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1) ¿Qué opina Galasso sobre la objetividad de la historia?
2) ¿Qué escusas suelen poner algunos historiadores con respecto a las citas textuales y las notas al
pie de página? 3) ¿Por qué Galasso manifiesta que la historia no puede ser objetiva?
4) ¿Cuál es la dificultad si un alumno considera que no puede existir una historia neutra con
respecto al análisis que pueda realizar sobre el presente? 5) ¿Qué reclama Galasso a los supuestos
historiadores neutrales? 6) ¿Cuales son las principales corrientes historiográficas?
7) Describir las principales características de las corrientes, hasta la historia social, tener en cuenta
la época en que surge la corriente, principales representantes, posición ideológica y metodología en
la reconstrucción del pasado.
1) No existe la historia objetiva, lo que se debe hacer es reconocer la existencia de diversas
interpretaciones, que responden a distintas ideologías, y cada uno debe elegir que versión le parece
más verídica, más creíble. Galasso sostiene que una autentica democracia debe posibilitar la
confrontación entre las diversas corrientes históricas.
2) Galasso plantea que algunos historiadores obvian las citas al pie de página con la escusa de que
estas fatigan al lector. De esta manera, no se apoyan con documentos históricos hechos cuya
veracidad puede ser discutible. Estos historiadores, limitan la legitimidad de lo que explican a un
grupo de comentarios o referencias al final del capítulo.
3) Norberto Galasso opina que no existe la historia objetiva porque detrás de cada versión histórica
y de cada ideología se encuentran grupos sociales con sus intereses muy bien definidos. Las
corrientes historiográficas interpretan la realidad, cada una con su ideología. Estas dependen de la
cosmovisión y de la ideología del tiempo y lugar del historiador. Si bien el pasado ocurrió de un
solo modo el juicio acerca de lo sucedido depende de la escala de valores del historiador, que mas
allá de cualquier intento aparecerá su ideología.
4) La dificultad reside en que el alumno aprende a emplear determinados juicios de valor en el
análisis de la Historia (Política pasada), ya que está conformando en él una manera de reflexionar
que luego aplicara a la política (historia presente).
5) Galasso reclama que los historiadores reconozcan sus concepciones e ideologías, sin pretender
que en las escuelas se las enseñe como única y verdadera historia. Plantea que no se aspira a una
historia neutra, pero se hace necesaria una mayor rigurosidad científica de los datos.
7- Historia Oficial: Es la que se enseña como única verdad, indiscutida y que se expresa en los
discursos y en la iconografía oficial, también en las estatuas de las plazas y las denominaciones de
calles y localidades.
También se la conoce como “historia liberal”, porque interpreta los acontecimientos desde un
enfoque liberal- conservador, que si bien se centra en lo económico, esta vació de contenido
democrático.
Está impregnada de una concepción elitista y antipopular.
También se denomina “historia Mitrista” ya que Mitre fue su principal propulsor. Esta corriente
ratifica el liderazgo de la clase dominante, es así que desde su óptica histórica responde a la
concepción de los constructores de “La Argentina granero del mundo”, dependiente del imperio
británico.
Se analiza el pasado desde la óptica de las elites dueñas del país, por esta razón se centran en unas
pocas personalidades: Rivadavia- Mitre- Sarmiento, que resultan los artífices de una Argentina
blanca, europeizada y desvinculada del resto de América Latina. El documento es la historia
propiamente dicha. Los principales divulgadores de la historia liberal fueron Vicente Fidel López y
Luis Domínguez, a quienes sucedieron Alfredo Grosso y Ricardo Leven.
Este relato histórico, según Galasso, se ofrece como una versión “neutra”, que adormece toda duda
o espíritu crítico.
La Nueva Escuela Historiográfica: Surge a principios del siglo XX y sigue los lineamientos básicos
de la historia Oficial. Aunque va a tener en cuenta las ideas de los caudillos, también los critica.
