al capitalismo a nivel mundial median-te la introducción de la IED, las fusiones y adquisiciones, el uso intensivo de tecnologías que las hacen altamente competitivas y sus formas de operación para quitar las restricciones para entrar a los di-ferentes países.

Una empresa adquiere el nombre de transnacional cuando tiene la capacidad económica para extenderse a otras naciones del mundo mediante inversiones. Las ETN se caracterizan porque manejan gran-des capitales destinados a la producción o prestación de servicios; poseen sucursales o filiales en otros países diferentes a su país de ori-gen (casa matriz).

Según Veloz, citado en Viteri (2008: 163) las ETN:

“[…] son consideradas los principales agentes de la globalización, ya que, como portadoras de la vocación universal del capital, integran producción, tecnología, mercados, flujos comerciales y financieros, y decisiones políticas, es decir, son las responsables del despliegue económico de las naciones y concentran buena parte de la actividad económica internacional, tanto en el comercio, finanzas e inversión

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foránea, lo que se traduce en una amplia capacidad de gestión mun-dial”.

A través de ellas la acumulación de capital se vuelve más ágil, cir-

cula con gran velocidad, modificando el entorno natural mediante la explotación de recursos naturales, transforman los espacios físicos, así como a la organización del trabajo, además controlan los merca-dos e imponen sus reglas donde quiera que lleguen, con ello logran expandir su influencia económica a nivel global.

Otra característica es que tienen acceso a la tecnología, a las co-municaciones, la red de internet, la robótica, la nanotecnología, la fi-bra óptica, y cuentan con sus propios grupos o centros de investigación, por ello las empresas transnacionales son el vehículo para la internacionalización del capital.

“La internacionalización del capital se expresa en los múltiples flujos de inversión directa e indirecta que circulan a través de las fronteras. Entre los primeros, encontramos todos aquellos efectuados por las empresas transnacionales, que se proponen ejercer un control sobre el funcionamiento, administración y gestión de las firmas filiales es-tablecidas en uno o varios países fuera de su país de origen. La inver-sión indirecta, por su parte, se refiere a los títulos o contratos de deuda, a los que habría que agregar las inversiones internacionales en portafolio, ya sea en acciones o en títulos de deuda o derivados. Estas últimas no se proponen ejercer un control directo sobre la gestión y administración de las empresas. Como se vio en el párrafo anterior, se interesan más bien en el rendimiento, y cada vez más en el rendi-miento de corto plazo y la especulación”. (Viteri, 2008: 165)

Las empresas transnacionales tienen el papel de expandir al capi-

talismo a nivel mundial mediante la introducción de la IED, operan sin restricciones para entrar en los diferentes países, son altamente competitivas y, por los grandes capitales que manejan, impulsan la integración de los procesos productivos, de los cuales tienen el mo-

101

nopolio. Por todo ello, las ETN desempeñen un papel determinante en la conformación de regiones económicas en el mundo.

“Sin embargo, las relaciones entre las empresas transnacionales y las otras formas de internacionalización del capital son muy complejas. La expansión de las grandes corporaciones a través de filiales distri-buidas en dos o más países, constituye un mecanismo por medio del cual las empresas pueden no sólo internacionalizar la producción, si-no también diversificar los riesgos asociados a las tasas domésticas de cambio y de interés, incurrir en múltiples formas de arbitraje16 cam-biario, y financiero en general, internalizar mercados imperfectos de divisas y de capital y, por tanto, bajar los costos transfronterizos de incertidumbre y volatilidad. Además, las empresas transnacionales realizan inversiones en portafolio, ya sea a través de la matriz o de cualquiera de sus filiales”. (Viteri, 2008: 165)

Las empresas transnacionales son las que dominan a la economía

mundial, tienen una fortaleza que va en aumento, a pesar de que su actividad implica devastación del medio ambiente por el uso intensi-vo de agua, petróleo y minerales, así como fomentan la desigualdad regional, por todo lo cual muchos las asocian al capitalismo salvaje.

El Cuadro II.3 resume diferentes indicadores que permiten obser-va el nivel de crecimiento de las empresas transnacionales. Según di-cho cuadro, las ventas de las filiales de ETN en todo el mundo pasaron de 4 723 millones de dólares en 1990 a 36 356 en 1914, lo que signifi-ca que en sólo 14 años sus ventas crecieron 7. 6 veces, en tanto que las exportaciones de las filiales extranjeras pasaron de 1 444 millones de dólares en 1990 a 7803 en 1914 creciendo 5.4 veces; en lo referen-te a la tasa de rentabilidad de la IED, ésta aumentó del 6.1% en 2013 al 6.4% en 2014. No obstante, estas cifras siguen siendo inferiores al

16 En la Bolsa, son operaciones de compra y venta con objeto de lograr un beneficio aprovechando las diferencias de precio, por las imperfecciones del mercado.

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promedio del período anterior a la crisis (2005-2007) durante el cual dicha tasa era de 7.6%.

Cuadro II.3 Indicadores de la IED y la producción internacional, 2014 y años seleccionados.

(valor a precios corrientes en miles de millones de dólares)

1990

2005-2007

(promedio anterior a la crisis)

2012 2013 2014

Ingresos por concepto de entradas de IED

82 1 024 1 467 1 517 1 575

Rentabilidad de las entra-das de IED

4.4 7.6 7.0 6.1 6.4

Ventas de filiales extranje-ras

4 723 21 469 31 687 33 775 36 356

Activos totales de las filia-les extranjeras

3 893 42 179 88 536 95 230 102 040

Activos totales de las filia-les extranjeras

3 893 42 179 88 536 95 230 102 040

Exportaciones de las filia-les extranjeras

1 444 4 976 7 469 7 688 7 803

Puestos de trabajo en las filiales extranjeras (en mi-les)

20 625 53 306 69 359 71 297 75

075

Memorando PIB 22 327 51 799 73 457 75 453 77

283 Formación bruta de capi-tal fijo

5 592 12 219 17 650 18 279 18 784

Exportaciones de bienes y servicios

4 332 14 927 22 407 23 063 23 409

Fuente: UNCTAD (2015: 14)

Sin embargo, si comparamos en lo referido a total mundial de la

formación bruta de capital fijo, en 1990 ésta fue de 5 592 miles de mi-

103

llones de dólares y en 1914 ascendió a 18 784 miles de millones, con lo cual durante ese lapso creció 3.3 veces, mientras que los activos to-tales de las filiales extranjeras, en 1990 fueron de 3 893 miles de mi-llones de dólares y en 1914 dichos activos se habían elevado a 102 040 miles de millones, con lo cual crecieron 26.6 veces, lo que mues-tra un gran incremento de las ganancias de las empresas transnacio-nales ocurrido a pesar de la crisis económica que estalló en 2008.

Cuando las empresas Transnacionales se instalan en los diferentes países generalmente se justifica su ingreso por la creación de empleos que éste genera; sin embargo, según se observa en el Cuadro II.3, los puestos de trabajo en las filiales extranjeras pasaron de 20 millones 625 mil personas en 1990, a 75 millones 75 miles personas en 2014, lo que significa que dichos puestos crecieron solo 3.4 veces, lo que se explica porque las empresas transnacionales son altamente maquini-zadas y por tanto su aporte a la generación de empleos es más bien escaso.

Las empresas transnacionales prosperan por la acumulación de capital, pero también por la unión de dos empresas (fusión), o por la compra de una empresa por parte de otra (adquisición), siendo éstas las formas más comunes en la globalización para que las empresas adquieran fortaleza en el mercado.

Esta práctica, de fusiones y adquisiciones transfronterizas, gene-ralmente se realiza cuando existe bonanza de la economía y evolución positiva de las bolsas: “[…] cuando la Bolsa sube, las empresas valen más y por tanto pueden incrementan su capacidad de endeudamiento para adquirir otras empresas, junto con los bajos tipos de interés (que facilitan a las empresas asumir un mayor nivel de endeudamien-to para afrontar la compraventa de otras empresas, incrementando su capacidad de pago) han propiciado que la liquidez de las empresas sea muy elevada. Por otro lado, la apertura de mercados y la globali-zación han reforzado la competencia entre empresas, que han de en-frentarse con otras en costes, tamaño y capacidad tecnológica.” (Zozaya, 2007: 20)

104

En el Cuadro II.4, se muestra como han estado evolucionando las fusiones y adquisiciones transfronterizas.

Cuadro II. 4 Fusiones y adquisiciones transfronterizas. 1990-2014

1990

Promedio 2006-2007 (antes de la

crisis)

2011 2012 2013 2014

Fusiones y ad-quisiciones

111 780 556 332 349 399

Fuente: Elaboración propia con base en UNCTAD (2014: 11) y (2015: 14)

En dicho Cuadro, se observa que las fusiones y adquisiciones

transfronterizas en 1990 fueron 111, mientras que en el bienio 2006-2007 fueron de 780 anuales, registrándose por tanto un aumento del 700%. Esto expresa un profundo proceso de centralización del capi-tal, encabezado por las mayores empresas, como parte del cual se han dado en el neoliberalismo las políticas de privatización de empresas estatales, tanto a nivel global como particularmente en las economías en desarrollo.

En el Cuadro, también se observa cómo inicia un proceso de decli-nación en el período reciente, de tal manera que para 2012 la fusio-nes y adquisiciones alcanzan un mínimo de 332, cifra ésta que es menos de la mitad respecto del bienio 2006-2007; quizás esta ten-dencia es a consecuencia de la crisis de 2008, ya que después de di-cha crisis es de suponer que las empresas se han vuelto más cautas en las adquisiciones y fusiones, en un contexto global de deterioro económico y de continuidad de la crisis. Asimismo, otra cuestión que destaca, es la gran concentración del capital que es resultado de la acumulación de plusvalía. Históricamente el proceso de concentra-ción del capital sirvió de base económica al nacimiento y desarrollo

105

de los monopolios y a la transición a la fase imperialista del capita-lismo. Ahora se le observa como un rasgo característico de la globali-zación.

Otro aspecto que se debe contemplar es que las fusiones y adquisi-ciones traen consigo la desaparición de empresas grandes y peque-ñas, por la incapacidad que tienen de sobrevivir en el mercado. Las empresas transnacionales, aprovechan esta circunstancia para con-trolar el mercado, pasan a controlar precios y en muchos casos ofre-cen productos con menor calidad quitando al comprador capacidad de elección. Pero lo más grave se da cuando una economía en desa-rrollo se va desestructurando poco a poco por la llegada de grandes capitales extranjeros, dándose una tendencia a la desindustrializa-ción y orillando a este tipo de economías a la especialización como proveedores de fuerza de trabajo barata y de materia prima.

Este proceso, no se podría realizar sin una profunda liberalización de los movimientos de capitales a nivel global, cuya promoción se ha realizado mediante las políticas generales contempladas en el modelo neoliberal. Con la liberalización de los movimientos de capitales, se abren las economías a un comercio libre que beneficia al gran capital financiero internacional. Así, las economías de los países con menor desarrollo permiten libremente el ingreso de inversiones, recibiendo grandes volúmenes de productos y servicios de las transnacionales de los países más industrializados.

Las inversiones se dirigen hacia los países que ofrecen mayor posi-bilidad de beneficio y a las ramas de la producción donde sean más rentables como ocurre en los países menos desarrollados, donde se apropian de empresas y consumen fuerza de trabajo barata y los re-cursos naturales.

Al respecto, cabe destacar que según la UNCTAD (2014: 4) “la IED de las ETN de países en desarrollo alcanzó 2013 la cifra de 454,000 mi-llones de dólares, lo que constituye un récord. Junto con las econom-ías en transición en ese año representaron el 39% de las salidas mundiales de IED, en comparación con solo el 12% a principios de la

106

década de 2000. Así también, las empresas transnacionales de países en desarrollo están adquiriendo cada vez más filiales extranjeras de ETN de países desarrollados ubicadas en los países en desarrollo.”

Según esa organización (UNCTAD, 2015: 10), en 2014:

“[…] pese a la reactivación de las fusiones y adquisiciones (FAS) trans-fronterizas, en general las corrientes de IED hacia este grupo de eco-nomías se redujeron un 28%, hasta 499.000 millones de dólares. Se vieron muy afectadas por una única desinversión a gran escala de los Estados Unidos. “En 2014, las entradas mundiales de inversión extranjera directa (IED) disminuyeron un 16%, hasta 1,23 billones de dólares de los Es-tados Unidos, sobre todo debido a la fragilidad de la economía mun-dial, la incertidumbre de los inversores sobre las políticas y los elevados riesgos geopolíticos. Las nuevas inversiones también se vie-ron contrarrestadas por algunas importantes desinversiones.”

Según esa fuente, para ese mismo año de 2014 y a pesar de la dis-minución global de inversiones extranjeras, “las entradas de IED en las economías en desarrollo aumentaron un 2% y registraron un nivel sin precedentes de 681,000 millones de dólares. Así, las economías en desarrollo reforzaron su posición como principales receptoras de las corrientes mundiales. China se convirtió en el mayor receptor mundial de IED. De los diez principales receptores de IED en el mun-do, cinco son economías en desarrollo”. II.7. México y América Latina ante los contenidos económicos de la globalización.

José Rubén Pérez Cruz

En este apartado se revisa el periodo de transición del modelo ISI al modelo neoliberal, se analizan las posturas de diversos autores que descartan que se haya presentado un agotamiento del primer modelo,

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ya que existían soluciones para hacer reformas estructurales que permitirían su vigencia, lo que no se logró dada la urgencia de la cri-sis de la deuda de América Latina de los 80, aunado a las condiciones sociales y económicas que permitieron la imposición del modelo neo-liberal. II.7.1. Crisis económica de los ochenta en México y América Latina. Al iniciar la década de los setenta, en la región latinoamericana, el modelo ISI comenzó a enfrentar grandes obstáculos para mantener su vigencia, siendo el más importante de éstos, la dificultad de los apa-ratos productivos para sostener el crecimiento económico. La caída en la tasa de crecimiento del PIB (tras décadas de crecimiento excep-cional, muy por encima de la tasa de natalidad), estuvo estrechamen-te vinculada al estancamiento de la inversión, en particular de la privada.

De acuerdo a Arturo Guillén el modelo ISI no revirtió la concentra-ción del ingreso, de manera que al arribar dicho modelo a la etapa de elaboración de bienes manufacturados, su crecimiento dependía de la demanda suntuaria de los grupos de altos ingresos: “Si bien el dina-mismo de la acumulación de capital hizo posible cierta mejoría en los salarios reales, así como la incorporación de las capas medias al con-sumo de bienes duraderos, amplios segmentos de la población se mantuvieron al margen de ese proceso y ante la ausencia de acciones correctivas encaminadas a mejorar la distribución del ingreso por parte de Estados crecientemente transnacionalizados y vinculados a las nuevas oligarquías internas que se desarrollaron con el modelo ISI, la acumulación siempre chocó con los límites que le marcaba la existencia de un mercado estrecho y concentrado”. (A. Guillén 2008: 27 -28)

En referencia a este modelo, otros economistas latinoamericanos, como Fernando Fajnzylber, lo caracterizaron como una industrializa-ción “trunca”, establecida en una estructura industrial desarticulada,

108

sesgada hacia el consumo suntuario; o como una “semindustrializa-ción dependiente” –según Aldo Ferrer–, la que carecía de una base endógena de acumulación de capital. (A. Guillén, 2008: 27)

La década de los setentas se caracterizó por una moderación del crecimiento y una aceleración de la inflación, variables que influye-ron negativamente en el comportamiento de otros desequilibrios ma-croeconómicos, especialmente el desequilibrio externo, que A. Guillén (2008: 18) denomina como “la contradicción básica que le es inherente [al modelo ISI] entre las necesidades de crecimiento y la barrera que representa la capacidad para importar”.

En palabras de ese autor: “El desequilibrio externo se vio agravado, además, por el descuido

relativo del sector agropecuario. Mientras que la estructura producti-va se modificó, constituyéndose la industria en el eje del proceso de acumulación de capital, las exportaciones siguieron descansando en los productos primarios”. (A. Guillén, 2008: 27)

Por lo que toca a los ingresos corrientes del sector público, se pue-de decir que durante esa década, el modelo ISI descansó sus políticas fiscales en una estructura tributaria regresiva, de bajos impuestos y subsidios a los grandes empresarios, situación que obligó a captar re-cursos en menor proporción a los gastos públicos, por lo que se pre-sentaban déficit presupuestales, que se compensaban con los ingresos que generaban las empresas de propiedad estatal y la moderada deuda pública. Sin embargo, el Estado ante el estancamiento de la inversión privada, utilizó la política fiscal expansiva de aumento a los gastos públicos, y de la inversión pública, que compensara la renuencia de los empresarios privados a invertir y de esta manera continuar con un cre-cimiento económico similar al de los años anteriores.

Es así que, de acuerdo a A. Guillén (2008: 29), el modelo ISI “se vio enfrentado a sus contradicciones internas, los gobiernos de la época sin la base política para recuperar autonomía frente al exterior y em-prender las reformas necesarias para ampliar los horizontes del mo-delo, atrapados nuestros países en una crisis estructural que apareció

109

al mismo tiempo, a finales de la década de los sesenta, se recurrió a la opción más fácil del endeudamiento externo para financiar las cre-cientes desequilibrios externos y presupuestales y a profundizar la in-tervención estatal de la economía para contrarrestar la contracción de la inversión privada”.

El endeudamiento externo de los países latinoamericanos en la década de los setenta se multiplicó, tal como puede verse en la Gráfi-ca II.4. Este proceso fue estimulado por los bancos transnacionales que acumularon enormes recursos líquidos, propiciados por la eufo-ria de los “petrodólares” que inundaron los bancos extranjeros, ante el alza de los energéticos en el mercado mundial que se alojaban en los centros financieros internacionales. Lo anterior permitió que exis-tiera una oferta de créditos financieros sin precedentes en una eco-nomía con abundante liquidez, que garantizaron los créditos casi sin restricciones a los gobiernos latinoamericanos.

17153

9421

11097

31000

43634

84800

87580

12081

6491

9386

29356

27157

57378

71527

2977

2236

3211

1422

5810

6999

5734

0 10000 20000 30000 40000 50000 60000 70000 80000 90000 100000

Chile

Colombia

Perú

Venezuela

Argentina

México

Brasil

Grafica II.4 Evolución de América Latina, países seleccionados. Millones de dólares

1970 1980 1982

Fuente: Elaboración propia con datos de CEPAL (1985)

110

Otro elemento fundamental que explica el comportamiento de la economía de la región fue la presencia de la “estanflación”, que en el caso de América Latina significo un deterioro de la actividad econó-mica acompañado de un crecimiento del índice de precios al consu-midor sin precedente, a tal punto que en varios de los países de la región la inflación anual llego a ser superior al mil%, en distintos momentos de la década de los 80, con todo lo cual se multiplicaron los debates y las críticas respecto a la viabilidad del modelo ISI.

Estos problemas, desde la óptica de la economía ortodoxa, se en-contraban en el excesivo intervencionismo estatal y en la falta apertu-ra hacia el exterior, al respecto abundan los materiales de divulgación ideológica de la ortodoxia neoliberal.

Si bien para autores como A. Guillén no puede hablarse de “ago-tamiento” de un modelo de desarrollo,

“[…] como se si tratara de un recurso natural sobreexplotado. Las contradicciones del modelo podrían haber sido confrontadas, de haberse aplicado reformas estructurales que redistribuyeran el ingre-so, políticas adecuadas para impulsar los “efectos hacia atrás” de la industrialización y la articulación del sistema productivo, así como la revisión selectiva de los esquemas de protección. […] los obstáculos eran fundamentalmente políticos. Durante la década de los sesenta y setenta se había conformado una oligarquía muy distinta [a la que existía al iniciar el modelo ISI], estructuralmente vinculada a las em-presas trasnacionales y al capitalismo financiero internacional por la vía de la deuda externa. “[…] Este diagnóstico a estaba basado en un análisis profundo de la estructura social latinoamericana y de la relación de una burguesía dominante-dominada interna, vinculada orgánicamente con el capital transnacional y con el imperialismo.” (A. Guillén, 2008: 35)

De esta manera, desde el lado del pensamiento estructuralista, y

en contraposición a lo que señalan hoy los defensores del pensamien-to neoliberal, portavoces del pensamiento único, de que la teoría lati-

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noamericana del desarrollo se empeñó en sostener una estrategia de industrialización estatista e inviable que la aisló el mercado mundial, autores como A. Guillén (2008) plantea que las contradicciones que enfrentaba el desarrollo del Modelo ISI podían superarse a partir de la puesta en marcha de reformas estructurales profundas para atacarlas y alcanzar niveles superiores de desarrollo. “Estas reformas, incluían, entre otras, la revisión de la protección y el aliento de las exportacio-nes de manufacturas, así como reformas redistributivas como la re-forma fiscal o la postergada reforma agraria”. (A. Guillén, 2008: 36)

En la década de los setenta, el escenario político latinoamericano se oscureció por la presencia de dictaduras militares en el cono sur –particularmente en Chile y Argentina– de nuestro continente, que aprovecharon la supresión de las libertades democráticas para expe-rimentar la aplicación de las “reformas estructurales” de primera ge-neración del modelo neoliberal, con los altos costos sociales que implican, que promoverían años más tarde los gobiernos de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Inglaterra.

A decir de Héctor Guillén (1997: 84-85), “no hay que olvidar que los esfuerzos del gobierno estadounidense de derribar el gobierno de Salvador Allende, gracias a un sangriento golpe de Estado […] que fa-voreció el surgimiento de las políticas ortodoxas de estabilización [que se encargaron, por medio de la represión, de imponer la disci-plina a los trabajadores], el autoritarismo surgió como una condición de imponer las políticas ortodoxas [...] estas políticas apuntaron al largo plazo, se intentó modificar de manera fundamental el funcio-namiento de la economía […] después de un periodo de represión sangrienta, la junta de Pinochet escogió sus medios de luchar contra la inflación, desincorporar el estado de la vida económica y liberalizar esta última”.

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II.7.2. El patrón neoliberal de acumulación que surge a través de la crisis. Chile y Argentina fueron laboratorios de las políticas neoliberales y anticiparon la aplicación de políticas económicas restrictivas, que re-cargaron el costo de la estabilización en los trabajadores y en los sec-tores populares, anticipando también la implantación de las que después serían denominadas como “reformas estructurales”: la aper-tura comercial, las privatizaciones de las empresas públicas y la des-regulación financiera. (A. Guillén, 2008)

La decisión de los acreedores externos de subir las tasas de interés y restringir los flujos de crédito, así como la rigidez de los programas de ajuste impuestos por FMI, orillaron a los países latinoamericanos a encauzar sus economías hacia el exterior y a financiar el pago del ser-vicio de la deuda mediante la obtención de cuantiosos superávit en la balanza comercial, lo que se tradujo en una y de los niveles de inver-sión y empleo.

La crisis de la deuda externa de México de 1982, marcó para el conjunto de la región el fin del Modelo ISI y el inicio del tránsito al modelo neoliberal, que en el caso de México se fue instrumentando de manera gradual: en sus inicios se privatizaron las empresas públi-cas, como una medida, –según se argumentó– serviría para aumen-tar los ingresos del drástica caída de la capacidad de importación gobierno y por ende corregir su déficit fiscal, tal como lo planteó el Programa Inmediato de Reordenación Económica, propuesto por Miguel de Lamadrid al asumir la presidencia; simultáneamente se dio una apertura abrupta de la economía nacional, transitando a un modelo de economía abierta, caracterizado por el vuelco hacia las ex-portaciones manufactureras como el eje del régimen de acumulación.

Cuando en agosto de 1982, México anunció que era incapaz de cumplir con los pagos estipulados de su deuda pública, por el tamaño de la economía mexicana, ello marcó el comienzo de la crisis de la deuda latinoamericana (si bien países más pequeños con deudas

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exorbitantes ya eran incapaces de pagar). A medida que la crisis fue agudizándose más, muchos de los problemas del sistema bancario in-ternacional se hicieron evidentes.

Los resultados del proceso de transición al nuevo modelo neolibe-ral, permiten ver, que siguió dos rutas diferenciadas. “Por un lado, en los países del Cono Sur, se gestó una cierta ‘reprimarización’ de sus economías, (basada en las exportaciones de materias primas) y por el otro lado, México y otros países centroamericanos y del Caribe se convirtieron en plataformas de exportación hacia Estados Unidos, mediante maquiladoras: en la región se generaron procesos de desin-dustrialización y de ruptura de cadenas productivas internas”. (A. Guillén, 2008: 22)

El modelo neoliberal fue una consecuencia de las tendencias mun-diales que empujaban a proyectar los sistemas productivos hacia el exterior, como resultado de la crisis estructural iniciada a finales de los años sesenta en los principales países desarrollados. Esa crisis desde los años ochenta, coincidió con el agotamiento del Modelo ISI en América Latina.

Si algo ha caracterizado a la economía latinoamericana durante la aplicación del modelo neoliberal ha sido la lentitud de su crecimiento económico.

Según puede verse en el Cuadro II.5, la tasa media de crecimiento del PIB durante la década de los 80, fue cero durante el primer lustro y de apenas 2% en los siguientes cinco años, dicho incremento en promedio fue menor al crecimiento de la natalidad en la región. Des-pués del período de continuo crecimiento económico posterior a la II Guerra Mundial, América Latina se hundió en la “década perdida” de los años 1980, en la cual, el PIB por habitante de América Latina des-cendió -0.8%.

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Cuadro II. 5. América Latina: Producto Interno Bruto Total (tasa media de varia-

ción anual) 1978/81 1982/84 1985/90 1991/94 América Latina 4.2 -0.0 2.0 3.6 Argentina 0.1 0.8 -09 7.6 Brasil 4.1 1.0 2.8 2.3 Chile 7.2 -3.4 5.6 6.8 Colombia 4.9 2.2 4.7 4.0 México 9.2 -0.5 1.6 2.6 Venezuela -1.2 -2.7 2.4 3.0 Fuente: CEPAL (1996: 237)

La manera en que se desencadenó la crisis de la deuda externa, fue

una de las razones principales de la drástica caída de las tasas de cre-cimiento económico y del PIB per cápita en la región. Durante la década perdida, los gobiernos continuaron con la espiral de endeu-damiento, los préstamos eran tentadores para los países latinoameri-canos que confrontaban problemas de una balanza de pagos deficitaria por la enorme sangría de la salida de capitales, lo cual los obligaba a adquirir nuevos préstamos para pagar el endeudamiento previo. Los gobiernos de estos países, al mismo tiempo que aplicaron severas políticas de ajuste económico (una decisión políticamente impopular) contrataron créditos con altos intereses bancarios, ofre-cidos por banqueros agresivos.

Después de los programas de estabilización hechos por el FMI, la brecha financiera de las deudas externas reestructuradas, tenía que cubrirse con fondos “frescos”, es decir con nuevos préstamos de insti-tuciones multilaterales y bilaterales, y de los mismos bancos comer-ciales.

Estos préstamos se aprobaron, con la condición de que se llevaran a cabo reformas estructurales de corte neoliberal, creándose así, des-

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de este enfoque ideológico, las condiciones para un crecimiento a lar-go plazo.

Por su parte, los bancos comerciales impusieron condiciones aún más severas para la concesión de préstamos o renegociación de la deuda, estos préstamos y subvenciones se negociaron y concedieron solamente bajo condiciones y arreglos draconianos. Como se espera-ba, los países deudores fueron exigidos a reformar sus políticas económicas bajo estas condiciones restrictivas.

Este tipo de ajustes de corte neoliberal, también incluía su cum-plimiento puntual. Se premió la disciplina por parte de los deudores: el deseo de dar prioridad a los pagos de los intereses se consideró como el aspecto esencial en la nueva política económica, a pesar de que demostró ser incompatible con el crecimiento y estabilidad económicos de muchos países, especialmente de aquellos que cam-biaron la dirección de su estrategia de desarrollo, dejando de mirar hacia el interior del país para dirigir sus esfuerzos hacia el exterior. La “década perdida” en América Latina es en parte el resultado de conservar el valor contable de los préstamos de los bancos comercia-les de los países desarrollados, sacrificando otros objetivos como el crecimiento y la estabilidad.

Con el pretexto de reducir el déficit público y liberar divisas para el pago de la deuda externa, durante los siguientes años comenzaron a aplicarse en la región los dogmas neoliberales. “Los llamados planes de ajuste estructural […] produjeron una gran transferencia neta de capitales desde la región hacia el Norte económico (más de 200 mil millones de dólares). En concepto de ‘servicio de la deuda’, entre 1982 y 2000 América Latina devolvió más de cuatro veces el stock to-tal de su deuda. El endeudamiento, incluyendo la estatización de la deuda privada de las oligarquías nacionales, creció sin parar desde entonces”. (Fernández, 2013: 4)

A finales de esa década de los ochenta, se renegoció la deuda ex-terna bajo los auspicios del Plan Brady, lo que produjo un cierto ali-vio en la carga de su servicio. Las balanzas de pagos de los principales

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países, tuvieron un impulsó en apertura de la cuenta de capitales, lo que permitió el ingreso de capitales foráneos, el libre acceso de la in-versión extranjera directa (IED), que creció en este periodo y de los flujos privados de capital de cartera, todo lo cual permitió financiar el desequilibrio de la cuenta corriente. II.7.3. Significados e impacto de la Globalización en América Latina y México.

