género de sustantivos - ana serradilla castaño

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1 Vacilaciones en el género de los sustantivos: una visión diacrónica 1 Ana Serradilla Castaño Universidad Autónoma de Madrid [email protected] Resumen El objetivo de este estudio es dar cuenta de las vacilaciones que en la asignación de género han sufrido algunos sustantivos en español a lo largo de la historia. Asimismo, se presentan algunas explicaciones que justifican tales vacilaciones y se analizan las causas por las que en algunos casos se ha optado por la fijación de uno u otro género. Por último, me fijaré en algunos nombres comunes que en la actualidad empiezan a convertirse en variables (jueza, médica, bedela...). Se trata de presentar un panorama de la evolución del género en español en la que intervienen factores tan diversos como la lucha entre la tendencia culta y la tendencia patrimonial a hacer corresponder terminación con género, la influencia de lenguas vecinas o los cambios sociales. Palabras clave Género, sustantivo, vacilación, cambio social, tendencia patrimonial. Abstract The aim of the present paper is to give account of vacillations in gender assignment undergone by some Spanish substantives throughout history. It also provides some explanations to these vacillations and analyses the reasons that led to fix one gender or the other. Last, some 1 Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de investigación FFI2012-31972, dirigido por Inés Fernández-Ordóñez. También ha sido parcialmente financiado por el proyecto FFI2012-33807, dirigido por Elena de Miguel.

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Género de Sustantivos - Ana Serradilla Castaño

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Vacilaciones en el género de los sustantivos: una visión diacrónica1

Ana Serradilla CastañoUniversidad Autónoma de Madrid

[email protected]

Resumen

El objetivo de este estudio es dar cuenta de las vacilaciones que en la asignación de género han sufrido algunos sustantivos en español a lo largo de la historia. Asimismo, se presentan algunas explicaciones que justifican tales vacilaciones y se analizan las causas por las que en algunos casos se ha optado por la fijación de uno u otro género. Por último, me fijaré en algunos nombres comunes que en la actualidad empiezan a convertirse en variables (jueza, médica, bedela...).

Se trata de presentar un panorama de la evolución del género en español en la que intervienen factores tan diversos como la lucha entre la tendencia culta y la tendencia patrimonial a hacer corresponder terminación con género, la influencia de lenguas vecinas o los cambios sociales.

Palabras clave

Género, sustantivo, vacilación, cambio social, tendencia patrimonial.

Abstract

The aim of the present paper is to give account of vacillations in gender assignment undergone by some Spanish substantives throughout history. It also provides some explanations to these vacillations and analyses the reasons that led to fix one gender or the other. Last, some attention is paid to some common names that are now starting to become variable (jueza, médica, bedela...).

It presents an overview of the evolution of gender in Spanish, which has been influenced by factors as diverse as the struggle between the cultured trend and the patrimonial preference to match gender and ending, the influence of neighboring languages and social changes.

Key Words

Gender, Substantive, Vacillation, Social Change, Patrimonial Preference.

1. Introducción

El español, al igual que el resto de lenguas romances, presenta variación de género en el sustantivo. Este hecho, como es bien sabido, no es una característica

1 Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de investigación FFI2012-31972, dirigido por Inés Fernández-Ordóñez. También ha sido parcialmente financiado por el proyecto FFI2012-33807, dirigido por Elena de Miguel.

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general de las lenguas (y a veces su aprendizaje supone más de un quebradero de cabeza a los estudiantes de ELE).

El objetivo de este artículo es dar cuenta de las vacilaciones que en la adscripción a uno u otro género han sufrido algunos sustantivos en español a lo largo de la historia. Asimismo, se presentarán algunas explicaciones que justifiquen tales vacilaciones y se analizarán las causas por las que en algunos casos se ha optado por la fijación de uno u otro género. Por último, se prestará atención a algunos cambios o situaciones particulares en español actual.

Quiero partir de la base de que el cambio lingüístico frecuentemente va unido a cambios ideológicos o sociales y la evolución del género es un claro exponente de esta realidad. Decía Moreno Cabrera (2012: 2):

Sabemos, cuando estudiamos la dinámica de las lenguas, que no solo son relevantes los aspectos estrictamente gramaticales, sino que hay que tener también en cuenta aspectos individuales (psicológicos y cognitivos) y sociales que interactúan con los estrictamente gramaticales en los procesos de variación y cambio lingüísticos. 

Luego volveremos a este punto pero antes, para entender la situación del género, debemos acercarnos al estudio de épocas anteriores.

2. La situación latina

Para conocer el porqué de muchas de las vacilaciones en el género hay que acudir a dos trabajos clásicos: el de Echaide (1969) y el de Rosenblat (1970), que son todavía hoy los estudios más completos que se han realizado sobre la diacronía del género en español. Estos autores se remontan a la Antigüedad para poder explicar las posteriores evoluciones de la categoría del género en las lenguas romances. Echaide, en concreto, nos retrotrae a la situación latina basada en una visión animista de la naturaleza, heredada del antiguo indoeuropeo. La asignación de uno de los tres géneros a un sustantivo (masculino, femenino o neutro) se aplicaba, como es sabido, con un principio sexual y animista:

Masculino / femenino = ‘entidades que tienen alma’Neutro = ‘entidades que no tienen alma’

A esta distribución obedecía, por ejemplo, que las partes del cuerpo en antiguas lenguas indoeuropeas presentaran contraste de género animista: las partes activas, las que se mueven (mano…) eran femeninas, y las vísceras (hígado, corazón…) que supuestamente eran inactivas (no se mueven) eran neutras.

Los árboles eran femeninos debido a que eran fértiles, mientras que los frutos de los árboles eran neutros: Pirus-i ‘peral’ femenino, Pirum-i ‘pera’ neutro. No obstante, esta visión animista del género está ya en crisis en el mismo latín2.

