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Gilbert K. Chesterton Herejes 1 Gilbert K. Chesterton HEREJES Traducción de Juanjo Estrella Edición Original: 1905 Segunda Edición Electrónica: 2014 lanuevaeditorialvirtual.blogspot.com

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Novela.

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  • Gilbert K. Chesterton Herejes

    1

    Gilbert K. Chesterton

    HEREJES

    Traduccin de Juanjo Estrella

    Edicin Original: 1905

    Segunda Edicin Electrnica: 2014

    lanuevaeditorialvirtual.blogspot.com

  • Gilbert K. Chesterton Herejes

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    INDICE

    RESEA BIOGRFICA DE G. K. CHESTERTON .................................................................................................. 3

    PRLOGO ....................................................................................................................................................... 5

    I. COMENTARIOS INTRODUCTORIOS SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA ORTODOXIA ...................................... 8

    II. DEL ESPRITU NEGATIVO .......................................................................................................................... 19

    III. DE RUDYARD KIPLING Y EL EMPEQUEECIMIENTO DEL MUNDO ........................................................... 29

    IV. BERNARD SHAW ..................................................................................................................................... 40

    V. - H. G. WELLS Y LOS GIGANTES ................................................................................................................ 50

    VI. LA NAVIDAD Y LOS ESTETAS ................................................................................................................... 66

    VII. OMAR Y EL VINO SAGRADO .................................................................................................................. 75

    VIII. LA TIBIEZA DE LA PRENSA AMARILLA .................................................................................................. 83

    IX. LOS HUMORES DE GEORGE MOORE ...................................................................................................... 94

    X. DE SANDALIAS Y SIMPLICIDAD ................................................................................................................ 98

    XI. LA CIENCIA Y LOS SALVAJES .................................................................................................................. 103

    XII. EL PAGANISMO Y LOWES DICKINSON ................................................................................................. 111

    XIII. CELTAS Y CELTFILOS..................................................................................................................... 124

    XIV. DE CIERTOS ESCRITORES MODERNOS Y LA INSTITUCIN DE LA FAMILIA .......................................... 130

    XV. DE LOS NOVELISTAS ESNOBS Y DE LOS ESNOB .................................................................................... 142

    XVI. DE MCCABE Y UNA DIVINA FRIVOLIDAD............................................................................................ 156

    XVII. DEL INGENIO DE WHISTLER .............................................................................................................. 168

    XVIII. LA FALACIA DE LA JOVEN NACIN ................................................................................................... 177

    XIX. DE LOS NOVELISTAS DE LOS POBRES Y DE LOS POBRES ..................................................................... 190

    XX. CONCLUSIONES SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA ORTODOXIA............................................................. 203

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    Resea biogrfica de G. K. Chesterton

    Gilbert Keith Chesterton naci en Londres, un 29 de Mayo de 1874. Si bien se consider a si mismo meramente como un periodista alborotador, en realidad fue un escritor prolfico y talentoso en virtualmente todas las reas de la literatura. Hombre de fuertes opiniones y con un enorme talento para defenderlas, su exuberante personalidad, sin embargo, le permiti mantener clidas relaciones con personas como, por ejemplo, George Bernard Shaw y H. G. Wells con quienes disenta vehementemente.

    Chesterton no tuvo nunca dificultades para defender pblicamente aquello en lo cual crea. Fue uno de los pocos periodistas que se opuso a la Guerra Boer. En 1922, con Eugenics and Other Evils (Eugenesia y Otros Males), atac lo que en ese momento era la ms progresiva de las ideas: la de que la raza humana poda y deba criar una versin superior de s misma; una idea cuya paternidad muchos hoy le adjudican a los alemanes de la poca de Adolfo Hitler pero que, en realidad, se hallaba muy extendida y arraigada en el mundo anglosajn mucho antes de la Segunda Guerra Mundial siendo que descenda, en lnea directa, de las teoras de Charles Darwin.

    Su poesa se extiende desde On Running After Ones Hat (Sobre Correr Detrs de Tu Propio Sombrero) hasta baladas serias y oscuras. Sus biografas de Charles Dickens y San Francisco de Ass, aun cuando no estn escritas para una audiencia acadmica, contienen brillantes percepciones de los personajes tratados. Por ltimo, su incursin en la novela policial con la serie de los casos del Padre Brown produjo historias que continan siendo ledas y son

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    fuente de argumentos para programas de televisin hasta el da de hoy.

    Su posicin poltica refleja su profunda desconfianza frente a la concentracin de riqueza y de poder de cualquier clase. Junto con su amigo Hillaire Belloc y en libros como "What's Wrong with the World" (Qu est Mal en el Mundo) propuso un criterio que se dio en llamar distribucionismo y que podra resumirse en su famosa expresin de que a cada persona se le deberan garantizar tres acres (de terreno) y una vaca. Si bien no termin siendo un pensador poltico famoso, su influencia ha dado la vuelta al mundo. Algunos ven en l al creador del movimiento lo pequeo es hermoso y se dice que un artculo periodstico suyo inspir a Ghandi.

    Herejes (1905) pertenece a otra de las reas en las que Chesterton se destaca. A esta obra cabe agregar su otro libro Ortodoxia, escrito en 1908 como respuesta a las crticas que recibi por Herejes y, naturalmente, no se puede dejar de mencionar su El Hombre Eterno (1925) que es una novela sobre la humanidad, Cristo y el Cristianismo.

    A pesar de ser una persona bsicamente alegre y sociable, en su adolescencia alberg ideas suicidas. En el cristianismo termin encontrando la respuesta a los dilemas y a las paradojas que vea en la vida, con lo cual, habiendo sido bautizado anglicano al nacer y luego de pasar por etapas de atesmo y agnosticismo, termin abrazando y defendiendo con conviccin la fe de la Iglesia Catlica.

    Chesterton falleci el 14 de Junio de 1936 en Beaconsfield, Buckinghamshire, Inglaterra.

    Haba publicado 69 libros y por lo menos otros diez fueron publicados, basados en sus escritos, luego de su muerte.

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    Prlogo

    Herejes es Chesterton del mejor, pero se trata de una de sus primeras obras, y ha sido injustamente olvidada. Sin embargo, desde el primer momento se gan un lugar en los corazones de una selecta minora. R. H. Benson no tard en escribir: Ha ledo usted pregunt a un crtico en 1905 un libro de G. K. Chesterton titulado Herejes? Si no lo ha hecho, hgalo y dgame qu le parece. En mi opinin, el espritu que subyace en l es esplndido. No se trata de un autor catlico, pero el espritu Haca tanto tiempo que nada me conmova tanto . . . Se trata de un autntico mstico, a su modo .

    Rebosante de su caracterstico e incisivo ingenio y de un bro esplndido, en la obra el autor analiza con precisin de bistur las falacias del pensamiento moderno ejemplificadas en los principales escritores de su poca, muchos de los cuales se cuentan, de hecho, entre los grandes nombres del siglo: Nietzsche, Shaw, Yeats, Kipling, Ibsen, H. G. Wells, y muchos otros, todos sometidos al implacable examen de Chesterton. El humor tolerante que ste derrocha a expensas de sus criticados no resulta ofensivo, y constituye, por el contrario, fuente de inagotable delicia. Veamos, a modo de ejemplo, lo que dice sobre la religin de la humanidad:

    Y no es nada sensato atacar la doctrina de la Trinidad y considerarla parte de un misticismo desconcertante, y acto seguido pedir a los hombres que adoren a un ser que es noventa millones de personas en un solo Dios, sin confundir las personas ni dividir la sustancia.

    La imagen resulta a la vez risible y precisa, y sin embargo en ella no aparece ni rastro de malicia o de desprecio, lo que tal vez nos ofrece una pista sobre por qu, en toda una vida dedicada a la polmica y a los debates sobre los temas ms delicados, Chesterton no se granje prcticamente un solo enemigo.

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    A pesar de ello, Herejes es una declaracin de guerra contra las locas ideologas de la poca dictadas por el apstol del sentido comn y, como tal, suscit cierta oposicin. Fue, en gran medida, el deseo de responder a la oposicin provocada lo que llev a Chesterton a defender sus posiciones en su incomparable credo, es decir, en su obra Ortodoxia, que de manera bastante injusta ha llegado a eclipsar el presente volumen, tal vez a causa de la proximidad en el tiempo de ambas publicaciones y de la coincidencia de temas. Se trata de algo injusto, digo, tanto porque el impulso que mueve Herejes es esencialmente distinto, como porque se trata de un tesoro lleno de cosas maravillosas. El captulo De ciertos escritores modernos y la institucin de la familia, por ejemplo, se encuentra, segn algunos crticos, entre los textos ms valiosos jams escritos por el autor.

    En sus Essays on His Own Times [Ensayos sobre sus propios tiempos], Coleridge afirma:

    En todo Estado no del todo brbaro debe existir una filosofa, buena o mala. Por escasa que sea la tendencia a hablar de la especulacin y la teora entendidas como opuestas (tonta y absurdamente opuestas) a la prctica, no resultara difcil demostrar que as como es el espritu existente de la especulacin, as ser el espritu y el tono de la religin, la legislacin y la moral, y no slo ellas, sino tambin las bellas artes, los modos y las modas.

    Todo esto no es menos cierto porque la mayora de los hombres viva como los murcilagos, es decir, en la penumbra del anochecer, y conozca la filosofa de su tiempo slo a travs de sus reflejos y refracciones.

    Al filsofo poltico estadounidense Russell Kirk, catlico converso, le gustaba tanto esta afirmacin que la us como epgrafe de su obra ms clebre, The Conservative Mind [La mente conservadora]. En muchos aspectos, servira de admirable prefacio al presente volumen.

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    Chesterton no se habra definido a s mismo como conservador. Y, sin duda, como hemos visto, cuando escribi Herejes todava no se haba convertido al catolicismo. Con todo, fue un defensor infatigable de lo permanente, y quizs por ello termin hallando su hogar en algo tan permanente como la Iglesia Catlica.

    Robert Asch

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    A mi padre

    I. Comentarios introductorios sobre la

    importancia de la ortodoxia

    Curiosamente, nada expresa mejor el enorme y silencioso mal de la sociedad moderna que el uso extraordinario que hoy da se hace de la palabra ortodoxo.