El remate de la primera generación de reformas neoliberales, se puede ver con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en 1992, que implicó un acuerdo entre gobiernos y grupos empresariales oligopólicos, que veían en la integración una palanca importante para ampliar sus mercados y zonas de operación e influencia, así como para maximizar sus beneficios. Por su parte, que el gobierno de Estados Unidos logró con el TLCAN “llevar a la práctica un conjunto de reglas para la operación de las inversiones extranjeras que conceden a estas una libertad irrestricta, así como un conjunto de prerrogativas: propiedad intelectual, tratamiento nacio-nal a los inversores extranjeros, eliminación de normas de compor-tamiento, etc.), que se han impulsado en diversos foros multilaterales y tratan de aplicar en escala”. (A. Guillén, 2008)

En los noventa, ya en pleno “Consenso de Washington”, el creci-miento del PIB per cápita en América Latina, fue bastante mediocre, del 1.3% anual, lo que contrasta negativamente con el 2.54% conse-guido en los sesentas y el 3.3% de los setentas (A. Guillén, 2008). A pesar de lo que sostenían los representantes del “pensamiento único” en el sentido de que la apertura se traduciría en un mayor crecimien-to económico, sucedió exactamente lo contrario. De acuerdo a A. Guillén (2008) los países que tuvieron resultados exitosos en materia de crecimiento económico durante los años noventa y la primera década del presente siglo, fueron aquellos que no siguieron al pie de la letra el decálogo del Consenso de Washington (Taiwán, Corea del

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Sur, China o India), mientras que los que obtuvieron los peores resul-tados fueron los que se apegaron dogmáticamente al libreto neolibe-ral, como Argentina, Brasil o México.

Vista desde una perspectiva crítica, diferente al dogma de la orto-doxia neoliberal, la globalización se convirtió en una estrategia para que las empresas trasnacionales (ETN) más poderosas e internaciona-lizadas, mejoraran su tasa de ganancia y salieran de la crisis en que se encontraban durante la década de los setentas en sus países de ori-gen, las potencias capitalistas.

A su vez, los grupos privados internos y los gobiernos de los países endeudados de la periferia, esperaban que la globalización neoliberal, era una opción para reconvertir sus empresas y enfocarlas hacia el mercado externo, principalmente hacia el mercado norteamericano, como componente central del nuevo modelo de desarrollo basado en una economía industrial–exportadora.

El fracaso del “ajuste ortodoxo” de los ochenta, postró a América Latina en una situación de estancamiento en la “década perdida”, sin resolver los desequilibrios que estaba llamado a superar. A esa estra-tegia de ajuste, que consistía en diez medidas de política económica que abarcaban desde la disciplina fiscal hasta la liberalización comer-cial y financiera, se le bautizó como el “Consenso de Washington” a partir del artículo de John Williamson, que ya ha sido mencionado, este documento no consistió meramente en un decálogo de política económica impuesto desde Washington, sino que expresó un com-promiso político, un entramado de intereses, entre el capital financie-ro globalizado del centro estadounidense y las élites internas de América Latina. (Martínez y Soto, 2012: 48-49)

Durante la etapa del “ajuste ortodoxo” de los ochenta, se consolidó en los gobiernos latinoamericanos un grupo de funcionarios educa-dos en las universidades estadounidenses del establishment (Yale y Harvard), dispuestos a aplicar religiosamente las “verdades” del nue-vo decálogo neoliberal.

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A nivel político, se dio una recomposición del bloque dominante, en el cual la hegemonía fue conquistada por los grupos oligárquicos internos que lograron reconvertir sus capitales hacia el exterior, es-trechamente vinculados con las ETN, así como los capitales ubicados en los circuitos financieros globales. Con el avance del modelo, algunos miembros de las oligarquías internas se convirtieron en rentistas o so-cios menores del capital transnacional, todo ello en detrimento de la planta productiva nacional, la cual se vio fuertemente debilitada.

El modelo neoliberal acentuó y tornó más compleja la heteroge-neidad estructural del sistema productivo y de la estructura social. El sector exportador funciona como una suerte de enclave, de manera semejante a lo que sucedía en el Modelo Primario Exportador. De-ntro del sistema productivo, y con las variantes que forzosamente marcan las diferencias nacionales, existen tres niveles claramente di-ferenciados en los sistemas productivos de los países latinoamerica-nos (Martínez y Soto, 2012): 1. En la cúspide, el sector exportador convertido en el eje dinámico

de la economía, pero aislado, en gran medida, del resto del siste-ma productivo;

2. El anterior sector moderno creado durante la etapa de sustitución de importaciones, integrado por pequeñas, medianas y hasta grandes industrias, separadas del sector exportador y dependien-tes del mercado interno; y

3. Los sectores atrasados compuestos por: a) las antiguas activida-des tradicionales, urbanas y rurales (incluyendo las comunidades indígenas en el caso de México, de Guatemala y de los países an-dinos); y b) la cada vez más densa franja de la economía informal.

El progreso técnico absorbido por el sector exportador no se irra-

dia al conjunto del sistema productivo (no crea cadenas productivas internas), lo que impide la construcción de una base endógena de acumulación de capital. El progreso técnico se concentra, como en los tiempos del modelo agrario-exportador, en el sector dinámico de la

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economía sin transferirse, salvo mínimamente, a otras actividades. Al concentrarse el progreso técnico se concentran también, de manera concomitante, las ganancias de productividad, indispensables para la modernización del resto del sistema productivo. Como el modelo ex-portador funciona sobre la base de salarios reales bajos y restringida participación directa del Estado en la economía, el mercado interno en vez de expandirse se ha estancado, afectando seriamente a la ma-yoría de las empresas y actividades que dependen de dicho mercado.

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III OTROS ÁMBITOS DEL DESENVOLVIMIENTO

DE LA GLOBALIZACIÓN Presentación En este capítulo se analizan los diferentes ámbitos en que se desen-vuelve la globalización; partimos de la guerra fría y el nuevo orden político-militar internacional, a la vez que se observa el proceso en que se lleva a cabo la revolución científica-técnica, analizando cómo se enlaza la globalización con los diferentes ámbitos y las brechas que ha dejado la revolución científico técnica.

Más adelante se comenta sobre la revolución de las comunicacio-nes, la cultura y la educación, se destaca el papel del Estado en la glo-balización, los cambios que ha tenido, como la pérdida de soberanía e imposición de políticas económicas, políticas, sociales y culturales.

Por último, se consideran los impactos sociales en la globalización como la migración, pobreza y desigualdad, las actuales tendencias migratorias y las políticas migratorias en los países desarrollados, ce-rrando el capítulo con el tema de deterioro ambiental y cambio climá-tico que actualmente se padece y que se concibe como parte del proceso de globalización y acumulación de capital. III.1 El fin de la guerra fría y el nuevo orden político-militar interna-cional.

José Rubén Pérez Cruz

En este apartado se analiza el fin de la llamada “guerra fría”, origina-do por el colapso del bloque socialista, que se dio durante la última

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década del siglo XX, acontecimiento histórico que permitió la forma-ción de un mundo unipolar, dominado por los Estados Unidos. Se analiza el desenvolvimiento de otros ámbitos de la hegemonía esta-dounidense en el terreno militar, económico y geopolítico.

El periodo conocido como “guerra fría”, caracterizado una obsti-nada lucha por la supremacía mundial entre los bloques capitalista y socialista, llegó a su final iniciar la última década del siglo XX, sin que mediara entre ellos una gran conflagración bélica.

Durante décadas, se fueron gestando grandes contradicciones in-ternas, que disolvieron el bloque socialista, hasta su repentino e ines-perado derrumbe, –que tiene como referencia simbólica la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989–, que se inició con el de-rrocamiento de los regímenes socialistas de Europa Oriental, y cul-minó con la desaparición de la URSS, (que dio lugar a la formación de la Comunidad Estados Independientes en lo que fueron las Repúbli-cas soviéticas).

Al período que inicia después de estos acontecimientos se le ha llamado “Post guerra fría”, y coincide con el despliegue del proceso de globalización o mundialización del capitalismo, el cual se vio forta-lecido con la incorporación de los países del antiguo bloque socialista a la órbita capitalista, que impulsó y fortaleció este proceso.

Eric Hobsbawm (1998) explica el derrumbe del sistema socialista desde la perspectiva económica de la siguiente manera:

“la ralentización de la economía soviética era palpable. La tasa de cre-cimiento de casi todo lo que contaba y se podía contar caía de manera constante de quinquenio en quinquenio desde 1970: el producto in-terior bruto, la producción industrial, la producción agrícola, las in-versiones de capital, la productividad del trabajo, el ingreso real per cápita. Si no estaba en regresión, la economía avanzaba al paso de un buey cada vez más cansado. Es más, en vez de convertirse en uno de los gigantes del comercio mundial, la Unión Soviética parecía estar en regresión a escala internacional. […]

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“Estos resultados minaron la confianza en el socialismo quizás más que cualquier otra cosa, porque su capacidad para mejorar las vidas de la gente común mediante una mayor justicia social no dependía básicamente de su capacidad para generar mayor riqueza”. (Hobs-bawm, 1998: 468 – 469)

A nivel geopolítico, desde casi tres décadas antes, en el campo so-

cialista algunos intentos democratizadores fueron reprimidos mili-tarmente: experiencias como las manifestaciones antisoviéticas en Hungría en 1956, o la llamada “primavera de Praga” en 1968, culmi-naron con invasiones militares soviéticas a esos países, lo que dejo claro que muchos de los regímenes comunistas aliados a la URSS hab-ían perdido su legitimidad, aunque en 1980 el triunfo en Polonia del sindicato Solidaridad, que contaba con una enorme base social, tuvo como respuesta un mayor endurecimiento del régimen sin que se lle-gara a una invasión militar de la URSS. (Hobsbawm, 1998)

En 1985 se da el ascenso al poder como dirigente de la URSSS de Mijaíl Gorbachov, que inició su campaña de transformación del so-cialismo soviético con los lemas de “perestroika” o reestructuración (tanto económica como política) y “glasnost” o libertad de informa-ción, lo que dio pie a una lucha entre reformistas económicos a favor de una “economía socialista de mercado” con empresas autónomas y económicamente viables, y conservadores que pugnaban por salir de la crisis manteniendo el principio de economía socialista planificada, casi sin participación privada.

Lo anterior significaba, simplemente, que los reformistas querían tener las ventajas del capitalismo sin perder las del socialismo, aunque “lo que condujo a la Unión Soviética con creciente velocidad hacia el abismo fue la combinación de glasnost, que significaba la desintegra-ción de la autoridad, con una perestroika que conllevó la destrucción de los viejos mecanismos que hacían funcionar la economía, sin pro-porcionar ninguna alternativa, y provocó, en consecuencia, el creciente deterioro del nivel de vida de los ciudadanos. El país se movió hacia

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una política electoral pluralista en el mismo instante en que se hundía en la anarquía económica”. (Hobsbawm, 1998: 479)

Entre agosto de 1989 y el final de ese mismo año, el poder comu-nista abdicó o dejó de existir en Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria; poco después, siguieron los Estados balcánicos de Albania y Yugoeslavia (que se fragmentó posteriormente en varios estados). La República Democrática Alemana sería muy pronto anexionada por la Alemania Occidental. El mundo occidental siguió fascinado este proceso de desintegración del socialismo europeo, que no logró avanzar a otros continentes; así, en julio de 1989 el gobierno chino decidió, tras semanas de desacuerdos internos y dudas, resta-blecer su autoridad y disolver violentamente la manifestación estu-diantil en la plaza Tiananmen.

Finalmente, la URSS también se desintegró a finales de 1991, en el momento en que las Repúblicas que formaban la Unión soviética, se declararon naciones independientes: “la disolución del centro pareció reforzar las fuerzas centrífugas y hacer inevitable la ruptura, a causa también de la política de Boris Yeltsin, cuya estrella ascendía a medi-da que la de Gorbachov se apagaba. En aquel momento la Unión era una sombra y las repúblicas la única realidad. (Hobsbawm, 1998: 489)

El derrumbe del socialismo real, en más de un sentido no se puede considerar una victoria del llamado “mundo capitalista occidental” dominado por los Estados Unidos, dado que no correspondió a una derrota militar, no hubo actos de represión por parte de los gobiernos en contra de las fuerzas sociales que los derrocaban (salvo en Ruma-nia), ni fue una victoria de la exigua oposición (intelectuales, activis-tas).

Lo que sucedió es que al autodesintegrarse el bloque socialista de Europa Central, simplemente dejó de ser un polo hegemónico y en consecuencia una fuerza político militar de equilibrio bipolar. Celso Para Amorín (1998: 86):

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“El derrocamiento del sistema soviético y todos los otros fenómenos que acompañaron el fin de la guerra fría […] posibilitó el surgimiento de un alto grado de unipolarización, sin precedente en la Historia moderna […] actualmente, el poderío de los Estados Unidos, en lo re-ferido a los grandes problemas internacionales, resulta en la práctica, incontrastable. Hoy en día, no hay crisis internacional que pueda ser resuelta sin la participación, o por lo menos el consentimiento de los norteamericanos.”

Aunque también Amorín señala que no debe descartarse la futura conformación de un escenario de carácter multipolar:

“Resulta inevitable que, temprano o tarde, el redimensionamiento económico, se refleje en el plano político., [por ejemplo] Alemania (principal núcleo dinámico de la economía europea), después de la reunificación, pasó a actuar con mucha mayor desenvoltura en el es-cenario internacional […] La propia Rusia, continúa siendo una gran potencia militar y recuperará una posición más destacada en el plano internacional, aunque evidentemente, nunca al mismo nivel de la an-tigua Unión Soviética. Otros países, o grupos de países del hemisferio sur, entre ellos la India y el Brasil, tienden a desempeñar papeles más importantes en las relaciones internacionales “Así, aunque sea un exceso de optimismo afirmar que el fin de la bipo-laridad dio lugar a un mundo multipolar, tampoco es irreal afirmar que el unipolarismo que caracterizó, y de cierta forma todavía carac-teriza, el período de la posguerra fría, puede no ser más que un breve interludio entre la bipolaridad y la multipolaridad.” (Amorín, 1998: 89)

En ese escenario de desaparición del bloque socialista, los atentados a las Torres Gemelas del complejo del Word Trade Center (WTC) de Nueva York el 11 de Septiembre de 2001, de acuerdo a Jorge Hernán-dez, propiciaron en los centros de poder estadounidenses “la consoli-dación una plataforma ideológica, en el que se focaliza un ‘nuevo enemigo’ –el terrorismo–, que viene a ocupar el lugar del eje articu-

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lador de la política exterior que durante la guerra fría lo constituía el comunismo internacional”, con lo cual se hacen presentes “elementos de continuidad que están en la base de la cultura política estaduni-dense y que al mismo tiempo brindan legitimidad a la política inter-na”. (Hernández, 2007: 108)

La administración del gobierno de George W. Bush, aprovechó los atentados terroristas al WTC para justificar sus principios beligerantes de intransigencia, de sentimientos antiinmigrantes, racismo y repre-sión como eje de una política de estado, que identificando a sus ciuda-danos como potenciales víctimas de una conspiración internacional, presenta a ese país como una “fortaleza sitiada” que debe protegerse de los sentimientos antiestadunidenses.

La estrategia de Bush fue más allá, al lograr que el Congreso Esta-dounidense aprobara en 2001 la Ley conocida como “Acta Patriótica”, que bajo el argumento del combate al terrorismo, otorga mayores fa-cultades al Estado en aras de combatirlo, mejorando la capacidad de las distintas agencias de seguridad estadounidenses, dotándolas de mayores poderes de vigilancia. También se promulgaron nuevos deli-tos de terrorismo y endureció las penas a quienes los cometieran.

Esta ley fue de inmediato criticada dado que vulnera los derechos de privacidad y confidencialidad de la información tanto al interior de Estados Unidos como de manera extraterritorial.

El discurso de los “halcones” estadounidenses llego al extremo de convocar a una “guerra preventiva” contra los países que integran el presunto “Eje del mal”, colocando en una lista publica a países como Irán, Corea del Norte, Cuba y Venezuela entre otros.

“las ulteriores proyecciones intervencionistas externas, patentes en el documento titulado Estrategia de Seguridad Nacional, demuestran que la historia de Estados Unidos contiene las claves que explican el lugar y papel de la intolerancia en las definiciones de la cultura políti-ca nacional, en la que el uso y abuso de la violencia sobresale como instrumento recurrente, supuestamente legítimo, bajo las condiciones

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singulares que caracterizan la evolución del colonialismo, el capita-lismo y muy especialmente, del imperialismo estadunidense. “Como función de la hegemonía, la seguridad nacional de Estados Unidos opera ideológicamente en un doble plano: uno, de legitima-ción interna, y otro, de apuntalamiento doctrinal de la política exte-rior. […]. Desde el punto de vista externo, el concepto en realidad posee una connotación trasnacional, en el sentido de que se insertan en ella escenarios del llamado tercer mundo, en los que Estados Uni-dos lo que defiende, no es su seguridad nacional, sino su hegemonía. Desde el ángulo interno, el concepto también se utiliza con gran di-versidad y movilidad para justificar cualquier atmósfera represiva. “. (Hernández, 2007: 108 – 110)

Para Piñeyro lo realmente existente es un “nuevo desorden mun-

dial”. Después de los actos macroterroristas del 11 de septiembre del 2001, “se pretende instaurar un nuevo orden mundial donde la gue-rra planetaria antiterrorista sólo provoca de hecho un mayor desequi-librio sistémico internacional […] y la impredecibilidad del surgimiento y desenlace de los acontecimientos y procesos mundia-les” (Piñeyro, 2012: 196 - 197).

El que el gobierno de Estados Unidos coloque en el discurso de “seguridad nacional” temas de narcotráfico, crimen organizado y te-rrorismo e incluso elabore listas de países etiquetados como “eje del mal”, persigue de acuerdo a Salazar (2012) “alojar en la subjetividad colectiva la percepción del miedo, terror y angustia, premisas necesa-rias para respaldar y/o avalar la instrumentación de la securitización o en otros casos, que la ciudadanía opte por renunciar a sus derechos políticos y sociales a cambio de obtener seguridad y defensa de la vi-da por parte del Ejército y el Estado”.

Dicho autor concluye que, “el terrorismo es un fenómeno sembra-do deliberadamente para poner espectacularidad en la vida criminal del Estado Policial con práctica de seguridad securitizada, que visibi-liza las capturas para sembrar el terror y la angustia, deja en zozobra a la sociedad porque todos pueden ser endilgados de terrorista, insti-

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tucionaliza el crimen, la violencia, la impunidad y el terror de Estado con la figura del terroristas indefinida jurídicamente y carente de sig-nificado en las leyes pero muy importante para desmantelar derechos en ciudadanías reprimidas y eliminar con lujo de violencia e instru-mentos de guerra a grupos y comunidades que están en resistencia y desean cambiar su situación de explotación inmisericorde”. (Salazar, 2012: 241)

Para Piñeyro (2012) el discurso del gobierno norteamericano de que luchó durante la guerra fría a favor de un mundo libre y de-mocrático frente al comunista y totalitario, y actualmente promueve el respeto de los derechos humanos, la democracia y el libre mercado internacional, es un mito; su apoyo a dictaduras militares o regíme-nes autoritarios y la negación de tales derechos, ha sido una actitud constante, lo del libre mercado es libertad para la inversión y el co-mercio de sus corporaciones multinacionales.

La política exterior de Estados Unidos se ha caracterizado por mantener en “una guerra permanente por acrecentar los recursos na-turales estratégicos”, en acrecentar su supremacía militar; citando a Borón, Piñeyro señala que “las intervenciones de EU en distintas re-giones del globo reconocen distintas motivaciones, pero nunca fueron hechas, para establecer el derecho internacional, [a ello se agrega que] el sistema imperialista es un todo integrado donde los diversos fenómenos (financieros, comerciales, energéticos, militares) están cada vez más interconectados bajo distintas condiciones de depen-dencia. Esto, por más que la ideología neoliberal pretenda desestruc-turarlo como aconteció con la invasión a Irak presentándola como un mero problema de contraterrorismo (y de supuesta promoción de la democracia y de los derechos humanos)”. (Piñeyro, 2012: 192)

Para Ceceña (2002), el dominio de los recursos estratégicos, “es objeto de un cuidado y una política especial por parte de las agencias gubernamentales que tienen a su cargo la seguridad nacional de Es-tados Unidos. Capaz de desatar guerras como la del Golfo Pérsico, el petróleo es responsable de algunas de las decisiones de movilización

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de tropas, financiamientos y personal de inteligencia de Estados Uni-dos y de organismos internacionales que, hasta ahora, han respondi-do puntualmente a sus sugerencias.

Las previsiones estratégicas del estado norteamericano han eleva-do a materia de seguridad nacional el suministro energético para los próximos años Estados Unidos ya no quiere padecer una crisis provo-cada por los países productores de petróleo como sucedió en la década de los años setenta con el embargo petrolero de la OPEP que elevaron los precios en una proporción nunca antes vista, su intención es evitar que vuelva a existir un mercado petrolero de vendedores.

Agrega Ceceña que:

“Las previsiones del Departamento de Energía indican un nivel de importaciones de petróleo del 64% para el año 2020, dadas las actua-les condiciones de uso y control del recurso. En este sentido, la esen-cialidad del petróleo y en general de los energéticos (gas, uranio, agua/electricidad, carbón) es una de las principales líneas rectoras de la política exterior de Estados Unidos en todas sus vertientes. Lo fun-damental, en este caso, es el acceso a yacimientos fijos geográfica-mente”. (Ceceña, 2002)

La autora también señala que la política de dominio de los recursos estratégicos no se limita a los energéticos, al existir otros campos

“en los que el estado estadounidense ha construido su solidez econó-mica y su capacidad hegemónica [como el] diseño de estrategias de autosuficiencia relativa. Los mecanismos son diversos pero permiten confluir en una posición nacional de relativa invulnerabilidad, mientras que promueven los desequilibrios y vulnerabilidades en el resto del mundo. Un ejemplo elocuente es el de la actual insuficiencia alimenta-ria en países que hace poco eran autosuficientes y modernizaron su sec-tor alimentario mediante las especializaciones (monocultivos y empobrecimiento de especies), la producción en gran escala y la in-troducción de los fertilizantes y demás químicos que acompañaron la revolución verde”. (Ceceña, 2002)

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III.2. Globalización y revolución científica-tecnológica.

Aicela Fernández Zamora En este apartado abordamos de manera general las diferentes revolu-ciones científico tecnológicas hasta llegar a la situación actual, con la idea de reflexionar sobre los cambios en el proceso que ha llevado la revolución científico-técnica y ver de manera específica como aumen-ta la brecha tecnológica entre los países desarrollados y en desarrollo. Pues de acuerdo a nuestra observación, actualmente se han multipli-cado las oportunidades de concentración de la riqueza producida en manos de fuertes Estados nacionales. III.2.1. Los principales ámbitos de la actual revolución científico- técnica. Los recientes avances en la ciencia y la tecnología han revolucionado a la sociedad, siendo determinantes en los cambios económicos, so-ciales y en general en la vida del hombre. Históricamente, las revolu-ciones científicas y tecnológicas una vez que se presentan impactan en todos los ámbitos, los procesos productivos se modifican, las for-mas de vida y de trabajo también se transforman; siempre que exis-ten inventos o descubrimientos se asimilan por la sociedad, pero en particular por quienes tienen el poder y dinero. Para Carlota Pérez los avances científicos se producen a manera de oleadas; dicha autora considera que, en la historia del capitalismo, son cinco las revolucio-nes tecnológicas las que se han presentado, y sintetiza de la siguiente manera las dos primeras:

“La primera hace referencia a la revolución industrial; aparece en Inglaterra y se ubica temporalmente en 1771 con la apertura de la hilandería de algodón de Arkwright en Cromford. Asistimos aquí al

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desarrollo de la maquinaria y a la mecanización de la industria del algodón. La segunda hace referencia a la era del vapor y al desarrollo del ferrocarril. Se desarrolla también en Inglaterra, difundiéndose hacia Europa y los Estados Unidos de América. Se ubica temporal-mente en 1829 con la prueba del motor a vapor para el ferrocarril Liverpool-Manchester. Asistimos aquí al desarrollo de las máquinas de vapor y la maquinaria de hierro movida con carbón. Las nuevas redes de ferrocarriles con el uso de motor a vapor marcan las nuevas infraestructuras”. (Pérez, 2009: 16)

Estas dos oleadas se presentan en la época de la llamada “libre

competencia”, cuando la moderna sociedad capitalista está conso-lidándose y los pensadores económicos tratan de explicarse la mane-ra de cómo acumular riqueza, impulsados por los inventos y descubrimientos que son la base de los cambios que vigorizan al mo-do de producción capitalista. A partir de todo esto el capitalismo se desarrolla.

En relación a las dos siguientes revoluciones, la misma autora plantea:

“La tercera revolución tecnológica corresponde a la era del acero, y en general a la de la ingeniería pesada y a la de la electricidad. Se desa-rrolla en países como Alemania y los Estados Unidos de América que cogen la delantera a Inglaterra. Se ubica temporalmente en 1875 con la inauguración de la Acería Bessemer de Carnegie en Pensilvania. La cuarta revolución tecnológica corresponde directamente a la era del automóvil, el petróleo y la producción en masa. La disputa entre Ale-mania y los Estados Unidos de América marca el liderazgo territorial de la época. Se ubica en 1908 con la salida del primer modelo de la Planta Ford en Detroit. A nivel tecnológico se conoce como la produc-ción en masa de automóviles, la época del petróleo barato y el desa-rrollo del motor de combustión interna para transporte, tractores, aviones y tanques de guerra”. (Pérez, 2009: 16)

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El desarrollo científico y tecnológico de estas revoluciones tercera y cuarta, marca la pauta para el crecimiento de las economías, que ya recorren la fase de los monopolios, donde el capital financiero con-centra y centraliza la riqueza. Las clases sociales del modo de produc-ción ya son claras y definidas, la ciencia y técnica está puesta al servicio de los grandes capitales y la acumulación de capital es el principal objetivo.

Para la misma autora, “la quinta revolución tecnológica atañe a la globalización. Entramos aquí en la era de la informática y las teleco-municaciones y está asentada en la supremacía de los Estados Unidos de América. Se ubica en 1971 con el anuncio del microprocesador Intel en California. A nivel tecnológico es la era de las telecomunicaciones, del desarrollo de las computadoras, de la microelectrónica barata y de la revolución de la información. Las nuevas infraestructuras se asien-tan en la comunicación digital mundial, en los servicios de Internet y en el transporte físico de alta velocidad”. (Pérez, 2009: 16)

Es el tiempo de las empresas transnacionales, del predominio de los grandes capitales productivos y del dominio del capital financiero, que se mueven entre los países más desarrollados y desde estos hacia los países atrasados o “en desarrollo”. Como se vio anteriormente, las grandes industrias se apropian de los recursos naturales de manera masiva, dominan los mercados y son las propietarias de los centros de investigación científica y tecnológica; el sistema financiero pro-mueve a la IED, anunciada como el remedio para los países que no pudieron arribar al desarrollo, el comercio internacional se rige por la liberalización comercial, y los avances científicos se aplican a los ámbitos productivos, a la comunicación, al comercio y a las finanzas. Es la era de la globalización neoliberal.

Como es de esperarse, los avances científicos se centran en las áre-as más rentables: la biotecnología, la informática, las comunicaciones y la robótica. En la producción se utilizan robots, programas de com-putación, maquinaria digital. La introducción de tecnología de punta modifica el papel del hombre en la producción; el hombre realiza un

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trabajo, pero la base para la producción son las maquinas, y el hom-bre supervisa y programa.

En las comunicaciones existe una profunda revolución, surgen las redes sociales, el conocimiento se ve favorecido a partir de su difu-sión por la red de internet, también ahora se puede comprar y vender desde lugares lejanos.

La globalización económica mundial y la revolución científica tec-nológica, han cambiado de manera constante al proceso de produc-ción, han desarrollado al proceso económico y han transformado a los mercados: “Hoy, la robótica y la telemática producen una expan-sión de la información, que está cambiando radicalmente la relación entre la ciencia, la tecnología y el proceso productivo, transformando de manera significativa las escalas de la producción por efectos de la automatización”. (Dos Santos, 2015: 2)

Actualmente con la teleinformática, recibir y procesar datos e in-formación a distancia es en fracción de segundos, la telemática presta los servicios informáticos mediante la red de telecomunicaciones, es-to ha sido aprovechado por los mercados financieros para impulsar la globalización financiera. En palabras de Mendizábal (2010: 6), “Las nuevas infraestructuras se asientan en la comunicación digital mun-dial, en los servicios de Internet y en el transporte físico de alta velo-cidad. El paradigma económico está marcado aquí por el uso intensivo de la información, la valoración creciente del capital intan-gible y la aparición de la sociedad del conocimiento”.

La eliminación de restricciones en los países para la entrada de la IED, es la base para una intensa internacionalización del capital, que da impulso y vigor a la globalización; los grandes capitales viajan sin fronteras y se instalan por doquier, ahí donde la rentabilidad es ma-yor. Con la introducción de los nuevos adelantos sobre procesamien-to de datos y las comunicaciones en las actividades monetario-financieras internacionales, se sentaron firmes bases para que estas actividades se desarrollaran.

Los cambios en los procesos productivos que provoca la revolución científica y tecnológica, modifican las formas de organización del tra-

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bajo, el cual debe adaptarse a las nuevas formas de producción; hoy en día se promueve una fuerza de trabajo flexible, ágil y con movilidad y se agrega también el trabajo en casa a partir de computadoras, de tec-nologías de información y comunicación. Todo esto ha sido acompa-ñado de nuevas políticas laborales, donde desaparecen los contratos colectivos, siendo sustituidos por contratos individuales; a su vez, des-aparecen prestaciones a los trabajadores.