Otro aspecto importante del género latino es que la forma de la palabra no informaba necesariamente de su género. Si bien la mayoría de los sustantivos en –US

2 FOCUS-I (‘hogar’, ‘altar’, ‘fogón’) o VENTUS-I eran masculinos, mientras que AQUA o TERRA eran femeninos y los cuatro designaban seres inanimados. La marca de género empezará a desdibujarse respecto a su origen y, así, por ejemplo, PES-PEDIS ‘pie’ (y evidentemente se mueve) era masculino, mientras que una víscera como PULMO-ONIS también era masculino y no neutro.

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eran masculinos y los nombres terminados en -A eran femeninos, había casos como pōpulus ‘álamo’ (femenino) o poeta, nauta ‘marinero’ (masculinos).

La evolución del latín irá encaminada a buscar la correspondencia entre terminación y género, y hacia la desaparición de la visión animista, que tendrá como consecuencia la desaparición del neutro en la mayoría de las lenguas romances, realidad que era de prever pues el género neutro era ya minoritario en latín y estaba en declive. De hecho, había ya muchos pasos del neutro hacia el masculino: Templum > templus. De este último punto, no me puedo ocupar en este trabajo por limitaciones de espacio, así que me detendré únicamente en la búsqueda de correspondencia entre terminación y género en español.

3. Correspondencia entre terminación y género

Herencia en parte de la situación latina (muchas palabras en -A eran femeninas; y muchas en –US eran masculinas), el español ha creado una oposición morfosintáctica masc./fem. por medio del esquema –O/-A. A continuación, examinaremos más detalladamente esta oposición.

3.1. Sustantivos terminados en -o

El español ha tendido a identificar la terminación –O como marca de masculino y, así, ha habido algunos cambios de género desde el latín y pasan a ser masculinos los femeninos latinos como ULMUS > olmo, FRAXINUS > fresno... en una acomodación del género a la forma.

Entre las palabras patrimoniales podemos decir que solo conserva el femenino la mano, pero en la derivación diminutiva y aumentativa ha triunfado la tendencia a resolver la anomalía: la manita, la manaza, la manilla, la manecilla… Sin embargo, en parte del mundo hispánico, se usa la manito, incluso en el habla culta (por ejemplo, Argentina, Colombia, Chile o Puerto Rico)3:.

1. a la espera de que el Gobierno Nacional les dé la manito que necesitan (1997, El País, 29/07/1997, Colombia).

2. ¡Ay, ella con su osito! A ver, mamá, dame la manito, subí acá. Mirá qué día precioso, ¿no? (2002, Campanella, Juan José; Castets, Fernando: El hijo de la novia, Argentina).

Hay, por otro lado, palabras que acaban en –O y se han utilizado como femeninas. En estos casos, la transmisión culta ha interferido en la tendencia morfosintáctica general. Son palabras griegas que se incorporan por vía culta (sobre 3 Por vía culta conservamos como femeninos los catalanismos seo y nao. Nao (< NAU < NAVIS) se ha

usado en castellano desde el siglo XIII hasta el periodo clásico como femenina: por estos que son sobre dichos, o sy cargare enla nao mas auer de quanto dixere enlas cartas quel diere (1268: Anónimo: Ordenamiento de posturas en el Ayuntamiento de Jerez), hoy es voz limitada al lenguaje retórico. Seo < (SEDE ‘catedral’), por su parte, aparece documentada en castellano ya en el siglo XV, siempre como femenino y con un uso muy restringido: E los que yvan fuyendo, metiéronse en la Seo, e allí se defendieron, que es una fuerte casa. (1431 – 1449, Díaz de Games, Gutierre: El Victorial); boluia el regimiento y gouernacion de aquel (segun las constituciones de Tarragona) al prior dela seo. y desta causa regia el preboste / o prior.  (1499, García de Santa María, Gonzalo: Traducción de la Corónica de Aragón de fray Gauberto Fabricio de Vagad). Hoy su uso es mínimo: La Seo D’Urgell, la Seo de Zaragoza, la Seo de Jaca...

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todo a partir del XVI, aunque las hay anteriores): la sínodo (< SYNODUS, griego), La sínodo santa (Laberinto de Fortuna de Mena); la período; la método (frecuente en los tratadistas clásicos). Véase la vacilación en el siguiente texto:

3. no es para quien solamente escriue vna metodo curatiua deste mal, ofreciendo lo que escogio (1600, Torres, Pedro de: Libro que trata de la enfermedad de las bubas).

4. antes ella se aliuia, vsandolos con buen metodo, y no haziendolos, corre peligro de ahogarse (1600, Torres, Pedro de: Libro que trata de la enfermedad de las bubas).

Estas palabras han sido arrastradas por la tendencia morfosintáctica y se han hecho masculinas. Existe una excepción, la libido, latinismo muy reciente introducido por la literatura psicoanalista, que se conserva aún como femenina. Esta palabra se documenta en CREA en 360 ocasiones y solo presenta un uso como masculino por parte de un autor que en el resto de casos (21) le utiliza como femenino, por lo que se podría hablar, simplemente, de un error por analogía con el término masculino que lo acompaña en la oración:

3. con una teoría sobre la evolución del libido o instinto sexual que configura un sistema (1986, Aguirre Beltrán, Gonzalo: Antropología médica. Sus desarrollos teóricos en México).

