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Introducción a la historia de las técnicas Bertrand Gille Prólogo de Santiago Riera i 'Iuebols CríticalMarcombo Barcelona

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Page 1: Gille Bertrand Introduccion a La Historia de Las Tecnicas 1

Introducción a la historiade las técnicas

Bertrand Gille

Prólogo de

Santiago Riera i 'Iuebols

CríticalMarcomboBarcelona

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los ti.t~lan:s

del copyrighl, bajo las sanciones establecidas en las le~e~ la TeproducclO~ totalo parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, I;omprendldosla reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares

de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

Título original:PROLÉGOMENES Á. UNE HISTOIRE DES TECHNIQUES,

de Hístoire des Tecníques, Gallimard, París

Traducción castellana deJOSÉ'. MANUEL GARCÍA OE LA MORA

Diseño de la colección: Batallé(f) 1978: Éditions GaHimard

© 1999 de la traducción castellana para España y América:EDITORIAL CRíTICA, Barcelona

ISBN: S4~7423-942-7 (por Editorial Crítica)ISBN: 84-267-1205-3 (por Marcombo, S.A.)

Depósito legal: a 15.999-1999Impreso en España

1999.-HUROPE, S.L, Lima, 3 bis, 08030 Barcelona

cultura Libre

Prólogo

Cuando, a mediados de la década de los setenta, leí la obratitulada Tecnología medieval y cambio social de Lynn

White,' se abrió un campo de insospechadas perspectivas enmis estudios e investigaciones históricas. A pesar de que elautor trata diversos temas pertenecientes a la historia de lastécnicas, el estudio sobre la llegada del estribo a Europa y surelación con la aparición de un nuevo sistema socioeconómi­co, el feudalismo, centró de inmediato mi interés.

White empezaba rindiendo un tributo de gratitud a MarcBloch, «el cerebro más original entre los medievalistas denuestro siglo», y a Lefebvre des Noéttes por sus estudios so­bre la utilización de la energía animal. Dos historiadores cita­dos también por Bertrand Gille en los «Prolegómenos», cuyatraducción ofrecemos hoy al estudioso, de su excelente obraHistoire des techniques?

l. L. White, Tecnología medieval y cambio social, Paídós, Buenos Aires,1973.

2 R GiIle, Histoíre des techniques, Gallfinard, París, 1978, pp. 1-118.

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8 Introducción a la historia de las técnicas

Pero, lo que más me llamó la atención en la obra de Whi­te fue su conclusión general, extraída después del estudio dela introducción del estribo, la herradura y la silla en Occiden­te, conclusión que le hace escribir que «las necesidades de lanueva modalidad de guerra que el estribo hizo posible halla­ron expresión en una nueva forma de sociedad europea occi­dental, dominada por una aristocracia de guerreros a quienesse concedían tierras para que pudiesen combatir con un esti­lo nuevo y altamente especializado». White se mueve en el te­rreno del determinismo técnico.

No puede negarse que la obra de White es importante; en­tre otras cosas porque pone sobre la mesa definitivamente loque Marc Bloch y Lucien Febvre, con su grandeza y perspec­tiva histórica, ya habían hecho en 1935 a través de los inolvi­dables Annales: llamar la atención de los historiadores sobrela importancia de la historia de las técnicas. El libro de Whitevenía a decirnos, yendo más allá de la polémica que generósobre el determinismo, que las técnicas -quizá debiéramosescribir la técnica- se encuentran en el mismo meollo delcomplejo tejido histórico, al lado de la economía, las cienciasy la política, e irnmersas en la sociedad. Es decir, sometidas atodas las fuerzas que actúan en su seno, de tal manera que suhistoria forma parte de la historia de las sociedades.

A partir de entonces, la historia de la técnica' ha venido

3. Elleetor observará que. a pesar de los matices expresados más adelan­te en el texto, usamos preferentemente la expresión «historia de la técnica» o«de las técnicas» sin planteamos la posibilidad de hablar de la historia de la tec­nología. Nuestra decisión es debida a que nos hemos querido mantener fieles ala tenninología de B. GilIe. Creemos interesante añadir que los autores france-

Prólogo 9

siendo objeto de una atención progresiva por parte de técni­cos e historiadores. Sin que esto quiera decir que no hubiesehabido antes meritorios intentos de adentrarse en este cam­po, como por ejemplo lo hizo Mumford con su prodigiosaobra Técnica y civilización, publicada en 1934,4 pero que con­serva suficientes valores de actualidad como para poder serrecomendada a quienes aún hoy no la hayan leído.

Naturalmente, Bertrand Gille recoge en su obra, entreotros, todos estos antecedentes. Comprende que la Historia,con mayúscula, es un tejido en el que hay urdimbres de dife­rente color y tramas de diversos grosores, un tejido en el queel profesional se mueve con dificultad; sin embargo, recono­ciéndole tal dificultad, se abstiene de incidir en la historia li­neal de causas y efectos, la más sencilla, la que ofreciendo ex­plicaciones de todo tergiversa el devenir de las civilizaciones.

Ahora bien, si abandonamos la explicación lineal, la sen­cilla, si creemos que la historia es un complejo tejido de inte­rrelaciones mutuas en el que los acontecimientos son difícil­mente interpretables, supuesto que admitan interpretación,entonces el profesional consciente pide, exige, la aplicaciónde una metodología rigurosa. Gille entendió perfectamenteesta necesidad y, apoyándose en los precedentes explícita­mente citados en los «Prolegómenos», decidió sentar las ba-

ses usan preferentemente en sus estudios la palabra technique en lugar de tech­nologie, mientras que en los autores de habla inglesa sucede al revés. Queda cla­ro, pues, por estas y otras razones obvias. que en el debate conceptual realizadohan tenido un papel relevante los filólogos.

4. L. Mumtord, Thecnics and Cívílizatíon; Harcourt Braee & World Inc; latraducción castellana data de 1971: Técnica y civilización. Alianza Editorial.(AV n.o 11), Madrid. 1934.

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8 Introducción a la historia de las técnicas

Pero, lo que más me llamó la atención en la obra de Whi­te fue su conclusión general, extraída después del estudio dela introducción del estribo, la herradura y la silla en Occiden­te, conclusión que le hace escribir que «las necesidades de lanueva modalidad de guerra que el estribo hizo posible halla­ron expresión en una nueva forma de sociedad europea occi­dental, dominada por una aristocracia de guerreros a quienesse concedían tierras para que pudiesen combatir con un esti­lo nuevo y altamente especializado». White se mueve en el te­rreno del determinismo técnico.

No puede negarse que la obra de White es importante; en­tre otras cosas porque pone sobre la mesa definitivamente loque Marc Bloch y Lucien Febvre, con su grandeza y perspec­tiva histórica, ya habían hecho en 1935 a través de los inolvi­dables Annales: llamar la atención de los historiadores sobrela importancia de la historia de las técnicas. El libro de Whitevenía a decimos, yendo más allá de la polémica que generósobre el determinismo, que las técnicas ----quizá debiéramosescribir la técnica- se encuentran en el mismo meollo delcomplejo tejido histórico, aliado de la economía, las cienciasy la política, e immersas en la sociedad. Es decir, sometidas atodas las fuerzas que actúan en su seno, de tal manera que suhistoria forma parte de la historia de las sociedades.

A partir de entonces, la historia de la técnica' ha venido

3. El lector observará que, a pesar de los matices expresados más adelan­teen el texto, usamos preferentemente la expresión «historia de la técnica» o«de las técnicas» sin planteamos la posibilidad de hablar de la historia dc la tec­nología. Nuestra decisión es debida a que nos hemos querido mantener fieles ala terminología de B. Gille. Creemos interesante añadir que los autores france-

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siendo objeto de una atención progresiva por parte de técni­cos e historiadores. Sin que esto quiera decir que no hubiesehabido antes meritorios intentos de adentrarse en este cam­po, como por ejemplo lo hizo Mumford con su prodigiosaobra Técnica y civilización, publicada en 1934,4 pero que con­serva suficientes valores de actualidad como para poder serrecomendada a quienes aún hoy no la hayan leído.

Naturalmente, Bertrand Gille recoge en su obra, entreotros, todos estos antecedentes. Comprende que la Historia,con mayúscula, es un tejido en el que hay urdimbres de dife­rente color y tramas de diverso~ grosores, un tejido en el queel profesional se mueve con dificultad; sin embargo, recono­ciéndole tal dificultad, se abstiene de incidir en la historia li­neal de causas y efectos, la más sencilla, la que ofreciendo ex­plicaciones de todo tergiversa el devenir de las civilizaciones.

Ahora bien, si abandonamos la explicación lineal, la sen­cilla, si creemos que la historia es un complejo tejido de inte­rrelaciones mutuas en el que los acontecimientos son difícil­mente interpretables, supuesto que admitan interpretación,entonces el profesional consciente pide, exige, la aplicaciónde una metodología rigurosa. Gille entendió perfectamenteesta necesidad y, apoyándose en los precedentes explícita­mente citados en los «Prolegómenos», decidió sentar las ba-

ses usan preferentemente en sus estudios la palabra technique en lugar de tech­nuiogie, mientras que en los autores de habla inglesa sucede al revés. Queda cla­ro, pues, por estas y otras razones obvias, que en el debate conceptual realizadohan tenido un papel relevante los filólogos.

4. L. Mumford, Thecnics and Civilization, Harcourt Brace & World Inc; latraducción castellana data de 1971: Técnica y civuización. Alianza Editorial,(AV n." 11), Madrid, 1934.

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ID Introducción a la historia de las técnicas

ses metodológicas necesarias y esperadas. Elaboró así el con­cepto de «sistema técnico» y, por extensión, de sistema eco­nómico, científico, social, político, etc., sistemas que, al rela­cionarse e influirse mutuamente, configuran un estado histó­rico concreto: se trata del sistema total o, quizás con máshumildad, globa!.

Ciertamente la noción de sistema técnico, al que nos refe­riremos en particular, no es sencilla, e incluso me atrevería adecir que, en algunos puntos, es oscura. El mismo autor lo re­conoce. Pero es lo bastante sugestiva como para construir,sobre sus cimientos, una metodología que Gille no duda enaplicar, con éxito, a algunos casos concretos. Él creía que lasuya era una metodología capaz de atraer la atención y el in­terés de otros historiadores. No fue así del todo, y aún hoydisponemos de pocas armas más que las que él nos propor­cionó.

(~ No es este el lugar apropiado para precisar las ideas deBertrand Gille, que, por otra parte, el lector encontrará en laspáginas que siguen a este prólogo; pero sí conviene dejarconstancia de que dondequiera que se ha aplicado la meto­dología de Gille, ha dado fructíferos resultados. Sin ir más le­jos, nosotros la hemos aplicado en el estudio de la construc­ción de máquinas de vapor marinas y en el de las locomotorasde vapor fabricadas por la importante empresa catalana LaMaquinista Terrestre y Marítima, y nos ha sido de gran utili­dad.' Puede que tal metodología no sea apropiada para cons-

5. Referente a las máquinas de vapor marinas, véase S. Riera i Tuebols,Deis velers als vapors, Associació d'Engmyers Industrials de Catalunya, Barce.

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truir la historia total de que hablaban Bloch y Febvre en losAnnales, una historia que acaso no sea más que una utopía,pero sí que es útil para descubrir las interrelaciones a que an­tes nos referíamos, las que constituyen el meollo de la histo­ria; o, por lo menos, algunas de ellas.

En la actualidad, la situación ha cambiado. El progreso essiempre cambio: sin cambio no hay historia; lo que fue válidohace cincuenta años hoyes, en el mejor de los casos, discuti­ble. Nos explicaremos.

Desde la Antigüedad hasta el siglo XIX cabe hablar detechne, de técnicas, ciencia aplicada y tecnología. En cuanto ala ciencia moderna, desde su aparición en los siglos XVI y XVII

-nos referimos a la ciencia experimental, que llevará poste­riormente al positivismo decímonénico-c-, después de sufrirel desgajamiento de la ciencia aplicada, que tiene lugar con laaparición de los laboratorios industriales en Alemania, se cir­cunscribe al ámbito de la ciencia pura o básica. Mas, al con­cluirse ahora el milenio, nos encontramos con que la evolu­ción que nos ocupa ha llegado a un extremo impensabledécadas antes: hoy se hace difícil hablar de ciencia y/o de tec­nología como conceptos diferenciados: se prefiere usar la de­nominación de «tecnociencia» para evidenciar el hecho de sufusión. Por otra parte, cuando podía hablarse de ciencia, téc­nica y tecnología, el cambio (técnico, científico o tecnológico)era medible; hoy, en la actual coyuntura, realizada la unión de

lona, 1993;por lo que hace a las locomotoras: S. Riera i 'Iuebols, Quan el vapormovía eís trens, Assocíacío d'Enginyers Industriats de Catalunya, Barcelona,1998.

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que hablábamos, el cambio es tan rápido que no sólo afecta ala percepción de la realidad, sino que condiciona la reacciónde la sociedad. Se trata de la diferencia entre la discontinui­dad y la continuidad.

Nada tiene, pues, de extraño que, actualmente, el concep­to de «sistema técnico» de B. Gille genere dudas y suscite in­terrogantes.

Así pues, nos preguntamos: ¿admite el concepto en cues­tión un cambio tan trepidante como el que vivimos? ¿Puedeexistir, en las condiciones actuales, una respuesta suficiente­mente rápida para crear un nuevo sistema como réplica alcambio? ¿Hay que admitir que la metodología de Gille per­mite hablar de sistemas técnicos en continua sustitución? ¿Nosupondría ello una contradicción al concepto mismo de «sis­tema técnico»?

Veamos un ejemplo: el ferrocarril. Basado éste en la ener­gía del carbón, forma indiscutiblemente parte del sistema téc­nico que corresponde a la primera fase de la Revolución in­dustrial. En el sistema técnico de la segunda fase, las nuevasfuentes energéticas son la electricidad y los motores de com­bustión interna. Se presentan, además, alternativas al ferroca­rril: el transporte por carretera, usando los motores de com­bustión interna, y el aéreo, que encuentra, por fin, el motorligero adecuado. Durante un tiempo se prevé la muerte delferrocarril; pero este sistema de transporte se adapta a lasfuentes energéticas nuevas (aparecen las locomotoras eléctri­cas y diésel), y no sólo persiste, sino que, a las puertas del si­glo XXI podemos constatar que está ganando terreno a sus ri­vales en el sector del transporte.

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No es ajeno a tal adaptación el que irrumpa en el escena­rio un factor de importancia hoy tan decisiva como es el de laprotección del medio ambiente.

En fin, nuestra pregunta es la siguiente: a partir de la re­volución tecnocientífica de las últimas décadas ¿constituiránla adaptación al cambio y la diversidad (o la adaptación a ladiversidad) la esencia del progreso? O bien ¿podremos seguirhablando de «sistemas técnicos» como antaño?

Nuestras dudas en ningún modo pretenden marcar nue­vos caminos en la metodología de la historia de la técnica.Simplemente, si antes hemos puesto de realce la intención deBertrand Gille, la de requerir la atención de los historiadoresde este campo sobre la necesidad de perfeccionar la metodo­logía al uso, ahora se trata de dar con una metodología quesea útil y factible para el estudio de la actual evolución tec­nocientífica. La de Gille lo ha sido hasta la actualidad. ¿Siguesiéndolo a partir de hoy? En caso negativo, ¿qué tipo de mo­dificaciones requiere?

Considero oportuno recordar un caso que puede ser ilus­trativo: el de la arqueología industrial, temática nueva naci­da en Europa en la segunda mitad de siglo y llegada a Espa­ña a comienzos de la década de los ochenta. Hoy día se haconvertido en una especie de pozo denominado «Patrimo­nio», donde se encuentra de todo: desde actuaciones políticasdestinadas a la caza de votos, hasta torpes reconstruccionescuyo fin es la atracción de turistas incultos. Pero la posibilidadde convertir la arqueología industrial en una materia científi­ca se perdió en el momento mismo en que se excluyó el im­prescindible debate metodológico: sin metodología y centra-

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da en inconexas actuaciones particulares al vaivén de los aza­

res de la política, la arqueología industrial perdió su oportu­

nidad.Pero volvamos al tema principal de este prólogo.El planteamiento metodológico que Gille establece a par­

tir del concepto de «sistema técnico» nos presenta a los his­

toriadores muchos interrogantes. entre los cuales no es el me­nor el del determinismo tecnológico. Es decir: ¿existe, entrelos sistemas que configuran el llamado sistema global (cons­

tituido por los sistemas económico. técnico, social. político,científico, etc.), uno que se imponga al resto, en el sentido deque su evolución influya directa e irremediablemente en la de

los demás? Dicho de otra manera: ¿existe algún determinis­mo concreto en la historia?

Puede ser útil centrar la discusión en torno al determinis­mo tecnológico e intentar extraer de ella alguna conclusión

general.Incluso entre los historiadores partidarios de aceptar el

determinismo tecnológico duro, según el cual es la tecnologíala que marca la pauta del desarrollo histórico, encontramossiempre algún reparo. Pocos son quienes lo aceptan sin más.Hemos visto un caso paradigmático, el de Lynn White. Pero

hasta Robert Heilbroner, el historiador de la economía quedefiende un tipo de determinismo económico concreto, lohace con reservas, y aunque acepta que «el cambio tecnológi­

co impone ciertas características sociales y políticas en la so­ciedad en que se encuentra», no niega que existe una influen­cia real de las fuerzas sociopolíticas sobre la tecnología.'Ihomas P. Hughes, que también se siente muy atraído por la

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polémica determinista. centra su punto de vista sobre un nue­vo concepto, el de impulso económico, que sitúa "entre losextremos del determinismo tecnológico y el constructivismosocial». Además muestra que los sistemas más jóvenes, en elsentido de hallarse irnmersos en las etapas iniciales de la

industrialización, son más sensibles a las influencias de losfactores socioeconómicos y políticos que los sistemas másavanzados, los cuales responden más acusadamente al reque­

rimiento del impulso tecnológico."En realidad, las posiciones de los historiadores pueden si­

tuarse a lo largo de un segmento cuyos extremos son el de­

terminismo tecnológico (a la derecha) y el constructivismosocial (a la izquierda); el centro correspondería a lo que lla­mamos determinismo blando: se trata de la posición que con­sidera la historia como un tejido, como una interrelación

mutua: la tecnología influye sobre. y es influida por, los com­plejos sociales, económicos. políticos, científicos, etc,"

Es un tema, el del determinismo. poco considerado aún y

exiguamente estudiado, que en los últimos tiempos ha gene­

rado consideraciones escasamente reflexionadas y que mere­cería de suyo una atención preferente de los sociólogos, eco­nomistas e historiadores, en especial de los de las técnicas.que atendiesen casos particulares y estudiasen países concre­tos antes de enunciar teorías (que la mayor parte de las veces

se nos antojan postulados) precipitadas.

ó. T. P. Hugues, "El impulso tecnológico». en M. R. Smith y L. MilrX.lfiI·toria v determinismo tecnológico. Alianza Editorial. Madrid. 199ó.

7. Véase M. R. Smith y L. Marx. up. cit.. passím.

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Por lo que toca al tema de la herencia schumpeteriana delos conceptos de invención, innovación y difusión, ya Rosen­berg nos advertía en 19768 que Schumpeter incidía en excesosobre la etapa de la innovación, con menoscabo de la inven­ción y de la difusión; de esta manera, Rosenberg se adelanta­ba a muchos en el convencimiento de que las relaciones en­tre las tres etapas, en especial la existente entre las dosprimeras, la invención y la innovación, son extremadamentesutiles.

Sobre este punto hay que reconocer que los análisis deBertrand Gille son muy finos. Considera él las nociones deprogreso científico y crecimiento económico y establece dosseries: progreso cientifico-invención-innovación, y, por otrolado, invención-innovación-crecimiento económico.

En el primer caso existe una racionalidad (científica) enel proceso, aunque sólo esté presente en el ambiente: es elcaso de la máquina de vapor, tradicionalmente consideradaajena a la ciencia. En esto Gille concuerda con Allan 'Ihomp­son," creemos que muy acertadamente. roSin desarrollo cien-

8. N. Roscnberg, Tecnologia y Economía, Gustavo Gili, Barcelona, 1979.Por 10que hace referencia a la herencia schumpeteriana, pp. 79 ss. Este libro, ex­celente, rorma parte de una colección titulada «Tecnología y Sociedad» quepasó por las librerías sin pena ni gloria: un notable esfuerzo editorial que notuvo el final que merecía.

9. A. Thompson, La dinámica de la Revolución industrial, Oikos-tau, Bar.celona, 1976.En este excelente libro, Thompson nos habla de las bases estable­cidas por la ciencia, útiles en el desarrollo de la Revolución industrial; del esta­blecimíento del método científico, aprovechable en el dominio de la técnica, ydel ambiente científico que reinaba en Inglaterra a filiales del siglo XVIII. En elcasq.de la máquina de vapor, el autor nos relata los encuentros de 1. Watt conel profesor Black, que a la sazón estudiaba los cambios de estado del agua.

10. Véase S. Riera, Deis veíers ats vapors, cap. H.

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tífico, no puede haber progreso. Se trata de una situación ca­racterística en la aparición de cualquier sistema técnico, comoocurría, por ejemplo, en los inicios de la Revolución indus­trial. En estos momentos, dice Gille, la técnica actúa de mo­tor.

En el segundo caso, es decir, en la secuencia invención-in­novación-crecimiento económico, la presión se origina en lasnecesidades que genera la economía, siendo un caso caracte­rístico de las etapas de consolidación y desarrollo de los sis­temas técnicos.

Por lo tanto, viene a decirnos Gille, tejido, sí; interrelacio­nes, sí; pero, añade, cabe distinguir, según la coyuntura, qué es .lo que funciona como motor. Y nos explica que la técnica y laeconomía se relevan en este liderazgo.

Ello explicaría, en parte, que algunos historiadores de laeconomía, olvidando la complejidad inherente al momentohistórico, sometan, no sólo el devenir tecnológico, sino tam­bién otras actividades de las sociedades, al exclusivo dominiode la economía. Claro está, y hay que dejar constancia de ello,que otros historiadores del crecimiento económico saben co­locar en su debido lugar la materia en que son maestros,como hace, por ejemplo, en su excelente obra, Joel Mokyr.'!

Las consideraciones anteriores nos traen a colación otrostemas también tratados -cómo no-- por Gille: ¿quién ha deescribir la historia de la técnica? y, si tanto hablamos de in­vención, ¿cuáles son las características del inventor?

11. J. Mokyr, La palanca de la riqueza. Creatividad tecnológica y progresoeconómico, Alianza Editorial, Madrid, 1993.

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Empecemos por la primera. Hoy día se da por supuesto,en el contexto de la especialización de todas las ciencias, in­cluidas las sociales, que la situación perfecta es la que corres­ponde al trabajo pluridisciplinar coordinado. Ninguna obje­ción, si no fuera porque la experiencia nos demuestra ladificultad de tales colaboraciones; con demasiada frecuenciael estudio se convierte en un agregado de diferentes visionesdel tema tratado. El trabajo en equipo, como también pode­mos denominarlo, exige una formación previa, difícilmentedetectable hoy día. Sería necesaria, por lo menos en nuestropaís, la aparición de una pedagogía específica que nos aden­trara en los dominios de la interdisciplinariedad proporcio­nándonos no sólo las herramientas adecuadas sino también la

mentalidad precisa.No hay que olvidar que la técnica, como la ciencia, exige

especialización y saberes concretos, algunos de los cuales noson asequibles a la mayoría de los mortales, entre otras razo­nes porque hasta hace bien poco nunca se había insistidoen que la adquisición de conocimientos científicos y técnicoses indispensable para cualquier ciudadano del siglo xx. Conlo cual no queremos decir sino lo que apuntaba Febvre:¿quién ha de hacer la historia de la técnica, si para ello se ne­cesitan saberes especializados? Dejando la pluridisciplinarie­dad como una esperanza para tiempos futuros, no se nos an­tojan más que dos soluciones: el técnico profesional y/o elhistoriador.

Si la historia que nos concierne la escribe el técnico pro­fesional, se obtendrá entonces una historia intemalista, aptasólo para técnicos. Si la escribe el historiador formado en una

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universidad de humanidades, dicho historiador podrá deciralgo sobre el devenir histórico de la técnica siempre que _ysólo cuando-e- haya tenido la precaución de acercarse técni­camente al tema. En este segundo supuesto, escribirá una his­toria extemalista. En cualquiera de los casos, se hace difícilprofundizar en los temas. Claro está que existe una soluciónideal: que el historiador reúna las dos formaciones, la técnicay la humanística; pero esto es difícil, laborioso, caro, y exigeuna dedicación al estudio excesivamente prolongada para lamayoría.

En suma, estamos ante el enigmático problema, plantea­do por Snow, de las dos culturas. Un problema con total vi­gencia en el momento de cambiar de siglo y de milenio, y alcual se han aplicado hasta ahora remedios insuficientes.(Nuestra solución, aunque de difícil aplicación y en el decirde algunos utópica.w se decantaría por la opción de un saberintegral científico y humanístico.) En definitiva, se trata de unreto que Lucien Febvre ya había intuido:

La historia se hace con documentos escritos, sin duda.Cuando existen. Pero se puede hacer,debe hacerse, sin docu­mentos escritos si no existen.. ". Con palabras. Con signos.Con paisajes y tejas. Con las formas de los camposy las malashierbas. Con los eclipses de luna y la manera de uncirlos bue-

12. C. P. Snow.Las dos culturas y un segundo enfoque, Alianza Editorial,Madrid, 1977.S. Riera i 'Iuebols, Més enua de la cultura tecnocientifíca, Edicions62,Barcelona, 1994,en especial el capítulo 4, donde se pone de manifiesto la di­ficultad de encontrar una salida a esta difícil situación y se apuntan algunas so­luciones y experiencias.

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yeso Con el examen de las piedras por los geólogos y el análi­sis de las espadas de metal por los químicos. u

El otro tema, al que aludíamos más arriba y al que quere­mos dedicar algunas líneas, es el que hace referencia al acto

de la invención y a los inventores.Durante mucho tiempo, las pocas historias de la técnica

existentes se limitaban a enumerar series de inventores a losque un buen día se les había encendido una lucecita -sin sa­berse cómo ni quién la había alumbrado-e, cuyas vidas se re­lataban minuciosamente y en donde la historia, la leyenda y

la fantasía se mezclaban sin reglas ni distinción. En contra­partida, los estudios actuales tienden a hacer hincapié en unacontinuidad que sorprendería enormemente a los autores de

las hagiografías a que nos acabamos de referir. Ello es debi­do sin duda al descubrimiento de la repetidamente citada in­terrelación entre sistemas; pero, también, a que recientemen­te ha aparecido en el panorama histórico una corriente quesostiene la tesis evolucionista de la historia de las técnicas,una evolución parecida -salvadas las distancias- a la evolu­

ción biológica. Dicho de otro modo: la historia de las técnicasse asemejaría a un árbol con numerosas ramas, de algunas delas cuales salen otras que presentan -{) no-- nuevos brotes.

En última instancia, ¿significa este modelo evolutivo que losbrotes nacen al azar? ¿Osan las presiones sociales o de laeconomía, la ciencia, la política, e incluso religiosas o psíqui­

cas, las que gobiernan este «azar»?

13. L. Febvrc, Combats pour l'Hístoire. A. Cofín. París, 1953, p. 428.

Prólogo 21

He aquí un nuevo tema de estudio que, sin ninguna duda,

la obra de Gille puede iluminar. Y añadiría: aunque no solu­cionar. Porque un interés concreto subyace en la totalidad deeste prólogo: mostrar que la finalidad de la obra que el lectortiene entre manos no es otra que inducir al estudio, a la re­

flexión. Muy acertadamente huye Gille de soluciones Concre­tas, de recetas exhaustivas; sin embargo nos dice, con gran lu­cidez, eso sí, que la historia de la técnica, esta rama olvidadade la historia, merece, exige, el estudio científico y metodoló­

gico que ha de colocarla donde la misma historia la reclama.y que el camino para conseguirlo es arduo.

Cuando, en la década de los ochenta, proponíamos la tra­ducción de la Histoire des techniques, pensábamos inicialmen­

te en la totalidad de la obra. No obstante, una obra tan ex­tensa (más de 1.600 páginas en la edición francesa) suponíaevidentes riesgos editoriales. Recientemente, el Institut de'Iecnoetica y las editoriales Crítica y Marcombo creyeronque, si bien no era aconsejable traducir la obra entera, sí que

era factible presentar a los lectores de habla castellana los«Prolegómenos», puesto que es ahí donde el autor expone losprincipios metodológicos que luego aplica en su prolija histo­na.

Fue entonces, tomada la decisión, cuando me pidieronque prologase este libro como importante fracción del con­junto de la obra original. Acepté, agradeciendo por supuestoel ofrecimiento, convencido de que, al cabo de veinte años dehaber sido editada la obra de Gille, los citados «Prolegóme­nos», que hoy se publican con el título de Introducción a lahistoria de las técnicas, seguían teniendo un interés indiscuti-

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22 Introducción a la historia de las técnicas

ble, mientras que otras secciones de la Histoire habían perdi­do parte, sólo parte, de su atractivo inicial, en especial si seconsidera lo lentamente que, en su día, se preparó la ediciónfrancesa (durante más de diez años según confiesa el mismoGille en el prefacio), así como la aparición de estudios, artícu­los y libros sobre la historia de la técnica, la cual, con lentitudpero con seguridad, y en gran parte debido a Gille, entreotros, iba ocupando el lugar que le corresponde en el gran li­bro de la historia.

Sin embargo, ni habría que decirlo, con esta decisión sepierde la ocasión de ofrecer a los lectores interesados y a losestudiosos la aplicación de la metodología a las diversas eta­pas de la historia de las técnicas realizada por el mismo autor.Quizás algún día podamos leer en castellano la segunda par­te de la Hístoire; centrada de modo específico en el desarro­llo de la técnica, titulada «Técnicas y civilizaciones». De mo­mento, el lector o bien deberá acceder a la obra original obien efectuar él mismo las aplicaciones de los conceptos leí­dos en esta versión castellana, parcial, que tiene entre manos.

En cambio, la tercera parte de la Histoire des techniques,«Técnicas y ciencias», no tenía tanto interés y, además, adole­cía de un envejecimiento mayor. Por una parte, hay que dejarconstancia de que, al considerar las relaciones de la técnicacon la economía, la geografía, la ciencia, la lengua, la socie­dad, el derecho y la política, así como al disertar sobre el con­cepto de conocimiento técnico, Gille, ante la imposibilidad detratar personalmente todos estos aspectos, buscó la colabora­ción de otros autores; lean Parent, André Fel, Francois Russoy Bernard Quemada, con lo que la obra, si bien gana en di-

Prólogo 23

versidad de enfoques, pierde homogeneidad (un hecho im­portante si se atiende a la esencia de la Histoire y a la perso­nalidad de su autor). A ello hay que añadir, que se trata detemas que, por su interés no sólo técnico sino también socio­lógico y esencialmente histórico, han sido objeto de atención,en los últimos años, por parte de las ciencias sociales, que hanaportado gran variedad de nuevos y originales planteamien­tos y han enriquecido notablemente la visión global.

Quisiera, de paso, protestar contra la inercia de nuestroambiente cultural, que no se decide a abordar, más que alcabo de veinte años, la traducción de obras como la de Gille,que habría convenido hacer antes asequibles a una mayormasa de lectores que la que pueda leerla en el idioma origi­nal. En tan dilatado lapso de tiempo, es indudable, como yahemos apuntado anteriormente, que nuevas aportaciones hanrestado parte de interés a la obra. Con todo, debemos con­gratularnos de que, por fin, se corrija una situación que sólopodía proporcionarnos desprestigio. Los «Prolegómenos»,esta Introducción a la historia de las técnicas, y con ellos elconcepto de sistema técnico, son ahora realidad y están al al­cance de todos los estudiosos e interesados gracias a la deci­sión tomada per el Institut de 'Iecnoetica y las editoriales arri­ba citadas. También queremos celebrar, con este libro que ellector tiene en sus manos, el inicio de una colección destina­da a llenar algunos de los numerosos huecos existentes en labibliografía tecnicocientífica de nuestro país.

Cerremos este prólogo recordando que otras obras deBertrand Gille han merecido diversa suerte. Les mécaniciensgrecs fue traducida en 1985 con el título La cultura técnica en

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24 Introducción a la historia de las técnicas

Grecia;14 pero una obra tan fundamental como Les ingénieurs

de la Renaissance 15 no tiene aún, que sepamos, traducción cas­tellana.

En definitiva, esperamos que con este volumen, que inau­gura una colección en la que se han puesto muchas esperan­zas,nazca el interés por este autor francés, B. Gille, al que nodudo en considerar uno de los colosos contemporáneos deuna historia tan injustamente olvidada como es la historia dela técnica.

SANTIAGO RIERA I TuEBOIB

Barcelona, enero de J999

14. B. Gille, Les mécuniciens grecs; Éditions du Scuil, París, 1980; la tra­ducción castellana cambia el título: La culrura técnica en Grecia, Ediciones JuanGranica, Barcelona, 1965.

15. B. Giile, Les ingénieurs de ío Renaissance, Hermann, París, 1964.

Introduccióna la historia de las técnicas

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T odavía en 1935 pudo Lucien Febvre escribir: «la Historiade las técnicas es una de esas muchas disciplinas que es­

tán del todo por crear, o poco menos». Algunos años antes sehabía publicado una obra que marcó fecha: planteaba un pro­

blema particular, el del atalaje y el caballo de montar, y 10 re­lacionaba con uno de los grandes cambios históricos, la desa­parición de la esclavitud. Por muy discutidas que fuesen luegolas ideas del comandante Lefebvre des Noéttes, su libro pare­

cía haber abierto una vía nueva, perspectivas y explicacionesinéditas.

Si, de pronto, en 1935, los Annales de L. Febvre y M. Blochparecían no ya haber descubierto la historia de las técnicas,sino hacer notar a la vez su interés y lo poco que atraía laatención de los historiadores. sin embargo, no se ha de creerque hubiese sido completamente descuidada hasta entonces.Pero, por su propia naturaleza, la historia de las técnicas se si­tuaba fuera de las grandes corrientes históricas. Tan difícil leha resultado a la historia como a las técnicas mismas inte-

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28 Introducción a la historia de las técnicas

grarse en la teoría económica general, para no poner más queun ejemplo. Lucien Febvre advertía muy bien que había aquí,en cierto modo, un conflicto de competencias. «Historia téc­nica de las técnicas, obra de técnicos necesariamente, so penade errores graves, de forzadas confusiones, de total descono­cimiento de las condiciones generales de una fabricación.»Pero añadía inmediatamente estas precisiones: «mas obra detécnicos que no se encierren ni en su época ni en su territorioy que sean, por tanto, capaces no sólo de comprender y dedescribir, sino también de reconstruir un utillaje antiguocomo arqueólogos exactos e ingeniosos y de interpretar tex­tos como historiadores sagaces». Seguramente ahí estaba elquid de la cuestión: aliar diversos tipos de conocimientos, uti­lizar metodologías diferentes.

No es, pues, de extrañar que los historiadores tuviesen al­gún temor a meterse en un campo que desconocían casi deltodo. Los técnicos, por su parte, se interesaban poco por unastécnicas ya desaparecidas, y, cuando las abordaban, lo hacíancon una mentalidad que a menudo sólo tenía lejanas relacio­nes con la historia. En consecuencia, unos escribieron una his­toria de la que las técnicas estaban completamente ausentes,y los otros se dedicaron a investigaciones puramente técnicasen las que la historia no era más que simple cronología. «Laactividad técnica no puede aislarse de las demás actividadeshumanas», advertía también Lucien Febvre. La síntesis eramenos necesaria que la concordancia. En una explicación his­tórica global era indispensable hacer intervenir a las técnicas.Es curioso constatar que, cuando lo económico empiece aaparecer en esas explicaciones globales de las que había esta-

Introducción a la historia de las técnicas 29

do tanto tiempo ausente, las técnicas seguirán manteniéndo­se aparte, por el hecho mismo de aquella lenta y difícil inte­gración de las técnicas a la teoría económica general que se­

ñalamos hace un momento.Muchas eran las dificultades. Ante todo, en el seno mismo

de la historia de las técnicas. Había que evitar una parcela­ción necesaria al comienzo, cuando se trataba de exponer loshechos, pero que podría llevar en seguida a que cada historiade una determinada técnica se cerrase sobre sí misma. Era in­dispensable, después, reintegrar esta historia de las técnicasen un conjunto histórico, muy abierto ya éste a la economía,a la demografía, a la historia de las ciencias o de las ideas,como también a la historia de los sucesos, cuyos efectos dis­tan mucho de ser menospreciables. Y he aquí ya esbozadonuestro plan. Pero antes de ir al núcleo de nuestro asunto, ydado que la tentativa es sin duda relativamente inédita, con­viene tomar algunas precauciones. Son precisamente talesprecauciones las que van a constituir la esencia misma de esta

larga introducción.No es inútil, creemos, bosquejar un rápido cuadro de la

historia de las técnicas. Veremos así desarrollarse, con sus ri­quezas pero sobre todo con sus lagunas, una disciplina que ac­tualmente ha adquirido ya derecho de ciudadanía.

La obra más antigua de historia de las técnicas es, a buenseguro, la del alemán Beckmann, Beitriige zur Geschichte derErfindungen, publicada en Leipzig entre 1780 y 1805. Comolo indica claramente su título, se trata de una historia de losinventos, es decir, de una de aquellas parcelaciones histéricasa que aludimos arriba. Lo mismo ocurre, más o menos, con la

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30 Introducción a la historia de las técnicas

obra casi contemporánea de 1. H. M. Poppe, Geschichte der

Technologie seü der Wiederherstellung der Wissenschaften bisan das Ende des 18° Jahrhunderts, cuyos tres volúmenes sepublicaron en Gottingen entre 1807 y 1811. Pero esta últimaobra tenía no obstante en cuenta, por un lado, una noción to­davía poco clara de sistema técnico y,por otro, algunos gran­des hechos históricos.

Hay que esperar a mediados del siglo XIX para ver cómola historia de las técnicas cobra cierto impulso y se va inte­grando, con dificultad aún, en otras investigaciones. Es el mo­mento en que las técnicas se imponen a la atención de todos,aproximadamente durante la época del Segundo Imperio.Adóptanse por entonces varias actitudes. La primera es tratarde responder precisamente al interés que mucha gente em­pieza a mostrar por las técnicas. Era necesario, por tanto, em­prender una tarea de divulgación. Divulgar las técnicas exis­tentes, sí, pero también hacer ver la amplitud de los progresoslogrados. A este propósito han de mencionarse en concretolos volúmenes de L. Figuier, Les Merveilles de l'industrie, pa­ralelamente a Les Merveilles de la science, obras que, hoy to­davía, no deben ser despreciadas. La exposición se hace enellas sector por sector; pero los datos no están completamen­te separados de un cierto contexto histórico.