Por tanto, la revolución científica y tecnológica, si bien ha permiti-do cambios que benefician a la sociedad en general, en la economía ha repercutido negativamente en naciones pobres, atrasadas o sub-desarrolladas, que no tienen la capacidad de asimilar esos avances si no es a costa de los países desarrollados, que de hecho dominan en las relaciones comerciales internacionales. III. 2.2 Las brechas de la revolución científico técnica. El proceso de globalización de la economía y la revolución científica y tecnológica tienen una relación estrecha, no se puede entender una sin la otra, pero también tenemos que ver a la globalización adherida al neoliberalismo económico, al libre mercado, pues sólo así podre-mos explicar cómo se ha favorecido a los países desarrollados y como se han quedado atrás los países atrasados. Los países desarrollados modernizan sus estructuras productivas y aumentan su productivi-dad, mientras los atrasados permanecen dependientes de los desarro-llados.

“Este proceso de globalización, por lo tanto, aumenta la brecha tecnológica entre los países desarrollados y ‘en desarrollo’, multipli-cando las oportunidades de concentración de la riqueza producida en manos de fuertes Estados nacionales, con impresionantes masas humanas y procesos educativos capaces de aumentar rápidamente la capacidad intelectual, política y económica de los polos más avanza-dos del sistema”. (Dos Santos, 2015: 2)

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En las regiones menos avanzadas se están modificando las formas de vida de los sectores más pobres, pues están desapareciendo for-mas de producción artesanal y comunitaria. Los pobres se están vol-viendo más pobres. “Estos cambios provocan un éxodo masivo de la población rural a las zonas urbanas, y crean una grave y compleja in-teracción entre la alta tecnología, concentración de la riqueza y con-diciones de vida miserables. Esta nueva realidad se convierte en una fuente de tensiones sociales y ambientales cuyos límites aún no pue-den ser establecidos”. (Dos Santos, 2015: 2)

“Otro aspecto fundamental que muestra una gran brecha, se refie-re a las disparidades respecto de la capacidad de generar innovacio-nes científico tecnológicas y, por consiguiente, a los muy distintos niveles de propiedad intelectual existentes entre países y regiones, con la mayor parte de dicha propiedad concentrada en los países des-arrollados”. (Díaz, 1998: 2)

Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OM-PI): el total de derechos vigentes de propiedad intelectual para 2013, las patentes y las marcas son las que agrupan al mayor número de propiedad intelectual 9,45 millones y 26.30 millones respectivamen-te, modelo de utilidad y diseño industrial corresponden 2,29 millones y 2,98 millones respectivamente, tal como se indica en el Cuadro III.1.

Cuadro III. 1 Derechos de propiedad intelectual en vigor, 2013

Patente 9,45 millones Modelo de utilidad 2,29 millones Marca 26,30 millones Diseño industrial 2,98 millones Fuente: elaboración propia con base en: Datos y cifras de la OMPI sobre P.I. (2014: 12)

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De acuerdo a la OMPI (2014: 12), “En 2013, China superó por pri-mera vez el millón de patentes en vigor. Además, correspondió a Chi-na el 85% del total de modelos de utilidad en vigor. En 2013, hubo un total de 26.300.000 marcas activas en unas 90 oficinas repartidas por todo el mundo. China contó con el mayor número de marcas en vigor, con 7.200.000. Los Estados Unidos de América (1.800.000) y el Japón (1.700.000) presentan cifras similares, y la India, con casi 980.000, también se encuentra en las primeras posiciones. Estaban en vigor casi 3.000.000 de registros de diseños industriales, de los cuales 1.200.000 en China.”

En el Cuadro III.2 se puede observar de manera clara como se en-cuentra la participación de las regiones del mundo en torno a los avances científicos y tecnológicos, pues a final de cuentas estos se concretan en propiedad intelectual de: Patentes, modelos de utilidad, marcas, y diseños industriales.

Cuadro III. 2 Porcentaje de solicitudes sobre propiedad intelectual por región 2013

(porcentaje)

Región Patentes Modelo de

utilidad Marca

Diseños in-dustriales

África 0,6 0,02 2,4 1,2 Europa 13,5 5,4 29,3 24,0 América del Norte 23,6 0,0 8,9 3,3 Asia 58,4 93,9 48,2 69,4 América Latina y el Cari-

be 2,5 0,5 8,9 1,3

Oceanía 1,4 0,2 2,2 0,8 TOTAL 100 100 100 100 Fuente: Elaboración propia con base en: Datos y cifras de la OMPI sobre P.I. (2014: 10 y 11)

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Según la misma OMPI, la distribución por regiones de las solicitu-des sobre propiedad intelectual –ver Cuadro III.2– está fuertemente concentrada en aquellas regiones de países desarrollados, la región de Asia participa con 58.4% en patentes; 93.9% en modelos de utili-dad; 48.2% en marcas y el 69.4% en diseños industriales; Estados Unidos le sigue solo en patentes con el 23.6%; en contraste, la región de América Latina y el Caribe, se observa escasa participación en so-licitudes de patentes, participa con el 2.5%; en modelos de utilidad tiene 0.5%; en diseños industriales el 1.3% solo supera a África; aun-que se iguala en solicitud de marcas con América del Norte, con el 8.9%; pero debemos observar que la región de AL y el caribe agrupa a muchos países, por lo que éstos datos vienen a reforzar lo que se ha dicho anteriormente, los países en desarrollo siguen en el atraso y la dependencia.

Por consiguiente, queda claro que, si bien hay una revolución científica y tecnológica en expansión, esa revolución está distribuida desproporcionadamente, se haya concentrada y al servicio de los paí-ses imperialistas, mismos que, han dejado al margen y en la pobreza los países atrasados. III.3. Comunicación, cultura y educación en la Globalización.

María Magdalena Adela López Rivera

En el presente apartado se abordarán temas que hoy por hoy, están generando cambios nodales en el contexto Norte-Sur. Estos cambios que cada vez son más acelerados en el ámbito de la comunicación, la cultura y la educación, han llevado a la creación de nuevas formas en el pensamiento occidental y oriental, conformado una nueva arqui-tectura que está impactando socialmente, políticamente y económi-camente. El mundo ha pasado de una integración a cada vez más a una inclusión, en el que tanto la multiculturalidad, la interculturali-

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dad y la transculturalidad son expresión del proceso de globalización y del actual modelo neoliberal. III.3.1. Revolución de las comunicaciones. No es nuevo que en pleno siglo XXI, las redes de comunicación en tiempo real están configurando el modo de organización del planeta. Lo que se convino denominar mundialización/globalización, hoy en día ha llevado a una generalización de la interconexión de las eco-nomías y las sociedades y más aún a una integración mundial de los dispositivos de comunicación, al ampliar progresivamente el ámbito de circulación de personas y mercancías, lo que ha acelerado la dis-minución de fronteras físicas, intelectuales y mentales. (Mattelart, 1998)

Comunicación, ciencia, cultura y educación, forman parte de los cambios radicales provocados por la tercera revolución tecnológica, la de las nuevas tecnologías, que han creado una nueva dinámica, ya que, a partir de la mitad del siglo XX, la formación de las personas y los grupos, así como los adelantos científicos y técnicos y las expre-siones culturales, están en constante evolución, sobre todo hacia una interdependencia cada vez mayor. (UNESCO, 2005)

Uno de los temas asociados a la mayor facilidad de comunicación, es el referido a la libertad de expresión. En los trabajos de Amartya Sen, la salvaguarda de la libertad de expresión no se puede conside-rar como un principio exclusivamente político, ya que tiene hondas repercusiones económicas y sociales que la convierten en un instru-mento especialmente útil para el desarrollo. (UNESCO, 2005)

La UNESCO (2009) en el Informe sobre Comunicación e Informa-ción, señala que el Programa de Centros Comunitarios Multimedia “promueve la autonomía de las comunidades y contribuye a reducir la brecha digital y las lagunas en el conocimiento al asociar radiodifu-sión comunitaria con Internet y tecnologías conexas y menciona que

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existen 130 centros comunitarios multimedia en 36 países”. (UNESCO, 2009: 17)

Hoy en día, solamente el 11% de la población mundial tiene acceso a Internet y en los países industrializados viven el 90% de las perso-nas “conectadas”: 30% en América del Norte, 30% en Europa y 30% en Asia y el Pacífico. Estas estadísticas sitúan de entrada, en su ver-dadero contexto, la repercusión de la revolución de las nuevas tecno-logías en el mundo, en la sociedad mundial de la información y el impacto de la red extendida por todo el mundo (World Wide Web). En realidad, sólo un 10% de las conexiones con Internet del planeta provienen del 82% de la población mundial; esta brecha digital se debe a la falta de infraestructura, ya que existen 2000 millones de se-res humanos que ni siquiera disponen de corriente eléctrica, que por el momento es la condición básica del acceso masivo a las nuevas tecnologías. (UNESCO, 2005: 32-33)

En un sentido semejante, las cifras que se presentan en el Cuadro III.3 sobre estadísticas mundiales del Internet y la población, permi-ten tener un panorama general sobre el acceso diferenciado a las nuevas tecnologías de la comunicación. En dicho cuadro, se observa que la penetración de Internet en Norte América es más del triple que en África, y ello a pesar de que entre 2000 y 2015 el crecimiento del uso de Internet en este continente ha sido notablemente superior al crecimiento en Norte América, así también los usuarios de Facebook, etc.

Cuadro III. 3

Estadísticas mundiales del internet y de la población, 2015 (1)

Regiones Población (2015 Est.)

Usuarios Dic. 31, 2000

Usuarios Jun. 30, 2015

Crecimien-to% (2000-2015)

Penetra- ción (% Población)

Facebook Dic. 31, 2012

África 1,158,355 4,514 313,257 6,839.1 27.0 51,612

Asia 4,032,466 114,304 1,563,208 1,267.6 38.8 254,336 Europa 821,555 105,096 604,122 474.8 73.5 250,934

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Oriente Medio

236,137 3,284 115,823 3,426.1 49.0 23,811

Norte Amé-rica

357,172 108,096 313,862 190.4 87.9 182,403

América Latina/ Ca-ribe

617,776 18,068 333,115 1,743.6 53.9 198,039

Oceanía/ Australia

37,157 7,620 27,100 255.6 72.9 14,806

TOTAL MUNDIAL

7,260,621 360,985 3,270,49

0 806.0 45.0 975,943

NOTAS: (1) Las Estadísticas de Usuarios Mundiales del Internet fueron actualizadas a junio 30, 2015. Fuente: Éxito Exportador, tomado de http://www.exitoexportador.com/stats.htm

En esa brecha digital, un problema importante es el de las dispari-

dades de la solvencia económica, porque el costo de las telecomuni-caciones sigue siendo muy elevado en los países del Sur con respecto a los del Norte, tanto en términos de valor absoluto como de poder adquisitivo: la adquisición de equipos de cómputo es onerosa y el suministro de servicios de Internet representa una inversión suma-mente elevada en las zonas urbanas y es muy poco extendido en las zonas rurales. (UNESCO, 2005: 32-33)

Castells plantea:

“Como toda tecnología, Internet es una creación cultural: refleja los principios y valores de sus inventores, que también fueron sus prime-ros usuarios y experimentadores. Es más, al ser una tecnología de comunicación interactiva con fuerte capacidad de retroacción, los usos de Internet se plasman en su desarrollo como red y en el tipo de aplicaciones tecnológicas que van surgiendo. Los valores libertarios de quienes crearon y desarrollaron Internet, a saber, los investigadores académicos informáticos, los hackers, las redes comunitarias contracul-turales y los emprendedores de la nueva economía, determinaron una arquitectura abierta y de difícil control”. (Castells, 2003: 2)

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De acuerdo con Castells (2003), Internet y libertad, se hicieron –para mucha gente y especialmente para los jóvenes–, sinónimo en todo el mundo. Para los detentores del poder en las teocracias, la reacción fue de hostilidad y rechazo ante la transformación tecnológica y cul-tural, no así para las economías democráticas en donde Internet “se consolida como un instrumento esencial, de expresión e información y comunicación horizontal entre los ciudadanos” y se convierte “en una estrategia en el desarrollo económico dentro del marco de la glo-balización”. (Castells, 2003: 2)

Castells menciona que para comprender el proceso de cambio en la era de la comunicación e información se debe conceptualizar una nueva forma de sociedad, la sociedad red, formada por configuracio-nes concretas de redes globales, nacionales y locales en un espacio multidimensional de interacción social. Para este autor en la vida so-cial las redes son estructuras comunicativas: “Las redes de comunica-ción son las pautas de contacto creadas por el flujo de mensajes entre distintos comunicadores en el tiempo y en el espacio”. (Castells, 2010: 45)

Para Flores y Flores (2000) “la coincidencia del auge de Internet, así como de la telefonía móvil y las tecnologías digitales, con la terce-ra revolución industrial y con la actual revolución cibernética, condu-ce de hecho a la integración al mercado de prácticamente todas las dimensiones de la actividad humana”. (Flores y Flores, 2000: 363)

Y es así como para Flores y Flores:

“Si bien es cierto que la comunicación es la base de las relaciones humanas, también incluye el proceso, así como los mecanismos, que hacen posible y estimulan los intercambios entre personas. Todo ser humano se comunica, al hacerlo, transmite y reproduce la cultura, de ese modo, la comunicación, une a los individuos entre ellos y permite la vida colectiva; sin comunicación, no puede concebirse la vida en comunidad, en sociedad. Sin embargo, los medios de comunicación y

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las industrias culturales17 se han convertido en generadores del con-sumo de masas de bienes o productos estandarizados sin finalidad pedagógica y cuyo éxito se mide no por la calidad sino por la cantidad, por el rating de su aceptación, es así como los medios de comunica-ción y las industrias culturales se convierten en nuevas supersticiones y hasta en nuevos oscurantismos al contener mensajes prefabricados y tendientes a difundir sólo una verdad: la del mercado y la de ciertas formas políticas occidentales basadas en el liberalismo económico que contribuyen a la expansión de su poderío y a liquidar la diversidad de pensamientos, creencias y por supuesto de la cultura en el mundo”. (Flores y Flores, 2000: 365 a 371)

Lamentablemente, los medios de comunicación juegan un papel

importante en la conformación de patrones culturales con los que lle-van a procesos de enajenación a envolverlos en el mundo de la socie-dad del espectáculo que se convierte en un ejercicio del poder porque establece patrones de vida que procuran imponerse a las diferentes clases sociales, incluyendo a la clase trabajadora, a los jóvenes, a los adultos mayores, a los niños y esto no sólo se da en forma local, re-gional, nacional, sino internacional, ya que los mass media y el es-pectáculo, definen la agenda política y económica de los grupos dominantes en los países emergentes y en vías de desarrollo hasta el punto en que la suprema propuesta de éstos consiste en acceder a los niveles y estándares de vida de los países altamente industrializados y en ser reconocidos por los aparatos publicitarios de los centros mun-diales. (Flores y Flores, 2000: 373)

A diferencia de los países altamente industrializados, en el caso de los países en vías de desarrollo, la televisión se desarrolla de una ma-nera extremadamente concentrada, cuasi monopólica y centralizada, controlada casi en su totalidad desde los centros de poder. Lo que

17 Entenderemos por industrias culturales a aquellas que se especializan en produ-cir mercancías simbólicas; incluyen a la industria editorial, la discografía, la publi-cidad y otras, además de los ya citados medios de comunicación masiva.

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significa también su surgimiento y presencia como formidable recur-so de poder, actor ligado a los regímenes de los aparatos políticos de todas las naciones en el mundo, convirtiéndose así en un enorme obstáculo para el surgimiento de la democracia, que sin embargo hacia el fin del siglo XX, cede ante el reclamo democrático de la po-blación, al tiempo que se convierte en la principal arena donde se re-define el espacio público de discusión, convirtiéndose en la acompañante ambigua de la modernización política y en el presente siglo XXI, en su carácter de industria cultural torna la política en es-pectáculo y escándalo, más que en deliberación racional sobre los di-versos proyectos de interés para los países. (Sedeño, 2011)

En el caso del cine, a pesar de las transformaciones que se han producido en la definición de la hegemonía cultural de algunas zo-nas del planeta, Hollywood sigue siendo un sistema global y un agente protagonista en la gestión de bienes culturales, dominando aún todas las etapas de sus procesos de producción, controlando el trabajo cultural, la coproducción internacional, la propiedad inte-lectual y los derechos de autor. Continúa dominando la industria del entretenimiento audiovisual a nivel global, ya sea directamente o a través de otros países ya que posee entre el 40 y el 90% de las películas que se exhiben en el mundo. Al intensificarse las políticas neoliberales y multinacionales y la movilidad espacial del capital, se han concentrado la propiedad de los medios de comunicación, trabajando en favor de la desregulación de las administraciones nacionales y provocando el debilitamiento de la fuerza de trabajo y del sector público. (Sedeño, 2011: 13 a 18) III.3.2. Los nuevos escenarios de la Cultura. Para Shein, citado en (Días, 2012: 49), “la cultura determina las per-cepciones, los pensamientos, los sentimientos y, en cierta medida, el comportamiento”, proviene del latín cultus, que hace referencia al cul-tivo del espíritu humano y de las facultades intelectuales del hombre”.

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Para Días, la defensa de una cultura es una defensa cognitiva, ya que, en esta sociedad de avances científicos y tecnológicos, todo cam-bio que no es asimilado por los distintos actores sociales, desde un simple software o la interrelación con los procesos de trabajo donde operan robots y sistemas especialistas, surge el miedo, la inseguridad y el conflicto. El trabajo solo cambia con las interacciones entre los seres humanos y sus subjetividades. (Días, 2012: 49)

El concepto de cultura es uno de los más difíciles de entender por-que tiene múltiples abordajes desde diversas disciplinas científicas que tratan de integrar una definición común; sin embargo, no se puede hablar de la existencia de una cultura, sino de una diversidad de culturas que conviven e interactúan en un espacio. (Álvarez, 2014: 14)

Para Franz Boas, cada cultura está dotada de un estilo particular y original; abraza todas las manifestaciones de la cotidianidad social de una comunidad, las reacciones de un individuo afectado por las cos-tumbres del grupo en el que vive, y el producto de la actividad huma-na definida por esas costumbres.

Kroeber y Kluckhohn (1952) señalan que la cultura se puede preci-sar a partir de la estructura social, religión, modelo económico, entre otras, como herencia social o tradición, transmitida de generación en generación, con ideales, valores, normas y formas de vida, compor-tamiento humano y como éste resuelve sus problemas y su adapta-ción al ambiente. Por tanto, la cultura es para la sociedad lo que la memoria es para el individuo. Se habla de una abstracción, es la ma-nera en que Occidente construye su conocimiento sobre el otro.

En el siglo XX, uno de los máximos exponentes del concepto de cul-tura es Claude Levi-Strauss, quien relanzara la idea de cultura en la antropología francesa proponiendo que cada cultura repite un mode-lo y que los tipos de culturas posibles son limitados. Cada cultura puede ser considerada, según Levy, como un conjunto de sistemas simbólicos en los cuales se coloca el lenguaje, las reglas matrimonia-les, las relaciones económicas, el arte, la ciencia, la religión, que tien-

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de a exprimir todos los aspectos de la realidad física y de la realidad social. Para el antropólogo Clifford Geetrz, la cultura no es simple-mente un repertorio de modelos de comportamiento empíricamente descubierto y atribuido a la naturaleza humana, sino un sistema simbólico y un mecanismo de control. (Giménez, 2002: 27)

Para Smith, Antony (citado en Giménez, 2002: 27) la cultura es simplemente manejada como un repertorio de creencias, estilos, va-lores y símbolos, y para Bourdieu (citado en Giménez, 2002: 27) la cultura como “formas simbólicas” y estructurales mentales interiori-zadas, por un lado, y símbolos objetivados bajo la forma de prácticas rituales y de objetos cotidianos, religiosos, artísticos, etc., por otro.

Para Giménez (2002), concebir la cultura implica no disociarla nunca de los sujetos sociales que la producen, la emplean o la con-sumen. No existe cultura sin sujeto, ni sujeto sin cultura o todas las manifestaciones culturales tendrían que referirse siempre a un espa-cio de identidad.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educción, la Cien-cias y la Cultura (UNESCO) a partir del Informe de la Comisión Mun-dial de cultura y Desarrollo en el documento Nuestra diversidad creativa, señala que la cultura “no es un instrumento del progreso material: es el fin y el objetivo del desarrollo, entendido en el sentido de realización de la existencia humana en todas las formas y en toda su plenitud”. (UNESCO, 2009)

Debido a los desafíos que presenta el siglo XXI, como son las nue-vas realidades económicas, políticas, ecológicas, educativas y tec-nológicas, las poblaciones requieren actitudes y conductas que les permitan reconocer y promover la interdependencia y cooperación entre naciones.

Atendiendo a la etimología, el término multiculturalidad, tal y co-mo indica su prefijo “multi”, hace referencia a la existencia de varias culturas diferentes, pero no ahonda más allá, con lo que se puede en-tender que no existe relación entre las distintas culturas. La multicul-turalidad puede entenderse como el reconocimiento del otro distinto,

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pero no necesariamente implica el establecimiento de relaciones igualitarias entre los grupos, entre personas, grupos o instituciones que pertenecen a culturas diferentes o mantienen señas de identidad más próximas o lejanas entre sí. No puede ser impuesta desde arriba, o por una cultura dominante. Además, integra varias dimensiones como son: el intercambio, reciprocidad, interacción, relación mutua, apertura y solidaridad efectiva, entre los distintos modos de entender la vida, los valores, la historia, las conductas sociales, etc. El estudio de la interculturalidad es complejo y puede realizarse desde el cruce de varias perspectivas, tales como la ética, la psicología, la pedagogía y la política.

Por el contrario, el prefijo “inter”, en el término “interculturalidad” va más allá, haciendo referencia a la relación e intercambio, y, por ende, al enriquecimiento mutuo entre las distintas culturas. La inter-culturalidad asume que la diversidad es una riqueza de manera que se entiende, no sólo como necesaria, sino como algo virtuoso. Es la base que permite la comprensión y el respeto entre miembros de di-ferentes culturas.

En tal sentido De Vallescar (2012) argumenta lo siguiente:

“A modo de simple aproximación a la interculturalidad, puesto que intentar definirla resulta problemático, restrictivo y es síntoma de una mentalidad occidental monocultural, se mencionará que se trata de una deliberada opción como acción/comunicación/diálogo, entre per-sonas, grupos o instituciones que pertenecen a culturas diferentes o mantienen señas de identidad más próximas o lejanas entre sí. No puede ser impuesta desde arriba, o por una cultura dominante. Además, integra varias dimensiones como son: el intercambio, reci-procidad, interacción, relación mutua, apertura y solidaridad efectiva, entre los distintos modos de entender la vida, los valores, la historia, las conductas sociales, etc. El estudio de la interculturalidad es com-plejo y puede realizarse desde el cruce de varias perspectivas, tales como la ética, la psicología, la pedagogía y la política”.

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De acuerdo con Fernández (2011) existen dos efectos principales en el ámbito-sociocultural de la globalización actual: “uno es la acele-ración de los movimientos de población que se da en el interior de los países: del campo a la ciudad; y entre países: de los países empobre-cidos a los países ricos o con mayor desarrollo económico. El otro efecto es la tendencia a la homogeneización cultural, lo que algunos autores llaman occidentalismo o norteamericanismo; la universaliza-ción de hábitos, costumbres y comportamientos que han sido domi-nantes en la cultura euroamericana”. (Fernández, 2011: 1)

Se puede observar la tendencia a la homogeneización cultural se da en el vestir, en la gastronomía, en los muchos de los procesos de producción, consumo y vida de una parte sustancial de la población humana, particularmente en las ciudades metrópoli de todo el mun-do.

Fernández, menciona (2011: 1) que en el “proceso en curso de homogeneización cultural no sólo está contando la hegemonía económica y política de dos de los centros más importantes como son: Estados Unidos y la UE, sino también el impacto que tiene el tu-rismo internacional que, debido a factores económicos comprensi-bles, se mueve generalmente en una dirección contraria a la de los flujos migratorios e impone pautas de comportamiento también occi-dentalistas”.

Aun cuando los dos procesos: el de los flujos migratorios y el de la homogeneización cultural, son paralelos, en el sentido de que favore-cen la interrelación, la mezcla y la fusión de culturas, también es una realidad que localmente, en el interior de los países, se pueden perci-bir como contradictorios, ya que la dimensión de los flujos migrato-rios apunta, en este ámbito local, hacia la multiculturalidad y ésta es percibida también como algo que entra en conflicto con el proceso de homogeneización cultural. (Fernández, 2011)

En el marco territorial, la idea de ese conflicto entre culturas dife-rentes, por una parte y la tendencia a la homogenización cultural por otra, presenta en el contexto actual varias maneras de manifestarse y

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que se deben considerar: la prepotencia del occidentalismo; el senti-miento de pérdida de la identidad de la cultura de las poblaciones; el sentimiento de pérdida de la identidad cultural de poblaciones autóc-tonas amenazados por este proceso de homogenización, así como el sentimiento de pérdida de identidad que lleva a que grupos de inmi-grantes se opongan a la asimilación y que mantengan sus hábitos y costumbres.

Han surgido diversas formas de neorracismo y xenofobia que se dan principalmente en los países del Norte, del sentimiento de pérdi-da de la identidad de la cultura que se declara amenazada por los in-migrantes de otras culturas y del sentimiento de pérdida de la identidad cultural en países o regiones del mundo que se ven amena-zados por este proceso de homogeneización cultural, han surgido, por un lado, los integrismos religiosos y, por otro lado, diferentes mani-festaciones particularistas.

Es así como se debe considerar que el reconocimiento de la multi-culturalidad y la consideración de la interculturalidad como un valor positivo son respuestas preventivas a la agudización de los distintos sentimientos expresados en las ideologías que se mencionan. Si bien los términos interculturalidad e interculturalismo no provocan deba-te, ya que parten de cierto consenso, los términos multiculturalidad y multiculturalismo producen polémica, apareciendo reiteradamente en los medios de comunicación relacionadas con el debate sobre la emigración y sobre las políticas públicas que los gobiernos han adop-tado o se proponen adoptar al respecto.

Por otra parte, la transculturalidad se puede entender como un proceso de acercamiento entre las culturas diferentes, que busca es-tablecer vínculos más allá de la cultura misma en cuestión, casi cre-ando hechos culturales nuevos que nacen del sincretismo y no de la unión, ni de la integración cultural que interesa a una determinada transición, es decir, que si existe mutuo acuerdo, la convivencia de culturas facilitada a su vez por los modernos medios de desplaza-miento, comunicación e información, puede ser un elemento funda-

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mental que contribuya a la maduración de la humanidad, manifesta-do en el acuerdo, respeto y promoción de unos valores universales por encima de peculiaridades de raza, etnias y hasta religiosas, cami-nando decididamente hacia la fraternidad universal o, como decía-mos antes, hacia una “transculturalidad”. (Hidalgo, 2010)

Actualmente, las tensiones entre la globalidad estandarizada que impone el mercado, los medios de comunicación y las industrias cul-turales, así como el tiempo-espacio fragmentado que se asume como originalidad y capacidad creativa se define como las conductas cultu-rales, sociales y políticas del presente siglo. La cuestión de las identi-dades sociales, políticas, étnicas y culturales surge en ciertos casos con fuerza extraordinaria; la cuestión de la identidad como lucha por la propia personalidad, como resistencia a las fuerzas disgregadoras del mercado, la comunicación, la mercadotecnia y la publicidad van llevando a la fragmentación de la personalidad”. (Flores y Flores, 2000: 412-413)

La penetración de los medios masivos de comunicación, que tien-den a expandir valores idénticos “para todos”, lo cual provoca des-acuerdos y reacción y en mayor medida cuando, ante la falsa universalidad que se propone desde los órganos del poder para todos los espacios posibles, se afirman los valores de “lo propio”, de la tra-dición histórica y de la personalidad cultural. (Flores y Flores, 2000: 414)

Provoca desacuerdos y reacciones contrarias en todas las razas y etnias, la falsa universalidad que los medios masivos de comunica-ción y los órganos de poder tienden al difundir valores idénticos “pa-ra todos”, y se reafirman los valores de “lo propio”, de su tradición histórica y de su propia personalidad cultural.

El papel de las megacorporaciones transnacionales y de los Esta-dos “imperiales” al imponer gustos, símbolos de prestigio, modas, tópicos ideológicos y morales, formas de vida y organización política, da lugar a un tipo de penetración concreta, que son los proyectos es-pecíficos de dominación y control, frente a lo cual la afirmación de las

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identidades culturales se vuelve una respuesta antiimperialista y an-ticolonial, lo cual permite explicar y justificar la decisión y fuerza por sostener una actitud drástica de rechazo hacia todos los convenciona-lismos globales. Es así como la identidad cultural o de la personali-dad histórica, se vuelve uno de los soportes ideológicos y psicológicos importantes que ha dado lugar a las diversas movilizaciones para las luchas de liberación, convirtiéndose en un argumento defensivo im-portante de acción y toma de conciencia de lo propio singular frente a lo ajeno bastardo, para lograr la unidad nacional. Debe quedar claro que la defensa de la identidad cultural o personalidad histórica de los pueblos, no consiste en la ignorancia o en la ausencia de contacto con los otros pueblos o naciones, sino una afirmación que pasa por el contacto con otras culturas, se debe entender como lo mencionan Flores y Flores (2000) que las identidades culturales y nacionales son dinámicas y que están en permanente metamorfosis, que son abiertas y nunca cerradas, son procesos inacabados que se enriquecen, se ace-leran y exacerban en el presente siglo. III.3.3. Los retos en la educación. En el presente siglo XXI, el papel de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación presenta cambios en la diversidad de ámbitos sociales, sin que la educación sea ajena a esta nueva realidad y se enfrente a estos retos.