    Antes, el hereje se enorgulleca de no serlo. Herejes eran los reinos del mundo, la polica y los jueces. l era ortodoxo.

    l no se enorgulleca por haberse rebelado contra ellos; eran ellos quienes se haban rebelado contra l. Los ejrcitos con su cruel seguridad, los reyes con sus fros rostros, los decorosos procesos del Estado, los razonables procesos de la ley; todos ellos, como corderos, se haban extraviado. El hombre se enorgulleca de ser ortodoxo, de estar en lo cierto. Si se plantaba solo en medio de un erial ululante era algo ms que un hombre; era una iglesia. l era el centro del universo; a su alrededor giraban los astros. Ni todas las torturas sacadas de olvidados infiernos lograban que admitiera que era un hereje. Pero unas pocas frases modernas le han llevado a jactarse de ello. Hoy, entre risas conscientes, afirma: Supongo que soy muy hereje; y se vuelve, esperando recibir el aplauso. La palabra hereja ya no slo no significa estar equivocado: prcticamente ha pasado a significar tener la mente despejada y ser valiente.

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    Ello slo puede indicar una cosa: que a la gente le importa muy poco tener razn filosfica. Pues sin duda un hombre debera preferir confesarse loco antes que hereje. El bohemio, con su corbata roja, debera defender a capa y espada su ortodoxia. El terrorista, al poner una bomba, debera sentir que, sea o no otra cosa, al menos es ortodoxo.

    Por lo general, resulta una necedad que un filsofo prenda fuego a otro en el mercado de Smithfield 1 por estar en desacuerdo con sus teoras sobre el universo. Eso se haca con frecuencia en el ltimo periodo de decadencia de la Edad Media, y se erraba por completo en el objetivo. Pero hay algo infinitamente ms absurdo y poco prctico que quemar a un hombre por su filosofa, y es el hbito de asegurar que su filosofa no importa, algo que se practica universalmente en el siglo XX, en la decadencia del gran perodo revolucionario. Las teoras generales se condenan en todas partes: la doctrina de los derechos del hombre se contrapone a la doctrina de la cada del hombre. El propio atesmo nos resulta demasiado teolgico hoy da. La revolucin misma es demasiado sistemtica; la libertad misma, demasiado restrictiva.

    No deseamos generalizaciones. Bernard Shaw lo ha expresado en un epigrama perfecto: La regla de oro es que no hay regla de oro. Cada vez ms nos ocupamos de los detalles en el arte, la poltica, la literatura.

    Importa la opinin de un hombre sobre los tranvas, sobre Botticelli. Pero su opinin sobre el todo no importa.

    1 Smithfield es un rea de la ciudad de Londres ubicada en la parte noroeste de la ciudad. Se la conoce principalmente por su centenario Mercado de Carnes, el nico mercado mayorista histrico que subiste en Londres central. Durante siglos fue el principal sitio para las ejecuciones pblicas de herejes y disidentes. En 1305 fue ejecutado all en noble escocs William Wallace. El mercado fue utilizado como lugar de reunin durante la Revuelta de los Campesinos en 1381 y el lder de esa revuelta, Wat Tyler fue muerto all. Tambin catlicos y anabaptistas fueron ejecutados en Smithfield como consecuencia de los cambios en la religin de la Corona desde Enrique VIII. Cerca de cinuenta protestantes y reformadores religiosos fueron ejecutados all durante el reinado de Mara I entre 1553 y 1558.

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    Puede mirar a su alrededor y explorar un milln de objetos, pero no debe, bajo ningn concepto, dar con ese objeto extrao, el universo, pues si lo hace tendr una religin, y se perder. Todo importa, excepto el todo.

    Apenas hacen falta ejemplos de esta total levedad en relacin con el tema de la filosofa csmica. Apenas hacen falta ejemplos para constatar que, sea lo que sea lo que creemos que afecta los asuntos de ndole prctica, no creemos que importe que un hombre sea pesimista u optimista, cartesiano o hegeliano, materialista o espiritualista.

    Permtanme, no obstante, escoger un caso al azar. En torno a cualquier mesa inocente, tomando un t, es fcil or a un hombre decir: La vida no vale la pena. Lo aceptamos como quien acepta la afirmacin de que el da es soleado. Nadie piensa que eso pueda repercutir gravemente en el hombre o en el mundo. Y, sin embargo, si esas palabras fueran ciertas, el mundo se pondra patas para arriba. A los asesinos les concederan medallas por librar a los hombres de la vida, a los bomberos se los denunciara por impedir la muerte; los venenos se usaran como medicinas; se llamara a los mdicos cuando la gente se sintiera bien, las sociedades filantrpicas seran erradicadas como hordas de asesinos.

    Y, sin embargo, nunca especulamos sobre si ese pesimista fortalece o desorganiza la sociedad, pues estamos convencidos de que las teoras no importan.

    Esa no era precisamente la idea de quienes nos introdujeron a la libertad. Cuando los viejos liberales suprimieron las mordazas de todas las herejas, su idea era que, de ese modo, pudieran producirse descubrimientos religiosos y filosficos. Para ellos, la verdad csmica era tan importante que todos debamos poder aportar nuestro testimonio independiente. La idea moderna, por el contrario, es que la verdad csmica importa tan poco que nada de lo que alguien diga sobre ella es relevante. Aqullos liberaron la investigacin como quien libera a un perro noble; stos la liberan como quien devuelve

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    al mar un pez incomestible. Jams ha habido tan poco debate sobre la naturaleza del hombre como ahora, cuando precisamente, por primera vez, todos pueden debatir sobre ella. Las viejas restricciones implicaban que slo a los ortodoxos se les permita abordar el tema de la religin. La libertad moderna implica que a nadie le est permitido abordarlo. El buen gusto, la ltima y ms vil de las supersticiones humanas, ha logrado silenciarnos all donde el resto haba fracasado.

    Hace sesenta aos era de mal gusto ser ateo reconocido.

    Luego llegaron los seguidores de Bradlaugh, 2 los ltimos hombres religiosos, los ltimos para quienes Dios era importante. Pero no pudieron hacer nada; hoy sigue siendo de mal gusto ser un ateo declarado. Pero su agona slo ha conseguido que hoy sea tambin de mal gusto ser un cristiano declarado. La emancipacin slo ha logrado encerrar al santo en la misma torre de silencio que ocupaba el heresiarca. Y entonces hablamos de lord Anglesey 3 y del tiempo, y decimos que sa es la absoluta libertad de los credos.

    Con todo, hay personas entre las que me cuento que creen que lo ms prctico e importante de los hombres sigue siendo su concepcin del universo. Creemos que para la propietaria de una casa de huspedes que est pensando en aceptar a un nuevo inquilino es importante conocer sus ingresos, pero ms importante an es conocer su filosofa. Creemos que para un general a punto de luchar contra el enemigo es importante conocer la filosofa de dicho enemigo. Creemos que la cuestin no es si la teora del cosmos influye sobre las cosas, sino si, a largo plazo, hay alguna otra cosa que influya sobre ellas. En el siglo XV, los hombres interrogaban y

    2 Charles Bradlaugh (1833/1891): activista poltico y uno de los ateos ingleses ms famosos del Siglo XIX. Fund la National Secular Society (Sociedad Nacional Secular) en 1866 en la cual la tesofa Annie Bessant colabor estrechamente con l. En 1876 publicaron conjuntamente un panfleto promoviendo el control de la natalidad.

    3 Henry Paget, marqus de Anglesey (1768-1854): Militar y poltico ingls, hroe de la batalla de Waterloo.

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    torturaban a otros por predicar actitudes inmorales; en el siglo XIX, jaleamos y elogiamos a Oscar Wilde 4 por predicar esa misma actitud, y despus le rompimos el corazn al condenarlo por llevarla a la prctica. Tal vez pueda cuestionarse cul de los dos mtodos resulta ms cruel, pero no cul resulta ms descabellado. La poca de la Inquisicin, por lo menos, no vivi la vergenza de crear una sociedad que convirti en dolo a un hombre por predicar las mismas cosas por cuya prctica le condenaron.

    Hoy, en nuestro tiempo, la filosofa o la religin, es decir, nuestra teora sobre las cosas ms elevadas, ha sido expulsada, ms o menos simultneamente, de dos de los campos que ocupaba. Los ideales generales dominaban la literatura. Y han sido expulsadas de ella al grito de el arte por el arte. Las ideas generales tambin dominaban la poltica. Y han sido expulsados de ella en aras de la eficiencia, al grito de lo que podra traducirse libremente por la poltica por la poltica.

    Con gran persistencia, a lo largo de los ltimos veinte aos, los ideales de orden y libertad han menguado en nuestros libros; la ambicin de ser ingeniosos y elocuentes ha disminuido en nuestros parlamentos. La literatura se ha vuelto deliberadamente menos poltica; la poltica se ha vuelto deliberadamente menos literaria.

    Y as, las teoras generales sobre la relacin que existe entre las cosas han desaparecido de ambas. Y estamos en posicin de preguntar: Qu hemos ganado o perdido con esta desaparicin? Es mejor la literatura, es mejor la poltica, tras haber descartado al moralista y al filsofo?.

    4 Oscar Wilde (18541900): escritor y poeta irlands. Se lo recuerda principalmente por sus obras El retrato de Dorian Grey, La importancia de llamarse Ernesto y sus epigramas. Fue condenado a prisin por homosexual prcticamente en la cspide de su fama. Al salir de prisin se dirigi a Francia de donde nuca ms retorn. Falleci en Paris, a los 46 aos, en medio de la pobreza.

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    Cuando todo lo relacionado con un pueblo se vuelve dbil e ineficaz, se empieza a hablar de eficacia. Lo mismo sucede cuando el cuerpo de un hombre zozobra; entonces ese hombre, por primera vez, empieza a hablar de salud. Los organismos vigorosos no hablan de sus procesos sino de sus metas. No puede haber mejor prueba de la eficacia fsica de un hombre que cuando habla alegremente de un viaje al fin del mundo. Y no puede haber mejor prueba de la eficacia prctica de una nacin que cuando habla constantemente de un viaje al fin del mundo, un viaje al Da del Juicio y a la Nueva Jerusaln. No hay mayor seal de absoluta salud material que la tendencia a perseguir alocados ideales; es durante la primera exuberancia de la niez cuando pedimos la luna. Ninguno de los hombres fuertes de las eras fuertes habra comprendido el significado de trabajar para la eficacia. Hildebrand 5 no habra dicho que trabajaba para la eficacia, sino para la Iglesia catlica.

    Danton 6 no habra dicho que trabajaba para la eficacia, sino para la libertad, la igualdad y la fraternidad. Incluso si el ideal de esos hombres era, simplemente, echar escaleras abajo a otros hombres de un puntapi, pensaban en las metas, como hombres, y no en los procesos, como paralticos. No decan: Elevando con eficacia mi pierna derecha, usando, como constatar, los msculos del muslo y la pantorrilla, que se hallan en perfecto estado, yo.... Ellos sentan las cosas de otro modo. Se hallaban tan impregnados de la hermosa visin del hombre a los pies de una escalera, que en ese xtasis el resto segua como un destello. En la prctica, el hbito de generalizar e idealizar no significaba en absoluto sucumbir a una debilidad mundana. La poca de las grandes teoras fue poca de grandes resultados. En la era del sentimiento y las buenas palabras, a finales

    5 Hildebrand: Personaje de las leyendas germnicas, asociado al ciclo de leyendas de Teodorico el Grande. Figura en tres famosos cantos: el Hildebrandslied, el Niebelungenlied y en la antigua cancin nrdica La muerte de Hildebrand.