La segunda actitud respondía al deseo de ciertos técnicosde conocer la historia de su propia técnica. Algunos autoresde manuales técnicos no temieron dedicar unas cuantas pági­nas a la historia de talo cual técnica. Citemos el grueso Ma­nual de metalurgia, del inglés Percy, que no sólo proporcionaíadicecíones sobre la historia de las técnicas metalúrgicas de

Introducción a la historia de las técnicas 31

Occidente, sino también sobre las técnicas de varios paísesexóticos.

La tercera actitud representa ya una atención más pro­piamente histórica. Reúnense arqueólogos y técnicos para re­construir algunas técnicas antiguas. En medio de una búsque­da que va adquiriendo cierta amplitud, pueden distinguirsedos tipos de trabajos: el primero es el de los relativos a la re­construcción de las técnicas militares antiguas. Se sabe que suinstigador fue, probablemente, Napoleón III en persona: ¿nocomenzó él estas investigaciones con anterioridad a 1848,mientras estuvo prisionero en el castillo de Ham? Luego, ademanda del emperador, el coronel Favé emprendió variostrabajos sobre la historia de la artillería y reconstruyó ciertasarmas que sirvieron para realizar ensayos. Así se elaborabaun método que después, aunque con algún retraso, se ha vuel­to a seguir eficazmente. El segundo tipo de trabajos tuvo suorigen en una necesidad. Desde que se inició la restauracióna gran escala de monumentos históricos, convenía mucho darde nuevo con las técnicas antiguas, únicas capaces de devol­ver a aquellos monumentos su aspecto genuino. Conocidosson de todo el mundo los esfuerzos realizados a este respec­to por Viollet-le-Duc, cuyos diccionarios de arquitectura o demobiliario constituyen todavía hoy una fuente interesantepara los historiadores de las técnicas.

La última actitud apuntaba más lejos aún. De 10 que enrealidad se trataba era de integrar las técnicas en unas expli­caciones globales. Sabida es la especial atención que ha pres­tado Marx a las técnicas como importante elemento de suteoría; así, no es de extrañar que para la parte histórica de sus

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32 introducción a la historia de las técnicas

trabajos recurriese a la historia de las técnicas tal como podíahallarla escrita en su tiempo. Por lo demás, en aquella época,algunos economistas estaban empezando igualmente a hacerintervenir el progreso técnico en su teoría general.

Desde entonces, la historia de las técnicas estuvo ya encierto modo lanzada. Desde los últimos decenios del siglo XIX

aparecen obras de las que nos servimos todavía hoy. Versanen general sobre técnicas particulares. Citemos el libro de L.Beck sobre las técnicas siderúrgicas, el de Thurston sobre lahistoria de la máquina de vapor, el de Th. Beck sobre la cons­trucción de las máquinas. Paralelamente son estudiados, pu­blicados, traducidos los autores de tratados técnicos, sobretodo los de la Antigüedad: las investigaciones de Berthelotsobre los alquimistas y sobre ciertos técnicos, así como los tra­bajos, ya numerosos antes del final del siglo, sobre los mecá­nicos griegos de la escuela de Alejandría, son, entre otros mu­chos, buena prueba de lo que venimos diciendo. Los estudiosde Th. H. Martin sobre la vida y las obras de Herón de Ale­jandría datan, por lo demás, de 1854. En algunos dominios sellega, inclusive, a hacer exposiciones más generales: así, en1897, A. Espinas publicaba su libro sobre Les Origines de latechnologie.

El movimiento se fortalece en los primeros años del si­glo xx. Es entonces cuando se cae en la cuenta del inesti­mable valor que tienen los objetos antiguos y las recons­trucciones. Se crean, no sin cierto chovinismo, los primeros

amuscos de historia de las técnicas. El Science Museum habíasido creado en Londres, en 1857, para gloria de la ciencia yla técnica británicas. El Deutsches Museum de Munich se

Introducción a la historia de las técnicas 33

constituye en 1906. La tradicional historia de las técnicas,por sectores, a menudo también historia de los inventos, pro­sigue su carrera. Se publican los primeros diccionarios his­tóricos de las técnicas, como son el de Blümner en lo con­cerniente a las técnicas de la Antigüedad clásica y el deFeldhaus para las técnicas de la Antigüedad, de la Edad Me­dia y del período moderno.

El hecho de mayor importancia es, sin duda, una primeraforma de integrarse la historia de las técnicas en una explica­ción histórica general. La publicación, en 1906, de la tesis deMantoux sobre la Revolución industrial inglesa del siglo XVIII

señala ciertamente un giro importante en la historia de lastécnicas. Deberían seguirle las investigaciones de Ballot sobrela introducción del maquinismo en la industria francesa, trá­gicamente interrumpidas durante la Gran Guerra y que noverían la luz pública hasta 1922. Las técnicas de la época clá­

sica iban a ser patrimonio de los investigadores franceses e in­gleses, mientras los alemanes penetraban en el campo de lastécnicas antiguas y medievales.

Después de la primera guerra mundial, la historia de lastécnicas parece haberse abandonado a un cierta lasitud. Sóloen los años treinta recobra su vigor. La obra de Usher sobrelos inventos mecánicos, publicada en 1929, y la del coman­dante Lefebvre des Noéttes sobre el atalaje y el caballo demontar, volvieron a dar a la vez un lustre y una amplitud in­negables a la historia de las técnicas. En 1935, los Annales deM. Bloch y L. Febvre, dedicando todo un número a la historiade las técnicas, evidenciaron el mucho interés que debía pres­társele. Precisando los objetivos y esbozando las dimensiones

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34 Introducción a la historia de las técnicas

de la temática por estudiar, los Annales animaban a los histo­riadores a seguir una senda ya bastante abierta. Antes de la

segunda guerra mundial, la historia de las técnicas presenta­ba ya el aspecto que continúa teniendo hoy. La historia de lamáquina de vapor, del inglés Dickinson, publicada en 1939, y

la historia de la construcción en madera en Ruán, del coman­dante Quenedey, son dos buenos ejemplos de metodología,

diferentes el uno del otro, adaptado cada uno a su dominio.Por el mismo tiempo, se iban fundando nuevos museos y sur­gían centros de investigación, como el de Viena, en 1931, y el

de la Universidad de París, en 1932.Conviene, con todo, hacer notar lo desorganizado de

aquellas investigaciones, su carácter parcial y sus tendencias amenudo de escasos vuelos. Cierto que algunos técnicos danprueba de un auténtico sentido histórico, pero en cambio los

historiadores se preocupan poco de ponerse a estudiar lastécnicas, temiendo abordar unos problemas en los que sesienten un tanto perdidos. Los nexos entre las competencias

se realizan malo no se realizan en absoluto.Después de la segunda guerra mundial, la historia de las

técnicas está ya definitivamente constituida como disciplina.Sin embargo, aún no ha alcanzado un equilibrio perfecto: sub­sisten divergencias en cuanto al modo de concebirla. Aquí es

de rigor una primera constatación: los museos y los centros enque se estudia la historia de las técnicas se han multiplicado,

a veces hasta con una cierta exuberancia.La historia de las técnicas permanece aislada. Todavía es

más bien cosa de «científicos». No ha logrado introducirseen los congresos internacionales de historia, ni siquiera en

Introducción a la historia de las técnicas 35

los recientes congresos internacionales de historia económi­

ca. Pero es sintomático que, en el seno del Comité francésde los trabajos históricos y científicos, las diversas seccionesde este organismo hayan constituido una comisión COmún

de historia de las ciencias y de las técnicas. Una recienteobra húngara sobre la metalurgia está firmada por un inge­niero, un metalógrafo, un arqueólogo y un historiador. No

parece que sea imposible hacer pasar al plano institucionalensayos parecidos.

Las últimas obras generales de historia de las técnicasmuestran otras lagunas que, por lo demás, ya hemos señalado.

Pero a este respecto se plantea un problema difícil de resol­ver. Es indudable que nos falta, ante todo, una historia técni­ca de las técnicas, como decía Lucien Febvre. Y no puede ne­

garse el interés de las monografías, de esas monografíastécnicas que exponen los detalles de un procedimiento, la gé­nesis de un invento. De la acumulación de tales trabajos na­cerá un verdadero conocimiento de la historia de las técnicas.Sólo que este conocimiento habría que ampliarlo. En primer

lugar, dentro inclusive del mundo técnico. En la génesis delinvento debe hacerse intervenir igualmente a la personalidaddel inventor y la génesis de la idea. Al logro de un invento lehan precedido muchas veces, por una parte, esperanzas, quesuponen un inventario de las posibilidades puramente técni­cas, y, por otra parte, y volveremos sobre ello, una necesidad

que puede adoptar diversas formas. Tratase, luego, de com­prender el momento en que aparece el invento y de com­prender también a la persona que lo hace realidad. Yendomás lejos aún, el éxito del invento, es decir, la innovación

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36 Introducción a la historia de las técnicas

-pues ¿en qué consiste la auténtica técnica si no es en suaplicación concreta?- supone una estructura social, econó­mica, institucional y política, sin la cual es casi imposible com­prenderlo. En mi opinión, todas esas obras recientes se con­centran, con miras demasiado estrechas, en la exclusivaconsideración de su objeto propio. Ciertamente no son inúti­les, pero sí incompletas.

Tal era nuestro proyecto. No se trataba de recuperar ensus detalles una historia verdaderamente técnica de las técni­cas, lo que a los historiadores les gustaría sin duda hacer porlo atractiva que resulta toda investigación un poco esotérica.Lo que en esencia hemos querido realizar nosotros es esa in­serción del mundo técnico en la historia general. Las impor­tantes lagunas de nuestros conocimientos y la existencia deuna historia más contada que explicada constituían unos obs­táculos. Nos ha parecido oportuno construir, muy modesta­mente, lo que los economistas llaman un «modelo», que no­sotros nos inclinaríamos a definir más bien como un esquemaexplicativo. Para ello, había que precisar unos cuantos con­ceptos sobre los cuales sería indispensable ponerse de acuer­do, y hacer que interviniesen todas las variables de las que esdifícil decir, a fin de cuentas, si son exógenas o endógenas, y,en fin, había que tomar conciencia de los nexos y alianzas quese crean en todo este conjunto. De ahí que se halle, a conti­nuación, un detenido estudio sobre tal esquema explicativo.Ni que decir tiene que es sólo provisional y que en modo al-

, guno pretende ser inmutable.En la medida en que el problema había sido abordado de

otros modos, nos ha parecido útil dedicar algunas páginas a

Introducción a la historia de las técnicas 37

las fuentes de que disponemos, a la manera de presentarse lasmismas y a la crítica de la que debían ser objeto. Al final unabibliografía muy general, simplificada, sólo orientadora, nospermitirá no ir repitiendo aquí los títulos de las obras de re­ferencia.

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Conceptos y metodología

N inguna ciencia ni disciplina merecerían estos nombres sino dispusiesen de los medios conceptuales y metodoló­

gicos necesarios para todo análisis. No le extrañe, pues, al lec­

tor que una parte importante de nuestra larga introducciónesté dedicada a tales aspectos del problema.

Conviene analizar las técnicas como objeto de ciencia.Apenas sería posible hacerlo, ni siquiera y sobre todo de unaforma global, si no se contara previamente, no sólo con unlenguaje apropiado, sino también con unos modelos basadosen conceptos precisos. Estos modelos procuran responder auna realidad simultáneamente en el plano estático, el de lasestructuras y los sistemas. y en un plano dinámico al que lla­mamos «progreso técnico». Es lo que nosotros vamos a tratarde hacer, después de muchos otros, cada uno de los cuales haaportado su piedra para construir el edificio.

Parece un tanto inútil repasar aquí las nociones de siste­ma y de estructura, siendo tan abundante la literatura relati­va a ellas. Ciertamente subsisten aún bastantes incertidum-

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40 Introducción a la historia de las técnicas

bres sobre el contenido de estas dos nociones, que se aplicana dominios muy diferentes unos de otros. Hemos creído, sinembargo, interesante insistir un poco sobre ellas en un domi­nio acerca del cual no se ha hecho ningún estudio de conjun­to con este enfoque. Según se ha dicho a propósito de la eco­nomía política, su introducción «parece ser el único medioque la ciencia ha encontrado hasta ahora para echar un puen­te entre dos clases de investigaciones demasiado a menudoseparadas, cuales son la investigación histórica y el análisisteórico». Y este paso parece tanto más deseable darlo aquícuanto que, al ser la historia de las técnicas una disciplina to­davía joven, es indispensable proveerla desde el comienzode unos conceptos bien definidos, algunos de los cuales sonya, por lo demás, objeto de controversias, y dotarla tambiénde un riguroso método de investigación. Precisemos, contodo, que, a falta de estudios en profundidad, nos veremosobligados a mantenernos al nivel de las grandes líneas direc­trices y a no adornar nuestro discurso sino con muy rarosejemplos.

La tarea se presenta difícil ya desde el comienzo. Nóteseque el término mismo de técnica es empleado lo más fre­cuentemente en plural: hay técnicas textiles como las hay si­derúrgicas. Hasta en los casos más sencillos, como por ejem­plo en la técnica del fabricante de zuecos, se advierte enseguida que esta técnica consta de cierto número de opera­ciones que requieren el empleo de distintos útiles. ¿QUé decirentonces de «la» técnica del cerrajero tal como nos la descri­ben Mathurin Jousse a principios del siglo XVII o Duhamel duMonceau a mediados del XVIII? Estas dudas manifiestan a las

Conceptos y metodología 41

claras lo casi imposible que es comprender de un modo sim­ple el objeto de nuestra investigación. Es, en efecto, muy raroque una técnica se reduzca a una acción unitaria. E incluso eneste caso entra forzosamente en juego la pareja materia-ener­gía' cuyos dos elementos están vinculados entre sí precisa­mente por el acto técnico, el cual casi siempre necesita un so­porte. En la fase más elemental, y aun tratándose de lastécnicas más primitivas, se da una combinación técnica, loque, en las técnicas más complejas, podrá llamarse un conjun­to técnico. El soporte es, en la fase más simple, un útil o unprocedimiento. Abatir un árbol supone la materia prima, lamateria apropiada para el uso que de ella se quiera hacer-finalidad del acto técnico-, una energía y lo que se ha con­venido en llamar instrumento o instrumentos, el hacha, la sie­ITa, cordeles, cuñas y mazos, etc.

A partir de estas pocas observaciones, nos es ya posiblediscernir varias nociones importantes. Y es que, de hecho, lascombinaciones técnicas son de diversa naturaleza y pueden,por tanto, ser estudiadas según varios puntos de vista.

Así, en la parte inferior de la escala podríamos hablar deestructuras, aunque este término sea bastante ambiguo. Tráta­se de una combinación unitaria. Y cabe distinguir entre es­tructuras elementales, como las del útil, y estructuras de mon­taje, como las de la máquina. Pongamos, para explicarnosmejor, algunos ejemplos.

A. Leroi-Gourhan ha hecho ver que, aun en los actos ele­mentales, se pueden distinguir unas estructuras. Ocurre así enel acto de cortar por percusión. En él pueden darse tres víaso procedimientos diferentes:

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42 Introducción a la historia de las técnicas Conceptos y metodología 43

FUENTE: Maunoury, La Genése des ínnavauons: París, 1968.

calor». Todo se resume en el cuadro 1, que lo hará más com­prensible que un largo discurso:

Es el ejemplo perfecto de una estructura de montaje. Elautor que acabamos de citar ha llegado a la conclusión quehay que distinguir unos grupos y unos subgrupos estructura-

a) Rajar la madera apretando contra ella el cuchillo; elresultado será un corte preciso pero poco enérgico.

b) Golpearla a bote suelto: como el de la podadera, eldel hacha del leñador, el de la azuela del carpintero. Resulta­do: corte impreciso, pero enérgico.

e) Golpear la madera accionando con un percutor com­puesto, como puede serlo el escoplo con el martillo o el mazo,que reúne las ventajas de los otros dos procedimientos, lo quellamó Bachelard la «fuerza administrada».

Habría que añadir el trabajo con la sierra, algo diferentede la tercera de las modalidades que acabamos de distinguir,pues se trata de un instrumento mucho más complejo, consis­tente en una serie de cuchillas dispuestas de tal forma que elcorte logrado con ellas sea preciso y la fuerza utilizada puedaser de una cierta potencia, superior a la del simple cuchillo.

Se ha dado también el nombre de estructuras a otros com­plejos que, a pesar de esta complejidad. no representan másque un acto técnico unitario. Tomemos el ejemplo que poneJ.-L. Maunoury: «Los rasgos definitorios de los motores tér­micos se pueden dividir en dos niveles. En tanto que motores,tienen en común una función, que es la de crear trabajo; entanto que máquinas térmicas, tienen en común el principio defuncionamiento, que es utilizar el calor proveniente de lacombustión de determinados cuerpos». Partiendo de esta de­finición, Maunoury trata de hacer evidentes las correspon­dientes estructuras elementales «cuya combinación explicalos distintos tipos de motores térmicos». Distingue primerodos series de estructuras: «estructuras trabajo» y «estructuras

CUADRO 1

Grupoestructural

Trabajo

Calor

Subgrupoestructural

Modo de trabajodel fluido motor

Movimiento creado

Modo de obtencióndel calor

Lugar de obtencióndel calor

TIpo

Acción

Reacción

Rotativo

Alternativo

Combustión

Fisión

Interno

Externo

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44 Introducción a la historia de las técnicas

les. Ciertamente cabría perfeccionar el modelo que se nospropone: la naturaleza del combustible y sus condiciones deempleo, que llevan a la necesidad de elementos anejos (car­burador, chispa eléctrica). Cabe igualmente explicitar ciertasfórmulas y considerar la estructura misma del convertidor deenergía: cilindro y pistón que, por medio de un sistema biela­manivela, puede proporcionar un movimiento rotatorio, rue­das con aletas, etc.

Mucho habría que decir aún sobre las estructuras de losútiles, según el gesto técnico en que participen, según la ma­teria sobre la que hayan de actuar, según el material de queestén hechos, según incluso las tradiciones de su forma y di­mensiones. No pondremos más que dos ejemplos de ello, a laescala más simple.

Hace poco, Charles Frémont, en un estudio sobre la sie­rra, hizo patente toda la variedad de sus tipos. Pasemos poralto la distinción entre sierras de bronce y sierras de hierro ode acero, que es evidente de por sí. Este autor había distin­guido entre: a) la sierra en forma de cuchillo o serrucho; b) lasierra larga y de doble mango para que dos serradores lamuevan de lado a lado; e) la sierra en arco; d) la sierra en cua­dro; e) la sierra circular o de disco; f) la sierra de cinta.

Reproducimos aquí (figura 1) algunos de los dibujos depodadera que figuran en el catálogo de un fabricante deeste instrumento. En dicho catálogo, y para este solo utensi­lio, hay 106 modelos de podadera con nombres de naturale­za toponímica; esto, naturalmente, sólo para Francia. Talesvariedades corresponden a la vez, claro está, a las distintastradiciones locales y a los diferentes modos de usarse el

Conceptos y metodología 45

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46 Introducción a la historia de las técnicas Conceptos y metodología 47

2. Las diferentes fases de la fabricación de un lUCCO en Cusa (Doubs).

porque la investigación tecnológica se ha interesado muchomás por ellos. Todos los manuales de tecnología nos propor­cionan esquemas de los mismos muy aprovechables para elhistoriador.

La última noción podría ser la de «fila» o línea técnica. Laslíneas técnicas las constituyen series de conjuntos técnicosdestinados a proporcionar el producto deseado, cuya fabrica­ción se realiza, a menudo, en varias etapas sucesivas.

El primer ejemplo, uno de los más sencillos, lo tenemos enla fabricación del zueco de madera, tal cual ha sido analizadapor los investigadores que trabajan para el Museo de Artes yTradiciones Populares (figura 2). La imagen que damos de

utensilio, según el tipo de trabajo y según la vegetación do­minante.

Habría que hacer estudios sistemáticos acerca de todoslos útiles para conseguir unos análisis lo más finos posible.El mismo catálogo que acabamos de citar contiene análogasimágenes de hachas, de hoces y hasta de los perfiles de las ho­jas de hoces y guadañas. Unos repertorios de utillajes seríanciertamente bienvenidos, como lo son las colecciones de catá­logos antiguos y los inventarios de utensilios conservados enlos museos. Se han hecho ya algunos estudios, en el más pri­mitivo estadio técnico, concretamente por A. Leroi-Gourhan,sobre los tipos de útiles o de instrumentos utilizados para unaoperación dada.

La segunda noción que quisiéramos establecer es la de«conjunto técnico». Aquí pasamos a una fase diferente. Enefecto, hay técnicas complejas que requieren no lo que podríallamarse una técnica unitaria, sino técnicas confluyentes cuyoconjunto o combinación concurre a que se dé un acto técnicobien definido. Hemos tomado como ejemplo la fabricación dela fundición, de la que el esquema adjunto muestra toda lacomplejidad: problemas de energía, problema de los compo­nentes -mineral, combustible, insuflado de aire-.., problemadel instrumental mismo: el alto horno y sus propios elemen­tos constitutivos (armazón, capas refractarias, fonnas). Tráta­se aquí de un conjunto cada parte del cual es indispensablepara que se obtenga el resultado pretendido (véase la figura 3en p. 49). Fácil sería aducir otros ejemplos en la industria quí­mica, según combinaciones de diferente tipo.

Los conjuntos técnicos son, en general, mejor conocidos

A

"

B e

"

D E F

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48 Introducción a la historia de las técnicas Conceptos y metodología 49

3. Un complejo técnico-el alto horno.

mas, o, más en general, aspectos diversos. Es lo que sucede,para poner ejemplos simples, con el (o los) martillo(s) y conla (o las) tenaza(s). A un nivel más complejo pasa 10 mismo.La estructura cilindro-pistón, que se utiliza, ya lo hemosdicho, en los motores térmicos, es utilizada también en las

APORTACiÓN DE MINERALExtracciónTrilulildoteeoc,-

Enriquecimiento

IFundición

o;mensionesremes

MaterialesTemperaturaConducción"",.

APORTACiÓN DEFUNDENTE...-selección,-

IEscoria

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'-------------DepuraciOn

ElctraccKínLavado

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CondlJCGloo Eleva~:....... YlnyllCloreS de alfe

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A~R"ClOO~;:L,?ENERGíA

CombusüaeCoovertidores

APORTACiÓN DE COMBUSTIBLEHulla

CaliOad~

ella no representa más que una parte de esta fabricación: pue­den verse ahí seis operaciones sucesivas, en las que se utilizantres útiles o herramientas diferentes.

Es, como bien se ve, una serie. Para el moldeado inicial,que antes se hacía a golpe de hacha, se utiliza ahora un ins­trumento, el martinete hidráulico, a cuyos martillo y yunquese les ha ido adaptando, con empalmes sistemáticos, diferen­tes útiles.

Se puede complicar este esquema tomando un productomás elaborado (figura 3).

De la fundición se puede ir bajando al hierro o al acero, yde ahí a la fuerza destinada a dar a la pieza su forma definiti­va. Hay, pues, todo un escalonamiento de las más diversas téc­nicas que concurren a que funcione debidamente el comple­jo técnico que es la línea o «fila». Así sucede, por ejemplo, enla industria textil, en la que pueden distinguirse: a) produc­ción de la materia prima (de origen animal, vegetal o sintéti­co); b) preparación de esa materia para hacerla utilizable (la­vaje, enfriamiento, desengrasado); e) hilatura; d) tejido; e)sucesivos aprestos, susceptibles por lo demás de integrarse adiferentes niveles de la fabricación (batanado, tundido, tinte,blanqueamiento, etc.).

El estudio que acabamos de hacer sigue, salvo en el casode los complejos o conjuntos, una línea vertical. Pero tam­bién puede concebirse que se haga siguiendo líneas horizon­tales. Es decir, que una misma estructura técnica puedeservir para varias líneas distintas. Así ocurre, por ejemplo,tratándose de los útiles, y nosotros hemos observado queentonces un útil, de estructura dada, puede ir tomando for-

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50 Introducción a la historia de las técnicas

bombas aspirantes e impelentes y hasta en el más humilde

mechero.Un conjunto técnico, una línea técnica, no pueden funcio­

nar normalmente si no cumplen cierto número de condicio­nes. A grandes rasgos, estas condiciones, en la medida en quese limita uno estrictamente al dominio técnico -ya volvere­mos en seguida sobre esta restricción->, atañen necesaria­mente a cualidades y cantidades. Las interferencias entre cua­lidades y cantidades son, por lo demás, muy numerosas. Antetodo entre las cualidades: el trabajar con una materia dada re­quiere útiles de una cualidad igualmente determinada. Perola producción de determinadas cantidades puede, asimismo,exigir unas cualidades precisas de los medios de producción.Menos marcada, la influencia de la cantidad en la cualidad essin embargo notoria en gran número de casos.

Yendo más adelante, llegamos al momento en que se es­tablecen vínculos o alianzas. no sólo siguiendo un proceso li­neal, sino también con retornos o al sesgo. Entonces, cada unode los componentes de un conjunto técnico tiene necesidad.para su propio funcionamiento, de uno o de unos cuantosproductos del conjunto. Esta relación es evidente en el ámbi­to de los materiales: si la siderurgia utiliza la máquina de va­por, ésta necesita un metal cada vez más resistente para so­portar las altas presiones además del recalentamiento. Estarelación se da, aunque no tan evidente, en muchos otros do­minios. En el esquema de producción de hierro fundido. queacabamos de dar, se ve en seguida que la fundición y el hie­rro son necesarios en cada uno de los subconjuntos. Se po­drían multiplicar los ejemplos, complicar los esquemas, intro-

Conceptos y metodología SI

duciendo, pongamos por caso, las técnicas del transporte yevocando, como acabamos de hacerlo líneas atrás, el proble­ma de la energía. Hay casos en los que son muy estrechas lasrecíprocas relaciones de los subconjuntos entre sí y con elconjunto global: citemos el de la industria química. Hay otrosen los que esas relaciones son mucho más vagas, más impre­cisas, y,en definitiva, relativamente escasas: citemos el caso dela industria textil.

Equivale ello a decir que, en el límite y por lo general, to­das las técnicas son, en diferentes grados, dependientes unasde otras, y que entre ellas ha de haber necesariamente unacierta coherencia: el conjunto de todas las coherencias que adistintos niveles se dan entre todas las estructuras de todoslos conjuntos y de todas las líneas compone lo que se puedellamar un «sistema técnico» (figura 4). Y las uniones o ligazo­nes internas, que aseguran la vida de estos sistemas técnicos,son cada vez más numerosas a medida que se avanza en eltiempo, a medida que las técnicas se van haciendo más y máscomplejas. Tales vinculaciones sólo se pueden establecer y re­sultar eficaces cuando el conjunto de las técnicas ha alcanza­do un común nivel, aunque también, marginalmente, si el ni­vel de algunas de ellas, más independientes respecto a lasotras, permanece por debajo o por encima del nivel general,siendo naturalmente la segunda de estas dos hipótesis más fa­vorable que la primera.

Obtenido el equilibrio, es viable el sistema técnico. Losaficionados a los jalonamientos cronológicos pueden, pues,definir así bastantes sistemas técnicos que se han ido suce­diendo en el transcurso de los siglos, y analizarlos, esto es, ir

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52 Introducción a la historia de las técnicas Conceptos y metodología 53

4. Esquema simplificado del sistema técnico de la primera mitad del si­glo XIX.

más allá de las monografías particulares sobre cada técnica,precisar los nexos entre técnicas, su naturaleza y las exigen­cias que suponen.

De hecho, las investigaciones con este enfoque son aúnmuy incompletas e inseguras y la mayoría de los cuadros quehan sido presentados nos parecen especialmente insuficien­tes. En su obra Técnica y civilización, Lewis Mumford, si­guiendo a otros autores, había no ya esbozado bien una des­cripción de los sistemas técnicos, sino presentado unos grandesperíodos definidos con bastante confusión:. fase eotécnica,fase paleotécnica y fase neotécnica. «Si cada una de estas fa­ses representa a grandes rasgos un período de la historia hu­mana, caracterizase más aún por el hecho de que forma uncomplejo tecnológico.» El problema estaba así certeramentecaptado. «Cada fase tiene sus orígenes en ciertas regionesbien delimitadas y tiende a emplear determinados recursos ymaterias primas especiales; cada una tiene sus medios especí­ficos de generar y de utilizar la energía, y sus formas particu­lares de producción. Casi cada parte de un complejo técnico(término empleado aquí en un sentido diferente del que lehemos dado nosotros más arriba) tiende a hacer resaltar y asimbolizar, en el interior mismo del complejo, series enterasde relaciones,» Y, para distinguir estas diversas fases, evocabaMumford las que se podría llamar técnicas dominantes que,precisamente por su universal importancia, ejercerían unefecto de atracción o arrastre sobre las demás. «La fase eo­técnica es un complejo formado por el agua y la madera, lafase paleotécnica un complejo formado por el carbón y el hie­rro, la fase neotécnica un complejo formado por la electrici-

Texñles

Kay 1733

Hargreaves 1765

Arkwright 1767

Crompton 1782

Cartwright :rna

T!8JlSPOrtes terrestres

Cugnot 1769

Trevithicl<.1792locomotoras

ccrstnccon

Puentes 1n2

Piiares 1780

Armazones 1786

Transportes marítimos

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54 Introducción a la historia de las técnicas

dad y las aleaciones,» La idea era, ciertamente, interesante,pero esta enumeración de los que aquí llamamos sistemastécnicos nos parece muy insuficiente. y la definición de cadauno de ellos bastante imprecisa y arbitraria, por más que elautor haya matizado su pensamiento aludiendo a los inevita­bles encabalgamientos entre los sistemas.

Un análisis más preciso y la toma en consideración de ele­mentos más numerosos permitirían establécer una cronologíamás ajustada, sin limitarse a esas tres grandes divisiones de lahistoria de las técnicas. Lo cual es tanto más necesario cuan­to que no hay que aislar a las técnicas de las demás activida­des humanas, sin las que aquéllas resultarí3:n incomprensibles.Parece, por lo tanto, indispensable que confrontemos ahoralos sistemas técnicos y los sistemas de otra especie y que di­señemos, a grandes líneas, un esbozo de los nexos que losunen.

Es natural que los economistas, en la medida en que sepreocupaban, dentro de su propio campo, por los sistemas ylas estructuras -volveremos varias veces sobre ello--, se ha­yan interesado por este problema. Sin embargo, no pareceque hayan hecho avanzar gran cosa la investigación. A. Mar­chal, siguiendo en parte The Theory oI Economic Growth deA. Lewis, distingue las fases de la evolución técnica no tantocon visión estrictamente técnica como a través de la idea queen diferentes épocas se ha ido teniendo de la técnica. La Ver­dad es que era este un rodeo fácil para introducir la técnicaen el pensamiento económico. Se halla ahí, pues, una mezclade diversas nociones, no de concepciones generales por lasque pueda llegarse a definir un sistema técnico. En las socie-

Conceptos y metodología 55

dades analfabetas, las realizaciones técnicas se situarían pocomás o menos al mismo nivel: «Los mismos instrumentos, lasmismas técnicas de talla y pulimentación de la piedra, los mis­mos procedimientos metalúrgicos, los mismos métodos decultivo y de irrigación, las mismas astucias para la caza, sevuelven a encontrar en poblaciones separadas por continen­tes y por milenios».

Después, el conocimiento de la escritura y, con ella, el de­sarrollo de las matemáticas y la acumulación del saber serían«lo que distingue a las sociedades técnicamente arcaicas delas sociedades técnicamente primitivas». Marchal pone toda­vía a la Edad Media entre las sociedades técnicamente arcai­cas. «[La E. M.) se distingue de la sociedad moderna en elsentido de que un pequeño grupo de hombres privilegiadosgozan allí del tiempo libre o del asueto necesario para dedi­carse al pensamiento abstracto e incluso a la experimenta­ción, pero sin miras prácticas. Las realizaciones técnicas sonobra entonces de artesanos hábiles pero casi del todo iletra­dos, que van mejorando sus métodos a base de tanteos empí­ricos.» Del Renacimiento dice simplemente que marcó la lle­gada de la curiosidad y del espíritu experimental, así como supropagación por las otras capas sociales. Desde el siglo XVII alos comienzos del XIX, muchos de los inventos revolucionariosse habrían debido a hombres de oficio, que sucedieron confrecuencia a los sabios aficionados. «El siglo XX, por el COD­

trario, señala el paso a la concepción del especialista y del téc­nico profesionales y de plena dedicación, que trabajan enequipo, en ocasiones por cuenta de grandes empresas peromás a menudo a cargo del gobierno.» Aquí también lo insufi-

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56 Introducción a la historia de las técnicas

ciente del análisis, los viejos tópicos históricos caros a los eco­nomistas y las lamentables confusiones impiden que, pese a laaparición de algunas buenas ideas, aceptemos esta manera dedividir la historia.

Realmente el análisis económico, por muy estructural quesea, neutraliza casi por completo el hecho técnico o no loaborda sino en ciertos aspectos, como lo hiciera Adam Smithcon la división del trabajo. El único autor que le ha otorgadoun lugar de preferencia quizá sea Marx, que le daba con ra­zón mucha importancia y le dedicó largos desarrollos. Sólo alnivel de la dinámica de los sistemas y de las estructuras ha ha­bido que insertar en él una «variable» técnica. Aunque losfundadores de la escuela clásica inglesa, incluido Marx, tuvie­ran la intuición de esas relaciones recíprocas entre los diver­sos sistemas y de su coherencia y su compatibilidad, ha sidodurante mucho tiempo difícil y sigue siéndolo todavía el inte­grar la técnica en una explicación económica global, o, paradecirlo mejor, más que integrar, aproximar los dos órdenes deactividades. Si la finalidad esencial de cada disciplina es hacergirar el mundo alrededor de ella, la economía política debe­ría tener el cuidado de no despreciar la técnica. Lo mismoque el historiador de las técnicas tiene el deber de no despre­ciar las «fuerzas» vecinas.

Por consiguiente, todos los economistas hacen alusión sibien en general de la manera más discreta posible, a las es­tructuras técnicas. Marchal escribe, con cierta flojedad, que«el sistema económico se caracteriza por un particular arre­glo de diversos tipos de estructuras», entre ellas naturalmen­te las estructuras técnicas. Para Francois Perroux, ya más pre-

Conceptos y metodología 57

ciso, «el sistema económico es la combinación de un aparatotécnico, un aparato de relaciones jurídico-sociales y un móvileconómico fundamental». La importancia de las estructurastécnicas le parecía, por ende, un elemento fundamental, esen­cial, del «sistema económico».

1.D que aún no se ha tratado nunca de establecer de ma­nera detallada y completa es el sistema de las relaciones quese dan entre técnica y economía, versando preferentementelas investigaciones actuales sobre la dinámica de estos dos ti­pos de sistemas. Acciones recíprocas, por descontado. JohanAckermann comprendía bien la técnica al enumerarla entrelas «fuerzas autónomas» o «motrices», y aunque sus sucesoresredujeron el número de ellas, mantuvieron no obstante a latécnica entre esas «fuerzas dominan tes» que provocan la evo­lución de los sistemas.

La época actual abunda en muestras de lo mucho que in­fluyen los sistemas técnicos en los sistemas económicos. Perono nos engañemos. La expresión «fuerzas autónomas» em­pleada por Ackermann tal vez permita ver mejor en qué con­siste el problema. Es evidente que hay interacción entre losdos órdenes de sistemas, que nunca hay ahí unas fuerzas per­fectamente autónomas o unas fuerzas perfectamente induci­das. Dimensión de las empresas, costes de producción e in­versiones dependen estrechamente del nivel técnico. Dichode otro modo, trátase de determinar, lo que es más importan­te que los sentidos de dominación, unas reglas de la coheren­cia entre sistema económico y sistema técnico, aun sin que sepueda determinar de antemano si hayo no unas vías obliga­torias. Sería en efecto útil, para las diversas épocas, comparar

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58 Introducción a la historia de las técnicas

los dos mundos de la economía y de la técnica. Machine ava­peur et capitalisme se titula la reciente obra de Payen, en laque sigue a muchos otros autores que hacen de la máquinade vapor el símbolo del capitalismo moderno, pues ha habidodiferentes formas de capitalismo. Si la imagen no es total­mente representativa de la realidad, tuvo por lo menos laventaja de orientar a las mentes hacia el camino, apenas se­guido todavía, de una profunda y fecunda investigación. Seríamenester analizar las recíprocas exigencias de los sistemastécnicos y los sistemas económicos respecto a sí mismos. Nodeja de haber quienes piensan que los sistemas técnicos fue­ron siempre más exigentes y apremiantes que los sistemaseconómicos.

Inversamente, una técnica debe insertarse en un sistemade precios, en una organización de la producción, a falta de locual carecerá de interés económico, siendo esta su finalidadpropia. Sabido es, inclusive, que, en el límite, las técnicas arte­sanales han podido subsistir gracias a una demanda especial.Donde la técnica se impone o se ve rechazada es en el mer­cado y en el cálculo de los márgenes de beneficio. En el ám­bito mundial o, al menos, en el de un cierto internacionalismo,algunas medidas autoritarias pueden contribuir al manteni­miento de técnicas que caducarían en un mercado libre.

En realidad, la cuestión se plantea sobre todo en unaperspectiva dinámica; en la medida en que se impone unaevolución, es cosa admitida, para emplear expresiones mo­dernas, que no hay más que una sola modalidad de desarro­llo. En la medida en que el sistema técnico impone al sistemaeconómico una evolución que éste no es, momentáneamente

Conceptos y metodología 59

o no, capaz de soportar, sí que puede haber otras soluciones.Al capitalismo liberal, modelo del Occidente europeo, puedesustituirle un capitalismo de estado, y hasta un colectivismo.Pensemos en los esfuerzos de Colbert, imaginando o sistema­tizando nuevas fórmulas para introducir unas técnicas aúndesconocidas en Francia; pensemos en lo que fue, en el sigloXIX, la construcción de algunos ferrocarriles por el estado, enFrancia y en otras partes, gracias a la garantía de los intereses.y ¿qué decir de los sistemas protectores instituidos en Euro­pa allá por los años 1820-1821 para librarse de tener que com­petir con una industria inglesa técnicamente muy superior ypara darle al continente tiempo de realizar su mutación tec­

nológica?Si el hecho es actualmente algo discutido, también es cier­

to que el comandante Lefebvre des Noéttes vinculó el atala­je y la desaparición de la esclavitud porque había comprendi­do que había una relación bastante estrecha entre sistematécnico y sistema social. M. Buquet ha analizado con granexactitud las diversas posiciones adoptadas a este respectopor numerosos autores después de Stuart Mili, pero sobretodo en una perspectiva dinámica de la que volveremos aocuparnos. De todas maneras, se hace difícil negar que a unnivel técnico dado corresponda un optimum de población.Para un cambio de nivel técnico en el sentido de un progreso,la curva del optimum de población en relación con la rentamedia per capita no cambia de fonna, sino que sólo se des­plaza trasladándose hacia arriba.