Históricamente, en la industria el desarrollo de las tecnologías de la comunicación y de la información, desde Taylor con la organiza-ción y las normas de trabajo, en los modelos de las relaciones humanas de Elton Mayo en las primeras décadas del siglo XX, en los métodos de Douglas McGregor a través de reglamentos por escrito, y en la reciente propuesta de los sistemas de participación de Taiichi Ohno –responsable del toyotismo–, cada país busca superar sus des-fases, ya que existe una relación entre la escolaridad y el conocimien-

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to; una empresa con empleados con un alto nivel de escolaridad, tiende a tener una mejor comprensión del cambio. (Días, 2012: 49)

Renato Días (2012: 49), citando a Hopenhayn, expone que “existe la noción de que la educación puede unirse a la revolución de la tec-nología de la información y la comunicación y del aumento de los trabajos ‘inteligentes’ y unirse a redes de conocimiento”; para este autor, existen obstáculos causados por la falta de simetría entre los sistemas educativos y las nuevas tecnología en América Latina, además de que se le ha considerado por mucho tiempo a la educación como instrumento de movilidad social y un medio de integración a la cultura y desarrollo productivo.

Actualmente, educación, ciencia, cultura y comunicación, se han visto impactados, no sólo por la tercera revolución tecnológica, la de las tecnologías de información y comunicación, que están creando nuevas dinámicas, porque desde mediados del siglo pasado, la for-mación de las personas y grupos, así como los adelantos científicos y técnicos y las expresiones culturales, están en constante evolución, sobre todo hacia una mayor interdependencia. (UNESCO, 2005: 5)

Con base en lo antes mencionado, este cambio no ha impactado sólo el ámbito económico y a las estructuras productivas, también está determinando un nuevo orden ideológico, político, social y cultu-ral. Las redes informáticas han incrementado la universalización de los intercambios políticos, tecnológicos, económicos, culturales, per-sonales, etc. La aldea global se ha convertido en realidad en el mundo globalizado en donde la información y el conocimiento están al alcan-ce del mayor número de personas, sin embargo, presenta las siguien-tes repercusiones (Bahillo y Gómez, 2014):

Un traslado de activos hacia los servicios especializados, que se han convertido en el sector dinamizador de la economía.

Aumento del desempleo entre aquellos activos cuyos conocimien-tos y habilidades han quedado desfasados como resultado de los procesos de reconversión y adecuación tecnológica y que no dis-

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ponen de una formación polivalente o no actualizan sus conoci-mientos de forma permanente

Dificultades de consecución de empleo, a corto y medio plazo, por parte de colectivos de población joven.

Cómo se desprende de los puntos anteriores, el mercado laboral

demanda un nuevo perfil de profesionales y trabajadores en los que se valoran positivamente no sólo los conocimientos, sino las actitu-des, competencias, habilidades y aquellas cualidades personales que permitan y faciliten la adaptación a los cambios que se producen en el contexto económico, social y cultural y por ende en el entorno pro-ductivo y empresarial. Por tanto, los contenidos formativos deben adecuarse a estos cambios sociales y a las necesidades del sistema económico y del mercado laboral. (Jordán, 1992: 2)

De acuerdo con Jordán (1992) la educación multicultural, es una forma de entender y vivir la educación, es un enfoque educativo que tiene un carácter inclusivo, donde la diversidad –considerada como un valor que nos enriquece– es un ingrediente indispensable y positi-vo para una educación integral y de calidad. Se entenderá como a la educación intercultural como un modelo educativo que busca fomen-tar el enriquecimiento cultural de los ciudadanos, partiendo del reco-nocimiento y respeto a la diversidad, a través del intercambio y el diálogo, que tienen por finalidad la participación activa y crítica en aras a cimentar el desarrollo de una sociedad democrática basada en la igualdad, la tolerancia y la solidaridad.

En autores como Jordán (1992) la finalidad de la educación inter-cultural en el mundo, supone una relación y la cualifica, implica que la relación se construye desde planos y en condiciones de igualdad entre culturas que interactúan, conceptualmente niega la existencia de asimetrías debidas a las relaciones de poder; en cambio, admite que la diversidad es una riqueza potencial, de tal forma que se debe entender no sólo como algo dado en términos de hecho social, sino

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como posibilidad de vida, como conocimiento, reconocimiento y va-loración de la otredad.

Para Krishna Kumar (1982: 160), es habitual considerar los pro-gramas de estudios como un conjunto de textos independientes de los que se puede suprimir lo que no resulte satisfactorio ya que la trans-misión de ideologías sociales no depende de textos aislados, pero el poder general de una ideología proviene de su infiltración en el pro-pio sistema. La distribución de los estudiantes en diversos tipos de escuelas san estás públicas, privadas, urbanas, rurales, etc., así como el proceso docente actual y el método de exámenes desempeñan pa-peles importantes en la determinación del mensaje socioeconómico del sistema educativo actual.

Las condiciones económicas de un país se relacionan con carácter nacional, más que con las experiencias históricas, señala críticamente Kumar, y es así como la norma del progreso y la cultura se atribuye a Europa y América del Norte, mientras que los países atrasados cons-tituyen ejemplos de rezago y exotismo cultural. Es así como la educa-ción y los medios masivos de comunicación “se convierten a la vez en un medio de difusión cultural y de dominio político, tanto nacional como internacional y de manera conjunta constituyen el sector de comunicaciones culturales del sistema mundial con el que se introdu-cen en los países pobres las ideologías sociales que sostienen el pre-sente orden internacional”. (Kumar, 1982: 160-161)

Para autoras como Hidalgo (2010) menciona que, en tanto que institución y espacio del saber, la universidad se convierte hoy, en su-jeto y objeto de cambios trascendentales en su estructura, forma, en la organización de sus contenidos curriculares, en los tiempos que implican la validación de los conocimientos, en el reconocimiento del ser o ethos universitario, en su relación con su medio, en el ambiente para avanzar en el conocimiento y en sus respuestas a la sociedad. Actualmente, se le está exigiendo transformarse a la universidad y es-tos cambios tienen origen externo.

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Estos cambios están básicamente basados en: los grandes y rápi-dos avances en la ciencia y la tecnología que han transformado la es-tructura del conocimiento y de la producción; la dinámica económica del capital a escala mundial y la protección que ha adquirido el capi-tal financiero, a través de una de sus formas, la globalización; la re-composición del poder político, ideológico y económico mundial, en un nuevo orden mundial; y, los clamores humanitarios que genera la desigualdad y la inequidad en la distribución de la riqueza. (Hidalgo, 2010)

Los aspectos importantes que constituyen aquellos mecanismos que le dan cuerpo al sistema o Espacio Europeo de Educación Supe-rior son: movilidad, aseguramiento de la calidad, la promoción de la cooperación, sin embargo, éste ha tardado en consolidarse y aun cuando hay avances en algunos puntos aún es limitado el acceso de todos los estudiantes sobre todo latinoamericanos, asiáticos y africa-nos. (Vargas y Rojas, 2005)

En tal sentido destaca el Proyecto Tuning y el proyecto EEES de la Unión Europea, cuyo propósito es fijar puntos de referencia, conver-gencia y comprensión mutua entre las universidades. Dicho propósi-to Tuning lo abordó de manera específica mediante la construcción de competencias genéricas y específicas18 de cada disciplina para el primero y segundo ciclo como criterios de referencia, en diversos ámbitos temáticos: estudios empresariales, ciencias de la educación,

18 Las competencias describen los resultados de aprendizaje, lo que un estudiante sabe o puede demostrar una vez completado el proceso de aprendizaje. Las compe-tencias se describen como puntos de referencia para la elaboración y evaluación de los planes de estudio, sin pretender ser modelos rígidos, permitiendo flexibilidad y autonomía en la elaboración de los planes de estudio, pero introduciendo un len-guaje en común para describir los objetivos de los planes. Ello se aplica a las com-petencias específicas y a las genéricas, como pueden ser las capacidades de comunicación. La construcción de las competencias genéricas y específicas, se defi-nen como todo aquello que debe aprehender y saber un estudiante al final de cada curso y ciclo.

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geología, historia, matemáticas, física y química (Vargas y Rojas, 2005). En concepto de la UNESCO (2005), el negocio de la educación a nivel mundial representó para 2005, más de dos billones de dólares, es decir, la vigésima parte del PIB mundial, pero no se muestra de manera clara los ingresos que perciben las instituciones privadas.

En Estados Unidos existe una corriente en pro de la privatización, por lo que ya existen empresas privadas que administran centros educativos públicos. En la enseñanza superior, punta de lanza de la mercantilización, la universidad pública ha dejado el camino a la alianza entre universidades privadas y los proveedores de software y los grupos de telecomunicaciones que atraen en el mundo entero a estudiantes dispuestos a pagar por la obtención de un diploma. En tal sentido, para autores como Vargas y Rojas (2005: 220 - 221), en los inicios del siglo XXI, en Estados Unidos se ha propagado y consolida-do la idea de asumir y mirar la educación como como un campo para ‘los buenos negocios’ y en tal sentido muchas universidades partici-pan en la bolsa de valores, obteniendo índices de rentabilidad muy superiores a los obtenidos por otras empresas que cotizan en la bolsa

Sin embargo, tal como lo mencionan esos autores, si bien el nego-cio de la educación ha sido y es muy redituable, sus resultados en término de calidad no resultan iguales. La UNESCO (2005) reconoce que para los países en los que la educación se ha convertido en foco de atracción de grandes empresas los resultados obtenidos de esta mercantilización son más que dudosos.

Debe ser claro que la función de la Universidad es ser portadora del saber. Si bien la globalización del conocimiento ha intersectado con la globalización del capital, el mercado global de las corporacio-nes ofrece a la venta los conocimientos generados por la investigación y los convierten en productos comercializables, mediante la globali-zación de las universidades, el conocimiento social es empaquetado como conocimiento de mercado y vendido como un producto, con lo que se afecta las funciones sustantivas de docencia, investigación y

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difusión de la cultura, además de la pérdida cada vez más de su auto-nomía, el financiamiento, y gobierno.

Es así como hoy por hoy las universidades públicas han perdido espacio en las políticas públicas del Estado como resultado de la pérdida general de la prioridad de las políticas sociales inducida por el modelo neoliberal de desarrollo económico; a pesar de las declara-ciones políticas contrarias y de algunos gestos reformistas, subyace en el discurso de las autoridades gubernamentales que sólo queda como alternativa la creación de un mercado universitario. (De Sousa, 2010) III.4. El Estado en la globalización.

María del Carmen Reyes Ugarte

En este apartado se aborda el impacto de la globalización tanto en los países centrales como periféricos en la función del Estado nación, desde la perspectiva de autores como Boaventura de Sousa y Massi-mo Salvadori, para quienes el Estado no tiende a desaparecer y van a desempeñar nuevas funciones. En caso contrario para Vidal Villa y Kenichi Ohmae el estado se vuelve obsoleto y da paso a una nueva organización que conducirá la economía a nivel mundial.

Existen distintas definiciones de la palabra “Estado”, que van des-de la hegeliana que considera que todo lo que el hombre es, se lo debe al Estado, hasta la marxista que lo concibe como instrumento de la clase dominante para subordinar y explotar a la clase dominada. Eti-mológicamente, el término nace de la voz latina status, la cual toma sentido político de unidad “política moderna” con Nicolás Maquiave-lo que introduce la palabra Estado en su obra “El Príncipe”, en la que identifica los Estados y soberanías como las repúblicas o principados, analizando las causas de la grandeza y caída de los mismos y a su vez propone una serie de medidas a seguir por los gobernantes para la conquista y retención del poder. Es por esto, que al Estado también

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se le puede definir como poder soberano e independiente que no ad-mite un poder superior; este razonamiento posteriormente convierte el poder en la soberanía que le da origen al Estado moderno.

Se pueden establecer tres conceptos fundamentales del Estado, re-feridos al Estado: 1) La concepción organicista, por la cual el Estado es independiente de los individuos y anterior a ellos; 2) La concep-ción atomística o contractual, según la cual el Estado es una creación de los individuos; y 3) la formalista, según la cual el Estado es una formación jurídica. Las dos primeras conforman el denominado as-pecto sociológico y se han alternado en la historia del pensamiento occidental; la tercera es moderna y ha sido formulada en los últimos tiempos. (Abbagnano, 1983: 448)

Estanislao Fernández nos dice que según Hermann Heller, es a partir del Renacimiento cuando se produce de una forma más clara la consolidación de estructuras institucionales, que configurarán la ver-dadera génesis del Estado en su sentido moderno y que en los últimos cinco siglos ha constituido la principal forma de organización política de las sociedades sometidas a la evolución institucional del Estado. En tal sentido, Fernández (Fernández, 2007: 2-15) plantea que el Es-tado como entidad jurídico-política surge bajo los procesos de mo-dernización que se producen en el continente Europeo en los siglos XV y XVI de la organización medieval, la cual debido a la rigidez de su estructura política dan paso a las monarquía autoritaria, que precede al proceso de formación de los Estados nacionales, los cuales impul-san por una parte el orden soberano mediante el monopolio de la co-acción física legítima como instrumento de dominio y, por otra parte, una burguesía política y económicamente fuerte que precisaba una nueva forma de organización social, el capitalismo. Dicho orden so-cial precisó de un nuevo marco jurídico, económico y político para asentar la idea de soberanía o de razón de Estado, dotándolo de lega-lidad y legitimidad, que dará paso al Estado liberal, mínimo, o inter-ventor que se caracterizará por tres supuestos básicos como son el imperio de la ley, el reconocimiento de derechos fundamentales in-

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herentes al ser humano y representar la traducción política del siste-ma de producción capitalista. Según Adam Smith las funciones del Estado son: garantizar el orden social, asegurar la defensa frente a las agresiones externas y la realización de obras y servicios públicos no acometidos por la iniciativa privada. Los decenios de 1920 y 1930 serán testigos de la crisis del Estado liberal, manifestándose desde tres dimensiones fundamentales: crisis política, crisis económica y crisis del orden internacional; dicha situación es enfrentada a través del Estado keynesiano o Estado de bienestar.

La crisis del Estado liberal que se presentó en los años del 29 al 33 del siglo pasado, se caracterizó por: la sobreproducción que rebasó la capacidad de consumo de la sociedad; el desplome de la demanda agregada; la inequitativa distribución del ingreso; la actividad espe-culativa de la bolsa de valores; y, el desorden monetario en Wall Stre-et como centro financiero mundial. Esos problemas entre otros, trajeron como repercusión el crecimiento del desempleo por las quie-bras en empresas tanto productivas como financieras, así como el co-lapso del sistema de pagos internacionales y un prolongado periodo de deflación, poniendo en entredicho la teoría de la mano invisible y la capacidad de autorregulación del mercado.

Ante esta situación, se miró hacia el Estado de Bienestar para que interviniera directamente en la economía a fin de modificar la distri-bución del ingreso proporcionando sistemas de seguridad social y ge-nerando servicios y bienes públicos de uso generalizado, asignándole además la tarea de crear los marcos de regulación de las actividades económicas a través del proteccionismo, así como de intervenir en la composición de la oferta y la demanda agregadas, beneficiando la acumulación del capital privado. De ahí que la participación estatal en el financiamiento y la ejecución de programas sociales o en la acti-vidad industrial o el fomento agrícola, además de considerarse como una obligación del poder público, daba una imagen progresista a las acciones públicas y legitimaba el ejercicio del poder político. Esto fa-cultó al Estado para hacer valer su posición hegemónica frente a las

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distintas clases e incorporar a la población, por medio de la participa-ción colectiva, en la toma de decisiones y en el ejercicio del poder mediante “procesos democráticos”.

Este Estado que tiene su “época de oro” durante los años del 50 y 60 llega a una progresiva etapa de agotamiento en la década de los 70. Se ve fuertemente cuestionada su actividad tanto en los aspectos económicos y políticos, como en los ideológicos, planteándose que cualquier intervención que perturbe el ajuste automático del mercado hace imposible la realización del cálculo empresarial y elimina la efi-ciencia económica de la sociedad.

Intelectuales y pensadores como Milton Friedman, Friedrich Hayek, Samuel Huntington, Michael Crozier, Rudiger Dornbusch y otros, encabezan las críticas económicas y políticas al Estado de bien-estar. Con la crisis del Estado keynesiano –como ya se vio en el apar-tado anterior– comienza a surgir una corriente de pensamiento, con una tendencia fuertemente economicista en la concepción de la orga-nización social, conocida como “neoliberalismo”, que pone en marcha un conjunto de políticas altamente contraccionistas, en las que un elemento básico será un cambio de “régimen económico” que se tra-duce en la sustitución del Estado benefactor en los países desarrolla-dos, y del Estado interventor en los países menos desarrollados, por un Estado neoliberal que reorienta la gestión gubernamental a reali-zar acciones destinadas a salvaguardar los derechos de propiedad, supervisar los intercambios mercantiles, asegurar el cuidado del am-biente y vigilar la aplicación de las leyes. (Huerta, 2005)

El derrumbe del Estado de bienestar, aunado a la caída del socia-lismo y a la imposición del neoliberalismo y la globalización, son hechos que ponen en crisis al Estado-nación. Esta crisis se manifiesta en aspectos que afectan directamente el papel que había venido des-empeñando como promotor y garante del bienestar, así como a su capacidad para planificar y promover el desarrollo, el crecimiento y el empleo, perdido el Estado sus funciones de redistribución de los in-gresos y moderador de las tensiones sociales.

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Al respecto Mássimo Salvadori (1998), sugiere que en las actuales condiciones el Estado es “depotencializado” con respecto a sus fun-ciones tradicionales y parece estar destinado a ejercer funciones de regulación y administración del mercado unificado, en calidad de ti-tular de un poder de “mediación y contratación de los recursos pues-tos a disposición de ese mismo mercado”, pasando de un Estado soberano absoluto al Estado administrativo.

Para el caso de los países atrasados el neoliberalismo ha significa-do que el Estado pierda la capacidad de controlar y regular el merca-do, de participar activamente en los procesos de producción, programas sociales de educación, salud, cultura, así como el fortale-cimiento de un sistema político que permita el avance de la democra-cia, poniendo en marcha políticas macroeconómicas populistas e instaurando programas de estabilización restrictivos, homogeneiza-dos por organismos internacionales como el FMI, el BM, la OMC, que han impuesto el modelo neoliberal y la globalización, que favorecen los intereses de las empresas multinacionales en detrimento de los países subdesarrollados.

Debemos precisar que en los países atrasados lo que se generó an-tes del neoliberalismo fue un Estado intervencionista y no el Estado de Bienestar, concebido como en los países centrales; no logró ins-taurarse como tal debido a factores macroeconómicos así como facto-res en torno a las grandes diferencias sociales, la acumulación de riqueza e inequidad en la distribución. Como resultado de esto, se generó una clase de altos ingresos que propició grandes disparidades con las otras clases sociales. En este sentido, los gobiernos latinoame-ricanos iniciaron procesos populistas, desde lo político, económico y social, que buscaban una solución a la inequitativa distribución de la riqueza. Otro problema que se suma a lo anterior es la crisis del petróleo y el desmesurado crecimiento de la deuda externa de los paí-ses del tercer mundo para la puesta en marcha de las políticas estata-les de bienestar y consecuentemente el Estado contrajo su participación y dio paso a un mercado internacional de flujo de mate-

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rias primas y capitales liderado por grandes corporaciones, lo que fa-cilitó la imposición de políticas neoliberales y de la globalización, que vulneran aún más la maltrecha soberanía del mundo subdesarrolla-do.

Ante la crisis del Estado de bienestar y el arribo del Estado neoli-beral y sus implicaciones, se presenta la interrogante de ¿cuál es el destino del Estado nación?

Para autores como De Sousa Santos, Massimo Salvadori el Estado está llevando a cabo transformaciones para desempeñar un nuevo papel para seguir existiendo y para autores como José María Vidal Villa y Kenichi Ohmae el Estado nación desaparece.

Así tenemos que para De Sousa Santos la soberanía de los Estados más débiles actualmente se encuentra amenazada por las agencias fi-nancieras internacionales y por las empresas multinacionales más que por los Estados más poderosos, nos dice:

“la nueva división internacional del trabajo, a la que se añade la nueva economía política ‘promercado’, trajo también algunos cambios im-portantes en el sistema interestatal, la forma política del sistema mundial moderno. Por un lado, los Estados hegemónicos, por ellos mismos o a través de las instituciones internacionales que controlan (especialmente las instituciones financieras multilaterales) redujeron la autonomía política y la soberanía efectiva de los Estados periféricos y semiperiféricos con una intensidad sin precedentes, a pesar de que la capacidad de resistencia y negociación por parte de estos últimos puede variar enormemente. Por otro lado, se acentúo la tendencia a establecer acuerdos políticos interestatales (Unión Europea, TLCAN, MERCOSUR). En el caso de la Unión Europea, estos acuerdos evolucio-naron hacia formas de soberanía conjunta o compartida. Por último, aunque no por ello menos importante, El Estado Nación parece haber perdido su centralismo tradicional como unidad privilegiada de ini-ciativa económica, social y política”. (De Sousa, 2005: 246)

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Ante este escenario de debilitamiento del Estado nación De Sousa menciona a Bob Jessop que identifica tres tendencias generales en la transformación del poder de Estado que son:

“En primer lugar, la desnacionalización del Estado, una cierta desar-ticulación del aparato estatal nacional que proviene del hecho de que el conjunto de capacidades del Estado está siendo reorganizado tanto territorial como funcionalmente a nivel subnacional y supranacional. En segundo lugar, la desestatalización de los regímenes políticos, re-flejada en la transición del concepto de gobierno estatal (government) hacia un concepto de gobierno más amplio (governance). En otras palabras, se trata del paso de un modelo de regulación social y económica fundado en el papel central del Estado a una forma que reposa en las sociedades y en otras formas de asociación entre organi-zaciones gubernamentales, paragubernamentales y no gubernamenta-les, en las cuales el aparato estatal tiene apenas funciones de coordinación en tanto que primus interpares. Y finalmente, una ten-dencia hacia la internacionalización del Estado nacional, expresada en el aumento del impacto estratégico del contexto internacional en la actuación estatal, lo cual puede engendrar la expansión del campo de acción del Estado nacional siempre que fuere necesario adecuar las condiciones internas a las exigencias extraterritoriales”. (De Sousa, 2005: 246-248)

Para que el Estado pueda llevar a cabo su transformación, paradóji-

camente es él mismo el que debe llevar a cabo una fuerte intervención estatal para realizar las reformas constitucionales de desregulación y crear un nuevo marco jurídico que lo coloca como un administrador y garante de los intereses del gran capital y de su función en las nuevas relaciones económicas neoliberales.

Massimo Salvadori analiza en qué consiste la soberanía como ya se vio anteriormente y su importancia para el papel del Estado en la globalización donde afirma que estamos asistiendo a una transforma-ción de su papel y, en consecuencia, también de la política, al respec-to nos dice:

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“En un mundo en el cual se afirma como prevaleciente el impulso hacia la globalización, los Estados particulares –si bien en grado y en maneras distintas– parecen estar destinados a ejercer su papel prima-rio ya no en calidad de detentadores de la soberanía política absoluta, sino de centros de poder de regulación y de 'administración' del mer-cado unificado y en calidad de titulares de un poder de mediación y de contratación de los recursos puestos a disposición de ese mismo mer-cado, teniendo como elementos de referencia por arriba a las institu-ciones de gobierno internacional y las fuerzas económicas que dominan el mercado unificado, y por abajo a las fuerzas sociales y políticas colocadas al interior de su territorio”. (Salvadori, 1998: 86-87)

Para Vidal Villa y Kenichi Ohmae la tendencia es que el Estado na-

ción como tal tiende a desaparecer para dar paso a una nueva era de la economía mundial.

Vidal Villa nos dice el capitalismo seguirá desarrollándose a nivel mundial de forma desigual pero ya no será entre países sino entre clases sociales a nivel mundial, donde el mayor obstáculo para la mundialización (así se refiere a la globalización) es la pervivencia de los Estados <<nacionales>> y sus condiciones internas diferentes en cada país como son:

“La existencia de legislaciones ‘nacionales’ diferentes que impiden la igualdad de oportunidades y la libre competencia efectiva a nivel mundial. (…) La existencia de condiciones económicas ‘nacionales’ di-ferentes que afectan a la moneda, al tipo de interés, al nivel de sala-rios, al tratamiento fiscal, a la legislación laboral. (…) La pervivencia de intereses ‘de Estado’, tales como la defensa del propio pueblo o de fracciones de él (…) la defensa de intereses capitalistas nacionales o multinacionales de origen en el propio país; el mantenimiento o in-cremento del ‘prestigio nacional’; el fomento de la ‘riqueza nacional’ frente a la ‘inversión extranjera’, etc., son otros tantos de los elemen-tos que se oponen a la plena libertad de movimiento del capital y, en definitiva, a la mundialización económica”. (Vidal, 1996: 105)

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Son estos los obstáculos que a decir del autor llegado el momento de la culminación de la mundialización y cuando el gran capital lo de-cida el Estado nacional desaparecerá.

Para Kenichi Ohmae (1997) la economía global terminará substi-tuir al Estado-nación y favorecerá a la región, crea el concepto de “re-gión-Estado” que según él será la nueva forma de conducir la economía a nivel global.

En el análisis, que hace Oscar Viloria del libro de Ohmae “El próxi-mo escenario global. Desafíos y Oportunidades en un Mundo sin Fron-teras”, 2005 nos dice que hay cuatro argumentos a resaltar: a) el fin de la economía; b) la “región-Estado”; c) las plataformas para el progreso y d) la reinvención del gobierno, y para cada argumento nos dice:

“a. El fin de la economía. La economía global es, pues, una realidad y no una teoría. Rebasa las fronteras de la economía y es algo más que un análisis del entorno que deba ser considerado en el análisis de una economía nacional. (…) b. la ‘región-Estado’ para Ohmae debemos buscar los nuevos centros de crecimiento en las “regiones”. Algunas de estas regiones son partes componentes de un Estado nación y otras se extienden más allá de sus fronteras. Piensa que el desarrollo conti-nuo de la economía global terminará por socavar al Estado-nación y favorecerá a la región. Crea el concepto de ‘región-Estado’ y recalca que no es una unidad política sino económica, aunque algunas regio-nes-Estado pudieran ser equivalentes a unidades políticas. (…) c. Las plataformas para el progreso Ohmae describe las plataformas como ‘un apoyo a la comunicación y una mejora de la entrega de informa-ción’ suerte de normas aceptadas originadas por estándares comunes. Una plataforma tiene dos características: es abierta, lo cual significa que está a disposición de una amplia gama de usuarios; y es común, lo cual significa que puede ser utilizada por terceros que tienen las mis-mas necesidades. Las plataformas deben ser flexibles para permitirles una gran capacidad de adaptación, de suerte que su importancia radi-ca en el amplio margen de aplicabilidad para resolver problemas de la vida real y en tiempo real. Resuelven problemas, no los crean. Plata-

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formas tecnológicas Las plataformas tecnológicas son necesarias para un mundo interconectado. Veamos algunas: las computadoras, el sis-tema operativo Microsoft Windows, Internet, página Web, transac-ciones comerciales, descarga de música y de videos, video conferencias, auto-edición, programas educativos y tecnológicos, etc. En otras áreas como la medicina, la industria, las comunicaciones, las plataformas tecnológicas son fundamentales: los instrumentos médi-cos, la robótica, los teléfonos. Otras plataformas. El idioma. Cualquier idioma es una plataforma de comunicación, pero el inglés se ha con-vertido en una plataforma de comunicación en la globalización. El Dólar norteamericano. También el euro se ha venido convirtiendo en los últimos años en una plataforma de la globalización. Las marcas de fábrica. Es este un campo que había estado dominado por las firmas norteamericanas, pero en los últimos años se han venido imponiendo marcas japonesas, coreanas y europeas en las ramas de automóviles y bienes de consumo de uso durable. La subcontratación de procesos empresariales y las industrias maquilas; el cajero automático, la tarje-ta de crédito, la tarjeta de débito, la comunicación por satélite, el telé-fono celular, las entregas a domicilio, etc. (…) d. La reinvención del gobierno. Ohmae plantea que no es posible escapar a la realidad de que en el escenario global el papel de los gobiernos debe ser comple-tamente diferente. Tradicionalmente los gobiernos se han considera-do a sí mismos, dice Ohmae, como depositarios del poder, pero los gobiernos centrales encuentran que gran parte de su poder ha des-aparecido en un mundo sin fronteras, y que un gobierno central fuerte y poderoso es cosa del pasado. Añade que los gobiernos que traten de aferrarse a las ilusiones persistentes del poder, se verán más impoten-tes”. (Viloria, 2007: 373- 379)

Para estos autores, la consolidación de la globalización implica que el Estado nación es obsoleto y ya no tiene cabida en las nuevas relacio-nes económica, por lo que tendrá que ceder su lugar a otra forma de organización que dirija la economía, la política, lo social y cultural.

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III.5. Impactos Sociales en la Globalización: Migración, Pobreza y Desigualdad, Cambio Climático. En este apartado se aborda lo referido a los impactos sociales que ha tenido la globalización, para lo cual se revisan cuatro temas: el prime-ro de ellos es el de Pobreza y Desigualdad, destacando la tendencia al incremento de la desigualdad durante la globalización; en el segundo apartado se presentan los “Objetivos del Desarrollo del Milenio” y se realiza un balance de los resultados alcanzados en el 2015, identifi-cando además los nuevos “Objetivos de Desarrollo Sostenible”, defi-nidos en septiembre de 2015; el tercer apartado está dedicado al tema de los flujos migratorios, identificando los volúmenes y direcciones de los principales flujos, así como de las remesas que se derivan de ellos; y, en el cuarto y último apartado se identifican los principales componentes del cambio climático y de los acuerdos tomados para enfrentarlo. III.5.1. Globalización, Pobreza y Desigualdad.