En el CORDE aparece este término básicamente en textos latinos y su documentación en textos en castellano se reduce a los ejemplos que se reproducen a continuación. Obsérvese que, salvo en el octavo ejemplo, que pertenece a un texto en verso en el que este término se pone en boca de Cupido, en los demás casos se presenta una definición de libido, que no era, evidentemente, voz de uso común:

4. & que sea libido todo lo que mas agradare avn no segund el apetito de dissoluta voluntad: como pone Salustio enel catilinario.Magisque in decoris armis & militaribus equis: quam in scortis atque conuiuijs libidinem habebant. assi que es libidinosus quien faze lo que le mas agrada. & libido es cobdicia que satisfaze. aquel quier appetito dela voluntad. (1490, Palencia, Alfonso de: Universal vocabulario en latín y en romance).

5. libet impersonale. Antojo desta manera. libido .inis. Antojadizo assi. libidinosus .a .um. (1495, Nebrija, Antonio de: Vocabulario español-latino).

6. dios y señor conoscido de toda la gran libido con las provincias de Amor, llamada congregación (1517, Torres Naharro, Bartolomé de: Concilio de los galanes y cortesanas de Roma, invocado por Cupido).

7. Porque respecto de toda la persona en los niños es concupiscibilidad, y en los ya crescidos concupiscencia, y, cuando ya inclina a la mala obra, se llama libido, que es delectación de la carne. (1589, Pineda, Juan de: Diálogos familiares de la agricultura cristiana).

Realmente, como podemos observar, existe una tendencia –O = masculino, aunque también ha existido una transmisión culta que la ha distorsionado, pero ha acabado por ser absorbida por ella.

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Más modernamente y con carácter distinto tenemos: la moto, la foto..., pero son acortamientos: la motocicleta, la fotografía.

También debe mencionarse el caso de las siglas: la FAO (Food and Agriculture Organization), la UNESCO (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization), pero no responden a la terminación, sino al concepto o entidad a la que se refieren: la Federación, la Organización… Así, en sentido contrario, tenemos el SIDA, porque se refiere a un síndrome4.

Mención aparte merecen los nombres de ciudades, a los que la RAE dedica unos párrafos en el DPD. En latín los nombres de ciudades, aun los terminados en –O, -US, eran en general femeninos: Carthago Nova; porque presuponían URBS o CIVITAS. En castellano algunas acomodaron su forma al género: TARRACO > Tarragona, EMPORION > latín EMPORIAE > Ampurias.

En general, en español se rigen por la terminación (-A: femenino; -O: masculino): Lisboa es preciosa, Logroño es magnífico, pero con frecuencia prevalece la idea de ciudad o villa y así lo recoge la RAE (Nueva gramática de la lengua española, 2009): Toledo la noble (Berceo, Milagros, 47), Tiro la muy preciada (Alexandre, 1070). Pero la RAE dice que también se documentan muchos casos particulares en relación con esta pauta. Se prefiere hoy el uso de Madrid como masculino, como en Reinaba, en todo Madrid, la atmósfera de los grandes cataclismos (Carpentier, Siglo) o el eslogan del Ayuntamiento: Madrid limpio es capital; pero se registran también algunos usos del femenino, como en No sé qué decirle. A mí, Madrid, me parece preciosa (El País, 6-4-99).

En los topónimos mencionados alternan a menudo los dos géneros con algunos determinativos y cuantificadores (este, esta; todo-a), y también con ciertos adjetivos: todo-a Málaga acudió al evento, Buenos Aires está desierto-a

En este sentido, debemos decir que el asunto del género no es un tema cerrado y que los hablantes seguimos dudando a la hora de adscribir un género a las ciudades; si bien prima, como se acaba de señalar, la idea de que las que acaban en –A son femeninas y las que acaban en –O son masculinas. Las que presentan otras terminaciones son las que más dudas plantean.

3.2. Sustantivos terminados en –a

Por otro lado, ya he comentado que los sustantivos en –A tienden a identificarse con el femenino. Proceden en buena parte de la primera declinación, que incluía normalmente sustantivos femeninos. Hay también muchos que proceden de neutros plurales, que fueron asimilados por el femenino y se interpretan como singulares colectivos: LIGNUM – LIGNA > leña (frente a leño), FRUCTUM –FRUCTA > fruta (frente a fruto).

4 Obedeciendo a este mismo criterio nos encontramos con la UGT, la OTAN… Por otro lado, en general, en español, cuando tomamos siglas de otra lengua, mantenemos el género de la lengua de origen o su equivalente en nuestra lengua, pero, dado que no siempre conocemos el desarrollo de la sigla, surgen las dudas, como ocurre en el caso de KGB, que, aunque se refiere a “un comité” (Comité para la Seguridad del Estado), ha presentado frecuentes vacilaciones de género al adaptarse al español: se salvó de tener un abultado expediente en el KGB y de que, tras su controvertida muerte, (1994, La Vanguardia, En el vientre del monstruo); tendrán acceso y conocerán los secretos de la KGB que, en manos de la nueva Rusia, ha entreabierto (1994, La Vanguardia, Sólo hay un terrorismo).

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De los sustantivos patrimoniales de la lengua solo día ha conservado el género masculino a pesar de su terminación, al igual que ha sucedido en otras lenguas romances. La anomalía se ha conservado en el diminutivo: los 4 diítas (frente a la manita).

Después se han incorporado a la lengua masculinos de origen culto, con terminación en –A. Podemos distinguir los siguientes:

a) HELENISMOS EN –MA

Eran neutros en griego y se incorporaron, en general, al neutro latino: schema, stigma. Estas palabras llegaron al castellano desde épocas muy tempranas, por lo común, a través del latín, aunque las hay también de penetración reciente o de formación erudita. Algunas se incorporaron rápidamente al habla popular; otras, en cambio, permanecen hasta hoy en día en un ámbito restringido.

Como el neutro no existe en castellano, estas palabras se integran por vía culta al masculino, aunque hay vacilaciones y algunas como asma o calma < CAUMA ‘bochorno’ se feminizaron: 1557 (Viaje de Turquía): Una poca de asma; Don Juan Manuel: esta calma.; Cancionero de Baena: calma mansa. También en el Libro de Alexandre: mala cisma.