Que sistemas sociales y sistemas técnicos estén íntima­mente vinculados parece evidente de buenas a primeras.

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60 Introducción a la historia de las técnicas

La adopción de un sistema técnico implica necesariamente laadopción de un sistema social que le corresponda, a fin de quese mantengan las coherencias. ¿Habrá que decir, entonces.,que también aquí los sistemas técnicos están llamados a do­minar sobre los sistemas sociales? Sí y no, por cierto, comoocurre en el dominio económico; sí en la medida en que el sis­tema técnico se impone por razones que suelen ser, en gene­ral, de orden exógeno. Pero se dan también casos de rechazo,de los que tenemos muchos ejemplos. Para que un nuevo sis­tema técnico se imponga, ha de traer necesariamente consigoinevitables adaptaciones sociales. Desde la Edad Media, lascorporaciones se han resistido a incluir en sus reglamentos--que son en gran parte, hay que reconocerlo, repertorios deprohibiciones y no de prescripciones positivas- muchas téc­nicas nuevas susceptibles de destruir una organización prees­tablecida: rechazo de ciertos productos de preparación o detintorería, rechazo del torno para hilar, del batán mecánico,del cardado. Cambios así se encuentran, como veremos, hastaen pleno siglo XVII. Tal fue el caso del embarrilado de aren­ques., a finales de la Edad Media, que trastornó las estruc­turas sociales de los pueblos costeros. Tal también el caso,bien estudiado, de la fabricación de calzados a máquina, enYankee City, en la segunda mitad del siglo XIX. La adapta­ción social es naturalmente aún más necesaria si el nuevo sis­tema técnico conduce a que una actividad dominante susti­tuya a una actividad antigua y de naturaleza por completodiferente.

Reparto de la mano de obra, cualificación y, por consi­guiente, niveles intelectuales y modos de vida son otros tan-

Conceptos y metodología 61

tos elementos de los sistemas sociales, junto con los hábitossociales, las formas de ser de las comunidades y las manerasde pensar, que han de adaptarse a un sistema técnico dado. Ysi se sabe que los sistemas sociales son particularmente rígi­dos, se comprenderá en seguida cuán difícil es de establecerla coherencia entre esos dos órdenes de sistemas. El temor alparo forzoso tecnológico, los casos de ludismo de los que seconocen muy numerosos ejemplos, inclusive desde la EdadMedia, han sido notorios hasta en los países más industriali­zados. ¿Qué decir, pues., de la adopción de sistemas tecnoló­gicos modernos en los países en vías de desarrollo, donde lasestructuras sociales se hallan a veces completamente inadap­tadas?

Las estructuras del consumo son, sin duda, más flexibles.Pero también en ellas hubo resistencias que a veces no dejande sorprender. En la encuesta que se hizo en Francia, en 1829,sobre los hierros, algunos maestros de forja subrayaban el re­chazo de los consumidores para con los hierros fundidos abase de hulla y su correspondiente apego a los fundidos concarbón vegetal. Es de advertir, sin embargo, que cuanto másse avanza en el tiempo, más rápidamente se adaptan a losproductos nuevos las estructuras del consumo. Ciertas rela­ciones entre sistema técnico y otros sistemas sería posible de­finirlas, La investigación en este dominio es del todo inexis­tente.

Los sistemas técnicos se han ido sucediendo en el tiempoy en el espacio. Hemos dicho, y repetido, que la dinámica delos sistemas técnicos era, por lo demás, uno de los mejoresmedios de abordar los problemas de estática, de análisis está-

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62 Introducción a la historia de las técnicas

tico. El análisis dinámico deja aparecer varias cuestiones im­portantes. Una de las primeras es la de los límites de un siste­ma técnico que condiciona en cierta medida el progreso téc­nico.

La noción de límite estructural es ahora familiar a todos.Sitúase, claro está, en el movimiento. Esos límites estructura­les se hacen sentir al final del período de expansión. Se lospuede descubrir ya sea por la dificultad de aumentar las can­tidades, ya por la imposibilidad de disminuir los costes deproducción, ya por la imposibilidad también de diversificarlas producciones. Tratase, por tanto, de unas cuestiones que,en el plano económico, se traducen en cantidades, calidades ycostes, teniendo por lo demás es tos diversos elementos múlti­ples interferencias entre sí.

Esta parte de la investigación ha sido poco practicada porlos historiadores, lo cual es de lamentar, porque resultaríamuy instructiva. Se ha podido escribir que las grandes crisisdel siglo XIV serían quizá causadas por falta de adaptación delas técnicas a una demanda que iba en aumento por la ex­pansión demográfica y por el aumento, a la vez, de la deman­da individual. Habría que poder estudiar de un modo máspreciso los límites de lo que llamamos la técnica clásica. A lainflación, provocada por la afluencia de los metales preciososvenidos del Nuevo Mundo, debió de seguirle una demanda,aumentada en grandes proporciones, de bienes de consumo:los disturbios y revueltas que se suceden de mediados del si­glo XVI a mediados del XVII podrían ser una consecuencia detal fenómeno, lo mismo que el receso demográfico que se ma­nifiesta a partir de los últimos años del siglo XVI. Estos fenó-

Conceptos y metodología 63

menos traducirían de alguna manera el que a aquella técnicaclásica le fuese imposible responder a tanta demanda, y ya ve­remos en qué prolongada estabilidad estuvieron estancadaslas técnicas hasta alrededor del primer tercio del siglo XVIII.

Hacia mediados del siglo XVII, el receso demográfico hizo me­nos necesaria la innovación de la técnica. Se ha de tener encuenta, por otro lado, que aquella época sufrió también ham­bres y epidemias que parecen haber sido concausas del es­tancamiento técnico: pestes de 1629-1631,hambruna de 1709,peste de 1720. Habrá que esperar al segundo tercio del sigloXVIIi para ver cómo se recuperan a la vez el progreso técnico

y el impulso demográfico.Se advertirá que hemos distinguido un nuevo sistema téc­

nico cuya aparición se sitúa hacia mediados del siglo XIX. Estaidea se basaba en un hecho nuevo en aquella época. Las limi­taciones técnicas han provocado. en las épocas anteriores alsiglo XVIII, un parón del crecimiento y unas crisis más o me­nos graves. Pero cabía suponer que pudiera procurarse uncrecimiento insertando, en el curso mismo de la evolución, unnuevo sistema técnico: tal fue, sin duda, el caso a mediadosdel siglo XIX. La existencia de un nuevo sistema técnico es ab­solutamente evidente, y. sin ella, es probable que los paíseseconómicamente más adelantados no hubiesen podido conti­nuar su desarrollo; lo mismo que los países que por entoncesestaban empezando a desarrollarse tuvieron la suerte de po­der beneficiarse de unas técnicas superiores sin pasar por lasdificultades de eliminar las técnicas anticuadas, eliminaciónque nunca deja de acarrear perjuicios. No seria absurdo su­poner que la gran crisis de 1929, cuyas inmensas consecuen-

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64 Introducción a la historia de las técnicas Conceptos y metodología 65

5. Curvas que registran la población, el capital, la producción agrícola y la con­taminación (A), y el comportamiento del modelo global (8) (según D. H. Mea­dows y col., Halle (¡ la croissance, París, 1972).

B

~ Contaminación

\

~Deprec iación

(-) '"Duración media

del capital

Capitalindustrial

\Capitalagrícola

Producción industrial

t-Inversiones L -'~/

Tasa de inversión

A

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66 Introducción a la historia de las técnicas

cias son bien conocidas, fue asimismo la consecuencia de unbloqueo técnico que ahora estaríamos empezando a superar,aunque tampoco neguemos -entiéndase bien- el influjo deolros factores acerca de los cuales se nos permitirá que no in­sistamos.

En un informe muy reciente intitulado The Limíts ofGrowth, sus autores, investigadores que trabajan en el MIT,describen el porvenir con tintes muy pesimistas. El modeloque han utilizado se basa en cierto número de datos que pre­sentan unas tendencias indiscutibles. De hecho, han tenido encuenta cinco fenómenos: el estado de los recursos naturalesno renovables (por ejemplo, los productos mineros); la po­blación mundial; la cantidad de alimentos disponibles por ha­bitante; la producción industrial por habitante; y el nivel decontaminación. Después han construido un modelo estable­ciendo las relaciones recíprocas entre esos fenómenos (pro­cedimiento de los bucles). Finalmente han sometido este mo­delo a ensayos resultantes del método de la dinámica desistemas (figura 5). De esta manera han obtenido, en formade un haz de curvas, un modelo estándar para el período com­prendido entre los años 1900 y 2100, que reproducimos aquí.En un primer tiempo, el progreso técnico queda en gran par­te neutralizado. En un segundo tiempo, los investigadores delMIT hacen intervenir cierto número de progresos tecnológi­cos, acumulados pero no constituidos en sistema y sin rela­ciones aparentes con los demás sistemas, hasta el punto deerigir en artículo de fe la falta de coherencia o la falta de com­patibilidad entre los sistemas. Volveremos sobre ello. A nues­tro juicio. un trabajo perfectamente análogo sobre cómo evo-

Conceptos y metodología 67

l~cionar{a el mundo en los dos siguientes siglos podría muybien haberse hecho entre los años 1850 y 1855. Y habría dadopor resultado el mismo pesimismo y los mismos temores. Yaveremos las razones de ello.

Yendo más allá de esta formulación general, el problemadebería abordarse en el detalle de cada técnica. Pero tal cosaapenas es posible, si se exceptúa el caso de la extensión de lassuperficies cultivadas, que, en una proporción que no es dedespreciar, desempeñó un gran papel después del descubri­miento de América y en particular durante el siglo XIX, cuan­do la apreciación de los latifundios llega poco menos que a sufin por creerse en un aumento de la fertilidad y de la produc­tividad de la tierra, si no por la selección de las especies, almenos por unos abonos cada vez más eficaces. Concfbese enese caso que se habría podido llegar a unos límites en tanto labotánica no hubiese aportado su apoyo a la selección de lassemillas y en tanto la química no hubiese ideado los abonosartificiales. Todos estos elementos entran en juego necesaria­mente: cultivo extensivo, cultivo intensivo, métodos de culti­vo, métodos de enriquecimiento de los suelos. Sería posible,aquí también, trazar unos simples esquemas precisando los lí­

mites tecnológicos, aquellos mismos de los que nos informa lahistoria. El aumento del consumo de carne estuvo bloqueadomucho tiempo por la dificultad de hacer pasar el invierno alganado: la aparición de los piensos artificiales permitió fran­quear un límite más importante que el de la selección de lasrazas. Desde el día en que se contó con medios técnicos deconservar el grano, la gravedad de las crisis de los cerealesdisminuyó sensiblemente, pues a partir de entonces se pudie-

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68 Introducción a la historia de las técnicas Conceptos y metodología 69

P,

mente menor PIP3 no puede hacerse más que aumentandoen una proporción mucho mayor el coste CIC

3•

Dicho de otro modo, más allá de cierta potencia no es po­sible aumento alguno: dimensiones, rendimiento, costes, ine­ludiblemente vinculados unos a otros, imponen un límite quees impensable que se pueda franquear.

Claro que hay límites de otra naturaleza, y son aquellosmismos en que insiste el informe de Harvard. Los abasteci­mientos de materias primas no son inagotables. Es a lo que sehubo de enfrentar la siderurgia inglesa a finales del siglo XVII:

la falta de carbón de leña exponía a aquella industria a unaasfixia casi total; el descubrimiento de la fundición a base decoque permitió salvarla y darle otras dimensiones. Lo mismopodría haber pasado con el carbón en nuestra época si no se

ron almacenar los sobrantes de las buenas cosechas en previ­sión de las malas.

También pueden aducirse muchos ejemplos del ámbito in­dustrial. El de la energía parece sintomático a este respecto.Se basa, de hecho, en varios factores. Algunos de ellos puedenpasarse en seguida por alto, ya que desempeñan un papel máso menos importante: así ocurre, por ejemplo, con el enormepeso de las máquinas cuando se las hace cada vez más poten­tes, lo que planteaba al transporte a vapor, tanto al terrestrecorno al marítimo, arduos problemas (para un navío, la po­tencia necesaria en función de las velocidades aumenta rápi­damente con éstas, aproximadamente como las velocidadeselevadas al cubo). Y lo mismo sucede con la suavidad de lamarcha: la máquina de vapor clásica, alternativa, era relativa­mente rígida con respecto a una demanda variable. Hay, enfin, la delicada cuestión, que ha estado planteada durante si­glos, del cómo transportar a distancia la energía. Aparte deestas consideraciones --que podrían ser numerosas, no abar­cando nuestro muestreo, ni con mucho, todos los casos-e, laconcepción, la construcción y el rendimiento de la máquinade vapor clásica, es decir, siempre la vieja máquina alternati­va, hacían que forzosamente tuviera unos límites bastante es­trechos. Tal máquina sólo podía convenir para potencias decierta importancia, que no pasasen de los 5.000 caballos: parapotencias menores no era rentable, y para potencias mayoreshabía imposibilidades técnicas. Intentemos esquematizar elproblema. La curva de la figura 6 muestra que, a un cierto ni­vel, el aumento de potencia P,fP2 puede hacersea un costerazonable C,fC2 . Si se pasa de ahí, un aumento proporcional-

P,

c, c,

FIGURA 6

c,Costes

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70 Introducción a la historia de las técnicas

hubiesen descubierto otras fuentes de energía como el petró­leo, la energía hidráulica y la electricidad y, últimamente, laenergía nuclear. A condición, entiéndase bien, de disponer deunos convertidores adecuados y de su correcta inserción en

los demás sistemas.Podríamos multiplicar los ejemplos de estos límites tecno­

lógicos capaces de bloquear todo un sistema e igualmente,como lo vamos a ver, de crear desequilibrios generadores decrisis. Límites propios de una rama tecnológica dada, y aca­bamos de citar el caso de la vieja y clásica máquina de vaporalternativa; límites en el suministro de materias primas, y aca­bamos de referirnos al caso de los carbones de leña y decoque; límites provocados dentro de una línea técnica por al­gunos desarreglos entre los distintos estadios de una fabrica­ción como se ven en la industria inglesa del siglo xvm; pero,también límites de tipo económico como el del raíl de hierroa mediados del siglo XIX. Aquí una vez más, y siempre, ten­dríamos que disponer de los análisis precisos y los inventariosque serían indispensables para llevar a cabo un auténtico es­

tudio global del progreso técnico.Por otro lado, volvemos a encontrarnos con lo general. En

efecto si según hemos intentado mostrar, todas las técnicas, ,son solidarias unas de otras, el límite alcanzado en un sectordado puede bloquear todo un sistema técnico, es decir, blo­quear su evolución general. Volvamos al ejemplo que evocá­bamos hace un momento: durante los años 1850-1855, el re­emplazo de los raíles de hierro en las vías del tren amenazabacon ser una catástrofe financiera si se seguía aumentando elpeso y la velocidad de los convoyes. Sólo el raíl de acero per-

Conceptos y metodología 71

mitfa responder a las necesidades de aquella situación; pero,por cuestiones de cantidad y de costes, no se llegó a poder uti­lizar el raíl de acero sino a partir del descubrimiento de Bes­semer, sometido este mismo a unos límites técnicos que vein­te años después serían eliminados por Thomas y Gilchrist.

La noción misma de síntesis técnica patentiza la impor­tancia de los límites estructurales en este dominio. No todostienen, ciertamente, igual importancia, en la medida en queunos sustitutos, externos o exógenos, permiten paliar las difi­cultades: tal era la explotación extensiva de las tierras en tan­to fue posible aquella política. Por lo demás, se ve que haypaíses que pueden prescindir de ciertas innovaciones técnicasen la medida en que, por circunstancias particulares, general­mente de orden económico o de orden social, en ellos no sellega a los límites de algunas técnicas. Ahí es donde intervie­nen unos datos exógenos destinados a corregir, en un planoigualmente exógeno, evidentes desequilibrios. Lo vemos asíen el caso de los aranceles, que muy frecuentemente cons­tituyen una defensa nacional contra una tecnología extranje­ra más adelantada. Sucede entonces como cuando, en 1821­1822, los gravámenes impuestos por Francia a la importaciónde hierros ingleses posibilitaron el que se siguiesen mante­niendo unas estructuras técnicas tradicionales. Verdad es queen la adopción de aquellas medidas influyeron también otrasconsideraciones muy distintas -volveremos sobre ello-: malasituación de los yacimientos naturales, rutina de los responsa­bles de la industria, grupos de presión, etc. Francia se retrasóen el empleo de la máquina de vapor a consecuencia, igual­mente, de la situación de los yacimientos carboníferos y de las

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dificultades de los transportes, y no por dificultades pura­mente técnicas.

De hecho, antes de 1881 no superó la energía del vapor ala energía hidráulica. Y volviendo al ejemplo precedente, ladispersión de los yacimientos de las materias pri mas, hulla ymineral de hierro, obligó a conservar una producción de fun­dido tradicional: sólo en 1864 la producción de fundido al co­que superó a la obtenida a base de leña. Se debió, pues, aotros medios, entre ellos la protección aduanera, el que unpaís como Francia -yen aquella época sucedió lo mismo enla casi totalidad de los países del continente europeo- nopudiese franquear ciertos límites, en la medida, entiéndasebien, en que el nivel de las cantidades producidas no estorba­ba un cierto crecimiento y en la medida también en que elpaís no participaba en el gran comercio in ternacional o sóloparticipaba débilmente: sería esta una explicación satisfacto­ria del reducido papel que representó Francia durante largotiempo en el plano mundial.

Habría aquí por realizar un estudio histórico de gran im­portancia. En efecto, al investigador se le ofrecen numerosasvías cuando, en un país dado, las técnicas practicadas han lle­gado a su límite frente a las técnicas más avanzadas que sepractican en otros países. Advirtamos por de pronto que cier­tos países, productores de materias primas esenciales para undeterminado sistema técnico, pueden vivir de la venta de esosproductos conservando, dentro de sus fronteras, unas estruc­turas anticuadas. En otros países, si la vida económica es im­posible sin esos productos esenciales, la dificultad se elu­de mediante recursos técnicos: es toda la compleja historia

Conceptos y metodología 73

-más compleja de 10que a menudo se ha dicho- de los pro­ductos sustitutonos, la famosa oleada de los ersatz [o sucedá­neosLde los que el coque fue, tal vez, uno de los primeros re­presentantes, seguido, desde el azúcar de remolacha hasta elcaucho artificial, por un gran número de productos.

Es, en definitiva, el análisis dinámico propiamente dichoel que parece más fructífero, al menos para este período delcomienzo de la investigación. No sólo permite discernir es­tructuras y sistemas, sino que pone de manifiesto límites es­tructurales que obligan a inventar e inducen a cambiar lossistemas. Tenemos, pues, aquí los dos polos esenciales del«progreso técnico»: por un lado, líneas tecnológicas, y porotro, bloqueos. El estudio de la dinámica de las estructurastécnicas está todavía en mantillas, aunque se han dedicado aél algunas obras importantes. No nos será, pues, posible haceraquí otra cosa que esbozar unos esquemas, sobre todo porquepara apreciar convenientemente su complejidad sería igual­mente necesario hacer que interviniesen estructuras y sis­temas exógenos. Una explicación global, en el sector pura­mente técnico, que podríamos ampliar a diversos niveles re­lacionándolo con los demás sistemas, hace, al parecer, queintervengan cuatro nociones distintas, cada una de las cualestiene su individualidad propia. Vamos a pasarles revista.

El «progreso científico» es, de estas nociones, la mejor co­nocida, porque es la más estudiada. Pero sus relaciones con elprogreso técnico merecerían ser más estudiadas. Probemos,con todo, a precisar aquí, muy brevemente, algunos puntosimportantes. Advirtamos también, de entrada, que ni siquierael progreso científico es siempre completamente autónomo.

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74 Introducción a la historia de las técnicas Conceptos y metodología 75

hecho de que la teoría de las máquinas térmicas no fue ela­borada por Carnot sino en la primera mitad del siglo XIX.

Realmente, lo cierto es que la máquina de vapor no podríahaberse inventado de no haberle precedido todo un escalo­namiento de descubrimientos científicos iniciado en la prime­ra mitad del siglo XVII y completado en el XVIII. La presión at­mosférica, el experimento de los hemisferios de Magdeburgoy luego los fenómenos de la condensación y del calor latentepermitieron a los mecánicos pasar a las realizaciones de unaidea que estaba, digámoslo así, en el aire desde hacía siglospero que con anterioridad a esos descubrimientos era irreali­zable. Asimismo, la siderurgia sólo adquirió un matiz más pre­ciso desde que. en 1788, Berthollet, Monge y Vandermondedeterminaron «los diferentes estados del hierro».

En estos términos hemos trazado nosotros dos curvas (fi­gura 7). La primera (curva a) representa la suma de conoci­mientos científicos requeridos en los diferentes estadios ero-

b

a

T,

FIGURA 7

T,

C2 --~--------~----

c,

Los técnicos, planteando problemas concretos, han podidocontribuir a provocar progresos científicos. No sería imposi­ble que ciertas formas de la matemática y de la física moder­nas hubiesen tenido su origen en preocupaciones técnicas. La

geometría misma fue una técnica de agrimensores antes dellegar a ser una «ciencia pura». Y lo mismo se puede decir detodo el instrumental científico, que depende también, y mu­cho, del progreso técnico: no hay por qué insistir en punto tanevidente.

Es esencial determinar dos puntos de convergencia entrela ciencia y la técnica, que se sitúan a dos niveles en ciertomodo inversos. Se convendrá fácilmente en que puede esta­blecerse el nexo entre ciencia y técnica, por una parte, cuan­do la ciencia permite resolver los problemas que plantea latécnica y, por otra parte, cuando la técnica es capaz de res­ponder a las indicaciones de la ciencia.

Está claro que, hasta un determinado nivel, no hay practi­camente ningún nexo entre ciencia y técnica. Cuanto más secomplica la técnica, más trata de racionalizarse, más impor­tante, e incluso indispensable, es para ella la aportación de laciencia. Y esto no sólo en los procedimientos de fabricaciónpropiamente dichos (útiles, máquinas o, más en general, pro­cedimientos empleados), sino también en la definición exactadel producto por fabricar. Podrían multiplicarse a porfía losejemplos. Durante mucho tiempo la industria textil no tuvonecesidad de ningún soporte científico. Hay, empero, casosmás dudosos: sería efectivamente muy inexacto decir, comose ha dicho, que el origen de la máquina de vapor' nada tuvoque ver con un contexto científico, y se aduce como prueba el

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76 Introducción a la historia de las técnicas

nológicos de una técnica dada. La segunda curva (curva b) re­presenta el nivel de los conocimientos científicos, de igual na­turaleza, de que dispone una población cualquiera. Hasta eltiempo TI' la técnica es plenamente utilizable en todo mo­mento. Pasando adelante, hasta llegar al punto C

2, se tardará

el tiempo T2• Ya se entiende que pueden utilizarse curvas decualesquiera formas.

Esto nos trae directamente a una constatación importan­te. A menudo se ha presentado a los inventores del pasadocomo personas sin conocimientos científicos amplios, dotadastan sólo de un genio especial. Y con frecuencia los inventoresmismos se han gloriado de su peculiar poder de intuición.¿No se declaraba ya Leonardo da Vinci hombre «sin letras»?Lenoir, que puso a punto el motor de explosión, o Gramme,el inventor de la dínamo, fueron sin duda autodidactos; pero,en la época en que vivieron, las conferencias a que asistirían,las lecturas que harían -la ciencia era por entonces fácil dedivulgar- y hasta muchas de las conversaciones que sosten­drían debieron de aportarles los saberes que necesitaron. Enrealidad, lo que habría que estudiar es precisamente, por unlado, el nivel de convergencia entre ciencia y técnica, y, porotro, el nivel general de los conocimientos científicos de unapoblación dada. Las curvas ponen de manifiesto que no hayningún determinismo cronológico, pero prueban igualmenteque ciertos inventos no pueden salir a la luz más que en épo­cas muy determinadas o a partir de ellas. Se podría, desde lue­go, circunscribir más el problema y no fijarse sino en un re­ducido grupo cuyo nivel científico fuese más alto que el delresto de la población. Y, paralelamente, podrían definirse las

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bases científicas de una población dada en función de la en­señanza elemental que esa población recibe. Sería muy inte­resante ver qué es lo que ocurría a este respecto en la Ingla­terra del siglo XVIlI, comparándolo con lo que ocurría por elmismo tiempo en otros países.

El problema inverso ha sido traído frecuentemente a co­lación. El desarrollo científico ha llegado a veces al punto deque un invento parezca posible y sin embargo sólo se pro­duzca con cierto retraso. ¡Cuántas obras, aun de nuestros días,dan por averiguado que los griegos habrían sido incapaces dedesarrollar .su tecnología aunque poseían suficientes elemen­tos científicos! ¿No se les ha acusado, incluso, de haber esta­do sin darse cuenta a un paso de la máquina de vapor? Se ol­vida un poco demasiado aprisa que en muchos casos -ynosotros recordamos el de la máquina de vapor- no se hadefinido con suficiente precisión cuál es el conjunto de cono­cimientos necesario. Por otra parte, la construcción técnica escosa complicada y, además de los conocimientos científicosnecesarios, se ha de contar con un contexto técnico muy coer­citivo: unas veces falta el material, otras un mecanismo apro­piado... Pongamos un ejemplo concreto: transcurrieron cien­to dos años entre el descubrimiento del fenómeno físico quese verifica en la foto y la fotografía misma (1727-1829); pero¿es que no había, después de aquel descubrimiento científico,los problemas del soporte, de los productos químicos y delobjetivo? Aquí se contenta uno con una simple convergencia,siendo así que debería considerarse un conjunto de conver­gencias. Y es natural que se piense que los tramos y los esca­lones se acortan o suavizan a medida que el desarrollo cientí-

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78 Introducción a la historia de las técnicas

fico va dando cada día más cuenta de un conjunto de fenó­menos y el desarrollo técnico va poniendo a disposición delinventor unos medios cada vez más poderosos. Con lo cual elretraso ha sido reducido considerablemente: cincuenta y seisaños para el teléfono (1820-1876);treinta y cinco años para laradio (1867-1902);catorce años para el radar (1926-1940); seisaños para la bomba de uranio (1939-1945); cinco años para eltransistor (1948-1953).

Se plantea aquí una cuestión importante, de la que nosvolveremos a ocupar: el fenómeno de la obsolescencia tantode los productos fabricados como de las instalaciones 'indus­triales.

El inventar tiene sus propias reglas, su lógica particular,y: por consiguiente, su historia. Concepto difícil, decía ya Lu­CIen Febvre, En su Théorie générale de l'inveruion, RenéBoirel ha intentado introducir un poco de orden en todasestas nociones y en el lenguaje empleado al tratarlas. Es sin­tomático que este autor hable de la «difusa racionalidad quese desprende del progreso de las técnicas». Pero, a la vez seresiste a creer en un determinismo del progreso técnico. 'Loque hace falta, según R. Boirel, es «descubrir, recorriendo denuevo los pasos del inventor, el diálogo entre las intencionesespirituales y las estructuras técnicas». No se trata «de ex­plicitar el itinerario seguido necesariamente por el pensa­miento técnico para pasar de una estructura a otra» sinoque hay que «discernir los pasos de progresión susceptibles.de ser reanudados por todo espíritu que conociese bien lasaptitudes operatorias de las estructuras por él manejadas».Lo que le interesa al citado autor es trazar un cuadro de las

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posibles transiciones de una forma técnica a otra: por ejem­plo, el paso de los tablones de madera al riel metálico. De­bería estudiarse de este mismo modo la «génesis de lasmáquinas por interferencia entre estructuras mecánicas pre­viamente existentes». Un ejemplo de ello lo da la máquinade vapor utilizando el principio de las bombas aspirantes eimpelentes. Dicho de otro modo, había tres maneras posiblesde utilizar el vapor: su acción directa, esto es. la fuerza de unchorro de vapor; su presión; o la diferencia de presión crea­da mediante el vacío logrado por condensación. Esto es loque Boirel llama «el proyecto operatorio». Su utilización seefectúa por intermedio de un dispositivo conversor, turbinade vapor o pistón que se desplaza en el interior de un cilin­dro. Puede, en fin, entrar en juego el aporte suplementario ocomplementario de la presión atmosférica, ya sea directa­mente, como en la máquina de Savery, ya accionando indi­rectamente sobre la otra cara del pistón, como en la maqui­na de Newcomen. A partir de ahí se pueden trazar unaslíneas, es decir, auténticas genealogías técnicas, determinan­do así la naturaleza de los inventos realizados de una gene­ración a otra. Bien entendido, desde luego, que una estruc­tura técnica utilizada en una máquina de un tipo dadopuede ser transferida a otra máquina: al inventar Lenoir sumotor de explosión no hizo más que utilizar los órganos deuna máquina de vapor clásica. Digamos. más en general, quelas transferencias de tecnología representan el pasar de unaestructura dada a otra técnica distinta de su técnica de ori­gen: si el coque era bien utilizado en la fabricación de lamalta, la invención de Darby habría consistido en una trans-

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80 Introducción a la historia de las técnicas

Ierencia de tecnología cuando lo empleó para la reducción

de los minerales de hierro en los altos hornos.Indudablemente ahora es posible hablar con más derecho

de «racionalidad difusa». El progreso no es algo que pueda

insertarse; la invención no puede nacer si no hay unos ele­mentos preexistentes. Se sitúa en una línea tecnológica deter­minada. Difusa lo sería, pues, en la medida en que pudieran

darse alternativas, amontonarse diversas combinaciones. Todala cuestión está en saber si, para el inventor, el camino a se­guir es ancho o estrecho. Una de las tareas de la historia delas técnicas consistiría en aclarar este problema. Es probable

que tal camino sea mucho más estrecho de lo que se ha soli­do decir.

Para J.-L. Maunoury, que repite la tesis de Boirel y apro­vecha los trabajos de historia de las técnicas hechos por Usher

(trabajos por lo demás parciales, puesto que sólo versan sobrelas técnicas mecánicas) debe completarse el enfoque.

En esta concepción, el proceso del progreso técnico seanaliza como una serie de estratégicas invenciones que sinte­tizan muchos elementos de novedad intermedia. Hay, pues,un ritmo muy pronunciado de la evolución técnica, pero estadiscontinuidad periódica no suprime el hecho de que ese pro­ceso es social, ni el de que la necesidad desempeña en él unaesencial función motora. Podría hablarse. retomando la ex­presión de W. James. de un determinismo flojo, que salva­guarda la libertad y la iniciativa individuales y en el que que­da, por consiguiente, un importante margen de incertidumbrey de posibilidad. Pero esta posibilidad no es la posibilidadazarosa de un universo informe y desorganizado, es una posí-

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bilidad que se manifiesta a través de un sistema de relacionesy de interdependencias. La sucesión de los eventos es, por lotanto, lógica y ordenada. A postenori se puede ir siguiendo decerca la génesis de las novedades observando su filiación téc­nica, pero es en cambio imposible prever, a priori, la forma delas novedades y el momento en que aparecerán.

Para ilustrar su demostración, Maunoury presenta un es­quema en el que se ve la génesis y la evolución de los moto­

res térmicos desde el siglo XVIII hasta nuestros días, esquemaque reproducimos aquí.

Lo simplificado del esquema (figura 8), que sólo hace in­

tervenir como variables dos tipos de estructura, puede muybien dar la impresión de un determinismo flojo, ya que se leha dejado a la invención una cierta posibilidad optativa. Esobvio que si se introducen otras variables, que no son menos

reales ni menos coercitivas, las posibilidades de opción se re­ducen: citemos, entre otras, la naturaleza del combustible, lade la fuente de energía -c-puesto que, a fin de cuentas, el mo­tor no es más que un convertidor de ésta- y la calidad deciertos materiales (una turbina que haya de girar a gran velo­cidad sólo puede estar hecha de un material de muy definidascualidades físicas). Añádase la posibilidad de interferenciascon otros tipos de convertidores. Así, al motor eléctrico se lopuede acoplar a una fuente de energía directamente, comovemos que se hace en las turbinas hidráulicas, o indirecta­mente como en el caso del Diesel, intermediario en tre lafuente de energía y la forma de energía producida.

Teniendo en cuenta todos estos textos y lo que hemos di-

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82 Introducción a la historia de las técnicas

J....TIEMro--o

I~1 Combustión Combustión

de calor Combustión--- interna internaCombustión

externa cerradaEstructura cenwecon T" Inyecciónde trabajo

A~ernativoMáquina, _ Motor de 1- Motor Diesel

• de vapor expklsión (1895)(Acción) (1780) (1860-1880)

¡

l¡ 1

Alternativo Motorrm:f~ (Motorreactor)• (1940)

~(Reacción) (ebandcoaool

1 Turbinade gas

de combustiónRotativo (1900-1920)

• ...... Turbina(en desarrollo)

(Acción) ___ Turbina - de gas - ¡de vapor (1900-1920)

TurbocOmpresorTurbina de Lavai (1917)

hidráuiica (1882)de explOSión ¡

Fourneyron (abandonada) turtcorcooecr(1832) (después de

la guerra) "-(en desarrollo)

1 TurbinaRotativo ""g~• de combustión

(Reacción)___ Turbina ___ Turbina - (1900-1920)de vapor de gas

Turbina de Parsons de e~plosión(en desarrollo)

hidráulica (1884) (abandonada) Turbor~eactor :,

prancs (1939-1945)

f-l'-.'l" ¡ :"Piezas lijas

Estatorreactor Motor-cohete• (en desarro\io) (después de

r • la guerra)(Reacción)

8. Génesis y evolución estructural de los motores ~é~icos desde e.1 si­glo xvur hasta nuestros días (según Maunourv, La Génese deI ínnovauons.

París, 1968).

Conceptos y metodología 83

cho anteriormente, podemos hacer ya una somera reflexión.Por un lado, se habla de racionalidad «difusa»; por otro, dedeterminismo «flojo», evidenciando de alguna manera esosdos adjetivos el temor de los dos autores a comprometer la li­bertad del inventor.

Racionalidad la hay sin duda, puesto que se ha de entrarnecesariamente en una línea técnica, aunque conocemos al­gunos ejemplos de ruptura en este dominio y sabemos de laaparición de líneas totalmente nuevas, como lo fue la de lamáquina de vapor con respecto a la de la energía hidráuli­ca. La máquina de vapor clásica no es más que una bombaaspirante e impelente. A continuación, el desarrollo de laidea se comprende muy bien: acción del vapor, conocidadesde la Antigüedad, pero como fuerza, acciones del vacío y

de la presión atmosférica evidenciadas por los hombres deciencia pero cuya intervención no era necesariamente lógi­

ca. La invención central consistiría en utilizar la presión at­mosférica al mismo tiempo que el vacío creado por la con­densación del vapor, no para hacer subir directamente elagua, como en el aparato de Savery, sino sobre la otra caradel pistón; en otras palabras, consistiría en separar la bombapropiamente dicha de la máquina productora de la energía,utilizando para esta última la energía de la primera. Des­pués, de la máquina de Watt a las más recientes, el encade­namiento lógico es perfecto. «Un análisis de la filiación téc­nica de las innovaciones no puede, por tanto, hacerse sino entérminos de desarrollo estructural.»

Más difícil es justificar el determinismo o el no determi­nismo, o ese determinismo flojo que acabamos de evocar y

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84 Introducción a la historia de las técnicas

que enmascara estas ambigüedades. Volvamos con Mau­

noury, que es el responsable de la fórmula:

Se comprende bien cómo se ha podido pasar de tal com­binación estructural a tal otra, pero no pOI qué es esta combi­nación precisa la que ha sido escogida y realizada, pues unanovedad no surge sólo como prolongación lógicade estructu­ras antecedentes. Hace falta que el inventor tome concienciade un problema por resolver y que apunte a ciertos fines; y esde esta conjunción de los fines y las posibilidades ofrecidaspor las estructuras técnicas de la que nace la novedad.

Habría. pues, así en la racionalidad como en el determi­nismo unos elementos de diversa naturaleza, técnica por des-,contado, pero también social o económica, o incluso de otraespecie también (caso de las técnicas armamentistas). La difi­cultad en que tropiezan los autores cuando quieren dar cuen­ta de estas múltiples presiones que inciden sobre la invenciónproviene ante todo de que parten de diferentes puntos de vis­ta: al filósofo no le parece lógico creer en la racionalidad y re­chazar el determinismo, ni al economista, que habla en térmi­nos de necesidades y fines, dar su favor al determinismo yrelajar de alguna manera la racionalidad. Hay que advertirigualmente que todos los ejemplos han sido tomados de lastécnicas mecánicas, y más en particular de entre las máquinastérmicas, símbolo casi mítico del progreso técnico y de la in­ventiva práctica. Parece necesario, para estudiar mejor el pro­blema, viéndolo sobre todo en una perspectiva histórica, afi­

nar el análisis.

Conceptos y metodología 85

Primeramente se ha de situar la invención en su contextotécnico. Cabría hablar de simple invención cuando se tratarade un progreso autónomo, como, por ejemplo, la lanzadera vo­lante de John Kay. Ésta, de hecho, se sitúa al lado de una téc­nica ya antigua, la del oficio de tejer. Exactamente 10 mismopuede decirse del soplado de aire caliente en los altos hornos.Empleamos, por lo demás, el término «desarrollo» para darcuenta de los sucesivos perfeccionamientos que mejoran unatécnica cuyos principios fundamentales, sin embargo, no sehan modificado. La introducción del automatismo, en gradosdiversos, en un gran número de industrias, deja de hecho in­tactos los principios mismos de las técnicas anteriores.

La invención puede ser una operación de montaje. Es loque ocurre, por ejemplo, con el motor de explosión, el cualsupone, en efecto, para una idea esencial que es la de ponerla producción de la fuente de calor en el interior mismo delaparato, una amalgama de varias novedades: el carburadorpara preparar la mezcla combustible, la dínamo o la batería,la bobina y la bujía para producir la energía y la chispa eléc­tricas, y, en fin, todos los órganos de la máquina de vapor clá­sica. Y estamos simplificando a sabiendas. No se trata, pues,de una única línea técnica, sino, como es natural para un mon­taje, de toda una serie de líneas técnicas. De hecho, se con­servan las mismas estructuras: pistón y cilindro. Lo que cam­bia es, por una parte, la naturaleza del combustible y de lafuente calórica (carbón, gas, petróleo); después también laelección del vehículo del calor: vapor, mezcla explosiva aire­gasolina o aire-gas, que implica a su vez la naturaleza mismade la combustión.

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86 Introducción a la historia de las técnicas

Esto nos permitirá pasar a otros niveles. El primero es, in­discutiblemente, el del conocimiento científico, del cual yanos hemos ocupado más arriba. Hay racionalidades científi­cas que se superponen a las racionalidades técnicas: se impo­nen, por ejemplo, en el dominio de las técnicas químicas y endeterminados dominios de la física.