Emilio Ravignani rescata algunos aspectos positivos de Rosas. Diego Luis Molinari se acerca a la
postura de reivindicación de los caudillos. Son los primeros en tratar temas económicos, aunque la
política seguirá siendo lo más importante. No relacionan lo político y lo económico.
Corriente Liberal de Izquierda: Surge a principios del siglo XX, con el partido Socialista y
Comunista. La historia oficial ha generado una variante de izquierda conformada por historiadores
vinculados a los Partidos Socialistas y comunista sometidos ideológicamente al liberalismo
conservador.
Estos se limitaron a celebrar a los mismos próceres y maldecir a los mismos réprobos que los
historiadores de la historia oficial.
La única diferencia es el empleo de una fraseología marxista aunque vacía de contenido, se los
llamo “Mitro-Marxista”.
Sus exponentes fueron José Ingenieros y Alfredo Palacios.
En general, esta corriente ha perdido vigencia.
Revisionismo Histórico Rosista: Esta corriente aparece en 1930 y su base ideológica está dada por
el “racionalismo oligárquico”, influido por la derecha europea, con carácter antiliberal, elitista y
autoritario expresado en un proyecto de la clase dominante descreída de las reglas de juego
democráticas.
Esta corriente, dada su concepción reaccionaria, aspira a resucitar la época colonial. Así ante la
revolución de mayo este grupo se define por Cornelio Saavedra como expresión de un “brazo
militar y conservador” en oposición al Mayo popular representado por Moreno. Estos historiadores
ven en la figura de Rosas un gobernante autoritario, en donde se reencarna el espíritu aristocrático
de la colonia, cuya presencia asegura el orden e impide el levantamiento de las masas.
El Revisionismo Rosista también hace girar la historia alrededor de las grandes personalidades,
ignorando movimientos sociales.
Consideran nefastos a Rivadavia y Sarmiento, y reivindican a Rosas.
En 1938, este grupo se organiza en el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas
y cuestiona a la historia oficial. Galasso destaca de esta corriente la demostración del alto grado de
falsificación de nuestra historia cometido por la corriente historiográfica oficial.
El Revisionismo Histórico Forjista: A mediados de la década del ´30 surge la posibilidad de una
nueva corriente, alternativa a la predominante, calificada de “Forjista”. Esta toma la raíz federal del
radicalismo poniendo al descubierto los intereses británicos en nuestra historia. Su exponente fue
Scalabrini Ortiz y resume su línea histórica en los nombres de Moreno-Rosas-Irigoyen. Pero esta
corriente queda trunca en 1945 y se disuelve. Arturo Jauretche, otro de los exponentes del forjismo
mas importantes, aporta “Política Nacional y revisionismo histórico” desnudando “la política de la
historia” manejada por la clase dominante. (Jauretche también manifiesta coincidencias con la
corriente historiográfica socialista, latinoamericana o federal- provinciana.)
El Revisionismo Rosista Peronista: Esta corriente historiográfica alcanza a ocupar un espacio
cultural bajo el peronismo, entre 1945 y 1955, aunque Galasso considera que no logra divulgar su
concepción al resto de la sociedad.
La revisión de la Historia Oficial comienza a ganar simpatías populares lo cual provoca una
popularización del viejo revisionismo. A partir de las analogías entre Rosas y Perón, el pueblo
comienza a desconfiar de la Historia Oficial, favoreciendo la difusión de la “rosismo popular”. En
esta corriente, la figura de Rosas resulta exaltado desde el defensor de la soberanía y no tanto de su
carácter de estanciero. Siendo los principales exponentes José María Rosa y Fernice Chávez.
También los escritos de Jauretche, juegan un papel importante desde la óptica popular y
democrática, donde se observa el protagonismo de las masas. Este rosismo popular adquiere gran
reputación entre sectores populares y alumnado universitario. Puesto que, entre los jóvenes resulta
natural la simpatía por una historia opuesta a la Oficial, donde las masas aparecen como
protagonistas.