    6 George Jacques Danton (1759-1794): Figura destacada de la Revolucin Francesa. Luego de desempear varios cargos en el gobierno revolucionario termin guillotinado el 30 de marzo de 1794.

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    del siglo XVIII, los hombres eran en realidad robustos y eficaces. Quienes vencieron a Napolen eran unos sentimentales.

    Los cnicos no atraparan ni a De Wet. 7 Hace cien aos eran los retricos quienes diriman, triunfantes, nuestros asuntos, para bien o para mal. Ahora, a nuestros asuntos los embrollan, irremedia-blemente, los hombres fuertes y silenciosos. Y del mismo modo en que ese repudio a las grandes palabras y las grandes visiones ha generado una raza de hombres de escasa talla en poltica, tambin ha alumbrado una raza de hombres de escasa talla en las artes. Nuestros polticos modernos se abrogan la licencia colosal de un csar y un superhombre; defienden que son demasiado prcticos para ser puros, y demasiado patriticos para ser morales; pero el resultado de todo ello es que un mediocre llega a ministro de Economa. Nuestros nuevos filsofos artsticos exigen la misma licencia moral, una libertad para destrozar cielo y tierra con su energa; pero el resultado de todo ello es que un mediocre llega a poeta laureado. No digo que no existan hombres ms fuertes que stos, pero dira alguien que existen hombres ms fuertes que aqullos de la antigedad, dominados por su filosofa y comprometidos con su religin? Puede discutirse si el compromiso es mejor que la libertad.

    Pero a cualquiera le resultara difcil negar que su compromiso dio ms frutos que nuestra libertad.

    La teora de la inmoralidad del arte se ha establecido con firmeza entre las clases estrictamente artsticas. Tienen libertad para producir lo que se les antoje. Tienen libertad para escribir un

    7 Christiaan Rudolf de Wet (1854-1922): General ber, lder rebelde y poltico. Particip en la batalla de la Montaa de Majuba en la que los bers vencieron a los britnicos, lo cual condujo finalmente al restablecimiento de la independencia de la Repblica de Transvaal. La Guerra Boer se extendi de 1899 a 1902 entre el Imperio Britnico y los colonos africanos de origen holands de dos repblicas: la Repblica de frica del Sur (Repblica de Transvaal) y el Estado Libre de Orange. Al final, la guerra culmin con la victoria de los britnicos y la anexin de ambas repblicas al Imperio Britnico en 1910, incoporadas a la Unin Sudafricana.

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    Paraso Perdido 8 en el que Satn venza sobre Dios. Tienen libertad para escribir una Divina Comedia 9 en la que el cielo se halle bajo el suelo del infierno. Y qu han hecho? Han producido, en su universalidad, algo ms grande y ms hermoso que las palabras pronunciadas por el aguerrido catlico gibelino, por el rgido maestro de escuela puritano? Sabemos que slo han creado unas pocas redondillas. Milton 10 no slo los supera en devocin, los supera tambin en su propia irreverencia. En todos sus librillos de poemas no hallarn un mejor desafo a Dios que el que pronuncia Satn. Ni encontrarn un sentimiento de paganismo tan imponente como el que sinti aquel fiero cristiano que Farinata 11 describi irguiendo mucho la cabeza en desdn del infierno. Y la razn es obvia. La blasfemia es un efecto artstico, porque depende de una conviccin filosfica. La blasfemia depende de la creencia, y se desvanece con ella. Si alguien lo duda, que se ponga y que trate de elaborar ideas blasfemas sobre Thor. 12 Creo que, al final del da, su familia lo hallar en un estado de cierto agotamiento.

    As pues, ni en el mundo de la poltica ni en el de la literatura, el rechazo a las teoras generales ha demostrado ser un xito. Tal vez hayan existido muchos ideales descabellados y engaosos que, de vez en cuando, han desconcertado a la humanidad. Pero no ha existido, sin duda, un ideal en la prctica ms descabellado y engaoso que el ideal de la practicidad. Con nada se han perdido ms oportunidades

    8 Poema pico del Siglo XVII escrito por John Milton (1608-1674). El poema se refiere a la hitoria bblica de la Cada del Hombre, la tentacin de Adn y Eva por parte del ngel cado Satn y la expulsin de ambos del Jardn de Edn.

    9 Poema escrito por Dante Alighieri que presenta una visin alegrica de la vida ms all de la muerte. Est considerada como una de las mayores obras de la literatura mundial.

    10 John Milton (1608-1674): poeta y literato ingls. Fue funcionario pblico bajo Cromwell.

    11 Farinata degli Uberti (? - 1264). - De nombre real, Manente degli Uberti, fue un aristcrata y militar italiano considerado hereje por algunos de sus contemporneos. Se lo recuerda mayormente porque figura en el Infierno de la Divina Comedia de Dante.

    12 Thor: En la mitologa nrdica, Thor es un dios portador de un martillo, asociado con el trueno, los rayos, las tormentas, el vigor y la proteccin de la humanidad.

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    que con el oportunismo de lord Rosebery. 13 l es, ciertamente, un smbolo viviente de esta poca: el hombre que es, en teora, un hombre prctico, y en la prctica resulta menos prctico que un terico.

    Nada en el universo resulta menos sensato que esa veneracin por la sabidura mundana. Un hombre que no deja de pensar en si sta o aquella raza es fuerte; en si sa o aquella causa resultan prometedoras. Es el hombre que jams creer en nada el tiempo suficiente como para que se imponga aquello en lo que cree. El poltico oportunista es como el hombre que deja de jugar al billar porque le han ganado al billar, que deja de jugar al golf porque le han ganado al golf. No hay nada que debilite ms, a los efectos de algo que funcione, que esa inmensa importancia que se le otorga a la victoria inmediata. No hay nada que fracase tanto como el xito.

    Habiendo descubierto que el oportunismo fracasa, me he sentido inclinado a estudiarlo con ms detenimiento y, al hacerlo, he visto que no puede ser de otro modo. Percibo que es mucho ms prctico empezar por el principio y discutir teoras. Veo que los hombres que se mataron por la ortodoxia del homoousion 14 eran mucho ms sensatos que quienes discuten sobre la Ley de Educacin. Pues los dogmticos cristianos trataban de establecer un reino de santidad y de definir, en primer lugar, qu era lo realmente sagrado. Pero nuestros modernos pedagogos tratan de establecer una libertad religiosa sin determinar antes qu es religin y qu es libertad. Si los antiguos sacerdotes forzaban a la humanidad a comulgar con un

    13 Archibald Philip Primrose, 5 conde de Rosebery (1847-1929): poltico liberal-imperialista ingls. Fue primer ministro (1894-1895). Se cas con Hannah de Rothschild, la heredera de Mayer Amschel de Rothshild, el 4 y ms joven hijo de Nathan Mayer Rothschild (1777-1836).

    14 )- Homoousion: del griego antiguo homos = igual y ousa = esencia, ser. Trmino tcnico empleado en la discusin teolgica acerca de la Trinidad. El Credo de Nicea define a Jess como homoosios con Dios Padre; esto es: como de "la misma substancia" y como igualmente Dios. En latn se lo traduce por "consubstantialis". Se opone a la nocin de homoious del griego hmoios = similar (como opuesto a homos = igual) con lo que a veces se ha ironizado sobre que los telogos se pelearan por una simple "i".

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    juicio, al menos, previamente, se tomaban la molestia de acotarlo. Perseguir a causa de una doctrina sin siquiera estipularla es algo que ha quedado para las turbas modernas de anglicanos e inconformistas.

    Por estas razones, y muchas ms, yo, concretamente, he llegado a creer en el regreso a lo fundamental. Esa es la idea general de esta obra. Deseo discutir con mis ms distinguidos contemporneos, no slo personalmente o de un modo meramente literario, sino en relacin con el cuerpo real de la doctrina que ensean. A m no me interesa Rudyard Kipling 15 como prolfico artista o personalidad vigorosa; a m me interesa como hereje, es decir, como hombre cuya visin de las cosas tiene la osada de diferir de la ma. No me interesa Bernard Shaw 16 como uno de los hombres vivos ms brillantes y ms sinceros; a m me interesa como hereje, es decir, como hombre cuya filosofa es bastante slida, bastante coherente, y bastante equivocada. Regreso a los mtodos doctrinales del siglo XIII, inspirado en la confianza general de lograr algo.

    Supongamos que en la calle se produce una conmocin general por algo, digamos que por una farola de gas, con la que muchas personas influyentes pretenden acabar. Un monje de hbito gris, que es el espritu de la Edad Media, es convocado para que d su opinin, y 15 Rudyard Kipling (1865-1936): cuentista, poeta y novelista ingls. Se lo considera como uno de los mayores innovadores en el rea del cuento corto. Premio Nbel de Literatura en 1907 fue el primer escritor ingls en recibir dicho premio. George Orwell lo llam "el profeta del imperialismo britnico" principalmente por sus relatos acerca de la India Britnica y su defensa de los intereses britnicos en todo el mundo. Probablemente su obra ms conocida es El Libro de la Selva en el cual hay tres historias acerca de "Mowgli", un beb abandonado que es criado por lobos en la selva de la India.

    16 George Bernard Shaw (1856-1950): dramaturco irlands, co-fundador de la London School of Economics. Casi todas sus obras se refieren a los principales problemas sociales de su tiempo, aunque impregnadas por un exquisito sentido del humor. Los temas principales incluyen educacin, matrimonio, religin, gobierno, salud y privilegios de clase. Ferviente socialista, Shaw escribi muchos ensayos y discursos para la Sociedad Fabiana. No obstante admirarse y respetarse mutuamente, Shaw y Chesterton mantuvieron mltiples y acalorados debates. A la muerte de Chesterton, Shaw lament el fallecimiento en una conmovedora carta dirigida a la viuda de Chesterton. Shaw recibi el Premio Nobel de Literatura en 1925. (Ver ms adelante, el Captulo IV de este libro)

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    empieza por decir, a la manera ardua de los escolsticos: Consideremos en primer lugar, hermanos mos, el valor de la luz; si la luz, en s misma, es buena.... Llegado a este punto, la gente, en cierta forma comprensiblemente, lo derriba. Todos corren a la farola y, en diez minutos, la farola ha sido derribada. Y todos se congratulan por su nada medieval practicidad.