El segundo nivel se sitúa, más allá de las estructuras, enlos sistemas. Dicho de otro modo, en la medida en que el in­vento técnico no es sólo una especulación mental, sino unarealización concreta, conviene que pueda entrar en un siste­ma, puesto que la interdependencia de las técnicas es uno delos elementos más constrictivos del progreso técnico. No haymejor prueba de ello que el problema de los materiales. Lamecanización perfecta de la industria textil no era concebiblecon unas máquinas de madera. Tgualmente, altas presiones ycalentamientos, turbinas girando a grandes velocidades, noson realizables sin el metal adecuado. Podríamos multiplicarlos ejemplos.

En esos dos últimos casos se trata de una especie de de­terminismo al revés, en el sentido de que, para la realizaciónde un invento, son necesarias cierto número de condiciones yde naturalezas diversas. El determinismo positivo resulta serde otro orden: la conciencia de un problema por resolver.Mas este problema no se reduce a una sola variable.

Hay necesidades que son de orden puramente técnico,aunque a menudo las incidencias económicas se confundenahí igualmente, en concreto las incidencias de los costes, Algoasí acontece dentro de una línea técnica, para restablecer unequilibrio roto por un invento hecho a un nivel dado. La in-

Conceptos y metodología 87

dustria textil inglesa abunda en ejemplos de ello a lo largo detodo el siglo XVIII, en particular por lo que toca a la hilatura yla tejeduría. Se podrían citar muchos otros. Los descubri­mientos de Bessemer, Martin, Thomas y Gilchrist pertenecenal mismo grupo. Lo mismo sucede cuando falta uno de loselementos de una técnica; ya hemos citado el caso del em­pleo del coque en los altos hornos: sólo el carbón mineral, porlo demás ya empleado en las forjas, podía paliar las insufi­ciencias de la producción de carbón de leña. Todas las paten­tes registradas entre los años 1570 y 1710, y fueron muchas,muestran que en la época-sólo era posible esta vía. Darbyhizo su descubrimiento copiando y combinando otras técni­cas que tenían necesidad de un carbón mineral preparado deidéntica manera (probablemente se trataba de la fabricaciónde la malta y del refinado del cobre). Se da en esto, como he­mas dicho, una transferencia de tecnología.

Las necesidades económicas no son menos apremiantes.Tradúcense en problemas de cantidad y de costes, puesto quelos problemas de calidad son más bien, según acabamos deverlo, de orden técnico. Se conocen las fórmulas más general­mente empleadas: producir cantidades iguales a costes meno­res, cantidades mayores a igual coste, cantidades superiores acostes menores. Todas estas exigencias pasan necesariamente,al menos en la mayoría de los casos, por la invención técnica.Más adelante volveremos a ocupamos de este problema de lanecesaria vinculación de la técnica y la economía. Pero a la in­vención no se la podría analizar correctamente si no se la en­frentase a ciertas exigencias que son de orden tanto técnicocomo económico.

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88 Introducción a la historia de las técnicas

Dígase lo que se quiera, la historia de los inventos es aúnen gran parte una mitología y una hagiografía, toda ella nodesprovista de chovinismo, como hemos podido ver. Es mito­logía por cuanto se hace intervenir a unas fuerzas autónomas,con frecuencia mal definidas, y es hagiografía en la medida enque el inventor aparece ahí como un personaje dotado de fa­cultades sobrenaturales; ambas características van estrecha­mente ligadas, puesto que para participar en esa mitologíahay que poseer las cualidades propias de un santo, de un per­sonaje en relación directa con las divinidades. Para desemba­razarse de tal capa, los autores recientes apenas se han dedi­cado a estudiar otra cosa que el aspecto puramente técnico delos inventos. a la vez que el análisis económico del progresotécnico o, más ampliamente, la inserción de la variable técni­ca en la teoría económica general se iban haciendo con lenti­tud y no sin reticencias por parte de algunos.

No se llame a engaño el lector. A lo que nosotros quere­mos llegar es a precisar al máximo la'> expresiones utilizadas.Impónese, pues, la racionalidad. Esto parece difícilmente dis­cutible, ya que el número de combinaciones utilizables no esinfinito y, apoyándose en estructuras existentes, ha de seguirunos caminos casi obligatorios, con matizaciones que habríaque precisar y analizar. Y esta racionalidad es evidente enmuchas ocasiones en las que aparece como inconsciente porparte del inventor. Descartemos todas las explicaciones quede su invento ha dado Bessemer pretendiendo ni más ni me­nos que conferirle una racionalidad perfecta La racionalidadreal de su invento no es que sea menos perfecta, sino que esdistinta. Recorriendo las sucesivas patentes nos percatarnos

Conceptos y metodología 89

del modo de proceder de este inventor. Lo que él realmentebuscaba era cómo fabricar grandes cantidades de acero va­liéndose de procedimientos ya conocidos y a unos costes ase­quibles. El pasar un chorro de aire al interior de una pila lle­na de fundición líquida era cosa que se hacía ya en el viejoprocedimiento del primer refinado del hierro. Lo esencial dela operación había de consistir en el descubrimiento del con­vertidor, el aparato adecuado, y en responder a todas las exi­gencias técnicas que su regular funcionamiento supondría(problema del insuflado del aire, problema de los materialesrefractarios, problema de la adición de manganeso, etc.). Bes­semer se basó en estructuras preexistentes: a saber cómo lle­garía a la solución del problema del aparato, y además hayque tener en cuenta que la puesta a punto definitiva fue obrade una serie de personas. Cabría, evidentemente, suponerotra racionalidad que no fuese el resultado de búsquedas aveces aberrantes por las obras de tecnología antiguas o revol­viendo las patentes anteriores, sino que presentase, porque laépoca empezaba a exigirla, una reflexión científica o de tipo

científico.El determinismo no es menos evidente. Determinismo

técnico, determinismo científico, determinismo económico, eincluso determinismo social o político. Aún no habíamosmencionado estas dos últimas clases de determinismo, peroya indicamos más arriba las ineludibles vinculaciones de lossistemas entre sí. Del determinismo social no nos hace faltamás prueba que la que son algunos de los inventos textiles he­chos por ingleses a lo largo del siglo XVIII, a propósito de loscuales se atribuye al inventor -----con razón o sin ella, cosa que

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90 Introducción a la historia de las técnicas

habría que determinar con más exactitud- el deseo de ami­norar la miseria física o económica de los obreros. El nombremismo de Jenny que se le dio a una máquina es todo un sím­bolo a este respecto. El determinismo político salta a la vistacuando se trata de técnicas militares: no hay para qué insistiren esto, pero podríamos citar la obra de Nef, Progrés techni­

que el guerreo En lo que atañe al descubrimiento de Besse­mer, recorriendo las patentes se obtendría un buen muestra­rio de las necesidades que había que «cubrir» en aquellaépoca. Eran necesidades técnicas, que imponía el desarrollode ciertas actividades: la fabricación de obuses y cañones deacero, de raíles y llantas de ruedas para los caminos de hierro,y, por encima de todas, la necesidad de obtener grandes can­tidades de acero a costes reducidos.

En realidad, a cualquier nivel que uno se ponga y en cual­quier época que se considere, la libertad del inventor se hallaestrechamente circunscrita, estrictamente limitada por las exi­gencias a las que ha de responder el invento.

Se imponen así no sólo unas opciones, que incluso si lashay son escasas (por ejemplo, en el dominio nuclear, la elec­ción de las líneas posibles; en el dominio de la televisión encolor, la elección entre los pocos procedimientos utilizables),sino que se imponen también los momentos en los que la in­vención salga a la luz, momentos determinados por el pro­greso científico, por los progresos paralelos de todas las téc­nicas, por las necesidades económicas, etc.

No sería inútil tampoco estudiar de una manera precisatodo el entorno institucional en que se sitúa el invento, suprogresivo nacer y su desarrollo. La finalidad esencial de esas

Conceptos y metodología 91

instituciones es provocar el trabajo inventivo y permitir la di­fusión de los inventos.

En un primer tiempo pareció esencial ---en ello tenemosuna prueba más de una forma de determinismo- y se pudodesear que se conocieran simultáneamente las necesidades yciertas posibilidades, o, dicho de otro modo, unos determinis­mos de diversas naturalezas y unas racionalidades posibles.Para estas últimas, desde las exposiciones de máquinas, lasprimeras de las cuales datan, según veremos, del siglo XVII,

hasta los «gabinetes» de modelos y las demostraciones del si­glo XVIII, se fue pasando de la enseñanza técnica en todos susaspectos, es decir, tanto de-conocimiento y de una mejor uti­lización de las técnicas existentes como de invención y de per­feccionamiento, a unos saberes más elaborados y más próxi­mos al razonamiento científico. Había también conocimientode las necesidades, ya técnicas ya económicas, sin que a vecesse distinguiera entre estos dos órdenes de necesidad. La fun­dación de grandes academias científicas, que fueron técnicastanto como científicas, la creación de sociedades industrialeso de sociedades agrícolas, la aparición de los premios -c-pién­scse en los que desde el Primer Imperio se ofrecieron a quiendescubriera lo que vendría a ser más tarde el azúcar de re­molacha o al que pusiese a pun to la hilatura mecánica dellino-, fueron formas de incentivar a las que después se ha re­currido muy repetidamente.

Por otro lado, era necesario que el inventor pudiese sacarprovecho de su invención sin tener que guardarse para ello susecreto. Tal es el origen de toda la legislación sobre patentesde inventos. Al parecer, Venecia promulgó ya, en 1474, un

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92 Introducción a la historia de las técnicas

edicto general otorgando privilegios a los inventores «de téc­nicas o máquinas nuevas». El estatuto de los monopolios, pro­mulgado en 1623 por Jacobo I1, inaugura legítimamente, enInglaterra, el derecho de patentes. Durante mucho tiempoFrancia no se valió del privilegio, que por lo demás raras ve­ces consistió en un monopolio. como no fuese en lo tocante ala introducción de técnicas extranjeras; así aparecería unamodalidad de difusión que nada tiene que ver con los inven­tos: la patente de importación de técnicas nuevas. Sin embar­go, en las postrimerías del siglo XVlI. entre los años 1693 y1699, aparecen algunas instituciones importantes que lleva­rán a que, en 1699, se establezca el reglamento de la RealAcademia de Ciencias, organismo al que se confía el exameny la «aprobación» de las nuevas invenciones, inaugurándoseasí el control de Jos inventos e imponiéndose poco a poco elcriterio de la anterioridad. La legislación francesa hubo deevolucionar desde la declaración del 24 de diciembre de 1762hasta la ley del 7 de enero de 1791, que, por lo demás, prote­gía igualmente a la innovación técnica y a la importación detécnicas extranjeras. Pero existía ya un derecho de la inven­ción muy estricto.

En resumidas cuentas, la única parcela de libertad es lapersona misma del inventor. Y ésta no nos interesa aquí másque en la medida en que nos permite percatarnos exacta­mente de las condiciones en que se verifica su invención. osea, como decía Maunoury, del «encuentro de los fines y las~osibilidades ofrecidas por las estructuras técnicas», impor­tando poco que el móvil personal sea egoísta o altruista.

Así que lo que hay que hacer es penetrar desde el entor-

Conceptos y metodología 93

no hasta el meollo del problema Si hemos distinguido entrelas invenciones simples y las invenciones de montaje, aún ha­ría falta discernir con más exactitud el problema. Son bastan­tes los autores que lo han intentado y muy pocos los que 10han conseguido. Si al técnico le importa poco semejante in­vestigación. en cambio el historiador debe prestarle una aten­ción extremada. Descartemos la cuestión, que ya hemos abor­dado, del descubrimiento científico indispensable. Sabemosque sólo se da a un cierto nivel.

Una definición concreta del invento -escribe Mau­noury- deberá resolver una serie de problemas delicados. Siel invento es un evento genético en la serie de los que llevana lanzar al mercado una novedad, y no simplemente una acti­vidad o un cierto tipo de operación mental, se lo ha de poderdistinguir de otros tres tipos de eventos que generalmente lepreceden, le acompañan y le siguen, y entre los cuales parece

a menudo «anegarse»:a) Jos eventos técnicos de los que directamente se deriva,

por acumulación, suma, etc., o por el perfeccionamiento de

ensayos y de esbozos insuficientes;h) las simples mejoras;e) las operaciones de puesta a punto en una perspectiva

comercial.

Según este mismo autor, parece haberse llegado a unacuerdo acerca de un triple criterio de definición: «el inventoes un dispositivo, un esquema técnico que viene a resolver demanera nueva un problema ya conocido o a resolver un nue­va problema técnico; además, el invento es alguna cosa even-

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94 Introducción a la historia de las técnicas

tualmente útil para la producción; en fin, el invento es el re­sultado de un pensamiento creador, de un esfuerzo mental su­perior a los esfuerzos corrientes». Y se acepta otra vez la de­finición de S. Kuznets según la cual los inventos técnicos son«nuevas combinaciones de conocimientos ya existentes a lasque se da forma de dispositivos (devices) potencialmente úti­les para la producción económica y que resultan de un actomental superior a los ordinarios o promedios».

La realidad es, empero, demasiado compleja como paraque se la pueda encerrar en fórmulas a la vez sencillas y ge­nerales. No es muy apropiado hablar del invento del automó­vil, del invento de la televisión, sino considerándolos comocombinaciones definitivas de cierto número de novedadesque antes habían aparecido aisladas unas de otras y hasta pu­dieron ser utilizadas en otras combinaciones. No hay, enton­ces, invención sino en la medida en que se da, por fin, con unanueva combinación gracias con frecuencia al aporte de unelemento novedoso que viene a completar de algún modo unconjunto de elementos preexistentes. Y lo mismo ocurre conla expresión «eventualmente útil para la producción», pues eltérmino «eventualmente» es tan difícil de aplicar como el tér­mino «útil».

Hay, por el contrario, expresiones que sí merecería lapena precisarlas. Concretamente, la de «desarrollo». En suacepción general, el desarrollo «comprende la creación, la ex­perimentación y el perfeccionamiento de los prototipos, lacreación de modelos a varias escalas, los ensayos, la construc­ción de instalaciones piloto, los estudios sobre la utilización

de los informes proporcionados por cada instalación piloto

Conceptos y metodología 95

con miras a la producción en masa, y el gran número de pro­blemas que se plantean en todas estas etapas y que se tradu­cen en nuevas soluciones, nuevos ensayos y pruebas, etc., has­ta que se halla la solución momentáneamente definitiva queautoriza, por fin, el lanzamiento al mercado». Acepción cier­tamente interesante, pero que nos deja preguntándonos enqué fase o nivel surge el invento. Pues es en realidad lo queantes se llamaba la puesta a punto. Decir que Bessemer rea­lizó su invento en 1855 es afirmar un hecho; decir que el pri­mer convertidor Besserner efectivo, realmente utilizable en laindustria data de 1862 sería indicar de alguna manera la fasede desarrollo, que es tan importante como la aparición de lanueva idea. Es notorio que los historiadores de las técnicashan prestado escasa atención a este aspecto de los inventos.Se lee por doquier que el Bessemer data de 1855, y nada sedice de su desarrollo. Pero, además, es necesario considerarigualmente los sucesivos perfeccionamientos que llevan el in­vento a su límite. En esta perspectiva, el descubrimiento deThomas y de Gilchrist, seguido inmediatamente de un «desa­rrollo» que permitió su aplicación práctica, puede presentar­se también como un desarrollo. Nosotros hemos preferidoconservar el término «puesta a punto» para designar la faseque va de la «invención» a su realización concreta, y llamar«desarrollo» a la fase que, mediante sucesivos perfecciona­mientos, que pueden ser importantes, lleva al límite del pro­ceso. Ciertamente, en este último caso, se puede hablar de

«invenciones asociadas».La innovación es totalmente diferente de la invención,

pero está ligada necesariamente a eHa. «El empresario diná-

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96 Introducción a la historia de las técnicas

mico -c-escribió F. Perroux- innova económicamente ha­ciendo pasar a la realidad del mercado el invento técnico o,más ampliamente, la combinación nueva.»

Las reglas de la innovación son ya mejor conocidas por­que han sido objeto de profundos análisis por parte de loseconomistas. Creemos, sin embargo, oportuno precisar aquíalgunas nociones. La innovación principal es, sin duda, la deorden económico. Pasamos así a un nexo distinto de aquellosde los que hemos hablado hasta ahora: a la relación entreprogreso técnico y necesidades económicas, de la que ya he­mos puesto algunos ejemplos. En términos generales, y según10 hemos venido repitiendo varias veces, las relaciones entrela técn ica y la economía se suelen dar en el plano de las can­tidades y los costes. De ahí que el cálculo económico deba ha­cer aparecer los beneficios de una técnica nueva comparán­dolos con los de una técnica antigua. Ahora bien, la noción decostes, mucbo más que la de cantidades, ocasiona unos pro­blemas que son de naturaleza muy diversa y que, natural­mente, influyen mucho en las soluciones que puedan darse.

Ciertamente, el innovar responde, como también el in­ventar, y por las mismas razones, a unas exigencias técnicas:restablecer un equilibrio roto en una línea dada, restablecer oestablecer la coherencia en un sistema técnico, etc. Pero, eneste ámbito, la innovación tiene unos límites que la invención,como acto gratuito que es, no tiene. Hay, en efecto, un factorimportante que abrevia el período de rentabilidad de unequipo técnico. La obsolescencia, según A. Hayek, «se produ­ce siempre allí donde la utilidad de un elemento de capitaldisminuye más deprisa que 10 que se altera en el sentido ñsi-

Conceptos y metodología 97

co del término». La aparición de técnicas más perfeccionadasabrevia, por esto mismo, la «vida económica» de un equipoque correspondía a una técnica anterior.

En ciertos casos es posible eludir la dificultad, como, porejemplo, en el caso de los monopolios: hace veinte años, en losferrocarriles españoles se seguían utilizando todavía algunaslocomotoras de sus inicios, que teman, por lo tanto, cerca decien años de edad. Así ocurre también cuando una protecciónaduanera sostiene en un país técnicas caducas que la compe­tencia internacional haría forzosamente desaparecer. De otrolado, este es todo el problema de los países nuevos que seequipan con técnicas modernas y se creen estar más avanza­dos en comparación con países antiguamente industrializa­dos. No sería imposible que tal fuera el caso de una Inglate­rra que declinaba a finales del siglo XIX y de la que Siegfriedhabía hecho la descripción. En los países devastados por laguerra se ve igualmente la diferencia que hay entre los equi­pamientos de las regiones reconstruidas y los de las regionesque quedaron intactas.

De ahí viene una cierta pereza de espíritu por parte delempresario. Pereza fomentada y apoyada en el caso del pro­teccionismo aduanero y también en el de las fabricacionescostosas. ¿Para qué cambiar el material si todavía sigue dan­do beneficios? Desde 1834 lo fue advirtiendo, a propósito dela industria textil del norte de Francia, el gran fabricante dehilaturas que fue el roubaisiano Mimerel. Y es que en se­guida se llega a temer el progreso técnico. En otras palabras,si un invento viene a dar al traste con toda una manera defabricar, puede que no falten empresarios reticentes y que

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98 Introducción a la historia de las técnicas

se resistan a la innovación, por miedo a que otra invenciónulterior y próxima llegue a anular los esfuerzos que hubie­

sen podido hacer para acoger la primera. Hay pasmososejemplos de esto acaecidos en los días de la invención del

Bessemer: además de las dudas y vacilaciones, además del es­cepticismo que manifiestan entonces algunos dueños de for­jas, hay otros que temen que tan considerable novedad sus­

cite otras invenciones que trastornen en poco tiempo losprocedimientos de la fabricación. De la lectura de los infor­mes de los consejos de administración a las asambleas gene­

rales de los accionistas de unas cuantas empresas, y de losanálisis que de bastantes de ellos se han hecho, se despren­

de lo muy extendidos que estaban semejantes temores. Laencuesta de 1834 para la industria textil los refleja perfecta­mente. Griolet, fabricante de hilaturas en París, declarabacon buen tino: «En la industria, si no se avanza, se está re­trocediendo). Vayson, fabricante de tapices en Abbeville, ha­

bía, en menos de diez años, cambiado dos veces su equipa­miento industrial; Dablaing, hilandero de Douai, reconstruíados veces su material fabril en el mismo lapso de tiempo.Fue Mimerel, citado anteriormente, quien, tras expresar el

temor de que el progreso técnico llegara a reducir el valordel material existente, decía: «dudamos si conviene sustituircon nuevas máquinas las antiguas, reparamos nuestros viejos

utensilios». Hace bien poco, la importante firma Alsthom, enun comunicado a la prensa, dejaba entrever este «miedo téc­nico»: «Si logramos el encargo de dos centrales nuclearespor año, esperamos obtener una rentabilidad suficiente (delas inversiones, es decir. de los equipamientos), contando

Conceptos y metodología 99

desde luego con que es de esperar que la tecnología no semodifique sensiblemente durante los próximos años).

Reacciones casi idénticas a estas se producen cuando, alrebasar el nivel de una técnica dada, se intenta ponerla en re­lación con todo un sistema técnico. Hay empresarios que se

percatan de que ha nacido un nuevo sistema técnico y, porende, deciden que les interesa adoptar en su particular indus­tria tal tipo de innovación. Citemos a Francois de Wendel:desde 1822-1823 estuvo procurando establecer en sus fábricas

los métodos ingleses, convencido de que el comercio del hie­rro llegaría a ser considerable gracias a las innovaciones enotros dominios: canalizaciones, máquinas de vapor, vías férreas,

etc. La innovación se justificaba, pues, en la medida en que seiban produciendo otras innovaciones. En cambio, Péchiney,en Salindres, dudaba de las posibilidades ofrecidas por la in­dustria del aluminio que a la sazón estaba montando: «El alu­

minio es un metal que tendrá poca venta: se lo emplea parahacer los tubos de los gemelos de teatro y, tanto si lo vendesa diez como si lo vendes a cien francos, no conseguirás venderun kilogramo de más».

Las exigencias económicas de la innovación no son menosimportantes. Y han sido, desde luego, muy bien evaluadas. Sehan construido algunos modelos abstractos que, aunque no

coincidan exactamente con la realidad concreta, no dejan poreso de aportar preciosos elementos de análisis. Una técnicadeterminada se traduce mediante una función de producciónde tipo general:

P=f(a, b, ... n)

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100 introducción a la historia de las técnicas Conceptos y metodología 101

A

9. Función de producción en una rama económica (según G. Hosmalin, Inves­tísscments. rentabilité et progrés technique, París, 1956).

A, B, e, D representan las diferentes técnicas utilizadas porlas empresas o los grupos de empresas particulares que cons­tituyen la rama dedicada a fabricar el producto M, Cada rec­ta expresa, pues, una función de producción particular, es de­cir, una «ley» de combinación de los factores en función de lavariación del volumen a producir. Cualquier punto de cadauna de ellas corresponde a un volumen de producción deM. VA representa 1.000 objetos, V'A representa 1.200.Para elprimer valor se ha asociado l y k, para el segundo l' y k'. Pue­de verse que l/k:= l'lk'. Para cada técnica, sea cual fuere el vo­lumen de producción, los factores se combinan siempre en lamisma proporción.

La figura 10 introduce la aparición de un nuevo método

D

e

B

V',1.200

k k'

1'

1 ------~~1000

expresando P la cantidad producida, ya, b, ... n las cantidadesde factores de producción A, B, ... N que han sido necesariospara fabricar ese volumen de mercancías. Como advierteG. Hosmalin, del que tomamos esta presentación del mode­lo, el nivel técnico de una rama se define por su «horizontetécnico», su «función media de producción» y una serie defunciones de producción particulares, cada una de las cualescaracteriza a una empresa determinada o a un «sector» per­teneciente a esa rama. Cada función particular describe untipo de relaciones entre factores y producto, dando ademáscuenta de cómo evolucionan las proporciones según las cua­les se combinan los distintos factores correlativamente a lasvariaciones del volumen de producción. Para cada función,esas proporciones están representadas por unos coeficientesindependientes o parámetros que afectan a cada uno de lostérminos a, b, ... n. Hay dos categorías de coeficientes técni­cos, los coeficientes de flujo para los factores de producciónvariables y los coeficientes de capital para los factores de pro­ducción fijos. Los valores que les son atribuidos constituyenel aspecto específico de cada función.

La función de producción de una rama de la industria esuna «serie de relaciones técnicas entre sus factores y sus pro­ductos». Ella reúne en una asociación determinada la totali­dad de las funciones particulares utilizables en un momentodado. Se puede llegar así a unas representaciones gráficas. Enla figura 9, los dos ejes de coordenadas sirven para medir lascantidades de factores de producción necesarios para fabricaruna mercancía M. Para simplificar el problema se ha reduci­do a dos el número de factores combinados, l y k. Las rectas

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102 Introducción a la historia de las técnicas Conceptos y metodología 103

10. Progreso técnico y función de producción en un rama económica (según G.Hosmalin).

de producción en la rama. Debe, pues, permitir que se definanlas condiciones en que la técnica así introducida puede ser ca­lificada de progreso técnico. Se han unido con segmentos derecta los puntos VA, VB, VC Y VD que corresponden, paracada una de las técnicas utilizadas, a un volumen de 1.000 ob­jetos. Se construye así una «curva de igual producción» o«curva de isocuantos». La recta C' (a trazos) representa unanueva técnica, que asocia [y k según unas proporciones toda­vía no en uso; expresa, pues, una nueva función particular deproducción. Supóngase que la nueva técnica se sitúa entre lasrectas B y C.

11 + k]12 + k2

11 + k}14 + k4

t. + kx

método AmétodoBmétodo CmétodoDmétodo C'

Por consiguiente, el método C' exige en cuanto a factor1 una cantidad lx tal que es menor que l1 y [2' Y mayor que13 y 14•

Para que el método nuevamente introducido fuese califi­cado sin discusión posible como progreso técnico, habría depermitir que se obtuviese el mismo volumen de produccióngastando en cada uno de los factores 1y k menos de lo quese gastaba en las demás técnicas conocidas. No es este elcaso del ejemplo escogido. Hace falta, por lo tanto, precisarsi la reducción en el uso que de uno de los factores se hacepor el método C' es más importante que el aumento queeste método comporta en el gasto correspondiente al otrofactor. El método C' solamente representará un auténticoprogreso si:

El punto ve de esta recta C' representa la combinaciónde factores necesarios para producir los 1.000 objetos. La cur­va de los isocuantos ha de ser, pues, completada.

El volumen de producción considerado (1.000 objetos enla circunstancia de este ejemplo) se obtiene, para cada técni­ca, mediante la puesta en juego de un número de factores quese expresa con las siguientes indicaciones:o

2000

C

C'BA

e. Ve~- -- -. ---. .

. 1.000

.k, k,t k, '"k,

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104 Introducción a la historia de las técnicas

11-Ix es mayor que k, - k¡ con respecto a A

12-L, es mayor que kx - k2 con respecto a B

Ix -13 es menor que k3 - kx con respecto a CIx - 14 es menor que k4 - kx con respecto a D

Si las cuatro condiciones así expresadas no se cumplen, nose está en presencia de un verdadero progreso técnico (tech­nological progress), sino de una novedad o transformacióntécnica (technoIogicaI change). Puede que un descubrimientode este tipo sea efectivamente adoptado, pero lo será por ra­zones ajenas a un eventual aumento de la productividad real,pues no aporta esta ventaja. La puesta en juego de un nuevométodo responde a veces a otras miras: no agotar los recursosde un país en uno de los factores de la producción, preferen­cia por las materias de origen nacional, o consideraciones co­merciales relacionadas con la evolución de los precios de losfactores en función de la imperfección de los mercados.

Todo modelo tiene sus límites. Se entenderá fácilmente enel presente caso. Por de pronto, el número real de los factoresde producción es muy superior a dos. Además, de una técnicaa otra, los factores de producción pueden ser de diversas na­turalezas: para el convertidor Bessemer eran necesarias unasfundiciones muy puras. No hay identidad perfecta de los fac­tores de producción para todos los métodos utilizables, y lasposibilidades de sustituir unos por otros entrañan modifica­ciones según las proporciones en que se combinen. Añádaseque, para compararlos, harían falta unidades de medida biendefinidas. En el modelo precedente se describe el progreso entérminos de aumento de la productividad del trabajo o de la

Conceptos y metodología 105

productividad global, o en el cuadro de una función de pro­ducción, midiendo las cantidades de factores dentro de unmismo sistema de coordenadas: se supone, pues, resuelto elproblema de la unidad de cuenta. Sin embargo, hay objecio­nes muy fundadas que alcanzan incluso a las medidas en pre­cios. Acá y allá se ha venido tratando bastante en vano, esdecir, consiguiendo sólo aproximaciones muy poco satisfacto­rias, de resolver este difícil problema de qué sea la producti­vidad por hombre y por hora, o el índice «hombre-hora» delNBER.

Lo que el historiador ha de hacer es pasar de la teoría a larealidad, no esquivar las dificultades, sino buscar, junto a es­tos análisis formales, todos los elementos que puedan inter­venir, aunque sólo sea para componer una especie de catálo­go de los factores de innovación, sean de orden económico ode orden técnico, ya se entiende, pero que sean igualmente deorden exógeno, lo cual puede tener su importancia. En estamedida es en la que la historia del progreso técnico podrá ha­cer alguna aportación tanto a la teoría general como a unacierta práctica de los métodos de análisis más refinados. ¿Esnecesario insistir en que la investigación en este campo estátodavía en mantillas o en que el lector no va a encontrar aquíuna satisfacción completa?

Un maestro herrero francés, Rambourg, mostró estar muybien enterado de todas las variables cuando, recién termina­da la época imperial, se les reprochaba a los industriales fran­ceses que no adoptaran los procedimientos ingleses, sobretodo en la metalurgia:

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106 Introducción a la historia de las técnicas

Quienes proponen tan alegremente que se sustituya elcarbón vegetal por carbón mineral parece que no caen en lacuenta de que eso implicacambiar casi todo en los hornos, enlas refinerías, en las máquinas y en los talleres, que hay queinstalarsecerca de minasde hulla que proporcionen el tipo decarbón adecuado,hay que tener el mineral al alcancedel com­bustible y hay que formar a unos obreros para que se adaptena este nuevo género de trabajo.

La enumeración no era ciertamente limitativa, pero ahítenemos, en una fecha dada (1815) y en un sector concreto,las variables que se juzgaba que eran las más importantes:materias primas bien dispuestas, los demás elementos delcomplejo técnico y una mano de obra instruida en cuanto altrabajo por hacer. Y a continuación trazaba Rambourg uncuadro comparativo de la situación inglesa:

Sería hacerse ilusiones el pretender. en la mayoría denuestras forjas, rivalizarcon los inglesesrespecto al precio desus hierros. Favorecidos ellos por la naturaleza en lo que ata­ñe al combustible y al mineral, pues los encuentran juntos enuna misma excavación, convierten éste en coque y, mediantemáquinas de vapor y de rotación,imprimen a sus cilindros unaenorme potencia, suficiente para estirar en barras ese primerproducto. Numerosos canales reciben luego esos hierros faci­litando su conducciónhasta el mar.Todas estas ventajas,quenosotros estamos lejos de poseer, son para ellos inmensasfuentes de economía.

Conceptos y metodología 107

Por la misma época, este propietario de forjas en el Bor­bonesado hacía también intervenir a la falta de capital.

Sería un tanto inútil, seguramente, aplicar unos modelosdemasiado rígidos. Las variables que representan los factoresde producción no son necesariamente idénticas, no sólo, claroestá, de un sector a otro, sino también, en una misma técnica,de una línea o fila a otra; y, en este último caso, no son ni re­ducibles a un común denominador (por ejemplo, el precio) nienteramente sustituibles unas por otras. En el caso que aca­bamos de citar, fundición con madera o fundición al coque.nosólo hay un problema de precios (en el que puede incluirse eldel transporte), sino que también se ha de contar con las cua­lidades propias de los dos combustibles: el coque resiste me­jor el aplastamiento y proporciona calores más fuertes.

Notemos asimismo que debemos hacer que intervenga lanoción de tiempo. Los modelos que hemos reproducido aquígráficamente suponen que el problema en cuestión es plantea­do en una fecha o en una época determinada Si se hace in­tervenir al tiempo, las funciones de producción propias decada una de las técnicas muy bien pueden no ser las mis­mas. Según algunas descripciones, hechas en especial por elNBER, puede advertirse que el ritmo del progreso técnicopresenta: a) una progresión rápida en medio del período deexpansión; b) una ralentización al final de esa fase; c) una ace­leración al comienzo de la contracción cíclica; d) una nuevalentiñcación en medio del período de depresión. Además, enun análisis más profundo., se constata que, inevitablemente,las medidas empleadas apenas sirven para dar cuenta de larealidad.

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108 Introducción a la historia de las técnicas

Es, por lo tanto, toda una tipología de la innovación lo quehabría que establecer. A la vez tipología con respecto a loselementos puramente técnicos, y que, por ende, cuadraría bas­tante con una tipología del invento, tipología según los facto­res de producción que no son de naturaleza técnica, y, en fin,tipología según una cronología por determinar.

Prodúcese una disociación al nivel de la decisión. Mien­tras no hay más que unos empresarios individuales, el proble­ma se plantea sólo en la medida en que el empresario está so­metido a la presión de sus cuadros técnicos. En realidad, es laaparición de estos cuadros técnicos en la empresa lo que crealiteralmente el problema. El cual se complica según se va ha­ciendo más compleja la gestión de la empresa, es decir, cuan­do intervienen no sólo unos técnicos, sino también unos fi­nancieros. La historia menciona a menudo los temores de losfinancieros ante las innovaciones que se les proponen. Tal fueel caso de Fourneyron cuando puso a punto su turbina hi­dráulica pese a las prevenciones de los banqueros que diri­gían la empresa. Pero acerca de esto tampoco hay que enga­ñarse. Si Péchiney, yendo a presentar sus proyectos a unosbanqueros., se hizo rechazar, ello indica que hay una separa­ción entre la empresa y el banquero, basándose este últimopara tomar sus decisiones no ya sólo en la rentabilidad de unainnovación, sino en la elección que ha de hacer entre diversasrentabilidades del capital que él maneja. No hay para quémultiplicar los ejemplos. Se ha trazado una curva (figura 11)tiue representa las observaciones hechas por S. C. Davis apropósito de la sociedad United States Steel.

Se ve bien así cómo evoluciona la relación entre las in-

Conceptos y metodologla 109

60

50

40•ffe• 30~u,

20

10

O1924 26 28 30 32 34 36 38 40

Anos11. Porcentaje de las inversiones recomendadas por la comisión financiera deltrust United States Steel en comparación con las proposiciones de las oficinastécnicas desde 1929 hasta 1937 (según G. Hosmalin).

versiones recomendadas por los ingenieros, basándose éstosen consideraciones científicas y técnicas, y las inversiones queprefirió promover la «comisión financiera» de la empresa,encargada de calcular la eventual rentabilidad de los proyec­tos. El perfil de esta curva es casi igual que el de la curva deaplicaciones de las patentes que se registraron en el Minis­terio de Comercio de los Estados Unidos de 1924 a 1939 (fi­gura 12).

Si hay innovaciones en el estadio individual, no son nece­sarias muchas explicaciones ni muchos ejemplos. Las hay, evi­dentemente, en el plano colectivo y en el nacional. Se plantea

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110 Introducción a la historia de las técnicas

100jE 90e.P-•• 80eQoes,g

70o,••TI

~60

E'oz 50

401924 26 28 30 32 34 36 3. 40

Años

12. Número anual de aplicaciones de las patentes depositadas en el Ministeriode Comercio de los Estados Unidos entre 1924 y 1939 (según G. Husmalin).

también el problema de lo que cabría llamar los canales de lainnovación, que pueden entrar en juego a esos distintos nive­les, individual, colectivo o nacional. En seguida nos ocupare­mos de los problemas puramente técnicos de estos canales.Los problemas más importantes son los problemas financie­ros. Atañen a la estructura de los capitales y a los mecanismosde las financiaciones. Y también aquí hay que hacer que in­tervengan las nociones de estructuras y de convergencia. Hade haber necesariamente una coherencia de estructuras entreuna innovación técnica que se sitúa a un cierto nivel de in-

Conceptos y metodología 111

versión y las estructuras de los capitales disponibles, es decir,de los capitales móviles dispuestos a invertir en un determi­nado tipo de negocios. De ahí la necesidad de pasar a otrasformas de sociedad. Fue precisamente la innovación lo quehizo que en Francia se creasen empresas que, a mediados delsiglo XVIII, en nada correspondían a las formas legales im­puestas por la Ordenanza sobre el comercio de 1673, que, sinembargo, seguía siendo vigente. Se empezaba a tender porentonces hacia la sociedad anónima moderna, que fue oficia­lizada por el Código de comercio de 1807. El sistema de ac­ciones, a la vez que conservaba la permanencia del capital,aseguraba la movilidad de las inversiones. Pero también ha­bía que encontrar esos capitales. Las estructuras bancariasfrancesas fueron durante mucho tiempo incapaces de respon­der a una demanda que, a comienzos del siglo XIX, había lle­gado a ser considerable. Fue el banquero parisino Laffittequien, desde 1825, hizo comprender a todos la convergenciaque debería haber entre los capitales disponibles y los indus­triales activos que los necesitaran. «Esta tendencia (de los ca­pitales disponibles) hacia el trabajo se ha unido del modo másnatural a otra que siempre ha tenido éste, la tendencia a in­novar y a perfeccionar, tendencia no menos favorable que la

primera para los progresos de la industria.» En este escrito de1825 se hallan ya las tendencias definidas por Rostow comonecesarias para la puesta en marcha del crecimiento. De ahíse pasaría a la «Société commanditaire de l'industrie», cuyoobjeto era «contribuir y participar en el éxito de toda empre­sa, todo invento y todo perfeccionamiento relativos a la agri­cultura, a la industria y al comercio». En el seno de tal socie-

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112 Introducción a la historia de las técnicas

dad, que por motivos políticos nunca llegó a ver la luz, debe­ría instituirse un comité científico encargado de velar por lasaplicaciones científicas directas en materias de matemáticas,de ñsica y de química.