Se trata, en general, de nombres masculinos, que por la tendencia natural de la lengua tienden a hacerse femeninos. Ha favorecido esta tendencia la existencia de una serie muy amplia de sustantivos en –MA de diversa procedencia, que son originariamente femeninos: cuaresma < QUADRAGESIMA, fama < latín FAMA, goma < latín GUMMA... y buena cantidad de arabismos como zalema, retama o tarima.

Durante toda la historia de la lengua ha habido vacilaciones. Así, véase cómo un mismo autor presenta en una misma obra las dos posibilidades:

8. y yo, que franca expongo a tus umbrales la aroma en sacrificio y el aliento, cuyo vapor penetra (1599 – 1622, Conde de Villamediana: Poesías).

9. ... a quien protege Alcides, y, felices, cándido aroma exhalan sus raíces. (1599 – 1622, Conde de Villamediana: Poesías).

10. que se levantaba a declarar este enigma Griselda, pastora celebrada en aquellos valles (1612, Vega Carpio, Lope de: Pastores de Belén, prosas y versos divinos).

11. traéis presentes, y guiados de ella halláis la enigma en brazos de María. Fin del cuarto libro (1612, Vega Carpio, Lope de: Pastores de Belén, prosas y versos divinos)5.

A partir del siglo XVIII (época de constitución de la Real Academia Española) una tendencia erudita muy fuerte frena la tendencia a la feminización de los neutros y las antiguas vacilaciones se resuelven a favor del masculino: el diploma, el dogma, el plasma…En los niveles populares las vacilaciones se mantienen. Observamos, pues, cómo unas veces triunfa la tendencia patrimonial y otras la culta.

2) Respecto a los HELENISMOS EN –TA, en griego y en latín eran masculinos: planeta, cometa… También en este caso ha habido vacilación: Las profetas son dichas (Fuero Juzgo); Las evangelistas (Fuero Juzgo); La planeta (Alfonso X)...

5 En la obra de Calderón se lee: suavísimas aromas y en la de Góngora: Enigmas oscuras.

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12. tanto quel non coñocieron si non los sos reis e las profetas en tres poderes que son, (1275, Alfonso X: General Estoria. Primera parte).

El uso erudito ha impuesto el masculino y la vacilación de género se ha resuelto, en ocasiones, con diferencia semántica: la cometa / el cometa6.

En general, pues, en lo que respecta a los sustantivos españoles, ha habido lucha entre el respeto etimológico y la presión analógica.

3.3. Sustantivos de otras terminaciones

Hasta el momento hemos podido detectar una tendencia a identificar género y terminación excepto en los casos en que el nivel culto de la lengua introduce alteraciones a esta tendencia. Hay, sin embargo, un sector importante de nuestro léxico que ha debido mantenerse al margen de esta tendencia. Nos referimos, precisamente, a los sustantivos que no terminan en –O y en –A:

-consonante: corazón, razón; -e: parte, padre. En estos casos es difícil predecir el resultado final. Como principio general

podemos decir que hay cierta tendencia a mantener el género etimológico y observamos que, cuando se refieren a personas, mantienen el género: PATREM > padre; MULIER > mujer. También normalmente las cosas y animales mantienen el género etimológico: Masc.: VENTREM > vientre; MENSIS-IS > mes; Fem.: MORS-MORTIS > muerte; SORS-SORTIS > suerte...; pero hay frecuentes excepciones:

En el caso de VALLIS (femenino) los topónimos más antiguos mantienen el femenino (Valbuena, Valparda), frente a formas como Valfermoso, Vallelado. Obsérvese como en Libro de Alexandre se lee una val escura frente a fermoso val.

MARGO-INIS: margen. Era femenino pero ha especializado su uso como masculino el margen ‘espacio lateral de un escrito’ y como femenino la margen ‘orilla del río’. Orden (< ORDO-ORDINIS, masc.), por su parte, también admite los dos géneros: el orden / la orden ‘mandato’. Canal (< CANAL-IS fem) es masculino en lenguaje culto y femenino en el popular. Al hablar de carne se habla de la canal de la vaca. En Sevilla se escucha la canal del Guadalquivir, uso que recoge todavía hoy el DRAE.

De especial interés son los abstractos en –OR (-OR, -ORIS): calor, color, sabor, dolor, honor… Eran masculinos en latín clásico, pero en latín vulgar se orientaron, sobre todo en la Galia, hacia el femenino masibamente. En virtud de este cambio, el francés los conserva como femeninos. En castellano antiguo aparecían frecuentemente como femeninos: Cid: vuestra amor; Berceo: la olor; Razón de amor: la honor; Setenario: aquella sudor...

Véase la vacilación en una misma obra:

6 También en español parece existir una discordancia entre terminación y género en el caso de algunos nombres de animales: gorila, puma, gamba... pero, realmente, se trata de nombres epicenos, que no marcan el género, como luego veremos. También los nombres de ríos, mares o lagos presentan género masculino incluso cuando terminan en –A pero esto obedece a que su género gramatical viene marcado por el de las palabras río, mar, lago..., que es masculino: el Volga, el Pisuerga, el Titicaca…

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13. ivan cargados assí todos aquellos, que salién las sudores por somo los cabellos. Más avié de çient mil (1240 – 1250, Anónimo: Libro de Alexandre)

14. quantos pelos avién vertién tantos sudores. Della e della parte batién las argarradas, (1240 – 1250, Anónimo: Libro de Alexandre).