María Erendira Sánchez Villanueva

La globalización y la aplicación de las políticas neoliberales han crea-do una sociedad dual, lo que significa, por un lado, una minoría de personas que concentran los recursos, el consumo, el ahorro, la in-versión, los derechos de propiedad, el poder económico, político, mi-litar y cultural, y por el otro, grandes sectores de la población que están excluidos del progreso, la esperanza y las oportunidades. Hay una tendencia a concentrar la riqueza en unos pocos países y, dentro de todos los países tiende a concentrarse en sectores muy minorita-rios de la población. (Bernal, 2008: 112-113)

La desigualdad es un factor clave para explicar la persistencia de la pobreza, y representa el principal problema a enfrentar en una estra-tegia efectiva para reducirla. La pobreza puede ser extrema, modera-

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da o relativa, la primera significa que las familias no pueden hacer frente a necesidades básicas para la supervivencia: padecen hambre crónica, no tienen acceso a la asistencia médica, no tienen servicios de agua potable ni de saneamiento, no pueden costear la educación de sus hijos y carecen de elementos rudimentarios para proteger sus viviendas; la segunda se refiere a que las necesidades básicas están cubiertas, pero sólo de modo precario; y la última se interpreta como un nivel de ingresos familiares situado por debajo de la renta nacio-nal media, lo que implica que los relativamente pobres en países de renta alta, no tienen acceso a bienes culturales, actividades de espar-cimiento y diversión y educación de calidad. (Sachs, 2005: 51)

Tal y como señala el Programa de las Naciones Unidas para el De-sarrollo (PNUD, 2005: 62), “las disparidades de ingreso al interior de muchos países compiten en magnitud con la desigualdad en la distri-bución de ingreso mundial. En Brasil, el 10% más pobre de la pobla-ción obtiene el 0,7% del ingreso nacional y el 10% más rico el 47%. Las desigualdades dentro de África Subsahariana también son in-mensas. En Zambia, por ejemplo, la relación entre el ingreso de los más ricos y el de los más pobres es de 42 a 1”. Con base en esas cifras, Bernal (2008: 134) agrega: “Más aún, según datos del Banco Mundial (2005: 4), los gastos de consumo anual promedio varían entre 270 dólares en Nigeria y 7.232 en Luxemburgo, lo que significa que el ciudadano promedio luxemburgués disfruta de unos ingresos 62 ve-ces mayores que el nigeriano”.

También, el historiador económico Davis Landes, profesor emérito de la Universidad de Harvard, ha demostrado que la relación entre la renta per cápita de la nación industrializada más rica, digamos Suiza, y la del país no industrializado más pobre, por ejemplo Mozambique, era de 400 a 1 en la segunda mitad del primer decenio de este siglo, mientras que hace 250 años tal relación entre la nación más rica y la más pobre era de cinco a uno. (Landes, 2008: 17 y 18)

Actualmente, las disparidades continúan siendo extremas, como se ve en la Gráfica III.1, en la cual se presentan las cifras de ingreso na-

168

cional bruto por habitante de los cinco países con los niveles más al-tos y los cinco países que tienen los niveles más bajos.

Lo anterior, revela que la riqueza mundial se concentra cada vez más en manos de una pequeña élite rica. Los datos de Credit Suisse revelan que, desde 2010, el 1% de los individuos más ricos del mundo ha incrementado rápidamente su participación en el conjunto de la riqueza a nivel mundial; para dicho año las 80 personas más ricas del mundo, poseían una riqueza neta de 1,3 billones de dólares; la cual se ha ido incrementando pues para el año 2014 dicho monto ascendía a 1,9 billones de dólares, lo cual supone un incremento de 600.000 mi-llones de dólares en sólo cuatro años. Mientras tanto, aunque la mi-tad más pobre de la población mundial incrementó su riqueza total (expresada en dólares estadounidenses) más o menos al mismo ritmo que los milmillonarios entre 2002 y 2010, a partir de ese año su ri-queza ha ido reduciéndose. (Hardoon, 2015: 2-3)

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Gráfica III.1. Ingreso Nacional Bruto per cápita de algunos países, 2014

Fuente: PNUD (2015)

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Los resultados de la desigualdad de ingresos para el 2014, indican que el 1% más rico poseía el 48% de la riqueza mundial, mientras que el 99% restante debía repartirse el 52%. Si se mantiene esta tendencia de incremento de la participación de las personas más ricas en la ri-queza mundial, en sólo dos años el 1% más rico de la población aca-parará más riqueza que el 99% restante; y el porcentaje de riqueza en manos del 1% más rico superará el 50% en 2016; lo que hace aumen-tar la brecha entre las personas muy ricas y el resto. (Hardoon, 2015: 2-3)

Las mayores y más exitosas empresas que generan beneficios ex-tremadamente elevados están ubicadas en los sectores: financieros, seguros, farmacéutico y de atención sanitaria. Dichas empresas dis-ponen de considerables recursos que dedican a compensar a sus pro-pietarios e inversores, contribuyendo al incremento de su fortuna personal. Sin embargo, es posible que estos recursos se estén utili-zando también para ejercer influencia a nivel económico y político. La vía más frecuente para ejercer esta influencia es el cabildeo directo con los Gobiernos, especialmente en ámbitos y políticas que afectan a sus intereses económicos y comerciales. (Hardoon, 2015: 7)

En Estados Unidos, los dos ámbitos a los que se dirigen la mayoría de las actividades de cabildeo son el presupuesto federal y la asigna-ción de fondos federales y los impuestos. Las empresas intentan así influir directamente y en su propio beneficio sobre recursos y políti-cas públicas, valiéndose de las considerables sumas de dinero que tienen a su disposición. Las actividades de cabildeo sobre cuestiones fiscales pueden especialmente socavar de forma directa el interés ge-neral, en la medida en que una reducción de la contribución fiscal de las empresas se traduce en una disminución de los recursos disponi-bles para financiar los servicios públicos básicos. (Hardoon, 2015: 9)

La desigualdad entre los países sigue siendo muy elevada, como puede verse en la Gráfica III.2 que presenta cifras referidas al Índice de Desarrollo Humano (IDH, cuantificado en el eje derecho de la gráfica) y dos de los componentes principales de dicho índice (cuanti-

170

ficados en el eje izquierdo), como son la esperanza de vida al nacer y los años promedio de escolaridad, todo ello para los cinco países me-jor posicionados y para los cinco que están en la peor situación.

III.5.2. Estrategias Internacionales frente a los problemas sociales: Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM) 1990-2015 y Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2015-2030. Los Objetivos del Desarrollo del Milenio –los cuales son ocho y tuvie-ron como antecedente distintas cumbres celebradas a lo largo de los años noventa–19 fueron agrupados y definidos en el año 2000, a 19 Dichos objetivos se habían ido definiendo en: la Cumbre Mundial sobre la Alimentación celebrada en 1996 y 2000+5; la Cumbre Mundial sobre el De-sarrollo Social llevada a cabo en 1995 y 2000+5; la Conferencia de las Na-ciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Cumbre para la tierra)

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IDH (eje derecho)

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Gráfica III.2. Índice de Desarrollo Humano (IDH) y sus componentes, 2014

Fuente: PNUD 2015

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través de la Declaración del Milenio emitida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada en septiembre, que fue aprobada por la mayor concentración de jefes de Estado de la historia. En dicha declaración, se comprometió a los países -ricos y pobres- a cumplir un conjunto de objetivos y metas, teniendo como fecha límite de cumplimiento al año 2015. (PNUD, 2003: 1)

Los 8 ODM –que incluyeron en su versión inicial a 18 metas y 48 indicadores-, apuntan a una serie de áreas que incluye la reducción de la pobreza, el hambre, las enfermedades, la desigualdad de género y el acceso al agua y saneamiento, siendo éstos los siguientes: 1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre. Este objetivo se des-

glosaba en 2 metas y 5 indicadores. 2. Lograr la enseñanza primaria universal. Comprende 1 meta y 3

indicadores 3. Promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer. In-

cluye 1 meta y 4 indicadores. 4. Reducir la mortalidad infantil. Abarca 1 meta y 3 indicadores por

cumplir. 5. Mejorar la salud materna. Se identifica 1 meta y 2 indicadores. 6. Combatir VIH/SIDA, paludismo y otras enfermedades. Este objeti-

vo implica lograr 2 metas y cumplir 7 indicadores.

en 1992; el Periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General para el Examen y la Evaluación de la Aplicación del Programa 21 en 1997; la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible en 2002 Rio+10; la Reu-nión de mediados del decenio del Foro Consultivo Internacional sobre Edu-cación para Todos en 1996; el Foro Mundial sobre la Educación realizado en el 2000; las Conferencias Mundiales sobre la Mujer celebradas en 1995 en Beijing y en 2000 en Nueva York (Beijing+5); la Cumbre Mundial en fa-vor de la Infancia en 1990; el Periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General en favor de la infancia en 2001; y la Primera, Segunda y Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Países menos adelan-tados (PMA) en 1981, 1990 y 2001 respectivamente. (Estay, 2003)

172

7. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. Incluye 3 metas y 8 indicadores.

8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo. Es uno de los objetivos más amplios, ya que incluye 7 metas y 16 indicado-res.

La definición de los ODM tiene una gran importancia, porque con el apoyo de la ONU, desde sus inicios pretendió convertirse en el nuevo paradigma de las políticas para el desarrollo, sustituyendo en alguna medida al Consenso de Washington por algo que se ha llamado “Con-senso del Milenio”. (Bernal, 2008: 141)

Algunas críticas que se han planteado con relación a los ODM son las siguientes: Las propuestas planteadas han sido aportadas más por los países

del norte que los países del sur. Se cuenta con poca información para llevar a cabo un seguimiento

de los ODM. Una buena parte de las metas no se cumplieron.

Realizando un balance de los ODM se observa que, si bien algunos de ellos lograron cumplirse en otros los resultados no fueron los es-perados. En tal sentido en el informe del 2015 presentado por el PNUD se identifican los siguientes incumplimientos:

La tasa de pobreza extrema se ha reducido a la mitad, es decir, disminuyó de 1,900 millones en 1990 a 1,200 millones en 2010, pero el avance en la reducción de la pobreza no ha sido uniforme, África subsahariana y Asia meridional no lo han logrado todavía.

Entre 1990 y 2012 la cantidad de niños matriculados en la escuela primaria al menos se duplicó, pasando de 62 millones a 149 millones, pero todavía hay 33 millones de niños en edad de asistir a la escuela primaria que no lo hacen porque viven en áreas afectadas por conflic-tos, en África subsahariana, en Asia meridional, en Asia occidental y en África septentrional. La alta tasa de deserción escolar sigue siendo un gran obstáculo para lograr la enseñanza primaria universal.

173

En África subsahariana, Oceanía y Asia occidental las niñas todavía enfrentan barreras para ingresar a la escuela primaria y a la secunda-ria, la disparidad entre los géneros predomina en los niveles más al-tos de la enseñanza y las variaciones más notables se observan en las regiones en desarrollo; ha aumentado la participación política de las mujeres, pero continúa habiendo barreras invisibles.

La tasa de mortalidad de niños menores de 5 años se está redu-ciendo de manera sostenida a nivel mundial y ha pasado del 1.2% en-tre 1990 y 1995 al 3.9% entre 2005 y 2012, pero en las regiones de Oceanía, África subsahariana, Cáucaso, Asia central y en Asia meri-dional todavía no se va a alcanzar la meta establecida.

La tasa de mortalidad materna ha disminuido en todo el mundo un 45%, pasando de 380 a 210 muertes por cada 100,000 niños naci-dos vivos, pero estos resultados no alcanzan la meta; las causas están relacionadas con el embarazo o por su atención.

Entre 2001 y 2012 la cantidad de nuevas infecciones por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) disminuyó un 44%, pero en África meridional y África central, tuvieron descensos pronunciados del 48% y del 54%, respectivamente. Entre 2000 y 2012, las intervencio-nes contra el paludismo salvaron la vida de más de 3 millones de ni-ños y entre 1995 y 2012, el tratamiento de la tuberculosis salvó 22 millones de vidas.

En todo el mundo se perdieron aproximadamente 13 millones de hectáreas de bosques anualmente, ya sea por deforestación debida a causas naturales o porque la tierra se destinó a otros usos. Las emi-siones mundiales de dióxido de carbono (CO2) han continuado su tendencia al alza; entre 2010 y 2011 aumentaron un 2.6% equivalente a un aumento del 48.9% con respecto a su nivel en 1990. Al menos el 14% de las áreas terrestres y marítimas costeras están protegidas. (PNUD, 2015)

Una vez cumplido el plazo de los ODM, en septiembre del año 2015 se celebró la Cumbre para el Desarrollo Sostenible en la cual los Es-tados Miembros de la ONU aprobaron la Agenda 2030 para el Desa-

174

rrollo Sostenible, que incluye un conjunto de 17 Objetivos de Desa-rrollo Sostenible (ODS), algunos de los cuales se repiten respecto de los ODM y otros más se agregan.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), u Objetivos Mundia-les, orientarán la política de desarrollo y financiamiento durante el periodo 2015-2030, comenzando con una promesa histórica de erra-dicar la pobreza extrema en todas partes y para siempre. Dichos ODS son: 1. Poner fin a la pobreza, requiere centrarse en aquellos que viven

en situaciones vulnerables, aumentar el acceso a recursos y servi-cios básicos, apoyar a las comunidades afectadas por conflictos y desastres relacionados con el clima.

2. Hambre cero implica lograr la seguridad alimentaria, una mejor nutrición y promover la agricultura sostenible.

3. Salud y bienestar tiene la finalidad de garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos a través de una cobertura uni-versal de salud facilitando medicamentos y vacunas seguras y efi-caces.

4. Educación de calidad se refiere a que ésta sea incluyente, equita-tiva y promueva oportunidades de aprendizaje durante toda la vida, asegurando que todas las niñas y niños concluyan la educa-ción primaria y secundaria gratuita.

5. Igualdad de Género significa empoderar a las mujeres y niñas, poner fin a todas las formas de discriminación y superar obstácu-los de violencia y explotación sexual, división desigual del trabajo no remunerado y discriminación en la toma de decisiones en el ámbito público.

6. Agua limpia y saneamiento implica proteger y recuperar los eco-sistemas relacionados con este recurso, una mayor cooperación internacional para estimular la eficiencia hídrica y apoyar tecno-logías de tratamiento en los países en desarrollo.

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7. Energía asequible y no contaminante es expandir la infraestruc-tura y mejorar la tecnología para contar con fuentes de energía limpia en todos los países en desarrollo.

8. Estimular el crecimiento económico sostenible mediante el au-mento de los niveles de productividad y la innovación tecnológi-ca. Promover políticas que estimulen el espíritu empresarial y la creación de empleo pleno y productivo.

9. Construir infraestructuras resilientes, promover la industrializa-ción inclusiva y sostenible y fomentar la innovación.

10. Reducción de las desigualdades incluye mejorar la regulación, el control de los mercados y las instituciones financieras, fomentar la asistencia para el desarrollo y la inversión extranjera directa para las regiones que más lo necesiten, facilitar la migración y movilidad segura de las personas.

11. Ciudades y comunidades sostenibles implica garantizar el acceso a viviendas seguras y asequibles, el mejoramiento de los asenta-mientos marginales, invertir en transporte público, crear áreas públicas verdes y mejorar la planificación y gestión urbana de manera que sea participativa e inclusiva.

12. Producción y consumo responsables implica reducir la huella ecológica mediante un cambio en los métodos de producción y consumo de bienes y recursos.

13. Acción por el clima se refiere a adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos

14. Preservar la Vida Submarina es ordenar y proteger de manera sostenible los ecosistemas marinos y costeros de la contamina-ción terrestre, así como abordar los impactos de la acidificación de los océanos.

15. Vida de ecosistemas terrestres es conservar y recuperar el uso de ecosistemas terrestres, promover la ordenación sostenible de los bosques y detener la deforestación, tomar medidas para reducir la pérdida de hábitats naturales y la biodiversidad, que son parte del patrimonio común de la humanidad.

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16. Paz, Justicia e Instituciones Sólidas se refiere a promover socie-dades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles

17. Alianzas para lograr los objetivos tiene como finalidad mejorar la cooperación Norte-Sur y Sur-Sur, apoyando los planes nacionales en el cumplimiento de todas las metas. Promover el comercio in-ternacional y ayudar a los países en desarrollo para que aumen-ten sus exportaciones.

Si bien tanto los ODM como los ODS apuntan a una buena parte de los problemas económicos y sociales del mundo actual, sigue estando en el aire la interrogante referida a las posibilidades de efectivamente al-canzar los objetivos en un contexto como el que hasta hoy ha caracte-rizado a la globalización. En particular, ¿Existen condiciones para poder cumplir los objetivos?, ¿Qué posibilidades hay de disminuir la pobreza y la desigualdad? III.5.3. Las actuales tendencias migratorias (sur-norte); Las políticas migratorias en los países desarrollados (migrantes del tercer mundo). Los flujos migratorios son tan antiguos como la historia misma de la humanidad y en la actualidad se han convertido en un fenómeno complejo, que afecta a los migrantes y sus familias, que conlleva a consecuencias sociales y políticas de gran magnitud. De acuerdo a la Organización Mundial para las Migraciones (OIM), este fenómeno in-cide en el desarrollo de las economías, tanto del país receptor, al que se dirigen los desplazamientos de personas, como del país de origen de los migrantes.

De acuerdo a la OIM (2013), la decisión de emigrar de una persona puede estar motivada por una serie de factores:

Factores económicos: la creciente diferencia en los niveles de vida y de salarios entre los países actúa como un imán (“factor de em-

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puje”), que atrae a los migrantes hacia los países que tienen nive-les de vida más altos.

La gobernanza y los servicios públicos: la mala gobernanza, la co-rrupción y una carencia de servicios de educación y de salud de buena calidad en los países de origen.

Desequilibrios demográficos: pueden adoptar varias formas, por ejemplo, disminución de las tasas de fecundidad y aumento de la esperanza de vida en muchos países de ingresos altos, lo que con-tribuye a un desequilibrio en la oferta y la demanda de mano de obra entre las regiones desarrolladas y las regiones en desarrollo.

Conflictos: en 2011, el número de refugiados de acuerdo al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) superó los 10 millones, mientras que el número de desplazados internos se aproximó a los 29 millones. (OIM, 2013: 33)

En el mundo contemporáneo se ubican 4 grandes direcciones de

migración: a) La Sur-Norte, que es la corriente migratoria más im-portante (45% del total); b) la Sur-Sur (35%); c) la Norte-Norte (17%) y, d) la Norte-Sur (3%).

De acuerdo a la OIM (2013), en los últimos dos decenios fue la mi-gración Sur-Norte la que registró el mayor incremento, aunque a juz-gar por los cambios que se han registrado en las cifras de la migración, con el tiempo, cabe suponer que la migración Sur-Sur desempeñará un papel cada vez más importante. Esta dinámica pue-de apreciarse con mayor detalle en el Cuadro III.4:

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Cuadro III.4 Los cinco principales corredores migratorios en las cuatro direcciones de la migra-

ción, de acuerdo con la clasificación del Banco Mundial, 2010

Sur-Norte Origen Destino Número de migrantes % del total de mi-

grantes. S-N

1 México Estados Unidos 12.189.158 12,8

2 Turquía Alemania 2.819.326 3,0

3 China Estados Unidos 1.956.523 2,1

4 Filipinas Estados Unidos 1.850.067 1,9

5 India Estados Unidos 1.556.641 0,7

Norte-Norte

Origen Destino Número de migrantes % del total de mi-

grantes. N-N

1 Alemania Estados Unidos 1.283.108 4,0

2 Reino Unido Australia 1.097.893 3,5

3 Canadá Estados Unidos 1.037.187 3,0

4 República de Corea Estados Unidos 1.030.561 2,8

5 Reino Unido Estados Unidos 901.916 2,5

Sur-Sur Origen Destino Número de migrantes % del total de mi-

grantes. S-S

1 Ucrania Federación de Rusia 3.662.722 4,9

2 Federación de Rusia Ucrania 3.524.669 4,7

3 Bangladesh India 3.190.769 4,2

4 Kazajstán Federación de Rusia 2.648.316 3,5

5 Afganistán Pakistán 2.413.395 3,2

Norte-Sur Origen Destino Número de migrantes % del total de mi-

grantes. N-S

1 EU México 563.315 7,8

2 Alemania Turquía 306.459 4,3

3 EU Sudáfrica 252.311 3,5 4 Portugal Brasil 222.148 3,1

5 Italia Argentina 198.319 2,8

Nota: Dos corrientes migratorias están excluidas de esta clasificación: de China a Hong Kong(China) (3er lugar en la dirección Sur-Norte), y de Puerto Rico a los Estados Unidos de Améri-ca (1er lugar en la dirección Norte-Norte). Fuente: OIM (2013: 64)

179

Para Bustamante (2010), los países de destino o receptores pre-sentan una amplia demanda de la fuerza laboral de los migrantes, en donde se encuentra un patrón desafortunado, que no responde a fac-tores económicos sino ideológicos, de resistencia de los países de acogida a reconocer oficialmente la naturaleza endógena de su de-manda de emplear a los inmigrantes, particularmente a aquellos que son indocumentados.

En lo referente a la cuestión migratoria de Estados Unidos, en 2008 George W. Bush planteó, ante el poder legislativo la posibilidad de llevar adelante una reforma migratoria, orientada principalmente a controlar los flujos de migrantes sin documentos que diariamente cruzan por la porosa frontera sur estadounidense. Esta discusión se empalmó con la política a favor de la guerra y en contra del terroris-mo y en contra de los “enemigos” de Estados Unidos.

Sin embargo, de acuerdo a una investigación realizada por el dia-rio Los Ángeles Times, señalada por Bustamante (2010: 215):

“[…] sus hallazgos muestran que la inmigración proveniente de Méxi-co, aún la de indocumentados, representa una ganancia para la eco-nomía de California y la de Estados Unidos. En las conclusiones se subraya que es un mito la creencia de que los trabajadores migrato-rios producen un efecto negativo para la economía de ese estado. Se afirma también que 86% de los 2.4 millones de inmigrantes indocu-mentados que residen en California actualmente, llegó después de 1990 que se encuentra concentrado en sólo unos cuantos sectores de la economía del estado y, en los que se pagan los salarios más bajos. Se señala que, en 2004, los migrantes indocumentados constituyeron 19% del total de los empleos en la agricultura californiana, 17% en los servicios de limpieza y 11 y 12% en la preparación de alimentos y en la industria de la construcción en California, respectivamente. […] Este estudio recomienda que cualquier política migratoria de Estados Uni-dos debe reconocer el efecto positivo que la inmigración produce so-bre la economía de California.”

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En el mismo sentido, para Hernández (2008), uno de los grupos de interés más conspicuos en el tema migratorio, ha sido el de los empresarios, particularmente en el sector agrícola, quienes favorecen la migración que provee mano de obra a bajo costo. Manifiestan este interés mediante cabildeo y presión directa tanto al Presidente como a los legisladores. Estas presiones, a su vez, se traducen en posiciones políticas con respecto a la migración, que buscan asegurar un flujo de mano de obra, sin que este se convierta necesariamente en ciudadanía.

En el caso específico de la migración de México hacia Estados Unidos, Hernández (2008) señala que la política pública de Estados Unidos, que pretende controlar la frontera y reducir la migración in-documentada, ha tenido, más bien, el efecto de interrumpir en el fun-cionamiento de la máquina perfecta, alimentada por un flujo migratorio que atiende a un mercado laboral transnacional.

De esta manera, se ha ido configurando una cultura antiinmigran-te en los países receptores. La condición social básica de los migran-tes indocumentados en el país de destino es su vulnerabilidad como sujetos de derechos humanos y laborales. La ONU los definió como “grupo vulnerable” en voz de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la señora Mary Robinson, al afirmar que los derechos humanos tienen por esencia su calidad de “empoderamiento”,20 entendiendo por consiguiente a la vulnerabili-dad como la condición impuesta a un inmigrante extranjero de ex-trema carencia de poder, que debe verse a su vez como una construcción social que se impone como una etiqueta sobre los inmi-grantes. (Bustamante, 2010)

20 El término “empoderamiento”, de acuerdo al educador Paulo Freyre, consiste en un proceso que revierte la “vulnerabilidad”, visto como el reconocimiento social y el incremento de las propias capacidades de los sectores pobres y marginados, que conduce a promover entre ellos un desarrollo humano y sostenible; a tal definición es necesario agregar su reconocimiento en el terreno político y laboral, como es su derecho a la salud, a la vivienda digna y a participar en las decisiones políticas.

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De esta manera, el proceso social que supone la imposición de tal condición de vulnerabilidad de una persona a otra, implica una asi-metría de poder entre los migrantes indocumentados y los ciudada-nos del país receptor, que para Bustamante (2010) constituye lo esencial de la dimensión cultural del fenómeno migratorio, con lo cual se busca justificar ideológicamente la existencia y la práctica de la condición de vulnerabilidad, de la cual se deriva la impunidad de los violadores de los derechos humanos de los inmigrantes. El razo-namiento es que al ser emigrantes indocumentados que cruzan la frontera de manera ilegal, son por este motivo trasgresores de la ley y por consecuencia sus derechos humanos y civiles pueden ser violen-tados, inclusive por cualquier ciudadano del país al que emigran en busca de oportunidades.

Bajo este contexto, de “desempoderamiento”, señala Bustamante (2010: 236- 237)

“los grupos cuya posición social les proporciona armas y poder son los que mejor pueden conseguir que se cumplan sus normas. […] el carácter cultural de la vulnerabilidad se deriva del conjunto de ele-mentos culturales (estereotipos, prejuicios, racismo, xenofobia, igno-rancia y discriminación institucional) con significados despectivos que tienden a justificar las diferencias de poder entre los nacionales y los extranjeros o inmigrantes. […] La combinación de: a) las diferen-cias de poder basadas en una estructura en la que el inmigrante es co-locado en un nivel inferior a los nacionales, y b) el conjunto de elementos culturales que lo justifican, tiene por resultado diversos grados de impunidad en casos de violación de los derechos humanos de los inmigrantes.”

En lo referente a la política de control migratorio y fronterizo de

los Estados Unidos, Hernández (2008) señala que ha sido errática y dictada por condiciones coyunturales y posturas políticas, que se han asumido en consecuencia a los ataques del 11 de septiembre de 2001, al considerar el control de sus fronteras como un tema de seguridad

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nacional. Al asunto migratorio se le agrega la amenaza de ingreso de grupos terroristas, aunado al control del contrabando, particular-mente de drogas.

Esta política, ubica a la frontera sur como la fuente del ingreso de drogas; por consiguiente, México es el responsable de incremento del flujo por su territorio y, por lo tanto, está obligado a detenerlo. En es-ta visión, Estados Unidos se percibe entonces como la víctima y no como parte del problema, lo cual agudiza la cultura antiinmigrante que se señaló anteriormente.

“La interpretación de que la fuente del problema es externa y que, por lo tanto, Estados Unidos es la víctima, también se utiliza en el tema migratorio. En esa visión, la demanda de mano obra como parte del mercado laboral transfronterizo, es tratada como elemento solamente menor de la causa del problema de la migración indocumentada, y la causa mayor es la invasión de migrantes por la pobreza que resulta de la incapacidad de los gobiernos de México y de América Latina de proveer fuentes de empleo en sus países”. (Hernández, 2008: 197)

Algunos estudios calculan que el flujo neto de migración indocu-mentada mexicana hacia Estados Unidos, supera las 600, 000 perso-nas por año y el saldo acumulado es de aproximadamente 11 millones de indocumentados, actualmente residiendo en ese país. (Hernández, 2008: 200)

Poco después del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos em-pezó a examinar con sus vecinos del norte y del sur la posibilidad de construir un perímetro de seguridad de América del Norte, lo cual, en el caso de México significaba que el territorio nacional se convirtiera en un espacio de freno de los migrantes centro y sudamericanos en su camino hacia territorio estadounidense. A partir de ahí, el gobierno mexicano respondiendo a los intereses estadounidenses, ha desple-gado una política antiinmigrante en el territorio nacional, afectando a ciudadanos de distintos países latinoamericanos.

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Al respecto el sacerdote Alejandro Solalinde, coordinador de la or-ganización no gubernamental protectora de migrantes llamada “Hermanos en el Camino”, citado por Guardiola (2014), ha señalado que “el sistema migratorio nacional es simulador con fines políticos y económicos en donde no caben los derechos humanos”, enfatizando que “México es un infierno, porque tiene el primer lugar en secues-tros, desapariciones, feminicidios, da los peores sueldo de hambre a los trabajadores”. Solalinde cuestiona la dilación y apatía que autori-dades y organismos internacionales defensores de los derechos humanos muestran ante las violaciones a los derechos de los migran-tes centroamericanos que en su camino hacia Estados Unidos sufren en el territorio nacional.