La innovación de grupo es relativamente tardía. En reali­dad, sólo se manifiesta bajo la presión del estado. Ya hemoscitado los esfuerzos de Colbert por naturalizar en Franciaciertas técnicas extranjeras. El estado intervenía en la fase deselección de las técnicas que convenía importar y de los obre­ros o empresarios cualificados, como también al nivel de lassubvenciones y de las exenciones fiscales,y al nivel de las pre­siones sobre los capitales para que las inversiones pudieranrealizarse. Esta política fue, sin duda, menos seguida en el si­glo XVIII. También debe citarse, en el siglo XVllI, la «Caisse dudemi pour ceru». alimentada mediante un impuesto comple­mentario sobre las mercancías que se traían de América ydestinada precisamente a apoyar a las empresas que adopta­ban técnicas nuevas. Por entonces el estado se preocuparámucho más de conocer y de informar y difundir conocimien­tos, que de intervenir directamente. Expediciones al extranje­ro, inspección de las manufacturas, organización de coleccio­nes de modelos (la retroventa del gabinete de Vaucanson sesitúa en 1783), desarrollo de la enseñanza técnica (y a lasgrandes escuelas tienen aeceso tanto los empresarios comolos futuros funcionarios del estado): tales fueron los mediosutilizados. 'Iurgot lo hacía notar en 1772: además de otorgarprivilegios fiscales y aduaneros, «si algo le queda por hacer algobierno para favorecer un comercio, eso no puede hacerlosino por medio de la instrucción, es decir, alentando a los sa-

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bias y a los artistas que tienden a perfeccionar el arte y,sobretodo, difundiendo el conocimiento de métodos que la codiciatrata de guardar en secreto». No podía decirse en términosmás claros lo que será, hasta finales del siglo XIX, la política demuchos gobiernos.

La innovación se sitúa, pues, necesariamente en un puntode convergencias. La primera de estas convergencias es, sinduda alguna, de orden puramente técnico. Porque, en el pla­no de la producción misma, la innovación se ha de insertar,por necesidad, en un sistema técnico en equilibrio. De nadaserviría el innovar, en un estadio dado de una línea técnica, sino hubiese ya por arriba y por abajo una coordinación de ni­veles. Esto a no ser que, por uno y otro lado, unas técnicas pu­diesen en rigor mantener, al menos durante algún tiempo, unequilibrio satisfactorio. Así ocurrió, en el continente, con lastécnicas siderúrgicas después de la Revolución industrial in­glesa: las técnicas más avanzadas se aplicaron en el pudeladoy en el laminado del hierro, mientras que para su fundido sesiguió empleando, en gran medida, una técnica tradicional.Pero, en el límite, la coexistencia, por causas que pueden sermuy diversas, de técnicas estacionarias y de técnicas avanza­das llega a constituir un freno para la innovación. El fenóme­no es sobre todo evidente para ciertas técnicas de explota­ción, la principal de las cuales es la agricultura.

Por otro lado, las convergencias han de situarse al nivelde los principales sistemas. Nos hemos referido más arriba alproblema del equilibrio entre sistema técnico y sistema eco­nómico, pero conviene hablar también del acuerdo entre sis­tema técnico y sistema social, y sistema político y sistema

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]]4 Introducción a la historia de las técnicas Conceptos y metodología 115

producciónfactores de producción

Si llamamos R1 a la productividad en la época TI

y R2 a la productividad en la época T2

entonces la medida del progreso técnico se expresa así:

terminadas, cuyo estudio debería hacerse en todos los planos.Apenas podemos hacer aquí otra cosa que desearlo.

El del crecimiento económico es hoy un problema bienestudiado desde el punto de vista de la teoría económica y loshistoriadores han empezado a hacerlo objeto de un análisisque ampliará mucho nuestros conocimientos. Pero la teoríaeconómica y el análisis histórico se hallan aún poco y mal in­tegrados en el progreso técnico. Se tropieza todavía con difi­cultades de medida. Para algunos, el «progreso técnico es lavariación relativa de la productividad global en un dominiodado y entre dos épocas determinadas».

La productividad global se define por la relación

En la realidad de la producción, el progreso técnico se mani­fiesta según modalidades mucho más variadas de lo que ha­rían suponer los conceptos de aumento de la productividadreal o de relación funcional entre los factores y los productos:

institucional. Hay en estos sistemas toda clase de coartacio­nes que pesan inevitablemente sobre la innovación, y quedeben entrar en el cálculo, elemental o no, que el empresa­rio ha de hacer antes de aceptar determinado método. Y, ala inversa. la evolución de los demás sistemas podría cons­treñir a innovar técnicamente. La historia, lo Veremos, abun­da muchísimo en obstáculos, frenos, acicates, e incluso obli­gaciones, que rodean la adopción de una técnica nueva o deun nuevo sistema técnico. De las prohibiciones por mor dela calidad, como lo fueron, en la Edad Media, las de hilar atorno, las de algunos procedimientos para engrasar los pa­ños y las de ciertas tinturas, a las primeras huelgas de im­presores para que no se modificaran las prensas y a las pri­meras destrucciones de maquinaria, como la del aparato deLee para tricotar medias. en el siglo XVI, se encuentran muydiversos tipos de obstaculizaciones contra la innovación.Cuanto más fuertemente estructurada está una sociedad,más difícil es en ella la innovación. Se ha hecho notar re­cientemente que las sociedades tribales. sin apoyo urbano,como son frecuentes en África, oponen menor capacidad deresistencia al influjo de la industria occidental que las socie­dades asiáticas establecidas en núcleos urbanos. Al límite,hará falta con frecuencia una intervención del estado paraimponer las novedades que sean indispensables.

Así puede explicar el historiador ciertos retrasos de las in­novaciones, ciertos bloqueos del progreso técnico que pare­cen con justo título sorprendentes, ya sean los de la antiguaGrecia, ya los de la China de los siglos xv YXVI. Aquí.tambiénlo que nos haría falta es un catálogo de innovaciones muy de-

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1. Desde el punto de vista mícroeconómicoa) Aumento de las dimensiones de la empresa para pro­

ducir el mismo producto valiéndose de los mismos medios de

producción. La productividad de algunos factores es primerocreciente y después decrecien te. Se trata del fenómeno bienconocido de las «economías y deseconomías escalares».

b) Las sustituciones entre factores dentro de cada una delas dos grandes categorías, capital y trabajo, para producir elmismo producto.

e) La introducción de nuevos factores para producir losmismos objetos (nuevas máquinas, cambios en la composi­ción del personal obrero, llegada de algunos especialistas,

etc.).d) Un cambio en las cualidades o incluso en la naturaleza

de los productos fabricados por la empresa (por ejemplo, lasustitución del hierro por el acero a finales del siglo XIX).

11. Desde el punto de vista macroeconómicoa) Variación del volumen de inversión necesario no sólo

dentro de una rama, sino en las relaciones entre las ramas deuna economía. Aquí es donde intervienen los cálculos de ren­tabilidad.

b) De manera más general, «la evolución técnica es prin­

cipalmente una variable endógena orientada en determina­das direcciones por fuerzas económicas».

De hecho, aun los análisis más recientes atestiguan unacierta confusión. Débese esto precisamente a la manera comose puede establecer una variable técnica: las que resultan de

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la productividad son insuficientes para dar cuenta de la reali­

dad global. Es aquí, por tanto, donde el análisis histórico pres­taría más servicio. En gran parte está por hacer.

El primer punto por establecer es el del crecimiento o delos crecimientos. Los que más han atraído la atención hansido los crecimientos del siglo XIX, que comienzan en Inglate­

rra hacia los años 1780-1800 y se van después escalonandodurante el siglo XIX por la mayoría de los demás países. Losnumerosos estudios realizados sobre este tema insisten en el

papel que desempeña el progreso técnico en la fase de arran­que, y es en esta perspectiva en la que ha adquirido su defini­tiva imagen la noción de «Revolución industrial». Digamos, re­

pitiendo una vez más nuestras expresiones, que la formaciónde un nuevo sistema técnico ha sido una de las causas de lapuesta en marcha del crecimiento, la cual solamente podíaproducirse en la medida en que fuese viable el sistema técni­co, es decir, una vez establecida cierta coherencia entre las di­

versas técnicas. Sabido es que sólo en el período 1780-1800 serealizó este equilibrio.

Lo que conviene hacer constar es el papel que tiene la téc­nica en la prosecución del crecimiento, sea cual fuere la for­ma de la curva de éste. Indudablemente, el desarrollo equili­brado de las diversas técnicas, como forma de progreso téc­nico, contribuye a que se mantenga el crecimiento. Pero ha de

llegar un momento en el que, como hemos dicho, el sistematécnico alcanza sus límites. Quizá baste, por lo demás, con quellegue a sus límites una sola técnica para que se origine un de­sequilibrio en el interior del sistema. En tal caso, pueden pre­sentarse dos soluciones: o bien un parón del crecimiento

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-c-parón que podrá producirse también por otras razones-e,lo que paralelamente detendrá el progreso técnico; o bien lasustitución del antiguo sistema técnico por uno nuevo, lo cualpermite que prosiga el crecimiento.

Se verá que ciertos autores atribuyen las grandes crisis delos comienzos del siglo XIV a las tensiones provocadas preci­samente por el hecho de que el sistema técnico medieval ha­bía alcanzado ya sus límites. El final del segundo crecimiento,hacia finales del siglo XVI, tendría diversos orígenes, pero sehabría manifestado en la forma de un estancamiento del pro­greso técnico. Lo que parece seguro, tanto respecto al creci­miento medieval y renacentista como al crecimiento inglés definales del siglo XVIlI, es que lo que marca y en cierta medidaprovoca tales crecimientos son las respectivas introduccionesde nuevos sistemas técnicos.

Ya hemos hecho notar que el crecimiento del siglo XIX, so­bre todo en Inglaterra y en Francia, se habría igualmente de­tenido si no hubiese aparecido, en la segunda mitad del siglo,un sistema técnico totalmente nuevo en comparación con elde los comienzos de la centuria. Es posible dar ya respuesta aciertas cuestiones que plantean los recientes trabajos de F.Crouzet y de M. Levy-Leboyer. Estos dos historiadores, si­guiendo otras investigaciones y otras constataciones, en espe­ciallos trabajos del ISEA, subrayan la lentitud del crecimien­to francés entre 1815 y 1914, Y la falta de auténtico despegue(take-off). Es precisamente porque, por diversas razones, quevan desde la disposición de los recursos naturales a las preo­cupaciones sociales y políticas, aquel progreso técnico que sehabía originado en Inglaterra a finales del siglo XVlJl hubo de

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introducirse en nuestro país lentamente, al abrigo de una muyfuerte protección aduanera. Hemos anotado una produccióntradicional de hierro fundido hasta después de 1864.Asimis­mo, para evitar conflictos sociales y mantener los salarios tanbajos como fuese posible, una parte importante de las tejedu­rías no se mecanizó y permaneció largo tiempo en manos dealdeanos que usaban telares más o menos primitivos, según lodeclaró un industrial alsaciano de la primera mitad del sigloXIX. Semejante política sólo era posible, por lo demás, renun­ciando a la conquista de mercados extranjeros. Muy de otromodo le fueron las cosas a Inglaterra, donde había habidoque responder rápidamente a ciertas exigencias de la produc­ción (falta de madera), donde se contaría con abundante ybastante barata mano de obra y donde la evolución políticageneral iba a poner a disposición de la industria inglesa in­mensos mercados. Con todo ello, el despegue en el creci­miento pudo ser efectivamente mucho más rápido.

Conviene, sin embargo, desconfiar de unas curvas acercade las cuales los autores no dejan de hacer sus reservas. Si re­presentan bien un movimiento de conjunto. no pueden encambio proporcionar todas las explicaciones. Así, F. Crouzet,en uno de sus gráficos, representa con una misma curva, acu­mulándolos, el hierro y el acero, «porque -escribe~ se tratade artículos de sustitución». Esto es precisamente algo que elhistoriador de las técnicas no puede admitir. Porque hay unamuy nítida y tajante diferencia, y el acero, poseyendo cuali­dades que el hierro no tiene, permi te unos desarrollos tecno­lógicos que van a sostener un crecimiento que, de otro modo,podría haberse malogrado.

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De hecho, el progreso técnico, para sumarse al objeto delos análisis teóricos del crecimiento, debe traducirse por unaparte en productividad y, por otra, en reserva de capital. Eneste último caso, el análisis es difícil. «Se escapa de la dificul­tad --escribe recientemente un economista-, suponiendoque hay en todo momento varios tipos de bienes capitales:cada uno de estos tipos es de una generación diferente -de­finiéndose una generación por la fecha en que han sido cons­truidos sus correspondientes utillajes. Una unidad de capitalde una generación dada representa, pues, una cierta capaci­dad de producción, cuya puesta en práctica requiere la inter­vención de una cantidad dada de trabajadores,» Como se ve,nos encontramos aquí de nuevo con la noción de sistema téc­nico que hemos tratado de exponer con claridad anterior­mente.

Al ir vinculado al progreso técnico, el crecimiento haceque aparezcan distorsiones a muy distintos niveles. Ante todoen el plano individual, es decir, al nivel de la empresa. El pro~

greso técnico no sólo provoca la desaparición de empresas alas que va dejando al margen, sino que tiende a hacer que dis­minuya el número mismo de empresas. En 1815 había unas600 empresas siderúrgicas, mientras que hoy no existen prác­ticamente más que dos, y cuando se quiere crear una nuevaunidad de producción se habla de una entente entre ellaspara poderla realizar. En la mayoría de los casos, es el pro­greso técnico lo que obliga a concentrar las empresas. Fue elproblema de la extracción del agua lo que provocó, entre1837 y 1845, la unificación de la cuenca carbonífera del Loira.

El nivel superior se sitúa a la escala de la nación, del país.

Conceptos y metodologia 121

Aquí también el progreso técnico provoca distorsiones y con­flictos entre las regiones. Una industria técnicamente perfec­cionada se ha de interesar necesariamente cada vez más porlos recursos naturales y por las facilidades del transporte. Losprimeros son imperativos, y si bien el segundo puede resultarmás fácil en determinados sectores (el transporte de energía,por ejemplo), las localizaciones no son menos apremiantes. Elmismo problema se plantea a escala mundial De ahí que eldesarrollo y el progreso técnico siempre hayan hecho apare­cer lo que los ingleses han denominado «zonas deprimidas»,así en materia agrícola como en materia industrial. Las hubodurante todo el siglo XIX en Inglaterra y en Francia; actual­mente las hay por todo el mundo. Y lo que ocurre con el es­pacio ocurre asimismo con las sociedades y con las econo­mías.

Hemos, pues, subrayado la importancia de estos cuatrofactores principales, progreso científico, invención, innova­ción y crecimiento o progreso económico, para hablar de unmodo más general. Hemos hecho notar, cada vez, los nexos ovinculaciones que se establecían, dos a dos, entre estos distin­tos factores. Hemos subrayado que las «presiones» eran recí­procas, que varían según los sectores y según las épocas y que,en definitiva, debían ir a parar a unos puntos de convergen­cia. De ese conjunto de convergencias es del que se constitu­ye la convergencia final entre el progreso técnico y el progre­so económico.

Conviene estudiar también los nexos que se establecenentre tres de los factores así definidos. Pueden repartirse es­tas vinculaciones en dos grupos:

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progreso científico - invención - innovacióninvención - innovación - crecimiento.

Aquí también constataremos múltiples combinaciones.

En efecto, es posible partir, para explicar un fenómeno, o biende una de las extremidades o bien del punto medio con difu­sión en los dos sentidos. Tomemos un ejemplo inglés del siglo

XVIII. Es, en parte, bajo la presión del progreso científico comorealiza Watt sus primeros descubrimientos. Pero después esun industrial, un gran industrial, Boulton, quien le ofrece la

asociación que le permitirá poner a punto su segundo juegode invenciones. Asimismo, en el siglo XIX, la gran firma Saint­Gobain nombra director suyo a un químico de valía, ClémentDesormes. En cambio, es un químico y profesor, Kuhlmann,

quien funda en el norte de Francia una importante empresaque llevaría su nombre.

El segundo caso se da naturalmente en la medida en queinvención y progreso científico no están claramente relacio­nados. Entonces, lo que impulsa al empresario a innovar, a in­

ventar por tanto, es su creencia de que la presión de las nece­sidades va a ser más fuerte. Como bien se ve, en un caso eltérmino intermedio es el invento, en el otro la innovación. En

el primer tipo de nexo es la técnica la que hace de motor, enel segundo es la economía.

Fijémonos un poco más en esto: el invento es el términointermedio. Equivale a decir que no puede realizarse sin, porun lado, una presión, y, por otro, un punto de convergencia.Precisemos: en la medida en que el progreso científico ha lle­

gado a un nivel tal que posibilita un invento, puede haber pre-

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sión de la ciencia sobre la técnica. Pero el invento no será

concretamente realizable más que en la medida en que con­cuerde con una necesidad, económica, social o de cualquier

otro orden, es decir, en tanto en cuanto sea deseable la inno­vación. Y, a la inversa, la presión de una necesidad cualquie­ra, es decir, de hecho la necesidad de una innovación, sola­

mente puede conducir a la invención si hay convergenciaentre la técnica y la ciencia.

Tenemos aquí el caso elemental. En efecto, estas diversascondiciones no se cumplen, por lo general, más que en casos

individuales, en innovaciones o inventos que inciden sobre unaspecto particular de las técnicas. Cabría incluso decir que esel caso de un tipo de sistema técnico que se halla aún en fasede búsqueda y que llega progresivamente a su plena realiza­

ción a través de tanteos y retoques fraccionados. La historiade las técnicas inglesas en el transcurso del siglo XVIII es muyrica en ejemplos de tal caso. Los mecanismos de la invenciónson entonces, por tanto, de tipo individual: búsqueda de un

beneficio neto adicional, capital según el precio de coste delproducto y asignación de las cargas a otro. La inexistencia deciertos riesgos, o, por mejor decir, su minimización, se hallacompensada por un monopolio provisional. La propagaciónvertical del progreso técnico se realiza más rápidamente que

su propagación horizontaLLos nexos entre los tres últimos elementos son más difíci­

les de concebir. Aquí el término intermedio es la innovación.El sentido de las presiones y el nivel de las convergencias sonmás difíciles de situar. Parece -pero nuestros análisis son to­davía insuficientes- que la presión proviene sobre todo de

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las necesidades del crecimiento, sea para acelerar la introduc­ción de un nuevo sistema técnico, sea para poner remedio aalgunas distorsiones ya del progreso técnico ya del sistemaeconómico o del sistema social. Se pasa entonces, en todos losdominios, a unos movimientos colectivos. Importa menos elinventor que el empresario, siendo éste el que, decidiendo,aúna entre sí distintas familias de innovaciones. El tiempo deWatt aislado queda ya atrás; ahora es Boulton quien crea nosólo una máquina de vapor perfeccionada, sino toda la indus­tria de la construcción mecánica. Watt, que a los comienzosera el elemento esencial, aquel Watt de las patentes de 1769,no es ya más que una ruedecilla o un rodamiento entre otros,y así es como puede llevar a la práctica sus patentes de 1787.Watt y Boulton, salta a la vista que el elemento intermedio hapasado de la invención a la innovación. Una empresa se fun­da para difundir unos inventos y trata también de impulsar elprogreso técnico. Contratando a Watt, la empresa subordinala invención a la innovación. El papel de la ciencia es menor,en el sentido de que de lo que se trata sobre todo es de utili­zar un caudal de invenciones preexistentes: lo que importa esla coordinación, y también la necesaria coherencia, la cualsuscitará, a veces, invenciones nuevas. Generalmente, por lomenos en épocas antiguas, no se hacía sentir tanto esta nece­sidad de nuevas invenciones.

De 10 que se trata entonces, propiamente hablando, esmenos de innovación que de difusión, menos de inventos con­cretos que de innovaciones globales. Adquieren importancialos esfuerzos colectivos y se esfuman los monopolios tempo­rales. Gana importancia el condicionamiento de los peq ueños

Conceptos y metodología 125

grupos. Es manifiesta la intervención del estado: la inversiónprivada ha de acompañarse de una inversión pública (asícomo de la constitución de una infraestructura económica,sobre todo en el campo de los medios de comunicación y detransporte, para que el desarrollo de la enseñanza pueda ele­var el nivel de la cultura general científica). La propagaciónvertical es más rápida que la propagación horizontal. Se ad­vertirá fácilmente que este parece ser el caso de los países noiniciadores del progreso técnico cuando quieren adoptar demanera global un nuevo sistema técnico. Tenemos perfectosejemplos de ello en el contineJ.lte europeo durante la primeramitad del siglo XIX.

El ajuste general rebasa el simple estadio técnico, comoocurría en el modelo precedente. Es que, en efecto, a este ni­vel, lo que conviene asegurar son las coherencias con losotros sistemas, económico, social, institucional y político.

Constátanse, pues, unas diferencias bastante notables en­tre estos dos modelos del progreso técnico que, como acaba­mos de ver, no se excluyen el uno al otro. En realidad, las pre­siones más vivas provienen de los dos elementos extremos, dela ciencia por un lado y del crecimiento por el otro. Estas tri­ples vinculaciones se explican fácilmente por un cierto nivelcientífico por un lado y, por otro, por las necesidades del cre­cimiento.

Y, sobre todo, se sitúan en épocas diferentes. El primermodelo corresponde con mucha exactitud a una etapa de pre­paración, cuando de lo que se trata es de hacer nacer, de ma­nera dispersa, un nuevo sistema técnico. El segundo se sitúa,por el contrario, en el período de despegue, cuando se ha ob-

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tenido ya un mínimo de coherencia y hay que hacer extensi­va a los otros sistemas la búsqueda de coherencia.

La historia es necesariamente historia de evoluciones. Ob­sérvanse, pues, a medida que nos acercamos al período con­temporáneo, modificaciones importantes en las nociones mis­mas que hemos intentado definir, y también progresivas desa­pariciones de algunas de ellas. Dos fenómenos se nos muestrancasi como evidentes:

a) Ante todo, y ello apenas requiere explicación, el pro­greso científico y el progreso técnico van cada vez más uni­dos. En nuestros días no es ya posible inventar nada que re­sulte de gran interés si no se poseen amplios conocimientoscientíficos. Esto plantea importantes problemas, de los quecontinuamente se hace eco la prensa diaria: ¿debe tener laciencia por finalidad el puro progreso científico o el servir desoporte a técnicas cada vez más perfeccionadas? Aquí nos li­mitamos a formular la pregunta.

b) Asimismo, la innovación y el progreso económico tam­poco pueden ya ir por separado, la una sin el otro. La inno­vación llega a ser uno de los componentes esenciales del pro­greso económico. Y, en esta medida misma, lo colectivo vapredominando cada vez más sobre lo individual. El fuerteempuje de la investigación técnica, que exige crecientes cos­tos fijos, tiende a hacer desaparecer la iniciativa individuaL

Las distinciones que habíamos establecido entre las di­versas nociones tienden entonces a desaparecer progresiva­mente.

Conceptos y metodología 127

En primer lugar, desaparece la invención en tanto que en­tidad distinta: desaparece, se esfuma, ante la importancia queadquieren los dos elementos que la enmarcan. Y es que real­mente se hace sentir la necesidad de algo nuevo, destinado auna utilización inmediata, pero este algo no puede ya lograr­se sin contar con el avance de la ciencia. Caen ahora las ba­rreras que separaban a la ciencia de la técnica, pues igual queel progreso científico hecho realidad en los laboratorios, unprogreso técnico fruto también de los laboratorios implicaidénticas construcciones intelectuales. Historia apasionante,aún por escribirse, la de los laboratorios de las fábricas, su ori­gen, su desarrollo, la manera corno se practicó en ellos la in­vestigación y,subiendo un poco, las políticas que se siguieronen las empresas respecto a ésta. Si actualmente estamos apren­diendo a enteramos de estas cosas, al menos en sus grandeslíneas, ignoramos casi del todo cómo se iniciaron. Respecto ala siderurgia, se sabe que fue la firma Holtzer la que, juntocon Boussingault y Brustlein, organizó, en 1869, el primer la­boratorio a pie de fábrica destinado a crear los primeros ace­ros especiales. En 1880 instala Fayol, en su laboratorio de lafábrica de lmphy, a unos científicos para que sigan investi­gando sobre esos mismos aceros especiales. Sucesivas mono­grafías nos permitirían ir conociendo con exactitud todos losproblemas que plantean los laboratorios de las empresas in­dustriales. Y, a partir de ese acervo de datos, se podría llegara un análisis más general, más global.

Antaño la invención, para que se la aplicara, tenía que es­perar a que le fuesen por fin favorables las condiciones técni­cas, económicas, sociales, etc. Seguía entonces la innovación.

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128 Introducción a la historia de las técnicas

Ahora, hoy en día, es el deseo de lo nuevo, de la innovación,lo que suscita la invención: el esquema se ha invertido. La em­presa puede dar comienzo a unas investigaciones en sus pro­pios laboratorios «tan pronto como se cree que hay unas po­sibilidades de aplicar los resultados en algún sentido queparezca interesante». Fue lo que hizo el doctor Holst, creadory primer director de los laboratorios Philips. Se lanzó a estu­diar las descargas a través del gas inmediatamente después delas primeras investigaciones de Franck y de Hertz, a estudiarel estado sólido nada más conocer los fundamentales trabajosde Peierls, Bloch, Brillouin y Heisenberg, y a estudiar la físicanuclear y su instrumentación en cuanto tuvo noticia de losdescubrimientos de Joliot-Curie y de Fermi. A veces, incluso,la investigación en ciencias aplicadas va por delante de la in­vestigación en ciencia básica: entonces los laboratorios indus­triales establecen resultados científicos partiendo de datosempíricos. Pero, en la medida en que la economía no quieresometerse a los albures del progreso científico, tiende cadavez más a instalar la investigación básica en sus propios labo­ratorios. Alíanse entonces directamente el progreso económi­co y el progreso científico.

Se ve, pues, que también aquí ha habido una evolución.En los primeros laboratorios siderúrgicos sólo se hacen tan­teos. Se ensayan, siguiendo métodos de observación científi­cos, sucesivas aleaciones para determinar cuál es la mejorproporción entre sus componentes. El laboratorio industrialno pasará de esta fase en mucho tiempo. La historia de los la­boratorios Philips nos brinda el ejemplo de las dos fases si­guientes. La primera consiste en utilizar industrial y sistemá-

Conceptos y metodología 129

ticamente los resultados de la investigación básica; dicho deotro modo, se procede de manera inversa, buscando una apli­cación industrial a partir de datos científicos. Por una especiede vaivén, el método se invierte una vez más en la última fase.Para dar con algo nuevo, se determina el nivel científico ne­cesario y desde éste se va a la investigación básica con mirasa hallar la solución de un problema técnico. Así es como enlos laboratorios Philips se emprendieron unas investigacionessobre las propiedades físicas del tungsteno.

Pero desde entonces las distinciones se relajan o difumi­nan del todo. Nos es imposible situar con exactitud la inven­ción y la innovación. Solamente quedan ya, en definitiva, losdos elementos extremos: progreso científico y progreso eco­nómico.

Esto no podía dejar de suscitar unas cuantas dificultades,algunas de ellas precisamente en el nivel que aquí nos intere­sa. Dados los costes de la investigación, tanto los de la funda­mental como los de la técnica, había por fuerza que elegir en­tre varias opciones. Por consiguiente, y esta era la primera,¿debía favorecerse a la investigación básica, de la que en unplazo más o menos breve se beneficiaría el progreso técnico?¿O, por el contrario y siendo ello cada vez más posible, habíaque favorecer a la investigación técnica y no darle a la inves­tigación fundamental más que lo necesario para apoyar a latécnica? Planteábase aquí, además, otro grupo de cuestionesno menos importante. Si en la actualidad estamos yendo ha­cia un nuevo sistema técnico, como trataremos de mostrar,hay que tratar no sólo de asegurar su coherencia interna, sinotambién su coherencia con los demás sistemas. Aunque de

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130 Introducción a la historia de las técnicas

esto se tiene conciencia muy en general, sin embargo no pa­rece que se esté aplicando nadie de manera seria a conse­guirlo. Citamos, en estas dos perspectivas, a los autores del 5.°

Plan francés:

Comportando la investigación, por su misma esencia, unriesgo fundamental, para un gobierno la organización de laciencia ha de consistir en apreciar mejor el alcance y el inte­rés de ese riesgo y en hacerse conscientemente responsablecon miras a alcanzar unos objetivos culturales, sociales, eco­nómicos y militares ... El primer reflejo de una nación quequiera conservar unas ventajas en los puntos que ella consi­dera esenciales para su independencia ha de ser el de tratarde comprender las relaciones entre la investigación y la eco­nomía, y de determinar los criterios según los cuales ciertostrabajos científicos puedan ser más generadores de expansión

que otros.

Es evidente la importancia de esta primera cuestión. Pero

hayotras.El cada vez más considerable coste de la investigación

hace de suyo ineficaz cualquier iniciativa meramente indivi­dual. Se trata, en consecuencia, de construir instituciones co­lectivas, ya sean de naturaleza privada ya de naturaleza pú­blica. El laboratorio de la fábrica es entonces relegado alsimple papel de control de una fabricación. Ya no hay ni pue~de haber medios para una investigación inventiva. No hacefalta insistir en este aspecto de la cuestión, es conocido, todo

el mundo lo advierte.Más débil es la integración del progreso técnico en un en-

Conceptos y metodologia 131

foque prospectivo. Es aquí donde se ha de emplear la granpalabra planificación. No es cuestión ya de someterse a unprogreso técnico aleatorio en sus realizaciones, no es cuestiónya de aceptar de grado o por fuerza lo que ocurra en el planode la técnica y de hacer bien o mallas adaptaciones necesa­rias. En todos los dominios, tanto en el económico como en elmilitar, hay que organizar el porvenir, a la escala de una na­ción o a la escala de una empresa y,por consiguiente, hay queorganizar también, y sobre todo, el progreso técnico. Dicho deotro modo, repitiendo términos que empleamos un poco másarriba, la invención, en la medida que tiene una entidad dis­tinta, es aquí necesariamente determinada y racionalizada, yno puede ser de otra manera. La única dificultad consiste,realmente, en hacer que la invención exista.

Pasemos por alto las esperanzas de los modernos JuliosVerne. Volveremos a ocuparnos del programa Delphi, cuyasinsuficiencias señalaremos. Trátase tan sólo de determinar lasacciones que, en un plazo dado, hacen posible el progreso delas técnicas. El que algún día se llegue a criar animales inteli­gentes destinados a llevar a cabo las tareas más humildes-para no poner más que un ejemplo entre muchos otros­no constituye una previsión tecnológica, sino una esperanza,y una esperanza similar a la de algunos hombres del Renaci­miento acerca de cosas imaginables y, en rigor, realizablescuando todas las condiciones necesarias para que exista uncomplejo técnico se hayan cumplido.

Es posible, no obstante, concebir una previsión tecnológi­ca, pero ésta deberá ser fruto de análisis precisos y válidos, deesos análisis de los que todavía carecemos en muchos domi-

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J32 Introducción a la historia de las técnicas

nios. También con esta finalidad han salido a la luz algunasinstituciones nuevas de las que tendremos ocasión de volvera hablar, agencias diversas, pero también ministerios de In­vestigación o de Tecnología como los hay en varios países.Mas no creamos que el problema pueda darse por resueltouna vez creada la institución encargada de resolverlo o de en­caminar hacia la solución.

A medida que el progreso técnico se va complicando y or­denando, conviene no olvidar una última cuestión importan­te. Cuando el progreso técnico marchaba por vías aleatorias,o aparentemente aleatorias, los ajustes de los nuevos sistemascon los otros sistemas se hacían, bien o mal, por el juego deunas cuantas fuerzas que actuaban libremente, con todos loserrores y todos los retrocesos que esto podía comportar antesde que se estableciese un equilibrio satisfactorio. Si en lo su­cesivo el progreso técnico llegara a programarse, es decir, aordenarse, a la vez, de facto, en el espacio y en el tiempo, laprogramación debería hacerse extensiva a todas las compati­bilidades necesarias y en todos los dominios, no sólo en eleconómico, que es el más a menudo traído a cuento, sino tam­bién en el social, en el cultural, etc. En ausencia de tal inv~s­

tigación, sería vano sin duda el querer imponer un progresotécnico que no respondería a las indispensables condicionesde un equilibrio general.

Las fuentes documentales

E n materia de historia es indiscutible la importancia delas fuentes. Vamos a dar aquí una idea de estas fuen­

tes, de cómo se presentan en nuestro campo de investiga­ción, lo que servirá para mejor distinguirlas y utilizarlas. Pa­rece también oportuno hacerlas objeto de alguna crítica,cuya metodología variará según el tipo de fuentes de quese trate. La historia de las técnicas, como cualquier otra dis­ciplina, se alimenta de fuentes muy diversas; cada períodotiene a este respecto sus propias características. Es obviotodo ello.

Los textos

Los textos son todavía, y seguirán siéndolo por mucho tiem­po, la parte más importante de la documentación histórica.Conviene, pues, prestarles una especial atención. Advirtamos.,ante todo, que pueden ser de muy distintas especies y que a

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134 Introducción a la historia de las técnicas

menudo requieren muchos cotejos recíprocos y muchas com­

binaciones con otras fuentes.Algunos textos nos informan directamente y otros indi­

rectamente sobre las técnicas empleadas en las distintas épo­cas. Pasémosles revista sumariamente.

La literatura técnica

Lo primero que debemos consultar es la literatura técni­ca, que es a buen seguro la fuente más directa de nuestro co­nocimiento de las técnicas del pasado. Es una perogrulladadecir que esta literatura ha evolucionado tanto en su concep­ción como en su presentación. Su historia, nunca escrita aún,plantea numerosos problemas. En trabajos muy recientes sehan abordado algunos de sus aspectos y es de esperar que notarde en hacérsela objeto de algún estudio de conjunto.

Desde que la técnica se desembarazó del carácter mágicoy religioso que tuvo en sus orígenes, pudo ser en cierta medi­da codificada y enseñada. Esa medida o proporción es lo quese trata de determinar. Siendo esenciales en toda técnica lamano del hombre y su acción, es imposible dar de ella en unescrito una descripción adecuada. Cuanto puede hacerse es,por una parte, enumerar las cualidades de las materias primasy, por otra, describir los instrumentos o útiles necesarios parauna fabricación. En cambio, si las técnicas empleadas recu­rren a cualquier razonamiento, incluso parcial, entonces síque es posible el «tratado técnico». Pero durante muchotiempo tuvo que haber una especie de compromiso, aun den-

Las fuentes documentales 135

tro de una determinada técnica, entre las partes que depen­dían de un razonamiento y las que sólo eran fruto de unos sa­beres empíricos no organizados, o sea, no dimanantes de unaauténtica experimentación.

Al parecer, fueron los griegos los primeros que intentaroncrear esta literatura técnica. La estudiaremos en detalle a sudebido tiempo. Notemos ahora tan sólo que se limita precisa­mente a las técnicas que hemos definido más arriba, esto es, alas técnicas que empleaban máquinas algunos de cuyos ele­mentos podían dar materia para una teoría, inclusive para lade las cinco cadenas cinemáticas. Tales fueron los tratados so­bre las máquinas de levantar pesos, sobre las máquinas deguerra y sobre los mecanismospara aligerar cargas. Lo mismopasó con las técnicas, para las que se dedujeron ciertos prin­cipios; los tratados de fortificación son buen ejemplo de ello.La exposición, en fin, de ciertas combinaciones y la existen­cia, en determinado momento, de un programa dieron origena los tratados de autómatas. Aunque nuestro conocimiento dela literatura técnica de la Grecia antigua es muy incompleto,tenemos ahí casi todo lo que aquella civilización pudo dar desí en este dominio. Parece ser que no hubo en ella tratados dearquitectura ni tampoco de agricultura.

Los romanos no añadieron gran cosa a esto. Su mayoraportación la hicieron, precisamente -volveremos sobre ello­en arquitectura y en agricultura. No modificaron nada la con­cepción del tratado técnico, probablemente por contentarsecon lo que habían hecho los griegos en muy concretos domi­nios. Lo único que debemos mencionar aquí son algunasobras que ponen de manifiesto todo lo que aportaron los ro-

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136 Introducción a la historia de las técnicas

manos en materia de organización: el tratado de Vegecio so­bre el arte militar y el de Frontino sobre acueductos tienenmenos de tratados técnicos propiamente dichos que de ma­nuales administrativos, por lo demás no carentes de impor­tancia. La Antigüedad tardía, y pensamos sobre todo en Bi­zancio hasta el alba de la Edad Media, se contentó conrepasar toda la literatura clásica. Si acaso, en el siglo x, los bi­zantinos intentarían, aunque siguiendo siempre el mismo mo­delo, reproducir las «sintaxis» antiguas integrando en ellas al­

gunos progresos hechos realidad.La Edad Media es, sin duda, un retroceso en el dominio

de la literatura técnica. Lo mismo que la ciencia, dividida, seesparció en forma de un limitado número de problemas con­cretos también la literatura técnica constó solamente de,obras la mayoría de las cuales no eran más que muy poco or­denados centones de datos y hechos particulares. Tenemos

varios tipos de ejemplos de ello.Abundaron por aquellos tiempos los recetarios, con mez­

colanzas de técnicas poco o nada delimitadas. Se los reagru­paba en torno a algunos temas principales. No podemos citarmejor ejemplo de ellos que el del monje Teófilo en el dominiode las técnicas artísticas, cuyas recetas han sido bien estudia­das hace poco por P. Cézard. Lo mismo ocurre en el dominio delas máquinas de guerra. El tratado de Guy de Vigevano, com­puesto para el rey de Francia que se iba a la cruzada, es unbuen ejemplo. Conduciría a lo que pronto habrían de ser losque en el Renacimiento se llamaron «teatros de máquinas» yque adquirieron su forma definitiva gracias a los «cuadernosde ingenieros». Estos últimos no estaban, por cierto, destina-

Las fuentes documentales 137

dos a una gran difusión. Cada técnico o artista anotaba enellos lo que le había parecido interesante para su oficio o loque había atraído su curiosidad. Conocidos son los «cuader­nos de notas» de Leonardo da Vinci, pero en general se igno­ra que les habían precedido muchos otros, una recensión delos cuales ha sido ya intentada.

La Edad Media no desconoció, en cambio, los tratados de­dicados en especial a una actividad dada. Consistían éstostambién en cúmulos de recetas, pero mejor organizadas, rela­cionadas unas con otras. Se conservan ejemplares pertene­cientes a diversos dominios, como al de la agricultura, en elque los tratados se fueron multiplicando, desde los compues­tos por anglononnandos en el siglo XIII, entre ellos el de Wal­ter de Henley, hasta el muy extenso escrito por Pierre deCrescent en el XIV. Merecen señalarse también los tratados dehipiatrfa y los venatorios o de caza, de semejante inspiración.y es digno asimismo de recuerdo el tratado «de pastoral» delean de Brie.