    Pero con el tiempo se ve que las cosas no resultan tan fciles. Hay gente que ha derribado la farola porque quera instalar luz elctrica; otros porque prefieren las viejas, de hierro; otros porque desean que reine la oscuridad para que no se vean sus malas acciones. Algunos creen que no basta con derribar una farola; otros, que ya es demasiado; algunos han actuado porque queran destruir las instalaciones municipales; otros, porque queran destruir algo. Y en medio de las tinieblas estalla la guerra, y nadie sabe contra quin lucha. De modo que, gradual e inevitablemente, hoy, maana, pasado, regresa la conviccin de que el monje, al fin y al cabo, tena razn y que todo depende de qu es la filosofa de la luz. La diferencia es que lo que podramos haber discutido a la luz de la farola de gas, ahora nos vemos obligados a discutirlo a oscuras.

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    II. Del espritu negativo

    Mucho se ha dicho, y con razn, de lo enfermizo de la vida monacal, de la histeria que con frecuencia se asocia a las visiones de eremitas o monjas. Pero no olvidemos que esa religin visionaria es, en cierto sentido, necesariamente ms completa que nuestra moderna y razonable moralidad. Y lo es porque toma en cuenta la idea del xito o del triunfo en la desesperada batalla hacia el ideal tico, porque considera lo que Stevenson 17 llamaba con su habitual y pasmosa facilidad de palabra la batalla perdida de la virtud. Una moralidad moderna, por otra parte, slo puede sealar con absoluta conviccin los horrores siguen al quebrantamiento de la ley; su nica certeza es una certeza de lo malo. Slo puede sealar las imperfecciones. No tiene una perfeccin para sealar. Pero el monje que medita sobre Cristo, o sobre Buda, tiene en su mente una imagen de salud perfecta, algo de colores vivos y aire limpio.

    Tal vez contemple ese ideal de plenitud mucho ms de lo que debiera; tal vez lo contemple hasta olvidarse o hasta excluir otras cosas; tal vez lo contemple hasta convertirse en soador o en charlatn; pero, aun as, lo que contempla es plenitud y es felicidad. Tal vez se vuelva loco; pero se vuelve loco por el amor a la cordura.

    Por el contrario, el estudiante moderno de tica, incluso si se mantiene cuerdo, permanece sano por un insano temor a la locura.

    17 Robert L. B. Stevenson (1850-1894): novelista, poeta y ensayista escocs. Sus obras ms conocidas son La Isla del Tesoro y El Extrao Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Chesteron dijo de l que "pareca escoger la palabra adecuada en la punta de su pluma de la misma manera en que un hombre que juega a los palitos chinos".

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    El anacoreta que se revuelca sobre las piedras en su trance de sumisin es, fundamentalmente, una persona ms sana que muchos de esos hombres sensatos que, tocados con sombrero de seda, caminan por Cheapside. 18

    Pues muchos de ellos son buenos slo a travs de un desvado conocimiento del mal. No defiendo en este momento, para el devoto, nada ms que esa ventaja primaria: que, aunque personalmente se est debilitando y convirtindose en alguien pattico, sigue anclando sus pensamientos, en gran medida, en una fuerza y en una felicidad gigantescas; en una fuerza que carece de lmites y en una felicidad sin fin. Sin duda, existen otras objeciones que pueden hacerse, no sin razn, contra la influencia de dioses y visiones en la moral, ya sea en las celdas o en las calles. Pero esa ventaja, la moral mstica la tendr siempre, siempre ser ms alegre. Un joven puede mantenerse alejado del vicio pensando sin cesar en la enfermedad. Tambin puede mantenerse alejado de l pensando continuamente en la Virgen Mara. Se puede cuestionar cul de los dos mtodos resulta ms razonable, e incluso cul de los dos es ms eficaz. Pero de lo que no puede ponerse en duda es cul resulta ms pleno.

    Recuerdo un panfleto escrito por G. W. Foote, 19 aquel seglar capaz y sincero, que contena una frase que simbolizaba y divida esos dos mtodos con gran agudeza.

    El panfleto en cuestin llevaba por ttulo La cerveza y la Biblia, ambas cosas muy nobles, y ms an al relacionarlas de un modo que el seor Foote, a su manera seria, de viejo puritano, pareca considerar sardnica, pero que, lo confieso, a m me resulta apropiado y encantador. No tengo a mano la obra, pero recuerdo que el seor Foote rechazaba con desprecio todo intento de tratar el problema de la bebida a travs de oficios e intercesiones religiosas y

    18 Calle de la City de Londres, el histrico y moderno centro financiero de la ciudad.

    19 George William Foote (1850 -1915): editor y periodista britnico. Miembro del movimiento secular, librepensador y republicano de su poca.

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    afirmaba que la imagen del hgado de un borracho resultara ms eficaz para lograr la moderacin que cualquier oracin o alabanza. En esas afirmaciones pintorescas se halla encarnada, a mi parecer, la incurable enfermedad de la tica moderna.

    En ese templo las luces son tenues, la multitud se arrodilla, se elevan himnos solemnes. Pero lo que se halla sobre el altar, aquello ante lo cual todos los hombres se arrodillan, ya no es la carne perfecta, el cuerpo y la sustancia del hombre perfecto. Sigue siendo carne, s, pero est enferma. Es el hgado de borracho del Nuevo Testamento lo que se daa ante nosotros, lo que tomamos en recuerdo suyo.

    Hoy, es ese gran hueco en la tica moderna, esa ausencia de imgenes vvidas de pureza y triunfo espiritual, lo que subyace en el fondo de la objecin real que muchos hombres sensatos plantean a la literatura realista del siglo XIX. Si algn hombre corriente afirmara alguna vez que le horrorizan los temas que abordan Ibsen 20 o Maupassant, 21 o el lenguaje llano en que se expresan, ese hombre corriente mentira. La conversacin media del hombre medio, a lo largo y ancho de la civilizacin moderna, en todas las clases y en todos los ambientes, es de tal calibre que ni Zola 22 se atrevera a darla a la imprenta. Tampoco el hbito de escribir as sobre esos temas es nuevo. Al contrario, son la mojigatera victoriana y su silencio los que todava resultan novedosos, aunque ya estn muriendo. La tradicin de llamar a las cosas por su nombre se inicia muy pronto en nuestra literatura, y prosigue hasta fecha reciente.

    20 Henrik Johan Ibsen (1828 1906): dramaturgo noruego, director teatral y poeta. Frecuentemente mencionado como el padre del realismo y uno de los fundadores del modernismo en el teatro. Autor, entre otras obras, de Casa de Muecas y Peer Gynt.

    21 Henri R. A. Guy de Maupassant (1850 1893): escritor francs, precursor del cuento corto moderno. Sus historias se caracterizan por una economa de estilo y finales elegantes.

    22 mile Zola: (18401902): escritor francs de la escuela naturalista. Fue una figura mayor en la defensa de Alfred Dreyfus acusado de espionaje con su clebre J'accuse (Yo acuso), una carta abierta publicada en el diario L'Aurore en la que acusa al gobierno francs de antisemitismo.

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    Pero lo cierto es que al hombre sincero, corriente, por vago que sea el relato que haya hecho de sus sentimientos, no le disgusta ni le enoja el descaro de los modernos.

    Lo que le disgusta, y con razn, no es la presencia de un realismo claro, sino la ausencia de un idealismo claro. El sentimiento religioso autntico y fuerte nunca ha puesto ninguna objecin al realismo; por el contrario, la religin era la realista, la brutal, la que deca las cosas por su nombre. Esa es la gran diferencia entre algunos desarrollos recientes del inconformismo y el gran puritanismo del siglo XVII. Para los puritanos lo fundamental era que la decencia no les importaba lo ms mnimo.

    Los peridicos de los Inconformistas Modernos se distinguen por suprimir precisamente esos nombres y adjetivos que los fundadores del inconformismo dedicaban a los reyes y las reinas. Pero si era una exigencia principal de la religin que sta hablara abiertamente del mal, la principal exigencia de todas era que hablara abiertamente del bien. Lo que se echa en falta y yo creo que con razn , lo que ms se echa en falta en la gran literatura moderna, de la que Ibsen constituye un ejemplo, es que mientras el ojo que es capaz de percibir cules son las cosas malas alcanza una claridad cada vez ms sobrenatural y destructora, el ojo que ve las cosas buenas se enturbia ms y ms, hasta que la duda casi lo ciega por completo. Si comparamos, pongamos por caso, la moralidad de la Divina Comedia con la de los Espectros, de Ibsen, veremos lo que ha hecho en realidad la tica moderna. Nadie, supongo, acusar al autor del Infierno de mojigatera victoriana ni de optimismo podsnapiano. 23 Pero Dante 24 describe tres instrumentos morales: el Cielo, el Purgatorio y el Infierno; la visin de la perfeccin, la visin de la

    23 Referencia a Georgiana Podsnap, un personaje de la novela Our Mutual Friend (Nuestro Comn Amigo) de Charles Dickens (1812-1870). Se trata de una mujer muy protegida, tmida, confiada e ingenua de la que se aprovechan otros personajes insecrupulosos.

    24 Dante Alighieri, (1265?1321): clebre poeta italiano del Medioevo. Autor de La Divina Comedia que describe su viaje imaginario por el infierno, el purgatorio y el paraso.

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    superacin y la visin del fracaso. Ibsen slo cuenta con uno: el Infierno. Suele decirse, y con razn, que nadie puede leer una obra como Espectros y permaecer indiferente a la necesidad de un autocontrol tico. Eso es as, y lo mismo puede decirse de las descripciones ms monstruosas y materiales del fuego eterno. Es bastante cierto que realistas como Zola, en cierto sentido, defienden la moralidad; la defienden en el sentido en que la defiende el ahorcado, en el sentido en que la defiende el diablo. Pero slo inciden en esa pequea minora que acepta cualquier virtud del coraje. La mayora de la gente sana rechaza esos peligros morales como rechaza la posibilidad de bombas y microbios. Los realistas modernos son, sin duda, terroristas, lo mismo que dinamiteros; y fracasan igual en su esfuerzo por asustar.

    Tanto los realistas como los dinamiteros son personas bienintencionadas, comprometidas con su misin una misin a la larga obviamente intil de usar la ciencia para promover la moral.

    No deseo que el lector me tome, ni por un momento, por una de esas personas indefinidas que imaginan que Ibsen es lo que llaman un pesimista. Hay muchas personas ntegras en Ibsen, muchas personas buenas, muchas personas felices, muchos ejemplos de hombres que actan sabiamente, y de cosas que terminan bien. No es eso lo que quiero decir. Lo que quiero decir es que Ibsen tiene de principio a fin y no lo disimula una vaguedad y una actitud cambiante, as como una actitud vacilante hacia lo que es, realmente, la sabidura y la virtud en esta vida; una vaguedad que contrasta muy notablemente con la determinacin con la que se abalanza sobre lo que percibe como raz del mal, cierta convencin, cierto engao, cierta ignorancia. Sabemos que el hroe de Espectros est loco, y sabemos por qu lo est. Tambin sabemos que el doctor Stockman est cuerdo; pero no sabemos por qu. Ibsen no afirma saber de qu modo se alcanza la virtud y la felicidad, en el sentido en que s afirma saber cmo llegamos a nuestras tragedias sexuales modernas. Las obras de la falsedad propician el desastre en Los pilares de la

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    sociedad, pero las obras de la verdad propician ese mismo desastre en El pato salvaje.