A la denuncia anterior se agrega el reforzamiento de las fronteras estadounidenses terrestres con sus vecinos inmediatos, lo cual es re-sumido por Hernández (2008: 209) en los siguientes términos:

“En el combate a la migración indocumentada, el gobierno de Estados Unidos ha venido endureciendo el uso del espacio discrecional en la aplicación de la Ley, por ejemplo, utilizando más la deportación for-mal en lugar de la llamada salida voluntaria que tiene menos conse-cuencias jurídicas para el migrante clandestino, castigando al máximo el uso de documentación falsa, vetando permanente de su territorio a quien declare en falso en una solicitud de visa o al ingreso al país, etc. Adicionalmente, ha incrementado la vigilancia de la frontera, am-pliando y fortaleciendo los muros existentes, multiplicando los recur-sos paramilitares como sensores terrestres, cámaras de visión infrarroja con alcance visual de varios kilómetros, centros de monito-reo con tecnología de punta, más recursos materiales y humanos en las áreas de inteligencia contra el tráfico de personas, incremento de la vigilancia de la franja fronteriza con aviones de control remoto”.

Una de las razones por las que la migración es un fenómeno fun-

damental en la sociedad actual, radica en que genera a los migrantes la oportunidad de mejorar no solo su nivel inmediato sino el nivel de

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vida de su familia de donde proceden, que no puede obtener en su país de origen.

El dinero ganado en el extranjero que se transfiere al país de ori-gen se le denomina remesas. De acuerdo a la OIM (2013) los despla-zamientos de remesas de Sur a Norte son los más importantes, ya que en 2010 representaron alrededor de las dos terceras partes del total de las remesas mundiales (267.000 millones de dólares Estados Uni-dos El Cuadro III.5 nos permite visualizar la gran importancia que tienen las remeses en la economía de muchos países del sur, en algu-nos de los cuales representan el componente fundamental de su in-greso nacional.

(millones de dólares y porcentajes)

Es importante destacar que, en 2015, ante la caída de los precios

petroleros a nivel internacional y la privatización de los recursos energéticos, las remesas de los trabajadores mexicanos en el extran-jero se convirtieron en la principal fuente de divisas de la economía

Cuadro III.5 Principales países receptores de remesas en el mundo (2013)

País Remesas (mdd) Porcentaje del PIB India 69696 3,70 China 60000 0,70 Filipinas 25351 9,80 Francia 22862 0,80 México 21587 2,30 Nigeria 21000 2,00 Egipto 17000 7,50 Pakistán 14626 6,10 Bangladesh 13776 12,20 Vietnam 11000 7,10 Guatemala 5104 14.2 El Salvador 3969 18.9 Fuente: países de América Latina, Maldonado y Hayen (2014: 22); restan-tes países: OIM (2013: 73)

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nacional, superando los ingresos de las exportaciones petroleras y la entrada de IED.

Como complemento a la información anterior; en el siguiente cua-dro se presentan los principales corredores de remesas del mundo; ahí es posible determinar que los mayores montos tienen dirección norte sur y en particular Estados Unidos – México.

Cuadro III.6 Los cinco principales corredores de remesas en las cuatro direcciones de la migración (remesas en

millones de dólares Estados Unidos), de acuerdo con la clasificación del Banco Mundial, 2010

El drama migratorio no es privativo de la frontera Estados Unidos-

México. En 2015 se presentó en Europa la mayor crisis migratoria y humanitaria después de la Segunda Guerra Mundial, lo que promovió que el ACNUR declarara que “Europa está frente a una de las mayores afluencias de refugiados en décadas”, enfatizando, que no es sólo un fenómeno migratorio, sino humanitario. (Boher y Pecanha, 2015)

La crisis surgió como consecuencia del creciente número de mi-grantes por causas económicas y de refugiados solicitantes de asilo

Clasificación

Sur-Norte (remesas N-S)

Norte-Norte

Sur-Sur

Norte-Sur (remesas S-N)

1 Estados Unidos de América →�México

(22 190)

Francia →�Bélgica (3 148)

India →�Bangladesh (3 769)

Turquía →�Alemania (994)

2 Emiratos Árabes Unidos →�India

(13.821)

Francia →�España (2.743)

Malasia →�Indonesia (3.430)

Argentina →España (927)

3 Estados Unidos de América →�China

(12.205)

España →�Francia (2.302)

Federación de Rusia

→�Ucrania

México →�Estados Unidos de América

(655) 4 Estados Unidos de

América →�India (11.977)

Estados Unidos de América

→�Alemania

Bangladesh →�India (1.899)

Bielorrusia →�Polonia (578)

5 Estados Unidos de América

→�Filipinas

Australia →�Reino Unido

Ucrania →�Federación de Rusia

j Kazajstán→�Alemania (570)

Nota: Se ha excluido de esta clasificación el corredor de remesas de Hong Kong (China) a China (que ocupa el tercer lu-gar).

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por causas políticas, que abandonaron sus países y llegaron ―o inten-taron llegar― a la Unión Europea, a través de peligrosas travesías en el mar Mediterráneo y el sudeste de Europa, procedentes de países de Oriente Medio, África, los Balcanes Occidentales y Asia del Sur.

Según la OIM, 2760 personas fallecieron trágicamente en naufra-gios en el mar Mediterráneo, durante los primeros ocho meses de 2015.

Según el ACNUR, el número de personas desplazadas forzosamente en todo el mundo llegó a 59,5 millones a finales de 2014, el nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial, correspondiendo 19,5 millo-nes a los refugiados, 38,2 millones a los desplazados internos y 1,8 millones a los solicitantes de asilo humanitario. Los refugiados sirios se convirtieron en el grupo más grande (con 3,9 millones), superando a los refugiados afganos (2,6 millones), que habían sido el grupo de refugiados más grande durante tres décadas. Aunque la mayoría de los refugiados de Siria fueron acogidos por países vecinos como Tur-quía, Líbano y Jordania, el número de ciudadanos sirios que solicitan asilo en Europa aumentó de forma constante entre 2011 y 2015, tota-lizando 348,540 en julio de 2015. (Boher y Pecanha, 2015)

La indiferencia ante los naufragios, pareció disiparse cuando en Octubre de 2015 el mundo se horrorizó ante la imagen de un niño si-rio ahogado en las aguas del Mediterráneo, en la búsqueda de asilo junto a sus padres, lo que permitió una noble respuesta de la socie-dad civil de algunos países europeos como Alemania, Suecia, Italia y Francia que llevó a los respectivos gobiernos a recibir alrededor de dos tercios de las solicitudes de asilo de la UE en 2014, en tanto que los gobiernos de otros países como Hungría declaraban delito cruzar sus fronteras e instalaban vallas a los migrantes.

En el periodo reciente, la situación de la migración europea se tor-na aún compleja, a partir de los atentados terroristas en París del 13 de Noviembre de 2015, que pueden exacerbar los ánimos xenofóbicos y antiinmigrantes de los sectores más conservadores de Europa como la ultra derecha francesa, representada por el Frente Nacional, que se

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ha fortalecido y ha tenido avances en los comicios del último bimes-tre de 2015, cuya líder es Marine Le Pen, con un discurso en que identifica la seguridad nacional de su país con una política antiinmi-grante. En el mismo sentido en Estados Unidos, algunos gobernado-res del partido republicano se apresuran a cerrar las puertas de sus estados a refugiados sirios, en tanto el pre candidato de ese partido a

la presidencia multiplica sus declaraciones xenofóbicas y antiinmi-grantes. III.5.4. Deterioro ambiental y cambio climático. A lo largo de la historia de la humanidad, el deterioro de los ecosis-temas y de sus recursos naturales se consideró como un mal necesa-rio para obtener a cambio los beneficios que trae consigo el desarrollo y el progreso. De acuerdo a esta lógica se acepta que se deforesten los bosques y las selvas para construir espacios a la agricultura y la gana-dería, y que se interrumpan los cauces de los ríos para construir carre-teras. El daño que los seres humanos provocamos a los ecosistemas al utilizarlos para satisfacer nuestras necesidades se le conoce como de-terioro ambiental.

El deterioro ambiental es el resultado del mal uso que los seres humanos hemos hecho de los ecosistemas, de su biodiversidad y de los servicios ambientales que nos prestan.

Para Carabias, Meave, Valverde y Cano-Santana (2009), los efec-tos del deterioro no solo se presentan en la localidad en que se pro-ducen si no que, por el carácter global de la naturaleza, afectan a todo el planeta, a lo que se agrega que no solamente perjudican a las gene-raciones presentes sino también a las generaciones futuras. Señalan igualmente que el deterioro ambiental no se limita solo al ambiente, en sentido estricto, pues produce efectos en la salud humana, la eco-nomía y el bienestar social

Dichos autores ubican algunos factores de deterioro. En primer lu-gar el crecimiento demográfico, ya que la creciente población del pla-

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neta demanda cada vez más recursos de los ecosistemas; en segundo término a los patrones de consumo, ya que el impacto a la naturaleza depende de las costumbres en cuanto a la producción y el consumo de alimentos y otros satisfactores, así como del uso de la energía, agua y otras materias primas; y, un tercer factor que tiene un efecto muy notable sobre el deterioro del ambiente, son las tecnologías en las que está fincado el funcionamiento de la sociedad, refiriéndose los autores tanto a la tecnología usada en la agricultura como a la usada en la industria y en actividades domésticas. Y finalmente el cuarto factor depende de las reglas que adopte una sociedad, es decir, las le-yes y las normas que la rijan, así como las instituciones que dirijan las políticas ambientales y la manera en que se organiza la gente para te-ner una mayor calidad de vida. (Carabias et. al., 2009: 129)

Los ecólogos analizan los efectos del deterioro ambiental a varias escalas espaciales; dos son las más evidentes ya que afectan a los se-res vivos: por una parte, la escala local, que representa la dimensión circunscrita a una localidad en la que los efectos se dejan sentir; y, por otra parte la escala global, que corresponde a la dimensión espa-cial, en la que los efectos del deterioro se presentan a nivel de todo el planeta, en relación a esta última escala, las principales formas en las que se presentan sus efectos son el cambio climático, el adelgaza-miento de la capa de ozono en la atmosfera, la desertificación y la pérdida de la biodiversidad.

Desde la perspectiva ecológica, la mayor preocupación fundamen-tal actual, es el Cambio Climático Global, que se agudizará en los próximos años. Este fenómeno consiste en el aumento de la tempera-tura del planeta, que ha acelerado el derretimiento de los polos, ori-ginando lluvias más abundantes y ha elevado el nivel del mar, amenazando la vida terrestre en los litorales costeros. Se han deter-minado, entre las principales causas del cambio climático, a la con-centración de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, el metano, los óxidos nitrosos y los gases clorofluorocarbo-nados que se liberan a la atmosfera como resultado de actividades in-

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dustriales y de los asentamientos humanos; estos elementos amena-zan la viabilidad de la vida en el planeta. El cambio climático no pue-de verse solo como un asunto de interés para los expertos de las ciencias naturales, por lo que su estudio y propuestas de solución re-quieren de un análisis multidisciplinario.

De acuerdo a Pérez (2005), hasta antes de los años ochenta la pre-ocupación por el deterioro del medio ambiente y la defensa de la bio-diversidad, era tema casi exclusivo de estudiosos de las ciencias naturales, en tanto que los economistas ponían el acento en el creci-miento económico como generador del progreso social y político, al-gunos no negaban que esa búsqueda ocasionaría inevitables costos sociales. En cambio, los impactos ambientales o los límites ecológicos no eran tenidos en cuenta; respecto de la naturaleza, se insistía, en su enorme disponibilidad de recursos, en la existencia de espacios vac-íos que debían ser “civilizados” y en una capacidad infinita de amor-tiguación de cualquier daño ambiental.

Uno de los primeros aportes de importancia sobre temas ambien-tales fue el Informe preparado por Deanis Meadows y colaboradores (1972) denominado Los límites del crecimiento, donde se alertaba que el daño al ambiente y la biodiversidad que la actividad económica global generaba, agotaría los recursos naturales y el agotamiento de la casi infinita capacidad de la naturaleza de absorber los impactos ambientales, lo que agudizaría las contradicciones capitalistas y el conflicto social.

En 1987 la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo publicó Nuestro Futuro Común (conocido también como “Informe Brundtland”), a partir del cual se popularizó el concepto de “Desarrollo Sustentable”, además de que dicho documento se pronuncia por la preservación y salvaguarda de los recursos naturales del planeta y un crecimiento económico continuado y definiendo al desarrollo susten-table, como un modelo de desarrollo en que debían satisfacerse las ne-cesidades del presente sin por ello comprometer la capacidad de las generaciones futuras para la satisfacción de sus propias necesidades.

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La Cumbre de la Tierra, realizada en Río de Janeiro en 1992, aprobó la adopción de la Agenda 21, en la que se impulsó la aplica-ción de una legislación ambiental que combinara el uso de medidas tanto de regulación directa o correctiva, como indirectas o preventi-vas; también se acordó que los países designaran a las autoridades públicas encargadas de la gestión sobre el medio ambiente; además de incorporar la evaluación del impacto ambiental como uno de los instrumentos de gestión de las políticas públicas.

Si bien existe consenso para valorar la relevancia actual de la sus-tentabilidad y la preocupación por la defensa de la biodiversidad, E. Gudynas enfatiza que en las distintas Conferencias y Cumbre a las que se han hecho referencia,

“se repitió un hecho similar, en todas las declaraciones se mantiene el apego por el desarrollo material y el crecimiento económico continuo se mantiene en pleno vigor. De hecho, en las últimas décadas se man-tiene el sesgo de concebir a la Naturaleza como fuente de recursos que deben ser aprovechados en beneficio de la economía y de la obtención de ganancias pecuniarias”. (Gudynas, 2002: 37)

La Conferencia de Kyoto realizada en 1997 sobre el cambio climá-tico, fue un acontecimiento excepcional porque los países industriali-zados aprobaron el Protocolo de Kyoto, documento en el que por primera vez se suscribieron objetivos concretos de reducción de emi-siones de carbono que fueran jurídicamente vinculantes (esto es de cumplimiento obligatorio por parte de los firmantes) y se adoptaron medidas concretas para abordar el cambio climático, a pesar de la negativa para firmar dicho protocolo de Estados Unidos, India y Chi-na (los países que más emisiones de CO2 arrojan a la atmósfera).

En el Protocolo de Kyoto se aprobaron medidas para frenar las emisiones de gas de efecto invernadero que causan el calentamiento global y se trasladó la mayor parte de esta responsabilidad a los paí-ses ricos que con sólo el 16% de la población mundial, generan el 51%

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de dichas emisiones. El documento compromete dichos países a re-ducir las emisiones de dióxido de carbono en al menos un 5% de los niveles de 1990 para los años 2008- 2012. (Pérez, 2005)

Los defensores del Protocolo, aseguraron que se trataba de un pa-so importante para atenuar el cambio climático. Sus detractores lo criticaron duramente, por los innecesariamente elevados costos de implantación del mismo y por no establecer límites a las emisiones de los países pobres.

Estados Unidos y China, durante varios años se negaron a ratificar el protocolo: sin la participación de ambas naciones, que conjunta-mente arrojan más del 50% de las emisiones mundiales de gas de efecto invernadero, ningún acuerdo internacional sobre el cambio climático tendría posibilidades de reducir significativamente la ame-naza del calentamiento mundial. En las siguientes conferencias sobre el cambio climático, se fue imponiendo la propuesta de Estados Uni-dos y otros países emergentes como India, de que el compromiso de disminuir las emisiones de carbono dejara de ser vinculante y se con-virtiera en voluntario, lo cual significaría un fracaso y retroceso de los acuerdos del Protocolo de Kyoto, imponiéndose en los hechos la vi-sión en contra de la regulación ambiental, a pesar de que la amenaza de catástrofe ecológica crece permanentemente.

Finalmente, en noviembre de 2014, Estados Unidos y China firma-ron un acuerdo en que se comprometen, para el periodo 2025 a 2030, a reducir sus niveles de emisiones y a utilizar de fuentes de energía limpias y renovables

En noviembre diciembre de 2015, en París, Francia, se llevó a cabo la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático, mejor co-nocida como COP21, organizada por la Convención Marco de las Na-ciones Unidas sobre el Cambio Climático, con el objetivo de asumir un compromiso mundial para reducir las emisiones de gases de efec-to invernadero, logrando un acuerdo universal sobre los métodos pa-ra reducir el cambio climático, que fue aprobado por aclamación por casi todos los estados, dicho Acuerdo asumirá un carácter vinculante

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si lo ratifican por lo menos 55 países que representen al menos el 55% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero en cuyo caso se aplicará a partir de 2020, con tales medidas los países que en ma-yor medida arrojan este tipo de gases, anunciaron que apoyarían una meta global de máximo 1.5 grados centígrados en 2010.

Respecto de dicho acuerdo, Martínez Alier (2015) hace el siguiente balance:

“Los resultados de la conferencia de cambio climático son presenta-dos como un éxito por unos, y negativamente por otros. La visión ne-gativa está justificada pues no hay compromisos vinculantes de reducción de emisiones, y tampoco en la práctica se ha reconocido la deuda climática que tienen históricamente los países industrializados. Estados Unidos y la Unión Europea boicotean desde hace años el re-conocimiento de esta deuda, así se protegen y protegen a sus empre-sas de juicios por daños causados al clima mundial, como la desaparición de glaciares y la subida del nivel del mar. No hay moti-vos de celebración porque las emisiones de gases de efecto invernade-ro continuarán aumentando durante unos años si no las frena una crisis económica que alcance a China e India. La sobre-oferta actual de combustibles fósiles y su precio barato, y también la deforestación, hacen improbable que se limite el aumento de temperatura, contra-riamente a lo proclamado en París. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera seguirá aumentando.”

Según se ha visto en partes anteriores de este libro, las últimas

décadas han marcado un crecimiento sin precedente de los volúme-nes de la producción industrial mundial, que ha sido alentada por los impresionantes flujos mundiales de capitales y mercancías que la globalización y el desarrollo tecnológico han arrojado, dichas tenden-cias, desde la perspectiva ambiental representa una enorme presión sobre los recursos naturales a nivel mundial y un incremento poten-cial de los problemas ambientales, amenazando no solamente la via-

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bilidad de continuar con los patrones de dicha expansión económica, sino también con el equilibrio de los ecosistemas y la biodiversidad.

Este hecho ha llevado a los círculos intelectuales a una profunda reflexión con respecto a los patrones de producción, buscando alter-nativas racionales respecto a la relación con la naturaleza, en lo refe-rente a consumo de recursos naturales, la utilización de energía y la emisión de desechos que la actividad productiva implica.

De acuerdo a Immanuel Wallerstein el capitalismo es un sistema que tiene una necesidad imperativa de expandirse –en términos tan-to de producción total y como desde el punto de vista geográfico– pa-ra perseguir su objetivo principal, la acumulación incesante de capital; además; una segunda característica de la acumulación de ca-pital, es que los capitalistas, especialmente los grandes capitalistas, no pagan sus cuentas, eso es el “secreto sucio” del capitalismo, en re-lación al cual plantea lo siguiente:

“Las personas preocupadas por los problemas ecológicos señalan a ese secreto sucio como uno de los grandes vicios y en particular con frecuencia hablan de una de las bases ideológicas de esa expansión, que es la afirmación del derecho (incluso el deber) de los seres huma-nos a conquistar la naturaleza, elemento que desde la teoría económi-ca neoclásica escapa del mercado, ya que según su funcionamiento habitual, establece una separación entre los beneficios privados y los gastos sociales, porque las actividades de producción suelen generar beneficios privados a los agentes económicos, pero imponen costos al conjunto de la sociedad”. (Wallerstein, 2001: 89)

Wallerstein señala que, desde el punto de vista de los capitalistas,

el objeto de aumentar la producción es multiplicar los beneficios, y ante todo para ellos es absolutamente indispensable que alguna parte importante de sus costos continúe siendo pagada por algún otro. En esa lógica una solución al deterioro ambiental está en la absorción de estos costos, por otros agentes económicos: el Estado o la sociedad.

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El arreglo puede ser mediante subsidios para reparar los daños am-bientales, o de tipo político, ya que los gobiernos de manera fácil, de-ciden “no actuar”, permitiendo a las empresas no asumir muchos de los costos de reparar los daños al entorno, no obligándolas a hacerlo y, por lo tanto, no exigiendo que toda operación productiva incluya el costo de restaurar el medio ambiente, de manera que su preservación recaiga en el conjunto de los ciudadanos. (Wallerstein, 2001: 90)

Por lo tanto, la preservación del medio ambiente se enfrenta a tres alternativas: 1) que los gobiernos podrían exigir a las empresas que internalicen todos los costos ambientales, con una compresión de sus beneficios; 2) los gobiernos podrían pagar la cuenta de las medidas ecológicas, utilizando para ello el dinero de los impuestos o 3) no hacer prácticamente nada, lo cual llevaría a las diversas catástrofes ecológicas sobre las que nos advierten los movimientos de la sociedad civil. Hasta ahora la tercera alternativa es la que va ganando.

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IV TENDENCIAS ACTUALES

EN EL ESCENARIO ECONÓMICO Y POLÍTICO MUNDIAL PRESENTACIÓN El presente capítulo, con el cual se cierra el libro, está estructurado en tres apartados: en el primero se aborda la crisis del capitalismo mo-derno que se presentó en 2008 teniendo como epicentro la economía de Estados Unidos y que se extendió en poco tiempo a todo el mundo, analizando las causas que originaron dicha crisis, así como el rescate financiero en Estados Unidos y Europa. Por otro lado se analizan las estrategias que los gobiernos del G20 han implementado para hacer frente a la crisis y evitar que se pueda volver a repetir con la misma magnitud que en el 2008. Por último, en el primer apartado se abor-dan las diferentes manifestaciones actuales de la crisis del capitalismo que en autores como Wallerstein, son síntomas de una fase terminal.

En el segundo apartado, se analiza el nuevo orden global destacando los conflictos culturales y étnicos así como el terrorismo expresado en el grupo yihadista que enfrentó a Estados Unidos destruyendo las to-rres gemelas. Dicho ataque, provocó el inicio de una guerra contra el terrorismo mundial, justificando a Estados Unidos para invadir a Af-ganistán y derrocar al régimen talibán y posteriormente exterminar a Saddam Hussein. A partir de este momento el terrorismo se convierte en el enemigo número uno de Estados Unidos haciendo alianza con otros países como Rusia y Francia para hacerle frente.

En el tercer apartado, se abordan los problemas actuales y las perspectivas del capitalismo global, haciendo énfasis en que la globa-lización no solo es económica, sino que abarca la cuestión política, educativa, comunicativa y cultural con contenidos que no han favore-

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cido hasta ahora al sector más pobre de todos los países del mundo y mucho menos en favor del medio ambiente, ya que el rumbo de la globalización se ha definido a favor de grupos minoritarios de la po-blación mundial que concentran la riqueza global. IV.1. La crisis económica mundial presente desde el 2008.

José Jacobo Tepoz Grande

En el presente apartado, se analizan las causas de la crisis económica mundial que se presentó en marzo de 2008 en Estados Unidos, y que llevó a que el gobierno norteamericano rescatara al sistema bancario de una profunda crisis. Dada la gravedad de la crisis, el G20 en sus diez cumbres ha planteado algunas estrategias para enfrentarla, co-mo es la importancia de la participación del Estado en la economía para apoyar a las empresas productivas y financieras en quiebra, así como incrementar los recursos disponibles del FMI para respaldar las economías de los países con problemas financieros. Por último, se analiza la crisis del capitalismo como crisis de tipo civilizatorio que abarca el nivel ecológico, alimentario, energético y cultural, causas que pudieran llevar al sistema capitalista a su fin.

La crisis del capitalismo moderno explotó en septiembre del 2008, tuvo su origen en los Estados Unidos, y pronto se extendió a Europa y a los países emergentes. Fue una crisis financiera que se convirtió en una crisis económica mundial provocando despidos masivos, cierres de empresas y caídas de la actividad económica de diferentes países del mundo.

Las causas de la crisis fueron varias, que a continuación se descri-ben:

La crisis “punto com”, en 2001-2002, que consistió en empresas que operaban a través de la red punto “com” en portales de inter-net como Yahoo, Amazon y AOL, que falsearon y especularon con información bursátil, provocando fuga de capitales.

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El excesivo gasto con crédito barato. A finales de la década de los noventa, los estadounidenses gastaron más que en años anterio-res. El promedio del ahorro personal como porcentaje del ingreso, entre el 2000 y el 2007, fue de 1.5% frente a 5.2% de la década de los noventa o 9% en los ochenta. Al finalizar el 2008 la tasa de ahorro de los estadounidenses repuntó al 2.6% promedio en octu-bre y noviembre. (Zurita, Martínez y Rodríguez, 2009: 18) El in-cremento del ahorro significó que el consumo se reduciría, teniendo un efecto negativo en el crecimiento económico en el corto plazo, aunque a largo plazo pudiera impactar positivamente en una mayor acumulación de capital.

El excesivo gasto fue resultado de un gran endeudamiento de los estadounidenses motivados por bajas tasas de interés21, así como por la toma de mayores riesgos de inversión por parte de las financieras, mediante la creación de novedosos instrumentos fi-nancieros que propiciaron mayor liquidez a los mercados de las grandes economías. Los estadounidenses, se endeudaban adqui-riendo casas u otros bienes por encima de su capacidad nacional de compra, con dinero de sus más grandes acreedores como Chi-na, Japón y Reino Unido, siendo éstos los tres mayores poseedo-res de activos del Tesoro de Estados Unidos. En 2008 circulaba una suma de 2.8 billones de dólares en la economía norteameri-cana, generando exceso de liquidez. (Zurita, Martínez y Rodrí-guez, 2009: 18)

Mercado hipotecario subprime.22 El gobierno norteamericano ge-neró un programa que motivó a la población para poder acceder a

21 La caída de las tasas de interés fue a nivel mundial, lo que significó que la inten-ción al ahorro era mayor que la intención a invertir. El Banco de Canadá, en un es-tudio concluyó que el debilitamiento de la inversión mundial fue el principal determinante de la caída de la tasa de interés mundial de largo plazo. (Greenspan, 2010: 17) 22Una hipoteca subprime o basura es una hipoteca de alto riesgo y que por lo gene-ral no cuenta con ningún aval, por lo que la probabilidad de que el adquiriente de la

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créditos y hacerse de una casa o de un departamento mediante hipotecas subprime, siendo esta una innovación financiera para la adquisición de viviendas orientada a clientes con bajo nivel de in-greso y alta morosidad o incapacidad de pago. Es por ello que las empresas suprime aseguran su inversión por medio de intereses altos o del embargo de la propiedad que implica la hipoteca, ya que a las personas que se les otorga el crédito, no presentan un historial crediticio estable, no pueden comprobar sus ingresos, no tienen un empleo seguro y en algunos casos no se le solicita al cliente ningún tipo de documentación, por lo que presentan un riesgo alto de que se atrasen en sus pagos y por esa razón los in-tereses son muy elevados.

Muchos inversionistas compraron estos títulos y armaron otros para formar activos financieros más grandes y los vendieron a otros inversionistas. Cada vez que aumentaba el precio de la vi-vienda, se incrementaban los préstamos subprime, ya que eran más atractivos para los inversionistas (Greenspan, 2010: 18). La mayoría de los inversionistas desconocen quien respalda estos instrumentos, los bancos y los intermediarios dependen de la cali-ficación de las grandes calificadoras como Moodys o Stan-dar&Poors que en esos momentos calificaron dichos activos como los más rentables con una clasificación AAA, y que se vendieron a inversionistas nacionales y extranjeros, sobre todo europeos. Es-tos activos tienen un riesgo muy alto por lo que la tasa de interés que cobra el prestamista es muy superior a la del mercado. (Zuri-ta, Martínez y Rodríguez, 2009: 20)

En 2006 la Reserva Federal incrementó las tasas de interés has-ta 5.25% impactando en el mercado inmobiliario, lo que significó que la crisis de las hipotecas subprime, frenara el dinamismo del

hipoteca no pague su deuda, es muy elevada. Los bancos asumían que sus clientes harían hasta lo imposible por pagar, y no perder su casa, ya que esta es un activo vi-tal para la familia.

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sector de la construcción, al mismo tiempo que el precio de las ca-sas disminuía. La cartera vencida de los créditos subprime co-menzó a incrementarse, y muchos acreedores no pudieron pagar y las empresas constructoras se declararon en quiebra, como la em-presa New Century Financial, una de los prestamistas más impor-tantes de Estados Unidos. La economía de Estados Unidos se desacelera, la oferta de viviendas nuevas y usadas supera la de-manda, los precios bajan y se genera una incertidumbre en los mercados, explotando la burbuja inmobiliaria.

Apalancamiento de los fondos de cobertura. El apalancamiento lo podemos definir como la relación entre crédito y capital propio invertido en una operación financiera, a mayor crédito, mayor apalancamiento y menos inversión de capital propio, en otras pa-labras es usar endeudamiento para financiar una operación. Es decir, en lugar de realizar una operación con fondos propios, se hará con fondos propios y un crédito. La principal ventaja es que se puede multiplicar la rentabilidad y el principal inconveniente es que la operación no salga bien y se acabe siendo insolvente.

Este es un mecanismo de funcionamiento que surgió como con-secuencia del boom hipotecario, apoyando la adquisición de bie-nes inmuebles por parte de los clientes con bajos ingresos. Este mecanismo consistió en la generación de fondos de cobertura. La

gente pedía prestado para endeudarse. Entre el 2005 y 2006 el apalancamiento de estos fondos era de 15, es decir, que por cada dólar invertido pedía prestado 15 dólares, la promesa era de re-gresar alta renta, aunque una alta utilidad significaba generar in-versiones con alto riesgo y con mucho apalancamiento. (Zurita, Martínez y Rodríguez, 2009: 22)

En el corto plazo, la crisis hipotecaria y el contagio del sistema fi-

nanciero fueron las causas más significativas de la crisis de la eco-nomía mundial con epicentro norteamericano. En 2007 se colapsan los fondos de cobertura de la empresa Bear Stearns en virtud de gozar

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de un fuerte posicionamiento en las hipotecas suprime, ya que co-merciaba activos con denominación AAA –es decir, con un nivel de solvencia supuestamente alto– y que en realidad no lo eran, siendo activos tóxicos.