De toda esta literatura se originará el vigor del Renaci­miento para seguir todos los caminos que le abrieron lossiglos precedentes, aportando a la vez importantes modifica­ciones. Sabemos, gracias a Leonardo da Vinci, que los cuader­nos de apuntes de ingeniería continuaron teniendo el mismoéxito, igual que estuvieron muy en boga los «teatros de má­quinas». De las ediciones manuscritas del tratado del alemánKyeser a las bellas ediciones impresas de Ramelli (1588),de Della Porta (1601), de Zanca (1607) y de Branca (1629),la tradición es la misma. Este tipo de obras atravesaría to­do el siglo XVII y llegaría hasta mediados del XVIII con Leu-

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138 Introducción a la historia de las técnicas

pold (1724) o Kónig (1752). Es, de hecho, una presentaciónde máquinas a base de un grabado y algunas explicaciones, amenudos sumarias. Sin duda, las «descripciones» del sigloXVIII son la forma más elaborada y más ordenada de tales es­

critos.Pero aparece simultáneamente otra fórmula, ya conocida

en la Edad Media, aunque ahora mejor trabajada. Estas obrasgiran siempre en torno a una determinada técnica, tratándo­se de reunir en sus páginas, ya con cierto espíritu científico oal menos con algún espíritu crítico cuando falta la ciencia,todo lo concerniente a una fabricación dada. La agricultura seaprovechó mucho de ellas, y cada vez menos la hipiatrfa o lacaza, pero en casi todos los dominios aparecieron libros. algu­nos de los cuales fueron apreciados durante mucho tiempocomo grandes clásicos. La minería y la metalurgia fueron enesto las más favorecidas, o tal vez así nos lo parece a nosotrosporque las conocemos mejor: Agrícola y Biringuccio, entreotros autores, están en la memoria de todos. Hubo tambiéntratados sobre el arte de fabricar cañones, en los que dio susprimeros balbuceos la balística, tratados de destilación, detintorería. Podríamos multiplicar los ejemplos. Sabido es queLeonardo da Vinci había proyectado varios tratados de estaclase, entre ellos uno de hidráulica. No olvidemos tampocoque en la época fueron muy numerosos los de arquitectura ode urbanismo. Se constituyó de este modo en bastantes sec­tores una ordenada tecnología.

La mentalidad ha cambiado. En los títulos mismos de lasobras, las recetas ceden el puesto, desde finales del siglo XVI,

a las «razones». De hecho, alcanzado en aquella época el ni-

Las fuentes documentales 139

ve! científico, las malas alianzas entre ciencia y técnica, a pe­sar de algunos éxitos esperanzadores, bloqueaban el desarro­llo de una tecnología perfectamente razonada.

La «descripción» nació a finales del siglo XVII. Se sabeque Colbert, sin duda mirando más por una economía esta­cionaria que por el progreso propiamente dicho, había encar­gado a la Academia de Ciencias que hiciese una especie debalance de todas las técnicas utilizadas a la sazón. Los acadé­micos habrían de elegir los mejores procedimientos y perfec­cionarlos si hiciere falta ---el título de la colección sería nimás ni menos que «Description et Perfectione-c-, a fin de quetales métodos modélicos pudieran imponerse por sí mismos.Sería, pues, aquella una obra de técnicos, avalada por la su­prema autoridad científica de la época. Por el mismo tiempo,la Academia de Ciencias iniciaba, por otro lado, la publica­ción de las Machines approuvées, es decir, de los nuevos in­ventos que le habían sido presentados y habían merecido suaprobación. Si bien algunas de estas obras estuvieron yacompuestas desde finales de! siglo XVII, su primera publica­ción no se produjo hasta 1762. En ellas tenemos la imagenperfecta de la técnica clásica.

La Encyclopédie de Diderot y de D'Alembert siguió exac­tamente el mismo camino. Hubo autores comunes a la Ency­clopédie y a las Descríptions; sabido es que hubo algunos ro­bos de planchas. El gran valor de la Encyclopédie es el dehaber sistematizado la empresa y haber incorporado la técni­ca a los demás conocimientos. Pero el Prospectus de D'A­lembert muestra a las claras que las ideas sobre la constitu­ción de una tecnología apenas habían progresado:

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140 Introducción a la historia de las técnicas

En cuanto al resto, es su propia mano la que hace al artista y

no es en los libros donde se puede aprender a manejarla. El ar­tista encontrará solamente en nuestra obra puntos de vista queél quizás no haya tenido y observaciones que puede que él no hi­ciera sino tras largos años de trabajo. Ofreceremos al lector es­tudioso lo que él habría aprendido de un artista viéndole traba­jar para satisfacer su curiosidad; y al artista lo que sería de desearque aprendiese él del Filósofo para avanzar hacia la perfección.

Al especializar sus volúmenes, la Encyclopédie méthodi­que de Panckoucke les daba más profundidad, pero disociabalas técnicas de la cultura general.

Los tratados técnicos, tal como los hemos visto renacer afinales del siglo xv, fueron continuados, moderadamente en elXVII y con mucha abundancia en el XVIII, y ello en todos lospaíses europeos. Sucediendo a los rústicos centones que tan­to éxito seguían teniendo desde mediados del siglo XVI, ven laluz los primeros grandes tratados de agricultura; el inglés deTull es un buen ejemplo. Junto a ellos, casi no hay sector téc­nico del que no haya habido por lo menos un tratado. Puededecirse que todos los países de la Europa occidental partici­paron en este movimiento.

El siglo XIX arrumbó definitivamente los «teatros de má­quinas» y las «descripciones» para adoptar sólo el tratado téc­nico. Así lo iban exigiendo el adelanto de las ciencias y laalianza cada vez más fuerte entre la ciencia y la técnica. Porsupuesto que no vamos a hacer aquí una recensión completade los tratados técnicos decimonónicos. Ya volveremos sobreeste aspecto de la cuestión.

Las fuentes documentales 141

A partir de finales del siglo XVTII, esta literatura técnicava a ser completada por las revistas técnicas. Convenía, enefecto, que el público pudiera hacerse una idea bastanteexacta de los progresos técnicos sin tener que recurrir con­tinuamente a los tratados. Además, estas revistas son intere­santes por cuanto nos revelan cierto número de hechos ydatos de importancia: puestas a punto definitivas, adaptacio­nes a diferentes recursos naturales, etc. En Francia algunasde estas revistas, al menos en sus comienzos, fueron publi­cadas por el gobierno; en cambio, en otras partes, como porejemplo en Inglaterra, fueron todas puramente privadas. En1783, en Londres, salieron por primera vez a la luz las Tran­sacuons of the Society for Encouragements of Arts. Franciaempezó a publicar en 1794 el Journal después llamado An­nales des Mines, y en 1795 el Journal des Ar~ et Manufactu­res. La publicación, a partir de 1801, del Bulletin de la 80­cíété d'encouragement pour l'industrte nationale señaló elcomienzo de las «sociedades industriales», que tanto se mul­tiplicarían después. El estudio sistemático de estas revistaspublicadas a lo largo de todo el siglo XIX aportaría sin dudaa la historia de las técnicas un gran acervo de elementos va­liosísimos. Notemos además que la mayoría de ellas no limi­tan su curiosidad a las técnicas entendidas en un sentidomuy estricto; con frecuencia se abordan también en sus pá­ginas los problemas económicos que planteaba el progresotécnico.

A propósito de toda literatura técnica habría que hacerun gran esfuerzo, ante todo, por inventariarla debidamente,esto es, con un enfoque crítico tanto de la presentación como

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142 Introducción a la historia de las técnicas

del contenido de sus libros y revistas. Los intentos realizadosal respecto en las obras sobre la construcción naval, sobre lasiderurgia y sobre la serraduría son buena prueba del muchopartido que podría sacarse de este trabajo. Paralelamente de­bería hacerse un esfuerzo de edición o de reedición. Ya se hanempezado a hacer ediciones de algunos antiguos tratados ma­nuscritos. Además de los cuadernos de apuntes de Leonardoda Vinci, han sido publicados estos últimos años los tratadosde Francesco di Giorgio, de Kyeser y de Taccola. La reediciónde obras antiguas, a menudo difíciles de encontrar, se mues­tra igualmente útil: a finales del siglo XIX se habían reeditadoalgunas de ellas. Aún sigue haciéndose, pero a un ritmo lentoy restringido: los italianos han reproducido así la obra deBranca. Más interesantes son las reediciones críticas, es decir,las que añaden a la obra original todas las notas que requie­ren unos textos con frecuencia difíciles de interpretar y decomprender. En Estados Unidos se habían iniciado trabajosimportantes en este campo. Entre las dos guerras mundiales,el presidente Hoover había publicado una traducción inglesadel De re metallica de Agrícola. Más recientemente se hanemprendido algunos trabajos más sistemáticos. Citemos, en elámbito de la metalurgia, las publicaciones hechas, por unaparte, por C. S. Smith en Estados Unidos (de Biringuccio aRéaumur, con el patrocinio del American Institute of Mines)y, por otra parte, añadiendo las técnicas mineras, por la Aca­demia de Freiberg. Se han publicado también algunos de lostratados técnicos de los griegos, a menudo en el texto original,a veces con las traducciones que se imponen. Pero gran can­tidad de ellos siguen aún por editar. Los manuscritos medie-

Las fuentes documentales 143

vales y los del primer Renacimiento van siendo ya mejor co­nocidos.

Las fuentes directas

Las fuentes directamente utilizables son, en general, re­cientes: no datan a lo sumo más que del momento en que seorganizaron los archivos administrativos. Estas fuentes son dedos tipos: los archivos propiamente administrativos públicosy los archivos de las empresas industriales.

A partir del momento en que se instauran en firme lasgrandes administraciones estatales, aparece un cierto tipo dedocumentación. Y desde aquella época, finales del siglo XVII,

esta documentación va siendo cada vez tanto más abundan­te cuanto que, por el vigente mercantilismo, la técnica ocu­paba un lugar muy destacado entre las preocupaciones gu­bernamentales. Documentación en muchos casos importante,variada otras veces y de desigual valor, pero despreciablenunca. Dimanaba de tres principales funciones del estado:información, dirección, protección de los derechos indivi­

duales.La información y la dirección están íntimamente ligadas.

Desde finales del siglo xvn el estado se ha preocupado, unpoco por doquier, de conocer el estado de las técnicas en supropio territorio y también en el extranjero, donde tal vezeran diferentes o podían estar más perfeccionadas. y proce­día así el estado en pro del mejor funcionamiento de sus pro­pios servicios y para favorecer y fomentar el desarrollo eco-

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144 Introducción a la historia de las técnicas

nómico del país. Es, pues, toda una documentación técnica laque se ha ido constituyendo de tal modo a nivel estatal. EnFrancia, por limitamos a este ejemplo, la corriente documen­taria ha seguido varias direcciones. En el interior del país, loscontroles de calidad y la observancia de una reglamentaciónmuy extensa han provocado encuestas que han versado am­pliamente sobre los problemas técnicos. Al extranjero se hanenviado expediciones, concretamente a Inglaterra, pero tam­bién a Alemania, para constatar perfeccionamientos y nove­dades sobre todo respecto a las técnicas mineras y metalúrgi­cas. Los archivos de los ministerios económicos, deAgricultura, Industria y Obras Públicas, que a comienzos delsiglo XIX sustituyeron al antiguo Control General, están lle­nos de legajos de sumo interés para nuestra temática. Y lomismo digamos de los ministerios que forzosamente habíande utilizar las técnicas: me refiero al de la Guerra y al de laMarina, también con muy ricos archivos.

El estado se valió igualmente de instituciones oficiales alas que encargaba velar por los conocimientos técnicos y di­fundirlos. Las Academias de Ciencias que se crearon a finalesdel siglo xvn y en el XVIII, debían tener tanto de científicascomo de técnicas según las concebían sus fundadores. Y estomismo podría decirse de las sociedades agrícolas, creadas enFrancia a partir del año 1758 para la promoción de reformasy adelantos técnicos en la agricultura.

La patente, para llamarla por su nombre moderno, teníaun doble fin. Por una parte, era necesaria: parecía indispensa­ble proteger los intereses del inventor, aunque no fuese másque para estimular el espíritu inventivo; por otra parte, había

Las fuentes documentales 145

que evitar que la invención se convirtiese en un secreto fabril,como dijeron los economistas de comienzos del siglo XIX, antetodo porque el monopolio de una fabricación es siempre algopeligroso, pero además -yen esto concuerdan naturalmentelas dos actitudes- porque la difusión de los inventos resultabeneficiosa para una economía. Se han dedicado trabajos in­teresantes a la historia de la patente, que adoptó formas dis­tintas según los países y según las épocas. La patente hace suaparición en la época del mercantilismo: por entonces parecemenos un acto de protección individual que un instrumentode política económica general. Durante mucho tiempo, la pa­tente protegió, por lo demás, no tanto unos inventos propia­mente dichos cuanto la importación de técnicas extranjeras.Favorecía menos el progreso técnico que la puesta en marchade industrias nuevas en un país utilizando técnicas ya emplea­das en otros países.

Citemos un texto, el más antiguo quizás y que prueba, porla ocasión misma en que fue redactado, lo muy viejo que es elespíritu mercantilista, al menos en materia de técnica: en1236, el rey de Inglaterra concede por quince años a un habi­tante de Burdeos el derecho en exclusiva de fabricar paños ala manera flamenca, francesa o inglesa. Desde aquella épocaestán ya bien establecidas algunas características de la paten­te: monopolio limitado, garantía del poder público. La institu­ción parece hallarse sistematizada en Venecia desde finalesdel siglo xv. Está ya perfectamente formada en la ordenanzainglesa de 1623. La forma y el contenido jurídico de la paten­te siguieron, a buen seguro, evolucionando. Si en el siglo XVII

los derechos de patente inglés y holandés son muy parecidos

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146 Introducción a la historia de las técnicas

al moderno, en cambio el privilége francés se diferencia bas­tante de éste. A menudo es una concesión limitada en cuantoal tiempo y el espacio, como ocurrió con Colbert. Casi en nin­guna parte se exige la. condición de la anterioridad, tan re­querida hoy por las patentes. Francia, con el control de suAcademia de Ciencias, inaugura una noción nueva, que no seha conservado: la de la utilidad que han de tener el procedi­miento o la máquina nuevos. En los estatutos de la Academiade 1699, se insiste en la exigencia de tal requisito.

En el siglo XIX, la institución de la patente se precisa, seperfecciona. Consitúyense casi por doquier organismos depatentes oficiales. Encargados éstos de proteger los derechosdel inventor, tienen también por cometido procurar la difu­sión de los conocimientos técnicos. No tardan en hacerse conregularidad publicaciones de patentes: en Francia en ]811,reclamadas desde 1791; en Inglaterra en 1853, reclamadasdesde 1671. Estas publicaciones constituyen, como es obvio,una fuente importante; una reciente exposición en París hahecho ver su gran interés. En Holanda una publicación ha re­producido las patentes que fueron expedidas en aquel paísdel siglo XVI al XVIII. Sería útil realizar un trabajo semejanteen otros países.

Poco a poco esta documentación va abundando menos,excepto por lo que toca a las funciones industriales de los es­tados. Y es que ahora los conocimientos técnicos pueden ad­quirirse ya de otras maneras que leyendo informes sobre pa­tentes, pueden adquirirse gracias a la prensa especializada encuestiones técnicas. Aquellas publicaciones y las misiones oagregaciones científicas son ya, por lo tanto, menos útiles,

Las fuentes documentales 147

aunque aún se haya visto, después de la segunda guerra mun­dial, a numerosas misiones enviadas a Estados Unidos a bus­car allí todo el progreso técnico que la guerra había provo­cado.

Ahora ya también las empresas, de mayores dimensiones,se crean ellas mismas su propia documentación. A partir deuna cierta época, los archivos de las empresas constituyen,pues, una fuente indispensable para la historia de las técnicas.Sería muy de desear que esta documentación no desaparecie­se so pretexto de haber ya caducado por obsoleta, pues su in­terés histórico es enorme, por concernir a la vez a la inven­ción, a la innovación y a todo su contexto.

Como antes al tratar de la literatura técnica, debemosterminar este apartado expresando de nuevo un deseo: enalgunos países se han compuesto guías para diferentes do­minios de la investigación histórica. Yo creo que sería útil, eincluso en ciertos sectores urgente, dedicar algunas de estasguías a la historia de las técnicas. En lo que atañe a estasfuentes directas, la tarea no es imposible, ni mucho menos,de realizar. Me parece que hasta sería bastante fácil conse­guir un acuerdo y una colaboración sobre dicha tarea a ni­vel internacional.

Las fuentes indirectas

Es difícil presentar con lógica las fuentes indirectas, puesson muy variadas y diferentes unas de otras. Sin embargo,para los períodos antiguos, son ellas todo cuanto puede que-

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148 Introducción a la historia de las técnicas

darnos para reconstruir las técnicas de esas épocas con sus

imágenes y objetos.Los relatos históricos y, a veces, la literatura corriente

pueden ser unas fuentes útiles, aunque a menudo de delicadainterpretación. ¿Ha de recordarse que la actividad técnica deArquímedes sólo nos es conocida a través de Plutarco? Elprimer ejemplo de sierra movida por fuerza hidráulica se nosda en el poema Mosella [«Mosela», el río de la Galia], de Au­sonio. Podrían multiplicarse las citas. El mayor obstáculo enuna investigación de este género es lo muy amplio y diversode los materiales por examinar. Los relatos históricos puedentambién proporcionarnos ciertos elementos. Con ocasión dehechos excepcionales, de aventuras maravillosas, de aconteci­mientos asombrosos, cronistas e historiadores ofrecen a nues­tra curiosidad descripciones o explicaciones de las que el his­toriador de las técnicas puede sacar provecho. Un dominio enel que esta literatura histórica tiene un valor excepcional es eldel arte militar; pero también aquí la utilización de este ma­terial documental exige una atenta prudencia.

Los documentos medievales constituyen una fuente im­portante de la que no contamos con equivalentes para la An­tigüedad. Aquí también habría que intentar una clasificaciónque podría ser útil aun cuando simplificara demasiado la pro­

blemática.Las actas de donación, por lo general a instituciones mo­

násticas, eso que algunos llaman con un término algo vago las«cartas», representan hasta cierta época una documentacióncasi única. A menudo son poco precisas., es verdad, pero enbastantes casos se pueden deducir de ellas datos importantes,

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en particular sobre la aparición y la difusión de algunos ins­trumentos. Gracias a ellas se ha podido estudiar la difusión yla diversificación de la energía hidráulica con anterioridad alsiglo XIII. La publicación de los cartularios o incluso de unasimple bibliografía de los mismos constituye un nivel básicode la investigación. Sería conveniente que las publicacionesde tales documentos llevaran índices de materias y de otrosdatos que facilitarían mucho su estudio: algunos que ya estánen circulación patentizan lo muy provechosos que son estoscomplementos.

Sería interesante que se .publicaran repertorios de estosdocumentos referentes a una industria, a una fábrica, a untipo de instrumento, reuniendo así y poniendo a disposiciónde los estudiosos toda la documentación correspondiente aun sector determinado. Se han hecho ensayos de esta clase apropósito de los molinos de batán en Inglaterra. En Franciase ha empezado a hacer un repertorio relativo a la siderurgia.Todos estos documentos así reunidos aportan elementos muydiversos, parciales ciertamente, pero cuya acumulación suelefacilitar la construcción de hipótesis que ningún otro docu­mento permite establecer.

Las fuentes que son los reglamentos cabe considerarlas, adecir verdad, como fuentes directas. Incompletas, como pres­cripciones que son en ciertos casos y prohibiciones en otros,sólo pueden proporcionar una visión también incompleta delas técnicas utilizadas.

Los reglamentos de corporaciones son, con mucho, losmás conocidos. En algunas ciudades fueron reunidos y codifi­cados: véase el libro, citado con frecuencia, de Étienne Boileau

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150 Introducción a la historia de las técnicas

sobre los oficios de París. Acerca de algunas fabricaciones enregiones bastante determinadas se han hecho repertorios queofrecen datos inapreciables para la historia de las técnicas. Ci­ternos, por ejemplo, los repertorios sobre la pañería en el nor­te de Francia y en Bélgica. También en Italia han sido publi­cados numerosos repertorios, la mayoría de ellos en un ordentopográfico. Basadas en estos textos se han escrito notablesmonografías de historia de las técnicas. En la mayoría de loscasos, estos reglamentos son, en realidad, listas de prohibicio­nes y no de reglas o consejos positivos. Se echa de ver, ade­más, que tales prohibiciones recaen sobre técnicas tenidas porinferiores. pero ya utilizadas antes. Así, de reglamento en re­glamento, puede irse siguiendo la expansión del tomo de hi­lar y la de ciertos ingredientes de los tintes, o la de los proce­dimientos para aprestar o aderezar algunos tejidos.

Lo mismo ocurre con los códigos mineros, el más antiguorepresentante de los cuales es, sin duda, la ley romana de lasminas hispánicas, hace tiempo estudiada por Ardaillon. Alcontrario que los reglamentos gremiales, estos códigos mine­ros son positivos, pues dictan reglas que se han de aplicar pordiferentes razones: relaciones con los vecinos, seguridad delas explotaciones, etc. También se han empezado a publicarrepertorios de estos documentos, algunos de los cuales hansido analizados muy detalladamente. Citemos, en especial, losestudios hechos sobre unos códigos por los que se regían lasexplotaciones mineras de la antigua Yugoslavia.

Las sucesivas redacciones de estos reglamentos y códigosmineros reflejan con mucha nitidez la evolución de las técni­cas. El que se junten ciertas prohibiciones, como la del tomo

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para hilar, la del cardado o la del empleo de determinadasmaterias para las tinturas, es sintomático de una evoluciónque muchos consideraban en la época como degradante delas técnicas y no como un progreso.

Las actas notariales pueden, en fin, constituir una últimafuente importante. Adviértase que, si el notariado apenas em­pieza a existir en la parte norte de Europa en el siglo xv, suexistencia en el Mediodía se remonta en cambio hasta el sigloXII. No hay por qué describir aquí largamente los tipos de ac­tas redactadas por los notarios y que pueden ser de interés alhistoriador de las técnicas: inventarios, presupuestos, contra­tos de construcción... El inventario puede proporcionarnoslistas enteras de ciertos utensilios. Poseemos también contra­tos muy detallados para la construcción de navíos. Fuera dealgunos casos espectaculares, esta fuente aún ha sido pocoutilizada; claro que el aprovecharla bien es cosa que requieremucho tiempo y dedicación.

La interpretación de los textos no deja de tropezar con se­rias dificultades. Pasemos por alto la imprecisión de algunosde estos textos, sobre todo de los literarios, a veces tambiénde los textos administrativos. Una de las dificultades más gra­ves es la del idioma. Con escasas excepciones, el lenguaje téc­nico apenas ha sido estudiado, pese a que es precisamente eneste campo donde los giros y matices idiomáticos serían sinduda de lo más reveladores. Un estudio sobre el código mi­nero de la explotación italiana de Massa, y las investigacionessobre los códigos mineros de la antigua Yugoslavia han pues­to de manifiesto que la mayoría de los términos minerosusuales en Europa eran de origen alemán. En Inglaterra, casi

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152 Introducción a la historia de las técnicas

todas las palabras de la técnica siderúrgica son de origen fran­cés.En Francia, muchos términos de marina son de origen fla­menco. El nacimiento del vocabulario técnico plantea ya deentrada difíciles problemas: es natural que, en griego, se aso­cien «rueda» y «polea». Lo que sorprende es que, en griegotambién, muchas máquinas llevan nombres de animales; siesto parece bastante natural cuando se trata de máquinas deguerra, resulta en cambio un tanto asombroso tratándose deaparatos para levantar pesos o para la construcción, talescomo «cabra», «ariete» [= camero], «grúa» [= grulla], «loba»[instrumento para levantar piedras], etc. Vienen a continua­ción dos problemas: el de los neologismos, a medida que lastécnicas se van perfeccionando y aparecen nuevos útiles ynuevas máquinas, y el de las transferencias, por las que a uninstrumento nuevo se le puede dar un nombre antiguo, o setoman de otro país el instrumento y su nombre, todas las si­tuaciones son posibles. Volveremos a ocupamos de esta im­portante cuestión.

Estos textos hay que examinarlos y valorarlos siguiendolos métodos de crítica histórica comunes a todos los textos:datación, procedencia, influencias, etc. El historiador de lastécnicas deberá añadir a todo ello cuanto partido pueda sacarde su propia disciplina para completar los análisis y hacer pa­rangones o cotejos con otros textos. Deberá decir si tal técni­ca le parece normal, si sus fechas concuerdan con lo que sa­bemos de la historia de las técnicas. En una palabra, deberáañadir a la crítica tradicional todo lo que una disciplina parti­cular pueda dar de sí.

Las fuentes documentales 153

Las fuentes iconográficas

La imprecisión de ciertos textos y la falta de objetos antiguoshacen que sea de primordial importancia para la historia delas técnicas la imagen, de cualquier naturaleza que ésta fuere.Blümner para las técnicas de la Antigüedad clásica y Jal paralos navíos habían demostrado la importancia de las fuentesiconográficas. Más recientemente, el comandante Lefebvredes Noéttes basó sustancialmente su estudio del atalaje sobreuna documentación iconográfica.

La problemática es aquí ingente y diversa. Presenta, segúnlas épocas y según los sectores técnicos considerados, aspec­tos singularísimos. Convendrá, pues, que ordenemos un poconuestros informes. Se ha de establecer una primera distinción.Existen, en efecto, «imágenes», en el sentido amplio de estetérmino, en las que el historiador de las técnicas puede en­contrar elementos interesantes, pero que no formaban partedel objetivo o de la intención básica del artista que las hizo.Por ejemplo, el carruaje y el bajel que figuran en el cuadro deBrueghel que representa la caída de Ícaro. Por otro lado, hayel diseño técnico propiamente dicho, que comienza a existirdesde la aparición de los primeros tratados técnicos.

Lo que podríamos llamar la iconografía general aparececomo un mundo inmenso, de una variedad sin límites. Casi nohay técnicas que no hayan sido abordadas y de las formas másdiversas por los artistas. Naturalmente esta documentaciónha ido evolucionando a medida que el arte se transformaba.

Para la Antigüedad clásica han sido ya muy utilizadas las

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154 1ntroducción a la historia de las técnicas

esculturas, las pinturas, los vasos, toda la decoración gráfica,

tanto que las representaciones figuradas constituyen paraaquella época una de las fuentes más abundantes y más ex­

tensas de la historia de las técnicas. El corpus de las vasijasgriegas debería ser íntegramente recorrido en busca de datostécnicos. Los mosaicos de Ostia nos dan notabilísimas imáge­nes de naves romanas.

La Edad Media ha conocido, excepto para las vasijas, lasmismas formas de arte. Las pinturas van siendo cada vez más

numerosas. Añádenseles las miniaturas de los manuscritos, losvitrales, los sellos y diplomas. Tenemos, pues, para historiar so­bre aquella época, una documentación abundantísima, peromuy dispersa.

Para los siglos siguientes, la documentación disminuye, sinduda, pero suele ganar en precisión. Consiste ya sobre todoen pinturas y grabados. Algunos de ellos, a pesar del desarro­llo del diseño técnico, siguen siendo todavía muy útiles: así loson las vistas de fábricas y talleres que, en Francia y en Ale­

mania, sedujeron a algunos pintores realistas. Y se podríanmultiplicar los ejemplos.

Esta documentación iconográfica debe ser interpretada.

Para ello hay que esforzarse en varias direcciones: reunir ladocumentación, criticar los documentos e interpretarlos y uti­lizarlos. En todos los casos, sobre todo en el primero, la in­vestigación debería organizarse colectivamente y en el planointernacional.

Sin duda, el trabajo de ir reuniendo las imágenes es el pri­~ mordial, pero también el más largo. ¿Hay que actuar por sec­

tores, hay que dedicarse a búsquedas generales pero geográ-

Las fuentes documentales 155

ficamente limitadas? En un cuadro sistemático, el corpus de

los vasos griegos nos proporciona ya, para un tipo de repre­sentaciones, un importante material documentario. Es el úni­

co repertorio general con que contamos para la Antigüedad.Para la Edad Media sobre todo, no tanto para la Antigüedad,son especialmente útiles algunos fondos fotográficos, como

por ejemplo el de Marburgo y el de Princeton. En París, la Bi­blioteca Nacional tiene ya una importante colección fotográ­fica de miniaturas de manuscritos. No sería difícil hacer una

lista de todos estos instrumentos de trabajo generales, y seríamuy útil tanto para los centros de estudio ya existentes comopara las investigaciones que están en curso y cuyos resultados

no se podrán conocer, completamente al menos, sino transcu­rridos algunos años. Se sabe, por ejemplo, que Francia ha em­pezado también a elaborar el catálogo de sus vidrieras.

Otro método, menos lógico éste puesto que se reduce a ir

analizando sistemáticamente ciertos fondos en varias veces,se emplea para reunir todo lo que concierne a una técnica de­terminada. El trabajo lo facilita, en algunos dominios, la exis­tencia de temas ya estudiados por otros especialistas con en­foques artísticos o religiosos, como por ejemplo el del lagar omolino místico, el del taller de san José para las herramientas

de carpintero, etc. Ya hemos citado el trabajo del comandan­te Lefebvre des Noéttes sobre el problema del atalaje. Unainvestigación análoga ha sido hecha estos años últimos porMadame Van Tyghem sobre la construcción de edificios. Sehan iniciado varias series de trabajos, muchos de ellos para elperíodo medieval, sobre los molinos de viento, los aperos delabranza y la forja. Lo mismo se había hecho ya para los se-

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156 Introducción a la historia de las técnicas

Has con representaciones de naves, una de nuestras principa­les fuentes para la Edad Media, de los que se ha reunido unaimportante colección en el Museo de Greenwich, cerca deLondres.

La crítica de la documentación iconográfica es un queha­cer muy penoso. Dataciones, localizaciones, influencias, todocontribuye a que sea dificil la utilización de este material. Pa­rece que lo primero por hacer es una selección, porque hayalgunas representaciones aberrantes, con las que es totalmen­te inútil perder el tiempo. Muchos autores contemporáneoshan puesto en guardia a los historiadores y les han aconseja­do la mayor prudencia en este quehacer. Las imágenes dearados que figuran en la Bible moralisée del siglo XIII, publi­cada antaño por Laborde, no pueden corresponder a ningunarealidad. Igualmente, un miniaturista del siglo XIV, cuyo ma­nuscrito se conserva en la Bodleyana, ha puesto la reja pordelante del armazón o carro del arado, y además a los bueyesno tirando de éste, sino empujándolo.

Pasaremos rápidamente por el problema de la datación:los especialistas en historia del arte deben proporcionarnos aeste respecto todos los elementos que podamos necesitar. Ylo mismo para los problemas de localización. Si en ciertos ca­sos, como el de un fresco o un mosaico, la localización es fá­cil, en cambio tratándose de manuscritos el problema es máscomplicado. Al historiador de las técnicas le es útil saber queel Pentateuco llamado de Tours proviene probablemente delnorte de África. Notemos de paso que, a veces, también el téc­nico puede ayudar en algunas cosas al historiador del arte.

Frecuentemente la crítica interna debe quedarse en el do-

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minio de las hipótesis. Si el artista es conocido, acertadamen­te identificado, el problema se simplifica, aunque aún no estácompletamente resuelto, pues restan todavía, a propósito dela imagen misma, importantes cuestiones a las que a menudoes imposible dar definitiva respuesta.

a) La primera de tales cuestiones es la de la fidelidad dela imagen. En bastantes casos, ni los mismos artistas sabíanqué era exactamente lo que querían representar. A veces lacosa era fácil, como la imagen de una hilandera trabajandocon la rueca. Complícase en seguida en cuanto el instrumen­to técnico por representar se vuelve más complejo: casos delarado o de la nave. Sólo en épocas bastante tardías se preo­cuparon los artistas por conseguir una representación fiel delas cosas hasta en los menores detalles, capaz de maravillar alhistoriador de las técnicas.

b) Los artistas solían viajar mucho. Puede suceder, pues,que un artista, oriundo de Italia pero trabajando en Flandes,en realidad no haya querido representar sino un objeto de supaís natal. Es, por tanto, necesario establecer bien este punto.En algunos casos, el historiador de las técnicas puede descu­brir mejor que el historiador del arte lo que se podría llamaruna anomalía.

c) Hay, en fin, el juego de las influencias, y se adviertenperfectamente los préstamos de un manuscrito a otro, con to­das las alteraciones y deformaciones que, en general, estos fe­nómenos comportan. En ciertos casos hasta se han podido es­tablecer auténticas filiaciones.

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158 Introducción a la historia de las técnicas

La documentación iconográfica es, por tanto, una rica ypreciosa fuente, ya que nos proporciona indicaciones que lostextos dan raras veces; pero es siempre de difícil manejo portodas las razones que acabamos de apuntar.

Próximo a ella está lo que puede llamarse el dibujo o di­seño técnico. Sólo se han conservado dibujos técnicos de laEdad Media para acá. Los primeros ejemplos se nos dan enalgunos manuscritos grecobizantinos del siglo x que conte­nían ciertos tratados de mecánicos de la escuela de Alejandríay compilaciones técnicas bizantinas. En la Europa occidentaltenemos, el «cuaderno» de Villart de Honnecourt, arquitectopicardo de la segunda mitad del siglo XIII. Después, los trata­dos técnicos y los cuadernos de apuntes de los ingenieros secubrieron de dibujos. Había nacido el diseño técnico, que nocesaría de desarrollarse hasta nuestros días.

y es que pronto se hizo sentir la necesidad de rebasar dealgún modo las explicaciones forzosamente verbales de untexto escrito y llegar a una representación gráfica que, a laprimera ojeada, diese idea de lo que eran el utensilio o la má­quina ya tangibles o aún por realizar. Para obtener un resul­tado eficaz, había que superar unas cuantas dificultades. Laprimera consistía en concebir un tipo de dibujo capaz de res­tituir el objeto y no sólo de convertirlo en un elemento deco­rativo, como solía hacerse en la iconografía general. Ahorabien, sabido es que un simple dibujo, al reflejar lo que se ve,es necesariamente incompleto, por lo menos en la mayoría delos casos: quedarán ocultas en él, por fuerza, algunas partesdel objeto. La segunda dificultad es exactamente paralela a laprimera: si no se tratase más que de notas rápidas, como las

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de los «cuadernos» de los ingenieros, podría bastar con unsencillo croquis; pero, puesto que de lo que se trataba era depermitirle a otra persona hacer realidad el objeto representa­do, hacía falta no sólo que en el diseño se pudiese ver ese ob­jeto por todas sus caras, sino también la indicación de sus di­mensiones y medidas.

El diseño técnico ha evolucionado. A los comienzos y du­rante largo tiempo después, constó de un único dibujo, pero,para responder a las exigencias que hemos dicho, es precisorepresentar todas y cada una de las piezas de una máquina-por poner el ejemplo más complejo-e- y que se las represen­te tomándolas en los planos .y desde los puntos de vista quemejor dejen observar sus particularidades y su conjunto. De­berán, pues, poderse ver, como en el sello de Carrara -que,sin embargo, no es un diseño técnico propiamente dicho-Iascuatro ruedas del carro, y todas ellas representadas por sen­dos círculos. De este modo se representan las máquinas deguerra en el tratado militar de Guy de Vigevano, que data delos comienzos del siglo XIV.

Este método un poco primitivo se pudo corregir a no mu­cho tardar gracias a la perspectiva. Entonces la rueda setransforma en una elipse y lo único que hace falta es poner elobjeto en una posición tal que el conjunto pueda ser repro­ducido por el dibujo. Es, de hecho, el método que se emplea­ría hasta finales del siglo XVIII. Pero no sin que pasara por va­rios perfeccionamientos. El más importante de éstos consistíaen completar el dibujo del conjunto mediante otros dibujosde las diversas partes de la máquina -por poner el mismoejemplo-, reuniendo el todo en una pequeña composición

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acompañada incluso, a veces, de una pequeña escena. Uno delos ejemplos más perfectos de este sistema de diseño nos loda el De re metallica de Agrícola, a mediados del siglo XVI.

Tanto la Descripuon des arts, de la Academia de Cienciasfrancesa, como la Encyclopédie a mediados del siglo XVIII, re­finaron y completaron este procedimiento representativo: enaquellas páginas encontramos, para un oficio dado, la repre­sentación de la totalidad del instrumental que en él se em­pleaba, y, si se trata de una máquina, representaciones de losdistintos planos de la misma, con cortes y perfiles y, como enAgrícola, los detalles de ciertas piezas. Ateniéndose a los da­tos de estos grabados técnicos del siglo XVIII, ha sido posibleconstruir maquetas muy detalladas.

En la misma época empezó a aparecer otra técnica de re­presentación gráfica destinada a responder a la segunda delas exigencias de que hablábamos, la de las necesarias acota­ciones. Ya a mediados del siglo xv hacía Ghiberti, para la fun­dición de campanas, unos diseños que venían a ser, de algúnmodo, equivalentes a unas tablas de medidas. Y el gran cons­tructor naval inglés Matthew Baker hizo diseños del mismotipo para calcular la curvatura de las cuadernas de los barcos.Desde entonces, en la medida en que se prestaba a ello, la téc­nica propia del dibujo gráfico se fue orientando cada vez máshacia el diseño acotado.

A partir del siglo XVIII, e incluso en algunos casos desde fi­nales del XVII, aparece el genuino diseño industrial. Los ar­quitectos ya habían llegado a él. Secciones, planos y perfileseran a la sazón los medios de acotar y ajustar exactamente laspiezas y,por ende, de reproducirlas materialmente.

Las fuentes documentales 161

Los objetos

De todos los testimonios de la evolución de las técnicas, estosdeberían ser los más precisos y los más preciosos. Es lamen­table constatar que sólo muy tardíamente se les ha prestadola atención y el cuidado debidos, por lo que hemos de deplo­rar irreparables pérdidas. Todavía son muchos los países enque-estos recuerdos de la civilización material apenas llamanla atención de nadie, y algunos pocos historiadores o conser­vadores son obligados, en ocasiones con impotente rabia porsu parte, a renunciar al mantenimiento de unos restos a vecesprestigiosos. En 1949, Francia no quiso aceptar que Inglaterrale devolviese uno de sus viejos navíos de guerra, construidoen 1800 y capturado en Trafalgar.

Hay que distinguir, desde luego, entre dos clases de obje­tos: por una parte, los utensilios o máquinas para la produc­ción, y por otra parte, los productos fabricados. Durante mu­cho tiempo se ha intentado hacer la historia de las técnicas apartir de los instrumentos de producción. Desde hace algúntiempo las investigaciones versan más bien, al menos en cier­tos sectores, sobre los productos fabricados, y se intenta de­terminar las técnicas empleadas. El estudio de estas fuentesmateriales, los indispensables repertorios de las mismas y losanálisis a que se las ha de someter no son, en verdad, todavíasino meros deseos en la mayoría de los casos. Con todo, sehan hecho afortunadamente, y en los dominios más variados,ejemplares tentativas que prometen mucho para el futuro.

Los productos fabricados son, indudablemente, los más

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numerosos. Están. por desgracia, muy dispersos y, en muchoscasos, por su carácter artístico, son inaccesibles a ciertos aná­lisis. O, mejor dicho, los conservadores de museos arqueológi­cos o de bellas artes no han entendido aún que ciertos análi­sis podrían llevarse a cabo sin ningún daño para los objetos yles proporcionarían a ellos mismos inestimables informacio­nes sobre las riquezas que están conservando.