Esta situación se mantuvo hasta la época clásica y ha llegado incluso hasta nuestros días para algunos términos (calor, color “tiene la color mudada”). El caso de calor es un caso particular: en Andalucía, sobre todo, se oye hoy en día la calor, aunque normalmente se usa cuando la temperatura es especialmente sofocante; se establece, así, una diferencia de grado entre el femenino y el masculino. Por otro lado, su uso parece estar restringido a registros informales. En un artículo reciente (Serradilla, 2012) estudio en profundidad la vacilación genérica de estos nombres en español medieval y clásico, y entre las diversas causas para esta vacilación (junto a la presencia de una variante en –ura: verdor/verdura, la fecha de entrada de las voces o la herencia latinovulgar) cobra una especial importancia la influencia de lenguas del oriente peninsular, que las conservan como femeninas.

Para concluir este apartado, podemos decir, pues, que se mantiene el género etimológico, salvo cuando una tendencia con más fuerza provoca el cambio.

4. INFLUENCIA DEL COMIENZO DE PALABRA

Un factor que también ha provocado confusión en torno a la asignación del género es la influencia del comienzo de palabra. Como es bien sabido, una á- tónica inicial, y en castellano antiguo también átona, en el sustantivo, al exigir generalmente el artículo el (etimológicamente femenino, pero homónimo del masculino, debido a un proceso de apócope) puede ocasionar confusiones de género:

ILLA → AFÉRESIS (I)LLA + palabra que empezaba por consonante ILL(A) → cuando la palabra empezaba por vocal (APÓCOPE)

Agua, área son femeninas pero el uso de el ha influido en que se masculinicen otros determinantes o modificadores: el mismo aula (debería ser la misma aula, puesto que entre el determinante y el sustantivo hay un adjetivo); Todo el agua (toda el agua); El afilado hacha (la afilada hacha). Este proceso no ha culminado, en general, en español: las aguas / las mismas aguas7. Pero hay ocasiones en que la masculinización del femenino está canonizada: Arte < ARTEM (fem.): El arte románico (debería ser el arte románica). Solo en algunas expresiones es femenino: arte poética, arte médica, arte amatoria (se mantiene el femenino latino en el singular cuando se refiere al ‘conjunto de normas y principios para hacer bien algo’) pero el cambio de género no ha afectado al plural: las artes escénicas, las bellas artes. Solo hay 39 ejemplos en CORDE de los artes frente a 3476 de las artes y en CREA, 7 frente a 1988.

Un caso diferente es el de AZÚCAR, arabismo masculino que se vio contagiado por todas estas vacilaciones: azúcar blanquilla (también azúcar blanco según algunos hablantes), pero azúcar moreno (azúcar morena para otros; y azúcar negra en algunos países). En el plural, sin embargo, el masculino es el género predominante; de hecho, en CREA solo aparece un ejemplo de las azúcares: 7 En español no se duda en el género en determinados contextos; así, nadie dice hambre canino, pero sí

se oye tengo mucho hambre.

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15. De los tres elementos, los más ligados al mecanismo del hambre son los carbohidratos, especialmente los más refinados como las azúcares (azúcar de caña y betarraga, frutas, azúcar de la leche, etc.). (1991, Artigas, Jorge N.: Manual de sobrevivencia; Chile).

Y son solo 2 los ejemplos que aparecen en CORDE8. Lo que se observa en esta palabra es el proceso contrario de los anteriores términos mencionados: de masculino se ha pasado a femenino, pero tampoco en este caso la influencia del inicio de palabra ha sido suficiente para provocar el cambio en el plural.

5. Reflexiones sobre el género en español actual

La conservación del género masculino y femenino en el sustantivo de las lenguas romances no deja de ser un fenómeno relativamente extraño, así, en Lingüística General se habla de una “fuerza de resistencia”, que ha impedido la desaparición del género en las lenguas romances. Es más, puede decirse que el género ha ganado cierto terreno en la estructura morfológica del nombre; hemos conseguido acabar con muchos heterónimos latinos. El procedimiento morfológico ha ganado terreno sobre el puramente léxico: HOMO/MULIER, PATER/MATER se han mantenido en español como hombre/mujer, padre/madre, pero el español ha formado nieto de nieta < NEPTA, cuyo masculino era el heterónimo NEPOS. Lo mismo ocurre con suegro, que surge a partir de suegra < SOCRUS; mientras que en latín existía SOCER, que ha desaparecido.

En cualquier caso, la funcionalidad del género sigue siendo mínima. El número de sustantivos en los que puede introducirse variación genérica constituye menos del 15% del total de nuestro léxico. La mayoría de los sustantivos son invariables en cuanto al género: mesa, pupitre, silla, techo, papel, libro, suelo… Tenemos también nombres epicenos, que son aquellos (muchas veces referidos a animales) que no marcan el sexo ni con terminaciones, ni con concordancia, ni con lexemas. Sencillamente, no interesa: persona, atún, gamba, rata…

Entre los pocos sustantivos que tienen variación genérica, contamos, pues, con los heterónimos, ya mencionados, que continúan la antigua tradición latina de distinguir léxicamente los géneros: toro/vaca, caballo/yegua, yerno/nuera…, los variables, que presentan el mismo lexema pero diferente morfema: abuelo/abuela, niño/niña, perro/perra, zorro/zorra9 y, por último, hablamos de nombres comunes, que tienen idéntica forma para el masculino y el femenino, y marcan la diferencia de género con el determinante: el/la testigo, el/la camarada, el/la futbolista…

A partir de aquí, quiero detenerme en algunas puntualizaciones. Hemos partido de que los cambios sociales influyen en la lengua. Y en estos momentos estamos viviendo un importante cambio de nombres comunes que están convirtiéndose en variables. Son básicamente aquellos referidos a profesiones que hasta hace poco tiempo han sido relacionadas solo con los hombres: ¿cómo llamar hoy a las mujeres que ejercen la medicina o la judicatura? La polémica está servida entre los conservadores y los innovadores: para mí, juezas y médicas tienen un lugar hoy en día junto a sus colegas varones. Yo soy doctor pero mis colegas más jóvenes ya son doctoras. La situación, como digo, es compleja, y la Academia en los últimos años ha estado muy atenta hasta 8 Ambos de un texto mejicano del siglo XVIII.9 Aquí se podría hacer un paréntesis: si nos fijamos en los dos últimos ejemplos, observaremos el

diferente matiz de ambos términos cuando nos referimos a hombres o mujeres.