En marzo de 2008, la Reserva Federal rescató a Bear Stearns de la bancarrota con 30 mil millones de dólares en obligaciones y Bear Stearns se vendió a la compañía JP Morgan Chase. En agosto de 2008 el Departamento del Tesoro tomo el control de la GSEs Fannie Mae y Freddie Mac por la caída abrupta del precio de sus acciones, quiebra también Lehman Brothers, poniendo al sistema financiero al borde del colapso. Merrill Lynch para evitar el colapso se vendió al Bank of America. El 6 de septiembre de ese mismo año, la empresa AIC es rescatada por la Reserva Federal tras su colapso, con un crédi-to de 85 mil millones de dólares que resultaron insuficientes, y poste-riormente se le agregaron 38 mil millones de dólares al rescate.

La crisis financiera impactó fuertemente la economía real de Esta-dos Unidos, su PIB se contrajo 6.2% al finalizar el 2008. En el primer semestre de 2009, la producción industrial se redujo en 1.8%, la tasa de desempleo llegó a 8.5% y la industria automotriz contrajo sus ven-tas en 37%. (Zurita, Martínez y Rodríguez, 2009:24)

Dicha crisis en Estados Unidos provocó que el sistema bancario suspendiera los flujos de crédito y se incrementara la volatilidad de los precios de los comodities23 en los mercados de valores, que el tipo de cambio fortaleciera al dólar frente a todas las monedas del mundo, y que disminuyera el precio del petróleo, lo que redujo las presiones inflacionarias en el resto del mundo y se transformó en crisis de la producción y el empleo.

23 Commodity: es un término que generalmente se refiere a bienes físicos de tipo genérico que no tienen una diferenciación entre sí, por ejemplo las materias primas o bienes primarios como el trigo, el petróleo, la electricidad, el cobre, la celulosa, la farmacéutica, etc. que se produce en cualquier parte del mundo y que tendrá el mismo precio y la misma calidad.

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Europa fue la más afectada por la crisis, primero por su vincula-ción financiera y comercial con los Estados Unidos, su similar debili-dad ante la competencia China y su capitalismo neoliberal; segundo, desde la crisis del 2001-2002, bajo el impacto de la competencia in-ternacional, la eurozona se fractura en dos regiones, expresando los niveles de productividad y costos laborales unitarios: un Norte supe-ravitario, encabezado por Alemania; y, un sur deficitario compuesto por España, Italia, Portugal, Grecia y Francia (Dabat, 2012: 92). A esos dos factores, una vez estallada la crisis se agregó el alto costo del rescate de los bancos europeos.

México al igual que Europa, fue de los países más afectados por la crisis a pesar de que las empresas calificadoras, evaluaban a México como un país en desarrollo modelo y exitoso. Aunque todo lo anterior fuera cierto, las políticas ortodoxas habían llevado a un escenario económico de apertura extrema (en 2010 la apertura comercial, me-dida como la suma de las exportaciones más importaciones en rela-ción al PIB, era de 62%) y profunda privatización, con un 92% de todo el comercio exterior concentrado con Estados Unidos y con una fuer-te dependencia tecnológica y empresarial como consecuencia de la adopción del modelo neoliberal.

En América Latina, países como Brasil y Argentina tuvieron un comportamiento distinto al de México, en virtud de haber aplicado políticas heterodoxas y haber generado lazos comerciales con China y con la región; desde la primera década de este siglo y hasta inicio de la segunda década, América del sur creció al 5% anual mientras que México ocurría lo contrario (Dabat, 2012: 26). Sin embargo en los años más recientes, la situación de los países sudamericanos se ha deteriorado, empujada por la caída de los precios internacionales de sus productos de exportación.

China –aun cuando también en el periodo reciente ha disminuido du dinamismo– ha sido el país emergente más exitoso, lo que es re-sultado de factores como la relocalización de la producción industrial mundial hacia países de bajos costos laborales y con nivel educativo

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relativamente alto; alta participación del Estado en la economía me-diante la inversión pública tanto en el ámbito productivo como finan-ciero, dinamizando el mercado interno con base en la división social y territorial del trabajo; y, la ampliación de las relaciones internaciona-les a través del creciente proceso de integración regional con ASEAN, Japón y Corea, además del estrechamiento de sus vínculos comercia-les con Sudamérica y África. (Dabat, 2012: 12)

Las estrategias que los gobiernos del G2024 utilizaron para enfren-tar la crisis y atenuar sus repercusiones, consistieron principalmente en acuerdos surgidos de las cumbres realizadas en varios países del mundo. En dichos acuerdos, se ha asignado un importante papel a la intervención del Estado en Estados Unidos y en Europa para los res-cates financieros de los bancos y empresas privadas significativas pa-ra la economía mundial. Algunos de los principales acuerdos de las cumbres del G20, desde 2008 en Washington hasta 2015 en Turquía fueron los siguientes:

La primera cumbre fue realizada el 14 y 15 de noviembre de 2008 en Washington. Los acuerdos a los que se llegaron fueron: fortalecer los mercados financieros e introducir regímenes de control que per-mitieran evitar crisis en el futuro mediante el uso de estímulos fisca-les a la economía por parte de los Gobiernos, así como por la necesidad de reconocer por primera vez en mucho tiempo, que los problemas globales no pueden resolverse unilateralmente, ni aún en el ámbito de los países desarrollados del G-725 y de los denominados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Además de que dichos acuerdos fueron más allá del marco monetario y financiero, condu-ciendo a una ampliación de las competencias del grupo, originalmen-te limitadas a esas dos cuestiones (Stancanelli: 2009) 24Conformado por Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea 25 Conformado por Alemania, Estados Unidos, Francia, Japón, Alemania, Canadá y Reino Unido

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La segunda cumbre se realizó el 2 de abril de 2009 en Londres In-glaterra. En esta cumbre se acordó: “Triplicar los recursos disponi-bles del Fondo Monetario de 250,000 a 750,000 millones de dólares, apoyar la asignación de nuevos Derechos Especiales de Giro del FMI

por 250,000 millones de dólares, apoyar créditos adicionales por 100,000 millones de dólares de parte del Banco Mundial y los Bancos de Desarrollo y asegurar 250,000 millones de dólares para la finan-ciación del comercio internacional”. (Stancanelli, 2009: 69)

La tercera cumbre tuvo como sede la ciudad de Pittsburg el 25 de septiembre de 2009. “Donde los dirigentes de la cumbre solicitaron al FMI apoyar a la labor que realiza el G-20 como parte de su nuevo Marco para el Crecimiento Vigoroso, Sostenible y Equilibrado a través de la supervisión de las políticas macroeconómicas de los paí-ses, así como sus repercusiones colectivas para la estabilidad finan-ciera y el nivel y patrón de crecimiento mundial, para esto es necesario que: los miembros del G-20 se comprometan a aportar más de 500.000 millones de dólares para un sistema renovado de Nuevos Acuerdos para la Obtención de Préstamos a fin de respaldar los préstamos de emergencia del FMI; el FMI ha efectuado asignaciones de DEG por un total de 283.000 millones de dólares, de los cuales más de 100.000 millones dólares complementarán los actuales activos de re-serva de los países de mercados emergentes y en desarrollo; los re-cursos de la venta convenida de tenencias de oro del FMI, de conformidad con el nuevo modelo de ingresos del FMI, y los fondos provenientes de operaciones internas y de otras fuentes incremen-tarán a más del doble su capacidad de conceder préstamos a mediano plazo en condiciones concesionarias respaldando a los países de bajo ingreso para hacer frente a sus necesidades de financiamiento”. (FMI, 2009)

La cuarta cumbre se realizó el 26 y 27 de junio de 2010 en Toronto Canadá. Los acuerdos firmados fueron los siguientes: “se prohíbe la aplicación de medidas proteccionistas en las esferas del comercio, de las inversiones y de la introducción de nuevas limitaciones de las ex-

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portaciones hasta finales de 2013; reducción del déficit presupuesta-rio y de los volúmenes de deuda pública que inició en 2011; proteger a los contribuyentes en situaciones de bancarrota de las instituciones financieras privadas; y, se decreta la institucionalización de un grupo de trabajo que se encargaría de la elaboración de medidas de la lucha contra la corrupción y su efecto negativo en la economía mundial”. (Sputnik, 2012)

La quinta cumbre fue realizada el 11 y 12 de noviembre de 2010 en Seúl Corea, y ella se acordó: “evitar las fluctuaciones excesivas en las cotizaciones de las monedas nacionales y abstenerse de la devalua-ción competitiva (la guerra de divisas) como estrategia para impulsar el crecimiento; además, que los miembros del foro se abstendrían de la aplicación de medidas proteccionistas comerciales y financieras y se reafirmó el compromiso de combatir el cambio climático, sin esca-timar esfuerzos para alcanzar un resultado equilibrado y exitoso”. (González et al, 2011)

La sexta cumbre se organizó en Cannes Francia el 3 y 4 de no-viembre de 2011. En esta cumbre se acordó: “la necesidad de refor-mar el sistema monetario y financiero mundial; regular los mercados financieros mundiales, así como los aspectos de la volatilidad de los precios para las materias primas; La atención común se centró además en los problemas del desempleo, de la seguridad social y de la lucha contra la corrupción. Por otro lado, los líderes de las veinte principales economías del mundo forzaron a Grecia a renunciar a la celebración del referéndum sobre la política crediticia de la UE y acordaron aumentar el volumen de los recursos con los que opera el FMI”. (Sputnik, 2012)

La séptima cumbre fue realizada el 18 y 19 de junio de 2012 en los Cabos México. “En esta cumbre se decidió asignar otros 450.000 mi-llones de dólares para el aumento de los fondos del FMI que se podr-ían aprovechar para garantizar la estabilidad financiera y ayudar a los países afectados a superar las secuelas de la crisis económica global”. (Sputnik, 2012)

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La octava cumbre tuvo de sede a la ciudad de San Petersburgo Ru-sia el 6 y 7 de septiembre de 2013. Uno de los acuerdos de esta cum-bre estuvo referido al financiamiento para la inversión de largo plazo, para lograr un crecimiento sustentable y la creación de empleo, in-cluyendo infraestructura y apoyos para pequeñas y medianas empre-sas. Así también, se acordó incrementar el comercio multilateral y la inversión, mediante un comercio abierto, regulado, transparente y no discriminatorio, cimentado en los lineamientos de la OMC, y regular el libre flujo financiero y el desplazamiento de las ganancias, frenando la evasión fiscal y promoviendo la transparencia e intercambio auto-mático de información. Así también, en dicha cumbre se renovó el compromiso de lucha contra el cambio climático. (Senado de la Re-pública, 2013)

La novena Cumbre fue realizada el 15 y 16 de noviembre de 2014 en Brisbane Australia. Los principales acuerdos a que se llegó, fueron los que a continuación se mencionan. “Implementar reformas estruc-turales para incrementar el crecimiento del PIB en dos% para el 2018 y lograr un crecimiento fuerte, sostenible y balanceado para crear empleos de calidad. Erradicación del desempleo juvenil mediante la

educación y capacitación e incentivos para contratar jóvenes y alentar el espíritu emprendedor. Modernizar las normas impositivas interna-cionales para prevenir la evasión fiscal transfronteriza mediante el in-tercambio automático de información bancaria para el control de los regímenes sobre patentes y traslado de ganancias. Así como raciona-lizar el consumo de combustibles fósiles para enfrentar el cambio climático”. (G20, 2014)

La décima cumbre se realizó el 15 y 16 de noviembre de 2015 en Antalya Turquía. Los acuerdos firmados en esta cumbre fueron dis-minuir el desempleo, el subempleo y el trabajo informal como fuentes importantes de desigualdad en países en desarrollo, y fortalecer el desarrollo sostenible, en cuanto al acceso a la energía, la seguridad alimentaria y nutrición, así como el desarrollo de los recursos huma-nos, la infraestructura de calidad, la inclusión financiera y la movili-

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zación de los recursos domésticos. Por otro lado, se acordó apoyar fi-nancieramente a las PyMes y a los pequeños agricultores y a los jóve-nes para facilitar sus contribuciones en la actividad económica, y se hizo hincapié en la necesidad de enfrentar problemas vinculados al robo de propiedad intelectual, a la regulación de los mercados finan-cieros y al cambio climático. (Consejo de la Unión Europea, 2015)

Para Leal Villegas (2015), la regulación efectiva del capital, se sus-tentaría en regular los flujos financieros, eliminar los paraísos fisca-les, que el sector financiero cumpla su función de intermediar entre los ahorradores y el sector productivo. Así también se requiere forta-lecer las finanzas públicas mediante una reforma fiscal progresiva que grave a la empresa capitalista. El Estado debe ser una institución social con un proyecto de nación que genere una correspondencia en favor de la empresa productiva y de la inclusión social y que ponga costos al capital financiero internacional. Por otro lado Tomas Piketty plantea que la regulación financiera debe ser mediante la “transmi-sión automática de la información bancaria”, cuyo objetivo es regular el libre flujo de capitales financieros a nivel internacional. Esta regu-lación debe iniciar con el 1% sobre las fortunas de los más ricos del mundo según los informes de Forbes. (Piketty, 2015: 582)

Si bien hay diferentes perspectivas de apreciación de la crisis, casi todos los autores coinciden que se trata de un fenómeno de gran en-vergadura de tal manera que la crisis del capitalismo, es una crisis es-tructural y múltiple, de orden civilizatorio, que abarca el nivel ecológico, alimentario, energético y cultural.

Las manifestaciones de la crisis se concentran en la oprobiosa des-igualdad económica y social que incrementa la pobreza y pobreza ex-trema, al mismo tiempo que crecen las fortunas de pequeños grupos de ricos, que multiplican sus fortunas a costa de la mayoría de la po-blación mundial. Esos niveles de pobreza empujan a la generación de grupos delictivos y a la violencia social, así como a la pauperización de las condiciones de vida de la población, la desnutrición y la putre-facción del tejido social en todas sus formas.

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En particular, Wallerstein (2015) plantea que las estructuras cons-titutivas del capitalismo han entrado en fase terminal desde la década de los sesentas del siglo pasado: “El sistema-mundo se está autodes-truyendo. El sistema-mundo se encuentra en lo que los científicos de la complejidad llaman una bifurcación. Éste significa que el sistema actual no puede sobrevivir, (…). Aunque no podemos predecir qué clase de nuevo sistema emergerá, podemos afectar la decisión entre las alternativas sustantivas disponibles. Pero sólo podemos esperar hacerlo mediante un análisis realista de los vaivenes caóticos existen-tes sin esconder nuestros esfuerzos políticos tras espejismos acerca de reformar el sistema existente o mediante intentos deliberados por ofuscar nuestro entendimiento”.

Un síntoma de lo profundo de los problemas del capitalismo es la crisis ecológica: la contaminación del aire y del agua de los ríos y ma-res; la reducción de la capa de ozono; el crecimiento de los cemente-rios atómicos; la destrucción de selvas y bosques; el cambio climático global que está conduciendo a la extinción de especies enteras de fauna y flora; etc., y, aunque la ciencia ha generado los medios tec-nológicos para resolver y revertir estos problemas y frenar dicha catástrofe de dimensiones planetarias, dicha tecnología no se pone en práctica porque su aplicación no es rentable para la lógica de la acu-mulación de capital. (Aguirre, 2007: 248)

Otro de los síntomas del deterioro del capitalismo, es la crisis ali-mentaria. El sector agrícola está en peligro de extinción; la producción agrícola, incluida la de los países subdesarrollados, se desmantela en beneficio de las empresas trasnacionales y se especula con el precio de los productos básicos empujando a un crecimiento de la pobreza ex-trema de la población. Por ejemplo: “Entre marzo de 2007 y mayo de 2008, el precio de los productos lácteos se incrementó en 80%; la soya 87%, el trigo200% y el de los alimentos en general 75%, dicho au-mento sigue siendo grave para millones de consumidores pobres”. (BM, 2008)

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De acuerdo con la FAO (2009) al finalizar el decenio del siglo XXI 1020 millones de personas padecían hambre en el mundo, como con-secuencia de la crisis económica, la reducción de los ingresos y los ele-vados precios de los alimentos, que se han convertido en mercancía especulativa en el mercado de futuros26, lo que ha sido devastador para la población más vulnerable.

Según el Banco Mundial en 2050, el mundo necesita producir 50% más de alimentos para alimentar a 9000 millones de personas, por lo que es necesario tener en cuenta que el cambio climático es un factor que puede frenar la producción alimentaria hasta en un 25% si no se modifican los métodos de cultivo de los alimentos. En 1914 los pre-cios internacionales de los alimentos disminuyeron en un 14% y un 19% en 2015, este descenso se explica por la caída en los valores in-ternacionales de los alimentos, por lo que entre agosto de 2014 y ma-yo de 2015los precios de los aceites y las harinas disminuyeron en un 16%, otros alimentos en un 14% y los cereales en un 10%. (Banco Mundial, 2015)

Al finalizar el 2015 la FAO (2015), se estiman 795 millones de personas en todo el mundo que padecen hambre, a pesar de que el número de personas con hambre se redujo de1.010, 6 millones en 1990 a 794.6 millones entre 2015-2016, es decir, el número de personas subalimentadas en todo el mundo ha descendido en 216 mi-llones, lo que equivale al 21.4%, pese a que la población mundial cre-ció en 1.900 millones de personas durante el mismo período. La gran mayoría de las personas que pasan hambre viven en las regiones en desarrollo que suman 779.9 millones mientras que en las regiones desarrolladas las personas que pasan hambre solo suman 14.7 millo-nes.

26 El Mercado de Futuros es aquel en el que se realizan contratos en los cuales las partes se comprometen a comprar o vender en el futuro un determinado bien (pro-ducto agrícola, mineral, activo financiero o moneda), definiendo en el presente la cantidad, precio y fecha de vencimiento de la operación.

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Otro componente del deterioro sistémico es la crisis energética, asociada al agotamiento del petróleo, es por ello que en el 2008 el petróleo alcanzó un precio record, y solo 14 de 54 países petroleros siguen aumentando su extracción de crudo, en tanto que 30 países han logrado su auge productivo y los 10 países restantes han iniciado su decrecimiento extractivo (Márquez, 2009: 200). Lo anterior es consecuencia del agotamiento de las reservas recuperables de petró-leo y la concentración de los últimos remanentes por el mundo mu-sulmán, lo que se acompaña de los precios de la “titularización” del petróleo como arma política por parte de grupos del fundamentalis-mo islámico, poniendo en peligro la supervivencia de la civilización basada en los combustibles fósiles, debido a que se da un descenso de la producción y un déficit en la oferta de combustibles líquidos a cor-to y mediano plazo. (López, 2005)

Así también, la crisis cultural está representada por los medios de comunicación que se utilizan para poder difundir la ideología neoli-beral, menospreciando la cultura como espacio de crítica, creación y educación, reduciéndola a su mínima expresión como simple entre-tenimiento y desinformación. La hegemonía cultural global está cen-tralizada en ocho corporaciones transnacionales: AOL, Time Warner, Viacom, Sony, News Corporation, Vivendi Universal, Disney, Ber-telsmann y Liberty Media. La hegemonía cultural estadounidense está en Hollywood, así como en la comercialización de los bienes cul-turales el 40% lo acaparan China, Estados Unidos y Reino Unido y el 60% se concentra en 117 países. (Márquez, 2009: 207)

Es así que para distintos autores, la crisis del capitalismo es una crisis terminal, es el fin de la actividad humana que nació en la anti-gua Grecia, porque el fin del capitalismo es el fin de la política como actividad humana, y de un largo período histórico en el cual la lógica dominante en la relación hombre naturaleza es la lógica de la ganan-cia, de la acumulación de capital. En tal sentido, Harvey (2007) plan-tea que solo hay dos caminos: unirse a los grupos de activistas y opositores al neoliberalismo y plantear propuestas desde el punto de

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vista revolucionario, o dedicarnos a la investigación política y teórica sobre las condiciones existentes del capitalismo neoliberal para su re-estructuración. En el extremo opuesto, los teóricos del capitalismo piensan que la crisis neoliberal es pasajera, que el modelo está bien y que solo necesita ser más humano, cuando es bien sabido que el capi-talismo es inhumano por naturaleza, y que su existencia se sustenta en la generación y reproducción de la desigualdad y la pobreza.

IV.2. El orden político mundial y los nuevos conflictos y alianzas polí-tico-militares.

María Erendira Sánchez Villanueva

En este apartado, se abordan los distintos conflictos armados surgi-dos en el nuevo orden global, como la invasión a Afganistán ya Irak, la revolución de Georgia, el conflicto en Ucrania y la guerra civil en Siria. También se analiza lo relacionado con las armas nucleares en Irán y los últimos acuerdos que se han firmado en este tema, así co-mo el papel que han desempeñado los organismos internacionales como la ONU y la OTAN en el nuevo orden mundial y, por último, se analizan los resultados, la credibilidad y la eficacia de dichos orga-nismos para imponer la paz y la seguridad mundial, influenciados desde luego por Estados Unidos

En el nuevo orden global, lo que destaca es sobre todo el conflicto, la discordia, la guerra, el distanciamiento y el odio o resentimiento entre culturas, sociedades e individuos; nos encontramos en la visión conflictiva de la cultura a nivel global, tal y como ha sido expuesta por Luis Díaz G. Viana, quien sostiene lo siguiente:

Las diferencias raciales, los odios étnicos que parecen resurgir con fuerza en el reino de lo global, no son más que excrecencias de un régimen de intolerancia más profundo que hunde sus raíces en el pa-sado –en un sistema de representación del mundo basado como el oc-

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cidental en la exclusión– y tiende sus tentáculos hacia el futuro que promete más la amalgama, la hibridación cultural, la neutralización de las diferencias que el respeto de las mismas. (Díaz, 2003:72)

Esta visión conflictiva se observó en los brutales atentados terro-

ristas yihadistas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, los cua-les como señala Massimo Borguesi representaron el retorno a la visión conflictiva de la cultura. Después del 11 de septiembre el mun-do aparece nuevamente dividido, marcado por el conflicto y la guerra. (De Haro, 2012: 195)

A partir de estos acontecimientos, Bush justificó la lucha contra el terrorismo, invadiendo Afganistán para derrocar al régimen talibán y tratar de capturar a los líderes de Al Qaeda. La estrategia utilizada fue una pequeña fuerza creada ad hoc para la misión, apoyada perma-nentemente desde el aire y por fuerzas locales; equipada con sofisti-cadas tecnologías y usando avanzadas tácticas derrocó al régimen Talibán e instauró un gobierno de transición afín a Occidente en poco más de un mes. Esta contundente victoria sorprendió a la comunidad de defensa norteamericana, que no dudó en afirmar que la forma en que se habían desarrollado las operaciones eran signos inequívocos de que la llamada “Revolución en Asuntos Militares” estaba muy cer-ca, por lo que propusieron acelerar el proceso de transformación. (Colom, 2013: 683)

Como señaló entonces la Administración Bush, a partir de ese momento será cada misión la que determine la coalición con la que prefiere intervenir, resistiéndose a supeditar su libertad de acción a la toma de decisiones por consenso en la OTAN.

La guerra de Irak también puso en duda, aún de manera más grave la credibilidad de la OTAN, ya que se produjo de forma unilateral y pe-se a la oposición abierta de destacados miembros de la Alianza, como Francia y Alemania, ésta inició en marzo de 2003 e implicó un giro drástico en la política militar y geoestratégica de Estados Unidos en razón de que se emprendió con base en el principio del “ataque pre-

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ventivo”, el cual fue invocado por Bush Jr. con el pretexto de una su-puesta posesión de armas de destrucción masiva por parte del régi-men de Saddam Hussein, lo cual se comprobó que era falso. De esa forma se impuso, en el mundo un crudo “globalismo unilateral”, co-mo lo calificó Huntington (1999), por lo que Estados Unidos, tuvo que buscar la colaboración de otras potencias para compartir los ob-jetivos y sobre todo los costos de esa guerra, todo con la complicidad de la comunidad internacional encarnada en la ONU.

El Pentágono desarrolló un sofisticado plan de operaciones, tras un breve despliegue y concentración de fuerzas, un destacamento conjunto terrestre-anfibio con permanente apoyo aéreo paralizó el régimen iraquí, causó una total confusión entre las filas de sus fuer-zas armadas, anuló toda oposición militar digna de mención y logró un triunfo fulminante, aplastante y decisivo en cuestión de semanas. (Colom, 2013: 684)

Durante este periodo se empleó armamento sofisticado, sistemas de uso dual o armas sencillas y asequibles usadas de forma novedosa; explotación de las tecnologías de la información para obtener inteli-gencia, garantizar el mando y control de las operaciones, difundir efi-cazmente su mensaje político o planear ciber ataques contra las redes civiles y militares del adversario; una organización interna flexible, adaptable y articulada en red; su completa indefinición normativa y total desprecio a los usos y costumbres de la guerra tradicionalmente aceptados por la comunidad internacional; la variedad de fuentes de financiación manejadas o el eficaz empleo de todos los medios que estén a su disposición para infligir el máximo daño a su adversario; ilustrar sobre los peligros que plantean las formas de guerra asimé-trica sobre unos ejércitos que todavía no han superado el paradigma bélico de la Guerra Fría y favorecer un proceso de “Transformación” que proporcione a las fuerzas armadas del país las capacidades re-queridas para enfrentarse a cualquier adversario, en cualquier am-biente y en toda la gama de las operaciones. (Colom, 2013: 686 y 687)

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Para resolver los conflictos antes señalados, la ONU, como instru-mento supranacional encargada de salvaguardar la paz y seguridad entre las naciones, se mostró bastante ineficaz. Parte de estos resul-tados tuvieron que ver con el Consejo de Seguridad que mantiene el estatus de las naciones ganadoras del conflicto bélico mundial, lo que facilita la parálisis de la acción internacional, a causa de las diferen-cias existentes entre las potencias miembros con derecho a veto. Ello facilita que Estados Unidos actúe con independencia hegemónica, al margen de Europa que no tiene representación específica, si bien Francia y Gran Bretaña están en el Consejo. (Sintes, 2009)

Lo anterior, mostró la necesidad de que la ONU, se someta a una revisión para adaptarse a las circunstancias actuales, reconociendo que tal reorganización ya fue iniciada hace años, pero que no termina de superar la fase de proyectos. En el año 2005, se celebró una cum-bre mundial de la ONU que dejó claro el desinterés de las grandes na-ciones por las reformas. Sobre ello, un informe de Kofi Annan –en ese entonces Secretario General de la ONU–, decía: “En los últimos años esta cuestión ha dividido profundamente a los Estados miem-bros”. Pero se refería al derecho de los Estados a emplear la fuerza militar de manera anticipada (Documento ONU A/60/LI), lo que de-muestra claramente que la ONU es utilizada para los intereses de las grandes potencias. (Sintes, 2009)

Otro organismo es la Alianza Atlántica, quién jugó y ha jugado, un papel trascendental. Ha ganado en flexibilidad, en adaptación a los nuevos retos y escenarios. Es un claro referente cuando se habla de seguridad y de estabilidad porque obtiene de Estados Unidos sus ma-yores capacidades militares y el apoyo para ampliar su influencia hacia el Este, en dirección al futuro centro de gravedad estratégico; de Europa ha sabido extraer la amplia legitimidad que da la multinacio-nalidad, el compromiso suficiente para acometer misiones específicas y su contribución al sostenimiento económico de la Organización, pa-ra las escindidas repúblicas de la antigua URSS, la OTAN ha significado

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seguridad, apertura, colaboración internacional, transparencia. (Sin-tes, 2009: 12)

Durante su presidencia (2000-2008) Putin basó su política inter-ior y exterior en el concepto de la llamada “democracia soberana” que defiende que Rusia debe seguir su propio proceso de democratiza-ción, sin tener que copiar el modelo Occidental. Si el sistema político ruso tenía importantes defectos, también los tenían los países Occi-dentales, por lo que no había razón para que éstos dieran lecciones a Rusia. Como consecuencia, la política exterior de Rusia se fue situan-do progresivamente al margen y, en ocasiones, en contra de las posi-ciones defendidas por los países Occidentales. Entre Rusia y los aliados Occidentales llegaron a producirse episodios de gran tensión. (Cámara, 2010: 4)

Uno de estos episodios fuertes fueron las discrepancias y los enfren-tamientos con Estados Unidos al tratar temas como la ampliación de la OTAN, la defensa contra misiles o los intentos norteamericanos de au-mentar su influencia en lo que Rusia consideraba su “dominio reserva-do”, el espacio post‐soviético. Con Putin, Rusia parecía situarse de nuevo como rival de occidente pero no sobre una base ideológica –como ocurrió durante la Guerra Fría– sino desde un planteamiento fuerte-mente nacionalista que actuó como aglutinante de la mayoría de los ciudadanos rusos en torno a su líder. (Cámara, 2010: 4)

Otro de los episodios fue la Revolución de la Rosa en Georgia y la Revolución Naranja ucraniana, las cuales fueron percibidas en Moscú no sólo como una disminución de su influencia política en ambos países, sino como una amenaza política para la supervivencia de su propio régimen, que podría enfrentarse a un movimiento organizado de contestación interna impulsado desde el exterior. Estos producido un alejamiento definitivo de la órbita rusa en favor de la modernidad representada por Occidente. Esto se interpreta en el Kremlin como una estrategia para aumentar su exclusión del resto de Europa, así como para presionar más eficazmente desde el exterior en sus pro-pios asuntos internos. (Morales, 2010: 206)