Pero antes de abordar ciertos sectores de esta investiga­ción, siendo evidente a todas luces que no podemos preten­der aquí agotar la materia, parece indispensable que exami­nemos algunas dificultades o cuestiones más notorias. Haydos. sobre todo, cuyo examen no debe omitirse: la proceden­cia y la datación. Las dificultades aumentan aún por el hechode que. aun tratándose de épocas relativamente cercanas, losobjetos que poseemos son las más de las veces obras excep­cionales, y por esta razón es precisamente por lo que se hanconservado. Sin ir hasta el vaso de Vix. cuya procedencia ori­gina aún hipótesis y conjeturas, el que en una tumba de la altaEdad Media se encuentren telas bizantinas o de tipo bizanti­no puede dar pie a dos suposiciones: esa tela fue pura y sim­plemente importada: o bien 10que se importó e imitó fueronlas técnicas bizantinas de tejer. Se ha discutido mucho sobrelas influencias, a veces lejanas, en materia de arte; pero sonpocos los historiadores que se hayan preocupado por lasinfluencias técnicas que pudieran paralelamente producirse.Tomemos un ejemplo en un trabajo reciente: las grandes re­jerías de coro que hay en tantas iglesias de las rutas de la pe­regrinación se parecen mucho unas a otras. Esto se ve. con­cretamente, en las rejerías del centro de Francia (Conques,

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Billom) y en las españolas (Iguácel, Pamplona, etc.). Tambiénaquí pueden hacerse varias hipótesis en cuanto a las técnicasdel forjado y del ensamblaje: ¿viaje de las obras, viaje de losobreros, viaje de los técnicos? En algunos casos se pueden en­contrar respuestas. Sería interesante, por ejemplo, estudiar lastécnicas cistercienses en ciertos sectores y también saber dón­de tuvieron su origen y cómo se difundieron técnicas muy ela­boradas y bien puestas a punto.

No son menos delicados los problemas de datación. Peroaquí nos encontramos con las preocupaciones de otras mu­chas disciplinas. Repitamos un ejemplo ya empleado: tal rejarománica, simple de hechura, ¿fue labrada en tiempos másantiguos, o se trata de un arcaísmo, o la forjó un desmañadoherrero de aldea? Sabido es que los historiadores siguen dis­cutiendo aún sobre cuándo apareció la herradura. Pero escosa demostrada que, en ciertos lugares, a lo largo de los si­glos las piezas de hierro se fueron hundiendo en el suelo y,por consiguiente, en las excavaciones arqueológicas se laspuede hallar a niveles que no corresponden en realidad a susverdaderas épocas. A menudo es sólo mediante despieces ycomparaciones con otros objetos o con otros textos o imáge­nes como se puede negar a una datación más o menos apro­ximativa según los casos.

Lo cierto es que el par instrumento de producción-objetofabricado es el más interesante. Por desgracia es muy raro.Tampoco deja de ser verdad que ciertos elementos puedenser asociados. En recientes excavaciones, polacos y checoshan encontrado vestigios de unos primitivos hornos de re­ducción. Comparando estos hornos, los minerales utilizados,

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las escorias, los restos de carbón vegetal, se han podido in­tentar reconstrucciones que han aportado un rico acervo dedatos a la historia de las técnicas siderúrgicas. Si se comparanestos resultados con los de antiguos textos sobre explotacio­nes afines o con los reglamentos mineros de que hablábamosantes, puede sugerirse una explicación social de la produc­ción.

El objeto es,pues, una fuente sumamente importante parala historia de las técnicas. En este dominio, la investigacióndebe tomar dos aspectos: por una parte ha de ser el estudiode lo que se ha conservado, y por otra, debe tratar de descu­brir nuevos testimonios de las técnicas desaparecidas.

Los instrumentos de producción que se han conservadohasta nuestros días son de dos tipos: unos, casi siempre uten­silios, son antiguos, provienen en general de excavaciones. Ci­temos el caso de todo el utillaje descubierto en Pompeya, otambién las rejas de arado o las hachas de leñador que se venen algunos de nuestros museos, o los útiles hallados en mu­chas galerías de antiguas minas, como las de Massa, en Italia,o las de Wieliska, en Polonia. Respecto a las máquinas, las másantiguas podemos darlas por desaparecidas para siempre. Losmolinos de Pompeya son, probablemente, las máquinas demayor antigüedad que se conocen. Citemos el molino a bra­zo de Valerio, en Sion, Suiza, que lleva fecha del siglo XIV, lostornos del siglo XVI conservados en la Casa de los Cervecerosde Amberes o en el museo de Munich. En el dominio de laindustria textil, hemos conservado sin duda más instrumentosdel siglo XVIII. Por lo demás, a partir de esta última fecha, lascolecciones públicas están mucho más provistas: la impresio-

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nante serie de viejas máquinas de vapor del Museo de laCiencia .de Lon~res puede testimoniarlo, lo mismo que lamuy antigua lammadora que figura, en Lieja, en una colec­ción privada. Algunos viejos edificios pueden darnos, a vecesdifícilmente, una idea de lo que era una antigua instalaciónindustrial. Bástenos con citar ciertas construcciones cister­cienses: la forja de Fontenay, la casa de los trabajos de Ro­yaumont, en Francia.

Probablemente no hace mucho todavía se habría podidosalvar de la destrucción un material que se remontaba al sigloXIX y que también ha desaparecido ya casi por completo. Contodo, desde hace unos pocos años, se vienen haciendo esfuer­zos en algunos países por conservar antiguos talleres y ofici­nas con todos los equipamientos de sus respectivas épocas.En Polonia, una antigua fábrica de clavos, con su muy intere­sante laminadora, ha sido convertida en museo. Asimismo, enSuecia, se ha conservado íntegramente un antiguo taller delaminación. Parece que en la actualidad esté, por fin, comen­zando un movimiento pro salvaguarda de estos testimoniosya raros de unas técnicas que, sin embargo, no son muy anti­guas.

El otro aspecto es el de la permanencia, hasta nuestrosdías, de técnicas antiguas más o menos transformadas. Estematerial ha estado, sin duda, mejor conservado y ha sido másestudiado, a causa del desarrollo de las investigaciones etno­gráficas. Se ha logrado así reunir un utillaje al que se ha con­venido en calificar de «tradicional» y hasta se han podido cla­sifi~ar como monumentos históricos algunos talleres de tipoantiguo. Pero, y sobre todo, se han hecho estudios precisos so-

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166 Introducción a la historia de las técnicas

bre algunos oficios: las investigaciones realizadas por el Mu­seo francés de Artes y Tradiciones Populares, sobre los marti­

netes de hierro, sobre el trabajo del almadreñero o sobre eldel fabricante de estufas de Villedieu-Ies-Poéles, en Norman­día, son ejemplares a este respecto. Se ha hecho casi por do­

quier un trabajo de recogida de instrumentos, utensilios, he­rramientas y máquinas. A los historiadores de las técnicas les

bastará con distinguir, entre todas estas importantes aporta­ciones, lo que corresponde a técnicas antiguas y lo que quizáshaya sido fruto de perfeccionamientos técnicos relativamenterecientes.

Además del instrumento propiamente dicho, hay tambiénel modelo reducido. Los arquitectos renacentistas practicaronya el arte de la maquetación, haciendo modelos reducidos de

los edificios que construían. Sería ideal hacer hoy igualmentecopias reducidas, sobre todo de las máquinas, y montar conellas exposiciones o reunirlas en colecciones con finalidad de­mostrativa y difusiva del progreso técnico. A Descartes ya se

le ocurrió esta idea. Pero no fue hasta 1683 cuando tuvo lu­gar, en París, la primera exposición de modelos de máquinas,de la que se imprimió un catálogo que se ha conservado. La

idea fue aprovechada por Christoffer Polhem, el gran inge­niero de minas sueco, quien hizo realizar un gran número demodelos de las máquinas que se utilizaban en la minería; estacolección existe aún. En la segunda mitad del siglo XVIII cun­

dió mucho la afición a coleccionar modelos. Bajo la direcciónde los hermanos Périer, a las órdenes de Madame de Genlis,el mecánico Calla hizo pequeños modelos, a partir de algunosgrabados de la Encyclopédie, para el futuro Louis-Philippe.

Las fuentes documentales 167

Aproximadamente por la misma época empezaba Vaucansona hacer, en el hotel de Mortagne, una vasta colección de má­

quinas y de modelos que, adquirida por el rey en 1783, llega­

ría. ~ ser el principal atractivo del Conservatorio de Artes yOÍlCIOS. Hubo otras colecciones célebres; la del gran Duhameldu Monceau ha sido dispersada no hace mucho.

El desarrollo de la prensa técnica y la práctica del diseñoindustrial fueron haciendo cada vez menos útiles los modelos

como instrumento de enseñanza. Pero se conservaba todavíael gusto por ellos cuando la historia de las técnicas penetró enciertos medios. En bastantes casos se unían modelos y paten­

tes: así nacieron las colecciones de la Smithsonian lnstitutionen Washington. En 1881,se instalaron en el Musco de la Cien­

cia de Londres las colecciones del servicio de patentes. Perotambién hubo colecciones privadas: al mismo Museo de la

Ciencia se le confiaron, en 1900, la colección Maudslay, co­menzada por este gran mecánico inglés, y en 1903 la colecciónBennet Woodcroft.

La mayoría de los objetos son ciertamente objetos fabri­cados, desde los vestigios arquitectónicos, sobre los que noinsistiremos, a los objetos propiamente dichos: unos conser­vados en su lugar de emplazamiento, otros reunidos en colec­ciones públicas o privadas. Aun a propósito de la arquitectu­

ra habría, sin duda, muchos puntos por dilucidar: aquí ha deprestarse atención, como lo ha hecho R. Martín, a las señales

que quedaron marcadas en las piedras de ciertos templosgriegos, que son pruebas de la utilización de palancas y otrosinstrumentos para levantar pesos; o nos las hemos de habercon todo el problema del equilibrio de las catedrales góticas

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168 Introducción a la historia de las técnicas

y de las técnicas que se emplearon para construirlas. En estedominio, la historia del arte ha hecho a veces olvidar la histo­ria de las técnicas.

En 10 que respecta a los objetos, aparte de los que provie­nen de excavaciones arqueológicas, los museos conservansobre todo las piezas excepcionales, los objetos ricos o sun­tuosos y,por lo mismo, mejor identificados en el plano crono­lógico en cuanto a sus orígenes o localizaciones; son, pues,igualmente preciosos desde el punto de vista técnico.

Las técnicas han estado durante mucho tiempo totalmen­te desatendidas por los arqueólogos. Parece ser que sólo 'des­pués de la primera guerra mundial se han hecho excavacionesespecialmente para sacar a la luz instrumentos de produccióny objetos de uso ordinario. Los esfuerzos se han solido aplicara dominios particulares. Las primeras investigaciones sobrelos hornos de reducción se han realizado en Alemania. Des­pués de la segunda guerra mundial se han ido sistematizandolas excavaciones de este género en Alemania, Inglaterra, laantigua Checoslovaquia, Hungría, Polonia y la antigua URSS.Han aportado a nuestro conocimiento de las técnicas grancantidad de datos de la mayor importancia.

Las naves excavadas en tumbas vikingas han permitidoreconstruir parcialmente una evolución que no podría haber­se conocido de ningún otro modo. La nave hallada en Nydam,Dinamarca, verosímilmente del siglo lJl de nuestra era; lanave de Sutton Hoo, en Inglaterra, del siglo VII; las de Goks­tad y Oseberg, en Noruega, del siglo IX o del X, jalonan per­fectamente la historia de la construcción naval. Todos estosdescubrimientos se hicieron entre los años 1863 y 1903. Des-

Las fuentes documentales 169

de 1950 se han hecho otros descubrimientos importantes. Sa­bido es todo 10 que han aportado las investigaciones subma­rinas a nuestro conocimiento de las naves antiguas. Por todoel Mediterráneo se han hallado pecios de naves de carga, al­gunos de los cuales incluso han podido ser extraídos del mar.En Bremen un barco del siglo XlV ha sido arrancado del cie­no del fondo en que estaba hundido. En Estocolmo se ha re­flotado otra gran nave del siglo XVII. Se estará de acuerdo enla enorme importancia que tienen estos prestigiosos restospara historiar unas épocas de las que los demás tipos de do­cumentación no nos proporcionan informes precisos.

Si los hallazgos casuales hubiesen puesto a nuestra dispo­sición todos los elementos de interés, no se habría emprendi­do nunca excavación alguna. Las que se han hecho en buscade antiguas ciudades desaparecidas han permitido, en Poloniay desde hace poco también en otros países, acumular un ma­terial documental de primer orden. En la antigua Checoslo­vaquia, excavaciones sistemáticas han sacado a la luz nume­rosas rejas de arado gracias a las cuales ha sido posible datarel paso del laboreo simétrico al laboreo asimétrico, el mo­mento en que aparece el arado pesado.

De esta manera se van ampliando nuestros conocimientosdel mundo material y de las técnicas. Claro que todavía he­mos de esforzarnos mucho, tanto para explotar lo mejor quese pueda el material existente y conservado como para buscary recoger otros. Para esto debería instaurarse una colabora­ción internacional, pues las fronteras entre los países casi notienen interés alguno para la historia de las técnicas. Desdeluego que existen ya algunas vinculaciones y alianzas en el

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170 Introducción a la historia de las técnicas

plano internacional: hay una asociación de los museos deagricultura, se han organizado coloquios sobre historia marí­tima que se celebran regularmente, se ha formado un grupointernacional para el estudio de las metalurgias antiguas, etc.Pero, en materia de objetos, aún debemos insistir en otros dosaspectos de la investigación: atañe el primero al estudio de losobjetos fabricados, que frecuentemente están muy dispersospor distintas colecciones. Para cada tipo de objetos conven­dría establecer unas fichas de análisis lo más completas posi­ble. Un modelo reciente nos lo propone el Centro de Estudiode los Textiles Antiguos, creado hace poco en Lyon. La fichamodelo contiene un gran número de preguntas, las respuestasa las cuales proporcionarían a la historia de las técnicas ele­mentos de primera categoría. Los análisis de fuentes antiguasrealizados gracias a la Sociedad General de Conducciones deAgua, en Lieja, han hecho comprender igualmente 10 muchoque interesa impulsar estas investigaciones.

El segundo punto o aspecto no es menos importante. Se­ría, en efecto, de gran interés organizar unas encuestas en elplano internacional. Por ejemplo, la investigación efectuadahace poco sobre los martinetes de hierro debería proseguirseno sólo por toda Francia, sino también por todos los paísesque conservan aún ese tipo de instrumentos. Y los ejemplospodrían multiplicarse.

Los recursos disponibles

N aturalmente no podemos hacer aquí un inventario com­pleto de los recursos disponibles, sean de la naturaleza

que sean. Hemos de limitarnos a dar algunas indicaciones so­bre los caminos seguidos y sobre los que convendrá seguir en

el futuro.

Los centros de investigación

Por todas partes se han organizado centros de investigaciónque tienen por único o principal objeto estudiar las técnicas.A menudo haría falta conseguir una cierta armonización. Ad­virtamos también que las alianzas trabadas entre esos centrosse sitúan todavía demasiado en el plano personal.

Alemania: la Unión de los Ingenieros Alemanes, con sedeen Dusseldorf ha creado un grupo de investigación sobre lahistoria de las técnicas.

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Austria: el Instituto Austríaco de Investigaciones sobre laHistoria de las Técnicas, creado en 1931, fue el primero deeste género. TIene su sede en el Museo de Historia de las Téc­

nicas, en Viena.Francia: existen varios centros, algunos de ellos muy espe­

cializados. Citemos el Instituto de Historia de las Técnicas,asociado a la Universidad de París, creado en 1932. El Centrode Investigaciones sobre Historia de las Ciencias y de las Téc­nicas, perteneciente a la Escuela Práctica de Altos Estudios(sección é."). El Conservatorio Nacional de Artes y Oficioscuenta con un centro de documentación sobre historia de lastécnicas. El Centro de Historia de la Siderurgia, anejo al Mu­seo del Hierro, en Jarville, cerca de Nancy. El Centro Interna­cional de Estudio de los Tejidos Antiguos, fundado en 1954,está asociado al Museo Histórico de las Telas, en Lyon.

Gran Bretaña: la Newcomen Society for the Study of theHistory of Engineering está en actividad desde hace ya mu­cho tiempo y tiene a su cargo numerosas publicaciones.

Italia: el Instituto Italiano de Historia de las Ciencias y delas Técnicas se fundó en 1961 y tiene su sede en Milán junto alMuseo de Historia de las Ciencias y de las Técnicas.

Países del este de Europa: en casi todos ellos hay Institu­tos de Historia de las Ciencias y de las Técnicas (citemos, porejemplo, los de Polonia y los de la antigua URSS). También sehan fundado allí centros de investigaciones sobre la cultura

material.Ya hemos citado el Comité para el Estudio de la Siderur­

gia Antigua, emanado de la Unión Internacional de las Cien­cias Prehistóricas y Protohistóricas: su sede se encuentra en el

Los recursos disponibles 173

Instituto de Arqueología, en Praga. No podemos indicar aquítodos los centros de investigaciones etnográficas, de gran in­terés igualmente para los historiadores de las técnicas; hemoscitado ya el laboratorio de etnografía francesa anejo al Mu­seo de Artes y Tradiciones Populares.

Dos conclusiones se pueden sacar de este breve asomo: enmateria de historia de las técnicas sería lo más juicioso quelos centros de investigación y los museos estuviesen asocia­dos. Porque con frecuencia es indispensable que el investiga­dor pueda tener al alcance de la mano el material en que sebasa gran parte de su trabajo. La corta lista que acabamos depresentar evidencia también- que los centros han sido creadosun poco al buen tuntún. Hay, en efecto, materias y sectorestécnicos representados o estudiados en dos o en más, y encambio otros sectores y materias no cuentan con ninguno, porejemplo las técnicas agrícolas y las técnicas marítimas. Piensoque es imprescindible que unas técnicas tan importantes ten­gan su centro de investigación correspondiente. Aquí la coo­peración internacional podría intervenir de lleno. Con ello seevitarían una lamentable dispersión de los esfuerzos y el inú­til derroche de los medios de financiación.

Los museos

Ya hemos dicho lo importantes que son el objeto y la ima­gen como fuentes de historia de las técnicas. Pues bien, ob­jetos e imágenes se hallan reunidos, al menos en parte, enlos museos y en las colecciones. El historiador de las técni-

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174 Introducción a la historia de las técnicas

cas no debe, pues, descuidar este aspecto primordial de la

documentación.Es difícil clasificar los museos según el interés que ofrecen

para la historia de las técnicas. Digamos tan sólo que algunos

de ellos pueden, accesoriamente, ser útiles para el cultivo denuestra disciplina y otros tal vez le aporten cosas poco im­portantes, pero no así los dedicados exclusivamente a la his­

toria de las técnicas en generala a la de una técnica en espe­cial. De aquellos primeros no vamos a decir aquí gran cosa,pues no podemos entrar en demasiados detalles. Bastarán al­

gunos ejemplos concretos para hacer unas cuantas indicacio­

nes válidas en líneas generales.Los museos de arte suelen ser grandes conservatorios, por

un lado, de imágenes y,por otro, de objetos. Los dibujos y laspinturas, desde los más antiguos hasta los realistas de los si­glos XIX y Xx, constituyen con frecuencia una importantefuente. El libro del malogrado R. Évrard sobre Les Artistes etles usínes es un valioso testimonio del partido que se puede

sacar de esta fuente de documentación. También en este cam­po convendría hacer recensiones y reunir reproducciones,

como ya se ha hecho en algunos sectores técnicos.Lo mismo puede decirse a propósito de los museos ar­

queológicos, tanto en lo concerniente a sus recursos iconográ­ficos como en lo que respecta a todos los objetos procedentes

de las excavaciones, sean utensilios u objetos fabricados. Al­gunas secciones de estos museos constituyen verdaderas co­lecciones tecnológicas. Y también sus catálogos pueden servircomo obras de referencia de primera categoría: baste con ci­tar, por ejemplo, algunos de los catálogos del museo de Saint-

Los recursos disponibles 175

Germain. A partir de ahora podrían irse haciendo unos reper­

torios de instrumental cuyo valor para los estudiosos sería in­discutible.

Los museos locales pueden ser riquísimas fuentes para el

conocimiento de las técnicas, ya se trate, como suele ocurriren Francia, de museos que abarcan casi todos los aspectos dela vida local en materias de arte, de historia, de arqueología,

o, de museos, como casi todos los de Alemania, más pura­mente históricos. Sus colecciones contienen también desdelos objetos de las excavaciones arqueológicas hasta los más

recientes, reunidos todos con miras a la etnografía local.Entre los museos especializados, conviene mencionar en

primer lugar los de etnografía. Sabido es, en efecto, que las

técnicas ocupan un puesto muy importante en la investiga­ción etnográfica. G. H. Riviere, en un volumen de esta colec­ción, ha definido perfectamente estos museos y el papel que

pueden desempeñar en muchos dominios. Lo mismo sucede,claro está, con los museos de etnografía general, de los que elMuseo del Hombre es, en París, uno de los más ilustres re­presentantes. A veces, hasta colecciones un poco heteróclitaspueden aportar mucho: pensamos, concretamente, en el Mu­

seo de las Misiones, de San Juan de Letrán, en Roma, de ex­cepcional riqueza.

No podemos trazar aquí ni siquiera un esbozo de inventa­rio de todos estos museos. Pero una guía de los mismos lo máscompleta posible sería muy útil para orientar unas investiga­ciones que, si no se han emprendido ya, se debe probable­mente a la falta de un hilo conductor. Hemos de dirigir laatención hacia aquellos museos cuyo objeto principal son las

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176 Introducción a la historia de las técnicas

técnicas. Nuestra lista no pretende ser exhaustiva. Citaremoslos más importantes y daremos algún detalle de ellos que guíea un eventual investigador. Por lo demás, los museos genera­les suelen tener catálogos bastante completos, pues ya hanhecho sucesivas recensiones de sus fondos y las van repitien­do a medida que éstos aumentan.

Hay museos dedicados al conjunto de las técnicas. Es fre­cuente que estén asociados a museos de historia de las cien­cias. Sólo indicaremos aquí los más importantes de ellos:'

Alemania: Deutsches Museum von Meisterwerken derNaturwissenschaft und der Technik. Está en Munich y fuefundado en 1903.

Austria: Technisches Museum tür Industrie und Gewerbe.Creado en 1908 e instalado en Viena.

Dinamarca: Tekniske Museum.Estados Unidos: Smithsonian Institution, en Washington.Francia: Musée du Conservatoire National des Arts et

Métiers. Ya hemos dicho que su origen se remonta a la co­lección de modelos que perteneció a Vaucanson: los que fue­ron durante mucho tiempo instrumentos de documentacióny demostración se convirtieron poco a poco en objetos demuseo.

Gran Bretaña: Science Museum, en Londres.

• De entre [os museos del estado español, dedicados a la ciencia y a la téc­nica, destacan el Muscu de la Ciencia i de la Técnica de Catalunya, en Terrassa;e[ Museu de la Ciencia, en Barcelona; la Casa de las Ciencias eDomus», enLa Coruña, y el Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid. (N. del e.)

Los recursos disponibles 177

Italia: Museo Nazionale della Scienza e della Tecnica, enMilán.

Noruega: Museo técnico instalado en Oslo.Suecia: Tekniska Museet, en Estocolmo.Checoslovaquia: Museo Técnico, en Praga.Rusia: Museo de la Técnica, en Moscú.

En la mayoría de los casos,estos museos han publicado suscatálogos. Las más de las veces, esos catálogos representanunas técnicas bien definidas. Los del Science Museum de Lon­dres van inclusive más allá de la simple descripción de las co­lecciones,constituyendo en realidad breves historias de las téc­nicas consideradas. Además, fundado en 1857,el museo londi­nense es sin duda el que cuenta con una experiencia más larga.

Muchos museos están dedicados a una sola técnica o a unconjunto técnico. Son sin duda los más ricos e interesantes.Porque, siendo su objeto más restringido, tratan de presentar­lo de la manera más completa posible. Los grandes museos,por el contrario, contienen a menudo colecciones y objetosexpuestos unos junto a otros, sin que se hayan cuidado las lí­neas generales de su presentación. A menudo también, enesos grandes museos, se ha procurado reunir las cosas más ex­traordinarias que podían encontrarse. Los museos especiali­zados reportan otra ventaja: la de que, generalmente, en elloslas técnicas no se presentan aisladas, sino en su contexto his­tórico, social y económico. Nos limitaremos a citar algunosejemplos de los museos mejor provistos, dando por supuestoque no vamos a recordar aquí las secciones especializadas delos museos generales.

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178 Introducción a la historia de las técnicas

Agricultura: aparte del Museo de Agricultura de Bud~­

pest, no existe ningún otro gran museo de historia de la agn­cultura. Son muy de lamentar esta y otras faltas parecidas.

Minas: hay un Museo de la Minería en Bochum, ,Alema~nia, y un embrión de Museo de las Minas en Saint-Etien.ne,Francia. Algunas antiguas explotaciones mineras han sidotransformadas en museos; así se ha hecho en Suecia, donde elmás importante es el de Falun. Citemos también las bellas mi­

nas de sal de Wieliscka, en Polonia.Arte militar: museos del ejército o de la guerra los hay un

poco por todas partes. Aunque centrados en la historia de ~os

ejércitos y de las armas, conservan muchos de ellos ~n neomaterial militar, al menos a partir del siglo xv, matenal queha permitido hacer numerosos estudios sobre este tipo de téc­nicas. Se conservan muchos menos materiales relativos al artede la fortificación, mucho más difícil de presentar, pero encambio existen aún muchas realizaciones del mismo en espe­címenes de arquitectura militar que podrían utilizarse para la

historia de estas técnicas.Transportes: para el conjunto de ellos no existe nada pa­

recido; hay, en cambio, sectores muy bien representados. Encasi todos los países que han sentido vocaciones marítimas sehan instalado museos de técnicas marineras, a veces varios enun mismo país. Aunque por lo general estos museos están de­dicados a la marina militar, sin embargo suelen destinar tam­bién secciones a la mercante. Citemos el museo de Alben­ga, dedicado a los descubrimientos arqueológicos submari­nos. Algunos de estos museos marítimos, especialmente el deParís y en Inglaterra el de Greenwich. son muy ricos en ma-

Los recursos disponibles 179

quetas y en todo género de documentación. Los transportesterrestres están museísticamente mucho menos atendidos:existen ya algunos museos de los ferrocarriles, como el deUtrecht, en Holanda, o el de Storhamar, en Noruega, funda­do este último en 1896, y hay otros en proyecto, como el deMulhouse, en Francia. Del automóvil no hay ningún gran mu­seo, pero sí muy ricas colecciones particulares, como las deFord o de la Fiat, y gran número de pequeñas colecciones decuya reunión podría seguramente formarse un museo gran­dioso y muy útil. Tampoco existe todavía un gran museo dela aviación, pero sería razonable que lo hubiese y ya va sien­do hora de que lo haya. Las muy ricas colecciones parisiensesestán a la espera de poder presentar sus piezas conjuntamen­te en un edifico adecuado.

Industrias agrícolas: existen museos particulares para cier­tos sectores de la agricultura, desigualmente representadospor lo demás. El más célebre es, sin duda, el del vino. Los mu­seos del vino son, en efecto, muy numerosos y no es raro quehaya bastantes en un mismo país. Los más conocidos son, enFrancia, el de Beaune, en Alemania el de Espira y en Austriael de Krems. Los demás dominios de la agricultura están pocorepresentados por museos especiales. Citemos, en Francia, elMuseo del Tabaco en Bergerac, el Museo del Olivo en Cag­nes-sur-Mer. Existe también, desde hace poco, un Museo delQueso en Auvernia. No hay nada o casi nada por el estilopara la pesca, la ganadería o los bosques.

Industrias varias: están, quizás, algo más representadas,pero todavía muy parcialmente y, las que lo están, con repre­sentaciones muy 'incompletas.

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180 Introducción a la historia de las técnicas

Para la industria textil, citemos, en Lyon, el Museo del Te­jido, uno de los más importantes de este sector; en Troyes, elMuseo de la Sombrerería. En Dinamarca hay un museo del

tejido de punto.La industria siderúrgica está representada por el Museo

del Hierro, en Jarville, cerca de Nancy, donde se ha procura­do exponer las técnicas en su contexto humano, histórico yeconómico. Señalemos los museos de la cuchillería, en Sollin­

gen, Alemania, y en Langres.La relojería está bien expuesta en Besancon.Para la industria del vidrio, hay que citar el Museo del

Cristal de Murano, en Italia, y la gran colección del ComingGlass Center, en el estado de Nueva York.

La industria del calzado ha dado, en Francia, materia paraalgunas salas de exposición en Fougeres y en Romans.

Para la fotografía, se cuenta con las importantes coleccio­nes de la casa Eatsmann-Kodak, en Rochester, Estados Uni­dos, y, en Francia, con un museo todavía modesto situado enlas afueras de París, así como el de Chalon-sur-Saóne.

Lo que acabamos de ofrecer aquí no pasa de ser una sen­cilla muestra; la lista podría fácilmente completarse: puedenecharse de menos en ella muchas industrias, y de las más im­portantes. Aunque algunas, como la industria química, es difí­cil que proporcionen materia apta para ser expuesta museo­gráficamente, otras sí que es de lamentar que no tengan ya

sus museos.¿Habrá que esperar mucho todavía para que los tengan?

Los recursos disponibles 181

Bibliotecas y archivos

Pueden decirse las mismas cosas y hacerse las mismas distin­ciones a propósito de las bibliotecas y de los archivos. Hayinstituciones de orientación general, bibliotecas nacionales,archivos nacionales, que son naturalmente las primeras quedeben ser consultadas. En cambio, sobre nuestra temática,son mucho menos numerosos los centros especializados.

Entre las bibliotecas, señalemos ante todo las que hansido reunidas por los centros de investigación de que hemoshablado antes. Señalemos igualmente las que han podido for­mar los museos especializados, algunas de las cuales puedenser riquísimas en contenido. Las especializadas en un tema odominio particular son muy raras, pero hay una excepcional­mente valiosa por lo muy definido del objeto de su especiali­dad y por la amplísima documentación reunida en torno a él:es la Biblioteca del Hierro, de Schaffhouse, Suiza.

Existen bibliotecas técnicas anexas generalmente a esta­blecimientos de enseñanza técnica: como modelo de ellas po­dría considerarse la biblioteca del Conservatorio Nacional deArtes y Oficios, de París. Cuando estas bibliotecas son ya an­tiguas, los límites cronológicos de sus colecciones son natu­ralmente más amplios. Podrían citarse asimismo las bibliote­cas de ciertas sociedades, asociaciones de ingenieros, deproductores, etc. En Francia, señalemos la rica bibliotecade la Sociedad de Ingenieros Civiles. Y está también la de laAsociación Nacional para el Desarrollo de la Industria, bi­blioteca muy rica pero que sufre las consecuencias de un es-

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182 Introducción a la historia de las técnicas

candaloso abandono. No se debe consentir que los responsa­

bles de estas instituciones. so pretexto de deshacerse de anti­guallas y estorbos, dejen que vaya desapareciendo una docu­

mentación a menudo irreemplazable.Idénticas constataciones pueden hacerse en lo que atañe

a los archivos. Ante todo conviene distinguir entre archivospúblicos y archivos privados. Los primeros interesan, natu­

ralmente, en la medida en que las instituciones públicas sepreocupan por las cuestiones técnicas, ya sea por que ellasmismas emplean esas técnicas, ya porque han de vigilar su de­

sarrollo o porque tratan de fomentar su innovación para elmejor sostenimiento de la expansión económica. Los archivosmilitares, los de los ministerios de obras públicas, los de las fa­

cultades de ingeniería de caminos. canales y puertos, los de lasinstituciones encargadas del despacho de patentes, pueden ci­tarse entre los del primer grupo. El segundo estaría represen­

tado por los archivos de los departamentos de minas, de in­dustria y de agricultura. El tercero incluye poco más o menosa toda la Administración del estado. Aunque apenas haya quetemer que no se conserven debidamente estos archivos., que

por lo demás han proporcionado la mejor parte de la docu­mentación a los historiadores de las técnicas, sí que habríaque insistir sin embargo en que se mantenga al día su indiza­

ción y en que, a poder ser, se publiquen en ellos catálogos yguías para uso de los investigadores de las técnicas como seha hecho ya en otros dominios y con diversos fines.

El problema de los archivos privados es más difícil de re­solver y hasta, en ciertos casos, frisa en lo angustioso. Por ar­chivos privados se suele entender, esencialmente, archivos de

Los recursos disponibles 183

las empresas. En los archivos técnicos de las empresas puede

haber muchos documentos que, a primera vista, no tienen as­pecto técnico, como, por ejemplo, libros de contabilidad. Pero

en ellos se encontrará todo lo relacionado con las aplicacio.nes, las adaptaciones y los perfeccionamientos de las técnicasutilizadas por la empresa. Muy importantes SOn asimismo, y

también más recientes, los archivos de los servicios de inves­tigación, que empezaron a tener su lugar en las industrias a fi­nales del siglo XIX. Ahí encontramos a la técnica menos aisla­

da que en otras partes, porque en tales archivos aparecerodeada de todo su entorno humano, de sus relaciones con losobreros y los patronos, del ambiente comercial, económico fi-'. 'nancrero, etc. Sena, pues, un grave error el querer reducir la

conservación a los archivos puramente técnicos; es todo elproblema de los archivos de las empresas, en su conjunto, lo

que hay que resolver. Desde la segunda guerra mundial sevienen haciendo, en varios países, notables esfuerzos en estesentido; convendría generalizarlos y sistematizarlos. Anote­mos también, por último, los archivos de las asociaciones de

productores, algunos de los cuales cuentan ya con bastanteantigüedad. Los problemas técnicos ocupan en ellos., a veces,un lugar no despreciable.

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.---Bibliografía

Bibliografías generales

Son muy útiles, sobre todo si son selectivas y van acompañadasde apreciaciones sobre las obras citadas. Su único inconveniente esque se vuelven anticuadas más o menos rápidamente.

Ferguson, E. S., Bibliography of the Hístory of Technology, MIT,Cambridge, 1968. Se trata de la bibliografía de los últimos de­

cenios.Russo, Fr., Éléments de bibliographie de l'histoíre des sciences et des

techniques, París, 1969, 2.a ed. Las materias estan repartidas por

épocas y por sectores.Sarton. 0., lruroducüon to the History of Science, Baltimore. 1927­

1948, tres tomos en cinco volúmenes. Esta bibliografía monu­mental incluye también los autores técnicos. Va desde los oríge­

nes hasta el siglo XIV.

Naturalmente, deberán consultarse las actualizaciones biblio­gráficas de las grandes revistas de historia de las ciencias y de lastécnicas, incluso las de las revistas de historia generales.

Bibliografía 185

Las grandes revistas

Aquí también conviene precisar. En efecto, existen diferentesaspectos en el problema de las revistas.

Nacidas en el inicio del siglo XIX, las revistas propiamente téc­nicas se han convertido en una fuente importante de la historia delas técnicas. Sería interesante elaborar una buena lista crítica: ya lohemos indicado anteriormente.

Las revistas de historia general se interesan episódicamente porel problema de la historia de las técnicas. Ocurre lo mismo con otrosdos grupos: por una parte las revistas de historia económica y porotra parte las revistas de historia de las ciencias. De estas últimas seencuentran recensiones en la bibliografía de Russo.

Aquí sólo se encuentran recensiones de las revistas cuyo objetopropio es la historia de las técnicas.

Alemania:Archiv für Geschichte der Naturwissenschaften und der Technik,

Leípzig, 1908-1931. Esta revista ha vuelto a publicarse comoZeitschrift für Geschidue der Naturwissenschaften, Technik undMedizin, Lcipzíg, desde 1960.

8eitriige zur Geschichte der Technik und der Industrie, publicada enBerlín por Matschoss, de 1909 a 1928, publicada nuevamentepor la revista siguiente.

Austria:Bliitter für Technikgeschichte, Viena, desde 1932.

Francia:Thales, desde 1934 órgano del Instituto de Historia de las Ciencias

y las Técnicas de la Universidad de París.Technique et Civilisation, revista que ha sido publicada en Saint­

Germain-en-Laye entre 1950 y 1956.

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186 Introducción a la historia de las técnicas

Documents pour l'Histoire des Techniques, preparados por el Cen­tro de Documentación de Historia de las Técnicas del Conser­vatorio Nacional de Artes y Oficios. Han aparecido dos fascícu­los: desde el n." 3, constituye uno de los números anuales de laRevue d'Hístoire des Sciences.

Revue de I'Histoire de la Sidérurgie. Nancy, desde 1960 y convertida,el 1969, en Revue d'Histoire des Mines et de la Métallurgie.

Estados Unidos:Coniribuuons from the Museum of Hístory and Technology, Smun­

sonian /nstitution, Washington, desde 1945. De hecho, se tratade unas monografías sobre técnicas o invenciones, algunas delas cuales son de gran valor.

Technulogy and Culture, aparece desde 1959, órgano de la Sociedadde Historia de la Tecnología.

Gran Bretaña:Transactians af the Newcomen Society, Londres, desde 1922, es la

publicación periódica más antigua especializada en historia delas técnicas. Se publican frecuentemente buenas bibliografías.

Hungría:Technikatortenet Szemle, publicada en Budapest desde 1963.

Italia:Le Macchine, Milán, desde 1968. Órgano del Museo Nacional de

Historia de la Ciencia y de la Técnica.

República Checa:Agricultura, publicación del museo de Nitra, desde 1962.Sbomik Narodniho Tecknikeho Museo, publicación del Museo de

las Técnicas de Praga, desde 1955.

Bibliografía 187

Las grandes historias generales

Existe una cierta cantidad de obras que tratan de la evolucióngeneral de la'> técnicas desde nuestros orígenes hasta nuestros días.Limitaremos nuestra enumeración a las obras más válidas.

Singer, c. E. J. Holmyard, A. R. Hall et al., A HisroryafTechnology,Oxford, 1954-1958,5 vols. Comprendida en grandes períodoscronológicos, cuya determinación se presta a alguna crítica, lamateria se reparte por sectores técnicos. Las bibliografías estánbastante desarrolladas. Este monumental trabajo ha dado ma­teria para el resumen siguiente:

Derry,T. K., yT. l. Williams,A Short History ofTechnology from theearliest Times tu /900, Nueva York y Oxtord, 1961.

Daumas, M., el al., Hístoíre génerale des techniques, París, 1962­1978, 3 vals.

Sworykin, A. A., N. I. Osmowa, W. I. Tsehernyshew y J. W. Schu­chardin, Geschichte der Technik, Leípzig, 1964. Traducción ale­mana de la obra publicada en ruso en 1962.