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el punto de proponer fórmulas interesantes para esta nueva realidad. Así, tanto en el Diccionario panhispánico de dudas de 2005 como en La nueva gramática de la lengua española de 2009 (capítulo 2) ha hecho importantes matizaciones. Me detendré a continuación en algunas de las recomendaciones de la RAE, en especial en las que hacen referencia al femenino de las profesiones, cargos, títulos o actividades humanas.

Dice la Academia en el DPD que aquellos cuya forma masculina acaba en -o forman normalmente el femenino con -a: bombero/bombera, médico/médica. De hecho, llega a afirmar: “No debe emplearse el masculino para referirse a una mujer: la médico”, pero incluye excepciones como piloto, modelo o testigo, que funcionan como comunes: el/la piloto y los que proceden de acortamientos: el/la otorrino.

Los acabados en -a funcionan en su inmensa mayoría como comunes: el/la atleta, el/la pediatra, aunque, por razones etimológicas, hay femeninos cultos como profetisa, papisa. En el caso de poeta, existen ambas posibilidades: la poeta/poetisa. Poetisa es el femenino tradicional y el más usado según el DPD, pero hay una reivindicación de las mujeres por el término poeta. Son asimismo comunes en cuanto al género los sustantivos formados con el sufijo -ista: el/la ascensorista. Es excepcional el caso de modista, que, a partir del masculino normal el modista, utilizado hasta hace bien poco, ha generado el masculino regresivo modisto10. No obstante, hay una importante diferencia, ya que el modisto es un diseñador de alto nivel y la modista es la mujer que cose.

También los que acaban en -e tienden a funcionar como comunes: el/la conserje, el/la estudiante, aunque se admiten excepciones como alcalde/alcaldesa, héroe/heroína, jefe/jefa, sastre/sastra, cacique/cacica11, dependienta o presidenta. Y en algunos casos se llama la atención sobre matices significativos diversos: la gobernante (‘mujer que dirige un país’) o la gobernanta (en una casa, un hotel o una institución, “mujer que tiene a su cargo el personal de servicio”).

Por último, la RAE añade que, cuando el nombre de una profesión o cargo está formado por un sustantivo y un adjetivo, ambos elementos deben ir en masculino o femenino dependiendo del sexo del referente; por tanto, debe decirse la primera ministra, una intérprete jurada, una detective privada, etc., y no la primera ministro,

una intérprete jurado, una detective privado, etc...: «Me llamo Patricia Delamo y soy detective privada» (Beccaria Luna [Esp. 2001]).

Como se observa, la Academia es receptiva a los cambios sociales. Pero hay un punto en el que ha intervenido aún de forma más activa: en el plural que engloba a individuos de ambos sexos. Dicen Quilis, Albelda y Cuenca (2012):

“Desde un punto de vista exclusivamente gramatical, el uso del masculino genérico en singular (el alumno) y en plural (los alumnos) para designar a todos los individuos de una especie no suele presentar objeciones. No obstante, el uso sistemático del masculino genérico en el texto o en el discurso puede resultar inapropiado, ya que oculta la presencia de mujeres, sostiene y mantiene la ambigüedad referencial y, ocasionalmente, indica un uso sexista del lenguaje en muchos contextos (Quilis et al. 2012: 17).”

10 En CREA se documentan 20 casos de el modista frente a 69 de el modisto.11 Cacica se documenta en CORDE en 100 ocasiones y aparece siempre en textos americanos o en textos

que, aunque escritos en España, se refieren a realidades de América. Es la misma situación que encontramos en las 48 apariciones de este término en CREA. En el español peninsular no es voz de uso común.

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Ante una realidad como esta, las autoras mencionadas proponen alternativas como el uso de colectivos, de genéricos, de construcciones impersonales o de desdoblamientos, preferiblemente coordinados con y o con o, y solo de manera excepcional, yuxtapuestos con mecanismos gráficos (p. 18). Todo ello, sin embargo, evitando la transgresión de la norma y el estilo excesivamente complejo.

En esta línea, aunque desde una perspectiva muy diferente, a principios del año pasado, el académico Ignacio Bosque publicó un manifiesto en torno al “machismo lingüístico” y a lo que algunos llaman “escritura respetuosa” y otros, simplemente, “género pesado”. Este manifiesto, “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, levantó ampollas y durante el mes de marzo los periódicos se llenaron de artículos en torno al género que se debería usar en estos casos. Lingüistas como Moreno Cabrera, Fábregas o el también académico Álvarez de Miranda publicaron trabajos que o bien echaban más leña al fuego o bien intentaban desdramatizar la polémica creada.