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La guerra entre Rusia y Georgia en el verano de 2008, puso de ma-nifiesto la alianza con las políticas de la administración estadouniden-se, ya que un líder con firme apoyo de Washington y perspectivas de una pronta admisión en la OTAN, el presidente Saakashvili, no vaciló en tomar la decisión de emplear la fuerza para recuperar el control del territorio de Osetia del Sur, aun sabiendo que Moscú aprovecharía este hecho para responder con una intervención militar abrumado-ramente superior. Una vez finalizadas las hostilidades, en un breve plazo gracias al papel de la Unión Europea como mediadora, los re-sultados arrojaban un saldo negativo para los intereses y la credibili-dad internacional de ambas partes; aunque, tanto los separatistas surosetios como los abjasios pudiesen aprovechar la guerra para jus-tificar su declaración de independencia. (Morales, 2010: 206)

Georgia no es poseedor de petróleo en su subsuelo, pero se halla en la ruta del petróleo entre el mar Caspio y el Mediterráneo, una forma directa de llegar a occidente sin tener que pasar por Rusia o por Irán, con los riesgos geopolíticos que ello encierra, especialmente para los Estados Unidos

La revolución naranja que llevó a la presidencia a Yúshenko, anuló los motivos políticos que dieron lugar a abastecer en condiciones pre-ferenciales de gas a Ucrania por parte de Rusia, las cuales se habían heredado del antiguo bloque soviético. La compañía gasista Gazprom quería que las tarifas pagadas por Kiev reflejaran la nueva situación, sin lograr un acuerdo, hasta que en los primeros días de 2006 se de-cidió a cortar el suministro, lo que hizo que un pequeño número de clientes europeos perdiera el suministro, esto fue suficiente para aler-tar sobre las consecuencias de una escalada del conflicto. (Moré, 2006: 2)

A partir de esta situación, se alcanzó un acuerdo en el que el ven-cedor es claramente Rusia. Aunque Moscú no ha logrado su objetivo de controlar la red de gasoductos ucraniana, consigue un significativo incremento en el precio que cobra a Ucrania. Incluso considerando que las ventas se realizarán por medio de un intermediario del que

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Gazprom solo controla directamente el 50%, el broker moscovita United Financial Group ha calculado que Gazprom terminará ingre-sando 880 millones de dólares más en 2006 gracias al acuerdo. (Moré, 2006: 2)

Esta crisis tiene una dimensión política porque provocó la caída del gobierno ucraniano y pone de manifiesto la situación de indefen-sión en que se encuentra Europa frente a otra crisis semejante, es de-cir, la necesidad de reconsiderar su estructura y fuentes de abastecimiento energético, ahora lideradas precisamente por Rusia. (Moré, 2006: 4)

Otro de los conflictos militares-políticos en el Oriente Medio ha si-do la guerra civil en Siria, la cual fue resultado de la desintegración del Impero Otomano impuesta por las potencias coloniales como re-sultado del Acuerdo Sykes-Picot. Siria se caracteriza por su gran complejidad étnica y religiosa, y en dicho país en marzo de 2011 co-menzaron manifestaciones populares, primero pacíficas y después armadas, que fueron extendiéndose a todo el territorio. El país fue la cuna del nacionalismo árabe y es teóricamente laico pero muy dividi-do demográficamente, donde predominan los suníes, y también exis-ten minorías chiitas, cristianas, drusas y kurdas. (Molteni, 2013: 170)

El presidente de Siria, Basar Al-Assad, heredó el poder de su padre Hafiz Al-Assad, quién desde 1970 gobernó en forma dictatorial lo-grando mantener la estabilidad política, hasta su fallecimiento en ju-nio del 2000. Los Al-Assad pertenecen a una minoría alauí –o seguidores de Ali–, vinculada con los chiitas, y han logrado controlar Siria, pese a ser solo el 12% de una población estimada en 21 millones de habitantes. En el año 2009 Al-Assad prometió un proceso de de-mocratización que no cumplió. Sin embargo, superó el aislamiento occidental que se le impuso a consecuencia de su intervención en el Líbano, su vinculación con el asesinato del ex Primer Ministro Rafiq Hariri y sus relaciones con Irán, situación que ha mutado con la “Primavera Árabe”, la que abre un nuevo capítulo en la historia de su país y de la región. (Molteni, 2013: 171)

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Al comenzar los incidentes, Al-Assad argumentó que la inestabili-dad que se extendió a su país no se debía a una cuestión interna, sino a una conspiración externa organizada por los Estados Unidos e Isra-el, y su respuesta fue una feroz represión, que en más de dos años causó más de cien mil víctimas. Como consecuencia, la situación humanitaria se ha deteriorado y los refugiados cruzan las fronteras huyendo hacia el Líbano, Jordania, Irak y Turquía, y más reciente-mente hacia Europa. Al-Assad cuenta con el apoyo del ejército, de las fuerzas de seguridad, y de los denominados “shabbiha”, donde los alauí son mayoría, pero también con el asentimiento de diversos gru-pos sociales y de otras minorías que temen el triunfo de la oposición, fundamentalmente sunita. También mantiene una alianza con Irán, el único país que tiene sus tropas especiales peleando en territorio si-rio. Algunos analistas destacan que, en realidad, está luchando su propia guerra a expensas del pueblo sirio. (Molteni, 2013: 171 y 172)

La posibilidad de alcanzar una solución política mediante una ac-ción decidida del Consejo de Seguridad, chocó con la posición rusa y china las cuales vetaron varios proyectos de resolución. Los Estados Unidos han buscado un acuerdo con Rusia para intentar ponerle fin a la violencia pero, Moscú se ha opuesto a una solución que desplace a Al-Assad del poder, argumentando que el conflicto debe resolverse a través de negociaciones y que se lo debería incluir en cualquier arre-glo. (Molteni, 2013: 173)

Rusia considera a la guerra civil en Siria, como un acontecimiento significativo en su política para mantener su influencia en la región. La opinión contraria al régimen, está representada, entre otros, por los Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, pero también por Tur-quía, Jordania, Arabia Saudita y los demás integrantes del CCG. Was-hington, en su momento sostuvo que los días de al-Assad estaban contados, ha sido reacio a una opción militar, entre otras razones, por sus propias experiencias en Irak y Afganistán y su interés prioritario en la agenda interna, pero la extrema prudencia del Presidente Oba-ma que se funda también en el convencimiento de que los aconteci-

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mientos en Siria están fuera de su control, fue criticada por políticos y medios de prensa que la interpretaron como una falta de liderazgo y, en cambio, favorecen una intervención por razones humanitarias y estratégicas. (Molteni, 2013: 173 y 174)

Otra amenaza y riesgo son las armas nucleares, sobre todo en Irán. En agosto de 2002, trascendieron las investigaciones secretas de Irán para el enriquecimiento de uranio, no informadas al Organismo In-ternacional de Energía Atómica. Así se supo que en el año 2000, Te-herán había comenzado la construcción en Natanz de una planta de enriquecimiento para aumentar el porcentaje del isotopo U-235 en el uranio natural y se conoció también la construcción de otras instala-ciones para la producción de Agua Pesada y un reactor de ese tipo en Arak, que también puede utilizarse en armas nucleares. Estos desa-rrollos no hubieran sido ilegales de acuerdo al artículo IV del Tratado de No Proliferación Nuclear, que otorga el derecho inalienable a to-dos los estados partes de desarrollar, investigar, producir y utilizar la energía nuclear con fines pacíficos. (Molteni, 2013: 176)

Para Irán, la conversión de uranio, su enriquecimiento y la separa-ción del plutonio, responderían a los propósitos de los países que buscan alcanzar relevancia debido a su poderío nuclear, de ser capa-ces de protegerse de un Estado rival que haya proliferado, o defen-derse de un eventual ataque externo y, también, volverse inmune a las presiones internacionales. El objetivo occidental, fue la adopción de sanciones, a pesar del interés de Rusia y China de restringirlas, pe-ro finalmente el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución que pidió a Irán que suspendiera sus actividades de enriquecimiento y reprocesamiento, incluidas las de investigación y desarrollo y resol-viera los temas pendientes con el Organismo Internacional de Energ-ía Atómica, antes del 31-8-2006, sobre la base del Capítulo VII de la Carta de la ONU. (Molteni, 2013: 176 y 177)

Con el objetivo de que Irán abandonara las implicancias militares de su programa nuclear, se adoptó una combinación de sanciones y negociaciones, que en este caso, están a cargo del P5+1 (Estados Uni-

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dos, Rusia, China, Reino Unido y Francia más Alemania). En una primera etapa, se ofrecieron una serie de beneficios condicionados nuevamente a la suspensión del enriquecimiento pero Irán las re-chazó, especulando con la no imposición de sanciones, donde se le pide a Irán la suspensión de sus actividades de enriquecimiento y re-procesamiento, como una forma de ganarse la confianza de la comu-nidad internacional de que sus actividades no constituyen una amenaza para la paz y la seguridad. Asimismo hacen referencia a numerosos incumplimientos por parte de Irán y cuatro de ellas, le imponen obligaciones adicionales y sanciones limitadas dentro del marco del capítulo VII de la Carta. Cabe recordar que todos los Miembros de la ONU han convenido en aceptar y cumplir las decisio-nes del Consejo de Seguridad. (Molteni, 2013: 177 y 178)

Importantes analistas destacan que en Irán existe un mesianismo religioso, un nacionalismo persa, y un resentimiento radical contra el orden mundial establecido, derivado del origen revolucionario del régimen, que teme a las ideas y valores foráneos que puedan lesionar su fuerza, legitimidad y cohesión social. En consecuencia, su política ha sido dilatar las negociaciones, considerando a su plan nuclear co-mo un objetivo nacional legítimo, aun cuando en el horizonte se per-ciba la posibilidad de una acción militar. (Molteni, 2013: 186)

Nuevamente en febrero de 2014 representantes del P5+1 e Irán se reunieron en Viena, Austria, en donde acordaron un marco general para continuar con las negociaciones pertinentes y llegar a un acuer-do final, de carácter comprensivo; dicha iniciativa fue fuertemente rechazada por Israel, quién señaló que se estaba poniendo énfasis en la transparencia pero no en la reducción de las capacidades nucleares iraníes. (OETEC, 2015: 3)

Finalmente en Lausana, Suiza, el dos de abril del 2015 Irán y el grupo P5+1 alcanzaron un acuerdo marco preliminar denominado Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) sobre el futuro de las acti-vidades nucleares desarrolladas por el país persa y el levantamiento de las sanciones económicas. En dicho documento Irán se compro-

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metió a: reducir a más de la mitad el número de centrifugadoras que posee, permitir el acceso de los inspectores de la OIEA a todas sus ins-talaciones nucleares sin restricciones de ningún tipo, no enriquecer uranio por encima del 20% y a no construir nuevas instalaciones nu-cleares por un período de 15 años. A cambio de ello, Estados Unidos, la Unión Europea y sus aliados se comprometieron a levantar las san-ciones económicas impuestas al país a medida que Irán cumpla con lo pactado. (OETEC, 2015: 3 y 4)

Como se puede observar, los conflictos después de la guerra fría continúan siendo muy graves y de ninguna manera se ha llegado al fin de éstos; un aspecto relevante es el gasto militar mundial, el cual en 2014 fue de 1,776 billones de dólares, cifra que representa un 2,3% del producto interior bruto mundial o 245 dólares por persona. (SI-

PRI, 2015: 14) Durante 2014 el gasto militar se ha incrementado rápidamente en

África, Europa del este y Oriente Medio por los numerosos conflictos regionales como los de Ucrania, Iraq y Siria, entre otros; también ha aumentado en Asia y Oceanía, aunque esto se deba exclusivamente a China; en América Latina y el Caribe prácticamente permaneció inva-riable en relación con 2013, por la lucha contra los cárteles de la dro-ga en América Central, a pesar de que Brasil, el líder regional, recortó su gasto debido a las dificultades económicas. (SIPRI, 2015: 14)

La siguiente gráfica, nos muestra los miles de millones que por re-gión de manera general y después por países se gastaron militarmen-te durante 2014, destacando que el país que más ha gastado ha sido Estados Unidos

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Respecto a los conflictos armados, conclusiones preliminares de enero de 2015 indican que en 2014 hubo más guerras que en cual-quier otro año desde el año 2000, lo que significa un año especial-mente violento, sobretodo porque en el 2013 hubo pocos indicadores, que predijeran los episodios de violencia que se desencadenaron en 2014, en particular la anexión de Crimea por parte de Rusia y el apo-yo del separatismo violento en el este de Ucrania. En menor medida, se puede decir lo mismo sobre la brutalidad de Boko Haram en Nige-ria y de Estado Islámico (EI) en Iraq, así como en relación a la guerra de Gaza de 2014. (SIPRI, 2015: 6)

Por otra parte, hay pruebas que demuestran que los estados con medidas más estrictas sobre la igualdad de género tienen menos pro-babilidades de caer en una guerra civil, en una guerra con otros esta-dos o en abusos generalizados de los derechos humanos que los estados con medidas poco importantes. De hecho, las guerras de 2014 mencionadas anteriormente parecen coincidir con las zonas donde las relaciones de género han empeorado ostensiblemente, so-

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Gráfica IV. 1 Gasto Militar Mundial , 2014M

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Fuente: SIPRI (2015) Región

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bre todo en partes de África y Oriente Medio. Por ello, el empeora-miento de la opresión de las mujeres es especialmente inquietante debido a la relación entre la igualdad de género y la paz. Por tanto, es probable que las políticas de exclusión social dirigidas principalmen-te contra las mujeres generen tensiones en la sociedad y hagan presa-giar guerras dentro de los estados y entre estados. Estas políticas sirven como indicadores de alerta temprana para una comunidad in-ternacional preocupada por la paz y la seguridad. (SIPRI, 2015: 6) IV.3. Problemas actuales y perspectivas de la globalización.

María Magdalena Adela López Rivera

En el presente apartado se desarrolla una serie de ideas, en torno a los problemas actuales y perspectivas de la globalización que aconte-ce en el mundo actual, lo que ha llevado a varios autores a generar propuestas de cambio ante la situación de crisis permanentes en el sistema capitalista y ante los desequilibrios económicos, financieros, sociales, políticos y culturales que se expresan en los indicadores de desarrollo humano y en que parece, en ocasiones, no haber salida a las condiciones de marginación y pobreza en que hoy vive la mayoría de la población.

Como se ha podido constatar a lo largo de los diversos apartados del presente texto, la globalización no sólo es económica, también tiene una dimensión política, comunicativa, educativa y cultural. Después de la segunda guerra mundial, el mundo quedó dividido en el bloque soviéticos y el estadounidense, dando pie a la llamada guerra fría, misma que terminó entre fines de los años 80, con la caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989, e inicios de los años 90 –con la desintegración de la Unión Soviética en diciembre de 1991–, abriendo paso a diversos anuncios referidos a una supuesta eternización del capitalismo y a un dominio absoluto de los Estados Unidos sobre el conjunto del sistema mundial. (Calvo, 2001)

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Es en ese escenario, de fin de la guerra fría, que el proceso globali-zador se despliega con mucha fuerza, apuntando en distintos sentidos a la unificación económica del mundo acompañada del despliegue de diversos instrumentos de la política, la diplomacia y las armas, a través de los cuales se ha vivido una globalización bajo los marcos del patrón neoliberal.

Bajo esos marcos, la globalización ha dado lugar a mayores niveles de vinculación entre los diferentes espacios del mundo, a través de la reducción de costos de transporte y, el desmantelamiento de barreras a los flujos de bienes, servicios y capitales, y la mayor movilidad de personas, tecnologías, ideas y conocimientos.

Así también, tal como se revisó a lo largo del presente texto, la glo-balización implica cambios significativos en las comunicaciones, la educación y la cultura, si bien todo ello ocurre en un contexto que difícilmente se corresponde con los frutos positivos que se esperaban del avance de la globalización, ya que dicho avance ha ido arrojando ganadores y perdedores, mejoras en algunos aspectos de la vida humana y empeoramiento en otros aspectos, así como una fuerte acentuación de las desigualdades económicas y sociales.

El modelo neoliberal dentro del cual se ha desenvuelto hasta ahora la globalización, le ha asignado a ésta contenidos y fines claramente negativos, llevando a que dicho desenvolvimiento no sea a favor de los países pobres, ni de los pobres en los distintos países, ni a favor del medio ambiente, ni a favor de un funcionamiento de la economía mundial donde estuvieran ausentes las crisis y los desequilibrios sistémicos. (Chavarría y García, 2004)

En esas condiciones no resulta extraña la exigencia de otra globali-zación, la construcción de alternativas desde muchos espacios socia-les, y las protestas que usualmente acompañan a las reuniones de los organismos que aparecen definiendo los actuales rumbos del proceso globalizador (OMC, OCDE, BM, FMI, G7, G20, etc.).

Esos rumbos de la actual globalización no han sido definidos por motivos técnicos-económicos ni por consideraciones de pertinencia

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social; por el contrario su definición, ha surgido de intereses que poco tienen que ver con lo socialmente necesario y que más bien respon-den a estrategias políticas y de poder definidas por sectores clara-mente minoritarios de la población mundial.

La globalización no responde a situaciones económicas inevitables que fuerzan un camino único, sino a situaciones originadas en deci-siones políticas respondiendo a relaciones de poder específicas, es así como el capitalismo financiero y el poder económico-militar de Esta-dos Unidos se impone al resto de los países.

El G-7, la OTAN, el FMI, la OMC y el BM, son instituciones dedicadas a ejecutar las órdenes del poderío de la oligarquía financiera interna-cional así como del poderío estadounidense, organizando la econom-ía global para beneficio de esa minoría y perjudicando a la mayoría por explotación o por exclusión, generando desigualdades, que en esencia son un problema político. Esta situación económica en la que se defiende al capitalismo salvaje es ignominiosa ya que el empobre-cimiento de los sectores populares, genera un mayor enriquecimiento de los sectores privilegiados y elitistas. Es así como el imperio de Es-tados Unidos ha conseguido organizar la economía mundial a través del mercado mundial único y el neoliberalismo es el dogma de esta forma de comprender el mundo de hoy.

Ha utilizado al capital financiero, sinónimo de usura, egoísmo y competitividad, o ley del más fuerte, la globalización que pertenece a la humanidad ha sido arrebatada por el capital y en lugar de expre-sarse en términos de igualdad, equidad, se expresa en función del egoísmo utilitarista, es así como no es el aspecto económico el que da la clave para entender a la globalización, sino la lectura política que subyace detrás de ésta.

En los países anglosajones neoliberales, principalmente en el caso de Estados Unidos, pero también en el caso de Reino Unido, la bre-cha entre los ricos y los pobres también tiende a crecer y esto se debe a que en un sistema económico en el que las megacorporaciones no en-cuentran ningún tipo de traba para absorber al más pequeño, el pano-

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rama económico y el propio tejido productivo se encuentra cada vez menos atomizado y cada vez más centrado en el número menor de em-presas multinacionales que cada vez más controlan un mayor porcenta-je del PIB, esto lleva ocurriendo años en países neoliberales del primer mundo y se ha impulsado con la crisis reciente. (De Souza, 2005)

En el caso de los países como Suecia, Noruega, Finlandia y Dina-marca, aun perteneciendo al mercado global neoliberal, han sido históricamente menos reacios intervenir sus Estados en asuntos económicos, y en regular los mercados locales, sin embargo, en estos países las diferencias entre personas con rentas altas y con rentas ba-jas es bastante menor que en los países anglosajones, que aun siendo más ricos en términos absolutos, distribuyen su riqueza entre menos que en el caso de esas economías. (Stiglitz, 2006)

En términos generales, el paradigma político-social del darwinis-mo social no ha sido erradicado del bagaje cultural, sino que ha sido rediseñado para buscarle una nueva ubicación menos visible, con un nuevo posicionamiento dentro del engranaje económico mundial de-nominado como “El Libre Mercado”, sus bases y redes de acción se han visto incluso incrementadas con respecto a sus primigenias. (Sti-glitz, 2006)

Se debe dar un paso hacia un nuevo paradigma social, político, económico y cultural, en el que prime la dimensión social y la dimen-sión ecológica, ya que el consumo de los países industrializados; ya que tal como se ha dado a conocer en diversos foros, que el ratio de consumo de los países industrializados, se necesitan hasta cuatro planetas Tierra para poder soportar un crecimiento simétrico soste-nido del conjunto de la humanidad. No se puede mantener el ratio a costa del grupo de países en vías de desarrollo, que hablando estric-tamente en términos demográficos, representan hasta el 85% de la población mundial. Se debe buscar un nuevo tipo de modelo en el que la maximización del beneficio no se al único y principal objetivo. (Sti-glitz, 2006)

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La implementación de sistemas de control de problemas tales co-mo: la minimización de la huella ecológica, la inestabilidad financiera o desequilibrios financieros, la desigualdad de la redistribución de la riqueza, la mercantilización de la vida económica y social, la falta de protección social, de sostenibilidad financiera, de desmercantiliza-ción de la política de la política, de participación democrática directa, y de redistribución simétrica de la riqueza son ineludibles si se quiere asegurar un futuro de justicia y paz social.

Lamentablemente las viejas estructuras de control están formadas en la actualidad por megacorporaciones cuyos tentáculos abrazan to-dos los espacios estratégicos necesarios para el cambio: medios de co-municación, partidos políticos, emisiones de moneda, entidades bancarias y gobiernos, entidades bancarias y gobierno las IFI control de la deuda externas como son el FMI, BM. Por tanto, cualquier cambio de los rumbos de la globalización es en la actualidad inviables desde de dentro del sistema (partidos políticos, instituciones financieras, etc.). Se debería conducir desde fuera del mismo y para ello es la sociedad la que debe tomar conciencia de la realidad económico-político-social y cultural en la que se vive, de cómo se ha llegado a ella, de que proble-mas éticos y de redistribución conlleva, y de cómo se debe mejorar, cuáles serían las alternativas de mejora probables. (Stiglitz, 2009)

Sólo de esa manera, desde abajo, desde lo particular a lo general, desde lo micro a lo macro, se puede avanzar conjuntamente para al-canzar los objetivos que garanticen la existencia de una verdadera democracia y de una verdadera justicia social.

Aunque el cambio debe ser principalmente desde afuera, no se puede dejar de lado la posibilidad de ampliar el liderazgo y la coope-ración entre los estados y en las organizaciones internacionales, se requiere un enfoque coherente que establezca prioridades, un com-promiso más sistemático con la sociedad civil, se debe tomar en cuen-ta el G-20 que incluye potencias emergentes como Brasil, China, la India y México, que se convierten en portavoz de gobernanza mun-

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dial y en el que no sólo se hagan propuestas, sino se den procesos de democracia participativa.

La colaboración y cooperación entre la diversidad de subjetivida-des y la participación ciudadana son una salida al proceso de globali-zación actual; sin embargo, ello no será posible mientras las economías del Norte no quieran mirar realmente hacia las economías del Sur y sobre todo, si sólo se comprometen a hacer cambios que no afecten a sus intereses económicos, políticos y de medio ambiente, como nuevamente el fracaso de la COP 21, en la que al final sólo se dijo que sí siempre y cuando se cambiara el término de “comprome-terse” a “deberá comprometerse sólo si no afecta sus intereses”, con lo que esos acuerdos al final sólo terminan beneficiando a las eco-nomías dominantes, en términos económicos, sociales, políticos am-parados bajo el gasto militar que poseen. (Stiglitz, 2012)

Boaventura de Sousa (2005), menciona la importancia entre de-mocracia participativa y la democracia representativa, en que los va-lores de la cooperación están insertos dentro del proceso político porque la rendición de cuentas no se da hoy de modo eficaz sin de-mocracia participativa, los ciudadanos tienen conocimientos suficien-tes para evaluar los problemas y proponer soluciones ya sea de forma individual o de forma colectiva, a partir de la experiencia que se han vivido en los movimientos sociales y desde las organizaciones socia-les, se tiene que trabajar juntos, formular ideas y trabajar comunita-riamente, la participación ciudadana, es una forma democrática que se está desarrollando, son los grupos populares, la cultura que es tan tradicional como emergente, quienes reinventan la vida al mismo tiempo que contextualizan sus aspiraciones, y esta es una lección universal, que es importante para los países del Norte, donde las de-mocracias son, en este momento, de baja intensidad, y sobre todo en el país que domina el mundo y en donde el dinero es el que decide quién es presidente.

La colaboración y cooperación entre la diversidad de subjetivida-des y la participación ciudadana son una salida al proceso de globali-

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zación actual; sin embargo, ello no será posible mientras las econom-ías del Norte no quieran mirar realmente hacia las economías del Sur y sobre todo, si sólo se comprometen a hacer cambios que no afecten a sus intereses económicos, políticos y de medio ambiente, como nuevamente el fracaso de la COP 21, en la que al final sólo se dijo que sí siempre y cuando se cambiara el término de “comprometerse” a “deberá comprometerse sólo si no afecta sus intereses”, con lo que esos acuerdos al final sólo terminan beneficiando a las economías dominantes, en términos económicos, sociales, políticos amparados bajo el gasto militar que poseen.

Es así como una propuesta de salida a la globalización que hace De Sousa es:

Dejar claro que la resistencia no es una multitud, no es la multitud de nadie, son sujetos concretos que se están organizando y que compar-ten luchas locales y las articulan globalmente, son estos sujetos con una vocación universal y a partir de una incompleta; y en donde nadie quiere ser el sujeto histórico, protagónico por excelencia, (los obreros, los campesinos, las mujeres, los indígenas, los activistas de los dere-chos humanos, los pacifistas, los grupos ecologistas, los gays, etc.) se convierten en luchas de nuevas subjetividades, que son colectivas, que tienen una idea de que sus luchas son importantes, pero no son nada únicas y por eso quieren compartir el mundo con otras subjetividades y otras luchas y se organizan de ese modo, por tanto el Foro Social Mundial otorga el espacio donde esas subjetividades se encuentran, buscan articulaciones sin llegar a un canibalismo entre ellas; nadie es más importante que el otro, ni sus luchas lo son. La idea no es que las mujeres o los indígenas se apiñen todos juntos; son formas de subje-tividad distintas y todas comparten entre sí para enriquecer y rein-ventar la emancipación social sin que una pueda decirse que es más importante que la otra. Esto es lo nuevo y es lo que, no ha sido capta-do por teóricos que no tienen contacto con lo que pasa con los movi-mientos sociales.” (De Sousa, 2005)

229

Glosario ACNUR. Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugia-

dos. ACP. Acuerdos Comerciales Preferenciales. ALBA-TCP. Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra

América-Tratado de Comercio de los Pueblos. APEC (sigla en inglés). En español: Cooperación Económica de Asia y

el Pacífico. ASEAN (sigla en inglés). En español: Asociación de Naciones del Su-

deste Asiático. BM. Banco Mundial. BRIC. Brasil, Rusia, India y China. BRICS. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica CAME. Consejo de Ayuda Mutua Económica. CCG. Consejo de Cooperación del Golfo. CELAC. Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. CEPAL. Comisión Económica para América Latina y El Caribe. CO2. Dióxido de Carbono. COP21. XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático. DEG. Derechos Especiales de Giro. Estados Unidos Estados Unidos de América. ETN. Empresas Transnacionales. FAO (sigla en inglés). En español: Organización de las Naciones Uni-

das para la Agricultura y la Alimentación. FMI. Fondo Monetario Internacional. FNL. Frente de Liberación Nacional de Vietnam. GATT (sigla en inglés). En español: Acuerdo General sobre Aranceles

Aduaneros y Comercio. IDH. Índice de Desarrollo Humano. IED. Inversión Extranjera Directa. IFI. Instituciones Financieras Internacionales.

230

MERCOSUR. Mercado Común del Sur. Modelo ISI. Modelo de Industrialización por Sustitución de Importa-

ciones. OCDE. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. ODM. Objetivos del Desarrollo del Milenio. ODS. Objetivos de Desarrollo Sostenible. OECE. Organización Europea de Cooperación Económica. OIC. Organización Internacional de Comercio. OIEA. Organismo Internacional de Energía Atómica. OIM. Organización Mundial para las Migraciones. OMC. Organización Mundial del Comercio. OMPI. Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. ONG. Organismos no gubernamentales. ONU. Organización de las Naciones Unidas. OPEP. Organización de Países Exportadores de Petróleo. OTAN. Organización del Tratado del Atlántico Norte. P5+1. Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia más

Alemania. PI. Propiedad Intelectual. PIB. Producto Interno Bruto. PMA. Programa Mundial de Alimentos. PNB. Producto Nacional Bruto. PNUD. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. PyMes. Pequeñas y Medianas Empresas. SAFTA (sigla en inglés). En español: Zona de libre comercio del Asia

Meridional. SCAP (sigla en inglés). En español: Comandante Supremo de las

Fuerzas Aliadas. TELMEX. Teléfonos de México. TLCAN. Tratado de Libre Comercio de América del Norte. TPP (sigla en inglés). En español: Acuerdo Transpacífico de Coopera-

ción Económica. UE. Unión Europea.

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UNASUR. Unión de Naciones Suramericanas. UNCTAD (sigla en inglés). En español Conferencia de las Naciones

Unidas sobre Comercio y Desarrollo. UNESCO (sigla en inglés). En español: Organización de las Naciones

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Globalización y sus tendencias económicas y políticas Coordinado por Jaime Estay Reyno

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