La Historia Social: El perfil de esta corriente está dado por el reconocimiento de defectos de algunos próceres liberales, así como el mérito a personajes maltratados por la Historia Oficial. Galasso establece que esta corriente es una versión social-demócrata del mitrismo, porque aunque no ratifica plenamente a la Historia Oficial, ofrece una alternativa proclive a la conciliación y al equilibrio, legitimador de lo ocurrido, que concluye, de una manera oblicua, coincidiendo con la clase dominante. Otro aspecto importante a mencionar es la influencia que la Historia Social recibe de la escuela francesa de Anales, así como de la Sociología funcionalista norteamericana. Esta Corriente nace después del golpe militar del `55 y es impulsada desde la Universidad de Buenos Aires por su interventor José Luis Romero. Algunas características de la nueva corriente evidencian un mayor nivel científico alcanzado respecto a la escuela mitrista: otorga un modesto papel a las individualidades, recibe aporte de otras disciplinas, desde la economía a la demografía, la sociología, etc. Galasso considera que la Historia Social no formula una interpretación libre de la influencia ideológica de los sectores dominantes, que considera beneficioso una versión “equilibrada” de nuestra historia. Así, José Luis Romero sostiene que la historia argentina debe estudiarse en “un marco de referencia mundial” y cuando le refiere al mundo agrega “occidental” refiriéndose al primer mundo diluyendo de este modo la “identidad nacional” y legitimando la óptica colonial. Tulio Halperin Donghi le resta meritos a José Hernández, descalifica la lucha de Felipe Varela, encuentre nuevos modos de reivindicar a Sarmiento y llega a sostener que ciertas reflexiones de Scalabrini Ortiz se colocan “al borde del delirio sistemático”. La historia Social, más allá de la superación del mitrismo Tradicional, no impide una óptica histórica donde las masas populares no son decisivas protagonistas, reemplazando la “civilización” o “Barbarie” por antinomias como “modernización o atraso” a partir de las cuales subyacen las banderas de la elite.
Revisionismo Federal-Provinciano, Socialista o Latinoamericano: El Revisionismo Federal-
Provinciano, Socialista o Latinoamericano se ha desarrollado en las últimas décadas. El autor
adhiere de manera explícita a esta corriente por considerar que sus explicaciones tienen mayor
coherencia en el desarrollo de los sucesos, acercándose a lo que fue nuestro pasado, y porque
comparte la cosmovisión ideológica de esta corriente. En esta nueva corriente se destaca la
presencia de las luchas políticas y se reivindican figuras como Artigas, El Chacho, Felipe Varela y
los caudillos del interior, por esto se la llama revisionismo federal-provinciano. Suele definirse
también como “Revisionismo Latinoamericano” ya que niega la óptica de las patrias chicas y
considera “nación” a la patria grande de San Martín y Bolívar, destacando que sólo es posible
entender la revolución de Mayo desde una perspectiva latinoamericana. Como precursores de esta
corriente se destacan Juan Álvarez, Juan Bautista Alberdi y, en nuestra época, José Hernández. Se
lo denomina Revisionismo Socialista porque esta corriente historiográfica destaca que los sectores
populares resultan los protagonistas de los procesos históricos en permanente lucha contra intereses
aliados de capital extranjero. Rechaza el culto a los héroes, explica los acontecimientos en función
del enfrentamiento entre clases sociales. Reivindica al morenismo, al artiguismo, al dorreguismo, a
los caudillos federales, al roquismo (en su etapa antimitrista), al irigoyenismo y al peronismo.
Desde esta perspectiva, exalta a figuras claves de la lucha por la emancipación nacional como Raúl
Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche y Rodolfo Walsh entre otros, y en el pasado de patria grande a
Bolívar, San Martín, Marti, Ernesto Che Guevara, Fidel Castro y otros.