    En el ibsenismo no existen virtudes cardinales. En Ibsen no hay hombre ideal. Todo esto no slo se admite, sino que se exhibe en el ms apasionado y profundo de los panegricos sobre Ibsen, The Quintessence of Ibsenism La quintaesencia del ibsenismo, de Bernard Shaw.

    Shaw resume las enseanzas de Ibsen en la frase: La regla de oro es que no hay regla de oro. A sus ojos, esa ausencia de ideal perdurable y positivo, esa ausencia de clave permanente para la virtud, es el gran mrito de Ibsen.

    No discuto aqu en profundidad si eso es as o no.

    Lo que pretendo sealar, con firmeza renovada, es que esa omisin, sea buena o mala, nos enfrenta cara a cara con el problema de una conciencia humana llena de imgenes muy definidas del mal, y sin imagen definida del bien. Para nosotros, en adelante, la luz debe ser la cosa oscura, la cosa de la que no podemos hablar. Para nosotros, como para los demonios de Milton en su Pandemonio , lo visible es la oscuridad. La humanidad, segn la religin, cay una vez, y al caer lleg al conocimiento del bien y el mal. Ahora hemos cado por segunda vez, pero en nosotros slo perdura el conocimiento del mal.

    Un gran derrumbamiento silencioso, un desengao inmenso y mudo, ha cado en nuestro tiempo sobre nuestra civilizacin occidental. Todas las edades anteriores han sudado y han sido crucificadas en su intento por comprender qu era realmente la vida recta, qu era, realmente, un buen hombre. Una parte definida del mundo moderno ha llegado a la incuestionable conclusin de que no existe respuesta a esas preguntas, de que lo ms que podemos hacer es colgar unos cuantos carteles en los lugares donde el peligro es ms obvio, para prevenir a los hombres, por ejemplo, contra los males de beber hasta la intoxicacin, o de ignorar la mera existencia de sus vecinos. Ibsen

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    es el primero en regresar de la infructuosa cacera trayndonos las nuevas de un gran fracaso.

    Todas y cada una de las modernas expresiones populares e ideales constituyen artimaas destinadas a minimizar el problema de lo que es el bien. Nos encanta hablar de libertad; y eso, hablar de ella, es un truco para evitar discutir sobre lo que es bueno. Nos encanta hablar del progreso, y eso es tambin un truco para evitar discutir sobre lo que es bueno. Nos encanta hablar de educacin, y eso es un truco para evitar discutir sobre lo que es bueno. El hombre moderno dice: Dejemos de lado todos esos criterios arbitrarios y abracemos la libertad. Eso, trasladado a la lgica, equivale a decir: No decidamos lo que es bueno, y sin embargo consideremos bueno no decidirlo. El hombre moderno dice: Abandona tus viejas frmulas morales. Yo soy partidario del progreso. Dicho en trminos lgicos, es como afirmar: No determinemos qu es bueno. En lugar de ello, determinemos si estamos obteniendo ms de lo bueno. El hombre moderno dice: Amigo mo, ni en la religin ni en la moral se encuentran las esperanzas de la raza, sino en la educacin. Esto, claramente expresado, equivale a: No podemos decidir lo que es bueno, pero ensemoselo a nuestros hijos.

    H. G. Wells, 25 ese hombre tan clarividente, ha sealado en una obra reciente que esto ha ocurrido en relacin con aspectos econmicos. Los viejos economistas, afirma, generalizaban y, al hacerlo (segn Wells), se equivocaban del todo. Pero los nuevos economistas parecen haber perdido la capacidad de plantear generalizaciones de cualquier clase. Y justifican esa incapacidad con la pretensin general de que son, en casos concretos, vistos como expertos, pretensin adecuada en el caso de un peluquero o un mdico de

    25 Herbert George Wells (18661946): escritor ingls. Incursion en varios gneros, incluyendo la novela, la historia, la poltica y el comentario social. Actualmente se lo recuerda por sus obras de ciencia ficcin como La Guerra de los Mundos, La Mquina del Tiempo, El Hombre Invisible y La Isla del Doctor Moreau. Se defini siempre como socialista siendo, por un tiempo, miembro de la Sociedad Fabiana. Su ideal poltico fue la creacin de un Estado Mundial cuyo surgimiento consideraba inevitable. (Ver el Captulo V de este libro).

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    moda, pero indecente cuando se trata de filsofos o de hombres de ciencia. Pero a pesar de la reconfortante racionalidad con la que el seor Wells seala esto, hay que decir tambin que l mismo ha cado en el mismo error moderno. En las pginas iniciales de ese libro excelente, Mankind in the Making [La Humanidad en Construccin ], rechaza los ideales del arte, la religin, la moral abstracta y el resto, y declara que va a considerar a los hombres en su funcin bsica, la funcin de la paternidad.

    Va a abordar la vida como un tejido de nacimientos . No va a preguntar qu producir santos o hroes satisfactorios, sino qu producir padres y madres satisfactorios. El autor lo plantea todo con tal sensatez que el lector tarda unos segundos en darse cuenta de que se trata de otro ejemplo de evitacin inconsciente.

    De qu sirve engendrar a un hombre si no se ha determinado qu tiene de bueno ser hombre? Al hacerlo, nos limitamos a traspasarle un problema que nosotros mismos no nos atrevemos a resolver. Es como si a un hombre le preguntaran: Para qu sirve un martillo?, y respondiera: Para hacer martillos; y cuando le preguntaran: Y esos martillos, para qu sirven?, l respondiera: Para hacer ms martillos. Del mismo modo en que, de esta forma, el hombre estara evitando constantemente la cuestin del uso ltimo de la carpintera, as Wells y todos los dems logramos evitar la cuestin del valor ltimo de la vida humana.

    El progreso, tema de conversacin general, constituye sin duda un caso extremo. Tal como se lo enuncia en la actualidad, el progreso es sencillamente un comparativo del que no hemos establecido el superlativo.

    Enfrentamos todo ideal de religin, patriotismo, belleza o placer bruto al ideal alternativo del progreso; es decir, comparamos toda propuesta de obtener algo sobre lo cual poseemos conocimientos con la propuesta alternativa de obtener mucho ms de algo que nadie sabe qu es. El progreso, correctamente entendido, tiene un sentido

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    sin duda serio y legtimo. Pero usado en oposicin a unos ideales morales precisos, se convierte en algo absurdo.

    No es cierto que el ideal de progreso deba oponerse al de finalidad tica o religiosa. Lo cierto es, precisamente, lo contrario. A nadie le servir usar la palabra progreso a menos que cuente con una creencia definida y con un cdigo de moral slido. Nadie puede ser progresista sin ser doctrinal; me atrevera casi a decir que nadie puede ser progresista sin ser infalible; en cualquier caso, no puede serlo sin creer en cierta infalibilidad.

    Pues el progreso, tal como se deduce de su mismo nombre, indica una direccin y en el instante en que sentimos la menor duda acerca de la direccin a seguir, vacilamos tambin y en el mismo grado acerca del progreso mismo. Tal vez nunca como ahora, desde el principio del mundo, se ha vivido una poca con menos derecho a pronunciar la palabra progreso. En el catlico siglo XII, en el filosfico siglo XVIII, la direccin podr haber sido buena o mala, los hombres podrn haber discrepado ms o menos sobre lo lejos que queran llegar y hacia dnde deseaban ir, pero, en general, estaban de acuerdo en la direccin y, por consiguiente, contaban con una sensacin genuina de progreso. Nosotros, en cambio, discrepamos precisamente sobre la direccin; si la excelencia futura pasa por ms leyes o menos leyes, por ms o menos libertades; si la propiedad acabar por concentrarse o por repartirse; si la pasin sexual alcanzar su mayor desarrollo en un intelectualismo casi virgen o en una libertad animal plena; si debemos amar a todo el mundo, con Tolstoi, 26 o si, con Nietzsche, 27 no hemos de salvar a nadie... Estas

    26 Leo Tolstoy (18281910): escritor, filsofo y pensador poltico ruso. Adscripto a la corriente de la "ficcin realista", sus novelas ms conocidas son La Guerra y la Paz y Ana Karenina. Al final de su vida, su interpretacin literal de la tica cristiana centrada en el Sermn de la Montaa lo convirti en un anarco-pacifista cristiano. Sus ideas acerca de la resistencia pacfica y la no-violencia influyeron en figuras como el Mahatma Ghandi.

    27 Friedrich Wilhelm Nietzsche (18441900): filsfo alemn. Escribi varios textos crticos sobre religin, moralidad, cultura contempornea y filosofa. Su estilo se caracteriza por la empleo de la metfora, la irona y el aforismo.

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    son las cosas sobre las que en realidad ms luchamos. No slo es cierto que la poca que menos ha determinado qu es el progreso sea la ms progresista. Es que la gente que menos ha determinado qu es el progreso resulta ser la ms progresista. A la masa corriente, a los hombres que nunca se han preocupado por el progreso, quizs podra encomendrsele ese progreso. Los individuos particulares que hablan de progreso saldran disparados en todas direcciones cuando se diera el pistoletazo de salida.

    No digo, por tanto, que la palabra progreso carezca de significado; lo que digo es que carece de significado sin la definicin previa de una doctrina moral, y que slo puede aplicarse a grupos de personas que comparten dicha doctrina. Progreso no es una palabra ilegtima, pero lgicamente resulta evidente que para nosotros s lo es. Se trata de una palabra sagrada, de una palabra que slo debera ser usada por estrictos creyentes, y en pocas de fe.

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    III. De Rudyard Kipling y el

    empequeecimiento del mundo

    No hay en el mundo un tema que no sea interesante; lo que hay son personas que carecen de inters. Nada se necesita ms que una defensa de los aburridos.

    Cuando Byron 28 divida a la humanidad entre los que aburren y los que se aburren, pas por alto que las ms altas cualidades concurren en quienes inspiran aburrimiento, mientras que las ms bajas concurren entre quienes lo sufren incluido Byron. El que aburre, con su iluminado entusiasmo, su felicidad solemne, puede, en cierto modo, resultar potico. El que se aburre resulta sin duda prosaico.