Aunque el tema sigue abierto a la polémica y cada hispanohablante tiene algo que decir al respecto intentaré resumir muy brevemente la situación. Antes de centrarme en lo que dice la Academia en el DPD, quiero recoger, de nuevo, unas palabras de Quilis, Albelda y Cuenca (2012):

Será necesario, por una parte, encontrar un equilibrio entre el respeto a la normativa y la precisión y claridad necesarias en los ámbitos formales, y por otra parte, una formulación de la realidad en la que las mujeres se presenten en igualdad de condiciones con los hombres, como personas activas y visibles. (Quilis, Albelda y Cuenca, 2012:14)

En todo caso, como las autoras dicen (Quilis, Albelda y Cuenca, 2012:17-18), hay que respetar las normas gramaticales y

La eliminación del masculino genérico para desarrollar un lenguaje igualitario requiere de una valoración en cada caso del contexto en el que se produce y de las alternativas existentes, intentando, en todo caso, que el resultado no provoque una redacción extraña, ni que genere oraciones inaceptables desde el punto de vista gramatical o muy forzadas desde el punto de vista discursivo: Los profesores visitantes y las profesoras visitantes darán sus clases a los alumnos y las alumnas matriculadas y matriculados en el máster.

Recojo, a continuación, lo que dice la Academia en el DPD (2.1.):

En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos [...]. Consecuentemente, los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo: Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales; En mi barrio hay muchos gatos (de la referencia no quedan excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas).

Continúa la RAE criticando que: “en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos” olvidando la “ley lingüística

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de la economía expresiva” (la cursiva es mía)12. Así, Bosque critica cómo las guías de lenguaje no sexista, a menudo no realizadas por lingüistas, no es el caso de la guía de Quilis et al. mencionada, contribuyen a complicar el lenguaje: ciudadanos y ciudadanas; becarios y becarias… pero parecen no tener en cuenta que el género no marcado en español es el masculino, y el género marcado es el femenino13. Pedro Álvarez de Miranda señala, y permítanme una cita un poco larga pero muy aclaradora:

Del mismo modo, si una persona tiene tres hijos y dos hijas, dirá, interrogado acerca de su prole, que tiene cinco hijos. No dirá que tiene cinco hijos o hijas, ni cinco hijos e hijas, ni cinco hijos / hijas (léase “cinco hijos barra hijas”). Podrá escribir que tiene cinco hij@s, pero esto no lo podrá decir, leer, así que de nada le vale. Yo, a diferencia de mi colega Ignacio Bosque, no he tenido paciencia para echarme al coleto todas esas guías que sobre el lenguaje no sexista han proliferado. Supongo que alguna de ellas recomendará a nuestro perplejo pater familias que diga algo así como esto: Mi descendencia la forman cinco unidades. Pobrecillo.

Desdramaticemos las cosas. No es el masculino el único elemento no marcado del sistema gramatical. Igual que en español hay dos géneros (en otras lenguas hay más, o hay solo uno), hay también dos números, singular y plural (en otras hay más, o solo uno), y el singular es el número no marcado frente al plural. Así, del mismo modo que el masculino puede asumir la representación del femenino, el singular puede asumir la del plural. El enemigo significa, en realidad, ‘los enemigos’. Sumando ambas posibilidades de representación puedo decir que el perro es el mejor amigo del hombre para significar, en realidad, esto: ‘los perros y las perras son los mejores amigos y las mejores amigas de los hombres y las mujeres’. ¿Se entiende ahora un poquito mejor en qué consiste el mentado principio de economía?

Hay tres tiempos verbales, y uno de ellos, el presente, es el tiempo no marcado frente al pasado y el futuro. Prueba de ello es la capacidad que tiene para suplantarlos: Colón descubre América en 1492 significa en realidad ‘Colón descubrió América en 1492’, y mañana no hay clase significa ‘mañana no habrá clase’.

A pesar de lo cual, que yo sepa, no ha surgido por ahora ninguna Plataforma Ciudadana en Defensa de la Intolerable Discriminación del Plural, ni tengo noticia hasta el momento de la existencia de una Asociación Pro Visibilidad del Futuro, frente al Abusivo Presentismo Lingüístico.

Entiéndase como broma lo que dice Álvarez de Miranda, aunque también habría que reflexionar sobre el hecho de que inconscientemente el autor identifica “persona” con “varón”. El sexismo lingüístico existe porque existe el machismo en la sociedad pero es la sociedad la que tendrá que cambiar para que así cambie el idioma y no al revés. Está claro que hay sexismo en frases como la citada por Bosque (2012: 4) Los

12 Y añade una referencia al uso de la arroba para marcar los dos géneros, criticando que este no es un signo lingüístico y puede dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en Día del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.13 Recuérdese que la expresión no marcado alude al miembro de una oposición binaria que puede

abarcarla en su conjunto, lo que hace innecesario mencionar el término marcado.

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directivos acudirán a la cena con sus mujeres (UGT-7), precisamente porque, como dice el autor, “el masculino engloba en su designación a varones y mujeres”, pero no podemos considerar machista otra como los estudiantes tienen derecho a recibir clases en el horario establecido. Existe la economía del lenguaje. Esto no quita para que no seamos cuidadosos e intentemos no herir susceptibilidades pero sin caer en el ridículo ni en el discurso farragoso, con desdoblamientos que resulten artificiales o provoquen un lenguaje muy complejo.

Precisamente en busca del lenguaje igualitario, la Universidad de Valencia, de la mano de Mercedes Quilis, publicó en 2012 una guía de uso del lenguaje igualitario, a la que ya he hecho mención. Se trata de una de las guías que escaparían a la crítica de Bosque porque está hecha con mucho tino y mucho sentido común; intenta visibilizar a la mujer pero, a la vez, se ve que está hecha por expertas lingüistas que saben cómo evitar textos excesivamente complejos y que rocen el ridículo14.

Por otro lado, se me podría discutir, como, de hecho, ya ha ocurrido que por qué no consideramos el femenino como género no marcado y decimos las estudiantes tienen derecho a recibir clases en el horario establecido para referirnos a hombres y mujeres (es lo que comienza a proliferar en España en los comunicados de las asambleas de determinadas asociaciones ciudadanas); la respuesta, ya dada por Álvarez de Miranda o Bosque, entre otros, e incluso por las autoras de la guía antes mencionada (Quilis et al., 2012), es que tenemos una tradición lingüística basada en la sociedad y, sí, nuestra historia lingüística ha ido unida a nuestra historia social y política, y el hombre ha tenido un papel preponderante frente a la mujer a lo largo de la Historia y, pese a nuestros avances, no podemos negar lo que ha ocurrido.