Ciertas obras son más breves, pero proporcionan ideas intere­santes.

Forbes, R. J., Man the Maker. A Hístory ofTechnology and Engine­ering, Nueva York, 1950.

Klernm, F., Technik, cine Geschichte ihrer Probteme. Munich, 1954.-, Kurze Geschichte der Technik, Basilea, 1961. Se publicó una tra­

ducción francesa en París en 1966.Kranzberg, M., y C. W. Pursell, Technology in Weslern Civilisation:

Oxford, 1967. El título muestra que el campo geográfico cu­bierto es limitado. Señalemos que esta obra se ocupa de los úl­timos siglos.

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188 Introducción. a la historia de las técnicas

Nef 1., The Conquest of the Material World, Chicago. 1964. De he­cho se trata de una recopilación de estudios que se ocupan dealgunos dominios técnicos desde la Edad Media hasta el finaldel siglo XVIII.

Feldhaus, F. M., Die Technik der Vorzeit, Munich, 1965. Esta obra,que se presenta bajo la forma de un diccionario, cubre el perío­do que va desde la Antigüedad clásica hasta 1800.

Ucelli, A., Sioria della tecnica dal medioevo ai nostri giomi, Milán,1943.

Más raras son las obras que se han ceñido a la historia de lastécnicas de un país dado. Entre las más interesantes citamos:

Forti, U, Storia della tecnica italiana, Florencia, 1940, bastante su­maria.

Needham, 1., et al., Scíence and Civilisation in China, Cambridge,1954-1971,7 vols, Es una obra magistral que cubre numerososaspectos de la civilización china y en la cual las técnicas ocupanun lugar destacado.

Obras especializadas en ciertas técnicas

Este debería ser un sector importante de la bibliografía generalde las técnicas. La enumeración que sigue pone en evidencia que to­davía hay mucho por hacer y que frecuentemente nos encontramosante trabajos que no carecen de valor pero que en bastantes de susdesarrollos dejan que desear. Estamos bastante mejor provistos silas técnicas se toman en una época dada.

Bibliografía 189

1. Explotación de los recursos naturales

Sólo disponemos de una obra para la historia de la agriculturacuya importancia material no debe hacernos ilusiones: queda porhacer una historia técnica de la agricultura.

Savoy, E., et al., L'Agriculture a travers les áges, París, 1935-1952,4 vals.

Existen obras cuyo objeto es más limitado pero que aportanelementos muy interesantes:

Haudricourt, A. G., y M. Jean-Brunhes-Delamarre, L'Homme et lacharrue, París, 1955, con una abundante y completa bibliografía.

La historia de un producto puede dar materia a estudios muy ri­cos. Aquí sólo citaremos dos, uno agrícola y el otro mineral:

Líppmann, E.O. von, Geschichte des Zuckers, Berlín, 1929, a la cualse puede añadir una obra más limitada en el espacio:

Díon, R., Histoire de la vtgne en Frunce, París, 1959.Girault, G., Htstoire des légurnes. París, 1912.Maurizio, A., Histoire de l'aiimerüation végétale, París, 1932, intere­

sante para la historia de las formas culinarias y para el origen delas plantas cultivadas (buenas bibliografías).

En otros campos:

Schneider. E., Le Charbon, París, 1945.Thomazi, A., Htstoire de la péche, París, 1947.

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190 Introducción a la historia de las técnicas

2. Industria pesada

Ouizas ha sido mejor tratada, al menos en algunos de sus as­

pectos. Oueda aún mucho por hacer. Citemos en primer lugar unaobra general:

Rickard, T., L'Homme et les métaux, París, 1941. Desgraciadamentela edición francesa no ha recogido la abundante bibliografíade la edición norteamericana.

La industria siderúrgica ha estado, sin duda, más favorecida.

Destacan tres estudios: el primero, antiguo, es siempre importantepor la cantidad de sus informaciones, el tercero más reciente y tam­bién general y el segundo más técnico.

Beck, L., Geschichte des Eisens, Braunschweig, 1891-1897, 3 vals.Johanssen, 0., Geschichte des Eisens, Dusseldorf, 1954, 3.A ed.Gtlle, B., «Levolution de la technique sidérurgique, esquisse d'un

schéma», en Revue d'Hístoire des Mines et de la Métallurgie, 11(1970), pp. 121-226.

Debemos reconocer que las otras industrias no disponen másque de monografías a veces antiguas y siempre muy sumarias. Cite­mos entre otras:

Blanchet, A., Essai sur l'histvire du popíer, París, 1900.Endrei, W., L'Evolution des techniques du filage el du tíssage du Mo­

yen Áge a la Revoluuon industrielle, París, 1968. Esta obra apor­ta elementos muy importantes a la historia de las técnicas texti­les.

Forbes, R. 1.,Short Hístory of the Art of Distillation, Leyden, 1948.Obra que parece casi definitiva.

Bibliografía 191

Page, C; La Coutelferie depuis l'origine jusqu'it nos jours, Chatelle­rault, 1896-1904, 6 vals.

3. Herramienta y maquinismo

La historia de la herramienta, que seria tan importante, está porhacer. No obstante, algunos ensayos han mostrado todo el interés

que podría tener. Señalemos:

Frémont, C, monografías diversas sobre las herramientas y ciertosmecanismos, publicadas por la Soclété d'Encouragement. For­man una documentación extremadamente preciosa.

Feller, P, y F.Tourret, L'Outil, Bruselas, 1970. Obra destinada al granpúblico: muy bien ilustrada, contiene ideas y notaciones intere­

santes.Childe, G., The Story ofTools, Londres, 1944.

A veces, se han consagrado estudios a las herramientas de una

técnica particular, aunque son poco frecuentes:

Goodman, W. L., The Hístory of Wood-Working Tools, Londres,

1964.

El maquinismo ha atraído más a los investigadores desde hacebastante tiempo. De esta manera, disponemos de obras que sin ser

perfectas son muy útiles.

Beck, T., Beitriige zur Geschichte des Maschinenbaues, Berlín, 1899,2.a ed. Esta obra, verdadera pionera en su campo, esta consa­grada sobre todo a los autores que han escrito sobre las máqui­nas, más que sobre los resultados obtenidos.

Usher,A. P.,History ofMechanical Inventions, Harvard, 1954, 2.a ed.Este libro ha tenido una gran resonancia. TIene sus fuentes tao-

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192 Introducción a la historia de las técnicas

to en los autores de manuales técnicos como en la realidad in­dustrial. Sirve para justificar una tesis que quizás no es dema­siado convincente, pero que plantea problemas esenciales.

En un campo más particular:

Rolt, L. T. e, A Short History of Machine Tooís. MIT, Cambridge,1965.

Existe, en campos aún más particulares, un gran número obrasque pueden ser útiles al historiador de las técnicas: naturalmentesón más o menos válidas. Señalemos dos:

Chapuís, A., YE. Gelis, Le Monde des automates, París, 1928,2 vals.Esencial para la génesis de ciertos mecanismos.

Cuss, T. P, The Story ofWatches, Londres, 1952.

El lector comprenderá fácilmente que era imposible dar aquíuna bibliografía exhaustiva: ocuparía bastantes volúmenes. Además,los centros de investigación y las bibliografías generales que hemoscitado pueden suministrar indicaciones más completas. Sólo hemosquerido proporcionar una orientación general. De la misma mane­ra, hemos querido señalar la existencia, todavía, de importantes ygrandes lagunas en el campo de la historia de las técnicas: insistimosen que sólo los esfuerzos colectivos e internacionales podrán apor­tar a nuestro conocimiento del progreso técnico unos elementosque le faltan todavía hoy.

Adiciones

Como complemento y actualización de la bibliografía originalcitamos las siguientes obras:

Bibliografía 193

AA.VV., Historia de la ciencia y de la técnica, Akal, Madrid, 1991.Basalla, G., La evolución de la tecnología, Crítica, Barcelona, 1991.Cardwell, G. D., Historia de la tecnoíogta. Alianza Editorial, Madrid,

1996.

Mokir, 1., La palanca de la riqueza, Alianza Editorial, Madrid, 1996.Williams, T. t., A History ofTechnology, vals. VII y VIII (The Twen­

tieth Century c. ]900 to 1950, I YIl partes), Oxford UniversityPress, Oxford.

Colecciones:

Colección «Cultura, técnica y sociedad» (14 vols.), editada por l' As­sociació d'Enginyers Industrials de Catalunya.

Colección «Tecnología y sociedad», editada por Gustavo Gili, S.A.

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Índice alfabético

Academia de Ciencias francesa, 139,146;Description des arls, 160;Ma­chines approuvées. 139

academias científicas, 91, 144acciones, sistema de, 111acero, como sustituto del hierro, 116,

119,127Ackermann, Johan, 57actas de donación, 148-149actas notariales, 151Agrícola, 138; De re maallica, 142,

160agricultura, 113; asociación de mu­

seos de, 170; museos de, 178, 179:promoción de reformas y adelan­tos técnicos en, 144: tratados de,137,138,140; véase también ccn­tros de investigación

Afbenga. museo de descubrimien­tos arqueológicos submarinos de,178

Alejandría, escuela de, mecánicosgriegos de la, 32, 158

Alemania: centros de investigaciónen, 171; investigaciones sobre los

hornos de reducción en, 168; la­boratorios industriales en, 11;museos de, 175, 176; pintores rea­listas en, 154; y las novedades téc­nicas en, 171

Alembert, Jean le Rond d': Ency­dopédie, 139, 160, J66; Prospec­tus, 139-140

alimentos, cantidad de, 64, 65, 66almadreñero, investigaciones sobre

el traha]o del. 166alquimistas, 32Atsthom. empresa, 98altos hornos, 46, 49, 80, 85, 87American Instituto of Mines, 142análisis dinámico, 62, 73análisis estático, 61-62análisis teórico, 40Annaíes, revista. R, 11, 27,33-34Annaíes des Mines, revista técnica,

141aperos de labranza, estudios sobre

los, 155arado pesado, aparición del, 169aranceles, 71

archivos administrativos públicos,143,144,182

archivos de asociaciones de produc­tores, 183

archivos de las empresas industria­les, 143, 147, 182-IX3

archivos de los servicios de investi-gación, 183

Ardaillon, 150arqueología industrial, 13-14arqueólogos, 168Arquímedes,14Harquitectos renacentistas, 166arquitectura, 167; tratados de, 138arte militar: literatura histórica en

el, 148; museos de, 178artesanales, técnicas, 58Asociación Nacional para el Desa­

rrollo de la Industria, bibliotecade la, 181

atalaje, 153,155;Yel caballo de mon­tar, 27, 33; Yla desaparición de laesclavitud,59

Ausonio. Décimo Magno: Mosella,148

Austria, centros de investigación en,172

automatismo, introducción del, 85

Baker, Matthew, diseños navales de,160

balística, estudios de la, 138bancos franceses, 111Beaune, en Francia, musco del vino

de, 179Beck, L., 32Beck, T.,32Bcckmann: Beítrage zur Geschichte

der Erfindungen, 29

Índice alfabético 195

Bélgica, repertorios sobre la pañe­ría en, 150

beneficio, cálculo de los márgenesde,58

Bennet woodcrott, colección, 167Berthelot, Pierre-Eugene-Marcellin,

32Berthollet, Claude-Louis, 75Besancon, museo de relojería en, 180Bessemer, sir Henry, 71, 87, 88, 89,

90, 95; convertidor de, 98, 104Bible moralisée; imágenes de arados

en la, 156Biblioteca del Hierro, de Schaff-

house, en Suiza, lRlbibliotecas, 181-183Biringuccio, 138, 142Black,profesor, 16 n.Bloch, Marc, 7,8, 12S;véase también

AnnalesBlümner, diccionario de técnicas de

la Antigüedad clásica, 33,153Boileau, Étienne, 149-150Boirel, René, 79, RO; Théorie généra-

le de Tinveruion, 78bomha de uranio, invención de la, 78Boulton, industrial, 122, 124Boussingault, Jean-Baptiste, 127Branca, tratado de, 137, 142Brcmen, barco arrancado del fondo

del mar en, 169Brie, kan de, tratado «de pastoral»

de, 137Brillouin, 128Bruegel, Pieter: Catda de [caro, 153Brustlein, 127Bulletin de la Sociélé d'encourage­

ment pour í'industrie nationole,141

Buquet, M., 59

Page 98: Gille Bertrand Introduccion a La Historia de Las Tecnicas 1

196 Introducción a la historia de las técnicas Índice alfabético 197

«Caisse du demi pour cent», 112Calla, mecánico francés, 166calor latente, fenómeno del, 75calórica, fuente, 85calzado, industria del, 180campanas, fundición de, 160capital: falta de, 107; rentabilidad del,

108capitalismo: de estado, 59: liberal,

59; moderno, 58carbón, energía del, 12, 69, 70, 72, 85;

de leña, 87,106,164; mineral, 87,106

cardado, prohibición del, 151Carnot, Nicolas-Léonard Sadi, 75Carrara, sello de, 159«cartas», véase actas de donaciónCasa de los Cerveceros de Ambe-

res, 164catálogos de utensilios, 44-46catedrales góticas, problema del equi­

librio de las, 167-]68Centro de Estudio de los Textiles An­

tiguos, en Lyon, ] 70Centro de Historia de la Siderurgia.

en Francia, 172Centro de Investigaciones sobre His­

toria de las Ciencias y de las Téc­nicas, en Francia, 172

Centro Internacional de Estudio delos Tejidos Antiguos, en Francia,172

centros de investigación, 171-173;paratécnicas agrícolas, 173; para técni­cas marítimas, 173

Cézard, P.,136Chalon-sur-Saóne, colección de fo­

tografía de, 180Checoslovaquia, excavaciones en la

antigua, 168, 169

China, innovaciones en, 114ciencia y técnica, nexo entre, 74, 76,

140cilindro-pistón, estructura, 49, 85cobre, refinado del, 87códigos mineros, 150, 164; de la an­

tigua Yugoslavia, 151; de la explo­tación italiana de Massa. 151

coeficientes técnicos, en las funcio-nes de producción, 100

Colbcrt, 59, 112, 139, 146colecciones, 173colectivismo, 59combustible, naturaleza del, 44, 85,

J06Comité para el Estudio de la Side-

rurgia Antigua, en Praga, ]72-173complejo técnico, 49, 53, 106, 13]comunicación, medios de, 125condensación, fenómeno de la, 75,

79,83«conjunto técnico», noción de, 46­

47,49-50conocimiento científico, 86, 126Conservatorio Nacional de Artes y

Oficios, de París, 167, 172, 181construcción naval, 142, 168; contra-

tos para la, 151constructivismo social. 15contaminación, nivel de, 64, 65, 66coque, carbón de, 69, 70, 72, 73, 79,

87,106,107Coming Glass Center, en el esta­

do de Nueva York, colección del,180

corporaciones, reglamentos de las,149-150

corpus de la" vasijas griegas, estudiodel, 154, 155

costes, 62, 68-69. 89, 96; de la inves-

tigación, 129, 130; incidencia delos,86

crecimiento económico: e innova­ción, 126; parón del, 117-118; pro­blema del, 115, 117, 120, 121-122;Y progreso científico, 128, 129; Yprogreso técnico, 125

Crescent, Pierre de, tratado de, 137crisis de 1929,63Crouzet, F., 118, 119«cuadernos» de los ingenieros, 136,

158-159cualidades y cantidades, 62; intcrfe­

rencías entre, 50cuchillería, museos de, 180

Dablaing, hilandero de Douai, 98Darby, 79, 87datación, problema de la, 156, 162,

163Davis, S. e, 108Delia Porta, Giacomo, tratado de,

137De1phi, programa, 131demanda, 62-63demográfica: expansión, 62; rece-

sión, 62-63«desarrollo», concepto de, 85, 94-95Descartes, Rcné, 166«descripciones» del siglo XVIII, 138,

139,14{!descubrimientos científicos, 75, 93Desormes, Clément, 122determinismo, 83, 84,91; «al revés»,

86; científico, 89; cronológico, 76;económico, 89; flojo, 81, 8J;positi­vo, 86; social o político, 89-90; téc­nico, 8, 78, 89; tecnológico, 14, 15

Deutsches Museum de Munich, 32

Deutsches Museum von Meisterwer­ken der Naturwissenschaft und derTechnik,176

dibujo técnico, véase diseño técnicodiccionarios históricos de las técní­

cas,33Dickinson, historia sobre la máqui­

na de vapor de, 34Diderot, Denís: Encyclopédie, 139,

160,166Diesel, motor, 81difusión, concepto de, 16Dinamarca, museos en, 176, 180diseño industrial, aparición del 160

167 ' ,

diseño técnico, desarrollo del, 153,154,158-159

dispositivos (devices), 94donación, véase actas de donación

Eastman-Kodak. colección de lacasa, en Rochester, 180

economía política, 40, 56economías y deseconomtas escala­

res, 116economistas, 54, 56, 84, 96Edad Media: corporaciones en la,

60: diseño técnico en la, 158; fuen­tes iconográficas en la, 154-156

electricidad, 12, 70empresarios: individuales, 108; Y los

nuevos sistemas técnicos, 99empresas, concentración de, 120energía. 51; fuente de, 81; hidráulica,

70,72,83, 149; nuclear, 70; trans-porte de la, 68, 121

enseñanza técnica, desarrollo de la,112,125

cotécnica, fase, 53

Page 99: Gille Bertrand Introduccion a La Historia de Las Tecnicas 1

198 Introducción a la historia de las técnicasÍndice alfabético 199

ersulz (sucedáneos), oleada de los, 73esclavitud, desaparición de la, 27escritura, conocimiento de la, 55España, ferrocarriles en, 97Espinas, A: Les Origines de la lech-

noloKie, 32Espira, en Alemania, museo del

vino de, 179Estados Unidos, reedición de trata­

dos en, 142; véase también Smith­sonían Institution

Estocolmo, nave reflotada en, 169estribo, llegada a Europa del, 7, 8estructuras, 41-42, 51, 84; calor, 43;

de montaje, 41, 43; elementales ode los útiles, 41, 44, 48; trabajo,42-43

etnograña, museos de, 175evolución técnica, 116; tases de, véa­

se eotécnica: neotécmca; paleo­técnica

evolucionista, tesis, de la historia delas técnicas, 20

Évrard, R: Les Artisles el les usines,174

excavaciones arqueológicas, 168-169,174,175

Falun, en Suecia, explotación mine-ra de, 178

Favé, coronel, 31Fayol, Henri, 127Febvre, Lucien, 8, 18, 19, 27-28, 35,

78; véase también AnnalesFel, André. 22Feldhaus, diccionario para las técni­

cas de la Antigüedad, 33Fermi, Ennco, descubrimientos de,

128

ferrocarriles, 12, 59; españoles. 97:museos de, 179

feudalismo, aparición del, 7Fíat, colección de automóviles de la,

179fidelidad dc la imagen, en la docu­

mentación iconográfica, 157Figuier, L.: Les Merveílies de l'ín­

dustrte, 30: Les Merveilles de lascience, 30

«fila», noción de, véase línea técnicafinanciaciones, mecanismos de las,

110financieros, en la empresa, 108, 109física, 86; aplicaciones científicas en,

112física nuclear, 128fontenay, forja de, 165Ford. colección de automóviles de

la, 179forja, estudios sobre la, \ 55, 165fortificación, arte de la, 178fotografía, colecciones de, 180fotografía, descubrimiento de la, 77Fougeres, en Francia, sala de exposi-

ción de calzados de, 180Fourneyron, y la turbina hidráulica,

108Francia, 112; centros de investiga­

ción en, 172; construcción de fe­rrocarriles en, 59; creación de em­presas en, 111: crecimiento de!siglo XIX, 118: derecho de paten­tes en, 92; documentación técnicaen, 144; industria textil en, 97: len­guaje técnico en, 152: máquina devapor en, 71: muscos de, 175:pin­tores realistas como documen­tación, 154: privilege en, 146: pu­blicaciones de patentes en, 146;

repertorios sobre la pañería en,ISO; revistas técnicas en, 141: so­ciedades agrícolas en, 144: zonasdeprimidas en, 121

Franck, James, 128Preiberg, Academia de, 142Frémont, Charles, 44Frontino, tratado sobre acueductos

136 '

fuentes documentales 133-170- di­rectas, 143-147; icon¿gráficas, 153­160; indirectas, 147-152; objetoscomo, 161-170

función matemática de producciónde tipo general. 99-101,102,103_104

fundición, fabricación de la 46 4850 ' , ,

gas, fuente calórica, 85Genl¡s, madame de, 166Ghiberti, Lorenzo, 160Gilchrist, 71,87,95Giorgio, Francesco di, tratados de,

142Gokstad, en Noruega, nave hallada

en, 168grabados, como documentación téc­

nica, 154Grammc. Zénobe-Théophile, inven­

tor de la dínamo. 76grano, conservación del, 67-68Grecia antigua: innovaciones en la

114; literatura técnica de la, 135:142:vocabulario técnico en la, 152

Greenwich, Museo de, 156, 178Griolet, fabricante de hilaturas en

París, 98Hayek, Friedrich August von, 96

Heilbroner, Robert, 14Hcisenberg, Werner Karl, 128hemisferios de Magdeburgo, experi-

mento de los, 75Henley, Walter de, tratado de, 137Herón de Alejandría, 32herradura: aparición de la 163' in-

troducción de la, 8 ' ,Hertz, Gustav Ludvig, 128hidráulica: energía, 70, 72, 83, 149;

tratado de, 138; turbina, 108hierro: fundido, producción de, 50,

61, 113, 119; primer refinado del89; sustitución por el acero, 11~119

hipiatrfa. 137, 138Holanda, derechos de patente en,

145,146Holst doctor, creador de los labora­

torios Philips, 128Holtzer, empresa, 127Hoover, Herbert Clark, presidente

de Estados Unidos, 142horizonte técnico, 100hornos de reducción, investígacío,

nes sobre los, 163-164,168Hosmalin, G" 100, 110Hughes. Thomas P., 14Hungría, excavaciones arqueológi­

cas en, 168

iconografía, como documentacióntécnica, 153-160

importación de técnicas nuevas, pa­tente de, 92

"impulso económico», concepto de,15

industrias agrícolas, 179inflación, 62

Page 100: Gille Bertrand Introduccion a La Historia de Las Tecnicas 1

200 Introducción a la historia de las técnicas Índice alfabético 201

influencias.. juego de, entre manus­critos,157

Inglaterra: crecimiento de finalesdel siglo XVlll, 118; crecimientosdel siglo XIX, 117,118, 119; declivede, 97; derecho de patente en, 92,145; excavaciones arqueológicasen, 168; lenguaje técnico en, 151­152; mano de obra barata en, 119;publicaciones de patentes en,146;revistas técnicas en, 141; y lasnovedades técnicas, 144; zonasdeprimidas en, 121

innovación, 16, 95-96, 98. 99,113,121-122, 127-128; canales de la,110; de grupo, 112; en un puntode convergencia, 113-114, 123;fac­tores de, 105; obstacuíizacionespara la, 114; rentabilidad de una,108; tipología de la, 108

Instituto Austríaco de Investigacio­nes sobre la Historia de las Téc­nicas,l72

Instituto de Arqueología, en Praga,173

Instituto de ftistoria de las Técni­cas, en París, 172

Instituto Italiano de Historia de lasCIencias y de las Técnicas, 172

instrumentos de producción, 161,164

invención, 16, 93-94, 96, 121-122,128­131; desaparición de la, 127; su­bordinada a la innovación, 124

invención-innovación-crecimientoeconómico, secuencia, 16, 17, 122

inventores, 17, 20, 35, 76, 78, 80, 83,84,88-89,90-91; véase también pa­tentes

inventos, historia de los, 29, 35, 76-

77. 85, 87-88, 89-93; definición de,93-94; difusión de los, 145;y el de­sarrollo, 94-95

inversiones, 112; movilidad de las,111; privadas, 125; públicas, 12-';;recomendación de, 108-109

investigación histórica, 40investigación técnica, 126, 129investigaciones etnográficas, 165investigaciones submarinas, 169Italia: centros de investigación en,

172; publicación de repertoriosen, 150

Jacobo I1, rey de Inglaterra, 92Jal, estudio sobre los navíos de, 153James, w., 80Jenny, máquina, 90Joliot-Cur¡e, descubrimientos de,

1'"lournal des Arls el Manufactures, re­

vista técnica, 141Jousse, Mathurin, 40

Kay, John, 85Konig, tratado de, 138Krems, en Austria, museo del vino

de, 179Kuhlmann,122Kuznets, Simón, 94Kyeser, tratado de, 137, 142

laboratorios industriales, 128, 130Latñtte, banquero parisino, 111Langres, museo de la cuchillería en,

180lanzadera volante, 85

Lee, aparato para tricotar mediasde, 114

Lefebvre des Noettcs, comandante,7,27,33,59,153,155

lenguaje técnico, 151Lenoir, y el motor de explosión, 76,

79Leonardo da Vinci, 76; cuadernos

de notas de, 137, 142; tratado dehidráulica de, 138

Leroi-Gourhan,A., 41, 46Leupold, tratado de, 138Levy-Leboyer, M., 118Lewis, A.: The Thevry of Economic

Grvwlh,54Limas of Growth, The, informe, 66,

69«línea técnica», noción de, 47-48. 85,

86literatura histórica, 148literatura técnica, 134-143;en la Edad

Media, 136localización, en la documentación

iconográfica, 156locomotoras de vapor, construcción

de, 10locomotoras eléctricas y diéscl, 12Loira, cuenca carbonífera del, 120Louis-Philippe, rey de Francia, 166ludismo,61

madera, fundición con, 107malta, fabricación de la, 87mano de obra instruida, 106Mantoux, tesis sobre la Revolución

índustrtar.samaquetación, arte de la, 166, 178­

179máquinas de vapor: construcción de,

10,16; historia de las,32, 34, 50, 58,68,70,72,74,77,79,83

máquinas térmicas, 75maquinismo en la industria france­

sa, introducción del, 33Maquinista Terrestre y Marítima,

La,lOMarburgo, fondo fotográfico de, 155Marchal, A, 54, 55, 56Martín, R., 167Martín, T, H., 32, 87martinetes de hierro, investigaciones

sobre los, 166, 170Marx, Karl, 31, 56Massa, en Italia: explotación minera

de, 151; útiles en las antiguas mi­nas de, 164

matemáticas: aplicaciones cientffi-cas en, 112; desarrollo de las, 55

materia prima, producción de la, 48materiales, problema de los, 86Maudslay, colección, 167Maunoury, J.-L., 42, 80, 81,82,84,92medio ambiente, protección del, 13mercado libre, 58mercantilismo, 145metalurgia, 105; tratado sobre, 138,

142metodología de la historia de la téc-

nica, 13-14militares, técnicas, 90Mili, John Stuart, 59Mimerel, fabricante de hilaturas, g-¡,

98minería: modelos de las máquinas

de, 166; museos de, 178; tratadossobre, 138; véase también códigosmineros; Yugoslavia

misiones científicas, 146-147modelos, colecciones de, 166-167

Page 101: Gille Bertrand Introduccion a La Historia de Las Tecnicas 1

202 Introducción a la historia de las técnicas Índice alfabético 203

modelos, como instrumento de en­señanza. J67

Mokir.Joel,17molino a brazo de Vajerio, en Síon,

164molinos de batán, en Inglaterra, 149molinos de viento, estudios sobre

los, 155Monceau, Duhamel du, 40, 167monopolios: de una fabricación, 145;

estatuto de los. 92motor de explosión, 12, 79, 85motor eléctrico, 81motores térmicos, 42, 49. 81, 82Mumford, Lewis: Técnica y civiliza-

ción, 9, 53Munich, museo de, 164Musée du Conservatoire National

des Arts et Métiers, 176Museo de Agricultura de Budapest.

178Museo dc Artes y Tradiciones Popu­

lares. en Francia, 47,166, 173Museo de Historia de las Ciencias y

de las Técnicas, en Italia, 172Museo de Historia de las Técnicas,

en Viena, 172Museo de la Ciencia de Londres. 32,

165.167,176,177Museo de la Minería, en Bochum,

17HMuseo de la Sombrerería. en Tro­

yes, 180Museo de la Técnica. en Moscú, 177Museo de las Minas en Saint-Étien­

ne. 178Museo de las Misiones de San Juan

de Letrán. en Roma, 175Museo del Cristal de Murano, en

Italia, 180

Museo del Hierro, en Jarville, Fran­cia, 172, 180

Museo del Olivo en Cagnes-sur-Mcr.179

Museo del Queso, en Auvernía, 179Museo del Tabaco, en Bergerac, 179Museo del Tejido, en Lyon, 180Museo Histórico de las Telas, en

Lyon,l72Museo Nazionale della Scienza e

della Tecnica, en Milán, 176Museo Técnico, en Oslo, 176Museo Técnico, en Praga, 177museos de historia de las técnicas,

32,34,172,173-180museos marítimos, 178-179

Napoleón IJI, 31NBER: índice «hombre-hora» del,

105; Yel ritmo del progreso técni­co, 107

necesidades económicas, y progresotécnico, 96

Nef, 1: Progrés technique et guerre,90

neologismos. en el vocabulario téc-níco.Bz

neotécnica. fase, 53Newcomen. máquina de. 79Newcomen Society for the Study of

the History of Engineering, 172Noruega, museos de. 176notariado: actas de, 151; aparición

del. 151novedad técnica, véase transforma­

ción técnicanuclear: energía, 70; física, 128Nydam, en Dinamarca. nave halla­

da en, 168

objetos, como fuentes documenta-les, 161-170

obsolescencia, fenómeno de la, 78. %oficios, estudios sobre, 165-166Oseberg. en Noruega, nave hallada

en, 168Ostia, mosaicos de, 154

paleotécnica, fase, 53Panckoucke: Encyclopédie méthodi­

que, 140Parent, lean, 22París: Biblioteca Nacional en, 155;

colección de fotografía en, 180;exposición de modelos de máqui­nas en, 166; Universidad de. 34,m

patente de importación de técnicasnuevas, 92, 145

patentes de inventos, 109. lID, 124,144-145,167; historia de las, \45;legislación sobre, 91-92; organis­mos de, 146; publicaciones de, 146

Payen: Machine a vapeur et capita­Iisme, 58

Péchiney, empresario del aluminio,99,108

Peierls, sir Rudolf Ernst, 128Percy: Manual de metalurgia, 30Périer, hermanos. 166Perroux, Pranccis, 56-57.96perspectiva. en el diseño técnico,

159-160petróleo, energía del. 70, 85Philips..laboratorios, 128-129pinturas. como documentación ico-

nográfica. 154-155planificación, 131Plutarco. 148

población mundial, 65, 66podaderas, modelos de, 44, 45Polhem, Christoffer, ingeniero de

minas sueco, 166Polonia: antigua fábrica de clavos

en, 165; centros de investigaciónen, 172; excavaciones arqueológi­cas en, 168, 169

Pornpeya: molinos de, 164: utillajedescubierto en, 164

Poppc, 1 H. M., 30positivismo decimonónico, 11precios, sistema de, 58.104, 107prensa técnica, 167presión atmosférica, descubrimien-

to de la, 75, 79, 83previsión tecnológica. 131Princeton, fondo fotográfico de, 155prívílége, en Francia, 146procedencia de los objetos, estudio

de la, 162-163producción: factores de, 107, 115­

\16; instrumentos de. 161. 164,168; organización de la, 58

producción industrial, 64, 65, 66productividad del trabajo, 104-105productividad global. definición de

la, 115productos fabricados, estudios so­

bre los, 161-162, 169-170progreso científico, 73-74, 90, 121­

122,126,127,129progreso económico, véase creci­

miento económicoprogreso técnico, 73-74. 80, 84, 86,

88,90,96,97,98.102. 103, 104,105,120,121, 131,132; bloqueo al,114; medida del, lIS; presiones al,125; y los tratados. 141; y progre­so económico. 121

Page 102: Gille Bertrand Introduccion a La Historia de Las Tecnicas 1

204 Introducción a la historia de las técnicas Índice alfabético 205

proteccionismo aduanero, 97, 129;véase también aranceles

«puesta a punto» del invento, fasede,95

Quemada, Bernard, 22Quenedey, comandante, 34química, industria, 46, 51, 86, 180;

aplicaciones científicas en, 112

racionalidad, 84, 88, 91; científica,86; técnica, H6

radar, invento del, 78radio, invento de la, 78raíles de hierro, reemplazo de los,

70-71Rambourg. maestro herrero fran-

cés, 105, 106Ramelli, tratado de, 137Real Academia de Ciencias, 92Réaumur, René Antaine Ferchault

de, 142recetarios, 136, 138recursos disponibles, 171-183recursos naturales, estado de Jos,65,

66reglamentos: como fuentes directas,

149; de corporaciones, 149-150rejerías de coro, influencia en las,

162-163relojería, musco de, en Besancon, 180Renacimiento, literatura técnica en

el, 136, 143rentabilidad de un equipo técnico,

véase obsolescenciarevistas técnicas, 141Revolución industrial, 12, 16 ü, 17,

33,113,117

revolución tecnocientífica, 13Riviere, G. H., 175romano, Imperio: ley de las minas

hispánicas, 150; sobre materia deorganización, 135-136; y la agri­cultura, 135; y la arquitectura, 135

Romans, en Francia, sala de exposi-ción de calzados de, 180

Rosenberg. N., 16Rostow, 111Royaumont, en Francia, casa de los

trabajos de, 165Russo, Prancois, 22

Saint-Germain, catálogos del muscode, 174-175

Saint-Gobain, empresa, 122salarios, mantenimiento de los, 119Savery Thomas, máquina de, 79,

83Schumpcter. Joseph Alois, 16; he­

rencia schumpeteriana, 15-16Science Muscum, véase Museo de la

Ciencia de Londresserraduría, obras sobre la, 142siderurgia, 32, 50, 69, 75, 120, 127,

142; en Francia, 149; museos de,180

Siegfricd, 97sierra, estudio sobre la, 44silla de montar, introducción en Oc­

cidente de la. 8sistema económico, 57, 58-59sistema técnico, 10, 12, 14, 23, 30, 51,

52,54,57,58-59,99,120; bloqueodel, 70; límites del, 117-118; y sis­tema económico, 58-59, 113, 125;Y sistema social, 59-61, 113, 125

Smith, Adam, 56

Smith, C. S., 142Smithsonian lnstirution, en Was­

hington, colecciones de la, 167,176

Snow, c..P., 19 Yn.sociedad anónima moderna, 111Sociedad de Ingenieros Civiles, bi-

blioteca de la, 181Sociedad General de Conducciones

de Agua, en Lieja, 170sociedades agrícolas, 144sociedades industriales, 141Société cornrnanditaire de l'indus­

trie, 111Sollingen, en Alemania, musco de

cuchillería en, 180sombrerería, museo de, 180Storhamar, en Noruega, museo de

los ferrocarriles de, 179Suecia: conservación de un taller de

laminación en, 165; museos de,177

Sutton Hao, en Inglaterra, nave de,168

'Iaccola, tratado de, 142«teatros de máquinas», 136, 137, 140techne, en la Antigüedad, 11'Iechnisches Museum für Industrie

und Gewerhe, en Austria, 176técnicas militares antiguas, historia

de las, 31tecnociencia, concepto de, 11tejido de punto, museo del, en Di­

namarca,l80Tekniska Museet en Estocolmo, 177Tekniske Museum, en Dinamarca,

176teléfono, invento del, 78

Teófilo, monje, recetario de las téc­nicas artísticas de, 136

térmicas, máquinas, 84; véase tam~

bién motores térmicostextil, industria, 48, 51, 74; francesa,

97, 98; inglesa, 87, 89; instrumen­tos de la, 164; mecanización de la,86; museos de, 180

textos, como fuentes documentales,133-152

Thomas, 71,87,95Thompson,Allan, 16 y n.Thurston, sobre la historia de la má­

quina de vapor, 32tintes, ingredientes de los, 150; pro­

hibición de determinados, 151torno de hilar: expansión del, 150;

prohibición del, 150-151trabajo, división del, 56, 60Transaetions of the Society for En­

couragements ofArts, 141transferencias, en el vocahulario téc-

nico, 152transformación técnica, 104transistor, invención del, 78transportes, 178-179; a vapor, 68; aé-

reo, 12; facilidades del, 121; porcarretera, 12, 68

tratado técnico, 134; de agricultura,137, 140; de arquitectura, 138; deautómatas, 135;de destilación, 138;de fortificación, 135; de hidráuli­ca, 138; de hipiatrfa, 137; de tinto­rería, 138; sobre las máquinas deguerra, 135; sobre las máquinasde levantar peso, 135; sobre losmecanismos de aligerar cargas,135; venatorios o de caza, 137

tumbas víkingas, naves excavadasen, 168

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206 Introducción a la historia de las técnicas

tungsteno, investigaciones sobre laspropiedades físicas del, 129

turbina hidráulica, puesta a puntode la. ros

Turgot, Anne-Robert-Jacques, 112

Unión de los Ingenieros Alemanes,en Dusseldorf, 171

Unión Internacional de las CienciasPrehistóricas y Protohistóricas, 172

Unión Soviética: centros de investi­gación en la antigua. 172;excava­ciones arqueológicas en la anti­gua, 168

United States Stee1, 108, 109urbanismo, tratados de, 138Usher. A. P.,sobre los inventos me-

cánicos, 33, 80utensilios de excavaciones, 164útiles, 41, 46, 4k, 120utilidad de una máquina nueva, no­

ción de, 146Utrecht, en Holanda, museo de fe­

rrocarriles de, 179

vacío, acciones del, k3VanTyghem, madame, sobre la cons­

trucción de edificios. 155vapor, véase máquinas de vaporVaucanson, colección de máquinas

y de modelos de, 167, 176Vayson, fabricante de tapices en

Abbeville,98vegecio, tratado sobre el arte mili­

tar,136

Venecia, privilegios a los inventoresen, 91-92, 145

vidrieras, catálogo de, en Francia, 155vidrio, industria del, 180Viena, centro de investigación de,

34vigevano, Guy de, tratado de, 136.

159VilIart de Honnecourt, «cuaderno»

de, ¡58Villcdieu-les-Poéles, en Normandfa,

166vino. museos del, 179Viollct-le-Duc, Eugene Emmanuel.

31Vix, vaso de, 162

wan, James, 16 n., 122, 124;máquinade,83

Wendel, Franrois de, 99White, Lynn, 14; Tecnología medie­

val y cambio social, 7,8Wie1iska,en Polonia, antiguas minas

de, 164, 17k

Yankce City, fabricación de calza­dos a máquina en, 60

Yugoslavia, explotaciones minerasde la antigua, 150, 151

zonas deprimidas, 121Zonca, tratado de, 137zueco de madera, fabricación del.

47-48

Índice

Prólogo, por SANTIAGO RIERA 1 TuEBOLS

IntroducciónConceptos y metodologíaLas fuentes documentalesLos recursos disponiblesBibliografía

Índice alfabético

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27

39133171

184194