    Puede, qu duda cabe, resultarnos fastidioso contar todas las briznas de hierba o todas las hojas de un rbol. Pero no sera a causa de nuestro entusiasmo y alegra, sino a pesar de ellos. El que aburre emprendera la tarea, entusiasta y alegre, y hallara las briznas de hierba tan esplndidas como las espadas de un ejrcito. El que aburre es ms fuerte y ms feliz que nosotros; es un semidis. Mejor dicho, es un dios. Pues son los dioses los que no se cansan de la iteracin de las cosas. Para ellos la puesta de sol es siempre nueva, y la ltima rosa es tan roja como la primera.

    La sensacin de que todo es potico es algo slido y absoluto; no se trata meramente de un asunto de la fraseologa o de persuasin. No es simplemente verdadero, es demostrable. Tal vez los hombres

    28 George Gordon Byron (1788-1824): Comnmente conocido como Lord Byron fue un poeta ingls, lder del movimiento romntico de su poca. Se lo considera uno de los ms importantes poetas britnicos.

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    puedan sentirse desafiados a negarlo; los hombres pueden sentirse desafiados a mencionar algo que no sea objeto potico. Recuerdo que, hace mucho tiempo, un sensato editor vino a verme con un libro en la mano titulado El seor Smith, o La familia Smith, o algo por el estilo. Me dijo, ms o menos: De aqu seguro que no sacas ni una gota de tu maldito misticismo. Y debo admitir que no le decepcion.

    Pero su victoria fue demasiado evidente y fcil.

    En la mayora de los casos el nombre no es potico pero el hecho s lo es. En el caso de Smith, 29 el nombre resulta tan potico que estar a su altura debe de ser una tarea ardua y heroica para el hombre que lo lleva. El nombre de Smith es el nombre de un oficio que incluso los reyes respetaban, podra reclamar la mitad de la gloria de aquellas arma virumque que todos los picos aclamaron. El espritu de la fragua se encuentra tan cerca del espritu de la cancin que se ha mezclado con sta en un milln de poemas, y todo herrero es un herrero armonioso.

    Incluso los nios de pueblo sienten que, de algn modo impreciso, el herrero es potico del mismo modo en que el tendero y el zapatero remendn no lo son , cuando disfrutan viendo las chispas danzarinas y oyendo el ensordecedor golpeteo en la caverna de esa violencia creativa. El resultado bruto de la naturaleza, el apasionado ingenio del hombre, el ms duro de los metales de la Tierra, el ms curioso de sus elementos, el hierro inconquistable conquistado por su nico conquistador; la rueda y el arado, la espada y la maza de vapor, el despliegue de todos los ejrcitos y toda la leyenda de las armas; todas esas cosas se hallan escritas, brevemente, s, pero legiblemente, en la tarjeta de visita del seor Smith. Y sin embargo, nuestros novelistas llaman a sus hroes Aylmer Valence, que no significa nada, o Vernon Raymond, que no significa nada, cuando en su poder est concederles el sagrado nombre de Smith, ese apellido hecho de hierro y de fuego. Sera natural que cierto orgullo,

    29 Smith significa herrero en ingls.

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    cierta elevacin de cabeza, cierta elevacin del labio superior distinguieran a todos aquellos que se apellidan Smith. Y tal vez as sea. Yo confo en que as sea. Puede haber otros que sean recin llegados, pero los Smith no lo son. Desde los albores de la historia, ese clan ha partido a la batalla; sus trofeos se encuentran en todas las manos, su nombre est en todas partes. Es ms antiguo que el de las naciones, y su emblema es el martillo de Thor. Pero, como ya he dicho, este no suele ser el caso. Lo frecuente es que las cosas corrientes sean poticas; lo que no es frecuente es que lo sean los nombres corrientes. En la mayora de los casos lo que es un obstculo es el nombre. Mucha gente habla como si esto que defendemos es decir: que todas las cosas son poticas fuera una mera ocurrencia literaria, un juego de palabras.

    Pero es precisamente lo contrario. Lo literario, lo que es un mero producto de las palabras, es que haya cosas que no son poticas. El trmino garita de seales ferroviarias no es potico. Pero el objeto que describe no deja de serlo. Se trata de un lugar en el que unos hombres, vigilantes hasta el cansancio, encienden fuegos rojos como la sangre y verdes como el mar para alejar a otros hombres de la muerte. Esa es la descripcin simple y autntica de lo que es. La palabra buzn no es potica. Pero lo que esa palabra describe no deja de serlo: se trata de un lugar en el que amigos y amantes depositan sus mensajes, conscientes de que, una vez que lo han hecho, stos se vuelven sagrados, y no pueden ser tocados no slo por los dems sino incluso (toque religioso!) por ellos mismos. Ese cilindro rojo es uno de los ltimos templos. Enviar una carta y casarse se cuentan entre las pocas cosas que todava son del todo romnticas; pues para que algo sea enteramente romntico, debe ser irrevocable. Creemos que un buzn es prosaico porque no nos suscita ninguna rima. Creemos que es prosaico porque nunca lo hemos visto en un poema.

    Pero el hecho en s est de parte de la poesa. Su nombre es slo un nombre, pero se trata de un santuario de palabras humanas. Si alguien cree que el apellido Smith es prosaico, no es porque sea

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    prctico y sensato; es porque le afectan demasiado los refinamientos literarios.

    Ese nombre es poesa a gritos. Quien piense lo contrario es porque est empapado, calado hasta los huesos, de reminiscencias verbales, porque recuerda perfectamente las vietas del Punch 30 o del Comic Cuts 31 en las que el seor Smith est borracho o al seor Smith le incordian.

    Todas esas cosas nos llegan poticamente. Slo mediante un proceso largo y elaborado de esfuerzo literario las convertimos en prosaicas.

    Pues bien; lo primero y ms justo que debe decirse de Rudyard Kipling es que ha desempeado un papel fundamental en esa recuperacin de las provincias perdidas de la poesa. No le ha asustado el aire brutal y materialista que se aferra a las palabras; ha penetrado en la materia romntica e imaginativa de las cosas en s mismas. Ha percibido la importancia y la filosofa de las mquinas y del argot. El vapor puede ser, si quieren, un sucio producto de la ciencia. El argot puede ser, se lo concedo, un sucio subproducto del lenguaje. Pero al menos Kipling ha sido de los pocos que ha visto la paternidad divina de esas cosas, y sabe que donde hay humo hay fuego, es decir, que all donde se encuentran las cosas ms sucias, tambin se hallan las ms puras. Sobre todo, ha tenido algo que decir, una visin definida de las cosas que pronunciar, y ello siempre significa que un hombre es valiente y se enfrenta a todo. De momento contamos con una visin del universo, lo poseemos.

    El mensaje de Rudyard Kipling, aquel sobre el que realmente se ha concentrado, es lo nico de lo que merece la pena ocuparse, en su caso o en el de cualquier otro hombre. Con frecuencia ha escrito

    30 Punch: revista semanal britnica de humor y stira. Apareci en 1841 y se public hasta 1992. Intentaron revivirla en 1996 pero debi cerrar nuevamente en 2002.

    31 Comic Cuts: Revista de historietas britnica. Se public entre 1890 y 1953.

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    mala poesa, como Wordsworth. 32 Con frecuencia ha dicho estupideces, como Platn. Con frecuencia ha dado rienda suelta a la histeria poltica, como Gladstone. 33 Pero nadie puede dudar de su pretensin firme y sincera de decir algo, y la nica pregunta seria que puede formularse en este sentido es: Qu es lo que ha tratado de decir?.

    Tal vez el mejor modo de establecerlo con justicia sea empezar con el elemento sobre el que tanto l mismo como sus oponentes ms han insistido. Me refiero a su inters por el militarismo. Pero cuando vamos en busca de los verdaderos mritos de un hombre no es sensato recurrir a sus enemigos, y mucho menos an recurrir a l mismo.

    Bien. No hay duda de que Kipling se equivoca en su adoracin por el militarismo pero sus oponentes, por lo general, se equivocan tanto como l. El mal del militarismo no es que ensee a ciertos hombres a ser fieros, arrogantes y excesivamente belicosos; el mal del militarismo es que ensea a la mayora de los hombres a ser dciles, tmidos y excesivamente pacficos. El soldado profesional concentra cada vez ms poder, mientras el valor general de la comunidad mengua. As, la guardia pretoriana adquira cada vez ms importancia en Roma, mientras Roma se haca cada vez ms decadente y dbil.

    El hombre militar obtiene un poder civil proporcional a las virtudes militares que pierden los civiles. Y lo mismo que suceda en la antigua Roma sucede en la Europa contempornea. No ha existido

    32 William Wordsworth (1770 1850). Poeta romntico ingls. Junto con Samuel Taylor Coleridge contribuy a la "era romntica" en la literatura inglesa. Fue el Poeta Laureado de Inglaterra desde 1843 hasta su muerte en 1850.

    33 William Ewart Gladstone (18091898): poltico liberal britnico. Sirvi cuatro veces como primer ministro (1868/74, 1880/85, 1886 y 1892/94). Fue famoso por su oratoria, su religiosidad, su liberalismo, su rivalidad con Benjamin Disraeli as como por su difcil relacin con la reina Victoria quien una vez se quej de l diciendo: "Siempre se dirige a m como si yo fuese una asamblea pblica".

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    nunca una poca en que las naciones hayan sido ms militaristas que en sta. Y nunca ha habido una poca en que los hombres hayan sido menos valientes. En todas las pocas, en todas las picas, se ha cantado a las armas y al hombre.

    Pero nosotros hemos propiciado simultneamente el deterioro del hombre y la fantstica perfeccin de las armas. El militarismo demostr la decadencia de Roma, y demuestra la decadencia de Prusia.

    E, inconscientemente, Kipling lo ha demostrado, y lo ha hecho de modo admirable. Pues si su obra se lee con atencin se comprende que lo militar no aparece en modo alguno ni como lo ms importante ni como lo ms atractivo. Kipling no ha escrito tan bien de soldados como lo ha hecho de ferroviarios o de constructores de puentes, o incluso de periodistas. El hecho es que lo que atrae a Kipling sobre el militarismo no es la idea del valor, sino la de la disciplina. Existi mucho ms valor por metro cuadrado en la Edad Media, cuando ni un solo rey contaba con ejrcito permanente pero todos los hombres disponan de un arco o una espada.

    La fascinacin que los ejrcitos permanentes ejercen sobre Kipling no se debe al valor, que apenas le interesa, sino a la disciplina, que es, en definitiva, su tema principal. El ejrcito moderno no es un milagro de valenta; no dispone de suficientes oportunidades a causa de la cobarda de todos los dems. Pero s es un milagro de organizacin y ese es el verdadero ideal de Kipling. Su tema no es esa valenta que pertenece propiamente a la guerra, sino esa interdependencia y eficacia que pertenece, en la misma medida, a ingenieros, marineros, mulas o locomotoras. Y as sucede que cuando escribe sobre ingenieros, marineros, mulas o locomotoras es cuando escribe mejor. La verdadera poesa, el verdadero romance que Kipling ha enseado, es el de la divisin del trabajo y el de la disciplina en todos los oficios. Canta a las artes de la paz con mucha mayor precisin que a las artes de la guerra. Y su principal argumento resulta vital y valioso: todo es militar en el sentido de que todo depende de la obediencia.