La lengua no cambia de un plumazo: está habiendo cambios como los que he mencionado sobre los femeninos de las profesiones; está habiendo cambios en la lexicografía (en los nuevos artículos ya se intenta no definir yegua, por ejemplo, como ‘hembra del caballo’ [no así en el DRAE]; y regenta, por ejemplo, ya solo es ‘mujer del regente’ en su 3ª acepción, que es considerada desusada). No obstante, dentro de la entrada hombre la primera acepción sigue siendo “Ser animado racional, varón o mujer”15. El idioma va cambiando con nosotros pero hoy por hoy es impensable que el presente deje de ser el tiempo no marcado, el singular el número no marcado o el masculino el género no marcado; se trataría de un cambio excesivamente profundo en el sistema lingüístico.

Un caso como el del género es una muestra más de que las lenguas están vivas y cambian, al menos en cierta medida, en virtud de los cambios sufridos por sus hablantes. La visión de la naturaleza en la Antigüedad se refleja en el género, así como la incorporación de la mujer hoy en día a determinadas actividades antes reservadas solo a los hombres o la reivindicación de la visibilización de la mujer dentro de los colectivos. Como señalaba al principio, pues, lengua y sociedad a menudo van de la mano y, afortunadamente, el cambio sigue siendo posible.

He presentado, en fin, un panorama de la evolución del género en español en la que intervienen factores tan diversos como la lucha entre la tendencia culta y la

14 Se trata de una iniciativa que, por ejemplo, no seguimos en la Universidad Autónoma de Madrid, mi centro de trabajo, donde en los comunicados se explica que se usará el masculino genérico.

15 Por curiosidad, se puede acudir a las definiciones de perro y perra en el DRAE.

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tendencia patrimonial a hacer corresponder terminación con género, la influencia de lenguas vecinas o los cambios sociales16..

Referencias bibliográficas

Álvarez de Miranda, Pedro (2012, marzo 7). El género no marcado. El País. Disponible en: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/07/actualidad/1331150944_957483.html

Bosque, Ignacio (2012). Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer. Disponible en: http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000040.nsf/(voanexos)/arch50C5BAE6B25C8BC8C12579B600755DB9/$FILE/Sexismo_linguistico_y_visibilidad_de_la_mujer.pdf.

Briz, Antonio (coord.) et al. (2011). Guia de comunicació no sexista. Madrid: Instituto Cervantes.

CORDE www.rae.es.CREA www.rae.es.Echaide, Ana María (1969). El género del sustantivo en español: evolución y estructura.

Iberorromania, I, 89-124.Fábregas, Antonio et al. (2012). Acerca de la discriminación de la mujer y de los

lingüistas en la sociedad: manifiesto de apoyo a D. Ignacio Bosque. Disponible en: http://manifiestolinguistica.weebly.com/

Moreno Cabrera, Juan Carlos (2012). Acerca de la discriminación de la mujer y de los lingüistas en la sociedad. Reflexiones críticas. Disponible en: http://es.scribd.com/doc/85920261/Juan-Carlos-Moreno-Cabrera-UAM-%C2%AB%E2%80%9CAcerca-de-la-discriminacion-de-la-mujer-y-de-los-linguistas-en-la-sociedad%E2%80%9D-Reflexiones-criticas%C2%BB.

Quilis, Mercedes, Marta Albelda y Mª Josep Cuenca (2012). Guía de uso para un lenguaje igualitario (castellano). Valencia, Universidad. Disponible en: http://www.uv.es/igualtat/GUIA/GUIA_CAS.pdf.

Rosenblat, Ángel (1970). Morfología del género en español: comportamiento de las terminaciones en -o, -a. NRFH, XVI, 31-80.

Real Academia Española (2005). Diccionario Panhispánico de Dudas. Madrid: Santillana. (Hay un artículo temático dedicado al género en la versión electrónica).

Real Academia Española (2009). Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa. (El capítulo 2 está dedicado al género).

Real Academia Española: www.rae.es.

16 Después de todo lo apuntado, propongo una actividad que los profesores pueden realizar tanto en una clase con hablantes nativos y en un aula de ELE. Es interesante enseñar a manejar a los estudiantes la página de la Academia e incitarlos a hacer búsquedas en el CREA y en el CORDE para observar qué plurales son los predominantes o cuál es el género de los sustantivos en español y cuál es la frecuencia de uso en los casos de vacilación: ¿el puente o la puente?, ¿médico o médica?; ¿la gobernante o la gobernanta?, ¿la estudiante o la estudianta?, ¿la clienta o la cliente?, ¿la juez o la jueza?, ¿el modisto o el modista?, ¿índole política o índole político?, ¿mucha hambre o mucho hambre?, ¿el avestruz o la avestruz?, ¿los antípodas o las antípodas?, ¿un agravante o una agravante?, ¿autodidacto o autodidacta?... Creo que ejercicios como este ayudan a los estudiantes y a las estudiantes a familiarizarse con el idioma que están aprendiendo o a profundizar en el conocimiento de su lengua materna, al tiempo que pueden reflexionar sobre la complejidad de las lenguas.

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Serradilla Castaño, Ana (2012). En torno al género de los sustantivos abstractos en –or en español medieval y clásico. Romanistisches Jahrbuch, 62, 314-353.

Vila, M Rosa (1992). Cuestiones de morfosintaxis histórica del género. CIHLE-II, 897-904.