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    No existe un confn del todo epicreo. No existe un lugar del todo irresponsable. En todas partes, los hombres nos han allanado el terreno con su sudor y su sumisin. Tal vez nosotros nos tumbemos en una hamaca en un arrebato de divina despreocupacin; pero agradecemos que quien fabric la hamaca no lo hiciera durante un arrebato de divina despreocupacin. Podemos montarnos, en broma, en el caballo de cartn de un nio; pero agradecemos que el carpintero, en broma, no ha dejado las patas sin encolar. En vez de limitarse a asegurar que el soldado que limpia su arma debe ser objeto de adoracin porque es militar, el mejor y ms lcido Kipling asegura que el panadero que hornea el pan y el sastre que corta trajes son tan militares como todos los dems.

    Defendiendo, como defiende, esa visin inabarcable del deber, Kipling es, cmo no, un cosmopolita. Encuentra sus ejemplos en el Imperio britnico, pero casi cualquier otro imperio le servira. Incluso le servira cualquier pas altamente civilizado. Lo que l admira en el ejrcito britnico lo hallara tambin, y de modo ms evidente, en el ejrcito alemn; lo que desea para la polica britnica lo hallara materializado en la francesa. El ideal de disciplina no abarca toda la vida, pero s se extiende por todo el mundo. Y la veneracin que siente por el mundo tiende a confirmar en Kipling cierto toque de sabidura mundana, que surge de la experiencia del viajero y que es uno de los genuinos encantos de sus mejores obras.

    La gran carencia en su mente se da en lo que someramente podramos llamar falta de patriotismo, es decir: carece por completo de la facultad de vincularse a cualquier causa o comunidad de un modo final y trgico, pues toda finalidad debe ser trgica. Admira a Inglaterra, pero no la ama; pues admiramos con razones, pero amamos sin ellas. Admira a Inglaterra porque es fuerte, no porque sea inglesa. No hay acritud en estas palabras pues, para hacerle justicia, l mismo lo admite abiertamente, con su habitual pintoresquismo y descaro. En un poema muy interesante, afirma:

    Si Inglaterra fuera lo que Inglaterra parece

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    - es decir, dbil e ineficaz; si Inglaterra no fuera lo que (como l cree que) es, es decir, poderosa y prctica:

    Con qu rapidez nos libraramos de ella! Pero no lo es!

    Es decir, admite que su devocin es el resultado de una crtica, algo que basta para ponerlo en una categora totalmente distinta al patriotismo de los Boers, a quienes persigui sin descanso en Sudfrica. Al hablar de los pueblos verdaderamente patriticos, como el irlands, le cuesta evitar en sus palabras cierto tono de irritacin.

    El estado mental que describe con verdadera belleza y nobleza es el del hombre cosmopolita que ha visto hombres y ciudades.

    Ver y admirar y contemplar el ancho mundo.

    Es un autntico maestro de esa ligera melancola con la que el hombre recuerda haber sido ciudadano de muchas comunidades, esa ligera melancola con la que el hombre recuerda haber sido amante de muchas mujeres.

    Kipling es un donjun de pases. Pero un hombre puede aprender mucho de mujeres y romances, y aun as permanecer ignorante del primer amor; del mismo modo, un hombre puede haber conocido tantos lugares como Ulises, 34 y aun as desconocer el patriotismo.

    Rudyard Kipling, en un clebre epigrama, pregunta qu pueden conocer de Inglaterra quienes slo conocen a Inglaterra. Pero una pregunta mucho ms profunda y ms aguda es la siguiente: Qu puede saber de Inglaterra quien slo conoce el mundo?, pues el mundo no incluye Inglaterra ms de lo que incluye a la Iglesia anglicana. A partir del momento en que nos ocupamos de algo profundamente, el mundo, es decir, todos los dems intereses

    34 Ulises: personaje central de La Odisea poema griego aytibuido a Homero. El poema narra las aventuras de Ulises despus de la cada de Troya.

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    miscelneos, se convierte en nuestro enemigo. Los cristianos lo demostraron cuando hablaban de mantenerse limpios del mundo; pero los amantes hablan de lo mismo cuando hablan de perder al mundo. Astronmicamente hablando, creo que Inglaterra est situada en el mundo. De modo anlogo, supongo que la Iglesia anglicana era parte del mundo, e incluso que los amantes son habitantes de ese mundo. Pero todos sintieron cierta verdad: la verdad de que en el momento en que amas algo, el mundo se convierte en tu enemigo. As, Kipling sin duda conoce el mundo. Es un hombre de mundo, con toda la estrechez de miras propia de aquellos que se ven aprisionados en este planeta. Conoce a Inglaterra de la misma manera en que un inteligente caballero ingls conoce Venecia. Ha visitado Inglaterra muchas veces; le ha dedicado largas estancias.

    Pero no pertenece a Inglaterra, ni a ningn lugar.

    Y la prueba de ello est en que cree que Inglaterra es un lugar. Desde el momento en que nos arraigamos en un lugar, ese lugar desaparece. Vivimos como los rboles, con toda la fuerza del universo.

    El trotamundos vive en un mundo ms pequeo que el campesino. Siempre respira un aire local. Londres es un lugar, y puede compararse con Chicago. Chicago es un lugar, y puede compararse con Tombuct. Pero Tombuct no es un lugar, pues all, al menos viven hombres que consideran a Tombuct como un universo y no respiran el aire local sino los vientos del mundo. El hombre a bordo del barco de vapor ha visto todas las razas de hombres y piensa en las cosas que las dividen: alimentacin, vestimenta, decoro; pendientes en la nariz, como en frica, o en las orejas, como en Europa; pintura azul para los antiguos, pintura roja para los modernos britanos.

    Por su parte, el hombre que cultiva repollos no ha visto nada. Pero piensa en las cosas que unen a los hombres: el hambre, la descendencia, la belleza de las mujeres, la promesa o la amenaza que viene del cielo.

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    Kipling, a pesar de todos sus mritos, es el trotamundos; carece de paciencia para convertirse en parte de nada. A un hombre tan importante y sincero no puede acusrsele meramente de cosmopolitismo cnico. Con todo, su cosmopolitismo es su debilidad. Esa debilidad se expresa de forma magistral en uno de sus mejores poemas, la The Sestina of the Tramp-Royal, en la que un hombre declara ser capaz de soportarlo todo, incluso el hambre y el horror, pero no la presencia permanente en un lugar. Y, ciertamente, en ello existe un peligro.

    Cuando ms muerta, seca y polvorienta sea una cosa, ms viaja; el polvo es as, y tambin el diente de len, y el Alto Comisionado de Sudfrica. Las cosas frtiles pesan algo ms; como los macizos rboles frutales en los lodos preados del Nilo. En la acalorada ociosidad de la juventud todos nos sentamos inclinados a rebatir lo que implicaba ese refrn ingls que dice que piedra que rueda no cra moho. Y nosotros nos preguntbamos: Y quin quiere criar moho, salvo las viejas necias? Pero ahora empezamos a percibir que el refrn es cierto. El canto rodado avanza resonando de piedra en piedra. Pero el canto rodado est muerto. El moho es silencioso porque est vivo.

    La verdad es que esa exploracin y ampliacin convierten el mundo en un lugar ms pequeo. El telgrafo y el barco de vapor empequeecen el mundo. El telescopio empequeece el mundo. Slo el microscopio lo agranda. El mundo no tardar en enzarzarse en una guerra entre telescopistas y microscopistas. Aqullos estudian las cosas grandes y viven en un mundo pequeo; stos estudian las cosas pequeas y viven en un mundo grande. Resulta sin duda estimulante recorrer veloces la Tierra en automvil, sentir que Arabia es un remolino de arena o que China es un destello de arrozales.

    Pero ni Arabia es un remolino de arena ni China un destello de arrozales. Son civilizaciones antiguas con virtudes extraas enterradas como tesoros. Si deseamos comprenderlas no hemos de hacerlo como turistas o investigadores, debemos hacerlo con la

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    lealtad de los nios, y con la gran paciencia de los poetas. Conquistar esos lugares es perderlos. El hombre que permanece en su huerto, la tierra extendindose ms all de la valla de su casa, es el hombre de las grandes ideas. Su mente crea distancia, mientras que el automvil la destruye tontamente. Los modernos creen que la Tierra es un orbe, algo que puede abarcarse fcilmente, que cabe en el espritu de una maestra. Esto se ve en el curioso error que siempre se comete con Cecil Rhodes. 35 Sus enemigos dicen que podr haber tenido grandes ideas, pero que era un mal hombre. Sus partidarios dicen que tal vez fuera un mal hombre, pero sin duda tena grandes ideas. Lo cierto es que no fue un hombre esencialmente malo, fue un hombre de gran genialidad y muy buenas intenciones, pero curiosamente un hombre de miras muy estrechas. Pintar el mapa de rojo no es ningn acto de grandeza; es un inocente juego de nios. Pensar en continentes es tan fcil como pensar en guijarros. La dificultad surge cuando queremos conocer la sustancia de cualquiera de las dos cosas. Las profecas de Rhodes sobre la resistencia ber ilustran admirablemente cmo las grandes ideas prosperan cuando no se trata de pensar en continentes, sino de comprender a unos cuantos hombres de carne y hueso. Y bajo toda esa gran ilusin del planeta cosmopolita, con sus imperios y su agencia Reuters, 36 la vida real del hombre sigue ocupndose de este rbol o aquel templo, de esta cosecha o esa cancin, del todo incomprendida, del todo intacta. Y desde su esplndido provincianismo observa, seguramente con una sonrisa pcara, como avanza, triunfante, la civilizacin motorizada, adelantndose al tiempo, consumiendo el espacio, vindolo todo y sin ver nada, despegando al fin a la conquista del sistema solar, y todo para descubrir que el sol es citadino y las estrellas, pueblerinas.

    35 Cecil John Rhodes (1853-1902): empresario britnico, magnate minero y poltico sudafricano fue designado presidente de la firma De Beers en 1888 luego de fundarse la misma el ao anterior con aportes de N.M. Rothshild & Sons Ltd. Un firme creyende en el colonialismo britnico fue el fundador del territorio africano de Rhodesia, as llamado en su honor en 1895.

    36 Reuters: Agencia de noticias fundada en 1851 por Paul Julius Reuter (1816-1899), empresario britnico de origen alemn, pionero de la telegrafa y la transmisin de noticias. Desde 2008 la empresa es parte del conglomerado Thomson Reuters.

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    IV. Bernard Shaw

    En los viejos tiempos, antes de la aparicin de los males modernos, cuando el genial y viejo Ibsen llenaba el mundo de absoluta alegra, y los amables relatos del olvidado mile Zola mantenan nuestros hogares felices y puros, el ser malinterpretado sola considerarse una desventaja. Pero puede ponerse en duda que lo sea siempre, o incluso en general. El hombre al que se malinterpreta cuenta siempre con la siguiente ventaja sobre sus adversarios: que stos no conocen su punto dbil, ni su plan de campaa. Salen a cazar pjaros con redes, y a pescar peces con flechas. Existen varios ejemplos modernos de esta situacin. Chamberlain 37 constituye uno muy bueno; constantemente elude o vence a sus oponentes porque sus verdaderos poderes y defectos son bastante distintos de aquellos que tanto sus partidarios como sus detractores le atribuyen. Aqullos lo representan como a un infatigable hombre de accin; stos, como rudo hombre de negocios, cuando, en realidad, no es ni lo uno ni lo otro, sino un admirable orador romntico; adems de un actor tambin romntico.

    Cuenta con un poder que es el alma misma del melodrama: el poder de fingir incluso cuando le apoya una amplia mayora que se halla acorralado. Pues todas las facciones son tan caballerosas que sus hroes deben dar alguna muestra de desgracia; esa clase de hipocresa es el tributo que la fuerza le rinde a la debilidad.

    Chamberlain dice tonteras y, al mismo tiempo, habla muy bien de su ciudad, que nunca le ha abandonado. Lleva una flor vistosa y

    37 Joseph Chamberlain (18361914): poltico y estadista britnico. Partidario del imperialismo britnico, fue el primer impulsor y supervisor de la Segunda Guerra Boer (1899-1902) en frica.

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    fantstica, como un decadente poeta menor. En cuanto a su franqueza, su dureza y su defensa del sentido comn, todo eso es, por supuesto, el primer truco de la retrica. Se enfrenta a su pblico con la venerable afectacin de un Marco Antonio: Yo no soy orador, como Bruto, sino, como todos sabis, un hombre sencillo y directo. 38

    El objetivo del orador y el de cualquier otro artista, como el poeta y el escultor, son del todo distintos. La meta del escultor es convencernos de que es escultor, mientras que la del orador es convencernos de que no es orador. Si permitimos que a Chamberlain se le tome por hombre prctico, tiene la partida ganada. Le basta con componer un tema sobre el imperio y la gente dir que esos hombres simples dicen grandes cosas en las grandes ocasiones. Slo tiene que zambullirse en las nociones generales y vagas de todos los artistas de segunda fila para que la gente diga que, despus de todo, ese hombre de negocios demuestra moverse por grandes ideales. Todos sus planes han acabado en nada; ha llevado la confusin a todo lo que ha tocado. Existe un pathos cltico en lo que rodea a su figura; como los galicos de la cita de Matthew Arnold, 39 se aprestaba a la batalla, pero siempre caa. Es una montaa de propuestas, una montaa de fracasos; pero una montaa al fin y al cabo. Y una montaa siempre resulta romntica.

    Existe otro hombre en el mundo moderno que puede considerarse la anttesis de Chamberlain en todos los sentidos, y que sin embargo tambin representa un monumento vivo a la ventaja de ser malinterpretado. A Bernard Shaw, quienes estn en desacuerdo con l y me temo tambin (si es que existen) quienes estn de acuerdo con l lo representan como humorista jocoso, acrbata deslumbrante, un frgoli. Se dice que no puede ser tomado en

    38 Referencia a un pasaje de la obra Julio Csar de Shakespeare en la cual Marco Antonio pronuncia un discurso en el que pretende ser precisamente como lo seala Chesterton.

    39 Matthew Arnold (1822-1888): poeta y crtico cultural ingls. Fue inspector de escuelas y se caracteriz por escribir obras en las que amonesta e instruye al lector sobre las cuestiones sociales de su tiempo.

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    serio, que es capaz de defender o de atacar cualquier cosa, que es capaz de todo con tal de asombrar o divertir. Y todo eso no slo es falso, sino que lo cierto es, precisamente, todo lo contrario. Se trata de algo tan equivocado como afirmar que Dickens 40 careca de la avasalladora masculinidad de Jane Austen. 41

    Toda la fuerza, todo el triunfo de Bernard Shaw radica en que se trata de un hombre coherente. Su poder, lejos de consistir en saltar por aros o pararse de cabeza, consiste en defender su fortaleza da y noche. Shaw somete a examen, rpida y rigurosamente, todo lo que sucede en el cielo y la tierra. Su nivel de exigencia no vara nunca. Lo que ms odian (y temen) de l tanto los revolucionarios como los conservadores de pensamiento dbil, es precisamente eso, que su vara de medir es igual para todos, y que sus leyes se aplican con justicia.

    Se pueden atacar sus principios, como hago yo; pero no conozco ningn caso en que se pueda atacar el modo en que los aplica. Si le desagrada el desgobierno, le desagrada tanto el desgobierno de los socialistas como el de los individualistas. Si se opone a la fiebre del patriotismo, se opone a ella tanto en bers como en irlandeses, as como en ingleses. Si no le gustan los votos y las obligaciones del matrimonio, todava le gustan menos las mayores obligaciones y los ms estrictos votos del amor libre. Si se re de la autoridad de los sacerdotes, se re an ms de la pomposidad de los hombres de ciencia.

    Si condena la irresponsabilidad de la fe, condena, con coherencia sana, esa misma irresponsabilidad en el arte. Shaw ha complacido a todos los bohemios al decir que las mujeres son iguales a los

    40 Charles Dickens (1812 1870): escritor y crtico social ingls. Probablemente el novelista ms destacado del perodo victoriano. Autor, entre varias otras obras, de Oliver Twist, David Copperfield y Papeles pstumos del Club Pickwick.

    41 Jane Austen (1775 1817): novelista inglesa. Sus obras romnticas ambientadas en ambientes agrarios la convirtieron en una de las escritoras ms ledas de Inglaterra. Su realismo y su incisiva irona le hicieron ganar el aprecio de acadmicos y crticos.

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    hombres; pero los ha enfurecido al sugerir que los hombres son iguales a las mujeres. Imparte justicia de modo casi mecnico, pues tiene ese algo terrible propio de las mquinas.

    Quien es alocado y voluble, quien se muestra en verdad fantstico e incalculable no es Shaw, sino el ministro de gobierno promedio. Es sir Michael Hicks-Beach 42 el que salta por aros. Es sir Henry Fowler 43 el que se para de cabeza. Los sesudos y respetables hombres de Estado pasan de una postura a otra, estn dispuestos a defender cualquier cosa, o a no defender nada. No hay que tomarlos en serio. En cambio, s perfectamente qu es lo que defender Bernard Shaw dentro de treinta aos: lo mismo que ha defendido siempre. Si, dentro de treinta aos, me encuentro con el seor Shaw, un venerable caballero con una barba plateada hasta el suelo, y le digo: Uno no puede, claro est, atacar verbalmente a una mujer, el patriarca alzar su envejecida mano y me tumbar de un golpe.

    Sabemos, digo, lo que el seor Shaw dir dentro de treinta aos. Pero existe alguien tan ducho en lectura de estrellas y orculos que se atreva a predecir lo que el seor Asquith 44 dir dentro de treinta aos? Lo cierto es que se trata de un error suponer que la ausencia de convicciones definidas proporciona a la mente libertad y agilidad. El hombre que cree en algo se muestra dispuesto e ingenioso porque cuenta con todas sus armas. Es capaz de someter lo que sea a su examen en todo momento. El hombre que se enzarza en una discusin con Bernard Shaw puede imaginar que tiene diez caras; de manera anloga, el hombre que se enzarza en un duelo con un rival experto puede imaginar que la espada que ste sostiene en su mano se ha convertido en diez espadas. Pero eso no es porque, en realidad, 42 Michael Hugh Hicks Beach (18771916): poltico britnico. Miembro del Parelamento por el partido conservador y miembro del directorio del Lloyds Bank.

    43 Henry Hartley Fowler (18301911), abogado y poltico britnico liberal, miembro de la Cmara de los Comunes entre 1880 y 1908.

    44 Herbert Henry Asquith, (1852 1928): Primer Ministro del Reino Unido entre 1908 y 1916. Previamente, haba sido Secretario de Estado para Asuntos Internos (1892-1895) y Ministro de Hacienda (1905-1908)

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    el hombre luche con diez espadas, sino porque apunta con mucha puntera, pero slo con una. Es ms, un hombre con una creencia definida siempre parece raro, porque no cambia con el mundo; se ha subido a una estrella fija y es la Tierra la que gira ah abajo, como un zotropo.

    Millones de hombres trajeados se definen a s mismos como cuerdos y sensatos simplemente porque siempre van a la par con la locura del momento, porque van a toda prisa de locura en locura, llevados por la corriente del mundo.

    La gente acusa a Bernard Shaw y a personas mucho ms tontas de demostrar que lo negro es blanco. Pero nunca se preguntan si el lenguaje que usamos para definir los colores siempre es correcto. La fraseologa ordinaria y sensata a veces llama blanco a lo negro, y sin duda llama blanco a lo amarillo, y blanco a lo verde, y blanco a lo rojizo. Decimos vino blanco a un caldo que es de lo ms amarillo. Decimos uvas blancas a unas frutas que son manifiestamente de un verde plido. Y a los europeos, cuyo color de piel es ms bien rosado, los llamamos hombres blancos, una imagen mucho ms pavorosa que cualquier espectro de Poe. 45

    Pero no hay duda de que si alguien, en un restaurante, pidiera una botella de vino amarillo a un camarero, o unas uvas verdosas, ste lo considerara loco. Lo mismo que si a un funcionario del gobierno, hablando de los europeos que residen en Birmania, se le ocurriera afirmar que all slo viven dos mil hombres rosados, lo acusaran de contar chistes y lo expulsaran de su puesto. Con todo, tambin resulta obvio que esos dos hombres habran tenido problemas por decir la estricta verdad.

    Pues bien, ese hombre sincero del restaurante, ese hombre sincero de Birmania, es Bernard Shaw, que parece excntrico y grotesco 45 Edgar Allan Poe (18091849): autor, poeta, editor y crtico literario norteamericano. Miembro del Movimiento Romntico de los EE.UU. se lo considera el precursor de la novela policial. Se lo conoce tambin por sus cuentos en los que mezcla el misterio con lo macabro.

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    porque no acepta la creencia general de que el amarillo es blanco. Shaw ha basado toda su brillantez, su s